itinerario por el pielago recuperado

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ITINERARIO PICO DE SAN VICENTE (1322 m.) – CERRO DE LAS CRUCES
(1369 m.)
Nuestro itinerario empieza en el camino (pista forestal) donde nos deja el
autobús. Dejando a nuestra espalda las ruinas del convento carmelita del Piélago: En
1687 se funda el primer Monasterio Carmelita junto a la ermita de Nuestra Sra. De los
Ángeles. Finalmente en 1741 concluían las obras de un nuevo convento Carmelita que
sustituyó al anterior. Hoy aún permanecen en pié los muros de la iglesia conventual, las
zona de servicios de la huerta y parte del claustro (reconstruido en fechas recientes).
A pocos metros de la carretera, siguiendo por la pista forestal en dirección sur y
dentro del pinar, a la izquierda de la pista forestal se encuentra un pozo de nieve
utilizado tradicionalmente desde el siglo XVIII como fábrica de hielo para conservar
alimentos, medicinas y fabricar helados. Siguiendo por la pista forestal llegamos hasta
un collado desde el que se divisa el valle del Tajo y la ciudad de Talavera de la Reina.
Continuamos el camino ascendente y a partir de este momento desforestado, en quince o
veinte minutos llegaremos en cómodo y ligero ascenso entre abundantes retamas y
berrocal al mojón geodésico desde donde contemplaremos un estupendo paisaje sobre el
valle del Piélago y prácticamente toda la parte central de la sierra y a escasos metros
hacia el oeste las recientes excavaciones de la ermita de los Santos Mártires, santos
patronos de Talavera (Vicente, Sabina y Cristeta). Ya en la cumbre amurallada (6 o 7
minutos desde el mojón) se divisa una amplísima zona de la cubeta del Tajo, el valle del
Alberche, el embalse de Cazalegas, los pueblos del Real de San Vicente, Castillo de
Bayuela e Hinojosa de San Vicente, con los Montes de Toledo como telón de fondo.
Para bajar volveremos por el camino recorrido en último lugar hasta el mojón
geodésico para continuar hasta alcanzar el pinar de repoblación (pino negral y pino
silvestre), por el cortafuegos a la derecha del pinar, bajaremos la pronunciada pendiente
teniendo también a la derecha, según el sentido de la marcha, un denso castañar, con
gran profusión de helechos.
Bajamos hasta la explanada cercana a la carretera, bajando por el borde del
pinar paralelo a la carretera en dirección oeste, nos encontramos cruzando la carretera
con una pista forestal a la que se accede a través de un paso canadiense, esta pista
forestal nos permitirá subir cómodamente hasta el pico de las Cruces, cuya no muy
atractiva referencia son las inconfundibles antenas de radio-televisión, visibles desde
cualquier lugar del entorno de la sierra.
Por esta pista, siempre ligeramente ascendente a través de un pinar con
abundante presencia de pinos silvestre jóvenes, son reconocibles por el característico
color salmón de sus troncos, y tras poder visitar a la izquierda de la pista otro pozo de
nieve, llegaremos hasta el collado entre los picos Cruces y Pelados (1,5 km, desde la
carretera). Luego tras pasar por un portón, la pista continúa hacia el noroeste entre una
densa masa forestal hasta el Pico de las Cruces (2,5 km desde el collado). Aunque las
instalaciones de radio, televisión y telefonía móvil afean bastante la cumbre, la
panorámica que podemos disfrutar desde ella es muy atractiva con todos los pueblos del
Valle del Tietar: Almendral de la Cañada, Casavieja, Pedrobernardo, Mijares,
Piedralaves, Sotillo de la Adrada, etc, y el imponente macizo montañoso de Gredos
como telón de fondo igual que antes en la otra vertiente los Montes de Toledo.
Bajaremos por la misma pista hasta el collado y desde este continuaremos por
el camino que sale a la derecha, nada más pasar el portón, continuaremos descendiendo
por un denso matorral boscoso (sobre todo robledal) hasta una explanada donde
veremos las instalaciones deportivas del campamento Viriato y las instalaciones de
servicios del citado campamento, mas adelante a través de un pequeño robledal
llegaremos a la explanada final de nuestro itinerario.
En la explanada en la que nos espera el autobús, cercana a la carretera de
Navamorcuende al Real de San Vicente, se encuentran las instalaciones recreativas de
El Piélago, en las que podremos reponer fuerzas después de realizar nuestro itinerario y
será el lugar donde comience nuestra próxima actividad.
VISITA A NAVAMORCUENDE.
Villa enclavada al noroeste de la sierra de San Vicente. Fundada en el siglo
XIII en virtud de Carta Puebla otorgada en 1276 por Alfonso X, a favor del caballero
Blasco Ximénez por los servicios prestados. A finales del siglo XVI aparece D. Enrique
Dávila como decimocuarto señor de Navamorcuende. La familia de los Dávila lo
mantuvo hasta finales del siglo XVIII en que pasó a manos de la familia Bracamonte
por falta de herederos de sus anteriores marqueses.
El conjunto urbano se desarrolla a lo largo de la carretera a partir de la iglesia y
las dos plazas que la circundan al oeste y al sur, donde se encuentra la fuente-pilón del
siglo XVIII.
El edificio de mayor interés de la localidad es la iglesia de Santa María de la
Nava, declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento. Iglesia de una
nave dividida en cuatro tramos cubiertos por bóvedas vaídas, ábside poligonal cubierto
por bóvedas de cuarto de esfera, coro y torre a los pies. Al exterior grandes
contrafuertes rematados por pináculos con bolas. Tiene tres portadas al oeste, norte y
sur. La torre se compone de dos cuerpos, ventanas rectangulares y huecos con arcos de
medio punto, rematándose con una balaustrada. Toda la fábrica es de magnífica sillería.
Su estilo predominante es renacentista del siglo XVI.
En la carretera que baja del Piélago a Navamorcuende (punto km., del 7 al 6) se
encuentran los restos de tres molinos harineros escalonados en buen estado de
conservación, que un día fueron propiedad del Convento Carmelita del Piélago.
CASTILLO DE BAYUELA.
Al pasar por el pueblo de Castillo de Bayuela es conveniente fijarse en los
verracos que son esculturas zoomorfas que demuestran el pasado céltico-vettón. En la
plaza principal se ubica el Rollo Jurisdiccional que es símbolo de los privilegios del
villazgo y de su antigua capitalidad sobre esta zona de la sierra. Consta de cinco gradas
de escalones sobre los que se dispone una columna toscana cuyo capitel sustenta cuatro
salientes zoomorfos. Continua un tallo con dos escudos con los blasones de los
Mendoza, rematándose la obra con un templete compuesto por cuatro columnillas y la
cubierta se adorna con cuatro pináculos sobre cada columnilla y uno mayor en el centro.
Es de estilo gótico tardío.
En la Iglesia parroquial, dedicada a San Andrés, se colocó en la cabecera un
retablo de cerámica de Talavera realizado por Ruiz de Luna, tras el incendio que sufrió
el templo en 1924.
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