Acto V – ESCENA II Se disponen a empezar Entran sirvientes con jarras de vino Rey: Pongan el vino sobre la mesa. Si Hamlet da un golpe en el primer o segundo asalto, o devuelve los de Laertes en el tercero que las almenas deparen sus cañones: el rey alentara a Hamlet con su brindis, y en su copa echara una perla más valiosa que la de la corona Que llevaron cuatro reyes sucesivos – Las copasY que el timbal, llamando a la trompeta, la trompeta a los cañones de la muralla, los cañones al cielo, y el cielo a la tierra, anuncien “e rey brinda por Hamlet”. Comiencen. Hamlet: En guardia, señor Laertes: En guardia, mi señor. Pelean. Hamlet: ¡Uno! Laertes: No. Hamlet: ¡Jueces! Osric: Punto, sin duda. Laertes: Bien, vamos de nuevo. Rey: Un momento. Denme de beber. Hamlet, esta perla es tuya. A tu salud. Suenan timbales, trompetas, un cañonazo. Rey: Alcáncenle la copa. Hamlet: Primero, este asalto. Déjenla ahí. En guardia Pelean Hamlet: ¡Punto! ¿Qué dices ahora? Laertes: Punto, lo confieso. Rey: Nuestro hijo va a ganar. Reina: Está sin aire, y todo transpirado. Hamlet, toma mi pañuelo, la reina brinda por tu suerte, Hamlet. Hamlet: Señora. Rey: Gertrudis. No bebas. Reina: Perdóname, señor. Voy a hacerlo. Bebe (y ofrece la copa a HAMLET) Rey: (aparte) ¡Demasiado tarde! Es a copa envenenada. Hamlet: Todavía no, señora. Enseguida. Reina: Ven, deja que te seque e rostro. Laertes: Lo tocaré ahora, señor. Rey: No lo creo. Laertes: (Aparte) Y sin embargo, va casi contra mi conciencia. Hamlet: Vamos por el tercero, Laertes. Esta vez en serio. Con garra y tu mejor violencia. Me estas malcriando con tu timidez. Laertes: ¿Ah, sí? En guardia, entonces. Pelean Osric: Nada Laertes: ¡Toma esto! LAERTES hiere a HAMLET; en la refriega, se cambian los aceros. Rey: ¡Sepárenlos! ¡Están enfurecidos! Hamlet: ¡Ahora sí! Hiere a LAERTES. La REINA cae al suelo. Osric: ¡Atiendan a la reina! ¡Alto! Horacio: Los dos están sangrando. ¿Estás bien, señor? Osric: ¿Cómo estas, Laertes? Laertes: Como el chorlito, Osric; caí en mi propia trampa. Con toda justicia mi traición me mata. Hamlet: ¿Cómo está la reina? Rey: Se desmayó al ver la sangre. Reina: No, no. La bebida, la bebida. Querido Hamlet La bebida, la bebida. Estoy envenenada. Muere Hamlet: Infamia… ¡Que cierren las puertas! ¡Traición! ¡Descúbranla! Sale OSRIC Laertes: Esta acá, Hamlet. Hamlet, estás muerto, no te queda ni media hora de vida, y ningún remedio puede salvarte. El instrumento de la traición esta en tu mano, sin botón, y envenenado. Se ha vuelto contra mí, y ya nunca podré levantarme. Tu madre fue envenenada. No puede más. El rey – el rey es el culpable. Hamlet: ¿La punta, envenenada? Entonces, veneno, a tu trabajo. Hiere al REY Todos: ¡Traición! ¡Traición! Rey: ¡Amigos, defiéndanme! ¡Es solo un rasguño! Hamlet: ¿Ah, sí? A ver, maldito asesino, incestuoso danés, bébetelo todo. ¿Encontraste tu perla? Llévasela a mi madre. El REY muere. Laertes: Recibió su merecido. El veneno era receta suya. Noble Hamlet, perdonémonos. No caiga sobre tu mi muerte, ni la de mi padre, y no cargue yo con la tuya. Muere Hamlet: El cielo te absuelva de ella. Ya ye sigo. Me muero. Horacio. Desgraciada reina, adiós. Y sus mercedes, testigos y actores mudos en esta obra, que temblorosos y pálidos asisten a su conclusión, si me quedara tiempo – pero nadie puede sobornar al sargento de la muerte- podría contarlespero dejémoslo. Horacio, me muero, tu seguirás viviendo. Cuéntales a los que no saben, quien fui, y por qué actué como lo hice. Horacio: No lo creas. Tengo más de antiguo romano que de danés, todavía queda vino en la copa. Hamlet: Dámela, Suéltala, juro que te la voy a sacar. Por Dios, Horacio, ¿no entiendes que, así como están las cosas, mi nombre quedará manchado? Si alguna vez me llevaste en tu corazón, posterga solo un poco la ansiada liberación, y en este áspero mundo sigue respirando con dolor, para contar mí historia. Una marcha de disparos. Hamlet: ¿Qué sones de guerra son esos? Entra OSRIC Osric: El joven Fortinbras, tras sus conquistas en Polonia, así saluda a los embajadores de Inglaterra. Hamlet: Me muero, Horacio. El poderoso veneno sofoca mi espíritu. No llegaré a escuchar las noticias de Inglaterra, Pero mi predicción es que la corona caerá Sobre Fortinbras. Tiene mi voto para la sucesión. Díselo, y cuéntale todo lo que pasó, Y por qué yo- lo demás es silencio. Muere