JUSTICIA ORDINARIA O CONSUETUDINARIA Se ha discutido recientemente en diferentes ámbitos un tema de relevante importancia, como lo es el llamado pluralismo jurídico, el cual en Guatemala se pretende conformar a través de la justicia ordinaria y la llamada justicia indígena o consuetudinaria; lo que nos hace pensar sobre la posible aplicación en el país, de dos procedimientos diferentes para la impartición de justicia, el cual dependerá de la clase o grupo social a la cual pertenezca el sujeto responsable del hecho que se pretende juzgar. La Corte Suprema de Justica como uno de los tres poderes del Estado, posee la facultad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado, y esta corriente pretende reconocer esta facultad también al derecho indígena o constitudinario, partiendo de que ambos son reconocidos por la Constitución Política de la República de Guatemala. A raíz de estas dos posturas surge la interrogante. ¿Cómo serían aplicables en el país, dos sistemas de naturaleza diferente para la impartición de justicia? Para analizarlo, partiremos de datos estadísticos, hechos históricos y preceptos constitucionales que servirán de análisis para el presente trabajo y que servirán de sustento a la hipótesis que se plantea “La aplicación de dos sistemas de justicia diferentes es funcional en nuestro país”. La población guatemalteca según el XII Censo Nacional de Población y el VII de Vivienda, está conformada por 14,9 millones de habitantes, de los cuales el 43,8% lo conforman pueblos indígenas, estos de diversidad étnica de ascendencia maya, siendo importante hacer ver, que sus ancestros fueron quienes afrontaron las vicisitudes derivadas durante la conquista y posterior colonia, siendo los españoles quienes en diversas narraciones hoy históricas, documentaron que estos pueblos tenían sus propias costumbres y tradiciones y hasta una forma peculiar de creencia religiosa, relatos que reconocen la antigüedad en los hábitos de estos pueblos. Posteriormente el panorama de los pueblos indígenas no sufrió mayores cambios durante la época independentista, la cual resulto más como una forma de evitar el pago de impuestos a la corona española, que como un cambio total de vida y de oportunidades para estos. Desde la Constitución de Bayona en (1808) en Guatemala han estado vigentes 11 constituciones más, dentro de estas se empezaron a reconocer los derechos de las comunidades indígenas, llegando hacer objeto de discusión en la actualidad, lo preceptuado en el artículo 66, especialmente en lo relacionado a la impartición de justicia consuetudinaria, misma que se deriva de actos repetitivos aceptados a lo largo del tiempo por estas comunidades. Por otra parte el artículo 203 del mismo cuerpo legal, establece la exclusividad sobre la administración de justicia a la Corte Suprema de Justicia. Resulta contraproducente que en un mismo cuerpo legal, existan normas que se contrapongan, específicamente en un tema tan delicado como lo es la administración y aplicación de justicia, si partimos que el constitucionalismo en una tendencia sociopolítica, que se encarga de velar porque los Estados cuenten con una constitución escrita, dándole a esta el carácter de ley suprema, de la cual se desprenden todas las demás leyes; no puede percibirse que sus normas se contradiga a tal punto. La solución a este pluralismo en 1 determinadas ocasiones, ha quedado al amparo de la interpretación constitucional, a criterio de la Corte de Constitucionalidad que le corresponde esta tarea, órgano que a lo largo de su existencia, ha sido ampliamente cuestionado por considerar que muchos de sus fallos tiende más a situaciones de carácter político que jurídico. No parece apropiado que en Guatemala, un mismo acto antijurídico sea juzgado de manera diferente, partiendo esta diferencia precisamente, sobre el grupo social al cual se pertenezca, porque con ello se violenta el principio de igualdad entre las partes; ya que por un lado se cuenta, con leyes escritas para un debido proceso, la garantía del derechos de defensa y los medios o recursos adecuados en caso de inconformidad con la sentencia impuesta, y por el otro; la inexistencia de normas escritas y de recursos de defensa, así como el riesgo que se tiene sobre la imposición de penas que podrían ser violatorias a los derechos humanos del individuo, aunque estas se sostengan bajo el amparo de costumbres ancestrales. Es meritorio recordar que los Derechos Humanos son de más reciente creación, pero que tienen como finalidad proteger a la persona humana de cualquier tipo de violación, sin ningún tipo de discriminación alguna. En el lamentable caso de aplicarse de manera más concreta esta división de justicia, se corre el riesgo de desvalorizar al profesional del derecho, ya que cualquier persona, sin preparación alguna al respecto, se adjudicaría esta delicada función, del mismo modo se aumentaría la brecha divisoria entre los guatemaltecos. Respondiendo al planteamiento propuesto diríamos que no es funcional que en Guatemala, existan dos sistemas de índole diferente para la aplicación de justicia, razonando que debe ser analizada de manera más profunda, la interpretación extensiva que se hace del artículo 66 de la constitución y analizar hasta donde el Estado protege a los grupos étnicos, partiendo que los tiene contemplados en primer lugar dentro del apartado de los derechos sociales y que en el texto del artículo en mención, no aparece literalmente ningún enunciado que indique la facultad de administrar justicia, limitándose a reconocer sus formas de vida, costumbres, tradiciones, organización y su atuendo, como una manera de respeto y reconocimiento a estas organizaciones, pero las cuales deben sujetarse en caso de controversias legales, a los órganos previamente constituidos para ello, los que están conformados con profesionales que conocen de derecho. En conclusión el sistema de justicia nacional no debe ser dirigido de manera diferencial ni aislado, debe ser única y compacta, partiendo de un solo orden legal escrito y garante de un debido proceso. Considero que el legislador no quiso crear esta diferenciación, de lo contrario hubiera sido más explícito en tan delicado tema y no lo hubiera dejado a la interpretación legal, la cual podría variar dependiendo de las circunstancias de cada caso. Para que la justicia sea real; esta no puede ser selectiva. Ajpop, Raby 2