Manuel Ariza El comentario filológico de textos I i 71 INTRODUCCIÓN Abre este libro una serie dedicada al comentario filológico, en la que se pretende profundizar en el análisis de texto de diver­ sas materias, épocas y estilos. ¿Qué se pretende con estos libros, que ya gozan de una cierta tradición? Simplemente algo tan ele­ mental -pero no siempre fácil- como es enseñar. Son ejercicios prácticos que van a explicar las características de autores, obras, épocas, etc. Por ello se va a pretender, sobre todo, que sean didác ­ ticos, claros, precisos. Frecuentemente se ha dicho que los comentarios de texto son un mero pretexto, en los que el texto es lo de menos. Y a veces así es. Tampoco esto es malo, porque el texto, además de su propia función comunicativa, puede ser -o servir de- un medio con el que ejemplificar. En nuestro libro, por ser el que abre la colección, vamos a realizar una serie de comentarios un tanto diferentes de lo (pie será la tónica general. En él estudiaremos aspectos generales (pie pueden afectar a muchos textos y épocas. Comenzaremos con uno «cronológico», en el que hace­ mos hincapié en la datación de varios textos. Le siguen dos comentarios dedicados precisamente a los dos aspectos más importantes de la evolución lingüística del español: 1") el comentario fonético-fonológico y 2~) el comentario morfosin táctico. En ellos pretendemos dar una síntesis de los principa les cambios en la historia evolutiva de nuestro sistema. El emirlo comentario es semántico-estilístico, y finalmente el último pretende ser un comentario globalizador de lo dicho en los ¡inte riores. Insistimos en que con ellos no queremos decir que los comen (arios filológicos deban hacerse así. Su realización depende) ¡i de muchos factores, fundamentalmente para qué y para quien si* hace el comentario, etc. Por consiguiente se trata solo de etisr na i los I nuda montos básicos del < ornen la rio biológico. Fsle deseo Ctmenlario 1 DATAGIÓN CRONOLÓGICA 1. Se ven entre ellos algunos sembrados, y mucho zumaque. Esta es una planta (...)que nace sin cultivo, y también se cultiva en varias partes: se eleva del suelo cosa de tres quartas, y su hoja es parecida á la del olmo, aunque más chica, y áspera. Las varitas que arroja, se cogen á su tiempo, y dexándolas secar, se mue­ len. 2. F, dixol ell infant: «Galiana, bien ueo que e de fazer lo que uos queredes, pero sábelo Dios que a fuerza de mi, e prometouos poi' ende que si me uos agora guisaredes como auedes dicho, que yo uos lieue comigo pora Francia ct uos tome por mugicr». Galiana quando estol ovo dezir, ouo ende grand plazer, et touo que serie uerdad, ca ella lo auie uisto en las estrellas que asi auie de seer. 8. Por contraste con la radiación exterior, el zaguán parecía una fresca tiniebla. En cambio, desde lo obscuro, el portal era una pantalla de cinematógrafo, harta de luz y vagamente irreal. Pasaban los labriegos por el camino, vestidos de calzón corto y pañuelo a la soriana -cuerpos menudos y sarmentosos, teces negras, dientes ebúrneos-. 4. Assy seya catando la donzella el donzel. El era grande et. nenbrudo [sic] et muy bien tajado, et cataua muy fermoso; ct era blanco, como flor de lis, et tan bien colorado que era marauilla; los ojos avia verdes, las sobrecejas bienpuestas; cabellos de color de oro; ancho era despaldas et delgado en la cinta. Et tanto se pago Florencia del, que dixo: «Señor Ihesu Christo, que fucstcs puesto en cruz por nuestro saluamiento, sy este donzel ouie.se en sy tanta de bondat como yo veo enel de beldat. et de parescer, sy conmigo casase, el libraría esta tierra ante de un año, en guisa quel viejo Garsyr perdería y la cabeca». 5. Pues nosotros, por obedeceros y serviros, avenios hablado esta mañana enio que vos aveis querido, y muy cumplidamente os avenios respondido a todo lo que nos aveis preguntado, cosa El. COMEN TARJO FILOLÓGICO DE TEXTOS 10 justa es que, siendo vos tan cortes y bien criado con todo el mundo como todos dizcn que sois, lo seáis también con noso­ tros, holgando que hablemos osla tarde en lo que mas nos contentara, respondiéndonos y satisfaziendonos a las pregun­ tas que os propornemos, como nosotros avernos hecho a las que vos aveis propuesto. 1. Introducción Una de las primeras y fundamentales tareas del filólogo es conocer a que época pertenece un texto. Por lo tanto lo que vamos a realizar aquí no es un comentario propiamente dicho, sino solo el estudio de los rasgos que nos pueden servir para esta­ blecer la datación de un texto. No es a veces labor fácil, pues muchos textos medievales se conservan en copias de otras épo­ cas, con lo que podemos encontrarnos -como veremos más ade­ lante- con datos cronológicos contradictorios. Conocer la cronología es, pues, el primer paso para realizar un comentario filológico. Para ayudar al lector, compilamos al final del libro unos cuadros con la datación de los principales fenómenos fonéticos y morfosintácticos. Cuestión básica es no confundir nunca grafías y sonidos. Por ejemplo: no se puede decir -y si se dice es un disparate- que la «f inicial se aspira en el siglo XVI». No. Lo que ocurre es un mero cambio de grafías. De la misma manera, no es de recibo afirmar que la «c pasa a / 0/», pues se está mezclando grafía y pronunciación. Suele ser habitual en textos editados incluso por filólogos una cierta «modernización» o «regularizado!)» de aquellos rasgos que no suelen ser considerados importantes o fundamentales, y que, por el contrario, dicen que favorecen la lectura. Ello es un gran inconveniente para el filólogo, pues oculta o falsifica datos impor­ tantes en la datación de textos. Así, suele ser habitual regulari­ zar los empleos de u y v, y de i e y siguiendo las normas acadé­ micas. El signo tironiano, tan frecuente en los textos medievales para representar la conjunción coordinante, suele ser transcrito como e, cuando lo más normal sería et hasta el siglo XIV inclu­ sive. Cabe decir lo mismo para los acentos, generalmente modernizados, etc., etc. Finalmente hemos de señalar que en ocasiones son los datos DATACIÓN CRONOÍ .Ó CICA 11 extralingüísticos los que nos pueden orientar sobre la cronolo­ gía de un texto. Si nos encontramos con un soneto, pongo por caso, sería aberrante decir que es un texto del siglo xiv. 2. Examen de cada texto Texto nq 1 No hay demasiados rasgos diferentes de los actuales. Citaremos quartás, dejándolas y las palabras con acentuación distinta de la actual también y á. Para datar, es necesario muchas veces no solo fijarnos en lo que hay, sino también en lo que no hay. Es decir, parece que no existe más vacilación gráfica que las citadas; lo que, en’prmdpíoTnoTpuéñTéTridicar que ya existen unas ciertas normas ortográficas modernas, entre ellas’ uña cierta normalizaciÓnLmeiitmflUZ7 ~ Efectivamente vemos que no hay f ni 55, que la labial sonora presenta unas grafías regularizadas -bimT^^en..,j?- según los usos actuales, que noTáay u por y ni ¿pía inversa. Todos estos rasgos gráficos -que nada tienen que ver con la fonética- nos hablan de que ya ha sido creada la Real Academia Española y que ya se han dictado normas ortográficas. No se puede decir que en el texto haya faltas de ortografía, pues eso sería observarlo con ojos acrónicos, lo que hay es una ortogra­ fía diversa de la actual. La no existencia do ¿¿ños dice que el texto debe ser postejriqrjLl7£6, fecha de la publicación del primer tomo del Dije donario desautoridades, en cuyo prólogo se dictan las pri­ meras normas académicas, suprimiendo la f y regularizando los empleos de b, u y v. La falta de acento gráfico en palabras sem­ brado, etc, nos habla de que ya ha aparecido la primera ortogra­ fía académica de 1741. La carencia de 55 nos lleva a la terqera_cclición de la ortografía, deJJ763. Por el contrario, el mantenimiento de la grafía qua -quartas- y de la grafía x para representar el fone­ ma /x./_-d^xdnd&- nos indica que eí texto es anterior a 1825, qué es cuando aparece la octava edición de laorto grafía acadé­ mica, en la que se suprimen estos usos. Las partículas ayo se, acentúan hagta;l'911. ~~~Según hemos observado, se tiene que datar el texto entre 1763 -no hay 55- y 1815 -pervivencia de qua y x (=/x/)-. En 12 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXT< >S consecuencia, el sistema fonológlco es el mismo que el de nues­ tros días. Se trata de un fragmento del inye de España de Antonio Ponz, de 1784. Texto n2 2 En un texto de estas características, es superfluo decir que la grafía quando nos indica que es anterior a 1815. Es evidente que es muy anterior a la Real Academia. Más aún: se trata de un texto claramente medieval (baste citar que la conjunción no es y o i, como sería normal si el texto fuese del siglo XVI o pos­ terior). Cuando se tienen bien aprendidos los datos cronológicos, la datación puede ser inmediata, pues hay rasgos caracterizadores de una determinada época. Eyyjy^£stro texto hay pérdida extrema de j-g final -infant-, que nos indica que es anterior a 1276, fecha de la composición del LibroMeM (Dehaya. Esfera, que es cuando desaparecen algunas de las vacilaciones primitivas. En consecuencia”' es un texto histórico anterior á”esa”fecfía, lo que nos permite afirmar que se trata de la Primera Crónica General, pues no hay texto j?omanee.de_ ÚP9_h.istórico hasta la época alfonJ?í,_salvo los Anales Toledanos, de corte mozárabe. Pero, como se trata de examinar todos los rasgos que nos pue\ dan indicar una determinada cronología, veamos pormenorizaA damente cada uno de ellos: £: podemos observar que alternan 1 as formas e_y ef este hecho nos podría indicar falsamente que estamos ante un escrito de la’ segunda mitad del siglo XIV, que es cuando alternan ambas for­ mas. Por ello con la conjunción hay que tener mucha precau­ ción. En principio podemos dedr que la formajes la que pre­ dominahasta el_siglf)_XIV inclusive, en el xy_cs^c la que tiene la supremacía, y a partir de pri^ÍBÍfís>^ljCULson y o £JBien entendido^ desde el Poema del Lid hay casos de ? o y, pero son raros; lo mismo cabe decir de e, Que todavía podemos encontrarla a principios del siglo XVI, sobre todo en textos notariales, tan con­ servadores siempre. « No sé si las e del texto pertenecen al manuscrito o son desa­ rrollo del editor, puesto que muchas veces el signo tiróniano de los manuscritos es transcritocómo ^MiTt<MoTK?oMT17~m’Smo, DA1ACIÓN CRONOLÓGICA 13 pues no es extraño, como digo, que puedan aparecer en toda la Edad Media. Para nuestra cronología nada añade, pue¿ djyos indicaría que esyinterior al siglo xv, lo que ya sabernos. ^/mL’Jdos rasgos tenemos que comentar: la grafía x y la pérdida de la vocal final e. La x puede representar a diversos jyoxtidos según qué época. Ya vimos que para el actual fonema /x/ llega hasta 1815, y hoy perdura en los cultismos, bien con "la~pronunciación [gs], bien con la de [s] -taxi, examen, exterior, etc.-. La grafía medieval conservóla Tátiña, que en los orígenes del español palatal izó dando el fonema /s/- Este fonema pala­ tal empezó a velarizarse en el siglo xvi, generalizándose la pro­ nunciación velar en el siglo xvit. Por lo tanto la forma dixo tuvo dos pronunciaciones: [díso] hastíTeLsiglo xvi, y [díxqj desde ese siglo hasta hoy. .. Taf cuanto a la perdida de la vocal final. Ya hemos dicho que hay pérdida extrema de W-d c? decir: aquella que se produce cuando va precedida dc^gimpo consonántico -como en infant- o por consonante que no sea n,s,r,l,d o la actual /6/ -poFAíjemplo en tnuc/Anueve)-. También sabemos que esta pérdida se produceMcdos siglos xi al xiti. Con posterioridad a 1276 la podemos encontrar en eHuí’) ^o^Te'Tuen Amor v en los Proverbios Morales de Scm Tob. ATíofífbmm la apócope de los pronombres átonos tiene diversa cronología. Hasta 1276 pueden aparecer apocopadas las formas átonas de los pronombres de primera y segunda persona -ni, i-, el reflexivo apocopado lo podemos encontrar todavía en eJ siglo xiv, y el de tercera per­ sona -1 - hasta bien entrado el siglo xv. En cuanto a grand no tiene relación con la pérdida extrema que hemos estudiado, pues se trata de una pérdida debida a su uso no plenamente tónico, es decir, cuando forma parte de un sintagma nominal. De ahí los dobletes entre grande y gran. Fijémonos que no solo se pierde la -e, sino también la -o (que suele mantenerse en el español), como ocurre en tanto y tan, santo y san. Por lo tanto grand puede aparecer hasta fines de la Edad Media. £ IzcóTiLo único que comentar es la grafía uco¿i. valor. con so­ nántico! Como también ha quedado dicho, esta grafía llega hasta eT"sigio xviii, concretamente hasta 1726. Desde la segunda ■» AJ AI 1 < ^--«1 mitad del siglo xiv empieza a alternar con la grafía y. Pese a lo clichoHiaVque tomar este dato con muchísima precaución. 14 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS pues suele ser habitual que los editores modernicen las formas medievales, y nos encontremos con textos del siglo XIII que solo presentan v. e. La hache latina dejó de aspirarse ya en el latín clásico, por lo que lógicamente nunca se ha aspirado en las lenguas roman­ ces. Hasta la ortografía académica, estas haches latinas pueden apa­ recer o no, dependiendo de la cultura y gusto de los escritores. fazer La f inicial se mantiene como grafía en las palabras que hoy tienen h hasta principios del siglo XVI. Se suelen poner como ejemplo do la diferencia las dos ediciones do La Celestina: en la primera edición, de 1499, predomina la grafía / mientras que en la edición de 1501 ya predomina absolutamente la gra­ fía h. Hay que resaltar que estamos hablando de grafías, pues otra cosa distinta es la pronunciación. Quiero decir que la / empezó a aspirarse, e incluso a perderse la aspirada, desde los orígenes del español -ya hay casos de pérdida en el siglo IX-, pero lo nor­ mal es que la grafía se mantenga. Lo que no quita que en la len­ gua literaria haya casos de h por f- desde el siglo XII, pero son los menos. Todavía en el Siglo de Oro podemos encontrar la f mantenida en la literatura «arcaizante» -libros de caballerías, tea­ tro en fabla- y en documentos notariales. Hasta la primera mitad del siglo XVII podemos encontrar h en palabras que hoy han mantenido la f -como halda o hebrero-. Caso distinto es la pronunciación. La pérdida de la aspiración ocurrió muy tempranamente en el norte de Castilla y fue avan­ zando lentamente hacia el sur a lo largo de la Edad Media. En <4 siglo xvi se extendía la pérdida desde Madrid al norte y se man­ tenía desde Toledo al sur. Por influjo del habla de la Corte la pér­ dida se fue extendiendo por la Meseta sur, y hoy la pronunciación aspirada está en franco retroceso por todas partes. No es posible saber si un escritor aspira o no, salvo en poesía, en donde la aspirada impide la sinalefa. Y esto no solo en la Edad Media o en el Siglo de Oro, sino en nuestros días. Solo por la época y la procedencia lo podemos intuir. Así sabemos que Garcilaso aspi­ raba y lo mismo debía ocurrir con Góngora, pero no Lope o Quevedo porque eran madrileños. Respecto a la z. En el llamado «sistema alfonsí» era la grafía que servía para representar el fonema dentoalveolar africado sonoro /%/-, la grafía que tenemos perdura hasta 1726, que es cuando la Real Academia fija el uso actual. Para explicar estas grafías y sus correspondientes pronunciaciones, tenemos que estu- 1 JATACIÓN CRONOLÓGICA 15 diarias juntas; así pues, veremos también las formas fuerza, dezir y plazer. La e o f era la grafía para el correlato sordo, es decir: /§/ Ambos procedían principalmente de ty, cy y c+e,i, que palatalizaron en latín vulgar y que en situación intervocálica se sonorizó; pasando ambos, el sordo y el sonoro, a dcntoalveolares en los orígenes del español. Dicho de otra manera: el fonema sonoro se daba sobre todo en situación intervocálica, y el sordo en situación no intervocálica. Esto que acabo de decir no es absolutamente cierto por cuanto que ty y cy pueden dar el resultado sordo en situación intervocálica - caso de coraron, etc. -y porque el sonoro puede aparecer también en situación posconsonántica- cuando procede de N,R+G+e,i -argilla > arzilla- La sonora puede también aparecer ocasionalmente en situación inicial, sobre todo en algunos ara­ bismos. En esquema: K+e,i-: centu > ciento /$/ (grafías ro f) /%/ (grafía z) Cons+K+e,i: vincere > vencer Cons+KY,TY: martiu > marco N o r+dy: verecundia > vergüenéa SK+e,i: miscere > mecer -K+e,i-: diccrc > dezir -ty,ky-: ericiu > erizo n o R+G+e,i: argilla > arzilla Estas dos grafías solo son válidas desde la época alfonsí, ya que antes todavía pueden encontrarse casos de «confusión» de grafías por cuanto estas todavía no estaban fijadas. Como es sabido, la fricatización, y el ensordecimiento de la sonora, empezó al menos en el siglo xv, pero tardó un siglo en generali­ zarse, lo que conocemos porque pueden aparecer grafías que no les corresponden. Es decir: formas como marzo, vergüenza, decir, etc. queredes: La /d/ intervocálica de las segundas personas del verbo se pierde en diferentes épocas según la vocal precedente fuera tónica o átona. Si la vocal era tónica -amádes- la /d/ se pierde a fines del siglo xiv, si era átona, la /d/ se pierde a fines del siglo xvi. La conservación -amades, quisaredes, acedes-, por tanto, nos indica que seguramente el texto es anterior a fines del siglo xiv, aun cuando la /d/ mantenida puede encontrarse incluso bien avanzado el siglo xv. 16 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS La pérdida de la ,/d/ hizo que quedasen en hiato las dos voca­ les, lo que propició que la forma amaes -que llega hasta fines del siglo XV- pudiese tener dos soluciones: bien la asimilación -amás- bien la disimilación y conversión en diptongo -amáisLa primera aparece desde el primer cuarto del siglo xv y, en la Península, desaparece a mediados del siglo XVI, aunque se man­ tiene en zonas de Hispanoamérica. La segunda, que fue la que predominó, ya la encontramos a mediados del siglo XV. sábelo: En esta palabra nos vamos a detener en el estudio de la ¿>. Hasta mediados del siglo XIV había en el español dos fone­ mas labiales sonoros: uno oclusivo /b/ y otro fricativo ,/b/. El primero procedía de la /p/ latina intervocálica, que se sonori­ zó, el segundo provenía de la /b/ o /u/ latinas. Esta oposición fonológica solo se daba en situación intervocálica, pues en inicial no existía y generalmente se mantenían las grafías etimológicas. Así es que una palabra como uerdad puede aparecer escrita como berdad sin que ello signifique nada, salvo que es anterior a la Real Academia. La grafía de la /b/ era b y la de la /b/ u o v -como ya vimos-. En nuestro texto encontramos /b/ en auedes, lieue, tono, etc. La distribución actual de b y v se debe a la fija­ ción ortográfica de la Real Academia en 1726, que generalmen­ te siguió un criterio ctimologizante, es decir, poner b cuando en latín había b y poner v cuando en latín había v. En consecuencia, examinemos las diferentes grafías de b y v y su cronología: A) situación inicial: (ueo, uerdad) ueo, uerdad: desde los orígenes hasta 1726 que es cuando la Real Academia suprime la grafía u con valor consonántico. veo, verdad: desde el siglo XIV, que es cuando aparece la gra­ fía v, hasta nuestros días. B) situación intervocálica: {sabe, auedes) sabe: desde los orígenes -porque procede de una /p/ latinahasta nuestros días, evidentemente save: desdo la segunda mitad del siglo XIV -porque la grafía «inapropiada» indica que se han confundido /b/ y /b/- hasta 1726. auer. desde los orígenes -porque procede de una /b/ lati­ na- hasta 1726 aver. desde el siglo XIV, que es cuando aparece la grafía v, hasta 1726. DATACIÓN CRONOLÓGICA 17 ha¿>é?r desde la segunda mitad del siglo XIV -porque la grafía «inapropiada» indica que se han confundido /b/ y /b/- hasta nuestros días. ende: Este adverbio no sobrepasó el siglo XV, aunque la locu­ ción por ende se emplea todavía con cierta vitalidad en el siglo XVI; aunque el Dic. de Autoridades no lo da como anticuado, ya Covarrubias certifica su desuso. Lope de Vega solo lo emplea en sus comedias en fabla. uos: Hay varios vos en el texto: «lo que uos queredes», «yo uos lieue», etc. Podemos simplificar diciendo que hay uno tóni­ co y otro átono. El átono pasó a os a fines del siglo XV. El tóni­ co tuvo un doble uso: A) como fórmula de tratamiento B) como pronombre tónico. Como fórmula de tratamiento fue muy usado hasta principios del siglo xvm y hoy perdura en amplias zonas de Hispanoamérica. Como pronombre tónico alterna con voso/ros desde el siglo XIII, pero no se pierde hasta el siglo XVI. Usted aparece en la lengua literaria a principios del siglo XVI, pero era tratamiento de gente de baja condición; no se generaliza hasta bien entrado el siglo XVIII. agora: Es la forma general en la Edad Media. Ahora aparece esporádicamente en esta época, pero no se generaliza hasta el siglo XVI, siglo en el que sigue apareciendo todavía la forma medie­ val. guisaredes: el significado primitivo era «preparar, arreglar, disponer», que llegó al siglo XVI. El significado actual aparece a fines del siglo xv. Tenía una /z/, fonema que se ensordeció en la segunda mitad del siglo XIV'. Así pues, había en la Edad Media dos alveolares sibilantes, una sorda /s/ y otra sonora /z/, opo­ sición que solo se daba en situación intervocálica. La sorda se escribía con ss -assi- y la sonora con s. La /s/ provenía de la /ss/ geminada latina y de RS, la sonora de /s/ latina intervocá­ lica y de NS. lieue: es la forma etimológica que perdura durante toda la Edad Media, la actual se debe a una palatalización de la l- pro­ ducida por la i del diptongo, que se generaliza a fines del siglo xv. comigo: Alternó con la forma actual hasta el siglo XVI. pora: Es preposición que deja de emplearse a fines del siglo XIII, sustituida por para, que ya aparece a mediados del mismo siglo. IB EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS mugier. Lo más frecuente es la forma sin diptongo muger. La g, como también la j representaba el fonema palatal fricativo sono­ ro /z/, que era el correlato del sordo /$/ (grafía x). /z/ se empe­ zó a ensordecer en el siglo XV, pero no se generalizó el ensor­ decimiento y su velarización hasta mediados del siglo XVI. ouo‘. La vocal incial es la etimológica, mientras que la u actual es analógica. Un aspecto importante es el empleo del verbo haber como transitivo -además de como auxiliar de las formas compuestas: auie visto-. En nuestro texto vemos la alternancia con tener —louo—. Esta alternancia dura durante toda la Edad Media, y sigue viva en el siglo XVJ. Hflóer indicaba la posesión incoativa, mientras que tener expresaba la posesión clurativa (es decir: tenía el significado de «retener», «mantener», «sostener»). Además haber solía ir con objeto directo abstracto, y tener con objeto direc­ to concreto. serié, los imperfectos y condicionales en ié son característicos de los siglos XII y XIII. Lo dicho no impide que pueda aparecer más tarde -Arcipreste de Hita-, pudiendo aparecer incluso en (‘1 siglo XVI -Santa Teresa, Valdés- y hoy se registra en Toledo y otras zonas de La Mancha. ca\ perdura durante toda la Edad Media; en el siglo XVI está anticuada. Texto n~ 3 Es evidente que es un texto actual. La ortografía es la actual, el léxico es también actual; pensemos en la aparición de cine­ matógrafo, que es palabra relevante, pues nos habla de que se trata de un texto del siglo XX y anterior a 1910, que es cuando, más o menos, se generaliza la palabra cine. La «moda» -el calzón cortó­ nos habla también de una época de principios del siglo XX. La palabra labriego es también interesante: su primera documenta­ ción es la del Dic. de Autoridades, mientras que «labrador» -ya en Berceo- no la registra. Entre ambas existe una diferencia semántica clara, pues la segunda se usa para designar al propie­ tario de tierras; de todas formas, es más general «campesino». Creo que «labriego» es voz culta. La que sin duda lo es es ebúr­ neo, latinismo crudo que ya aparece en el siglo XV y que a lo largo de la literatura han empleado siempre escritores cultos o, mejor, cultistas. Por la cronología y el estilo debe tratarse de un DATACIÓN CRONOLÓGICA 19 escritor de la generación del 98. Pertenece al libro Notas de Ortega y Gasset Texto n- 4 En este texto vamos a seguir un procedimiento distinto al empleado en el texto n‘! 2. En vez de ir palabra por palabra, vamos a agrupar los fenómenos por épocas. Es superíluo decir que es anterior al siglo XVHI, por lo que vamos a partir de los rasgos que nos acercan más a la fecha del texto. Es anterior al siglo XVI porque la /-no ha pasado a h- (grafía, no pronunciación); es anterior al último cuarto del siglo XV porque perdura la l final en sustantivos -bondal, beldat--, es ante­ rior al siglo xv porque la conjunción es el y porque aparece el adverbio y (ahí); es posterior al siglo XIII porque no hay perdi­ da extrema de -e final y porque el condicional no es en -ie -libra­ ría, perdería-. En consecuencia debe ser del siglo XIV. Veamos ahora si realmente existen rasgos que lo identifi­ quen como de esta época. En primer lugar tenemos la grafía v, que alterna con u, lo que nos habla de este siglo; por otra parte la forma casase nos dice que ya se han confundido ,/s/ y /z/, lo que ocurre en la segunda mitad del siglo XIV (Pertenece al libro Otas de Roma, de 1360, manuscrito de fines del siglo xiv). Puesto que esto os así, ya podemos examinar c interpretar las grafías del texto. Vayamos por haces de correlación. Las labiales El fonema /p/ —puesto, espaldas, etc.— no plantea ningún problema, siempre se ha escrito y pronunciado como en nues­ tros días. Ya hemos estudiado que había dos labiales sonoras, una oclusiva /b/ y otra fricativa /b/, procedentes respectivamente de ~/p/- v de -/b/~ o -/u/- latinas. Ambas las encontramos en sobre, cabellos, cabera, y en catana, marauilla, avía. Fijémonos que no he mencionado ninguna palabra que tenga estas grafías en inicial, ya que -como dijimos anteriormente -la oposición no se daba en esta situación y las grafías solían ser las latinas: bien, bondat, beldat, veo, viejo, verdes. Faltan por comentar nenbrudo, saluamientoy libraría. En el texto hemos puesto un [sic] junto a nembrudo para especificar que no se trata de una errata; es esta una palabra que conserva la /b/ latina que en este contexto fónico siempre fue oclusiva, como lo sigue siendo hoy. Respecto a las 20 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS nasales, la nasal implosiva podía escribirse con n o con m va que ambos fonemas se han neutralizado siempre en el español en esta situación. La n inicial es un caso claro de disimilación de nasales ~< MEMBRU—. Respecto a salvar, parece que al menos hasta el siglo Xiv lo normal era que tras l apareciera v. En cuanto a librar, la b puede deberse a semicultismo, pero seguramente la r influyó en su rea­ lización. El otro fonema labial /f/, lo encontramos en flor v/uestes, pues sabido es que la ,/f/ se mantiene seguida de líquida, de [w] v, a veces, de [j], En el caso de fermoso, la/es la grafía medieval que representaba el sonido aspirado [h]. Las dentales Nada especial hay que decir sobre los fonemas /t/ v ,/d/ en lo referente a la cronología, salvo en situación implosiva, como vemos en beldal y bondat. Esta t final es debida a lo que se ha lla­ mado aveces «ensordecimiento compensatorio» por la pérdida de la -e final. Realmente, lo que ocurría en la Edad Media es lo que sigue ocurriendo hoy en los casos en los que hav una -d final de palabra, que en muchas zonas de España tiende a pro­ nunciarse sorda. Es decir, se producía una neutralización, sien­ do la realización la de una dental más o menos ensordecida, lo que hacía que los escribas medievales pusiesen un /. Bien enten­ dido: no es una regla general; en cualquier momento podemos encontrar formas como bondad durante la Edad Media; solo empie­ zan a proliferar las formas con -d en la primera mitad del siglo xv, para generalizarse a finales del mismo siglo. Igualmente, lo mismo que hoy esta -d final puede realizarse como interdental e incluso perderse -[bondáG], [bondá]-, en oirás épocas del idioma se dieron ambas realizaciones. Hav va ejemplos de realización asibilada en Berceo -Afadnz-, pero ha debido ser siempre pronunciación bastante vulgar, por lo que nunca ha sido frecuente en la lengua escrita. La pérdida debió ser también relativamente frecuente en el habla al menos desde fines del siglo xv, sin embargo en la lengua literaria no aparece con relativa frecuencia hasta mediados del siglo XVI, siendo menor su empleo en el siglo XVII. Caso distinto es la dental final de los verbos. La -t final de las terceras personas del plural -amant- se pierde desde los oríge­ l )ATACIÓN CRONOLÓGICA 21 nes del español; la de las terceras personas del singular -amatperduró en el siglo X, quedando restos hasta el siglo XII. La -d final de los imperativos se pierde en el habla vulgar del siglo XV, es muy frecuente en la lengua literaria del XVI, y en el XVII vuel­ ve a ser vulgar. En las dentales existían también dos fonemas dentoalveolares /§/ y /?/. Ya vimos los orígenes de cada uno de ellos. Recordemos que sus grafías respectivas eran c o f y z. l)e la sorda tenemos, por ejemplo, cejas, cinta, de la sonora cruz. Algunas formas merecen un comentario: donzella tiene una sonora por­ que originariamente estaba en situación intervocálica -DOMNICI­ LLA-; cabec-a es uno de esos resultados «raros», puesto que siem­ pre ha tenido el fonema sordo. Se ha pensado en una geminación expresiva -*CAPITTIA-. Parescer es una forma culta -por el man­ tenimiento de la -5- que puede aparecer en cualquier momen­ to, pero, sobre todo, en el siglo XV. Las palatales Ningún problema tiene /s/ -ancho-. El fonema sonoro /i/ o ,/y/ lo encontramos en seya y yo. Por la fecha del texto quizá haya que pensar que todavía tenía la realización semivocal, pero cst.o es lo de menos. Además había dos palatales rehiladas /§/ y /z/, cuyas grafías eran, respectivamente xy go j: dixo, ojos, viejo, etc.. Al haz de las palatales pertenece también la /s/ apical española. Hasta mediados del siglo XIV había dos fonemas alve­ olares, el sordo /s/ y el sonoro /z/, solo pertinentes en situación intervocálica; la grafía del sordo lo encontramos en assy, el del sonoro en fermoso, guisa-, sin embargo las formas del imperfecto de subjuntivo casase y ouiese, que deberían tener el fonema sordo por venir de una geminada latina, los vemos representa­ dos con la 5 simple, que era la grafía del fonema sonoro; la con­ fusión de grafías nos indica que ha habido confusión de fone­ mas, es decir: que ya en la lengua del texto se ha perdido la diferenciación fonológica por haberse ensordecido /z/. Las velares y las demás consonantes no presentan problema par­ ticular en cuanto a la cronología. Morfosinlaxis Solo comentaremos aquellos rasgos que tengan interés cro­ nológico. >>>> EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS Scya: es el imperfecto de seyer, forma procedente de SEDERE, que tiene una palatal analógica con la formas verbales que tenían dy -sedeo, sedea-. Durante la Edad Media coexistieron formas procedentes de Sl.’M y de SEDERE, así en nuestro texto observamos soya y era; ahora bien, si nos fijamos, entre ambos hay una cierta diferenciación semántica: seya tiene el significado de «permane­ cía»; este valor durativo -perdurativo- es el que hizo que el verbo 5/7 .se empleara para indicar la atemporalidad en la atribución y rsú/r para la temporalidad. De ahí que hasta el siglo XVI el verbo serse utilizara en localizaciones que excluyen toda idea de cam­ bio -p. ej.: Zaragoza está en Aragón-, El verbo latino sedere sig­ nificaba «estar sentado», mientras que stare indicaba «estar de pie», la pérdida de sus valores semánticos propios y su utiliza< i ó n como copulativos debió producirse en el latín vulgar, aun < uando todavía en la Edad Media, hasta fines del siglo XIV, es posible encontrar ejemplos en los que sedero seyer conserva su significado originario -«sedien en los cavallos» (Poema del Cid)-. as formas seyer y seer desaparecen a fines del siglo XIV -lo I. mismo que el copulativo y¿zz¿7-. Por lo tanto a principios del siglo XV ya quedan solo estar y ser, lo que no quiere decir que tuvieran la misma distribución que la actual, que solo se consolida a lo largo del siglo XVII. Tuestes: es la forma etimológica de la segunda persona del plu­ ral del perfecto de indicativo. La i analógica con las segundas personas no se generalizó hasta fines del siglo XVII. Este adverbio procedente de HIC y de ibi se empleó hasta fines del siglo XIV, y perdura hoy en la y de hay. Ante (de un año): Durante la Edad Media e incluso durante el siglo XVI no existía la diferencia entre ante y antes1 , ambas for­ mas podían tener empleos de preposición y adverbio. Tanta de bondat: Es expresión que procede del genitivo par­ titivo latino; el cuantitativo está en función adjetiva. Esta cons­ trucción perduró hasta el siglo XV7I inclusive, y hoy todavía se oye en el habla vulgar -«una poca de agua»-. fuera rojo. Colorado significaba que tenía buenos colores, y tam­ bién «adornado, compuesto». Pasó a significar «rojo» en el siglo XV. (pinta: alternó con cintura en la Edad Media. Texto n- 5 Por lo que ya sabemos, es evidente que el texto tiene que ser del Siglo de Oro, ya que es anterior a la Real Academia porque no está fijada la ortografía -avernos, dizen, etc.- y es posterior a la Edad Media por la conjunción y y la h en vez de f- -holgando, hablemos, hecho-. Por lo tanto nos queda saber si el texto es del siglo XVI o del XVII. Avemíw: no nos aclara nada, pues aunque es mucho más fre­ cuente en el siglo XVI, no es rara en el siglo siguiente. Aveis: Tampoco es significativa, pues la -d- se perdió en la segunda mitad del siglo XIV al ir precedida de vocal tónica. Si se tratase de una vocal átona -amábades- sí sería significativo, pues, en este caso, la -d- se cae a fines del siglo XVI -si bien hay ejem­ plos aislados a fines del siglo XV-, aunque no se generaliza hasta la segunda mitad del siglo XVII. Os: no nos sirve, pues el medieval vos pasa a os a fines del siglo XV. Vos: si estuviera por «nosotros», sería significativo, pero aquí se trata del vos fórmula de tratamiento, tan frecuente, con diver­ sos valores, hasta el siglo XVII y en nuestros días en las zonas americanas con voseo. Aun así, el uso de vos entre personas del mismo rango social es típico del siglo XVI, pues en el XVII se empleaba para el tratamiento de inferiores y entre rústicos; más exactamente a fines del siglo XVI y primera mitad del XVII, ya que en la segunda mitad y hasta principios del XIX se emplea como fórmula de respeto. Propornemos: «propondremos». Tenemos aquí el futuro con metátesis, que era una de las soluciones al caerse la vocal átona: A) propondremos Léxico Catar, «mirar», es el significado usual durante la Edad Media, junto con el de «buscar», menos frecuente. El significa­ do actual, «probar», aparece en el siglo XVI. Colorado1. Es evidente que no se refiere a que el doncel 23 l)ATAC1ÓN CRONOLÓGICA proponer+emos > propon'remos > B) propornemos En A tenemos la aparición de la consonante de apoyo /d/, en B la metátesis. Estas formas alternaron durante toda la Edad 24 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS Media y el siglo XVI, desapareciendo las formas con metátesis en el siglo XVII. Por consiguiente, por el futuro con metátesis y por el empleo del vos, se trata de un texto del siglo XVI. Pertenece al Diálogo de la lengua de Juan de Val des. Visto lo cual, podríamos ver si deducimos algo del sistema fonológico. Hablamos, hecho, ¿la hache representa una aspirada o el cero fonético? Es imposible saberlo, pues en el siglo XVI depen­ de de la zona geográfica, e incluso de si es un texto de la primera mitad o de la segunda mitad. En la primera mitad del siglo XVI la pérdida de la aspiración llegaba a Madrid, mientras que de Toledo al sur se mantenía la aspirada. Cosa, dizen, satisfaciéndonos mantienen las grafías etimológicas, lo que no quiere decir que se pronunciaran como sonoras, pues ya vimos que la /z/ se perdió en el siglo XIV. Lo que es seguro es que las dentoalveolares eran ya fricativas. Comentario II COMENTARIO FONÉTICA-FONOLÓGICO «Pues que la missa fue dicha, ct seyendo ya el seguro de los fijos del conde don Vela por ell omenage quel fizieran, fuesse pora su esposa,' donna Sancha, et uiola, el fablo con ella quanto quiso a su sabor; et pues que ouicron fablado en uno buena piefa del dia, lauto se pagaron el uno dell otro et se amaron de luego, que so non podien partir nin despedirse uno do tro. Et dixo alli donna Sancha: «Inffante, mal fiziestes que non aduxiestes conuusco uuestras armas, ca non sabedes quien uos quiere bien nin qui mal». Respondiol el inffante et dixo; «Donna Sancha, yo nunqua fiz mal nin pesar a ningún omne del mundo, et non se quien fuesse aquel quien me quisiesse matar nin otromal fazer». Respondiol estonces donna Sancha que sabie ella que omnes auie en latierra quel quericn mal. El inffant Garfia, quando aquello ovo, pésol muy de coraron. En tod esto salie­ ron aquellos fijos del conde don Vela del palacio et fueron se pora la posada de Yennego Cela et ouieron y su consejo malo ct falso et de trayeion de como matassen al inffant; et dixo Yennego Uela: «Yo se en que guisa podremos mouer razón dond ayamos acha­ que por quel matemos. Alcemos un tablado en medio de la rúa, et Jos caualleros castellanos, como son omnes que se precian desto,querrán y uenir a assolazarse.et nos bolueremos estonces pelea con ellos sobrell alanzar, et matarlos emos a todos desta quisa». (Alfonso X, Primera Crónica General) 1. INTRODUCCIÓN En este comentario vamos a profundizar algo más en la fonética y fonología de un texto, aun cuando se va a hacer nece­ sario repetir algunos de los fenómenos ya vistos. No se trata de hacer un resumen de fonética histórica, por ello no vamos a hablar, por ejemplo, de la diptongación o de la sonorización de las consonantes sordas intervocálicas latinas, pues ambos fenó- 26 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS menos son anteriores a la época romance. Ello no quiere decir que no se pueda o deba hablar de estos u otros temas de foné­ tica histórica; depende de para qué o para quién hacemos el comentario, como decíamos en la introducción. Nosotros nos vamos a centrar en el proceso evolutivo del español. Antes de comenzar, podemos recordar los conocimientos adquiridos estableciendo la cronología del texto. Así es evidente que se trata de un texto medieval por la conservación de f -fizieran-, la conjunción et, etc. La perdida extrema de -e -inffantrnos habla de que debe ser anterior al último cuarto del siglo XIII. Como, por otra parte, no se nos han conservado textos lite­ rarios en prosa anteriores al siglo XIII, la datación del texto debe ser entre 1200 y 1276. Puesto que ya conocemos la cronología del texto, podemos examinar cuál era su estado lingüístico. Para ello seguiremos un criterio fonológico. Vocalismo El sistema fonológico de las vocales españoles se estableció en época prerromance, pues con la diptongación de las vocales abiertas tónicas q- del latín vulgar, y el consiguiente desdo­ blamiento vocálico que supuso, el sistema pasó a ser el actual: /i/ /e/ y u/ /oZ ^"/a/X Seguramente los alófonos vocálicos del español medieval eran ya los actuales, aunque no podemos estar seguros obviamente. En nuestro texto se han escapado a la regla de la diptonga­ ción las palabras omne, conde y donna, las tres con o abierta tóni­ ca latinovulgar. La. no diptongación seguramente se debe a la nasal trabante, que puede cerrar la vocal, pero, además, parece que hay que pensar en un uso átono de estas voces. En el caso de omne la palabra se usó en la Edad Media como pronombre indefinido, lo que propició la no diptongación; en el caso de dueña hemos de recordar que la lengua optó por elegir las for­ mas diptongadas para su uso nuclear -dueño/dueña- y las no diptongadas como fórmula de tratamiento -don/doña-. En cuanto al vocalismo final, ya hemos visto que existe la pérdida extrema de -e final, como era normal en la época. La 27 COMENTARIO FONÉTICO-FÍ)N( )LÓ( Jí(X) pérdida extrema de la vocal -es decir: cuando no iba seguida de N, R, S, L, D v la actual 0, si no formaban grupo consonánticocomenzó en el siglo XI y seguramente en este uso confluyeron por una parte una tendencia del español popular y el inílujo fran­ cés. Queremos decir que la persistencia de la apócope extrema en las serranas del Arcipreste de Hita confirma que se trataba de un hecho coloquial, con connotaciones seguramente vulga­ res, pero al mismo tiempo su proliferación en los textos de los siglos XI al XIII hay que atribuirlo a una moda gráfica de origen francés, moda que la cancillería de Fernando 111 desecha ya, a mediados del siglo XIII, pero que continuará todavía en obras lite­ rarias y en documentos notariales hasta el último cuarto del citado siglo (vid. Lapesa, 1951 y 1975, y D. Catalán 1971). Por la misma época y por los mismos motivos se produce tam­ bién la pérdida de la -e en los pronombres personales átonos —m', f, s', 1'-. m' y f desaparecen en el último cuarto del siglo XIII, cuando el español recompone la -e final; s' durará un siglo más, pues todavía se registra en el Arcipreste de Hita y en Scm Tob, y f llegará hasta el siglo XV. Las formas verbales del imperfecto y del condicional en -ía -tenía, amaría- tienden a deshacer el hiato en diptongo durante los siglos XII y XIII -tenié, amañé-, tendencia que en la literatura decae a fines del siglo XIII, pero que debió subsistir en el habla, no solo porque las siguen empleando el Arcipreste de Hita Sem Tob y otros textos del siglo XIV, sino porque todavía era la norma de Toledo durante el siglo XVI y pervive hoy en zonas de La Mancha. Consonantismo Puesto que sabemos ya que el texto es del siglo XIII, pode­ mos establecer es sistema fonológico de la época, dejando fuera las nasales y líquidas que no suponen ninguna variación: labiales /p/ — /b/ / f./ — ,/b/ dentales /1/ — /d/ /§/ — /?•/ palatales /«/ — /i/ ,As/ — /z/ /s/ — /z/ velares /k/ — /g/ (h) Recordemos también que este sistema fonológico empezó a cambiar en la segunda mitad, con la pérdida de la oposición entre ,/b/ y /b/, y con el ensordecimiento de /z/, con lo que el sis­ tema quedó así a fines del siglo XIV: EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS labiales /p/ — /b/ /f/ dentales /t/ - /d/ /§/ — /?/ palatales /s/ — /j/ /§/ — /z/ A/ velares /k/ — /g/ (h) (Entre paréntesis la aspirada tanto porque dudamos si era un fonema o un alófano, como porque se iba perdiendo pro­ gresivamente de norte a sur.) Con lo que el sistema seguía siendo bastante asimétrico, por lo que en el siglo XV, se produce al menos la fricatización de /§/ Y /%/, y quizá en ia segunda mitad comenzase también el ensordecimiento de /z/. Pero fue a lo largo del siglo XVI cuan­ do se extendió en ensordecimiento de /?/ y /z/, quedando por lo tanto el sistema de la siguiente manera: labiales / p/ — /'\sp /f/ dentales /t/ - /d/ /§/ palatales /s/ — /y/ /§/ /s/ velares /k/ — /g/ (h) Los tres fonemas sibilantes fricativos sordos corrían el peligro de confundirse, como ocurrió en andaluz con el seseo/ceceo, por lo que en castellano /§/ adelantó su articulación, haciéndose /0/, y /§/ retrasó la suya haciéndose /x/ en las zonas en las que se había perdido la aspirada procedente de F- y confun­ diéndose con la aspirada en las zonas en donde esta se mante­ nía. Este proceso, que empezó quizá a fines del siglo XV, no se generalizó hasta finales del siglo XVI - principios del XVII. Las grafías eran básicamente las mismas que las actuales salvo en lo siguientes casos: Labiales Había dos labiales sonoras que solo se diferenciaban fonoló­ gicamente en situación intervocálica: el fonema oclusivo /b/ pro­ cedía fundamentalmente de -p- latina intervocálica, evoluciona­ da en la época del reajuste en época visigoda; su grafía era b. El fonema aproximante /b/ procedía de /b/ y /u/ latina en la misma posición, y su grafía era u y posteriormente también v. Esta diferenciación solo era pertinente -repetimos- en situa­ ción intervocálica, puesto que en situación inicial o posteonsonántica se neutralizaba la citada oposición, siguiéndose, de forma general, las grafías latinas. COMENTARIO FONÉT1CO-FONOLÓGICO 29 Recordemos que esta oposición se pierde en la segunda mitad del siglo XIV, con lo que se pueden producir confusiones gráfi­ cas a partir de entonces. Según lo expuesto nos podemos encontrar con los siguien­ tes casos: 1. latín amabal > esp. a) amaua •— b) amaba 2. latín movere > esp. a) mouer — b) mober 3. latín supere > esp. a) sauer — b) saber Examinemos la cronología de cada forma. La forma amaua puede aparecer desde los orígenes del español hasta el siglo XVIII, puesto que es la grafía que le corresponde en el sistema medieval al venir de una b latina. La forma amaba llega hasta nuestros días, claro, y la podemos encon­ trar desde la segunda mitad del siglo XIV, puesto que nos indi­ ca que ya se ha perdido la distinción entre los dos fonemas labia­ les sonoros. Mouer es la grafía etimológica, por lo que aparecerá hasta el siglo XVIII. Su variante con v se da desde el siglo XIV hasta nues­ tro días. Mober podrá aparecer desde mediados del siglo XIV, pues­ to que nos indicaría que ha habido confusión fonológica, hasta el siglo xviii. Saber se da desde los orígenes, puesto que viene de una -platina, hasta nuestros días. Sauer puede aparecer desde la segun­ da mitad del siglo XIV -pues indica que ha habido confusiónhasta el siglo XVIII. En el texto tenemos ouieron, auie, mouer; eaualleros, por un lado, y, por otro, sabor, pablado, sable, sobre. Por contra, en posición inicial se suele respetar la grafía lati­ na: uenir, buena. Respecto a la grafía v nótese que en una oca­ sión aparece en situación inicial en la palabra Vela, lo que es normal en el siglo XIII. En lo referente a la f, ya sabemos que era la grafía tanto para /f/ -fue, falso- como para /h/ -fijos, fizieran, fablo-. Dentales Las dentó álveo lares africadas /§/ y /z/ se daban esencial­ mente la sorda en situación inicial y postconsonántica y la sono­ ra en situación intervocálica -aunque también posconsonántica 30 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS cuando provenía de N,R+G+e,i-, y sus grafías eran respectivamente c o y para la sorda y z para la sonora; como ya vimos, se con­ funde a lo largo del siglo XVI, por lo que las grafías que pode­ mos encontrar en un texto son las siguientes: 1. latín dicere > esp. a) dezir — b) decir 2. latín lancea > esp. a) lanza — b) lanya Dezir presenta la grafía que le corrsponde por su etimología, por lo que puede aparecer desde los orígenes hasta el siglo xvm, cuando la Real Academia fija las grafías actuales; con c nos indica confusión de fonemas, por lo que la podemos encon­ trar en textos desde el siglo XVI. Lanza nos presenta una grafía que no le corresponde etimo­ lógicamente, por lo que podrá encontrarse a partir del siglo XVI; langa es la forma que le corresponde etimológicamente, por lo que se registrará desde los orígenes hasta el siglo XVTII. En el texto tenemos /z/ -fizieran, razón- y /§/ -Gargia, alangar, alcemos, estonces-, el fonema sordo lo encontramos también en situación intervocálica: piega, coragon, palacio, tracción; en el pri­ mer caso el resultado sordo es el esperado por venir de una gemi­ nada latina (< PETELA), el segundo es una relativa anomalía, pues esporádicamente TY, ky intervocálicos pueden dar el resul­ tado sordo. Los dos últimos presentan el fonema sordo porque son cultismos, como nos muestra la terminación -cíón. /z/ -s- latina: quiso, -ns- latino: mesa (< mensa) -rs- latino: solo en las palabras suso y yuso En consecuencia, nos podemos encontrar las siguientes alternancias gráficas: 1. latín missa > esp. a) missa — b) misa 2. latín pensare > esp. a) pessar — b) pesar ARyóyz es forma que podemos encontrar desde los orígenes hasta el año 1763; misa nos indica confusión de fonemas, lo que hace que se pueda registrar desde mediados del siglo XIV. Pessar es también un ejemplo de confusión gráfica -y en consecuencia fonológica-, por lo que podrá darse del siglo xrv al siglo xvm en que se suprime la doble ese. Pesar es la grafía originaria, por lo que aparece desde el siglo X hasta nuestros días, obviamente. En el texto, además de los ejemplos ya aducidos, tenemos ,/z/ -esposa, pesar, posada- y /s/ -missa, matasse-. Las fricativas palatales La pareja ,/s/, /z/ procedían, respectivamente, de la KS latina y de la yod segunda latinovuigar -IY’, KL-. Sus grafías eran g, i o j para el fonema sonoro y x para el sordo. Por con­ siguiente podemos encontrarnos las siguientes alternancias grá­ ficas: 1. latín mullere > esp. a) mujer — b) muxer — c) muger Palatales Las grafías de /s/ y de /i/ no presentan ningún problema puesto que prontamente fijaron sus grafías. Examinemos las alter­ nancias gráficas posibles de las otras dos parejas de sibilantes: Las apicales alveolares La diferenciación entre /s/ y /z/ solo se daba en situación intervocálica. Ambos fonemas tenían el siguiente origen: /$/ COMENTARIO FONÉTICO-FONOI-ÓGICO s- latina: seguro cons. + s: conseio, -ss- latina: qui.siesse -rs- latino: osso (< ursu) 2. latín dixi > esp. a) dije — b) dixe La forma mujer puede ser de cualquier siglo, ya que es la grafía que le corresponde en la Edad Media por su origen y es ía que tiene hoy; por el contrario muxer solo puede darse a par­ tir del siglo XVI -porque es antietimológica- hasta el siglo XVTII. Muger se puede registrar desde los orígenes hasta el siglo XVIII. Dijo presenta una grafía que no le corresponde por su origen, luego es forma que se da desde el siglo XVI hasta nuestros días; Dixo tiene la grafía originaria, por lo que se registrará desde el siglo x hasta 1815. En el texto tenemos ,/s/ en dixo, aduxiestes y /z/ en omenage, fijos, conseio. De las velares nada especial hay que decir. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA en Seuilla, era y con el la Reyna doñaJuana, su muger, ct el infan­ te don Alfonso, su fijo, mió padre, que fue Rey, et el infante don Alfonso de Molina, su hermano, et lodos o los mas de sus fijos; et d[e]xolos e todos muy bien heredados, saluo a vuestro padre que era muy moyo. Et don Pero Lopes de Avala, que lo criaua, traxo el moco al Rey et pidiol por merced que se acor­ dase del. Et quando el llego estaua ya el Rey cerca de la muer­ te. Pero non pudiendo fablar si non a muy gran grant Cuerea dixol: «Fijo, vos sodes el postremer fijo que yo oue de la reyna doña Beatriz, que fue muy santa et muy buena mugicr, ct se que vos amaua mucho. Otrosí, pero non vos puedo dar heredad ninguna, mas douos la mi espada Lobera, que es cosa de muy grant v¡rtud ct con que me fizo Dios a mi mucho, et douos estas armas, que son señales de alas et de leones. Comentario III COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA «Agora, don lohan, pues esta fabla he fecho conbusco, el vos ydes luego para el Revno de Murcia en seruiyio de Dios et mió, quiero me espedir de uos et querer vos ya dar la mi ben­ dición; irías, mal pecado, non la puedo dar a vos nin a ninguno, ca ninguno non puede dar lo que non a; et lo vno por que a vos non faze mengua por que se que la avedes, et lo al por que la non puedo dar, por que la non be; por ende non vos faze men­ gua la mi bendición. Et por que lo sepades mejor, dezir vos he dos cosas: la primera, commo yo non he bendición nin la puedo dar; la segunda, commo la avedes vos et non vos faze men­ gua la mía. Yo non vos puedo dar bendición, que la non he, ante por mios pecados et por mios malos merecimientos que les vo fiz ove la su maldición; Et dio me la su maldición mió padre en su vida muchas vezes, seyendo biuo et sano, et diomcla quando se moría; otrosí mi madre, que es biua, diomcla muchas vegadas, et se que me la da agora, et bien creo por cierto que eso mismo fara a su muerte. Et avoque me quieran dar su ben­ dición non pudieran, ca ninguno del los non la heredo nin la ovo de su padre nin de su madre, (la el sancto Rey don Fcr[r]ando, mió abuelo, non dio su bendición al Rey, mió padre si non guardando el condiciones ciertas que el dixo, et el non guardo ninguna dellas, et por esso non ovo la su bendición. Otrosí la reyna, mi madre, cuydo que non ovo la bendiyqion de su padre, ca la desamaua mucho por la sospecha que ovo dolía de la muerte de la infanta doña Constanza, su hermana. El asi mío padre nin mi madre non avian bendición de los suyos nin la pue­ den dar a mi. Et yo fiz tales fechos por que merecí et oue la su maldición, ct por ende lo que yo non he non lo puedo dar a uos nin a ninguno. Et so bien cierto que la avedes vos conplida mente de vues­ tro padre eL de la vuestra madre, ca ellos heredáronla de los suyos. Et contar vos he commo la ovo vuestro padre del Rey don Eer[r]ando, nuestro abuelo. Quando el Rey don Fcr|r]ando fino 33 1. Nota preliminar Es obvio que se trata de un texto medieval; tampoco sería muy difícil llegar a la conclusión de que se trata de un texto del siglo XIV, como veremos. Pero la datación -como ya dijimos- preferi­ mos llevarla a cabo por el procedimiento inductivo. Nuestro estudio, repetimos una vez más, va a ser pancrónico, aunque lo sincrónico no se desarrolle con pormenor. Según lo expuesto en la introducción, en este texto sólo reali­ zaremos el estudio de las partes de la oración o clases de palabra. 2. 2.1. El sustantivo A7 nombre propio En el texto aparecen los siguientes: Ferrando, Sevilla, Juana, Alfonso, Alfonso de Molina, Pero Lopes de Ayala, Beatriz, Lobera, Dios. En principio, podemos hacer ya una división según la apli­ cación del nombre propio, en topónimos (Sevilla) y antropónimos (los demás), aunque la división no puede ser tajante, pues el trasvase es constante, como es constante la interferencia entre nombre propio y nombre común. Como principales características lingüísticas del nombre propio podemos citar: 1. Su mayor resistencia al desgaste fonético, es decir, la no evolución «normal» de sus étimos, y, como consecuencia, 34 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS 2. La conservación, en muchos casos, de formas y palabras «arcaizantes», o desechadas por el uso. 3. La pérdida del contenido semántico primitivo. 4. La conservación de lexemas procedentes de lenguas no lati­ nas (germanismos, arabismos, etc,). A veces, nos quedan restos fonéticos fósiles en la onomásti­ ca, como sucede con Dios, que procede del nominativo latino Deus, cuya evolución fonética coincidía con la del acusativo plu­ ral, por lo que se creó un plural antietimológico: dioses. El nombre común 2.2. En el estudio del nombre común podemos examinar distin­ tos aspectos: 1. 2. 3. 4. Su Su Su Su procedencia. evolución semántica distinta evolución fonética posible lexicalización. 1) En el texto, todos los sustantivos -salvo moco, de origen incierto- proceden del latín. Ahora bien, no todos los términos preceden, como es lógico, del latín clásico; así, abuelo es una forma derivada de la femenina latino-vulgar aviola > abuela, diminutiva de «t/m 'abuela'. 2) Importante en el estudio diacrónico del sustantivo es la evolución semántica que en él se ha producido en numerosas ocasiones. Según Ullmann (1967), son seis las principales cau­ sas que motivan el cambio semántico: lingüísticas, históricas, socia­ les, psicológicas, el influjo extranjero y la exigencia de un nuevo nombre. En nuestro texto nos encontramos con una palabra como infante que de significar «el que no habla», «el niño pequeño», pudo significar: a) el noble que todavía no ha heredado; b) el hijo de reyes; c) cierto tipo de soldado; d) niño pequeño. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA La primera acepción se da hasta el siglo Xll; la segunda, hasta nuestros días; la tercera es un italianismo del español, que entró en el siglo XVI; la cuarta se dio en los siglos Xll y XII1 y hov se conserva como cultismo o en derivados del mismo étimo: infan da, infantil, etc. 3) Como es sabido, las palabras pueden ser divididas, según sigan una evolución fonética normal o no, en populares, semicullas y cultas. Son scmicultismos las que siguen en parte -no totalmente» una evolución fonética normal, como codicia < cupiditia; son cul­ tismos las que prácticamente no han sufrido ninguna evolución (santificar, frente a la «popular» s¿mí¿gtí¿zr). En el texto, virtud es un semicultismo porque la i de la primera sílaba se ha conserva­ do como i. Otros cultismos en el texto son: servicio, bendición. Sí debemos hablar de las formas don, donna. Como se sabe, vienen de domin(us-a). La no diptongación de la o tónica está motivada por el uso enclítico de la palabra, lo que hizo que se descargase tonalmentc y pasase a pronunciarse como átona, mien­ tras que, cuando no estaba en enclisis, es decir, cuando no cons­ tituía una aposición unimembre, su evolución fonética fue nor­ mal: dueño. La no palatalización del grupo latino MN y la pérdida de la o final, se debió al uso átono del lexema. También hubo una diferenciación semántica: las formas átonas pasaron a ser lexemas indicadores de tratamiento de respeto, mientras que las tónicas mantuvieron su contenido semántico. Todas las palabras terminadas en -ción puede decirse que son cultas o semicultas: bendición, maldición, condición. 4) La lexicalización, mejor, la gramaticalización, se produce abundantemente en la historia de cualquier lengua. Las causas pueden ser múltiples e incluso tener un origen socio-religioso, como sucedió con el lexema latino mente. Para el cristiano, lo impor­ tante era no lo que se hacía sino con qué mentalidad se hacía. Por el continuo empleo del lexema mente, este perdió su contenido semántico pasando a ser un morfema de los adverbios de modo. 2.3. La aposición En numerosas ocasiones nos encontraremos en un texto con dos sustantivos, de los que el segundo expresa bien una expli­ cación o bien especificación del primero, unidos ambos sin pre­ posición, es decir, en aposición. 38 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS artículos, categoría que se engloba dentro de la de los actualizadores. Tanto el como un proceden de pronombres latinos en fun­ ción adjetiva, aunque la gramaticalización de el fue más tempra­ na que la de un. Un se desarrolló a fines de la Edad Media, sobre todo en plural. En la Edad Media su índice de aparición es del 15 por 100, mientras que en el Siglo de Oro es del 30 por 100, y hoy de un 40 por 100. Es más, hasta el siglo XI IT un no suele aparecer con preposición, dándose sobre todo su uso como objeto directo no preposicional. En el texto, el sujeto siempre aparece actualizado, como es habitual en español, ya que, a no ser en metalcnguaje, en pro­ verbios o cuando el sustantivo es abstracto de cualidad, acción o fenómeno, el sujeto en español va siempre actualizado. Como dice Lapesa, si el sujeto se refiere a seres animados, no va actua­ lizado cuando, pospuesto, se refiere a su concepto representati­ vo, a no ser que vaya en plural o con adjetivo, en cuyo caso puede referirse a seres concretos: entra frío llegaron soldados. No *llegó soldado Con predicado nominal es más frecuente la omisión del artí­ culo, puesto que no suele aparecer cuando el sustantivo se refie­ re a clase o categoría (es decir, cuando no es identificado!* sino clasificador): Juan es arquitecto Juan es el arquitecto de mi pueblo En el texto: fue rey es cosa son sennales Más complejo es el uso o ausencia de artículo ante objeto directo, entre otros motivos porque la alternancia puede ser sig­ nificativa: se puso gafas se puso las gafas Como regla general, se puede decir que hoy va sin actuali- COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA zador cuando el objeto directo no designa individuos, cuando se refiere a entidades no numerables (buscar rey, beber ceriT-.u) \ con verbos cuasi vacíos (tener miedo). En el fondo -como ya sucedía en la Edad Media-, la apaii ción o ausencia del artículo depende de la semasia del nomine en función del objeto. Cuando es un nombre abstracto, gene raímente no aparece el artículo; cuando es concreto, general mente lo lleva. En el texto vemos la alternancia descrita: dar heredad traxo el mofo al rey (abstracto, no numerable) (concreto, individualizado) Según Lapesa, el sustantivo término de preposición suele ir sin actualizado!’ cuando no se refiere a realidades concretas, como por ejemplo para expresar posesión, en indicaciones generales de tiempo, modo, etc. En el texto, con la preposición de hay alternancia: a) la ouo [...] del rey b) cerca de la muerte c) sennales de alas Cuando indica procedencia (a) en la Edad Media suele lle­ var preposición, como también cuando indica lugar (b), mien­ tras que para asunto y materia (c) suele predominar la ausencia de actualizado!'. Por suele ir sin artículo cuando equivale a seeundum (por merced). 5. LOS PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS Sólo encontramos cuatro pronombres demostrativos en el texto; dos de ellos en función de término secundario, o de adje­ tivo: esta fabla, estas armas, eso mismo y por esso. Se ha hablado constantemente de que presentan relaciones con las tres personas del verbo. Así, Bello dice que este denota cercanía del objeto a la primera persona; ese, cercanía del obje­ to a la segunda; aquel, distancia respecto de la primera y segun­ da personas. Por el contrario, F. Marcos cree que la referencia es sólo a la primera persona: este expresa cercanía a la primera persona; ese, un grado entre cercanía y lejanía; aquel expresa 40 El, COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS lejanía de la primera persona. Pero conviene precisar un poco el razonable argumento del profesor Marcos. 1) Guardan relación con la primera persona desde un punto de vista semántico; funcionalmente, la relación se establece con la tercera lo hizo por él él esteese aquel este ese aquel lo ha querido 2) Ese no expresa un grado entre este y aquel, como tradicionalmcnte se viene diciendo, sino que es el grado cero de la deixis temporal o espacial del demostrativo por conservar los valo­ res de identificación que poseía en latín : a esa chica la conozco yo no acepto esa broma Como se puso de manifiesto desde el comparativismo, existen lenguas románicas con dos o con tres términos en el sistema de los demostrativos. Conservan los tres términos Sicilia, Sur de Italia y la Península Ibérica. Ello ha dado lugar a que Cremona hable de un eje Norte-Sur en la Romanía, en donde las zonas meri­ dionales conservan los tres «grados» del demostrativo, correspon­ diente a las tres personas gramaticales del verbo, frente a las zonas septentrionales que poseen un sistema binario (francés, etc.). En el catalán actual se da un sistema bipolar (aqueix, aquest), pero en catalán antiguo había tres. Por el contrario, las gramá­ ticas normativas del italiano actual hablan de un sistema tripar­ tito: queslo, codesto, quello, pero, en realidad, se trata de una opo­ sición bimembre, ya que codesto tiene un uso muy restringido, casi literario. El demostrativo latino de «cercanía», hic, se perdió y sólo nos han quedado restos en formas gramaticalizadas: ahora, hoga­ ño, anoche. Ya en las Glosas Silenses hii es glosado por estos. Iste, demostrativo latino de 2a persona, sustituyó al desapare­ cido hic, cuya pérdida seguramente se debió a su poca consis­ tencia fonética. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 41 Este admitió una forma prefijada, paralela a la que vemos en aquel: aqueste, que se dio en todas las épocas del español medie­ val. A principios del siglo XVII, sólo se usaba en prosa muy ele­ vada o rústica. Quevcdo -en el Cuento de Cuentos- dice que es peor aqueste. Desde un punto de vista narrativo, este se suele usar para repro­ ducir palabras o aludir a ellas desde el punto de vista del autor. Ese proviene del indefinido ipse, de cuyo valor originario se conservan restos, como la forma sise (<se ipse) abundante durante el siglo XIII, dándose incluso algún caso en el siglo XIV. Con valor de identificador puede encontrarse hasta el Siglo de Oro en la forma neutra: «csso me da que me den ocho reales en senzillos que en una pie^a de a ocho» (Cervantes). El neutro, además, se usa para señalar situaciones, ideas, actos complejos, como por ejemplo: «me han dicho que haga tan y tal cosa, y eso es difícil». Esse, en el Cantar de Mió Cid se suele usar para objetos aleja­ dos; este, en cambio, tiene un valor más preciso. Los demostrati­ vos pudieron ser utilizados con el valor de artículo. Así, en la Biblia abundan los demostrativos por una traducción literal que representa con demostrativos latinos el artículo del texto grie­ go. El catalán ipse predomina con el valor de artículo hasta el siglo XII y hoy (es, sa) se da en la Costa Brava y Baleares. En los Documentos lingüísticos ipse predomina con relativos en función anafórica o c.atafórica: in ipsa villa quarn vocitant Pctrauzos En la épica son muy usados los demostrativos, no con valor de artículo -ya que pueden ir con nombres propios («este don Jerónimo», Cantar de Mió Cid, 704)-, sino con valor expresivo do varios tipos: - Deixis ad oculos: «Grado a Dios del cielo e aquel rey don Alfons» {Cid, 3435) (El rey está delante). - Acercamiento expresivo del juglar: «Dezir vos quiero nuevas de alleni partes del mar de aquel rey Yucef que en Marruecos está» {Cid, 1621). EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS 42 Hov ese puede también usarse con valor de evocación: «esa cosa magnífica de la noche», «esos viejos de los cuadros». La forma ellos puede tener valor de demostrativo en el siglo XIII: «ellos e ellos prisieron grandes dannos» (Alex., 303 d), y lo mismo dellos hasta Guevara. Del siglo XIII al XV es posible encontrar el demostrativo usado expletivamente: «Si orne quiere mover el dedo, conviene que mueva aque­ llos nervios que mueven aquel dedo» (D. Juan Manuel). Hoy la pérdida del valor deíctico ocurre con ese: «por esos mundos de Dios». Generalmente, el demostrativo va antepuesto al sustantivo. Sólo va pospuesto si al nombre le precede un artículo determi­ nado. En español antiguo es rara la posposición. Hoy tiene valor despectivo: «Vedes agora la frota esta comino sse perdió sin su danno» (Poema de Alfonso Onceno, 108 cd). Hoy: "el chico este" Aquel. Para explicar su etimología, Meyer Lübke piensa en un compuesto de atque + Ule. En Plauto existe el refuerzo con atque, pero sólo de y de is, no de ille. Sin embargo, Bourciez encontró un refuerzo de atque con Ule en Plauto (Captiis, 481). F. González Ollé (1977) piensa que, en este último caso, atque tiene un valor de conjunción, no de refuerzo. Otras propuestas para explicar aqueste, aquel, etc., son: Díaz: cruce de eccum y hanc. Menéndez Pidal: eccum + ille. D. Alonso: de %ccw. Lamíquiz: atque + eccum > accu. González Ollé: bien de a,tque eccum, o de atque + ille. Desecha la idea de eccum + ¿ZZc. COMENTARTO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 43 6. Posesivos Los posesivos, como los demostrativos, son pronombres cuya función puede ser la sustantiva o la adjetiva. Frente al demos­ trativo, el posesivo presenta una duplicidad de formas según vaya en posición átona (antepuesto al sustantivo) o posición tónica (pospuesto al sustantivo o como núcleo: este libro es mío, amigo mío). Cuando hablamos de tonicidad y atonicidad, nos referi­ mos al castellano con entonación no enfática, ya que en zonas dialectales, como el asturiano, es tónica y puede oírse, antepuesto, tónico en contexto enfáticos. No es un transcategorizador blanco), pero sí un actualizado!-. Morfológicamente tiene morfemas de número y de género, salvo el posesivo átono de un poseedor, que en el español moder­ no es invariable en el género. Sintaxis. Generalmente, los gramáticos hablan de que son adje­ tivos porque se pueden sustantivar (el mío, lo nuestro, los suyos). Salvador Fernández Ramírez los llama adjetivos personales por su característica realización como adjetivos frente a los persona­ les que se realizan como sustantivos Morfológicamente (y semánticamente) están muy vinculados a los personales: 1. mí - mi / nosotros-nuestros 2. tú - tu / vosotros-vuestros Mi significa «relación con al persona que habla», tu «con la que escucha», su con ninguna de las dos, a no ser que se trate de la segunda de respeto (su = de usted). Es abundante el uso pleonástico del posesivo: su señora de usted; generalmente, en ámbitos pseudocultos, incultos o rurales. Otros valores del posesivo son: el distributivo (casa con sus ven­ tanas llenas de macetas), el expresivo (tendrá sus cincuenta años), etc. 6.1. La diferenciación genérica de los posesivos existió en el castellano primitivo mase.: mió, fem.: mía míe mi to, so tua sua tue sue tu su (forma rara que se da en el Fuero de Navarra y en textos leoneses) 44 El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEN IOS Con todo, las formas tue, smc probablemente no sean otra <osa que diptongos de lo, so. Hoy la diferenciación genérica se mantiene sólo en el occi­ dente de Asturias y León. En el centro y oriente de Asturias se usan las masculinas con sustantivos de ambos géneros. Este uso del masculino con sustantivo femenino se da ya en las Glosas Silenses (so cosa) y en el Cantar de Mió Cid (sos nuevas, sos mañas]. Más raro es encontrar el posesivo de segunda persona (un ejem­ plo en Berceo). La diferenciación genérica se mantuvo hasta Alfonso X (Fernando el Santo todavía distingue, en Alfonso X predomina tu, su). En el texto, mió padre frente a su mugier, su fijo. De entre las formas merecen ser citadas tuyo, suyo, formadas por analogía con cuyo. Y la antigua aragonesa /urque se da hasta el siglo XIV (se encuentra en Berceo) y que pone de manifiesto, una vez más, la relación con los personales- demostrativos, ya que viene de illorum. La forma lor se encuentra en el Fuero de Aviles, sin duda por influjo franco-provenzal. Lures se encuentra ya en las Glosas Silenses, pero no se puede pensar -como quiere Menéndez Pidal- que se usase en el castellano primitivo. Se trata de un riojanismo, tan abundante en las Glosas. Para el posesivo de varios poseedores, ya el latín conocía una forma vosler (en vez de vester), formada por analogía con nostru. La lengua antigua y vulgar conoce una forma de reducción del grupo latino: nuesso, vuesso, de donde -como es sabido- se forma el pronombre personal de respeto usted (< vuesa merced). Según Germán de Granda (1986), en Hispanoamérica, al desmorfologizarsc vosotros (sustituido por ustedes) en el sistema de los pronombre personales, se ha producido la desmorfologización de vuestro, sustituido por de ustedes y, por analogía, nuestro es sustituido por de nosotros, con lo que su (- de ustedes de ellos) desaparece sustituido por de ellos. 6.2. Sintaxis - Tuyo, suyo se encuentran raramente antepuestos («los tuyos clamantes», Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos; «el tuyo descontento», Cervantes). - La estructura art. + sust. + posesivo es muy rara en los siglos XIJ y XIII: «la petición suya» (Berceo). No se da en COMEN TARJO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 45 el Cantar de Alio Cid, y en el Libro de Alexandre aparece sólo una vez. - La estructura este + su + posesivo se va desarrollando len­ tamente, no se da en el Cantar de Mío Cid, Libro de Apolonio ni Calila e Dimna. - Con artículo indeterminado, el posesivo antepuesto es normal en castellano antiguo y predomina hasta el siglo XVI; por el contrario, la posposición del posesivo no se encuentra en el Cantar de Alio Cid, Apolonio, Berceo, ni en el Alexandre. - Con indeterminados o numerales, el español medieval prefería la anteposición. En el siglo XVI, prácticamente predomina la posposición del posesivo. - Con tratamientos (señor, etc.), en los primeros siglos se prefiere la anteposición. Valdés dice que mi señores, menos cortés que señor mío. Queda, fosilizado, mi general. - Uso pleonástico: el posesivo de tercera persona, acom­ pañado de un genitivo posesivo: «En su boca de Celestina», «Alguna que fue su mugier de sus parien­ tes» (Fuero Juzgo). Es raro el uso pleonástico con la pri­ mera o la segunda persona. Hoy: «su señora de usted». - De mío, de tuyo, de suyo significan, en la Edad Media, «por mi parte»: «Si lo dixiese de mió seria de culpar» (Hita, 62a). La estructura adjetivo +pos. + sust. es rara: «Rendió a él la alma a muy grant su sabor» (Berceo). 6.3. A rtícu lo + posesivo En el Cantar de Alio Cid aparece en un 25 por .1.00 de ocasio­ nes; sobre todo se da en pasajes de intensa efectividad: «de los sos oios tan fuertemientre llorando». En Berceo se da en un 25-30 por 100. La principal causa pare­ ce ser la conveniencia métrica. En la Primera Crónica General varía por capítulos: en los párrafos narrativos escasea, aumenta en los fragmentos de carácter poético, retórico o afectivo. En don Juan Manuel escasea, pero se da en el episodio del cuervo y la raposa por motivos de expresividad (adulación). 46 EL COMENTARIO FU OLÓGICO DE TEXTOS En Juan Ruiz, como ha estudiado Lore Terracini (1951) su uso es expresivo. En El Corbacho escasea, y en el siglo xvi se da todavía en los lenguajes arcaizantes: romances, libros de caballerías, etc. (Para todo ello vid Lapesa 1981) El uso del artículo con posesivo hoy es usual en zonas leo­ nesas y aragonesas. Véase la alternancia en nuestro texto: «vues­ tro padre et la vuestra madre». 7. LOS PRONOMBRES PERSONALES En el estudio de los pronombre llamados personales, hemos de diferenciar los pronombres personales «sujeto» de los pro­ nombres personales «objeto», por cuanto su problemática es distinta. COMENTARIO DE MORFOSIN TAXIS HISTÓRICA habla/persona que escucha-, mientras que él presenta todavía los valores mostrativos que tenía en su origen; en tercer lugar, por­ que en plural los desarrollos semánticos son diferentes: Nosotros = Yo + otros Vosotros - tú + otros Ellos - él + él +■ él En cuarto lugar, porque yo y tú siempre hacen referencia a personas o elementos personificados, mientras que con el de tercera persona no siempre ocurre lo mismo, y, en el caso de ello, nunca. Sentadas estas bases, diremos que el uso del pronombre per­ sonal sujeto no es obligatorio en español -sí lo es en francés, inglés, etc.- cuando no hay un sujeto léxico, por lo que su aparición en español se debe a énfasis; es frecuente también con formas ver­ bales equívocas, etc. En el texto sólo aparece en tres ocasiones: 7.1. Pronombre personal sujeto Desde el punto de vista fonético, no presentan ningún pro­ blema. La forma latina ego evolucionó normalmente > eo > Meo > ío > ió > yo (ya en las Glosas Emilianenses). El Tu latino se con­ servó también, y el llamado pronombre de tercera persona evo­ lucionó también según las «tendencias» fonéticas: illa > ella > ela. Acabamos de decir que el pronombre de tercera persona es «llamado» así porque, aunque, en efecto, sintáctica y funcional­ mente corresponde con la tercera persona del verbo, desde el punto de vista semántico -y como ya sucedía en latín-, éZse opone tanto a yo como a tú. Por otra parte, en latín no era un pronombre personal sino un demostrativo. Intentaremos explicarnos en pocas palabras. Así como la tercera persona del verbo ha sido denominada la no persona, o definida como «la que no es ni la primera ni la segunda», en los pronombres personales la tercera se opone mor­ fológica y semánticamente a las otras dos: Yo -tú él En primer lugar, por cuanto él presenta moción genérica fren­ te a la ausencia de la misma en los otros dos; en segundo lugar, porque los dos primeros son identificadores -persona que 47 Cía ellos heredáronla Vos sodes el postremer rijo Que yo oue de la reyna En los tres casos son formas inequívocas y su aparición se debe, en el primer ejemplo, a la de señalar el valor deíctico, referencia], de los antecedentes, explícitos en la oración anterior; en el segundo ejemplo se trata claramente de una frase enun­ ciada enfáticamente, solemne, lo que -como dijimos- motiva frecuentemente la aparición del pronombre sujeto. Por lo que se refiere a la forma vos, era la más frecuente durante la Edad Media. Nosotros aparece por primera vez en el Libro de Alexandre, se propaga en la segunda mitad del siglo Xiv y principios del xv. En la segunda mitad de esta centuria predominan ya nosotros y vosotros, y en el XVI se dan casi con exclusividad estas formas, salvo como fórmula de respeto, como se puede ver en la primera frase del texto. 7.2. Pronombre personal objeto Tenemos que hacer dos grandes grupos: tónicos y átonos. 1) No son muy abundantes, por cuanto son expresiones de insistencia, de relieve, y su uso generalmente es redundante: 48 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS "me fizo Dios a mí mucho" No presentan especiales dificultades en su evolución fonéti­ ca: Mi < mihi y ti < tibi. Mibe se encuentra en las jarchas; es forma analógica con la segunda persona -Ubi-. Esta se encuen­ tra hasta el siglo xl Hasta finales del siglo XIV existieron las for­ mas preposicionales (analógicas a conmigo, contigo) connusco y convusco. En el texto, conbusco. 2) Más problemático es el estudio de las formas átonas, por cuanto -y una vez más- existe una notable diferencia entre las dos primeras personas, por un lado, y la tercera por otro. Me, te desempeñan, indistintamente, las funciones de objeto directo y objeto indirecto, mientras que en la torcera persona se ha con­ servado el único resto de flexión causal: dat.: illi > le, objeto indirecto ac.: illu, illa > lo, la, objeto directo Este resto casual latino ha sufrido distintos intentos de rea­ justes, bien por neutralización de la diferencia entre ley lo a favor de la primera (leísmo), bien por la rcacomodación al sistema de los demostrativos, pasando lo a pronombre neutro, según el siguiente esquema: este esta esto le la lo El estado de vacilación dura hoy día. Ahora bien, el leísmo (uso de le por lo o la) está mucho más extendido que el laísmo y que el loísmo, esto último de gran connotación vulgar (Lapesa y F. Marcos 1979). En el texto no hay ningún caso de leísmo, laísmo o loísmo: la ovo lo criaua la avedes heredáronla dcxolos pidiol = = = = = = objeto objeto objeto objeto objeto objeto directo directo directo directo directo indirecto Con respecto a esta última forma, diremos que los pronom­ bres apocopados presentan una diferente cronología: m'y /'desa­ parecen a fines del siglo XIII, s' llega al siglo XIV, mientras que í perdura hasta el siglo XV. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 49 En «vos amaua mucho», «contar vos he», «dovos», vemos la forma medieval del pronombre átono de segunda persona del plural, que se mantuvo hasta fines del siglo xv, en que pasó a os. 7.3. Colocación En el texto podemos observar una alternancia en la coloca­ ción del pronombre átono: antepuesto al verbo ca ellos heredáronla que la auedes vos que la criaua que vos arnava non vos puedo con que me fizo pospuesto et contar vos he et pidiol dixof mas dovos ct dovos Como podemos comprobar, el pronombre se pospone cuan­ do el verbo va precedido de pausa (como en dixol) o de et o mas (= pero). En ca ellos heredáronla de los suyos, la posposición es un ejemplo de que la «regla» a veces era transgredida. De todas formas, la alternancia llega, muy mitigada, hasta finales del siglo XVi. Se suele poner, para ejemplificarla, la siguiente frase cervantina: Rindióse Camila, Camila se rindió». 8. Las preposiciones 8.1. Las preposiciones son elementos lingüísticos de relación, indicadores de la función de un término respecto a un núcleo nominal o verbal: La casa de Pedro Quiero a María Esta relación se podía expresar en latín también con prepo­ siciones, pero, fundamentalmente, por medio de la flexión casual propia de la categoría nominal. Sin embargo, la flexión casual se perdió en el latín vulgar por distintos motivos: 1) Porque, dado el carácter polifuncional de los casos, cada vez se utilizaron más las preposiciones -sobre todo en la lengua 50 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS hablada- para aclarar o puntualizar el tipo de relación que un elemento oracional presentaba. 2) Porque, por las evoluciones fonéticas latí no vulgar es, se neu­ tralizaron muchas de las terminaciones, con lo que se borraba la diferenciación morfemálica casual. Así, con la pérdida de -5 y final y la indiferenciación -hasta cierto punto- de las vocales átonas en posición final de palabra, podían confluir fónicamen­ te -por ejemplo- el nominativo, el acusativo, el dativo y el abla­ tivo de la segunda declinación: Nom. Ac. Dat., abl. bonus > bonu > bono bonum > bonu > bono bono tf bono 3) También se ha hablado del influjo del latín de los cristia­ nos en el desarrollo de las preposiciones. 4) Incluso se ha dicho que el orden de palabras -más o menos fijo- hizo innecesario el sistema flexional latino, aunque lo más habitual es que se sostenga lo contrario, es decir, que la fijación del orden de palabras fue motivada por la pérdida de los casos latinos. Sea ello como fuere, la pérdida se produjo ya en la época prerromance y sólo han quedado restos funcionales -como hemos visto- en el pronombre átono de tercera persona. 8.2. Se ha dicho que las palabras, en su mayoría, vienen del acusativo, pero -como bien sostiene Gazdaru (1968)- más que de la supervivencia de un caso concreto hay que hablar de un sincretismo de los casos. Ello no excluye que nos queden restos lcxicalizados de pala­ bras provenientes de un determinado caso latino. Del nomina­ tivo tenemos en el texto Dios (< Deus), con la 5 final indicadora de su origen. En el texto también tenemos algunas palabras provenientes de ablativos latinos como luego (< loco) y agora (< hac hora). 8.3. El principal rival del dativo latino (Lapesa 1964) fue la construcción con ad más acusativo, que competía ya en latín con el dativo en complementos de dirección y finalidad. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 51 Además, muchos verbos podían llevar un complemento con ad más acusativo, como expresión de la dirección o de la inten­ ción, alternando con la construcción con dativo como objeto indi­ recto. Por estas alternancias, entro otras, el objeto indirecto, desde los orígenes, se expresó con la preposición a: non la puedo dar a vos non faze mengua a vos non dio su bendición al rey nin la puede dar a mí traxo el mofo al rey Por otra parte, el español diferenció, dentro de la función de objeto directo -que en latín iba en acusativo-, si este se refe­ ría a personas o cosas personificadas o no. Como es sabido, si el objeto directo es «personal» se antepone la preposición a, pero con muchas vacilaciones que indican que la diferenciación no es tan tajante o que el proceso lingüístico todavía hoy no está consumado. Estas vacilaciones eran aún más frecuentes en la Edad Media, donde es frecuente encontrar casos de objeto directo de persona, concreta y actualizada -como en el último párrafo copia­ do- sin preposición, frente a dexolos a todos Las teorías sobre el origen de esta preposición son bastante variadas: una de las más antiguas -y que ha sido de nuevo defendida por Pottier y Niculescu- sostenía que la preposición se originó por la necesidad de distinguir el sujeto del objeto, dado el orden libre de palabras. Así, en una frase como la que reco­ ge Lapesa: F.l león premió la cabera, a Mió Cid esperó (Cantar de Mió Cid, 3338) sólo la preposición nos indica que no es el Cid el sujeto de espe­ rar. Otros filólogos han pensado en razones gramaticales; así, Meier opina que el uso de la preposición tuvo su origen en la uniformidad do los pronombres átonos de primera y segunda persona (me, te), que son uniformes tanto para el objeto direc­ 52 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA en servicio de Dios la ouo de su padre to como para el objeto indirecto, mientras que en los tónicos se alternaba a mí = objeto indirecto mí = objeto directo espedir de vos para igualarse funcionalmente a los átonos, la preposición se extendió al pronombre tónico de objeto directo: uniformes me (obj. dir.) # me (obj. indir) # disformes uniformes mí (obj. dir.) > a mí (obj. dir.) a mí (obj. indir) > a mí (obj. indir) De ahí, entre otras causas, su uso se extendió al nombre pro­ pio y, posteriormente, al nombre común. Hoy se piensa que, en el desarrollo de la preposición a, intervinieron diferentes motivos: 1) La alternancia de las construcciones de doble acusativo con construcciones en las que el acusativo de persona fue susti­ tuido por dativo, el cual, a su vez, lo fue por ad + acusativo: pe tere aliquid aliquem > pe te re al i quid alicui > pe tere ali­ quid ad aliquem 2) La alternancia de muchos verbos latinos que podían construir su complemento, sin cambiar dé significado, bien en acusativo bien en dativo. 3) La uniformidad, ya citada, de los pronombres personales átonos de primera y segunda persona. 4) La forma lingüística interior del español que diferenció las categorías de persona/no persona (Ariza 1989), 8.4. El genitivo latino contendía ya en latín clásico con cons­ trucciones con de + ablativo en las determinaciones partitivas, de origen, materia, etc. De + ablativo suplantó también al geniti­ vo subjetivo, al de cualidad, al posesivo, al de cantidad, al de dura­ ción, al exclamativo, etc. Salvo algunos restos de formas apositi­ vas, como regla general podemos decir que el genitivo latino fue sustituido por de + ablativo; así en el texto: los más de sus fijos la bendición de su padre = (< genitivo partitivo) = (< genitivo posesivo) 53 = (< genitivo subjetivo) - (< complemento de origen en genitivo) = (< genitivo término de referen­ cia verbal) etc. De entre los restos casuales latinos, podríamos citar la expre­ sión mal pecado, proveniente de un ablativo de causa sin prepo­ sición, que ya en los textos medievales alternaba con construc­ ciones con por. Mal pecado como mal grado, etc., eran expresiones formularias en la Edad Media (Lapesa). 9. El verbo 9.1, En la evolución del latín al castellano, el verbo sufrió tam­ bién una profunda transformación. En primer lugar, las cuatro conjugaciones latinas se redujeron a tres por pérdida de la ter­ cera, con r, cuyos verbos pasaron bien a los de tema en -ere o a los de en -iré: scribere dicere mittere legere > > > > escribir decir meter leer Se han conservado las personas y los números, salvo en el imperativo, cuyas terceras personas desaparecen. Del imperativo también se perdieron las desinencias con matiz de futuro: ama­ lo, a,malote. Se perdieron también el futuro y el presente del participio, quedando sólo el participio de pasado. En lo que se refiere a los modos, tanto el indicativo como el subjuntivo sufrieron una profunda reestructuración. En el indicativo presentaba el latín la estructura temporal: presente imperfecto futuro infectum amo amabam amabo perfeclum amaui amaucram amauero Las formas de perfecto fueron desplazadas por formas peri­ frásticas, con lo que el presente del tema de perfecto -amaui- EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS 54 pasó a integrarse en la estructura temporal del infcctum de las formas simples (por decirlo así); el pluscuamperfecto -amaueram- luchó durante largo tiempo por mantenerse en el indi­ cativo y hoy amara perdura con valor de pluscuamperfecto en Asturias, en hablas más o menos afectadas y en zonas de Amé­ rica. En la Edad Media se encuentran numerosos casos de la forma -ra empleada con valor del pluscuamperfecto e incluso con valor de imperfecto de indicativo. El futuro latino fue sustituido por una perífrasis con haber. ;Por qué se perdieron las formas de futuros Hay muy diversas explicaciones. Según Wartburg (1951), se debió a razones de homonimia: 1) En legara y audiam, la primera persona coincidía con la del presente de subjuntivo. 2) La segunda persona de la segunda conjugación leges, por evolución fonética, confluía con legis (segunda persona presen­ te indicativo). 3) El futuro de la primera, amabit confluía, también, con el perfecto amauit: amabit > ainabit amauit > amabit Meyer Lübke (1926) piensa que el triunfo de las formas perifrásticas se debió a que predominaron las tendencias exis­ tentes en el lenguaje popular. Se ha hablado también de influjo del cristianismo (Coseriu 1967) y de razones puramente psicológicas: la sustitución del futu­ ro por una perífrasis con un verbo auxiliar en presente + el infi­ nitivo se debió a la «necesidad» psicológica de acercar el futuro; la pérdida, por tanto, se debería a las mismas causas que hoy hacen que el futuro, muy frecuentemente, sea sustituido por el presente o por una perífrasis en presente: mañana iré al cinc > mañana voy al cine /mañana voy a ir al cinc 9.2. Como ya hemos dicho, las formas del perfectum latino fue­ ron sustituidas por formas perifrásticas; ¿a qué se debió esta sus­ titución? La perífrasis con habere no era desconocida en latín. Ya COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA se da en Plauto para expresar la idea de una posesión en el pre­ sente: Multa bona bene... habemus. En muchas ocasiones el sujeto era el agente de la acción del participio, y, como consecuencia, la idea de posesión se debili­ taba. También en Plauto: illa omnia missa habeo (= he enviado) Con Cicerón la perífrasis se desarrolló grandemente y poco a poco se fue haciendo popular. En el siglo XI prácticamente es absoluto el triunfo de las formas perifrásticas. De todas maneras, el esquema temporal no estaba, en un prin­ cipio, tan fijado como en nuestros días. Durante toda la Edad Media, las formas compuestas podían tener el valor de las formas simples y viceversa. Veamos algunos ejemplos: a) Pretérito anterior x indefinido: De todo conducho bien los ouo bastidos (Cantar de Mió Cid) (= bien los abasteció). b) Indefinido x pretérito perfecto: Vos agora legastes, e nos viniemos anoch (Cantar de Mió Cid) (= habéis llegado). c) Indefinido x pretérito pluscuamperfecto: E tan grande fue el espanto que las más gentes tomaron por la muerte destos ornes que los moros mataron, que..., (Crónica de Alfonso Quinto) ( = habían matado). d) Pretérito perfecto x indefinido: Pabló Martín Antolinez, odredes lo que a dicho (Cantar de Mió Cid). Esta alternancia forma simple/forma compuesta decae en el siglo xv, aunque todavía quedan restos en el Siglo de Oro; así, en La vida es sueño, de Calderón, se lee: El cielo os ha enviado para haberme consolado (= para consolarme) Por lo ya dicho, hemos visto que la estructura latina cambió radicalmente: amo amaban amabo aman i amaueram -> -> desapareció sustituido por perífrasis, perdió sus valores de pretérito perfec­ to, de anterioridad inmediata. pasó al imperfecto de subjuntivo. 56 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS am avero se fundió con amarem y amaverim, dando origen al llamado «futuro de subjuntivo». Resumamos en un esquema: Latín Presente Imperfecto Indefinido Futuro Castellano Latín Infectum F. simples Perfectum amo > amo v amaui amabam > amaba amaueram amé amabo amar+he amaucro Castellano F. compuestas he amado había amado hube amado habré amado De seis, las formas temporales han pasado a ocho; mejor dicho, a diez, porque en el indicativo hay que incluir al llamado condicio­ nal o potencial, que no es más que el futuro de un pasado. Si el futuro del presente se forma con el presente del verbo haber (habeo > he) y el infinitivo, el futuro del pasado lógicamente se formará con el pasado del verbo haber (habebam > ía) y el infi­ nitivo. Por último, nos falta señalar que, en la Edad Media, alter­ naban en la formación de los «tiempos de anterioridad», de las formas compuestas del perfecto, los verbos ser y haber. Ser, como sucede en francés o italiano, era el auxiliar de los verbos intran­ sitivos y reflexivos, pero ya en el Cantar de Mió Cid aparece haber con reflexivos cuando el verbo era transitivo y el reflexivo era objeto directo; en el siglo xm haberes empleado con verbos intran­ sitivos y reflexivos, aunque con un uso minoritario. Poco a poco, se va generalizando el verbo haber corno auxiliar de los compuestos, y ya en el siglo xvi hay autores como Fray Luis de León que sólo emplean haber. En el siglo xvn quedan restos-Mariana, Fernández de Oviedo, etc.-, pero se puede decir que es un arcaísmo. En siglos posteriores se puede encontrar .wr en muchos autores periféricos -Torres Villarroel, Clarín, Valle Inclán-, por lo que hay que pensar que se trata de dialectalismos. 9.3. Por lo que se refiere al subjuntivo, el presente no plan­ tea ningún problema evolutivo. El pluscuamperfecto de subjun­ tivo amavisseya. aparece empleado en los siglos tii-iv con valor de imperfecto; su paso a las formas simples se debió en parte a la creación de las formas compuestas. COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA El llamado futuro de subjuntivo proviene de la conllueiu i a de amanero, amaverim y amarem, y alternaba para la expresión de la hipótesis con el imperfecto; cae en desuso a partir del Siglo de Oro, ya en el XVII está en franca decadencia. Otro de los elementos formales que se perdió fue la vo/ pasiva sintética (amor), sustituida por perífrasis con ser. 9.4. Nada hay que decir sobre la utilización de los tiempos en el texto; lo único, la separación de los elementos compo­ nen cial es del futuro y del potencial: querer vos ya dezir vos he contar vos he Esa separación llega hasta el siglo XVI. Sólo hay cuatro formas de subjuntivo en el texto: porque lo sepades aunque me dieran dar... non pudieran pidiol que se acordase. El primer ejemplo no tiene valor causal, sino final. Como suce­ de hoy, las oraciones finales van en infinitivo -cuando el sujeto es el mismo- o en subjuntivo. En el tercer ejemplo el subjuntivo es obligatorio por ir depen­ diendo de un verbo «de voluntad»; va en imperfecto por ir el verbo principal en pasado, como sucede también hoy. En el segundo ejemplo vemos una alternancia de presente de subjuntivo/imperfecto de subjuntivo en un contexto donde se neutralizan el pasado y el futuro, por cuanto su padre ha muerto y su madre está viva; así pues, hoy, referido al padre, tendría que haber utilizado el pluscuamperfecto. Podría tratarse de un error del copista o del redactor y pensar que nos encon­ tramos con la fórmula -RA-RA, ya que en el siglo XIV el imper­ fecto en -ra se introduce en la prótasis de las concesivas por la uniformidad rítmica do que habló García de Diego, pero es pre­ ferible pensar en una estructura presente-imperfecto -tal y como aparece en el texto- con una falta de correlación temporal que no es extraña en la Edad Media, y menos en este tipo de oraciones en donde la forma -RA sirve para indicar, sobre todo, la «irrealidad». 58 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS De morfología verbal señalamos el mantenimiento de la -den la forma verbal de segunda persona del plural, Esta -d- caía cuando iba precedida de vocal tónica a finales del siglo XIV; precedida de vocal átona -amávades-, se conserva hasta fines del XVI. La pérdida de la -d- puso en contacto dos vocales en hiato —amades > amaes-, que tuvo dos evoluciones: el cierre de la vocal final (> amais) o la asimilación de la vocal final a la átona (> amás), solución que ha perdurado, como es sabido, en zonas de Hispa­ noamérica. En acordase tenemos un ejemplo de ensordecimiento de la sibilante, ya que el imperfecto de subjuntivo, por venir de una -ss- latina, tenía que dar el resultado sordo, y por tanto escribir­ se con doble s. La s simple es la grafía de la 5 sonora. Se podría pensar en un error del copista, pero son numerosos los casos de confusión [s] / [z] ya en la segunda mitad del siglo XIV. La forma so por soy perdura hasta la primera mitad del siglo XVI. 9.5. Los llamados verbos auxiliares son en el texto ser y haber. En la Edad Media, el verbo ser ocupaba campos nociona­ les que hoy tendría estar. Ello se debía a que, en un principio, alternaban tres copulativos para la expresión de la «esencia-esta­ do»: yazer (estar tendido) sedere/esse (estar sentad o/ser) stare (estar de pie) De su significado primitivo, yazer pasó a utilizarse para indi­ car «algo que permanece», «que no cambia» y también «algo que se ve desde arriba»: «Miran Valencia como iaze la cibdad» (Cantar de Mió Cid). Seer, seyer conserva en parte su valor de duración junto con su significado originario: «Eljuvz... deue a dar la Sentencia seyendo c non estando (=de pie) nin andando» (Jacobo Ruiz el de las Leyes) COMENTARIO DE MORFOSINTAXIS HISTÓRICA 59 Tanto yazer como seyer se utilizaron hasta fines del siglo XIV. Por tanto, a principios del siglo xv sólo perduran ser y estar. Cstar, en un principio, se empleaba, sobre todo, para indicar «algo que puede cambiar» o «la temporalidad en la atribución», como todavía podemos apreciar en el siglo XVI en el famoso ejemplo de Luis Zapata: «Del loco dicen que está loco porque puede dejar de serlo, del necio que es necio porque no puede dejar de serlo» Ser solía utilizarse cuando el predicado era un sustantivo, un pronombre, un infinitivo o iba seguido de «de + sustantivo». Sin embargo, ya desde los orígenes alternan ser y estar en contextos semejantes. En el Cantar de Mió Cid: El señor que es en cielo Padre que en cielo estás Poco a poco, ¿storva ganando terreno y a fines del siglo XVIII la situación de estar/ser es ya la actual, pero todavía en el XVI domi­ na ser cuando, en una expresión de localización, se excluye la posibilidad de que pueda cambiar: «La iglesia de S. Lázaro que es bien cerca de la ciudad» (Pulgar). En el texto vemos, como es normal en la época, el predominio del verbo ser, aunque alternando con estar en contextos parecidos: era y con él estaua ya el rey cerca de la muerte Haber era empleado en la Edad Media como verbo transitivo y alternaba semánticamente con tener. Haber expresaba la pose­ sión incoativa y tenerla durativa. 7/aOcr solía emplearse con obje­ to directo abstracto y ícn<?rcon objeto directo concreto. En el siglo xv el verbo haber como transitivo está en franca decadencia, pero todavía se sigue usando durante el XVI. En el siglo XVII su uso es excepcional. 10. Conclusión Aun sin fijarnos en la fonética, podríamos fechar el texto entre­ sacando los datos significativos que hemos ido exponiendo. 60 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS No nos sirve para la datación el uso del verbo haber como tran­ sitivo, ni la forma adverbial agora que llega hasta el siglo XVII- ni el adverbio luego -con el valor de «al punto», «al instante»- por el mismo motivo, ni aZ (= otra cosa) que llega al siglo XVI, aun­ que ya en desuso prácticamente, Tiene que ser anterior a finales del siglo xv porque vos toda­ vía no ha pasado a os y por el uso de vegada (por vez\, no pare­ ce ser del XV por el frecuente empleo del posesivo precedido del artículo y porque todavía no se ha extendido la forma voso­ tros por vos. Es anterior a finales del siglo XIV por la existencia de seyer, conbusco y mió; posterior al último cuarto del XIII por la ausencia de formas apocopadas del pronombre personal átonas. Luego hay que datar el texto entre 1300 y 1380; el uso de v retrasaría la fecha hasta 1350. Comentario IV COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO Texto A: Garcilaso (h. 1533) En tanto que de rosa y d'acufena se muestra la color en vuestro gesto, y de vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena, y en tanto que el cabello, que en la vena del oro escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena; coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre. (Pomas castellanas completas, Ed. Castalia. Madrid, 1969) Texto B: Góngora (1582) Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido el Sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente al lilio bello; mientras a cada labio por cogello siguen más ojos que al clavel temprano y mientras triunfa con desdén lozano de el luciente cristal tu gentil cuello; goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente no sólo en plata o viola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. (Obras completas, Ed. Aguilar. Madrid, 1956) 62 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS 1.1. Tenemos dos sonetos que, por motivos que veremos, pertenecen a los siglos xvi-xvil. El tema es muy conocido y sus raíces y desarrollo en la literatura hispánica han sido objeto de un detenido estudio (González, de Escandón 1938), además de varios comentarios. Se pueden incluir dentro del tema del carpe diem, y su étimo está en el famoso epigrama atribuido a Ausonio «Collige, virgo, rosas...», de profunda tradición clási­ ca y de amplia trascendencia en la literatura del Siglo de Oro sobre todo, bien directamente, bien a través de Tasso -para el soneto de Garcilaso-. El tema ha sido estudiado lingüísticamente por A. García Berrio (1978), y de su análisis se desprende una serie de consi­ deraciones valiosas. Por supuesto que lo que vamos a desarrollar a continuación no nos sirve metodológicamente para aplicarlo a cualquier texto y que -hasta cierto punto- pertenece más a la crítica literaria que a la filología, poro un conocimiento profundo de la tipología de los sonetos amorosos nos será siempre de uti­ lidad, y el conocimiento de un método nos podrá servir siem­ pre de punto de arranque para otras tipologías lingüísticoliterarias. Según el profesor de la Universidad de Madrid, aunque en un principio los poemas del carpe diem puedan ser englobados dentro de los «sonetos amorosos de queja», tenemos que pensar que «no se trata [...] de poesía amorosa, sino de poesía moral» (oh. cit., p. 374). «En ellos la invitación vehemente no se refie­ re al goce vital, sino, antes al contrario, a la consideración de la fugacidad de la hermosura» pág. 275). 1.2. Ea estructura de los dos cuartetos es similar en ambos poemas: tanto en A como en B comienzan con un conector tem­ poral de idéntico contenido semántico: A/ en (anto que B/ mientras que se repetirá anafóricamente en A tres veces y en B cuatro (ver­ sos 1, 3 y 5 en A: 1, 3, 5 v 7 en B). En A, en el verso tercero, es clara la elipsis del conector temporal: «y [en tanto] que». Por tanto, hay una anáfora ad sensum. Esta repetición anafórica tiene su origen en Tasso (vid. García Berrio, ob. cit., pág. 376), en cuyo famoso soneto el mentre encabeza los versos 1, 3 y 5. Ya COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO 63 vemos, pues, una intensificación retórica mayor en A: la anáfo­ ra se ha ampliado. El contenido semántico del conector es, pues, si tu acio nal-tempo ral y la repetición anafórica no añade nin­ gún contenido semántico nuevo, sino que insiste en el tema de la belleza; es, por lo tanto, un pleonasmo semántico, una reite­ ración no progresiva o una coordinación totalizadora de la iso­ topía semántica «belleza». El primer terceto de A y B presenta también una relación semántica semejante. En ambos poemas hay un elemento impe­ rativo («coged», «goza») en el primer verso, seguido en el segundo verso de otro conector temporal: «antes que». La única diferencia estriba en el segundo terceto. Efectivamente, el sub­ juntivo temporal - con proyección de futuro, semánticamente(«cubra», «se vuelva»), y la oración que él engloba, abarca en A los versos 10-11 y en B 10-13. ¿Qué falta? Una reflexión final de lo dicho, de capital importancia, como veremos, aunque desde un punto de vista estructural su importancia es menor. Como dice el profesor García Berrio, «el modelo sin táctico-textual de Garcilaso, apoyada la situación próspera actual en los cuartetos, la vehemente exhortación epicúrea al comienzo de los tercetos y la situación de ruina centrada en el terceto final, se reprodu­ ce en el famosísimo y magistral soneto de Góngora Mientras por competir con tu cabello». 1.3. En su análisis tipológico, García Berrio establece un «bos­ quejo sintáctico macr o textual» de los sonetos del tema carpe diem, que articula «en torno a tres elementos básicos: modalidad de la predicación, índole de los conectores y distribución métricosin táctica». Reproducimos sus conclusiones: «a) Modalidad de la predicación Entendemos por modalidad de la predicación un criterio clasificatorio que afronte en el terreno de la sintaxis textual fenó­ menos equivalentes a lo que en sintaxis sentencial se suele dominar índole del predicado [...]. La incidencia de este criterio en los sonetos del carpe diem es decisiva. Es fundamentalmente el imperativo el elemento sintáclico-semántico decisivo en la estructura del texto |...|. Pese a que tales formas imperativas, o al menos con a ti vas, alternan obviamente, en cada texto, con secciones, incluso normalmente más extensas, de naturaleza expositivo-declarativas, su presencia siempre evidenciada [...] deter­ 64 El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS mina una forma de ordenación textual sintáctico-semántica muy peculiar y generalizada en los sonetos de esta clase.» «b) Indole de los conectores [...] Se observa con frecuencia la oposición de la red fija cronológica anterioridad (belleza con o sin simultaneidad de la amenaza de degradación), actualidad (gozo), posteridad (lamen­ tación/ degradación). La red de conectores que traduce y subraya dicho eje, sería: mientras, en tanto que... / goza, coge... /antes que, después.» (p. 428). «c) Distribución métrico-sintáclica La distribución estructural métrica de las estrofas refuerza, en términos inequívocos, la estructura semántica triple: ponde­ ración exhortación-arrepentimiento, paralela a la red cronológi­ ca antcrioridadactualidad-posterioridad, y al sistema sintáctico de los conectores [...]. La ponderación de la hermosura [...] encuen­ tra en el conjunto de los dos cuartetos el ámbito más idóneo para su expresión [...]. El primer terceto [...] constituye el ámbito de la exhortación imperativa y el segundo el de la amenaza de tar­ dío arrepentimiento.» (p. 430). 1.4. De lo expuesto por el profesor García Berrio discrepa­ mos en el eje ternario temporal anterioridad-actualidad-pos­ terioridad; no hay nada que indique «anterioridad», sino que lo que hay es un desarrollo temporal en eJ presente: presente con proyección al futuro coged-goza presente duralivo en tanto-mientras. Por tanto, sólo hay una actualidad con dos vertientes: la durativa y la c o nativa o, si se quiere, fáctica. Én el mismo sentido se manifiesta A. Carballo Picazo (1964). Ciertamente hay «anterioridad en antes de que, pero es induda­ ble su proyección hacia el futuro partiendo del presente: goza —> antes -ó (futuro). Sintáctica y semánticamente, el tema se desarrolla a-partir del imperativo, ya que el tema de la belleza, que estructuralmente «rodea» a la idea del «placer», está sintácticamente subordinado a él. COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO (> El esquema semántico lineal sería, por consiguienie: Eje temporal Presente Eje lineal Tienes belleza —> goza de ella —> antes de que s<acabe Ele semántico belleza goce (no belleza no goce) acabamiento Eje métrico cuartetos versos 10-11 A 10 B versos 11-11 bullirá 1.5. Veamos, por último y desde un punto de vista estructural, en qué difieren ambos sonetos. Para ello, se nos hace imprest i u dible un análisis de las isotopías del texto y de su desarrollo sin táctico. Tanto en Garcilaso como en Góngora hay dos isotopías con trales y tres marginales. Las centrales son la belleza física (i-1) v la belleza de los elementos de la naturaleza (i-2). Las marginales son: 1-) el receptor de la poesía (i-3) -la mujer en donde se asienta la belleza-; 2~) el emisor (i-4) -el poeta que se dirige a la mujer-, v, por último, la tercera es la isotopía del tiempo (i-5), que se va a desarrollar sobre todo en los tercetos. Las cuatro primeras se rela­ cionan progresivamente: poeta dama —D belleza —> naturaleza; la isotopía temporal recorre y enmarca las tres últimas. Llamamos isotopías marginales a aquellas que son el sopor­ te de la expresión de las isotopías centrales. En efecto, el poeta sólo aparece indirectamente en cuanto que los pronombres per­ sonales de segunda persona y el imperativo hacen relación al emi­ sor; la dama está también mencionada -claro está- en los pro­ nombres y en el imperativo. 1.6. Como generalmente sucede, las isotopías están interre­ lacionadas, entremezcladas, en los sucesivos sintagmas del texto. Por ejemplo, en mientras tu gentil cuello triunfa del luciente cristal tenemos: 66 El. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS mientras i-5a tú í-3- y 4gentil cuello i-F luciente cristal i-2a Dejando fuera de momento la isotopía temporal, es impor­ tante comprobar cómo, desde un punto de vista gramatical, en Góngora alternan las dos isotopías centrales en ¡a función del sujeto; - El sol relumbra en vano por competir con tu cabello ~ Tu blanca frente mira con desprecio al lilio bello i-2a i-1- — Más ojos que al clavel [...] siguen a cada labio i-F — Tu gentil cuello triunfa del luciente cristal i-F ¡gp En Garcilaso no existe esta alternancia entrecruzada, sino que la estructura de las tres frases temporales descriptivas son: i- F — i-2a / i-F — i-2a / i-2a — i-F Sin embargo, en Garcilaso están mucho mejor estructuradas las isotopías desde un punto de vista métrico. En el primer cuar­ teto presentan un orden envolvente; verso verso verso verso ls — 2Ü — 3° — 4° — isotopía isotopía isotopía isotopía 2a: F: F: 2 a: rosa y azucena color en vuestro gesto mirar ardiente, honesto enciende el corazón En el segundo, se trata de un orden alternante: verso verso verso verso 56a 78" — — — — isotopía isotopía isotopía isotopía Ia: 2a: F: 2a: el cabello oro-vuelo cuello blanco el viento COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO tientes a la isotopía belleza física, puesto que hay tina íusioii d<las dos; en Góngora, no. Es más, en Góngora hay una lajaiiir separación de las dos isotopías de belleza que hasta ciitoinvs <-a.i ban relacionadas, lo que lleva -y esto va a ser de capital impoi tancia- a que en el segundo terceto se manifiesten pronominal mente en coordinación tú (tu belleza) <-» ello (la belleza de la naturaleza) como elementos independientes, porque, en el fondo, lo han sido durante todo el poema. Veamos los tercetos con más detalle. En Garcilaso, en el primer terceto los lexemas son primavera, fruto, tiempo, nieve, cumbre. Ninguno de ellos había aparecido anteriormente y sólo me (a fóticamente presentan una relación con los semas de los cnai tetos. La unión léxica -además de la contextual metafórica- esta en el vuestra, es decir, en la referencia pronominal a la dama, lo que deja todo el sintagma en imagen sin llegar a metáfora. Por el contrario, el último terceto, generalizados es plenamente mola fórico v en él se recogen lexemas empleados anteriormente; raw/, viento, tiempo. Góngora, por el contrario, repite, en una enumeración citatrimembre, los elementos léxicos de la isotopía primera y do la segunda en el primer terceto. Gomo estos elementos no son más que partículas de un todo -la belleza-, Góngora no desa­ rrolla los lexemas pertenecientes a la primera isotopía con la misma ordenación que han tenido en los cuartetos: El orden en los cuartetos es: cabello, frente, labio, cuello. El orden en los tercetos es: cuello, cabello, labio, frente Sin embargo, sí repite la ordenación de los cuartetos en los lexemas de la segunda isoLopía: oro — lirio - clavel —cristal La razón es que estos cuatro elementos de la naturaleza, iden­ tificados metafóricamente con los de la belleza física a través del segundo verso del primer terceto (/héj, se van a fundir en dos en el verso siguiente: plata y viola 1.7. En lo que difieren fundamentalmente ambos poemas es en los tercetos. En Garcilaso desaparecen los lexemas pertcne- Se trata de un metal y una flor, pues, que se corresponden con oro y con lilio, en correspondencia con los campos semán­ 68 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DF, TEXTOS ticos de la segunda isotopía y como antítesis cromática de oro y de ¿ilio. Hay una fusión, una neutralización de las dos isotopías, Pero fijémonos en que hemos hablado hace poco de la iden­ tificación metafórica que se había producido en el primer ter­ cero (lo que fue oro ^cabello rubio, lilio = blanca frente, etc.), ahora Góngora los va a separar tajantemente por medio de dos pronombres: tú y ello ¿Por qué? Por un desdoblamiento de la realidad: los elemen­ tos que existían por sí y que eran objeto de comparación de la belle­ za física de la dama en los cuartetos han sufrido primero una neu­ tralización para inmediatamente volverse a separar: tú y ello. El verso final, que comentaremos más adelante, no es más que un resumen, una conclusión de lo expuesto en toda la estrofa. Este tipo de estructura -con un verso final que resume y concluye lo dicho en los demás versos- es típico de las com­ posiciones poéticas de finales del siglo xvi (Brown 1978). 1.8. Si entramos en el estudio detallado de los elementos de las dos isotopías principales, vemos cómo los temas en ambos poe­ mas son casi coincidentes: el cabello se compara con el oro, del cuello se alaba su blancura, de la cara se alaba el colorido. Difieren en que Garcilaso «describe» la mirada: Góngora, los labios. En Garcilaso se destaca el gesto, la cara, el color rojo de las mejillas y la blancura de la tez; en Góngora se habla sólo de la blancura de la frente, ejemplo claro de sinécdoque. Pero ahí acaban las coincidencias -no las actitudes-. Veamos primero las semejanzas: en ambos poemas hay una descripción de belleza ideal y un acercamiento de las cosas a su perfección: ello nos lleva claramente al Renacimiento, y a la corriente neoplatónica del mismo. La adjetivación es también renacentista, plena de adjetivos tópicos, de clisés, como veremos. ¿Quiere decir esto que ambos poemas pertenecen a la misma época? En abso­ luto, por cuanto que los tópicos renacentistas no se diluyen en el Barroco. En ambos también está la exaltación, el gozo de vivir, el afán de belleza por la belleza misma, el epicureismo, que son -como es sabido- rasgos constantes del Renacimiento. COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO 69 En ambos faltan las alusiones mitológicas, no hay un afán latinizante, con colocación del verbo al final de la frase, parti­ cipios de presente, latinismos léxicos o semánticos, recursos típi­ cos, por una parle, de la poesía latinizante del siglo xv y tam­ bién -con diferente elaboración, como es lógico- de la del Barroco. El único latinismo es humo, en Góngora, que no tiene nada que ver con fumus, sino que es una castellanización del humus latino. Entendiendo humo como proponemos, la progre­ sión gongorina hacia la nada es perfecta, mientras que con la lectura tradicional no, ya que el humo es menos denso que el polvo. Por lo dicho, son dos poemas que se pueden encuadrar, en principio, en el período más puro del Renacimiento español: el siglo xvi. Conociendo, como conocemos, a los autores de los sonetos, podemos ya establecer una cronología relativa. El soneto de Garcilaso debe de pertenecer a su segunda época -a partir de 1532-, por cuanto antes de su estancia en Nápoles no suele hablar de los rasgos físicos de la amada, no suele des­ cribir la naturaleza, y el mundo de los afectos suele ser expues­ to sin imágenes; la adjetivación en la primera época, además, no suele ser muy rica (Lapesa). El soneto de Góngora debe de pertenecer a la primera época gongorina (Lázaro Carrctcr 1961) por cuanto todavía en él hay -como hemos visto- un gran influjo del Renacimiento italiano. Como dice D. Alonso (1987), en estos sonetos juveniles «el léxico, la suntuosidad, el colorismo, el idealismo estético, el mundo perfecto, vienen de Italia». No nos debe, por tanto, extrañar que en el soneto deJ cor­ dobés no haya excesivos elementos «gongorinos», valga la redundancia. Pese a lo dicho, sí hay algún rasgo diferenciador importante que separa fundamentalmente ambos sonetos, como es la visión do la naturaleza. En Garcilaso, el color se muestra de rosa y azu­ cena, el viento «juega» con el cabello, la naturaleza se identifica con la belleza en el primer terceto. En Góngora los elementos compiten: El sol relumbra en vano por competir la frente mira con menosprecio el gentil cuello triunfa con desdén 70 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS La compenetración con la naturaleza es rasgo típicamente renacentista, la contraposición de la naturaleza es del Barroco (E. Orozco 1974). Hay ya también en el soneto de Góngora algún atisbo de sus fórmulas estilísticas preferidas. En el segundo terceto está inci­ piente la fórmula «no B sino A» estudiada por 1). Alonso: no sólo en plata [...] se vuelven, mas tú y ello [se vuelve! en tierra COMENTARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO Pero, sobre todo, son muy frecuentemente utilizadas en el Manierismo y llegan con bastante intensidad al Barroco. Son, pues, recursos poéticos desarrollados con mayor inten­ sidad -como hemos visto- en época postgarcilasiana, llegando a su máximo desarrollo con Góngora, en quien es constante la utilización de este recurso a lo largo de toda su producción lite­ raria. Se ha hablado de que las correlaciones gongorinas se pro­ yectan también en el último verso del soneto: Del mismo modo, la elisión del artículo en el sintagma «goza cuello, cabello...» es un preludio de la ausencia de actualizador que -como ha estudiado el profesor Lapesa (1977)- tan frecuentes en las obras gongorinas. 2.L Hablábamos líneas arriba de la expansión de las iso­ topías. Cada isotopía se desarrolla lingüísticamente a través de una serie de lexemas que no son más que un «conjunto de n nociones que tienen la peculiaridad de expresar cada uno una última diferencia de un mismo género común» (D. Alonso 1970). Es decir, lo que llama Dámaso Alonso pluralidad. Pluralidad existe en los versos 9, 11 y 14 del soneto de Góngora, y generalmente estas pluralidades tienen una estructura correlativa -en la terminología de Dámaso Alonso-. Dicho en terminología lingüística, la pluralidad estaría en el eje sintagmá­ tico u horizontal y la correlación en el paradigmático o ver­ tical. En el soneto de Góngora hay una pluralidad cuaternaria -como ya hemos indicado- que se corresponde con «una com­ plicada simetría cuaternaria determinada por cuatro términos de la realidad»: cabello frente labio cuello (Al) (A2) (A3) (A4) oro Iilio clavel cristal (Al) (A2) (A3) (A4) Estas correspondencias arrancan de la poesía petrarquista y se pueden rastrear también en el soneto de Garcilaso: ardiente enciende (Al) (Bl) honesto (A2) refrena (B2) 71 «El poeta usa otros cuatro términos (tierra, humo, polvo, sombra), términos de destrucción, de muerte, que contrapone a los de la luminosa vitalidad. Probablemente se corresponden aún, uno a uno con aquellos (tierra, desencanto del oro, humo, del blanco íilio, polvo, del clavel, sombra, del luminoso cristal). No ha querido el poeta, sin embargo, precisar; y así todos estos de desencanto, pueden referirse también a todos y cada uno» (D. Alonso). Modifica en parte Dámaso Alonso su opinión posteriormen­ te: "Tai correlación es sólo una apariencia, esos cuatro miem­ bros no son correlatos de A (1, 2, 3, 4), o de sus respectivas imá­ genes B (1, 2, 3, 4) porque cada uno de ellos puede aludir inde­ terminadamente a la destrucción de cualquiera de los términos A...». Con todo respeto, no creemos que la última pluralidad tenga nada que ver con las isotopías -las correlaciones- ante­ riores. La pluralidad de cinco miembros es rara en la poesía de Góngora. Así como la bimembre perdura a lo largo de toda su obra, la de más miembros pertenece, por regla general, a su época juvenil. 2.2. La explicación del último verso se encuadra dentro del carácter hiperbólico del poema gongorino. Efectivamente, no le basta al poeta cordobés decir que el cabello es oro bruñido, sino que insiste, hiperbólicamente, en su belleza, al continuar insistiendo en que «el sol relumbra en vano por competir con él». Lo mismo puede decirse del resto de las expresiones ence­ rradas en los cuartetos. Este climax hiperbólico es evidente tam­ bién en el último terceto y explica el último verso. No es sufi- 72 EL. COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEX TOS cíente con que el cabello-oro, etc., se vuelva plata, sino que la conversión llega hasta el aniquilamiento por la gradatio enume­ rativa del verso 14: tierra —> humus —> polvo —» sombra -» nada En todo caso, por lo tanto, es una «correlación hiperbólica» -o, si so quiere, «metafórica»- de la expresión poética del soneto. Hipérbole que, por otra parte, es uno de los elementos diferenciadores del soneto de Góngora respecto al de Garcilaso y uno de los signos demarcadores de su barroquismo incipiente. Como dice Orozco (1953): «En la estética del Barroco siempre habrá que destacar, en su arranque, la visión y sentido hiperbólico», o como dice Dámaso Alonso: «Góngora no quiere que ni una sola de las hermosuras que presenta admita términos de comparación». 2.3. Si la hipérbole era rasgo diferenciador entre ambos sone­ tos, como acabamos de ver, o tí o recurso estilístico de origen rena­ centista -imitador de la sintaxis literaria latina clásica-, el hipér­ baton, no es en estos poemas cualidad distanciadora, por cuanto que es más intenso en el poema de Garcilaso que en el de Góngora. En el poeta toledano: 1-2 9-1.0 de rosa y azucena se muestra Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto; y todo el segundo cuarteto. En Góngora sólo encontramos un caso de hipérbaton 7-8 8 triunfa con desdén lozano de el luciente cristal tu gentil cuello No se pueden considerar hipérbatos las anteposiciones de los sintagmas prepositivos «por competir...», «con menosprecio, «a cada labio», por cuanto son perfectamente posibles en la norma castellana. No tiene por qué sorprendernos este hecho. El hipérba­ ton abunda desde el siglo XV y en Garcilaso no suele ser infre­ cuente. Si el soneto de Góngora es parco en la utilización de este procedimiento latinizante, se debe, sobre todo, a la cro­ nología temprana del poema. Como bien ha señalado Dámaso Alonso (1985), las sátiras antieulteranas contra el hipérbaton COMEN TARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO 7'1 gongorino so deben más al abuso de su empleo que a su empleo en sí. No deja de ser significativo que el único ejemplo goiigoimo de hipérbaton en el texto sea la anteposición de un término con de. Recurso de dos de los modelos poéticos del escritor < <>i dobés (Garcilaso y Herrera): de su uso por Garcilaso Icnciix)1, constancia en el soneto que comentamos; de Herrera, sabemos por Dámaso Alonso que es uno de sus esquemas retóricos m.r. típicos. 3.1. La adjetivación en ambos sonetos presenta más o menos la misma frecuencia (doce adjetivos en Garcilaso, diez en Góngora). La abundancia de adjetivos en Garcilaso sería una muestra más -según Lapesa- de la pertenencia del soneto a la segunda época del poeta toledano. En los dos poemas alterna la anteposición del adjetivo con la postposición. Más importan te que la frecuente anteposición es el carácter epitético que mucho', de ellos tienen (Vid Sobejano 1979), que nos habla del influjo del neoplatonismo renacentista, tan típico del siglo XVI. «la visión platónica de una naturaleza perfecta -escribe el prole sor Lapesa- invitaba a destacar por medio de epítetos aquellas cualidades con las que seres y cosas respondían mejor a sus arquetipos». A herencia renacentista -y en concreto de Petrarca- se debe la utilización de dulce, que «entraña siempre una actitud afecti va de agrado, de placer espiritual por parte del poeta» (Sobejano, p. 219) También hermoso es adjetivo de elevada frecuencia en Garcilaso que se atribuye tanto al cuello como a la cumbre meta fórica. Al cuello, asimismo, se le confiere el atributo de la blan­ cura. Sobejano destaca la insistencia de Garcilaso en la blancu­ ra de los pero no es conveniente especificar; la blancura se atribuye generalmente a cualquier parte del cuerpo para indi­ car la belleza física ideal renacentista. Así, son blancas las manos, la cara, el cuello y, claro está, también los pies. Es tópi­ co que recoge Góngora (en el soneto Blanca frente'). Ninguno de los adjetivos empicados en el soneto de Garcilaso deja de repetirse con mayor o menor intensidad en sus obras: helado, airado, ardiente, etc., y lo mismo puede decirse de la adje­ tivación gongorina, puesto que -aunque, como hemos visto, exis­ ten en el poema bastantes expresiones garcilasianas- ya en soné- 74 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS lo de fecha tan temprana hay una serie de adjetivos de amplia utilización por el poeta cordobés como son bello, bruñido, y, sobre todo, luciente (vid. Sobejano). 3.2. Se ha hablado repetidamente del colorismo de la poesía barroca y de la gradual acentuación del color desde Garcilaso a Góngora, así como de la preferencia del primero por contrapo­ ner el color blanco al color rojo -como ocurre en el primer versocontraposición que no falta tampoco en el poeta cordobés, pero, como podemos comprobar, la intensificación cromática es mucho mayor en Góngora. En Garcilaso hay tres colores: blanco, amarillo y rosa desarro­ llados en los siguientes lexemas: blanco: azucena, blanco, nieve amarillo: oro rosa: rosa (dos veces) Total 6 En Góngora tenemos los mismos colores que en Garcilaso: blanco, amarillo, rojo -de mayor intensidad que el rosa de Garcilaso— más el negro, pero con una mayor intensidad léxica: blanco: blanca, lílio (2 veces), plata amarillo: oro (2 veces), sol, dorada rojo: labio, clavel (2 veces) negro: viola Total 12 ¡Nada menos que el doble número de lexemas notadores del color en Góngora! También se ha puesto de relieve cómo los colores gongorinos son siempre nítidos; de ahí la insistencia de los adjetivos como bruñido, luciente, etc., notación que en el texí.o tiene además una función de contraste evidente con las notaciones pictóricas gri­ ses, desdibujadas, no nítidas, de tierra, humo, polvo, sombra, del último verso. 3.3. Poco hay que señalar en lo que se refiere al léxico. No hay en ninguno de los dos poemas afán latinizante, salvo en algu­ na palabra aislada como en ardiente y luciente, participios de pre­ sente latino que se usaron ya en el siglo xv, o, en Góngora, cla­ vel, palabra para la que Corominas da la datación de 1555. El COMEN TARIO SEMÁNTICO ESTILÍSTICO 75 único latinismo crudo es humo, ya comentado; culto es el uso de viola con hiato. No debe extrañar esta ausencia de léxico culto. En primer lugar, porque Garcilaso no suele emplearlos; y en segun­ do, porque el soneto de Góngora es, por una parte, obra juve­ nil y, por otra, de inspiración garcilasiana, con un importante poso renacentista. Conclusión Hemos comparado dos sonetos de diferentes épocas con un tema común, c intentado marcar las semejanzas y diferencias desde un punto de vista lingüístico. Por ello, hemos obviado el problema de las fuentes y el de las variantes textuales. Tampoco hemos insistido en si hay que considerar el soneto de Góngora como manierista o barroco. Hemos dudado durante bastante tiempo si sería convenien­ te acabar nuestro trabajo con un resumen de la estilística de ambos autores, pero creemos que ello rebasaría los límites de nuestro comentario, y más cuando se trata de dos autores de sobra conocidos por el lector al que van dirigidos estos comen­ tarios. Por último, hay que decir que tampoco hemos hecho hinca­ pié en algunos fenómenos fonéticos o morfosin tac ticos margi­ nales al comentario en sí, como son: color femenino en Garcilaso o la asimilación ri. > LL (cogollo) en Góngora, la aspiración de -h en Garcilaso que impide la sinalefa (p. ej. úz hermosa, no hacer). COMENTARIO GENERAL 230 Comentario V COMENTARIO GENERAL 235 1. Texto 195 En Alexandija era Marja asi ssc mantcnje noche r dia. En Alesandrja es veujda, ahi mantenje aquesta vida. En tal hora hi fue entrada 200 que toda la villa fue mesclada; e tanta sangre lúe derramada, que toda la villa fue menguada. E las villas de enderredor todas eran en grant error. 205 De la beltat r de su figura, como dize la escriptura, ante que diga adelante, directos de su semblante. De aquell tiempo que ffue ella, 210 depues no nascio tan bella. Nin Reyna njn condessa non Mostos tal como esta. Redondas a aje las orejas, blanquas como leche douejas; 215 ojos negros z sobrecejas, alúa Cruente fasta las cernejas; la faz tenje colorada, como la rosa quando es granada; boca chiqua z por mesura, 220 muy fermosa la catadura; su cuello z su petrina, tal como lia flor deII espina; de sus tetiellas bien es sana: tales son como macana. 225 Bracos z cuerpo z todo lo al blanco es como cristal. En buena forma fue taiada; 240 245 250 255 260 njn era gorda njn muy delgada; nin era luenga nin corta, mas de mesura bona. De ssu beltat dexemos estar, que non uos lo podrja contar. Contar uos e de los sus vestimentes T de los sus guarnj montes; el peyor dia de la semana non vistió panyo de lana. Assaz prende oro z argento, bien sse viste a su talento; brial de xamit sse vistie, manto ermjnyo cobije; nunqua calyaua otras qapatas ssino de cordouan entre talladas, pintadas con oro z con plata, cuerdas de sseda con que las ata. Atanto era de buena entcnyion, que a todos tornaua razón, asi al loco como al ssage, todos la tienen por de paratge. Tanto era buena fablador r tanto hauje el cuerpo gencor, que vn fijo de emperador la prendrja por vxor. Los oinnes de la cibdat iodos la amauan por su beltat. Todos dizien «¡que domatge desta fembra de paratge! De todas cosas sseineia ssabida, ¿como passa tan mala vida? Bien dc.ue llorar esta mosquina juuenta por que nascio tan genta" 2. Comentario Podemos partir de dos situaciones iniciales; que conozcamos el autor, época, manuscritos(s) de un texto, o que lo ignoremos. Estos hechos van a condicionar el comienzo -y a veces el desa­ rrollo- del comentario. Si sabemos a prioi i que tenemos un texto de hacia 1215 en copia del siglo XIV, podemos empezar, sin más, examinando que rasgos son del poema original y que ha cam­ biado el copista del siglo XIV. Si además sabemos que es el poema de Santa María Egipciaca, el comentario puede estar condicio­ nado por nuestros conocimientos sobre el poema. 78 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS Pero nosotros hemos de partir de la base de que desconoce­ mos todos los datos relativos a la datación de la obra, y llegar a ello por medio de nuestro análisis. En los comentarios anteriores, estudiamos los rasgos que nos pueden servir para la cronología de un texto. Ahora bien, muchos textos medievales se nos han conservado en copias más o menos tardías, por lo que podemos encontrar rasgos contradictorios. Conviene, por lo tanto, examinar qué rasgos hay y dilucidar si se trata de un original o de una copia. Es lo que haremos en primer lugar, al examinar la fonética. 2.1. Fonética y fonología Nada más comenzar el texto vemos la alternancia entre las grafías A/^n^'a (195) y Alesandrja (197). Es evidente que no se puede hablar de una confusión de sibilantes entre /s/ y /s/, anó­ mala al español, y más en época tan temprana, por lo tanto, si no es confusión fonética, parece que debe tratarse de una confusión meramente gráfica, lo que nos hablaría de una época de vacilacio­ nes gráficas, en la que todavía no están «lijadas» las grafías de las nuevas palatales romances; lo que nos levaría a un periodo ante­ rior a la época alfonsí, aunque se puede argüir que en la transli­ teración de nombres propios extranjeros siempre ha habido una gran vacilación, que sigue dándose en nuestros días -recuérdese las vacilaciones en los nombres de políticos rusos-. La realidad es que la vacilación se debe a que ya existe en el original francés, como señaló M. Alvar. Prácticamente es la única vacilación gráfica importante, o, al menos, llamativa, del nuevo consonantismo romance, pues todas las demás grafías responden al llamado “sistema alfonsí”: /s/: passa, condessa, as.saz /z/: rosa, cosa, mesura Bien es cierto que encontramos un caso de confusión en el v. 247 asi, lo que nos llevaría hacia la segunda mitad del siglo xiv, que es cuando se produce la pérdida de la /z/. Recordemos que esta oposición solo se daba en situación inter­ vocálica, mientras que en inicial era siempre sorda, y, general­ mente se escribía con una sola ese, pero, en ocasiones -como vemos en el texto- pueden aparecer dos eses, sin que esta vaci­ lación gráfica signifique nada, puesto que la oposición sorda sono­ ra solo es pertinente en situación intervocálica, como decimos. COMENTARIO GENERAL 7'J No hay confusión en mesdada, pues la /s/ es etimológica. Tani bién las dentó alveolares están bien representadas: /§/: ¿Jrapzs-, macanas, etc. /%/: dize, razón Las dos palabras con soluciones sordas que hemos reproduc ido pueden dar lugar a equivocaciones, pues los estudiantes se apren den que la sorda se da en situación no intervocálica y la sonora cu situación intervocálica; en consecuencia, al ver bracos v macanas pueden pensar que están ante un caso de confusión de sibilantes, lo que es un grave error, pues -que sepamos- la confusión de las dentoalveolares no se produce como muy pronto hasta el siglo \\. Si no se está seguro, lo mejor es decir algo como «la grafía de la sorda en situación intervocálica puede explicarse por varios mo tivos», que no compromete a nada, y que además es verdad, pues puede deberse a: a) vacilación «prcalfonsina», b) cultismo: evidentemente las pa ­ labras cultas no sufren el proceso normal de sonorización, etc. el una geminada latina -que es el caso de macana (< matiana) o de braco-, d) grupos con ty o cy que, a veces, y sin que se sepa bien por qué, han dado soluciones sordas. En cuanto a las palatales tenemos / S/-‘ noche, leche / i /: pey or /s/: dexemos / 7./: taiada, ojos, orejas, ouejas Además hay una serie de palabras que tienen la grafía g para indicar /z/: sage, gencor, genta. Como veremos, son barbarisrnos, generalmente galicismos -aunque también aparecen en algunos cultismos- y, más raramente, en alguna palabra patrimonial como muger. Rarísimas son las grafías palatales tg: paratge, domalge. No son grafías propias del español; en la Península solo son propias del catalán y, por su influjo -además del occitánico-, pueden aparecer también en textos aragoneses medievales. Aunque la grafía suele representar un fonema africado, aquí es mero influjo gráfico sin más. Otra grafía anómala, extraña al español, es la de ny -panyopara representar la palatal /n/propia del catalán y del aragonés. Ante este hecho, ya sabemos algo que deberemos tener en cuenta: hay un cierto influjo oriental. 80 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS Finalmente las labiales suelen estar también representadas según el sistema alfonsí: /b/: cobrie, sabida /b/: calcaua, auie Casso distinto es el de b/v inicial y poseonsonántica, en donde la diferenciación fonológica entre Ja tensa y la floja nunca existió. Luego en alúa (216) no podemos decir que ha habido confusión entre las dos labiales sonoras. Sí es importante señalar que las uves del texto, generalmente en situación inicial, deben ser del copista, ya que la grafía uve no suele aparecer en textos del XIII. Como suele ser normal en toda la Edad Media la F- se con­ serva; aveces puede aparecer una doble ff sin ningún valor (como el de la doble ss~). La hache no tiene ningún valor fonético. Los escribas medievales las ponen cuando quieren, incluso en pala­ bras que en latín no la tenían. Una vez que hemos examinado las grafías que pueden afec­ tar al sistema fonológico, veamos los demás rasgos gráficos y foné­ ticos. COMENTARIO GENERAL 81 XIII -al menos hasta 1276-; por lo tanto estas vocales finales han sido reconstruidas por el copista. Consonantismo Además de lo examinado anteriormente, vemos que la den­ tal final se ha ensordecido, al menos gráficamente, en beltal, cibdal, grant, lo que es normal hasta fines del siglo XV. En bellal se ha conservado la t interna sin sonorizar, forma que alternó con beldad durante los siglos XIII y XIV (en el xv se impone belleza}. Por último, la y etimológica de peyor es anómala en español; es forma aragonesa. Lo mismo que también nos hablan de aragonesismo las formas como hlanquas, boqua, chiqua. Por lo que hemos visto, aparentemente hay datos cronológi­ cos contradictorios, pues, por un lado hay formas de imperfec­ to y condicional en -ie, típicas de los siglos XII y XIII, y, por otro, elementos que nos llevan al XIV como son las uves y la no exis­ tencia de pérdida extrema de la -e final. Además hemos obser­ vado algunos rasgos aragoneses, en consecuencia estamos ante un poema del siglo XIII, copiado por un aragonés en el siglo xiv. Vboz/ísmo Aparte de la vacilación de las átonas, que no tiene una cro­ nología determinada, encontramos que se mantiene el diptongo en telieUas y fruente. Por el contrario, no la hay en bona. En el pri­ mer caso, el diptongo en el diminutivo es lo normal en el siglo XIII, en el s. xiv hay ya algunos ejemplos de -illo, que se generali­ za en el último tercio del siglo XIV, aun cuando quedan restos de -iello en el habla rústica de algunos escritores del siglo XV. El caso do fruente es distinto, pues lo que hay es la conocida reducción de WE en contacto con labial más líquida, que en esta palabra so produce a fines del siglo XV, en otras es antes y en otras después. Bona es forma extraña al español. Fijémonos que está en un verso deturpado, en rima asonántica con corta. Podríamos con­ siderar que es uno de los rasgos occitánicos o catalanes del poema. Podemos comprobar que las formas del imperfecto y condi­ cional alternan en -ía/-ié, lo que es frecuente hasta fines del siglo X1II; se podría pensar también que las formas en -ía son del copista. Finalmente hemos de fijarnos en algo que no hay: pérdida extrema de -e, lo que no es corriente que ocurra en textos del 2.2. Morfosintaxis ■ Los auxiliares De la misma manera que el sistema fonológico del español actual tiene su origen mediato en los cambios producidos en el Siglo de Oro, la morfosintaxis actual del español arranca de la misma época, en la que se eliminan algunos fenómenos medie­ vales. Quizá el más importante cambio estructural sea el de los verbos auxiliares, tanto en su uso nuclear como en el morfemático. Tanto haber como ser podían, en la Edad Media, ser tanto elementos de composición de formas verbales temporales como verbos nucleares. Hoy haber ha quedado reducido a verbo morfemático, salvo en expresiones impersonales -hay, había, etc.-. Efectivamente, durante la Edad Media el verbo haber podía tener un uso transitivo para expresar la posesión incoativa, opo­ niéndose semánticamente al verbo tener, que servía para señalar la posesión durativa; es decir: con el significado de «retener, man­ tener, sostener, etc». Por lo tanto, el sistema era semejante al que sigue vigente en otras lenguas románicas, como el francés o el italiano. 82 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS Por otra parte, el verbo haber solía ir con. objeto directo abs­ tracto, mientras que tener lo hacía con objeto directo concreto. Esta es lógicamente la situación que encontramos en el texto. Haber aparece en los versos 213 y 250: «auie redondas las orejas», «tanto hauje el cuerpo gen^or». Tener lo vemos en el verso 248: «la tienen por de paratge», en donde el verbo tiene el significa­ do de «considerar, juzgar». La única excepción a esta regla la tene­ mos en el verso 218: «la faz tenje colorada». Fijémonos en que esta frase tiene la misma estructura que la de los versos 213 y 250: verbo + obj. dir. + predicativo. ¿Por qué esta alternancia? Lo «normal» hubiera sido que apareciera el verbo haber, como en los otros casos. Se puede decir que esta diferenciación no era tajan­ te, y de ahí, que pueda aparecer en nuestro texto. Y es verdad. En nuestro caso, además, parece que el verbo tenje es una mala interpretación del original francés tenre «suave». ¿Cuándo y por qué se produce la pérdida de esta oposición? Poco a poco el verbo tener fue ocupando los valores que tenía haber, mejor dicho: poco a poco el verbo tener tue usándo­ se sin sus valores durativos, con lo que ocupaba el espacio semán­ tico de haber. A fines del siglo XV el uso transitivo del verbo haber está en decadencia, pero se siguió manteniendo con bastante fre­ cuencia hasta fines del siglo XVI. A la pérdida de los valores pro­ pios de tener ayudó la existencia de compuestos que especifica­ ban los diversos valores de tener, es decir: «mantener, sostener, retener», etc. El verbo haber alternaba también con el verbo ser como ele­ mento auxiliar, morfemático, de las formas compuestas. Ser solía ir con verbos intransitivos y reflexivos, haber con transitivos. En nuestro texto solo tenemos ejemplos de ser. v. 197: «En Alesandrja es venida». También en este caso nos encontramos con la misma alternancia que hoy perdura en francés y en italiano. La perdida de la alternancia arranca desde los orígenes. Ya en el Cid hay ejemplos de haber con verbos intransitivos. Seguramente uno de los factores que incidieron poderosamente en la pérdi­ da del verbo ser es la confusión que se daba, al poder interpre­ tarse la estructura SER + participio, bien como forma compuesta activa bien como pasiva, veamos lo que sucede en los versos 199203: «En tal hora hi fue entrada que toda la villa fue mesclada; COMENTARIO GENERAL e tanta sangre fue derramada, que toda la villa fue menguada». Es claro el valor activo del fue del primer verso, y también lo es el pasivo del tercero, pero ¿y el segundo y el cuarto? Así pues, habery ser fueron especializándose cada uno cu su función auxiliar: ¿¿zarpara la activa y ser para la pasiva. Ya en <*l siglo XVI hay autores que solo emplean haber como auxiliar de la activa. Ser desaparece en esta función a fines del XVI. Por otra parte, ya desde el latín vulgar el futuro sintético latino había sido sustituido por la perífrasis infinitivo + presen te del verbo haber. La conciencia de perífrasis se mantuvo duran te toda la Edad Media, por ello se podían intercalar pronom bres entre ambos elementos, como vemos en el verso 233: «contar uos e». También en este caso este uso entró en decadencia a fines del siglo xv, aunque todavía encontramos restos del empleo medir val a lo largo del siglo XVI. Otra de las contiendas medievales -aunque en este caso dura hasta nuestros días- es la existente entre ser y estar. Durante la Edad Media el verbo serse empleaba en contextos en los que hoy utilizaríamos estar. Así en nuestro texto tenemos «En Alexandrja era María» (v. 195), «todas eran en grant error» (v. 204), «como la rosa quando es granada» (v. 218). Estos em­ pleos son normales hasta el Siglo de Oro, pues hasta el XVII no tenemos la distribución actual. Solo registramos un ejemplo de estar. «De su beltat dexemos estar» (v. 231), perífrasis que con este mismo significado perdura hoy. El nombre Del sustantivo hablaremos en el apartado del léxico. Por consiguiente, examinaremos aquí algunos aspectos puntuales. Empezaremos por el diminutivo. Solo hay uno tetiellas (v 223), con el sufijo habitual hasta el siglo XVIII. Sabido es que en numerosísimas ocasiones el diminutivo no tiene tal carácter, sino que es un mero afectivo. Tetiellas ¿indica que eran peque­ ñas o es un mero intensificador? Difícil es decirlo. De los adjetivos -más adelante hablaremos de sus aspectos estilísticos- señalaremos la falta de flexión genérica en fablador (v. 249), el femenino en los nombres en -or se generaliza en el siglo XIV, pero no llegó a afectar a los comparativos sintéticos lati­ nos -como peor-, salvo que estuviesen lexicalizados, con pérdida 84 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS de su valor originario - caso de señor, prior, superior-. Variación genérica encontramos en genta «gentil» (v. 260) , adjetivo de ori­ gen occitano que se empleó en el español de los siglos XIII y XIV. Precisamente en peyor (v. 235) vemos conservado uno de los comparativos latinos en ~or, que, junto con mejor, mayor y m/mor, nos han llegado. Los demás fueron sustituidos por perífrasis con más, menos, etc. Por vía culta entraron en distinta época otros comparativos latinos en -or, como anterior, superior, interior, etc.; sin embargo no son auténticos comparativos, puesto que no solo han perdido su contenido semántico de grado, sino que, ade­ más, su comportamiento sintáctico ios igualan a los positivos, ya que no se ligan al término con DE o QUE, como todos los com­ parativos, sino con A (superior a ti, frente a mejor que. tú), por otra parte se refuerzan con muy en vez de con mucho (muy superior fren­ te a mucho mejor). En el verso 250 tenemos otro comparativo sin­ tético gengor, de origen occitano, no muy frecuente en la Edad Media; generalmente se usaba como positivo, con pérdida de su valor comparativo originario. En peyor forma comparativa va precedida de artículo. Esta estructura es la que suele ser llamada «superlativo relativo», pero en realidad no es más que un comparativo de superioridad. También el superlativo sintético latino se perdió, sustituido por perífrasis con muy o bien, perífrasis que ya existían en latín clásico -muy fermosa (v. 220)-. Aunque en la Edad Media hay algún ejemplo de -ísimo, sin duda por latinismo, el superlativo en -ísimo se introduce por vía culta en el siglo XV, pero todavía en 1626 Correas afirma que no es forma española; en la primera mitad del siglo XVII su uso debía ser cortesano; recuérdese que Sancho Panza no los sabe emplear bien. Pronombres En direuos (v. 208) tenemos al pronombre personal uos. Vos, y nos, podían tener usos átonos y tónicos, es decir: los valores de los actuales os y vosotros. Las formas tónicas están compuestas del viejo pronombre + oíros, y aparecen prontamente, ya en el siglo XIII, pero no se propagan hasta fines del siglo Xiv y no pre­ valecen hasta el siglo XVI. A partir de esta época quedan nos y vos como fórmulas de tratamiento. Como dicen Alvar-Pottier (1988): «La aclaración de por qué fue necesario que surgieran estas formas compuestas hay que buscarla en dos hechos distin­ COMENTARIO GENERAL >■; i tos: uno de carácter sintagmático (nos era un plural im lu-.no, nosotros, exclusivo) y otro paradigmático (distinción enlre //m-.uje to y nos complemento)». Seguramente para acentuar esta dile renciación fue por lo que vos pasó a os a fines del siglo \\. En cuanto a la colocación, durante la Edad Media el pt onomhi e se posponía cuando el verbo iba precedido de pausa o de tí o ma\. esta regla llega, muy mitigada, hasta fines del siglo XVL Cuando el pronombre demostrativo ille adquirió valoics une vos, que no tenía en latín, como eran los de pronombre petson.il y artículo, el demostrativo se vio en la necesidad de refor/ai se p.u ,i indicar que se usaba con su valor tradicional; tenga el origen que tenga el refuerzo -ATQUE ECCUM, ATQUE ille, etc.-, este se cxh-ii dió analógicamente a los otros pronombres demostrativos, con lo que se produjeron dobletes en los mal llamados pronombres dem< ilativos de primera y segunda persona: esle/aqueste, est’/aqurM, estas formas analógicas duraron hasta finos del siglo XVI. En su cuello (v. 221) encontramos el pronombre posesho en función adjetiva sin variación genérica. En los orígenes, y de ¡u uei do con el latín, los posesivos en función adjetiva tenían variat ion genérica: mió, to, so para el masculino, y mi, tu, su para el Ibmem no; sin embargo ya hay discordancias genéricas desde las glosa-, (so cosa en las silenses) y el Cid (sos nuevas, sos mañas). La altei nancia genérica so mantuvo hasta fines del siglo XIII, cuando desaparecen toy so, mientras que mío llegó hasta el siglo XIV. Seguí i lo que acabamos de decir, la forma del texto se debe al copisia. Finalmente el pronombre al («otra cosa», procedente del laliu vulgar ALID), queda en desuso a principios del siglo XVI. Adverbios y partículas El adverbio y (v. 199) («allí») fue usual hasta fines del siglo XIV, y perdura en ahí y en Ante (v. 207) durante la Edad Media o incluso en el siglo \vi se usaba de forma indistinta como preposición o como adverbio. Depués (v. 210) no os rara en la Edad Media -aunque siempreha sido más frecuente después-, y llega a principios del siglo x\i. Nin y non son frecuentes en la Edad Media; en el siglo xi\ abundan las formas actuales, pero en el XV, por influjo latinizan le, vuelven a ser muy frecuentes. En el siglo XVI desaparecen. Et/e. Durante la Edad Media, alternan las dos formas, con pro dominio de la primera, mientras que en el siglo XV es e la. que 86 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS prevalece, y ya en el siglo XVI se impone y. De todas formas, hemos advertido que en los textos medievales editados suele predomi­ nar e, pues con esta forma suelen transcribir los editores el signo tironiano T que vemos en nuestro texto. 2.3. Léxico Aunque el examen conjunto del léxico lo realizaremos al estu­ diar el estilo, no está de más que aquí veamos algunos aspectos léxicos y semánticos dignos de resaltar. En el v. 200 se nos dice que la villa fue mesclada. Es evidente que no posee el significado actual, que ya se registra en el Cid, sino el de «revuelta, llena de confusión y peleas», que es valor frecuente en los siglos XIII y XIV. Semblante en el v. 208 no significa, como hoy «cara», que es acepción tardía -del siglo XVI- sino la medieval «apariencia». Las cernejas (v. 216), se usaban sobre todo para referirse a las crines de los animales, también era corriente con el significado de «mechón de cabellos»; aquí parece tener el valor de «pelo» En el v. 216 encontramos la forma romance semiculta alúa, que desde los orígenes alternó con la germánica blanca -v. 214-; Coraminas- Pascual dicen que debió dejar de usarse alba -como adjetivo- hacia 1300; seguramente ocurrió algo antes, pues no hay toponimia con este adjetivo en Andalucía, lo que parece indicar que ya estaba en desuso en la segunda mitad del siglo XIII. Colorada (v. 217) conserva su significado etimológico «que tiene color», pues en la Edad Media para el color rojo se em­ pleaba preferentemente bermejo', solo a partir del siglo xv adquiere el significado actual. Ora pareja sinonímica medieval era la constituida por chico (v. 219) y pequeño-, ambas se registran ya en el Cid. Parece que a media­ dos del siglo X1V' adquirió un cierto prestigio social la segunda, pues D. Juan Manuel es la única que emplea, tampoco aparece chico en autores como Garcilaso o Herrera; por el contrario, la siguen usan­ do escritores como Cervantes o Lope. Hoy día conserva su vitali­ dad en Andalucía y en grandes zonas de Hispanoamérica. La petrina del v. 221 es un crudo galicismo. Aunque en el XVII se registre prelina «correa para sujetar el pecho», no creo que sea testimonio de una conservación de esta forma medieval, sino una reintroducción culta. Luengo (v. 229) es la única forma medieval para indicar lo con- COMENTARIO GENERAL H7 trario de «corto», cae en desuso a lo largo del siglo xvi, suslihudo por largo, que en la Edad Media tenía otros significados.... mi lio, grande, abundante, generoso»-. Mesura (v. 230) «medida» fue de uso normal hasta fines del siglo XV, después continúa con otros significados. Otra pareja sinonímica encontramos en argento (v. 237) \ piola (v. 243). Es posible que la alternancia se deba a necesidades til micas. La primera es un galicismo claro. Talento (v. 238) no tiene el significado actual, que no se registra hasta el siglo XVII, sino el medieval de «talante, voluntad El xamit (v.239) era un tela de soda gruesa «casi citteiamen te cubierta por la urdimbre de hilo fino y brillante, y, a veces, se entretejía con oro». Dejó de usarse a fines del siglo xv. De enlengion (v. 245) dice Alvar que significa «apariencia». X’o estoy muy seguro de que ese sea el significado, pues el con i ex lo parece indicar más que el significado era el etimológico de -com prensión». Sage «sabio» (v. 247) es un crudo galicismo, como lo son también donatge (v. 255), juuenta (259) y paratge (v. 248), poi más que esta última fuese frecuente en la Edad Media con el significado de «nobleza, linaje ilustre». Uxor es un latinismo. Finalmente mesquina (v. 259) tiene el significado medieval de «desgraciada, miserable»; el actual no se registra hasta el siglo xvi. 2.4. La lengua literaria Este aspecto del comentario filológico está en estrecha ida ción con lo que se suele denominar «comentario literario-, pues los límites no son nunca tajantes. Para realizar el estudio de la lengua literaria conviene tcnci en cuenta algunas consideraciones previas: 1. Muchos textos medievales nos han llegado en copias tai días; es necesario, por lo tanto, antes de empezar a comentar, delimitar los rasgos que se deben al copista, tío ya en cuanto a las grafías o fenómenos fonéticos, sino en lo que se refiere al texto en sí. 2. También muchos textos medievales son traducciones de textos latinos, franceses o árabes -principalmente-; es fundamental conocer la fuente, pues algunos fenómenos pueden deberse a una mala traducción. 88 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS 3. Si se trata de una composición poética, es conveniente no olvidar que ello supone un condicionamiento importan­ te, pues la rima y la medida influyen poderosamente. Ya vimos cómo algunos rasgos, sobro todo fonéticos, se debían al copista del XIV; no eran muchos, ciertamente, pues no hay que olvidar que lo que pretende hacer un copista es -valga la redun­ dancia- copiar un texto, y, que, por lo tanto, las modificaciones que introduce pueden ser de dos tipos: conscientes o inconscientes. Los cambios inconscientes son las equivocaciones por descuido; las cons­ cientes se deben principalmente a que el copista no entiende una palabra o frase, o modifica un rasgo que entiende que no es pro­ pio, o intenta mejorar el texto que copia, estos datos son impres­ cindibles cuando se quiere hacer una edición crítica. De la misma forma, cuando el texto es una traducción, lo inmediato es comprobar el original para estudiar si las «anoma­ lías» se deben al proceso de traducción. Así, en un texto como el nuestro, con predominio absoluto de la rima consonante, encontramos tres pareados con rima asonante: los versos 211-212 -condessa/esta-, 229-230 - corta/bona-, y 241-242 -(-apatas,/talladas-. Ante este hecho podemos conside­ rar que la falta de rima consonante A) se debe al copista, B) es motivada por el original -en este caso francés-, C) es propio del tipo de composición. Ninguna de estas tres causas son excluyen tes, es decir: en unos casos la explicación puede ser del tipo A y en otros del tipo B o C. Parece claro que el primer ejemplo es un moro descuido del copista que se subsana modificando el demostrativo: condessa/essa', más difíciles de explicar son los otros dos. Notemos que en corta/bona existe además la anomalía de la no diptongación del adjetivo. El original francés dice «ne fut trop grand ne trop petitc, ja sa facón nen ert descrite» Es decir: el pareado francés es desarrollado en dos pareados en el poema español. Resulta evidente, por lo tanto, que la ano­ malía no se debe al original francés. Estaríamos, pues, en uno de los casos de rima asonántica originaria, lo que se suele deno­ minar «asonancia juglaresca»; sin embargo, a la anomalía de bona hay que sumar la de corta, que no es adjetivo propio del siglo Xlll para indicar el tamaño; por todo ello creo que estamos ante un texto deturpado por el copista. COMENTARIO GENERAL La rima -atas/adas es la única asonante que se basa < n I t oposición sorda/sonora; la falta de rima no se debe al otn-iu ¡I francés: «soliera bien poins de corduan caucoit a tos les jours de Tan» De nuevo nos encontramos con una anomalía léxica: los ejemph • de la voz entretalladas son de fines del XIII -Gran Conquista de l' ¡i i ,i mar- o más tardíos -Embajada a Tamorlán, Mena-. De inimi. creo que hay motivos para suponer una deturpación del copr.i.i Con esto no queremos decir que no haya rimas asonantes t u el poema, que las hay; solo intentamos explicar las que venm-. en nuestro texto. Las anomalías no solo están en la rima, hay también otros vci sos que contienen errores. Así en el v. 204 hay una frase que im tiene sentido: «ante que diga adelante direuos de su semblante» Como señaló M. Alvar, es claro que diga debe ser sustituido por siga. Tampoco es correcto sintácticamente el pareado de lo>, versos 248-249: «asi al loco como al ssage todos la tienen por de paratge» por lo que hay que sustituirlo por «asi el loco como el sage». Finalmente ya estudiamos cómo el tenje del verso 218 era una mala traducción del francés tenre «suave». Pasemos a estudiar el estilo. Como decíamos, hemos de tener en cuenta que nos encontramos ante un poema, lo que, de entrada, significa que la estrofa, la medida, la rima, van a condicionar en mayor o menor medida el estilo. Efectivamente, el pareado suele marcar el límite de la unidad sintáctica, siendo raros los casos en que se rebasa este límite. Ello significa que la frase no tiene una gran complejidad. Muy frecuente también en los poemas medievales en parea­ dos es la repetición sinonímica por la que el segundo pareado es una variado del primero, como vemos, por ejemplo, en los ver­ sos 195-198. En el verso 205 comienza el retrato de María, precisamente con cuatro versos introductorios que no tienen mucho sentido ¿qué significa el primer pareado? Sigue una exaltación general de su 90 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS belleza -versos 209-212- utilizando frases tópicas que podemos ras­ trear en otras composiciones de la época. El v. 210 es similar al 57 de la Razón de amor: «pues na^i, non ui tan bella». La pareja inclu­ siva del v. 211 «nin Reyna nin condessa» la encontramos también en la Disputa del alma y el cuerpo -v. 30: ¿o son los palafres que los quendes ie los res»-. Se trata, por consiguiente, de un chiche medieval, como suele suceder con las parejas inclusivas. Después comienza la pormenorización de la belleza física, comenzando -como suele ser habitual- por la cabeza. Claro es, en este fragmento descriptivo tienen que abundar los adjetivos en función predicativa. De ellos son importantes los referentes al color, que para la belleza se resumen en tres: el blanco -para la piel-, el negro -para los ojos- y el rosado para las mejillas. Para resaltar el color se suelen emplear comparaciones: «blanquas como leche douejas» (214) «como la rosa quando es granada» (218) «Tal como la flor dcll espina» (222) «tales son como macana» (224) «blanco es como cristal» (226) casi todas las comparaciones están ya en el original francés, salvo la del verso 214, creada por necesidades de la rima. Es un retrato tópico, que presenta una estrecha relación con el retrato femenino de la Razón de amor. La descripción del lujo en el vestir es también tópica en cuanto a las prendas que en la Edad Media indicaba el máximo de la distinción. Finaliza el frag­ mento con la muestra de la admiración que despertaba en la gente, no solo por su belleza sino por sus razonamientos. Solo señalaré que la traducción del verso 247 -en el que, como bien dice Alvar, hay que suprimir las preposiciones que preceden a los artículosmejora el original francés, pues la contraposición inclusiva «el loco»/«el sabio» es mejor que la francesa «li ancien lióme c li sage». Como decíamos, la frase no suele sobrepasar el pareado. El segundo verso suele completar, de una forma o de otra, lo que se dice en el primero, muchas veces con subordinadas con QUE o por medio de partículas como TAL, COMO, SINO. Solo en un caso la frase sobrepasa el pareado: vv. 249-252 -curiosamente con la misma rima-. Tendríamos que finalizar el comentario realizando la edi­ ción crítica del fragmento; es decir: reconstruyendo lo que debió ser la versión original. No lo llevamos a cabo por haberlo ello ya con su habitual maestría el profesor Alvar. CUADROS CRONOLOGICOS E final Siglo XI ; Se produce en la segunda mitad la perdida de -e. Pérdida extrema de -e Siglo XII Quedan restos de -e final en el Auto de los lleves Magos y en el Poema de Mío Cid. Siglo XIII En 1276 finaliza la pérdida extrema de -e Siglo xiv Ejemplos aislados de aspiración y pérdida en textos notariales i Predomina la forma -¡ello : en los ¡diminutivos Restos de F postpuesto dixol Siglo XVI Sibilantes B Vacilación en las grafías de los nuevos fonemas romances Primeros ejemplos de hpor f- en el Auto de los ! lleves Magos 1250. Cesan las vacilaciones gráficas 1 Quedan restos Se generaliza de pérdida en i la f orma -illo el .Arcipreste de Ilita y en Sem Tob. Siglo xv Finicial -ELLV i Primeros casos de vocalización 1 de -b (cibdat > ciudad) Segunda mitad: primeros casos de confusión entre . s v • z Segunda mitad: primeros casos de confusión entre b y . b Las dentó al ve ola res • se hacen fricativas. Casos de ensordecimien­ to Se extiende la grafía v. ya frecuente en la segunda mitad del siglo anterior Últimos restos de del lo en la • Vita Chrisli (1465) .Alternan h y ' f, aunque con : predominio de f. i ' 1501 Se generaliza predomina hel ensordeci­ (quedan restos miento. A como finales se , arcaísmos) extiende la evolución . s. > X V $ > 0. . ’ En la segunda mitad se generaliza la vocalización de la -b implosiva: ciudad. Siglo xvii Siglo XVIII 1 Siglo XIX En 1723 desaparece la grafía c y en 1763 ss En 1815 desaparece la grafía x con valor 'x En 1723 se fijan los usos de v y u PRONOMBRES -p Y Qua t ¡ Siglo xt í A, ié -d- verbal Alternan las dos formas para imperfectos y condicionales Siglo xn 1- Personales Siglo xn Siglo xtii : Siglo xiv Siglo xin En la segunda mitad aparece la grafía y como primer elemento de un diptongo o ' hiato Siglo XIV Siglo XV Predomina -ía, restos de -ié en Hita y Setn Tob Alternan las formas amades (hasta 1470) amaes (138014901 amás Í14301570) En el último • cuarto deja de usarse -t en los sustantivos: cibdat > ciudad Todavía es posible encontrar restos de -ié Siglo xvi Siglo XV If i • A finales de siglo se cae la -d- de las segundas personas precedidas de vocal tónica i 1 ■ Siglo xvin A lo largo del siglo se va perdiendo la -d- tras vocal átona Se generaliza -ais. Aparecen las formas analógicas del indefinido con i: amasteis Siglo xv Siglo xvi Siglo XVII : nos vos Primeros ejemplos de nosotros. i Predomina nos Fines: Se propagan nosotros vosotros 1 Fines: vos 1 átono, pasa a os Prevalecen i nosotros. ' vosotros. Queda vos como trata­ miento 1 Posesivos Relativos , En 1815 pasa a escribirse con e: quatro > cuatro ' En 1815 se suprime y con valor vocálico, ■ salvo en los casos actuales (rey) Ya no aparee c negún i Decae el uso de artículo + posesivo Se pierde el uso de art.+ i posesivo (salvo en textos ; arcaizantes) Se generaliza i quien 1 i Se dcarrolla el plural quienes Aparece alguien. A finí s ■ aparece nadie Todavía Predomina alguien, con este acento en la e ; En la segunda mitad se extiende la pronunciación 1 moderna 1 En el s. XVI gelo pasa a selo A fines del s. xiv desaparecen las formas connusco v conbusco Siglo XII Restos de la -t, -d de la tercera persona del singular VERBO Partículas lo > vacilación entre so soy, do doy Desaparece el futuro con metátesis: por né Acaba la intercalación de elementos entre el pro­ nombre átono v el verbo I Haber . Se va I transitivo está perdiendo la en decadencia, metátesis del y también ser pronombre como auxiliar r .... ,_____ _ postpuesto: de los tiempos , daldas por compuestos dadlas Perdura la i asimilación del ’ pronombre cu , poesía: amarle , > amalle Restos de aqueste -i- - (lonjunt i, n i Alternan e \ et con predominio < la .segunda ■ Siglo XIII Siglo xv 1 >rlm>',li.mt Este aqm >1 —1------------En la segunda i mitad se pierde la i alternancia genérica Perdura mió Alternan qui 1 hasta la ■ v quien segunda mitad r Siglo XIV Siglo XIX Indefinidos Se pierde pora en 1284 A fines se pierde y (allí) v ó (dónde) Fines: se pierden suso, yuso v ál (todos Se pierde do, salvo en poesía v en estilo elevado o arcaizante. Predomina e Perduran non y nin Predomina y. aunque quedan Ji’slos ac e. Se pierden non \ nin. BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA Así como el comentario lingüístico tiene una relativa tradición, el comentario filológico durante muchos años se ciñó al magisterio oral de D. Rafael Lapesa y sus discípulos. A él le debemos la metodología, el amor por el comentario filológico y muchos de nuestros ejemplos. Por ello no es de extrañar que muchos de los libros dedicados al tema hayan sido realizados por sus discípulos, como el autor de este libro. ARIZA, M., GARRIDO, J. y Torres NEBRERA, G., Comenlario lingüístico y lite­ rario de textos españoles, Madrid, Ed. Alhambra, 1981. Libro que, en su parte filológica, se reproduce y amplía ahora. Bustos, J. J.: «Comentario lingüístico de textos y análisis filológico. Algunas precisiones metodológicas», en Homenaje al profesor Lapesa, Murcia, Universidad, 1990, pp. 93-107. Presenta consideraciones metodológicas claras y ajustadas CANO, R., Aná/ñzsfilológico de textos, Madrid, Ed. Taurus, 1991. Espléndido libro lleno de sabiduría. Imprescindible. FRADEJAS Rueda, J. M.: Prácticas de Historia de la Lengua Española, UXED, 1995. Libro pedagógico, pensado para los alumnos de esa Universidad. Util. MARCOS Marín, F., El comentario lingüístico, Madrid, Ed. Cátedra, 1977. Libro imprescindible, muy completo y denso. NARBONA, A. (coordinador), Textos hispánicos comentados, Córdoba, Universidad, 1984. Libro con comentarios realizados sobre todo por profesores de la Universidad de Córdoba, con interesantes puntos de vista. Convendría citar, entre otros, los comentarios de textos medievales llevados a cabo por F. Rivera, A. Narbona y F. Delgado. W.AA., Comentario lingüístico de textos, Málaga, Universidad, 1997. Muy buen libro con comentarios de todo tipo, de los que destacaremos: a) J. Mondéjar, «Comentario filológico del Libro de los engaños», en el que se sigue el sistema de análisis tradicional. b) J. PERONA, «Comentario filológico de un texto histórico». Original forma de enfocar el comentario filológico. c) E. RlDRUEJO, «Un fragmento de prosa retórica renacentista». Muy buen comentario. VV.AA., Comentarios lingüísticos de textos, Universidad de Valladolid, 1979. Libro de varios autores y de diverso contenido, muy útil, cuyo con­ tenido es el siguiente: •I > a) E. Alarlos, «Bases para el comentario diacronic <» . I i.u.i <l< Im. problemas que se plantean en el comenlario de un le\i<» m<di< \ .il b) C. HERNÁNDEZ, «Comentario morfológico v sinl/u ti< o ■ Se sigm la tagmémica de Pike analizando un soneto de Gmigiii.i, \ «Comentario lingüístico de unidades supraoracionales -, < un l.i mr.m.i orientación teórica. c) F. MARCOS Marín, «Comentario morfológico v sintáctico de mi iesi< • medieval». Magnífico ejemplo en la línea ya conocida de este .iiiim d) A. Qltlis, «Dos comentarios fónicos». Trabajo pionem de e-,u tipo de comentarios. e) G. SALVADOR, «Comentario semántico de textos». Estudio míen tador y muy ameno de un texto de Julián Marías. f) R. Lapf.sa, «El sustantivo esencial en Jorge Guillen». No se ti.u.i propiamente de un comentario, pero el lector puede sacat pio\<chosas conclusiones, aplicables a otros textos literarios. Bibliografía citada ALONSO, I).: La lengua poética de Góngora, Madrid, 1935. ALONSO, D.: De los siglos oscuros al de Oro, Madrid, 1958. Alonso, 1).: Estudios v ensayos gongorinos, Madrid, 1970 ALONSO, D.: Góngora y El Polifemo, Madrid, 1967. ALONSO, D. v Bousoño, C.: Seis calas en la expresión literaria española, Madrid, 1.970. ALVAR, M.: Vida de Santa Alaría Egipciaca, Madrid, 1970. ALVAR, M. y POTTIER, B.: Morfología histórica del español, Madrid, 1983 Andrés SuáREZ, L: El verbo español, Madrid, 1994. AríZA, M.: Aíanual de fonología histórica del español, Madrid, 1992. Artza, M.: Sobre fonética, histórica del español, Madrid, 1994. Ariza, M.: «La preposición A de objeto. Teorías v panorama», Lexis. xiii, 2, 1989, págs. 203-222. Blec.UA, A.: En el texto de Garc.ilaso, Madrid, 1970. BROWN, G.J.: «Lope de Vega’Epigrammatic Poetic for ihe sonnet», Mi X, 93, 1978, págs. 218-332. 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En nuestro libro, por ser el que abre la colección, vamos a realizar una serie de comentarios un tanto diferentes de lo que será la tónica general. En él estudiaremos aspectos generales que pueden afectar a muchos textos y épocas. Comenzaremos con uno «cronológico», en el que hace­ mos hincapié en la datación de varios textos. Le siguen dos comentarios dedicados precisamente a los dos aspectos más importantes de la evolución lingüística del español: Io) el comentario fonético-fonológico y 2") el comentario morfosintáctico. En ellos pretendemos dar una síntesis de los principa­ les cambios en la historia evolutiva de nuestro sistema. El cuar­ to comentario es semántico-estilístico, y finalmente el último pretende ser un comentario globalizador de lo dicho en los ante­ riores. Insistimos en que con ellos no queremos decir que los comen­ tarios filológicos deban hacerse así. Su realización dependerá de muchos factores, fundamentalmente para qué y para quién se hace el comentario, etc. Por consiguiente se trata solo de ense­ ñar los fundamentos básicos del comentario filológico. Este deseo 8 EL COMENTARIO FILOLÓGICO DE TEXTOS didáctico hace, por otra parte,-que tenga que repetir, en ocasio­ nes, cosas dichas con anterioridad.. Hay que decir, finalmente, que estos comentarios tienen una deuda con don Rafael Lapesa, nuestro maestro y de cuyo magis­ terio oral aprendimos a realizar comentarios filológicos. Comentario I DATACIÓN CRONOLÓGICA 1. Se ven entre ellos algunos sembrados, y mucho zumaque. Esta es una planta (...)que nace sin cultivo, y también se cultiva en varias partes: se eleva del suelo cosa de tres quartas, y su hoja es parecida á la del olmo, aunque más chica, y áspera. Las varitas que arroja, se cogen á su tiempo, y dcxándolas secar, se mue­ len. 2. E dixol ell infant: «Galiana, bien ueo que c de fazer lo que uos queredes, pero sábelo Dios que a fuerza de mi, e prometouos por ende que si me uos agora guisaredes como auedes dicho, que yo uos lieue comigo pora Francia et uos tome por mugier». Galiana quando estol ovo dezir, ouo ende grand plazcr, et touo que serie uerdad, ca ella lo auie uisto en las estrellas que asi auie de seer. 3. Por contraste con la radiación exterior, el zaguán parecía una fresca tiniebla. En cambio, desde lo obscuro, el portal era una pantalla de cinematógrafo, harta de luz y vagamente irreal. Pasaban los labriegos por el camino, vestidos de calzón corto y pañuelo a la soriana -cuerpos menudos y sarmentosos, teces negras, dientes ebúrneos-. 4. Assy seva catando la donzella el donzel. El era grande et nenbrudo [sic] et muy bien tajado, et. cataua muy fermoso; et era blanco, como flor de lis, et tan bien colorado que era marauilla; los ojos avia verdes, las sobrecejas bienpuestas; cabellos de color de oro; ancho era despaldas et delgado en la cinta. Et tanto se pago Florencia del, que dixo: «Señor Ihcsu Christo, que fuestes puesto en cruz por nuestro saluamiento, sy este donzel ouiese en sy tanta de bondat como yo veo enel de beldat ct de paresqer, sy conmigo casase, el libraría esta tierra ante de un año, en guisa quel viejo Garsyr perdería y la cabeca». 5. Pues nosotros, por obedeceros y serviros, avernos hablado esta mañana enlo que vos aveis querido, y muy cumplidamente os avernos respondido a todo lo que nos aveis preguntado, cosa