Subido por Adriana Salazar

TEMA 6. REVELACIÓN. Adriana

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Tema 6: La Revelación
“En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los
Profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (Heb. 1,1-2)
Esquema
1.- Concepto teológico de revelación
 Revelación natural o general: la creación
 Revelación sobrenatural o particular: Auto manifestación de Dios.
2.- Carácter cognoscitivo de la revelación.
 Concepciones cognitivas de la revelación
 Un proceso de connaturalización
 El proceso cognitivo
3.- La revelación en la Escritura.
 En el Antiguo Testamento
 Etapas de la revelación en el AT
 Desde el origen, Dios se da a conocer
 Dios elige a Abraham
 La alianza con Noé
 Moisés
 Dios forma a su pueblo Israel
 Los profetas
 Historia de Salvación
 En el Nuevo Testamento
 Visión Teológica
 Visión Bíblica
4.- Doctrina del Magisterio:
 El concilio de Trento y las reacciones al protestantismo
 Concilio Vaticano I: Dei Filius
 Concilio Vaticano II: Dei Verbum
5.- Rasgos específicos de la Revelación.
6.- Signos de la revelación cristiana.
1.- Concepto teológico de revelación:
Podemos definir la Revelación como la auto manifestación de Dios al hombre como Verdad y Vida
mediante acontecimientos y palabras, por la cual el hombre establece una verdadera comunicación con él.
(M. Ponce Cuellar. Tratado 1) Este es un concepto fundamental en la teología y en la realidad de todo
cristiano.
La Constitución Dogmática Dei Verbum presenta la revelación como la manifestación que Dios hace de sí
mismo y de sus planes de salvar al hombre, para que el hombre se haga partícipe de los bienes divinos, que
superan totalmente la inteligencia humana (cfr.DV 6)
Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el
cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se
hacen consortes de la naturaleza divina. DV 2
Mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a Sí mismo y los eternos decretos de su voluntad
acerca de la salvación de los hombres, "para comunicarles los bienes divinos, que superan totalmente la
comprensión de la inteligencia humana". DV 6
El Concilio Vaticano I distingue una doble vía por la que el hombre puede acceder hasta el conocimiento
de Dios: una camino ascendente -mediante el conocimiento natural- y otro descendente -por medio de la
revelación sobrenatural- :
 Revelación natural o general: la creación:
La constitución dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I afirma que Dios puede ser conocido con
certeza por la razón, como principio y fin de todas las cosas; sin embargo, escogió otro camino mediante
el cual pudiera revelarse, el camino sobrenatural; por consiguiente, sólo se puede llegar a su
conocimiento a través de la revelación.
Dei Filius insiste en que la aceptación de la verdad revelada no es fruto de la razón; sino más bien fruto de
la autoridad de Dios mismo que se revela y que no quiere engañar a nadie. De todas formas, a la razón le
queda siempre la posibilidad de comprender el acto de fe como un acto libre en virtud del análisis de los
signos de credibilidad de la razón, en particular los milagros y las profecías, que garantizan la
sobrenaturalidad de la misma revelación.
La Iglesia enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza a partir de las
cosas creadas con la luz natural de la razón humana: «porque lo invisible de Dios, desde la creación del
mundo, se deja ver a la inteligencia a través de lo creado» Rm 1,20.”
Pero esta revelación natural no da la salvación. “cómo viven ocupándose de sus obras, las investigan y se
dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo! cómo viven ocupándose de sus obras,
las investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo! si han sido capaces
de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente
al Señor de todo?” Sab 13, 7-9. El sujeto activo de esta revelación es la razón, y Dios como creador es el
objeto. Es decir, el ser humano es el protagonista.
 Revelación sobrenatural o particular: Auto manifestación de Dios.
En cambio, en la revelación sobrenatural, hablamos explícitamente del protagonismo de Dios, como sujeto
que sale de su misterio al encuentro de hombres y mujeres en la historia.
Seguida a la cita anterior de Dei Filius encontramos: “Plugo, sin embargo, a su sabiduría y bondad revelarse
a sí mismo y los decretos eternos de su voluntad al género humano por otro camino, y éste sobrenatural, tal
como lo señala el Apóstol: «De muchas y distintas maneras habló Dios desde antiguo a nuestros padres por
medio los profetas; en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (Heb 1,1s)”.
Es decir, el concilio describe en este segundo párrafo, la revelación sobrenatural («revelare»: quitar el velo
que oculta algo) como decisión y acción de Dios, libre y soberana, por su sabiduría y bondad, para la
salvación de los hombres.
2.- Carácter cognoscitivo de la revelación.
La revelación es bidimensional: por un lado, es experiencia de comunión con Dios y por otro es
adoctrinamiento e instrucción. Aporta al hombre conocimientos, de otra manera inalcanzables; aparecen
contenidos nuevos y se ensancha la capacidad cognoscitiva humana.
Esto nos plantea una cuestión fundamental: ¿cómo la revelación aporta este conocimiento, que para la
capacidad cognoscitiva humana supone un salto cualitativo? Dios no es un concepto elaborado por la mente
del hombre, fruto de ese proceso intelectivo (está en un orden de ser que se escapa a la percepción humana).
 Concepciones cognitivas de la revelación
Teoría de la
información
Se entiende la revelación como un conjunto de verdades garantizadas
por la autoridad divina o positivamente propuestas por la Biblia o por el
Magisterio, y la razón debe someterse a la revelación por un acto de
obediencia, pero esta visión corre el peligro de reducir la fe a un acto
intelectualista.
Niega la posibilidad del encuentro real con la trascendencia divina
basándose en la finitud del sujeto. Así Dios se convierte en una idea
Teoría de la proyección reguladora de la razón. Los conceptos de la fe serían meros productos de
la conciencia humana, surgidos del intento humano por objetivar su
experiencia radical.
Teoría de la
comunicación
No se interpreta la revelación, ni como un sistema de verdades, ni
como estados del sentimiento, sino como el acontecimiento de una
relación sujeto-objeto. La fe se fundamente en una experiencia
primordial de la realidad y en un encuentro personal con Dios en su
palabra y acción. Es en la encarnación donde se da el máximo grado de
adecuación entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido, su
explicación estriba en la identidad en Jesús del sujeto y el objeto de la
revelación.
 Un proceso de connaturalización
El hombre sólo puede conocer a Dios, si se da un proceso de connaturalización del hombre con Dios, y la
fe es principio cognoscitivo que no anula la capacidad racional, sino que ésta se ejecuta en un segundo
momento, porque la fe nos lleva ante el objeto y a partir de ahí es la inteligencia la que ha de penetrar y
esclarecer el misterio de Dios.
 El proceso cognitivo
Dios se presenta en medio de nosotros en Jesucristo, como “verificable” y por lo tanto “creíble”. El proceso
cognitivo de conocimiento de Dios viene a ser “iluminación” (San Agustín) en el hombre, pero no por sí
sino por la gracia y gratuidad de la fe.
3.- La revelación en la Escritura.
 En el Antiguo Testamento
No encontramos en el AT el término revelación en el sentido técnico en el que nosotros lo usamos hoy. La
compleja y rica realidad que nos ocupa, aparece expresada en la tradición veterotestamentaria de diversas
maneras y con un vocabulario plural. En su conjunto, la revelación AT presenta algunos rasgos específicos:
1. El carácter interpersonal, en cuanto manifestación de alguien a otro; de Dios al hombre, para que
éste entre en comunión con Él. La revelación se presenta como la experiencia de la acción de una
fuerza inesperada, pero soberana, que modifica el curso de la historia de los pueblos y de los
individuos. Esta fuerza no es un poder omnímodo que se impone; se trata de un encuentro entre
personas
2. Procede de la iniciativa de Dios. Se invierten los términos. No es el hombre el que busca a Dios,
sino que es Yavhé el que se manifiesta.
3. La palabra aparece como el elemento que da unidad a la economía de la revelación. La religión del
AT no es la de la visión de la divinidad tanto como la de la palabra escuchada.
4. La finalidad de la revelación es la vida y la salvación del hombre, una alianza con vistas a una
comunión.
La revelación se nos presenta, pues, en el AT como la intervención gratuita y libre por la que el Dios
santo y oculto se va dando poco a poco a conocer, a sí mismo y el designio de salvación.
 Etapas de la revelación en el AT
 Desde el origen, Dios se da a conocer
Dios se revela desde el origen del mundo por medio de la creación, como ya se ha expuesto. Esta revelación
no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, "después de su caída [...]
alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del
género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las
buenas obras" (DV 3).
 La alianza con Noé
Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la
humanidad a través de una serie de etapas. La alianza con Noé después del diluvio (cf. Gn 9,9) expresa el
principio de la Economía divina con las "naciones", es decir con los hombres agrupados "según sus países,
cada uno según su lengua, y según sus clanes" (Gn 10,5; cf. Gn 10,20-31).
 Dios elige a Abraham
Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abram llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y de
su casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones" (Gn 17,5):
"En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8).
El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la
elección (cf. Rm 11,28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de la
Iglesia (cf. Jn 11,52; 10,16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes
(cf. Rm 11,17-18.24).
 Moisés
Después Dios se manifiesta a Moisés en Egipto, para cumplir la Alianza hecha con el Puebli y librarlo de
la esclavitud. En la teofanía de la zarza ardiendo (Ex 3), Dios se revela a Moisés como el Dios de la historia:
el “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” (Ex 3,6; 6,3), el Dios de la Alianza que va a cumplirla con su
brazo poderoso; y al mismo tiempo se revela por priemra vez como Yahvé, como Él que es, sin restricción
alguna: “Yo soy el que soy”; “«Yo soy» me ha enviado a vosotros” (Ex 3,14. Cfr Ex 6,3).
 Dios forma a su pueblo Israel
Dios no se revela a los hombres sólo de manera individual, pues quiere reunir a todos en un pueblo. Por
ello, en el seno de la historia universal, se desarrolla una historia especial de la revelación de Dios al pueblo
de Israel.
Dios estableció con este pueblo la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, para que lo
reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que
esperase al Salvador prometido (cf. DV 3).
 Los profetas
La revelación de Dios por medio de los profetas comienza con la llamada de éstos mismos por parte de
Yahvé, quien les habla y les confía su palabra, para que la trasmitan e interpreten ante los hombres. El
profeta es la boca de Yahvé, (Jr 15,19), a través del cual Dios interpreta la historia reclamando al pueblo la
Alianza.
Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva
y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,3134; Hb 10,16).
Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades
(cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres
y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza.
 Historia de Salvación
Paralelamente a las corrientes proféticas, se elabora una literatura histórica –Jueces, Samuel, Reyes-, que
es de hecho una historia de salvación y una teología de la historia. Dios se revela por medio de los hechos
de la historia del pueblo de Israel, siguiendo un lento proceso de pedagogía. A través de los diversos eventos
históricos, Dios, de manera gratuita y amorosa se comunica libremente y se da a conocer a la humanidad
manifestando su plan salvador.
 En el Nuevo Testamento
 Visión Teológica
En su conjunto, el NT da cuenta de un acontecimiento novedoso en la historia de la salvación: Dios se nos
ha dado a conocer a través de su propio Hijo: Cristo, plenitud de la revelación, Dios presente entre nosotros.
La revelación del AT encuentra su cumplimiento en el NT, como dice la carta de los Hebreos: "Muchas
veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos
últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1,1-2).
"La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación
pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4). En Jesucristo, Verbo
encarnado, el Hijo está presente entre nosotros y, en unos términos humanos que nosotros podemos
comprender y asimilar, habla, predica, enseña, da testimonio de lo que ha visto y oído en el seno del Padre.
Por eso, Jesús no dice como los profetas, “Así habla Yahvé”, sino “Yo os digo” (Mt 5,22.28.32).
Puntos fundamentales de la plenitud de la revelación en Cristo son la encarnación y la Cruz y resurrección:
a) La Encarnación: En la encarnación del Verbo culmina la autocomunicación de Dios a los hombres. Al
enviar a su Hijo para que asuma forma humana, Dios se revela como Padre a los hombres. La encarnación
es la base de la revelación y la razón para creer en ella por ser la suprema comunicación de Dios a los
hombres.
Además, en Jesucristo se revela no sólo el misterio de Dios sino también el misterio del hombre (cfr. GS
22), ilumina lo que, sin su revelación, en el hombre quedaría ignorado: muestra al hombre su altísima
vocación.
b) La Cruz y resurrección: la revelación salvífica de Dios tiene su momento culminante en la muerte y
resurrección de Jesucristo, pero ¿cómo puede ser revelación de Dios lo más humillante? En el
anonadamiento de Dios (Filp2, 5-11) se manifiesta el poder de Dios, que es tan grande que puede hacerse
pequeño y vencer a la muerte: Dios puede más que la muerte.
Pero sobre todo muestra el poder del amor a los hombres, y hasta dónde llega su solidaridad con la
humanidad, hasta qué punto Dios ama a los hombres. La Cruz revela la actuación plena de la filiación
divina de Jesús que se entrega totalmente a la voluntad del Padre, a lo que el Padre responde con la
resurrección en la que recibe la glorificación como Señor.
Como Señor, Cristo envía el Espíritu Santo a los hombres, a quienes por el mismo Espíritu da una
participación en la vida misma de Dios. El envío del Espíritu Santo es inseparable del misterio pascual; Él
es el perpetuo dador de sentido de la verdad del misterio de Cristo para la Iglesia.
 Visión Bíblica
La tradición sinóptica presenta a Cristo como revelador, en cuanto que proclama el Reino y enseña la
Palabra de Dios con la autoridad de quien conoce la vida íntima del Padre. Los términos que describen la
acción reveladora de Cristo no son las palabras clave del vocabulario de revelación sino predicar y enseñar.
A través de esta predicación y enseñanza, se dan a conocer a los discípulos los misterios del Reino de los
cielos, que también, como don, llega a los sencillos y pequeños. El anuncio del Reino se realiza mediante
hechos y palabras. Los hechos de los apóstoles profundizan en la misión de los apóstoles como
transmisores de la buena nueva de Jesús.
El centro de la reflexión de san Pablo sobre la revelación gira alrededor del binomio misterio – evangelio.
Ambos términos designan, en el fondo, una única realidad soteriológico-escatológica: el plan divino de la
salvación, oculto en Dios desde toda la eternidad y desvelado ahora en Cristo, quien, por su muerte y
resurrección queda constituido como centro de la nueva economía de la salvación. Concibe la revelación
como la acción libre y gratuita de Dios, por la cual, en Cristo y por Cristo, manifiesta al mundo la economía
de la salvación: el designio eterno de reunir todas las cosas en Cristo, salvador y cabeza de la nueva
creación. Este designio se comunica por la predicación del evangelio, confiada a los apóstoles y profetas
del NT.
El corpus joánico iniste en la centralidad de Cristo, como revelación definitiva del Padre. Por medio de un
lenguaje más helenista, presenta la novedad en la revelación traída por Cristo, que es ya Dios – entre –
nosotros. La encarnación es ya la revelación realizada: si conocemos a Dios es porque en Cristo la palabra
se hizo carne, se hizo acontecimiento histórico y, al mismo tiempo, exegeta del padre y de su designio de
amor. Tres elementos constituyen a Cristo como perfecto revelador del Padre:
1. Su preexistencia.
2. Su entrada en la carne y en la historia.
3. Su intimidad permanente de vida con el Padre.
4.- Doctrina del Magisterio:
Como el magisterio no interviene generalmente más que para enderezar o condenar una doctrina grave,
hasta bien entrada la Edad Media no se pronuncia sobre la revelación. No era un hecho discutido; nadie
ponía en duda el hecho de que Dios hablara a los hombres por Moisés, los Profetas y finalmente, por Cristo
y los apóstoles.
 El concilio de Trento y las reacciones al protestantismo
Respecto de la revelación, nos interesa la triple afirmación:
a) El evangelio se nos ha dado de forma progresiva.
b) En el evangelio está la fuente de toda verdad salvífica y de todo nuenstro obrar moral. Se contiene
en los libros inspirados y en las tradiciones no escritas
c) El Concilio acoge con la misma piedad y respeto la Escritura y las tradiciones.
Lo propuesto a nuestra fe es el evangelio, la doctrina de salvación
 Concilio Vaticano I: Dei Filius
En un contexto de fuerte racionalismo, el Vaticano I emplea por vez primera el término “revelación”. Sin
embargo, no encontramos en estas declaraciones del magisterio la preocupación por los temas que centrarán
la reflexión de la DV (naturaleza, rasgos específicos de la revelación). La Dei Filius se ocupa del hecho de
la existencia de la revelación, de su posibilidad y su objeto. “Como en el concilio de Trento, lo que llama
la atención [en el concilio Vaticano I] no es tanto la acción reveladora original como el resultado, el objeto
de esta acción, a saber: la doctrina de fe y su contenido: Dios y sus decretos, sus misterios.” Podemos
resumir la aportación del CVI en:
a)
b)
c)
d)
Afirmación de la existencia de la revelación sobrenatural, su posibilidad, su necesidad y su
finalidad.
Objeto material principal de la revelación: Dios mismo y los decretos de su voluntad de
salvación.
Adopción del término “Revelación”.
Recurso a la analogía de la palabra y del testimonio para dar cuenta de esta realidad.
 Concilio Vaticano II: Dei Verbum
Para presentar la naturaleza y el objeto de la revelación nos fijaremos fundamentalmente en la
aportación del concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum.
Esta Constitución (citamos las mismas palabras del n. 1):
[...] siguiendo las huellas de los concilios Tridentino y Vaticano I, [...] quiere proponer la doctrina auténtica
sobre la revelación y su transmisión: para que todo el mundo, con el anuncio de la salvación, oyendo, crea,
y creyendo espere, y esperando ame.
De ella emana, como de una abundante fuente, toda la teología actual de la revelación construída del
concilio Vaticano II en adelante, si bien no aparece por generación expontánea, sino que recoge todo el
camino recorrido años antes, en el campo católico y en e protestante.
En el capítulo I de la DV podemos leer:
2. Quiso Dios, con su bondad y su sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar e misterio de su volun-tad;
por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y
participar de la naturaleza divina. En esta revelación, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres
como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza
con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la
historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las
palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima
acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un
tiempo mediador y plenitud de toda la revelación
3. Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las
cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para
dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su tiempo
llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego instruyó por los Patriarcas, por Moisés
y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y
para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino
del Evangelio.
4. Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas, "últimamente, en estos
días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los
hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho
carne, "hombre enviado, a los hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo la obra de la sal-vación
que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y
manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del
pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya
ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14;
Tit., 2,13).
Podemos señalar, a la luz de estos textos, tres aportaciones básicas de la DV a la noción de revelación:
1.
El cambio de perspectiva operado. La exposición se distingue por su serenidad, profundidad y
abundancia de referencias bíblicas. La nueva perspectiva es personalista, trinitaria, cristocéntrica y
antropológica.
El CVII comienza hablando de la Revelación por la acción de Dios, como un hecho puramente
resultado de la iniciativa gratuita de Dios.
-
El objeto de la revelación se expresa en categorías bíblicas, que la personalizan.
5.- Rasgos específicos de la Revelación.
Son:
- Principio de historicidad, en donde están presentes los acontecimientos históricos: Dios viene, actúa y
salva en la historia.
- La estructura sacramental, donde la revelación es acontecimiento y comentario: el acontecimiento
entrega todo su sentido por medio de la palabra.
- El progreso dialéctico del Antiguo Testamento, donde la revelación lleva consigo un progreso: la
promesa y el cumplimiento por parte de Dios y la atención meditativa y confiada por parte de Israel.
- El principio encarnacional, en donde Dios quiere manifestarse y darse a nosotros de forma definitiva
por medio de la revelación (encarnación del Hijo de Dios entre los hombres).
- La centralidad absoluta de Cristo, ya que la revelación se encarna en una persona que se presenta como
la verdad viva ya absoluta.
Hay además otros aspectos importantes:
- El principio de economía, que hace referencia a que la revelación es una economía, un designio que Dios
realiza.
- La unicidad y la gratuidad: la revelación es gratuita y sobrenatural, invitando al hombre a la obediencia
de la fe (Cristo es la palabra de Dios hecha carne).
- El carácter dialogal, que es la relación única que establece la revelación entre Dios y el hombre.
- La tensión entre el presente y el pasado, donde la Iglesia quiere ser guardiana de un pasado que es
fuente viva y vivificante.
- La tensión entre historia y escatología, ya que en Cristo se ha cumplido la salvación.
- La revelación trascendental, como el momento de auto comunicación directa y gratuita que Dios hace
de sí mismo a todo hombre que viene a este mundo.
6.- Signos de la revelación cristiana.
a) Fundamentales y comunes. La enseñanza salvífica e infalible de la Iglesia, los efectos de la gracia.
b) Prodigios. El milagro y la profecía son los signos por excelencia y a ellos se les concede la primacía.
El Vaticano II y la constitución Dei Verbum supusieron un cambio de perspectiva teológica en la
presentación de los signos. Los signos, en cuanto remiten a la Revelación de Dios, a su presencia en el
mundo, son comprensibles sólo por aquellos que pueden conocer su significado.
- El milagro, signo de salvación. El milagro está en estrecha relación con el acontecimiento irrepetible de
la Revelación de Dios en Jesucristo. Por eso, más que hablar del signo, hay que verlo como una irradiación
del único signo total: Cristo-en-la-Iglesia. El milagro es signo para el creyente, pero interrogante para el
hombre que no lo es. Y ello porque el milagro NO es una prueba evidente. Jesús hacía milagros para suscitar
y robustecer la fe de los oyentes. Por eso se experimenta como acción de Dios sólo en la fe.
- La profecía. Otro signo de la revelación cristiana, aunque ha quedado un tanto relegado. Los autores
modernos la consideran como un aspecto del milagro.
La profecía es una promesa, no una predicción de lo que va a pasar en el futuro.
La profecía-promesa tiene carácter escatológico, tiene valor como palabra sobre el fin, no sobre los
hechos.
Por último, el lenguaje propio de la profecía se mueve en el ámbito escatológico de la promesa.
El creyente lee la profecía en Cristo: en Él descubre el cumplimiento de las Escrituras, es decir, la
realización plena de la voluntad salvífica de Dios. Por eso la profecía es signo, porque puede indicar la
realidad y el sentido de la Revelación de Dios en Jesucristo.
- Los signos de los tiempos. Es una nueva categoría teológica que surge a partir del Vaticano II. Es una
expresión de Juan XXIII. El concilio la usa en la Gaudium et spes (n 4 y también el 44). La lectura
creyente de la realidad puede discernir “el germen divino que existe en todo hombre (GS 3).
- Cristo-en-la-Iglesia; el signo total. El Vaticano I ponía como signos de la Revelación, en primer lugar a
los milagros y las profecías de Cristo, de los profetas y los apóstoles. Después de Cristo era la Iglesia el
mayor motivo de credibilidad.
El Vaticano II valora como signos, en primer lugar a Cristo, después la Iglesia (el testimonio de vida
de los cristianos). Los signos NO se separan del mensaje y de la persona de Jesucristo.
* Fases progresivas de la revelación: EN EL TEMA DE 14, EL MENSAJE Y LAS ACCIONES DE
JESÚS se puede encontrar este punto.
- Signos.
- Autoridad de Jesús.
- Milagros.
- Resurrección de Jesús.
* Constitución dogmática "Dei Verbum". En especial el capítulo II.
* LATOURELLE, R., Teología de la revelación, (Salamanca 1985). Para la parte bíblica pp. 17-86; para
la relación Iglesia - revelación pp.505-525.
* PIÉ I NINOT, S., Tratado de Teología Fundamental, (Salamanca 1989). Para la cuestión dogmática pp.
143-150; para las formas de revelación pp.173.
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