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El Orientalismo malagueno

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PENSAMIENTO CRÍTICO/ PENSAMIENTO UTÓPICO
José Antonio González Alcantud
(Ed.)
156
Viento Plural
Proyecto editorial en colaboración entre el Observatorio de
Prospectiva Cultural (Univ. de Granada) y Anthropos Editorial
Dirigido por José Antonio González Alcantud
EL ORIENTALISMO
DESDE EL SUR
Próximos títulos
Abdellah HAMMOUDI
Maestro y discípulo. Los fundamentos
culturales del autoritarismo marroquí
J. A. González Alcantud (ed.)
La ciudad colonial. Transformación y conservación
Miguel Ángel de Bunes
Juan Calatrava Escobar
Jean Michel Cornu
Amelina Correa Ramón
J ean F erreux
Rodrigo Gutiérrez Viñuales
Eloy Martín Corrales
JUl'IHI DI Al'IDl\Wíll\
CONS.EJERIA Of CULTURA
Mohammed Métalsi
Vicente Moga Romero
Víctor Morales Lezcano
Paolo Pecchioli
Carlos Saguar Quer
ShawSmith
9 ANTHROPOS
......_
RIHLA
INTRODUCCIÓN
EL ORIENTALISMO desde el Sur/ edición de José Antonio González Alcantud.
- Rubí (Barcelona) : Anthropos Editorial; Sevilla : Consejeria de Cultura.
Junta de Andalucía, 2006
382 p. il.; 20 cm. (Pensamiento Critico/ Pensamiento Utópico; 156.
Viento Plural)
EL ORIENTALISMO: GÉNESIS
TOPOGRÁFICA Y DISCURSO CRÍTICO
ISBN 84-7658-795-3
ISBN (Consejería de Cultura) 84-8266-621-5
José Antonio González Alcantud
(Universidad de Granada)
1. Orientalismo 2. Oriente v Occidente 3. Civilización oriental l. González
Alcantud, José Antonio, ed. II. c;,nsejería de Cultura. Junta de Andalucía (Sevilla)
III. Colección
008 (1-11)
Primera edición: 2006
© José Antonio González Alcantud et alii, 2006
© para esta edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura, 2006
© Anthropos Editorial, 2006
Edita: Anthropos Editorial, Rubí (Barcelona) y JUNTA DE ANDALUCÍA.
Consejería de Cultura
ISBN: 84-7658-795-3
ISBN (Consejería de Cultura): 84-8266-621-5
Depósito legal: B. 41.546-2006
Diseño, realización y coordinación: Anthropos Editorial
(Nariño, S.L.), Rubí. Tel.: 93 697 22 96 Fax: 93 587 26 61
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El Oriente inaugura una topografía legendaria cuyos orígenes
hemos de retrotraer muy lejos, al menos a los inicios del pensamiento occidental y a su ideación de la alteridad. El Oriente de los
griegos fue Asia esencialmente. La noción de Oriente volverá a
tomar todo su significado en el siglo XIX con el fenómeno cultural
y cognitivo conocido como «el orientalismo». Entonces se incrementará el deseo de Oriente, topoi donde curar las enfermedades
culturales del deseo del hombre racional. Pero Oriente no es sólo
una cartografía del deseo de alteridad radical, sexual, cognitiva,
literaria, alimentaria, religiosa, etc. Es también una cartografía
real. El Oriente es una noción imaginaria llena de ambigüedad
que se traslada de lugar conforme Occidente se desplaza a nuevas
geografías. Así, por Oriente en los nuevos Estados Unidos, depositarios del lagos occidental, cuya naturaleza penetrará sus concepciones republicanas, entenderán China y Japón. El Oriente resulta ser un juego de espejos que desafía al discurso por su carácter
poliédrico. De ahí que su materia se nos siga presentando inagotable e inasible. Nuestra intención es aportar sólo algunas ramificaciones para dar continuidad al debate.
l. Génesis topográfica y complejidad imaginaria
del Oriente
La localización topográfica del Oriente corresponde al pensamiento griego sobre todo. Hay quien piensa que la invención
del Oriente comenzó por la Antigüedad clásica en la búsqueda
7
EL ORIENTALISMO MALAGUEÑO
Eloy Martín Corrales
(Universitat Pompeu Fabra, Barcelona)
Puede sorprender el que se hable de Orientalismo malagueño; al menos tanto como de Orientalismo andaluz. Que se sepa
son terrenos muy poco transitados, en los que los primeros pasos sólo pueden llevar a generalizaciones más o menos sensatamente fundadas. Los más importantes estudios acerca del orientalismo español apenas si se han preocupado de establecer
diferencias regionales entre los distintos núcleos generadores del
orientalismo hispano. 1 Lo máximo ha sido establecer cierta es1. J.T. Monroe: Islam and the arabs in Spanish Sclwlarship (Sixteenth century to the
present), Leiden, Brill, 1970. M. Manzanares de Cirre: Arabistas españoles del siglo XIX,
Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1972. B. López García: Contribución a la
Historia del arabismo español (1840-1917). Orientalismo e ideología colonial a través de
la obra de los arabistas españoles, Granada, 1973. Tesis doctoral inédita, aunque varios
de sus capítulos han sido publicados en una larga serie de artículos en revistas especializadas. V. Morales Lezcano: Afíicanismo v orientalismo español en el siglo XIX, Madrid,
UNED, 1989. También, España y mundo árabe. Imágenes cntzadas, Madrid, AECI, 1993.
También hay que destacar el volumen monográfico aparecido en 1990 como anejo al
vol. IX, de Awraq: Estudios sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo, y en el que
colaboran J. Caro Baroja, V Morales Lezcano, L. Litvak, F. Bontbona, R. Hatim, R. de
Zayas y S. Muñoz Calvo. Por lo que respecta al ámbito estricto de la pintura, el catálogo
Pintura Orientalista Española (1830-1930), Madrid, Fundación Banco Exterior, 1988.
E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, París, ACR, 1997. J. Carbonell i
Pallares: Maria Fortuny i la descoberta d'Africa. Els dibuixos de la guerra hispanomarroquina, 1859-1860, Barcelona, Columna, 1999. También, Visions del Al-Maghrib. Pi11tors
catalans vuitcentistes. Barcelona, Institut Catala de la Mediterrania-Lunwerg, 2001.
W.AA.: Mariano Bertuchi: pintor de Mam1ecos, Barcelona, MAE-Lunwerg, 2000. En el
ámbito literario hay que señalar: B. López García: El blocao y el Oriente, Murcia, Universidad de Murcia, 1994. A.M. CaJTasco González: La novela colonial lzispanoafncana.
Las colonias africanas de España a través de la historia de la novela, Barcelona, Casa de
África, 2000. M.A. Bunes Ibarra: La imagen de los mu.rnlmanes v del Norte de A/nea en
la España de los siglos XVI y XVII. Los caracteres de una hostilidad, Madrid, CSIC. 1989.
E. Martín Corrales: La imagen del nwgrehí en Espwia. Una perspectiva histórica, siglos
XVI-XX, Barcelona, BellateJTa, 2002.
192
pecialización en los únicos tres ámbitos geográficos que han sido
estudiados: el peso del pasado musulmán y el interés por la lengua
y civilización árabes, así como por la figura de P.A. de Alarcón en
Granada,2 la fortaleza de la pintura orientalista liderada por Fortuny en Cataluña3 y, por último, un variopinto racimo de personajes e intereses (entre los que sobresalen los diplomáticos, políticos, militares y económicos) en Madrid. 4 En suma, un triángulo
cuyos vértices estelares serían M. Fortuny, P.A. de Alarcón y, por
último, Joaquín Costa y el famoso mitin del Teatro Alhambra de
1884. Grosso modo, esa geografía orientalista (con algún olvido
que otro) vendría a coincidir con la localización de los intereses
colonialistas españoles en la capital madrileña y el litoral levantino peninsular. 5 La citada focalización también se confirma si atendemos al origen geográfico de los artistas que aparecen en una
reciente e imprescindible obra de consulta que nos proporciona
la más completa, hasta el momento, nómina de pintores españoles que se dedicaron, con más o menos éxito, esfuerzo e interés, a
plasmar en sus lienzos los temas orientalistas. En efecto, y aunque
falten muchos nombres en el listado citado, de un total de 158
artistas relacionados en la obra, 55 son andaluces, 29 catalanes,
21madrileñosy21 valencianos. 6
En todo caso, la importancia cualitativa del foco granadino
(con la Alhambra y P.A. de Alarcón), junto con la numérica de los
pintores andaluces atraídos por el orientalismo Uunto con las
manifestaciones literarias, folklóricas y demás), nos autorizan a
hablar de la existencia de un Orientalismo andaluz. Dos son las
características más destacadas del Orientalismo generado en
2. B. Lúpez García: Contribución ... C. Viñes Millet: Granada.v Marruecos. Arabismo
y afi'icanismo en la cultura granadina, Granada, Sierra Nevada 95/El Legado Andalusí,
1995. J.A. González Alcantud: «Seducidos por el enemigo: africanismo español en los
años veinte y treinta», en Plenitud Afncanista. Imaginería oriental de los años 20, Granada, Diputación de Granada, 2000, pp. 21-32. J.A. González Alcantud y A. Mal pica Cuello: Pensar la Alhambra, Granada/Barcelona, Anthropos, 2001. A. Correa Ramón: Isaac
Muñoz (1881-1925): recuperación de 1111 escritor finisecular, Granada, Universidad de
Granada, 1996. También, Isaac Mwioz: el oriente recreado, Granada, El Legado Andalusí. 2002. W.AA.: Mariano Bertuclzi ...
3. F. Fontbona: «Africanismo v Orientalismo en la renovación de la pintura catalana moderna», Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e islámico co11temporá11eo, anejo al
vol. IX ( 1990), pp. 105-127. J. Carbonell i Pallares: Maria Fortunv .. ., y Visions.
4. Véanse las monografías citadas en la notan." 1.
5. V. Morales Lezcano: Colonialismo lzispa110-fim1cés en Marruecos: 1898-1927,
Madrid-México, Siglo XXI, 1976.
6. E. Dizv Caso: Los orientalistas de la escuela espwiola.
193
Andalucía. La primera, el peso del pasado musulmán o andalusí y su eco en el imaginario andaluz. Ecos de una vivencia real
(la convivencia con los musulmanes y la lucha para vencerlos y,
posteriormente, expulsarlos) continuamente vivificados por la
presencia del patrimonio arquitectónico heredado de los vencidos (la Alhambra, la Giralda, la Mezquita de Córdoba, etc.)7 y
por la continua transformación y/o reinvención del otro (del
sarraceno al turco, del turco al berberisco, del berberisco al africano, del africano al rifeño, del rifeño al moro, del moro al inmigrante, del inmigrante al islamista, etc.). La segunda, el hecho de que Andalucía constituya la frontera más amplia y cercana
de la península con el Magreb, lo que ha generado unas intensas
relaciones de hostilidad durante siglos, aunque también largos
períodos de relaciones pacíficas. Todo ello sazonado con intensos intercambios comerciales y no pocos préstamos culturales,
favorecedores de unos flujos migratorios de orientación cambiante (norte-sur, sur-norte) a lo largo de las centurias. En las
presentes líneas limito geográficamente el Orientalismo, reduciéndolo al Próximo Oriente y al norte de África, mientras que
en el plano cronológico incluyo el período comprendido entre
comienzos del siglo XVI hasta la Guerra Civil española.
Si atendemos a la localización geográfica de los pintores andaluces relacionados en la obra anteriormente mencionada, aparecen tres focos destacados: el sevillano (20), el granadino (18) y
el formado por Cádiz-Jerez (9). Menos importancia tienen las
restantes capitales y provincias andaluzas: Málaga con 4 pintores, Córdoba con 2, mientras que Huelva y Jaén cierran la lista
con una solitaria ap01tación. 8 ¿Existieron diferencias entre ellos?
Todo parece indicar que los núcleos del interior (especialmente
Granada y Sevilla, aunque también Córdoba) se caracterizaron
por el peso del recuerdo de la presencia musulmana, 9 mientras
que los del litoral (Cádiz y Málaga) estuvieron más preocupados
por los enfrentamientos hispano-norteafricanos, así como por
las tensiones acumuladas a lo largo de los siglos (primero por la
defensa de las costas frente a las razzias corsarias, posteriormente,
7. J.A. González Alcantud y A. Malpica Cuello: Pensar la Alha111bra.
8. E. Dizy Caso: Los orientalista., de la escuela espwlo/a.
9. Una síntesis parad caso granadino, J.A. González Alcantud: «Seducidos por d
enemign ... l>.
194
por las consecuencias de la ofensiva hispana en Marruecos y en
la actualidad por la imparable llegada de pateras llenas de inmigrantes a las costas andaluzas).
Atendiendo a lo anteriormente expuesto, se puede hablar con
toda propiedad de un foco orientalista en Málaga. A la hora de
abordar su estudio hay que tener en cuenta tres fuentes que lo
nutren: su pasado musulmán, la incardinación del puerto malagueño en las rutas del gran comercio internacional y el papel de
retaguardia que tradicionalmente desempeñó en la política norteafricana española.
Conquistada cruentamente, así como el conjunto de la provincia, 10 pocos años antes de que se produjera la caída del Reino
Nazarí de Granada, el recuerdo del pasado musulmán de Málaga ha impregnado, por muy parcialmente que fuera, el imaginario local. 11 La nostalgia por la cultura de los vencidos, junto con
los escasos vestigios materiales que no fueron destruidos (la Alcazaba, Gibralfaro y poco más que se conserva han sido casi
totalmente reconstruidos), han constituido desde entonces una
de las fuentes de las que se ha nutrido el Orientalismo malagueño. Naturalmente, esta corriente no ha tenido la misma importancia que en el caso granadino, pero sería insensato ignorarla,
tal como veremos en las páginas siguientes.
Además, Málaga, junto con Cádiz y Algeciras (y su bahía), es
uno de los grandes puertos españoles y andaluces cuya historia ha
estado ligada estrechamente a las vicisitudes de las relaciones hispano-musulmanas e hispano-magrebíes en general y a las hispano-marroquíes en particular. El factor más importante fue el que
se convirtiera, casi desde su conquista por los Reyes Católicos en
1487, en punto de salida y preparación de no pocas expediciones
norteafricanas y, con mucha mayor continuidad en el tiempo, en
retaguardia de todas las iniciativas bélicas y, posteriormente, coloniales españolas en el norte de África en general y en el Marruecos mediterráneo en particular. Su papel en la organización de
1O. M.A. Ladero Quesada: «La esclavitud por guerra a fines del siglo XV: el caso de
Málaga», Hispania, 195 (1967), pp. 63-88. J. Gil Sanjuan; R. Femández Borrego: «La
cruenta toma de Málaga (1487)»,lábega, 55 (1987), pp. 41-57.
11. E. Chavarria Vargas: «La Reconquista de Málaga en la literatura malagueña»,
Jábega, 56 (1987), pp. 64-71. J.M. Ruiz PoYedano: «La conquista de Málaga: historia y
crueldad», en J.A. González Alcantud; M. Barrios Aguilera (eds.): Las Tomas: A11tropología histórica de la ocupación territorial del Rei110 de Granada, Granada, Centro de
Investigaciones Etnológicas Ángel Ganin•t, 2000, pp. 159-226.
195
expediciones para conquistar plazas norteafricanas 12 y, tras su
conquista, aprovisionadas convenientemente, 13 ha sido objeto de
numerosos estudios. El teniente de Caballeria malagueño Carlos
Félix Bosquete dejó un valioso testimonio de la defensa de Melilla
en 1670, 14 mientras que Bernardo José Alderete (Málaga, 1565;
Córdoba, 1645) puso de manifiesto el interés por el vecino continente africano en Varias antigüedades de España, África y otras
provincias, publicada en 1614. 15 Especialmente importante al respecto es el hecho de que la segunda parte de la Descripción general
de África, de Luis de Mármol Carvajal, fuera impresa en Málaga
en 1599. 16 También tiene importancia la obra del franciscano Antonio del Castillo (Málaga, comienzos siglo XVII; Madrid, 1699 ), El
devoto peregrino en Tzerra Santa, cuyas reediciones a lo largo y
ancho de la península, e incluso en Paris, superan la treintena. 17
12. N. Cabrillana Ciezar: «Notas sobre las relaciones de Málaga con el Norte de África
en el siglo XVI», Cuademosdela Biblioteca Espai1olade Tetuán, 17-18 ( 1978), pp. 215-231.
También, «Málaga v el comercio norteafricano (1517-1551 )», Cuademos de la Biblioteca
Española de Tetuán, 19-20 ( 1979), pp. 181-208. J.E. López de Coca Castañer: «Granada, el
Maghreb y las galeras mercantiles de Venecia en tiempo de los Reyes Católicos y Carlos
!», W.AA.: 1490. En el umbral de la modemidad, Valencia, 1994, pp. 23-55. También,
«Vélez de la Gomera\' su puerto durante la primera mitad del siglo XVI», Historia, Intituciones, Documentos, 20 (Universidad de Sevilla, 1993 ), pp. 207-230.
13. E. Martín Corrales: «El puerto malagueño y el apro\'isionamiento de Melilla
(1797-1808)», Trápana, 1 (Melilla, 1988), pp. 43-48. A. Carmona Portillo: «Las relaciones en Málaga y su provincia con el Norte de África a finales del siglo XVIII», Isla de
Arriarán, VI (1995), pp. 41-50.
14. Autor de Verdadera y nueva relación y carta escrita de la plaza v fi1erza de Melilla
á un caballero des ta ciudad de Málaga; donde le da cuenta del viaje que tuvieron á dicha
plaza, fatigas, que Izan hecho en ella para levantar dos fuertes, entradas v emboscadas
que han lzecho los moros, crueles encuentros v batallas que Izan tenido, y estado que en
ellas han hecho hasta el dia 12 de junio deste presente año de 1670, Málaga, por Pedro
Castera, 1670, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografza de viajeros espm1oles (siglos
XVI-XVII), Madrid, Olleros y Ramos, 1998.
15. Canónigo lectora! de la Catedral de Córdoba y conocedor de lenguas clá,icas (hebreo, caldeo v latín) y modernas (francés e inglés). La obra citada fue impresa en Amberes, a costa de luan Hasrey, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografza ... (siglos XVI-XVII).
16. Segvnda parte v libro séptimo de la descripción general de África, donde se contienen las Prouincias de Nwnidia, Livbia, la 7Ierra de los Negros, la baxa y la alta Etiopía, v
Egipto, con todas las cosas memorables della, Málaga, Imprenta de Juan Rebuit, 1599.
C. García-Romeral Pérez: Biohibliografza ... (siglos
17. Estuvo siete años en Tierra Santa, desempeñó los cargos de comisario general de
Jerusalén en España y guardián de Belén. Publicó la citada obra en Madrid, Imprenta
Real, 1654 (siendo reeditada en 1656, 1663, 1664, 1665, 1666, 1705, 1742, 1769, 1781,
1806 y 1864 en Mad1id, en 1660 en Toledo, en 1664 en París, 1700 en Granada, 1700,
1710, 1719, 1722 v 1737, 1780, 1850 en Barcelona, 1730 v 1755 m Gerona, 1759 en
Tarragona y dos
fecha, aunque del 'iglo XVIII, en Barcel,;na y Vich), C. García-Romeral Pérez: Biobibliografía de viajeros espwloles (siglo XIX), Mad1id, Ollero y Ramos, 1997.
196
Ahora bien, la cercanía de la costa norteafricana también tuvo
consecuencias negativas para Málaga. Un aspecto no deseado de
las tensas relaciones hispano-nortea&icanas fue el hecho de que
la costa malagueña tuviera que soportar la continuada presencia
de embarcaciones corsarias nortea&icanas que protagonizaron
continuas razzias a lo largo del litoral durante los siglos XVI, XVII
y XVIII, consiguiendo apoderarse de una cantidad elevada de naves cristianas y cautivando a un importante número de malagueños. 18 Las órdenes redentoras de cautivos con presencia en la
ciudad se preocuparon de amplificar los temores que provocaban las correrias de los corsarios nortea&icanos, así como las
cifras de los cautivos cristianos con el objetivo de suscitar la piedad de los malagueños y conseguir que dieran mayores sumas
que favorecieran su dedicación rescatadora. 19 Como consecuencia de lo anterior, se fue reforzando la imagen negativa de los
musulmanes que se había ido gestando a lo largo de la Reconquista, tal como pone de relieve la literatura de cordel del siglo
XVIII. 20 Este contexto explica la proliferación de pinturas, imágenes y relieves que reproducían la entrada en combate de Santiago Matamoros (iglesia mudéjar de Santiago que conserva un
cuadro del siglo XVII atribuido a N. de Guevara, relieve con el
18. M.T. Torredablanca Roldán: «Malagueños cautivos en el Norte de África (siglo
XVIII)», Estudios sobre la presencia espwiola en el Norte de África, Aldaba, 21 ( 1993 ), pp.
227-252. J.E. Lopez de Coca-Castañer: «Esclavos, alfaqueques y mercaderes en la fron-
tera del Mar de Alborán (1490-1516)», Hispania, 139 (1978), pp. 275-300. J.A. Martínez
Torres: Cautivos rescatados por la monarquía hispánica en el Norte de Áfi-ica ( 15231692), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Tesis doctoral inédita, 2002.
19. F.J. Rodríguez Marín: «El desaparecido Real y Militar Convento de Nuestra
Señora de la Merced de Málaga. Historia y Arte», Isla de Arriarán, VI, 1995, pp. 263276. M.T. Torrcdablanca Roldán: La redención de cautivos malagueños en el Amiguo
Régimen (siglo XVIII), Málaga, Diputación Provincial, 1998. M.T. Torredablanca Roldán: «La devoción a la Virgen de la Merced en la redención de cautivos malagueños
(siglo XVIII)», Congreso de religiosidad popular en Andalucía, Cabra, Ayuntamiento de
Cabra, 1994, pp. 333-340.
20. Sirvan los siguientes ejemplos, Nueva relación v curioso romance donde se refiere un prodigioso milagro que ha obrado la Virgen Samísima del Cannen con una señora
devota suva, que navegaba a Roma con tres hijos peque11os librándolos del poder de los
turcos; y lo demás que verá el curioso lector. Primera parte, Málaga, Félix de Casas y
Martínez. También, Segunda parte, e11 que se da fin a los sucesos v trabajos que padeció
doña Francisca la cautiva, Málaga, Félix de Casas y Martínez. Y, La batalla naval. Relación verdadera y curioso romance de la batalla naval, lrovada a lo divino, haciendo Cristo
nuestro redentor _v maestro al príncipe don Juan de Austria y Luzbel el turco, Málaga,
Félix Casas y Martínez. Los romances citados en M. Alvar: Estudios de lileratura popular 111a/agueria, Málaga, Diputación Provincial, 1989, pp. 130, 136-137.
197
mismo motivo colocado en la actualidad en la entrada de la Alcazaba, imágenes del apóstol en numerosas iglesias de pueblos
malacitanos como Alozaina, Monda, Casarabonela, etc.), las torres atalayas o «torres de moros» que jalonan el litoral,2 1 el impacto de las rebeliones moriscas y su posterior expulsión, 22 las
fiestas de moros y cristianos (Alfamate, Alhaurín el Grande, Benadalid y Benamocarra). 23 Naturalmente, los malagueños también depredaron con sus razzias el litoral norteafricano y aunque generalmente se presenta esta actividad como defensiva, no
lo fue tanto como para explicar satisfactoriamente la importante presencia de esclavos musulmanes en la ciudad. 24
Por último, hay que tener en cuenta la existencia de un buen
número de renegados malagueños establecidos en el norte de
África, señal evidente de que no todos veían con malos ojos a las
sociedades islámicas. 25
21. F. Cabrera Pablos: «Aproximación a las torres almenaras en la costa», Isla de
Arriarán, 11 (1993), pp. 27-40. También, «El sistema defensivo de la Marina malagueña
durante el reinado de Carlos III», Isla de Arriarán, 10 (1997), pp. 137-156. T. Falcon
Marques: Torres de almenara del Reino de Granada en tiempos de Carlos IJ/, Sevilla,
Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, 1989. S. López y
A. García: La costa de las atalayas, Málaga, Diputación Provincial, 1998. M.I. Pérez de
Colosia Rodríguez: «Papel de las fortificaciones malagueñas en la defensa del Estrecho», Actas del Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, Madrid, UNED, 1987,
II, pp. 527-546. E. Posadas López: La frontera marítima de Granada, Granada, Ibosim,
1996. J. Temboury Álvarez: Torres almenaras (Costa accidenta/), Málaga, Diputación
Provincial, 1975. C. Torres Delgado: Descripción de las defensas de la Costa del Reino de
Granada (1830), Granada, Universidad de Granada, 1983. A.M. Vera Delgado: La última frontera medieval: la defensa costera del Obispado en Málaga en tiempos de los Re.ves
Católicos, Málaga, Diputación Provincial, 1986.
22. R. Benítez Sánchez Blanco: Moriscos y cristianos en el Condado de lasares,
Córdoba, Diputación Provincial, 1982. A. Galán Sánchez: «Los moriscos de Málaga en
la época de los Reyes Católicos», Jábega, 39 (l 982), número monográfico. J.J. Bravo
Cano: Algarrobo: un pueblo morisco de la Axarquía, Málaga, Diputación Provincial, 1990.
N. Cabrillana Ciézar: Moriscos .v cristianos en Yunquera, Málaga, Arguval, 1994.
23. T. García Figueras: Notas sobre las fiestas de moros y cristianos en Benadalid
(Málaga), Larache, Gráficas Boxá, 1939. J.L. González Hidalgo: «Una fiesta de moros y
cristianos en Alhaurín el Grande en 1760», Isla de Arriarán, VII (1996), pp. 71-92. F.
Bejarano Robles: Fiestas de moros .v cristianos en la provincia de Málaga: Benalawia,
Benamocarra v Alfarnate, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1949. J .A. Castillo Rodríguez:
Moros .v cristianos en Benalauria, Málaga, Diputación Provincial, 1996.
24. E. del Pino: «La esclavitud en Málaga», Jábega, 14 (1976), monográfico. M.C.
Gómez García y J.M. Martín Vergara: La esclavitud en Málaga entre los siglos XVJ/ .v
XVJJJ, Málaga, Diputación Provincial, 1993.
25. Numerosas referencias a renegados malagueños, especialmente en el anexo, B.
y L. Bennassar: Los cristianos de Alá. La fascinante aventura de los renegados, Madrid,
Ncrea, 1989, pp. 541-550.
198
En 1767 la monarquía española y el sultán marroquí concertaron un Tratado de Paz, Amistad y Comercio, seguido de tratados
similares firmados con las restantes potencias musulmanas del
Mediterráneo. Con el Imperio Otomano en 1782, con Argelia en
1784, con Tripoli en 1786 y con Túnez en 1791. Comenzó un periodo de relaciones pacíficas en el que los intercambios comerciales se incrementaron espectacularmente (en especial en lo que se
refiere a las importaciones españoles de trigo norteafricano). 26
Málaga comenzó a ser frecuentada por comerciantes magrebíes,
lo que favoreció un conocimiento más preciso y más favorable de
aquéllos en la ciudad malagueña. En paralelo, los malagueños recorrieron con mayor libertad el litoral norteafricano. 27
El clima de relaciones pacíficas imperantes a fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX, favoreció un paulatino olvido de los
aspectos más negativos de las relaciones de los malagueños con
los habitantes del Mediterráneo musulmán, lo que, lógicamente,
incidió en una imagen menos negativa de los musulmanes. Desgraciadamente, en esos momentos se dieron los primeros pasos
de la penetración imperialista europea en tierras del islam (expedición napoleónica a Egipto, 1798-1801; independencia griega del Imperio otomano, 1821-1829; conquista francesa de Argel, 1830; ocupación inglesa de Adén, 1848, etc.), que favoreció
el resurgimiento y/o actualización de los viejos estereotipos y
prejuicios contra los musulmanes, reforzados por otros nuevos
que, todos juntos, tenían como finalidad el justificar la necesidad de la conquista europea. 28
Lo anterior explica que las imágenes más negras, más negativas de los norteafricanos y/o de los musulmanes, en lugar de
tender a difuminarse, tendieran a reforzarse. El recuerdo de los
enfrentamientos medievales en la península, así como los temores y recelos provocados por la práctica corsaria en los siglos
Xv1, XVII y XVIII, fueron perpetuados a lo largo del XIX mediante
la continuada reimpresión y reinterpretación de romances y le26. E. Mat1ín Corrales: «Cereales y capitanes greco-otomanos en la Málaga de fines
del siglo XVIII», Estudis d'História Económica, 2 (Mallorca, 1989), pp. 87-114; e «Intercambios comerciales entre Málaga y Argel en la segunda mitad del siglo XVIII», Actas
ll Congreso Internacional El Eslreclw de Gibrallar, Madrid, 1996, IV, pp. 459-472.
27. C. Posac Mon: Andanzas de 1111 caballero malagueilo por tierras marroquíes ( I 7771778), Málaga, I.N.B. N." S." de la Victoria, 1981.
28. E. Said: Orientalism, Londres, Routledge & Kegan, 1978. Orientalismo, Madrid,
Ed. Libertarias, 1990.
199
yendas centradas en la Reconquista en tierras malagueñas, en el
combate naval de Lepanto, en los enfrentamientos corsarios, en
las vicisitudes de los cautivos, etc. En suma, escritores, pintores,
músicos y demás artistas decimonónicos contribuyeron a perpetuar la demonización del islam y de los musulmanes.
Entre los escritores malagueños que se ocuparon del pasado
musulmán hay que comenzar señalando la figura de Serafín
Estébanez Calderón (Málaga, 1799; Madrid, 186 7), quien cuenta en su haber con varias composiciones poéticas, de tono enaltecedor en líneas generales, en las que las referencias a la Alhambra, a las Zaidas y demás son abundantes («Letrillas moriscas»,
«Los soles», «Xarifa. Romance morisco», «La despedida de
Omiz», etc.). 29 También le dedicó atención a la citada temática
Ricardo León y Román (Málaga, 1877; Torrelodones, 1943). En
su obra Alcalá de los Zegríes, «pueblo de guerra, de casta mora y
de blasón latino», al que llegaron, entre otras, «las razas puras
de la Arabia y de la Siria, los hijos de los desiertos», 3º valora
positivamente la presencia musulmana en España:
Mas de todas las razas que la asaltaron, la poblaron y la perdieron, sólo aquella valerosa y dura del desierto hincó la planta en
el peñasco roto para dejar su huella perdurable. Bien lo declara
su presente nombre, blasón y reliquia de aquella noble casta de
zegries, gala y honor de los antiguos reinos de Andalucía.
Penetrar en Alcalá cuando la hicieron su corte los príncipes
moros era como entrar por las puertas del Paraíso. ¡Qué de mezquitas y alcázares, acueductos y baños y perfumados jardines!
Allí donde hasta la respiración era un exquisito deleite, y un renovado placer el ejercicio de los sentidos, cantaban los poetas,
disputando la palma a los ruiseñores; sonaba el eco perpetuo de
las zambras y de las fiestas; magos alarifes sembraban de
arabescos los patios y tarbeas de los alcázares; corrían las aguas
bulliciosas en fontanas y atanores, y a la sombra de los mirtos
paseaban las más gentiles mujeres que los romances cuentan,
Zorayas y Jarifas, ociosas y enamoradas.
Mas llegaron un día los cristianos, y cayó sobre la noble y
desventurada reina de la serranía un huracán de fuego [... ] Allí
29. Obras completas de Don Sera/In Estébanez Calderón, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles con estudio preliminar y edición de Jorge Campos, Madrid, 1955, 2 vols.
30. R. León Román: Alcalá de los Zegries. Utilizo la edición madrileña de la Librería
General de Victoriano Suárez, 1939, 13." ed. Las citas en pp. 6 y 11 respectivamente.
200
lucharon la flor y nata de los caballeros de Cristo y de Mahoma
[ ... ]Y al cabo fueron clavados la cruz y el pendón de Castilla en
los adarves de Alcalá. 31
En otra de sus obras, Casta de hidalgo, se pronuncia en idénticos términos:
¿Quién pudiera pintar, con todo su color, aquella inundación de
hijos del desierto, aquella ola de blancos alquiceles que, después
de ahogar el reino gótico en las sangrientas aguas del río jerezano,
se desparramó por España entera, con el ansia de un deseo acariciado largo tiempo en las soledades africanas?[ ... ]
¡Bien venidos sean, a pesar del estrago, los árabes caballerescos y enamorados, que traen a Toledo, Córdoba y Granada la
alegria intelectual de Damasco, la tolerancia en el pensar, la nobleza en el sentir, la alegría y la limpieza en el vivir! ¡Sea bien
dicho vuestro nombre, por los Almanzores y los Abderramanes,
por vuestros poetas y vuestros príncipes, por vuestros capitanes
y vuestros sabios! ¡Bien haya esta cultura que dejará en el alma
española, eternamente, un poso dulce de ensueño y galantería,
de amable pereza y estoicismo bienhechor! 32
Otro autor malagueño que se hizo eco de la nostalgia andalusí fue el poeta José Moreno Villa (Málaga, 1887; México, 1955), a
quién Córdoba le evocó su pasado musulmán:
El muezín, yo no lo veo,
pero llama a la oración.
El patio de bolas de oro
contempla la procesión.
[ ... ]
¡Agua, llora! ¡Llora, luz!
La pena no tiene fin.
Algo eterno, permanente,
tiene la voz del muezín. 33
31. R. León Román: Alcalá .. ., p. 12.
32. R. León Román: Casta de hidalgos. Novela escrita en las Asturias de Santillana,
Málaga, Zambrana Hermanos, 1908. De las numerosas reediciones que le sucedieron utilizo la decimocuarta, Mad1id, Libreria General de Victo1iano Suárez, 1944, pp. 128-129.
33. «En Córdoba» (Garba, 1913, pp. 114-115). Referencia en A. Correa Ramón:
Poetas andaluces en la órbita del modemismo, Sevilla, Ediones Alfar, 2001-2003, 2 vols.
Debo agradecer a la citada autora el que me haya llamado la atención sobre los poetas
que cito en este texto.
201
Posteriormente, en otra composición, «La tristeza de la moza»,
contrapone la sensualidad mora o agarena a la gravedad cristiana:
¡Pasiones moras las de tus ojos,
grandes y negros como el abismo!
Yo he visto en ellos los puntos rojos
centelleantes del misticismo.
[ ... ]
Pasiones moras las de tus ojos ...
Mas son cristianas las de tu frente,
y están en pugna los puntos rojos
del sensualismo concupiscente,
con el bocado de fiero acero
que la doctrina pone en tu vena;
te ves cristiana por el sendero,
y entre las sábanas agarena.
Moza cobriza del manto negro,
que vas a misa, los ojos bajos,
no me reprendas si yo celebro
que bajo el mimbre de los refajos
llevéis el fino lino de Oriente,
que no maltrata la carne blanda:
la carne blanda concupiscente,
fosforecida bajo la holanda. 34
Por su parte, Enrique López Alarcón (Málaga, 1881; Cuba,
1963), en su poema «Fantasía escarlata», habla de «El divino
reír de las huríes/ tienen tus labios de coral». 35 Pero, muy posiblemente, las referencias más numerosas, y las que llegaron a un
público más amplio, fueron las aparecidas en la prolífica prensa
malagueña del siglo XIX. Sirvan de ejemplos los cuentos, relatos
e historias siguientes: una instrucción popular sobre la historia
de los árabes, 36 «Un aniversario», «La Reconquista», «Máximas
34. Garba, 1913, pp. 116-117. Referencia en A. Correa Ramón: Poetas ...
35. Estudió leyes y filosofía, C. García-Romeral Pérez: Biobibliografía de viajeros
españoles (1900-1936), Madrid, Ollero & Ramos, 1997, pp.122-123. El poema del que
se ha extraído la cita, «Constelaciones», en Bruno Portillo y Enrique Vázquez de Aldana, Antología de poetas andaluces, Huéscar, Imp. de Sucesores de Rodríguez García,
1914, p. 192. Referencia en A. Correa Ramón: Poetas ...
36. El Hércules, n." 2, de 23-1-1845.
202
árabes», «Victoria», 37 «Antes de la Rendición. Año de 1487», 38
«Almanzor», 39 «El Peregrino», 4 º etc.
En el terreno pictórico, Joaquín Capulina Jáuregui (Málaga,
1879; Granada, 1969), instalado en la ciudad granadina, dedicó
su atención a los temas alhambrinos (Oratorio del Parta!, Cuesta
de los chinos, etc.). 41 Aunque valenciano, Antonio Muñoz Degrain
(Valencia, 1840; Málaga, 1924) tuvo una estrecha vinculación
con la capital malacitana, ciudad en la que se estableció en 1870
y en la que fue profesor en la Escuela de Bellas Artes, teniendo
entre otros alumnos a Pablo Picasso. Contribuyó al repertorio
de los temas andalusíes (El puente de la sultana). 42
La visión enaltecedora del pasado andalusí encajaba perfectamente con el esfuerzo de los arabistas en asimilar, desde las
posiciones del esencialismo nacionalista, la presencia del islam
durante tantos siglos en España:
Al hecho incontestable de la conquista y de la llegada de los extraños no podía oponerse ningún argumento; pero esos árabes,
llegados en pequeño número, se habían hispanizado en contacto
con una población numéricamente superior. El resultado habria
sido un Islam español, claramente diferenciable de, pongamos
por caso, el Islam norteafricano, y que habria debido su esplendor artístico y cultural a esa peculiar simbiosis. 43
Lo anterior explica que las descalificaciones contra el islam
se pudieran achacar a los elementos «foráneos» y que se pudiera
pasar de la condena de la «dominación sarracénica»- en el sentido que lo había hecho el malagueño, aunque catedrático de
árabe de la Universidad de Granada, Francisco Javier Simonet
37. Sobre la conquista cristiana de Málaga, El Gimnasio. Revista malagueña, n.º 10,
de 14-8-1889.
38. De J. Tejón y Rodríguez, La Kemzesse. Revista de Actualidad, agosto 1893.
39. De Emilio Hemández del Río, publicado en Noche y Día, n." 23, de 4-1-1898.
40. Cuento árabe, de Narciso Hoyos, situado en los tiempos del Califa Ornar, en
Noche y Día, n." 195, de 23-4-1901.
41. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espaiiola, pp. 54-55.
42. R. García Alcaraz (preparación y texto): El Orientalismo en la pintura de Muñoz
Degrain. Catálogo de la exposición, Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia,
1996. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espa11ola, pp. 188-193.
43. R. Manzano Moreno: «La creación de un esencialismo: la historia de al-Andalus
en la visión del arabismo español», en G. Femández Parrilla y M. Faria García: Orientalismo, exotismo v traducción, Cuenca, Ediciones de la Universidad Castilla-La Mancha, 2000, pp. 23-37, la cita en p. 27.
203
(Málaga, 1829; Madrid, 1897)-,44 a la demonización de almorávides y otros grupos como elementos ajenos a lo hispano. El ya citado R. León nos proporciona varios ejemplos al respecto al hacer
alguna que otra alusión a Santiago Matamoros («el corcel del Apóstol galopaba en los campos de guerra, limpiando España de moros y renegados») y al Cid en sus luchas contra los moros, 45 y especialmente cuando saca a relucir al «zancarrón de Mahoma», o
cuando vitupera a los almorávides: «aquellos perros de Aláh, bárbaros y crueles, azote de árabes, cristianos y berberiscos». 46
El periodo comprendido entre los siglos XVI y XVIII, en los
que el problema morisco, la actividad corsaria y la consecuente
secuela de esclavos cristianos en el norte de África y musulmanes en España tuvieron tanta importancia, también fue tratado
por los escritores locales a lo largo del siglo XIX. Serafín Estébanez se interesó por los cautivos («La galera mora» y «La nave
apresada»), por los moriscos (Cristianos y moriscos. Novela lastimosa, 1848) y por la ofensiva española en el norte de África («El
Cardenal Cisneros» ). 47
La estratégica situación del puerto de Málaga, lo convirtió en
una escala obligada para muchas de las embarcaciones que se
dirigían a o regresaban de puertos norteafricanos y levantinos.
Todo ello se concretó en un flujo mercantil de productos salidos
de la península española hacia tales parajes y la llegada de géneros y mercancías de tales ámbitos hacia Málaga. También existió
un flujo importante de noticias e información de diverso tipo y
calidad acerca de los países musulmanes. Naturalmente, la acomodada burguesía local, en buena parte compuesta por extranjeros avecindados en la ciudad, contribuyó a alimentar, gracias a
sus conexiones europeas, la imagen que se iba formando en Europa de los musulmanes y de las tierras del islam.
44. F.J. Simonet: Historia de los mozárabes de España deducida de los meiores _v más
auténticos testimonios de los escritores cristianos v árabes, Mad1id, Establecimiento Tip.
de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1897-1903. También, Influencia del elemento indígena en
la cultura de los moros del Reino de Granada. Estudio destinado al Congreso Científico
Internacional de los Católicos celebrado en Bniselas en septiembre de 1894, Tánger. Imprenta de la Misión Católica, 1895, 2."ed.
45. R. León Román: Casta ... , pp. 115, 295.
46. R. León Román: Los centauros. Utilizo la 6." edición de la madrileña Libretía y
Casa Editorial Hemando de 1927, pp. 41,45.
47. Estébanez estudió el árabe en Madrid, véase la introducción de Jorge Campos a
las Obras co111pletas ... .
204
El contexto anterior favoreció que algunos malagueños se
interesaran por el Próximo 01iente, aunque estuvieran, en buena parte, motivados por cuestiones de índole religiosa, en concreto la peregrinación a Tierra Santa. La obra clásica del malagueño Antonio del Castillo, El devoto peregrino en Tierra Santa,
que daba cuenta de sus siete años pasados en aquellos parajes,
fue reeditada varias veces en el siglo XIX. 48 Por su parte, la prensa
decimonónica se interesó especialmente por la situación política del Imperio Otomano, 49 Egipto 50 y otros países de la zona.
En la pintura, el valenciano Muñoz Degrain, viajero por Palestina, Siria, Egipto y Estambul, ejecutó diversos lienzos fruto
de su experiencia viajera (Un crepúsculo en Magdala, Las grutas
de los profetas de Jerusalén, Espigadoras de Jericó, Vado del Jordán, etc.). 51 Otros malagueños, que no fueron ni a Tierra Santa
ni a Oriente, prefirieron fabular sobre tales lugares. Fue el caso
de Enrique Simonet Lombardo, de padres malagueños aunque
nacido en Valencia, quien ejecutó Escena oriental, Mahoma y
Fumadero en Jerusalén.51 En la literatura, destaca, una vez más,
Serafín Estébanez Calderón, quien se ocupa del tema en varios
de sus poemas, especialmente «El desierto». Otro ejemplo, realmente tardío, lo proporciona el ya citado Ricardo León, y su
«Canción hebrea», en la que habla de palmeras, orientales flores, rio Jordán, miel de Jericó, el sol en el Oriente. En otra composición, «Bohemia», habla de una «Gitanilla de cara morena,
gitanilla de tez africana/[ ... ] Yo que he visto tu frente tostada/
por los rayos del sol enervante/ de Egipto y de Arabia». 53 Salvador Rueda Santos (Benaque, Málaga, 1857; Málaga, 1933) apenas se ocupa de estas cuestiones y cuando lo hace se refiere en
48. Se reeditó en 1806 v 1864 en Mad1id ven 1850 en Barcelona, C. García-Romeral
Pérez: Biobibliograf!a... .
.
49. Epidemia de peste en Mesopotamia y Kurdistán, en Las Noticias, 6-4-1887
50. Breve alusión al tráfico por el Canal de Suez, en Las Noticias. 18-6-1887. Situación política, en El Cronista. Diario ConseNador Liberal, 6-11-1896
51. R. García Alcaraz (preparación y texto): El Orientalismo ... E. Dizy Caso: Los
orientalistas de la escuela española, pp. 188-193.
52. Valencia, 1864; Madrid, 1927. Vivió en Málaga varios años, E. Dizy Caso: Los
orientalistas de la escuela española, pp. 234-235. F. Palomo Díaz: «Vida y obra de Enrique Simonet v Lombardo,,,Jtíbega. 29 (1980), pp. 50-60. Y «Estudio de la obra de Simonet Lombardo»,lábega, 30 ( 1980), pp. 41-56.
53. Para «Canción hebrea. Paráfrasis del Cantar de los Cantares», ldeariwn, Granada, n." 22, 30 de abril de 1901, pp. 128-129. Publicada posterimmente, con importantes
modificaciones, bajo el título de «Sulamita». Para «Bohemia», !deariu111, Granada, 1901,
n." 26, p. 203. Referencias en A. CmTea Ramón: Poetas ...
205
realidad al lejano Oriente. En su poema «Viaje real», habla de los
elefantes del «rey de Oriente». 54 La publicación de experiencias
vividas en Oriente, así como la fabulación sobre la citada zona,
posiblemente expliquen la moda «turquesca» que se detecta en
la Málaga decimonónica y en la que los Divan y los cafés del
Turco menudearon. ss
Pero mucho más importante que todo lo expuesto hasta aquí
es el enorme interés por el cercano norte de África. Málaga vivió
en primera línea la conquista francesa de Argelia, así como la
atracción que la zona de Orán ejerció sobre no pocos peninsulares, especialmente campesinos andaluces. 56 Las alusiones al Oranesado fueron relativamente frecuentes en la prensa y en la literatura malagueñas de la época. Ricardo León saca en una de sus
novelas a una pareja (formada por la casta Elena y el crápula
Julio) que emigraron a Orán, ciudad de mala reputación en los
medios conservadores españoles. En la localidad argelina, «Julio tenía algunos negocios de no muy buena ley», mientras que
Elena vivió una situación «peligrosa», al menos desde el punto
de vista de la moral del autor. 57 También se detecta cierto interés
en la prensa por la situación política de Trípolis8 y Túnez.s 9
Pero no hay ninguna duda de que fue Marruecos el país que,
más que ningún otro, acaparó el interés de los malagueños a lo
largo del siglo XIX y primera mitad del XX. Desde las décadas de
los años treinta y cuarenta de la centuria decimonónica se detecta en Málaga, al igual que en el conjunto de España, el surgimiento de un corriente ideológica que hizo hincapié en la superioridad de una España liberal frente a un imperio marroquí en
decadencia en el que, se afirmaba, reinaba la barbarie. Serafín
Estébanez Calderón es un buen exponente de la anterior afirma54. A::ul, Zaragoza, Año II, 21 de abril de 1908, n." 4, p. 52. Referencia en A. Con-ea
Ramón: Poetas ...
55. F. Bejarano Robles: Cafés de Málaga( ... Y otros establecimiemos), Málaga, Bobastro, 1989.
56. E. Mateo A\ilés: «Málaga y Argelia durante el siglo XIX: pirateria, comercio,
contrabando y emigración», Isla de Aniarán, 11 (1993), pp. 65-80.
57. Elena, abandonada por su marido dedicado a la mala vida, volvió a la península:
«Como yo era joven y desgraciada ... , y estaba sola ... , me
perseguida ... ! Dios tuvo
piedad de mí, y en aquella hmTible situación me deparó un caballero, un marino español, que me trajo a nuestra patria y me devolvió a la casa de mi padre», R. León Román:
Alcalá... , pp. 72 y 195.
58. Penetración francesa, en El Cronisla. Diario Co11sermdor Liberal, 11-7-1896.
59. Combates en Túnez, Las Noticias, 5-4-1887.
206
ción, tal como lo demuestran algunos pasajes de su Manual del
oficial español en Marruecos, publicado en 1844, escrito apresuradamente con ocasión de la ejecución en Marruecos del vicecónsul hispano en Mogador:
El imperio de Marruecos no puede dormir por muchos años en
ese letargo de barbarie que es su estado normal tantos siglos
hace .. .
[ ... ] hace imposible suponer que el remedio venga naturalmente por los esfuerzos del gobierno del país o por la voluntad
del emperador, se refiere a la imposibilidad, según él, de que
Marruecos se civilice. 60
Lo cierto es que las amistosas relaciones establecidas a partir
de 17 67 entre España y Marruecos se fueron envenenando de
resultas de los continuos enfrentamientos de las guarniciones de
Melilla, Ceuta, Peñón de Vélez de la Gomera y Peñón de Alhucemas con los vecinos marroquíes. Málaga fue muy sensible a los
numerosos actos de piratería que algunas tribus rifeñas, especialmente los bocoyas, cometían contra las embarcaciones que
se acercaban, por las razones que fuesen, excesivamente al litoral norteafricano. La prensa malagueña recogía los citados incidentes actuando a modo de repetidor para la prensa española
del momento, tal como demuestra la siguiente noticia recogida
en el Diario de Barcelona:
Cartas de Málaga que tenemos á la vista nos comunican una noticia que es un nuevo insulto hecho por los berberiscos al derecho
de gentes y a la humanidad. Parece que sorprendidos un Cabo y
tres soldados del provincial de Almería que se hallaban de guardia
en un puesto avanzado de la plaza de Melilla, fueron hechos prisioneros por los moros y asesinados por estos salvajes. El suceso
es tan grave y tan horroroso, que aun después de los actos de
vandalismo ejecutados últimamente por los berberiscos apenas
podemos darle crédito. Terrible reparación exigirán estas matanzas si tristemente son ciertas y el gobierno que no supiera volver
por los derechos de la humanidad, del honor nacional, de la civilización, se echaría sobre sus hombros el desprecio de Europa. 61
60. Manual del oficial en Marr11ffo' o Cuadro geográfico, estadístico, histórico, político .v militar de aquel imperio, Madrid, Ignacio Ruiz, 1884, p. 334.
61. Diario de Barcelona, 17-4-1844.
207
La Guerra de África de 1859-1860 (la guerra hispano-marroquí azuzada por los conflictos internos españoles, por los incidentes fronterizos con los marroquíes y por el ejemplo conquistador francés en tierras argelinas) fue la ocasión para que se
produjera un formidable despliegue del patriotismo vocinglero
y triunfalista. 62 Todo ello contribuyó a que la citada corriente,
tan henchida de desprecio hacia el país vecino, comenzara a conformarse como uno de los «sólidos» argumentos posteriormente
utilizados para justificar su conquista territorial. No debe extrañar que la guerra despertara un gran entusiasmo en la capital
malacitana. En el puerto se despidió efusivamente al ejército
expedicionario que se dirigía hacia el terreno de combate. El
Diario de un testigo de la Guerra de África de Pedro Antonio de
Alarcón recogió una imagen del evento, acompañada de la siguiente leyenda: «el día del embarque es un día de fiesta para
nuestras tropas; es el día del regocijo y del entusiasmo; es la hora
del placer y de la aventura». 63 Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828; Santa Agreda, Guipúzcoa, 1896) se sumó a la excitación patriótica con sus Apuntes de una historia de Mamiecos, 64
mientras que El Avisador Malagueño publicaba una Breve excursión por el Imperio de Marruecos, en que se describe su territorio y
las costumbres de sus habitantes. 65 Los combates fueron recogidos por los pinceles de algunos pintores malagueños. Fue el caso
de César Álvarez Dumont, quien llevó al lienzo un Episodio de la
Guerra de África, además de la Odalisca. 66 En este contexto parece que encajaría una de las pocas alusiones a la contienda del
prolífico Ricardo León. Se trata de una alusión a un conserje, de
la sede en la que se reunían los oponentes del cacique local, calificado como «un veterano de la guerra de África y de la revolución del 68 ... , aquel viejecito, que había derramado su sangre
por la libertad». 67
62. E. Mateo Avilés: «Málaga y la Guerra de África de 1859-1860: Las repercusiones
materiales de una guerra romántica» .Jábega, 42 (1983 ), pp. 41-52; y «Málaga y la Guerra de África de 1859-1860: Las repercusiones materiales de una guerra romántica. II»,
Jábega, 43 ( 1983 ), pp. 43-54.
63. Madrid, Imprenta y Librería de Gaspar Roig, 1859, p. 5.
64. Madrid, Imprenta de Madi rolas, 1860.
65. Málaga, Imprenta del Avisador Malague>io, 1860.
66. Vila Real de Santo Antonio, 1866; Marbella, J 945. Instalado en Málaga, E.
Caso: Los orientalistas de la escuela espa1iola.
67. R. León Román: Alcalá .. ., p. 99.
208
Como se ha señalado con anterioridad, el citado conflicto bélico se vivió en España como una especie de enfrentamiento entre
la libertad y la civilización, que se creía que representaba el bando
español, y el despotismo y la barbarie, que se presuponía que caracterizaban al bando marroquí. Diez años después del enfrentamiento bélico, la citada creencia seguía firmemente arraigada:
Los vecinos de África, yacen en ese deplorable error y no creen
ni adoran á Cristo ni a María ... Sus ojos están cegados a la verdadera luz ... Su sistema de gobierno es tiránico, absoluto, [ ... ]. bárbaro ... y ni siquiera traslucen la esperanza de lograr otra cosa
mejor. Ergo la religión católica es el verdadero germen de la libertad y por consiguiente de la civilización. 68
El impulso del imperialismo europeo, especialmente tras la
Conferencia de Berlín de 1884-1885, reactivó el interés por Marruecos y favoreció la aparición de sectores de la sociedad española que aspiraban a participar en el reparto colonial del continente africano, especialmente en lo que hacía referencia al
Imperio marroquí. Las aspiraciones colonialistas hispanas contribuyeron determinantemente a fortalecer la percepción negativa que se tenía del país vecino y de sus moradores. Los estereotipos y clisés de que eran víctimas los norteafricanos (surgidos y
reafirmados en los largos siglos de la Reconquista y en las centurias de enfrentamiento corsario) se fortalecieron como consecuencia del clima creado sucesivamente por el Romanticismo, el
Orientalismo y el Imperialismo a lo largo del siglo XIX.
La afirmación anterior se trasluce en la obra de buena parte
de los arabistas, políticos, literatos, diplomáticos, viajeros, etc.,
cuando se ocupan de Marruecos. Ya vimos que el arabista Francisco Javier Simonet, que desarrolló su especialización en Granada, basó su condena de la «dominación sarracénica» en el hecho de que fue protagonizada por elementos «foráneos» a la
esencia hispana. 69 También vimos la actitud de Serafín Estébanez Calderón al respecto. Entre los literatos el mejor ejemplo lo
proporciona Juan José Relosillas Mellado (Málaga, 1848-1889),
quien pasó 14 meses en el presidio de Ceuta entre 1873 y 1874,
68. El Duende. Periódico Bisemanal. 9-5-1869.
69. F.J. Simonet: Historia ... E, Influencia ...
209
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en el cual fue funcionario, dejando publicadas sus memorias en
las que opinaba que la vecindad de MalTilecos era «poco tranquilizadora» para la plaza ceutí. Argumentaba que en el rostro
de los individuos de las «inquietas tribus de Anghera» fue capaz
de ver «el odio de raza perenne e implacable, y más que nada el
supremo desdén con que nos distinguen». 7º Por su parte, el abogado José Carvajal Hué (Málaga, 1835; Madrid, 1899), que llegaría a ocupar el cargo de ministro, estuvo vivamente interesado
en la expansión colonial española en Marruecos y el Sáhara, como
lo demuestra su intervención en calidad de conferenciante en el
mitin del teatro Alhambra de Madrid en 1884. 71
La moda orientalista en la pintura, que causaba furor en Europa y en la propia España, tuvo su eco en los pintores malagueños. Andrés Parladé Heredia (Málaga,1859; Sevilla,1933) fue autor de El barbero. 72 Antonio María de Reyna Manescau (Caín,
1859; Roma, 1937) de el Viejo de Tánger y Zoco. 73 Por su parte,
José Moreno Carbonero (Málaga, 1858; Madrid, 1942), influenciado por Fortuny, fue autor de La odalisca, Un árabe, y Niño
moro. 74 Además, otros pintores no malagueños, aunque establecidos en Málaga y que enseñaron en su escuela de Bellas Artes,
contribuyeron a la divulgación de la temática orientalista. Fundamentalmente Antonio Muñoz Degrain (Una plaza de Tánger,
Costa africana). 75 También hay que tener en cuenta al ya citado
Enrique Simonet Lombardo, que fue corresponsal en Marruecos de la Ilustración Espaiiola y Americana entre 1893 y 1894, y
viajó por Argelia. Entre sus obras, además de bocetos para la
prensa, figuran Orando en la mezquita, Patio moro, Morita, Odalisca, Azoteas de Tánger, La novia hebrea y Cabeza de moro. 76 Acle-
más, Serafín Martínez del Rincón y Trives (Una esclava en el harén)77 y Andrés Cuervo Guerrero. 78 Los poetas, por su parte, tendieron a idealizar a los autóctonos marroquíes hacia los cuales
existía cierta inclinación, como fue el caso de Arturo Reyes Aguilar (Málaga, 1863-1913) y su canto al berebere «cruzando los
arenales/ sobre el corcel que prefiere». 79
Mientras tanto, los incidentes en las plazas de Ceuta y Melilla, así como los ocasionados por los ataques rifeños a las embarcaciones españolas, que no habían cesado, contribuyeron a elevar la tensión entre los dos países, dando paso a un período de
treinta y cuatro años en los que destacaron los enfrentamientos
bélicos: la Guerra de Melilla de 1893, los sucesos de Casablanca
de 1907 y los enfrentamientos de El Barranco del Lobo en 1909
que dieron paso a una larga guerra que no finalizó completamente hasta 1927.
La Guerra de Melilla de 1893 fue descrita (Apuntes sobre
Marruecos) por Eduardo Cañizares y Moyana (Málaga, 1855),
oficial del ejército que en 1890 fue enviado al sultán de MalTilecos como oficial instructor de tropas y que, posteriormente, participó en la contienda. 80 Poco antes de que estallaran los incidentes, la prensa satírica malagueña señalaba la solución que se
debería tomar en este asunto:
El general Burgos visitará las plazas españolas de África. Visita
inútil. Quien debe visitar las plazas de África es don Arsenio el
Pacificador. Y salir al campo. A ver si pacifica las Kábilas. 81
La fuerza como solución frente a un enemigo considerado como
salvaje y animalizado fue una idea muy extendida en la ciudad.
Véanse los terribles cantares que en boca de unos españoles pone
José Carlos Bruna y que fueron editados en Málaga en 1893:
70. Catorce meses en Ceuta, Málaga, Imprenta de El Correo de Andalucú1, 1886, pp. 87-88.
71. Su discurso fue recogido en Intereses de España en Marruecos,,. editado por la
Sociedad Española de Africanistas y Colonistas, en el citado año, J.L. González Hidalgo: «José Carvajal Hué y el mitin del Teatro de la Alhambra de Madrid», Isla de Arriarán, X (1997), pp. 199-208.
72. Influenciado por J. Moreno Carbonero, E. Dizy Caso: Los orienta/islas de la
escuela española, p. 200.
73. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, pp. 208-209.
74. Su obra en el Museo de Bellas Artes de Málaga, E. Dizy Caso: Los orientalistas de
la escuela espai'iola, p. 278.
75. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela espwiola, pp. 188-193.
76. Valencia, 1864; Madrid, 1927. Vivió en Málaga varios años, E. Dizy Caso: Los
orientalistas de la escuela espailo/a, pp. 234-235. F. Palomo Díaz: «Vida y obra de Enrique Simonet y Lombardo» Jábega, 29 (1980), pp. 50-60. Y «Estudio de la obra de Simonet Lombardo»,láhega, 30 ( 1980). pp. 41-56.
77. Palencia, 1840-1892. Pasó por la Escuela de Bellas Artes de Málaga. E. Dizy
Caso: Los orientalistas de la escuela española, p. 171 .
78. Madrid, 1862-1933. Vivió en Málaga, llegando a ser discípulo de Denis Belgrano, E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española, p. 275.
79. «En el desierto», en Béticas, Madrid, R. Velasco, 1910. Referencia en A. Correa
Ramón: Poetas ...
80. Oficial del ejército destacado en Filipinas ( 1876-1885). que en 1906 alcanzó el
?rado de coronel. Apuntes sobre Marruecos (223 páginas) fue publicada en Madrid en la
imprenta del Memorial de Ingenieros 1895 C García-Romeral Pérez: Biobibliografía
de viajeros españoles (Siglo XIX!, Madrid, 0Úe1:0 & Ramos, 1995. pp. 76-77.
81. El Pito (Corazonada Anti-Co11sen,adora r Ruidosa), 27-7-1890.
210
..l..
211
¡Fe, Esperanza, Caridad!
¡Fe y Esperanza[ ... ] Muy buenas.
Mas, ¿quién, con estos salvajes
puede tener la tercera?
[ ... ]
Deja de mirar la luna
si se presenta con cuernos,
que la Media Luna es
la que adoran estos perros
[ ... ]
Del Zancarrón de Mahoma
yo tan solo sé,
que es un hueso; pero un hueso
muy difícil de roer. 82
.....
Arrástrate por el suelo,
imitando a los reptiles.
Da el picotazo, y escóndete,
á fin de que no te pisen
[ ... ]
Bella Zoráide, esta es
la cabeza de un cristiano,
que, á no tenerla cortada,
yo se la hubiera cortado. 83
En la línea de presentar a la sociedad rifeña como anárquica
y violenta, Ricardo León situaba el despotismo extremo en una
cábila cercana a Melilla, Frajana. Uno de sus personajes, que
critica los métodos de un cacique local de la serranía malagueña, dice: «Quieres gobernar a la gente a palos y a tiros, y eso ni en
Frajana es posible». En el epílogo de la misma obra dedica varias páginas a los voluntarios de Alcalá de los Zegríes que salen
hacia la guerra y, aunque no aclara a cuál se refiere, todo permite suponer que se trata de uno de los conflictos con Marruecos. 84
Los acontecimientos de 1893, tal como había sucedido tras
la Guerra de África de 1860, no sirvieron para rebajar las tensiones hispano-marroquíes, ya que los incidentes continuaron produciéndose en los años siguientes. En 1896 le fue impuesta la
Cruz del Mérito Naval a Onofre Basch, capitán del vapor Sevilla,
que socorrió a la barca Prosper Conne, atacada en la cercana
costa marroquí. 85 También se denunciaron robos de los rifeños
en Melilla. 86 Y, especialmente, se presentaba al país vecino en
situación insurrecciona! o anárquica. 87
Pero no cabe duda de que Marruecos seguía interesando, y
mucho, a los malagueños. Rafael Mitjana Gordón (Málaga, 1869;
Estocolmo,1921), que fue secretario de la Legación de España
en Tánger a fines del siglo XIX, participó en 1900 en la embajada
que el gobierno español envió al sultán Muley Abdelaziz, recogiendo su experiencia en un interesante volumen, en el que las
referencias a la decadencia del Imperio marroquí son muy abun-
No son menos terribles los cantares que, paralelamente, pone
en boca de los rifeños para demostrar que son cobardes, traidores, crueles y mutiladores:
Cristiano: dame una tregua;
déjame hacer mi comercio;
déjame parapetarme;
y después ... que te haga fuego
[ ... ]
El Corán tener nos manda
caridad y compasión;
mas, contra perros cristianos
no reza la proscripción
[ ... ]
Dos cosas querer rifeño
fundando en ellas su bien;
el matar perros cristianos
y mutilarlos después
[ ... ]
Como jefe de la tribu
demostraré mi fiereza:
amarrad á esos cien moros
y cortadles la cabeza
[ ... ]
J'
83. J.C. Bruna: Cantares africanos ...
84. R. León Román: Alcalá ... , la cita, p. 56. Las referencias a la guen-a, pp. 331-338.
85. El Cronista. Diario Conservador Liberal, 6 y 8-11-1896.
86. Sobre robo de varios bueyes v dos fusiles, El Cronista. Diario Conservador Liberal, 8-11-1896.
· ·
87. Noticias relativas a Tánger, en El Cronista, 13-11-1896.
82. J.C. Bruna: Cantares africanos. Entre los de acá y los de allá, Málaga, Establecimiento Tipográfico de Poch y Creixell, 1893.
212
....
213
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dantes. 88 Más tarde, Enrique López Alarcón (Málaga, 1881; Cuba,
1963) participó en la Campaña de África de 1909 como corresponsal de El Mundo, dejando escrito Melilla 1909; crónica de un
testigo, diario de la guerra escrito durante las operaciones en el
Rif 89 En este apartado, también hay que tener en cuenta a los
periodistas establecidos en Marruecos. Francisco Ruiz López
(Málaga, 1870; Tánger, 1934), redactor de La Crónica y director
de El Pmvenir. José Carrasco Téllez (Atajate, 1898; Tánger, 1959),
con una larga estancia en diversos periódicos de Tánger, Larache, Casablanca y Tetuán. Alberto Paños Jiménez (Alberto España) (Ronda, 1885, Villaviciosa de Odón, 1969) afincado en Tánger donde colaboró con Presente, falangista, y España, además
de publicar La pequeña historia de Tánger. 90
Uno de los casos más curiosos fue el del malagueño, aunque
afincado en Melilla, Fermín Requena, quien abogaba en su obra
por una colonización «fraterna» de Marruecos, en la que Andalucía jugaba un papel fundamental. 91 Una de las paradojas de la
historia del colonialismo español en Marruecos la constituye el
hecho de que, frente a la reivindicación de Blas Infante y Fermín
Requena de Andalucía como hermana mayor y educadora de
Marruecos, 92 el barrio europeo más pobre de Tetuán fuera conocido como el barrio Málaga, por el origen de la mayoría de sus
habitantes.
Atendido todo lo anterior, no debe extrañar que la temática
africanista u orientalista entrara a formar parte de los usos y costumbres malagueños en el primer tercio del siglo XX, como lo demuestran las odaliscas que ilustraban los «Polvos de arroz Sulta-
na» (Perfumería Bianchi, Málaga), 93 el «Papel Oriental. Para perfumar y purificar el aire de las habitaciones» (Málaga) y el anís
«La Rifeña» (de Felipe Navas Rojas, de Villanueva del Rosario).
Los teatros presentaban algunas piezas de corte orientalista, como
La Sultana oriental, de José L. Santi. 94 A lo anterior habría que
añadir la arquitectura neo-mudéjar que aparece en Málaga a todo
lo largo del siglo XIX y durante el primer tercio del XX.
Pero sin duda alguna, las guerras de Manuecos entre 1921 y
1927 fueron las que tuvieron mayor impacto en Málaga. El papel de la ciudad como retaguardia y trinchera en la guerra de
Marruecos, al menos de su frente oriental, se demuestra con el
hecho de haberse instalado en la ciudad un Hospital de Sangre
en el que fueron atendidos, y fallecieron, no pocos heridos en el
frente oriental. La guerra se hizo presente a través de la aparición de las madrinas malagueñas de los soldados en el frente, 95
en los desfiles de camaval, 96 etc. El ya citado pintor malagueño
José Moreno Carbonero llevó al lienzo en 1925 el Desembarco de
Alhucemas. 97 El patrimonio arquitectónico (el puente de Tetuán)
y escultórico local (grupo escultural dedicado al Comandante
Benítez) 98 también se hace eco de la guerra hispano-marroquí.
Mientras tanto, la prensa local dedicó una extraordinaria atención a los combates en Marruecos. También hay que destacar la
celebración en Pizarra, localidad cercana a la capital de la provincia, de una conferencia internacional determinante para el
curso de la contienda. 99
A raíz de la derrota española en Annual y Monte Arruit, con
su secuela de miles de muertos, se impuso, por encima de cualquier otra consideración, el deseo de venganza. Sirva de ejemplo
el poema «¡Juro por la Cruz», de J. Muñoz Vallejo, que se encontraba a la sazón en el Hospital de la Cruz Roja:
88. En el Magreb-el-Aksa: viaje de la embajada española a la corte del sultán de Mam1ecos en el a11o 1900, Valencia, F. Sempere, 1905; M. Maiin Niño: «El exotismo cercano: Rafael Mitjana y su viaje a Manuecos», en G. Femández Panilla y M. Faria García:
Orientalismo, exotismo .v traducción, pp. 109-120. J.L González Hidalgo: «Rafael Mitjana y la Embajada al Sultán de Marruecos en 1900: En El Magreb-El-Aksa», Isla de
Arriarán, V (1995), pp. 41-49.
89. Estudió leyes y filosofía, C. García-Pérez: Biobibliografía de viajeros espmloles
( 1900-1936), Madrid, Ollero & Ramos, 1997, pp. 122-123. El libro citado fue publicado
en Madrid (s.n.)en 1911, Admón. de El Mundo Militar.
90. La pequerla historia de Tánger, Tánger; Distribuciones Ibéricas, 1954, J.L González
Hidalgo: «Tres periodistas malagueños en Tánger», Isla de Arriarán, 4 (1994), pp. 39-47.
91. Del Marruecos andaluz, Melilla, Ediciones de la Agrnpación Liberalista Andaluza, Tip. La Española, 1935.
92. E. Ma11ín Con-ales: «El catalanismo y el andalucismo ante la aventura colonial
española en Marruecos», Actas del 3. '" Congreso de Historia Cata/ano-Andaluza. Cataluña v A11dal11cüi, 1898-1939, Barcelona, Carena, 2003, pp. 155-192.
214
93. La prensa insertaba un hombre anuncio de perfumes y polvos Sultana, en El
Noticiero Malagueño. Revista Gráfica y de Infonnación General, 15-6-1931.
94. Argumento clásico sobre una sultana carente de libertad, aunque rodeada de
lujo, Noche .v Día. Revista Semanal Ilustrada, 8-1-1901.
95. Vida Gráfica. Semanario de Infonnación, 7-6-1926.
96. En 1921 participó una can-oza imitando un tanque, como los que utilizaba el
ejército en Marruecos, La Unión Ilustrada, 16-2-1921.
97. E. Dizy Caso: Los orientalistas de la escuela española. p. 278.
98. D. Esquinas de Ávila: «El Comandante Benítez», Jábega, 27 (1979), pp. 69-72.
99. V Femández Riera: «La Conferencia de Pizan-a», Jábega, 17 ( 1977), pp. 29-31.
......_
215
¡Ante la Cruz de mi Dios,
juré vengarme africano,
ya sabes que el juramento
del español es sagrado! 100
En la actualidad, las guerras de Marruecos continúan teniendo su influencia en algunos de los fenómenos culturales más
importantes de Málaga. En efecto, la imagen procesional del
Cautivo, que goza de una enorme devoción popular, y que es una
especie de representación simbólica de todos los cristianos que
sufrieron cautiverio en el norte de África, es custodiada en su
desfile de Semana Santa por una unidad de Regulares, fuerza
compuesta fundamentalmente por musulmanes de Ceuta y Melilla con nacionalidad española. 101 Paralelamente, desde los años
veinte, la Legión es el plato fuerte de la Semana Santa. Para numerosísimos malagueños, la llegada de una bandera legionaria a
Melilla inmediatamente después de la derrota de Annual supuso
la salvación no solamente de la plaza norteafricana, sino también de la propia Málaga.
En definitiva, se puede hablar de un foco orientalista en Málaga a tenor de la relación de escritores, pintores y escultores relacionados y de la extensa obra que produjeron (teniendo en cuenta
que la nómina de autores citados es incompleta, como lo es igualmente la producción analizada de cada uno de ellos). Sin embargo, cabe añadir que buena parte de los citados autores abandonaron prontamente su ciudad y/o provincia natal por motivos
profesionales, contribuyendo a incrementar el acervo orientalista
o africanista de Granada, Madrid y otras localidades. Lo anterior,
junto con el hecho de que en el período estudiado Málaga no dispusiera de universidad propia, explica, al menos parcialmente, la
escasa, e injusta, atención dispensada al foco malacitano a la hora
de abordar el estudio del Orientalismo español. También se pone
de relieve que el caso malagueño (fácilmente aplicable a la totalidad de las provincias españolas y a buena parte de sus ciudades)
ejemplifica la verdadera potencia de un Orientalismo profundamente implantado en el conjunto de la sociedad española.
100. La Unión Ilustrada, 14-9-1921.
101. La ciudad entregó una bandera a un Tabor de Regulares en 1926, Vida Gráfica.
Semanario de Infonnación, 8 y 15 de febrero de 1926.
216
ORIENTALISMO MARROQUISTA
VS. AFRICANISMO ESPAÑOL
(1859-1860 EN ADELANTE)
Víctor Morales Lezcano
(UNED, Madrid)
I. Orientalismo: un meteoro cultural típico de Occidente
La presencia y penetración en el oriente musulmán de ejércitos expedicionarios, misiones arqueológicas, viajeros de todo pelaje y turistas de élite procedentes de un puñado de países europeos, fue desvelando gradualmente no pocas de las claves del
Oriente antiguo, islamizado a partir de los siglos vrr-vrrr. Se alzaba
un telón que hasta el momento había permanecido echado.
Bonaparte y Champolion en Egipto a partir de 1798; Budgeaud y Delacroix en el norte de África entre 1830-1848; las naves (luego buques) de pabellón británico tanto en la guerra de
Crimea ( 1853) como en la inauguración del Canal de Suez ( 1869);
el protectorado misional en Tierra Santa y administrativo en la
Regencia otomana de Túnez ( 1881 ), no serían sino hitos significativos de la marcha colonial de Europa hacia su supremacía en
las tierras ribereñas -y retropaíses respectivos- del Magreb y
Oriente próximo y medio. 1
No entraré aquí y ahora en lo que autoridades académicas de
fuste han elaborado, analizado y debatido desde hace algún que
otro decenio en tomo al tema. 2 Sin embargo, para no dejar de
----
1. La historiografía franco-británica centrada en el fenómeno colonial es muy amplia. Holt, Bemard Lewis, Mantran, Rodinson, Hurewitz, etc. Todavía resiste el paso de
los años la síntesis de Albert Hourani, Historia de los pueblos árabes. Barcelona, Ariel,
1992, particularmente «La época de los imperios europeos»; pp. 211-218.
2. Obligado resulta aludir en nota a pie de página a la polémica que suscitó la aparición del ensavo de Edward Said, Orientalismo, trad. al castellano en Libertarias. «Col.
Al-quibla». PrÓlogo de Juan Goytisolo.
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