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La Huella de Carbono en la Agroindustria
Book · January 2014
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1 author:
Ernesto Francisco Viglizzo
CONICET/INCITAP Instituto de investigaciones en ciencias de la tierra y el ambiente productivo
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Actualmente estoy dedicado a estudiar relaciones entre seguridad alimentaria e impacto ambiental. View project
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La huella de
carbono
en la agroindustria
Editor
Ernesto Viglizzo
Autores
Federico Frank, Gustavo Montero,
Florencia Ricard, Valeria Sirotiuk,
Ernesto Viglizzo
EEA Anguil “Ing. Agr. Guillermo Covas”
Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria
Diseño Gráfico
Dis. Gráf. Francisco Etchart
Impresión
Gustavo J. Moyano
Luisa Blatner de Mayoral
Impreso en los talleres gráficos de la
EEA INTA Anguil “Ing. Agr. Guillermo Covas”
Tirada de 500 ejemplares
Febrero de 2014
La huella de carbono en la agroindustria / Federico
Frank ... [et.al.]. ; Editado por Ernesto Viglizzo - 1a ed.
– Anguil, La Pampa : Ediciones INTA, 2014.
88 p. : il. ; 28x20 cm.
ISBN 978-987-521-473-6
EDICIONES INTA
EEA INTA Anguil Ing. Agr. Guillermo Covas
(6326) Anguil, La Pampa, Argentina.
1. Carbono. 2. Agroindustria. I. Frank, Federico
CDD 661.068 1
prólogo 1
El texto que aquí se presenta es un aporte preliminar al tema “huellas ambientales” en las cadenas agroindustriales en Argentina y, también,
motivadora pues presenta a un grupo de profesionales vinculados al INTA, Regional La Pampa- San
Luis y a la actividad privada que están trabajando
en la temática, quienes ilustran con ejemplos
algunos progresos iniciales alcanzados.
Como señala Ernesto Viglizzo, la Argentina
invierte escasos recursos en la investigación de
huellas ambientales para el agro-negocio con lo
cual este texto se manifiesta valioso por el esfuerzo de sus autores de involucrase en la temática y
lo que ello significa de debatir, emplear y validar
metodologías apropiadas para trabajar las huellas ambientales.
La Estación Experimental Agropecuaria Anguil
“Ing Agr. Guillermo Covas” en La Pampa acompañada por el Área Estratégica Gestión Ambiental
del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
se han complementado para elaborar este texto.
sector privado quienes tendrían/tienen una tarea
relevante de aportar información veraz sobre consumos energéticos y emisiones en los distintos
pasos o etapas que integran los procesos agroindustriales como de mercadeo.
El escrito justamente hace visible la necesidad
–casi perentoria- de un mayor involucramiento
público-privado en las “huellas ambientales” de
manera de posicionar al país como así dar argumentos para las diversas negociaciones que involucran “barreras para-arancelarias ambientales”
que pueden perjudicar nuestros productos agroalimentarias y agroindustriales en los mercados
del mundo.
El Consejo Regional y esta Dirección Regional
hacemos votos de que el texto sea un aporte a la
academia, a los decisores políticos y empresarios
y productores relacionados a las cadenas agroindustriales y agroalimentarias.
Ing. Agr. (Dr) Ricardo Dominic Thornton
El índice invita al debate, fundamentalmente
con respecto al rol del Estado, pero también del
Director Centro Regional La Pampa-San Luis
La huella de carbono en la agroindustria
3
4
EEA INTA, Anguil
prólogo 2
Es creciente en el contexto internacional la
demanda de productos de calidad, diferenciados
no solo por la sanidad o inocuidad, sino por la
calidad de los procesos en relación a la consideración de la salud ambiental en todas las etapas de
su producción. La salud del ambiente puede
medirse, entre otras formas, por la emisión de
gases efecto invernadero, el uso sostenible del
agua, la conservación de la biodiversidad, la conservación de la oferta de servicios ecosistémicos
o la calidad de vida de las poblaciones rurales.
En este sentido, las convenciones internacionales y los mecanismos comerciales fijan pautas y
eventualmente ejercen presiones o restricciones
para el respeto de estándares de calidad y crecientemente, requieren la certificación de los procesos productivos. Estas restricciones suelen ser
particularmente desfavorables para productos de
países en desarrollo, sobre todo en relación a los
productos de la tierra. Consecuentemente, es
clave para los países poder generar estimaciones
nacionales que reflejen el desempeño ambiental
de las diversas actividades productivas dentro de
estándares que satisfagan no solo criterios internacionales sino convenientes condiciones para
las políticas de la producción nacional. Estas
mediciones apuntan a determinar lo que se denominan las “huellas ambientales” de la producción
agroindustrial.
Las huellas ambientales representan evaluaciones económicas de diferentes actividades productivas, traducidas en valores de naturaleza biológica o capital natural requerido para sostener
las economías humanas. Las huellas de Carbono,
presentadas en este libro para la producción de
cultivos de granos, pasturas y oleaginosas y de
sus derivados en harinas, aceites y lácteos, mide
la cantidad de emisiones de gases de efecto inver-
nadero (GEI) expresada en equivalentes de CO2,
que son liberadas a la atmósfera como resultado
de las intervenciones humanas en los eslabones
del proceso que describe el ciclo de vida de un
producto. Este proceso parte de la producción primaria de las materias primas utilizadas hasta el
desecho final como residuo. De esta manera el
consumidor puede tener una idea del potencial de
contaminación del aire resultado de los productos
que consume.
En ese sentido, estos primeros ensayos de
cuantificación de la huella de carbono en parte de
la producción agroindustrial, representan un
avance muy importante para analizar el impacto
ambiental de estas producciones en Argentina. Al
mismo tiempo, ponen en superficie la complejidad de sus cálculos por la complejidad de las tramas de factores involucrados en los procesos productivos y la naturaleza intersectorial e interdisciplinaria de su abordaje. Esta naturaleza compleja
se refleja en la dificultad para lograr estimadores
objetivos y representativos de las particularidades nacionales involucradas en los impactos
documentados en el país, pero valorados como
impactos en el extranjero.
El análisis particularizado en cada capítulo,
muestra muchas diferencias en los aportes de
CO2 entre cultivos y entre las etapas productivas,
y que no obstante la producción primaria tiene su
gran importancia, en algunos casos, el eslabón de
la industrialización y el consumo, son las que se
llevan sumadas la mayor parte de la huella. Esto
implica por un lado, que debido a que la
Argentina exporta gran parte de su producción, la
valoración final de la huella debería estar muy
contextualizada en el etiquetado que suele
encontrarse en los mercados internacionales y
que no puede ser atribuida exclusivamente al país
La huella de carbono en la agroindustria
5
productor de la “commodity”. Por otro, los avances aquí presentados nos invitan a revisar cuidadosamente nuestros hábitos cotidianos y las actitudes que tenemos respecto al uso de la energía
y el manejo que hacemos de los residuos de lo
que consumimos.
Sin dudas, contar con la información aquí
generada es un gran paso en la comprensión de la
contribución de la producción al calentamiento
global. Sin embargo, son muchos los aspectos a
revisar en vista al mejor desempeño ambiental,
que excede el proceso productivo y los mecanismos de intercambios económicos que son los que
más fácilmente se suelen vincular con el impacto
al cambio climático. La lectura de los capítulos
que componen este libro, me estimula a pensar
que no alcanza con generar cifras de impacto
ambientales, si no se integran a los hábitos de la
vida cotidiana de los habitantes. En ese sentido,
es necesario mejorar el nivel de conocimiento de
los ciudadanos comunes sobre lo mucho que
podemos hacer para contribuir al mejoramiento
del ambiente, y también el rol de la educación en
todo este proceso.
6
EEA INTA, Anguil
Es posible que bajo la mejor hipótesis de un
aprendizaje colectivo y comprometido, la problemática de las huellas vinculadas al proceso productivo podrá relativizarse en vistas a que hay
mucho más que podemos hacer desde el compromiso de los consumidores y los hábitos de cada
habitante del planeta. Desde el INTA y con la colaboración de otras instituciones del sector debemos impulsar el desarrollo de metodologías y
análisis del desempeño ambiental de los procesos agroindustriales, y con esta información,
potenciar el compromiso de la sociedad para cuidar la salud de los ecosistemas y contribuir al desaceleramiento del calentamiento global. Tenemos
políticas y compromisos nacionales e internacionales, pero debemos trabajar para su cumplimiento y mejorar la educación para elevar el compromiso social con el ambiente.
María Elena Zaccagnini
Coordinadora Área Estratégica Gestión Ambiental
prefacio
Este pequeño libro tiene la módica intención
de disparar un abordaje preliminar acerca de las
“huellas ambientales” en las cadenas agro-industriales en Argentina, e ilustrar con ejemplos algunos progresos iniciales realizados en la EEA
Anguil del INTA.
Basados en una breve experiencia, procuramos en este texto generar un marco conceptual
provisorio para instalar el tema, y puntualizar
algunas ventajas potenciales que tendrían los
abordajes tempranos. Asimismo, es una oportunidad para sacar a la luz dificultades encontradas a
la hora de avanzar sistemáticamente en la construcción de modelos operativos estandarizados
destinados a la comunidad de la agroindustria y
los agro-negocios.
Una pregunta de arranque es inevitable: ¿Por
qué es necesario valorar Huellas Ambientales? La
respuesta es relativamente simple: porque el
calentamiento global ha colocado a los países
frente al desafío de generar mecanismos efectivos para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) y abordar mecanismos para
mejorar la gobernabilidad ambiental del planeta.
En este sentido, asignar un valor de emisión en
distintas cadenas industriales (del agro y de otros
sectores de la economía y la sociedad) es una
manera efectiva de resolver problemas asociados
al agro-negocio. La transparencia buscada en
estos mecanismos ayudará seguramente a prevenir la aplicación de barreras para-arancelarias e
impulsará la auditoria y certificación de productos
“ambientalmente seguros” en la góndola de los
supermercados. En última instancia, podemos
inferir que las “huellas” de los productos y procesos agroindustriales serán un mecanismo futuro
para premiar o penalizar conductas ambientales.
¿En qué punto estamos? Aún cuando se tienda
a la unificación de métodos y estándares a escala
global (por ejemplo, dentro de la concepción de
normas ISO), la valoración de la Huella de
Carbono está regida todavía por criterios bastantes caóticos que dependen de los métodos aplicados. Los “contadores” de carbono permiten en
cierto sentido manipular los números de manera
que generen un beneficio a quien opere el sistema. Buena parte de la valuación de huellas en
empresas está a cargo de auditoras y certificadoras privadas que aplican procedimientos crípticos
al ojo externo. Pese a ello, existen esfuerzos internacionales destinados a poner en caja y conferir
objetividad a valoraciones que parecen tener, en la
actualidad, una elevada carga de subjetividad. Los
esfuerzos más significativos para estandarizar
metodologías objetivas parecen darse en las cadenas de los productos forestales, en las cadenas de
la soja y el girasol, y en los biocombustibles (principalmente biodiesel de soja), que tienen un alto
peso económico en el mercado mundial.
¿Cuál es el estado del arte en Argentina? La
Argentina no ha invertido todavía montos significativos en la investigación de huellas ambientales
para el agro-negocio; por lo tanto, estamos a considerable distancia de otros países y organismos
internacionales que sí lo hacen. De cualquier
manera, nos es posible acceder a una parte de la
información y de los datos que esas iniciativas
van generando, y eso nos sirve para ir desarrollando nuestros propios sistemas de evaluación.
Los esfuerzos de cuantificación más concretos
parecen focalizarse en pocas instituciones que
buscan cuantificar estos procesos. La EEA Anguil
del INTA ha realizado algunos avances tendientes
a modelar las emisiones en cadenas que históricamente han tenido valor exportable para la
Argentina (soja, girasol, maíz, trigo, carne, leche).
La huella de carbono en la agroindustria
7
¿Qué problemas nos impiden avanzar? Un problema generalizado que tenemos en Argentina es
creer que la cadena de cada producto comienza y
termina en el potrero o en la tranquera del establecimiento rural. Es allí donde se inicia el proceso de evaluación de la huella, pero no donde termina. La noción básica que debe regir la evaluación de una huella ambiental es la necesidad de
considerar todos los eslabones de la cadena
agroindustrial estudiada, “desde la cuna hasta la
tumba”, terminando en la góndola del supermercado o en la bolsa de residuos del consumidor
doméstico. Cuando se valora la huella de carbono
midiendo únicamente cambios en la materia orgánica del suelo o en las emisiones del ganado, solo
se está evaluando parcialmente el primer eslabón
de la cadena. Faltan todos los eslabones restantes (transporte, almacenamiento, procesamiento,
embalaje, etc.). Es en aquellos eslabones posttranquera donde el trabajo se complica. Hay un
abundante soporte metodológico y de datos de
campo para estimar emisiones de la producción
primaria en la Argentina provenientes de estudios
en establecimientos reales y de mediciones de
campo y laboratorio, pero son muy escasas las
mediciones disponibles para los restantes eslabones. Las razones son simples: el INTA tuvo tradicionalmente un acceso fácil a los campos de productores, pero el acceso a los procesos industriales no es tan sencillo. Por otra parte es bastante
difícil en las industrias desagregar los consumos
energéticos y emisiones en los distintos pasos o
etapas que integran un proceso industrial, ya que
8
EEA INTA, Anguil
los consumos de gas y electricidad, por ejemplo,
aparecen en las facturas de pago como un valor
altamente agregado, sin discriminar. Es necesario
desarrollar una metodología que permita inferir la
partición de la energía en las distintas etapas de
procesamiento en planta.
¿Cuál debería ser el rol del estado en
Argentina? No hay duda de que las instituciones
públicas de investigación deben definir su rol
estratégico frente a la problemática de las huellas
ambientales. Es claro que el estado no podría
cumplir funciones de auditoria ni de certificación
para las empresas del sector agro-industrial. En
general, este rol es derivado a empresas especializadas del sector privado que están inscriptas y
acreditadas por organismos específicos que
poseen los países importadores en las economías
desarrolladas. Pero los organismos de investigación y transferencia tecnológica pueden facilitar
el proceso poniendo a disposición de los usuarios
nacionales información, procedimientos y protocolos que, idealmente, deberían estandarizarse
dentro del país. Y más tarde, adecuarlos a los
estándares internacionales dominantes.
Dentro de este limitado marco de referencia,
con esta contribución aspiramos a disparar un
proceso que parece inevitable abordar.
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
contenidos
Prólogo 1
3
Ricardo. D. Thornton
Director Centro Regional La Pampa-San Luis
Prólogo 2
5
María Elena Zaccagnini
Coordinadora Área Estratégica Gestión Ambiental
Prefacio
7
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
Capítulo 1. Algo de historia y el presente
11
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
Capítulo 2. Enfoques y métodos
19
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
Capítulo 3. Producción Primaria
27
Federico C. Frank
INTA EEA Anguil/ Fac. Cs. Ex. Y Naturales UNLPam
Capítulo 4. Cadena de la Soja
34
Gustavo Montero
Consultor Externo
Capítulo 5. Cadena del Girasol
47
Gustavo Montero
Consultor Externo
Capítulo 6. Cadena del Trigo
56
Patricia Valeria Sirotiuk
Fac. Cs. Ex. Y Naturales UNLPam
Capítulo 7. Cadena del Maíz
71
Gustavo Montero
Consultor Externo
Capítulo 8. Cadena de los Lácteos
79
M. Florencia Ricard y Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
La huella de carbono en la agroindustria
9
10
EEA INTA, Anguil
capítulo 01
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
Algo de historia y el presente
1. De la huella ecológica a la huella de
carbono
La noción de Huella Ecológica surgió a comienzos de la década de 1960 a partir de estudios pioneros (Wackernagel et al., 2002) que tomaron
nota de una aceleración del crecimiento económico, y un aumento paralelo del consumo per capita
y del uso de recursos naturales, principalmente
en las economías más desarrolladas. Las evidencias mostraban que el precio pagado a cuenta de
ese enriquecimiento material era la degradación
de los suelos, el agua, el aire, los bosques y el
hábitat que ofrece refugio a la diversidad biológica. Los resultados de esos trabajos mostraban
que la sobrecarga ecológica producida por el desarrollo social y económico podía llevarnos a un
empobrecimiento de los recursos del planeta y un
riesgo creciente de auto-destrucción.
El concepto de Huella Ecológica (HE) es simple: consiste en convertir los flujos de energía y
materia que ingresan a, o salen de, un país o una
región en su equivalencia de tierra y agua utilizada. Expresada en términos más simples, la Huella
Ecológica fue planteada como un instrumento de
contabilidad destinado a valorar los requerimientos de consumo y los requerimientos de asimilación de desechos de una población o país o en
relación a la cantidad de tierra productiva disponible (Wackernagel y Rees, 1996). De esta manera, aparecen países que tienen una pauta de consumo que excede su capacidad biológica para
producir los bienes que consume, mientras otros
países tienen una capacidad biológica de producción que excede a lo que consumen (Figura 1). En
general, los países desarrollados caen en la primera categoría y por ello se dice que tienen una
elevada Huella Ecológica. No solamente utilizan
Figura 1: Huella ecológica y
capacidad biológica de
seis países seleccionados.
Fuente: Hails et al., 2006.
La huella de carbono en la agroindustria
11
todas sus tierras disponibles para producir, sino
que deben recurrir a las tierras de terceros países
(generalmente países en desarrollo) para adquirir
los bienes demandados.
Pese a que este enfoque permite ordenar a los
países y regiones en función de sus impactos relativos sobre el planeta, los indicadores de HE suelen ser cuestionados por ecólogos y ambientalistas porque ofrecen valoraciones poco desagregadas y muy genéricas de daño ambiental, sin diferenciar impactos específicos que permitirían
abordar soluciones en forma puntual. No obstante, inspirados en la noción de Huella Ecológica,
hoy existen iniciativas que apuntan a diferenciar
otras “huellas” de mayor especificidad temática,
como las huellas del carbono, la energética, la
hídrica, la mineral, etc. La Huella del Carbono (HC)
constituye un componente importante de la
Huella Ecológica total. Las estimaciones globales
indican que la Huella Ecológica total de la humanidad (y naturalmente, la propia HC) no han dejado de crecer en los últimos 40-50 años. Más aún,
existen autores que sostienen que el punto de
equilibrio entre la Huella Ecológica y la capacidad
biológica del planeta se habría quebrado a mediados de la década de 1980 (Brown y Kane, 1994).
La HC adquiere importancia cuando la sociedad global se percata que las emisiones de gases
de efecto invernadero (GEI) provocadas por el
hombre tienen un impacto directo sobre el actual
calentamiento global que sufre el planeta (IPCC,
2007). Los sucesivos informes del IPCC vienen
dando cuenta de la inequívoca influencia que
durante los últimos 200 años, a escala global, ha
tenido el hombre en el calentamiento atmosférico
y el cambio climático que hoy sufre el planeta. No
se observan todavía señales de una reversión de
tendencias en la emisión de GEI, y es poco probable que, aun revirtiendo esas tendencias, en las
próximas décadas se detenga el proceso ya evidenciado. Pero aún si se lograran invertir estas
tendencias, los efectos sobre la temperatura
recién se apreciarían hacia fines del siglo 21. Sin
embargo, más allá de este panorama poco optimista, existe un consenso dominante en la comunidad de naciones de la necesidad de poner el
proceso de emisiones de GEI y su concentración
en la atmósfera bajo condiciones de gobernabilidad global.
12
EEA INTA, Anguil
2. Carbono y ciclo de vida
La HC es una medida que trata de cuantificar la
cantidad de gases de efecto invernadero (GEI)
emitida -expresada en equivalentes de CO2 - que
es liberada a la atmósfera como resultado de
intervenciones humanas. Comprende todas las
actividades o eslabones de un proceso que describe el ciclo de vida de un producto, desde las
materias primas utilizadas hasta el desecho final
como residuo. De esta manera, el consumidor
puede tener una idea del potencial de contaminación de los productos que consume.
La HC representa el 50% de la Huella Ecológica
total de la humanidad y es, sin duda, el componente que crece más rápidamente y genera mayor
preocupación por sus efectos potenciales sobre el
cambio climático. Es una expresión de la necesidad de recapturar los volúmenes de CO2 emitidos
para mantener a la atmósfera global dentro de
rangos térmicos estables.
La HC varía notablemente en función del desarrollo relativo alcanzado por países, regiones y
áreas dentro de los mismos países. En un artículo
reciente, Charles et al. (2010) detectan, entre economías desarrolladas y economías en desarrollo,
diferencias significativas en la HC que dejan los
distintos eslabones de la cadena agroalimentaria,
incluyendo la producción primaria, el transporte y
el procesamiento, la distribución minorista, la
venta en góndola y los desechos de consumo
(domésticos y municipales). Como patrón general, mientras la mayor HC en las economías desarrolladas se concentra en el último eslabón (desechos del consumo doméstico), en las economías
en desarrollo se concentra en los eslabones
correspondientes a la producción primaria, y al
transporte y procesamiento de los alimentos. Esta
asimetría refleja el perfil definidamente consumista alcanzado por las sociedades desarrolladas, y la baja eficiencia (debido a pérdidas en
cosecha, transporte y procesamiento) que muestran las sociedades menos desarrolladas.
Actualmente, los problemas asociados a la HC
se evalúan en un marco más general denominado
Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de un producto,
proceso o servicio (Figura 2). El ACV apunta a
diagnosticar y rediseñar procesos complejos bajo
el supuesto que los recursos energéticos y las
materias primas son finitos y que es necesario la
Figura 2: Eslabones o etapas en el análisis de ciclo de
vida (ACV) de un producto.
sustitución de los mismos cuando éstos escasean
y encarecen. Al mismo tiempo, se privilegia la
reducción de residuos generados durante la producción y el consumo. En el sector agro-alimentario, el ACV supone un estudio detallado de las
cadenas agroindustriales que estima, a través de
varios indicadores (HC, consumo de energía fósil,
acidificación atmosférica, eutrofización de aguas,
etc.), los impactos de cada eslabón sobre el
ambiente. Se están desarrollando modelos bastante precisos para evaluar estos impactos a nivel
del eslabón de la producción primaria debido a
que es relativamente fácil acceder a la información y los datos requeridos. Sin embargo, las evaluaciones se tornan más complejas a medida que
se requieren datos acerca de los eslabones más
alejados a la producción primaria, como el transporte, el procesamiento del producto, la distribución y los desechos generados luego de consumidos los productos de la góndola.
La noción de ACV y su desarrollo no son nuevos (Papendiek, 2010). Se originaron casi simultáneamente en Estados Unidos y Europa durante la
década de 1960. Formalmente, el primer ACV se
registró en 1969 para la empresa Coca-Cola con el
fin de disminuir el consumo de recursos y la can-
tidad de emisiones al ambiente. Durante la década de 1970 se realizaron numerosos ACV en EEUU
bajo el contralor de la EPA (Environmental
Protection Agency) y consultoras privadas.
Inicialmente, los desarrollos de ACV se concentraron en la industria de los envases (de vidrio, plástico, acero y aluminio) para bebida, la química, los
plásticos y la construcción. Pese a los avances
metodológicos registrados en los países escandinavos, las aplicaciones del ACV a los sectores
agrícola y agro-industrial se encuentran todavía
en una fase embrionaria de desarrollo (Zaénz y
Zufía, 1996).
Posteriormente, la organización internacional ISO (International Standardization
Organization) se apoyó este desarrollo para tratar
de establecer una estructura unificada de trabajo
en sus enfoques, procedimientos y nomenclaturas (Cascio et al., 1996). El proceso fue evolucionando debido a que se incorporaron nuevas etapas de evaluación con sus respectivos desarrollos
metodológicos, índices, coeficientes y software
destinado a realizar ACV en procesos industriales
y organizaciones de servicio. Actualmente, la
estructura del ACV se representa a través de las
normas ISO14040, ISO14041, ISO14042 e
ISO14043. En la norma ISO14040, se establecen
los fundamentos del ACV con sus etapas de evaluación, marco metodológico, preparación de
La huella de carbono en la agroindustria
13
informes y revisión crítica. En las tres normas restantes se explican, en forma detallada, cada una
de las etapas del ACV. Un reporte técnico adicional (ISO/TR14049) ejemplifica cómo aplicar la
norma ISO14041 (Marsmann, 2000).
3. La responsabilidad de la sociedad y
los agro-negocios
La HC se ha convertido en un instrumento que
contribuirá a que la sociedad, sus instituciones y
sus empresas tengan un comportamiento socialmente responsable procurando seleccionar alternativas productivas menos agresivas para el
ambiente y más sustentables en el largo plazo.
Las empresas agro-industriales tienen la posibilidad de adherir de manera voluntaria a programas
de reducción de emisiones GEI y a certificar sus
productos y procesos a través de etiquetas que
generen transparencia y un vínculo creíble entre
los distintos eslabones de la cadena productiva y
el consumidor final.
En un valioso trabajo de revisión, Papendiek
(2010) puntualiza que la valoración de la huella de
carbono permite i) reducir la emisión de GEI y
compensar las emisiones restantes, ii) identificar
oportunidades para reducir costos, iii) Incorporar
la reducción de emisiones en la toma de decisiones, iv) transparentar la responsabilidad ambiental del empresario, v) satisfacer la demanda de
información por parte de los consumidores, y vi)
favorecer la sustentabilidad de las economías.
Papendieck (2010) discute en su informe las
acciones en desarrollo respecto a estimaciones
de la HC en los dos grandes mercados demandantes de alimentos a nivel mundial: la UE (EC, 2008)
y EEUU (EPA, 2007). Señala la autora que la UE
lidera las acciones tendientes a implementar los
etiquetados ecológicos, mientras ya tienen lugar
programas nacionales en Francia (Leyes Grenelle)
y en el Reino Unido (Public Available
Specification, PAS 2050). La Leyes Grenelle establecen el marco general para aplicar indicadores
de buena práctica en las normas ISO de la serie
14000 y apunta a la instrumentación de un etiquetado voluntario a la fecha, pero obligatorio en los
próximos años. El estándar británico PAS 2050, por
su parte, es una norma para la medición de la HC
que incorpora un método que evalúa emisiones
GEI un producto a lo largo de su ciclo de vida, con-
14
EEA INTA, Anguil
siderando las fuentes iniciales provenientes de la
materia prima utilizada, el procesamiento del producto, el transporte, su distribución minorista y,
finalmente, su desecho o reciclado doméstico.
Este estándar puede ser empleado para evaluar una amplia gama de procesos formales e
informales, y comunicar el comportamiento
ambiental de la cadena evaluada a los consumidores. EEUU, mientras tanto, debate en el
Parlamento un sistema de adopción de estándares de comportamiento ambiental y la imposición
de aranceles en frontera. Antes o después, estas
acciones conducirán al establecimiento de un etiquetado de HC de forma obligatoria en aquellos
países que han comenzado a abordar el problema
(Sedjo y Swallow, 2002; Jan, 2009). Países escandinavos como Dinamarca y Suecia han logrado
importantes progresos metodológicos y han
hecho aportes significativos para instrumentar
sistemas de ACV destinado a cadenas relevantes
de la actividad agropecuaria y agro-industrial
(Ekvall et al., 2004, Wenzel et al., 2001). En Suecia
varias cadenas de supermercados
y restaurantes indican los kilos de dióxido de
carbono emitidos para producir un kilogramo de
los alimentos ofrecidos. En Alemania se intenta
valorar la HC de varios productos, que más adelante serán etiquetados, mediante una metodología unificada que combina atributos de los sistemas ISO y PAS 2050. España también ha comenzado a transitar ese camino, teniendo como antecedente una iniciativa desarrollada en Andalucía
que procura medir la HC en productos específicos
de la región, como aceite de oliva, tomates cherry
y una variedad de uva. En el Cono Sur de
Sudamérica, Chile ha sido pionero en el desarrollo de una metodología propia de medición de HC
y etiquetado en vinos, que se haría extensivo a
frutas finas de exportación.
En Argentina, el INTA (Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria) desarrolló un software
denominado AgroEcoIndex® (Viglizzo et al., 2006)
destinado a evaluar el comportamiento ambiental
de empresas y áreas rurales. Junto a 18 indicadores, el modelo calcula la HC de las actividades
agropecuarias en su primer eslabón (producción
primaria), pero no avanza en estimaciones sobre
otros eslabones que integran la cadena completa
en un ACV. Este modelo ha tenido una importante
difusión entre empresas rurales, grupos de pro-
ductores y fondos de inversión en siembra de
Argentina y países vecinos.
Por otro lado, algunas empresas, como Aguas
Danone y Aceitera General Deheza, han incursionado en estimar su propia HC. En Brasil, siguiendo el Greenhouse Gases Protocol, empresas como
Petrobrás, Bradesco, Natura, Banco do Brasil y
Wal-Mart entre otras, realizan una evaluación de
su HC. SADIA es la primera empresa brasilera del
sector de las carnes que, mediante planes de
forestación, se incorporó en un proyecto de “carbono cero” que tiene como objetivo neutralizar el
100% de sus emisiones de CO2 debidas a la producción ganadera. EMBRAPA (la Empresa
Brasilera de Investigación Agropecuaria) ha aportado un desarrollo tecnológico (APOIA-Novo
Rural) de utilidad para evaluar impactos del sector agropecuario, entre ellos sobre la economía
del Carbono (Stachetti Rodrigues et al., 2009).
Este modelo ha sido chequeado con éxito en
Brasil y Uruguay.
Como apunta Papendiek (2010) en su informe,
las evidencias disponibles sugieren que la implementación del etiquetado de HC en la agroindustria es una realidad próxima. Se debe remarcar
que según un estudio de la Carbon Trust
Foundation, muchos consumidores de EE.UU. y la
UE, evaluados a través de encuestas, están dispuestos a tener en cuenta la HC al momento de
realizar sus compras.
4. Huella de carbono y comercio
Luego de la firma entre países de varios convenios de índole ambiental, en el año 1997 se firmó
el Protocolo de Kyoto que entró en vigencia en
2005. A través de este instrumento los países signatarios acordaron una reducción voluntaria de
las emisiones netas de Gases de Efecto
Invernadero (GEI) durante el período 2008-2012
hasta alcanzar un nivel equivalente a las emisiones del año 1990. Esto dio origen al “mercado de
carbono”, que estableció “unidades de emisión”
para todos los países, de manera que los países
que acrediten secuestro de carbono pueden vender a los países emisores parte del excedente en
sus “unidades de emisión”. La creación del mercado de carbono crea, internamente dentro los
países, la necesidad de rastrear la HC de distintos
productos y procesos productivos en empresas
agropecuarias e industriales. Los resultados y
progresos alcanzados a través de este protocolo
inicial y algunas ratificaciones posteriores (en
Nairobi 2006) han sido hasta ahora más bien exiguos. En la Conferencia de Bali (Indonesia) del
2007 las partes acordaron una nueva hoja de ruta
con vistas a una Cumbre Mundial en Copenhague
en el 2008 que tuvo como propósito acordar nuevas metas para el período posterior al 2012.
En Copenhague se rubricó una carta de intención entre 192 países, contando esta vez con el
apoyo de EE.UU., China, Sudáfrica e India. Esta
carta estuvo muy lejos de las expectativas generadas en Bali, ya que no fijó metas de reducción
de emisiones, sino que creó un fondo de U$S
10.000 millones entre 2010 y 2012 para que los
países más vulnerables afronten los efectos del
cambio climático, y 100.000 millones anuales a
partir de 2020 para instrumentar medidas de mitigación y adaptación. La Cumbre II de Río de
Janeiro del 2012 ha sido juzgada por expertos
como una nueva experiencia fallida.
Es muy probable que en el futuro cercano se
incluyan a la agricultura y la ganadería como actividades sujetas a obligaciones de reducción de
GEI, cuyas emisiones de metano y óxido nitroso
representan, respectivamente, el 47 % y 58 % de
las emisiones totales. No es ésta una buena noticia para los países en desarrollo que exportan
productos agropecuarios porque quedarán
expuestos a presiones crecientes de reducción de
emisiones. Como las emisiones en estos procesos
productivos responden, en general, a constantes
biológicas, los márgenes de acción y reducción
son exiguos y se pueden convertir en un dolor de
cabeza para los productores primarios y exportadores de alimentos y fibras. En este contexto, el
no cumplimiento de pautas que comprometan la
salud ambiental del planeta por parte de los países los va a someter a presiones crecientes, las
cuales pueden materializarse en sanciones
comerciales.
La imposición de barreras al comercio recae,
inevitablemente, sobre las empresas exportadoras, lo cual impone la necesidad de adoptar mecanismos que permitan auditar a través de terceros
sus procesos productivos. El etiquetado “verde”
(ambiental o ecológico) es un camino que el sector privado comienza a explorar para demostrar
transparencia en su gestión ambiental. La HC
La huella de carbono en la agroindustria
15
puede ser disparador de este tipo de etiquetado,
incorporando más tarde otros indicadores de performance ambiental. La inversión en un sistema
de “etiquetas verdes” no garantiza la apertura de
nuevos mercados, pero al menos puede ayudar a
evitar que mercados hoy existentes se cierren en
el futuro.
Las etiquetas “verdes”, que son adoptadas
voluntariamente por algunas empresas con el
propósito de diferenciar productos, pueden tener
un simple fin informativo (comunicar a los consumidores características productivas deseables y
comparables) o un fin acreditativo (certificaciones
ecológicas y ambientales), lo cual demanda un
arbitraje a cargo de terceras partes que auditan
productos y procesos. La legalización entre países de este mecanismo puede dar lugar a la imposición de barreras comerciales a aquellos productos y procesos que no acepten voluntariamente el
sistema.
La HC puede servir de base, como ya se dijo, a
un etiquetado “verde” surgido del ACV de un producto destinado al consumo interno o a la exportación. En la actualidad, el Reino Unido, Francia,
Alemania y Bélgica están desarrollando iniciativas
en esta dirección, y seguramente el sistema denominado PAS 2050 elaborado por el Reino Unido,
es una de las más avanzadas. También se trabaja
en la unificación de enfoques, criterios y metodologías para toda la UE. Sus fundamentos son saludables porque ayudan a generar credibilidad
social y abrir o sostener mercados valiosos. Sin
embargo, el sistema está expuesto a tergiversaciones y controversias acerca de los criterios y
metodologías para medir las emisiones de C en
cada eslabón de la cadena agro-industrial. Las
economías agro-exportadoras alejadas de los
centros de consumo de los países desarrollados
(como ocurre con países del Cono Sur de
Sudamérica) pueden quedar expuestas a la arbitrariedad de un mecanismo de valuación de emisiones del transporte transoceánico conocido
como “food miles”, y que computa las millas recorridas para llegar a puertos de ultramar como una
emisión adicional del producto cuando éste abandona el puerto de origen. La imputación de ese
costo extra en C desbarata cualquier estrategia de
los países productores para reducir drásticamente sus emisiones internas, y en la práctica se
puede convertir en una peligrosa barrera de pro-
16
EEA INTA, Anguil
tección comercial por parte de los países importadores. Hay supermercados en Reino Unido que
solicitan la etiqueta de “food miles” en limones,
manzanas, peras y carnes provenientes de países
sudamericanos. Eso supone la obligación de identificar en cada producto exportado los kilómetros
recorridos por el transporte interno en el país de
origen, más los que surgen del transporte internacional, más los kilómetros recorridos hasta la
góndola del supermercado.
Los países perjudicados por este concepto
contraponen otro de carácter ético denominado
“fair miles”, que esencialmente es una invitación
al juego limpio ante el proteccionismo ambiental
que levantan algunos países desarrollados.
Cargar las emisiones del transporte transoceánico
perjudicaría notablemente, por ejemplo, a las
exportaciones de carne desde países como
Argentina, Brasil o Uruguay, ya que podría generarles una HC desfavorable si se la compara con la
producción de carne local dentro de los propios
países europeos. Pero si tenemos en cuenta que
los sistemas intensivos de producción de carne en
Europa consumen soja importada de Brasil y
Argentina ¿cuál sería la verdadera HC de la carne
europea teniendo en cuenta que el volumen de
soja importada para consumo del ganado arrastra
una carga muy alta en “food miles” que es varias
veces superior al volumen de carne importada
desde Sudamérica?
El amplio abanico de herramientas y normas
voluntarias (por ejemplo: eco-etiquetado en la
Unión Europea) tendrán una notable incidencia en
el mercado global. Impulsada por una creciente
sensibilidad ambiental de las sociedades desarrolladas, ya no cabe duda que la legislación internacional aumentará las exigencias de contralor
ambiental sobre las empresas exportadoras. Pero
la presión también provendrá de la competencia
ejercida por las empresas ambientalmente proactivas, o sea aquellas que tratarán de aprovechar
las oportunidades comerciales emergentes y obtener ventajas de posicionamiento en el mercado.
5. Contando carbono
En medio de estas cuestiones, es inevitable
reconocer que el mundo avanza hacia la implementación de sistemas de contabilización del carbono similares a los sistemas de contabilización
monetaria. Sabemos que en nuestros países una
parte de la economía opera “en blanco”, es decir
que se mueve dentro de un circuito formal y fiscalizado. Pero otra parte significativa se mueve dentro de un circuito informal que escapa a toda fiscalización; o sea, que opera “en negro”. La clásica omisión del pago de impuestos es un claro
ejemplo de informalidad en los negocios. Los sistemas fiscales de los países organizados penalizan la “economía en negro” por razones de gobernabilidad, y por el costo económico y social que
impone. De igual manera, en un mundo que avanza hacia una doctrina de gobernabilidad ambiental a escala global, los costos ambientales estarán
sujetos a un análisis de trazabilidad que permita
internalizarlos.
Las tendencias que se registran en varias economía desarrolladas (principalmente de Europa
occidental) indican que el “blanqueo” de la HC
marcará la diferencia entre una economía de carbono formal y otra informal. El etiquetado de la
HC en cadenas agro-industriales apunta a dar
transparencia a los procesos productivos, y esa
misma etiqueta podrá ser utilizada como un factor de diferenciación entre un commodity genérico y un producto de alta especificidad. Los mercados sofisticados, de alto poder adquisitivo, se
inclinan a promover la compra de productos diferenciados de alta especificidad (Jan, 2009).
Naturalmente, la trazabilidad del carbono en
las cadenas agro-industriales impone un costo
económico que las empresas adoptantes deben
asumir. En ocasiones, esta trazabilidad se convierte en una ventaja competitiva para ganar nuevos mercados. Pero en otros casos, se asume
como un costo inevitable que se acepta con el
solo fin de retener mercados ya existentes. Sin
duda, hay que reconocer que en este tipo de
demanda subyace un cierto grado de hipocresía,
ya que el etiquetado de HC asignado a un producto no siempre es interpretado por el consumidor
debido a que carece de patrones numéricos de
referencia para compararlos. En tales casos, la
preferencia surge como resultado de una creciente “conciencia ecológica” de los consumidores o,
simplemente, como una reacción emotiva a las
estrategias de publicidad de los productos y procesos comercializados.
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18
EEA INTA, Anguil
capítulo 02
Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil/INCITAP CONICET
Enfoques y métodos
El análisis de la huella de carbono involucra
una operación analítica que tiene en cuenta cada
uno de los procesos evaluados en cada eslabón
de la cadena, y ofrece una idea aproximada de la
cantidad (kg) de cada uno de los productos finales comerciables o consumible (ver cajas amarillas arriba en la caracterización de la cadena) producidos a partir de cada tonelada (1000 kg) de
grano de soja ingresada a la cadena.
La guía PAS 2050 (2011) sugiere seguir cuatro
pasos metodológicos, a saber:
1) Definir los límites del sistema a estudiar y
sus flujos de masa
2) Colectar datos en los distintos eslabones de
la cadena a estudiar
3) Calcular la huella de carbono
4) Interpretar resultados y sugerir caminos de
mitigación.
1. Límites del sistema y flujos de masa
Para realizar el proceso evaluativo, se debe
definir claramente el sistema a ser evaluado; es
decir, decidir en qué puntos de la cadena iniciar y
finalizar la evaluación. Puede ser (i) en el eslabón
primario únicamente, cerrando los cálculos al
momento de abandonar la tranquera de salida del
establecimiento evaluado (“desde la cuna hasta
la tranquera”), (ii) en el eslabón industrial (procesamiento) únicamente, terminando el cálculo
cuando el producto abandona la plataforma de
despacho de la planta (“desde la cuna hasta la
plataforma de carga”), o (iii) el proceso integral
desde el predio agropecuario hasta el destino
final de producto (consumidores locales, puerto
de exportación, distribuidor minorista, etc.).
Idealmente, el proceso completo (“desde la cuna
hasta la tumba”) conocido como Análisis del Ciclo
de Vida (ACV), es el más significativo para tener
una visión integral de las emisiones de gases de
efecto invernadero por tonelada de producto final
comercializado o consumido.
Definir los límites del sistema es el primer
paso en la evaluación, e implica delimitar el conjunto de elementos y componentes que aportan
de la HC del producto o proceso a evaluar. Es
decir, implica definir con claridad cuáles son los
ingresos y salidas del sistema y cuáles son los
procesos de transformación ocurridos en cada
eslabón de la cadena a estudiar. Tantos los ingresos (energía, insumos, conocimiento) como las
salidas (productos, procesos, servicios) en cada
eslabón van acompañados por un factor de consumo de energía y de emisión de GEI.
Generalmente, los límites del sistema son
identificados mediante un diagrama de flujo que
muestra los insumos, procesos, productos y subproductos que se utilizan y generan en cada paso
unitario o eslabón de la cadena. El producto de un
eslabón de la cadena puede ser un insumo del
eslabón siguiente. El producto final, con su factor
de emisión expresado en ton de equivalente CO2
por kg de producto (kg eq-CO2/kg producto) ofrece un número final acerca de la HC de ese producto evaluado. Y éste es, precisamente, el factor
clave para comparar productos similares que se
generan a partir de procesos industriales distintos. Dividir un proceso general en sus correspondientes procesos unitarios a nivel de cada eslabón de la cadena, facilita la identificación de las
entradas, transformaciones y salidas del sistema
evaluado.
La huella de carbono en la agroindustria
19
El sistema, una vez definido, permite realizar
un análisis del flujo de masa, que consiste en
cuantificar la cantidad total de materiales (expresada en kg o litros) de los materiales que entran y
salen de cada eslabón hasta quedar reducido a
una cifra que representa la cantidad de producto
final generado. Esto ayuda a visualizar cómo y
donde cada material ha sido utilizado y/o transformado (PAS 2050, 2008). A medida que se acumulan los procesamientos que sufre el producto
primario a lo largo de la cadena, la cantidad de
masa se va reduciendo y las emisiones de GEI se
van acumulando, de manera que toda la emisión
GEI de la cadena analizada se concentra en el kg o
litro de producto final producido. Por ejemplo, si
la emisión que se genera al producir un kg de soja
en el potrero es de unos 0,044 kg eq-CO2/kg de
soja, la cantidad total de emisión acumulada para
producir un kg de pellets de soja es de aproximadamente 1,060 kg eq-CO2/kg de pellets.
Un análisis completo del ciclo de vida de un
producto incluye varias etapas de análisis, a
saber: (1) producción primaria, (2) transporte a
planta procesadora, (3) procesamiento industrial,
(4) transporte mayorista y minorista, (5) destino
de venta (supermercado, puerto, etc.), (6) consumo doméstico y disposición final de los desechos
(basura).
El análisis puede ser abordado con distinto
nivel de complejidad, de acuerdo al detalle de la
información y de los datos a los cuales se tiene
acceso. Cuanto más detallada sea la disponibilidad y recolección de datos a través de los distintos eslabones de la cadena, tanto más precisa
será la estimación de la HC del producto final analizado.
En la Figura 2 del Capítulo 4 de este libro se
puede ver un análisis simplificado del flujo de
masa de un producto dado, en este caso, la cadena de pellets de soja. En el enfoque que aquí utilizamos, la evaluación de cada kilogramo de producto final comerciable incluye (i) un análisis del
flujo de masa (en kg), (ii) un análisis energético
(en MJ/t) y (iii) un análisis de la Huella de Carbono
(en equiv-CO2/ton).
2. Colección de datos
Idealmente, el análisis debería estar basado
en una meticulosa colección de datos físicos en
20
EEA INTA, Anguil
cada eslabón de la cadena, y el acceso de primera mano a datos de emisión de cada insumo, actividad o proceso considerado. Pero esto raramente es posible por la dificultad práctica que existe
tanto para obtener datos físicos de los eslabones
considerados, como datos de consumo de energía y emisiones GEI de los insumos y actividades
realizadas. En la generalidad de los casos, la
información utilizada proviene de referencias
bibliográficas (publicaciones sobre análisis de
ciclo de vida) y valores default (por defecto) aportados por organismos nacionales (casi siempre de
países industrializados) o internacionales que
abordan esta problemática.
2.1. Análisis de matrices energéticas
De acuerdo a la Agencia Internacional de
Energía, la matriz energética mundial está estructurada alrededor de los combustibles fósiles, los
cuales proveen más del 80% de la oferta de energía mundial. Alrededor del 60% de la electricidad
que se utiliza en el planeta es de origen térmico,
es decir que proviene primariamente de los combustibles fósiles (EIA, 2010).
Esto tiene importancia porque la composición
de la matriz energética de los países, y de las propias empresas productoras de bienes y servicios,
puede diferir sustancialmente. Por ejemplo, la
generación de electricidad en distintos países
(ISCC 205, 2011 y EIA, 2010) responde a distintas
matrices energéticas (Cuadro 1). Por lo tanto, sus
factores de emisión suelen ser significativamente
distintos. La matriz energética de Argentina, por
ejemplo, muestra que la mayor parte de la energía que utiliza tiene carácter no renovable
(90.9%), y es el gas natural la fuente principal
energética. La matriz de generación eléctrica de
Brasil o Nueva Zelanda, en cambio, se encuentra
fuertemente apoyada en la generación de energía
hidroeléctrica y otras fuentes renovables. El carbón mineral representa en China, India y Europa
una muy importante fuente de energía para generar electricidad, siendo éste el combustible fósil
con mayor potencial de emisión de GEI (Crompton
and Wu, 2010).
Por otro lado, de acuerdo a sus disponibilidades energéticas, las empresas agro-industriales
pueden generar una combinación de fuentes que
dan lugar a matrices energéticas específicas.
Cuadro 1: Composición de la matriz energética y emisiones GEI por KWh de electricidad generada en varios países.
Algunas pueden utilizar más energía hidroeléctrica; otras pueden utilizar más gas natural, resultando en patrones de emisión de GEI bastante
diferentes.
Como ejemplo, en el Cuadro 2 pueden apreciase algunas diferencias sustanciales en relación a
los aportes energéticos y a la emisión unitaria de
GEI de distintos combustibles.
2.2. “Memoria energética” y “memoria GEI” de
los insumos utilizados
Desde el punto de vista metodológico parece
conveniente comenzar asignando todos los insumos, procesos y actividades en cada eslabón de
una cadena agro-industrial un valor de consumo
de energía expresado en MJ/kg de producto.
Sobre esta base se calcula después la emisión de
GEI, ya que está dependerá del “mix” de combustibles utilizados para generar esa demanda energética. La base energética será menos emisora si
se utiliza energía hidroeléctrica, y más emisora si
la electricidad proviene de una fuente térmica
como el carbón mineral.
Por ejemplo, si una industria debe utilizar
hexano, ácido sulfúrico, hidróxido de sodio y cloruro de sodio como insumos para procesar cierto
tipo de materia prima, en el Cuadro 3 se ofrece
una estimación aproximada de la “memoria energética” (o sea, la energía utilizada) para producir
una unidad (un kg o un litro) de cada uno de esos
insumos. Luego, la “memoria GEI” de los mismos
va a depender del “mix” de combustibles utilizados para generar esa energía. Probablemente, si
Cuadro 2: Equivalencias
para consumo energético
y emisiones GEI de distintas fuentes de energía.
La huella de carbono en la agroindustria
21
Cuadro 3: Equivalencias para consumo energético y emisiones GEI de distintos insumos utilizados en la cadena
de la soja.
porte, almacenado y secado de la materia prima o
tratamiento de desechos y recuperación de subproductos. Ver ejemplos en Cuadros 5.1, 5.2 y 5.3.
3. Cálculo de la huella de carbono
el insumo es elaborado en Brasil generará menos
emisiones GEI que si es elaborado en China.
Sin dudas, esto introduce complicaciones, ya
que no todos los insumos que requiere una industria viene con certificación de emisiones GEI, y eso
dificulta realizar un análisis riguroso de la HC en
este eslabón de procesamiento.
Un análisis similar debería aplicarse para el
proceso de envasado o packaging. El Cuadro 4
muestra que el empacamiento de los productos
es una de las operaciones más costosas en términos de consumo de energía y de emisión de GEI,
aunque esta última variará de acuerdo a la matriz
energética del país y de la propia empresa elaboradora de envases. En la actualidad es poco
común encontrar envases que certifiquen su
“memorias” energética y GEI.
2.3. “Memoria energética” y “memoria GEI” de
actividades y procesos
En el análisis deben incluirse todas las actividades y procesos que ocurren en cada uno de los
eslabones de la cadena en estudio. Este enfoque
es aplicable a actividades tales como las de trans-
Una vez definidos los límites del sistema y
bosquejado su flujo de masa, es posible proceder
al cálculo de la HC. Se puede trabajar sobre el
mismo diagrama del flujo de masa, o bien sobre
una planilla Excel.
Los datos sobre insumos y actividades pueden
llegar al operador en formatos muy diferentes de
acuerdo a las fuentes utilizadas de información.
Como criterio rector, todas las emisiones GEI
deberían ser expresadas por unidad (kg., ton.,
litro, MJ) de producto final, aunque también hay
valoraciones que se expresan por unidad de materia prima producida en el campo (por ejemplo, fruta,
soja, carne, leche, etc.), o directamente por hectárea productiva. Sin duda, esta conciliación de formatos y unidades es la parte más difícil de resolver.
Pero debe ser claramente definida desde el inicio,
sobre todo teniendo en cuenta que estos procesos
deberán ser comparados con otros similares bajo
un mismo formato y bajo las mismas expresiones.
La guía PAS 2050 (2011) recomienda tener en cuenta tres reglas esenciales:
(i) Al analizar el flujo de masa a través de distintos eslabones, se debe tener en cuenta el
destino de los desechos y las emisiones que
del mismo deriva. Por ejemplo, de cada 1000
litros de leche que ingresan a una planta, se
producen entre 45 y 60 kgs. de queso, con
varios subproductos (por ejemplo, suero) que
pueden o no ser utilizados dentro de la planta
Cuadro 4: Equivalencias
para consumo energético
y emisiones GEI de distintos sistemas de packaging en aceite de soja
por litro envasado.
Valores aproximados según varias fuentes. La carga a granel fue estimada a partir de operaciones similares en otros productos. Todos los
cálculos están basados en envases de 1litro. La cantidad de envases en 1 tonelada de material son los siguientes: (i) en plástico de poliestireno (PET), un kg de PET (costo energético de producción, 66.8 MJ/kg) genera 26 botellas; (ii) un kg de vidrio (costo energético de producción, 12.7 MJ/kg) genera 3 botellas de vidrio; (iii) un kg de aluminio (costo energético de producción, 139.1 MJ/kg) genera 55 latas de aluminio. Fuente: IPCC (2006), donde se indica que hay grandes variaciones de acuerdo a la tecnología de manufactura utilizada.
22
EEA INTA, Anguil
Cuadro 5.1: Valores sugeridos para transporte de
productos agropecuarios
y agro-industriales.
Cuadro 5.2: Valores estimados para el secado de granos.
Cuadro 5.3: Valores estimados para el tratamiento de desechos y recuperación de aceite en una industria aceitera.
o la empresa procesadora. Las emisiones totales que se generen a partir de un producto que
genera uno o más subproductos pueden distribuirse proporcionalmente entre ellos de
acuerdo al valor económico que tienen el producto final y los subproductos.
(ii) Los cálculos finales de HC deben ser transparentes para que la trazabilidad del proceso
sea posible, y otros operadores puedan verificar todas las operaciones de cálculo realizadas.
(iii) Deben registrarse todos los supuestos del
cálculo, todos los datos reales y los datos
default utilizados. Es importante tener en
cuenta que algunas emisiones evaluadas pueden ser negativas, por ejemplo, cuando hay
secuestro de carbono en un cultivo, una pastura o un bosque implantado. O la generación de
electricidad u otro combustible a partir de subproductos de la biomasa. Son excepciones
que pueden ocurrir.
Una vez aportados todos los datos requeridos
para cada eslabón de la cadena, el proceso de cálculo es sencillo, ya que consiste en realizar sumas
parciales en cada eslabón de la cadena, y sumas
acumuladas a medida que se pasa de un eslabón
al siguiente hasta llegar a la etapa final del proceso estudiado (tranquera, plataforma de carga,
góndola, puerto, etc.). Las HC de distintas cadenas agroindustriales pueden variar muy significativamente (Figura 1) y nos dan una idea del potencial de emisiones GEI de distintos productos que
se consumen frecuentemente.
En casos donde aparece una escasez crónica
de datos, suele ser necesario utilizar simplificaciones inevitables. Por ejemplo, agrupar todos los
insumos químicos bajo un factor genérico de
“memoria energética” o “memoria GEI”. En esos
casos, el PAS 2050 recomienda utilizar la opción
menos favorable, o sea, la que impone un mayor
consumo de energía o de emisión GEI. También
sugiere registrar con claridad esta operación, y
estar dispuesto a cambiarla si los registros de
datos mejoran. Es importante confirmar que estas
La huella de carbono en la agroindustria
23
Figura 1: Comparación de
las huellas de carbono de
distintas cadenas agroindustriales, desde la producción primaria hasta la
plataforma de entrega en
planta elaboradora.
factores simplificados hagan una contribución
modesta (por ejemplo, menos del 5 %) a la HC
total. Si su contribución tuviera un peso muy alto
en el resultado final, sería necesario recalcular en
base a datos más específicos.
Un aspecto importante a tener en cuenta es la
comparación con procesos similares (registrados
en la bibliografía) que permitan validar los resultados finales del cálculo. Esto es clave para entender el nivel de incertidumbre asociado a los cálculos realizados. Por ejemplo, si 1 kg de queso
emite, de acuerdo a otros estudios reportados,
entre 8 y 12 kg de equiv-CO2, una estimación
superior a 20 kg de equiv-CO2/kg de queso levantaría una alta incertidumbre acerca de la consistencia del procedimiento seguido.
La incertidumbre y la sensibilidad de los cálculos son aspectos importantes a tener en cuenta.
La incertidumbre es un factor asociado a este tipo
de estimaciones. Es necesario reconocer que los
cálculos de la HC pueden estar fuertemente afectados por supuestos inevitables, baches de información o inexactitud en las “memorias” de energía utilizada y emisiones GEI. O sea, la calidad de
la información y los datos utilizados es un factor
de incertidumbre. Por eso es importante ser realistas y tener claro cuándo el cálculo de la HC será
útil, y cuándo no lo será. Por ejemplo, el análisis
de incertidumbre de los factores será clave si el
eslabón estudiado tiene un peso muy alto en el
resultado final de la HC. En tal caso, el análisis de
sensibilidad del proceso estudiado puede dar pistas importantes para decidir si el grado de incerti-
24
EEA INTA, Anguil
dumbre respecto de los cálculos de emisión es
relevante o no. Estimar sensibilidad de los valores
es relativamente simple, porque simplemente se
hace una prueba cambiándolos para ver cómo
inciden en el resultado final. Por ejemplo, si se
modifica el medio de transporte utilizado, se
puede apreciar cuánto se modifica la emisión
total de carbono al final del proceso. Si se detecta un factor que genera alta incertidumbre y tiene
alta sensibilidad en el resultado final, será inevitable volver sobre ese punto crítico del proceso
estudiado para revisarlo con mayor detalle y buscar alternativas para mejorarlo.
4. Interpretar resultados y sugerir
caminos de mitigación
Sin duda, es ésta la etapa más relevante del
estudio efectuado. El análisis de la HC en una
cadena agro-industrial provee información esencial para identificar sitios y oportunidades de
reducción de emisiones GEI a través de la cadena
estudiada, y proponer una estrategia de manejo
de las emisiones a escala organizacional. El
aspecto clave es identificar los puntos críticos de
la cadena donde las emisiones son muy altas o
inestables, ya que ello servirá para programar e
implementar una estrategia efectiva de mitigación. Sin embargo, es importante tener en cuenta
que una detección relevante de puntos críticos va
a depender de la calidad y detalle de los datos utilizados. Por ejemplo, si se realizara un análisis
grosero de la cadena del queso en Argentina,
Figura 2: Partición porcentual de las emisiones GEI
por kilogramo de producto
final en la cadena agroalimentaria de los quesos en
Argentina.
Fuente: Ricard y Viglizzo, capítulo 7 en esta misma publicación.
podría rápidamente identificarse el eslabón más
sensible de la cadena analizada. En la Figura 2
puede apreciarse que los esfuerzos de mitigación
deberían focalizarse en la producción primaria, ya
que es muy probable que en ese eslabón se concentren los puntos más críticos de la cadena del
queso analizada.
Sin dudas, hay estrategias factibles para reducir emisiones en este eslabón inicial: es posible
lograr reducciones significativas, por ejemplo,
reduciendo el número de vacas en ordeñe y reteniendo vacas de mayor productividad individual.
Proporcionalmente se lograrán reducir significativamente las emisiones asociadas a los gastos de
mantenimiento del animal: una vaca de alta producción en lugar de dos vacas de mediana producción significaría reducir sustancialmente los
gastos de mantenimiento del sistema y consecuentemente las emisiones de metano y óxido
nitroso (dos potentes gases de efecto invernadero). A través de un cambio en el régimen de alimentación y un tratamiento meticuloso de los
efluentes del tambo también se puede lograr una
reducción significativa de emisiones GEI.
Es menester tener en cuenta que la localización de los puntos críticos de una cadena agroindustrial varía significativamente de un producto
a otro.
Como se puede apreciar en la Figura 3 al comparar cuatro cadenas, si bien los puntos críticos
de las cadenas del queso y del pan de trigo se
localizan en el eslabón de la producción primaria
(es decir, dentro de la tranquera del campo), los
puntos críticos de las cadenas del biodiesel de
Figura 3: Peso relativo de
los eslabones de producción primaria y procesamiento en las huellas de
carbono de cuatro cadenas
agroindustriales.
La huella de carbono en la agroindustria
25
soja y el bio-etanol de maíz se ubican el eslabón
del procesamiento industrial. Esto significa que
una estrategia efectiva de mitigación de GEI debe
encararse dentro de la tranquera del campo en las
dos primeras, y dentro de las plantas procesadoras en las dos segundas cadenas. Sin duda, ésta
es una interpretación muy grosera, y es claro que
se debe profundizar en el detalle de estos eslabones para identificar los puntos más sensibles del
sistema en materia de emisiones GEI.
La manera en que se comunican los resultados
de las cadenas evaluadas tiene importancia porque puede aplicarse a distintos fines: comunicaciones a la prensa, informes corporativos, informes a usuarios y grupos de interés, certificaciones de emisión GEI en envases, puntos de venta o
sitios web, etc.
Las certificaciones pueden ser realizadas por
la propia empresa productora o institución proveedora del servicio, por un certificador externo
comprometido, o por un certificador externo independiente. Esto debe ser comunicado con el producto para conferirle transparencia al proceso.
La certeza respecto a los datos comunicados es
esencial en toda comunicación a la sociedad, y esa
certeza debe ser garantizada por auditores o evaluadores externos confiables. Un auditor externo
garantiza la información que se comunicará a través
de una revisión de la consistencia de los datos utilizados y los procedimientos de cálculo.
Idealmente, el productor de un bien o servicio
certificado debe convencer y ayudar a sus proveedores de que hagan lo propio para certificar una
reducción generalizada de emisiones GEI a través
de toda la cadena agroindustrial. Los esfuerzos
de una actividad agroindustrial por reducir sus
emisiones GEI (por ejemplo, en el eslabón de pro-
26
EEA INTA, Anguil
cesamiento) pueden quedar neutralizados si
adquiere insumos o procesos a proveedores que
descuidan la respectiva emisión de sus actividades. De allí la importancia de que el producto certificado sea comunicado tanto hacia arriba (proveedores), como hacia abajo (clientes). La manera de encontrar una solución a este problema es
compartir la propia experiencia de valoración de
la HC con proveedores y clientes para estimularlos, o bien exigirles umbrales de tolerancia de
emisión GEI que pueden limitar la adquisición del
insumo o proceso cuando esos umbrales son
excedidos.
Referencias
• Crompton, P. and Wu, Y. (2010). Energy consumption in
China: past trends and future directions. Forthcoming in
Energy Economics. Australia. 21 pp.
• EIA (Energy Information Administration) (2010).
Electricity Emission Factors. U.S. Department of Energy.
Voluntary Reporting of Greenhouse Gases. 8 pp.
• ISCC (International Sustainability and Carbon
Certification) 205. (2011). GHG Emissions Calculation
Methodology and GHG Audit. 28 pp.
• PAS 2050 (2008). Specification for the Assessment of
the Life Cycle Greenhouse Gas Emissions of Goods and
Services. British Standards Institution, London (UK). 58
pp.
• PAS 2050 (2011). The Guide to PAS 2050:2011. How to
carbon footprint your products, identify hotspots and
reduce emissions in your supply chain. Defra (Department
for Environment, Food and Rural Affairs), DECC (Dept. of
Energy and Climate Change), BIS (Department for
Business, Innovation and Skills). BSI London, British
Library Cataloguing in Publication Data, 74 pp.
capítulo 03
Federico Frank
INTA EEA Anguil
Producción primaria
1. Introducción y alcance
de este estudio
El término “Huella de Carbono” ha ganado
dominio público en los últimos años, apareciendo
en los medios, instituciones públicas y de gobierno, y también en el ámbito comercial. Está basado
en el concepto de Huella Ecológica (Wackernagel
y Rees, 1996), y hace referencia a las emisiones
de gases invernadero que pueden asociarse a
actividades humanas. Sin embargo, no existe
demasiado consenso sobre cómo cuantificar la
huella de C: si considerar solamente emisiones
directas o también las indirectas, si considerar
solamente CO2 o considerar además otros gases,
etc. (Wiedmann y Minx, 2008).
En concordancia con el resto de los capítulos
de esta publicación, se definió la huella de C
como la medida de las emisiones totales de gases
invernadero causadas directa o indirectamente
por las actividades productivas, acumuladas en el
ciclo de vida de los principales productos agropecuarios. En este capítulo, se hizo referencia solamente a la etapa de producción primaria: desde
los insumos hasta el producto puesto en la tranquera del establecimiento rural.
En la mayoría de los productos de origen agropecuario, la producción primaria es una parte
importante de las emisiones totales de gases
invernadero, sobre todo en aquellos con poca elaboración posterior, y más aún cuando son de consumo interno. El objetivo de este trabajo fue
cuantificar las huellas de C de los principales productos primarios del sector rural en la región
pampeana de Argentina: trigo, girasol, maíz, soja,
carne y leche. Esta ecorregión es la que más apor-
ta a la economía agropecuaria nacional, ya que
con menos del 15% de la superficie, concentró en
promedio en los últimos años más del 70 % de la
población, más del 50% del stock de ganado bovino, y más del 65% de la superficie cosechada de
los cuatro principales cultivos (SIIA, 2012).
2. Fuentes de información y
metodología utilizada
La tarea de calcular la huella de C puede ser
abordada de dos formas: analizando el proceso
de producción “desde la cuna hasta la tumba”, o
analizando las entradas y salidas a nivel de todo
el sistema económico-ecológico (por ejemplo:
para analizar la huella de una persona, o un sector de la producción). La primera, denominada
“bottom-up”, permite mayor nivel de detalle (porque utiliza información específica), pero adolece
de la dificultad para identificar apropiadamente
los límites de los sistemas a estudiar (Wiedmann
y Minx, 2008). No obstante, parece ser la mejor
elección para analizar productos o procesos individuales.
Para la cuantificación de la huella de C de los
principales productos se utilizó información proveniente de un relevamiento de 200 establecimientos agropecuarios, realizado con el fin de
evaluar el impacto ambiental de las actividades
agropecuarias (Frank, 2007). Por medio de una
encuesta estandarizada se registró la información
concerniente al uso (o usos) de la tierra de cada
potrero, las actividades que se realizaron sobre
éstos, el rendimiento (en grano, carne o leche), y
los insumos que se utilizaron en cada sistema de
producción. Los productos agropecuarios fueron
La huella de carbono en la agroindustria
27
clasificados de acuerdo a su rendimiento en
“bajo”, “medio” y “alto”, y en el caso de los cultivos, a su sistema de labranza en “siembra directa” (SD) y “labranza convencional” (LC). Los productos ganaderos no pudieron clasificarse por
sistema de labranza porque en general los animales pastorearon en distintos forrajes dentro de
cada establecimiento, no necesariamente todos
SD o todos LC.
Las emisiones de gases invernadero se obtuvieron a partir de una adaptación de la metodología propuesta por IPCC (2006), que consiste en la
suma y resta de los valores estimados para las
distintas fuentes de emisión y secuestro, respectivamente. Los tres gases considerados fueron
dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), y óxido
nitroso (N2O). Los dos últimos se multiplicaron
por su potencia invernadero (21 y 310, respectivamente), para totalizar los resultados en toneladas
de Equivalente CO2 (Eq-CO2) por unidad de espacio y tiempo (ha y año). Luego, estos valores fueron afectados por el rendimiento, para ser expresados en kg de Eq-CO2 por kg de producto (o
litros, en el caso de la leche).
En primer lugar, se estimó la emisión de CO2 a
partir del consumo de energía fósil y del cambio
en el stock de C del suelo. El primero se obtuvo
como la suma de los costos energéticos (en Mj) de
los distintos insumos (plaguicidas, fertilizantes,
alimentos, semillas) y actividades que consumen
combustibles fósiles (labores, siembras, cosechas, aplicaciones). De acuerdo al tipo de com-
bustible (diesel, nafta, electricidad), la energía
fue convertida luego en emisiones de CO2. Los
cambios en el stock de C del suelo (en Mg ha-1
año-1) fueron estimados a partir de la metodología
propuesta por el IPCC, que contempla la interacción de factores como el uso de la tierra, las
labranzas, y el manejo de los rastrojos.
En segundo lugar, la emisión de gases invernadero por generación de CH4 deriva, en el sector
rural, de dos fuentes principales: fermentación
entérica y fermentación fecal. Como ambos valores dependen de la cantidad de animales y del
tipo de alimentación, se utilizaron distintos coeficientes de emisión para producciones extensivas,
semi-intensivas e intensivas (básicamente, porque hay más carbono en el pasto que en el grano).
Finalmente, se calculó la generación de N2O en
forma de emisiones directas e indirectas a partir
del N aportado por fijación biológica, fertilizantes,
excreciones animales y descomposición de los
residuos de cosecha. Una mayor descripción de
las metodologías utilizadas puede encontrarse en
Frank (2007) o en Viglizzo y Jobbágy (2011).
En todos los productos evaluados se estableció el sistema de análisis dentro de los límites físicos de cada establecimiento, en un año de producción (menos de un año en el caso de los cultivos de cosecha). Es decir, se consideraron los
costos energéticos de los insumos utilizados en
cada sistema de producción (cuánta energía
costó producirlos), y se prorratearon los costos
energéticos generales de los establecimientos
Cuadro 1: Huella de C de los principales cultivos de cosecha en la región pampeana.
Referencias: Entre corchetes tamaño muestral, entre paréntesis desvío estándar.
28
EEA INTA, Anguil
(electricidad, combustible para vehículos, calefacción, etc.), pero no se consideraron otras actividades post-cosecha (transporte, acopio, secado,
enfriamiento de la leche, etc.). Tampoco se consideró otra fuente importante de emisión de gases
invernadero: la deforestación y otros cambios en el
uso de la tierra. Esto fue debido a que, por un lado,
existen limitaciones metodológicas sobre cómo
asignar estas emisiones a los productos y, por otro,
a que en la región pampeana éste no es un proceso
que se esté dando en la actualidad.
3. Huella de C de los principales
productos agropecuarios
En el Cuadro 1 se pueden ver los valores
medios y desvíos de las huellas de C de los principales cultivos en los establecimientos relevados,
pertenecientes a la región pampeana, así como
las contribuciones de los distintos gases a la emisión total. En los cultivos se cosecha se encontraron valores de entre 0,2 y 0,7 kg Eq-CO2 kg producto-1, siendo el maíz el de menor huella de C,
principalmente por ser el de mayor rendimiento.
Por ejemplo, Cederberg et al. (2008) reportaron
para la producción de trigo (como parte de la
cadena de la harina) un total de alrededor de 0,45
kg (sin tener en cuenta la pérdida de materia
orgánica del suelo).
También se encontraron diferencias entre las
contribuciones de los distintos gases. Si bien la
contribución del N2O fue de entre el 3 y 6% del
total en todos, en girasol y soja se emitió alrededor del 70% del CO2 por pérdida de materia orgánica del suelo (un aspecto que no todos los estudios tienen en cuenta). En maíz y trigo este componente fue de alrededor del 50%, siendo lo emi-
tido a partir del consumo de combustibles fósiles
alrededor del 45%.
Respecto a los distintos sistemas de labranza
y niveles de rendimiento, se encontró en trigo
(Figura 1) y en maíz (Figura 2) que no hubo demasiadas diferencias entre SD y LC, salvo en rendimientos “bajos”, menores a 3.000 kg ha-1 (Figura
1). Si bien la siembra directa se asocia a menor
uso de combustibles fósiles y menor pérdida de C,
el mayor uso de insumos y las mayores emisiones
de N2O (asociadas a mayores fertilizaciones) pueden haber impedido que esto se exprese en los
valores finales. En ambos cultivos, independientemente del sistema de labranza, al evaluarse
rendimientos más altos (3.000–5.000, y >5.000)
se encontraron menores emisiones. Esto se debe
a que, al expresar la huella de C por unidad de
producto, el denominador del cociente es mayor.
En girasol, la huella de C correspondiente a
rendimiento bajo (<2.000 kg ha-1) fue mayor en
LC, pero en rendimientos altos (>3.000), esta
relación se invirtió (Figura 2). Además, no se
observó una disminución de la huella de C en los
de rendimiento alto respecto de los demás. Este
comportamiento extraño en girasol puede explicarse por varios motivos (distintas combinaciones
de uso de insumos, tipos de suelo, niveles de rendimiento, etc.). Es necesario recordar que estos
resultados no provienen de ensayos controlados
sino de establecimientos reales, sujetos a numerosas eventualidades fuera del control experimental. Por ejemplo, si varios de los potreros bajo
SD recibieron precipitaciones menores a los de LC
(y, en consecuencia, tuvieron menores rendimientos), es esperable que las huellas de C de éstos
hayan sido mayores. No obstante, la aplicabilidad
de este tipo de información “obtenida a campo”
Figura 1: Emisiones de
gases invernadero (kg EqCO2 kg producto-1) del
cultivo de trigo en tres
niveles de producción y
dos sistemas de labranza
en la región pampeana.
La huella de carbono en la agroindustria
29
Figura 2: Emisiones de
gases invernadero (kg EqCO2 kg producto-1) del
cultivo de maíz en tres
niveles de producción y
dos sistemas de labranza
en la región pampeana.
Figura 3: Emisiones de
gases invernadero (kg EqCO2 kg producto-1) del
cultivo de girasol en tres
niveles de producción y
dos sistemas de labranza
en la región pampeana.
Figura 4: Emisiones de
gases invernadero (kg EqCO2 kg producto-1) del
cultivo de soja en tres
niveles de producción y
dos sistemas de labranza
en la región pampeana.
compensa la pérdida de rigor metodológico frente a un diseño experimental.
En soja, además de la disminución de las emisiones a medida que aumentó el rendimiento, se
encontró que la huella de C de LC fue mayor a la
de SD (Figura 4). Parte de este comportamiento
puede explicarse por los rendimientos, que fueron mayores en SD (alrededor de 2.600 kg ha-1)
que en LC (2.300). Además, los establecimientos
30
EEA INTA, Anguil
bajo SD tuvieron menores consumos de combustibles fósiles (aproximadamente 3.600 contra
4.200 Mj ha-1 año-1 en LC) y menores pérdidas de
C del suelo (280 y 380 kg C ha-1 año-1, respectivamente).
Respecto a los productos ganaderos (Cuadro
2), se encontró para la carne un valor mucho
menor a los encontrados en una revisión hecha
por Sonesson et al. (2010) en producciones simi-
Cuadro 2: Huella de C de los principales productos ganaderos en la región pampeana.
Referencias: * en el caso de la Leche, el rendimiento es en litros ha-1. Entre corchetes tamaño muestral, entre paréntesis desvío estándar.
lares (referidos como “average beef”) en Japón,
Canadá, Reino Unido, Suecia y Brasil, quienes
reportaron valores de entre 16 y 40 kg de Eq-CO2
por kg de carne libre de hueso, lo que equivaldría
aproximadamente a entre 9 y 22 kg de Eq-CO2 por
kg vivo. Las mayores contribuciones provinieron a
partir del CO2 emitido por pérdida de C del suelo
en las pasturas y verdeos (50%) y consumo de
combustibles fósiles (poco menos del 40%), principalmente a partir del uso de suplementos alimenticios. Debido a las relativamente bajas cargas animales de los establecimientos relevados
(promedio algo menor a 1 animal por ha), las contribuciones proporcionales de CH4 y N2O (que
dependen directamente de la cantidad de animales) también fueron menores a las encontradas en
la bibliografía. En la misma revisión citada ante-
riormente, se puede ver que en promedio las contribuciones fueron de 60, 30 y 10% para CH4, N2O
y CO2, respectivamente. Esto le confiere a la pradera pampeana una ventaja comparativa a la hora
de ofrecer carne con menor huella de C.
A diferencia de lo ocurrido con la carne, la huella de C de la leche en la región pampeana de
Argentina fue similar a las encontradas en estudios provenientes de Europa, Nueva Zelanda y
Estados Unidos, en los que se han reportado valores de entre 0,8 y 1,4 kg de Eq-CO2 por kg de leche
fluida (Capper et al., 2009; Sevenster y de Jong,
2009; Flysjö et al., 2011). Respecto a la contribución de cada uno de los gases, alrededor del 85%
de las emisiones provinieron del consumo de
combustibles fósiles (alimentos y otros insumos,
electricidad, labores en los forrajes, etc.). Esta
Figura 5: Emisiones de gases invernadero de la carne (kg Eq-CO2 kg producto-1) y de la leche (kg Eq-CO2 L producto-1)
en tres niveles de producción en la región pampeana.
La huella de carbono en la agroindustria
31
proporción contrasta con lo reportado para Nueva
Zelandia y Suecia (45 y 60% por CH4 y entre 10 y
15% por N2O, respectivamente), aunque en este
estudio no se consideró la pérdida de materia
orgánica del suelo (Flysjö et al., 2011).
Respecto a la incidencia del rendimiento, tanto
en carne como en leche se encontró una disminución de las emisiones de gases invernadero a
medida que aumentó la producción por unidad de
superficie (Figura 5). Si bien esto parece algo trivial, podría haber ocurrido que los mayores rendimientos hayan sido logrados a partir de todavía
mayores usos de insumos (como sí parece haber
ocurrido en el caso del girasol). Este comportamiento sinérgico entre producción y disminución
de emisiones puede ayudar a la internalización
del concepto de huella de C, ya que no implica
una competencia entre lo productivo y lo ambiental, sino todo lo contrario.
Los valores mostrados en los cuadros y figuras
anteriores no pretenden ser representativos de la
región pampeana, ni mucho menos. El relevamiento no fue realizado al azar, por lo que los
establecimientos pertenecen a distintas zonas
dentro de la región, desde “muy productivas”
hasta “marginales. Esto significa que pudo haber
casos extremos (por ejemplo: rendimientos muy
bajos a causa de sequías) que resultaron en emisiones más altas que las esperables. Sin embargo, los valores sí dan una idea de la variabilidad
que se puede encontrar en este tipo de estudios.
Particularmente, en casi todos los productos, los
valores medios del aporte de la “pérdida de C del
suelo” a las emisiones de C totales fueron muy
altos (alrededor de la mitad de las emisiones totales). Considerando que gran parte de la agricultura argentina se hace bajo siembra directa (intentando minimizar las pérdidas de C), se presentan
en el Cuadro 3 las Huellas de C de los principales
productos, pero en lo que se consideró como “sistemas de producción normales”, utilizando valores de rendimiento medio de los últimos 5 años
(SIIA, 2012). Esto significa que se realizaron los
cálculos bajo los siguientes supuestos: agricultura bajo siembra directa (cultivos y pasturas), suelos sin restricciones agrícolas, condiciones meteorológicas y rendimientos adecuados, ausencia
de enfermedades, etc. Los valores de este ejercicio se acercan a lo que puede considerarse “la
huella de C de la producción primaria en la región
pampeana de Argentina”.
4. Consideraciones finales
La estimación de la huella de C de los productos agropecuarios es una novedosa herramienta
para analizar su potencial contribución al cambio
climático, aún cuando no existe aún consenso
sobre cómo calcularla, y cuando todavía existen
numerosas incertidumbres, debidas principalmente a la simplicidad de los modelos, la falta de
información confiable, y la variabilidad natural en
los agroecosistemas.
En este capítulo, se presentan valores para los
principales cultivos y producciones pecuarias del
país, que pueden ser tomados como el primer
Cuadro 3: Huella de C (estimada) de los principales productos agropecuarios en la región pampeana, en “condiciones
normales”.
Referencias: Entre corchetes tamaño muestral, entre paréntesis desvío estándar. * En el caso de la leche en L ha-1. ** No se consideró
la pérdida de C del suelo.
32
EEA INTA, Anguil
eslabón en la estimación de la huella de C de
muchos productos elaborados (principalmente
alimentos y combustibles). Sin embargo, como se
puede ver debido a la alta variabilidad encontrada, no conviene tomarlos como valores absolutos, ni representativos de la región. Solo hace
falta considerar que, para el mismo nivel de tecnología e insumos, una disminución del rendimiento a causa de una plaga o sequía aumentaría
automáticamente la huella de C de un cultivo
determinado. Es por eso que las emisiones asociadas a la producción primaria deben ser necesariamente cuantificadas de manera específica en
cada caso particular.
Como se podrá ver en los demás capítulos de
esta publicación, la contribución de la producción
primaria a la huella de C de algunos de los principales productos derivados del agro en Argentina
es muy importante (más del 50% en algunos
casos). Además, existen soluciones tecnológicas
que pueden aplicarse con el objetivo de reducir su
valor (por ejemplo, manejar el suelo para mantener la fertilidad, disminuyendo tanto la pérdida de
C como la necesidad de fertilización). Por todo
esto, resulta de vital importancia identificar cuáles de los componentes contribuyen en mayor
medida a las emisiones de un sistema de producción particular. Por ejemplo, en carne y leche, no
hay demasiado que se pueda hacer respecto de
las emisiones de CH4 y N2O de los animales, ya
que son parte de su metabolismo, pero sí respecto del CO2 (uso de insumos, combustibles, mantenimiento del C del suelo, etc).
Referencias
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with 2007. Journal of Animal Science 87:2160–2167.
• Cederberg, C. Berlin, J., Henriksson, M., Davis, J. (2008).
Emissions of greenhouse gases in a life cycle perspective
from the food company Berte Quarn, in Swedih. SIKReport 777. The Swedish Institute for Food and
Biotechnology, Göteborg, Sweden.
• Flysjö, A., Henriksson, M., Cederberg, C., Ledgard, S.,
Englund, J. (2011) The impact of various parameters on the
carbon footprint of milk production in New Zealand and
Sweden. Agricultural Systems 104: 459–469.
• Frank, F. (2007). Impacto agroecológico del uso de la tierra a diferentes escalas en la Región Pampeana de
Argentina. Tesis presentada para optar por el grado de
Magister Scientiae. FCA-UNMdP. Balcarce, Buenos Aires,
Argentina.
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(2006). Revised 2006 IPCC Guidelines for National
Greenhouse Gas Inventories. En: Reference Manual,
Prepared by the National Greenhouse Gas Inventories
Programme (eds Eggleston, H.S., Buendia, L., Miwa, K.,
Ngara, T., Tanabe, K. Eds.) Vol. 4, Cap. 2–7, IGES, Japan.
Disponible
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http://www.ipcc-nggip.iges.or.jp/
[Consulta: 06/10].
• SIIA (Sistema Integrado de Información Agropecuaria)
(2012). Estadísticas Agropecuarias Nacionales. Disponible
en http://www.siia.gov.ar / [Consulta: 04/12].
• Sevenster, M., de Jong, F. (2009). A Sustainable Dairy
Sector – Global, regional and life cycle facts and figures on
greenhouse-gas emissions. Delft. Holanda.
• Sonesson, U., Davis, J., Ziegler, F. (2010). Food
Production and Emissions of Greenhouse Gases. An overview of the climate impact of different product groups.
SIK-Report No 802. The Swedish Institute for Food and
Biotechnology, Göteborg, Sweden.
• Viglizzo, E.F., Jobbágy, E. (Eds.) (2010). Expansión de la
Frontera Agropecuaria en Argentina y su Impacto
Ecológico-Ambiental. Ediciones INTA. Buenos Aires,
Argentina.
• Wackernagel, M., Rees, W.E. (1996). Our Ecological
Footprint - Reducing Human Impact on the Earth. New
Society Publishers Gabriola Island, B.C. Canada.
• Wiedmann, T., Minx, J. (2008). A Definition of 'Carbon
Footprint'. En: Pertsova, C.C. Ecological Economics
Research Trends: Chapter 1, pp 1-11. Nova Science
Publishers. Hauppauge NY, EEUU. https://www.novapublishers.com.
La huella de carbono en la agroindustria
33
capítulo 04
Gustavo Montero
Consultor Externo
Cadena de la soja
1. Introducción
De los cultivos agrícolas, sin duda la soja, es la
protagonista del más importante suceso económico en el sector agropecuario argentino. Es el
principal cultivo agrícola y supera en la actualidad
el 50% del área sembrada total.
Tomando como comparación la campaña
1990/91, respecto a la última campaña 2011/12,
las hectáreas cosechadas de soja pasaron de
4.750.000 a 18.000.000 de hectáreas, mientras
que la producción total pasó de 11.500.000 a
48.900.00 en la campaña 2010/2011 de toneladas
(fyo.com, 2012; MAGPyA, 2012). Independientemente del mercado, la siembra directa, asociada a
la tecnología de soja transgénica, hace que su
producción sea más segura desde el punto de vista
de la productividad física, ampliando tres o cuatro
veces la capacidad operativa de las empresas y
sean estos factores, entre otros, los causantes de
este crecimiento. La profusa información tecnológi-
ca disponible, sumada a la simplificada secuencia
de procesos productivos, viene ampliando año tras
año la superficie de producción.
Durante la campaña 2010/2011 quedaron más
de 40 millones de toneladas de soja para industria (se estima un consumo de 16,8 millones de
toneladas de Poroto sin valor agregado). Su uso
se puede desagregar para los siguientes productos (Hilbert et al, 2012):
• Aceite de soja: 7,5 millones
• Harina de soja: 30,4 millones
• Biodiesel: 2,3 millones
De lo producido, se exportan 12,5 millones de
toneladas de porotos sin valor agregado, 5,2
millones de aceite de soja, 29,5 millones de harina de soja y 1,4 millones de biodiesel. El objetivo
de este capítulo, es el análisis de las emisiones
generadas, no solo en la producción primaria,
sino llevar dicho análisis a los principales productos derivados exportables.
Figura 1. Límite de asignación del estudio.
34
EEA INTA, Anguil
2. Límites del Sistema
Los límites del sistema, permiten definir el
alcance de la huella de carbono del producto, es
decir, que etapas del ciclo de vida, entradas y salidas son incluidas en la evaluación.
Primero se definen los límites de asignación
del estudio (Figura 1), que incluyen los procesos
de producción y de transformación, excluyendo
en este trabajo en particular la distribución de los
productos terminados.
Para describir los límites, se utiliza un diagrama de flujo de procesos, en el cual se identificaron etapas y/o procesos unitarios y sus interrelaciones. Cada una de estas etapas es abordada
con el objeto de definir las entradas de materias
primas e insumos, la naturaleza de las transfor-
maciones y operaciones que ocurren dentro de
estas etapas y cual es producto intermedio, subproducto o producto final que genera.
En la Figura 2 se muestra el diagrama de flujo,
que a la vez, se complementa con un balance de
masas (promedio de datos obtenidos a campo y
en bibliografía), es decir la cantidad de producto
final/intermedio por cada unidad de materia
prima inicial (grano de soja).
3. Datos básicos para los
cálculos de emisiones
Distintas fuentes energéticas, con distintas
combinaciones, fueron utilizadas durante las diferentes fases del procesamiento del cálculo de
emisiones. Además distintas fuentes bibliográfiFigura 2. Diagrama de
Flujo de la cadena de soja
característica para los productos analizados. Entre
paréntesis flujo de masa
(en Kg.). En cajas grises,
productos finales en los
cuales se realizó el cálculo
de las emisiones de GEI.
La huella de carbono en la agroindustria
35
Cuadro 1: Equivalencias de
consumo energético y
emisiones GEI de distintas
fuentes de energía.
cas y de información coinciden en general con los
valores de aporte y emisión. El cuadro 1 introduce
valores usados en el análisis para obtener los
valores default de emisiones y sus principales
fuentes de información son: European Union,
IPCC e ISCC.
En el caso especial de la Energía Eléctrica, hay
variaciones entre distintos países según sea el
origen de la misma (matriz energética). En el cuadro 2, se muestra como pueden ser las emisiones
por Kwh de electricidad producida.
Para los cálculos que se realizan en este capítulo se toma en cuenta el valor del cuadro 1, ya
que representa 0,141 kg eq-CO2/MJ, o 0,508 kg
Cuadro 2: Composición de la Matriz Energética y Emisiones GEI por Kwh de electricidad producida en varios países.
Fuente: E. Viglizzo, 2012.
36
EEA INTA, Anguil
eq-CO2/KWh (Cuadro 2) valor redondeado en 0,51
kg eq-CO2/KWh), emisión muy por encima de la
generada por Brasil, pero muy por debajo de la
generada por ejemplo por China.
CO2. El rendimiento en aceite por cada tonelada
de soja es de 183 litros, haciendo una relación
directa se obtiene que por cada litro de aceite o
biodiesel, las emisiones responsables de la producción primaria es de 0,765 kg eq-CO2.
4. Producción Primaria
5. Transporte
La producción de soja, está en cierta medida,
se puede decir, estandarizada, ya que el 98% de
lo producido en el país son sojas genéticamente
modificadas, con un paquete tecnológico similar,
y con una adopción muy significativa de la
Siembra Directa. Igualmente, los consumos energéticos dependen de los paquetes tecnológicos
utilizados, los cuales van a incidir en los rendimientos, que a la vez dependen de las áreas
donde se produzca. También depende de emisiones generadas por emisiones de fertilizantes y
descomposición de rastrojos y por la pérdida del
carbono en el suelo, por cambio de uso en el
mismo.
A partir de lo expresado en el Capítulo sobre
emisiones en la producción primaria desarrollado
por Federico Frank, para el cálculo de las emisiones en este capítulo (ver cuadro 3 Capítulo 3), se
ha seleccionado una producción de rendimiento
3500 kg con una emisión por kilogramo de 0,140
kg eq-CO2. Este cálculo como indica Frank, no
toma en cuenta la posible pérdida de carbono en
el suelo.
Es decir que para obtener una tonelada de
grano de soja, con un rendimiento por hectárea
de 3500 kg. se genera una emisión de 140 kg eq-
Los valores promedios de emisiones obtenidos en distintos tipos de transporte se presentan
en el cuadro 3. Para este trabajo, se toma en
cuenta un transporte nuevo que transporta 32
toneladas y que recorre supuestamente una distancia de 250 km. hasta la planta de procesado.
Para simplificar los cálculos y los análisis realizados, se toma en cuenta solamente este transporte en toda la cadena. Por lo tanto no se consideran las distintas posibilidades que incluyen los
transportes entre planta de secado y acondicionamiento a planta de procesado e incluso puede
generarse y en muchas plantas del país se realizan, transportes entre plantas de crudo a plantas
de refinado, y de estas a plantas de envasado, en
el caso de aceite refinado.
A partir de los datos del cuadro 3 si el camión
consume 0,539 MJ/ton/km recorrido, si lleva 32
toneladas y recorre 250 km, consumirá en total,
4312 MJ. Si el camión genera 0,039 kg eqCO2/kilómetro recorrido, nuestro transporte
generará recorriendo 250 kilómetros y cargando
32 toneladas, 312 kg eq-CO2.
Tomando otra vez, como base, que de cada
1000 kg de grano de soja se obtienen 183 litros de
Cuadro 3: Consumo de
Energía (MJ/ton/km) y
Emisiones GEI (kg eqCO2/ton/km) de distintos
medios de transporte.
Fuente: ISCC, 2005
La huella de carbono en la agroindustria
37
Cuadro 4: Combinaciones de Fuentes Energéticas en la
Industria.
MJ/1000 litros de aceite refinado o biodiesel.
Por lo dicho en el apartado sobre matrices
energéticas de empresas y teniendo en cuenta
entonces, que un MJ de energía consumida está
compuesta por un 20% gasoil, un 40% de gas
natural y un 40% de energía, se obtendrá una cantidad de kg eq-CO2/MJ según indica el cuadro N°
5, de 26,82 kg eq-CO2/1000 litros de aceite refinado o biodiesel.
aceite refinado o biodiesel, por cada litro de aceite refinado o biodiesel se consumen 0,73 MJ de
energía y se emiten 0,053 kg eq-CO2.
8. Extracción: Molienda, laminado y
evaporado del material. Extracción
por solvente
6. Procesamiento del Poroto de Soja
Se describe a continuación un proceso modelo
de molienda (quebrado), laminado, evaporado y
extracción por solvente, que ha sido validada en
plantas de extracción.
Las semillas limpias son quebradas utilizando
rolos dentados, las cuales son reducidas a partículas de 1/8 del tamaño original, para facilitar la
operación del laminado.
Luego se somete a los granos quebrados a un
proceso de cocido que se realiza calentándolos a
una temperatura de entre 50-70 ºC, utilizando
calor de vapor de agua sin que este los toque. El
calentado antes del laminado reduce el consumo
de energía en el mismo. Además se inactivan la
mayoría de las enzimas a excepción de la ureasa
y la antitripsina.
Una vez quebrado y cocido, el grano de soja,
pasa por las laminadoras en donde se modifica su
forma a la de una lamina de pequeño espesor
(0,25-0,35mm). La principal función del laminado
es romper las vacuolas que contienen aceite para
luego facilitar el proceso de extracción.
A continuación las láminas entran al “expander” donde son calentadas a vapor y se hacen
pasar a través de una matriz para transformarlas
en cartuchos (“collets”), con una estructura porosa que facilita luego el pasaje del solvente utilizado en la extracción.
El material ya expandido y con una temperatu-
A partir de este apartado, la energía estimada
consumida y los valores energéticos componentes de materias primas ingresadas al proceso son
determinantes para el cálculo de emisiones.
Antes de describir las etapas del procesamiento
de la soja, se deberá elegir una matriz energética,
que represente la empresa a la cual se debe realizar el análisis. En el cuadro 4 se describen las
combinaciones más comunes en el sector analizado. Para este trabajo se seleccionó la combinación 40 % de Gas natural, 40 % Electricidad y 20%
Gasoil.
7. Almacenaje y Secado
La semilla de soja a ser procesada debe estar
limpia y con una humedad ideal de 10,5-11%. En
las plantas la semilla que entra al proceso de
extracción, en general lo hace con las condiciones
de comercialización. Es decir, tiene un zarandeo
previo y una humedad máxima de 13,5%. Incluso,
no es conveniente que tenga menos de 9%, porque se muele demasiado; dificultando el proceso
posterior de laminado.
El valor obtenido en cuanto a un secado integral
que lleve a 10,5 % de humedad el grano recibido a
una humedad promedio del 13 %, es de 273,76
Cuadro 5: Valor de emisión con una matriz energética compuesta por 40%
Electricidad, 20% gasoil y
40% Gas Natural.
38
EEA INTA, Anguil
Cuadro 6: Valores energéticos y de emisiones generados por el tratamiento
de desechos y recuperación de acietes y solventes.
ra cercana a los 60 ºC ingresa al extractor. En el
mismo se realiza un lavado del material con un
solvente (hexano) que diluye el aceite arrastrándolo y dejando la harina desengrasada. Del
extractor sale por un lado harina desengrasada
mojada en solvente, y por otro lado una mezcla de
aceite y solvente que se llama micela. La harina
tiene un resto de 25% de solvente y la micela
tiene una proporción de 25% de aceite y un 75%
de solvente.
La micela pasa a un proceso de destilación,
mediante el cual se separa el aceite del solvente.
En este proceso se calienta la micela a temperaturas superiores al punto de evaporación del solvente en presencia de vacío, entonces el solvente
se evapora dejando el aceite libre de este. El solvente en estado de vapor se enfría luego volviéndolo al estado líquido, formándose un circuito
cerrado en el que el solvente es usado para otro
ciclo de extracción. La tolerancia de residuos de
solvente en el aceite, para su comercialización, es
de 200 ppm. Y según los datos obtenidos en plantas y en bibliografía el solvente presente en el
aceite luego de la destilación no supera las de 80
ppm.
El aceite destilado lleva en su masa algunos
elementos que son indeseables y que dificultan
su almacenaje y posterior utilización. Estos elementos son derivados del fosforo, llamados fosfátidos, que tienen la particularidad de combinarse
con el agua formando compuestos de gruesa viscosidad. Luego se realiza el desgomado del aceite, detallado en otro apartado de este capítulo.
En esta operación el principal insumo es el
Hexano. Para los cálculos realizados en este trabajo la cantidad usada es de 2,60 kg
Hexano/1000 litros de aceite refinado/biodiesel
obtenido (calculando que todo el aceite crudo se
destina a refinado o a biodiesel). Realizadas las
validaciones correspondientes la cantidad de
hexano utilizado puede variar en +/- 0,600 kg
cada 1000 litros de aceite refinado o biodiesel.
Los consumos de energía arrojan un valor de
10630,26 MJ/ 1000 litros de aceite refinado o biodiesel. A valores según el cuadro 6 las emisiones
generadas en el proceso equivalen a 1041,77 kg
eq-CO2/1000 litros de aceite refinado o biodiesel.
Para el cálculo de los valores energéticos y de
emisiones se toma como valor energético del
Hexano 52,05 MJ/kg. y una emisión de 0,014 kg
eq-CO2/kg (ISCC, 2005)
Como todo trabajo que pretende promediar
valores de industrias con distinta tecnología, la
búsqueda de estos valores es realmente difícil. En
este trabajo se priorizaron aquellos valores obtenidos en plantas de producción a los obtenidos en
bibliografía. Igualmente la variación porcentual
encontrada entre los valores citados y los encontrados en distintas bibliografías variaron en un
rango de +/- 6,5%.
9. Tratamiento de desechos y
recuperación de aceite y solventes
En el cuadro 6 se detallan los valores energéticos y de emisiones generados en el tratamiento de
desechos del proceso detallado en el párrafo anterior y la recuperación de aceite y solventes. Dichos
valores fueron validados en plantas de producción
con variaciones de +/- 12 MJ/1000 litros de aceite
refinado o biodiesel y en +/- 0,85 kg eq-CO2/1000
litros de aceite refinado o biodiesel.
10. Producción de aceite refinado
A partir de la última etapa descripta se divide
la cadena en tres trayectorias principales, para
obtener: (i) aceite refinado, (ii) biodiesel y (iii)
pellets.
El refinado de aceite crudo de soja, tiene
varias características diferenciales entre el destino aceite refinado para consumo y biodiesel:
• Desgomado: para eliminar los fosfolípidos
fácilmente hidratables y metales.
La huella de carbono en la agroindustria
39
• Neutralización: Se calienta el aceite a 80 0C
mediante el uso de vapor de agua, Luego se
adiciona ácido fosfórico para hidratar los fosfátidos no hidratables. e hidróxido de sodio
para neutralizar los ácidos grasos libres que
contiene el aceite crudo. Mediante una máquina centrífuga se logra separar el aceite neutralizado y los ácidos grasos neutralizados junto
a los fosfátidos (borra). El aceite neutralizado
es enviado a la etapa de lavado, mientras que
la borra se envía a la planta de desdoblamiento de ácidos grasos.
• Lavado: El aceite neutralizado se mezcla con
agua caliente para eliminar los restos de jabones. El mismo se calienta a 950C y se mezcla
con agua. Posteriormente se lo centrifuga en
dos oportunidades para separar el aceite del
agua jabonosa. El aceite neutrolavado se
envía a la operación de blanqueo.
• Blanqueo: Se adicionan tierras de blanqueo
al aceite neutrolavado con el fin de absorber
los pigmentos presentes. Las tierras son eliminadas luego en filtros de placas. El movimiento de material se realiza también mediante
cañerías, El aceite se envía a la operación de
Desodorización.
• Desodorizado: El aceite neutro-blanqueado
se calienta a 240 0C y es sometido a una destilación por arrastre con vapor y en condiciones de alto vacío para eliminar todas las sustancias que confieren al aceite olor y sabor.
Como subproducto se obtiene una mezcla de
ácidos grasos, la que se almacena para su posterior despacho a granel.
En general, si el proceso de obtención de
Biodiesel es integrado con el refinado de aceite,
la única etapa necesaria para luego enviar el aceite a transesterificación con alcohol es el desgomado. Las otras etapas descriptas son claramente realizadas para obtener un producto de consumo humano (color, sabor, textura, etc.)
Cuadro 7: Valores energéticos y de emisiones de insumos usados en el proceso de refinado.
El refinado es la etapa de mayor variación
entre distintas tecnologías. Los valores energéticos como los derivados de emisiones, pueden
variar en algunos casos en un +/-25%.
En esta etapa ingresan al proceso nuevos insumos como el ácido fosfórico, el hidróxido de sodio
y la tierras de blanqueo cuyos valores energéticos
y de emisiones, según el ISCC, 2005; IPCC, 2006)
están detallados en el cuadro 7.
Los valores obtenidos en esta etapa están
resumidos en el cuadro 8.
11. Envasado de aceite refinado
El proceso de elaboración de envases y envasado del aceite de soja es una operación significativa en términos de consumo de energía y de emisión de GEI por unidad.
El proceso que se ha tomado como modelo
para este trabajo, comienza con la compra de PET
a granel, este insumo se deshumidifica, calienta,
y se inyecta. El producto son las preformas que
son calentadas, sopladas para obtener las botellas PET.
El proceso se completa con el envasado de
aceite refinado enfriado, filtrado, con adición de
Nitrógeno.
En los valores, exceptuando el valor validado
por datos de fábrica (cuadro 9), la carga a granel
fue estimada a partir de operaciones similares en
otros productos. Todos los cálculos están basados en envases de 1 litro.
Cuadro 8: Valores de
Consumos energéticos y
emisiones en el refinado
de aceite.
40
EEA INTA, Anguil
Cuadro 9: Valores
Energético y de Emisiones
generados en el proceso
de obtención de distintos
tipos de packaging.
12. Obtención de biodiesel
Transesterificación (conversión del aceite
desgomado en biodiesel)
El proceso de transesterificación es un proceso donde se hace reaccionar el aceite pretratado
con metanol, con aporte de energía externa. Se
obtiene básicamente un metil éster (biodiesel) y
glicerina (figura 3)
La mezcla de reacción que contiene el producto
(metilester), el exceso de metanol y la glicerina
(subproductos de la reacción) así como una cantidad limitada de jabones (formados en la reacción
de saponificación de metilester), va a un separador.
Antes de entrar en el separador el metilester
es calentado mediante intercambiadores y luego
el 60% del metanol contenido es evaporado facilitando la sucesiva operación de separación de
glicerina de la fase metilester.
La fase metilester proveniente del separador
todavía contiene trazas de glicerina, jabones y
catalizador; estas impurezas son eliminadas a través de un lavado con agua y ácidos (cítrico o sul-
fúrico o clorhídrico, etc.). Para el tratamiento de la
glicerina se usa soda cáustica (hidróxido de
sodio).
Para mejorar las reacciones se usan catalizadores como Metilato de sodio, Metoxido de sodio,
u otros, que tienen poca influencia en los niveles
de consumos energéticos y por lo tanto en la
carga de emisiones.
Hay diferencias importantes entre procesos
validados a campo y estos con la bibliografía consultada, valores energéticos y de emisiones que
pueden representar en los casos extremos consultados +/-25%. Los valores obtenidos se reflejan en el cuadro 10.
La influencia del metanol es determinante en
el proceso ya que significa el 70% de los valores
energéticos y el 48% de las emisiones calculadas
en el proceso. El metanol tiene una memoria energética de 38,08 MJ/kilogramo y genera 0,033 kg
eq-CO2/MJ, o lo que es lo mismo un valor de 1,25
kg eq-CO2/kilogramo de producto (ISCC,2005).
Los valores de metanol que se han validado y
encontrados en bibliografía varían en +/- 10 kg, en
Figura 3: Representación
de la reacción de transesterificación.
Cuadro 10: Consumos
energéticos y de emisiones en el proceso de transesterificación.
La huella de carbono en la agroindustria
41
el valor 109 kg/1000 litros de biodiesel, elegido
para estos cálculos. Igualmente habría que discutir
la influencia o no del recupero de metanol en el proceso y por ende la recuperación energética de este
proceso, que no es motivo del presente capítulo.
13. Pellets de soja
Para extraer el solvente que queda en la harina y desactivar las enzimas ureasas que esta
posee, se procede a realizar un desolventizado y
tostado de la harina.
Estas operaciones se llevan a cabo en un equipo, que es alto consumidor de energía. La harina
sale con una temperatura de 100 ºC y una humedad de 17-18% debido a la utilización del vapor. El
solvente extraído en forma de vapor se recicla y
utiliza nuevamente para otro ciclo de extracción.
La cantidad de solvente remanente en la harina
luego de este proceso es de 20-30 ppm, siendo
que la tolerancia es de 500 ppm.
Una vez finalizado el proceso de desolventizado
de la harina, la misma pasa por una granuladora. La
cual tiene por función darle una forma de granulo
de un tamaño aproximado de 15mm de diámetro
por 20mm de largo, que es una forma adecuada
para su almacenaje y transporte. Para esto se comprime la harina haciéndola pasar por orificios cónicos que le dan la forma a los gránulos.
Luego se procede al secado y enfriado del
pellet; para esto se hace circular una corriente de
aire caliente para provocar el descenso de la
humedad hasta aproximadamente unos 13%.
Luego con aire frío se hace descender la temperatura para evitar posibles condensaciones de
humedad. De esta manera el pellet está listo para
ser almacenado.
Los valores tomados como default varían
según las validaciones realizadas de acuerdo a
los tipos de harina o pellets producidos, sobre
todo a la calidad y el uso o no de restos de crushing en estos últimos.
Además es necesario aclarar que la variación
en los MJ totales puede ser de +/- 5%, como así
también las fuentes de energía.
Los valores tomados para el pelletizado son
los siguientes: 470,32 MJ/tonelada de pellets
producidos y una emisión de 46,09 kg eqCO2/tonelada de pellets producidos.
Para calcular los valores de la cadena de producción de pellets, los valores obtenidos en la
producción primaria, transporte y obtención de
aceite crudo se relacionan con el balance de
masas, relacionándolo con los 770 kg de pellets
obtenidos cada 1000 kg de grano de soja procesado (cuadro 11), o lo que es lo mismo son los gastos energéticos y emisiones para 1000 litros de
refinado equivalen a los gastos energéticos para
4207,65 kg de pellets (a partir del balance el
gasto energético para obtener 183 litros de aceite,
equivalen a obtener 770 kg de pellets de soja).
14. Resultados obtenidos por
unidad de producto y conclusiones
En este apartado se realizan algunos análisis
de resultados para cada uno de los productos
obtenidos y seleccionados de la cadena de la
soja:
1) En el cuadro 12, se resumen los valores
energéticos de los procesos de transformación y
de emisiones de los 3 productos seleccionados:
aceite refinado, biodiesel y pellets, incluyendo en
este caso la producción primaria.
Cuadro 11: Valores energéticos y emisiones generadas y relacionadas con la
obtención de una tonelada de Pellets de Soja.
42
EEA INTA, Anguil
Cuadro 12: Valores energéticos (proceso de transformación) y valores de emisiones por unidad de producto.
En el caso del biodiesel, a pesar que algunas
industrias usan el aceite refinado para la obtención de este producto, se calculó para este análisis, que el biodiesel obtenido es de aceite desgomado, por eso el diferente valor entre el refinado
para aceite y de biodiesel.
2) En la figura 4, a continuación, se resumen
las cantidades de emisiones generadas en cada
Figura 4: Porcentaje de participación de las emisiones en
el proceso de transformación.
una de las etapas industriales para la obtención
de aceite refinado y de biodiesel. Como se observa la etapa de acondicionamiento y extracción
representa el 74% y el 75% del total, en aceite
refinado envasado y en biodiesel, respectivamente. Incluye este cuadro un análisis comparativo de
los datos obtenidos por el trabajo y los datos
obtenidos por distintas fuentes bibliográficas.
En el cuadro 13, se comparan los consumos
energéticos de las distintas etapas, incluyendo la
producción primaria, no desarrollada en el presente capítulo, pero si realizada en bases a datos
aportados por comunicaciones personales con
técnicos del INTA. Este cuadro incluye, teniendo
en cuenta la variabilidad existente entre datos
obtenidos por bibliografía, datos validados a
campo e incluso en datos de empresas cercanas
entre sí con procesos similares, se realiza una
comparación entre los promedios obtenidos de
valores energéticos de fuentes bibliográficas y los
obtenidos a través de este trabajo.
Los valores energéticos totales son muy similares, hay diferencias entre los procesos de crushing y de refinado, que se debe fundamentalmente a las diferencias de límites de cada una de las
etapas del proceso.
Incluso la influencia de la producción primaria
sobre el proceso total varía del 34% en el trabajo
presentado y un 31 % en el promedio de los trabajos bibliográficos consultados, lo cual no arroja
La huella de carbono en la agroindustria
43
Cuadro 13: Consumos
energéticos en las distintas etapas de la obtención
de aceite refinado calculadas en el presente trabajo, y comparado con fuentes bibliográficas.
Figura 5: Porcentajes de incidencia en las emisiones y en
el consumo energético de la producción primaria y de la
etapa de procesamiento, en Aceite Refinado.
diferencias significativas. Es necesario aclarar
que las emisiones ofrecen variabilidades mucho
más grandes que las obtenidas de los valores
energéticos y se debe, como se explicó antes a las
diferentes matrices energéticas de los países y a
Cuadro 14: Emisiones estimadas por cada MJ consumido
utilizando distintos valores de matrices energéticas de
distintos países.
44
EEA INTA, Anguil
las diferentes combinaciones de fuentes energéticas utilizadas por las empresas.
En la Figura 4, en tanto se compara las emisiones de la producción primaria con la industrial. Y
las energéticas de la producción primaria, con las
de industria.
3) Por último En el cuadro 14 y 15 se evalúan
las diferencias en las emisiones totales del proceso de transformación (excluye la producción primaria y transporte, también los valores energéticos de los insumos utilizados) utilizando las
matrices energéticas de Argentina, Brasil y China,
tomando el mismo modelo energético de las
empresas (40% gas natural, 40% electricidad y
20%gasoil).
Según los resultados obtenidos, cambiando
solamente el valor de emisión del Kwh resultante
del análisis de las matrices energéticas de cada
país (cuadro 2) las emisiones totales varían en –
30 % para el caso de Brasil comparado con
Argentina y en + 46% en el caso de China. Es
importante aclarar, que solamente se modificó el
valor de emisión de kwh, no se modificaron las
matrices que usan las empresas, que seguramente si la actualizamos a la realidad de los países
comparados en el caso de Brasil sería menor al
porcentaje obtenido y en China incluso mayor al
49% obtenido comparado con Argentina.
Cuadro 15: Comparación entre emisiones del proceso de transformación (excluyendo insumos) usando un Kwh que
dependa de la matriz energética de cada país.
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46
EEA INTA, Anguil
capítulo 05
Gustavo Montero
Consultor Externo
Cadena del girasol
1. Introducción
En Girasol, el área sembrada se mantiene a
través de los últimos 10 años, con altas y bajas en
los distintos años, por ejemplo, en la última campaña registrada (2011/2012) se sembraron según
el MAGPyA 1.850.000 hectáreas, un 11 % menos al
promedio de las últimas 10 campañas (2.057.400
hectáreas), con máximos en la campaña
2007/2008 de 2.620.000 hectáreas y mínimos de
1.542.900 hectáreas en el 2009/2010. En la campaña 2010/2011, se produjeron 3.369 toneladas
(MAGPyA, 2012).
De la producción de Girasol solamente el 2%
va a exportación directa y el resto va, en casi partes iguales a la obtención de Aceite crudo y subproductos. El 55 % del aceite crudo es refinado y
el resto es exportado como tal. El consumo interno del aceite de girasol es mucho mayor en porcentaje del aceite total refinado que en la soja.
Del total de aceite refinado de soja se consume
internamente un 26%, mientras que en el girasol
el consumo representa un 67% del total de aceite
refinado.
Respecto a la producción de biodiesel y de
acuerdo a los estudios, el aceite ideal para producir biodiesel debe estar formado sólo por ácidos
grasos mono-insaturados, o sea ácido oleico con
un solo doble enlace, característica que mejor se
asocia con las demás propiedades que debe reunir un biodiesel con buena performance: estabilidad a la oxidación, buen comportamiento en
almacenaje y en frío y número de cetanos. Con
estas exigencias, según ASAGIR, 2008 “el biodiesel de aceite de girasol tiene buenas propiedades
comparado con el obtenido a partir de otros acei-
tes; su comportamiento en frío es mejor, fusiona
a -12º C, por encima de esa temperatura es líquido, y el número de cetanos cumple la norma exigida”.
Sin embargo, en el artículo mencionado dice
“el girasol no aparece, al menos en lo inmediato,
como probable insumo para combustible, es un
aceite más caro. Además, si bien el alto oleico responde a las exigencias de calidad, el más producido es el tipo linoleico, menos apto para los actuales requerimientos de las plantas de biodiesel”.
Por otro lado, se agrega que el contenido de ceras
del aceite de girasol, demanda una etapa adicional en el refinado llamado winterizado, lo que
implicaría mayores costos en la obtención del
combustible.
Por lo tanto, la mayoría de los valores que se
han obtenido para el biodiesel de girasol son de
otros países con distintas experiencias y básicamente, de fuentes bibliográficas.
2. Límites del sistema
Como se explicó en el capítulo de soja, los límites del sistema, permiten definir el alcance de la
huella de carbono del producto, es decir, que etapas del ciclo de vida, entradas y salidas son incluidas en la evaluación.
Primero, como se detalló en el capítulo 4
(Soja), se definen los límites de asignación del
estudio, que incluyen los procesos de producción
y de transformación, excluyendo en este trabajo
en particular la distribución de los productos terminados.
Para describir los límites, se utiliza un diagrama de flujo de procesos, en el cual se identifica-
La huella de carbono en la agroindustria
47
ron etapas y/o procesos unitarios y sus interrelaciones. Cada una de estas etapas son abordadas
con el objeto de definir las entradas de materias
primas e insumos, la naturaleza de las transformaciones y operaciones que ocurren dentro de
estas etapas y cual es producto intermedio, subproducto o producto final que genera.
En la Figura 1, a continuación se muestra el
diagrama de flujo, que a la vez se complementa
con un balance de masas, con el mismo razonamiento que en el capítulo anterior, correspondiente a soja.
3. Datos básicos para los
cálculos de emisiones
Para el cálculo de las emisiones se utiliza el
cuadro N° 1, del capítulo 4 para soja, con las con-
sideraciones expresadas en ese apartado y en
relación al cuadro N° 2, del mencionado capítulo.
4. Producción Primaria
A partir de lo expresado en el Capítulo sobre
emisiones en la producción primaria desarrollado
por Federico Frank (ver capítulo 3 cuadro 3), para
el cálculo de las emisiones en este capítulo se ha
seleccionado una producción de rendimiento promedio 2500 kg con una emisión por kilogramo de
0,190 kg eq--CO2.
Es decir que para obtener una tonelada de
girasol, con un rendimiento por hectárea de 2500
kg se genera una emisión de 190 kg eq-CO2. El
rendimiento en aceite por cada tonelada de girasol es de 338 litros, haciendo una relación directa
se obtiene que por cada litro de aceite, las emisioFigura 1: Diagrama de
Flujo de la cadena de girasol característica para los
productos analizados.
Entre paréntesis flujo de
masa (en Kg.). En cajas
grises, productos finales
en los cuales se realizó el
cálculo de las emisiones
de GEI.
48
EEA INTA, Anguil
nes responsables de la producción primaria es de
0,562 kg eq- CO2 (ver figura 3)
Tomando en cuenta los valores de emisiones
mencionados en la producción primaria se puede
concluir que para obtener 1 litro de biodiesel de
girasol, en base al rendimiento tomado como
referencia en este trabajo, las emisiones serán de
0,648 kg eq- CO2.
Es importante destacar las diferencias entre
los valores de emisiones de los productos derivados del girasol, respecto a los de soja, ya que el
rendimiento en aceite es un 85% mayor, con respecto a este último cultivo.
También es importante aclarar, que el rendimiento estimado para este trabajo es de
aceite:biodiesel 1,15:1 que se considera un buen
rendimiento. Hay artículos bibliográficos que
hablan de 1,50:1.
5. Transporte
Respecto al transporte y tomando como modelo el mismo tipo de camión (ver cuadro N°3 del
Capítulo 4), que se eligió para soja y recorriendo
la misma distancia, con el mismo razonamiento
ese transporte generaría 4312 MJ y 312 kg eq- de
CO2 para recorrer los 250 kilómetros.
Por lo tanto, por tonelada de girasol transportado, generará 134,75 MJ y 9,750 kg eq-CO2. Si se
lleva este valor a los 338 litros de refinado que se
obtienen cada 1000 kg de girasol, el valor por litro
de aceite se reduce a 0,399 MJ y 0,029 kg eq-CO2.
Para el caso del biodiesel cuyo rendimiento estimado es de 293 litros cada 1000 kilos, el valor por litro
de biodiesel es de 0,460 MJ y 0,033 kg eq-CO2.
6. Procesamiento de la semilla
Se utiliza el mismo valor de emisiones calculado para soja y detallado en el cuadro N°5 del
Capítulo 4.
6.1. Almacenaje y secado
El almacenaje y secado en el caso del girasol,
lleva el mismo razonamiento usado para la soja.
Igualmente el girasol se puede recibir con una
humedad máxima del 14%. Por tonelada de girasol se calculó un valor de 148 MJ/1000 litros de
aceite refinado y 14,52 kg eq- de CO2/1000 litros
de aceite refinado. Para biodiesel por el distinto
rendimiento los valores aumentan a 170,73 MJ y
16,75 kg eq- de CO2/1000 litros de biodiesel.
6.2. Acondicionamiento y extracción
La semilla de girasol ya acondicionada
debe liberar la pepa para que se extraiga el aceite. La semilla entera pasa por unos equipos llamados descascaradoras, que toman la semilla seca y
por impacto del rotor contra el estator separan la
pepa de la cáscara. Se considera un buen rendimiento cuando la cantidad de entero no supera el
17%. Obviamente, esta corriente de semilla entera se retorna y se suma a la corriente fresca.
La mezcla de cáscara y pepa deben separarse
para tomar cada una su destino dentro del circuito productivo. Para ello entran a zarandas clasificadoras donde se genera una separación, siendo
transportada por aspiración neumática hacia el
silo de cáscara para luego enviarla en varios procesos verificados, a caldera.(la cáscara de girasol
tiene una potencia calorífica de 1/3 del gas o del
fuel oil). La otra corriente es la pepa que pasa a
los molinos de laminación antes de ingresar a las
cocinas de prensa.
Luego sigue la laminación que se lleva a cabo
en molinos de rodillos horizontales donde la pepa
es laminada en trozos de 1 cm2 x 1 mm de espesor. Con esta operación se logra optimizar la uniformidad de la temperatura en la cocina de prensas y con ello poder extrae más aceite durante la
etapa de prensado.
Las etapas de descascarado, clasificación y
laminación en algunos procesos se identifican
como preparado
El Girasol, a diferencia de la soja, se trabaja en
distintas proporciones con el prensado mecánico.
En esta etapa del proceso la pepa laminada es
calentada a 85-1050C y luego se extrae aceite por
medio de prensas continuas a tornillo. La corriente líquida se conoce como aceite de primera prensada y es un aceite obtenido mecánicamente. La
corriente sólida obtenida se conoce como expeller
y contiene aproximadamente un 18-20 % de materia grasa.
El aceite se filtra para eliminar impurezas o se
centrífuga en decantadores y se envía a tanques
para su almacenamiento.
La etapa de extracción propiamente dicha se
lleva a cabo por medio de una lluvia de solvente
orgánico (comúnmente hexano) en contracorriente
La huella de carbono en la agroindustria
49
dentro de un equipo donde se mezcla con el aceite
del expeller y lo extrae de la fase sólida formando
una mezcla definida como micela. La operación se
lleva a cabo a 55°C y con una leve depresión.
La micela así obtenida va a destilación con lo
cual se recupera el solvente(es destilado y posteriormente condensado para reiniciar su circuito
cerrado) y el aceite ya producido es desgomado
con un 2% de agua caliente en centrífugas desgomadoras. Este aceite conocido como de extracción es enviado a almacenamiento en tanques
acondicionados a tal fin.
Como comentario final podemos decir que el
aceite obtenido es aproximadamente un 33% en
prensa y un 11 % en la extracción tomando como
referencia la semilla alimentada (es promedio de
bibliografía consultada y datos a sitio).
En esta operación, igual que en la soja el principal insumo es el Hexano. Para los cálculos realizados en este trabajo la cantidad usada es de
2,50 kg Hexano/1000 litros de aceite refinado.
Realizadas las validaciones correspondientes la
cantidad de hexano utilizado puede variar en +/1,200 kg cada 1000 litros de aceite refinado.
Los consumos de energía (incluyendo insumos) arrojan un valor de 4982,80 MJ/ 1000 litros
de aceite refinado. A valores según el cuadro 5 del
capítulo 4, las emisiones generadas en el proceso
equivalen por el consumo energético equivale a
475,56 kg eq- CO2/1000 litros de aceite refinado.
Para el cálculo de los valores energéticos y de
emisiones se toma como valor energético del
Hexano 52,05 MJ/kg. y una emisión de 0,014 kg
eq- CO2/kg (ISCC, 2005). A esos 475,56 kg eqCO2/1000 litros de aceite refinado, se le agregaría
para el cálculo las emisiones por insumo de 1,82
kg eq- CO2/1000 litros de aceite refinado, lo que
resultaría en un total de emisiones del proceso de
477,38 kg eq- CO2/1000 litros de aceite refinado.
Como se aclaró en el mismo proceso para soja,
trabajos, como este, que pretende promediar
valores de industrias con distinta tecnología, la
búsqueda de valores promedios es realmente difícil. En este trabajo se priorizaron aquellos valores
obtenidos en plantas de producción a los obtenidos en bibliografía. Igualmente la variación porcentual encontrada entre los valores citados y los
encontrados en distintas bibliografías variaron en
un rango de +/- 5%. Nótese que los valores energéticos y de emisiones cada 1000 litros de aceite
50
EEA INTA, Anguil
es menor al de la soja (a pesar que el procesamiento de una tonelada de semilla suele ser
mayor), por el rendimiento en aceite, que es
mayor que el de la soja.
En cuanto a Biodiesel, con un rendimiento de
293 litros/1000 kg. de girasol procesado, los valores energéticos cada 1000 litros de biodiesel
obtenido resultan 5748,08 MJ y emisiones por
cada 1000 litros de biodiesel de 550,69 kg eqCO2/1000 litros de biodiesel
Para el tratamiento de residuos y recuperación
de aceite y hexano los valores resultantes son de
36,31 MJ/1000 litros de aceite refinado de girasol
y 3,40 kg eq-CO2/1000 litros de aceite refinado.
Para biodiesel resulta 41,89 MJ/1000 litros de biodiesel y 3,92 kg eq-CO2/1000 litros.
No se toma en cuenta la posible recuperación
de energía generada por el uso de cáscara como
fuente energética.
6.3. Refinado
Para el refinado del girasol se trabaja con las
siguientes etapas. Desde el punto vista del proceso global es más demandante el refinado del girasol que el de soja, ya que tiene un proceso que es
winterizado que en esta última materia no es
necesario:
• 1º etapa
Desgomado: se con agua para eliminar los fosfolípidos fácilmente hidratables y los metales. Esta
etapa no está bien identificada como refinado o
no. Hay aceites crudos sin desgomar y hay otros
desgomados. Esto resulta en una variabilidad de
datos importantes entre distintas fuentes de
información
• 2º etapa
Neutralización: se calienta el aceite a 80 0C
mediante el uso de vapor de agua, Luego se adiciona ácido fosfórico para hidratar los fosfátidos
no hidratables. e hidróxido de sodio para neutralizar los ácidos grasos libres que contiene el aceite crudo. Mediante una máquina centrífuga se
logra separar el aceite neutralizado y los ácidos
grasos neutralizados junto a los fosfátidos
(borra). El aceite neutralizado es enviado a la
etapa de lavado, mientras que la borra se envía a
la planta de desdoblamiento de ácidos grasos, en
el mejor de los casos.
• 3º etapa
Lavado: El aceite neutralizado se mezcla con agua
caliente para eliminar los restos de jabones. El
mismo se calienta a 950C y se mezcla con agua.
Posteriormente se lo centrifuga en dos oportunidades para separar el aceite del agua jabonosa. El
aceite neutrolavado se envía a la operación de
blanqueo.
• 4º etapa
Blanqueo: Se adicionan tierras de blanqueo al
aceite neutralavado con el fin de absorber los pigmentos presentes. Las tierras son eliminadas
luego en filtros de placas. El movimiento de material se realiza también mediante cañerías, El aceite se envía a la operación de Desodorización.
• 5º etapa
Desodorizado: El aceite neutro-blanqueado se
calienta a 240 0C y es sometido a una destilación
por arrastre con vapor y en condiciones de alto
vacío para eliminar todas las sustancias que confieren al aceite olor y sabor. Como subproducto se
obtiene una mezcla de ácidos grasos, la que se
almacena en el mejor de los casos, para su posterior despacho a granel.
• 6º etapa
Winterización: En soja esta etapa no es necesaria,
por eso el consumo energético del refinado de
girasol es mayor visto desde el proceso global. En
esta etapa el aceite se enfría gradualmente a temperaturas inferiores a 15°C, permaneciendo en los
equipos de winterización el tiempo necesario
para permitir el crecimiento de los cristales de las
ceras presentes. Las mismas son retenidas posteriormente en filtros de marcos y placas, y filtros
de placas verticales. El aceite refinado sale de
esta etapa donde posteriormente es enviado a los
sectores de envasado o se despacha a granel.
Los valores energéticos y de emisiones se han
tomado del cuadro N° 5 (ver Capítulo 4) y los valores obtenidos en el proceso se detallan en el cuadro N°1
La bibliografía en cuanto a la obtención del
biodiesel desde Girasol es bastante diversa, hay
trabajos que la transesterificación se realiza
desde la etapa de lavado y en planta de biodiesel
se realiza un proceso similar al winterizado, hay
otras fuentes que a excepción del desodorizado
se trabaja con todas las etapas de refinado y por
último otros trabajos que derivan directamente
del proceso de refinado. En este trabajo se eligió
la última alternativa. Las validaciones realizadas a
sitios de producción fueron variables, como en
soja y cercanos a un +/-23%. En cuanto al uso de
insumos: ácido fosfórico, tierras de blanqueo e
hidróxido de sodio, la variabilidad no fue significativa
6.4. Envasado
Para el análisis de envasado en aceite refinado
de girasol, los valores por litro de envasado en
botellas PET son los mismos que para el aceite de
soja (ver cuadro N° 9 del Capítulo 4). Es decir 2,92
MJ/litro de aceite envasado y 0,286 kg eqCO2/litro envasado.
7. Biodiesel
Como se indicó en la introducción los datos de
la elaboración de biodiesel a partir del girasol, los
datos obtenidos son bibliográficos, de trabajos
no realizados en el país.
Extrayendo aquellos datos que se consideraron más representativos y promedios de los mismos se pudo lograr obtener los resultados, en el
proceso de transesterificación, que se describen
en el cuadro N°2.
8. Pellets de girasol
La semilla, como se explicó anteriormente es
prensada primeramente y luego sometida a
Cuadro 1: Valores energéticos y de emisiones generados en el proceso de Refinado de Aceite.
La huella de carbono en la agroindustria
51
Cuadro 2: Valores energéticos y de emisiones generadas
en el proceso de transesterificación para obtener biodiesel de girasol.
litros de aceite se generan 1940 kg de pelleteado.
De esta manera se puede obtener los datos del cuadro N° 3 que se muestra a continuación.
9. Resultados obtenidos por
unidad de producto
extracción con solvente hexano. El Girasol es
prensado a 103ºC. El expeller de girasol llevado al
extractor para su extaccion a 55ºC. La harina desgrasada (llamada lex) es sometida a desolventización con temperatura de 102ºC (en descarga)
usando vapor. La harina es tostada y es secada en
un Dryer cooler a 10ºC por encima de temperatura ambiente. Luego es pelletizado.
Esta harina pelletizada es un subproducto utilizado como materia prima de alimento balanceado y tiene 1,5% de materia grasa, 35% de proteínas y un 12% de humedad. Valores tomados por
validaciones realizadas varían de acuerdo a procesos de secado y pelletizado distintos, junto con
la calidad de la harina a peletear.
Los valores calculados en el presente trabajo
son los siguientes: 425,87 MJ/tonelada de pellets
obtenido y con una emisión total por tonelada de
pellets 41,73 kg eq-CO2. Como se realizó en soja los
valores de la cadena de producción de pellets se
relacionan con los balances de masas, es decir cada
1000 kg de girasol se obtienen 338 litros de aceite
refinado y 656 kg de pellets de girasol. Es decir en
este caso la relación es la siguiente: por cada 1000
En este apartado se realizan los análisis de
resultados para cada uno de los productos obtenidos y seleccionados de la cadena de girasol:
1) En el cuadro N°4, se resumen los valores
energéticos (de los procesos de transformación) y
de emisiones de los 3 productos seleccionados
aceite refinado, biodiesel y pellets.
Entre las diferencias de valores respecto a la
soja se destaca el menor valor de la producción
primaria (en cuanto a gastos energéticos), menor
valor en la extracción y mayor valor en el refinado,
lógicamente por el winterizado, ausente en el refinado de soja. Otra cuestión que se destaca es la
incidencia del envasado en el total de los valores
del aceite refinado.
2) En la figura N° 2 y 3, y a manera de resumen
se compara la incidencia porcentual de cada una
de las etapas en cuanto a valores energéticos y
emisiones, para aceite refinado de girasol en
comparación con el aceite refinado de soja.
Se observa en los consumos energéticos la
mayor incidencia del proceso de crushing (extracción). La producción primaria incide más en el
aceite de soja que en el de girasol y el envasado
incide más en este último producto. Este dato no
fue desarrollado en el presente capítulo, pero si
realizada en bases a datos aportados por comunicaciones personales con técnicos del INTA. En el
Cuadro 3: Valores energéticos y emisiones generadas y relacionadas con el
proceso de obtención de
una tonelada de pellets
de girasol.
52
EEA INTA, Anguil
Cuadro 4: Valores energéticos (proceso de transformación) y valores de emisiones por unidad de producto en Girasol.
Figura 2: Porcentajes de
Participación en el consumo energético de las distintas etapas del proceso
de obtención de aceite
refinado de soja comparado con el mismo producto
de girasol.
Figura 3: Porcentajes de
Participación de emisiones de las distintas etapas del proceso de obtención de aceite refinado de
soja comparado con el
mismo producto de girasol.
La huella de carbono en la agroindustria
53
caso de la producción primaria se explica por los
distintos rendimientos de aceites por cada 1000
kilos de semilla. Ahora al ser un valor fijo el consumo energético por litro de envasado incide
mucho más en el girasol que en la soja, porque
por cada 1000 kilos de semillas el costo del envasado en mayor en girasol.
En cuanto a las emisiones, la producción primaria incide entre un 34 y un 40% de las emisiones totales mientras que sigue siendo la etapa del
proceso (excluyendo la producción primaria) que
más incide en las emisiones el de Crushing. El
comportamiento del envasado es el mismo que lo
explicado en el párrafo anterior.
3) Por último en el cuadro N° 5, se comparan
los datos obtenidos en el trabajo y los promedios
obtenidos de datos bibliográficos (la misma consideración explicada en el párrafo anterior sobre
el consumo energético).
Si bien el resultado de la sumatoria es similar
entre el trabajo y la bibliografía, las diferencias
entre los datos son más significativas que las
encontradas en soja, se pueden observar diferencias importantes en los valores de producción primaria, y en los datos del refinado.
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Cuadro 5: Consumos energéticos en las distintas
etapas de la obtención de
aceite refinado calculadas
en el presente trabajo, y
comparado con fuentes
bibliográficas.
54
EEA INTA, Anguil
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La huella de carbono en la agroindustria
55
capítulo 06
Patricia Valeria Sirotiuk
Tesina realizada para acceder al grado de Ingeniera en Recursos Naturales
Cadena del trigo
1. Introducción
La cadena agroindustrial del trigo se encuentra conformada principalmente por dos sectores,
el primario y el secundario. El sector primario
engloba la producción primaria del grano de trigo,
incluyendo tanto la producción de insumos agropecuarios (semillas, fertilizantes, agroquímicos,
maquinarias, entre otros) como las actividades
agrícolas (labranza, barbecho, siembra, cosecha,
secado de los granos, etc). El sector secundario se
compone de la industria molinera, conocida como
de primera transformación, donde el principal
producto obtenido es la harina de trigo, y la
industria de segunda transformación o alimentaria, donde se producen pan, pastas, galletitas,
entre otros. En el presente trabajo se abarca el
proceso de panificación, el cual cuenta con cuatro
grandes subsistemas (Figura 1). Las etapas incluídas dentro de los límites del sistema son:
• Producción primaria de trigo. Abarca todas
las labores agrícolas realizadas en el predio
rural, considerándose que para la obtención
del grano de trigo pueden implementarse dos
sistemas de labranza, siembra directa y
labranza convencional. Además, incluye las
operaciones post-cosecha.
• Molienda Industrial. Las etapas que comprende son recibo, almacenamiento y pre-limpieza, limpieza y acondicionamiento, molienda
o trituración, tamizado y purificación. La harina obtenida del proceso de molienda puede
ser cargada a granel o empaquetada en bolsas
de papel Kraft de 32 Kg cada una, para su posterior distribución a industrias de segunda
transformación.
56
EEA INTA, Anguil
• Panificación. El proceso de panificación
puede ser doméstico o industrial. En éste último caso, se incluye el embolsado del pan, ya
que sí bien el consumidor puede llevar su propia bolsa, en otros casos se coloca en bolsas
de papel o polietileno, para su transporte
hasta el hogar por parte del consumidor, éstas
tres situaciones son consideradas.
• Consumo en el hogar. Una vez obtenido el
pan, ya sea mediante panificación industrial o
doméstica, puede ser almacenado a temperatura ambiente en el hogar o bien, se puede
refrigerar para prolongar su vida útil y además,
por preferencias del consumidor el pan puede
ser tostado.
Se incluye el transporte de los granos de trigo
desde el campo al molino harinero y el transporte
de la harina desde el molino a la panadería o
almacén de venta minorista.
Los límites del sistema excluyen la producción
de bienes de capital, como maquinarias y edificios, los consumos de energía para el alumbrado
de oficinas, talleres o comedores, limpieza de hornos y maquinaria. Así como también, las emisiones generadas por el transporte de los empleados
al molino y a la panadería.
2. Unidad funcional
El análisis de la Huella de Carbono del proceso
de panificación, se basa en la unidad funcional
definida como 1 Kilogramo de pan de harina de
trigo que se consume en el hogar. La unidad funcional especificada, se considera adecuada para
la comunicación a los consumidores y para el etiquetado de carbono.
Figura 1: Límites del sistema de la cadena de panificación, subsistemas y
procesos unitarios de
cada subsistema. Entre
paréntesis flujo de masa
(en kg), donde se observa que para producir 1 kg
de pan son necesarios 0.7
kg de harina de trigo, que
se obtienen a partir de
0.9 kg de grano de trigo.
3.2. Subsistema molienda del trigo
medio de una báscula y luego, se almacena. Antes
del almacenamiento del grano para la limpieza, se
lleva a cabo una pre-limpieza, con el objeto de
extraer impurezas adquiridas durante el almacenamiento en bodegas y en su trayecto en los
camiones de transporte hasta el molino. Esta operación, se logra mediante aventadores o aspiradores, los cuales cuentan con cribas sacudidoras
de chapa de hierro con distinta perforación, una
más gruesa por la cual pasan el grano y los cuerpos extraños pequeños y otra más fina en la cual
son retenidos los granos. Toda la máquina, se
encuentra bajo la acción de una corriente de aire
regulable, que expulsa los cuerpos más ligeros
como cascarillas, polvos, esporas de hongos y
otros análogos.
Recibo, almacenamiento y
pre-limpieza del grano
El grano llega a granel a la planta de procesamiento. Allí, se recibe el cargamento, se pesa por
Limpieza del grano
El grano una vez sometido a la pre-limpieza, se
lleva a la etapa de limpieza, en donde el trigo se
hace pasar por una serie de máquinas que cons-
3. Descripción de los procesos unitarios
3.1. Subsistema producción primaria
Como se mencionó anteriormente, esta etapa
comprende todas las labores agrícolas realizadas
en el predio rural, para la obtención del grano de
trigo, tales como labranza/barbecho, siembra, fertilización, aplicación de plaguicidas y cosecha. Se
incluyen además, los procedimientos post-cosecha, como el secado del grano y su almacenamiento. El producto de la cosecha obtenido, es transportado al molino para la elaboración de harina, a través de distintos medios de transporte.
La huella de carbono en la agroindustria
57
tan de zarandas limpiadoras, con el fin de extraer
impurezas que no fueron removidas durante la
pre-limpieza. Son diversos los procedimientos
que permiten separar las impurezas, basándose
en diferencias de tamaño, forma, densidad o
resistencia al aire entre los granos y los agentes
extraños, o incluso aprovechando las propiedades magnéticas de las posibles partículas metálicas presentes.
Acondicionamiento del grano
Una vez limpio el grano, se encuentra listo
para la etapa de acondicionamiento o atemperado, donde se añade y distribuye uniformemente
humedad al grano, para que éste alcance un estado físico que permita una molienda de resultados
óptimos. Para lograr una harina adecuada para
panificación es del 13.5-14% de humedad, por lo
tanto, se hace necesaria una humectación del
grano mediante remojo con agua para alcanzar la
humedad requerida. Generalmente, se inyecta
agua hasta que el grano alcance una humedad del
16%, puesto que cuando el grano pasa por los
rodillos del molino, éstos generan gran rozamiento y se calientan, provocando con ello la evaporación de un porcentaje de agua (2% aproximadamente). Luego de la inyección del agua, el grano
húmedo, se almacena en silos intermedios en
donde el grano permanece en reposo por 18-24
horas, tiempo durante el cual el grano alcanza a
absorber toda el agua aplicada en el acondicionamiento.
Molienda del grano
Cuando el grano adquiere una humedad del
16%, se encuentra listo para la molienda, la cual
tiene por objetivo la transformación del endospermo en harina y sémolas, y la separación, lo más
íntegras posible de las cubiertas del grano (fibra o
salvado) y el germen. La molienda consiste de una
serie de sub-etapas de trituración, tamizado y
purificación.
Trituración o molturación
Consiste en la rotura primaria del grano, que
dá un producto de molienda poco homogéneo, en
el cual las partes desechas de la cáscara, se
encuentran mezcladas con la sustancia del núcleo
de harina triturado en forma de polvo. El grano se
deshace en productos granulares intermedios
como sémola, de las que se pueden separar mejor
58
EEA INTA, Anguil
las partes de la cáscara (y del germen). Las partículas mayores separadas por la extracción del
producto de la primera trituración van a la segunda. Allí, los granos triturados se abren completamente y el producto se extrae nuevamente. Las
partículas extraídas de mayor tamaño se envían a
los terceros rodillos de trituración para limpiarlos
más, lo que conlleva a una tercera extracción. Las
partículas mayores de esta tercera extracción,
que en ésta fase son casi menores al salvado o
afrecho, se someten a un raspado final en el cuarto par de cilindros de trituración. Algunos molinos
efectúan más de cuatro trituraciones.
En las harineras modernas, el molino de rodillos es el equipo más utilizado. El principio de funcionamiento consiste en someter a los granos a
fuerzas de compresión y cizalla, al pasar entre dos
rodillos de superficie estriada. Cuando los rodillos
son lisos, la fuerza predominante es la de compresión. Tanto el número de estrías de los rodillos,
como la separación entre ellos, influyen en la granulometría del producto final.
El producto de la molturación cae a una tolva,
desde donde mediante transporte neumático, es
impulsado hacia los plansifters (cernidores). Las
estrías en los rodillos no se encuentran completamente paralelas, sino formando una espiral, para
aumentar el efecto cortante. Por otra parte, para
que el efecto de compresión/cizalla sea efectivo
es necesario que la velocidad de los rodillos no
sea la misma, por ello se trabaja siempre con un
rodillo lento y otro rápido, de forma que el primero sostiene el material mientras que el segundo,
lo moltura por la combinación de efectos de cizalla y compresión.
Tamizado
Después de la primera rotura, resulta el molido basto que por unos dispositivos cribadores se
separa en productos de grano grueso (sémola
impura de tamaño variable), en harina (harina de
primera) y un residuo o sobrante que se somete a
la siguiente trituración. Existen dos maneras de
efectuar la operación, el cernido por centrifugación y por sacudimiento. El cernido por centrifugación se lleva a cabo en máquinas cribadoras centrífugas, las cuales se componen de un cilindro
cuya superficie está dividida es zonas cubiertas
de malla y gira alrededor de un eje. Alrededor del
mismo eje gira también, un juego de aletas con
mayor velocidad que lanza el material que se
tamiza contra las paredes del cilindro, es decir,
contra la superficie de los tamices. Por esta razón,
la acción de esta máquina tamizadora, como la de
todos los cribadores centrífugos es muy enérgica.
Existe otra máquina que trabaja con más delicadeza, se trata del cernidor plano o plansifter que
trabaja por sacudimiento e imita el movimiento
de un tamiz a mano. El plansifter consta de un
cierto número de mallas con orificio de diferentes
diámetros, que a causa de su movimiento más
delicado proporciona productos cribados de
mayor grado de pureza.
Purificación
Su función es la de separar de las sémolas los
fragmentos de cáscara fibrosa que aún permanecen en ellas, después de la sección inicial de ruptura. Estos fragmentos no se pueden separar por
simple tamizado (en los plansifters) ya que algunos de ellos son del mismo tamaño que las sémolas, por lo que se hace en función de su peso
específico, mediante una corriente de aire.
La mayor parte de la harina pasa por la fase
intermedia de sémola obtenida al extraer el producto de los diferentes cilindros de trituración. En
este estado, la sémola impura es susceptible de
purificación, siendo el objeto de los sasores (también llamados purificadores) limpiarla, eliminando las cubiertas externas y al mismo tiempo clasificarla, según tamaño y pureza, preparándola
para la molienda en los cilindros de compresión.
Los sasores están constituidos por tamices oscilantes, a través de los cuales, circula de abajo
hacia arriba una corriente de aire. El producto que
llega a los sasores es de tipo sémola de diferentes
tamaños, incluyendo semolinas, el cual viene contaminado en menor grado de salvado o afrecho.
Por lo tanto, estas máquinas clasifican las sémolas según su tamaño y pureza, eliminándose el
material contaminado.
3.4. Productos de molturación
La molienda del trigo, genera fundamentalmente tres productos diferentes, en función de la
granulometría de los mismos:
a. Salvado, de mayor tamaño, constituido por
las capas externas del grano.
b. Sémola, que contiene las partículas de
endospermo más gruesas (130 a 1000 micras).
c. Harina, formada por las partículas más finas
del endospermo.
Todas las sémolas y harinas no tienen los mismos usos y propiedades, ya que éstos vienen
determinados por las características del trigo del
cual han sido obtenidas, y fundamentalmente por
dos de sus propiedades: la dureza y el contenido
y calidad de la fracción proteica del endospermo.
La harina obtenida en las diferentes trituraciones, se mezclan y se enriquecen con mejorantes y
vitaminas con el fin de mejorar la calidad en la
panificación. Estas sustancias químicas, se adicionan mediante dosificadores que regulan la
cantidad de sustancia o componente adicional.
Por último, la harina se almacena en silos verticales, dispuesta para empaque y posteriormente,
para bodega. El embolsado de la harina se realiza
mediante ensacadoras automáticas en bolsas de
diversos tamaños o bien, puede ser cargada a
granel. La harina ensacada o cargada a granel, es
destinada a industrias de segunda transformación, para posterior elaboración de productos
derivados del trigo (pan, bollería, pasta alimenticia, entre otros).
4. Subsistema panificación
Las materias primas utilizadas para la elaboración del pan son:
• Harina: es la materia prima por excelencia
del proceso de panificación. La misma se encuentra compuesta por almidón, agua, proteínas, azúcares simples, materias grasas, materias minerales y vitaminas. El 85% de las proteínas son
Gliadinas y Gluteninas, proteínas insolubles que
en conjunto reciben el nombre de gluten, debido
a su capacidad para aglutinarse cuando se las
mezcla con agua, dando una red o malla que recibe igualmente, el nombre de gluten. Esta propiedad que poseen las proteínas del trigo y que no
poseen las proteínas de otros cereales, es la que
hace panificables las harinas de trigo y la que proporciona las características plásticas de la masa
de pan.
• Agua: es el segundo componente mayoritario de la masa y es el que hace posible el amasado de la harina. El agua hidrata la harina facilitan-
La huella de carbono en la agroindustria
59
do la formación del gluten, con ello y con el trabajo mecánico del amasado se le confiere a la masa
sus características plásticas: cohesión, elasticidad, plasticidad y tenacidad. La presencia del
agua es parte primordial en lo relativo a la formación de un medio húmedo indispensable para la
creación y desarrollo de la fermentación.
• Sal: su principal objetivo es dar sabor al pan.
Además, es importante porque hace la masa más
tenaz, actúa como regulador de la fermentación,
favorece la coloración de la corteza durante la
cocción y aumenta la capacidad de retención de
agua en el pan.
• Levadura: en panadería se llama levadura al
componente microbiano aportado a la masa con
el fin de hacerla fermentar de modo que se produzca etanol y CO2. Este CO2, queda atrapado en
la masa, la cual se esponja y aumenta su volumen.
Las proporciones utilizadas para obtener 1 Kg
de pan doméstico son 0.7 kilogramos de harina
de trigo, 0.6 litros de agua, 17 gramos de sal y 25
gramos de levadura. La receta de pan industrial,
es similar a la de panificación doméstica o casera.
Con las particularidades propias de cada
forma de producción y tipo de pan, el proceso de
elaboración consta de las siguientes etapas:
4.1. Mezcla y amasado
Sus objetivos son lograr la mezcla íntima de
los distintos ingredientes y conseguir, por medio
del trabajo físico del amasado, las características
plásticas de la masa así como, su perfecta oxigenación. En la panificación industrial, el amasado
se realiza en máquinas denominadas amasadoras, que constan de una artesa móvil donde se
colocan los ingredientes y de un elemento amasador cuyo diseño determina en cierto modo los distintos tipos de amasadoras, siendo las de brazos
de movimientos variados y las espirales, las más
comúnmente utilizadas en la actualidad. En la
panificación doméstica este paso es realizado
manualmente.
4.2. División y pesado
Su objetivo es dar a las piezas el peso justo. Si
se trata de piezas grandes se suelen pesar a mano
y si se trata de piezas pequeñas se suele utilizar
una divisora hidráulica.
60
EEA INTA, Anguil
4.5. Reposo y formado
El reposo tiene como objetivo dejar descansar
la masa para que se recupere de la desgasificación sufrida durante la división. Esta etapa puede
ser llevada a cabo a temperatura ambiente o en
cámaras de bolsas, donde se controla la temperatura y el tiempo de permanencia en la misma.
Luego, a la masa descansada se le da la forma
característica del tipo de pan que se va a producir.
Esta etapa puede desarrollarse en forma manual
o mecánica (utilizando maquinaria).
4.6. Fermentación
Es el tiempo de reposo que se le da a las piezas individuales, desde que se practicó el formado hasta que se inicia la cocción del pan.
4.7. Cocción
Consiste en la transformación de la masa fermentada en pan, lo que conlleva la evaporación
de todo el etanol producido en la fermentación, la
evaporación de parte del agua contenida en el
pan y la coagulación de las proteínas.
Independientemente del tipo de horno, la cocción
se realiza siempre entre 180 y 260 ºC, en una
atmósfera rica en vapor de agua y el tiempo de
cocción depende del tamaño del pan, siendo el
tiempo aproximado de 20 a 25 minutos. Además,
se añaden 10 minutos adicionales para calentar el
horno.
Tras la cocción y enfriamiento, el pan está listo
para su consumo en el caso de la Panificación
Doméstica o para el embolsado en el caso de la
Panificación Industrial.
5. Subsistema consumo
El pan en el hogar, puede ser refrigerado o
bien ser almacenado a temperatura ambiente.
Además, en el subsistema consumo se incluye el
tostado del pan.
Supuestos
• Existe gran diversidad de aditivos agregados
en el enriquecimiento de las harinas y debido
a su baja proporción (<0.02%) se considera
que su contribución a la demanda de energía y
emisiones es despreciable.
• No hay grandes diferencias entre los ingredientes y cantidades utilizadas en las dos
escalas de panificación.
• La etapa de fermentación en ambas escalas
de producción de pan es realizada a temperatura ambiente, por lo cual la demanda de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero son cero o no significativas.
• En la panificación doméstica el consumo de
energía es originado en la etapa de cocción,
siendo las etapas anteriores, realizadas
manualmente. Mientras que, en la panificación
industrial todas las etapas son realizadas utilizando maquinarias especializadas.
• En la panificación industrial la cocción se realiza utilizando hornos eléctricos con quemadores a gas natural, mientras que en la panificación doméstica la cocción puede ser llevada a
cabo mediante la utilización de hornos eléctricos o a gas natural.
• No hay embalaje del pan doméstico pero si
del pan industrial.
• Existen dos rutas importantes: el transporte
de los granos a la industria molinera y el transporte de la harina a las panaderías o almacén
de venta minorista. Mientras que, la compra
del pan por parte de los consumidores es realizada a pie o en bicicleta, por lo tanto, la
demanda de energía y las emisiones son cero
o no significativas.
6. Consumos energéticos en cada uno
de los eslabones de la cadena del pan
6.1. Subsistema producción primaria
En el primer eslabón de la cadena agroalimentaria del trigo, al comparar los consumos de energía, en dos sistemas de labranza, siembra directa
y labranza convencional, bajo tres niveles de utilización de insumos, se observa que tanto en alta
como en media utilización de insumos, el consumo de energía es menor en el sistema de siembra
directa que el sistema de labranza convencional.
Sin embargo, cuando el grado de intensificación
es bajo, es decir con baja utilización de insumos,
el consumo de energía es mayor en el sistema de
siembra directa que en el sistema de labranza
convencional (Fig. 2). El sistema de labranza convencional muestra, en promedio, un consumo de
energía fósil menor que el sistema de siembra
directa, siendo los valores obtenidos 2.94±0.82
MJ Kg de pan-1 y 3.23±1.14 MJ Kg de pan-1, respectivamente. El sistema de labranza convencional
con baja utilización de insumos presenta el menor
consumo de energía (2.62 MJ Kg de pan-1) y el sistema de siembra directa, también con baja utilización de insumos la mayor demanda energética
(3.76 MJ Kg de pan-1).
A menudo se argumenta, que la labranza mínima o siembra directa reduce en forma significativa el uso de combustibles fósiles, es más conservacionista desde el punto de vista energético y
menos contaminante por productos de combustión. Lo anterior, es aceptable si se considera que
la reducción de labores implica un menor movimiento de máquinas y equipos. Pero si se considera, que al realizarse un menor número de labores, no se logra la destrucción mecánica de las
malezas que compiten con el cultivo, las cuales
deben ser eliminadas con métodos químicos, se
produce así una dependencia de los herbicidas,
Figura 2: Consumo de
energía promedio (Mj Kg
de pan-1) enla producción
primaria de trigo, para
dos sistemas de labranza
(directa y convencional)
bajo tres niveles de intensificación agrícola (alta,
media y baja utilización
de insumos).
La huella de carbono en la agroindustria
61
que es tanto mayor cuanto menor es el número de
labores ejecutadas. Si se tiene en cuenta que para
fabricar los herbicidas se insumen grandes cantidades de combustible fósil, la mayor eficiencia
energética y el menor potencial de contaminación
de la labranza mínima son supuestos cuestionables. A menudo, la labranza mínima usa más insumos contaminantes (fertilizantes y plaguicidas)
que la labranza convencional (Viglizzo, 2001).
6.2. Transporte desde el predio rural al molino
harinero
El transporte desde el predio rural al molino
harinero, si se realiza mediante un camión de 32
toneladas modelo nuevo, que recorre una distancia de 200 Km, demanda 0.11 MJ Kg de pan-1.
6.3. Subsistema Molienda de trigo
La energía necesaria para producir la harina
requerida para obtener 1 Kg de pan, es 0.317±0.22
MJ Kg de pan-1. Donde la etapa de trituración, presenta la mayor demanda energética, representada por un 87.38% del total, mientras que la etapa
de recibo, almacenamiento y pre-limpieza demanda un 3.15%, limpieza y acondicionamiento un
5.68% y por último, tamizado y purificación un
3.79% del total de la energía requerida. Con respecto al embalaje, la carga a granel demanda 0.12
MJ Kg de pan-1, mientras que en el caso del embolsado es de 0.15 MJ Kg de pan-1, incluída la fabricación del papel Kraft. Por lo tanto, el total de ener-
gía demandada es de 0.43 MJ Kg de pan-1 para la
harina cargada a granel y 0.47 MJ Kg de pan-1 para
la harina empaquetada en bolsas de papel Kraft
(Fig. 3).
6.4. Transporte de harina
El transporte de la harina, desde el molino harinero a la panadería o almacén de venta minorista,
demanda 0.02 MJ Kg de pan-1 si el mismo se realiza
utilizando un camión de 26 toneladas, modelo
nuevo, que recorre una distancia de 50 Km.
6.5. Subsistema Panificación
En el subsistema panificación se observa, que
la panificación doméstica consume más energía
que el sistema de panificación industrial. La panificación doméstica, demanda 3.05 MJ Kg de pan-1 en
el caso de un horno eléctrico y cuando se utiliza un
horno abastecido con gas natural, demanda 3.32 MJ
Kg de pan-1. El consumo de energía para obtener
una bolsa de papel es de 0.53 MJ Kg de pan-1 y para
una de polietileno 0.15 MJ Kg de pan-1. Por lo cual, la
demanda energética total del proceso de panificación es de 2.70 MJ Kg de pan-1 cuando el pan se
empaqueta en bolsas de papel, 2.31 MJ Kg de pan-1
si se utilizan bolsas de polietileno y 2.16 MJ Kg de
pan-1 cuando el pan no se empaqueta. Si bien, existe una marcada diferencia entre el consumo energético de la fabricación de bolsas de papel y de polietileno, en promedio la contribución del empaquetado al valor total de la demanda energética del proFigura 3: Consumo de
energía promedio (Mj Kg
de pan-1) en la producción de harina cargada a
granel y empaquetada en
bolsas de papel Kraft, de
32 kg cada una.
62
EEA INTA, Anguil
Figura 4: Consumo de energía promedio (Mj Kg de pan-1) del proceso de panificación. Referencias: P.I.: Panificación
Industrial y P.D.: Panificación Doméstica.
ceso de panificación es baja (menor al 13%). En
todos los escenarios de panificación planteados, se
observa que la cocción es la etapa de mayor consumo de energía (Fig. 4).
pan-1. Por lo tanto, el consumo en el hogar demanda 4.25 MJ Kg de pan-1.
6.6. Subsistema consumo
7. Demanda energética total del
proceso de panificación en 12 escenarios posibles de producción de pan
Cuando el pan se almacena a temperatura
ambiente no manifesta consumo de energía,
mientras que cuando el pan se refrigera en el
hogar, entre 4 y 8 días, demanda 0.044 MJ Kg de
pan-1. Además, en la fase de consumo se incluye
el tostado del pan, el cual demanda 4.21 MJ Kg de
Al compararse distintos escenarios de producción de pan, se observa que el escenario de
menor demanda energética, se obtiene al efectuarse sistema de labranza convencional en la
implantación del cultivo, panificación industrial y
almacenamiento a temperatura ambiente sin tostaFigura 5: Consumo de energía promedio (Mj Kg de
pan-1) en 12 escenarios
posibles de panificacón.
Referencias: SD: Siembra
Directa, LC: Labranza
Convencional, PDG: Panificación Domestica utilizando un horno a gas natural,
PDE: Panificación
Domestica utilizando un
horno eléctrico, PI: Panificación Industrial, C: Consumo refrigerado y tostado,
A: almacenamiento a temp.
ambiente sin tostado del
pan en el hogar.
La huella de carbono en la agroindustria
63
do del pan. Mientras que, el escenario de mayor
consumo energético es aquel donde la producción
primaria se realiza con sistema de siembra directa,
panificación doméstica utilizando un horno a gas
natural, refrigerado y tostado de pan en el hogar.
Siendo, las demandas energéticas 5.70 MJ Kg de
pan-1 y 11.40 MJ Kg de pan-1, respectivamente (Fig.
5). En promedio, para producir 1 kilogramo de pan
son necesarios 8.65 MJ de energía.
Emisión de Gases de Efecto Invernadero en
cada etapa de la cadena del pan
Subsistema Producción Primaria
Al compararse las emisiones de GEI, en dos
sistemas de labranza bajo tres niveles de utilización de insumos, se observa que tanto, en alta
como en media utilización de insumos, la emisión
de GEI es menor en el sistema de siembra directa
que el sistema de labranza convencional. Sin
embargo, si el grado de intensificación es bajo, es
decir con baja utilización de insumos, la emisión
de GEI es mayor en el sistema de siembra directa
(Fig. 6). El sistema de labranza convencional, con
baja utilización de insumos, presenta la menor
emisión de GEI (0.189±0.068 Kg eq-CO2 Kg de
pan-1) y el sistema de siembra directa, también
con baja utilización de insumos, manifiesta la
mayor emisión de GEI (0.271±0.114 Kg eq-CO2 Kg
de pan-1).
La emisión de GEI es, en promedio, mayor en
el sistema de siembra directa que en el sistema
de labranza convencional, siendo los valores
encontrados 0.233±0.082 Kg eq-CO2 Kg de pan-1 y
0.211±0.059 Kg eq-CO2 Kg de pan-1, respectiva-
mente. Por lo tanto, se confirma que el sistema de
labranza mínima no es menos contaminante por
productos de combustión que el sistema de siembra directa.
Transporte de trigo desde el predio rural
al molino harinero
El transporte de trigo, genera una emisión GEI
de 0.008 Kg eq-CO2 Kg de pan-1, cuando se utiliza
como medio de transporte un camión de 32 toneladas, modelo nuevo, que recorre una distancia
de 200 Km, desde el predio rural hasta el molino
harinero.
Subsistema Molienda de trigo
La emisión de GEI de la etapa de molienda es,
en promedio, de 0.041±0.025 Kg eq-CO2 Kg de
pan-1. Se observa, la importante contribución de
la molienda (molturación o trituración) al valor
total de emisiones, siendo baja la contribución de
las demás etapas. Cuando la harina producida es
cargada a granel emite 0.054 Kg eq-CO2 Kg de
pan-1 y cuando se embolsa la emisión de GEI es de
0.057 Kg eq-CO2 Kg de pan-1 (Fig. 7).
Del total de la demanda energética, un 84.59%
corresponde a electricidad y un 16.41% a gas
natural. De acuerdo a los datos suministrados por
la empresa “Molino Los Grobo”, correspondientes a 5 años de producción, el valor de consumo
de energía del proceso de molienda, en promedio,
es de 0.10 MJ Kg de pan-1. Dicho valor se encuentra dentro del rango encontrado en este trabajo.
Transporte de harina
El transporte de harina, desde el molino hariFigura 6: Emisión GEI (Kg
eq-Co2 Kg de pan-1) para
dos sistemas de labranza
(directa y convencional)
bajo tres niveles de intensificación agrícola (alta,
media y baja utilización
de insumos).
64
EEA INTA, Anguil
Figura 7: Emisión GEI (Kg
eq-Co2 Kg de pan-1) de la
producción de harina cargada a granel y empaquetada en bolsas de papel
Kraft, de 32 kg cada una.
Figura 8: Emisión GEI (Kg
eq-Co2 Kg de pan-1) del
proceso de panificación.
Referencias: P.I.:
Panificación Industrial y
P.D.: Panificación
Doméstica.
nero a la panadería o almacén de venta minorista,
genera una emisión GEI de 0.001 Kg eq-CO2 Kg de
pan-1, utilizándose como medio de transporte un
camión de 26 toneladas, modelo nuevo, que recorre una distancia de 50 Km.
Subsistema Panificación
La panificación doméstica utilizando un horno
eléctrico en la cocción, es la forma de panificación
de mayor emisión de GEI, obteniéndose un valor
de 0.405 Kg eq-CO2 Kg de pan-1, mientras que
cuando la cocción se realiza utilizando un horno
alimentado con gas natural, la emisión de GEI es
de 0.225 Kg eq-CO2 Kg de pan-1, siendo ésta la
forma de panificación que presenta la emisión de
GEI más reducida. Dentro de la panificación
industrial, se encuentra que la emisión de GEI
varía en función, del tipo de bolsa en que se ofre-
ce el pan al consumidor. Cuando se empaqueta
utilizando una bolsa de papel, la emisión de GEI
es de 0.267 Kg eq-CO2 Kg de pan-1, cuando se realiza utilizando una bolsa de polietileno se emiten
0.241 Kg eq-CO2 Kg de pan-1 y 0.230 Kg eq-CO2 Kg
de pan-1 cuando el consumidor lleva su propia
bolsa (Fig. 8). Se observa que las emisiones de
GEI son muy similares en el caso de la panificación industrial sin embolsado y la panificación
doméstica utilizando un horno a gas natural.
Los valores mensuales de consumo de energía
de una panadería local visitada, son 938 KWh de
electricidad y 776.05 m3 de gas natural, totalizando un consumo de 28986.45 MJ de energía por
mes, es decir 11.64% de electricidad y 88.36% de
gas natural. Teniendo en cuenta, una producción
mensual de 14100 Kg de pan, el consumo de energía por Kg de pan es de 2.05 MJ, dando una dife-
La huella de carbono en la agroindustria
65
rencia de 0.11 MJ con respecto al valor por defecto encontrado en la bibliografía. Siendo la emisión de GEI correspondiente de 0.17 Kg eq-CO2 Kg
de pan-1.
Subsistema Consumo
Cuando el pan se refrigera en el hogar, entre 4
y 8 días, se genera una emisión de GEI de 0.022
Kg eq-CO2 Kg de pan-1. Además, cuando el pan es
tostado, se emiten 0.597 Kg eq-CO2 Kg de pan-1.
El consumo, incluyendo refrigeración y tostado,
genera 0.619 Kg eq-CO2 Kg de pan-1.
8. Huella de Carbono de la cadena del pan
El valor promedio de la Huella de Carbono del
pan es de 0.884 Kg eq-CO2 Kg de pan-1. El escenario de producción primaria con sistema de labranza convencional, panificación doméstica utilizando un horno alimentado con gas natural y almace-
namiento en el hogar a temperatura ambiente, sin
tostado del pan, manifiesta la menor emisión de
GEI, con un valor de 0.502 Kg eq-CO2 Kg de pan-1.
Mientras que, la máxima emisión es 1.323 Kg eqCO2 Kg de pan-1, valor que surge de la producción
de trigo utilizando siembra directa, panificación
doméstica con cocción del pan en horno eléctrico,
refrigerado y tostado del pan (Fig. 9).
9. Contribución porcentual de cada
etapa de la cadena del pan al valor de
la Huella de Carbono
Identificar las etapas de mayor contribución al
valor de la HC, permite a los distintos actores de
la cadena del pan, definir políticas de reducción
de emisiones y optimizar los procesos productivos. En la cadena del pan, se encuentra que la
mayor contribución de emisiones de GEI está
dada por la producción primaria de trigo, la paniFigura 9: Emisión GEI (Kg
eq-Co2 Kg de pan-1) en 12
escenarios posibles de
panificacón. Referencias:
SD: Siembra Directa, LC:
Labranza Convencional,
PDG: Panificación Domestica utilizando un horno a
gas natural, PDE: Panificación Domestica utilizando
un horno eléctrico, PI:
Panificación Industrial, C:
Consumo refrigerado y tostado, A: almacenamiento a
temp. ambiente sin tostado
del pan en el hogar.
Figura 10: Contribución
porcentual de cada etapa
de la cadena de panificación al valor total de la
Huella de Carbono del
pan.
66
EEA INTA, Anguil
ficación y el consumo del pan, etapas de alto consumo energético. Mientras que, el proceso de
molienda y el transporte, presentan una baja contribución al valor de la HC (Fig. 10). La búsqueda
de estrategias, para disminuir el consumo de
energía por unidad de producto generado, es
decir aumentar la eficiencia energética de los productos y por lo tanto, reducir la emisión de gases
de efecto invernadero, tiene una alta prioridad
para enfrentar el cambio climático y debería apuntarse a las etapas de mayor emisión de GEI.
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La huella de carbono en la agroindustria
67
ANEXO
68
EEA INTA, Anguil
La huella de carbono en la agroindustria
69
70
EEA INTA, Anguil
capítulo 07
Gustavo Montero
Consultor Externo
Cadena del maíz
1. Introducción
En Argentina, la cosecha de maíz, en la campaña 2011/2012, arrojó un valor cercano a las 21
millones de toneladas, con 5 millones de hectáreas implementadas (SIIA, 2013) De ese volumen
cosechado, nuestro país exporta como grano
(commodity) el 65% de lo producido, el resto lo
industrializa o lo transforma en carne, huevos,
etanol, etc. Al contrario de otros países como
Estados Unidos donde solo el 16% es exportado
como grano (Uztarroz F.,et al 2010).
La industrialización del maíz se puede dividir en
3 sectores más importantes, el de alimento balanceado, es la más importante, ya que en promedio el
maíz compone el 50% de las raciones, además de
intervenir en la composición de las mismas, ciertos
subproductos como gluten feed, gluten meal y residuos de industrias fermentativas.
Los otros 2 sectores, para obtención de etanol
y como producto y/o co-producto el aceite, son la
Molienda Húmeda y la Molienda Seca.
Los procesos para la obtención del etanol son
esencialmente los mismos pasos: el preparado del
feedstock, la fermentación de azucares simples, el
recupero de alcohol y los co-productos. (Vergagni
G., 2004). La operación de molienda húmeda es
más compleja porque el grano se debe separar en
sus componentes, con la ventaja que al lograr una
separación más efectiva de los mismos se obtienen
subproductos de mayor valor agregado. En la
Molienda húmeda solamente el almidón se fermenta, mientras que en la molienda seca para obtener
etanol se fermenta el puré entero.
La Molienda Húmeda es un proceso de capital
intensivo, donde las empresas procesan un gran
volumen de granos. Hay 6 plantas en nuestro país
que realizan molienda húmeda de maíz y unas 32
plantas de mucho menor producción distribuidas
en el país que procesan mediante molienda seca
(Vergagni G., 2004)
Los co-productos de la obtención del etanol
son diferentes de acuerdo al método utilizado
mientras que en la molienda húmeda los subproductos son el aceite de maíz, el gluten feed y el
gluten meal, de la molienda seca se obtienen granos destilados, secos y solubles (DDGS), que se
utilizan para alimento para ganado.
2. Límites del Sistema
Como se explicó en los capítulos de soja y girasol, los límites del sistema, permiten definir el
alcance de la huella de carbono del producto, es
decir, que etapas del ciclo de vida, entradas y salidas son incluidas en la evaluación. Primero se
definen los límites de asignación del estudio, que
incluyen los procesos de producción y de transformación, excluyendo en este trabajo en particular la distribución de los productos terminados.
Para describir los límites, se utiliza un diagrama de flujo de procesos, en el cual se identificaron etapas y/o procesos unitarios y sus interrelaciones. Cada una de estas etapas son abordadas
con el objeto de definir las entradas de materias
primas e insumos, la naturaleza de las transformaciones y operaciones que ocurren dentro de
estas etapas y cual es producto intermedio, subproducto o producto final que genera.
Para el presente capítulo, solamente se extrajeron de la complejidad de procesos que tiene el
grano de maíz, se eligieron 2 procesos por separado para facilitar el cálculo de las emisiones de
los productos finales:
La huella de carbono en la agroindustria
71
1. Proceso de Elaboración de Aceite de Maíz
(RENDIMIENTO 28,60 Litros/1000 kg de semilla)
2. Proceso de obtención de Etanol por Molienda
Seca (RENDIMIENTO 405,37/1000 kg de semilla).
Las cadenas resultantes de estos 2 procesos
son las siguientes (Figura 1 y 2).
3. Datos básicos para los
cálculos de emisiones
Para el cálculo de las emisiones se utiliza el
mismo cuadro N° 1 del Capítulo 4, con las consideraciones expresadas en ese apartado y en relación al cuadro N° 2, del mencionado capítulo.
4. Producción Primaria
A partir de lo expresado en el Capítulo sobre
emisiones en la producción primaria desarrollado
por Federico Frank (ver capítulo 3 cuadro 3), para
el cálculo de las mismas en este capítulo, se ha
seleccionado una producción de rendimiento promedio 8200,00 kg con una emisión por kilogramo
de 0,120 kg eq-CO2.
Es decir que para obtener una tonelada de
maíz, con un rendimiento por hectárea de
8200,00 kg se genera una emisión de 120 kg eqCO2. El rendimiento en aceite por cada tonelada
de girasol es de 28,60 litros, haciendo una relación directa se obtiene que por cada litro de aceite, las emisiones responsables de la producción
primaria es de 4,20 kg eq-CO2 .
Para el bioetanol, cuyo rendimiento es de
405,37/tonelada de maíz, las emisiones por litro
representa 0,296 kg eq-CO2.
Es importante destacar las diferencias entre
Figura 1: Cadena del Maíz
simplificada de la
Obtención de Aceite
Refinado de Maíz.
72
EEA INTA, Anguil
Figura 2: Cadena del Maíz
simplificada de la obtención del Etanol.
los valores de emisiones de los productos derivados analizados del maíz, se debe al diferente rendimiento que tienen. Por lo que, la cantidad de
emisiones generadas por la producción primaria
para producir un litro de aceite refinado es aproximadamente 14 veces mayor que para producir
un litro de etanol. Este dato es necesario aclarar
sin tomar en cuenta otros factores relacionados
con el proceso, que no han sido analizados en
este trabajo.
eq- de CO2 para recorrer los 250 kilómetros.
Por lo tanto por tonelada de maíz transportado,
generará 134,75 MJ y 9,750 kg eq-CO2. Si se lleva
este valor a los 28,6 litros de refinado que se obtienen cada 1000 kg de maíz, el valor por litro de aceite consume 4,71 MJ y 0,341 kg eq-CO2.
Para el caso del etanol cuyo rendimiento estimado es de 405,37 litros cada 1000 kilos, el valor por
litro de etanol es de 0,332 MJ y 0,024 kg eq-CO2.
6. Procesamiento del Maíz
5. Transporte
Respecto al transporte y tomando como modelo
el mismo tipo de camión (ver cuadro N°3 del
Capítulo 4), que se eligió para soja y girasol y recorriendo la misma distancia, con el mismo razonamiento ese transporte generaría 4312 MJ y 312 kg
A partir de este apartado, la energía estimada
consumida y los valores energéticos componentes de materias primas ingresadas al proceso son
determinantes para el cálculo de emisiones.
Antes de describir las etapas del procesamiento
del maíz y como se planteó en los capítulos dedi-
La huella de carbono en la agroindustria
73
cado a soja y a girasol, se deberá elegir una matriz
energética, que represente la empresa a la cual se
debe realizar el análisis. Para este trabajo se
seleccionó la combinación 40 % de Gas natural,
40 % Electricidad y 20% Gasoil.
7. Aceite Refinado
Recepción y Acondicionamiento
La calidad del aceite de maíz comienza en el
campo, ya que las condiciones de cultivo, el desarrollo del mismo y el tratamiento que recibe la
semilla hasta su almacenaje, influyen en la calidad del aceite. Un maíz cosechado con humedad
y secado a una temperatura no mayor de 80º C,
tiene mayor rendimiento en aceite que uno secado a 150º.
La recepción y acondicionamiento del maíz,
tomando en cuenta un proceso estándar (validado a campo), que ingresa con una humedad entre
el 16 y 17%, consume 17, 64 MJ por tonelada de
semilla. Esto equivale a 0,617 MJ/litro de aceite
refinado.
Tomando en cuenta el valor de emisión referenciado con la matriz energética seleccionada en
los capítulos de soja y girasol, el valor de emisión
sería de 0,098 kg eq-CO2 / MJ x 0,617 MJ/litro =
0,060 kg eq-CO2 / litro de aceite refinado.
Maceración
El proceso evaluado en este caso es el siguiente: la semilla de maíz ya acondicionada se introduce en varias cubas en batería con circulación en
contracorriente del maíz y el agua de maceración
a temperatura entre 49° a 52° C y con el agregado
de dióxido de azufre (en el caso de este proceso
evaluado). Este proceso permite la separación de
la fécula y la proteína insoluble.
Tomando la memoria energética y las emisiones del dióxido y el consumo energético del proceso los valores resultan de 30,67 MJ/tonelada de
maíz procesado, por lo que implica un consumo
energético de 1,072 MJ/litro de aceite refinado.
Las emisiones generadas por litro de aceite refinado obtenido es de 0,105 kg eq-CO2.
Si bien el líquido de maceración se concentra,
y se mezcla con la fibra, el gluten y el germen agotado, para destino alimentación, no se toma en
cuenta como subproducto del proceso.
74
EEA INTA, Anguil
Separación del Germen
Después de la maceración, se muele groseramente el grano ablandado en un molino de fricción.
Así, se rompe el grano y libera el germen sin fragmentarlo. Como consecuencia de la maceración el
germen se hincha y se vuelve gomoso. Para liberar
el germen puede ser necesario dos pases por el
molino, posteriormente se separa del resto del
grano con un separador de ciclón para líquidos o
hidroclón. La separación se hace de acuerdo a la
densidad; por poseer mayor riqueza de aceite, el
germen tiene menor densidad. El hidroclón trabaja
con el agua según el mismo principio que sigue el
separador de ciclón con aire.
Secado, prensado y filtrado
El germen recuperado se lava para quitarle el
almidón adherido y se deseca. Después se destina a la producción de aceite, mediante el proceso
de prensado. Este proceso se realiza mediante el
uso de hexano como solvente. Como todos lo procesos de extracción por solventes hay gastos
energéticos resultantes de la recuperación de solventes, mediante la destilación de micelas, y la
recuperación de residuos generados.
Las dos etapas precedentes, tienen un gasto
energético de 127,22 MJ/tonelada de maíz procesado y de 156,04 MJ/tonelada de maíz procesado
para la separación del germen y para la extracción, respectivamente. Las emisiones calculadas
para estos dos procesos son de 12,47 kg eq-CO2
y de 15,29 kg eq-CO2, por tonelada de maíz procesado respectivamente.
Refinado
Para el refinado del maíz se trabaja con las
siguientes etapas:
• 1a etapa. Desgomado
Permite separar fosfatidos (lecitinas), gomas y
mucílagos, que por su poder emulsionante bajarían el rendimiento en la neutralización. Se efectúa
por tratamiento con agua caliente y vapor directo,
a 80-90°C seguido de decantación o centrifugación.
• 2a etapa: Neutralización
La adición de hidróxido de sodio en una cantidad de 20 a 44% mayor que la que correspondería estequiométricamente a su acidez libre, no
sólo neutraliza los ácidos grasos libres, separándolos como jabones sódicos, pino que a la vez arrastra
restos de mucílagos, fosfátidos y pigmentos. Es
conveniente que el contacto de las fases reaccionantes se haga en un tiempo mínimo, seguido de
una rápida separación del aceite por centrifugación
para evitar su saponificación ulterior.
• 3a etapa: Secado y Blanqueo
El aceite neutralizado, lavado con un 10% de
agua caliente v luego secado por dispersión hasta
95°C a presión reducida, se mezcla con 0,5 a 3%
de tierra absorbente activada, a base de silicatos
hidratados de Al, como la tierra decolorante. El
proceso se realiza en estanques cilíndricos, provistos de agitadores de paletas a 60-80°C y en
atmósfera de presión reducida. Después de un
contacto de 20-30' se separa el decolorante por
filtros prensas. La ventaja de un sistema continuo
hasta esta etapa es además, el hecho de evitar el
contacto del aceite con el aire. Aquí son retenidos
eventualmente también los peróxidos, trazas
metálicas (Fe, Cu) y radioactivas (Cs, Sr) y, si se
agrega carbón a la tierra decolorante, además,
hidrocarburos policíclicos y aflatoxinas.
• 4a etapa: Winterización
Consiste en la separación de parte de los glicéridos sólidos y/o ceras para obtener así un aceite
sin turbidez o sedimento, a1 enfriarse. Para ello el
aceite se somete a enfriamiento lento ( 3-10°C )
seguido de reposo y separación de los cristales
grandes por filtración,
• 5a etapa: Desodorización
Consiste en separar componentes como aldehídos, cetonas, hidrocarburos, que junto con restos de las otras impurezas ya mencionadas comunican olor y sabor peculiares al aceite crudo.
Los valores energéticos y de emisiones se han
tomado del cuadro N° 5 del Capítulo 3, y los valores obtenidos en el proceso son: 5702 MJ
cada/1000 litros de aceite refinado y una emisión
558,80 kg eq-CO2 / litro de aceite refinado. Las
validaciones realizadas a sitios de producción
fueron variables, y cercanos en algunos casos a
un +/-20%. En cuanto al uso de insumos: ácido
fosfórico, tierras de blanqueo e hidróxido de
sodio, la variabilidad no fue significativa
Envasado
Para el análisis de envasado en aceite refinado
de maíz, los valores por litro de envasado en bote-
llas PET son los mismos que para el aceite de soja
(ver cuadro N° 9 del Capítulo 3). Es decir 2,92
MJ/litro de aceite envasado y 0,286 kg eqCO2/litro envasado.
8. Etanol
Como se indicó en la introducción los datos de
la elaboración de etanol a partir del maíz, son
obtenidos a partir del proceso de molienda seca
(Dry Milling).
Los pasos para la obtención del etanol, son
los siguientes:
• Recepción y Acondicionamiento: el proceso de
molienda seca comienza con la limpieza del grano
de maíz, que luego pasan a molinos que lo muelen a polvo fino.
• Licuefacción: la harina de maíz se sopla a grandes tanques, donde se mezcla con agua y enzimas
(amilasa alfa) y pasa por las cocinas donde se
licueface el almidón. A esta mezcla se le mantiene
a un pH 7. Se trabaja con temperaturas altas (120150 ° C ) y luego más bajas (95° C). Las temperaturas tienen la función de bajas los niveles bacterianos en el mosto.
• Sacarificación: el puré o mosto es refrescado,
con agua a una temperatura un poco por debajo
del punto de ebullición y se le agrega una enzima
secundaria que actúa como catalizadora (glucoamilasa) para convertir las moléculas de almidón
licuado a azucares fermentables (dextrosa).
• Fermentación: es la base de la obtención del
etanol, y consecuencia de la reacción de moléculas orgánicas en ausencia de oxígeno en la fermentación. Al puré o mosto se le agrega levaduras para fermentar los azucares obteniendo por
cada molécula de glucosa 2 moléculas de etanol y
2 de dióxido de carbono. En procesos continuos
este puré fluye por varios fermentadores hasta
que se fermente completamente. El etanol conserva mucha de la energía originaria del azúcar, lo
que resulta en una característica diferencial como
combustible.
• Destilación-Deshidratación: El puré fermentado (llamado cerveza) tiene 15% de alchol, un 85%
de agua junto a levaduras y sólidos no fermentables del maíz. El puré es enviado a un sistema
continuo de destilación donde se separa el alcohol del resto de los componentes. El alcohol deja
la columna de destilación un porcentaje de pure-
La huella de carbono en la agroindustria
75
Cuadro 1: Consumos energéticos y emisiones generadas en el proceso de
obtención del etanol.
za del 90 al 96% y como residuo deja el “stillage”
que luego se procesa como co-producto. El alcohol luego se lo deshidrata para que quede como
alcohol anhidro sin agua.
• Desnaturalización: por último el alcohol es desnaturalizado con un producto por ejemplo nafta,
en un porcentaje del 2 al 5% para no hacerlo apto
para el consumo humano.
Los co-productos de este proceso son el anhídrido carbónico que con un proceso de compresión y limpieza se usa para gasificante de bebidas
o para congelar carne. Y los DDGS, que son resultado del centrifugado y secado de los residuos de
la fermentación. Para este trabajo en particular no
se toman en cuenta para el análisis de emisiones.
Extrayendo aquellos datos que se consideraron más representativos y promedios de los mismos se pudo lograr obtener los resultados que se
describen en el cuadro N°1. En este cuadro todos
los insumos ingresados al proceso han sido convertidos en base a sus memorias energéticas en
MJ y por cálculo de matriz en las emisiones correspondientes.
9. Resultados obtenidos por
unidad de producto
En este apartado se realizan los análisis de
resultados para cada uno de los productos obtenidos y seleccionados de la cadena del maíz:
• En el cuadro N°2, se resumen los valores
energéticos (de los procesos de transformación) y
de emisiones de los 2 productos seleccionados
aceite refinado y etanol.
• En la figura N° 3 y a manera de resumen se
compara la incidencia porcentual de cada una de
las etapas en cuanto a emisiones, para aceite refi-
76
EEA INTA, Anguil
nado de maíz comparado con soja y girasol.
Se observa en las emisiones una mayor incidencia de la producción primaria, como así también del transporte, en la producción de aceite
refinado de maíz. Esto es lógico debido a la menor
cantidad de aceite obtenido por tonelada de producción. En cuanto a las diferencias entre extracción y refinado quizás se deba más a una separación de etapas entre capítulos que a una diferencia significativa entre procesos. Es necesario aclarar nuevamente que las etapas analizadas en este
trabajo se han tomado como aisladas de procesos
externos, sin tomar en cuenta los procesos de
generación de energía que algunas empresas realizan a partir de marlo de maíz o a la generación y
comercialización de CO2, generado en el proceso
de fermentación cuando se quiere obtener etanol.
Si tomando en cuenta que cualquiera de las
etapas que sea ineficiente, influye negativamente
en el resultado final de la cantidad de emisiones
por producto, la producción primaria en maíz, la
eficiencia en la cantidad de emisiones en la producción primaria es fundamental, ya que es la
etapa que más influye en el resultado final según
los resultados del trabajo, y los datos obtenidos a
partir del Capítulo desarrollado por F. Frank.
• En la figura N° 4, se compara la influencia de
las emisiones de los biocombustibles obtenidos a
partir de soja, girasol y maíz.
La incidencia de la producción primaria en las
emisiones, en la obtención de biodiesel es menor
a las generadas por el proceso de transformación,
incluso para producir el etanol de maíz la influencia de la producción primaria es un mucho menor,
aproximadamente un 19%, ya que el rendimiento
en etanol cada 1000 kg de semilla es mayor.
Esta última comparación está dirigida más
bien a demostrar cómo influyen los rendimientos
por tonelada de grano, y no se toman en cuenta
Cuadro 2: Resumen de los valores energéticos y de emisiones para obtener un litro de aceite refinado y de etanol de
maíz, según el proceso analizado en el presente capítulo.
Figura 3: Porcentaje de
Participación de las emisiones de las distintas
etapas del proceso de
obtención de aceite refinado de soja, comparado
con Girasol y Maíz.
otras variables que influirían también, que ya se
escaparía al alcance de este trabajo.
• Con el mismo criterio usado para los capítulos de soja y girasol, al comparar los datos obtenidos en el trabajo y los datos bibliográficos promedios de referencia, en el resultado final en
cuanto al consumo energético para obtener un
litro de etanol, las variaciones van de + - 11% y en
cuanto a emisiones las diferencias rondan el 30%
en más o en menos, sobre todo en lo que es la
valoración de las emisiones en la producción primaria.
La huella de carbono en la agroindustria
77
Figura 4: Participación de las emisiones en los procesos
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capítulo 08
M. Florencia Ricard y Ernesto F. Viglizzo
INTA EEA Anguil / INCITAP CONICET
Cadena de los lácteos
1. Introducción
Argentina es tradicionalmente un país productor e industrializador de leche. Los orígenes de la
industria láctea argentina se remontan a principios del siglo XX. Desde entonces, importantes
ventajas para la producción de leche, debido al
clima templado y las condiciones del suelo, han
ayudado a su expansión. Durante la década de
1990, la producción de leche tuvo una tasa de crecimiento anual del 6%, alcanzando el récord histórico de 10,3 millones de litros de leche en 1991,
que puso al país en decimotercer lugar de la producción lechera mundial. Este crecimiento ha sido
irregular (FAO, 2011), sin embargo, y después de
un período de expansión, la producción de leche
se redujo un 25% entre 2000 y 2004, y desde
entonces se ha producido una recuperación
moderada (FAO, 2011).
De acuerdo a la información elaborada por el
Servicio de Información Exterior del USDA-FAS
(2010), sobre la producción mundial de leche
cruda, en Argentina se habría dado un incremento del 2,4% en 2010 respecto de 2009 y las proyecciones indicarían que dicho crecimiento en la
producción continuaría de manera sostenida, producto del nivel de profesionalización de los establecimientos productores de leche en aspectos
vinculados a mejoramiento sanitario, genética,
manejo y alimentación. Actualmente, la producción nacional de leche es la segunda en importancia de Sudamérica (después de Brasil) y se ubica
en el décimo séptimo lugar a nivel mundial (FAO,
2008).
El ganado vacuno se encuentra distribuido en
todo el país, existiendo zonas bien diferenciadas
en cuanto a la densidad ganadera, características
agroecológicas y tipo de producción. En las provincias Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre
Ríos, La Pampa y Santiago del Estero se encuentra distribuido el 95% del ganado lechero (Garzón
y Torre, 2010). Allí no solo radican las principales
cuencas lecheras, sino que también poseen casi
la totalidad de los tambos e industrias del sector.
De acuerdo a estadísticas de SENASA (2009),
Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, son las provincias que contaban con la mayor cantidad de establecimientos (4.156, 3.730 y 2.677, respectivamente). Sin embargo, un importante proceso de
consolidación ha llevado a aumentar la cantidad
de ganado, mientras que el número de explotaciones lecheras se ha reducido alrededor de 4,5%
anual desde el 2002 al 2009 (INDEC, 2003; Terán,
2007; SENASA, 2009).
Actualmente, existen alrededor de 1,85 millones de vacas lecheras distribuidas en 11.800 tambos (SENASA, 2009). En el año 2011, totalizaron
una producción de 11.600 millones de litros de
leche (MAGPyA, 2011). Según las estimaciones, se
espera que la producción de leche argentina
alcance aproximadamente 12.000 millones de
litros en el año 2013, un aumento del 3,5% en
relación al 2012 (USDA-FAS, 2012).
El modelo de tambo medio argentino más
generalizado en la principal cuenca lechera del
país (zona central de Santa Fe y Córdoba) (SENASA, 2009) tiene 250 hectáreas, de las que el 85%
se destina a ganadería y el resto a agricultura, con
el 35% de la superficie total tomada en arrendamiento y una producción de 1.700 litros diarios de
leche (Garzón y Torre, 2010). La raza más difundida es la denominada “Holando Argentina”; sin
embargo, también existen explotaciones de raza
Jersey, aunque en una proporción marginal (FAO,
La huella de carbono en la agroindustria
79
2011). La lechería argentina se basa en un sistema
de tipo pastoril, donde el principal insumo utilizado para la alimentación del rodeo son las pasturas naturales o con especies forrajeras implantadas en campos destinados para tal fin y, en menor
medida, el silo de maíz, el heno, los granos y el
alimento balanceado (Chimitz y Gambuzzi, 2007;
Comeron, 2008).
En cuanto a la industria, existen alrededor de
848 empresas de productos lácteos con más de
1.100 plantas de procesamiento (Cartier et al.,
2007). De la producción total de leche, el 7,5% se
vende a través del mercado informal y/o son consumidos por los hogares agrícolas, mientras que
92,5% se procesa como leche fluida o productos
manufacturados lácteos (FAO, 2011). La mayor
concentración es en el rubro quesos, que absorben casi el 50% de la producción nacional de
leche (MAGPyA, 2011). Le siguen en orden de
importancia la leche en polvo, con el 24 % y la
leche fluida (pasteurizada y esterilizada) con el 19
% (MAGPyA, 2011). Estos productos logrados en
la etapa industrial se encuentran disponibles para
consumo mediante un adecuado proceso tecnológico, envasado, distribución y venta por los sistemas de comercialización.
El mercado doméstico interno es destinatario
de alrededor del 80 % de la producción nacional
de leche. En términos de composición relativa, el
consumo nacional, al igual que la producción, se
caracteriza por la alta participación de los quesos
(FAO, 2011). La leche fluida ocupa el segundo
lugar en el consumo nacional de lácteos, y en este
caso se destaca el crecimiento que experimentó
la participación de la leche esterilizada UAT o
“larga vida” (FAO, 2011; PROARGEX, 2012). La
leche en polvo (entera y descremada), si bien su
principal destino es la exportación, tiene aún un
buen mercado interno, ya sea por los canales de
venta tradicionales, las licitaciones públicas o por
el uso industrial (PROARGEX, 2012).
En relación con los canales de comercialización de los productos lácteos, la industria se debe
desempeñar abasteciendo a un espectro disperso
de comercializadores (desde grandes cadenas de
comercialización hasta pequeños comercios
minoristas). El mercado de consumo final es el
canal más importante para todos los productos
lácteos, que se venden a través de una red comercial altamente compleja (FAO, 2011; PROARGEX,
2012).
80
EEA INTA, Anguil
Los principales destinos de exportación de los
productos lácteos argentinos en el 2011 fueron
Brasil, Venezuela, Argelia, Estados Unidos, Chile,
Rusia, China y otros países, completando un total
de 107 países (MAGPyA, 2011). El producto más
significativo de la cartera exportable de la cadena
láctea argentina es la leche en polvo, representando más del 50% de las exportaciones del 2010
(MAGPyA, 2011). En conjunto, las exportaciones
de productos lácteos representan algo más del
1% de las exportaciones totales del país y alrededor del 4% de las manufacturas de origen agroindustrial.
En cuanto a la producción de leche y su impacto en el medio ambiente, un grupo importante y
creciente de empresas están poniendo en práctica Sistemas de Gestión Ambiental (SGA)
(Estimaciones basadas en Certificaciones y
Acreditaciones INTI en Argentina), pero la industria de procesamiento de alimentos sigue representando menos del 6% del total de la certificación ISO 14000 en el país.
Según la segunda comunicación nacional
(SNC, 2007) presentada por el Gobierno de
Argentina en virtud de la Convención Marco de
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC), las emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI), correspondientes al sector
agrícola-ganadero son, después de las provenientes del sector energético, las segundas en importancia con una participación del 44,3%. En cuanto
a las emisiones procedentes de la fermentación
entérica (estas son las principales dentro del sector ganadero), los bovinos contribuyen con el
95.46% a la emisión total (Bovinos lecheros:
6.70% y bovinos no lecheros: 88.76%) (Fundación
Bariloche, 2005).
Las mayores emisiones de GEI de la cadena
láctea son generadas por la ganadería lechera,
mientras que todas las otras fases representan
sólo alrededor de una quinta parte. Las principales causas de las emisiones GEI procedentes de la
producción lechera son la fermentación entérica,
el manejo del estiércol, la producción de alimentos y las emisiones directas de suelo de pastoreo
(SNC, 2007).
El cálculo de emisiones GEI se realiza en base
a tres gases principales: el anhídrido carbónico
(CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O).
Las emisiones CH4 por fermentación entérica conforman aproximadamente un 66,78% de las emi-
siones totales del ganado (SNC, 2007). La segunda emisión más importante es el N2O proveniente de la emisión directa por excreción de nitrógeno en heces y orina de los animales de pastoreo
(21,24%) y el N2O resultante de la emisión indirecta del suelo debido a la volatilización y lixiviación de nitrógeno contenido que se descompone
en el suelo (10,39%) (SNC, 2007). Entre otras
fuentes, las emisiones de CH4 y N2O procedentes
del manejo del estiércol representan sólo el
1,40% y 0,19% respectivamente (SNC, 2007).
En este capítulo se analizan las emisiones de
gases de efecto invernadero (expresadas como kg
de equivalentes CO2/kg de producto final) correspondientes a dos trayectorias de la cadena láctea
(leche fluida y queso de pasta semi-dura). Con el
fin de validar los resultados, se confrontarán las
emisiones típicas de estas dos trayectorias en
Argentina con respecto a las estimadas para otros
países del Hemisferio Norte.
2. Límites del sistema y unidad funcional
Teniendo en cuenta el ciclo de vida del producto estudiado y los ciclos de vida de productos
relacionados, se establecen los límites del sistema. Como se observa en la Figura 1, los productos
lácteos deben pasar por una serie de etapas,
desde la producción primaria hasta la elaboración
final de la leche, incluido el transporte para el sector minorista.
El sistema en su conjunto se puede dividir en
dos subsistemas que contemplan trayectorias
parciales:
1. Desde la cuna a la tranquera, que incluye
todos los procesos anteriores en la producción
ganadera hasta el momento en que la leche
producida sale del tambo;
2. Desde la tranquera a la góndola, incluyendo
varios eslabones de procesamiento y distribución. En primer lugar, el transporte de la leche
a las plantas de elaboración y su disposición
en tanques que la mantienen a baja temperatura para que no proliferen microorganismos
nocivos. Allí se realizan dos procesos (Figura
1): a) esterilización y estandarización previos a
envasar leche fluida y 2) la pasteurización y
homogenización, como paso previo a la elaboración de quesos, leche en polvo, yogur, manteca y leche condensada. La cadena agro-alimentaria se completa con el envasado de los
productos y el transporte hasta el distribuidor
minorista.
En este análisis, todos los aspectos relacionados con el consumo y disposición final de los residuos de los productos lácteos se encuentran
fuera del sistema previamente definido.
3. Fuentes de datos e información
Se consultaron distintas fuentes para determinar los requerimientos energéticos y las correspondientes emisiones de carbono (gases GEI) de
los diferentes eslabones del proceso de elaboración de leche fluida y queso de pasta semidura.
Los datos sobre las emisiones GEI de la electricidad y otras fuentes de energía, se obtuvieron a
Figura 1: Cadena agro-alimentaria simplificada de
los productos lácteos.
La huella de carbono en la agroindustria
81
partir de distintas estadísticas provistas por organizaciones internacionales y nacionales tales
como US Department of Energy, European Union,
IPCC e ISCC. Claramente, las emisiones GEI de una
usina láctea dependerá del tipo de energía que se
utiliza y de las emisiones producidas por cada
fuente de energía utilizada. En la matriz energética argentina, más de un 50 % de la energía total
consumida proviene de energía eléctrica provista
por fuentes térmicas (gas, fueloil y gasoil principalmente) (Secretaría de Energía de la Nación,
2009).
4. Trayectoria de productos en la
cadena de los lácteos
En un diagrama de flujo de procesos se identificaron las etapas y/o procesos unitarios (conoci-
dos como eslabones de la cadena) y sus interrelaciones (Figura 2) durante la elaboración de los
distintos productos finales. Cada una de estas
etapas es abordada con el objeto de definir las
entradas de materias primas e insumos, la naturaleza de las transformaciones y operaciones que
ocurren dentro de estas etapas y cual es producto intermedio, subproducto o producto final que
genera.
En este estudio, la unidad funcional considerada la base para el análisis, ha sido definida con la
masa del insumo lácteo específico, en este caso
1000 Kg de leche proveniente de la producción
primaria. La unidad funcional utilizada para reportar las emisiones de GEI son kg de equivalente de
dióxido de carbono (eq-CO2) por kg de producto
final.
Figura 2: Diagrama de flujo de la cadena de los lácteos, característica de los productos analizados (leche fluida, manteca, queso y productos congelados y deshidratados/secos).
82
EEA INTA, Anguil
4.1. Producción primaria
(primer eslabón, predial)
En esta etapa predominan las emisiones de
GEI asociadas con las cadenas alimenticias de origen animal, es decir, metano y óxido nitroso (FAO,
2006). Fueron incluidas las siguientes fuentes de
emisión:
• Procesos relacionados a la producción de forrajes, subproductos y concentrados, entre ellos:
- la producción de fertilizantes nitrogenados
(CO2)
- la aplicación de estiércol y abonos químicos a
los cultivos, lo que representa tanto las emisiones directas e indirectas (N20)
- el transporte de los alimentos desde el lugar
de producción hasta el sitio de alimentación
- las pérdidas relacionadas con los cambios en
las existencias de carbono (CO2).
• Fermentación entérica de los rumiantes (CH4).
• Las emisiones directas e indirectas de almacenamiento de estiércol (CH4 y N2O).
procesada. Los procesos de separación (o filtración) de partículas gruesas y estandarización de
la composición de la leche, ultiman en 906 litros.
Posteriormente, el proceso de homogenización – pasteurización (a una temperatura de 76 °C
+/-1 ºC y con un tiempo de permanencia de 15
minutos) demanda 0,7 MJ por litro de leche procesada y resulta en 896 litros de los 1000 iniciales.
Después de ser transportados a los tanques de
almacenamiento donde se mantiene a la temperatura de inhibición bacteriana (4 ºC), el proceso
finaliza con el envasado en tetrabrik y fundas
plásticas. Del proceso de la leche fluida (Figura 4)
El 90,98% de las emisiones de GEI de la cadena láctea, se atribuyen a la producción primaria
de leche. Los datos de las emisiones producidas
en esta etapa fueron calculados por Frank en el
Capítulo 3 de esta misma publicación a través del
modelo AgroEcoIndex.
4.2. Proceso de elaboración de leche fluida
Las emisiones en la etapa de procesamiento
en su mayoría provienen de la utilización de la
energía, ya sea electricidad o combustibles fósiles. Se realizó una revisión exhaustiva de la literatura para obtener datos sobre el consumo de
energía en las plantas lecheras en cada una de las
etapas que la caracteriza (Figura 3). Se calculó el
consumo medio de energía y las emisiones de GEI
correspondientes a cada una de ellas como el producto entre el consumo de energía con coeficientes de emisión.
El proceso se inicia con la recepción de la leche
cruda proveniente de los establos. Partiendo de
los 1000 litros de leche cruda, después del proceso de recepción y lavado del tanque, quedan 915
litros. Después de ser evacuada, esta leche es llevada directamente al proceso de pre-enfriado o
almacenamiento en frio, donde se requiere de un
consumo de energía de 0,5 MJ por litro de leche
Figura 3: Caracterización de una cadena estándar de
leche fluida con su respectivo análisis de masas.
La huella de carbono en la agroindustria
83
Figura 4: Estimación del % de emisiones GEI en la cadena
de la leche fluida.
se estimó una producción de 892 litros (a partir
de 1000 litros de leche cruda) y 1,22 kg eqCO2/litro de emisiones de GEI (0,98% del total de
la cadena).
A lo largo de la cadena de producción de leche
fluida, tal como se muestra en la Figura 4, el
mayor porcentaje de emisión es generado por la
producción primaria (90,98 %), en tanto el restante 9% es atribuible al procesamiento de la leche
(0.04 %), la distribución minorista (3.98 %) y el
consumo a nivel de góndola (3.29 %) que incluye
el enfriamiento del producto final para no romper
la cadena de frío.
4.3. Proceso de elaboración de quesos
La elaboración del queso en términos generales es muy parecida entre los distintos tipos de
quesos. Sin embargo, existen algunos cambios
importantes en algunas operaciones unitarias
dentro de la variedad de productos. Para los efectos de este estudio la descripción que se plantea
es la del queso de pasta semi-dura, ya que es el
más representativo de los quesos que se producen en Argentina y tiene mayor demanda en el
extranjero.
84
EEA INTA, Anguil
Cabe señalar que a lo largo del proceso de
obtención de este producto (Figura 5), varía el
rendimiento de la materia prima según la manipulación de la leche. Se parte de una masa de 1.000
litros de leche cruda que llega a la planta procesadora. La leche cruda enfriada es almacenada en
los tanques silos de leche cruda, antes de ser
impulsada a la línea de proceso. Se consideró que
este paso tiene una demanda energética de 0,5
MJ/litro de leche procesada. La leche cruda, es
bombeada hacia la descremadora para estandarizar u homogeneizar el contenido de materia grasa
y luego se realiza el ciclo de pasteurización a 76º
C durante 15 segundos, estimando un consumo
de 0,7 MJ/litro de leche procesada.
En un paso posterior de inoculación, se agregan los aditivos para dar lugar a la etapa de coagulación de la mezcla durante un periodo de 30
minutos. En las siguientes fases de la fabricación
del queso, los procesos de corte y cocción de cuajada, desuerado, moldeo / prensado, salado y
maduración demandan una cantidad total de
energía de 0,67 MJ/litro de leche procesada.
Según las distintas bibliografías consultadas, se
consideró un rendimiento final de aproximadamente 10% del total de leche procesada (100 Kilos
de queso). El producto terminado es empacado al
vacío en bolsas de Poli-Etileno con un consumo
de energía estimado en 0,03 MJ/litro de leche procesada.
A lo largo de toda la cadena de producción de
queso (Figura 6), nuevamente el mayor porcentaje de emisiones de GEI es generado por la producción primaria de leche (82.0 %) con una emisión
de 6.9 Kg eq-CO2 / Kg producto. El 9.31 % es atribuible al procesamiento de la leche para la obtención del queso con una emisión de 0.7 Kg eq-CO2
/ Kg producto. La distribución minorista (4.48 %)
y el transporte y refrigeración domésticos (4.12
%) que suman una cantidad de emisiones de 0.6
Kg eq-CO2 / Kg producto. Las emisiones acumuladas durante toda la cadena del queso (desde la
cuna hasta la góndola) alcanzan los 8.49 Kg eqCO2 / Kg producto.
5. Validación de la estimación
Las emisiones GEI calculadas para la leche fluida y el queso se compararon con estudios de ciclo
de vida, basados en metodologías similares. Las
Figura 5: Caracterización
de una cadena estándar
de queso a través de su
flujo de masa.
Figura 6: Consumo de
energía y emisiones GEI
por kilogramo de producto en la cadena agroindustrial del queso.
La huella de carbono en la agroindustria
85
Cuadro 1: Análisis comparado de estudios de emisiones GEI en la industria
del queso en cuatro países.
emisiones por kg de leche fluida y por kg de
queso producidos son comparados con los valores obtenidos para Finlandia (Nissinen, 2005),
Escocia (Sheane et al, 2011.) y el Reino Unido
(ADAS, 2009) (Tabla 1). En general, los valores
estimados en este estudio para Argentina son significativamente menores a los obtenidos en estudios de aquellos países. Otros datos son también
aportados por instituciones del Hemisferio Norte:
(i) “Scottish Dairy” (1,24 a 1,6 MJ/litro de leche
fluida), (ii) “Carbon Trust” (1,48 MJ/litro de leche
fluida) y (iii) “Dairy Farm gate to Dairy Plant gate”
(1,57 MJ/litro de leche fluida). Sin embargo, otras
referencias aportan resultados más variables: (iv)
“FAO” (0,77 MJ/litro de leche fluida), (v) “Cuenca
del Oeste Bonaerense” (0,68 MJ/litro de leche
fluida), (vi)“Greenhouse Gas Emissions from the
Dairy Sector. A Life Cycle Assessment” (0,77
MJ/litro de leche fluida).
6. Conclusiones
El propósito del presente estudio fue analizar
la huella de carbono de la producción de leche y
queso, y la dinámica de GEI de los mismos. Los
resultados demostraron que la mayor magnitud
relativa (80-90 %) de emisiones se genera en el
eslabón de la producción primaria que tiene lugar
en el establecimiento tambero. El gas CH4 proveniente de la fermentación entérica del ganado, es
el que contribuye en mayor medida al impacto
GEI. Las emisiones promedio fueron estimadas en
0.28 kg CH4/animal/día. El mismo comportamiento se observó en las emisiones directas o
indirectas de CH4 y N2O provenientes del pastoreo o manejo de estiércol.
Sin embargo, a pesar de que las emisiones GEI
por hectárea han aumentado debido a un incremento de la carga animal, a medida que se intensifican los sistemas de producción disminuye la
emisión de CH4 por unidad de producto (leche o
86
EEA INTA, Anguil
queso). Esto reflejaría la mejor eficiencia productiva individual.
En este contexto, el productor agropecuario
enfrenta diversos desafíos para cubrir los requerimientos actuales o potenciales exigidos por la
exportación y los mercados globalizados considerando los impactos ambientales de los sistemas
crecientemente intensivos de producción animal.
En este contexto, resulta estratégicamente esencial combinar los esfuerzos de productores,
industriales, investigadores y autoridades gubernamentales para enfrentar la demanda de mercados cada vez más exigentes.
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Report. GAIN Report. Octubre 2012.
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