Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca Licenciatura en Biología SBIT Alumno: Cruz Domínguez Juan Antonio Asignatura: Biología marina Catedrático: Itandehui Saraí Gutiérrez Méndez 5º semestre Ciclo escolar 2018 – 2019 La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) Características biológicas La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae, Borowski, 1781) es la única especie del género Megaptera. No se reconocen más subespecies (COSEWIC, 2003). Los cetáceos están divididos en dos subórdenes, las ballenas con barbas (Mysticeti); además poseen dos orificios nasales. Y con dientes (Odontoceti), poseen un solo orificio nasal. La ballena jorobada pertenece al grupo Mysticeti (Frisch, 2009; Ponce de León, et al., 2017). La ballena jorobada tiene un aspecto característico, su cuerpo es robusto y se adelgaza en forma abrupta hacia los extremos. Las hembras adultas tienen una longitud promedio de 15 m y un máximo de 19 m, y los machos adultos tienen una longitud promedio de 14 m, con un máximo de 17.5 m. La longitud máxima registrada es de 17,4 metros (Chittleborough 1965). Pesan 30 – 40 toneladas alcanzando un máximo de 53 toneladas, dependiendo de la variación temporal de la capa de grasa. Como otros mamíferos marinos, los animales del hemisferio sur son de mayor tamaño que los del norte (Medrano, 2002). La cabeza es ancha y redondeada vista dorsalmente y ocupa aproximadamente casi un tercio de la longitud total. La mandíbula es 10 – 30 cm más larga que la maxila. Frente al orificio nasal hay tres líneas de protuberancias, una media y dos en el margen dorsal de la maxila. En cado lado del paladar, las ballenas jorobadas presentan 270 – 400 barbas de color cenizo a café y con un tamaño que rara vez excede 80 cm. Como otros rorcuales, las ballenas presentan surcos guloventrales. Los surcos se extienden desde el mentón hasta el ombligo habiéndolos también cerca de la comisura de la boca y de la base de las aletas pectorales. Las aletas pectorales son muy largas y flexibles, el borde anterior de las aletas pectorales es irregular con alrededor de nueve protuberancias que se forman de las uniones carpometacarpelares y de las falanges del primero y segundo dígitos. Las aletas pectorales son blancas en su cara ventral y con una extensión variable de blanco en el dorso desde los bordes hacia el centro. Existe una aleta dorsal situada en el tercio posterior de altura cercana a 30 cm y forma muy variable. La aleta dorsal se encuentra sobre una giba de longitud y robustez variables. Es más evidente durante el arqueo del dorso antes de una inmersión. La aleta caudal tiene una envergadura relativamente grande, aproximadamente un tercio de la longitud total y su borde anterior está marcadamente curveado hacia atrás. El margen posterior puede ser aserrado y presenta una muesca central de forma y profundidad variables. La aleta caudal tiene extensión y forma variables de blanco en su cara ventral desde la punta de las hojas de la aleta caudal hacia la parte media. Especialmente en esta parte, hay marcas diversas e irregulares de coloración negra y blanca, así como marcas de cicatrices. En lugar de la coloración negra ocasionalmente pueden presentarse tonos grisáceos y pardos (Mendrano, 2002). La aleta caudal no presenta huesos, esto para su movilización en el agua (Ponce de León, et al., 2017). El cráneo se distingue por ser más ancho y aplanado, crece más en longitud que en anchura. Los agujeros respiratorios pasaron de la parte frontal a la parte superior de la cabeza, justamente para facilitar la respiración pulmonar (Ponce de León, et al., 2017). La laringe de los machos tiene un divertículo característico rodeado por musculatura desarrollada y arreglada en forma compleja. Esta estructura parece la base anatómica de la emisión de los sonidos estructurados denominados cantos (Narnes y McLeod 1984, Kellogg 1922, Quayle 1991, 2001, Winn y Reichley 1985). Las ballenas jorobadas presentan epibiontes, como balanos, en los bordes de las aletas pectorales, dorsal y caudal así como en la cabeza. Sobre todo, en las regiones de alimentación del océano Austral, en la piel también pueden crecer algas microscópicas, como diatomeas, que pueden formar manchas de tonos amarillentos, anaranjados y cafés evidentes en las superficies blancas (Leatherwood y Reeves 1983; Nishiwaki 1972; Tomilin, 1967; Watson 1985; Winn y Reichley 1985). Distribución mundial Las ballenas jorobadas tienen amplia distribución en ambos hemisferios; realizan migraciones anuales entre sus áreas de alimentación en altas latitudes durante el verano y se desplaza hacia áreas de reproducción en regiones subtropicales y tropicales en el invierno (Dawbin, 1966; Reyes Nobles, 2009). Se considera que las ballenas jorobadas en las tres principales cuencas oceánicas de su distribución constituyen sendas poblaciones, esto es: Pacífico norte, Atlántico norte y Océano austral (Clapham y Mead, 1999). Según la Comisión Ballenera Internacional (IWC, 1998), cada población se subdivide en stocks, que corresponden a subpoblaciones (Medrano, 2002). En el Atlántico norte existe una subpoblación occidental que se alimenta frente a las costas de Norteamérica, con limite austral en Massachusetts y Groenlandia y se reproducen en aguas adyacentes a las Antillas, especialmente en costas de la República Dominicana y las Antillas menores. Existe asimismo una subpoblación oriental que se alienta en aguas adyacentes a Islandia, Noruega y las islas Británicas y que tal vez se reproduce alrededor de Archipiélagos del Atlántico nororiental como el de Cabo Verde. Ocasionalmente, las ballenas jorobadas pueden verse en el mar Mediterráneo y Golfo de México. En el Pacífico norte existe una subpoblación occidental o asiática que se alimenta tan al sur como la isla de Honshu, alrededor de las islas Kuriles, el mar de Okhotsk, la Península de Kamchatka, el mar de Chukchi y las islas Aleutianas occidentales. Esta subpoblación se reproduce en las costas al sur de Japón, sur de China y Corea y alrededor de islas como las Ryukyu, Taiwán, las Filipinas orientales, las Mariana y las Marshall. La subpoblación hawaiana o central se alimenta frente a las costas de Alaska y las islas Aleutianas orientales y se reproduce alrededor de las islas Hawai, especialmente Maui y Hawai. La subpoblación americana u oriental se alimenta frente a las costas de Washington, Oregon y California y se reproduce frente a las costas del sur de Baja California hasta América central (Medrano, 2002). En el Océano austral se considera la existencia de seis subpoblaciones. Durante el verano, las jorobadas se alimentan al sur de la Convergencia Antártica (~60° S) y hasta el margen de los hielos (Medrano, 2002). La Comisión Ballenera Internacional ha identificado en el hemisferio sur, 7 áreas de reproducción geográficamente definidas para esta especie, que fueron denominadas consecutivamente como Stocks A-G. Las ballenas jorobadas que se desplazan por el margen occidental del continente sudamericano son conocidas como Stock A. Durante el invierno y la primavera esta población se encuentra en las zonas de reproducción frente a las costas de Brasil, entre el extremo noroeste del continente sudaméricano y Cabo frío. Sin embargo, casi el 85% de la población se concentra en el Banco de Abrolhos (Siciliano, 1995; Zerbini et al., 2004; Andriolo et al., 2010). De octubre a diciembre parten en dirección sur siguiendo un camino un tanto directo y lineal, hacia las zonas de alimentación en torno a las Islas Sandwich del sur y Georgia del sur, permaneciendo allí hasta marzo (Zerbini et al., 2006). Existe un grupo de ballenas jorobadas en el Océano Índico cuyas migraciones y relación demográfica con otras poblaciones no están bien establecidas. La presencia de estos animales durante todo el año en la región sugiere que ésta es una población diferente de las tres principales. Varios autores han planteado la hipótesis de que no todos los individuos migran a las áreas de reproducción, permaneciendo en las áreas de alimentación durante todo el año (Chittleborugh, 1958; Brown, et al., 1995; Craig y Herman, 1997). Las poblaciones de Megaptera novaeangliae presentan filopatría hacia sus respectivas áreas de reproducción y de alimentación (Calambokidis et al., 1997; Waite et al., 1999; Calambokidis et al., 2001). La filopatría de la ballena jorobada a sus áreas de alimentación es más alta que a sus áreas de reproducción (Calambokidis et al., 2001) Figura 1. En negro se indican las conexiones migratorias de las zonas de alimentación en verano (azul) con las zonas de reproducción invernales (rojo). En morado se indica la población del Océano Índico que parece residir ahí todo el año. MnoMundo.bmp. Distribución de las ballenas jorobadas en el mundo. Medrano González, L. y J. Urbán Ramírez. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de ciencias, 2002, 1 mapa, col., 6.9 x 12.47 Hábitat Las ballenas jorobadas se encuentran en aguas someras sobre la plataforma continental, sobre bancos o adyacentes a islas oceánicas. Las zonas de alimentación de esta especie en lugares como fiordos, canales, bancos y márgenes de la plataforma continental, comúnmente presentan surgencias o convergencias de corrientes. Estos animales pueden buscar su alimento en profundidades de hasta 200 metros. Particularmente las hembras con crías recién nacidas prefieren aguas someras y tranquilas en sitios como radas y bahías y preferencia por aguas con temperatura cercana a 25° C. en las zonas de invierno, las ballenas jorobadas casi no presentan buceos profundos, pero pueden permanecer sumergidas por largos periodos en la actividad de canto de los machos. La distribución invernal de las ballenas jorobadas es bastante regular, pero puede modificarse en los patrones de abundancia como resultado de las variaciones oceanográficas anuales. El fenómeno de El Niño/La Niña tienen un efecto marcado en la distribución invernal de las ballenas jorobadas en la costa americana del Pacifico (Medrano, 2002). Alimentación En el verano, las ballenas jorobadas forman grupos relativamente estables en los que se alimentan juntas, habiendo cooperación y división del trabajo entre ellas mediadas por sonidos. Se han registrado asociaciones entre individuos que perduran a través de años (Medrano, 2002). Las jorobadas obtienen su alimento utilizando varios métodos, principalmente usan la formación de burbujas bajo la superficie y la embestida sin formación de burbujas (Hain, et al., 1982; Acevedo, et al., 2008). También se ha descrito la mezcla entre las técnicas de alimentación de embestida vertical* y la de embestida de filtración sub.supercficial*, como un comportamiento de alimentación para el Estrecho de Magallanes y considerado como un nuevo comportamiento para ballenas jorobadas en el Pacifico sur (Acevedo, et al., 2011; Villegas-Zurita y Castillejos-Moguel, 2013). La formación de burbujas es característica de las costas de Alaska, que también se ha observado frente a las costas de Baja California sur y la observación reciente de aglutinación de presas con coletazos y alimentación del fondo en el Atlántico norte (Medrano, 2002). No se conoce con detalle la composición de la dieta de las ballenas jorobadas, pero esta consiste en general de peces pequeños que forman cardúmenes y krill. Como en otros balenoptéridos la alimentación en el Océano Austral consiste fundamentalmente de krill y en el hemisferio norte de krill y peces. Los hábitos alimentarios de la especie son oportunistas (Medrano, 2002). Las barbas en la mandíbula superior, filtran el alimento, mientras que la lengua ayuda a ‘barrer’ las barbas y empujar la comida al estómago (Ponce de León, et al., 2017). Datos históricos y análisis de contenido estomacal indicaban que las ballenas no se alimentaban en zonas de reproducción o durante migraciones (Danilewicz, et al., 2009). Sin embargo, se ha documentado que las ballenas pueden alimentarse de forma oportunista cuando las presas están disponibles durante la migración (Johnston et al., 2007). Se ha sugerido que la alimentación oportunista se presenta como consecuencia de actividades energéticamente costosas, como las migraciones prolongadas, la reproducción y la crianza, que provocan un decremento de las reservas de grasa por la alta demanda de energía (Read, 2001). Debe considerarse también que la actividad de alimentación en rorcuales (Balaenopteridae) tiene un alto costo energético, principalmente por la profundidad de buceo asociado a los patrones de respiración y por el número de embestidas durante la captura de presas (Acevedo-Guitiérrez, 2002; Goldogen, 2008). Un análisis de la dermis superficial en las ballenas jorobadas de Revillagigedo reveló que, posteriormente a un verano de El Niño, las ballenas cambiaron su composición de ácidos grasos lo cual se interpreta como el resultado de que las ballenas se alimentaron de presas diferentes a lo usual y/o que así lo hicieron tales presas. Reproducción Durante el invierno, las ballenas casi no se alimentan, dan a luz y cuidan a sus críos y hay una fuerte competencia entre los machos por la búsqueda y monopolización de las hembras con las cuales aparearse. En general, en la fase invernal abundan comportamientos agonistas y diversos despliegues en superficies como saltos, recargones, coletazos laterales y dorsoventrales, asi como golpes con las aletas pectorales. No se ha observado la copula de estos animales, lo que hace suponer que es subacuática, pero se han registrado comportamientos de frotamiento y golpes con las aletas pectorales contra el agua y entre animales que parecen escarceos. La gestación dura de 11 a 12 meses (Chittleborough 1958), y nace un solo ballenato. Las crías recién nacidas pesan de 1.5 a 2 toneladas aproximadamente y miden de 3 a 5 metros de longitud (Ponce de León, et al., 2017). El ballenato al año de edad, es destetado, aunque algunos permanecen con la madre durante dos años (Clapham, 1992), y en algunos se destetan a menos de un año de edad (Baraff y Weinrich 1993). En el Atlántico norte, la madurez sexual de las hembras se alcanza a los cinco años de edad (Clapham, 1992; Reyes, 2009). La reproducción de las jorobadas es anual, aunque los intervalos de partos más comunes son de dos a tres años (Clapham y Mayo, 1990; Weinrich, et al., 1993; Straley, et al., 1994). Barlow y Clapham (1997). Estado de conservación Su población mundial fue drásticamente reducida producto de la cacería comercial desmedida durante los dos siglos pasados (IWC, 2001). A pesar que la caza comercial provoco una disminución seria en sus poblaciones, esta especie ha demostrado gran resistencia y muchas de estas poblaciones se están recuperando (Clapham, et al., 1999). Sin embargo, aún son vulnerables a las colisiones con embarcaciones, a la captura incidental en redes de pesca, a la contaminación química y acústica, entre otras actividades humanas (Prideaux, 2003). A mediados de los años 60 los esfuerzos de las investigaciones científicas se centraron en la protección y conservación para determinar el estado poblacional y la recuperación de los stocks a nivel mundial de este y otros cetáceos declarando moratorias y disminución de cuotas de caza científica (Pacha, 2003). Dos factores son importantes para la protección legal de una especie, el sistema que existe para prohibir o regular la caza u otras amenazas, y qué tan efectivo es el sistema, en términos de si el monitoreo y la aplicación son suficientes (COSEWIC, 2003). Existen dos convenciones internacionales que son relevantes para la protección de las ballenas jorobadas, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de 1973 (CITES) y la International Convention for the Regulation of Whaling de 1946 (administrada por la Comisión Ballenera Internacional – CBI). Todos los cetáceos están incluidos en dos apéndices de la CITES (Klinowska, 1991). Las ballenas jorobadas, se incluyen en el apéndice I de la CITES, esto por la gran cantidad de individuos capturados en la caza de ballenas causando la disminución de las poblaciones, es por esto que todo comercio con ballenas jorobadas está prohibido en países miembros de la CITES. Hasta octubre de 1998, había 144 miembros en la CITES, dejando aproximadamente 90 países que no eran miembros (secretaria de estadística de la CITES). La caza de ballenas jorobadas está regulada por la CBI. La caza ha sido prohibida en el Pacifico norte desde 1965 y en el Atlántico norte desde 1955. Se le permitió a Groenlandia cazar a 10 individuos por año hasta 1985, esto para fines de subsistencia (IWC, 1986). Actualmente san Vicente y las Granadinas están autorizadas a cazar dos individuos por año. Literatura citada o Frish Jordán, A. 2009. La ballena jorobada y la observación de ballenas en Bahía de Banderas. CONABIO. Biodiversitas 86:1-6. o COSEWIC. 2003. COSEWIC Assessment and Update Status Report on the Humpback Whale Megaptera novaeangliae in Canada. 33 p. o Angeletti, S., Cervellini, P. M. y Massola, V. 2014. Nuevo registro de ballena jorobada (Megapera novaeangliae) para el mar argentino y notas sobre sus epibiontes. SAREM. Mastozoologia Neotropical 21:319-324. o Ponce de León Román, E., et al. 2017. Observacion de ballenas en Ecuador. Ministerio de Turismo del Ecuador y Pacific Whale Foundation (PWF). 38 p. o Medrano González, L. y J. Urbán Ramírez. 2002. La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) en la Norma Oficial Mexicana 059-ECOL-2000. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Ciencias. Informe final SNIB-CONABIO proyecto No. W024. México D. F. o Acevedo, J. A., Aguayo-Lobo, A. 2006. Filopatría de la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae Borowski, 1781), al área de alimentación del estrecho de Magallanes. Universidad de Valparaíso, Chile. Biología Marina y Oceanografía 41: 11-19. o Pacha, Y. 2003. Estudio poblacional de ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) en Esmeraldas, Ecuador. Organización para la Conservación de Mamíferos Acuáticos en Sudamérica, Yaqu Pacha. o Villegas-Zurita, F. y Castillejos-Moguel, F. 2013. Primer registro de alimentación oportunista de ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) en la costa de Oaxaca, México. THERYA 4:113-119. o Rey Clarke, C., et al., 2016. Avistamiento de ballenas jorobadas Megaptera novaeangliae frente a Piura y varamiento de macrofauna marina en la playa de Órganos, Piura, Perú. Universidad Ricardo Palma.