Subido por José Olivares García

El melocoton en la historia de Cieza.

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EL MELOCOTÓN en la
HISTORIA DE CIEZA
E
n la era Taiyuan de la dinastía Jin, vivía en Wuling un
pescador. Navegando por un río un día, y dándose cuenta de lo lejos que había llegado, de repente apareció a sus
ojos un jardín de melocotoneros que se extendía unos cientos de pasos a ambos
lados del río. En el jardín no crecían otros árboles. Los pétalos desprendidos
aleteaban en abundancia de colores hasta caer sobre una verde alfombra
de hierba, fragante de delicados aromas. Embelesado por la maravilla, el
pescador fue recorriendo la mayor parte de la extensión del jardín. Éste terminaba junto al nacimiento del río donde se levantaba una colina (...)
Extracto del “Relato de la Fuente de la Flor de Melocotón” (Taohuayuan)
Edita
ASOCIACIÓN CULTURAL LA FLORACIÓN.
Coordinador
JOSÉ OLIVARES GARCÍA.
Textos
Joaquín Salmerón Juan, A. Félix Carrillo López, Lola Almagro Pérez, José Carrillo Avellaneda,
Joaquín Gómez Carrillo, María Teruel Juliá, José Víctor Villalba Gómez, Juan Lax, Laura Piñera
Pérez y José Olivares García.
Ilustraciones y fotografías
Pascual Lucas Motellón, José Semitiel Segura, José Victor Villalba, Napoleón Bravo,
Dani Ato, Fernando Galindo Tormo, José Olivares García, Jose Javier Navarro, Pascual Sánchez
Sánchez, Joaquín Gómez Carrillo.
Grabado de portada
The florist and pomologist, vol. 1873: p. 133 (1839) [J.L. MacFarlane].
Diseño y Maquetación
Valle Morisco S.L.
Impresión
Gráficas Cieza S.L.
Depósito Legal:
MU 1017-2015
ISBN 978-608-2229-5
© de la edición: Asociación Cultural la Floración.
© de los textos: Joaquín Salmerón Juan, A. Félix Carrillo López, Lola Almagro Pérez, José Carrillo Avellaneda, Joaquín Gómez Carrillo, María Teruel Juliá, José Víctor Villalba Gómez, Juan
Lax, Laura Piñera Pérez y José Olivares García.
© de las ilustraciones y fotografías: Pascual Lucas Motellón, José Semitiel Segura, José Victor
Villalba, Napoleón Bravo, Daniel Ato, Fernando Galindo Tormo, José Olivares García, Jose Javier Navarro, Pascual Sánchez Sánchez y Joaquín Gómez Carrillo.
Reservados todos los derechos. No está permitida la re-impresión de parte alguna de este
libro ni tampoco su reproducción, ni su utilización en cualquier forma o por cualquier medio,
ya sea electrónico, mecánico o de cualquier tipo sin el permiso anticipado y por escrito de los
propietarios del copyright.
EJEMPLAR DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA
ÍNDICE
pág. 11 LOS ORÍGENES DE LA AGRICULTURA DEL
MELOCOTÓN EN CIEZA
Joaquín Salmerón Juan
pág. 21 EL ORIGEN DEL MELOCOTÓN. VARIEDADES
TRADICIONALES EN CIEZA Y EL VALLE DE RICOTE
A.Félix Carrillo López, Lola Almagro Pérez & José
Carrillo Avellaneda
pág. 55 HISTORIA DE LAS ACEQUIAS MAYORES EN CIEZA
Joaquín Salmerón Juan
pág. 73 TIERRA, AGUA Y TRABAJO
Joaquín Gómez Carrillo
pág. 103 HISTORIA DE LAS CONSERVAS VEGETALES EN
CIEZA Y SU CONTEXTO SOCIOECONÓMICO
José Olivares García
pág. 129 LOS SANTOS, UNA SAGA DE FRUTEROS CIEZANOS
María Teruel Juliá
pág. 145 ARGOT DEL MELOCOTÓN DE CIEZA (1)
José Olivares García
pág. 169 ARTE Y AGRICULTURA: EL MELOCOTÓN Y LA
PINTURA DE LA EXPERIENCIA
José Víctor Villalba Gómez
pág. 191 El ARTE CULINARIO CON EL
MELOCOTÓN DE CIEZA
Juan lax y Laura Piñera Pérez
D
ice el refrán popular que ‘De los cobardes no se ha escrito nada’. Y son precisamente valientes, y no cobardes, los que a lo largo de los siglos han aportado su esfuerzo, conocimiento y emprendimiento para que el melocotón -una
fruta de hueso de origen chino- llegara a las fértiles tierras de Cieza para ser
hoy día el pilar fundamental de su estructura socioeconómica. Que enraizara
la tradición milenaria de su cultivo de generación en generación hasta convertirse en un producto
seña de identidad de todo un pueblo; y que se atrevieran a exportarlo a otras latitudes para que fuera
valorado como el mejor del mundo.
Todos estos hombres y mujeres valientes son los protagonistas de los diferentes capítulos que componen este primer estudio histórico del melocotón de Cieza. Fueron valientes los hispanorromanos
que en el siglo III de nuestra era construyeron una vivienda dentro de la Cueva de la Serreta con balcón a la garganta del Cañón de Almadenes. Mientras contemplaban las pinturas rupestres –desde
1998, Patrimonio de la Humanidad- o las aguas del río Segura, probaron la calidad y el sabor de los
melocotones cultivados ya entonces en estas tierras.
También fueron valientes los andalusíes que en el Valle de Siyâsa desarrollaron un importante sistema de acequias y sistemas de riego para el cultivo de los frutales, como los melocotoneros. Valientes fueron los agricultores que, a lo largo de la historia, soportaron estoicamente las inclemencias
meteorológicas, plagas y bajos precios no desistiendo en su empeño de aumentar su producción o
en introducir nuevas variedades. Fueron valientes los emprendedores que, con pocos medios, innovaron y desarrollaron una industria conservera; o se lanzaron a la aventura exportadora para que en
otros países del mundo conocieran la calidad de nuestros melocotones.
Todos ellos, junto a los relevantes hitos y nombres, forman parte de la intrahistoria que ha marcado
la importancia de este producto en la historia de Cieza.
Y a este grupo de valientes se han sumado los artífices y autores de este libro que lo han hecho
posible. Fue valiente José Olivares García, a quien la Asociación Cultural La Floración encargó -hace
solo unos meses- la coordinación de este estudio pionero que contribuirá a que el melocotón de
Cieza obtenga algún día un sello de calidad. Joaquín Salmerón Juan, A. Félix Carrillo López, Lola
Almagro Pérez, José Carrillo Avellaneda, Joaquín Gómez Carrillo, María Teruel Juliá, José Víctor
Villalba Gómez, Juan Lax, Laura Piñera Pérez y el propio José Olivares García son un elenco de
auténticos valientes que aceptaron el reto de aportar un sinfín de horas de estudio e investigación
para hacer realidad este libro que es también un sueño.
Valientes fueron los diseñadores Daniel Ato Valle y Lucía López Martínez con sus detalles creativos.
O el equipo de la imprenta Gráficas Cieza, en cuyos talleres dieron a luz esta obra el día 26 de septiembre de 2015, onomástica de San Cosme y San Damián, los Santos Médicos, patrones de Abarán.
También las personas y familias que han aportado documentos, material fotográfico, ilustraciones
y testimonios para elaborar esta memoria histórica.
A todos los valientes…Gracias
Asociación Cultural La Floración
Comienzo del Cañón de Almadenes, próximo a la Cueva Sima de La Serreta.
Foto José Olivares García.
10
I
Los orígenes de la agricultura
del melocotón en Cieza
11
12
Los orígenes de la agricultura del melocotón en Cieza
Los orígenes de la agricultura de Murcia se encuentran en Cieza
La Cueva-Sima de La Serreta era una
caja de gratas sorpresas por descubrir para
la Arqueología cuando en 1992 se realizó en ella la primera campaña ordinaria de
excavaciones. Bajo las pinturas rupestres
de Estilo Esquemático Seminaturalista que
fueron realizadas durante el Neolítico en el
vestíbulo de la cavidad se encontró, entonces, una construcción romana que, hasta la
fecha actual, parece ser la única de España
hallada dentro de una cavidad. Las citadas
representaciones de Arte Rupestre fueron
declaradas Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en su reunión de Kioto de 1998.
Ídolo de La Serreta.
Foto José Olivares García.
Pero ahí no quedaron todas las novedades aportadas por La Serreta a
la investigación arqueológica pues las sucesivas campañas de excavaciones
realizadas en los cuatro siguientes años pusieron al descubierto otra novedad
no menos espectacular: los más antiguos restos de la agricultura en la Región
de Murcia, datables en el periodo que se denomina Neolítico (VI – IV milenio
antes de Cristo).
Los orígenes de la agricultura en el mundo
Las primeras prácticas agrícolas del Occidente euroasiático se gestaron durante el Mesolítico, entre el X y el VIII milenio antes de Cristo, en las
tierras que ocupan el actual Kurdistán y los países limítrofes. Desde este lugar
se expandieron las prácticas de la agricultura y de la ganadería en todas las
direcciones, incluido el Mediterráneo occidental, durante los milenios siguientes. De forma sincrónica o en periodos posteriores aparecerían también nuevos focos de invención de la agricultura y la ganadería en el Sureste asiático y
en el centro del continente americano. Procedente del foco del Oriente Medio,
la agricultura debió llegar a las costas orientales españolas en el VI milenio.
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Construcción romana, Cueva Sima Serreta.
Barranco de los Grajos. Foto José Olivares García.
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Los orígenes de la agricultura en el mundo
Las primeras prácticas agrícolas del Occidente euroasiático se gestaron
durante el Mesolítico, entre el X y el VIII milenio antes de Cristo, en las tierras
que ocupan el actual Kurdistán y los países limítrofes. Desde este lugar se expandieron las prácticas de la agricultura y de la ganadería en todas las direcciones, incluido el Mediterráneo occidental, durante los milenios siguientes.
De forma sincrónica o en periodos posteriores aparecerían también nuevos
focos de invención de la agricultura y la ganadería en el Sureste asiático y en
el centro del continente americano. Procedente del foco del Oriente Medio, la
agricultura debió llegar a las costas orientales españolas en el VI milenio antes de Cristo, durante la época que se ha denominado como Neolítico Antiguo.
Hasta hace poco, estos orígenes de la agricultura en el Mediterráneo español
se habían documentado en Cataluña, Valencia y Andalucía, constituyendo la
Región de Murcia un auténtico vacío en cuanto a la documentación de huellas
que demostraran el paso de las sociedades humanas de economía depredadora (caza y recolección) del Paleolítico hasta las sociedades de economía
productora (agrícolas y ganaderas) del Neolítico. Los hallazgos habidos en
Murcia, hasta hace poco, se circunscribían a la documentación de cerámicas con decoración de tipología neolítica y a algunas industrias líticas más o
menos relacionadas con ellas. Algunos de estos hallazgos parecían indicar la
existencia de elementos de neolitización antigua como la cerámica con impresión cardial hallada en los niveles superiores del Abrigo Grande del Barranco
de los Grajos (Cieza), donde directamente por Termoluminiscencia cerámica e
indirectamente por Carbono 14 de los huesos de ciervo asociados, se dataron
estos restos cerámicos en el VI milenio antes de Cristo.
Pero el contexto estratigráfico de estas cerámicas neolíticas no pertenece a una economía de base agrícola y ganadera sino a una sociedad cazadora y recolectora con industria lítica típica del Magdaleniense final (Paleolítico Superior). La inmensa mayoría de yacimientos murcianos excavados hasta
ahora no poseen estratos neolíticos intactos que incluyan semillas, restos de
fauna o utensilios líticos que permitan conocer el contexto de nuestros más
antiguos antepasados agricultores y ganaderos. Los hallazgos de La Serreta, en este sentido, han sido afortunadamente de una importancia sin precedentes en nuestra región. Las excavaciones arqueológicas de La Serreta han
puesto al descubierto, tanto en el silo (depósitos para guardar cereal) de la
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zona 1 como en los niveles correspondientes a la misma ocupación neolítica
de la zona 2, la existencia de una incipiente agricultura de cereales de origen
extranjero (trigo, cebada) así como de un tipo de leguminosa autóctona.
Además de las semillas halladas pertenecientes a las mencionadas especies también se ha documentado la presencia de cebada en dos improntas sobre una vasija cerámica y de tallos de
un cereal (posiblemente trigo) en otra. La presencia, en estos mismos estratos neolíticos,
de laminitas con lustre de cereal (brillo de pulido producido en el sílex como consecuencia
de su uso como dientes de hoz) delata la labor del segado de las espigas. La aparición de
manos y molinos de arenisca nos demuestra la
existencia de los correspondientes trabajos de Semilla de melocotón hallada en el
depósito votivo de La Serreta
molienda para la elaboración de harinas, base
Foto José Javier Navarro.
de los nuevos sistemas de alimentación. Los
estudios de las citadas semillas están siendo realizados por investigadores
del Departamento de Biología Vegetal (Botánica) de la Universidad de Murcia
bajo la dirección del Dr. Diego Rivera, en colaboración con el Museo de Siyâsa.
Semilla de Ciruela, semillas de Olivo, cáscara de nuez y semillas de pino halladas en el depósito
votivo de La Serreta. Fotografías José Javier Navarro.
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Los análisis radiocarbónicos, que está previsto realizar de los macrorestos
vegetales hallados en los niveles donde han aparecido las semillas, permitirán
datos cronológicos más precisos que los que hasta ahora se pueden apuntar
basándose en el estudio de la tipología de las decoraciones cerámicas y del tipo de hábitat que nos
retrotraen hasta el Neolítico Medio (del V milenio a
comienzos del IV antes de Cristo).
Los hallazgos de semillas de melocotón y ciruela en el nivel romano de La Serreta
En esta cueva, varios milenios más tarde de
que allí vivieran e hicieran representaciones pictóSemillas de melocotón halladas
ricas rupestres los neolíticos, se asentó también
en los pozos negros de Siyâsa.
Foto José Javier Navarro.
un grupo de hispanorromanos que buscaban ocultarse de los peligros desatados por la inestabilidad
social y militar que supuso el siglo III de nuestra era, en el periodo denominado
como de “Anarquía militar” del Imperio Romano. Allí, un grupo reducido de
personas, que no debía sobrepasar los seis u ocho individuos, construyó una
modesta vivienda de piedra y adobes de barro cubierta por tejas hacia el año
240 después de Cristo.
No obstante, justo antes de
usar el vestíbulo de la cueva como
hábitat, realizaron un rito de fundación de enorme interés antropológico. Esta zona de la cueva fue llenada
de una importante cantidad de madera de pino que sería incendiada
para purificar físicamente y simbólicamente la cavidad con el fuego y el
Reproducción con elementos originales a escala
consiguiente humo que de él se desreal
de la casa10 del despoblado hispano-musulprendiera. Antes de que el fuego se
mán de Siyâsa. Foto José Olivares García.
consumiera naturalmente, el mismo
fue apagado arrojando piedras sobre
la madera todavía en combustión. En un pequeño espacio entre dichas piedras
se depósito entonces una ofrenda (sin duda a las musas que los romanos aso17
ciaban a las cuevas, las fuentes, los ríos y los bosques) compuesta de unas
varias monedas de bronce, dos pendientes de oro y pasta vítrea y algunos
frutos de los cuales se nos han conservado una semilla de melocotón, otra de
ciruela, fragmentos de cáscaras de nueces, piñones, acompañados de restos
de cáscaras de huevos de ave.
La presencia de otras semillas de melocotón, en los pozos negros de
las casas excavadas de Siyâsa, demuestra también este tipo de cultivo en la
huerta de Cieza durante el siglo XIII.
En el interior de varios de los pozos negros de las casas de Siyâsa, el
poblado fortificado andalusí localizado en las laderas del Monte del Castillo
abandonado a lo largo del siglo XIII, también se han hallado restos de semillas
de melocotón que nos indican las prácticas agrícolas realizadas en la huerta
de Cieza en esta época.
Aquí han aparecido, junto a semillas de almez y restos de nueces, varias semillas de melocotón que demuestran también su cultivo en la época
de transición de la época andalusí (hasta 1266 después de Cristo) a la de la
Reconquista cristiana efectuada por castellanos y aragoneses desde ese año
hasta finales del citado siglo.
Joaquín Salmerón Juan
Licenciado en Historia Antigua y Arqueología
Director de las excavaciones de la Cueva Sima de la Serreta.
5 campañas de 1992 a 1996
Director de las excavaciones de Siyâsa. 12 campañas de 2003 a 2014
Director del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Cieza
18
Bibliografía básica:
Martínez Sevilla, F. y Salmerón Juan, J. (2014): “La artesanía de los brazaletes líticos de
la cueva-sima de La Serreta (Cieza, Murcia): tecnología, útiles y funcionalidad del sitio”.
Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología.
Salmerón Juan, J. (1993a): “Las construcciones tardorromanas de la cueva-sima de
La Serreta (Cieza, Murcia) y su contexto. Poblamiento rural romano en el sureste de
Hispania”. Actas de la Jornadas celebradas en Jumilla del 8 al 11 de noviembre de
1993 / coord. por José Miguel Noguera Celdrán, 1995.
Salmerón Juan, J. (1993b): “La cueva-sima de La Serreta. Un hábitat cavernícola de
época tardo-romana”, Revista de Arqueología, 143, pp. 54-56. Salmerón, J. (1994):
“Cueva-sima de La Serreta (Cieza)”. En V Jornadas de Arqueología Regional (Murcia
1994). Murcia, pp. 8-9.
Salmerón Juan, J. (1995a): “Las construcciones tardorromanas de la cueva-sima de
La Serreta (Cieza, Murcia) y su contexto”, Antigüedad y Cristianismo, XII, pp. 563-578.
Salmerón Juan, J. (1995b): “Cueva-Sima de La Serreta (Cieza)”. En VI Jornadas de Arqueología Regional (Murcia 1995). Murcia, p. 29. Salmerón, J. (1996): “Cueva-Sima de
La Serreta (Cieza)”. En VII Jornadas de Arqueología Regional (Murcia 1996). Murcia, p.
14.
Salmerón Juan, J. (1997): “Cueva-Sima de La Serreta (Cieza)”. En VIII Jornadas de Arqueología Regional (Murcia 1997). Murcia, p. 16.
Salmerón Juan, J. (1999): “La Cueva-Sima de La Serreta (Cieza) santuario de arte rupestre, hábitat neolítico y refugio tardorromano”, Memorias de Arqueología, 8.
Salmerón Juan, J. (2008): “Siyâsa, puerta norte del Valle de Ricote”, Ibn Arabí y la tolerancia: Curso ... del Festival Murcia Tres Culturas, Mayo 2007 / coord. por Juana Castaño Ruiz, 2008, págs. 71-84.
Salmerón Juan, J. (2015): “SIYÂSA, UNA MADÎNA ANDALUSÍ EXCEPCIONAL“. Ponencias del II CONGRESO INTERNACIONAL DESCENDIENTES DE ANDALUSÍES “MORISCOS” EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL. OJÓS (Murcia, España), del 23 al 26 de abril
de 2015 Ojós, 2105 . Revista Al-Kurras. Junio de 2015. Nª, 1.
Salmerón Juan, J. y Rubio Martínez. M. J. (1995): “El Barranco de los Grajos (Cieza,
Murcia): Revisión de un interesante yacimiento prehistórico”. Actas del XXI Congreso
Nacional de Arqueología, Vol. 2, 1995, págs. 589-602
Warker, M. y Cuenca, A. (1977): “Nuevas fechas de C-14 para el sector de Alicante y
Murcia”, Trabajos sobre el Neógeno Cuaternario, 6, pp. 309-317.
19
Chato. Foto Napoleón Bravo.
20
II
El origen del melocotón.
Variedades tradicionales en
Cieza y el Valle de Ricote
21
22
El origen del melocotón.
Variedades tradicionales en Cieza y el
Valle de Ricote
Desde los tiempos más remotos las plantas han sido y son fuente de
sustento para el hombre y para la vida en la tierra. Leyendo acerca de antiguos
ritos de culto observamos que las plantas son también instrumentos para la
curación, así como agentes de uso religioso que permiten al hombre contactar
con deidades, antepasados y con su propia alma. En torno al Mediterráneo, ya
antes de la Antigüedad, florecieron un sinnúmero de culturas que fueron entretejiendo en sus costumbres y vidas a las plantas que crecían en este lugar
de la tierra. Así, según algunos autores, anteriormente al contacto con griegos,
fenicios, etc., surge en el sur de Iberia, dentro de sus sociedades neolíticas,
una religión que incluye en sus creencias el culto a la Madre Tierra, pues de
ella surgían las plantas que a su vez sustentaban a los animales y hombres.
Por tanto, desde siempre la inherencia del hombre con las plantas ha sido total. Recordemos que sin ellas la humanidad y toda la vida animal perecerían.
La Neolitización. Se pasó de un modo de subsistencia basado principalmente en la caza, la pesca y la
recolección a una economía de producción de alimentos basada en la agricultura y la ganadería que
trajeron nuevas formas de organización social. Autor Pascual Sánchez Sánchez.
23
Los árboles frutales hasta hoy no han jugado un papel importante en
nuestra comprensión de la interacción hombre-planta que originó la producción de alimentos, debido a que su domesticación es generalmente considerada como mucho más tardía que la domesticación de herbáceas (cereales
y legumbres). Los ejemplos de árboles frutales utilizados por el ser humano
en los albores de la agricultura incluyen olivo, palmera e higuera, que eran
importantes recursos en el Mediterráneo oriental en torno al 6000 AP (antes
del presente). Se sabe que se recolectaron aceitunas ya sobre el 19000 AP
en Palestina, junto con almendra, pistacho y uva, pero, transcurrió un tiempo
desde que comenzaron a ser utilizadas las especies citadas hasta que fueron
domesticadas y puestas en cultivo. Un caso muy interesante es el de la domesticación del higo en Palestina 11000-12000 AP, por reproducción vegetativa. Todo lo anterior indica que la recolección de frutos del árbol no era una
actividad humana exclusiva del Holoceno, sino anterior.
Los melocotones cultivados o domesticados tuvieron su origen en China, pero no está resuelto con total certeza cuál fue su ancestro silvestre, ni
dónde, cuándo y en qué circunstancias se domesticó, aunque todo apunta
a que, al menos su forma silvestre es procedente del país mencionado. La
producción de alimentos de un modo relativamente sedentario en China se
establece en torno al 7500-8000 AP, como lo corroboran la aparición de abundantes molinos manuales de cereal para dicho tiempo.
Los investigadores averiguaron que los melocotones se volvieron significativamente más grandes con
el paso del tiempo en el Valle del río Yangtsé, lo cual demuestra que allí se produjo la domesticación.
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Por lo demás, hasta cinco localidades distintas de huesos (endocarpos)
de melocotón recuperados en la provincia de Zhejiang, China, dan testimonio
del uso del melocotón y su evolución desde aproximadamente el 8000 AP. La
mayoría de las ubicaciones donde han sido localizados los primeros huesos
de melocotón son del valle del río Yangtsé, lo que indica que este es el lugar
donde tuvo lugar la selección más temprana de variedades de melocotón. Por
otro lado, la tipología morfológica de los huesos de melocotón a través del
tiempo es consistente con la hipótesis de que un ancestro desconocido silvestre de Prunus persica fue el antepasado del fruto cultivado. Los huesos
más antiguos de melocotón en yacimientos arqueológicos del gigante asiático
son de Kuahuqiao (8000-7000 AP) y Tianluoshan (7000-6500 AP), en ambos
lugares se puede notar ya una selección temprana de los tipos preferidos para
el consumo. Por otro lado, en China, los primeros huesos de melocotón más
similares a las formas cultivadas modernas son de la cultura Liangzhu (en
torno al 4300-5300 AP), cuyos endocarpos son significativamente más grandes y más comprimidos que huesos de dataciones anteriores. Se registran
huesos de melocotón similares en Japón mucho antes (6700-6400 AP), pero
en este país no existen formas silvestres de la especie, por lo que se infiere su
origen chino, donde sí las hay. Este melocotón grande, de hueso comprimido
fue introducido en Japón e indica una población de origen aún no identificado
en China que fue similar a la de los frutos datados para la cultura Liangzhu. El
manejo de los melocotones y su domesticación jugaron un papel muy relevante en los primeros estadios de desarrollo de la agricultura el sureste asiático.
Sobre el melocotón, la referencia
escrita más antigua se encuentra en el
primer almanaque agrícola de China, que
se refiere a la dinastía Xia (3600-4100
AP). Por lo demás, en el Libro de las Odas
(Shijing), una recopilación de poesía en
torno al 2500-3000 AP, aparece la primera
descripción botánica del mismo, que ha
sido siempre un elemento muy significativo en la cultura tradicional de China y es
considerado un símbolo de inmortalidad
en la mitología taoísta.
Los melocotones, presentes continuamente en la poesía y arte de China.
25
De todo lo anterior se puede afirmar que el valle inferior del río Yangtsé
en la milenaria China es una región, si no la región, donde ocurrió la primera
selección del melocotón y su domesticación y que el proceso comenzó hace
al menos 7.500 años.
Tras su domesticación en
territorios del gigante asiático, la
especie pasó a la India y Persia,
desde donde, finalmente, parece
ser que fue traído a Grecia sobre
el 2400 AP, extendiéndose desde
allí por toda Europa, siendo posible documentar su fruto en Cieza
para la cueva de la Serreta en el
siglo III d. C., y ya más tarde en el
despoblado musulmán de Siyâsa
El melocotón llegó a Europa a través de Persia
aparece en el siglo XIII. Lo que co(de ahí su nombre científico)
rrobora su presencia en territorios
seguisitanos desde la Antigüedad, pasando por el Medievo hasta nuestros días.
El melocotón y sus propiedades medicinales
En cuanto a los usos no alimenticios del melocotón, hemos de destacar
el medicinal. Así, ya en la antigüedad Dioscórides, en su Materia Medica, dice
de los melocotones maduros que son estomacales y buenos para el vientre,
mientras los poco maduros son constrictivos. Plinio establece que son más
saludables que las ciruelas y su jugo, según se exprima en vino o vinagre,
estimula la sed.
Estas apreciaciones vienen a rebatir al bético Columela, anterior a ellos
y que había escrito que la manzana pérsica (el llamado pérsico, nuestro melocotón) era venenosa, error éste que, sin embargo, se ha ido arrastrando por
diversos autores, quizá al confundirse con otro árbol o fruto. Hay quienes ven
en esta creencia de que los melocotones, aunque frutas de exquisito sabor,
tienen alguna cualidad nociva, el motivo de la tradición de servirlas junto con
vino, con el objetivo de que no hagan daño, tradición que perdura hasta nues26
tros días, y que, sobre todo en el sur de España, mantenemos muy viva durante
el verano con nuestra popular sangría o cuerva.
Los melocotones poseen beneficios y propiedades muy positivos para la salud.
Si seguimos con los usos medicinales, hay constancia de que también
se han empleado los huesos de los melocotones, con aceite y vinagre, en uso
tópico, contra los dolores de cabeza. Font Quer, en su Dioscórides renovado,
apunta que, aunque en España se ha recomendado en ocasiones una tisana
con flores de melocotonero como laxante, esto es un error, ya que se han producido graves casos de envenenamiento debido a la amigdalina presente en
algunas de las variedades de melocotonero. No obstante, y aunque nosotros
ya lo teníamos relativamente claro, apunta literalmente Font Quer que “el fruto,
el melocotón o durazno, es excelente, tan perfumado, que el aroma trasciende
al vino en el que esta fruta suele dejarse en remojo. De ahí el refrán castellano:
Peras de vino, y vino de durazno”.
Antes de comenzar a comentar las distintas variedades tradicionales de
melocotonero, pasamos a describir la especie en sí y a enumerar los distintos
sinónimos con los que se ha identificado a la misma:
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Melocotonero. Prunus persica
(L.) Batsch.
Melocotonero
Familia: Rosaceae
Subgénero: Amygdalus
Especie: Prunus persica (L.) Batsch
Sinónimos: Amygdalus persica L., Persica vulgaris Mill., Prunus persica var. nectarina (Aiton)
Maxim., P. persica var. compressa (Loudon)
Bean., P. persica var. laevis (DC.) Focke, P. persica
subsp. nucipersica (L. ex Borkh.) Dippel, P. persica var. platycarpa (Decne.) L.H. Bailey
Árbol de hasta 6 (8) m, de hoja caduca, sin espinas. Hojas 5-12 (16) x 2-4 cm, lanceoladas (elípticas), acabadas en punta,
con base que se estrecha progresivamente (cunedas), sin pelo, con dientes
que poseen glándulas; estípulas caedizas, lineal-lanceoladas. Flores hermafroditas solitarias o en grupo de dos, con un pedúnculo muy corto, con varias
brácteas en la base. Receptáculo floral de 6-8 mm, campanulado, ensanchado
en el ápice, sin vello, de tonos púrpura y anaranjado interiormente. Sépalos 4-6
mm, ovados, más largos que anchos, enteros, obtusos, pubescentes, purpúreos. Pétalos de 10-14 (19) mm, suborbiculares u obovados, denticulados en
ápice, de color rosáceo fuerte. Ovario sin vello o pubescente. Fruto de 40-80
mm, subesférico o comprimido dorso-ventralmente, velloso o glabro, verdoso,
amarillo o anaranjado, con zonas purpuráceas; mesocarpo (pulpa) muy carnoso, dulce; endocarpo (hueso) con profundos surcos.
Consecuencia de la milenaria
presencia y empleo como frutal cultivado del melocotonero en España,
existen muchos nombres comunes
de éste hoy día, para las zonas castellano-parlantes estarían como
más representativos, aparte del que
se acaba de mencionar:
Abridor, abridero, alberchiguero, albérchigo, alpérsico, arcipiescu, blanquillo, bresquillero,
Melocotonero. Prunus persica (L.) Batsch.
28
bresquilla, briñón, bruñón, chato, damasquilla, dorasnilla, duraznero, durazno,
duraznilla, fresquillero, fresquilla, griñón, malacatonero, malagatonero, nectarina, nectalina, paraguayo, presquero, paraguaya, pavía, peladilla, pérsico, pérsigo, pesco, pésigo, piesco, piesgo, presquilla, preziego, prisiego.
A continuación pasamos a describir según la tipología de los frutos
(melocotones, chatos, abridores, duraznos cerrados y nectarinas) las diferentes variedades tradicionales cultivadas en Cieza y Valle de Ricote.
Melocotones
Caracterizados por su pulpa amarillenta, dorada, dulce y sabrosa, muy
compacta y adherida al hueso, éste rojizo. La piel es amarilla o anaranjada y
toma color púrpura en la parte expuesta al sol. El médico de Felipe II, Andrés
Laguna, justifica el origen de este grupo por el cruce entre durazno y membrillero. Si bien este relato es de corte fantástico, parece inducirse de él que los
frutos de esta forma, pilosos y de carne amarilla, dentro de los melocotones,
eran novedosos a mediados del siglo XVI. La presencia de un pico o prominencia apical es un carácter que ha sido subrayado por diversos autores.
Melocotón amarillo. Foto Dani Ato.
29
Se supone que este tipo de fruto, de carne amarilla, constituye un grupo
mediterráneo-europeo, casi exclusivo dentro de la especie. Por otro lado, los
“Albérchigos”, interpretados como frutos sabrosos, tardíos, de carne amarilla,
coloreada de rojo junto al hueso y de piel pubescente, poseen una similitud total con los melocotones definidos en el presente texto. Éste parece haber sido
un nombre usado con cierta frecuencia en Murcia, según algunos autores. Rodríguez Navarro (1989) distingue tres grupos de melocotoneros cultivados en
Murcia: 1. Variedades autóctonas de doble aptitud (conserva y consumo en
fresco) (Marujas, Jerónimos, Calabaceros, etc.); 2. Variedades tradicionales
destinadas al consumo en fresco (Brasileños o Pipas); 3. Variedades foráneas
(Catherine, Vesubio, Fortuna, Loadel, Babygold, etc.). Hoy día existen multitud
de variedades nuevas que sustituyen casi por completo a las citadas en el
presente texto.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Agosto”.
Rojo de agosto.
Esta variedad se introdujo en las últimas décadas del siglo XX, procede
de Zaragoza. Tiene un fruto grande con piel amarillenta y teñida de rojo, vellosa, que madura en agosto. Cultivado en toda la Región de Murcia y Vega Baja
(Alicante), pero prácticamente ausente de las zonas litorales.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Amarillos tardíos”.
Pajizos tardíos.
Fruto globoso, con unos 6 cm de diámetro y sutura poco marcada. La
piel es de color amarillo en la zona más insolada y rojiza en donde menos,
recubierta por una pilosidad afelpada; carne amarillenta-verdosa, consistente,
no muy jugosa y de sabor dulce, ha sido consumida para postre.
Esta variedad madura a mediados de septiembre. Fue cultivada en la
Región de Murcia en torno al último cuarto del siglo XX, así como en la Comarca de la Vega Baja (Alicante).
30
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad
“Almendrolao”.
Almendrao, almendrolaos.
Es la piel de esta variedad de color amarillento-verdoso donde no recibe sol, tiñéndose de rojo bermellón donde recibe sus rayos,
está cubierta por abundante vello que va del
color blanco al rojo. Con un tamaño de 5-6 x
5-6 cm; este melocotón tiene forma globular,
comprimido y estrechado hacia su ápice y con
una sutura poco marcada.
Ilustración Berga de 1854.
Siendo poco apreciado, debido a que su carne
es poco jugosa y con un sabor ligeramente ácido, de amarilla a verdosa y muy
adherente al hueso, ha sido consumido para postre o en almíbar. Cultivado en
Cieza y Valle de Ricote, al menos a finales del siglo XIX.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Babigol” (Baby Gold).
Beibigol, bebigol.
Es esta una variedad disponible desde finales de julio a agosto. De introducción reciente, a finales de los años ochenta del siglo XX. Fruto de tamaño mediano-grande y coloración amarillo-anaranjado con veteado rojo donde
recibe insolación, de forma redonda simétrica y con sutura poco aparente, de
pulpa jugosa, aromática y sabor azucarado. Hueso pequeño.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Brasileños”.
Brasileño.
Fruto pequeño, oblongo, con unas medidas de 4-4,5 x 4-4,5 cm, la zona
apical presenta una sutura, con el pico insertado en la hendidura, zona basal
con una cavidad estrecha y no muy profunda. La sutura con surco poco mar31
cado, superficial que puede estar teñida de rojo. La piel con vellosidad densa,
aterciopelada, de color anaranjado-amarillento, pero teñida de rojo oscuro en
la parte expuesta al sol. La carne es jugosa, suave, de sabor agridulce, poco
consistente, de color amarillo o rojo, adherida al hueso, donde aparece más
descolorida. Hueso oval, alargado, de 21 x 15 mm, con surcos laterales y basales amplios y profundos, con orificios repartidos por igual en toda la superficie.
Esta variedad, que se recoge a finales de junio, fue introducida en el
último cuarto del siglo XX, en 1987. Ocupaba un 5% de la superficie de cultivo
dedicada al melocotonero en Murcia. Algunos autores los asimilan con los
“Pipas”, considerándolos incluso idénticos a ellos.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Calabacero”
Calabaceros.
Es este un fruto de mediano a grande, 6,5-7,5 x 6,5-7,5 cm, de forma
redonda-acorazonada, con la zona apical prominente, mucronada, y la basal
con una cavidad ancha y profunda. Sutura coloreada de rojo, surco de ligera a
medianamente perceptible.
Tiene una piel con abundante vello, con pubescencia densa, de color
amarillo-anaranjado aunque teñida de rojo en la zona expuesta al sol. Esconde
en su interior un hueso grande, de 30-40 x 20-28 mm, alargado y con punta
pronunciada, cuya superficie áspera tiene surcos laterales cortos y orificios
diminutos.
La carne es jugosa, agridulce y aromática, firme, amarilla, teñida de rojo
en la proximidad al hueso y adherente a él. Ha sido consumido para postre,
siendo una variedad que madura de finales de julio a mediados de agosto. Es
una planta de medianamente a muy vigorosa y productiva, que necesita el frío
invernal.
En 1987 ocupaban un 6% de la superficie de cultivo dedicada al melocotonero en Murcia, junto con los “Campillos”. Se han obtenido clones de ella,
como “Deleite”, “Rincón” o “Soto”.
32
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad ‘’Campillos”.
Campillo.
Fruto de mediano a grande, 6,5-7,5 x 6,5-7,5 cm, globoso y grueso, con
su zona apical redondeada o con una pequeña depresión, y la zona basal con
una cavidad ancha y profunda. Sutura casi inapreciable. Tiene la piel pubescente y aterciopelada, de color amarillo anaranjada, púrpura oscuro en la zona
expuesta al sol. La carne es amarilla, adherida al hueso y descolorida junto al
él, jugosa, fibrosa, dulce, áspera y aromática. El hueso es mediano, 30-40 x 2027 mm, alargado, lateralmente ornamentado de surcos muy cortos, orificios
diminutos profundos y rugosidades.
Esta variedad tardía, que madura desde mediados de agosto hasta septiembre e incluso a finales de octubre. Es consumida como postre.
En 1987 ocupaban un 6 % de la superficie de cultivo dedicada al melocotonero en la Región de Murcia, junto con los “Calabaceros”. Se asemeja
a los “Campieles”, aunque no parece idéntico; y se han obtenido selecciones
clonales como “Rocho” a partir del material autóctono.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Cardinal”.
Cardinales, cárdenas.
Fruto mediano de forma globosa, achatado. Su zona apical es redondeada o con una pequeña depresión, y su zona basal tiene una cavidad ancha
y profunda, con sutura casi inapreciable. La piel es aterciopelada, pubescente,
de color anaranjado-amarillento, aunque coloreada de púrpura oscuro en la
zona expuesta al sol. La carne es amarilla, adherida al hueso y descolorida
junto a él, jugosa, fibrosa, dulce, áspera y aromática. Hueso mediano y alargado, lateralmente ornamentado de surcos muy cortos, orificios pequeños pero
profundos y con rugosidades. Es una variedad que madura a finales de junio-principios de julio.
33
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Catalina” (Catherine).
Caterinas, catalinas.
Introducida a finales de la década de los 80 del siglo XX. Fruto de tamaño mediano-grande y coloración amarilla con presencia de zonas rojas donde
recibe insolación, de forma redonda simétrica y con sutura poco aparente, de
pulpa jugosa, aromática y sabor azucarado.
Es una variedad disponible desde finales de junio a julio.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Enriques”.
Enrique.
Fruto grande, acorazonado, 6-8 x 6-7 cm. Zona apical acabada en punta
o mucronada, alguna vez redondeada, zona basal con una cavidad ancha y
superficial. Sutura roja y marcada por un surco superficial, algo más profundo
cerca de la base. Con piel vellosa, con pubescencia densa y larga, de color
anaranjado-amarillento y teñida de rojo granate en la zona expuesta al sol. La
carne es firme, amarilla, rojiza cerca del hueso, adherente, jugosa, crujiente,
agridulce y aromática. El hueso es grande, de 30-40 x 20-25 mm, alargado,
con surcos laterales cortos y largos, y orificios de tamaño variable, repartidos
por toda su superficie. Esta variedad madura desde finales de julio hasta principios de agosto. Cultivado en la Región de Murcia hacia los años 60 del siglo
XX.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Jeromo”
Jerónimo.
De tamaño mediano a grande, 6,5-8 x 6-7 cm, esféricos, ovalados o acorazonados, tienen la zona apical mucronada o con una hendidura superficial,
siendo la basal aplanada, con una cavidad estrecha y profunda. Sutura rojiza
y con un surco superficial. Piel con densa vellosidad, anaranjado-amarillenta,
34
excepto en la parte expuesta al sol, que
se torna en rojo vivo. El hueso es alargado, con surcos laterales profundos, concentrados cerca del ápice, con orificios
en el resto, tiene un tamaño mediano,
30-35 x 20-25 mm; de carne dulce y aromática, firme, adherente, roja cuanto más
próxima al hueso, que pasa a ser amarilla
al alejarse.
Un poco más tardío que el “Maruja”, madura desde mediados de julio. Consumido como postre en fresco y
Fruto del Jerónimo en fase de maduración
también en conserva. Su nombre es debido a que se atribuye su origen al Convento de Los Jerónimos en La Ñora
(Murcia), siendo cultivado en Murcia desde principios de siglo XX. En Cieza y el
Valle de Ricote, los “Jeromos” y los “Segundos” son considerados variedades
próximas pero distintas, ambas son de pulpa dura, muy apta para la conserva.
Se han obtenido selecciones clonales como “Oro”, “Prasio” o “Copia” a
partir del material autóctono.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Maicre” (Maycrest).
Maicreh.
Es una variedad introducida en el último cuarto del siglo XX, hoy ya en
desuso.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Maruja”.
Marujas.
Considerado un híbrido de “Sampedrino” y “Jerónimo”, es una variedad
que madura durante la primera quincena de julio.
35
El fruto grande, de 6,5-7,5 x 6-7
cm., tiene forma globosa, ovalada,
acorazonada. Su zona apical acaba
en punta, con apículo largo y agudo,
tiene en su parte basal una cavidad
estrecha y poco profunda. La sutura
está poco marcada por un surco superficial o una línea púrpura, y puede
aparecer una segunda sutura dorsal.
Fruto del Jerónimo en fase de maduración.
Foto Arturo Soler.
Cubierto por una piel delgada, pubescente, con vellosidad muy corta, de
color anaranjado-amarillento o rojizo, teñida de rojo en la zona expuesta al sol,
su carne firme, amarilla, con tonos rojos junto al hueso, ha sido muy consumida para postre al ser suave, jugosa, aromática y dulce. El hueso es pequeño,
24-36 x 20-25 mm, alargado y tiene surcos profundos y cortos, alargados en
la cercanía del ápice.
Hasta la década de los 80 era cultivado en toda la cuenca del Segura,
pero al acabar ésta había desaparecido su cultivo a gran escala.
Se han obtenido selecciones clonales como “Alquibla”, “Téjar”, “Tradición” o “Perfección” a partir del material autóctono.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Maruja del porvenir”
Marujas del polvenir.
Cultivado en toda la cuenca del Segura, fue una de las variedades más
emblemáticas del melocotón ciezano, próxima a los “Maruja”, pero de mayor
aroma y color anaranjado. Tiene la piel anaranjada y la carne amarilla, adherida al hueso.
Es una variedad que madura de finales de junio a mediados de julio, y
ha sido consumido para postre, fue desplazada por nuevas variedades con
mayor duración una vez recolectadas, por tanto, de más fácil manejo para su
transporte.
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Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Pipas”
Melocotones pipa, melocotones puntas, melocotón pipa.
Este melocotón, nacido de plantas de mediana a muy vigorosas, es de
tamaño mediano o grande, 6,5-8 x 6-7 cm, acorazonado, muy picudo, con la
zona apical en punta con apículo muy marcado y zona basal con cavidad estrecha y medianamente profunda. La sutura marcada por una línea de rojiza.
La piel pubescente y muy densa, corta, con el recubrimiento céreo llamado
pruina, tiene color verdoso a amarillo anaranjado, tendiendo a burdeos en la
zona expuesta al sol.
Melocotones “Pipas”. Foto Arturo Soler.
Esta variedad madura a partir de la primera quincena de junio hasta
comienzos de julio. Es de carne amarillo-rojiza, firme, roja junto al hueso, con
estrías, y tiene un sabor dulce, suave, aromático. Ha sido consumido para postre no pudiendo ser aprovechado en conserva.
El hueso es grande y alargado, puntiagudo, 35-40 x 20-25 mm, con muchos surcos laterales y retorcidos, más abundantes cerca del ápice.
37
En Cieza y Valle de Ricote eran muy frecuentes y son considerados idénticos a la variedad “Brasileño” o, al menos, al clon “Brasileño Elipe”.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Sampedrino”
Melocotones pedros, pericos, sampedreños, sampedrinos, sampedros, sampericos, San Pedrino.
Son estos melocotones pequeños o medianos (5,5-6,5 x 5,5-6,5 cm),
globosos, acorazonados, con su zona apical acuminada, mucronada y la basal
con una cavidad ancha y profunda. La sutura está teñida de rojo (burdeos) y
con un surco superficial. El hueso es mediano o pequeño 25-35 x 20-25 mm,
alargado, con surcos largos y profundos en zona sub-apical y con orificios en
el resto, al que rodea una carne poco coloreada, amarilla en el resto del fruto,
firme, adherente, jugosa, agridulce, crujiente o suave y aromática.
Esta variedad madura a finales de junio. Se ha consumido tanto para
postre, como en conserva, al ser su carne dura muy adecuada para la misma,
y se ha cultivado en Cieza y cuenca del Segura, al menos desde principios del
siglo XX.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Santiagos”.
Melocotones santiagos.
Esta variedad madura en la última semana de julio o primera de agosto,
tiene un fruto de carne amarilla, adherida al hueso, y es consumido para postre. Fue cultivado en la Región de Murcia, al menos, hasta la década de los 80
del siglo XX.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Segundo murciano”.
Melocotón segundo murciano, melocotón segundo.
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Fruto de tamaño mediano, con piel amarilla, más o menos vellosa y carne anaranjada o roja, pegada al hueso, aromática. Madura desde finales de
julio hasta mediados de agosto, y son asimilados por algunos autores con los
“Jerónimos”. Se les llama “segundos” porque maduran a continuación de los
“Marujas”, habiendo sido ambas las variedades tradicionales más apreciadas
en la Región de Murcia.
Es considerado una variedad autóctona de excelente calidad para consumirlo en fresco como postre.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Sudanés” (Sudanell).
Melocotón sudanés, melocotón sudanell.
Fruto grande, 6-9 x 5,5-7,5, acorazonado, con una prominencia apical
muy marcada y una carne anaranjado-amarillenta, muy adherida al hueso.
Esta variedad se introdujo en el último cuarto del siglo XX, procedente de Lérida, siendo una planta medianamente vigorosa, muy productiva, con
maduración tardía. En 1987 ocupaban un 13,2% de la superficie de cultivo dedicada al melocotonero en Murcia.
Chatos o paraguayos
El botánico y explorador francés Jean Pierre Armand David envió al Museo de Historia Natural de París la primera muestra de Prunus davidiana desde
China en 1857, con la cual, en principio, parecía que podría asimilarse a los chatos. P. davidiana es una especie con gran resistencia al frío que aparece silvestre en el noroeste de China y Siberia. Sin embargo, la identidad de los paraguayos no quedó bien definida para los autores decimonónicos, ya que mientras el
botánico Boissier los asimila con Prunus davidiana, Rehder los considera una
variedad de melocotonero (Prunus persica) con fruto aplanado, y es ésta la tipificación taxonómica utilizada en la actualidad por la mayoría de los botánicos.
39
Paraguayos. Foto Dani Ato.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Chato Temprano”.
Botones.
Madura a principios de junio. Fruto mediano, de 2-3 x 5-6 cm, profundamente aplastado por los polos, achatado, con la zona apical con una depresión
en forma de cubeta ancha y profunda, dejando la piel abierta y algo acorchada,
y la zona basal, con una cavidad muy ancha y profunda. La sutura es profunda, marcada por un surco, pudiendo aparecer otra sutura dorsal. La piel pubescente, con vellosidad laxa y corta, de color crema o verdosa, coloreada de
púrpura oscuro en la zona expuesta al sol.
Consumido para postre, su carne es blanca, de consistencia blanda, jugosa, muy dulce y aromática, ligeramente adherente y teñida de rojo en las
proximidades del hueso, que es pequeño, globoso, muy achatado, de 12-15
x 16-19 mm, cuya superficie lisa y con orificios pequeños y profundos, puede
presentar algunos surcos cortos.
40
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Chato de Enmedio”.
Chatos, melocotones de botón, melocotones de broche, paraguayos, paraguayo antiguo, melocotón de plato, fresquilla.
Esta variedad madura a partir de la primera quincena de julio y principios de agosto. Es el chato un fruto mediano, de 3-4 x 6-7 cm, profundamente
aplastado por los polos, achatado, con la zona apical con una depresión en
forma de cubeta ancha y profunda, dejando la piel abierta y algo acorchada,
y la zona basal, con una cavidad muy ancha y profunda. La sutura profunda,
marcada por un surco, y puede aparecer otra sutura dorsal. La piel pubescente, con vellosidad laxa y corta, de color crema o verdosa, coloreada de púrpura
oscuro en la zona expuesta al sol.
Consumido para postre, su carne es blanca, de consistencia blanda, jugosa, muy dulce y aromática, ligeramente adherente y teñida de rojo en las
proximidades del hueso, que es pequeño, globoso, muy achatado, de 15-18
x 20-27 mm, cuya superficie lisa y con orificios pequeños y profundos, puede
presentar algunos surcos cortos. Se han obtenido selecciones clonales como
“Delfín” a partir del material autóctono.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Chato Tardío”.
Chatos, melocotones de botón, melocotones de broche, paraguayos, paraguayo antiguo, melocotón de plato, fresquilla.
Esta variedad madura a partir de la tercera semana de agosto. Es el
chato de fruto grande, de 3,5-5 x 12-14 cm, profundamente aplastado por los
polos, achatado, con la zona apical con una depresión en forma de cubeta
ancha y profunda, dejando la piel abierta y algo acorchada, y la zona basal,
con una cavidad muy ancha y profunda. La sutura profunda, marcada por un
surco, y puede aparecer otra sutura dorsal. La piel pubescente, con vellosidad
laxa y corta, de color crema o verdosa, coloreada de púrpura oscuro en la zona
expuesta al sol. Consumido para postre, su carne es blanca, de consistencia
blanda, jugosa, muy dulce y aromática, ligeramente adherente y teñida de rojo
en las proximidades del hueso, que es pequeño, globoso, muy achatado, de
41
16-20 x 22-30 mm, cuya superficie lisa y con orificios pequeños y profundos,
puede presentar algunos surcos cortos.
Se han obtenido selecciones clonales como “Sweet cap” a partir del material de esta variedad.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Paraguayo amarillo”.
Paraguayo amarillo.
Este fruto es achatado, con piel color verde claro y rojiza, y la carne
amarillenta rojiza, adherida al hueso, consumido para postre.
Parece ser un híbrido de melocotonero “Sampedrino” y “Paraguayo antiguo”, obtenido hacia 1950 e introducido en Cieza un tiempo después.
Abridores o prisqueros
En algunos oasis norteafricanos, entre las montañas del Atlas y las del
Hoggar, se ha citado una variedad de melocotonero antiguo muy rústico y que
se reproduce por semilla. Este melocotonero, con frutos tardíos de carne amarilla, sabrosa y no adherida al hueso, podría estar relacionado con los abridores de la cuenca del Segura.
Ya en el Siglo XII describe Abú Zacaría los “Duraznos abiertos”, quizá
los ascendientes de los abridores. Esta variedad era tenida en cuenta por los
andalusíes como de inferior calidad respecto a los cerrados, los cuales eran
probablemente las actuales pavías.
En Francia, sin embargo, se considera de mejor calidad el que la carne esté suelta del hueso, requisito que cumplirían los “Priscos”, que Juan de
Aviñón en el siglo XVI describe como frutas frías y húmedas en primer grado,
caracterizadas porque el “Cuesco” o hueso no está unido con la carne. Andrés
Laguna, médico de Felipe II y Carlos I, denomina “Priscos” a todos los duraznos de carne no adherida al hueso, sean cuales sean las características de su
piel o la consistencia de su carne.
42
En el archipiélago canario y
Macaronesia, en general, a finales del
siglo XVIII se cultivaban los llamados abrideros, abridores o duraznos
mollares, descritos con piel blanca y
rojiza o amarilla y roja y carne blanquecina o amarillenta, suave y tierna,
no adherida al hueso. Llamados en La
Toba (Santiago-Pontones) alberteros.
El melocotonero abridor o prisquero.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Abridor”.
Prisquero, albertero.
Para algunos autores sería una subespecie (Prunus pérsica (L.) Batsch
subespecie domestica Risso). El melocotonero abridor o prisquero, es un árbol
de entre 5 y 7 m de altura, con tronco tortuoso, gris parduzco. Según envejece,
produce una corteza negruzca y hendida en sentido longitudinal. Sus ramas,
tortuosas, delgadas y ascendentes se inclinan con el peso de los frutos y la
elevada longitud que alcanzan, dando a la copa una forma irregular. Tiene ramillas sin vello, verdosas o marrones.
Sus hojas, usadas de modo ocasional en infusión como laxante, son
simples, alternas, lanceoladas o estrechamente obovadas, de 5-15x1-3 cm,
de color verde claro, tacto herbáceo con margen finamente serrado y nervio
central bien diferenciado, con glándulas. El pecíolo es corto y no glandular,
con estípulas filiformes, subuladas, glandulosas de hasta 8 mm. Las flores
aparecen en solitario, a veces por parejas. Receptáculo campaniforme, en torno a 6 x 3 mm, muy pubescente. Sépalos oval-oblongos, redondos en el ápice,
densamente vellosos. Pétalos color rosa intenso, oblongos u obovales, 10-14
x 7-9 mm, el color más acentuado hacia la base. Ápice redondo o ligeramente
emarginado. Estambres sin pelo. El fruto, drupa muy carnosa, pubescente, de
contorno globoso con hasta 9 cm de diámetro, está marcado desde la base
al ápice con un surco longitudinal. Se une al árbol por medio de un corto pedúnculo introducido en una cavidad bastante profunda que tiene en su base.
El hueso, de 2 a 4 cm, con forma oval, es muy rugoso y con perforaciones, no
43
adherido, o muy poco, a la carne. Se consumen en fresco o bien en mermeladas, zumos y otros postres almibarados.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Abridor Sangrino”
Abridor de sangre o coloraos.
Madura a principios de agosto. Fruto redondo, de tamaño medio 6-7 x
6-7 cm. Apreciable sutura longitudinal. Piel delgada, pubescente, color rojo
burdeos por el lado expuesto al sol, el de la sombra tiene tonos amarillo claro.
Carne blanca, rojiza en la zona insolada, jugosa, ligeramente dulce y aromática.
Duraznos cerrados o pavías
Se han identificado estos duraznos con los descritos por San Isidoro en
el siglo VI, “Malum persicum duracenum”, frutos ácidos con pulpa blanquecina muy adherida al hueso y que se tiñe de rojo cerca de él, con piel que va de
blanca a verdosa, coloreándose de púrpura en las partes expuestas al sol. Su
precocidad, pequeño tamaño y la presencia de una depresión han sido subrayadas como muy características por algunos autores.
Podría tratarse éste del grupo más antiguo entre los melocotones. Los
andalusíes en el siglo XI les llamaban “Jawj”, siendo muy apreciados por los
hispanoárabes, que consideraban de mayor calidad aquéllos con carne adherente al hueso. Otros nombres que recibían era “Durachno” o “Duráconon” en
lengua romance, así como “Chejeret el juj” en el Norte de África.
Hay constancia de que se cultivaban en las huertas de Benatae (Sierra
de Segura) hacia mediados del siglo XVI.
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Blanco”.
Blancos.
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Son estos melocotones de forma globosa, pequeños a medianos, 5,56,5 x 5,5-6,5 cm, cuya zona apical tiene una depresión ancha y superficial y
la basal ancha y poco profunda. La sutura está representada por un surco
poco profundo que parte de la base, y se va difuminando hacia la mitad. La
piel presenta pubescencia corta y densa, de color crema, verdosa y amarillo-blanquecina, y en el lado expuesto al sol aparece en ocasiones jaspeado
de encarnado. El hueso es ovalado, aplastado y alargado, que mide poco más
de 3 centímetros y tiene color rojo carmín oscuro, con surcos laterales anchos, largos y profundos. La carne blanca, firme, adherida al hueso, suculenta,
consistente, muy suave, aromática, de sabor agradable y muy dulce, ha sido
consumida para postre.
Esta variedad madura a finales de agosto, se empezó a cultivar en Murcia en el último cuarto del siglo XIX, así como en la Vega Baja (Alicante), La
Toba (Santiago-Pontones) y Parolís (Yeste), Cortijo de la Juliana, Yetas (Nerpio) y Cotillas. Produce pollizos (retoños de raíz). En la Sierra de Segura se
plantan de semilla (hueso).
Prunus pérsica (L.) Batsch, etnovariedad “Colorao”.
Pavías blancas, melocotones de carrillo colorao, melocotones coloraos.
Abú Zacaría, en el siglo XII describió un durazno “Zahrí” o brillante, cerrado, aromático, suave y jugoso que podría ser esta pavía o albérchigo blanco que
se ha cultivado en Francia, al menos, desde mediados del Siglo XII, y en Murcia
hacia el último cuarto del siglo XIX. Producen abundantes pollizos (rebrotes de
raíz). En la sierra del Segura se reproducen por semilla (hueso), en Parolís y cortijo
de la Juliana (Yeste), Yetas (Nerpio), así como en La Toba (Santiago-Pontones).
Es una variedad muy tardía que madura de mediados de septiembre a
octubre, y los frutos son de medianos a grandes, globosos, 5-6(9) x 4-6(9) cm,
tienen una sutura imperceptible; piel afelpada, de color blanquecino-amarillento en el lado de la sombra, y rojo-anaranjado por aquel que recibe sol. La carne
es blanca, con tonos amarillentos, teñida de rojo junto al hueso y adherente,
fibrosa, consistente, jugosa, aromática, de sabor dulce y agradable, aunque
ligeramente ácida. El hueso tiene forma oval, aplastado y de paredes gruesas,
con un tamaño de 3,5-4,5 x 2 cm, de superficie exterior con muchos surcos.
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Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Pajizo”.
Pajizo de Cieza.
Esta variedad madura a mediados de julio. Tiene la carne de blanca a
amarilla, adherida al hueso. Se ha cultivado en Cieza en la primera mitad del
siglo XX, así como en la Vega Baja del Segura, siendo consumido para postre.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “De Viña”.
Viñeros.
Con una piel sin rosetas y carne blanquecina adherida al hueso, donde
se torna más roja, este melocotón ovalado ha sido cultivado en Cieza, Cajitán
y el Valle de Ricote.
Nectarina o fresquillero
Los tipos de melocotones de piel lisa tienen origen incierto, Evreinoff
(1953) diserta sobre las distintas posibilidades que lo explicarían, desde una
mutación de una yema de melocotonero común, hasta un tipo híbrido entre
melocotonero y ciruelo, con paso por la hibridación entre almendro y ciruelo.
Ciertos autores como Seringe y De Candolle llegaron a considerarlas como
una especie independiente (Persica laevis DC.)
Evreinoff (1953) distingue entre la nectarina, con carne no adherida al
hueso y el bruñón (bresquilla), con carne adherida. Según este autor, la nectarina se habría originado por mutantes generados de los melocotones no adherentes o abridores y el bruñón. Lo más probable es que se hubiese originado
en Asia Central, pues en esta zona, sobre todo en el Turkestán, se localiza un
centro de diversidad muy significativo para los melocotoneros.
Los “Duraznos calvos”, de piel lisa, rojiza y carne ácida son referidos
por Abú Zacaría, en el Medievo (siglo XII), pudiendo ser los antecesores de
46
las bresquillas. Por otra parte, a fines del siglo XVII se cultivaban en España
unas “Ciruelas amelocotonadas” de color amarillo, con carne, sabor y hueso
típicos del melocotón, que también podrían tratarse de los antecedentes de las
“bresquillas” o “bruñones”, de piel lisa y hueso adherido a la carne. En árabe se
denominan “Zullaik” o “Kokh amlas” (melocotón liso). En el Norte de España y
en Francia se les conoce como bruñones. Por lo demás, hoy en toda la cuenca
del Segura, incluido Cieza y Valle de Ricote, se cultivan multitud de variedades.
Prunus persica (L.) Batsch, etnovariedad “Picúo”.
Picúo fresquillo, fresquillero, bresquilla.
Este fruto ovalado,mucronado, de carne blanquecina, con
textura y sabor que recuerdan al
paraguayo, podría tratarse de un
mutante somático, que aparece en
ramas de “Paraguayo antiguo” y
se conservó injertado sobre ciruelo
pollizo “San Julián”, el porta-injerto
más común en Cieza hasta la llegada de los pies híbridos de almendro
por melocotonero.
Nectarina. Foto José Olivares García.
Conclusiones
Según varios estudios científicos del siglo XXI, se puede afirmar que el
valle inferior del río Yangtsé en China es una región, si no la región, donde ocurrió la primera selección del melocotón y su domesticación y que el proceso
comenzó hace al menos 7.500 años.
En el siglo XXI ha sido prácticamente sustituida toda la gama varietal de
melocotoneros que existían con anterioridad, por otros de reciente obtención
más adecuados a los mercados globalizados. Los frutos (del tipo que sean)
resisten más tiempo en buenas condiciones de conservación, lo que les hace
47
más adecuados para la comercialización a grandes distancias. Además, se ha
buscado que estas nuevas variedades sean cada vez más tempranas, a la vez
que aumenta su rendimiento. Hoy día existen unas 250 variedades distintas
de melocotonero, muchas de las cuales son casi idénticas. Toda esta mejora
científico-técnica de los tipos de variedades conlleva el pago de royalties por
utilizar estas que resultan un costoso gravamen para la rentabilidad de los
modernos cultivos. Por otro lado, características como el sabor, el aroma y
la textura de las antiguas variedades tradicionales, en muchos casos, no han
podido ser conservadas en las nuevas de uso industrial.
Para Cieza y el Valle de Ricote, se documenta hasta el siglo XX el uso,
según las características del fruto, de un total de 30 variedades de Prunus persica: 19 de melocotones, 4 de chatos o paraguayos, 2 de abridores, 4 de duraznos cerrados o pavías y 1 de nectarina o fresquillero. Es decir, 30 variedades
de Prunus persica utilizadas por el hombre. Aunque no son todas las que se
emplearon, pues hemos podido omitir variedades relativamente modernas que
aparecieron en el último cuarto del siglo XX, sí esperamos, al menos, no haber
obviado gran cosa de las variedades tradicionales utilizadas para el territorio
ciezano y valricotí antes de dicho intervalo temporal, es decir, de la aparición
de los modernos centros científico-técnicos de investigación, selección y mejora de nuevas variedades de melocotoneros.
A. Félix Carrillo López, Lola Almagro Pérez & José Carrillo Avellaneda
48
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Cabecera de la acequia de Don Gonzalo.Foto José Olivares García.
54
III
Historia de las acequias
mayores de Cieza
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56
Historia de las acequias mayores de Cieza
El cultivo de las riberas del río Segura en la zona de Cieza se remonta al menos al V milenio a. C., cuando durante el Neolítico se produjeron los
primeros experimentos de agricultura en la Región de Murcia. Precisamente
en las inmediaciones de las cabeceras de las cuatro acequias anteriormente
mencionadas se encuentra la Cueva y Sima de La Serreta, yacimiento neolítico donde se han documentado los más antiguos orígenes de la agricultura
en la Región de Murcia con semillas de trigo datados en el V milenio a. C. Es
presumible que, dada la aridez secular de nuestra climatología, los habitantes
neolíticos de La Serreta se vieran obligados a iniciar un primitivo aprovechamiento de sistemas elementales de regadío con acequias de corto recorrido,
suficientes para el cultivo de los pequeños espacios agrícolas. Sin duda que
estos inicios de primitivas obras hidráulicas debieron aprovechar las condiciones excepcionales que ofrecía en esta zona del Segura la fuente de El Borbotón o Gorgotón, que nacía en el propio lecho del río asegurando una fuente
inagotable de agua hasta en los momentos de estío en los que el Segura podía
tener muy mermado su caudal. Ello marcaría el origen en el tiempo del riego,
con pequeñas acequias primitivas, en las zonas que actualmente ocupan las
cabeceras de las acequias de Don Gonzalo y de El Horno.
Fuente de El Borbotón o Gorgotón. Foto José Olivares García.
57
La continuidad de estos primitivos sistemas de riego debieron continuarse durante el resto de periodos de la Prehistoria reciente: El Eneolítico y la
Edad del Bronce. De estas fases culturales hemos hallado restos arqueológicos a todo lo largo del recorrido de los lugares del entorno de las cuatro acequias mencionadas. Entre ellos cabe destacar la propia Cueva de La Serreta,
las Enredaderas, el Cabezo del Cura, Los Cuchillos, El Castillo, el Cabezo de
Pascual, Bolvax y El Cabezo de la Borrega.
La llegada del fenómeno de colonización fenicia y griega a nuestra zona
daría lugar a la aparición de la Cultura Ibérica y a un desarrollo enorme de
utillaje agrícola, ahora ya de hierro en buena parte, y al desarrollo urbano con
centros que podríamos calificar ya de auténticas ciudades, como Bolvax. La
complejidad de los nuevos modelos sociales permitiría un control centralizado
de los medios de producción tan sofisticado como para llevar a cabo la construcción de complicadas redes de obras hidráulicas como acequias de mayor
recorrido que las primitivas que debían jalonar las riberas del Segura con anterioridad. La presencia de lugares de hábitat ibérico en las inmediaciones de
nuestras acequias parece corroborar el uso agrícola de este entorno en los
yacimientos del Soto de la Zarzuela, La Parra, El Castillo y Bolvax.
Vista de la huerta tradicional de Cieza desde las defensas de Bolvax. Foto José Olivares García.
58
El dominio romano, que comenzó a finales del s. III a.C., y que expandiría definitivamente su modelo de asentamiento rural de villae rusticae y fundi
a partir del cambio de era, permitiría, con su modelo de explotación colonial
basado en un sistema de trabajo con mano de obra esclava e indígena de bajos salarios, la construcción de grandes obras públicas de carácter hidráulico
como las que han quedado documentadas en las presas y las largas canalizaciones de obra documentadas en las ramblas del Judío y del Moro, en nuestro
vecino término de Jumilla. Nada puede hacer pensar que este esfuerzo constructivo no se repitiera en torno al Segura a su paso por Cieza. La posibilidad
de multiplicar la producción agrícola de sus riberas perfeccionando y ampliando los sistemas incipientes de regadío que encontró Roma al llegar a nuestras
tierras, tuvo que animar a los colonizadores a construir largos canales que
unieran los existentes en esta zona con anterioridad. La intensificación de la
explotación agrícola de estos territorios, gracias al uso del riego con las acequias, permitió la existencia de un nutrido número de villae rusticae (unidades
de explotación agropecuaria) y (poblados de campesinos) a lo largo del desarrollo de las mismas que han sido localizadas en los lugares denominados La
Hoya García, La Parra, El Ginete, La Torre y El Maripinar. El poder centralizado
romano permitió el ahorro de esfuerzos que significaría al mantener el buen
estado de un solo azud por acequia y las correspondientes mondas mancomunadas, en vez del esfuerzo que anteriormente supondría el costoso mantenimiento individual de las estructuras precedentes a la colonización imperial.
En cuanto a la denominación de estos ingenios constructivos en época romana, ha de significarse que las fuentes latinas clásicas llaman indistintamente
Presas de “Chápuli”, en el paraje de La Torre. Foto. José Olivares.
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“Aquaeductum” a los conductos de agua con independencia de que la
materia constructiva haya sido la simple tierra o elementos de más firmeza
(opus caementicium, opus cuadratum, opus incertum, etc.).
Tras la caída del mundo romano al comenzar la Alta Edad Media, el retroceso demográfico y la correspondiente desmembración del poder político
que ello todo ello conllevó, produjo la desaparición de la capacidad de las comunidades humanas de la época denominada como visigoda para el mantenimiento de un largo sistema de acequias de una zona casi despoblada como
sería la Vega Alta del Segura, si nos atenemos a la casi ausencia de restos
arqueológicos de la comarca.
La llegada del Islam, a partir de la caída de condado visigodo de Teodomiro a mediados del siglo VIII, produciría una nueva repoblación de la comarca, sobre todo a partir del siglo XI, debida en buena parte a los periodos de paz
interior en el territorio ahora denominado como Chora de Tudmir que produjo
la general unidad política de los periodos de la España andalusí. En los siglos
sucesivos, ello permitiría la reordenación de los sistemas de explotación agrícola con la reexcavación de todo el sistema de acequias romanas abandonado
en buena parte en el periodo de crisis demográfica y de ausencia de estabilidad política del periodo visigodo. A la restauración en la época andalusí de las
tres acequias cuyos hallazgos arqueológicos nos la identifican como romanas
(El Horno, Los Charcos y Don Gonzalo, se unió entonces la nueva construcción
de la acequia de La Aldelma (a partir del s. XIX denominada Andelma), topónimo árabe actualmente en estudio en su significado.
Acequia de La Aldelma. Foto José Olivares García.
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La Reconquista cristiana del siglo XIII, llevada a cabo por Castilla (así
como los escasos periodos de dominio aragonés) trajo a la zona, de nuevo,
una nueva crisis demográfica que llevaría consigo un abandono parcial de la
ocupación de los terrenos de regadío y el correspondiente abandono de cuidados de las obras hidráulicas que jalonaban las orillas del Segura. Las fuentes
de El Ojo, Zaraiche Mayor, Zaraiche Menor, de Ascoy y otras de menor entidad,
eran suficientes para abastecer de agua los terrenos que los nuevos pobladores podían mantener como de regadío.
Las fuentes escritas a partir del siglo XVI nos otorgan datos sobre la recolonización agrícola de las riberas del Segura, tras el abandono casi total de
las antiguas acequias ocurrido tras la expulsión de los andalusíes de Siyâsa
en 1266.
En 1579, la Descripción de los Pueblos de España mandada hacer por
Felipe II, en su visita a Cieza, menciona la existencia de una larguísima acequia
en la margen derecha de la que se dice: “parece increíble su fabrica e imposible
que ingenio de hombres bastase a sacar y perfiçionar tal obra”. Dicha acequia,
en el documento sin nombre, era sin duda la acequia de La Andelma, que según menciona dicha Descripción “viene a fenecer” de nuevo en el río Segura
bajo las ruinas de la entonces llamada “villa vieja”, que hoy conocemos como
el monte de El Castillo, donde se asentó el Hisn (poblado fortificado) de Siyâsa.
En 1589, en boca de Ramón María Capdevila “se reúnen los señores que
forman el Concejo de la Villa, bajo la presidencia de los alcaldes Fernán Pérez,
Alférez Mayor del Reino, Juan García, Manuel Marín, Alonso Ruiz García, Cristóbal Ruiz de Soler y Martín Daroca y el 20 de octubre acude Cieza al rey Don
Felipe II, representado por su Concejo, Alcaldes, Regidores y Oficiales, pidiéndole unas Ordenanzas, por las que rigieran los vecinos de la Villa, y acompañando borrón, de las hechas por el pueblo. El 24 de noviembre fueron firmadas
por Don Felipe II, y comunicadas inmediatamente a la villa que copiadas a la
letra dicen así:
“Ordenanzas de la Villa de Cieza y su Consejo, confirmadas por Su Majestad el Rey Don Felipe II, el año 1589 (…). Y en cuanto al riego de las hoyas
y arbolados que se riegan con el agua que se toma del Río Segura, que pasa
por esta Villa, en las Acequias que se dicen de los Charcos o Aldelma y de As61
coy, y de las demás tierras que fuesen de riego, las cuales están plantadas de
presente y arboladas, y que se plantasen, y para que se entienda, cualquiera
arbolada, será aquella que tuviere hasta veinte árboles y subiere de aquella
cantidad, o baje, se pueda pastar como si no hubiera huerta, con que las dichas mulas, bueyes, ovejas y otros bestiales mayores o menores, lo lleguen
pastando en dichos árboles, con diez pasos alrededor, y si llegaren caigan e
incurran en la pena de los que entran en las huertas, que es y se declara seis
reales cada mula, buey o vaca, de día; y se entienda para lo dicho ser de día,
siendo salido el sol, durante le pareciere se viere la tierra, y que la dicha pena
sea doblada de noche; y que se entienda con todas las reses que no mamaren,
ni fueren de sobre año: porque mamando y siendo de un año abajo y yendo con
dichas madres o sin ellas, no caigan en la pena, y siendo de la edad declarada
caiga en ello, como es dicho.
Y en cuanto a las bestias asnales tengan la mitad de la pena, que es por
cada una tres reales, de día; y seis de noche; y que la misma pena de las mulas,
bueyes y vacas tengan los caballos, yeguas, cuartagos, potros y potrancas que
no mamaren, la cual dicha pena se aplique o distribuya por terceras partes,
Juez, Concejo y denunciador, y si la denunciare el dueño y Sr. de la huerta, no
pueda haber sobre ello otra denunciación, y se lleve las dos partes, y el Juez
otra tercia parte, y si el dueño o Sr. de la tal huerta o heredad de riego, pidiere el
daño, por aprecio de él, no se pueda hacer otra denunciación, y si acaso tuviere
hecha la dicha denunciación, o denunciare algún oficial del Concejo, o guarda
o ministro de justicia, o diputado o los oficiales del Concejo de esta Villa, el
daño solamente pueda pedir el dicho Señor de la heredad (…)”.
El 6 de julio de 1672, reunidos los señores que formaban las autoridades
de la villa, comenzaron a hacer la elección de los oficios. De alcalde seguía
Chico de Guzmán, acordaron que fuera nombrado comisario para las acequias
de la Aldelma, que no está mondada y por la que no discurren las aguas, designándose a Manuel de Salinas, que aceptó y juró el cargo.
El 13 de junio de 1624, el Licenciado Francisco de Angosto Buitrago, Gonzalo Marín Ródenas, y Antón Marín, Regidor, otorgan “Escritura de concordia” para
el mantenimiento de la presa y azud del pago del Cañaveral, Veredilla y Esparragal,
de donde coge sus aguas al Segura la acequia de Don Gonzalo. En 1670 era sacerdote de Cieza y encargado de los Heredamientos de las acequias de Don Gon62
zalo y del Horno, Don Francisco Ruiz Melgarejo. Se ordenó por éste que no podrían
regar aquellos hacendados que no estuvieran al corriente en el pago de lo que se
les había repartido, para atender al sostenimiento y mondas de dichas acequias.
Algunos de los
deudores se negaron a
proceder al pago y el del
10 de noviembre de este
año el citado sacerdote
sería asesinado con disparos de arcabuces en
plena calle. El 24 de junio de 1672, se acuerda
por el Concejo que sean
nombrados los Comisarios para las Acequias
de la Andelma y de los
Charcos, en las que por
no estar mondadas, no
discurren las aguas, designándose a Manuel de
Salinas y a Pedro Marín
Castaño, los que acepLa Andelma, desecada para realizar la monda.
taron y juraron el cargo.
Foto Fernando Galindo Tormo.
En 1678, se da orden por
el concejo al regador de la acequia de los Charcos para que ningún vecino altere el riego hasta que le llegue el agua, multando al que lo contrario hiciere en
2.000 maravedises. Se llamaba el regador Sebastián Cartas, el Mayor.
El 1 de junio de 1709, se dio por terminada la Acequia Nueva que se hace
para el riego del Fatego, en cuyo trabajo se gastaron nueve mil reales y se invirtieron ocho meses. El 25 de junio se acuerda nombrar comisarios para que
marquen las veredas y pasos sobre la acequia, pues esta iba a funcionar y se
necesitaba que estuviera garantizado el libre curso del agua. Al siguiente día,
26, Francisco Ordóñez Marín y Gonzalo Buitrago Angosto presentan y demarcan los sitios en que deben hacerse las veredas para el paso de los vecinos
sobre la Acequia Nueva, la que se ha hecho para dar riego al Fatego.
63
Son las veredas:
la de la Cuesta del
Chorrillo; la de la
salida de la Calle
Nueva; la de la salida de la Placeta
del Comisario; la
del Cid; la de la salida de la Calle Empedrada y la de las
Puertas de Castilla,
hoy vereda de los
Acequia Nueva “ Fatego”, Actualmente entubada bajo el Paseo de Ronda. Foto José Olivares García.
Señores Trigueros.
En 1734, la Acequia de la Andelma llevaba la denominación de Aldelma en las actas capitulares del ayuntamiento. El 24 de junio de 1744, se hace la elección de cargos
por el concejo, resultando elegido “Fiel del agua” de la acequia de la Aldelma,
Marcos García de Blas. El 6 de junio de 1751, se tomó el acuerdo de comenzar
los trabajos de continuar la acequia de Don Gonzalo hasta “El Ginete”, pues
regaba solamente hasta entonces los partidos de “Esparragal”, “Cañaveral”,
“Veredilla” y “La Torre”. El presupuesto de los trabajos fue de 20.032 reales,
los que se pagaron por los propietarios de las fincas que habían de recibir el
beneficio de las aguas. El 22 de noviembre de 1754, se terminó una nueva prolongación de la acequia de Don Gonzalo hasta la Brujilla y Cañada de Villegas,
cuyos trabajos se comenzaron el 24 de marzo del año anterior. Se gastaron
en estas obras 8.900 reales, pagados por los propietarios que hacían riegos
nuevos. El 1 de mayo de 1762, se terminaron los trabajos de la nueva toma de
la acequia de la Andelma, en La Torre, en el bancal llamado de las Nogueras.
En 1815, se construyó una nueva acequia por parte de los hacendados
del Santísimo Cristo que pasaba por el Barranco del Asensao. En ese mismo
año se hace una nueva boquera para la acequia de los Charcos, con lo que se
inutiliza el antiguo cauce de la acequia del Fatego. En 1820 se ensanchó el
cauce de la acequia que abastecía las tierras de los Charcos y Fatego desde
el corredor instalado al principio del Gramalejo. A principios de la década de
1820, se construye la primera noria de la que tenemos noticia en Cieza, en la
“acequia principal” del partido de La Parra.
64
Restos de la noria de la Hoya García. Cieza. Foto José Olivares García.
Poco después, sobre la acequia de la Andelma se construirá otra noria
que dará riego a la Cañada de Don Benito. En 1825, se hace un proyecto de
construcción de cinco nuevas norias para dar riego, con la acequia de Los
Charcos, a las tierras de La Parra, Canalillo, Charcos y Baratear. Ese mismo
año se hacen nuevos proyectos para elevar a nuevos regadíos las aguas de
la Andelma y de Los Charcos. En 1826, se colocó un “volantín” en el Colladito,
en el partido de Barratera, para regar Cañada de la Parriega, Penalba y otros
terrenos de anterior secano. Se instalarán también otros volantines en La Parra y en Las Ramblas. En 1827, se colocaron norias en Los Charcos para regar
secanos en los partidos de La Ermita y Canadillo. En 1828, en la acequia de
La Andelma se construyeron tres nuevos escorredores: uno en la Brujilla, otro
en el Barranco Meco y otro en El Estrecho. En 1829, se construye una presa,
que viene a sustituir a la anterior que se encuentra en mal estado, en el Heredamiento de los Charcos y del Fatego. En 1838, se proyecta una nueva presa
en el azud de Don Gonzalo, en el partido de El Cañaveral. Constaría de “siete
cajones de piedra de siete palmos cada uno y diez varas de anchura” y trataba
de reunir los heredamientos de La Andelma, Torre, Veredilla y Cañaveral para
que tomasen el agua todos juntos de este nuevo azud situado en la salida de
65
los Calicantos recogiendo el agua en Los Almadenes, frente a la fuente del
Borbotón. La epidemia de tifus, que asola Cieza en ese momento, retrasaría
el comienzo de las obras proyectadas. En 1840 se concedieron las aguas sobrantes de la acequia de Don Gonzalo a los heredamientos de El Ginete y Perdiguera. A partir de 1841, a continuación de la acequia de El Horno, se abre
una nueva acequia que llegará al partido de Barratera recogiendo las aguas de
la Ramblas del Judío y del Agua Amarga, regando 438 nuevas tahúllas, con la
llamada desde ahora “Acequia nueva”. En 1842 se construye una noria en la
Veredilla. En la década de 1840 se construye la entonces llamada acequia de
Don Benito que, con la ayuda de 22 norias, aumentó el regadío en 459 nuevas
tahúllas en los pagos de El Ginete, Horno, Perdiguera y Maripinar.
Acequia de Don Gonzalo. Foto José Olivares García.
En 1847, la acequia de Don Gonzalo suministraba riego a 162 fanegas
de tierra, la Andelma a 241, la de la Hoya García a 7, la del Horno a 142 y la de
los Charcos 248.
En este mismo año, el 3 de junio se manda que se dé una nota exacta
de lo que muelen anualmente los molinos de esta villa. Se mandó hacer por
el alcalde el estado minucioso y detallado, resultando ser del tenor siguiente:
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El de los Charcos molía 10.368 fanegas cada año.
El del río, la misma cantidad.
El molino de la Andelma (conocido antiguamente como de El Cebollar y en
el s. XX como Molino de Teodoro, 9.216 fanegas.
El de la Hoya García 3.456.
El de la Fuente del Ojo, la misma cantidad que el anterior.
Puesto de aforaores del Camino Real y de la Seda de Madrid. A la derecha se observa el guarda para
el cobro del impuesto del fielato de todas las mercancías que entraban en la población.
Hecha la relación detallada y justificada, se mandó a la Corte a las manos de la reina Isabel II, la que inmediatamente ordenó, que juzgando exageradas las cantidades que se fijaron, precisaba que el alcalde en persona visitara
los molinos, dejando persona de confianza, para que se viera lo que se molía
en un espacio de veinticuatro horas, y así poder hacer el cómputo aproximado,
sino exacto. El alcalde José Buitrago Sáez lo hizo, remitiendo el estado conforme en todo a lo anterior, pues no se puso de más ni una sola fanega.
En 1863, en el Heredamiento del Horno y su entorno, se convierten al
riego 50 nuevas tahúllas.
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El 2 de enero de 1870, dan cuenta al Ayuntamiento, Antonio Marín Meneses y su hijo Juan Marín y Marín, de estar construyendo en su finca de El
Menjú una fábrica de papel de estraza y de majar esparto, en la cual se levantó
a finales del s, XIX la central de electricidad que sería propiedad de Joaquín
Payá López. Ese mismo año se instala una nueva noria en la finca de La Alameda, partido de La Torre. El 2 de enero de ese mismo año, tenemos constancia de que la finca el Menjú tiene treinta y tres tahullas de riego de la acequia
de la Andelma, siendo entonces propiedad de Antonio Marín Meneses.
No tenemos constancia de en qué año se hizo la ampliación de la acequia de la Aldelma hasta esta finca pero es presumible que, viendo los datos
de obras anteriores, ésta se llevara a cabo durante la segunda mitad del siglo
XVIII. El 21 de abril de 1897, el Ayuntamiento decide, entre otras medidas, contratar jornaleros para llevar a cabo la monda de las cuatro acequias ciezanas
como modo de calmar los ánimos que se manifestaban alterados por la carencia de trabajo, crisis motivada por una sucesión de sequías e inundaciones
durante los años anteriores.
Riada en el Segura bajo el Puente de Alambre.
Las acequias, con el transcurso del tiempo y hasta su entubamiento,
han generado ecosistemas de enormes valores ambientales, generando una
importante vegetación de ribera, que es hábitat de especies silvestres, funcio68
nando como corredores ecológicos lineales y aportando diversidad paisajística a los parajes agrarios. Las acequias han constituido, además, una excelente plataforma para luchar contra los procesos de desertización del territorio.
Es importante subrayar la importancia de los hábitats asociados a los
trazados de las acequias de barro tradicionales, donde se pueden encontrar
todavía importantes especies de flora y fauna. Entre la fauna asociada a las
acequias es destacable la nutria, en grave peligro de extinción, y de la que
resulta fácil encontrar huellas y deyecciones en los tramos más altos de la
acequia. Otras especies documentadas son martín pescador, carricera real, bigotudo, mirlo acuático, gallipato, galápago leproso, culebra de agua, cangrejo
de río, carpas, barbos y el pez fraile. Más de cincuenta especies de aves, once
especies de reptiles, seis de anfibios y quince especies de mamíferos completan la riqueza zoológica del entorno. Entre la flora es fácil encontrar olmedas,
alamedas, mansiegas, madreselvas, baladres, taráis y culantrillos de pozo, entre otras especies de interés. Además, junto a ellas se encuentran también,
pinos, oliveras y otros árboles centenarios.
El grupo de estudios didácticos Macaón ha propuesto, en los escasos
tramos de acequia todavía no entubados en Cieza, preservar todo su patrimonio para las generaciones futuras y por ello afirma que sería conveniente
buscar alternativas de uso integrado. Se podría crear un itinerario ecológico, arqueológico, cultural, didáctico y turístico, recuperando y adaptando el
entorno para este aprovechamiento múltiple. Este itinerario comprendería las
siguientes zonas:
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Zona de Huerto Tradicional. Sería un museo activo donde se vieran las
formas de trabajar más antiguas con el aliciente actual de una sección de
cultivo biológico.
Zona de “aula abierta”, de experimentos sobre el agua: Estudio de sifones,
leyes de hidrodinámica, procesos de auto depuración, estudio de ecosistemas y observación de flora y fauna. Sería un museo hidrológico vivo donde
el alumnado pudiera experimentar y consolidar conocimientos, utilizando
los procedimientos adecuados y adquiriendo, consecuentemente, unas
actitudes de valoración y conservación del entorno natural e histórico.
Zona de estudio de ingenios ligados a la fuerza motriz del agua: Norias
69
•
de elevación (en el paraje de la “Gurulla”, en la acequia de los Charcos,
existe un caso único de norias “enfrentadas”), arietes hidráulicos, molinos
harineros, etc.
Para el estudio de construcción de norias y la ampliación de la tierra
de regadío en el periodo de 1808 a 1874, se recomienda la lectura del artículo “TRANSFORMACION DEL PAISAJE AGRARIO CIEZANO ENTRE 1808 Y1874:
CRISIS, AMPLIACION DE LAS TIERRAS DE REGADÍO Y DESARROLLO ESPARTERO”, publicado por Francisco Javier Salmerón Giménez en Papeles de Geografía. Universidad de Murcia, Núm. 30, Murcia, 1999.
La Historia del regadío ciezano con las fuentes naturales, los motores
de extracción de aguas subterráneas y el trasvase Tajo-Segura queda por escribir pero para acercarse a su historia en relación con la Fuente del Ojo, recomendamos la lectura del excelente artículo “Aprovechamiento integral de la
Fuente del Ojo (Cieza-Murcia)” de Víctor Manuel Martínez Lucas y José María
Gómez Espín, publicado en Papeles de Geografía de la Universidad de Murcia.,
ISSN-e 1989-4627, Nº 57-58, 2013, págs. 161-178. Murcia.
Joaquín Salmerón Juan
Arqueólogo e Historiador
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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
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AA.VV.: Historia de Cieza. Volumen IV. Cieza en el siglo XIX. Circa 1808
- Circa 1930. Cambios sociales y económicos de una sociedad agraria.
Murcia, 2000.
CAPDEVILA, R. M.: Historia de la Muy noble y muy leal Villa, hoy Excelentísima Ciudad de Cieza. Tomo II. Murcia, 1928.
CAPDEVILA, R. M.: Historia de la Muy noble y muy leal Villa, hoy Excelentísima Ciudad de Cieza. Tomo III. Ed. Centro de Estudios Históricos Fray
Pasqual Salmerón y herederos. Cieza, 2011.
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Orilla del Río Segura. Foto Joaquín Gómez Carrillo.
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IV
Tierra, agua y trabajo
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Tierra, agua y trabajo
Las acequias y los paisajes del agua
En un principio, aparte de las diferentes huertas regadas con los manantiales, solo había en Cieza extensos secanos, labrados con yuntas de mulas y dedicados principalmente al cultivo del cereal (cebadas, avenas, jejas,
trigos o centenos), y los fértiles bancales de riego de portillo bajo los quijeros
de las acequias.
Las aguas del río, desde el punto en que este abandona la profunda
angostura del Cañón de Almadenes, empezaban a ser utilizadas sabiamente
para ganarle esquilmos a la tierra (incluso, el famoso manantial del Borbotón,
en donde el agua surge levantando los cantos rodados del fondo, había sido
aprovechado en tiempos remotos para el cultivo agrícola de unos sotos que
había orilla abajo).
Segador, Joaquín Gómez Camacho, (más conocido en su pueblo por Guillermo del Madroñal).
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El autor del artículo en el manantial del Borbotón o Gorgotón.
De manera que allí mismo, bajo las turbinas de la importante central hidroeléctrica que inaugurara el rey Alfonso XIII en 1925, nace hoy la Acequia de
Don Gonzalo, la que tras muchos kilómetros de recorrido por la margen derecha del valle del Segura (La Torre, El Ginete, Perdiguera, La Brujilla, las Delicias,
el Estrecho...), llega a su fin en el Rincón del Argaz, poco más o menos que a un
tiro de piedra con honda de la medina mora de Siyâsa.
De igual forma, por la ribera izquierda discurre la Acequia del Horno,
la cual tiene su origen en la Presa de la Hoya de García, lugar donde andaba
un molinico maquilero, al que los labradores, en los tiempos duros del racionamiento y la Fiscalía de Tasas, acudían de noche a moler su propio trigo de
matute, teniendo que cruzar el río con la bestia y el serón, cuando no con el
carro, por el vado del Barranco Mota. (Ya que, intervenida la producción de
este cereal panificable, había que entregarla al Servicio Nacional del Trigo, por
lo que ciertos cosecheros se veían obligados a escaquear alguna fanega de
grano para mantener alejado de su familia el cerco del hambre).
Dicha acequia, tras regar muchas tahúllas en todo su recorrido por diversos parajes y proporcionar energía a la rueda del Molino de las Ramblas
(convertido luego en fábrica de hielo), venía a finalizar poco antes de llegar a la
Ermita del Cristo del Consuelo, vertiendo la cola de sus aguas a la acequia de
abajo, la de Los Charcos.
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Ambas acequias, la de “Don Gonzalo” y la “del Horno”, con sus canales de tierra a cielo abierto y sus quijeros de barro, junto a los cuales crecían
frondosas las higueras y los granados, o amarilleaban de frutos en otoño los
membrilleros, eran conocidas por los huertanos como “las ciecas d’arriba”.
En estas había “entraores” donde abrevar el ganado y las caballerías o donde
hacer el lavote de la colada y fregar los tiestos. De ellas cogían el agua las
mujeres para dar de beber al averío de los corrales, para rociar el suelo de
tierra de sus casas de campo o regar las macetas de los geranios. En ellas, los
hombres echaban a remojo las manadas de esparto para confeccionar enseres (capazos, cestos, serones, sogas, esparteñas...) o lavaban las mujeres la
lana de sus colchones y almohadas. Y en verano, cuando se precipitaban las
horas tensas de la siesta y el aire caliente era troceado por el canto vibrante de
las cigarras, se capuzaban en ellas a placer los zagales de la vecindad o, con
el recato que permitía la vegetación espesa de las orillas, se bañaban algunas
mujeres en los remansos, vestidas con sus enaguas, que flotaban como nenúfares blancos.
Mas aparte de las dos mencionadas, existían desde antiguo otras dos
acequias trazadas a una cota inferior del terreno: las conocidas por la gente
del campo como “las ciecas d’abajo”, que son la Acequia de la Andelma por la
margen derecha y la Acequia de los Charcos por la izquierda. Ambas toman
sus aguas del Segura en las llamadas presas de Chápuli, azudes artesanales,
fabricadas con piedras y estacas de madera, que cortan a bisel la corriente fluvial hacia ambas orillas. Por este pintoresco lugar el río traza una gran curva
Presa del Chápuli.
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de ballesta, dejando a una mano La Parra, con su caserío en alto y su boscosa
olmeda, y a la otra la fincona agrícola de La Torre con su gran casa de labor,
propiedad y orgullo que lo fuera en su día de los Chápuli (conocidos señoritos
antiguos del pueblo con múltiples propiedades), de ahí el nombre que aún perdura de las citadas presas.
De dichas “acequias de abajo”, que, al igual que las mentadas “de arriba”, curveaban con canales de tierra a cielo abierto y quijeros poblados de vegetación, la de Los Charcos (ahora completamente entubada) recorre fértiles
parajes, como “El Canaíllo”, “Las Ramblas” o “Barratera”. (A su paso junto al
famoso “Fresno de Barratera”, se interpone todavía en su curso el conocido
partidor de “Los Tapones”, que sirve para dar riego a la Isla, fértil huerta, totalmente llana, encajada entre lo que fuera el histórico canal de El Cáuce y el río
mismo). Esta acequia de Los Charcos, tras abastecer la Máquina Fija, bajo el
terraplén de la Ermita, que con su “cha-ca-chá” de máquina de vapor elevaba
el agua a la Estación para que llenaran sus calderas las locomotoras, sobrepasaba más adelante la actual Cuesta del Molino y con su último escorredor movía precisamente el Molino de la Capdevila (antes fábrica de mazos de picar
esparto), cuyo edificio, maltrecho y ruinoso espera una restauración urgente y
un uso que podría ser acorde con el pasado espartero de Cieza.
Molino de Capdevila.
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A partir de ahí comenzaba una quinta acequia: la de El Fatego, que pasaba bajo las últimas casas antiguas de la Cuesta del Río, proseguía a la espalda de la que fue la almazara de Juanazos, llegaba hasta el Puente de hierro
y, atravesando el muro de piedra por una angosta alcantarilla abovedada bajo
los enormes eucaliptos (antes había dos), comenzaba a regar uno de los parajes más fértiles de Cieza: las huertas del Fatego. Sin embargo, antes siempre al
descubierto, esta acequia recibía directamente los alcantarillados del pueblo
viejo y constituía una “cloaca”, llena de inmundicia y ratas, que bordeaba las
últimas casas del urbanismo más deprimido del pueblo: “las cuestas de la
orilla de la cieca”, donde la gente de otros tiempos más míseros se despiojaba
en los carasoles o hacía lía con esparto picado por pura supervivencia (su limpieza sin equipos de protección constituía un penoso trabajo, que muy pocos
se atrevían a realizar). Luego continuaba hacia Bolvax; allí surtía una balsa de
cocer esparto que todavía hoy funciona; y llegaba con el último coletazo de
sus aguas al Rincón de San Pablo, acabando en una simple reguerilla junto al
que fuera famoso “Ventorrillo de Bartolo”, casi en el límite del término de Cieza,
junto a la carretera de Abarán.
La otra “acequia de abajo”,
nacida también en Las Presas de
Chápuli, es la conocida “de La Andelma”. La única en la que todavía,
en un corto tramo al final de su trayecto, mantiene de tierra su canal
y sus aguas pueden reflejar jirones
de cielo a través de la flora espesa
de sus quijeros de barro. La acequia
Andelma, que con la fuerza de sus
aguas ha movido durante muchos
Escorredor de la Contra Acequia o Hijuela.
años el histórico molino maquilero conocido por la gente como “Molino Cebolla” (renombrado hoy en día como “de
Teodoro”, su penúltimo molinero), acabará vertiendo su pequeña cola residual
de agua al río en el límite de la famosa finca agrícola, otrora vergel de recreo,
de El Menjú.
Exceptuando la de El Fatego, “las acequias de abajo” (“la de Los Charcos” y “la de La Andelma”), cuidadas y respetadas por los agricultores con un
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sentido de ecología práctica, llevaban tan limpio su caudal, que la gente de las
casas de los parajes y los trabajadores de la huerta podían llenar sus cántaras de agua clara para beber, mientras que en su fluir manso se veían nadar
los barbos. Era por eso que, cuando abrían los escorredores para efectuar su
limpieza las cuadrillas de hombres (las denominadas “mondas de las acequias”, que a los trabajadores se les ofrecía manutención: un arroz en sartén
que comían por el método de “cucharada y paso atrás”), muchos hortelanos se
metían en ellas con los pantalones remangados y, haciendo redada mediante
un saco de arpillera o simple broza, cogían con sus manos los peces vivos
cuando estos nadaban desesperados corriente arriba.
En definitiva, existía un hermoso paisaje en equilibrio, constituido por
las arboledas frutales de variedades autóctonas, como los albaricoqueros búlidas, moniquises, de hueso dulce, pepitos, coloraos, blancos de agua…; como
los melocotoneros sampedrinos, marujas, pipas, jerónimos...; como los ciruelos de ciruelas claudias, japonesas, de manga de fraile, de pasa…; o como las
parras de uva valencí, de corazón de cabrito, de teta de vaca, de “aleo”, zorrera,
royal… También estaban las plantaciones de esquilmos de temporada,
como los panizos, las alubias, los
garbanzos, los tomates, las patatas
o los trigos de riego; así como los
cultivos de hortalizas: berenjenas,
pimientos morrones, pimientos de
enrastrar, calabazas marraneras o
calabazas chirigaitas, las que curadas al sol en el alféizar de las ventanas, se utilizaban para hacer el
riquísimo zarangollo.
Cultivo tradicional de melocotón en Cieza.
Los hortelanos sembraban las almajaras con el menguante de la luna
en un repecho orientado al mediodía y luego plantaban los tomates tempraneros con bardales hechos de cañas, tierra y entinas. Ponían las patatas cortando la tierra con cuerdas y rastrones hechos con un pie y la mirada al frente, y
sembraban a tempero las bajocas o los golpes de pepinos o de melones, cuyas binzas había que grillarlas en un pucherico de barro taponado con hierba
fresca). En la huerta verdegueaban las tablas de alfalfa, segada a ras del suelo
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con la corvilla; pajiceaban los rastrojos de los panizos, y en marzo empezaban
a desprender su aroma los habares en flor, donde se oía el zumbido suave de
los abejorros amarillos.
Y surcando la fértil huerta de Cieza, desde la Veredilla hasta Bolvax, se
veían los canales de agua mansa de las acequias, con sus quijeros arropados
de vegetación y sus puentecillos de palos y tierra apelmazada, sobre los que
cruzaban las mujeres cargadas de coles o de cestos de tomates para hacer
la conserva en botellas, los cavadores con la azada al hombro al anochecer,
el zagal tirando de la cabra ramalera y tras ella los chotos, las borregas melguiceras y los corderos; o las burras de paso lento, con el serón cargado de
estiércol para abonar la tierra. Acequias de aguas vivas y generosas tomadas
del Segura, que hermoseaban la huerta, visibles y limpias, con sus ovas verdes
deshilachadas en la superficie, y con sus tapones de madera por donde se
desangraban como arterias de fertilidad, para dar sentido al trabajo y al sudor
de los pobres agricultores del legón y la esparteña.
Paisajes de paz y de agua, donde el campo era generoso en las cosechas, donde los hombres cavaban la tierra satisfechos y sin inquietud, y donde
las mujeres, a la postura del sol en invierno, recogían el averío, encendían la
lumbre, preparaban la cena y llamaban al hogar a los suyos con la voz en falsete para salvar la distancia.
Casas del Ginete.
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La abundancia del agua y los riegos de portillo
Entonces había una regla no escrita en cuanto a la utilidad y aprovechamiento de las acequias en la huerta: en las de arriba, como ya he dicho, se hacía todo tipo de uso del agua, ya fuera en las necesidades agrícolas, ya en las
de crianza y cuidado de los animales, ya en lo tocante al uso de las personas;
en las de abajo, normalmente, solo el riego de los bancales y recogida de agua
para beber las personas (“agua corriente no daña diente”, se decía).
Hay que tener en cuenta que por aquel tiempo, en todos nuestros parajes había verdaderas “casas de campo” (casi siempre edificadas en una cota
superior a los quijeros de las acequias), en las que habitaban familias campesinas dedicadas a la agricultura y la crianza de animales, gentes con una misma idiosincrasia que practicaban unos modos de producción y trabajo sostenibles, de acuerdo con las pocas necesidades que exigía la vida de tiempos
pasados. (Ahora en cambio, se han llenado los espacios rurales de modernas
casas, construidas en cualquier parte; pero la diferencia es que estas no son
“casas de campo”, sino simples “casas en el campo”, habitadas quizá por gente de cultura urbana, que ha trasladado al entorno natural unas maneras de
desenvolverse semejantes a las de la ciudad).
Casa de campo moderna.
Hubo un tiempo en que las moradas de los agricultores en plena huerta
de Cieza, con sus corrales de animales domésticos, eran perfectas plantas de
reciclaje. En ellas solo entraban productos agrícolas (imputs): grano, frutas,
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verduras, forraje…, y salían (outpus) huevos, leche, carne y humus para la tierra. La vida era simple. El campo y el trabajo lo daban casi todo, y, para cubrir
algunas necesidades de ciertos productos ajenos a los obtenidos del suelo, se
utilizaba el trueque que permitía la recova.
La huerta era cultivada entonces a la manera tradicional y regada con el
agua viva de las acequias. Esto se hacía por el sistema de inundación. El agua
era conducida mediante regueras de tierra, desde el mismo tapón de la acequia (un orificio de obra en el fondo que se taponaba con un trozo cilíndrico de
madera y barro) hasta el bancal de cultivo. Allí la superficie se hallaba dividida
en “tablas” mediante caballones, y a estas de dirigía el riego interponiendo en
el curso de la reguera las “parás”, pequeños cúmulos de tierra y broza (aunque
en algunas regueras principales también se utilizaban los tablachos de madera encajados en brencas de cal).
En el buen tiempo, los hortelanos se descalzaban los pies (como hiciera
Moisés en el Sinaí ante la zarza ardiendo) y andaban pisando el barro de la reguera para “volver” la parada con su legón. Regar en las “tierras de portillo” era
un alarde de abundancia, un gozo para los agricultores que amaban la tierra.
El agua avanzaba entre los terrones del suelo, haciendo salir de sus guaridas
a los insectos y dando a los cultivos la
hidratación perfecta. Las regueras de
tomates emparrados, las barracas de
alubias guiadas en cañas liceras, los
caballones de berenjenas o pimientos,
los pomos de alhábegas, los golpes de
calabazas o de melones, el “roalico”
de patatas embancadas, las tablas de
panizo o el bancal de trigo, que luego
había que segar con la hoz, y, atado “a
cabello”, sacarlo a lomos de mula hasEl fruto de la tierra.
ta la era para trillarlo. Esquilmos generosos que daba la tierra, el agua, el trabajo y el sudor, de los cuales había que
entregar la mitad a los dueños de las fincas agrícolas, pues por entonces aún
prevalecía el sistema posfeudal de señoritos y medieros; los primeros poseían
la propiedad de la tierra y los segundos la trabajaban mediante la fórmula de
la aparcería en la producción: la mitad para el amo, la mitad para el mediero.
83
Los maizales había que regarlos de noche, cuando cesaba el soplo de
la brisa, para que no se truncaran las cañas tiernas, cargadas de mazorcas.
Entonces la lengua del agua, reflejando en sus ondas el brillo de las estrellas,
corría entre los monetes de tierra de cada una de las matas, superando la correhuela, la verdolaga y la juncia, hasta llegar a la “atochá” del ribazo, donde a
veces se abría algún ratonero de los topos y había que acudir pronto y atacar
el orificio con el astil de la “azá”. Pero ocurría también algunas veces, cuando
el riego provenía de las acequias de abajo, que algún pez se colaba, absorbido,
por el agujero del tapón y navegaba en la corriente de la reguera hasta llegar a
las tablas del panizo. Entonces, en el silencio de la noche, se oían los coletazos apurados de un barbo que embarrancaba en mitad de la pieza queriendo
regresar al origen de la corriente. La suerte era localizarlo entre destellos de
luna; la maña, agarrar el pez vivo entre las manos; y el gozo, salir del maizal
con el pescado boqueando para echarlo a un capacico terrero y llevarlo a la
casa como un trofeo.
Conservas Guirao.
Mas ocurrió también en los tiempos tenebrosos de la posguerra, que los
señoritos fueron más allá de la regla del cincuenta por ciento en los esquilmos
de las tierras de riego de portillo, pues viendo negocio en la venta de fruta, tanto
para enviarla a los asentadores de Madrid, como para llevarla a las conserveras que había en Cieza (principalmente, los Martinejo y los Guirao), impusieron
nuevas normas a los medieros: La producción de las arboledas, íntegra para el
dueño de la tierra; mientras que del resto de las cosechas del suelo (patatas,
panizo, alubias, etc.), seguirían recibiendo como terraje la mitad. Por supuesto,
el mediero debía cultivar la totalidad de la tierra, “magencar” y embasurar toda
el área del bancal, además de pagar una parte de la “contribución” de la finca,
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lo cual hizo que muchos agricultores tuviesen que abandonar la aparcería y
buscarse la vida como jornaleros o cavadores a destajo. Mientras que otras
gentes más necesitadas, no tenían más remedio que pasar por el aro.
El sueño del agua, o los inventos para vencer la gravedad
Desde antiguo, el agua de las acequias, no solo era aprovechada para
regar por su peso, sino que el hombre ha ideado la manera de elevarla para el
cultivo de terrenos a un nivel superior. La manera más elemental era mediante
los “reguerones” o las “contracequias”. Estos canales con los que se regaban
algunas tierras más altas que el nivel normal de la acequia, tomaban el agua
de esta puntualmente a base de colocar la “rafa”: un obstáculo de quitar y poner (normalmente tableros de madera entre brencas de obra) hacía elevarse
el nivel del agua como si de una exclusa se tratara, hasta desbordarla por los
mentados reguerones o contracequias. Una de estas contracequias aún se
utiliza en el paraje del Argaz para regar con la Acequia de La Andelma terrenos
que se hallan en la parte de arriba de esta.
Brenca para colocar rafa en Andelma.
Medios más sofisticados para elevar el agua fueron las norias y los artes. Las primeras eran estructuras rígidas, con cangilones de madera adosados al aro externo de una gran rueda, cuya energía para impulsar el movimiento la proporcionaba la propia corriente del canal (energía hidráulica,
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limpia, sostenible y ecológica; obedeciendo a unas fórmulas físicas precisas
y universales, que el artesano quizá ignoraba que existieran). Las norias, aunque producto de una ingeniería artesanal, eran artilugios mecánicos de una
perfección absoluta. En Cieza hubo varias norias y cuentan que la más grande
fue la de Liberato, en la Acequia de los Charcos (paraje de Barratera, cuya infraestructura de obra todavía existe); pero de todas ellas, la única que a día de
hoy se conserva arruinada es la Noria de La Gurulla.
En cuanto a los artes, que a diferencia de las anteriores llevaban los
cangilones amarrados a una cadena sin fin, la cual giraba mediante una polea
en la parte superior (mecanismo parecido a una “rueda catalina”), eran otro
sistema para elevar el agua de pozos, que normalmente comunicaban con las
acequias por una galería en su fondo. La energía comúnmente utilizada para
estos artilugios era la llamada “fuerza de sangre”: una bestia girando con los
ojos tapados.
Balsa de la Herradura.
De los artes más conocidos era el situado en el Maripinar, que a través
de un profundo pozo extraía el agua de la acequia de Don Gonzalo para llenar
la Balsa de la Herradura (única en nuestro término municipal por su forma y
por sus paredes construidas a base de grandes sillares de piedra dispuestos
verticalmente y engarzados unos con otros con grapas de acero). A pesar de
lo dicho sobre la manera de mover estos ingenios, este último era accionado
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por energía eólica. Cuyo torreón del molino de viento que albergaba la “maquinaria” y soportaba las grandes aspas de madera y trapo, todavía se conserva
a duras penas en el centro de la planta de “herradura” de la gran balsa.
Mas aunque las fincas agrícolas situadas en cotas superiores a las acequias no se consideraban como tierras de “riego de portillo”, no se conocía
otro sistema para regar que el de inundación del terreno de toda la vida. Esta
forma ha perdurado en la agricultura ciezana hasta época reciente, cuando se
introdujo la modernización de los regadíos y el sistema de goteo. (Hoy en día
sólo se practica el riego por inundación en algunas de las “tierras de portillo”).
Es por eso que, tanto en las huertas regadas por manantiales, como en
los posteriores “riegos nuevos”, producto de la elevación de caudales de agua
mediante potentes motobombas o la extracción de esta de profundos pozos,
el concepto de regadío a lo largo del tiempo ha ido siempre unido al de una
compleja red de regueras y canales al aire libre, que conducían el agua para la
“inundación” periódica de las plantaciones. Pero fue unas décadas después
de que se empezaran a extraer los preciados caudales procedentes del subsuelo, y que fueran utilizados abusivamente para las nuevas explotaciones
agrícolas, cuando empezó a romperse el equilibrio y la sostenibilidad en el
aprovechamiento del bien más preciado de nuestros campos, de nuestro municipio y de nuestra vida: el agua.
El oro del agua de los manantiales
En otra época llovía según los viejos, lo cual hacía que se mantuviesen renovadas las reservas hídricas en el subsuelo. Pero sobre todo, en aquel
tiempo se ejercía una actividad agrícola sostenible y un uso equilibrado de los
afloramientos de agua. Por entonces había manantiales en diversos lugares
del término municipal de Cieza y su uso racional no comportaba la esquilmación de los niveles freáticos.
El principal y más importante de todos era el de la conocida Fuente del
Ojo. De las junturas de las rocas, en el oripié de la Sierra de Ascoy, y en las cercanías del área deprimida de Los Casones, se hallaba este caudaloso manantial, que en épocas lluviosas, según cuentan las personas de antes, roncaba y
emitía extraños sonidos, provenientes de las entrañas de la piedra, debido a
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la riqueza hídrica del acuífero subterráneo (existía incluso una leyenda sobre
una joven encantada, que sufría prisionera en las profundidades acuosas del
manantial). En su uso racional durante siglos, este afloramiento tenía viso de
ser inagotable para los ciezanos.
Molinico de la huerta.
De alguna manera, la Fuente del Ojo ha intervenido en el siglo pasado
cual un componente más en la forja de la historia de Cieza y de la idiosincrasia de su gente. El tesoro de su agua abastecía el lavadero público del mismo
nombre (por desgracia destruido en la actualidad, aunque existe un proyecto
de restauración), donde acudían cientos de mujeres, de noche y de día, con
sus líos de ropa para hacer la colada; además, con su caudal llenaba balsas
de cocer esparto y hacía andar el antiguo “Molinico de la Huerta”. Luego tras
el paso del agua por la rueda que movía las piedras de moler de este molino
maquilero, esta iba a parar a una gran balsa redonda, que llamaban “el Pantano”). De allí partía una extensa red de canales y regueras que alcanzaba para
el cultivo de cientos de tahúllas de olivar (“de Cieza, las olivas”, se decía, por su
fama), regueras que llegaban hasta lo que hoy es la Plaza de España. El riego
de la mencionada huerta con las aguas de la Fuente del Ojo se establecía por
“tanda” y cada agricultor tenía que recibir el agua en su bancal el día y la hora
en que le tocaba según reparto (cualquier hora de cualquier día o de cualquier
noche).
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Restos del lavadero de La Fuente del Ojo
Mas con el tiempo se arruinaría este manantial, y diremos por qué; se
destruiría el lavadero público, fruto del abandono y la desidia de los hombres;
dejaría de moler el Molinico de la Huerta; se cegaría de ovas el Pantano y se
perderían las regueras; se secarían las balsas de cocer esparto, parejo con la
decadencia de la industria de la espartería; irían desapareciendo los olivares
por falta de riego y de cuidados, y por la voraz expansión urbana. Y por último,
se iría borrando poco a poco la memoria colectiva del pueblo en lo tocante a lo
que fue la riqueza, abundancia y vida en torno a la Fuente del Ojo.
Entre otras huertas dignas de mención, regadas por manantiales naturales de agua, estaban la Fuente del Rey, el Madroñal, las Maridíaz, la Herrada,
la Murta o Ascoy. Esta última finca, por su vasta extensión (no toda de regadío), decían que era considerada “colonia”, y que estuvo en tiempos pasados
sujeta a la institución jurídica de los “mayorazgos” (vigentes hasta el primer
tercio del siglo XIX, los mayorazgos tenían el objeto de mantener agrupada
la propiedad del latifundio, pasando este en herencia al hijo varón mayor). En
Cieza, aún recuerdan los muy viejos que el “Mayorajo” de Ascoy tenía una casa-palacete en la calle San Sebastián, adonde entraba montado en su carruaje
de caballos y la cual hundieron a mitad del siglo pasado para hacer una torre
de pisos (la primera con su ascensor de jaula). Sin embargo, aún se mantiene
89
en pie el llamado “Castillo del Mayorajo”, una torre exenta en un altozano, con
aspilleras defensivas a los cuatro vientos, lindante con el paraje de La Fuente
del Peral.
Fortaleza del Mayorazgo de Ascoy.
Cuando la finca de Ascoy fue adquirida posteriormente por unos industriales foráneos que tenían grandes negocios de exportación, aprovecharon
esta abundante agua de los manantiales para el “cocido” del esparto, de modo
que construyeron la balsa de obra más grande conocida en Cieza, a la cual
podían entrar los carros y los camiones para cargar y descargar los bultos.
Pues era el auge de la espartería y por todas partes había balsas donde se
cocía esparto, siendo el mal olor característico a esparto cocido inherente a la
atmósfera que se respiraba en cualquier rincón del pueblo y sus alrededores.
Manantiales que regaban idílicas huertas había por todo el término municipal, que no considero el pormenorizar un listado de ellos aquí. Pero acabaré nombrando un caso singular y digno de pasar a los anales de los regadíos
de Cieza: el de la “Reguera del Mingrano”. Se trataba de una conducción de
agua, mediante un canal de tierra de varios kilómetros de largo, algo menor en
volumen que el de una acequia, que curveaba por ramblas, barrancos, laderas y puntales, desde el paraje del Mingrano (tomaba el agua de los famosos
manantiales de la Fuente del Judío) hasta el de La Corredera. En este último,
cercano al Camino del Quinto, poco más adelante del desaparecido Apeadero
de la Corredera del tren Chicharra, estaba el llamado “Pantano de la Corredera” (realmente, cuando yo lo conocí hace más de cuarenta años, no era ya
90
más que un grueso muro que empantanaba una gran ciénaga poblada por
carrizos y maleza). En este desembocaba la Reguera del Mingrano con su generoso caudal procedente de kilómetros arriba de la Rambla del Judío. Luego,
del Pantano de la Corredera, desembalsaban agua para el riego de la extensa
finca, gran parte plantada de olivar. (El último guarda de dicha Reguera fue
Pascual “el Malas”, quien procuraba mantenerla limpia del paso y abrevado en
ella de los ganados en todo su recorrido por campos sedientos. Ni que decirse
tiene que la Reguera del Mingrano, durante muchos años conformó un paisaje
longitudinal y curvilíneo y hasta tuvo su microfauna asociada a ella, prueba
de que el agua siembra vida y modifica favorablemente los lugares por donde
discurre. Hoy en día aún se pueden ver los vestigios de esta particular obra,
producto en su día de una especial “fiebre del oro del agua” y el interés por su
aprovechamiento.
Pero no sé si por la escasez de las lluvias, que cada vez son más largos
y exasperados los ciclos de las sequías, o por las abundantes y profundas
perforaciones en el subsuelo para extraer agua durante las últimas cuatro o
cinco décadas, los manantiales se han ido perdiendo, y aquellas huertas-vergeles ligadas a ellos han desaparecido o se han transformado. Algunos en
cambio, por su situación geográfica, permanecen sin merma, como son dos
de los citados al principio de este capítulo: el de la Fuente del Rey y el del
Madroñal, aunque el otrora vergel de sus bancales regados por este último se
ha perdido por otras causas, y los limonares que mi bisabuelo, mi abuelo y mi
padre cavaron de rodillas en la conocida finca del Madroñal, hace tiempo que
dejaron de existir.
Casa del Madroñal.
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El bombeo de agua del río y los riegos nuevos
Al principio colocaron motores de bombeo directamente a las acequias
para convertir en regadío algunas tierras de secano. Dicen que el primero fue
el Don Pedro Pérez en el paraje de Los Charcos; luego hubo otros más, como
el del Gallego, junto a la Rambla del Agua Amarga. Mediante estos llenaban
balsas de obra, para después distribuir el agua mediante regueras e inundar
los bancales de cultivo, siempre con la mentalidad del riego tradicional.
Más tarde, la Confederación Hidrográfica del Segura, concedió el poder
hacer pozos de extracción de agua a más de cien metros de la orilla del río. En
algunos lugares esta distancia era perfecta para alcanzar en unos pocos metros de profundidad el nivel freático del río, donde el agua del subsuelo no se
aminora ni se acaba nunca. Entonces instalaron potentes bombas accionadas
por motores diesel o eléctricos; entre estos, el Motor de las Lomas, cuyo pozo
estaba en Perdiguera y su punto de elevación máximo en el llamado “Corral de
las Lomas”, cerca de la ya destruida Balsa Redonda. Desde allí se distribuía el
generoso caudal, por tanda, mediante partidores y regueras de obra hacia un
montón de fincas, convertidas de la noche a la mañana en riegos nuevos (la
unidad de dicho caudal para el riego no era otro que la “pará”, de 15 a 20 litros
por segundo, puesto que el concepto no había variado todavía y se mantenía
la mentalidad del riego de “portillo”, y la gente pedía al “regaor” que le echara
“una pará”, “pará y media” o “dos parás” de agua).
Balsa de las Lomas.
92
Hubo otros pozos para bombeo a “ciento un metros” de distancia del río,
con un resultado excelente: buena agua y caudal constante, inagotable. Pero
citaré solo dos, que fueron ejemplo de aquella “fiebre del oro del agua para
crear riegos nuevos”. Estos fueron los pozos del “Grillo” y del “Pelao”, ambos
se mantienen hoy en día en funcionamiento, dando riego en la actualidad a
muchas tahúllas, ya por el moderno sistema de goteo. Los dos pozos se encuentran muy cerca el uno del otro, situados en el soto de la Parra (la planicie
del terreno lindante con el río, donde la capa freática de éste se halla a pocos
metros de la superficie y su caudal es inagotable).
El Pelao, aunque hijo de labradores ciezanos, cuentan que hizo una gran
fortuna en Madrid en los tiempos grises de la posguerra; de forma que cuando
luego venía por aquí, con su Rolls-Royce blanco y su chófer uniformado con
gorra de plato, nadie tenía la menor duda de que fuera el hombre más rico del
pueblo. El Grillo, en cambio, era un agricultor, también de Cieza, con menos
ínfulas, pero con muchas ansias de progreso y propietario de alguna tierra de
secano. La cosa fue que los dos idearon medrar en el negocio de los riegos
nuevos de manera casi simultánea, por lo que recíprocamente se hacían la
competencia el uno al otro. Ambos avanzaban con las obras de conducción
del agua de forma paralela, y, en algunos puntos, muy cercanas una zanja de
la otra. El más potentado intentaba torpedear el progreso del otro, hasta que al
parecer ambos llegaron a los tribunales y pleitearon, y la justicia reconoció los
derechos de los dos a llevar adelante sus empresas.
El Pelao fundó un gran latifundio plantado de frutales en el
paraje del Acho: “Fomento Agrícola”, buque insignia, junto con la finca de La Carrichosa, de los nuevos
regadíos y la agricultura emergente de Cieza (la casa de recreo que
allí se hizo para cuando venía de la
capital de España, tendría el marchamo del “primer chalet” construido en estos pagos, cuando en
el pueblo, la mayoría de los hogares aún carecían de cuarto de baño).
Jesús del Gran Poder (Pozo de Grillo).
93
El Grillo, por su parte, se hizo millonario, cambiando agua por tierra en
los sedientos secanos, y, llegados los tiempos de los riegos modernos, la balsa de la Comunidad de Regantes del Pozo del Grillo, situada en lo alto de un
cabezo, es hoy en día de las más grandes de los regadíos de nuestro término.
No obstante, al principio aún se desconocía el riego por goteo y las extensas arboledas había que regarlas a base de “parás” de agua inundando el
terreno; luego, tras cada riego, había que cavar o arar toda la superficie de la
tierra (aunque ya se había introducido la maquinaria), y después, normalmente a destajo, había que cavar las “lobás” a golpes de azada. Eran los tiempos,
sin embargo, de una “revolución agraria” en Cieza, cuando se empezaron a
Antigua Cooperativa del Campo y Caja Rural Nuestra Señora de Lourdes.
introducir variedades nuevas y nuevos productos fitosanitarios; cuando tomó
importancia la figura del perito agrícola, que dirigía las acciones a realizar en
el campo y explicaba a las cuadrillas de podadores o injertadores, agricultores
viejos en su mayoría, cómo había que aplicar los nuevos sistemas para obtener el máximo rendimiento. Por entonces se empezaba a trasladar al campo
el concepto industrial de la productividad y de la competencia. Algunas fincas
se vigilaban de día y de noche para que nadie “robara” planta de injertación de
variedades importadas de los Estados Unidos o de Dios sabe dónde, que pro94
metían ser “el dorado” de las explotaciones agrícolas. Se intentaba dominar
las tormentas a base de “cañonearlas” con potentes cohetes, que esparcían
sustancias químicas como la acetona en mitad de las nubes, y se empezaron a
utilizar las enormes cámaras frigoríficas para almacenar los millones de kilos
de fruta, en tanto esta se procesaba para su envío a lejanos mercados o a la
industria conservera, que todavía se hallaba en auge en el pueblo. (Aunque Los
Martinejo habían desaparecido, los Guirao, con sus dos centros de trabajo:
el de la Estación y del Camino de Madrid, poseían un prestigioso marchamo
internacional, sobre todo en la conserva del melocotón entero en tarros de
cristal; también había surgido otra empresa conservera nueva: La Ciezana, en
el Camino de Abarán; y ya, con la más moderna tecnología del momento, se
había puesto en marcha la Cooperativa Virgen de Lourdes, en Barratera, la que
en su día visitaran los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía).
La sobreexplotación de los acuíferos subterráneos y el cambio de mentalidad en
los regadíos
Al mismo tiempo que se bombeaban grandes cantidades de agua del
río a través de los pozos a “ciento un metros”, que se roturaban y abancalaban
con tractores enormes extensiones de terreno (antes secanales empobrecidos
o lomazos incultos) y que se cambiaban
los colores del paisaje en el estío, pasando del amarillo pajizo de los rastrojos al
verde intenso de los cultivos de arboledas frutales, se descubrió también que
bajo los cimientos de piedra de la Sierra
de Ascoy había un tesoro oculto desde
hacía muchos siglos y milenios: un inmenso acuífero, un gran lago de vida y
negocio, cuyos “rebosaderos” naturales
y principales, durante muchos años, habían sido la Fuente del Ojo y la Mina del
Agua (esta última constituía el manantial que abastecía Cieza de agua potable
desde los tiempos en que se empezaron
Mina del agua.
a instalar la fuentes públicas en las calles y se
dejó de repartir el agua en cubas tiradas por bestias).
95
Entonces la administración competente concedió licencias de explotación para hacer perforaciones del subsuelo a una gran compañía y permitió
que negociara con este oro transparente de todos los ciezanos. Así que el
paraje de Ascoy, en derredor de la Sierra, y en zonas aledañas, se llenó de
pozos que trepanaban con modernas barrenas, los cuales arrojaban increíbles caudales de muchos litros de agua por segundo. Y, como aún se seguía
con el “chip” tradicional del riego por inundación, comenzó a trazarse la más
grande red de tuberías con kilómetros y kilómetros de canales de obra (esa era
otra industria boyante del momento: la fabricación de canales de cemento que
se ensamblaban sobre el terreno). Por consiguiente, se siguieron roturando y
abancalando terrenos, antes baldíos o paupérrimos secanos, para convertirlos en huertas de frutales (los tractoristas profesionales manejaban al dedillo
los aperos para convertir en planos horizontales perfectos los terrenos inclinados). Las aguas de los pozos de Ascoy atravesaban la Rambla de Judío y
llegaban al Quinto, al Elipe, a la Venta del Olivo, a la Carretera de Calasparra o
de Jumilla, a la Fuente del Peral, a la Carrasquilla, etc.
Canal del Agua. Sierra de Ascoy.
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Cada vez se demandaban más caudales para el riego de nuevas tierras,
por lo que se hacían nuevas prospecciones o se ahondaban las existentes.
Al principio, la tierra, sedienta de siglos y deseosa de cultivo, devolvía mil por
uno. ¡Una hermosura!, ¡una riqueza inaudita! Cieza, ya con las elevaciones de
agua del río, ya con la explotación de los acuíferos subterráneos, había pasado
de las limitadas tahúllas de riego de portillo a tener enormes extensiones de
regadíos. Se había expandido enormemente la agricultura. La compañía de
explotación del acuífero mantenía la concesión sobre los recursos hídricos
subterráneos y los comercializaba para su beneficio en el regadío por tanda de
miles de tahúllas, aunque una pequeña parte del agua extraída era cedida para
el suministro de agua potable a la población, ya que la Mina, con más de medio
kilómetro de galerías, no era suficiente y además se había ido mermando en
los últimos tiempos hasta agotarse).
Entonces se construyó el llamado “Canal del Agua”, que, proveniente
de unos pozos en la cara norte de la Sierra de Ascoy, faldeaba esta por su
lado oeste hasta llegar a los depósitos, aún existentes, en el alto del paraje del
Búho. El Canal del Agua, hoy abandonado y ruinoso, tenía sus acueductos para
el paso de los barrancos y, en su mayor parte, estaba cubierto con planchas
prefabricadas de cemento, aunque a trechos se podía ver la maravilla del fluir
del agua, contrastando con la aridez del monte a su paso. El oro transparente,
que quizá llevara ahí abajo desde la creación del mundo, era bombeado del
fondo de los pozos a la superficie y corría por multitud de regueras y canales,
dando alegría, producción, negocio agrícola y servicio a la población.
Sin embargo, a todas luces, aquél era un sistema insostenible. Era el
ejemplo más patente de cómo no se han de explotar jamás los recursos naturales, siendo el agua el principal de estos en nuestra región y en nuestro
pueblo. No hacía falta estar ciego para no ver que aquello no podía ser duradero. Alguien se enriqueció con mucho dinero, pero todos nos empobrecimos
del bien más preciado de nuestro subsuelo: el agua. En pocos años, como era
de esperar, sobrevino la esquilmación del acuífero. Los pozos empezaron a
empobrecerse y salinizarse, mientras los cultivos enfermaban y se secaban.
Todo aquel sistema de explotación agraria, basado en el derroche del agua de
los pozos de Ascoy, entró en decadencia. Y todas las miles de tahúllas, florecientes en su día y dependientes de aquel sistema de regadío insostenible, hubieron de sufrir su fase ruinosa y admitir su final de “lo que el viento se llevó”.
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El agua de riego a presión y las gotas de la vida
Hay generaciones que cambian tras las guerras y las debacles sociales
de cualquier índole. En las modernas explotaciones agrícolas de Cieza, el concepto revolucionario en las nuevas formas de regar, en parte, fue coincidente
con la remodelación de la vieja estructura, caduca por necesidad, de aquella
vetusta red de canales de obra, donde el agua del subsuelo ya no podía fluir con
la alegría de unas décadas antes. Entonces comenzó a instalarse por todos los
regadíos del término municipal, salvo en las tierras de riego de portillo bajo las
acequias, el huevo de Colón de los goteros. Ya no había que cavar, embasurar
o abonar los suelos: el alimento para las plantas se introducía “en vena”. Adiós
Paisaje con aprovechamiento del agua.
a las labranzas, a cavar lobadas o a echar estiércol. Adiós a los incómodos
riegos por tanda, que le podían tocar a cualquiera en cualquier hora del día o
la noche. Adiós a las canalizaciones de cemento, a las regueras de tierra, a los
tablachos, a las “parás” que había que “volver con la azá”. Adiós a los partidores, a los sifones.... Adiós a ver correr la lengua del agua por el suelo, entre los
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troncos de los árboles, los cuales tiempo atrás habían enfermado, se habían
engomado y habían tenido que arrancarse, desfondar la tierra, limpiarla de raíces y hacer plantaciones nuevas con modernas variedades. Y adiós a la anticuada mentalidad de abancalar el terreno de cultivo en planos horizontales.
Entonces hubo que bombear agua de las acequias para mezclarla con la
extraída de los profundos pozos de Ascoy, Benís o Carrasquilla, y aprovechar
gota a gota la limitada riqueza del agua. Se empezaron a construir los grandes
embalses de plástico, las enormes balsas situadas en las zonas altas de los
diversos parajes. Hasta estos gigantescos depósitos se bombea el agua hoy
en día, ya la procedente del río y las acequias (de forma directa o con los pozos
a ciento un metros del río, como el del Grillo y el del Pelao), ya la que aún se
extrae del profundo subsuelo. Luego, una red de tuberías a presión conduce el
líquido elemento hasta los cultivos. Allí en el bancal, cada árbol y cada mata
recibe el líquido enriquecido con las abonadoras; justo el necesario para nutrir
de humedad y minerales sus raíces, evitándose el derroche y procurando la
sostenibilidad de los recursos hídricos.
Partidor de tuberías riego a presión por goteo.
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En los años treinta del siglo pasado, el ministro republicano Indalecio
Prieto quiso poner en marcha un proyecto de trasvase entre cuencas. Pero fue,
sin embargo, durante la dictadura del general Franco cuando se acomete la
obra de ingeniería hidráulica más grande de España. A finales de la década de
los setenta, las aguas del Tajo llegan al viejo pantano del Talave, en el curso del
río Mundo, afluente por la margen izquierda del Segura. A partir de entonces,
nuestro río, cuyo régimen de componente torrencial hacía que la huerta sufriera
devastadoras riadas mientras que en épocas de estío se veían las piedras, aumenta su caudal constante y los antiguos “vados”, por donde cruzaban de una
parte a otra los huertanos solo con remangarse los pantalones, desaparecen.
El Segura a su paso por Cieza ya no es lo que era. Ahora es un río
más generoso, sobre cuyo caudal pueden navegar cientos de barcas y piraguas para disfrute del deporte y el ocio de muchas personas. Pero lo más
importante: el aumento hídrico de la cuenca ha propiciado mayores extensiones de regadíos por el sistema de goteo y un patente aumento de la riqueza. (Nada como la agricultura para repartir la renta entre los trabajadores.
Los beneficios del sector agrícola en Cieza son como una inmensa pedrea en
forma de jornales que todos los años remedia a un montón de familias, ya de
“ciezanos viejos”, ya de cientos de inmigrantes que acuden en busca de su
pedacico de pan).
Con la implantación del riego por goteo mediante una vastísima red de
tuberías a presión, donde no se pierde una brizna del líquido elemento, llega
también el agua canalizada del Trasvase Tajo-Segura, gracias a la cual se
riegan cientos de miles de melocotoneros y otros frutales de hueso, desde el
límite del término municipal con Calasparra hasta la Venta del Olivo, y desde
la ribera de las acequias hasta las faldas de la Sierra de la Cabeza. Fértiles
campos de melocotonares que arrojan todos los años millones de toneladas
de fruta, la cual es procesada en las cooperativas y almacenes por cientos de
mujeres para enviarla a los mercados nacionales o internacionales.
Ahora más que nunca, el concepto de productividad forma parte de la
planificación agrícola. Cuando los mercados demandan la fruta temprana, se
arrancan los huertos y se efectúan nuevas plantaciones, que crecen como la
espuma con los abonos apropiados; incluso se llega a adelantar o retrasar las
cosechas con productos químicos, según interese. Cuando los mercados se
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saturan de fruta temprana y caen los precios, se vuelven a arrancar los árboles
y se torna a plantar frutales más tardíos; variedades, unas y otras, producto
quizá de la ingeniería genética, que están patentadas como cualquier invento
y que no pueden ser plantadas ni injertadas sin haber pagado el correspondiente canon.
En la actualidad, el oro del agua en Cieza y su aprovechamiento sostenible y perfecto han hecho cambiar el paisaje físico de nuestros campos, el
paisaje social de la industria hortofrutícola y el paisaje humano de la más variopinta mano de obra de nuestra agricultura, perteneciente a distintas razas
y naciones.
Joaquín Gómez Carrillo
101
Conservas Guirao. Cesión de uso Raimundo Ruano Ríos.
102
V
Historia de las conservas
vegetales y su contexto
socioeconómico en Cieza
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104
Historia de las conservas vegetales y
su contexto socioeconómico en Cieza
Introducción
Todo proceso investigador de algún modo intenta satisfacer las posibles demandas de información, requerida tanto por estudiosos en la materia,
como por la ciudadanía en general. En este caso hemos iniciado la aventura
de introducirnos dentro de un sector como el conservero, que sin duda alguna,
fue uno de los ejes principales que propició el aumento y expansión del cultivo
del melocotón en toda la comarca de Cieza. Esta labor, pretende tener una clara vocación divulgadora, dejando para otros autores el tratar el tema desde un
punto más académico y científico.
La elaboración de este trabajo no ha estado exenta de sus luces y sombras, pues hemos podido constatar la gran importancia social que esta actividad fabril tuvo como motor para la economía local y regional además de
comprobar la escasa información de esta actividad en Cieza en archivos y
fondos documentales. Con la consiguiente necesidad de un exhaustivo trabajo de campo. Por otro lado, es de destacar la realidad del declive de esta
actividad, que actualmente en Cieza es casi inexistente, con lo que consideramos este trabajo una humilde aportación, a partir de nuestros conocimientos
e investigación de lo que fue el mundo de la conservas vegetales y su contexto
socioeconómico para Cieza y su comarca.
Maquinaria para el proceso de cocción de conservas de melocotón, en la Cooperativa del Campo y
Caja Rural Nuestra Señora de Lourdes. Foto cedida por R. Ruano y J. Salmerón.
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Historia de la conservación de alimentos mediante el calor
La palabra conservar deriva de la latina conservare, que significa mantener intacto o inalterado, por eso se aplica este término a aquellos procedimientos que permiten que los alimentos sean resistentes al deterioro.
Se denomina conserva al resultado del proceso de la manipulación de
los alimentos, de tal forma que se evite o ralentice su deterioro (pérdida de
calidad, comestibilidad o valores nutricionales). Esto suele lograrse evitando
el crecimiento de pasto natural, levaduras, hongos y otros microorganismos.
Las conservas también incluyen procesos que inhiben la decoloración natural
que puede ocurrir durante la preparación de los alimentos, como la reacción de
dorado enzimático que sucede tras su corte.
Inicialmente se aplicaban a los alimentos tratamientos de cocción para
luego proceder a envasar los mismos sin poder explicarse cómo con este tratamiento los productos permanecían por más tiempo, sólo hasta la aparición
de Louis Pasteur que explica científicamente este hecho y la industria conservera crece a grandes pasos.
El origen de la inquietud humana por los procesos de conservación de
los alimentos, se remonta a tiempos inmemoriales. Si bien, podemos decir que
en la época moderna todo comienza cuando Napoleón Bonaparte, preocupado
por las constantes pérdidas que sufrían sus tropas por el deficiente estado nutricional y de salud causado por el consumo de una dieta pobre (carne salada
y poco más) y de calidad microbiológica baja, plantea entregar un premio de
unos 12.000 francos a la persona que ideara una forma para abastecer a sus
tropas de alimentos variados, duraderos y seguros, que pudiesen ser transportados hasta el mismo lugar de batalla.
Esta recompensa fue a parar a Nicholas Appert que apoyado en sus
conocimientos de culinaria, desarrolla en 1809 un método de conservación
de alimentos a los cuales, después de aplicarles calor (cocción), eran a continuación, envasados en vidrio y cubiertos con un tapón de corcho encerado,
sentando así las bases empíricas de la que posteriormente sería la industria
conservera. Al método ideado por Nicholas Appert se le dio el nombre de Apertización en su honor.
106
Nicholas Appert. Pionero del método de conservación de alimentos.
La explicación científica del poder conservador del calor la dio más tarde el científico Louis Pasteur, en 1860, al reconocer el papel alterante de los
microorganismos y la posibilidad de su destrucción por el calor, tras efectuar
experimentos sobre esterilización de alimentos que, una vez sometidos a calor, eran introducidos en recipientes herméticamente cerrados evitando así la
recontaminación de los mismos (de ahí el término de pasteurización que se
acuñaría en 1873).
La industria de conservas vegetales en España y en la provincia
de Murcia
En 1850, José Gutiérrez de la Concha, marqués
de La Habana, inició la experiencia industrial en Logroño arrendando a Prudencio Trevijano la finca «Vista
Alegre», instalando en ella una fábrica dedicada a la
preparación de melocotón al natural para ser exportado a Cuba.
Los primeros establecimientos de conserva de
Murcia surgen a finales del siglo XIX en pequeños locaConservas del Marqués
les artesanos de confitería y en casas particulares de la
de la Habana.
huerta, elaborando pulpas de melocotón, albaricoque y
envasado de tomate. Tenemos diversas noticias a este
respecto: en 1876, existen dos establecimientos de “almíbares”.
107
La industria de conservas vegetales en Murcia crece considerablemente
en 1897 cuando el mallorquín Juan Esteva Canet pone en marcha la primera
fábrica dedicada a la transformación de albaricoque búlida en Alcantarrilla.
Posteriormente gran número de pequeñas y grandes industrias de conservas,
se instalan en las márgenes de huerta, a lo largo del río Segura, en el tramo
comprendido entre Cieza y Orihuela.
Los antecedentes de esta historia se sitúan en Palma de Mallorca. En
el año 1865 se fundó en la capital balear una importante fábrica de dulces
y conservas vegetales. Su artífice fue Antonio Esteva Oliver, quien ostentó el
título de proveedor de la Casa Real Española y obtuvo varios premios internacionales que avalaron el reconocimiento de sus productos fuera de nuestras
fronteras. Juan Esteva Canet, que nació en el año 1876, fue el único hijo varón
de D. Antonio. Con apenas veinte años, el joven Juan Esteva se trasladó, por
encargo de su padre, a Orihuela, con el fin de explorar el potencial agroindustrial de las vegas del Segura. Estos industriales debían estar al corriente de las
excelencias hortofrutícolas de la zona, y parece ser que determinaron establecerse definitivamente en Alcantarilla, entre otras razones de tipo logístico, por
el hecho de que consideraron que la variedad autóctona murciana “Búlida” de
albaricoque era la materia prima ideal para sus transformados de esta fruta,
que tal vez ocupaban entre sus productos el lugar más importante. Hoy día
sabemos que la aptitud tecnológica del “Búlida” no es superada por ninguna
otra variedad de albaricoque. Así pues, estos mallorquines fueron los que descubrieron las cualidades de este producto murciano para la transformación.
La fábrica de Alcantarilla comercializó sus productos con las marcas
“Al Escudo de España”, “Non Plus Ultra” y “AZ “. Como productor figura en las
etiquetas fue la empresa “Hijo de Antonio Esteva Oliver”, aunque posteriormente lo hace directamente Juan Esteva Canet. Así se transformaron productos vegetales muy variados (secos, en almíbar o al natural, triturados, pulpas
y confituras): albaricoque, y melocotón, con buena parte de la producción procedente de los campos de Cieza.
Otro factor fue que, desde 1864, las autoridades realizaron diversas
obras de arreglo de caminos en el término municipal Cieza, favoreciendo el
transporte y la distribución de las mercancías producidas en la comarca a sus
puntos de destino. Este fue otro avance decisivo para favorecer las instalacio108
Juan Esteva Canet. Pionero de las conservas en Murcia. (Colección particular).
nes conserveras y el despegue de la producción de fruta de hueso en tierras
ciezanas hacia otros mercados.
En la primera etapa de la conserva murciana los mercados francés e
inglés eran los principales consumidores, remitiéndose la pulpa fabricada en
Murcia a Palma de Mallorca, exportándose desde allí a los respectivos países.
Al conocer clientes de Inglaterra que la fruta, cuya calidad les había llamado tanto la atención, era recogida y envasada en Murcia, aceptaron que se
exportase desde Cartagena. De este modo, desde comienzos de siglo, se aprecian en Inglaterra las pulpas murcianas y es otro acicate para la proliferación
de conserveras entorno a la Vega del Segura.
La creación de esta primera fábrica estimuló notablemente el desarrollo
de la comarca, con la creación de puestos de trabajo bien remunerados, con el
impulso que dio a la agricultura (se ampliaron las plantaciones para abastecer
de materias primas la nueva actividad industrial) y con el marchamo de calidad que su prestigio y actividad supuso para el establecimiento de sucesivas
fábricas de conservas por toda la región.
También cabe señalar la creación en 1906 de dos establecimientos por
la firma francesa Champagne et Frères Limited, uno en Alcantarilla y otro en
Abarán. Entre las primeras firmas creadas por murcianos está la sociedad de
los hermanos Gómez Tornero, que se instalaron en Alguazas en el año 1905.
En 1912, la sociedad se desgajó y Nicolás y Florentino Gómez Tornero se instalaron en Abarán, quedando en Alguazas Basilio Gómez Tornero y Eloy Templado, que más tarde se separaron como empresas distintas. En 1922, la de
Alcantarilla es adquirida por el grupo suizo de conservas Lenzburg-Hero que,
junto con capital español, forma la Sociedad Anónima Hero-Alcantarilla.
109
En Murcia, como ya hemos citado,
se produce la variedad «búlida» del
albaricoque, de tono dorado y con
gran cantidad de azúcar, que proporciona una pulpa agradable al
paladar de los británicos, grandes
consumidores de este artículo. El
albaricoque insular, en cambio, es
de tono rojizo y con menos cantidad de azúcar, factor este que inJuan Esteva Canet. Pionero de las conservas en
crementa los costes de elaboración
Murcia. (Colección particular).
de la pulpa, dada la necesidad de
añadir más cantidad de este producto.
En estas condiciones, no es de extrañar que el número de factorías insulares
disminuya y se pase de 21, en 1900, a 6,
en 1915. Con el consiguiente beneficio de
la industria murciana, que progresivamente va adquiriendo gran notoriedad en este
sector a nivel nacional e internacional.
Hecho decisivo para el desarrollo de
la industria de conservas en Murcia fue el
estallido de la guerra de 1914, en la que la
Albaricoques variedad «búlida».
neutralidad española favoreció la elaboración de importantísimas cantidades de pulpas para los aliados, cuya industria
había quedado paralizada por la escasez de estaño y frutas apropiadas. Así,
en los primeros quince o veinte años del siglo fueron surgiendo nuevas firmas
conserveras.
El 28 de junio de 1919, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, fue firmado el Tratado del mismo nombre, que puso fin a la Primera
Guerra Mundial. El acuerdo coronaba un proceso de paz, iniciado seis meses
antes, con la firma del armisticio que en noviembre de 1918 acordó el cese
de las hostilidades. Con la paz, la economía europea aceleró la expansión de
la demanda. El artículo más favorecido fue la pulpa de albaricoque, que se
110
convirtió a partir de entonces en el producto más comercializado de las conservas vegetales españolas. Tras la contienda, y como consecuencia de las
circunstancias que le rodearon, el sector conservero murciano experimentó un
notable crecimiento.
En 1915 había 10 fábricas oficiales en la provincia de Murcia, y en 1918
eran 24. Ya en este período, la provincia de Murcia ocupa el segundo puesto,
tras Logroño, en el ranking nacional de las conservas vegetales. La guerra había brindado una excepcional oportunidad para los conserveros españoles y
ésta fue aprovechada rápidamente por los industriales murcianos.
Fábrica de conservas vegetales murciana, en las primeras décadas del siglo XX (Colección particular).
Unión de empresarios conserveros
La Agrupación de Conserveros de las Provincias de Alicante, Albacete
y Murcia se constituye el 14 de diciembre de 1924. Este dato nos pone en
conocimiento el grado de madurez de la rama de la conserva vegetal. Esta
unión de fabricantes tenía como finalidad la consecución de hoja de lata a
mejores precios ante la dificultad de su abastecimiento y supone el primer
paso en la mejora de la organización sectorial de la industria conservera. El
paso definitivo en la agrupación de los conserveros se daría el 23 de mar111
zo de 1928, al publicarse en la Gaceta la Real Orden por la cual se creaba
el Comité Oficial Mixto de Fabricantes de Conservas de Frutas y Hortalizas.
Este organismo tendría como fin la coordinación «de los esfuerzos de todos
en dirección a propaganda, busca y creación de nuevos mercados y aunar esfuerzos individuales. Se abrieron oficinas de representación en los mercados
extranjeros, tan necesarias para la colocación de los productos, empezando a
notarse pronto una mejor y mayor introducción de los mismos. La recién creada institución estableció una tasa con destino al Comité de Asociaciones de
España, de 0,25 ptas. por cada 100 kg de conserva, recaudándose por aduanas
los productos exportados y por las asociaciones delegadas las de consumo
interior. Estos recursos económicos se distribuían de la siguiente manera: el
40% para propaganda genérica; el 45% para mejora y estímulo a la producción, mantenimiento, organización técnica de sus oficinas, ejercicio de labores
docentes y experimentales y vigilancia de cosechas; el otro 15% restante, se
reservaba para gastos generales de organización y funcionamiento. La vida de
este Comité Oficial fue relativamente corta pues el día 14 de junio de 1930 se
disuelve, cesando la obligatoriedad de ser socio y la aportación del gravamen
correspondiente.
Fabricas de conservas de: D. Mariano Martínez Montiel y D. Francisco Guirao Marín en Cieza.
Foto Luis Castex Anaya.
112
El incremento de la demanda externa, en particular de Gran Bretaña, explica el aumento del número de factorías que se instalan por el territorio nacional: 266 en 1925 y 354 fábricas en 1930, entre ellas las de D. Mariano Martínez
Montiel y la de D. Francisco Guirao Marín en Cieza.
España domina el mercado internacional de pulpa de melocotón y albaricoque, producto que en Gran Bretaña se utiliza para la fabricación de mermelada. Su consumo se ha generalizado en los desayunos ingleses y comparte la
mesa con “bacon”, huevos y productos lácteos. Los datos nos indican que el
90 % de la pulpa que se recibe en Gran Bretaña es de procedencia española y
principalmente, de Murcia.
La oferta francesa, procedente de la Provenza (Avignon, principalmente), que había monopolizado las importaciones inglesas de pulpa a comienzos
de siglo, decayó completamente. Ello, en gran medida, se debe a la excelente
calidad de la fruta de Murcia y, dentro de la provincia, la producida en Cieza
que no tiene rival en los mercados internacionales. Hasta tal punto ha llegado
su renombre que muchos conserveros españoles, para obtener un buen precio
Feria Internacional de la Conserva y Alimentación (FICA).
113
en el mercado, presentan la oferta de pulpa denominándola «estilo de Murcia»,
lo que indica el grado de perfección logrado por el buen hacer de los agricultores e industriales murcianos, siendo tan importante su industria que la ciudad
de Murcia albergó la Feria Internacional de la Conserva y Alimentación (FICA).
La inauguración oficial del nuevo recinto ferial, en lo que fue la IV Feria Oficial
de Muestras del Sureste y Primera Nacional de Conserva Vegetal, se realizó el
6 abril 1958.
Sectores económicos y el impulso de la industria conservera
La interacción entre el sector agrario y el industrial fue crucial para entender, en general, todo el proceso de industrialización de las conservas vegetales en Murcia y, concretamente, en Cieza. Las inversiones de capital fueron
modestas y asequibles, dada la naturaleza de la industria conservera, aunque
existen casos excepcionales de algunas firmas comerciales con inversiones
de gran entidad. Si bien, en los inicios, la aportación de capital fue francesa y
mallorquina.
La firma francesa Champagnes et Fréres Limited, domiciliada en París,
levanta dos fábricas en 1906, una en Alcantarilla y otra en Abarán. La firma
quiebra y se hace cargo de los negocios otra casa francesa, F. Vignatié Successeur, de Burdeos, proveedor de envases de Champagnes et Fréres, pero en
asociación con capital español. En 1914 tenía como director a M. Abel Agostini, con residencia en Marsella. El representante en Alcantarilla era el empresario de origen mallorquín Francisco Esteve, mientras el de Abarán era Joaquín
Velasco, que con el francés formaba el equipo directivo de la sociedad, que no
estaba registrada en Murcia. Salvo estos dos casos, el resto de la industria
murciana se nutre de capital autóctono que proviene de negocios relacionados con el control de los circuitos de comercialización de frutas al extranjero,
de sectores sociales ligados a la propiedad de la tierra y otros sectores económicos como los casos de:
• Rogelio Gil Funes, fundador de la fábrica de
conservas, harina y pimentón “La Abundancia”,
que fue una de las primeras de Molina de Segura, además de creador de la primera banca
de esta localidad.
114
“La Abundancia”. (C. Particular).
• D. Pedro Cascales Vivancos. En el último tercio del siglo XIX, este empresario
inició la actividad comercial con una tienda de ultramarinos en Alcantarilla.
Poco después, antes de finalizar el siglo, creó una pequeña industria de conservas vegetales. La fábrica llegó a facturar, a principios de siglo XX, la suma
de casi cuatro millones de pesetas. La Primera Guerra Mundial favoreció el
comercio, tanto de conservas como de ultramarinos.
Conservas vegetales de Melocotón “Cascales”. (Colección particular).
• D. Nicolás Gómez Tornero, natural de Abarán, llegó a amasar una de las fortunas más importantes de España en los años 20 del siglo XX. Don Nicolás
empezó transportando frutas para el mercado nacional. Despachaba partidas
que se transportaban en caballerías o en carretas, casi únicos medios de locomoción de la época, con destino al Mercado de la Cebada de Madrid. Pero
la gran oportunidad le llegó con la contienda de
1914-18. Los envíos de frutas a los mercados
europeos, en especial a Inglaterra, eran escasos
y muy problemática su llegada a destino. El Atlántico se hallaba plagado de submarinos alemanes y los torpedeamientos a la orden del día.
Nuestro personaje, con aquella clara visión que
tenía de los negocios, intuyendo el porvenir, creó
en Cartagena la Fletadora Murciana en colaboración con otros exportadores. Su actuación se
dejó notar rápidamente. Gestionaron en Madrid,
Nicolás Gómez Tornero.
y consiguieron, que todos los buques españoles
o extranjeros que tocaban Cartagena para cargar mineral, debían tomar un 10
por ciento de su peso de frutos españoles. Esta mercancía delicada se estima115
ba sobre la del mineral. En 1922 se anuncia en “El Levante Agrario” la salida de
vapores para: Manchester, Londres, Amberes, Cardiff, Dublín, Belfast, Bristol
y New Castle. Dicha noticia refleja el volumen de negocio que llegó a generar la industria conservera en esta época. Estamos ante un periodo decisivo
en la expansión de las conservas españolas y, en concreto, de las murcianas,
gracias al impulso que le dieron empresarios como D. Nicolás Gómez Tornero,
Desarrolló con sus hermanos el negocio de conservas, construyó edificios, invirtió en bolsa pero, sobre todo, tuvo la feliz idea de construir un salto de agua
y fábrica de electricidad, en el río Segura, a la altura de Abarán, para dotar de
energía a su pueblo y a los colindantes. Continuó como encargado en la firma
conservera Champagne Frères Limited, hasta que se estableció por su cuenta
creando una firma “La Vega Murciana”, que trabajaba la fruta en conserva y en
fresco.
En su persona confluía una
combinación perfecta de visión empresarial y de sensibilidad social.
Esta última en dos planos, en el de su
propia empresa y en el del municipio.
En su empresa, hacía todo lo posible
porque no faltara trabajo a sus obreros, aunque él perdiera dinero; y en
cuando a su labor en el municipio,
Nicolás Gómez tuvo un papel deciConservas Nicolás Gómez Tornero (C. Particular).
sivo en la instalación de las aguas
potables, en el suministro eléctrico y en la construcción de dos edificios muy
importantes: el Asilo (1935) y la Ermita de los Santos Médicos (1953), que él
no pudo ver terminada, pues muere en enero de 1951. Como agradecimiento a
su labor, Abarán le instalo un monumento a su memoria.
• D. Joaquín Payá López. Empresario, político y diplomático,
licenciado en derecho y doctor en Filosofía y Letras. Estuvo
muy vinculado a Cieza desde 1908, cuando compra la finca
de El Menjú, donde instala su casa y parte de su biblioteca.
En El Menjú pasaba largas temporadas convirtiendo esta finca
ciezana en un vergel. Llega a montar una industria conservera
Joaquín Payá
López.
en Totana que trabaja su propia producción. En Calasparra posee
116
un molino de arroz en su finca de Cañaverosa, comercializando todos sus productos, bajo la marca “Triptolemos” (héroe de la mitología griega que recibió
la sabiduría de la diosa de la agricultura: Ceres).
Industria conservera en Cieza
Según datos recogidos de la memoria de año 1934 de la Agrupación
de Conserveros de las provincias de Alicante, Albacete y Murcia, dos eran las
industrias conserveras oficiales que tenían actividad en Cieza en este año:
La presidida por el empresario del esparto y banquero D. Mariano Martínez
Montiel y la de D. Francisco Guirao Marín, conocido fabricante de producto
de espartería con la marca comercial “La Campana”. Supieron aprovechar los
beneficios de sus negocias de espartería y la riqueza agrícola de la Vega de la
Segura con la proliferación de los nuevos regadíos que pronto aumentaría la
producción de fruta de hueso, para que sus industrias conserveras se expandieran.
D. Mariano Martínez Montiel. 1857-1950 fue director gerente y fundador
de la Banca Mariano Montiel S.A que, entre los años 1916 y 1934, incrementó
sus beneficios de manera espectacular, hecho que favoreció la creación de
nuevos negocios y de Mariano Martínez Montiel S. L.
Fue, sin duda alguna,
gran emprendedor y empresario. Simultaneó la dirección
de la Banca Martínez Montiel
con diversas actividades, entre
ellas la fabricación de productos de espartería, gestión de
cines de verano, plaza de toros, explotaciones agrícolas y
Conservas Mariano Martínez Montiel S.L.
Foto Antonio León Mas Gómez.
conservas vegetales, siendo pionero en la elaboración y enlatado de melocotón entero en almíbar. La fruta de
menor tamaño, se trituraba para hacer mermeladas. Debido a los problemas
de abastecimiento de suministros de embalses metálicos que en la época sufrió la industria conservera, compraban la hojalata y realizaba las latas en la
propia fábrica.
117
El fruto de la actividad empresarial de D. Mariano Martínez Montiel no sólo se
vio plasmado en la creación de más de 300 puestos de trabajo directo, sino
que cabe destacar su labor social y cultural. Fue socio fundador, en 1908, de
la sociedad ‘’La Deseada’’
constituida para dotar a
Cieza de una nueva plaza de
toros, inaugurando el nuevo recinto taurino en 1912.
En los años veinte, Germán
Sancho Botella le vendió a
Mariano Martínez Montiel,
en Cieza también conocido
como ‘’Martinejo’’, pasando
el coso taurino a ser de su
Interior de la Hojalatería en fábrica de conservas.
(Colección particular).
exclusiva propiedad.
En la década de los años cuarenta del siglo XX, este empresario encarga para la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús (Nazareno) de Cieza, una
imagen de Ntro. Padre Jesús al famoso escultor valenciano Ignacio Pinazo
Martínez, hijo y hermano de artistas, fue discípulo de Mariano Benlliure. La
obra, conocida en Cieza como el “Nazareno”, desfiló por primera vez en la Semana Santa en 1942.
D. Mariano Martínez Montiel fallece el 10 de febrero de 1950 a los noventa y tres años de edad. A partir de este momento, el legado de este gran
empresario ciezano, pasa a ser gestionado por sus herederos: doña Visitación,
D. Cristóbal, D. David y D, Antonio Martínez Camacho. Los sucesores de las
sociedades legadas por D. Mariano Martínez Montiel continúan con la gestión,
como una empresa familiar que gestionaban la Banca, la fábrica de espartería
y conservas, y dos salas de cine: Delicias y Gran Vía. Uno de los hitos más importantes que realizaron fue, en el año 1955, la construcción y gestión durante
15 años del flamante Teatro Capitol, proyecto realizado por los afamados arquitectos alicantinos Juan Vidal y Julio Ruiz Olmos. Esta sala llegó a ser una
de las más grandes de España con 1.859 butacas. La construcción se realizó
sobre los terrenos de antiguo cine de verano Delicias. Los hermanos Martínez Camacho afrontaron el proyecto del nuevo coliseo, influenciado en el gran
Teatro Capítol de la capital de España.
118
La Banca Martínez Montiel se trasformó
en 1961, en Banco Murciano; y en 1971 pasaría
a ser el Banco de Murcia. A finales de los años
sesenta se disolvió la sociedad por desacuerdos en los herederos. Poniendo punto y final a
una larga y fructífera labor empresarial.
Actualmente la zona en que se encontraba la fábrica es conocida como Barrio Montiel.
Consideremos que es un escueto homenaje, por
lo que significó para Cieza esta industria.
D. Francisco Guirao Marín. Conocido fabricante de producto de espartería. PosibleFolleto de mano de la inauguración
mente inició su labor empresarial a comienzo
del Teatro Capitol. (C. Particular).
de los años veinte, tras la I Guerra Mundial. Con
la marca comercial “La Campana”, este industrial ciezano poseía fábricas de
conservas en 1934 en Cieza aprovechando la creciente producción de melocotón. En esta época comenzaba a tener la hegemonía de los frutales en
la Vega de Cieza y Archena, donde elaboraría los productos provenientes del
albaricoque principalmente de la variedad Búlida de reconocido prestigio por
su textura, sabor y dulzor en toda Europa, principalmente en Francia y Reino
Unido, donde las mermeladas de Francisco Guirao, formaban parte de los famosos “desayunos anglosajones”.
Conservas Francisco Guirao Marín, fábricas en Cieza y Archena.
119
La gran expansión de esta empresa se ralentizó durante la Guerra Civil
Española, quedando su actividad casi paralizada en el año 1937 por la actuación que realizó el Comité Provincial de Intervención e Incautación de Industrias de Murcia.
En la década de los 40, tras la Guerra Civil Española, los sueños autárquicos del régimen apoyan la industria espartera local, que creció de forma
espectacular, contribuyendo a la hegemonía industrial de Cieza en este sector.
Esta nueva situación económica es propicia para las empresas de conservas vegetales de
Guirao Hermanos S.R.C., herederos
de D. Francisco Guirao Marín. Esta
brillante expansión fue frenada de
nuevo por la escasez de materia
prima para la elaboración de los
botes, tuvieron que paralizar la proConservas Francisco Guirao Marín, fabricas en
ducción de algunos productos. En
Cieza y Archena. Foto Antonio León Mas Gómez.
octubre de 1940 sólo tenían existencia de pastas y puré de tomate, empleados en las fábricas de pescado del
norte de España, donde la empresa Sucesores de Francisco Guirao contaba
con la agencia en Navia (Oviedo) regentada por D. José Méndez García, que se
encargaba de distribuir los productos de esta empresa en el norte de España.
Salvador Guirao Ortega, uno de los hijos de D. Francisco, realizó un viaje
a Madrid y se entrevistó con el ministro de Industria del régimen para solicitarle ventajas arancelarias para la importación de hojalata, cometido que realizó
con éxito.
“Sucesores de Francisco Guirao” fue expandiéndose gracias a la labor
de los herederos que delimitaron cada uno su función. La compañía, que en
sus comienzos se dedicaba a la industria espartera y conservera, también se
adentró en el mundo de la agricultura. En esta faceta impulsó nuevos regadíos,
como en el Coto Peña, el Casón de Ontiveros en Hellín y en diversas fincas en el
término municipal de Cieza, con la incorporación de nuevas variedades de melocotón, idóneas para la elaboración de sus productos en sus fábricas de Cieza.
120
Desarrollaron intensas campañas publicitarias, apostando por
el cuidado del diseño, tanto de las
etiquetas de sus productos, traducidas a varios idiomas, como de la
cartelería que publicitaba las conservas de Hermanos Guirao por toda
España y parte de Europa. Contaba
con tres camiones para la distribución de sus productos en las provincias cercanas a Cieza.
Publicidad de mermelada de Melocotón de
Conservas Guirao. (C. Particular).
La producción destinada al
extranjero salía a bordo de barcos de
vapor desde el Puerto de Cartagena,
donde llegaron a ser tan afamados
los productos Guirao, que la inspección de sanidad no supervisaba su
conservas, por la afamada solvenPublicidad de mermelada de Melocotón de
cia de las mismas. El momento de
Conservas Guirao. (C. Particular).
máximo esplendor de la empresa
llegó en 1975, cuando Guirao Hermanos fue la 4ª empresa en contratación de
personal en Murcia, con 1.382 personas en plantilla.
Como era costumbre por parte de las grandes empresas de la época,
Guirao Hermanos también desarrolló labor de mecenazgo cultural y religioso,
con la decisión que tomó la junta de accionistas en 1941 de encargar un grupo
escultórico para que desfilase en las procesiones de Cieza, nombrado para
que se encargase de las gestiones necesarias al respecto a Salvador Guirao
Ortega. Hombre curtido en el arte de la negociación y de gran sensibilidad
artística. El escultor elegido fue el valenciano José Capuz Mamano. Los contactos previos entre Salvador Guirao y José Capuz se inician en enero de 1942
y fue muy dificultoso convencer al escultor para que aceptase el encargo. José
Capuz era uno de los artistas de prestigio de la época en España y no podía
responder a todos los encargos que le hacían. Posiblemente el argumento definitivo que convenció a José Capuz fue el encontrarse con un interlocutor
locuaz, educado y que como él, era un artista. José Capuz acepta en febrero
121
de 1942, realizar para la empresa “Guirao Hermanos” una Virgen de la Piedad
sentada a los pies de una cruz vacía abrazando el cuerpo yacente de su hijo.
Comenzó a hacer su proyecto y el 11 de abril de 1943 llegó la Piedad a Cieza
y fue depositada en la casa que Salvador Guirao poseía en el camino de Madrid. La imagen de la Virgen de la Piedad pudo desfilar por primera vez por las
calles de Cieza este mismo año. El trono fue magníficamente engalanado por
Gertrudis Guirao Ortega, la primera Camarera de la Virgen, con flores de temporada, aportadas por la empresa Guirao Hermanos. Fue la primera vez que se
empleaba flor natural en las procesiones de Cieza.
Otro hecho relevante, que patrocinó esta empresa, fue cuando en 1948
la Virgen del Rosario de Fátima, peregrina por diversos pueblos de la diócesis
de Cartagena. Guirao Hermanos se suma a estos actos con la construcción de
un altar realizado con botes con el logotipo de la marca.
Altar de la virgen de Rosario de Fátima, con trabajadoras de la fábrica de Guirao Hermanos.
Foto R. Ruano y J Salmerón.
En el año 1969, Aurelio Guirao Ortega compra, a la familia Martínez Camacho, el teatro Capitol por 3 millones y medio de pesetas. La titularidad del
teatro recaería en su nieto D. Alfredo Marín Guirao. En esta época el teatro tie122
ne gran actividad cultural hasta que en 1976 pasa a manos de D. Andrés López
Marín, en las que funcionaría principalmente como sala de cine.
Guirao Hermanos S.A. fue, sin duda, la mayor empresa de conservas
vegetales de Cieza y una de las de mayor volumen de negocio y contrastado
prestigio de la que luego sería Región de Murcia. A finales de 1982 paralizó su
producción, cerrando definitivamente la fábrica en la primera mitad de 1983.
Fábrica de la Conserva Guirao Hermanos, frente la Estación del ferrocarril. Foto R. Ruano y J Salmerón.
D. Manuel Fenollar Sandoval, natural de las Torres de Cotillas, se instaló
en Cieza para gestionar el despacho central de RENFE, conjuntamente con el
despacho de Palencia. Con grandes dotes para las relaciones empresariales,
D. Manuel participó activamente en la vida social y cultural de Cieza. Gracias
a la floreciente expansión de los productos procedentes del esparto extraído
de los montes ciezanos, el despacho central de RENFE de Cieza vió crecer su
facturación. Con el capital obtenido en esta actividad, el Sr. Fenollar instaló
una pequeña fábrica de conserva vegetal en 1958, donde producía melocotón
en almíbar y tomate, destinando buena parte de su producción conservera al
mercado exterior.
123
Obras de la instalación de la caldera de Conservas Fenollar. Foto Carmen Fenollar.
Trabajadoras de Conservas Fenollar, confeccionando el almíbar. Foto R. Ruano y J Salmerón.
En los años sesenta, debido a la gran competencia que existía en el sector, paralizó la producción y se dedicó a la plantación de parrales de uva de
mesa en sus explotaciones agrícolas en Cieza.
D. Francisco Marín Giménez, de origen caravaqueño, pertenece a una familia íntimamente
relacionada con la agricultura, transformación
de frutas, hortalizas y las conservas. Desde 1957,
en Caravaca de la Cruz, D. Francisco Marín inicia
su actividad empresarial en solitario en Calasparra, donde se hace cargo de una pequeña fábrica
de conservas vegetales. Unos años más tarde
se instala en Cieza en el Camino de la Estación,
en las naves de Joaquín Gómez “el Gallego” y,
posteriormente, comienza la elaboración de sus
productos conserveros, principalmente melocotón y tomate en su factoría en el Camino de
Documento de la Cooperativa
Abarán, con el nombre comercial “La Ciezana”.
Virgen de Lourdes. (C. Particular).
Obtuvo gran prestigio por la calidad de sus conservas hasta que cerró sus puertas en la década de los ochenta del siglo XX.
El 1964, un grupo de propietarios de grandes fincas agrícolas, animados
por los hermanos Francisco y José Guardiola Torres, conocidos en Cieza como
los “Chapulí”, deciden fundar la Cooperativa del Campo y Caja Rural ‘Nuestra
Señora de Lourdes’. Conocida en la localidad como ‘la Cooperativa de Barratera’, para la mejor gestión de sus productos en fresco además de la transforma124
ción de los mismos en conservas
vegetales. La idea fue bien recibida
por un buen número de propietarios,
todos ellos pertenecientes a familias muy influyentes en el contexto
local, regional e incluso nacional.
Muestra de ello es la declaración
como industria agrícola de interés
preferente el 15 de mayo de 1965
Operarias limpiando melocotones, en la fábrica de
por parte del Director general de
conservas de la Cooperativa del Nuestra Señora de
Economía de la Producción Agraria,
Lourdes (1967). Foto R. Ruano y J Salmerón.
además de la visita que realizaron a
sus instalaciones los príncipes de Asturias, por entonces Juan Carlos y Sofía.
La actividad de la cooperativa fue creciendo con gran demanda de mano
de obra, sobre todo mujeres, que con la realización de campaña de verano obtenían un buen sustento que ayudaba a la economía de sus familias y los más
jóvenes se pagaban sus estudios. En sus comienzos, esta conservera fabricaba el preciado melocotón en almíbar y tomate; luego introdujeron en el mercado otros tipos de productos, como conservas de pera, guisante y alcachofa.
En los años ochenta, graves problemas financieros frenaron en seco la
expansión de esta industria conservera, viéndose obligada a la disolución de
la cooperativa. Las instalaciones se cerraron durante unos años, hasta que
se hizo cargo de la misma la familia Martínez Lozano, de Lorquí, con la marca
comercial “Mickey”, con dilatada experiencia en la industria conservera desde
1924, en que D. Francisco Martínez Lozano iniciara esta empresa familiar.
Antigua cooperativa Virgen de Lourdes. Posteriormente Martínez Lozano. Foto Joaquín Gómez Carrillo.
125
Desde sus orígenes, Martínez Lozano tuvo una fuerte vocación exportadora, más del 90% de la cifra de ventas las realizaba al comercio exterior.
Se introduce en el mercado de EE.UU., en 1925. Una anécdota muestra la sagacidad y audacia con la que se actuaba en aquellos años. Este empresario
murciano consiguió patentar a su favor la marca “Mickey” ilustrada con el famoso ratón de los años veinte, y le ganó a Disney la controversia legal que ello
género al adelantársele en el registro de la misma en la Oficina Internacional
de la Propiedad Industrial de Berna.
Marca registrada Mickey.
En su fábrica de Cieza, la empresa Martínez Lozano elaboraba conserva
de melocotón, albaricoque, cereza, alcachofa, higo, pera, uva, melón y champiñón. Hasta que, sobre el año 2005, fue disminuyendo la producción y las
instalaciones de Cieza se quedaron sólo como almacén. Con la finalización de
la actividad conservera de Martínez Lozano se cierra de momento una historia
que comenzaría con sus pioneros. Estos empresarios supieron aprovechar la
coyuntura e, incluso, en época de crisis, innovando hasta que consiguieron
poner a sus empresas entre las mejores del país.
José Olivares García
126
Bibliografía:
• ANDRÉS SARASA, J. L. (1993), «Seda, pimentón y conservas vegetales. Factores del desarrollo murciano», en El Reino de Murcia hoy, vol. III, Una región en
marcha, COCIN de Murcia.
• B. O. E. -Núm. 126, 27 mayo 1965.
• B. O. E. -Núm. 95, 19 abril 1968.
• CASCALES LÓPEZ, J. M.; SEGURA ARTERO, P.; NAVARRO PORLÁN, F. (2001),
La industria de conservas vegetales en la Región de Murcia. Contribución a su
estudio, Dykinson, Madrid.
• MARTÍNEZ CARRIÓN, J. M. (1989), «Formación y desarrollo de la industria de
conservas vegetales en España, 1850-1935», Revista de Historia Económica.
• PAREJA MUÑOZ, F. L. (1957): Elementos de estructura económica de la industria conservera murciana: directrices para su desarrollo económico, Patronato de Cultura de la Diputación de Murcia, Murcia.
• GUZMÁN GIMÉNEZ, G (1986): «La conservación de alimentos y la industria
conservera murciana», en La Cámara de Comercio. Historia viva de Murcia,
1899-1986, Murcia, Cámara de Comercio, Industria y Navegación,
• RUANO RÍOS, R Y OTROS: Cieza cien años en imágenes, I,II,III. Asociación
Cultural Fahs. Cieza.
Agradecimientos por sus comunicaciones personales y la portación de material gráfico para este trabajo: Alfredo Marín Guirao, Ana Poblet Carrillo de Albornoz, Antonio León Mas Gómez, Carmen Fenollar García, Joaquín Salmerón
Juan, Pascual Lucas Motellón, Paqui Martínez Alfonso, Pedro Marín y Raimundo Ruano Ríos.
127
Semitiel Segura, J. (2010). Columpios. Carbón sobre papel y madera. 100 x 81 cm.
128
VI
Los Santos, una saga de
fruteros ciezanos a lo largo de
los siglos XIX al XXI
129
130
Los Santos, una saga de fruteros
ciezanos a lo largo de los
siglos XIX al XXI
En la Feria del Melocotón de Cieza del año 2007 se le concedió el premio “Toda un vida”, de la organización agraria COAG, a Pascual Santos Lucas,
uno de los fundadores de Frutas SAT Santos, como reconocimiento a la larga
trayectoria en la empresa familiar, en donde había desarrollado su trabajo en
colaboración con sus hermanos Francisco y Antonio. Continuadores de una
larga tradición familiar de personas dedicadas a la agricultura, en unas generaciones anteriores como ‘medieros’ y más adelante ya como fruteros y exportadores.
Hay documentos que acreditan la vinculación de esta familia con la
actividad agrícola ciezana desde el siglo XIX. En el acta de matrimonio de
los abuelos paternos se dice que el 12 de
agosto de mil ochocientos noventa y cinco, en la Iglesia parroquial de La Asunción
de Cieza, contrajeron matrimonio Francisco Santos Bernal y Josefa Segura Belmonte. El novio tenía veintiséis años y la novia
veintidós. En ese mismo documento dice
que ambos eran residentes y nacidos en
Cieza, él de oficio jornalero, hijo de Pedro
y María, y ella hija de Pascual y Ana. Como
dato curioso dice que se ha “otorgado consentimiento paterno ante el notario don
Antonio Angosto Jaén en seis de Julio del
año actual siendo testigos José Motos y
Josefa Segura (i), junto a sus nietos Josefa
Manuel Gallego de esta vecindad”. En ese
Santos (d) y Antonio Santos (c). Años 50.
momento la mayoría de edad estaba en los
Foto Familia Santos.
23 años, ya que el código civil del año 1889
rebajó la mayoría de edad, que antes estaba en los 25. No obstante, el mismo
día contrajo matrimonio una hermana de la novia, es de suponer que en la
131
misma ceremonia, y a pesar de tener 24 años también se hace constar el consentimiento paterno. La costumbre pesaba más que la ley en las sociedades
tradicionales y sólo hacía seis años que habían cambiado la norma. La hermana de la novia se llamaba Isabel y su marido José Motos Giménez.
La pareja formada por Francisco
y Josefa tiene su primera hija, María,
en septiembre del año siguiente; le seguirán Pedro, nacido en 1900; Pascual,
padre de los hermanos Santos Lucas,
nacido en 1902, Francisco nacido en
1905 y Ángel en 1908.
Los hermanos Santos saben,
por tradición familiar, que sus padres
Pascual Santos Segura y Josefa Lucas
Plaza Mayor de Cieza donde se ubicaba el merMarín se conocieron en el mercado de
cado de abastos desde finales del siglo XIX.
abastos, cuando éste estaba todavía
en la Plaza Mayor de Cieza desde finales del siglo XIX. Ambos ayudaban en
los negocios familiares. Pascual Santos Segura ayudaba a su padre que trabajaba como “corredor” de fruta; y Josefa Lucas a su padre, que era agricultor
y trabajaba como ‘mediero’ en el paraje de El Fatego, cuyos productos vendía
en el mercado.
Pascual Santos Segura pronto adquirió una gran experiencia que haría que pensaran en él para el puesto de asentador. Esta idea surge ante la
Anuncios publicitarios en los periódicos La Libertad y Cieza. Años 30. Archivo Familia Santos.
132
dificultad de los agricultores locales de poder distribuir (o dar salida fuera de
Cieza) los productos de la huerta. Por ello un grupo de agricultores, entre ellos
“Frasquito” Villa, recuerdan los hermanos Santos, deciden elegirlo como asentador. De este modo, se convierte en el primer asentador de frutas y verduras
del municipio. Circunstancia que ocurre cuando todavía la Lonja de Cieza se
encuentra en la Plaza Mayor. La familia no recuerda la fecha exacta del nombramiento, aunque se cree que en torno a 1920. En cualquier caso, su padre
era muy joven, ya que el nombramiento es anterior a la fecha en la que la Lonja
se traslada al actual Mercado de Abastos en 1929, y en ese último año Pascual
Santos Segura tenía tan sólo 27 años. En diferentes anuncios encontrados en
el periódico semanal Cieza, de 1932, o en ‘Libertad’, de 1934, se presenta como
“corredor y asentador de la Plaza de Abastos, decano en la difícil función de
transacciones, es una garantía para vendedores y compradores como lo acreditan los éxitos obtenidos en sus largos años de práctica…”.
Reja Lonja de Cieza hacia 1929-30. F. Moreno.
Plaza de España y Lonja de Cieza en los años 50.
Una vez establecida la lonja en el Mercado de Abastos, finalizado bajo
la dirección del arquitecto Julio Carrilero en 1929, ya había otros asentadores.
Recuerda la familia nombres como Juan Ortiz, Marín Bernal, Lorenzo Guirao o
Antonio Buitrago. A todos ellos se les puede encontrar en revistas locales de
Feria o Semana Santa hasta los años sesenta del siglo XX.
Juan José Avellán, en su libro “El comercio del vino en la Cieza contemporánea: Los Peperre”1 , habla de los tratos que se hacían en la Lonja de Cieza
y cómo “El apretón de manos que cerraba esos tratos valía más que una firma
de hoy”. Casi todos esos tratos se realizaban en el cercano “Palacio del Vino”.
133
La familia guarda un documento de Pascual Santos Segura,
que es una ‘Tarjeta Provisional de
Identidad’, expedida en Cieza el 3 de
febrero de 1949, en el que se señala
que “se traslada con frecuencia a
varias provincias”. El D.N.I. actual
se creó en 19442. Esto nos da idea
de la gran actividad desarrollaba,
Tarjeta Provisional de Identidad de Pascual Santos
puesto que en ese momento no se
Lucas.1949. Archivo Familia Santos.
concedía este documento a la población en general. Las diferentes tarjetas de visita que conserva la familia
de importantes asentadores de fruta de toda España son un reflejo de las re-
1 Avellán,
Juan José y otros. El comercio
del vino en la Cieza contemporánea: Los
Peperre. Centro de Estudios Históricos
Fray Pasqual Salmerón. Cieza, 2005.
2 “El
ocaso de estas cédulas sobrevino
tras la Guerra Civil, contienda que dejó
una nación sin nombre ni apellidos. Se
hacía necesaria la creación de un nuevo
documento que se puso en marcha a través
de un decreto en 1944. ¿La razón?
Fundamentalmente, el control, tener más y mejor controlados a los
españoles. La iniciativa partió de
Presidencia del Gobierno, o sea,
del mismísimo general Franco,
pese a lo cual tuvo que esperar
hasta 1951 para estrenar su
propio carné de identidad. Los
primeros obligados a formalizarlo fueron los presos y
los que permanecían en libertad
vigilada. En segundo lugar, el
personal masculino que por su profesión o negocio mudaba con asiduidad de domicilio.
En tercer lugar, los varones residentes en ciudades
de más de 100.000 habitantes. Luego, los hombres
en localidades entre 25.000 y 100.000 habitantes,
después las mujeres que viajaban por motivos de trabajo y así sucesivamente hasta completar con los años el conjunto de la sociedad.” Caballero, Javier e
Izeddin, Daniel. Sesenta años de carné de identidad. Crónica. Historia. Suplemento de El Mundo. Número
438. Domingo 7 de marzo de 2004.
134
laciones comerciales del puesto de
Pascual Santos Segura y de cómo
los productos de la huerta ciezana
se vendían en otras localidades a
través de su intermediación.
Una de las cualidades que Albarán de la Lonja donde se indicaba la mercancía.
destacan de su padre los hermanos
Años 50. Archivo Familia Santos.
Santos es su don de gentes, que le
facilitaba poder relacionarse con personas de todo tipo y condición. En los
momentos de descanso o para cerrar algún trato solía frecuentar el café de El
Gato Negro, que estaba situado en una calle cercana al Mercado de Abastos,
la calle General Ruiz, y también el bar Isidoro y el Casino.
Fue una persona muy conocida y vinculada a la actividad social
del municipio. Prueba de ello, destaca que fue socio fundador, como
tesorero, de la Cofradía del Cristo
de la Agonía. También del Club La
Bolera, antecedente del Club Atalaya Ateneo de la Villa.
En las revistas de Semana
Santa y de Feria de Cieza consultadas, las que van desde 1945 a
1968, es habitual ver la publicidad
del puesto de asentador de la familia. Primero con el nombre del
padre y después con el de su viuda, ya que Pascual Santos Segura
muere en 1961, a los 59 de edad.
Los hijos son todavía muy jóvenes
pero están acostumbrados al trabajo en
el negocio familiar y no sólo serán capaces de
sacarlo adelante, sino que en los siguientes
años llevarán a cabo una dura labor de expansión
135
Recibo de Pascual Santos Segura como socio fundador del Club
La Bolera en 1958. Archivo Familia Santos.
Josefa Lucas Marín y Pascual Santos Segura junto
a su hijo Francisco Santos Lucas y su esposa Mari
Cruz López. Años 50. Archivo Familia Santos.
Tarjetones de la Lonja donde se indicaba la mercancía enviada o recibida en el puesto de Pascual
Santos. Años 50. Archivo Familia Santos.
136
Familia Santos Lucas
del mismo. Todo ello dirigido por su madre, Josefa Lucas Marín, que con su
fuerte carácter y mucho esfuerzo supo conjugar mantener el negocio familiar
en el Mercado de Abastos con la crianza de cuatro hijos. En esta ardua tarea
de conciliación, contará con la importante ayuda de su primogénita y única
hija, Josefa Santos Lucas, conocida como ‘Pepita’.
Empezaron poco, a poco. En el paraje El Búho es donde tuvieron las
primeras tierras (la finca de los padres) de unas ocho a diez tahúllas de superficie y donde cultivaron sus primeros melocotones. Y también empezaron
primero con un motocarro a la hora de transportar sus productos. Había pocos
medios de locomoción entonces, pero afortunadamente son unos años, los
sesenta del s. XX, en los que empieza un fenómeno de apertura comercial del
137
Franquismo y de mejoras en
la red viaria que facilitarán el
comercio3 y la mejora y abaratamiento en la producción
de vehículos para el trans4
porte . Los hermanos Santos
cuentan que ellos tuvieron
la suerte de empezar en una
época en que la gente comía
más que ahora, que cuando
traían una carga, por ejemFrancisco Santos Lucas en la finca familiar de El Búho.
plo de habas, los clientes no
Años 60. Archivo Familia Santos.
se llevaban una bolsa como
ahora sino capazos llenos. En la mente de muchas personas pervivía el recuerdo de la carestía de la guerra y la posguerra, las cartillas de racionamiento
y la costumbre de comprar alimentos en abundancia cuando ello era posible.
El siguiente vehículo fue un camión Ebro, con el que realizaron infinidad
de viajes. En muchas ocasiones apenas había vuelto de uno de ellos cuando
volvían a cargarlo para otro, turnándose los hermanos para realizar dichos
viajes. Duró tanto tiempo el vehículo de la empresa que durante muchos años,
cuando ya no se usaba, les dio pena venderlo. Mucho tiempo después se lo
entregaron a un exportador de limones de Ricote llamado Guillamón. Los hermanos Santos bromeaban diciendo que ganaron más dinero que Ronaldo con
el vehículo. Más adelante ya dispondrían de una moderna flota de camiones.
En torno al año 1975, fue cuando decidieron comprar Las Cañadas (en
Charco Lentisco), de unas doscientas tahúllas, donde su ubicaría el almacén
3
En diciembre de 1960 se aprueban las bases para un nuevo Plan de Carreteras «coordinado con los
demás Planes de Desarrollo Económico del país». En diciembre de 1961 se aprueba un Plan General
de Carreteras que viene a sustituir al Plan Peña de 1939 y al de Modernización de 1950, basado en un
estudio del tráfico mucho más sistemático y generalizado y al que la publicación en España del informe
del Banco Mundial de 1962 presta un gran impulso. El programa Red de Itinerarios Asfálticos (Plan REDIA) comienza a aplicarse en 1967 como un complemento del anterior, y el Plan Nacional de Autopistas
Españolas.
4
http://debates.coches.net/showthread.php?66866-Historia-del-cami%F3n-Historia-de-Pegaso-Santana-Avia-etc
138
Diferentes perspectivas del camión Ebro de la empresa familiar.
Años 60. Archivo Familia Santos.
de manipulado de frutas de la empresa. En esos años todo lo que se sacaba de
beneficio con la lonja se invertía en la finca.
Y llegaría el fatídico año 1980 para la historia de la familia Santos. Precisamente en ese año, la tarde del día 16 de julio, es cuando cayó en Cieza
el famoso “pedrisco” de la Virgen del Carmen, en palabras de los hermanos
Santos “a las cinco y media de la tarde teníamos cuatro duros colgaos en los
melocotones y a las seis cuando acabó la tormenta estábamos en la ruina”.
Todavía estaban pagando el préstamo con el que habían adquirido las doscientas tahúllas en Las Cañadas. Para paliar un poco las pérdidas plantaron
cebollinos y tardaron tres años en recuperarse de la catástrofe. Y es que el
daño no sólo afectó a la fruta sino también a los propios árboles que quedaron
destrozados como en gran parte de las fincas de Cieza. Todavía ahora, a pesar
de los años transcurridos, se recuerda como uno de los episodios de granizo más terribles que han afectado a este pueblo, con el agravante de que en
aquellos años prácticamente nadie tenía seguros contra catástrofes naturales
en la agricultura ciezana. A la desgracia de ese ‘1980 negro’ se sumó el accidente de tráfico de uno de sus camiones, que resultó siniestro total y, sobre
todo, la muerte de la matriarca de la familia, Josefa Lucas Marín, justo unos
meses después del “pedrisco”.
A partir del año 1987, la familia compra las finca del Agua Amarga. Más
adelante, la de la Casa de La Campana, de la Loma del Calvo, de Quebrada del
Galán, de El Acho, de Barretera, y así hasta cinco mil tahúllas en propiedad
-equivalente a unos 800 campos de fútbol-, llegando a comprar en esa época
139
Mapa de las fincas de la familia Santos en 2003. Archivo Familia Santos.
casi una finca al año. Los Santos también fueron de los primeros en instalar
el riego por goteo. La empresa encargada de instalárselo fue Prima Ram de
Pulpí, Almería.
Los productos principales que comercializaban eran melocotón, albaricoque y ciruela. De abril a octubre trabajaban con productos propios, mientras
que el resto del año compraban frutas y hortalizas, principalmente de Almería
y Alicante. Populares fueron las naranjas con la etiqueta azul y blanco con
Antonio Santos Lucas en uno de los múltiples viajes al extranjero buscando clientes.
Década de los noventa. Archivo Familia Santos.
140
el nombre ‘Santos’, que se envasaban en el local ubicado en la actual calle
Velázquez de Cieza. De esa manera se evitaba la estacionalidad en el funcionamiento de la empresa.
Es a partir de la década de los ochenta, coincidiendo con el ingreso
de España en la Comunidad Económica Europea (entrada en vigor en 1986),
cuando inician la exportación de sus productos al extranjero. Recuerdan cómo
fue el presidente de la empresa Casi de Almería, conocido como ‘Indalo’, quien
les aconsejó que “iba a pasar un tren por España y que los Santos se tenían
que subir en él y crecer”. Curiosamente la primera vez que exportaron lo hicieron con la familia Los Pitisos -también muy vinculada a la agricultura ciezana
y hoy todavía en activo- a Reino Unido y Holanda.
Los primeros “chatos” de Cieza que llegan a Rusia vinieron a comprárselos a ellos en torno al año 1985. Y
cómo muestra de
su espíritu emprendedor, más adelante, en la década de
los noventa deciden viajar por toda
Europa en coche
buscando nuevos
mercados sin saber idiomas y con
un simple mapa.
Llegan incluso a
Pegatina y logotipo de una de las marcas de los hermanos Santos.
Croacia para buscar
Años 90. Archivo Familia Santos.
clientes, al término
de la guerra en la antigua Yugoslavia.
Recuerdan cómo fueron los primeros en contratar en sus fincas a emigrantes ecuatorianos, que en la actualidad conforman una importante comunidad en Cieza. Al principio la mayoría de ellos tenían un alto nivel cultural,
muchos de ellos con estudios universitarios incluso. En sus inicios les buscaban alojamiento en viviendas de su propiedad, al comentarles el entonces
141
presidente de Cáritas, Miguel Juliá, que había un grupo de personas que no tenía donde vivir. Decenas de familias de inmigrantes ecuatorianos, marroquíes,
lituanos o ucranianos, que trabajaron en sus fincas y almacén, lograron sus
permisos de trabajo y de residencia gracias a los hermanos Santos.
Fueron varias las marcas con las que comercializaron sus productos:
Sanfruit y SAT Santos fueron las empresas y marcas con las que exportaban,
mientras que Finca Los Santos y Finca Las Cañadas eran las empresas de
producción. En total, el grupo de empresas de los hermanos Santos llegaron a
tener unos 500 trabajadores en nómina; 50 de ellos fijos en plantilla, y el resto
eventuales.
Pascual Santos Lucas, junto a su hijo Pascual Santos Villa, en el almacén de la empresa familiar. 2000.
Archivo Familia Santos.
Son muchos los cambios que esta empresa familiar ha visto a lo largo
de sus años de existencia, tanto en la forma de producción como de transformación y comercialización de los productos agrícolas. Cambios como la
introducción de nuevas variedades agrícolas, sobre todo de melocotón. Recuerdan a Diego Díaz Montesinos como artífice de la introducción de nuevas
variedades; nuevos productos más competitivos en el mercado europeo y que
han contribuido al despegue de la agricultura local. Otros cambios importantes han sido la modernización y ampliación de nuevas zonas de regadíos o la
práctica desaparición de la industria conservera.
142
Otro cambio importante de la agricultura ciezana de la que fueron protagonistas fue la creación de nuevas cooperativas agrícolas. En los años noventa, el sector sufría una superproducción de fruta que afectaba a la caída en
los precios de los productos de los agricultores. Entonces ya se había fundado
la cooperativa Thader de Cieza. Los hermanos Santos decidieron unirse con
otros productores siendo socios fundadores de la cooperativa La Vega de Cieza. Entre ellos, recuerdan a José María Corredor, Tomás Ruiz, Pascual Hortelano, Paco ‘El Confitero o Juan Martínez. Mientras se construían las actuales
instalaciones de la cooperativa, los socios llevaron su fruta al almacén de los
Santos durante tres años. En la actualidad, el municipio de Cieza cuenta también con las cooperativas El Picarcho y Alimer.
Cuando por diversos motivos
personales llegó el momento de
deshacerse de la sociedad, los hermanos acordaron buscar la oferta
más adecuada para evitar la pérdida de puestos de trabajo. Hoy día,
tanto las fincas, como las instalaciones, forman parte desde 2004
Pascual Santos Lucas recibe en representación de
de la empresa Grupo El Ciruelo S.L.,
Frutas SAT Santos el premio ‘Toda una vida’, de
una
importante empresa hortofrutíCOAG. 2006. Archivo Familia Santos.
cola con sede en Alhama de Murcia.
Pero en la actualidad, la tradición familiar vinculada a la agricultura y al melocotón de Cieza continúa. Francisco Santos López -hijo de Francisco Santos
Lucas- regenta el puesto familiar de la Lonja de Cieza; mientras que Antonio José Santos Villalba -hijo de Antonio Santos Lucas- es socio fundador de
Agromarketing, una consultora de comunicación y marketing especializada en
el sector agrícola, que organizó en marzo de 2015 el I Congreso del Melocotón
de Cieza.
María Teruel Juliá
Licenciada en Geografía e Historia
143
Paraje de El Gurugú. Foto Joaquín Gómez Carrillo.
144
VII
Argot del
Melocotón de Cieza (1)
145
146
Argot del Melocotón de Cieza
Con este humilde trabajo hemos realizado una recopilación de las palabras que conforman parte del vocabulario utilizado por nuestro agricultores;
algunas en desuso, otras en vías de serlo y muchas de ellas continúan entre
nosotros gracias a la labor de estos profesionales que mirando al futuro no
olvidan su pasado.
Por razones históricas, muchas de estas palabras tienen su origen en el
árabe hispánico andalusí, sin obviar los catalanismos, aragonesismos y murcianismos de los que también se nutre nuestro léxico. Cieza desde siempre ha
acogido a personas de distintas procedencias, dejando en nuestra manera de
hablar su impronta.
La Vega Alta del Segura ha sido tradicionalmente una zona predominantemente agrícola y espartera, por lo que una parte de nuestro léxico está
relacionado con estas actividades. La modernización de este sector ha relegado al olvido palabras que, en un pasado no tan lejano, eran de uso cotidiano.
A
Abajar: Bajar. Otros posibles significados serían: devaluar, rebajar, disminuir,
reducir, achicar, etc.
Abancalar: Desmontar un terreno y formar bancales en él.
Abocar: Verter el contenido de un cántaro, costal, caja de melocotones etc., en
otro.
Abuzarse: De buz. Del árabe hispánico, búss, labio. Echarse de bruces en una
acequia o río para beber.
147
Acarrear: Transportar los melocotones en los remolques. Ocasionar,
producir, traer consigo daños o desgracias.
Adán: Hombre desaliñado, sucio o
haraposo. “Va hecho un adán”. Joven
que habitualmente hace cosas inadecuadas.
Aguachirle o aguate: Bebida o alimento líquido, como el vino, el caldo,
etc., sin fuerza ni sustancia.
Albaricoques.
Aguadera o Aguaea: Estructura de madera y esparto, con divisiones, que se
coloca sobre las caballerías para llevar en cántaros con agua.
Aguaor: Persona cuya tarea era dar agua a los hombres en el tajo, generalmente durante las labores de recogida del melocotón.
Albarca o Abarca: Calzado de cuero muy basto...que normalmente utilizaban
los campesinos de la zona. Más rústico que este calzado eran las esparteñas
que, como indica su nombre, son alpargatas de cuerda de esparto.
Albaricoque o albercoque: Del árabe hispánico albarqúq. Fruto del albaricoquero o “abercoquero”. Según J.L. Iniesta González, la palabra albercoque no
es una mala dicción de albaricoque, sino una bastante fiel acomodación a
nuestra fonética de al-berqûq, palabra que los árabes tomaron del latín, y que
curiosamente, hoy significa “ciruela”en casi todos los dialectos árabes modernos.
Alcuza: Del árabe hispánico alkúza. El origen de esta palabra está en el idioma
persa: Kuze. Vasija de barro, de hojalata o de otros materiales, generalmente
de forma cónica, en que se guarda el aceite para diversos usos.
Aljibe: Depósito para almacenar y conservar el agua que había en las casas de
los campos y otros lugares.
148
Alpaca: (De paja o de matas de panizo). Bala. Utilizadas para combatir las
heladas, prediendolas para preservar las cosechas.
Alzar: Levantar. Mover hacia arriba. Construir, edificar. Elevar un precio. Subir la voz.
Amoquinar. Apoquinar: Pagar la jornada de trabajo o dinero que se debe.
Amorrar: Bajar o inclinar la cabeza. Cuando una persona está triste, enferma o
se afana estrictamente a su trabajo, no descansado ni para levantar la cabeza.
Anchurón: Lugar ancho y espacioso, generalmente utilizado para cargar la fruta.
Andurrial: Paraje extraviado o difícil de localizar. Normalmente se usa esta
palabra en plural. “Por esos andurriales...”
Apechusques: Utensilios o herramientas utilizados en las labores agrícolas.
Añero: Árbol que echa fruto año cada dos años.
¡Arrasca!: Exclamación que se emplea ante una situación de sorpresa o como
aviso ante un enfado.
Asentador: Persona encargada de las compras al por mayor en la Lonja del
Mercado. A quien se le llevaba la fruta.
Azogue: Del árabe hispánico azzáwq. Persona que no se puede estar quieta.
B
Banasta: Cesto grande formado de mimbres, listas de madera delgadas o Hojas de palmera y entretejidas.
149
Bancal: Del árabe hispánico manqála. En las sierras y terrenos pendientes, rellano de tierra que natural o artificialmente se forma, y que se aprovecha para
algún cultivo. Pedazo de tierra cuadrilongo, dispuesto para plantar verdura,
legumbres, melocotoneros u otros árboles frutales.
Banboleo: Zarandeo. Vaivén. Que puede sufrir la carga de fruta y caerse al
suelo.
Brenca para colocar rafa en la acequia de la Andelma. Foto Joaquín Gómez Carrillo.
Barbecho: Terreno de cultivo que se deja descansar durante un año o dos, al
cual hay que darle las labores de labranza o cava pertinentes con el fin de que
el suelo se mineralice y nitrogene para una próxima plantación.
150
Bardomera: Broza que traen en las avenidas los ríos y acequias. Nuestros agricultores solían regar por inundación (riego “a manta”) y en las acequias a veces se formaba un tapón de broza : “se había formado una bardomera”.
Bartola a la: Descuidando o abandonando el trabajo u otra actividad. “Echarse,
tumbarse a la bartola”. Despreocupándose, quedando libre de toda inquietud
o preocupación.
Barquinazo: Golpe y caída aparatosa.
Blanco, en: Termino utilizado para definir las tierras de regadío cuando no hay
árboles plantados en ellas.
Berrinche: Enfado grande, con chillido y grandes ademanes.
Bergante: Persona de malas acciones y que no atiende bien su trabajo.
Brenca: Poste que en las acequias sujeta la rafa o tablacho para que el agua
suba hasta alcanzar los repartidores.
Boquera: Boca o puerta de piedra que se hace en el cauce para regar las tierras. Por extensión, nosotros llamamos así a una acequia grande por donde
canalizamos las aguas tomadas del río. “Regar con la boquera”.
Butano: Botella de cerveza de un litro. Que se toma después de termina de
coger melocotones, generalmente con un plato de escombros (frutos secos).
C
Cabañuelas: Conjunto de las variaciones de tiempo que tienen lugar en agosto
y que sirven al agricultor para pronosticar el tiempo que ha de hacer durante
151
cada uno de los meses del mismo año.
Cacharro: Vasija tosca. Aparato viejo, deteriorado o que funciona mal. También decimos “estoy hecho un cacharro” cuando nos
encontramos mal.
Capazo: Recipiente de pleita de uso agrícola.
Amanecer en Cieza con Cabañuelas.
Foto José Olivares García.
Cántara: Botijo de boca ancha.
Cacho: Porción pequeña de tierra de cultivo. Expresión utilizada para calificar
despectivamente o con admiración a alguien.
Cargaéro: Muelle. Lugar de carga de la fruta.
Caire: Tranquillo. Dominar la actividad que se realiza a base de hacerla varias
veces.
Cajín: Se dice de la persona con mala fe o que no te puedes fiar de el.
Callacuerzo/a: Persona de pocas palabras, que actúa sólo a su conveniencia
“las mata callando”.
Capazo: Espuerta de esparto. Utilizado para diversos usos según su tamaño.
Como contenedor de productos agrícolas para llevarlos a los asentadores de
la Plaza de Abastos y capazo terrero, estercolero...
Cangrena: Gangrena. Utilizado para definir alguien o algo, negativo o en mal
estado.
Cansera: Expresión que define el estado de cansancio, fatiga. Durante las labores agrícolas.
Cascabillo: Define algo en general muy deshidratado y seco.
Cascar: Hablar en exceso, no atendiendo adecuadamente el trabajo.
152
Carlancúo: Se dice del que es mayor y hace cosas que no son propias de su
edad.
Carracuca: Situación angustiosa o comprometida de alguien. ¡Estás más perdido que carracuca!
Carretilla o Carretón: Carro pequeño de mano, generalmente de una sola rueda, con un cajón para poner la carga y en la parte posterior, dos varas para
dirigirlo con dos pies en que descansa, utilizado para trasladar las cajas de
frutas o tierra, estiercol y otros materiales.
Cascar: Algo quebradizo. Dar a alguien golpes con la mano u otra cosa. Estropear, dañar algo. Charlar. Morir.
Catalina: Del nombre propio Catalina. Excremento humano. “He pisado una
catalina”.
Chaputero/a: Definición de fruta excesivamente blanda y madura.
Columpio. Foto Pascual Lucas Montellón.
153
Chato: Sobrenombre del melocotón aplanado o paraguayo. Vaso pequeño de
vino que se servía en las tabernas. Se aplica a la persona que tiene la nariz
pequeña y aplastada.
Chiripa: Carambola o casualidad favorable.
Chirrear: Chirriar, rechinar. Sonido agudo que suele molestar.
Chisme: Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. A la persona que la transmite la llamamos “chismosa”. También se usa esta palabra
para referirnos a una baratija o trasto pequeño.
Chispear: Llover muy poco, cayendo solo algunas gotas pequeñas.
Chocar: Causar extrañeza o enfado. También usada esta palabra cuando algo
no nos gusta.
Chocho: Fruto altramuz, tramuso. Que choche.: Vulva y vagina.
Chorra: Casualidad, suerte. Pene. Hombre tonto, estúpido.
Chorrete: Derrame de un líquido sobre una superficie en forma de chorro.
En plural se utiliza para decir que algo está muy sucio, y para acentuar
la falta de limpieza.
Chorretoso Churretoso/a: Se emplea para definir algo que está muy sucio y
con chorretes.
Chuchurrido: Chuchurrío. Persona o Fruta pequeña y arrugada.
Chuminada: Procedente del vulgarismo, chumino (Órgano sexual de la mujer).
Tontería, estupidez, cosa sin importancia.
Columpio: Antiguas cajas para la fruta que desaparecieron cuando se inventó
el plástico.
154
Colorín: Jilguero. Es un pájaro muy común en los huerto de melocotoneros, de
vivos colores y bello canto.
Condumio: Fiambre o embutido que se come con pan que se lleva, para almorzar o comer durante los trabajos agrícolas. Por extensión, cualquier comida.
Copa: parte superior de los arboles, donde se encuentra generalmente la fruta
más adelantada.
Convidá: Convidada. Invitación. Pequeño ágape con el que el propietario de las
fincas obsequiaba a los trabajadores a finalizar la recolección del melocotón.
Cortachuchas: Insecto que en castellano se llama tijereta, se suele meter en
los huesos abiertos de algunas variedades de melocotón.
Cornejal, Cornijal: Esquina de un bancal o huerto. Las bestias con el arado o los
tractores, no podían labrar las esquinas, por lo que había que cavarlas a mano.
Correr la savia: Expresión utilizada por los agricultores en Cieza, cuando a los
arboles se le desprende con facilidad la corteza, lo cual es aprovechado para
injertadlos de las variedades deseadas.
Chispa: Porción pequeña, poca cosa.
Cieca: Acequia.
Acequia de la Andelma. Foto José Olivares García.
155
Cuesco: Hueso de la fruta. Ventosidad (“peo”) ruidoso. “Se ha tirado un cuesco”.
Cuna: Estructura metálica con base de madera unida a dos cables de acero,
con la que, en ausencia de puentes, se podía atravesar el río por algunos lugares. Las cunas servían para trasladar de una orilla a otra, las cajas de melocotones y otras mercancías.
D
Desanchar: Ensanchar. Hacer el huerto más grande o ancho.
Desanchao/a: Persona acomodada, que no quiere trabajar en labores penosas
o con mucho esfuerzo.
Desatrao/a: Desastrado/a. Persona desorganizada y con poca habilidad manual o maña para las labores agrícolas.
Defondar. Desfondar: Cavar la tierra, con mucha profundidad.
Echaizo: Echadizo. Nombre que se le da a la tierras de relleno que se echa en
los lugares más profundos del terreno cuando se abancala.
E
Emparejar: Poner algo al mismo nivel, allanar y nivelar un huerto. Formar parejas de trabajadores para las labores del campo.
Enjaretar: Disponer la carga de fruta de manera adecuada, para que ocupe
poco espacio y no corra peligro de caerse.
156
Enlomar: Eslomar. Deslomar. Sentir daño en todo el cuerpo, especialmente en
la zona de la espalda, tras un duro día de trabajo.
Enfurruñarse: Enfadarse. Irse enfadado del trabajo y no querer saber nada de
nadie.
Escampar: Para de llover. Quedarse el cielo despejado.
Espuerta: Cesta de esparto, con dos asas, más pequeña que un capazo que
sirve para transportar diversos materiales.
Estufido: (Estufío). Expresión de enfado, cuando el propietario de los melocotoneros ve que no se está haciendo el trabajo como él quiere.
Escardar: Podar. Trabajo que consiste en facilitar que entre la luz en el árbol
cortándole algunas ramas para el mejor desarrollo del fruto.
Esflorea: Florear. Durante la recolección del melocotón, escoger sólo los que
le gusta a uno, quedándose mucha fruta que se puede madurar en exceso, en
la próxima cogida.
Estajo: Destajo. Trabajo que se realiza previo acuerdo entre el propietario de
la finca y el trabajador, no ganando este el sueldo hasta cumplir la cantidad
acordada.
F
Fiote: Fiado. Comprar una partida de melocotones con la promesa personal de
pagarlo posteriormente.
Follaero: Lío, follón que se producía durante la recolección, por falta de sintonía entre los trabajadores y el propietario de la finca.
157
Fulero: Dicho de una persona: que no realiza su trabajo de manera adecuada,
en la recolección del melocotón, cogiendo las piezas verdes, dejando los maduros o tirando mucha fruta al suelo.
G
Gañán: Del árabe hispánico gannám. Mozo de labranza, hombre fuerte y rudo.
Gallete: Beber agua u otro líquido levantando la botijo dejando caer el chorro
sobre la boca abierta.
Garrancho: Zoquete delgado y añoso que queda en el tronco del árbol después
de haberse secado y roto alguna rama.
Guita: Cuerda, de esparto verde, utilizada para que no se abran las ramas de
los arboles y otras labores agrícolas. Sinónimo de dinero:”Tener guita”.
H
Helor: Frío intenso que en determinada época, que penetra en los huesos.
Horca: Instrumento, de metal o madera, similar a un tridente, que se utilizaba
para sacar las ramas procedente de la escarda a las calles y posteriormente
sacar la madera del bancal.
Horcón: Rodrigón. Trozo de madera, con forma de horquilla en su extremo que
se utiliza como apoyo de la rama o tronco de un árbol para evitar roturas.
Horre/a: En horre. Transportar la fruta en remolque, si cajas o envases.
158
I
Injertaor: Injertador. Profesional agrícola, que se dedica a labores de injertar
árboles.
Injertar: Acción de poner un injerto
(yema o tallo de otro árbol, para cambiar
la variedad existente por otra en el árbol
injertado.
Injerto.
L
Laguena: Margas. Son tierras que necesitan muncha agua y abono. Para que
den los árboles buenas cosecha.
Lindero: Línea de separación entre dos fincas.
Listero: Persona que se encarga de pasar lista en el tajo a lostrabajadores que
desempeña labores agrícolas.
Lobá: Lobada. Trozo de tierra que queda llena de hierba y sin labrar o cavar en
torno a los troncos de los árboles.
M
Mondar: Limpiar o purificar algo quitándole lo superfluo o extraño mezclado
con ello. Limpiar el cauce de un río, canal o acequia.
159
Macoco/a: Se dice de la fruta algo pasada de madura, hasta el punto de que se
arrugan (comienzan a secarse)y acaban cayéndose del árbol.
Magenca: Cava ligera y no muy profunda que se da a la tierra con la finalidad
de quitar las malas hiervas.
Malacatón: Otra forma de llamar al fruto del melocotonero: el melocotón.
Mano, dar de: Acabar la jornada. Marcharse del tajo o del centro de trabajo.
Acequia de Don Gonzalo recién realizada la Monda. Foto José Olivares García.
160
Mediero: Aparcero. Arrendatario de una finca cuyo pago al arrendador se efectuaba con el 50% de la cosecha.
Menúo: Menudo de pequeño tamaño, fruta con falta de crecimiento o mala
calidad.
Mochón: Árbol viejo y desramado.
Morralla: Conjunto o mezcla de cosas inútiles y despreciables. Fruta defectuosa y pequeña de escaso valor.
Malacatón. Foto Napoleón Bravo.
161
Mustio: Vocablo empleado de una planta, de una flor o de una hoja: Lánguida,
marchita. Melancólico, triste.
N
Nanay: Interjección coloquial usada para negar rotundamente algo. “Nanay de
la china”, se suele decir cuando no interesa el trato propuesto.
P
Pagamenta: Impuesto y otros gasto que tiene que afrontar los agricultores.
Partior: Repartidor de aguas de acequia.
Piojera: Escasez, plaga, época de necesidad, si por diversas razones, no ha ido
bien la cosecha.
Pelúa: Helada. Cuando los campos aparecen blanco, por una fuerte helada,
con el peligro consiguiente para la cosecha.
Pansío: Pansido. Arrugado y con aspecto de pasa. Cualquier fruto u otra cosa.
Perigallo: Escalera portátil. Instrumento imprescindible para la realización de
determinadas faenas agrícolas. Este término se utiliza especialmente en Cieza
y otras localidades de Murcia. Se trata de una escalera trípode, generalmente
de madera, con dos de sus patas, entre las que se disponen los travesaños, de
igual longitud; y la otra, retráctil, un poco más larga.
162
Perigallo. Foto Joaquín Gómez Carrillo.
163
Q
Quijero: Lado en declive de la acequia o brazal.
R
Retahíla: Serie de muchas cosas que suceden o se mencionan por su orden.
Ribazo: Porción de tierra con elevación y declive. Talud entre dos fincas que
están a distinto nivel.
S
Solá: Solada. Cuando el suelo debajo del árbol aparece lleno de frutos, hojas
y ramas.
T
Tabla: División de los bancales.
Tablacho: Tabla de madera con agarradera para dividir aguas en las acequias.
Tarquín: Del árabe hispánico tarkím. Lodo con mucha materia orgánica que
164
las aguas estancadas depositan en el fondo, o las avenidas de un río en los
campos que inundan. Estas tierras son muy fértiles.
Trajín: Jaleo, lío, follón.
Trajinar: Obrar, trabajar, atarearse.
Tresbolillo: Forma de plantación de los melocotoneros dispuesto en triángulos.
Tronaera: Muchos truenos, tormenta con ambulante aparato eléctrico.
165
166
Tronaera. Foto Dani Ato.
167
Villalba. J.V. (2007). La recolectora (serie A.M). Óleo sobre tela. 120 x 160 cm.
168
VIII
Arte y agricultura
169
170
Arte y Agricultura
El melocotón y la pintura de la experiencia
Hablar de melocotón y su influencia en el arte, a título personal, nos
parece una tarea enormemente difícil. Difícil por diversas razones; primero por
un asunto de perspectiva: vivimos tan arraigados a él que nos es muy dificultoso ver el tema de manera objetiva. Segundo, porque abarca tantos aspectos
culturales y costumbristas, que es bastante complicado filtrarlos, delimitarlos, hablar de ellos por separado. Tercero, la mayor dificultad, llevamos tantos
años trabajando en este tema que hemos generado mucho trabajo, por lo que
objetivamente podríamos considerarnos persona con conocimiento de causa
en la materia, la razón principal por la que nos han encargado este artículo. Lo
cierto es que no somos los únicos que se ha inspirado en nuestra naturaleza,
en nuestra huerta, en nuestras labores. Hay muchos que también lo han hecho, de diferentes ramas artísticas. También es cierto que quizás seamos las
personas más indicadas por el empeño, por la cantidad de trabajo, por la forma de centrar la temática y sobre todo, por verlo desde la raíz, desde el núcleo.
Hace no mucho tiempo recibimos una llamada del coordinador de este
proyecto. Nos comentó los capítulos en los que constaría y que uno de ellos
quería que estuviera dedicado al arte: melocotón y su influencia artística.
Sinceramente no pudimos negarnos, llevamos años “dentro del melocotón” y
nuestros proyectos e investigaciones artísticas están profundamente conectados a él: nuestra serie figurativa de trabajadores (a.m), Pérsica, nuestra tesis
doctoral, comunicaciones en congresos, el último proyecto (hierbas buenas),
etc… Indudablemente aceptamos. Sin embargo, antes de exponer y comentar
acerca de ello, consideramos necesario hablar del entorno, porque este fruto
es solo la punta de un icerberg folclórico (del inglés folklore), de costumbres y
de vivencias regadas por un río que nutre de vida y esencia a un cosmos cultural. Aunque nos centramos en este fruto, hay muchos aspectos importantes
que lo rodean, toda una atmósfera de pequeños y grandes detalles que lo influencian. Muchos de nuestros compañeros ya han hablado de estos puntos,
nuestro devenir del esparto, de la conserva, costumbres familiares, festejos,
etc. Es por ello que, a partir de este momento, dedicaremos nuestras palabras
centrándonos en el aspecto artístico.
171
No podemos hablar del arte y del melocotón sin ni siquiera mencionar
numerosos artistas. Creadores que se han dejado influenciar por la esencia
que domina este cosmos y lo han representado en forma de tendencias artísticas, micro ismos artísticos. Pictóricos y no pictóricos: Pintura, escultura,
fotografía, literatura, música y danza, cine, teatro, etc. Si analizamos todo ello,
nos atreveríamos a confirmar que el conjunto en sí, podría tener una denominación de corriente, no del todo clara, con muchos matices. Pero es que el arte
actual es así, multidisciplinar, ya no existen las tendencias artistas claramente
delimitadas. Y es que aunque muchos artistas nos empeñemos en trabajar por
separado (y nos incluimos), realmente hay una fina veladura que nos une, un
ambiente que nos da una distinción a los artistas que vivimos en la zona de la
vega alta del Segura y el valle de Ricote, una esencia que nos caracteriza y nos
distingue: ¿será el río?
Cuando nos referimos a plasmar, si, nos referimos a las artes plásticas.
Sin embargo no podemos desahuciar a otras artes como danza, el cine, la música, la literatura, por supuesto. Grandes escritores han bebido de las aguas de
nuestras acequias o han bebido de las aguas de un botijo bajo la sombra de
un melocotonero o un albaricoquero, también junto al conocido madroñal que
da nombre a su fuente y sus tierras. Por cierto, más adelante verán un óleo de
Manuel Avellaneda en la que aparece.
Artistas que en sus particulares lenguajes expresivos han intentado recuperar aquellas costumbres, o mejor dicho, intentan que no naufraguen en
el olvido. Podríamos citar nombres literarios que frecuentemente insisten en
recuperar “el panocho”, no por el dialecto en sí (que también), sino por recordar
aquellas costumbres y hazañas que dieron lugar a estos términos, por hacer
que subsista la memoria.
No podemos olvidarnos del folclore, del esparto, o de la rescatada jota
característica del pueblos como Cieza, Abarán y Blanca. Es verdad, tienen razón, no es rescatada porque nunca murió, siempre ha habido alguna generación dispuesta a transmitirla. ¿Qué nos dicen de algunas tradiciones como las
fiestas del escudo? que recuerdan sin querer hacer daño alguno a aquellos
hechos efímeros de sudor y sangre, a hazañas heroicas y también bélicas que
dieron lugar a nuestros símbolos, que escribieron parte de nuestra historia,
nuestra identidad.
172
Tampoco murió la industria del esparto, si quieren comprobarlo pueden
acercarse al museo situado en la calle General Espartero. Allí a diario se juntan para charlar antiguos trabajadores o hijos de hilaores, pueden contemplar
aquellos textos y fotografías situadas junto a ruedas e instrumentos para picar e hilar la fibra. Queremos recordar también el antiguo lavadero público de
la Fuente del Ojo, donde tantas mujeres acudían diariamente.
Tampoco murieron oficios del sector servicios, como el carretero, el
transportista que con su carro arrastrado por caballos y mulas portaba todo
tipo de mercancías. Una persona muy cercana, en ocasiones nos hablaba de
estos animales mientras me levantaba su dedo índice cortado por el mordisco
de un burro, nos hablaba de la dificultad de estos animales al subir las cuestas
cuando iban cargados de haces de caña o cajas de fruta.
Sin embargo, aun siendo amante de todas estas formas de expresión,
de recordar, de homenajear, no somos expertos en música, en literatura, en
artes escénicas; entendemos un poco más del “campo” de la artes plásticas, y
por nacer donde nacimos y por ser hijo de quien somos, aun entendemos más
del arte relacionado con los cultivos agrícolas. Por trabajarlo, por vivirlo, por
estar dentro y por transportarlo a los soportes pictóricos, especialmente todo
lo relacionado con el melocotón.
Conocemos a muchos artistas plásticos que han vivido en este entorno, tenemos trato personal prácticamente con todos y por supuesto, también
somos conocedores de la mayoría de sus obras. Podemos decir sin temor a
equivocarnos que todos, en muchas de sus obras, reflejan la esencia del paisaje, de sus gentes, de las costumbres, de su aire, su luz de su color. En mayor
o menor medida establecen una relación sinestésica a través de sus medios
plásticos.
Artistas
Como no sabemos hacer de otra manera, no vamos a poner a ninguno
de los artistas1 que mencionamos por encima de otro, todos merecen el mayor
respeto. Sin embargo, es cierto que algunos son artistas de muy reconocido
prestigio, otros somos bastante menos conocidos, pero no importa, todos de
manera más o menos influyente han contribuido a compartir y transgredir la
173
esencia de nuestro entorno. Todos ponen sus vivencias y recursos encima de
la mesa para expresar un determinado concepto, un símbolo, una experiencia,
un icono, o simplemente la huella de lo que fue…, llámenlo como quieran. De
manera figurativa o abstracta, más o menos comercial, pero todos exponen
sus sensaciones desde su particular forma de ver, esa especial simbiosis con
nuestro entorno, en este caso.
Como pueden comprobar, son muchos los que han captado la banda
sonora de su río y de su vida circundante, de sus costumbres, de sus gentes;
lo han plasmado de manera muy variopinta, solo basta con visualizar el listado
del pie de página, y seguro que aún falta alguno, lo sentimos si es el caso. No
es posible mostrar la obra de tal cantidad de artistas, así que os invitamos a
que a través de las grandes herramientas tecnológicas (internet), estudien la
obra de cualquiera de ellos, ya que se pueden sorprender gratamente, es muy
interesante.
Sin embargo, nos vamos a permitir una contradicción, vamos a resaltar
a algún artista del enorme listado, por la transcendencia de sus obras y por la
universalización que han supuesto.
Pedro Cano, con sus innumerables obras, nos ha sorprendido cientos
de veces con sus granadas, higos, limones, otras frutas, flores y norias propias del entorno más cercano. Y lo ha hecho con una suprema elegancia, en
la que sutiles veladuras y trazos se mezclan con la energía de un trazo y color
brusco, pero muy controlado. Con ello capta la luz propia de esos elementos
casi siempre en movimiento, elementos que cobran una enorme naturalidad,
por su gran técnica figurativa, alcanzable por muy pocos, y quizás por el gran
conocimiento de tratamientos de soporte que incorpora al papel. Y es que bajo
esos sutiles trazos y manchas, se esconde un maltrato al soporte en el que
convive un mundo de texturas. Todo es tan natural que su obra incita a ser
1
Artistas como el maestro Juan Solano, Pedro Cano, Pepe Lucas, Salvador Susarte, Manolo Avellaneda,
Toledo Puche, Semitiel Segura, Fernando Galindo, Antonio Moreno, Luis Fernández, José Ato, Pedro
Avellaneda, Juan Camacho, Pedro Camacho, Ana Almela, Juan Tortosa, José Luis Piñera, José Manuel
Pérez, Manuel Suarez, Abellán Juliá, Paulina Real, Sofía Tornero, maestro Pepe Paco, José María Lisón,
Mariano Rojas, Pascual Lucas Motellón, Francisco Ruiz, Francisco Mas, Manuel López, Javier Martínez
Pino, Joaquina Sánchez Dato, Paco chicha, maestro Jesús Carrillo, Antonia Fernández, Jesús Moreno,
Rafael Torres, José Antonio Hellín, Inma García o Antonio Buitrago.
174
tocada, mordida u olfateada, como si estuviéramos en la orilla de una acequia
junto a una higuera de su Blanca natal. Resulta increíble la cantidad y calidad
de obra dedicada a su entorno, muchas realizadas al natural sobre cuadernos,
que junto a otras series podremos encontrar en la fundación que lleva su nombre en la villa de Blanca.
Ilustración 1. Cano, P. (2001). Granadas. Acuarela sobre papel. 50 x 110 cm.
Bajo su trazo firme pero brusco, encontramos en los colores de la obra
de Pepe Lucas la esencia del color mediterráneo. Sin embargo, aunque no lo
digamos, los que lo conocemos, los que conocemos su obra, en ellos están los colores
de nuestra tierra. Amarillos, naranjas, rojos,
verdes. Es la armonía de estos elementos lo
que más sorprende y le caracteriza. Su impronta revela mucho, pero a nuestro parecer,
lo que más le caracteriza es su parentesco
con la fusión de elementos que de forma
intrínseca encontramos en el medio natural
cercano a su río, el Segura.
En algunos bronces curvados de Salvador Susarte, encontramos un homenaje a
la mujer. En sus ritmos se palpa la energía
propia de las trabajadoras en plena faena.
Prueba de ello es el monumento “homenaje
a la agricultura y al buen hacer de todos los
175
Ilustración 2. Lucas, J. (2004). Disciplina
y pasión de lo soñado. Acrílico y resina
sobre lienzo. 100 x 81 cm.Acuarela
sobre papel. 50 x 110 cm.
trabajadores del campo” situado en el paseo
de Cieza. De Susarte, en una etapa anterior podremos contemplar obras realizadas
con pieles y materiales de hilado tradicional
como esparto o sisal, esculturas de las cuales varias de ellas rememoran el paisaje y la
huerta murciana.
Grupo escultórico. Susarte, S. (2006).
Homenaje a la agricultura.
Tres piezas de bronce.
Manolo Avellaneda, un estandarte de
nuestros paisajes. Con sus obras de géneros mixtos, su muestrario de herramientas
rurales, de bodegones, paisajes e interiores;
ha mostrado al mundo la aridez y la frescura
al unísono de nuestro aire y entorno. En sus
lienzos ha sido capaz de atrapar la tradición
para hacer de ella un árbol perenne.
La indudable maestría de
Cayetano Toledo Puche, puede
plasmarse en sus paisajes de viñedos y almendros de los campos
de Cajitán2, resaltando el particular color de sus tierras y sus floraciones. También los paisajes de la
cuenca ribereña cercana al cañón
de Almadenes. De la obra de Toledo Puche es muy particular la freIlustración 3. Avellaneda, M. (1959). El madroñal.
Óleo sobre lienzo. 52 x 68 cm.
nética experimentación que lleva a
cabo en sus trazados, los cambios
de ritmo, color y frecuente incorporación de texturas. Todo ello, hace de su
obra un tremendo acercamiento del entorno, lo atrapa y hace que podamos
sentirlo íntimamente.
2
El Cajitán es un lugar cercano a Ricote, en los términos de Cieza y Mula, donde tradicionalmente los
paisajistas murcianos pintaban al natural, hoy día, con la floración de sus almendros es un lugar muy
frecuentado por fotógrafos.
176
Ilustración 4. Toledo Puche, C. (1975). Paisaje
con círculos. Óleo sobre lienzo. 152 x 121 cm.
Jesús Carrillo, maestro y referente de muchos los artistas citados.
Su empeño por mostrar labores como
las tradicionales siegas y trillas lo encontramos reflejado en decenas de
sus telas. Muchos dicen que carrillo
paseaba muchas mañanas en busca
de la sombra de los albaricoqueros
para refugiarse del sol y así poder
pintar los ciruelos y melocotoneros,
retratados con los enseres necesarios
para la recolección de sus frutos (capazas, perigallos, cajones de madera,
etc.).
Investigación propia
El paisaje agrícola, en el sentido
más amplio del término, es un “campo” al que hemos dedicado bastantes
años fusionando la parte científica
Ilustración 5. Carillo, J. (1985). Trilla.
con la artística, centrando estudios
Óleo sobre lienzo. 50 x 70 cm.
artísticos y académicos. Artístico porque hemos dedicado la mayor parte
de nuestro trabajo a expresar y trasplantar a través de la pintura aquella esencia de la que hablamos al inicio del presente texto, especialmente en los cultivos del melocotón, lo que en ellos se produce y se deriva. Científica porque
hemos dedicado mucho tiempo a buscar y registrar rigurosamente recursos
plásticos, materiales expresivos propios del terreno donde se origina esta temática: el campo. A continuación se mostrarán las investigaciones artísticas
que hasta el momento hemos realizado.
Serie A.M
Como mencionábamos al principio del texto, nuestro arraigo con el
melocotón y el entorno, han sido fundamentales en nuestras producciones
artísticas. Con las obras de esta serie, en su momento (2003/2008), intenta177
mos homenajear estas labores de la manera más fiel, exponiendo al trabajador
agrario en su día a día con su entorno.
En septiembre de 2011, la historiadora de arte Rosa Campos Gómez,
quien desde el primer día ha seguido nuestras investigaciones artísticas, escribió para nuestro catálogo de la Serie A:M:
“Pintor de la experiencia”, porque veía paralelismo con los poetas de
esta corriente +literaria. Recordemos que Luis García Montero dice acerca de
la poesía de la experiencia: “Escribir poesía seguirá siendo útil en la medida
en que los versos hablen de la realidad, sean capaces de nombrar el mundo
de las experiencias comunes, que es el mundo de las experiencias personales,
con un lenguaje colectivo, única manera de acceder a un lenguaje propio”, podemos observar que estas palabras del poeta granadino son válidas también
para definir el lenguaje pictórico de sus temas, porque en ellos aflora una experiencia vivida que se traduce en poética de la imagen que plasma el trabajo
en el campo que tanto ha frecuentado ayudando a su padre, agricultor, al que
él ha acompañado en estas tareas muchos años. Hombre cogiendo fruta en
el perigallo, portándola en un carretón, labrando con un tractor, cavando, reflejándose en la amanecida de un cristal de la tv con código de barras, mujer
recolectando, … son pinturas en su mayoría acrílicas, en soportes de tabla de
grandes dimensiones, asomándose a nosotros, diciéndonos algo de estas labores tan específicas de nuestra tierra, transmitido desde un figurativismo de
pincelada suelta, con colores repletos de la energía que destila la mañana.
Resulta fundamental hablar de la realidad, hablar de nosotros mismos
primero y después de lo demás. De nosotros mismos si hay algo importante
detrás. En nuestro caso existe una forma de vivir, mejor dicho, de sobrevivir
junto a la propia naturaleza, donde cientos de familias escriben historias con
su esfuerzo, y aquí estamos nosotros para contarlas. Fusionan su cuerpo y
mente para hacer de ellos su modo de vivir físico e intelectualmente.
Particularmente hemos tenido la suerte de estar cerca de este modo,
para contarlo, para hacerlo más universal, para homenajearlo. En una de las
últimas exposiciones que realizamos, en abril de 2015 (Pérsica), escribimos un
texto en el quisimos recordar nuestra infancia. A modo de pinceladas frescas
intentaba poner en paralelo aquellas experiencias, desde dentro hacia afuera:
178
Sinceramente, no recuerdo la primera vez que me llevaron a las tierras,
he visto viejas fotos pero no recuerdo. Tampoco recuerdo la primera vez que
me pusieron a recoger ramas, a ‘clarear’, a preparar las cajas en el envasado
de la fruta. Sí recuerdo la primera vez que me subí a un árbol, también la primera vez que caí de uno de ellos o la primera vez que volqué la fruta al suelo.
Recuerdo con mucha intensidad el olor de aquellos veranos, al olor de los haces de caña recién cortada que recogían mis hermanos, el olor al polen y a los
frutos, también del picor del pelo. Recuerdo el primer día que comencé a pintar,
lo que siempre he pintado y de casi todo lo que ha pasado después.
Sigo sentado, recordando aquel tiempo atrás. Recuerdo a mis cuatro
hermanos, a los jornaleros y a mis padres presionados por la hora de apertura
de la lonja. Siento expresarme con nostalgia, sigo. Recuerdo a todas aquellas
personas que trabajaban con nosotros, rostros lozanos en plena faena, a las
que no trabajaban con nosotros también las recuerdo.
Estoy en pie, parado. Llegan al muelle los furgones y los camiones cargados, muchos de ellos vecinos del pueblo. También llegan los tenderos, regatean, compran y se van.
Muchos de estos momentos eran literalmente escritos, otro fotografiados a modo de apuntes mientras trabajábamos. Después intentaba trasplantarlo a la tabla en forma de composiciones figurativas de escenas de trabajadores ejerciendo labores. Son acrílicos y óleos con una pincelada suelta,
vigorosa, en la que conviven los verdes, con tonos cálidos propios de la tierra,
los frutos o la carne. Los referentes eran bastantes obras clásicos. Desde los
gestos y anatomía de Velázquez hasta el color y pincelada de los grandes
impresionistas. Sorolla y Millet eran también dos claras referencias, especialmente este último, por plasmar ese “realismo”.
Según el periodista Pascual Gómez (2011), tras una entrevista, publicó
una noticia en la que mencionaba:
Es una visión intimista y cotidiana de la relación del agricultor con la
naturaleza, pero es también una manera propia de vivir de los ciezanos. El
pintor plasma la vida del campo y sus gentes desde una estética que conjuga la autenticidad de las raíces huertanas y el compromiso social. Ése es
179
180
Ilustración 6. Villalba, J.V. (2006). 9.00 A.M (serie A.M). Acrílico sobre tabla. 170 x 120 cm.
Ilustración 7. Villalba, J.V. (2006). 10.00 A.M (serie A.M). Acrílico sobre tabla. 170 x 120 cm.
el punto de partida del trabajo de Villalba en torno al cultivo del melocotón, al
que se acerca con admiración y respeto. Retratos de agricultores y temporeros
en labores cotidianas en cuyas escenas “va a poder identificarse el espectador”.
Todos los modelos utilizados en estas obras son reales. Pertenecen al
grupo de trabajo donde los jornaleros, hombres y mujeres recogían la cosecha.
La serie A.m la configuran 22 obras de gran tamaño y otras 20 de mediano y
pequeñas dimensiones. Las dos primeras obras realizadas son “9.00 A.m”,
“10.00 A.m”.
“La recolectora”, “el descanso”, “el labrador”; son obras en las que con
la alteración del plano y del color, dentro de una tendencia bastante figurativa,
comenzábamos a buscar nuevos matices expresivos.
181
Se puede observar la evolución de forma más clara en “trabajadora”,
“perigallos”. Pero es en obras como “follaje” y “producto bruto” donde cobra
mucha más importancia el gesto artístico que lo representado. EL protagonismo de esta serie no se centra tan solo en la figura del trabajador, sino también
en el fruto, las herramientas y los elementos naturales.
Pérsica
Con el siguiente párrafo termina el texto que escribimos para la última
exposición llamada “Pérsica”:
“El viento de los primeros días de septiembre es otra de las cosas que
también recuerdo, llegaba casi el final y el comienzo de otra campaña. Poco a
poco las hojas de los melocotoneros, chatos y nectarinas cambiaban de color,
Ilustración 9. Villalba, J.V. (2007). Labrador (serie A.M). Acrílico sobre tabla. 170 x 122 cm.
182
Ilustración 9. Villalba, J.V. (2007). El descanso
(serie A.M). Acrílico sobre tela. 98 x 158 cm.
Ilustración 10. Villalba, J.V. (2007). Trabajadora
perdiendo identidad (serie A.M).
se hacían más amarillentas y rojizas. A finales de octubre comenzaban a caer,
más viento y a veces lluvias. Recuerdo muchas cosas más, pero os dejo las
obras porque ellas también tienen mucho que contar”.
Nada comienza de manera aislada, ni mucho menos hay cierta desconexión entre las obras anteriores (seria A.m) con las de pérsica. Pero es cierto
que, para la realización de esta obra, hay un trabajo previo de dominio del
material utilizado: pastas papeleras de la hoja del melocotonero. Para ello se
realizó una amplia investigación que comenzó en 2010 y se culminó en la tesis doctoral3 denominada “elaboración de pastas papeleras para uso artístico
a partir de hoja caduca de árboles frutales”. Se realizaron cientos de papeles
hasta verificar un tratamiento para crear papel y obra artística a partir de la
hoja y otros materiales de origen natural, agrícolas.
3
Disponible en Edit.um http://www.tdx.cat/handle/10803/283071
183
Ilustración 11. J.V. (2008). Perigallos (serie A.M).
Acrílico sobre tabla. 122 x 170 cm.
Ilustración 12. Villalba, J.V. (2008). Follaje (serie
A.M). Técnica mixta sobre lienzo.
Ilustración 13. Villalba, J.V. (2008). Producto bruto (serie
A.M). Acrílico sobre tabla. 122 x 122 cm.
184
La inquietud por seguir indagando en las raíces de la agricultura, por no
cerrar la temática, nos llevó a buscar nuevas formas de expresión. Esta vez
buscando nuevos recursos plásticos para seguir transmitiendo con los mismos materiales que da la tierra, pero transformándolos.
Nuestra intención es seguir construyendo el tema con los propios materiales naturales que nos ofrece, construir paisajes con el propio paisaje, pero
utilizando un proceso propio y sostenible que nos permita la permanencia de
una obra durante muchos años.
En esta etapa se recogen las hojas que están a punto de caer de los árboles y las sometemos a un intenso proceso de transformación para obtener
unas pastas que se siguen trabajando para combinarlas con otras materias
como extractos de ñoras, azafrán, café, esparto, algodón. El objetivo de esta
serie de trabajo es crear un discurso a partir de los mismos materiales que
ofrece el campo, aprovechando su color, sus texturas, las transparencias de
las diversas capas que crea e incluso del olor a huerta de estos papeles. Se
trata de un trabajo multidisciplinar en el que se realizan cientos de papeles
conjugando estudios de química, agricultura, biología y arte, y que no solo ha
mostrado en exposiciones como “Natural-Artificial” (facultad de Educación de
la UM), “Natural” (Centro Social Universitario de la UM), o “Pérsica” (Museo
de Siyasa), sino también en diversos congresos nacionales e internacionales
como: PARADOX Fine Art European Forum Bienale en (parque de las ciencias
de Granada), X Congreso Nacional de Historia del papel (ministerio de cultura,
Madrid), I Congreso Internacional del Melocotón de Cieza, o el V Congreso Internacional de Educación Ambiental (Ateneo de Madrid).
Elaborar obra artística y papel a partir de fibras vegetales no convencionales no es nada nuevo. Ya lo han hecho artistas de reconocido prestigio
como Nancy Cohen, Chuck Close o Lucio Muñoz. Lo que es inédito es que se
haga con hoja de melocotonero.
Al inicio de este proyecto, cuando nos planteábamos trabajar con la hoja
mientras la observábamos y tocábamos en el medio, sus fibras nos parecían
particulares, eran muy llamativas. Tocábamos la hoja, nos la acercábamos y
en sí misma podríamos admirar la calidad de sus fibras. Fue en este momento
cuando se inició el planteamiento del proceso. A partir de este instante se
185
formó un grupo de trabajo con profesores de
la universidad de Murcia y especialistas en
agricultura y química.
El trabajo se dividió en varias fases,
una inicial de toma de contacto, otra muy
experimental en el laboratorio PPAF (Cieza)
que dirige María Marta Rosales, otra de verificación y mejora de rendimiento en nuestro
estudio, para llegar finalmente a la creación
de pastas con las que crear nuestra serie de
obra artística.
Acerca de los resultados, todas las
Ilustración 14. Cartel de “Pérsica”.
(2015). Exposición en el Museo de
partes de la hoja, es decir, la lámina foliar,
Siyasa (Cieza).
la nervadura y la base son transformables y
utilizables para su uso como pastas papeleras, simplificando el proceso de
elaboración de la materia prima. Se trata de un procedimiento viable, se trata
de un material de fácil obtención debido a la abundancia de la materia prima, a
la facilidad de la manipulación de las hojas y a que los procesos no requieren
procedimientos muy tecnificados.
Terminado el proceso de verificación es cuando se da paso a la creación
de la obra, aplicando variables con productos naturales que aportan texturas,
color y volumen a la obra.
Acerca de la serie Pérsica, Rosa Campos (2015) escribió:
“Decíamos que su obra es original porque a partir de la hoja del melocotonero (prunus pérsica) ha elaborado un papel cuya textura es en sí una
obra de arte en su diversidad de formatos y de volúmenes. En esta exposición,
el papel como soporte adquiere un grado deliberadamente plástico como resultado de los materiales usados, especialmente hojas de melocotonero, más
los pigmentos naturales añadidos, que, tras su fabricación artesanal, han formado figuras intencionadas, o surgidas por la propia inercia del vertido, esgrimiendo tonalidades varias, predominando la gama de cálidos con los que
hasta las pequeñas dosis de azules se contagian. Las diferentes texturas en
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las que la nervadura de la hoja juega un papel importante otorgando unos
trazos armoniosos, que varían de color según la maduración del producto utilizado, el grosor distinto del papel en cada una de las piezas mostradas, las
formas asimétricas de los bordes, la irregularidad elegante de los tamaños…
Todo aporta una estética grata al ojo, asombrado ante la novedad presentada.
El mimo con que trata esta producción científico-artística se percibe en cada
una de estas pastas, que también tienen como destino paralelo ser soportes
de futura pintura”.
La presentación de los papeles, de mostrar sus dos caras es la siguiente: atraparla a modo de “sándwich” de metacrilato atornillado, los cuales penden de hilos transparentes que cuelgan del techo o de soportes estables
como árboles o perigallos. Con estos
soportes configuramos instalaciones
en las que la combinación de las piezas ofrece un dialogo triangular: entre
ellas mismas, el espacio expositivo
y el espectador que las transita perdiéndose el concepto de pared.
Ilustración 15. Varias obras de J.V Villalba en
“Pérsica”. (2015). Museo de Siyâsa (Cieza).
En las instalaciones creadas
también forma parte la teatralidad, escogiendo otros elementos totalmente
acordes al discurso: árboles y herramientas agrícolas como maderas, hojas
secas, cajas, capazos de pleita y perigallos.
Joaquín Gómez Carrillo (2015), paralelamente a la exposición “Pérsica”, escribió: con “Pérsica” el hombre nos quiere mostrar para qué sirven las
hojas caducas de nuestros melocotoneros cuando han dado ya sus frutos
y los campos de Cieza se tornan caleidoscópicos a la luz del atardecer: los
rojos, los rosa y los amarillos, con toda su gama de tonos intermedios, ha
plasmado Josevi en esta singular muestra de un arte realmente autóctono
de nuestros campos. Pero el artista ha querido enseñar también cuan altos
llegan los trabajadores agrícolas de esta tierra en la recolección y los sudores del medio día.Y es que como Joaquín Gómez (íbidem) mencionaba como
columnista: “ha tomado prestada a la naturaleza la variedad cromática de los
melocotonares en otoño”.
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Ilustración 16. Instalación de “Pérsica” en finca
agrícola. Imagen de TVE (16-3-2015).
Ilustración 17. Varias obras de J.V Villalba en
“Pérsica”. (2015). Museo de Siyâsa (Cieza).
Ilustración 18. Villalba, J.V. (2014). S.N.8 (serie
Pérsica). Mixta. 15 x 24 cm.
Ilustración 19. Villalba, J.V. (2014). S.N.15
(serie Pérsica). Mixta. 19 x 29 cm.
Ilustración 18. Villalba, J.V. (2014). S.N.8 (serie
Pérsica). Mixta. 15 x 24 cm.
Ilustración 19. Varias obras de J.V Villalba en
“Pérsica”. (2015). Museo de Siyâsa (Cieza).
Sin embargo, en el sendero de expresiones, no somos los únicos que
tomamos prestada la naturaleza. Lo decíamos al inicio del texto. Actualmente
podemos confirmar que existe un aire, una atmósfera nuestra, propia. Lo vemos en exposiciones figurativas dedicadas al rio (Semitiel Segura), lo vemos
en exposiciones figurativas dedicadas a nuestros frutos (Pascual Lucas Motellón), los vemos en gastronomía de alta cocina especializada en nuestros
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productos (Cieza Gourmet y Juan Martínez Lax), lo vemos en producciones
audiovisuales como la canción y videoclip promocional4 de Cieza: “Año tras
Año” (Miguel Villalba). Lo vemos en símbolos e iconos, en los que diversos organismos e instituciones utilizan imágenes de nuestro entorno para potenciar
esa esencia de la que tanto hemos hablado a lo largo de este artículo.
Podríamos volver a plantear aquella eterna cuestión, podríamos comenzar otro texto mostrando decenas
de ejemplos y plantearnos: ¿qué es el
arte? Nuestra respuesta siempre quedaría abierta, pero en estos momentos
nos vamos a plantar, porque el arte es
expresar, con un material u otro, con
un soporte u otro, dando más protagonismo a unos sentidos que a otros,
Ilustración 20. Juan Lax mostrando su plato
pero lo que está claro, es que con
con productos derivados del melocotón en las
nuestros melocotones se puede conI Jornadas de Gastronomía Gourmet celebrada
dentro de la exposición “Pérsica”.
tar, expresar, en definitiva hacer arte.
4
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=mKRFuM0VnXQ
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Melocotones listos para su elaboración culinaria. Foto Dani Ato.
190
IX
El arte culinario con el
Melocotón de Cieza
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¿Y si le damos una vueltecita a una receta clásica para refrescarla?
Todo tiene su momento y ahora le toca al Melocotón de Cieza ser el protagonista.
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Ingredientes
Para 8 personas
Para la vichyssoise:
Caldo de pollo
3 puerros
2 chalotas o una cebolleta
3 patatas medianas
3 melocotones
40 g. de mantequilla
10 ml. de aceite de oliva virgen extra
Pimienta
Sal
150 ml. de nata para
cocinar
Para el caldo de
pollo:
1 carcasa de pollo
2 alitas de pollo
1 hueso de jamón
1 cebolla
Sal
Para decorar la crema:
Cebollino
Un melocotón
Para la guarnición:
Elaboración
Aasdas:
1. Pelamos la cebolla, la partimos y la ponemos junto al resto de
ingredientes en una olla.
2. Cubrimos con agua. Ponemos a punto de sal y dejamos cocer
durante 30-40 minutos.
3. Colamos el caldo y reservamos.
Para la vichyssoise:
1. Limpiamos puerro (solo vamos a usar la parte blanca) y chalotas.
2. Los picamos y ponemos a pochar en una cazuela con la mantequilla y el aceite.
3. Pelamos las patatas y las chascamos. Las añadimos a la cacerola.
4. Pelamos los melocotones y los rehogamos junto a los ingredientes anteriores.
5. Cubrimos con el caldo (que quede cubierto, pero que asomen
los ingredientes, para que no se nos quede demasiado líquido. Es
preferible quedarnos cortos y añadir al final, si fuese necesario).
Dejamos cocer durante veinte minutos.
6. Trituramos con la batidora y pasamos por un chino.
7. Dejamos atemperar. Añadimos la nata. Mezclamos bien y metemos en el frigorífico hasta que esté bien frío.
Guarnición:
1. Pelamos y picamos los melocotones, tipo tartar.
2. Los salpimentamos y le ponemos jamón en trocitos o dados.
Acabado y presentación
1. Servimos la vichyssoise.
2. Pelamos un melocotón, lo partimos y desechamos el hueso. Lo
trituramos.
3. Lo metemos en una manga pastelera y hacemos puntos sobre la
crema.
4. Pasamos un palillo por los puntos para hacer el dibujo.
5. Ponemos un poco de cebollino en el centro y compañamos con
la guarnición.
Melocotones
Jamón
Pimienta
Sal
193
,
Esta receta es un melocotón con vino convertido en postre. Se trata de una
crema hecha con vino, acompañada de unos melocotones macerados en
este mismo vino y un crujiente de torta de aceite murciana.
La receta, por lo tanto, presenta dos partes: crema de vino y macerado del
melocotón, por un lado; y el crujiente por otro. Va decorada con unas hojas
de hierbabuena.
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Ingredientes
Para 8 personas
Para la crema de vino
y melocotón macerado:
500 ml. de vino Ribera
del Duero joven
100 gr. de azúcar
Cáscara de una naranja
Cáscara de un limón
Una rama de canela
Pimienta rosa (8 o 10
granos)
Pimienta negra (5 o 6
granos)
Una cucharadita de
jengibre
2 clavos
3 melocotones de Cieza
Para el crujiente:
300 gr. de harina
100 gr. de azúcar
100 ml. de aceite de
oliva virgen extra
variedad arbequina o un
aceite de oliva suave
60 ml. de licor de anís
1 huevo
Ralladura de un limón
Una pizca de sal
Elaboración
Crema de vino y melocotón macerado:
1. Ponemos el vino en un cazo y le agregamos la canela, pimienta
rosa y negra, las cáscaras de los cítricos (solo la parte naranja y la
amarilla) y el jengibre.
2. Calentamos sin que llegue a hervir. Apagamos el fuego, tapamos
y dejamos infusionar dos horas.
3. Transcurridas las dos horas pelamos los melocotones y los partimos en trozos grandes.
4. Colamos el vino e introducimos los melocotones dentro de él.
Los dejamos macerar ocho horas, en el frigorífico, aproximadamente.
5. Sacamos los melocotones del vino y los reservamos tapados
dentro del frigorífico.
6. Colocamos de nuevo el vino dentro de un cazo. Le agregamos el
azúcar y lo ponemos a fuego medio hasta que reduzca a un tercio
de la cantidad inicial obtengamos una textura cremosa.
7. La utilizaremos cuando esté muy fría. Debe estar en el frigorífico
al menos dos horas.
Crujiente (torta de aceite de Murcia):
1. En un bol ponemos la harina. Le hacemos un agujero en el centro, echamos el resto de los ingredientes y mezclamos bien.
2. Amasamos hasta que no se pegue en las manos.
3. Sobre un papel vegetal o un tapete de silicona vamos estirando
porciones de masa. Tiene que quedar muy muy finita.
4. Precalentamos el horno a 180ºC y horneamos hasta que estén
doradas.
Acabado y presentación:
1. Partimos los melocotones en trocitos, para que se vea el contraste de colores entre el interior (naranja) y la parte que ha estado en
contacto con el vino.
2. Ponemos una cucharada de crema de vino en un plato.
3. Colocamos unos trocitos de melocotón encima del vino.
4. Rompemos la torta de Murcia sobre nuestro postre para aportarle un toque crujiente.
5. Decoramos con hierbabuena.
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Con este plato, hemos querido hacer un pequeño guiño a la forma mas tradicional de comer el melocotón en Cieza: “Melocotón al Vino”.
Partiendo de un fondo oscuro, con los huesos de pichón, vino tinto y verduras, hemos cocinado nuestro arroz utilizando la técnica del risotto para
conseguir así una elaboración melosa y sabrosa.
Finalmente, hemos incorporado una brunoise de Melocotón de Cieza en
crudo para aportarle frescura, textura y aroma.
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Ingredientes
Para 4 personas
Fondo de pichón:
2 pichones: Carcasas y
alitas
25 ml. Aceite de Oliva
1 Cebolla
2 Zanahorias
2 Puerros
1 Ramillete Apio
500 ml. Vino Tinto
1 Cucharada Tomate
Concentrado
3 L. Agua Mineral
Para el arroz:
20 ml. Aceite de Oliva
20 gr. Mantequilla
2 Chalotas
400 gr. Arroz Bomba de
Calasparra
2 Pichones: Pechugas y
Muslitos
2 Escalopas de Foie
1 Melocotón de Cieza
1,5 ml. Fondo de Pichón
(elaboración anterior)
Sal
Pimienta Negra
50 gr. Queso Crema
Elaboración
Fondo de pichón:
1. Partir las carcasas de pichón y las alitas, y reservar las pechugas y
los muslitos para el final del plato.
2. Poner en una marmita a dorar con el aceite de oliva las carcasas
troceadas de las aves hasta dorar muy bien.
3. Lavar y cortar la verdura en trozos pequeños y añadirla a la marmita con las carcasas y seguir dorando hasta que nos cojan color.
4. Mojar con el vino tinto y dejar reducir durante diez minutos.
5. Añadir el tomate concentrado y mojar con el agua.
6. Dejar hervir a fuego medio durante dos horas.
7. Colar y reservar en caliente.
Para el arroz:
1. Poner a pochar la chalota finamente picada junto con la mantequilla y el aceite de oliva hasta que este transparente.
2. Agregar ahora el arroz bomba de Calasparra y sofreír junto con
la chalota durante cinco minutos.
3. Mojar con un cacillo de fondo de pichón y dejar que se nos
consuma, sin parar de remover. Seguir añadiendo fondo a la elaboración y no dejar de remover durante los quince minutos que nos
tardara en cocinar nuestro arroz.
4. Apartar del fuego y añadir el queso crema, mezclar para dar
melosidad.
5. Añadir ahora el melocotón cortado en brunoise y mezclar.
6. Marcar el foie gras, las pechugas y los muslitos de pichón,
salpimentados en una sartén antiadherente. Dejar reposar durante
cinco minutos tapado en un lugar templado de la cocina.
Acabado y presentación:
1. Servir nuestro arroz en los platos de presentación elegidos.
2. Repartir sobre cada uno de ellos los tacos de foie gras, las pechugas laminadas y un muslito por comensal. Añadir unas escamas de
sal y un golpe de pimienta negra.
3. Decorar con germinados, flores comestibles y con un cordón de
jugo de pichón reducido.
Además:
Germinados
Flores comestibles
Flor de Sal
Pimienta Negra
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Con este conocido y delicioso cóctel en forma de postre, queremos brindar un homenaje a los recolectores de fruta ciezanos, que
para acercarnos estos deliciosos manjares, tienen que sufrir las altas temperaturas que azotan nuestra región durante la época estival.
¡Salud!
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Ingredientes
Para 8 personas
Espuma de mojito:
150 gr. Claras de Huevo
130 gr. Zumo de Melocotón
1 Limón Jugo
70 gr. Ron Blanco
70 gr. Azúcar
70 gr. Agua Mineral
1 sifón de ½ Litro
1 Capsula de N2O
Sorbete de Limón Melocotón:
500 gr. Sorbete de limón
4 unid Melocotón en
Conserva
Hierbabuena (al gusto)
Ron Blanco (al gusto)
Elaboración
Espuma de mojito:
1. Mezclar el agua con el azúcar y llevarlo a ebullición.
2. Retirar del fuego y dejar enfriar en el frigorífico
3. Romper las claras con una varilla
4. Añadir el resto de ingredientes incluido el jarabe elaborado
anteriormente.
5. Colar, llenar el sifón, enroscar la capsula y agitar.
6. Retirar la capsula, colocar el embellecedor y dejar reposar en el
frigorífico.
Sorbete de Limón-Melocotón:
1. Poner en un robot de cocina el sorbete de limón, el melocotón
en conserva, la hierbabuena y el ron blanco.
2. Procesar y dejar una crema suave.
3. Reservar en el congelador.
Acabado y presentación:
1. Montar el sorbete de limón-melocotón en las copas de cóctel,
llenar hasta la mitad.
2. Terminar con la espuma de mojito.
Juan Lax (Autor: Arroz cremoso y Mojito de Melocotón)
Natural de Monteagudo y ciezano de adopción. Nació y creció entre fogones.
Cursó sus estudios de cocina en la escuela privada de Luis Irizar en San Sebastián. Trabajó con grandes maestros de la cocina y en diferentes restaurantes emblemáticos como Arzak, Akelarre, Rekondo, Casa Nicolasa y el Cenador de Salvador entre otros; finalmente vuelve a Murcia, para desempeñar
las funciones de jefe de cocina durante más de 12 años en el restaurante familiar. Actualmente es formador en el Centro de Cualificación Turística de Murcia.
Laura Piñera (Autora: Vichyssoise y Crujiente, melocotón y crema)
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia es una autodidacta en el mundo de la gastronomía, su gran pasión, además de las letras.
Pero también se nutre de algún curso de cocina (como los realizados con Caco
Galmés, de Cacocinas) o de repostería (con David Pallás y Rocío Arroyo). Creadora del blog de cocina ‘Gastroart Piñera’, con él acaba de cumplir un año alimentando su pasión. Asegura que cocinar, como escribir, es un arte en el que
uno intenta escogerlas palabras más adecuadas, para ponerlas a fuego lento,
batirlas, filtrarlas y después, si todo sale bien, poder emplatarlas.
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