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COSERIU. TEORIA DEL LENGUAJE

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EUGENIO COSERIU
,
TEORIA DEL LENGUAJE
.. ,
y LINGUISTICA GENERAL
aNCO ESTUDIOS
SEGUNDA EDIC~N
BIBUOTEC A ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS, S. A.
MADRID
EUGENIO COSERIU
TEOR1A DEL LENGUAJE Y
LINGUISTICA GENERAL
Cinco importantes estudios de Eugenio Coseriu aparecen. ahora, por
primera vez, reunidos en libro. Todos ellos se refieren a cuestiones t~ó·
ricas y metodológicas de la lingüística actual. Cuestiones vitales las llamaríamos, porque esclarecen el me·
jor modo de concebir y de éstudiar
la multiforme realidad del lenguaje.
No es nada fácil aventurarse por estos parajes. La lingüística moderna,
crecida con maravillosa pujanza desde los geniales descubrimientos de
Saussure, se ofrece ahora muy ramificada, dentro de una pluralidad de
tendencias que quizá podría parecer
una crisis de desarrollo. Sobre este
fond~ problemático desenvuelve Coseriu análisis de gran finura y coherencia, movidos por un superior afán
de crítica y construcción rigurosa
que, contra todo formalismo rígido,
atiende siempre a la viva realidad
del hablar.
El primero de sus estudios, Sistema, norma y habla, opone a la distinción saussureana «langue-parol~)) (no
del todo satisfactoria, por ciertas oscuridades suyas y por las discrepancias de interpretación que ha provo(Pasa a la solapa siguiente)
TEORíA DEL LENGUAJE
Y LINGülSTICA GENERAL
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
DIRIGIDA POR
DÁMASO ALONSO
11. ESTUDIOS Y ENSAYOS
EUGENIO COSERIU
TEORÍA DEL LENGUAJE
Y LINGÚISTICA GENERAL
CINCO
ESTUDIOS
SEGUNDA EDICION
REIMPRESION
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS, S. A.
MADRID
•
EUGENIO COSBlUU, 1967.
..
~Gu:oos.s.
Súcbcz Pac:heco, 83, Madrid. Espada.
Depósito Legal: M. 25.065 - 1969
Impreso en Talleres Gr'ficos de
Maestro Alonso, 23 - Madrid
~dODell
Castilla, S. A.
Estos trabajos se han publicado en revistas y, algunos, también en reducidas ediciones independientes, entre 1952 y 1957.
Al republicarlos ahora en un tomo, no he podido y no he
querido tocarlos en lo esencial, pues, como dice el tópico (tópico verdadero, si los hay), habría vuelto a escribirlos y, ciertamente, habria alterado su sentido inicial. Por ello, manteniendo inmodificado su contenido, me he limitado a enmendarlos
en una serie de pormenores, sobre todo de expresión, y a corregir algunos evidentes lapsus.
De todos modos, tal como se presentan, estos escritos --en
particular el primero, el segundo y el quinto- configuran, espero, una progresión en mis esfuerzos por aclarar ciertos problemas básicos de la lingüística actual y por estructurar una
teoría lingüística coherente y, al mismo tiempo, conforme al
objeto lenguaje; progresión cuya etapa más reciente y (por el
momento y para mí) más satisfactoria está representada por
mi libro Sincronfa, diacronÚl e historia, Montevideo, 1958, que
pronto volverá a imprimirse, revisado y corregido, en esta misma colección. El tercer escrito discute un aspecto de la problemática previa y fundamental de la gramática y corresponde
• la fase preparatoria de una investigación más amplia sobre
«Los fundamentos de la gramática», en la que he estado traba-
8
Teoría del lenguaje y lingüística general
jando luego, en colaboración con el profesor Luis Juan Piccardo. El cuarto es un fragmento de una voluminosa «Teoría
lingüística del nombrt¡ propio», que tengo en manuscrito. La
manera como estos escritos se han venido publicando explica
que se encuentren en ellos algunas inevitables repeticiones que,
si!l embargo, no habrían podido ser eliminadas sin afectar su
coherencia e, inclusive, su comprensibilidad.
Al terminar estas breves líneas de justificación, no puedo
dejar de agradecer al director de la «Biblioteca Románica Hispánica», don Dámaso Alonso, y a la Editorial Gredos, el cordial
empeño que han puesto en que estos trabajos -agotados o
dispersos y, para muchos, inaccesibles- fueran reunidos en
un volumen y pudieran, de este modo, aspirar a una mayor
difusión entre quienes se interesan por los problemas teóricos
y generales del lenguaje y por la metodología de las disciplinas lingüísticas.
Montevideo, mayo de 1961.
E. C.
ABREVIATURAS
AGI
=
AL
=
BSLP =
CILUP =
«Archivio Glottologico Italiano", Turín-Florencia.
"Acta Linguistica», Copenhague.
-Bulletin de la Société de Linguistique de París».
.. Conférences de I'Institut de Linguistique de l'Université de
Paris»_
.. International Journal of American Linguistics», Bloomington.
IJAL
RBF = «Revista Brasileira de Filologia», Río de Janeiro.
.. Revista de Filología Hispánica_, Buenos. Aires.
RFH
RFHC
.. Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias., Montevideo.
RicL = .Ricerche Linguisticbe., Roma.
= u5tudia Linguistica», Lund.
5L
«Travaux du Cerc1e Linguistique de Copenhague•.
TCLC
• Travaux du Cercle Linguistique de Prague •.
TCLP
ZRPh
«Zeitschrift für romanische Philologie", Tübingefi.
SISTEMA, NORMA Y HABLA
1. PosibilidU de una distinción tripartita en la realidad unitaria del leDIWlje.-I1. Incoherenci. y contradicciones de los enunciados acerca de
«le~a,. y chabla,..-1I1. Insuficiencia de la dicotomia saussurean&.IV. La idea de cnoI1lUP en la inves~aciÓD empírica y en la lin¡üística
estructural.-V. HechOll de _sistema .. y hechos de cnorma...-VI. Esbozo
de una teoría CGberente del hablar Y de su formalización.-VII. Importancia y utilidad de la distinción tripartita.
1.
POSI8ILmAD ~ UNA mSTINCIÓN TRIPARTITA EN LA REALIDAD
UNITAlUA DBL LENGUAJE
1. En una .Conferencia de semántica- realizada en marzo
de 1951 en Niu, por iniciativa de Emile Benveniste, y en la
que participaron nueve lingüistas de varios países europeos y
de Estados UBid05, los profesores Hjelmslev, de Copenhague, y
Lotz, de Nueva York (semantistas .intrínsecoslt y representantes,
en la conferencia, de la .dirección integral de la gramática
genera!»), presentaron su posición resumida en un cuadro en
el cual aparece la distinción de tres aspectos en el lengd.!lk
=---esQuema. norma establecida y parole (habla)-, en lugar de
Jos dos ya tradicionales en la lingüística postsaussureana (aun
en la que no acepta la doctrina del maestro ginebrino): langue
y l1ªrole. lengua y habla (Sprache-Rede, language-speech).
A. cada uno de los tres aspectos deberían corresponder, en
el propio campo absoluto del lenguaje e independientemente
Teoría del lenguaje y lingüística general
12
de una realidad exterior significada, designada o. referida, disciplinas y unidades particulares: ~enémica, 'onémica y fÓnica
(disciplinas) y cenema, fonema y tono (unidades), en el plano
de la expresión: plerémica, se.m~t!lica,.~mica. y plerema. semema y sema. en el plano del contenido.
2. Al informar brevemente acerca de la Conferencia, en el
Archivio Glottologico Italiano 1, Giacomo Devoto observa: «Una ...
novita (complicatrice) e la scissione della «linglia» saussuriana
in 'schema' e 'norma'. Quello che nelIo schema e l'unita vuota
o cenema, nelIa norma di~enta il fonema;' e quello che nello
schema e l'unita piena o plerema, nelIa norma diventa·i! semema. Questo porta come conseguenza che anche la opposizione
relativa fondamentale, secondo il Saussure, devérttestringere il
rapporto di signifiant e signifié alIo schema e, per quanto riguarda la normal, deve introdurre la coppia parallela d~ 'designante' e 'designato'. Questo doppio sistema di distinzioni puo
lasciarci perplessi e giustifica il dubbio se valga la pena di salire
aqueste astI'aEoni. La realta della lingua e movimento e anche
quando e considerata sincronicamente si, fonda sopra un equilibrio instabile. 11 vantaggio di una rappresentazione assolutamente geometrica si paga allo stesso prezzo della contemplazione della struttura anatomica interna di un uomo tanto reale
e comodo da descrivere, ma diverso da aquello vivo».
Pero, aUh dudando de la utilidad de las excesivas abstracciones a las que llega la escuela danesa, el mismo Devoto esboza en seguida una concepción no menos abstracta, por lo que
concierne a la parole: «Tuttavia -escribe- la mia vera obiczione sta nelIa posizione del problema della parole, scissa analogamente nelle due specialita di «fonica» e «semica». La parOle si distjngue a xvii' avvis o daua lans"e Doa solo qUaRtitati
vamente ma per struttura. La parole non puo aver legami con
1
AGI, XXXVI, págs, 82.,114.
Sistema, norma y habla
lo schema né con la norma di una lingua perché non e ancora
né suono né segno, non si sa ancora se si realizzera in parole
grammaticali piuttosto che in linee, colori o note musicalb .....!,
esta garoZe Que" es Y no es. que -por no haberse todavía expresado- es~~ intuición ClD Pensamjento ~ por lo tanta, na
es un hecho lingüístico y ni siguiera estético, sino simplemente
psicológico. como proceso anímico. o también 16¡jca par ]0
que atañe a su íntima coherencia o a su relación con una reaUdad), o, de todos modos, es sólo una intencióI!t.. un~ !!X:!Wll!d~d,
a esta parole dedicaría Devoto su semántica, entendida como
lingüística del habla. Con esta última la semántica se identificaría, a pesar de que el habla implica sólo el establecimiento
concreto de determinadas relaciones significativas individuales
que, de una ormera general, preexisten en la lengua, en la medida en que ésta preexiste al habla, Q que en ella se vuelcan,
en la medida en que la lengua se constituye sobre la base de
los actos concretos de habla.
Dicha paro le devotiana puede ser distinta cuantitativa y estructuralmente de la lengua (aunque esto no significa que lo
sea también y necesariamente desde el punto de vista de su
íntima naturaleza, pues, si su expresión es lingüística, aun la
parole así entendida tendría innegables vínculos con la langue),
pero no es esa la parole como nosotros la hemos hasta ahora
entendido. No es la paro le como identidad de intuición y expresión, es decir,~cQmo actividad creadora concreta, como suma
de actos Ü~güísticos concretos y, sin duda,inééfiiOs e"indiVi·
duales, dado que son expresión de intuiciones inéditas e individuales, pero, al mismo tIempo, convencionales y «hecho.s de
lengua», ejemplos y modelos de lengua, en cuanto se crean sobre la base de actos lingüísticos precedentes y, a su vez, sirven
como base para actos lingüísticos ulteriores, puesto que la lenguano existe sino como sistema abstracto de actos lingüísticos
comunes, o concretamente registrados o acumulados en la me-
14
Teoría del lenguaje y lingüística ,enertll
moria de los individuos hablantes. Y 80 es esa la Fole de
Saussure (y de Hjelmslev, ya que, en lo esencial, la escuela de
Copenhague conserva acerca de este punto la doctrina saussureana), empleo individual de la lengua (sistema social), netamente distinta de esta última (que pertenecería a la sociedad y
no al individuo), pero, al mismo tiempo, en continua e íntima
relación con ella, dado que, si, por un lado, el habla es realización individual de la lengua, por el otro, cnada existe en la len¡ua que .0 .llaya existido antes en el .llabla-. lar 10 lanto, la
objeción de Devoto, más que una crítica a las abstracciones o
a la nipartición de Hjelmslev, es la ,ropuesta de una concepción netamente distinta acerca de la ,arole y que recuerda una
posición en cierta manera análoga, sostenida '01" Sechehaye.
3. Pero no es nuestra intención criticar aquí y sobre la base
de una única frase aislada, que puede prestarse a yarias interpretaciones. una concepción lingüística como la de Devoto, que
tiene indudablemente sus sólidos fundamentos teóricos, y tampoco entendemos desarrollar por nuestra parte una teoría personal de la paroZe. Lo que nos preocupa es averiguar si, desde
el punto de vista metodológico, una tripartición como la de
Hjelmslev, aunque hecha sobre otras bases y en términos algo
distintos, puede resultar útil, provechosa y llasta necesaria en
la lingüística teórica y en la lingüística histórica, tanto sincrónica como diacrónica. Es decir, si puede, por un lado, contribuir
a una mayor comprensión de la íntima realidad y de la modalidad de ser de esa compleja actividad 1Iumana que es el lenguaje y, por otro lado. hacernos comprender mejor la naturaleza de los sistemas histórico-culturales a los que llamamos
comúnmente lenWªs y el factor intrínseCO de su desaIToUo' el
cambio Up¡iiístico. el mecanismo de su producción y djfusiÓn
Adelantamos que la tripartición que deseamos proponer podría
también interpretarse como basada en una escisión de la clen-
Sistema, norma 1 habla
15
¡ua» saussureana, pero que esto no sería ni necesario Di exacto,
puesto que nuestro concepto de lengua de n.in.gOpa manera
coincide con el enunciado por Ferdinand de Saussure y sus continuadores : para nosotros, la ..:lengua» se sitúa en un momento ulterior al análisis del lenguaje como fenómeno concreto y
~rresp?~~_más bien a ]a lingüística histórica que a la teórica:
Devoto tiene indudablemente razón al expresar sus dudas
acerca de la oportunidad de las excesivas abstracciones y eÍ
,eometrismo a que llegan ciertos cultores de la 1ingü1stica estructural, y en particular Hjelmslev; y ya otros Iin¡üistas, de
tendencia muy distinta de la de Devoto, como A. Martinet 2,
aun reconociendo la genialidad de las construcciones teóricas
del profesor de Copenhague, han señalado los. riesgos que implican la reducción de la l.i.ngü:ística a~ álgebra de formas
vacías y el desconocimiento de toda sustancia fónica. También
es verdad que la realidad del lenguaje es movimiento (es decir,
que el lenguaje es actividad, es «perpetua creación») y que, por
lo tanto, todo sistema sincrónico se basa en un equilibrio inestable, es necesariamente una abstracción. Pero una cosa es
tener clara conciencia de los riesgos que la abstracción implica
y otra cosa es dudar de su ineluctabilidad ~órica como condición necesaria de todo conocimiento científico. En efecto, aun
coincidiendo plenamente en admitir que una consideración pu:
ramente estructural nos lleva a menudo lejos de lo «vivo» del
lenguaje, es decir, de su realidad concreta, no DOS parece que
pueda deducirse de ello', como corolario, la convenienc~ de lechazar sin más la abstracción, fuera de la cual no subsiste nin·
guna posibilidad de comprobar verdades generales y principios
constantes en la multiplicidad, fragmentariedad y heterogeneidad de ]0 fenoménico; es decir. de comprobar en 10 material
del lenguaje aquellos aspectos ideales o formales que cODstitu2 Au sujet des «Fondements de la Théorie linguistique» de Louis
Hjelmslev, BSLP, XLII (1942-1945), págs, 19-42.
16
Teoría del lenguaje y lingüística general
ven el verdadero objeto de la lingüística coIIl_o cienc~la.
cultura 3w. Quizá sea verdad, como observa Devoto, que el e.xamen de Ía estructura anatómica del hombre nos aleja del conocimiento del hombre viv.o, pero nos aleja sólo para acercarnos
más en un momento sucesivo. Sin ese momento de abstracción,
el conocimiento del mismo hombre vivo no sería conocimiento
efectivo, sino simple toma de contacto o, por lo menos, no
sería conocimiento comunicable, ni científico:, El propio «movimiento. del lenguaje no podría comprenderse sin la abstracción de unos principios ideales sincrónicos (no en el sentido de
«simultáneos., sino más bien en el de "fuera del tiempo.) que
presiden el movimiento mismo, constituyendo su aspeGto for~ nuestro entender, la lingüística, más que otras ciencias,
por la naturaleza misma de su objeto, debe moverse constantemente entre los dos polos opuestos de lo concreto y de lo
abstracto: subir de la comprobación empírica de los fenómenos concretos a la abstracción de formas ideales y sistemáticas,
}:. volver luego a los fenómenos concretos, enriquecida por los
3 Observemos, de paso, que no éstamos de acuerdo con el .empleo algo
despectivo que se hace a veces en la lingüística actual de los términos
«abstractoB y «abstracción.; empleo que se debe al error semántico de
considerar «abstracto. como sinónimo de «imaginado., «arbitrario., «no
demostrado por los hechos>, «irreal., eno verdadero_, «falso., etc. Evidentemente, si se da a «abstracto» un único significado, oponiéndolo exclusivamente a «concreto", el término no puede significar «no verdadero_ o
«menos verdadero que lo concreto-, sino sólo «más verdadero.: la frase
.. 3 más 3 igual a 6. es más verdadera que la frase, relativamente menos
abstracta, .3 caballos más 3 caballos 'igual a 6 caballos", porque indica
una verdad más general. Por lo tanto, en la lingüística (como en otros
campos), los efectivos errores no los implica la abstracción de por sí, que
es operación científica indispensable, sino el considerar las abstracciones
como realidades concretas (como en el caso de la reconstrucción de las
llamadas «Ursprachen.~ o independientes y separadas de los hechos concretos (como en el caso de la • lengua.), el tratar de aplicar al lenguaje
moldes exteriores no deducidos de su realidad concretamente comprobada (como ocurre en muchas .filosofías del lenguaje. y en la ¡ramática
general de tendencia logicista).
Sistema, norma y habla
17
conocimientos generales adquiridos en la operación abstractiva. Lo importante es que no se conforme con la abstr¡cción y
no se quede en ella, porque la íntima comprensión de·la realidad del'lenguaje podrá alcanzarse sólo en ese tercer momento
de vuelta a lo concreto. El lingüista, si se nos pennite una imagen, debe ser al mismo tiempo botánico y jardinero: debe llegar a la constitución de tipos abstractos e ideales de flores,
pero sólo para cuidar mejor la vida caprichosa, compleja y cada
vez sorprendente y nueva de las flores vivas y concretas de su
jardín; debe ser botánico para ser mejor jardinero.
y otro punto fundamental es que el botánico comprenda que
los tipos ideales a los que ha llegado l!0 tienen existencia autó-.
noma en un mundo aparte, no existen fuera de las flores con~ e independientemente de ellas; 9ue las fonnas abstractas resumen y generalizan lo concreto, pero no se le oponen.
Queremos decir que es sumamente importante no considerar
la abstracción como otra realidad, sino sólo como un aspecto
formal y sistemático comprobado, por necesidades científicas,
en los mismos fenómenos concretos, como una manera de encarar aquella realidad concreta única e indivisible que es el lenguaje humano.
Concretamente, existen sólo actos lingüísticos (Sprechakte J,
existe sólo el hablar (dar wirkliche Sprechen, das GespriichJ,
la actividad lingüística (Sprechtiitigkeit Ji .una actividad que es
al mismo tiempo individual y social, que es de por sí asistemática puesto que es perpetua creación de expresiones inédita.s
correspondientes a intuiciones inéditas. y dentro de la cual la
distinción de un sistema más o menos estable no significa comprobación de otra realidad. distinta de los actos JinLtÍiísticos...
sino que constituye sólo una necesaria abstracc~~I!_ c:ientí~~~
en vista. de un estudio del lenguaje q~e vaya más allá del
registro y análisis de los actos de hablar y pueda constituir
historia.
T. U!NGUAJB.-2
18
Teoría del lenguaje y lingüística general
Todo esto lo vio muy bien Humboldt, al afirmar que el lenguaje es enérgeia (Tiitigkeit, actividad) y no érgon (Werk, producto); y lo vio también el viejo Hermann Paul -a pesar de
que muchos lo consideran todavía como «típico representante
teórico de la escuela neogramática»-, al distinguir entre elos
procesos reales de la vida del lenguaje» y las abstracciones
que se llaman «lenguas» 4.
Nuestro problema es, por consiguiente, tratar de averiguar
si se puede llegar a una tripartición, teóricamente aclaradora
y metodológicamente útil, partiendo de una concepción monista
del lenguaje y teniendo a ésta siempre presente.
11.
INCOHERENCIAS y CONTRADICCIONES DE LOS ENUNCIADOS
ACERCA DE «lENGUA» y «HABLA»
1. La concepción a la que hemos llega90 tiene antecedentes, en primer lugar, en las dificultades que se encuentran en
la definición de los conceptos de «lengua» y «habla», introducidos en la ciencia lingüística por Ferdinand de Saussure 5 y
4 «Wir sind bisher immer darauf aus gewesen die realen Vorgange des
Sprachlebens zu erfassen. Von Anfang an haben wir uns klar gemacht,
dass wir dabei mit dem, was die deskriptive Grammatik eine Sprache
nennt, mit der Zusammenfassung des Usuellen, überhaupt gar nicht rechnen dürfen als einer Abstraktion, die keine reale Existenz hato Die Gemeinsprache ist natürlich erst recht eine Abstraktion. Sie ist nicht ein
Komplex von realen Tatsachen, realen Kraften, sondem nichts als eine
ideale Norm, die angibt, wie gesprochen werden 5011. Sie verhalt sich zu
der wirklichen Sprechtatigkeit etwa wie ein Gesetzbuch zu der Gesarntheit
des Rechtslebens in dem Gebiete, für welches das Rechtsbuch gilt ...•
(Prinz.ipien der Sprachgeschichte, S." ed., Halle, 1920, pág. 404). Paul emplea aquí el término «lengua común» (o «genera!»), pero, evidentemente,
lo enunciado se aplica al concepto de lengua en general, y no sólo en sentido normativo.
s Ya en las cIases dictadas en los últimos años de su vida en la Universidad de Ginebra, pero, para el público científico en general, sólo con
la publicación póstuma de su Cours de linguistique générale, Lausana & París, 1916, tr. esp. Curso de lingüística general, Buenos Aires, 1945 [CLG].
Sistema, norma y habla
19
aceptados o reelaborados luego por toda una serie de lingüistas, discípulos o no del maestro ginebrino. La no coincidencia
extensiva (connotativa) entre las muchas ~finiciones que se
han dado de los dos conceptos ha sido señalada por varios
autores, entre otros, por O. Jespersen 6 y, particularmente, por
A. Gardiner 7.
2. El mismo Jespersen. a pesar de su firme concepción
empírica y unitaria del lenguaje, al abordar la distinción antedicha 8, da de los dos conceptos definiciones, explícitas ~ implícitas, bastante divergentes.,La «1enea» (language) sería 'una
especie de plural del habla', «lenguaJe colectivo», 'el concepto
c~mún que se extrae de los lengua ¡es individuales', y la lengua
de una nación sería «el conjunto de hábitos por los cuales_ los
miembros de una nación acostumbran a comunicarse COn los
demás» 9. El «habla» (~peech), por otro lado. «en el sentido más
propio y estricto», sería el funcionamiento lingüístico momentáneo del individuo. en mayor o menor conformidad con el uso
lingüístico de las personas que lo rodean 10, pero, en un sentido quizá menos estricto, se identificaría con el lenguaje indiyidual. Contestando a la comunicación de Gardiner en el
III Congreso Internacional de los Lingüistas, lespersen acJara.
6 Humanidad, nación, individuo desde el punto de vista lingüístico,
trad. esp., Buenos Aires, 1947, págs. 20 y sigs.
7 «1 have not found it possible to detennine how far de Saussure
would have agreed with the developments which have arisen since his
death from the impulse given by him. That the distinction as viewed by
Mr. Bally and Mr. Harold Palmer differs in sorne respect from that entertained by de Saussure is apparent nor can 1 conscientiously attribute
to de Saussure all the coroIlarles which"I myself have drawn in my recent
book on the Theory 01 Speechand Language» (The distinction 01 .. Speech_
and e Languagelt, en Atti del 111 Congresso Internazjonale dei Linguisti,
Florencia, 1935, págs. 345-353).
8 Ob. cit., págs. 25 y sigs.
9 Ibid., págs. 34-35. Cf. CLG, pág. 144.
10 !bid., págs. 31-32. Cf. CLG, pág. 57.
20
Teoría del lenguaje y lingüística general
que se trata de la distinción entre concreto y abstracto y que
hay varios grados de abstracción, correspondientes a las varias
comunidades consideradas (pero empezando con los hábitos
lingiiísticos particulares del individuo) 11. El sabio danés establece, pues, una sede de oposjciones, que, aunque no contradictorias, de ninguna manera pueden considerarse como ·idénticas:
~ funcionamiento lingüístico momentáneo del individuo - uso
lingüístico de la comunidad;~ lenguaje individual - lenguaje
colectivo (concepto común que se extrae de los lenguajes individuales; cf., más adelante, W. Porzig);.:J.) conjunto de hábitos
lingüísticos de un individuo - conjunh) de hábitos lingüísticos
de una comunidad;.-4Llenguaje concreto - lenguaje abstracto
(actos lingüísticos concretos - varios grados de abstracción,
que comprenden también el lenguaje individual). Con esta última distinción volvemos a la que ya vimos en H. Paul (cf. nota 4), ~ro no se hace ninguna diferenciación en la propia realidad concreta del lenguaje.
3. 1. La distinción entre habla y lengua resulta, pues, más
bien imprecisa. Pero la imprecisión aumenta si confrontamos
las varias concepciones explícita o implícitamente dualistas, y
eso a pesar del rigor con el que la distinción pueda establecerse
en cada concepción particular.
3. 2. Para Harold Palmer 12, el «habla» Cspeech) es el 'con:ÍJJntO de actividades físicas y mentale~mPlicadas en el acto
por el cual una persona comunica a
un determinado concepto (pensamiento, noción o emoción)' (cf. la primera oposiciÓn de Jespersen); .la «lengua» (language) es 'el conjunto de
convenciones adQptadas y sistematjzadas por nna masa &o~iali
zada de usuarios del habl, a fin de asegurar la inteligibilidad
Atti del JII Cungresso lnternalionale dei Linguisti, pág. 354.
H. PALMER, Memorandum un Problems 01 English Teaching, Tokio,
1924 (citado según JESPERSEN, Ob. cit., págs. 23-64).
13 ef. CLG, págs. 64, 65.
11
12
Sistema, norma y habla
2~
para todos' (cf. la tercera oposición de Jespersen); el habla
'es un juego de actividades personales', mientras que la lengua
'es un conjunto de convenciones, una clave' 14.
3. 3. Charles Bally 15 interpreta la distinción sausSUreana
.como oposición entre acervo lingüístico social (lengua) y funcionamiento linMstico indiyidual (habla) y la acepta formalmente como tal: la parole es «la lengua en acción, la lengua
actualizada, la langue en équilibre et en plein fonctionnement».
Pero agrega a esa distinción una ~ueva oposición caracterizadora, de orden funcional (intelectuaL- afectivo o vital, objetivo - subjetivo)-: la lengua, el sistema organizado, contendría
los elementos tendientes a la comunicación y ~comprensión de
los pensamientos;. el habla. en cambio, sería _instrumento de la
vida afectiva. expresaría senti . to y acción. Entre lengua
y habla habría una ~ición _l!ctiv~!. una verdadera lucha:
mediante el lenguaje afectIvo penetrarían continuamente elementos nuevos en la lengua.
Con esto, Ch. Bally no devuelve al habla toda la importancia
que J~bía quitado Saussure como posible objeto de una
lingüística-lingüística (dado que el mismo lenguaje afectivo se
estudiaría, según su concepción, en la lengua, por la ciencia
llamada estilística, en oposición con la gramática, que estudiaría el aspecto normal o intelectual, de pura comunicación),
pero, por lo menos, llena en parte el abismo que el maestro había excavado entre lengua y habla (puesto que entre ellas se
tiende constantemente el puente del lenguaje afectivo). Y, lo que
para nosotros es más import¡mte, traslada de alguna manera
la oposición al hablar concreto, en el cual habría elementos de
lengua y, al mismo tiempo, elementos de habla.
Cf. CLG, págs. 58, 59.
CHARLES BAUY, El lenguaje y la vida, trad. esp., 2.· ed., Buenos
Aires, 1947, págs. 124 y sigs. Cf. además: F. de Saussure et l'itat actuel
des itudes linguistiques, Ginebra, 1913, y Linguistique générale et linguistique fr~aise, 3.· ed., Berna, 1950.
14
15
22
Teoría del lenguaje y lingüística general
Otra idea muy importante de Hal!)' para la dilucidación del
asunto que nos preocupa, es la que encontramos implícita en
dos párrafos sucesivos de su Linguistique générale et linguistique franfaise: la lengua seóa una jnstjtución socia! pero tam_
bién, y al mismo tiempo, sería un sistema en cierto sentido
,autónomo: «les changements qu'on observe dans un idiome, au
cours des temps résultent en partie d'une orientation nouvelle
des esprits, mais le systeme linguistique, ti lui seul, lancé dans
une certaine direction, peut se développer de fa\!on autonome,
et, par contre-coup, modéler la pensée collective d'une fa~on
nouvelle» 16,
Destacamos, finalmente, la manera cómo el sabio ginebrino
ve la relación temporal entre los dos aspectos del lenguaje:.Jil.
lengua preexiste al habla desde el punto de vista estático y el
babIa pr,~cede a la lengua desde el punto de vista genético n.
Según parece, Bally se refiere a la génesis primera del lenguaje, pero la misma concepción se puede aplicar a todo acto
Jingüístico concreto, dado que la «lengua» se engendra continuamente mediante el hablar: el acto linlD.iístico es realización
de una «lengua» precedente (sistema de. los- actos lingüísticos
anteriores tomados como modelo) y es, al mismo tiempo, elemento de una nueva «lengua», de un nuevo sistema algo distinto, a cuya constitución contribuye. Colocándonos en el plano
del acto lingüístico, tenemos, por consiguiente, una doble perspectiva y podemos distinguir dos «lenguas»: una perteneciente
al pasado (acervo lingüístico, sistema anterior), la otra al porvenir (<<producto», sistema nueyo),
3. 4. Análoga es la interpretación de Walter Porzi~ 18, que
traduce el término langue con Sprachbesitz (acervo lingüístico)
y parole con Gesprii.ch (hablar, coloquio), reservando el térmiLing. gén. et ling. fr., pág. 15. ef. CLG, pág. 6l.
Ling, gén. et ling. fr., pág. 83. ef. CLG, pág. 64.
18 WALTER PORZIG, Das Wunder der Sprache, Berna, 1950, págs. 106 y
siguientes. ef. CLG, págs. 57, 65, 144.
16
17
Sistema, norma y habla
23
no Sprache para el lenguaje en general. El Gesprach es el hablar real, concreto (das wirkliche Sprechen),' el Sprachbesit'J
una serie de imágenes mnemónicas y hábitos (eine Reihe von
Erinnerungsbildern und eingeübten Gewohnheiten) acumulados
en la conciencia del hablante, que es condición del hablar. Pero
Porzig tiene una visión más precisa de la doble perspectiva
posible desde el plano del hablar, pues indica claramente la
posibilidad de construir la «lengua» también sobre la base de
los actos lingüísticos concretos 19.
Para Porzig, la «lengua» de una comunidad sería, por con~iguiente, por un lado, la suma de los actos lingüísticos concretamente comprobados en la misma; por otro lado, la suma de
los vados acervos lingüísticos individuales, o, mejor, aquella
parte que es común en esos mismos acervos y que constituye
el fundamento de la recíproca comprensión entre los hablan.teüenemos, por consiguiente, tres conceptos de ((lengua» bien
distintos :~uma de actos lingüísticos concretos;...2Lcondici6n
q,e todo acto lingüístico, Sprachbesitz individual; JJ,.. sistema
isogl6sico que reúne los aspectos comunes de los Sprachbesitze individuales de los hablantes de una comunidad (cf. Jes·
persen, 3).
Observemos, sin embargo, que el primero de esos conceptos, por lo
menos en la enunciación que le da Porzig, corresponderla según otros
autores (y según el mismo F. de Saussure 20 ) más bien al habla. Así, por
ejemplo, Penttilii 21 considera como habla (Rede) el conjunto asistemático
19 «Aber man mu~s bedenken, das s die Gesamtheit dieser Gewohn·
heiten ja erst die Voraussetzung ist für das wirkliche Sprechen, das heisst
für das Gesprach. Das Gesprach ist als tatsachliches Verhalten zwischen
wirklichen Menschen zweifeIlos eine Wirklichkeit; die Gesamtheit aller
Gesprache in einer bestimmten Sprache würde man also wohl als die
Wirklichkeit dieser Sprache ansehen konnen» (Ob. cit., pág. 108).
20 Cf. CLG, pág. 65.
21 A. PENTIÜ, Einíge Bemerkungen über die Unterscheidung von
Sprache und Rede, en Actes du quatrieme Congres lnternational de Linguistes, Copenhague, 1938, págs. 157·163.
24
Teoría del lenguaje y lingüística general
de lo que él llama «palabras de primer tipo., es decir, palabras concretamente pronunciadas o escritas, mientras que la lengua (Sprache) seria
la clase sintácticamente ordenada de esas mismas palabras concretas,
un sistema superindividual del cual quedarían automáticamente eliminados todos lo saspectos puramente personales comprobables en el habla.
3. 5. La noción de acervo idiomático se presenta también,
aunque con características algo distintas, en la concepción de
Alan H. Gardiner 72, el estudioso que, después de Palmer, afirmó
con mayor tenacidad en el mundo de habla inglesa la distinción
entre habla (speech J y lengua (language J. Según Gardiner. ~
oposición fundamental se establece entre la ac~ividad lingüística y un saber que es, al mismo tiempo, condición y producto
de esa actividad 23. Mientras que la lengua, evidentemente, tiene
carácter general y abstractá1t el habla es particular y ocasional;
es la proyección en una rea ¡dad de los signos abstractos de la
lengua (palabras) 24, El habla es la actividad de hablar, en general, pero también cada acto particlllar de hablar 2S •• El carácter
social o individual no es de por sí determinante, pues el acto
lingüístico es al mismo tiempo social e individual 26. Además,
lo guese llama «lenguaje individual» (cf. Jespersen) no es
72 AuN GARDINER, The Theory of Speech and Language 2.' ed., Oxford,
1951, particulannente: págs. 68-93 y 106 Y sigs. Además, la citada comunicación The distinction 01 «Speech» and «Language~.
23 .Speech is thus a universally exerted activity, having at first definitely utilitarian aims. In describing this activity, we shall discover that
it consists in the application of a universally possessed science, namely
the science which we call language» (Ob. cit., pág. 62). «Language is a collective tenn, and embraces in its compass all those items of lmowledge
which enable a speaker to make effectivc use of wordsings» (Ibid., página. 88).
24 Ob. cit., pág. 87; cf. también Bally, Ling. gén. et ling. fr., partic., capítulo III, págs. 77-100.
25 .. Speech as I understand it, and as I can hardly doubt that de Saussure must have understood it, is the momentary, historically unique activity which employs words. Speech occurs when any speaker makes a remark or any author pens a sentence» (Com. cit., pág. 374).
26 Ob. cit., págs. 64-65.
Sistema, norma y habla
2S
habla, sino lengua 27. La antítesis entre lengua y habla es, pues
absoluta. Sin embargo, lengua y habla son interdependiente
y, aun más, se hallan íntimamente entremezclada; por un lado
el habla es «the sale generator of language» 28; or el otro, e
todo acto de habla interviene la lengua 29. En cada acto lingilis
tico concreto, en cada oración pronunciada, participan «hechos
de lengua»: palabras y esquemas gramaticales 30. Pero con esto
el aspecto de habla del hablar concreto queda reducido a la
estructuración de la frase y a la selección de los signos proporcionados por la lengua 3 !. Henos aquí frente a un concepto
mucho más limitado de «habla» (tacts ot speech), que ya no
contiene todo el hablar, sino sólo el aspecto original e inédito
de éste 32 (idea rechazada por Ch. Bally) 33. Esta distinción jusXl «1 must confess 1 feel considerable diffidence in affirming exactly
what de Saussure did or did not think, but af this at least 1 am certain,
namely that he would have recQgIlized as great a difference between an
individual's "Ianguage» and his «speech» as he did between the language
of the community and the speech of any of its individual members ... all
the varying collections af linguistic material are «languagesD, not speech
in the sense that de Saussure must have intended the term ... A «langua:
ge» is the stock-ih-trade of linguistic material which anyone possesses
when he embarks upon «speech,. (Com. cit., pág. 347).
28 Ob. cit., pág. 110. ef. CLG, pág. 64.
29 Ob. cit., pág. 88 Y sigs.
30 Como cit., pág. 348.
3! «When 1 say that certain phenomena in a given text belong to
cspeech» and not to .. Ianguage», 1 mean that if you subtract from the
text all thase traditional elements which must be called elements of language there remains a residuum for which the speaker bears the entire
responsability, and this residuum is what 1 mean by Gfacts of speech(Com. cit., pág. 349).
32 .. A quite indisputable fonnulation of my thesis would be that the
terms of language [aquí language significa evidentemente 'lenguaje' en
general, no 'lengua'] and grammar which refer to facts of «language_ are
those which are concerned with permanent constitution ot words, and
that tbe terms thereof which refer to «speech» are those which are concerned with ad hoc functions of words imposed upon them by the ca·
price of a particular speaker» (lbid.)
33 El leng. y la vida, pág. 124.
26
Teoría del lenguaje y lingüística general
tificaría una neta separación entre la morfología (palabras y
sus formas, categorías verbales) y la sintaxis (oraciones y su
estructura, funciones sintácticas). Pero hasta las funciones sintácticas son «términos de lengua», por lo menos como esquemas no aplicados, como "estructuras» o modelos Jingüísticos
todavía no vinculados con palabras particulares: «inasmuch
as they are terms of unapplied schemata, of linguistic patterns
which might be expressed by algebraic symbols, and which are
in language not yet Jinked up with particular words» 34.
Es evidente que, después de todo eso: después de la comprobación de
que la «lengua» no se engendra sino por el «habla»; de que en el hablar
coexisten «hechos de lengua» y «hechos de habla»; de que la. «lengua»
puede considerarse abstractamente, como existente fuera del hablar e independientemente del habla (por 10 menos desde el punto de vista estático), mientras que el habla no puede pensarse fuera de la lengua e independientemente de ella, puesto que ésta constituye su misma forma, su
«esquema», es evidente, decíamos, que ya no puede mantenerse con coherencia la distinción inicialmente propuesta por el autor. Pero Gardiner,
aun llevando a sus extremas consecuencias la contradicción implícita en
la oposición lengua-habla, no llega a deducir de ello las únicas conclusiones que nos parecen coherentes: 1) o la «lengua» es pura abstracción
deducida a posteriori del hablar concreto, como ·sistema de los elementos
constantes que ahí se comprueban, y la única realidad lingüística concreta es el hablar qúe, si se quiere, puede llamarse «habla» ; 2) o la «lengua» se identifica con los «hechos de lengua» (facts of language, hechos
lingüísticos sistemáticos y convencionales en una comunidad) y el «habla»
con los «hechos de habla» (facts of speech, aspecto original e inédito comprobado en cada acto lingüístico), y entonces «lengua,. y «habla» son dos
aspectos que se distinguen en el hablar concreto; 3) o, si se considera la
«lengua» como algo exterior al hablar, tampoco el habla puede identificarse con todo el hablar (en el cual se comprueban también hechos de
lengua) y habrá que identificarla con un solo aspecto del hablar, el aspecto concreto que se da por primera vez en los actos lingüísticos considerados (y el hablar sería entonces convergencia de un «virtual concretizado», la lengua, y un «concreto primario», el habla), o, mejor, con algo
34
Como cit., pág. 349. Cf. CLG, págs. 209-211.
Sistema, norma y habla
27
exterior al hablar mismo, con aquel factor psíquico o impulso expresivo
que se encuentra y se combina con la lengua para constituir el hablar.
Deducimos, sin embargo, del análisis tan agudo de Gardiner
una serie de ideas y comprobaciones que consideramos sumamente clarificadoras para el problema que nos interesa: ~la
lengua existe como «forma» en el hablar mismo;~ los «hechos
de lengua» se comprueban y se distinguen concretamente sólo
en el hablar; ~son «hechos de lengua» no sólo las palabras,
sino también las funciones y modelos sintácticos, como «esquemas no aplicados»; Jl.el «lenguaje individual» (sistema de actos
lingüísticos de un individuo) tiene carácter de «lengua»; 1) el
hablar es una actividad que se funda en un saber; 6) es posible
y justificado dar el nombre de «habla» a un aspecto particular
del hablar; 7) el «habla», como «hablar», es en alguna medida
«lengua» o, si no, no es siquiera hablar, no es actividad lingüística propiamente dicha, sino algo precedente a ella.
3. 6. En este último sentido se orientan, con perfecto rigor
lógico, estudiosos como Sechehaye y Bnmdal.
En efecto, según observa Sechehaye 35, si el habla concreta
es realización de la <dengua», es expresión con medios idiomáticos, entonces ya es de alguna manera <dengua»: de aquí la
distinción entre el «habla propiamente dicha», mero impulso
expresivo y, por consiguiente, fenómeno «pre-lingüístico» (c.f.
Devoto), y el «habla organizada», eslabón indispensable entre la
lengua como sistema estático y la lengua corno «evolución» 36.
Viggo Brendal, en una obra publicada en 1932 37 , habla de
los 'dos aspectos bajo los cuales se presenta el lenguaje' (Spro35 A. SECHEHAYE, Les trois linguistiques saussuriennes, en «Vox Romanica,., V (1940).
36 V. el esquema corregido por W. VON WARTBURG, Problemas y métodos de la lingüística, trad. esp., Madrid, 1951, pág. 343.
37 V. BRI:lNDAL, Morfologi og Syntax. Nye Bidrag til Sprogets Theori,
Copenhague, 1932.
28
Teoría del lenguaje y lingüística general
gets dobbelte Maade at fremtraede paa): ~(nonna» (NormJ y
«habla» (Tale), o, con otros ténninos, «sistema» y «ritmo». y
norma, o el sistema de la lengua, sería de naturaleza social e
ideal o fonnal: el habla, o ritmo de la lengua. sería individual
y real. es decir, funcional 38 • Pero unos años más tarde, en un
estudio publicado por primera vez en 1937 39 , distingue cuatro
conceptos en lugar de los tres saussureanos (langage = langue
- paraleJ; 1) el «lenguaje» (lan?ace) o facultad general de
H~r signqs; 2) el «hablar» (parale; N. B.: no se~txita-de~-la
parole = habla), a sea. la actividad de hablar. en la cual se djstin~en; 3) la «lengua» (langue L sistema de signos simbólicos,
'institución que se impone a los individuos y que, comp ideal
].istemático. está en la base de todo acto de parole', y 4) el
«.habla» (discours J, 'totalidad rítmica ordenada en el tiempo y,
por lo tanto, irreversible, un conjunto asimétrico, caracterizado
por la finalidad a la que tiende, por su sentido u orientación,
por su voluntad constante de expresión', es decir, fuñdami:mtal'
mente, una intención. De esta manera, desarrollando conceptos
implícitos en Saussure, Bnmdal llega a considerar la «lengua»
como entidad puramente abstracta, «~(lnne superieure ame
individus, ensemble de types essentiels que réalise la parole
de fa~on infiniment variable» y cuya estructura sistemática es
«un objet autonome et par conséquent ... non-dérivable des éléments dont elle n'est ni l'agrégat ni la sommelD 40, es, como
diría Hjelmslev, nada más que «un réseau de fonctions».
38 .Medens Nonnen eHer Sprogets System er social og af rent ideel
eHer formel Natur, er Talen eHer Sprogets Rythme individuel og af reel
eller funktionel Natur» ('Mientras que la norma, o sistema de la lengua,
es social y de naturaleza puramente ideal o formal, el habla, o ritmo
de la lengua, es individual y de naturaleza real o funcional') (Ob. cit., página 6).
39 V. BRf/lNDAL, Langage et Logique, en lA Grande Encyclopédie Fran~aise, 1937; repubI. en Essais de linguistique générale, Copenhague, 1943,
páginas 49-71; cf. partic. el cap. Formes du langage, págs. 53-58.
040 V. BRf/lNDAL, Linguistique structurale, AL, 1, 1939, republ. en Essais
de Ling. gén., págs. 90-97. cr. CLG, págs. 61, 70, 203-.
Sistema, norma y habla
29
3. 7. A conc,eptos análogos llegan, interpretando, desarrollando y superando a Saussure, o también por otros caminos,
toda una serie de estudiosos: psicólogos del lenguaje, como
Delacroix (según el cual la lengua es un ~ensemble de conventions linguistiques qui correspond a un niveau d'esprit, a un
moment du développement de l'esprit et de la civilisation», cune
forme idéale qui s'impose a tous les individus d'un meme
groupe social») 41 o Bühler (las lenguas son «sistemas de formas
lingüísticas:. y éstas son especies, «objetos del tipo de las ideas
platónicas». «clases de clases, como números») 42, Y glotólogos estructuralistas y funcionalistas, como los fonólogos de la
escuela de Praga, y, en particular, Trubetzkoy, para el cual la
«lengua» es Serachbesitz, caudal lingilistico existente en la conciencia de los hablantes (<<La langue existe dans la conscience
de tous les membres de la communauté linguistique en cause
et elle est le fondement d'innombrables actes de parole concrets») y, al mismo tiempo, sistema abstracto de funciones o,
más bien, <te normas y reglas (<<Dans la langue par contre le
'signifié' est représenté par des regles abstraites -syntactiques,
phraséologiques, morphologiques et lexicales-. Car meme les
significations des mots, telles qu'elles existent dans la langue,
ne sont rien d'autre que des regles abstraites ou des schemes
de concepts ... D, «La langue consistant en regles ou normes,
elle est, par opposition a l'acte de parole, un systeme, ou, pour
mieux di re, un ensemble de plusieurs systemes partiels») 43.
Pero en todos subsiste, explícita o implícitamente, la identifica~ión entre «social» y «sistemáticoD (estructural; funciona!).
41
ef.
HENRI DELACROIX,
Le langage et la pensée, París, 1930, págs. 2 y 3.
CLG, págs. 58, 59.
42 KARL BVHLI!R, Sprachtheorie. Die Darstellungsfunktion der Sprache,
lena, 1934, trad, esp. Teoría del lerlguaje, Madrid, 1950, págs. 71-77.
43 N. S. TRuutrrzKOY, Grundzüge der Phonologie, Praga, 1939, tr, fr.
Principes de Phonologie, París, 1949, págs. 1·3.
30
Teoría del lenguaje y lingüística general
3. 8. Finalmente. W. van Wartburg ~ue es, según nosotros, uno de los más sausseureanos entre los lingüistas contemporáneos, justamente por haber tratado de resolver, conciliar
y superar las antinomias del maestro sin desvirtuarlas, y en
particular la antinomia sincronía-diacronía, para llegar a un
positivo «estructuralismo histórico» o diacrónico, así como por
haber tratado de reformar y hacer progresar el saussureanismo,
mediante la síntesis con las doctrinas revolucionarias de Gilliéron y Schuchardt (historia del sistema - historia de las palabras) y con los aspectos más p'roficuos del idealismo lingilistico
(el lenguaje como institución sociai ---el lenguaje como creación individual): todo esto con un éxito que no hay quien no
reconozca - ha intentado resolver también la antinomia fundamental entre langue y parole 44. pero logrando sólo acentuar la
interdependencia entre los dos aspectos del lenguaje. Las caracterizaciones de v. Wartburg no se alejan mucho de las ya citadas. El habla es actividad individual, real enérgeia. empleo ocasional que el individuo hace de la lengua, 'aprovechamiento y
uso individual del sistema' y, al mismo tiempo, actividad psíquico-físico-fisiológica que permite ese aprovechamiento 45. J.a len~en cambio es social comÚn y sistemática, es 'lenguaje
superindividual'. 'suma de todas las imágenes de palabras y
asociaciones almacenadas en todos los hablantes'; es un «sistema
expresivo total y compacto que vive virtualmente en la totalidad
.de los individuos» es «ér~on una obra realizada lID bien espiritual que todo lo abarca. en el cual todos los miembros de una
comunidad lingüística viven espiritualmente», «UD objeto puramente anímico-espiritual, independiente de las actividades físicofisiológicas de los órganos idiomáticos». 1 a lengua «es todo el
sistema expresivo que dentro de una comunidad humana sirve
de medio de comprensión», es «un patrimonio social, o mejor!
44
45
W. VON WARTBURG, Ob. cit., págs. 8-12, y partic. págs. 341-352.
·Cf. CLG, págs. 57, 64, 65.
Sistema, norma y habla
31
dicho, una facultad peculiar de todos los miembros de una
comunidad lingüística y común a todos ellos». El habla correspondeÓa al espíritu individual' la len¡ua al espírjtu colectjyo
Las contradicciones ínsitas en esta doctrina resultan evidentes, sobre todo en la identificación de conceptos tan distintos
como suma·sistema, patrirnonio-facultad. Y no puede considerarse como científicamente válido el recurrir a oposiciones tan
ambiguas y arbitrarias como «espíritu individual»-«espíritu
colectivo», no muy distintas de la vieja y desechada oposición
entre «alma individual» y «alma colectiva» 46. Encontramos, sin
embargo, en v.o Wartburg algunos enunciados que, según nosotros, tocan el punto fundamental del problema: 1) «el impulso
hacia el habla [el habla de Devoto, la «parole propiamente
dicha» de Sechehaye, el discours de Brendal] es algo extra"idiomático»: 2) «el habla se produce seM las reflas de la
lengua», y 3) la lengua aparece, se comprueba concretamente
en el habla (hablar) 47; cf. Gardiner, 1, 2.
3. 9. Rozan sólo tangencial mente con nuestro problema, porque presentan contradicciones de otra índole, las doctrinas que consideran que
a un monismo teórico debe necesariamente corresponder un monismo metodológico y que la lingüística como ciencia (lingüística histórica) debe
necesariamente identificarse con la lingüística como filosofía (teoría del
lenguaje), es decir, las doctrinas idealistas como las de Croce y Vossler,
que recpnocen en el lenguaje exclusivamente el aspecto subjetivo, o sea
el aspecto que, en términos saussureanos, se llamaría parole. Esa corriente idealista tiene sus raíces más profundas en Vico y luego en Herder, y sus orígenes teóricos más recientes en la célebre caracterización
humboldtiana del lenguaje 'como enérgeia o Tiitigkeit, es decir, como actiCf .. a este propósito, O. JESPERSEN, Ob, cit., págs. 25-27.
«Sólo a través del habla podemos acercarnos a ella [a la lengua].
La lengua aparece siempre sólo parcialmente. En cierto modo ocurre
como si la totalidad de la lengua estuviera constantemente envuelta en la
oscuridad, pero .se hiciera visible o concreta aquella parte de la misma
iluminada por el haz de luz del habla. En este sentido es como puede resolverse la disparidad de opiniones sobre el carácter concreto o abstracto
de la lengua» (Ob. cit., pág .342, nota).
46
47
32
Teoría del lenguaje y lingüística general
vidad creadora del espíritu. Pero Hwnboldt no cayó nWlca en un subjetivismo absoluto y no huyó la exigencia de ver en el lenguaje una bipolaridad, un movimiento dialéctico entre lo subjetivo y lo objetivo, lo individual y lo interindividual o superindividual, entre enérgeia y érgon 48.
Ahora, Croce 49 piensa poder superar esa «insuficiencia» de Humboldt,
identificando el lenguaje con la expresión, y, por consiguiente, con la
poesía, y, con perfecta coherencia desde su punto de vista, la lingüistica
con la estética. Nos encontramos aquí, como en otros puntos de la doctrina de Croce, con simples convenciones semánticas presentadas como
verdades teóricas demostradas o demostrables: no se trata del «lenguaje»
y de la «lingüistica» como objetos, sino de lo que Croce llama «lenguaje»
y e lingüística». Los dos términos son empleados por el filósofo italiano
en sentido restrictivo (Croce no llama .lenguaje,., sino «hechos prácticos»
o «pw-o sonido" lo que no es expresión poética, y no llama clingüistica.
sino «actividad didascálica» lo que no es teoría del lenguaje, de su "lenguaje,., es decir, estética), así como el término «expresión .. indica en sus
enunciados lo que llamaríamos más bien "exteriorización» (d. la Kundgabe de Bühler), o sea, una única función de la expresión lingüistica. Son,
éstas, ·convenciones semánticas que encuentran su aplicabilidad en la
interpretación y comprensión del sistema de Croce, pero no fuera de él.
Además, Croce nos dice que la lingüística general se identifica con la estética cen lo que tiene de reducible a filosofía» y "como verdadera ciencia».
Pero «aspecto de una ciencia reducible a filosofía» = «verdadera ciencia»
es una nueva convención semántica, que puede aceptarse o rechazarse.
Finalmente, si se llama «estética»" la ciencia de la expresión, de toda la
expresión, podemos y debemos aceptar que se identifica con ella la «ciencia del lenguaje» (de lo que Croce llama «lenguaje.), o, mejor, lo que
Croce llama «ciencia del lenguaje", pero no necesariamente que se identifica con la misma «estética» lo que otros, y en primer lugar los lingüistas,
llaman «lingüística». En efecto, esta última ciencia tiene aspectos que no
son reducibles a filosofía. El problema mismo de la «lingüistica» sin adjetivos (¿cómo se presenta, cómo se manifiesta el lenguaje?) es distinto del
problema de la «lingüística como filosofía» o «filosofía del lenguaje» (¿qué
es el lenguaje?). Y toda la ciencia trabaja necesariamente con generalizaciones, que son abstracciones, «formalizaciones ... Por esto, si Croce tiene
48 G. NBNCIONI, Idealismo e realismo nella sciem;a del linguaggio, Florencia, 1946. págs.( 109-110.
49 B. CROCE, E$t.e.t.[Cjl come scienza dell'espressione e linguistica generale, l." ed., Palermo, 1902; trad. esp., 2." ed., Madrid, 1926, partic. capítulo XVIII, págs. 17~186. También varias obras sucesivas.
Sistema, norma y habla
33
perfecta razón al colocarse, como filósofo del lenguaje, en la realidad concreta de éste, que es el hablar, también tiene sus razones Saussure al
exigir que el lingüista, como científico, se coloque en el plano de la abstracción que llamamos lengua (con lo cuai no se quiere decir que el lingüista deba ignorar o perder de vista el hablar concreto, sobre cuya base
hace sus generalizaciones), del sistema lingüístico que también Croce ve,
de alguna manera, como opuesto a la expresión individual, pero que,
según él, sería «una construcción empírica sin existencia real •. Con este
último enunciado, un poco modificado (<<una abstracción sin existencia
concreta») pueden estar de acuerdo la mayoría de los lingüistas, pero
ninguno de ellos piensa por ello quitar valor a su investigación, dado que
justamente esa abstracción es objeto de gran parte de la lingüística, dado
que abstracciones semejantes son todas las llamadas .. instituciones sociales», y que con abstracciones del mismo tipo trabaja toda una serie de
ciencias, que son tales justamente porque no se limitan a registrar y clasificar el material concreto que se presenta de manera inmediata a la
consideración. Es que Croce, oponiéndose, justamente, a la consideración
«materialista» de la lengua como realidad autónoma, como organismo
independiente de los individuos hablantes, ha caído en la exageración
contraria, que es la de considerar el lenguaje como fenómeno exclusivamente subjetivo y de negar toda objetividad a la lengua como sistema.
Pero objetivismo --co'mo ya otros han observado- de ninguna manera
quiere decir «materialismo» (la «lengua» es un «objeto» inmaterial, abstracto), y el idealismo filosófico puede perfectamente conciliarse, s'in ningún compromiso teórico, con el objetivismo y hasta con el estructuralismo lingüístico so.
Quedando en el terreno de la filosofía del lenguaje, Croce no tuvo que
modificar su posición, pero seguramente lo habría hecho si se hubiese
ocupado de lingüística histórica, como le tocó a su amigo y discípulo alemán Vossler. En efecto. éste partió, en sus primeras obras 51, de un croceanismo intransigente, para llegar, en varios ensayos sucesivos 52, a una
concepción mucho más conciliadora, requerida por su misma labor de
so Cf. G.
NENCIONI, Ob. cit., pág. 110.
VOSSLER, Positivismus und ldealismus
in der Sprachwissenschaft,
Heidelberg, 1904, y Sprache als SchOpung und Entwicklung, ibid., 1905;
trad. esp. de ambas obras, Positivismo e idealismo en la lingüística, Madrid, 1929.
52 Reunidos en su mayoría en Gesammelte Aufsiitze zur Sprachphilosophie, Munich, 1923, trad. esp., Filosofía del lenguaje, B. Aires, 2.. ed.,
1947.
51
K.
T. LENGUAJl!.-3
34
Teoría del lenguaje y lingüística·.general
lingüísta 53. En el comienzo, Vossler considera como único objeto de la
lingüística la parole (y precisamente la parole poética) y propone esencialmente una convención semántica como las de Croce, identificando la
ciencia de'I lenguaje con la del estilo (lingüística = estilística) y eliminando
de la lingWstica (o de la «verdadera lingüística» = estética) toda investigación no-estética, que atribuye a la Kulturgeschichte, a la historia de la
cultura. Pero en lo sucesivo llega a una serie de oposiciones como: aspecto estético o creativo - aspecto histórico o evolutivo, unificacióndiferenciación, individuo-ambiente lingüístico, etc. (que son, en parte, retornos a Humboldt y, en parte, concesiones inconfesadas al saussureanismo), y llega hasta admitir la lengua como pensable .. in abstracto COmo
un sistema de conducciones» y representable como una mediación o _medium entre el individuo y su comunidad lingüística» 54.
No diríamos, parafraseando una expresión de Jaberg 55, que 'el mérito
del idealismo está más bien en un aspecto negativo, en lo que ha eliminado de la lingüística. que en el aspecto positivo, en lo que ha aportado
a nuestra ciencia', porque allí están para desmentimos la revalorización
de la lengua literaria, el florecimiento de los estudios estilísticos, las
historias de las lenguas concebidas en íntima relación con la historia de
la cultura y del gusto; pero, indudablemente, la lingüística idealista ha
contribuido muy poco a la dilucidación de las relaciones entre lengua y
habla, que no es un pseudo-problema ni un problema sin importancia,
sino el problema mismo de la constitución de la lingüística como ciencia
perfectamente consciente de su objeto.
Tampoco puede considerarse como contribución importante la doctrina -<ddealistizante» más bien que idealista- sostenida en varias obras
por Giulio Bertoni 56, quien, a la dicotomía de F. de Saussure (langage
= langue - parole), quisiera oponer una concepción aparentemente monista de una única realidad -la «expresión concreta_, que podría estudiarse en su totalidad, pero también en su momento subjetivo, de creación o estético, llamado <<lenguaje» (linguaggio) , o en su momento obje-
53 Cf. G. NENCIONI, Ob, cit., passim y partic. cap. IV, págs. 45--62, y
capítulo V, págs. 65-79.
54 K. VOSSLER, Filosofía del leng., pág. 223.
55 Cf. G. NENCIONI, Ob. cit., pág. 70.
56 G. BERTONJ, Programma di filo logia romanza come scienza idea/istica, Ginebra, 1922; Breviario di neolinguistica, Modena, 1928, Parte 1, Principi generali, parto caps. I y n, págs. 9-40; Introduzione alta filologia, Modena, 1941. Cf. también arto Linguaggio en la Enciclopedia italiana, XXI,
páginas 199 y sigs.
15
Sistema, 1COrma y habla
Uvo, instrumental, llamado «lengua. (lingua). El deruruaie. estaría en la
actividad del pensamiento, sería cel mismo momento estético del pel)Samiento» y se manifestaría cen el acento, en el timbre, en la tIODalidad
Y en el color que aswne en cada hablante la lengua.. El momento ohjetivo sería «pensamiento pensado», "la lengua de la cultura, la lenJUll
instrumental, la lengua que está a disposición de todos y que puede estudiarse de varias maneras, como hecho físico, como hecho social o como
medio de comunicación, etc .• 57 • La «verdadera lengua. sería el denlJWl.ie
individual., y la abstracción de una clengua,. latina o italiana, etc., sería
justificada y legítima desde un punto de 'vista didáctico, de simple oportunidad práctica o comodidad empírica, pero constituiría un error desde
el punto de vista cientificl>especulativo. La concepción de Bertoni ha sido
criticada como contradictoria, por el hecho de no ser croceana (o no ser
enteramente croceana), por B. Croce 58, y como incoherente desde el punto
de vista linlÜístico, particularmente por G. Nencioni 59. En efecto, DO se
logra comprender bien hasta qué punto el «lenguaje,. de Bertoni se identificaría con lo que, se¡ún Croce, sería todo el lenguaje, hasta qué punto
se trataría del pensamiento mismo en actividad y hasta qué punto se
identificaría con la parole de Saussure o con aspectos de ella (tono,
acento del hablante, etc.). Por otra parte, su justificación teórica de la
«lengua. resulta insatisfactoria: la lingüística sería realmente una extratia ciencia si su objeto fuera producto de un .error. científico. Además,
esa .lengua. tan precariamente constituida sería un objeto de cierta
manera material o natural (<<lingua naturale») y podría estudiarse naturalísticamente.'Sin embargo, nos parece que hay que mantener de Bertoni
la....jdea que consideramos fundamental en su cc;mcepción, es decir, que
la realidad primaria del lenguaje es la expresión concreta. sobre la cual
1!L ci~Ilciª. lingüística estructura sus indispensables abstracc;jones' pero
esto no significa para nosotros que las mismas abstracciones no existen
en la conciencia de los hablantes, como virtualidades. prontas para ser
actualizadas.
Las concepciones de Croce y de Bertoni han contribuido evidentemente a renovar y vigorizar los estudios lingiüsticos, sobre todo en Italia,
y han dejado huellas más o menos profundas en las actitudes teóricas
de muchos lingüistas italianos. y, quizá, la doctrina de Bertoni haya sa¡ntrod. a la filol., págs. 10 y sigs.
La füosofia del linguaggio e le me condi..ioni presenti in Italia,
en cLa Critica., XXXIX, 1941, y luego en Discorsi di varia füosofia, I, Bari,
57
58
1945, págs. 235-250.
59 Ob. cit., partic. Cap.
n,
págs. 17-26.
36
Teoría del lenguaje y lingüística general
tisfecho a los ¡lotólogos más que la de Croce (ya que las teorías menos
coherentes no son siempre las menos fructuosas). Pero, en general, ambas han sido superadas, y a esta superación no ha dejado de contribuir el
parangón con la doctrina saussureana. Hoy, aun los que no se ocupan
en particular de lingüística teórica y aceptan formalmente el pensamiento
de Bcrtoni 6() recurren también al auxilio de otros pensadores y llegan
a concebir las lenguas como «instituciones sociales», como «sistemas de
hechos .. , como .. determinaciones históricas del lenguaje», considerando
el momento estético como .momento inicial,. de la lengua y conformándose con subrayar «la necesidad de integrar la lingüística con una
sección que estudie el elemento estético" del lenguaje como .factor determinante del desarrollo lingüístico» 61.
3. 10. El concepto de «lengua» como determinación histórica del lenguaje ha sido desarrollado de manera admirable, a
través de varias obras y varios cursos universitarios, por Aptanjno pa~Jjaro 62, quien parte, justamente, de la realidad concreta del individuo hablante y de ]a consjderación del lenguaje
como actividad caeDoscjtivli, para ll~¡u.----.a...JéLle.tIgUa, que es
"proyección objetiva v, al mismo tiempo, condición técnica» del
lenguaje (actividad lingüística). La «lengua» pertenece al indiyjduo y al mismo tiempo a su comunidad, y en el mismo individuo se presenta como alteridad, como algo que pertenece
también a otros; es «objetivación concreta de la actividad lin~Üística de un grupo humano en el espacio y en el tiempo» 63 ••
60 V., por ej., CARLO BArnSTI, Alle tont; del latino, Florencia, 1945, capítulo 1, pág. 5 y sigs. cr. también G. BOTTIGLIONI, JI prol?lema glottolog;co
nei SUD; orientamenti, Bologna, 1946 (sep. del Rendiconto delte Sessioni
delta Accademia delle Scienze dell'lstituto di Bologna, Classe di Scienze
motali, Serie IV, vol. IX), págs. 33-34.
61 C. BATTISTI, Ob. cit., lug. cit.
62 A. PAGLIARO, Sommario di linguistica arioeuropea, 1, Roma, 1930;
L'unitd arioeuropea, Roma, 1942, y partic., Corso di Glottologia, Roma.
1950, 1- Questioni teoriche, cap. IV, págs. 57·103, de donde citamos.
63 .Infatti, neHa sua formazione e nella sua struttura, la lingua e precisamente l'obiettivazione concreta delle forme in cui si e atteggiata
l'attivita linguistica di un gruppo umano neHo spazío o nel tempo. Essa
e un aspetto, forse il piu típico ed importante, di quell'uscire da sé a rea-
Sistema, norma y habla
37
También en el tiempo, porque la unidad lingüisticano es sólo
sincrónica, sino también diacrónica, es continuidad. La lengua
es "una de las condiciones más típicas» de la solidaridad de los
sistemas «en los que se realiza la vida histórica del género humano». Como unidad, la "lengua» es un sistema de elementos
y relaciones, y, como tal, se opone a otras }enguas, pero dentro
del sistema «queda amplia libertad para las manifestaciones
del habla», de la creatividad individual, dado que el sistema
sólo limita el arbitrio. Finalmente, cada sistema presenta una
fisonomía particular, por la diversidad del distinguir y la diversidad del conocer, que se manifiestan en las lenguas en el
sistema fonológico, en el signo léxico y morfológico y, respectivamente, en el sistema semántico, en el cual se refleja una
particular clasificación de lo real y un grado específico de abstracción en la clasificación misma 64.
Es evidente que Pagliaro se acerca al estructuralismo en la
consideración de la "lengua» como sistema objetivo, sólo que
proyecta ese sistema en la historia como manifestación de la
unidad y solidaridad de un grupo humano. Mas ¿es ese sistema
un sistema concreto? ¿O existe sólo en la conciencia de la
solidaridad lingüística y espiritual que se comprueba en los
hablantes? Pues es evidente que el sistema se concreta, para
emplear la imagen de v. Wartburg, sólo en «el haz de luz_ de
los actos lingüísticos. Creemos que Pagliaro no podría dejar de
admitirlo, dado que para él el propio acto lingüístico individual
es un acto no sólo de habla, sino también de lengua, porgue
el individuo 'no se contrapone a la colectividad, sino que es él
mismo colectividad' 6S, y la «lengua representa con respecto al
lizzarsi in fonne durature, che e appannaggio dell'uomo, per la sua stessa
natura» (Corso di Glottol., 1, pág. 61).
64 Cf. CLG, págs. 191-206.
6S Corso di Glottol., r, pág. 61. A esta visi6n hist6rico-sistemática de la
lengua se acerca, en lo esencial, la de E. Dtto, quien, jndependientemente
de F. de Saussure, distingue en el lenguaje el acto lingüístico, al mismo
38
Teoria del lenguaje y lingüistica general
individuo un universal concreto, histórico, en el que él se
liza como hablante. 66.
.
.
re@~
4. 1. Las concepciones hasta aquí expuestas, que son todas
post-saussureanas y muchas de ellas declaradamente csaussureanas., y que no son siquiera todas las que se han enunciado
hasta la fecha, presentan, como se ha visto, evidentes y serias
divergencias acerca de la definición de los dos conceptos fundamentales, lengua y habla: se establecen en ellas toda una serie
de oposiciones, casi nunca en términos totalmente· idénticos.
4. 2. lA qué se deben esás divergencias? En primer'lugar,
sin duda, a la diversidad de los puntos de vista, de los planos
en los que se establecen las oposiciones.
Algunos estudiosos consideran el lenguaje, en primer término, en sus determinaciones externas, en su existencia en el
individuo y en la comunidad, y establecen, por consiguiente,
oposiciones coro" aspecto individual - aspecto social; acerVo
lingüístico individual - acervo lingüístico social; actos lingüísticos individuales - uso lingüístico de la comunidad; actos individuales - patrimonio o institución social; actos individuales - producto histórico colectivo. Otros consideran el lenguaje
desde el punto de vista de su cconformación,. y oponen, por lo
tanto, el aspecto ocasional al aspecto general, la unicidad a la
repetición, 10 asistemático a 10 sistemático, la realización al
sistema, el impulso expresivo al sistema funcional. Y otros
interpretan la distinción saussureana como idéntica a la de
Humboldt (enérgeia-érgon, Tiitigkeit-Werk) y oponen, por consiguiente, actividad lingüística a producto lingüístico; o como el
revés de la oposición de Humboldt: saber - actividad, acervo
lingüístico - hablar, acervo lingüístico - funcionamiento lintiempo individual Y social, y la lengua, producto históricCH:ultural (historisch gewordenes Kulturprodukt). ef. Atti cit., pác. 353.
66 L'unitt} arioeuropu, cit. según G. Nencioni, Ob. cit., páa. 79,
Sistema, norma y habla
39
güístico, instrumento - empleo; o, mejor, ven el habla como
un eslabón entre dos «lenguas» (condición previa - actividad
lingilistica - producto). Ciertos estudiosos consideran que se
trata de una oposición entre concreto y abstracto (material formal, real - ideal, efectivo - virtual o potencial); otros oponen lo psioo-físico a lo puramente psíquico (realidad psicofísica
individual - realidad psíquica social), y otros lo subjetivo
a lo objetivo, la libertad a las reglas, a la imposición social, o,
haciendo hincapié en fu;nciones particulares del lenguaje, la
expresividad a la convencionalidad, el aspecto afectivo y volitivo al aspecto de comunicación. Otras discrepancias se deben
a que los grados de abstracción que se toman como base para
definir la «lengua» no son idénticos (puesto que se va desde el
sistema de palabras concretas de PenttiHi a la «red de funciones» de Hjelmslev), o a que se define a veces la lengua con
respecto al habla y otras veces el habla con respecto a la lengua
(y no es ésta una fútil cuestión de prioridad, puesto que, sobre
todo el concepto de lengua, cambia necesariamente según la
perspectiva en la que nos coloquemos), o se deben a particulares convenciones semánticas, como las de identificar «abstracto»
con «irreal» (Croee, Bertoni) o «concreto» con «objetivo» (PagUaro). Además, puede intervenir una consideración histórica,
como la de Pagliaro, opuesta a la concepción generalmente sincrónica de la mayoría de los estudiosos, y los varios puntos de
vista pueden interferir, por lo cual se oponen hechos no-correlativos (por ej., actividad-sistema), o pueden combinarse y asociarse en la caracterización de los conceptos que se pretende
definir. Así, por ej., el carácter social interviene en casi todas
las. definiciones, pero mientras que unos pocos estudiosos encuentran ese carácter social en el mismo individuo y en sus
actos (Jespersen, Gardiner, Pagliaro, Otto), otros consideran un
individuo abstracto, asocial, opuesto a la colectividad, y no
elemento de la misma y coordinado con ella.
40
Teoría del lenguaje y lingüística
gen~ral
Se llega de esta manera a atribuir distintas extensiones, a
veces contradictorias, a los dos conceptos .. El habla es para
algunos el impulso hacia la expresión (Sechehaye, Brendal),
para otros se identifica con el acto lingüístico (Jespersen, Gardiner) o con la producción de ese acto (Palmer, Bertoni); o
comprende todos los actos lingüísticos individuales, sobre todo
en cuanto vitales, afectivo-volitivos (BaIly), o en cuanto no
sistemáticos (Penttila); o es el aspecto material y psíquico de
esos mismos actos; y para otros todavía es lo mismo que acervo o uso lingüístico individual (Jespersen), o se identifica con
el aspecto cada vez nuevo e inédito de los actos lingüísticos.
La lengua. por otro lado, es la condición que hace posible el hablar, es el «producto del hablar como tal, o el mismo «producto» considerado sistemáticamente; es para algunos el acervo
lingüístico individual y para otros el llamado acervo Jingilistico
social; es el sistema abstracto que gobierna el hablar, o es lo
espiritual del lenguaje opuesto a lo material, lo virtual opuesto
a lo concreto; es suma, o cualquier suma, de actos lingüísticos
(cf. Porzig, o las 'colecciones de material' de las que habla Gardiner), o sistema de actos lingüísticos, o el sistema de normas
y convenciones que gobierna el hablar, que se aplica en los
actos lingüísticos concretos. Por lo tanto, lengua y habla aparecen como conceptos de extensión variable: lo que es lengua en
una concepción es habla o, por lo menos, es en parte habla en
otras concepciones, y viceversa; y en cada una de las concepciones particulares aparecen inevitables incoherencias más o
menos graves.
4. 3. Mientras que las discrepancias dependen fundamentalmente de la diversidad de los puntos de vista adoptados, las
incoherencias se deben a una serie de razones más Íntimas y
que conciernen, por un lado, al planteamiento, y por otro, al
fondo mismo del problema: 1) el hecho de que las distinciones
se establecen en un lenguaje abstracto, apriorísticamente con-
Sistema, norma y habla
41
cebido como entidad orgánica que se manifestaría en varios
planos; 2) la tendencia a considerar la lengua y el habla como
dos realidades autónomas, como dos componentes del lenguaje;
3) la insuficiencia misma de la dicotomía, que, o no agota la
compleja realidad del lenguaje, o debe necesariamente aunar
aspectos heterogéneos bajo un mismo rótulo; 4) la interferencia entre los varios puntos de vista, con consecuente oposición
establecida entre planos no-correlativos; S) el hecho de considerarse equivalentes, desde el punto de vista de la extensión.
conceptos como «acervo lingüístico», «aspecto social del lenguaje», «sistema», «sistema funcional» (lo cual, naturalmente,
constituye corolario de 4).
S. 1. Ahora, del análisis y de la crítica de las varias doctrinas expuestas, hemos deducido que: 1) de una manera concreta. el lenguaje existe sólo y exclusivamente como hablar,
como actividad lingüística; 2) lengua y habla no pueden ser
realidades autónomas y netamente separables, dado que, por
un lado, el habla es realización de la lengua, y, por otro lado,
la lengua es condición del habla, se constituye sobre la base
del habla y se manifiesta concretamente sólo en el habla; 3) los
rótulos bajo los cuales se distribuye la realidad del lenguaje
pueden multiplicarse, según los puntos de vista y los criterios
adoptados; 4) la mayoría de las veces las oposiciones que se
establecen sólo constituyen caracterizaciones e interpretaciones
de una oposición fundamental entre virtual y real, abstracto
y concreto (sistema - realización); S) los varios conce,ptos a
los que se da el nombre de lengua (<<acervo lingii1stico» «uso
lingüístico de una comunidad», «sistema funcional., etc.) no
son equivalentes, porque representan rustmtos tipos y distintos
grados de abstracción.
. ~~-S. 2. Consideramos, por lo tanto, que una doctrina coherente y realista acerca de las distinciones que han de hacerse
en el lenguaje deberá fundarse en los siguientes principios:
TeorÍll del lenguaje y lingüística general
42
1 las eventuales distinciones y oposiciones deben establecerse en primer lugar en la realidad concreta del lenguaje, o
sea en el hablar;
al hablar como tal no se le puede oponer como realidad
distinta la lengua, dado que ésta está presente en el hablar mismo y se manifiesta concretamente en los actos lingüístioos; los
ténninos como lengua y habla no designan secciones autónomas
y ni siquiera «manera de presentarse la lengua., sino más bien
distintos puntos de vista, o sea maneras de encarar el feJi&
meno IiñgiiíStico, distintos grados de formalización de la misma realidad objetiva;
adoptado el criterio de los distintos grados de abstracción, habl't que reconocer y nombrar las diferenciaciones que
se destaquen, sin tratar de reducirlas a los moldes de la famosa
¡@
Q)
di~omía;
~ el plano en el que hay que hacer las distinciones es el
plano de la «conformación. del lenguaje, el plano en el que se
considera cómo se manifiesta ese fenómeno, y no el plano de su
esencia, de su realidad intrínseca, que es un plano de unificación y síntesis, no de diferenciación y análisis; el punto de vista de las determinaciones externas del lengui1je se considerará
en segundo término, como caracterización ulterior de lo establecido en el plano antedicho: se considerará particularmente
la determinación individuo-colectividad (uno - muchos), y no
las determinaciones físicas y psíquicas (en cuyo campo no se
establecen relaciones múltiples del tipo de las que nos interesan, sino otras, estrictamente binarias, relaciones generales de
forma y contenido: sonido - significado, material - inmaterial, articulaciÓD - impulso expresivo); pero el elemento social
se comprobará en el mismo hablar individual, abandonándose
toda ficticia oposición entre un «individuo asociab y una «sociedad extraindividuaI.;
~ algunos de los conceptos con los que se identifica la
«le~8lt quedan eliminaaos de nuestra consideraciól1 poi' lo
Sistema, normll y habla
43
establecido en 4); así, el concepto de «acenro lingüístico», que
es un concepto psicológico y, por lo tanto, pertenece a la psicología del lenguaje más bien que a la lingüística propiamente
dicha; pero, aUn entre ciertos conceptos efectivamente lingüísticos, como «uso lingüístico de una comunidad. y «sistema funcionab, hay una neta diferencia de plano abstractivo: justamente, la distinción que entendemos establecer entre nOrmJl
y sistema.
III.
INSUFICIENCIA DE LA DICOTOM1A SAUSSUREANA
1. 1. Una segunda serie de sugerencias acerca de la posibilidad y necesidad de distinguir entre norma y sistema, así
como acerca del lugar donde hay que establecer la distinción,
nos ha llegado de la fuente misma de la oposición fundamental
entre lengua y habla, es decir, del Curso de Saussure. El extraordinario libro póstumo del maestro ginebrino contiene, también bajo este aspecto, preciosas ideas e intuiciones susceptibles de desarrollo -en sentido positivo o negativo-, así como
contiene el embrión y semilla de tantas doctrinas y actitudes
de la lingüística actual. En efecto, como se habrá visto por las
notas, casi todos los enunciados acerca de lengua y habla representan paráfrasis, desarrollos o interpretaciones, a menudo
unilaterales, de puntos de vista saussureanos. Conviene, por lo
tanto, volver a la obra de Saussure, para encontrar el origen
de las dificultades, contradicciones e incoherencias señaladas
en dichos enunciados, como también para hallar eventuales sugerencias en vista de una solución más aceptable del problema.
1. 2. Varios críticos, entre otros Schuchardt y Rogger, han señalado
contradicciones, incoherencias, lagunas y puntos oscuros en la misma
concepción de Saussure 67. Ahora, que en el Curso haya una multitud
67 a. G. NENCIONI, Ob. cit., págs. 143 y sigs. Cf. también K. BtlHU!ll,
Ob. cit., págs. 17-20 y 62 Y sigs., y A. I'ENTrIÜ, Como cit., p~. 157.
44
Teoría del lellguaje y lingüística general
de sugerencias susceptibles de desarrollos contradictorios nos parece
evidente y demostrado. Pero no nos atreveriamos a inferir de ello una
fundamental incoherencia de la doctrina saussureana, puesto que, si es
verdad que 'a muchas tesis del maestro ginebrino pueden oponerse antftesis deducidas de su misma obra', también es verdad que a las interpretaciones unilaterales y contradictorias pueden oponerse interpretaciones
coherentes, más orgánicas y objetivamente más justificadas, como lo ha
demostrado Henri Frei, en sú re"S¡fu-esta-á--créffiSCriticas de E. Buys.
sens 68. Lo que sí hay que admitir es que la concepción de Saussure
ofrece dificultades de interpretación; que -por las mismas condiciones
de -notas de clase» en las que se publicó su obra- muchos puntos quedan en ella oscuros, o insuficientemente elaborados, o no bien fundados;
que ciertas soluciones se encuentran en su libro sólo esbozadas, o apenas
aludidas, y ciertas dificultades se presentan todavía como no perfectamente resueltas; que, en muchos aspectos, Saussure, como pensador
ligado en parte a la mentalidad de su época, se queda en la mitad del
camino por él mismo abierto. Quizá justamente por esto se descubra en
su libro ---a>mo observa Bühler 69_ algo nuevo cada vez que se vuelve
a consultarlo.
2. 1. ¿Cuál es la oposición fundamental de Saussure? El
hlJbla (parole) se identifica, evidentemente, para él con la
actividad lingüística concreta o, por lo menos, con ~an parte
de ella: es «fonación», «ejecución de las imágenes acústicas»,
más aún: toda la «actividad del sujeto hablante»; es «la parte
individual del lenguaje», «lo qu_e _es accesorio y más o menos
accidentab~una realidad psico-física que se opone a la realidad
puramente psíquica de la lengua; es «la suma de todo lo que
las gentes dicen» y comprende «combinaciones individuales,
dependientes de la voluntad de los hablantes» y «actos de fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales
combinaciones ... No hay en ella «nada de colectivo», «sus manifestaciones son individuales y momentáneas» 70.
68 HENRI FRE!, Saussure contre
69 K. BtlHLER, Ob. cit., pág. 17.
10 CLG, págs. 57-59 y 63-65.
Saussure?, CFS, 9, Ginebra, 1950.
4S
Sistema, norma y habla
2. 2. Ya veremos pronto que ese concepto del hablar cno
colectivo, individual, accidental y momentáneo» resulta, a la luz
'de la misma doctrina de Saussure, unilateral e insuficiente.
Pero consideremos antes su concepto de lengua. En realidad,
se pueden distinguir en Saussure, no uno, sino tres conceptos
de lengua: a) acervo__ lin¡iiístico; b) institución social; c) sistema funcional.
a) La lengua es una realidad psíquica que comprende sig«un sistema gramatical
nificados e imágenes acústicas
virtualmente existente en cada c rebro, o, más exactamente,
en los cerebros de un conjunto de individuos» 72; es «una suma
de acuñaciones depositadas en cada cerebro, más o menos como
un diccionario cuyos ejemplares, idénticos, fueran repartidos
entre los individuos» 73. La lengua «es el conjunto de hábitos
lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacerse
comprender» 74 y «las asociaciones ratificadas por el consenso
colectivo, y cuyo conjunto constituye la lengua, son realidades
que tienen su asiento en el cerebro» 75.
b) Pero esa realidad psíquica es para Saussure, al mismo
tiempo, una realidad social, un «producto» o «institución saciah, como ya había sostenido Whitney, ~orque la lengua no
está completa en ningún individuo, «no ~xiste perfectamente.
,más que en la masa» 76; es «a la vez un producto social de la
facultad del lenguaje y~n conjunto de convenciones necesarias
adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa
facultad en los individuos» 77; es «producto social depositado
en el cerebro de cada uno» 78, «la parte social del lenguaje, exte-
71'is
CLG,
CLG,
73 CLG,
74 CLG,
75 CLG,
76 CLG,
77 CLG,
78 CLG,
71
72
págs. 58-59.
pág. 57.
pág. 65.
pág. 144.
pág. 59.
pág. 57.
pág. 51.
pág. 71.
,,/(.,.'.'(
Teoría del lenguaje y lingüistica general
46
por al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modifi~la; no existe más que en virtud de una especie de contrato
establecido entre los miembros de una comunidad. 79.
e) Mas lo importante es, sobre todo, que esa realidad es
una realidad sistemática y funcional. La lengua -y esto ya nos
parece independiente de su realidad psíquica y de su determinación social- es para Saussure «un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas» 80, es un «código-",
Hn sistema en el que «sólo es esencial la unión del sentido y de
la imagen acústica- 82. 1& lengua. como realidad psíquica, es
para Saussure «un objeto de naturaleza concreta» 83, pero ese
último concepto, eminentemente funcional, lo lleva muy lejos
de todo lo que puede llamarse concreto. En efecto, así concebida~ la lengua «es una forma, no una sustancia» 14, es un
«juego de oposiciones»; 'lo único esencial en ella es que un
signo no se confunda con otros' 85; «en la lengua no hay más
que diferencias» 86; «un sistema lingüístico es una serie de
diferencias de sonidos combinados con una serie de diferencias de ideas» lr1 y «en un estado de lengua todo se basa en
relaciones 88.
Esos tres conceptos, correspondientes a tres oposIcIones
(realidad psico-física - realidad psíquica, aspecto individual especto social, concreto - abstracto o realización - sistema),
coinciden, indudablemente, en gran parte, pero de ninguna manera son idénticos y, sobre todo, no se establecen en el mismo
J)
CU;,
CLG,
81 CLG,
82 CLG,
83 CLG,
14 CLG,
IS CLG,
16 CLG,
!t7 CLG,
88 CLG,
79
80
pág. 58.
pág. 53.
pág. 57.
págs. 58-59.
pág. 59.
pág.
pág. Jl2.
pág. Jl3.
pág. 3)3.
pág. 7111.
n.
Sistema, norma y habla
47
plano, sino en tres planos distintos, es decir, que manifiestan
la interferencia de tres puntos de vista. En la doctrina de
Saussure, ellos aparecen entremezclados; sus contornos RO
aparecen definidos ni se establecen las necesarias diferencias
entre ellos; sin embargo, no se trata, según nosotros, de verdadera incoherencia, sino más bien de insuficiente desarrollo;
no se trata de verdaderas definiciones, sino más bien de tentativas de caracterización de una intuición importante, pero
todavía algo imprecisa. Además, nos parece evidente que, si
bien los tres conceptos se presentan como simultáneos, la inclinación de Saussure va decididamente hacia el tercero, que es
el que se aplica en la distinción entre lingilistica interna y externa 89 y, en general, en la discusión de los problemas de la
lingüística sincrónica 90.
2. 3. La insuficiencia e imprecisión de la dicotomía saussureana aparecen más evidentes si se les aplica el nuevo esquema
propuesto por BÜ hler 91. Observa este estudioso que, para que
adquieran precisión y fundamento más sólido, las distinciones
en el lenguaje deben hacerse desde dos puntos de vista: 1) desde el punto de vista de la relación con el sujeto hablante
(1 - fenómenos referidos al sujeto; 11 - fenómenos desligados del sujeto); y 2) _desde el punto de vista del plano de
abstracción considerado (a - fenómenos considerados en un
grado inferior de fonnalización, prácticamente fenómenos
concretos, y b - fenómenos considerados en un grado superior
de formalización, entidades abstractas). Combinando los dos
puntos de vista (individual - extraindividual o, mejor, interindividual o intersubjetivo; concreto - abstracto) se distinguen los cuatro conceptos siguientes:
89
90
91
CLG, págs. 67 y sigs.
CLG, 2." parte, págs. 175-230.
K. BÜHrnR, Ob. cit., págs. 62 y sigs.
48
Teoría del lenguaje y lingüística general
la acción verbal ( Sprechhandlung), que es la acción misma de hablar, conswértda en sí y en su momento de producción (individual/concreto, la);
2) el acto verbal (Sprechakt), que es la atribución de una
significación a un medio lingüístico (individual/formal, lb);
3) el producto lingüístico (Sprachwerk), resultado de la
acción verbal considerado fuera de su producción y de su relación con las vivencias del individuo productor (interindividual/concreto, IIa);
4) .la forma lingüística (Sprachgebilde), el mismo producto
considerado abstractamente, como species o «clase de clases»,
es decir, en su valor funcional, separado de las circunstancias
de la situación verbal concreta (interindividual/fonnal, IIb).
Tenernos, por consiguiente:
-desde el punto de vista de la relación con el hablante:
1) en el plano concreto: acción verbal, A (fenómeno subjetivo)
y producto lingüístico, P (fenómeno intersubjetivo); 2) en el
plano fonnal: acto verbal, Ao (fenómeno subjetivo) y forma
lingüística, F (fenómeno intersubjetivo);
-desde el punto de vista del grado de formalización: 1) en
el plano individual: acción verbal (fenómeno concreto) y acto
verbal (entidad fonnal); 2) en el plano ·interindividual: producto lingüístico (fenómeno concreto) y forma lingüística (entidad
formal).
o sea, el siguiente esquema:
1)
:1
1
11
A
p
Ao
F
En realidad, Bühler no supera aquí la dicotomía saussureana, sino que simplemente la combina -y esto resulta suma-
Sistema, norma y habla
49
mente provechoso-- con la otra dicotomía famosa, la establecida por Humboldt: enérgeÚl (Tiitigkei't) y érgon (Werk).
En efecto, la distinción fundamental de Saussure se establece, como vimos (3er. concepto de «lengua»), entre concreto y abstracto o formal (ideal, funcional), y esto a pesar de
la afirmación según la cual también la lengua sería «concreta_
(probablemente, tendríamos que traducir con «rea!»). Pues para
Saussure es habla (parole) tanto la acción individual momentánea (Sprechhandlung), como el producto asistemático de
una serie de tales acciones (cf. la fórmula saussureana del
habla: 1 + l' + 1" + 1'" ... )92, es decir, lo que Bühler llama
Sprachwerk; es, en cambio, lengua (langue) el sistema de formas lingüísticas (Sprachgebilde; cf. su fórmula 1 + 1 + 1 + 1...
= 1) 93, como debería ser hecho de lengua, por su carácter formal, lo que Bühler llama Sprechakt. Es decir, que la oposición
de Saussure se establece fundamentalmente en el sentido de
la sección horizontal del esquema de Bühler.
La distinción de Humboldt se establece, en cambio, entre
individual e interindividual, entre actividad y producto. Para
él sería enérgeia (diríamos, aquí, habla) lo que Bühler llama
Sprechhandlung y Sprechakt; sería érgon (lengua) lo que Bühler llama Sprachwerk y Sprachgebilde 94. Es decir, que la oposición humboldtiana se establece, fundamentalmente, en el sentido de la sección vertical del esquema de Bilhler.
92
93
CLG, pág. 65.
Ibid.
El hecho de que Büh1er emplee el prefijoide Sprech- (de sprechen,
hablar) para los términos que se refieren al aspecto subjetivo y emplee,
en cambio, Sprach- (Sprache, lengua) para los que se refieren al aspecto
intersubjetivo, parece indicar una aceptación implícita de la oposición de
Humboldt, a pesar de que su concepto de «lengua» coincide con el de
Saussure (sistema de formas lingüísticas). En términos saussureanos, habría que decir más bien: Sprechakt (acto de habla) y ·Sprechwerk (producto de habla), Sprachkt (acto de lengua) y Sprachgebilde (forma lino
güística).
94
T. LENGUAJE.-4
50
Teoría del lenguaje y lingüística general
Las dos oposiciones se sitúan, pues, de la siguiente manera:
individual
subjetivo
«extraindividual»
intersubjetivo
concre to
acción
verbal
producto
lingüístico
form al
acto
verbal
fonna
lingüística
I
EN~RGEIA
w",:,
PAROLE
de Saussure
LAN GUE
:eRGON
+
Humboldt
Bühler parece entender que, según Saussure, la paro le correspondería sólo a la acción verbal (cf. la interpretación de
Jespersen); pero la fórmula misma de la parole dada por el
maestro ginebrino indica que ella contiene también el producto
lingüístico. El esquema de la oposición saussureana debería ser,
por lo tanto, el siguiente:
PAROLE
producto lingüístico
acción verbal
acto verbal
I_ _ _ _ _ _
forma lingüística
~~~_----I
LANGUE
Pero Saussure agrega a su oposición fundamental (concr&to - abstracto) una distinción secundaria individual - social
(es decir, individual - interindividual), eliminando de la «lengua» todo lo que no es «forma lingüística» (entidad abstracta,
funcional, intersubjetiva), o sea tanto lo que es acción individual concreta y momentánea (acción verbal) y el respectivo
resultado asistemático (producto lingüístico), como lo que es
formal, pero, al mismo tiempo, subjetivo (acto verbal). Con eso
su esquema se vuelve:
51
Sistema, norma y habla
acción
verbal
.................
producto
lingüístico
~----------------I~
forma
lingüística
acto
verbal
LANGUB
Además, Saussure ignora casi constantemente lo que en la
actividad lingüística individual es forma (acto verbal), oponiendo, por lo tanto, acción verbal- producto lingüístico (habla) a
sistema de formas lingüísticas (lengua):
PAROLE
acción
verbal
producto
lingüístico
forma
lingüística
LANGUE
Finalmente, después de dada la fórmula del habla, deja de
lado la parole como producto lingüístico y opone normalmente
la forma lingüística únicamente a la acción verbal. Su concepción podría, por consiguiente, esquematizarse de esta manera:
PAROLB
A
e
acción
verbal
B
fonna
lingüística
D
LANGUE
52
Teoría del lenguaje y lingül.stica general
Ahora, es evidente que, en este último esquema, la distinción puede establecerse tanto en el sentido de la línea fundamental A-B (concreto-abstracto) como en el sentido de la línea
secundaria CD (individual- social, enérgeia - érgon). Eso nos
explica por qué, en la concepción saussureana, la clengua» aparece tan desligada del c habla », a pesar de la afirmada interdependencia 95 (la relación se establece a través del cacto verbal»,
que falta en el esquema), como también por qué Saussure
identifica lo concreto y asistemático con lo individqal, y lo
formal y sistemático con lo social, y por qué muchos estudiosos han considerado la oposición saussureana como idéntica
a la de Humboldt (en realidad, lo es sólo en el sentido de la
línea CD) 96.
CLG, pág. 64.
A pesar de todo, la distinción fue, como es sabido, sumamente
fructuosa: su importancia, aun cuando no tuviese sólidos fundamentos
teóricos, podría demostrarse pragmáticamente, por la importancia de los
resultados a los que ha llevado en la ciencia glotológica. De una manera
general, la doctrina de Saussure ha dado un nuevo y extraordinario
impulso a los estudios sincrónicos. Y sobre sus aspectos particulares se
han fundado tendencias de las más vitales en la lingüística actual. La
escuela ginebrina, partiendo de la distinción langue-parole, ha desarrollado, justamente, aquella lingüística del habla cuya constitución el maes·
tro había sólo indicado como posible (Bally, Sechehaye, Frei). La escuela
de París, siguiendo también sugerencias anteriores, particularmente de
Bréal, ha tomado como base la oposición individual-social, ocupándose de
la lengua como institución social (Meillet). Finalmente, los lingüistas más
estrictamente saussureanos, los fonólogos de Praga y la escuela de Capénha¡ue, han tomado como base la distinción fundamental entre con·
creto y formal, desarrollando la nueva lingüística estructural y funcional.
En la fonología se ha realizado, además, por intermedio de N. S. Trubet7.·
koy, el encuentro entre la doctrina saussureana y la doctrina psicologista
de J. Baudouin de Courtenay. Pero es sintomático, por lo que concierne
a la valoración de la verdadera originalidad de F. de Saussure, que ni la
escuela de Praga-Viena ni la de Copenhague conservan nada de su psicologismo (como no se conserva ese aspecto del Baudouin de Courtenay) y
que, por lo que concierne a la oposición social·individual, los estruturalistas y funcionalistas se limitan a consignarla como principio en la enunciación de sus tesis iniciales, dedicándose luego enteramente a investigar
la lengua como sistema.
95
96
Sistema, norma y habla
53
2. 4. El último esquema demuestra la coherencia de las
ideas más constantes en Saussure: evidentemente, a la langue
concebida como entidad general, ideal, abstracta, extraindividual, puede oponérsele diametralmente sólo una parole concebida como momentánea y ocasional, material, concreta, individual. Pero el mismo esquema indica a la vez las fallas de una
dicotomía tan neta y rígida que queda lejos de abarcar yagotar toda la realidad del lenguaje.
3. 1. La primera insuficiencia está en la identificación im~
cial entre individual y concreto, social y formal (funcionan. En
efecto, el esquema más completo imaginado por Bühler pone
en evidencia que (la oposición no es tan neta, puesto que los
fenómenos concretos pueden considerarse como desligados del
sujeto o intersubjetIvos, es decir, como «sociales., en la terminología saussureana (producto lingÜístico), así como, por otra
parte, los fenómenos subjetivos pueden considerarse en un
plano superior de formalización (actos verbales).
.Por eso, si se afirma Que es «JeDWJaJ lo que se considera
desligado del sujeto hay que admitir QlJe e' .producto Ungiilstico» es tan «extraindividual» como la «forma linlNística •. En
efecto, 1 + 1 + 1... continúa significando acto individual + acto
individual + acto individual..., es decir que no es algo «tnás
Por otra parte, si ciertas ciencias lingüísticas no se han desarrollado
en la lingiüstica post-saussureana, esto no es, sin duda, independiente de
las insuficiencias del esquema de Saussure. Así, por ejemplo, si una
semántica del habla no se ha establecido todavía con objeto y métodos
lingüísticos rigurosos, ello depende, según nosotros, de la ausencia de una
teoría orgánica del cacto verbal_. Sobre el mismo concepto !ie cacto verba). se constituiría una estilística como la de Groeber (y de Vossler, en
sus comienzos), dedicada a distinguir lo que en un texto es originalidad,
novedad, elemento verdaderamente inédito, de lo que es repetición, uso
lingüístico de la comunidad, etc. Ninguna ciencia, en cambio, puede establecerse sobre el concepto de «producto lingüístico- considerado asistemAticamente, cuyo campo pertenece más bien a la operación previa de
recolección de materiales.
S4
TeOrla del lenguaje y lingüística general
social» que el simple producto lingüístico (1 + l' + 1"), sólo
que, en lugar de ser hecho concreto + hecho concreto + hecho
concreto, es forma + forma + forma, o sea aspecto común
+ aspecto común + aspecto común, eso es, isoglosa. Se manifiesta aquí un conflicto entre el punto de vista social y el punto
de vista f0I'?lal, pues si lo que es «social» es langue, entonces
el «produé1:o lingüístico» no puede caber dentro de la parOte;
y si, en cambio, el «producto lingiiístico» es parole; entonces
ésta no se identifica con el aspecto exclusivamente individual
del lenguaje. En efecto, la oposición entre «producto lingUIStica» y «forma lingiiística» no se basa en la antítesis individual - social, sino en la antítesis asistemático - sistemático,
concreto - abstracto.
Por otro lado, si langue es lo formal, entonces no puede
excluirse de este concepto el «acto verbal», que es formalizacióIi de la acción verbal concreta, y si, en cambio, el «acto verbal» es parole, entonces ésta no es íntegramente concreta, sino
que contiene también elementos formales. Es decir, que teneloos nuevamente el mismo conflicto anterior, porque aquí Saussure ya no hace la distinción según la oposición concreto - abstracto, sino según la oposición individual- social.
Por consiguiente. mientras que como punto de partida tenemos en F. de Saussure una oposición bilateral entre concreto
y abstracto, asistemático y sistemático, mediante la elaboración
del concepto de sistema se llega a una oposición múltiple entre
«individual asistemático + social asistemático + individual formal» (paro le), por un lado, y «social-formal» (langue), por el
otro, aunque los aspectos social-asistemático e individual-formal
de la paro le queden en la penumbra. Pero si langue es sólo lo
que es social y, al mismo tiempo, formal, dkt..q\Ü~r~.4ecirq~e,
según el mismo Saussure, hay en el lenguaje elementos sociales y elementos formales que no son langue, no son sistema
(sistema funcional). Es decir que, o se desecha la oposición
Sistema, norma y habla
55
fundamental entre concreto y abstracto, o hay que abandonar
la identificación entre social y formal.
3. 2. La s~ilffida insuficiencia de la dicotomíasaussureana,
~I!_su forma última, es la de ser demasiado rígida:; es~de#r, de
ignorar el punto en el que «lengua» y «habhl» se encuentran
y se combinan,_ '? .~I?~. ~I_«act!?verbal». Proviene eso del hecho
de no haberse colocado Saussure en el campo concreto del
lenguaje, ~sto es, en la primera sección de la dicotomía de
Humboldt, en la enérgeia o acto lingüístico. En efecto, sól~50~_~.
cMtcJ,onos en e~. p~ano del acto !in~s!~c~_.P!?drc:~~s _di~!.~!.
.10 que en el mismo hablar es «acción verbal» de lo que es, en
cambio, «acto verba!», forma, o sea, de alguna manera, hecho
de lengu.~~ Ha sido mérito de Gardine~.~estacar, justamente,
que en el hablar concreto hay que ver no sólo hechos de habla,
facts of spe~ch, sino también hechos de lengua, facts of tanguage, hechos que pertenecen al sistema (cf. también W. van
Wartburg, Bally); y Gardiner adopta, precisamente, el punto de
vista del acto lingüístico. La abstracción nos llevará, sin duda,
a la «forma lingüística», pero no se olvide que ésta es el mismo
«acto verbal» considerado como desligado del sujeto. Y el hecho
de que ya algunos intérpretes de Saussure hayan visto en el
habla (hablar) algo que pertenece a la lengua (sistema) nos
parece muy importante, porque constituye el terreno en el que
las concepciones dualistas y las monistas (cf. Jespersen) se encuentran. ~k punto de partida para una c0D:cepc~ón unitari~ y
~oherente deberá ser, por consiguiente, ese asp~~to de ll!:!lg~.l!_
.que existe en la parole, en el acto lingüístico, que es a!_l!li~g
ti~mpo Spreftzhandlung Y Sprechakt(), mejor, Spra(;ha_kl~~t:.Tc
Por otra parte, colocándonos en el campo del fenómeno'
lingüistico considetado independientemente del sujeto (producto lingüístico + fonna lingüística), descubriremos .9E~ hay elementos que no son únicos u ocasionales, sino sociales, es decir,
;;rmales y repetidos en el hablar de una comunidad, y~ que,
S6
Teoría del lenguaje y lingüística general
sin embargo. no pertenecen al sistema funcional de la~_lQmJ.~
lingüísticas. o sea que va sobre la base del llamado «producto
Upgiiístjcop puede establecerse un sistema normal, distinto del
sistema funcional Que se establece en el plano superior de abstracción el de las «formas lingüísticas».
3. 3. En tercer lugar, la dicotomía saussureana resulta
demasiado rígida también parla concepción del individuo que.
tkne Saussure, un individuo completamente separado de ia
.l?Q.cJ~9ad y 'lile no sería él mismo «colectividad» (c.f. Gardiner,
J espersen, Otto, Pagliaro) '---.~n.. .Ia parole individ~al.ll0 habriª,
según Saussu!:.~,.. _I!~.9.~. ~~_«colectivr:>>>. J'e.!:9, . S!. a~! ~e~~ si hubjese realmente ese abismo entre sociedad e in.d.iyiduo, ¿cómo
podría subsistir aquella íntima interdependencia entre langue
y parole que el mismo Saussure reconoce? .¿Cómo podría ser
realizado por el individuo el sistema social? Si, en cambio, es
evidente que el sistema social se realiza en la actividad individual, ¿no habrá nada social, nada intersubjetiva, en esa actividadLSaussure hace una distinción demas~ado rígida entre
_~~ndividual» y «social», o, mejor dicho, identifica «social» con
«!!ttering!Y.i:d.!l~,.,_«intersubjetivo», mientras que, si se consisIera un individuo real, que es siempre social, «social» es un
~oncepto más amplio y comprende tanto lo individual como lo
interindividual.
HaY que comprobar, pues, lo s~c~a" en 10_ individual, en los
~c::!os lingüísticos del sujeto. Y dado que lo social es~ como ya
vimos, sistema normal y sistema funcional, los dos aspectos
podrán comprobarse en los actos individuales, además del aspecto que pertenece exclusivamente al individuo.
3. 4. Esta ob.servación tampoco la hace Bühler. En efecto, se puede
admitir con él que «lengua- (Sprachwerk y Sprachgebilde) es todo lo que
se considere fuera del sujeto hablante, aunque los .. productos.. de por
sí representan sólo el material asistemático sobre el cual se constituye la
«lengua», como norma y sistema. Pero, por un lado, no puede aceptarse
que se trate de fenómenos «extraindividuales» o independientes de los
Sistema, norma y habla
57
individuos hablantes: hay que recordar que el considerarlos así es una
convención; que los «productos» y _formas. no existen como tales, sino
que son abstracciones del observ¡¡dor, elaboradas sobre la base de la realidad lingüística concreta y, particularmente, sobre lo que en lo concreto
es rcx:reación, repetición de un modelo anterior; que cada _acción verbab
I Sprechllandlung) es al mismo tiempo Sprechakt (acto verbal) y también
Sprachakt (acto de lengua), puesto que contiene una -forma lingillstica.
que en ella se concreta (cf. Wartburg); o sea que en el acto lingillstico se
comprueban los llamados -hechos de lengua» (Gardiner: facts of languageJ, es decir, isoglosas entre el acto considerado y actos Iingillsticos anteriores, del mismo individuo o de otros individuos, que se han tomado
como modelo. Por otro lado, no debe olvidarse Que, en esos modelos
anteriores de cada acto lingüístico, no todo es «forma Iingillstica-, no
todo es función: los modelos contienen también algo que es normal, repetido en una comunidad, y que, sin embargo, no cabe dentro del respeo
tivo sistema funcional. no atañe a la «estructura» de la respectiva lengua.
4. 1. Ahora nos preguntamos si todo esto lo ignoró realmente F. de Saussure. Es verdad que el Curso no nos dice nada
explícito al respecto. Sin embargo, nos parece que hay en la
obra algunos enunciados sumamente significativos a este propósito.
En primer lugar, ¿por qué afirma Saussure que la lengua
es concreta 97, a pesar de decir luego que es un sistema de
puras oposiciones formales? ¿Será este aserto un simple error
de expresión o una «desviación funesta», un ataque a su propia
tesis de la «idealidad del objeto lengua", como le parece a
Bühler? 95. ¿O encerrará una de esas verdades sólo aludidas
y que el Curso no desarrolla?
Abramos nuevamente el Curso: Saussure nos dice que la
lengua se puede «localizar en la posición determinooa del circuito [de un acto lingüístico] donde una imagen acústica viene
a asociarse con un concepto» 99. Pero ese circuito, siendo circui97
98
99
CLG, pág. 59.
K. BtlHIER, Ob. cit., pág. 72.
CLG, pág. 58.
58
Teoría del lenguaje y lingüística general
to de un acto lingiüstico, debe ser para Saussure parte de la
parole, dado que para él toda la «ejecuciónlt de la lengua es
parole. Entonces quiere decir que la «lengua lt, como objeto
concreto, se «localiza» en el habla, o sea que se concreta en el
habla, y, por consiguiente, se comprueba en ésta.
Además, dice Saussure que, «al separar la lengua [como
sistema] del habla, se separa a la vez: 1) lo que es social de lo
que es individual; 2) lo que es esencial de lo que es accesorio
_y más o menos accidental» ¡()(). Y luego: «Nuestra definición de
la lengua supone que descartamos de ella todo lo que sea
extraño a su organismo, a su sistema» 101. ¿~ignifica esto que lo
esencial se identifica con lo social? No nos pareceS!"eemos más
bien que para Saussure «esencial» se identifica con «internolt,
e «interno es todo lo que hace variar el sistema en un grado
cualquiera» 102. Ahora, al distinguir la «lingüística externalt de
la «lingüística interna,., Saussure elimina de ésta todo lo que
es extraño al sistema 103, o sea también la determinación social;
en efecto, la «lingüística interna» debe estudiar la lengua en
sí, y_ es evicl~~t~_9.1l~ !() __ qu~_ºuede-.estudiars~ «en. s1»__ es sólo
el sistema funcional, y no la norma, que depende de--varios
factores operantes-en la comunidad considerada. En otro lugar,
Saussure indica que una idea de la «lengua,. puede darse, de
manera bastante fiel, mediante una gramática y un diccionario 104; y aquí, evidentemente, ya no se trata de la lengua enten·
dida como «sistema lingüístico,., sino de un concepto más amplio, dado que la gramática y el diccionario no contienen sólo
las oposiciones sistemáticas de una lengua, sino todo lo que
es normal en las expresiones de una comunidad.
eLG, pág. ST.
CLG, pág. 67.
102 crG, pág. 70.
103 CLG, págs. 67-70.
104 CLG, pág. 59.
100
101
Sistema, norma y habla
59
Finalmente, no ignora Saussure la independencia del sistema con respecto a la norma: «la lengua es un sistema que no
conoce más que su orden propio y peculiar» 105. Pero hay, acerca de este punto, una aclaración todavía más explícita y sumamente significativa: «... algunos [que] se dan cuenta de que
el signo debe estudiarse socialmente, no retienen más que los
rasgos de la lengua que la. ligan a otras instituciones, aquellos
que dependen más o menos de nuestra voluntad; y así es como
se pasa tangencialmente a la meta, desdeñando los caracteres
que no pertenecen más que a los sistemas semiológicos en general y a la lengua en particular.1ues el signo es ajeno siempre
en cierta medida a la voluntad individual o social, y en eso estd
su cardcter esencial, aunque sea el que menos evidente se haga
.
a primera vista» 106. [Subrayado nuestro.]
Nos parece, pues, que existe en Saussure -aunque apenas
aludida- una oposición entre los dos conceptos de «lengua»
que en su doctrina aparecen casi siempre identificarse: la
«lengua» como «institución socia!», ligada a otras instituciones
sociales, y que contiene también elementos no funcionales
(norma), y la «lengua» como sistema abstracto de oposiciones
funcionales (sistema).
4. 2. Pero hay algo más: ¿P..QLq1!~ ..clice Saussere qu~ ~l
.individuo~o puede cambiar la lengua, que ella se le impone,
para luego. afirmar que, sin embargo, la cambia? ¿Será ésta una
simple contradicción, simple paradoja, o es que en la «lengua»
(en sentido amplio) hay algo que se impone al individuo y algo
que, en cambio, es libre? Creemos encontrar en Saussure la
intuición de la flexibilidad, de la relativa libertad del sistema:
véase, por ejemplo, lo que dice de las leyes sincrónicas 107, cuyo
orden «es precario porque no es imperativo. 108. Si nuestra
CLG, pág. 70.
CLG, pág. 61.
107 CLG, págs. 164 y sigs.
loa CLG, pág. 165.
105
106
Teoría del lenguaje y lingüística general
60
interpretación es exacta, Saussure se habría adelantado, en
este aspecto, a aquellos de sus continuadores que consideran
que el sistema se impone al individuo de una manera rígida
y absoluta.
Asimismo, nos parece que no ignora Saussure el concepto
de «lengua» como sistema a posteriori de isoglosas, opuesto
a la «lengua» considerada como precedente al habla (norma
o sistema de oposiciones funcionales): véanse, a este propósito,
las páginas acerca de dialectos y lenguas desde el punto de
vista geográfico 109. Y con esto ya se sale de la sincronía pura
y se puede concebir, como lo ha_ce Pagliaro, una «lengua» __como_
en_tidad histórica objetiva, cuya unidad se define por dos dimensiones: la espacial y la temporal.
5. 1. Para aclarar mejor la naturaleza de la distinción entre
sistema normal y sistema funcional (en este sentido empleamos
los términos norma y sistema), podemos recurrir a la célebre
analogía saussureana con el ajedrez 110, aunque refiriéndonos a
la verdadera «gramática» del juego, es decir, a sus reglas, y no
sólo al número de las piezas. Evidentemente, entre el «código»
del juego y su realización en este o aquel partido podemos
comprobar ciertos movimientos, ciertos aspectos constantes,
que no modifican las reglas, el «sistema», pero que, sin embargo, caracterizan la manera de jugar de un individuo o de un
grupo de individuos más o menos amplio, constituyen rasgos
normales de la realización del «código» por el individuo o los
individuos considerados.
Otra analogía es la que asemeja un sistema lingüístico a un
tren. Es evidente que «el expreso de París de las 8 y 20», si
mantiene ciertas características funcionales (como la de salir
a una hora determinada, de llegar a París a una hora determi109
110
CLG, págs. 320-325.
CLG, pág. 7{1.
Sistema, norma y habla
61
nada, de parar en determinadas estaciones), es siempre el mismo tren, aun cambiando el número, el orden, la forma y el
cotar de los vagones, y los vagones mismos, el personal, etc. Sin
embargo, los que viajan en el expreso saben que los elementos
no-funcionales no son todos indiferentes y ocasionales, por
ejemplo, que el tren tiene siempre diez vagones, que los vagones D, E, A, B se encuentran siempre en ese orden, que el
segundo y el quinto vagón, contando desde la locomotora, son
siempre de primera; que todos los sábados cambia el turno del
personal, etc. Es decir, que conocen toda una serie de aspectos que caracterizan el expreso de París, aun no teniendo valor
funcional, y encontrarían anormal un tren que no los presentara: aquí también, entre el tren abstracto, como función, y el
tren concreto que el señor X ha tomado ayer o tomará mañana,
se interpone una «realización» normal y más o menos constante
del tren mismo.
La distinción entre aspecto normal y aspecto funcional puede hacerse con mayor claridad aún en la analogía con la llave
empleada por Martine JIl. En efecto, es verdad que, en una serie
de llaves, algunos aspectos son funcionales o «pertinentes» (los
que permiten a las llaves mismas abrir determinadas puertas
y las clasifican según las puertas que abren) y otros, en cambio,
son accesorios y «no-pertinentes» (forma del anillo, metal empleado, etc.) 112. Pero también es verdad que los aspectos «nopertinentes» no son todos indiferentes y ocasionales; así, por
ejemplo, las llaves tienen normalmente el anillo, se hacen normalmente de metal y no de madera, vidrio o diamante, etc.
E.o todas lªs analogías ª-ducj,das pueden distinguirse si~mPre_
tres series de. ~acterísticas, según el grado de abst.racción. o
formalización. ;'Q}. las características concretas~nitamente
variadas y variables, de los objetos observadosCV1as caraete111
112
MARTINBT, Oli. en est la phol1Ologie?, • Lingua_, 1, 1. págs. 34-58.
Art. cit., pág. 38.
A.
62
Teoría del lenguaje y lingüística general
rísticas normales, comunes y más o menos constantes, independientemente de la ~ción especifica de los objetos (primer
grado de abstracción);
las características indispensables, es
decir, funcionales (segundo grado de abstracción). Se trata de
la misma distinción que puede establecerse entre todas las sentencias particulares que representan la aplicación de una ley,
el reglamento que indica cómo la ley debe aplicarse (o mejor,
la aplicación normal y habitual de la ley) y la ley misma, como
sistema de disposiciones abstractas.
5. 2. Naturalmente, no pretendemos que en Saussure y en
la lingüística estrictamente saussureana se encuentre ya el concepto de norma exp1ícitamente opuesto al concepto de sistema.
Sólo nos parece que el concepto de lengua como el sistema
abstracto de oposiciones funcionales implica el desarrollo del
concepto de norma (abstracción intermedia) y que en el mismo
Saussure pueden encontrarse las premisas para la estructuración de ese concepto, como también notables sugerencias acerca de su naturale,.
'0
IV.
LA IDEA DE «NORMA» EN LA INVESTIGACIÓN EMPíRICA
Y EN LA LINGüíSTICA ESTRUCTURAL
1. Pero el impulso decisivo para la constitución de los dos
conceptos de norma y sistema surge de la misma investigación
empírica del hecho lingüístico y, particularmente, de los adelantos de la fonología y, en general, de la lingüística estructural.
Ya hace de eso algunos años, al estudiar la lengua de un
poeta rumano, en una comunicación leída en diciembre de 1948
ante el «Sodalizio glottologico milanese» 113, observábamos que
las innovaciones, sobre todo sintácticas y semánticas, compro113 E. CoSERlU, La lingua di Ion Barbu, en Atti del Sodalil.io glottologico milanese, 1, 2, Milán, 1949, págs. 47-53.
Sistema, norma y habla
63
badas en la expresión de dicho poeta, aunque absolutamente
inéditas, audaces y sorprendentes y, de alguna manera, «anormales», no resultan aberrantes desde el punto de vista del
sistema, no se perciben como «errores», no chocan al «sentido
lingüístico» de los lectores homoglotas. «El procedimiento de
Barbu -anotábamos- es siempre idéntico: es la extensión de
usos particulares a otros casos, lógicamente semejantes, pero
en los que la convención normal es distinta» 114. Es decir, que
hacíamos, aunque en términos algo imprecisos (sobre todo por
lo que concierne al llamado «sentido lingüístico», que considerábamos de índole causal, y no como efecto del sistema), la
distinción entre sistema funcional y convención (realización)
normal. Por otra parte, ¿no son de ese mismo tipo la mayoría
de las innovaciones poéticas?, ¿no son casi siempre violaciones
o ampliaciones de la norma, permitidas por el sistema?
Veamos lo que se deduce a este respecto de las investigaciones estructurales.
2. 1. Bertil Malmberg, recordando una discusión del Círculo
Lingüístico de Copenhague y una intervención de Hjelmslev
acerca del problema del substrato (si el substrato afecta, efectivamente, el «sistema» de una lengua «en el sentido estricto
del término»), observa que «en el español paraguayo resulta
alterada la realización fonética, mientras que el sistema funcional queda intacto» lIS. Evidentemente, Malmberg no se refiere
aquí a la realización fonética individual y ocasional, a «hechos
de babIa» no investigables sistemáticamente, sino a una realización normal, que caracteriza el hablar de toda una región
y es distinta de las realizaciones normales del mismo sistema
español en otras regiones, pero que, sin embargo, no afectaría
la estructura de la lengua desde el punto de vista funcional.
Como cit., pág. 49.
B. MALMBERG, L'Espagnol dans le Nouveau Monde, sep. de SL, 1,
1947, 11, 1948, pág. [74], nota.
114
115
Teoría del lenguaje y lingüística general
64
2. 2. Sugerencias muy importantes, en el mismo sentido, se
encuentran en varios lugares de los hincipios de Trubetzkoy..
Así, en el capítulo acerca de fonología y fonoestilística 116-se
.indica que se dan en las lenguas realizacionesaclÍsticlls par~
ticl,llares ele ciertos fonemas, que caracterizan el hablar de las
lCaTias generaciones, o de los dos sexos, de ciertas comunidades
.profesionales o culturales: evidentemente, esas realizaciones distintas no implican distinciones en los respectivos «sistemas»
lingüísticos; sin embargo, no son individuales, no son momentáneas y ocasionales, sino normales y constantes en la expresión de grupos humanos más o menos amplios. Es verdad que,
en casos como ésos, no se trataría de características enteramente afuncionales, puesto que, aun no teniendo función propiamente fonológica {representativa), tendrían función expresiva.
Pero ¿qué decir de los «sonidos normales» que Trubetzkoy opone de una manera general a los (( sonidos de sustitución» admitidos por una comunidad para la realización de ciertos fonemas?
Más adelante, en el capítulo acerca del concepto de fonema 117, después de haberse definido el fonema como «suma de
las particularidades fonológicamente pertinentes que comporta
una imagen fónica» 118, se observa que el mismo fonema puede
ser realizado por una multitud de sonidos, que se designan con
el nombre de variantes o variantes fonéticas. Sin embargo, de
los ejemplos que se aducen se desprende que, dentro de la infinidad de realizaciones posibles de un fonema, se puede distinguir un número limitado de variantes-tipo, normales y constantes, por ejemplo, en determinadas posiciones en la palabra.
Pero el capítulo más importante, por lo que atañe al problema que aquí nos interesa, es aquei en el que se trata de la
distinción entre fonemas y variantes 119;....E:n efecto! Trub~tzkQY
116
117
N. S. TRUBEl.lKOY, Ob. cit., págs. 16-29.
Ob., cit., págs. 3641.
118
Ibid., pág. 40.
119
Ob. cit., págs. 47-53.
Sistema, norma y habla
65
obseDla. que hay variantes _ta.allta.ti~aL(generaJes e individuales4.que,,,de. éstas. una puede. serCQDsidera..~ . li-vari~
J:tQ.xmal en u,n~.1engu~.: así, por ej., para el fonema Irl, la realización (variante) normal en francés y alemán es la r uvular,
mientras que en español, italiano, etc., es normal la r lingual
(ápico-alveolar). Otro tipo de xarim~__ SQ.n.Ja,LYar~D1e.s.~_
biuatorkzL.....Q.Y.e....Qependen .<kJ2iJ~m.emas contiIDl-ºL(así, en japonés el fonema Ihl se realiza siempre como f delante de u).
Ciertas variantes facultativas tienen, indudablemente, valor estilístico, y algunas de las combinatorias tendrán la función a la
que Trubetzkoy llama asociativa o asociativa auxiliar, es decir,
la de indicar el límite de una palabra, o el morfema o fonema
contiguo (así, por ej., en rioplatense, la realización g del fonema
Ig/ después de Isl indica este último fonema, cuya realización
se reduce al mínimo). Sin embargo, muchas variantes son simplemente normales en la lengua considerada, aun siendo totalmente afuncionales. (El mismo Trubetzkoy emplea varias veces
los términos norma y normal, en la discusión acerca de las
variantes.) ..
Un paso más en la misma dirección se hace al considerar los
capítulos acerca.de..la..n.ezufQZizadó n de la oposición fonológica
distintiva 120, es decir, acerca del fenómeno ·por el cual, en determinadas posiciones en la palabra, dos fonemas correlativos,
distintos en otras posiciones, resultan intercambiables, sin que
eso altere la significación 12I._1ustamenteen. casQ de. neutraliz~n~ CO}JlEru.eb~_.con ~.ºd.~ evidencia qu~ la. reaFza.s.t~~._~~
Ob. cit., págs. 24&261.
En casos de neutralización, la realización acústica ya no corresponde a uno de los fonemas intercambiables, sino a un archifonema que los
comprende a ambos. Así, en español, la oposición entre Irl y Irrl se neutraliza en posición final, por lo cual una realización r o rr (indiferente
desde el punto- de vista del significado, en tal posición) corresponde a un
archifonema IR l. Acerca de otras neutralizaciones que ocurr'en en español, en posición final, v. AMADO ALoNSO, Una ley fonológica del español,
ahora en Estudios lingüísticos. Temas españoles, Madrid, 1951, págs. 288-303.
12il
121
T. LENGtJAJB.-S
66
Teoría del lenguaje y lingüistica general
«indjferen.~».... y _lO~LfOllemjls co:rr~lativos
son
in.terc~biables,
~Qdesde el punto. de vi~ta del sistema funcional,...mi~p.t.ras.
que muy pocas veces la realización es realmente indiferente
gesde el punto de vista de la norma de la lengua; más aún: la
neutralización existe justamente porque existe una determinada realización normal que hace que un fonema se confunda
con su correlativo (o, en caso de correlación múltiple, con varios correlativos), es decir, que vuelve inoperante una oposición
fonológica. Así, por ejemplo, en el sistema fonológico ruso, la
oposición distintiva entre sonoras y sordas aparece como neutralizada en posición final o delante de sorda, pero la realización de los fonemas correlativos implicados <lbl - Ipl, Idl - /tl,
etcétera) no es de ninguna manera indiferente desde· el punto
de vista de la norma, puesto que ellos se realizan siempre como
sordos.
Subraya_Trubetzkoy que la fonoligía, como ciencia del sistema lingüístico, se ocupa de los hechos fónicos sólo en la me~ida en que cu¡¿plen una determinada función en la lengua 12Z;
pero es evidente que una lengua se car~cteriza tambiéri por
hechos fónicos no funcionales. Al discutir los principios de la
fonometría de Zwirner 123, el mismo Trubetzkoy reconoce la existenda de 'enormas de realízación», pero -identificando «lengua»
con «sistema funcional» y «realización» con «habla- afirma
que se trata de normas de la parole y no de la langue. Mas ¿se
pueden verdaderamente considerar como hechos de parole
fenómenos normales y constantes en una lengua? 12A.
122
m
Ob. cit., pág. 12.
Ob. cit., págs. 7-9.
124 El hecho de que la oposición <le TRUBFl'ZKOY entre fonologla y fonética no corresponde con exactitud a la antinomia saussureana langueparo le fue señalado ya en el III Congreso de Ciencias Fonéticas (Gante,
julio de 1938), particularmente por N. VAN WIJK y J. LAzICZIUS. ef. N. VAN
WIJK, La délimitation des domaines de la phonologie et de la phonétique,
y J. LAZICZJUS, Die Scheidung langue - parole in der Lautforschung, en
Sistema, norma y habla
67
2. 3. Observa a este respecto Martinet U5 que las variantes
no pueden dejarse de lado en la descripción fonológica de una
lengua (con lo cual se atribuyen a la langue -en un sentido,
evidentemente, más amplio que el de «sistema funcional- las
normas de realización que Trubetzkoy atribuye a la parole J. El
mismo estudioso acepta con reticencia la opinión de Trubetzkoy
acerca de la función asociativa de las variantes combinatorias.
Señala, en cambio, como significativa la comprobación de
B. Malmberg de que ciertas variantes constituyen rasgos característicos de determinadas estructuras lingüísticas 126 e indica,
por su parte, como ejemplo la norma de la brevedad de las
vocales fina1es en francés (que es característica de la lengua
francesa, a pesar de no existir en ella, en ese caso, la oposición
fonológica distintiva entre vocales largas y breves).
2. 4. _~je~s~~, aplicando un método estrictamente estructural y funcional no sólo al plano de la expresión, o fónico,
sino también al plano del contenido, o semántico, comprueba
en los dos planos la existencia de variantes libres o individuales (variaciones - cf. las variantes facultativas de la fonología)
y variantes condicionales o combinatorias (variedades) 128, Y
observa que las variaciones pueden estudiarse por medios estadísticos (fonométricos). En los dos planos comprueba, además,
~L fenómeno al que llªl}1a sincretismo, correspondiente a la
_n.eutr..alización de la fonolog~ varia~t~ ~s realiz~ciÓ~ de
Proceedings of the Third International Congress of Phonetic Sciences,
Gante, 1939, respectivo págs. 8-12 y 13-23.
125 A. MARTINET, Phonolegy as Functional Phonetics, Londres, 1949, páginas 7-9_
126 Cf. B. MALMBERG, Die Quantitiit als phonetisch - phonologischer
Begriff, en Lunds Universitets Arsskrift, Lund, 1944.
127 L. H.rnLMSLEV, Omkring Sprogteoriens Grundlaeggelse, Copenhague,
1943, págs. 55 y sigs.
128 Por ej., el fonema Inl que se realiza en español.como ápico-alveolar
bilabial, labiodental, denta, pala tal implosiva, velar, en enano, un padre,
ninfa, anda, ancho, tango, respectivamente.
68
Teoría del lenguaje y lingüística general
una invariante, y el sistema lingüístico es, justamente, sistema
de invariantes.
3. 1. Si identificamos la lengua con este último concepto,
deberemos decir, naturalmente, que las variantes no pertenecen
a la lengua. Pero si damos a ese término el sentido que tiene
comúnmente en expresiones como «lengua española», «lengua
francesa». habrá que reconocer, sobre la base de las observaciones que ya hicimos, que en la «lengua)) no se comprueban
sólo invariantes, sino también «tipos de variantes» o «variantestipo» (clases de las variantes puramente momentáneas y ocasionales). No sólo las invariantes, sino también las variantes
normales, se dan en número limitado en cada lengua y caracterizan la lengua misma. Es decir, que existen en cada lengua
oposiciones constantes y peculiares, tanto entre las invariantes
como entre las variantes normales, con la diferencia de que las
oposiciones entre invariantes son funcionales, mientras que las
oposiciones entre varia"ntes no tienen tal carácter, aun no siendo
ni indiferentes ni arbitrarias en la lengua dada. O sea que existen aspectos extrafonológicos y, en general, extraestructurales,
afuncionales, no pertenecientes al sistema y que, sin embargo,
no se dan como puramente casuales, sino que caracterizan una
lengua: la lengua, en el sentido amplio del término, no es sólo
sistema funcional, sino también realización normal.
Así, por ejemplo, desde el punto de vista del sistema funcional, el fonema italiano /5/ (representado en la grafía común
por sc o sci: scena, scialbo) se describe suficientemente por
los rasgos de fricativo y palat~alveolar, dado que no hay otro
fonema italiano que reúna tales características, mientras que el
hecho de tratarse de una consonante sorda es fonológicamente
no-pertinente, puesto que no existe en italiano (literario) un
fonema que se oponga a /5/ por la sola sonoridad. Sin embargo
es indudable que /5/, en italiano, en la lengua italiana (litera-
Sistema, norma y habla
69
ria), y no sólo en este o aquel acto lingüístico concreto de este
o aquel individuo, es no sólo fricativo y palato-alveolar, sino
también sordo, por su realización constante, y que, a pesar de
haber un lugar vacío en el sistema, ese fonema no se realiza
nunca como su correlativo */i./.
3. 2. Pero ¿dónde hay que colocar en el lenguaje esos elementos normales y constantes en una lengua y, sin embargo,
cno-pertinenteslO desde el punto de vista funcional, dado que no
pueden clasificarse en el sistema? Pues, justamente, en aquella
otra abstracción, anterior al sistema, a la que hemos llamado
norma. Nos parece que una consideración estructural del lenguaje no puede dejar de conducir a ese concepto, y ello sin
eliminar totalmente de nuestro estudio la sustancia fónica. Es
decir, que se llega necesariamente a una reforma de la oposición
langue - paro le, como lo entrevé, con suficiente claridad, Martinet: « ••. il aurait été intéressant de signaler et de discuter la
tentative de M. Malmberg de distinguer entre les faits extraphonologiques universels et ceux qui caractérisent une langue
donnée. Ceci aurait pu nous amener ti reprendre l'examen des
chapitres des Grundzüge [de Trubetzkoy] consacrés aux variantes et celui de la question encore fort mal résolue des rapports
de la pertinence phonologique et de la distinction saussurienne
fondamentale entre langue et parDle» U9. [Subrayado nuestro.]
~~~ablemente,_ dad~ el s~.!l~ido que _a~_ribu:ye aJ ~é~!lº
cl~IlgualO, Martinet vería la norma com.o un__ .as~~!~__ ~~}a
~r.t.8~" ~~<?rclin~~~ C::~Q_~~ _~f~~~!n:.f!~ Hacia una' solución distinta, por lo menos formalmente, nos impulsaría, en cambio,
Brondal con su concepto de «uso lingüístico lO (usage): cA propos de la distinction entre langue et parole on se demande souvent quelle est, sous ce rapport, la position de I'Usage. On peut
admettre cette notion comme en quelque sorte intermédiaire
entre langue et parole, ti condition de concevoir l'usage comme
129
A.
MARTlNBT,
o" en est la phonologie?,
pág. 'ST.
Teoría del lenguaje y lingüística general
70
une espece de norme secondaire, permise par le systeme abstrait
et supérieur de la langue sans possibilité pourtant de supprimer
ou meme de modifier celui-ci» 130. [Subrayados nuestros.] Y es
natural que Br0ndal llegue a esa concepción, pues para él «lengua» es, justamente y solamente, el sistema abstracto, ideal.
Es decir, que, de cualquier manera (y si no se atribuye la
totalidad de la realización a la parole), se llega a uno de estos
dos esquemas (según se tome el concepto de «lengua» en el
sentido saussureano amplio -todo lo constante y sistemático
en el lenguaje de una comunidad-, o en el sentido saussureano
estrecho, de sistema funcional):
1
I ~
PAROLE
sistema
(h<chos ::;:"cio"'¡"
constantes)
LANGUE
USAGE
II
PAROLE
1--
(norma intermedia
o secundaria)
1--
LANGUE
(sistema funcional)
Ya veremos que ninguno de los dos esquemas es satisfactorio desde el punto de vista de una concepción unitaria que
considere el lenguaje en su realidad primera e intrínseca de
actividad; pero la verdad que los dos encierran nos parece
innegable.
O
HI!CHOS DE 'SISTEMA' y HECHOS DE .NO.....
1. Los ejemplos demostrativos de la oportunidad de la
tripartición resultan evidentes sobre todo en el campo fónico
130
V.
BRaNDAL,
Ling. struct., pág. 96.
Sistema, norma y habla
71
-quizá porque justamente para ese campo existe una doctrina
de las oposiciones pertinentes perfectamente desarrollada-,
pero pueden darse ejemplos suficientemente claros relativos
a la morfología propiamente dicha, a la derivación y composición a la sintaxis y al léxico.
Empezaremos por el campo fónico:
En español no existe oposición distintiva entre vocales
largas y breves (sistema); sin embargo, las vocales finales se
rea~an normalmente' como largas (norma).
En lenguas como el español, el italiano, el francés, etc.,
no se establece" ninguna oposición distintiva dentro del registro
de la voz, es decir, que no pueden establecerse distinciones significativas entre palabras sólo por la altura musical (sistema);
sin embargo, los límites del registro no son indiferentes, sino,
al contrario, bien determinados, y caracterizan la individualidad
de cada lengua: el italiano tiene un campo de entonación de dos
octavas; el español «es un idioma grave», precisamente, por
tener un campo de entonación de solamente una octava (norma). Por esto, para los oídos españoles, los italianos «cantan»
al hablar: es decir, que se sienten como anormales las realizaciones acústicas que superan los límites del campo de entonación normal en español.
~ El fonema Ix/ (en la grafía corriente j, o g, delante de
e, i) es un elemento común del sistema fonológico español; sin
embargo, una frase como Artajo trajo la valija abajo produce
un extraño efecto «estilístico», porque la frecuencia relativa
del fonema es mucho menor en la norma española......J&.ºsid~rn7.
]!los, just~lJlente, que todo 10 que se refiere a la Jrecuencia de
Jos fonemas en una lengua 13\, todos los hl?chos de esta<:l!~t}c::.~
"
~
'V
131 Así, por ej., el hecho de que en español la vocal a es más frecuente que la e (respectivamente 12 por 100 y 10,15 por 100), mientras
que en francés e italiano ocurre lo contrario. ef. T. NAVARRO ToM,(s, El
acento castellano, Madrid, 1935.
72
Teoría del lenguaje y lingüística general
fonológica 132, conciernen a la norma, y no al sistema; en efecto,
se trata de hechos que carac-t~~an-umlIengua, pero no pert~
necen aL conjunto de sus intrínsecas oposiciones fundamentales.
4) En español no existe oposición distintiva entre vocales
abiertas y cerradas, como en italiano, francés o portugués. «La
e del esp. ver es fonéticamente tan abierta (o puede serlo) como
la del fr. chantais, y la e del esp. ves tan cerrada como la del
fr. Chanter» 133, pero esto no tiene importancia en .el sistema
fonológico español, porque los dos sonidoJi no funcionan «como
valoi'es diferentes,.: son realizaciones de un único fonema le/o
Esto es perfectamente exacto por lo que concierne al sistema;
no es así, en cambio, en la norma, puesto que la realización
normal es· cerrada en queso, cabeza, sf;:llo, Rero es abierta en
papel, afecto, peine; así como la realización de la /0/ es cerrada en llamó, boda, esposa, y abierta en rosa, hoja, dogma; el
pronunciar [k~so], [pa~l], [esppsa], [rr9sa] no afecta el sistema, pero resulta insólito, anormal. Tenemos, por consiguiente, un único fonema /0/ en el sistema, dos variantes típicas,
dos tipos de o, en la norma y, finalmente, una infinidad de
realizaciones distintas (variantes individuales y ocasionales) en
el hablar concreto, en los actos lingilisticos·:
132
133
Cf. N. S. TRUJml'ZKOY, Ob. cit., págs. 276-289.
A. ALoNSO, Art. cit., pág. 289.
Sistema, norma y habla
73
En el sistema, o se opone como unidad fonológica distintiva
a e, i, u, a, distinguiendo, por ejemplo, ojo de ajO, pero no hay
ninguna diferencia funcional entre [p] y [o]; e'f} la norma se
agrega la distinción entre o abierta y o cerrada, entre la realización normal de la o de rosa y la realización normal de la o
de esposa; y en hablar se opone la o abierta pronunciada en
este momento por Juan a las realizaciones de la misma variante
normal por. Pedro, Pablo, Diego, etc., y también a las o abiertas
pronunciadas en otros momentos por el mismo Juan.
En español no existe sino para r la oposición fonológica
entre consonante simple y consonante reforzada (sistema),· sin
embargo, ciertas consonantes se pronuncian normalmente como
reforzad!ls en determinadas posiciones (norma). Así, por ejemplo, :la africada Itl (ch) delante de a, o, u: un italiano, acostumbrado a un sistema fonológico en el que existe dicha oposición,
interpretará la Itl esp. de chivo como idéntica a la del ital. ciarla y la de tacha como idéntica a la del ital. caccia.
La oposición fonológica entre la vibrante simple y la
vibrant~ múltiple (r - rr) existe en español sólo en posición intervocálica (pero - perro, caro - carro) y se neutraliza, en cambio, en todas las demás posiciones, en las que las relativas variantes son realizaciones de un archifonema. Así, por ejemplo,
en posición inicial, desde el punto de vista del sistema, importa sólo que se trate de vibrante, es decir, que no se confunda
raro con paro, rey con ley y ruso con puso. Pero no es ésta la
situación en la norma: en efecto, la realización normal del archifonema es una vibrante múltiple (rr) en posición inicial y
después de l, s, n; es una vibrante simple (r) después de oclusiva (creo, presa); y es realmente facultativa (pero más a menudo simple) sólo en posición final y delante de consonante
(puerta, ver J. Po!:..~!~_ pronunciaI!c;!~ rey, con vibrante simple
en lugar de múltiple,....!!.~_~c:.'=!~.~l ~~!~~~la palabra no se
confunde con otra, como ocurriría en el caso de parra - para,
@
O
74
Teoría del lenguaje y lingüística general
ni se vuelve irreconocible), ~".l~~. Eeal~~'2ió.n es _~I!0rmal ~~
español. Además, la realización normal de los dos fonemas y
del archifonema es una vibrante alveolar, y no uvular, por ejemplo, como en francés.
Idéntica, desde el punto de vista del sistema, pero no en
todo aspecto desde el punto de vista de la norma, es la situación de la oposición vibrante simple -vibrante múltiple (o vibrante alveolar- vibrante uvular) en portugués.
El hecho de ser la s castellana dorsal o coronal pertene>
ce a la norma, y no al sistema funcional de la lengua. En efecto, de~~e el P1:IIlto de ~ista del si~ten:'a, ~! f.9ne!D:~_ Lsi. P~,c::I.Ijª_
O
!.c:.a}i~!~~ c~~o ss~.}!_~, J?.?Tgu~o h~l..El_e~~~~!_fo~~!l.!S,
OC? cual, en cambio, no sería posible en
francés o italiano, donde hay oposiciones como: chat - sa, casacassa, sala - sciala, etc.); .E.~r:o tales :realizaciones no soI1 normal~!!, J;n rioplatense, no habiendo siquiera un fonema lel que se
le oponga, s podría realizarse con más diversidad todavía, pero
las variantes normales son la dental y, en posición final y, sobre
todo, delante de consonante, la aspiración h (pasto, prono
pahto).
Del mismo modo, enáncés, r puede realizarse de varias
maneras, de la vibrante alveolar de los dialectos meridionales
hasta la vibrante uvular del francés literario de París, y puede
llegar a realizarse inclusive como [xl, porque no hay un fonema
Ixl que se le oponga (como ocurre en españolo en alemán); sin
embargo, entre todas las variantes posibles, la más normal y
general es la vibrante uvular. En portugués, la Isl final, por
efecto de dos neutralizaciones simultáneas, conserva como rasgo pertinente sólo el de ser fricativa y de no ser ni interdental,
ni velar, ni laringal (es decir que puede ser dental o alveolar:
s, z, o palatcralveolar: s, z). El sistema no exige más que eso
o, mejor, ofrece una serie de posibilidades. En cambio, la norma (y se trata de norma combinatoria) es mucho más imperaL3_qu~_se.. !e~pongan
Sistema, norma y habla
7S
tiva: la norma de San Pablo sólo admite las realizaciones s y Z
y la de Río S, z, t, y no como facultativas, sino como obligatorias, según la naturaleza del fonema que sigue. Así que, en
un caso como os olhos, la norma de Río, por lo que concierne
a la s de os, no sólo exige que la realización constituya variante
acústica de un determinado archifonema, sino también que la
variante sea dental y sonora (z J.
~ Los ejemplos pueden multiplicarse indefinidamente. Así,
en latín clásico había un único fonema lul, pero su realización
normal era consonántica o vocálica, según las posiciones, lo cual
llevó a su escisión en dos fonemas distintos; en el sistem!...
~~-l! u de puis,_.~~!t_~_~~~}~t~~E1is~~_!?I?~~.!_.9,~~_
~c:aliza loa u de_pu,:, étude, pero e~ la n_orma 11:1_ u~~_P1i~s!_!._uite
es una consonante, mientras que la de pur, étude es una vocal,
i~n~ ~eali~ación vocál~,?a. de Ía u de puis, s~it~-resultáría año.i~_tª 1<?~~os de la mayoría de los franceses; en ruso y en rumano el fonema lel se reaifza obÜgatoriamente como je en
determinadas posiciones; la segunda 1 del ingl. little y la 1 del
fr. peuple son distintas en la norma de la primera 1 de tittle y
de la 1 de lac, siendo sordas y no sonoras, mientras que desde el
punto de vista del sistema son variantes del mismo fonema.
3. 1. .!or lo que concierne a la distinción entre norma y
sistema
en el campo de la morfología,
y también__ para aclarar
..
..--0."
~l carácter social-cultural de la norma, pensamos que las eVIdencias inmediatas habrá que buscarlas en los errores de flexion
que hacen los niños, o, en general, las personas que no conocen
suficientemente la norma. En efecto, tales errores proceden casi
siempre de una aplicación de las oposiciones funcionales del
sistema contraria a la aplicación consagrada como normal en
la respectiva comunidad lingüística, es decir, de la utilización
anormal de medios que el sistema proporciona como formas
ideales, desligadas del uso concreto, pero que la norma ha fiw
•• , . . .
-"1
76
Teoría del lenguaje y lingüistica general
jado, codificado y clasificado en moldes tradicionales de realización. Si un niño inglés dice s. ox, pI. oxes (en lugar de oxettJ,
y un niño francés s. carnaval - pI. carnavaux (en lugar de carnavals J, es ,J?9~9.\l_e _el ,!~~t,eI?a ¡::!?,ntiene,~fflc!jy.aI!l:~n!e_(;o~~~p.ti­
_~~s t~~~~_.?p_osic~(:m_es;_ pero en l~ nopIl'l. el1as.1!Q_~~.!'e..a!iza~_ en_
es~os_cas,os, sino en otros (ass-asses, cheval- chevaux). . ~xis.t:,
.p5>r~o._tanto, en la morfología, la misma opo§ición, en el plano
Ee la _norma entre «variantes obligatorias» que ya encontra.II1.()S en J~_ fonQlogía: desde el punto de vista f1l]lcional, o!-.es
y oxen son intercambiables, puesto que las dos_ f0l"!!!!lli se ~º'~
!iep-4~I!_.~.!l!9_jlltl}:lil!~~~Q_~~_!!.~rma admite sól~...9.xen. De la
misma manera, son intercambiables, en el;~lano funcional,
"estea» y esté, «andé» y anduve '{en el sistema de virtualidades
de la lengua, estea se opone a estoy, cOmo sea a soy; y andé se
opone a andar como canté a cantar), ..R~~?. ..!~ _~~~.~s.p~!i()la
sólo admite esté y anduve.
y nuestras gramáticas latinas hablan de sustantivos de la
3.8 declinación que «admiten» en el acusativo la desinencia -em
o -im y en el ablativo -e o -i (febris, pelvis, securis, etc.), y de
otros nombres que en la declinación pueden seguir el paradigma de la 2. B declinación y, en gran parte, también el de la 4.B
(cupressus, fagus, ficus, laurus, etc.). Ahora, indudablemente,
1Ltl.!??_tl!l~ ,~l?t:>_c~.~!1,>la ..historia del sistema latino en la que
coexistían las posibilidades referidas pero la norma nunca fue
-totalmente indiferente, sino que siempre- préfiri"Ó' una u otr~­
Jie l~s_ fOl1l1~§ indica~as: hubo un continuo desplazamiento de
la norma en favor de las desinencias -em, -e y del paradigma
de la 2.B declinación, respectivamente.
3. 2. Fenómenos análogos pueden observarse en su devenir en el rumano actual. En efecto, en rumano los nombres
de dos géneros (masculinos en el singular y femeninos en el
plural) que no terminen en -e o -iu pueden tener el plural en
-e (scaun, silla, pI. scaune) o en -uri (cer, cielo, pI. ceruri J. G~
o
Sistema, norma '1 habla
77
neralmente tienen -e los polisílabos y -uri los monosílabos; sin
embargo, muchos nombres admiten las dos desinencias (chibrit, fósforo, pI. chibrite o chibritun), pero la norma nunca es
indiferente, prefiriendo siempre una de las dos formas (y parece desplazarse cada vez más en favor de la desinencia -un).
Una serie de diminutivos rumanos presentan en el singular
----'"~-_ •••- .••.•••_'.,., .............. "_"'''_- - - - . - -.. it: ... ..,...,.-~~los sufijos intercambiables -ici1 o -ea (rindunialí, nnaunea -golondrina; floricialí, flor(éea -floreCiti)y'hacen-er-¡Jlü.iat, respectiy.~~ente, ~n"~lc(o en -ete (rindunici, riridunele );'Iii's -dos oposiciop:~~,~Jntercambiables en el sisterp~,_E.e~<?'ia._~n0rIEap'~~:
ªere -ici1 en el singular y -ele ~~!..P.~tl~~! lrindunicií - rin~unele,
floricici1- floricele), por lo cual está surgiendo en el sistema
u.n~ nueva oposición -icií / -ele, por cruce de' ías dos préce-dentes.
Pero el caso más interesante es el de los femeninos en -lío
Pueden, éstos, tener el plural en -e, sin metafonía (casa - case),
o el plural en -i, con metafonía ({ard, país, {ari). En el sistema,
los plurales son equivalentes, tanto que prácticamente todos los
nombres indicados podrían tener ambas formas; sin embargo,
en cada caso, la norma prefiere netamente una u otra de ellas,
con tendencia general a preferir, según parece, las formas en
-i con metafonía (el plural normal de §coald - escuela, es actualmente §coli, pero la norma anterior, §coale,. se conserva en el
nombre de una institución creada en el siglo pasado: Casa
Scoálelor ).
3. 3. Naturalmente, en el paso de una norma a otra hay un
momento en el que la norma es incierta, sobre todo si queremos comprobarla en todo un idiom~ :~~~liº-a..cl.L.l!~..Y;!!i~
2QI::g:l,a.sparciales (soci~lt:~! !:.~~!(?,na~es), dado8.1!~. ~~.~()!I!l~!.J~~r..
,su I}1i~I}1a índoJeL..._es~iempre menos g~nenll 'lu~ _c:!...._~!~~el!la.~
Considérese, por ejemplo, el caso del dativo y acusativo del pronombre personal de 3.- persona, donde el sistema ofrece toda
una serie de posibilidades: 1) le-lo; 2) le-le; 3) 10-10; 4) le-la,'
S) la-la. En el Río de la Plata, constituyen norma las posibili-
78
Teoría del lenguaje y lingüística general
dades 1) Y 4), respectivamente, para el masculino y femenino.
En España, la norma culta es le-lo para los objetos de género
masculino, le-la para el femenino y oscila entre le-lo y le-le, con
ventaja de estos últimos, para las personas masculinas; la-la
es popular; 10-10 es plebeyo 134.
4. 1~~:r:. lo 9.ue concierne a la formación de las palabras,
~la derivación y composición, la distinciÓn entre'ñonna y sis~
tema se manifiesta en relación con las necesidades expresivas
5:otidianas de cualquier hablante. Si consideráramos como iri~
existentes las palabras que no se encuentran en el Diccionario
de la Academia (código de la norma), no podríamos decir planteo, concretamiento, ocultamiento, sincronización, sacapuntas;
podríamos emplear papal sólo en el sentido de «perteneciente
o relativo al papa» y no en el de «plantación de papas»; podríamos decir patatizar y labializar pero no palatización y labialización; podríamos decir nasalidad, nasalizar, nasalización,
pero no velaridad, velarizar, velarizaciónJ!!j;!qe "ser. que varias
Q~ estas palabras ~o existan en la norma pero existen de alguna manera en el sistema, en el conjunto de estructuras, posibilidades y oposiciones funcionales de la lengua española. En
~. sist~ma existen como virtuales todos l~s nombres posibí~~
~n -miento y -ción, derivados de verbos; todos los verbos posi:_
bIes en -izar y los abstractos en -idad, etc., independientemente
c!e su consagración por la norm.a:_C!.l sistemli e.s u:g. cop.junto
<;le vías cerradas y vías abiertas, de coordenadas prolongables
y no prolongables. Son prolongables las líneas de los verbos
en -ear, -izar, -ecer, pero no las de los verbos en -er, -ir; se pueden ampliar indefinidamente las líneas de los derivados en
-ción, -miento, pero no la de los derivados en -iego. De carta no
podemos derivar un aumentativo en -ón, porque encontramos el
134 ef. R. LAPESA, Historia de la lengua española, 2." ed., Madrid, s. a.
[1950], pág. 291.
Sistema, norma y habla
79
camino cerrado por cartón; y para el contrario del término
fonológico pertinente nos resistimos a emplear el prefijo negativo in-, porque encontramos el camino cerrado por otro impertinente; así como en italiano los pueblos del Norte pueden llamarse nordici pero los del Sur no se llaman sudici (pI. de
sudicio, sucio), sino meridionali. Pero sacapuntas es perfectamente legítimo desde el punto de vista del sistema (cf. sacamuelas, sacapelotas, sacabotas, sacacorchos, etc.) y sacaclavos
es «americanismo» sólo porque en este sentido la norma española ya tiene consagrado el término desclavador. Y papal, en el
sentido de «plantación de papas» no es «americanismo» sino
desde el punto de vista de la norma actual de España, mientras
que desde el punto de vista del sistema es formación de lo más
castiza. En efecto, palabras perfectamente españolas se crean
no sólo en España, sino también en América, porque también
en América funciona el sistema lingiiístico español y, si las
palabras nuevas representan realizaciones de posibilidades del
sistema, nada importa que hayan surgido en Madrid o en Montevideo.
4. 2:-.AJ:!ora, también por lo que cOJlcierne a _~ _d~:,iy~ci.~!l.!
norma escoge, fija y opone las variantes. ~sí, por ej., para
el femenino de los nombres de agente en -tor, el sistema proporciona las posibilidades -tora y -triz, pero en la realización normal esos modelos se oponen y se diversifican: la norma prefiere
actriz y directora, reservando actora para el derecho y directriz para la geometría (con lo cual dos variantes intercambiables se vuelven unidades distintas). Así, también, la norma acl\
mite la oposición maestro/maestra, pero no la oposición ministro/ministra; prefiere oyente a oidor, navegante a navegador;
y la misma norma limitada que permite estudiante/estudianta,
presidente/presidenta no admite navegante/naveganta ni amante/amanta, es decir, que realiza sólo parcialmente el sistema.
l~
Teoría del lenguaje y lingüística general
80
S. 1. Má:~ ,~~i!ícil pare~e C<>.lIlprobar la distinción entre ~'!~­
ma y sistema en el ~P..Q ~intáctjcQ Sjn embargo, creemos que
puede hacerse, porque no consideramos que este campo pertenece al «habla» más bien que a la «lengua», como afirman
varios autores (Gardiner, Bühler, Br0ndal).
5. 2. Como de costumbre, nos encontramos aqlÚ con el desarrollo, a
nuestro entender unilateral, de una idea saussureana. En efecto, Saus~_afirma que pertenecen al _hf!bla das combinacion~--p~~'''i~' -cual~s
c:L.~1fjeto ~ablante utiliz,a _eL~d1B.o de, l~ lengua con miras a expresar su
pensamiento personal» 135.
-.... ~ ...
...._---'-'---.....
En otro lugar 136, Saussure se pregunta .¿hasta qué pWlto pertenece
la .oración a la lengua?», y anota la infinita variedad de las oraciones, y,
finalmente, en otro capítulo, contesta su propia pregWlta, afirmando que
"la oración pertenece al habla, no a la lengua» 137. Esta última afirmación
se encuentra repetida como dogma en la lingüística post-saussureana. Pero
¿qué quiere decir esa frase de Saussure? Simplemente, que la oración
!:s la unidad de expresión, lo ~;:¡~ ·~s innegable. Pero estO no sipiliCá
que no tenga estructura lingüística determinada. Si se quÍere señalar, en'
cambio, el carácter inédito de toda oración y la infinita variedad de las
oraciones, cabe observar que los elementos de la expresión (palabras concretas, sonidos que componen las palabras) son tan inéditos en el hablar
concreto como la oración misma y que lo de la variedad de las oraciones
no es de por sí Wla comprobación lingüística, sino una comprobación
acerca de la infinita variedad de los sentiniientos y pensamientos humanos que se expresan en el lenguaje (la misma observación puede hacerse
acerca de los sonidos, acerca de la variedad de significados que se atribuyen a un signo, etc.). Tampoco nos parece válido el argumento contrario, aducido por Brfllndal, según el cual los tipos de orac!ó.n serían generales y no característicos de esta o de aquella lengua IJI!; se afinna con
esto sólo la admirable universalidad y homogeneidad del'espíritu humano,
aWl en su infinita variedad y multiplicidad (y ésta no es una paradoja).
~._ ¡;lec.ir, gue la oración es infinitamente variable y Wlj-~ersal por lo que_
tpcpresa, pero no nos parece que lo sea también por cómo lo expresa: en
~~.~~ tiene de lingüístico, la oración «pertenece a la Íengua» en l~ ~isin.!.
_.'--~~.'.'
1JS
136
137
138
~
,~."
CLG, pág. 57.
CLG, pág. 182.
CLG, pág. 209.
V. BRfIlNDAL, Morfologi og Synttu, pág. 5.
Sistema, norma y habla
~~J.QLg~mAs
hecbQS del
81
lengy~je~-n_~ir.
por su estructura
ide~lJ'_E01:.}!.E.~I1E~_~e_~~_E:~izació~ª! mismoSaussure, por otra
parte. considera que la oración pertenece al habla sólo hasta cierto punto,
pues que el sintagma (que puede ser parte de una oración o también
una oración entera). queda dentro de la lengua 139. se realiza según las
reglas de la lengua. Y Gardner. como vimos. reconoce que las funciones
sintácticas se encuentran en la «lengua_ como esquemas. estructuras. m<>delos no aplicados. Pero ¿y los demás hechos lingüísticos existen acaso
de otra manera en el sistema? Los sonidos. los vocablos. ¿no existen ellos
también sólo como esquemas. como estructuras ideales. en el mismo sistema abstracto? ¿De qué manera. si no como estructura asociada y opuesta a otras estructuras. existe en la -lengua» una palabra como lato lupuslupi -lupo -lupum 140. o como esp. veo - vemos - vela - viendo? Si la .Iengua».
COlDO dice Gardiner. es un «saber,.. este saber comprende también los
esquemas sintácticos. que. a nuestro entender. no. se distinguen esencialmente de los esquemas de las unidades fónicas y significativas 141. En
efecto. nosotros podemos estudiar el sistema de la sintaxis latina y
construir hoy fraseo; latinas que realicen ese sistema. Podrá decirse que
la sintaxis latina. y la sintaxis de cualquier lengua. se estudia sobre la
base de hechos de habla. es decir. de frases realmente documentadas.
Pero esto no ocurre sólo con la frase: todos los hechos de lengua deben
haber sido alguna vez habla. Así. por ejemplo. nnsotros no reconocemos
para el latín clásico una forma *dee. vocativo regular de deus. simplemente porque no la encontramos documentada 142.
Entonces. ¿hasta qué punto la oración pertenece al habla? Ya vimos
la contestación implícita en el mismo Saussure. que atribuye a la lengua
los modelos fijos y tradicionales de sintagmas 143. y no sólo las fórmulas.
139
CLG. págs. 209-211.
V. A. Msn.urr. Le caractere concret du mot. en Ling. Histor. et
Ling. Gén .• n. París. 1936. pág. 9 Y sigs. Cf. también CH. BAllY. Ling. gbl.
et ling. fr .• págs. 289-290.
141 Cf.• a este respecto. el informe presentado por Bohumil Trnka ante
el VI Congreso Internacional de Lingüistas acerca del problema de la
definición de la morfología y de la sintaxis (en Actes du Sixieme Congres
Intemational de Linguistes. Rapports .... París. 1948. págs. 19-30).
142 Podríamos postularla. tratándose de una forma perfectamente
posible desde el punto de vista del sistema; pero la lengua no es sólo
sistema. sino también norma. Y. cuando lo encontramos en la norma. el
vocativo de deus no es dee. sino deus.
143 CLG. págs. 209-211.
140
T. U!NGUA.JB.~
82
Teoría del lenguaje y lingüística general
"los giros que no se pueden improvisar», sino también «todos los tipos
de sintagmas construidos sobre formas regulares», las combinaciones
correspondientes a tipos generales que «tienen su base en la lengua en
forma de recuerdos concretos». Pero ¿hay en la lengua, entendida como
«acervo idiomático» -como aquí se la entiende-, algo que no tenga
su base en recuerdos concretos, que no sea abstracción estructurada
sobre recuerdos concretos? Pues de abstracción se trata (si por abstracción se entiende .. formalización", «idealización»), ya que, al afirmar la
existencia de «tipos generales», se afirma exactamente lo contrario de lo
concreto de la lengua (a pesar de que, para Saussure, eso mismo signifique que en ella enada hay de abstracto»). En efecto, si, en el plano
concreto del hablar, la oración es la expresión unitaria e indivisible de
la relación que se establece entre un signo y una situación, o entre una
serie de signos, por un lado, y entre la misma serie (tomada como
conjunto, como unidad) y una situación, por el otro lado, es evidente
que, en el plano abstracto del sistema, la oración no puede ser sino
modelo general, esquema ideal, de esas relaciones.~ l?!a(;i9.!l..L1'}les... ~_Q!!l.Q
_ " !le.cho lingüístico, pertenece a la «lengua» como estructura, como
forma ideal, y pertenece, en cambio, al habla, como realización com'o uüH~
-;'dó~ concreta, fndividual, de ÚDa estructura ideal'; pertenece exchisivá~'
.mente al habla sólo lo que es expresión informe, carencia de estructura:
J~l anacoluto, los lapsus, las interrupciones 144.
La verdadera dificultad surge, según nosotros', del hecho de que, ya
en el hablar concreto, la función sintáctica es una función de tipo especial: una función de relación. Ella puede expresarse mediante morfemas,
pero no está en los morfemas mismos -que de por sí se encuentran en
el plano paradigmático-, sino en la relación (régimen, concordancia) que
se establece entre los signos, en virtud de los morfemas que presentan
(y entre los morfemas incluimos también el orden de los signos), y, al
mismo tiempo, entre el conjunto de los signos y la situación. Y esa relación -la única que se encuentra en el plano propiamente sintagmáticoes de por sí totalmente inmaterial: materialmente puede caracterizarse
apenas por su unidad melódica, que, justamente por eso, ha sido tomada
por ciertos estudiosos, y en particular por J. Stenzel, como fundamento
para la definición de la oración 145. Pero si el hablar consiste, precisamente, en establecer esa misma relación, es evidente que lo que nos pone en
Cf. K. VOSSLER, Filos. del lenguaje, págs. 184-185.
Cf J. STENZEL, Filosofía del lenguaje, tr. esp., Madrid, 1935, páginas 67-71 y 75-78.
144
145
Sistema, norma y habla
83
condición de hablar, el saber lin¡ilistico, el acervo idiomátiCo, debe contener no sólo los si¡nos aislados (conocer todo el vocabulario de una
lengua no significa todavía conocer 'la lengua misma), sino también la
manera de actualizarlos y de relacionarlos, entre ellos y con una situación 146. Y, si el sistema lingüístico es el sistema abstracto de las oposi.~}~nes qu-;-;~establecen en el habia:' concreto .)'..de~~:_~~l~ii~~·q~e~ elfáS-=:
cumplen, es evidente que debe postularse la existencia en el mismo de
.todas lilS funciones lingüísticas: a) las funciones fonológicas otj4tinti'!~,.
9.ue individualizan, separan y distinguen los signos (la f. culminativa,. .~~.
f. delimitativa y la f. distintiva propiamente dicha); b~ las tuncione~~Jk_
ltsticas u orientadoras, que determinan el valor específico del signo en el
acto verbal, orientándolo hacia el hablante, el oyente o la cosa (f. e:x;presiva, f. apelativa, f. deíctica); e) las funciones morfológicas, es decir, fa
función actualiz.adora, que vuelve el signo apto para un empleo concretó
en un acto verbal (o sea, lo introduce en una categoría gramatita1:'I~
nero, número, caso, tiempo, modo, aspecto, persona, etc.);' d) ÍafUtici¿nsintáctica o relacionadora, que relaciona los signos entre ellos, los' coñs-°
ti~uye en unidades expresivas y los refiere a una situación; e) las funciones simbólicas, es decir, la función representativa, que pertenece inmediatamente al signo, como medio cognoscitivo, independientemente de su
actualización y de sus relaciones, y la función asociativa 147, que asocia los
signos como factores de conocimiento, por su forma o por su contenido.
Todas estas funciones son semánticas, puesto que se refieren a los signos
lingüísticos y a su empleo (~ en este sentido, creemos, hay que entender
la famosa (frase de Schuchardt, según la cual -existe una sola gramática
y se llama semántica o, mejor todavía, ciencia de la designación-) 148.
5. 3. En el campo sintáctico, la distinción entre norma y
sistema aparece en primer lugar como distinción entre los tipos generales o «regulares» de construcción y las fórmulas fijas
de las que habla Saussure: mientras que aquéllos pertenecen
Cf. W. PORZIG, Ob. cit., págs. 106-107.
No se confunda con la f. asociativa de la fonología, que es 5610
una función distintiva secundaria.
148 Rugo Schuchardt-Brevier, Halle, 1922, pág. 127.
146
147
84
Teoría del lenguaje y lingüística general
al sistema, éstas representan realizaciones tradicionales de
esquemas contenidos en el sistema mismo, es decir, que son
hechos de norma.
En segundo lugar, aquí también, entre las variantes de un
esquema sintáctico permitidas por el sistema, una puede considerarse como la realización normal en la lengua dada, mientras que las demás, o son anormales, Q adquieren nomlal.idad
sólo en una determinada convención estilística. Así, por ejemplo, en español es normal la frase se me ha dado, pero no lo es
la frase me se ha dado, que, sin embargo, mantiene todas las
distinciones requeridas por el sistema y es, en cambio, normal
en italiano (mi si e dato). En español hay que decir no voy
más, como en italiano (non vado piu), mientras que en rumano
se dice nu mai merg (<<no más voy.), y en alemán ich gehe nicht
mehr (<<yo voy no más»); es decir, que, aquí.....!....~bién, las_~~li­
l!,cio!'-5,s_ n2.~ªle.~~!:~,:te~? _~~._!en~a...m~_s_ ~l.~~ _~~J:~.. ~.o­
siciones funcionales. Del mismo modo, es verdad que en latín
el sistema permitía, para decir «Pedro ama a Pablo», cualquiera
de estas expresiones: Petrus Paulum amat, Paulum Petrus amat.
Petrus amat Paulum, Paulum amat Petrus, Amat Petrus Paulum,
Amat Paulum Petrus,' pero también es verdad que la primera
era la construcción normal, mientras que las demás, o no eran
normales, o tendrían particulares valores estilísticos: el orden
de las palabras en la frase latina era mucho menos arbitrario
y facultativo de lo que dicen nuestros manuales .
en el campo sintáctico dos variantes,
..f.i,gªh;nente,
.
. - .- -..también
... _.
intercambiables desde el :punto de .vista del sistema, pueden
QP9Ilerse en la norma. Así, por ej., el sistema espaftc;( permite,
en determinad~~-~;sos, la construcción de complemento objeto
personal con la preposición a o sin ella; pero es evidente que
en la norma querer· a un criado se opone netamente a querer
.~-
..
~
Sistema, norma y habla
85
un criado 149. (Compárese, en el mismo sentido, el significativo
ejemplo francés estudiado por Bally: croire en Dieu - croire
au diable) IS0.
6. 1. Si~ .. ~mbargo, las dific~lt~~tf:s.lIlay2.~C:s. P~~.}~. q~.~,?~:
<:!.c:..rp.e.;a)a distinción entre nor11U! Y sist~1Jla .s~ e~cu~!l!~.~!l
e.l..carópo del léxico propiamente dicho, es decir, eJ:l_.e.~ .~~l?~
~o}lde actúan las funciones a las qUe;! llam.am~~ .. '-~p'!"ese..ntativa
La!.o.c!.'!.t!~a. Pero no se trata de dificultades inherentes a la distinción misma, sino de dificultades que se deben a la enorme
complejidad e infinita variedad de las oposiciones que se establecen en este campo y que hacen tan arduo el estudio sistemático del vocabulario: en efecto, a pesar de los gigantescos esfuerzos que se han hecho, aun los grandes monumentos lexicográficos no dejan de ser, en máxima parte, simples repertorios
en los que las palabras se consideran como entidades aisladas,
y no como elementos de un sistema, orgánicamente opuestos
y asociados. Las oposiciones fundamentales podrán, quizá, distinguirse y reducirse aquí también a tipos constantes (abandonándose, desde luego, el arbitrario orden alfabético), pero su
número resultará, sin duda, mucho más elevado que el de las
oposiciones comprobadas en el campo fónico, en la morfología,
en la formación de las palabras y en la sintaxis.
6. 2. Creemos que, por lo que concierne al léxico, corresponden al sistema' la particular ~lasificación conceptual del
mundo que toda lengua representa (función representativa) y
la manera peculiar con que esa clasificación se realiza fonnalmente en cada idioma, tanto en el momento de la creación del
signo como en sU,repetición (función asociativa). Considérese,
por ejemplo, el caso del persa khordl1n, al cual corresponden, en
esp. dos verbos, comer y beber (y a nuestro comer, corresponde
149 ef. K. VOSSLER, Algunos caracteres de la cultura española, Buenos
Aires, 1941, pág. 68.
ISO Festschrlft Tappolet, Basilea, 1935. págs. 9-15.
86
Teoría del lenguaje y lingüística general
en alemán essen y tressen, empleados, respectivamente, para
seres humanos y para animales, y en tamanaco, lengua indígena
del Brasil, jucurú, jemerí, janerí, respectivamente: «comer pan»,
«comer fruta o mieh, «comer carne>,) 15\, o el caso dellat. esse,
al cual corresponden en español ser y estar (y también existir,
hallarse, haber): son, éstas, diferencias de sistema, desde el
punto de vista de la representación, con las que se enfrenta
quienquiera que haya consultado alguna vez un diccionario bilingüe o haya traducido de una lengua a otra. Por 10 que atañe
a las diferencias sistemáticas asociativas, obsérvese que para
los latinos el nombre de la luna (luna<*lucsna<*loucsna) significaba en su origen «la resplandeciente», relacionándose con
luceo, mientras que para los griegos (Ile:(<;, Il~v) se relacionaba,
como para los eslavos, con la idea de «medir» (el tiempo), o que
a nombres como ing. bat, it. pipistrello, fr. chauve-souris, esp.
murciélago corresponden asociaciones distintas en los respectivos idiomas: lo mismo puede comprobarse también en ejemplos triviales, como el de esp. sobretodo «(sobre-todo», como
el ing. overall, al cual traduce) frente a it. soprabito ((sobrevestido»), fr. pardessus ((por-encima»); o el de agujero, que se
relaciona con aguja, lo cual no ocurre con fr. trou, it. buco; o
el de esp. tenedor, relacionado con tener, mientras que it. torchetta, fr. tourchette se relacionan con torca, tourche, etc.
6. 3. Por lo que concierne a la norma, o sea a la realización normal del sistema, se comprueba que, aquí también, entre las variantes admitidas por el sistema, tanto desde el punto
de vista signHicativo como desde el punto de vista formal, una
suele ser la normal, mientras que las demás, o resultan anormales, o tienen un determinado valor estilístico. Así, es evidente
que, en casos de los más comunes, como brazo, árbol, casa,
mar, un determinado significado es «nuclear» o principal, mien-
151
ef.
A.
PAGLIARIO,
Corso di glott., 1, pág. 89.
Sistema, norma y habla
87
tras que los demás son «laterales», dentro de la esfera de significados posibles de esos nombres; como también que, entre
perro y can, la primera es la variante normal en español. Mas
el hecho de existir los significados «laterales» o secundarios
(permitidos por el sistema pero no comunes, o complementarios,
o fijados en determinados empleos tradicionales, en la norma),
es muy importante, pues explica el mecanismo de muchos cambios semánticos 152, dado que, justamente por los significados
«laterales», las esferas significativas de los varios signos se entrecruzan y se relacionan (cf., por ej., cándido, 'blanco' ~ 'sin
m~ncha' ~ 'sin culpa' ~ inocente, por lo cual tenemos: cándido,
'inocente, puro, ingenuo') 153.
y también aquí se comprueba la oposición, en la norma, de
variantes que corresponden a una única invariante del sistema.
El ejemplo más claro, en este sentido, nos parece el de los sinónimos, cuyo empleo no es casi nunca indiferente en la norma
(por ello se dice que en la lengua no hay sinónimos): en efecto,
tercó no es lo mismo que obstinado, ligar no es lo mismo que
atar, permanecer no es exactamente quedar, tomo no tiene los
mismos empleos que volumen,' del mismo modo, se dice perro
rastrero y no can rastrero, mientras que en la astronomía se
dicen Can mayor y no Perro mayor. Y estas oposiciones en la
norma' también caracterizan las lenguas, como muy bien se
puede comprobar en la traducción: así, por ejemplo, es notable
y merecería un estudio particular el caso de las parejas de verbos españoles, derivados respectivamente del infinitivo y del
supino latino, a los cuales corresponde, en cada caso, un único
verbo en francés y en italiano (cf. concurrir - concursar, diferir-
PISANI, L'Etimologia, Milán, 1947, pág. 158 y sigs.
En nuestro análisis de la lengua de Jon Barbu (com. cit.J indicáhamos una serie de cambios semánticos de ese tipo realizados por el
poeta: cambios legítimos e inteligibles desde el punto de vista del sistema, pero insólitos desde el punto de vista de la norma.
152153
ef. v.
88
Teoría del lenguaje y lingüística general
dilatar, transferir - trasladar, frente a fr. concourir, différer,
transférer; it. concorrere, differire, trasterire).
Asimismo es evidente que no todas las asociaciones osib
en el sistema (por el lado el contenido o por el lado de la forma) 154 se dañ tambIén en la norma: considérese que la labor
creativa en el lenguaJe, y !n particular la labor poética, consiste
~n gran parte en descubrir cada vez nuevas asociaciones signi.
ficativas (imágenes) o formales (rima, asonancia, aliteración,
armonía ImItatIva, etc.), pOSIbles en el sistema (es decir, virtual·
mtlite existentes), pero médItas en la norma. Ejemplos intere·
smffes en este sentido son los que nos ofrecen los términos correlativos y los 'antónimos, que no tienen en la nonna empleos
correlativos o exactamente contrarios, como los podrían tener
desde el punto de vista del sistema; así, una pieza en la que
se come se llama comedor, pero una pieza en la que se bebe no
se llama bebedor; a origen oscuro corresponde normalmente
origen ilustre, más bien que origen claro; los contrarios norma·
les de implacable, imperturbable, impasible no son placable,
perturbable, pasible,' lo contrario de una muchacha imposible
no es una muchacha posible; a un hombre bien no corresponde
un hombre mal, y a una pregunta como «¿Vamos? se puede
contestar «Bien. (sí), pero no «Mal» (no).
Y, viceversa, el pan blanco se opone el pan negro, que no es
negro, y al agua salada el agua dulce, que es simplemente nosalada 155. Se trata siempre de oposiciones en la norma, ~
caracterizan los 1 iomas a los que pertenecen; así, nuestro
vmo unto es rojo en italiano ( vino rosso) y negro en serviocroata (crno vino).
--
7. Hemos comprobado, pues, que en todos los campos, en
todas las funciones que se pueden considerar en el lenguaje, es
154
155
Cf. eLG, págs. 211·213.
Cf. V. PISANI, Ob. cit., pág. 178.
Sistema, norma y habla
89
posible y necesario distinguir los dos aspectos de norma
SlS ema, para una comprensión más íntima de los hechos lin'gtmhcos; o, mejor, que, al lado ({el sístema funcional hay que
atstftrgUir a rea lzaCl n norma, o sea, un grado inferior de abstracción, que tambIén caracterIza las len as. En efecto, si al
SIstema ono gICO de una engua corresponde, grosso modo,
10 que Sweet llamaba broad transcription (transcripción fonética amplia), es indudable que ésta no agota la descripción fónica
de la lengua misma, que presenta siempre, como características
generales, y no accesorias y esporádicas, también hechos comprobables sólo en una narrow transcription (transcripción estrecha), Se observa, asimismo, que las formas ideales que se
atribuyen al sistema se realizan de la misma manera aun cuando no tienen valor funcional (así, por ej" en una lengua como
la latina, los casos desinenciales subsisten también ahí donde
la función se indica suficientemente mediante preposiciones);
que las variantes facultativas de realización no son tales desde
el punto de vista de la norma, la cual exige realizaciones determinadas; que las variantes combinatorias normales, aun en el
campo fónico (donde aparentemente tendrían aspecto de "necesidad» física u orgánica), distan mucho de ser idénticas en
las varias lenguas; y que, finalmente, en el campo de la norma
surgen oposiciones secundarias «obligatorias», que no corresponden a oposiciones funcionales del sistema, pero que, sin
embargo, constituyen rasgos generales e indispensables de la
lengua considerada.
La norma puede coincidir aparentemente con el sistema
(cú'ando el sistema ofrece una única p-osibilidad), así como la
realización individual puede coincidir con la norma, pero esto
no significa que pueda dejarse de distinguir los dos conceptos,
que se refieren a distintos planos de abstracción. Sin embargo,
la distinción adquiere evidencia sobre todo ahí donde el sistema .admite una serie de variantes de realJ~~ción, aparentemente
90
Teoría del lenguaje y lingüística general
facultativas, como en el caso de las vocales e y o en español,
del plural de los nombres femeninos en rumano, o de la reduplicación y repetición mediata, fenómenos que tanta importancia tienen en la estructura de las lenguas turcas 156.
Aclaramos, además, que no se trata de la norma en el sentido corriente, establecida o impuesta según criterios de corrección y de valoración subjetiva de lo expresado, sino de la norma
objetivamente comprobable en una lengua, la norma que se:..
guimos necesariamente por ser miembros de una comunidad
lingüística, y no aquella segán la cuál se reconoce que «hablamos bIen» o de manera ejemplar, en la misma comunidad. Al
.com robar ~~------~~~~~~----------~--~la norma a la que nos referimos, se comprueba cómo
se dice y no se indica e mo se e e ectr: os conceptos que,
'con res cto a ella, se oponen son normaÍ y anormal, y no correcto e incorrecto. El hec o de que las dos normas puedan
coincidir no nos interesa aquí; cabe, sin embargo, señalar que
muchas veces no coinciden, dado que la «norma normal» se adelanta a la «norma correcta», eS siempre anterior a su propia
codificación.
VI.
ESBOZO DE UNA TEOlÚA COHERENTE DBL HABLAR
Y DE SU FORMALIZACIÓN
1. Trataremos ahora de colocar los conceptos que hemos
distinguido en una visión coherente y unitaria del lenguaje como actividad creadora.
2. En el lenguaje como actividad -incluyendo los factores
que lo condiCIOnan necesariamente, pero excluyendo el aspecto
puramente físico-fisiológico y, por el momento, también las de156 Cf. J. DENY, Structure de la langue turque, CILUP, IX, 1949, páginas 17-51.
Sistema, norma y habla
91
terminaciones sociales- distinguimos, en primer lugar, UD aspecto psíquico (lenguaje virtual) y un aspecto propiamente lingilistico (hablar concreto, lenguaje realizado J.
En el as ecto sí uico, anterior al acto lingrustico concretamente registrable, distinguimos e sa er que es condicl n :...
hablar, es decir, el acervo lingüístico ( SprachbesitzJ, y el impulso expresivo, o sea, la intuición particular que requiere expresión concreta, material (d. el habla de Sechehaye, Devoto,
Brandal). De por sí, este último concepto no es un concepto
propiamente lingüístico -aunque interese en la lingüística y
aunque pueda llegarse a él por medio de la lingüística-, sino
psicológico: pertenece a la psicología, y no sólo a la psicología
del lenguaje, sino a la psicología de la expresión en generaL!.
la psicología del lenguaje pertenece, en cambio, el Sprachbesitz,
que es siempre mdlVlduaI socIal al mIsmo tiem o (dado que se
cons Ituye en el individuo sobre la base de la memoria de los actos lingüísticos por él experimentados en la comunidad, corno
hablante y corno oyente), pero que puede comprobarse en un individuo (Sprachbesitz individual, cf. el 2.° concepto de «lengua,.
en W. Porzig) o en un grupo de individuos (Sprachbesitz social J. Este último puede considerarse corno suma de acervos
lingüísticos individuales o, mejor, corno sistema de los aspectos
comunes comparables en tales acervos (d. la «lengua,. social
precedente al habla individual, en la concepción de Saussure, Bally, Gardiner, Porzig, y también Jespersen, 3).
El hablar concreto uede, a su vez, considerarse en su realidad inme
m de ac
i!!ísticos registrados (cf. el habla y la lengua de PenttiUi, el
habla de fórmula 1 + l' + 1"... de Saussure, el «producto
lingüístico,. de Bühler, el primer concepto de «Iengua,. en W.
Porzig), a la que llamaremos material lingüístico. Sobre la base
de los a~tos lingüísticos concretos, se constituye corno abstracción (cf. Humboldt, Paul, Jespersen, erose, Bertoni), como
92
Teoría del lenguaje y lingüística general
'Sistema de isoglosas (aspectos comunes comprobados en los actos considerados), el objeto ideal lengua_con respecto al cual
la formulación conceptual más cIara y coherente, en este sentido, ha sido dada, según nosotros, por Vittore Pisani 157.
Tenemos, por consiguiente, el esquema:
Lenguaje virtual
(aspecto psíquico)
Lenguaje realizado
(aspecto lingWstico)
Acervo ling. social
Acto lingÜístico
t
Acervo ling. individual
Material lingWstico
Impulso expresivo
Lengua: sistema de isoglosas
El término lenguaje nombra. pues. un concepto que, para
nosotros, se identifica con el hablar concreto, es decir, con
la actividad lingüística, dado que el aspecto psíquico que aparece en el esquema no es sino lenguaje «virtuab, o sea, por
un lado, memoria estratificada, generalizada y formalizada de
actos lingüísticos reales y, por otro lado, condición y posibilidad de un nuevo hablar concreto. Pero no vemos ningún obstáculo para que se ~mplee lenguaje como término general para
indicar el conjunto de conceptos hablar - acervo lingüísticolengua. si se tiene siempre presente que se trata, en último análisis, del mismo fenómeno considerado desde tres puntos de
vista distintos :(!)en su realidad c~::mcreta;C%j)en su virtualidad
157 ef. V. PISANI. La lingua e la sua storia. ahora en Linguistica generale e indeuropea. Milán. 1947, págs. 9-19.
Sistema, norma y habla
93
y como condición, como «substrato», del hablar concreto;C!)
como abstracción que se estructura sobre la base de los actos
lingüísticos concretos; y que la lengua se comprueba sólo en el
hablar 158.
Ahora, adoptando el punto de vista de un acto lingüístico
concreto, podemos considerar una lengua que comprenda en
una isoglosa ese mismo acto, pero también una «lengua anterior», sistema establecido, en la misma comunidad, sobre la
base de los actos lingüísticos precedentes al acto al que nos
enfrentamos: el sistema en el que se encuentra,n los modelos
de ese mismo acto, o con respecto al cual el acto se presenta
como innovación. Ese concepto de «lengua anterior» es importante, porque corresponde, justamente, a una realidad histórica
tc:intinuada por el nuevo acto considerado, al cuadro en el que
se realiza como hablar una nueva intuición individual e inédita;
es un concepto lingüístico, por constituirse desde un punto de
vista estrictamente lingüístico, pero, por su contenido, coincide
prácticamente (por lo menos en gran parte) en el individuo o
en el grupo de individuos considerados, con el concepto psicológico o socio-psicológico de «saber» o «acervo lingüístico lO.
Aquí tambien se trata de modos distintos de encarar los mismos objetos, más bien que de objetos distintos: por un lado,
se elabora una generalización sobre la base de fenómenos concretos; por el otro, se considera la misma generalización como
saber depositado en la memoria de uno o más individuos. Pero,
por eso mismo, el concepto de «acervo lingüístico» resulta exterior a la lingüística, que estructura sus abstracciones exclusivamente sobre la base de hechos concretamente registrados, y
158 Cabe señalar, sin embargo, que la distinción entre lengua y lenguaje puede hacerse en este sentido en español, como en francés (languelangage), en italiano (lingua-linguaggioJ, en portugués (lingua-linguagem),
o en rumano (limbá-limbaj), pero no se puede hacer tan netamente en
inglés o alemán, donde un único término (language, Sprache) corresponde
a los dos conceptos.
94
Teoría del lenguaje y lingüistica general
no sobre virtualidades o conjuntos de representaciones no investigables con medios glotológicos.
3. 1. Sobre la base del mismo hablar concreto, única realidad investigable del lenguaje, han de elaborarse, según nosotros, los conceptos de norma y sistema, mediante una visión
retrospectiva que tenga en cuenta las relaciones entre los actos
lingüísticos considerados y sus modelos. En efecto, los actas
,!!!lgüísticos son actos de creación inédita, por corresponder a
intuiciones inéditas, pero son, al mismo tiempo -por la misma
condición esencial del lenguaje, que es la comunicación-, actos
de re-creación; no son invenciones ex novo y tQtalrnente arbi.
!rarias del individuo hablante, sino que se estructuran sobre
modelos precedentes, a los ue los nuevos actos contienen
al mismo tiempo. supe,!!!!. Es decir, que el hablante uf .
para la expresión de sus intuiciones inéditas, modelos, formas
ideales que encuentra en lo que llamamos «lengua anterior»
al
(sistema precedente de actos lingüísticos). O sea que el indivi·
duo crea su expresión en una lengua, habla una lengua, realiza
concretamente en su hablar moldes, estructuras, de la lengua
de su comunidad. En un primer grado de formalización, esas
estructuras son simplemente normales y tradicionales en la
comunidad, constituyen lo que llamamos norma; pero, en un
plano de abstracción más alto, se desprenden de ellas mismas
una serie de elementos esenciales e indispensables, de oposi·
ciones funcionales: lo que llamamos sistema. Pero z¡grwa Ysistema no son conceptos arbitrarios que nosotros aplicamos
al hablar, sino formas que se manifiestan en el hablar mismo;,
y el camino para llegar a ellos es el camino que parte del ha·
blar concreto y procede por medio de abstracciones sucesivas,
relacionado el hablar, los actos lingüsticos concretos, con sus
modelos, es decir, con un hablar anterior, constituido, median·
te otro proceso de formalización, en sistema de isoglosas. Vale
95
Sistema, norma y habla
decir qUe el sistema y la norma no son realidades autónomas
y opuestas al hablar y tampoco «aspectos del hablar., que es
una realidad unitaria y homogénea, sino Jormas que se com..e.rueban en el mismo hablar, abstracciones Que se elaboran
sobre la base de la actividad lingüística concreta, en relación
Jos modeloS que eIla utIÍWl.
3. 2. Nuestra concepción podría representarse gráficamente mediante el siguiente esquema:
¿¿p
A~---------------------------------------------------------------------------~B
Hablar
a~----------------·-----------.b
Nonna
a·:------______
--, b'
Sistema
~
'--_ _ _ _ _ _ _ _ _ _....!d·
e - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _- - J
d
C~
__________________________________________
~D
El cuadrado mayor A-B-C-D representa el hablar efectivamente comprobado (wirkliches Sprechen, Gespriich), es decir,
los actos lingüísticos concretamente registrados en el momento
mismo de su producción.
El cuadrado intermedio a-b-c-d representa el primer grado
de abstracción. es decir, la norma (Sprachnorm), que contiene
sólo lo que en el hablar concreto es repetición de modelos anteriores. Yale" decir que la operación abstractiva que se cumple
al pasar de A-B-C-D a a-b-c-d implica la eliminación de todo lo
96
Teoría del lenguaje y lingüística general
que en el hablar es aspecto totalmente inédito, variante individual, o<;:asional o momentánea, conservándose sólo los aspectos
comunes que se comprueban en los actos lingüísticos considerados y en sus modelos.
El cuadrado menor a'-b'-e'-d' representa el segundo grado de
abstracción o formalización, es decir, .el sistema (Sprachsyste"!), 3ue contiene sólo lo que en la norma es forma indispensable. oposición funcional, habiéndose eliminado por la nueva
operación abstractiva todo lo que en la norma es simple costu
.
radición constante elemento común en todo
el hablar de la comunidad considerada, pero sin va or
cionaL
o sea, en último análisis, una es ecie de «acompañamiento»
siempre presen e en e abIar. pero inesencial por lo que atañe
a las oposiciones significativas fundamentales que aseguran su
funcionamiento como instrumento cognoscitivo y de comunJ:
~ación. Es decir, que, al pasar de la norma al sistema, se eli'iiiina todo lo que es «variante facultativa» normal o «variante
combinatoria», conservándose sólo lo que es «funcionalmente
-
~rtinente,!..
Ahora, al establecer el concepto de «norma», se efectúa una
doble abstracción, dado que, por un lado, se elimina todo lo
que es puramente subjetivo, originalidad expresiva del individuo (en general y en el momento considerado), y, por otro lado,
se abstrae una norma única, general en la comunidad: en realidad, la norma es variable, según los límites y la índole de
la comunidad considerada. Además, si se consideran los actos
lingüísticos de un solo individuo, hay que introducir en el esquema, entre los límites del hablar y los de la norma social,
un campo intermedio, correspondiente a la norma individual,
es decir, un campo que comprenda todo lo que es repetición,
elemento constante en el hablar del individuo mismo, eliminándose sólo lo puramente ocasional y momentáneo, lo que, hasta
Sistema, norma y habla
97
desde el punto de vista del individuo considerado, es originalidad expresiva absoluta, elemento totalmente inédito.
Si identificamos el hablar con el habla (Rede), todo el lenguaje considerado como actividad copcreta es hgb1g· pero. en
sentido restrictivo, podemos llamar hechos de habla lo que se
elimina en la abstracción que se cumple al pasar de los actos
lingüísticos concretos a la norma individual y, respectivamente,
hechos de norma mdlvldual, hechos de norma social lo ue se
e lmma en as os orma lzaciones sucesiva,!:.
3. 3. Colocándonos en el plano de los actos lingüísticos
concretos, podemos decir que el hablar contiene todos esos hechos y, además, el sistema, dado que norma individual, norma
social y sistema no son sino distintos grados de formalización
del hablar mismo; del mismo modo, la norma individual contiene la norma social y el sistema, y la norma social contiene
el sistema.
Colocándonos, en cambio, en el plano del sistem¡. podemos
considerar las dos normas y el hablar concreto como grados
sucesivos de realiz.ación del mismo. El sistema se presenta, en
efecto, desde este punto de vista, como una entidad abstracta,
«una red de funciones», que se realiza en formas sociales determinadas y más o, menos constantes, las cuales constituyen
un sistema de realiz.aciones normales, también abstracto (norma), que, a su vez, se realiza en n01'mas individuales, así como
éstas se realizan en la infinita variedad y multiplicidad de la
actividad lingüística concreta. Y, dado que los conceptos de
norma social y norma individual no son necesariamente sucesivos (en efecto, desde el comienzo podemos considerar actos
lingüísticos ertenecientes a varios individuos), podemos decir
ue -el sistema es un conjunto de oposiciones funcionales; la
norma s la realización «colectiva» del sistema, que contiene
el sistema mismo y, además, los elementos funcionalmente «nopertinentes», pero normales en el hablar de una comunidad; el
T. LENGUA.JB.-7
98
Teoría del lenguaje y lingüística general
!abl~(o, si se quiere, habla).!:!.la realización individual-con·
creta de la norma, que contiene la norma misma y, además, la
originalidad expresiva de los individuos hablantes .
.J:J=.. El sistema es sistema de posibilidades, de coordenadas
que indican caminos abiertos y caminos cerrados: puede consi·
derarse como conjunto de «imposiciones», pero también, y quizá mejor, como conjunto de libertades, puesto que admite infinitas realizaciones y sólo exige que no se afecten las condiciones
tuncionales del instrumento l~üístico: más bien que <<imperativa», su índole es consultiva' Si se nos permite una ,analogía..
diríamos que el sistema no se impone al hablante más de lo
que la tela y los' colores se imponen al pintor: el pintor no pue·
de salirse de la tela y no puede emplear colores que no tiene,
pero, dentro de los límites de la tela y en el empleo de los colores que posee, su libertad expresiva es absoluta. :_odríamos
decir, pues, que, más bien que imponerse al individ~~ el sist~:
ma se le ofrece, proporcionándole los medios para su expresión
inédita, pero, al mismo tiempo, comprensible, para los q~
lizan el mismo sistema.
Lo que, en realidad, se impone al individuo, limitando su libertad expresiva y comprimiendo las posibilidades ofrecidas
por el sistema dentro del marco fijado por las realizaciones
tradicionales, es la normq Luorma es. en efecto. un sistema
de realizaciones obligadas, de imposiciones sociales y cultura.. ----,-----les, y varía se ún la comunidad. Dentro de la misma comuniad lingüística nacional y dentro de! mismo sistema funcional
pueden comprobarse varias normas (lenguaje familiar, lenguaje
popular, lengua literaria, lenguaje elevado, lenguaje vulgar, etcétera), distintas sobre todo por lo que concierne al vocabulario, pero a menudo también en las formas gramaticales y en
la pronunciación: así, el sueco tiene una pronunciación literaria y elevada y una pronunciación usual y corriente; y en el
mismo Río de la Plata hay todavía quien considera norma
Sistema, norma y habla
99
del hablar elevado (discursos solemnes, lecciones universitarias,
etcétera) la pronunciación castellana .de ce, ci, z, ll, y.
El sistema, en cambio, aun constituyendo la forma ideal lograda por la actividad lingüística de una comunidad a través
de su historia, aparece de cierta manera como autónomo (cf.
Saussure, Bally) y separado de su uso, dado que lo que se emplea en el hablar no es propia y directamente el sistema, sino
formas cada vez nuevas que en el sistema encuentran sólo su
condición, su molde ideal.
La labor espiritual del individuo hablante consiste, justamente, en la aplicación original del sistema, dentro y fuera de
lo permitido por la norma, y la labor espiritual de una comunidad se manifiesta en la norma misma, mientras que el sistema
es algo como el lugar donde ocurren la norma y el hablar concreto.
En su actividad lingüística, el individuo conoce o no conoce
la norma y tiene mayor o menor conciencia del sistema. Al no
conocer la norma, se guía por el sistema, pudiend<? estar o no
estar de acuerdo con la norma (creación analógica); conociéndola, puede repetirla dentro de límites más o menos modestos
de expresividad o rechazarla deliberada.mente e ir más allá de
ella, aprovechando las posibilidades que le pone a disposición
el sistema. Los grandes creadores de lengua -como Dante,
Quevedo, Cervantes, Góngora, Shakespeare, Pu~kin- rompen
conscientemente la norma (que es algo como el «gusto de la
época» en el arte) y, sobre todo, utilizan y realizan en el grado
más alto las posibilidades del sistema: no es una paradoja, ni
una frase hecha, decir que un gran poeta «ha utilizado todas
las posibilidades que le ofrecía la lengua». En este sentido, podemos repetir con Humboldt y Croce que, en realidad, no aprendemos una lengua, sino que aprendemos a crear en una lengua,
es decir, que aprendemos las normas que guían la creación en
una lengua, aprendemos a conocer las directivas, las flechas
-
100
Teoría del lenguaje y lingüística general
indicadores del sistema y los elementos que el sistema nos proporciona como moldes para nuestra expresión inédita.
4. 1. En la distinción que hemos establecido entre sistema
y norma, hemos conservado siempre la relación con el hablar
concreto, con la sustancia fónica del lenguaje, presente de alguna manera hasta en las funciones más inmediatamente fonnales, como las sintácticas. Es posible, sin embargo, llegar a una
abstracción más allá del sistema", ignorando totalmente ]a SU ...
tanda fónica: una abstracción a la que podríamos llamar, con
un término hjelmsleviano" esquema: en el esquema nos quedaríamos con las funciones puras, con relaciones algébricas d
«cantidades vacías», despreocupándonos totalmente de cóm
esas funciones se expresan fonemática y morfemáticamente, e
decir, de los elementos fónicos que la lengua considerada ut
liza para expresar las oposiciones que constituyen su sistema
No ignoramos la importancia teórica que puede tener ese con·
cepto, hasta para la comprensión más íntima de los fenómenos
lingüísticos generales. Pero, muy probablemente, esa sincronía
ptIra e integral nos llevaría -completamente fuera de la historia,
y con eso mismo fuera del campo del lenguaje (y de la lingüística), transfonnando nuestra investigación en estudio de la
«mentalidad de los pueblos», de una «forma interior» lógica
más bien que glotológica. La abstracción resultaría probablemente inaplicable en la lingüística históric~, que no puede
ignorar ni la sustancia fónica ni la relación entre los, signos
lingüísticos y las cosas designadas, pero tendría, sin embargo,
utilidad en la llamada «gramática general» y en la comparación
estructural entre las lenguas, dado que sus moldes podrían aplicarse a más de una lengua (así, una gramática esquemática
húngara coincidiría en gran parte con una gramática esquemática turca y una gramática rumana coincidiría en muchos
"
puntos con una gramática albanesa).
Sistema, norma y habla
101
4. 2. Pero, dejando de lado este último concepto de esquema, ¿ cuál puede ser, a la luz de las distinciones establecidas,
la solución de las dificultades que implica la oposición entre
lengua y habla? Nos parece que la distinción entre sistema,
normas y hablar soluciona totalmente dichas- dificultades, poniendo de manifiesto la convencionalidad de los criterios en
los que se basa la muy discutida oposición.
En efecto, tenemos cuatro conceptos fundamentales:
1. Sistema - 2. Norma - 3. Norma individual - 4. Hablar
concreto.
A los pasajes entre los varios planos de abstracción corresponden, además, tres conceptos secundarios: a) hechos de ha-
bla; b) hechos de norma individual; c) hechos de norma social.
Por consiguiente:
1) Si la oposición se establece entre sistema y realización,
la lengua comprende sólo el sistema, y el habla todos los demás conceptos, abarcando varios grados de abstracción (normds
sociales e individuales) y el plano concreto del hablar.
2) Si la oposición se establece entre concreto y abstracto,
el habla coincide con el hablar, y la lengua comprende todos
los demás conceptos principales, abarcando varios grados de
abstracción (normas y sistema), que, sin embargo, se manifiestan concretamente en el hablar.
3) Si la oposición se establece entre social e individual, la
lengua comprende el sistema y. la norma, y el habla abarca la
norma individual y el hablar concreto, conteniendo, sin embargo, los otros dos conceptos.
4) Si la oposición se establece entre novedad u originalidad expresiva y repetición, el habla comprende exclusivamente
los hechos de habla (a), y la lengua todos los demás conceptos,
inclusive los aspectos sistemáticos y normales del hablar 159.
159
Toda oposición entre lengru¡ y habla que no pertenezca a uno de
102
Teoría del lenguaje y lingüística general
4. 3. Todo esto, si, por un lado, aclara las divergencias entre los varios conceptos de lengua, por el otro, nos aconseja
evitar (o, por lo menos, usar con circunspección), en el campo
del análisis del hablar, un término tan ambiguo y que se presta
a tantas confusiones. En efecto, el concepto de lengua no encuentra su justificación en la visión retrospectiva desde el acto
lingüístico y en la formalización «en profundidad- de ese mismo acto, sino, más bien, en la generalización que se establece
.en amplitud- sobre la base de una serie de actos lingüísticos,
abarcando los aspectos comunes que en ellos se comprueban.
En el análisis en profundidad, se destaca lo que en un acto lingüístico es sólo normál y lo que es funcional, con respecto a sus
modelos; en el examen en amplitud se comprueba lo que es
común, lo que es isoglosa, en una serie de actos lingüísticos
considerados, sin preocupamos, además, de si algunos de ellos
son modelos de otros. En otros términos, el concepto de lengua
no es analítico, sino descriptivo y ·sintético, constituyéndose
como s~stema de aspectos comunes, sistema de isoglosas, sobre
la base de lo que llamamos material lingüístico (suma de actos
lingüísticos). Por esto decíamos que, más bien que a la lingüística teórica, el concepto de lengua corresponde a la lingüística
histórica, es el fundamento mismo de ésta.
Los 11mites de una lengua varían según el material lingüístico considerado: por ej., según la comunidad o el territorio
abarcado (clengua de Montevideo», clengua del Río de la Plata-, clengua española,.); y, aun antes de la comunidad, podemos considerar un sistema de isoglosas correspondiente a un
solo individuo (<<lengua de Cervantes,., «lengua de Rodó,.). Pero
el concepto corriente de lengua no se establece con criterios
exclusivamente lingüísticos, sino también con criterios culturaestos cuatro tipos, o no agota la realidad del lenguaje, o confunde criterios distintos, o toma en consideración también hechos que no perte·
necen al lenguaje propiamente dicho.
Sistema, norma y habla
103
les (existencia de una «lengua común» o «literaria») 160, por lo
cual una «lengua» comprende toda una serie de sistemas menores (dialectos, «lenguas. especiales, sistemas distintos socialmente o culturalmente: lengua docta, lengua literaria, lengua
popular, lengua familiar, de límites variables y a menudo convencionales) 161.
4. 4. Sin embargo, los conceptos de sistema y norma y el
concepto de lengua, aunque estructurados de distinta manera,
no son antitéticos. En efecto, los aspectos comunes de una serie
de actos lingüísticos son necesariamente normales y, en un plano superior de formalización, funcionales: podemos, por consiguiente, hablar de norma y sistema refieriéndonos a una lengua
(sistema de isoglosas), en lugar de referirnos exclusivamente al
hablar. Sólo que la lengua se extiende no sólo en la comunidad
y en el es acio, sino también en el tiempo: se trata de un concepto hist6rico c. « a engua espano a es e os ongenes hasta nuestros días»), mientras que sistema y norma son conceptos
estructurales y, por eso mismo, sincr6mcos (aunque puedan
considerarse diacrónicamente, en su evolucIOn, que es el pasaje
de un sistema a otro sistema, de una norma a otra norma);
es decir, que la lengua es continuidad, mientras que el sistema
la norma son estaticldad: se tratá de conceptos que se refieren al eS
a « evemr» (en cada momento considerado
en la historia de una lengua, nos enfrentamos con un sistema
y una norma, que no son los mismos del momento anterior).
En este sentido decimos que sistema y norma corresponden a
un estado de lengua 162, es decir, a un momento que se coloca
160 Cf. V. PrSANI, lntroduzione alZa linguistica indeuropea, 3.' ed., Turin, 1949, págs . .>6.
161 En español el término idioma nos pennitiria distinguir un sistema
de isoglosas culturalmente detenninado, instrumento y vehículo de la
cultura de uno o más pueblos (idioma francés, idioma italiano, etc.), de
un sistema de isoglosas cualquiera (lengua). Sin embargo, esta distinción
no se hace comúnmente.
162 Cf. eLG, págs. 176-1n.
Teoría del lenguaje y lingüística general
104
fuera del tiempo, aislándose, mediante una necesaria -aunque
discutida- abstracción científica, del perpetuo movimiento de
la lengua.
VII.
IMPORTANCIA y UTILIDAD DE LA DISTINCIÓN TRIPARTITA
1. Creernos que todo lo expuesto hasta aquí justifica suficientemente la importancia teórica y metodológica que atribuimos a la distinción entre norma y sistema.
En efecto, esta distinción -que no es ni arbitraria ni convencional, puesto que se manifiesta en los aspectos formales
del propio hablar concreto- nos permite ver claramente la absoluta convencionalidad de la oposición lengua - habla, nos hace
ver cuáles pueden ser los criterios considerados al establecerse
esa convención y, al mismo tiempo, nos indica la imprescindible necesidad de declarar en cada caso la convención adoptada.
En segundo lugar, la misma distinción nos lleva necesariamente a situar el concepto de lengua en el lugar que le corresponde, en la consideración descriptiva e histórica, y no analítica e interpretativa, del lenguaje.
Por otro lado, la distinción entre norma y sistema aclara
meJor el funcionamiento del lenguaje, la actividad lingüística,
que es, al mismo tiempo, creación y repetición (re-creación),
dentro del marco y según las coordenadas del sistema funcional (es decir, de lo que es imprescindible para que el lenguaje
cumpla con su función); movimiento obligado y movimiento
libre, dentro de las posibilidades ofrecidas por el sistema.
2. Asimismo, la nombrada distinción justifica y aclara los
fundamentos de los varios aspectos, de las varias tendencias y
orientaciones de la lingüística. En efecto, la lingüística puede
dedicarse sobre todo al análisis del hablar, y entonces es teorla
Sistema, norma y habla
105
del lenguaje, o lingüística general, en sentido estricto; puede
orientarse hacia el estudio de las lenguas, y entonces es lingüística histórica (en el sentido que da a este término A. Meillet).
Por otra parte, al considerar el lenguaje, puede estudiar y valorar sobre todo la originalidad expresiva del hablante, y entonces es estética; puede estudiar la norma, el aspecto que en el
hablar es tradición social y cultural, y entonces es historia de
la cultura; puede estudiar el sistema, o adoptar en primer lugar
el punto de vista del sistema, y entonces es gramática pura.
Cada una de esas orientaciones es legítima como visión parcial,
pero ninguna de ellas agota por sí sola el multiforme y complejo fenómeno que es el lenguaje humano.
Además, la misma distinción justifica las varias ciencias lingüísticas, atribuyendo a cada una el lugar que le corresponde
en el estudio del lenguaje. Son conocidas las dificultades que
presenta, por ejemplo, la constitución de la estillstica de la lengua 163: ahora bien, esta ciencia no puede ser otra cosa que el
estudio de las variantes normales con valor expresivo-afectivo,
estudio de la utilización estilística normal de las posibilidades
que ofrece un sistema de aquellos elementos que son normalmente, en la lengua de una comunidad, portadores de un particular valor expresivo 164, es decir, una ciencia de la nonna,
mientras que la estilística que estudia el valor particular que
cualquier elemento de la lengua puede adquirir en un texto,
como originalidad expresiva individual, es estilística del hablar 165.
Entre las ciencias que se ocupan del aspecto fónico del lenguaje, la fonología, si se la entiende como estudio estructural
y funcional, no puede ser ciencia de la lengua, de toda la lengua (sistema - norma), sino sólo del sistema. Es preciso, por
163 Cf., a este propósito, J. MAlTOSO CAMAR~, jr., Contribuic:áo para urna
portugu~sa, Río de Janeiro, 1952, partic. pág. 12.
164 Cf. BRUNO MIGLIORINI, Lingua e cultura, Roma, 1943, pág. 60.
165 Compárese, en este sentido, la estilfstica de Bally con la de Vossler.
estilística da llngua
106
Teoría del lenguaje y lingüística general
consiguiente, distinguir en este campo una ciencia de las realizaciones normales del sistema fonológico de una lengua 166, ya
representada, en parte, por los buenos manuales de «pronunciación». Una ciencia de este tipo podría ser la fonometría
de Zwimer, que, como todo estudio estadístico, se presenta,
efectivamente, como ciencia de la norma 167. En cuanto a la
fonética, esta ciencia ya es entendida por la mayoría de los estudiosos como estudio de los sonidos concretos, es decir, como
ciencia del hablar.
Por lo que concierne a la gramática propiamente dicha, la
gramática estructural es ciencia del sistema, mientras que la
gramática descriptiva es ciencia de la norma. Más bien como
ciencia del hablar se presenta, en cambio, la llamada «gramática de los errores» (cf. la Grammaire des fautes, de Frei, para el
francés; o la obra del mismo tipo que 1. lordan ha publicado
para el rumano), aunque estudie particularmente aquellas modificaciones de la norma que se están difundiendo, que ya constituyen, de a1gún modo, «norma parcial». Y estamos seguros
que distinciones de la misma índole podrían hacerse también
por lo que concierne al estudio del léxico.
3. 1. Pero, sobre todo, la distinción entre norma y sistema
nos parece importante por la clarificación que puede trae't en
166 Propondríamos el término fonología para la ciencia general del as·
pecto fónico de la lengua (sistema funcional y variantes normales, facul·
tativas o combinatorias) y los términos fonemdtica y fonémica, respectivamente, para las ciencias fónicas del sistema y de la norma. De todos
modos, los términos que se empleen serían convencionales: lo importante es distinguir entre una fonología del sistema y una fonologla de la
norma.
167 El estudio estadístico, estudio cuantitativo de la norma, adquiere
cada vez más importancia, pues la norma representa el equilibrio de un
sistema en un momento dado, y los cambios cuantitativos suelen llevar
a cambios cualitativos: los cambios en la norma llevan a cambios en
el sistema. Cf. M. CoHEN, Sur la statistique linguistique, CILUP, IX, 1949,
páginas 7.-16.
Sistema, norma y habla
107
lo que se refiere a la comprensión del mecanismo íntimo del
cambio lingüístico. En efecto, hemos visto que lo que se impone al hablante no es el sistema (que «se le ofrece.), sino la
norma. Ahora, el hablante tiene conciencia del sistema, y lo
utiliza, y, por otro lado. conoce o no conoce, obedece o no obedece la norma aun manteniéndose dentro de las posibilidades
del sistema. Pero la originalidad expresiva del individuo que no
conoce o no obedece la norma puede ser tomada como modelo
por otro individuo, puede ser imitada y volverse, por consiguiente, norma. El individuo, pues, cambia la norma, quedando
dentro de los límites permitidos por el sistema; pero la norma
refleja el equilibrio del sistema en un determinado momento
y cambiando la norma, cambia ese equilibrio, hasta volcarse
totalmente de un lado o de otro. De esta manera, el individuo
hablante aparece como punto de partida también del cambio
en el sistema, que empieza por el desconocimiento o la noaceptación de la norma.
Observa V. Pisani que, por lo que concierne al cambio semántico, es norma fundamental «que el nuevo significado que
una palabra asume haya estado presente, como secundario, en
el empleo precedente de la misma palabra» 168. Es decir, que,
en cada momento, un determinado significado es el normal y
otros significados son «laterales», latentes, posibles desde el
punto de vista del sistema. Pero lo mismo ocurre con todos los
demás cambios lingüísticos: más allá de la norma establecida,
existen siempre las posibilidades del sistema (yen este sentido,
pensamos, habría que interpretar la doctrina de Meillet acerca
de las 'tendencias latentes' de las lenguas). En cada momento
la norma refleja un equilibrio inestable del sistema.
Así, por ejemplo, en latín clásico era normal la declinación
desinencial, pero en muchos casos se empleaban, además, preposiciones que ya de por sí indicaban suficientemente la fun·
168
V.
PISAN!,
L'Etimologia, pág. 158.
108
Ieoría del lenguaje y lingüística general
ción: la norma se desplazó cada vez más hacia el empleo de las
preposiciones, hasta que el equilibrio del sistema se volcó, quedando de la antigua declinación, en la mayoría de las lenguas
romances actuales, apenas la oposición entre singular y plural.
Del mismo modo, los sustantivos de la 4.a declinación pasaron
gradualillente a la 2.a (tribu y espíritu son en español empréstitos cultos del latín), porque ya tenían varias formas que coincidían con las formas de esta última y ciertos nombres admitían los dos paradigmas; y los nombres de la 5.a declinación
pasaron a la 3.8 , con la cual tenían varios casos en común, o a
la 1.8 , dado que ya tenían variantes pertenecientes a esta declinación (es decir, que, más bien que verdadero «pasaje», hubo
simplemente eliminación de las formas de 5.8 , como pigrities,
luxuries, avarities, y conservación exclusiva de las formas de
1.8 , pigritia, luxuria, avaritia).
La aplicación del sistema en sentido contrario a la norma
se manifiesta del mismo modo en la creación analógica y en la
aparición de una forma «anormaI» (en el comienzo), pero que
encuentra su lugar en la simetría del sistema. Así, por ejemplo,
el espafiol rioplatense posee una serie de consonantes sordas
(p, t, k) y conoce como efectivamente realizada la oposición
entre sorda y sonora para esos fonemas (cala - gala, tientatienda, impele - imbele); no posee, en cambio, la correspondiente sorda de t de tarar (llorar), es decir, el fonema IJ/. El
sistema fonológico rioplatense posee, pues, una «casilla vacía»,
la correspondiente a IJI, casilla que podrá llenarse (y, en efecto, ya se oye en ciertos casos J, por ahora como variante de
11./; pero el nuevo sonido podrá adquirir con el tiempo valor
distintivo y volverse un fonema nuevo).
Del mismo modo, el cambio fonético es, en primer lugar,
desplazamiento de la norma hacia una realización acústica de
un fonema admitida por el sistema: [j] es en España (si se
consideran conjuntamente los varios niveles de la lengua, lo
Sistema, norma y habla
109
cual puede ser discutible) variante acústica de fU (U) Y [tl es
variante tanto de fi! (y) como de fU (11), pero en el Río de
la Plata se ha vuelto realización normal de y y II en todos los
niveles, y se ha llegado con eso a la fusión de los dos fonemas.
Objeta Pisani" en una reseña de los Principios de Trubetzkoy 169, que en el pasaje de lato ke, ki a ital. te, ti debe haber
habido un tiempo bastante largo durante el cual se pronunciaba tanto ke, ki como ée, ti, en la misma comunidad, en la misma familia y hasta por el mismo hablante. Pero esta observación, indudablemente exacta, no afecta, sino que confirma la
doctrina de Trubetzkoy: mientras se pronunciaba tanto ke, ki,
como te, ti, el fonema respectivo no era ni Ikl ni lél, sino
otro, que contenía sólo los rasgos comunes de éstos, y admitía
las dos realizaciones acústicas; luego la norma se desplazó
cada vez más hacia la realización é, hasta que ésta se volvió la
única normal, permitiendo entonces la aparición de un nuevo
fonema Ikl con valor distintivo. (En esencia, no hay una gran
diferencia entre esta interpretación fonológica y lo que el mismo Pisani afirma acerca del cambio semántico, que ocurre mediante desplazamiento del centro de gravedad de la significación
hacia un «significado secundario».)
Por otra parte, la oposición entre variantes en la norma
puede llevar a un desdoblamiento fonemática, es decir, a una
oposición en el sistema. Es lo que ha ocurrido con la u latina
representada en los romances modernos por u y V. Y, por lo
que concierne en particular al español, es lo que ha ocurrido
con la oposición 0- ue. Esta oposición fue, en un tiempo, simplemente normal, siendo ue una particular realización de cierta
o acentuada, pero luego, perdiéndose la distinción fonológica
entre o cerrada y o abierta, se volvió significativa y hoy distingue, por ej., foro de fuero, coro de cuero, bono de bueno. Al
mismo tiempo, como contrapartida, se va perdiendo la concien-
z
169
AGI, XXXV, págs. 186-189.
110
Teoría del lenguaje y lingüística general
cia de la alternancia ue - o: Santa Teresa aplicaba todavía rígidamente la regla antigua, diciendo fuente - fontecica 170, pero
hoy decimos fuente - fuentecita, y se llega a decir también nuevonuevísimo, bueno - buenísimo, en lugar de novísimo, bonísimo 171.
3. 2. Naturalmente, algunos de estos cambios no se engendran en el sistema, sino que son provocados por la introducción de palabras .pertenecientes a otro sistema (extranjeras
o simplemente regionales), que transforman una oposición normal en oposición funcional (así, por ejemplo, la introducción de
un número mayor de palabras italianas' en el rioplatense podría dar valor funcional a la oposición Z y t, que actualmente
SOn sólo variantes de realización del mismo fonema). En este
sentido, conviene recordar la distinción de Sechehaye entre
«cambios orgánicos» y «cambios contingenciales». Pero, por el
modo como ocurren, si se excluye el momento inicial del préstamo, todos los cambios aparecen como orgánicos. Así, por
ejemplo, la oposición singular-plural, totalmente nueva, que tenemos en rioplatense en el caso de clu - clubes. Se trata de una
palabra extranjera, penetrada en el sistema con sus formas originales de singular y plural (club - clubs~; ahora, club habría
podido seguir el camino de tique - tiques (ticket J, cheque - cheques y tener un plural como clus, clúes o también cluses (según
el modelo de maravedí-s, -es, -ses J: pero, mientras se decía to170 Cf. R. MENtNPHZ PIDAL, El estilo de Santa Teresa, en La Lengua de
Cristóbal Colón, Buenos Aires, 1942, págs. 145-174.
171 Del mismo modo, las oposiciones nonnales a-á o-oa, que un tiempo
eran simples oposiciones de variantes combinatorias, han adquirido en
rumano valor fonemático, llegando a distinguir palabras. Cf. AL. GRAUR,
De ce §i cum se schimbtl limba, en «Studii", III, 1948, págs. S7~. Así, también, chaise y chaire fueron en cierta época, en francés, variantes norma·
les (dialectales), mientras que hoy son palabras distintas (significando,
respectivamente, «silla» y «cátedra»), y la realización de y como i. ha pel'o
mitido al rioplatense una oposición significativa entre yerba (mate) y
hierba (pasto), que en España no se manifiesta sino en la grafía.
Sistema, nOrma y habla
111
davía club como Fremdwort (neologismo no asimilado), su plural se asimiló al sistema español, bajo la forma clubes; luego,
volviéndose la palabra usual, se asimiló también su singular,
bajo la forma elu y esta forma se opuso al plural ya asimilado
clubes. El cambio consiste, justamente, en esta asociación, pero
ella ocurrió entre palabras ya pertenecientes al sistema. Lo mismo puede comprobarse· con el plural de ómnibus: mientras se
dice ómnibus - ómnibus u omnibús - omnibuses, no se afecta el
sistema; pero en el momento en que la norma prefiere un elemento de cada pareja (ómnibus - omnibuses), tenemos un cambio en el sistema y ya se prepara el camino a oposiciones como
tesis - tesis es, síntesis - sintesises 172.
3. 3. Los cambios se producen particularmente en los «puntos débiles» del sistema, ahí donde la oposición no tiene mucha
importancia y puede, por consiguiente, ser ignorada en el hablar,
y luego también en la norma. En este sentido, justamente, para
comprender y, quizá, para prever los cambios, hay que tener en
cuenta la importancia relativa de las oposiciones sistemáticas,
el «rendimiento funcional de las oposiciones», como dice Martinet 173. Así, por ejemplo, es muy difícil que en español se
llegue a una confusión entre 1 y r, dado que hay un gran número
de palabras, como lana - rana, que se distinguen por esta oposi-.
ción. En cambio, la oposición entre s y 8 (z; c; en ce, ci) es de
poco rendimiento: no hay peligro de que se confundan pala-
172 Compárese lo que ha ocurrido en italiano con los plurales en -s
adoptados del inglés y del francés (éstos simplemente por su grafía): la
-s como signo de plural ha sido aplicada también a palabras que en la
lengua de la cual proceden no la tendrían (Führer-Führers, QuislitlgQuislings, mugik-mugiks, cnut-cnuts), tanto que hoy se trata ya de un
elemento funcional que pertenece al sistema italiano como signo reservado a los plurales de los Fremdworter.
•
113 "Partout OU, dans le Jangage, la confusión n'est pas 11 craindre, il
peut se produire des glissements qui modifient, sinon le tableau des phonemes, du moins les possibilités combinatoires de ceux-ci» (Oil en est la
phonologie?, pág. 55).
112
Teoría del lenguaje y lingüística general
bras como sueco y zueco, que difícilmente pueden encontrarse
en el mismo contexto, ni de que se vuelvan irreconocibles palabras como movedizo, enfermizo, zurcir (cf., en cambio, lago* raga ). Lo mismo puede decirse de la oposición ll- y, que funciona en pocos casos, como llanto - yanto, halla - haya. Pero, una
vez producida la confusión en casos donde el rendimiento funcional es nulo, ella se extiende y afecta, como justamente ha
ocurrido en rioplatense, también los casos donde la oposición
sena necesaria, como casa - caza, cocer - coser, ciervo - siervo.
Ocurre, entonces, que nos encontramos frente a la exigencia
de evitar las confusiones, o eliminando una de las palabras
implicadas (yantar no se usa en rioplatense y siervo se emplea
poco), o aclarando la distinción por medio de la sintaxis, del
contexto (como en el caso de casa - caza: una joven se casa sin
más, mientras que un puma se caza con el fusil), o rehaciendo
de alguna manera el sistema, como en el caso de cocer - coser
(las amas de casa uruguayas dicen, en efecto, cocinar en lugar
de cocer y hasta el pan es «cocinado»).
4. Ulteriores desarrollos podrán demostrar de manera más
cabal, creemos, la importancia y utilidad de la distinción establecida. Por lo que nos concierne, pensamos que varios problemas lingüísticos de dificultad universalmente reconocida podrían encontrar solución a la luz de esa distinción. Así, quizá,
el arduo problema de las partes de la oración, como justamente observaba el profesor Luis Juan Picardo, en una comunicación leída en el Centro Lingüístico de Montevideo 174;
en efecto, pensamos que también por lo que se refiere a la
función clasificadora podrá comprobarse que se manifiesta:
174 Cf. su estudio El concepto de «partes de la oración .. , Montevideo,
1952, pág. 14.
Sistema, nOrma y habla
113
como posibilidad, en el sistema; como tradición y realización
determinada, en la norma; y como movimiento dialéctico entre
creación y repetición, entre libertad e imposición, en el hablar
concreto 175.
(RFHC, págs. 113-177, y, en edici6n
independiente, Montevideo, 1952.)
17S H. FRE!, Langue, parole et différenciation (sep. del Journal de Psy·
chologie normale et pathologique, abril-junio 1952), señala las mismas contradicciones en el desarroHo de la doctrina saussureana y destaca la existencia en ésta de dos conceptos de lengua: la lengua como institución
social y la lengua como sistema de valores. Pero la soluci6n que el estudioso ginebrino da del problema es netamente distinta de la que aqlÚ se
propone: en efecto, Frei considera los dos conceptos saussureanos de
langue como coextensivos y no contradictorios y atribuye las incoherencias s610 a los desarrollos estructuralistas de la célebre antinomia. Uega
a esta conclusi6n mediante el análisis csub-lingüístico» de las variantes
combinatorias, observando que ellas pertenecen a la «lengua .., por conteo
ner «subelementos» distintivos operantes al mismo tiempo en su entorno.
Nos parece, sin embargo, que tal análisis puede aplicarse sólo a las va·
riantes combinatorias, pero no explica las variantes facultativas normales
que caracterizan una lengua aunque no tengan ningún valor distintivo.
T. LBNGUAJE.-8
FORMA Y SUSTANCIA EN LOS SONIDOS
DEL LENGUAJE
1. Situación actual del problema.-II. Alcances y límites del mecanicismo
lingilistico.-III. Fonética y fonología en la concepción de Trubetzkoy.IV. Justificación de la fonética como disciplina lingilistica.-V.• Forma»
y «sustancia» en la doctrina de Hjelmslev.-VI. La interdependencia
entre lo mórfico y lo hllético.-VII. Conclusiones.
'AAA.lr. yap ti'" oó, GI l:&>KpaTEe;, Ta i'tv
5Xa Té3V 'ltpaYlláTe.>V ou OKO'ltELe;, outi'
tKEtvOl, ote; Ol> de.>9ae; tilaXtYE09al,
KpOÚETE ót d:'ltoXall~ó:vOVTEe; TO KaXov
Kal lfKaoTov Té3V 5VTe.>V tv TOLe; X6YOle;
KaToTtllvoVTEe;. ~la TaüTa OOTe.> i'EyáXa
~i'ae; Xav9ávEl Kal tilavEKii O&>i'aTa Tiie;
ouo(ae; 'IlE~uK6Ta. (Hippias Maior, 301 b)
1.
SITUACIÓN ACTUAL DEL PROBLEMA
1. 1. La separación más o menos neta entre «forma» y
«sustancia», en la consideración de los sonidos del lenguaje, se
basa principalmente en la distinciÓn establecida por Ferdinand
de Saussure entre langue y parole (<<lengua» y «habla») y en la
interpretación en este sentido de una serie de afirmaciones axiomáticas del mismo estudioso acerca de lo caractenstico de la
«lengua»_.Ep efecto segtín SaU5syré la
JeniJJH ses
una forma va
una sustancia», es un «juego de oposjcjoneS.· lo 'único esencial
en ella es que un signo no se confunda con otros'; «en la lengua no hay mds que diferencias,' «un sistema lingÜÍstico es una,
116
Teoría del lenguaje y lingülstica general
serie de diferencias de sonidos combinados con una serie c1e.
diferencias de ideas» y cen un estado de len¡ua tgdo se basa en
relaciones» 1.
Se trata, quizá, de una interpretación unilateral, puesto que
entiende como referido a la esencia misma de la «lengua en general» (en el sentido corriente y tradicional, y ya no en uno de
los varios sentidos saussureanos de langue) lo que podría referirse sólo a las condiciones de su funcionamiento, a su aspecto
de sistema funcional 2. Pero el hecho es que tal interpretación
constituye el fundamento y la razón de ser de las orientaciones
estructuralistas y funcionalistas en la lingüística actual, principalmente europea.
1. 2. En la lingüística norteamericana" la orientación estructuralista procede de E. Sapi¡ 3 y, sobre todo, de L. Bloomfield 4, y, aunque fundada en premisas totalmente distintas y
declaradamente independientes del saussureanismo, emplea a
menudo métodos análogos y logra resultados prácticamente
idénticos a los del estructuralismo y funcionalismo europeos.
Por lo que concierne al campo fónico, tales métodos se basan
.esencialmente en las indicac~ones contenidas en la obra fundamental de Bloomfield, según las cuales los fonemas deben clasificarse con respecto a sus posibilidades de construir sílabas y
tela manera más sencilla de describir la estructura fonética [fonémica] de una lengua» es la de clasificar los fonemas y nexos
no-silábicos según las posiciones en las que pueden encontrarse
con respecto a los silábicos s.
f'
1 F. DB SAUSSURB, Cours de Linguistique généraIe, Lausana &: París,
1916; tr. esp. Curso de Lingütstica general [CLGl, Buenos Aires, 1945,
páginas 202-207.
Z Cf., en este mismo tomo, Sistema, nonna y habla, 111.
3 Language, N. York, 1921; Sound Patterns in Language, e Language-,
1, págs. 37-51.
4 Language, N. York, 1933.
s .The simplest way to describe the phonetic [pbonemicl structure of
a language is té state ~hich non-syllabic phonemes or groups of non-
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
117
y también en este caso puede tratarse, en ciertos desarrollos, de una interpretación tinilateral, puesto que Bloom.field no
se refiere propiamente a la definición de los fonemas, sino a su
clasificación y a la descripción de la estructura fonemática de
una lengua.
1. 3. A. Martinet 'piensa que entre los dos estructuralismos, el norteamericano y el europeo, debe de haber ciertas relaciones históricas y que la doctrina saussureana debió de fecundar, de algún modo, también el suelo lingüístico norteamericano. Esto es muy probable, pero sólo si se refiere a la lingüística norteamericana en general, y no a la escuela estrictamente bloomfieldiana, y sólo si dichas relaciones se entienden
como relaciones de orden práctico, entre los métodos adoptados, y no entre las concepciones básicas que justifican los métodos mismos. En efecto, en Language -que, en la parte que se
refiere al estudio sincrónico del lenguaje, constituye un desarrollo original y, por cierto, muy coherente de premisas libres de
todo psicologismo o sociologismo-- no se logra encontrar huella
de ideas específicamente saussureanas. El concepto de «Iengua~,
esencial en la doctrina de Saussure, aparece sólo como dato
empírico en Bloomfield, para el cual el objeto de la lingüística
lo constituyen las utterances (enunciados, expresiones concretas). La lengua misma, según z. S. Harris. uno de los más destacados continuadores de Bloomfield, no es sino -the totality
of all utterances in all situationsJ> 7, es decir,. algo que para
syllabic phonemes (clusters) appear in tbe three possible positions:
initial, before the first syllabic of an utterance; final, after the last syUabic of an utterance; and medial, between syllabics_ (Ob. cit., pág. 131).
6 StructuraI Linguistics, en: KROI!BER, Anthropology today, Chicago,
1953, págs. 574-586.
7 Z. S. HARRJS, Methods in StructuraI Linguistics [MSL], Chicago,
1951, pág. n.
Teoría del lenguaje y lingüística general
118
Saussure sería necesariamente parole, y no langue 8, Y para
aielmsley, «texto» (Text), y no «lengua» (Sprog) 9, En otras
palabras, mientras que Saussure, y con él los estructuralistas
y funcionalistas europeos, se colocan en el plano por definición «formal», «sistemático» y «estructural» de la «lengua»
(el único científicamente estudiable según F, de Saussure),
los estructuralistas bloom fiel di anos se colocan en el plano concreto del hablar, y sólo en éste, Además, mientras que ,para
~aussure y para la lingüística saussureana el siV10 Iingiiístico
es significante + significado, para Bloomfield y su escuela. el
~igno corresponde -y sólo hasta cierto punt~ a lo que
Saussure llama significante 10, puesto que el significado quedaría fuera del lenguaje, por no poder definirse en términos
lingüísticos "; y el mismo «significante» no es nada «mental»,
no es ninguna «imagen acústica», sino algo totalmente físico y
material i la palabra misma como cosa, como fenómeno ac§stico, La langue saussureana es enteramente mental (imágenes
acústicas + significados) 12; el language deBloomfield es enteramente material 13 ,
En términos glosemáticos, habría que decir que 19s lip!iPiistas bl'oomfieldianos atienden sólo al «plano de la expresión»
(con el cual identifican tod~ el lenguaje), ignorando por completo tanto la «forma» como la «sustancia» del «contenido»; y'
en el plano de la expresión no consideran, en 'rigor, la «fonna» I
propia (la fonna ideal), sino justamente la «sustancia» material acústica, aunque organizada lingüísticamente, en los actos
d
8
9
Cf. CLG, pág. 65.
cr.
L. HJELMSLEV, Omkring sprogteoriens grundlaeggelse, Copenhague,
1943, págs. 16-17. Se citará aquí la traducción inglesa de F. J. WHITFIEUl,
Prolegomena to a Theory af Language [PTL]. Baltimore, 1953.
10 Cf. Bu FIscHER-J"'RGBNSEN, Remarques sur les principes de l'analyse
phonémique, TCLC, V, Recherches structurales, 1949, págs. 214-234.
11 V. BLOOMFIElD, Ob. cit., págs. 139-157.
.
12 Cf. CLG, págs. 58-59.
13 Cf. Language, págs. 32-33.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
119
~ncretos de habla. Es verdad que tanto los glosematistas como
los*tiloomfieldianos hablan de «fonna lingüística» y (hasta ocurre muy a menudo que describan y analicen de manera aparentemente idéntica ciertas «fonnas» concretamente representadas),
pero se refieren a conceptos fundamentalmente distintos . .!!!!.
la glosemática, la fonna es una estructura ideal y constante,
9t,lesÓlo' se mani[iest(l en una sustancia 14; para la liilgiiíslica
blooIñfleldiana, en cambio, la forma es la estructura misma de
1ft sústaDcia, es una porción de sustancia organizadm; uh~ palabra,' tina oraciÓn, realmente pronunciadas, son fonnas 15. No
se trata de revelar el «sistema» que está detrás de todo «proceso» 16, ~ino sólo del sistema más «conveniente» y sencillo para
analizar, agrupar y describir las estructuras de un conjunto de
utterances concretas 17, hasta con propósitos puramente prácticos, como el de su representación mediante la escritura 18. Se
podría decir que el estructuralismo americano es sólo método,
mieIl;tras que el estructuralismo europeo es concepción a priori
(hipót.esis) 19 que determina un método: para los norteamericanos el 'sistema es Un resultado, 'para los europeos es al mismo
tierno . remisa y resultado.'
...,
s 'cierto que la escuela americana y las escuelas europeas
presentan también conceptos comunes, como el de «oposición
distintiva» y «rasgo pertinente» (distinctive feature), pero se
trata de conceptos empíricos que han podido lograrse, de manera Ipás o menos independiente, por distintas vías y hasta por
la misma fonética tradicional (Sweet, Jespersen, Jones).
14 Cf. PTL, pág. 68.
15.A phonetic form which has a meaning, is a· linguistic form» ([,anguage,pág; 138).
16 Cf. PTL, pág. 10.
17 Cf. MSL, pág. 63, n. 12; pág. 72, n. 28.
18 Cf. MSL, pág. 72. También K. L. PlKE, Phonemics, ~ Arbor, 1947,
que presenta el significativo subtítulo: A Technique for Reducing Langua·
ges to Writing.
19 Cf. L. H.nn.MSLEV, [Editorial], AL, IV, 3, págs. V·XI.
120
Teoría del lenguaje y lingüística general
2. 1. Así, pues, resulta confirmado que las analogías entre
la lingüística sal.\ssureana Y el estructuralismo norteamericano
no son de índole teórica y doctrinal -puesto que no proceden
de concepciones análogas acerca del lenguaje-, sino sólo de
índole práctica y técnica; no son conceptuales, sino metodológicas: a lo sumo, pueden referirse a la teoría de la técnica
empleada en el estudio sincrónico del lenguaje. Con todo, las
consecuencias de las varias orientaciones estructuralistas pueden ser análogas, justamente porque los métodos y resultados
reestructuran necesariamente las concepciones y porque, en
cierto plano, premisas y resultados se confunden y se identifican. Y las consecuencias pueden implicar tanto aspectos prácticos como teóricos.
2. 2. En el cam o fónico, tales consecuencias son, rinci~
palmente dos:
por un lado, §>e separan netamente fonética
y tonalagia 20, se reconoce sólo a ésta como dlsciplina lingüística y se relega a aquélla' entre la~iencias físicas o naturales,
como pura. fisiología y acústica; ~ por otro lado, se llega a
ignorar la sustancia fónica y toda sustancia en la descripción
fonológica Cresp., cenémica), aplicándose como único método,
para la identificación de los fonemas (resp., cene mas ), la «conmutación», y para su definición el criterio «posicional- o «dis·
tribucional- (la posición que ocupan en el sistema).
La, primera de estas consecuencias caracteriza, implícita o
explícitamente, todas las orientaciones estructuralistas 21 y fun·
20 Se emplean aquí los términos fonología y fono16gico con el significado que les atribuye TRUIIE1'ZKOY, aproximadamente análogo al que, para
los estudiosos norteamericanos, tienen los términos phonemics y phonemico HJELMSLI!V, que va más allá del «]enguaje lingüístico,. (fónico) y para
e] cual la fonología es sólo ciencia de] «uso lingüístico,., y no de ]a .. lengua" (sistema), empleó un tiempo fonemática y fonemático, pero desde
1936 prefiere cenemática (cenémica: «ciencia de las unidades vacías,.) y
cenemátlco (cenémico). Cf. Proceedings of the Second International Congress of Phonetic Sciences, Cambridge, 1936 [Proceedings L.], pág. 49, n. 1.
21 En BLOOMFIElD la oposición, en el sentido actual, es implícita: sólo
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
121
cionalistas (aun las que no excluyen de la fonología toda referencia fonética). La segunda caracteriza principalmente la glosemática de la llamada «escuela de Copenhague» 22, elaborada
y regida por la labor y el pensamiento de Louis Hjelmslev, y la
escuela de Yale 23, con B. Bloch y G. L. Trager 24, aunque en los
últimos tiempos se presenta también en algunos estudiosos ingleses 2.5. No ignoran, en cambio, la sustancia fónica (aun afirmando la autonomía de la fonología) la llamada «escuela de
Praga» 26 ni los fonólogos franceses, como A. Martinet; y tampoco la ignoran la mayoría de los «fonemicistas» americanos:
W. Freeman Twadde1l 27 define sus microfonemas y macrofonemas (= fonemas) en términos de rasgos distintivos acústicos
y articulatorios; K. L. Pike 28 y Z. S. Harris 29 consideran lo
fonético como elemento esencial e imprescindible en el análise distingue la fon~tica como ciencia general de la voz humana, sin referencia al significado (ciencia experimental. fisiología y acústico: Language, pág. 75) de la «fonología» o fon~tica práctica (ciencia de los sonidos
significativos, pág. 78). Pero ya aparece el adjetivo phonemic (pág. SO)
como opuesto a phonetic y se dan ejemplos de descripción puramente
-fonémica» y posicional (págs. 13()'137).
22 Sin embargo, el método ha sido adoptado también por varios estudiosos fuera de Dinamarca: cf. PTL, págs. SO-51, n. 1.
23 ef. A. MARTINIIT, Art. cit., pág. 584.
24 Del cual véase, por ej., La systématique des phonemes du polonais,
AL, J, 3, págs. 179-188.
2.5 ef. J. D. Q'eONNOR y J. L. M. TRIM, Vowel, Consonant, and Syllable
-a Phonological Definition, .. Word», IX, 2, págs. 103-122.
26 ef. A. MARTINIIT, Art. cit., y EL! FISCHI!R-Jf2IRGENSEN, On the Definition
of Phonemic Categories on a Distributional Basis, AL, VII, 1, págs. 8-39.
Acerca de ciertas diferencias entre la escuela praguense y la havniana,
er. también V. KopM., L'état actU/il des études linguistiques en Tch~coslo­
vaquie, «Lingua», 11, 2, págs. 226-236.
27 On Defining the Phoneme, Baltimore, 1935. ef. J. VACHEK, One aspect
of the phoneme theory, Proceedings L., págs. 33-40.
28 «Phonemic analysis ... must be made with phonetic data plus a series of phonemic premises and procedures» (Ob. cit., pág. 65).
29 «Simplicity of statement, as well as phonetic similarity, decide in
favor of the... grouping» (Ob. cit., pág. 66, n. 15). También el silencio o
pausa se reconoce fonéticamente (Ibid., pág. 60, n. 4).
122
Teoría del lenguaje y lingüística general
sis «fonémico». y hasta del mismo círculo de Copenhague ha
surgido alguna voz parcialmente discorde, corno la de Eli Fischer-Jergensen 30.
3. A pesar de estas y otras divergencias, es indudable que
las posiciones extremas no son incompatibles con las premisas
(teóricas o técnicas) comunes que adoptan las varias orientaciones estructuralistas. Es más: parece indudable que esas posiciones constituyen posibles desarrollos, perfectamente coherentes, de las premisas mismas y que, si a ellas no se llega
siempre, es sólo porque esto implicaría dificultades de aplicación, dificultades de orden empírico. Lo comprueba el hecho
de que, dentro del estructuralismo americano, K. L. Pike llega
a una separación entre fonética y fonología (<<fonémica.,,) tanto
o más tajante que la de Trubetzkoy 31, Y que, por otro lado, el
mismo Trubetzkoy, tan contrario a ignorar la sustancia fónica
en sus análisis fonemáticos, llega a ofrecer una descJ;'ipción
«posicional» del consonantismo del griego antiguo, muy parecida a los ejemplos de Bloomfield y a los análisis glosemáticos,
y sólo observa que los casos análogos al griego son relativamente pocos y que el criterio resultaría inaplicable para ciertas
lenguas, como el birmano 32.
4. No llegan, naturalmente, a ninguna de las dos consecuencias indicadas los estudiosos que, aun adoptando el punto
de vista funcionalista y un estructuralismo moderado, tienen un
concepto flexible de lo funcional y sistemático y mantienen, por
lo tanto, una estrecha vinculación entre fonética y fonología,
como J. Laziczius (cf. III, 3.2., 3.3.) Y B. Malmberg (cf. III, 3.4.) .
Arts. cits.
Cf. K. L. PlKE, Phonetics. A Critical Analysis of Phonetic Theory and
a Technic for the Practical Description of Sounds, Ann Arbor, 1943.
32 Cf. N. S. TRUBEI'ZKOY, Grundzüge der Phonologie, trad. fr. Principes
de Phonologie, París, 1949, págs. 262-264.
.lO
31
Forma y sustancia' en los sonidos del lenguaje
123
y menos aún los estudiosos que alcanzan el plano «normal» y
«sistemático» de la lengua partiendo de bases estrictamente
fonéticas y experimentales, como D. Jones 13 o E. Zwirner 34.
D. Jones. en particular, admite que el fonema puede considerarse como «sonido abstracto de segundo grado» 35, pero prefiere
considerarlo, desde un punto de vista simplemente "físico»,
como «familia de sonidos» 36; reconoce que las diferencias entre
fonemas (= rasgos distintivos) son «significantes». es decir.
aptas para distinguir una palabra de otra, pero observa que no
deben necesariamente y siempre cumplir con tal condición 31, y,
por consiguiente. se opone tanto al llamado «mentalismo» (al
que interpreta como psicologismo) como al enfoque propiamente estructural y funciona1 38 • La obra de Jones constituye la
demostración práctica de la posibilidad de llegar a la teoría
fonemática por medio de la fonética y sin salir del ámbito de
esta disciplina (sólo pasando a otro plano de abstracción), y,
por lo tanto, desde este punto de vista, parece muy justificada
su decisión de considerar la llamada «fonología» o «fonémica»
simplemente como una parte de la fonética 39.
5. 1. Estas últimas posiciones merecen mucha atención
porque, si en cierto momento habrían podido aparecer simplemente como conservadoras o como eclécticas, hoy ellas pueden
presentarse como formas -aunque discutibles y en algún caso,
Cf. especialmente The Phoneme: its Nature and Use, Cambridge, 1950.
Cf. Grundlragen der Phonometrie (en colab. con K. Zwimer), BerUn, 1936.
35 Cf. Concrete and Abstraet Sounds, Proeeedings 01 the Third [nternational Congress 01 Phonetie Seienees, Gante, 1939 [Proceedings G.], páginas 1-7, y Ob. cit., pág. 212.
36 Ob. cit., págs. 7-12.
31 Ibid., pág. 14: «The sounds of separate phonemes do not necessarily
distinguish words but they are capable of doing so, and generally do so.»
38 Ob. cit., págs. 212 y sigs.
39 Ibid., pág. VII.
33
34
124
Teorf.a del lenguaje y lingüística general
quizá, extremas- de una nueva síntesis entre fonética y fonología. Síntesis que no quiere decir confusión ni simple fusión
(puesto que el criterio funcional y el concepto de estructura
constituyen conquistas importantes que no pueden ni deben
perderse o diluirse en lo indistinto de la fonética tradicional),
sino efectiva y fecunda ampliación de la problemática del fenómeno lingüístico, y que tal vez se esté ya perfilando.
S. 2. En efecto, por un lado, la fonología toma su lugar,
junto con los demás estudios fónicos, en los textos escolares
y en los manuales de fonética, como los de W. Brandenstein 40
y E. Dieth 41, y, por otro lado, la conveniencia de una reunificación, o, por lo menos, la necesidad de que la fonología vuelva
a establecer o estreche sus vínculos con la fonética, se sefiala
tanto desde el campo de los fonetistas como desde el de la
fonología y de la lingüística general. El mismo Dieth -aun
partiendo de una concepción superada 42, y apoyándose en afirmaciones de carácter polémico, de Jespersen, hechas en otro
momento y sobre otras bases (cf. 111, 3.1.)- subraya que no es
QPprtuno separar el enfoque fonológico del fonético y llega hasta
considerar la fonología simplemente como un nuevo punto de
vista dentro de la fonética 43. Y John Lotz (aunque identifica lo
cliI}güístico» exclusivamente Con lo «social») admite, al resefiar
el manual del dialectólogo suizo, que, en efecto, «no hay razón
para separar las dos disciplinas» 44. En el mismo sentido, E.
40
41
C2
Einführung in die Phonetik und Phonolqgie, Viena, 1950.
Vademelqlm der Phonetik, Berna, 1950.
Cree, por ej., que los fonólogos siguen considerando el fonema como
«representación acústica» (Lautvorstellung) y «unidad ps1quica. (Ob. cit.,
páginas 335-36) ...,..-cual aparecía en Baudouin de Courtenay, en Sapir y en
los primeros trabajos de la escuela de Praga- y no da UDa exacta exposición de la fonologia actual, como parece pensar L. HmLMANN (Istituto di
Glottologia dell'Universita di Bologna, Rendiconti, IV, pág. 6). Cf. la resefia
de J. LoTZ, «Ward., VIII, 3, págs. 265-268.
43 Ob. cit., págs. 16-18.
44 cThere seems no reason for separating these two disci,lines except,
perhaps, for practical purposes. The various aspects of the speech event:
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
125
. Otto, en una obra sobre el estado actual de la lingüística 45,
presenta un esquema en el que la fonética aparece como «ciencia del hablar» (Sprechwissenschaft) y la fonología como «cien.cia de la lengua» (Sprachwissenschaft), pero advierte que los
dos enfoques se vinculan indisolublemente «(Natürlich, greifen
beide Seiten unloslich ineinander») 46. Y el propio Martinet
--que, junto con R. Jakobson, es actualmente el mayor representante de la dirección funcionalista inaugurada por la escuela
de Praga- observa 47 que no deben «romperse los puentes» entre fonética y fonología 48.
5. 3. También, por lo que concierne a la exclusión de la sustancia fónica de la consideración de las estructuras fonemáticas,
se han formulado reservas y críticas muy fundadas y se han
manifestado resistencias, tanto desde fuera como desde el
campo mismo del estructuralismo. Así, A. Nehring, al examinar la situación del debate glosemático 49, observa, entre otras
cosas, que la sustancia fónica no puede ignorarse, por ejemplo,
en los estudios acerca de la frontera silábica 50, y concluye con
un juicio cuyo total escepticismo no puede compartirse -pero
que, con todo, no deja de contener algo de verdad- acerca de
la contribución de la glosemática al conocimiento del lenguaje
physiological-physical, psychological, and social (linguistic), together constitute human speech and none of these can be missing from its complete
treatmenb (Res. cit., pág. 266).
4S Stand und Aufgabe der Allgemeinen Sprachwissenschaft, Berlín, 1954.
46 Ob. cit., pág. 43.
47 Oil. en est la phonologie?, <1 Lingua,., 1, 1, págs. 34-58.
48 «Les études fonctionnelles et structurales ne doiv~t pas etre un
pretexte pour couper tous les ponts entre les recherches des phonéticiens
et celles des linguistes» (Gil. en est ... , pág. 46). El mismo autor, Equilibre
et instabilité des systemes phonologiques, Proceedings G., págs. 30-34, reconoce la importancia que pueden adquirir para la fonología, sobre todo
diacrónica, hasta las observaciones articulatorias de los fonetistas, por
ejemplo, acerca de la «debilidad natural,. de un sonido.
49 Reseña de Recherches structurales 1949 (TCLC, V), en cWord., IX,
2, págs. 163-167.
50 Res. cit., pág. 165.
126
Teorfa del lenguaje y lingüística general
y de las lenguas 51. Por otra parte, un estudioso del prestigio
de R. Jakobson, siempre coherente en esto con la línea seguida
por la escuela de Praga (a pesar de las profundas reformas
que introdujo, particularmente con su reducción de todas las
oposiciones fonemáticas a oposiciones binarias) 52, no sólo no
rompe los vínculos con la sustancia fónica, sino que, al contrario, los estrecha cada vez más. En efecto, exige la consideración de las cualidades acústicas (f~sicas) de los sonidos del lenguaje 53 -al lado y, más tarde, en lugar de las características
articulatorias (fisiológicas), generalmente empleadas por los fonólogos-, lo cual, evidentemente, implica un contacto cada
vez más íntimo 'entre la teoría estructural y la investigación
instrumental de los sonidos' 54. Asimismo, conserva inmodificado el concepto de fonema (formulado ya en 1932) como 'haz
de rasgos fónicos distintivos' 55 y mantiene esta posición tam-
51 el wonder whether this picture will ever change and whether the
glossematists will ever make substantial contributions to our knowledge
01 languagcs and language structures. What would we expect from an
engineer who would try to give a picture of the structure of a machine
just by listing which parts are connected by which wires, but without
aescribing the parts and their functions themselves? Well, this is exactiy
what the glossematists do: they give a netwotk of wires, real and imagi·
nary. But wires are not the machine» (lbid., pág. 167). Cf. la, valoración en
sentido positivo, aunque crítico, en el Forschungsbericht de V. PISANI,
Allgemeine und Vergleichende Spracllwissenschalt. Indogermanistik, Berna, 1953, págs. 9-11.
52 Sostenida ya en Observations sur le classement phonologique des
consonnes, Proceedings G., págs. 34-41.
53 Cf. Observations ... , y, entre los trabajos más recientes, R. JAKOBSON,
C G. M. FANT, M. HAu..e, Preliminaries lo Speech Analysis. The Distinctive
Features and their Correlates, Cambridge, Mass., 1952, y E. CoLIN CHERRY,
M. HAUJl, R. JAKOBSON, Toward Ihe Logical Description 01 Languages in
their Phonemic Aspect, "Language», XXIX, 1, págs. ~36.
54 Cf. A. W. DB GROOT, reseña de Preliminares ... , .Word., IX, 1, pági.
nas 58-64.
55 Cf. The phonemic and grammalical aspects 01 language in their
interrelations, en Actes du Sixieme Congres International de Unguistes,
Rapports sur les questions historiques et pratiques mises a l'ordre du
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
127
bién en el artículo con el que interviene en el «debate glosemático» 56. Las distinciones fonemáticas son para Jakobson
diferencias «manifiestas para la acústica, tanto objetiva como
subjetiva» 57 y la 'referencia a la sustancia fónica es inevitable
en el análisis de los rasgos distintivos' 58.
Pero quien ha tomado una actitud crítica explícita, manteniéndola a través de varios artículos informativos y reseñas de
obras glosemáticas, ha sido, sobre todo, A. Martinet 59 Las objeciones de Martinet al respectQ...,Son fundiinentalment~ ~?s, y
(as dos muy significativas :c!J)en realidad, los glosematistás no
ignoran la sustancia fónica, o, por lo meños, no la ignoran en la
primera fase del análisis, la de la identificación de los alofones,
inevitablemente previa a la conmutación o a la aplicación del
criterio posicional y distribucional 60 ; a lo sumo, dan por sentada la identificación 61, no reparando en el hecho de que 1 en el
¡our, París, 1948 (págs. 5-18), pág. 8. El mismo concepto en TRUBETZKOY, prllt··
cipes, pág. 40 (<< le phoneme est la somme des particularités phonologlque·
ment pertinentes que comporte une image phonique»); MARTlNJrr, Oil en
est ... pág. 44; y, prácticamente también en TWADDEll, On Defining ... (cf.
TRUBETZKOY, Principes, págs. 44-46; J. VACHEK, One aspect..., pág. 37), Y en Z.
HARRIS, MSL, pág. 35 (<<classes of segments so defined that the classes
differ from each other by all the phonemic distinctions and by these
only»), pág. 43 (<< the distinct phonemic composition of each utterance is
defined as the sum of its minimal differences from all other utterances
of the language») y págs. 6+65.
56 On the Identification of Phonemic Entities, TeLe, V, Recl!erches
structurales 1949, págs. 205-2l3. ef. también Resu/ts of the Conference of
Anthropologists and Linguists, Supplement to IJAL, XIX, 2, Baltimore,
1953, pág. 19: «phonemes are differential sound units».
57 Observations ... , pág. 34.
58 Preliminaries ... , pág. 12.
59 ef., además de los arts. cits., Phonology as Functional Phonetic$,
Londres, 1949; Au sujet des Fondements de la Théorie Linguistique de
Louis Hjelmslev, BSLP, XLII, 1, págs. 1942; reseña de K. Togeby, Structure
immanente de la langue fan~aise, «Word», IX, 1, págs. 78-82.
60 Au sujet ... , págs. 37-38; Oil en est ... , pág. 45; Struct. Ling., pág. 584.
61 QiI en est..., pág. 45.
128
Teoría del lenguaje y lingüística general
62·
cas
e
y ) es prácticamente imposible ignorar
sustancia fónica,
porque al ignorarla surgen graves dificultades, como en el caso
de fonemas con distribución complementaria (por ej. /h/ y /IJ/
en inglés), donde la prueba de la conmutación simplemente no
se aplica, o en el caso de fonemas con distribución idéntica
(como /k/ y /p/ en danés) y que, por consiguiente, deberían
tener la misma definición desde el punto de vista «formal- 63.
La validez de ambas objeciones es reconocida sin reservas por
E. Fischer-J0rgensen 64.
5. 4. Cabe señalar, finalmente, que también con respecto a la exclusión de la llamada «sustancia del contenido» -que aquí no podrá tratarse-, han sido expresados válidos reparos, sobre todo por Ingerid
Dal 65 , quien, apoyándose en Husserl y Cassirer, observa que no puede
ignorarse el valor propiamente cognoscitivo del lenguaje, la medida en
que el «nombrar,. se identifica con el acto de conocimiento 66.
5. 5. Parece evidente, pues, que se notan, también en lo
que concierne a los estudios fónicos, los síntomas de una saludable reacción contra la excesiva autonomización y el demasiado encasillamiento de las investigaciones acerca del lenguaje,
contra la reducción del lenguaje a fórmulas y dicotomías rígidas
y, sobre todo, contra la idea de que tales fórmulas y dicotomías
-aclaradoras, sin duaa, y muy útiles metodológicamente- representan efectivamente y agotan la compleja realidad de lenguaje. Tal reacción, que corresponde a insatisfacciones y dudas
que se han expresado con respecto al estructuralismo desde
otras posiciones, por lingüistas como B. Terracini 67, L. SpitIbid., pág. 44.
Au sujet ... , págs. 37-38; res. Togeby, pág. 79.
64 Cf. Remarques ... , págs. 223-224; On the Definition ... , pág. 12.
6S Phonologie und Sprachwissenschaft, SL, IV, págs. 1-13.
66 Art. cit., págs. 12-13.
67 Cf., por ej., la reseña de N. S. Trubetzkoy, Grunddlge der Phonologie, RFH, IV, 2, págs. 173-180: «Tanto distinguir y tanto delimitar -espe62
63
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
129
zer 68 o V. Pisani 69, se manifiesta ahora en el campo m.ismo del
estructuralismo, por obra de estudiosos como R. Jakobson 70 o
A. Martinet 71, cuya amplitud de visión y cuyo agudo sentido
cialmente tratándose del lenguaje, cuya calidad sobresaliente es la movilidad matizada, el perpetuo fundirse de aspectos y de funciones-, despierta dudas .•
68 Por ej., en la reseña de los Cahiers Sextil PU$eariu, eWord_, IX, 3,
páginas 300-307: «1 must confess that similar experiences nearly always lie
in wait for me when I am confronted with so-called estructural analyses.
of languages I happen to be familiar with: the realization of tbe excessive simplifications imposed on the estructuralisb by the metaphorical
fallacy of the term «structure» to which he is forced to live up to: tbe
structures are postulated with too little respect for the much more complicated reality ..... «The diagnosis of Schuchardt who found Bally's des·
criptive treatises reminiscent of schoolbooks seems to apply even more
to certain modem linguistic descriptions which are entirely parasitic in
nature, that is, concemed with rewording and rec1assifying data given
by previous grammars instead of promoting the advancement of learning
by new discoveries» (págs. 302-303).
69 Véase la nota a propósito de los Grundzüge, AGI, XXXV, 2, págs. 186189, donde, sin embargo, se reconocen plenamente los méritos y la genialidad de Trubetzkoy: "Tutto diventa naturalmente facile se invece della
infinita molteplicita dei fenomeni reali si prende una grammatica in cui i
suoni sono idealizzati (e stato cioe compiuto il processo di semplificazione
presupposto della fonologia), e se no ricava il "sistema» della lingua descritta in quella grammatica» (pág. 188). ef. también, en el Forsehungsberieht cit. el juicio acerca de la glosemática: «Man muss jedenfalls kriiftig
unterstreichen, dass die Glossematik die Sprachwissenschaft nicht ausschopft: sie kann uns ein Mittel zur Auffassung der Erscheinung .Sprache,. geben, sagt uns aber nicht, wie diese Tlitigkeit des Menschen stattlindet, warum Sprachen sich verlindem, welche ihre Beziehungen zu den
anderen menschlichen Tlitigkeiten sind USW.D (Pág. 11.)
70 eThus we realize ever more c1early that our optimum goal is observation of language in all its complexity. To paraphrase Terence's saying,
Linguista sum: linguistici nihil a me alienum puto» (Results cits., pág. 12).
11 V., por ej., About Structural Sketches, .Word,., V, 1, págs. 13-35: .Linguists should never forget that it is not for a language to meet the requirements of a descriptive method, but for the method to adapt itself
to the whims of linguistic reality» (pág. 35); o la ya citada res. Togeby:
eThe reduction of languages to «structures» i. e. what remains of languages once those elements have been eliminated which the operator
has labeled «irrelevant», is a most dangerous exercise with linguistic
T. lJI.'IlGUAJH.-9
130
Teoría del lenguaje y lingüística general
lingüístico no pueden quedar satisfechos can ciertas 'monótonas aplicaciones de una muy elemental tabla pitagórica' 72.
Se observa, en otros términos, que las delimitaciones y esquematizaciones excesivas pueden hacer perder de vista el hecho de que ~
jeto de la lingüstica es el lenguaje humano en su totalidad, en su reali·
dad müItlforme e mfinitamente vanabl~ y en sus múlt!ples relaciones.
\'es importante señalar que tal reacción no se manili;~a -;S¡-;;--enEUrOpa, sino también en los Estados Unidos de América, donde, más que en
cualquier otro país, han florecido las descripciones y los análisis objetivistas. En efecto, en un esfuerzo de amplia y fructuosa síntesis, se retoman
ahora en Norteamérica y se integran (;on los desarrollos de las doctrinas
de Sapir y Bloomfield, así como con los resultados de una riquísima ex·
periencia en "trabajos de campo», ideas expresadas ya hace más de medio
siglo por lingüistas como H. Schuchardt y pensadores como B. Crece,
y sostenidas desde muchos años atrás por varios estudiosos európeos.
Así, por ejemplo. la relación entre lengua y cultura, la posibilidad de que
pasen de una lengua a otra elementos no sólo léxicos, sino también fonológicos y gramaticales 73, la idea de la íntima interdependencia de sincronía y diacronía 74. Los ya citados Resultados de la Conferencia de antropólogos y lingüistas, realizada en 1953 en la Universidad de Bloomington,
Indiana, representan en este sentido un indicio muy significativo y, aunque algunas de las ideas antedichas se presentan como descubrimientos
independientes --como a veces ocurre-, ello alcanza para demostrar que
no existe una ulingi.iística europea» y una «lingüística americana .. 75, sino
sólo problemas lingüísticos universales, pues significa, justamente, que el
estudio detenido de los hechos ha podido llevar a resultados análogos.
reality in its raw form, with a11 its complexities, marginalities, and
overlappingsD (pág. 81).
72 Palabras de ASCOLI, actualizadas por B. T[erracinil, AGI, XXXVII,
1 pág. 86.
73 Es la tesis misma de V. PISANI, Geolinguistica e indeuropeo, Roma, 1940, que se apoya, en parte, en M. BARTOLI, lntroduzione alla Neolinguistica, Ginebra, 1925.
74 Tesis de W. VaN WARTBURG, Einführung in Problematik und Methodik der Sprachwissenschaft, trad. esp. Problemas y métodos de la lingüística, Madrid, 1951.
75 Como han sostenido algunos, por ej., R. HALL jr., .Studies' in LiDguistics», IX, págs. 69-76, a propósito de un libro de G. Devoto.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
131
S. 6. En lo que atañe al estudio de los sonidos del lenguaje, la reacción señalada se manifiesta en el sentido ya indicado,
de una nueva unión entre fonética y fonología, y como superación de los aspectos caducos del saussureanismo y, en medida
menor, del bloomfieldismo, sin que por esto se abandonen o se
ignoren las doctrinas de los dos grandes maestros: se trata,
precisamente, de superar su excesivo cobjetivismo» (referido
al objeto mental «lengua», en el caso de Saussure; al objeto
físico cenunciado», en el caso de Bloomfield). Con respecto al
saussureanismo, en particular, se trata de volver a llenar el
Júato entre «lengua» y «habla» --como ya se ha intentado, en
un campo más general, por estudiosos como Ch. Bally 76 o
W. van Wartburg 77_ porque, al separar rígidamente fonética y
fonología y al reconocer sólo a ésta como lingilistica, se nos
escapa la realidad del lenguaje en lo que es como actividad
concreta y creadora de individuos hablantes, actividad que
continuamente modifica y engendra la «lengua». Se siente la
exigencia de unir nuevamente lo separado. de volver a la realidad del hablar, sin perder por ello lo que se ha ganado con la
separación, siendo indudable que el estructuralismo y el funcionalismo deben ser todavía guías para «nuevas conquistas de
la lingüística en todos sus frentes» 78, aunque no las únicas
guías (por lo menos si se entiende la funcionalidad como propia
sólo de la dengua», y no de todo el hablar). Tal exigencia coincide con el «retorno a la parole» solicitado por algunos filósofos 79, y con una exigencia mucho más antigua y general, que
Cf. SNH, 11, 3.3.
Cf. SNH, II. 3.8. También lo ha intentado quien escribe, justamente
en su estudio sobre Sistema, nonna y habla, que algunos han interpretado como cestructuralista» y otros como «idealista», mientras que el
autor lo entendía como síntesis conciliadora y, por lo tanto, superación
de ambas posiciones.
78 A. MARnNET, res. Togeby, pág. 81.
79 Cf., por ej., M. MERlJ!AU-PONTY, Sur la phénoménologie du langage,
en Problemes actuels de la Phénoménologie, Bruselas, 1951, págs. 89-109.
76
77
Teoría del lenguaje y lingüística general
132
Platón pone en boca de Hipias, en uno de los pocos momentos
de inteligencia que le concede (yen el cual, como a menudo
ocurre en los diálogos platónicos, el interlocutor de Sócrates
representa al mismo Platón contra Platón): «En verdad, Sócrates, tú y tus interlocutores habituales no veis nunca las cosas
en conjunto; separáis, aisláis lo bello o cualquier otra parte
de lo real y lo golpeáis para verificar su sonido. Por esto las
grandes realidades continuas de las cosas se os escapan» (Hipia.s
Mayor, 301 b).
11.
ALCANCES y LÍMITES DEL MECANISMO LINGüíSTICO
1. El propósito de este ensayo es demostrar Que la Separación entre fonética y fonología y la exclusión de la sustancia de
la consideración de los hechos fónicos no sólo son inoportunas
desde el punto de vista metodológico e implican dificultades
prácticas insolubles (o que sólo pueden resolverse mediante el
arbitrio), sino que son imposibles, tanto desde el punto de vista
de las sucesivas formalizaciones mediante las cuales se estructura el «sistema» de lengua so, como desde el punto de vista
del conocimiento real del lenguaje como fenómeno, y del conocimiento fenoménico en general, puesto que sólo conocemos
sustancias, y las conocemos sólo porque tienen ~;:ma:M mismo tiempo, este ensayo pretende ser la justificación teórica del
proyecto de unificación de las ciencias fónicas elaborado en el
Departamento de tingüística de la Facultad de Humanidades
de Montevideo 81 y ya aplicado, con fines de experimentación,
en estudios sobre el español del Uruguay 82.
so SNH, VI, 3.1-2.
81 E. CoSERIU y W. VA.SQUFZ, Para la unificaci6n de las ciencias fónicas
(Esquema provisional), Montevideo, 1953, y RFHC, VII, 10,. págs. 183-191
[UCF].
82 Cf. WA.SQUFZ, El fonema Isl en el español del Urugua~, Montevi·
Forma y sustancia en los ,sonidos del lenguaje
133
2. La discusión se limitará, en gran parte, al estructuralismo y funcionalismo europeos, puesto que el estructuralismo
norteamericano tiene fundamentos muy distintos e implica
norteamericano tiene fundamentos muy distintos e implica
sólo podrá esbozarse.
3. 1. En realidad, la antítesis forma-sustancia no tiene sentido desde el punto de vista bloomfieldiano (cf. 1, 1.3.) {salvo
que por sustancia se entienda la 'sustancia metafísica llamada
mente'). ijn el «plano de la expresión», del que se está tratando -y que es el único considerado por el bloomfieldismo--, la
forma es para Hjelmslev 83 lo ideal que se opone a ia sustancia
.fónica, material; para Bloomfield, es lo material. la sustancia
formada fónicamente 84. y se opone al significado 8S, que se define como situación 86. Por lo tanto, la expresión «la lengua es..
sólo forma» debería entenderse en sentidos dia;etralmente
opuestos por las dos escuelas, o sea: a) no comprende ni 10
fónico como tal ni el pensamiento informe; b) sólo comprende
10 fónico y no comprende la «situación de 10 expresado».
3. 2. Por esto es por 10 que también la exclusión de 13(
llamada «sustancia fónica» asume aspectos distintos en los dos
estructuralismos. En efecto, en la mayoría de los estudiosos
bloomfieldianos, tal exclusión no se da en los primeros planos
del análisis -los planos de la identificación de los alofones y
de su agrupación en clases, es decir, de la definición de los fonemas-, sino sólo en planos superiores de formalización fII, lo cual
deo, 1953, Y RFHC, VII, 10, págs. 87-94. Además, el prof. Vásquez tiene en
preparación un estudio sobre el karayá (lengua indígena del Brasil), basado en los mismos principios.
83 PTL, págs. 31 y sigs.
84 «Any combination of phonemes that occurs in a language, is pronounceable in this language, and is a phonetic form .. (cLanguage, pág. 138).
ss Language, pág. 141.
86 Ibid., pág. 139.
87 Cf. A. MARTINET, Struct. Ling., pág. 584.
134
Teoría del lenguaje y lingüística general
no parece ilegítimo. Además, los análisis bloomfieldianos suelen
presentarse con un carácter declarado de convencionalidad
(cf. J, 1.3.) Y -con alguna excepción, como la de Pike, quien
afinna que el fonema es una entidad real 88_ no pretenden decir
algo acerca de la esencia del lenguaje, ni acerca de su realidad,
(que se da por sentada), sino sólo describir los hechos de la manera más adecuada posible. Y también esto parece legítimo,
pues se trata, en esencia, de un problema práctico y, desde el
punto de vista práctico, cualquier sistema que describa un objeto (en nuestro caso, el hablar) de manera coherente y exhaustiva
(y cumpla, además, con ciertos requisitos, también prácticos,
de claridad, sencillez, etc.) es perfectamente aceptable. Esto
significa que, como estudio objetivo de los llamados «hechos
lingüísticos» (de lo hablado como cosa, como fenómeno físico ya
producido y considerado independientemente de los individuos
hablantes), el bloomfieldismo es absolutamente inobjetable,
desde el punto de vista teórico, por la sencilla razón de que no
se coloca siquiera en un plano teórico: podemos objetar, según
Jos casos, que se introducen complicaciones innecesarias (si es
que se introducen), o que se confunden hechos distintos (si es
que se confunden), y hasta negar los hechos o negar la utilidad
de la descripción, pero nada nos autoriza a sostener que los
hechos no deben describirse de esta manera. Para dar un ejemplo absurdo pero claro, podríamos imaginar que alguien quisiera describir y clasificar, según el color, la fonna y la dimensión, todas las sillas de Montevideo: desde un punto de vista
88 .It is assumed in this volume tbat phonemes exist as structural
entities or relationships; and that our analytical purpose is to find a,?d
symbolize them. This implies that there is only one accurate phonemlcanalysis of any one set of data» (Phonemics, págs. 57-58). No resulta claro
dónde existen estas unidades: parece que en la mente de los hablantes,
que las conocen «inconscientemente» (Ibid., pág. 57); de otro modo, sólo
puede entenderse que existen como abstracciones, pero como las únicas
abstracciones posibles.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
135
teórico, nadie podría objetar ni la legitimidad ni la validez de
la descripción si se cumplen todas las exigencias generales de
tal operación, eminentemente práctica. Hágase una comparación con lo que Z. Harris 89 dice acerca de la descripción fonemática, y se verá que las situaciones son análogas, pues los criterios se eligen según la finalidad que nos proponemos y la validez de una descripción sólo puede considerarse con respecto
a la coherencia que mantiene con los criterios mismos. En este
sentido, pues, el bloomfieldismo es enteramente válido, y también su carácter rigurosamente científico es indudable, si se
entiende la ciencia exclusivamente como descripción y clasificación de hechos físicamente cognoscibles y mensurables. Y
hay que reconocer, además, que, en ciertos aspectos, como el
de la gramática objetiva, difícilmente se p.odría imaginar un
sistema de análisis, descripción y clasificación más coherente
y riguroso que el inaugurado por Bloomfield y ulteriormente
desarrollado por su escuela. Bajo este aspecto, algunos capítulos de Language (en particular 10-16) constituyen un modelo
todavía insuperado, y ciertas definiciones bloom fiel dianas (como la de la oración, pág. 170; o la de la palabra, pág. 178) son
inopugnables, dentro del sistema que integran.
3. 3. Son, en cambio, teóricos los problemas de si: a) la
ciencia debe entenderse como pura descripción; b) la descripción debe entenderse exclusivamente como descripción de la
estructura del objeto; c) el objeto «lenguaje» es un objeto del
mismo tipo de las sillas. Bloomfield y su escuela resuelven tales problemas teóricos mediante tres importantes reducciones
que son, en su esencia, tres decisiones (actos prácticos) coherentes entre sí y basadas en una única premisa, también ella de
89 "We seleet sueh eriteria, of eourse, as will yield phonemes most
eonvenient to our language deseription. Other eriteria might be better
for different purposes. The eriteria should be stated not in order to fix
a single method of segment grouping, but to make explicit in eaeh case
what method is being followed» (MSL, pág. 63, n. 12).
136
Teoría del lenguaje y lingüística general
carácter práctico y, además, tautológica: la premisa de que no
podemos referirnos a «un factor no-ñsico» (espíritu o mente)
en el estudio de los hechos «físicos» de conducta, como el lenguaje (Language, págs. 32-33) 90. Con este fundamento, el bloom-
90 Tal premisa -que en este caso procede de la psicología behaviorista, pero es característica también de otras tendencias positivistas- es
tautológica, porque, por un lado, debería servir para justificar el carácter
físico de toda ciencia, y, por otro lado, se basa ella misma en la idea (o
la convención) de que objeto de la ciencia puede ser sólo lo físico, lo físicamente mensurable. Ahora, el negar la mente, por no tratarse de una
cosa perteneciente al mundo (o reducirla a actos físicos), es una decisión
arbitraria que tiene el mismo carácter «metafísico» y convencional de la
decisión contraria: la de negar las cosas del mundo porque no pertenecen
a la mente (o reducirlas a actos mentales). En realidad, no es de ningún
modo necesario entender el espíritu o la mente como sustancias metafísicas para reconocer el carácter «espiritual» de ciertas actividades o la interioridad, la no-mundanidad de la conciencia (que sólo significa reconocer
la distinción entre sujeto y objeto, condición ineludible de nuestro conocimiento). El espíritu puede concebirse simplemente como concepto, y no
objeto: como un concepto deducido de ciertas actividades, el principio
único al cual las reducimos para entenderlas como unidad (o como el
conjunto de estas mismas actividades). Del mismo modo, la mente puede
entenderse como puro concepto, como nombre de la interioridad de la
conciencia (del sujeto como no-integrante del objeto), aunque se pueda
demostrar que también tal interioridad es de carácter físico. No se puede
negar tal interioridad con el pretexto de que acerca de su existencia sólo
tenemos las pruebas ofrecidas por la experiencia corriente (por la
«popular view»), porque acerca de las cosas del mundo no tenemos otras
pruebas que las de esta misma experiencia: «se dice» que existen las cosas
del mismo modo que «se dice» que existe la mente. Fundar la existencia
del mundo en su carácter de mensurabilidad y en la lJosibilidad de experimentación científica es una ilusión que el hombre suele otorgarse a
s( mismo, para dar carácter de «seguridad» al ámbito de su existencia, y
es lógicamente insostenible, porque, en efecto, no son la experimentabilidad y el concepto de medida condiciones de las cosas, sino, al contrario, son las cosas (cuya existencia se establece por la experiencia corriente) las que condicionan la experimentabilidad y el concepto de medida
(que es sólo una relación entre una cosa y otra cosa tomada como unidad). Esto significa oue las dos decisiones tienen el mismo carácter de
opción arbitraria y, por lo tanto, la misma validez. Y ni siquiera se trata
de una opción ineludible, porque se puede considerar como real la misma
tensión continua, multiforme y variable entre sujeto y objeto, el esfuerzo
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
137
fieldismo identifica la ciencia con la descripción, limita la descripción al mero objeto como tal y limita el objeto a lo físicamente comprobable (identificando el lenguaje estudiable
la lin "ística con los enunci
La rimera decisión tiene carácter
v
(<<ciencia» = «descripción»). A esta convención se puede opone
otra, es decir que se puede optar por otro concepto de ciencia
Se puede sostener que la ciencia no debe ser pura descripció
de hechos empíricamente conocidos, sino también interpreta
ción y valoración de los hechos desde un punto de vista unita
rio; que los mismos hechos cambian totalmente según la con
cepción que trate de dar cuenta de ellos y, por lo tanto, s
modifican en la historia y sólo se conocen de algún mod
mediante una concepción. Se puede sostener que la cienci
no debe ser el terreno de la absoluta seguridad pleonástica, de
la mera 'redefinición sistemática' de hechos ya conocidos, sino
también riesgo, interpretación personal, hipótesis que verificar
y, neces,ariamente, también error y superación del error mediante nuevas interpretaciones, que a su vez se volverán «errores» a la luz de otras investigaciones. Pero, naturalmente, quien
-como nosotros- adopte este concepto de «ciencia» no podrá
negar el carácter «científico» de las investigaciones bloomfieldianas (porque esto significaría referirse a una «Ciencia» como
esencia absoluta), sino sólo indicar que se fundan en una distinta concepción de la ciencia.
cognoscitivo como tal, y aceptar críticamente las dos decisiones, en la
medida en que ellas pueden darnos cuenta de esa tensión, es decir, considerar a las dos como absolutamente válidas dentro de sus límites. Pero
el mecanicismo behaviorista opera una reducción más, y ésta ya injustificada, al eliminar toda referencia a la «mente»: hay una profunda incoherencia entre decir que también la interioridad del sujeto, también lo
que llamamos «mente» tiene cardcter flsico (lo cual es teóricamente aceptable), y, al mismo tiempo, excluir la mente de la consideración de los
.fenómenos de conducta física» (como el lenguaje), como si ya no tuviera
el carácter que se le atribuye.
138
Teoría del lenguaje y lingüística general
La segunda decisión tiene carácter metodológico: para no
correr el riesgo de recurrir a hechos «no-científicos» (= no comprobables como fisicidad), la descripción debe ser una descripción interna del objeto como tal. A esto (pero ya adoptando
otro concepto de «objeto») se puede contestar que la limitación
al «objeto como tal» implica una mutilación del objeto, porque
el objeto existe sólo en sus múltiples relaciones, que de ningún
modo le son externas, puesto que lo determinan y, a su vez, son
determinadas por él. É! el caso del lenguaje, esto significa que,
el lenguaje no puede entenderse 'ni,'describirse fuera de sus
relaciones con los individuos hablantes, con su pensar y sus
sentimientos, con su ambiente de civilización y cultura, con
su historia, con el momento particular de lo enunciado 91. El
«lenguaje en sí y por sí» es una ficción que puede resultar útil
para determinadas finalidades, pero no debe significar que haya
que aislar el lenguaje, porque en el aislamiento el lenguaje
ni siquiera existiría 92. En efecto, al tratar del lenguaje en la
perspectiva histórica (Language, pág. 281 y sigs.), el mismo
Bloomfield debe salir del esquema fijado para la descripción
sincrónica.
La tercera decisión, coherente con las anteriores y con la
premisa, tiene .carácter epistemológico y es la más grave, puesto Q,Pe su no-aceptación (ineludible desde el punto de vista de
la realidad del lenguaje) invalida al mismo tiempo, y ya en un
plano teórico, tanto la premisa como las tres reducciones que
implica. En efecto, ella establece un desajuste entre el lenguaje
y el objeto de la lingüística (ciencia del lenguaje): se comienza
por definir lo lingüístico como forma con significado (¿forma
+ significado?, Language, pág. 138), pero luego se define el signi91
Cf. a este propósito la sagaz crítica de A.
MARTINIrr,
About Structu-
ral Sketches, .. Word», V, 1, págs. U-35.
92 El mismo reproche no se puede hacer a HJELMSLEV, PTL, págs. 3-4,
porque ahí se trata de una teoría autónoma del lenguaje, y no de una
técnica para describir una porción real de productos de habla,
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
139
ficado como algo exterior a la forma 93 y se declara que los
significados no pueden definirse en términos lingüísticos 94
(= términos que se refieren al lenguaje como fenómeno físico),
por lo cual, necesariamente, la consideración del significado se
excluye de la lingüística. entendida como descripción de formas
(aunque significativas). Entre los discípulos de Bloomfield, la
lingilistica descriptiva se entiende como estudio de la «regularidad de ciertos rasgos en el hablar» y, principalmente, de la
«distribución de ciertos rasgos con respecto a otros» 95.
Tal estudio es perfectamente legítimo y válido (y puede resultar útil en vista del conocimiento del lenguaje), pero ya no
es estudio del lenguaje como tal, sino del lenguaje como puro
fenómeno físico, del mismo tipo que las sillas de nuestro
ejemplo.
3. 4. La teoría del significado es la parte más frágil de la
doctrina lingüística de Bloomfield 96, justamente porque este
aspecto del lenguaje -que es esencial pero que no puede des93 «We have defined the meaning of a linguistic fonn as the situation
in which the speaker utters it and the response which it calls forth in
the hearer,. (Language, pág. 139). ef. Z. HARRIS, MSL, pág. 184.
94 «The linguist cannot define meanings, but must appeal for this to
students of other sciences or to common knowledgeD (Language, pág. 145).
95 «Descriptive linguistics, as the tenn has come to be used, is a particular field of inquiry which deals not with the whole of speech activities, but with the regularities in certain features of speech... The main
research of descriptive linguistics, and the only relation which wiIl be
accepted as relevant in the present survey, is the distribution or arrangement within the flow of speech of sorne parts or features relatively
to others» (Z. HARRIS, MSL, pág. 5).
96 En ciertos momentos parece que BLOOMFII!LD identifica el significado
con la cosa significada, el meaning con el thing meant (cf. A. H. GARDlNER,
The Theory of Speech and Language 2, Oxford, 1951, págs. 29-33). Dice, en
efecto, que ciertas palabras pueden definirse en ténninos de otras ciencias como, por ej., la química: así, el significado de sal, sería «cloruro de
sodio» (Language, pág. 138). Pero es evidente que lo que los químicos definen no es el significado de la palabra «sal», sino la cosa sal: el significado
de la palabra «sal» no se compone de cloro y sodio y no puede definirse
químicamente.
140
Teoría del lenguaje y lingüistica general
cribirse como cosa- no se adapta con su tesis mecanicista ni
con su concepto de «objeto de ciencia»; es decir, que la realidad del lenguaje no cabe dentro de su doctrina y por esto
debe «reducirse». Pero lo que queda ya no es lenguaje, porque el lenellaje se comQone, en efecto, de cosas «como las
sillas», pero es al mismo tiempo otra cosa, por ser finalidad
significativa '17, Y no Quede ni definirse ni estudiarse, como lenguaje, indeQendientemente de esta finalidad. El len¡uaje como
lo ha aclarado Dewey 98 es al mismo tiempo naturaleza (cosa,
fenómeno físico) y «pensamiento» 99. pertenece al mismo tiempo
ID- mundo y a la interioridad de la conciencia: de otro modo
seÓa imposible la comunicaciÓn porque sólo podemos tomar
contacto con otros. comynicarnos por medio de cosas y sólo
podemos COmunicar lo que no es cosa, );ino interioridad de la
conciencia. En este sentido hay que admitir, con Saussure
(y lo admite el mismo Bloomfield, pues reconoce que «el estudio de los sonidos del lenguaje independientemente de los significados es una abstracción», Language, pág. 139), que el signa
lingüístico sólo existe en virtud de una unión entre significante
y significado lOO, y, con Hjelmslev, que entr~tl-«J2.@Jlº__ d.e_Ja
expresión» y el «Qlano del contenido» se da una relaci6!! __d~
«interdependencia» (<<función entre dos constantes») 101. Bloomfield es, indudablemente, el estudioso que con más coherencia
exige qJm la Un(;diístjca estudie Sil ghjeto en sí y pgr Sí 102, pero
97 Cf. a este propósito, las agudas páginas de A. PAGUARO, Corso di
Glottologia, Roma, 1950, I. págs. 112 y sigs. y págs. 121-122.
98 J. DEWEY, Logic. The Theory 01 lnquiry, trad. esp. Lógica. Teoria
de la investigación, México, 1950, págs. 51 y sigs.
99 «El lenguaje se compone de existencias físicas: sonidos, o trazos
sobre un papel, un templo, una estatua o un telar. Pero estas existencias
físicas no operan o funcionan como cosas puramente físicas cuando son
medios de comunicación. Operan en virtud de su capacidad representativa o sentido» (Ob. cit., págs. 61-62).
lOO CLG, págs. 58-59.
101 Cf. PTL, págs. 29 y sigs.
102 Cf. F. DE SAUSSURE, CLG, pág. 364.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
141
el. objeto que le propone no es el lenguaje, sino lo que Dewey
llama el mero lenguaje 10\ Se agrega a esto el hecho de que su
concepto de uciencia» exige que se adopte, frente a la relación
observable hablante-oyente, un punto de vista totalmente neutro y objetivo y que se ignore en la observación toda experiencia subjetiva anterior.
3. 5. Ahora, si estos postulados se aplicaran con todo rigor
-lo que, afortunadamente, no ocurre-, la descripción del lenguaje (aun como mero lenguaje) presentaría problemas de previos prácticamente insolubles. Ante todo, sería sumamente difícil separar los hechos lingüísticos de otros hechos de conducta que producen reacciones semejantes; mejor dicho, no
habría ninguna razón para hacerlo: el picar con un alfiler y el
«picar» con una palabra deberían considerarse en el mismo
plano, si producen «respuestas» idénticas. En efecto. Z. S. Harris
reconoce Que 'no existe una conducta lingüísti~ identificabk
como tal. sino sólo una conducta inter-individual dentro de la
cual la lingüística elige ciertos elementos y estructura con ellos
un sistema' 104. Pero ¿cómo lo hace? No será por simple arbitrio, visto que los elementos que elige coinciden extrañamente
con todo lo que los estudiosos «mentalistas», sobre bases enteramente distintas, reconocen corno lenguaje. Tampoco puede
considerarse como eficiente el criterio de la regularidad de distribución, sugerido por el mismo Harris para excluir del ámbito
1°3 aLa existencia física, que es vehículo del sentido, puede ser caracterizada en su particularidad con el adjetivo mera; la emisión de un cierto número de tales sonidos o la agrupación de tales grafías puede calificarse de mero lenguaje. Pero. en realidad, ni hay palabra en el primer
caso ni lenguaje en el segundo» (Ob. cit., pág. 63).
104 cThis does not imply that we can speak of any identifiable linguistic behavior, much less phonologic or morphologic behavior. There is ínter-personal behavior which may in elude gesture, speech, etc. Linguistics
sets uy a system of relations among selected features of this general behavior» (MSL, pág. 22, n. 1:1).
142
Teoría del lenguaje y lingüística general
del lenguaje los simples ruidos bucales, como la tos lOS, porque
se trata de distribución con respecto a otros elementos, que
deben haberse reconocido antes como lingüísticos. Parece razonable concluir, pues, que Ja palabra se
djstjn~ue
del alfiler
no por la experiencia objetiva, sino porgue se sabe de antemano
que pertenece a la clase de fenómenos físicos significativos, que
es lID signo ES decir que se distingue cierta conducta como
,lingüística porgue la reconocemos de manera inmediata como
,actividad simbólica. Y este reconocer se basa, justamente, en
un saber previo, pre-científico, en aquella experiencia subjetiva
del observador que el behaviorismo lingüístico estricto quisiera
excluir de la observación exterior, puramente objetiva. Se basa
en el hecho, destacado por la fenomenología, de que nuestro
conocimiento previo, el llamado «saber originario», pre-ordena
el mundo de la experiencia científica objetiva: el saber cientí·
fico podrá revisar, corregir y hasta negar los datos del conoci·
miento previo, pero éste constituye necesariamente la base de
toda investigación 106. Es decir, que, aun sin proponerse la
investigación del significado, el lingüista no puede eludir el
hecho de que tiene experiencia del valor simbólico de los signos
Iingüisticos, por ser él mismo un individuo hablante: el cien tíJico no puede excluirse a sí mismo como hablante de su experiencia objetiva de los hechos lingüísticos. Si lo hace -y sólo
puede hacerlo hasta cierto punto y mediante un arbitrio-- se
resigna a saber más sistemáticamente, pero, al mismo tiempo,
menos que los hablantes (y menos de lo que él mismo sabe
como hablante).
MSL, pág. 19.
H.-J. Pos, Phénoménologie et linguistique, .Revue Int. de Phil .• , 1,
2, págs. 354-365. Cf. M. GElGER, Die Phiinomenologische Aesthetik, trad. esp.,
en Estética 2, Buenos Aires, 1951, págs. 137-161: «para poder señalar lo trágico en un solo poeta es necesario implícitamente estar ya familiarizado
con la esencia de lo trágico» (pág. 147).
lOS
106
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
1~
•
Así, al estudiar la estructura fonemática de una lengua, es
posible y legítimo adoptar, en el plano del csaber científico»,
un criterio independiente de los rasgos distintivos de los fonemas, es decir, del hecho de que los fonemas son diacríticos o
cJ..llarcas distintivas» de los signos, «Zeichen an Zeichen» como
dice Bühler U". Pero se tratará de una simple convención qu~
entrará en vigor sólo después de un momento inicial no-científico. En efecto, el criterio señalado no podrá evitar de basarse
en el conocimiento previo: deberá necesariamente partir de un
reconocimiento anterior, aunque fuera sólo para corregir y
volver sistemática esta experiencia previa {propia o ajena). Es,
justamente, lo que se comprueba en el caso de Bloornfield, el
cual, al clasificar estructuralmente los fonemas del inglés 108, se
basa en listas previas por él mismo establecidas10!1 y, en último
análisis, en su experiencia no-científica de hablante. Y lo mismo
sucede en el caso de Trager, quien, para definir los fonemas del
polaco según un criterio distribucional, toma como punto de
partida una clasificación anterior de S. Szober 110.
3. 6. Si no se partiera de un cOnocimiento previo sería muy
difícil, ante todo, segmentar los continuos fónicos en unidades
alofónicas (correspondientes, aproximadamente, a lo que se
llama csonidos»). Y, aun admitiendo que tal dificultad pueda
superarse mediante un simple arbitrio 111, persistirían las dificultades de identificación y clasificación de loS fonemas En
efecto, el criterio de la «posibilidad de encontrarse en el mismo entorno», por un lado, no distingue fonemas. sino alofones
(variantes libres) --como, con mucha razón, observa Hjelms~ev
107 Cf. K. BtlHLER, Psychologie der Phoneme, Proceedings L., págs. 162169 (pág. 168).
108 Language, págs. 131-135.
109 !bid., págs. 91, 130.
110 Art. cit., pág. 179.
111 Cf. Z. S. HARRIS, MSL, pág. 25.
144
Teoría del lenguaje y lingüística general
a propósito del método de Jones 112_, y, por otro lado, obligaría
a identificar, en inglsé, /h/ y /rJ/, que tienen distribución complementaria. Y, si se agrega el criterio de la «semejanza fónica»,
para distinguir /h/ de /rJ/, este mismo criterio difícilmente podría justificar la identificación de [h] y [f] en japonés (que
tienen distribución complementaria, en la misma posición, pero
no tienen ninguna característica común que no pertenezca también a otros fonemas japoneses) 113. En italiano, [dz] y [ts] deberían, probablemente, reconocerse como fonemas distintos 114,
porque entre ellos no hay mayor semejanza fónica que, por
ejemplo, entre /k/ y /g/. y en el español del Uruguay las realizaciones [x], [g] -y, probablemente, Lh]- del fonema /S/115
deberían reconocerse como alofones de /x/, y no de /s/, porque
[s], [x], [g], [h] no se presentan, según la exigencia de Harris,
como una 'clase de segmentos definida de manera que se distinga de las demás cIases por todas las distinciones fonemáticas y sólo por éstas' 116. De todos modos, habría que explicar
por qué un criterio sirve para identificar, por ej., [k] y [k'],
pero no para identificar [h] y [1)], y por qué otro criterio sirve
para distinguir [h] de [rJ], pero no distingue [h] de [f]. La
explicación debería, seguramente, recurrir a la funcionalidad
PTL, pág. 40.
Cf. C. E. BAZELL, Phonemic and Morphemic Analysis, «Word», VIII,
1, págs. 33-38 (pág. 37, n. 10), y Linguistic ,Form, Estambul, 1953, pág. 42.
114 Así aparecen, aunque con fundamentación distinta, en G. PORRU,
Anmerkungen über die Phonologie des Italietlischen, TCLP, VIII, 1939
(páginas 10-11 de la separata), donde, sin embargo, no se distingue sobre
la misma base [s] de [z] (pág. 12). Cf. B. MAlMBERG, A propos du systeme
phonologique' de l'italien, AL, III, 1, págs. 3443 (págs. 3942).
115 Cf. W. VÁSQUEZ, Art. cit., págs. 4-5 (págs. 8~9).
116 MSL, pág. 35. También podría hablarse de una «neutralización» en·
tre /s/ y /x/, puesto que, en los mismos sujetos, [s] no se presenta en las
mismas posiciones, pero los estudiosos norteamericanos, en general, no
hacen la distinción entre neutralización y distribución defectiva; cf. MSL,
página 65; E. FrscHBR-J "RGENSEN, On the Definition .. " pág. 31.
112
113
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
145
en la lengua J17, Y la idea misma de funcionalidad, así como el
sentir la exigencias de recurrir a otros criterios (simplemente
porque no se admite que ciertos casos puedan ser tales como se
presentan al análisis estrictamente «científico»), se basan en el
conocimiento previo. Es decir. que de pin¡Ún modo podrían
evitarse las referencias al significado y a la experiencia nCK:ientífica de los hablantes (o del mismo lingilista como hablante).
3. 7. En otros planos del análisis lingüístico, las dificultades resultarían aÚD mayores. Así, Collinson observa que, muy probablemente, un
antimentalista tendría bastante dificultad en analizar con exactitud una
expresión como .Barrett appeared to conduct Bessie out», la cual con una
necesaria refereccia a la mente, puede interpretarse como cBa"ett seemed to conducto ... ,., o como .Barrett appeared [there in arder] to conduct ...• 118 • Sería interesante también ver de qué manera un antimentalista analizaría formalmente expresiones como «el sabio alemdn., donde
sólo el hablante sabe si ha empleado sabio como sustantivo y alemán
como adjetivo, o viceversa (es decir, si entiende referirse a un alemdn
sabio o a un estudioso de nacionalidad alemana), o como fr. U est mort,
ital. e marta, que pueden significar ha muerto y está muerto (alem. er
¡st gestorben, er ist tot). Se podrá decir que "la lengua no ofrece rasgos
formales que permitan tales distinciones", pero esto no impide que los
hablantes ordenen las expresiones señaladas ciertas veces con il est venu,
il vint,
venuto, venne, y otras veces con il est rouge, U est malade,
e
e malato.
3. 8. Es verdad, también, que se ha observado que los postulados lingüísticos de Bloomfield se basan en un behaviorismo
ya en parte superado 119, y que el behaviorismo ha desarrollado
en las últimas décadas una compleja e interes1nte teoría del
117 En efecto, Z. S. HARRIS combina los dos criterios (la distribución
y la funcionalidad), pues reconoce como distintas las formas que provocan respuestas distintas por parte de los hablantes (MSL, pág. 20).
118 W. E. CollINSON, Some Recent Trends in Linguistic Theory with
Special Reference to Syntactics, «Lingua», 1, 3, págs. 306-332 (pág. 332).
119 Cf. M. SCHIAUCH, Early Behaviorist Psychology and Contemporary
Linguistics, "Word,., 11, 1, págs. 24 y sigs.
T. LENGUAJB.-I0
146
Teoría del lenguaje JI lingüística general
significado 120. Pero no se ve claro por el momento hasta qué
punto tales adelantos puedan modificar la actitud fundamental
del bloornfieldismo. En efecto, en época reciente, B. Bloch ha
insistido en la exclusión de toda referencia al significado en el
análisis fonemático 121 V' según parece, va aún más allá que
Bloomfield, pues éste sólo excluía la referencia a qué significa
una «formaD, V no al hecho mismo de qué significa.
III.
FONÉTICA y FONOLOGíA EN LA CONCEPCIÓN DE TRUBETZKOY
1. 1. Entre los estudiosos europeos, el que ha exigido con
mayor insistencia una rigurosa separación entre fonética y fonología ha sido N. S. Trubetzkoy. Para TrubetzkoY' la separación debería coincidir con la distinción saussureana entre langue y parole, términos que, siguiendo a Bühler, traduce con
Sprachgebilde (<<estructura lingüística») y Sprechakt (<<acto de
hablaD). La fonología sería «ciencia de los sonidos en la lengua»;
la fonética, «ciencia de los sonidos en el habla», y el no haberlas distinguido constituiría una falla de la lingüística tradicio~a1. Las diferencias entre las dos disciplinas se establecen en
varios planos y desde varios puntos de vista 122: sólo la fonología sería ciencia lingüística, y emplearía métodos lingüísticos,
psicológicos y sociológicos; 'a fonética. en cambio, como estudio del hablar concreto, sería ciencia natural y emplearía los
!!létodos de las ciencias naturales (físicas), La fonética se redul20 Cf" sobre todo, C. K, ÜGDBN & 1, A, RICHARDS, The Meaning. of
Meaning 10, Londres, 1949, y CH, W, MORRIS, Foundatíons 01 the Theory of
Sings, Chicago, 1938, y Signs, Language and Behavior, Nueva York, 1946,
UI A Set 01 Postulates lor Phonemic Analysis, .Language_, XXIV, 1,
páginas 3-47, Cf, la crítica de E, FISCHBR-J"RGBNSEN, Remarques"" páginas 217:219,
U2 Príncipes"" págs, 3:13, Cf. también La lonologfa actuoJ, en Psicologfo
del lenguaje (trad, -de Psychologie du langage, c]ournal de Psycholo¡ie-,
XXX, 1933), Buenos Aires, 1952, págs, 145:160 (part" págs. 1~9-150),
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
147
ciría, pues, a fisiología y acústica y excluiría toda relación entre
lo fónico y lo significativo 123, siendo sólo da ciencia del aspecto material de los sonidos del lenguaje». Finalmente, la fonética sería estudio puramente «fenomenológico» [= fenoménico]
de los sonidos, mientras que la fonología estudiaría su funci~
nalidad. Los varios puntos de vista no son coextensivos 124, pero
Trubetzkoy no parece haber reparado en ello.
1. 2. No hizo Trubetzkoy la distinc~ntre fonética general (ciencia física general de la producción de los sonidos vocales y de sus características acústicas: lo que Bloomfield llama
phonetics) y fonética de una lengua (ciencia de la parole correspondiente a una detenninada lengua: lo que Bloomfield
llama phonology o practical phonetics) 125; y a esta confusión
se deben muchas de las críticas que se le han hecho, aunque
ello no se diga explícitamente (cf. IV, 3.).
1. 3. De todos modos, la distinción entre las dos disciplinas no significa para Trubetzkoy romper todos los puentes con
la fonética En realidad, en su obra se autonomiza la fonética
con respecto a la fonología, pero no la fonología con respecto
a la fonética, puesto que la fonología se basa necesariamente
en la «sustancia» fónica y las definiciones fono1ó¡icas se dan
en términos articulatorios y acústicos. A pesar de repetidas afirmaciones en contra, para Trubetzkoy el punto de partida fue
siempre la fonética, como él mismo lo reconoció en el Congreso
lingüístico de Copenhague, contestando a una objeción de Collinder 126. En efecto, el hecho de que admita con Sotavalta (y
siguiendo a Saussure) que 'la lengua preexiste al habla' 127
y el hecho de que, según él, «el sonido del lenguaje no puede
Cf. la phonetics de BLOOMFIELD, Language, pág. 75.
Cf. SNH, IV, 2.2.
Language, pág. 78.
Cf. Actes du Quatri~me CongT~S lnternational de Linguistes, Capenhague, 1938, pág. 122.
127 Principes, pág. 13.
123
124
12.5
126
Teoría del lenguaje y lingüística general
148
definirse sino por su relación con el fonema. 128, no le hacen
ignorar la .sustancia. fónica ni definir el fonema de otro modo
que partiendo, justamente, de los sonidos del habla. Por esto,
a pesar de la tan defendida separación entre fonética y fonología, ha podido ser acusado de cfoneticismo., y no sólo por los
estudiosos de la escuela de Copenhague 119 (cf. 4.2.).
2. La distinción establecida por Trubetzkoy fue aceptada en términos
casi idénticos por K. Bühler 130, y hoy, después de haber sido amplialnente justificada por los trabajos del Circulo lingüístico de Praga y haber
confluido con la distinción establecida en Norteamérica entre phonetics y
phonemics (cf. 1, 1.2.), es prácticamente general y de dominio común entre los lingilistas de los dos mundos. Asi, para citar sólo a un estudioso
de habla hispana, E...AIarcos Lloracb, en su óptimo manual de fonología,
define la tonitica como da disciplina que se ocupa de los sonidos. de la
.sustancia del significante», 'y la fonologia como «la disciplina Que se
pc~pa de las normas que ordenan esa materia sonora. de la fuODa del
sj¡Djficante»: la fonética, según Alarcos Uoracb. cestudja Jos elementos
fónicos en si, en su realidad de fenómenos físicos y fisiológicos, y se
IDantea el problema de cómo tal sonido y tal otro son pronunciados, y
qu~" efecto acústico producen, pero olvida por completo la relación que
tienen con una significación lingüística; puede definirse como la ciencia
c!el_p!lI!I~ material de los sonidos del lenguaje humano» 131.
El carácter esencialmente extra-glotológico de la fonética, que tendría
co~ la lingüística sólo relaciones de -ciencia auxiliar», parece no despertar dudas 132, Aun un estudioso como E. Dieth, partidario de la unidad
128
Principes, pág. 41.
U9
ef. A.
MARnNET,
O" en est ... , pág. 45.
Phonetik und Phonologie, TCLP, IV, págs. 22 y sigs., y Teoria del
lengUilje, págs. S y sigs.
131 E. AuRcos LLoRACH, Fonologla española, Madrid, 1950, págs. 10-11.
ef. también las definiciones de fonética y fonologla en F. UzARo eARRBTBR, Diccionario de términos filológicos, Madrid, 1953.
132 ef., por ej., W, BRANDIlNSTEIN, Ob. cit.: cAm besten ware nocb die
130
Bezeichnung .Lautwissenscbafb a1s natww:issenschaftlicbe Beschreibung
und KIassifikation der menschlicben Spracblaute» (pág. 8); .[die Pbonetik]
nimmt also keine Rücksicbt auf die funktionelle Rolle der Laute, sondem
nur auf die materielle Seite der Spracbe» (pág. 73); J. MArroso e.úwu jr.,
Para o estudo da f~mica portuguesa, Rio de Janeiro, 1953: .De um lado,
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
149
de las ciencias fónicas (cf. 1, 5.2.), reconoce implícitamente la separación
entre las dos disciplinas, pues considera la fonética como .ciencia auxiliar
de la lingüística- 133. Dieth trata de aclarar las relaciones entre fonética
y fonologia mediante un esquema en el cual coloca, en la misma linea,
la fonética como ciencia natural y la fonologia como ciencia de la cultura 134, pero no explica de qué modo puede pasarse sin soluci6n de continuidad de una ciencia física a una ciencia cultural y parece no reparar
en el hecho de que ya el estudio -material. de los sonidos del lenguaje
implica un punto de vista cultural.
Parece, pues, que la mayona de los estudiosos admiten, impUcitamente1
la idea saussureana de que sólo la «lengua" seria objeto de la lingillsticaj
y hasta un estudioso que se halla muy lejos de 3ceptar la dicotomía saussureana, como V. Pisani, acepta de algún modo la distinción de Trubetzkoy, pues excluye explícitamente la fonética de su Forschungsbericht
acerca de los últimos adelantos de la lingüística 135, en el que, sin embargo. incluye la fonologia 136. Por otra parte, quienes ponen en duda la validez y la legitimidad de la fonologia y prefieren hablar s6lo de fonética,
como, por ej., L. Homburger 137, en realidad emplean conceptos fonol6gicos, aunque sin distinguirlos de los fonéticos: es que siguen viviendo,
para emplear unas palabras de Pike, en los «prephonemic days when
phonetics and phonemics were one- 138.
3. 1. Las primeras críticas a Trubetzkoy se han hecho, justamente, desde ese campo de los «prephonemic dayslt. Aquí hay
que recordar, en primer lugar, a 9. Jespersep, ijuien nie¡a la
absoluta novedad del punto de vista fonológico. observando que,
ya mucho antes de la aparición de la nueya disciplina yarios
fonetistas ly él mismo, desde 1904) hicieron la distinción entre
oposiciones fónicas funcionales y af"pcionales I~~ y -con tono
o reconhecimento da legitimidade da fonética como ciéncia de observac;io
natural, a margem e subsidiária da lingüística .. (pág. 24).
133 Ob. cit., pág. 8.
134 Ibid., pág. 17.
135 Forschungsbericht, cit., págs. 3, 35.
136 Ibid., págs. 35-38.
\37 Le Langage et les langues, Pans, 1951, págs. 1~137.
138 Phonetics, pág. 83.
139 Linguistica. Selected Papers, Copenhague & l.ondres, 1933, páginas 210.214.
150
Teorla del lenguaje y lingüística general
polémico, pero en esencia conciliador- concluye pidiendo sólo
que no se excave un abismo entre las dos disciplinas 140. Del
mismo modo, N van Wiik ~uien, sin embargo, reconoce la
distinción y hasta esboza él mismo una fonología 141, aunque
sobre bases psicológicas, que se alejan de las últimas orientaciones de la escuela de Praga- observa que la noción de sistema fonológico la tuvieron, ya en el siglo pasado, lingüistas
como Brugmann o Schuchardt 142. Con argumentos en parte
análogos, B. Collinder 143 (quien señala que el concepto de fonema ya 10 tenía Noreen en 1905) cree poder ir mucho más
lejos y rechazar simplemente la fonología.
Ahora, que «ideas fonológicas» existieron mucho, antes que
la fonología de Praga es evidente y 10 reconoce el mismo Trubetzkoy 144. Una intuición fonemática pre-científica existe hasta
en la invención de la escritura alfabética y en las ortografías
tradicionales 145, y en este sentido ~e ha podido observar QJle la
fonología ocupa en la lingüística actual el lugar que tenía anti~mente la teoría de las letras 146. Pero Trubetzkay tiene razón
~~ _l?~fi~lar que ni Brugmann ni Schuchardt hadaD fopología
porgue no partían del concepto de estructura fonemática: nó
hacían fonología explícitamente y no la distinguían de la fonética 147• .sin embargo. las observaciones de Jespersen y Van
140 «Nein, ohne phonetik (lautphysiologie) gibt es keine phonologie!
Wir müssen phonetik und phonologie scheiden, aber dürfen sie nicht
trennen: der phonetiker muss phonolog werden, und der phonolog muss
phonetiker sein» (Ob. cit., pág. 213).
141 Phonologie, La Haya, 1939.
142 ef. N. TRUBIITZKOY, La fonologla actual, págs. 150-151, n. 11.
143 Lautlehre und Phonologismus, Actes IV Congr., págs. 122-126.
144 ef. Principes ... , págs. 4 y sigs.
145 Así, por ej., el sistema ortográfico español distingue Ir/ de /rrl sólo
en posición intervocálica, es decir, sólo ahí donde esta oposición no se
neutraliza, y presenta n, y no ñ, delante de palatal, donde [ñ] constituye
una variante combinatoria de Inl (por ej., en ancho).
146 ef. D. ABIlRCROMBIB, What is a .letter»?, .Lingua .. , 11, 1, págs. 54-63.
147 N. TRU1IBIZKOY, Art. cit.. I. cit.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje.
151
Wi¡k son muy interesantes porQue señalan· Que la fonología
se apope a lq ljngiiísf;ca anterior sinQ que la enriquece, ·1
en este sentido la reacción de Trubetzkoy ---que defiende la originalidad de la fonología y reconoce como verdaderos precursores sólo a Saussure y a Baudouin de Courtenay- va más
allá del blanco. En realidad la fonología actual no. se opone a
la fonética (o fonología) tradicional (= fonética + fonología,
indistintas) sino a una fonética definida con re'iJZecto a la tona'aRía ' no «se contrapone», sino que introduce una distinción'
en lo in~istinto, y sólo puede hacerlo ignorando el plano donde
fonética y fonología se encuentran necesariamente (cf. 3.4.). La
«fonética» de los fonólogos es tan nueva como su fonología que,
evidentemente, quita algunas zonas a la fonética tradicional.
Esto no lo ha aclarado Trubetzkoy 148, y por ello algunos fonetistas han podido tener la impresión de que ellos ya hacían fonología.
.,0
3. 2. En el mismo plano de la fonética tradicional se sitúa a menudo
J. Laziczius, quien, aun siendo uno de los primeros adeptos de la fonología 149, ha sido al mismo tiempo uno de los más activos críticos de la
concepción de Trubetzkoy ISO. Asi. por ej., cuando sostiene -y muy justamente- que la fonética no puede considerarse como ciencia natural,
basándose sólo en el hecho de que no se la ha considerado de esta
manera en su historia y de que siempre ha tenido conexión con la lingüística 151; o cuando sostione que el punto de vista funcionalista debe
aplicarse también en la fonética, simplemente porque ya se ha aplicado 152. Naturalmente, estas afirmaciones se refieren a los "prephonemic
days», y lo de que algo se ha hecho siempre no constituye argumento
para que se siga haciendo. Así, también, la simple conexión de la fonética
Cf. B. TERRAClNI, Res. cit., pág. 177.
Con Bevezetés a fonológidba [Introducción a la fonología], Budapest, 1932.
ISO Cf. A new category in phonology, Proceedings L., págs. 57~; Die
Scheidung langue-parole in der Lautforschung, Proceedings G., págs. 13-23;
Phonétique et Phonologie, «Ungua», 1, 3, págs. 293-302.
151 Phon. et Phon., págs. 295-298.
152 Ibid., pág. 302.
148
149
152
Teorfa del lenguaje y lingüistica general
con la lingüística no alcanza para conferirle carácter glotológico: con
mayor coherencia. lo Dall53 puede eliminar de la lingüística y atribuir a
las ciencias naturales tanto la fonética como la fonología, por el hecho
de que los elementos que ellas estudian no son signos, sino sólo partes
de signos.
3. 3. Una validez mucho mayor tienen otras observaciones
de Laziczius. Ya en el Congreso de Fonética de Londres señalaba este estudioso que la ciencia funcional de los sonidos no
puede dejar de lado las llamadas «variantes estilisticas., a las
que proponía dar el nombre de enfáticos. ~stas no se confunden
con las variantes propiamente dichas (facultativas o combinatorias): son «menos que fonemas, pero más que variantes., y
constituyen oposiciones funcionales 154.
Laziczius toca aquí un problema muy importante, pero no
parece verlo con tod,a claridad. Ante todo, existen «enfáticos.
que SOn simples variantes individuales y ocasionales, y otros
que son constantes en un estado de lengua 155. Sólo estos últimos deberían ser estudiados por la fonología (como «ciencia de
la lengua.), porque sólo éstos son «invariantes.. y. Rrecisamente. invariantes de la «norma.. pero «variantes. (<<menos
que fonemas.) desde el punto de vista del «sistema funcional!.
(representativo) de la lengua 156. Es esencial este hecho de qs
las funciones llamadas «estilísticas» (la «expresiva» y la capela
tiva») estén condicionadas por la función «representativa. 157:
153
154
1.55
Art. cit., págs. 1-2.
A new category ...• págs. 57-58.
.
Cf. N. TRUBEI'ZKOY. Principes .... págs. 18 y sigs.
Cf. UCF. pág. 8 (188).
Esto de que lo «estilístico» se halla subordinado a lo «representativo» parece apuntar con toda claridad hacia la esencia cognoscitiva del
lenguaje (destacada. por ej .• por A. PAGLIARO. Ob. cit., págs. 28-56). «Esencia
cognoscitiva-o naturalmente. no significa «esencia lógica». pero tampoco
«contraria a la lógica». Dicho sea de paso. el problema' de la «coincidencia» o «divergencia» entre lenguaje y lógica nos parece un falso problema.
que ni siquiera debería plantearse. Lenguaje y lógica se encuentran en
planos distintos. entre los cuales no puede haber ni acuerdo ni oposi156
157
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
153
dentro del mismo sistema s6lo pueden funcionar como expr~
sivos o apelativos (y constituir, eventualmente, «invariantes estilísticaslD) elementos que no constituyen oposiciones distintivas
y no afectan tales oposiciones. El empleo de un elemento distintivo como «estilístico» constituye 10 que se llama cerror- 158, y
se coloca por ello fuera del «sistemalD, o implica la coexistencia
de varios «sistemas» dentro de la misma «lengua.. Así, en español podemos decir [ambre] por [ombre] con intención «estilística» (por ej., para imitar una pronunciación extranjera),
pero con esto saldremos del «sistema» español, porque dentro
de este sistema 10 dicho significaría (en el plano representativo) hambre, y no hombre. Del mismo modo, en el español del
ción: se puede hablar de una .. lógica del lenguaje» o de un -lenguaje de
la lógica., pero no de «lógica-y-lenguaje •. Los conflictos que a veces se
indican son aparentes y no se refieren a una relación entre lenguaje y lógica, sino simplemente entre el lenguaje de la lógica y la interpretación
logicista del lenguaje. El famoso ejemplo de H. STBINTHAL, cesta mesa
redonda es cuadrada» es «absurdo" sólo para un gramático logicista, y
no para un lógico: si esta oración se pronuncia y se entiende en una
situaci6n real (es decif, si es propiamente lenguaje), ella significa ZJgo
que es también 16gicamente coherente, porque o a «redondo .. o a cCWldradoJ> se da otro significado que el que tienen en el diccionario. Se
trata, a 10 sumo, de un desacuerdo entre el diccionario y el hablar; y el
diccionario no se identifica con la lógica. Además, también este conflicto
es aparente: existiría solamente si el diccionario fuera anterior al hablar, si no fuera lo que es, o sea, simplemente, registro de un habla, que
ha sido. Por lo tanto, ya el aceptar la discusión de una posición logicista
(aun para sostener lo contrario) implica, de alguna manera, colocane en
su mismo terreno, aceptar la discusión del «sin-sentido» en términos de
cverdadero» y .. falso,.. Lo mismo puede decirse de los versos de Goethe
que cita y discute K. VOSSLER, Gesammelte Aufsiitze zu' Sp,achphilosophie,
trad. esp. Filosofla del lenguaje 2, Buenos Aires, 1947, págs. TT y sip., y que
de ningún modo constituyen ejemplo de una supuesta «alogicidad» del
lenguaje: lo único que cabría preguntarse sería si en el lenguaje de la
ldgica lo que dice Goethe (y que se entiende como coherente) se diría o
no de la misma manera. Acerca del ejemplo de STEINTHAL, cf. también la
breve nota de B. CROCB, Problemi di estetica 4, Bari, 1949, págs. 173-177.
158 Cf. E. CoSERIU, La lingua di Ion Barbu, .. Atti del Sodalizio ¡lottologico milanese», 1, 2, págs. 47-53.
154
Teoria del lenguaje y lingüística general
Río de la Plata podemos emplear con valor estilístico (por ejemplo. irónicamente. para imitar una pronunciación que se pretende castiza) las distinciones fonemáticas Isl - lel o Ijl - IU
(pronunciando [eelos]. [ka!e]). V con esto no saldremos de
«lengua española» (porque la «lengua» comprende más de un
sistema). pero sí del «sistema» rioplatense. donde las dos parejas de fonemas se han confundido. respectivamente. en Isl y
lfo/. Es decir. que todo empleo de elementos distintivos con
valor estilístico implica una forma de bilingüismo. Pero dentro
del mismo sistema pueden existir variantes «estilísticas» generales (<<invariantes». desde el punto de vista de la norma). así
como facultativas. individuales. ocasionales (variantes propiamente dichas). Además. no todas las «invariantes normales»
son necesariamente «estilísticas» [cf. 3.4.).
No lo entiende así Laziczius. el cual sugiere una simple gradación de fonemas. enfáticos y variantes (los fonemas tendrían
igual importancia en las tres funciones bühlerianas; los enfáticos. sólo en la expresión y apelación; las variantes. sólo en la
función expresiva) 159. y propone una división de las ciencias
fónicas en tres partes. porque «es obvio que no se pueden imaginar más de tres funciones» 160.
Eh el Congreso de Gante. Laziczius dio un paso más en el
mismo sentido. observando que la distinción entre fonemas y
variantes no coincide con la distinción entre langue y parole 161.
A new category .... pág. 59.
Ibid.• pág. so. El hecho. sin embargo. no es tan obvio. Cf. F. KAINZ.
Psychologie der Sprache. r, Stuttgart, 1941, que considera la .. representación_ como momento esencial y constitutivo del signo y sustituye a la
Darstellung de BtJHLBR el concepto de Bericht o Informalion (págs. 175176, 183-185), además de distinguir funciones «monológicas- y «secundarias_ (págs. 185 y sigs.). En el mismo Bericht habría que distinguir la pura
referencia de la evocación o asociación (Cf. SNH, V. 5.2.). Pero esto complicaría de manera muy grave los esquemas de la fonologfa, que es necesariamente simplificación, con respecto a la realidad del len¡uaje:
161 Die Scheidung ...• pág. 17.
159
160
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
155
puesto que también las variantes son «faits de langue» 162. Evidentemente, se refiere a lo que hemos llamado «invariantes
normales», pues las distingue de las simples «variaciones» individuales 163.
Esta idea podría resultar fructuosa para una corrección, tanto de la distinción entre fonética y fonología como de la dicotomia langue-parole (cf. 3.5.). Pero Laziczius sigue otro camino:
bajo el influjo de Zwirner, distingue entre Lauttypus y Lautindividuum, establece tres especies de Lauttypen -de nuevo fonemas, enfáticos y variantes-, las tres pertenecientes a la
«langue» (sin reparar en el hecho de que, en el plano del simple
«tipo de sonido», las tres especies se confunden necesariamente
en una sola) 164,~almente, propone la unificación de fonética y fonología en una Lautlehre cuyo objeto sea la «lengua» 165.
Con esto no se resuelven las dificultades de la distinción entre
las dos disciplinas, y sólo se traslada toda la ciencia de los sonidos al campo de la fonología, aunque de una fonología com.:,
binada con la fonometría: la «parole» simplemente se desconoce, o sirve sólo para proporcionar el material 166.
Diez años más tarde, Laziczius retoma en gran parte la misma argumentación 167, agregando sólo las observaciones acerca
162 Ibid., pág. 18.
163
Ibid., págs. 18, 22.
164 La que en UCF llamamos ufano» (pág. 6 [186]).
Die Scheidung ...• pág. 23.
.
Esto se deberá también a su concepto de «parole .. , que s610 en
parte coincide con el de SAUSSURE. En efecto, LAzICZIUS (Das sog. dritte
Arlom der Sprachwissenschaft. AL. l. 3. págs. 161-167) piensa que para
SAUSSURB la «parole. fuera s610 «der individuelle Teil der linguistischen
Erscheinungen» (idea ya combatida por CH. BAllY. Le langage et la vie.
trad. esp., El lenguaje y la vida 2, Buenos Aires. 1947. pág. 124). Cree, además. que BtlHLI!R no se dio cuenta de que las distinciones de HUMBOLDT y
SAUSSURE se entrecruzan. Lo mismo dice J. LoHMANN. Karl Bühlers
"drittes Axiom». AL. 111, 1. págs. 5-16. y hasta corrige el esquema de BtlHL1!R (Teorla del l.• pág. 63) en el sentido que. según nosotros. es el suyo.
y debe atribuírsele (cf. SNH. 111, 23.).
167 Phon. et Phon.. cit.
165
166
156
Teoría del lenguaje y lingüistica general
del carácter no-naturalista de la fonética (cf. 3.2.), e insiste nuevamente en la importancia de las «varianteSlt que son invariantes (<<enfáticos. o «variantes sociales.) 168 y en la imprescindibilidad del criterio funcional en las investigaciones fonéticas.
Esto último equivale para Laziczius a rechazar la distinción_
!':ntre fonética y fonQlo~a.Tal actitud es legítima, pero no se
Justifica teórica o históricamente, como intenta hacerlo el lingüista húngaro: se trata de· un acto práctico de oposición al
otro acto práctico y convencional de tomar la funcionalidad
como criterio para definir la fonología, y sólo tiene sentido si
entiende llamar la atención sobre el hecho de que la ~n~
l!d~d, como todo lo que constituye el lenguaje, se da en el·hablar concreto, o que, como observa E. Qua la antítesis funcianal-afuncional no coincide con la distinción ltiñgue-parole 169.
-,
3. 4. Varias de las criticas señaladas parecen apuntar en
una misma dirección: hacia un hiato que la interpretación
fonologista de la distinción saussureana ha producido entre
las dos ciencias fónicas; hacia un campo intermedio contenido
entre lo ocasional-afuncional y lo constante-funcional, que resulta ser tierra de nadie, por no haberse atribuido ni a la fonética
ni a la fonología.
168 Punto de vista, por lo demás, ya aceptado por TRUlIBl'ZKOY, con.la
constitución de la fono-estilística (Principes, págs. 16-29), frente a la cual
la fonología ya no es la única ciencia fónica de la .. lengua», sino s610 la
ciencia que se ocupa de las oposiciones fónicas _intelectuales», en el
campo de la funci6n representativa (pág. 29). Cf. también la definición
de _oposición fonológica» y .. fonema., en TCLP, IV, pág. 311.
169 B. OITo, Phonetik und Phonologie, Actes IV Congr., págs. 127-128.
También TIlRRACINI observa que el Sprechakt de TRUBBl'ZKOY y BUHLBR
corresponde a la eparole dans la langue organisée» de SBCHEHAYB, más
bien que a la «parole» de SAUSSURB (Res. cit., pág. 178, n. 2). Acerca de lo
funcional comprobado en el hablar, cf. B. BUYSSBNS, De l'abstrait et du
concret dans les faits linguistiques, AL, 111, 1, págs. 17-23, que llama al
aspecto funcional discours y piensa poder considerarlo como un grado
intermedio entre parole y langue (en realidad, se trata del aspecto de
langue contenido en la parole).
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
157
Decisivas, en este sentido, nos parecen, sobre todo, algunas
observaciones de N. van Wijk y B. Ma1mber¡.
N. van Wijk 170 ~d.mite la distinción entre fonética y fonología y hasta atribuye la fonética a las ciencias naturales, como
estudio de los cfenómenos materiales del habla». Pero observa
que la distinción se vuelve difícil si se trata de hacerla coincidir
con la djcotomia Tangue-parole En efecto, existe un desajust
entre la extensión significativa del sustantivo fonología y la del
adjetivo fonológico: la fonología debería ser eciencia de la lengua»; fonológico, en cambio, es sólo lo funcional en la clengua»
Por consiguiente, eextrafonológico» no coincide con «fonético»
(concreto), pues los hechos extrafonológicos pueden ser constantes y generales en una comunidad: pueden pertenecer a la
elengua». Existe, pues, eun grand domaine d'études phoniques
intermédiaire entre le domaine des systemes phonologiques et
celui d.e la phonétique pure», un campo «ou la langue et la
parole se touchenb, y donde, por lo tanto, las dos ciencias fónicas deben colaborar 171.
"
Van Wijk no saca otras conclusiones, pero parece evident~
que de lo observado se puede deducir que una fonética entera
mente autónoma, sin contactos con la fonología, sólo pued
existir si se considera la parole en sí, como fenómeno indepen:
diente y puramente físico; si, en cambio, se considera el habla~
concreto como parole que erealiza» una langue, ya no es posit
ble una neta separación entre las dos disciplinas (cf. 1.2.).
t
."
B. MalmberB.,. por su lado, señala la difi!rY..lta.<1 ..d.~hacer.. en::
trar en los estrechos esquemas de la fonología la compleja realida4 de una «lengua» histórica 172. En las lenguas, aun fuera de
las llamadas «variantes combinatorias», se dan numerosos ele170 La tUlimitation des domaines de la phonologie et de la phonétique,
Proceedings G., págs. 8-12.
171 Ibid., págs. 11-12.
172 ef. Reseña de G. Gougenheim, Eléments de phonologie fra~aIse,
AL, 11, 1, págs. S4~ (partic., pág. SS).
158
Teoría del lenguaje y lingüística general
mentos constantes que, sin embargo, constituyen simple «uso»
tradicional, norma de «realizació:o»,
.... y no pertenecen a las oposiciones fonológicas distintivas: son afuncionales. De este tipo
son en el italiano literario las oposiciones normales entre [ts]
y [dz], [s] y [z] (cf. 11, 3.6.) 173. Otras veces, y sin que haya
«neutralización», las mismas oposiciones fónicas son distintivas (funcionales) en ciertos casos, mientras que en otros casos
son simples variantes. Así, en francés, la oposición ~:f es distintiva en elef : claie,pero no lo es en [s~] : [~] (= sait) 174.
Además, en un «estado de lengua» coexisten varios «sistemas»
(regionales, culturales), conviven conservaciones e innovaciones,
hay transición de un sistema a otro 175. Es inevitable, pues, la
conclusión a la que llega Malmberg: «Le strict schéma des phonologues est exact dans une certaine mesure mais n'est pas
assez nuancé pour refléter tous les aspects variés et complexes
qu'offre une langue de culture. Il faut commencer par dresser
le schéma. e'est évident. Mais i1 ne faut pas s'arreter la. Il faut
poursuívre l'analyse pour mettre au cIair tous les facteurs quí,
réunis, forment la langue en question» 176. Y es, en efecto, lo
que este estudioso ha hecho en varios trabajos, combinando
proficuamente el criterio fonológico con la observación fonética 177.
Por otra parte, que la fonología no puede despreocuparse de
los elementos «extrafonológicos» que pertenecen a la denWi»
,
173 A propos du systeme phonologique de l'italien, págs. 41-42. Una
.excepción. como /ratsa/ - 'raza': /radza/ - 'raya' (pez) no impide que se
acepte íntegramente la observación de MAumERG.
174 Observations sur le systeme vocalique du fr~ais, AL, 11, 4, .páginas 232-246 (244).
175 A propos"" pág. 43; Observations.,o, págs. 238-240, 244-245.
176 A proposo." pago 43.
177 Cf. por ej., Le systeme consonantique du fr~ais modeme, Lund,
1943; Bemerkungen l.um quantitativen Vokalsystem im modemen Franl.osisch, AL, 111, 1, págs. 61-66. Véanse, además, sus conclusiones de orden
general en System~ et méthode, Lund, 1945, y Til frdgan a'v sprdkets systemkaraktiir, Lund, 1947.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
159
lo ha observado también Jakobson (TCLP, IV, pág. 310) Y el mismo Trubetzkoy habla a menudo de cparticularidades enteramente normales de la pronUDciación» (normas de realización) 178,
que no son funcionales, pero, evidentemente, pertenecen a la
«lengua».
3. 5. En realidad. en Trubetzkoy se presentan por lo menos
tres conceptos distintos ere fonología:
ciencia de los sonidos
«en la lengua» (estudio de las «formas», de lo~lementos constantes, opuestos a la «realización concreta»); ~ ciencia de las
oposiciones fónicas funcionales, tanto distintivas como estilísticas (pero con exclusión de los elementos constantes afuncionales); @) ciencia de las oposiciones fónicas distintivas (con exclusión también de las invariantes estilísticas). En cada caso,
la fonética debería, pues, definirse de otra manera (cf. 3.1.), y,
por lo menos en los dos últimos casos, ya no podría considerarse como «ciencia natura1-; pero como esto no se hace, surge
inevitablemente UD hiato entre ella y la fonología.
Por lo que concierne a las relaciones con la dicotomía langue-parole, las incoherencias en la delimitación de la fonología
se deben al hecho de tomar como fundamento ora el concepto
saussureano de «lengua» como institución social (sistema normal, LANGUE 1), ora el concepto de sistema funcional (LANGUE 11),
que no son coextensivos 179.
O
Desde este punto de vista, si la fonología se considera «ciencia de la langue como institución social», ella no puede limitarse
al estudio de las oposiciones funcionales, sino que debe estudiar también su «realización» constante en la comunidad, deiando a la fonética el estudio de las realizaciones concretas:
178
179
Cf. La fonología actual, pág. 154; Principes, págs. 7-9.
Cf. SNH, 111, 2.2-3.1.
160
Teorla del lenguaje y lingüística general
PAROLE
Hablar
concreto
LANGUE 1
e Realización»
Sistema
funcional
normal
FONS,TICA
FONOLOGIA
Si, en cambio, la fonología se concibe como ciencia del sistema funcional, ella deja a la fonética, no sólo el estudio de los
sonidos concretos del lenguaje, sino también el estudio de las
oposiciones constantes afuncionales:
LANGUE 1
PAROLE
LANGUE 11
Hablar
concreto
« Realización-
normal
FONS,TICA
Sistema
funcional
FONOLOGtA
Por lo tanto, o se admite que la fonética no es sólo ciencia
de la parole, sino también de la langue (LANGU~ 1), o, si se quiere mantener el paralelismo con la dicotomía, debe ampliarse el
concepto de parole, atribuyéndole un campo que para Saussure sólo podría ser langue: el campo de la realización normal.
'De otro modo, si se mantiene el concepto de fonética como
.. ciencia de los sonidos en el hablar concreto», hay gue reconocer la existencia de un campo intermedio entre el objeto cl~
esta fonética (alofonétic«) y el de la fonolo~ia (ciencia del .sistema funcionaD y atribuirlo a una tercera discipJina -la que
hemos propuesto llamar normotonética 180, por entenderla como
«estudio de la norma de realización-:
180
Cf. UCF, págs. 6-7 (186-187).
161
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
LANGUE 1
LANGUE 11
PAROLE
Hablar
concreto
ALOFONJ!TICA
" Realización ..
normal
NORMOFONJ!TICA
Sistema
funcional
FONOLOG1A
La concepción última de Trubetzkoy corresponde JI, ~~
tercer esquema, pero sin ninguna ciencia intermedi_a entr~ fonética y fonología (cf. van Wijk). y por esto en las descripciones
fonológicas no suelen encontrar lugar las realizaciones normales, que son «invariantes sociales» y pertenecen a la lengua», porque no son sonidos concretos, sino que ya representan una abstracción con respecto a los actos lingüísticos
individuales: son «formas», sonidos-tipos o clases de· sonidos
concretos.
Considérese, por ej., el fonema Ibl en español. Este fonema integra
el sistema fonológico (funcional) de la lengua española, pero no representa una clase de sonidos reales, sino una pura abstracción, porque sólo
contiene los rasgos pertinentes que lo distinguen de otros fonemas (oral:
Iml, bilabial: Idl ... , sonoro: Ipl), mientras que ningún sonido real puede
ser sólo oral, bilabial y sonoro y no ser al mismo tiempo oclusivo o fricativo. En efect6, el fonema Ibl se realiza, en la lengua española (y no
en el hablar de este o aquel individuo), en determinados casos, como [b],
y en otros casos, también determinados, como [b]; y son estas últimas
invariantes (que son «formas), tipos 9 clases especies de sonidos reales)
las que se «realizan» sustancialmente en las variantes propiamente dichas,
infinitamente numerosas y eada vez nuevas, que se comprueban en los
actos lingüísticos individuales: la invariante Ibl no podría realizarse,
porque no es especie de objetos concretos, sino especie de especies, simple suma abstracta de rasgos pertinentes. Análogo es el caso de los fonemas Idl y Ig/IBI.
181 .. Los fonemas Ibl, Idl, Igl son indiferentes a la correlación plosiva-fricativa, y se oponen como términos de la correlación de sonoridad
a los archifonemas Ip-fl, It-81, Ik-xl sordos» (E. ALARcos LLoRACH, Ob.
cit., págs. 113-114).
T. LHNGUAJE.-11
162
Teoría del lenguaje y lingüística general
Ahora, es evidente que en la descripción de la lengua española no pueden dejarse de lado esas invariantes que la caracterizan y la distinguen, por ej., del francés o del italiano, y que
en tal descripción (de cualquier manera que se hayan definido
los fonemas) deberán colaborar la fonología y la fonética, la
ciencia de la «forma» y la ciencia de la «sustancia acústica».
Naturalmente, el estudio de la norma no nos hará caer en el
llamado «atomismo», porque también las invariantes de realización constituyen sistema, y hasta un sistema más firme, porque no es sólo sistema de posibilidades, como la red funcional.
Además,.a pesar de ocuparse de elementos definidos como
«afuncionales», el estudio de las invariantes de realización no
abandona el terreno funcional, pues estas mismas invariantes
contienen los rasgos funcionales: representan la manera de concretarse de lo funcional. Precisamente por esto' tal estudio es
indispensable para que una descripción sea realmente «exhaustiva»: una descripción para ser tal
dehe dar
cuenta
DO SÓJo
de qué es lo que funciOna. sino también de cóma funcignq.
De otro modo, no se describiría el español, sino un sistema
totalmente abstracto, que podría corresponder también a otras
lenguas: así, por ej., el sistema funcional de las vocales portuguesas, en sílaba tónica y en la mayoría de las posiciones átonas, es idéntico al sistema italiano 182, pero es evidente, por
otra parte, que el vocalismo real del italiano es muy distinto
del vocalismo real del portugués. Del mismo modo, es legitimo
interpretar fonemáticamente las vocales nasales del portugués
escindiéndolas en vocal + archifonema nasal -como, con buenas razones, lo hace J. Mattoso Camara 183_ (y así podrían interpretarse también las nasales francesas, sólo con la condición
de presentar [V + il] como IV + n + ~f), pero las vocales na-
182
IBl
Cf .. J. MArroso CAMARA jr., Ob. cit., pág. 77.
Ibid., págs. 89-97.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
163
sales no dejan por esto de existir en portugués y de caracterizar la «norma de realización. de esta lengua.
3. 6. Cabe cQpsluir, pues, que, aun reduciendo la clengua.
a un solo sistema (lo cual constituye una reducción muy grave,
si por clengua» no se entiende sólo la formalización de un hablar, sino una de esas formas históricas que se suelen designar
con este mismo término, un idioma), el esquema fonética-fonología, entendido como paralelo a «material» - «funcional», resulta suficiente, porque a todo sistema corresponde una norma
de realizaciÓn que no es material. pero conserva todos los ras¡os comunes de lns sonjdos materiales' y no se define por 111
funcionalidad. pero contiene los elementos funcionales l' constituye el modo indispensable de su concretarse. Los elementos
que integran )a norma son ,formas») y precisamente formas
Qbjetiyas, en el sentido de que constituyen clases de objetos
concretos y son inmanentes en los objetos mismos; pero podemos considerarlos también desde el punto de vista de la sustancia, como sustancia organizada socialmente (interindividuall-,
4, 1. Todo lo dicho hasta aquí justifica sólo empíricamente
la reunificación de los ciencias fónicas, En efecto, las varias
críticas señaladas, aunque tengan bases teóricas, se reducen,
en última instancia, a subrayar que no conviene cortar los lazos entre las dos disciplinas, porque esto implica dificultades
en la práctica descriptiva y afecta la exigencia de exhaustividad
de las descripciones lingüísticas, De todos modos, casi siempre
parece que se objeta la excesiva autonomización de la fonología, es decir, algo que los fonológos no han hecho (cf. 1.3.).
4. 2. De una posición muy distinta surg~ la crítica que hace
a la fonología L, Hjelmsley, Y quizá justamente en esta crítica'
se encuentre una de las razones teóricas más sólidas para justificar la unidad de las dos disciplinas.
Es sabido que Hjelmslev es el estudioso que trata de fundar su fonemdtica Cllamada luego cenemdtica) con criterios
164
Teorla del lenguaje y lingüística general
«exclusiyamente lingilisticos» y sobre bases independientes de
la fonética 184; que trata de definir conceptos como la «sílabasin ninguna referencia a la «sustancia fónica» 185; que excluye
la fonética como tal de la lingüística 186 y que llega a criticar
hasta ásperamente el «foneticismo» de la escuela de Praga 187.
Parecerá, pues, extraño encontrarle también entre los críticos
que objetan a los fonólogos su excesiva separación entre fonética y fonología. Sin embargo, esta posición no es paradójica,
sino perfectamente coherente con su sistema.
Para Hjelmslev, el punto de partida es la alengua». es decir,
en el plano de la expresión. el sistema fonemático (o, en el terreno en que él se sitúa, y que representa un grado superior de
formalización, el sistema cenemático J: a los «sonidos» (o a otras
-unidades· sustanciales») se llega sólo por vía deductiva. partiendo de los fonemas (resp., cene mas J. Es decir, que la fonética
sólo puede constituirse en relación con la fonemática (resp.,
cenemdticaJ: depende de ésta, no puede autonomizarse. De esta
manera, Hjelmslev puede, por ej., aprobar al estudioso eslovaco L'. Novák, cuyos puntos de 'Vista «se hallan muy cerca de
aquellos de los fonólogos (fonetistas) americanos, ingleses y
franceses, que no han hecho nunca la distinción absoluta entre
«fonología» y «fonética» prtendida por la escuela de Praga» 188.
Pero lo hace justamente porque: «en traitant des variantes
combinatoires M. Novák insiste avec raison sur le fait que les
variantes d'un phoneme- n'ont été reconnues que gr~ce au fait
qu'il y a d'autres lang~es ou les «memes» Sons représentent
des phonemes différents». En efecto, continúa Hjelmslev, «toute
184
185
186
117
On the principIes of phonematics, Proceedings L., págs. 49-54.
The Syllable as a Structural Unit, Proceedings G., págs. 266-272.
PTL, págs. SO, 62.
Ueber die Be1.Íehungen der Phonetik ,ur Sprachwissenschaft, «Ar-
chiv f. Vergl. Phonetib, 11, 2, págs. 129-134.
188 Res. de L'.Novák, K ,ákladnym otdzkam .ftrukturdlnej jat,ykovedy,
AL, 11, págs. 64-65.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
165
distinction phonologique (dans le sens saussurien) est nécessairement fonctionnelle et les prétendues ressemblances et différences physiques n'y entrent pour rien ... Le son du langage ne
se reconnait que par sa fonction, et la parole no se reconnatt
qu'en descendant déductivement des faits de langue».
En otras palabras, Jo que Hjelmslev reprocha a los fon6IOioS no es la autonomía de la fonología (que hasta le parece
insuficiente>. sino. al contrario. la autonomizació9 de la foné1iwl: ve la unidad de lo fónico desde el campo de la fonología,
y no desde el de la foqética. Que ~~g~~_~..Jle.lQS.....dait.s dc..lan:..
guage».
Hjelmsley no repara en el hecho de que, en el caso de una
lengua que el estudioso no conozca, no se trata de los faits de
langue manifestados por la parole observada, sino de otra «langue», que existe sólo en la «mente» del observador (por ej., su
lengua materna) 189. En realidad, frente a una lengua desconocida, la posición del lingüista es la que indica Jakobson: no interpreta el «mensaje» sobre la base del «código», sino que trata
de deducir el «código» del «mensaje» 190. Pero Hjelmslev toca¡
UD pUDtO Que nos parece esencial. al observar que hay que partir de la lengua y que el reconocimiento de los sonidos implica
un conocimientofonemático.
Implícitamente, sefíala esto mismo el fundador del estructuralismo -danés, V. Br0ndal, el cual no separa enteramente la
fonética de la fonología, porque «los fonetistas deben recordar
que el fonema abstracto es absolutamente necesario para definir
los límites y la extensión de los sonidos concretos» 191. Y lo advierte también Tmhetzkgv1 al observar que «el sonido del lenguaje puede definirse sólo en relación con el fonema» y que
«si se parte del sonido del lenguaje para definir el fonema, se
189
190
ef. K. L. PncE, Phonemics, pá¡. 57.
Results cit., pág. 15.
191
Sound and Phoneme, Proceedings L., págs. 4O-4S (pá¡. 44).
Teoría del lenguaje 'Y lingülstica general
166
cae en un círculo vicioso» 192. Pero no mantiene la coherencia
con este principio, al autonomizar la fonética (cf. 1.3.), y es esto,
,justamente, lo que objeta Hjelmslev.
4. 3. Resulta claro, pues, que nadie separa total y terminantemente las dos ciencias fónicas. Los que explícita o implícitamente parten del hablar (aunque con la idea del sistema y
para descubrir el sistema), como los fonólogos de la escuela de
Praga, empezando por el mismo Trubetzkoy, y la mayor parte
de los estructuralistas norteamericanos, separan la fonética de
la {opoloda pero no ésta de aquélla. pues deben admitir Que.
de algún modo. las bases de la fonoloeía son fonéticas Los que
parten efectivamente de la «lengua», como, en primer lugar, los
glosematistas, separan la fonología (resp. cenemática) de la fonética, pero no separan la fonética de la fonología, indicando
que los fundamentos de la ciencia de los sonidos concretos son
necesariamente fonológicos. Es decir. que. por un lado. se autonomiza la fonética y. por otro la fonolo~a. En el primer caso,
.Jie considera la fonología como dependiente. en Última instan_cia, de la fonética; en el segundo. se considera exactamente la.
contrario. En ambos casos se clasifica la fonética como ciencia patural y la fonología come ciencja lipgjUstjcH' pero en el
primero se piensa que es la ciencia natural la que debe proporcionar los fundamentos a la ciencia lingüística, mientras que en
el segundo se parte de la ciencia lingüística par¡:t fundar la ciencia física.
Las dos posiciones, aun siendo antitéticas, parecen justificarse con argumentos muy válidos. Esto significa, según nosotros, que no son irreconciliables y que contienen ambas la
misma verdad, aunque vista desde ángulos distintos. Para demostrarlo habrá que comprobar, por un lado, que la fonética
no puede separarse de la fonología y, por otro lado, que la fonología no puede separarse de la fonética. En otras palabras:
192
Prlncipes, pág. 41.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
167
que el estudio de la llamada «sustancia» implica un conocimiento de la «forma». y que el estudio de la ((forma» no puede
hacerse sin referencia a la CSllstaDciaa fónica Pero, ante todo,
habrá que comprobar el carácter lingüístico de la fonética, porque una «ciencia natural» no podría coherentemente coordinarse con una «ciencia natural» (cf. 3.2.).
-
IV.
JUSTIFICACIÓN DE LA FON~TICA' COMO DISCIPLINA UNGtJtSTICA
1. 1. Las afirmaciones acerca del carácter extralingüístico
de la fonética se basan en la índole totalmente material de su
objeto. En efecto, esta disciplina se coloca decididamente en el
plano de la «sustaDcia» del lenguaje o, mejor dicho, de una de
las dos sustancias que el lenguaje organiza: el plano de la sustancia acÚstica, de las palabras como cosas como naturaleza
Al aceptar el punto de vista de la «sustancia», que pertenece
a la física y a la fisiología 193, la fonética se identificará con
estas ciencias (cf. III, 1. 1.). A lo sumo, podría ser ciencia auxiliar de la lingüística.
1. 2. Según nosotros, tales afirmaciones revelan una insuficiente comprensión de la doble faz del lenguaje, que es al
mismo tiempo naturaleza e interioridad de la conciencia. Por
eso, aun una ciencia que Jo estudie como cosa, como hecho
puramente físico, no se confunde con la física, si lo entiende
como lenguaje, como algo que no es sólo físico. Tal es, justamente, la situación de la fonética como «ciencia del hablar concreto». El fonetista no es, ni siquiera metodológicamente, un
afásico de Wernicke que percibe los sonidos pero no los reconoce como lenguaje; al contrario: los sonidos no-lingilisticos
son, normalmente, descuidados por la fonética 1!H. El primer
193
1!H
Cf. E.
W.
FISCHER-J"RGENSEN,
BRANDllNSTBIN, Ob. cit.,
On the Definition, pág. 11.
pá,. 7.
168
Teoría del lenguaje y lingüística general
acto en la constitución de la fonétjca es la djstjnción entre eSOnidos del lenguaje» y sjmples «midos»: para expresarlo con
~os términos kantianos -aunque no en sentido estrictamente
kantiano-, en el punto de vista del fonetista interviene, necesariamente, al lado del «juicio determinante» que constituye el
objeto, un «juicio reflexivo» acerca de la finalidad del objeto
mismo. Así, pues, el punto de vista teleológico (qúe Trubetzkoy
atribuye sólo a la fonología) 195, lejos de faltar en la fonética,
representa su momento constitutivo: es lo que le permite hacer
un deslinde que ni la física ni la fisiología tienen por qué hacer.
La física no describe algo como vocal, consonante, o, p, k, etc.; y
la fisiología describe articulaciones, y no sonidos articulados.
Es decir, que ni siquiera el objeto de la fonética coincide.con
el de una ciencia físico-fisiológica del hablar; además, una ciencia no se define por su objeto material, sino por el punto de
yista que adopta y por su finalidad. Ahora, el punto de vista de
la fonética es necesariamente lingüístico -puesto Ql1e no ¡e
ocupa de los cruidoslt-. y su finalidad no es la de describjr
ciertos sonidos como tales, sino como lenguaje, Aunque los describa independientemente de su significado, los reconoce y los
djntjngue cgmo si¡nificativos: no es ciencia de una «suslancia»
simplemente acústica. sino de una sustancia organizada lingüísticamente.
2. 1. Pero el acto inicial de la fonética -el reconocimiento
de ciertos fenómenos como «sonidos del lenguaje»--;- implica un
conocimiento previo de los mismos como «formas lingüísticas».
como fonemas. Si no conociéramos los fonemas. sería imposible
deslindar los sonidos, dada su sobreposición en el continuo fónico: en un diagrama de E. W. Scripture 196, más de lo mitad
de la trayectoria total de la palabra cant aparece ocupada por
195
1116
La fonologfa actual. pág. 159.
The nature 01 speech, Proceedings L., págs. 209-219 (pág. 218).
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
169
dos sonidos a la vez. En efecto, como recuerda Jones, cfrom
the viewpoint of physics the cspeech-sound» is non-existenb 197.
Sin embargo, continúa el mismo estudioso, «the conception of
the chain of speech-sounds is indispensable in all lingti.istic
investigation» y, en realidad (a pesar de tratarse de una imposibilidad desde el punto de vista físico, n. b.), cwe have as a
rule no particular difficulty in saying what the sounds in words
are, or in assigning letters to them in alphabetic writing-: esto
se debe a la posibilidad de sustituir un segmento por otro, provocando de esta manera un cambio de significado 198. En otras
palabras, se debe, justamente, al conocimiento fonemático
señalado por Hjelmslev (cf. III, 4.2.). Los efectos de tal conocimiento son tan evidentes que hasta un objetivista bastante
estricto como Harris -según el cual la primera división de un
continuo fónico· en segmentos se haría arbitrariamente 199_
debe registrar el 'hecho empírico de que el individuo reconoce
un número limitado de clases de sonidos' 200.
2. 2. Este «hecho empírico» encuentra su explicación más
cabal en la fenomenología. Husserl enseña que 'un objeto individual no es sólo algo individual. sino que presenta predicados
esenciales'. Y es interesante que Husserl dé, justamente, el
ejemplo del sonido, el cual tiene cen sí y por sí una esencia,
y en la cima la esencia universal: sonido en general, o más
bien acústico en general --entendida puramente como el aspecto que la intuición puede destacar del sonido individual (aisladamente o mediante una comparación con otros sonidos, como
"algo común")>> 1111. Ahora, es evidente que, si a sonido susti-
197
198
199
200
201
Ob. cit., pág. 1.
!bid., págs. 2-3.
MSL, pág. 25.
!bid., pág. 31, n. 4.
E. HUSSERL, Ideen zu einer reinen Phiinomenologie und philnomenologischen Philosophie, trad. esp. Ideas relativas a una fenomenologfa
pura y una filosofía fenomenológica, México, 1949, págs. 19-20.
170
Teoría del lenguaje y lingüística general
tuimos sonido del lenguaje, la intuición aprehenderá su esencia
como tal, es decir, su función en el lenguaje, su finalidad como
elemento integrante de un signo, puesto que la finalidad pertenece, justamente a la esencia.
Por otra parte, la esencia del sonido del lenguaje se aprehende de manera inmediata, al solo percibirlo y reconocerlo como
tal, porque ya en este acto se da una predicación «implícita~
que se basa en una «experiencia antepredicativa» 202. El reconocer Cy nombrar) algo Como [al u [o] implica el conocimiento
de su esencia. que es la de funcionar como distintivos en el
hablar. Y la «experiencia antepredicativa», en este caso, coincide, como lo ha visto Hielmslev, con el conocimiento previo
de la «1en¡u~» [de una len~ual mejor dicho con la experiencia que el científico tiene de sí mismo como hahlante' también
en la fonética. como en otras ciencias del homhre hay que
recordar que «el hombre es objeto de un saber anterior a toda
ciencia. por la conciencia' que tiene de sí mismo» 203.
2. 3. La «lengua- que se conoce previamente a la observación científica del hablar puede ser la misma que se «manifiesta. en el hablar observado, pero no importa que lo sea. En
este sentido, Harris señala muy justamente (~unque sólo como
hecho empírico) que es más fácil distinguir las variantes en
otra lengua que en la propia 204 [si esas variantes ,corresponden
a diferencias fonemáticas en nuestra lengua] 205. Todo esto coincide con aquella «existencia psíquica» del fonema que -inde-
ef. A. DB WAI!LHl!NS, Phénoménologie et vérité, Pans, 1953, págs. 4-5.
H.-J. Pos, Art. cit., pág. 1.56.
MSL, pág. 30, n. 3.
.. Sorne sub-units which the native does not recognize, tbe foreigner
may notice sirnply because they happen to correspond with sound units
of tbis own- (K. L. PneB, Phonemics, pág. 57).
202
203
204
205
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
171
pendientemente de su definición como efOnDa- lingüísticaseñalan concordes Trubetzkoy 206, Sapir 2f11 y Pike 208.
2. 4. Naturalmente, el conocimiento previo no coincide con
el conocimiento científico y no podría sustituirlo. Este último
podrá corregir los datos recibidos, modificarlos y hasta negarlos, pero en todo caso el conocimiento previo habrá constituido
el punto de partida de la observación y la condición ineludible
para el deslinde mismo del objeto. En el caso de la fonética. el
conocimiento científico hasta toma otro rumbo muy distinto·
el conocimiento previo le proporciona un número reducido de
formas, pero, en las zonas que éstas delimitan, y con referencia
a ellas, el fonetista estudia un "número infinito de hechos, que,
como tales, son inagotables 209. Por ello, al poner el acento sobre
esta parte de la labor del fonetista, se olvida a menudo lo que
constituye la condición misma de su labor, que es, justamente,
la que liga de manera indisoluble la fonétjca a la foIlQlg!Ía,
Volviendo a lo indicado por l;ljel¡nslelL. (cf. 111, 4.2.), dirí~
mas que el fonetista puede emprender la tarea de interpretar
un «mensaje. sólo porque ya conoce un código, o varios códigos; de otro modo, ni siquiera podría identificar el «mensaje;
como tal.
La onética
e 'd e
e.
la sustancia no se conoce sino como sustantia formada, organizada por una forma; y ® el primer recono-
cimiento de sus unidades debe necesariamente fundarse en el
«conocimiento previo» de un sistema fonemético.
206 «La fonética persigue lo que se pronuncia en realidad al hablar una
lengua, y la fonología lo que uno cree pronunciar_ (La fon. act., pág. 149).
7J)7 Cf. La realidad psicológica de los fonemas, en Psicologfa del lenguaje cit., págs. 160-174. V. también Language, págs. 56-58.
208 «The sounds of a language are automatically and unconsciously
organized by the native into structural units which we call PHONI!MES(Phonemics, 1. c. ).
209 Cf. V. BRllJNDAL, Art. cit., pág. 44.
172
Teoriadel lenguaje y lingülstica general
2. 5. Lo dicho cC?nstituye la continnación de un punto de
vista de HjeImslev, pero. no implica la aceptatión íntégra de
su posición,porque, según nosotros, así como laparole se conoce por la langue, la langue se conoce sólo por la parote.J.,.o.
primero que hay que tener en c\!enta es que la realidad f~no­
méDica del lenguaje- es una actividad sobre cuya base se attruc_turan. mediante una operación abstractjya. los cOnceptos de
norma y sistema funci.QrwL 1e seg1lD AS q1le ya en la ccmsjderaciÓn de la actividad linMstj~ en su realidad fenoménica,
sabemos acerca de ella algo más de lo que nas proporciona la
simple observación: conocemos su nonnalidad y funcionalidad,
la aprehendemos también como fonna, porque el lenguaje es
acto y forma al mismo tiempo 201~ E:atre langue y parole no hay
relación de dependencia,. sino de interdependencia ~11. Por esto,
los sonidos se distinguen en el continuo fónico sólo gracias_a
Wl conocimiento fonemátjcA, pero, por otra parte, los fonema~
se defiDen en.ténninos, de características fónica§. (articulato .
y acústicas). En efecto, si se admite que la lingüística es cie
cia de fenómenos que se encuentran al mbmo tiempo _en 1
naturaleza y en la mente, debo admitirse también que ella n
puede adoptar como eXclu,sivo uno de los dos puntos de vist
sino que debe inevitablemente adoptar los dos a la vez (vari
do sólo el equilibrio entre ellos). Y es por esto por lo que 1
fonética y la fonología se justifican ambas CIOmo disciplinas li
güísticas, autónomas pero no independientes.
3. 1.0 dicho alcanza, creemos, para aclarar y confirmar, al mismo
tiempo, el carácter lingüístico y la estrecha vinculación con la fonología
de toda fonética que se presente como ciencia de la .parole•. Pero no se
ha entendido con ello presentar como lingüística y unida a la fonolog(a
toda fonética posible.
Cf. J. LOHMANN, Art cit., pág. S.
Cf. CH. BAIl.Y, Linguistique gémrale et linguistique
Berna, 19S0, pág. 83; CLG, pág. 64; SNH, 11, 3.3.
210
211
fra~aise 3,
Forma y sustancia en los sonidos del len~je
173
En efecto. al lado de la fonética que se constituye como estudio de los
sonidos del lenguaje, puede haber una fonética en la cual la intuición
previa se detenp en un grado inferior de la abstracción: en el DÍvel de
las formas acústicas en general. independientemente de su finalidad liDgüística (cf. 2.2.). Para ser coherente cQn sus bases y constituirse independienl!mlente de la fonología. una fonética de este tipo no deberla hacer ninguna referencia a lo lingüístico y definirse como estudio senen!
de los sODÍdos vocales (d. 111, 1.2.).
Sólo en parte se-acerca a este tipo la llamada "fonética experimental••
como I:studio de sonidos concretos. no organizados en "tipos •• en sounds
01 language 212. porque en ella ya interviene el criterio de selección liDgüística: en realidad, se estudian sonidos correspondientes a fonemas de
algún idioma. En cambio. corresponde a la premisa indicada. por lo menos como intención. la fonética de K. L. Pike. que debería constituirse
sin referencia a la phonemics y ser «a techDic of description wmch could
deal with all nonsense sounds and syllables as well as with those of
language. lll •
La idea de Piké no es nueva, pues una fonética parecida ('libre de
abstracciones como sonido del lenguaje. silaba, etc.') exigia ya Scripture
en 193O:m ; además. Pike no aplica su principio con coherencia absoluta.
pues admite C'Íerta formalización y habla a menudo en términos de "sonidos del lenguaje.. En realidad, lo que él quiere es estudiar todos los
sonidos posibles. porque, en ciertas lenguas menos conocidas. algunos de
los que parecen "sonidos no-lingilistico~. podrían presentarse con valor
fonemática :US. Pero el hecho de que ciertos sonidos no son funcionales
(alofones de fonemas) en algunas lenguas y pueden serlo en otras no implica que haya que estudiar todos los sonidos. Si la Ciencia puramente
física de los "ruidos vocales» quiere ser coherente. ella no tiene que
aducir argumentos de índole lingüística: si rechaza el criterio de 'estudiar
los sonidos sólo porque son representantes de fonemas en determinadas
lenguas', no puede exigir. al mismo tiempo. el estudio de o,tros sonidos
'por el hecho de que ellos también pueden ser representantes de fonemas en otras lenguas'. Asimismo, no se entiende de qué manera una fonética as1 concebida podría servir como "estudio previo» para la "fanéef. D. JoNES. Concrete and Abstract Sounds. pág. 6.
Phonetics. prefacio de eH. e. FRIES, pág. V. ef. también algunas de
las ,,15 ciencias fonéticas. enumeradas por J. VAN GINNJIIa!N, Proceedings
L., págs. 2-3.
214 ef. J. WICZIUS. Die Scheidung .... pág. 15; Phcmétique et Phonologie. página 297.
215 Ob. cit.• pág. 37.
212
lIJ
Teoría del lenguaje y lingiUstica general
174
mica-, sobre todo si se piensa que el número de sonidos cestudiableslO
debería ser necesariamente infinito.
De lOdos modos. una fonética perfectamente coherente de este tipo es
posible. Y sólo una fonética semejante sería en todo aspecto independiente de la fonología: pero ya no sería una ciencia lingüística (su objeto no serí& iÍquiera cel aspecto físico .. del lenguaje) y su misma legitimidad debería discutirse más bien en el campo de la física y de la fisiolosía. Su relación con la lingüística sería apenas la de una ciencia lateral,
de un interés no superior al de la fisiología del cerebro o del oído.
V. «FORMA»
y «SUSTANCIA» EN LA DOCTRINA DE Hnn.MsLEV
1. Como se ha visto, el problema fundamental de la constitución de la fonética como disciplina lingüística -que es el
del acto inicial de reconocimiento y deslinde de sus unidades
«sustanciales., es decir, de lo que constituye su objeto- sólo
puede plantearse y resolverse con coherencia partiendo de una
posiciÓn hjelmsleviana (cf. 111. 4.2., 4.). Del mismo modo-sl,
problema fundamental de la fonología --que también es el de
!!. constitución misma de su objeto; de la jdentificación de ~
unidades «formales_ implica una actitud frente a la separación hielmsleviana de «forma. y «sustancia •. En otras
bras, el problema de l.as relaciones entre fonética y fonología s
identifica con el de las relaciones entre «forma» y «sustancia.
planteado en estos términos, justamente, por Hjelmslev. Por 10
tanto, cualquier solución que se presente implica una actitud
frente a la posición de Hjemslev y una discusión de su doctrina.
Pall.
2. Esta actitud crítica que aquí entendemos adoptar con respecto a
un problema específico, basándonos sobre todo en Omkting Sprogteoriens
Grundlaeggelse 216, y que exige un enfrentarse directo con los fundamentos mismos de la ¡losemática, se aleja expresamente de las actitudes ne216
Trad. ingl. cit., PTL.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
175
¡ativas, de incomprensión o desconfianza, que se adoptan a veces frente
a la teoría lingilistica de Hjelmslev, principalmente fuera, pero también
dentro, de los c1rculos estructuralistas. En efecto, estamos convencidos de
que la glosemática representa un momento esencial en la historia de la
lingüística, que no puede ignorarse ni considerarse simplemente como
una -desviación .. del camino propio de la ciencia del lenguaje, porque,
en realidad -y a pesar de lo que afirma el mismo Hjelmslev 217_, ella
retoma y continúa una tradición que puede hacerse remontar hasta el
fundador de la lingüística general, W. van Humboldt. Así también, pensamos que la glosemática no puede considerarse como una doctrina
_filosófica. o clógica» sin relación con los llamados .hechos lingüísticos»
---<amo a veces se pretend~, sino que hay que aceptarla tal como ella
se presenta, es decir, como una teoría lingüística del lenguaje. Bajo este
aspecto, nos parece que Hjelmslev sólo puede compararse con Humboldt,
el cual había descubierto «el arte de utilizar el lenguaje como vehículo
para recorrer lo más alto y lo más profundo y toda la multiplicidad del
universo» 218. Como Humbodt, Hjelmslev intuye la posibilidad de ver todos los problemas de la cultura y del hombre desde el plano del lenguaje
y aplica en un terreno estrictamente lingüístico el postulado, explícito o
implícito, de filósofos como Vico. Husserl, Cassirer, postulado según el
cual la teoría del lenguaje es anterior a toda otra 219, porque 'todas las
ciencias tratan necesariamente un contenido lingüístico y deben, por lo
tanto, organizarse alrededor de ella' 200. En este sentido, es evidente que
sólo el sistema de Hjelmslev otorga a la lingüística, entre las ciencias del
hombre. aquella posición central a la que ella tiene el derecbo de aspirar
y le confiere una dignidad que ninguna posición que considere el lenguaje como reductible a «otra cosa» podría darle; ni siquiera la tenda
que lo reduce a • cultura". porgue el ¡enruaje no es SÓlo liD spmdllcto
cultural .. , sino que es la condici6p misma de la n"bJn 221.
PTL, págs. 34.
Cf. la famosa carta de E. A. WOL!', citada por H. NHTl'B en el Nachwort a su edición de tlber die Verschiedenheit des menschlichen Sprachbaues, Dannstadt, 1949, pág. 372.
219 Cf. W. MARSHALL URBAN, Language and Reality, tr. esp., Lenguaje
y realidad, México, 1952, pág. 10.
22Ó PTL, pdgs. 49, 63, 81. Pero la posición de HJl!LMSLBV no revela c~ntac­
tos con los filósofos indicados, sino con el positivismo lógico, que reduce
toda la filosofía a la crítica del lenguaje científico.
221 Cf. J~ .DBWBY, Ob. cit., págs. 60 y sigs.
217
218
176
Teorta del lenguaje y lingüística general
Creemos, finalmente, que no hay que detenerse perplejos frente a dificultades terminológicas o frente a expresiones como .álgebra lingüística» 222, pues un esfuerzo de coherencia como el de Hjelmslev -que es,
al mismo tiempo, un esfuerzo de contemporaneidad con muy debatidas
teonas lógicas y psicológicas- merece por lo menos un esfuerzo análogo
de interpretación y valoración. Por esto trataremos de colocarnos en el
terreno mismo de la glosemática y, teniendo en cuenta que el propio
Hjelmslev aclara que los fundamentos axiomáticos de su doctrina constituyen una hipótesis 223, intentaremos -sin querer estructurar una teona
más coherente-- comprobar hasta qué punto tal hipótesis resulta sostenible en lo que atañe al problema de cforma» y • sustancia».
3. 1. La distinción entre cforma» y «sustancia» no ha sido
introducida en la lingüística por F. de Saussure, como a veces
se dice 224, ni Hjelmslev la ha tomado de Saussure. A Saussure
pertenece sólo la afirmación acerca del carácter estrictamente
formal de la «lengua» (cf. 1, 1.1.). Pero la distinción como tal,
y en términos todavía muy actuales, se encuentra ya en Humboldt, quien opone, justamente, Form a Stoff 225, y luego en
H. Steinthal y G. von der Gabelentz, como lo señala el mismo
Hjelmslev 226.
3. 2. En Hjelmslev aparece por primera vez en Princiges
,;
te grammaire générale, pero en una forma todavía muy distinta de la actual 227 • Ante todo, en los PGC la distinción no se
presenta en términos enteramente claros y definidos. En cjertos
puntos, parec~ue por «sustancia» se entiende lo material del
lenguaje (y quizá también lo concreto en general: la «técnica
PTL, págs. SO, 62.
AL, IV, 3, págs. V y sigs.
224 Cf., por ej., E. FISCHER-J"RGENSEN, On the Definition, pág. 11.
225 Ob. cit., ed. cit., págs. 43-66 y partic. págs. 47-49.
2211 Principes de grammaire gén¿rale, Copenhague, 1928, págs. 112-113,
D 5.; d. también E. OTrO, Ob. cit., págs. 26 y sigs.
227 Contrariamente a lo que parece entender H. VOGI', res. de L. Hjelmslev, Omkring sprogteoriens grandlaeggelse, AL, IV, 2, págs. 94-98 (pág. 95).
222
22J
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
177
de la reaJjzación») y por «forma» las categorías gramaticales 221;
la ramática como teoría de la forma a la
'a
229 Pero en otros puntos parece que se
opone «forma» a «significado» 230 (cf. Bloomfield, 1, 1.3.), o bien
que con este término se entiende lo que Humboldt llama «forma
interior» (innere Sprachform) 231, puesto que, justamente, se le
opone el «aspecto», los procedimientos gramaticales (¿forma
exterior?), según una discriminación establecida por A. Sechehaye 232. De todos modos, cuando se habla explícjtamente de
«sustancia». se entiende por ella sólo el aspecto fónico <todo
el aspecto fónico), yna «sustancia» Que se considera de orden
Iin~Üístjco· en efecto se manjfiesta una oposjcjón a Humboldt
y a otros autores que consideran como Stoff también los «conceptos puros», «sustancia» de orden psíquico 233. La «forma.
pertenece sólo al significante (d. Bloomfield) y es concreta
(objetiva), a pesar de no comprender lo «convenciona1», lo que
228 «Les catégories grarnmaticales, voila la forme: la tecbnique, voila
l'aspect» (PGG, pág. 113); «Mettons en meme temps que ce génitif s'exprime
dans la langue A par un préfixe x, dans la langue B par un suffixe y.
Cela supposé, il serait illégitime de dire que, sur ce point particulier, il
y avait différence de la forme entre les deux langues. C'est différence de
l'aspect phonique qu'il faut dire. La -forme est, au contraire, identique»
(Ibid., pág. 115).
. 229 .. La grammaire est, en effet, une discipline une, la théorie de la
forme tout court. Elle est entierement différente de la théorie des sons»
(Ibid., pág. 94).
230 Ibid., pág. 91.
231 Ob. cit., págs. 89-98.
2J2 «Deux langues peuvent avoir une meme forme, bien que les procédés par lesquels elle s'exprime different entierement d\me langue a I'autre» (Ob. cit., pág. 114).
233 «Mais, d'autre part, le .Stoft» n'est pas identique a l'aspect phoDique; ce terme désigne plutot l'ensemble des matériaux dont dispose le
sujet parlant: non seulement les phonemes, mais aussi les CODr.epts purs...
11 y a done id une différence qui importe: le «Stoff» renfr,cme, ehez ces
auteurs, une partie qui, selon nous, n'est pas d'ordre F.1gWstique, mais
d'ordre psychologique» (Ibid., pág. 113, n. S).
T. LBNGUAJE.-12
178
Teoría del lenguaje y lingüística general
puede modificarse: los sonidos 234. Finalmente, el método lip~üístico Que se propone es el emJ2írico e inductivo 23S
3. 3. La oposición a Humboldt se supera en Omkring Sprogteoriens Grundlaeggelse (1943), aunque no por un «retomo a
Humboldt», sino por la aceptación de todos aquellos puntos
en los que las tesis de Humboldt vuelven en la doctrina de
Saussure. En realidad, se podría más bien hablar de un «retorno a Saussure», dado que Hjelmslev abandona la elaboración
de Sechehaye para atenerse al texto del Cours.
En OSG se mantiene todavía el «empirismo» como principio,
aunque en un sentido muy peculiar, pues el método que se propone es el deductivo 236. El concepto de «forma» se extiende ahora más acá y más allá de las categorías gramaticales. a la «expresiÓn» y al «significado» 237. Y el concepto de «slJS!ancjalt, q.u e
comprende lo formado por la lengua, tanto en el plano fónico
(o de expresión en general) .como en el plano conceptual 238,
cojncide enteramente con el de Humboldt 239, aunque se presenta sobre bases y en ténni~os exclusivamente saussureanos 240. Al
~34 «On comprendra donc par fonne: tout ce qui, dans le signe, est
directement tangible a l'exclusion de tout ce qui y est conventionnel,. ...
.. La forme fait donc partie du signifiant, et non du signifié» (PGG, pág. 116).
235 "S'il existe en réalité une science indépendante qui s'occupe des
faits du langage, la seule méthode admissible de cette science doit ~tre
la méthode empirique. Les catégories qui constituent le systeme de cette
science doivent s'établir selon une méthode inductive» (Ibid., pág. 39).
236 PTL, págs. ~7.
237 En HUMBOLDT se dice expresamente que «unter Fonn der Sprache ...
nicht bloss die sogenannte grammatische Form verstanden wird» (Ob. cit.,
páginas 47-48) y que la «forma» se da también en el plano fónico: -gleich
mit dem Alphabete beginnt die Erforschung der Fonn einer Sprache,.
(Ibid., págs. 48-49).
218 PTL, págs. 31 y sigs.
239 «Der wirkliche Stoff der Sprache ist auf der einen Seite der Laut
überhaupt, auf der andren die Gesamtheit der sinnlichen Eindriicke und
selbsttatigen Geistesbewegungen, we1che der Bildung des Begriffs mit
Hilfe der Sprache vorausgeben» (Ob. cit., pág. 48).
240 Es que en este punto, y, seguramente, no por simple casualidad,
SAUSSURE coincide con HUMBOLDT. ef. CLG, págs. 192-193.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
179
mismo tiempo, la distinción saussureana entre «plano de las
ideas» y «plano de los sonidOS»·241 (correspondiente y paralela
a la de «significante»j«significado»)242 se redefine, en términos
más generales, como distinción entre plano del contenido y
plano de la expresión 243..Y aquí interviene una novedad importante, con respecto tanto a Humboldt como a Sa1!SS1!re' en
luear de una sola «fonnaa entre dos «sustancias» 244 se distinguen dos «formas». correspondientes a las dos «sustancias» (y
a los dos planos) la forma del contenjdo y la tormo de 1q erpresión 245. por 10 demás inseparables. Se agrega a esto el axioma saussureano de que «la lengua es una forma, y Po upa sustancia» 246. por lo cual ambas «Systancias» (que se llaman sustancia del· contenido y sustancia de la expresión) se consideran
como extralingüísticas 247; es decir, que ya no se reconocen una
«sustancia de orden lingüístico» y una «sustancia de orden
psíquico», como en PGG: la lengua es sólo forma 248. Por otra
parte, la afirmación de Saussure de que «lo esencial de la lengua es extraño al carácter fónico del signo lingüístico. 249 se
desarrolla en el sentido de que la «sustancia» fónica, además de
no
ser «lingüística», es también indiferente: las mismas formas
.
lingüísticas pueden ser manifestadas por otras «sustancias~ 250,
por ej., por la escritura 251, Forma y sustancia se definen. pues.
_respectivamente. como 10 constante y lo yariable en Jlna ma n;-
.
CLG, pág, 192,
págs, 127 y sigs,
pág, 37,
pág, 193,
págs, 32-35,
CLG, págs, 193, 206,
PTL, págs, 4849, pág, 66,
PTL, pág, 49,
CLG, pág, 47,
PTL, pág, 62,
251 PTL, pág, 66, Cf, también Hz J,
1, págs, 11-16,
241
242
243
244
245
246
247
248
249
2SO
CLG,
PTL,
CLG,
PTL,
UIDALL,
Speech and Writing, AL, IV,
Teoría del lenguaje y lingülstica general
180
.
testación 252. Por lo tanto, puesto que la lengua forma arbitrariamente la sustancia, el estudio de la forma lingüística debe
emprenderse independientemente de la sustancia m y, puesto
que la sustancia es variable, sin referencia a una sustancia particular, como, por ej., la fónica 154.
3. 4. Es evidente que en estas últimas formulaciones queda
muy poco de Humboldt, d~ aquel Humboldt cuya actitud esencial se resume toda en la famosa frase «Sie selbst [die Sprache]
ist kein Werk (Ergon), sonde ro eine Tatigkeit (Energeia)>> 255.
La lengua de Hjelmslev es una esencia de tipo platónico que
sólo ese manifiesta» en sustancias y actos particulares, y ni siquiera es necesario que se manifieste: puede entenderse como
pura posibilidad 2.56. En este sentido, es sintomático que, a pesar de haber partidq aparentemente del llamado lenguaje natural, Hjelmslev no haya siquiera tratado de dar una definición
adecuada de la lengua que se estructura sobre la base de este
lenguaje: al contrario, llega a llamar «lengua lO a toda entidad
que corresponda a una definición lograda deductivamente m, sobre la base de un exiguo número de postulados. «El» lenguaje se
ha vuelto «un» lenguaje: por ello, no es de extrañar que en este
punto se dé un encuentro entre la doctrina de Hjelmslev y el
positivismo lógico 158. Y, para nuestro propósito, es importante
subrayar que los puntos de «ruptura •. de pasaje de la len¡ua
lingüística a otras «lenguas lO , se hallan justamente ahí donde se
acepta que «la lengua es una forma l' no una sustancia» y dODde se afirma que ]a sustancja es indiferente Los doS postulados
son, además, interdependientes, puesto que -siendo ]a «fonna.
PTL, pág. 68.
PTL, pág. 49.
154 PTL, págs. 65 Ysigs.
2s5 Ob. cit., pág. 44.
2.56 PTL, pág. 68.
257 PTL, págs. 67-68.
258 Cf. R. CARNAP, The Logical Syntcvc 01 Language, Londres, 1937, pá·
gUias XV, 3.
152
253
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
181
lo que se mantiene constante en una manifestación-, si la «sustancia» se mantuviera. ella deberla necesariamente formalizarse.
4. 1.. Antes todavía de consagrarle la obra teórica recordada, HjdmsJev
empieza a aplicar el método correspondiente a su doctrina para redefinir
varios conceptos fonológicos en términos independientes de la «sustancia» fónica (cf. 111, 4.2.). En el Congreso de Fonética de Londres (1935)
expone, como ya se ha señalado, los principios de una fonemática (cenemática) que defina los fonemas (cenemas) «mediante criterios exclusivamente lingülsticos, es decir, por su función en la lengua», y define los
conceptos de vocal y consonante, respectivamente, como 'elemento central' y 'elemento marginal' en un grupo fonemático, siendo 'elementos
centrales' los que pueden constituir palabras por sí solos 259. Además,
distingue en el fonema (cenema)' el CQntenido (el 'destino funcional en la
economía fonemática de la lengua'), la forma (la posición en el sistema
fonemático) y la expresión (la «materialización» en los actos lin¡Wsticos
concretos)~, indicando que sólo el cOnteDido y la fpena importan en la
definición y en el Congreso de Gante (1938) sostiene la definición de la
sílaba (que en Londres definía en función de un elemento vocálico) 2111
como 'cadena de ~xpresión que contiene un solo acento' 262. El principio
que se mantiene firme es que la «materialización» en una .sustancia»
determinada es indiferente desde el punto de vista de la lengua 263.
259 On the principIes ... , págs. 49, 52. Más tarde (Accent, intonation,
quantiti!, «Studi Baltici», VI. pág. 27) se añade a la definición: 'o que admite, en una sílaba, las mismas combinaciones que estos cenemas'; d.
TRUBIITZKOY, Principes, pág. 96.
260 Como cit.,pág. SO.
261 Ibid., pág. 52.
262 The Syl'ab'e ... , pág. 266.
263«Phonematics must considero the phonemes as elements of the language system, without regar~ to the particular way in which they are
symbolized. They may be symbolized by mean s of sounds, but they may
be symbolized quite as well by several other means, e. g. by mean s of
letters, or any other signals adopted by two or more individuals. There
i:i no necessary connexion between sounds and language» (On the principles, pág. 51); «The syllable is not necessarily of phonic nature. In any
linguistic expression, i. e., in any pattern of sounds, of writing, of gestures, of signals, etc., syllables may be present or not, according to the
structure of the expression observed» (The Syllable, pág. 266). Sería interesante saber cómo pueden definirse en función del acento las sílabas
escritas.
182
Teoría del lenguaje y lingüística general
4. 2. Las definiciones señaladas, que, como convenciones para la descripci6n lingüística, podrían aceptarse (porque la descripci6n, si no es al
mismo tiempo valoración e interpretación, es, en esencia, convencional,
es una actividad práctica, didascálica, sin valor te6rico), presentan la
desventaja de pretender referirse a conceptos generales, aun deduciéndose de situaciones lingüísticas determinadas: lo que se -define .. no es,
en realidad,. la vocal, la consonante, la silaba, en general, sino la posici6n
de estos elementos en ciertos sistemas. Así, Trubetzkoy señala 264 que según la definición de Hjelmslev, las vocales breves alemanas a e i u ü..
deberían considerarse como consónantes y. del mismo modo elementos
como S, s, ts, " deberían considerarse como vocales en .las. lenguas en las
que pueden constituir j!alapras (interjecciones) 265. Pero Hjelmslev mantie·
ne firme también el otro principio, de que no son las definiciones las que
d.eben adaptarse a los conceptos, sino que, al contralio, los conceptos
deben adaptarse a las definiciones (cf. 3.4.): si h, hallándose en una lengua determinada s610 en posici6n inicial, no corresponde a la definición
de la consonante, no es una consonante, sino una prosodia 266« y si una
lengua como el francés [o cualquier otra que tenga el acento en posici6n
fija, como el húngaro, el checo, el eslovaco, el let6n, el turco] no tiene
acento con valor fonológico, tal léngua no tiene sílabas; y, en la medida
en que los conceptos de consonante y vocal dependen de la definici6n de
la sílaba, tales conceptos resultan en ella indefinibles 7L>7. Es evidente que
Principes, págs. ~rn.
En realidad, el asunto no parece tan grave y complicado como se
presenta: se trata de un problema terminol6gico y de una confusión entre
los puntos de vista fonético (articulación) y fonológico (capacidad de
formar el núcleo silábico en lenguas determinadas). Empleando vocal y
«constrictiva .. para· las nociones fonéticas y sonante y consonante para las
nociones fonológicas, la confusión desaparece: normalmente, las vocales
suelen ser sonantes, y las constrictivas, consonantes.: pero a veces una
vocal puede ser consonante (como i, u, en los diptongos españoles), y
una constrictiva puede ser sonante, como s en las interjecciones ¡st!,
IPsti, r en croata (rt, krst) y 1, m, n en otras lenguas. Cf. V. PISANI, Glottologia indeuropea 2, Turín, 1949, pág. 1, donde, sin embargo, se emplea
«consonante.. también para lo que aquí se propone llamar «constrictiva•.
:u6 On the principles, pág. 53. Cf., en el mismo sentido, H. J. ULDALL,
The phonematics 01 Danish, Proceedings L., págs. 54-57 (pág. 54), acerca
de h en danés.
267 elt follows from the definition that there are languages which have
no syllables. A language without accents will be a language without syllabIes. French is an example of such a langua¡e. In most of tbese langua264
2lS5
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
183
no se trata de lo que la «sílaba» es, sino de una convención semántica:
de lo que se conviene en llamar «sílaba».
4. 3. Los métodos que Hjelmslev propone para la identificación y definición de las unidades fonemáticas (cenemáticas)
se basan en los conceptos de función y dé forma (cf. 4.1.) ..:Iii
definición «formal» cogsjste en establecer la posición (distribución) de las unidadeS ep el sistema 268 (cf. Bloomfield) ~
realidad, no presenta dificultades. pues se reduce a una simple
operación estadística. una vez jdeptificados los llamados preto.
nemas 269. Más compleja es, en cambio, la ideptjfiCacjép t!st~
debería hacerse mediante la prueba de la conmutación 270, qud
consiste en sustituir un elemento a otro en un grupo y comprobar si ello produce o no una modificación en el «contenido»
(cf. 3.3.). La posibilidad de tal prueba se debe a la solidaridad
que existe entre el «plano de la expresión» y el «plarío del contenido» 271, Ó sea, a lo que en la fonología se llama la función
distintiva de los fogemas; dos segmentos pertenecen a unidades distintas si, sustituyendo el uno por el otro, se produce un
cambio de significado. En OSG, criticando a Jones (quien en
la identificación de Ihl y Inl recurre a la «sustancia», por tratarse de elementos no-conmutables) 272, Hjelmslev agrega que
la conmutación debería realizarse entre miembros del mismo
paradigma 273, por ej., sólo entre finales o sólo entre iniciales.
ges without syJ!ables the vowel and the consonant cannot be determined
either» (The Syllable, pág. 270).
268 On the principIes, págs. 52-53.
269 No se trata todavía de fonemas, porque la distribución podría revelar que algunos de ellos son prosodias.
270 On the principIes, pág. 51; The Syllable, pág. 267; PTL, págs. 46-47
(aquí la operación se llama conmutación si se realiza en un paradigma
y permutación si se realiza en una cadena).
271 PTL, pág. 38. ef. las «reglas» l." y 2." de TRUBETZKOY, Principel
páginas 47-50.
272 ef. The Phoneme, págs. lO, 14-15. ef. la 3." «regla» de TRUBETZKO'\',
Principes, págs. ~52.
273 PTL, págs. 40, 46-47.
184
Teoría del lenguaje y lingüística general
De todos modos, la prueba deberla efectuarse sin referencia a
la «sustancia» 274 en la que el fonema (cenema) se «manifiesta».
y es aquí donde surgen las mayores dificultades.
,
5. 1. Las dificultades se dan, en primer lugar, porque en
el mismo Hjelmslev no se registra un concepto único e inequívoco de «sustancia». Por un lado. se afirma que la «sustancia»
es algo en sí incognoscible, que «existe sólo por ser sustancia de
una forma» 295. y. por otro lado. se define la «sustancia» como
«lo variable en una manifestación» 276. Pero los dos conceptos
no son de ninguna manera coextensivos. En el primer sentido.
la .-sustancia» no tiene ninguna existencia independiente de la
forma 277; 'en el sentido ontológico es un concepto metafísico' 278, .1J!!..!:!: es la materia en sí, el «no-ser» plotiniana. Pero en
el scLt"JjdQ""sentjdo, como 'lo formado por una forma', la .-sustancia» puede ser también una «forma» que manifiesta otra
.-forma,. de orden superior. En este segundo sentido emplea
Hje1ms1ey el término cuando habla de «formas de sustancia» 279,
de 'sustancia inmediatamente asequible a la observación mediante los sentidos' 280 ( =sustancia formada acústicamente,
forma acústica), o cuando define como 'sustancia que manifiesta
un esquema lingüístico' el uso lingüístico 281, que para él coincide
274 Hay que observar, sin embargo, que HJELMSlBV c<limina la «sustancia.. s610 de la lingüística en sentido estricto (glosemática = metasem~
tica), pero reintroduce su estudio en una «lingüística.. de otro orden: la
metasemiologia (PTL, pág. 79). Del mismo modo, se introducen en semióticas de orden superior otros elementos que se han eliminado de la
semiótica-obieto (= lengua) por no pertenecer a su esquema (PTL, pá¡. 81).
27S PTL, pág. 32.
276 PTL, pág. 68.
rn PTL, pág. 31.
278 PTL, pág. 51.
279 PTL, pág. 62.
280 PTL, pág. 61.
281 PTL, pág. 68.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
185
con la «lengua» (sistema) de los fonólogos 282. El propio Hjelmslev observa, en efecto, que lo que es «sustancia» desde el punto
de vista de la «fonna lingüística» puede ser «fonna» desde otros
puntos de vista 283.
En realidad, en un ente (algo que es) no se «manifiesta» una
forma única, sino una serie de formas, correspondientes a las
varias formalizaciones sucesivas que se efectúen. Ampliando y
modificando un esquema que, con otros propósitos, da E.
Dieth 284, podriamos establecer, por lo que concierne a las unidades de expresión lingüística, la siguiente gradación:
282
283
284
Cf. On the principies, pág. 51.
PTL, pág. 51.
Vademekum, pág 353.
186
Teoría del lenguaje y lingüística general
De los elementos que aparecen en el esquema, sólo el prime·
ro es propiamente «sustancia»; y. el último. el cenema. es «for·
mal) pura jndependiente. de la ({Sustancja» en el sentido de que
puede manifestarse en un fonema. pero también en otra sustancia formada del mismo grado (por ej., un grafema). Todos
los elementos intermedios son, al mismo tiempo, «formas» y
«sustancias»: «formas», desde el punto de vista del elemento de
grado inferior en el que se «manifiestan»; «sustancias», desde el
punto de vista de la forma superior a la que «manifiestan».
Ahora, ¿cuáleS' de estas «sustancias» quiere Hjelmslev que se
ignoren en la lingüística? En un primer momento, parece que
su respuesta es: la «sustancia no fonnada» 28S (aquella a la que
todos ignoran, por ser incognoscible, y que no podría describirse como tal ni siquiera en la metasemiología). Mas luego su respuesta implícita es: todas, hasta el cenema, la forma pura 286.
Pero esta forma ¿puede conocerse de otra manera que manifestada en una «sustancia» (= forma inferior)? Platón y Plotino
enseñan que .la forma suprema, totalmente pura, es ella misma
«sin fonna».
5. 2. No estamos mucho mejor si queremos colocamos en el
plano de la «forma», porque, justamente, Hjelmslev no nos dice
de qué manera podría conocerse independientemente de una
sustancia: los ejemplos que da 287 son palabras, ((formas sustanciadas», Además, en Hjelmslev el concepto de «forma» se
diluye y se pierde en el cC?ncepto de «función» (en el sentido de
relación o dependencia), Tampoco la «fonna» es objetiva, simplemente porque los objetos no existen [hay que inferir, en
efecto, que no existen siquiera los objetos formales]: sólo hay
PTL, págs. 31 Y sigs.
Cf. PTL, págs. 67~. En este sentido observa, justamente, MARTINBT,
Struct. Ling., pág. 583, que la glosemática ignora también la "sustancia oro
ganizada» [la forma de una sustancia].
278 PTL, págs. 33·34.
215
286
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
187
funciones, intersecciones de dependencias 2811. Los «funtivosll> entre los cuales.se establecen las funciones (los «objetos del realismo ingenuo») no son de por sí cognoscibles. En realidad, el razonamiento de Hjelmslev es capcioso no se puede emplear como argumento contra el «realismo ingenuo», que considera los
objetos como existentes, la explicación misma de cómo existen
empíricamente los objetos; mediante la «intersección de funciones» no se puede, al mismo tiempo, establecer la existencia
y demostrar la inexistencia de los objetos. De todos modos, se
puede aceptar que los objetos existen sólo como intersección
de funciones (una de las cuales, y la más importante, debería ser
el mismo acto cognoscitivo de un sujeto), pero con ello no aumenta la cognoscibilidad de las «formas» como tales. Por esto,
justamente, la «forma» no es siguiera «forma» para Hjelmslev,
sino sólo la posición en el sistema (cf. 4.1.). Pero ¿qué es aquello
cuya posición se establece en el sistema? O bien ¿qué se vuelve
una vez que se le ha establecido la posición? A esta pregunta
no puede encontrarse respuesta en la obra de Hjelmslev. Las
formas como tales son entidades puramente inteligibles y no
podrían siquiera ser «nombradas» adecuadamente: en efecto,
según Hjelmslev, la lingüística debería ser «un álgebra del lenguaje y opérar con entidades no nombradas es decjr con entidades nombradas arbitrariamente pero sin designación natural, y que recibirían una desjgnacjÓn motivada SÓlo al ser con.
frontadas con la sustancia». Esta confrontacjón deberla ocurrir
según Hjelmslev, por intermedio de ciencias no-lingüísticas que
estudiaran la «sustancia" correspondiente a las formas lingüísticas 289. Pero es que no hay ciencias no-lingiiísticas que estudien
aquello que para Hjelmslev es «sustancia», es decir, las varias
formas lingüísticas inferiores al plano cenemático. A menos que
288 PTL, págs, 1~14; AL, IV, 3, pág, VIII, Bajo este aspecto e! «fun·
cionalismo» hjelmsleviano es muy distinto del «funcionalismo» que se basa
en el concepto corriente, no matemático, de función,
289 PTL, pág, SO,
188
Teoría del lenguaje y lingiUSlic'éP general
se consideren como ciencias «no-lingüísticas» disciplinas como
ia fonética, la fonología, la gramática descriptiva, la semántica:
mas con esto rec~elOos en un plano puramente tenninológico, de
convenciones semánticas.
6. 1. Estas dificultades teóricas se manifiestan como dificultades prácticas en la técnica de la conmutación (cf. 4.3.). En
efecto, el hecho de que la identificación de las unidades fonemáticas (cenemáticas) constituye el principal escollo de la glosemática ya lo han señalado varios autores, entre los cuales, en
primer lugar, A. Martinet y E. Fischer-Jergensen (cf. 1, 5.3.).
Otros, como H. Vogt, han observado muy acertadamente que
se trata del problema general de la «identidad lingüística» 290
(cf. 7.2.). Asimismo, se ha señalado que, en la práctica analítica, la «sustancia fónica» (es decir, lo que ya podemos llamar
«sustancia acústica formada lingiiísti,camente», cf. 5.1.) no puede ignorarse y que, en realidad, no se ignora.
Las objeciones que se han hecho se refieren principalmente
al caso de los sonidos que Trubetzkoy llama «impermutables» 291, es decir, que no pueden encontrarse en el mismo en.
torno fónico. En este caso la conmutación es imposible o, de
todo§ 'modos, si se hiciera artificiosamente, no podría dar los
resultados que se desean. «No podemos saber qué sucedería si
se construyeran palabras que no existen en una lengua y que,
además, contradicen sus reglas acerca de la distribución de las
variantes», por ejemplo, sustituyendo en alemán [c;] a [x] 292.
Pero, en un sentido más amplio, «impermutables» son también
ciertos segmentos que comúnmente se consideran como fónicamente equivalentes, por ej., la forma plosiva y la implosiva
del «mismo sonido» ([p-] y [-p], [k-] Y [-k]): «on ne sait pas
290 Res. cit., pág. 97. Cf. también E. BUYsSllNs, Mise au point de quelques notions fondamentales de la phonologie, CFS, VIII, págs. 37-60.
291 Principes, pág. 34.
292 E. FISCHBR-J"RGENSEN, Remarques, pág. 223.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
189
si un Franyais continuerait a identifier le mot banc si on s'avisait, dan s un film parlant, par exemple de remplacer son b par
celui de cab» 293. Por otra parte, ciertas realizaciones resultan
tan modificadas por el entorno fónico que se parecen más a
otros fonemas que a los que efectivamente representan. A. Martinet y E. Fischer-J0rgensen citan a este propósito el caso de
las vocales danesa después de r 294. También se podría citar el
caso del fonema /s/ en el español rioplatense: sustituyendo a
[s] de casa la realización de /s/ en pasto ([h]), se obtendría
algo que «objetivamente» se parecería más a caja [kaxa] que
a casa [kasa]: la conmutación, en este caso, equivaldría, justamente, a aquella «identificación por la sustancia» que tanto se
quiere evitar. Además, no se entiende por qué elementos impermutables como [k-] Y [-k] se conmutan, aunque pertenezcan a «paradigmas» distintos, mientras que lo mismo no puede
hacerse con [h] y [1)] en inglés (cf. II, 3.6., V, 4.3.) 295. Parece evidente que la conmutación se realiza sólo ahí donde los elementos ya se han reconocido cgmo «idénticos» y precisamente por
su «sustancia!
También se ha observado que la comprobación de la conmutabilidad positiva de dos segmentos pertenecientes a dos grupos fónicos implica la identificación de los segmentos que no se
conmutan 296• Así, por ej., la conmutación de [p] y [k] en [pasa] - [kasa] implica la identificación simultánea de los dos segmentos [-asa] .. La observación es muy importante 'PorQl!e señala que la comprobación de una diferencia jmpljca la comprobación simultánea de una identidad), pero no afecta la validez
293 A. MARTINET, Oil en est .. " pág. 42. Cf. también Au sujet des Fondements, pág. 37.
294 Au miet des Fondements, págs. 37-38; Oil en est.. .• págs. 4243; Remarques, pág. 223.
295 E. FISCRllR-JeRGENSEN, Remarques•. pág. 224.
296 E. BUYSSENS, Art. cit., págs. 49 y sigs. Cf. E. FISCHER-JeRGENSEN, On
the Definition, pág. 12.
190
Teorfa del lenguaje y lingülstica general
de la copmutación como tal. puesto que se podría contestar que
la identificación entre [-asa] 1 y [-asa] 2 se ha hecho previamente, y precisamente por la misma prueba. Sin embargo, el hecho
de que, en la práctica, esto no se haga siempre y de manera
consecuente es sintomático: .indica que la identificación es, en
realidad, previa a la conmutación y que ésta es sólo una verificaci6n, no siempre aplicable. de una identificaciÓn ya hecha
En realidad, como observa e. E. Bazell, la convicción deaplicar siempre criterios puramente funcionales, como la conmutación, puede ser una ilusión, porque los criterios se aplicarían
de otro modo si, en determinados casos, los hechos fonéticos
se presentaran distintos de como se presentan 297. Por esto, en
la práctica, para lograr descripciones aceptables, no se emplea
un único criterio, sino varios criterios combinados, uno de los
cuales es, justamente, el del «carácter fónico» 298. y a veces
puede ser necesario llegar hasta más allá de la llamada «sustancia acústica», puede ser necesaria una percepción fon0-6ptica, el ver la articulación: por ejemplo, para distinguir [p] de
[t] en ingl. give the caP to me - give the caT to me 299.
6. 2. Pero lo que resulta extraño no es que, en realidad, no
se ignore en la identificación la llamada «sustancia», puesto
que ello parece inevitable, sino que se quiera eliminar la referencia a la «sustancia» de la definición propiamente dicha de
las unidades. Aun sin hacer coincidir la identificación con la
definición (como hace Martinet, cf. 1, 5.3.), no se entiende por
qué habría que eliminar de ésta precisamente un factor cuya
consideración es inevitable en el reconocimiento y deslinde de
las unidades.
Esto ocurre porque la «distribución en el sistema» (cf. 4.3.)
no es lo que se llama una definición «real», sino, más bien,
C. E. BAZELL, Phonemic and Morphemic Analysis, pág. 34.
Id., Linguistic Form, págs 4048.
.
299 Cf. F. MIKU~, Faits phono-optiques et leur part el l'audition, «Journal de Psycholo¡ie-, XLVI, págs. 215-218.
297
m
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
191
una simple «clasificación» (cf. I, 1.2.) 300. La distribución -que ni
siquiera corresponde a la definición de la definición formulada
en OSG 301_ no dice nada acerca de qué es un elemento, sino
que sólo lo agrupa y registra su posición con respecto a otros
elementos 302. Aun así, el estudio de la «distribución» no es por
ello objetable: al contrario, es útil y debe necesariamente completar el inventario fonemática y la comprobación de las oposiciones distintas. Lo que es objetable es que en este caso,
como en otros, se llega a presentar la definición «formal» como
definición «real». Y el presentar la distribución como definición «real» constituye un círculo vicioso, porque los elementos
así «definidos» ya deben conocerse al empezar la operación.
Así, por ejemplo, no se definen las consonantes, sino que se
indica su distribución, y luego, en lugar de decir que las consonantes se encuentran -en la lengua estudiada- en tal o cual
posición, se dice que las unidades que se encuentran en talo
cual posición son consonantes 303. Y aun esto no sería muy
grave si no se generalizara más todavía hasta llegar a decir que
ciertas lenguas «no tienen» consoQantes o vocales (o «no tienen» ni consonantes ni vocales) 304, simplemente porque su distribución en esas lenguas no es análoga a la que se comprueba
300 Es interesante notar que H. VOGT, Phoneme Classes and Phoneme
Classification, «Word», X, 1, págs. 28-34, emplea justamente este término
para referirse a la llamada «definición».
301 Cf. PTL, pág. 45.
302 Ya esto implicaría alguna dificultad: en efecto, para «definir», por
ej., -s- como elemento que en -s~ se halla en cierta posición con respecto
a -~, habría que definir antes el elemento _po, cuya "definición» debe, a
su vez, comprender la posición con respecto a -s-o Pero tales dificultades
pueden, quizá, sortearse tomando ciertas posiciones (inicial, final) como
bases axiomáticas de definición: es, justamente, lo que se hace.
303 Es lo que hacen, por ~j., O'CONNOR y TRIM, Art. cit., al describir
en inglés dos clases d.lstribucional",;3 correspondientes a las vocales y consonantes; en realidad, con,~rueban 10 que era razonable esperar: que las
consonantes y las vocales no tiei}en en inglés la misma distribución.
304 Cf. E. FISCHER-JelRGENSEN, On th~ Definition, pág. 13.
Teoria del lenguaje y lingüística general
192
en la lengua de la cual se ha deducido el criterio de definición,
o no corresponde a un principio fijado a priori (cf. 4.2.): en
casos semejantes, lo que se comprueba realmente es sólo una
particular estructura silábica que contradice la convención
adoptada y revela su relatividad. Lo único que cabe pensar es
que, si esos casos se hubiesen tenido en cuenta, las definiciones se habrían formulado de otra manera.
También algunas «leyes» generales que se han intentado establecer en
este mismo capítulo de la distribución revelan fallas al ser confrontadas
con los hechos. Así, por ej., la «ley fonemática general» de que 'en un
nexo de más de dos consonantes no se dan nunca combinaciones que no
se admitan en nexos binarios de la misma lengua', enunciada por Hjelms·
leven el ya recordado Congreso de Londres 305. Esta ley no encuentra aplicación en cartvélico, donde se da plv-, pero no -lv- 306 , ni en ruso, donde
hay mgl-, mgn-, pero no se da mg- 307. Del mismo modo, la definición de la
consonante como 'unidad fonemática marginal que puede ser tanto final
como inicial' (en una sllaba) J08 puede valer para el inglés y para el danés lOO (a pesar de las dificultades que presentan h y 1]), pero no para el
español literario de España, el español rioplatense o el italiano. En efecto, según este criterio no deberían ser consonantes e (escr. chal y 1 (esp.
lit. de España); e y t (esp. riopl.); e, dz (t5); t, s (ital.). Naturalmente,
se podría sostener que en posición final estas consonantes se neutralizan
con otras, pero ésta sería sólo otra manera de decir que no ocurren en
posición final.
Sin embargo, en estos casos se trata sólo de dificultades
empíricas, que nada tienen que ver con el fondo del asunto y
que pueden eliminarse modificando las definiciones o presentando las «reglas» como simples normas de validez no universal. Pero lo que no puede corregirse es el hecho de que a veces
unidades distintas deberían tener definiciones idénticas, por
305 On the principIes, pág. 53.
306
H. Voc:r, Art. cit., pág. 33.
m
E. FISCHBR-JeRGENSEN, On the Definition,
ef.
ef.
308
lOO
On the principIes 1. cit.
ef. H. J. UUlALL, Como cit., pág. 54.
pág. 26.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
193
tener la misma distribución, como en el caso de p y k en danés
y en otras lenguas (cf. 1, 5.3.). C. E. Bazell, rebatiendo la crítica
de Martinet a este propósito 310, sostiene que, en realidad, no
hay aquí ninguna contradicción, puesto que dos unidades podrían tener la misma definición formal y seguir siendo, a pesar
de esto, dos unidades, aun formalmente. Y da el ejemplo del
ajedrez, donde las figuras blancas y las negras tendrían la misma definición formal. Pero el argumento de Bazell no rige: dos
objetos distintos no pueden tener la misma definición -ni formal ni de otro tipo- y quedar, con todo, distintos. Hay aquí una
confusión de planos de abstracción: si una definición conviene
a dos objetos A y B, ella ya no define / A/ o /B/, sino / A Y B/,
es decir, la clase constituida por los dos objetos. En el caso
del ajedrez, la definición no sería de una /figura blanca/ o de
una /figura negra/, sino, justamente, de una figura /blanca o
negra/: de una figura sin color. En cambio, la definición de
una figura /blanca/ o /negra/ debe contener necesariamente el
elemento (también formal) de su oposición a la figura correspondiente de color distinto. Además, tampoco rige la analogía,
puesto que en el ajedrez los colores pueden intercambiarse sin
modificación en el «contenido» del juego, mientras que p y k no
son intercambiables de la misma manera.
De todos modos, si en el ajedrez las figuras blancas se
mantienen distintas de las negras, esto ocurre, justamente,
por su color, que es una característica sustancial y, al mismo tiempo, formal (siendo la «marca» de su oposición a las
figuras negras: la condición de su funcionalidad). Y si, en un
sistema lingüístico, /k/ y /p/ se mantienen distintos, a pesar
de tener distribución idéntica, esto ocurre, justamente, por su
«sustancia» fónica, que los caracteriza intrínsecamente y, al
mismo tiempo, los opone desde el punto de vista formal. Ocurre porque ya en la identificación los hemos reconocido como
310
Linguistic Form, pág. 16.
T. LENCUAJB.-13
194
Teorfa del lenguaje y lingüística general
distintos. Sin embargo, la distribución de cualquier manera
que se presentara- se tomaría en cuenta s610 con respecto
a la norma, y en el sistema consideraríamos las dos unidade§
como idénticas, a pesar de su «sustancia», si entre ellas no hubiese oposición funcional.
7. 1. Pero ¿qué es lo que no se ignora de la «sustancia8? ¿Será toda
la .sustancia» fónica de una realización o sólo una parte de ella? A. Mar·
tinet -para superar el doneticismo» a veces excesivo de Trubetzkoy
(d. 111, 1.3.) Y evitar, al mismo tiempo, las incongruencias que implica
el ignorar la sustancia- piensa que hay que mantener de ésta sólo aque,
110 que constituye diferencia, oposición fonemática 311. Es decir, que, como
Trubetzkoy y Hjelmslev, parte de la funcionalidad. La función de los
fonemas es la de distinguir formas linsiHsticas (en el sentido corriente d.e
este térmjno) Pero, para distinguir. ellos deben, a su vez, distinguirse;
el método. de identificación consistiría pues, en comprobar en qué se.
distinguen. Por lo tanto, se ignoraría en cada caso lo que no distingue,
lo que no tiene valor funcional (puesto que una simple diferencia obje·
tiva pero afuncional no se tendría en cuenta). En otras palabras IQ Que
hay Que hacer es Comprobar cuáles rasgos pertinentes funcionan en
sistema
y
cnDstitujr
Jos fpnemAS snm o
.haces de rasgos
un
pertjnentes.312
Uellar a los rasgos pertinentes en el análisis objetivo de un sistema significarla para Martinet ir más allá que Trubetzkoy 313, quien, en efecto,
consideraba el fonema como «unidad fonológica indivisible8 314 (y as! aparece también en la definición adoptada por la terminología praguense
unificada).
Ahora, es indudable que en la práctica este método puede resultar
riguroso y proficuo 315 (en el sentido de que logra adaptarse a la «realidad. de una lengua). Pero no parece que resulte tal por mantener la
311 .C'est essentiellement sur le degré d'utilisation de la substance que
divergent les deux points de vue, Hjelmslev l'écartant délibérément tout
cntiere, la phonologie en retenant tout ce qui a valeur distinctive et qui
lui parait indispensable pour identifier l'objet de son I!tnde» (Au sujet,
pálina 42).
312 OU en est, pág. 44. Cf. TRUBIfl'ZKOY, Principes, pág. 40; JAKOBSON,
The phonemic and grammatical aspects, pág. 8.
313 O" en est, l. cit.
314 Principes, págs. 37-38.
315 Cf. E. FISCHER·JIIlRGBNSEN, Remarques, pág. 221.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
195
coherencia con las premisas, sino, justamente, porque no la mantiene
con todo rigor.
En primer lugar, si realmente se ignorara «la sustancia que no dislingue-, el análisis en términos de rasgos distintivos ~omo operación
científica estrictamente objetiva- no signi6.caria ir más allá, sino quedarse más acá de la constitución de las unidades fonemáticas. Aplicando
con rigor el método, debemos llegar en seguida a los rasgos distintivos,
y la constitución de los fonemas se vuelve problemática. Oponiendo, por
ejemplo, [p] a lb] (en parra: barra), obtenemos el rasgo distintivo sonoridad,' y de oposiciones como [b]: [m], [p]: [k], [p]: [n], deducimos
los rasgos nasalidad, oralidad, bilabialidad, velaridad, articulación alveolar, etc., lo cual ya constituye un análisis del sistema en términos funcionales. Pero no podemos constituir .haces de rasgos distintivos-, decir,
por ej., que un Ib/ hipotético es sonoridad+ oclusividad + bilabialidad
+ oralidad, simplemente porque, habiendo en cada caso atendido sólo a
lo distintivo, no deberíamos saber qué es Ib/. Nada nos autoriza a identificar el b distinguido de p como sonoridad con el b distin¡uido de d
como bilabialidad, porque en el primer caso debemos haber ignorado
como no-pertinente (y hasta como inexistente 316) la bilabialidad, y en el
segundo caso la sonoridad, y, por consiguiente, nada puede decimos que
se trata del mismo b. Es verdad que en ciertos casos (por ejemplo, oponiendo [p] a [ó]) podemos deslindar haces muy complejos, pero ¿qué nos
dice q\le éstos coinciden con lo que en otros casos, ignorando totalmente
la sustancia no-distintiva, hemos comprobado sólo como bilabialidad o
como oclusividad? Es decir, que si este método se aplicara estrictamente,
los mismos rasgos deberían ciertas veces considerarse como «sustancia
distintivalt y o.tras veces como «sustancia ignorablelt.
Po se igpPA tampoc;o
si gtrAf veces es distjntjva· la CQDstjh'cjón
En realidad. en la práctica de la cgnmutación
la «sustancia» nCH1jstintjya
del fonema implica el conocimiento de la agrupación en sopidos reales
de varios rasgos distintivos con funcionalidad intermitepte Rn cada caso.
se considera lo que es distintivo y lo Que puede serlo en otros casos:
todo análisis de una oposición concreta se hace con un «conocimiento
previolt de la «lengualt (cf. IV, 2.1.). Además, aquí se da ineludiblemente
la necesidad de identificar la parte común para separar la que se diferencia (cf. 6.1.).
316 .Ce n'est pas le phoneme, mais le trait pertinent qui est l'unité
de base de la phonologie. e'est ce que nous retenons de la substance,
c'est la seule unité pour laqueUe nous postulions une existence réellelt
(Oil en est, pág. 46).
196
Teorla del lenguaje y lingüfstica general
En casos particulares, el método de Martinet presenta también dificultades prácticas. Asi, por ejemplo, en el español rioplatem:e no podriamas constituir un fonema /'tl, en cuya realización no es nunca pertinente
la sonoridad, puesto que no tenemos en rioplatense un fonema /i/ que
se le oponga; por lo tanto, deberíamos comprobar sólo una «fricatividad
palato-alveolar~ (opuesta, por ej., a s). Si, en cambio, distinguimos un
fonema /'t/, lo hacemos porque sus rasgos distintivos se realizan normalmente junto con la sonoridad no-distintiva y fundándonos en el hecho
de que la sonoridad es distintivo en otros puntos análogos al sistema.
Pero tal criterio no parece justificar en italiano ]a distinción entre [s] y
[z], [dz] y [ts], porque se estaría en contradicción con el criterio de la
funcionalidad (cf. 11, 3.6.): en efecto, en este caso la distinción pertenece
a la nonna, y no al sistema (cf. 111, 3.6.).
Finalmente, en algún caso ]a aplicación del criterio de los rasgos distintivos es imposible. En rioplatense, como se ha visto, la realización [s]
del fonema /51 no tiene en común con la realización [h] rasgos que no
pertenezcan a otros fonemas del sistema (cf. 11, 3.6.). Al contrario: [h]
tiene más rasgos comunes con Ix/. Sin embargo, nosotros identificamos
las dos realizaciones porque sabemos que [pahto] se puede pronunciar
también [pasto], mientras que, si se pronunciara con [x], ya no se entendería pasto, sino, muy probablemente, algo como parto pronunciado
con r uvular. Del mismo modo, el criterio discutido no nos permitiría
distinguir en español, por separado, e] solo rasgo «sordo_ de] fonema 1ft,
porque no tenemos un /v/ que se le oponga. En cambio, justo ese rasgo
es e]: pertinente: 1ft podría llegar a realizarse como bilabial, es decir, a
perder una parte de su oposición con Ibl (realizado [b], pero no a pronunciarse sonoro, porque [v] no se entendería como /f/, sino como realización anormal de Ib/.
Constituimos, pues, determinados fonemas sólo porque ciertas realizaciones son intercambiables o presentan cohesión funciona], o porque
ciertos rasgos se presentan realmente como «haz~ en la lengua, en sonidos reales. Pero, a pesar de que las articulaciones fricativa, sorda, mediopalatal. son rasgos distintivos en español rioplatense, no constituimos un
fonema */i/, porque éste no se realiza como funcionalmente distinto de
/'t/, y, en este sentido, es sólo un fonema posible, una «casilla vacía», o,
mejor, una zona imprecisa, «vacilante_, del sistema.
As!, pues, si en ]a identificación de los rasgos distintivos se puede ignorar metodolóBicamente gran parte de la «sustancia fónica~ (pero no
realmente, puesto que para reconocer las düerencias hay que reconocer
al mismo tiempo las «identidadeSlO), esto no puede hacerse eI14l~ ..consti-
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
197
lución de los fonema" que debe pecesarjamente; referirse a J. rra Udad
fonética del hablar correspondiente a la lengua eshJdipda. El deslinde de
los fonemas se efectúa porque ciertos .haces de rasgos» se conocen como
.realizaciones» comentes o porque se reconoce una equivalencia funcional. Es decir, que se hace por una intuición eidética que se basa en el
conocimiento previo, aunque se proponga, justamente, su superación
(cf. IV, 2.1.). La intuición eidética comprende tanto la .fOrD1&» (lo constante en una manifestación) como la .fiwdÓn » dado que. como se sabe
desde Aristóteles. también la fiwción perteneq: a 'a esencia de 'as cosas
A este mismo concepto se acerca Martinet, al observar que, en varios
casos, el simple «sentido común. (o .sentimiento lingüístico») -que según
nosotros debe en.tenderse como intuición del ~istema ]17_ realiza la identificación de las unidades fonemáticas ]18. Las dudas que expresa acerca
de tal identificación -sobre todo con respecto a lenguas ignoradas por
el observador (cf. IV, 2.3.)-- sólo señalan que el «conocimiento precientifico» no coincide con el «científico», pero no eliminan la necesidad de
partir del conocimiento previo (cf. IV, 2.4.).
7. 2. En realidad, el método de Martinet resulta ser una aplicación
estricta del enunciado de Saussure de que .en la lengua no hay más
que diferencias» 319. Pero tal enunciado, como ya se ha apuntado (cf. 1,
1.1.), debe probablemente entenderse, no con respecto a qué es la lengua,
sino con respecto a qué es aquello que en la lengua es funcional, a la
condici6n misma de su funcionalidad (cf. 5.6.2.).
Se trata aquí, en esencia, del problema de las «identidades lingüísti.
cas», notablemente aclarado por una polémica entre E. Buyssens y H.
Frei ]20. Independientemente del planteamiénto «afectivo» del problema
(sosteniendo el uno que Saussure se contradice al afirmar, por un lado,
que «el mecanismo lingüístico gira todo él sobre identidades y diferencias, siendo éstas la contraparte de aquéllas»nl, y, por otro lado, que
«en la lengua no hay más que diferencias»; y el otro, que no hay tal
contradicción), los dos autores llegan a la misma conclusiÓp' Que en 'a
lengua
hay identidades y
diferencias
En nuestra opinión, aquí,' como en otros casos, la «contradicción»
o la «coherencia» entre los enunciados de Saussure depende de la in317
311
319
Cf. SNR, IV, l.
OU en est, p4¡. 42.
CLG, p4g. 203.
320
E.
BUYSSIINS,
páginas 7-28.
321
CLG,
Art. cit.; H.
pás. 186.
FREI,
Saussure contre Saussure? CFS, IX,
198
Teorla del lenguaje y lingüística general
terpretación: Saussure se contradice si refiere las dos afirmaciones al
mismo momento, y no se contradice si las refiere a momentos distintos.
Pero creemos que siempre hay que tratar de interpretar un texto en el
...sentido de la coherencia.
Los dos momentos que hay que deslindar (aunque puedan ser. y en
realidad son, simultáneos) son el conocer y el distinguir; una cosa se conoce por todo .10 aue ella es: se distingue P'lT lo que en ella es diferencia con respec;tg a otras COSM aunque esta diferencia puede ser de
.simo negatiyo: la falta de un rasgo. un rasgO cem En el caso de la len¡ua, el momento del conocimiento de las upidades implica también Sil
identidad, porgue sólo se pueden diferenciar cosas Que tienen Mpectos
comunes. y el momento del reconocimiento y distinción de las unidades (que es condición de su funcionamiento en un sistema) implica las
diferendas Hay que hacer también la distinción entre la identidad de
una CQsa, lo que una cosa es (identidad 1), y la identidad entre cosas,
el aspecto Que una cosa tiene en común con otras (identidad 2!. Considérense, por ej., dos marcas distintas que pueden ser + y-o La diferencia
entre las dos está dada por el trazo vertical de + (que en - comprobamos
como «rasgo cero»); la identidad (identidad 2), por el trazo horizontal.
Pero la identidad de + (identidad 1) comprende los dos trazos. Y, en realidad, esta identidad (identidad 1) no es afuncional, porque un elemento
sólo puede funcionar si se mantiene idéntico a sí mismo: el funcionar un
elemento depende de su identidad consigo mismo 'identidad 1): el funcionar m4s de un elemento (en un sistema) depende de las diferencias
En el caso de los fonemas, éstos se distinguen por sus rasgos distintivos, pero se conocen también por sus rasgos comunes y por sus rasgos
constantes, entre los cuales hay que incluir también a aquellos que no
funcionan en una conmutación particular, pero pueden funcionar en otros
ocasos o, en general, son funcionales en el sistema. Al considerar sólo la
oposición, tenemos en cuenta sólo las diferencias, el aspecto por el cual
los reconocemos, distinguiéndolos de otros. Pero no se trata sólo de por
qul conocemos (reconocemos) ,una cosa (conocemos Ipl porque es distinto de lb/), sino también de qul es 10 que conocemos (conocemos Ip/
como Ip/). Esto no significa querer dar una definición «psicologista» de
los fonemas. Pero hay que recordar que la posición del científico es una
posición secundaria y «agregada» con respecto a la posición de los hablantes; que los fonemas sirven, precisamente, a los hablantes, en sus
actos lingüísticos concretos. Hay que tener en cuenta que los hablantes
conocen Ipl como /pl y no hacen los análisis que debe hacer el fonólogo
plll"a averiguar por qué se conoce y por qué se distingue de Ib/.
Forma
i
sustancia en los sonidos del lenguaje
199
.EI problema de las identidades l:n(üfstiC4S oojncj4e en reaUdgd CQD
el problema de la Uamq4g «sustancig, y no es un problema de s"s'oncia. sino de forma. porque las cosas rrr se conocen como sustancias, sino
cama fgrmas 'sustancia organizada). La glosemática l¡e propone ignorar
la «identidad" en los dos sentidos señalados, y reduce la «forma» a la
distribución. Martinet sugiere ignorar sobre todo la que hemos indicado
como identidad 2 (aunque sin distinguirla de la identidad 1), y reduce la
.forma. a las diferencias. Pero la forma no se identifica con la distrIbución, porque hay fonemas distintos con distribución Idéntica; y tampoco
se identifica con las diferencias, porque éstas sólo distinguen las formas,
pero no son las formas mismas.
7. 3. El· concepto de «identidad lingüística» parece implicar que ep
cada caso, existe una realidad de la lengua que el científico debe descu·
brir y describir. Se podría deducir, pues, que ---contrariamente a lo que
a menudo se afirma 322.... sólo debería haber una descripción fonológica
válida de una lengua determinada 323. Pero sería una deducción equivocada, porque cierta variación es perfectamente admisible. En efecto. los
fonemas
se
cpIDnn,cbaD en JoS sonjdps
pero no se identifican Gon las
fomas copcret as Que se dan en éstos. sino que son formas abstractas
(abstraídas): son formas de la .lengua •. que es eUa misma una abstrac·
J:ÍÓ!l:....I el «sistema fonológico., como abstracción científica con base real,
puede estructurarse con varios propósitos y desde varios puntos de vista:
lo importante es no hacerlo sin referencia a la realidad, porque entonces
se describiría una ficción, y no una abstracción. Pero, naturalmente, en
relación con la realidad del hablar, todas las descripciones deben aparecer como varios modos de decir lo mismo; distintos son sólo los criterios, las convenciones que se adoptan: algo que se refiere a las descripciones, y no a la realidad.
Así, por ej., decir que un sonido [p], en cierta posición, representa un
fonema Ipl, o un fonema 1b/324 -porque esto conviene por cierta razón
(por ejemplo, para mantener la identidad de un prefijo ab-)-, o decir que
hay neutralización entre Ipl y Ibl, viene a ser 10 mismo (desde un punto
de vista puramente objetivo), si se especifica que en el hablar el fonema
o archifonema se «realiza» (o se «manifiesta,,) como [p]. Así, también,
interpretar [6] como lo + NI y [-on] como lo + n + ~/, en lugar de interpretarlos como 161 y lonl (ef. III, 3.6.), significa exactamente 10 mis·
322 Cf.
MSL, pág.
323 Cf.
324 Cf.
E.
FISCHER-JeRGENSI!N, 011 the Definitian, pág. 11; Z. S. HARRIS,
63, n. 12.
K. L. Pool, Phonemics, págs. 57·58.
Z. S. HARRIS, MSL, 1. cit.
200
Teoría del lenguaje y lingüística general
mo, si se afiade que la «realización» es [o] y [on]: se modifica la convención adoptada para la descripción, y no la «realidad de la 'engua».
Todas las convenciones que, en este sentido, digan «lo mismo .. son válidas, si no se pretende identificarlas con la realidad. En este aspecto
puede pretenderse sólo conveniencia, oportunidad metodológica, y no pertinencia o fidelidad a la cosa descrita.
Lo mismo puede decirse de la exigencia de la «sencillez .. o de «elegancia del sistema... Se trata de sencillez y elegancia del sistema de descripción, y no del sistema de la lengua. La exigencia de la sencillez es, sin
duda, legítima -aunque sus límites están dictados por la lengua, porque
no se entiende por qué deberíamos hacer aparecer como sencilla una
estructura complicada-, pero no afecta la realidad estudiada. esta suele
ser infinitamente más compleja que todos los esquemas excogitados para
entenderla y describirla coherentemente (cf. IIJ, 3.4.).
8. 1. Una restricción sólo aparente del postulado glosemático acerca de la independencia de la «forma» con respecto a
la «sustancia» consiste en afirmar que -aUn siendo verdad que
la sustancia no puede ignorarse de una manera general y absoluta- la forma seda. sin embargo independiente de la suMaD:
da particular3Z5. Ella podríamanjfestarse como la misma ta,rma en otras sustancias :l26, como la escritura. En realidad, se
sigue afirmando que la «sustancia» es indiferente en el plano
de la «lengua •. puesto que -a pesar de todas las dificultades
que pueden presentarse en la consideración puramente formal
de lo que los glosematistas llaman los «usos lingüísticos»-- se
3Z5 .. Cette épreuve [la conmutación] n'est naturellement pas indépendani~
du fait qu'i1 y a des différences de substance --<:e n'est que par
cette épreuve qu'on arrive a distinguer fonne et substanl»- mais elle
est indépendante de la substance particuli~re. (E. FISCHER-J0RGBNSBN,
Remarques, pág. 223).
326 cA consonant cannot be considered as both initial and final until
tbese two variants have been identified. '~ut when this has been done, it
must be possible to define the categories on a purely functional basis,
and this whole formal structure may be transferréd into another substance without any change in the definitions" (Ead., On the Definition,
páginas 12-13).
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
201
mantiene firme el principio de que la forma puede transferirse
íntegra a otra sustancia 327.
Tal interpretación, que, por lo menos en parte, ya representa
una «corrección» de las primeras y más rígidas formulaciones
glosemáticas (cf. 6.5.), parece muy importante, porque revela
un punto fundamental con respecto a la doctrina: precisamente. que el ignorar la sustancia no puede darse en el mismo plano en el que la lengua es «forma y sustancia». sino sólo en el
plano de la «lengua como idea». mejor dicho, del «lenguaje.
como capacidad del hombre de comunicar a otros la interioridad de su conciencia. materializándola en signos de varia índole.
En otras palabras, revela. justamente. que el plano en el que se
coloca la glosemática no es e] mismo plano de abstracción de
la Jin~ístjca' que la glosemática no es ciencia de realidades
concretas o históricas, sino ciencia de posibilidades.
Con respecto a este plano -que es, probablemente, el mismo en el que hay que interpretar la afirmación de Saussure de
que «lo esencial de la lengua es extraño al carácter fónico del
signo lingüístico» (cf. 3.3.)- la idea no es ni nueva ni propia
de la glosemática, y ya otros autores, como, por ej., V. Pisani,
la han expresado en términos muy parecidos, aunque especificando, justamente, que se trata de la lengua «idea. 328.
8. 2. _Pero la «trarisferibilidad» de [una parte del la fonna
de una sustancia a otra no significa independencia de aq!1é11 a
con respecto a ésta. en el plano de ]a «len~J]a Un¡iiístican como
se trata de sostener, por ej., al realizar la conmutación en esta
lengua. En este plano no es iridiferente ni la sustancia en gene-
327 Cf. cWe can invent new pronunciations, or new orthographies, or
new systems of expression manifested in any other way, such as flagwagging or dancing, and they will all be adequate, if they fu1tiI the single
condition of providing a sufficient number of units to express the units
of contenb (R. J. Ul.DALL, Speech and Writing, pág. 16).
328 Cf. V. PISANI, Oggetto delta glottologia, en Saggi di lingua e filología,
Roma, 1934, págs. [25-35] (págs. 27-28).
202
Teoría del lenguaje y lingüística general
raI ni cuál es la sustancia, porque, púr un lado, la sustancia
debe ser ésta o aquélla y, por otro lado, cada sustancia implica
también normas fonnales peculiares. En efecto, la «lengua lingüística» se caracteriza también por su realización: si, hablando portugués, digo [bon] por [bó], en perfecto acuerdo con el
sistema (cf. 111, 3.6.), se me entenderá, probable1l!ente, pero
ningún portugués dirá que lo he dicho en portugués.
8. 3. Es verdad que Hjelmslev habla de «lengua., pero por
<<lengua» entiende «lenguaje» y por «lenguaje» cualquier sistema de comunicación intelectual (cf. 3.4.), cualquier sistema en
el que se presente la solidaridad expresión-contenido 329. Sin
embargo, los «lenguajes» no son análogos al lenguaje fónico,
ante todo, por sus características de «códigos» fijos (8.5.) y por
el hecho de presentar lo más a menudo una sola función (normalmente, la sola referencia). Por esto, el ignorar la sustancia
{~L~olocarse en el plano de la «lengua idea») hace que se ignoxen las otras funciones constitutivas del lenguaje «natural».
El único «lenguaje» hasta cierto punto análogo y paralelo
al lenguaje fónico es la escritura. Pero sólo hasta cierto punto.
A pesar de la paradoja de B. RusseIl de que la escritura puede
haber existido antes que el lenguaje 330, parece que hay que
convenir con Martinet en que la sustancia fónica es «más propiamente lingüística» que la sustancia gráfica 331. En efecto, ya
con respecto a la función «referencial» se presentan diferencias
notables: en la escritura no se dan- sincretismos análogos a los
que se dan en el lenguaje hablado m. Es verdad que Hjelmslev
Cf. H. J. UWAll., Art. cit., 1. cit.
Cf. PTL, pág. 67, n. 1. Pero el propio Hjelmslev sefiala que un aro
gumento «diacrónico.. no podría servir, en ningún sentido, en el plano
«sincronicoD. En realidad, se trataría aquí de un argumento genético empleado en el plano de la esencia y en la descripción objetiva.
331 Au sujet, pág. 40.
332 No nos referimos aquí a sincretismos fónicos que se reflejan en la
grafía, sino a sincretismos de letras: puramente gráficos. El hecho de escribir n como u no constituye sincretismo, porque no está detenninado
329
330
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
203
oh serva que objeciones semejantes sólo indican que «sistemas
diferentes de expresión pueden corresponder al mismo sistema
de contenido» 333, lo cual debe evidentemente admitirse. Pero
esto contradice el postulado de ignorar la sustancia en la descripción formal del plano de la expresión, puesto que equivale
a admitir que la estructura formal de este plano depende de la
sustancia específica: no se trata aquí sólo de realización, puesto
que los sincretismos pertenecen al sistema como «archifonemas». y el mismo Hjelmslev, al tratar de los tipos de sincretismo, hace necesariamente referencia a la «sustancial) 334.
Por otra parte, nos parece que tampoco se puede expresar
«el mismo contenidol) de manera totalmente independiente de
.la sustancia particular en la que se expresa Esto sólo puede admitirse, en el caso particular de lenguaje y escritura, limitando
el alcance de los términos «el mismo contenido», porque en la
escritura se pierden en gran parte o totalmente las funciones
expresiva y apelativa del lenguaje hablado. Es verdad que en
la escritura pueden aparecer nuevos elementos expresivos (como los que caracterizan la «letra» de determinadas personas),
pero éstos no son ni análogos ni paralelos a los que se dan en
el lenguaje fónico: no permiten que la misma forma se traslade íntegra de una sustancia a otra. Así también, es evidente que
nosotros podemos inventar sistemas perfectamente paralelos 335, pero -en el campo de los objetos históricos (no matemáticos)- sería un acto inane crear un objeto sólo para constituir una ciencia que lo estudie 336.
por el _entorno gráfico». Del mismo modo, las letras árabes que se diganpueden considerarse como variantes combinatorias, pero no dan lugar a
neutralizaciones.
l13 PTL, pág. 67.
334 PTL, págs. 56-58.
l35 Cf. H. J. UlDALL, Speech and Writing, pág. 16.
ll6 Cf. A. MARTINEr, La double articulation linguistique, TCLC, V, pálinas 30-37: .On comprendra toutefois que la plupart des linguistes hésltent lt modifier de fond en comble I'édifice terminologique traditionnel
Teoría del lenguaje y lingütstica general
204
En la experiencia (y la lingüística, aun la teórica, no puede
pretender ser más que teoría de la experiencia), el paralelismo
entre el hablar y la escritura queda limitado a la función representativa, y, dentro de ella, a la referencia (con restricciones
en lo que atañe al plano de la expresión), quedando eliminada
la evocación (cf. III, 3.3.).~sucesión rítmica de 1- r, 04~
b - d - g, puede evocar algo en el hablar, pero no _~ l~~~~!itura,
precisamente Rorgue Út--;sustancla;es
no se tratarla, pues,
sólo de un sistema de «expresión» distinto, porque tampoco el
";OOñteiiícfo---;IDlsmo: crertas--pOsibiTidades -~Oc~i.iva~·
dependen de la sustancia propia del lenguaje hablado. Por otra
parte, las letras presentan una Tndlvlduablhdad níUCilO mayor
que la de los sonidos (en muchos casos, total) y sólo hasta cierto punt? constituyen un ccontinuo gráficoJ>: en realidad, en la
grafía lo primario 'es el grafema, la convención explícita (elemento del «código» que se liga en un continuo), mientras que
en el hablar lo primario es el continuo fónico (el «mensajeJ>, en
el que hay que deslindar los sonidos, para establecer el «código» como abstracción). Asimismo, los grafemas ofrecen posibilidades de combinación infinitas y totalmente libres, que ciertas
veces pueden adquirir valores evocativos propios (por ej., para
sugerir una exclamación inarticulada de miedo o de asombro:
xxxtsshll, i prktrrmnl): nada justifica en lo gráfico una distinción como la de «vocales» y «consonantes J>. Finalmente, la mayoría de los elementos csuprasegmentales» de lo fónico suelen
presentarse en la grafía como simples segmentos (!?), perfectamente análogos a los demás.
8. 4. Uno de los aspectos más graves de la reducción del
lenguaje a «un lenguaje» nos parece, justamente, el hecho de
que ella implica que se excluya del plano de la «lengua» la muy
oira;
seda-er
pour le seul avantage théonque de pouvoir inc1ure dans le domaine de
leur science des systemes purement hypothétiques» (pág. 37). Pero no se
trata sólo de terminología.
I:orma y sustancia en los sonidos del lenguaje
205
illlportante, aunque a menudo ignorada, función eYQcativa, fundón que el lenguaje fónico posee sobre todo gracias a su.!,Sl.lSr
tuncia». La evocaciÓn en efecto no p!Jede eJim;narse como apP:'lingüística», porgue pertenece como posibilidad al «sjstema de
.lu lengua», que es, precisamente, sistema de pQsibilidades 337.
Las posibilidades evocativas del español que posee el fonema
Ixl son distintas de las del italiano, que no lo posee; y una
lengua que no poseyera Irl no podría consentir las mismas
evocaciones consentidas por una lengua que posee este fonema,
Del mismo modo, el conocimiento de la pronunciación real, de
la realización en la «sustancia», puede resultar muy importante
para establecer el valor efectivo de un enunciado 338,
En general, se insiste con demasiada rigidez en el carácter
«arbitrario» de los signos; y se insiste porque se entiende el
signo como pura referencia intelectual y se ignora la evocación,
que también es «significativa», Con esto no se quiere negar el
hecho evidente de que la composición fonemática de un significante como Imesal nada tiene que ver con el concepto de «mesa», puesto que éste puede expresarse también por significantes como Itavolal, Itabl/, lliSl o Istol/, Sin embargo, los fonemas, además de ser diacríticos de los signos, son a menudo simbólicos de por sí, simbolizan directamente la cosa significada 339, No hay duda de que palabras como piar o chirriar no
significan sólo porque «se distinguen de otras JI, sino también
por su «sustancia», Pero, además de estos casos evidentes, muchas palabras pueden adquirir poder de simbolización directa
en un contexto: poseen este poder como «posibilidad»,
La «evocación por la sustancia» se presenta en lo que se
llama «musicalidad del verso», en la armonía imitativa, en la
ef, SNII, VI, 3.3,
ef, J, MARoUZBAu, La Prononciatíon du latín 3, Parls, 1943, págs, 21-26.
339 ef, K. BtJHLER, Psychologie der Phoneme, pág, 169.
337
331
206
Teorfa del lenguaje y lingüística general
rima, en la asonancia, en los juegos de palabras. Un verso como
éste del poeta croata Nazor:
i cvrti, cvrti cvrtak, na tvoru erne smrte
340
evoca y sugiere mucho más de lo que comunica .intelectualmente». Y en persa la coincidencia sustancial de la palabra kü,
«donde», con la onomatopeya que imita la voz del cuclillo permite a 'Ornar Khayyam una asociación poética altamente sugestiva 341.
¿Son estos fenómenos puramente «parasitarios» en el lenguaje? Observaciones como las de M. Grammont 342 y W. Porzig 34l
y, sobre todo, estudios como los de V. Bertoldi 344, hacen pensar
que, desde este punto de vista, el problema de CIIÚOEL a 9tOEL no
puede considerarse como definitivamente resuelto. No nos referimos, claro está, al plano genético, al plano platónico de la
causalidad, donde el problema no podría siquiera plantearse 345,
y tampoco al plano de la justificación y explicación histórica,
sino, justamente, al plano de la finalidad significativa, del valor
que los hablantes quieren atribuir a los signos. El significado es
algo mucho más complejo de lo que se llama «significación
intelectual» y aquí hemos llamado «referencia».• Significado»
es todo lo que efectivamente se comunica. se sugiere o se eVoca;
lo que el hablante quiere comunicar y lo que el oyente comprende como comunicado. Lo que no se puede olvidar ni des.conocer es que las palabras no significan para el lingüista o
para el lexicógrafo. sino para los hablantes. El significado lingüístico no se establece mediante convenciones explícitas: lo
340
341
"y canta. canta la ciiarra en el nudo del negro pino.»
Un cuclillo, en el techo de un antiguo palacio, grita: kil, kil, ki2
_¿dónde? ¿dónde? ¿dónde? [están los reyes que aquí vivían]?
342 Cf. Traité de phonétique4, París, 1950, págs. 396 y sigs.
343 Cf. Das Wunder der Sprache, Berna, 1950, págs. 20· y sigs.
344 Cf., por ej., La parota quale meu;o d'espressione, Nápoles, 1946.
345 Cf. A. PAGUARO, Corso di gtottologia, 1, pá¡. 113.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
207
atribuyen a las palabras los hablantes y los oyentes; y a menudo
lo hacen de una manera que, desde el punto de vista «científico»
(histórico), sería arbitraria. En realidad, se da aquí el conflicto entre el «conocimiento científico» y el «conocimiepto
originario» i entre lo que sabe el lingüista. acerca de la lengua
como sistema y tradición y lo que sabe el hablante acerca de
.su lengua como medio de expresión para el lingüista, naUre no
se relaciona con connaitre, pero para el hablante Paul Claudel, sí 346. Y sería absurdo decir que se trata de una «asociación
arbitraria»: en el lenguaje -fuera del campo de la «corrección
idiomática», que no es \lTI (timpa propiamente glotológico- es
arbitrario sólo lo que a{;n no se ha comprobado. Pero la asociación entre naitre y crmnaitre ya existe históricamente: su historia empieza con Claudel. La llamada «etimología popular»,
que en la historia de las palabras tiene una importancia mucho
mayor de lo que se deduciría de los viejos manuales, se basa,
justamente, en asociaciones «arbitrarias» de este tipo 347. Del
mismo modo, el lingüista puede señalar que palabras con vocales anteriores, como dick en alemán o velikij en ruso, significan «grueso» y «grande», pero esto no modifica la convicción
del hablante español acerca del valor evocativo de una palabra
como chiquitito (que no es lo mismo que muy pequeño), ni le
hace interpretar mujercita como mujer + pequeña o mujerona
como mujer + grande.
En suma, todo lo que en el hablar puede ser sonorización
simbólica directa, o puede adquirir tal valor, no se da en lenguajes no-fónicos. Por otra parte, la escritura presentará posibilidades peculiares de «visualización» que no podrían dars~
en el lenguaje fónico. 'Por esto, como por descuidar las funcio-'
nes expresiva y apelativa, el ignorar la «sustanciaD coincide con
la reducción del significado a referencia e implica una limita3046
347
Cf. Art po~tique, París, ed. 1951, págs. 48 y sigs.
Cf. V. PISANI, L'etimologia, Milán, 1947, págs. 140-153.
208
Teoría del lenguaje y lingüística general
ción arbitraria de lo que es efectivamente la «forma» lingüística.
8. 5. Así, pues, ya las diferencias debidas a la «sustancia»
no permiten la identificación formal de la «lengua» que se estructura sobre la base del hablar con otras «lenguas» (clenguajes») existentes o posibles. Pero, además de esto, la «lengua»
fónica es esencialmente distinta de las demás «lenguas». Esta
«lengua» no tiene el carácter de homogeneidad y generalidad
que tienen los sistemas convencionales, «inventaaos». En la escritura, en la transmisión de mensajes telegráficos, en la señalación con banderillas, hay intercomprensión sólo si se aplican
los mismos «sistemas» (a lo sumo podrán observarse «variantes
individuales» de realización), mientras que «no two people
speak exactly alike» 348, y las diferencias que aquí se notan son
a menudo sistemáticas. En el hablar hay coexistencia de sistemas en la misma comunidad y hasta en el mismo individuo
(cf. 111, 3.4.). En realidad, todo individuo realiza su sistema, o
uno de sus sistemas, y la intercomprensión se basa en la rela.tiya semc;jªPz.a entrc; éstos y otros sistemas que realizan otros
individuos 349: si identificáramos la «lengua» con el sistema en
sentido estricto, deberfm;nos decir que el otro habla siempre
una clengua extranjera».
Por otra parte, como ya se ha señalado (cf. 8.3.), la «lengua» fónica no es una convención permanente, un «código» inmutable. Las variantes de los grafemas no modifican el sistema
gráfico 390, así como las variantes individuales de un mensaje
telegráfico no modifican el alfabeto Morse. En cambio, en la
«lengua» fónica toda realización modifica de algún modo el
D. IONES, The Phoneme, pág. 9.
-For instance, sorne Frenchmen have two a-pbonemes and others
only one. But they speak the sarne «language» as the term is cornrnonly
understood» (Id., ibid., n.). Cf. también V. PISANI, Forschungsbericht, páginas 38-39; A. MARnNBT, About Structural Sketches, pág. 16.
350 Cf. A. MARTINBT, Au sujet des Fondements, págs. 4041.
348
349
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
209
equilibrio del sistema, y toda innovación sistemática surge, en
último análisis, de una variante de realización individual, o de
una variante combinatoria: la «lengua» ulterior al acto lingüístico no es nunca totalmente idéntica a la «lengua» que el mismo acto «realizalD. Y ésta no es 'una consideración diacrónica
inadmisible en el plano sincrónico', porque el variar pertenece
a la esencia misma de la dengua» hablada y, por lo tanto, también a la sincronía 351.
Se puede objetar que también en los otros sistemas las innovaciones surgen po~ actós individuales: alguien introduce
una nueva letra (por ej., G en el alfabeto latino) o adopta como
grafema una variante gráfica (por ej., J y V, «variantes combinatoriaslD de 1, U). Pero aquí la convención es siempre anterior
a la realización. Es decir, que, en último análisis, identificar
la «lengua» fónica con las otras «lenguas» significa confundir la
lengua-enérgeia con las lenguas que son sólo ergon (cf. 3.4.).
Nosotros podemos, naturalmente, llamar «lenguas» también a
éstas y hasta, si se quiere, considerarlas como lenguas «más
perfectas» (más cercanas a la lengua-idea), pero debemos reconocer que se trata de «lenguas» de otro tipo.
9. Finalmente, hay que señalar que. no se pueden elimjpar
con igual razón de la consideración lingüística las dos «sustandel contenjdo» (JOS conceptos puros) y la
. 'n» la materialización del len a'e
(cf. 3.3.
es una sustancia sólo organizada por
el lenguaje, sino que es la sustancia misma del lenguaje. como
fenómeno perteneciente al mundg gbjeUyg exterior al sujeto
(<<natutaleza»). En este sentido creemos que estaba más acero
tado el primer Hjelmslev, el Hjelmslev de los PGG (cf. 3.2.).
En efecto, el lenguaje es «cosa» como leneuajep, pero no es
351 Acerca del peligro de confundir lo -sincrónico_ con lo -estático-,
cf. las observaciones de R. JAKOBSON, Results 01 the Conference, págs. 17-18.
T. LENGUAJB.-14
Teoría del lenguaje y lingüística general
210
«.Concepto puma cama tal En la sustancia de la expresión se
manifiesta, es inmanente, la forma lingüística: la «expresión~
es la objetivación misma de la forma, su materialización en una
sustancia, mientras que la «sustancia del contenjdo» no manifiesta ni materializa ninguna forma lingüística: sólo se vuelve
aprebensjbJe ~racjas a esta forma Esta sustancja no perte~e
al len¡uaje ni tiene carácter !jn~üístico,
Por esto las objeciones de I. Dal (ef, 1, 5.4,) deben ,entenerse más bien en el sentido de que las ciencias del «pensaiento» -en la acepdón amplia del término- deben necesariaente partir de una base lingüística (ef, 2,), Y no en ei sentido
e que la lingüística, corno ciencia del lenguaje (es decir, de un
oda de objetivación de la interioridad de la conciencia), debería ocuparse también de los «conceptos puros», La lingüística
puede, naturalmente, subrayar el valor cognoscitivo del lenguaje, pero sólo desde el punto de vista del len~aje mismo:
al analizar, describir e interpretar el lenguaje en su existencia
material y mental.
VI.
LA INTERDEPENDENCIA ENTRE LO MÓRFICO y LO HILÉTICO
1. De las observaciones que hasta aquí se han hecho resulta que, efectivamente, hay algo que puede llamarse, de una
manera vaga, «realidad de la lengua», y que se torna como pauta
en los análisis fonemáticos (ef, V, 7,3,), La existencia implícita
de esta pauta se revela todas las veces que no nos conformarnos con un análisis o con una definición (ef, V, 4,2,), todas las
veces que un criterio se considera insuficiente y se siente la
necesidad de recurrir a otros criterios, En efecto, lo significativo no es que en la práctica descriptiva no se distingan [k-] Y
[-k] Y se distingan, en cambio, [h] y [1)] (ef, V, 6,1.), ni que,
a pesar de la distribución idéntica, se mantengan como fone-
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
211
mas distintos Ipl y Ikl (cf. V, 6.2.). Significativo es el hecho
mismo de que estas exigencias se presenten y limiten la aplicación estricta de ciertos criterios formales. Significativo es el
afán de buscar otras soluciones formales en los llamados «casos
difíciles». ¿Por qué ciertos casos son difíciles? ¿Por qué no se
acepta sin más la identificación de Ipl y Ik/? ¿Por qué hay
que aplicar varios criterios sucesivamente para llegar a soluciones aceptables? (cf. V, 6.1.). Y ¿qué significa una solución
«aceptable»? ¿Cuál es el criterio que determina la aceptabilidad? ¿Por qué la mayoría de los análisis fonemáticos tratan de
coincidir con la «realidad fonética» de la lengua? 352. A la esencia de estas preguntas se podría contestar, de acuerdo con
Hjelmslev, y muy justamente por cierto, que las exigencias
señaladas se presentan o no se presentan, en cada caso particular, porque existe un ere-conocimiento formal de la «lengua_
(cf. III, 4.2.), una intuición eidética de las unidades fonemáticas
(cf. V, 7.1.). Pero sobre la mis~a base hjelmsleviana no se podría explicar por qué las exigencias se presentan, justamente,
en conflicto con las soluciones «formales» y por qué las soluciones «aceptables» resultan ser, generalmente, las «foneticistas», las que no ignoran la «sustancia». ¿Por qué este acuerdo
entre intuición eidética y sustancia? Este hecho queda inexplicable para una doctrina que postule la absoluta independencia
~e la «forma» con respecto a la «sustancia». O bien debe haber
en algún punto de la doctrina misma una contradicción que
explique su inaplicabilidad a los objetos a los que pretende
aplicarse.
2. 1. En la doctrina de Hjelmslev tal contradicción procede
de lo que se podría llamar su «platonismo». En efecto, ya se ha
visto que la teoría hjelmsleviana del lenguaje se sitúa en el
plano «platónico» del Ser: el plano de las formas puras, de la
352
Cf. E.
FrSCHER-J0RGBNSEN,
On the Definition, pág. 21.
212
Teoría del lenguaje y lingüística general
rara
lengua como idea con existencia objetiva (cf. V, 8.1.).
Hjelmslev la «lengua» es, preCisamente, un eidos del cual da
lengua lingüística es sólo una de las manifestaciones posibles» 353 La «lengua» existe, pues, fuera de das lenguas», así
como existe (objetivamente) fuera del hablar, «fuera e independientemente de los individuos» 354. Esta última afinnación pertenece, como es sabido, a Saussure 355, y parecerá, quizá, extraño que se encuentren huellas de «platonismo» en el «positivismo sociológico» saussureano. Pero la verdad es que se comprueba en Saussure y en las lingüísticas saussureanas un claro
aspecto «platónico» (que consiste en atribuir existencia de «cosas» a los objetos ideales, en tratar los objetos ideales como
cosas), aunque, desde el punto de vista de la historia de la lingüística, esta actitud -más bien que de Platón- procederá
simplemente de A. Schlelcher y de su idea de la lengua como
«organismo natura!», independiente de los hablantes 356. Y esto
a pesar de la crítica a la que Saussure somete tal idea 357. En
efecto, Saussure no modifica esencialmente el concepto schleicheriano: sustituye al «organismo natural» un organismo social
(<<institución»), pero mantiene tanto la objetividad exterior de
la «lengua» como su independencia con respecto a la actividad
lingüística concreta 358.
El «platonismo» (o «schleicherismo») de Hjelmslev es evidente hasta en ciertos criterios prácticos que adopta, como el
criterio distribucional: el establecer el lugar de un elemento
[Editorial]. AL, IV, 3, p4g. IX.
Ora the principies, pág. 49.
355 Cf. CLG, pág. 58.
356 Cf. V. PISANI, Augusto Schleicher e alcuni orientamenti delta moderna linguistica, .Paideia-, IV, págs. 297-318, y Forschungsbericht cit., p. 17
Véase también el prólogo de A. ALoNSO al CLG, pág. TI. Sin embar¡o, la
vinculación con Platón se halla explícita en V. BRI2INDAL, Sound and Phoneme, pág. 45. ef. también K. BOHUiR, Teorfa del lenguaje, pág. 74.
357 CLG, pág. 42 Y sigs.
351 Aunque no con toda coherencia: d. SNH, 111, 3.2.3.
153
354
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
213
en el sistema implica, justamente, la existencia objetiva «exterior» del sistema mismo 359.
2. 2. A esta actitud que hemos llamadC? «platónica» se deben varios apriorismos de Hjelmslev acerca de la esencia de la
«lengua», como, por ej., da lengua es una forma», da lengua
es una red de funciones». Apriorismos que -para quien no se
coloque, a este respecto, en el plano de las esencias reificadas
y considere la «lengua» como objeto ideal abstraído de la actividad lingüística, es decir, que no admita la posibilidad de hablar propiamente de lo que la lengua es, sino sólo de qué es lo
que llamamos lengua- se presentan inevitablemente como simples convenciones semánticas (cf. V, 3.4.).
Es que Hjelmslev no duda de la existencia de la «lengua»,
no trata de averiguar cómo se llega al concepto de «lengua»,
sino que parte de la lene Y, precisamente, no de la clengua
lingUística», como parece, sino de la «lengua» como eidos. En
efecto, sólo aparentemente empieza por aplicar un método inductivo en el plano de las «lenguas como entes» 360, porque,
después de haber comprobado en este plano nada más que la
incognoscibilidad de la «sustancia» como tal, opera rápidamente
una radical e injustificada reducción de todas las «sustancias
formadas» o «formas de sustancia», que no son incognoscibles
(cf. V, 5.1.) 361, y, sin reparar en el hecho de que ya ha cambiado de plano, yendo más allá de lo propiamente lingüístico
(cf. V, 8.1.), identifica. sin inás la «lengua lingüística» con cualquier otro sistema «formalmente análogo» 362. Más aún: se cree
359 A este propósito es interesante observar que las coincidencias metodológicas con' los estructuralistas norteamericanos se deben al hecho
de que también éstos atribuyen a la dengua_ una existencia objetiva,
aunque no como idea, sino como objeto físico: a pesar de las premisas
teóricas totalmente distintas (cf. 1, 1.3.), los estructuralismos se encuen·
tran en el plano de la objetividad de la -lengua..
llIO PTL, págs. 31 y sigs.
361 PTL, pág. 51.
362 PTL, pág. M.
214
Teoría del lenguaje y lingüística general
«obligado» a hacerlo por la definición a la que ha llegado mediante una formalización que no estaba prevista en las premisas declaradas. No advierte que, si la definición corresponde
también a otras clases de objetos que no se han tenido en cuenta, es porque ya no se define la clase considerada inicialmente,
sino una clase de clases ~3 que comprende a aquélla como
miembro (cf. V, 6.2.). Y no lo advierte porque en el planteamiento mismo del problema ya tenía prefigurada la solución.
Las reducciones de la «sustancia fonnada» (arbitrarias desde el
punto de vista inductivo) le penniten llegar exactamente al punto de partida: a la afirmación de Saussure de que 'la lengua
es fonna y no sustancia' 364, es decir, a un apriorismo acerca
de la esencia de la «lengua». La incursión en el plano de la
experiencia le ha servido sólo para tratar de señalar una posible, aunque insuficiente, confinnación de este apriorismo que
se refiere al plano de las esencias.
2. 3. Sin embargo, Hjelmslev no vacila en atribuir corno
objeto a la lingüística justamente esta lengua - idea postulada
«platónicamente» ~s, y cuya extensión supera «lo propiamente
lingüístico». Yes aquí
y no en su ('platonismo» como tal
(cf. 2.4.>--: donde reside la íntima contradicción de la doctrina
hjemsleyiana. La contradicción se presenta por la no-coincidencia entre el plano de la teoría y el plano de la aplicación
(o del método). La teoría se estructura en el plano "platónico» de las fonnas puras, mientras que el método correspon:
diente debería poder aplicarse al plano «aristotélico» de las formas que se elaboran sobre la base de la experiencia en el mun~
do de los entes: la teoría se refiere a las esencias y debería
hallar aplicación en el plano de las existencias, de los objetos
que no son sólo «fonna», sino (,fonna» + «sustancia» (en el
~
364
36S
Cf. «cette classe de classes qu'est la langue» (Edit. cit., pág. IX).
PTL, pág. 31.
PTL, pág. 68.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
215
sentido de «materia»), En términos lingüísticos, la contradicción
consiste en afirmar, por un lado, que la <deui'la» es una forma
independiente de la activi9ild liD¡@ístis;a, y. pQr otro lado. Que
ella se conoce en el «texto» fparole) 366 o se deduce sólo de una
manifestación 367. Se confunde aquí (en la práctica, no en la
teoría) el plano en el que se parte de la «lengua» con el plano
en el que se parte de la «parole)), sin que se entrevea la posibilidad de partir simultáneamente de los dos polos, aun permaneciendo en el mundo de la experiencia (cf. 3.2.).
Al mismo tiempo, se confunde el plano de la lengua-idea con
el plano de las lenguas históricas (idiomas). En efecto, Hjelmslev parece no advertir la contradicción implícita en el postulado
de que su teoría «arbitraria», «en sí misma independiente de
toda experiencia» (y, como tal, enteramente legítima e incriticable en el plano de las posibilidades, puesto que sus objetos
son como ella misma los define y no podrían resultar contradictorios), debería, sin embargo, resultar «apropiada)) 368, es decir, poder aplicarse a «objetos)) que se encuentran en otro plano, y que no se estructuran por definición (cf. V, 4.2.), como «el
danés», «el francés», «el españoh>. En este plano, afirmaciones
como «la lengua es forma», <<la lengua es red de funciones», <da
forma se conoce independientemente de la sustancia» resultan
inaplicables (no «falsas», pues se refieren a otro plano), porque
en estos «objetos» se comprueba lo contrario: ellos son «formalización de sustancia», comprenden elementos afuncionales, sus
unidades no pueden definirse sin referencia a la «sustancia».
Evidentemente, Hjemslev tiene perfecta razón al señalar que
la experiencia no puede invalidar su teoria -así como el hecho
de que en la naturaleza no existen cuadrados o círculos perfectos no invalida la geometría, que postula sus objetos-, pero
366
367
368
PTL, pág. 10.
Cf. E. FIscHER-JeRGENSEN, Remarques, pág. 231.
PTL, pág. 8.
Teoría del lenguaje y lingüística general
216
él mismo reconoce que puede afectar su aplicabilidad 369. Por
otra parte, Hjelmslev observa explícitamente -y con toda coherencia- que la glosemática debería ser una especie de álgebra 370. Pero ya al dar ejemplos abandona este plano y no puede
eludir las dificultades que se presentan al pretender aplicar el
álgebra de las formas puras a las «formas de sustancia».
2. 4. Así, pues, no hay en realidad contradicción entre una teoría de
las esencias, que considera las cosas desde el plano del Ser, y una teoria
de la experiencia, que considera el Ser ,·desde el plano de las cosas, así
como no hay contradicción posible entre «platonismo» y «aristotelismo,..
Se trata simplemente de teorías que se sitúan en planos distintos, así
como «platonismo» y «aristotelismo,. son sólo filosofías distintas, y no
filosofías que se excluyen .• La contradicción, aquí, sólo puede estar en la
confusión de los dos planos: en pretender aplicar al «mundo» algo dedu,cido a priori partiendo del .Ser-, o viceversa.
Por lo tanto, la teoría de Hjelmslev resultaría inatacable, desde el punto de vista de la experiencia, si se mantuviera en su apriorismo declarado (lo que Hjelmslev llama su «arbitrariedad») y no se le añadiera la
..«aplicabilidad»: si los glosematistas no pretendieran identificar la glosemdtica (teoría a priori de la esencia) con la lingüística (teoría de la experiencia), mejor dicho, reducir ésta a aquélla. En realidad, no se trata
de dos ciencias que se excluyen mutuamente, sino, simplemente, de dos
ciencias distintas, que se encuentran en planos distintos. Por esto es lógicamente imposible criticar la lingiiística desde el punto de vista de la
glosemática, o porque no es glosemática; es imposible criticar la fonología
desde el punto de vista de la cenemática, o porque no es cenemática. Y
es muy extraño que Hjelmslev llegue, sin embargo, a hacerlo. Del mismo
modo, tampoco sería posible criticar la glosemática desde el punto de
vista de la lingiiística, si ella no se presentara justamente como lingiiística (como la lingiiística) y no pretendiera estudiar, no ya formas de
orden superior en las formas lingiiísticas, sino estas últimas formas, pero
como si pertenecieran a otro plano; si no quisiera estudiar ciertas «posibilidades» en el plano de las realidades históricas e identificando éstas
con aquéllas.
369
370
PTL, l. cit.
PTL, págs. 62, 67.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
217
Todo esto, sólo por una distinción de planos, y sin prejuzgar acerca
del valor científico propio de los enunciados de la lingüística o de la
glosemática.
3. 1. Los términos «platónico» y «platonismo» nos han servido en lo que precede para establecer esa distinción de planos
y para definir, de una manera sólo genérica y aproximada, una
actitud frente a la «lengua». Pero no deben entenderse en el
sentido propio. En efecto, es evidente que, sobre una base propiamente platónica, es decir, partiendo de lo que la «lengua»
es como manifestación del Ser, sólo podría constituirse un
«saber- inverificable, mas no una «ciencia» del lenguaje. Y no
es ésta la posición de Hjelmslev. Hay que advertir que, a pesar
de la existencia independiente que atribuye al eidos «lengua»
y de afirmaciones como la de que «la lengua lingüística constituye sólo una de las manifestaciones posibles de «la lengua» en
el sentido más amplio» (cf. 2.1.), Hjelmslev no piensa de ningún
modo en la posibilidad, harto problemática, de una «metafísica
del lenguaje». Al contrario, entiende fundar la lingüística sobre
una base «estrictamente científica», antidogmática y libre de
todo presupuesto metafísico 371. Su lengua-idea debe, por lo tanto, entenderse sólo como forma mental o «clase de clases»; es
una «ficción» m, una «especie» postulada grjorj como bipÓte-
ª
371 cExempte de tout dogmatisme, la linguistique structurale s'abstient
donc également de toute spéculation métaphysique et des appréciations
subjectives d'une esthétique vague et stérile. La linguistique structurale
substituera a la ephilosophie du langage. de jadis une recherche positive
et scientifique:.. L'hypothese initiale ne se prononce pas... sur la 'nature'
de l"objet' étudié. Elle se garde bien de se perdre dilns une métaphysique
ou dans une philosophie du Ding an sich" (Edit. cit., pág. VI). Como es
evidente, para Hjelmslev «antidogmatismo" significa simplemente cobjetivismo". Pero no se advierte que la misma actitud objetivista implica un
acto inicial de copción", es decir, un acto dogmático (cf. 11, 3.3.). La única
ventaja del objetivismo -si es una ventaja- es la de sustituir a"un dogmatismo pennanente (subjetivismo) un dogmatismo inicial (que, sin embargo, puede afectar la validez de toda la construcción).
m Cf. V. PISANI, Forschungsbericht, pág. 11.
218
Teoría del lenguaje y lingüística general
sis (y reductible, en último análisis, a la convención semántica
«lengua» = -«estructura semiológica») 373.
Se plantea, pues, el problema de si una ciencia del lenguaje,
aun como «ciencia de formas puras», puede constituirse sobre
bases enteramente apriorísticas con respecto a los dos planos
de la comunicación lingüística. El hecho de que esto se haya
podido hacer en lo que atañe al «plano del contenido» (por la
«gramática pura» o «puramente lógica» y, con resultados en
gran parte discutibles, por la llamada «gramática general») 374
no parece implicar que se pueda hacer también en el «plano de
la expresión». En efecto, entre los dos planos no parece haber
un perfecto paralelismo como lO postilla Hje1msley 375 Así como
las dos «sustancias» se hallan en relaciÓn distinta Can respect.o
al lenguaje (cf. V, 9.), también las dos «formas» se presentan
como distintas. Las «formas del contenido». de alguna manera,
organizan toda la sustancia correspondiente (aunque una lengua
no tenga «forma pasiva» o «plural», la «pasividad» y la «pluralidad» se expresarán en ella de all' ,LO modo, o bien cabrán dentro
de «formas» más generales), mientras que en la expresión la
sustancia acústica se selecciona y buena parte de ella queda
simplemente no formada. Una lengua que no tenga vocales anteriores labializadas (o, ü) o vocales posteriores deslabializadas
(rum. i, if) simplemente no las tiene, no es que las organice
«bajo otros fonemas»: desde su punto de vista, no serían siquiera «alofones», sino sonidos no-lingüísticos.
3. 2. Por consiguiente, por 10 menos en 10 que se refiere
a la expresión (y sin que esto implique otra posición con res373 Edit. cit., pág. IX. La misma convención implica la identificación
entre «lingüística» y ametasemi6tica. (aproximadamente, lo que SAUSSURE llamaba semiología).
374 Nos referimos, claro está, a la «gramática generab como «gramática universal», y no como método o teoría de la gramática, sentido en
el que la gramática «general» es perfectamente aceptable.
315 Cf. a este propósito algunas de las observaciones de 1. DAL, Art. cit.,
con las cuales, sin embargo, no se puede estar enteramente de acuerdo.
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
219
pecto al contenido). se presenta como ineludible la necesidad
de colocarse en el plano «aristotélico» de formalización de la
experiencia lingüística concreta. tomando en cuenta las porciones particulares de «sustancia» que cada lengua «organiza».
Hay que tener presente que. en este plano. el lenguaje es «cosa
de la naturaleza». fenómeno que se da en el mundo (cf. 11. 3.4.;
IV. 1.1-2.; V. 9.). Objeto de la ciencia siguen siendo las «esencias». pero san «esencias» que hay que comprobar ahí donde
se dan. es decir. en la realidad fenoménica del lenguaje. en aquella misma paróle a la que Hjelmslev excluye de la lingüística
(estructural) 'por no corresponder a la definición' que ésta da
de su objeto 3M. En otras palabras. no hay que eludir las «cosas».
sino que, al c,ontrario. hay que «ir hacia las cosas». porque las
esencias no se hallan «más allá» o «detrás» de los fenómenos m.
sino en los fenómenos mismos: los fenómenos las manifiestan 378. En este plano. justamente. lo mórfico se comprueba en
lo hilético, la «forma» es manifestada por y en una «sustancia,..
así como. por otra parte. lo hilético alcanza la cognoscibilidad
sólo gracias a lo mórfico. Pero comprobar la esepcia en una
cosa no significa quedarse en la cosa indillidJJa' porque para
decirlo con Husserl. una cosa no es sólo «una cosa,.' <clo sin~­
lar eidética implica la totalidad de las universalidades que están sobre él y que. a su vez. «están encajadas unas en otras,. ....
lo superior siempre en lo inferior» 3'19.
Asimismo. «partir de lo fenoménico» no significa partir de
lo totalmente heterogéneo y amorfo. porque se parte necesariamente con un «conocimiento previo» del sistema (cf. 11. 3.5.;
III. 4.2.; IV. 2.1-2.; V. 7.1.); ni significa excluir los conceptos de
Edit cit .• pág. IX.
PTL, pág. 61.
S. HUSSERL, Ideas, págs. 18 y sigs. Cf. también el análisis de «fenómeno» que da M. HEIDEGGER, Sein und Zeit, trad. esp. El Ser y el Tiempo,
México, 1951, págs. 33 y sigs.
379 Ideas. págs. 19, 38.
376
377
378
220
Teor(a del lenguaje y lingüística general
«estructura_ y «funcionalidad», porque el funcionar en una
estructura· pertenece a la esencia de las «cosas_ observadas y
estas mismas «cosas» se deslindan sólo porque se les reconoce
tal esencia (cf. 11, 3.5.; IV, 2.1-2.l, En otras palabras, se parte
al mismo tiempo del «hablar. y de la «lengua», porque ya el
reconocer el hablar como hablar implica el reconocerlo como
«hablar una lengua», implica intuir en cada porción de sustancia observada la «forma IinLdifstiClh
3. 3. La «formalización del hablar» consiste, precisamente,
en la «explicitación» (y correción, aclaración y superación en el
plano científico) de una «experiencia antepredicativa» implícita
en el reconocimiento del hablar como tal. Pero en esta formalización la «sustancia» no se pierde, porque, al ser conocida, se
.formaliza» también ella, se vuelve sustancialidad, como atributo de la «formaD (esencia). Una forma lingüística es una ,abstracción, pero no es «forma vacía», privada de atributos, sino
que conserva, justamente, los atributos con los que se presenta
concretamente en la sustancia. Una cosa es ignorar la sustancia
incognoscible (lo puramente material) y otra cosa es sostener
que el fonema, por ejemplo, es «pura forma» y no sustancia,
porque en la forma la sustancia se mantiene como sustancialidad. Desde este punto de vista, la afirmación de que da lengua
es forma y no sustancia» -si es que debe tener sentido-, o es
obvia, o es errónea, o constituye una convención semántica. Es
obvia si quiere significar que la dengua» no es 10 totalmente
material, no pertenece a lo incognoscible, o que la «lengua» es
formalización del hablar y no el hablar mismo (es abstracta y
no concreta). Es errónea si pretende significar que la «lengua»
es forma vacía, sin la atribución de la sustancialidad. Y es una
convención semántica si sólo pretende que se llame «lengua»
un conjunto de formas como tales, sin referencia a los atributos
sustanciales que integran las formas mismas.
221
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
3. 4. Se deduce de lo dicho que el fonema sólo puede concebirse como ulterior formalización del !S0njdo» 'gUe ya es
una «forma»' cf. V, 5.1.), como forma contenida en el «sonido
del lenguaje» (el cual, por otra parte, sólo se reconoce y se deslinda gracias a esta forma superior que contiene); v' precisamente, como forma que. sin ser «sustancia», mantiene como
atribución la sustaneialiclad que se da como «sustancia» en los
sonidos concretos. No se afirma otra cosa cuando se dice que
'el fonema. es inherente en el sonido', como forma 'atemporal
y discontinua' [del sonido mismo] 380; que los fonemas son 'lo
que queda constante en el Klanggesicht' y que ellos «geharen
mit zur Lautsubstanz des Wortklanges» 381; o bien que 'constituyen la determinación del continuo amorfo del sonido' 382 (agregando, natural~ente, a cada una de estas formulaciones, la
funcionalidad).
te la ono ía e u
di ci
e a ble
onética: a) orque constituye sólo la «aut<r
nomizaciónJ> en el plano científico de un momento que, en el
reconocimiento del objeto lenguaje como tal, se da conjuntamente con el momento constitutivo de la fonética;
porque
sus unidades (los fonemas) representan la «explicitación» de
una formalización de los «sonidos del lenguaje. ya implícita en
el reconocimiento de éstos como tales, y-(bPorque los fonemas
conservan necesariamente en su plano abstracto la «sustancialidad. que se da como sustancia concreta en los «sonidos del
lenguaje •. En otras palabras, fonética X fonología deben entenderse como dos disciplfuqS intG'degepdjer'es
®
380 V. BRaNDAL, Sound and Phoneme, págs. 42-43. El mismo estudioso
excluye de la fonología la sílaba (Ibid., pág. 44), porque se desarrolla en
el tiempo. Sin embargo, el «corte silábico- es a menudo fonológicamente pertinente; por ej., en esp. /losllwebos/ - /lollswebos/, /laslljerbas//lallsjerbas/. ef. también B. M.u.MmmG, La coupe syllabique dtJns le systeme consonantique du fra~ais, AL, IV, 2, págs. 61-66.
381 K. BtlHLER, Psychologie der Phoneme, págs. 166, 168.
382 W. BoRGBAUD, W. BR1lcKBR, J. l.oHMANN, De la nature du signe, AL,
III, 1, págs. 24-30 (pág. 30).
Teoria del lenguaje y lingüística general
222
4. 1. La formalización explícita, deliberada o «científica»
procede, corno se ha visto (cf. V, 5.1.; VI, 3.2.), por grados, por
momentos sucesivos, mientras que a la intuición, a la formalización implícita, todos estos momentos se presentan como
indistintos y simultáneos. El número de estos momentos, si se
excluyen algunos que son esenciales, es convencional y, por lo
tanto, variable.
En la formalización del hablar, los momentos esenciales son
_ _':':":":-Il.:~el reconocimiento de algo como algo (pasaje de la
«sustancia» incognoscible a la «sustancia formada»);
el reconocimiento de algo como lenguaje;@ el pasaje de lo concreto
a lo abstracto (del «hablar» a la «lengua»); yQ'} el pasaje de
lo simplemente constante a lo funcional (de la'i?orma al sistema). Pero convencionalmente, y según la finalidad que se persiga, se pueden distinguir varios momentos más (por ej., entre
«hablar» y <c!engua», el momento de la llamada «lengua individua!»). Nosotros mismos ya hemos propuesto (cf. V, 5.1.) una
serie posible:
sustancia incognoscible;~ruido (forma acústica);(c))ruido vocal no articulado;~ sWzdo (ruido vocal articula~ re")hlofón (sonido concre~ del lenguaje, correspondiente al ~o del hablar);@ono (sonido abstracto: l~ns­
tante en varios alofones; correspondiente a la norma); (!)J fonema (lo funcional en un «fono», correspondiente al sistema).
De los seis momentos propiamente «formales» (excluyendo el
momento de la «sustancia no-formada»), los cuatro primeros
se dan en el plano concreto: son formas con s~cia. El fono
y el fonema se dan en el plano abstracto: son formas de SUS:tancia
De todos estos momentos, el que nos parece fundamental.
y. que es un enriquecimiento de la «forma» es el momeptg. del
alotón porgUe coincide con el plano en el que una cosa física
se reconoce corno expresión y comunicación humana' es el ml)mento en el que se constituye el len~ªje como «naturaleza)) y
®
€D
'.'orma y sustancia en los sonidos del lenguaje
223
«mente» al mismo tiempo. Los momentos sucesivos, cientfficalIlente útiles y hasta indispensables, representan necesariamente
un empobrecimiento, pues en cada formalización se mantienen
sólo ciertos elementos constantes y, por consiguiente, mientras,
por un lado, se gana en sistematicidad, claridad y sencillez
(y se vuelve posible una más rigurosa descripción científica),
por otro lado, se pierde buena parte de la riqueza infinita del
hablar, como actividad cognoscitiva y creadora.
El fonema es el último momento de la formalización de la
alengua lingüística» y el último al que llega (desde el comienzo) la formalización implícita: ésta no va más allá. Pero la formalización deliberada puede continuar. Puede constituir, con
los elementos funcionales de varios «lenguajes» (fonema, grafema, etc.), una nueva clase: el cenema (correspondiente a un
plano que, con un término hjelmsleviano, puede llamarse esquema). Y aun es teóricamente lícito seguir indefinidamente, establecer, por ej., la clase de las «marcas distintivas» en general,
y luego la clase de todos los elementos funcionales, etc., que
pueden designarse con ténninos como «marquema», «funcionema», etc.: el sufijo -ema es generosamente productivo. Estos
últimos momentos (después del fonema) representan ya formas que pueden llamarse «puras»: son formas sin sustancia,
en el sentido que no presuponen una sustancia determinada
para concretarse (aunque, sí, una sustancialidad genérica).
El problema práctico que se plantea a la lingüística y a las
varias disciplinas lingüísticas es dónde establecer sus' límites
en esta sucesión de «formas». La fonética de Pike (cf. IV, 3.) se
sitúa en el plano del sonido articulado, anterior al lenguaje;
la fonética experimental, en el plano del atofón. La fonética
práctica abarca nonnalmente los planos del alofón y del fono
(sonido concreto y sonido abstracto) -pero inclinándose más
bien hacia éste-, y, con Jones (cf. 1, 4.), incluye tambiné el plano del fonema. La fonometría de ZwimE:r se concentra decidiE
-224
Teória del lenguaje y lingüística general
damente en el plano del fono I a fgnglQ~a (o cfonémica», cfonemática»), como ciencia del csistema», se sitúa en el plano del
onema ero como ciencia de la «lengua» debe abarcar también
el plano del tono, de la cnorma de realización» Ccf. 111,
La lingüística c tradicional» se detenía, y generalmente se detiene, en este mismo plano del fono, de lo .. constante en el
hablar de una comunidad» (el cual, sin embargo, no excluye,
sino que implica el conocimiento del fonema, del plano de la
funcionalidad). La lingüística estructural y funcional, en general, descuida lo más a menudo el hablar y la norma y dedica su
atención casi exclusivamente al plano del fonema (sistema);
pero no supera este mismo plano, considerando que termina
aquí lo «propiamente lingüístico». Sólo la glosemática (con la
correspondiente «cenemática») se coloca en el plano del cenema ( .. esquema»), de la «lengUa en genera!», y excluye, por consiguiente, la consideración tanto de las .. formas con sustancia»
como de las cfarmas de sustancia» (aunque sin poder excluir
la .. sustancialidad»). Por consiguiente, las divergencias y las
contradicciones entre estas varias orientaciones y disciplinas
son a menudo sólo aparentes, porque ellas se refieren a distintos planos de formalización.
4. 2. Lt consideración de la ~ sustancia» -que, en realidad, sólo puede
ser de la «sustancia organizada», es decir, de la «forma con (o de) sustancia- adquiere aspectos distintos en cada uno de los planos que se
distingan, pero, por otra parte, no puede hacerse aisladamente, sin una
visión simultánea de los varios planos.
Ya en el plano del atolón -para limitamos a los «momentos» lihgüís·
ticos- se presenta la selección peculiar de la «sustancia», según la cIengua» a la que el hablar considerado corresponda (cf. 3.1.). Así, en el
hablar correspondiente a la 'lengua española, sonidos como [01, [ü] no
se presentan siquiera como alofones; y otros, como [/lJ, [v], pueden
presentarse sólo como alofones «anormales., estrictamente individuales y
ocasionales. A este mismo plano pertenecen las variantes combinatorias
"universales., realmente determinadas por el entorno fónicro (por ej., las
realizaciones de /n/ delante de [dJ o [gJ).
Porma y sustancia en los sonidos del lenguaje
225
En el plano de la .. nonna. se presentan las variantes combinatorias y
«de posíción~ especificas de una lengua, como también otras oposiciones
constantes pero afuncionales. Así, por ej., en rioplatense, (h) es una variante combinatoria de /s/ (cf. V, 7.1.), aun no siendo una .. variante
universal»; del mismo modo, (~) y (~) son en español tonos (realizaciones normales), aun no siendo funcionales 383.
En el plano del «sistema» se da la distribución peculiar de la funcionalidad (con «realizaciones» simplemente normales en las posiciones de
neutralización): la oposición entre sorda y sonora en posición final es
funcional en rumano o en servio-croata, pero no lo es en alemán o en
ruso donde, sin embargo, la realización normal de los carchifonemas»
respectivos es el (ono sordo. Igualmente claro es el caso de la oposición
entre /r1 y /rrl en español y en italiano: en ambos idiomas la oposición
es funcional sólo en posición intervocálica; pero en posición inicial, donde la oposición se neutraliza, la realización normal es (rr) en español y
(r) en italiano. Por otra parte, en italiano (rr) puede aparecer en posición
inicial con la misma función delimitativa que tiene siempre en español:
cf. ara"o, sist. /aratso/, norm. (aratstso), y a razzo, sist. larratso/, norm.
(arradzdzo). Aquí mismo hay que considerar el grado de funcionalidad.
Hay diferencia de arendimiento funcional», no sólo entre las varias oposiciones, sino también dentro de la misma oposición, en distintas palabras. Así, hemos podido comprobar que, a pesar de existir en italiano la
oposición distintiva entre /Q,' y /~/, el pronunciar [kQnte] por [kQnte]
no impide la comprensión y pasa comúnmente inadvertido, mientras
que [Qsso] por [Qsso] puede hacer que esta realización se entienda como
orso. Por otra parte, al grado de funcionalidad corresponde un grado de
normalidad: la realización (rr) de /R/ es obligatoria en español sólo en
posición inicial y después de s, 1, n; en otras posiciones neutralizadas,
por ejemplo, en posición final, pueden aparecer tanto [r] como [rr].
Finalmente, pertenece a este plano la llamada distribución de las unidades en el sistema. Así, en español una palabra no puede empezar con
s + cons. y puede terminar sólo en vocal o en /d/, /x/, /1/, In/, /r/,
/5/, /8/.
Que todo esto debe caber dentro de la consideración de una lengua
se puede demostrar fácilmente observando el mecanismo de la adaptación
de los extranjerismos, que se reducen a las "porciones de sustancia~ organizadas por la lengua respectiva y se modifican para coincidir' con sus
383
Cf. SNH, V, 2.
T. LENDUAJB.-1S
226
Teorla del lenguaje y lingüística general
reilas normales, funcionales y de distribución 384. Por ello, el situarse en
un solo plano haría descuidar una larea serie de matices que, aun cuando
no pertenezcan a qué es lo que funciontl, pertenecen, sin embargo, a
romo funciontl un sistema (cf. 111, 3.5.). Además, sólo un análisis minucioso del cómo de la funcionalidad en una sustancia iÚterminlld4 puede
revelar lo que, en el mismo plano sincrónico, ya es virtualmente cambio,
momento del devenir del sistema.
La consideración de la «sustancia or¡,;anizada» se suspende coherentemente sólo en el plano del· cenema considerado en si y sin referencia a
otros planos, porque aquí la «sustancialidad» se presenta nada más que
como condición' de «manifestación». Pero, por ello mismo, las formas de
este plano son sólo inteligibles: al nombrarlas de algún modo, al querer
«operar» con ellas en Untl lengua, ya se pasa a un plano de «manifestación» en una «sustancia determinada». Además, el colocarse en este plano
(y sólo en él) implica, al mismo tiempo, considerar la clengua» (o su
«esencia») como absoluta estaticidad e inmutabilidad 385. Por esto, justamente, los «códigos» fijos, las «lenguas» artificiales, las semióticas convencionales, corresponden mucho mejor que las lenguas históricas a los
postulados de la glosemática.
Cabe, finalmente, señalar que la identificación de la clengua»
como resultado de la fonnalización del hablar con la lengua
como idioma (<<lengua española», engua francesa», etc.l..J¡p.lica tres distintas abstracciones: a la abstracción misma mediante la que se establece la «lengua» como «no~ y «sistema» (la fonnalización de la actividad lingüística);c..!!J el considerar sólo en el plano de la simultaneidad l~ue se encuentra
al mismo tiempo en el plano del devenir; ~ev.el considerar la
lengua-idioma como homogeneidad, es decir, el reducir la lengua a un ejemplo de lengua.
En realidad, los conceptos como norma, sistema, esquema
representan sólo estructuras de un hablar, y no coinciden con
la lengua-idioma, que se establece sobre bases históricas y culef. N. S. TRU1IBTZKOY, Principes, págs. S4-S6.
«Elle [l'hypothese) nie également le droit de considérer un état de
langue comme un simple moment p&sager d'une évolution, transition
fuyante et t1uctuation incessante» (L. lI.n!LMSIBV, Edit. cit., páJ. VII).
384
385
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
227
turales, o también sobre bases empíricas de validez relativa,
como la intercomprensión. En una lengua-idioma se dan varios
sistemas y yarjas normas (cf. 111, 3.4.). En rioplatense, el csistema» de quienes conservan el fonema /s/ en posición final y
oponen, por ej., /la/ a /las/ no es el mismo de quienes no
conocen /s/ final y oponen /la/ a /la:/ 386; así como el csistema
rioplatense». que no conoce las oposiciones distintivas entre
/j/ y /!I, /s/ y /0/, no es el mismo del «español literario de
España», que las conoce 387. Sin embargo, todos estos «sistemas»
pertenecen al «idioma español», y sólo a una modalidad de éste.
Naturalmente, nada impide que, mediante una nueva abstracción, se constituya, sobre la b,lse de los varios «sistemas» comprobados, un archisistema que corresponda al «españo1»; sólo
que éste ya no podría tener ningtllla funcionalidad (no podría
«realizarse» en una <<norma» y luego en un «hablar»), porque
conservaría sólo los elementos comunes de esos «sistemas».
Justamente para evitar esta dificultad, D. Jones se refiere con·
vencionalmente a 'la lengua deducida del hablar de un solo
mdividuo que hable en un «estilo» definido y homogéneo' (siempre el mismo) 388. A esta misma convención corresponde el concepto de <<Ídiolecto» (idiolect) introducido por los estudiosos
norteamericanos 389. Es un concepto útil, pero, evidentemente,
corresponde a una realidad hipot~tica, porque nadie habla en
un único «estilo)) y siempre en el mismo. En todo caso, indica,
justamente, que cualquier descripción de un sistema sólo describe un ejemplo de idioma, y no el idioma (aun cuando el
«ejemplo» coincida con «el español ejemplar», «el francés ejemplan, etc.).
4. 3. Así, pues, también desde el punto de vista de la formalización de la actividad lingüística concreta, la glosemática
386 Cf. W. V.{SQUEZ, Art. cit., págs. 6-7 (90-91).
387 Cf. UCF, pág. 11 (191).
388 ThePhoneme, pág. 9.
389 Cf. R. JAKOBSON, Results, pág. 15.
228
Teorla del lenguaje y lingüística general
se justifica plenamente, pero en un plano de abstracción ulterior al plano en el que se coloca la lingüísiica propiamente dicha (ciencia del lenguaje fónico). El llamar a ese plano superior
«plano propio de la lengua» y el identificar l~ glosemática con
la lingüística son simples convenciones semánticas que no puedfjn inducir a error, una vez aclaradas como tales.
j La posición del glosematista es análoga a la de un naturalista que, al estudiar las plantas, destacara en ellas sólo ciertas
formas generales de vida que se dan también en el reino animal (como nacimiento, crecimiento, fecundación, multiplicación) e ignorara deliberadamente la sustancia específica y lo
peculiar de las plantas mismas. Tal naturalista no haría, evidentemente, botánica, sino una ciencia de otro orden: biología.
Haría una ciencia legítima y sin contradicción con la botánica,
mientras no pretendiera hacer la única botánica estrictamente
científica y aplicar, en el plano mismo de la botánica, sólo los
conceptos más generales de la biología, observando, por ejemplo, que no se puede hablar de plantas con clorofila, porque
hay organismos vivientes sin clorofila, por ej., los leones.
Del mismo modo, una glosemática que se mantenga estrictamente en su plano no se opone a la lingilistica, sino que la
incluye, así como la cenemática incluye la fonología. Justamente por esto el glosematista no puede pretender con coherencia
que la fonología se identifique con la cenemática, adoptando el
punto de vista de las «formas vacías» en el plano de las «formas de sustancia» ~cf. 2.3-4.). Por otra parte, la glosemática no
agota lo «propiamente lingüístico», ni se puede pretender que
lo haga, porque, al colocarse en el plano de las «lenguas en genera!», puede estudiar de la lengua lingilistica sólo aquello en
que ella coincide con las otras «lenguas», y deja necesariamente
de lado todo lo peculiar de esta lengua. De todos modos, al descender al plano de la lengua fónica, o de cualquier otra dengua», la glosemática debe necesariamente referirse a la sustan-
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
229
cia peculiar de cada una, es decir, volverse, según los casos,
fonemática, grafemática, etc.: dejar de ser glosemática.
S. A comprobaciones semejantes parece haberse acercad,o
en los últimos tiempos el mismo Hjelmslev. En efecto, según
lo que ha podido llegar hasta nosotros, en los desarrollos más
recientes de su doctrina, Hjelmslev ya no ignora la «sustancia •.
A este propósito, dice textualmente E. Fischer-J9l'gensen: «The
point of view... that commutation and identification must involve substancial considerations if the analysis is to be of any use,
is not incompatible with Hjelmslev's theory in its present formo
His «purely formal analysis. is not meant as a preliminary linguistic operation, but as a final control of the results gained in
this way by trial and error. 390. La justificación de este tan
importante cambio de actitud residiría, según parece sefialar la
misma autora, en la exigencia de sencillez de la descripción.
De qué manera el «principio de la sencillez., que es sólo
un principio metodológico 391, podría haber justificado un cambio en un punto axiomático de la doctrina, no resulta Dluy COIllprensible. Asimismo, cabe preguntarse hasta qué punto se sigue manteniendo una teoría a priori, si se acepta un cambio
impuesto por la aplicación, es decir, en último análisis, por los
objetos de la experiencia (cf. 2.3.). Coherentemente, no se puede
aceptar una «corrección,. de la glosemática: la glosemática
como tal no necesita correcciones de principio porque es enteramente válida en el plano que le es propio (cf. 2.3-4.): necesita
sólo una distinción entre el plano de la. teoría y el plano de la
aplicación, donde, sin embargo, ya no es glosemdtica (cf. 4.3.).
190
391
On the Definition, pág. 12, n. 3.
PTL, páp. 1()'11.
230
Teoría del lenguaje y lingüística general
VII.
CONCJ IISIQNRS
Sobre la base de todo lo dicho, y teniendo en cuenta como
pre . sas fundamentales:
A) Que el lenguaje pertenece al mismo tiempo a la «natuleza» y a la «mente» (11, 3.4.), Y
B) Que «el hombre es objeto de .un saber anterior a toda
ciencia, por la conciencia que tiene de si mismo» (IV, 2.2.),
parece imposible establecer las siguientes conclusiones (que, en
la medida en que pueden constituir «tesis», y no «comprobaciones», se presentan sólo como resultados provisionales, en vista
de una más amplia discusión):
1) Una neta separación entre «forma» y «sustancia» no puede hacerse en el aspecto fenoménico-objetivo del lenguaje, porque lo «mórfico» se comprueba en lo «hilético» y, por otra parte, lo «hilético» sólo se conoce por lo «mórfico» (11, 1.; 111, 4.3.;
VI,3.2.).
2) Si la forma es «lo que se mantiene constante en una manifestación», la «sustancia» que se mantiene, como tal (en el
plano concreto) o como atribución de la forma (en el plano
abstracto), debe considerarse como «formalizada» (V, 5.1., 5.2.;
VI, 3.3.).
3) La llamada «sustancia» puede ignorarse, y necesariamente se ignora, sólo como «sustancia incognoscible». No puede, en cambio, ignorarse como «sustancia formada», como soporte necesario de la funcionalidad lingüística, porque, en este
sentido -dado que lo que se conoce es «forma »--, la «S1:lstancia» misma debe considerarse como tal, en su aspecto cognoscible. En realidad, lo que se llama «sustancia» es sólo una
«forma» de un orden inferior al plano de formalización que se
considera (IV, 1.2., 1.4.; V, 5.1.; VI, 3.3., 4.2.).
4) Por lo tanto, la «forma» lingüística no puede identificarse ni con la distribución en el sistema ni con las diferencias
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
231
que se comprueban entre las formas concretas. Además de incluir la funcionalidad, ella comprende necesariamente atributos
«sustanciales» (V, 7.1., 7.2.).
S) La lengua es sistema de identidades y diferencias. Las
unidades lingüísticas se conocen por su «identidad» y se distinguen por sus «diferencias». El llamado «problema de la sustancia» coincide con el problema de la «identidad lingüística», concepto en el que «forma» y «sustancia .. confluyen y se identifican (V, 7.2.).
6) La afirmación de que «la lengua es una forma y no una
sustancia» puede entenderse en varios sentidos. Lo más proficuo es entenderla en el sentido de que la «lengua .. es una abstracción, es decir, que no es concreta, que se estructura como
formalización del hablar (VI, 3.3.).
7) Desde el punto de vista (concreto/abstracto), se pueden distinguir «formas con sustancia .. (concretas), «formas de
sustancia» (abstractas) y «fo.rmas sin sustancia .. , estas últimas
como «clases» de «formas de sustancia» (VI, 4.1.).
8) La sustancia (forma) acústica no es indiferente en el
lenguaje, porque ni la estructura ni el «contenido» del lenguaje
fónico pueden transferirse íntegramente a otras «sustancias»
(V, 8.1-3.).
9) La «sustancia de la expresión» y la «sustancia del contenido» no se hallan en la misma relación con respecto al lenguaje, siendo la primera la «sustancia» misma del lenguaje como cosa, como fenómeno objetivo .(V, 9.). Tampoco parece haber un paralelismo perfecto entre la «forma del contenido» y la
«forma de la expresión» (VI, 3.1.).
10) La ciencia del lenguaje radica necesariamente en un
«conocimiento previo» que se revela como «experiencia antepredicativu, al reconocer el lenguaje como tal, y coincide con
el conocimiento precientífico que el lingüista tiene de la lengua
como hablante (11, 3.5-6.; IV, 2.1-2., 2.4.; V, 7.3.). Los esfuerzos
232
Teoría del lenguaje y lingülstica general
por coincidir con la llamada «realidad de la lengua- se deben a
este conocimiento: a la intuición eidética de la clengua- en el
hablar (V, 7.1., 7.3.; VI, 1.). Al mismo tiempo, el reconocer el
lenguaje como lenguaje implica el reconocerlo como finalidad
significativa. Por lo tanto, el llamado «lenguaje en sí y por síes una abstracción y la lingüística no puede ser pura descripción de «hechos objetivos» ni teoría c;lel «mero lenguaje(11, 3.34.).
11) La interdependencia entre lo mórfico y lo hilétic;:o (1)
y el conocimiento previo que se da en el reconocimiento del
lenguaje como tal (lO) implican que, en el plano de la expresión, la fonética y la fonología deben entenderse como disciplinas interdependientes y que se presuponen mutuamente
(111, 4.2-3.; IV, 2.1-2., 2.4.; VI, 3.4.).
12) La fonética como ciencia de un «hablar», es decir, de
una actividad correspondiente a una «lengua», no puede concebirse como ciencia natural: es necesariamente una disciplina
lingüística (111, 1.2., 3.2.; IV, 1.2, 3.).
13) Las dos disciplinas, como actualmente se entienden, nO'
agotan la descripción del hablar y de sus formalizaciones, porque descuidan el plano de la norma, constituido por los elementos fónicos constantes independientemente de su funcionalidad.
Esto permite proponer una distinción de tres disciplinas estrechamente vinculadas: alofonética, normofonética y fonética
funcional o fonología (111, 3.3-5.; VI, 4.1-2.).
14) Las «formas lingüísticas» -lo constante y lo funcional- se dan en el hablar concreto y se aprehenden en el mismo
mediante una intuición eidéti,ca simultánea con su comprensión
como tal. Por lo tanto, la ciencia del lenguaje debe partir dt: la
actividad lingüística y volver explícita, mediante formalizaciones
deliberadas, la experiencia antepredicativa. Los varios conceptos
científicos de la lingüística -entre ellos, el coricepto de «lengua_ se estructuran como abstracciones sobre la base del ha-
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
233
blar concreto. La «lengua», como fonnalización del hablar, es
abstracción, pero no ficción (1, 5.6.; IV, 1.2.; VI, 3.2., 4.1-2.).
15) El partir de la actividad lingüística no es un partir totalmente objetivista, pues se parte siempre con el conocimiento
previo de la lengua, o de una lengua (111, 4.2.; IV, 2.5.; V, 7.1.;
7.3.; VI, 1.; 3.2.).
16) Los conceptos como norma, sistema, esquema son formalizaciones del hablar y no se identifican con la lengua-i¡lioma,
que se ~stablece histórica y culturalmente. En la lengua-idioma
hay coexistencia de «nonnas» y «sistemas» (111, 3.4., 3.6.;
VI, 4.2.).
17) Las convencjones semánticas como «la lengua es sólo
fonna., «la lengua es red de funciones», no pueden referirse a
.las lenguas históricas, sino sólo a conceptos a priori (establecidos por definición) o a fonnalizaciones convencionales del hablar (V, 3.4.; VI, 2.2.).
18) La glosemática se coloca en un plano de formalización
ulterior al plano de la lingüística. Por lo tanto, no puede haber
conflicto entre las dos ciencias, si se mantienen distintas (V, 3.4.,
8.1.; VI, 2.4., 4.2-3.). Los conflictos que se registran se deben a
una contradicción interna de la glosemática, entre el plano de
la teoría y el plano de la aplicación (VI, 2.3-4.).
19) La abstracción glosemática es legítima, pero no autoriza la identificación de la lengua lingüística (como fonnalización del hablar o como idioma) con los «códigos» y «lenguajes»
artificiales, que se dintingUen esencialmente del lenguaje hablado (V, 8.3-5.; VI, 4.2.).
20) Todas las fonnalizaciones de la actividad lingüística son
legítimas, pero cada pasaje a un plano sucesivo implica un «empobrecimiento» con respecto a la realidad del hablar (V, 8.5.;
VI, 4.2.).
'21) La única fonnalización que constituye «enriquecimiento» es aquell~ mediante la cual una «fonna acústica_ se recono-
234
Teoría del lenguaje y lingüística general
ce como «forma lingüística», es decir, como portadora de significado (VI, 4.2.).
22) Las varias orientaciones descriptivas de la lingüística
no son antitéticas, sino que se refieren a distintos planos de formalización (VI, 4.1.).
Cabe señalar, sin embargo, acerca de este último punto, que
una síntesis, en una lingüística que abarque orgánicamente (y
sin confundirlos) los varios planos «propiamente lingüísticos»
(cf. VI, 4.1.).y el glosemático, no es imposible y es, además,
deseable. El método de tal lingüística debería basarse en un
movimiento de «ida y vuelta»: desde el hablar (con el conocimiento previo de la «lengua») al «sistema» (y eventualmente al
«esquema»), y desde el conocimiento científico de la «lengua»
•
a la aclaración de la actividad lingüística concreta. Lo importante es, sobre todo, que la ciencia del lenguaje no olvIde que
su
«momento» esencial y su ]uShnCaclOn se dan en el mismo
1
momento en el que, como dlCé 5áusSUie, auna iniSgCil aelÍs
¡jca viene a asociarse con un concepto» (ctG, pág. 58); es decIr,
en el que una cosa física se vuelve expresión del hombre y se
constituye en intermediario entre el mundo y la interioridad
de la conciencia y en condición de sociabilidad, tradición y cultura: en condici6n de humanidad.
(RFHC, 12, págs. 143-217, y, en edición
independiente, Montevideo, 1954).
LOGICISMO y ANTILOGICISMO
EN LA GRAMATICA
1. 1. El cometido de definir los conceptos en los que se
funda la gramática, y en particular las categorías verbales y
gramaticales, pertenece a aquella sección de la teoría lingüística que se ha llamado tradicionalmente «gramática lógica» o
«gramática general». Y hay que reconocer que la desconfianza
con la· que muchos autores consideran los conceptos gramaticales se justifica, en gran parte, como saludable reacción contra
los graves errores, también tradicionales, de esa disciplina;
errores debidos, justamente, a su «logicismo» y a sus pretensiones de alcanzar una generalidad mal entendida. Pero ningún
error es sólo error. En realidad, la gramática «lógica» encubría
un acierto fundamental al que el antilogicismo excesivo suele
ignorar, con el resultado de caer en otras confusiones, tan graves casi como lasdellogicismo.
1. 2. Como es sabido, la gramática «lógica» ha sido a menudo criticada 1, y a veces muy ásperamente. Mas esto no se ha
hecho siempre con plena coherencia y, sobre todo, no se ha he1 Cf., por ej., CH. SBRRUS, Le parallélisme logico-grammatical, París,
1933; Id., La langue, le sens, la pensée, París, 1941; E. SAPIR, Language,
Nueva York, 1921, págs. 86 y sigs.; K. VOSSLER, Gesammelte Aufsatz.e z.ur
Sprachphilosophie, trad. esp. Filosofía del lenguaje 2, Buenos Aires, 1947,
páginas 27 y sigs.; L. HJELMSLllV, Principes de grammaire générale, Copen·
bague, 1928,. págs. 272 y sigs.; A. ALoNSO Y P. HENRtOUEZUREAA, Gramdtica
castellana, Primer curso 8, ·Buenos Aires, 1947, págs. 220-221.
236
Teoría del lenguaje y lingüística general
cho sin incurrir en el error de ir más allá del blanco. En efecto,
varios autores -aceptando implícitamente la ptemisa logicista
de que la logicidad debería hallarse en la lengua abstracta, o
en el diccionario- han creído poder oponer a la errónea identificación del lenguaje con el pensamiento lógico una iguahnente errónea antinomia entre lenguaje y lógica, hasta llegar a considerar el lenguaje como «ilógico., cirracionab, «contrario a la
lógica., etc. 2• Es lo que ocurre, por ej., cuando a la presunta
unidad de la lógica se opone la variedad del pensamiento cidiomático. l; cuando la conocida observación de L. Lévy-Bruhl de
que ciertas lenguas revelan una «mentalidad prelógica., se cita
como prueba de la independencia entre lenguaje y lógica 4
(mientras que ella significa exactamente lo contrario, pues implica que las demás lenguas. deberían de reflejar una cmentalidad lógica»); o cuando se discuten las categorías reales del ha<blar desde el punto de vista de las «clases de palabras. de la
norma.
1. 3. Un claro ejemplo de esta última incongruencia es el
de K. Vossler: «Pero lástima que la lógica gramatical no quiera
coincidir jamás con la verdadera lógica. Lástima que la lengua
no quiera. renunciar a la mala costumbre de usar el representante del concepto de sustancia, el sustantivo, para expresar
significaciones modales, relativas y hasta irreales; de elevar el
adjetivo al plano de la sustancia; de poner la sustancia en comp~rativo; de cambiar la multiplicidad en cualidad ...• 5• Aparte
la confusión acerca del concepto de 'sustancia', que de ningún
modo se opone a las significaciones modales, relativas e irreales
2 Acerca de los excesos de los antilogicistas, d. H. Schuchardt-Brevier 2, Halle, 1928, págs. 322-25; B. CROCB, eQuesta tavolG rotonda e quadrata_, en Problemi di estetica 4, Bari, 1949, págs. 173-177; y, en este mismo
volumen, Forma JI sustancia en los sonidos del lenguaje, nota 157.
l Cf., por ej., E. SAPIR, Language, 1. cit.; L.lI.n!uIsu!v, Prlnclpes, páa. 31.
4 Asi, por ej., L. HJF.LMSLEV, Principes, pág. 22.
5 Filosofía del lenguaje, págs. 29·30.
I,IIgicismo y antilogicismo en la gramática
237
leL 3.4.), hay aquí, al mismo tiempo, crítica acertada del error
lu¡lcista y error antilogicista. El error logicista es el de colocar
hla categorías verbales en la clengualt, haciéndolas corresponder a clases fijas de palabras. El error antilogicista es el de
creer que esto invalida de algún modo la.realidad de las cate¡udas como funciones semánticas del hablar. En efecto, el
udjetivo 'elevado al plano de la sustancia' es simplemente un
!lustantivo, o, si se prefiere, una «-palabra» que en la norma de
la lengua suele ser adjetivo, pero que en tal acto concreto es
sustantivo y corresponde a esta categoría, perfectamente definible como tal.. Vossler hace la crítica de las categorías mediante
las categorías mismas, y no advierte que el error de la gramática .lógica» es sólo un error de perspectiva.
1. 4. Otros autores caen en un logicismo al revés, tratando
de encontrar en la expresión lingüística la causa de las incoherencias de pensamiento 6, cuando no pretenden sin más corre-
6 Es éste uno de los lugares comunes que --con arrogancia no justificada por las dimensiones de sus ideas, y entre confusiones de toda indole-- proclaman C. K. ÜGDEN e 1. A. RICHARDS, The Meaning of Meaning,
trad. esp. El significado del significado, Bue"nos Aires, 1954. Esto para no
hablar de las ideas, aún más extravagantes, de A. KOlttYBSKI, Science and
Sanity, Lancaster Pa., 1933, y de su escuela aantiaristotélica. de neo«semantistas., según los cuales la mayoría de los males del mundo se
deberían al uso impropio de las palabras. Acerca del espejismo y de las
confusiones en que se basan tales actitudes, cf. B. CROCE, Il linguaggio
come errore, en Conversazioni critiche, 12, Bari, 1924, pá¡s. 105-107. Por
<otra parte. ya Platón señalaba que la verdad y la falsedad no se dan en
los nombres, sino en el pensamiento; cf. A. PAGLlARO, Sommario di linguistica arioeuropea, 1, Roma, 1930, pág. 17, y W. M. URBAN, Language and Reality, trad. esp. Lenguaje y realidad, México, 1952, pág. 16. Por lo que concierne a las ilusiones «semantistas., cf. las juiciosas observaciones de M.
ScHLAUCH, The Gilt 01 Tongues 3, Londres, 1949, págs. 130 y sigs. En cuanto
aj dogmatismo y a la fundamental debilidad lógica de las audaces construcciones de Korzybski, cf. la crítica inapelable (aunque insuficientemente' severa en sus conclusiones) de M. BLACK, Language and Philosophy,
trad. ital. Linguaggio e filosofia, Milán, 1953, págs. 279-309. Lo que el conde
Korzybski opina acerca de la lógica aristotélica revela una radical incomprensión no sólo de Aristóteles (al que atribuye errores que no le
238
Teoría del lenguaje y lingüística general
gir el lenguaje para adecuarlo a lo que, en su opinión, debería
de ser la lógica. Esto implica considerar el lenguaje como si se
tratara de un -código» convencional. Las exigencias de estabilidad y no-ambigüedad de los «lenguajes» científicos son, sin
duda, legítimas, dentro de ciertos límites y para determinadas
finalidades, pero ellas no justifican los intentos de identificar
esos sistemas «construidos» Con las lenguas históricas, que se
estructuran de manera enteramente distinta 7.
1. 5. Es necesario, pues, tratar de aclarar cuáles son los
errores esenciales del logicismo lingüístico, para indicar de qué
modo ellos pueden eliminarse sin caer en los errores antilogicistas. Un error no se contuta con otro error: lo único que se
logra con ello es tener dos errores en lugar de uno.
2. 1. El error logicista fundamental es el de considerar el
lenguaje como un objeto de naturaleza lógica; mejor dicho,
como producto del pensamiento lógi~v. Este error, como otros
que el Estagirita nunca cometió, suele atribuirse a Aristóteles.
La infeliz frase de F. Mauthner de que 'si Aristóteles hubiese
hablado chino o dakota, su lógica y sus catego'lias habrían sido
distintas' 8 se repite a menudo, ora para sostener que Aristóteles
dedujo su lógica del lenguaje, ora para afirmar que ligó el lenguaje a la lógica. Mas Aristóteles no hizo ni una cosa ni la otra,
sino que estableció con toda claridad la prioridad del lenguaje
con respecto al pensamiento lógico, indicando que el lenguaje
como tal es simplemente lagos semántico: expresión significativa, en la que no hay verdad ni falsedad, pues éstas se dan sólo
pertenecen), sino también del cometido y de los fundamentos mismos de
la lógica.
7 Cf. E. COSBRlU, Forma y sustancia, V, 8.3., 8.5. Acerca de la incoherencia de quienes, reconocida la naturaleza «no-lógica» del lenguaje, quisieran corregirlo para volverlo «Iógico_, es decir, para, volverlo otra cosa
de lo que es, cf. B. CROes, Logica comescienza del concetto puro, trad. esp.
Lógica como ciencia del concepto puro, Madrid-Buenos Aires, 1933, pág. 380.
8 Beitriige zu einer Kritik der Sprache, 111, Berlín, 1902, pág. 4.
Logicismo y antilogicismo en la gramática
239
en la afirmación y negación, en el logos apofántico. Además,
Aristóteles excluyó la posibilidad de equívocos, precisando textualmente que la plegaria, por ej., es expresión semántica, pero
no es ni verdadera ni falsa y, por lo tanto, no constituye «proposición» 9.
El error logicista del que se está hablando consiste, pues,
esencialmente, en la identificación entre lo significativo y lo
lógico, en la confusión de lo primario e indiferenciado con lo
que representa ya el resultado de una diferenciación dentro de
lo significativo, mejor dicho, una orientación, una dek:rminación particular del logos semántico. O bien, considerando el problema en el plano de la finalidad, que es el plano propio del
lenguaje (por ser éste una manifestación de la libertad), el error
consiste en la confusión entre la finalidad que pertenece a la
esencia del objeto -a la actividad lingüística en sí, independientemente de ulteriores determinaciones-, y que es finalidad
significativa, con la finalidad accesoria, propia de este o aquel
acto. Esta última finalidad no pertenece a la esencia del objeto
lenguaje, sino que se identifica con el propósito del sujeto lingüfstico en un acto determinado, y puede ser lógica, pero puede
ser también estética o práctica. Se trata, pues, de una confusión
de planos: el lenguaje no es lógico, sino anterior a lo lógico 10.
9 Categorice, 4, 2 a; De interpretatione, 16 a-b, 17 a. Sobre la teoría del
lenguaje de Aristóteles, v. el esencial estudio de A. PAGLIARO, 11 capitolo
linguistico della ePoetica» di Aristotele, RieL, 111, 1945. págs. 1-55. Cf. también G. ScARPAT, 11 discorso e le sue parti in Aristotele, Arona-Milán, 1950.
Sólo aciertos parciales presenta R. H. ROBINS, Ancient and Mediaeval
Grammatical Theory in Europe, Londres, 1951, págs. 19-25.
10 Esta anterioridad no debe entenderse en el sentido de que se trataría simplemente de etapas sucesivas del mismo desarrollo lineal (en el
lentido en que alguien es primero niño y luego hompre), como aparece
en la mayoría de los pensadores que identifican la esencia del lenguaje
con su instrumentalidad, reduciéndolo, por consiguiente, a actividad
préctica (cf., por ej., F. BACON, Novum Organum, 1, 43, 59-60; J. LocKE,
An Essay Concerning the Understanding, red. de 1671, VI, 9; G. BIlRKELBY,
Human Knowledge, 18, 20; y, entre los contemporár,~os, R. CARNAP, Foun-
240
Teorla del lenguaje y lingüística general
Mientras que lo lógico es siempre y necesariamente semántico
(lingüístico), lo semántico (lingüístico) no es ni siemp~ ni
esencialmente lógico. El lenguaje es la primera manifestación
específica del hombre como tal 11 -es decir, como ente capaz de
conocer el mundo y de autoconocerse-, así como la primera
forma, y la única absolutamente general, de la que el hombre
disponé para fijar y objetivar, más acá de las impresiones y
reacciones inmediatas, el conocimiento del mundo y de si mismo, o sea, todo el contenido de la conciencia. Esto significa, por
un lado, que el lenguaje y sus categorías internas no se relacionan propiamente con la facultad de pensar, sino con la facultad
de conocer 12; y, por otro lado, que el lenguaje (como actividad
intersubjetiva del hombre histórico), lejos de poder reducirse
a otras categorías, es una categoría autónoma, y es la forma necesaria de manifestación del «pensamiento», tanto lógico como
poético y práctico 13. Con respecto a los modos de pensainiento,
dations 01 Logic and Mathematics 4, Chicago, 1947, pág. 3, e Jntroduction
to Semantics 3, Cambridge, Mass., 1948, pág. 3). Se trata de una anterioridad pennanente (en el sentido en que alguien es primero hombre y luego
poeta, filósofo o científico). Cabe aclarar, por otra parte, que lo -accesorio» no es lo lógico como tal (necesariamente contenido en el lenguaje),
sino la orientación lógica, la determinación por lo 16gico (ef. 3.2.1.). El
error, pues. no está en reconocer lo lógico en lenguaje, sino en reducir el
lenguaje a la logicidad.
11 En este sentido, M. HEIDEGGER, Sein und Zeit, trad. esp. El Ser y el
Tiempo, México, 1951, pág. 191, señala certeramente que él hombre se manifiesta -como un ente que habla» (cf. el animal symbolicum de E. CASSIKBR, Essay on Man, trad. esp. Antropología filos6fica, México, 1945, página 60), y no como -animal raciona),., pues esta última definición pone el
acento sobre un aspecto del logos, y no sobre el logos como tal, en su
integridad. Cf. también Ueber den .Humanismuslt, en Platons Lehre von
der Wahrheit, Berna, 1947, págs. 53 y sigs.
12 Cf. C. P. F. l.BcoUTBRE - L. GROOTAERS, Jnleiding tot de taJJ1kunde en
tot de geschiedenis van het nederlands 6, Lovaina-Groninga, 1948, pá¡s. 137,
199 Y sigs.
13 Cf. N. HARTMANN, Das Problem des geistigen Seins 2, Berlín, 1949,
página 218, y, sobre todo, A. PAGLL\RO, .Logica e grammatica, RieL, 1, 1, 1950,
pá¡inas 24, 27, e Jl linguaggio come conoscenza, Roma, 1951 (1952) passim.
Logicismo y antilogicismo en la gramática
241
el lenguaje histórico --en cuanto logos simplemente semántica-- se presenta, pues, como cneutro », -indeterminado» o,
mejor dicho, indiferenciado 14. Y, COn respecto al pensamiento
lógico en particular, lejos de 'no tener conceptos', como a veces
se ha dicho (cf. 3.2.5.), el lenguaje aparece como el lugar mismo
de los conceptos. pues éstos son necesariamente anteriores al
logos proposicional. Los conceptos, tal como los vio Aris'tóteles,
pertenecen propiamente al logos semántico, ya que no afirman
y no niegan, y no son de por sí ni verdaderos ni falsos, no habiendo en ellos 'composición y división' 15. En efecto, el lenguaje
es el cmediador» necesario para la formación de los conceptos 16, y la primera universalidad, así como las primeras distinciones necesarias para la estructuración del pensamiento lógico,
se dan, justamente, en el lenguaje y en sus categorías 17. El len14 Cf. lo sostenido por W. M. URBAN, Ob. cit., pá¡. 63; y, con una fundamentación más rilUrosa, por A. PAGLlARO, Logica e grammatica, pá¡s. 24, 1:1,
31-33; II linguaggio, págs. 87-88; II segno vivente, Nápoles, 1952, pá¡s. 'JJJ7268, 1:15. Cabe observar, sin embargo, que se trata de afirmaciones que se
refieren al lenlU8je como hablar que realiza una leniUa, y no al len¡uaje
como hablar que engendra o supera la lengua. En efecto, como se tratará
de aclarar en otro lugar, la identificación croceana entre lenguaje y poesía no es una simple Greducción~ análoga a otras y, por lo menos en
cierto plano, resulta difícil eludirla. A este propósito no será inútil seflalar que hasta un filósofo como M. Heide¡ger, que ha sostenido con
viaor la naturaleza caprionstica» del lenguaje (d. nota 11), Ile¡a, en obras
más recientes, a una identificación muy semejante a la de Croce, y que
el mismo Aristóteles tendía a atribuir el estudio del logos semántico a
la poética y a la retórica.
15 Cf. Categoriae, 4, 2 a; De interpretatione, 16 a.
16 E. CASSlRBR, El lenguaje y la construcción del mundo de los objetos,
trad. esp. en Psicología del lenguaje, Buenos Aires, 1952, págs. 2~38, y Zur
Logik der Kulturwissenschaften, trad. esp. Las ciencias de la cultura, M6xico, 1951, pá¡s. 32-33. V. también CH. SERRUS, La langue ... , pá¡. 41.
17 En este sentido se ha podido hablar de un universal «primario», o
lin¡Wstico, y de un universal .. secundario", o lógico. Cf. H. LarzB, Logik 2,
Leipzi¡, 1880, páa. 18, y Mikrokosmos, V, 3, 4; E. CASSIRBR, Philosophie der
symbolischen Formen, 12, Oxford, 1954, pá¡. 22; R. HIlNIGSWALD, Philosophi8
und Sprache, Basilea, 1937, pá¡s. 331 y sigs.; W. M. URBAN, Lenguaje y realidad, pá¡s. 92-93; A. PAGLlARO, II linguaggio, pá¡. 78: A. SOCHBHAYB, Essai
T. UlNDUA.T11-1¡;
242
Teoría del lenguajp.
------------------------------~~
y
lingüística general
guaje es un «antes» y no un «después», en relación con el pensamiento lógico. este determina, ciertamente, modifica y supera los conceptos que el lenguaje le proporcic na, pero, al mismo
tiempo, depende del lenguaje: en primer lugar, porque los conceptos primarios debe tomarlos del lenguaje; en segundo lugar, porque debe expresarse mediante el lenguaje 18. Hay que
invertir, pues, la perspectiva logicista: no es el lenguaje producto del pensamiento lógico, sino que, al contrario, éste se basa
necesariamente en el lenguaje. Las palabras y los conceptos,
que son significados virtuales de palabras, deben existir para
que exista el pensamiento lógico, y no viceversa.
2. 2. El segundo error logicista es el de colocar la dogicidad» (= semanticidad) en el «sistema», en la lengua abstracta,
por ej., atribuyendo determii:tados significados categoriales a
determinadas «formas» y pretendiendo que a la misma forma
corresponda siempre el mismo significado, o que el valor comprobado simplemente como el más frecuente sea el valor constante de la forma considerada. Es lo que ocurre cuando se pretende atribuir a una forma como blanco valor adjetivo, no en
tales y cuales empleos, sino "ee la lengua española», o cuando
se afirma que, si en un determinado empleo blanco es sustantivo, esto sería de algún modo «contrario a la lógica». Es difícil
saber en qué lógica se basan quienes adoptan tal actitud, pues
para los lógicos las palabras (mejor dicho, los términos) signi-
sur la structure logique de la phrase, París,
19~2, págs. 43, 91 y sigs., considera las categorías lingüísticas -para distinguirlas de las lógicas- como
«categorías de la imaginación». También B. CROCE, aunque partiendo de
otro punto de vista, señala a menudo que el pensamiento lógico se sirve
del lenguaje y al mismo tiempo lo supera; d., por ej., Lógica, págs. 97401; Filosofia della pratica, trad.. esp. Filosofla práctica, Madrid, 1926, página 345; La PoesíaS, Bari, 1953, págs. 18-19.
18 Cf. F. ScHt!RR, Sprachwissenschaft und Zeitgeist 2, Marburgo, 1925,
página 92; H. DEU\CROIX, Las operaciones intelectuales, en ·G. DUMAS, Nouveau Traité de Psychologie, trad. esp. Nuevo Tratado de Psicologia, V,
Buenos Aires, 1952, pá¡s. 105-179 (en partic., pág. 134).
Logicismo y antilogicismo en la gramática
243
lican sólo en la proposición y hasta, para muchos de ellos, el
.defecto» esencial del lenguaje natural sería su casistematicidad» ,debida, en primer lugar, al valor inconstante de las palabras (entendidas como meras «formas») 20. En efecto, este
segundo error es mucho más frecuente entre los lingüistas que
entre los lógicos. Típica, en este sentido, es la actitud de
V. Brandal, para quien lo «lógico» se daría en la cnorma» y el
.valor lógico» de una palabra sería constante 21. Esto implica
ignorar que la «lengua» no es una realidad autónoma, sino que
se estructura sobre la base del hablar, y que la «norma» no es
un sistema fijo e inmutable, sino un simple promedio, pues los
sentidos que ella abarca son tradicionales, y «hay muchas tradiciones»2l. El valor «lógico» (= semántico) de una forma puede hacerse constante por y dentro de una convención explícita,
pero no lo es de por sí en la lengua, como 10 demuestra. por
ejemplo, el hecho de que cualquier «palabra», y hasta sintagmas enteros, pueden tener valor sustantivo. En realidad, la lengua no puede ser ni lógica ni ilógica, pues sólo comprende significados potenciales, y no reales. No existe ninguna logicidad
del sistema gramatical, que es un «esquema de esquemas», así
como no existe una logicidad del diccionario 23, que es simple
19 Cf., por ej" R. CARNAP, Logische Syntax der Sprache, trad. ingl. The
Logical Syntax 01 Language 3, Londres, 1951, págs. 2, 294.
20 Cf., a este propósito, las curiosas y en gran parte incongruentes lu·
cubraciones de L. JORlJAN, Los elementos lingüísticos de la lógica, trad.
esp., Córdoba (Argentina), 1938, y La lógica y la lingüística, en la ya cita·
da Psicología del lenguaje, págs. 39-47, así como de otros aspirantes a una
«lengua artificial que debería evitar metódicamente los defectos y los
errores de las lenguas naturales». Acerca de las incoherencias que tal aspi ración implica,véanse las observaciones de lIBGm., Wissenschaft der
Logik, 111, 1, 3, A d, nota. Cf., además, aquí mismo, notas 6, 7.
21 Ordklasserne. Partes Orationis, Copenhague, 1928, págs. 47, 53 Y si.
guientes, 85.
2l J. DEWEY, Logic. The Theory 01 Inquiry, trad. esp. Lógica. Teorla
de la investigación, México, 1950, pág. 66.
23 Cf. G. CALOGIlRO, Estetica, Semantica, Istorica, Tunn, 1947, pág. 219:
.. Non esiste una logica della grammatica, cosí come non esiste una logica
244
Teoría del lenguaje y lingüistica general
«registro de un hablar que ha sidolt y de los valores más frecuentes que en él se han comprobado 24. Lógicos o ilógicos pueden ser sólo determinados actos de hablar, mas no como lenguaje, sino en cuanto afirman o niegan, es decir, como manifestación de tales y cuales pensamientos.
2. 3. El tercer error de la gramática logicista consiste en la
confusión entre lo clógico» (= semántico) y lo ontológico, es
decir, entre los significados y las cosas significadas 25. Por lo
que concierne a las categorías verbales, este error se manifiesta
en el llamado criterio clógico-objetivo», según el cual se consideran, precisamente, las partes de la oración como correspondientes a «categorías de la realidad»: así, el sustantivo nombraría «cosaslt; el adjetivo, «cualidades»; el verbo, «procesoslt
reales. La aparente coincidencia entre las dos series de «categorías» -sobre todo por lo que concierne a los sustantivos y a
los verbos, que, en efecto, suelen aplicarse a «cosaSlt y a «procesos» (en el sentido etimológico, que es también el del alem.
Vorgang}- no justifica la confusión logicista: para demostrarlo, alcanza con observar que los mismos hechos reales pueden
nombrarse con palabras correspondientes a distintas categorías, tanto en lenguas diversas como en la misma lengua. Lo
que ocurre es que, aquí también, se considera como constante
el modo más frecuente de designar ciertos hechos y, por lo que
concierne a lenguas diversas, se suele partir de lo que se comprueba corrientemente en la lengua del investigador, o en otra
lengua a la que éste toma como modelo de «logicidad». Pero no
del vocabolario»... enon e'e una logicita earatteristiea delle astratte strut·
ture morfologiche, che sono addirittura sehemi di schemi, cIassi genericissime di atteggiamenti semantici».
24 Cf. G. GAUCHBL, Essai de grammaire psychologique du fra~ais moderne 2, París, 1950. pág. 23.
25 Cf. las observaciones de E. BUYSSBNS. La conception fonctionnelle
des faits linguistiques. en Grammaire et Psychologie, Parls. 1950, pág. 44
(el cual. sin embargo. cae en un error análogo; ef. nota 53).
I.ogicismo y antilogicismo en la gramátiCa
245
hay que confundir la realidad pensada (Wirklichkeit) con la
realidad natural (reale WirkIichkeit) 26 y, sobre todo, no hay que
olvidar que no es la lengua la que se detennina por la realidad,
i'jino que, al contrario, la realidad se concibe mediante la lengua. Así, si en una lengua no se puede decir la pared blanca o
puer aegrotus est, sino sólo la pared blanquea o puer aegrotat,
ello no significa que en esa lengua la «cualidad» real se expresa
mediante verbos, sino que aquello que nosotros podemos concebir como «cualidad» se concibe, en la lengua considerada, exclusivamente como «proceso», y que en ella la categoría del adjetivo simplemente no existe.
2. 4. A los tres errores ya señalados, se agrega a menudo
el de pretender encontrar las mismas categorías -el mismo
«pensamiento lógico- en todas las lenguas. Este error se manifiesta, en el campo teórico, en el postulado de una «lengua 16gica idea!», de la cual las lenguas históricas serían copias más
o menos imperfectas n, y, a veces, como identificación de esa
«lengua idea!» con una lengua histórica determinada, por ·ej., la
griega o la latina 2.8. Y en el campo práctico el mismo error se
manifiesta en la aplicación de las categorías de una lengua a
otras lenguas que tienen categorías distintas; es lo que ocurre,
por ej., cuando se habla de «dativo» o «ablativo» en la gramática española, o cuando se describe el guaraní según los esquemas de la gramática latina. Pero la verdad es que no existen
26 Acerca de esta distinción, cf. E. HUSSERL, Ideen zu einer reinen Phaenomenologie und phaenomenologischen Philosophie, trad. esp. Itúas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, México,
1949, págs. 49, 54.
n Con respecto a esta idea (que, lamentablemente, fue también del
primer Husserl y de Marty), cf. V. PIsANI, Linguistica generale e indeuropea,
Milán, 1947, págs. 22 y sigs. Pero acerca de la ulterior actitud de Husserl,
v. M. Mmw!Au-PONTY, Sur la Phénoménologie du Langage, en Probl~mes
actuels de la Phénoménologie, Bruselas, 1952, págs. 92·93.
2.8 A propósito de esta aberración, cf. B. CROCB, Conversazionl critiche, 12, págs. '107-109.
Teoría del lenguaje y lingüística general
246
otras lenguas que las históricas (puesto que las lenguas son por
definición objetos históricos) y que éstas presentan esquemas
formales [y semánticos] diversos 29, y no son ni lógicas ni ilógicas. Puede aceptarse que 'les langues représentent l'utilisation
pratique des procédés du langage' 30, o que 'las lenguas SOn variaciones sociales e históricas sobre el gran tema humano del
lenguaje' 31; mas ello no significa ni que los procedimientos deben de ser los mismos en las varias lenguas, ni que las lenguas
históricas deberían de reflejar una «lengua-idea». Las categorías
lingüísticas tienen universalidad conceptual, y no generalidad
histórica.
3. 1. A estos errores del logicismo, el antilogicismo lingüístico suele oponer otros errores, basados a menudo en las mismas confusiones, y principalmente en la confusión entre 10
lógico y 10 semántico y en el colocar lo semántico en la lengua
abstracta. Por ello, el antilogicismo no logra superar los errores
logicistas y con frecuencia aparece como otra forma del mismo
logicismo.
3. 2. 1. Al error logicista de considerar el lenguaje como
producto del pensamiento lógico, el antilogicismo extremo opone, como ya se ha señalado, el error de considerarlo como -ilógico», «contrario a la lógica», «ajeno al pensamiento racional».
Pero el lenguaje no es «ilógico., sino sólo anterior al pensamiento lógico. Considerado en su realidad histórica, el lenguaje
es lagos semántico que, en los actos de hablar, presenta ulteriores determinaciones: es decir, que, sin dejar de ser semántico, es, además, fantástico (poesía), apofántico (expresión lógica)
o pragmático (expresión práctica). Y, naturalmente, no es «ajeno. a ninguna de estas tres formas, puesto que las contiene a
29
30
31
ef. E.
SAPIR, Language, pág. 125.
J. VBNDRYBS, Le Langage3, Parls, 1950, pág. 275.
H. DELACROIX, El lenguaje, en G. DUMAS, Ob. cit., págs. 195, 197.
Logicismo y antilogicismo en la grameítica
247
las tres como indiferenciadas. No lo es porque existe s610 en
actos orientados fantástica, lógica o prácticamente, y porque
cualquier expresión puede considerarse bajo uno cualquiera de
estos tres aspectos: la semanticidad es el rasgo constante y definitorio del lenguaje; pero la pura semanticidad no se da nunca concretamente y se deslinda sólo por exigencias de la investigación. Tales exigencias se justifican cuando se trata de estudiar los aspectos comunes, los modos significativos constantes,
que el lenguaje presenta en los actos de hablar vanamente
orientados. Es lo que ocurre, por ej., en el caso de las categorf lS verbales. En efecto, el modo significativo (no el significado)
de una palabra como Sócrates, en la oración Sócrates es mortal,
es constante e independiente del hecho de que esta oradón se
diga en un silogismo, en un poema, o simplemente para asustar
a Xantipa. Era ésta, justamente, la intuición profunda de la
gramática «lógica», oscurecida por la identificación entre lo semántico y lo lógico. Pero el antilogicismo, para evitar el error
logicista, ignora también esa intuición y llega, en sus varias
formas, a considerar las categorías verbales como convenciones,
o como simples esquemas formales, ~ a hacerlas depender de
un ambiguo «sentimiento del hablante».
3. 2. 2. Ahora bien, las categorías verbales no son convenciones, sino realidalles del hablar. El establecer una categoría verbal
no depende de una simple decisión arbitraria, como, por ej., el
establecer la fecha en la que «empieza» la Edad Media. Los límites de la Edad Media no existen antes e independientemente
de nuestra decisión, puesto que se trata de un concepto que se
establece por convención, en el plano del proceso investigativo.
En cambio, las categorías verbales son realidades del lenguaje,
que existen independientemente de nuestra decisión de deslindarlas y definirlas lZ. Si fueran convencic:nales, no habría necesidad de demostrarlo: alcanzaría con indl.;ar cuándo y en qué
3Z
ef. K. G.
LruNOGREN,
sition, SL, V, pág. 7.
Towards a Definition of the Concept of Prepo-
248
Teorla del lenguaje y lingüísti.(:a general
términos se ha establecido la convención. Además, ellas no podrían presentar ninguna dificultad real. Nadie tiene dificultad
en atribuir el año 1493 a la Edad Moderna, si acepta que la
Edad Media termina en 1492. A lo sumo, podrían comprobarse
divergencias entre varias convenciones. Lo que ocurre, en realidad, es que todo intento de demostrar que ciertas definiciones
de las categorías verbales son convencionales y que no hallan
confirmación en determinados casos concretos, se basa, precisamente, en el conocimiento de las categorías reales. Así, por
ejemplo, al observar que una forma como blanco es a veces
adjetivo y otras veces sustantivo, no implica de ningún modo la
convencionalidad de los conceptos de 'adjetivo' y 'sustantivo'.
Al contrario, para hacer esta misma objeción hay que saber qué
son los adjetivos y sustantivos reales. La objeción, por consiguiente, vale sólo contra el error de atribuir un modo significativo constante a una forma abstracta, que es, justamente,
un error logicista. El deslinde de las categorías verbales no es,
tampoco, análogo a la distinción que se establece, por ej., entre
morfología y sintaxis. Las distinciones de este último tipo se
hallan en otro plano: se refieren a la gramática, y no al lenguaje. La morfología y la sintaxis no existen antes de la definición formal mediante la que esos conceptos se estructuran; no
son realidades del hablar, sino esquemas de aquel hablar sobre
el hablar que es ia gramática, es decir, esquemas de un metalenguaje. Las discusiones a este respecto no pertenecen a la
teoría lingüística (teoría del lenguaje), sino a la teoría de la
lingüística: son, en realidad, discusiones epistemológicas. Y son
a menudo ociosas, pues un metalenguaje puede asumir distintas estructuras, según los objetos de estudio, y puede hasta ser
como se conviene que sea, con la condición de mantenerse
coherente y de resultar exhaustivo con respecto a las finalidades que se propone 33.
33 El carácter convencional y a posteriori de la distinción entre morfología y sintaxis ha sido justamente señalado por V. PISANI, Actes du
Logicismo y antilogicismo en la gramática
249
3. 2. 3. Por otra parte, las categorías no pueden tampoco
identificarse con los esquemas formales en los que se materializan. :estos sirven para hacer «reconocer- los significados
categoriales, pero no son siguificados: pertenecen a la fisicidad
del signo, y no a su semanticidad. Los esquemas formales están
determinados por el significado, y no viceversa: «a las significaciones les brotan palabras [y formas determinadas de expresión], lejos de que a esas cosas que se llaman palabras [entendiendo por 'palabras' los signos como fisicidad] se las provea
de significaciones» 34. El lenguaje es esencialmente finalidad
significativa, y no puede considerarse como lenguaje independientemente de tal finalidad 35. Es lo que aparece ya en la definición aristotélica del lenguaje como logos semántico: el lenguaje no es sólo hecho semántico, significativo, sino que es
logos, es decir, expresión humana libre e intencional. Por ello,
Aristóteles señalaba 36 que los gritos de los animales «significan
algo», pero no son símbolos Y1. Para que haya signo lingüístico,
Sixieme Congres lnternational de Linguistes, Rapports, Paris, 1948, pág. 19.
También J. PBRROT, Morphologie, syntaxe, lexique, CILUP, XI, págs. 63-74,
a pesar de creer que se trata de .. dominios de la lengua., observa que
.el interés de estas distinciones es esencialmente práctico. y que da
presentación de los hechos variará según las lenguas».
34 M. HEIDEGGeR, El Ser y el Tiempo, pág. 186.
3S El considerar el lenguaje como fisicidad es necesario en ciertos momentos de la investigación. Pero esto se logra sólo mediante una operación abstractiva. La actitud «objetivista», lejos de ser objetiva, es necesariamente mediada y convencional. En efecto, 'es menester ya una actitud
muy artificial y complicada para «oir" un «puro ruido», pues hasta al oir
una lengua extranjera se oyen palabras .incomprensibles», y no una multiplicidad de datos acústicos' (M. HEIDEGGER, !bid., pág. 190).
36 De interpretatione, 16 a.
Y1 Cf. la distinción de J. DI!WEY, Lógica, págs. 66 y sigs·., entre «signos»
y «sfmbolos»; y la de E. BUYSSENS, Les langages et le discours, Bruselas,
1943, págs. 11 y sigs., entre cindicioslt y «signos».
250
Teoria del lenguaje y lingüística general
es necesario que haya intencionalidad significativa, que alguien
presente algo como signo 38. La parte física del signo vale sólo
en cuanto guía al oyente hacia un significa,do intencional 39. Es
38 Por esto la "comunión fática» de la que habla B. MALINOWSKI, en
0cDEN y RICHARDS, Ob. cit., pág. 330, no es una función autónoma del. lenguaje: si los sonidos producidos significan y se presentan como signos
intencionales, ellos corresponden a la función apelativa; y si no significan, O no se presentan como signos, no son lenguaje.
39 El hecho de hallarse el lenguaje en el plano de la finalidad implica,
al mismo tiempo, la imposibilidad de interpretarlo en términos causalistas, de estímulos y reacciones (<<respuestas») físicas. En efecto, las interpretaciones causalistas y fisicistas del significado, como la de CH. W. MORRIS,
Signs, Language, and Behavior, trad. ital. Segni, linguaggio e comportamento, Milán, 1949, no tienen siquiera por objeto el significado, sino la interacción mediante «signos». Tales intentos suelen referirse al esquema de las
conocidas experiencias realizadas con perros por el fisiólogo ruso 1. PAVLOV (del cual cf. 1 riflessi condizionati2, trad. del ruso, Tunn, 1943, en part.,
páginas 273-299). Pero la pretendida analogía es totalmente inadecuada,
pues esas experiencias no tienen nada que ver con el simbolismo humano.
Ellas indican sólo que «también los animales reaccionan frente a estímulos indirectos», y, en el mejor de los casos, sólo podrían revelamos algo
acerca de significados perrunos. Por otra parte, en esas mismas experiencias, el hecho esencial, desde el punto de vista «significativo», no es la
reacción del perro, sino la producción del signo (el tocar la campanilla),
que es un acto deliberado de libertad e inteligencia. Es decir que, aun
en el plano fisicista, el comportamiento que habría que estudiar es el de
Pavlov, y no el del perro. No se trata aquí de negar el carácter científico
de los estudios aludidos -carácter que ellos seguramente tienen-, ni de
discutir sus resultados. Discutible e inaceptable es el planteamiento mismo, en la medida en que pretende referirse al significado, pues se intenta
interpretar el significado en términos de lo que simplemente no es. Lo
que esos estudios logran decir acerca del simbolismo humano, lo dicen
a pesar de y no gracias a su planteamiento. Lo mismo, y en sentido aún
más decididamente negativo -debido a la inseguriL3.d y a las incoherencias del método adoptado por los dos autores-, cabe decir acerca del
ya citado libro de Ogden y Richards. Estos estudiosos no sólo no llegan
a descubrir el «significado del significado", sino que, en realidad, ni siquiera plantean tal problema más que aparentemente: lo único que hacen es indicar de qué manera se suelen aprender las significaciones. Por
lo que concierne a las experiencias de Pavlov, cf. E. CASSIRER, Antropologia, págs. 69, 78. Y en general acerca de la insuficiencia de los intentos de
explicar el significado en términos causalistas o fisicistas, cf. C. E. M.
JOAD, A Critique of Logica1 Positivism, Londres, 1950, págs: 96-97, y, sobre
Logicismo y antilogicismo en la gramática
251
verdad que el significado no puede «observarse", que no tiene
el mismo tipo de objetividad que las cosas y los acaeceres
físicos. Pero esto de ningún modo implica que pueda ignorarse
o interpretarse en términos fisicistas. Al contrario, implica que
el significado se halla en otro plano de la investigación, en el
cual la ob~ervación exterior resulta enteramente impropia e inadecuada. En efecto, el lenguaje pertenece al mismo tiempo a
la naturaleza y a la mente, al mundo y a la interioridad de la
conciencia, y lo que se «observa)) no es el lenguaje, sino el mero
lenguaje, es decir, el aspecto físico del lenguaje 40. La gramática, como descripción de un sistema lingüístico, es, sin duda,
una disciplina formalista: describe necesariamente esquemas
formales. Pero la descripción de los esquemas no coincide con
la definición de las categorías semánticas a las que los esquemas mismos sólo representan físicamente. Además, la descripción es una operación razonable sólo si se hace en función de
la significación. En este sentido, no estaba equivocado Schu-
todo, W. M. URDAN, Lenguaje y realidad, págs. 80-83, 103-105, 110-111. Hay
que insistir, además, en que no debe confundirse la eventual finalidad
exterior del lenguaje, su instrumentalidad, con la finalidad significativa
que pertenece a su esencia. El signo es instrumento, órganon (PLATÓN, Cratylus, 388 a), pero es esenchllmente instrumento de la significación.
40 Cf. Forma y sustancia, 11, 3.4. A este propósito, conviene recordar
el principio fonnulado por H. J. Pos, Les fondements de la Sémantique,
en Actes du Quatrieme Congres International de Linguistes, Copenhague, 1938, pág. 89: «La signification qui est attachée au mot ne participe
pas avec lui au caract~re de fait qui se constate, elle n'est pas objet de
la connaissance au meme titre que le moto Quand on essaie d'en faire un
objet dans le rú~~ne sens, on retient le mot et la signification s'évanouit.
La différence est que le mot est connu grice a la constatation, tandis
que la signification est connue par le fait qu'on la pense.J> Por la misma
razón no puede aceptarse la recomendación de A. MARTINlrr, Le probleme
de l'opposition verbo-nominale, en Grammaire et Psychológie, págs. 97-106,
de atenerse a las «fonnas», como a los "únicos datos observables de
la realidad lingüística». La realidad lingüística no es toda fonna ni es
toda observable.
252
Teoría del lenguaje y lingüistica general
chardt cuando decía que «hay una sola gramática y se llama
semántica o, mejor aún, ciencia de la designación» 41.
3. 2. 4. En cuanto al «sentimiento del hablante» (que no es
lo mismo que el saber del hablante), éste tiene, sin duda, sus
razones de ser, pero no puede servir de base para ninguna definición, sino sólo para descripciones. La gramática «psicológica» no puede definir, sino sólo registrar declaraciones y comprobar actitudes frente a los hechos lingüísticos.
3. 2. 5. Pero uno de los corolarios más extraños que el antilogicismo deduce de la supuesta alogicidad del lenguaje es la
idea de que, no siendo el lenguaje «lógico», tampoco habría de
serlo la lingüística. También a este propósito cabe citar extensamente a K. Vossler: «Sólo la lógica conoce clases de conceptos jerárquicamente ordenados y puede constatar bien una
restricción, bien una extensión de conceptos. Pero el lenguaje
no es lógico y no puede estar sujeto a tratamiento lógico. El
lenguaje no tiene conceptos, sino intuiciones, cada una de las
cuales tiene su individualidad y momentáneo valor y quiere ser
juzgada por sí. Se podrá en seguida coordinar las propias observaciones y conclusiones para hacer resaltar lo que hay de seme.
jante y común. Pero una disposición científica no podrá nunca
encontrarse, y sería inútil buscarla. 42. Vossler confunde aquí el
planó del lenguaje y el plano de la lingüís,tica y establece una
oposición imposible entre lenguaje, por un lado, y lógica y ciencia, por el otro, como si se tratara de cosas que se hallan en el
mismo plano: la «disposición científica» no hay que encontrarla en el lenguaje, sino en la lingüística. Toda ciencia es lógica
por ser ciencia, y no por ser ciencia de un objeto lógico 43. Lo
Brevier, pág. 127.
Positivismus und Idealismus in der Sprachwissenschaft, trad. esp.
Positivismo e idealismo en la lingüistica, Madrid, 1929, pág. 52.
43 A este propósito cabe recordar que, justamente con respecto a la
lingüística, B. CROCE insistía en la necesidad de los estudios previos de
filosofía, y en particular de lógica; cf. SuUa natura e l'ufficio delta linguistica, ahora en Letture di poeti, Bari, 1950, pág. 253.
41
42
Logicismo y antilogicismo en la gramática
253
mismo cabe decir acerca de las definiciones: los -caballos.,
por ej., no son, ciertamente, objetos lógicos, pero una definición de 'caballo' es, y debe ser, tan lógica como cualquier otra.
Hasta el estudio de un objeto -irracional» -si es estudio y no
contemplación- es necesariamente racional. Aun admitiendo
que el lenguaje no tenga «conceptos» (pero cf. 2.1.), esto no significa que no ha de tenerlos la lingüística.
3. 3. 1. Al error logicista de colocar la «1ogicidad» en la
lengua abstracta y de ligar a cada «forma» un significado
determinado, el antilogicismo extremo suele responder con el
error de creer que no podemos preguntarnos razonablemente
qué es tal o cual modo significativo (verbo, sustantivo, etc.),
justamente porque esos valores no pueden atribuirse constantemente a las mismas formas, es decir, aceptando como pauta
y b~se de discusión aquello que es sólo una pretensión logicistao En efecto, una cosa es comprobar que las categorías no
coinciden con las clases de formas (porque una forma puede
corresponder a más de una categoría), y otra cosa es deducir de
ello que las categorías no pueden distinguirse y definirse como
si debieran coincidir con esas mismas clases. Se trata aquí de
un evidente paralogismo, pues en la premisa menor se atribuye
al término categoría justamente aquel significado ('clase de
formas') que se le niega en la mayor. Y no se advierte que, para
hacer la primera comprobación, hay que pensar las categorías,
al mismo tiempo, como distintas y como diversas de las clases.
En realidad, la única deducción correcta es que las categorías
no pueden definirse como «clases de formas» (porque son modos significativos, funciones semánticas, y no grupos de palabras abstractas). El hecho de que la «misma palabra» (es decir, la misma forma abstracta) puede ser, por ej., sustantivo
y adjetivo, o nombre propio y nombre común, es simplemente
un hecho que hay que tener en cuenta, y el señalarlo vale como
objeción contra el error de «delimitar. las categorías verbales
en un plano que no les corresponde, y no contra la posibilidad
254
Teoría del lenguaje y lingüística general
de definirlas: los hechos pueden invalidar sólo una -definición
que no los tenga en cuenta, pero no cualquier definición. Por
otra parte, la definición no se realiza en el plano de los «objetos»; no se propone decidir si tales y cuales palabras, concretas
o abstractas, son o no son sustantivos o adjetivos, sino justificar esa misma decisión, estableciendo qué significa ser sustantivo o adjetivo, es decir, deslindando conceptos.
3. 3. 2. Por la misma razón, no pueden aceptarse los intentos de reducir la definición de las categorías a la descripción
e historia de las palabras. La descripción y la historia no se
ocupan de conceptos, sino de objetos; y los objetos se muestran, se describen, se representan, se clasifican y -si se trata
de objetos históricos- se puede hacer su historia, mas no se
definen. Por lo tanto, ni la gramática descriptiva ni la historia
léxica pueden proporcionar definiciones. Las llamadas definiciones «históricas» y «descriptivas» son, en realidad, comprobaciones de hechos y caracterizaciones de «objetos»: no nos
dicen qué es una categoría verbal, sino sólo cómo son y qué
ocurre con las palabras (o formas) que le corresponden, en tal
o cual lengua 44.
3. 3. 3. Sin embargo, este segundo error antilogicista no
es un error vulgar, pues apunta hacia la verdad de que la lengua lingüística no es una lengua convencional, un simple código, como los idiomas artificiales, los «lenguajes» establecidos
por y para la lógica y los simbolismos matemáticos de tipo fijo.
En efecto, éstos son sistemas sin tiempo y sin historia 45, mien-
44 Cf. la distinción entre "definición conceptual» y .definición descriptiva» que hace implícitamente, a propósito de lo oración, A. W. DE
GROOT. Structurele Syntaxis, La Haya, 1940, pág. 13.
45 Cf. A. PAGLIARO, Corso di glottologia, Roma, 1950, 1, pág. 195; 11 linguaggio, págs. 78, 87. L. BLOOMFIELD, Linguistic Aspects 01 Science4, Chicago,
Logicismo y antilogicismo en la gramática
255
tras que la lengua lingüística es esencialmente histórica 46. El
lenguaje «natural» -que es el fundamento mismo de la historicidad del hombre 47_ está constituido por signos móviles que
se modifican en el acto de hablar, modificando a su vez el sistema que integran, y dicen siempre algo nuevo, «algo que no
ha sido dicho nunca antes» 48.
3. 3. 4. Pero también el error logicista encubría unr. intuición importante: precisamente, la de la «objetividad» (mejor
dicho, «intersubjetividad») del significado. Es indudable que a
la misma forma pueden corresponder varios contenidos semánticos y que cada palabra, en cada acto lingüístico nuevo, representa un nuevo significado 49. Mas también es verdad que el
lenguaje no es sólo poder hablar, sino 'poder hablar y poder
entender', pues 'su esencia se da en el diálogo' so. El lenguaje
es el fundamento mismo de la intersubjetividad 51, puesto que,
mediante el hablar, algo se comunica, es decir, se convierte en
común', de modo que 'la referencia de la palabra se vuelve objetiva' 52. Esta «objetividad» del significado es lo que justifica
que se constituyan palabras abstractas (formas a las que se supone relacionado un significado más o menos constante), y,
1947, pág. 3, observa que «the use of language in science presupposes
complete stability' in the habits of speech», y considera (pág. 44) que para
los sistemas lógico-simbólicos no sería siquiera oportuno emplear el término «lengua» (language).
46 ef. A. PAGLIARO, Corso, págs. 60 y sigs.; V., asimismo, Forma y sustancia, V, 8.5. y VI, 4.2.
47 M. HmDBGGER, Holderlin und das Wesen der Dic?1tung, trad. fr. en
Qu'est-ce que la métaphysique?9, París, 1951, págs. 240-242.
48 ef. A. PAGLIARO, 1l linguaggio, pág. 66; M. MERulAu-PoNn', Sur la phénoménologie, pág. 100.
411 ef. B. eROCB, Lógica, págs. 130-131; G. GBNTILI!, Teoría generale delta
spirito come atto pur06, Florencia, 1944, pág. 102.
50 M. HEIDIlGGER, Holderlin, págs. 240-241.
51 ef. M. Mmw!Av-PONn', Sur la phénoménologie, pág. 108; G. eALOGERO,
Estetica, pág. 240.
52 J. DBWEY, Lógica, pág. 61.
256
Teoría del lenguaje y lingüística general
hasta cierto punto, explica la confusión entre los modos significativos (categorías) y las clases de palabras.
3. 4. A la confusión logicista entre lo semántico y lo real,
el antilogicismo opone el error de creer que la comprobada nocoincidencia entre esos dos planos invalidaría las definiciones
semánticas de las categorías. Es decir que cae exactamente en
el mismo error del logicismo, pues vuelve a identificar lo semántico con lo real, al rechazar conjuntamente los dos criterios. Pero una definición semántica no es una definición ontológica, o desde el punto de vista de la «realidad natural». Por
ello extraña encontrar tan a menudo en la crítica y teoría de
las categorías verbales equívocos como el de afirmar que 'in
dependientemente de la forma, las palabras como hambre,
sueño, huida, conversación, deberían considerarse como verbos,
porque designan procesos'; o que las palabras como rapidez,
belleza, grandeza «designan cualidades sin ser adjetivos»; que
en lumiere du soleil y lumiere solaire se dice «lo mismo» con
el nombre soleil y con el adjetivo solaire; que el sustantivo
puede significar «cualidad», por ej., belleza, y «proceso», por
ejemplo, llegada; que verdure-verdoyeT, marche-marcher expresan «la misma noción», etc. 53. En todas estas p.firmaciones, que
quisieran ser objeciones contra la índole semántica de las categorías verbales, se confunden, por un lado, el «significar» con
53 Así, por ej., H.JELMSLHV, Principes, pág. JO, y Le verbe et la phrase
nominale, en Mélanges Marouzeau, París, 1948, pág. 258; E. BUYSSENS, La
conception fonctionnelle, págs. 39-40; H. FREI, La grammaire des fautes,
París-Ginebra-Leipzig, 1929, plig. 133; J. LAROCHIITl1!, Les deux oppositions
verbo-nominales, en Grammaire et Psychologie, pág. 108; etc. De incongruen-
cias análogas no estaba enteramente exento, según parece, ni siquiera el
gran H. PAUL, si es que hay que interpretar en este sentido su expresión
csubstantivische Bezeichnungen der Eigenschaft und des Geschehens»
(Prinzipien der Sprachgeschic~~e 5, Halle, 1920, pág. 352). En cambio, fuerza
es recordarlo, no caían er le. mismo los campeones del logicismo gramatical, A. ARNAuu> Y C. UNCELOT, uienes distinguían con mucha agudeza y en
un sentido aún hoy aceptable entre función verbal y función sustantiva
(cf. Grammaire générale et ra~ mnée, 11, 13).
Logicismo y antilogicismo en la gramática
257
el simple «denotar» y, por otro lado, el significado léxico con
el significado categorial: el qué con el cómo de la significación.
y ellas carecen de fundamento justamente porque las categorías verbales no corresponden a diferencias con respecto al qué,
sino con respecto al cómo: a diferencias en el modo de la concepción, «in der Weise der Erfassung» 54. Si así no fuera, habría
que preguntarse seriamente si las palabras acción y verbo (que
ciertamente significan 'acción' y 'verbo') deben considerarse
como verbos, y por qué las palabras cualidad y adjetivo (que
más que ninguna otra significan 'cualidad' y 'adjetivo') no son
adjetivos.
La mayoría de las objeciones del tipo de las que se han citado -y que valen, naturalmente, contra el llamado criterio
«l6gico-objetivo» (es decir, contra la identificación de las cate-gorías verbales con las supuestas «categorías de la realidad»}se entienden también como dirigidas contra la utilización lingüística del concepto aristotélico de 'sustancia'. Sin embargo,
ellas mismas --cuando no identifican la 'sustancia' con la
'ni .teria'- confunden la sustancia ontológica (identidad de un
oLJjeto consigo mismo) con la categoría de sustancia,' el ente
con lo concebido como ente; lo que es objeto en la realidad
natural con lo que es objeto autónomo para el pensamiento (o
sea, según la formulación de Spinoza, «quod in se et per se
concipitur»). No es asunto de la teoría lingüística comprobar
en qué medida pueden justificarse las críticas contra la idea de
las sustancias ontológicas 55. En cambio, importa subrayar que
una cosa son las eventuales «sustancias» de la realidad y otra
cosa es la categoría de sustancia como molde de la intuición y
del lenguaje: diferencia que Aristóteles, gran «sustantivador»
54 ef. E. HUSSERL, Erfahrung tlnd Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, ed. L. Landgrebe, Hamburgo, 1948, pág. 249.
ss Un ejemplo puede verse en H. BBRGSON, La pensée.et le maouvant5,
París, 1934, págs. 85, 185.
T. LENGUAJlI.-17
258
Teoría del lenguaje y lingüística general
de expresiones enteras (también T6 T( ~v dvaL es un .sustantivo»), ciertamente no ignoraba. Mediante la categoría de sustancia puede objetivarse también la identidad, real o conceptual, entre corr~correré-corría-corríamos, ,etc. (el correr) y
pueden, asimismo, volverse objetos mentales autónomos «un
sauve-qui-peut» y «el aquÍ», que, ciertamente, no son «objetos»
de la realidad natural 56.
3. 5. Finalmente, al error de postular la generalidad histórica de las categorías, el antilogicismo opone el error paralelo
de considerar que, por no ser generales, las categorías no podrían definirse «universalmente», sino sólo con respecto a una
lengua determinada. Pero una definición conceptualmente «universal» no implica afirmar la generalidad histórica de lo definido: el definir semánticamente el 'adjetivo' no significa atribuir los adjetivos a todas las lenguas. Por otra parte, con respecto a una lengua determinada, no se puede decir qué es una
categoría, sino sólo si ésta se da o no se da en esa lengua y, si
se da, cuál es el esquema formal en el que se expresa. No podemos definir «el-adjetivo-en-inglés», «el-sustantivo-en-alemánJl), etc.
A este propósito, se ha observado que una definición del
nombre como «a noun is a word used as the name of a living
being or a lifeless thing» es inútil, porque 'no nos dice nada
acerca de la estructura del inglés y no nos permite reconocer
un nombre cuando lo encontramos' 57. En efecto, la definición
citada es indefendible, mas no por las razones indicadas, sino
porque es una definición logicista y falsa. La definición de una
categoría verbal tiene interés teórico, para el conocimiento del
lenguaje en general, y no interés instrumental, para la descripción exterior de una lengua determinada. Tal definición, por
56 Cf, la interpretación esencialmente exacta de A. S~CHEHAYE, StructuTe logique, págs, 202 y sigs., y G. GALICHET, GTammaire psychologique, páginas 23-24.
57 B. BLocH Y G. L. TRAGER, Outline 01 Linguistic Analysis, Baltimore,
1942, pág. 69.
Logicismo y antilogicismo en la gramática
259
otra parte, no puede decimos nada acerca de lo estructura material de una lengua, ni hacernos reconocer «unnombrelt, como
hecho físico, pero no por ser inadecuada, sino porque se refiere
11 otra cosa, enteramente distinta: a un modo significativo, es
decir, a una forma mental que pertenece sólo a la interioridad
de la conciencia, y que no puede comprobarse como fisicidad.
Aquello que una definición semántica define no puede «encontrarse» más que en la mente. El cometido de hacer reconocer
las estructuras físicas como manifestación de determinados
modos significativos lo tienen, justamente, las descripciones.
Las categorías verbales no son o modos significativos o esquemas formales, sino modos significativos universales que en determinadas lenguas se expresan (manifiestan o materializan)
mediante determinados esquemas formales. Las llamadas «categodas» de la gramática son necesariamente formales; pero
no porque las categorías semánticas sean indefinibles o porque
su definición sea «inútil», sino porque la gramática, entendida
como descripción de un sistema, no puede definir, sino sólo
comprobar y describir.
4. 1. Naturalmente, el «logicismo» y el «antilogicismolt no
son doctrinas organizadas o posiciones individuales de tales y
cuales estudiosos, ni es pensable que algún estudioso sea enteramente clogicista» o enteramente «antilogicistalt, en el sentido
en que esos términos se han empleado en estas páginas. Se trata de posiciones genéricas, de errores corrientes que afectan los
estudios lingüísticos y gramaticales. Tales errores se insinúan
hasta en obras muy valiosas, y justamente por esto conviene
señalarlos y eliminarlos.
4. 2. Además, ello es necesario porque el antilogicismo se
basa a menudo en las mismas confusiones del logicismo y, en
lugar de salvar y aclarar aquella parte de verdad que la gramática «lógica» contenía, la ignora o la abandona. Por otra parte, el antilogicismo, en sus varias formas contemporáneas -bis-
260
Teoría del lenguaje y lingüística general
toricismo, formalismo, psicologismo-, nO puede sustituir a la
gramática clógica». En efecto, ninguna de las orientaciones
señaladas cubre el campo necesario que aquella disciplina
ocupaba: ellas ofrecen comprobaciones y descripciones, mas no
definiciones. Con esto no se niega su validez. sino que sólo se
rechazan sus pretensiones de exclusividad. Es que, en realidad,
no se trata de enfoques antitéticos con respecto a la gramática
clógica», sino simplemente de investigaciones distintas e igualmente válidas, que se ocupan de otros aspectos del lenguaje
y se plantean otros problemas. Mientras tanto, los problemas
de la gramática «lógica» siguen en pie, pues ni la gramática histórica, ni la gramática descriptiva, ni la psicología, pueden
sustituirse a la teoría de las categorías lingüísticas. Es por esto
por lo que la gramática «lógica» no debe abandonarse, sino que
'hay que definirla y formularla en un sentido nuevo' 58. Y mejor
sería no definirla ni como «gramática» ni como «lógica», si por
«gramática» se entiende la descripción de un sistema y si el
término clógica» se entiende de algún modo como referido al
objeto y no a la disciplina (la cual, por otra parte, siendo teoría, no podría dejar de ser lógica).
(<<Revista Naciona!», Montevideo, nÚDl 189,
páginas 456-473, y, en edición independiente,
Montevideo, 1957, 1958; también en traducción
portuguesa, RBF, 11, 1956, págs. 223-244.)
58
Cf.
E.
CASSIRER. Antropología, pág.
237.
EL PLURAL EN LOS NOMBRES
PROPIOS
1. 1. La conocida oposición de Donato entre nombre propio y apelativo (nomen unius hominis, appellatio multorum) y
la definición tradicional del nombre propio como «nombre que
conviene a un objeto .. , presentan varias dificultades y resultan
evidentemente insuficientes sin ulteriores precisiones y aclaraciones. Sin embargo, en la medida en que no se trata de simples convenciones, sino de afirmaciones fundadas en el «saber
natural-. acerca del lenguaje, ellas no pueden rechazarse sin
más como «errores». Una teona del nombre propio, entendida
como teoría de la experiencia lingüística, debe justificarlas; es
decir, que debe establecer en qué sentido y en qué plano ellas
tienen validez. El punto de vista que aquí se adopta es, pues,
que la unicidad de lo designado por el nombre propio está confirmada por el «saber originario», pero que, por otra parte,
existen hechos objetivos que parecen contradecirla 1.
1. 2. Cabe señalar que las dificultades aludidas no se daban en igual medida para los antiguos, que no consideraban
las palabras como significantes fuera del hablar y no tenían el
t Acerca del «saber originario .. como fundamento de la ciencia del
lenguaje, cf. H. J. Pos, Phénoménologie et linguistique, .Revue Int. de
Philosophie», 1, 2, págs. 354-365, y The Foundation 01 Word-Meanings. Different Approaches, «Lingua», 1, 3, págs. 281-292. Véase, además, en este
mismo libro, Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje, 11, 3.5.
262
Teoría del lenguaje y lingüística general
concepto moderno de ulengua» 2. Asimismo, ellas no existen de
ningún modo para los lógicos, que consideran como significativas exclusivamente las proposiciones 3 y para quienes el «nombre propio» no es, en realidad, una categoría verbal, sino una
función proposicional, desempeftada por cualquier palabra o expresión que, en una proposición detenninada, denote un objeto.
Las dificultades existen sólo para el lingüista, que considera
las palabras como elementos de muchos enunciados, reales y
posibles, y las considera tanto en el hablar concreto como en
la lengua.
1 3. La dificultad principal -y la única que será aquí discutida- está dada por el hecho de que los nombres propios
(o, mejor, las palabras que son también nombres propios), pueden hallarse en plural. O. Jespersen, a pesar de entender que
«in the strictest sen se no proper name can have a plura!», señala por lo menos cinco casos que parecen contradecir esta
afinnación: a) nombres qUf". se designan conjuntos de objetos:
the Pyrenees, the United States,· b) nombres aplicados a una
pluralidad de objetos que individualmente se llaman con el
mismo nombre: John, Marys, Romes; c) nombres aplicados a
una pluralidad de miembros de la misma familia: Tymperleys,
Stuarts; d) nombres empleados para significar «entes como ... »:
Edisons, Marconis, Switzerlands; e) metonimias: two Rembrandts ('dos obras de Rembrandt') 4. Y la enumeración no está
aún completa: pueden dejarse de lado los nombres como lato
Athenae; esp. Los AJamos, Las Vegas; rumo BUéure§ti, Ia§i,
porque, aun siendo fonnalmente plurales, designan, evidente2 Cf. a este propósito, J. LoHMANN, Das Verhiiltnis des abendUindischen Men.schen zur Sprache, «Lexis», 111, 1, págs. 5-49 (yen partic. páginas 11 y sigs.).
3 Cf., por ej., L. WITl'GBNSTEIN, Tractatus lógico-philosophicusS , Londres, 1951, pág. 50: «Nur der Satz hat Sinn; nur im Zusammenhange des
Satzes hat ein Name Bedeutung.» Ver también H. REICHENBACH, Elements
01 Symbolic Logic2 , Nueva York, 1948, pág. 6.
4 The PhilQsophy 01 Grammar4, Londres, 1948, págs. 64, 69.
El plural en los nombres propios
263
mente, objetos «singulares» 5; pero en él grupo e) hay que incluir los nombres de tribus y pueblos empleados sólo en plural,
como lato Veneti, HelvetU, o que tienen también el singular,
como gr. MTiflol, 'lttpoal 6 •
2. 1. De los casos señalados pueden excluirse, sin más, los
grupos d) y e), pues' las formas que ellos comprenden son, en
realidad, nombres comunes. El problema de la «unicidad» del
objeto designado no puede siquiera plantearse en tales casos:
se trata, evidentemente, de nombres de «clase» o de «tipo», es
decir, de apelativos 7. A veces se hace referencia a ellos como a
5 Cf. A. H. GARDlNER, The Theory 01 Proper Names, Londres, 1940,
página 27.
6 Id., lbid. ef. también The Theory 01 Speech and Language2, Oxford,
1951, pág. 338. Se han respetado aquí los ejemplos de Gardiner; pero, para
las lenguas romances, valen en el mismo sentido todos los nombres como: los españoles ('el pueblo español'), les Fran{:ais ('el pueblo francés'),
etcétera. Gardiner los evita porque pueden interpretarse como adjetivos,
pero no es una razón suficiente, pues una «palabra» es adjetivo cuando
se emplea como adjetivo, y no cuando se emplea de otro modo. Las ca·
tegorías verbales son, justamente, «categorías", significados categoriales,
partes orationis, es decir, modos de ser de las palabras en el discurso,
y no clases léxicas fijas; pertenecen a la gramática, y no al diccionario
(si éste se entiende como registro de «palabra meras .., o de semantemas,
independientemente del «significado categorial»).
7 ef. F. BRUNOT, La pensée et la langue 3 , reimpr., París, 1953, págs. 75,
96, 105; B. MIGLIORINI, Dal nome proprio al nome comune, Ginebra, 1927,
páginas 34, 331; y también B. BOSANQUlIT, Logic or the Morphology 01
Knowledge 2 , reimpr., Londres, 1931, pág. 49; J. N. KEYNES, Studies and
Exercises in Formal Logic4, Londres, 1906, pág. 45. Acerca de la diferencia
entre «clase. y «tipo., cf. W. E. eOllISON, lndication, Baltimore, 1937, páginas 39-40. Ya J. W. MElNER, Versuch einer an der menschlichen Sprache
abgebildeten Vernunftlehre oder Philo.~ophische und allgemeine Sprach·
lehre, 1781, observaba que, en los casos como die Cicerone, Mani, der
Ulysses unserer Zeit, se trata de nombres comunes; cf. el fragmento reproducido en H. JuÑKER, Sprachphilosophisches Lesebuch, Heidelberg,
1948, pág. 96. También K. BRUGMANN; Kurze Vergleichende Grammatik der
indogermanischen Sprachen, reimpr., Berlín-Leipzig, 1933, pág. 414, refi·
riéndose a casos como 'HpCX1().,tE«;, Catones, 'Mli.nner wie H.', 'Miinner wie
C.', señala que tienen .. appellativische Bedeutung.. ; y con esta opinión
concuerda la mayoría de los estudiosos. Una excepción notable es la de
264
Teorla del lenguaje y lingülstica general
«nombres propios empleados como comunes», pero esto sólo
significa que en esos empleos son comunes, y que los mismos
semantemas, en otros empleos, suelen ser nombres propios:
es como decir que ingl. to shop es un «sustantivo. (the shopj
«empleado como verbo».
2. 2. 1. Una dificultad mayor parece presentar el grupo b):
el nombre propio no sería individual, puesto que «el mismo
nombre. se aplicaría a muchos individuos. En efecto, sobre esta
dificultad se basan una serie de actitudes contradictorias con
respecto al problema del nombre propio.
2. 2. 2. Algunos estudiosos, entre ellos F. Brunot y A. Dauzat, consideran tal dificultad como suficiente para negar todo
valor teórico a la distinción entre nombres propios y comunes:
teóricamente, el nombre propio debería ser nombre de un
objeto; pero hay varias ciudades que se llaman París, Amsterdam, Villefranche, Villeneuve, etc., y muchísimos individuos que
se llaman Lefebvre o Ferry; por 10 tanto, la distinción entre
nombres propios y comunes sería frágil y convencianal (Brunot) 8, o bien «artificial» y «lógicamente imposible» (Dauzat) 9.
2. 2. 3. Otros autores parecen entender que habría nombres
propios «más verdaderos» o «genuinos» (los que se aplican a
objetos únicos), y otros «menos genuinos» (los que se aplican
a varios objetos). F. Brunot asume también esta actitud, pues
V. BR0NDAL,. Ordklasserne, Copenhague, 1928, págs. 84-85, que incluye entre
los nombres propios las expresiones como un Platón, un Napoleón; pero
Br"ndal se basa en un criterio muy discutible, según el cu3.I también
mate seria nombre propio para los daneses, aunque no para los paraguayos, que conocen el objeto designado por esta palabra (cf. Morfologi
og SyntaJC, Copenhague. 1932, pág. 37).
8 Ob. cit., pág. 39. Cf. también pág. 96: .n y a eu douze Césars, n y a
un nombre énorme de Boulanger ou de Lef~vre".
9 Les noms de personnes. Origine et évolution, lBe mille, Paris, 1946,
páginas 1 y sigs. Pero cf., del mismo autor, Grammaire raison~e de la
langue fran~aise, Lyon, 1947, págs. 57-59, donde se sostiene una posición
muy distinta.
El plural en los nombres propios
265
entiende por nombres «estrictamente propios» a los que .pertenecen» a UD solo objeto 10. Lo mismo parece pensar en algún momento K. Bühler 11. Y A. Gardiner cree que Dionisio de
Tracia, al emplear el adverbio [f)[ú)<; 'individualmente', 'personalmente', en la definición del nombre propio, debía de pensar
en los nombres unívocos que, por su aplicación única y fija,
serían «hechos de lengua» 12. A tal categoría pertenecerían, según Gardiner, los nombres como Yugurta, Vercingetórix, Popocatepetl, a los que llama «embodied proper names»; los otros,
como Juan, Maria, serían «disembodied», y se 'encorporarían'
sólo al ser nombres de personas determinadas 13.
2. 2. 4. Sobre bases análogas, Ch. BaHy distingue entre
«nombres propios de la lengua» (actualizados de por sí), que
10 ••.• sauf bien entendu quand ils sont strictement propres, c'est-a-dire
quand le nom n'appartient réellement qu'a un seul, par exemple la Meurthe ou le mont Cervin- (Ob. cit., pág. 95).
11 Cf. Sprachtheorie, trad. esp. Teoria del lenguaje, Madrid, 1950, página 259.
12 Es extraño que Gardiner interprete en este sentido su propia teoria
de la .Iengua. como «saber.. (cf. The Theory fY/ Speech and Language,
páginas 68-93 y 106 Y sigs.). En efecto, la .. lengua" es un saber, una tU;,ica (ef. A. PAGUAltO, 11 linguaggio come conoscem;a, Roma, 1951 [1952],
en partic. págs. 56 y sigs. y 63), pero es un saber acerca de modelos y esquemas lingüísticos, y no acerca de los objetos. Acerca de los objetos
informan la experiencia y las ciencias no-Iingüísticas; as1, que un volcán
se llamé Popocatepetl, y sólo haya uno de este nombre, y que alguien se
llame realmente Juan, son, respectivamente, hechos de geograffa y de
registro civil, y no hechos de lengua.
13 Proper Names, págs. 11-15. También otros autores piensan en los
nombres de objetos cúnicos» como en un tipo particular; así, J. HOLT,
Rationel Semantik (PleremikJ, Copenhague, 1946, pág. 66, y E. AiARcos
LLoRACH, Gramdtica española, Madrid, 1951, pág. 90, que dan ejemplos
corno Dinamarca, Africa, Tajo, Galicia. Estos' serian .inmóviles en
cuanto al articulo, al número y al género". En realidad, la unicidad en
este caso es antológica o histórica, pero no conceptual; se puede decir
perfectamente Dinamarcas. Africas, Galicias, y el valor de los nombres
cambia, pero esto no puede apreciarse con criterios formalistas, que sir·
ven para caracterizar y describir, no para definir. Distintos son los problemas que plantean los nombres como Baleares o Andes (cf. 3.5.).
266
Teorla del lenguaje y lingüística general
designan un solo objeto y siempre el mismo (como Anlbal, los
Pirineos, el sol, la luna, Don Quijote), y «nombres propios del
habla .. (actualizados ocasionalmente), que designan un solo
objeto en una situación determinada. Una tercera categoría,
intermedia, sería la de los nombres propios «passe-partoub,
como Paul, Pierre, Louis, «predestinados a ser nombres propios de la lengua», pero que sólo se volverían tales «grace a
une situation donnée permanente» 14. Esto implica considerar
como «nombres propios» (además de los singulares «naturales», como sol y luna) una larga serie de palabras y expresiones que el saber originario no reconoce como tales; así, los
nombres de personificaciones (la Beauté, la Justice) 15; los
nombres de materia y abstractos (el oro, el aire, la virtud, la
vida) 16; y, en el hablar, también los déicticos como yo, aquí,
esto (cf. los «nombres propios lógicos»).
2. 2. 5. Finalmente, algunos autores consideran que la diferencia entre nombre propio y nombre común no tiene nada
que ver con el <múmero» de los objetos designados y debe
buscarse en otras características. Así, V. Bnmdal, según el
cual la idea de la «unidad» sería 'una concepción popular y
arbitraria desde el punto de vista lógico', puesto que 'desde
los tiempos del cristianismo primitivo, nomores como Pedro
y Juan se han aplicado a miles de individuos' y 'Washington
es el nombre de más de doscientas localidades en los Estados
Unidos' 17. Análogamente, S. Ullmann considera que la diferen14 Linguistique générale et linguistique francaise 3, Berna, 1950, páginas 80-82; cf. también págs. 97, 291, 2%. De manera análoga, J. ZARAGtlETA,
El lenguaje y la filosofía, Madrid, 1945, págs. 31~311, distingue entre «nombres propios formales» (como Roma, César, Augusto) y «nombres propios
funcionales» (que serían tales en un contexto, por designar un solo
objeto).
15 Así también en A. DAuzAT, Gramm. rais., 1. cit.
16 Acerca de estos nombres, cf. B. BOSANQUET, Ob. cit., pág. 46, Y
K. BtlHU!R, Ob. cit., pág. 345.
17 Ordklasserne, págs. 43, 46.
El plural en los nombres propios
267
cia entre los nombres propios y ]os comunes cno reside en el
número, como lo enseñaba la gramática tradicional», puesto
que en Inglaterra hay más Joneses que mariscales 18, y en Francia eil ya ... des milliers de lean-s, mais il n'y a qu'w¡ seul Président de la République» 19.
2. 3. Naturalmente, la diferencia no reside en el «número»
simplemente, pero la idea misma de que debería residir en el
número pertenece a la interpretación, y no al «saber originario» acerca de la unicidad de lo d~signado por el nombre propio. En realidad, tambi~n esta dificultad es bastante superficial: ella se debe a una exigencia injustificada de «bi-univocidad» y a una extraña confusión con respecto al concepto de
cpalabra».
La exigencia de bi-univocidad no tiene ninguna base, pues
lo de que haya muchos individuos que se llaman luan es simplemente Un hecho, y no un problema a resolver 20. La teoría
y la definiCión del nombre propio tienen que partir de este
hecho, y no tratar de eludirlo, acudiendo a un concepto de
«nombre propio ideal», que sería una pura convención. En la
lingüística (fuera del campo de la gramática normativa, que es
una disciplina lateral), no hay lugar para ningún «deber ser».
Así, aunque existan nombres propios unívocos, no puede tomarse esto como rasgo definitorio y necesario, puesto que hay
muchos que no lo son. Pero no hay que confundir los nombres
multívocos con los nombres plurivalentes o universales 21. Los
18
19
Words and their Use, Londres, 1951, pág. 34.
Précis de sémantique fraru;aise, París-Berna, 1952, págs. 24-26.
20 Por lo menos en parte, tal exigencia se debe a una re-interpretación
del adjetivo «propio» en el sentido de 'perteneciente sólo a .. .'. Pero el
significado primitivo de lívo(J.a KÚplOV, lato nomen proprium no era éste,
sino el de 'nombre auténtico', 'nombre propiamente tal'. ef. B. DELFRtlCK,
Einleitrl,g in das Studium der indogermanischen Sprachen6, Leipzig, 1919,
página 6; V. BR0NDAL, Ordkl., págs. 41-42; A. GARDINER, Prop. Names, página 10; A. PAGLIARO. Ob. cit., pág. 75.
21 Ver a este propósito E. HUSSERL, Logische Untersuchungen. trad.
268
Teoria del lenguaje y lingüística general
nombres como Juan, Roma, Londres no se emplean con el mismo sentido para objetos diferentes, como los nombres comunes 22; los entes a los que ellos se aplican no constituyen una
extensión correspondiente a una intensión, sino que «cada
uno de ellos forma por sí solo una extensión separada que
corresponde a una intensión separada y distinta» 23. En efecto,
lo importante no es que Juan o Roma sean nombres de varios
objetos, sino 'el modo en que los nombres se emplean para
los hablantes y se entienden por los oyentes' 24: ellos pueden
ser «materialmente idénticos», pero «pertenecen a momentos
lingüísticos distintos» 25. En otros términos, los nombres propios pueden ser multlvocos, pero son siempre monovalentes, no
son nombres de «clase» 26.
Pero -y aquí está la confusión a la que se aludía- los
nombres no son multívocos como palabras (significante + significado), sino como «meras palabras», como puros significantes. Dos nombres Juan de aplicación distinta tienen en común
sólo la parte física, y no la parte significativa: no representan
propiamente una sola palabra. Para emplear una feliz distinesp. Investigaciones lógicas, 11, Madrid, 1929, pág. 54. Cf. también la distinción entre nombres unívocos y equfvocos en J. STo MILL, System of
Logic, trad. esp. Sistema de lógíca, Madrid, 1917, pág. 54; Y J. N. KEYNBs,
Ob. cit., pág. 13.
22 W. S. JI!VONS, Logic, trad. esp., [.(jgica, Madrid, 1941, pág. 17.
23 B. BosANQUET, Ob. cit., pág. 49.
24 O. JESPERSEN, Ob. cit., págs. 64 y sigs.
25 B. MIGUORINI, Ob. cit., pág. 3. También A. GARDINBR, Proper Names,
página 21, observa que los nombres John aplicados a varios individuos
deberían considerarse como • homónimos ». Sería preferible decir -homófonos»: como ensefiaba ARISTÓ'I'I!LES, Categoriae, 1, la, -homónimas» son
las cosas que, siendo distintas, tienen el mismo nombre.
26 Cf. B. RUSSElL, An Inquiry into Meaning, and Truth, trad. esp. Investigación sobre el significado y la verdad, Buenos Aires, 1946, pág. SO:
«cuando decimos «Aquí está Juan», no queremos decir «Aquí hay algún
miembro de la clase de personas llamadas 'Juan'»; antes bien, consideramos el nombre como si correspondiera exclusivamente a aquella persona».
El plural en los nombres propios
269
dón de L. Wittgenstein, ellos constituyen un único signo, pero
son símbolos distintos 27. Asl, pues, cuando se dice que también Juan es «nombre de muchoslt y que no se distingue en
esto de los apelativos como perro, no se habla de «palabraslD en
el mismo sentido, pues toma perro como palabra verdadera
(signo - símbolo) y Juan como «mera palabralt, como puro
«signolt 2b.
Lo dicho permite aclarar en qué sentido hay que interpretar
los plurales como «Juaneslt, «Marías», «Romas». Como ya lo
había observado J. 'W. Meiner, a propósito de ejemplos como
-die Heinriche in d,er Kaisergeschichtelt, «le Henri dont je vous
al parlé» 29, también en este caso se trata simplemente de nombres apelativos, de verdaderos nombres de «claselD: las palabras «Juan», «María», «Roma» se emplean aquí para designar
las clases de objetos que tienen en común sólo el ser nombra-
Cf. Tractatus, págs. 52·54.
La distinción entre «palabra significativa» y «mera palabra» (puro
significante o nombre dI.! sí misma) es antigua. La hacían ya los pensadores griegos, que opornan el concepto de llloC;. 'Iloovi¡ al concepto de
5volla a{¡ll~o)..ov, (cf. A. PAGLIARO, Eraclito e il logos, en Saggi di critica
semantica, Messina-Florencia, 1952. págs. 131-157, en partic. pág. 140). Ella
aparece con toda claridad en PLATÓN, Epist. VII, 342 a.c; en AlusTÓ'lUES,
De interpretatione, 16 a-b, yPoetica, 1457 a; y luego en los escolásticos,
con la conocida doctrina de la suppositio materialis, y en LHmNIZ, Nuevo
tratado sobre el entendimiento humano, III, t, 4. Más redentemente la
han subrayado, desde distintos puntos de vista y con varios propósitos,
una larga serie de estudiosos (cf., por ej., J. DEWBY, Logic. The Theory oi
lnquiry, trad. esp. Lógica. TeorÚl de la investigación, México, 1950, pág. 63;
W. M. URDAN, Language and Reality, trad. esp. Lenguaje y realidad, México, 1952, págs. 49, 89, 165; A. W. DE GROOT, Structurele Syntaxis, La Haya,
1949, pág. 31; C. F. P. STUTTERHEIM, lnleiding tot de taal-philosophie, Amberes, 1949, páp. 129-130, etc.), y han insistido en ella sobre todo los estudiosos de ló¡ica simbólica, al deslindar el «lenguaje» del «metalenguaje»
(cf. R. CARNAl', Logische Syn.tax der Sprache, trad. ingl. The Logical Syntax
ot Language3, Londres, 1951, pág. 153; H. RmCHENDACH, Ob. cit., pág. 9).
La teoría del nombre propio y la teoría de las categorfa,s verbales en
¡eneral parecen ser -el último refugio de las confusiones a este propósito.
29 Cf. H. JUNJalR, Ob. cit., l. cit.
27
28
270
Teoría del lenguaje y lingüística general
dos, cada uno individualmente, con los nombres propios multívocos Juan, María, Roma. Y, nuevamente, «Juan» y Juan coinciden sólo como meras palabras, y no como palabras significantes, pues «Juan» nombra a un individuo 'Juan' sólo en cuanto
se llama Juan, y no en cuanto es el tal 'Juan' determinado. Pero
el nombre propio Juan no es, aquí tampoco, nombre de «clase.,
ni se aplica a una clase ya existente en la realidad, como el
nombre común perro; al contrario: el nombre propio es un
antes, y no un después, con respecto a la clase: es condición
para la constitución de la clase como tallO. Ahora, clases del
mismo tipo podrían constituirse también sobre la base de nombres comunes (por ej., «soles», 'eL astro y la moneda peruana').
Si esto es mucho más corriente con los nombres propios, se
deberá al hecho, señalado por A. Marty y O. Funke, de que a
la representación de un objeto designado con nombre propio
pertenece también el «so und so Gennantsein» 31.
30 L. BLOOMFII!LD, Language, Nueva York, 1933, pág. 205, habla, a propósito de estos casos, del fenómeno de acIass-cleavage». Y GARDINER, Proper
Names, págs. 17-18, los considera como «hechos de habla .. (se tratarla de
«nombres propios empleados como comunes»). En realidad, son también
hechos de • lengua», pues obedecen a los esquemas formales del sistema
y se admiten por la norma (acerca de estos conceptos, cf., en este volumen, el estudio titulado Sistema, norma y habla). Además, si se acepta
que "Juan» y Juan no son "la misma palabra», es evidente que «Juan..
no sólo se emplea como nombre común, sino que es nombre común, es
decir, nombre de cIase. No hay duda que las cIases de este tipo, como
las que se han visto en 2.1., se distinguen netamente de las nombradas
por nombres como perro, caballo, pero no se distinguen por el «significado categorial» de los nombres, sino por el modo en que se las piensa
(como provisionales, y no como permanentes).
31 Cf. O. FUNK, Zur Definition des Begriffes «Eigenname», en Festschrift Hoops, Heidelberg, 1925, págs. 72-79. Véase también A. ALoNSO Y P.
HENR10UEZ URBÑA, Gramática castellana, 2.° curs09, Buenos Aires, 1950,
página 38. En esta misma intuición, fundamentalmente exacta, se basa en
parte la discutible teoría de J. Sto Mill de los nombres propios como «noconnotativos» (aceptada por Br0ndal, Gardiner, Alonso, Ullmann y muchos
otros), acerca de la cual v., sobre todo, E. HUSSERL, Ob. cit., págs. 63 y
siguientes, y J. DHWEY, Ob. cit., págs. 394-399, 405 Y sigs.
El plural en los nombres propios
271
3. 1. Más sutil es la dificultad planteada por los nombres
propios que designan conjuntos de objetos y, sobre todo, por
los apellidos y los nombres de pueblos. A pesar de esto, se trata
de una dificultad que a menudo pasa inadvertida. Pocos autores
señalan explícitamente que los nombres propios pueden designar una «colectividad», o que también son nombres propios los
nombres de pueblos 32. Y sólo Brunot utiliza este hecho como
argumento para afirmar la «convencionalidad» de la distinción
entre nombres propios y apelativos» 33.
3. 2. Quien ha visto claramente esta dificultad ha sido A.
H. Gardiner 34. Existirían, según Gardiner, nombres propios que
no serían «singulares», sino que designarían realmente una pluralidad de individuos, como ingl. Plantagenets y lato Veneti,
Helvetii (y también Quirites, Luceres, Ramnes); y otros que
podrían emplearse tanto en singular como en plural, exactamente como los nombres comunes, sin perder por ella el status
de nombres propios; así, gr.M~5oC;, M~50l.Los casos más claros
-sustituyendo ejemplos españoles a algunos de los que da
Gardiner- serían los de los apellidos (Pedro Sánchez -los
Sánchez), de los genticilios romanos (Claudius - Claudii) y de
los nombres de pueblos (un persa-los persas). Pero éstos justificarían la constitución de una categoría especial de «common
proper names», en la cual cabría incluir varios otros nombres,
como los de archipiélagos (Baleares, Azores, Canarias), de sierras (los Pirineos, los Alpes) y de ciertos grupos de estrellas
u Así, J. MAROUZMU, Lexique de la terminologie linguistique 3, París,
1951, pág. 156; G. DEvOTO, Introdu:z.ione alla Grammatica3, Florencia, 1946,
"'¡ina 48; A. DAUZAT, Gramm. rais., l. cit.
J3 Ob. cit., pág. 39. También lo hace DAUZAT en Les noms de personnes,
pero no en la Grammaire raisonnée.
J4 Proper Names, págs. 21-22, 25-28. En The Theory 01 Speech and Lan1932, Gardiner definía aún el nombre propio como ca word which
reten only to one individual thing», y as1 aparece también en el texto de
l. 2," ed., pág. 41; pero en una nota agregada a ésta, pág. 338, se elimina
como «erróneo,. el criterio de la singularidad.
'1441,,1,
272
Teoría del lengUllje y lingüística general
(las Pléyades); quizá también los «colectivos», como Dodecaneso y Heptarquía, acerca de los cuales Gardiner no se pronuncia explícitamente.
3. 3. La propuesta del ilustre egiptólogo inglés puede, sin
duda, presentar interés para la gramática práctica (que quizá
necesite una categoría intermedia de «nombres propios-comunes»), pero teóricamente resulta discutible. También parecen
insostenibles la mayoría de los argumentos en los que ella se
apoya. Así, Gardiner observa que la ausencia del signo ortográfico del plural (-s) en fr. les Petitjean, les HameZ parece indicar
que el apellido se considera como nombre de cada miembro
de la familia, y no de la familia como tal. A este respecto, no
importa siquiera observar que tal hecho podría interpretarse
también en el sentido cont;ario (es decir, que el nombre indica
a toda la familia, globalmente, y no la pluralidad de sus miembros), ni que otras lenguas --como el ruso, el servio-croata, el
rumano y el mismo inglés- presentan un estado fónico y no
sólo ortográfico exactamente opuesto (Golovlevy, Glembajevi,
Pope§tii, the Browns), porque el argumento no tiene, en realidad, ninguna fuerza probatoria: se trata de una simple norma
ortográfica convencional, no muy seguida y con muchas excepciones 35. Tampoco pueden enseñarnos mucho los «colectivos».
Ante todo, es muy dudoso que nombres como Dodecaneso y
Heptarquía sean «colectivos», salvo para los griegos (y aun para
éstos sólo lo serían en el plano de los nombres comunes, y no
como propios). Y si alguien considerara France como «nombre
colectivo», esto no pasaría de ser un simple error, y no podría
aducirse como indicio acerca de la eventual no-singularidad de
los nombres propios 36. De todos modos, los llamados «colectiCf. F. BRUNOT, Ob. cit., pág. 105; B. MIGLIORINI, Ob. cit., pág. 332.
En realidad, el autor al que se refiere Gardiner, J. MAROUZBAU,
Lexique, no habla de «colectivo», sino de colectividad, que es algo muy
diStinto. Así, por 10 menos, en la 2." ed., 1943, y en la 3.", 1951. No he
podido ver la l." ed., 1933, citada por Gardiner.
]S
36
El plural en los nombres propios
273
VOS» son singulares: como el mismo Gardiner dice, 'designan
una pluralidad pensada como unidad' 37. Así, también, no hay
nada problemático en el hecho «that Europe comprises a number of countries of which Germany is one, that Prussia is a
province of Germany, that Berlin is in Prussia, and that that
same capital houses several million persons»: se trata simplemente de clases jerarquizadas, siendo cada una de ellas «clase»
con respecto a sus miembros, pero «individuo» (y designable
COn nombre individual, como en efecto ocurre) con respecto
a otras clases análogas.
3. 4. Pero, con todo esto, la dificultad señalada por Gardiner .~ue no es de ningún modo superficial- permanece intacta, aunque no para todos los ejemplos indicados. En efecto, ella
no parece subsistir en lo que atañe a los nombres que no tienen singular, como Andes, Pirineos, Azores, Baleares, Helvetii,
Veneti. Aquí no se trata realmente de multiplicidad, sino más
bien de totalidad, y la totalidad (Allheit), como decía Kant,
«no es otra cosa que la pluralidad (Vielheit) considerada como
unidad» 38. Las islas de un archipiélago pueden ser muchas,
37 Así también para los lógicos; cf. J. STo MILL, Ob. cit., pág. 36. Mas
no es un «colectivo_ duma, que figura entre los ejemplos de Gardiner, porque designa una institución, y no significa simplemente «muchos diputados rusos»; y no lo son ni Mafia ni Camorra . .Como «colectivos- pueden
clasificarse, si se quiere, nombres como arboleda, sauzal, etlcinar, soldadesca; pero no son colectivos, ni formal ni semánticamente, los nombres
como bosque, ejército, a pesar de muchas gramáticas escolares y de
F. UZARO CARREl'ER, Diccionario de términos filológicos, Madrid, 1953, página 78. De este paso deberían ser colectivos los nombres casa -porque el
objeto 'casa' contiene muchas piezas o muchos ladrillos- y hombre, porque el hombre se compone de muchas células (como, en efecto, pensaba
F. MAUTHNER, Beitriige zu einer Kritik der Sprache, III, Stuttgart-Berl1n,
1902, págs. 279-280).
38 Kritik der reinen Vernunft, Anal. J, 1, 3. Ver también la distinción
entre unidad-pluralidad e individualidad-multitud, en TH. LIPPS, Grundzüge der Logik, trad. esp. Elementos de lógica, Madrid, 1925, pág. 140.
Cf., además, E. SAPIR, Totality, Baltimore, 1930, y el sagaz artículo de
V. BRaNDAL, Omnis et totus, ahora en Essais de linguistique générale,
Copenhague, 1943, págs. 24-32.
T. LENGUAJE.-18
274
Teoría del lenguaje y lingüística gendal
pero el nombre plural no designa esta y esa y aquella isla como
individuos, sino a todo el archipiélago en conjunto. Una isla del
grupo llamado Azores no es «una Azor», sino una de las Azores;
y dos islas no son «dos Azoreslt 39. El mismo Gardiner observa
que -por lo menos por ahora- no se dice a Seychelle ni a Pyrenee; sin embargo, piensa que, con respecto a nombres como
Helvetii, Veneti, habría indicios de que no se tomaban, o no se
tornaban siempre, en sentido global;. en efecto, se dan en latÍD
enunciados corno: Venetorum alii fugerunt, alii occisi sunt.
Esto es cierto; pero lo de que una palabra designe la pluralidad
corno unidad, globalmente, no significa que deba ignorarse la
multiplicidad de la cosa designada. Hay, por otra parte, evidencia de que esos nombres designaban globalmente, pues podían
aplicarse también a los territorios ocupados por las poblaciones respectivas: in Venetis, 'en el territorio de los Vénetos' 40.
Así, pues, estos nombres designan «conjuntoslt de objetos, pero
no dejan por esto de ser «singulares»: no son nombres de clase
o « genéricos lt, pues no pueden designar también a los miembros de un conjunto, y sólo se aplican a éste en su totalidad.
3. 5. La dificultad es mayor con respecto a los apellidos y
gentilicios, pues éstos parecen ser nombres fijos tanto de la
familia o gens corno de cada uno de sus miembros. Pero, si así
fuera y se tratara realmente de nombres genéricos, los miembros de la familia o de la gens deberían poder llamarse «un
Sánchezlt «un Claudius», lo cual no ocurre sin qne esas palabras dejen de ser nombres propios (cf. 2.3.). En realidad, las
palabras Sdnchez o Claudii, consideradas corno tales y de por
sí, son nombres individuales de una familia y de una gens,
Cf. O. JBSPBRSEN, Ob. cit., pág. 64.
Cf. los nombres plurales de países en algunas lenguas eslavas
--como el polaco: Wlochy, 'Italia', Niemcy, 'Alemania', W{!gry, 'Hungrfa';
o el checo: Cechy, 'Bohemia', Uhry, 'Hungria', y el ya anticuado Vlachy,
'Italia'-, a veces idénticos a los nombres de los pueblos respectivos, aunque con flexión distinta.
39
40
El plural en los nombres propios
275
aunque pueden ser partes de los nombres, también individuales, de cada uno de sus miembros; en efecto, alguien no se llama simplemente Sánchez o Claudius, sino, por ej., Pedro Sánchez o Appius Claudius Caecus, y de estos nombres (que son
únicos e indivisibles) los elementos .Sánchezlt y cClaudiuslt
constituyen sólo una parte; ellos no mantienen aquí la condición de nombres independientes que poseen cuando se aplican
a la familia o a la gens .41. Pero nada impide que estos celementos parciales» puedan emplearse solo para nombrar a tal o cual
individuo en circunstancias determinadas, así como atómica
puede emplearse por bomba atómica. En un caso concreto, alguien será llamado Pedro, Sánchez, Pedro Sánchez o Pedro
Sánchez Garcla, o Pedro .Alonso Sánchez Garcla, según el ambiente y según las necesidades de distinción e identificación 42,
y cada uno de estos nombres se aplicará a ese alguien como
individuo determinado y distinto de otros individuos, y no
como miembro de una clase. Por otra parte, Claudii ('gens
Claudia') y los Sánchez ('la familia Sánchez'), a pesar de ser
plurales, no Son los plurales de Claudius (un Cla':ldius + un
Claudius + un Claudius ... ) o de Sánchez 43. Las palabras cClaudius» y «Sánchez» ('nombre de Pedro Sánchez') pueden, ciertamente, tener un plural formalmente idéntico al nombre individual de la familia, pero no como nombres propios, sino co4\ L. WlTl'GI!NSTIllN, Tractatus, pág. 102, observa justamente que lutius,
en lulius Caesar, es una especie de «Índice descriptivo»: clm Namen Julius easar ist _Julius» ein Index. Der Index ist immer ein Teil einer
Beschreibung des Gegenstandes, dessen Namen wir ihm anhangen. Z. B.
Der casar aus def Geschlechte der Julier».
42 ef. H. PAUL, Prinzipien der Sprachgeschichte 5, Halle, 1920, pág. 81;
O. JESPERSEN, Ob. cit., pág. 64; B. MIGUORINI, Ob. cit., pág. 3; V. PIsANI,
en _Paideia», IX, pág. 76•.
43 ef. A. MBILIm y J. VENDRYES, Traité de grammaire comparée des
langues classiques2, Pans, 1948, pág. 530: _le pluriel ne represente pas toujours un singulier repété plusieurs fois... Le pluriel des noms propres
s'applique aux membres d'une meme famille ou a des personnes ayant
en commun certaines qualités». V. también K. BRUGIlANN, Ob. cit., l. cit.
276
Teoría del lenguaje y lingüística general
mo nombres comunes, de clase o de tipo (<<los Sánchez-: individuos llamados «Sánchez'l), obras de Sánchez, hombres como
Sánchez; modos de ser de Sánchez: el Sánchez de ahora no es
el Sánchez de antes). Pero en ningún caso los nombres propios
como tales pueden indeterminar se : al recibir UD indeterminador, se vuelven automáticamente nombres genéricos y, lo que es
más importante, se vuelven otras palabras 44.
3. 6. Con respecto a los nombres como M~5oC;-M~50l, ntpollC;ntpcaL, a los nombres de pueblos en general, se plantea UD problema en gran parte análogo. ¿Son M~50l y ntpoal, los plurales
de M~5oC; y ntpor¡C; (un medo + un medo + un medo ... ), o son
nombres que se aplican individualmente a los pueblos medo y
persa en su totalidad? Desde el punto de vista histórico, parece
que no puedé haber ninguna duda: los Gruppennamen en plural
(nombres de pueblos y estirpes), son más antiguos en griego que
los singulares correspondientes 45. Los singulares como M~50C;
y ntpollC; se han desarrollado de los plurales primarios, y no viceversa. Así p1:les, los nombres 1'''\~50l y ntpoal, como nombres
propios de. pueblos, no son los plurales de M~5oC; Y ntpor¡C;. ~s­
tos, por otra parte, no son nombres propios, sino comunes (designan 'un individuo perteneciente al pueblo que en su totalidad
se llama .. .'), y como comunes pueden, a su vez, desarrollar un
plural (tre.s, cuatro, cinco medos), formalmente idéntico al primario, pero que, sin embargo, no es lo mismo 46: ya no se trata
de UD' plural de Allheit, «continuo» (según la terminología de
Hjelmslev), sino de UD plural de Vielheit, «discontinuo» o «dis-
Acerca de la dndetenninaci6n .. de los nombres propios, cf. F. BRUOb. cit., págs. 139-140; B. MIGLIORINI, Ob. cit., págs. 3-4, 87-88, 331 y
siguientes; W. M. URBAN, Ob. cit., pág. 124.
45 cr. E. ScH OWYZER., Griechische Grammatik, 11, Munich, 1950, página 45.
46 Acerca del singular que se desarrolla de UD plural y desarrolla a
su vez otro plural, cf. G. GUn.LAuMB, La lengue est-elle ou n'est-elle pas un
systeme?, Quebec, 1952, págs. 10 y sigs.
44
NOT,
El plural en los nombres propios
277
creto .. 47. La diferencia es semejante a la que existe entre .colección» y «clase»: el plural de Vielheit corresponde a una «colección .. ; el plural de Allheit, a una «clase .. 48. Un nombre genérico puede aplicarse tanto a la «colección .. como a la .clase ..
y a los miemoros de ambas, mientras que el nombre propio en
plural sólo se aplica a la «clase. considerada como unidad,
como individuo. De aquí q~e en muchas lenguas los nombres
de pueblos puedan sustituirse por singulares: cf. lato Poenus
('Poeni'), Gallus; esp. el turco, el español; ital. il Turco 49. En
danés hasta existen, en este caso, dos formas distintas de singular: una que sustituye los plurales compactos y otra para
designar un individuo perteneciente a un pueblo: Tysken, Svensken y Tyskeren, Svens~eren 50.
Se puede concluir, pues, que los gentilicios y apellidos y los
nombres de pueblos no se distinguen esencialmente de otros
nombres individuales de conjuntos de objetos (como las Azores, los Pirineos): se aplican globalmente al conjunto, y no
también a los miembros. Ellos parecen distinguirse sólo porque
integran también los nombres individuales de los miembros de
un conjunto (en el caso de los gentilicios y apellidos), o porque éstos pueden ser nombrados por un nombre común mate-
47 Cf. H. S'l1!N, Le nombre grammatical, TCLC, IV, Copenhague, 1949,
páginas 47-59, y W. BELARDI, La questione del numero nomlnale, RicL, 1,
2, 1950, págs. 204-233. La distinción entre los dos plurales puede ilustrarse,
quizá, mediante una confrontación con los llamados «nombres de masa.,
que, al revés, presentan dos singulares (d. hierro y un hierro-hierros,
vidrio y un vidrio-vldrios).
4B Acerca de la diferencia entre «colección" y «cIase,., d., por ej., A.
PAP, Elements 01 Analytic Philosophy, Nueva York, 1949, págs. 70-71. (Un
miembro de una .colección,. puede ser miembro de una colección más
amplia, mientras que un miembro de una «cIase.. no puede serlo de una
clase más amplia: es la cIase que se welve a su vez «miembro,.).
49 Así también en alemán; cf. las observaciones de G. FREGE, tJber
Begrttf und Gegenstand, trad. ital., Oggetto e concetto, en Aritmetica e
logica, Tunn, 1948, págs. 191-209 (pág. 196).
50 Cf. H. STBN, Art. cit., pág. 51.
·278
Teoría del lenguaje y lingüística general
rialmente idéntico al nombre propio en plural (en el caso de
los nombres de pueblos).
4. 1. las objeciones contra la oposición uno-muchos se han
expuesto hasta aquí en la misma forma en la que ellas se presentan. Pero, en realidad, ellas pertenecen a distintos tipos,
que a veces se confunden: a) algunas están dirigidas contra la
unicidad del objeto designado (<<Juan» es nombre de muchos);
b) otras, contra la unidad del objeto ('las Canarias' son muchas); c) y otras contra la unidimensionalidad de la designación (algunos nombres propios se aplicarían tanto a ciertos
conjuntos como a los miembros de éstos). Las objeciones del
primer tipo -'-que pueden hacerse también para ejemplos incluidos en b) Y c): cf. los Alpes de varias regiones; los Iberos
del Cáucaso y los Iberos de Hispania- se confundan indicando
que el nombre propio puede ser multivoco, pero es siempre
monovalente. Las del segundo tipo -que pueden hacerse también para los ejemplos incluidos en c): 'los Sánchez' son muchos, como 'las Canarias'- se confutan indicando que el nombre propio es siempre individual: puede aplicarse a un objeto
o a un conjunto de objetos reales, pero siempre individualmente
(al objeto o al conjunto como individuos). Y las del tercer tipo
se confutan observando que el nombre propio es siempre unidimensional: se aplica o a un objeto o a un conjunto, pero
no tanto a un conjunto como a los objetos que lo componen.
El apelativo, en cambio, es nombre plurivalente, genérico y
bidimensional.
4. 2. Por otra parte, el nombre propio puede «desarrollar»
un apelativo formalmente idéntico: si es nombre de un objeto,
para designar la «clase» de objetos que se llaman individualmente con «el mismo» nombre (<<las Marias»), y si es nombre
de un conjunto, para designar individualmente a cada miembro del mismo (un turco). Por consiguiente, la categoría del
El plural en los nombres propios
279
nombre propio no comprende tales y tales palabras «meras» o
semantemas, sino exclusivamente palabras significantes, de
aplicación concreta (puesto que las palabras meras correspondientes pueden también ser nombres comunes'). El rasgo formal
que distingue la categoría como categoría verbal de la gramática (las categorías de la gramática son necesariamente formales) es un rasgo negativo: el nombre propio no puede recibir
indeterminadores sin dejar de ser nombre propio, es decir, sin
volverse otra palabra SI. Pero, naturalmente, este rasgo no define la categoría. sino que sólo la describe y la caracteriza:
permite reconocerla objetivamente y mostrarla. En efecto, una
palabra no es nombre propio porque no puede indeterminarse,
sino que no puede indeterminarse porque es nombre propio:
el «significado categorial», como todo otro tipo de significado,
no se conoce «desde afuera», porque se comprueba, sino «desde
adentro», porque se piensa. Así, pues, se puede decir que el
nombre propio se caracteriza formalmente por el «morfema
negativo» de indeterminación, lo cual significa que es siempre
nombre de un «singular» (este A) y nunca de un «particular»
(un A) 52.
SI L.BwoMFIEU>, Ob. cit., 1. cit., Y B. BLOCH y G. TRAGER, Outline of
Linguistic Analysis, Baltimore, 1942, pág. 78, señalan que el nombre propio
no recibe nonnalmente detenninadores; pero algunos nombres propios
pueden recibir ciertos tipos de determinadores; además, el 4normalmente. implica considerar las palabras como meras palabras, 10 cual impide
deslindar efectivamente la categoría (pues «un Sócrates», apelativo, es tan
.. normal- como Sócrates, nombre propio). L. HJELMSLEV, Principes de
Grammaire générale, Copenhague, 1928, pág. 335, considera que los nombres propios pertenecen a menudo a la categoría de los pronombres, por
ser inmóviles con respecto a la categoría de los artículos (morfemas de
concreción); pero esto ocurre por razones exactamente opuestas en los
pronombres, porque son siempre abstractos; en los nombres propios,
porque son siempre concretos.
52 Acerca de esta distinción (ceine Rose ist kelb,. - • diese Rose ist
gelb,,), cf. E. HUSSERL, Erfahrung und Urteil, ed. L. Landgrebe, Hamburgo, 1948, págs. 446447.
280
Teoria del lenguaje y lingüística general
4. 3. Finalmente, hay que admitir, de acuerdo con Gardiner,que el nombre propio puede, en efecto, aplicarse a una
«pluralidad de objetos». Pero, en desacuerdo con el mismo
estudioso, hay que subrayar que esa «pluralidad» es tal desde
el punto de vista de los objetos, y no desde el punto de vista
de la designación: en cuanto nombrada por un nombre propio,
la «pluralidad,. se vuelve un «individuo», es decir, un objeto
único e indivisible, al cual se aplica perfectamente la antigua
y aún inatacable definición escolástica de la unidad: unum est
quod est indivisum in se et divisum ab omni aUo. Sólo que esta
unidad, así como la unicidad del objeto designado por el nombre propio, no se hallan en el plano de los objetos naturales: se
trata de una unidad y unicidad «histórica,. 53. Esto significa
también que el nombre propio no nombra en el mismo plano
de los nombres comunes, que «clasifican» la realidad, sino que
representa, con respecto a éstos, un segundo nombrar individualizante y unificante; un nombrar que no está antes, sino
después del nombrar mediante «universales» 54. En efecto, el
objeto designado por un nombre propio es necesariamente un
objeto ya clasificado mediante un nombre común (las Azores
son islas, el Tiber es un río, España es un país). En este sentido justamente, se confirman las conocidas palabras de James
Harris: «Words are the Symbols of Ideas both general and
particular; yet of the general primarily, essentially, and immediately; of the particular, only secondarily, accidentally, and
mediately" 55.
53 Cf., a este propósito, las agudas observaciones de R. HIlNIGSWAlD,
Philosophie und Sprache, Basilea, 1937, págs. 96 y sigs.
54 Véase lo expresado en este sentido por I...imINIZ, Ob. cit., 111, 1, 3;
H l.cnzE, Logik 2 , Leipzig, 1880, pág. 44; y, más recientemente, por A. PAGUARO, Corso di Glottologia, Roma, 1950, 1, págs. 32-33; II linguaggio come
conoscenza, págs. 74-75; II segno viven te, Nápoles, 1952, págs. 254-255 y 309.
ss Hermes or a Philosophical Inquiry Concerning Universal Grammar,
1751, pág. 348 . .Acerca de Harris, cf. P. A. VERBURG, Taál en functionaliteit,
Wageningen, 1952, págs. 339 y sigs.
281
El plural en los nombres propios
5. En conclusión, la oposición úno-muchos es, sin duda,
demasiado simple e insuficiente, sobre todo porque no pennite
distinguir la unicidad de la unidad y de la unidimensionalidad
(4.1.). Sin embargo, ello no es ni «popular» ni «arbitraria», si
se entiende que: a) la unidad y unicidad de lo designado por el
nombre propio no son la unidad y unicidad de los objetos
naturales; b) los nombres propios son palabras, y no meras
palabras; c) con respecto al apelativo, el nombre propio es
un nombre de otro orden.
(RBF, J, 155, págs. 1-15.)
DETERMINACIóN y ENTORNO
OOS PROBLEMAS DE UNA LING01STICA DEL HABLAR
1. 1. 1. De vez en cuando, aunque no con mucha frecuencia, s~ vuelve a advertir la estrechez de los límites que se imponen a la lingüística cuando se la entiende saussureanamente
como ciencia de la «lengua». Así, hace ya algunos años, un lingüista checo, V. Skali~ka, señalaba -y no era el primero en
hacerlo- la necesidad de una lingüística de la parole 1. Pero,
de una manera algo contradictoria, observaba que cierta lingüística de la parote ya existía (se refería, precisamente, a los
estudios estilísticos realizados por la escuela idealista), y, por
otra parte, no lograba indicar con claridad cuáles deberían de
ser los problemas de esa lingüística. La verdad es que resulta
difícil constituir la ciencia de aquello que queda cuando del
hablar se aisla la clengua», pues lo que queda son hechos particulares y heterogéneos. Y más difícil aún es fundar la lingüística de' la parote si se acepta la distinción de F. de Saussure 2
1 The nud for a linguistics of la parole, en Recueil linguistique de
Bratislava, 1, Bratislava, 1948, págs. 21-38.
2 Me refiero, claro está, al valor y al sentido que F. de Saussure entendió dar a su distinción, La distinción misma entre lengua y habla (Sprache-Rede) es anterior a Saussure. Se encuentra en G. von der Gabelentz,
F. N. Finck y A. Marty. Y en el mismo H. Paul se presentan las distinciones, en parte análogas, entre Gemeinsprache y Sprache (que corres·
ponde más bien a -lenguaje,,) y entre lo «usual. y lo -ocasional".
Determinación y entorno
283
como una distinción «real». La lengua, en realidad, integra el
habla; y la distinción entre langue y parole, además de admitir
varias interpretaciones, no es «rea!», sino «fonnal» y metodológica 3.
Más recientemente, el lingüista italiano A. 'Pagliaro, interpretando de una manera proficua -aunque, seguramente, no «ortodoxa»- la distinción de F. de Saussure, repropone una lingüística de la parole 4, entendida, ésta, como «el momento subjetivo de la lengua, la actitud particular que la funcionalidad
del sistema asume en el acto en que ella se realiza como discurso» 5. Luego, en cuatro estudios, admirables como todos los
suyos, el mismo Pagliaro muestra cómo un hecho de «habla»
se vuelve «lengua», insertándose en la tradición, y cómo, viceversa, las posibilidades de la «lengua» fueron utilizadas por tres
grandes poetas para lograr determinados valores expresivos.
Pero es sintomático que ambos estudiosos, mientras que,
por un lado, destacan la exigencia de una lingüística de la
paro le, por el otro consideran que ella no sería íntegra y propiamente «lingüística». Skalicka indica ciertos hechos (el hablar,
el responder, etc.) como no pertenecientes a la «lengua», y afirma que su estudio, más bien que a la lingüística, corresponderla a la teoría del lenguaje 6, Y Pagliaro observa que «allingiiista
el momento subjetivo no interesa en relación con el contenido
de conciencia que se desea exteriorizar, sino en relación con
la lengua, el dato histórico, que es el objeto de su estudio» 7,
1. 1. 2. La exigencias destacada por los dos autores, con la
limitación que ambos le señalan, pennite algunas puntualizaciones. En primer lugar, es un hecho que la distinción saussureana
Cf. a este propósito, Sistema, norma y habla, en partic. 111 y VI, 4.2.
Glottologia, Roma, 1955, Parte speciale. Linguistica della «parala».
Se trata de un curso universitario dictado en el año académico 1954-55.
5 !bid., pág. 5.
6 Art. cit., pág. 23.
7 Ob. cit., págs. 4-5.
3
4
284
Teoría del lenguaje y lingüística general
no ha tenido sólo los efectos perseguidos por el mismo Saussure. ~ste realizó su distinción para indicar como único objeto
de la lingüística la langue «en sí y por 51-, y en este sentido
se ha orientado toda la lingüística saussureana estructuralista.
Pero, por otra parte, la misma distinción ha tenido también el
efecto contrario: el de subrayar la importancia de los problemas de la parole y de justificar, aunque negativamente, una lingüística que los estudie 8. En segundo lugar, es evidente que,
a pesar de la negatividad de las tesis saussureanas concernientes a la parole, no se duda de su fundamental exactitud: en
efecto, se admite sin reservas que una lingü1stica del habla debería hallar su justificación por y dentro del esquema saussureano. Y, en tercer lugar, parece que se acepta como cosa sentada que el objeto propio y auténtico de la lingüística sería la
«lengua-: la parole sólo podría considerarse en relación con
ella, como 'realización del sistema'. Ahora, esta última convicción tienea;Pe~~saussü~é~~-y, sin duda, ha sido fortalecida por Saussure. Sin embargo, tiene rafees más antiguas y
no es necesariamente indicio de saussureanismo: en realidad,
en ese centrar el interés de la lingüí'stica en la clengua-, Saussure no se oponía a la lingüística tradicional, sino que, al contrario, estaba de acuerdo con ella 9. Tal circunstancia explica,
en parte, por qué la oposición a las tesis saussureanas es tan
débil a este respecto. La lingüística de la «lengua- (y de las
8 Es sabido que la escuela que se considera como más fiel a los principios saussureanos, la de Ginebra (Bally, Séchehaye, Frei), se ha abocado,
precisamente, al estudio de esos problemas, tratando de «completar_ (y,
en algún caso, de corregir) los esquemas de S¡¡ussure.
9 No .es cierto --(;omo cree V. SKALI~KA, Art. cit., pág. 22- que la lingüística pre-saussereana haya sido «lingüística de la parole., ni que Humboldt haya auspiciado una tal lingüística. Al contrarió: Humboldt insiStió, justamente, en la sistematicidad del hablar; y la lingüística histórica,
aun la más «atomista_, ha sido siempre y es necesariamente (d. 1.1.5.)
lingüística de la «lengua.: ella puede estudiar «palabras-, pero siempre
como «hechos de lengua•.
Determinación y entorno
285
lenguas), aunque variamente entendida, ha sido y es el cuerpo
central de la lingüística. Por ello -mientras que la historicidad
de la lengua se impone al mismo estructuralismo y vemos surgir un «estructuralismo diacrónico», a pesar de las equivalencias de Saussure': lengua-sincronía/habla-diacronía-, en lo que
atafte a la ignorada lingüística de la parole, la reacción se manifiesta sólo esporádicamente, y no hay acuerdo acerca del cuál
debería de ser esa lingüística.
1. 1. 3. De todos modos, parece indudable que hay que
reconocer la necesidad de cierta lingüística de la parole. Sólo
que conviene sustituir el término parole, que puede resultar ambiguo, por el de hablar (actividad lingüística). Pero, admitida
dicha necesidad, hay que ver si deben admitirse también sus
limitaciones. Cabe preguntarse si una lingüística del hablar
debe realmente justificarse desde el punto de vista de la lengua y dentro del esquema saussureano. Obsérvese que la lingüística del hablar se considera como otra lingüística y se seftala
como «necesaria» (aún no constituida) sólo porque se acepta la
distinción saussureana y porque, implícitamente, se admite que
la lingüística es ciencia de la «lengua». Pero, desde otro punto
de vista, cabría más bien preguntarse si hay una lingüística
que no sea lingüística del hablar. La «lengua» misma, ¿qué
otra cosa es si no un aspecto del hablar?
~
1. 1. 4. A nuestro entender, la ampliación o la reforma de
una disciplina no debe justificarse negativamente, por la insuficiencia de los esquemas que se han impuesto a su objeto, sino
positivamente, por la realidad del objeto mismo. Ahora, el objeto de la lingüística (<<ciencia del lenguaje») sólo puede ser
el lenguaje, en todos sus aspectos. Y el lenguaje se da concretamente como actividad, o sea, como hablar (la afirmación de
Humboldt de que el lenguaje no es lpyov, sino tvlpyElO no es
una paradoja o una metáfora, sino una simple comprobación).
Más aún: sólo porque se da como actividad, puede estudiarse
286
Teorfa del lenguaje y lingülstica general
también como «producto. 10. En efecto, para recordar una distinción aristotélica, una actividad puede considerarse: a) como
tal, Km" tVtpYSLav; b) como actividad en potencia, Kcrt'a Mvat.uv;
y c) como actividad realizada en sus productos, Ka,." lpyov.
No se trata, evideniemente, de tres realidades distintas, ~ino
de tres aspectos, mejor dicho, de tres modos de considerar la
mis~a re~idad. Por otra parte, el habl~-~s-Una--ácttVicfád universal que se realiza por individuos particulares, en cuanto
miembros de comunidades históricas. Por lo tanto, puede considerarse en sentido universal, en sentido particular y en sentido histórico. . l
A le ,<,,'!.l' (1)
El hablar KCX,.& bóVat.u v es el saber hablar, en el cual pueden
distinguirse un escalón universal, otro particular y otro histórico: este último es, precisamente, la «lengua» como acervo
idiomático, o sea, como saber h~lar según la tradición de una
comunidad. El hablar Ka,. f(')i~tpyilav es, en lo universal, el hablar simplemente: la actividad lingüística concreta, considerada en general; en lo particular, es el discurso (el acto o la serie de actos) de tal individuo en tal oportunidad; y en lo histórico es la lengua concreta, o sea, un modo de hablar peculiar
de una comunidad, que se comprueba en la actividad lingüística como a~J?ecto esencial de la misma. En cuanto al hablar
\(~~"l'lpyov~(~ó puede haber un punto de vista propiamente universal, pues se trata siempre de «productos» particulares: a lo
sumo, puede hablarse de la «totalidad de los textos •. En lo
particular, el hablar como «producto» es, justamente, el texto;
y en lo histórico se identifica nuevamente con la «lengua.,
pues el «producto histórico», en la medida en que se conserva
(o sea, en la medida en que se acepta como modelo para actos
10 Aquello que se da efectiva y primariamente como «producto_ no
puede estudiarse como tal (si se desconoce la actividad), sino sólo como
«cosa-,
Determinación y entorno
287
ulteriores y se inserta en la tradición), se vuelve hablar Kcrró:
liúvollLv, es decir, saber lingüístico 11.
1. 1. 5. Esto significa que toda la lingüística ha sido siempre, y es,
lingüística del hablar y que, en realidad, no hay otra lingilistica. También
la dingiistica de las lengu~» (lingüística histórica) es una lingüística del
hablar, pues, las lenguas se hablan o se han hablado 12. La «lengua» es con·
cretamente un modo histórico de hablar. Para todo hablante, eUa es un
«hablar en potencia.: un saber hablar según una tradición. Y para el lingüista es un sistema deducido del hablar, como ya lo sabían W. van
Humboldt y H. Paul, y como lo han señalado V. Pisani 13 y varios estructuralistas norteamericanos, sin pasar por las horcas cáudinas de la socio10llfa durkheimiana y de la distinción langue-parole. Hasta lo que se llama
«sistema de la lengua» no es otra cosa que la sistematicidad misma de
todo hablar históricamente determinado.
1. 2. 1. ¿En qué sentido, entonces, puede ser necesaria una
nueva lingüística del hablar? Pues en dos sentidos, ambos esenciales.
En primer término parece necesario un cambio radical de
punto de vista no hay que explicar el hablar desde el punto de
vista de la lengua, sino viceversa. Ello porque el lenguaje es
concretamente hablar, actividad, y porque el hablar es más amplio que la lengua: mientras que la lengua se halla toda conte4,
ni da en el hablar, el hablar no se halla todo contenido en la
lengua. En nuestra opinión, hay que invertir el conocido postu11 Quedan fuera del lenguaje propiamente dicho -y, por consiguiente,
fuera de la lingüística- tanto el «poder hablar» condicionado fisiológica
y psíquicamente (la «facultad de hablar») y el -impulso expresivo», como
el texto en cuanto realización de valores (prácticos, lógicos o fantásticos).
La lingüística se ocupa sólo del lenguaje «como tal», es decir, de lo que
AristÓteles definió como dogos semántico».
12 Asimismo, carece de fundamento la tlistinción radical que se ha
querido establecer entre lingüística diacrónica y descriptiva: se trata de
dos aspectos de la misma lingüística histórica. También la lingüística descriptiva es «histórica», pues la lengua es por su naturaleza un «objeto
histórico» (lo cual no quiere decir que sea una «cosa»).
13 ef. La lingua e la sua storia, en Linguistica generale e indeuropea,
Milán, 1947, págs. 9-19.
288
Teoria del lenguaje y lingüística general
lado de F. de Saussure 14: en lugar de colocarse en el terreno
de la lengua, 'hay que colocarse desde el primer momento en el
terreno del hablar y tomarlo como norma de todas las otras
manifestaciones del lenguaje' (inclusive de la «lengua»). Y, en
lugar de considerar, con Pagliaro, la parole como «el momento
subjetivo de la lengJJa» (cf. 1.1.1.), convendría más bien considerar la lengua como «el momento históricamente objetivo del
hablar •. Desde nuestro punto de vista, el estudio de la lengua
es estudio de un aspecto del hablar, que no es abstracto ni
exterior al hablar mismo y que, naturalmente, es fundamental, pues el hablar es siempre histórico: es siempre «hablar
una lengua •.
1. 2. 2. En este primer sentido, una lingüística del hablar se justifica,
por lo tanto, como lingüística teórica que considere los problemas del
lenguaje desde el plano de la actividad lingüística concreta; La historicidad del hablar no debe hacemos olvidar su universalidad. Precisamente,
hay que distinguir siempre entre los problemas históricos de las lenguas
(que pueden. ser cgenerales») y los problemas universales del hablar. En
muchos casos, el adoptar en el nivel universal el punto de vista de la
_lengua» Ueva a absurdos increíbles o a callejones sin salida, e implica
renunciar de antemano a resolver los problemas que se plantean. Asi,
las funciones lingüísticas no pueden definirse con respecto a las lenguas,
sino sólo con respecto al hablar. Las categorías verbales, por ej., no tienen _definición» paradigmática ni sintagmática y no son clases léxicas de
las lenguas, sino modos significativos del hablar -y por ello «universales» (aunque no históricamente «generales»}-, a los que, en lenguas d&terminadas, corresponden determinados modos formales de expresión (que
pueden ser tanto paradigmáticos como sintagmáticos). No es posible d&finir una categoría «en una lengua», sino sólo comprobar si ella existe
o no existe en la lengua considerada, y, si existe, indicar cuál es el esquema formal que le corresponde: no es posible, por ej., establecer qué
es el verbo o el adjetivo cen latín» o cen alemán» 15. Y ciertos problemas
que resultan insolubles. son tales precisamente porque se plantean en el
14 ef. Cours de linguistique générale, trad. esp. Curso de lingüística
general, Buenos Aires, 1945, pág. 51.
15 Las llamadas cdefiniciones formales» son descripciones de esquemas
idiomáticos, y no definiciones de categorías.
Determinación y entorno
289
plano de la «lengua», donde no tienen solución. Así, por ej., el problema
del «cambio lingüístico» y de sus «causas». Es que no hay tal problema:
en realidad, se trata del problema de la continua constitución y transmisión de la lengua mediante el hablar, de cómo la creación -variamente
determinada- se vuelve tradición. Y éste no es un problema causal: es
un problema de para qué y cómo, no de por qué. Existen condiciones
dentro de las que actúa la libertad lingüística y raz.ones de orden final
de la misma libertad, pero ellas no son «causas» y no actúan sobre la
clengua» 16.
1. 2. 3. En segundo térn'lino -si se acepta la necesaria tripartición de los puntos de vista con respecto a la actividad
lingüística (cf. 1.1.4.~, hay lugar para una lingüística del hablar en sentido estricto. En efecto, existe, y está sólidamente
constituida, la lingüística de las lenguas, es decir, del hablar
en el nivel histórico. Existe, asimismo, una lingüística del texto,
o sea, del hablar en el nivel particular (que es también estudio
del «discurso» y del respectivo «saber»). La llamada «estilística
del habla» es, justamente, una lingüística del texto. En cambio,
no existe como disciplina constituida la lingüística del hablar
Km' lVÉpyELOV en el nivel universal (que, implícitamente, sería,
al mismo tiempo, estudio de la respectiva Oúvol.uC;)' Existen, sin
duda, las premisas para constituir esa lingüística, bajo forma
de sugerencias y observaciones más o menos elaboradas, esparcidas en obras de carácter general 17. Pero tales premisas, ade16 Me ocupo ampliamente de este problema en mi trabajo Sincronía,
diacronía e historia, Montevideo, 1958, que pronto saldrá, en segunda edición, en la Biblioteca Románica Hispánica.
17 Así, por ej., en: A. GARDlNER, The Theory 01 Speech and Language 2 ,
Oxford, 1951; CH. BALLY, Linguistique générale et linguistique fran{:aise 3,
Berna, 1950; L. BLOOMFlELD, Language, Nueva York, 1933; K. BtJHLBR,
Sprachtheorie, trad. esp. Teoría del lenguaje, Madrid, 1950. Entre estos
estudioso, Ch. Bally es, quizá, el que mejor ha advertido la naturaleza
de los problemas del hablar, aun cuando sus planteamientos y sus soluciones merezcan serias reservas. L. Bloornfield adopta el punto de vista
del hablar en el terreno propiamente gramatical y logra con ello importantes resultados; véase, por ej., su capítulo sobre la «substitución».
T.
LBNGUAJE.-19
290
Teoría del lenguaje y lingüística general
más de carecer de sistematización, quedan en gran parte inoperantes en el plano descriptivo, por considerarse como pertenecientes a la lingüística teórica. En cambio, en nuestra opinión,
la lingüística del hablar en sentido estricto sería una lingüística descriptiva, una verdadera gramática del hablar. Y, precisamente, una gramatica indispensable tanto para la interpretación sincrónica y diacrónica de la «lengua» corno para el
análisis de los textos: En efecto, desde el punto de vista sincrónico, la lengua no ofrece sólo los instrumentos del decir
y sus esquemas, sino también instrumentos para la transformación del saber en actividad; y, desde el punto de vista diacrónico, todoio que ocurre en la lengua sólo ocurre por el hablar.
Por otra parte, el análisis de los textos no puede hacerse con
exactitud sin el conocimiento de la técnica de la actividad
lingüística, pues la superación de la lengua que se da en todo
discurso sólo puede explicarse por las posibilidades universales
del hablar.
1. 2. 4. El objeto propio de la «gramática del hablar» sería,
pues, la técnica general de la actividad lingüística. Su tarea debería ser la de reconocer y describir las funciones específicas
del hablar Ka .. ' tVÉpyélav y de indicar sus posibles instrumentos, que tanto pueden ser verbales corno extraverbales. En efecto, corno ya se ha dicho, el hablar es más amplio que la lengua:
utiliza sus propias circunstancias (mientras que la lengua es
a-circunstancial) y también actividades complementarias noverbales, corno la mímica, los gestos, los ademanes, y aun el silencio, o sea, la suspensión intencional de la actividad verbal 18.
(Ob. cit., págs. 247-263). Además, de muchos problemas que pertenecerian
propiamente a la lingüística del hablar se ha percatado la misma grao
mática de las lenguas.
18 Cf. H. C. J. DUIJKER, Extralinguale elementen in de spraak, Ams·
terdam, 1946, donde se estudia sobre todo la interdependencia entre en·
tonación y mímica. Naturalmente, la lingüística no tiene por qué dedi·
carse al estudio descriptivo de las actividades expresivas no-verbales,
estudio que puede dejar a la llamada «ciencia de la expresión". Pero no
Determinación y entorno
291
Además, en la misma expresión verbal, todo aquello que no es
permanentemente funcional (distintivo) en la «lengua» puede
volverse funcional ocasionalmente; y, dentro de los límites mismos de la funcionalidad permanente, caben amplias posibilidades de selección para realizar funciones ocasionales, según
una técnica que va más allá de la «lengua», de lo idiomático 19.
1. 2. 5. A esa técnica general del hablar pertenecen, precisamente, la determinación, como conjunto de operaciones, y
los entornos, como instrumentos circunstanciales de la actividad lingüística. El problema de la determinación se estudiará
aquí sólo en lo concerniente a la determinación nominal. En
cuanto a los «entornos» 20, nos limitaremos a ampliar su regisI
tro, deslindando una serie de entornos que normalmente no se
reconocen o se confunden con otros, y a sentar esquemáticamente las posibles directrices para el estudio sistemático de
sus funciones.
2. 1. 1. Corresponden al ámbito de la «determinación» todas aquellas operaciones que, en. el lenguaje como actividad,
se cumplen para decir algo acerca de algo con los signos de ·la
lengua, o sea, para «actualizar» y dirigir hacia la realidad concreta un signo «virtual» (perteneciente a la «lengua»), o para
delimitar, precisar y orientar la referencia de un signo (virtual
o actual). Pero, como se ha indicado, la determinación que aquí
nos interesa es exclusivamente la determinación nominal, a la
que, además, consideraremos sólo en el plano c:Iel llamado «lenguaje enunciativo», es decir, independientemente de todo propuede dejar de reconocer y señalar su función de modificadores de lo
hablado. Asi, las diferencias locucionales entre «lengua hablada» y .lengua escrita» se deben, en gran parte, a que ésta no dispone de las actividades expresivas complementarias.
19 Cf., en este mismo volumen, Forma y sustancia en los sonidos del
lenguaje, III, 3.3.
20 El término «entorno» se emplea aqUÍ con el sentido que le atribuye
J. Marias en su traducción de Bühler.
292
Teoría del lengt{Q.je y lingüística general
pósito «estilístico». Aun así, se trata de una técnica harto compleja. Charles Bally, quien se ha ocupado con cierta amplitud
del asunto 21, establece la distinción, sin duda importante, entre
«actualización» y «caracterización». Mas esta distinción resulta
insuficiente. En realidad, la detenninación nominal abarca por
lo menos cuatro tipos de operaciones, que pueden llamarse convencionalmente: actualizacicin, discriminación, delimitación e
identificación.
2. 1. 2. Los instrumentos verbales que desempeñan tales funciones
pueden llamarse determinado res nominales. Con la finalidad de hacer
que las distinciones necesarias (que se refieren a las funciones, y no a
los instrumentos) resulten intuitivamente claras, en lo que sigue se señalarán, en cada caso, ejemplos de determinadores, con particular referen·
cia al español. Esto, sin embargo, no implica que los determinadores tengan cada uno una función constante y una sola función. Es un error
corriente del formalismo lingüístico (que no coincide en todo con el funcionalismo) el de no distinguir siempre y con toda claridad entre forma
y función. En realidad, el mismo rasgo formal puede deseinpeñar varias
funciones, puede desempeñar más de una función a la vez y puede hasta
ser funcional en ciertos casos y no serlo en otros. Así, el articulo es un
rasgo oposicional y tiene función determinativa en fr. havre/le havre,
esp. palmas/las palmas,' pero es inherente y afuncional (desde el punto
de vista gramatical) en Le Havre, Las Palmas; y es oposicional mas no
desempeña función determinativa en Juana/la Juana. Viceversa, la misma
función puede ser desempeñada por varios instrumentos, y puede también realizarse sin el auxilio de instrumentos verbales. Así, en rumano el
articulo es actualizador, como en todos los idiomas románicos, pero la
mayoría de las preposiciones implican la actualizaci(m (cf. spre soare,
'hacia el sol'; pe scaun, '.sobre la silla'; pentru neam, 'para la nación');
y el latín no disponía de instrumentos simplemente actualizadores, aunque, naturalmente, no ignoraba la actualización. Hay que observar, además, -que, si una operación detenninativa resulta superflua o se realiza
21 Ob. Cit., págs. 77 y sigs. Muchas sugerencias y observaciones agudas
se pueden encontrar también en: W. E. CoUlSON, lndication. A. Study of
Demonstratives, Articles, and other _lndicaters7>, Balíimore, 1137. Cf., además, L. BLOOMFIELD, Language, págs. 203-204; K. ROGGER, Langue-Parole und
dit Aktualisierung, ZRPh, 70, págs. 341-375.
Determinación y entorno
293
tmplfcitamente (por otros determinadores o por el contexto), los instrumentos específicos de la operación implicada pueden emplearse para
otras funciones. Así, el artículo empleado con un cuantificado tiene functón individuadora (cf. los dos hombres) y, aplicado a un nombre de por
si actual e individual, puede desempeñar función estilística (cf. fr. Clémenceau, le Clémenceau). Finalmente, hay que aclarar que se indicarán como
ejemplos sobre todo elementos en los que la «instrumentalidad» (la !unción morfemática) es constante o, por lo menos, usual, aunque no se trate
sólo de simples «morfemasD, sino, a menudo, también de elementos semantemáticos (cf. los cuantificadores como una docena de, una serie de).
Pero varios otros elementos pueden desempeñar funciones detenninativas
ocasionalmente. Así, la expresión que vino ayer es especificadora y seleccionadora en el hombre que vino ayer dice que ... , pero no lo es en ]Wln,
que vino ayer, dice que... Por lo tanto, lo que se diga luego acerca de los
«detenninadores,. deberá entenderse como referido a esos rasgos fonnales
considerados como instrumentos de tales y cuales funciones, y no como
~imples elementos materiales.
2. 2. 1. La operación determinativa fundamental ~ idealmente primaria- es, sin duda, la actualización. Los nombres
que integran el saber lingüístico no son «actuales», sino «virtuales»; no significan «objetos» sino «conceptos». En cuanto
pertenecientes al lenguaje 1(a,.o: 5úvafllv un nombre nombra un
concepto (que es, precisamente, el significado virtual del nombre mismo) y sólo potencialmente designa a todos los objetos
que caen bajo ese concepto. Solamente en el hablar, un nombre
puede denotar objetos 22. Dicho de otro modo, un nombre considerado fuera de la actividad lingüística es siempre nombre
de una «esencia», de un «ser», o de una identidad, que puede
ser identidad perteneciente a varios objetos (reales, posibles o
22 Cuando un nombre se aplica intencionalmente para denotar un objeto que cae bajo otro concepto que el «nombrado,. por el nombre mismo,
decimos que nos hallamos frente a una metáfora. Naturalmente, una metáfora se reconoce como tal en la medida en que ambos valores (el «nombrado» y el «denotado») se perciben al mismo tiempo como diversos y
como asimilados. También el tema de la metáfora pertenece, pues, a la
lingUística del hablar. Por de pronto, resulta evidente que la metáfora
no es una «comparación abreviada,.; al contrario: la comparación es una
metáfora explicitada.
294
Teoría del lenguaje y lingüística general
eventuales), como en el caso de los nombres genéricos, o «identidad de un objeto consigo mismo» (identidad histórica), como
en el caso de los nombres propios; no se refiere a ipsidades 23,
ya que para ello es necesario un acto concreto de referencia.
Para transformar: el saber lingüístico en hablar -para decir
algo acerca de algo con los nombres- es, pues, necesario dirigir los signos respectivos hacia los objetos, transformando la
designación potencial en designación real (denotación J. Ahora
bien, «actualizar- un nombre es, precisamente, ese orientar un
signo conceptual hacia el ámbito de los objetos. O, más estrictamente, la actualización es la operación mediante la que el
significado nominal se transfiere de la «esencia» {identidad) a
la «existencia» (ipsidad), y por la cual el nombre de un «ser»
(por ej., hombre) se vuelve denotación de un «ente» (por ejemplo, el hombre), de un «existencial» al que la id¡;:ntidad significada se atribuye por el acto mismo de la denotación 24. Se trata,
pues, de la integración primaria entre un «conocer» actual y
un «saber» anterior, que se manifiesta en la denotación de lo
conocido con el nombre de lo sabido.
2. 2. 2. En muchas lenguas, tal opera,ción exige instrumentos verbales específicos, que son, precisamente, los «actualizadores» 25. El actualizador por excelencia es el artículo llamado
23 En una predicación del tipo «A es hombre (animal, poeta, nmo,
etcétera)., llamamos ipsidad el elemento A considerado independiente·
mente de aquello que de él se predica (y que se halla implícito en el
sujeto mismo), e identidad aquello que en cada caso se predica de A.
24 Debe entenderse que los «objetos. de los que se habla son los objetos en cuantos significados (.. intencionales» o «existenciales.), a los cua·
les no es necesario que correspondan objetos naturalmente «existentes».
La distinción entre objeto .intencional» y objeto empíricamente «real.
no es relevante desde ei punto de vista lingilistico.
25 Para excluir equívocos, cabe subrayar que, al decir que un actualidador .. actualiza un signo virtuala, se emplea un modo de hablar convencional e impropio, pues, en realidad, quien «actualiza» no es el «actualizador», sino la intención significativa del hablante: el actualizador sólo
manifiesta materialmente la actualización. Esta observación vale para todo
Determinación y entorno
295
«definido» o «determinado». En cambio, el llamado artículo
«genérico» o «indefinido» suele ser, al mismo tiempo, cuantificador y particularizador. Y, aun por lo que se refiere al artículo
«definido», los ejemplos más evidentes serían los del ingl. the
o del húngaro a, az, pues en español, como en varias otras lenguas, el artículo es también morfema de género y número (cf.
la crisis/las crisis J. Sólo en ciertos casos el artículo español
puede considerarse como simple actualizador; así, por ej., en
el alma, donde el género no está indicado y el número puede
resultar también de la oposición alma/almas. Pero, en general,
la actualización es sólo la función específica, y no la única función del artículo.
En las muchas lenguas en las que el artículo no existe, como
el latín y la mayoría de las lenguas eslavas, la pura actualización y, por consiguiente, la simple oposición entre esencia y
existencia no tienen ninguna manifestación explícita, y sólo se
dan implícitamente, por los entornos, o junto con otras funciones, como la «1ocalización» (cf. lat. liber/hic liber, servio-cr.
knjiga/ova knjiga). Y aun en las lenguas en las que el artículo
existe se dan nombres que no necesitan actualizadores, pues se
actualizan por el mero hecho de hablar o por la función que
desempeñan en la oración; así, por ej., los nombres propios.
Sin embargo, los nombres propios pueden tener artículo inherente, y hasta pueden recibirlo, aunque no como actualizador
(cf. 2.1.2.) 26.
lo que sigue acerca de los instrumentos verbales (que no cuantifican, seleccionan, etc, sino sólo manifiestan la cuantificación, la selección, etc.)
y, en general, para el lenguaje usado por la lingüística descriptiva. Así,
también, hay que señalar que la oposición entre esencia y existencia re·
presenta una distinción intelectual y no una separación real: la esencia
no se atribuye a los entes desde afuera, sino que se reconoce en ellos.
» Además, la presencia o ausencia del artÍCulo es indiferente por lo
que concierne al significado categorial. Por ello, contrariamente a la interpretación de K. VOSSLER, Frankreichs Kultur und Sprache, trad. esp.
Cultura y lengua de Francia, Buenos Aires, 1955, págs. 111·112, el hecho de
296
Teoría del leuguaje y lingüística general
2. 2. 3. Obsérvese que lo que se «actualiza,., c;:uando se habla de «objetos», no son los «conceptos», que, por definición, son significados viro
tuales: Por ello, l~ fónnula de Ch. Bally: cActualiser un concept, c'est
l'identifier a une représentation réelle du sujet parlant» 27 -a pesar de la
afinnada coincidencia con la interpretación, mucho más adecuada, de
1. Lohmann y W Brocker (quienes oponen, precisamente, el Sein al
Seinde 2L- resulta más bien infeliz. Se puede hablar de actualización de
un significado, de un signo, o de un nombre (puesto que el significado
abarca lo «conceptual» y lo «objetivo», y un nombre puede ser tanto
denominación de un concepto como denotación de un objeto), mas no
de «actualización» de un concepto. Un concepto, como tal, no puede
actualizarse ni .identificarse» con una representación, pues esto equi·
valdría a su transfonnación en un «objeto», es decir, en otra cosa de
lo que el concepto es. Nosotros hablamos también de «conceptos», pero
sólo considerándolos como objetos mentales, ya que el significado actualizado se refiere necesariamente a objetos; así, mesa es nombre de un
concepto, pero la expresión «el concepto de 'mesa'», en cuanto denota,
denota un objeto, y no un concepto. En otros ténninos, un concepto es
siempre «virtual». Por lo tanto, sólo puede relacionarse (y no identificarse) con un «actual». Y es, justamente, esa relación la que se revela
en la denotación.
Además, la distinción entre «virtual» y «actual» no coincide con la
distinción entre alengua» y «habla», como parece creer Bally. El mismo
Bally piensa que existen signos que son actuales en la «lengua» (lo cual,
sin embargo, no es cierto: sólo pueden serlo en un hablar interior; la
"lengua», salvo que se quiera es~ructurarla con trozos enteros de «decir.,
no dice nada acerca de nada); y al hablar pertenecen también significados
virtuales y los mismos actualizadores, así como varios otros elementos
que son «inmóviles» con respecto a la actualización. Así, en el mismo
hablar un nombre puede ser signo de un virtual, por ej., cuando desempeña función «delimitativa,. (cf. la casa de madera, donde madera es un
virtual, a pesar de que toda la expresión es actual) o función predicativa
(cf. «Sócrates es hombre.).
que ciertos nombres (Deus, Diables, Enemis, Enfer, Paradis, Finimunz,
Soleilz, Raison, Pabc, etc.) se emplearan en francés antiguo sin artículo no
implica que ellos se considerasen como «propios,., sino sólo que resulta·
ban «de por sí actuales .., como los nombres propios.
27 Ob. cit., pág. 77.
28 Ibid., pág. 83, nota.
l)eterminación y encarno
297
2. 2. 4. Tainpoco es ~ierto -como cree Bally 19_ que la
actualización coincida con la individualización, la localización
y la cuantificación. Se trata de operaciones distintas (cf. 2.3.) y
la mera actualización no implica ninguna de las otras tres. En
efecto. el ente denotado por un nombre actualizado puede
ser también UD ente en general, lo que los escolásticos llamaban
«ente de razón», o sea, precisamente, un ente no «discriminado»
de ningún modo; por ej., en enunciados como: «el hombre es
mortal». Frente a un enunciado como éste no cabe preguntar
«¿cuál hombre?» (individual), puesto que, evidentemente, no se
trata de ningún hombre en particular. En cambio, es cierto lo
contrario, es decir, que las operaciones discriminativas implican
la actualización (cf. 2.3.6.).
2. 3. 1. Precisamente porque la simple actualización no implica otra cosa que el sentido «<?bjetivo» (<<no-conceptua}.) de la
intención significativa -la transformación de la designación
virtual en designación actual-, la denotación necesita ulteriores
determinaciones, cada vez que no se hable de «entes en genera}.,
sino de algún grupo de entes particulares; grupo que puede
estar constituido también por todos los entes particulares correspondientes a u~ «ente en general» (los hombres, todos los
hombres) o por un solo ente en particular (un hombre, este
hombre). E;l conjunto de esas operaciones determinativas ulteriores a la actualización -que se realizan ya en el plano de la
significación «objetiva» y orientan la denotación hacia algún
grupo eventual o real de entes particulares, aunque siempre
dentro de las posibilidades referenciales de un nombre- constituye lo que aquí se propone llamar discriminación. Por la
discriminación, los entes denotados ~e presentan. como ejemplos de una «clase» o representantes de un «tipo- lO. o, también,
Ibid., pág. 78.
Acerca de la diferencia entre .eJase» y «tipo", ef. W. E.
Ob. cit., págs. 39-40.
29
lO
ColLlSON,
298
Teoría del lenguaje y lingüistica general
como porciones de un «objeto extenso» (en el caso de los nombres de masa).
2. 3. 2. También la discriminación puede ser implícita (así,
los nombres propios significan entes ya discriminados) 31, puede
realizarse por medio de Jos entornos (cf. el valor de una expresión concreta como: «¡Mira el avión!», eventualmente acompañada de un gesto), o puede necesitar determinados instrumentos verbales, a los que llamaremos discriminadores. Desde el
punto de vista de las operaciones que abarca, la discriminación
debe distinguirse en: cuantificación, selección y situación; por
consiguiente, los discriminadores pueden ser: cuantificadores,
seleccionadores y situadores.
2. 3. 3. La cuantificación es la operación mediante la cual
se establece simplemente el número o la numeralidad de los
objetos denotados. Puede ser definida o indefinida. Así, son
cuantificadores definidos: dos, tres ... , cien, mil, todos, cero, una
docena de, etc.; e indefinidos: pocos, muchos, demasiados, varios, tantos, ¿cuántos?, algunos (en expresiones como: «Quiero
comprar algunos libros»), unos, fr. des, etc. 32• Un tipo particular de cuantificación es la singularización (cuantificación como
uno). Además, al ámbito de la cuantificación pertenece, asimismo, la variación gramatical de número 33.
La simple cuantificación es una discriminación eventual e
interna: no implica la aplicación, sino sólo la aplicabilidad del
nombre a un grupo de particulares, y no opone este grupo a los
otros particulares de la misma «cIase». (o del mismo «tipo»);
31
ef. El plural en los nombres propios, 4.3.
Para simplificar en algo el asunto, nos referimos exclusivamente a
los cuo.ntificadores de clase (numeradores). Pero existen también cuantificadores de masa, que indican la medida o la mensurabilidad de las porciones de masa denotadas; así: poco, mucho, tanto, un tro1,O de, un pedazo de, etc. (cf. «poco aire», «mucha agua», «tanto oro», etc.).
33 Pero no el número como tal: .las formas como lat. castra, esp. bodas, Las Palmas, son plurales, mas no implican ninguna cuantificación
actual (realizada en el momento de hablar).
32
Determinación y entorno
299
es decir, que no implica ninguna cselección •. Esto es cierto aun
por lo que concierne a la singularización; así, un hombre, en
un enunciado matemático como: «un hombre, más un hombre,
más un hombre., no se presenta como aplicado, sino sólo como
aplicable a- «un hombre» en particular, y no opone de ningún
modo «un hombre» a otros hombres».
2. 3. 4. En cambio, la selección es una discriminación «real»
y externa. Además de implicar la cuantificación {aunque no la
cuantificación ntuiléricamente definida, salvo en el caso de la
individualizaci6n), ella implica 'la aplicación del nombre a un
grupo de particulares y, al mismo tiempo, señala una 'separación u oposición (afirmada o .negada) entre los objetos denotados y el resto de su «clase» o «tipo». También la selección
puede ser indefinida (particularización) o definida (individuación), y, por lo tanto, los correspondientes instrumentos verbales (seleccionadores) pueden ser, respectivamente, particularizadores o individuado res. Los particularizadores implican una
oposición del tipo uno( s) / otros; los individuadores, una oposición del tipo uno( s )/los otros 34. Así son simples particularizadores: un (en contextos no-matemáticos), algún, algunos (en
frases como: «algunos hombres son buenos.), ningún, cada,
todo (lat. omnis), cualquier, otro. Son, en cambio, individualizadores: ¿cuál?, ¿qué?, tal, el mismo, el otro, los demás, dicho,
34 A «un hombre~ puede corresponder- uno cualquiera de los varios
entes «hombre» (por ej., "Pedro», «Luis», «Juan», «Antonio", etc.); a
«tal hombre», sólo un ente determinado (o "Pedro», o «Luis», o «Juan .. , o
«Antonio .. , etc., mas no uno cualquiera de ellos). Cf. la distinción de E.
HUSSERL, Erfahrung und Urteil, ed. L. Landgrebe, Hamburgo, 1948, páginas 446447, entre lo «particular» y lo «singular.: «eine Rose ist gelb"..
«diese Rose ist gelb ... En nuestra terminología, los ejemplos de Husserl
son ambos «singulares», pero, mientras que ~I primero es un simple
«particularizado», el segundo es un "individuado» y «localizado ... La distinción, por otra parte, es análoga a aquella más antigua, entre idea particular (por ej., «algún filósofo,,) e idea individual (por ej., «Sócrates»);
cf. J. BALMES, Lógica, París, s. a., pág. 31. En efecto, los nombres propios
son nombres «individuales», es decir, nombres de entes «individuados».
300
Teoria del lenguaje y lingüistica general
el antedicho, el nombrado, lato alter, neuter; el primero, el segundo ... , el último; y en un ejemplo como busco un médico/
busco a un médico, en el que se da, justamente, una oposición
entre un simple «particular» y un «individuado», la misma
función se halla desempeñada por la preposición a 35. También
pueden ser individuadores los «especificadores distintivos» aplicados a actuales (cf. 2.4.3.), las oraciones relativas (cf. 2.1.2.),
el artículo aplicado a cuantificadores numéricamente definidos
(los dos ojos), los compl~mentos de especificación constituidos
por nombres propios (cf. «las orillas del Tíber», «la historia de
Roma»), etc. Péro en todos estos casos, como casi siempre en
la individuación, intervienen también los entornos; así, la capital de Francia es un individuado gracias al significado de la
palabra capital, mientras que en la ciudad de Francia el mismo
complemento (de Francia) no individúa, a pesar de funcionar
como «especificador distintivo». En general, en entornos establecidos, la presencia del artículo indeterminado suele indicar
un «particularizado», mientras que la presencia del artículo
determinado suele indicar un «individuado» 36. Sin embargo, en
un ejemplo como: busco a un médico/busco al médico la oposición que se establece no es de grado de determinación, sino
que se da entre un «individuo para el hablante solamente» y
35 No se trata aquí de «relación animada o inanimada del sujeto con
el objeto-, como en el ejemplo señalado por K. VOSSLER, Algunos caracteres de la cultura española3, Buenos Aires, 1946, pág. 64 (<<querer un criado ..¡«querer a un criado.), donde a la simple oposición indefinido/definido
se afiade una oposición' más compleja, debida al distinto significado que
el verbo querer adquiere en las dos construcciones.
36 Mas ello no significa que la individuación se efectúe mediante el
artículo. A este propósito, L. BLOOMFII!lJ), Language, págs. 203-204, habla,
acertadamente, de oposición entre «unidentified specimens. y «ldentified
specirnens_, pero incluye el artículo the entre los detenninados «definidos •. Tal inclusión es discutible, porque el artículo de por sí no individúa. En los casos en que esto parece ocurrir (por ej., «¿Han leído el
libro?_, «Estoy observando el mapa,,), la individuación está dada, en realidad, por los entornos verbales y extraverbales.
Determinación y entorno
301
un «individuado tanto para el hablante como para el oyente».
Además, pueden distinguirse varios maticeS intermedios; así,
los seleccionadores como cierto, determinado no indican propiamente un «individuado», sino, más bien, un .individuable»
(cf. cierto escritor, determinado día). Como un tipo especial de
Individuación puede considerarse la individualización (individuación de un singular).
2. 3. S. Fin8:lmente, la situación es la operación mediante la
que los objetos denotados se «sitúan», es decir, que se vinculan
con las «personas» implicadas en el discurso y se ubican con
respecto a la~ circunstancias espacio-temporales del discurso
mismo. Sus instrumentos verbales específicos son los situadores, que pueden ser posesivos (mi, tu, su, nuestro, vuestro, y
sus plurales) o déicticos (localizadotes: este, ese, aquel, y sus
plurales). En efecto, la «situación» puede señalar una particular
relación de dependencia o interdependencia entre los entes determinados y una cualquiera de las "personas» que automáticamente surgen en el discurso (por ser éste un 'hablar uno con
otro acerca de algo'), y, en tal caso, es situación posesiva; o puede señalar la región ocupada por los entes denotados, con respecto a las circunstancias del discurso, y, en tal caso, es situación localizadora o déictica (localización, deixis). En español,
donde, como en latín, existen tres grados déicticos, la localización puede distinguir entre la propincuidad con la primera
y con la segunda persona (este/ese), además de poder indicar
la no-propincuidad con respecto a esas mismas personas, señalando los objetos como ubicados en el lugar indeterminado
perteneciente a: la llamada «tercera persona» (aquel) 37. En
37 Ya varias veces ha sido observado que la llamada «3." persona. no
es propiamente tal; cf. E. 'BENVENISTB, Structure des relations des personnes dans le verbe, BSLP, XLIII, págs. 11-12; V. SKALIl:KA, Art. cit., página Z7; F. lÁZARo CARREI1!R, Diccionmio de términos ·filológicos, Madrid,
1953, pág. 264 (donde se acepta lo sostenido por Benveniste). Lo que con
ello se quiere decir es que la «3." persona .. s610 se indic;a como otra con
302
Teoría del lenguaje y lingüística general
cuanto a los posesivos, hay que observar que, en español, 1i0D
actualizadores implícitos los antepuestos (mi, tu, etc.) 38, mas
no lo son los pospuestos (mío, tuyo, etc.), que funcionan como
simples adjetivos. Y aun los posesivos' antepuestos, a pesar de
ser «individuadoresJ>, no presentan necesariamente a sus determinados como pertenecientes a una «clase»: bajo este aspecto,
los posesivos son sólo «generizadores» oposicionales, y DO constantes (como los déicticos) 39.
2. 3. 6. Con la localización, el proceso de determinación de
un virtual llega a su fase conclusiva, en la que el signo, ya
respecto a las participantes en la relación comunicativa. El yo y el tú tienen localización positivamente definida, mientras que la 3.' persona (él) se
sitúa sólo negativamente (con respecto a la relación yo-tú). Por consiguiente, también la deixis correspondiente al «lugar de la 3.' persona» señala
sólo una localización negativa. De aquí que, para esta deixis, pueda hacerse
a veces (yen ciertos idiomas se hace siempre y necesariamente) la distinción entre localización indeterminada y localización determinada o
inmediatamente determinable (<<objeto que se halla a la vista de los
hablantes»); d. ital. quello/ quello lí, que/lo la. Por el mismo carácter
relativamente indeterminado de la 3.' persona, la situación posesiva que
le corresponde puede necesitar ulteriores precisiones, normales o eventuales; cf, lato eius/suus, esp. suyo/suyo propio, propio. Por otra parte, la
localización positiva de él o aquél puede darse por los entornos, o por el
gesto (que indica la dirección en la que el objeto puede hallarse). A este
propósito, hay que observar que los lQcalizadores no son direccionales;
sólo señalan «región» y «distancia»: la dirección debe darla el gesto. La
indicación por el gesto y la deixis verbal -lejos de tener función idéntica,
como a veces se ha sostenido (cf. por ej., K. BÜHLER, Ob. cit., pág. 94)tienen funciones distintas y complementarias.
38 Lo mismo ocurre en francés, inglés, alemán, etc. En italiano, en cam·
bio, salvo casos particulares (mio padre, mio figlio, etc.), los posesivos
no implican la actualización y pertenecen más bien al tipo de los «especificadores distintivos» (cf. 2.4.3.). Compárese la diferencia que existe en
español entre mi amigo y amigo mío. Como los posesivos en español se
comportan en rumano los déicticos: cf. acest om, pero omul acesta.
39 Una expresión como «Así es mi España» no implica que el objeto
-España» se piense como ejemplo de una clase. Cf., en cambio, el valor
genérico que -la misma fonna adquiere en una oposición como: .. Mi España no es tu España». Esta oposición, por otra .parte, puede indicarse
también par el simple acento de insistencia en el posesivo: -Así es MI
España» (pero quizás no sea así la tuya).
Determinación y entorno
303
«actualizado», «cuantificado» y «seleccionado», se dirige a la
denotación de un objeto enteramente determinado, en una
circunstancia real determinada. También los nombres cindividuados» denotan objetos enteramente determinados (por lo menos para el hablante); pero la simple individuación no implica
la «localización», según resulta, evidente, sobre todo, de los
ejemplos como: busco a un médico, busco al médico 40, donde
se trata de particulares «individuados», pero, precisamente, no
«localizados» 41. Las funciones determinativas hasta aquí ~eña­
ladas pueden, por consiguiente, ordenarse en la serie: actuali-
zación - cuantificación - selección (individuación) - situación
(localización), en la cual cada función implica a las que le preceden, pero no a las que le siguen. Es decir, que la primera no
implica a ninguna de las otras, mientras que la última implica
a las tres anteriores. La actualización es la función determinativa más simple; la localización, la más compleja.
2. 3. 7. Pero, naturalmente, ese orden de funciones determinativas es
ideal, y no real (ni material). No hay nada contradictorio en que una
determinación cualquiera no se manifieste materialmente, o se efectúe
sólo cuando resulta indispensable, o simplemente falte. Así, es sabido que
hay lenguas en las que no se da la variación gramatical de número, y la
cuantificación se indica sólo cuando es imprescindible. Por otra parte,
en el hablar concreto, las varias determinaciones necesarias en cada caso
no se dan como sucesivas, sino como simultáneas.
Tampoco se trata de un orden genético. Genéticamente, en la medida
en. que la génesis de las funciones determinativas (o mejor dicho, de sus
40 En otros casos pueden subsistir dudas. Ello ocurre porque los instrumentos como dicho, el antedicho, el nombrado, etc., no son individua·
dores puros: en efecto, implican una especie de deixis.
41 Es cierto que también puede decirse .. busco a este médico_, pero
en tal caso se trata de un objeto «presente en el discurso» (por ej., de
un médico al que se acaba de nombrar) o que de algún modo se presenta
(por ej., en una fotografía), y lo que se «busca» es el objeto real correspondiente al objeto verbalmente presentado (o a la imagen). Los objetos
.presentes en un discurso» no son sólo los objetos presentes en la circunstancia del discurso mismo.
304
Teoría del lenguaje y lingüística general
instrumentos específicos) pertenece a la historia, se comprueba más bien
el orden inverso de lo más complejo a lo más simple. Así, por 10 menos
en lo que concierne a la actualización, no hay duda de que ella suele
surgir de la deixis (que la implica), mediante un progresivo proceso analítico de -autonomliación~: los artículos surgen por una ruina funcional
de los déicticos. Ello explica el desarrollo, aparentemente divergente, de
lato üle, por un lado hasta el (artículo), y por otro hasta él (<<pronombre de 3." persona~): en realidad, üle no ha adquirido valores «nuevos ..,
no ha pasado a desempefiar «otras funciones., diversas de las que ya
desempeñaba en latín, sino que sólo ha sufrido una mayor o menor
reducción funcional, aunque, en ambos casos, en el mismo sentido. En
posición • adjetiva», üle ha perdido las funciones loca1izadora e individuadora, quedando como simple actualizador (y, normalmente, también
como singularizador); en posición "pronominal», ha pasado de -localizador~ a "individuador~ de objeto conocido (ya nombrado), perdiendo
sólo la función localizadora. Y, sin duda, tal reducción funcional sólo
puede haber ocurrido, inicialmente, en entornos que (por la presencia
real o contextual de los objetos) hacían superflua e inoperante una parte
de la funcionalidad de los déicticos. Cuando S. Agustín dice o:ubi veniemus ad ülam aetemitatem .., se refiere, quizá, a _aquella eternidad~, pero
la eternidad se halla presente en el discurso y no necesita ser o:localizada~, por lo cual el déictico puede entenderse como simple actualizador
('la eternidad').
2., 4.~. La actualización y la discriminación, a pesar de ser
operaciones di~erentes, se colocan en la misma línea ideal, por
representar fases sucesivas del mismo proceso determinativo,
es decir, del proceso que va de lo virtual a lo actual y de la
plurivalencia (<<universalidad») de la designación potencial a la
monovalencia (<<particularidad.) de la denotación concreta. Esas
operaciones no modifican las posibilidades designativas del signo, sino que las realizan; y no «limitan» la denotación, sino que
sólo la particularizan. De naturaleza enteramente distinta son,
en cambio, las operaciones que constituyen la delimitación.
~stas modifican las posibilidades designativas del signo, circunscribiendo la «denominación» (parcializando el «concepto»),
o «limitan. la denotación, en sentido extensivo o intensivo,
/)derminación y entorno
305
urlentando la referencia hacia una parte o hacia un aspecto del
particular denotado 42.
2. 4. 2. Los instrumentos verbales de la «delimitación» pueden llamarse delimitadores. Pertenecen a este tipo de determinadores nominales la mayoría de los llamados «complementos
del sustantivo» constituidos por palabras dotadas de significado categorial y léxico (adjetivos, «frases adjetivas», nombres en
aposición, etc.). Se trata de elementos que, normalmente, no
desempeñan funciones morfemáticas (pero cf. 2.1.2. y 2.3.4.), Y
pueden aplicarse tanto a virtuales como a actuales. Si se aplican
a nombres actuales (aunque no «actualizados» instrumentalmente), muchos de ellos suelen exigir el artículo, en las lenguas
en las que éste existe (cf. Cataluña, pero la vieja Cataluña).
2. 4. 3. La delimitación puede distinguirse en: explicación,
especialización y especificación,· y los instrumentos correspondientes, en: explicadores, especializadores y especificadores 43.
Los «explicadores» destacan y acentúan una carac~erística inherente de lo nombrado o denotado; por ej., «el vasto océano»,
«ovis patiens iniuriae», «Granada la bella», fr. «le preux Charlemagne». Los «especializadores» precisan los límites extensivos o
intensivos dentro de los cuales se considera lo determinado,
desde un punto de vista «interno», es decir, sin aislarlo y sin
oponerlo a otros determinables susceptibles de caber bajo la
misma denominación; por ej., «todo el hombre», «todo (lat.
totus) Madrid», «la vida entera», «la España visigótica», «el so]
matutino», «luna de medianoche», «el día en el ocaso», «el cielo
austral», «el hombre en cuanto sujeto pensante», «los españoles
como guerreros», «Cervantes como poeta». Y los «especificado42 Aunque, naturalmente, uno de los modos de dimitan la denotación
es el de indicar de manera expresa su globalidad, su nO-parcialización
(por ej., «todo el libro», «el hombre considerado en todos sus aspectos»).
43 Los «caracterizadores" de Ch. Bally son delimitadores que pueden
pertenecer a uno cualquiera de esos tres tipos, con la ú.qica condición
de ser «virtuales".
T. lBNGUAJB.-20
306
Teoría del lenguaje y lingülstica general
res» restringen las posibilidades referenciales de un signo, añadiéndoles notas no-inherentes a su significado; por ej., .castillo
medieval», «niño rubio», «las aves acudticas», cel presidente de
la República», «el cura de nuestro pueblo». 'Aplicados a virtuales, los especificadores delimitan dentro de las clases correspondientes otras clases, menos amplias (cf. hombre/hombre blanco); aplicados a actuales, presentan los objetos denotados como pertenecientes a clases que, a su vez, quedan incluidas en
clases más extensas (un «niño rubio» pertenece a la clase «niño
rubio» que, a su vez, es :miembro de la clase «niño»). Llamaremos a este tipo de determinación especificación distintiva.
2. 5. 1. Formalmente análoga a la «especificación distintiva», pero radicalmente distinta desde el punto de vista funcional, es la especificación informativa o identificación, que
debe considerarse como un tipo autónomo de determinación y
cuyos instrumentos se llamarán aquí identificadores. La identificación es la operación mediante la cual se especifica el significado de una forma «multívoca», con la finalidad de asegurar
su comprensión por parte del oyente actual o eventual. Cf., por
ejemplo: «hoja de papel», «hoja de afeitar», «cuadro de fútbol»,
«lengua-idioma» [es decir: no la lengua anatómica], «el sol
moneda» [no el astro], fr. «pomme de terre» [no pomme, 'manzana'] y, viceversa, «pomme-pomme» [no pomme, 'papa'].
En la identificación no se trata de orientar hacia la denotación de 10 real y particular un significado virtual y universal,
ni de «limitar» la denotación, sino de señalar ese mismo significado al oyente. En otros términos, no se trata de orientar un
valor semántico hacia las «cosas», sino de orientar al oyente
hacia un valor semántico. La identificación es, por consiguiente,
una operación que no se realiza con significados (como las tres
anteriores), s.ino con formas, y en vista de la alribución del significado por el interlocutor: ella se cumple para que las formas
Determinación y entorno
307
resulten inequívocas, es decir, para que el oyente les atribuya
ciertos significados y no otros.
2. S. 2. Por ello, justamente, también los no.mbres propios pueden
recibir identificadores. En efecto, los nombres propios, siendo individuales, no precisan actualizadores (dado que en ellos la desi¡¡:nación coin·
cide con la denotación) y no pueden recibir discriminadores (salvo el
caso de los ·posesivos; cf. n. 39). En cambio, pueden recibir delimita·
dores que no impliquen la discriminación (cf. 2.4.3.) y, naturalmente,
pueden recibir, y a menudo necesitan, identificadores (ocasionales, usuales y aun constantes): los nombres propios son de por sí individuales,
pero no son de por sí inequívocos 44. Así, los nombres de pila se iden·
tifican mediante el apellido (.Francisco Quevedo-) 45; los nombres de
reyes, emperadores, papas, etc., mediante numerales (.Felipe Segundo_)
o con sobrenombres (.Fernando el Santo_); los nombres geográficos,
mediante otros nombres del mismo orden o mediante nombres comunes
y adjetivos (.Santiago de Chile-, .éastilla la Vieja_), etc. En todos estos
casos, el de terminador no particulariza el objeto denotado, sino que
aserura la univocidad del nombre: particulariza el nombre mismo con
respecto a otros nombres formalmente idénticos.
2. 5. 3. Los identificadores pueden ser ocasionales (cf.• Córdaba, Argentina.), usuales (<<Castellón de la Plana., fr .• pommes de terre.) o constantes (.Nueva Yorkrt). Los identificadores
usuales y constantes forman con sus determinados verdaderos
nombres compuestos, aunque normalmente disociables --en el
caso de los identificadores «usuales»--, en entornos que excluyan la posibilidad de equívocos. Así, en Chile no es necesario
decir .. Santiago de Chile., y en la provincia de Castellón de la
Plana no se dirá «vaya Castellón de la Plana», sino, simplemente, .voy a Castellón.; cf. fr. pommes de terre, pero pommes
44 La .determinación_ de los nombres propios de la que habla H. PAUL,
Prinzipien der Sprachgeschichte5 , Halle, 1920, pág. 81, es, precisamente,
la «identificación_.
45 Cf. El plural en los nombres propios, 3.5. También a este propósito
CH. BALLY, Ob. cit., págs. 227-228, habla de .actualización-, lo cual no es
de ningún modo aceptable.
308
Teoría del lenguaje y lingüística general
frites. Lo que distingue netamente un identificador usual o constante de otros tipos de determinadores es, precisamente, el
hecho de que el identificador es parte integrante de un signo.
Así, nueva es un signo autónomo en una casa nueva, pero es
sólo parte de un signo en Nueva Caledonia. Los identificadores
de ese tipo son, pues, determinadores «internos» (inherentes),
con respecto al nombre completo, aun cuando éste resulte disociable en ciertos entornos.
3. 1. 1. Las operaciones que constituyen la determinación
aseguran, pues, una de las posibilidades fundamentales del hablar: la de referirse sin equivocación a lo actual y particular con
signos que de por sí, en el «acervo idiomático», son virtuales,
en su mayoría universales, y a menudo equívocos. En otros
términos, la determinación asegura simplemente el empleo de
la lengua: la -integración lingüística entre un conocer actual
y un saber anterior. Pero hay algo más importante aún: por un
lado, el hablar no emplea todo lo que la lengua puede ofrecerle
para una determinada circunstancia y, por el otro, el hablar no
sólo emplea la lengua, sino que también la supera, puesto que el
conocer supera constantemente lo sabido. El hablar es lvtpyELa
también en este otro sentido más radical, que es el sentido
creativo: aumenta, modifica y re-crea continuamente el saber
en que se funda. La lengua es el terreno común de historicidad
lingüística de los hablantes, y todo lo que se dice, se dice en
una lengua, que, en parte, se manifiesta en forma concreta en lo
hablado. Pero, por otra parte, el hablar es decir algo nuevo por
medio de una lengua; y a menudo lo nuevo, lo que no se ha
dicho nunca antes, puede insertarse en la tradición y volverse,
a su vez, checho de lengua». Además, en todo momento, lo que
efectivamente se dice es menos de lo que se expresa y se entiende. Mas ¿ cómo es posible que lo hablado signifique y se
entienda más allá de lo dicho y hasta más allá de la lengua?
Determinación y entorno
309
Tal posibilidad está dada por las actividades expresivas complementarias (cf. 1.2.4.) y, sobre todo, por las circunstancias
del hablar, o sea, por los entornos.
Los entornos intervienen necesariamente en todo hablar,
pues no hay discurso que no ocurra en qna circunstancia, que
no tenga un «fondo». Como se ha visto, los entornos participan
de manera casi constante en la determinación de los signos y
a menudo sustituyen los determinadores verbales. Pero su funcionalidad es mucho más amplia que esto : los entornos orientan todo discurso y le dan sentido, y hasta pueden determinar
el nivel de verdad de los enunciados (cf. 3.5.2.).
3. 1. 2. Dada la importancia reconocida y a menudo señalada de los entornos, extraña la poca atención que se les ha
prestado, desde el punto de vista descriptivo y analítico. Existen teorías de los «contextos» 46, pero no se ha hecho un registro
sistemático de los varios entornos posibles 47. Los autores que
se han ocupado del asunto suelen distinguir dos o, a lo sumo,
tres entornos. AsÍ, Ch. BaBy 48 distingue entre situación -el
conjunto de circunstancias extraverbales que rodean el discurso
o se conocen por los interlocutores- y contexto: das palabras
que $e han dicho antes», en el mismo discurso (o diálogo).
K. Bühler 49 distingue tres entornos: el sinfísico, el simpráctico
46
Cf. W. M. URBAN, Language and Reality, trad. esp. Lenguaje y reali-
dad, México, 1952, págs. 160 y sigs.
47 A la insuficiente sistematización de la experiencia acerca de los entornos se deberá la fragilidad de las teorías aludidas. Ellas suelen destacar el carácter «eliptico,. del lenguaje. Pero ¿«elíptico» con respecto a
qué? La verdad es que el hablar cuenta de antemano con los entornos.
Un discurso que cuente con entornos complejos puede ser más .elíptico>
verbalmente que otro que cuente con entornos pobres, lo cual no quiere
decir que sea elíptico semánticamente. Puede haber elipsis involuntaria, en
el caso de una utilización deficiente de los entornos; pero, en tal caso,
se trata de una deficiencia del hablante, y no de una característica del
lenguaje. En otro sentido, la verdadera elipsis -la elipsis intencional (el
dejar de decir algo)- es propiamente un instrumento contextual (cf. 3.43.).
48 Ob. cit., págs. 4344.
49 Ob. cit., págs. 117 y sigs.
310
Teorfa del lenguaje y lingüística general
y el sinsemántico. El primero es un tipo particular de entorno
físico (cf. 3.4.4.); el segundo corresponde a la csituación» de
Bally; y el tercero, a lo que corrientemente se llama «contexto»
(verbal) so. Y W. M. Urban 51 distingue entre contexto idiomático
(<<1a frase en que una palabra aparece») y contexto vital o de
situación, que coincide con la csituación. de Bally; además, reconoce el universo de discurso y su importancia 52, pero no lo
deslinda claramente de los contextos.
En nuestra opinión, es necesario distinguir una serie mucho
más larga de entornos, que pueden agruparse en cuatro tipos:
situación, región, contexto y universo de discurso.
3. 2. 1. Por situación conviene entender algo mucho más
limitado y menos ambiguo de lo que comúnmente se entiende,
o sea, sólo las circunstancias y relaciones espacio-temporales
que se crean automáticamente por el hecho mismo de que alguien habla (con alguien y acerca de algo) en un punto del
espacio y en un momento del tiempo; aquello por 10 cual se
dan el aquf y el allá, el esto y el aquello, el ahora y el entonces,
y por lo que un individuo es yo y otros son tú, él, etc. La situación es, pues, el «espacio-tiempo» del discurso, en cuanto creado
por el discurso mismo y ordenado con respecto a su sujeto. La
determinación que hemos llamado con el mismo término (cf.
2.3.5.) depende enteramente de este entorno, y sólo COn respecto a él adquiere sentido. Asimismo, los pronombres sustantivos
sólo pueden denotar gracias a la situación; en efecto, ellos tienen significado categorial (son csustantivos.), pero no tienen
50 Bühler no registra como entorno lo que aquí se llamará csituación_
(cf. 3.2.1.), pues constituye con ella UD ccampo_ particular del lenguaje:
el ccampo mostrativo» (Ob. cit., págs. 94 y sigs.). Tal interpretación es
sumamente discutible: toda la teoria del ccampo mostrativo» se basa en
la identificación funcional entre localizadores y gestos, que no puede
aceptarse (cf. n. 37).
.
51 Ob. cit., pág. 161.
52 Ibid., págs. 162-164.
Determinación y entorno
311
significado léxico: no nombran ni designan nada, y por ello no
pueden referirse más que a objetos ya «presentes en el disctirso».
3. 2. 2. La situación puede ser inmediata (creada por el hecho mismo
de hablar) o mediata (creada por el contexto verbal). Los nombres propios, dada su «autosuficiencia» léxica 53. suelen ser los instrumentos más
idóneos para crear «situaciones mediatas», es decir, para traer las cosas
«a la vista_ y al horizonte espacio-temporal del hablar. Después de haber
dicho César cruzó el Rubicón, podemos decir este río [«el Rubicón,,] sin
riesgo de ambigüedad.
3. 3. 1. Llamamos región el espacio dentro de cuyos límites
un signo funciona en determinados sistemas de significación.
Tal espacio está delimitado, en un sentido, por la tradición lingüística y, en otro sentido, por la experiencia acerca de las realidades significadas. Se pueden distinguir tres tipos de «región»:
zona, ámbito y ambiente. La zona es la «región» en la que se
conoce y se emplea corrientemente un signo,· sus límites dependen de la tradición lingüística y suelen coincidir con otros límites, también lingüísticos. El ámbito es la «región» en la que el
objeto se conoce como elemento del horizonte vital de los hablantes o de un dominio orgánico de la experiencia o de la cultura, y ~us límites no son lingüísticos; así, el espacio dentro
del cual se conoce el objeto «casa» es un «ámbito» 54 Y el am53 ef. W. HAVERs, Handbuch der erkUirenden Syntax, Heidelberg, 1931,
página 49.
54 La zona es siempre una forma de organización idiomática: sus Umites constituyen una «isoglosa». El ámbito, en cambio, es un horizonte
de experiencia objetiva. Sin embargo, una realidad objetivamente única
puede conocerse de varias maneras y, por lo tanto, corresponder a más
de un ámbito. Así, el «dolor de cabezaD y la .. cefalalgia.. son la misma
realidad, pero conocida de dos modos distintos; por ello, dolor de cabeza
y cefalalgia funcionan en ámbitos diversos y no significan .. lo mismo_o
y aun las mismas formas adquieren valores distintos en ámbitos distintos: langue y parole tienen un significado en la lengua francesa y otro
significado en el ámbito de la lingüística.
312
Teorla del lenguaje y lingüística general
biente es una «región» establecida social o culturalmente: la
familia, la escuela, las comunidades profesionales, las castas,
etcétera, en cuanto poseen modos de hablar que les Son peculiares, son «ambientes». Un «ambiente» puede poseer signos especificas para «objetos» de ámbito más amplio; puede poseer
«objetos» especificas; o bien, puede poseer signos específicos
para «objetos» también específicos: es decir· que no, puede funcionar como «zona», como «ámbito», o como «zona» y «ámbito»
al mismo tiempo.
3. 3. 2. Muchos matices semánticos de las palabras dependen, en gran
parte, de las diferencias de «región». Una palabra empleada fuera de su
«ámbito .. puede significar la misma realidad objetiva, pero ya no significa
del mismo modo, pues su «evocación» es distinta; y una palabra ambiental, además de denotar algo, evoca también su ambiente, si se emplea
en otros ambientes.
En particular, la distinción entre voces usuales y voces técnicas estriba
enteramente en la diferencia entre «zona.. y «ámbito,,: las voces usuales
se consideran como propias de «zonas .. ; las técnicas, como propias de
.. ámbitos .. 55. Ello quiere decir que la distinción no es de ningún modo
absoluta, pues cualquier palabra que tenga significado léxico significa
al mismo tiempo en una zona (dependiente de una panicular tradición
idiomática) y dentro de un ámbito (dependiente de un conocimiento objetivo). La palabra casa significa al mismo tiempo en la tradición idiomática de varias lenguas románicas y en el ámbito en que se conoce el objeto
«casa", y sena tma «voz técnica» con respecto, por ej., al ámbito de esquimo iglu (igloo). Lo que ocurre es que en las voces reconocidas como
«usuales" el ámbito supera normalmente la zona (la organización idiomática), mientras que en las voces reconocidas como «técnicas .. zona y
ámbito coinciden (por lo menos dentro de cada comunidad lingüística).
Así, el ámbito de .:casa,. es más amplio que las zonas de casa, maison,
Haus, house, hus, dom, etc., pero no sucede lo mismo con los ámbitos de
"fiandú" o de «fonema... Además, para reconocer el carácter técnico de
una palabra, es necesario tener presentes dos ámbitos a la vez, pues dentro de su ámbito toda palabra es «usual ... En efecto, dentro de los lfmi55 En este sentido también los nombres propios son voces técnicas:
su Geltungskreis no depende de la organización idiomática, sino del ámbito en el que se conoce su objeto.
.Qeterminación y entorno
313
tes de una lengua, ciertas voces se reconocen como «técnicas- por reconocerse como propias de ámbitos más estrechos que la lengua misma.
Pero toda lengua coincide con ciertos ámbitos de experiencia y, por lo
tanto, toda lengua posee voces «usuales» que, desde el punto de vista de
otrás lenguas. se revelan como «técnicas» y resultan «intraducibles» 56.
Las palabras como knut y vcrstá o geisha y samuray no son «técnicas»
en ruso y en japonés, pero lo son desde el punto de vista de otros idiomas, pertenecientes a otros ámbitos. Lo ~ismo se comprueba entre grupos de lenguas correspondientes a ámbitos distintos, así como entre dialectos y hablares regionales de la misma lengua histórica.
3. 4_ L Constituye contexto del hablar toda la realidad que
rodea un signo, un acto verbal o un discurso, como presencia
física, como saber de los interlocutores y como actividad. Pueden distinguirse tres tipos de contexto: el contexto idiomático,
el verbal y el extraverbal.
3. 4. 2. El contexto idiomático es la lengua misma como
contexto, como «fondo)) del hablar. En lo hablado se manifiesta concretamente una parte de la lengua, pero esta parte significa en relación con toda la lengua, con todo el saber idiomático de los hablantes. Todo signo realizado en el discurso significa en complejos sistemas de oposiciones y asociaciones formales y semánticas con otros signos, que no se dicen pero que
pertenecen al acervo lingüístico de los hablantes, El «dictado»
surrealista, la rima, la asonancia, la aliteracíón, el juego de
palabras, son modos de revelar parcialmente las secciones más
inmediatas de ese fondo de saber sobre el cual se proyecta toda
palabra concreta.
S6 En este caso, puede hablarse de ámbitos idiomáticos: "seguidilla»,
«alborada», «torero», «gracioso» pertenecen al ámbito idiomático español.
Otros ámbitos son ambientales o dialectales, y" otros aún son interidiomáticos. ~stos pueden ser continuos, si abarcan varios idiomas en su integridad (como en el ejemplo «casa»), o discontinuos, si, dentro de los
límites de cada idioma, abarcan sólo ciertos ambientes (como sucede con
muchos nombres propios y con las terminologías científicas).
314
Teorla del lenguaje y lingUistica generaJ
También puede funcionar como contexto idiomático una lengua distinta de la que se está hablando, como ocurre en los
sujetos plurilingües 57. Además, dentro del contexto idiomático,
cada palabra significa en un contexto menor, que es su campo
significativo; así, un nombre de color, por ej., verde, significa
en relación con otros nombres de color de la misma lengua
(azul, amarillo, gris, etc.).
3. 4. 3. El contexto verbal es el discurso mismo en cuanto
«entorno» de cada una de sus partes. Para cada signo y para
cada porción de un discurso (que puede ser diálogo), constituye
«contexto verbal» no sólo lo dicho antes, como pensaba Bally
(cf. 3.1.2.), sino también lo dicho después, en el mismo discurso.
Ello, por otra parte, resulta evidente hasta de ejemplos tan triviales como: la casa de luan y la casa de Austria, donde los
determinadores pospuestos funcionan simultáneamente como
elementos contextuales, revelando el significado del signo casa.
El contexto verbal puede ser inmediato -constituido por los
signos que se hallan inmediatamente antes o después del signo
considerado 5&_ o mediato, hasta llegar a abarcar todo el discurso, y, en tal caso, puede llamarse contexto temático. En una
obra, cada capítulo y, hasta cierto punto, cada una de sus
palabras, significan en relación con lo dicho en los capítulos
anteriores y cobran nuevo sentido con cada capítulo sucesivo,
57 En un sujeto plurilingiie ciertas palabras de una lenaua pueden quedar afectadas en su valor semántico o, por lo menos, en su valor evocativo, debido a lo que las formas análogas significan en otras lenguas; Un
rumano monolingüe emplea sin escnípulo ninguno el verbo a desmierda,
«acariciar, mimar .., cuyo significado, además, tiene un halo de inocencia
infantil y de ternura. Pero los rumanos que conocen otras lenguas románicas o el latín vacilan en emplear el mismo verbo y, de todos modos, la
evidencia de la etimología afecta gravemente la evocación de la palabra.
5& El reconocimiento de una palabra como correspondiente a tal o
cual categona verbal depende en gran parte -y a veces enterament~
de su «contexto inmediato .., o sea, de sus «asociaciones sintagmáticaslt
concretamente comprobadas en el discurso; cf. L. J. PICCAlUlO, El concepto de «partes de la oración .. , Montevideo, 1952, págs. 13-16.
Determinación y entorno
315
hasta el último. Desde otro punto de vista, el contexto verbal
puede ser positivo o negativo: constituye contexto tanto aquello
que efectivamente se dice ,como aquello que se deja de decir.
Si éste dejar de decir algo es intencional, tenemos lo que -según
el propósito que se atribuya al hablante- se llama insinuación,
alusión o sugerencia 59. La poesía «sugestiva» se funda, en bu~
na parte, en un apropiado empleo intencional de los contextos
verbales negativos.
3. 4. 4. El contexto extraverbal está constituido por todas
las circunstancias no-lingüísticas que se perciben directamente
o son conocidas por los hablantes. Puede distinguirse en varios
subtipos: flsico, empírico, natural, práctico, histórico y cultural.
a) El contexto flsico abarca las cosas que están a la vista
de quienes hablan o a las que un signo adhiere (en el caso de
un signo grabado, escrito o impreso; cf. el «entorno sinfísico»
de K. Bühler). La deixis real e inmediata ocurre dentro de un
contexto físico, por el cual, además, se individúan implícitamente todas las cosas que el contexto mismo contiene (cf. 2.3.2.
y n. 36).
b) El contexto emplrico está constituido por los «estados
de cosas» objetivos que se conocen por quienes hablan en un
lugar y en un momento determinados, aunque no estén a la
vista; por ej., el haber una calle fuera de la puerta; el tener
esta casa cinco pisos; el haber un mar, un río, una playa, un
59 El enunciado: el sol es más grande que el Peloponeso es estrictamente verdadero, pues, en efecto, el sol es más grande que el Peloponeso.
Sin embargo, 10 que el mismo enunciado sugiere es falso (aunque no
fuera ésta la intención de Anaxágoras), y ello, precisamente, por lo que
cno dice., o sea, porque no, indica el otro término de comparación. Si
de una obra que ha tenido diez reseñas favorables y una muy desfavorable
decimos sólo que aha sido ásperamente criticada_, decimos la verdad,
pero muy otra .cosa es lo que damos a entender. El «contexto verbal negativo.. permite ese tipo peculiar de mentira que consiste en insinuar lo
falso diciendo la verdad.
316
Teoría del lengua;e y lingüística general
bosque cerca de esta ciudad, etc. Expresiones como: voy a la
playa, está bravo el mar, no salgas a la calle, el señor del primer
piso, adquieren en el hablar corriente sentido enteramente determinado, gracias, precisamente, al «contexto empírico •.
e) El contexto natural es la totalidad de los contextós empíricos posibles, es decir, el universo empírico conocido por los
hablantes. Por el «contexto natural» se hallan singularizados e
individuados para todos los hablantes, en el plano empírico,
los nombres como: el sol, la luna, el cielo, la tierra, el mundo.
No se pregunta ¿cuál sol?, porque sólo se conoce uno lIG.
d) El contexto práctico u ocasional es la «ocasión. del
hablar: la particular coyuntura subjetiva u objetiva en la que
ocurre el discurso; por ej., el hablar con un anciano o con un
niño, con un amigo o con un enemigo, para pedir un favor
o para exigir un derecho; el acontecer el discurso en la calle
o en una reunión familiar, en una clase o en el mercado, de día
O de noche, en invierno o en verano, etc. Toda una serie de funciones gramaticales, semánticas y estilísticas dependen de la
«ocasión. del discurso o son desempeñadas implícitamente por
este contexto; cf. por ej., ¡hermoso día!, hace trio [hoy, y no en
general]. Una frase como: dos de diez y uno de veinte no tiene
de por sí sentido, pero resulta perfectamente clara si se dice
a un vendedor ambulante que vende ciertos objetos de diez y
de veinte centésimos.
e) El contexto histórico está constituido por las circunstancias históricas conocidas por los hablantes, y puede ser particular -tan limitado como la historia de una persona, de una
60 CH. BAILY, Ob. cit., pág. 81, considera estos nombres como «nombres propios de la lengua», porque no advierte la existencia y la función
del contexto natural. Pero no puede haber duda que se trata de nombres
comunes cuyos denotados se conocen en un solo ejemplar. En los nombres propios la individualización no depende de los contextos, sino que
pertenece a los nombres mismos: el nombre propio, como ya lo reconoció
ARISTóT1!LES, De interpretatione 17a, es individual por su naturaleza (y no
por alguna circunstancia empírica).
317
Determinación y entorno
familia, de una aldea; o más amplio, como la historia de una
nación (por ej., el ser este país una república y no un reino,
el ser una comunídad cristiana y no musulmana)- o univer~al;
actual o pretérito. Ciertos nombres como: el alcalde, el médico,
el farmacéutico, el cura, suelen ser denotaciones individuales
en contextos históricos particulares; el reyes denotación individual en un reino; el papa es una denotación individualizada
por el contexto «universal actual»; la batalla de Salamina lo es
por el contexto «universal pretérito» 61.
f) El contexto cultural abarca todo aquello que pertenece
a la tradición cultural de una comunidad, que puede ser muy
limitada o tan amplia corno la humanidad entera. En la medida
en que integra la historia espiritual de una comunidad, el ccontexto cultural» es una forma peculiar de contexto histórico. En
latín, deus significa 'un dios, algún dios'; en español, Dios es
un hombre individualizado por la tradición monoteísta cristiana; y para la filosoña escolástica era una denotación individual también el filósofo. Los llamados «tópicos» se reconocen
y funcionan como tales dentro de una tradición literaria; así,
para los hispano-hablantes cultos, la expresión de cuyo nombre
no quiero acordarme tiene un sabor particular porque recuerda
el texto de Cervantes.
Todos los contextos extraverbales pueden ser creados o modificados mediante el contexto verbal; pero aun la «lengua
escrita» y la literaria cuentan con algunos de ellos, por ej., con
el contexto natural y con determinados contextos históricos y
culturales: Homero hace constantemente alusiÓn a mitos conocidos por los griegos y Góngora, cuando escribe el mentido robador de Europa, cuenta con un contexto cultural que supone
conocido por sus lectores.
61 Contrariamente a lo que piensa K.
trata de UD nombre propio.
BtlHUM, Ob.
cit., pág. 259, no se
318
Teoria del lenguaje y lingüistica general
3. 5. 1. Por universo de discurso entendemps el sistema
universal de significaciones al que pertenece un discurso (o un
enunciadq) y que determina su validez y su sentido. La literatura, la mitología, las ciencias, la matemática, el universo empírico, en cuanto eternas» o «mundos de referencia» del hablar,
constituyen «universos de discursolD. Una expresión como: la
reducción del objeto al sujeto tiene sentido en filosofía, pero
no tiene ningún sentido en la gramática; las frases como: el
viaje de Colón, según decía Parménides y según decía Hamlet,
pertenecen a distintos universos de discurso. El humorismo
se basa a menudo en la confusión intencional de universos de
discurso, en el mismo enunciado; cf., por ej.: en el bosque dos
jóvenes matemáticos extraían las raíces cuadradas de los árboles,· por la ventana veo un hombre que está descendiendo del
mono.
3. 5. 2. El concepto de 'universo de discurso' ha sido a menudo criticado por los lógicos positivistas, con el ar¡umento de que no hay «otro
mundo- fuera del mundo natural y empíricamente conocible 62. Que no
hay más que un mundo, es cierto; pero las críticas aludidas, lejos de
invalidar el concepto de 'universo de discurso', revelan una radical incomprensión del problema. No se trata de otros «universos_, de otros «mundos de cosas-, sino de otros «universos de discurso_, de otros sistemJLS
de significaciones. La misma pretensión de «traducir_, por ej., las frases
de la mitología, trasladándolas al nivel del hablar sobre el mundo empírico e his~órico (dos griegos creían que ... _, etc.), revela, precisamente,
que se trata de «universos de discursoD diferentes. En realidad, los enunciados pertenecientes a universos de discurso no-empíricos no carecen de
sentido- y no necesitan etraducción_ ninguna. El valor de verdad de una
afinnación acerca de «Ulises- no se verifica en la historia griega, sino en
la Odisea, y en la tradic¡ón correspondiente, donde Ulises era el marido
de Penélope, es una proposición verdadera, mientras que Ulises era el
marido de Helena es falsa; y las afirmaciones acerca de los «centauros_
62 Así, por ej., B. RUSSELL, Introduction to Mathematical Philosophy,
trad .esp. Introducción a la filosofía matemática, Buenos Aires, 1945, páginas 237-239, y L. S. STEBBING, A Modern Introduction to Logic7 , Londres,
1950, págs. 55-56.
Determinacidn. y entorno
319
son verificables en la mitología, donde la proposición el centauro era un
sacrifcio de cien toros es falsa, mientras que el centauro era un ser mitad
hombre y mitad caballo es verdadera.
3. 6. 1. 10 dicho alcanza, creemos, para destacar la importancia que el registro de los entornos y el reconocimiento de sus
funciones tienen para la. gramática, para la teoría literaria y
para la teoría del lenguaje. En particular, conviene subrayar la
importancia de los entornos no-verbales, que a menudo se ignoran.
3. 6. 2. Por lo que concierne a la gramdtica, los entornos
no-verbales intervienen necesariamente, aunque en medidas diversas, en la consideración de sus tres planos: el teórico, el
descriptivo y el analítico 63. En el plano teórico, ciertos modos
significativos pueden definirse sólo con referencia a los tipos
de entorno en los que están destinados a funcionar (tal es el
caso de los pronombres personales y de los déicticos pronominales, adjetivos y adverbiales); y en la definición de otros la
referencia a los entornos interviene por 10 menos en sentido
negativo, como en el caso de los nombres propios, que, precisamente, son independientes de las circunstancias del hablar (por
lo que concierne a la actualización e individualización) (cf. número 60). Y, desde un punto de vista más general, la referencia
a los entornos es indispensable para el deslinde entre lexemas
(palabras con significado categorial y léxico, como los nombres
y los adjetivos) y categoremas: palabras que tienen sólo significado categorial y que, por lo tanto, «denotan» sin «designarlt
(cf. 3.2.1.). La intervención de los entornos es menor en el plano
63 Estos tres planos se distinguen en la gramática de acuerdo con los
«niveles- en los que puede considerarse el lenguaje (cf. 1.1.4.). En el plano
teórico, la gramática es teoría gramatical o gramdtica general: su tarea
es la de reconocer y definir las categorías verbales y gramaticales, como
modos semánticos del hablar. En el plano descriptivo, es descripción de
los esquemas formales de expresión de que dispone una lengua. Y en el
plano analítico, es andlisis gramatical (formal y semántico) de las funciones concretamente manifestadas en un texto.
320
Teoría del lenguaje y lingüística general
descriptivo, que es el plano propio de la cclengua»; sin embargo,
es necesario, por lo menos, señalar cuáles funciones no disponen de instrumentos verbales en una lengua (por realizarse exclusivamente por las circunstancias del hablar) y cuáles instrumentos verbales pueden sustituirse por los entornos. Pero, sobre
todo, el reconocimiento de los entornos es imprescindible para
el análisis gramatical de los textos, pues los mismos esquemas
formales pueden corresponder a funciones enteramente distintas, en entornos distintos.
En general, una lingüística propiamente funcional no puede
descuidar los entornos, ni siquiera los «extraverbales», pues las
funciones reales no se dan en la lengua abstracta, sino en el
hablar concreto. Ello es cierto aun por lo que concierne a la
lingüística diacrónica, que no puede ignorar las circunstancias
generales en las que una lengua se ha hablado 64.
3. 6. 3. En lo que atañe a la teoría literaria -o, mejor, de
la técnica y de la interpretación literarias-, el conocimiento
de los entornos no-verbales tiene importancia en dos sentidos,
ambos fundamentales.
En primer lugar, la cclengua escrita» no dispone en absoluto,
o sólo dispone parcialmente, de ciertos entornos (como, por
ejemplo, el ambiente, la situación inmediata, d contexto físico,
el empírico y el práctico), y, por lo tanto, en la medida en que
los necesita, debe crearlos mediante el contexto verbal. Ello
.plantea al escritor un serio problema técnico. El problema es
menor para la poesía lírica, que es más libre de entornos y, por
lo tanto, más abstracta y de por sí más universal. Ciertamente,
la poesía lírica puede ser motivada por una «ocasión», pero la
«ocasión» es exterior a la poesía y la visión poética la supera
64
Contrariamente a lo que pretende el formalismo lingüfstico, la len-
gua no puede estudiarse «en sí y por sÍ!>, y menos aún su historia. ¿Quién
podría entender, por ej., la historia del léxico romance sin conocer la
civilización occidental y el cristianismo?
Determinación y entorno
321
en seguida, universalizándola 65. En cambio, la poesía épica y, sobre todo, la prosa narrativa necesitan mucho más de los entornos. Para concretar su visión, el prosista debe hacer tangibles las
cosas, presentes y visibles los personajes, sensibles las ocasiones. En ciertas novelas se habla de ríos y de bosques, pero no
se siente su humedad y su frescura, y ello es indicio de que se
trata de obras fracasadas. La obra en prosa debe contener en
gran parte sus entornos. Esto explica la mucho mayor dificultad técnica de la prosa de arte, con respecto a la poesía lírica.
En segundo lugar, la literatura aprovecha siempre, en medida mayor o menor, ciertos entornos limitados, en particular
los históricos y culturales. De aquí la mayor «dificultad» de
ciertas obras con respecto a otras, que se halla en relación
directa con su mayor adhesión a contextos ignorados por el
lector. De aquí, también, la necesidad de los comentarios, si la
interpretación ocurre en contextos distintos de aquellos con
los que cuenta la obra: «explicar» una obra significa, ante todo,
reconstruir sus entornos 66.
3. 6. 4. Finalmente, en lo que respecta a la teoría del lenguaje, un reconocimiento adecuado de las funciones de todos
los entornos contribuiría a eliminar ciertos viejos y tan persistentes errores. Entre ellos, y en primer término, el de la lengua «lógicamente perfecta» y el de la pretendida «imperfección» o «insuficiencia» del lenguaje.
La lengua «lógicamente perfecta» es un contrasentido teórico
(pues lógica o ilógica sólo pueden ser una expresión concreta,
65 La «ocasión-, naturalmente, tiene su función en el poema, como señalamiento de lo superado por la visión poética. Un expediente bastante
superficial e ingenuo del hennetismo poético ---expediente viejo como el
mundo, pero siempre renovado por los artesanos cerebrales de la poes1aconsiste en ocultar la «ocasión,., lo cual, sin embar¡o, no asegura que
haya visión poética.
66 Esto implica reconocer el 'carácter propiamente lin¡ü1stico del comentario cfiloló¡ico., cuyo cometido consiste, tln gran parte, en revelar
los entornos en los que el texto estudiado adquiere su pleno sentido.
T. LBNGUAJE.-21
322
Teoría del lenguaje y lingüística general
y no la lengua abstracta) y sería perfectamente inútil, pues sólo
serviría para re-pensar lo pensado, y no para adelantar en el
pensamiento (que es crear nuevos significados). Pero, aun cuando se considerara útil, la tarea de construir semejante lengua
sería ociosa: al utilizarse esa lengUa, intervendrían inevitablemente los entornos (empezando por el mismo contexto verbal)
y ella dejaría de ~er un código inequívoco e inmutable. Los
constructores de lenguas no pueden abolir los entornos ni impedir que el hablar signifique en contextos infinitos.
Igualmente infeliz y radical es el error de todas las afinnaciones acerca de la «imperfección» o «insuficiencia» del lenguaje, en el que han caído hasta pensadores tan agudos como H.
Bergson y A. N. Whitehead. Este error estriba en la confusión
entre el hablar concreto y la lengua abstracta, en creer que lo
hablado es simplemente «lengua», en no advertir que la lengua
consignada en la gramática y en el diccionario es sólo el instrumento del hablar y su marco histórico de posibilidades, y que
el hablar la supera constantemente y significa propiamente lo
particular y concreto. Un discurso puede resultar inadecuado,
pero por insuficiencia particular de tal discurso, y no por una
insuficiencia universal del lenguaje. Whitehead 67 señala como
insuficiencia del lenguaje el hecho de que la e'Xpresión lingüística no puede referirse al universo en todos sus detalles: «El
lenguaje es totalmente indetenninado a causa del hecho de que
todo acaecimiento presupone algún tipo sistemático de ambiente». Lo cierto es exactamente lo contrario: el lenguaje no dice
las condiciones contextuales, porque no es necesario que las
diga, pero las utiliza y, por lo tanto, la expresión real las implica y las contiene 68. Lo hablado significa en Un proceso infl67 Process and Rea1ity, trad. esp. Proceso y realidad, Buenos Aires,
1956, págs. 28-29.
68 Por otra parte, el propio Whitehead advierte, en otro lugar, que en
un enunciado «hay siempre una referencia tácita 8I ambiente' de la oca·
sión en que se habla». (Ob. cit., pá¡s. 357-358).
Determinación y entorno
323
nito que es el proceso mismo de la realidad significada. El error
de Whitehead consiste en considerar que una frase dada como
ejemplo es idéntica a la pronunciada realmente (error que él
mismo critica en otros autores). En realidad, aislada de sus
contextos, la frase es otra: es nombre de la frase real e implica
un traslado del lenguaje primario al «metalenguaje» (al hablar
sobre el lenguaje). Con ello no se quiere decir que no hay que
dar ejemplos. Pero no hay que olvidar que la frase-ejemplo es,
precisamente, un «nombre» con el que nos referimos a aquella
otra frase que significa en una multitud de contextos, así como
con la palabra drbol hablamos de de los «árboles» reales y no pretendemos que ella misma sea verde y tenga espeso follaje. Si
me proponso investigar el significado del verso de Dante: N el
mezzo del cammin di nostra vita, el verso al que me refiero no
es éste que acabo de escribir, sino el que se halla en la Divina
Commedia y que significa de manera cabal sólo en relación con
todo el poema.
(<<Romanistisches Jahrbuch»,
VII, 1955-56, págs. 29-54.)
íNDICE
Págs.
Sistema, norma y habla
Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje
Logicismo y antilogicismo en la gramática
El plural en los nombres propios
Determinación y entorno
11
115
235
261
282
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
Director: DAMASo ALONSO
l. TRATADOS Y MONOGRAFtAS
l. Walther von Wartburs: La /ragmentac:idn Iln,iUstica de la RomanÜJ. Segunda edición. en prensa.
2. Renl! Wellek y Austin Warren: Teorla li.eraria. Con UD prólogo
de Dámaso Alonso. Cuarta edición. 432 págs.
3. WoIfgang Kayser: In.erpre'ac:i6n y andlisis de la obra literaria.
Cuarta edición revisada. 1.· reimpresión. 594 págs.
4. E. Allison Peera: His.orUJ del movimiento romdn'ico espalto/. Sesunda ediciÓD. 2 vols.
-5. Amado Alonso: De la pronuncÚlCi6n medieval a la moderna en
espaltol.
Vol. 1: Segunda edición. 382 págs.
Vol. ll: 262 páp.
6. Helmut Hatzfeld: Bibliografla critica de la nueva estillstica aplicada
a ItU literaturtU romdnictU. Segunda edición, en prensa.
7. Fredrick R. Jungemann: La teorladel sustrato y los dÜJlectos
hispano-romances y ,ascones. Agotada.
8. StanIey T. Williams: La huella española en la literatura norteamericana. 2 vols.
9. René Wellek: HistorUJ de la critica moderna (/750-J950):
Vol. 1: La segunda mitad del siglo XVllI. 396 págs.
Vol 11: El Romanticismo. 498 págs.
Vol IlI: En prensa.
Vol. IV: En prensa.
10. Kurt Baldinger: La formoci6n de los dominios lingülsticos en la
Penl1l$ula Ib~rica. 398 págs. 15 mapas. 2 láminas.
11. S. Griswold Morley y Courtney Bruerton: Cronologla de las comeditU de Lope de Jlega (Con un examen de las atribuciones
dudosas, basado todo ello en un estudio de su versi/icac:ión
esu6/ica). 694 págs.
n.
ESTUDIOS Y ENSAYOS
l. Dáma90 Alonso: Poesta espallola (Ensayo de wtodos y limites
estillsticos). Quinta edición. 672 páginas. 2 láminas.
2. Amado Alonso: Estudios, lingülsticos (Temas espafloles). Tercera
edición. 1116 págs.
3, Dámaso Alonso y Carlos Bousoft.o: Seis calas en la expresi6n
IiterarÜJ española (Prosa-poesla-teatro). Cuarta edición, en prensa.
4. Vicente Garcfa de Diego: Leccione, de Ilngülstica t:spallola (Lonferencl4l pronunciDdas en el Ateneo de Madrid). Tercera edición,
234 págs.
S. Joaqufn Casalduero: Vida
6.
7.
8.
9.
10.
11.
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1S.
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22.
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24.
2S.
26.
27.
28:
y obra de Galdós (1843-1920). Segunda
edición ampliada. 278 págs.
Dámaso Alonso·: Poetas españoles contemporáneos. Tercera edición
aumentada. 424 págs.
Carlos Bousodo:. Teorla de la expresión poética. Premio "Pastenrath". Cuarta edición muy aumentada. 618 págs.
Martín de Riquer: Los cantares de gesta francesel (Sus problemas,
IU relación con Elpaña). Agotada.
Ramón Mem!ndez Pidal: Toponimia prerrománlca hispana. Primera reimpresiÓD. 314 págs. 3 mapas.
Carlos Claverla: TemaiJ de Unamuno. Agotada.
Luis Alberto SáDchez: Proceso y contenido de la novela hispanoamericana. Segunda edición corregida y aumentada. 630 págs.
Amado Alonso: Estudios lingülsticos (Temas hispanoamericanos).
Tercera edición. 360 págs.
Diego Catalán: Poema de Alfonso XI. Fuentes, dialecto, estilo.
Agotada.
Erich VOD Richthofen: EstudioiJ épicos medievales. Agotada.
José María Valverde: Guillermo de Humboldt y la filosolla del
lenguaje. Agotada.
Helmut Hatzfeld: Estudios literarios sobre mlstica espallola. Segunda edición corregida y aumentada; 424 págs.
Amado Alonso: Materia y forma en poesla. Tercera edición.
402 págs.
Dámaso Alonso: Estudios y ensayos gongorinos. Segunda edición.
624 págs. 17 láminas.
Leo Spitzer: Lingiilstica e historia literaria. Segunda edición.
1.& reimpresióD. 308 págs.
Alonso Zamora Vicente: Las sonatas de Valle Inc/án. Segunda
edición. 190 págs.
Ramón de Zubirfa: La potsla de Antonio Machado. Tercera edición. 1.& reimpresión. 268 págs.
Diego Catalán: La escuela lingülstica espallola y su concepción
del lenguaje. Agotada.
Jaroslaw M. Plys: El lenguaje poético de Federico Garcla Lorca.
Agotada.
ViceDte Gaos: La poética de Campoamor . .2.& edición. 234 págs.
Ricardo Carballo Calero: Aportaciones a la literatura gallega contemporánea. Agotada.
José Ares Montes: Góngora y la poesla portuguesa del siglo XVII.
Agotada.
Carlos Bousoflo: La poeda de V/cenie Alel:candre. Segunda edición corregida y aumentada. 486 págs.
GODzalo SObejano: El ('plteto en la IIrica e,pallola:. Asotada.
29.
30.
31.
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33.
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46.
47.
48.
49.
Dámaso Alonso: Menéndez. Pelayo, crítico literario. La8 palinodiaJ
de Don Marcelino. Agotada.
Raúl Silva Castro: Rubén Daría a los veinte años. Agotada.
Graciela Palau de Nemes: Vida y obra de Juan Ram6n Jiménez..
Segunda edición, en prensa.
José F. Montesinos: Valera o la ficci6n libre (Ensayo de interpre.
tación de una anomalia Ii/eraria). Agotada.
Luis Alberto Sánchez: Escritores represefllativos de Am.rica. Primera serie. La segunda edición ha sido incluida ~n la sección Vll,
Campo A bierto, con el número 11.
Eugenio Asensio: Poética y realidad en el cancionero peninsular
de la Edad Media. Agotada.
Daniel Poyán Díaz: l:.nrique Gaspar (Medio siglo de teatro español). 2 vols. 10 láminas.
José Luis Varela: Poesla y restauración cultural de Galicia en el
siglo XIX. 304 págs.
Dámaso Alonso: De los siglos oscuros al de Oro. La segunda
edición ha sido incluida en la sección VII. Campo Abierto. con
el número 14.
José Pedro Dlaz: Gus/avo Adolfo Bécquer (Vida y poesfa). Segunda edicion corregida y aumentada. 486 págs.
Emilio Carilla: El Romanticismo en la América hispánica. Segunda edición revisada y ampliada. 2 vols.
Eugenio G. de Nora: La novela española contemporánea (18981960). Premio de la Critica.
Tomo 1: (1898-1927). Segunda edición. 622 págs.
Tomo Il: (1927-1939). Segunda edición corregida. 538 págs.
Tomo III: (1939-1960). Segunda edición, en prensa.
Christoph Eich: Federico Gorda Larca, poeta de la intensidad.
Segunda edición, en prensa.
Oreste Macri: Fernando de Herrera. Agotada.
Marcial José Bayo: Virgilio y. la pastoral española del Renacimiento. Agotada.
Dámaso Alonso: Dos españoles del Siglo de Oro (Un poeta
madri/eñista. latinista y francesis/a en la mitad del si¡do XVI.
El Fobia de la "Epistola morar': su cara y cruz en Méjico y
en España). 258 págs.
Manuel Criado de Val: Teoria de Castilla la NUf'va (La dl/alidad
castellana en la lengua. la literatura y la historia). Segunda edición. 400 págs.
Ivan A. Schulman: Sfmbolo y color en la obra de losl Mart/.
Agotada.
José Sánchez: Academias literarias del Siglo de Oro español.
Agotada.
J oaquln Casalduero: Espronceda. Segunda edición. 280 págs.
SO. Stephen Gilman: Tiempo y formas temporales en el "Poema del
curo Agotada.
51. Frank Pierce: La poesla ~pica del Siglo de Oro. Segunda edición
revisada y aumentada. 396 págs.
52. E. Correa Calderón: Baltasw Gracidn. Su vida y su obra. Agotada.
53. Soffa Martln-Gamero: La ense/IQnza del inglls en Espaiía (Desde
la EdUil Media hasta el siglo XIX). 274 págs.
54. Joaquin Casalduero: Estudios sobre el tealro español (Lope de
Vega, Guillén de Castro, Cervantes, Tirso de Molina, Ruiz de
Alwc6n, Calder6n, Moratln, Larra. Duque de Rivas, Valle
Inclán. BuñuelJ. Segunda edición aumentada. 304 págs.
SS. Nigel GlendinDÍng: Vida y obra de Cadalso. 240 págs.
56. Alvaro Galmés de Fuentes: Las sibilantea en la Romania. 230 págs.
10 mapas.
57. Joaqufn Casalduero: Sentido y forma de las "Novelas ejemplwes"
Segunda edición corregida. 272 págs.
58. Sanford Shepard: El Pinciano y las leorlas literarias del Siglo de
Oro. Agotada.
59. Luis Jenaro MacLennan: El problema del aspecto verbal (Estudio
critico de sus presupuestos). Agotada.
.
60. Joaquín Casalduero: Estudios de literatura eapallola ("Poema de
Mío Cid", Arcipreste de Hita, Cervantes, Duque de Rivas, Espronceda, Bécquer, Gald6s, Ganivet, Valle-Incldn, Anlonio Machado, Gabriel Mir6, Jorge GuilUn). Segunda edición muy
aumentada. 362 págs.
61. Eugenio Coseriu: Teorladel lenguate y lingülstica general (Cinco
estudios). Segunda edición. 328 págs.
62. Aurelio Miró Quesada S.: El. primer virrey-poeta en Am~ricQ
(Don .Juan de Mendoz.i:J y Luno, marqués de Montesclaros).
274 págs.
63. Gustavo Correa: El simbolismo religioso en las novelas de Plre1.
Galdós. 278 págs.
64. Rafael de Balbfn: Sistema de rltmlca casll'llana. Premio "Francisco
Franco" del C. S. 1. C. Segunda edición aumentada. 402 p¡(gs.
65. Paul me: La nove/lstica de Camilo José Cela. Con UD prólógo de
Juli~n Marias. 240 págs.
66. Victor B. Vari: Carducci y España. 234 Jlágs.
67. Juan Cano Ballesta: La poesla de Miguel Herndnde1.. 302 págs.
68. Emh Ruth Bemdt: Amor, muerte y fortuna en "La Celestina".
Agotada.
69. Gloria Videla: El ultralsmo (Estudios sobre movimientos poéticos
de vanguardia en España). 246 págs. 8 láminas.
70. Hans Hinterhauser: Los "Episodios Nacionales" de Benito P~re1.
Gald6s. 398 págs.
.
71. Javier Herrero: Ferndn Caballero: un nllevo planteamiento. 346
páginas.
72.
73.
Wemer Beinhauer: El espallol coloquial. Con un prólogo de D;imaso Alonso. Segunda edición corregida, aumentada y ac:tuaJ.izada. 460 p;igs.
Helmut Hatzfeld: Estudio, labre el barroco. Segunda edición.
492 p;igs.
74. Vicente 'Ramos: El mundo de Gabriel Miró. 478 págs. 1 l;(mina.
7S. Manuel Garc:la Blancó: América y UfUlmuflO. 434 págs. 2 l;(minas.
76. Ricardo Gullón: A utobiografhu de UfUlmUflO. 390 páp.
77. Mareel Bataillon: Varia lecci6n de clbico, españoles. 444 págs.
5 láminas.
78. Roben Ricard: Estudios de literatura religiola espallola. 280 págs.
79. Keith Ellis: El arte fUlrrativo de Francisco Ayala. 260 págs.
80. Jo5t Antonio MaravaJI: El mundo ,oeial de "ÚJ Celestina". Premio
de los Escritores Europeos. Segunda edición revisada y aumentada. 182 págs.
81. Joaquln Artiles: Los recursos literario, de Berceo. Segunda ediciól)
corregida. 272 págs.
82. Eugenio Ascnsio: I,inerario del entremi, desde Lope de Rueda 11
Quiñones de Benavente (Con cinco entremeses inédi,os de Don
Francisco de Quevedo). 374 págs.
83. Carlos Feal Deibe: ÚJ poesta de Pedro SalilUU. 270 págs.
84. Cannclo Gariano: Análisis estills,ico de lo, "Milagros de Nues,rll
Señora" de Berceo. 234 págs.
85. Guillermo Dfaz-Plaja: Los es'~ticQ8 de Valle lncldn. 298 págs.
86. WaIter T. Pattison: El naturalismo español. Historia eX,erna de
un movimiento literario. 1.& reimpresión. 192 págs.
87. Miguel Herrero Garela: ldeQ8 de lo, espallole, del siglo XVII.
694 págs.
88. Javier Herrero: Ángel Ganivet: un Uuminado. 346 págs.
89. Emilio Lorenzo: El español de hoy, lengua en ebullición. Con UD
prólogo.de Dámaso Alonso. 180 págs.
90. Emilia de Zuleta:, His'oria de 16 crl,ica española contemporánea.
454 p;igs.
91. Michael P. Predmorc: La obra en prosa de Juan Ramón Jiménez.
276 págs.
92. Bruno Snell: La estructura del lenguaje. 218 p;igs.
93. Antonio Serrano de Haro: Personalidad y des,ino de Jorge Manrique. 382 p;igs.
94. Ricardo Gullón: Ga/dós. novelú,a moderno. Nueva edición. 326
páginas.
9S. Joaquln Casalduero: Sentido y forma del tea'ro de Cervantes.
290 págs.
96. Antonio Risco: La estética de Valle-Inclán en lo, espe~pentos y
en "El Ruedo Jb~rico". 278 págs.
97. Josepb Szcrtíca: Tiempo y verbo ell el romancero viejo. 208 páp.
98. Miguel BatUori, S. l.: ÚJ cultura hispano-italiana de los jesuitas
expulsos (Españoles - Hispanoamericanos - Filipinos. 1767-18/4).
6911 págs ..
9'J. Emilio Carilla:· Una etapa decisiva de Darlo (Rubén Darlo en la
Argentina). 200 págs.
100. Miguel Jaroslaw Flys: lA poesla existencial de Dámaso Alonso.
344 págs.'
101. Edmund de Chasca: El arte juglaresco en el "Camar de Mio Cid".
350 pAgs.
102. Gonzalo Sobejano: Nietzsche en Espafla. 688 págs.
103. José Agustln Balseiro: Seis estudios sobre Rubén Darío. 146 págs.
104. Rafad Lapesa: De la Edad Media a nuestros días (Estudios de
historia literaria). 310 págs.
105. Giuseppe Carla Rossi: ESludios sobre las lerras en el siglo XV1l1
(Temas españoles. Temas hispano - portugueses. Temas hispano italianos). 336 págs.
106. Aurora de Albornoz: La presencia de Miguel de Unamuno en
Antonio Machado. 374 págs.
107. Cannelo Gariano: El mundo poético de Juan Ruiz. 262 págs.
108. Paul Bénichou: Creación poética en el romancero tradicional.
190 págs.
109. Donald F. Fogelquist: Españoles de América y americanos de
España. 348 págs.
110. Bemard Pottier: Lingülstica moderna y filologla hispánica. 246
páginas.
111. Josse de Kock: Introducción al Cancionero de Miguel de Unamuno. 198 pá.p.
112. Jaime A1azraki: ÚJ prosa narrativa de Jorge Luis Borges (TemasEstüo). 246 págs.
113. Andrew P. Debicki: Estudios sobre poesla española contemporánea
(lA generación de 1924-/925). 334 págs.
114. Concha Zardoya: Poesla española del 98 y del 27 (Estudios temáticos y esti/isticos). 346 págs.
115. Harald Weinrich: Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. 430 págs.
116. Antonio Regalado García: El siervo y el señor (La dialécticaag6nica de Miguel de Unamuno). 220 págs.
117. Sergio Beser: Leopoldo Alas, critico literario. 372 págs.
1 j 8. Manuel Bermejo Marcos: Don Juan Valera, crítico literario. 256
páginas.
119. Solita Salinas de Marichal: El mundo poético de Rtitael Alberti.
272 págs.
120. Osear Tacca: La historia IiterarÚl. 204 págs.
121. Homero Culillo: Elludlo, critico, ,obre el modernismo. 416 págs.
122. Oreste Macrl: Ensayo d~ métrica sintaRmática (E;emplos del "Libro
de Buen Amor" y del -"Laberinto" de Juan de Mena); 296 págs.
123. Alonso Zamora Vicente: La realidad esperpéntica (A proximación
a "Luces de Bohemia"). 208 págs.
124. Cesáreo Bandera Gómez: El "Poema de Mio Cid": poesla. historia. mito. 192 págs.
12S.Helen DiIl Goode: La prosa retórica de Fray Luis de !.eón en
.. Los nombres de Cristo" (A portación al estudio de un e."ilista
del Renacimiento español). 186 págs.
126. Otis H. Green: EspoRa y la tradición occidental (El esplritu castellano en la literatura desde "El Cid" hasta Calderón).
Vol 1: En prensa.
Vol. 11: 412 págs.
Vol. 111: 596 págs.
Vol. IV: En prensa.
127. Iván A. Schulman y Manuel Pedro Gonzá1ez: Mar". Darlo" el
modernismo. 268 págs.
128. Alma de Zubizarreta: Pedro Salinas: el diálogo cre-a4or. Con un
prólogo de Jorge- Guillén. 424 páginas.
129. Guillermo Femández-Shaw: Un pnt'ta de transición (Vida y obra
de Carlos Femández Shaw. 1865-1911). X + 330 págs.
130. Eduardo Camaeho Guizado: La elegla funeral en la poesla espaflola. 424 págs.
131. Antonio Sánehez Romeralo: El villancico (Estudios sobre la llrica
popular en los siglos XV y XVI). 624 págs.
132. Luis Rosales: Pasión y muerte del Conde de Villamediana. 252
páginas.
133. OtMn Arróniz: La influencia italiana en el nacimiento de la
comedia española. 340 págs.
134. Die,zo Catalán: Siete siglos de romancero (Historia y paesla).
224 págs.
135. Noam Chomsky: Lingüls/ica cartesiana (Un capitulo de la historja del pensamientfJ racionalista). 160 págs.
III. MANUALES
l. Emilio Atareos L1oraeh: FonoloRla espallola. CUarta edición aumentada y revisada. l." reimpresión. 290 págs.
2. Samuel GiIi Gaya: Eleml'n/os de fonética general. Quinta edición
corregida y ampliada. 200 ·págs.
3. Emilio Alareos L1oraeh: Gramá/ica estructural. \." reimpresión.
132 págs.
4. Francisco López Estrada: Introduce/6n a la literatura medieval
espaFlola. Tercera edición renovada. 342 págs.
S. Prancisco de B. Moll: Gramdtica hu/órica ca/alana. 448 páp.
6. FernandO Lázaro Carreter: DiccioPlQ1'io de tlrminos lilol6gicos.
lcrcera edlaon <:orreglda. 444 papo
7. MlLDucl Abar: El Itlll,/ec,o Gl'lJl/fJne•. AJo1ada.
8. Alonso Zamora Vicente: Dialectologla espaliola. Segunda edición
muy aumentada. S88 págs. 22 mapas.
9. Pilar Vázquez Cuesta y Maria Atbertina Mendes da Luz: Gramática portuguesa. Segunda edición, en prensa.
10. Antonio M. Badia Margarit: Gramática calalana. 2 vols.
ll. Walter Pomg: El mundo maravilloso del lenguaje (Problemas, m~
todos y resultados de la lingülstica moderna). Segunda ediciÓn,
en prensa,
11. Heinrich Lausberg: Lingülstica románica.
Vol. 1: FoMtica. S60 págs.
Vol. U: Morlologla. 390 págs.
13. AndR Martinet: Ele~mos de lingDlstica general. Segunda edición
revisada. 276 págs.
.
14. Walther von Wanburg: EvolucWn y estructura de la lengua Irancesa. 3S0 págs.
15. Heinrich Lausberg: Manual de ret6rica literaria (Fundamentol de
una ciencia de la literatura).
Vol. 1: 382 págs.
Vol. 11: 518 págs.
Vol. III: 404 págs.
16. Georges Mounin: Historia de la llngülstica (Desde los orlgenel
al siglo XX). 236 págs.
17. AndR Martinet: La lingUistica ,;ncr6nica (Estudio, e investigaciones). 228 págs.
18. Bruno Migliorini: Hi,rtoritJ de la lengua italiana.
Vol. 1: S96 págs.
Vol. ll: En prensa.
19. LUis Hjelmslev: El lenguaje. 188 págs. I lámina.
20. Sertil Malmberg: Lingülstica estructural y comunicaci6n humana
(lntroducci6n al mecanismo del lenguaje y a la metodologla de
la lingülstica). 328 págs.
21. Winfred P. Lehmann: Introducci6n a la Ungübtica. 354 págs.
22. Francisco Rod~guez Adrados: Lingülstica estructural. 2 voIs.
IV. TEXTOS
1. Manuel C. Dfaz y Dfaz: Ant%gla del latln vulgar. Segunda
edición aumentada y revisada. l.· reimpresión. 240 págs.
2. Maria Josefa Canellada: Antolog/a de te-'IOS lonilicoI. Con UD
prÓlogo de Tomás Navarro. 2S4 páp.
3. F. sancbeZ Escnbano y A. Porqueras Mayo: Preceptiva dramática
elpaitoia del Renacimiento y el Barroco. 2S8 págs.
4. Juan Ruiz: Ubro de Buen Amor. Edición crítica de Joan Corominas. 670 págs.
S. Julio Rodrtaucz-Puértolu: Fray ll1lgo de Mendo", y .116 "CopllU
de Vlla ehr"rr'. 634 páp. 1 laIIWl&.
V. DICCIONAlUOS
l. Joan Corominas: Diccionario critico etimol6gico de la lengua CMtellana. Agotada.
1. J oan Corominas: Breve diccionario etimo16gico de la lengua Ca#'
tellana. Segunda edición revisada. 628 págs.
3. Diccionario de autoridade.. Edición facsfmil. 3 vols.
4. Ricardo J. Alfaro: Diccionario de anglicismo,. Recomendado por
el "Primer Congreso de Academias de la Lengua Espa6ola".
480 págs.
S. Maria Moliner: Diccionario de u.ro del espallol. 1 vols.
VI. ANTOLOGíA mSPÁNICA
l.
1.
3.
4.
S.
6.
7.
IJ.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
lS.
Carmen Laforet: Mis páginas melore,. 2S8 págs.
Julio Camba: Mis páRina.r mejore.r. Primera reimpresión. 2S4 páp.
Dámaso Alonso y José M. Blec:ua: ..4.nrologla de la poesla e.rpañola.
Vol. 1: L/rica de tipo tradicional. Segunda edición corregida.
LXXXVI + 266 págs.,
Camilo José Cela: Mi.r página.r preferidas. 414 págs.
Wenceslao Femández F1órez: Mi.r páginas mejore.r. 276 págs.
Vicente AleÍllandre: Mis poemas mejore•. Tercera edición aumentada. 322 págs.
Ramón Menéndez Pida!: Mis páginas preferida, (Temas literario.).
372 págs.
Ramón Menéndez Pidal: Mis páginas preferidas (Temas IingilLrtlcos e hisr6ricos). 328 págs.
José M. Blecua: Floresra de IIrica espallola. Segunda edición carregida y aumentada. 1.- reimpresión. 2 vols.
Ramón OÓmez de la Serna: Mi8 mejore. páginas literarilu. 246
páginas. 4 láminas.
Pedro Larn Entralgo: Mis páginas preferidas. 338 pIlgs.
José Luis Cano: Antologfa de la nueva poesla e.pallola. Tercera
edición. 438 págs.
Juan Ramón Jiménez: Pájinas escolidas (Prosa). 261 páp.
Juan Ramón Jiménez: Pá;inas e.rcojidas (Verso). 1.- reimpresión.
238 págs.
Juan Antonio de Zunzunegui: Mi, páginas preferidtU. 3S4 páp(
16. Francisco Garcfa Pavón: Antologia de cuentistas españole6 contemporáneos. Segunda edición renovada. 454 págs.
17. Dámaso AJonso: G6ngora y el "PoMemo··. Quinta edición muy
aumentada. 3 vols.
18. Anrologla de poetas ingleses modernos. Con una introducción de
Dámaso AJonso. 306 págs.
19. José Ramón Medina: Antologia vene:r;olana (Verso). 336 págs.
20. José Ramón Medina: Ant%gta vene:r;olana (Prosa). 332 págs.
21. Juan Bautista Avalle-Arce: El inca Garcilaso en sus "Comentarios"
(Ant%gia vivida). 282 págs.
22. Francisco Ayala: Mis páginas mejores. 310 págs.
23. Jorge Guillén: Selección de poemas. 294 págs.
24. Max Aub.: Mis páginas mejores. 278 págs.
25. Julio Rodrlguez-Puértolas: Poesla de protesta en la Edad M edÜl
castellana (Historia y Ant%/(la). 348 págs.
26. César Femández Moreno y Horacio Jorge Becco: Amologta lineal
de la poesía ar/(enrina. 384 págs.
27. Roque Esteban Scarpa y Hugo Montes: An{ologia de la poesta
chilena contemporánea. 372 págs.
28. Dámaso AJonso: Poemas escogidos. 212 págs.
VII. CAMPO ABIERTO
1. Alonso Zamora ViCente: Lope de Vega (Su vida y su obra).
Segunda edición. 288 págs.
2. E. Moreno Báez: Nosotros y nuestros clásicos. Segunda edición
. corregida. 180 págs.
3. Dámaso Alonso: Cuatro poetas españoles (Garcilaso - Góngora Maragall - Antonio Machado). 190 págs.
4. Antonio Sánchez-Barbudo: La segunda época de Juan Ramón
liméne:r; (19/6-/953). 228 págs.
S. Alonso Zamora Vicente: Camilo losé Cela (Acercamiento a un
escritor). 250 págs. 2 láminas.
6. Dámaso Alonso: Del Siglo de Oro a este sigle. de siglas (Notas
y artículos a travét de 350 años de letras españolas). Segunda
edición. 294 págs. 3 láminas.
7. Antonio Sáncbez-Barbudo: La segunda época de Juan Ramón
liménez (Cincuenta poemas comentados). 190 págs.
8. Segundo Se.,nno Poncela: Formas dI! vida hispánica (Garcilaso
Quevedo - Godoy y los ilustrados). 166 págs.
9. Francisco Ayala: Realidad y ensueño. 156 págs.
10. Mariano Baquero Goyanes: Perspectivismo y contraste (De Cadalso a Pérez· de Aya/a). 246 págs.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
Luis Alberto Sáncbez: Escritores representativos de América. Primera serie. Segunda edición. 3 vols.
Ricardo GuUón: Direcciones del modernismo. 242 págs.
Luis Alberto Sánchez: Escritores representativos de América. Segun~ serie, 3 vols.
Dámaso Alonso: De los siglos oscuros al de Oro (Notas y artlculos
a través de 700 años de letras españolas). Segunda edición.
294 págs.
Basilio de Pablos: El tiempo en la poesla de luan Ramón liminez.
Con un prólogo de Pedro Laln Entralgo. 260 págs.
Ramón J. Sender: Valle-Inclán y la di/iculllMi de lJJ tragedia.
150 págs.
Guillermo de Torre: La dificil universalidlMi española. 314 págs.
Angel del Río: Estudios sobre literatura conlt~mporánea españula.
324 págs.
Gonzalo Sobejano: Forma literaria y sensibilidad social (Mauo
Alemán, Galdós. Clarín. el 98 y Va/le-Inclán). 250 pág!.
.
Arturo Serrano PI aja : Realismo "mágico" rn Cuvanl.., ("Don
Quijote" visto desde "Tom Sawyer" y "El Idiota"). 240 págs.
Guillermo Díaz-PlaJa: Soliloquio y coloquio (Notas sobre lírica
y teatro). 214 págs.
Guillermo de Torre: pel 98 al Barroco. 452 págs.
Ricardo GuUón: La invención del 98 y otros ensayos. 200 págs.
Francisco Ynduráin: Clásicos modernos (Estudios de critica literaria). 244 págs.
VITI. DG>CUMENTOS
l.
IX.
Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato de Alonso: Para la biografla
de Góngora: documentos desconocidos. 632 págs.
FACStMILES
Bartolomé José Gallardo: Ensayo de urta biblioteca espaflola de
libms ramsy curiosos. 4 vols.
2. Cayetano Alberto de la Barrera y Leirade; Catálogo bih/jo~ráfico
v hinf!ráfico del teatm antigun españnl. dl'sde SIlS origen es hast/l
mediados del siglo XVI1I. XIII + 728 págs.
3. Juan Sempere y Guarinos: Ensayo de una biblioteca española
de los mejores escritores del rey nado de Carlos 111. 3 vols.
1.
(Viene de la solapa anterior)
cado entre los lingüistas posteriores
al maestro ginebrino) la tripartita indicada en el título, y demuestra la
particular validez de la misma en los
distintos campos del lenguaje. Forma
y sustancia en los sonidos del lenguaje es estudio que propugna -contra
las tendencias vigentes hoy día- la
unión entre fonética y fonología, así
como no excluir la sustancia de los
hechos fónicos. Logicismo y antilogicismo en la Gramática viene a denunciar los errores en que suelen incurrir logicistas y antilogicistas a propósito de las categorías verbales: si
el lenguaje no es un producto del
pensamiento lógico, tampoco es de
naturaleza irracional. En El plural
de los 1}-ombres propios se investiga
la validez de la oposición «nombre
apelativo - nombre propio» y se hace
ver la verdadera fisonomía de estos
últimos mediante el estudio de su
plural. En fin, Determinación y entorno aboga por la creación de una nueva lingüística de la «parole» o, mejor
dicho, del «hablar»; sirve de justificación para ello el análisis de la determinación nominal y de los entornos o circunstancias actualizadoras.
En el libro de Coseriu se hermana
la amplitud de perspectivas con una
seguridad absoluta en el recorrido de
la compleja materia.
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