Subido por José De La Cruz Antonio Álvarez

Patología neurologica

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Patología neurológica
Crisis convulsiva
Convulsión es el fenómeno motor caracterizado por una contracción involuntaria de la
musculatura del cuerpo, de apariencia tónica o clónica (según que su naturaleza sea
continua o discontinua); puede ser de origen cerebral o espinal y se relaciona con muy
diversos mecanismos.
Crisis cerebral es el episodio caracterizado por fenómenos anormales súbitos y transitorios
de tipo motor, sensitivo-sensorial, vegetativo o de afectación de la conciencia, como
resultado de una disfunción cerebral transitoria, parcial o generalizada.
Crisis epiléptica es la crisis cerebral resultante de la descarga excesiva de una población
neuronal hiperexcitable. Puede ser ocasionalcuando acontece en una persona no epiléptica
por efecto de una causa accidental (tóxico, infección, fiebre, trastorno vascular, etc.); se
denomina única la crisis epiléptica espontánea no recurrente, son iterativas cuando se
repiten a intervalos de tiempo variables y se denominan seriadascuando se presentan
ordenadas en series o grupos.
Epidemiologia
Las crisis cerebrales, en general, y las epilépticas en particular,
constituyen una patología frecuente en la infancia, estimándose que
hasta un 8-10% de los niños las presentan en alguna ocasión y la
prevalencia de la epilepsia en la población escolar de nuestro medio es
del 0,5%. Su expresión clínica es alarmante, siendo posible que la
familia considere que la vida del niño está en peligro o que puede
originar secuelas, por lo que constituyen uno de los más frecuentes
motivos de consulta en los servicios de urgencia.
Convulsiones del recién nacido
Las convulsiones se presentan en alrededor del 1% (entre el 0,2-1,4%) de los RN
a término, porcentaje que se incrementa hasta el 20-25% en los prematuros,
aunque su incidencia real es difícil de establecer ya que pueden pasar
desapercibidas o ser confundidas con otros fenómenos motores, como las
tremulaciones, que tienen diferente significado.
Las peculiaridades estructurales y bioquímicas ya comentadas condicionan un
umbral convulsivo más bajo y la expresión característica de las manifestaciones
convulsivas que se relacionan con la etapa madurativa y destacan las crisis
erráticas y la facilidad para presentarse estados de mal.
Etiología
La mayoría de los casos pueden considerarse como convulsiones “sintomáticas”, con una etiología identificable.
Diversos factores maternos antenatales (nulíparas añosas, diabetes, deficiencia en vitamina D) y otros intraparto
aumentan el riesgo de convulsiones neonatales.
Predominan los casos relacionados con: encefalopatía hipóxico-isquémica (que en algunas series es responsable del
45% de los casos) y anomalías metabólicas: hipoglucemia, hipocalcemia, errores del metabolismo de los
aminoácidos, deficiencia/dependencia de piridoxina, déficit de biotina o tiamina; trastornos relacionados con la
natremia, bicarbonato, amoníaco, bilirrubina (kernícterus, hoy excepcional), trastornos peroxisomales, lisosomales o
degenerativos de la sustancia gris. Siguen en importancia las infecciones del SNC, traumatismos del feto y RN,
supresión brusca de drogas o fármacos (síndrome de abstinencia), fetopatía alcohólica, madre tratada con
hidracidas o cuando se ha utilizado procaína para la anestesia del parto.
Hay que considerar las disgenesias cerebrales y síndromes genéticos con afectación neurológica y la hemorragia
intraventricular(especialmente en los nacidos pretérmino). Pese a la gran diversidad de posibles factores etiológicos,
en porcentajes que oscilan (según las posibilidades de estudio) entre el 3-20% de los casos, no es posible determinar
la causa (formas idiopáticas).
Formas clínicas
La semiología es muy variada, siendo a menudo atípicas y su reconocimiento
no siempre es fácil, en especial en el prematuro en que, por razones
anatómicas y funcionales, las crisis son menos organizadas. En el cerebro
inmaduro del neonato, la actividad convulsiva tiene probablemente un origen
subcortical.
Por lo que las manifestaciones clínicas más frecuentes son movimientos
bucolinguales (chupeteo, masticación) y oculares, así como apnea. Se
distinguen los siguientes tipos:
Tipos
Crisis mínimas, atípicas (sutiles). Difíciles de reconocer
por lo que, a menudo, pasan desapercibidas. Se
exteriorizan por automatismos motores breves
(succiones,
clonías
palpebrales,
movimientos
masticatorios, repetición paroxística del pedaleo,
movimientos natatorios) o por fenómenos vegetativos
(palidez, cianosis, babeo, cambios de ritmo
respiratorio, apnea, hipotermia, bradicardia) y son
más habituales en los prematuros.
Crisis clónicas. Quizá las más características y frecuentes
son localizadas (cara, extremidades, cuello, tronco) o
difusas, en relación con lesiones focales (por ejemplo,
infarto cerebral), aunque también con trastornos
metabólicos; en las crisis clónicas difusas o multifocales las
sacudidas saltan desordenadamente de unas a otras
partes del cuerpo (por lo que también se las llama
migratorias o erráticas), pero la migración no es
típicamente jacksonniana.
Crisis tónicas. Suelen ser generalizadas y se traducen por
la extensión de las extremidades superiores e inferiores
(recordando la postura de descerebración) o por la
flexión tónica de las superiores y extensión de las
inferiores (como en la decorticación) y en menos
ocasiones son focales con posición mantenida de una
extremidad o en una posición asimétrica del tronco,
cuello o ambos.
Crisis mioclónicas. Se distinguen de las clónicas porque las
sacudidas son más rápidas y por su predilección por los
músculos flexores. Pueden ser focales, multifocales y
generalizadas. Son las menos frecuentes y se observan
sobre todo en los prematuros con lesiones graves del SNC.
Las crisis tónico-clónicas generalizadas, tan características
de edades posteriores, no se presentan en el periodo
neonatal.
Convulsiones ocasionales del lactante
En el lactante, época en la que todavía no se ha alcanzado la maduración cerebral y
persisten la mayoría de los factores predisponentes y desencadenantes, las convulsiones
también son frecuentes, con predominio de las crisis unilaterales, parciales (secuelares) y,
menos, las generalizadas. El pediatra asistirá, en esta edad, a convulsiones esporádicas,
únicas o repetidas, pero son ya más frecuentes las recidivantes, expresión de una
verdadera epilepsia.
Diagnostico
Electroencefalograma. En el RN tiene características peculiares, variando incluso según la edad de
gestación, y no siempre existe una correlación entre el EEG, ni siquiera el crítico y la clínica. Los
hallazgos intercríticos son diversos: trazados lentos, hipoactivos, periódicos, anomalías focales o
multifocales. En el trazado crítico, el origen de las descargas es, casi siempre, focal, pudiendo
propagarse a todo el hemisferio del mismo lado o, más rara vez, al contralateral.
Diagnóstico de la crisis. Puede plantear problemas en el caso de las mínimas o atípicas, cuyo
reconocimiento clínico es difícil, como también lo es en neonatos ventilados mecánicamente, en los
que la evidencia de fluctuaciones rítmicas de las constantes vitales y la oxigenación deben alertar
acerca de una posible convulsión; al no existir una buena correlación clínico-EEG.
Diagnóstico etiológico. Se realiza valorando los datos de la anamnesis, exploración clínica y los estudios
complementarios. Las investigaciones de laboratorio a realizar de forma inmediata incluyen:
dosificación en sangre de glucosa, calcio, magnesio, bicarbonato y gases, urea, creatinina, bilirrubina y
amoniemia; en casos concretos, puede ser preciso efectuar una punción lumbar.
Pronostico
La mortalidadse ha reducido de forma sensible en los últimos años, pero todavía es
significativa, incluso en la actualidad, en que puede recurrirse a los fármacos más
recientes y a la asistencia en unidades de cuidados intensivos pediátricos. Se valoran
5 factores: EEG, examen neurológico, etiología, tipo de crisis y peso al nacimiento
(que se puntúan 0, 1, 2, excepto el peso, que sólo lo hace 0, 2), se establece el test de
Ellison, de utilidad para el pronóstico: cuando la puntuación es igual o inferior a 5, el
pronóstico es más favorable; los pacientes con 6 o más puntos constituyen una
población de riesgo que es preciso vigilar. La epilepsia posterior se presenta en
alrededor del 7-20% de los supervivientes y la mayoría de las veces las crisis se
presentan en los 6-9º meses de vida.
Tratamiento
El objetivo ideal del tratamiento debe ser el cese, no sólo de las convulsiones clínicas, sino
también de las descargas en el EEG, ya que es probable que el efecto nocivo de las
convulsiones neonatales sobre el cerebro inmaduro se deba a una situación de
hiperexcitabilidad neuronal, independientemente de que se acompañen o no de
manifestaciones clínicas periféricas. Las medidas terapéuticas deben instaurarse con la
máxima urgencia y serán, tanto etiológicas, como sintomáticas. Inicialmente estarán
encaminadas a conseguir una ventilación óptima, hidratación adecuada, corrección de los
trastornos electrolíticos y del equilibrio ácidobásico y mantenimiento de la función
cardiovascular.
El edema cerebralse combate con dexametasona y en las convulsiones neonatales
idiopáticas se debe administrar siempre piridoxina (100 mg) por vía intravenosa, biotina (20
mg por vía oral o intramuscular) y, si no ceden, ácido folínico (2,5-5 mg dos veces al día), por
si se trata de un raro caso en el que las crisis son dependientes de estos factores. La
hipoglucemia se trata con administración de 2-4 mL/kg (0,1-1 g/kg) de glucosa al 25%, EV,
para mantener la glucemia por encima de 40 mg/100 dL.
Tratamiento
Fenobarbital (PB) es, probablemente, el más utilizado en el periodo neonatal; en esta
edad su vida media es de 45-170 horas, empleándose a dosis de ataque de 20 mg/kg
(vía venosa), para continuar con 3-5 mg/kg/día como mantenimiento por VO.
La fenitoína(PHT), mejor la fosfenitoína –con menos riesgo de potenciales efectos
adversos–, se recomienda como segundo fármaco de elección, empleándose a dosis de
ataque de 20 mg/kg y a 3-4 mg/kg como mantenimiento EVen administración muy lenta
(por vía IM es irritante, cristaliza, su absorción es irregular y los niveles séricos
imprevisibles).
Las benzodiazepinasocupan el tercer lugar; el diazepam(DZP), a dosis de 0,5-1 mg/kg, es
también efectivo por vía EVo rectal (0,5 mg/kg, repitiendo a los 5 minutos si persisten
las crisis, para seguir con PB si no se han controlado); no se recomienda su asociación
con PHTya que ésta bloquea los receptores del DZP.
Convulsiones febriles
Son crisis convulsivas clónicas, tónico-clónicas o atónicas, que acontecen en
el lactante o niño, entre los 3 meses y 5 años de edad, con fiebre, sin
evidencia de infección intracraneal; se excluyen los casos de convulsiones
febriles en niños que han presentado previamente una convulsión afebril.
Se presentan en el 2-5% de los niños y constituyen el 30% de todas las
convulsiones de la infancia, afectando a ambos sexos, aunque con
predominio en el masculino. En su aparición influyen tres factores: edad,
elevación térmica (fiebre) y factores genéticos; en cuanto a la edad, la
mayoría acontecen entre los 6 meses y los 5 años, en especial entre los 12 y
18 meses.
Etiología
Los procesos responsables de la fiebre son las infecciones habituales en estas
edades: infecciones respiratorias altas, enfermedades exantemáticas,
gastroenteritis, así como reacciones postvacunales (el riesgo de convulsiones
febriles se incrementa el día de la vacunación DTP–difteria, tétanos, tos ferina– y
entre los días 8-14 tras la vacuna del sarampión, paperas y rubéola). Los factores
genéticosjuegan un papel destacado en su aparición; entre los familiares de los
niños con convulsiones febriles se recoge una frecuencia de crisis febriles superior a
la encontrada en la población general: cuando uno de los padres las ha padecido el
riesgo de que su hijo las presente pasa del 2-5 al 10-20%.
Diagnostico
Es eminentemente clínico. Ninguna prueba de laboratorio puede confirmar o
descartar que el episodio que se ha producido sea una convulsión. Las pruebas
analíticas estarán dirigidas al estudio y diagnóstico del proceso infeccioso
responsable de la crisis: el ionograma, en especial la natremia, puede ser de interés
para el diagnóstico de una posible secreción inadecuada de hormona antidiurética,
situación evidenciada con frecuencia en estos pacientes. La práctica de una punción
lumbar depende del criterio y experiencia del médico, así como de la edad del niño:
dado que los signos y síntomas de una infección meningoencefálica se presentan
con menos probabilidad en los niños por debajo de los 2 años, es en ellos donde
debe valorarse su realización.
Tratamiento
Es similar al de cualquier crisis convulsiva con independencia de su etiología
incluyendo, además, las medidas generales para combatir la hipertermia y el
tratamiento del proceso causal. La profilaxis reduce la recurrencia de las convulsiones
febriles pero no existe evidencia de que prevenga una epilepsia posterior y no se
recomienda de manera sistemática, limitándose a pacientes con factores de riesgo:
anomalía neurológica previa, convulsión febril atípica o compleja, cuando existen
antecedentes familiares de crisis afebriles en uno de los padres o hermanos, así como,
aun sin datos de riesgo, cuando hay gran ansiedad en la familia. Existen dos
modalidades para la prevención:
Profilaxis
Profilaxis intermitente. Indicada cuando el niño tenga fiebre, requiere un precoz
reconocimiento de los signos iniciales de la crisis administrando DZP, por vía
rectal en forma de microenema (5 mg en los menores de 2 años y 10 mg en los
mayores de esa edad), para repetir la misma dosis a las 8 horas.
Profilaxis continua diaria. Son útiles el PB (4-6 mg/kg/día, VO) y la PRM (15-20
mg/kg/día, VO), que logran prevenir las recidivas en un 8090% de los casos, pero
tienen efectos secundarios, por lo que no son aconsejables para la profilaxis de
las crisis febriles. El VPA(20-30 mg/kg/día, VO) es eficaz.
Meningitis aséptica
Es un síndrome meníngeo, de variada etiología, caracterizado por
presentar LCR claro, con pleocitosis de predominio linfocitario, aumento
moderado de proteínas y cultivo bacteriano negativo; su evolución en la
mayoría de los casos es benigna y cura sin dejar secuelas. Este síndrome
puede cursar aisladamente o formar parte de cuadros clínicos más
complejos de etiología generalmente viral. Otras denominaciones iguales o
próximas son: “meningitis aséptica benigna”, “meningitis linfocitaria”,
“meningitis linfocitaria aguda benigna” y meningitis viral.
Etiología
Etiología Los agentes etiológicos son
múltiples. En el Cuadro están
esquematizados
los
agentes
productores de las meningitis
asépticas, agrupándolos según su
naturaleza.
Meningitis viral
Meningitis viral. Es la predominante. Los enterovirus no polio son responsables del mayor
número de casos (hasta el 80-90% de los casos etiquetados); pueden producirse casos durante
todo el año, aunque suelen acumularse en brotes en primavera y verano. Dentro de este grupo
cabe destacar en España a los Echovirus, especialmente los 30, 9, 6 y 4 y, últimamente, el
serotipo 13; también el virus CoxsackieB5. Los virus herpéticos, aunque poco frecuentes en su
presentación como meningitis aséptica están, en segundo lugar en cuanto a frecuencia, pero
tienen importancia diagnóstica por ser los únicos tributarios de tratamiento específico. El virus
varicela zoster, sólo presenta complicación meníngea (cerebelitis) en una de cada mil varicelas.
También es poco frecuente la meningitis en el curso de la mononucleosis infecciosa. Los
mixovirus seguían en orden de importancia hasta la instauración de la vacuna obligatoria
(especialmente el virus de la parotiditis, que representaba hasta un 15% de los casos).
Meningitis por agentes no infecciosos
Son consideradas excepcionales. Pueden ocurrir en la fase muy inicial de la meningitis
tuberculosa, en las meningitis supuradas incorrectamente tratadas y en las meningitis
concomitantes. Actualmente es raro encontrar meningitis asépticas por leptospiras,
espiroquetas y rickettsias, con un interés creciente para la Borrelia burgdorferi y son
excepcionales las provocadas por parásitos. Las producidas por hongos han aumentado
a partir de la era antibiótica; aparecen, sobre todo, en enfermos sometidos a
tratamientos muy prolongados con antibióticos de amplio espectro o corticoides o
inmunodeprimidos. Los hongos más frecuentes, como causantes de meningitis, son
Candida albicans, Blastomyces, tórulas y Actinomyces. No obstante, su cuadros clínico y
licuoral se confunden difícilmente con el de las meningitis asépticas.
Meningitis aséptica en otros procesos
Una reacción meníngea de LCR claro y aséptico puede aparecer en afecciones diversas,
como: lupus, sarcoidosis, leucemia, diseminación carcinomatosa generalizada, esclerosis
en placas, tumor intracraneal, hemorragia subdural y trombosis de los senos cavernosos
que también cabría considerar en relación con las encefalitis. Pero en estos casos el
cuadro clínico difiere considerablemente de lo definido como meningitis aséptica. La
vacuna de la tos ferina desencadena ocasionalmente alteraciones meníngeas, así como
las intoxicaciones por plomo, arsénico y otras sustancias y, finalmente ciertas técnicas
exploratorias (neurorradiológicas) o terapéuticas (vía intratecal).
Clínica
Las manifestaciones clínicas pueden limitarse a signos de irritación meníngea o asociar síntomas
derivados de la afectación de otros órganos, dando un síndrome más complejo. La asociación con
mialgias intensas es provocada sobre todo por enterovirus; pleurodinia por Coxsackie y ECHO;
dolores periumbilicales pseudoapendiculares por poliovirus; exantemas máculo-papulosos por virus
ECHOy Coxsackie; afectación parotídea, pancreática o genital por virus urliano; poliartritis por
Borrelia burgdorferi.
La meningitis comienza bruscamente o de forma gradual. Aveces va precedida de un episodio febril
acompañado de otros síntomas, como faringitis, diarrea, estreñimiento o un exantema; en otras
ocasiones el síndrome meníngeo constituye la primera manifestación de la enfermedad. En general,
aparecen pronto los síntomas más específicos, como cefaleas, vómitos, fotofobia, rigidez espinal y
de nuca, exaltación de reflejos tendinosos, signos de Kernig, Lassègue y Brudzinski. En adolescentes,
en ocasiones es característico un cuadro de cambio de conducta; otras veces predomina la
afectación cerebelosa con ataxia. En conjunto, el cuadro clínico es más discreto que en las meningitis
bacterianas o tuberculosas siendo en ocasiones subclínico. La evolución es siempre benigna. Por
término medio la curación se consigue en un plazo de siete a catorce días.
Exámenes complementarios
El LCR es imprescindible para el diagnóstico: es necesaria la punción lumbar siempre
que se sospeche la enfermedad. La tensión es variable; en general moderadamente
alta. El aspecto es claro, pero puede ser deslustrado y aun opalescente, incluso
puede detectarse un retículo fibrinoso, en especial en la coriomeningitis linfocitaria.
La pleocitosis varía, desde sólo 10 hasta 2.000 células por mm3, con predominio
mononuclear, aunque habitualmente no supera las 1.000. La proteinorraquia es
normal o poco elevada. La glucorraquia se mantiene dentro de los límites normales o
ligeramente aumentada (excepto en infecciones por Mycoplasma, infiltración
leucémica y meduloblastoma), igual que los cloruros y el ácido láctico.
Diagnostico
En general es fácil, si se atiende a la clínica y al resultado analítico del LCR. Clásicamente
lo difícil era realizar la confirmación microbiológica de la sospecha clínica por el bajo
rendimiento de los cultivos virales o de las técnicas indirectas basadas en la respuesta
inmunitaria específica. Actualmente las técnicas de amplificación molecular han
incrementado significativamente el diagnóstico etiológico, siendo las de elección para los
principales agentes. El aislamiento del virus por cultivo o la detección del ácido nucleico
por PCR se realizará a partir del LCR, frotis faríngeo, secreción nasal, heces u orina, si bien
la interpretación de los resultados será más fiable en la muestra de LCR, por lo que será la
de elección.
Tratamiento
Es ante todo sintomático: antitérmicos y analgésicos para combatir fiebre,
cefaleas y algias; la agitación puede controlarse con sedantes como la
clorpromazina, las benzodiacepinas a dosis bajas o, en casos más rebeldes, con
propofol. Para los vómitos es útil la metoclopramida (evitar en lo posible para no
enmascarar la aparición de signos encefalíticos). En caso de convulsiones se
indicarán fenobarbital o hidantoínas principalmente. No hay que descuidar
corregir la deshidratación y las posibles desviaciones del equilibrio ácido-básico,
mediante la administración de 80-100 mL/kg/día de la solución glucosalina
habitual, añadiendo potasio o bicarbonato, según los datos clínicos y analíticos.
Meningitis bacteriana
Las meningitis bacterianas, supuradas, purulentas o piógenas incluyen los
procesos inflamatorios de las leptomeninges encefálicas y medulares, que
cursan típicamente con líquido cefalorraquídeo turbio o purulento, intensa
pleocitosis y claro predominio de células polinucleares. Alcanzan su máxima
frecuencia en lactantes y párvulos, siendo más raras después de los 10 años.
En la edad neonatal revisten caracteres especiales, tanto desde el punto de
vista clínico, como etiológico y terapéutico. Los progresos de la antibioterapia
han aumentado el índice de curabilidad por encima del 90%.
Etiología
Las meningitis supuradas son producidas por una gran
variedad de agentes bacterianos, cuya frecuencia
relativa es muy variable. Considerados globalmente,
los preponderantes son N. meningitidis, S. pneumo
niae y H. influenzae, especialmente los dos primeros.
En los países desarrollados, las campañas de
vacunación masivas frente a H. influenzae y N.
meningitidis C y, más recientemente, S. pneumoniae
ha cambiado de forma drástica la distribución de
estos gérmenes.
Patogenia
Los microorganismos que invaden las meninges lo hacen procedentes de un foco infeccioso primitivo.
La mayor parte de las veces llegan por diseminación hematógena a partir de la presencia de patógeno
en la mucosa nasofaríngea. Entre el 5-25% de los niños sanos están colonizados por N. meningitidis y
S. pneumoniae.
Si se produce una infección viral a ese nivel se puede facilitar el paso del germen al torrente
circulatorio. Se puede producir infección en diferentes localizaciones, entre ellas, las meninges. En
otras ocasiones alcanzan las meninges por propagación de continuidad a partir de un foco infeccioso
próximo como otitis, sinusitis y mastoiditis. Para la penetración de las bacterias en el encéfalo y
meninges es necesario que se produzca el fracaso de la barrera hematoencefálica. Esta teórica barrera
está formada por el endotelio de las paredes de los capilares del SNC, cuya constitución anatómica
determina una permeabilidad menor de la que es habitual en otros territorios orgánicos. El factor
anatómico más importante está constituido por los “pies terminales de los astrocitos”. Apoyados en la
pared de los capilares determinan la formación de una especie de membrana que recubre la pared
capilar en casi toda su extensión
Anatomía patológica
Llegados los microorganismos al SNC, se produce la inflamación purulenta de las meninges
aracnoideas y piamadre, con aparición de un infiltrado leucocitario y un exudado purulento, que se
extiende por la base y superficie de ambos hemisferios. Se liberan componentes de la membrana
celular al espacio subaracnoideo que desencadenan la cascada inflamatoria con liberación de
citocinas, entre ellas el TNF e interleucina 1. Se aumenta la permeabilidad de la BHE, pudiendo
aparecer edema cerebral e hipertensión intracraneal. La infección puede alcanzar los ventrículos,
dando lugar a una ventriculitis; las adherencias que se producen llegan a obstruir las vías de
circulación o reabsorción del liquor, ocasionando una hidrocefalia. Adherencias y bridas
inflamatorias se producen también en otras zonas y dan lugar a la formación de tabicamientos, con
constitución de celdas, en las cuales el pus y los gérmenes patógenos quedan aislados,
persistiendo en ellas la infección de forma prolongada. Se producen igualmente infiltraciones
perivasculares, vasculitis y trombosis, que condicionan la presentación de hemorragias cerebrales,
zonas de necrosis y derrames subdurales
MENINGITIS MENINGOCÓCICA
La meningitis meningocócica o cerebroespinal epidémica es la más
frecuente en pediatría, tanto en España como en muchos otros países.
Agente etiológico. Es la Neisseria meningitidis. Pertenece, junto con el
agente de la gonococia (N. gonorrhoeae), a la familia de las Neisseriaceae,
en las que también están incluidos agentes patógenos: Acinetobacter,
Branhamellao Moraxella. La N. meningitidises un diplococo intracelular
gramnegativo, con forma de granos de café. Es productor de endotoxinas,
se comporta como aerobio y es muy sensible a los agentes externos. Su
escasa resistencia a la temperatura ambiente se ha de tener en cuenta al
realizar los cultivos.
Contagio
Contagio. Se verifica de manera directa por las gotitas de Pflügge expulsadas por los
enfermos o, con mayor frecuencia, por portadores sanos. Parece que existen más
portadores en la población adolescente, fumadora y con condiciones de
hacinamiento.
Habitualmente es la rinofaringe donde los meningococos causan una
sintomatología banal de tipo catarral. Estos microorganismos, además de su
complejo lipoproteína-lipopolisacárido, responsable de los 15 antígenos antes
citados y de la producción de endotoxina, poseen fimbrias, gracias a las cuales
consiguen su adherencia al epitelio de la mucosa de vías respiratorias altas.
Clínica
La sintomatología varía de acuerdo con los datos etiopatogénicos expuestos. Así, habrá
cuadros de predominio séptico (signos cutáneos, inestabilidad hemodinámica hasta llegar
al choque) y otros fundamentalmente meníngeos; los primeros son de evolución rápida,
requieren diagnóstico temprano y tienen peor pronóstico; los segundos son más lentos y
benignos. El comienzo del cuadro clínico de predominio meníngeo viene señalado por una
brusca elevación febril, que alcanza ordinariamente 3940 °C, pulso rápido, grave sensación
de enfermedad y síntomas de afectación meníngea: cefaleas de gran intensidad
localizadas especialmente en región occipital y vómitos “a chorro”, sin náuseas, y que
conforman la “tríada meningítica”.
A la exploraciónse aprecian rigidez de nuca y signo del trípode, que aumentan conforme
progresa la enfermedad, apareciendo en los casos más floridos opistótonos y
extremidades inferiores flexionadas en posición de gatillo de fusil. Una tercera parte de
los pacientes presentarán inicialmente el temido exantema petequialtromboembólico
irregular y a veces claramente hemorrágico o necrótico.
Síntomas cutáneos
Con frecuencia aparece un herpes simple localizado en los labios u otras regiones,
aunque suele ser tardío, ya en la fase de estado. Si no marcó el comienzo, podrá
apreciarse ahora la erupción roseoliforme, maculopapulosa, tenue y de escasa
duración y, más a menudo, un exantema purpúrico, que constituye la típica lesión
cutánea de las meningococemias. Está formado por petequias o elementos
hemorrágicos de mayor tamaño, como una lenteja y más grandes, irregulares,
estrellados, de carácter tromboembólico. Se distribuyen por toda la superficie
cutánea, aunque suelen predominar en las extremidades. Los elementos de mayor
tamaño suelen transformarse en flictenas y dejar lesiones necróticas (púrpura
necrótica); más rara vez los elementos son muy grandes y adoptan la forma de
púrpura fulminante. Las lesiones cutáneas tromboembólicas son manifestaciones
de una púrpura infecciosa angiopática con CID.
Periodo de estado
Se caracteriza por un aumento de los síntomas anteriores: la rigidez de
nuca se intensifica, el opistótonos es más marcado, las cefaleas y
vómitos continúan. Los signos de Lassègue, Kernig y Brudzinski son,
generalmente, muy positivos, y el sensorio va deprimiéndose,
adquiriendo el enfermo un aspecto encefalítico. El edema cerebral que
se origina, por su componente encefalítico o vasculítico, puede llegar a
producir herniación cerebral, con repercusión sobre tronco encefálico:
trastornos respiratorios, midriasis arreactiva, hipertermia y bradicardia,
que pueden conducir a enclavamiento y muerte cerebral. En los
lactanteslos signos meníngeos clásicos son discretos o faltan siendo, en
cambio de gran valor clínico la hipertensión de la fontanela, que se
halla tensa a la palpación e incluso se aprecia a simple vista como
abombada sobre el cráneo.
Datos de laboratorio
En el hemogramaexiste una leucocitosis elevada (excepto aquellos cuadros sépticos graves,
que cursan con leucopenia, signo de mal pronóstico) con predominio polinuclear y
desviación a la izquierda. Existe una elevación de los reactantes de fase aguda, como la
proteína C reactiva y la procalcitonina. El LCR es de aspecto turbio, si bien en estadios muy
precoces o en enfermos parcialmente tratados puede ser claro (Cuadro 23.10.2). La presión
está aumentada, con gran pleocitosis (2.000-3.000 o más células, predominando los
polinucleares neutrófilos).
La albúmina y globulinas se encuentran también muy aumentadas. Los cloruros y, sobre
todo, la glucosa aparecerán disminuidos y el ácido láctico (lactato) está elevado (al
contrario, en las meningitis de origen viral). En la fase de regresión disminuye la pleocitosis,
que se hace de tipo linfocitario, y el líquido se vuelve claro. El examen directo del frotis
pone a veces de manifiesto la existencia de meningococos, en forma de diplococos
intracelulares gramnegativo.
Sepsis meningocócica grave
En ella es tanta la gravedad de la diseminación hemática meningocócica (la acción
endotóxica del meningococo produce una lesión vascular diseminada y un cuadro
de CID) con gran expresividad hemodinámica y cutánea, que provoca un
diagnóstico precoz, sin dar tiempo a la invasión meníngea y aparición de
sintomatología. Los niños enferman de un modo repentino con postración,
obnubilación y gravísima afectación del estado general. Existen fiebre alta,
palidez; a las pocas horas aparecen las petequias y tromboembolias
características del síndrome de coagulación intravascular, pasando rápidamente al
estado de colapso y choque. La afección progresa rápidamente y, antes de 24
horas, puede fallecer el niño, sin llegar a presentar signos de meningitis, con
choque refractario. El LCR es normal o está muy poco alterado, aunque es posible
hallar meningococos en el hemocultivo.
Síndrome de Waterhouse-Friderichsen
Es la denominación clásica de una forma de presentación de la sepsis
meningocócica con choque refractario, a la que se asocia un infarto hemorrágico
bilateral de las suprarrenales, que le confiere un pronóstico casi siempre letal.
Aparte la mayor intensidad de los síntomas circulatorios, aparecen en la piel unas
manchas equimóticas confluentes o livideces cadavéricas intravitam, sobre todo en
las partes declives del cuerpo, como las que aparecen después de la muerte y que
son muy distintas del exantema roseoliforme inicial de la infección meningocócica
y de la erupción petequial tromboembólica de la sepsis, con la que se asocian casi
siempre.
Otras meningitis
Después de N. meningitidis, el agente etiológico más frecuente en nuestro medio es S.
pneumoniae, seguido por Streptococcus, gramnegativos y Staphylococcus .Las meningitis causadas
por estos microorganismos presentan características clínicas análogas a las de la meningitis
meningocócica, pero difieren en la terapéutica. Son características clínicas comunes: comienzo
brusco; signos meníngeos manifiestos, si bien suelen ser menos intensos que en las formas
meningocócicas, y rareza de cuadro cutáneo; fiebre elevada y afectación del estado general, que
suelen preceder a las manifestaciones meníngeas; posible relación con focos sépticos vecinos
(otitis, mastoiditis, sinusitis, fístulas de LCR, etc.). Algunas tienen especial tendencia a recidivar y
presentar recaídas, lo cual depende, en parte, del germen patógeno y, en parte, de la eficacia del
tratamiento. El LCR presenta las alteraciones características de las meningitis supuradas: turbio o
francamente purulento, pleocitosis elevada de predominio polinuclear, proteínas elevadas, glucosa
y cloruros disminuidos. Es posible el hallazgo del agente causal, por frotis directo, cultivo, antígenos
bacterianos y PCR.
Meningitis neumocócica
La infección neumocócica ha sido revisada en el capítulo 7.6. Ahora interesa señalar
que Streptococcus pneumoniaees el segundo germen en frecuencia para la etiología
en la actualidad. Su incidencia en la población general es de aproximadamente 1,5
casos/100.000 personas, llegando en el grupo de < 5 años a 7/100.000. Un grupo de
riesgo son los enfermos con drepanocitosis y esplenectomizados. En muchos casos
se evidencian focos previos, como neumonía e infecciones de vías respiratorias altas,
especialmente del oído medio. El cuadro clínico es semejante al de la meningitis
meningocócica, si bien los síntomas meníngeos suelen ser menos manifiestos,
debido a que el exudado inflamatorio se localiza sobre todo en la base cerebral. Son
frecuentes las manifestaciones encefalíticas (coma, parálisis de pares craneales,
trastornos vegetativos) y el bloqueo precoz del sistema ventricular, con desarrollo de
hidrocefalia aguda.
Meningitis por Streptococcus agalactiae
Es el primer germen responsable de meningitis bacteriana en el periodo
neonatal precoz < 7 días de vida. La incidencia de meningitis en el RN es
mayor que en cualquier otra edad pediátrica, llegando a ser 0,2 a 1
casos/1.000 RN vivos. Su mortalidad puede llegar al 30% y el índice de
secuelas es alto, siendo inversamente proporcional al peso y la madurez del
niño. La prevalencia de este germen ha disminuido gracias a las medidas
profilácticas que, de forma rutinaria, se toman en las madres portadoras y en
los niños. Apesar de ello, sigue siendo una enfermedad temida por su
agresividad, tanto en la forma meningítica como en la sepsis y sigue siendo el
germen predominante en esta edad. Existen formas de presentación precoz,
antes de los 7 días de vida, y presentación tardía, hasta los 30-45 días.
Meningitis por H.influenzae
El Haemophilus influenzae tipo b, revisado en el capítulo 8.13, era uno de los agentes que
con más frecuencia provocaba meningitis en la primera infancia hasta el año 1998 en que se
introdujo la vacuna en España. Desde entonces ha desaparecido prácticamente este germen
en numerosas estadísticas. En el año 2006, en España sólo se declararon 4 casos de
enfermedad por H. influenzae. Los casos aislados suelen corresponder a niños no
vacunados. La máxima frecuencia corresponde al lactante, entre los 6 y los 12 meses de
edad; es rara en el primer trimestre de vida y después de cumplir los 5 años. En gran parte
de los casos la enfermedad va precedida o acompañada de infección de vías respiratorias
altas. El cuadro clínico es semejante al de las restantes meningitis supuradas, con las
salvedades antes comentadas acerca del poco relieve clínico que pueden tener los síntomas
meníngeos en el lactante.
Meningitis estafilocócica
Muy poco frecuente y generalmente debida a una cepa plasmocoagulasa (+), suele
producirse por vía hematógena a partir de focos purulentos localizados en el oído,
mastoides, senos, piel, cuero cabelludo, huesos, articulaciones; o por contigüidad en
fístulas postraumáticas inadvertidas. Anatómicamente existe una intensa inflamación
meníngea con gran exudado purulento y abscesos localizados en cerebro y meninges. El
cuadro clínico es grave y la frecuencia de secuelas es elevada. En cambio el
Staphylococcus plasmocoagulasa(-), muy frecuente en infecciones hospitalarias, RN y
en enfermos portadores de derivaciones valvulares (hidrocefalias) o prótesis, es causa
de meningitis de evolución subclínica y buen pronóstico.
Diagnostico etiológico
La anamnesis y clínica pueden ofrecer datos orientadores sobre el agente causal: ambiente
epidémico de meningococia, edad, microorganismos entéricos en el RN, H. influenzae en lactante
pequeño y antecedentes personales o familiares para eliminar la tuberculosis. El exantema
petequial o tromboembólico hará sospechar N. meningitidis, aunque a veces también algunas
petequias pueden aparecer en otros procesos: infección por enterovirus, Echovirus, otras virosis,
sepsis por H. influenzae, fiebre botonosa mediterránea, púrpura anafilactoide de SchoenleinHenoch, púrpura trombocitopénica idiopática aguda, enfermedad de Kawasaki, alergia
medicamentosa y leucemia.
El diagnóstico etiológico de certeza se consigue con el examen bacteriológico del LCR, aunque
también debe practicarse el hemocultivo. Dada la gravedad de la enfermedad y la importancia
del tratamiento precoz, la punción lumbar diagnóstica no debe demorarse, excepto cuando existe
inestabilidad hemodinámica o hipertensión endocraneal.
Tratamiento
Trastornos por déficit de atención e
hiperactividad (TDAH)
Los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) vienen definidos
por la presencia de tres síntomas fundamentales: 1. Disminución de la atención.
2. Impulsividad. 3. Hiperactividad. En realidad es mucho más que un trastorno.
Es un síndrome de dimensiones enormes, que alcanza una gran cantidad de
facetas y se debería denominar “Síndrome de Déficit de Atención e
Hiperactividad (SDAHA) con mucha más propiedad que TDAH.
Prevalencia
A medida que ha pasado el tiempo se han ido incrementando los porcentajes de
personas que padecen este cuadro, a la vez que ha ido disminuyendo la edad a la que
puede ser diagnosticado. Si bien hace unos años se estimaba la prevalencia del TDAH
en el 4%-6%, los últimos estudios epidemiológicos dan cifras que rondan el 20% y hasta
los más prudentes sitúan la prevalencia por encima del 10%. Es posible que las
diferentes pruebas valorativas jueguen un papel importantísimo en los porcentajes de
prevalencia.
Etiología
No hay duda de que el TDAH es un cuadro orgánico, con origen en deficiencias
anatómico-biológicas que afectan preferentemente a ciertas estructuras cerebrales
y que no es patrimonio exclusivo de los humanos. En seres el reino animal superior
(caballos, toros, perros, gatos, monos, etc.) pueden observarse comportamientos
similares. La etiología puede ser tanto genética como adquirida, pero en ambas
circunstancias con la misma base bioquímica como origen del trastorno. La
mayoría de los casos son hereditarios por vía autosómica dominante por parte de
ambos progenitores de manera similar.
Patogenia
El trastorno funcional, es decir, las alteraciones clínicas, se llevan a cabo por
problemas bioquímicos en proyecciones de conexión entre los lóbulos frontales y
los núcleos basales, que afectan tanto al transporte como a la recaptación de la
dopamina y en menor grado, de la serotonina y de la norepinefrina. Ello ocurre
tanto en los sujetos en los que el trastorno tiene origen genético como en los de
causa adquirida.
Clínica
Primer año, los niños suelen dormir mal y estar con los ojos muy abiertos y algunos comienzan a
andar excesivamente pronto (entre los 6-10 meses), aunque la mayoría marcha sin ayuda algo tarde.
Posteriormente estos niños muestran hipotonía, pies planovalgos y miedo a dormir solos por lo que
no permiten que se apague la luz – a veces durante toda la noche – y quieren acostarse con los
padres. Durante los seis primeros años de vida la característica que mejor define a estos niños es su
concepto vital – el mundo se circunscribe a ellos, y los demás son el entorno que les tiene que servir
– mostrándose torpes para la motricidad fina, inquietos, caprichosos, entrometidos, acaparadores,
egoístas y con poca capacidad de frustración. Durante la edad escolar se muestran dispersos,
infantiles, inmaduros, mienten y pueden sustraer dinero en casa, se levantan del pupitre muchas
veces, interrumpen a otros niños y a profesores, les cuesta aprender a leer y escribir, tienen
dificultades especialmente para las Matemáticas y la Lengua, presentan fracaso escolar con mucha
frecuencia, muestran su falta de habilidad motriz tanto en el manejo del lápiz y cuchara como en los
deportes de habilidad (ej: el fútbol).
Diagnostico
Tratamiento
El tratamiento de los niños y jóvenes con TDAH conlleva: a) Una información
adecuada a los padres de lo que es este síndrome, intentando tranquilizar,
relajar y motivar al entorno de los pacientes para facilitar el sacarlos adelante.
b) Hacer llegar a los padres y a los profesores el conocimiento de que ni los
unos ni los otros son culpables de nada. El problema está en el niño, que lleva
el cuadro en su constitución y que tampoco es culpable de su cuadro. c) Que
este síndrome persiste siempre, pero que ello no es óbice para que la inmensa
mayoría de los sujetos que lo presentan sean personas normales.
Tratamiento farmacologico
El fármaco estimulante de elección es el metilfenidato en cualquiera de sus
presentaciones, aunque la de liberación lenta se ha impuesto definitivamente
entre los niños que ya pueden tragar la pequeña cápsula, los adolescentes y los
adultos debido a la comodidad de una toma al día (por la mañana con el
desayuno), ya que se mantienen los niveles de la medicación en sangre sin altibajos
a lo largo del día, mientras que la presentación en liberación rápida tiene una vida
corta en sangre, se requieren 2-3 tomas al día y presenta fases en que, debido a su
bajo nivel en sangre, su eficacia disminuye. Las dosis, en una y otra presentación,
están entre 0,3 y 1 mg/Kg/día. Se puede administrar todos los días o bien
descansar las fechas en las que no hay actividad escolar.
Espectro autista (Autismo)
El autismo es un conjunto de alteraciones heterogéneas a nivel del
neurodesarrollo que inicia en la infancia y permanece durante toda la vida.
Implica alteraciones en la comunicación e interacción social y en los
comportamientos, los intereses y las actividades.
La prevalencia mundial está alrededor del 1%. Se da más frecuentemente en
hombres que en mujeres, en una relación 4:1, aunque se ha observado que las
mujeres con autismo tienden a expresar un mayor compromiso cognitivo.
Con el DSM-5 (2013), versión más reciente del manual, todos los subtipos del
autismo quedaron en una sola categoría: trastornos del espectro autista, que
reemplaza el término trastornos generalizados del desarrollo y en la que se
fusionan cuatro de los cinco subtipos vigentes en el DSM-4-TR.
Etiología
A pesar de todos los avances en neurociencias y en genética, aún no se ha podido
establecer un modelo que explique la etiología y fisiopatología de los TEA, aunque
en diferentes estudios se han evidenciado alteraciones neurobiológicas y genéticas
asociadas, así como factores epigenéticos y ambientales involucrados. Precisamente
por esto, y por tratarse de una serie de trastornos crónicos, han surgido en
ocasiones distintas iniciativas que, sin basarse en métodos científicamente
comprobados, prometen efectos positivos.
Anormalidades en el trazado electroencefalográfico y trastornos convulsivos se han
observado hasta en un 20% a 25% de los pacientes con autismo. Las altas tasas de
epilepsia sugieren un papel fundamental de los factores neurobiológicos en la
génesis del autismo.
Signos de alarma
Es importante que todo pediatra conozca las señales
de alarma, dado que, sobre todo en las etapas
iniciales, los padres pueden tener más una sensación
de intranquilidad acerca de su hijo que una necesidad
de búsqueda de un diagnóstico. La presencia de estos
signos de alarma indicaría la necesidad de realizar
estudios más específicos y, si fuese necesario, la
derivación a centros de atención temprana, servicios
de psiquiatría infantil y neuropediatría u otros
especialistas.
Clínica
Los signos clínicos tempranos pueden incluir desde retraso en algunos patrones del
desarrollo a otros síntomas subjetivos, como pueden ser el contacto visual o la
reciprocidad emocional con los cuidadores. Los síntomas pueden ser
malinterpretados o clasificados incorrectamente como retraso del desarrollo o
trastornos inespecíficos del comportamiento o del lenguaje.
Las alteraciones que se evidencian en el niño con autismo están centradas en dos
focos:
• La dificultad en el lenguaje expresivo y comprensivo, que altera el desempeño
social.
• La presencia de intereses o actividades muy restringidas que afectan su
comportamiento.
Diagnostico
Según la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM-5,
se definen los siguientes criterios diagnósticos.
• Alteraciones persistentes en la comunicación social y en la interacción social alrededor de
múltiples contextos, manifestadas por lo siguiente, actualmente o por los antecedentes
• Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan
en dos o más de los siguientes síntomas, actuales o pasados, como movimientos, utilización de
objetos o habla estereotipados
• Los síntomas deben estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo.
• Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento habitual.
• Estas alteraciones no se explican mejor por la presencia de una discapacidad intelectual (trastorno
del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo.
Tratamiento
En cuanto a las recomendaciones terapéuticas establecidas por la Academia Americana de Psiquiatría
Infantil y del Adolescente (AACAP, por sus siglas en inglés), se encuentran las siguientes:
• Existen varios modelos terapéuticos pero cualquiera que se escoja deberá ser psicoeducativo,
individualizado, transdisciplinario, estructurado y predecible, y deberá incluir el análisis permanente
de las conductas problema y las variables del contexto en el que se desenvuelve el paciente, para
lograr un impacto positivo en su calidad de vida y la de su familia.
• La risperidona y el aripiprazol han sido aprobadas por la FDA para el tratamiento de la irritabilidad,
que consiste principalmente en agresión física y rabietas graves asociadas con el autismo.
• El clínico debe mantener un papel activo en la planeación del tratamiento a largo plazo, ofreciendo
un apoyo constante a las familias y al individuo, pues las necesidades del núcleo familiar cambiarán
en las diferentes etapas vitales.
Bibliografía
Cruz-Hernández, M., & Martínez Valverde, A. (2013). Tratado de Pediatría, Volumen ll.
https://scp.com.co/wp-content/uploads/2016/04/2.-Trastorno-espectro.pdf
https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/20-tdah.pdf
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