Subido por Klaus Eliza

Artículo. La comunicación en el Siglo XXI.

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LA COMUNICACIÓN EN EL SIGLO XXI
Comunicación es, fundamentalmente, dialogo; un intercambio entre sujetos
capaces de “conectar” sus códigos de leguaje, patrones de pensamiento y/o emoción,
para obtener como r esultado algo compartido, algo “en común”
Durante mucho tiempo se pensó que la
comunicación era un atributo exclusivo de la
especie
humana.
La
ciencia
ha
ido
demostrando, a lo largo de las últimas décadas,
que otras especies animales, e incluso algunas
plantas,
poseen diferentes
formas
de
comunicación. El rol de las feromonas en varias
especies, incluida la nuestra, es ya bien conocido. Hay también estudios sobre plantas
que “advierten” de un peligro a otras más distantes mediante el recurso de expeler un olor
determinado. Uno puede encontrar muchos ejemplos más de estas sofisticadas maneras
con las cuales la naturaleza ha dotado a sus individuos para interactuar entre ellos,
consciente o inconscientemente.
Por mucho tiempo se identificó al lenguaje verbal del ser humano como la
herramienta primordial de la comunicación. Hoy se entiende que comunicar es mucho
más que verbalizar un contenido. El diálogo —la comunicación— está presente e
impregna casi todo lo que hacemos o dejamos de hacer. Dialogamos con nuestros
gestos, actitudes, comportamientos, rituales e, incluso, con la toma de decisiones. Un
abrazo silencioso a alguien que sufre, comunica. El sonido de un timbre telefónico que
nadie contesta, comunica. La sonrisa con que saluda un empleado público al ciudadano
que hace un trámite, comunica.
En el último medio siglo, las tecnologías de la comunicación e información (TIC)
han evolucionado en forma exponencial, en relación con los previos siglos de historia
humana conocida. Hace apenas 60 años, para la mayoría de personas, el mundo tenía
los límites del territorio más cercano: lo local o apenas lo nacional; era difícil que alguien
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estuviera usualmente al tanto de hechos que ocurrían en territorios lejanos, mucho menos
que tuviera comunicación directa e instantánea con una persona que viviera en sus
antípodas; (persona que vive en un punto de la superficie terrestre diametralmente
opuesto a otro).
La primera mitad del siglo XX entreabrió puertas que, en su segunda mitad y en lo
que va del siglo XXI, han dado paso a un apabullante desarrollo científico y tecnológico,
que ha cambiado para siempre el rostro de la civilización actual. Y la Comunicación, con
mayúsculas, está en el centro de toda esa transformación.
Hoy cualquier sujeto, en cualquier lugar, tiene acceso inmediato a un universo casi
infinito de posibilidades de diálogo con otros sujetos, conocidos o desconocidos. Esta
abrumadora realidad ha generado también un fenómeno aparentemente contrario:
mientras más cantidad de información y posibilidades de comunicación tiene la gente,
más ha segmentado sus preferencias. Eso obliga a que, para comunicarse exitosamente,
los sujetos deban “sintonizar” con tales preferencias. Expresado en forma elemental,
significa que debo conocer qué piensa, siente o quiere mi interlocutor para poder conectar
con él. Esto implica investigación.
Una comunicación exitosa, en la actualidad, se basa en una investigación rigurosa
de los sujetos con quienes interesa comunicarse. Una empresa, una organización, un
académico, un político o un vecino del barrio que no conozca a su/s interlocutor/es está
condenado a improvisar la comunicación. Y en esa improvisación, alguna ocasión puede
tener éxito; por lo general, fracasa. Dos de los mejores consultores de comunicación
política actual en América Latina, Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, afirman en su
libro Mujer, sexualidad, Internet y política que, cuando dos sujetos se enfrentan con las
mismas armas elementales, alguno termina por ganar; pero si uno de ellos utiliza un arma
más sofisticada, sin duda el triunfo será suyo. Esto aplica para la comunicación.
Las empresas, sobre todo algunas medianas y grandes, han entendido esto
claramente y, en las últimas décadas, han incorporado muchas herramientas
metodológicas y tecnológicas contemporáneas para lograr una mejor comunicación con
sus grupos de interés. La política aún va a la zaga en este camino: todavía muchos
aspirantes al poder y algunos gobernantes improvisan su comunicación, bajo la creencia
de que solo se requiere cierto “carisma” para persuadir a sus electores o gobernados.
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También ocurre que algunas empresas, igual que algunos políticos, aún confunden
comunicación con mercadeo y publicidad, conceptos cuyo objetivo es distinto, aunque
complementarios. Una empresa puede gastar mucho dinero en publicidad y no tener
buena comunicación con sus clientes, proveedores o empleados, así como un político
puede dar discursos todos los días y no decir nada que interese o motive a los
ciudadanos.
En el siglo XXI, una comunicación exitosa no se improvisa. Por eso es muy
importante que, tanto empresas como organizaciones o individuos que actúan en los
ámbitos privados o públicos, cuenten con el apoyo de profesionales en esta materia. Una
recomendación que no redunda en un escenario en el cual, a menudo, la capacidad de
comunicarse adecuadamente hace la diferencia entre el éxito y el fracaso.
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