Subido por Daniela Zatarain

El comentario Filologico

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Manuel Ariza
El comentario filológico
de textos
I
i
71
INTRODUCCIÓN
Abre este libro una serie dedicada al comentario filológico,
en la que se pretende profundizar en el análisis de texto de diver­
sas materias, épocas y estilos. ¿Qué se pretende con estos libros,
que ya gozan de una cierta tradición? Simplemente algo tan ele­
mental -pero no siempre fácil- como es enseñar. Son ejercicios
prácticos que van a explicar las características de autores, obras,
épocas, etc. Por ello se va a pretender, sobre todo, que sean didác ­
ticos, claros, precisos.
Frecuentemente se ha dicho que los comentarios de texto son
un mero pretexto, en los que el texto es lo de menos. Y a veces
así es. Tampoco esto es malo, porque el texto, además de su
propia función comunicativa, puede ser -o servir de- un medio
con el que ejemplificar.
En nuestro libro, por ser el que abre la colección, vamos a
realizar una serie de comentarios un tanto diferentes de lo (pie
será la tónica general. En él estudiaremos aspectos generales (pie
pueden afectar a muchos textos y épocas.
Comenzaremos con uno «cronológico», en el que hace­
mos hincapié en la datación de varios textos. Le siguen dos
comentarios dedicados precisamente a los dos aspectos más
importantes de la evolución lingüística del español: 1") el
comentario fonético-fonológico y 2~) el comentario morfosin
táctico. En ellos pretendemos dar una síntesis de los principa
les cambios en la historia evolutiva de nuestro sistema. El emirlo comentario es semántico-estilístico, y finalmente el último
pretende ser un comentario globalizador de lo dicho en los ¡inte
riores.
Insistimos en que con ellos no queremos decir que los comen
(arios filológicos deban hacerse así. Su realización depende) ¡i
de muchos factores, fundamentalmente para qué y para quien
si* hace el comentario, etc. Por consiguiente se trata solo de etisr
na i los I nuda montos básicos del < ornen la rio biológico. Fsle deseo
Ctmenlario 1
DATAGIÓN CRONOLÓGICA
1. Se ven entre ellos algunos sembrados, y mucho zumaque. Esta
es una planta (...)que nace sin cultivo, y también se cultiva en
varias partes: se eleva del suelo cosa de tres quartas, y su hoja es
parecida á la del olmo, aunque más chica, y áspera. Las varitas
que arroja, se cogen á su tiempo, y dexándolas secar, se mue­
len.
2. F, dixol ell infant: «Galiana, bien ueo que e de fazer lo que uos
queredes, pero sábelo Dios que a fuerza de mi, e prometouos
poi' ende que si me uos agora guisaredes como auedes dicho,
que yo uos lieue comigo pora Francia ct uos tome por mugicr».
Galiana quando estol ovo dezir, ouo ende grand plazer, et touo
que serie uerdad, ca ella lo auie uisto en las estrellas que asi
auie de seer.
8. Por contraste con la radiación exterior, el zaguán parecía una
fresca tiniebla. En cambio, desde lo obscuro, el portal era una
pantalla de cinematógrafo, harta de luz y vagamente irreal.
Pasaban los labriegos por el camino, vestidos de calzón corto y
pañuelo a la soriana -cuerpos menudos y sarmentosos, teces
negras, dientes ebúrneos-.
4. Assy seya catando la donzella el donzel. El era grande et. nenbrudo [sic] et muy bien tajado, et cataua muy fermoso; ct era
blanco, como flor de lis, et tan bien colorado que era marauilla;
los ojos avia verdes, las sobrecejas bienpuestas; cabellos de color
de oro; ancho era despaldas et delgado en la cinta. Et tanto se
pago Florencia del, que dixo: «Señor Ihesu Christo, que fucstcs
puesto en cruz por nuestro saluamiento, sy este donzel ouie.se
en sy tanta de bondat como yo veo enel de beldat. et de parescer,
sy conmigo casase, el libraría esta tierra ante de un año, en
guisa quel viejo Garsyr perdería y la cabeca».
5. Pues nosotros, por obedeceros y serviros, avenios hablado esta
mañana enio que vos aveis querido, y muy cumplidamente os
avenios respondido a todo lo que nos aveis preguntado, cosa
El. COMEN TARJO FILOLÓGICO DE TEXTOS
10
justa es que, siendo vos tan cortes y bien criado con todo el
mundo como todos dizcn que sois, lo seáis también con noso­
tros, holgando que hablemos osla tarde en lo que mas nos
contentara, respondiéndonos y satisfaziendonos a las pregun­
tas que os propornemos, como nosotros avernos hecho a las que
vos aveis propuesto.
1. Introducción
Una de las primeras y fundamentales tareas del filólogo es
conocer a que época pertenece un texto. Por lo tanto lo que
vamos a realizar aquí no es un comentario propiamente dicho,
sino solo el estudio de los rasgos que nos pueden servir para esta­
blecer la datación de un texto. No es a veces labor fácil, pues
muchos textos medievales se conservan en copias de otras épo­
cas, con lo que podemos encontrarnos -como veremos más ade­
lante- con datos cronológicos contradictorios.
Conocer la cronología es, pues, el primer paso para realizar
un comentario filológico. Para ayudar al lector, compilamos al
final del libro unos cuadros con la datación de los principales
fenómenos fonéticos y morfosintácticos.
Cuestión básica es no confundir nunca grafías y sonidos. Por
ejemplo: no se puede decir -y si se dice es un disparate- que la
«f inicial se aspira en el siglo XVI». No. Lo que ocurre es un
mero cambio de grafías. De la misma manera, no es de recibo
afirmar que la «c pasa a / 0/», pues se está mezclando grafía y
pronunciación.
Suele ser habitual en textos editados incluso por filólogos una
cierta «modernización» o «regularizado!)» de aquellos rasgos que
no suelen ser considerados importantes o fundamentales, y que,
por el contrario, dicen que favorecen la lectura. Ello es un gran
inconveniente para el filólogo, pues oculta o falsifica datos impor­
tantes en la datación de textos. Así, suele ser habitual regulari­
zar los empleos de u y v, y de i e y siguiendo las normas acadé­
micas. El signo tironiano, tan frecuente en los textos medievales
para representar la conjunción coordinante, suele ser transcrito
como e, cuando lo más normal sería et hasta el siglo XIV inclu­
sive. Cabe decir lo mismo para los acentos, generalmente
modernizados, etc., etc.
Finalmente hemos de señalar que en ocasiones son los datos
DATACIÓN CRONOÍ .Ó CICA
11
extralingüísticos los que nos pueden orientar sobre la cronolo­
gía de un texto. Si nos encontramos con un soneto, pongo por
caso, sería aberrante decir que es un texto del siglo xiv.
2. Examen de
cada texto
Texto nq 1
No hay demasiados rasgos diferentes de los actuales. Citaremos
quartás, dejándolas y las palabras con acentuación distinta de la
actual también y á. Para datar, es necesario muchas veces no solo
fijarnos en lo que hay, sino también en lo que no hay. Es decir,
parece que no existe más vacilación gráfica que las citadas; lo
que, en’prmdpíoTnoTpuéñTéTridicar que ya existen unas ciertas
normas ortográficas modernas, entre ellas’ uña cierta normalizaciÓnLmeiitmflUZ7 ~
Efectivamente vemos que no hay f ni 55, que la labial sonora
presenta unas grafías regularizadas -bimT^^en..,j?- según los usos
actuales, que noTáay u por y ni ¿pía inversa.
Todos estos rasgos gráficos -que nada tienen que ver con la
fonética- nos hablan de que ya ha sido creada la Real Academia
Española y que ya se han dictado normas ortográficas. No se
puede decir que en el texto haya faltas de ortografía, pues eso
sería observarlo con ojos acrónicos, lo que hay es una ortogra­
fía diversa de la actual.
La no existencia do ¿¿ños dice que el texto debe ser postejriqrjLl7£6, fecha de la publicación del primer tomo del
Dije donario desautoridades, en cuyo prólogo se dictan las pri­
meras normas académicas, suprimiendo la f y regularizando los
empleos de b, u y v. La falta de acento gráfico en palabras sem­
brado, etc, nos habla de que ya ha aparecido la primera ortogra­
fía académica de 1741. La carencia de 55 nos lleva a la terqera_cclición de la ortografía, deJJ763. Por el contrario, el mantenimiento
de la grafía qua -quartas- y de la grafía x para representar el fone­
ma /x./_-d^xdnd&- nos indica que eí texto es anterior a 1825,
qué es cuando aparece la octava edición de laorto grafía acadé­
mica, en la que se suprimen estos usos. Las partículas ayo se,
acentúan hagta;l'911.
~~~Según hemos observado, se tiene que datar el texto entre
1763 -no hay 55- y 1815 -pervivencia de qua y x (=/x/)-. En
12
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXT< >S
consecuencia, el sistema fonológlco es el mismo que el de nues­
tros días.
Se trata de un fragmento del inye de España de Antonio Ponz,
de 1784.
Texto n2 2
En un texto de estas características, es superfluo decir que
la grafía quando nos indica que es anterior a 1815. Es evidente
que es muy anterior a la Real Academia. Más aún: se trata de
un texto claramente medieval (baste citar que la conjunción no
es y o i, como sería normal si el texto fuese del siglo XVI o pos­
terior).
Cuando se tienen bien aprendidos los datos cronológicos, la
datación puede ser inmediata, pues hay rasgos caracterizadores
de una determinada época. Eyyjy^£stro texto hay pérdida extrema de j-g final -infant-, que nos indica que es anterior a 1276,
fecha de la composición del LibroMeM (Dehaya. Esfera, que es
cuando desaparecen algunas de las vacilaciones primitivas. En
consecuencia”' es un texto histórico anterior á”esa”fecfía, lo que
nos permite afirmar que se trata de la Primera Crónica General,
pues no hay texto j?omanee.de_ ÚP9_h.istórico hasta la época alfonJ?í,_salvo los Anales Toledanos, de corte mozárabe.
Pero, como se trata de examinar todos los rasgos que nos pue\ dan indicar una determinada cronología, veamos pormenorizaA damente cada uno de ellos:
£: podemos observar que alternan 1 as formas e_y ef este hecho
nos podría indicar falsamente que estamos ante un escrito de la’
segunda mitad del siglo XIV, que es cuando alternan ambas for­
mas. Por ello con la conjunción hay que tener mucha precau­
ción. En principio podemos dedr que la formajes la que pre­
dominahasta el_siglf)_XIV inclusive, en el xy_cs^c la que tiene la
supremacía, y a partir de pri^ÍBÍfís>^ljCULson y o £JBien
entendido^ desde el Poema del Lid hay casos de ? o y, pero son
raros; lo mismo cabe decir de e, Que todavía podemos encontrarla
a principios del siglo XVI, sobre todo en textos notariales, tan con­
servadores siempre.
«
No sé si las e del texto pertenecen al manuscrito o son desa­
rrollo del editor, puesto que muchas veces el signo tiróniano de
los manuscritos es transcritocómo ^MiTt<MoTK?oMT17~m’Smo,
DA1ACIÓN CRONOLÓGICA
13
pues no es extraño, como digo, que puedan aparecer en toda la
Edad Media.
Para nuestra cronología nada añade, pue¿ djyos indicaría
que esyinterior al siglo xv, lo que ya sabernos.
^/mL’Jdos rasgos tenemos que comentar: la grafía x y la
pérdida de la vocal final e. La x puede representar a diversos
jyoxtidos según qué época. Ya vimos que para el actual fonema
/x/ llega hasta 1815, y hoy perdura en los cultismos, bien con
"la~pronunciación [gs], bien con la de [s] -taxi, examen, exterior,
etc.-. La grafía medieval conservóla Tátiña, que en los orígenes
del español palatal izó dando el fonema /s/- Este fonema pala­
tal empezó a velarizarse en el siglo xvi, generalizándose la pro­
nunciación velar en el siglo xvit.
Por lo tanto la forma dixo tuvo dos pronunciaciones: [díso]
hastíTeLsiglo xvi, y [díxqj desde ese siglo hasta hoy.
.. Taf cuanto a la perdida de la vocal final. Ya hemos dicho
que hay pérdida extrema de W-d c? decir: aquella que se
produce cuando va precedida dc^gimpo consonántico -como
en infant- o por consonante que no sea n,s,r,l,d o la actual /6/
-poFAíjemplo en tnuc/Anueve)-. También sabemos que esta
pérdida se produceMcdos siglos xi al xiti. Con posterioridad a
1276 la podemos encontrar en eHuí’) ^o^Te'Tuen Amor v en los
Proverbios Morales de Scm Tob. ATíofífbmm la apócope de los
pronombres átonos tiene diversa cronología. Hasta 1276 pueden
aparecer apocopadas las formas átonas de los pronombres de
primera y segunda persona -ni, i-, el reflexivo apocopado
lo podemos encontrar todavía en eJ siglo xiv, y el de tercera per­
sona -1 - hasta bien entrado el siglo xv.
En cuanto a grand no tiene relación con la pérdida extrema
que hemos estudiado, pues se trata de una pérdida debida a
su uso no plenamente tónico, es decir, cuando forma parte de
un sintagma nominal. De ahí los dobletes entre grande y gran.
Fijémonos que no solo se pierde la -e, sino también la -o (que
suele mantenerse en el español), como ocurre en tanto y tan,
santo y san. Por lo tanto grand puede aparecer hasta fines de la
Edad Media.
£ IzcóTiLo único que comentar es la grafía uco¿i. valor. con so­
nántico! Como también ha quedado dicho, esta grafía llega hasta
eT"sigio xviii, concretamente hasta 1726. Desde la segunda
■» AJ AI 1
< ^--«1
mitad del siglo xiv empieza a alternar con la grafía y. Pese a lo
clichoHiaVque tomar este dato con muchísima precaución.
14
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
pues suele ser habitual que los editores modernicen las formas
medievales, y nos encontremos con textos del siglo XIII que solo
presentan v.
e. La hache latina dejó de aspirarse ya en el latín clásico, por
lo que lógicamente nunca se ha aspirado en las lenguas roman­
ces. Hasta la ortografía académica, estas haches latinas pueden apa­
recer o no, dependiendo de la cultura y gusto de los escritores.
fazer La f inicial se mantiene como grafía en las palabras
que hoy tienen h hasta principios del siglo XVI. Se suelen poner
como ejemplo do la diferencia las dos ediciones do La Celestina:
en la primera edición, de 1499, predomina la grafía / mientras
que en la edición de 1501 ya predomina absolutamente la gra­
fía h. Hay que resaltar que estamos hablando de grafías, pues otra
cosa distinta es la pronunciación. Quiero decir que la / empezó
a aspirarse, e incluso a perderse la aspirada, desde los orígenes
del español -ya hay casos de pérdida en el siglo IX-, pero lo nor­
mal es que la grafía se mantenga. Lo que no quita que en la len­
gua literaria haya casos de h por f- desde el siglo XII, pero son
los menos. Todavía en el Siglo de Oro podemos encontrar la f
mantenida en la literatura «arcaizante» -libros de caballerías, tea­
tro en fabla- y en documentos notariales. Hasta la primera
mitad del siglo XVII podemos encontrar h en palabras que hoy
han mantenido la f -como halda o hebrero-.
Caso distinto es la pronunciación. La pérdida de la aspiración
ocurrió muy tempranamente en el norte de Castilla y fue avan­
zando lentamente hacia el sur a lo largo de la Edad Media. En
<4 siglo xvi se extendía la pérdida desde Madrid al norte y se man­
tenía desde Toledo al sur. Por influjo del habla de la Corte la pér­
dida se fue extendiendo por la Meseta sur, y hoy la pronunciación
aspirada está en franco retroceso por todas partes. No es posible
saber si un escritor aspira o no, salvo en poesía, en donde la
aspirada impide la sinalefa. Y esto no solo en la Edad Media o
en el Siglo de Oro, sino en nuestros días. Solo por la época y la
procedencia lo podemos intuir. Así sabemos que Garcilaso aspi­
raba y lo mismo debía ocurrir con Góngora, pero no Lope o
Quevedo porque eran madrileños.
Respecto a la z. En el llamado «sistema alfonsí» era la grafía
que servía para representar el fonema dentoalveolar africado
sonoro /%/-, la grafía que tenemos perdura hasta 1726, que es
cuando la Real Academia fija el uso actual. Para explicar estas
grafías y sus correspondientes pronunciaciones, tenemos que estu-
1 JATACIÓN CRONOLÓGICA
15
diarias juntas; así pues, veremos también las formas fuerza, dezir
y plazer. La e o f era la grafía para el correlato sordo, es decir:
/§/ Ambos procedían principalmente de ty, cy y c+e,i, que
palatalizaron en latín vulgar y que en situación intervocálica se
sonorizó; pasando ambos, el sordo y el sonoro, a dcntoalveolares
en los orígenes del español. Dicho de otra manera: el fonema
sonoro se daba sobre todo en situación intervocálica, y el sordo en
situación no intervocálica.
Esto que acabo de decir no es absolutamente cierto por
cuanto que ty y cy pueden dar el resultado sordo en situación
intervocálica - caso de coraron, etc. -y porque el sonoro puede
aparecer también en situación posconsonántica- cuando procede
de N,R+G+e,i -argilla > arzilla- La sonora puede también aparecer
ocasionalmente en situación inicial, sobre todo en algunos ara­
bismos. En esquema:
K+e,i-: centu > ciento
/$/ (grafías ro f)
/%/ (grafía z)
Cons+K+e,i: vincere > vencer
Cons+KY,TY: martiu > marco
N o r+dy: verecundia > vergüenéa
SK+e,i: miscere > mecer
-K+e,i-: diccrc > dezir
-ty,ky-: ericiu > erizo
n o R+G+e,i: argilla > arzilla
Estas dos grafías solo son válidas desde la época alfonsí, ya que
antes todavía pueden encontrarse casos de «confusión» de grafías
por cuanto estas todavía no estaban fijadas.
Como es sabido, la fricatización, y el ensordecimiento de la
sonora, empezó al menos en el siglo xv, pero tardó un siglo en generali­
zarse, lo que conocemos porque pueden aparecer grafías que no les
corresponden. Es decir: formas como marzo, vergüenza, decir, etc.
queredes: La /d/ intervocálica de las segundas personas del
verbo se pierde en diferentes épocas según la vocal precedente
fuera tónica o átona. Si la vocal era tónica -amádes- la /d/ se pierde
a fines del siglo xiv, si era átona, la /d/ se pierde a fines del siglo
xvi. La conservación -amades, quisaredes, acedes-, por tanto, nos
indica que seguramente el texto es anterior a fines del siglo xiv,
aun cuando la /d/ mantenida puede encontrarse incluso bien
avanzado el siglo xv.
16
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
La pérdida de la ,/d/ hizo que quedasen en hiato las dos voca­
les, lo que propició que la forma amaes -que llega hasta fines
del siglo XV- pudiese tener dos soluciones: bien la asimilación
-amás- bien la disimilación y conversión en diptongo -amáisLa primera aparece desde el primer cuarto del siglo xv y, en la
Península, desaparece a mediados del siglo XVI, aunque se man­
tiene en zonas de Hispanoamérica. La segunda, que fue la que
predominó, ya la encontramos a mediados del siglo XV.
sábelo: En esta palabra nos vamos a detener en el estudio de
la ¿>. Hasta mediados del siglo XIV había en el español dos fone­
mas labiales sonoros: uno oclusivo /b/ y otro fricativo ,/b/. El
primero procedía de la /p/ latina intervocálica, que se sonori­
zó, el segundo provenía de la /b/ o /u/ latinas. Esta oposición
fonológica solo se daba en situación intervocálica, pues en inicial
no existía y generalmente se mantenían las grafías etimológicas.
Así es que una palabra como uerdad puede aparecer escrita
como berdad sin que ello signifique nada, salvo que es anterior a
la Real Academia. La grafía de la /b/ era b y la de la /b/ u o v
-como ya vimos-. En nuestro texto encontramos /b/ en auedes,
lieue, tono, etc. La distribución actual de b y v se debe a la fija­
ción ortográfica de la Real Academia en 1726, que generalmen­
te siguió un criterio ctimologizante, es decir, poner b cuando en
latín había b y poner v cuando en latín había v.
En consecuencia, examinemos las diferentes grafías de b y v
y su cronología:
A) situación inicial: (ueo, uerdad)
ueo, uerdad: desde los orígenes hasta 1726 que es cuando la
Real Academia suprime la grafía u con valor consonántico.
veo, verdad: desde el siglo XIV, que es cuando aparece la gra­
fía v, hasta nuestros días.
B) situación intervocálica: {sabe, auedes)
sabe: desde los orígenes -porque procede de una /p/ latinahasta nuestros días, evidentemente
save: desdo la segunda mitad del siglo XIV -porque la grafía
«inapropiada» indica que se han confundido /b/ y /b/- hasta
1726.
auer. desde los orígenes -porque procede de una /b/ lati­
na- hasta 1726
aver. desde el siglo XIV, que es cuando aparece la grafía v,
hasta 1726.
DATACIÓN CRONOLÓGICA
17
ha¿>é?r desde la segunda mitad del siglo XIV -porque la grafía
«inapropiada» indica que se han confundido /b/ y /b/- hasta
nuestros días.
ende: Este adverbio no sobrepasó el siglo XV, aunque la locu­
ción por ende se emplea todavía con cierta vitalidad en el siglo XVI;
aunque el Dic. de Autoridades no lo da como anticuado, ya
Covarrubias certifica su desuso. Lope de Vega solo lo emplea en
sus comedias en fabla.
uos: Hay varios vos en el texto: «lo que uos queredes», «yo
uos lieue», etc. Podemos simplificar diciendo que hay uno tóni­
co y otro átono. El átono pasó a os a fines del siglo XV. El tóni­
co tuvo un doble uso: A) como fórmula de tratamiento B) como
pronombre tónico. Como fórmula de tratamiento fue muy usado
hasta principios del siglo xvm y hoy perdura en amplias zonas
de Hispanoamérica. Como pronombre tónico alterna con voso/ros desde el siglo XIII, pero no se pierde hasta el siglo XVI. Usted
aparece en la lengua literaria a principios del siglo XVI, pero era
tratamiento de gente de baja condición; no se generaliza hasta
bien entrado el siglo XVIII.
agora: Es la forma general en la Edad Media. Ahora aparece
esporádicamente en esta época, pero no se generaliza hasta el
siglo XVI, siglo en el que sigue apareciendo todavía la forma medie­
val.
guisaredes: el significado primitivo era «preparar, arreglar,
disponer», que llegó al siglo XVI. El significado actual aparece a
fines del siglo xv. Tenía una /z/, fonema que se ensordeció en
la segunda mitad del siglo XIV'. Así pues, había en la Edad Media
dos alveolares sibilantes, una sorda /s/ y otra sonora /z/, opo­
sición que solo se daba en situación intervocálica. La sorda se
escribía con ss -assi- y la sonora con s. La /s/ provenía de la
/ss/ geminada latina y de RS, la sonora de /s/ latina intervocá­
lica y de NS.
lieue: es la forma etimológica que perdura durante toda la
Edad Media, la actual se debe a una palatalización de la l- pro­
ducida por la i del diptongo, que se generaliza a fines del siglo
xv.
comigo: Alternó con la forma actual hasta el siglo XVI.
pora: Es preposición que deja de emplearse a fines del siglo
XIII, sustituida por para, que ya aparece a mediados del mismo
siglo.
IB
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
mugier. Lo más frecuente es la forma sin diptongo muger. La
g, como también la j representaba el fonema palatal fricativo sono­
ro /z/, que era el correlato del sordo /$/ (grafía x). /z/ se empe­
zó a ensordecer en el siglo XV, pero no se generalizó el ensor­
decimiento y su velarización hasta mediados del siglo XVI.
ouo‘. La vocal incial es la etimológica, mientras que la u
actual es analógica. Un aspecto importante es el empleo del verbo
haber como transitivo -además de como auxiliar de las formas
compuestas: auie visto-. En nuestro texto vemos la alternancia con
tener —louo—. Esta alternancia dura durante toda la Edad Media,
y sigue viva en el siglo XVJ. Hflóer indicaba la posesión incoativa,
mientras que tener expresaba la posesión clurativa (es decir:
tenía el significado de «retener», «mantener», «sostener»). Además
haber solía ir con objeto directo abstracto, y tener con objeto direc­
to concreto.
serié, los imperfectos y condicionales en ié son característicos
de los siglos XII y XIII. Lo dicho no impide que pueda aparecer
más tarde -Arcipreste de Hita-, pudiendo aparecer incluso en
(‘1 siglo XVI -Santa Teresa, Valdés- y hoy se registra en Toledo y
otras zonas de La Mancha.
ca\ perdura durante toda la Edad Media; en el siglo XVI está
anticuada.
Texto n~ 3
Es evidente que es un texto actual. La ortografía es la actual,
el léxico es también actual; pensemos en la aparición de cine­
matógrafo, que es palabra relevante, pues nos habla de que se trata
de un texto del siglo XX y anterior a 1910, que es cuando, más
o menos, se generaliza la palabra cine. La «moda» -el calzón cortó­
nos habla también de una época de principios del siglo XX. La
palabra labriego es también interesante: su primera documenta­
ción es la del Dic. de Autoridades, mientras que «labrador» -ya
en Berceo- no la registra. Entre ambas existe una diferencia
semántica clara, pues la segunda se usa para designar al propie­
tario de tierras; de todas formas, es más general «campesino».
Creo que «labriego» es voz culta. La que sin duda lo es es ebúr­
neo, latinismo crudo que ya aparece en el siglo XV y que a lo largo
de la literatura han empleado siempre escritores cultos o,
mejor, cultistas. Por la cronología y el estilo debe tratarse de un
DATACIÓN CRONOLÓGICA
19
escritor de la generación del 98. Pertenece al libro Notas de Ortega
y Gasset
Texto n- 4
En este texto vamos a seguir un procedimiento distinto al
empleado en el texto n‘! 2. En vez de ir palabra por palabra, vamos
a agrupar los fenómenos por épocas.
Es superíluo decir que es anterior al siglo XVHI, por lo que vamos
a partir de los rasgos que nos acercan más a la fecha del texto.
Es anterior al siglo XVI porque la /-no ha pasado a h- (grafía,
no pronunciación); es anterior al último cuarto del siglo XV
porque perdura la l final en sustantivos -bondal, beldat--, es ante­
rior al siglo xv porque la conjunción es el y porque aparece el
adverbio y (ahí); es posterior al siglo XIII porque no hay perdi­
da extrema de -e final y porque el condicional no es en -ie -libra­
ría, perdería-. En consecuencia debe ser del siglo XIV.
Veamos ahora si realmente existen rasgos que lo identifi­
quen como de esta época. En primer lugar tenemos la grafía v,
que alterna con u, lo que nos habla de este siglo; por otra parte
la forma casase nos dice que ya se han confundido ,/s/ y /z/, lo
que ocurre en la segunda mitad del siglo XIV (Pertenece al libro
Otas de Roma, de 1360, manuscrito de fines del siglo xiv).
Puesto que esto os así, ya podemos examinar c interpretar
las grafías del texto. Vayamos por haces de correlación.
Las labiales
El fonema /p/ —puesto, espaldas, etc.— no plantea ningún
problema, siempre se ha escrito y pronunciado como en nues­
tros días. Ya hemos estudiado que había dos labiales sonoras, una
oclusiva /b/ y otra fricativa /b/, procedentes respectivamente de
~/p/- v de -/b/~ o -/u/- latinas. Ambas las encontramos en
sobre, cabellos, cabera, y en catana, marauilla, avía. Fijémonos que
no he mencionado ninguna palabra que tenga estas grafías en
inicial, ya que -como dijimos anteriormente -la oposición no se
daba en esta situación y las grafías solían ser las latinas: bien, bondat, beldat, veo, viejo, verdes. Faltan por comentar nenbrudo, saluamientoy libraría. En el texto hemos puesto un [sic] junto a nembrudo para especificar que no se trata de una errata; es esta una
palabra que conserva la /b/ latina que en este contexto fónico
siempre fue oclusiva, como lo sigue siendo hoy. Respecto a las
20
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
nasales, la nasal implosiva podía escribirse con n o con m va
que ambos fonemas se han neutralizado siempre en el español
en esta situación. La n inicial es un caso claro de disimilación
de nasales ~< MEMBRU—.
Respecto a salvar, parece que al menos hasta el siglo Xiv lo
normal era que tras l apareciera v. En cuanto a librar, la b puede
deberse a semicultismo, pero seguramente la r influyó en su rea­
lización.
El otro fonema labial /f/, lo encontramos en flor v/uestes, pues
sabido es que la ,/f/ se mantiene seguida de líquida, de [w] v, a
veces, de [j], En el caso de fermoso, la/es la grafía medieval que
representaba el sonido aspirado [h].
Las dentales
Nada especial hay que decir sobre los fonemas /t/ v ,/d/ en
lo referente a la cronología, salvo en situación implosiva, como
vemos en beldal y bondat. Esta t final es debida a lo que se ha lla­
mado aveces «ensordecimiento compensatorio» por la pérdida
de la -e final. Realmente, lo que ocurría en la Edad Media es lo
que sigue ocurriendo hoy en los casos en los que hav una -d
final de palabra, que en muchas zonas de España tiende a pro­
nunciarse sorda. Es decir, se producía una neutralización, sien­
do la realización la de una dental más o menos ensordecida, lo
que hacía que los escribas medievales pusiesen un /. Bien enten­
dido: no es una regla general; en cualquier momento podemos
encontrar formas como bondad durante la Edad Media; solo empie­
zan a proliferar las formas con -d en la primera mitad del siglo
xv, para generalizarse a finales del mismo siglo.
Igualmente, lo mismo que hoy esta -d final puede realizarse
como interdental e incluso perderse -[bondáG], [bondá]-, en
oirás épocas del idioma se dieron ambas realizaciones. Hav va
ejemplos de realización asibilada en Berceo -Afadnz-, pero ha
debido ser siempre pronunciación bastante vulgar, por lo que
nunca ha sido frecuente en la lengua escrita. La pérdida debió
ser también relativamente frecuente en el habla al menos desde
fines del siglo xv, sin embargo en la lengua literaria no aparece
con relativa frecuencia hasta mediados del siglo XVI, siendo menor
su empleo en el siglo XVII.
Caso distinto es la dental final de los verbos. La -t final de las
terceras personas del plural -amant- se pierde desde los oríge­
l )ATACIÓN CRONOLÓGICA
21
nes del español; la de las terceras personas del singular -amatperduró en el siglo X, quedando restos hasta el siglo XII. La -d
final de los imperativos se pierde en el habla vulgar del siglo XV,
es muy frecuente en la lengua literaria del XVI, y en el XVII vuel­
ve a ser vulgar.
En las dentales existían también dos fonemas dentoalveolares /§/ y /?/. Ya vimos los orígenes de cada uno de ellos.
Recordemos que sus grafías respectivas eran c o f y z. l)e la
sorda tenemos, por ejemplo, cejas, cinta, de la sonora cruz. Algunas
formas merecen un comentario: donzella tiene una sonora por­
que originariamente estaba en situación intervocálica -DOMNICI­
LLA-; cabec-a es uno de esos resultados «raros», puesto que siem­
pre ha tenido el fonema sordo. Se ha pensado en una geminación
expresiva -*CAPITTIA-. Parescer es una forma culta -por el man­
tenimiento de la -5- que puede aparecer en cualquier momen­
to, pero, sobre todo, en el siglo XV.
Las palatales
Ningún problema tiene /s/ -ancho-. El fonema sonoro /i/
o ,/y/ lo encontramos en seya y yo. Por la fecha del texto quizá
haya que pensar que todavía tenía la realización semivocal, pero
cst.o es lo de menos. Además había dos palatales rehiladas /§/ y
/z/, cuyas grafías eran, respectivamente xy go j: dixo, ojos, viejo,
etc.. Al haz de las palatales pertenece también la /s/ apical
española. Hasta mediados del siglo XIV había dos fonemas alve­
olares, el sordo /s/ y el sonoro /z/, solo pertinentes en situación
intervocálica; la grafía del sordo lo encontramos en assy, el del
sonoro en fermoso, guisa-, sin embargo las formas del imperfecto
de subjuntivo casase y ouiese, que deberían tener el fonema
sordo por venir de una geminada latina, los vemos representa­
dos con la 5 simple, que era la grafía del fonema sonoro; la con­
fusión de grafías nos indica que ha habido confusión de fone­
mas, es decir: que ya en la lengua del texto se ha perdido la
diferenciación fonológica por haberse ensordecido /z/.
Las velares y las demás consonantes no presentan problema par­
ticular en cuanto a la cronología.
Morfosinlaxis
Solo comentaremos aquellos rasgos que tengan interés cro­
nológico.
>>>>
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
Scya: es el imperfecto de seyer, forma procedente de SEDERE,
que tiene una palatal analógica con la formas verbales que tenían
dy -sedeo, sedea-. Durante la Edad Media coexistieron formas
procedentes de Sl.’M y de SEDERE, así en nuestro texto observamos
soya y era; ahora bien, si nos fijamos, entre ambos hay una cierta
diferenciación semántica: seya tiene el significado de «permane­
cía»; este valor durativo -perdurativo- es el que hizo que el verbo
5/7 .se empleara para indicar la atemporalidad en la atribución y
rsú/r para la temporalidad. De ahí que hasta el siglo XVI el verbo
serse utilizara en localizaciones que excluyen toda idea de cam­
bio -p. ej.: Zaragoza está en Aragón-, El verbo latino sedere sig­
nificaba «estar sentado», mientras que stare indicaba «estar de
pie», la pérdida de sus valores semánticos propios y su utiliza< i ó n como copulativos debió producirse en el latín vulgar, aun
< uando todavía en la Edad Media, hasta fines del siglo XIV, es
posible encontrar ejemplos en los que sedero seyer conserva su
significado originario -«sedien en los cavallos» (Poema del Cid)-.
as formas seyer y seer desaparecen a fines del siglo XIV -lo
I.
mismo que el copulativo y¿zz¿7-. Por lo tanto a principios del siglo
XV ya quedan solo estar y ser, lo que no quiere decir que tuvieran
la misma distribución que la actual, que solo se consolida a lo
largo del siglo XVII.
Tuestes: es la forma etimológica de la segunda persona del plu­
ral del perfecto de indicativo. La i analógica con las segundas
personas no se generalizó hasta fines del siglo XVII.
Este adverbio procedente de HIC y de ibi se empleó hasta
fines del siglo XIV, y perdura hoy en la y de hay.
Ante (de un año): Durante la Edad Media e incluso durante
el siglo XVI no existía la diferencia entre ante y antes1
, ambas for­
mas podían tener empleos de preposición y adverbio.
Tanta de bondat: Es expresión que procede del genitivo par­
titivo latino; el cuantitativo está en función adjetiva. Esta cons­
trucción perduró hasta el siglo XV7I inclusive, y hoy todavía se oye
en el habla vulgar -«una poca de agua»-.
fuera rojo. Colorado significaba que tenía buenos colores, y tam­
bién «adornado, compuesto». Pasó a significar «rojo» en el siglo
XV.
(pinta: alternó con cintura en la Edad Media.
Texto n- 5
Por lo que ya sabemos, es evidente que el texto tiene que ser
del Siglo de Oro, ya que es anterior a la Real Academia porque
no está fijada la ortografía -avernos, dizen, etc.- y es posterior a
la Edad Media por la conjunción y y la h en vez de f- -holgando,
hablemos, hecho-. Por lo tanto nos queda saber si el texto es del
siglo XVI o del XVII.
Avemíw: no nos aclara nada, pues aunque es mucho más fre­
cuente en el siglo XVI, no es rara en el siglo siguiente.
Aveis: Tampoco es significativa, pues la -d- se perdió en la
segunda mitad del siglo XIV al ir precedida de vocal tónica. Si se
tratase de una vocal átona -amábades- sí sería significativo, pues,
en este caso, la -d- se cae a fines del siglo XVI -si bien hay ejem­
plos aislados a fines del siglo XV-, aunque no se generaliza hasta
la segunda mitad del siglo XVII.
Os: no nos sirve, pues el medieval vos pasa a os a fines del siglo
XV.
Vos: si estuviera por «nosotros», sería significativo, pero aquí
se trata del vos fórmula de tratamiento, tan frecuente, con diver­
sos valores, hasta el siglo XVII y en nuestros días en las zonas
americanas con voseo. Aun así, el uso de vos entre personas del
mismo rango social es típico del siglo XVI, pues en el XVII se
empleaba para el tratamiento de inferiores y entre rústicos; más
exactamente a fines del siglo XVI y primera mitad del XVII, ya
que en la segunda mitad y hasta principios del XIX se emplea
como fórmula de respeto.
Propornemos: «propondremos». Tenemos aquí el futuro con
metátesis, que era una de las soluciones al caerse la vocal átona:
A) propondremos
Léxico
Catar, «mirar», es el significado usual durante la Edad
Media, junto con el de «buscar», menos frecuente. El significa­
do actual, «probar», aparece en el siglo XVI.
Colorado1. Es evidente que no se refiere a que el doncel
23
l)ATAC1ÓN CRONOLÓGICA
proponer+emos > propon'remos >
B) propornemos
En A tenemos la aparición de la consonante de apoyo /d/,
en B la metátesis. Estas formas alternaron durante toda la Edad
24
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
Media y el siglo XVI, desapareciendo las formas con metátesis en
el siglo XVII.
Por consiguiente, por el futuro con metátesis y por el
empleo del vos, se trata de un texto del siglo XVI. Pertenece al
Diálogo de la lengua de Juan de Val des.
Visto lo cual, podríamos ver si deducimos algo del sistema
fonológico. Hablamos, hecho, ¿la hache representa una aspirada o
el cero fonético? Es imposible saberlo, pues en el siglo XVI depen­
de de la zona geográfica, e incluso de si es un texto de la primera
mitad o de la segunda mitad. En la primera mitad del siglo XVI
la pérdida de la aspiración llegaba a Madrid, mientras que de
Toledo al sur se mantenía la aspirada.
Cosa, dizen, satisfaciéndonos mantienen las grafías etimológicas,
lo que no quiere decir que se pronunciaran como sonoras, pues
ya vimos que la /z/ se perdió en el siglo XIV. Lo que es seguro
es que las dentoalveolares eran ya fricativas.
Comentario II
COMENTARIO FONÉTICA-FONOLÓGICO
«Pues que la missa fue dicha, ct seyendo ya el seguro de los
fijos del conde don Vela por ell omenage quel fizieran, fuesse
pora su esposa,' donna Sancha, et uiola, el fablo con ella quanto quiso a su sabor; et pues que ouicron fablado en uno buena
piefa del dia, lauto se pagaron el uno dell otro et se amaron de
luego, que so non podien partir nin despedirse uno do tro. Et
dixo alli donna Sancha: «Inffante, mal fiziestes que non aduxiestes conuusco uuestras armas, ca non sabedes quien uos
quiere bien nin qui mal». Respondiol el inffante et dixo; «Donna
Sancha, yo nunqua fiz mal nin pesar a ningún omne del
mundo, et non se quien fuesse aquel quien me quisiesse matar
nin otromal fazer». Respondiol estonces donna Sancha que sabie
ella que omnes auie en latierra quel quericn mal. El inffant Garfia,
quando aquello ovo, pésol muy de coraron. En tod esto salie­
ron aquellos fijos del conde don Vela del palacio et fueron se pora
la posada de Yennego Cela et ouieron y su consejo malo ct falso
et de trayeion de como matassen al inffant; et dixo Yennego Uela:
«Yo se en que guisa podremos mouer razón dond ayamos acha­
que por quel matemos. Alcemos un tablado en medio de la rúa,
et Jos caualleros castellanos, como son omnes que se precian
desto,querrán y uenir a assolazarse.et nos bolueremos estonces
pelea con ellos sobrell alanzar, et matarlos emos a todos desta
quisa».
(Alfonso X, Primera Crónica General)
1.
INTRODUCCIÓN
En este comentario vamos a profundizar algo más en la
fonética y fonología de un texto, aun cuando se va a hacer nece­
sario repetir algunos de los fenómenos ya vistos. No se trata de
hacer un resumen de fonética histórica, por ello no vamos a
hablar, por ejemplo, de la diptongación o de la sonorización de
las consonantes sordas intervocálicas latinas, pues ambos fenó-
26
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
menos son anteriores a la época romance. Ello no quiere decir
que no se pueda o deba hablar de estos u otros temas de foné­
tica histórica; depende de para qué o para quién hacemos el
comentario, como decíamos en la introducción. Nosotros nos
vamos a centrar en el proceso evolutivo del español.
Antes de comenzar, podemos recordar los conocimientos
adquiridos estableciendo la cronología del texto. Así es evidente
que se trata de un texto medieval por la conservación de f -fizieran-, la conjunción et, etc. La perdida extrema de -e -inffantrnos habla de que debe ser anterior al último cuarto del siglo
XIII. Como, por otra parte, no se nos han conservado textos lite­
rarios en prosa anteriores al siglo XIII, la datación del texto debe
ser entre 1200 y 1276.
Puesto que ya conocemos la cronología del texto, podemos
examinar cuál era su estado lingüístico. Para ello seguiremos un
criterio fonológico.
Vocalismo
El sistema fonológico de las vocales españoles se estableció
en época prerromance, pues con la diptongación de las vocales
abiertas tónicas
q- del latín vulgar, y el consiguiente desdo­
blamiento vocálico que supuso, el sistema pasó a ser el actual:
/i/
/e/
y u/
/oZ
^"/a/X
Seguramente los alófonos vocálicos del español medieval eran
ya los actuales, aunque no podemos estar seguros obviamente.
En nuestro texto se han escapado a la regla de la diptonga­
ción las palabras omne, conde y donna, las tres con o abierta tóni­
ca latinovulgar. La. no diptongación seguramente se debe a la
nasal trabante, que puede cerrar la vocal, pero, además, parece
que hay que pensar en un uso átono de estas voces. En el caso
de omne la palabra se usó en la Edad Media como pronombre
indefinido, lo que propició la no diptongación; en el caso de
dueña hemos de recordar que la lengua optó por elegir las for­
mas diptongadas para su uso nuclear -dueño/dueña- y las no
diptongadas como fórmula de tratamiento -don/doña-.
En cuanto al vocalismo final, ya hemos visto que existe la
pérdida extrema de -e final, como era normal en la época. La
27
COMENTARIO FONÉTICO-FÍ)N( )LÓ( Jí(X)
pérdida extrema de la vocal -es decir: cuando no iba seguida de
N, R, S, L, D v la actual 0, si no formaban grupo consonánticocomenzó en el siglo XI y seguramente en este uso confluyeron
por una parte una tendencia del español popular y el inílujo fran­
cés. Queremos decir que la persistencia de la apócope extrema
en las serranas del Arcipreste de Hita confirma que se trataba
de un hecho coloquial, con connotaciones seguramente vulga­
res, pero al mismo tiempo su proliferación en los textos de los
siglos XI al XIII hay que atribuirlo a una moda gráfica de origen
francés, moda que la cancillería de Fernando 111 desecha ya, a
mediados del siglo XIII, pero que continuará todavía en obras lite­
rarias y en documentos notariales hasta el último cuarto del
citado siglo (vid. Lapesa, 1951 y 1975, y D. Catalán 1971).
Por la misma época y por los mismos motivos se produce tam­
bién la pérdida de la -e en los pronombres personales átonos —m',
f, s', 1'-. m' y f desaparecen en el último cuarto del siglo XIII,
cuando el español recompone la -e final; s' durará un siglo más,
pues todavía se registra en el Arcipreste de Hita y en Scm Tob,
y f llegará hasta el siglo XV.
Las formas verbales del imperfecto y del condicional en -ía
-tenía, amaría- tienden a deshacer el hiato en diptongo durante
los siglos XII y XIII -tenié, amañé-, tendencia que en la literatura
decae a fines del siglo XIII, pero que debió subsistir en el habla,
no solo porque las siguen empleando el Arcipreste de Hita Sem
Tob y otros textos del siglo XIV, sino porque todavía era la norma
de Toledo durante el siglo XVI y pervive hoy en zonas de La Mancha.
Consonantismo
Puesto que sabemos ya que el texto es del siglo XIII, pode­
mos establecer es sistema fonológico de la época, dejando fuera
las nasales y líquidas que no suponen ninguna variación:
labiales
/p/ — /b/
/ f./ — ,/b/
dentales
/1/ — /d/
/§/ — /?•/
palatales
/«/ — /i/
,As/ — /z/
/s/ — /z/
velares
/k/ — /g/
(h)
Recordemos también que este sistema fonológico empezó a
cambiar en la segunda mitad, con la pérdida de la oposición entre
,/b/ y /b/, y con el ensordecimiento de /z/, con lo que el sis­
tema quedó así a fines del siglo XIV:
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
labiales
/p/ — /b/
/f/
dentales
/t/ - /d/
/§/ — /?/
palatales
/s/ — /j/
/§/ — /z/
A/
velares
/k/ — /g/
(h)
(Entre paréntesis la aspirada tanto porque dudamos si era
un fonema o un alófano, como porque se iba perdiendo pro­
gresivamente de norte a sur.)
Con lo que el sistema seguía siendo bastante asimétrico, por
lo que en el siglo XV, se produce al menos la fricatización de
/§/ Y /%/, y quizá en ia segunda mitad comenzase también el
ensordecimiento de /z/. Pero fue a lo largo del siglo XVI cuan­
do se extendió en ensordecimiento de /?/ y /z/, quedando por
lo tanto el sistema de la siguiente manera:
labiales
/ p/ — /'\sp
/f/
dentales
/t/ - /d/
/§/
palatales
/s/ — /y/
/§/
/s/
velares
/k/ — /g/
(h)
Los tres fonemas sibilantes fricativos sordos corrían el peligro
de confundirse, como ocurrió en andaluz con el seseo/ceceo,
por lo que en castellano /§/ adelantó su articulación, haciéndose
/0/, y /§/ retrasó la suya haciéndose /x/ en las zonas en las
que se había perdido la aspirada procedente de F- y confun­
diéndose con la aspirada en las zonas en donde esta se mante­
nía. Este proceso, que empezó quizá a fines del siglo XV, no se
generalizó hasta finales del siglo XVI - principios del XVII.
Las grafías eran básicamente las mismas que las actuales
salvo en lo siguientes casos:
Labiales
Había dos labiales sonoras que solo se diferenciaban fonoló­
gicamente en situación intervocálica: el fonema oclusivo /b/ pro­
cedía fundamentalmente de -p- latina intervocálica, evoluciona­
da en la época del reajuste en época visigoda; su grafía era b. El
fonema aproximante /b/ procedía de /b/ y /u/ latina en la
misma posición, y su grafía era u y posteriormente también v.
Esta diferenciación solo era pertinente -repetimos- en situa­
ción intervocálica, puesto que en situación inicial o posteonsonántica se neutralizaba la citada oposición, siguiéndose, de forma
general, las grafías latinas.
COMENTARIO FONÉT1CO-FONOLÓGICO
29
Recordemos que esta oposición se pierde en la segunda mitad
del siglo XIV, con lo que se pueden producir confusiones gráfi­
cas a partir de entonces.
Según lo expuesto nos podemos encontrar con los siguien­
tes casos:
1. latín amabal > esp. a) amaua •— b) amaba
2. latín movere > esp. a) mouer — b) mober
3. latín supere > esp. a) sauer — b) saber
Examinemos la cronología de cada forma.
La forma amaua puede aparecer desde los orígenes del
español hasta el siglo XVIII, puesto que es la grafía que le
corresponde en el sistema medieval al venir de una b latina. La
forma amaba llega hasta nuestros días, claro, y la podemos encon­
trar desde la segunda mitad del siglo XIV, puesto que nos indi­
ca que ya se ha perdido la distinción entre los dos fonemas labia­
les sonoros.
Mouer es la grafía etimológica, por lo que aparecerá hasta el
siglo XVIII. Su variante con v se da desde el siglo XIV hasta nues­
tro días. Mober podrá aparecer desde mediados del siglo XIV, pues­
to que nos indicaría que ha habido confusión fonológica, hasta
el siglo xviii.
Saber se da desde los orígenes, puesto que viene de una -platina, hasta nuestros días. Sauer puede aparecer desde la segun­
da mitad del siglo XIV -pues indica que ha habido confusiónhasta el siglo XVIII.
En el texto tenemos ouieron, auie, mouer; eaualleros, por un lado,
y, por otro, sabor, pablado, sable, sobre.
Por contra, en posición inicial se suele respetar la grafía lati­
na: uenir, buena. Respecto a la grafía v nótese que en una oca­
sión aparece en situación inicial en la palabra Vela, lo que es
normal en el siglo XIII.
En lo referente a la f, ya sabemos que era la grafía tanto
para /f/ -fue, falso- como para /h/ -fijos, fizieran, fablo-.
Dentales
Las dentó álveo lares africadas /§/ y /z/ se daban esencial­
mente la sorda en situación inicial y postconsonántica y la sono­
ra en situación intervocálica -aunque también posconsonántica
30
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
cuando provenía de N,R+G+e,i-, y sus grafías eran respectivamente
c o y para la sorda y z para la sonora; como ya vimos, se con­
funde a lo largo del siglo XVI, por lo que las grafías que pode­
mos encontrar en un texto son las siguientes:
1. latín dicere > esp. a) dezir — b) decir
2. latín lancea > esp. a) lanza — b) lanya
Dezir presenta la grafía que le corrsponde por su etimología,
por lo que puede aparecer desde los orígenes hasta el siglo
xvm, cuando la Real Academia fija las grafías actuales; con c
nos indica confusión de fonemas, por lo que la podemos encon­
trar en textos desde el siglo XVI.
Lanza nos presenta una grafía que no le corresponde etimo­
lógicamente, por lo que podrá encontrarse a partir del siglo
XVI; langa es la forma que le corresponde etimológicamente,
por lo que se registrará desde los orígenes hasta el siglo XVTII.
En el texto tenemos /z/ -fizieran, razón- y /§/ -Gargia, alangar,
alcemos, estonces-, el fonema sordo lo encontramos también en
situación intervocálica: piega, coragon, palacio, tracción; en el pri­
mer caso el resultado sordo es el esperado por venir de una gemi­
nada latina (< PETELA), el segundo es una relativa anomalía,
pues esporádicamente TY, ky intervocálicos pueden dar el resul­
tado sordo. Los dos últimos presentan el fonema sordo porque
son cultismos, como nos muestra la terminación -cíón.
/z/
-s- latina: quiso,
-ns- latino: mesa (< mensa)
-rs- latino: solo en las palabras suso y yuso
En consecuencia, nos podemos encontrar las siguientes
alternancias gráficas:
1. latín missa > esp. a) missa — b) misa
2. latín pensare > esp. a) pessar — b) pesar
ARyóyz es forma que podemos encontrar desde los orígenes
hasta el año 1763; misa nos indica confusión de fonemas, lo que
hace que se pueda registrar desde mediados del siglo XIV. Pessar
es también un ejemplo de confusión gráfica -y en consecuencia
fonológica-, por lo que podrá darse del siglo xrv al siglo xvm
en que se suprime la doble ese. Pesar es la grafía originaria, por
lo que aparece desde el siglo X hasta nuestros días, obviamente.
En el texto, además de los ejemplos ya aducidos, tenemos ,/z/
-esposa, pesar, posada- y /s/ -missa, matasse-.
Las fricativas palatales
La pareja ,/s/, /z/ procedían, respectivamente, de la KS
latina y de la yod segunda latinovuigar -IY’, KL-. Sus grafías
eran g, i o j para el fonema sonoro y x para el sordo. Por con­
siguiente podemos encontrarnos las siguientes alternancias grá­
ficas:
1. latín mullere > esp. a) mujer — b) muxer — c) muger
Palatales
Las grafías de /s/ y de /i/ no presentan ningún problema
puesto que prontamente fijaron sus grafías. Examinemos las alter­
nancias gráficas posibles de las otras dos parejas de sibilantes:
Las apicales alveolares
La diferenciación entre /s/ y /z/ solo se daba en situación
intervocálica. Ambos fonemas tenían el siguiente origen:
/$/
COMENTARIO FONÉTICO-FONOI-ÓGICO
s- latina: seguro
cons. + s: conseio,
-ss- latina: qui.siesse
-rs- latino: osso (< ursu)
2. latín dixi > esp. a) dije — b) dixe
La forma mujer puede ser de cualquier siglo, ya que es la
grafía que le corresponde en la Edad Media por su origen y es
ía que tiene hoy; por el contrario muxer solo puede darse a par­
tir del siglo XVI -porque es antietimológica- hasta el siglo XVTII.
Muger se puede registrar desde los orígenes hasta el siglo XVIII.
Dijo presenta una grafía que no le corresponde por su origen,
luego es forma que se da desde el siglo XVI hasta nuestros días;
Dixo tiene la grafía originaria, por lo que se registrará desde el
siglo x hasta 1815.
En el texto tenemos ,/s/ en dixo, aduxiestes y /z/ en omenage,
fijos, conseio.
De las velares nada especial hay que decir.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
en Seuilla, era y con el la Reyna doñaJuana, su muger, ct el infan­
te don Alfonso, su fijo, mió padre, que fue Rey, et el infante
don Alfonso de Molina, su hermano, et lodos o los mas de sus
fijos; et d[e]xolos e todos muy bien heredados, saluo a vuestro
padre que era muy moyo. Et don Pero Lopes de Avala, que lo
criaua, traxo el moco al Rey et pidiol por merced que se acor­
dase del. Et quando el llego estaua ya el Rey cerca de la muer­
te. Pero non pudiendo fablar si non a muy gran grant Cuerea
dixol: «Fijo, vos sodes el postremer fijo que yo oue de la reyna
doña Beatriz, que fue muy santa et muy buena mugicr, ct se
que vos amaua mucho. Otrosí, pero non vos puedo dar heredad
ninguna, mas douos la mi espada Lobera, que es cosa de muy
grant v¡rtud ct con que me fizo Dios a mi mucho, et douos estas
armas, que son señales de alas et de leones.
Comentario III
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
«Agora, don lohan, pues esta fabla he fecho conbusco, el
vos ydes luego para el Revno de Murcia en seruiyio de Dios et
mió, quiero me espedir de uos et querer vos ya dar la mi ben­
dición; irías, mal pecado, non la puedo dar a vos nin a ninguno,
ca ninguno non puede dar lo que non a; et lo vno por que a vos
non faze mengua por que se que la avedes, et lo al por que la
non puedo dar, por que la non be; por ende non vos faze men­
gua la mi bendición. Et por que lo sepades mejor, dezir vos he
dos cosas: la primera, commo yo non he bendición nin la
puedo dar; la segunda, commo la avedes vos et non vos faze men­
gua la mía. Yo non vos puedo dar bendición, que la non he,
ante por mios pecados et por mios malos merecimientos que les
vo fiz ove la su maldición; Et dio me la su maldición mió padre
en su vida muchas vezes, seyendo biuo et sano, et diomcla
quando se moría; otrosí mi madre, que es biua, diomcla muchas
vegadas, et se que me la da agora, et bien creo por cierto que
eso mismo fara a su muerte. Et avoque me quieran dar su ben­
dición non pudieran, ca ninguno del los non la heredo nin la ovo
de su padre nin de su madre, (la el sancto Rey don Fcr[r]ando,
mió abuelo, non dio su bendición al Rey, mió padre si non
guardando el condiciones ciertas que el dixo, et el non guardo
ninguna dellas, et por esso non ovo la su bendición. Otrosí la
reyna, mi madre, cuydo que non ovo la bendiyqion de su padre,
ca la desamaua mucho por la sospecha que ovo dolía de la
muerte de la infanta doña Constanza, su hermana. El asi mío
padre nin mi madre non avian bendición de los suyos nin la pue­
den dar a mi. Et yo fiz tales fechos por que merecí et oue la su
maldición, ct por ende lo que yo non he non lo puedo dar a
uos nin a ninguno.
Et so bien cierto que la avedes vos conplida mente de vues­
tro padre eL de la vuestra madre, ca ellos heredáronla de los suyos.
Et contar vos he commo la ovo vuestro padre del Rey don
Eer[r]ando, nuestro abuelo. Quando el Rey don Fcr|r]ando fino
33
1. Nota
preliminar
Es obvio que se trata de un texto medieval; tampoco sería muy
difícil llegar a la conclusión de que se trata de un texto del siglo
XIV, como veremos. Pero la datación -como ya dijimos- preferi­
mos llevarla a cabo por el procedimiento inductivo.
Nuestro estudio, repetimos una vez más, va a ser pancrónico, aunque lo sincrónico no se desarrolle con pormenor.
Según lo expuesto en la introducción, en este texto sólo reali­
zaremos el estudio de las partes de la oración o clases de palabra.
2.
2.1.
El
sustantivo
A7 nombre propio
En el texto aparecen los siguientes: Ferrando, Sevilla, Juana,
Alfonso, Alfonso de Molina, Pero Lopes de Ayala, Beatriz, Lobera, Dios.
En principio, podemos hacer ya una división según la apli­
cación del nombre propio, en topónimos (Sevilla) y antropónimos (los demás), aunque la división no puede ser tajante, pues
el trasvase es constante, como es constante la interferencia
entre nombre propio y nombre común. Como principales
características lingüísticas del nombre propio podemos citar:
1. Su mayor resistencia al desgaste fonético, es decir, la no
evolución «normal» de sus étimos, y, como consecuencia,
34
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
2. La conservación, en muchos casos, de formas y palabras
«arcaizantes», o desechadas por el uso.
3. La pérdida del contenido semántico primitivo.
4. La conservación de lexemas procedentes de lenguas no lati­
nas (germanismos, arabismos, etc,).
A veces, nos quedan restos fonéticos fósiles en la onomásti­
ca, como sucede con Dios, que procede del nominativo latino
Deus, cuya evolución fonética coincidía con la del acusativo plu­
ral, por lo que se creó un plural antietimológico: dioses.
El nombre común
2.2.
En el estudio del nombre común podemos examinar distin­
tos aspectos:
1.
2.
3.
4.
Su
Su
Su
Su
procedencia.
evolución semántica
distinta evolución fonética
posible lexicalización.
1) En el texto, todos los sustantivos -salvo moco, de origen
incierto- proceden del latín. Ahora bien, no todos los términos
preceden, como es lógico, del latín clásico; así, abuelo es una forma
derivada de la femenina latino-vulgar aviola > abuela, diminutiva
de «t/m 'abuela'.
2) Importante en el estudio diacrónico del sustantivo es la
evolución semántica que en él se ha producido en numerosas
ocasiones. Según Ullmann (1967), son seis las principales cau­
sas que motivan el cambio semántico: lingüísticas, históricas, socia­
les, psicológicas, el influjo extranjero y la exigencia de un nuevo
nombre.
En nuestro texto nos encontramos con una palabra como
infante que de significar «el que no habla», «el niño pequeño»,
pudo significar:
a) el noble que todavía no ha heredado;
b) el hijo de reyes;
c) cierto tipo de soldado;
d) niño pequeño.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
La primera acepción se da hasta el siglo Xll; la segunda,
hasta nuestros días; la tercera es un italianismo del español, que
entró en el siglo XVI; la cuarta se dio en los siglos Xll y XII1 y hov
se conserva como cultismo o en derivados del mismo étimo: infan
da, infantil, etc.
3) Como es sabido, las palabras pueden ser divididas, según
sigan una evolución fonética normal o no, en populares, semicullas
y cultas. Son scmicultismos las que siguen en parte -no totalmente» una evolución fonética normal, como codicia < cupiditia; son cul­
tismos las que prácticamente no han sufrido ninguna evolución
(santificar, frente a la «popular» s¿mí¿gtí¿zr). En el texto, virtud es
un semicultismo porque la i de la primera sílaba se ha conserva­
do como i. Otros cultismos en el texto son: servicio, bendición.
Sí debemos hablar de las formas don, donna. Como se sabe,
vienen de domin(us-a). La no diptongación de la o tónica está
motivada por el uso enclítico de la palabra, lo que hizo que se
descargase tonalmentc y pasase a pronunciarse como átona, mien­
tras que, cuando no estaba en enclisis, es decir, cuando no cons­
tituía una aposición unimembre, su evolución fonética fue nor­
mal: dueño. La no palatalización del grupo latino MN y la
pérdida de la o final, se debió al uso átono del lexema. También
hubo una diferenciación semántica: las formas átonas pasaron a
ser lexemas indicadores de tratamiento de respeto, mientras
que las tónicas mantuvieron su contenido semántico.
Todas las palabras terminadas en -ción puede decirse que
son cultas o semicultas: bendición, maldición, condición.
4) La lexicalización, mejor, la gramaticalización, se produce
abundantemente en la historia de cualquier lengua. Las causas
pueden ser múltiples e incluso tener un origen socio-religioso,
como sucedió con el lexema latino mente. Para el cristiano, lo impor­
tante era no lo que se hacía sino con qué mentalidad se hacía. Por
el continuo empleo del lexema mente, este perdió su contenido
semántico pasando a ser un morfema de los adverbios de modo.
2.3.
La aposición
En numerosas ocasiones nos encontraremos en un texto con
dos sustantivos, de los que el segundo expresa bien una expli­
cación o bien especificación del primero, unidos ambos sin pre­
posición, es decir, en aposición.
38
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
artículos, categoría que se engloba dentro de la de los actualizadores.
Tanto el como un proceden de pronombres latinos en fun­
ción adjetiva, aunque la gramaticalización de el fue más tempra­
na que la de un. Un se desarrolló a fines de la Edad Media,
sobre todo en plural. En la Edad Media su índice de aparición
es del 15 por 100, mientras que en el Siglo de Oro es del 30 por
100, y hoy de un 40 por 100. Es más, hasta el siglo XI IT un no suele
aparecer con preposición, dándose sobre todo su uso como
objeto directo no preposicional.
En el texto, el sujeto siempre aparece actualizado, como es
habitual en español, ya que, a no ser en metalcnguaje, en pro­
verbios o cuando el sustantivo es abstracto de cualidad, acción o
fenómeno, el sujeto en español va siempre actualizado. Como
dice Lapesa, si el sujeto se refiere a seres animados, no va actua­
lizado cuando, pospuesto, se refiere a su concepto representati­
vo, a no ser que vaya en plural o con adjetivo, en cuyo caso puede
referirse a seres concretos:
entra frío
llegaron soldados. No *llegó soldado
Con predicado nominal es más frecuente la omisión del artí­
culo, puesto que no suele aparecer cuando el sustantivo se refie­
re a clase o categoría (es decir, cuando no es identificado!* sino
clasificador):
Juan es arquitecto
Juan es el arquitecto de mi pueblo
En el texto:
fue rey
es cosa
son sennales
Más complejo es el uso o ausencia de artículo ante objeto
directo, entre otros motivos porque la alternancia puede ser sig­
nificativa:
se puso gafas
se puso las gafas
Como regla general, se puede decir que hoy va sin actuali-
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
zador cuando el objeto directo no designa individuos, cuando
se refiere a entidades no numerables (buscar rey, beber ceriT-.u) \
con verbos cuasi vacíos (tener miedo).
En el fondo -como ya sucedía en la Edad Media-, la apaii
ción o ausencia del artículo depende de la semasia del nomine
en función del objeto. Cuando es un nombre abstracto, gene
raímente no aparece el artículo; cuando es concreto, general
mente lo lleva.
En el texto vemos la alternancia descrita:
dar heredad
traxo el mofo al rey
(abstracto, no numerable)
(concreto, individualizado)
Según Lapesa, el sustantivo término de preposición suele ir
sin actualizado!’ cuando no se refiere a realidades concretas, como
por ejemplo para expresar posesión, en indicaciones generales
de tiempo, modo, etc.
En el texto, con la preposición de hay alternancia:
a) la ouo [...] del rey
b) cerca de la muerte
c) sennales de alas
Cuando indica procedencia (a) en la Edad Media suele lle­
var preposición, como también cuando indica lugar (b), mien­
tras que para asunto y materia (c) suele predominar la ausencia
de actualizado!'. Por suele ir sin artículo cuando equivale a seeundum (por merced).
5. LOS PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS
Sólo encontramos cuatro pronombres demostrativos en el
texto; dos de ellos en función de término secundario, o de adje­
tivo: esta fabla, estas armas, eso mismo y por esso.
Se ha hablado constantemente de que presentan relaciones
con las tres personas del verbo. Así, Bello dice que este denota
cercanía del objeto a la primera persona; ese, cercanía del obje­
to a la segunda; aquel, distancia respecto de la primera y segun­
da personas. Por el contrario, F. Marcos cree que la referencia
es sólo a la primera persona: este expresa cercanía a la primera
persona; ese, un grado entre cercanía y lejanía; aquel expresa
40
El, COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
lejanía de la primera persona. Pero conviene precisar un poco
el razonable argumento del profesor Marcos.
1) Guardan relación con la primera persona desde un punto
de vista semántico; funcionalmente, la relación se establece con
la tercera
lo hizo por él
él
esteese
aquel
este
ese
aquel
lo ha querido
2) Ese no expresa un grado entre este y aquel, como tradicionalmcnte se viene diciendo, sino que es el grado cero de la deixis temporal o espacial del demostrativo por conservar los valo­
res de identificación que poseía en latín :
a esa chica la conozco yo
no acepto esa broma
Como se puso de manifiesto desde el comparativismo, existen
lenguas románicas con dos o con tres términos en el sistema de
los demostrativos. Conservan los tres términos Sicilia, Sur de
Italia y la Península Ibérica. Ello ha dado lugar a que Cremona
hable de un eje Norte-Sur en la Romanía, en donde las zonas meri­
dionales conservan los tres «grados» del demostrativo, correspon­
diente a las tres personas gramaticales del verbo, frente a las
zonas septentrionales que poseen un sistema binario (francés, etc.).
En el catalán actual se da un sistema bipolar (aqueix, aquest),
pero en catalán antiguo había tres. Por el contrario, las gramá­
ticas normativas del italiano actual hablan de un sistema tripar­
tito: queslo, codesto, quello, pero, en realidad, se trata de una opo­
sición bimembre, ya que codesto tiene un uso muy restringido, casi
literario.
El demostrativo latino de «cercanía», hic, se perdió y sólo
nos han quedado restos en formas gramaticalizadas: ahora, hoga­
ño, anoche. Ya en las Glosas Silenses hii es glosado por estos.
Iste, demostrativo latino de 2a persona, sustituyó al desapare­
cido hic, cuya pérdida seguramente se debió a su poca consis­
tencia fonética.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
41
Este admitió una forma prefijada, paralela a la que vemos en
aquel: aqueste, que se dio en todas las épocas del español medie­
val. A principios del siglo XVII, sólo se usaba en prosa muy ele­
vada o rústica. Quevcdo -en el Cuento de Cuentos- dice que es peor
aqueste.
Desde un punto de vista narrativo, este se suele usar para repro­
ducir palabras o aludir a ellas desde el punto de vista del autor.
Ese proviene del indefinido ipse, de cuyo valor originario se
conservan restos, como la forma sise (<se ipse) abundante
durante el siglo XIII, dándose incluso algún caso en el siglo XIV.
Con valor de identificador puede encontrarse hasta el Siglo de
Oro en la forma neutra: «csso me da que me den ocho reales
en senzillos que en una pie^a de a ocho» (Cervantes).
El neutro, además, se usa para señalar situaciones, ideas, actos
complejos, como por ejemplo: «me han dicho que haga tan y tal
cosa, y eso es difícil».
Esse, en el Cantar de Mió Cid se suele usar para objetos aleja­
dos; este, en cambio, tiene un valor más preciso. Los demostrati­
vos pudieron ser utilizados con el valor de artículo. Así, en la
Biblia abundan los demostrativos por una traducción literal que
representa con demostrativos latinos el artículo del texto grie­
go.
El catalán ipse predomina con el valor de artículo hasta el siglo
XII y hoy (es, sa) se da en la Costa Brava y Baleares.
En los Documentos lingüísticos ipse predomina con relativos en
función anafórica o c.atafórica:
in ipsa villa quarn vocitant Pctrauzos
En la épica son muy usados los demostrativos, no con valor
de artículo -ya que pueden ir con nombres propios («este don
Jerónimo», Cantar de Mió Cid, 704)-, sino con valor expresivo do
varios tipos:
- Deixis ad oculos:
«Grado a Dios del cielo e aquel rey don Alfons» {Cid, 3435)
(El rey está delante).
- Acercamiento expresivo del juglar:
«Dezir vos quiero nuevas de alleni partes del mar de aquel
rey Yucef que en Marruecos está» {Cid, 1621).
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
42
Hov ese puede también usarse con valor de evocación:
«esa cosa magnífica de la noche», «esos viejos de los cuadros».
La forma ellos puede tener valor de demostrativo en el siglo
XIII:
«ellos e ellos prisieron grandes dannos» (Alex., 303 d), y lo
mismo dellos hasta Guevara.
Del siglo XIII al XV es posible encontrar el demostrativo
usado expletivamente:
«Si orne quiere mover el dedo, conviene que mueva aque­
llos nervios que mueven aquel dedo» (D. Juan Manuel).
Hoy la pérdida del valor deíctico ocurre con ese:
«por esos mundos de Dios».
Generalmente, el demostrativo va antepuesto al sustantivo.
Sólo va pospuesto si al nombre le precede un artículo determi­
nado. En español antiguo es rara la posposición. Hoy tiene
valor despectivo:
«Vedes agora la frota esta comino sse perdió sin su danno»
(Poema de Alfonso Onceno, 108 cd).
Hoy:
"el chico este"
Aquel. Para explicar su etimología, Meyer Lübke piensa en un
compuesto de atque + Ule. En Plauto existe el refuerzo con atque,
pero sólo de
y de is, no de ille. Sin embargo, Bourciez
encontró un refuerzo de atque con Ule en Plauto (Captiis, 481).
F. González Ollé (1977) piensa que, en este último caso, atque
tiene un valor de conjunción, no de refuerzo.
Otras propuestas para explicar aqueste, aquel, etc., son:
Díaz: cruce de eccum y hanc.
Menéndez Pidal: eccum + ille.
D. Alonso: de %ccw.
Lamíquiz: atque + eccum > accu.
González Ollé: bien de a,tque eccum, o de atque + ille. Desecha
la idea de eccum + ¿ZZc.
COMENTARTO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
43
6. Posesivos
Los posesivos, como los demostrativos, son pronombres cuya
función puede ser la sustantiva o la adjetiva. Frente al demos­
trativo, el posesivo presenta una duplicidad de formas según vaya
en posición átona (antepuesto al sustantivo) o posición tónica
(pospuesto al sustantivo o como núcleo: este libro es mío, amigo
mío). Cuando hablamos de tonicidad y atonicidad, nos referi­
mos al castellano con entonación no enfática, ya que en zonas
dialectales, como el asturiano, es tónica y puede oírse, antepuesto,
tónico en contexto enfáticos. No es un transcategorizador
blanco), pero sí un actualizado!-.
Morfológicamente tiene morfemas de número y de género,
salvo el posesivo átono de un poseedor, que en el español moder­
no es invariable en el género.
Sintaxis. Generalmente, los gramáticos hablan de que son adje­
tivos porque se pueden sustantivar (el mío, lo nuestro, los suyos).
Salvador Fernández Ramírez los llama adjetivos personales por
su característica realización como adjetivos frente a los persona­
les que se realizan como sustantivos
Morfológicamente (y semánticamente) están muy vinculados a los
personales:
1. mí - mi / nosotros-nuestros
2. tú - tu / vosotros-vuestros
Mi significa «relación con al persona que habla», tu «con la
que escucha», su con ninguna de las dos, a no ser que se trate
de la segunda de respeto (su = de usted).
Es abundante el uso pleonástico del posesivo: su señora de usted;
generalmente, en ámbitos pseudocultos, incultos o rurales.
Otros valores del posesivo son: el distributivo (casa con sus ven­
tanas llenas de macetas), el expresivo (tendrá sus cincuenta años), etc.
6.1. La diferenciación genérica de los posesivos existió en el
castellano primitivo
mase.: mió,
fem.: mía
míe
mi
to, so
tua sua
tue sue
tu
su
(forma rara que se da en el Fuero de
Navarra y en textos leoneses)
44
El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEN IOS
Con todo, las formas tue, smc probablemente no sean otra <osa
que diptongos de lo, so.
Hoy la diferenciación genérica se mantiene sólo en el occi­
dente de Asturias y León. En el centro y oriente de Asturias se
usan las masculinas con sustantivos de ambos géneros. Este uso
del masculino con sustantivo femenino se da ya en las Glosas
Silenses (so cosa) y en el Cantar de Mió Cid (sos nuevas, sos mañas].
Más raro es encontrar el posesivo de segunda persona (un ejem­
plo en Berceo). La diferenciación genérica se mantuvo hasta
Alfonso X (Fernando el Santo todavía distingue, en Alfonso X
predomina tu, su). En el texto, mió padre frente a su mugier, su
fijo.
De entre las formas merecen ser citadas tuyo, suyo, formadas
por analogía con cuyo. Y la antigua aragonesa /urque se da hasta
el siglo XIV (se encuentra en Berceo) y que pone de manifiesto,
una vez más, la relación con los personales- demostrativos, ya que
viene de illorum. La forma lor se encuentra en el Fuero de Aviles,
sin duda por influjo franco-provenzal. Lures se encuentra ya en
las Glosas Silenses, pero no se puede pensar -como quiere
Menéndez Pidal- que se usase en el castellano primitivo. Se
trata de un riojanismo, tan abundante en las Glosas.
Para el posesivo de varios poseedores, ya el latín conocía una
forma vosler (en vez de vester), formada por analogía con nostru.
La lengua antigua y vulgar conoce una forma de reducción
del grupo latino: nuesso, vuesso, de donde -como es sabido- se
forma el pronombre personal de respeto usted (< vuesa merced).
Según Germán de Granda (1986), en Hispanoamérica, al desmorfologizarsc vosotros (sustituido por ustedes) en el sistema de
los pronombre personales, se ha producido la desmorfologización de vuestro, sustituido por de ustedes y, por analogía, nuestro
es sustituido por de nosotros, con lo que su (- de ustedes de
ellos) desaparece sustituido por de ellos.
6.2. Sintaxis
- Tuyo, suyo se encuentran raramente antepuestos («los
tuyos clamantes», Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos;
«el tuyo descontento», Cervantes).
- La estructura art. + sust. + posesivo es muy rara en los
siglos XIJ y XIII: «la petición suya» (Berceo). No se da en
COMEN TARJO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
45
el Cantar de Alio Cid, y en el Libro de Alexandre aparece
sólo una vez.
- La estructura este + su + posesivo se va desarrollando len­
tamente, no se da en el Cantar de Mío Cid, Libro de Apolonio
ni Calila e Dimna.
- Con artículo indeterminado, el posesivo antepuesto es
normal en castellano antiguo y predomina hasta el
siglo XVI; por el contrario, la posposición del posesivo no
se encuentra en el Cantar de Alio Cid, Apolonio, Berceo,
ni en el Alexandre.
- Con indeterminados o numerales, el español medieval
prefería la anteposición. En el siglo XVI, prácticamente
predomina la posposición del posesivo.
- Con tratamientos (señor, etc.), en los primeros siglos se
prefiere la anteposición. Valdés dice que mi señores, menos
cortés que señor mío. Queda, fosilizado, mi general.
- Uso pleonástico: el posesivo de tercera persona, acom­
pañado de un genitivo posesivo: «En su boca de
Celestina», «Alguna que fue su mugier de sus parien­
tes» (Fuero Juzgo). Es raro el uso pleonástico con la pri­
mera o la segunda persona. Hoy: «su señora de usted».
- De mío, de tuyo, de suyo significan, en la Edad Media, «por
mi parte»: «Si lo dixiese de mió seria de culpar» (Hita,
62a).
La estructura adjetivo +pos. + sust. es rara: «Rendió a él la alma
a muy grant su sabor» (Berceo).
6.3. A rtícu lo + posesivo
En el Cantar de Alio Cid aparece en un 25 por .1.00 de ocasio­
nes; sobre todo se da en pasajes de intensa efectividad: «de los
sos oios tan fuertemientre llorando».
En Berceo se da en un 25-30 por 100. La principal causa pare­
ce ser la conveniencia métrica.
En la Primera Crónica General varía por capítulos: en los
párrafos narrativos escasea, aumenta en los fragmentos de
carácter poético, retórico o afectivo.
En don Juan Manuel escasea, pero se da en el episodio del
cuervo y la raposa por motivos de expresividad (adulación).
46
EL COMENTARIO FU OLÓGICO DE TEXTOS
En Juan Ruiz, como ha estudiado Lore Terracini (1951) su
uso es expresivo.
En El Corbacho escasea, y en el siglo xvi se da todavía en los
lenguajes arcaizantes: romances, libros de caballerías, etc. (Para
todo ello vid Lapesa 1981)
El uso del artículo con posesivo hoy es usual en zonas leo­
nesas y aragonesas. Véase la alternancia en nuestro texto: «vues­
tro padre et la vuestra madre».
7. LOS PRONOMBRES PERSONALES
En el estudio de los pronombre llamados personales, hemos
de diferenciar los pronombres personales «sujeto» de los pro­
nombres personales «objeto», por cuanto su problemática es
distinta.
COMENTARIO DE MORFOSIN TAXIS HISTÓRICA
habla/persona que escucha-, mientras que él presenta todavía los
valores mostrativos que tenía en su origen; en tercer lugar, por­
que en plural los desarrollos semánticos son diferentes:
Nosotros = Yo + otros
Vosotros - tú + otros
Ellos - él + él +■ él
En cuarto lugar, porque yo y tú siempre hacen referencia a
personas o elementos personificados, mientras que con el de
tercera persona no siempre ocurre lo mismo, y, en el caso de
ello, nunca.
Sentadas estas bases, diremos que el uso del pronombre per­
sonal sujeto no es obligatorio en español -sí lo es en francés, inglés,
etc.- cuando no hay un sujeto léxico, por lo que su aparición en
español se debe a énfasis; es frecuente también con formas ver­
bales equívocas, etc. En el texto sólo aparece en tres ocasiones:
7.1. Pronombre personal sujeto
Desde el punto de vista fonético, no presentan ningún pro­
blema. La forma latina ego evolucionó normalmente > eo > Meo
> ío > ió > yo (ya en las Glosas Emilianenses). El Tu latino se con­
servó también, y el llamado pronombre de tercera persona evo­
lucionó también según las «tendencias» fonéticas: illa > ella > ela.
Acabamos de decir que el pronombre de tercera persona es
«llamado» así porque, aunque, en efecto, sintáctica y funcional­
mente corresponde con la tercera persona del verbo, desde el
punto de vista semántico -y como ya sucedía en latín-, éZse opone
tanto a yo como a tú. Por otra parte, en latín no era un pronombre
personal sino un demostrativo. Intentaremos explicarnos en pocas
palabras.
Así como la tercera persona del verbo ha sido denominada
la no persona, o definida como «la que no es ni la primera ni la
segunda», en los pronombres personales la tercera se opone mor­
fológica y semánticamente a las otras dos:
Yo -tú
él
En primer lugar, por cuanto él presenta moción genérica fren­
te a la ausencia de la misma en los otros dos; en segundo lugar,
porque los dos primeros son identificadores -persona que
47
Cía ellos heredáronla
Vos sodes el postremer rijo
Que yo oue de la reyna
En los tres casos son formas inequívocas y su aparición se
debe, en el primer ejemplo, a la de señalar el valor deíctico,
referencia], de los antecedentes, explícitos en la oración anterior;
en el segundo ejemplo se trata claramente de una frase enun­
ciada enfáticamente, solemne, lo que -como dijimos- motiva
frecuentemente la aparición del pronombre sujeto. Por lo que
se refiere a la forma vos, era la más frecuente durante la Edad
Media. Nosotros aparece por primera vez en el Libro de Alexandre,
se propaga en la segunda mitad del siglo Xiv y principios del xv.
En la segunda mitad de esta centuria predominan ya nosotros y
vosotros, y en el XVI se dan casi con exclusividad estas formas, salvo
como fórmula de respeto, como se puede ver en la primera
frase del texto.
7.2.
Pronombre personal objeto
Tenemos que hacer dos grandes grupos: tónicos y átonos.
1) No son muy abundantes, por cuanto son expresiones de
insistencia, de relieve, y su uso generalmente es redundante:
48
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
"me fizo Dios a mí mucho"
No presentan especiales dificultades en su evolución fonéti­
ca: Mi < mihi y ti < tibi. Mibe se encuentra en las jarchas; es
forma analógica con la segunda persona -Ubi-. Esta se encuen­
tra hasta el siglo xl Hasta finales del siglo XIV existieron las for­
mas preposicionales (analógicas a conmigo, contigo) connusco y
convusco. En el texto, conbusco.
2) Más problemático es el estudio de las formas átonas, por
cuanto -y una vez más- existe una notable diferencia entre las
dos primeras personas, por un lado, y la tercera por otro. Me, te
desempeñan, indistintamente, las funciones de objeto directo y
objeto indirecto, mientras que en la torcera persona se ha con­
servado el único resto de flexión causal:
dat.: illi > le, objeto indirecto
ac.: illu, illa > lo, la, objeto directo
Este resto casual latino ha sufrido distintos intentos de rea­
justes, bien por neutralización de la diferencia entre ley lo a favor
de la primera (leísmo), bien por la rcacomodación al sistema
de los demostrativos, pasando lo a pronombre neutro, según el
siguiente esquema:
este esta esto
le la lo
El estado de vacilación dura hoy día. Ahora bien, el leísmo
(uso de le por lo o la) está mucho más extendido que el laísmo y
que el loísmo, esto último de gran connotación vulgar (Lapesa y
F. Marcos 1979).
En el texto no hay ningún caso de leísmo, laísmo o loísmo:
la ovo
lo criaua
la avedes
heredáronla
dcxolos
pidiol
=
=
=
=
=
=
objeto
objeto
objeto
objeto
objeto
objeto
directo
directo
directo
directo
directo
indirecto
Con respecto a esta última forma, diremos que los pronom­
bres apocopados presentan una diferente cronología: m'y /'desa­
parecen a fines del siglo XIII, s' llega al siglo XIV, mientras que í
perdura hasta el siglo XV.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
49
En «vos amaua mucho», «contar vos he», «dovos», vemos la
forma medieval del pronombre átono de segunda persona del
plural, que se mantuvo hasta fines del siglo xv, en que pasó a
os.
7.3.
Colocación
En el texto podemos observar una alternancia en la coloca­
ción del pronombre átono:
antepuesto al verbo
ca ellos heredáronla
que la auedes vos
que la criaua
que vos arnava
non vos puedo
con que me fizo
pospuesto
et contar vos he
et pidiol
dixof
mas dovos
ct dovos
Como podemos comprobar, el pronombre se pospone cuan­
do el verbo va precedido de pausa (como en dixol) o de et o mas
(= pero). En ca ellos heredáronla de los suyos, la posposición es un
ejemplo de que la «regla» a veces era transgredida. De todas
formas, la alternancia llega, muy mitigada, hasta finales del
siglo XVi. Se suele poner, para ejemplificarla, la siguiente frase
cervantina: Rindióse Camila, Camila se rindió».
8. Las preposiciones
8.1. Las preposiciones son elementos lingüísticos de relación,
indicadores de la función de un término respecto a un núcleo
nominal o verbal:
La casa de Pedro
Quiero a María
Esta relación se podía expresar en latín también con prepo­
siciones, pero, fundamentalmente, por medio de la flexión casual
propia de la categoría nominal. Sin embargo, la flexión casual
se perdió en el latín vulgar por distintos motivos:
1) Porque, dado el carácter polifuncional de los casos, cada
vez se utilizaron más las preposiciones -sobre todo en la lengua
50
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
hablada- para aclarar o puntualizar el tipo de relación que un
elemento oracional presentaba.
2) Porque, por las evoluciones fonéticas latí no vulgar es, se neu­
tralizaron muchas de las terminaciones, con lo que se borraba
la diferenciación morfemálica casual. Así, con la pérdida de -5 y
final y la indiferenciación -hasta cierto punto- de las vocales
átonas en posición final de palabra, podían confluir fónicamen­
te -por ejemplo- el nominativo, el acusativo, el dativo y el abla­
tivo de la segunda declinación:
Nom.
Ac.
Dat., abl.
bonus > bonu > bono
bonum > bonu > bono
bono tf bono
3) También se ha hablado del influjo del latín de los cristia­
nos en el desarrollo de las preposiciones.
4) Incluso se ha dicho que el orden de palabras -más o menos
fijo- hizo innecesario el sistema flexional latino, aunque lo más
habitual es que se sostenga lo contrario, es decir, que la fijación
del orden de palabras fue motivada por la pérdida de los casos
latinos.
Sea ello como fuere, la pérdida se produjo ya en la época prerromance y sólo han quedado restos funcionales -como hemos
visto- en el pronombre átono de tercera persona.
8.2. Se ha dicho que las palabras, en su mayoría, vienen del
acusativo, pero -como bien sostiene Gazdaru (1968)- más que
de la supervivencia de un caso concreto hay que hablar de un
sincretismo de los casos.
Ello no excluye que nos queden restos lcxicalizados de pala­
bras provenientes de un determinado caso latino. Del nomina­
tivo tenemos en el texto Dios (< Deus), con la 5 final indicadora
de su origen.
En el texto también tenemos algunas palabras provenientes
de ablativos latinos como luego (< loco) y agora (< hac hora).
8.3. El principal rival del dativo latino (Lapesa 1964) fue la
construcción con ad más acusativo, que competía ya en latín
con el dativo en complementos de dirección y finalidad.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
51
Además, muchos verbos podían llevar un complemento con
ad más acusativo, como expresión de la dirección o de la inten­
ción, alternando con la construcción con dativo como objeto indi­
recto. Por estas alternancias, entro otras, el objeto indirecto, desde
los orígenes, se expresó con la preposición a:
non la puedo dar a vos
non faze mengua a vos
non dio su bendición al rey
nin la puede dar a mí
traxo el mofo al rey
Por otra parte, el español diferenció, dentro de la función
de objeto directo -que en latín iba en acusativo-, si este se refe­
ría a personas o cosas personificadas o no. Como es sabido, si el
objeto directo es «personal» se antepone la preposición a, pero
con muchas vacilaciones que indican que la diferenciación no
es tan tajante o que el proceso lingüístico todavía hoy no está
consumado.
Estas vacilaciones eran aún más frecuentes en la Edad
Media, donde es frecuente encontrar casos de objeto directo de
persona, concreta y actualizada -como en el último párrafo copia­
do- sin preposición, frente a
dexolos a todos
Las teorías sobre el origen de esta preposición son bastante
variadas: una de las más antiguas -y que ha sido de nuevo
defendida por Pottier y Niculescu- sostenía que la preposición
se originó por la necesidad de distinguir el sujeto del objeto, dado
el orden libre de palabras. Así, en una frase como la que reco­
ge Lapesa:
F.l león premió la cabera, a Mió Cid esperó
(Cantar de Mió Cid, 3338)
sólo la preposición nos indica que no es el Cid el sujeto de espe­
rar.
Otros filólogos han pensado en razones gramaticales; así,
Meier opina que el uso de la preposición tuvo su origen en la
uniformidad do los pronombres átonos de primera y segunda
persona (me, te), que son uniformes tanto para el objeto direc­
52
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
en servicio de Dios
la ouo de su padre
to como para el objeto indirecto, mientras que en los tónicos se
alternaba
a mí = objeto indirecto
mí
= objeto directo
espedir de vos
para igualarse funcionalmente a los átonos, la preposición se
extendió al pronombre tónico de objeto directo:
uniformes
me (obj. dir.) #
me (obj. indir) #
disformes
uniformes
mí (obj. dir.)
> a mí (obj. dir.)
a mí (obj. indir) > a mí (obj. indir)
De ahí, entre otras causas, su uso se extendió al nombre pro­
pio y, posteriormente, al nombre común.
Hoy se piensa que, en el desarrollo de la preposición a,
intervinieron diferentes motivos:
1) La alternancia de las construcciones de doble acusativo
con construcciones en las que el acusativo de persona fue susti­
tuido por dativo, el cual, a su vez, lo fue por ad + acusativo:
pe tere aliquid aliquem > pe te re al i quid alicui > pe tere ali­
quid ad aliquem
2) La alternancia de muchos verbos latinos que podían
construir su complemento, sin cambiar dé significado, bien en
acusativo bien en dativo.
3) La uniformidad, ya citada, de los pronombres personales
átonos de primera y segunda persona.
4) La forma lingüística interior del español que diferenció las
categorías de persona/no persona (Ariza 1989),
8.4. El genitivo latino contendía ya en latín clásico con cons­
trucciones con de + ablativo en las determinaciones partitivas,
de origen, materia, etc. De + ablativo suplantó también al geniti­
vo subjetivo, al de cualidad, al posesivo, al de cantidad, al de dura­
ción, al exclamativo, etc. Salvo algunos restos de formas apositi­
vas, como regla general podemos decir que el genitivo latino
fue sustituido por de + ablativo; así en el texto:
los más de sus fijos
la bendición de su padre
= (< genitivo partitivo)
= (< genitivo posesivo)
53
= (< genitivo subjetivo)
- (< complemento de origen en
genitivo)
= (< genitivo término de referen­
cia verbal)
etc.
De entre los restos casuales latinos, podríamos citar la expre­
sión mal pecado, proveniente de un ablativo de causa sin prepo­
sición, que ya en los textos medievales alternaba con construc­
ciones con por. Mal pecado como mal grado, etc., eran expresiones
formularias en la Edad Media (Lapesa).
9. El
verbo
9.1, En la evolución del latín al castellano, el verbo sufrió tam­
bién una profunda transformación. En primer lugar, las cuatro
conjugaciones latinas se redujeron a tres por pérdida de la ter­
cera, con r, cuyos verbos pasaron bien a los de tema en -ere o a
los de en -iré:
scribere
dicere
mittere
legere
>
>
>
>
escribir
decir
meter
leer
Se han conservado las personas y los números, salvo en el
imperativo, cuyas terceras personas desaparecen. Del imperativo
también se perdieron las desinencias con matiz de futuro: ama­
lo, a,malote.
Se perdieron también el futuro y el presente del participio,
quedando sólo el participio de pasado.
En lo que se refiere a los modos, tanto el indicativo como el
subjuntivo sufrieron una profunda reestructuración.
En el indicativo presentaba el latín la estructura temporal:
presente
imperfecto
futuro
infectum
amo
amabam
amabo
perfeclum
amaui
amaucram
amauero
Las formas de perfecto fueron desplazadas por formas peri­
frásticas, con lo que el presente del tema de perfecto -amaui-
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
54
pasó a integrarse en la estructura temporal del infcctum de
las formas simples (por decirlo así); el pluscuamperfecto -amaueram- luchó durante largo tiempo por mantenerse en el indi­
cativo y hoy amara perdura con valor de pluscuamperfecto en
Asturias, en hablas más o menos afectadas y en zonas de Amé­
rica.
En la Edad Media se encuentran numerosos casos de la forma
-ra empleada con valor del pluscuamperfecto e incluso con
valor de imperfecto de indicativo.
El futuro latino fue sustituido por una perífrasis con haber.
;Por qué se perdieron las formas de futuros Hay muy diversas
explicaciones. Según Wartburg (1951), se debió a razones de
homonimia:
1) En legara y audiam, la primera persona coincidía con la
del presente de subjuntivo.
2) La segunda persona de la segunda conjugación leges, por
evolución fonética, confluía con legis (segunda persona presen­
te indicativo).
3) El futuro de la primera, amabit confluía, también, con el
perfecto amauit:
amabit > ainabit
amauit > amabit
Meyer Lübke (1926) piensa que el triunfo de las formas
perifrásticas se debió a que predominaron las tendencias exis­
tentes en el lenguaje popular.
Se ha hablado también de influjo del cristianismo (Coseriu
1967) y de razones puramente psicológicas: la sustitución del futu­
ro por una perífrasis con un verbo auxiliar en presente + el infi­
nitivo se debió a la «necesidad» psicológica de acercar el futuro;
la pérdida, por tanto, se debería a las mismas causas que hoy
hacen que el futuro, muy frecuentemente, sea sustituido por el
presente o por una perífrasis en presente:
mañana iré al cinc > mañana voy al cine /mañana voy a ir al cinc
9.2. Como ya hemos dicho, las formas del perfectum latino fue­
ron sustituidas por formas perifrásticas; ¿a qué se debió esta sus­
titución? La perífrasis con habere no era desconocida en latín. Ya
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
se da en Plauto para expresar la idea de una posesión en el pre­
sente:
Multa bona bene... habemus.
En muchas ocasiones el sujeto era el agente de la acción del
participio, y, como consecuencia, la idea de posesión se debili­
taba. También en Plauto:
illa omnia missa habeo (= he enviado)
Con Cicerón la perífrasis se desarrolló grandemente y poco
a poco se fue haciendo popular. En el siglo XI prácticamente es
absoluto el triunfo de las formas perifrásticas.
De todas maneras, el esquema temporal no estaba, en un prin­
cipio, tan fijado como en nuestros días. Durante toda la Edad
Media, las formas compuestas podían tener el valor de las formas
simples y viceversa. Veamos algunos ejemplos:
a) Pretérito anterior x indefinido: De todo conducho bien los
ouo bastidos (Cantar de Mió Cid) (= bien los abasteció).
b) Indefinido x pretérito perfecto: Vos agora legastes, e nos
viniemos anoch (Cantar de Mió Cid) (= habéis llegado).
c) Indefinido x pretérito pluscuamperfecto: E tan grande
fue el espanto que las más gentes tomaron por la muerte destos
ornes que los moros mataron, que..., (Crónica de Alfonso Quinto)
( = habían matado).
d) Pretérito perfecto x indefinido: Pabló Martín Antolinez,
odredes lo que a dicho (Cantar de Mió Cid).
Esta alternancia forma simple/forma compuesta decae en el
siglo xv, aunque todavía quedan restos en el Siglo de Oro; así,
en La vida es sueño, de Calderón, se lee:
El cielo os ha enviado
para haberme consolado (= para consolarme)
Por lo ya dicho, hemos visto que la estructura latina cambió
radicalmente:
amo
amaban
amabo
aman i
amaueram
->
->
desapareció sustituido por perífrasis,
perdió sus valores de pretérito perfec­
to, de anterioridad inmediata.
pasó al imperfecto de subjuntivo.
56
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
am avero
se fundió con amarem y amaverim,
dando origen al llamado «futuro de
subjuntivo».
Resumamos en un esquema:
Latín
Presente
Imperfecto
Indefinido
Futuro
Castellano
Latín
Infectum
F. simples
Perfectum
amo
> amo
v amaui
amabam > amaba
amaueram
amé
amabo
amar+he
amaucro
Castellano
F. compuestas
he amado
había amado
hube amado
habré amado
De seis, las formas temporales han pasado a ocho; mejor dicho,
a diez, porque en el indicativo hay que incluir al llamado condicio­
nal o potencial, que no es más que el futuro de un pasado.
Si el futuro del presente se forma con el presente del verbo
haber (habeo > he) y el infinitivo, el futuro del pasado lógicamente
se formará con el pasado del verbo haber (habebam > ía) y el infi­
nitivo.
Por último, nos falta señalar que, en la Edad Media, alter­
naban en la formación de los «tiempos de anterioridad», de las
formas compuestas del perfecto, los verbos ser y haber. Ser, como
sucede en francés o italiano, era el auxiliar de los verbos intran­
sitivos y reflexivos, pero ya en el Cantar de Mió Cid aparece haber
con reflexivos cuando el verbo era transitivo y el reflexivo era
objeto directo; en el siglo xm haberes empleado con verbos intran­
sitivos y reflexivos, aunque con un uso minoritario. Poco a poco, se
va generalizando el verbo haber corno auxiliar de los compuestos,
y ya en el siglo xvi hay autores como Fray Luis de León que sólo
emplean haber.
En el siglo xvn quedan restos-Mariana, Fernández de Oviedo,
etc.-, pero se puede decir que es un arcaísmo. En siglos posteriores
se puede encontrar .wr en muchos autores periféricos -Torres
Villarroel, Clarín, Valle Inclán-, por lo que hay que pensar que se
trata de dialectalismos.
9.3. Por lo que se refiere al subjuntivo, el presente no plan­
tea ningún problema evolutivo. El pluscuamperfecto de subjun­
tivo amavisseya. aparece empleado en los siglos tii-iv con valor de
imperfecto; su paso a las formas simples se debió en parte a la
creación de las formas compuestas.
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
El llamado futuro de subjuntivo proviene de la conllueiu i a
de amanero, amaverim y amarem, y alternaba para la expresión de
la hipótesis con el imperfecto; cae en desuso a partir del Siglo
de Oro, ya en el XVII está en franca decadencia.
Otro de los elementos formales que se perdió fue la vo/
pasiva sintética (amor), sustituida por perífrasis con ser.
9.4. Nada hay que decir sobre la utilización de los tiempos
en el texto; lo único, la separación de los elementos compo­
nen cial es del futuro y del potencial:
querer vos ya
dezir vos he
contar vos he
Esa separación llega hasta el siglo XVI.
Sólo hay cuatro formas de subjuntivo en el texto:
porque lo sepades
aunque me dieran dar... non pudieran
pidiol que se acordase.
El primer ejemplo no tiene valor causal, sino final. Como suce­
de hoy, las oraciones finales van en infinitivo -cuando el sujeto
es el mismo- o en subjuntivo.
En el tercer ejemplo el subjuntivo es obligatorio por ir depen­
diendo de un verbo «de voluntad»; va en imperfecto por ir el
verbo principal en pasado, como sucede también hoy.
En el segundo ejemplo vemos una alternancia de presente
de subjuntivo/imperfecto de subjuntivo en un contexto donde
se neutralizan el pasado y el futuro, por cuanto su padre ha
muerto y su madre está viva; así pues, hoy, referido al padre,
tendría que haber utilizado el pluscuamperfecto. Podría tratarse
de un error del copista o del redactor y pensar que nos encon­
tramos con la fórmula -RA-RA, ya que en el siglo XIV el imper­
fecto en -ra se introduce en la prótasis de las concesivas por la
uniformidad rítmica do que habló García de Diego, pero es pre­
ferible pensar en una estructura presente-imperfecto -tal y como
aparece en el texto- con una falta de correlación temporal
que no es extraña en la Edad Media, y menos en este tipo de
oraciones en donde la forma -RA sirve para indicar, sobre todo,
la «irrealidad».
58
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
De morfología verbal señalamos el mantenimiento de la -den la forma verbal de segunda persona del plural, Esta -d- caía
cuando iba precedida de vocal tónica a finales del siglo XIV;
precedida de vocal átona -amávades-, se conserva hasta fines del
XVI.
La pérdida de la -d- puso en contacto dos vocales en hiato
—amades > amaes-, que tuvo dos evoluciones: el cierre de la vocal
final (> amais) o la asimilación de la vocal final a la átona (> amás),
solución que ha perdurado, como es sabido, en zonas de Hispa­
noamérica.
En acordase tenemos un ejemplo de ensordecimiento de la
sibilante, ya que el imperfecto de subjuntivo, por venir de una
-ss- latina, tenía que dar el resultado sordo, y por tanto escribir­
se con doble s. La s simple es la grafía de la 5 sonora. Se podría
pensar en un error del copista, pero son numerosos los casos de
confusión [s] / [z] ya en la segunda mitad del siglo XIV.
La forma so por soy perdura hasta la primera mitad del siglo
XVI.
9.5. Los llamados verbos auxiliares son en el texto ser y
haber. En la Edad Media, el verbo ser ocupaba campos nociona­
les que hoy tendría estar. Ello se debía a que, en un principio,
alternaban tres copulativos para la expresión de la «esencia-esta­
do»:
yazer (estar tendido)
sedere/esse (estar sentad o/ser)
stare (estar de pie)
De su significado primitivo, yazer pasó a utilizarse para indi­
car «algo que permanece», «que no cambia» y también «algo que
se ve desde arriba»:
«Miran Valencia como iaze la cibdad»
(Cantar de Mió Cid).
Seer, seyer conserva en parte su valor de duración junto con
su significado originario:
«Eljuvz... deue a dar la Sentencia seyendo c non estando (=de
pie) nin andando»
(Jacobo Ruiz el de las Leyes)
COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
59
Tanto yazer como seyer se utilizaron hasta fines del siglo XIV.
Por tanto, a principios del siglo xv sólo perduran ser y estar. Cstar,
en un principio, se empleaba, sobre todo, para indicar «algo
que puede cambiar» o «la temporalidad en la atribución», como
todavía podemos apreciar en el siglo XVI en el famoso ejemplo
de Luis Zapata:
«Del loco dicen que está loco porque puede dejar de serlo,
del necio que es necio porque no puede dejar de serlo»
Ser solía utilizarse cuando el predicado era un sustantivo, un
pronombre, un infinitivo o iba seguido de «de + sustantivo». Sin
embargo, ya desde los orígenes alternan ser y estar en contextos
semejantes. En el Cantar de Mió Cid:
El señor que es en cielo
Padre que en cielo estás
Poco a poco, ¿storva ganando terreno y a fines del siglo XVIII
la situación de estar/ser es ya la actual, pero todavía en el XVI domi­
na ser cuando, en una expresión de localización, se excluye la
posibilidad de que pueda cambiar:
«La iglesia de S. Lázaro que es bien cerca de la ciudad»
(Pulgar).
En el texto vemos, como es normal en la época, el predominio
del verbo ser, aunque alternando con estar en contextos parecidos:
era y con él
estaua ya el rey cerca de la muerte
Haber era empleado en la Edad Media como verbo transitivo
y alternaba semánticamente con tener. Haber expresaba la pose­
sión incoativa y tenerla durativa. 7/aOcr solía emplearse con obje­
to directo abstracto y ícn<?rcon objeto directo concreto. En el siglo
xv el verbo haber como transitivo está en franca decadencia,
pero todavía se sigue usando durante el XVI. En el siglo XVII su
uso es excepcional.
10. Conclusión
Aun sin fijarnos en la fonética, podríamos fechar el texto entre­
sacando los datos significativos que hemos ido exponiendo.
60
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
No nos sirve para la datación el uso del verbo haber como tran­
sitivo, ni la forma adverbial agora que llega hasta el siglo XVII- ni
el adverbio luego -con el valor de «al punto», «al instante»- por
el mismo motivo, ni aZ (= otra cosa) que llega al siglo XVI, aun­
que ya en desuso prácticamente,
Tiene que ser anterior a finales del siglo xv porque vos toda­
vía no ha pasado a os y por el uso de vegada (por vez\, no pare­
ce ser del XV por el frecuente empleo del posesivo precedido
del artículo y porque todavía no se ha extendido la forma voso­
tros por vos. Es anterior a finales del siglo XIV por la existencia
de seyer, conbusco y mió; posterior al último cuarto del XIII por la
ausencia de formas apocopadas del pronombre personal átonas.
Luego hay que datar el texto entre 1300 y 1380; el uso de v
retrasaría la fecha hasta 1350.
Comentario IV
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
Texto A: Garcilaso (h. 1533)
En tanto que de rosa y d'acufena
se muestra la color en vuestro gesto,
y de vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena,
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
(Pomas castellanas completas, Ed. Castalia. Madrid, 1969)
Texto B: Góngora (1582)
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido el Sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente al lilio bello;
mientras a cada labio por cogello
siguen más ojos que al clavel temprano
y mientras triunfa con desdén lozano
de el luciente cristal tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
(Obras completas, Ed. Aguilar. Madrid, 1956)
62
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
1.1. Tenemos dos sonetos que, por motivos que veremos,
pertenecen a los siglos xvi-xvil. El tema es muy conocido y sus
raíces y desarrollo en la literatura hispánica han sido objeto de
un detenido estudio (González, de Escandón 1938), además de
varios comentarios. Se pueden incluir dentro del tema del
carpe diem, y su étimo está en el famoso epigrama atribuido a
Ausonio «Collige, virgo, rosas...», de profunda tradición clási­
ca y de amplia trascendencia en la literatura del Siglo de Oro
sobre todo, bien directamente, bien a través de Tasso -para el
soneto de Garcilaso-.
El tema ha sido estudiado lingüísticamente por A. García
Berrio (1978), y de su análisis se desprende una serie de consi­
deraciones valiosas. Por supuesto que lo que vamos a desarrollar
a continuación no nos sirve metodológicamente para aplicarlo
a cualquier texto y que -hasta cierto punto- pertenece más a la
crítica literaria que a la filología, poro un conocimiento profundo
de la tipología de los sonetos amorosos nos será siempre de uti­
lidad, y el conocimiento de un método nos podrá servir siem­
pre de punto de arranque para otras tipologías lingüísticoliterarias.
Según el profesor de la Universidad de Madrid, aunque en
un principio los poemas del carpe diem puedan ser englobados
dentro de los «sonetos amorosos de queja», tenemos que pensar
que «no se trata [...] de poesía amorosa, sino de poesía moral»
(oh. cit., p. 374). «En ellos la invitación vehemente no se refie­
re al goce vital, sino, antes al contrario, a la consideración de la
fugacidad de la hermosura»
pág. 275).
1.2. Ea estructura de los dos cuartetos es similar en ambos
poemas: tanto en A como en B comienzan con un conector tem­
poral de idéntico contenido semántico:
A/ en (anto que
B/ mientras
que se repetirá anafóricamente en A tres veces y en B cuatro (ver­
sos 1, 3 y 5 en A: 1, 3, 5 v 7 en B). En A, en el verso tercero, es
clara la elipsis del conector temporal: «y [en tanto] que». Por
tanto, hay una anáfora ad sensum. Esta repetición anafórica
tiene su origen en Tasso (vid. García Berrio, ob. cit., pág. 376),
en cuyo famoso soneto el mentre encabeza los versos 1, 3 y 5. Ya
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
63
vemos, pues, una intensificación retórica mayor en A: la anáfo­
ra se ha ampliado. El contenido semántico del conector es,
pues, si tu acio nal-tempo ral y la repetición anafórica no añade nin­
gún contenido semántico nuevo, sino que insiste en el tema de
la belleza; es, por lo tanto, un pleonasmo semántico, una reite­
ración no progresiva o una coordinación totalizadora de la iso­
topía semántica «belleza».
El primer terceto de A y B presenta también una relación
semántica semejante. En ambos poemas hay un elemento impe­
rativo («coged», «goza») en el primer verso, seguido en el
segundo verso de otro conector temporal: «antes que». La única
diferencia estriba en el segundo terceto. Efectivamente, el sub­
juntivo temporal - con proyección de futuro, semánticamente(«cubra», «se vuelva»), y la oración que él engloba, abarca en A
los versos 10-11 y en B 10-13. ¿Qué falta? Una reflexión final de
lo dicho, de capital importancia, como veremos, aunque desde
un punto de vista estructural su importancia es menor. Como
dice el profesor García Berrio, «el modelo sin táctico-textual de
Garcilaso, apoyada la situación próspera actual en los cuartetos,
la vehemente exhortación epicúrea al comienzo de los tercetos
y la situación de ruina centrada en el terceto final, se reprodu­
ce en el famosísimo y magistral soneto de Góngora Mientras por
competir con tu cabello».
1.3. En su análisis tipológico, García Berrio establece un «bos­
quejo sintáctico macr o textual» de los sonetos del tema carpe diem,
que articula «en torno a tres elementos básicos: modalidad de
la predicación, índole de los conectores y distribución métricosin táctica». Reproducimos sus conclusiones:
«a) Modalidad de la predicación
Entendemos por modalidad de la predicación un criterio clasificatorio que afronte en el terreno de la sintaxis textual fenó­
menos equivalentes a lo que en sintaxis sentencial se suele
dominar índole del predicado [...]. La incidencia de este criterio
en los sonetos del carpe diem es decisiva. Es fundamentalmente
el imperativo el elemento sintáclico-semántico decisivo en la
estructura del texto |...|. Pese a que tales formas imperativas, o
al menos con a ti vas, alternan obviamente, en cada texto, con
secciones, incluso normalmente más extensas, de naturaleza expositivo-declarativas, su presencia siempre evidenciada [...] deter­
64
El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
mina una forma de ordenación textual sintáctico-semántica
muy peculiar y generalizada en los sonetos de esta clase.»
«b) Indole de los conectores
[...] Se observa con frecuencia la oposición de la red fija
cronológica anterioridad (belleza con o sin simultaneidad de la
amenaza de degradación), actualidad (gozo), posteridad (lamen­
tación/ degradación). La red de conectores que traduce y
subraya dicho eje, sería: mientras, en tanto que... / goza, coge...
/antes que, después.» (p. 428).
«c) Distribución métrico-sintáclica
La distribución estructural métrica de las estrofas refuerza,
en términos inequívocos, la estructura semántica triple: ponde­
ración exhortación-arrepentimiento, paralela a la red cronológi­
ca antcrioridadactualidad-posterioridad, y al sistema sintáctico de
los conectores [...]. La ponderación de la hermosura [...] encuen­
tra en el conjunto de los dos cuartetos el ámbito más idóneo para
su expresión [...]. El primer terceto [...] constituye el ámbito de
la exhortación imperativa y el segundo el de la amenaza de tar­
dío arrepentimiento.» (p. 430).
1.4. De lo expuesto por el profesor García Berrio discrepa­
mos en el eje ternario temporal anterioridad-actualidad-pos­
terioridad; no hay nada que indique «anterioridad», sino que lo
que hay es un desarrollo temporal en eJ presente:
presente con proyección al futuro
coged-goza
presente duralivo
en tanto-mientras.
Por tanto, sólo hay una actualidad con dos vertientes: la durativa y la c o nativa o, si se quiere, fáctica.
Én el mismo sentido se manifiesta A. Carballo Picazo (1964).
Ciertamente hay «anterioridad en antes de que, pero es induda­
ble su proyección hacia el futuro partiendo del presente: goza —>
antes -ó (futuro).
Sintáctica y semánticamente, el tema se desarrolla a-partir del
imperativo, ya que el tema de la belleza, que estructuralmente
«rodea» a la idea del «placer», está sintácticamente subordinado
a él.
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
(>
El esquema semántico lineal sería, por consiguienie:
Eje temporal
Presente
Eje lineal
Tienes belleza —> goza de ella —> antes de que s<acabe
Ele semántico
belleza
goce
(no belleza no
goce) acabamiento
Eje métrico
cuartetos
versos 10-11 A
10 B
versos 11-11
bullirá
1.5. Veamos, por último y desde un punto de vista estructural,
en qué difieren ambos sonetos. Para ello, se nos hace imprest i u
dible un análisis de las isotopías del texto y de su desarrollo sin
táctico.
Tanto en Garcilaso como en Góngora hay dos isotopías con
trales y tres marginales. Las centrales son la belleza física (i-1) v la
belleza de los elementos de la naturaleza (i-2). Las marginales son:
1-) el receptor de la poesía (i-3) -la mujer en donde se asienta la
belleza-; 2~) el emisor (i-4) -el poeta que se dirige a la mujer-, v,
por último, la tercera es la isotopía del tiempo (i-5), que se va a
desarrollar sobre todo en los tercetos. Las cuatro primeras se rela­
cionan progresivamente:
poeta
dama —D belleza —> naturaleza;
la isotopía temporal recorre y enmarca las tres últimas.
Llamamos isotopías marginales a aquellas que son el sopor­
te de la expresión de las isotopías centrales. En efecto, el poeta
sólo aparece indirectamente en cuanto que los pronombres per­
sonales de segunda persona y el imperativo hacen relación al emi­
sor; la dama está también mencionada -claro está- en los pro­
nombres y en el imperativo.
1.6. Como generalmente sucede, las isotopías están interre­
lacionadas, entremezcladas, en los sucesivos sintagmas del texto.
Por ejemplo, en
mientras tu gentil cuello triunfa del luciente cristal
tenemos:
66
El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
mientras i-5a
tú í-3- y 4gentil cuello i-F
luciente cristal i-2a
Dejando fuera de momento la isotopía temporal, es impor­
tante comprobar cómo, desde un punto de vista gramatical, en
Góngora alternan las dos isotopías centrales en ¡a función del
sujeto;
- El sol
relumbra en vano por competir con tu cabello
~ Tu blanca frente mira con desprecio al lilio bello
i-2a
i-1-
— Más ojos que al clavel [...] siguen a cada labio
i-F
— Tu gentil cuello triunfa del luciente cristal
i-F
¡gp
En Garcilaso no existe esta alternancia entrecruzada, sino que
la estructura de las tres frases temporales descriptivas son:
i- F — i-2a / i-F — i-2a / i-2a — i-F
Sin embargo, en Garcilaso están mucho mejor estructuradas
las isotopías desde un punto de vista métrico. En el primer cuar­
teto presentan un orden envolvente;
verso
verso
verso
verso
ls —
2Ü —
3° —
4° —
isotopía
isotopía
isotopía
isotopía
2a:
F:
F:
2 a:
rosa y azucena
color en vuestro gesto
mirar ardiente, honesto
enciende el corazón
En el segundo, se trata de un orden alternante:
verso
verso
verso
verso
56a
78"
—
—
—
—
isotopía
isotopía
isotopía
isotopía
Ia:
2a:
F:
2a:
el cabello
oro-vuelo
cuello blanco
el viento
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
tientes a la isotopía belleza física, puesto que hay tina íusioii d<las dos; en Góngora, no. Es más, en Góngora hay una lajaiiir
separación de las dos isotopías de belleza que hasta ciitoinvs <-a.i
ban relacionadas, lo que lleva -y esto va a ser de capital impoi
tancia- a que en el segundo terceto se manifiesten pronominal
mente en coordinación tú (tu belleza) <-» ello (la belleza de la
naturaleza) como elementos independientes, porque, en el fondo,
lo han sido durante todo el poema.
Veamos los tercetos con más detalle.
En Garcilaso, en el primer terceto los lexemas son primavera,
fruto, tiempo, nieve, cumbre.
Ninguno de ellos había aparecido anteriormente y sólo me (a
fóticamente presentan una relación con los semas de los cnai
tetos. La unión léxica -además de la contextual metafórica- esta
en el vuestra, es decir, en la referencia pronominal a la dama, lo
que deja todo el sintagma en imagen sin llegar a metáfora. Por
el contrario, el último terceto, generalizados es plenamente mola
fórico v en él se recogen lexemas empleados anteriormente; raw/,
viento, tiempo.
Góngora, por el contrario, repite, en una enumeración citatrimembre, los elementos léxicos de la isotopía primera y do la
segunda en el primer terceto. Gomo estos elementos no son
más que partículas de un todo -la belleza-, Góngora no desa­
rrolla los lexemas pertenecientes a la primera isotopía con la
misma ordenación que han tenido en los cuartetos:
El orden en los cuartetos es: cabello, frente, labio, cuello.
El orden en los tercetos es: cuello, cabello, labio, frente
Sin embargo, sí repite la ordenación de los cuartetos en los
lexemas de la segunda isoLopía:
oro — lirio - clavel —cristal
La razón es que estos cuatro elementos de la naturaleza, iden­
tificados metafóricamente con los de la belleza física a través del
segundo verso del primer terceto (/héj, se van a fundir en dos
en el verso siguiente:
plata y viola
1.7. En lo que difieren fundamentalmente ambos poemas es
en los tercetos. En Garcilaso desaparecen los lexemas pertcne-
Se trata de un metal y una flor, pues, que se corresponden
con oro y con lilio, en correspondencia con los campos semán­
68
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DF, TEXTOS
ticos de la segunda isotopía y como antítesis cromática de oro y
de ¿ilio.
Hay una fusión, una neutralización de las dos isotopías,
Pero fijémonos en que hemos hablado hace poco de la iden­
tificación metafórica que se había producido en el primer ter­
cero (lo que fue oro ^cabello rubio, lilio = blanca frente, etc.),
ahora Góngora los va a separar tajantemente por medio de dos
pronombres:
tú y ello
¿Por qué? Por un desdoblamiento de la realidad: los elemen­
tos que existían por sí y que eran objeto de comparación de la belle­
za física de la dama en los cuartetos han sufrido primero una neu­
tralización para inmediatamente volverse a separar: tú y ello.
El verso final, que comentaremos más adelante, no es más
que un resumen, una conclusión de lo expuesto en toda la
estrofa. Este tipo de estructura -con un verso final que resume
y concluye lo dicho en los demás versos- es típico de las com­
posiciones poéticas de finales del siglo xvi (Brown 1978).
1.8. Si entramos en el estudio detallado de los elementos de
las dos isotopías principales, vemos cómo los temas en ambos poe­
mas son casi coincidentes: el cabello se compara con el oro, del
cuello se alaba su blancura, de la cara se alaba el colorido. Difieren
en que Garcilaso «describe» la mirada: Góngora, los labios. En
Garcilaso se destaca el gesto, la cara, el color rojo de las mejillas
y la blancura de la tez; en Góngora se habla sólo de la blancura
de la frente, ejemplo claro de sinécdoque.
Pero ahí acaban las coincidencias -no las actitudes-. Veamos
primero las semejanzas: en ambos poemas hay una descripción
de belleza ideal y un acercamiento de las cosas a su perfección:
ello nos lleva claramente al Renacimiento, y a la corriente neoplatónica del mismo. La adjetivación es también renacentista,
plena de adjetivos tópicos, de clisés, como veremos. ¿Quiere decir
esto que ambos poemas pertenecen a la misma época? En abso­
luto, por cuanto que los tópicos renacentistas no se diluyen en
el Barroco.
En ambos también está la exaltación, el gozo de vivir, el afán
de belleza por la belleza misma, el epicureismo, que son -como
es sabido- rasgos constantes del Renacimiento.
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
69
En ambos faltan las alusiones mitológicas, no hay un afán
latinizante, con colocación del verbo al final de la frase, parti­
cipios de presente, latinismos léxicos o semánticos, recursos típi­
cos, por una parle, de la poesía latinizante del siglo xv y tam­
bién -con diferente elaboración, como es lógico- de la del
Barroco. El único latinismo es humo, en Góngora, que no tiene
nada que ver con fumus, sino que es una castellanización del
humus latino. Entendiendo humo como proponemos, la progre­
sión gongorina hacia la nada es perfecta, mientras que con la
lectura tradicional no, ya que el humo es menos denso que el
polvo.
Por lo dicho, son dos poemas que se pueden encuadrar, en
principio, en el período más puro del Renacimiento español: el
siglo xvi.
Conociendo, como conocemos, a los autores de los sonetos,
podemos ya establecer una cronología relativa.
El soneto de Garcilaso debe de pertenecer a su segunda época
-a partir de 1532-, por cuanto antes de su estancia en Nápoles
no suele hablar de los rasgos físicos de la amada, no suele des­
cribir la naturaleza, y el mundo de los afectos suele ser expues­
to sin imágenes; la adjetivación en la primera época, además, no
suele ser muy rica (Lapesa).
El soneto de Góngora debe de pertenecer a la primera
época gongorina (Lázaro Carrctcr 1961) por cuanto todavía en
él hay -como hemos visto- un gran influjo del Renacimiento
italiano. Como dice D. Alonso (1987), en estos sonetos juveniles
«el léxico, la suntuosidad, el colorismo, el idealismo estético, el
mundo perfecto, vienen de Italia».
No nos debe, por tanto, extrañar que en el soneto deJ cor­
dobés no haya excesivos elementos «gongorinos», valga la
redundancia.
Pese a lo dicho, sí hay algún rasgo diferenciador importante
que separa fundamentalmente ambos sonetos, como es la visión
do la naturaleza. En Garcilaso, el color se muestra de rosa y azu­
cena, el viento «juega» con el cabello, la naturaleza se identifica
con la belleza en el primer terceto. En Góngora los elementos
compiten:
El sol relumbra en vano por competir
la frente mira con menosprecio
el gentil cuello triunfa con desdén
70
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
La compenetración con la naturaleza es rasgo típicamente
renacentista, la contraposición de la naturaleza es del Barroco
(E. Orozco 1974).
Hay ya también en el soneto de Góngora algún atisbo de sus
fórmulas estilísticas preferidas. En el segundo terceto está inci­
piente la fórmula «no B sino A» estudiada por 1). Alonso:
no sólo en plata [...] se vuelven, mas tú y ello [se vuelve! en
tierra
COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
Pero, sobre todo, son muy frecuentemente utilizadas en el
Manierismo y llegan con bastante intensidad al Barroco.
Son, pues, recursos poéticos desarrollados con mayor inten­
sidad -como hemos visto- en época postgarcilasiana, llegando a
su máximo desarrollo con Góngora, en quien es constante la
utilización de este recurso a lo largo de toda su producción lite­
raria.
Se ha hablado de que las correlaciones gongorinas se pro­
yectan también en el último verso del soneto:
Del mismo modo, la elisión del artículo en el sintagma
«goza cuello, cabello...» es un preludio de la ausencia de actualizador que -como ha estudiado el profesor Lapesa (1977)- tan
frecuentes en las obras gongorinas.
2.L Hablábamos líneas arriba de la expansión de las iso­
topías. Cada isotopía se desarrolla lingüísticamente a través
de una serie de lexemas que no son más que un «conjunto de
n nociones que tienen la peculiaridad de expresar cada uno
una última diferencia de un mismo género común» (D. Alonso
1970). Es decir, lo que llama Dámaso Alonso pluralidad.
Pluralidad existe en los versos 9, 11 y 14 del soneto de Góngora,
y generalmente estas pluralidades tienen una estructura
correlativa -en la terminología de Dámaso Alonso-. Dicho en
terminología lingüística, la pluralidad estaría en el eje sintagmá­
tico u horizontal y la correlación en el paradigmático o ver­
tical.
En el soneto de Góngora hay una pluralidad cuaternaria
-como ya hemos indicado- que se corresponde con «una com­
plicada simetría cuaternaria determinada por cuatro términos de
la realidad»:
cabello
frente
labio
cuello
(Al)
(A2)
(A3)
(A4)
oro
Iilio
clavel
cristal
(Al)
(A2)
(A3)
(A4)
Estas correspondencias arrancan de la poesía petrarquista y
se pueden rastrear también en el soneto de Garcilaso:
ardiente
enciende
(Al)
(Bl)
honesto (A2)
refrena (B2)
71
«El poeta usa otros cuatro términos (tierra, humo, polvo,
sombra), términos de destrucción, de muerte, que contrapone
a los de la luminosa vitalidad. Probablemente se corresponden
aún, uno a uno con aquellos (tierra, desencanto del oro, humo,
del blanco íilio, polvo, del clavel, sombra, del luminoso cristal).
No ha querido el poeta, sin embargo, precisar; y así todos estos
de desencanto, pueden referirse también a todos y cada uno» (D.
Alonso).
Modifica en parte Dámaso Alonso su opinión posteriormen­
te:
"Tai correlación es sólo una apariencia, esos cuatro miem­
bros no son correlatos de A (1, 2, 3, 4), o de sus respectivas imá­
genes B (1, 2, 3, 4) porque cada uno de ellos puede aludir inde­
terminadamente a la destrucción de cualquiera de los términos
A...».
Con todo respeto, no creemos que la última pluralidad
tenga nada que ver con las isotopías -las correlaciones- ante­
riores. La pluralidad de cinco miembros es rara en la poesía de
Góngora. Así como la bimembre perdura a lo largo de toda su
obra, la de más miembros pertenece, por regla general, a su época
juvenil.
2.2. La explicación del último verso se encuadra dentro del
carácter hiperbólico del poema gongorino. Efectivamente, no le
basta al poeta cordobés decir que el cabello es oro bruñido,
sino que insiste, hiperbólicamente, en su belleza, al continuar
insistiendo en que «el sol relumbra en vano por competir con
él». Lo mismo puede decirse del resto de las expresiones ence­
rradas en los cuartetos. Este climax hiperbólico es evidente tam­
bién en el último terceto y explica el último verso. No es sufi-
72
EL. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEX TOS
cíente con que el cabello-oro, etc., se vuelva plata, sino que la
conversión llega hasta el aniquilamiento por la gradatio enume­
rativa del verso 14:
tierra —> humus —> polvo —» sombra -» nada
En todo caso, por lo tanto, es una «correlación hiperbólica»
-o, si so quiere, «metafórica»- de la expresión poética del soneto.
Hipérbole que, por otra parte, es uno de los elementos diferenciadores del soneto de Góngora respecto al de Garcilaso y uno de
los signos demarcadores de su barroquismo incipiente. Como
dice Orozco (1953): «En la estética del Barroco siempre habrá que
destacar, en su arranque, la visión y sentido hiperbólico», o como
dice Dámaso Alonso: «Góngora no quiere que ni una sola de las
hermosuras que presenta admita términos de comparación».
2.3. Si la hipérbole era rasgo diferenciador entre ambos sone­
tos, como acabamos de ver, o tí o recurso estilístico de origen rena­
centista -imitador de la sintaxis literaria latina clásica-, el hipér­
baton, no es en estos poemas cualidad distanciadora, por
cuanto que es más intenso en el poema de Garcilaso que en el
de Góngora. En el poeta toledano:
1-2
9-1.0
de rosa y azucena se muestra
Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto;
y todo el segundo cuarteto.
En Góngora sólo encontramos un caso de hipérbaton
7-8
8
triunfa con desdén lozano
de el luciente cristal tu gentil cuello
No se pueden considerar hipérbatos las anteposiciones de los
sintagmas prepositivos «por competir...», «con menosprecio, «a
cada labio», por cuanto son perfectamente posibles en la norma
castellana.
No tiene por qué sorprendernos este hecho. El hipérba­
ton abunda desde el siglo XV y en Garcilaso no suele ser infre­
cuente. Si el soneto de Góngora es parco en la utilización de
este procedimiento latinizante, se debe, sobre todo, a la cro­
nología temprana del poema. Como bien ha señalado Dámaso
Alonso (1985), las sátiras antieulteranas contra el hipérbaton
COMEN TARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
7'1
gongorino so deben más al abuso de su empleo que a su empleo
en sí.
No deja de ser significativo que el único ejemplo goiigoimo
de hipérbaton en el texto sea la anteposición de un término
con de. Recurso de dos de los modelos poéticos del escritor < <>i
dobés (Garcilaso y Herrera): de su uso por Garcilaso Icnciix)1,
constancia en el soneto que comentamos; de Herrera, sabemos
por Dámaso Alonso que es uno de sus esquemas retóricos m.r.
típicos.
3.1. La adjetivación en ambos sonetos presenta más o menos
la misma frecuencia (doce adjetivos en Garcilaso, diez en
Góngora). La abundancia de adjetivos en Garcilaso sería una
muestra más -según Lapesa- de la pertenencia del soneto a la
segunda época del poeta toledano. En los dos poemas alterna
la anteposición del adjetivo con la postposición. Más importan te
que la frecuente anteposición es el carácter epitético que mucho',
de ellos tienen (Vid Sobejano 1979), que nos habla del influjo
del neoplatonismo renacentista, tan típico del siglo XVI. «la
visión platónica de una naturaleza perfecta -escribe el prole
sor Lapesa- invitaba a destacar por medio de epítetos aquellas
cualidades con las que seres y cosas respondían mejor a sus
arquetipos».
A herencia renacentista -y en concreto de Petrarca- se debe
la utilización de dulce, que «entraña siempre una actitud afecti
va de agrado, de placer espiritual por parte del poeta» (Sobejano,
p. 219) También hermoso es adjetivo de elevada frecuencia en
Garcilaso que se atribuye tanto al cuello como a la cumbre meta
fórica. Al cuello, asimismo, se le confiere el atributo de la blan­
cura. Sobejano destaca la insistencia de Garcilaso en la blancu­
ra de los
pero no es conveniente especificar; la blancura se
atribuye generalmente a cualquier parte del cuerpo para indi­
car la belleza física ideal renacentista. Así, son blancas las
manos, la cara, el cuello y, claro está, también los pies. Es tópi­
co que recoge Góngora (en el soneto Blanca frente').
Ninguno de los adjetivos empicados en el soneto de Garcilaso
deja de repetirse con mayor o menor intensidad en sus obras:
helado, airado, ardiente, etc., y lo mismo puede decirse de la adje­
tivación gongorina, puesto que -aunque, como hemos visto, exis­
ten en el poema bastantes expresiones garcilasianas- ya en soné-
74
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
lo de fecha tan temprana hay una serie de adjetivos de amplia
utilización por el poeta cordobés como son bello, bruñido, y,
sobre todo, luciente (vid. Sobejano).
3.2. Se ha hablado repetidamente del colorismo de la poesía
barroca y de la gradual acentuación del color desde Garcilaso a
Góngora, así como de la preferencia del primero por contrapo­
ner el color blanco al color rojo -como ocurre en el primer versocontraposición que no falta tampoco en el poeta cordobés,
pero, como podemos comprobar, la intensificación cromática es
mucho mayor en Góngora.
En Garcilaso hay tres colores: blanco, amarillo y rosa desarro­
llados en los siguientes lexemas:
blanco: azucena, blanco, nieve
amarillo: oro
rosa: rosa (dos veces)
Total 6
En Góngora tenemos los mismos colores que en Garcilaso:
blanco, amarillo, rojo -de mayor intensidad que el rosa de Garcilaso—
más el negro, pero con una mayor intensidad léxica:
blanco: blanca, lílio (2 veces), plata
amarillo: oro (2 veces), sol, dorada
rojo: labio, clavel (2 veces)
negro: viola
Total 12
¡Nada menos que el doble número de lexemas notadores
del color en Góngora!
También se ha puesto de relieve cómo los colores gongorinos
son siempre nítidos; de ahí la insistencia de los adjetivos como
bruñido, luciente, etc., notación que en el texí.o tiene además una
función de contraste evidente con las notaciones pictóricas gri­
ses, desdibujadas, no nítidas, de tierra, humo, polvo, sombra, del
último verso.
3.3. Poco hay que señalar en lo que se refiere al léxico. No
hay en ninguno de los dos poemas afán latinizante, salvo en algu­
na palabra aislada como en ardiente y luciente, participios de pre­
sente latino que se usaron ya en el siglo xv, o, en Góngora, cla­
vel, palabra para la que Corominas da la datación de 1555. El
COMEN TARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO
75
único latinismo crudo es humo, ya comentado; culto es el uso de
viola con hiato. No debe extrañar esta ausencia de léxico culto.
En primer lugar, porque Garcilaso no suele emplearlos; y en segun­
do, porque el soneto de Góngora es, por una parte, obra juve­
nil y, por otra, de inspiración garcilasiana, con un importante
poso renacentista.
Conclusión
Hemos comparado dos sonetos de diferentes épocas con un
tema común, c intentado marcar las semejanzas y diferencias
desde un punto de vista lingüístico.
Por ello, hemos obviado el problema de las fuentes y el de
las variantes textuales. Tampoco hemos insistido en si hay que
considerar el soneto de Góngora como manierista o barroco.
Hemos dudado durante bastante tiempo si sería convenien­
te acabar nuestro trabajo con un resumen de la estilística de
ambos autores, pero creemos que ello rebasaría los límites de
nuestro comentario, y más cuando se trata de dos autores de
sobra conocidos por el lector al que van dirigidos estos comen­
tarios.
Por último, hay que decir que tampoco hemos hecho hinca­
pié en algunos fenómenos fonéticos o morfosin tac ticos margi­
nales al comentario en sí, como son: color femenino en Garcilaso
o la asimilación ri. > LL (cogollo) en Góngora, la aspiración de -h
en Garcilaso que impide la sinalefa (p. ej. úz hermosa, no hacer).
COMENTARIO GENERAL
230
Comentario V
COMENTARIO GENERAL
235
1. Texto
195 En Alexandija era Marja
asi ssc mantcnje noche r dia.
En Alesandrja es veujda,
ahi mantenje aquesta vida.
En tal hora hi fue entrada
200 que toda la villa fue mesclada;
e tanta sangre lúe derramada,
que toda la villa fue menguada.
E las villas de enderredor
todas eran en grant error.
205 De la beltat r de su figura,
como dize la escriptura,
ante que diga adelante,
directos de su semblante.
De aquell tiempo que ffue ella,
210 depues no nascio tan bella.
Nin Reyna njn condessa
non Mostos tal como esta.
Redondas a aje las orejas,
blanquas como leche douejas;
215 ojos negros z sobrecejas,
alúa Cruente fasta las cernejas;
la faz tenje colorada,
como la rosa quando es granada;
boca chiqua z por mesura,
220 muy fermosa la catadura;
su cuello z su petrina,
tal como lia flor deII espina;
de sus tetiellas bien es sana:
tales son como macana.
225 Bracos z cuerpo z todo lo al
blanco es como cristal.
En buena forma fue taiada;
240
245
250
255
260
njn era gorda njn muy delgada;
nin era luenga nin corta,
mas de mesura bona.
De ssu beltat dexemos estar,
que non uos lo podrja contar.
Contar uos e de los sus vestimentes
T de los sus guarnj montes;
el peyor dia de la semana
non vistió panyo de lana.
Assaz prende oro z argento,
bien sse viste a su talento;
brial de xamit sse vistie,
manto ermjnyo cobije;
nunqua calyaua otras qapatas
ssino de cordouan entre talladas,
pintadas con oro z con plata,
cuerdas de sseda con que las ata.
Atanto era de buena entcnyion,
que a todos tornaua razón,
asi al loco como al ssage,
todos la tienen por de paratge.
Tanto era buena fablador
r tanto hauje el cuerpo gencor,
que vn fijo de emperador
la prendrja por vxor.
Los oinnes de la cibdat
iodos la amauan por su beltat.
Todos dizien «¡que domatge
desta fembra de paratge!
De todas cosas sseineia ssabida,
¿como passa tan mala vida?
Bien dc.ue llorar esta mosquina juuenta
por que nascio tan genta"
2. Comentario
Podemos partir de dos situaciones iniciales; que conozcamos
el autor, época, manuscritos(s) de un texto, o que lo ignoremos.
Estos hechos van a condicionar el comienzo -y a veces el desa­
rrollo- del comentario. Si sabemos a prioi i que tenemos un texto
de hacia 1215 en copia del siglo XIV, podemos empezar, sin más,
examinando que rasgos son del poema original y que ha cam­
biado el copista del siglo XIV. Si además sabemos que es el poema
de Santa María Egipciaca, el comentario puede estar condicio­
nado por nuestros conocimientos sobre el poema.
78
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
Pero nosotros hemos de partir de la base de que desconoce­
mos todos los datos relativos a la datación de la obra, y llegar a ello
por medio de nuestro análisis.
En los comentarios anteriores, estudiamos los rasgos que nos
pueden servir para la cronología de un texto. Ahora bien, muchos
textos medievales se nos han conservado en copias más o menos
tardías, por lo que podemos encontrar rasgos contradictorios.
Conviene, por lo tanto, examinar qué rasgos hay y dilucidar si se
trata de un original o de una copia. Es lo que haremos en primer
lugar, al examinar la fonética.
2.1. Fonética y fonología
Nada más comenzar el texto vemos la alternancia entre las
grafías A/^n^'a (195) y Alesandrja (197). Es evidente que no se
puede hablar de una confusión de sibilantes entre /s/ y /s/, anó­
mala al español, y más en época tan temprana, por lo tanto, si no
es confusión fonética, parece que debe tratarse de una confusión
meramente gráfica, lo que nos hablaría de una época de vacilacio­
nes gráficas, en la que todavía no están «lijadas» las grafías de las
nuevas palatales romances; lo que nos levaría a un periodo ante­
rior a la época alfonsí, aunque se puede argüir que en la transli­
teración de nombres propios extranjeros siempre ha habido una
gran vacilación, que sigue dándose en nuestros días -recuérdese
las vacilaciones en los nombres de políticos rusos-. La realidad
es que la vacilación se debe a que ya existe en el original francés,
como señaló M. Alvar.
Prácticamente es la única vacilación gráfica importante, o, al
menos, llamativa, del nuevo consonantismo romance, pues todas
las demás grafías responden al llamado “sistema alfonsí”:
/s/: passa, condessa, as.saz /z/: rosa, cosa, mesura
Bien es cierto que encontramos un caso de confusión en el v.
247 asi, lo que nos llevaría hacia la segunda mitad del siglo xiv,
que es cuando se produce la pérdida de la /z/.
Recordemos que esta oposición solo se daba en situación inter­
vocálica, mientras que en inicial era siempre sorda, y, general­
mente se escribía con una sola ese, pero, en ocasiones -como
vemos en el texto- pueden aparecer dos eses, sin que esta vaci­
lación gráfica signifique nada, puesto que la oposición sorda sono­
ra solo es pertinente en situación intervocálica, como decimos.
COMENTARIO GENERAL
7'J
No hay confusión en mesdada, pues la /s/ es etimológica. Tani
bién las dentó alveolares están bien representadas:
/§/: ¿Jrapzs-, macanas, etc. /%/: dize, razón
Las dos palabras con soluciones sordas que hemos reproduc ido
pueden dar lugar a equivocaciones, pues los estudiantes se apren
den que la sorda se da en situación no intervocálica y la sonora cu
situación intervocálica; en consecuencia, al ver bracos v macanas
pueden pensar que están ante un caso de confusión de sibilantes,
lo que es un grave error, pues -que sepamos- la confusión de las
dentoalveolares no se produce como muy pronto hasta el siglo \\.
Si no se está seguro, lo mejor es decir algo como «la grafía de la
sorda en situación intervocálica puede explicarse por varios mo
tivos», que no compromete a nada, y que además es verdad, pues
puede deberse a:
a) vacilación «prcalfonsina», b) cultismo: evidentemente las pa ­
labras cultas no sufren el proceso normal de sonorización, etc. el
una geminada latina -que es el caso de macana (< matiana) o de
braco-, d) grupos con ty o cy que, a veces, y sin que se sepa bien
por qué, han dado soluciones sordas.
En cuanto a las palatales tenemos
/ S/-‘ noche, leche / i /: pey or
/s/: dexemos / 7./: taiada, ojos, orejas, ouejas
Además hay una serie de palabras que tienen la grafía g para
indicar /z/: sage, gencor, genta. Como veremos, son barbarisrnos,
generalmente galicismos -aunque también aparecen en algunos
cultismos- y, más raramente, en alguna palabra patrimonial como
muger.
Rarísimas son las grafías palatales tg: paratge, domalge. No son
grafías propias del español; en la Península solo son propias del
catalán y, por su influjo -además del occitánico-, pueden aparecer
también en textos aragoneses medievales. Aunque la grafía suele
representar un fonema africado, aquí es mero influjo gráfico sin
más.
Otra grafía anómala, extraña al español, es la de ny -panyopara representar la palatal /n/propia del catalán y del aragonés.
Ante este hecho, ya sabemos algo que deberemos tener en
cuenta: hay un cierto influjo oriental.
80
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
Finalmente las labiales suelen estar también representadas
según el sistema alfonsí:
/b/: cobrie, sabida /b/: calcaua, auie
Casso distinto es el de b/v inicial y poseonsonántica, en donde
la diferenciación fonológica entre Ja tensa y la floja nunca existió.
Luego en alúa (216) no podemos decir que ha habido confusión
entre las dos labiales sonoras. Sí es importante señalar que las uves
del texto, generalmente en situación inicial, deben ser del copista,
ya que la grafía uve no suele aparecer en textos del XIII.
Como suele ser normal en toda la Edad Media la F- se con­
serva; aveces puede aparecer una doble ff sin ningún valor (como
el de la doble ss~). La hache no tiene ningún valor fonético. Los
escribas medievales las ponen cuando quieren, incluso en pala­
bras que en latín no la tenían.
Una vez que hemos examinado las grafías que pueden afec­
tar al sistema fonológico, veamos los demás rasgos gráficos y foné­
ticos.
COMENTARIO GENERAL
81
XIII -al menos hasta 1276-; por lo tanto estas vocales finales han
sido reconstruidas por el copista.
Consonantismo
Además de lo examinado anteriormente, vemos que la den­
tal final se ha ensordecido, al menos gráficamente, en beltal, cibdal, grant, lo que es normal hasta fines del siglo XV. En bellal se
ha conservado la t interna sin sonorizar, forma que alternó con
beldad durante los siglos XIII y XIV (en el xv se impone belleza}.
Por último, la y etimológica de peyor es anómala en español;
es forma aragonesa. Lo mismo que también nos hablan de aragonesismo las formas como hlanquas, boqua, chiqua.
Por lo que hemos visto, aparentemente hay datos cronológi­
cos contradictorios, pues, por un lado hay formas de imperfec­
to y condicional en -ie, típicas de los siglos XII y XIII, y, por otro,
elementos que nos llevan al XIV como son las uves y la no exis­
tencia de pérdida extrema de la -e final. Además hemos obser­
vado algunos rasgos aragoneses, en consecuencia estamos ante
un poema del siglo XIII, copiado por un aragonés en el siglo xiv.
Vboz/ísmo
Aparte de la vacilación de las átonas, que no tiene una cro­
nología determinada, encontramos que se mantiene el diptongo
en telieUas y fruente. Por el contrario, no la hay en bona. En el pri­
mer caso, el diptongo en el diminutivo es lo normal en el siglo
XIII, en el s. xiv hay ya algunos ejemplos de -illo, que se generali­
za en el último tercio del siglo XIV, aun cuando quedan restos de
-iello en el habla rústica de algunos escritores del siglo XV.
El caso do fruente es distinto, pues lo que hay es la conocida
reducción de WE en contacto con labial más líquida, que en esta
palabra so produce a fines del siglo XV, en otras es antes y en otras
después.
Bona es forma extraña al español. Fijémonos que está en un
verso deturpado, en rima asonántica con corta. Podríamos con­
siderar que es uno de los rasgos occitánicos o catalanes del poema.
Podemos comprobar que las formas del imperfecto y condi­
cional alternan en -ía/-ié, lo que es frecuente hasta fines del
siglo X1II; se podría pensar también que las formas en -ía son del
copista.
Finalmente hemos de fijarnos en algo que no hay: pérdida
extrema de -e, lo que no es corriente que ocurra en textos del
2.2. Morfosintaxis ■
Los auxiliares
De la misma manera que el sistema fonológico del español
actual tiene su origen mediato en los cambios producidos en el
Siglo de Oro, la morfosintaxis actual del español arranca de la
misma época, en la que se eliminan algunos fenómenos medie­
vales. Quizá el más importante cambio estructural sea el de los
verbos auxiliares, tanto en su uso nuclear como en el morfemático. Tanto haber como ser podían, en la Edad Media, ser tanto
elementos de composición de formas verbales temporales como
verbos nucleares. Hoy haber ha quedado reducido a verbo morfemático, salvo en expresiones impersonales -hay, había, etc.-.
Efectivamente, durante la Edad Media el verbo haber podía
tener un uso transitivo para expresar la posesión incoativa, opo­
niéndose semánticamente al verbo tener, que servía para señalar
la posesión durativa; es decir: con el significado de «retener, man­
tener, sostener, etc». Por lo tanto, el sistema era semejante al
que sigue vigente en otras lenguas románicas, como el francés o
el italiano.
82
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
Por otra parte, el verbo haber solía ir con. objeto directo abs­
tracto, mientras que tener lo hacía con objeto directo concreto.
Esta es lógicamente la situación que encontramos en el texto.
Haber aparece en los versos 213 y 250: «auie redondas las orejas»,
«tanto hauje el cuerpo gen^or». Tener lo vemos en el verso 248:
«la tienen por de paratge», en donde el verbo tiene el significa­
do de «considerar, juzgar». La única excepción a esta regla la tene­
mos en el verso 218: «la faz tenje colorada». Fijémonos en que
esta frase tiene la misma estructura que la de los versos 213 y
250: verbo + obj. dir. + predicativo. ¿Por qué esta alternancia? Lo
«normal» hubiera sido que apareciera el verbo haber, como en
los otros casos. Se puede decir que esta diferenciación no era tajan­
te, y de ahí, que pueda aparecer en nuestro texto. Y es verdad.
En nuestro caso, además, parece que el verbo tenje es una mala
interpretación del original francés tenre «suave».
¿Cuándo y por qué se produce la pérdida de esta oposición?
Poco a poco el verbo tener fue ocupando los valores que
tenía haber, mejor dicho: poco a poco el verbo tener tue usándo­
se sin sus valores durativos, con lo que ocupaba el espacio semán­
tico de haber. A fines del siglo XV el uso transitivo del verbo haber
está en decadencia, pero se siguió manteniendo con bastante fre­
cuencia hasta fines del siglo XVI. A la pérdida de los valores pro­
pios de tener ayudó la existencia de compuestos que especifica­
ban los diversos valores de tener, es decir: «mantener, sostener,
retener», etc.
El verbo haber alternaba también con el verbo ser como ele­
mento auxiliar, morfemático, de las formas compuestas. Ser solía
ir con verbos intransitivos y reflexivos, haber con transitivos. En
nuestro texto solo tenemos ejemplos de ser. v. 197: «En Alesandrja
es venida». También en este caso nos encontramos con la
misma alternancia que hoy perdura en francés y en italiano. La
perdida de la alternancia arranca desde los orígenes. Ya en el Cid
hay ejemplos de haber con verbos intransitivos. Seguramente
uno de los factores que incidieron poderosamente en la pérdi­
da del verbo ser es la confusión que se daba, al poder interpre­
tarse la estructura SER + participio, bien como forma compuesta
activa bien como pasiva, veamos lo que sucede en los versos 199203:
«En tal hora hi fue entrada
que toda la villa fue mesclada;
COMENTARIO GENERAL
e tanta sangre fue derramada,
que toda la villa fue menguada».
Es claro el valor activo del fue del primer verso, y también lo
es el pasivo del tercero, pero ¿y el segundo y el cuarto?
Así pues, habery ser fueron especializándose cada uno cu su
función auxiliar: ¿¿zarpara la activa y ser para la pasiva. Ya en <*l
siglo XVI hay autores que solo emplean haber como auxiliar de la
activa. Ser desaparece en esta función a fines del XVI.
Por otra parte, ya desde el latín vulgar el futuro sintético
latino había sido sustituido por la perífrasis infinitivo + presen
te del verbo haber. La conciencia de perífrasis se mantuvo duran
te toda la Edad Media, por ello se podían intercalar pronom
bres entre ambos elementos, como vemos en el verso 233: «contar
uos e». También en este caso este uso entró en decadencia a fines
del siglo xv, aunque todavía encontramos restos del empleo medir
val a lo largo del siglo XVI.
Otra de las contiendas medievales -aunque en este caso
dura hasta nuestros días- es la existente entre ser y estar.
Durante la Edad Media el verbo serse empleaba en contextos
en los que hoy utilizaríamos estar. Así en nuestro texto tenemos
«En Alexandrja era María» (v. 195), «todas eran en grant error»
(v. 204), «como la rosa quando es granada» (v. 218). Estos em­
pleos son normales hasta el Siglo de Oro, pues hasta el XVII no
tenemos la distribución actual. Solo registramos un ejemplo de
estar. «De su beltat dexemos estar» (v. 231), perífrasis que con
este mismo significado perdura hoy.
El nombre
Del sustantivo hablaremos en el apartado del léxico. Por
consiguiente, examinaremos aquí algunos aspectos puntuales.
Empezaremos por el diminutivo. Solo hay uno tetiellas (v 223),
con el sufijo habitual hasta el siglo XVIII. Sabido es que en
numerosísimas ocasiones el diminutivo no tiene tal carácter,
sino que es un mero afectivo. Tetiellas ¿indica que eran peque­
ñas o es un mero intensificador? Difícil es decirlo.
De los adjetivos -más adelante hablaremos de sus aspectos
estilísticos- señalaremos la falta de flexión genérica en fablador
(v. 249), el femenino en los nombres en -or se generaliza en el
siglo XIV, pero no llegó a afectar a los comparativos sintéticos lati­
nos -como peor-, salvo que estuviesen lexicalizados, con pérdida
84
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
de su valor originario - caso de señor, prior, superior-. Variación
genérica encontramos en genta «gentil» (v. 260) , adjetivo de ori­
gen occitano que se empleó en el español de los siglos XIII y XIV.
Precisamente en peyor (v. 235) vemos conservado uno de los
comparativos latinos en ~or, que, junto con mejor, mayor y m/mor,
nos han llegado. Los demás fueron sustituidos por perífrasis
con más, menos, etc. Por vía culta entraron en distinta época otros
comparativos latinos en -or, como anterior, superior, interior, etc.;
sin embargo no son auténticos comparativos, puesto que no
solo han perdido su contenido semántico de grado, sino que, ade­
más, su comportamiento sintáctico ios igualan a los positivos, ya
que no se ligan al término con DE o QUE, como todos los com­
parativos, sino con A (superior a ti, frente a mejor que. tú), por otra
parte se refuerzan con muy en vez de con mucho (muy superior fren­
te a mucho mejor). En el verso 250 tenemos otro comparativo sin­
tético gengor, de origen occitano, no muy frecuente en la Edad
Media; generalmente se usaba como positivo, con pérdida de su
valor comparativo originario.
En peyor forma comparativa va precedida de artículo. Esta
estructura es la que suele ser llamada «superlativo relativo», pero
en realidad no es más que un comparativo de superioridad.
También el superlativo sintético latino se perdió, sustituido
por perífrasis con muy o bien, perífrasis que ya existían en latín
clásico -muy fermosa (v. 220)-. Aunque en la Edad Media hay algún
ejemplo de -ísimo, sin duda por latinismo, el superlativo en -ísimo
se introduce por vía culta en el siglo XV, pero todavía en 1626
Correas afirma que no es forma española; en la primera mitad
del siglo XVII su uso debía ser cortesano; recuérdese que Sancho
Panza no los sabe emplear bien.
Pronombres
En direuos (v. 208) tenemos al pronombre personal uos. Vos,
y nos, podían tener usos átonos y tónicos, es decir: los valores de
los actuales os y vosotros. Las formas tónicas están compuestas
del viejo pronombre + oíros, y aparecen prontamente, ya en el
siglo XIII, pero no se propagan hasta fines del siglo Xiv y no pre­
valecen hasta el siglo XVI. A partir de esta época quedan nos y
vos como fórmulas de tratamiento. Como dicen Alvar-Pottier
(1988): «La aclaración de por qué fue necesario que surgieran
estas formas compuestas hay que buscarla en dos hechos distin­
COMENTARIO GENERAL
>■; i
tos: uno de carácter sintagmático (nos era un plural im lu-.no,
nosotros, exclusivo) y otro paradigmático (distinción enlre //m-.uje
to y nos complemento)». Seguramente para acentuar esta dile
renciación fue por lo que vos pasó a os a fines del siglo \\.
En cuanto a la colocación, durante la Edad Media el pt onomhi e
se posponía cuando el verbo iba precedido de pausa o de tí o ma\.
esta regla llega, muy mitigada, hasta fines del siglo XVL
Cuando el pronombre demostrativo ille adquirió valoics une
vos, que no tenía en latín, como eran los de pronombre petson.il
y artículo, el demostrativo se vio en la necesidad de refor/ai se p.u ,i
indicar que se usaba con su valor tradicional; tenga el origen que
tenga el refuerzo -ATQUE ECCUM, ATQUE ille, etc.-, este se cxh-ii
dió analógicamente a los otros pronombres demostrativos, con lo
que se produjeron dobletes en los mal llamados pronombres dem<
ilativos de primera y segunda persona: esle/aqueste, est’/aqurM,
estas formas analógicas duraron hasta finos del siglo XVI.
En su cuello (v. 221) encontramos el pronombre posesho en
función adjetiva sin variación genérica. En los orígenes, y de ¡u uei
do con el latín, los posesivos en función adjetiva tenían variat ion
genérica: mió, to, so para el masculino, y mi, tu, su para el Ibmem
no; sin embargo ya hay discordancias genéricas desde las glosa-,
(so cosa en las silenses) y el Cid (sos nuevas, sos mañas). La altei
nancia genérica so mantuvo hasta fines del siglo XIII, cuando
desaparecen toy so, mientras que mío llegó hasta el siglo XIV. Seguí i
lo que acabamos de decir, la forma del texto se debe al copisia.
Finalmente el pronombre al («otra cosa», procedente del laliu
vulgar ALID), queda en desuso a principios del siglo XVI.
Adverbios y partículas
El adverbio y (v. 199) («allí») fue usual hasta fines del siglo
XIV, y perdura en ahí y en
Ante (v. 207) durante la Edad Media o incluso en el siglo \vi
se usaba de forma indistinta como preposición o como adverbio.
Depués (v. 210) no os rara en la Edad Media -aunque siempreha sido más frecuente después-, y llega a principios del siglo x\i.
Nin y non son frecuentes en la Edad Media; en el siglo xi\
abundan las formas actuales, pero en el XV, por influjo latinizan le,
vuelven a ser muy frecuentes. En el siglo XVI desaparecen.
Et/e. Durante la Edad Media, alternan las dos formas, con pro
dominio de la primera, mientras que en el siglo XV es e la. que
86
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
prevalece, y ya en el siglo XVI se impone y. De todas formas, hemos
advertido que en los textos medievales editados suele predomi­
nar e, pues con esta forma suelen transcribir los editores el
signo tironiano T que vemos en nuestro texto.
2.3. Léxico
Aunque el examen conjunto del léxico lo realizaremos al estu­
diar el estilo, no está de más que aquí veamos algunos aspectos
léxicos y semánticos dignos de resaltar.
En el v. 200 se nos dice que la villa fue mesclada. Es evidente
que no posee el significado actual, que ya se registra en el Cid,
sino el de «revuelta, llena de confusión y peleas», que es valor
frecuente en los siglos XIII y XIV.
Semblante en el v. 208 no significa, como hoy «cara», que es
acepción tardía -del siglo XVI- sino la medieval «apariencia».
Las cernejas (v. 216), se usaban sobre todo para referirse a las
crines de los animales, también era corriente con el significado
de «mechón de cabellos»; aquí parece tener el valor de «pelo»
En el v. 216 encontramos la forma romance semiculta alúa,
que desde los orígenes alternó con la germánica blanca -v. 214-;
Coraminas- Pascual dicen que debió dejar de usarse alba -como
adjetivo- hacia 1300; seguramente ocurrió algo antes, pues no hay
toponimia con este adjetivo en Andalucía, lo que parece indicar
que ya estaba en desuso en la segunda mitad del siglo XIII.
Colorada (v. 217) conserva su significado etimológico «que
tiene color», pues en la Edad Media para el color rojo se em­
pleaba preferentemente bermejo', solo a partir del siglo xv
adquiere el significado actual.
Ora pareja sinonímica medieval era la constituida por chico (v.
219) y pequeño-, ambas se registran ya en el Cid. Parece que a media­
dos del siglo X1V' adquirió un cierto prestigio social la segunda, pues
D. Juan Manuel es la única que emplea, tampoco aparece chico en
autores como Garcilaso o Herrera; por el contrario, la siguen usan­
do escritores como Cervantes o Lope. Hoy día conserva su vitali­
dad en Andalucía y en grandes zonas de Hispanoamérica.
La petrina del v. 221 es un crudo galicismo. Aunque en el
XVII se registre prelina «correa para sujetar el pecho», no creo que
sea testimonio de una conservación de esta forma medieval,
sino una reintroducción culta.
Luengo (v. 229) es la única forma medieval para indicar lo con-
COMENTARIO GENERAL
H7
trario de «corto», cae en desuso a lo largo del siglo xvi, suslihudo
por largo, que en la Edad Media tenía otros significados.... mi lio,
grande, abundante, generoso»-.
Mesura (v. 230) «medida» fue de uso normal hasta fines del
siglo XV, después continúa con otros significados.
Otra pareja sinonímica encontramos en argento (v. 237) \ piola
(v. 243). Es posible que la alternancia se deba a necesidades til
micas. La primera es un galicismo claro.
Talento (v. 238) no tiene el significado actual, que no se
registra hasta el siglo XVII, sino el medieval de «talante, voluntad
El xamit (v.239) era un tela de soda gruesa «casi citteiamen
te cubierta por la urdimbre de hilo fino y brillante, y, a veces, se
entretejía con oro». Dejó de usarse a fines del siglo xv.
De enlengion (v. 245) dice Alvar que significa «apariencia». X’o
estoy muy seguro de que ese sea el significado, pues el con i ex lo
parece indicar más que el significado era el etimológico de -com
prensión».
Sage «sabio» (v. 247) es un crudo galicismo, como lo son
también donatge (v. 255), juuenta (259) y paratge (v. 248), poi
más que esta última fuese frecuente en la Edad Media con el
significado de «nobleza, linaje ilustre».
Uxor es un latinismo. Finalmente mesquina (v. 259) tiene el
significado medieval de «desgraciada, miserable»; el actual no
se registra hasta el siglo xvi.
2.4.
La lengua literaria
Este aspecto del comentario filológico está en estrecha ida
ción con lo que se suele denominar «comentario literario-,
pues los límites no son nunca tajantes.
Para realizar el estudio de la lengua literaria conviene tcnci
en cuenta algunas consideraciones previas:
1. Muchos textos medievales nos han llegado en copias tai
días; es necesario, por lo tanto, antes de empezar a
comentar, delimitar los rasgos que se deben al copista, tío
ya en cuanto a las grafías o fenómenos fonéticos, sino en
lo que se refiere al texto en sí.
2. También muchos textos medievales son traducciones de
textos latinos, franceses o árabes -principalmente-; es
fundamental conocer la fuente, pues algunos fenómenos
pueden deberse a una mala traducción.
88
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
3. Si se trata de una composición poética, es conveniente no
olvidar que ello supone un condicionamiento importan­
te, pues la rima y la medida influyen poderosamente.
Ya vimos cómo algunos rasgos, sobro todo fonéticos, se debían
al copista del XIV; no eran muchos, ciertamente, pues no hay que
olvidar que lo que pretende hacer un copista es -valga la redun­
dancia- copiar un texto, y, que, por lo tanto, las modificaciones que
introduce pueden ser de dos tipos: conscientes o inconscientes. Los
cambios inconscientes son las equivocaciones por descuido; las cons­
cientes se deben principalmente a que el copista no entiende una
palabra o frase, o modifica un rasgo que entiende que no es pro­
pio, o intenta mejorar el texto que copia, estos datos son impres­
cindibles cuando se quiere hacer una edición crítica.
De la misma forma, cuando el texto es una traducción, lo
inmediato es comprobar el original para estudiar si las «anoma­
lías» se deben al proceso de traducción.
Así, en un texto como el nuestro, con predominio absoluto
de la rima consonante, encontramos tres pareados con rima
asonante: los versos 211-212 -condessa/esta-, 229-230 - corta/bona-,
y 241-242 -(-apatas,/talladas-. Ante este hecho podemos conside­
rar que la falta de rima consonante A) se debe al copista, B) es
motivada por el original -en este caso francés-, C) es propio del
tipo de composición. Ninguna de estas tres causas son excluyen tes,
es decir: en unos casos la explicación puede ser del tipo A y en
otros del tipo B o C.
Parece claro que el primer ejemplo es un moro descuido del
copista que se subsana modificando el demostrativo: condessa/essa',
más difíciles de explicar son los otros dos. Notemos que en
corta/bona existe además la anomalía de la no diptongación del
adjetivo. El original francés dice
«ne fut trop grand ne trop petitc,
ja sa facón nen ert descrite»
Es decir: el pareado francés es desarrollado en dos pareados
en el poema español. Resulta evidente, por lo tanto, que la ano­
malía no se debe al original francés. Estaríamos, pues, en uno
de los casos de rima asonántica originaria, lo que se suele deno­
minar «asonancia juglaresca»; sin embargo, a la anomalía de bona
hay que sumar la de corta, que no es adjetivo propio del siglo
Xlll para indicar el tamaño; por todo ello creo que estamos ante
un texto deturpado por el copista.
COMENTARIO GENERAL
La rima -atas/adas es la única asonante que se basa < n I t
oposición sorda/sonora; la falta de rima no se debe al otn-iu ¡I
francés:
«soliera bien poins de corduan
caucoit a tos les jours de Tan»
De nuevo nos encontramos con una anomalía léxica: los ejemph •
de la voz entretalladas son de fines del XIII -Gran Conquista de l' ¡i i ,i
mar- o más tardíos -Embajada a Tamorlán, Mena-. De inimi.
creo que hay motivos para suponer una deturpación del copr.i.i
Con esto no queremos decir que no haya rimas asonantes t u
el poema, que las hay; solo intentamos explicar las que venm-.
en nuestro texto.
Las anomalías no solo están en la rima, hay también otros vci
sos que contienen errores. Así en el v. 204 hay una frase que im
tiene sentido:
«ante que diga adelante
direuos de su semblante»
Como señaló M. Alvar, es claro que diga debe ser sustituido
por siga. Tampoco es correcto sintácticamente el pareado de lo>,
versos 248-249:
«asi al loco como al ssage
todos la tienen por de paratge»
por lo que hay que sustituirlo por «asi el loco como el sage».
Finalmente ya estudiamos cómo el tenje del verso 218 era
una mala traducción del francés tenre «suave».
Pasemos a estudiar el estilo. Como decíamos, hemos de
tener en cuenta que nos encontramos ante un poema, lo que,
de entrada, significa que la estrofa, la medida, la rima, van a
condicionar en mayor o menor medida el estilo. Efectivamente,
el pareado suele marcar el límite de la unidad sintáctica, siendo
raros los casos en que se rebasa este límite. Ello significa que la
frase no tiene una gran complejidad.
Muy frecuente también en los poemas medievales en parea­
dos es la repetición sinonímica por la que el segundo pareado
es una variado del primero, como vemos, por ejemplo, en los ver­
sos 195-198.
En el verso 205 comienza el retrato de María, precisamente con
cuatro versos introductorios que no tienen mucho sentido ¿qué
significa el primer pareado? Sigue una exaltación general de su
90
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
belleza -versos 209-212- utilizando frases tópicas que podemos ras­
trear en otras composiciones de la época. El v. 210 es similar al 57
de la Razón de amor: «pues na^i, non ui tan bella». La pareja inclu­
siva del v. 211 «nin Reyna nin condessa» la encontramos también
en la Disputa del alma y el cuerpo -v. 30: ¿o son los palafres que
los quendes ie los res»-. Se trata, por consiguiente, de un chiche
medieval, como suele suceder con las parejas inclusivas.
Después comienza la pormenorización de la belleza física,
comenzando -como suele ser habitual- por la cabeza. Claro es,
en este fragmento descriptivo tienen que abundar los adjetivos
en función predicativa. De ellos son importantes los referentes
al color, que para la belleza se resumen en tres: el blanco -para
la piel-, el negro -para los ojos- y el rosado para las mejillas. Para
resaltar el color se suelen emplear comparaciones:
«blanquas como leche douejas» (214)
«como la rosa quando es granada» (218)
«Tal como la flor dcll espina» (222)
«tales son como macana» (224)
«blanco es como cristal» (226)
casi todas las comparaciones están ya en el original francés,
salvo la del verso 214, creada por necesidades de la rima.
Es un retrato tópico, que presenta una estrecha relación con
el retrato femenino de la Razón de amor. La descripción del lujo
en el vestir es también tópica en cuanto a las prendas que en la
Edad Media indicaba el máximo de la distinción. Finaliza el frag­
mento con la muestra de la admiración que despertaba en la gente,
no solo por su belleza sino por sus razonamientos. Solo señalaré
que la traducción del verso 247 -en el que, como bien dice Alvar,
hay que suprimir las preposiciones que preceden a los artículosmejora el original francés, pues la contraposición inclusiva «el
loco»/«el sabio» es mejor que la francesa «li ancien lióme c li sage».
Como decíamos, la frase no suele sobrepasar el pareado. El
segundo verso suele completar, de una forma o de otra, lo que
se dice en el primero, muchas veces con subordinadas con QUE
o por medio de partículas como TAL, COMO, SINO. Solo en un caso
la frase sobrepasa el pareado: vv. 249-252 -curiosamente con la
misma rima-.
Tendríamos que finalizar el comentario realizando la edi­
ción crítica del fragmento; es decir: reconstruyendo lo que debió
ser la versión original. No lo llevamos a cabo por haberlo ello ya
con su habitual maestría el profesor Alvar.
CUADROS CRONOLOGICOS
E final
Siglo XI
;
Se produce en
la segunda
mitad la
perdida de -e.
Pérdida
extrema de -e
Siglo XII
Quedan restos
de -e final en
el Auto de los
lleves Magos
y en el Poema
de Mío Cid.
Siglo XIII
En 1276
finaliza la
pérdida
extrema de -e
Siglo xiv
Ejemplos
aislados de
aspiración y
pérdida en
textos
notariales
i
Predomina la
forma -¡ello
: en los
¡diminutivos
Restos de F
postpuesto
dixol
Siglo XVI
Sibilantes
B
Vacilación en
las grafías de
los nuevos
fonemas
romances
Primeros
ejemplos de hpor f- en el
Auto de los
! lleves Magos
1250. Cesan
las
vacilaciones
gráficas
1
Quedan restos Se generaliza
de pérdida en i la f orma -illo
el .Arcipreste
de Ilita y en
Sem Tob.
Siglo xv
Finicial
-ELLV
i
Primeros
casos de
vocalización
1 de -b (cibdat
> ciudad)
Segunda
mitad:
primeros
casos de
confusión
entre . s v • z
Segunda
mitad:
primeros
casos de
confusión
entre b y . b
Las
dentó al ve ola res •
se hacen
fricativas.
Casos de
ensordecimien­
to
Se extiende la
grafía v. ya
frecuente en
la segunda
mitad del
siglo anterior
Últimos restos
de del lo en la
• Vita Chrisli
(1465)
.Alternan h y
' f, aunque con
: predominio de
f.
i
' 1501
Se generaliza
predomina hel ensordeci­
(quedan restos miento. A
como
finales se
, arcaísmos)
extiende la
evolución . s.
> X V $ >
0. . ’
En la segunda
mitad se
generaliza la
vocalización
de la -b
implosiva:
ciudad.
Siglo xvii
Siglo XVIII
1
Siglo XIX
En 1723
desaparece la
grafía c y en
1763 ss
En 1815
desaparece la
grafía x con
valor 'x
En 1723 se
fijan los usos
de v y u
PRONOMBRES
-p
Y
Qua
t
¡
Siglo xt
í A, ié
-d- verbal
Alternan las
dos formas
para
imperfectos y
condicionales
Siglo xn
1-
Personales
Siglo xn
Siglo xtii
:
Siglo xiv
Siglo xin
En la segunda
mitad aparece
la grafía y
como primer
elemento de
un diptongo o
' hiato
Siglo XIV
Siglo XV
Predomina
-ía, restos de
-ié en Hita y
Setn Tob
Alternan las
formas
amades
(hasta 1470)
amaes (138014901
amás Í14301570)
En el último
• cuarto deja de
usarse -t en
los
sustantivos:
cibdat >
ciudad
Todavía es
posible
encontrar
restos de -ié
Siglo xvi
Siglo XV If
i
•
A finales de
siglo se cae la
-d- de las
segundas
personas
precedidas de
vocal tónica
i
1
■
Siglo xvin
A lo largo del
siglo se va
perdiendo la
-d- tras vocal
átona
Se generaliza
-ais.
Aparecen las
formas
analógicas del
indefinido con
i: amasteis
Siglo xv
Siglo xvi
Siglo XVII
: nos vos
Primeros
ejemplos de
nosotros.
i Predomina
nos
Fines: Se
propagan
nosotros
vosotros
1 Fines: vos
1 átono, pasa a
os
Prevalecen
i nosotros.
' vosotros.
Queda vos
como trata­
miento
1
Posesivos
Relativos
,
En 1815 pasa
a escribirse
con e:
quatro
> cuatro
' En 1815 se
suprime y con
valor vocálico,
■ salvo en los
casos actuales
(rey)
Ya no aparee c
negún
i
Decae el uso
de artículo +
posesivo
Se pierde el
uso de art.+
i posesivo
(salvo en
textos
; arcaizantes)
Se generaliza
i quien
1
i Se dcarrolla
el plural
quienes
Aparece
alguien. A finí s
■ aparece nadie
Todavía
Predomina
alguien, con
este
acento en la e
; En la segunda
mitad se
extiende la
pronunciación
1 moderna
1
En el s. XVI
gelo pasa a
selo
A fines del s.
xiv
desaparecen
las formas
connusco v
conbusco
Siglo XII
Restos de la
-t, -d de la
tercera
persona del
singular
VERBO
Partículas
lo >
vacilación
entre so soy,
do doy
Desaparece el
futuro con
metátesis:
por né
Acaba la
intercalación
de elementos
entre el pro­
nombre átono
v el verbo
I Haber
. Se va
I transitivo está
perdiendo la
en decadencia, metátesis del
y también ser
pronombre
como auxiliar r
.... ,_____ _
postpuesto:
de los tiempos , daldas por
compuestos
dadlas
Perdura la
i asimilación del
’ pronombre cu ,
poesía: amarle
, > amalle
Restos de
aqueste
-i- -
(lonjunt i, n i
Alternan e \
et con
predominio <
la .segunda
■
Siglo XIII
Siglo xv
1 >rlm>',li.mt
Este aqm >1
—1------------En la segunda i
mitad se
pierde la
i
alternancia
genérica
Perdura mió
Alternan qui
1 hasta la
■ v quien
segunda mitad r
Siglo XIV
Siglo XIX
Indefinidos
Se pierde
pora en 1284
A fines se
pierde y (allí)
v ó (dónde)
Fines: se
pierden suso,
yuso v ál
(todos
Se pierde do,
salvo en
poesía v en
estilo elevado
o arcaizante.
Predomina e
Perduran non
y nin
Predomina y.
aunque
quedan Ji’slos
ac e. Se
pierden non \
nin.
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
Así como el comentario lingüístico tiene una relativa tradición, el
comentario filológico durante muchos años se ciñó al magisterio oral
de D. Rafael Lapesa y sus discípulos. A él le debemos la metodología,
el amor por el comentario filológico y muchos de nuestros ejemplos.
Por ello no es de extrañar que muchos de los libros dedicados al tema
hayan sido realizados por sus discípulos, como el autor de este libro.
ARIZA, M., GARRIDO, J. y Torres NEBRERA, G., Comenlario lingüístico y lite­
rario de textos españoles, Madrid, Ed. Alhambra, 1981. Libro que, en
su parte filológica, se reproduce y amplía ahora.
Bustos, J. J.: «Comentario lingüístico de textos y análisis filológico.
Algunas precisiones metodológicas», en Homenaje al profesor Lapesa,
Murcia, Universidad, 1990, pp. 93-107. Presenta consideraciones
metodológicas claras y ajustadas
CANO, R., Aná/ñzsfilológico de textos, Madrid, Ed. Taurus, 1991. Espléndido
libro lleno de sabiduría. Imprescindible.
FRADEJAS Rueda, J. M.: Prácticas de Historia de la Lengua Española,
UXED, 1995. Libro pedagógico, pensado para los alumnos de esa
Universidad. Util.
MARCOS Marín, F., El comentario lingüístico, Madrid, Ed. Cátedra, 1977.
Libro imprescindible, muy completo y denso.
NARBONA, A. (coordinador), Textos hispánicos comentados, Córdoba,
Universidad, 1984. Libro con comentarios realizados sobre todo por
profesores de la Universidad de Córdoba, con interesantes puntos
de vista. Convendría citar, entre otros, los comentarios de textos
medievales llevados a cabo por F. Rivera, A. Narbona y F. Delgado.
W.AA., Comentario lingüístico de textos, Málaga, Universidad, 1997. Muy
buen libro con comentarios de todo tipo, de los que destacaremos:
a) J. Mondéjar, «Comentario filológico del Libro de los engaños», en
el que se sigue el sistema de análisis tradicional.
b) J. PERONA, «Comentario filológico de un texto histórico». Original
forma de enfocar el comentario filológico.
c) E. RlDRUEJO, «Un fragmento de prosa retórica renacentista». Muy
buen comentario.
VV.AA., Comentarios lingüísticos de textos, Universidad de Valladolid, 1979.
Libro de varios autores y de diverso contenido, muy útil, cuyo con­
tenido es el siguiente:
•I >
a) E. Alarlos, «Bases para el comentario diacronic <» . I i.u.i <l< Im.
problemas que se plantean en el comenlario de un le\i<» m<di< \ .il
b) C. HERNÁNDEZ, «Comentario morfológico v sinl/u ti< o ■ Se sigm
la tagmémica de Pike analizando un soneto de Gmigiii.i, \
«Comentario lingüístico de unidades supraoracionales -, < un l.i mr.m.i
orientación teórica.
c) F. MARCOS Marín, «Comentario morfológico v sintáctico de mi iesi< •
medieval». Magnífico ejemplo en la línea ya conocida de este .iiiim
d) A. Qltlis, «Dos comentarios fónicos». Trabajo pionem de e-,u
tipo de comentarios.
e) G. SALVADOR, «Comentario semántico de textos». Estudio míen
tador y muy ameno de un texto de Julián Marías.
f) R. Lapf.sa, «El sustantivo esencial en Jorge Guillen». No se ti.u.i
propiamente de un comentario, pero el lector puede sacat pio\<chosas conclusiones, aplicables a otros textos literarios.
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WARTBVRG, W. V.: Problemas y métodos de la lingüística, Madrid, 1951.
INTRODUCCIÓN
Abre este libro una serie dedicada al comentario filológico,
en la que se pretende profundizar en el análisis de texto de diver­
sas materias, épocas y estilos. ¿Qué se pretende con estos libros,
que ya gozan de una cierta tradición? Simplemente algo tan ele­
mental -pero no siempre fácil- como es enseñar. Son ejercicios
prácticos que van a explicar las características de autores, obras,
épocas, etc. Por ello se va a pretender, sobre todo, que sean didác­
ticos, claros, precisos.
Frecuentemente se ha dicho que los comentarios de texto son
un mero pretexto, en los que el texto es lo de menos. Ya veces
así os. Tampoco esto es malo, porque el texto, además de su
propia función comunicativa, puede ser -o servir de- un medio
con el que ejemplificar.
En nuestro libro, por ser el que abre la colección, vamos a
realizar una serie de comentarios un tanto diferentes de lo que
será la tónica general. En él estudiaremos aspectos generales que
pueden afectar a muchos textos y épocas.
Comenzaremos con uno «cronológico», en el que hace­
mos hincapié en la datación de varios textos. Le siguen dos
comentarios dedicados precisamente a los dos aspectos más
importantes de la evolución lingüística del español: Io) el
comentario fonético-fonológico y 2") el comentario morfosintáctico. En ellos pretendemos dar una síntesis de los principa­
les cambios en la historia evolutiva de nuestro sistema. El cuar­
to comentario es semántico-estilístico, y finalmente el último
pretende ser un comentario globalizador de lo dicho en los ante­
riores.
Insistimos en que con ellos no queremos decir que los comen­
tarios filológicos deban hacerse así. Su realización dependerá
de muchos factores, fundamentalmente para qué y para quién
se hace el comentario, etc. Por consiguiente se trata solo de ense­
ñar los fundamentos básicos del comentario filológico. Este deseo
8
EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS
didáctico hace, por otra parte,-que tenga que repetir, en ocasio­
nes, cosas dichas con anterioridad..
Hay que decir, finalmente, que estos comentarios tienen una
deuda con don Rafael Lapesa, nuestro maestro y de cuyo magis­
terio oral aprendimos a realizar comentarios filológicos.
Comentario I
DATACIÓN CRONOLÓGICA
1. Se ven entre ellos algunos sembrados, y mucho zumaque. Esta
es una planta (...)que nace sin cultivo, y también se cultiva en
varias partes: se eleva del suelo cosa de tres quartas, y su hoja es
parecida á la del olmo, aunque más chica, y áspera. Las varitas
que arroja, se cogen á su tiempo, y dcxándolas secar, se mue­
len.
2. E dixol ell infant: «Galiana, bien ueo que c de fazer lo que uos
queredes, pero sábelo Dios que a fuerza de mi, e prometouos
por ende que si me uos agora guisaredes como auedes dicho,
que yo uos lieue comigo pora Francia et uos tome por mugier».
Galiana quando estol ovo dezir, ouo ende grand plazcr, et touo
que serie uerdad, ca ella lo auie uisto en las estrellas que asi
auie de seer.
3. Por contraste con la radiación exterior, el zaguán parecía una
fresca tiniebla. En cambio, desde lo obscuro, el portal era una
pantalla de cinematógrafo, harta de luz y vagamente irreal.
Pasaban los labriegos por el camino, vestidos de calzón corto y
pañuelo a la soriana -cuerpos menudos y sarmentosos, teces
negras, dientes ebúrneos-.
4. Assy seva catando la donzella el donzel. El era grande et nenbrudo [sic] et muy bien tajado, et. cataua muy fermoso; et era
blanco, como flor de lis, et tan bien colorado que era marauilla;
los ojos avia verdes, las sobrecejas bienpuestas; cabellos de color
de oro; ancho era despaldas et delgado en la cinta. Et tanto se
pago Florencia del, que dixo: «Señor Ihcsu Christo, que fuestes
puesto en cruz por nuestro saluamiento, sy este donzel ouiese
en sy tanta de bondat como yo veo enel de beldat ct de paresqer,
sy conmigo casase, el libraría esta tierra ante de un año, en
guisa quel viejo Garsyr perdería y la cabeca».
5. Pues nosotros, por obedeceros y serviros, avernos hablado esta
mañana enlo que vos aveis querido, y muy cumplidamente os
avernos respondido a todo lo que nos aveis preguntado, cosa
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