Miguel-Acosta-Saignes-Estudios-de-Etnologia-Antigua-de-Venezuela

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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA
DE VENEZUELA
NUN.CIAMOS, al publicarse por primera vez imestros "Estudios de
Etnología A11tigua de V enezffela", que preparábamos otras monografías para completar 1111estro propósito de seiíalar algunos de los innumerables problemas que, respecto de las culturas prehistó1·icas de V enezuela, surgen al estudiar las fuentes históricas. Hubiéramos querido q11e se
publicase, antes de una seg1111da edición de aquella obra, otra q11e ahor(I
esperamos organizar para 1111 f11turo ¡1róximo, bajo el título de "Nuevos
Estudios de Etnología Antigua". Los avatares que rodean a todo autor, han
conducido a res11ltado diferente. Al aparecer 1111e11ame11te editado este libro,
deseamos selÍalar algunos aspectos relativos a s11 co11te11ido J a la presente
edición.
Diremos en primer término, q11e 110 se han i11trod11cido cambios, salio
en lo que co11cierne a las inevitables enmiendas de toda 1111eva edición. Ciertamente, han aparecido estudios diversos acerca de alg1111os de Jos temas aquí
tratados; pero como los problemas e hipótesis que seiíalamos perma11ece11 válidos, preferimos 110 reelaborar 11i11gu11a de las monografías. Entre los temas
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PREFACIO A LA SEGUN DA EDICION
q11e estudiamos, ha merecido principalmente la atención de ditersos especialistas el 1·elativo a las áreas mlt11rflles de V enewela. Varios historiadores ve11ezola11os1 como los doctores 1)Jorón )' Siso 1)fflrtÍ11ez1 nos han co11cedido el
honor de glosar nuestro trabajo, como i11trod11cció11 a estudios generales de
historia de Venezuela, q11e necesariamente debímz ser precedidos por rma visión lo más concreta posible de las c11/t111"fls prehispánicas. También lo han
11tilizado especialistas m otras ciencias, como los médicos doctores Granier y
Argmnosa. El geógrafo profesor Marco A11relio Vi/a, encontró significativas
coincidmcia.r entre nuestras áreas wlturales )' las regiones y s11bregio11es naturales q11e él ha establecido en s11s análisis geográficos. Esperamos tratar, en
la p11blicación f11t11ra a que antes aludíamos, otros amnios de grande importancia acerca de los cuales hasta (/hora no se han escrito est11dios especializados.
Conviene responder aquí a una observación p11blicada por el historiador
Guillermo Morón. Se preguntaba en 1111 artículo crítico, por qué no habíamos escrito de 1112a 1·ez 1111a ' ºEtnología Antigua de Venezuela". Y a en la introducción q11e escribimos en 1954 se expliettba que, al estudiar las fuentes
históricas, hallamos innumerables c11estiones que nunca se habían siquiera señalado. D ecidimos 1'ealizc1r una especie de inventario crítico y no una lista
de citas de autores antiguos. Ai'iad;,nos también dfrersas hipótesis )' en muchos· ca.ros únicamente anotamos problemas. C11a11do sean se1ía/ados otros,
pocfremos emprender la obra que sugería Morón, sin olvidm· que muchas sol11cio11es radican en el avance de las Íllve.rtigaciones arqueológicas.
Otro lema q11e atrajo la atención de diversos éspecialistas, fue el relativo a los "Afflcos e !tolos", es decir, a las formas de esclai•itud incipiente
e11tre los pueblos prehispánicos de Venez11ela. Nuestro colega Rodolfo Quintero publicó. en Aft!xico. algunos comentarios en los c11ales disentía de nuestra manera de t·er. Creemos q11e e11 s11 caso, como e11 el de otros colegas, h11bo
errores de apreciación de 1111estro intento, quizá por falta de algunas explicaciones teóricas de nuestra parte, al redactar el trabajo. En él nos propusimos - ) es aspecto que nadie señaló m las 110/as bibliográficas o críticas- en primer lugar dar una muestra de cómo la realidad social dio l11gar
a ciertos gentilicios; cómo estos se originaron en la América prehispánica de
circumtancias perfectamente determinables; cómo la semántica resulta pro/1111damente in/luida por factores económico-sociales. Por otra parte, q11isimos señalar allí cómo el est11dio de las fuentes históricas co11d11ce a lri reconstrucción de etapas económico-sociales que en otras partes del m1111do 110 pue-
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
den ser motivo sino de inferencias. En América po1eemos descripciones de
ciertos estadios de las formaciones económico-sociales q11e comtit11Jen inva·
lorable material histórico.
En el caso de los Macos e //otos, se trata de formas de esclavit11d incipiente, que deben comprenderse claramente. No se puede argumentar, en
forma mecanicista, que la esclavitud no ha existido sino en las sociedades de
clase. La afirmación es perfectamente i•álida siempre q11e se remerde que 11ing1ín estado social nace como por generación espontánea en 1111 min11to má·
gico de la evolución social. Los profundos cambioI q11e conducen a las re·
t 10/11ciones sociales se engendran en contradicciones que se manifiestan d11rante m11cho tiempo; en f orma1 incipientes que se originan en el empleo de
nuevo¡ medio1 de prod11cción, en el aumento de la riq11eza producida por las
sociedades, e¡¡ el desarrollo demográfico consiguiente, en las posibilidades
q11e nacen al acentuarse la división del trabajo. Es así como no podemos afir·
mar que la_ esclavilud de tipo clásico 110 tuvo antecedentes en otras formas
anteriores. Justamente en la región que algtmos especialistas han denominado A rea Circumcaribe, vienen ellos señalando la existencia de ciertas di/erencias iniciales de las sociedades que no correspondían todavía a castas o clases,
pero que iniciaban 11na e1trallficació11. En ella, comenzaban ciertas formas
de esclavitud que, por lo demás, se h,m perpetuado entre los G11ajiros, como
es bien sabido por Jos antropólogos sociale1.
Como el tema es de gran importancia teórica, deseamos que se i·ea per·
fectamente claro nuestro intento al escribir la monografía "Macos e ltotos''.
Desde luego, en 11i11g1111a pttrle afirmamos que la "esclavitud" que allí seña·
/amos pueda compararse con la del antiguo mundo clasista (Roma, Grecia,
etc.) ni con la que se desarrolló desde el siglo XVI en América. Las sociedades de A1·awacos y Ca,.ibes 110 po.reían todavía el s11ficie11te desarrollo eco·
nómico para que en ellas p11dieu s11rgir 1111a esclavitud plena. Pero es de la
111t1Jor importancia señalar cómo allí empezaban a ser explotados en forma
esclat'ista los prisioneros de guerra. Desde luego, por falta de capacidad pro·
ductiva, todat/Ía en esaJ sociedades no era posible que la esclaiitud llegase
a su mad11rez, haciéndose hereditaria. Ni siquiera entre los Aztecas, de ma·
yor desarrollo económico-social, la h11bo por herencia, debido a las limitaciones de la producción, que conducía en las épocas de grande¡ crisis agrícolas,
a que niños y adultos f11e.ren vendidos o se vendiesen a si mismos. Las limitaciones productivas conducían a su sistema de liberación por pago y a la
imposibilidad de establecer la esclavitud de los descendientes.
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PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION
Respecto de los Caribes, debemos añadir q11e con toda seg11ridad n11estros pla11teamie11tos resultaron extraños a alg11nos especialistas debido al me11osp1·ecio con q11e, a través del tiempo, los han mirado los historiadores y
antropólogos. Un análisis de s11 mltura nos conduce a colocarlos, en el ámbito venezolano, en 1111 grado de desarrollo comparable al de los Arawacos. Por
lo general se ha prolongado el odio que les tuvieron los conquistadores por
s11 calidad de g11erreros ) denodados defensores de s11s tierras. Creemos que
en el futuro se modificarán mucho los prejuicios con q11e se les ha juzgado
hasta ahora, a medida que los anlropólogos de pensamiento progresivo muestren la extraordinaria dinámica de la c11lt11ra de los Caribes y los méritos que
t11viero11 tanto en la H)'lea amazónica como en el mundo cfrc11mcaribe.
Comentemos ahora otro aspecto de es/e libro: muchos profesores lo utilizan especialmente por el tema de las áreas mlt11rales. Esperamos ofrecerles
en el f11t11ro nuevos astmtos: las áreas de producción de V enewela Prehispánica y las caractet'Ísticas demográficas de n11estro territorio en aquellos días.
Cuando, después de nuel'os estudios especializados, podamos redactar, seg!Ín
el deseo del d octor Morón, tma "Etnología Prehispánica de Venewela", estaremos también en capacidad de elaborar algunos trabajos sobre los mismos
temas ·de modo q11e 11nos textos rn;an dedicados a los profesores y olros a
los alumnos, con las respectivas bibliografías comentadas. Mientras no hayamos 1·ealizado tal trabajo, 110 habrá más remedio que utilizar tanto nuestros
estudios especializados, como los de ot1 os autores que han Jrabajado en V enewela sobre las culturas in dígmas en forma científica.
Nos es grato agradece1· a las personas ya nombradas y a diversos colegas, las obsuvaciones que eJcribieron. Deuda m11y parliwlar tenemos con los
doctores Lauro J. Zavala, de M éxico, y Gerardo Reichel-Dolmatoff, de Colombia, por sus comentarios, en los males señalaron f alias y omisiones en la
bibliografía, q11e hemos prowrado corregir.
Nos es grato reiterar aquí nuestro agradecimiento a don Fernando Ortiz, en C11ba, quien nos honró con el prólogo a la primer<l edición que
conservamos en la presente.
m. a. s.
XIII
PROLOGO
Profesor Miguel Acosta Saignes.
Director del lnstit11to de Antropología y Geografía.
Caracas.
Muy estimado amigo:
Me sorprendió usted grandemente pidiéndome un prólogo para su nuelibro. Tal demanda, inspirada por la añeja y generosa amistad con que me
distingue, traerá honra para mí y no para usted que, por razón de su propio
valer, Jª bien afirmado, no necesita de presentaciones ni apadrinamientos.
En nada podría realzar Stt libro un prefacio de este viejo aficionado a escudriñar las confluencias culturales de las muchas gentes que con sus carnes
y sabores, dulces y amargos, sales y pimientas, han formado el espeso ajíaco
humano que hoy rebosa en las Antillas, acaso la región étnicamente más
abigarrada del orbe por su gran mescolanza de pigmentos, idiomas, religiones, políticas, economías, técnicas y costumbres que aqui se han venido sedi-
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XVI
PRO LOCO
menta11do al resq11emo tropical, procedentes de este a!Ín llamado Nuevo
Mundo y de ese otro, el Aftmdo Viejo, q11e ahora está como el 1111estro en
ltt com 11/sa f!.estación de otro renacimiento com1ín.
Pero, si no los de 1111 prólogo q11e abra su colección de estudios etnográficos, le van estos párrttfos a modo de 1111 ultílogo para leerlo después de
cerrado J1I libro, como glosa breve, espontánea, inmediata y volandera; con
mi expre.ri(m co11grat11latoria por s11 tomo colecticio, no precisamente por
rordial simpatía con Ju tttltor sino por el provecho que de su lectura habrá
de sacar todo cmioso, aunque Jll amigo no fuese.
Ilay que felicitarlo a usted, amigo Aco1ta Saigne1, por e1tas estimulantes página.r suJ'as que revigorizttrán los estudios etnográficos 110 sólo en
Venezuela sino también por los demás pttíses circuncariberos, dicho sea pidiendo perdones por esta palabreja. Hace días me escribió el muy perspicaz
filólogo Angel Rosenblat sobre la muy íntima relación lingiiística que existe
entre Venewela y las Antillc1s de parla castellana, y otras análogas vinc11lacio11es mlturales pueden hallarse entre dichas tierras continentales e imulares a medida que se vaya profundizando s11 conocimienJo por la creciente
colabora_ción de la historia, la arqueología, la etnografía y demás ciencias
del hombre.
Cuba y las otras Antillas son como a/taques, cargada/es, derrubios y
mejanas que las crecidas corrientes a1ra11caro11 de las riberas del Orinoco y
luego los h1mmme.r e.rparcieron en el mar hacia el norte, ensartándolas en
ese bello collar, como de perlería barmeca y aljófares de la Marga1·ita, q11e
ciñe el seno de América. Probablemente de allá llegaron en canoas y jangadas los verdaderos descubridores de estas islas y cayeríos, los primeros, C11ando no habítm nacido Colón, ni Jes!Ís, 11i Moisés. Y de allí vinieron otras
oleadas s11cesivas de humanidad. V enewela para el Archipiélago Antillano es
Madre Patria, terr11ño de selváticos abolengos. Y cuando, siglos después,
arribaron al Mediterráneo indiano los blancos del /\Iediterráneo tiejo, de
las progenies de Israel, del Naz,¡yeno J de Mahoma, con los 11/traoceánicos
negros que decían de la e.rtirpe de Cam, también los nuevos isleños de las
Antillas tuvieron con los neopobladores de V enez11ela las mismas transfusiones de sangres, semejantes pa,.ábolas políticas, la frtttemidad de análogos
sacrificios colectivos e idénticos lenguajes, músicas, danzas y ritos; enlace
mltural e histórico sólo variado en matices y peripecias por la continentalidad de la andina tiert"a de Bolívar y la insttlaridad de las playadas peña.r de
2'oussaint, DuarJe, Hostos y Martí. Por esta comunión pluricenlenaria to-
XVII
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
dos los est11dios humanísticos de V enezttela han de interesar vivamente como
cosa propia a los estudiantes de las Antillas y aun a los de la Florida y demás ptteblos litorales del Mare Nostrum interamericano.
Su libro, aunque sólo refe1·ido a los gentíos étnicos de Venezuela, trae
nuevas levaduras para la controversia de las recientes teorías acuca de las
1reas culturales que bordean el Mar Caribe y sus conexiones con las mesoamericanas. Quizás no se ha llegado a criterios unánimemente aceptables en
tales materias porque los puntos de mira de sus mantenedores han solido ser
de proyecciones 1mifocales y basados sólo en la mitología o en la historia
tendenciosa, ora en la arqueología precipitada o bien en la etnografía incipiente, sin coordinación científica e integral de todas s11s /11ces. Desde sus
comienzos, los estudios de indología, iniciados por los conquistadores, cronistas y misioneros, han tre1ído revueltas las observaciones objetivas y certeras con las f antasias disparatadas y los juicioJ torcidos por extraviadas intenciones. Aun en las páginas del P. Gumilla S. J., en El Orinoco Ilustrado,
tan ricas de noticias positivas, sagaces y valederas, se hallan lttct1braciones
documentalmente tan in/undadas y religiosamente tan rayanas de la herejía
como la supuesta maldición de los indios y de los negros por la iracundia
del bíblico patriarca Noé, quien dicen que condenó a los descendientes de
Cam tan sólo por éste haberse mofado de su ebrio progenitor, castigando
así a generaciones 11'as generaciones, como víctimas de un segundo pecado
original, ·con la predestinación de su perenne servidumbre y la marca de
su color bermejo o negruzco. Pe1·0 ello no implica qtJe deban se1· desdeñados los historiadores contemporáneos de la invención y el repoblamiento de
las Indias; antes al contrario, hay que n1/eer con nuevo aprecio científico
los centenarios libros y papeles de que tan pródiga fue la expansión española en el N11evo l\fando. Olvidar la fecunda historia vieja de nuestra América es caer en el vicio de algunos arqueólogos modernos, q11e llevados por
el entusiasmo de sus investigaciones y hallazgos, llegan a imaginar que la
humanidad por ellos desenterrada era antes de su exh11mación totalmente
desconocida, por lo ct1al a veces han despreciado hasta los más precisos nombres y datos antecedentes q11e nos legaron los desc11bridores, cronistas y primeros estudiosos de los indígenas de América. Una arqueología así desentendida de la histo1·ia ha prod11cido con frecuencia lamentables confusiones
científicas, las ettales se acrecientan cuando se 1'eflejan e11 obra q11e se edita
como res11midora de la opinión presente y general de la etnografía indoamericana. V alga, por ejemplo, el caso 1'efe1'ente a Cttba y las Antillas, una
XVIII
PROLOGO
de las fÍreas de América más desamparadas por los etnólogos. Si, a Jo que
parece, m el Handbook of South American Jndians la etno.grafía prehispánica y protohistórica de Venezuela 110 salió bien parada, harto trastornada
ap(1reció tmnbién Ja de C11ba, en Ja mal se elimina la entidad étnica de /os
gu:rnacabibes o gu~nljatabcycs, que f 11eron Jos ;ínicos indios pobladores de
toda la mitad occidental de la isla. No obstante haber sido ya prean11nciados
por Cristóbal Colón en m primera carta al Tesorero Sánchez dándote cuenta
de s11 deswbrimiento de las Indias, y perfectamente diferenciados, aiíos después, por q11ien fue en el tiempo el primer a11tropólogo de América, fray
Bartolomé de las Casas, el cual los señaló inequívocamente por medio de
s11 gentilicio propio )" bien significativo, s11 precisa posición geográfica y su
simplísima c11lt111'a, precerámica y de recolectores; a pesar de que tos datos
de la moderna arqueología comprueban la realidad geográfica y toponímica
y el complejo paleolítico y preagrícola de tales indios, éstos han sido del
todo ignorados y s11 nombre s11stit11ido por el de ciboneyes, confundiendo
adrede aq11é/Jos con estos otros indowbanos q11e eran de más alto rango evoiutivo, )' extendiendo caprichosamente la 12omenclat11ra históricamente exclusiva de estos indios, que sólo habitaban en la mitad oriental de Cuba, a
las otras A11ti/Jas, donde jamás los citó la historia. Pero Jos c11banoJ y demás hispa11oamerica11os de hoy día no tenemos por q11é renegar de las oriKinales denomi11acio11es, indígenas e hispánicas, y aceptar tJhora neologismos
intmsos, innecesarios, anfibiológicos )' contrarios a dommentos fehacientes
y escritos en nuestros péses hace más de cuatro siglos. En ese sentido la ta1'ea de usted, amigo Acosta Saignes, es sabiamente correctora. Repasar Ja
protohistoria, acendrarla, a¡ustarla con la arq11eoiogía, y al fin, puesto que
rma y otra 110 pueden tener verdades discrepan/es, traerlas a conc/11siones
concordes con Ja etnografía contemporánea, a11n joven y también necesitada
por su parte de agotadoras ) decisivas investigaciones. No olvidemos que, todavía ha pocos años, et alemán Artht1r Posnansky, valioso por s11s pesq11isas
geológicas y at·queológicas en Boliiia, pretendía reducir la etnografía antigua de Sudamérica al simple y fantástico pa1'aielo de dos razas: Ja aruwak,
de mente abstracta o inferior, y Ja kholla, de "mente conct"eta o st1perior",
predestinadas '°por tanto", aqué/Ja a la sumisión )' ésta ol1'a al predominio.
Y recordemos cómo a!Ín no hace una década que el historiador Ba)ie, en su
ob1·a El Protector de Indios (Sevilla, 1945 ), nos habla de los amerindios como de 'ºsemibestias", de "S1J degradación a veces i11frabest1al", de que
'ºllevan en la frente el sello de Ja barbarie y en los hechos indicios para du-
XIX
ESTUDIOS DI: F.TNOLOCIA ANTIGt:A DE V.ENliZUELA
dar si po1een alma rarional"; )' harl.t Je alrei·e a decir que en el N11ei·o
1'1undo "al llegar la rfrilizarión dió 1111 t uelco el t ilad· rodal,- ¡me' había
q11e rreado todo: ag,.im//11ra, ga11adel'Ía, al'/esanía, cami11os, p11e11te.r, ciudades . .. " ¡C1d111.1 i11exaclit11d, i11¡111tici.1) Qbsti11ació11 impí:t!
Algunos de e.rtos Estudios de EtnoloAÍ.1 Antigua de Venezuela son valiosos para esa faena de las i11di,,pe11--11hl, s refrindic:1Cto11es indigmistaJ.
Así en Jll emayo sobre l.1 e1dm·it11d en el Orinoro. Del lema de la tsclavit11d india en América, aJÍ de la prehispánira como de la establecida por lo1
conq11is1,ulore1, quienes llegaron a esf,zblecer en el Mar Caribe tl!lfl i·erdadera "trata de esclal'OS indios", entre lt1 Tierr.1 Firme y J,1s islas grander criando despoblaron éstas, )ª ncr1h1ó h,:cf co1.1 de un siglo ti mba110 /oré Anlonio Sttco; pero Jos modemos ar·ances de la etnografía imloamericm1<1 tendrán
que ampli.., e a im·esti,~ació11, como hace 111ted. ¿Qué relación por mmlitud
im11111cio11tt! tenían e.ros esclavos de los caribes, de los amacas y otro.r ( llamados nncos, poi tos, itotos, cte.) con Jos denomi11c1dos naborías de las Grandes Antill,11? ¿Cuáles !tu se111eja11z:1s )' 101 distingo1 entre la eulavit11d que
pr.1cticaban los paganos 11.1/ÍL'OJ ) l.1 de 101 cristianos innuores, ) máles /aJ
agra1·a11/es que ésloJ 1íltim1 e :tablecurrm 10bre ":¡11éll1 . al e ,cJar·1r.111os )
sobre Jo.r 1.iegros que r11piñaron en 1111 Jt>j,1110 co11ti11enle para oprimidos y
a11iq111lm·lo.r en e.te otro ciratl.fotico, q11e le1 era ajeno?
El cdpítulo sobre la penetración de ciertos e/emento1 de la cultura
e11rocá.iental entre Ja indiadd, omrrida por sus tra111mi1io11es a tierras lejanaJ
anleJ de que a ést.1s lleg.mm per.ron11lme11/e los adt'enedizos blanco1, es
lema que de1pertará mucho interés. Y también el ,.efermle al infl11jo de
lo_r negros en el intercdmbio de ct1Íl11rm co11 los indoamericanos. Lo comignado en ese ema_ro tocante 11! 1110 de ''frmwr con el f11ego pa' de111ro", típic.1me11te indio, q11e aún aco1111mh.' lll en Vene=uela los riegros de Barlot'ento, lo he podido ro11/irm11r en Cuba, donde en mis est11dios sobre la
m.zgia dt 101 afroides he h11ll,1do t:I mi1mo estilo oca1io11al de fumar ciga1·ro.r puro1 o tabacos wn la c1mdelt1 dentro de la hoca ) soplando el humo
hacra a/rura, para efectuar Ju1 fumig:zciones rituales. así hecha, "a chorro".
El tabaco pa1ó de 101 indios a los negros antes que a los blancoJ. Estos temieron en 101 primeros tiempos hallar, en esas ah11mada1 que mca/,1bri11aba11 las men/e1, rmos .irtiiugios de los demonio1,- los 11egro1 no. Los africanos bozales 1·iero11 e11 el 111baco )' JtlJ hmnos una mi.rteriosa fuerz11 sacrom.igica par,1 ellos desconocid,1 pero muy ruada por los i11dio1, J Ja adoptttron en seguida para .r111 Jit11rgias ) cura11dería1, trances chamá11icos y conju-
XX
PROLOGO
ros bmjescos. Consta también que en 111 Set illa del siglo XVI lor negros fum.tbm1 Jo. tabaco1 mezcl.índoles polt•o1 calizo1 como aco1t11111braban 101 indr){mfillanos en .rttr isl,1s al hacer s11 cohoba, con polvos de caracol marino
o cobo molido. Y por análogas razones /01 bmjos congos de C11ba, atín uian,
adem,ÍJ, todos los elemmto1 de potemi.t m.igica Jllperior a la de 101 dfrica1101, que e/101 t'iero:1 emplear a /o¡ Ua11co1 en s111 cost11mbre.r, ritos ) ce1emo11i.1s traJCenden 1es, como ion la pólt•ou1, el espe¡o, la espada, el Cirio, el
i11cie11ro, el vi110 de mh11, el alcohol, l11r grafías jeroglífic1tr la cmz, el agua
be11dita, l<1 hostia, ele, .rm abt111do11ar por no s111 a11cestrale1 con¡uro1, exorcirmos, hechizar, am11/etor, yerbas, lustraciones, cantos, bailes, tambores, sacrificios ) 11ecrom.11:c . ,1_ Un:i eipecie de si11rreti1mo mágico, suma J combi1ución de las f 11crzas misterioias de /o¡ indios )' de /01 bl.mcoJ con las de
Jos negros; así como m el Ji1ureli1mo religioso, 110 del todo uparado del
mágico mm en lor ambienleJ de las mlt11ra1 ..blancas" del siglo XX, se mezclan las imágener criJti.mas con los ídolos, los fetiches y las piedras anicónicas de los afroccident,1/es, a manera de 11n t:erdadero panteón trico11/mental, como ya hacían los romanos.
En 0Jro1 de sm es111dios flpreao 1111et os )' oportu1101 afanes para fortalecer el i11dige11ismo científico q11e tanta trascendencia tiene para el futuro
de la América Jndoibérica o Indoafroibérica, q11e algu11os dirían. lAs multisemlttres i11q11i11t1s económicas, relrgio.ras y políticas contra las indiadas aún
110 han ceJado. Antaíío Jos co11q11i.rtadore1 .re asombraban de q11e los caribes
Je denominaran a sí mismos "101 hombrei'' ( K iri-ibcs) ) calificaran de "no
hombre!'' a todos Jo1 demás humanos. si11 repal'ar en que fray Domingo de
/Jetanzos. el p;tdre Juan Ginés de SeplÍfreda J otros c/érigo1. <uando éJtos
lor tachaban de ''bestias infr,iJ111111'111.1s ) sin alma racional'', o sostenían
q11e J, J indios eran "1:111 i11feriore1 a 101 e1paiioles como de monos a hombres", 110 Je dij ere11ci1tlum de taler indios en manto al fondo de sus conC<:pt11acio11e1. El ecle1iJ.rtico y el cal'ibe pmsaban. con ig11al ignorancia en
1111 ,irrog1mtes antropogo11ías que el Cre.tdor no podía h11ber pues/o espíriJur iguales en 11110 ) otroi, q11e recíprocamente se creían Jeres mperiore1 ante
los demás. tenidos por ellos <omo m m11r1101 feroces, bípedo1 J' hasta parla1t/eJ pero .ri11 humana jel'arquía. No debe ello asombramos si en es/a era soci.tl•-,,enlt h11rac.1•1ad~ que t it•imos t1Jda1ía u reproducen 101 feroceJ genocidios, has/a en mucho mayor escalc1 que d11rante la.s co11q11istaJ de hace cuatro sig/01 )' aJlll entre p11eblo1 de alta ciulización; ) la h11ma11idad, arraJtrad11 por irrefrenables codicias y ambiciones a menudo se rebarbariza y revive
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XXI
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ltts milenarias mitologías de los absurdos elnocentrismos, queriendo hogaño
como antaño justificar así sus más crueles agresividades.
Las indicaciones que usted hace acerca de la antropofagia, del autosacrificio sangriento y del rito del motep11lizo entre Jos indígenas de Mesoamérica y los de Venewela, merecerán mucha atención y comentario, sobre todo
co111idera11do en conj11nto esas expresiones diversas de 11na misma f 11ndamentaJ rit11alidad sacromágica de teofagia, de came y sangre, y comunión o
caristía de paz y jttramentada confratemidad, que se han podido observar en
an.ílogos horizontes de cultura por todos los continentes, como ya señalaba
el padre Bartolomé de las Casas, O. P., en ese gran tratado de antropología
soci,11 comparada que es su poco leída Apologética Historia de las Indias. Como fray Bartolomé otros clérigos de la Conquista (Landa, Torquemada,
Mendieta, etc.), fr1ero11 sorprendidos por la semejanza de esas paganas liturgias, así como de otras consistentes en quema de perfumes, lrutraciones
purificadoras, confesiones de pecados y flagelaciones penitenciales, con las
análoga! de su propia religión católica que ellos predicaban y todos las atrib11itt11 a s11tiles y astutas anticipaciones de Jos demonios. Es Ja antropología
contemporánea, q11e ya no puede amdir a los diablos, la que va recogiendo
con objetividad y expLicando científicamente el contenido cultural de esos
ritos, Ctl)'a significación es harto compleja para traducirse: por un simplismo
de mera ferocidad o de venganza, o de amedrentamiento p11nitivo, como es·
cribió 11n penalista muy connotado en su campo pero fuera de posición antropológica.
Ante todo creo que es mu)' 1·ecomendable, como 11sted hace, el empleo en muchos casos del vocablo prehispánico en vez de precolombino,
pues ambos no significan lo mismo. A11n cuando las dos voces son cronoló·
gicas, la llegada de lo hispánico a un país de América no puede conf1111dirse
con la de lo colombino. En América arín hoy día hay indígenas donde pervive s11 c11/111ra prehispánica, q11e no podrán ser denominados precolombinos,
porque Colón 110 significó ni significará en ellos rma histórica discontinuidad. Y 11110 de los más grates obstáculos para su transmlturac1ón a los niveles modernos está en la ficción de considerar a Jos actuales indios de América como 1 ·cristim1os", como "hispanizados" o Jª i11corpo1·ados a la cultura
tronca/mente hispánica. Una tarea positiva de integración de los gentíos in·
dios en Jos respectivos 111Ícleos nacionales no podrá lograrse por simples doctrinas ni con fiesta de gozo y borrachera, como ha sido corrientemente, sino
partiendo de su positivo conocimiento científico, tales como son en verdad,
XXII
PROLOGO
sin sopear/os en la miseric1 y la ignorancia, ni q11erer acabarles de raíz sus
idiomas, ideas y costumbres, ni confundirlos con ritos formularios, ni aplasJar/os con deberes, prestaciones y Jabríes ex6ticos e ineficientes para su ajuste
con los superiores engranajeI de la modema vida civilizada. Esa es magna
labor, evolrtcionaria, penosa y p,.olongada, que sólo cnn la ciencia se puede
dirigir y realizar; y para ello ante todo habrá que reconocer a los indios, respetarlos e imtruirlos sin prejuicios fatalistas ni propósito de absorción. AII
lo está acomejando el Instituto Indigenista Interamericano 111 su noble empresa. Como y:t decía Bartolomé de las Casas, ''todo linaje de los hombres es
11110" y "ni11g11110 nace enseñado" y todos ''como tierra no labrada", es decir,
"incultos", en ese sentido ciceroniano que hoy día es de acepción universal.
I!.l insigne humanista sevillano no vacilaba en recordar que los "pueblos como España, Alemania e Inglaterra, otros tiempos fueron tanto o má.r bárbaros q11e éstos", pues todas las 11aciones, segrín él, pasaron por 1111 estado primitivo y '"todas pueden ser reducidas a buena policía''; o sea, alcanzar las
mmbres de la civilización, "Ji se usa de industria y arte y se llevare aq11el
camino que es propio y natural a los hombres, mayormente por amor y mansedumbre, s11at'idad ) alegría, J' se pre/ende sólo aquel fin". Unicamenle Ja
ciencia pod1·á comeg11ir esa 1·ege11eració11 de los indígenas prehispánicos y
de 110 pocos millares de amestizados margi11ales1 hoy sumidos sin amparo en
las ciénagas sociales donde se rev11elven y enll'echocan en conflicto las
mlturas endógenas con las ex6genas. Sólo los estudios antropológicos y sus
aplicaciones han de abrir los senderos hacia Ja superación mlturaJ definitiva.
Pasando a otraI cuestiones planteadas en este libro, parece que todo el
complejo contacto cultural de caribes y ttruacas, sus transmigraciones y s11s
entrccmzamientos étnicos, habrán de ser revisados. S11 libro formula muy
pertinentes preg11ntas, que han de ser respondidas, no sólo en cuanto a Venezuela sino Jambién tocante a los aborígenes del arco antillano hasta Florida. Piensa usted bien que, después de haber el gran americanista francés
Pa11l Rivet señalado la importa11cia de los caribes como elementos difusores
de c11ltura desde s11 epicentro sudamericano hacia las comarcas centrales del
continente, sobre todo por las vías costeras y las f luvia/es, debiera apreciarse
mejor y refrindicarse el significado trascendental de la cultura caribe. Los
etnólogos acaso han sido in/luidos de sobra por la leyenda negra que los
conquistadores C1"earon contra esos indios por ser ind6mitos, tal como otras
mentes avasalladoras propagaron a su vez sendas leyendas, también negras,
contra los africanos por afán de esclavizarlos so capa de propaganda cale-
XXIII
ESTUDIOS
on
ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
q11ÍJla, contra Jos espa1íoles por em idia y codicia de sr1 opulento imperio, y
contra el padre Lt11 C.- ;,u, eJ más ele1•ado de éstos, por reacción de so11rojo y
para humtllar 111 alta p.. rso11alidad que tttn cristianamente combatió las atroces trope/í,II y los med!'o.r deMforados que mediante éstas se lograban.
Por otro lado, tambié11 el ensayo sobre los Guaíqucríes y Guamonteyes
y s11 ro11/mión abre c111iosas interl'ogt1rionn. Si eran "negros como los cuer·
t'os'º ¿habrá que reco11ourlos romo 1111e1·a p111eba de que en la Amérmt pre·
colombi11r1 h11bo pobladores de tez 11er.ra romo los af rl(a11os ecuatoriales, seg1Íl1 sostienen a11to1-izad,munte Pa11I Rint )' otros? ¿O será11 gr11pos deriva·
dos de negros traídos de allende como esclavos y luego huidos de JoJ españoles a las cimas de "1s montañas ron Jos indios, romo )'ª hacían aquéllos
por eJ añ1 1502, en La Espaiíol.1, ugr;,1 01 ando le escribía al re) Femando
el C.rtó/1ro? S11 localiZ11rió11 en la co.rta acaso t"et•ele rma oriundez marítima
J periféri(.l. Q11izá1 l.1 r.iíz mont del t'OCablo Guamontcy, que pudiera ser
castel/a1111, i11diq11e la original cond1ci611 montun11, montaraz, f 11gitiva o CÍ·
m::rro11,1 de tale mdr. ·e ) sea híbrid·1 su gentilicio, ron prefijo ) s11f1¡0 i11do·
amerira1101, puéstoles por los e1pa1ioles. Como en Cuba, por ciba ona ex
("de la Gran Piedra o ,\fo11tmía") se dijo ciboney.
·
DJ¡eme asegurarle lambuJn que su acucioso tr.1ba¡o folklórico sobre el
baile dt:I Mare-mare, me parece muy bien incluido en .w selección. En países como los 1111tstro1, donde ha11 p.1ip1ta.:lo ldn heterogine.u fllltura1, alg1111a1 de ellas preletradas, las supenfrencia1 folklólicas ro11lie11en ron fre·
r11e11ria rit r)S elemento par.'t la1 i11terpretarw11eJ de 1111estroJ mosaicos élnr·
cos, como ya demostró llJted en su estudio sobl'e Las Turas.
¡Y wántas cosa; más podría decirle.' P11eslo a p1·0/011ga1" la pal'l'ajada,
habría P",.ª escribir 1111 libro. Tan 111gestfr111 son la1 ro1111 de los indio1 t·ene·
zol.i1101 par.1 s11 comparación ron Jos 11atiN•.r del Archipiélago, q11e sólo con
di1gusto pongo fm al 111elo del pemamiento. Otro día te11drem111 que hablar
más de e1tas cosas tan i11te1"esa11tes y, )'ª /Jal'a entonres, tras e;fos eSC1'1tos stJ·
)'OS habr,í11 corndo 1e11dos comentarios cl'Ít1Cos rorl'obor<111tes y también im·
p11g11itfro.r, ¡claro está.', que a1í acaece siempre crumdo sale a la luz tm libro
q11e dice :osa; 1111ei·as )' bien pe111adar,
1
1
Le cm·ío mis parabienes con tm f11el'te estrechón de manos.
Fernando Ort1z.
La Habana, 20 de 1eptiembre1 1953.
XXIV
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA
DE VENEZUELA
INTRODUCCION
L'ls fuentes históricas en las mttles se encuentran informaciones sobre
los antiguos pobladores de Venezuelc1, han sido poco analizadas. Se han citc1do ahundantemenle, pa,.a comprobaciones aisladas, y se han utilizado, en
fo1'nza etnográfica, no etnológica, por muy diversos autores. De tal modo,
no se han realizado sino escasos estudios que muestren las t'elaciones anti·
guas de los pueblos prehispánicos que poblaron nuestro. lenitorio y se han
tratado por lo general las fuentes como si su examen no presentase p,.oblemas, como si existiesen en ellas sólo 1·elatos válidos y no señalamientos incompletos, cont1·f1diccio12es, informes cuya clave de interpretación está a veces
en libros de autores mtty diversos o de épocas distintas. Kidder, en su estudio sobre la arqueología del noroeste de Venezuela, señalaba, hace algunos años, lfl necesidad de verificar estudios de nuestt'as fuentes histó1'icas,
para poseer tma base sobre la mal interpretar los datos que la exploración
arqueológica smninistrtt. También Steward se ha referido a la necesidad de
análisis de las f11entes en la zona Cfrcumca,.ibe. Con el cabal conocimiento
4
INTRODUCC!ON
de 1111eJ/raJ a1111g11aJ mlt11mJ, 110 JÓ/o adquirirían Jentido muchoJ enigmas
arqueológicos actuale.r, sino los conocimientos sobre distribución geográfica y sobl'e migraciones, podrían orientar las b1Ísq11edas arqueológica!.
Tantas afil'maciones simplistas Je han hecho Jabre /oJ antiguos habitanleJ del territorio venezolano q11e q11ien f:mprende su estudio con la finalidad
de 11bict1rlos mlt11raime11/e en forma correcta, de amerdo con los actuales
conocimientos y clasif icc1cio11es de luJ ciencias a11tropológicas, uo puede sino
acogerle a la acti/11,J del Cronista de J11di,u Juan Ba11JiJta Muñoz, quien,
cr1tmdo rodeado de doc11meutos procedentes de todos los rmnbos, se disponía a escribir s11 "Historia del Nuevo Mundo", explicaba cómo se había
alistado para ello, y expresaba: "Púseme en el estado de una duda rmiversai
sobre cuanto se había publicado e11 la 11uteria . .. " Diiponíaie, de tal modo,
a no aceptar ni11gr111,1 afirmación atJlada; a cotejar fuentes de índole diversa; a comparar versiones de époet1s disímiles; a interpretar el ase1·to interesado; a colocar 1:n ;11Sto sitio la ingenua cree11cit1; a medir J pesar en la 111a1·aíía de las contradicciones las ap;11-iencias de verdad; a j11zgar al equivocado de b11ena fe y rechazar al empecinado. Labor semejame ha de verificar
quien intmte realizar estudios de etnología a11tig11a de Venezuela. Queremos
Jeñalttr aq11í alg1111as de las dific11/tadeJ co11cret<1s con las c11ales hemos tropezado, y ha de tropezar quien las estudie, al e111t1/iz,1r las f11entes históricas,
con el objeto de encontrar problemas, intupretal' ciertos datos sobre los c11aies hay aportes modemoJ y elaborar p11ntos de 1·ista n11evos sobre c11estio11es
q11e se ha11 dado por ca11celt1das m otros países; o mostrar otras sobre las
males. m siqruera se h.i posado la wrios1dad de los im·estigadores científicos
o de los aficionados q11ie11es. en Venewela como en todos los países hispanoamericanos, han tenido tl11ra11te mucho tiempo a s11 cargo wanlo Je relaciona con las cimcias ttn!ropológicas. Cierto que algunos de esos aficionados,
m11chas l'eces a11todidactas, se h,111 elevado en ocasiones hasta b11e11as alt11NtJ
de investigación correcta; mas otros se hmz dado estérilmente al enredo de
cuantos d.itos pueden obtenerse e11 las f 11enles históricas o en las modernas
investi¡;11ciones sistemáticas. Así, en el terreno de la fmgiiística, por ejemplo,
han ab1111dado los lexicógrafos dados a la estéril tarea de comparar 1111esll'as
lenguas indígenas con toda clase de idiomas del Viejo M1111do. O, en el campo de la etnología, quienes han q11erido encontrar rasgos griegos en los antiguos vasos cerámicos. Y partJmos de contar pues Ji mencionásemos las 111cubraciones de los aficionados a la arqueología, llegaríamos a los linderos de
la más f 11riosa literal11ra de ficción, presentada con hábitos de ciencia o con
5
ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENEZUELA
t1t11emio de .ri.rlen1t1tizació11. Sobre todo ello escribía ya Julio C. Salas, certeramente, en 192 J • "Muchos han creído que la ciencia etnográfica y la
histórica son rampor para l11cir ingenio, patriotismo y fantasía, y ávidos de
originalidad, exhiben rma co11f111.1 agl meración de datos, que 110 an.1/iza11
)' ni .riq11iera im·entarían debidamente; esto c11emdo 110 poseído.r de la manía de la grandez.1 )' ha.rt.1 de l.11 má1 t'iles pa.riones, desfigurando la hi.rtoria y la et11ografí11, tcrghewmdo la i·erdad o dándoula.r de adivino.r y etimologistas s11i géneris, co11 lo mal 1111111111 al fárrago novelesco obras destinadas a entrett11er espíritus tan mperfiá,1/es como los de tales autores . .. "
Aquel "estado de d11da rmit euttl" 110 nos ha impedido, desde /11ego,
reconocer los méritos de ienezolanos e wmenles, quienes, dentro del marco
de .rru días, h,m hecho i·aliosos aportes a los est11dios antropológicos del
país, deJde l,1 rer11,1da mitad del .riglc XIX. Nombraré entre los sobreralientes, por s11 mente científica, por s11 mriosidad inagotable en cuanto se
referí11 a la mitmas indígenas, a Tulio Pebres Cordero, J11lio C. Salas, Arí.rtide.r Rojas, Lisandro A!vdrttdo, Gasp11r Marcano, Adolfo Emst. No .re podría .ribmciar l,z obr.1 de Rafael Req11en,1 en arqueología, pues a pesar de que
infortunad~mcnte ca)Ó en la f anta.ría al examinar 11u materiale.r, reunió i1111alorable.r colecciones acerca de la.r c11ales mucho se ha de escribif todavía.
Alfredo Jahn realizó un excelente análuís de lo.r ,.Aborígenes del Occidmte
de Venewela" y se cuenta enlt'e quienes htm analizado con mejor co11ocimienlo de los e.rt11dio.r etnológicos de Sii época, laJ a11tig11as cu/t/lras ve11ezo/a11as.
Como 110 es nuestro propósito realizar 1111a historia de los est11dio.r antropológico.r en Venezuela m este lugar, .rino indicar los nombres de algu1101 e.rtudroso.r eminentes en esa.r cienciar, <U)OJ datos utilizamos, ca//,zmo.r ot1·01 y 110
me11cio11amo1 a q11it11e.r ho)' trab.-rj.111, .ret1 que hayan comenzado hace pocos
a1ío.r o q11e dade h.ice décadas l.tb ren empeiio.ramente. Pero de todos citamos materiales, 110 para repetidos fríamente, .rino para sefíalar problemas,
ref11tar idem o, por el contrano, busct!.r apoJO en las de ellos. Es natural
q11e la.r obra.r de q11ie11e.r :.rcribiero11 a f ine.r del siglo pasado o principios del
pre.rente, deban Jtr Jª colocadas dentro del marco histórico de las cie11cias
a11tropológica.r que les corresponde. L.1 ciencia no at'ü11Za por la repetición,
sino por la 1·ui.rió11, la enmiem/,1 ) la ampliación comtanle.r. En c11a11Jo a
/,11 f11e11tes hiJtórícas antig11as, <ont'iene utilizar los modernos método¡ de
i11vestigació11 y aplicar a 111 entendimiento cuanto durante Jo.r cinc11mta
e:ño.r pasados se ha aprendido por lo.r elnólogos. Ya re.rultan demasiado ru-
6
INTRODUCCION
dimentarios /01 simples catálogos etnográfico¡ extraídos de la1 fuentes históricas, armque en su día f 11eron útiles y valiosos.
Aq11el modo de pemar nos ha llevado a realizar alg1111os análisis en las
fuentes históricas, cuyos primeroI res11ltados presentamos en este volumen.
Entre los ya escritos escogimos ocho monografías sobre temas diversos.
De ellas sólo rma ha sido publicada antes. La tit11lada "El Maremare": Baile
del Jaguar y la Luna". F11e incluida en el seg1111do mímero de "Archivos
Venezolanos de Folklore'', pues trata sobre 1111 baile folklórico y tiene en
este libro cabida por ser una bú1q11eda de orígenes. Por tanto, pertenece también a los estudios de etnología antigua. Los trabajos de la misma índole,
es decir, de análiiis de f11e11tes hútóricas, que )'ª hemos preparado y los que
en adelante escribamos, formarán otro volumen que se publicará solamente
de¡puéi de conocer las críticas y obsert·acio11es que el presente s11scite.
Además de los problemas usuales en el análisis de fuentes, se presentan
a q11ienes manejen las venezolanas, alg1111os de índole peculiar cu)'a mención es indispensable. Uno de primera importancia se refiere a Ja desigualdad cronológica. En efecto, cuando se trata de reconstruir las antiguas culturas de V enezueia, o de conocer sus estmcturas ) relaciones, es preciso veril icar 1111a verdadera ficción de coetaneidad pues la penetración del territorio
venezolano se verificó lentamente. Es preciso por ello adiciona,. los i11formes
de f11mtes q11e va11 desde los comie11zos del siglo XVI hasta fines del siglo
XVIII. De la Costa y algunas porciones del Orinoco encontramos informes d11ra11te la primera mitad del siglo XVI; de los Llanos solamente, salvo noticias ocasionales y fragmentarias, nada sabemos hasta mediados del
siglo XVII; de las regiones de Casanare y del 01·inoco Medio, poseemos informes detallados sólo en el siglo XVIII. Naturalmente, ni aun en las zonas
se1íaladas puede indicarse 1111a información progresiva, ininterrumpida, creciente con el transcurso del tiempo. A -veces quedan vacíos q11e son llenados
en épocas posteriores. A1í ocurre, por ejemplo, con el Delta del Orinoco,
acerca de cuyo1 hcibitantn, los Gttaraúnos, tenemo1 las primeras informacioneJ extemas de W alter R.aleigh, q11ien los visitó en los últimos años del JÍglo XVI.
Si se habla p11es, de una etnografía o de 1111a etnología antiguas de
V enez11ela1 se procede a una ficción de coetaneidad, pues no poseemos in formaciones Jimultáneas de todos Jos grupos q11e pueden ser descritos. Cuando
decimos, por ejemplo, que los antig11os Achaguas poseían detenninados rasgos, nos 1·eferimos a los Achaguas conocidos por las informaciones de Cassa7
ESTUDIOS DE ETNOLOGJA ANTIGUA DE VENEZUELA
ni, Riz ero, G11mil/a, quienes escribieron en /oJ siglos XV!l y XVIII; mas en
1·ealidad 110 podemos afirmar, sino en forma aproximada y con toda clases de
rese1·1•as, que poJeerían loJ mismos caracteres durante la época de las primeraJ
penetracio11eJ europeas, mando, en cambio, Je euribieron descripciones de los
gmpos de la costa venezolana. No podríamos ni siquiera asegurar que los
Acha,~11aJ habitaban durante el siglo XVI la misma zona denominada Airico,
donde los e11c11entrr111 los misioneros jemítas de Casanare. Tampoco podría·
mos aseg11r.tr q11e los Tamanacos descrito1 tan briilantemente por Gilii en el
siglo XVIII, po1eían dos cent11rias anteJ los mismos rasgos, sobre todo si
se toma en menta la celeridad con q11e los Caribes del Orinoco se trans·
c11ll11raron, mostrando rma vivísima plasticidad social, al entrar en contacto
con diversos gmpos de europeos, especialme1lle con los holandeseJ.
Esa deiig11aldad cronológica de /aJ fuentes nos ha llevado a adoptar el
término prehispánico en lugar del vocablo precolombino, ruado generalmen·
te para d-esif!.11ar lo 1·elativo a nuestras antiguas c11lt11ras. En efecto, si se ha·
bla de precolombino, se al11de a todo lo 1·eferen te a los tiempos anteriores
al Descubrimiento. En cambio, si se dice prehispánico, se abarcan lo! tiem·
pos anteriores a la penetración europea, realizada en Venezuela, con la excep·
ción de los W e/ser, siempre por españoles y se alude, además, a la dificultad
se1íaleula. Prehispánico eJ, por consiguiente, para nosotros, tanto lo q11e puede inferirse Jobre los habitanteJ de la costa venezolana, sobre la base de /aJ
fuentes del siglo XVI, como mtmto pueda deducirse de los datos suministrados acerca de los AchaguaJ por cronistaJ misioneros del siglo XV!ll.
Las áreaJ culturales de Venezuela, base indispensable para el estudio de
las c11ltura.r antig11aJ, deben reconstr11il'se sobre aquella ficción de coetaneidad. Por eso hemos tit11lado s11 estudio "AreaJ C11lt11rales de Venezuela Prehispánicd'. Los datos utilizados para trazarlas abarcan los siglos XVI, XVII,
XVlll.
La solución q11e damoJ al problema mencionado 110 alcanza, desde lt1ego, sino a V enewela. Durante la retmión de antropólogoJ e hiJtoriadores
realizada en La Habana en enero de 19.53, convocada por el Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, para redactar Jos f1111damentos del
Programa de Historia de Américt1 para la emeñanza 1111iversitaria, Je acordó
Ja denominación general de Período Indígena para la etapa anterior a Ja llegada de los e11ropeos a América. Queda así obviarla la diferencia de 11omenclat11ra entre loJ divenos países, p11eJ en algunos se habla de época precolombina, mientfaJ en .México Je acostumbra decir, con buenas razones, pre8
INTRODUCOO~
cortesiano J• en r:I caso de Venezuela y por /,u razones ap1111Jadas1 conviene
fl!ttr el término prchisp:í.nico. Como se ve, nosotros usamos, además de éste
el t'Ocablo antiguo, pan referimos a la época anterior al Desmbrimiento,
pero ello solamente en el título J e11 esta l11troducció11. Cuando se trata de
a11.íliJis preferimos escribir prehispfoico, para recordar Ja diferencia crono-
lógfr,t de las fuentes.
Otro término al ct1ttl debemos re/erimos es el de prehistoria. Hace algrm,¡_r décadas, l/,1111ábase prehistórico a lodo cuanto a11Jecedía al Descubrimiento. fü así cómo Planearle escribi6 1111a "Prehistoria de México" que no
er.t .rmo 1111a r.tno/.,gía Antigua. En ella Je estudiaban las culturas que habían existido antes del período cortesiano. Pero el uso ha ido delimitando
/.1 sisnificación de prehistórico en los estudios americanos, en forma tal que
es preciso ahora realizar distinciones semejantes a las usad,tJ en Jos términoJ
prehistoria, protohistoria e historia en Europa. P11eden ya usarse con entera
j11.rteza en Amértca y Jos antropólogos deberíamos buscar en ello un ac11erdo
que l'ed1111dada en bmeficio de la p,.edsi611. En la primera Reunión de Antropólogos dtl C.iribe, se adoptó en LA Hab,ma un acuerdo acerca de la sig11ificación de u11a larga lisia de térmi11os usados en Arqueología. Ello no es
sino el -romienzl) de i11.lispe111ables acuerdos internacionales acerca de Ja no·
menclatura de las ciencias antropol6gicas en Hispanoamérica. El uso enJre
101 científicos )il ha fij.Jdo el significado de ciertos términos y ello ocurre con
prehistoria. Algunos libros recientes, como el Jit11lado "Prehistoria de México", de Ai·eleJra de Anda, fija11 bien Jos conceptos: llamamos prehistoria lo
referente al hombre paleolítico en América. Por consigutenle, todo cuanto
eJté comprendido entre el Descubrimiento y la época de los recolectores,
caudores ) pes,ad-;re, p,:/eolíticos, debe ser denominado, para claridad
de la exposici611, protohistoria. Desde luego, los antropólogos mexicanos
deberían decidir al respecto, si debe hablarse en su país de periodo hist6rico sólo desde el Desc11bri111iento, o si en Ja zona meso.1111erictl!1a es preciso
extender la/ sig111fic,1ci6n a toda la lpoca Juran/e la cual existe rma escdtum. Pero ese problem.1 de ,,fesoamhica eJ/,í fuera de los intereses precisos
de l.1 presente exposición. Baste decir que, por las razones dichas, uso el término protohistoria p.1ra designar todo Jo 1·e/,1livo al perífldo anterior al Descubrimiento. 1'odavía 110 encuentra uso entre nosotros el término prehistoria,
p11es nada sabemos del hombre paleolítico eJJ Venezuela, salvo la descripción de una punta, 110 obtenida m excavaciones sistemáticas, realizada por
IValter Dupou).
9
ESTUDIOS DE ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Otros problemas de tocab11/ario q11eda11 por estudiar en el f11111ro. Los
etnólogos i·mezolanos tienen anle sí la tarea de encontrar las relacione1 entre 11111l1it11d de pueblos Cll)OJ nombres se encuentrfln aislados en una sola
f 11en/e y lo1 que ot1·01 describen exte1w1mente/ de hallar las sinominias entre m11chos ge11tilicio1; de encontrar, con mi1111cio1a1 brísquedas de archivos,
11otici,1J 1obre p11eblos q11e desaparecieron totalmente; de averig11ar si gentilicioJ como lru nombrados en larga li1ta por el padre Bueno, han correspondido a fracciones de pueblos sobre los cuales se poseen informes 1uficie11te1.
Algunas de es/as C11estionei se 111e11cio11a11 en los tr.1bajo1 de este libro, como
en el titulado "Macos e /t(l/01".
Mencionaremos ahora otro a1pecto en cierto modo emparentado con el
problema de 101 términos: la dmumm.1.-ión de ''C1rc11mcaribe'', u .rda t11 el
cuarto tomo del ºHandbook of South American Indums", por Steward. Nos
hemos refer1do a ello m la lnll'oducoón a los lemas rela/11•01 a la zona cirmmcaribe, que nos tocó redaclttr, en el Programa de Hi1tona de América
del lmlituto Panamericano de Geografía e Historia. Hemos men(lo11ado allí
cómo será preciso en el f t1!11ro examinar si se trata en realidad de rma entidad cultural hi1tór1camente real o si debemos acep1.1r la denominación de
circumcaribe, prop11esta por Steuwd ) Kirchhoff simplemente como un
auxiliar metodológico para el est11dio. faz la monografía Jil11l,1da ''El Airico"
recordamos algunas de las objeci· •11eJ que, a propóúto de los materiales relativos a Venezuela incluidos en el ''llandbook of South American l ndians",
habíamos realizado. Ya en la inlloducción citada adi erlíamos cómo sería la
arqueología la encargada de del'eltir alg11no1 de los migmas que la denomi11aci6n circumcaribe plantea sobre orígmes, contactos de p11eblo1, migraciones, desarrollo de la1 c11lt11ras. l~orue hct publicado hace poco m el "American
A111h1opologist su opi11ió11 de que los re111l1ados arqueológicos 110 concuerdem con todas las afirmaciones que la concepción de lo circwncaribe lleva
implícitamente. Los et116logo1 1 enezola110.r tienen 1i11 duda mucho por decir
al respecto ) 1erá el and/nis de las f11enlt1 hutóricas, en unión con /01 res11/1ado1 arq11eológicos, )' a veces sirvie11do como base para ellos, quien nos
conJ11ua .: conc/11sio11e1 sobre la porción del área circwncaribe que a V enezuel11 corresponde.
Ei obno, por todo lo a11/e11or, que 110 nos b.1samos aq11í en materiale1
t1rq11eol6gicos. Sólo utilizamos lm f11entes históric<IS. Citamos a los escritores
de los siglos pasados ) act11al con expre1a mención en cada oportunidad y
110 p.1ra tomar sus opiniones como similares a lo que nos puedan informar
11
1
10
INTRODUCCION
la1 fuentes, sino para mostrar la m,mera como ellos las han interpretado.
Consideramos que precist1menle, 11no de los defectos de los trabajos aparecidos en el "Handbook of So111h American Jndians", relat1t•os a Venezuela,
ha sido el empleo, sin discriminación cronológica alg11na, de Jos más diver1os datos a11tig11os y mode111os. Lo mi1mo se citan Rivero o G111nilla que
111110,.es del fJ1•csente siglo, 110 siempl'e dignos de la consideración de a11torid.:des. Pero no se /rata sol.1111e11/e del grado de fe que hap de concedérseles. El problema está en q11e éstos, en muchas ocasiones, no han posc:ido co71, cimii •1tos científicos, ni han sabido cómo realizar investigaciones de campo. N1 es tampoco posible recomlmir la etnografía de un pueblo prehispámro retmimdo los datos q11e nos da11 lar /11e111n del siglo XVI con los que sobre el mismo puedan obtenerse en los grupos ho)' sobretfrimtes. Se podrá
mostrar hipótesis, realizar algu11a1 conclu.riones, hacer comparacio11es con casos similare.r, .riempre comervando a la l'ista lo antiguo > lo moderno. Pero
110 se puede, sin más, hacer una Jllma de heterogéneos que no puede sino
conducir a lamentables co11/11siones y a 11111y dudosos resultados.
A propósito de nuestro apoyo sólo en f11e11tes históricas, nos interesa
mencionar el trabajo "A reas Culturales de V mezue/a Prehispá11ica". Conscientes de la ficción de coela1wdad a q11e nos hemos referido, inte•1/amos
encontrar las áreas culturales que pueden trazarse sólo para el siglo XVI. No
eJ todm·ía ni remotamente posible Irá/ar de reconstruir áreas culturales de
períodoJ pur,1menle arqueológicos, a1111q11e con los datos existentes sin duda ya puedm ser conocido1 exlmso1 horizontes culturales de la Venezuela
protohistóric,1. Y si no deben considerane como aplicables a tiempos muy
a11teriores al desc11brimien10 las co11c/11sio11es actuales sobre áreas culturales,
lamporo deben extenderse a épocas más cercanas. En el primer trabajo publicado por nosotros sobre el tema, 1it11l.1do "Esquema de las A,.eas C11ltu,.ales de V enez11ela' adi·ertimor la necesidad de establecer las áreas culturales de fines del período colonial. las q11e podrían recomlmirse p.ira mediados del siglo pasado, después de los grande< traslados prot·oc,;J r por las
contiendas de la bzdepende11ci(1, y las áreas cu/J11rales acl11ales. Si se han
conserrado en la misma zona rasgos cuya hi rtoria pueda remontane a tiempos prehisp1í11icos, es meslió11 sólo dilucidable después de realizar todos
aquellos esl11dios, o de analizar mono;¡ráficamente ciertos caracteres.
Los se1Ít1lmnientos anteriores dem11eslran cómo las monografías aquí inc/11idas posew unidad de sentido. Como ;a indicamos, no son sino alg1111a1
de l11s preparadas bajo el signo comrín de la necesidad de a11a/tz,1r las
1
1
11
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
f11e11tes históricas. No pretendemos que todos n11eslros res11ltados sean
concluyentes. Queremos simplemente arribar a algunas hipótesis de trabajo, iniciar un nuevo tipo de utilización de las f11entes en V enez11ela y
llamar la atención de los especialistas hacia ciertos aspectos hasta ahora poco
o nada considerados al est11diar las c11lt11ra1 prehi1pánica1 en nuestro paíJ. A
propósito de ellas, e1 necesario también como hemos expuesto, acordarse
acerca de la 11omenclat11ra de ciertos términos y tratar de ordenar las f11entes
tanto por orden cronológico como por grados de importancia. Hasta ahora
ello no se ha verificado y es de la mayor importancia. Algunos de los pt·oblemas surgidos a ese propósito rebasan los límites de Venezuela J aun del
área cifc11mcaribe. Así ocurre, por ejemplo, criando nos planteamos la validez de f11entes históricas como Pedro Mártir y López de Gómara. Ellos, citados como a11toridades de primera importancia para Ja reconstrucción de las
antig11as c11J111ras, no vinieron 1111ttca a América. Obtuvieron sus informaciones de los desmbridores, de los mat"inos, de los conquistadores. Y es sin duda
rm gi·ave problema de la ciencia historiográfica el de la validez de sus informaciones. Sólo el cotejo con autores que presenciaron Jos episodios de la
co11q11ista y convivieron con los indígenas, puede avalar fuentes de ese carácter. Alg1111os de los cronistas de Indias tampoco est11vieron en tierras
americanas. Herrera, f11ente considerada como de altísima autoridad, basase
rínicamenle en los doc11menlos de Jos archfros espmíoles. Alg1111os de ellos o
han desaparecido, o no han llegado a ser conocidos por investigadores posteriores. Se plantea otro problema de valoración, a11nq11e de índole sin duda
diversa. En ocasiones, es posible encontrar en los archivos los doc11mentos
sobre Jos cuales se han basado informes de los Cronistas de Indias. Así ocurre, por ejemplo, con Femández de Oviedo, quien res11mió informes q11e han
llegatlo a ser conocidos en tiempos 1·ecientes. En algunos paises, como México, se ha comenzado ;a a realizar un verdadero inventario de valores historiográficos. Iglesia, por ejemplo, opinó sobre López de Gómara. En la zona
circ11mcaribe deberán en el f111uro realizarse estudios similares, para conocer
rma escala verdaderamente científica de certid11mbre capaz de g11iar en Ja
cons11lta de las fuentes.
En Veneweitt será preciso, además, establecer ct1áles son las realmente
originales y c11áles y en qué extensión han tomado de otras materiales considerados como originales. Fray Pedro Simón, por ejemplo, f11e considerado
durante mucho tiempo, como el primer historiador de Venezuela, cuando
tal honor en realidad conesponde a fray Pedro de Ag11ado. Y Caulín, fuen12
INTRODUCOON
te de gran importancia repitió sin embargo, extemamente, a fray Matías R11iz
Blanco. lv!ientras no se haga tm ordenamiento sistemálico de las fuentes,
q11ien trabaje con ellas deberá t"ealizar 1111a tremenda labor de valoración
propia, con perjuicio del tiempo y dedicación 11tilizables en otros problemas. Pero no alarguemos la en11meración de las dificultades inn11merables
que tiene ante sí la historiografía venezolana. Baslen las menciones apuntadas para considerar cómo el estudio de nuestras c11lturas prehispánicas es
rm extenso y rico tel'ritorio cuyo estudio espera el conc11rso de numerosos
especialislt1s: historiadores e historiógrafos; etnólogos y arqueólogos que trabajen, no como rivales, sino como especialistas complementarios; lingiiístas
que reelaboren las conclusiones de los aficionados; biólogos y geógrafos
q11e clasifiq11en los 1·iq11ísimos materiales corográficos de Ruiz Blanco, Caulín, Aguado. Muchos años y muchos especialistas precisan, pues, las cienciaJ antropológicas en nuestro país. Nuestras monografías actuales y las que
seguirán, vienen así a ser sólo como un inventario de problemas y rm índice de hipótesis de trabajo, así como tma síntesis, lo más completa posible, de
cua11to se ha p11blicado, con finalidad científica, en cada uno de Jos aspectos que tratamos.
Esa índole del trabajo nos ha conducido a incl11ir citas a veces extensas, pero inevitables, máxime si se toma en cuenta que muchas de las fuentes
110 están al alcance ni siq11iera de Jos especialistas. LA obra de Cassani, por
ejemplo, es muy difícil de conseguir y no existe en ninguna de las bibliotecas públicas de Venezuela; el "Saggio di Storia Americana" de Gilii, es obra
,.,ira y nunca traducida al castellano; de la "Relación del Descubrimiento del
Río Apme" de Carvajal existen pocos ejemplares y es ahora cuando Je anuncia una segunda edición; del libro de Rivero existe rma Jala, bastante rara,
ele. Además, las citas completas permiten que el lector juzgue a s11 vez de
las interpretacio11es del autor, con las cuales puede no estar de acuerdo. Los
investigadores que puedan en el futuro tratar Jabre los mismos temas poseerán así una visión clara de cuanto nos hemos propuesto en cada caso.
Res11lta indispensable referimos aquí a las grafías utilizadas en el texto:
Para los gentilicios hemos tomado la vieja cost11mbre de los cronistas de escribirlos con mayúscula. A nuestro j11icio, ello sirve para dar variedad a la
lectura, no siempre fácil cuando se trata de la enumeración de pueblos antiguos o de la descripción de rasgos cult11rales. También evita las confusiones
posibles entre substantivos y adjetivos en palabras como Caribe, Arawaco,
Otomaco, empleadas alternativamente con esa doble función. Realizamos,
13
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
pues, conscientemente, po1· creerlo rítil, rm simple at'caísmo ortográfico. En
cuanto a la pluralización de los gentilicios, hemos seguido la regla castellana.
Mucho se ha discutido sobre ello y en realidad estamos de acuerdo con las
conclusiones de algunos, mando sostienen que hay una razón fundamental
para no plt1raliza1· los grupos indígenas como tales. Cuando los mexicanos se
llamaban a sí misma mexica, significaban el plural; cuando los Guajiros se
mencionan a sí mismos, como wayú, lo mismo. Pero sería correcto optar por
el plural original -en ese caso mexica y wayú- si siempre, como en esos
dos casos poseyésemos el gentilicio puramente indígena. Infortunadamente
no es así: Caribe, por ejemplo, es una cormptela de Cariña o Cari'nia y si
usásemos estas palabras correctamente no deberíamos pl11ralizar. ¿Pero cómo no hacerlo con la forma castellanizada de Caribe, cuyo plural correcto es
Caribes? Infinidad de gentilicios de los antiguos pueblos venezolanos y aun
de los que han sobrevivido, proceden directamente del castellano, como el
de .Motilones, Taparitas, Tiznados, etc. Otros, aunque han conse1·vado una
forma indígena o aparentemente tal, no designan en realidad el verdadero
gentilicio de la tribu, p11es, como es sabido, para ello sirvieron nombres de
caciques, de lugares geográficos, o de accidentes cualesquiera, o de casualidades y aza1·es. Por todo ello hemos preferido usar la pluralizaci~n castellana. Ello no significa, desde luego, que deseemos prop11gnar el sistema aquí
adoptado. Nosotros mismos, en el trabajo "Los Teopixque", publicado en
la Revista llíexicana de Antropología, hemos usado sólo la pluralización del
nahuatl, pero allí se trataba del empleo de un solo idioma, mya estructura
es además bien conocida.
Todavía debemos añadir una observación sobre las grafías de nombres
indígenas: se las enconlt'ará variables, de acuerdo con las fuentes citadas.
Para nuestro uso hemos adoptado aquellas que el 11so por los especialistas ha
consagrado como preferibles. Así por ejemplo, se encontrarán escritos
"Aruac, arauaco, arhuaco, aruaco, arauac", según los diferentes autores.
Nosotros hemos preferido para m1estfas propias exp1·esiones la forma Arawaco pues durante los últimos años se ha extendido su uso. entre los especialistas. No deseamos abrir polémicas sobre las formas preferibles. Quede ello
pa1·a los lingiHstas. Simplemente explicamos nuestro uso y por qué hemos
preferido ciertas grafías. Finalmente, observaremos que al citar, en forma
textual o no, conservamos las formas 01·tográficas de los autores respectivos.
14
"Príseme en el estado de una d11da 11niversal
sobre cuanto se había p11blicado en Ja
materia . .. "
fuan Bautista Muñoz.
"Historia del Nuevo Mundo".
AREAS CULTURALES DE
VENEZUELA
PREHISPANICA
Por falta de estudios sistemáticos escritos en Venezuela, a los cuales
puedan acudir los especialistas en diversas ciencias sociales, estos reproducen con frecuencia antiguas clasificaciones de la población prehispánica ya
superadas por diversos estudios, los cuales nos permiten entender con claridad las semejanzas y diferencias de nuestros antiguos indígenas.
En ocasiones, quienes escriben fuera del campo de la Etnología, lejos
de consultar a los especialistas, se dan a la peregrina tarea de inventar sus
propias clasificaciones, basadas en media docena de lecturas dispersas y en
autores de las más disímiles épocas y escuelas. A veces ocurre algo peor:
prescinden algunos de toda sistematización, se acogen a general.izaciones que
no realizaban ya los misioneros del siglo xvm y despachan en dos párrafos cualquier aspecto substancial de la vida indígena prehispánica. Véase, por
ejempio, cómo un economista, al comienzo de unas Notas de Economía
Colonial Venezolana, trata el tema: "El indio --escribe-, ser indolente por
lo común, sin conocimientos avanzados de agricultura en la mayoría de la
extensión de los terrenos conquistados, poco progreso había de ofrecer en
sus trabajos de laboreo y de allí cómo ese sello de pereza y de ignorancia
aborigen fue el que caracterizó la realidad agrícola de la etapa inicial de Ja
colonización". Como puede verse, el criterio clasificatorio es nada menos que
el de la "pereza del indio". Y naturalmente queda implícita la igualdad de
los métodos productivos, la colocación en una sola etapa histórica de los in·
digenas. Pero el autor en el párrafo siguiente realiza una distinción, quizá alarmado por su propia generalización y continúa: "Hay que diferenciar
este cuadro de la agricultura en manos del aborigen, cuando se entra en consideración de las diversas porciones del territorio que se estudia, y el cual,
en cada sitio está en relación directa con la zona de que se trata. Ese atraso
agrícola será más pronunciado cuando se considera dentro de las zonas po·
biadas por las diversas tribus caribes, conquistadoras y guerreras, o en las zonas de las tribus desplazadas, como la de los aruacos; pero al estudiar el panorama agrícola del indio de las montañas occidentales, hasta donde no llegó
el caribe conquistador y guerrero, el panorama de la agricultura era mucho
19
ESTUDIOS OH ETNOLOGJA ANTIGUA DE VENEZUELA
m.ís importante, más organizado, m:ts próspero, como en el caso de la nación de los timoto-cuicas, extendida desde los sectores cordilleranos altos de
lo que es hoy el Estado Trujillo y posiblemente de los sectores andinos más
occidentales de lo que es hoy el Estado Lara, hasta amplios sectores de lo
que constituye el Estado Mérida. Allí, donde en la época precolombina existfa una economía organizada con defensas contra la erosión, vistas años más
tarde por fray Pedro Simón, para los primeros años de la colonización, debía prolongarse ese panorama halagador de una producción agrícola más rica. Es interesante a este respecto revisar los trabajos que sobre la economía
y el sistema monetario de los timoto-cuicas publicó Mario Briceño Iragorry
en los Anales de la Universidad Central".
Desde luego, no h:iy razón para asimilar sin ninguna clase de exámenes, la agricultura de los grupos Caribes y Arawacos. En segundo lugar, se
insiste allí, al nombrar a los Caribes, más en su condición guerrera que en
su economía, a pesar del tema al cual se refiere el autor. En tercer término,
nada se menciona para mostrar que la diferencia realizada es válida. El
lector, si Liene alguna curiosidad, se quedará con el deseo de saber en qué
consistió la superioridad agrícola de los Timo-Cuicas, además de la defensa
contra la erosión. Omitiremos otros defectos del párrafo citado. El propio
autor termina su análisis de la situación económica prehispánica volviendo
a la concepción simplista de su primer párrafo, nada menos que para caracterizar la influencia de la economía prehispánica en la colonial. Concluye
así: "Y fue así cómo durante los años en los cuales la agricultura se dejó
::bandonada al indio, perezoso y salvaje, prácticamente no puede hablarse
de esta actiYidad como tarea creadora y con un verdadero sentido económico". (1)
Realmente, ni siquiera en "Notas" sobre economía colonial, son pasables tales maneras de caracterizar la población prehispánica.
Esta manera de exposición tiende a prolongar entre los propios economistas, entre los historiadores, entre los pedagogos, una manera de mirar los
fenómenos indígenas como extraños sucesos de colonias zoológicas. Se cierran los ojos a las aportaciones de la economía indígena a tantos renglones
fundamentales del cultivo y la alimentación en Venezuela; se ignora cómo
todavía se emplean los métodos de la quema; se ohidan el maíz, la yuca, el
cazabe, la arepa, las hallacas. ¿No son influencias directas sobre la produc·
(1).-Vcoegas Filardo: 1947.
20
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
ción agrícola y sobre su resultado, la alimentación? ¿No son precisamente alimentos de origen indígena -el cazabe, el maíz, la yuca, las caraotas- los
que por siglos han continuado sirviendo como base para el consumo de los
campesinos venezolanos? Pero no detengamos la atención del lector en una
crítica que él mismo puede hacer.
Ya se ve cómo con tres párrafos enteramente negativos se pretende liquidar todo lo rclati,·o a la producción indígena prehispánica y a su influencia en ·1a economía colonial, en un libro de fecha reciente (1947). Ese y
otros escritos conducen a Ja necesidad de exponer un recuento de las clasificaciones relativas a Jos indígenas venezolanos, tanto por autores nacionales como extranjeros. Es obvio que nos referimos a las clasificaciones relativas a Jos indígenas hallados por los descubridores y conquistadores, durante los siglos XVI, XVH y xvrn, pues los estudios arqueológicos no permiten
todavía fijar áreas culturales en los horizontes correspondientes a la época
protohistórica. ( 2)
A través del tiempo, diversos historiadores hao sentido ·la necesidad de
comprender Ja colocación que en la historia de la humanidad y en Ja de
América, corresponde a nuestros habitantes prehispánicos. Algunos, como
dij iinos, establecen clasificaciones caprichosas, propias. Otros se han basado, como es correcto, en las clasificaciones de los especialistas. Lino Duarte
Leve!, en su Historia Patria, publicada en 1911, refirióse especialmente
a los antiguos pobladores de Guayana, mas para ubicarlos correctamente, de
acuerdo con los conocimientos de su tiempo, se esforzó en conocer las clasificaciones de los especialistas. Resumía su afán clasificatorio así: "Los estudios antropológicos modernos, las observaciones de viajeros ilustrados, la
documentación oficial publicada últimamente sobre Guayana con motivo de
nuestra controversia de límites, las memorias leídas en los Congresos ameri•
canistas, los informes presentados a las diversas asociaciones etnográficas; las
exploraciones y estudios hechos en regiones primitivas donde aún existen
aborígenes y las obras antropológicas sobre la materia, han puesto a la vista
un indio en Guayana enteramente diferente de aquel que creó la fantasía de
los primeros castellanos, muchos de los cuales eran gente de poca o ninguna
instrucción". :m resultado de sus búsquedas le condujo a agrupar los habitantes de Guayana por divisiones tribales así: "Los Guaicas, que vivían en
(2) .-En la lntrod1udón al presente volumen realizamos algunas consideraciones
sobre algunos términos como "protohistoria", aplicados en Venezuela.
21
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
las alturas y parte montañosa de la Parima, el Esequibo, el Cuyuní, el Demarara y el Pomarón. Los G1Jara1í11os, que moraban en el Delta del Orinoco.
Los Pariagoto1 cuyo asiento fue el Imataca entre las fuentes del Caroní y
Cuyuní, junto a los Araucas. Los Guayanos, que vivían en las costas del
Caroní entre Angostura, Yuruary y las fuentes del lmataca. Los Ar11acas que
ocupaban las alturas entre el Orinoco y el Esequibo". Se refirió a Ja posible
procedencia de las tribus, expuso su etnografía, tomó opiniones de especialistas extranjeros y no se libró de ciertas distinciones clasificatorias que coincidían con las de los antiguos cronistas a quienes criticaba. Así puede verse
en esta afirmación: ..Las mujeres de Ja raza Aruaca eran más voluptuosas
que las Caribes". ( 3)
Duarte Le\·el procedió correctamente en los métodos para obtener una
clasificación cabal, de acuerdo con los estudios realizados hasta su época y con
la bibliografía que pudo alcanzar. No discutiremos los defectos de su clasificación pues se verán sus diferencias con las modernas al revisar éstas.
Citaremos todavía la manera de concebir otro historiador nuest~as antiguas culturas. José Gil Fortoul comienza su capítulo titulado "Los Indios",
en su Historia Constitucional de Venezuela, con una observación totalmente correcta: "No sería justo tratar redondamente de "raza inferior" a
la población indígena de Venezuela. En primer lugar, los términos correlativos de superioridad e inferioridad significan, en sociología, más bien, des·
igualdad de desarrollo por circunstancias externas, y no esenciales diferencias congénitas... Resulta asombroso que escritores de hoy desconozcan la
afirmación de Gil Fortoul. Como escribió su Historia en forma sistemática,
se documentó en toda clase de fuentes para obtener conclusiones propias y
el resultado de sus indagaciones le conducía a las siguientes aseveraciones:
..Cuando empezó la conquista los aborígenes "enezolanos encontrábanse todavía, bajo muchos aspectos, en un estado social rudimentario, inferior no
solamente al de los españoles, sino también al de los indios que desde México hasta el Perú habían ya constituido poderosos y civilizados imperios ... "
Realiza algunas apreciaciones para delimitar aquellas ideas, así: "El régimen económico de las tribus más avanzadas era probablemente un comunismo semejante al de la monarquía peruana ... " "Obsérvese, con todo, que
en algunas cosas, por ejemplo en medicina general, los 'piaches' indios ape( 3) .-Duarte Leve!: 1911. Capítulo I: Los Aborígenes.
22
.AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
nas eran inferiores a los médicos españoles de la Conquista, y aun ::. veces les
eran superiores ... " Y establece después sus dudas sobre una posible clasificación para la época cuando escribía, en 1906: "La antropología y sociología
venezolanas están en mantillas, y más que aventurado sería formular ya conclusiones científicas sobre la población que encontraron los españoles ... "
Añade Gil Fortoul cortas observaciones cuyo contenido resulta de acuerdo
con los estudios especializados hechos en años posteriores a la redacción de
su obra: "En lo que atañe a la presente Histo,.ia -señalaba- adviértase que
los indios de la región occidental no ignoraban por completo la civilización
que florecía a lo largo de los Andes, la cual venía infiltrándose, siquiera lentamente, por las montañas de Mérida y Trujilto hasta la entrada de los
Llanos; y es más que verosímil que la infiltración se estuviese efectuando
también por el Mar de las Antillas, pues durante los siglos de la civilización centroamericana, indios de estas tierras han podido hacer viajes ocasionales por agua, en distintas épocas, a las costas de los corianos, caracas y
cumanagotos ... " ( 4)
·
Entre los especialistas en algunas rama~ de las ciencias antropológicas,
han debido ocuparse, naturalmente, de la clasificación lingüística quienes han
realizado estudios de esa índole. Pero no los mencionaremos por interesarnos
aquí, para fines etnológicos, especialmente las clasificaciones de índole cultural.
Lisandro Alvarado, en sus Datos Etnográficos de Ven<J7.11ela, no
adoptó más clasificación que Ja tribal y se adhirió a la distinción de tipo
geográfico establecida por Humboldt, entre "indios monteses" e "indios
llaneros". El libro de Alvarado, dividido según aspectos culturales, resulta
de indudable utilidad, pues reúne 1ruchos materiales de las fuentes históricas, pero con la limitación implícita en la clasificación tribal. Resulta así una
especie de enciclopedia en la cual se encuentran con facilidad datos sobre
"agricultura", o "quioquenmodingos" o "geofagia", o "poliandria", como
titula algunos de sus capítulos, pero señalados, no por regiones culturales,
sino por tribus, sin referencias a ubicación etnológica alguna, ni dentro del
territorio venezolano, ni en América.
Entre los etnólogos o historiadores que a principios de siglo trabajaron
con mucha atingencia en Jos Andes venezolanos, destácase por su preocupación en el estudio de las clasificaciones de los aborígenes, Julio C. Salas.
(4) .-Gil Fortoul: 1942. Capítulo I.
23
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Curiosamente impugnó las clasificaciones lingüísticas de Humboldt y Codazzi, no porque las encontrase desde ese punto de vista defectuosas, sino
porque no creía útil la agrupación de los pueblos según su lengua. No discutiremos aquí su error, pues como ya hemos indicado, nos referimos sólo a
las clasificaciones de tipo etnológico. Por ello, recogeremos su clasificación
de los indígenas venezolanos, que extendía a Jos de toda América, sobre la
base del carácter que creía principal. En su libro Etnología e Historia de
Tierra Firme, escribía Salas: "De acuerdo con las teorías desarrolladas en
esta obra, nosotros clasificamos así: Primer grupo o raza guerrera. Caracteres: Indios <le bellas formas. Tipo Caribe. Familias: En el Norte Apaches,
Comanches, Sioux, Tlascaltecas, Semínolas y otros. En el Sur: Caribes, Maquiritares, Giraharas, Zapaharas, Teques, Motilones, Guajiros, Bondas, Urab.ies, Pa11ches, Coyaimas, Pozos, Cañaris, Araucanos, Motilones del Perú,
Guaycurus del Paraguay, Onas y otros ... " A continuación explicaba Salas
aquellas razones que lo habían inducido a constituir la agrupación, en la
form'l. siguiente: "Todos estos indios se distinguen por sus costumbres guerreras y nómadas, escasa ciYilización, tribus poco agricultoras que se alimentaban preferentemente de la caza y pesca; su planta favorita era la yuca, y
su pan y bebida fermentada el cazabe y la berría, usados parficularmente en
b. faja ecuatorial del continente ... "
El segundo grupo lo estructuraba Salas así: "Segundo grupo o raza de
suave natural. Caracteres: Indios de formas toscas. Tipo: Chibcha. Familias:
En el Norte y Centro: Esquimales, Iroqueses, Aztecas, Moquis, Natchez,
Mechoacanes, Mayas, Cubanos, Haiteanos, T erenokis, etc. En el Sur: Chibchas, Guarnes, Catios y otros de Colombia; Achaguas, Giros, Jajíes, Mucuñoques, Cuicas, Caiquetíos, Salivas, etc., de Venezuela; Ingas, Guaraníes
y otras naciones del Sur ... " Añadía para explicar este segundo conjunto:
"Todos los indios de este grupo se distinguen por sus costumbres dulces, poca o nula resistencia a la conquista europea, gran adelanto en las artes e industrias, preferencias marcadas por la agricultura, de la cual sacaban su
principal sustento, usaban generalmente maíz y chicha ... "
Como se Ye, aunque el autor enumeraba diversos caracteres de los grupos nombrados, en realidad su clasificación se basaba en un criterio muy
reducido: el de las actividades guerreras de las tribus. T enía razón sin duda en las causas que le llevaban a solicitar una clasificación científica, pero
no logró encontrarla. Para justificar su concepción escribía: "Suponemos
24
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
que nuestra clasificación no pueda ser motejada de caprichosa; a falta de
otea mejor, debería adoptarse, pues se palpa que sin métodos analíticos
no se pueden plantear y resolver las diversas cuestiones que entraña la etnología americana, cuyo estudio se hace muy difícil, por no decir imposible,
pautándolo en Jos diversos y no probados métodos observados hasta hoy.
En fin, en una materia como ésta, ningún estudio puede ser inútil; queda el
presente, por consiguiente, sujeto a la ratificación de más cumplido raciocinio ... " (5)
A medio siglo de cuando Salas preparaba sus trabajos, es tiempo ya
de cumplir su deseo sobre un examen de su clasificación. Nuevos datos, sistemas de clasificación diferentes, son ya conocidos. En fecha reciente hay
quien haya recogido su antigua clasificación, en estudio sobre aspectos indígenas, pero la verdad es que desde hace mucho no puede sostenerse. Como hemos visto, sus dos grupos se forman principalmente sobre la consideración bélica. Del primero escribe: "Primer grupo o raza guerrera". Del segundo, "Segundo grupo o raza de suave natural". El defecto e~ múltiple:
es preciso recordar que ninguna agrupación de pueblos puede realizarse por
un solo rasgo cultural. Los hay que son comunes a casi todos los pueblos antiguos de América, o a una gran m:i.yoria, independientemente de las profundas diferencias que los separaban. Se podría citar, por ejemplo, el uso del
arco y la flecha. En segundo lugar, la capacidad bélica de los grupos humanos es muy diversa según circunstancias muy diferentes. Muchos factores influyen en ello. Si nos referimos únicamente a los indígenas que ocupaban el
territorio venezolano, podemos mencionar como hija directa de los conquistadores la clasificación de Salas, el agrupamiento en tribus "Caribes" o guerreras y otras pacíficas, de las cuales se hace prototipo a los Arawacos. Sin
embargo, tal modo de ver resulta totalmente erróneo a la luz de las informaciones que nos suministran las fuentes históricas. Vale la pena examinar
este aspecto con algún detenimiento, pues su conocimiento puede conducirnos a una perspectiva correcta sobre la clasificación de Salas, b:i.sada en la
actividad bélica. Según ella agruparon los conquisladores a los indígenas.
Era natural resultado de su preocupación principal. No distinguían más
que entre quienes les recibían bien, les daban oro y mantenimientos y aquellos otros, reacios, rebeldes, capaces de enfrentárseles, de arrasar los pobla(5) .-Salas: 1908, 179-181. Sobre la clasificación lingüística véase Oramas:
1920, y Febrcs Cordero, Julio: 1946.
25
ESTUDIOS DE llTNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
dos y destruir las provisiones para evitar su aprovechamiento por los invasores. Como en la costa venezolana se encontraron grupos guerreros, de filiación Caribe y otros, Arawacos, como Jos Caquetíos, quienes, por el contrario, eran mansos y amigables, desde el primer momento quedó establecida Ja
diferencia que habría de convertirse, andando el tiempo, en base de una clasificación de aspiraciones científicas. En realidad no todos los Caribes eran
igualmente aguerridos ni todos los Arawacos apacibles.
En el Orinoco existieron grupos de filiación arawaca cuya acometividad
llegó a superar a la de los famosos Caribes del Caroní y del Caura. Fueron
los Caberres y Guaipunabis. Ambos, según Caulín, habitaban la serranía de
Mariapiti, a orillas de los ríos Neoquene e lnirricha. De los primeros decía
Gumilla: "La nación Caverre ... tiene el estanque del más violento Yeneno.
Sólo esta nación retiene el secreto y la fábrica y logra Ja renta pingüe del
resto de todas aquellas naciones ... " El padre Bueno escribía: "Los Cabres
es una nación que impuso silencio al orgullo de los Caribes. Hubo un capitán entre ellos, llamado Tapo (murió el año de 86), que fue de un espíritu
tan duro y se hizo tan temible entre aquéllos, persiguiéndolos tanto en Orinoco, que los que no podía cargar asados, después de saciar a toda su tropa, los dejaba ensartados por el orificio ea unos palos aguzados; fuera de la
multitud que, reducidos a cuartos, tiraba a las corrientes del río, a efecto de
meter más horror a Jos miserables perseguidos. Causó tanto efecto esta carnicería que dichos Caribes se ausentaron de Orinoco, dejando, aunque con
dolor, el lugar de su naturaleza ... " ( 6)
De los Guanipunabis escribía Bueno: "Son los más carniceros que se
conocen; tienen tanto anhelo de la carne humana que ... su mayor esfuerzo
aplican en perseguir a las otras naciones para comerlas ... " "Fue tanta su
fiereza que, cuando entraron en relación con los holandeses, superaron en
acometividad a los Caribes y aun a los Cabres, quienes habían sometido a
varios grupos de aquellos" (7)
(6) .-Gumilla: 1791; II, 1924. Caulfn: 193~. 230. Bueno: 1933, 84. Gumilla
escribía de los Caberres: "Síguesc la nación Caberre, copiosa en pueblos y gentío y
valientes, tanto que las armadas caribes siempre han llevado con ellos el peor partido.
Gente no sólo bárbara sino también brutal, cuya vianda ordinaria es carne humana de
los enemigos que buscan y persiguen, no tanto para avivar la guerra, cuanto para apagar su hambre. Llegan los Caberrcs poblando el Orinoco y tierras occidentales de él,
hasta la boca del río .Aciari ... "
(7) .-Bueno: 1933, 90. Ramos Pérez: 1946, 203.
26
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PJlEHISPANJCA
Como se ve, esos dos gruPos de filiación lingüística .Arawaca practicaban la guerra en forma similar a los Caribes y a veces con mayor eficacia.
Métraux piensa que el canibalismo habría sido aprendido de los Caribes por
diversos pueblos arawacos. Quizá ocurriría lo mismo con todo el complejo
guerrero. Lo importante es señalar cómo la clasificación en pueblos pacíficos y guerreros, es demasiado insignificante: nada explica sobre la fundamental filiación lingüística; ignora los procesos de transculturación que incesantemente ocurrían en el territorio venezolano, como en toda .América;
desconoce l:ls afinidades culturales que desde otros puntos de vista pueden
existir entre los pueblos; omite toda referencia a las circunstancias históricas y
sociales que conducen a los pueblos a la guerra.
No es único el caso de los Cabres y Guaipunabis, como guerreros de
filiación .Arawaca. En el Occidente, en las sabanas de Carora, se encontraban
los .Axaguas, quienes han sido considerados como prolongación septentrional
de los mansísimos Achaguas. Tolosa, en 1546, escribía: "Junto a esta sabana, en unos montes hay cierta cantidad de indios de nación Axaguas. Es
gente que comen carne hu.mana. Son tan bellacos que Por: ninguna vía con
ellos se ha Podido hacer paz. Pelean con arcos y flechas y macanas. No tienen pueblos poblados .. " Federmann habla de un grupo de Caquetíos, los
q'ue moraban en el valle de Barquisimeto, quienes contrariamente a los demás, eran belicosos. "Han obligado -refería en su primer viaje- a todas
las naciones a refugiarse en las montañas para gozar ellos solos de las llanuras hermosas y fértiles, Porque excepto los que viven cerca de Coro, estos
indios habitan las mejores tierras y no permiten que ninguna otra tribu se
establezca donde ellos moran ... " (8)
Pueden citarse, en cambio, ejemplos de Caribes pacíficos. Al sur del
Lago de Maracaibo se encontraban los Bobures, de filiación lingüística y cultural caribe, a quienes consideraba Fernández de Oviedo "indios domésticos y no de guerra" . .Aguado los describía como "gente más doméstica y me( 8) .-Métraux: 1949. Tolosa: en Arellano, 19~0. Fc:dermann: 1916, 60. En las
Antillas hubo grupos de Atawacos divididos por Rouse en Igneri, Taíno, Subtaíno,
Ci~uayo y Luca.yo. De los Igneri dice: "Atawacos que sobrevivieron a las migraciones
caribes en Trinidad y las Antillas .Menores. Mis guerreros que el r~to de los .Arawacos, aparentemente hablaban un dialecto divergente ... " De los Ciguayos escribe:
"Pequeño grupo en la porción noreste de la República Dominicana, quienes poseían
un dialecto divergente y también parecían ser mb guerreros que Jos Taínos y Subtaínos ... "
27
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
nos guerrera ni bulliciosa que la que habita en las sierras comarcanas ... " (9)
Con los ejemplos citados basta para demostrar cómo con la simple clasificación de "pacíficos" y "belicosos" nada se adelanta, nada se expresa sobre las características más substanciales de los pueblos. Los de una misma filiación lingüística; los emparentados culturalmente por diversos rasgos o complejos; los habitantes de un mismo territorio; los que han tenido trayectorias
semejantes en la historia, pueden convertirse de pronto de pacíficos en guerreros, o viceversa, de acuerdo con circunstancias de vecindad, de rivalidades, de necesidad de la defensa o de la adquisición de tierras o brazos para
el trabajo u otras circunstancias.
Veamos ahora cuál es Ja colocación cultural en la cual quedan los antiguos pobladores de Venezuela, de acuerdo con las clasificaciones generales,
relativas a las grandes áreas americanas. Algunos autores prescinden en
realidad de la agrupación por área y prefieren trabajar en forma semejante a
Ja señalada a propósito de Lisandro Alvarado. Wavrin, por ejemplo, en su
libro Les Indiem Sa11vages de L'Amérique d11 S11d1 toma como guía los diversos aspectos de la cultura y menciona, en cada uno de ellos, los pueblos
que los practican y la forma como lo realizan. Los títulos de algunos de sus
capítulos son: "El encuentro entre los indios"; "Encuentro entre civilizados e
indios"; "La vida sexual y el matrimonio"; "La vida familiar; los niños". Una
manera tal resulta enciclopédica y sólo una base para la clasificación etnológica. ( 10)
Paul Radin, en su libro Los Indios de la América del S11r, emplea
una agrupación de tipo muy general. La primera parte de su trabajo se titula
"Viajeros y Propaladores" e incluye a los Arawacos, Caribes y Tupi-Guaraníes. A los primeros los denomina "eslabón entre dos continentes" y "exploradores y portadores de cultura"; a los segundos, "caníbales y aventureros" y
a los terceros "viajeros y evadidos". Las otras dos porciones de su libro se
titulan "La Vieja Estirpe" y "Las Grandes Civilizaciones". La obra resulta
muy general y es más un resumen de otros estudios, como el propio autor
lo advierte, que el intento de una sistematización. (11)
(9) .-Fernández de Oviedo: 1852; 11, 271. Aguado: 1918; I, 240.
(10) .-Wavrin: 1948.
( 11) .-Rndin: 1948.
28
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
Walter Krickeberg, con criterio agudamente clasificatorio, dividió su
Etnología de América en tres grandes porciones: "Norteamérica, Sudamérica y los Pueblos Civilizados". La segunda, que es la interesante para
nuestro tema, se subdivide en "Recolectores, Cazadores y Pescadores" y
"Los Cultivadores". En aquella incluye: "El grupo magallánico, el grupo
de las pampas, el grupo del Chaco, el grupo del Brasil oriental" y entre los
cultivadores "el grupo amazónico, el grupo de las cordilleras y el grupo de
las Antillas". Los antiguos pobladores de Venezuela quedan colocados allí
en el grupo amazónico, con excepción de los Timotes, a quienes coloca como
prolongación de la cultura de las Cordilleras y como el grupo "más avanzado
de la alta cultura del Noreste" bajo la influencia cultural de los Chibchas. (12)
Cooper, para quien la América Meridional se divide sólo en tres grandes
áreas: de la sierra, de la selva y marginal, incluye a Venezuela en la segunda, en la cual comprende la región selvática del Amazonas y Orinoco,
las Guayanas, las Indias Occidentales, la región lluviosa de la costa oriental de Colombia y Brasil, los bosques de precipitación pl~vial media del
Brasil meridional y de los ríos Paraná y Paraguay, las estribaciones andinas
del ·norte del Chaco y la porción centroamericana entre Panamá y Honduras. Rasgos propios de la zona serían: horticultura universal, con uso del
bastón de sembrar, en Jugar de azada; la rosa y el sistema de conuco o milpa; la yuca, dulce o amarga, como alimento fundamental en la mayor parte
del territorio, acompañada frecuentemente con el maíz; frijoles, batata; el
perro; pesca con venenos y, particularmente hacia el noroeste de la región,
la cerbatana con dardos impregnados con curare, para la caza; tabaco y bebidas alcohólicas para fiestas; canibalismo particularmente importante, pero
no exclusivo, entre los Tupis y Caribes; cerámica simple; escasa indumentaria, pero abundante adorno corporal; uso de bezotes; tejido muy desarrollado; viviendas de madera muy bien fabricadas y comúnmente de grandes
dimensiones; armas e instrumentos de piedra; adornos de metal; familia extendida o sib; aldeas, a veces confederadas en una organización tribal; sistemas de "mitades" y sibs, en algunos lugares; levirato, sororato y prohibiciones matrimoniales; couvade; religión shamanista y animística. (13)
Para Wisler, las culturas indígenas de Venezuela se hallaban dentro
del área de la yuca ( manioca) . Kroeber, quien describe cinco áreas cultura( 12) . -Krickeberg: 1946.
( 13) .-Cooper: 1942.
29
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
les en Sudamérica, incluye a Venezuela en la que denomina "Antillana". En
conjunto, según cree, puede considerarse como una subdivisión del área
que denomina "Selva Tropical". Sus elementos característicos serían la cerbatana, la hamaca, el taburete, la yuca y el cazabe, los cuales pudieran deberse a desarrollos locales o a infiltraciones tal vez procedentes de Colombia. Resulta indudable para él que los pueblos selváticos sudamericanos tomaron elementos dispersos de Mesoamérica. (14)
Alfred Métraux, en su trabajo La Civilización Guayano-Amazonimne" , caracteriza la gran área que estudia así: "La civilización orinoquensc-amazónica es a la vez homo8énea en sus rasgos fundamentilles y
más generales y muy diversa en ciertos aspectos particulares. Las migraciones
de las tribus Arawak, Tupi, Caribe y otras, han contribuido a la difusión
de las técnicas, ritos, creencias e instituciones sociales que han acentuado
mis la uniformidad cultural de las tribus que viven según el mismo tipo de
economía .....
Considera Métraux dividida a Venezuela en las siguientes provinoas
culturales: Guayanesa, de Cuman.i, de la Guajira, del Orinoco y de.los Otomacos y Guamos. La uniformidad de cultura de Jos habitantes de la gran
isla que constituye la Guayana, entre el Orinoco, el río Negro, el Amazonas y el Océano Atlántico, Je indina a ver como una sola provincia todo ese
territorio. En realidad, según escribe, los caracteres de esa zona existen en
otros lugares y posee pocos peculiares. Sin embargo, cree debe mencionarse el desarrollo considerable de Ja cestería. En Ja estructura social se encuentra como fundamento la gran familia o familia extensa, a pesar de la excepción costeña de Jos Arawacos, poseedores de clanes matrilineales. La residencia es matrilocal, salvo entre los Roucuyennes y los Aparai. Religión animista. Aplicación de hormigas, como rito característico. Cree que en el terreno
de la cultura material los rasgos característicos de la zona resultan extremadamente raros.
La provincia de Cumaná se habría caracterizado, para Métraux, por influencias andinas superpuestas a caracteres guayano-am.azónicos. La Guajira
sería típicamente amazónica en su shamanismo. La denominada "provincia
cultural del Orinoco" Je parece al autor caracterizarse por la tendencia a
rodear Jos momentos críticos de Ja existencia de un ceremonial muy elabora-
( 14) .-Wisler: 1938, 284, 282. Kroeber:
30
194~.
388.
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
les en Sudamérica, incluye a Venezuela en la que denomina "Antillana". En
conjunto, según cree, puede considerarse como una subdivisión del área
que denomina "Selva Tropical". Sus elementos característicos serían la cerbatana, la hamaca, el taburete, la yuca y el cazabe, los cuales pudieran deberse a desarrollos locales o a infiltraciones tal vez procedentes de Colombia. Resulta indudable para él que Jos pueblos selváticos sudamericanos tomaron elementos dispersos de Mesoamérica. (14)
Alfred Métraux, en su trabajo La Ci11ilizació11 G11ayano-Amazo11im11e", caracteriza la gran área que estudia así: "La civilización orinoquense-amazónica es a la vez homogénea en sus rasgos fundamentales y
m.ís generales y muy diversa en ciertos aspectos particulares. Las migraciones
de las tribus Arawak, Tupi, Caribe y otras, han contribuido a la difusión
de las técnicas, ritos, creencias e instituciones sociales que han acentuado
m.ís la uniformidad cultural de las tribus que viven según el mismo tipo de
economía ... "
Considera Métraux dividid.L a Venezuela en las siguientes provincias
culturales: Guayanesa, de Cumaná, de la Guajira, del Orinoco y de.los Otomacos y Guamos. La uniformidad de cultura de los habitantes de la gran
isla que constituye la Guayana, entre el Orinoco, el río Negro, el Amazonas y el Océano Atlántico, le inclina a ver como una sola provincia todo ese
territorio. En realidad, según escribe, los caracteres de esa zona existen en
otros lugares y posee pocos peculiares. Sin embargo, cree debe mencionarse el desarrollo considerable de Ja cestería. En la estructura social se encuentra como fundamento la gran familia o familia extensa, a pesar de la excepción costeña de los Arawacos, poseedores de clanes matrilineales. La residencia es matrilocal, salvo entre los Roucuyennes y los Aparai. Religión animista. Aplicación de hormigas, como rito característico. Cree que en el terreno
de la cultura material los rasgos característicos de la zona resultan extremadamente raros.
La provincia de Cumaná se habría caracterizado, para Métraux, por influencias andinas superpuestas a caracteres guayano-amazónicos. La Guajira
sería típicamente amazónica en su shamanismo. La denominada "provincia
cultural del Orinoco" le parece al autor caracterizarse por la tendencia a
rodear los momentos críticos de la existencia de un ceremonial muy elabora( 14) .-Wisler: 1938, 284, 282 Kroeber:
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ESTUDIOS ' DE ETNOLOG!A ANTIGUA DE VENEZUELA
comprendida dentro de cuatro de sus divisiones: Area de la Sabana; Area
de Guayana, Arca del Orinoco y Area del Caribe.
El Are.1 de la SabanJ. incluye geográficamente, para Murdock, el sureste
de Colombia, sur de Venezuela y la porción adyacente del Brasil y comprende varias tribus nómada': Auake, Caliana, Chiricoa, Guaharibo, Guahibo,
Marn, Puin:l\'e, Shiriana, etc. Se encuentran aislados por la presencia intrusiva en el territorio, de tribus Arawacas de culturas sedentarias. Carecen de
unidad lin,cuística, vi\en en albergues tem?..:rales, lc,·ant.m cab.iñas p1r~midales cubiertas con hops y ramas y a veces usan albergues port.ítiles. Fabrican cerámica, pero carecen de tejido, metalurgia y hasta perros. No se conoce su organización social.
El Arca de Guapna es una variante relativamente uniforme de la cultura de la Selva Tropical. Considera Murdock que la mayoría de sus habitantes pertenecen a la familia lingüística Car¡be, con excepción de al.ttunos
grupos Arawacos (Locono, W apishana, Arua, Palikur y Bara"Una). Todas
las tribus guayanesas son básicamente agrícolas (yuca amarga y dulce, maíz,
batata, piña, ají). Aunque el hombre planta y limpia, el cultivo y la cosecha corresponde a las mujeres. El alimento se completa especialmente con
pesca. En menor canti<l.1d se obtienen productos de caza y recolección El
perro es el único animal doméstico. Algunos grupos, como los Taulipang o
Arecuna, tienen solamente canoas de corteza, pero Ja _gran maroría las po,;eeo
de troncos. Tienen ccr.ímica, excelente cestería y telar. Desconocen la me·
talurgia. Hay dos tipos de casas, que a veces coexisten: rectangular y cónica.
A veces se lenntan sobre pilares. La casa es ocupada generalmente por un
pequeño número de familias separadas. Lo más común es un hombre y sus
yernos, pero entre los Yecuana, una habitación comunal sine para todo un
grupo. No hay distinción de clases sociales, aunque los Arawacos y Taulipang poseen escla\'OS. Las comunidades S< •n polític.1mente autónomas. Hay
comercio intertribal desarrollado, con especialización local en manufacturas.
El matrimonio es monógamo. Hay unión preferencial de primos cruzados. Algunas tribus Caribes permiten el matrimonio con la hija de Ja hermana. La residencia es típicamente matrilocal, con servicio del novio por va·
rios años. Es ncolocal entre los Caribes y Palíkur, y patrilocal entre los Apalai, Wapish.1na y Y ecuana. T od. •s los sistemas de parentesco de los cuales hay
noticias son del tipo Irol¡ués, pero la descendencia es usualmente bilateral.
Los Arawacos, sin embargo, poseen sibs matrilinealcs exógamas, en tanto que
32
C
ARF.AS CliLTURALES DE VENEZUI:LA PREHlSPANICA
los Palikur tienen sibs patrilineales exógamas y "mitades". Entre los Apalai, Wapishana y Yecuana hay exogamia local y residencia patrilocal. La
herencia y sucesión de los jefes son patrilineales.
El Area del Oriooco es caracterizada por Murdock así: El Delta y las
tierras bajas del Orinoco y sus tributarios están ocupados por cierto número
de tribus que hablan lenguas no clasificadas. Pescan y recolectan moluscos.
Cazan manatíes, cocodrilos y tortugas. Recolectan huevos, productos de palllllS, raíces sihestres y semrnas. Cazan poco en tierra. La agricultura está totalmente ausente entre los Atature, Guamontey, Guárico y Taparita; es mínima entre los Guamos y Yaruros, escasa entre los Guaraúnos e importante
sólo entre los Otomacos y Sali''ª· A estos los incluye Murdock sólo provisionalmente, por falta de información suficiente. Cree que los Otomacos representan en la zona una especialización m:ís bien que una intrusión, pues cultivaban el llamado "maíz de dos meses" ( onona) y aprovechaban los flujos
del Orinoco para fertilizar sus tierras. En el área fabrican cerámica y excelentes canoas pero carecen de metalurgia y de animales domésticos y, con
excepción de los Otomacos y Guaraúnos, de telar. Unicamente los Guaraúnos
y posiblemente los Sali\·as, tienen viviendas de alguna importancia. Las
otras tribus se resguardan con abrigos de palmas, especialmente durante la
estación seca, aunque los Guamo y Taparita fabrican viviendas simples con
árboles, durante la época de lluvias. Hay ausencia total de clases sociales y
es uniYersal en el área una forma extrema de autonomía politica local. La
monogamia o la poliginia sororal son las formas normales de m:ltrimonio.
La residencia es matrilocal. Los Yaruros poseen "mitades" matrilineales exó·
gamas, herencia y sucesión matrilineal y términos de parentesco del tipo
Cuervo modificado. Falta información para muchas tribus de la zona.
La cuarta área que en la clasificación de Murdock indure pobladores
prehispánicos de Venezuela es la que llama Arca Caribe. Aunque Steward
compone un área Circumcaribe con la costa Caribe de Venezuela y Colombia y las culturas del Istmo, cree Murdock que la costa Caribe de aquellos
dos países posee caracteres que ameritan su individualización. Cree que el
nivel cultural es mis complejo en la zona Caribe que en la ístmica. En ésta
~on escasas las tribus de culturas simples (Motilón o Mape, Gayón y Calína·
go o Caribes de las Islas). En el área Caribe, Murdock encuentra agricultura
intensiva, con riego en ciertos lugares. La yuca amarga y considerable número de árboles frutales se añaden a los vegetales importantes del Istmo
33
ESTUDIOS D,E ETXOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
( maí:z, yuca dulce, frijoles, batata). Ambos sexos participan en la agricultura. Patos, pavos, abejas y perros son domesticados por varias tribus venezolanas. Predominan las lenguas Arawacas, aunque se encuentran también
otras de filiación caribe. En menor cantidad se encuentran otras de paren·
tesco Chibcha. Las casas son usualmente circulares con techos cónicos, para
una sola familia. El telar y la cerámica abundan y las tribus o trabajan el
oro u obtienen ornamentos de ese metal y de tumbaga. Las residencias son
generalmente grandes y rodeadas de estacadas (palenques). Casi dondequiera se encuentran agregados políticos ba10 poderosos jefes, quienes frecuentemente son considerados como divinos, tratados con ceremonias elaboradas y trasportados en literas. Las distinciones de los sectores sociales, llamados clases sociales por Murdock, son comparativamente importantes. Hay evi·
dencias de filiación matrilineal, aunque la residencia es a menudo patrilocal
y la herencia y sucesión igualmente patrilineales. Entre los Cágaba los términos de parentesco son de tipo Hawaiano y del Iroqués entre los Calí·
nago. (18)
Refirámonos ahora al Ha11dbook of So11th American Indians. Sus
grandes divisiones quedan visibles en los títulos de los tomos publicados, asi:
"Tribus Marginales": 1946; "Las Civili:zaciones Andinas": 1946_; "Tribus
de la Selva Tropical": 1948 y "Las Tribus Circumcaribes": 1948. Otros
dos tomos, de 1949 y 1950, tratan sobre la etnología comparada, la antropología física, Ja lingüística y b geografía cultural de Sudamérica. Las tribus venezolanas quedan comprendidas en los tomos referentes a la Selva
Tropical }' a la :zona Circumcaribe. En aquel se incluyen estudiados por
Métraux, los Shirianá, Waica y Guaharibo y, tratados por Kirchhoff, los
Guar.iúnos. Todas las demás se incluyen en el tomo relativo al territorio
Circumcaribe.
El examen de los datos de conjunto aportados por los estudios del
Hamlbook ha permitido a Steward trazar las áreas culturales de la :zona denominada Seh·a Tropical, que algunos autores anteriores consideraban como una sola área cultural. Sin embargo, Steward advierte que su intento
no puede ser todavía sino "francamente hipotético, esquemático y preliminar", debido a la falta de muchos datos y a las informaciones fragmentarias
que sobre otros existen. Considera las áreas siguientes, en la vasta :zona denominada Selva Tropical: Guayanas, Noroeste del Ama:zonas, la Montaña,
(18) .-Murdock: 1951.
34
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
territorio del Juruá-Purús, área Mojos-Chiquitos, área de los Tupis, y cultu·
ras marginales de la zona. Tribus venezolanas quedan incluidas en el área
cultural de Guayana y entre las culturas marginales.
En realidad, según Steward, no existió unidad cultural completa en
la Guayana pero actualmente es imposible establecer con certidumbre las divisiones que existieron. Cree que ese territorio fue un centro de dispersión
cultural. Entre sus caracteres menciona como resaltantes el arco y la flecha;
la cerbatana, especialmente entre los Caribes; el ají; el empleo de éste y de
hormigas en rituales de cacería; el perro doméstico; las canoas monóxilas,
aunque existen también de corteza; anzuelos y redes para pescar; trampas
para cazar. Se encuentran en el área muchos rasgos generales de la zona de
Selva Tropical: rica cestería; verdadero tejido en el telar vertical, tal vez
atribuible a los Arawacos; vestido de corteza; trabajos del caucho, incluyendo pelotas, aros y siringas, hamacas y bancos de madera muy elaborados. Se
encuentran casas circulares y rectangulares, en algunos casos protegidas por
estacas envenenadas o por palenques. El adorno corporal es abundante y la
deformación craneal existía en la costa. En la organización social aparece el
predominio matrilineal, aunque parece haber existido patrilocalidad y exogamia local entre los Aparí y Wapishana. El uso común es de matrilocalidad y
fa~ilia extendida.
En el área cultural de Guayana no existía división por grupos de edad.
Los Caribes poseyeron una institución denominada "Peito", compuesta por
cautivos y yernos de los jefes, que resultaba una especie de clase inferior.
Entre los Arawacos la institución existía en forma similar, con el nombre
de "Macos" para los cautivos.
Los ritos de tránsito comprenden la couvade, la reclusión de las adolescentes y el entierro. Los muchachos arawacos practicaban diversas ordalías,
(cacería, limpieza del campo, fabricación de la casa). Entre los Roucuyen
se practicaban ordalías para los muchachos; azotes para las niñas entre los
Macushi. Había cremación entre los Atorai y Roucuyén, momificación por los
Piaroa y ceremonia de azotes para espantar a los malos espíritus durante el
entierro entre los Arawacos.
La guerra estuvo especialmente desarrollada entre los Caribes, con danza de excitación, lucha con flechas a veces emponzoñadas y uso de dardos,
macanas y escudos. Tanto los Caribes como los Arawacos practicaban el ca-
35
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
nibJlismo como medio de venganza, hacían flautas con Jos huesos largos de
sus víctimas y guardaban las cabezas como trofeos temporales. Los cautivos
se incorporaban a la tribu y no eran, como entre los Tupis, invariablemente
sacrificados y comidos.
Entre l.lS actividades recreati,·as, según Steward, se destacan las competencias de carreras. juegos de pelota y muchas danzas, especialmente las imitadoras de .inim.llcs. Se encuentran numerosos instrumentos musicales (trompetas de arcilla y bambú, tambores de fricción con las conchas de tortugas,
tambores de troncos y tambores de pie) .
El uso de las bebidas fermentadas era general pero el uso de narcóticos estaba reducido al tabaco, fumado en cigarrillos o mascado, y :1 la parica. Se usaba el jugo del ají como curativo. Los Arawacos del Pomeron lo
u:,Jbin en la,·ados con siringa.
En el mundo sobrenatural se contaban espíritus, especialmente el del
jah>uar y algunos peligrosos demonios de los bosques. Hay un héroe y creador quien, en muchos cuentos, hace animales de diferentes porciones de un
árbol m.í_g1co y mata una serpiente sobrenatural y hace de sus restos a los
hombres. En algunas leyendas el héroe tiene un gemelo. Ambos son hijos
del sol o de otro cuerpo celeste.
En los fcsti,ales públicos es distintiva la ceremonia de duelo. Hay tam·
bién ruegos a Jos espíritus sobrenaturales, para que concedan cosechas abund.intcs. El piache obtiene sus poderes de los espíritus sobrenaturales y usa
una maraca, un banco, tabaco y cigarrillos. Practican, ofenSÍ\'a y defensivamente, la magia negra. Curan con succiones, masajes y soplos de humo. Dirigen ritos para fa\'orecer el crecimiento del tabaco y del maíz y actúan como
consejeros y guías. Es concepto predommante del shamanismo el de un ser·
jaguar.
De los grupos marginales de la Guayana, entre los cuales se cuentan los
Guaharibos y Gu.1icas, poco se sabe, según Steward. c.azan con arco; la mayor parte carecen de la cerbatana y pescan solamente con arco y flecha. Las
,.i,·iendas son muy pequeñas, aunque a \eces provistas con hamacas. No hay
canoas. Los Guaharibos conseffan las cenizas de sus muertos.
El resto de las tribus venezolanas son incluidas por Steward en el volumen dedicado a la zona Circumcaribc, a pesar de que según él mismo expre-
36
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
sa, "al este de los Andes los Betoi, Achagua y otras tribus del Oriente de
Colombia poseen caracteres de la Selva Tropical". Cree que rasgos andinos
alcanzaron a toda la zona pero algunos especialmente llegaron hasta tribus
de Colombia y Venezuela, a las que denomina subandinas, para distinguirlas de las otras en la clasificación general de Circumcaribes. .Las que poseen
los caracteres de esa área cultural en la costa noreste de Venezuela cree que
llegarían a tenerla por la superposición de elementos andinos sobre antiguos
caracteres propios de Ja Selva Tropical y de las Indias Occidentales.
Steward agrupa las tribus Circumcaribes de Venezuela así: las de los
Andes venezolanos, las del occidente del Lago de Maracaibo (Chaké y
Guajiro); las del noroeste de Venezuela (Caquetíos y Jirajaras) y tribus del
norte de Venezuela (Cumanagotos, Píritu, Maracapana, Caracas, Chiribichi
y Palenques).
En la porción dedicada en el mismo volumen a las tribus cuyos caracteres dominantes son los de la selva tropical, distingue, en lo relativo a Venezuela, las zonas de Otomacos y Guamos, por una parte, · y Salivas y Achaguas por la otra. Añade, bajo la denominación de "Tribus de la Cuenca del
Orinoco", a los recolectores, cazadores y pescadores de los Llanos (Guahibo,
Guamontey, Guaiquerí y Yaruro). ( 19)
Nos referiremos ahora a las áreas culturales de Venezuela que habíamos considerado en 1949. En el trabajo Esquema de las Areas Culturales
de Venezuela, agrupamos ocho áreas culturales así: Costa Caribe; Costa
Occidental; Caribes Occidentales, al sur y oeste del Lago de Maracaibo;
Area de la Guajira; Area de los Jirajaras y Ayamanes; Caribes del Sureste,
en la cual incluimos todos los Caribes de la región del Orinoco y sus afluentes; Recolectores, Cazadores y Pescadores de los Llanos y Area Cultural de
los Andes venezolanos.
Aquella fue una clasificación preliminar, a la cual, después de examinar las fuentes históricas, debemos ya introducir algunas modificaciones. Examinaremos brevemente las zonas que ahora consideramos como correctas,
( 19) . -Steward: 1948. Este autor realizó una agrupación que no coincide con
la presentada por Hernández de Alba, quien agrupó en sus notas sobre los Achaguas,
en el Hcmdbook of South American Indians, a los Píritus, de la Costa, con Jos Achaguas, a pesar de la enorme distancia geográfica que los separaba y de su diversa fi.
liación lingüística. Tratamos sobce ello en nota bibliográfica publicada en el Boletín
de Antropología Americana, en 1950: Acosta Saignes: 1950 a.
37
.ESTUDIOS DE l!TNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
aunque en el futuro puedan todavía añadirse modificaciones en algún sentido. Para explicar las enmiendas que introducimos, nos referiremos a cada
una de las zonas en particular.
Costa Caribe - Coincide con el área llamada por Steward "Tribus
del Norte de Venezuela". Se extendía desde Paria, al Oriente, hasta Borburata, al Occidente. En el trabajo Los Caribes de Ja Costa Venezolana estudiamos, en 1946, ese territorio. Encontramos en él caracteres comunes y otros
que ameritan una diferenciación en subáreas. Conviene recordar aquí que
aceptamos, desde luego, la existencia de rasgos propios de la Costa Circumcaribe, que le dan una característica digamos de s11perárea cultural, pues deben incluirse en ella tanto la costa oriental como la occidental, las cuales consideramos como áreas diferentes, y que han sido también consideradas separadamente por Steward. Veamos cuáles son los elementos que él enumera
como generales en el territorio costeño Circumcaribe.
Para Steward, en la región Circumcaribe las tribus cultivaban intensivamente, con actividad complementaría de caza, pesca y recolección. En los
poblados, grandes, habitaban a veces miles de personas. En esas poblaciones existían templos, residencias de jefes y almacenes. La sociedad estaba estratific:ida en "tres o cuatro clases". Los jefes importantes agrupaban a veces bajo su mando varios poblados. Ellos vivían en una gran CISa, recibían
tributo, tenían varias esposas, usaban insignias y adornos, eran llevados en
una litera y a su muerte el cuerpo era momificado o desecado y colocado en
una casa especial o templo. En ciertos lugares se quemaba, acompañado por
espos1s y sirvientes, a quienes se enterraba vivos, narcotizados. En la mayor
parte de la zona los shamanes (piaches) o los jefes, actuaban como intermediarios del común con los dioses. "La clase de los nobles", excepto cuando
ocurría una estratificación muy acentuada, se confundía con los jefes. Los
cautivos se sacrificaban para fiestas antropofágicas y para obtener trofeos
humanos. Las mujeres cautivas se incorporaban, como esposas o sirvientas,
a la casa del jefe y su número era indicio de la significación social del cacique. La riqueza establecía el status de jefes y nobles, pero no resultaba ente·
ramente hereditario, pues dependía en parte de Jos éxitos guerreros del individuo. La inversión masculina, relacionada con la escasez de mujeres, era
común.
La religión en el ámbito circumcaribc -siempre según Stewardcentr.ibase en el culto del templo. Este era una estructura especial. No se
conocen bien los dioses, pero los que se mencionan son usualmente celestia38
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
les, con especial predominio del sol y la luna. Las estrellas se nombran fre·
cuentemente. Hay evidencias ocasionales de un culto del jaguar. Hubo preo·
cupaci6n especial por la muerte, manifiesta en las prácticas funerarias. Los
ancestros o fantasmas se nombran comúnmente entre Jos espíritus envueltos
en creencias religiosas. El entierro en urnas se practicaba en toda la zona y
con excepción de las Antillas, por todas partes aparecen montículos fune·
rarios.
En la cultura material, resume el autor así los caracteres comunes a la
zona: agricultura extensiva, con caza y pesca de importancia secundaria.
1:i mujer cultivaba, pero en ciertos lugares lo hacían los hombres. La yuca amarga tenía distribución limitada. Su extensión por la zona parece haber ocurrido, según el autor, en tiempos postcolombinos. Para la caza y pes·
ca se usaban redes, anzuelos, arpones, dardos, hachuelas de piedra y arco
y flecha. Se usó la flecha envenenada con tóxicos de origen animal, en contraste con los venenos vegetales usados por todas partes en América del
Sur. Los rasgos tecnológicos más importantes eran: el tejido de algodón doméstico, con ornamentación pintada; cestería; cerámica desarrollada, con de·
cornción plástica, incisa y aplicada, antropomórfica y zoom(>rfica. Hubo cerámica trípode. En la zona Circumcaribe existieron las canoas mon6xilas y
los viajes acuáticos más desarrollados de Sudamérica. Objetos de oro se encontraban por todas partes, pero la metalurgia sólo se había desarrollado en
Colombia y Panamá. Otro rasgo general habría sido la presencia de calabazas
(taparas, guajes, mates) decoradas, usadas como recipientes. Elfo a pesar de
que el rasgo tiende a mostrar una correlación negativa con Ja existencia de
cerámica elaborada.
Existía Ja deformación craneal, de tipo frontal o fronto-occipital y se
usaban adornos en la nariz y las orejas, pero no en los labios. Los ornamentos se hacían de oro, piedra, concha y otros materiales. Para la preparación
de alimentos, los utensilios más comunes eran metates de piedra (piedra de
moler), morteros, envases de cerámica y barbacoas. En el ajuar doméstico
figuraban taburetes de piedra y madera. En toda Ja zona se usaba Ja cama
de plataforma, pero en las tierras bajas había sido reemplazada por Ja hamaca. En diversos lugares se usaban ambas.
Entre las actividades recreativas y estéticas se contaban el consumo de
chicha, coca, tabaco, juegos de pelota. Se tocaban tambores de piel, trompe·
tas de concha, flautas de pan, maracas, etc.
39
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
'.\'"aturJlmenh.: muchr·s de Jos caracteres mencionados en la <:numeración de Steward se halli\ban en h costa oriental de Venezuela, pero como ya
indicJmos, es preciso realizar, al menos de acuerdo con los datos que nos suministran bs fuentes históricas, ciertas subdivisiones. En el trabajo citado
sobre los úribes orient.iles, agrupamos los caracteres presentes en esa área
en r.lsgos comunes a toda la costa y rasgos propios de sólo algunas tribus y
con-;ideramos tres sub.íreas: la de los Caracas, Ja de los Palenques o Guari no y la del extremo oriental (Cumanagotos).
Los rasgos comunes a la Costa Caribe, es decir, mencionados por las
fuentes entre todas las tribus, eran los siguientes:
Cultivo, caza, pesca y recolección
Menciónase para todos los grupos,
el cultivo del maíz y la yuca. Entre
los árboles cultivados se tenía cuidado especial por el hayo, el cual se
irrigaba con acequias especiales en
la región de Chiribichi y Cumaná.
Era de uso general en la Costa Caribe. La caza del venado atraía a todos los pueblos de la zona. Variarían con las regiones, otros amm.iles obtenibles. Asimismo, pescaríanse especies diYersas, según el
rumbo. En cuanto a la recolección
era actividad complementaria para
la obtención de alimentos.
Cazabe.
Bebidas alcohólicas de maíz y yuca
o cazabe.
Cerámica simple
Completábansc Jos recipientes necerios con el uso de calabazas (taparas).
Existían en ciertos lugares como
únicos directores en tiempos bélicos, independientemente de los je-
Jefes de Guerr.i
40
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
fes familiares. Entre los Palenques
también los había, pero nombrados por el Cacique.
Importancia social de los viejos.
Participación de viejas en la fabricación de veneno y otras ceremonias.
Poligamia
Ceremonia nupcial sencilla
Hay en realidad algunas variaciones,
mas dentro de una general ausencia de ritos complicados.
Separación conyugal fácil.
Predominio de una de las esposas
sobre las otras. Alianzas bélicas temporales.
Arco y flecha
Había diferencias · en el tamaño.
Mientras eran chicos entre los Caracas, se usaban de gran tamaño por
los Palenques.
Macana
Algunos pueblos poseían dos tipos:
grande y chica y las había, además,
especialmente labradas.
Veneno de "manzanilla" y ponzoñas.
Canibalismo de principales apresados
en guerra.
Distinciones por hazañas bélicas.
Embijamientos diversos.
Desnudez
En casi todos los grupos, usábase el
penestuche, con calabazas, adornado en Paria con oro y perlas. Ruiz
Blanco exceptúa de tal indumento
a los Píritus, quienes usaban una
banda "muy labrada", como gua·
41
ESTUDIOS DE ETNOLOGL\ ANTIGUA Oll VENEZUELA
yuco. Según L1 s Cas.lS llevábanla también al Oriente de Paria.
D< inde carecían de tal band.i, las
muieres casadas llevaban "pampanillas" y las doncellas iban totalmente desnudas. En Paria Oriental
la desnudez era general en las mujeres.
Tocados de plumas.
Joyas de oro plra adorno de Nejas,
narices, labios, cuello y miembrcs.
Gr.i.:1des fiestas con bebidas akohóli·
cas
Danzas colectivas.
Venganz.-s, especialmente durante
las fiestas.
Entre los Caribes de Guarapiche debía vengar al asesinado su pariente
m.ís cercano.
Ob~quios abundante a huéspedes.
Comercio escaso.
El más importante, de sal, pescado
y hayo. Este cambiábase por joyas,
maíz y esclavos. En Guanta, obtenfan "águilas de oro" de los Llanos. En Cumaná obtenían para com<.:rciar sal de Araya y Guaranache.
Ham:tcas.
Especialmente de algodón, aunque
en algunos lugares se mencionan
también de fibra:>.
Canoas.
Instrumentos de piedra, hueso, y
conchas.
[nstrumenb >s musicales de madera,
hue~os, caña; tambores, fotutos, flautas.
42
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
Piaches, con alta posición social.
Métodos de curación de los Piaches:
dan masajes y chupan la parte afectada. Invocan y ahuyentan espíritus.
Enseñanza de adolescentes por Piaches experimentados.
Ayunos por causas diversas: por haber matado, por iniciarse como Piache o Capitán, para el matrimonio,
la pubertad.
Ausencia de santuarios e ídolos.
Menciónanse, sin emb:irgo, dos excepciones: una, que podrí1 ser enteramente personal, de un indio de
Curucutí y la otra entre los Píritus, donde, según Ruiz Blanco, poseían ídolos de madera.
Desecación de los difuntos distinguidos, en barbacoas.
Otnto de endechas al difunto eminente.
Uso ceremonial, y como medicina,
del tabaco.
Casas redondas: bohíos .
Fuego debajo de la hamaca.
Además de aquellos rasgos comunes a la Costa Caribe, existían otros
que nos permiten señalar tres sublreas. La de los Caracas, la de los Palenques y la del Oriente. Ya Arístides Roj.lS, en su trabajo La Pe11ím11Ja de
Jos Caracas, había distini;uido una especie de proYincia en el territorio así
denominado. Sus caracteres se extendían en realidad hasta la La~una de
Uchire. Desgraciadamente son escasos los datos acerca de grupos como los
Tumuzas y Quiriquires, pertenecientes a esa provincia. Sobre ella, en general, son escasas las fuentes. Hay mayor número p:ua la de Jos Cum:magotos
y de las tres subárcas que distinguimos, aquella para la cual existe mayor número de referencias es para la de los Guarinos o Palenques. Estos resultan con
caracteres que los diferencian bastante de sus vecinos de Oriente y Occidente,
43
ESTUDIOS DE ETNOLO(;IA ANTIGUA DE VENEZUELA
dentro de la misma Costa Caribe, y en realidad se asemejan más a los C:!guetíos de la región de Coro, que a sus inmediatos p:irientes lingüísticos. Rcsu·
miremos aquí los datos característicos de esos Palenques que nos permiten
distinguirlos como importante subárea. (20)
Mientras de los Caracas se dice en la Relación Geográfica de 1579 que
habitaban "barrios" de cuatro o seis casas, los cronistas informan de crecidas poblaciones entre los Guarinos. Fernández de Oviedo dice de una llamada
Patigurato "que es un valle en que hay más de mil casas o bohíos ... "
En Güerigueritar había trescientos bohíos en el espacio de una legua y en
Taracoare, alrededor de una cerca que encerraba los bohíos del Cacique,
fueron contadas más de cuatrocientas viviendas. Algunos pueblos, como en
la región de Anoantal, estaban triplemente cercados.
Los jefes dominaban varios pueblos o cacicazgos más pequeños y eran
acompañados en sus funciones por "principales" y "jueces", lo cual muestra la estratificación señalada por Steward como característica del área Circumcaribc. Había jefes de guerra, designados por el C:i.cique. Las órdenes de
éste se h:icían conocer por medio de pregoneros y en los combates era custodiado por una guardia personal compuesta por cuatro individuos.
Los Caciques de los Guarinos o Palenques eran llevados en andas, en
literas que no se mencionan para otros jefes en Ja Costa Caribe. El mismo
rasgo encuéntrase sólo entre los Caquetíos de Coro, pues entre los Cumanagotos se usaban, en lugar de literas, hamacas. Los Caciques y personajes principales poseían cotos de caza y lagunas p:tra pesca y se organizaban grandes
batidas de cacería, sometidas a cierta reglamentación. Los jefes usaban asientos guarnecidos de oro.
Quien violaba las propiedades de los señores eran esclavizados. Los
transgresores de otras disposiciones eran ahorcados. Había verdugos o "carniceros".
Se menciona Ja curiosa circunstancia de que las mujeres de los Caciques
er:in custodiadas por eunucos. Diversas tribus caribes acostumbraban castrar
a los jóvenes prisioneros. Los cronistas pensaron que era para engordarlos y
comerlos posteriormente. Hay muy diversas noticias sobre Ja costumbre de
( 20) . -Arístides Rojas escribió una monografía titulada "La Peníasula de Jos
Caracas", publicada en sus Estudios Indígenas: 1944.
44
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
engordar a las futuras víctimas del canibalismo ritual, pero tal vez deba verse la castración como ligada más bien a las prácticas homosexuales. Las mu·
jeres de los jefes se designaban por sus provincias de origen. (21)
Poseían los Guarinos arsenales y almacenes para provisiones, bajo la
vigilancia personal del Cacique. Este usaba como vaso la calota de los pri·
sioneros descuartizados. Se practicaba el sacrificio de corazones al estilo del
Perú, pues usaban comerse toda la "asadura", con la boca embijada.
Cuando moría un principal, los huesos se guardaban, colgados en un
cesto denominado cataure.
En la guerra usaban hondas. El tocado de algunos personajes era de la
cubierta de los Cachicamos (armadillo).
Los altos túmulos desde donde se voceaban las órdenes de los Caciques,
eran fabricados de tierra, a mano.
Esa importante subárea de los Guarinos presenta la. pregunta de cómo
sólo en las regiones del Unare, aparecen en la Costa Caribe de Venezuela
importantes rasgos considerados como Circumcaribes (jefes cargados en li·teras, acentuadas diferencias de grupos sociales, fabricación de montículos,
pueblos de miles de habitantes, esclavitud como castigo) y los cuales nos
hacen pensar más en comunidades de filiación Arawaca que ·Caribe. ¿Se esta·
blecerían grupos Caribes en la región después de conquistar antiguos establecimientos de Arawacos? ¿O llegarían ya transculturados a establecerse
entre sus afines lingüísticos, los Caracas y los Cumanagotos? Esas y otras
preguntas que sugieren las características de los Palenques, deberán ser con·
testadas por la arqueología.
Dejamos, pues, establecida la primera de nuestras áreas, la de la Costa
Caribe de Venezuela, con tres subáreas, de Oriente a Occidente: Cumanagotos, Palenques y Caracas. La segunda área propuesta por nosotros en 1949,
era la de los Arawacos Occidentales. Mientras Murdock considera como un
todo Ja costa venezolana, Steward la divide en dos porciones: una Oriental,
Caribe, y otra Occidental, en Ja cual agrupa a los Caquetíos y Jirajaras.
Nosotros consideramos una extensa área de pueblos Arawacos en el Occi·
dente de Venezuela pues, aparte los Caquetíos de Coro, se encuentran otros,
(21) .-Ver el trabajo titulado "El Canibalismo de Jos Caribes", en este mismo
volumen.
ESTUDIOS DE lffNOLOClA ANTIGUA DE VENEZUELA
hacia el Sur. y mucho más meridionales están los Achaguas. Mientras los
Cnquctíos puecen tener mayor desarrollo cultural hacia la Costa y perder
importancü hacia el Sur, pues según los cronistas estos cultivaban poco,
en tanto los costeños Jlegnban a usar riego, los Achaguas, por el contrario,
nplrccen en p!eno des;:rrollo hacia el Sur, en el territorio denominado Airico
y pierden muchos de sus caracteres hacia el Norte, si como Jahn suponía,
debe~ considerarse i<lénticos los Axaguas del Estado Lara con los habitantes de las regiones del Gua\iare.
De acuerdo con lo anterior, en realidad deben considerarse tres sub:íreas entre los Araw.1cos Occidentales: Caquetíos, Caquetíos escasamente
culti,·adores y Achagu:is. En el futuro habrá que seii.dar algunas distinciones in.is en esa extensa área, pues en toda la zona convivían pueblos de filiación nr:lwac:t '"<'n -•ros de tipo lingüístico betoye. (22)
Ya en 1949 consideramos como un área especial la de los Jirajaras. Altr·mos auto....., b~.>ldos especialmente en los datos lingüísticos de Oram.is,
quien había considcr:ldo un grupo Jirajara-Ayamán.G.iyón-Axagua como de
filiación arawaca, se ha inclinado a ver en el o~cidcnte una sola zona cultural de los Caquetíos con esos otros pueblos. Pero Kirchhoff ha demostrado
que los Gayones deben desglosarse culturalmente, p:ua inn rporarlos a Jos
recolectores y cazadores de los Llanos, en su estudio publicado en el Handbook of So111h Amt',.fra11 lndians, sobre ese pueblo. Aunquc pensamos con
Julio Febres Corder• i, que los Jira jaras y Ayam:ín son lingüísticam~nte diferentes a los Axagrni\ preferimos por el momento mantener a los tres en una
unidad cultural, difrn.:nte de la de sus vecinos Otquetíos.
Una modific1ción indispensable a las áreas que propusimos en 1949 •
es la de señalar la inclusión caril::e de Jos Cipas, Chip.tS o Ciparicotos, rodeados de Caquetíos, como una prolongación hacia Occidente, la cual quedó aislada por razones desconocidas, de la Costa Caribe.
Aunque Steward agrupa entre sus "Tribus del Occidente del Lago de
M:u.1caibo" a los Chakés y Guajiros, nosotros hemos considerado como dos
zonas diferentes a los Guajiros de la porción venezolana de la península y a
la que denoi:;:n.ir:i ,, área de los Caribes del 0-:cidcntc de Venezuel.i, al Sur
del Lago. Ello se debe a que, como hemos realizado nuestra agrupación sobre las blSC• de l.: . fuentes históricas. sol:tr.'.rn :e tor:11mos en cuenta los da(22) .-Ver "El Airico", en este mismo volumen.
46
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PR.EHISPANICA
tos de los cronistas para la región de lo que es hoy la Guajira ventzolana.
Allí no se encontraban en el siglo xv1 sino recolectores y cazadores. No
poseemos datos acerca del desarrollo y origen de los Guajiros en el resto de
la zona. Desde luego, y ello es un fenómeno de la mayor importancia, todos Jos habitantes de la península se volvieron pastores, pero ignoramos
cu.íl era el sistema productivo y los caracteres culturales del interior de ese
territorio y por ello, con los escasos datos existentes, mantenemo.> nuestra
área de recolectores y cazadores en el territorio de la actual porción venezolana de la Guajira. Mantenemos, además, el área de los Caribes Occidentales, donde quedan agrupados los antiguos Pemenos y Bobures.
En cuanto a los pueblos Timoto-Cuicas, es indud:ible que constituyen
un :irea bien caracterHica dentro del territorio venezolano. Con el título
El Afea C11lt111'al Prehispánica de los A11des V enezola11os hemos publicado (1952) un an.ílisis de sus caracteres, los cuales, resumidamente, son los
siguientes:
1
l1grict1!/11ra
Andenes ( catafós)
'Estanques ( quimpués)
Sistemas de riego
Silos subterráneos
Cultivo de yuca dulce (sin yuca amarga) ; papa, ruba, michiruy y muchas
otras plantas desconocidas en el resto de Venezuela. Es dudoso el antiguo
cultivo del cacao.
Domesticación de Animales
Paujíes, pavas, tórtolas, aves de colores.
l 11d1utrias
Urao
Chimó
Mantas, "mantellinas", vestidos de algodón.
Esteras y productos de fique.
Trabajo especial de piedras ( ncfrita, serpentina).
Alfileres (topo) de macana.
47
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Comercio
Sistenu mnnetario incipiente, en el cual aparecen ya algunos intermediarios
fijos. De~Je luego, no hay ninguna mención histórica que autorice a sostener, como lo hicieron algunos autorc5 a primipios de siglo, que el cacao se
usaba como intermediario monetario en los Andes, a semejanza de Mesoamérica.
Comer~io de urao y mantas.
Comercio de "águilas" de oro.
T ran.rporte
Caminos por las cumbres
Tarabitas
Guerra
Fuertes inexpugnables en los cerros.
Puentes le\'adizos ( ?).
Tóxico de efecto temporal.
Enterramiento de prisioneros vivos.
Suicidio de los vencidos, enterrándose ,·ivos. Diversas otras formas de suici·
dio se mencionan para otras áreas del país.
Cantos guerreros.
Vivienda
Gran número de casas en los pueblos.
Edificaciones de piedra.
Vestido y adtrezo
Trajes de algodón.
Alfileres (topo) de macana.
Vestidos de red.
Mantas.
Turb:mtes de hojas.
Chagualas de hueso.
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
Organización Social
Residencia matrilocal de los noYios antes del matrimonio.
Escogeocia de jefes entre los principales sacerdotes.
Religión y creencias
Templos.
S.icrifiáos humanos.
Ofrendas de ovillos de hilo, cuernos de vemdo y granos de cacao ( ?)
Organización Sacerdotal, sobre la cual no poseemos datos explicativos.
Rico atado de sacerdotes.
Veneración del murciélago.
El Venado, dios de la guerra.
El Pauj í, símbolo de m1ndo
Veneración de las cumbres.
Vcneración de las lagunas.
Creencia en la "picada de arco" y otras relativas al arco iris.
Creencia en la migración anual de los zamuros a las montañas 'andinas.
Frmebria
Entierros en cue,·as ( mintoyes).
Momificación.
En nuestro primer esquem.i de L:ts áreas culturales no incluimos ninguna zona especial relativa a los Otomacos. Murdock los sitúa en su área del
Orinoco y los considera como poseedores de algunos rasgos que para él indican más bien especialización en su habitat que un carácter capaz de mostrarlos como extraños o de establecimiento reciente. Métraux, en cambio, establece una "Provincia Cultural de los Otomacos y los Guamos". Para él
constituyen "Un islote lingüístico cultural" en los llanos del Orinoco y piensa que se han conserYado tenazmente fieles a costumbres ancestrales que les
permitían ap1recer originales aunque expuestos a las influencias de los Arawacos. De sus caracteres culturales Métrawc cita únicamente la falta de hamaca y fa consecuente costumbre de dormir medio enterrados en la arena
y cubiertos con ram:is, para librarse de los mosquitos, y el hábito de comer
arcilla, mezclada con una harina que figuraba entre sus alimentos importantes
49
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Murdock señala que el maíz llamado por los Otomacos onona y por
los españoles "maíz de dos meses", no se encontraba sino en su región, por
lo cual habría podido ser un producto de prolongada estabilidad allí. Sin
embargo, Andagoya, en su famosa relación, decía de las comarca5 de Popayán: "Todo su mantenimiento principal es el vino que del maíz hacen en
aquella tierra, que es de un maíz que llaman miorocho, menudito y muy
duro que se coge a dos meses después de sembrado ... " ¿Debe buscarse el
origen del maíz de dos meses hacia el Sur? Toda esta cuestión corresponde
a los botánicos, pero si se lograsen datos científicos al respecto, podrían tal
vez indicarnos mucho sobre el posible origen de los Otomacos.
La costumbre señalada por Métraux como única de los Otomacos y
que indicaría, por tanto, un carácter surgido para sustituir a otros de la zona, la de dormir medio enterrados, en realidad no fue exclusiva de ese pueblo. fa mencionó ya para la costa oriental de Venezuela Pedro Mártir:
"De cuatro clases de mosquitos malignos se defienden -escribía- cubriéndose de arena, poniéndose follaje sobre Ja cara· entre las ramas para
poder respirar ... " Y Gómara, tal vez repitiéndolo, explicaba de Curnaná:
"Hay cuatro especies de mosquitos. . . Los indios, porque no les piquen
durmiendo en el campo, se entierran o se cubren de yerba o rama ... "
No ha}' ninguna posibilidad de que Mártir o Gómara hubiesen obtenido de
sus informantes, quienes se contaron entre los primeros expedicionarios y
conquistadores de la costa \'enezolana, noticias sobre los Otomacos, quienes
fueron conocidos tardíamente. Aquel rasgo, pues, no fue de su exclusividad,
sino que ellos lo conservaron hasta el siglo xvm, cuando los misioneros
recogieron información sobre sus costumbres.
Si el "maíz de dos meses" se hallaba en otras regiones, podríamos preguntamos si el sistema de aprovechamiento de los terrenos inundados del
Orinoco no habría sido importado por los Otomacos de otros lugares. Lo
cierto es que los caracteres señalados por Métraux para indicar extranjería y
por Murdock para señalar, por el contrario, gran adaptación al medio, no resultan muy eficaces, pues se encuentran en otros lugares, en lugar de ser exclusivos de los Otomacos. Pero hay otros caracteres que no solamente singularizan a los Otomacos dentro de los pueblos del Orinoco, sino que han hecho pensar a diversos etnólogos más en la región de América Central, como
posible procedencia, que en otros sitios. En todo caso, esos rasgos permiten
considerar su cultura como suficientemente rica en aspectos especiales, para
50
AREAS CULTURAi.ES DE VENEZUELA PREHISPANICA
justificar la consideración de un área cultural, distinta del área del Orinoco
trazada por Murdock y MHraux. Como hemos indicado, en nuestro primer
esquema no la h:ibíamos diferenciado. Después de haber analizado las fuentes en sus infornuciones sobre los Otom:icos, creemos indispensable incluir
en nuestro map:i que acompaña al presente trabajo, un Area de los Oto·
macos.
Son rasgos característicos de esa área, en la cual se incluyen los Otomacos y los Guamos y de la cual participaban parcialmente otros pueblos,
como los Yaruros, los siguientes:
fuego de pelota, que recuerda más al centroamericano que al de Sudamérica.
Autosacrificios de sangre, con traspaso de la lengua. Ello parece relacionar·
les con la zona mesoamericana, de la cual había creído Kirchhoff en su
trabajo Mesoamérica que era exclusivo el sacrificio lingual.
lntervenci6n de las mujeres en el j11ego de pelota.
Dedicación diaria, rit11al, al j11ego de pelota. Ello se hacía, según parece,
para propiciar la pesca.
Consumo ritual de tierra durante el juego de pelota. Este carácter parece
también relacionarlos con Mesoamérica, donde se juraba probando la
tierra. Diferenciamos ese uso ritual del consumo de arcilla que tanto
ha llamado la atención desde Humboldt y que, en realidad, han practicado otros pueblos y aún conservan los Yaruros y Guaharibos.
Distrib11ción de trabajo diario. Los Otomacos enviaban alternativamente a
sus hombres, cada día, a las labores de pesca. Mientras unos las practi·
caban, otros dedicábanse al juego de pelota, es decir, desempeñaban
otra porción del mismo trabajo, la porción ritual.
Cantos nocturnos a la luna. Entonaban dos tipos de canto: a la luna que co·
menzaba y a la luna muriente. Nos referimos a ello en el trabajo de
este mismo volumen titulado "Maremare".
Uoros y gritos al amanecer.
Culto del jaguar. Aunque existía un culto del jaguar también entre los Caribes, parece haber sido más elaborado el de los Otomacos. En realidad presentan un desarrollado complejo del culto de la luna, del jaguar, como representación de ella, y de los muertos.
51
ESTUDIOS DI! ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Uso de barb.1. Este elemento, si se toman en cuenta los otros de su cultura,
hace mirar hacia Mesoamérica, aunque, desde luego, el uso de b bar·
b.i, cuestión ceremonial, existió también como carácter cultural andino,
entre los Timoto-Cuicas.
El área que en nucslro primer esquema llamábamos de los Caribes del
Orinoco, fa. inscribimos ah• 'ra, p:ua hacer coincidir el nombre con el de otros
autores, como Area de Guayana.
Si resumimos lo expuesto sobre nuestra idea actual acerca de las Arcas
Culturales <le Venezuela Prehisp.ínica, podemos decir lo siguiente, como
guía para el mapa que acomp.iña a este trabajo: Trazam •S, sd re la base
de los trabajos realizados por algunos autores extranjeros, como Steward,
Kirchhoff, Murdock y Métraux, y de acuerdo con nuestros propios anllisis
de las fuentes históricas las áreas siguientes:
Area de la Costa Caribe.- Dc.'ide Paria hasta Borburata. Es preciso consi·
derar tres subáreas: De los Cumanagotos, de los Palenques y de los
Caracas
A1·ea de los Ciparicotos. -
Aparecen como una inclusión entre pueblos Caquetíos. Pueden h:ibcr sido una avanzada de Caribes que resultó aislada
por factores que desconocemos.
Area de Los Arawacos Ocridenta/e¡ . - Comprende los Caquetíos de la Costa
de Falcón y los de los Estados Lara y Yaracuy. Se extiende hacia el
Sur con los Caquetíos de los Llanos, que cultivaban menos y llega h.LSta
las zonas de los Achaguas, en el Airico. Se caracteriza por 1.t presencia,
a~ados
a los pueblos Ar:cwacos, de otros de habla bctoye.
Area de los Jirajara.s . - Incluye a los Jirajaras y Ayamanes, así como a sw
vecinos Ax.-iguas. Los Gayones deben considerarse, aunque algunos au·
tores los hacen un todo con los otros nombrados, como pertenecientes
.d área de los Recolectores de lo.s Llanos.
Are11 de la G11ajira y del Lago de Maracaibo . - Se refiere a la porción ve·
nezolana de la Guajira. Allí se hallaron en el siglo
lectores, cazadores y pescadores.
A rea de los Caribes Occidenta/ts. -
XVI solamen~
reco-
Comprende a los Pemcnos y Bobures,
así como la extensión de los llamados Motilones hacia Perijá.
52
AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
Area de los Andes Venezolanos. - Prolongación, dentro del territorio venezolano, de las culturas andinas, representadas por los Timoto-Cuicas.
Area de los Recolec101es . - Incluye los Recolectores, cazadores y pescadores
de los Llanos, desde el Delta del Orinoco, donde son sus actuales representantes los Guaraúnos, hasta los Estados Portuguesa y Lara.
Area de los Otomacos . - Incluye a los Otomacos, Guamos y Taparitas y,
parcialmente, a los Yaruros.
Area de Guayana.- Abarca todo el territorio situado al Sur del Orinoco. En
él hay algunas sub.íreas que por ahora no señalamos. Los Salivas y
Piaroas, por ejemplo, han sido añadidos por Métraux a los Achaguas.
Preferimos no realizar por ahora otras subdivisiones del área de Guayana ni en la vecindad de dichos Achaguas.
MACOS E ITOTOS
''St trJt:t, en suma, de la ilusión dt los vi1ios
etimólogo¡, que pemaban habEr agotado el tima
cuando, frente al untido 11<111.il, ponfan ti stntido
m.í1 antiguo conocido.. Como si el urdadero problemJ no conJiJtier.z en saber cómo J por qué st
prod11io el átslizamitnto. Como Ji, sob" todo, cualquier p:zldbr.J no t11,itrJ su función fijada, tn la leng11.1, por el estado contemporJneo dtl iocab11lario,
el cual 11 h,11/a dettrminado, a 111 vez, por las condiciones Jofiales del momento . .. "
ltfarc Bloch.
I
ORIGEN DE UN GENTILICIO
Existen, para Erland Nordenskiold, al Oriente de la América del Sur,
"manifestaciones esporádicas de elementos de cultura que parecen ser reliquias de las más antiguas inmigraciones de la América del Norte". Entre
quienes los poseen menciona a los Sirionos, Botocudos y Macos. (1) .Alfre<l Métraux escribe que los términos Macu y Tapuya son designación colecti\'a para cualesquiera indios salvajes. (2) Si acudimos a algunas fuentes
históricas, en busca de aclaraciones sobre ese gentilicio Maco o Makú, hallamos en Alcedo y Herrera lo siguiente: "Macos.-Nación b.írbara de Indios del Nuevo Reino de Granada, en las montañas y bosques de Fosca. Confina con la <le los Guapis al Poniente, de los cuales la divide el río Papamene ... " y el padre Bueno refiere: ..Los Macos son parecidos a los Maquiritarcs en la desnudez, carniceros, peleadores e inconstantes en los pueblos"
y atribuye a la costumbre que practicaban de ausentarse de donde había fallecido uno de ellos, para no volver al sitio, la gran dispersión que permitía
encontrarlos "por todas partes". (3)
(1) .-NordenskiOld. 1946, 14.
(2) .-Métraux: 1948.
0) .-Alct-do y Herrera: 1788. Bueno: 1933, 67.
57
ESTUDIOS DE ETNOLOG!A ANTIGUA DE VENEZUELA
Aquellas opiniones ciertamente coinciden, pero entraríamos en dificultades si tropezamos la afirmación de Métraux en otro de sus trabajos, "La
Civilización Guayano-Amazónica y sus provincias Culturales", según la cual
"varias tribus Mak.-ú cultivan el suelo y no merecen probablemente el calificativo de nómades primitivos". ( 4) Humboldt declara en su Viaje a las
Regiones Equinocciales: "Tan pronto como se entra en las montañas de
las cataratas del Orinoco, se encuentran, en los Piaroas, los Macos y los Maquiritares, costumbres más blandas, amor a la agricultura y una gran limpieza
en el interior de las cabañas". Estas características totalmente opuestas a las
que para los Macos mencionaban los autores primeramente citados, se sostenían también en la Geografía de Codazzi, el siglo pasado. De los Macos explicaba: "Habitan sobre los ríos Paragüení y Anaveni. Se dedican a sembrar yuca, ñáme y plátano, tienen buenas rancherías, son dóciles y trafican con
los criollos". ( 5)
¿Qué es, pues, lo cierto respecto a los indígenas denominados Makú o
Macos? Podría darnos la clave una afirmación de Murdock en su Err¡uema
de las Cu/Juras Suramericanas. En el término "i\fac11", explica: Este grupo
incluye numerosas bandas de indios nómadas, quienes hablan lengu:lS de un
grupo lingüístico aislado y son colectivamente denominadas 'Macu. Subsisten por la caza y la pesca y la recolección. . . Aunque algunos grupos practican un poco de agricultura, ello es pobablemente el resultado de contactos con tribus más avanzadas ... " De este modo podríamos seguir pensando que los Macos son efectivamente, como escribía Nordenskiold, restos de
alguna antigua población muy primitiva, algunos de cuyos grupos han aprendido a cultivar por su relación con otros pueblos de mayor desarrollo cultural.
Pero como la palabra "Macu" aparece más de una vez en el índice general de Murdock, veamos qué otras informaciones logramos. Al referirse
al grupo Auake escribe: "Consiste de cuatro tribus, los Auake, Caliana,
Maku y .Maracana. Sus lenguas, hasta donde se conocen, son independientes
entre sí y no relacionadas con otros grupos conocidos. Son nómadas selváticos que no practican agricultura". Y al referirse a los Salivas, informa:
"Este grupo comprende los Ature, Macu, Piaroa y Saliva, quienes componen
el grupo lingüístico independiente Saliva. Aunque viven en el río Orino( 4) .-Métraux: 1946.
(5) .-Codazzi: 1940: JI, 46. Humboldt: 1941: III, 302.
58
MACOS E ITOTOS
co y explotan sus recursos, también cultivan maíz, yuca dulce y ají". Todavía aparecen los Macos en el utilísimo "Esquema" de Murdock, cuando
trata de los Puinave: "Este grupo --explica - consiste de tribus emparentadas, del grupo lingüístico Puinave. Se las conoce colectivamente con el
nombre de Puinave, Guaipuoave o Macrí (nombre también aplicado a otras
varias tribus). Subsisten por la caza, pesca y recolección y cultivan el suelo
sólo cuando han sido influidos por vecinos Arawakos". ( 6)
Si acudimos de nuevo a MC:traux, le vemos expresar en el Handbook
of South American Indians: "El nombre ALtaí se da a tres diferentes tribus indígenas, quienes carecen completamente de reb.ción lingüística: 1) A
un grupo, con mucho el más numeroso, que incluye gran número de bandas que merodean entre el río Negro y el Japurá; una tribu escasamente conocida de la región del Uraricoerá: y una subdivisión de la tribu Piaroa del
río Ormoco·· En el mismo traba¡o, aclara todada: 'Los Macrí del Ur:uicoecá deben ser distinguidos cuidadosamente de otros Mactí (Maco), quienes
son un subgrupo P1aroa. El primero, mencionado por Humboldt en las cabeceras del Cataniapo, vive todavia en las sabanas situadas e!ltre el bajo Ventuari y el Orinoco. Pueden encontrarse en el Alto Camani y el Marieté".
(7) Esto trae sin duda alguna claridad a las contradicciones de la citas anteriores. Encontramos confirmación en el trabajo de Gilhn sobre lA Familia
Mac11ana, en el propio Handbook of Soulh American Indians, cuando
sostiene: MaCJÍ (Majú, Maca, Maucu, Mahacu). Familia lingüística independiente en el río Auarí medio, tributario por el lado izquierdo del Uraricoer.í medio ... No debe confundirse con los 1'1aaí del río Negro y del
Japur.í, quienes son de la familia Puínave; con los Macrí del Ventuari, quienes son de la Saliva; ni con los Maco del Lago Cuyabcno (Ecuador), quienes
son de la fa.mttia Cofán". (8)
La afirmación generalizadora de Nordenskiold, no se puede, pues, sostener. Hallamos Macos recolectores, pescadores y cazadores y encontramos
otras tribus de la misma denominación que practican abundante agricultura
y desde el punto de vista lingüístico se diferencian tres grandes grupos, si
hacemos caso omiso del cuarto, que se encuentra en el Ecuador. ¿Podemos
encontrar las causas que han llevado a este gentilicio a extenderse tanto, con
( 6) . -Murdoc.k: 19H, 22. 102, 113, 118.
(7) . -M~lraux: 1948.
(8) .--Gillin: 1948.
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
pequeñísimas variantes, a tan diversos grupos de lengu:t y cultura diferentes? ln\'estigar esas causas no resulta baladí porque Ja historia de los gentilicios puede encerrar el recuerdo de esfuerzos productivos, de relaciones
bélicas, de conquistas y sometimientos, de cambios de residencia.
Otra consulta a Métraux nos resulta muy interesante. "El nombre MaCIÍ
-escribe- se da por los Tariana y otras tribus Arawakas del río Negro
y de la cuenca del Caiari-Uaupés, a varios grupos de nómades selváticos cuya cultura es prácticamente desconocida. . . Los Macú del río Negro son
generalmente considerados como los últimos representantes de un antiguo
pueblo que ocupó vastas áreas de h cuenca amazónica antes de que fuese
exterminado o asimilado por los Caribes, Arawacos y Tucanes, rortado·
res de una cultura más a\'anzada de base agrícola ... " (9)
Como ya hemos visto, sin embargo, el mismo gentilicio es aplicado a
di\'ersos pueblos agrícolas. Pero en la afirmación de que Caribes, Arawacos y
Tucanes exterminaron al antiguo grupo recolector hayamos un elemento
importante: el de que varios atacantes contribuyeron a la exterminación y
asimilación de !11s antiguos Macos. Esta doble posibilidad, de exterminar y
asimilar, se encuentra entre muchos pueblos primitivos. Por lo general se
elimina especialmente a los guerreros y a los viejos que significarían una
carga si se hiciesen prisioneros. Se toman, en cambio, las mujeres y Jos jó\·cnes y se incorporan a la tribu, en calidad de esposas, aquellas y como trabajadores éstos. Cuando se han plegado a las costumbres y procedimientos
de sus captores son, a su vez, casados dentro del grupo. Entre los Caribes
precisamente ocurría esto, a tal extremo que el término peito o poito que
expresa la condición de "cautivo", significa también "yerno". Los Arawacos
según nos informa Gillin, usaban el término "Maku", en igual sentido. (10)
Ahora bien, no solamente poseía tal connotación, sino otras, relacionadas
estrechamente con el cautiverio. "Macos -ecribe Cassani- ... llaman a los
machos de carga ... " y Alvarado explica: "Al esclavo llaman 1to to los Caribes, Maco los Achaguas". ( 11)
Sobre la palabra ltoto, que aparece así con el mismo significado de
Maco, tenemos la explicación de los propios Caribes, transcrita por Gwnilla:
"Ana, Cariná Róte. Amucón Paporóro itóto mant6", es decir, "Nosotros sólo
(9) -~{étraux: 1948.
(10) .-Gillin: 1948. Steward: 1948.
(11) .-Alvarado: 1945, 182. Cassani: 1741, 216. El término "maco" designaba
también el árbol del mamón (.Mcliccoca lli1uga). entre las tribus de filiación caribe del
60
MACOS E ITOTOS
somos gente. Todos los demás son esclavos nuestros". El mundo estaba Poblado para los Caribes sólo de Carin:í -ellos mismos- e Hotos, los que
podían ser cautivados. Tal vez no considerarían !tolos a los Otonucos y
Caberres, que tantas pérdidas les causaban durante sus incursiones. Los Otomacos se jactaban de que ellos no Podían ser sc..metidos por los depredadores del Orinoco. Según Carvajal "Llaman los Caribes a los indios que matan //otos y van en su busca y a la caza de ellos como nosotros a la de venados ... " En cada región resultaban con el gentilicio !tolo aquellos gru·
pos en los cuales hacían constantemente prisioneros los Caribes. Así, en Oc·
cidente, los Ciparicotos, quienes vivían rodeados Por Caquetíos, no designa·
ban a todos estos como !tolos, sino solamente a un grupo, aquel donde seguramente podían obtener cautivos. Los habitantes de Caboruto (Cabruta)
se denominaban a sí mismos ltotor, precisamente porque eran víctimas constantes de los ataques caribes. (12)
Así como hubo muy diversos grupos denominados Maco1 por los Achaguas, existieron otros llamados !tolos por los Caribes. En ambos casos, independientemente de la lengua o de otros rasgos culturales, el .nombre se ori·
Oriente venezolano. Ese nombre se conserva todavía en algunas regiones. Castellanos
se refería a él, en los dominios del cacique Guaigotó, así:
''Los huesos de sus frutas no son flacos
~ustentos, sino recios, sanos, buenos.
Entre estos macos uno fue notable.
,itrandísimo, hermoso y admirable.
Debajo cuyos r:i.mos extendidos
en tiempo de calor acontecía
estar trescientos hombres recogidos
con caballos y >:ente que servía,
todos cómodamente divididos
(12) .-Carvajal: 1892, 14. Gumilla: 1791; I, 11. Federmann habla en el relato
de ~u primer viaje de uno, llolos, vecinos de los Ciparicot<>s . .Arcaya, en sus ,omentarios, opina que estos serían los Jirajaras de Nirgua. No lo creemos. Nos inclina·
mos a pemar que mis bien se trataría de algún grupo de Caquetíos mansos, donde
los Ciparicotos ~e proveerían de esclavos. Es poco probable que los Jirajaras hubiesen
podido ser sometidos fácilmente, a juzgar por Ja belicosidad de que dieron tan
abundantes pruebas durante la Conquista. El nombre de I101os, como el de Macos, venía a convertirse en gentilicio de pueblos apacibles, fácilmente dominables. Resulta
ron~ruente ron lo que la mayor parte de las fuente1 históricas nos muestran respecto
a ello, la mención de Castellanos acerca de unos 110101 a quienes .Antonio de Herrera
encontró en el Orinoco, lejos de su residencia, que dijeron ser de Cabruta. Sometidos
por los Caribes, ellos mismos 'le denominaron [tolos. En cambio, contradice la condi·
ción general que e~ atribuible a los /10101 otra referencia de Castellanos a 111 misma
expedición de Herrera, según la cual habría encontrado cerca del río Caranaca otros
/lotos fieros, que pretendían tomar vivos a los españoles para sacrificarlos. Castellanos 18~0, 102, 10;.
61
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ginaba en la incapacidad de defenderse de algunos grupos. No extraña por
ello que entre los Salivas encontremos un grupo denominado Maco. Basta
recordar la condición un poco afeminada que les atribuían Gumilla, Rivero
y Cassani para entender que resultaban incapaces de defenderse. Aquellos
grupos que durante largo tiempo servían para proveer de servicios a Jos
Achaguas, adquirieron al fin como gentilicio que Je asignaban otros pueblos, el de Macos. Los que eran resen ocios de cautivos para los Caribes se
llamaron, en cambio, Itotos. Desde luego, es posible que algunos de esos
grupos conservaran para sí mismos el uso de un gentilicio propio. Para la
etnografía pasaron con el que les deparaba el hecho de verse atacados preferentemente por los agresores crónicos del Orinoco. ( 13)
El término ltoto, que preferían los Can bes para designar genéricamente a quienes podían ser por ellos fácilmente vencidos, no pasó al uso castellano Los cronistas usaron más bien el de Poito, que coincide, como hemos
visto, con el de Maco. Caulín, por ejemplo, escribe de los compañeros de
Ortal: "En virtud de las licencias de tener por esclavos a los indios comprados de otros que lícitamente los tenían por tales, y cogidos en guerra
justa, se aplicaron a este comercio, comprando los Poitos a los Caciques y
vendiéndolos a los mercaderes de Cubagua ... " (14)
Existieron otros nombres, en pueblos distintos, para designar la misma
condición de los Macos y Poitos. Entre los Maipurc, según cuenta Gihi, se
les denominaba Mero. Parece que en algún lugar del Orinoco, según añade,
se les llamaría también Cimi, que, según explica, era un vocablo "de la lengua de los Incas". ( 15)
Tanto el gentilicio ltoto como el de Maco, ninguna connotación lingüistica ni cultural comportan. Se aplicaron a muy diversos pueblos, cuando
( H) . -Es posible que entre las tribus de .Achaguas la designación de Ma<o1 para algunos grupos, pudiese nacer de conflictos catre los danes, como ocurre modernamente eo la Guajira. Los danes vencidos son íntegramente esclavizados.
( 14) .--Caulín: 1935, 269, 352. Se encuentran varias grafías de la palabra Poito .
.Así la escriben Caulín y G1l1i. En su estudio del Hafldbook of SotJlh Amtrirmt ¡,,.
diafls, Gillm adopta la forma Ptilo. En Fcrnández de Oviedo se encuentra Pretc,. Esta
palabra, que le dió Navarrete, fue usada después por éste con Ja forma Prn101. Fern.indez de Oviedo da juoto a ella otra, J.foa1ú, que no hemos hallado ea ninguna otra
fuente. Nos referimos al ori.i:en de cierta porción de Fcro.indez de Ov1edo inspirada
en las informaciones de Navarrete.
(l~)
.-Gilii: 1782, II, 357.
62
MACOS E ITOTOS
por su incapacidad bélica no fueron capaces de enfrentarse a grupos más
poderosos o más agresivos. Vemos así cómo de una condición social determinada se originaron dos gentilicios que se aplicaron a gentes muy diversas. Pero el estudio de los /lotos y Macos nos conduce a otro interesante aspecto:
el de las transformaciones del régimen de esclavitud que existió entre los
antiguos pueblos del Orinoco, a causa de los contactos culturales. Veamos
lo que sobre ello nos enseñan las fuentes históricas.
1 1
LA ESCLAVITUD EN EL ORINOCO
La esclavitud es institución social cuya base encuéntrase en la capacidad productiva de las comunidades. En forma de pleno desarrollo no existe,
por eso, sino entre pueblos de agricultura o pastoreo cuya capacidad de producir subsistencias es tal, que pueden incorporarse en forma de trabajadores esclavos a los cautivos o a individuos que se compren. Algunos grupos
Arawacos del Orinoco y las Guayanas, así como de las Antillas, poseían verdaderos esclavos, denominados, como hemos visto, Macos. Es posible que hubiesen existido también entre los Caquetíos. Todavía se encuentran entre los
Guajiros. Pero en la región Amazónica y Orinoquense encuénhanse formas
de esclavitud incipiente también en otros pueblos, como los Caribes, Tupis,
Uitotos y Miranya. (16)
Steward advierte que entre las tribus Circumcaribes "la consolidación
política y la explotación económica de los pueblos conquistados no había
avanzado suficientemente para permitir una clase de esclavos constituida por
los individuos capturados". ( 17) Sin embargo, Rouse establece que entre los
Caribes de las Antillas "había una clase de esclavos compuesta de mujeres
cautivas", lo cual se encontraba en el Continente, tanto entre Caribes como
entre Arawacos. Los Caribes, por su limitada capacidad productiva, estaban
en la imposibilidad de mantener un número considerable de individuos SO·
metidos, salvo en el caso de los Guarinos o Palenques, como señalaremos
posteriormente. La limitación de la esclavitud entre los Caribes antillanos
quedaba de manifiesto por la circunstancia de que los hijos de las esclavas
eran libres. (18)
(16) .-Krickeberg: 1946, 217.
(17) .-Steward: 1949.
(18) .-Rousc: 1948, b.
64
MACOS E ITOTOS
Los Arawacos a veces hacían trabajar algunos cautivos. Para señalar su
condición les cortaban el pelo de cierta manera. A veces los vendían a los
Caribes. Ralcigh informa de otros casos cuando, en cambio, compraban mujeres a los Caribes. (19) Estos tenían mercados en la costa oriental de
Venezuela, donde los cambiaban, según información de fray Bartolomé
de Las Casas, por cestos de hayo . .Los moradores de Paria referían que
los Caribes del río Amana les traían esclavas a cambio de sal, y Juan
de Castellanos cuenta que en las regiones del Neverí se podían adquirir esclavos de los Caribes a. precio muy bajo. (20) Pero no existía este
tráfico únicamente en el litoral. Caulín recuerda cómo los Caribes del Caura
iban constantemente hastl el río Paragua para comerciar con esclavos y entre
los Caribes del Occidente de Venezuela existía tráfico parecido. Francisco
Martín, el único superviviente de la expedición de Ambrosio Alfínger, fue
precisamente comprado por un águila de oro, en uno de los centros comerciales a Jos cuales acudían los Buredes, Pemenos y Quiriquires, al sur
del Lago de Maracaibo. (21)
Ignoramos dónde se proveerían de esclavos los Caribes occidentales.
Tal vez tendrían que realizar incursiones hasta las regiones de los Caquetíos
o aun a los Llanos. En cambio, se conocen muy bien las fuentes de aprovisionamiento de los Caribes del Orinoco. Entre Jos pueblos a quienes incesantemente atacaban, se cuentan Jos Salh·as. Recordemos cómo entre ellos, precisamente, llegó un grupo a denominarse "Macos". Los Achaguas del Airico
sufrían también ataques frecuentes. Rivera, enumera especialmente a los Quirruvas, Mujirris, Abanis y Pizan·as, "los cuales sirven solamente para proveer
(19) .-Fernández de Oviedo: 1852; II, 266. Raleigh: 1947, 282.
(20) .-Castellanos: 1850, 110. Relación de Lope de las Varillas, en .Arellano
Moreno: 1950. Las Casas: 1909, 638.
(21) .-Caulín: 1935, 226. Fern:índez de Ovicdo: 1852; II, 239. Es indudable
que los Motilones, entre otros rasgos antiguos, han conservado el de comprar esclavos.
El día 5 de abril de 1952, apareció en el diario El U11frer1ttl, de Caracas, la siguiente noticia, enviada por el corresponsal en la capital del Zulia: "Maracaibo, abril
4. ~ficialmente se informó hoy que los raptores del niño Eudoro Landino se encuentran en las posesiones de los indios .Macoítas, quienes Jos vienen protegiendo, por
lo que se ha hecho difícil su captura. Eleuterio González y José Acosta se fugaron de
la policía de Machiques desde hace cinco días y todavía no ha sido posible lograr su
detención. Una fuente policial manifestó al reportero que se harán negociaciones amistosas con los indígenas Macoítas, para que entreguen a los fugitivos de la justicia.
Todavía ninguna comisión ha podido hacer contacto con los indígenas, pero también
se aseguró que estos tenían en su poder al niño !.andino, que compraron a González
y Acosta, en vista de Jo cual ellos se han negado a brindarle colaboración a las autoridades"".
65
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA A.'°"TIGUA DE VENEZUELA
de Macos a todos los demás". Tal vez estos proveerían también a los AchagulS del Airico, quienes indudablemente utilizaban Macos, pues cuando el
Cacique Chacuamare, Caribe, decidió hacer las paces con ciertos grupos
Achaguas, les obsequió ,·arios esclavos. (22)
Los Caribes del Caura atacaban a toda clase de habitantes de aquellas
regiones, pero en algunos casos se abstenían de esclavizar a quienes podían
proveerlos de ciertos productos Así acontecía con los Quiriquiripas, a quienes dejaban vi\'ir en pa2 ' por el interés de las hamacas o mantas finísimas
de algodón" que tejían. Salas opinó que estos Quiriquiripas habrían sido alguna parcialidad de los Achaguas y piensa que los productos de algodón
con que comerciaban los obtendrían tal \eZ de los Chibchas. Salas basaba
esta presunción en la falta de noticias relativas a Ja existencia, en aquellas
regiones, de telares. Creemos se habría de pensar de otra manera. En efecto,
sabemos cómo los pueblos de filiación Arawaca han sido grandes tejedores.
No podría extrañar por ello que elaborasen las finas hamacas que les valían
la neutralidad ,·igilante de los Caribes. Así, mis bien, se confirmaría Ja inevitable suposición de que los Achaguas han debido poseer avanzadas técnicas
de tejido. ( 23)
(22). -Cassani: 1741, 170. Rivero: 1883, 41, 4~. Aunque el examen de las
fuentes nos conduce a Ja conclusión de que, al menos en la generalidad de Jos casos,
recibían el nombre genérico de Ma,01, los grupos donde Jos Caribes y otros pueblos
belicosos podían proveerse fácilmente de esclavos, como era también el caso de los
llamados ltotos. Castellanos ~ala un grupo a quien llama MatuJ cerca del Guaviare,
quienes habían sido agresivos y tan guerreros que no se espantaban de los caballos.
(Ver nota 12).
(23)
Gumilla: 1791, 1~8. Salas: 1908. 49. Recordemos que actualmente, entre los Guaiiros, de filiación Arawaca, los clanes vencidos son totalmente destruidos y
esclavizados. Conviene transcribir lo que Ja señora Gutiérrez de Pineda, en su estudio
sobre la Or_itanización Social en la Guajira, informa: "Como r~ultado del vencimiento de uno de los grupos, aparece Ja csclavitud. Todos Jos miembros del grupo vencido
que no fueron muertos en la guerra o que no pudieron escapar oportunamente, caen
en manos de los vencedores y son considerados desde ese momento como esclavos, sin
limitaciones de edad, de sexo o de status ... El señor puede vender a sus esclava.s para esposas de hombres libres; desde ese momento pierden el derecho sobre ellas, que
se traslada al esposo. Acostumbran tambim vender los esclavos jóvenes de ambos
sexos para las islas de Aruba y Cura.no, para las haciendas de Venezuela y del Departamento del Ma}:;dalena, en Colombia, y para otras ciudades colombianas y venezolanas. Esto lo hacen en lugar de darle muerte. para obtener un usufructo económico.
Por último, puede dar muerte a cualquier esclavo, hombre o muier ... " Por donde
se ve, si se consulta la nota número 21 de este trabajo, que tanto entre los pueblos de
filiación arawaca, como caribe, se han conservado los inicios de organización social
esclavi)ta prehispinica. Y que los "aríjuna", como denominan los Guajiros a los
'ºblancos", colaboran en la perpetuación de los viejos procedimientos.
66
MACOS E ITOTOS
Otros grupos, en cambio, habrían sido casi exterminados por el ataque
incesante de los Caribes. El padre Gumilla se refería a los Guaiqueríes del
Orinoco, a uno de cuyos jefes preguntó "¿Cacique, cómo tienes tan poca
gente? ¿No hay de tu nación y de tu lengua otros pueblos fuera de éste?"
Y oyó responder: "Cuacua patri, n:t, roté Cariná acusinimbo", es decir: ".No
somos m1s, padre, y Jos que vivimos son los que los Caribes han dejado".
En este caso, tampoco procedfan a exterminar completamente a los Guaiqueríes p:ira obtener de ellos diversos productos durante sus correrías. ( 24)
Cada año se juntab:>n grupos Caribes > remontaban el Orinoco y sus
afluentes p.ua atacar a los mor:idores de las tierras cerc:inas a los ríos. Como acabamos de ver, en algunos casos contentábanse con tener algunos pueblos como proveedores de los productos que necesitaban. A Jos demás les
atacaban sin misericordia, eliminaban a los ancianos y recién nacidos, así
como a los guerreros, y se llevaban a los jóvenes de ambos sexos. Según re·
fiere el padre Carvajal, destazaban los cuerpos de los muertos en combate y
consernban los cuartos preparados por el sistema de la barbacoa. A Ja vuelta
realizaban festividades de canibalismo ritual y se repartían el botín con los
que habían quedado en sus poblaciones para defenderlas. Algunas de las cautivas quedaban por esclavas y otras, desde el siglo XVI, eran vendidas a
· los españoles y posteriormente a los holandeses y franceses. (25)
Los jóvenes, según refiere Gilii, cuando aprendían el idioma de los
Caribes, resultaban totalmente asimilados, sobre todo cuando casab.m con
alguna de las hijas de sus amos. Por lo general, estos Poitos eran muy bien
tratados. Contrariamente a lo que ocurría entre los Tupi, los Poitos incorpo·
rados a la tribu no eran posteriormente sacrificados, sino que permanecían
formando parle de la comunidad (26)
Según refieren Gómara y Navarrete, los Caribes acostumbraban engor·
dar a los prisioneros Arawacos que cautivaban para el ritual canibalístico en
el caso de que estuviesen flacos. (27)
Según Fernindez de Q, iedo, los Aruacas, en cambio, no comían a los
enemigos sino les daban crueles muertes. A los jóvenes para incorporarlos
(24) .-Gumilla: 179L
(25) .-Carvajal: 1892, 268. Caulín: 1935, 380. Gilii: 1782: 11, 357.
(26) .-Gilii: 1782; JI, 358. Steward: 1948
(27) .-Gómara: 1932; I, 194 Rodrigo de Navarrete, en Arellano Moreno, 19~0.
67
ESTUDIOS
DE
IT:-.'OLOGIA ANTIGt.:A DE VENEZUELA
como J\facoJ, les cortaban el pelo en forma tal, que era posible distinguir
r.ípidamcnte su condición. Según dice les llamaban "pretos o moavis", deno·
minación que no se encuentra en ningún otro autor, salvo la palabra "pres·
tos" que se encuentra en la Rel.1ción de Rodrigo de Navarrete. (28)
!.os Caribes de la costa venezoLma regalaban a los visitantes de impor·
tancia escLl\'OS. Cualquier otro indígena esclavo era considerado por ellos
como servidor. Ello dificultó Ja convivencia cuando los misioneros estable·
cieron pueblos en el litoral de Oriente. (29).
Es import.lnte mencionar las noticias acerca de la esclavitud entre los
Guarinos o Palenques, habitantes de los llanos y del Unare. En ellos apa·
rece 11 inici:ición de la esclavitud en form.1 que recuerda los pueblos ar:iwacos, aunque ellos eran de filiación caribe. Los señores poseían territorios reservados para la caza y fagunas de pesquería. Cualquiera que entrase all( sin
permiso era ajust1l1ado. Los h1¡os y las mujeres pas:iban a ser esclavos del
Cacique. También esclavizaban a la mujer y los hijos del Capitán de la
guardia personal del jefe, en caso de faltas graves. Como el Cacique de los
Guarinos era transportado en andas, es posible fuese llevado por esda·
\OS. (30)
Según Ja información del padre Carvajal, los Otomacos habrían culti·
vado ampliamente la escla'>itud. Además habrían obtenido cautivos de liti·
gios por tierras, semejantes a los que conocemos de los Guarinos. Se refiere
a ello cuando trata sobre cierto cacique Ta,·acare, a quien toparon cuando
descendía la expedición de Ochogavia por el Apure y de quien Carvajal
cuenta que era Otomaco. (31)
(28) .-Fenú.ndez de Oviedo: 1852; JI, 267. Ver la nota 14.
(29) .-A,i:uado: 1918; r, 706. Lo repite Fr. Pedro Simón. Río Negro: 1918; I,
78. Lodares: 1929; JI, 43.
()O) .-A~uado: 1918; I, 706. Femández de Oviedo: 19~0. 12).
(31) .-Carvajal: 1829, 221. La noticia del padre Carvajal l:n realidad no coincide con las informaciones que sobre la estructura social de los Otomacos suministran
las fuentes que: más lar¡::amc:nte trataron sobre dios.
68
III
LA ESCLAVITUD DURANTE LA TRANSCULTURACION
En tiempos prehispánicos, como hemos \'isto, tanto Caribes como Arawacos habían acostumbrado incorporar a sus comunidades aquellos jóvenes
cautivos que podían resultar útiles. Los Aruacos de Guayana conservaban
especialmente a indi\'iduos Caribes, cuando lograbin vencerlos, y entre otros
pueblos de filiación Arawaca, como los Achaguas, se.guramente se esclavizaría a los clanes vencidos de la propia tribu, como ocurre actualmente entre
los Guaiiros. El padre Gumilb escribía en El Orinoco ~lus/rado: 'El moti\'O y caus.1 princípal de las guerras mutuas de aquellos gentiles es el interés
de cautiv.ir jó\·enes y párvulos y el casi ningún útil del saqueo y botín. El
fin antiguo de cautivar era para tener con las cautivas m.ís autoridad, séquito
y trabajadores en sus sementeras y en la chusma criados para servirse de
ello." ( 3 2) Es preciso añadir que también era causa de guerras el sistema
de los Caribes, tle obtener suietos para la celcbución de sus rituales de canibalismo Cuando se aproximaba el equinoccio de primavera, remontaban
los ríos, atacaban numerosos poblados, daban muerte a los ancianos y pequeñuelos, quienes h:ibrían resultado onero'o botín, sacrificaban a los guerreros, cuya carne habrían de consumir y apresaban a los jóvenes de ambos
sexos. Cargaban, naturalmente, también con todas las provisiones que los
victimados hubiesen poseído.
La im·asión europea no sólo produjo aquellas prolongadas migraciones que etnólogos como Métraux han estu<l1ado largamente; o las perjudiciales alteraciones en la dieta que Paranhos da Silva ha señalado; o Ja alte(32). -Guroilla: 1791: II, 72 Steward (1949), al referirse a la zona Circumcaribe dice: "La guerra suministr¡¡¡ba .il individuo cuatro medios de adquirir rango:
l) El honor de tomar cautivos de gueml para fiestas canibalisticas; 2) el aumento del
hogar poligínico con mujeres cautivas; 3) el uso de títulos y la distinción de insig·
nias y trofeos humanos; y 4) probablemente la 11dquisici6n de lllgunos esclavos, machos y hembras, que aumentaban su riqueza".
69
ESTUDIOS, DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ración de costumbres y hábitos en el Yestir. También la organización social
se alteró fundamentalmente en muchos casos. Así ocurrió con los Caribes
cuando los conquistadores españoles se establecieron en las costas orientales de Venezuela. Su interés por esclavizar impresionó a los agresivos Caribes, quienes se sabían capaces de arrasar pueblos y tomar también, prisioneros innumerables. Pronto, pues, comenzaron a servir de intermediarios para
la esclavización Raleigh los vio a fines del siglo XVI, comprando esclavos a los Araw.icos, en la población de Acamacari, sobre el Orinoco, para
venderlos a los españoles. Por los rios Barima y Esequibo, viajaban lo~ propios castellanos comprando directamente esclavos a los Caribes. "De estos
negocios -escribía Raleigh- sacan bastante ganancia los españoles, pues
si compran por tres o cuatro hachas una doncella de doce o trece años, la
reYenden en Margarita de Indias Occidentales por cincuenta y cien pesos, o
sea, por tantas coronas, contantes y sonantes ... " (33)
No era, pues, cierta la afirmación de Gumilla, quien aseguraba que los
hábitos antiguos de los Caribes se habían alterado por la presencia de Jos
holandeses en la Guayana, sino en parte. Desde el siglo xvr había ya comenzado aquellos indígenas a comerciar con la mercancía humana en los es·
tablecimientos de los españoles. (34) Desde Juego, sí es cierto que la
presencia de los portugueses, franceses y holandeses en regiones desde donde
resultaba fácil h comunicación con los Caribes contribuyó a fomentar en
éstos las nuevas modalidades que desarrollaron en sus labores esclavistas.
Durante el siglo >..'VI las potencias rivales de España lucharon contra
ella en los mares, por medio de corsarios, filibusteros y piratas. A principios
del XVII lograron establecerse ingleses, franceses y holandeses en la.., Guayanas y en 1623 ocuparon los ingleses la isla de St. Kitts. .Aquellos establecimientos dieron lugar a una prolongada contienda que tuvo fases muy
diversas. Por una parte, hubo ataques armados, como el realizado por los españoles contra aquella Antilla en 1629 y, por otro lado, se abrió un largo
período de acusaciones mutuas, de procedimientos tortuosos, de maniobras
diplomáticas, de penetración artera, que duró dos siglos. (35)
Los españoles se quejaban amargamente de los procedimientos que los
ocupantes de las Guayanas usaban, especialmente los holandeses. De ellos de( 33) . -Raleigh: 1947, 275, 295.
(34) .-Gumilla: 179l; 11, 72.
(35) .-Haring; 1939, 52, 53, 60.
70
MACOS E ITOTOS
cía Caulín que inventaban mil calumnias, pues "les estorbamos la libertad
de sus comercios ilícitos, la extracción de los muchos esclavos que roban
a Dios y a nuestro Rey Católico y Ja desaforada vida que traen entre aquellos miserables indios ... " (36)
Como ocurre en todos los episodios de conquistas de pueblos débiles,
en realidad, los invasores se repartían por una parte las esferas de influencia y por otra procuraban hacerse mutuamente todo el daño posible. Los
españoles no cesaron nunca, en realidad, de esclavizar a los indígenas, a pesar de las quejas que lanzaban contra los holandeses. Según cuenta el padre
Rivero, todavía en 1667 se realizaban entradas para apresar Macos. en ese
año; el Capitán Juan López Picón penetró en el Airico y cautivó más de
140 indios Achaguas. (37).
Como ocurre en todas las guerras, entre conquistadores, en realidad los
intereses comerciales se sobreponían a las rivalidades y muchos, entre los
más encarnizados enemigos de los holandeses, comerciaban con ellos secretamente, en especial en el ramo de la quina. (38)
La documentación relativa a la famosa expedición de Iturriaga, comprueba una larga serie de maniobras que los españoles trataban de realizar,
en perjuicio de sus rivales holandeses, mientras los acusaban precisamente
de proceder en forma parecida. Como veremos, les consideraban especialmente culpables de soliviantar a los Caribes. Pero a su vez . los acusadores
trataban de lograr que los negros huidos a Jos esclavistas holandeses e internados en las selvas de Guayana atacaran a sus antiguos amos.
Iturriaga recibía a fines de 1753 instrucciones desde Madrid en las
cuales se le fijaban los procedimientos que a juicio de la Corona resultaban
preferibles. "Aunque las doce Cortes -se le explicaba- no han juzgado
convenientemente atacarlos -a los holandeses y franceses de Guayana{36) .-Caulín cuenta que un cierto Adriano, holandés, hizo correr la voz de que
los españoles se proponían encerrar a los Caribes, con el pretexto de algún oficio relip;ioso, para masacrarlos. Lo cierto es que en ocasiones obraron con tal saña que justi·
ficaba las sospechas. Fray Matías Ruiz Blanco refiere lo siguiente: "En otra ocasión
hicieron lo mismo con los Caribes de Amana, que estaban de paz y les administraban
los bastimentes y noticias de los movimientos del enemigo francés, a quien Jos Chaimas dieron entrada por el río Guarapiche, para despoblar el lugar de S. Carlos, que
no despoblaron, sino los mismos españoles; y para retirarse quitaron la vida a los pobres Caribes, entrando en sus casas de paz y con dolo ... "
(37) .-Rivero: 1883, 29.
(38) .-Ramos Pérez: 1946, 163.
71
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA A.~TICUA DE VENEZUELA
con fuerza abierta, no obstante están conformes en que se procure desalojar
a unos y otros con la industria y a este efecto han resuelto que ambas
naciones procuren estrecharlos, cada una por su parte, los españoles por
la del río Onnoco y los portugueses por la del Marañón o Amazonas, de
forma que por los dos extremos de la linea, y por toda ella, vengan ocupando y estrechando el terreno con el rumbo a la costa, para que no se internen,
buscando mejores establecimientos y más útil comercio, en inteligencia de
que si con este género de h1 istilidad, u otro mejor que se discurra, de:,amparasen lo que ahora tienen, partirían el terreno amigablemente los dos soberanos .. " (39)
Más tarde, en efecto, se discurrió otro género de hostilidad que sin
duda se juzgó muy apropiaJo, ante el fracaso de otros procedimientos.
Cuando algunos grupos negros constituyéronse en las selvas guayanesas, con
l.is aportaciones que producÍln las fugas de los establecimientos esclavistas,
se enviaron nuevas instrucciones a Iturriaga, desde Madrid. "Me manda el
Rey -le escribía un seaetario --comunicar a V. S. reservadamente estas noticias para que procure con la misma resern., animar a los negros sublevados
contra los holandeses, de p:ute que ejecuten contra ellos todas las hostilidades posibles, bien sea destru}"éndoles sus haciendas y granjerías o en otra
forma". Se le añadía que probablemente lo más útil resultaría enviar a algunos españoles, quienes fingiéndose rebeldes al dominio de Iturriaga, en el
Orinoco, se incorporasen a las huestes de negros para dirigirlos. Se ofrecía
la libertad a los negros que prestasen servicios eminentes. .Algunos entusiastas calculan que había 30.000 negros levantados en las selvas guayanesas.
Otros, m.ís realistas, aseguraban que si no pasaban de seis mil, sería muy
suficiente ejército para lograr los propósitos que se urdían en Madrid y que
desde Cabruta, donde residía, estaba en la obligación de activar Iturriaga. (40)
.Mientras se desenvolví.to esos tratos secretos, la propaganda y los informes a la Corona, acusaban sin descanso a Jos holandeses. De ello.; escri·
bfa Iguja Villa Gómez: "Son sumamente perjudiciales a la provincia de
Guapna, espeo:ilmente la de Esequíbo, como m.ís inmedi..it.i al Orinoco.
Intérnanse por este río y por los de Masaroní y Cuyuní, protegidos de Jos
indios Caribes de esta prm incia, a los que hacen esclavos, y en la misma
(39) .-Ramos Pérez: 1946, 80.
( 10) -!Ut:'l·IS Pfrl'? 1946. 81, 189, 190, 268.
72
MACOS E ITOTOS
conformidad que a los negros los venden y emplean en sus plantajes y haciendas". En otra parte de su informe, el autor aclaraba que quienes cautivaban a otros indios para trasladarlos a los holandeses, eran los Caribes. (41)
También los Aruacas servían a los holandeses como proveedores de esclavos. Como ya hemos visto, en tiempos prehispánicos solían apresar a los
Caribes, a quienes incorporaban a sus tribus. Posteriormente aprendieron a
realizar incursiones para cautivar jóvenes, tal como también comenzaron a
hacerlo, para beneficio de los holandeses, los Caribes. Al principio, los tratos habían sido para cambiar las mercaderías que los holandeses, ingleses y
franceses ofrecían, a cambio de onoto (achiote) y el famoso "aceite de
maría". ( 42)
Los ingleses establecieron estrechas relaciones con los Arawacos y los
portugueses con los Marabitanos y Guaipunabis y Jos holandeses con los
Caribes y Maquiritaris. Todos estos se dedicaron a la caza de escl.i.vos para
venderlos a sus relacionados. Pero no solamente se transformó el antiguo
régimen de los Poitos y Macos entre pueblos de filiación caribe y arawaca,
sino que, cosa sorprendente en la historia de la transculturación de las formas sociales, los propios Guahibos y Chiricoas, recolectores y cazadores nómadas, comenzaron a atacar a los moradores pacíficos del alto Orinoco, para acudir también a la concurrencia de la mercadería humana. Cassani decía
de los Salivas: "Esta bien extendida nación de los Salivas, es de gente de
buena disposición. . . No son esforzados en Ja guerra y así los dominaban,
mejor diremos, los tiranizaban, los Caribes, y aun los Chiricoas sus vecinos,
que los vencían y hurtaban muchos ... " Rivero informaba que los Chiricoas
y Guahibos apresaban también a los Achaguas del Airico, para cambiarlos
por quiripa, universal moneda de las regiones orinoquenses. En otras ocasiones exigían hachas y machetes a cambio de sus prisioneros. ( 43)
En la época de Raleigh parece que los españoles podfan obtener de los
Caribes un niño a cambio de tres hachas. En tiempos de Gumilla había subido el valor de la mercancía humana, pues los Caribes rt:cibían de los ho( ·fl) .-Iguja Villa Gómez. En Cuervo: 1894, lll, 9.
( 42) .- Bueno: 19>3, 86. Cassani: 1741, 309. Gumilla escribe S-Obre ese aceite:
"Los indios, unos le llaman Cabima, por el árbol que lo cría; otros Je llaman curucay;
lus blancos, corrnmpirnc.lo el nombre cabima, lo llaman aceite e.le canime; otros muchos
le llaman aceite María ... "
(43) .-A!varado: 1945, 182. Cassani: 1741, 170. Rivero: 1883, 37, 155.
73
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
hndeses, por cada /Joto que entregaban, "una caja con llave y en ella diez
h.1cha.'. diez cu,·hillos, diez mazos de abalorios, una pieza de platil: 1 para su
guayuco, un espejo para pintarse la cara a su uso y unas tijeras para redondear su melena y a m.ís una escc peta y pólvora y babs, un frasco de aguardiente y menudencia, como son agujas, alfileres, anzuelos, etc.". Naturalmente, Jos Caribes actuaban como buenos comerciantes, porque cuando ob·
tenían P' •r compra // •/01, en otr• •S puebl· lS inJígen.l~. paga1'.1n solamente un
hacha, un machete y alguna baratija por cada individuo. ( 44)
En la enumeración transcrita del padre Gum1lla, re~alt.1 un elemento
sumamente importante: las armas de fuego. Las escopetas que los holande~es d.ib.1n a los Caribes a cambio de l. >S 110101, co1ititu}, ron uno de los
más importantes rasgos en el proceso de transculturación de los indígenas
del Or>.noco. En efecto, los Caribes, con armas de fuego, pudieron redoblar
su agresividad contra los antiguos proveedores de e..;clavos. Pero no solamente ellos adquirían escopetas. I.:i zona del Orinoco se convirtió en tierra
de guerra, d· 1nde sólo unos cuantos pueblos como los Salh as y Achaguas,
conservaron parJ. propio daño, los antiguos h.íbitos pacíficos. Pero las escopetas no sólo favorecieron a los Caribes. También les ocasionaron sometimiento, porque a poco de comenzar sus tratos con Jos holandeses, ávidos
como e,taban de adquirir armas de fuego y otras diversas mercaderÍ.ls, pidieron a crédito y comenzaron una interminable cadena de deudas que les obligaron a realizar inacabables incursiones en busca de /Jotos Caulín calculaba que cada año sacaban doscientos esclavos y dejaban cuatrocientos muertos.
Los Caribes no solamente comerciaban con los holandeses. Eran proveedores
también de los propios indígenas a quienes vendían los ob¡etos que en sus
trueques con los europeos lograban. ( 45) Los Arevirianos, por ejemplo,
recibían la visita de los Caribes del Caura, a quienes entregaban esclavos a
cambio de herramientas y ropa. ( 46)
Parece que a los únicos pueblos que los Caribes nunc ! pudieron someter fue a los Otomacos y a los Caberres. Sin embargo, cuando los Guaipunabis, codiciosos de los artícul11s que poJí.i.n obtener de los eur..peos, -..: lanzaron al asalto de los pobladores pacíficos, resultaron tan fieros guerreros que
llegaron a esclavizar a los Caberres, que durante mucho tiempo se habían
( 44) .-Gumilla: 1791. Bueno: 19>3, 59. Raleigh: 1947, 275.
(4~) .-Culin: 1935, 380. Ruiz Blanco: 1892, 18.
( '16) .-Alvarado: 1945, 6. Caulín: 1935, 226. Ramos Pérez, 1949, 137.
74
MACOS E ITOTOS
conservado independientes. Pudieron apresar hasta grupos de los propios
Caribes. Los Otonucos, para sah·aguardar su autonomía, optaron por retirarse de sus :10tigu0s sitios de residencia a orillas del Orinoco. ( 47)
La presencia de los europeos en las Guayanas, y especialmente el tipo
de mercaderfas que podían of rccer a los indígenas, sobre todo escopetas,
machetes y hach:is, produjo, pues, traslados demográficos, cambios en las
costumbres de algunos pueblos, alte1aciones en las relaciones pacíficas, incremento de la actividad comercial de los Caribes y notables alteraciones en el
régimen social de ellos y de otros pueblos. Ln su nue,·a situación los Caribes,
quienes en tiempos prehispánicos arrasaban los poblados que atacaban para
obtener ltolos, cambi:uon el procedimiento. Para asegurar la continuidad de
los tratos, dejaban en diferentes poblaciones un corto número de indidduos,
quienes se encargaban de que a la vuelta de las expediciones, se les t\lviesen
preparados mantenimientos y esclavos. Estos embajadores impuestos a la fuerza, quedaban a salvo por Ja amcnaz1 de los Caribes de tomar terrible• represali1s en caso de que se les dañase en cu:ilqu1er form1. No es impo5iHe que
los holande,es hubiesen influido en el establecimiento de tal proceder, pues
como ad\ierte el p1dre Bueno, "se unhn carnalmente con las indias", sin
dúda para penetrar en las comunidades y orientar sus actividades, tal como
los españoles deseaban realizar con Jos esclavos cinurrones.
Las expediciones caribes eran muy numerosas. Caulín habla de una en
la <.ual tonub:m parte treint.i. piraguas y cuatrocientos hombres de armas.
Pero en las regiones donde había saltos y pasos difíciles, se usaban canoas
reducidas, en las cuales no cabían m:LS de diez individuos. Así ocurría, por
ejemplo, en el lugar donde el Caura se aproxima alrededor de un kilómetro al caño Paruspo, brazo del Paragua. A lo largo de éste comerciaban ampliamente. ( 48)
fue el C':rübcrnador Centurión quien puso término a las correrías de los
holandeses por el Orinoco, por los años de 1770. Pero ya, en mis de siglo
y medio de activid:id, se habían modificado muchas cosas en el Orinoco:
cambiaron de sitio hs tribus, ~e agot.1ron las reservas humanas, desaparecieron muchos grupos, huyeron otros, rumbo a las Misiones, y Ja esclavitud de
los moradores apacibles, como los Achaguas y Salivas, se hizo tan general
(47) .-Gumilla: 1-91; H, 74. Ro)c:nblat: 1935, 136. Ramos Pérez: 1916, 293.
(48) .-Caulin. 1935, 362. Cassani: 1741, 205.
75
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
que hasta los mestizos de los llanos realizaban entradas en el siglo xvm,
p:ira proveerse de esclavos. "Apenas había mestizos en estos Llanos --escribe el padre Ri\'ero-- por pobre que fuese, que no se sin·iese de Macos
A.-haguas y se consideraban mis ricos los que tenían mayor númtro de
ellos". ( 49)
Quien estudia este extraordmano proceso de transculturación, se pre·
gunta cómo habían llegado los Caribes a establecer la institución de los
Poitos. Es posible que hubiestn obtenido el modelo de los pueblo; Arawa·
cos, m.ís avanzados en su desarrollo social. De todos modos, es importmte
notar que tanto entre los Arawacos como en1 re los Caribes, esa forma de
escla\'itud que representaban los 111.tce>J y P../lo era un extr1ordinario vehículo de transculturación. Influirían profundamente los prisioneros Achaguas en los Caribes, pero éstos, aundo eran apresados por los Arawacos e
incorporados a la convivencia normal, tendrían a su \'eZ oportunidad de introducir muchas alteraciones entre sus nue\'OS familiares. Después de la
Conquista, el proceso de transculturación que era, sin duda, de gran intensidad en Ja zona del Orinoco, adquirió ritmo \'iolento: entraron europeos en
los grupos indígenas, comenzaron a ap:uecer mestizos; quedaron los indígenas incorporados por el comercio y por las deudas a los sistemas económicos de los invasores y éstos, a su vez, añadieron a sus usos y costumbres
multitud de rasgos obtenidos en su trato con los indígenas. (50)
No creemos agotar con el presente examen todos los aspectos rclatÍ\·os
a ciertas formas iniciales de esclavitud entre los antip¡os pueblos de Guayana. Sí quedan señalados algunos cambios ocurridos en el período histórico
y la influencia que los primeros contactos ejercieron en algunas porciones del
régimen económico y social de los antiguos pobladores del Orinoco.
( 49) .-Alvarado: 1935, 381. Caulín: 1935, 381. R1vero: 1883, 31.
(50) --Quien dese.: conocer Lis v:as fluv1:tles y terrestres que utilizaban los Ú·
ribes y 1:1> regiones por donde trafi,aban, puede C• •nsultar Alvarado: 1945, 55, 556.
Caulín: 1935. Ramos Pérez: 1946, 145, 274, 340, 38·1, 393.
76
EL AIRICO
En las fuentes históricas que se refieren a la región de Casanare y del
Orinoco medio, hillanse numerosas menciones sobre ciertos pueblos que
aparecen curiosamente asociados en prolongadas extensiones geográficas.
Ocurre así con algunos de filiación lingüística arawaca, como los Achaguas
y Caquetíos, a quienes hallamos frecuentemente en la vecindad de Betoyes
y Jirajaras. No creemos que se trate de un simple azar geográfico. Sabemos
que tanto en el Viejo Mundo como en América, han existido grupos huma·
nos de lenguas diferentes a quienes ciertas circunstancias históricas han unido, no sólo para la vida sedentaria, sino para la realización de largas peregrinaciones. Ejemplo de ello encontramos en Ja zona mesoamericana. En
Venezuela y Colombia tenemos, sin duda, un conjunto de p!Jeblos, entre
quienes se cuentan los nombrados, que por razones aún desconocidas aparecen juntos. El examen de su situación geográfica y algunas otras noticias, podría resultar útil para investigación de la historia conjunta que, sin duda,
han vivido durante algún tiempo. ( 1)
El nombre de Airico aparece en las fuentes históricas asociado a dos
tipos de pueblos: Achaguas y Betoyes y, aparte de que nos sugiere relacio·
nes como las mencionadas, se aplicó a regiones y gentes distintas, por lo
cual es preciso aclarar para nuestro propósito en este artículo, cuanto se refiere a él, en relación a las dos comunidades dichas. En su trabajo The
Betoi a11d their !\eighbors, publicado en el Ha11dbook of So11th American Indians, Gregorio Hernández de Alba se refiere a ese territorio así:
( 1) . - -El primer párrafo del trabajo de Paul Kirchhoff titulado Los pueblos de
la Historia To/teca-Chichimeca: Sus MigracioneJ y Parentesco, se refiere precisamen-
te a la generalidad del fenómeno de las migraciones, en América, y a las relaciones
de los pueblos migrantes, así: "México, de ninguna manera, es la única parte del Continente donde en tiempos precolombinos las migraciones de pueblos fueron de importancia primordial en la e,·olución cultural, estableciendo nuevos contactos entre
grupos ttnicos qu~ antes no se conocieron: estimulando el desarrollo de unos y retardando el de otros; dando a un pueblo una nueva capa dominante y destruyendo por
completo o en gran parte a otro; o teniendo como resultado la fusión de distintos grupos étnicos en un:t nueva unidad étnica y cultural. Todos estos fenómenos se conocen
en cierto grado en la mayor parte del Continente".
79
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTICUA DE VENEZUELA
"Este región llamada Ayrico (Airico), estaba limitada por los ríos Guayabero y Guaviare por el Sur, el Uva o Vua por el N roeste, los ríos M:tnacacías y Vichada por el Norte y por las vcrticntc5 de h Cordillera Oriental de
los Andes a~ Oeste. Hoy abarca casi toda la pro\·inci.i de Mell en Colombia.
Un gran número de río., y arroyos b cruz1 de Oeste a Este, entre los cuales
se cuentan el Duda. e br1 Gucj1r, Cu:lUMIO, s. v. ente, Pororio y Ariarí.
El último, que corre por e centro de la región, es el más importante". (2)
En el trab.ijo que el mismo autor dedica a los Achaguas y sus vecinos,
a continuación del :mterior, no se nombra el Airico, pero por los autores que
es: ribieron sobre Casanare y el Orinoco sabemos bien que un territorio así
nombrado estab1 poblado de Acha~uas, en tanto que se daba el mismo
nombre a una región distinta y se utilizaba, además, como gentilicio de
grupos de otra filiación. Las noticias que transcribiremos de las fuentes históritas n, ~informarán de la om:sión di Hern.'ndt:z de Alba y nos permitirán
dilucidar lo relativo a tal palabra, en relación con nuestro propósito de mostrar las relaciones de los grupos mencionados al comienzo. (3)
El padre Juan Rivero distingue en su Historia de las Misiones .de loJ
Llanos de Ctmma1·11 y los ríos Orin('ICO y Meta, muy claramente, dos regiones denominadas Airico. Al referir la visita que solían hacer ciertos Jirajaras
al pueblo de Tame, e.'<ribe: "Luego se \· 1lvían ,. sus montañas del A.irico
de Macaguane. No es este Airico del cual hablamos ahora, sino aquel celebrado Airico que cae hacia Orinoco, en donde vivían los Achaguas. . . Esta p:tlabra Airico significa montaña grande ea la lengua de los Achaguas
y de aquí procedió llamarse también Airico la monta1ia donde v:vían los
indios de quienes ahora tratamos, llam:idos por esta razón Airicos; y así, para evitar confusiones, llamaremos a este monte Airico de Macaguane ... "
El mismo Rivero nos informa de cómo se conoció también la región
del Airico donde habitaban los Achaguas con el nombre de Barragua. Al
rc!J.tar una entrada que realizó Antonio de Tapia, quien halló a lo~ Tamudes, añade: "Supieron los sold:idos que eran sinnúmero los indios de: Barr:tgua o J\irico ... " Lo mismo repite en otras oc.isiones, como cuando se refiere al número de pueblos que se encontraban en tal zona: "Mateo Mimbella. . . averiguó que los pueblos de la nación Achagua eran 17 ... Verdad
(2) .-Hemández de Alba: 1948, a.
(3) .-Hernindez de Alba: 1948, b.
80
MAPA
DE LA
PROVINCIA
Y
:vIISSIO.\JES
DE. LA
COMPA~IA DE IffS
DEL
NUEVO REYNO
DE
GRANADA
Por: José Gumilla
E.:,..""·a'éJ
a:.f;1.1as 20
2
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~asfe:ta?a.r
libicwión del
~1irico
por Gumillci.
PorJuande!aCruz Canoy(}lmedilla
•
~'6
' .,,.,.
:?Juan de
los Llanos
/:)[ .tirico e11 la rnrta ele l'rrn11 11 Ol111dilla. J7n-17¡:;
EL AIRICO
es que en la exploración de Barragua desrubrió Chepe Cavarte 21 pueblos ...
Pudo haber equivocación sobre la gente de algunos, teniéndolos por Achaguas, siendo Sali,·as o de otra nación ... "
Sobre la ub!c~ción Jel Airico, nos informa el propio autor: "Es Barragua
una serranía y monte grande. . . Por sus faldas corre el río Orinoco ...
Tiene a la otra banda, como a medio día de camino, un río muy caudaloso
llamado Uva. . " Gumilla nos dice: ' De h parte orient.11 de dichas alturas
baja el Ariari, recogiendo ríos y arroyos hasta los llanos de S. Juan; y acaudalando siempre mis agua atraviesa el Aym:o (quiere decir selva grande)
y entra, finalmente, en el Orinoco ... " Y Cassani, a propósito de una entrada, comenta: "Desde aquel día quedó por territorio de nuestras misiones
de los Llanos, en que ya estábamos, todo el río Meta y Bichada y todo el
inmenso campo, hasta el nacimiento del río Orinoco; y en su corriente, has·
ta el río Caura: el Ayrico cst:,,h.: en c~te s ;~lo, con que sin ofensión, y cum·
pliendo nosotros con la obligación de habernos encargado de su cultivo, en·
trábamos bien a fa labor; y o ·mo confinaba con los Salivas, no se de,sampara·
bao éstos ... "
Sobre el traslado hasta el A.irico info:-rna el propio Cassani que, desde
Casanare, tardaban catorce o quince días. Rivero escribe: "Hay dos caminos
desde Sabana Alta hasta el Airico, por los cuales se puede andar: por. agua,
embarcándose en el Ariari, en un sitio llamado Chunaipe, tres o cuatro jor·
nadas de S:ibana Alta; por este río se baja a encontrar con otro río mis cau·
daloso que se llama Guarabero, el cual, perdiendo su antiguo nombre, cuan·
do se junta al Ariari, se llama Guaviare. . . En la medianía del viaje pot
agua se encuentran unos pequeños pueblos de Guajibos. . . donde se pue·
de adquirir algún matalotaje de plátanos y cazabe, pero el viaje por tierra es
por lugares desiertos hasta el mismo Airico ... " ( 4)
Cassani, Rivero, Gumilla, ruentan las características de los pueblos
Achaguas que residían en aquel territorio llamado Aírico. Pero ya hemos
visto cómo Rivero nos informa de olro del mismo nombre. Cassani escribe:
"Aquí es bien notar que esta YOZ Ayrico en su lengua significa montaña
grande y a todos los indios que vfrían en montañas altas y grandes, los lla·
maban los españoles Ayricos y así se llamaron los Achaguas ... Y así se lla.
maron éstos, que para mayor claridad se les dio el nombre de los Ayricos de
( 4) .-Rivero: 1883. 27, 29, 136, 325, >27, 328.
81
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Macaguane. . . A cuatro leguas de Pauto se eligió y se demarcó sitio para
la nueva ideada población que se llamó S. Javier de los Ayricos de Macaguane ... " Sobre la exacta ubicación de este otro Ayrico explica Rivero:
"El famoso río Sarare. . . pierde el primer nombre de Chitagá y empieza a
llamarse Apure, Cuiloto y S:irare, según los sitios por donde pas:i. Por la
otra banda que mira al Norte baja el Urib:ín. . . Incorporándose los dos,
forman un triángulo, dentro del cual se oculta la nación Betoye ... " Estos fueron descubiertos en 1703 por Antonio Calaima y desde entonces se
les llamó Airicos, tanto al grupo que llevaba propiamente ese nombre como
a otros que indudablemente les eran afines lingüísticamente, como los Agualos, Guaracapones, Citujas y algunos más. Al referirse a este Airico de Macaguane, Gumilla habla de "Jirajaras, Ayricos y Betoyes", para distinguir a
los últimos de aquellos que vivían en la misma región, pero en quienes veía
alguna diferencia con ellos. Rivero, por lo general, se expresó de los pueblos de Macaguane considerando sólo dos divisiones: Jirajaras y Airicos. (5)
Todo lo anterior deja muy claramente expresado que existieron dos regiones a las cuales se les dio el nombre de Airico: una habitada por Achaguas y otra por Betoyes y Jirajaras. Aquella quedaba situada en las regiones
del Gu:iviare, mientras la segunda, el Airico de Macaguane, ocupaba el territorio mesopotámico del Uribante y el Sacare. En cuanto al gentilicio Airico, fue empleado para los Betoyes y sus parientes lingüísticos de la zona o
solamente para éstos, cuando se designaba a los Betoyes con su propio nom·
bre. Conviene advertir que Hernández de Alba, en el Handbook of South
American Indians no sólo omitió el nombre de Airico en relación con los
Achaguas, sino que confundió el habitat de los Betoyes, a quienes describe,
pues los hace residir en el Airico "limitado por el Guayabero y el río Guaviare", cuando en esta zona habitaron los Achaguas. Los Betoyes a quienes
se refiere etnográficamente, son Jos ubicados por las descripciones de las
fuentes en las regiones del Sacare.
Aunque nuestro propósito principal en este escrito es mostrar las asociaciones de aquc!Jos pueblos que mencionamos al comienzo, ha resultado
indispensable la ubicación de estas dos regiones, confundidas por aquel au( 5) -Cassani: 17.fl, 106, 214, 227. Gumilla: 1791; I, 201-2, Rivero: 1883,
113, 339, 340, 342, 345.
82
EL AIRICO
tor. La difusión, tan extensa, del Ha11dbook of So11th American lndians,
requiere la enmienda de errores originados en un análisis incompleto de las
fuentes históricas.
Como segundo punto, debemos referirnos ahora al parentesco lingüís·
tico entre Betoyes y Jirajaras, para mostrar luego las relaciones que encon·
tramos entre éstos y los Achagua:. y Caquc.tíos. Una célebre cita de Gumilla,
utilizada por diversos autores, ha s1Jo empleada para demostrar el parentesco de las lenguas Betoye y Jirajara: "De la lengua Betoya y Jirajara -escribe Gumilla- que aunque ésta gasta pocas erres r aquellas dc:r..asiadas,
ambas quie~en ser matrices, se derh·an las lenguas situfa, ayrica, luculia, jabué, arauca, quiligay, anabali, lolaca y atabaca, etc." Oramas, quien dedujo
diversas conclusiones en trabajos realizados sobre comparaciones de léxico escribió: "La escasa cantidad de pll.1b~as bdoycs en los dialectos que e~tudia­
mos no comprueban Ja pretendida concordancia con el Jirajara", y entiende
que ha sido mal interpretada la cita de Gumilla, en la cual podría entc.oderse
que se refería a dos lenguas matrices y no a una sola. Es preciso notar que
casi todos los estudios de Oramas sobre lingüística han sido exdusivamente
lexicográficos, lo cual limita mucho la confianza que pueda colocarse sobre
sus conclusiones. En el caso presente; creemos que quienes han visto en la
cita de Gumilla la afirmación de un parentesco que él había distinguido,
tienen razón. En el propio autor pueden encontrarse numerosas COJllparaciones. Al referirse a esa región que los misioneros llamaron Airico de Macaguane, escribe: "La nación Jirajarn, Ayrico y las dem:í.s que se reducen a ellas
(por tener el mismo lenguaje, aunque variado el dialecto) usaban ... "
Existe, adem.ís, el caso de Antonio Calaimi, descubridor de los Betoyes del
Sarare. Cassani cuenta el episodio así: "Por el año de 1701, salió o fugitivo
o peregrino de su pueblo de Tame, un indio Jirajara de nación, llamado Antonio Calaimi, hasta la ciudad de Pedraza. Aquí oyó a unos indios forasteros
que hablaban una lengua que le pareció que era la Jirajara, que él había ma·
mado. . . Le explicaron que habían venido desgaritados desde sus tierras
de Betoyes, cuya lengua era mu}' parienta de la sup Jirajara ... " füte encuentro casual dio origen a la entrada de Calaimi en los Beto}'es, adonde le
acompañaron posteriormente los misioneros, ya que podía entenderse per·
fectamente con los habitantes del Airico de Macaguane. Omitiremos aquí
el señalamiento por Gumilla de muchas palabras indígenas, que escribe, comunes a los Jirajaras y Betoyes.
83
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Julio Febres Cordero, después de un examen de los vocabularios Jirajar.1'i, lle~/» en 19·16, a la s:¿;u:ente conclu:am: "El grupo Jirarua n•, se nos
ofreció rnmo si estuviese formado por un solo dialecto; antes por el contrario, aparece m.ís bien como inter,rado por virios y podemos presumir con certeza la existencia de dos: uno al Norte (Falcón, Lara, Cojedes, Yaracuy y
Car.1bobo) y otro al Sur (Harinas); el primero afín del Chilx.h1 y el otro
reladonado con el mismo Chibcha por los grupos Betoy y Tunebo ... " Sea,
o no cierto el tipo de relación señalado para los dos grupos de Jirajaras que
dis::ngue Febres Cordero, su examen confirmaba el parentesco JirajaraBetoy, que nos parece indudable por las diYersas razones apuntadas, entre
las cuales sin duda resulta concluyente el viaje de Calaimi, de habla Jirajara, a los Betoyes, relatado por los misioneros de Casanare. ( 6)
Diversos autores han notado la relación entre los Jirajaras y los Caquetíos. Jahn se refirió a la posibilidad de que la región del río Caquetá, en
Colombia, hubiese sido el habitat original de los Caquetíos y recuerda que
para algunos autores, como Uricocchea, resulta indudable, desde el punto
de \'ÍSta de la antropología füi.:a, que gentes del tipo Caquetío prC(.dieron
en las altiplanicies andinas a los Chibchas.
Tulio Febres Cordero había escrito, antes de Jahn: "Sorprende \'Cr que
Caquetíos y Jirajaras aparecen como vecinos y aliados en Coro, Barquisimeto, los Andes, en el Sarare y el Apure, y que los primeros llegaron hasta
Tunjuelo, cerca de Bogotá. Caquetíos y Jirajaras suben por el flanco meridional de la Cordillera venezolana hasta las más altas cumbres, entrando
por los ,·alles de sus principales ríos en Trujillo, Mérida y Táchira. Y aun
(6) .-Cassani 1741, 231, 212, 24~. 2n. Febres Cordero 1946, 101. Gumilla:
1791; I, 267-8. Oramas: 1916, 12. Resulta útil advertir aquí que en aquel amplísimo
territorio denominado Airico, donde habitaban especialmente pueblos Achaguas, los
hubo, sin duda, pero en grupos C$<;ólSOS, de otras filiaciones. Gdii (III. 107) señala
uno de Caribes, denominados C4m•nfri o Ci'1iínní, al que llama "Caribe del Airico" .
.Menciona, ademis, un grupo Bctore, que desde luego podría tener relación con los
del Airico de Macaguane, pero cuya filiación exacta hacía dudar al misionero. (Gilii:
III, 106·7). Alcedo y Herrera, en su artículo Atriros, se rdicre, no a los Achaguas,
sino a los Betoyes. Dice: Airicos. Nación de indios que habita en los llanos de Casanare y Meta, del Nuevo Reino de Granada, al Levante de las montañas de Bogotá, en
las inmediaciones del río Ele. Es numerosa y temida de todas l.is demh por su valor y destreza en el manejo de las armas. Tiene el mismo nombre, con la advocación
de S. Francisco Xavier un pueblo de las Misiones que tenían ali! los Regulares de la
extin¡;uida Compañí:t, fundado el año 1602 por c:l P. Antonio de Monteverde, con
al¡;unos de estos indios, que redujo a la fe católica". Sobre los .Anibalis informaba:
"Nación bárbara de indios, descendientes de los 13etoyes, en los Llanos de Casanare y
Meta .....
84
EL AlRICO
en los mismos días de la Conquista, los belicosos Jirajaras, dominadores de
Capacho, repelen en una batalla a los Quiriquires, procedentes de la Laguna de Maracaibo, según la tradición recogida por D. Manuel M. Villet".
Además, añadió observaciones sobre toponímicos, así: "Las voces geográficas ari, bari, guari, sari, tari, y yari, que parecen ser diversas formas de la
primitiva voz quechua huari, que expresa la idea de población o colonia
agrícola, aparece profusamente antepuesta o pospuesta en los nombres territoriales de Venezuela, dondequiera que se fundaron los Caquetíos y Jirajaras así en los llanos como en las serranías. El propio nombre de Caquetía
se descubre repetido en los Andes: Caquetá, Chacantá, Mocaquetá, en Mérida; en La Grita, Caquetría (la combinación tr no es indígena, por lo que
debe entenderse Caquetía). ¿No serán del mismo origen Maiquetía y Catia?"
De sus propias observaciones obtenía Febres Cordero la ide1 de que
tanto los Caquetíos como los Jirajaras podrían haber tenido su origen "En
los Andes de Pasto, en la parte superior de la gran hoya amazónica, acaso en
las fuentes del Caquetá y del Putumayo ... " No había duda· para él de que
en el tiempo de la Conquista, las poblaciones dominantes en las alturas de
Mé~ida y Táchira, eran de filiación Jirajara y Caquetía (7).
El mismo autor tal vez se ¡nclinaba a la idea de que en tiempos antiguos hubiese existido una capa de pueblos Jirajaras muy extendida en Venezuela, pues opinaba: "El nombre Aricagua o Acarigua, de origen Jirajara,
que en Mérida lo lleva un río y una extensa comarca hacia el Sur, lo hallaron en Barquisimeto los conquistadores, según fray Pedro Simón, y exi~te aún
más allá, en la serranía de La Guaira, en uno de los ríos que van al mar.
El mismo nombre Arícagua lo había en las riberas del Meta y ... en dos sitios más: uno al Norte de Carenero y otro al lado del Puerto Cristóbal Colón ... " La verdad es que esta distribución podría hacer pensar más bien en
que el nombre Aricagua no fue de origen Jirajara. Tal vez provendría de
pueblos arawacos. Si la etimología respondiese a una estructura chibcha,
quedaría presente el problema de la relación entre pueblos de esta filiación
y otros de lengua arawaca. Jahn pensó que una corriente Betoi-Jirajara, de
origen chibcha, habría llegado desde los Andes colombianos hasta las alturas de Capacho, en el Táchira, mientras que por el Sur habrían ascendido
hacia la Cordillera antiguos pueblos arawacos, procedentes del Sur. Anto(7) .-Jahn: 1927, 209, 214, 215, 300. Febres Cordero: 1921, 28, 29, 37, 39.
Antolínez: 1946. 84.
85
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
línez, en cambio, basado en la gran extensión que los Arawacos parecen haber ocupado en Vene;ueh, ha pem.,do que los J1rajaras y los Timoto-Cuicas,
se habrían sobrepuesto, en los Andes, a una antigua capa arawaca. (8)
Tanto la e~tratígrafía .. r·-iueológica hasta ahora conocida, como lo que
podríamos denominar la "estratigrafía etnográfica", nos permiten trazar
para el territ• rio venczolan • a g: ndes rasgos, Ja siguiente sucesión de pobladores: Una capa. muy antigua., wnstituida por recolectores y pescJdores,
de b ,·ual hJn qued.1do sól·, vest'.gios arqueológicos, representados por concheros, en b:. regiones de la Costa. Una segunda, representada en el momento de la Conquista por los pueblos recolectores, cazadores y pescadores
especializados en la m:olet_, 1 'n d~ 1 morirhe, extendida desde los llanos occidenta.les hasta las bocas dc.l Orinoco, al Norte de este río. De ella ha quedado hasta hoy como reprc -.cntante el grupo de los Guaraúnos (Warrau).
Una tercera invasión de pobladores, que se e>..icndió por Ja mayor parte del
territorio vencwlano fue 1.i de los Arawacos. Estos fueron desplazados en
muchos sitios, después de un tiempo presumiblemente bastante prolongado,
por nuevos invasores, Caribes. Aparte esas grandes capas de población, entrarían en épocas diversas otros pueblos, como los Ayamanes, los Gayones y
los Jirajaras, en el O,:ddente, y los Otomacos y otros de la región orinoquense. ¿Llegaron pueblos de fifü.ción lingüística chibcha junto con otros de habla arawaca? ¿O se sobrepu~:eron los de habla chibcha a antiguos habitantes arawacos, como parece h.iber ocurrido en Ja región occidental, con los
Timoto-Cuicas?
Julio Febres Cordero h:i pensado que el movimiento de la población
Jirajara podría resumirse a~í · "Es de suponer que la población Jirajara, en su
deslizamiento hacia el centro de la República dividiera en dos a los grupos
Caquctíos, pero cuando éstos iniciaron su renacimiento cultural y político con
la ap::.rición del jefe s.icerd,>te Manaurc, ganaron pacte del territorio antes
perdido en manos de los Jirajaras, restableciéndose así la comunicación entre
los iadios de Coro y sus herm.10os de los Llanos, por lo cual se encontraron
divididos en varios núcleos los antes compactos Ji rajaras". La distribu::ión de
éstos podría hacer pt:nsar en episodios como los resumidos por Febres Cor(8) .-Febres Cordero: 1921, 39. Sobre la extensión de los Achaguas escribla
el padre Rivero: "La nación Achagua ha sido de las m.ís numerosas y dóciles de cuantas pueblan esas comarcas. Empciaba a extenderse esta nación desde muy cerca de Barin1s hasta S. Juan de los llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que se les haya
descubierto términos hasta ahora ... "
86
EL AIRICO
clero, pero en realidad no hay datos arqueológicos que muestren una decadencia y un renacimiento caquetío, ni que indiquen una continuidad Jirajara en
algún momento. Además, la verdad es que los grupos Caquetíos del Sur,
en la región del Apure, aparecen menos desarrollados que los de las zonas
de Coro, diferencia que podría tener muchos significados y no simpl~mente
el de que hubiesen sido separados por una invasión Jirajara. La arqueología
deberá decirnos si en realidad hubo una capa continua de éstos, alguna vez,
en el Occidente y si, caso de haber sido así, se trató de una invasión sobre
Caquetíos.
Julio C. Salas pensó que los Achaguas, culturalmente, habían sido afines de los Chibchas. "Parece que los Chibchas --escribía- no hayan tenido otros representantes en Venezuela que los Achaguas en el Apure; se nota
entre unos y otros cierta igualdad de costumbres y religión, con un tipo étnico semejante ... " Las semejanzas culturales entre unos y otros nos presentan, aparte de la asociación geográfica de los Caquetíos y Jirajaras, la pregunta de las relaciones que en cierto momento existían entre pueblos de filiación lingüística chibcha y los Arawacos. En realidad éstos aparecen relaciona~:los con muchos otros pueblos, en los territorios de Colombia y Venezuela:
con los Caribes en el Orinoco y en la Costa Occidental venezolana; con los
Salivas, de filiación lingüística l!-islada, en el Airico; con recolectores, cazadores y pescadores, en los Llanos. Ello podría explicarse con e1 pensamiento,
que muchos autores comparten, sobre la base de conocimientos arqueológicos, de que los Achaguas y Caquetíos hubiesen sido en el momento del descubrimiento, representantes de la antigua capa arawaca que parece haber cubierto gran parte del territorio sudamericano en forma continua, en alguna
época todavía no bien fijada.
Sobre la extensión de los Achaguas escribía Rivero: "La nación Achagua ha sido de las más numerosas y dóciles de cuantas pueblan esas comarcas. . . Empezaba a extenderse esta nación desde muy cerca de Barinas hasta
S. Juan de los Llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que se les haya descubierto término hasta ahora. Es verdad que hay algunas interpolaciones en
el gentío, ya por la vecindad de otras naciones, ya por lo inhabitable de las
tierras por ser estériles. Desde el puerto de S. Salvador de Casanare iba una
gran manga de estas gentes, con poblaciones hasta el Ariporo y hasta las orillas del Meta ... " Hernández de Alba, en su trabajo citado, cree que aquellos datos no eran exactos: "Rivero --escribe- aparentemente exageraba su
87
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
extensión, asignándoles un habitat que se extendía desde cerca de Bacinas,
al sureste del Lago de Maracaibo, hasta la ahora abandonada ciudad de S.
Juan de los Llanos, al oriente de Bogotá, en Colombia". Lo cierto es que
los datos de Rivero se confirman con otras fuentes y, lejos de exagerar, se
queda corto. Diversos autores están de acuerdo en considerar que había representantes de los Achaguas, conocidos con el nombre de Axaguas o Ajaguas, mucho más al Oriente. Jahn expresa: "Afines de los Caquetíos, y
como estos pertenecientes a la gran familia aruaca, eran los indios Xaguas,
Ajaguas o Achaguas, que poblaban las sabanas de Carora hasta Pedregal en el
Estado Falcón, colindando por el Este y Norte con los Gayones, Jirajaras y
Caquetíos y que se extendían al Oeste hasta la sierra de Ciruma o Empalado, donde vivía otro grupo de Jirajaras. Estos Xaguas son idénticos a los
Achaguas de la región de Casanare, de los cuales tan extensamente informa
el padre Rivero ... " Para Salas, los Achaguas "vivían entre los ríos Apure,
Meta, Orinoco y algunos afluentes del segundo. Además, poblaban gran parte de los Llanos de Venezuela y de Colombia; el núcleo principal estaba situado entre el río Uribante y el Arauca, pero también dominaban los territorios que bañan los ríos Ele, Sinaruco, Casanare y otros, como el Nula y el
Sarare ... " Como es sabido, el p1dre Carvajal menciona grupos de. Aj aguas
sobre el Apure, hallados por la expedición de Miguel de Ochogavia, y el límite oriental se encontraba en realidad hacia el Lago de Valencia. Marcano
escribe: "Las tribus que habitaban las orillas del Lago son las más desconocidas: allí se coloca a los Araguas y los Tacariguas, al Norte; al Oeste los
Ajaguas; al Sur los Mucarios y Meregotos ... "
Tolosa contaba de los Ajaguas cercanos a Carora: "Junto a estas ~abanas,
en unos montes, hay cierta cantidad de indios Axaguas; es gente que come
carne humana. . . Pelean con arcos y flechas y macanas; no tienen pueblos
poblados ... " En realidad en las menciones, desgraciadamente muy breves,
sobre estos Achaguas norteños, se les menciona como de una cultura inferior
a los del Sur. Es como si ocurriese un fenómeno inverso al de los Caquetíos.
Entre éstos, son los de la costa de Falcón los de más alta cultura. Entre los
Achaguas, en cambio, encontramos mayor desarrollo en el Airico.
Una cita de Febres Cordero puede servirnos como resumen de las relaciones geográficas entre Caquetíos, Achaguas y Jirajaras: "Los Caquetíos, establecidos en el Guaviare, el Ariari, el Meta, el Apure y parte de los J..lanos,
contaban 23 poblaciones y más de 40.000 habitantes, según Restrepo Tirado.
88
EL AIRICO
Los Jirajaras, según este mismo autor, tenían pueblos a orillas del Guaviare
y el Orinoco ... " Como hemos visto, los Achaguas aparecen también en
aquellas regiones. (9)
Resumamos lo expuesto así: Pueblos de filiación Chibcha -Jirajaras
y Betoyes- aparecen geográficamente relacionados en territorios de Venezuela y Colombia, desde el Guaviare hasta la costa de Falcón, con otros
de filiación Arawaca -Achaguas y Caquetíos-. Como algunos autores han
notado rasgos chibchas entre los Achaguas podría pensarse en una antigua
asociación. No aparecen homogéneamente desarrollados los Caquetíos y los
Achaguas. Aparte las diferencias entre ellos existentes, los Caquetíos presentan en realidad dos grupos: los más adelantados, en las costas de Coro y
otros, de escasa agricultura, al Sur. Por. su parte, los Achaguas parecen disminuir en importancia cultural a medida que sus grupos se alejan del Airico
hacia el Norte. Ignoramos cómo se extenderían los pueblos Jirajaras sobre el
territorio Yenezolano. Sus relaciones con Achaguas y Caquetíos en el siglo
XVI podrían significar un largo período de vecindad, o simplemente una
superposición sobre pueblos pacíficos como eran éstos. No sería imposible
que se hubiesen producido en algún momento migraciones conjuntas de grupos de.filiación chibcha junto con otros de tipo lingüístico arawaco.
Comparaciones detenidas entre los pueblos nombrados y con otros de las
áreas Circumcaribe y Andina y exploraciones arqueológicas deteni~as en el
occidente y sur de Venezuela, así ·como en el oriente de Colombia, podrán
informarnos sobre los problemas aquí planteados.
(9) .-Carvajal: 1648, 169, 221. Febres Cordero: 1921, 37. Febres Cordero:
1946, 9. Jahn: 1927, 223. Marcano: 1889, 3. Salas: 1908, 12, 132. Simón: 1882; 1,
178. Tolosa: 1950.
89
•
RASGOS CULTURALES
MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
A11tosacrificio de sangre.
En nuestro trabajo: Tlacaxipe11aliztli: Un Complejo Mesoamericano
enll'e los Caribes, hemos señalado un conjunto de prácticas relacionadas,
presentes entre los Caribes, al cual dimos el nombre de la fil!sta en la cual
los Aztecas desollaban hombres, Tlacaxipcualiztli, pues encontramos un
conjunto de caracteres que iban desde Norteamérica hasta el Chaco. Deseamos ahora señalar algunos rasgos culturales que han sido señalados como
exclusivos de Mesoamérica y que, sin embargo, se encuentran en la región
del Orinoco. (1)
De acuerdo con la clasificación por regiones realizada por el Handbook
of South !fmeric1111 lndia11s, deberíamos tal vez referirnos a "rasgos culturales mesoamericanos en la zona Circumcaribe", pero hemos preferido aludir
sólo al Orinoco pues deseamos limitar aquí nuestras observaciones a la porción del territorio Circumcaribe correspondiente a Venezuela. Además, varios de los caracteres que señalamos aquí corresponden verdaderamente a
las inmediaciones del gran río.
En su trabajo "Mesoamérica", señalaba Paul Kirchhoff como exclusivas de Mesoamérica "ciertas formas de autosacrificio (sacarse sangre de la
lengua, orejas, piernas, órganos sexuales)" y Julien H. Steward, al referirse
a la influencia mexicana en América Central, establece que muchos caracteres de México parecen haber llegado en fechas relativamente recientes a la región centroamericana, con las migraciones de tribus nahuatlatas. "Sns elementos -escribe- tales como traspaso de la lengua, trabajo de jade. . . y
el juego del volador, tienen una distribución limitada en Centro América y
no alcanzaron América del Sur". Podemos demostrar, sin embargo, que el
sacarse de la lengua sangre, traspasándola, y de otras partes del cuerpo, no
fue exclusivo de Mesoamérica, pues encontramos tal carácter cultural en el
Orinoco. Entendemos que la omisión de Kirchhoff, al señalar tal rasgo como
(1) .-Acosta Saignes: 1950, b.
93
ESTUDIOS DE ETNOLOGL\ ANTIGUA DE VENEZUELA
exclusivo de Mesoamérica, se debe a que el esfuerzo principal de su trabajo consistió en señalar precisamente los límites del área cultural mesoamericana. En rcJ.lidad las comparaci< ·nes con otras zonas no tenían por qué alcanzar un extremo exhaustivo. Y en cuanto a Steward, se apoyó en Jos datos suministrados por quienes tuvieron a su cargo el estudio de las diversas
áreas, para presentar un resumen de los resultados alcanzados por otros en
el estudio directo de las fuentes Cuando algunas de éstas se omitieron, el
trabajo de Steward no podfa suplir las faltas. ( 2)
Recordemos lo que al1>1Unos autores nos dicen de la zona mesoamericana
sobre los sacrificios de sangre. Motolinía, al explicar la fiesta de Panquetzaliztli, expresaba: "En este día, como Pascua o fiesta mis principal, se hadan
muchos samficios de sangre, así de las orejas como de la lengua, que esto
era muy común; otros se sacrificaban de los brazos y de los ped1os y de
otras partes del cuerpo. . En cada pro,incia había su costumbre: unos de
los brazos, otros de los pechos, que en esto de las señales se conocía de
qué provincia eran ... " Diego de Landa nos informa respec.to de Yucatin,
"que hacían sacrificios con su propia sangre, cortándose unas veces la~ ore·
jas a la redonda por pedazos, y así las dejaban por señal. Otras véces se aguiereaban las mejillas, otras el labio de abajo; otras se sajaban parte de sus
cuerpos; otras se agujereaban las lenguas de soslayo, por los lados, y pasaban por los agujeros unas pajas con grandísimo dolor". De Nicaragua nos
cuenta Gómara: '"Da una palmada el perlado y sángranse todos; estos de Ja
lengua, aquellos de las orejas. . . Cada uno de donde nús devoción tiene ... " (3)
Fernández de Oviedo, sin precisar la región, escribía en el Sumario:
"Asimismo he notado que Jos indios, cuando conocen que les sobra sangre,
se sajan por las pantorrillas y en los brazos, de los codos hacia las manos,
en lo que es más ancho encima de las muñecas, con unos pedernales muy
delgados que ellos tienen para esto, y algunas veces con unos colmillos de
víboras muy delgados o con unas cañuela~" ( 4). El Cronista de Indias presumiblemente realizaría esas observaciones en Panamá.
Ya en la región del Orinoco, veamos a Rivero: ''El indio que no tiene
rajadas las piernas -escribía- en forma general, con Ja sierra de un
(2) .-Steward: 1948, b. 10. Kirchhoff: 1943.
(3) .-Motolinía: 1941, 43. Landa: 1938, 121 Góma.ra: 1932; II, 221.
(4) . -Fern.indez de Oviedo: 19~0.
94
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
pescado llamado raya, no se atreve a pescar; el que no tiene señalado el brazo derecho con hueso de puerco de monte, no cazará puercos de monte (aunque lo maten), para que no le suceda alguna fatalidad; el que no tiene sajado el brazo izquierdo con Ja canilla de algún pájaro, no caza, porque le parece imposible el acertarle; quien no tiene el cuerpo hecho una criba de cicatrices de heridas voluntarias no es valiente; ni Ja india es buena trabajadora sin estas marcas y el que no se raya toda Ja espalda con espinas agudas, es
un gran perezoso. . . por andar huyendo de la muerte y de las almas de Ja
otra vida ... " Caulín, de la Costa Caribe, explicaba que "en sintiendo algunos (especialmente Jos montaraces o recién poblados), abundancia de
sangre, o dolor de cabeza, se suelen sajar los brazos y de otras partes del
cuerpo ... " y Gilii, cronista siempre sistemático, nos dice que según los Piaches, tres eran los métodos recomendables para que los indios recobrasen la
salud: el baño, la emisión de sangre y el ayuno. Explica después que casi
todos los orinoquenses se sangraban en la pierna, el brazo o el pecho. (5)
Veamos ahora el sacrificio de sansre traspasándose la lei;igua. Castellanos lo refiere de los Caquetíos:
"En un pueblo de gente caquetía
El cacique volvió desde a buen rato.
El dicho Fcdrimán lo halagaba.
Ciertos polvos tomaba por momentos.
Y ansí mismo bebió cierto brebaje;
Hizo luego de indios llamamientos,
Da flechas al ejército salva¡e,
Que las lenguas (de bien hablar desnudas)
Se traspasan con puntas agudas. . ··
Bueno dice de los Otomacos: "En los partos de las mujeres se pasan
la lengua los maridos con una puya de raya y escupen la sangre a la criatura y, no estando el marido en casa, lo practica la mujer ... " Eran precisamente los Otomacos quienes practicaban más asiduamente los sacrificios de sangre: para los partos, para dedicarse al trabajo, para entrar en guerra, para
jugar a Ja pelota y en general en toda ocasión en que la comunidad realizase
algún esfuerzo especial que hubiese de ser propiciado con ritos de indudable vaJor. Bueno escribe en su diario: "Hoy 28 tuvieron estos indios un
juego de pelota, desafiados con los Otomacos de Cunaviche: duró desde la
(5) .-Caulín: 1935, 238. Gilii: 1782, II, 96. Rivero: 1885, ;48.
95
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
mañana hasta metido el sol. Se sangraban repetidas veces, ya en las muñecas, brazos, codos y piernas, con una puya de raya, atravesando la carne
con ella y mayormente la lengua, con cuyo derramamiento ungían todo el
cuerpo ... (6)
También otros pueblos cercanos a los Otomacos practicaban el "sacrificio de S3ngre". "Los Yaruros --escribe el padre Bueno- son del m1)mo color y horribilidad que los Otomacos: viven revueltos; gastan el mismo vestuario, ñopo y sacrificio de lengua cruento para sus hijos, y más tenaces para existir en las playas ... " (7)
El i\fotep11lizo
Porción singular del complejo del autosaaificio de sangre era el rito denominado entre los Aztecas de Motepulizo. En la página XXX del Códice
Borbónico aparecen ciertos penitentes que, según la interpretación de Paso y
Troncoso, acababan de realizar el Motepul1zo. Desde Tenochtitlán podemos
seguirlo, en la descripción de \'ariados autores, hasta las regiones del Orinoco. Motolinía nos cuenta de b Mixteca: ''En Tehuac.ín, Teutlitin y en
Cozcatlán. . . Los Tlamacazques, o papas mancebos, hacían una cosa de
las extrañas y crueles del mundo: que cortaban y hendían entre cuero y carne, y hacían tan grande abertura que pasaban por allí una soga tan gruesa
como el brazo por la muñeca y en largor según la de\'oción del penitente;
unas eran de diez brazas, otras de quince y otras de veinte ... Estos que hacían esta locura y desatinado sacrificio eran mancebos por casar y no era maravilla que desmayasen, pues se sabe que la circuncisión es el mayor dolor
que puede haber en el mundo ... " Landa lo anota en Yucatán: "Otras veces hacían un sucio y penoso sacrificio, juntándose en el templo los que lo
hacían y puestos en rengla se hacían sendos agujeros en los miembros viriles, al soslayo, por el lado, y hechos pasaban la mayor cantidad de hilo que
podían, quedando así todos ensartados ... " De Nicaragua nos suministran
información Fernindcz de Oviedo y Gómara. Aquel decía: "Se sa..:rifican
y sajan con unas navajuelas de pedernal agudas las lenguas y orejas y el
miembro o verga generativa . . e hinchen de sangre aquel maíz y después
rep.írtenlo de manera que alcance a todos, por poco que les quepa, y c6menlo por cosa muy bendita ... " Y Gómara cuenta: "Da una palmada al
(6) .-Castellanos: 1850, 200. Bueno:
(7) -Bueno: 1933, 73.
96
193~.
73, 140. Gilii: 1782; JI, 96.
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
perlado y sángranse todos; estos de la lengua, aquellos de las orejas, los
otros del miembro ... " Pero no concluyen allí las versiones de los cronistas.
Pedro Mártir oyó hablar a sus informantes de la región de Dabaiba, de donde informaba, en sus Décadas: "Los jóvenes. . . con una espina aguda de
un pescado que en español y en latín se llama raya y en griego biti~, se taladran por medio el miembro \'iril y agitándose con saltos y danzas rocían el
pavimento del palacio con la sangre que les chorrea ... " De los Guaimíes
sabemos: "Agujéranse el capullo de su miembro viril con una espina de pescado, guardada para este efecto, y por allí, con una cuerda de algodón tan
gruesa como medio dedo, se ensartan todos, amarrando los extremos con dos
palos que lle"an el primero y último de la danza, y cantando con grandes
meneos, visajes y movimientos con que el cordel corre a una y otra parte,
se desangran y las mujeres, desnudas, entre los ensartados, en unas pequeñas bateas recogen la sangre, y pasándola otra mayor, con unas cuentecitas
y otras cosas que ellos estiman, la ponen sobre un palo en el lugar y sitio
donde cayó el rayo, hasta que el tiempo la consume y con este sacrificio piensan quedó aplacado el dios español ... " Después de esas informaciones que
nos dan los pasos sucesivos de la extensión del Motepulizo, lo encontramos
a o~illas del Apure. Pero lo sorprendente es que allí, según la información
del padre Carvajal, se practicaba por indios Guamonteyes. Estos era11 recolectores y pescadores de los Llanos de Venezuela, pero tal gentilicio se aplicaba a gentes de diferente filiación, por lo cual en realidad, la· preciosa información del fraile no puede quedar bien situada en cuanto al pueblo que
practicaba el rito. Este resulta tanto más interesante cuanto que si en los pá·
rrafos transcritos hemos encontrado unas veces el sacrificio practicado con una
púa de raya y otras con una cuerda, ahora hallamos las dos formas unidas.
Carvajal cuenta de un jefe de Guamonteyes que cayó enfermo: "Lo que con
el cacique hicieron fue ponerle una guirnalda de yerbas diferentes en la
cabeza. . . y a esto se siguió que el santero, piache, mohán o médico ... fue
a su rancho y trajo otra guirnalda de yerbas ya marchitas y en la cual estaba
clavada una puya que las rayas crían en el extremo de su cauda, de poco
menos de un jeme, y a ésta estaba asido un torzal o cordón de hilo de algodón ... y asiendo de la puya dicha, reducida a una aguja ... sus partes
verendas, le atra\'eSÓ de una parte a otra, corriendo el torzal dicho por la rotura que había hecho. . . Recogió al instante el prepucio y lo amarró con
otra cabuya o cordón que el mismo indio traía y se fue haciendo una muy
crecida bolsa de sangre que salía de la herida dividiendo una pierna y
97
F.STUDIOS DE ETNOlOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
otra suya y abrazando con ellas al enfermo que estaba recumbente y de espaldas, cortó el hilo de su prepucio y llenó de cuajarones de sangre suya pechos y estómlgo del enfermo, y bajándose Je hizo una fucación por el cuerpo todo, hablando en el idioml suro . . Luego le comenzó a babear el
cuerpo todo y a rociarlo con otras yerbas ... " ( 8)
El j11ego de pelota
n autoslcrificio de sangre aparece entre los Otomacos estrechamente
unido al juego de pelota. Los Otomacos utilizaban una pelota de caucho y
las caracterí~ticas del jue¡;o han recordado siempre a los autores más el estilo de Mesoaménca que el de las tribus sudamericanas. Los propios misioneros hacían ya comparaciones con los Acaxees.
Gumilla explica así Jos autosacnficios de sangre durante el iuego: "En
empezando a subir }" a calentar el sol, empiez.l también Ja carnicería. Tienen
sus puntas afiladas, con las cuales se sajan los muslos, las piernas y los brazos. tan bronca y cruelmente que causa horror . . Sin apartar un momento
la 'isl.1 de la pelota, que 'a y ,¡ene, se sajan ciegamente, sin reparar ni en
lo mucho ni en lo poco. Corre la sangre por el suelo como si fuera sangre
ajena, sin du~ por entendido~ de ella y, cuando les parece que ya basta,
se arroian al río }' se les estanca la sangre, y. sí porfía en salir, tapan las
cisuras con arena . ..
No describiremos el juego de pelota de los Otomacos, sobre el cual han
escrito tantos autores. Recordaremos solamente que según Stern es probable
que el parentesco de esa diYersión ritual se encuentre en América Central,
(!1) -Motolinía: 1911, )8. unda: 1938, 12·f Gómara: 1932; JI, 221. Mártir:
1914, )62. Rda,·1ones Históricas y Gco~ráfia.s de Amfrica Central'. 1908, 89. Carvajal:
1892,
1. No podemos deiar de mencionar que según Carvajal los "Guamonteyes" ,
para t·xpresar 'u contento con los españoles, decían "que estaban ya buenos sus corazones con los blancos" Se trata de la misma expresión que los Mayas han usado para s~ludar. ~e lue~o. no qu~eml's ni siquiera sugerir la presencia de un rasgo
maya m los Llanos. Simplemente mostramos la extraordmaria coincidencia. Debemos
también recordar aquí que los Salivas acostumbraban Ja circuncisión, ceremonia sin duda c111p:irentaJ1 con la de la curación descrita Loeb ( 1923, 12) indica que se encon·
traN umbiin la circuncisión entre los Caribes y advierte su parentesco con el sacrifi·
cío humano. Cree que amba~ manifestaciones llegaron a los Caribes desde América Cen·
tral. Sobre las \Írtudes de la sangre. piensa que la creencia vino también de M~xico
:il Orinoco ( J.oeb: 192>. n). Sobre la circuncisión entre los Salivas escnbe Gum1lla: "Los Salivas . • . al octavo día circuncidab:in a sus párvulos sin exceptuar a las
niñas, no cortando. sino lastimándolos con una san.~rienta transfixión de que sollan
morir al¡;uno~ de uno y oteo sexo . . . "
n
98
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
más bien que al Sur, y que, según Ja idea de Krickeberg, fueron los Arawacos quienes introdujeron y difundieron el juego con pelotas de caucho que
no deben tocarse con las manos y que se devuelven con la cabeza, el hombro, la cadera o el pie. (9)
Tanlo la presencia del sacrificio de sangre como el juego de pelota
y especialmente ambos elementos unidos, junto a otras características de los
Otomacos, hacen pensar en Mesoamérica. Como hemos visto, el autosacrificio sangriento no era exclusivo de ellos en el Orinoco. En cambio, el juego de pelota no se practicaba allí por otros.
La barba. elemento ceremonial.
Como es bien sabido, en Mesoamérica el uso de barba era de significación ceremonial. Bastará recordar que se representaba a Quetzalcoatl como
un personaje barbado. De la región del Orinoco podemos informarnos en
cuanto a tal carácter, por Cassani. "Son lampiños -escribía- todos, sin señal de barba, ni cejas, porque al nacerles, cuando mozos, usan .cierto betún
con que se cargan la cara, que al aire, ayudados del calor natural se seca, y
entonces, arrancando poco a poco aquel betún, se trae los pelos del bello y
de la barba con sus raíces ... " Los Achaguas, según la información de Rivero, usaban para depilarse tenacillas de madera. Otros extirpaban los vellos usando un hilo que se torcía hasta arrancar aquellos de raíz. En la
costa caribe de Venezuela se consideraba como fieras a los españoles, a
causa de la barba. Según la información recogida por Gómara también allí
se usaban pinzas para arrancar los pelos de la barba. Gumilla observaba:
"Les negó naturaleza enteramente las barbas; y ellos, al gusto de no tenerlas,
añaden diligencia de arrancar luego al punto el desventurado pelo que se
atreve a sobresalir en su cara, a excepción de la nación Otomaca. En las
naciones del Orinoco y del Airico, se extiende la persecución hasta la~ cejas,
sin permitir en ellas jamás ni un pelo ... " Como vemos, de nuevo los Otomacos poseen un rasgo singular en la región. Lo compartían con sus vecinos los Guamos. Dice Bueno: "Doy por supuesto que, a excepción de los
Guamos, que se precian de barba larga, y tal cual Otomaco, el resto de todos aquellos gentilismos, no permiten un pelo en su cara ... " Pero no eran
sólo Guamos y Otomacos quienes usaban barba. Caulín nos informa que al
(9) .-Sobre el juego de pelota entre los Otomacos, véase Rosenblat: 1936,
Acerca de la distribución del juego de pelota en .América, consúltese Stern: 1948.
Hay una referencia en Krickeberg: 1946, 224.
28~.
99
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
oeste de la Serranía de Mey y de las cabeceras del río Caura, junto a los
Maquiritares, habitaban los Matos-Matos, "de barba y cerebro artificiosa·
mente prolongado en su tierna infancia". Quienes fuesen estos Matos-Matos,
no lo sabemos. Es posible que tal grupo haya sido conocido por algún otro
gentilicio. Por ahora no podemos identificarlos y la única cita hallada por
nosotros en las fuentes históricas respecto de ellos es la de Caulín. Pero
todavfa encontramos, cerca de Ja desembocadura del Orinoco, en un pueblo que parece haber sido de Arawacos, el uso de la barba como símbolo
de jefatura y de importancia ceremonial. Del pueblo de Aruacay nos dice
Fernindez de Oviedo: "Aruacay, en el que había nueve caciques principales, y uno maror que todos que se llamaba Naricagua, el cual mandaba a
todos y era obedecido, porque era piache o sacerdote mayor. Este solo tenía barbas en la cara entre toda aquella gente ... " ( 1O)
I.!.l pelo embijado
Otro carácter que conocemos de Mesoamérica y el cual aparece entre
los Otomacos, así como entre otros pueblos del Orinoco, es el embijamiento del pelo. De los Cuexteca refería Sahagún: "Los cabellos traía!1los teñidos de diferentes colores, unos de amarillo, otros de colorado, y otros de otros
colores diferentes ... " Humboldt dice: "Los Caribes y Otomacos se pintan solamente la cabeza r los cabellos con chica ... " Bueno pensaba que los Para·
,·ena, Paudacotos, Ynaos, Bius, Ariguas, Quiriquiripas y Guayancomos, habían aprendido de los Caribes a pintarse el pelo con onoto. De los Acha·
guas nos asegura Rivero que "las cabezas de ordinario las tienen teñidas de
encarnado, de suerte que bermejean los cabellos, como si los tiñeran de al·
magrc ... " Según Bueno, los Caribes usaban para teñirse el pelo una mezcla de onoto con manteca de tortuga. "La cabeza traen tan cubierta de esta
pintura, que parece birrete de cardenal ... "
Como hemos ,·isto, los Huaxteca se teñían el pelo. Pero en Guatemala
se practicaba cierto rito que nos conduce hasta pensar tal vez allí se encon( 10). Cassani: 1741, 86. Mártir: 19·1·1, 597. Gómara: 1932; I, 187. las Casas: 1909, 638. Gumilla: 1791; r. 70. 120. Caulín: 1935, 233. Fernández de Oviedo:
1852; II. 220. Torquemada (1943; Il, 48) escribe de Quetzalcóatl: "Dicen de él que
cm hombre blanco, crecido de cuerpo, ancha Ja frente, Jos ojos grandes, los cabellos
largos y negros, la barba grande y redonda ... " Según Gómara, en Cartagcna se encon.
traban al¡;;unos barbados ( 1932; I, 167). Robledo menciona en la Provincia de Arma
"uno viejoso, unas barbas canas, que otro nunca se vió en aquellas provincias ... "
Alcedo, en su Diccionario, informa sobre Jos llamados barbudos: "Nación bárbara
de indios que habitan en los bosques, al S. del río Marañón y al E. del Guallaga ... "
100
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN I:L ORINOCO
trase el origen del teilido. Cuando el padre Cáncer entró en la famosa
"Tierra de Guerra", "el propio Cacique le recibió con el mayor respeto y
veneración y ordenó que se edificase en seguida una iglesia. Contempló con
interés la primera misa que se celebró en ella y se quedó especialmente impresionado por las YeStiJuras }' limpieza deJ fraile, porque SUS sacerdotes
andaban sucísimos, con el pelo Jlcno de sangre pegada, y sus templos eran
unos antros tiznados de negro ... " ¿Originóse acaso en América la costumbre de teñirse el pelo de rojo de algún antiguo rito de embadurnarse el cabello con sangre? De haber sido así, el origen de la ceremonia seguramente
sería la zona centroamericana donde todaYía pudo el padre Cáncer contemplar a los sacerdotes con aquel extraño aderezo. Fernández de Oviedo menciona entre los Caribes una costumbre seguramente emparentada con aquella: cuando apresaban a los Aruacos, "con la gordura o grasa de los tales,
para defensa de la calor dellos se untan los cuerpos y los cabellos, y los
traen tan pendientes como si con miel u otro licor los untasen ... " (11)
El tocado de los g11erreros.
En Mesoamérica los guerreros recibían autorización para lucir ciertos
peinados, o cortarse el pelo de manera determinada, en relación con las hazañas realizadas. Torquemada explica, al referirse a los progresos que podía
realizar un guerrero: "Una de las mayores grandezas a que llegaba, era atarle
el cabello, que era demostración de gran capitán, y éstos se llamaban
Q11achi1in, que era el más honroso nombre que a los capitanes se les daba, y
pocos lo alcanzaban ... " Y Sahagún, respecto de los individuos destinados
por su cuna a recibir educación bélica, escribe: "Cuando eran pequeñuelos,
andaban motilados o tusada la cabeza, y llegando a diez años, dejábanle
crecer una vedija <le cabellos en el cogote, lo cual ellos llamaban moc11expal1it1, a los quince años tenían ya aquella vedija larga, y llamábanlos c11expalrhiracpol, porque aun ninguna cosa notable habían hecho en la guerra; y si
(11) .- Sahagún: !9·16: IJ, 300. Humboldt: 1942; JI!, 355. Bueno: 1933, 61,
62. Rivero: 1883, 193. Hanke: 1949, !99. l'emándcz de Oviedo: 1852; JI, 266. Gilberto Freyre piensa que tanto Jos be:i:otes, como las narigueras y orejeras sirven para
evitar la entrada de malos espíritus. entre Jos primitivos. El mismo sentido tendría
d aderezo del cabello en diversas formas. "De ahí el uso - escribe-- de una especie
de ungüento de que se sirven varias tribus sudamericanas, desde Tierra del Fuego
hasta las Guayanas, para embadurnar el cabello, en general ocre colorado, a veces un
wmo ,·egetal también color de sangre. . . .. Como hemos visto, el uso se extiende
hasta Mesoamérica. En el presente estudio no tomamos en cuenta la extensión de los
rasgos comunes a l\leso:tmérica y el Orinoco, hacia el Sur. Ello será motivo de otro
trabajo.
101
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
en ésta acontecía que él y otro, o él y otros dos, o tres, o más, cauth-aban
a algunos de los enemigos, quitábanle la vedija de los cabellos y aquello era
señal de honra".
Fern.indez de Oviedo explicaba de los habitantes de Nicaragua: "Entrellos el que ha vencido alguna batalla personal de cuerpo a cuerpo a vista
de los ejércitos, 11.tman a este tal tapaligrli; y éste, para señal dest1 armas
opim.ts, trae rapad.i la cabez.i con una corona encima tresquilada ... " Esta
misma corona Ja hallamos entre los Pantágoros, de filiación caribe, en Colombia. "El Capit.ín Salinas -<uenta Aguado- dio en unos pueblos de indios a quien llamaban coronados por causa de que, por una antigua costumbre de sus mayores, usan estos indios cortarse el cabello y los que por
sus personas han hecho alguna cosa de valientes o valentía traen abierta
una corona como ( raile para ser conocidos. Estos se llamaron después Pantigoros .
En b zona del Apure, Cana1al nos dice que la cabellera abundante de Tavacare, jefe al cual describe con gran entusiasmo, se debía al número de indios que había sometido. Desgraciadamente es obscura la filiación de ese cacique. Para el cronista de la expedición de Ochogavia, habría
sido de filiación otomaca. Ese carácter de tipo mesoamericano concordaría
con Jos otros que hallamos en ese pueblo. Sin embargo, estamos de acuerdo
con )J duda expresada por Roscnblat sobre la 'erdadera procedencia de
Tavacare, quien en realidad no parece ser Otomaco. (12)
Otra vez, curiosamente, encontramos así en los Llanos de .Apure, un
carácter mesoamericano, descrito por Carvajal. La presencia del mismo entre
los Pantágoros nos muestra que Jos Caribes habrían sido portadores de éste como de tantos otros rasgos culturales sudamericanos.
También comparten los Mesoamericanos y algunos grupos de Venezuela otro tipo de distinción basado en triunfos bélicos. Para Sahagún, "el
mancebo que por primera vez entraba en la guerra y por sí solo cautivaba
a algunos de los enemigos, llamábanle T ~lpo<htli Jªt¡u11/amani, que quiere
decir mancebo guerrero y cautivador, y llevibanle delante del Rey, a palacio
pau que fuese conocido por fuerte; entonces dábale licencia el señor para
que se pudiese teñir el cuerpo de color amarillo, y Ja cara con colorado toda
ella, }' las sienes con color anuríllo ... " Simón, al describir las costumbres
de los indios de Coriana, cuenta sobre las guerras que "el que matlba a al( 12) . -TorquenuJ;1: 19·'.?; I, ~H. Sah2gún: 1946; 11,
do: ISH. A.i;uado: 1931; II, 210. Roscnblat: 1936, 1)8.
102
9~ .
Fcrnáodez de Ov1e-
RASGOS CULTURALfS MESOAMF.RICANOS EN EL ORINOCO
guno en ellas, o sobre desafío, por la primera 'ez que vencía se pintaba un
brnzo, la segunda los pechos, la tercera echaba una raya desde el extremo
del ojo a la oreja, y éste era su blasón y nobleza ... " En lo cual se encuen·
tra sin duda el mismo tipo de distinción recordado por Sahagún. ( 13)
AJllllO.
Bien concx:1da es la abundancia del ª>uno en la región mesoamericana,
en multitud de ocasiones como señal de reverencia a diversos
dioses. Fern:índez de O\ iedo comenta en general: "Acostumbraban los in·
dios de aquella tierra, algunos días antes que vayan a la guerra, o cuando
han de sacrificar o hacer alguna cosa Je Lis que aquellos tienen por de mu·
cha importancia, :t}'Unar ciertos días .1 rc:o continuado y con mucha dieta y
todo el día entero, sin comer ni beber cosa alguna; y cuando hacen colación
es muy poca cosa y una mazamorra ques como unas poleadas o puchecilla o
atalvina, poco espesa y de poca sustancia ... " Respecto de la costa venezolana, ya Vespucio e~nbía: "T:imbién usan mucha dieta, que están tres días
sin comer, y el sacarse s:ingre, pero no del brazo, sino de los muslos, las ca<leus y las pantorrill1s .. . " Pedro Mártir señaló, por los múltiples informes
que lé habían suministrado sobre la costa caribe de Venezueb, cómo cuando ocurrÍJn eclipses solían ayunar, así como en otras circunstancias, y Ruiz
Bl.inco refiere <le los Caribes del río Guarapiche: "A los capitanes y caudillos de e~ta nación los eligen con unas ceremonias crueles y raras. A los pretensores los hacen primero ayunar al_!,tUnos <lías, luego les dan a beber una
totuma grande <le pimientos desleídos .. " Estas ceremonias de ayuno se encuentra en la mayor pute de los grupos Caribes del Orinoco. .Algunos de
ellos realizaban prolongado ayuno después de dar muerte a alguien. En las
Relaciones de los Capuchinos de Aragón se lee· "El homicida ª>'Una del
modo referido cinco o seis meses. PasJ<lo este tiempo lo engabnan y aliñan
a su modo, le lavan todo el cuerpo y con unas na\J.jitas muy sutiles le sajan
brazos, espalda, pecho y piernas. . . ( 14)
pr~icticado
i\lai 11ah11itl
Al enumerar Knckcberg algunos caracteres culturales de la costa suroc·
cidental de la Florida, nombra ciertas construcciones de conchas las cuales le
( 13) .-Sahagún: 19·16¡ JI, 97. Simón: 1882; I, 35.
( 14) -Vespucio : 1951, 217 Mártir 1944, 616. Ruiz Blanco: 1892,
Negro: 1918; 1, 6~
103
~l.
Río
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
hacen pensar en !J. arquitectura de piedra mesoamericana y añade: "También empleaban propulsores de madera y macanas con dientes de tiburón
engastados, que semejan el a1/,1tl y el mamJhuitl de los Aztecas, respectivamente ... " Lo señalamos para mostrar cómo el macuáhuitl se extendió a una
región que precisamente aparece relacionada con América del Sur, a través
de !.is Antillas. Entre los Caribes, según la descripción del padre Bueno,
hall.irnos también una maza de guerra emparentada sin duda con el mac11áh1111/ azteca. Ese autor, al referirse a los Caribes del Orinoco informa sobre
sus armas y entre ellas la macana, "que es un palo de corazón, muy pesado, cuadrado, grueso, ancho arriba y delgado abajo, con una piedra como
pedernal, y cortante, embutida arriba ... " (O)
.'ifontímlos.
Entre los elementos culturales que se encuentran en el Orinoco o en la
Cost•l Caribe de Venezuela, y que parecen emparentados con otros semejantes de Mesoamérica, mencionaremos los túmulos. Fernández de Oviedo
dice de Nicaragua que "en cada plaza est¡ un montón alto --de tierradefante de fa puerta de los templos principales, redondo y ~ncirna agudo,
como un montón de trigo o tierras amontonadas y encima está una piedra,
y tiene el montón unos escaloncillos cavados en la misma tierra para subir h:ista la punta . Llámase lesmil. . " Entre los Guarinos o Palenques
de Venezuela, de fililción caribe, construíanse montículos, según la información de Ju:in de Castellanos:
"Tenían en un canto deste llano,
Donde los pregoneros se subían,
Túmulo levantado por su mano
de gran altor, donde se dedan
inviolables mandos del tirano,
que sin poner excusa se cumplían ... "
Los montículos. desde luego, tienen por lo general en Venezuela un origen arawaco, pero lo mencionamos por la circunstancia de que, mientras algunos autores 'erían precisamente en las construcciones de tierra de los
Arawacos una forma antecesora de Jos edifiáos de piedra mesoamericanos, otros 'erían en estos el elemento fundamental que dio origen, por
imitación, a los montículos de tierra. En ambos casos existiría un parentesco genético. Un tipo de monticulo-tumb:i existe arqueológicamente en diver( 1~) .-Kridd>crg: 19·16, 11.f. Bueno: 19H, 62. Gumilla: 1791; I, 202.
104
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
sos lugares. Las fuentes históricas nos informan que los Betoyes de Casanare acostumbran levantar uno después de haber sepultado los cuerpos. (16)
El dios Unípede
Fernando Ortiz, en su trabajo El Huracán, ha señalado Ja existencia
en las Antillas, Guayanas y Venezuela, del dios Unípede que él considera
en cierto modo representación del Huracán y el cual tuvo su máxima elaboración en el Tezcatlipoca de los Aztecas. Schuler había escrito: "Ese culto
a Huracán como dios de la tormenta y, por consiguiente, ser o espíritu maligno, no se halla circunscrito a las grandes y pequeñas Antillas, sino que lo
encontramos, además, aunque en forma un tanto modificada o diferenciada,
también entre los indios de filiación Caribe-Aruac de la Tierra Firme, esto
es, Venezuela, Guayana, la cuenca del río Amazonas y más al Sur todavía ... " Y añadía sobre Mesoamérica: "De este mismo subsuelo mitológico
emana fuera de toda cuestión el ente Huracán, al cual, según el Popo!
Vuh, Jos indios Quiché de Guatemala ... clamaban ... (17)
Otros elementos
Entre los Caribes de Venezuela practicábanse dos ceremonias de parentesco indudable con otras mesoamericanas. El flechamiento de los prisioneros vivos, llamado Tlacacaliliztli, por los Aztecas, se halla entre los Caribes.
También puede señalarse, sin duda, un procedimiento semejante al llamado
por los cronistas de México, "sacrificio gladiatorio". Consistía en semejar
un combate con el prisionero atado, a quien se le permitía hacer su defensa
sin desatarse y con una frágil imitación de macana. Ambos caracteres se encuentran ampliamente distribuidos en América del Sur.
Los elementos anteriores no cabe duda que están relacionados con sus
similares mesoamericanos. Antes de hacer algunas consideraciones generales,
deseamos señalar otros de dudosa extensión o significación, que aparecen en
las fuentes históricas. Su enumeración puede ser útil, pues tal vez puedan encontrarse en el futuro explicaciones cabales sobre su significado y aclararse
la exacta ubicación de los que aparecen inciertos.
( 16) .- Es preciso notar que el montículo al cual se refiere aquí Castellanos resulta diferente, por su función, a los montículos conocidos de los Arawacos, y los
cuales tienen una gran extensión en América. Sin embargo, dada la arawaquización
que parecen presentar los Palenques, no se puede expresar ninguna idea precisa sobre
ello.
(17) .---Ortiz: 1947, 98, 99, 410, 411.
105
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA .ANTIGUA DE VENEZUELA
Motilinía suministra una curiosa información que nunca, que sepamos,
ha sido tomada en cuenta por los investigadores de relaciones culturales. Dice fray Toribio: "Las cabezas de los que sacrificaban, en especial de 103 tomados en guerra, desollábanlas, y si eran señores o principales personas los
así presos, desollábanlas con sus cabellos y secábanlas para guardar. De éstas había muchas al principio; y si no fuera porque tenían algunas barbas,
nadie juzgara sino que eran rostros de niños de cinco o seis años y causábale
estar, como estaban secas y curadas ... " ¿Hubo acaso en México un procedimiento similar al usado para obtener las famosas tzantsas, como parece indicar la información transcrita? Aunque no se encuentra naturalmente ese
modo de conservar trofeos en el Orinoco, está indudablemente relacionado
con el desollamiento de la cabeza y la cara que practicaban Jos Palenques.
El p•tjaro Tigüitigüi, a quien los Otomacos consideraban enemigo del
hombre, sugería a Rosenblat el recuerdo del Tlacatecólotl mexicano, también
espíritu adverso. Esto, desde luego, sin conocer los atributos precisos que
los Otomacos considerarían en el Tigiiitigiii, resulta impreciso, pero la observación es válida si se toma en cuenta que los Otomacos presentan muchos
caracteres que hacen pensar en Mesoamérica. Uno de ellos se encuentra re·
lacionado con la geofagia, fenómeno que, entre ellos, ha despertado la curiosidad de los investigadores desde los tiempos de Humboldt. Mientras jugaban pelota solían tomar de la tierra porciones que se llevaban a la boca. En
tal circunstancia ello no puede ser considerado sino como acto ceremonial,
pues todo el proceso del juego de pelota era ritual. Y se recuerda inevitablemente que los Aztecas solían probar la tierra, en prenda de sus juramentos.
Los Caberres, los Maipures y los Abanis, acostumbraban desprender Ja
porción periférica de la oreja como en la antigua costa de Honduras.
Francisco Tamayo, al informar sobre creencias del Estado Falcón, escribe: "En el cerro de Sta. Ana de Paraguaná hay un dueño denominado Capo,
quien junto con una serpiente emplumada que tiene una estrella en la cabeza, impide que sean cortados los árboles de la localidad". El mismo autor
comenta en una nota: "Esta es la misma leyenda de la serpiente emplumada de los mexicanos. No es extraña Ja presencia entre nosotros de una influencia mexicana, ya que ella se advierte claramente definida en la cerámica de Barrancas, Bacinas, etc ... " Desde luego no podemos comentar su
afirmación sobre la cerámica, porque en este trabajo tomamos únicamente
en cuenta fas fuentes históricas y no la arqueología, pero sí diremos que no
106
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORJNOCO
es posible apoyarse en una creencia folklórica de ese tipo, sin investigación
alguna, para establecer una relación como la que él acepta. Durante cuatro
siglos han estado llegando elementos mexicanos a Venezuela de todo tipo.
En cantares de la región andina, recogidos por Olivares Figueroa, se encuentran manifestaciones totalmente mexicanas, modernas, cuya vía de arribo
se ignora. No es imposible que pueda, efectivamente, encontrarse la "serpiente emplumada" o alguna de sus modalidades, entre los antiguos indígenas de Venezuela. Por ello citamos la creencia de Tamayo, a pesar de su
obvio error metodológico. Fernando Ortiz ha señalado como posible relación con ese mito, algunas creencias de los antiguos habitantes de la costa
oriental de Venezuela.
Concluiremos la enumeración de estos elementos que están por investigar y sobre los cuales sólo existen noticias u observaciones imprecisas, pero que deben tomarse en cuenta para investigaciones futuras, con el recuerdo de que fue señalado en la indumentaria de Ja gente que encontró Colón
en Paria, el uso de turbantes. Humboldt no lo creyó, pero sin embargo, se
mencionaron también gentes vestidas. Como hemos señahdo en nuestro trabajo Los Caribes de la Costa Venezolana, algunas circunstancias sugieren
la posibilidad de que en el extremo oriental de Paria se hubiese encontrado siquiera algún pequeño grupo de filiación arawaca. Los turpantes han
sido señalados por Paul Kirchhoff como característicos de Mesoamérica. Es
otro problema por dilucidar. Para finalizar recordaremos que se ha señalado como propio de la zona Circumcaribe la existencia de individuos invertidos, a quienes parece considerarse dentro de la organización social normal.
En la página XXX del Códice Borbónico, hay una leyenda que se refiere
a los sacerdotes que han realizado el sacrificio del Motepulizo, en la cual
se escribe: "Todos estos son los papas putos que no salían del templo". ¿Se
trata, acaso de una conexión con aquel rasgo Circumcaribe? (18)
Los rasgos mesoamericanos en el Orinoco.
Había señalado Paul Kirchhoff, en su caracterización de Mesoamérica,
cierto número de rasgos no comunes con Sudamérica. Creemos que es preciso
(l8) .-Acosta Saignes: 1950. Métraux: 1949. Motolinfa: 1941, 60. Rosenblat:
1936, 281. Sahagún dice que el verdadero significado de Tlacatecólotl es brujo, nigromántico. Gilii: 1782; II, 53. Tamayo: 1943. Humboldt: 1942; II, 207. Kirchhoff:
1943.
107
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
modificar varios en el cuadro de Kirchhoff, pues claramente Jos mencionan
las fuentes históricas en la región del Orinoco, o en la costa venezolana.
Ellos son:
Sacrificio humano.-Ya en nuestro trabajo Tlacaxipeualiztli lo señalamos
entre los Caribes.
Trofeos de cabeza .-También los señalamos allí. No sólo se usaban entre
los Palenques, sino en el Occidente de Venezuela. Simón refiere
de la expedición de Espira, en la región de Buraure: "Rancheados
los soldados en las casas, hallaron la espada del muerto y parte de
la cabeza cocida para comer y aderezado el casco paca beber en
él ... " Este rasgo se extiende hasta la región andina.
C11/tivo en manos de los hombres.-El propio Kirchhoff lo ha mencionado,
posteriormente a su trabajo "Mesoamérica", en el artículo dedicado a los Otomacos, en el Handbook of South American lr.dians.
Allí menciona cómo en ese carácler difieren Otomacos. y Guamos
de sus vecinos orinoquenses.
Cnnstrucciones de piedra o barro .-Hemos señalado el montículo muy alto
del cual habla Castellanos, construido artificialmente entre los Palenques.
Ex/l"acción del co1·azón a hombres vivos.-Hemos mostrado en el trabajo
T/acaxipeualiztli cómo tal forma de sacrificio iba hasta la región
andina y estuvo presente entre los caribes.
Adamo del borde de la oreja.-Mencionado por Gilii entre los Cabecees,
Abanis y Maipures.
Turbantes.- Citados para la región de Paria, pero puestos en duda por
Humboldt. Elemento no demostrado claramente. Considerado por
Kirchhoff como exclusivamente mesoamericano.
Autosacrificios de sangre.-También aparece en el cuadro de Kirchhoff como exclusivo de Mesoamérica. Se encuentra, como dejamos demostrado, entre diversos pueblos del Orinoco. Aparece entre sus for108
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
mas orinoquenses el traspaso de la lengua con una púa de raya y el
motepulizo, practicado como medio curativo por los piaches.
Guerras para conseg1Ji1· víctimas que sacrificar. -Son muy numerosas las
menciones de las fuentes sobre la práctica muy extendida entre
los Caribes. Precisamente guerreaban en busca de víctimas. Sus
ataques periódicos para practicar sacrificios parecen inclusive conservarse todavía, entre los Motilones.
En el trabajo de Nordenskiold Origen de las Civilizaciones Indígenas
en la América del Sur, encuéntranse también algunas omisiones de elementos presentes en la región del Orinoco:
lrrigación .-Es preciso mencionar, en la región de Coro y en Chichiribichi,
la presencia de ese rasgo, que se encuentra en las fuentes históricas. Posiblemente sea de origen andino allí, pues se usaba el riego
para cultivar el hayo.
Uso de cal con coca, tabaco o betel. -Encuéntrase abundantemente mencionado para el Orinoco en las fuentes históricas.
No es imposible que aparezcan, con el análisis de las fuentes, nuevos
elementos comunes a Mesoamérica y el Orinoco o Ja zona Circumcaribe de
Venezuela. Es posible que se pueda comprobar, además, la existencia de algunos de los señalados en nuestra enumeración como dudosos (turbantes,
tzantza, serpiente emplumada, etc.) .
Es nuestro propósito en este trabajo sólo señalar aquellos caracteres que,
considerados como propios de Mesoamérica, se encuentran, sin embargo, en
las regiones del Orinoco. Deben distinguirse naturalmente los considerados
como exclusivos del área mesoamericana y los que, en cambio, comparte
con otras regiones. En el trabajo "Tlacaxipeualiztli" hablamos de "un complejo mesoamericano entre los Caribes" y aquí titulamos "rasgos mesoamericanos en el Orinoco". No significa ello una presunción de origen, es decir,
no se trata de pensar esos caracteres como originarios de Mesoamérica. En el
caso del complejo de "Tlacaxipeualiztli" se justificaba el subtítulo pues
Kirchhoff y otros habían considerado el sacrificio humano como no existente entre pueblos del Orinoco. En el caso actual, hablamos de "rasgos mesoa·
109
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
mericanos" por razón semejante, pero siempre que se trata de elementos
culturales mesoamericanos es preciso plantear la cuestión del origen. En ocasiones, al examinar las distribuciones, se encuentra que los rasgos son comunes
a Mesoamérica, los Andes, Amazonia y Zona Circumcaribe, mas la mayor
parte de los autores que han tratado sobre la distribución de elementos,
plantean el problema de los contactos entre Mesoamérica y la zona de los
Andes sin incluir para nada la región del Orinoco. ¿Qué debemos pensar
cuando, como en el caso del Complejo de Tlacaxipeualizt/i ( desollamiento,
sacrificio de corazones, flechamiento, bebida real o simbólica de sangre, sacrificio de prisioneros vivos, sacrificio de valientes y personas de rango, canib:dismo ritual, importancia ceremonial del muslo), encontramos una distri':>ución tan amplia que va desde Mesoamérica hasta los Andes, pasando por
Amazonia y la Zona Circumcaribe? ¿Y qué pensar de otros elementos (autosacrificío de la lengua, motepulizo, juego de pelota otomaco) que parecen
ser compartidos únicamente por Mesoamérica y la región del Orinoco? Una
forma simplista de pensamiento nos conduciría a la conclusión de que, originados en Mesoamérica, donde aparecen con mayor elaboración, habrían
sido transportados por corrientes migratorias o culturales, hacia el Sur. Sin
embargo, no siempre puede afirmarse que exista una mayor elaboración de
los elementos comunes a Mesoamérica y la zona orinoquense, en aquella.
Kirchhoff hace notar en su trabajo sobre el área mesoamericana que algunos usos de Sudamérica parecen haberse transformado allá en una forma
simbólica. Menciona el uso de beber el agua donde se ha lavado a los parientes muertos, de quienes en cambio, en la región Circumcaribe se toman las
cenizas disueltas en su propia grasa. Pero de otros elementos se puede ob~ervar lo contrario. Ya hemos señalado cómo en Guatemala se embadurnaban los sacerdotes los cabellos con sangre de sacrificados, mientras en el
Orinoco el teñido del pelo se hace simplemente con onoto. En el caso del
consumo de tierra por los Otomacos, en forma ritual, mientras duraba el juego de pelota, encontramos otra vez la costumbre disminuida entre ks Aztecas, quienes simplemente tocaban con un dedo la tierra, y la llevaban a la
boca, cuando realizaban juramentos. En cambio el desollamiento total, practicado en Mesoamérica, aparece en el Orinoco -donde sólo se realizaba en
forma parcial- simbolizado por cubrirse totalmente con el vivo color del
onoto, como cuenta el padre Rivero. Este caso resulta muy especial, pues el
desollamiento total no sólo se encuentra en Mesoamérica, sino en la región
andina. La bebida de sangre de los prisioneros vivos o acabados de matar,
110
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
practicada por Jos Caribes, encuéntrase tanto en Mesoamérica como en el
Perú en la bebida simbólica que realizaban Jos dioses de tomar el "líquido
precioso". (19)
Todo lo anterior nos conduce inevitablemente a interrogaciones sobre
el origen de los rasgos culturales mencionados, sobre la dispersión de ellos,
sobre los contactos culturales, sobre el papel de los Arawacos y Carilx s en la
difusión o el crecimiento de la cultura en América, sobre el viaje de h 1.ultura
sin emigraciones humanas, acerca de las rutas de migración humana y cultu·
cal, acerca de la sucesión de las capas de población en América, cte. Hasta
ahora, las respuestas han tendido a explicar, no la presencia de elementos
mesoamericanos en la zona Circumcaribe o en el Orinoco, sino las similitu·
des entre Mesoamérica y Perú o Ecuador.
Nordenskiold, en su trabajo sobre el origen de las culturas sudamerica·
nas, examina varias posibilidades en la explicación de cómo se extendieron
los elementos y complejos culturales por América. Una de las vías de com·
prensión del fenómeno, que muestra, es Ja siguiente: "Creo, sí, que pade·
mos presumir e inclinarnos a sustentar la idea de que las civilizaciones del
oeste de la América del Sur y de la América Central tuvieron un origen CO·
mún en tiempos muy remotos. No quiero decir con esto qu~ hubo entonces
en Centro América un lug.1r especial, con una civilización muy adelantada
de la que salieron las avanzadas de la América del Sur, sino solamente que
las culturas a\".inzadas de América se des:urollaron paralefamente, llegando
en algunas partes a muy distinto resultado ... " Como se ve, refiéresc allí
únicamente a los problemas que presentan la semejanza de rasgos entre
Mesoamérica y los Andes. Acepta en otra parte de su mismo trabajo que
pueda haber habido préstamo cultural y ad,·ierte: ··oebemos cuidarnos de
considerar este intercambio cultural unilateralmente, o de creer que sólo los
indios centroamericanos fueron los donanles y los sudamericanos los recep·
tores ... "
(19) .-Sahagún (1946; J, 273): "Us.ib3n hacer votos a los ídolos
Por la
vida del sol, por vida de nuestra señora la tierra, que no har~ falta en lo que tengo
dicho, y para mayor seguridad, como esta tierra ... " Rivero ( 1883, 7): "No es uni·
forme en todo el modo que tienen para pintuse. Lo que les parece más gala es imi·
ta1 de arriba a abajo un cuerpo al cual hubieran despojado de su piel y Jo consiguen
cargándole la mano a la chica y untando todo su cuerpo con un color rojo sangriento
que causa horror . .. "
111
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Piensa, además, que es posible que haya habido emigraciones de Sur a
Norte, en época anterior a la elaboración del más alto desarrollo mesoamericano. Cree que después de cesar el período de las migraciones, continuarían
cruzando el istmo de Panamá los elementos culturales, sin los traslados humanos. En algunos casos, según opina, la semejanza de esos elementos culturales debe buscarse, dentro del ámbito americano, en orígenes independientes (20)
Nordenskiold recordó en su trabajo citado que existen algunos elementos comunes a Centroamérica y al norte de Ja América del Sur, los cuales
no se encuentran en la zona andina. En tal caso, cree, siempre debe buscarse
el origen en América Central. Como veremos, tal idea no es compartida por
otros autores, quienes piensan en otras posibilidades, sin duda innegables.
Nordenskiold ve las corrientes culturales, en el caso de los elementos comunes a Centroamérica y norte de América del Sur, únicamente en un sentido.
Llega a creer que hasta el arte de la cerámica habría sido aprendido por los
habitJntes de la Amazonia, de México y Centroaménca. Para ello recuerda
la teoría de Spinden, según la cual la cerámica llamada "Arcaica", en México, se extiende hasta Venezuela y el Amazonas, Aparte de que ciertos autores ya no creen correcto el modo de ver de Spinden, indudablemente es factible pensar otras soluciones para las semejanzas culturales entre Mesoamérica y la Amazonia. {21)
Frente a quienes piensan en un origen mesoamericano de todos los rasgos que puedan encontrarse al Sur, ya sea en la zona andina o en la amazó·
nica, c;e sitúan quienes, como J1jón y Caamaño creen, por el contrario, en
un origen sudamericano de los rasgos que puedan hallar su par en Mesoamérica. Para él, cuando se ha expresado la prioridad de los elementos mesoamericanos, ha existido siempre apresuramiento, pues, a su juicio, todo examen detenido acaba por demostur que gran número de elementos son tan
extraños a las culturas andinas como a las mesoamericanas. Según piensa, en
tal caso "siendo oriundos del territorio chibcha, se propagaron hacia el Norte y hacia el Sur, más intensamente al Septentrión, siendo elementos fecundantes de las culturas de Mesoamérica". La influencia chihcha se habría extendido, según Jijón y Caamaño, a Venezuela, Amazonas (Marajó, Santa(20) .-Nordcnskiüld: 1946, 22, H, 62.
(21) .-NordcnskiOld: 1946; 11, 12, 16, 63.
112
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
rem) y el Alto Napo. Estuvo en desacuerdo por ello, con la clasificación
hecha en el Handbook of Sottth American Indians, según la cual existió
una zona Circumcaribe. Cree se debería hablar, más bien, de "zona Chibcha". (22)
Lothrop, de acuerdo con el importante papel que desempeñarían los
Chibchas como portadores de cultura desde el Sur hacia Mesoamérica, se
muestra partidario de un proceso de transmisión diferente. No cree sean ya
sostenibles las ideas de Spinden, sobre la extensión del "arcaico", sobre todo después de los trabajos de Vaillant, pero manifiesta otras ideas en realidad emparentadas con la antigua concepción de Spinden. Lothrop escribe:
"El Dr. Paul Rivet ha publicado un minucioso examen sobre el desarrollo
de las civilizaciones andinas. Rivet cree, como el autor, que la cultura en Sudamérica descansa primeramente sobre una base común cuya fuente pri·
maria está en las cuencas del Amazonas y del Orinoco; considera las olas
migratorias de las tierras bajas, cada una de las cuales llevó aspectos específicos de cultura a las tierras altas, en donde experimentaron posterior
desarrollo ... " Y completa y aclara su pensamiento, al precisarlo en el si·
guiente párrafo: "El autor es de opinión de que la llave del conocimiento
de las más altas culturas en el Nuevo Mundo puede est~r en las tribus Arawac, cuyo centro original parece haber sido la cuenca del Orinoco. Comenzando hace siglos incontables, los grupos Arawac se han esparcido en todas
direcciones con ímpetu suficiente para llegar a través de las Antillas hasta
la punta de Florida, en los Estados Unidos, y hacia el Sur hasta Bolivia,
Paraguay, Argentina y Chile. La lengua Arawac es la más difundida de
todas las de América. . . Notables investigadores de lenguaje sostienen que
varias lenguas centroamericanas, incluyendo el Maya, contienen un elemento
Arawac y así parece posible que el Maya sea una rama de este tronco, o que
encierre algún ingrediente arawac ... " Lothrop piensa que en cierta época
debe haber existido una base de población con caracteres comunes o muy semejantes. "De esta base común -explica- surgieron en tiempos po~teriores
los grandes estados teocráticos de Centro América y del Perú, pero es claro
que las culturas más sencillas persistieron al lado de ellos en muchas localidades, hasta la Conquista española ... " Lo cual explicaría por qué los
(22) .-Jijón y Caamafio: 1951.
113
ESTUDIOS Dll ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Arawacos, quienes habrían sido los grandes distribuidores, según Lothrop,
no sólo Yivieron contemporáneamente a los Aztecas e Incas, sino que les han
sobreYivido. ( 23)
Aquel período común, del cual surgirían las m.is altas culturas americanas, ha Yenido siendo llamado, en los últimos años, por algunos investigadores, como Armillas, "período formatiyo" Strong cree posible asegurar
-a pesar de los Yacíos geográficos y cronológicos aun existentes- que
los dos grandes imperios prehi~pánicos "crecieron de un simple modelo de
cultura formatin y se descm·oh-ieron de manera aparentemente sincrónica
hastJ. su final destino común ... " ( 24)
Bcnnet, tomando en cuenta los materiales arqueológicos, cree posible
pcnur que la z,,na andina debe haber tenido contactos frecuentes con la
región sekítica }' que, por consiguiente, ocurrirían mutuas influencias entre
andinos y amazónicos. Recuerda cómo para ciertos especialistas; la Costa
Caribe de Améric.1 y l.t~ Antillas y la zona al Norte del Orincxo, en realidad quedan excluidas de la "América Nuclear'', extendida desde Perú a
México. (25)
·
Otros autores han señalado relaciones entre algunas porciones del área
Circumcaribe y otras regiones. Gower duda que se puedan señalar influencias centroamericanas en las Antillas. Según cree, en cambio, aparecen muy
nun crosamente en el suroeste de los Estados Unidos. (26)
Paul Rivet, a quien ya hemos visto citado por Lothrop, ha señalado
muy especialmente la influencia que las migraciones Caribes parecen haber
ejercido sobre el área chibcha. A ésta, según cree muy probable, llegó el conocimiento del oro nativo y del cobre, por los Caribes. Cree que la exten(23) .-Lothrop: 19-12
( 24) .-Armíllas: 1951 Strong: 195 l .
(25) .-Dennet: 1951.
(26) .-Gower: 1927, 48. A pesar de la afirmación de la autora, es posible en·
contrar en las fuentes históricas observaciones e informes que hacen pen<ar en forma
distinta: Fernando Colón consigna. por ejemplo, cierta información de un viejo cacique. quien "entre otras cc>•H dijo que habla estado en la Española y en J.unaia, donde cr•nocía la ¡::ente más principal y que había andado mucho hacia el Occidente de
Cub:\ y que el C.icique de aquella tierra se vestía como sacerdote ... " Además, los
esp.i:ioles tuvieron noticia de que "El Rey o Cacique de Ja parte Occidental no habla·
ha s;n.l por señas c~·n sus usallos ... " Anbas características del Cacique occidental
recuerJan 'iv:tmente 3 los jeíes meso:imeri.anos. (Colón: 194.f, 149).
114
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORlNOCO
sión del conocimiento de Ja tumbaga hasta la Florida, está ligada a una migración arawaca y caribe de origen antillano. (27)
¿Cuál de aquellas maneras de ver el problema de la extensión de los
rasgos culturales en América puede explicamos mejor la presencia de los
caracteres mesoamericanos señalados en el Orinoco? Desde luego, nada nos
autoriza para asegurar que se trata de "rasgos mesoamericanos". Según las
teorías expuestas podrían serlo, pero podrían ser también rasgos suramericanos aportados al Norte; o rasgos Chibchas, distribuidos en todos sentidos,
según Ja idea de Jijón y Caamaño; o antiguos rasgos de una población
más o menos uniforme en cierto momento, de la cual se formaron las altas
culturas; o caracteres distribuidos especialmente por los Arawacos, nacidos
a veces entre ellos, a veces entre otros pueblos.
Podemos, sin embargo, examinar más ceñidamente el problema, para
aceptar o no aquellas maneras de interpretación. En primer lugar, recordemos cómo los rasgos comunes a Mesoamérica y el Orinoco los encontramos
entre los Otomacos y Guamos (juego de pelota de estílo mesoamericano,
autosacrificio de sangre relacionado con él, uso de barbas, posible distinción
<le los guerreros por aderezos en el cabello); Caribes (Complejo de Tlacaxipeualiztli, embijamiento del pelo, dios Unípede, fabricación de montículos
de tierra, macuahuitl rudimentario, ayunos); Salivas (circuncisión); Caquetíos ( autosacrificio de sangre con traspaso de la lengua c~n púa de raya) ;
Maipures, (aberres y Aba.nis (desprendimiento de la porción periférica de
la oreja); Guamooteyes ( ?) ( motepulizo).
Sobre la lengua de los Otomacos, que compartían con los Taparitas,
aunque tenían muchos rasgos culturales en común con los Guamos, no existe acuerdo definitivo. Rosenblat, en su estudio lingüístico sugirió la posibilidad de algún parentesco fundamental con los idiomas arawacos. Sin embargo, como en los vocabularios examinados aparecen muchos elementos de
otras lenguas, Rosenblat no expresaba más que una hipótesis, en espera de
otros estudios no realizados todavía. Quizá se debería pensar en lenguas
mesoamericanas para un estudio ulterior, pues la cultura de este pueblo parece
estar relacionada preferentemente con aquella región. Todos los investigadores han estado de acuerdo, a través del tiempo, en que los Otomacos parecían gente de otros lugares. Humboldt creyó que habrían representado un
grupo emparentado con los Omaguas y que posiblemente vendrían de las
(27) .-Rivct: 1923.
115
ESTUDIOS DE ETNOLOGl.A ANTIGUA DE VENEZUELA
regiones del Guayabero; pero como ha mostrado Rosenblat, la argumentación de Humboldt no es válida, pues se basaba en el uso del yopo y del
caucho, caracteres comunes a muchos grupos de la cuenca del Amazonas.
¿Podrían haber venido acaso de Mesoamérica? No lo podemos responder y
ni siquiera suponer como hipótesis. No podemos pasar aquí de una simple
pregunta, sobre la base del reciente descubrimiento de Barbeo Dahlgren,
acerca de un petroglifo de la Guayana. (28)
Ya a fines del siglo pasado, Im Thurn, en su libro Among the bidians
of G11ia11a, había señalado la semejanza de un petroglifo encontrado por
él en la Guayana con las figuras de ciertos códices mexicanos. Dahlgren,
basándose en los trabajos de Caso acerca de las fechas de los jercglíficos
mixtecas, ha podido situar la época del jeroglífico que Im Thurm había
séñalado. "Por razones de estilo -escribe Dahlgren- podríamos decir
que el petroglifo de la Guayana, por su semejanza con el jeroglífico de la
página 22 (del Códice Bodley), difícilmente puede ser anterior :1 1350
y. . . a juzgar por la fidelidad con que se han conservado los rasgns prehispánicos del dibujo, no debe ser posterior al siglo xvr''. (29)
Si es posible por ello comprobar que entre los siglos XN y XVI hubo, sin duda, gente de filiación mixteca en la región de las Guayanas, ya no
hay ninguna dificultad para asegurar que, en efecto, algunos de los rasgos
comunes a Mesoamérica y el Orinoco, han podido venir a éste desde el Norte, incluso en época relativamente reciente. ¿Qué se hicieron los portadores de
aquel conocimiento de la escritura mesoamericana? ¿Fue, acaso algún pequeñísimo grupo que hubo de confundirse rápidamente entre los innumerables habitantes de la región selvática? ¿Fue, acaso, un solo náufrago que arribó por casualidad a tierras tan distantes? Si así fue, él solo
habría podido influir sobre los grupos guayaneses, pues fue capaz de señalar su paso con el trabajo de la piedra, lo cual indica que ya estaba instalado, al menos, con cierta estabilidad.
(28) .-Conviene señalar aquí la ubicación de los Otomacos. Rosenblat delimita
su habitat así: "A la llegada de Jos conquistadores y misioneros, los Otomacos vivían
en los Llanos de Apure, en las islas formadas por la confluencia del Apure con el
Orinoco y en pequeñas aldea~ establecidas irregularmente, entre otras de Jo guamos y
yaruros, sobre el Apure, el Orinoco, el Arauca y el Sinacura. No parece que hayan
liegado hasta el Meta, pero es muy probable que ocupasen algunos puntos de la
margen derecha del Orinoco, enfrente de la desembocadura del Arauca, junto al cerr<1 Barraguáo (el nombre indígena. era Paravani), estrechamente unido, al menos
desde el siglo xvm, a sus tradiciones y a su culto .....
(29) .-Dahlgren: 1951.
116
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORfNO<.:O
El mayor número de rasgos lo encontramos en Ja zona del Orinoco,
entre los Caribes, y no como sería de suponer si apoyásemos las ideas de
Lothrop, entre los Arawacos. ¿Acaso los Caribes, incansables viajeros, fueron portadores de rasgos culturales de Sudamérica a Mesmmérica y viceversa? ¿O, en realidad, tiene razón Schuller, cuando habla de una lengua Caribe-Arawaca? En este caso, habríamos de pensar que en el período formativo no sólo correspondió a los Arawacos el transporte de rasgos, sino tal vez a los Caribes. En realidad existen entre los Caribes tantos rasgos que parecen haberse desarrollado mucho en Perú } Mesoamérica en forma independiente, a partir de una base común, que es, sin duda,
preciso considerar el papel que han podido representar durante el período · formativo" de las altas culturas americanas. Es realmente sorprendente la cantidad de elementos que en el ámbito de las creencias, los ritos
y k>s mitos, poseen los Caribes, compartiéndolos con Mesoamérica. Tienen
el complejo de Tlacaxipeualiztli, con sacrificio de corazones, desollamiento, importancia del muslo, flechamiento, simulacro gladiatorio; poseen
el dios Unípede que en Mesoaménca encuentra su mis alto representante
en "tezcatlipoca; tienen un héroe CÍ\ilizador, entre los Tamanacos, que
recuerda vivamente a Quetzacóatl. Y si es verdad que otros pueblos comparten en Sudamérica esos elementos, es el solo pueblo Canbe quien los
posee todos. Paul Rivet ha señalado la importancia de los Caribes en la
distribución de Ja metalurgia en Sudamérica y ha descubierto que diversos pueblos de Colombia, considerados hasta hace pocos años como independientes lingüísticamente, son en realidad de filiación Caribe. ¿No
se extenderían ellos alguna vez hacia América Central? ¿No tendrían
alguna influencia en Ja formación de los primeros estratos importantes
de Mesoamérica? Tal vez el mundo etnológico se ha acostumbrado a
pensar muy sumariamente y en forma despecti\'a de los Caribes Tal vez
el desdén y el horror de los conquistadores ha invadido hasta tiempos
recientes la mente de los estudiosos, quienes no han dado, hasta las afirmaciones de Rivet, importancia a los Caribes como portadores de cultura.
¿No deberíamos ver en el período formativo, más bien que la importancia de los solos Arawacos, el traba¡o creador y distribuidor de Arawacos
y Caribes? ( 30)
(30) .--NordenskiOld (1946, 56), escribía: "Muy interesantes son las comparaciones que se han hecho entre ciertas figuras mitológicas de Centro y Sudamérica, representadas en tejidos, vasos de greda y de piedra. De tstas las que
más mt hao llamado la atención son aquellas figuras de piedra que representan a
117
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Según las conclusiones de algunos arqueólogos, el territorio venezolano
ha sido lugar de paso de cultura en sentidos diversos, lo cual ha sido expresado esquemáticamente por Osgood con el trazo de una H cuya horizontal
corresponde, precisamente, al territorio venezolano. Cruxent ha hecho notar,
sobre observaciones arqueológicas: "La barra de la H no debe ser considerada sólo como una línea que atraviesa de la derecha a Ja izquierda, o viceversa, sino como una serie de rutas por las cuales seres humanos y elementos
culturales han procedido en diversas direcciones ... " ( 31)
Como hemos visto, el examen de la cultura de los antiguos pobladores, a través de los datos que nos suministran las fuentes históricas de
Venezuela, nos conduce al planteamiento de problemas semejantes a los
que sugieren los resultados arqueológicos hasta ahora obtenidos. En efecto ya hemos señalado cómo si algunos elementos culturales aparecen como disminuidos hacia el Norte, cuando se encuentran en todo su vigor
en la región orinoquense (ingestión de las cenizas del cadáver, sustituida
en Mesoamérica por la bebida del agua donde se lavó al difunto), según
Kirchhoff, otros aparecen en forma simbólica hacia el Sur (como la untura del pelo con sangre de los sacrificados, sustituida entre los Caribes por
el embijamiento del cabello). Desde luego, puede tratarse de caracteres
del Período Formativo que han tenido evolución desigual. Sin embargo,
Ja existencia de rasgos mesoamericanos aislados, en el Orinoco (el juego
de pelota, por ejemplo), no puede explicarse en la misma forma, sino
por la migración de grupos humanos. Creemos que la presencia de los rasgos culturales comunes con Mesoamérica y con los Andes, pues también
con estos se comparten, no puede explicarse si no se piensa en diversas migraciones, las cuales se han verificado en sentido diverso, en épocas difeun ser humano llevando en las espaldas a otro de forma animal o humana. Son reminiscencias de las figuras demoníacas que hasta hoy llevan a cuestas los médicos
Chocós en las ceremonias de sus embrujos. Algunas figuras de esta misma clase se
ef!cuentran en Centro América, Colombia, Ecuador, Amazonas (aun de huesos) y
T1ahuanaco ... " Este señalamiento adquiere nuevo significado si recordamos que
los Chocós han sido clasificados lingüísticamente por Rivet como Caribes. ¿Se
trata de que conseryan todavía sus médicos una antigua costumbre propia que se
desarrolló en los s1t1os nombrados por NordenskiO!d, o fue que de algunos de
ello~ se tomó por los Chocós?
(31) .-Walter Dupouy, en una nota sobre "La teoría de la H" escribe:
"Por sus características y ubicación geográfica Venezuela parece haber 'sido una
suerte de "encrucijada", para el paso de las lnfluencias culturales de las culturas
centroamericanas, . antillanas y sudamericanas, según las evidencias arqueológicas
que se han venido hallando y estudiando sistemáticamente". Ver Cruxent: 1951.
118
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
rentes. ¿Han sido realizadas por Arawacos, por Caribes o por grupos de
otra filiación lingüística? La mayor parte de los autores venezolanos se
han inclinado a considerar en forma harto simplista el problema de las
migraciones de los Caribes y Arawacos, mejor dicho, no las han considerado como problema sino como cuestión enteramente resuelta. Se habla de la invasión caribe que sometió a la antigua población arawaca, como si ésta no hubiese resistido en absoluto, como si no se hubies<'n producido flujos y reflujos de vencedores y vencidos que es, a nuestro juicio, lo
que ha de haber sucedido.
Arístides Rojas, al examinar las características de la población de lo
que él llamó "la península de los Caracas'', advertía que el examen de los
toponímicos, los cuales se presentan repetidos desde el Orinoco hasta el
Centro de Venezuela, demuestra Ja realización de migraciones caribes de
Occidente a Oriente. La idea se amplió por otros autores para explicar
la prtsencia de los Ciparicotos, enclavados en el territorio Caquetío, y el
poblamiento de Ja región del Lago de Maracaibo por Pemenos y- Bobures,
así como de las regiones de Perij.í. Por cuanto respecta a esta zona, la explicación,. después de los trabajos de Rivct sobre las migraciones caribes
y su reconocimiento de la filiación de diversos grupos colombianos caribes de esa familia lingüística, es distinta. La población caribe del Occidente de Venezuela no procede, como pensaban los autores venezolanos, de
una migración oriental. Los Caribes se han desplazado por dos grandes
vías: una que desciende por la Amazonia hasta Ja costa oriental de Venezuela y otra que va por el territorio colombiano hasta el Lago de Maracaibo ( 3 2)
En cuanto a la presencia de los Ciparicotos en medio de Caquetíos,
puede explicarse por la expansión de los grupos orientales; pero demuestra que de algún modo resultaron aislados por los Caquetíos. Tal vez en
alguna época lograron conquistar un territorio continuo desde la zona de
Borburata y posteriormente fueron aislados; o quizá lograron entrar en
determinado territorio, gracias a especiales condiciones geográficas o de
otra índole y no pudieron ensanchar su dominio. En todo caso, hay allí
una historia muy viva por dilucidar. No puede explicarse por la simple
suposición de que dondequiera que aparecieron los Caribes vencieron
sin dificultad alguna a los Arawacos. A propósito de esto, es muy impor(32) .-A.rístídes Rojas: 1944.
119
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
tante recordar cómo los Caberres, de filiación arawaca, fueron los más
fieros opositores de los Caribes, a quienes vencieron en numerosas ocasiones. Se diría que, aceptando como carácter principal de los Caribes su
acometividad, su ímpetu bélico, ciertos grupos de otra filiación resultaron caribizados, como Jos citados Caberres y los Guaipunabis. En cambio,
sabemos que otros grupos, de filiación Caribe, aparecen como fuertemente arawaquizados, como los Guarinos o Palenques de los Llanos.
Es problema para la arqueología Yenezolana el decirnos la extensión
y época de las migraciones caribes y el obtener datos que nos ayuden a
entender el largo proceso durante el cual se han debido efectuar numerosos contactos de tribus, que extendieron numerosos rasgos y complejos a
través de otras diferencias culturales y de las diversidades idiomáticas.
Es posible que los resultados cronológicos conduzcan a modificar la idea
de la mayor parte de los autores venezolanos, para quienes los Caribes,
a la llegada de Jos españoles, eran unos verdaderos recién llegados, con
no más de un siglo de antigüedad en nuestro territorio. Lo más probable
es que haya habido migraciones Caribes desde varios siglos antes del Descubrimiento. Diversos grupos irían encontrando lugares donde establecerse, trasmitiendo y recibiendo cultura. Otros resultarían desplazados
al cabo de algún tiemPo. El poblamiento caribe de diversas zonas venezolanas, no puede haberse ,·erificado ni en el corto tiemPo que algunos
han imaginado, ni con la precisión inverosímil que otros le asignan, cuando cuentan que, simplemente, los Caribes llegaron, vieron y vencieron.
Tal vez el estudio de las fuentes históricas pueda aún darnos algunas explicaciones. Repetidos análisis, exámenes desde diversos puntos de
vista por autores diferentes, suministrarán puntos de vista para nuevos
problemas, pero también, sin duda, algunas explicaciones. La lingüística
puede contribuir a despejar muchas dudas. Pero especialmente la arqueología deberá darnos respuestas sobre la sucesión de las migraciones en territorio venezolano, sobre las épocas cuando ocurrieron y sobre las dificultades que los antiguos pobladores hubieron de vencer para alcanzar
la relativa estabilidad en que fueron conocidos.
120
EL MAREMARE
BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
El Maremare es un baile folklórico acerca del cual han escrito numerosos autores. La noticia que de él se da en el Album XV de la Biblioteca
del Congreso, de Washington, es muy breve. "Es -se escribe- un canto de los indios Caribes, pre\'aleciente entre todas las tribus de esta gran
familia primitiva". Sí sólo fuese así, tal baile no tendría la importancia
que se le da en el oriente y sur de Venezuela. En la breve información
que precede a su letra y coreografía, suministrada por el Servicio de Investigaciones Folklóricas de Caracas, se lee: 'El Marcmare es una danza
indígena que todavía se ejecuta por los indios guaraúnos del Territorio
Delta Amacuro. Se ha popularizado por todo el Oriente, y, en los últimos
años, en el Centro. En él se advierten variados elementos, ín~orporados
de acuerdo con el lugar donde se ha realizado la asimilación". Ambas noticias nos permiten afirmar que es danza folklóríca del Oriente de la República y que se practica entre los Caribes y Guaraúnos. (1)
En su trabajo Ceremonias Fhzebres del Estado A11zoáteg11i1 Oramas
informa que lo bailan los Caribes de los Estados Monagas y Anzoátegui
residentes en Aragua de Barcelona, El Palmar, Santa Ana, San Joaquín,
Chamariapa, El Pao, Pariaguán, Santa Clara, El Tigre, Tabare, Arío
y otros. Y Marc de Cívrieux lo ha visto en Santa Clara, Guasey, Guanipa,
Tabarú y Caño Grande, en la costa del Orínoco, cerca de Moitaco. Juan
Liscano ha tomado grabaciones en Cantaura, y Miguel Cardona en el Delta del Orinoco. Vera Izquierdo tomó apuntes sobre él en el Estado Bolívar, en localidades del Orinoco. Se baila también en la Grac Sabana. (2)
( 1) .-Liscaoo, Juan y Seegcr, Charles, Ed. Folk M111ir of the AmericaJ.
Alb11m XV, V enez11elan Folk J\f11Jic. The Library of Congress. Washington. No
trae este álbum transcripción ni traducción de la letra del l\farcmarc. La nota a
que nos referimos del Servicio de Investigaciones Folklóricas no fue suministrada
por el Director de dicho servicio en 195'1, Francisco Carreño. Debemos mencionar
Ja amabilidad de dicho Director y de los señores Miguel Cardona, de la misma
ofitina y !'.lace de Civricux, quitncs tuvieron la amabilidad de facilitarnos sus
nota: sobre el tema que nos ocupa.
(2) .-Oramas: 1949; Liscano: 19'17; Cardona: 1952; Civrieux: Ap11ntes Sobre
lo1 Caribe1 de Anzoáteg11i. Inédito. Vera faquierdo: 1952.
123
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Francisco Carreño y Abel Vallmitjana, al publicar la música del Maremare en 1947, anunciaron un estudio detenido de su coreografía, el
cual en esa época preparaban para ser publicado. Como todavía no ha
aparecido, utilizaremos la descripción de otros autores. Lisandro Alvarado
lo había visto así: "El Maremare de los Caribes se ejecuta en conjunto,
enlazados por parejas, o en alas, colocado el danzante entre dos damas.
Pasa su derecha por la espalda de la pareja de ese lado en cuyo hombro
apoya la mano respectiva, mientras que con el brazo izquierdo rodea la
cintura de la pareja que tiene de ese otro lado, apoyando la mano sobre
el cuadril izquierdo de ella. Dan entonces uno a más pasos adelante o
atrás y giran luego para colocarse frente a otro grupo igual. Dispuestos
van éstos unos tras otros, describiendo círculos y moviendo alternativamente los pies adelante y atrás. Puestos en alas, hacen igual movimiento
de pies. La música es producida por varios zampoñas o carrizos ... " ( 3)
Ora mas lo describe así: "Bailan el Maremare pasando el hombre un
brazo por la espalda de la mujer, cuando es una sola, y cuando son dos,
pasa sus dos brazos por sobre la espalda de ambas, apoyando sus manos
en los hombros de cada una; éstas, a su vez, apoyan en él sus manos,
una en el hombro contrario y la otra en la cintura, siempre pasando las
manos, ambas, por sobre Ja espalda. Así se van agregando bailadores disponiéndose en filas que se colocan una frente a otra y comienzan el baile; al compis del canto y de la música, y colocados en la forma descrita,
dan un p:iso hacia adelante y otro hacia atris, haciendo, a la vez, un movimiento giratorio, unas veces hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Alternan el baile con bebezones, y la fiesta dura de uno a tres días.
El canto es gra'\'e y monótono, una especie de recitado sin rima, en el que
relatan viejos episodios; otras veces improvisan largos cuentos en que
nombran también a las personas presentes que más distinguen con su
aprecio ... " ( 4) .
Aquellas descripciones corresponden a los Caribes de Anzoátegui y
Monagas. Miguel Cardona lo vio bailar entre los Guaraúnos donde, ademis de algunas formas semejanes a las descritas por Alvarado y Oramas, se añade la constitución de una rueda, en medio de la cual se colo(3) .-Alvarado: 1945, 157. Carreño ~ Vallmitjana: 1947.
(4) .--Oramas: 1949.
124
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
ca un tocador de violín. Entonces el movimiento consiste en impedir que
aquel se escape. Cuando logra hacerlo, deshacen el corro y vuelven a bailar en dos filas. ( 5)
Vera Izquierdo, quien cree que en realidad el Maremare es la única danza de importancia que los Caribes emplean hoy, para casi todas sus
fiestas, lo describe así: "La danza en sí puede ejecutarse por parejas o por
alas. En esta forma cada hombre pone su mano izquierda sobre la cadera izquierda de la mujer que le queda a la izquierda y su mano derecha
sobre el hombro derecho de la pareja de Ja derecha. Cuando se baila por
pareja, el hombre deja caer libre su mano izquierda y coloca la derecha
como en Ja forma anterior, en tanto que la mujer deja libre su derecha
y coloca su izquierda en el hombro izquierdo del hombre. Al bailar por
parejas van unos por detr.ís de los otros describiendo círculos y moviendo
alternativamente los pies hacia adelante y hacia atrás en un paso que recuerda a los de polka. Al bailar por alas hacen el mismo movimiento de
pies y casi no cambian de posición. El paso es, pues, grave y monótono
como lo es también la melodía. Mientras se está danzando los más entusiastas van dando pequeños y agudos gritos, pero sin hablarse unos a
otros" (6}
No analizaremos aquellas descripciones, sino haremos notar sol!lmente que las formas de baile muestran la intensa transculturación que ha
ocurrido. Mientras a Vera Izquierdo ciertos pasos le recuerdan la polka,
a Cardona le traen a la memoria la sardana. Las formas de baile por parejas son indudablemente fruto de préstamo cultural eurc-peo. Añadiremos, ademis, que, aparte est:is descripciones de personas interesadas en
cuestiones folklóricas o etnográficas, el baile no ha despertado gran entusiasmo entre los especialistas venezolanos. En cambio -y esto nos lleva
a otro aspecto más emparentado con la finalidad de este escrito-- la letra del Maremare ha llamado la atención de novelistas, poetas y periodistas.
Antes de examinar las distintas versiones de la letra, conviene una
aclaración. El Maremare aparece en Venezuela con una doble significación: Folklórica, en sentido estricto, y Etnográfica. Aquélla, en los Estados orientales, donde forma parte del acervo de diversiones del pueblo.
(5) .-Cardona: 1952.
(6) .-Vera Izquierdo: 1952, 108.
125
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Etnográfica, en cuanto es danza de diversos grupos indígenas. En realidad, ambas form.15 están estrechamente emparentadas tanto por su origen común como porque si en las diversiones comunes del Oriente se encuentra profundamente transform1do, también lo está entre los indígenas. Y.os etnógrafos han preferido, por lo común, examinar la coreografh. Entre los folkloristas, en cambio, encontramos, como entre los escritores, mayor curiosidad e interés por la letra. Es así cómo las versiones
folklóricas nos permiten, en realidad, el planteamiento del problema del
origen del Marcm:ue con mayor acervo de datos. El problema metodológico que ello plantea para las investigaciones de orígenes y de historia
de elementos y complejos cuhur1Jes se aclara si recordamos que toda la
zona del Ah1azonas y del Orinoco ha sido, durante siglos, escenario de
profundlS tr ... asculturaciones, de contactos frecuentísimos, de préstamos
culturales entre pueblos que a veces han estado a muy gran distancia en
la escala del desarrollo general.
Veamos las letras del Maremare recogidas por diferentes personas en el Estado Anzoátegui. ( 7)
R. Olivarei Figueroa
Maremare se murió
en el camino de Angostura
Yo no lo vide morir
pero vi su sepultura.
Marcmare se murió
camino de Cum:111á
yo no lo vide morir
pero ví la zamurá.
Salomón de Lima
Maremare se murió
en el camino de Angostura
Yo no lo vide morir
pero ví su sepultura.
Miguel Otero Silva
Marcmare se murió
en el camino de Angostura
Yo no lo vide morí
pero ví Ja sepultura.
Maremare se murió
en el camino de Cum:111á
Yo no lo vide morí
pero le ví la zamurá.
Ya se murió Masimona,
Ya se murió Guatamare.
Ya no hay quien ralle más yuca
ni quien tienda más casabe.
(7) .-Olivares Figueroa: 1948. Otero Silva: 1942; lima: 1950.
126
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
Francisco Carreño ha recogido una, diferente, en Río Caribe y Vera
Izquierdo otra en Cumanacoa (8):
Franciuo Ca"eflo
P. V era Izquierdo
Maremare de los indios
no se puede comprender;
el que lo baila lo baila
y el que no lo ha de aprender.
Maremare se murió
en el camino de Angostura.
Yo no lo vide morir
pero le vl la sepultura.
Cuando murió Maremare
los indios bailaron Tura
y después que la bailaron
les pegó Ja calentura.
Maremare se murió
en el Camino de Cumaná.
Yo no lo vide morir
pero le vl la zamurada.
De Maremare encontraron
solnmente los huesitos
y los indios los llevaron
a enterrar en su ranchito.
Maremare tucuchero
¿Quién te trajo por aqul?
Antonio Fariña Gómez
de la plaza de Guaiquer!.
Veamos ahora las versiones de Guayana:
P. Vera Izquierdo
Mali Mali se muliendo
en el Paso de Angostura
yo no lo viendo muliendo
pero viendo sepultura.
Mali Mali se muliendo
en el paso de Rosario
yo no lo viendo muliendo
pero oyendo comentario.
Mali Mali se muliendo
el paso de la Mina
yo no lo viendo muliendo
pero oliendo hedentina.
Mali Mali se muliendo
en el paso Cwnaná
yo no lo viendo muliendo
pero viendo gusanáda.
en
Mali Mali se muliendo
Mali Mali se muliendo
en el paso de La Tormenta
yo no lo viendo muliendo
viéndole Ja huesamenta.
en el paso de Guainía
yo no lo viendo muliendo
viendo la casa vacía.
(8) .-Carreño: 1947. Vera Izquierdo: 19H.
127
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Róm11/o Gallegos
M:iremare se murió
en el paso de Angostura;
yo no Jo vide morí
pero ví la sepultura.
l\l:iremare se murió
en el paso de la Tormentll;
yo no lo vide morí,
pero ví la huesamenta.
Mnremare se murió
y no fue de calentura.
¿De qué murió Marcmare
si no fue de su amargura?
Marem:ue se murió
Ya se murió i\iaremare.
Mnremare se murió.
Pobrecito Maremare.
La versión de Vera Izquierdo fue obtenida en los alrededores del Guarampín. La de Gallegos, con seguridad en Guayana, pero ignoramos el lugar preciso. (9) Aquél advierte que la letra indudablemente ha sido elaborada por blancos y no por indios. Ello puede expresarse de todas las versiones copiadas. Sin embargo, están realizadas, como claramente puede verse,
sobre un mismo p:itrón y en ellas, como vamos a ver, se conservan sin duda
elementos de antiguas versiones indígenas. Sobre ellas se harían las primeras en castellano. Posteriormente se han introducido modificaciones, sin que
desap:irecieran totalmente algunos rasgos del viejo cantar. Ignoramos si entre
algunos grupos indígenas se conservará el antiguo canto, siquiera con sus
elementos esenciales. Conocemos sólo una versión traducida del Caribe de
Anzoátegui por Marc de Civrieux, en la cual los cantantes se dirigen a quienes les visitan, para pedirles algunas dádivas. Desgraciadamente Oramas,
quien informa que a veces los indígenas cuentan viejos episodios en la letra del Maremare, no ha publicado nada al respecto. La versión traducida
por Civrieux es como sigue:
"El negro, aquí está este Negro, el buen indio conversando con sinceridad.
Aquí estoy, buen indio; yo soy buen indio.
De aquel criollo, de aquel buen amigo de nosotros, del criollo,
quería ser amigo desde hace tiempo.
Tú eres un buen caballero; tú has sido bueno con nosotros, buen caballero.
Si quisieras, me darías una peseta.
Puedes dármela o no. Para comprar un cuarto de aguardiente blanco.
(9) .-Vera Izquierdo: 1952. Gallegos: 1949.
128
.Utt8Ü'o8 del .l!aremare. Indígenas ele la .llesa ele Guc111ipa. Coleccit11
fotográf ira ele Juan Liscano.
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
Tú eres un buen caballero;
Brindemos por nosotros dos
y por nosotros los indios" ( 1O)
Si prescindimos de esa dolorosa letra recogida por Civrieux, la cual
muestra el profundo estado de inferioridad en que han quedado los descendientes de los orgullosos Caribes, un examen de los textos señalados nos
suministra algunos elementos interesantes. Dh·ersos autores los han interpretado en forma por cierto semejante. Para Abelardo Gorrochote8Ui, El
Maremare no era sino la expresión de una pena ancestral. En su soneto
"El Caribe'' escribía:
"Pues tú revives la falange muerta,
aunque abreves tu pena intraducible
en el dejo cerril del Maremare" ( 11)
Rómulo Gallegos, en Canaima, expresaba interpretación semejante:
"Bajo los techos de las churuatas esparcidas por la muerte de Maremare ...
La triste canción del indio, destemplada, monótona, extraña, inmensamente
triste. El le ha dado una entonación melancólica, ya musical, y hay un gran
dolor de razas maltratac1as corriendo en lágrimas entre los gemidos del carrizo indígena ... " (12)
Para Miguel Otero Silva, en una interpretación exclusivamente poética,
"Maremare era el indio,
Nuestro abuelo el indio".
Ello significaría que no hay ningún elemento prehispánico en el Maremare y que fue elaborado en el pueblo oriental, para lamentar la desaparición del abuelo indígena. Ya en este ámbito más concreto, algunos han pen(10) .-Civrieux ha obtenido informaciones lingüísticas entre los indí_gcnas
de Santa Clara de A.ribi, Guasey, Guanipa, Tabarú y Caño Grande, en el Onnoco.
cerca de .Moitaco. Todos se llaman a sí mismos Cariña. Allí recogió Civrieux in·
formaciones sobre El Maremare, que vio bailar en diversas ocasiones.
( 11) . -Citado por Salas: 1921.
(12) .--Gallegos: 1949. También st refiere Gallegos en su novela C111t11ima a
otra letra monótona, en la cual sólo se repite: "Marcmare se murió". Ocurre lo mis·
mo entre los Guaraúnos. Gallegos esaíbe: "Para penetrar en los abismos de melan·
colía que encierra el alma del indio había que oírles cantar el Maremare, como lo en·
tonaba aquel de la cabellera hasta los hombros, salvaje, monótono, triste, lamentoso,
y cuya bárbara letra insistía hasta la exasperación: "Maremare se murió, Marcmare se
murió, Macemare se murió ... ··
129
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
sado que no se trata del indio en sentido genérico, sino de un personaje
indígena real, llamado Maremare. Así lo expresaba el señor Salomón de
Lima, en un comentario periodístico, en el cual afirmaba que Maremare
habría sido el nombre del cacique Cayaurima, quien murió "en el camino de
Angostura", perseguido por los españoles ( 13)
Según han escrito otros, el Maremare sirve únicamente para imitar el
andar de la Tigana (Eurypyga Helias), a la cual llaman Maremare los indios
Arecunas. Vera Izquierdo opina al respecto: "La Tigana es un ave arisca y
buena voladora; pocos la habrán visto caminar y no creo que lo haga en una
forma tan característica como para haber determinado el nombre de una
danza ... " Al mismo autor le informaron en Casacoima que el nombre de la
danza derivaba del de los carrizos, con los cuales se hacen las flautas usadas
para tocar la melodía, llamados Mare. Vera Izquierdo lo duda, pues los Caribes, según afirma, dan a esos carrizos el nombre de berekosi, en tanto que
denominan maremare al cañafístolo y al baile dan otro nombre que no estaba en condiciones de suministrar al escribir sobre el Maremare. A propó¡ito del nombre, recuerda que en Venezuela aparece en diversos toponímicos. (14)
Miguel Cardona recogió la creencia de algunas personas no indígenas,
de que entre los Guaraúnos se trata de un baile de los enamorados. Según
otros, se trataba simplemente de un baile para divertirse.
Monseñor Turrado Moreno escribe: "Como al Maremare lo consideran
siempre y en todo tiempo baile profano, no temen organizarlo por cualquier
motivo justo y razonable, ya de día, ya de noche, a ratos, nunca todo el día
ni toda la noche, amenizándolo con bebezones de cachiri y guarapo de caña,
con los que regalan el paladar en los intervalos y terminación del baile".
(15) .
Gaylord Simpson, al tratar sobre las danzas de los Kamarokotos de la
Gran Sabana escribe: ",La danza Mari la dirige, a la vez que canta, un piache y está considerada como una 'danza de piache', pero la baila todo el
mundo en reuniones sociales". (16)
(13) .-Lima: 1950.
(14) .-Vera Izquíerdo: 1952.
(15) .-Turrado Moreno: 1945, 233.
( 16) .-Gaylord Símpson: 1940, 573.
130
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
Entre los Caribes de Anzoátegui, según De Civrieux, el baile del Maremare comienza alrededor de las seis de la tarde.
Como ve~os, las interpretaciones sobre el significado de la danza del
Maremare son muy variadas. Cada cual Ja interpreta desde su particulat
punto de vista y los propios indígenas no le conocen sentido especial en algunos casos y en otros no desean comunicarlo. En realidad, en muchas comunidades indígenas se han perdido los significados antiguos, pero es preciso recordar cómo no solamente se niegan a Jos investigadores informaciones sobre diversas actividades, sino que, en ocasiones, los informantes individuales en realidad no pueden suministrar los datos que obtendría el etnólogo únicamente por la observación prolongada de la vida de la comunidad,
en su desenvolvimiento normal, a través de, por lo menos, un año. Gaylord
Simpson decía a propósito de los Kamarakotos: "Es probable que la mayor
parte de las danzas tuviera antiguamente algún significado mágico si es que
no surgieron definidamente como ritos mágicos o religiosos. Así, las can·
ciones de la parichara. . . tienen todo el aspecto de conjuros de cacería.
Sin embargo, los Kamarakotos de hoy me informaron que las danzas. . . no
tienen en absoluto para ellos significado utilitario, mágico ni religioso, y
que .las bailan por puro placer. Ciertamente no son tratadas como si ence·
rrasen algún sentido místico ni tienen traza de ritualismo verdadero". Y
sobre el Maremare, llamado allí Mari, escribe: "También hay una danza de
piache, llamada Mari, que puede bailarla todo el mundo, bajo 'la dirección
de un piache, quien canta y grita. No pude enterarme de ningún significado
religioso especial de esta danza, pero la presidencia del piache (tomando
en cuenta que las danzas sociales las dirige el cacique o cualquier to 'esd
competente) hace suponer que tiene o tuvo en principio tal carácter particular". ( 1 7)
¿Podemos pretender, con las informaciones de los etnólogos, tan cautas, y las de los folkloristas, generalmente convencidos de que es preciso
contentarse con aceptar El Maremare como un simple baile folklórico, lanzarnos en busca de su posible origen y significado? El señor Salomón de Lima,
basado en sólo una copla, quiso desentrañar el sentido oculto, en un comentario periodístico titulado "El Maremare nació en Anzoátegui". Para ello
se basaba en la copla que dice:
(17) .-Gaylord Simpson: 1940, 526.
131
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
"?-fa.remare se murió
en el camino de Angostura.
Yo no lo vide morir
pero ví su sepultura" .
El intento se habría justificado si hubiese esa única versión del lugar
donde murió Maremare. Para De Lima se trató de otro nombre del cacique
Cayaurima, a quienes los conquistadores persiguieron precisamente "en el
camino de Angostura". ¿Pero cómo coordinar tal sentido con la copla que
sigue en las versiones orientales?
··Maremare se murió
camino de Cumaná;
yo no lo vide morí
pero ví la zamurá··
Si se siguiese el método de De Lima, el estudioso que se colocase en cualquier lugar donde se cante El Maremare, podría construir una interpretación, pues bastaría que situara algún episodio de un indígena perseguido entre el sitio donde se estudie y Cumaná. El problema, desde luego, se complica, si recordamos que Maremare no muere únicamente "en el camino de
Angostura", ni "en el camino de Cumaná", sino en "en el paso del Guainía", "en el paso del Rosario", "en el paso de La Mina", "en el paso de la
Tormenta". Vera Izquierdo cree que la palabra Guainía y otras sólo sirven
plra realizar las consonancias. En realidad se podría buscar otra interpretación si se toma en cuenta que también se baila El Maremare entre los indígenas del Guainía, según la información de Montolieu. Pero mucho más interesante es Ja observación de Vera Izquierdo sobre las distintas letras de
El Maremare. Cree que tal vez "Maremare haya sido un personaje importante de tiempos precolombinos, quizá un semidiós cuya desaparición Ja.
mentaban los Caribes". Y añade, sobre el contenido de las diversas versiones que recogió: "El mecanismo aludido consiste en afirmar que Maremare
murió en un sitio determinado, que nadie fue testigo de su muerte, pero
que sí se tiene un razonable indicio del suceso". A la acertada observación
es preciso añadir lo siguiente: Nadie ha sido testigo o nadie se atreve a
afirmar que ha presenciado la muerte de Maremare. Pero tampoco se afirma que murió en un solo sitio. ¿Quién es ese ubicuo personaje capaz de
morir "en el camino de Angostura", "en el camino de Cumaná'', "en el pa·
so del Guainía'', y en tantos otros sitios, reales o imaginarios? (18)
(18) .-Vera Izquierdo: 1952. Montolieu, citado por Alvarado: 1945, 158.
132
EL MAREMARE 1 BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
Nadie ve morir a Maremare, o nadie se atreve a señalar Ja circunstancia de su muerte, como es normal en muchos pueblos primitivos; pero, en
cambio, es vista su sepultura o "la huesamenta". Y en la versión de Francisco Carreño:
"De Marcmare se encontraron
solamente los huesitos
y Jos indios los llevaron
a enterrar en un ranchito".
S1 se hace una interpretación simplista, desde el punto de vista de nuestra cultura, tal afirmación no tiene sentido, pues a nadie llevan a enterrar en
un ranchito, mas si se recuerda que precisamente los Caribes acostumbraban
a enterrar sus muertos en la vivienda, la copla se llena de significado. En la
misma versión encontramos algo más que indudablemente expresa una costumbre mortuoria indígena, aunque no parece ser de la región:
'"Cuando murió Maremare
los indios bailaron Tura
y después que la bailaron,
les pegó la calentura".
En realidad el baile de Las Turas se conoce únicamente del Occidente de Venezuela. ¿Existió acaso también en Oriente? ¿O se trata de una alusión a la
"toma de luto" de que habla Oramas? Es lo más probable. (19)
También existe en la versión de Otero Silva una copla que expresa una
situación sin duda indígena:
"Ya se murió .Masimona,
Ya se murió Guatarnare.
Ya no hay quien ralle más yuca
ni quien tienda más cazabe".
(19) .-Oramas (1949) escribe que después de bailar "la llora", ceremonia para desenlutarse, "los demás hacen 'estir a los desenlutados con nuevas ropas, adornarse y pintarse, quienes aparecen brindando a todos para Juego acrecentar Ja alegría con
Ja fiesta del Maremare, que para ellos constituye la más atrayente diversión". Si existe allí "la IJora", no es difícil que, como sugiere la versión de Carreño, haya ahora o
haya habic.lo la danza de º'Las 'furas", Ja cual en Occidente aparece tambifo ligada a
"la llora". En nuestro trabajo '"Las Turas" no hemos tratado es~ relación.
133
ESTUDIOS DE ETNOLOGV. ANTIGUA DE VENEZUELA
Aquí no se trata, como en las dos coplas anteriores de la misma versión,
de un personaje que puede morir "en el camino de Angostura" y al mismo
tiempo "en el c:i.mino <le Cumaná", sino de que ese personaje tiene otros
nombres: Masimona y Guatamare y de que, además, su presencia era muy importante para las actividades productivas, especialmente en lo relativo a la yu•
ca y el cazabe.
El examen, pues, de las diversas letras nos enseña que se trata de un
personaje ubicuo, quien muere simultáneamente en diversos lugares, cuya
muerte nadie se atreve a decir que ha visto, pero cuyos restos son perfectamente Yisibles e incluso trasladables para darles sepultura según la usanza Caribe, dentro del rancho. Se "toma luto" por el personaje desaparecido y su
muerte ocasiona graves males, pues se entorpece nada menos que la producción de yuca y cazabe.
¿Podremos obtener mayor información con el examen de los significados <le la palabra Mace? En forma simple, sin la reduplicación del Oriente,
sirve para designar entre los Kamarakotos un baile. Como ha notado Vera
Izquierdo, Mare es toponímico muy extendido por la República. Según le
informaron, la Tigana es llamada Maremare por los Arecunas. Para Alvarado es el cañafístolo (Ca.rsia Grandis L) el vegetal denominado en algunos
lugares Maremare o Marimare (20). Para otros, se denominaría Mace la
flauta y Marc de Civrieux ha encontrado que entre los Caribes de Anzoátegui Mare significa enfermedad o hechi'zo.
Como las investigaciones modernas entre diversos grupos no nos informan mucho más, conviene insistir en vocabularios antiguos. En el de la lengua Otomaca publicado por Rosenblat encontramos que en ella maéma significa tigre. El autor comenta: "El tigre americano o jaguar es el animal totémico de los Otomacos". Y no puede haber duda de que se trata de nuestro
Yocablo Maremare, cuando nos informa Gilii que precisamente el nombre del
tigre, Maéma, llevaba un baile de los Otomacos. El misionero nos dice: "Il
bailo nominato dagli Ottomachi i\faéma, e tutto grave ... Trae el neme dalla
tigre ... " y lo describe así: "Su nombre viene del tigre, del cual finge defenderse un indio sentado en el medio de un círculo. Ocho o diez indios bailan alrededor, cantando con gracia, cogidos fuertemente entre sí. De cuando
(20) .-Alvarado: 1921. Pittier:
194~·47.
134
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
en cuando, pero en el momento en que menos se espera, como si el tigre se hubiese abalanzado contra el indio encerrado en el círculo, de cuatro partes del
mismo se vuelven hacia los espectadores otros tantos bailadores, lanza en mano, en actitud de herir de punta. No hay, que yo recuerde, otras variaciones.
Pero el temor aparente del indio que está sentado en el centro, Ja preocupación
de los presentes por su vida, Ja vivacidad en reaccionar con las lanzas y la rapidez con que vuelven a sus puestos, son cosas que agradan a cualquiera ... " ( 21). A juzgar por la descripción de Cardona, a Ja cual nos hemos
referido, sólo entre los Guaraúnos se conservan escenas que reproducen en
parte la descrita por Gilii.
A nadie puede extrañar una danza del jaguar entre los pueblos americanos. No sólo existió en la región amazónica, sino que la hubo entre los
pueblos de alta cultura. Entre los Bororos occidentales es personaje central de
ella la representación de un cazador, quien se adorna con dientes y garras de
tigre y se supone que es poseído por el espíritu del animal. las mujeres toman
parte en la danza, lamentando la muerte del jaguar ( 22). Entre. los Chiriguanos y Chahancos celébrase una fiesta en Ja cual se representa un jaguar perseguido· por perros. Las chiquillas de la tribu remedan ladridos y le obligan,
persiguiéndole, a subir a un árbol. Los Abipones creían en hombres-jaguares
y entre los Caribes se creía que los piaches podían transformarse en tigres durante la noche. (23)
Todavía existe entre los Huastecos una danza del jaguar, a quien no se
puede nombrar m.ís que por semejanza, pues su nombre real sería demasiado
peligroso. Esta danza no es sino uno de los restos de la antigua importancia del jaguar en Mesoamérica. Recordemos solamente a los Caballeros Tigres, rivales de los Caballeros Aguilas. (24)
Ahora bien: ¿Por qué tal importancia concedida al jaguar? ¿Por qué
pensaban los pueblos del Orinoco que los piaches podían convertirse por la
(21) .-Utilizamos la traducción del trozo usada por Rosenblat (1936). Gilii:
JJ, 281.
(22) .-Funk and Wagnals: 1950. Steward (1948), dice a propósito de la zona
Circumcaribe, dentro de la cual se encuentra tanto Jos Caribes a quienes nos referimos,
como los Otomacos: "Thcrc is ocasional evidcncc of a jaguar cult both in religious
practices and in art motifs ... "
( 23) .-Funk and Wagnals: 1950. Artículo "Jaguar". Marquis de Wavrin: 1948.
(24) .-Stresser-Pean: 1948.
135
ESTUDIOS Dll ETNOLOGIA A1'1 IGUA DE VENEZUELA
noche en tigres? Rosenblat ha recorch<lo en su estudio sobre los Otomacos
cómo el jaguar "es un animal unido, ~eguramente en tod:is partes, a la mitología lunar, consagrado a Ja luna o símbolo de ella ... " El baile del tigre,
Mat rnae, está relacionado, entre los Otonucos, con otro descrito por GumiIla. Rosenblat escribe: "Al parecer la danza que describe Gumilla, que se
desarrolla desde el anochecer 'hasta media noche', así como l.t que describe
el padre Gilii -quizá momentos distintos de una misma danza- está consagrada a la luna y tiene una significación m.ígica evidente. Como en todo el
mun<lo primiti\'o, la danza, la música y la poesía de los Otomacos responden
al sentido de sus mitos. La gesticulación, los movimientos y los sonidos son,
con matices que tradu..:c:n el efedo, la repetición de una fórmula a Ja que
se atribuye una virtud migica ... El baile de Jos Otomacos tendría la misión
de ayudar a la lun:i en su Iuch:i contn las tinieblas o contra otros enemigos.
Qu1z.í respondan a fases distintas del CJClo lunar ... " (25)
No cabe duela de que El M:iremare que se ha conservado en el folklore
venezolano, a pesar de todas las transculturac1ones, conserva suficientes caracterÍ,!.1cas que nos permiten reconocer en él e~t: canto a la luna muriente que
era el Maemae de los Otomacos. Es posible que no solamente se cantase en la
scgt;nda parte de la noche, a Ja luna que se esconde, sino que se entonase
únicamente durante los últimos días de la luna menguante. Maremare, el
jaguar muerto, er.1 la luna muerta. L luna es el person:ije ubicuo que puede morir en Angostura, en Cumaná, en el Guainía, al mismo tiempo. Es posible que las primeras letras del Mare:mare, fuesen traducciones directas de
los cantos indígenas, a los cuales se han añadido posteriormente, de acuerdo
con diversas circunstancias, nuevos versos. Ha cambiado la sem.íntica oculta,
con la realidad. En los viejos tiempos, cuando Maremare -el J:aguar-Lunamorfa en cierta época del año, ya no había más yuca, ni mis cazabe. Hoy, la
tristeza por el alimento e•;caso es para el indio grito perenne. Por eso, el Maremare surge cualquier día, en ciertos grupos, en cualquier ocasión. Y si antes
el C!'nto servía p.ira pedir mercedes a Ja diosa, hoy su letra ha descendido al
triste papel de ese recitado mendicante recogido por De Civrieux, en el
cual c;e pide al visitante la merced de un!! d:\d1va monetaria.
No sólo baifaban El Maremare los Otomacos. De su danza se han conservado, a través de las fuentes histórí .as, m.ís ciertas noticias, pero era también baile de Jos Tamanacos y de los Maipures. Aquellos danzaban gravemen(25) .-Roscnblat: 1936.
136
EL MAREMAR1', BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
te, en tanto que éstos lo hacían con alegría. Le daban los Maipures el nombre
de ":Marié Mari-je ja", según la información de Gilii y se decía que lo habrían aprendido de los Guaipunabis. En nuestra época Montolieu encontró
en el Guainfa el nombre con muy escasa alteración: • Mari-eyé Mari-eyá"
(26)
en tiempos prehispánicos, pues, se encontraba El Maremare entre los
Otomacos, Guaipunabis, Maipures y Tamanacos. Seguramente se practicaría
b danza entre otros pueblos del Orinoco. No puede extrañar el culto de la
luna entre los pueblos orinoquenses. Ya hemos señalado cómo la danza del
jaguar ha sido practicada por muchos pueblos prehispfoicos. En la mitologí.i. de los Bororos, existe el tema e.le la muerte y resurrección de la luna, de
modo que seguramente Ja danza del jaguar está ligada a ello. Los diversos
pueblos americanos practicaban naturalmente distintas ceremonias en honor
de la luna. Podemos decir, de acuerdo con las informlciones de Gilii, que en
el Orinoco su culto estaba ligado al jaguar, como en otras zona.s americanas,
y que entre muy diYersos pueblos se extendió el baile dedicado a la muerte
del satélite (27). Es posible que las otras danzas dedicadas a él por los Oto·
macos.se practicasen con diferente nombre entre otros pueblos. Por ahora no
lo sabemos.
La sola identificación del actual Maremare folklórico bailado "en Orien·
te no explica desde Juego todos los problemas que surgen alrededor del ori·
gen de esa danza. ¿Cómo se extendió por la región del Orinoco? ¿La introdu·
jeron acaso los Otomacos, quienes aparecen en Ja zona como un pueblo re·
cién venido, con hábitos un poco extraños, con una organización distinta de
la de sus vecinos? ¿O fue acaso uno de los rasgos que ellos adquirieron allí?
¿Trajeron ellos al Orinoco el culto lunar y allí encontraron danzas que incor·
poraron a sus ceremonias? ¿Se fundió un antiguo ritual de ellos con el de otros
pueblos del mismo territorio? ¿O acaso vinieron de las profundidades de la
(26) -Gili1: 1782: n. 280 AJvarado : 19.f~. U8.
(27) -Lowu~ : 1916. Rosc:nblat: 1936, 276. Alay1a y Paz Soldán {19H) trata
largamente sobre ti culto lunar entre algunos pueblos del antiguo Perú y se refiere ex·
tensamente al tema en otras regiones del Nuevo y Viejo Mundo. En Ja descripción de
El Maremare entre los caribes de Anzoáte.itui, hace notar .Marc de Civrieux que allí comienzan el baile In mujeres. Cuando los hombres van a intervenir, hacen cantar a las
vie1as. Ello significa que aun se conserva la gran importancia que en todo baile dedica·
do a la luna tienen las mujeres. La significación de las viejas seguramente estaría ligada
a la luna muricnte, no solamente al amanecer, sino, como ya hemos indicado, a la
menguante.
137
ESTUDIOS DE ETNOI.OGLA ANTIGUA DE VENEZUELA
sch·a amazónica, donde se habría elaborado a través de siglos el rito del jaguar y la luna ?
Queden aquellas preguntas para futuras investigaciones. Por ahora contentémonos con recordar que El Maremare, tanto el bailado hoy como parte
del folklore del Oriente venezolano, como el conservado por diversos grupos
indigenas, no es sino un resto del antiguo culto lunar de algunos pueblos del
Orinoco. Tal vez en el futuro, ya con la pista de Ja identificación, sea posible encontrar entre indígenas algún canto que reproduzca las antiguas lamentaciones por Ja muerte de la deidad.
EL CANIBALISMO
DE LOS CARIBES
"Se admiraron mucho oyendo decir que nosotroJ
no nos comíamos a nuestros enemigos . .. "
Américo Vesp11cio.
Una de las causas que han contribuido a que los historiadores venezolanos carezcan en general de preocupación por cuanto atañe a la historia
de nuestras culturas prehispánicas ha sido el recuerdo constante, las invariables referencias, hechas a la antropofagia de los Caribes. Se les presenta
como un pueblo de hábitos bárbaros, desprovisto de los más insignificantes
méritos, digno del olvido y la reprobación permanente. Muchas palabras y
expresiones usadas en el lenguaje corriente revelan de claro modo cómo se
juzga cuanto tiene que ver con aquel gentilicio. "Caribear" es imponerse por
la fuerza; "ser un Caribe" es ser jactancioso, peleador y cruel. Esa penetración en las expresiones usuales, ha tenido su contrapartida en el olvido científico. En las introducciones a las historias de Venezuela, o en esos primeros
capítulos que se dedican a los tiempos prehispánicos, el autor despacha a
los Caribes rápidamente, recordándolos como pueblo feroz, bélico, implacable y antropófago. No examina m1s procederes, no trata de informarse
sobre el lugar que han ocupado en la historia prehispánica de América, no
consulta a los especialistas acerca de su cultura total. Ciegamente, con ánimo de encomendero voraz, los califica agria e injustamente, como si se tratase de aquellos urgidos conquistadores que enviaban informes adversos de
los indígenas, para cimentar fama de heroicos y preparar las probanzas de
méritos, en las cuales aparecerían rodeados de millones de caníbales, traidores, perezosos, arteros y sanguinarios.
En realidad las referencias históricas al canibalismo han despertado en
todas partes posiciones semejantes a aquella. Otra se encuentra también presente en Venezuela: para unos, descalificaría totalmente a las antiguas culturas americanas el canibalismo, difundido muy extensamente. Para otros, tal
proceder no ha existido y se ha tratado de calumnias de conquistadores y
141
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
cronistas, para obtener fama de valientes y autorización para el despojo y
la esclavización. Desde luego aquellas posiciones no corresponden a los
antropólogos, quienes no juzgan por una sola característica las culturas de
los pueblos y quienes, además, colocan cada rasgo cultural dentro de una
clasificación científica que varía solamente con la escuela de pensamiento
a la cual pertenezca el investigador.
En 1947, J. Fernando Cameiro aseguraba que en el Brasil no había
existido canibalismo y obtenía esta conclusión: "En lo que se refiere al resto
de América la única cosa rigurosamente probada fue la existencia, no de canibalismo, sino de antropofagia ritual, religiosa, en México, donde se comía
carne humana a modo de comunión. El sacrificio era hecho por sacerdotes
en función sacerdotal y los cuerpos sacrificados se comían como carne santificada .... También en Yucatán había antropofagia sacramental. ... Aparte
de esa antropofagia religiosa, parece cierto que ninguna otra hubo en América .... " (1)
Aquella afirmación está en total desacuerdo con los resultados obtenidos por los antropólogos en sus estudios especializados sobre las culturas
americanas. En un trabajo de Lowie editado en 1948 puede ·leerse: "Aunque nuestra palabra caníbal se deriva de una designación del Caribe, mu·
chas tribus Arawacas y Tucanas también practicaban la antropofagia. Muchas tribus de la Guayana se asemejan grandemente a los Tupinambas en
su notable procedimiento ... " (2) .
Frente a aquella negación de Carneiro, encuéntranse ciertos autores,
como Restrepo Tirado, quienes se han referido con el mayor desprecio
-a semejanza de los autores venezolanos a quienes aludíamos- a la antropofagia prehispánica. "Es una creencia muy general entre nosotros -escribía refiriéndose a Colombia- que sólo los Caribes eran antropófagos,
cuando todas las tribus colombianas se saciaban con carne humana. Sólo
recordamos dos o tres excepciones: los Chibchas y los habitantes de Santa
( 1) . -Carneiro: 1947. El problema fundamental que origina las negativas y
afirmaciones extremadas respecto del canibalismo, se encuentra. en la falta de perspectiva sociológica para juzgar las culturas diferentes de la nuestra. Esto se olvida por
quienes no son etnólogos o sociólog<;>s profesionales. ~scrib~n una histor~a. o una teoría moralizante, tomando como paradigma nuestra propia sociedad. La pos1c1ón correcta
debe tomar en cuenta el asombro que a los canibales, según Américo Vespucio, les
produjo la noticia de que los europeos no se comian a sus enemigos. Antropológicamente, estaban tan en razón como los descubridores, en su alarma y perplejidad.
(2) .-Lowie: 1948, 35.
142
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
Marta ... " Y ve con tanto horror aquel intenso canibalismo a que se refería, que hasta crea una teoría sociológica para explicar la conquista y la
ruina de las antiguas culturas: "El exterminio -teoriza- estaba ya decretado a esas razas desnaturalizadas. No se crea que fueron unos millares
de soldados españoles los que en pocos años barrieron con pueblos tan numerosos. Verdugos que hubieran sido, no habrían alcanzado a llenar tarea tan
enorme. Algo ayudaron las pestes, el hambre, los rudos trabajos y aún las balas de Jos arcabuces, pero la causa principal fue la antropofagia. . . En un
año, en sólo el valle de Popayán, 50.000 individuos habían desaparecido en
los vientres de sus semejantes ... " ( 3)
Aquella singular concepción, como el lector habrá visto, peca por su
propia base, pues no explica el autor cómo podían haber llegado aquellos
indígenas a ser tan numerosos como él mismo dice, si practicaban tal autodestrucción. A menos que se piense que fue la llegada de los españoles
la que precipitó el hábito antropofágico. Desde luego esa no es su manera
de interpretación. Representa Restrepo Tirado una posición extrema en
la aceptación de las cifras que se daban sobre los indígenas y en la creencia
concedida a todas las afirmaciones sobre sus crueldades. El otro extremo,
igualmente ingenuo, se encuentra en quienes, por el contrario, niegan absolutamente la antropofagia y se declaran paladines de la memoria de los
Caribes y de otros pueblos, calumniados acerca de ese particular por los
conquistadores. Esta posición se encuentra representada en ·Venezuela por
Julio C. Salas. Su libro Los Indios Caribes: Estudio sobre el origen del Mito
de la Antropofagia, fue escrito, según explica, como "vindicación histórica
de la calumniada raza caribe".
El libro de Salas posee muchos méritos: examina las fuentes históricas, para comprobar los mitos que se crearon sobre los indígenas; fustiga
los procedimientos esclavistas; acusa a Jos culpables de las depredaciones
que se ejecutaron por los conquistadores; coloca en su justo lugar a ciertos
farsantes que toman como pretexto los estudios etnográficos, para sorprender la buena fe de los curiosos por nuestras antiguas culturas. Pero tiene
algunas contradicciones y su conclusión tiene que ser aclarada sobre los
nuevos datos que el análisis de las fuentes y los estudios etnológicos han
proporcionado desde la época cuando publicó su obra. Algunas de sus
argumentaciones carecen en realidad de fuerza persuasiva. Como cuando
(3) .-Restrepo Tirado: 1892, 193, 130.
143
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
escribe: "Bastante sospechosa es la versión de la antropofagia imputada a
los americanos precolombinos, cuando se ve que las tribus indias que aún
viajan salvajes en los territorios de América, y que antiguamente fue10n
calificadas de comedoras de carne humana por los escritores españoles, 110
poseen actualmente tal costumbre, cuando han conservado hasta en sus
menores detalles sus antiguos hábitos, como el uso de los embijes o pinturas y el de las flechas envenenadas ... " Por una parte, nada tienen que ver
unos hábitos con otros. Muchas costumbres indígenas se han modificado
en realidad y, por otro lado, no es completamente exacto que todos los
antiguos procedimientos antropofágicos hayan desaparecido en América, como veremos después.
Tampoco resulta muy fuerte el argumento del siguientes párrafo:
"Habiendo consignado el capitán Keimys en el siglo xvI los artículos con
que comerciaban los indios del Orinoco, observa el Dr. Bancroft, en su
Historia de Guayana, que esos mismos artículos les servían para su comercio dos siglos después, pudiéndose asegurar que hoy mismo comercian los
Maquiritares y Caribes con hamacas, guapas y los variados productos de
sus selvas, que van a vender de preferencia a los ingleses de Demerara,
usando en su trato la misma seriedad, probidad y honor de que tan relevantes pruebas ha dado siempre una de las más bellas razas indígenas del
Continente; esta permanencia de usos y costumbres, conservados religiosamente, es la mejor prueba que se puede aducir en refutación a la antigua
inculpación de antropofagia atribuída a los Caribes ... ". En realidad nada
tienen que ver entre sí el canibalismo y los tratos honrados de los Caribes.
Dentro de la cultura que poseían, ambos rasgos podían subsistir. Lo importante es averiguar cuáles eran los caracteres de la antropofagia que praü1caban y qué significado posee en la historia de la cultura. El empeño de
negar en absoluto un procedimiento que consignan las más disímiles fuentes y que ha sido cabalmente interpretado, como veremos, por la antropología, llevaba al doctor Salas, a pesar de las excelencias de su libro y de su
fuerza expositiva, a presentar argumentos carentes en absoluto de validez,
como los transcritos.
Sobre el origen de las creencias que se alzaron a propósito de los indígenas americanos, escribe: "El renacimiento de la civilización grecolatina y
el estudio de sus clásicos, sabios y poetas, puso en moda viejos prejuicios o
versiones mitológicas de Herodoto, Estrabón, Plinio y otros sobre los escitas
antropófagos, sobre las mujeres guerreras, o Amazonas, gigantes, enanos o
144
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
pigmeos, membrudos o polifemos con un solo ojo, con los ojos a la espalda
o con los pies para atrás ... " Salas tiene entera razón en recordar cómo
el Nuevo Mundo resultó el habitat ideal para personajes de leyenda, para dar realidad a creaciones fabulosas que encontraban en los relatos de
los descubridores asidero y realidad. Pero es bueno recordar que algunos
de aquellos mitos prendieron porque encontraron, como plantas, terreno eficaz, abonado, para que fructificasen. Porque, en efecto, las antiguas
versiones sobre antropófagos del Viejo Mundo, hallaron aquí confirmación irrefutable y aquellos seres sin cabeza encontraron en los relatos
de los habitantes del Orinoco una vida nueva, que les comunicó el fantástico relato de Raleigh, donde en realidad era verdadero mucho más de
lo que se ha concedido. Cuando sus informantes le hablaban de seres fabulosos, claro que ello no significaba que existiesen, pero indicaba que
quienes le hablaban creían en eIJos. Sin embargo, lo importante en Ja nota,
por lo demás certera, de Salas, consiste en que él tampoco se vió libre de
mitos. Los impugnaba y cayó en ellos. Rechazaba los del siglo XVI y acogió
algunos de sus días. Veáse cómo se refería al posible origen <;le los Caribes:
"¿Debe buscarse su país de origen en el Norte de América o en el Sur de
este Continente, en las Antillas o en Honduras, en la cuenca del Missipipi
o err la de los ríos Atrato, Orinoco, Amazonas y Paraná? Nada concreto
ha podido aún establecerse sobre tan interesante cuestión antropológica;
pero, no obstante, la hipótesis basada en el tipo físico y etnológico de los
Caribes, que ocupaban y ocupan la parte oriental de América, permite juzgarlos como los atlantes, afines de los antiguos Guanches de las Canarias
y de los Bereberes del Norte de Africa, raza que en tiempos prehistóricos
fue destruida por la gran catástrofe geológica que hundió la Atlántida de
Platón en el seno del mar ... " No hay, desde luego, necesidad de comentar la visible contradicción de Salas, cuando trataba de precaverse de
los mitos e impugnaba tan duramente el arraigo de las leyendas entre quienes escribían sobre etnología.
A pesar de su empeño en probar que la antropofagia había sido un
mito creado por los conquistadores para justificar sus excesos, Salas, honrado investigador, tuvo que exponer sus conclusiones de acuerdo con las
fuentes históricas que examinó. Así, escribe: "Esto no quiere decir que
en absoluto no comiesen carne humana algunas tribus de Venezuela y Colombia: Caribes, Etanamos, Urabáes y Pijaos, pero sometiendo a un examen
minucioso tal costumbre, se observará que era una práctica de guerra y
145
ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENJ:ZUELA
hostilidad contra el enemigo \'aliente Yencido en combate, para imponerse
por el terror a la nación a que pertencch y no para satisfacer Ja necesidaJ
de alimentarse, ra que la abundancia de la tierra que dichas tribus pobla
ban, impedía en cierto modo que por necesidad realizasen un acto que re·
pele la misma mturaleza del hombre ... " En el final de este párrafo encontramos el origen de algunos de los errores de Salas, al negarse a aceptar testimonios irrecusables. Partía de ciertos postulados que no correspon·
den a la humanidad, sino a las diferentes culturas. La antropofagia no puede ser calificada en la forma simplista que él lo hacía, pues muchos pueblos la h.m practicado en la fomu como adelante veremos. Desde luego,
sí tenía Salas razón al asegurar que fue incierto que los americanos se alimentasen de carne humana. Sobre la posibilidad de que algunos grupos
humanos practiquen la antropofagia para alimentarse, 'eremos después al·
gunas opiniones. ( 4)
Muchos autores hacen notar especialmente, al referirse a la antropo·
fagia en la América Prehisp.ínica, Jos procedimientos que a nosotros nos
parecen más repudiables. Sin perspectiva histórica, acusan a los antiguos
indígenas como si hubiesen 'ivido dentro de nuestro ámbito de cultura }
hubiesen debido guardar el comportamiento que para la convivencia con
sideramos nosotros como justo. Cuervo Márquez, en sus E!tudios Arque.,/ógicos ) Etnográficos, decía: "Los Caribes, en efecto, eran .antropófagos; y como Jos demás pueblos americanos, aún los más cultos, como
los Aztecas, o de costumbres más suaYes y carácter m.ís dulce, como los
Chibchas, eran crueles y sanguinarios ... " Otra 'ez podemos notar aquí
una posición extrema, que se enfrenta a la de Salas. Para éste, por el
contrario, Jos antiguos indígenas eran realmente de tan cabal caballerosidad como la que elogia en los Maquiritares. (5)
Sin duda Jos conquistadores exageraban en sus informes cuanto po·
día indicar que sus empresas eran siempre heroicas. En tal sentido segu·
r.unente se atribuyó antropofagia a grupos que no la practicaban. ¿Cómo
descubrir la verdad? Los métodos históricos permiten acercarnos a ella en
el mlnejo de las fuentes. En el caso particular del canibalismo, podemo:>
adoptar, p1ra obtener Ja mayor certidumbre posible, Jos métodos siguientes:
(4) .-Salas: 1921, 13, 35, 48, 20, 15, 160.
O) -Cuervo .Mirquez: 1920 11, 30.
146
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
1) Informarnos sobre cuanto en general se sabe acerca del fenómeno del canibalismo en la historia de la cultura. Si ha sido exclusivo de los
grupos americanos o sólo atribuido a ellos. Si, caso de que podamos creer
las referencias históricas, presenta características propias o semejantes a
las de otros lugares del mundo. Cuál es la moderna interpretación del fenómeno por los antropólogos.
2) Verificar la certidumbre de las afirmaciones encontradas en las
fuentes históricas. Para ello es preciso adoptar las siguientes precauciones:
cuando las menciones sean de los primeros tiempos y únicas, dudar metódicamente. Sólo aceptar como verdaderas aquellas menciones de los primeros conquistadores y cronistas confirmadas por personas diferentes, escritas en regiones distintas. Caso de encontrarse con afirmaciones en regiones diferentes, se plantea inmediatamente un problema de distribución.
Cuando las antiguas afirmaciones son halladas de nuevo en relatos tardíos,
de los siglos xvn y XVllI, por ejemplo, podemos pensar que nos hallamos ante hechos ciertos. Es preciso, naturalmente, añadir a .aquellas consideraciones sobre la base de los estudios historiográficos que nos permiten
valorar cada caso particular, la validez de Ja fuente examinada. Desde luego, ·omitiremos aquí el examen historiográfico detallado, pues corresponde
a otra clase de estudios.
3) Los relatos de v1a¡eros, científicos, historiadores y toda clase de
personas no interesadas en la Conquista, servirán de "testigos'', para confirmar o rechazar las afirmaciones.
4) Resultan naturalmente de primera importancia los estudios de
los antropólogos, etnólogos, arqueólogos, antropólogos físicos y lingüistas.
Sobre aquellas bases los antropólogos han llegado a conclusiones generales, las cuales nos permiten interpretar el fenómeno de la antropofagia
desde un punto de vista científico. Se evitan así las posiciones extremas,
tanto la capaz de asegurar que los indígenas sucumbieron en la lucha contra los europeos debido al canibalismo, como la contraria, por la cual se
niega absolutamente la existencia del fenómeno y se acepta sólo como esporádico. ¿Qué nos dice, pues, hoy, la ciencia antropológica al respecto?
Ya Humboldt había expresado una conclusión correcta, curiosamente
no seguida por sus innumerables admiradores venezolanos, quienes en muchas ocasiones le citan sólo para recordar sus simples observaciones y no
147
ESTUDIOS DE ETNOt,OGIA ANTIGUA Dll V.ENt:ZUELA
aquellas ideas en las cuales mostraba su gran penetración científica. In
su Viaje a las RegioneJ &¡11i11occiale1 del Nuevo Continente, escribía:
"SJb1do es que la antropofasia r l.i costumbre de los ~acrifi, íos hununos
ligada frecuentemente a ella, se encuentran en todas partes del globo y
entre pueblos de razas muy distintas; pero lo que más llama la atención en
el cstuJio de la historia, es ver que los sJcrificios hwnanos se consen an
en mcJio de una civilización bastante adelantada y que los pueblos que
tienen a gala devorar los prisionero~, no son siempre los más embrutecidos
y feroces ... " ( 6)
Sorprenderá sin duda a los historiadores venezolanos a quienes alu
díamos al principio y a ciertos aficionados a estudios etnogr.íficos, aquel!J
conclusión de hace siglo y medio. Pero es enteramente cierta. El canibalismo no surge en la historia de la cultura sino entre pueblos de cierto desarrollo. Veamos lo que dicen algunos autores actuales. En un resumen sobre
el canibalismo en América, publicado por Blanco Villalta, escribe: "Nuevas indagaciones prueban de manera incontrastable que Jos pueblos antropófagos no han sido los más salvajes. Puestos a valorar los estratos culturales, se e' idencia una verdad: rodeados de etnos rudimentarios que no
alcanzaban aún jerarquía de agricultores, los caníbales habían adquirido
ya un grado superior en las ciencias elementales, cosechaban los frutos de
sus sembradíos, eran alfareros, poseían más delineadas conformaciones religiom .. " (7)
Volhard, en su libro El Canibalismo, en el cual estudia el fenómeno en el mundo entero, llega a la misma conclusión de otros autores: comienza a manifestarse en el límite inferior del Neolítico. Imbelloni, en su
C11/t11r 1/ogía escribe: "El ciclo de los horticultores introduce la lucha
cuerpo a cuerpo y la especialización del hombre de guerra, con activi<l,td
profesional distinta. . . Contemporáneamente la más alta estimación <lcl
endurecimiento y del coraje personal inducen al canibalismo, práctica
mágica con que se intenta absorber las cu.1lidades y el 'igor del enemigo ... " Sobre cst.1 creenci.1 escribe Lowie. ' Si muchas de las costwnbres
primitivas nos c.msan indignación, la psicología en que se basan es a n:ces menos bárbara de lo que a primera vista pudiera parecer. . . El canibalismo puede no ser más que un ingenuo rito mágico y la caza de cabe(6) .-Humboldt: 1941: IV, 288.
(7) . -Blanco Villalta: 19f8, 8,
148
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
zas algunas veces se considera esencial para ciertas ceremonias, es decir,
para el bien de la tribu ... " ( 8)
No insistiremos en mostrar las ideas de los autores recientes. Sus conclusiones generales son: el canibalismo no es propio de los pueblos más
atrasados. Aparece en la historia de la cultura, con los agricultores. Cuáles
serían sus primeras manifestaciones, es cosa que se ignora, pues, según
Volhard, en realidad conocemos sólo el período de la decadencia de esa
práctica. Tiene, en la mayor parte e.le los lugares donde podemos comprobarlo modernamente, un significado ritual. (9)
Veamos ahora lo que podemos conocer, por las fuentes históricas, en
lo referente a los antiguos pobladores de Venezuela.
Los cronistas se referían de modo especial a los Caribes. Dondequiera
se les nombra. Conviene recordar cómo eran Caribes lingüística y aun culturalmente, diversos grupos a quienes se denominaban con otros gentilicios,
como los habitantes de la costa venezolana desde Paria hasta Borburata.
Cuando los historiadores y cronistas se refieren a "Caribes", se trata de
los moradores de las regiones del Caura o del Guarapiche, particularmente
cuando se trata de escritores de los siglos XVII y XVIII.
Vespucio escribió: "Comen poca carne, excepto carne humana. . . Se
comen todos sus enemigos que matan o hacen prisioneros,. tanto mujeres
como hombres, con tanta ferocidad, que al decirlo parece cosa brutal".
fernández de Oviedo, al referirse a la Provincia de Cumanagoto, decía:
"El principal mantenimiento de aquestos indios dcsta provincia es carne
humana". Oviedo se había interesado tanto en los caníbales, que llevó a
Plasencia "seis indios caribes de los flecheros que comen carne humana",
para mostrarlos al rey Fernando. Sobre los Caribes que atacaban a los Aruacas, entrando por el Orinoco, contaba: "Prenden a algunos de estos aruacas, los que están gordos matan y comen y tienen por muy estimado manjar Ja carne de la nalga ... " Uno de los primeros expedicionarios que topó
con los Caribes que guerreaban en el Orinoco fué Cristóbal Guerra. Fernindez de Navarrete relata que no pudo atrapar a seis tripulantes de una
canoa, pero lograron apoderarse de ella y encontraron un indio atado, a
quien los Caribes transportaban para devorarlo, después de haber comido
otros seis. Fray Pedro de Aguado, quien escribía a fines del siglo XVI,
(8) .-Volhard: 1949, 434. Imbelloni: 1936, 148. Lowie: 1947, 220.
(9) .-Volhard: 1949, 434.
149
ESTUDIOS DE ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENtZUF.LA
explicaba las costumbres de la costa oriental. "Otra parcialidad de l.u
propias provincias, como eran las de Cherigoto y Paragoto, la comen por
vicio, pudiéndose pasar sin ella por ser gente muy pro\'eída de todo gén:·
rodecomidas ... " (10)
Todas aquellas citas re\'elan cómo los cronistas del primer siglo de
contactos acogieron la versión de que algunas tribus se alimentaban de
carne hwruna. Sin embargo, tanto en el propio Fernández de Oviedo co·
mo en Aguado y en otras fuentes, encontramos ya a veces ciertas explica·
ciones que son las primeras bases para entender Jo que verdaderamente
ocurría. Gómara, por ejemplo, supo de algunos de sus informantes que "Ea
Anoantal, donde andu\'o Antonio Cedeño, al que pesca sin licencia del
señor, es pena que lo coman", lo cual es un paso de avance en relación
con las otras informaciones. Y en la Relación de Caracas contaban en 15~y:
"Los que matan en la guerra o toman '¡,·os se los comen . . . Y este inte·
rés de comerse unos a otros ha sido siempre la mayor causa de sus guerras
y pendencia ... " ( ll) El propio Fernández de Oviedo, al referirse en
otra parte a la Provincia de Cumanagoto, informaba: "Comen carne humana y tienen guerra continua los uno con los otros y los vencedores co·
men a los indios ... " Y la Relación de Ja Provincia de Venezuela, de 1546,
decía de los Cherigotos: "Tenían guerra unos con otros y el que podía tomar al enemigo, en venganza se lo comía y para esto tenían su carnicero
en cada pueblo ... " (12)
Al Occidente, endaYados en medio de Caquetíos, estaban los Cipari·
cotos o Chipas, de filiación caribe. .Federmann informó de su antropofa·
gia: "Asesinan y de\'oran todos Jos prisioneros que toman, ya en guerra
ya por sorpresa". Castellanos cuenta que Jos compañeros de Federmann
comieron carne humana sin saber lo que era, hasta cuando encontraron
"pies y manos de hombres muertos". ( 13)
(10) -V~pucio: 1951, 217. Fem.l.nJez de Ovícdo: 1852: JI: 257, 266. Fer·
nindcz de Ovicdo: 1950, 167. Fem.l.ndcz de Navarrete: 1923, 12. Aguado: 1915; l,
458.
( 11)
Gómara : 1932; 1, 192. Relación Geográfica de Caracas: En Arellaoo,
1950
( 12) .-Fem.1ndcz de Ovicdo 18H; JI, 255. Relación de la Provincia de Vene·
zuela. En Arellano: 19:;0. Lo del "carnicero en cada pueblo" resulta intcrcsante. Des·
grac11damente basta ahora no hemos encontrado ninguna otra noticia que nos arude
a aclarar si se trataba de un verdugo o Je una especie de sacerdote sacrificador. Es
probable Jo segundo, dada la importancia ceremonial de la muerte de Jos prisioneros.
(13). Fcdcrmann: 1916, 63. Castellanos: 1850, 200.
150
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
Aunque los descubridores llamaron siempre Caribes a todas las tribus donde se practicaba la antropofagia, debido especialmente a la pri·
mera distinción aprendida en las Antillas, donde los habitantes de algunas islas acusaban a los de otras de atacarlos para comérselos, en realidad
no sólo encuéntrase canibalismo entre los grupos Caribes. Muchos otros
lo realizaban. ( 14). De los Caberres, de filiación lingüística arawaca, nos
informa Gumilla: "La nación Caberre, copiosa en pueblos y gentío y valientes, tanto que las armadas caribes siempre han llevado con ellos el peor
partido. Gente no sólo bárbara, sino también brutal, cuya \'ian<la ordinaria es carne humana de los enemigos que buscan y persiguen, no tanto para avivar la guerra, cuanto para apagar el hambre ... " Y de los Guaipunabis, de la misma filiación, dice Bueno: "Son los más carniceros que se
conocen; tienen tanto anhelo a la carne humana que desprecian cuantas
cacerías hacen, respecto de ésta y su mayor esfuerzo aplican en perseguir
a las otras naciones para comerlos". Añade que destruyeron totalmente
la tribu de los Megepures, comiéndolos. Gilii confirma ~l canibalismo de
ambos grupos. Métraux opina que las tribus arawacas originariamente no
habían sido caníbales pero seguramente aprendieron de los Caribes, en
algunos sitios. ( 15)
Como se ve en esas informaciones de misioneros del s~glo XVII, conservábase la versión de que diversas tribus consumían carne humana para
alimentarse. A pesar de las informaciones que los propios misioneros recogieron en regiones diversas y las cuales permiten entender la índole de
aquella antropofagia, como veremos, manifestaban las mismas creencias
que los conquistadores. Eso era, desde Juego, natural, sobre todo si se lo·
ma en cuenta que en ocasiones diversas muchos de ellos hubieron de presenciar el consumo de carne humana. Es Ja perspectiva adquirida por los
estudios antropológicos la que nos permite valorizar el procedimiento y
colocarlo dentro de su lugar en la historia de la cultura, ya a suficiente
distancia, en el tiempo y en el espacio.
De los Piaroas, otro pueblo no Caribe del Orinoco, tenemos dos vt:rsiones del padre Bueno. Al contar un informe que le había dado el padre
francisco Valor, quien hacía un viaje hacia la Guayana, escribe: "Me dio
( 14) .-Colón: 1944, 94, 125.
(15) .-Gumilla: 1791; J, 250. Bueno: 1933, 83, 84, 90. Gilii: 1782; JI, 45.
Métra1n:: 1949.
151
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
noticias de que en el pueblo del raudal de Atures mataron los Piaroas dd
Monte a un indio de su nación: Yinieron en la tarde y derechos, como fueran prácticos, se metieron en la casa del difunto; lo sacaron y tendieron en
el suelo; le pusieron un palo rollizo en el pescuezo y otro en el estómago
y C\Lltro se asentaron en los extremos: una Yez que expiró se lo llevaron al
monte, como lauro y trofeo <le la victoria. Después de un mes, cu.1ndo
menos, de baile alrededor del cadáYer, se lo comerán y, para el efecto y
demora, lo asan primero ... " Pero en el mismo libro, Bueno, al dar informaciones generales sobre Jos Piaroas, dice que "es nación muy inconstante, tímida y cimarrona" y añade que "no comen carne humana". La
contradicción podría explicarse porque en el informe que citamos primero
declara se trataba de "los Piaro:is del monte". Sin embargo, Gilii asegura
que, aparte los Caribes, eran los Guaipunabis, los Cabecees y los Pare111s
los únicos antropófagos del Orinoco. Tal yez algún grupo de Piaroas hubiese aprendido las prácticas antropofágicas. Hay noticias sobre endocanibalismo de los Maquiritaris, en quienes no puede extrañar, pues se trata
de un pueblo de filiación caribe. (16)
En el occidente de Venezuela encontramos mencionada también la
antropofagia en diversos grupos. Federmann aseguró su existencia entre
Jirajaras, Axaguas y Gayones o Coyones. Arcaya no ha creído en tal información. En su Historia del Estado Falcón asienta: "Hay que convenir
en que la antropofagia de los Ajaguas, como la de los Jirajaras, fue una
invención de los primeros expedicionarios, que no pudo subsistir cuando
fueron vistos más de cerca los indios". Diferimos de esa objeción. A Federmano se le ha tildado <le imaginativo y fabuloso a propósito de vanas
de sus afirmaciones. Durante mucho tiempo se creyó que no habían existido enanos entre los Ayamanes, como él había contado. Sin embargo, Jahn
demostró la certeza del relato. En cuanto al canibalismo de aquellos pueblos está comprobado por fuentes muy posteriores a Federmann, quien informaba al concluir el primer tercio del siglo XVI. En la Relación Geográfica de Nueva Segovia, se escribía de los Coyones, en 1579: "Todos
los que mataban los cargaban y traían para su comer ... " Y Tolosa, a
quien no se puede acusar de exageraciones, había escrito en 1546, a propósito de la región del Tocuyo: "Los indios son de nación Cuibas y Coyoncs y de otras muchas y diversas lenguas. Pelean con arcos y flechas,
( 16) .-Bueno: 1933, 143, 68.
152
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
macanas y piedras. Es gente belicosa y la mayor parte dellos comen carne
humana ... " Esto aparece confirmado en la Relación Geográfica del Tocuyo,
redactada en 1578. Sobre los Axaguas hay confirmación del mismo Tolosa. (17)
En el Occidente, otros pueblos practicaban, además, el canibalismo.
El padre Anguiano menciona a los Coyamos. También se encontraba entre las tribus de filiación lingüística caribe, las cuales habitaban al sur del
Lago de Maracaibo y en las montañas de Perijá.
En un informe del capitán Diego Velásquez de .Ledesma, fechado el
2 de marzo de 1653, se consigna la petición que hicieron unos grupos
Guamontcyes, habitantes de las riberas del Guárico, quienes pidieron ayuda
a los españoles por miedo, según expresa en el escrito, a los Caribes y Otomacos, "que estaban a la otra banda del río Apure, porque se conformaban y daban en ellos y los mataban para comer ... " Ello significaría que
los Otomacos también eran caníbales. Que sepamos, es la úni<;a información relativa a ellos. Los misioneros que conocieron muy de cerca a los
Otomacos, como Bueno, ninguna mención hacen de tal práctica. Podría
tratarse,· como hemos sugerido respecto a los Piaroas, de algún grupo aislado, quien hubiese aprendido de los Caribes sus procedimientos bélicos y
rituales. No es ello imposible, pues en el mismo informe se comprueba
que por las regiones del Apure andaban mezclados diversos grupos, Je
filiación Caribe y Otomaca. Ello coincide con lo dicho por el padre Carva·
jal en su relato del descubrimiento realizado por Ochogavia. (18)
Que el canibalismo existía en las tribus occidentales mencionadas 5e
confirma, no sólo por las menciones reiteradas, sino por el señalamiento
de los métodos usados por diversos grupos para apresar a los enemi.i;vs
con quienes batallaban, con el objeto de realizar posteriormente ceremonias antropofágicas. Tal sucede, por ejemplo, con la curiosa costumbre de
llevar cuerdas a las batallas, practicada por muchos caníbales en nuestro
territorio. De los Axaguas encontrados por Federmann tenemos información, suministrada por el padre Aguado, cuando relata una expedición de
cierto capitán Martínez: "Llegó a una provincia de naturales que confinaban con las de las provincias de Carora, cuya gente era belicosísima y guerrera". Estos individuos no pretendían matar a los españoles, sino tomarlos
(17) .-Federmann: 1916; 30, 48, 54, 57, 85. Relaciones de la Gobernación de
Venezuela, de Nueva Segovia y del Tocuyo. En Arellano: 1950.
(18) .-Boletín del Archivo Nacional. Nº 152. 1951, 286.
153
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
vivos, amarrados. De Fr. Gregorio de Ibi, muerto por los Coyamos, dice
el padre Anguiano: "Le vinieron a buscar para matarle. . . le echaron al
cuello un cordel y le arrastraron por grande trecho. Luego le amarraron
a un árbol y Je dieron treinta lanzadas y al fin le degollaron ... " Por el
Occidente este uso de llevar cuerdas para amarrar a los prisioneros y aun
emplearlas en la pelea, con el objeto de no darles muerte, se extendió hasta
la propia región andina. Aguado cuenta que los llamados Bailadores "pretendían arrojarse entre los nuestros y tomarlos a manos vivos, porque cada
cual. . . traía consigo una gruesa cabuya ceñida al cuerpo para llevar ata<lo
al español que le cupiese de suerte ... " (19)
En las cercanías del Guaviare encontró Jorge Espira lo mismo. Halló
indígenas que "traían. . . muy grandes ollas y gruesas sogas para atar a
los españoles y después de muertos guisarlos en las ollas y celebrar con sus
carnes fiestas de la victoria, para cuyo ministerio traían consigo sus mujeres con todo aderezo de cocina y lumbre encendida, porque traían determinados celebrar ya la fiesta en los mismos ranchos de los españoles ... "
En las regiones del Orinoco, entre los Caribes, fué donde los españoles
vieron primero el uso de las cuerdas. Allí encontró Alonso ºde Herrera
entre Caribes, algunos individuos atados en los alto de los árboles. Uuo
de ellos, según cuenta Aguado, era hijo de un principal de cierto pueblo
cercano de las márgenes del Orinoco. Lope de Varillas, en su Relación
de Nueva Córdoba, cuenta que los Cumanagotos y Chacopatas "traían cordeles para llevar atados los cristianos". Estas costumbres de llevar cuerdas
a las batallas podría haber sido tomada, con el canibalismo, de los Caribes,
por los otros pueblos que Ja usaban. Es curioso su empleo por los Bailadores, quienes tal vez practicarían, a juzgar por ello, el canibalismo. Pu,Je
también tratarse de un rasgo aislado llegado hasta la cordillera de los Andes. Así ocurrió con diversos caracteres culturales, que aparecen allí desgajados de los complejos de los cuales formaban parte en las tierras bajas. (20)
Estrechamente relacionado con la costumbre de tomar amarrados a
los prisioneros, aparece, entre los Caribes, otro elemento del complejo del
canibalismo. Se trata del engorde y castración.
( 19) .-Aguado: 1918, 211. Misiones de Padres Capuchinos: 1928, 73, 130.
(20) .-Simón: 1882; 1, 113. Aguado: 1915, 349. Lopc de Varillas: En Are·
llano, 1950.
154
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
Métraux, al hablar del canibalismo de los Caribes menciona una ,~er­
sión de Pedro Mártir sobre niños y dice: "De acuerdo con Pedro Mártir,
estos niños eran castrados para mejorar el sabor de su carne, pero se puede dudar de la certeza de esta afirmación. Autores posteriores, mejor informados sobre las costumbres de los Caribes, no mencionan la castración
de los niños ni la suerte de los hijos de las mujeres cautivas para comérselos ... " Sobre el sistema de engordar a los cautivos en general, tenemos
varias noticias. En la Relación de 101 Ar11acoJ, afirmaba su autor: ''Los in·
dios Caribes cautivan asimismo de los aruacas y el que está gordo luego
lo comen y si está flaco lo engordan con trabajo y estando gordo se lo
comen ... " En las relaciones de los Capuchinos de Aragón se expresa lo
mismo del oriente venezolano: "Los que matan en sus guerras luego los
asan para poderlos mejor guardar incorruptos: los que cogen vivos los
traen consigo a sus tierras y si están flacos los engordan y estando gordos
los matan y comen ... " Cerca de las bocas del Orinoco, según Fernández
de Oviedo, ocurría lo mismo. Según dice, a los flacos los .engordaban con
ciertos brebajes. Pero no sería extraño que los hubiesen castrado para en·
gordarlos, pues contrariamente a lo que afirma Métraux sobre la información única de Pedro Mártir, encontramos en diversas fuentes confirmación de la aseveración del primer historiador de las Indias. En realidad fué
Américo Vespucio quien hizo la primera observación sobe~ muchachos
castrados en la costa de los Caribes. Relata sobre una embarcación que 5U
barco halló en el mar: "Estaba lejos de tierra cerca de dos leguas. . . En
la canoa quedaron cuatro muchachos, los cuales no eran de su linaje, pues
los traían presos de otra tierra; y los habían castrado y todos estaban 510
miembro viril y con la herida fresca, de Jo que nos maravillamos mucho ...
Nos dijeron que los habían castrado para comérselos y supimos que esta
era una gente que se llaman caníbales, muy feroces, que comen carne humana ... " Fernando Colón se refirió a lo mismo, en las Antillas: "Tenían
cortado el miembro viril, porque cuando los cautivan los Caribes en otras
islas, los capan para que engorden, como nosotros usamos engordar !os
capones para que sean más sabrosos ... " Fernández de Oviedo en el Sumario apunta igual procedimiento de otra región: "Los caribes flecheros,
que son los de Cartagena y la mayor parte de aquella costa, comen carne
humana, y no toman esclavos ni quieren a vida ninguno de sus contrarios
o extraños, y todos los que matan se los comen, y las mujeres que toman
sírvense de ellas, y los hijos que paren (si por acaso algún caribe se echa
155
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
con las tales) coménselos después; y los muchachos que toman de los extraños, cápanlos y engórdanlos y cómenselos ... " Se encuentra allí una
confirmación de lo escrito por Mártir, de tanto más valor cuanlo que Fet·
nández de Oviedo conoció personalmente la región de que habla. Gómara
informa que en Santa Marta se procedía en forma semejante: "Caponan
los niños porque enternezcan para comer. Son estos de Santa Marta Caribes ... " (21)
Castellanos menciona eunucos entre los Palenques o Guarinos. Habrían
tenido a su cargo el cuido de las mujeres del Cacique. ¿Emplearían así a
los mozos a quienes castraban? Recordemos que entre los Guarinos aparecen caracteres no comunes entre sus vecinos ni entre otros pueblos de filiación Caribe. Tal vez muchos de los niños o jóYenes a quienes apre.;:iban serían incorporados a ciertos servicios. Es preciso, adem.ís, recordar
la abundancia de sodomitas que se mencionan en la reg ión circumcaribe.
Es posible que uno de los orígenes de las prácticas sodomitas estuviese
en la costumbre de castrar a los niños. O, por el contrario, que se les castrase precisamente para dedicarlos a prácticas sodomíticas o a los oficios
relacionados con t:il condición. ( 22)
Es muy posible que en realidad b castración se pr:icticase, no para
engordar futuras YÍCtimas, sino para obtener servidores así preparados. Recuérdese cómo los Caribes conservaban a ciertos individuos apresados, en la
institución de los Poitos, lo cual demuestra que no neces::triamente exterminaban a todos los vencidos ni en lodos practicaban la antropofagia. Su
sistema económico les permitía la conservación de un cierto número de prisioneros, quienes seguramente serían empleados en labores útiles y quiei'lcs
terminaban por quedar incorporados a b tribu. Tal vez los conquistadores y cronistas, al comprobar la castración imaginaron, por semejanza con
los procedimientos occidentales, que se trataba de un ardid fisiológico para lograr el aumento de tejido graso. En realidad tenemos noticias de que
los niños eran sacrificados para las fiestas antropofágicas. En las relaciones
de los Capuchinos de Aragón se consigna el caso de dos niños de cinco
años a quienes unos Caribes llevaban para una fiesta en la localidad de
otros. No sabemos si esos niños, así como los de otros casos mencionados
(21) .-Métraux: 1949. Relación de los Aruacos. En Arellano, 1950. Río Negro:
1918; 1, 78. Fernández. de Oviedo: 1852; II, 220, 260. Vespucio: 1951, 237. Colón:
1944, 138. Fernández de Oviedo: 1950, 123 .
(22) .-Castellanos: 1850, 114. Requena: 1945.
156
.EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
en las fuentes, eran de Jos mismos Caribes. Ello es dudoso, aunque es indudable que entre los Caribes existía el endocanibalismo. Este se practicaba
entre los Arenacotos, entre los Maquiritares y entre los Palenques. Estos
comían, en la provincia de Anoantal, a quien pescase sin licencia del Cacique. De los Maquiritares informaba Bueno: "Comen carne humana de
sus enemigos y muriendo de ellos alguno gordo lo comen ... " De acuerdo con Fernández de Oviedo, los Caribes no sólo gustaban de los individuos gordos, sino que el plato preferido era la carne de la nalga. Este endocanibalismo de los Caribes se practicaba solamente, a juzgar por las informaciones, en la paz. Consideraban afrenta, además, que algún Caribe
fuese comido por los enemigos. Seguramente pensaban que quienes los consumiesen adquirirían la bravura r el coraje de ellos mismos, Cassani explica: "Sienten por esto muchísimo ver a uno de los suyos muerto y para quitar Ja infamia de que se lo coman los enemigos, acuden todos a guardarle,
a retirarle y dejando las armas, se amontonan a cargar con el cuerpo ... "
(23)
Ese empeño de resguardar a sus muertos se debe a las ºcreencias fundamentales por las cuales se practicaba la antropofagia. El padre Carabantes se asombraba de la gentileza de un jefe caribe así: "En lo que hizo
singular reparo fue en que un cacique principal y el más celebrado entre
los Caribes, llamado Atirama, más fiero que las fieras y tan enemigo del
género humano que ordinariamente tenía carnicería de hombres para sustento de su persona y de las de su familia a la primera visita que dio a
nuestros religiosos se mostró tan humano que fue luego a buscar algún
sustento con qué regalarlos y él mismo 'ino cargado de diferentes frutas
y viandas ... " En realidad no hay contradicción alguna entre la cordialidad
en el trato y la antropofagia. Varios autores nos dan la explicación. Cas~a­
ni escribía, demostrando que había entendido y observado mejor que sus
contemporáneos: "Comer carne humana no es en ellos esta Ja común vianda, que reservan para los días de las grandes fiestas y borracheras ... " Y
Caulín había escrito antes, de la Costa oriental: "Cuando matan a alguno
ayunan ... " Y mucho antes, Aguado, repetido después por Simón, se había referido a los Palenques así: "Estas dos provincias que arriba nombré
de Cubagua y Maraca pana encierran en sí otras muchas. . . Había quien
comiese carne humana, por venganza o rito, o grandeza de alguna victoria
(23) .-Río Negro: 1918; I, 79. Bueno: 1933, 65, 66. Gómara: 1932; I, 192.
Fernández de Oviedo: 1852; II, 266. Cassani: 1741, 312.
157
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
que habían habido y no la comían de todo género de indios, sino de algún señor y principal que en la guerra acertaban a prender como por experiencia lo vió la gente de Gerónimo de Hortal, cuando habiendo ido con
ciertos indios al señor Guaramental a saquear un pueblo de unos contrarios y vecinos suyos, en el saqueo hubieron los indios un principal, al cual
trajeron ante su cacique o señor y después de haber dicho ciertos razonamientos en su lengua al preso y ciertas ceremonias que acostumbraban haC'!r los indios más principales se llegaban a él vivo y como estaba le
iban cortando los miembros y otros pedazos de su cuerpo, hasta que con
aquel tormento lo mataron y sacándole la asadura, embijadas las bocas por
mayor grandez:i la repartieron entre ellos y se la comieron; en sólo este
acto y ceremonia suelen comer estos indios y otros de esta provincia, esta
parte del cuerpo humano y no otra ninguna ... " (24)
Como Yemos, el canibalismo que los primeros cronistas y aun otros
habían anunciado como vianda consuetudinaria era muy distinta cosa. Se
trataba de un menester ritual, para el cual se ayunaba, el cual practicaban sólo en ocasiones y en medio de ciertas ceremonias. Además se consumían sólo ciertas porciones del cuerpo humano. Otras, por el contrario,
no podían comerse. Conocemos uno de estos tabúes entre los Camoniguas,
grupo Caribe habitante de las regiones del Airico, en las cercanías dtl
Guaviare. Dice de ellos RiYero: "Aborrecen especialmente a aquellos que
tienen más de afables y de mansos, por cuya razón es muy declarado su
odio a los Chanapes. . . Su mayor cuidado es cogerlos vivos. . . Con tanta
algazara y alborozo como si llevaran un venado. . . Con sus macanas ios
aprietan y les dan garrote fuertemente por el vientre y las costillas, para
que desangren bien; córtanles después las cabezas y las ponen en público
a la puerta de sus caneyes, para que todos las vean y se alegren. . . Ponen
la carne y la cabeza en unas ollas grandes para cocerlas dentro. Sólo desechan del cuerpo los labios y extremidades de la nariz ... " (25)
Castellanos coincide con algunos de los cronistas citados y explica el
destino que corrían aquellas ollas donde se preparaba la carne humana:
(24. - Misiones de Padres Capuchinos: 1928, 39. Cassani: 1741, 202. Ruiz
Blanco: 1892, 65. Aguado: 1915; I, 457.
(25) .-Rivero: 1883, 37.
158
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
"Comen algunos destos carne humana
Por vía de pasión y de venganza,
Y aquesta crudelí~ima comida
es fuera de sus casas ascondida.
No la quieren comer en parte rasa,
Sitio donde la gente menos pisa,
Las ollas nunca más entran en casa,
Ni vaso ni cazuela do se guisa;
No se come, sacada de Ja brasa,
Con grita, regocijo ni con risa;
Antes parece tal mantemiento
Selles un cierto modo de tormento ... " (26)
CaC\·ajal nos da otras informaciones complementarias sobre la anl10pofagia de los Caribes: "Salen los indios Caribes -relata- a caza de las
demás naciones de indios a los cuales llaman ítoto1. . . Embarcada la presa
de indias, muchachos y carne de los ítoto1 que han muerto, se embarca el
matador y desde aquel punto de Ja embarcación suya comienza su ayuno:
éste ha de observar por espacio y tiempo de seis continuos meses, los cuales se cuentan desde la hora en que se embarca en su piragua con la carne
asada en barbacoa y presa que ha hecho y no ha de hablar con los indios
que le han acompañado en su navegación. Cuando llega a su casa le tic·
nen colgada una hamaca nueva en parte sola y no le han de hablar palabra
ni él ha de hablar, aunque tenga mujer propia, hijas, padre o madre. Aquestos o Jos parientes más cercanos guardan la carne que ha traído el matador
y ayunante muy cuidadosos porque aquella carne tal cual estuviere ha de
servir a su tiempo. . . La comida suya en el discurso de aquestos seis meses se libra sólo en una torta de cazabe: esta ha de ser pequeña y la ha de
ir comiendo por el medio sin que llegue a romper el círculo de ella, porque éste lo ha de sacar entero y redondo la persona que le llevare otra
torta de cazabe. La bebida ha de ser una totuma de mazato muy claro y
éste se ha de observar cada día durante el tiempo de los seis meses de ayuno. Para las evacuaciones naturales le acomodan junto a la hamaca, donde
pueda aprovecharse de ella, una totuma. Esta saca cada mañana quien entra
con la torta de cazabe y totuma de mazato ... No se ha de quejar y pedir
más, ni ha de hablar palabra aunque repetidas veces sea preguntado ... "
(27)
Después de esto y algunas otras ceremonias, se concedía al paciente
la macana. La extraordinaria información de Carvajal no representa ia
(26)-Castellanos: 1850, 80.
(27) .-Carvajal: 1892, 235.
159
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
manera general de practicar el canibalismo. Hacían esto los aspirantes a
jefes. Ya hemos visto cómo en otros casos se realizaba la comida no sólo
inmediatamente de apresada la víctima, sino que en realidad se comenzaba a consumirle como alimento mágico aun antes de que muriese, cuando
era tomada su sangre. Pero indica que los cuidados y preocupaciones rituales llegaban al menos en ciertos casos a los extremos descritos. Bien diferente ha de ser, pues, la apreciación que se haga sobre esos miembros
humanos transportados en canoas y que los primeros conquistadores wnsideraban como alimento para el viaje. Ya se ve cómo, por el contrario,
quien había de consumirlos ayunaba prolongadamente, en forma agotadora.
Era extremadamente correcto Castellanos en su observación cuando anotaba "selles un cierto modo de tormento" la antropofagia.
Vale la pena conocer el procedimiento empleado para la conservacton
de la carne humana transportada en canoas. El propio Carvajal nos informa,
refiriéndose a los ítotos descuartizados: "A estos llevan hechos cuartos y
asados en barbacoa en la forma siguiente: forman de varas largas uno como
cañizo y le constituyen ligado con bejucos en los extremos de dichas varas
del grueso que quieren sobre unas horquetas que profundan en la tierra;
sobre aquesta que llaman barbacoa, ponen los cuartos de los itotos, que ~011
los indios que han muerto, y a fuego lento los van enjugando y sacando
con sazón tanta que los conservan el tiempo que quieren en sus casas ... ' ·
(28)
En cuanto al ayuno, era practicado, no sólo por los guerreros que
regresaban en la forma dicha, sino por sus propios familiares. Fernándcz
de Oviedo lo cuenta así; "Acostumbran los indios en aquella tierra, algunos días antes que vayan a la guerra, o cuando han de sacrificar o hacer
alguna cosa de las que ellos tienen por de mucha importancia, ayunar ciertos días a reo continuados y con mucha dieta y todo el día entero sin comer ni beber cosa alguna; y cuando hacen colación es muy poca cosa y
una mazamorra ques como unas poleadas o puchecillas. . . Y así, cuando
acaban aquellos días, quedan muy flacos y descoloridos. . . Y este ayuno,
así como lo hace el indio, lo hacen juntamente sus mujeres e hijos y todos
los de su casa, si no son de tan poca edad que no lo puedan hacer por
(28) .-Carvajal; 1892, 269.
160
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
mnos; pero después que conocen mujeres y se ayuntan por matrimonio o
sin él, todos aquellos y aquellas que son suficientes para casarse lo son
para ayunar ... " (29)
Qué diferente imagen de los pueblos antropófagos después de conocer
estas informaciones. Nada de aquellas terribles orgías imaginadas. Nada
de sangriento regocijo. Cumplían solamente un rito, el más grave de todos, al comer la carne humana. Tampoco se comía la de cualquiera. Eta
la de jefes, personas eminentes e individuos llenos de bravura en el combate. Por eso sacrificaban entre los europeos a quienes consideraban importantes. Cuenta Cassani cómo cuando los Caribes realizaron un ataque en
1684 contra las poblaciones de Catarubén, Duma y Cussia, dejaron tranquilamente los cadáveres de quienes perecieron en la refriega y solamente
tomaron para comer los cuerpos de tres misioneros jesuitas. Cuando lograban apresarlos vivos, como refiere Rivero, les tomaban Ja sangre, lo mismo que practicaban con los más valerosos adversarios indígenas. (30)
Es la idea de que las virtudes del muerto se transmiten a quien coma
su carne o beba su sangre la que conduce también al endocanibalismo. De
ese modo, consumiendo los muertos del propio grupo, se evita que se disperse la energía; se conserva la capacidad dinámica de la sociedad y nada
se pierde. Y a hemos mencionado algunos casos de endocanibalismo. En
formas diferentes, se practicaba por Ja mayor parte de las tribus que en
Venezuela realizaban también el exocanibalismo. De los Guaipunabis, a
quienes algunos cronistas consideraron como los más feroces carniceros,
poseemos una magnífica información del padre Bueno. "Viviendo ellos
en varios congresos, en distintas estancias -refiere- el más viejo de
cualquiera de ellos va a convidar a todas, que para tal día es su muerte;
previniéndoles con política concurran a festejarla, no quebrantando Ja costumbre introduciendo contrarios abusos. Agradecidos ellos a tan buena
embajada, esperan cuidadosos llegue el tiempo señalado y partiéndose
todos al cumplimiento, son recibidos en la estancia del que va a morir,
con grandes aparatos de júbilo, en donde encontrando gran cantidad de
bebida, en la noche siguiente ponen a cocinar un ollón de agua en medio
(29) . - fcrnández de Ovicdo: 11, 328. Ruiz Blanco explica refiriéndose a Píritu: .. No admiten hechiceros como los otros... De sus ritos particulares no ten¡;o
noticias ... En una ocasión me vino a ver uno que era principal y ofreciéndole yo
que comiese, no quiso admitir el convite porque ayunaba por haher muerto a uno ... "
(30) .-Cassani: 1741, 184. Rivero: 1883, 364.
161
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
del rancho y en la misma hora principian el baile de rueda alrededor de
dicha olla, uno pegado con otro y el viejo que va a morir va adelante con
la macana al hombro, principiando Ja canción que es esta: cayapá, cayapá;
respuesta: gen, gen, gen, y todos van respondiendo. Este baile y sonc:te
continúa por toda la noche, llenándose de bebida fuerte y a la mañana s1~uiente, como al salir el sol, repentinamente se postra dicho 'iejo en tierra. dándole la mlcana al que le sigue r le dice "mátame". Este recipiente
le d.t dos golpes en J,t cabez,1 y, saltlndole los sesos, todos caen en tierra
y postrados con un llanto de mal.t gana se mantienen así, entretanto que
los caseros cortan 1.1 cabeza al cadá' er y le sacan el mondongo, botando
uno y otro r. estando ya el cuerpo limpio. se levantan estos y amarrándole como una bola, descoyuntándolo primero, lo meten en el ollón hin·iendo
)", estando }'J bien cocido, se Jo comen todos Jos forasteros, repartiendo en
menudos pedazos, par.i que alcancen a probarlo todos; igual ceremo111a
r obligación tienen todos los concurrentes cuando algún viejo de sus ranchos viene a convidar a estos . .. " ( 31) Según dice el mismo Bueno, los
Guaipunab1s \ÍYÍ:tn "en el engaño de que los viejos nunca mueren". Es
que, en Yerdad, para el grupo no morían. La sociedad conservaba la encri:ía de sus ancianos y era tan claro el principio de que se comía lo valioso
del difunto, que podían los Guaipunabis formularlo scnc11lamente en ~a
creencia. Para ellos no había desperdicio de energías }' se conservaba además la continuid.id social. Todos los miembros útiles quedaban incorporados a Ja descendencia. Una idea análoga ha debido conducir a los Caribes
a defender a sus muertos para que no los comiesen los enemigos. De ser
consumidos por otros, en realidad se trasladaba la energía de la tribu afuer.i. Por eso habían de resguardar los cad:l\eres ante todo.
Después de conocer todo aquel ritual antropof.ígico se comprende
bien cómo la guerra er.i también sólo un ritual. Por eso, plra acudir a
ella celebrábanse espcc1:iles ceremonias. De los Caribes cuando iban a la
guerra, cuenta Caulín: "Ponen a uno de los pacientes en su hamaca, o
chinchorro, tres o cuatro ,·ar.is en alto, desde donde arroja flechas a un
blanco, que ponen en ll cumbre de l:i cas:i, para hacer cotejo del estado Je
guerra y cu.iota~ flechas emplean los guerreros en los cuerpos de los con·
trarios; regulando sus aciertos por los que tiene el dicho paciente en el
blanco a que dirigen sus tiros. Concluida la guerra, vuelven con algunos
br.izos asados }' canillas de piernas, de que hacen flautas, para tocar cuan(31) .-Bueno : 1933, 89.
162
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
do vuelven a Ja guerra y conseguir victoria de las naciones contrarias. Para este mismo efecto suelen guardar algunos corazones hechos polvo, después de bien tostados, para beber de ellos y tener valor en la guerra que
emprenden al año siguiente". (32)
Eran tan importantes las fiestas celebradas para el consumo antropofágico después de las guerras, que en la costa oriental de Venezuela solían
juntarse hasta cuatro mil individuos para la celebración, la cual duraba tre~
o cuatro días. Cuando habían traído prisioneros vivos, procedían así: "El
modo que tienen de matar los que cogieron prisioneros para comérseios,
es ponerse todos de gala. . . Y a los indios que han de matar los engalanan mucho a su modo. Después de así aliñados, los van sacando a la plaza
donde está la demás multitud. En medio de dos Caribes armados sale uno
de los que ha de ser muerto, delante del cual va otro Caribe armado. De
este modo están bailando un rato en aquella plaza y cuando les parece,
arriman al pobre indio a un palo, en el cual Jo amarran y estando asi,
siempre en medio de los dos Caribes, el tercero, hechas primero algu11as
ceremonias, llega con un garrote que llaman macana y le da un golpe en
cada sien, de que queda el indio aturdido y al punto uno de los dos Caribes que tenía al lado acude con un espadín y le corta el pescuezo o cogote
el cutis (sic) y tirando de él fuertemente le trae o arranca todo el cue10
de la cabeza hasta la frente y se Jos deja con él cubierta la cara. A todo esto
está vivo el pobre indio. . . Sale el tercero Caribe y con otro espadín le
corta Jos brazos, piernas, etc ... Y otros se lo ponen Juego a asar ... " (33)
Aquellas ceremonias, que recuerdan, porque sin duda están emparentadas con ellas, las fiestas del "sacrificio gladiatorio", cuyos orígenes se
encuentran tal vez en las fiestas de los Caribes y Tupinambas, celebrábanse únicamente con personas de valer. Par.i realizar la antropofagia en ciertas épocas, a lo cual los obligaba el ritual par.i lograr buenas cosechas, si
no habían logrado capturar jefes o guerreros, empleaban otros proceJimientos. El padre Simón recogió uno: "Cuando no tienen hartos indios
de estas calidades con quienes hacer esto, usan con los demás de otro modo de muerte, que lo tienen por más vil, diciendo que no merecen que se
les dé aquellas y es que, horadándoles la barba por debajo de la lengua, les
meten bejuco o cabuya y trayéndolos así, como del cabestro, bailando, hasta
(32) .-Caulín: 1935, 24.
(33) .-Río Negro: 1918; l. 78. 79.
163
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
que caen de cansados, los hacen luego pedazos y los comen como a los
demás ... " (34)
Aquellas preferencias por las gentes importantes se debía a que, en el
estado de organización social de los Caribes. eran de primera importancia
la resistencia, la valentía, el coraje, todos los atributos deseables en los
jefes. Estos, como hemos Yisto, para aspirar a ser poseedores de la macana
distintiva de los Caciques, debían dar muerte en combate a varios valientes. Después de eso eran sometidos al ayuno tan prolongado que precedía
al consumo antropofágico. Esta era otra de las causas por las cuales se comía sólo a los grandes jefes. Ellos habían realizado grandes esfuerzos r,
además, habían comido la carne de fuertes enemigos. Un Cacique, un guerrero distinguido, no sólo poseían la energía que habían sido capaces de
mostrar con sus hazañas, sino se habían nutrido con la propia carne de
los guerreros extraños. Tenían incorporada, para su tribu, Ja fuerza de Jos
extranjeros ,·alerosos. Vale la pena conocer Ja ceremonia consagrativa de
los jefes después de aquel ayuno de seis meses que hemos visto descrito
por Carvajal. "Si el ayunante -narraba el cronista de Ochogavia- es persona de calidad, se envía a convidar con los Caribes más graves a todas
las provincias. Todas acuden con puntualidad grande. Para la celebración
tiene rimeros de pescados, tortugas, morrocoyes, iguanas, paujíes, patos, gaJlinas, tinajas, embaques, ollas y otras vasijas de las bebidas suyas. . . Lo
primero que hacen es señalar una vieja y entre ellos principal, para que
esté a cuidado suyo el cocer la carne de los indios itotos que mató el ayunante, en una olla mur grande que hará de agua de seis a ocho botij:u;,
porque la he visto. . . Estase cociendo esta carne itota tres días a fuego lento. Los Caribes todos comiendo y bebiendo .... " Después de todos estos
preparativos, Ja vieja maestra de ceremonias repartía a cada uno de los
convidados una pequeña porción de aquella carne. El aspirante a jefe c:1a
entonces colocado en una barbacoa, donde a fuego lento, sudaba durante
tres horas. Si resultaba con suficiente resistencia, continuaba la ceremonia
así: "Lo asientan en una hamaca nueva que Je tienen colgada, adonde al
punto sale la vieja que repartió la carne, muy adornada de plumas de ciiYersos colores y matices, embijada de pies a cabeza, representando a un demonio lleno de fuego y guarnecida de cuentas, que es la chaquira de su
uso, con chagualas de oro al cuello y piedras de valor, como son de hijada,
de leche, de sangre y de riñones. . . Después de haberle bailado al pa(3·1) .-Simón: 1882; I, 195.
164
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
•'
ciente, héchole mil visajes y dándole repetidas rneltas cantándole en ~u
lenguaje desazonadas chanzonetas y motetes, en dando fin le pone en la
mano una totuma, con dos cuartillos de ají molido y muy espeso. . . Se
la bebe sin hacer movimiento. . . Se despide la Yieja con bailes, ceremonias y visajes ... " Pero todavía no concluían los esfuerzos del candidato
a la jefatura. Ahora era sometido a Ja prueba de las hormigas, las cualt:s
eran colocadas en una hamaca donde el paciente debía yacer, sin movimien·
to, otras tres horas. La vieja le azotaba después con un látigo llamado VM·
ct1are y mientras ella recitaba las hazañas de sus antepasados, los convidados le hacían sentir también la fuerza con que manejaban el 111ac11<1re.
Sólo después de todo esto recibía el guerrero la macana que Je comertía
en jefe. (35)
Como se Ye, la antropofagia, de los enemigos era ceremonia principal para obtener Ja jefatura. Como es natural, cuando un jefe moría, su
energía, sus cualidades, su rnlor y el de los enemigos a quienes había comido, no debían dispersarse. A su \'CZ debía permanecer entre sus gentes,
ser consumido por ellas. Por eso en toda la costa venezolana, como hábito
que pra~ticaron no solamente los Caribes y que se extendió por la región
Circumcaribe, se realizaban ceremonias como Ja relatada por Fernándcz
de O\iedo de Jo.; Cumanagotos: "Cuando se muere algún señor o cacique
principal, llóranlo cantando a manera de endechas, diciendo en su' lengua
a manera de loores del tal difunto, y después ásanle, de manera que cae
todo el sahín o grasa del muerto en unos calabazos hasta que toda Ja carne
se derrite, o queda poquísimo, o todos los huesos con el cuero pegado
a ellos. Y cuando está seco el cuerpo, muelen los huesos del difunto y con
aquel sahín beben aquellos polvos los principales señores y amigos que se
han juntado a celebrar estas obsequias infernales ... ".
Como queda, pues, claramente expuesto, el canibalismo practicado
por los antiguos pobladores de Venezuela, y especialmente por los Caribes, era un rito. ¿Hubo acaso pueblos que usaron de la antropofagia, siquiera ocasionalmente, para cubrir fallas de alimentación? Humboldt pensó que el hambre hacía retomar a los indígenas recogidos en pueblos, a los
hábitos caníbales. Veamos sus argumentos: "Los naturales, sea que retornen a Jos suyos, sea que se vean acuciados por el hambre, vuelven a sus
antiguos hábitos de antropófagos. ¿Mas cómo podría asombrarnos esta in(35) .-Carvajal: 1892, 333.
165
FSTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
constancia entre los pueblos del Orinoco cuando ejemplos terribles y bien
averiguados nos recuerdan lo ocurrido en las grandes carestías entre los
pueblos civilizados? En Egipto, en el siglo xm, Ja costumbre de comer
carne humana se extendió entre todas las clases de la socu:dad: sobre todo
a los médicos les tendían lazos extraordinarios. Gentes hambrientas se simulaban enfermas y les hacían llamados. No era para consultarles; er.i
para comérselos. Un historiador mur 'erídico Abd-Allatif, nos anform.i de
cómo un uso que al principio causaba espanto y horror, no produce luego
la maror sorpresa .. " Julio C. Salas se preguntaba: ¿Podría asegurarse
que los mismos españoles de la Conquista no fueron, entre todos sus delitos
comedore~ de carne humana?' Y él mismo respondía: ''Es posible que no".
Efecti,·amentc, bastaría recordar la extraordinaria ª'entura de Franc1.;co
Martín, quien contó los casos de canibalismo que habían ocumdo durante
la desastrosa expedición de Alfinger, en los cuales habían sido comidos
indios por los españoles Todo ello nos presenta la pregunta de si en reJ·
lídad habría dos tipos de canibalismo, uno ritual y otro a con<;CCUenc1a de
necesidades alimenticias. Este último caso no es imposible, pero es evidente que la antropofagia corriente era de tipo ceremonial. (36) Reichel Dolmatoff ha informado que el canibalismo practicado actualmente por los motilones se debe a la terrible carencia de alimentos. "Los motilones --.:xprcsa- son antropófagos. Ellos mismos me lo han confirmado varias ,.e.
ces, en distintas ocasiones y lugares, y se han interesado en saber si otras
tribus también se ven obligadas a comerse entre sí. Este canibalismo no es
consecuencia de ninguna concepción mágica sino que crece simplemente de
la terrible falta de comida en ocasiones. Como presa los hombres escog1.:n
a una mujer sin familia que generalmente es una vieja o un inválido que
impide los mo,imientos de la tribu. El plan se conviene secretamente entre los guerreros, quienes eligen a la víctima que luego rodean para asesinarla de un flechazo. El que dispara la flecha no debe tener ningún lazo
de consanguinidad con la 'íct1ma pero en la comida pueden tomar parte
todos los de fa familia. El canibalismo no implica ninguna fiesta ni regocijo. Al contrario, es una comida que se efectúa con gran sentimiento y
tristeu . . " (37)
(36) . -Fernández de Oviedo: 18H, ll, 254.
(37) . -Humboldt: 19.fl; JV, 292. Salas: 1921, ·17. Reicbel Dolmatoff: 19t~.
69. El 7 de noviembre de 19H, apareció en el diario El Unfrer11J de Ca.raas, la
s1¡:;u1tnte noticia. fechada en .Maracaibo: "Los motilones son antropófagos. La int·
prcsionante versión fué facilitada por los componentes de una comisión que se internó hace dos semanas en las selvas que bordean la Sierra y observaron cómo e,;to:;
166
EL CANIBALISMO D.E LOS CARIBES
En todo caso, nótese cómo en la misma descripción de Reichel hay la
indicación de los antiguos cronistas de que el acto de antropofagia es do·
liente y de que, además, no puede victimar al escogido ningún pariente
consanguíneo. En verdad el ritual comienza por la escogencia, realizada
por parte de los guerreros. La descripción, cualquiera sea la causa inicial
que impulse a los Motilones, indica sin duda un ritual, semejante por cierto al que hemos visto descrito por los escritores de los siglos XVI, XVII y
xvm. No sería imposible que la necesidad de alimentos hubiese tendido
a Ja conservación del antiguo canibalismo. Pero los Motilones, quienes han
conservado sin duda el sacrificio de corazones y la preferencia por las
extremidades, indudablemente practican siquiera parte del antiguo complejo antropofágico.
¿Cuáles causas originaron el canibalismo? Volhard ha observado que
en realidad la porción del complejo que podemos conocer por las descnpciones de Jos siglos recientes no representan sino la decadencia de muy
antiguas formas, de las cuales no ha quedado memoria. Conocembs, sí, un
hecho: la significación del ritual antropofágico. Aparte su significado de
magia simpática, es decir, la ingestión de un ser dotado de muchas cualidades par"a adquirirlas, se comprueba la existencia de este canibalismo, entre
pueblos agrícolas de escasa capacidad productiva. Háyase originado o no
el canibalismo en la necesidad biológica de consumir carnes o cloruros,
la antropofagia aparece estrechamente unida a la incapacidad de abundante producción agrícola. Una ingenua observación de la naturaleza conduce
a la conclusión de que el mejor fertilizante es el propio hombre, pues
él es capaz de crear nuevos seres humanos. Su sangre y su carne resultan
los seres más vivos, más fecundos, donde reside la vida mejor, el potencial mayor. Las potencias secretas de la fertilidad se han de sentir agradadas sólo por la ofrenda del propio hombre, especialmente del esforzado,
del valiente, del creador, del activo.
Desaparece el canibalismo sólo cuando la capacidad de producción de
• las sociedades y cuando sus conocimientos sobre cultivos, reemplazan por
salvajes descuartizaban a una persona no identificada y después de asarla -al ª'º
de ternera- se Ja comían, danzando alrededor de una hoguera, tal como se observa
en las películas ... ·· .Aunque se da posteriormente el nombre de dos personas, de
apellido Camino y .Antúnez, esta noticia no merece el mismo crédito que Ja afirmación de Reichel, pues se añaden algunas fantásticas, que hacen sospechar de su
veracidad. Los dos nombrados declararon ni periodista que había reunidos trescientos motilones "altos, fornidos y blancos, con el pelo rubio ... ".
167
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
métodos siquiera inicialmente científicos, a la angustia de los cultivadores
inferiores. Puede conservarse tanto como entre los Motilones, cuando los
pueblos resultan marginados, perseguidos. Cuando, para vivir, cerca de
quienes poseen todos los medios técnicos que producen alimentos, han de
errar, como fieras malignas, entre las selvas. Invocan a sus viejas deida<les;
tratan de movilizar las únicas fuerzas que imaginan propicias. Para ello,
continúa siendo la ofrenda mejor el propio hombre.
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
La mayor parte de los autores modernos -Krickeberg, Rivet, etc.consideran a Jos Guaiqueríes como de filiación lingüística Caribe. Para
ello se basan en la opinión autorizada de Gilii y en la ubicación geográfica de algunos grupos de Guaiqueríes entre poblaciones Caribes. Sin embargo, Humboldt había escrito de los Guaiqueríes: "Ancianos de ellos me
han asegurado que la lengua de sus abuelos era un dialecto del guaraúno;
pero que desde hacía un siglo no existía en Cumaná ni en la isla de .Margarita ningún indígena de esta tribu que supiese hablar otro idioma que el
castellano . . . "
Aquella divergencia de opiniones podría explicarse muy fácilment::
pues según la información de Walter Raleigh, encontrábanse grúpos de Guaiqueríes viviendo sobre el río Areo, en las inmediaciones de Ja región guaraúna !/ si bien allí eran vecinos de los Chaimas, al Sur de éstos, bien podrían
haber mantenido estrecho contacto con los habitantes de la zona deitana
y haber hablado su lengua. Nada habría imposibilitado que quienes informaron a Humboldt hubiesen, pues, oído hablar a sus antepasados el
idioma de los Guaraúnos. Ello, desde luego, no habría impedido su conocimiento de alguna lengua caribe, máxime si se toma en cuenta su vecindad
con los Chaimas. ( 1)
Un obscuro pasaje de Gumilla siembra dudas sobre si los Guaiqucríes
del Orinoco, a quienes Gilii consideraba lingüísticamente Caribes, poseían
otro idioma. Gumilla, al encontrarse con cierto cacique de los Guaiqueríes
le interrogó: "¿Cómo tienes tan poca gente? No hay de tu nación y de tu
gente otros pueblos fuera de éste?" Al estampar la respuesta escribe el fraile: "Respondió en lengua Caribe con este laconismo que pudiera servir
de epitafio a la nación Guaiquerí ... " Aparte de que se consideraban, co( 1) .-Gilii: 1782; III, 204. Humboldt: 1941; I, 388; JI, 203. Tavera Acosta
pretendía que el idioma de Jos Guaiqueríes había sido similar al de los Canbes,
pero "que tuvo mucho del Aymará de los peruanos ... " No explica el origen de
semejante idea, que ninguna circunstancia relativa a los Guaiqueríes permite so;tener. Tavera Acosta: 1907, 281. Raleigh, al informar sobre la cercanía de los Guaiqueríes del caño Arco con los "Sayma" confunde alguna información y asegura que
Sayma era la capital de los Guaiqueríes en la región.
171
ESTUDIOS DI! ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
como se ve, sometidos a los destructores ataques de los Caribes, la información parece sugerir la posibilidad de que el cacique interrogado hubic:se
podido responder en otra lengua, cuando Gumilla explica: "Respond1óme en lcnsua caribe ... " Podría tratarse aquí solamente de una sutileza
interpretativa y quien se apegase a Ja idea de una filiación caribe en lo
idiomático, podría más bien encontrar confirmación en fas palabras del autor de El o,.inoco Ilustrado. Pero Julio Febres Cordero ha hecho notar,
en una pequeña nota sobre la lengua de los Guaiqueríes, una importante
noticia de Oviedo y Baños. Escribe Febres Cordero, respecto de Ja isla de
Margarita: "Textos antiguos hacen referencias a 'aruacas' establecidos en la
isla. Y Oviedo parece confirmar este dalo en las siguientes líneas: Era tan
vehemente la eficacia en las razones de Fa¡ardo, y tan natural el dominio
que su voz adquiría sobre los indios, }'ª fuese por oculta simpatía, o por
el respeto con que todos 'eneraban a Doña Isabel, su madre, que lo mismo fue hablarle Fajardo en su lengua aruaca ... " Y de todos es sabido
que en la isla había nacido fajardo. ¿Si el Guaiquerí Francisco FajarJo
se expresaba en su lengua aruaca o arawac, podría ser ella un dialecto del
Guaraúno como lo dice Humboldt?" ( 2)
Pero no son únicamente aquellas las noticias conocidas sobre el habla
de los Guaiqueríes. En el Occidente, sobre el río Coaheri (Cojedes) encontró Fedcrmann, según refiere en la narración de su primer viaje, a la "Nación de los Guaycarías", lo siguiente: "Hacen mercado con los Caquetíos,
que cambian [rutas y otros víveres por pescado, porque es la pesca su única industria y hanse adueñado del río. Viven estas dos naciones en paz en
el mismo territorio, porque se necesitan mutuamente, pero cada una habita
aldeas distintas ... " Después añade el cronista de su propio viaje: "Pasé
la noche en una aldea de los Guaycarías y al siguiente día, acompañado de
dos indígenas que hablaban también el idioma de los Caquetíos, me dirigí con los jinetes hacia una montaña que estaba todavía como a una legua ... " Esta advertencia de Federmann sobre sus intérpretes Guaique1íes
"que hablaban también el idioma de los Caquetíos", permite afirmar que
aquellos Guaiqueríes occidentales sin duda conocfan el idioma de los <.:.-iquetíos, sus vecinos y a~ociados comemales, pero hablaban un idioma propio, del cual nada se dice. (3)
(2) -Gumilla trata wbre los Guaiqueríes en el Capitulo VII de Ja segunda
parte; Febres Cordero; julio· 1946.
(3) -l~edermann: 1916, 89.
172
EL ENIGMA DE LOS GUAlQUERlES
Todavía puede añadirse una noticia sobre el mismo tema: Kirchhoff
cree que deben identificarse los Guamos con los Guaiqueríes. Encontramos a los Guamos, no sólo en la vecindad de los Otomacos, sino mezclándose con ellos en matrimonio, por lo cual es indudable que aquellos
conocerían el idioma de éstos. Sin embargo, según Rosenblat, los Otomacos y Guamos han poseído idiomas distintos. Si aceptamos la identificación
de Kirchhoff entre Guaiqueríes y Guamos, tendríamos tres casos en los
cuales aparecen aquellos asociados con pueblos de idiomas diferentes, pero
conservando su propia lengua, según el pasaje de Gumilla, sin duda obscuro, habría podido haber Guaiqueríes en el Orinoco que tuviesen haola
propia y además cultivasen la de los Caribes; según Federm:um, no hay
duda de que era diferente el lenguaje de los Guaiqueríes de Cojedes y los
Caquetíos, aunque aquellos hablaban el idioma de éstos y según el moderno estudio de Rosenblat, a pesar de la estrecha asociación de Otomacos y Guamos, no existía parentesco entre sus lenguas respectivas. Añadamos que, según ya observamos, parece que la versión d~da a Humboldt
por sus informantes Guaiqueríes, es perfectamente posible pues los habitantes del caño Arco y sus inmediaciones hablarían además de otro u otros
idipmas, el de los Guaraúnos. ( 4)
De todo aquello despréndese una conclusión provisional: parece como
si los Guaiqueríes hubiesen tenido un idioma propio, del cu'al no se han
ocupado los antiguos cronistas, y hubiesen aprendido siempre las lenguas
de los pueblos con quienes, en diversas regiones de Venezuela, aparecen
asociados. Hablaban caribe en el Oriente; posiblemente alguna lengua arawaca en Margarita; guaraúno en el caño Areo; Caribe en el Orinoco; Caquctío en Cojedes y Portuguesa y Otomaco en Apure. (5)
Si todo lo relativo a la lingüística nos informa en verdad poco acerca de los Guaiqueríes, busquemos otros modos de información. Ya Humboldt procuró obtener alguna del simple gentilicio, pero no logró sino w1a
flagrante contradicción, aunque parezca extraño en investigador tan certero y acucioso como el sabio alemán. "La denominación de Guaiquerí --escribía el autor del Viaje a las RegioneI Eq11inocciale11lo mismo que
( 4) .-Rosenblat: 1937; Kirchhoff: 1948.
( 5) . -Si es posible, como ha sugerido Kirchhoff, identificar a los Guaique·
ríes con los Guamos, el vocabulario de éstos, vecinos de Jos Otomacos, publicado en
el tomo de Lenguas de Amérfra ( 1928) sería en realidad un vocabulario Guaiquerí, el único existente, que permitiría saber algunas cosas sobre ellos y ubicarlos
idíomáticamente.
173
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
las del Perú y Peruano, deben su origen a una simple confusión. Los compañeros de Cristóbal Colón, al costear la isla de Margarita, en cuya cosla
septentrional reside todavía la porción más noble de la Nación Guaiqueri,
encontraron algunos indígenas que arponeaban peces lanzando un asta sujeta a un cordel y terminada en una punta sumamente aguda. Les preguntaron en lengua de Haití cómo se llamaban y los indios, creyendo que
la pregunta de los extranjeros tenía que ver con Jos arpones, hechos de
la madera dura y pesada de la palmera macana, respondieron "guaike,
"guaike", que quiere decir aguzado ... " ( 6).
Si aquello hubiese sido cierto, no se habría hallado el gentilicio Guaiquerí sino en Margarita, o tal vez se habría aplicado por los españoles a
otros grupos cercanos, pero según puede comprobarse por el relato de Federmann, tal gentilicio existía en realidad entre indígenas y en lugares
muy apartados, en zonas distintas. El propio Humboldt, en contradicción
con aquella afirmación, se dedicó a buscar la etimología del gentilicio entre los idiomas indígenas. "¿Son -se pregunta- de origen diferente los
Guaiqueris o 0-akiris, hoy estacionados a orillas del Erevato y antes entre
el Caura y el Cuchivero, cerca del pueblecillo de Altagracia? · He conocido
tambifo en el interior de las tierras, en las misiones de los Píritus, cerca
de Ja aldea de S. Juan Evangelista de Guarive, una quebrada que desde
muy antiguo lleva el nombre de Guaiquiricuar. Parecen probar estos indicios migraciones del Sureste hacia el litoral. La desinencia mar, que se
halla en tantos nombres cumanagotos y caribes significa quebrada ... " Como se ve, aquí aceptaba Humboldt la existencia prehispánica de Ja palabra que, según su texto anterior, habría sido compuesta por los descubridores de Margarita, debido a una respuesta errónea. (7)
Pues las noticias sobre su lengua, por ser tan contradictorias, no conducen más que a una hipótesis de trabajo, veamos si la ubicación de los
grupos de Guaiqueríes señalada por las diversas crónicas, puede sumini3trarnos alguna información mejor sobre ellos. Hemos ,·isto ya cómo fueron
hallados en Margarita. Habitaban también la costa oriental. El padre Anguiano escribía: "Las naciones de que se compone esta provincia de Cumaná,
llamada por otro nombre Nueva Andalucía, son diversas: una, la más conocida por su lealtad a los españoles, es la que se llama de los Guaiqueríes.
(6) .-Humboldt: 1941; I, 388.
(7) .-Humboldt: 1941; JI, 203.
174
EL ENIGMA DE LOS GUAIQliERlES
Estos tienen su residencia por la costa de la mar y de ordinario tratan con
los españoles que habitan por aquella parte ... " (8)
También hubo Guaiqueríes, según Oviedo y Baños, en la costa central, entre Chuspa y Naiguatá, lo cual parece confirmado por la Relación
Geográf fra de Cara(aJ, (9)
Entre los ríos Guárico, Apure y Portuguesa, fueron sin duda muy
numerosos los Guaiqueríes. Como Yimos, Federmann los encontró en las
regiones de los ríos Cojcdes y Portuguesa, donde comerciaban intensamente con los Caquetíos. El padre Carvajal, en su Relación del Descubrimiento del do Apure, los menciona a las orillas de éste y en sus islas.
Vásquez de Espinosa menciona grupos de Guaiqueríes conviviendo con los
Gu.íticos, en la boca del río Guárico. ( 10) Pero todavía los encontramos
m.is al Sur. Gumilla y Gilii nos suministran noticias de Guaqueríes habitantes de las regiones del caño U}'api. "Vamos a dar fondo -refería Gumilla de una de sus largas expediciones- en el caño de Uyapi, que es
un brazo muerto o cauce antiguo del Orinoco, puesto y terreno de los indios Guaiqueríes y Palenques. . . Estas dos naciones, a excepción de las
f~il1.1.s que años atris p están en las mcsiones de Píritu ..
los han ido
aniquilando los Caribes ... " En las regiones del Orinoco los encontramos,
por último, en la vecindad de los ~fapoyos, cerca de Cabruta. Para Codazzi, habitaron también entre el Chivapari y el Suapure. ( 11) Walter Raleigh sitúa grupos de Guaiqueríes al sur de los Chaimas y, según Castellanos,
se habrían encontrado al Occidente, en los Ll.inos, muy cerca de la Cord1llera. Recordemos que, con el nombre de Guamos, según K1rchhoff, convivían con los Otomacos, entre el Orino.:o y el Apure. (12)
Mencionamos únicamente aquellos sitios donde fueron encontrados
Guaiqueríes habitando originalmente. Los misioneros los trasladaron des(8) -Lodarcs: 1930; J, 37. Sánchez, 1921, dice: "Parece que la isla era lla·
mada p<>r sus naturales Paraguachoa, cuyo 5Í):nificado equivale en el dialecto que
u~:iban a 'abundancia de pece~·. Sus indios pobladores pertenecían a Ja tribu de los
Guaiquerícs, familia de los Caribes ... "
(9) -Oviedo y BJños: 188'.'.i; I, 231, 237.
(10) .-Fcdermann: 1916, 89. Carvajal: 1892, 203, 274. Lodares: 1930: 1, 125,
192. Vbquez de Espinosa: 19-18, 173.
(11) .-Gumilla: 1791; I, 158. Codazzi: 1948; Ir, 49.
(12) .-Raleigh. Traducción de Oramas en el libro En Poi del Dorado. 1947;
274, 288.
175
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
pués a muy diversos lugares. Los de Cojcdes, Portuguesa y Apure, fueron
agrupados en las misiones de San Carlos y Guardatinajas; los de Uyapi, ca
Ja misión del Manapiarc y después, en 1734, se trasladaron a Iguana.
Si se observa el mapa de distribución, construido de acuerdo con los
datos enumerados, puede obtenerse una conclusión tan provisional como
Ja que nos sugerían las consideraciones lingüísticas: parecen haberse distribuido los Guaiquerícs por un territorio cuyo centro fuese el río Apure.
Habitaron sus afluentes y lugares adonde habrían podido lle~ar fácilmente, descendiendo por él. Quedan fuera de tal consideración los grupos Je
la costa de Cumaná, de la costa central y de Margarita, pero si se considera
que hubo Guaiqueríes al sur de Jos Chaimas, bien pudíera creerse que por
aquellas regiones atravesaron alguna Ycz hacia el Norte, hasta instalarse
en el Oriente y en Margarita.
Kirchhoff ha hecho notar, en 1948, que en las fuentes históricas se
denomina a los Guaiqueríes con el nombre de Guamos y Guamonteyes.
En efecto, a los recolectores y pescadores que encontró Federmann con el
nombre de Gu.t1queríes, no se les vuelve a llamar con tal dcnóminac1on,
sino con la de Guamos y Guamonteyes, en las fuentes de los siglos XVIJ
y xvm, pero hay algunas dificultades para aceptar sin más Ja solución
del problema, o de parte de él, sólo a base de esta smonirrua, por varias
razones. En primer término, el vocablo Guamonteyes s1rv1ó a los misioneros como denominación general de todos los recolectores, cazadores y pescadores que poblaban los Llanos. A propósito de eso escribía Carva¡al:
"Los indios Guamonteyes cup nación se alarga a mis de treinta mil indios
según el dictamen de los baquianos y que saben Ja muchedumbre de tierra
que abraza esta guamonteya nación ... " Y a continuación enumera a los
pobladores de los Llanos, englobados dentro de aquella denominación:
"Quaquaros, otomacos, cocoaymas, cuapures, auyamas, guayvas, guaiparas,
amayvas ... " y muchísimos otros, entre los cuales nombra incluso a los Jira¡aras y Caquetíos. Resulta, pues, demasiado extenso el gentilicio Guamontey, pues se aplicaba a cualquier habitante de los Llanos. Lodares cita
una comunicación, de 1658, en la cual se lec un comentario del propio Rey
así: "Me han escrito en carta del 22 de noviembre del año pasado de
1657 ... Dicen que aquella provincia se extiende hasta los Llanos, que están poblados de diferentes naciones de indios, que se llaman Guamonteyes,
gente humilde, que nunca ha dado guerra ni impedido los pastos ... " Allí,
176
Di,tribución de lo~ Guaiqueríes en Ylnezucl;i Prebi,pínica.
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EL ENIGMA DE
LOS GUAIQUERIES
como se ve, queda confirmada la denominación general de Guamonteyes
para toda clase de habitantes de los Llanos, para las "diferentes naciones"
que los poblaban. (13)
Hay otra dificultad con aquella sinonimia: en ocasiones se nombran
juntos Guamonteyes y Guaiqueríes. En una "Exposición" dirigida al Ilus·
trísimo Prelado de Venezuela por el Misionero Apostólico y Prefecto de
las Misiones de Caracas, en 1758, se lee: "La Misión de la Santísima Trinidad en Vicaría de la villa de Todos Santos de Calabozo, se fundó el
año 1823 con varias naciones de indios gentiles del Orinoco, se hall,i
al presente con 320 alfnas de ambos sexos de dichas naciones -Guamos y
Atatures-- y de la de los Guaiqueríes y algunos indios dispersos .. " Ya
Castellanos había hablado, a propósito de la expedición de Ordaz por el
Orinoco, de "Guaiqueríes y algunos Guamonteyes". Su información parece
indicar que se trataría tal vez de "parcialidades" del mismo pueblo, pues
les concede los mismos hibitos. Según cuenta, los soldados de Ordaz no
encontraron.
"Costeando prolijos despoblados
sin muestra de refugio virtuoso,
sino pocos y viles pescadores.
que de ningún pueblo son cultores".
Sigue inmediatamente la descripción así:
"Guaiqueríes y algunos Guamonteyes,
morenos, altos, fuerte compostura,
sujetos a ningún modo de l<-)'es,
sin labranrns, crianza ni cultura,
suelen tener sus príncipes y reyes,
no para dalles ,·ida más segura;
pescas y cazas son sus alimentos,
y raíces de yerbas sus sustentos".
No sólo se refiere a quienes llama Guaiqueríes y Guamonteyes, conjuntamente, sino que en verso posterior, elimina el gentilicio Guaiquedes
r se refiere únicamente a "estos Guamonteyes". (14)
A pesar, pues, de que en ocasiones aparecen los gentilicios Guaiquerí y Guamontey como referentes a grupos distintos, se puede concluir que
se trataría de diferencias de un mismo pueblo, el cual se reconoce, además,
(13) .-Carvajal: 1892, 203, 274; Lodares: 1929; I, 72. Castellanos: 1850, 85.
(14) .-Río Negro: 1930, 104. Castellanos: 1850, 85.
177
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
por las diversas características comunes que les asignan las fuentes. Todas
los mencionan como pescadores, conviviendo, como ya indicamos, con
otros grupos de agricultores, a quienes proveían de pesca abundante. En lo
físico, se describen como gente de alta estatura y de color muy obscuro.
Federmann los describió como "gentes completamente negras". Castellanos,
al referirse a un viaje de cierto capitán Aduza por las zonas de Portuguesa,
los describe en forma parecida:
"Son todos ellos negros como cuervos,
más al tos y dispuestos que fornidos ... "
Humboldt conoció algunos descendientes de Guaiqueríes y dice que
el color de su piel era "entre moreno, rojo y cobrizo", muy diferente al de
los Chaimas y Caribes. Gilii describía a los Guamos como "similares a los
negros" y Raleigh dice de los Aroras, quienes, a juzgar por su narración,
eran una parcialidad de Guaiqueríes, que eran "negros como los africanos".
(15)
Gran capacidad de adaptación es otro rasgo señalado por todos los
cronistas. Ello les permitía convivir con los más disímiles grupos: Caribes
en el Oriente y en el Orinoco; Caquetíos en Occidente; Otomacos en el
Apure; Guaraúnos en el Delta. Naturalmente con los españoles hicieron
amistad muy pronto, y tanto, que Humboldt decía de los descendientes
Guaiqueríes que conoció: "Gozan de varios privilegios, en razón de que
desde los primeros años de la Conquista permanecieron fieles amigos de los
castellanos. Por eso el rey de España los llama en sus cédulas sus "caros,
nobles y leales Guaiqueríes ... " El padre Anguiano había escrito: "Las
naciones de que se compone esta provincia de Cumaná, llamada por otro
nombre de Nueva Andalucía, son diversas: una, la más conocida por su
lealtad a los españoles, es la que llaman de los Guaiqueríes. Estos tienen
su residencia por la parte de la costa del mar y de ordinario tratan con los
españoles que habitan por aquella parte ... " ( 16)
También los Guaiqucríes (Guamonteyes) de los Llanos, se aliaron con
los españoles, pues a mediados del siglo XVII los Caribes aseguraban que
atacaban a los Guamonteyes por considerarlos enemigos, a causa de su alianza con los conquistadores. (17)
(15) .-Federmann: 1916, 89. Castellanos: 1850, 136. Humboldt: 1941; I, 271.
Gilii: 1782; 11, 34.
(16) .-Humboldt: 1941; I, 272. Lodares: 1929; I, 37.
(17) .-Boletín del Archivo Nacional. N~ 152, 1951, 286.
178
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
Si consideramos, como parece correcto, que los grupos denominados
Guaiqueríes en diversos puntos y Guamonteyes y Guamos en otros, eran
originalmente homogéneos, la reconstrucción de su cultura resulta difícil
y sólo puede intentarse en forma aproximada. En efecto, aparte su característica sostenida de pescadores, deben indudablemente haberse transculturado intensamente, en la vecindad de los pueblos agricultores con quienes convivían. Infortunadamente, además, las noticias sobre ellos han sido
muy fragmentarias y a veces, al referirse a ellos, ni siquiera se les ha nombrado con gentilicio alguno. Podemos, pues, sólo aproximadamente, intentar una reconstrucción de sus rasgos culturales, cotejando las informaciones
que expresamente o no, se refieren a su cultura. Castellanos, como vimos,
los describe en las cercanías del Orinoco, tal vez en el mismo sitio donJe
los encontró a fines del siglo XVI Raleigh, como pescadores y recolectores
de las raíces de guapo y caracara.
"La cual muelen en cueros de venados
en hoyos muy tupidos y pisados ... "
Vivían, según cuenta, bajo toldillos, pues no construían viviendas y
dormían sobre cueros de venado, que transportaban arrastrándolos. (18)
En el canto tercero de la duodl-cima Elegía, se refiere Castellanos a
los expedicionarios de Antonio Cedeño, que marcharon hacia los Llanos
occidentales. Toparon con recolectores de quienes Castellanos dice:
"Son todos ellos negros como cuervos,
más altos y dispuestos que fornidos ... "
Se trata indudablemente, de Guaiqueríes cercanos a Jos hallados por
Federmann en los territorios del Portuguesa. Castellanos asegura que en
tiempos de invierno vivían en barbacoas, en las alturas, para librarse de
las inundaciones, "Encima de los árboles tejidas".
Añade Castellanos otros datos:
"Y en mil vasijas, calabazos, cestas,
guardan aquellas míseras comidas,
harinas de raíces y pescados,
carne de dantas, puercos y venados.
Los tasajos curados con lejía
de coa, cierta planta salitrosa,
porque sal por allí no se tenía ... "
( 18) .-Castellanos: 1850, 85.
179
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Es probable que los Guaiqueríes que comiv1eron con Caribes continuaran utilizando los cloruros obtenidos de plantas y aprendiesen el sistema de asar en barbacoas, pues, como es sabido, los Caribes preferían este
métoJo y consumí:tn sal escasamente. Pero no sabemos si los que convi, fan con pueblos de filiación arawaca, como los que ,¡yj:in mezclados con
los Caquetíos, aprenderían a utilizar l.i sal. Castellanos cuenta otro método
de obtener s:il los grupos a los cuales se rc.:fiere:
"Hace sal esta gente vil y sucia
de ceniza y de palma con orines,
y en ella hacen todos grande hucia ... "
Estos grupos, según el cronista de las Elegías, eran aguerridos y pe·
lcaban llc,·ando delante banderas. ( 19)
Los Guaiqucríes encontrados por Federmann a diferencia de los anteriores, tenían aldeas importantes y construían simples ranchos de pesquería en las orillas de los ríos. Sus pueblos estaban mezclados con los de los
Caquetíos. Es inJudable que los Guaiqueríes de las costas de Cwru.ni YiYÍan en forma similar a estos, pues las gentes de Ojeda, según Herrera,
"Hallaron chozas que parecían de pc~:idores, con muchos fuegos y pescados
que en ellos se :1~aban. . . El pan que comían era de pescado, cocido en
agu.1, y después E(Olpeado y amasado y hechos panecillos, los cuales sobre
brasan. . Poco a poco fueron perdiendo el miedo. . . dando a entender
que no eran sus casas aquellas chozas, sino para pescar y que fuesen a sus
casas ... ".
Los Guaiquerícs del Portuguesa y del Cojedes eran para Federmann
muy aguerridos, aunque gustab:in de comemar. S1 se creen las informaciones de su primer viaje, había gran densidad demográfica, tanto entre los
Caquetíos como entre los Gua1queríes. Estos, a diferencia de la mayor parte de los pueblos indígenas, no obse<1uiaban a los forasteros, sino que trocaban sus produt tos. En los establecimientos de pesquería se reunía considerable número de tratantes, para comprar pescado.
Peleaban los Guaiqueríes agrupados en gran número, pintados, con
flechas en ocasiones em·enenadas. Si el jefe era herido, se dispersaban.
Para las operaciones bélicas juntaban los de varias aldeas bajo la jefatura
de un solo jefe. A veces realizaban alianzas guerreras con los Caquelíos.
( 19) .-Ca.stcllanos: 1958, 136.
180
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
Algunas noticias sobre Guamonteyes en realidad no podrían ser atribuidas a Guaiqueríes. Véase, por ejemplo, lo que informaba en general de
los Guamonteyes llaneros la memoria del padre Olivares, glosada por Lodares: "Los indios que hay en el territorio de los Llanos de Caracas son de
tercera clase ... No tienen caciques; sólo hay entre ellos algunos capitanes
que por ser valerosos, los dirigen en las guerras que tienen unas parcialidades con otras. Tienen todas las mujeres que pueden alimentar, sin que
entre ellos se guarde formalidad, ni ceremonias de matrimonio, como se
usan en otras naciones de indios, aún los de tercera clase. . . Guardan el
odio de generación en generación, hasta que pueden vengarse ... Cuando
logran la ocasión de vengarse, no se contentan con matar a quien les hizo
daños o agravios, sino a toda su parentela y generación . . . No tienen estos indios pueblo alguno, sino rancherías o aduares, y estos con poca genle,
pues cada uno no llega a veinticinco familias, siendo todos ordinariamente
de la parentela, a causa de la oposición que hay entre ellos y el peligro del
veneno. Estas rancherías no son permanentes, sino gue se mudan con sus
dueños ... No saben cosa de agricultura y, excepto alguna nación, no siembran nada, ni yuca, que es el pan ordinario de la tierra, y aun las naciones
que siémbran alguna cosa, no es para comer sino para hacer chicha, que es
la bebida con que se embriagan. Todo su mantenimiento depende del arco
y la flecha, con que cazan y pescan; y algunas raíces y frutas silvestres ...
Todos los indios de los Llanos andas desnudos. Las naciones que viven
diseminadas en los Llanos son muchas ... " A continuación se enumeraban, incluyendo Guamos, Guahibos y Chiricoas, Achaguas, Guaiqueríes,
Mapoyos, Tamanacos y Aruacaymas. De estas cuatro últimas se advertía
que eran de las riberas del Orinoco y no faltaban en la enumeración lo.>
Otomacos. Informaciones como esas eran frecuentes acerca de los Guamonleyes. En ella, no sólo surge el problema de que a todos los indios de los
Llanos se atribuyen aquellas descripciones, sino que se incluye entre ellos a
los Otomacos, cuya cultura era tan diferente de la de sus vecinos del Orinoco
y de los Llanos, a los Achaguas, agricultores avanzados, y a los Tamanacos, de
estructura cultural nada simple.
Indudablemente conduciría a grave yerro el ver aquellas aseveraciones de tipo general como aplicables a los Guaiqueríes, aunque a ellos se
les menciona en la lista de pueblos llaneros. Puede notarse la gran diferencia entre aquellos hábitos de recolectores y cazadores que cuenta el mi-
181
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
sionero y los de los Guaiqueríes de Federmann, pescadores sedentarios,
habitantes de nutridas poblaciones. (20)
Veamos otro informe sobre los habitantes de los Llanos: El del padre
Ildefonso de Zaragoza, quien se dirigía al Rey para relatar los trabajos realizados en los territorios de su jurisdicción, en la forma siguiente: "Por
los años de 1650. . . llegaron los Misioneros al convencimiento de que
aquellos indios no tenían política de ninguna especie, pues no formabJn
pueblos, ni reconocían rey ni cacique que les gobernase e impusiese leyes ...
No tienen tampoco adoración alguna ... Viven como irracionales ... Todos
nómadas, sin casa en qué vivir. . . Andan en atajos, como ganado, desnudos totalmente los hombres y las mujeres con un guayuco de palma o de
yerba y así pasan en rancherías portátiles por las riberas de los ríos y montes, permaneciendo en ellas el tiempo que dura la caza y la pesca .. En los
inviernos hacen barbacoas en las copas de los árboles a causa de las inundaciones a que están sujetas todas aquellas tierras. . . Para poder cazar y
pescar conserva cada familia su barca al pie del árbol, pues como no tienen
agricultura, todo su alimento consiste en la caza, pesca, frutas y raíces s1l,·estres. De las frutas, raíces y tubérculos, hacen además la chicha,· o sea
la bebida con que se embriagan. La machacan entre dos piedras y Je echan
agua en cantidad proporcionada y en vasijas de madera o de barro la de¡an
fermentar y a los tres o cuatro días, como hace tanto calor, se convierte
en riquísima bebida; algunas de ellas son muy fuertes y embriagan pronlo;
otras son más suaves ... " ( 21 )
En ese nuevo informe sobre Guamonteyes, se trata también de una
descripción demasiado general. Es curioso que se mencionen vasijas Je
barro entre los nómadas a quienes se describe, lo cual, de ser cierto, demostraría un proceso de comercio y transculturación con los pueblos sedentarios, que sugiere mucha cautela para aplicar a pueblos determinados
apreciaciones de tipo tan general.
La información de Olivares, ya vista, no concuerda en absoluto, en
relación a las prácticas matrimoniales, con cuanto nos refiere Gumilla sobre los Guaiqueríes del Orinoco. "Cuarenta días antes de casar a sus hijas
-relata el misionero-- las tienen encerradas en un continuo y rígido ap.:.no: tres frutas o dátiles de muriche y tres onzas de cazabe con un jarro <le
(20) .-Federmann: 1916, 89; Lodares: 1929, J, 72.
(21) .-Lodares: 1929, I, 71.
182
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
agua, es su diaria ración y así, el día de la boda, más parecen moribundas
que no vivas ... " Como fuesen interrogados algunos Guaiqueríes sobre el
origen de tal práctica, respondieron: "Repararon nuestros antiguos, que
todo cuanto pisaban las mujeres cuando estaban en la costumbre ordinaria
o lunación, todo se secaba; y si algún hombre pisaba donde ellas habían
puesto los pies, luego se le hinchaban las piernas; y habiendo estudiado
remedio, mandaron que para que sus cuerpos no tengan veneno, las hagamos ayunar cuarenta días ... Porque así se secan bien y no son dañosas;
o a lo menos no tanto como lo eran antiguamente ... " (22)
Aquel pasaje sugiere que los Gu::tiqueríes hubiesen aprendido las prácticas de prolongado ayuno acostumbradas por los Caribes, o que hubiesen
adoptado el "blanqueo" de las adolescentes, practicado por los pueblos
Arawacos. No podríamos en realidad asegurar que olros grupos de Guaiqueríes hubiesen practicado las mismas ceremonias nupciales y menos que
ellas fuesen las de los pueblos denominados Guamonteyes. Esto nos conduce nuevamente al significado de la sinonimia propuesta por Kirchhoff
como solución al problema de la identificación de los Guaiqueríes. Si estos
en ocasiones parecen denominarse por algunas fuentes Guamos o Guamonteye~, lo cierto es que la palabra Guaiquerí aparece siempre asociada
con la condición de pescadores, de habitantes de orillas de ríos. Como,
según hicimos notar, ciertos autores del siglo XVI hablan a la vez de Guaiqueríes y Guamonteyes, mientras que las fuentes tardías por lo· genc1al
se refieren sólo a Guamos o Guamonteyes, se concluye que en realidad, si
Guaiqueríes y Guamonteyes eran como parcialidades de un pueblo o Je
pueblos semejantes, la verdad es que el gentilicio de Guaiqueríes se aplicó
siempre, por los cronistas del siglo XVI, a grupos de pescadores, mientras
se denominaba Guamonteyes a los recolectores y cazadores. Es posible que
ambos hayan tenido en común la especialización en el trabajo del moriche,
el cual parece haber sido el elemento característico de los recolectores, cazadores y pescadores de los Llanos. Jahn propuso para la palabra Guaiquerí
precisamente una etimología que conviene con lo anterior: "El nombre
Quiriquire o Kirikire -escribía- no es otra cosa que el plural por duplicación de la voz Kiri, que existe aun en casi todos los dialectos caribes como equivalente del hombre y significa, por lo tanto, 'los hombres' ... La misma raíz se halla en otro gentilicio que era frecuente en Venezuela y Coloro(22) .-Gumilla: 1791,
r,
1,9.
183
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
bia: me refiero a los Guayquerí o Guayqueríes ... La etimología de este gentilicio prueba su filiación caribe. Los Carijona, tribu caribe del alto Yapurá,
tienen la voz wokiri con la acepción de hombre y con el mismo sentido usan
los Galibis de la Guayana francesa la voz oq11ieri. Podría ensayarse también
la etimología Guakfri o Guaikariña que significa 'gente de guay', o sea, gentes de los moriches o de los esteros. . . Según Koch-Grünberg, en Jos dialectos caribes Macushi y Taulipang se designa la palma moriche con la voz
K11ai, de suerte que K11ai-Keri equivaldría a decir 'gente del Moricha!' ... "
Desde luego el gentilicio podría ser de origen caribe, aunque los Guaiqueríes
fuesen de otra filiación. ( 23)
El moriche era elemento sobresaliente para todos Jos recolectores, cazadores y pescadores llaneros y del Orinoco. Los Guaraúnos han conservado
su uso en muchos sentidos, prolongando así las antiguas maneras de Guamonteyes, Yaruros, Guaiqueríes. Gilii habla de un grupo cuyo gentilicio era
Vara-M1íc11rtt, es decir, hijos de la palma moriche. Es posible que los Guaraúnos, actuales fiabitantes del Delta del Orinoco, posean muchos de los
caracteres culturales de los antiguos pescadores llaneros. (24)
Los caracteres que se conocen de los Guamos vecinos de los Otomacos,
no pueden ser atribuidos a una cultura general Guaiquerí. Allí aparecen los
Guamos muy transculturados, por sus matrimonios con individuos Otomacos.
Algunos rasgos culturales referidos por los cronistas, considerándolos
como propios de los Guamooteyes, deben ser tratados con mucha cautela y
no podrían atribuirse a los Guaiqueríes. Así ocurre con un rito de autosacri·
ficio, con el cual termina Kirchhoff su descripción de la cultura de los
Guamontey, Guamo, Taparita y Atature, al citar a Carvajal, quien consigna
la información. Esta es así: "Lo que con el cacique hicieron fue ponerle
una guirnalda de yerbas diferentes en la cabeza. . . y a esto se siguió que
el santero, piache, mohán o médico ... fue a su rancho y trajo otra guirnalda de yerbas ya marchitas y en la cual estaba clavada ya una puya que las
rayas crían en el extremo de su cauda, de poco menos de un jeme, y a ésta
estaba asido un torzal o cordón de hilo de algodón . . . y asiendo de la puya
dicha, reducida a una aguja ... sus partes verendas, le atravesó de una parte
a otra, corriendo el torzal dicho por la rotura que había hecho. . . Recogió
(23) .-Jnhn: 1927, 42.
(24) .-Cuervo: 1894; IJI, 89, 90. Gilii: 1782; I, 127, 128, 130.
184
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
al instante el prepucio y lo amarró con otra cabuya o cordón que el mismo
indio traía y se fue haciendo una muy crecida bolsa de sangre que salía de la
herida. Di"idiendo una pierna y otra suya y abrazando al enfermo que esta·
ba recumbente y de espaldas, cortó el hilo de su prepucio y llenó de cuajarones de sangre suya pechos y estómago del enfermo, y bajándose le hizo
una fucación por el cuerpo todo, hablando en el idioma suyo ... " (25)
Carvajal atribure tal rito, a nuestro juiáo emparentado con el llamado
Motepulizo, de Mesoamérica, a los Guamonteyes. Pero ya hemos visto cómo
para él eran Guamonteyes muchos pueblos de los Llanos y el Orinoco, entre
los cuales incluía varios cultivadores. Por ello, es realmente imposible por
ahora saber a cuál de sus Guamonteyes, podría atribuirse la práctica. Esta
parece m.is bien propia de pueblos agrícolas que de recolectores. Desde luego, nada impide que un pueblo recolector tome como préstamo tal rito, pe·
ro nos inclinamos a pensar que se trataría tal vez de alguno de los grupos
de Otomacos a quienes Carvajal incluye en la enumeración de quienes llam:i. Guamonteyes.
Por todas las dificultades dichas, Kirchhoff, en su resumen sobre los recolectores de los Llanos, publicado en el Handbook of South American lndians, debe a cada paso señ:i.Jar el grupo particular a quien se refiere el autor
que cita. Lo mismo ocurre, como vemos, con los Guaiqueríes. De ellos y de
los Guamos, con quienes los identifica Kirchhoff, poseemos datos d~spersos.
Tampoco pueden añadirse sin atento examen, los de los Guamonteyes, como a veces se denomina a Guamos y Guaiqueríes por las fuentes, a causa
de las razones ya expuestas.
Los Guaiqueríes constituyen, como se ve, un problema muy interesante
<le Ja etnología antigua de Venezuela. Resumiríamos los datos citados, en un
planteamiento del problema, así:
1) Se encuentra Ja denominación de
ricas, para grupos diversos, habitantes de
central de Venezuela, de las inmediaciones
del caño Areo, en el Delta del Orinoco y
noco.
Guaiqueríes, en las fuentes históla isla de Margarita, de Ja costa
de los ríos Portuguesa y Cojedes,
de algunos sitios cercanos al Ori·
(2~) .-Ver en este mismo volumen nuestro trabajo '"Rasgos mesoamericanos en
el Orinoco"'; Kirchhoff: 1948 c.
185
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
2) Según la obser\'ación de Kirchhoff, el gentilicio de Guamos fue
aplicado por algunos autores a grupos llamados por otros Guaiqueríes. Esto
ocurre preferentemente en las fuentes de los siglos XVII y xvm.
3) También resulta sinónimo de Guaiqueríes el gentilicio Guamontey.
Pero éste 5e aplica en ocasiones con demasiada generalidad. Se usó por algunos autores para designar conjuntamente a los pueblos habitantes de los
Llanos y de la orilla septentrional del Onnoco. Por ello, las noticias referentes a ellos no siempre corresponden a Guamos o Guait¡ueríes, ni a grupos
específicamente denominados Guamonteyes aunque en ocasiones pueden
referirse a algunos de los tres grupos.
4) El examen de las fuentes históricas conocidas conduce a pensar que
Guaiqueríes y Guamonteyes parecen haber sido gente de aspecto físico similar, pero mientras los Gua1queríes estaban dedicados preferentemente a
las pesca, los Guamonteyes eran recolectores y cazadores.
5) Los Gu.11queríes apJrccen como pe:..cadores sedentarios, nunca aislados, sino en compañía de pueblos agricultores: los Caribes en Oriente; los
Caquetíos en Occidente; los Mapores en el Orinoco y entre éste y el Apure,
los Otomacos, s1 se pueden identificar los Guamos de esa región con Guaiqueríes.
6) Resulta imposible, hasta ahora, reconstruir la cultura total de los
Guaiqueríes. Sólo se poseen informaciones dtSpersas de ellos. Deben haberse transculturado muy diversamente, de acuerdo con la cultura de aquellos
pueblos en cuya vecindad se instalaban.
7) Pertenecieron Jos Gua1queríes, sin duda, al conjunto de pueblos recolectores, cazadores y pesca-iores espec1aliudos en el trabajo de la palma
moriche. No sería imposible que su modo de vida hubiese sido muy semejante al de los Guaraúnos actuales.
8) No han quedado vocabularios Guaiqueríes. Si pueden identificarse con ellos los Guamos \ecinos de los Otorru.cos, se conocerían de su lengua
las palabras guamas consignadas por Rosenblat en su estudio sobre la lengua
otomaca. Permanecen, por consiguiente, aislados lingüísticamente. Hasta ahora, diversos autores los han clasificado como Caribes, pero los datos existentes permitirían del mismo modo emparentarlos con Jos .Arawacos u Otomacos. Parecen haber poseído un idioma distinto del de sus vecinos, que tal
vez estaría representado en esos vocablos guamos citados.
186
EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
9) Etnográficamente, sólo sabemos de los Guaiqueríes que pertenecieron al conjunto de los pueblos llaneros, como ya se ha dicho, posiblemente
antecesores de los Arawacos en el territorio venezolano. Lingüísticamente,
permanecen desconocidos.
El caso de los Guaiqueríes no es único. Ya hemos visto cómo de otros
recolectores, cazadores y pescadores, se poseen también escasas informaciones. Igual acontece con muchos pueblos citados en las fuentes históricas. Algunos de ellos desaparecieron totalmente y sólo poseemos su gentilicio y
alguna ocasional referencia a sus costumbres. El conocimiento de nuevas
fuentes, la publicación de los documentos relativos a Venezuela que existen
en el Archivo de Indias y en otros numerosos archivos tanto americanos como europeos, permitirá tal vez reconstruir la etnografía antigua de algunos
de esos actuales enigmas. Por ahora, es indispensable presentar el problema.
Muchos estudiosos han de examinar en el futuro esas cuestiones, si se desea
poseer una visión siquiera aproximada de lo que fue Venezuela antes del
Descubrimiento. Los Guaiqueríes son únicamente muestra de otcos enigmas
de nuestras antiguas culturas.
187
EPISODIOS DE LA
TRANSCULTURACION
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Aunque mu hos de los grupos indígenas que poblaban el antiguo terri·
torio que hoy e' VcnCluela fueron rápidamente destruidos o dispersados,
no es imposible, con el análisis de las fuentes históricas, reconstruir algu·
nos episodios ocurridos durante el proceso de transculturación y señalar el
on~.:en de al~unos rasgos que pasaron a componer la cultura venezolana.
Las dificultades son innumerables pues, aparte las atribuibles a la condición
de las fucntt·'. diversos caracteres culturales han seguido a veces caminos
muy intrincados, cuya historia compleLl se nos escapa.
En primer lugar se debe recordar que en las zonas prehispánicas Orinoquense y Circumcaribe, los procesos de préstamos culturales, de transforma·
ciones de gnipos, de adopción de modos ajenos, eran sumamente intensos.
Algunos cronistas que convivieron con los indígenas han dejado su opinión
sobre costumbres o mod.as que les parecieron aprendidas en tiempos recien·
tes. Así, el padre Bueno atribuía los usos en el vestir de los Pa.ravena, Pau<lacotos, Inaos, lliras, Ariguas, Quiriquirapas y Guayancomos a sus relaciones
muy estrechas con los Caribes y Gilii anota los cambios que en los bailes
circulares introdujeron los Toma.nacos, después de su contacto con 10$ CU·
ropeos. ( 1)
En segundo lugar conviene tener presente que muchos rasgos de estos
territorios habían venido a veces de zonas muy alejadas. Son particularmente
(l) . -Bul'tlO: 19}3, 62. Gilii: 1762; JI, 276.
191
ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENEZUELA
importantes los caracteres culturales andinos que habían Hegado a la Costa
y al Orinoco. En la primera encontramos, por ejemplo, el uso del hayo,
practicado en la misma forma que el de la coca en los Andes, y en el territorio Orinoquense encuéntranse también influencias indudables de las culturas andinas. Caulín nos refiere que los Caribes de las cercanías del caño
Uyapi, para amenazar a los misioneros en cierta ocasión, "les enviaron dos
mensajeros con un cordoncillo de tres nudos, que es para eJJos el número de
los días que señalan por plazo de sus intentos", en lo cual indudablemente
est:í presente Ja influencia del sistema de quipus. (2)
El sistema de esclavizar a las mujeres de los pueblos vencidos, que
practicaban los Caribes, les procuraba, sin duda, una fuente de intensa transculturación y no sería imposible que a tal hábito se debiesen las profundas influencias arawacas que entre ellos se disciernen. Como a su vez algunos
grupos de Arawacos gustaban de cor.servar para sus trabajos a jóvenes Caribes, resultaban, sin duda, influidos a la larga por estos. ( 3)
Cuando los Caribes comenzaron a obtener de los holandeses armas de
fuego, adquirieron la costumbre de estacionar en las comunidades de las
cuales deseaban algunos productos, cierta especie de representantes consulares, a quienes dejaban para que residiesen entre los enemigos. A estos les
amenazaban con tremendas represalias en el caso de que sucediese a aqueJJos
algún daño. Ello, sin duda, contribuyó a que los usos caribes se extendiesen
cada vez más. ( 4)
(2) .-Caulín: 1935, 360.
(3) .- Relación de Rodrigo de Navarrete. En Arellano Moreno: 1950.
(4) .-Gumilla: 1791; II, 76. Dice así: "Dejan en poder de los caciques las
herramientas y abalorios que les han sobrado, paca que entre año vayan comprando,
hasta su vuelta, que es el año siguiente: y para evitar todo engaño, quedan dos o tres
indios caribes en cada una de aquellas naciones, guardando las mercancías, que ellos
llaman rescates y mejor llamarían cautiverios. Que si a su retorno hallan haber recibido algún daño o vejación los Caribes que quedan con ellos, les quemarán Jos pueblos y se llevarán todas las mujeres e hijos ... " las relaciones comerciales eran frecuente3 entre todos los pueblos del Orinoco. Resulta excepcional la información sobre "comercio silencioso·', que nos suministra Simón, al referir el viaje de Espira.
Al llegar al río Ariare, "Jos indios que estaban a la otra parte venían a contratar con
los soldados, aunque no con llaneza, por no parecerles podían asegurarse mucho de
ellos; y así pasaban en canoas el río c-on algunas comidas, y diciendo a Jos españoles
s~ apartasen antes de llegar a la barranca si querían que les dejasen las comidas· haciendo así y con este seguro, llegaban los indios, y poniendo en tierra Jo que tr~ían,
tomabar;i en res~ate o trueque. Jo que all i les h~bían ~ejado los españoles ... Con que:
se volvaan a retirar al agua, sm querer m:is amistad m conversación con ellos ... "
192
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
Los Aruacos parece que acostumbraban irse a residir a pueblos amigos,
entre dos veranos, pues así Jo practicaban con los españoles. Ello sin duda
condujo, no solamente a que aprendiesen, con su gran capacidad de adap·
tación, buen número de costumbres europeas, sino que enseñarían a los es·
pañoles multitud de conocimientos, relativos a la naturaleza. ( 5)
La esclavización, los traslados para repartimientos y más tarde los
grandes movimientos demográficos que propiciaron Jos establecimientos misionales, no sólo dificultan Ja reconstrucción de las antiguas culturas, sino
complican sobremanera los an.ilisis para el estudio de Ja transculturación.
Señalaremos sólo algunos casos para mostrar la cautela que es preciso des·
plegar para realizar afirmaciones sobre préstamos culturales y los difíciles
problemas que surgen a causa de inacabables traslados en todas direcciones.
Como es bien sabido, tanto de las Antillas, como de algunos puertos de
Tierra Firme, partían expediciones, durante el siglo XVI, que apresaban cientos de esclavos en las costas de la Nueva Andalucía y en Occidente. Por Jo
general se llevaban a Santo Domingo o Puerto Rico y, en ocasiones -lo cual
es de primera importancia para nuestro tema-, regresaban. Rodrigo de Na·
varrete informaba en su Relación: "Curazao está poblado de indios Caquetíos. Había ciento cincuenta casados, los cuales proceden de hasta cuarenta
que el factor Juan de Ampíes ... compró en la ciudad de Santo Domingo
y en otra parle en tiempo que eran esclavos y los puso en libertad en esta
isla, de donde eran naturales". Otros, como se comprueba en el requerimiento que Juan de Villegas hacía en 1539 al Gobernador de la Provincia
de Venezuela, regresaron desde la Española a Paraguaná. En ocasiones, altos funcionarios pedían la devolución de indígenas que eran apresados, co·
mo se puede ver en la carta de D. Miguel Jerónimo de Ballesteros, el
20 de octubre de 1550, al Rey, en Ja cual pedía se regresasen a sus lugares
de origen muchos indios llevados a la fuerza al Río de la Hacha. En algunas
ocasiones tal vez regresarían siquiera pocos a sus antiguas residencias, después de haber dejado rasgos en otras partes y de haber adquiridos otros. ( 6)
Esos ejemplos nos muestran cómo es preciso consultar las fuentes históricas con el mayor conocimiento de todas las circunstancias y decidir conclu( 5) . -Relación de Rodrigo de Z..:avarrete. En Arcllano .Moreno: 1950.
(6) .-Aguado: 1918; I, 12, 134. Carta de Ballesteros. Apéndice de Ja edición de
Aguado, 1918. Caulín: 1935, 259. Relación de Nueva Segovia, en Arellano Moreno:
1950. "Requerimientos de Juan de Villegas". Documento Nº 290 de las copias de documentos del Archivo de Indias, en la Academia Nacional de la Historia, Caracas.
193
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
siones después de minuciosos cotejos. A la validez de las fuentes habrá en
cada caso que añadir una investigación especial sobre las regiones y las
épocas. Pero no alarguemos este aspecto de nuestro examen. Pasemos a examinar otra fuente de transculturación, ahora entre Jos indígenas y los eu·
ropeos.
Son bien conocidos en la historia de América ciertos casos como el de
aquel célebre Aguilar que residió entre indígenas de Yucatán durante mucho tiempo, hasta cuando entraron en relación con él expedicionarios que
se asombraron de hallarle En Venezuela también algunos españoles penetraron en grupos indígenas y llegaron a habituarse tanto que, una vez rescatados, huían de nuevo para convivir con los indígenas. Así aconteció con
Franmco Martín, el superviviente de la expedición de Alfínger, de la cual
no hubo más superviviente que el propio Martín. Fue comprado por unos
indí~enas tratantes de sal y el cacique del grupo que lo adquirió le tomó
tal afición que le dao esposa. Martín se connrtió realmente en indígena:
aprendió a mascar ha)O, a manejar el arco y la flecha y adoptó las escasas
'estaduras acostumbradas por los Pemenos del sur del Lago de Maracaibo.
Cuando le encontraron los españoles, se incorporó a ellos a regañadientes y
a poco se escapó de nuevo a las selvas, de donde hubo de ser sacado por
la fuerza, según la versión de Aguado. (7)
En la Nueva Andalucía se dio el caso de Antonio Barrasa, quien no
sólo se aficionó a los indígenas, sino se convirtió en su general, con tan
gran decisión que los capitaneaba en contra de los españoles, quienes bien le
habían conocido en Margarita. Lope de Varillas escribe: "Estos dichos in·
dios eran gobernados, aunque había entre ellos muchos principales, por
uno llamado Antonio Barrasa, criado muchos años en La Margarita, conocido de todos los della; este Barrasa venía vestido de un saco de malla, un
casco en la c.ibeza y un arcabuz al hombro; regía y gobernaba y era obedecido como general; metióse por hacer muestra de un esfuerzo, junto a los
reparos, y allí con \OCes animaba los indios al combate. Subíase a los árbo·
les para descubrir y flechar desde lo alto a los cristianos que estaban detrá~
(7) .-Entre los Documentos copiados en el Archivo de Indias, se encuentra en
la A.cademia de la Historia, Cara.as, el interrogatorio que fue hecho a Fran¿isco
Martin, despu& de su res1denc1a entre lo• índígenJ• Femández de Oviedo se refiere
a la aventura Véase nuestro trabajo sobre el tema en la Revista de HiJtoria N' 1
abril 1960.
·
'
194
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
de algunas flacas defensas. . . ( 8) Femández de Oviedo cuenta de un
cierto morisco, quien penetró entre los Aruacos por muchos años. Rodrigo
de Navarrete refiere el origen de su Relaci6n de los Aruacos así: "Tomé
dellos la dicha relación por lengua e intérpretes que a los dichos indios entendieron, en especial de un morisco que entre ellos estuvo en sus tierras
doce años". (9) Los indígenas se habían llevado a dicho morisco de una armada de Diego de Ordaz y estuvo con ellos nada menos que una docena de
años, durante los cuales mucho enseñaría a sus protectores y mucho aprendería de ellos. La residencia de individuos del Viejo Mundo entre los indígenas no podía menos que dejar importantes huellas. Enseñaban y aprendían métodos de guerra, designación de las cosas, métodos de siembra, procedimientos de pequeñas industrias. ¡Cuántas palabras que impresionan a los
lingüistas por su semejanza con vocablos del Viejo Mundo, provendrán de
antiguos contactos como esos que relatamos!
En los siglos siguientes, desde luego, aumentaron las ocasiones de contactos. En el xvm los indígenas de Guayana vieron penetrar en sus comunidades a individuos de muy diversas procedencias, especialmente holandeses.
Por 1749 llegó a residir en las regiones del Caroní un holandés de nombr.e Nicolás Colart, quien había cometido un crimen en una hacienda del
Esequibo y por 1747 se sabe que comerciaba en las regiones del Caura
otro holandés llamado Salomón Percico. Hasta las mujeres se atrevían por
aquellos remotos parajes: en 1753, los indígenas asombrados vieron llegat
desde lugares desconocidos una zamba que cargaba, tanto como los indígenas que la acompañaban, numerosas mercaderías con las cuales abrió negociaciones por las islas del Caroní. Cuando no se trataba de operaciones mercantiles, sino de guerra, los holandeses se incorporaban a los Caribes, embijados y emplumados y usando guayucos como verdaderos habitantes de las
selvas. Gumilla escribía en su Orinoco Ilustrado: "Desde el año de 1731
hasta acá, los herejes, ya holandeses, ya de otras naciones, se embijan, esto
es, se pintan al uso caribe y se ponen guayucos ... "
Como es normal en los procesos de transculturación, particularmente
cuando las culturas que se relacionan son muy diferentes, muchos elementos, ligados a las actividades útiles, a la subsistencia y al trabajo, se adelan(8) .-Relación de Lope de Varillas. En Arellaoo Moreno: 1950.
(9) .-Relación de Rodrigo de Navarrete. En Arellano Moreno: 1950.
195
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
taron a los invasores tanto en la Provincia de Venezuela como en la de Nue·
va Andalucía y en Guayana. En ocasiones otros rasgos de menos significa·
ción también llegaron a las comunidades indígenas mucho antes de que vie·
sen a ningún europeo. Nordenskiold observó que tanto las aves domésticas
como las plantas cultivables se propagaron con rapidez, que él llama increí·
ble, poco después del Descubrimiento, y lo explicaba así: "La experiencia
nos enseña que los indios pueden ser muy conservadores cuando se trata de
comodidades, como la de las plantas y los animales domésticos que siempre
buscan, tomando en cuenta que no les imponen un trabajo superior a su
utilidad". Realmente no resulta muy satisfactoria la explicación, cuando pre·
cisamente demuestran por lo menos flexibilidad y avidez de incorporación
de elementos útiles, pero no discutiremos la afirmación del afamado etnÓ·
logo, sino mostraremos cómo en Venezuela también se cumplió la propa·
gación veloz de que habla. (10)
Cuando Nicolás Federmann, en su primer viaje, llegaba a las cercanías
del río Cojedes, llamado por aquel entonces Cohaheri, se instaló en una aldea donde le aguardaba un importante cacique de la región. "Mientras estaba ocupado en conversar con él -refiere- acerca de las cosas del país y
particularmente del mar que se nos había dicho que podríamos ver desde
Habana, oímos cacarear un gallo y algunas gallinas, lo que no había suce·
dido desde que dejamos a Coro, porque no las tienen Jos indios. Habiéndole
preguntado de dónde venían esos animales me respondió: de Hamadoa y
que los indios las habían comprado a compatriotas nuestros ... " Quién habría llegado hasta Hamadoa, o hasta alguna otra localidad, no lo sabemos.
Lo importante de la noticia es el hecho de que aquellas aves domésticas
habían llegado a las regiones del Cohaheri antes de conocerlo ningún europeo. (11)
Debe ser nombrado Federmann en relación con otro elemento cultural
de primera importancia, el caballo. Angel Cabrera, en su libro sobre el ca·
ballo americano, recuerda cómo aquel explorador trajo gran número de equi·
nos. La influencia del caballo en Venezuela, no estudiada hasta ahora con
detenimiento, fue tan importante como en el resto de América. En la Guaji·
ra contribuyó a la transformación del viejo régimen de los habitantes recolectores y cazadores, quienes se convirtieron en pastores. Allí fue llevado el
(10) .-Nordenskiold: 1946, 25.
(11) .-Federmann: 1916, 93.
196
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACJON
primer contingente, probablemente por otro de los Welser, Alfinger, quien
los trasladó en su primera expedición, según opina el mismo Cabrera. (12)
El caballo, como las gallinas, se adelantó a los hombres. Cuando Jorge
Espira llegó a las regiones del Guaviare, encontró que denominaban a los
caballos precisamente con el nombre del río -guabiares-, por su semejanza con los venn.dos, así llamados en la lengua de los naturales. Pero no sólo
ello. De manera sorprendente, los indígenas procuraban aprender los modos más apropiados de escapar y defenderse de los "guabiares" invasores.
Castellanos ha transmitido el extraordinario episodio. Escribe así, de la expedición de Espira:
.. Finalmente llegaron al Guavi:ue.
Procuran invernar en Churup:ire
Yendo con diez dellos cierto día
a caza de venn<los por un llano,
un hombre de caballo p:uecía
con lanza de dos puntas en la mano
Y es porque conocieron claramente
caballo y caballero ser de bulto.
De pa¡a y algodón era su culto
para p<:rdcr el miedo que tenían
a Jos cab:illos y a Jos caballeros
r con aquellos bultos competían... ( 13)
En cuanto al ganado vacuno, extendióse también fuera del alcance de
los conquistadores. En el siglo xvu era tal la abundancia del ganado en regiones desconocidas que el deseo de explotar las cimarroneras fue una de
(12) .-Cabrera: 1945, 271. Recordemos lo que escribe Krause (1932, 49),
acerca del caballo en las praderas norteamericanas: .. Desde que Jos indios de las praderas conocieron el caballo --que llegó a estos parajes a mediados del siglo xvr, con
las expediciones de los descubridores españoles, carendo allí en un estado salvaje y
llegando a con~tituir verdaderos rebaños- empezó para ellos una nueva é:poca de
cultura. El caballo determinó una profunda transformación en el régimen económico
de estos pueblos, que se hizo esencialmente más sencillo e intensivo. El caballo ha
sido, pues, el elemento auxiliar que ha elevado Jos indios de las praderas hasta Ja
etapa de los cazadores más avanzados ... "
(13).-Castellanos: 1850: 233. Símón: 1882; 1, 108. Los Achaguas ya a principios del siglo xvm habían aprendido a servirse de los caballos, que habrían tomado
de las cimarroneras. Con ellos cazaban venados, puercos y toros, seguramente cimarrones, según la información de Schadel ( 1943).
197
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
las más vivas finalidades de Ochogavia, cuando se lanzó al descubrimiento
del Apure. En su pedimento para la expedición, al explicar sus propósitos,
escribía, después de enumerar algunos: "Lo otro, que allanada dicha tierra, mediante a que en ella hay gran suma de ganado vacuno, se me haya
de señalar lo que pareciere conveniente, para que pueda yo aplicarles por
bienes propios míos y de mis herederos y sucesores, de tal manera que se
sacare tantas mil reses por cuenta de Su Majestad, o de otro cualquier
particular, en dichas cantidades haya de tener yo la prorrata que pareciere
conveniente, para ayuda a tan crecidos gastos, cuya parte desde luego pido
se me señale ... " ( 14)
En los llanos orientales había ocurrido lo mismo: las cimarroneras abundaban extraordinariamente, en regiones dominadas por los indios y donde
todavía no se habían establecido poblados españoles. Un informe de misionero decía así, al ensalzar los beneficios del establecimiento de religiosos:
"La tercera conveniencia es el poder ya entrar los españoles en las tierras de
los indios, a sacar el ganado vacuno que quisieren y recoger cebo y corambre, como en efecto, han entrado y entran los que viven en las Provincias
de Cumaná y Nueva Barcelona, y han sacado tanto ganado de esta especie
que no sólo les sirven de sustento, y a los soldados que tiene Su Majestad en
la gran fortaleza de Araya, pero se recoge tanta cantidad de corambre cuanta
se puede gastar en España y en las demás provincias de Europa, que tanta
como esta es la abundancia de ganado vacuno que en aquellas provincias
se cría ... " ( 15)
Elementos vegetales extendiéronse también sin la penetración humana. En cierta regiones del Orinoco no exploradas hasta el siglo xvm, encontró Gumilla arroz, de lo cual se asombraba, y ya en la centuria anterior
cierto capitán Lucas García, al penetrar en los llanos del Apure, había encontrado cultivo de arroz entre los indígenas, quienes nunca habían tenido
contacto directo con los españoles. (16)
Otro vegetal que se extendió por todas partes fue el plátano. Ochoga,.ia encontró extensos platanales en las riberas del Apure, cuando descubría
( 14) .-Carvajal: 1892, 89.
( 15) .- Relaáones Históricas d1 las Misiones de Padrei Cap1"hinos d1 Vi·
11e::ucla: 1928, 26, 39.
( 16) .-Carvajal 1892, 359: Gumilla: 1791; 11, 231.
198
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
este río, y en tiempos de Gumilla los indígenas de los llanos occidentales
preparaban una bebida fermentada de plátano, la cual consideraban tan
propia como la vieja chicha. ( 17)
Algunos han pensado que tal vez existiría arroz silvestre en el Orinoco,
lo cual parece descartado por los botánicos. Cuando existe entre los etnólogos alguna duda sobre elementos vegetales o animales, es posible acudir a
los biólogos, para. obtener respuesta sobre su origen y área de distribución.
Cuando se trata de la cultura mental es otra cosa. Y en las fuentes históricas encontramos a cada paso dudas sobre el posible origen de leyendas, mitos, creencias, prácticas religiosas, etc. Mencionaremos sólo un ejemplo. El
padre Carvajal relata el bautizo que realizaban algunos piaches así: "Llevan los padres de la criatura una totuma grande, que es a modo de una tazuela de plata, si bien es aquella de unas calabazas . . . Después de haber
hablado el piache en su lengua, con la totuma en su mano izquierda y con la
derecha puesta en la cabeza de la criatura, bebe el piache y luego se la pone
en la boca y le hace beber della lo que puede, y lo que queda se lo echa en
la cabeza a la criatura y le pone el nombre que el piache quiere. . . de pájaro, animal, pescado, árbol o yerba ... (18)
·
. Imposible discernir si se trata de un préstamo cultural en este modo de
bautizo. ¿No habrían aprendido los indígenas de los llanos, para mediados
del siglo xvn, muchos procedimientos rituales, incorporándolos a sus viejas
parafernalias? No sería imposible, si adquirieron conocimientos de cultivo
y seguramente de ganadería. (19)
(17) -Carvajal: 1892, 20}. Gumilla: 1791; II, 2'9.
( 18) .-Carvajal: 1648, 349. Este problema de creencias indígenas en las cuales parece existir algún elemento europeo, surge a cada paso al consultar las fuentes
de los siglos XVII y XVIII. Aunque en tales épocas entraban los misioneros en contacto con grupos que presumiblemente nadie había antes conocido, no es imposible que
hubiese habido traslados humanos, o que se hubiesen adelantado elementos de cultura
mental, desde los tiempos del Descubrimiento.
(19) .-Ya en tiempos de Octal los nombres propios españoles habían aventajado a la presencia humana de los conquistadores. Aquel conquistador, según refiere
Castellanos, al alejarse de la Costa encontró en regiones del interior, donde no habían
penetrado los europeos, un cacique de nombre español. Cuenta Castellanos (1850, 121):
"Continuando su descubrimiento
hallaron un cacique dicho Diego,
sin que supiesen deste nombramiento,
pues pensaba cualquiera era baquiano
que de cuantos nacieron de mujeres
nunca jamás allí llegó cristiano ... "
199
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
No solamente adoptaron prácticas rituales los indígenas, sino que los
elementos materiales incorporáronse también a diversos complejos de creencias, mitos y tabúes, como ocurrió en toda América. El caballo, desde luego,
plsÓ a formar parte de Jos complejos rituales. En 1666 escribía el padre Carabantes: "Entre los Caribes, si mucre algún príncipe de su nación, matan a
la mujer más querida del difunto, y la entierran con él ... Los caballos y animales del difunto, los mataban y enterraban con él. .. " También mataban
los perros, con lo cual no hacían probablemente sino prolongar la costumbre
de matar, al tiempo de morir los dueños, Jos perrillos mudos que en tiempos prehispánicos habían criado para comer. Otras creencias crecieron alrededor de las especies de perros europeos. Los Maquiritares decidieron que
era indispensable enterrar los perros que utilizaban para las cacerías, al morir, pues de lo contrario, si los zamuros llegaban a comerlos, quedarían desprovistos de su habilidad de perdigueros los restantes. Los Mapoyos no dejaban, en el siglo xvm, que los perros cazadores comiesen los huesos de animales obtenidos en lances, pues podían enloquecer. De los Maipures escribía el padre Bueno: "Cuando cogen venados con perros procuran en la repartición atender a que no coma alguna mujer menstruada, porque: se les
echarán a perder los perros, no sirviendo para nada. Si lo cogen con bestia,
quitan la silla y con el mondongo Ja embarran el lomo, para que sea bien
corredora; amarran en el pescuezo a los perros un pedazo del cuero de dicho
,·enado, aconsejándoles que no sean flojos, que corran mucho y que aprendan
a oler bien los Yenados, no dándoles a comer más que el rabo o los huevos
siendo machos y esto soplado de los maestros, para que no pierdan la habilidad. Los bañan con unas hierbas cocidas, dándoles a beber el corazón de
''erada quemado y desleído en agua que, como es más liviano que el corcho,
dicen los pone livianos pu.i correr ... " (20)
(20) . - Bueno 1933; 66, 70, 77. Fernández de Oviedo: 1852. Lodares: 1929; 1,
67. Río Negro; 1929; I, 67. En toda América se incorporó el caballo al mundo mítico. No relataremos aquí, por muy sabido, el famoso caso del caballo de Cortés, que
hubo de morir de hambre, entre los ltzies de Ta}asal, porque ellos se empeñaron en
que, como Dios, comiese los más preciosos manjares, como pavos y otras aves, seguramente '"de pluma rica"'. Garcilaso cuenta en sus comentarios, el terror que durante
muchos años ¡;uardaron los Incas por los caballos y de Chile tenemos Ja información
reciente de Tomás Lago, en su trabaio "'El caballo entre Jos indios chilenos". Escribe a
propósito de ello: "Pronto les dieron un Jugar entre las bestias familiares que formaban su mundo mítico primitivo. Junto a los espantadi:cos y raudos guanacos, las vicuñas, los frágiles huemules de pezuña partida, pusieron este crinado cuadrúpedo extranjero, perisodáctilo de fuertes cascos, con vivo olor a pelo -cuyo olor se identificaba, para los naturales, con Ja braveza de Ja guerra y la muerte rclampagueante de
las batallas- y que sometido a su voluntad como un turbión de fuerzas naturales, po-
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El modo ele f wnctr "con in candel<i r>'aclentro", que 11saban para sus ceternonias lo11 piaches, p<ts6 es¡>ecialmente a los hechiceros africanos, en
Vcnr::iiela. Esa manera de funwr se conserva en diversas locrtlidacles del
pn[¡¡, vero es abundante esvedalmente en Barlovento. En la foto aparece
1nw clescendiente de indígena1:1, a q1d<'n apodan por ello "l,<t Cnrilm", en el
pueblo de Tamanaco, Estado Guárico. Obsérrese cómo ¡>rl'ci,amcnte mcmtiene dentro de la boca la porción encendida del civa rril/o,
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
Otras especies entraron en el mundo de los tabúes. Los Salivas, Guamos
y Otomacos se negaban a comer carne de puerco y algunos grupos de Caribes
se negaban en las regiones orientales a comer carne de vacuno. (21) Las gallinas entraron plenamente en el mundo de los agüeros y las adivinaciones.
"Al gallo que canta al anochecer -contaba un misionero,- le hacen mil
males: a unos luego que cantan le cortan la cresta; a otros los pelan vivos; a
otros matan y no quieren comerlos sino que los arrojan, diciendo que el
cantar a aquella hora es pronosticar muertes y enfermedades". Y el padre
Bueno refería de los Maipures: "A la mujer soltera no la dejan comer huevos estando preñada ... porque las gallinas los ponen por el culo y ellas
también parirán por él ... " (22)
Si en el mundo de las creencias produjéronse aquellas especies de sincretismos, en el dominio material hubo también toda clase de mezclas de rasgos
y, en ocasiones, curiosísimas simbiosis. Según Benzoni, los indígenas de Paria usaban en tiempos prehispánicos peneestuches de oro, cambiados después
por otros. La avidez que por el oro mostraron los europeos, hizo que en
muchos lugares, según refiere Coreal, les llamasen "comedo.res de oro". Pero en ocasiones, en cambio, los indígenas mostraron mucho interés por el
metal, posiblemente como producto, igualmente, del contacto con los euro?eos. Según cuenta Caulín, en 1735 los Caribes atacaron Ja población
orient.il de Mamo y de los ornamentos eclesiásticos y objetos de culto, tomaron todas las piezas de oro y las dividieron convenientemente para fabricarse
zarcillos y narigueras. (23)
Bien sabido es cómo en el adorno corporal encontramos los primeros
elementos que adoptaron los indígenas, en su contacto inicial con los españoles. En el siglo XVIII, los grupos que, como los Achaguas, se habían quedado aislados, al comerciar con los europeos se apresuraron tambifo a adquirir grandes cantidades de cuentas de vidrio para sus múltiples aderezos. El
padre Julián relata cómo en el siglo xvm los Guajiros habían incorporado aldía soportar sin cansancio sobre su lomo un guerrero, y también dos, en las más duras y prolongadas corrcrí:is ... " En la información de las creencias que surgieron alrededor del caballo, añade L:igo algunos datos que nos informan de prácticas muy semejantes a las que usaron los indígenas vtnezolanos. En Chile, .. para h.icer que fuesen m.ís rápidos, les daban de beber, desleída en agua, piedra vezar de venados y guanacos -ágiles corredores- a fin de ponerlos mcis veloces, como así mismo les refregaban las patas con pieles y cascos de Jos mismos animales ... "
( 22) .-Bueno: 1933, 76. Río Negro: 1918; I, 72.
(21) .-Gumilla: 1791. Ruiz Blanco: 1892, 51.
(2') .-Benzoni: 1857, 9. Caulín: 1935, 363.
201
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
gunos extraordinarios elementos para el lujo de los caciques. De un v1a¡e
realizado por Julián, relata: "Cuando entramos en las tierras de los Guajiros,
vino el cacique al encuentro con dos negros de Jacayos, vestidos con vistosa
librea colorada, con sus vueltas y galones correspondientes ... " ( 24)
Pero no sólo recibieron los indígenas multitud de elementos, incorporados como vemos, de muy diversa forma a sus antiguos complejos culturales.
También los españoles adoptaron infinidad de costumbres, procedimientos,
usos y creencias. En ciertas ocasiones los africanos traídos a América añadieron
sus aportes y a veces sirvieron de intermediarios para otros.
A pesar de que no poseían los grupos que habitaban el territorio venezolano un alto desarrollo comparable a Jos peruanos o mexicanos, como
aquellos, sin embargo, ejercieron profunda influencia en Ja economía de los
grupos establecidos y si los Aztecas y Mayas impusieron a los conquistadores su antigua moneda, el cacao, que llegó a extenderse por toda América con
rnlor de intermediario para toda clase de transacciones, también en nuestros
territorios adoptaron los invasores algunos de los usos monetarios indígenas.
El padre Cassani escribía en el siglo xvm, sobre la quiripa: "Hasta el día
de hoy corre en Casanare, Meta y el Orinoco esta moneda de ~aracoles, tan
estimada de los españoles como de los indios, porque con ello se compra lo
necesario ... " ( 2 5) Rivero informaba al referirse a lo mismo: "Volviendo
a nuestra quiripa, no sólo tiene por objeto la gala o adorno de joyería; es
también la moneda con que compran otras cosas para sus usos y menesteres;
con ella hacen sus cambios, celebran sus tratos y contratos y este género, finalmente, es la moneda nacional y la estiman con ventajas en la Guayana y
más aun en la isla de Trinidad, porque los indios Caribes y Aruacas, Totos
y Tibilibcs de aquella provincia, la estiman mucho y no la hacen ellos, sino
que toda la llevan del puerto de Casanare, en donde vale una sarta, de la
medida que se ha dicho, dos reales de plata ... " (26)
(24) .-Julián: 1951, 228; Rivero: 1883, 156. El padre Bueno escribe de los
Tap.iri101: "Para librarse de los aJtuaceros, hacen unos sombreros de bejuco fino con
hojas de cachipo por aforro. que forma una copa o ala como un quitasol". A pesar
de que Kirchhoff piensa que se trata sin duda de un rasgo prehispánico, es preciso
tomar en cuenta que la referencia de Bueno es muy tardía, fines del xvm, y se pregunta el investigador si no puede ser un caso de transculturación, tal vez originado en
alguna de aquellas penetraciones de individuos aislados que vivían prolongadamente
en ciertas comunidades indígenas y les enseñaban técnicas europeas.
(25) .-Cassani: 1741, 119. El cacao se usó en Venezuela, en tiempos coloniales, como importante moneda. Con cantidad suficiente se podían pagar hasta ciertos
títulos nobiliarios, de done.le quedó la expresión "Creerse un gran Cacao" para significar vanidades de nuevo rico.
'
(26) .-Rivero: 1883, 156.
202
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
Muchos modos de caza fueron aprendidos por los españoles: como los
Otomacos, se acostumbraron a matar los caimanes cubriéndose la cabeza con
una tapara; adquirieron el hábito de combatir, que todavía se practica, con los
tigres, armados solamente con lanza; se habituaron a cazar los armadillos o
cachicamos, como lo hacían los antiguos habitantes.
Naturalmente, en usos de guerra, como en materia de alimentación, los
invasores adquirieron bien pronto numerosos conocimientos, a veces de orden
práctico y en ocasiones de otra índole. Así, por ejemplo, en relación con el
famoso veneno de manzanilla, que se usaba en la costa venezolana, se incorporaron a las creencias de Jos españoles, que mucho lo temían, algunas de
las que los indígenas profesaban. Pensaban que al herido con la renombrada
"yerba", se Je aceleraba peligrosamente el pulso con la sola vista de una mujer. (27) Durante cierto tiempo, creyeron Jos españoles que el tabaco, al cual
creían dotado de numerosas virtudes, poseía capacidades de antídoto contra
aquel veneno. La creencia de que es eficaz contra las mordeduras de serpientes, se ha conservado en el campo venezolano, así como todavía en muchas regiones subsiste el uso del chimó, que se tomó de los pueblos TimotoCuicas. En la Relación Geográfica de Caractts, escribíase, en 1579: "Hay tabaco; de que allá se tiene relación. Tiénese por muy medicinal aunque acá no
se sabe aplicar bien. Tiénenlo en mucho los naturales y curan con este tabaco
especialmente humores fríos y heridas ... " ( 28)
Naturalmente en el ámbito de las enfermedades, de las drogas, de los
medios mágicos de curación, fue intenso el préstamo cultural tomado por Jos
españoles. Muchos de los viejos métodos indígenas sobreviven en diversas
regiones de Venezuela. Recordaremos solamente cómo todavía es costumbre,
especialmente en los Llanos, bañarse en los ríos para "cortar" Jos ataques de
fiebre; transportar a los enfermos en hamaca; la aplicación de manteca de
venado en las piernas de Jos niños retardados en el andar; el uso de manteca de tortuga, de caimán y el "unto" de aves. (29)
(27) .-Aguado: 19:n; II, 223.
(28) . -Relación Geográfica dt Car.zca1. En .Arellano Moreno: 1950.
(29) .-Río Negro: 1929; I, 67. De Ja costumbre de cargar los enfermos en hamaca nos informa l'ernándei de Oviedo. La practicaban los Bobures y Pemcnos del
sur del Lago de Maracaibo. Todavía se acostumbra en Venezuela. En los Llanos y en
Barlovento se estila cubrir la hamaca con la "cobija" de dos colores. Cuando se transporta un enfermo, queda hacia afuera el rojo; cuando se lleva a un muerto, el color
obscuro.
203
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
El tabaco, ya nombrado en relación con el veneno de manzanilla, se
empleó numerosamente desde los primeros contactos de los españoles con
los indígenas. Fern.índcz de Oviedo escribía: "Los indios de Venezuela, para ,·er si caminarán o irán a pescar, o sembrarán, y para saber si matarán
caza o si su mujer los quiere bien, cada uno es boratio; porque con esta
hierba, reyueltas las hojas della a la redonda de la mazorca del maíz, enciéndelas por un cabo poca cosa, e aquello que arde métenlo en la boca y soplan
hacia fuera, y cuando está la mitad quemado, arrebujan lo que está revuelto
a la redonda ... " ( 30) Esto nos lleva a una fase por demás interesante de la
transculturación: el papel que los africanos jugaron en ella. En efecto, fueron ellos quienes en diversas ocasiones sembraron elementos culturales y en
otras oportunidades, como en aquel modo de fumar "con la candela pa'
dentro", fueron los conservadores de los antiguos procedimientos indígenas.
Tal uso se ha conservado precisamente entre los descendientes de los antiguos africanos, en algunas regiones venezolanas, como Barlovento. (31)
En el siglo xvm, en los Llanos Occidentales, era fama que los mejores
curanderos eran negros. Estos, aparte de que trajeron prácticas de brujería
africanas, tuvieron frecuentes y amigables relaciones con los indios, aunque
a veces tomaron parte activa en las entradas contra los indígenas. (32) Como es bien sabido, algunos elementos culturales fueron comunes a los africanos y a los indígenas americanos. Así ocurrió en Venezueln con el adorno
de colmillos de caim.ín. Los africanos les añadieron, sin embargo, significación especial. Ciertos grupos del Orinoco empleaban los colmillos de caimán
para collares o zarcillos y otros, como los Otomacos -a pesar de que eran
grandes cazadores de caimanes- desdeñaban las cabezas totalmente, pues su
objeto era obtener la grasa. Pero en el siglo xvm comenzaron un nuevo procedimiento. Gumilla escribe: "De pocos años a esta parte es su mayor ganancia, porque venden los colmillos a muy buen precio y se buscan con ansia
para enviarlos a personas de estimación, que los reciben y agradecen como
un apreciado y rico regalo, a causa de haberse descubierto en la provincia de
(30) .-Fernández de Oviedo: 1852; 11.
(31) .-Fernández de Oviedo: 1852; JI. También se aficionaron los africanos al
tabaco en las Antillas. Dice Fernández de Oviedo: "En esta nuestra isla Española hay
mucha en los heredamientos; y los negros de que nos servimos, Ja precian mucho pa·
ra este efecto, que es echarse ahumadas con esta hierba hasta que caen como muertos;
y así están la mayor parte de la noche y con aquello dicen que no sienten el trabajo
del día pasado ... "
(32) .-Aguado: 1931: II, 174. Gumilla: 1791; Ir, 28. Ramos Pérez: 1946, 191.
204
EPISODIOS DE LA TRANSCU LTURACION
Caracas ser dichos colmillos un gran contraveneno. Por lo cual, y por lo que
han experimentado ya, el que no carga un colmillo de caimán engastado en
oro o plata y apretado con una cadenita a uno de los brazos, se pone en los
brazos una o dos sortijas hechas de los mismos colmillos contra las hierbas
venenosas que los negros esclavos suelen usar unos contra otros y no pocas
veces contra sus amos. El descubrimiento de la virtud de dicho colmillo es
moderno y [ue así: deseoso un negro esclavo en las haciendas de Caracas,
de matar a otro, le dio ocultamente de cuantos venenos y hierbas tenía noticias ... Un día dijo un indio malévolo a otro: 'Si algún mal cristiano nos
quisiese dar veneno ¿qué remedios sabes?' El otro negro sacó el brazo, levantó la manga y mostrándole un colmillo de caimán atado a la carne, le
dijo ingenuamente: 'Amigo, teniendo este colmillo, no hay veneno' ...
Corrió la voz, y con Ja experiencia el aprecio ... " (33)
Los indígenas orientales tuvieron una extraña costumbre, en la cual incluían a blancos y negros. Cuando veían por primera vez persona de esos colores, ayunaban varios días. Era lo mismo que practicaban' cuando habían
dado muerte a alguien. (34)
Algunos antiguos usos en el sistema de alimentación se extendieron
tanto entre los europeos, que llegaron a imponer su nombre a actividades muy
disímiles. Así ocurrió con el sistema de secar la carne en 'barbacoa, en
"bucán". Ya 13enzoni había comido pescado con tal preparación, en las costas
orientales de Venezuela y en el siglo xvu los piratas que atacaban las Antillas, se proveían de ganado en las cimarroneras del norte de La Española.
Y tanto emplearon el sistema del "bucán", que vinieron a llamarse bucaneros. "Esto de asar carne en barbacoa -escribía el padre Aguado a fines
del siglo XVI- es una costumbre casi general en las Indias entre algunos indios, los cuales jamás acostumbraban a salar carne ni pescado, aunque tengan abundancia de sal, mas haciendo unas barbacoas que no eran muy altas, que son unas estacas hincadas en tierra, del altor que les parece, encima
de las cuales hacen un cañizo algo ralo de varas que llaman barbacoa y allí
ponen la c:irne a asar y mucha candela debajo, hasta que se consume todo el
jugo y humor y queda del todo seca; y con esto se entretiene mucho tiempo
fo. carne, aunque sea de puerco y el pescado y todas otras cosas que después
(33) .-Gumilla: 1791.
04) .-Río Negro: 1929; I, 63.
205
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
de muertas se pueden corromper y dañar; y a falta de sal, los españoles en
las jornadas y nuevas poblaciones se apro,·echan deste uso de Jos naturales ... " (35)
Entre los productos medicinales que aprendieron bien pronto a usar
los europeos, encontrábase el llamado "palo de aceite", cuyo nombre, con el
tiempo, transformóse en "aceite de palo" y ha sido muy empleado en diversas aplicaciones. De él decía Gumilla: "Los indios, unos le llaman cabima,
por el árbol que lo cría; otros le llaman curucay; los blancos, corrompiendo
el nombre cabima, llaman aceite de canime; otros muchos le llaman aceite
de María ... " Y añadía que el obtener tal producto era uno de los afanes
principales de los holandeses, en sus relaciones con los Caribes. (36) Estos
sirvieron como activo vehículo de transculturacíón, debido a sus costumbres
comerciales, al hábito de largos \iajes, que poseían, y a la agresividad que
les caracterizaba y la cual les hacía temidos y respetados por casi todos los
habitantes del Orinoco. Su inagotable actividad la resumía Schadel así: "Estos indios Caribes reciben estos artículos de los europeos (franceses, ingleses,
holandeses) y los venden a otros indios con quiene viven en paz y sostienen
comercio. . . Descienden ellos en sus canoas de cedro y bastante grandes, por
el río Casanare y los grandes ríos (Meta y Orinoco) y llevan varios artículos
y mercancías, como también macos o esclavos (indios cautivos) y los venden
a los indios y españoles" (37)
Ya nos hemos referido a la influencia que ejerció la adquisición por los
Caribes de escopetas y fusiles, que los holandeses les suministraban, en nuestro trabajo sobre los Macos. No hay duda de que, entre todos los grupos indígenas, el de mayor actividad en el proceso transculturativo fue el de los
Caribes, entendiendo con tal gentilicio, no tan sólo a los moradores de las
regiones del Caroní y Caura, sino a los del Amana, a los Chaimas y, en general, a lodos los habitantes de la costa oriental de Venezuela, asi se denominasen Cumanagotos, Píritus, Palenques, Tomuzas o Quiriquires.
Para mayor precisión ser.í. preciso estudiar con detenimiento el proceso
de transculturación que se verificó en cada zona. Aquí hemos querido presentar sólo algunos de los casos que encierran vivo interés para quienes estudian el proceso de formación de la cultura venezolana.
(35) .-Aguado: 1918, 76. Benzoni: 1857, 6. Haring: 1939, 71.
(36) .-Gumilla: 1791; I, 154. Ramos Pérez: 1946, 83.
(37) .-Schadel: 1943. Ramos Pérez: 1946, H9.
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INDICE ANALITICO
AGUADO. Primer historiador de Venezuela: 11; califica a Jos Bobures:
27; describe uso de Jos Pantágoros:
102; escribe sobre canibalismo: 149,
150; relata expedición a los Axaguas: 153; cuenta hábito de Caribes: 154; explica ocasiones de antropofagia: 157; explica el sistema de
barbacoa: 205.
- A ABANIS. Proveen Macos; 65; dcspren·
den oreja: 106; se adornan la oreja:
108.
ABIPONES.
res: 135.
Creen en hombres-jagua-
ACAMACARI.
ACARIGUA.
Población arawaca: 70
Voz Jirajara: 85.
ACAXEES. Juego de pelota. Semejan·
te al de Otomacos: 98.
AGUALOS.
Betoyes: 82.
AGUILAR.
Reside en Yucatán: 194.
ArRICO.
Habitat de
los
Achaguas:
71, 73; Territorio de Jos Achaguas:
52; penetrado por Caribes: 65; penetra en él Lópe-l Picón: 71; ataca·
do por Guahibos: 73; nombre de
dos territorios: 80; poblado por
Achaguas: 80; significa "Montaña
Grande": 80; delimitado por Cassan i: 81; Airico de Macaguane: 80,
81, 82, 83; dos regiones llamadas Airico: 8 2; relaciones de pueblos en el
Airico: 82, 87; región de Achaguas
avanzados: 88; nombre de los Achaguas. 81; Airicos de Macaguane: 81;
nombre de los Betoyes: 82; distingui·
dos por Gumilla: 82; límite meridional de Achaguas: 89; se depilan: 99;
lo habitan Caribes: 158.
ACHAGUAS. Su significado en Ja etnología antigua: 67; habitan el A1ri·
co: 79; su prolongación septentrional:
46, 88; tienen caracteres de la selva:
37; situación meridional; 46; desarrollados al Sur: 46; forman parte del
Arca occidental: 46; llaman a diverso~
grupos "Macos": 61; atacados por
Caribes: 65; su parcialidad de Quiriquiripas: 66; esclavizan clanes vencidos: 69; esclavizados por españoles.
71; cambiados por Quiripa: 73; se
conservan pacíficos: 74; esclavizados
por mestizos: 76; asociados con Be·
toyes: 79; pueblan el Airico: 80; nú·
mero de sus pueblos: 80, 81; descri·
tos por misioneros: 81; opinión de
Salas: 87, 88; restos de Arawacos
antiguos: 87; extenso habitat: 87.
Achaguas de Carora: 88; se depilan:
99; se embijan el pelo: 100; comercian con españoles: 200; clasificados
como Guamonteyes: 181.
AJAGUAS. Al Oeste del Lago de Valencia: 88; Sinónimo de Acha·
guas: 88.
ALCEDO Y HERRERA.
los Macos: 57.
22~
Describe a
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ALFINGER. Introduce en la Guajira
los caballos: 194, 197.
ARA\\.'AC. Tribus con centro de dispersiln en el Orinoco: 11 ;.
ALV ARADO. Sigue las fuentes histÓ·
ne·~ 2}; explica la palabra Macos:
60; describe El Maremare: 124; in·
forma que el caiiafístolo es llamado
Marcmare: 13'1.
Pueblo de tres cucas:
4·1: provincia donde practican antro·
pofagia: IH
ARAWACOS. Su economía: 20; según
la clasificación de $llas: 26: según
fü1din: 28; sus migranones según
Métraux: 30; poseen clanes matrilineales: 32; en Trinidad 31; ¡trupos
intrusivos en Guayana: 32; poseen
esclavos: 32; tienen telar vertical.
35; tienen "macos": 35: practican canibalismo: 35; usan sírrngas c:n el
Pomcrón: 36; kawacos occidenta·
les: 46, 52; sub-áreas Je los Arawacos occidentales: 46, 52: infiun.'fl
sobre Otomacos: 49; Arca Occidental: 52; influyen sohre los Puinavcs:
59: del Río Negro: ~9; usan término "Maku": 60; tienen esclavo.\:
60, 61; hacen trabajar cautivos: 65;
¡;randes tejedores: 66; incorporan
cautivos: 69¡ venden esclavos: 70; relacionados con holandeses: 73; activan transculturación; 76; tc:rcera capa
de pobladores en Venezuela: ~6;
rc:laci6n con Chibchas: 87; relaoón
con Caribes: 8..,, diíunden jue¡.:o de
pelota: 99; timen pueblo en el Del·
ta: 100; construcciones de tierra: 10·1;
su papel en el tramporte de ras¡;os
culturales: 110, 113. 11•1, 115, 117;
b.itallan ron Caribes: 119: practican
blanqueo: U!\; aprenden cLr los Caribes: 186, 192; son caníbales: 142.
ANTOLINEZ. Su¡::iere antiguos Ara·
wacos en los Andes: 86.
ARAYA. Producen sal: 42; se alimentan de las cimarroner:is: 198.
APALAI r:xogamia local y residencia
p;ltrilocal: ;H.
ARMILLAS. Estudia "período forma·
tivo": 114.
APURE. Expedición de Ochogavia: 68;
nombres del Apure: 82; h1bit11t de
Caquetlos: 87; habitat de Achasuas:
87, 88; practican Motepulizo: 97:
cacique de su zona: 102; ra<go mesoamericano en sus I.lanos: 102; habitat de Caribes y Otoma<os: lH;
centro de dispersión de Guaíquerícs:
176; cim:irroneras de sus már¡¡enes:
19F; se esparce el plátano: 198.
ARUACAS. Su habitat : 22; atacados
por Caribes: 149, 172.
AMANA.
Caribes del: 6). 200.
AMAZONAS. Base contra holzndc·
ses: 72; zona cultural: 112.
A~fAZONIA.
Ra~gos
comunl.'S con
Mesoarnérica: 10). 110, 112; aprro·
de de México: 112; ruta de migra·
ción Caribe: 119.
ANABAl.I.
AKAVENl
Lengua betoye:
83.
Río de Macos: 58.
ANDAGOY A. Señala maíz
me<es en Poparán: 50.
de
<los
A-:\Gl 'IANO Informe de los ('.ova·
mm: 153, 151; informa sobre Guaiqi:r·rí.-,
174; señala mansedumbre
de Gu:tiqueríes: 174, 178.
A~OANTAL.
ARAGl.'AS A orillas del
Valencia: 88.
ARUACAY. Puc:blo
ques 100.
de
nueve
caci-
ARUACOS De Guaran.1: 69: sirven
a los holandeses: 73: apresados p<.r
Caribes: 101; engordados para comerlos: 155, residen entre amigos:
192; reciben a un morisco: 195; estiman la qu1ripa: 202.
1.a¡::o de
ARCAYA. No cree afirm:ición de fedc:rmann sobre canibalismo: 152.
ARAUCA. Lengua betoye: 83; habita·
do por Achaguas: 88.
226
INDICE ANALITICO
AZTECAS. Desuellan hombres: 93; su
macuihuitl: 10'1; tienen dios unípede:
105; flechan prisioneros vivos: 105;
juran por la tierra: 106, 110; sanguinarios: 146; imponen el cacao como usual moneda: 202.
ARECUNAS. Bailan Marernare: 130,
134; llaman Maremare a la Tigana:
130; usan canoa de corteza: 32.
Endocan1bales: J 5 7.
ARENACOTOS.
AREO. Río
173, 185.
de
Guaiqueríes:
171,
-B -
AREVIRIAKOS.
Venden esda,os: 74.
RANCROFT. Se refiere a
de Caribes: 144.
ARIARI. Río del Airico: 80; embarcadero para el Airico: 81; forma el
Guaviare: 81; habitat de Caquetíos:
114.
ARICAGUA.
BAILADORES.
bate: 154.
Llevan cuerdas al com-
BARAUNA. Grupo arawaco de Guayanas: 32.
Voz Jirajara: 85.
ARTGUAS. Se embijan el pelo: 100;
toman uso caribe: 100, 191.
ARIPORO.
Límite de Achaguas: 87.
ARORAS.
Descritos por Raleigh: 178.
ARUACAY.
Pueblo del Delta: 100.
ATABACA.
Lengua betoye: 83.
BARIMA.
Viajan castellanos: 70.
BARINAS. Habitat de Achaguas: '88;
influencia mexicana, según Tamayo: 106.
BARLOVENTO. Fuman "con Ja candela pa' dentro": 204.
BARRAGUA. Nombre del Airico: 80;
exploración: 81.
ATATURES. No cultivan: 33; Indígenas del Llano: 177, 184.
BARRANCAS. Influencia
según Tamayo: 106.
ATIRAMA.
BARRASA.
194.
ATORA!.
Cacique de Caribes: 157.
Queman los cadáveres: 35.
ATURE. Según
blo: 152.
Murdock:
58;
la
a
mexicana,
los
indios:
América
Nu-
BENZONI. Informa sobre Paria: 200;
come pescado en barbacoa: 205.
BEREKOSI.
Habitat de Macos: 59.
Flauta: 130.
BETOYES. Poseen caracteres del área
selvática: 3 7; asociados con Acha¡:;uas: 79; su habitat correcto: 82;
parientes lingüísticos de Jirajaras:
83, 8'1, 89; del Sacare: 83; construyen montículos: 104.
AXAGUAS. Prolongación septentrional de los Achaguas: 27; opinión de
Jahn: '16; diferentes de los Jirajaras:
46; área cultural: 46; estudiados por
Jahn: 88; mencionados por Tolosa:
88; caníbales: 152; llevan cuerdas a
las batallas: 154.
AYAMANES.
nos: 152.
Gobierna
BENNET. Estudia
clear: 114.
pue-
Al; AKE. En el Area de la Sabana:
32; descripción de Murdock: 58.
AUARI.
comercio
BIRAS. Se embijan el pelo: 100; loman uso Caribe: 100, 191.
Area cultural: 52; ena-
BLANCO VILLAtTA. Sitúa la antropofagia en escala cultural: 148.
227
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
BOBURES. Grupo caribe pacifico: 27;
Caribes occidentales: 52; área cultural: 52; entran a Venezuela por Colombia: 119.
BORATIO.
BORBURATA. Límite occidental de
la Costa Caribe: 38; posible paso de
Jos Ciparicotos: 119.
CAMANI.
Trofeos de cabeza: 108.
BUREDES.
Compran esclavos: 65.
Habitantes
de su
Descubre Jos Betoyes: 83.
CALINAGO.
co: 33.
NordenskiOld:
BURAURE.
Términos
de
parentes-
Habitat de Macos: 59.
CAMONIGUAS.
Caribes del Airico:
158.
CANCER, PADRE. Entra en la "Tierra de Guerra": 101; describe rito:
101.
CAPACHO.
CAPO.
Pueblo de Jirajaras: 85.
Duende de. Paraguaná: 106.
CAQUETA. Posible habitat de Caquetíos: 85; toponímico: 85.
CAQUETIA.
Toponímico de Mérida:
85.
CAQUETIOS. Mansos y amigables:
26; grupo belicoso: 27; semejanza
con Jos Guarinos: 44; transportan
jefes en andas: 44; Arawacos de Co·
ro: 45; mayor desarrollo al Norte:
46; su relación con Jirajaras: 46;
rodean a los Ciparicotos: 52, 61, 150;
forman parte de los Arawacos occidentales: 61; no son Itotos: 61; tienen esclavos: 64; atacados por Caribes: 65; asociados con Jirajaras:
84, 85; habitat original: 85; toponímicos: 85; divididos por Jirajaras:
86, 87; restos de Arawacos antiguos:
87; afines de los Achaguas: 87, 88;
Caquetíos de mayor cultura: 87, 88,
89; se traspasan la lengua: 95, 115;
desplazados por los Ciparicotos: 119;
comercian con Guaiqueríes: 172, 175;
se mezclan con Guaiqueríes: 172,
186; se alían para guerrear: 180; de
Curazao: 193.
.e.
CABERRES.
Grupo arawaco guerrero:
26, 120; no son Itotos: 61; resisten
a Jos Caribes: 26, 74; vencen a Jos
Caribes: 75; desprenden Ja oreja: 106;
adornan la oreja: 108; Arawacos caribizados: 74, 120; Caníbales: 151,
152.
CABRA.
Términos de parentesco: 34.
CALIANA. En el área de Ja Sabana:
32; tribu Auake: 58.
BUENO. Enumera gentilicios: 10; informa sobre Jos Cabres: 26; opina
sobre los Guaipunabis: 26; señala
mestizaje: 75; refiere autosacrificio:
95; menciona barbas entre los Guamos: 99; sugiere origen del embijamiento del pelo: 100; informa del
canibalismo de Jos Guaipunabis: 151;
se contradice: 152; no menciona canibalismo de Otomacos: 153; endocanibalismo de Maquiritaris: 152,
157; endocanibalismo de Guaipuna·
bis: 161, 162; señala préstamos culturales: 191; tabú de los .Maipures: 200.
CABORUTO.
CAGABA.
CALAIMA.
BOROROS. Tienen danza del Jaguar:
135; tema de la muerte y resurrección lunar: 137.
Según
Bebida: 130.
CAIARI-UAUPES.
cuenca: 60.
Augura con tabaco: 204.
BOTOCUDOS.
57.
CACHIRI.
Cabruta: 61.
Río del Airico: 80.
CABRERA. Su libro sobre el caballo: 196.
CABRUTA. Sus habitantes son Itotos:
61; residencia de lturriaga: 72; habitada por Mapoyos: 175.
228
INDICE ANALITICO
CARABANTES. Se asombra de proceder caribe: 157; comunic3 noticia
de transculturación: 200.
se transcu lturan: 70, 75; adquieren
nuevos sistemas esclavistas: 70; soliviantados por los holandeses: 71;
cautivan indios para los holandeses:
73; vencen a los Salivas: 73; comercian con Hotos: 7-1; obtienen armas
de futgo: 74; vencidos por Jos ca.
berres: 120; su imtitución de Poito>: 76; dc:splazan a Arawacos: 86;
relación con Arawacos: 76, 87; rasgos del complejo de Tlacaxipeualittl1
que poseen: 98, 100, 103, 105; portadores de cultura: 110, 117; sus
grandes rutas de migración: 119; no
desplaian fácilmente a Jos Arawacos:
119; bailan Marema.r e: 123, 124, 1.?8;
lamentan muerte de Maremare: 134;
modo de entierro: 133; llaman Mate al hechizo: 131; cret:ncia en hombres·¡aguares:
13 5;
antropófagos:
141; sus paladines: 143; comercio:
144; origen según Salas: 143, 145;
crueles y sanguinarios: 146; muy ci·
tados por los cronistas: 149; del Caura y Guarapiche: 149; atacan en las
Antillas: 151; esp3rcen canibalismo:
151; temidos por Guamontcyes: 153;
usan cuerdas en el combate: 154;
atan prisioneros en los árboles: 1 54;
castran prisioneros: 155; conservan
prisioneros: 156; comen niños: 156;
cacique fiero: 157; Caribes del Airico: 158; sakn ·a cazar Itotos: 159;
defienden a sus connacionales: 162·
preparativos para la guerra: 162;
fiesta antropofágica: 163, 164; ceremonia consagratoria de Caciques:
164; rito antropofágico: 165; destruyen grupos de Guaiqueríes: 171,
175; atacan a Guamonteyes: 178;
conviven con Guaiqueríes: 178; consumen poca sal: 180; usan voz kiri:
183; transculturan: 183, 191; usan
quipus: 192; se les incorporan ho·
landcscs: 195; adoptan el caballo:
200; tabú de los \'acunos· 201; ata·
can Mamo: 200; estiman la quiripa:
202; venden aceite de Cabima: 206;
gran actividad transculturativa: 206.
CARACAS. Area de los: 40; usan arcos chicos: 41; sub.írca de la Cost3
Caribe: 43, 52; habitan barrios poco
poblados: 44; afines de Palenques:
52.
CARDONA. Encuentra el 1farcmarc
entre Guaraúnos: 124, 125, 130; su
descnpc16n de El ~faremare: 135.
CARENERO.
85.
Cercanía
de
Aricagua
CARIBES. Practican ceremonias de 13
Tlacaxipeualiztli: 93; se embijan d
pelo: 100; se untan con grasa huma·
na: 101; Caribes del Guarapiche ayu·
nan: 10~; usan especie de:: macuá·
hui ti: 115; tienen dios unípede: 11 5;
practican flechamiento de prisioneros
vivos: 105; practican sacrificio hu·
mano: 108; realizan guerras p3!a
cautivar: 109; bebi:n sangre de pri·
sioneros vivos: 110; extienden conocimiento de oro y cobre: 114; su
economía: 20; según la cla,.ificación
de Salas: 25; Caribes pacíficos: 27;
según Radio: 28; su canibalismo se·
gún Cooper: 29; sus migraciones se·
gún .Métraux: 30; permiten matn·
monio con Ja hija de Ja hcrman,\:
32; residencia neolocal: 32; poseen
cerbatana: 35; tienen "Peitos". 156;
guerra desarrollada: 35; Caribes oc·
cidentales: 52; Caribes orientalts: 52;
Caribes del Guarapichc: 42, 103; lle·
gan a la Costa venciolana: ·15; Caribes del Occidente: 46, 52; tienen
culto del Jaguar: 51; Caribes del
Orinoco: 52; avanzada de los Ciparicotos: 6 1; área de los Caribes occidentales: 52; destruyen 3 los 1fa·
cus: 60; asimilan c3ullvos: 60; usan
nombre de Itotos: 60; se llaman Cariná: 61; apresan diversos Itotos:
60, 61; sus reservonos de cautivos:
62; tienen esclavos: 64; esclavitud
limitada: 64 del Caura: 65, 74; Caribes del Occidente compran esclavos·
65; atacan en el Caura: 66; neutrales con los Quiriquiripas: 66; remon·
tan el Orinoco: 67; engordan prisioneros: 67; incorporan cautivos 67, 69;
CARIJONA. Tribu Caribe: 184.
CARINA.
129.
Nombre
de
los
Caribes:
CARNEIRO. Niega el canibalismo en
América: 142.
229
ESTUDIOS Dll ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
CARONf
Penetran holandeses:
195.
CATANIAPO.
CARORA. Habita! de Achaguas: 153;
tierra de belicosm: 153.
CATIA.
Habitat de .Macos: 59.
Posible ori¡:t'll: 85.
CAULIN. Repite a Ruiz Blanco: 12;
informa subre Poitos. 6~; informa
sobre comercio de esclavos: 65; acusa a los holandeses: 71; calcula nú·
mero anual Je esda\·os: 74; informa
sobre nutrid.1 expedición caribe: 75;
cuenta auto~acrificio: 95; t'llruentra
b~rhas entre los .i\lntos-Matos: 100;
aruno de Caribes: 157; cumta pr<parat1\'0S de guerra d< Jos C.•rihes:
162; cut"nta uso de quipus entre C.1ribe 19.l; refiere hed10 de tr .nscul·
tura ••ón. 201.
CARRE:\O. Publica música de El l\1.t·
reml!e· 124; letra de El Maremare:
127. 133.
CARVAJAi..
Describe lt"tos 61; rcfic:re costumbres de los Canbes: 67;
sd\ala esclavitud entre Otum1cos: 68;
menciona Ajaguas: 88; informa sobre
el .Motc:pufüo: 97: de<>cribe a Tavac.ire: 102; relata viaje: 153; sununi-;tra informaciones sohre antropofagia I' ', 09. 160; describe ayuno 09; mencion.1 Guaiquerícs: 1n;
usa el ~1:ntilido Guamonteres: 176;
cuenta el .Motcpulizo entre Gua·
monteyes: 184, 185; relata b.iutizo
de piJ,he, 199
CAURA. Atacado po: Caribes: 66; ~e
aproxima al Paruspo. 75; límite de
los .Matos-:\latos: 1uu; río de Cari·
bes 149; llegan holandese:.: 195.
CAC\A..'\ARF Sus fuentes h\tóricas: 76.
79 su historia por Rivcro: 80. m1~1nnero~ de: 8·1; habitat de Acha~:u.1•
87, 88: {()Ostruren montlculos: 105;
corre la Quiripa· 202.
CAV ARTE.
Descubre 21 putblos: 81.
CASAS, B. DE LAS. Describe índum" ntos d .. Paria· ·12; informa sobre
~ : rcados de esclavos: 65.
CENTURION.
dt:.es
CAYAlJRl,!A
úcque: 132.
CEDE:\:O. Vi~ita Anoantal: 150; ex·
p:·didón a los Llanos· 179.
n.
CI;\H.
CASS.A..."I J. En la ficción de coetaneidad: 7; obra rnra: 1 3; Informa .sobre !\f.ic,.,,: 60; cree afeminado• 11 los
S.1liva~: 62; escrihe sobre man~dum­
brc Saliva : 73; describe entrada ni
Arico 81; menciona depilación: 99;
cuenta práctica caribe: 1n: observa
limitaciones de 111 antropofagia: 157,
161; relata ataque de Caribes: t61;
informa de la q~iripa: 202
Contiene a los holan·
Esclavo. 62.
CIPARICOTOS Rodeados de Caqucti<>s: 52; P<"lueña jrea: 52; de .gn.m
ltoto~ a algunos Caquetíos: 61. 00;
su ubicación: 61, 119; antropófagos 150
CIPAS
Rodeados de Caquctíos: 46 .
CIRCL"MCARIBE. Discusión del conc(·pto R; árt"a cultural según Ste·
w.,r.! , 9, comprende ,;ran parte de
Vene1Uela: 37; costa circum,aribc:
38: religión del área: 38; viajes en
la zona: 38; su organización nc
38; ras¡:os circumcaribes de los Guarino, : •15; esclavitud: 64; comparación con cultura5 andinas: 89; por·
ción de Venezuela: 93; zona de in·
vertidos: 10", ras¡.;os comunt·• con
Mesoamérica: 110, 111; no cree Jijón y Caamaño t:n lo Circumcaribc::
112 relacion~. 11 I, prácticas mortuorias: t65; zona de contactos: 191.
CASTELLANOS. lnformJ sobre esclavitud: 65; refiere auto~acrificio: 95:
descríhe montículo de los Guarinos:
1O·f, 108; escribe sobre can 1bah,: 1
150; menciona eunucos en los Guarinos: 156; explica modo de caniba·
1:-mo· 1)R. 159; sitúa Guaiquerícs
a.l Occidente: in; nomhra Gua1qucríes y Guamonteyes: 177; dice que
los Guaiqueries son negros: 17!1; lo~
de•mbe m el Orinoco: 177, 17R,
179; cuenta he,. ho de transculturación: 197.
230
INDICE ANALITICO
CIRUMA.
Habitat de Jirajaras: 88.
CITUJAS.
Betoyes: 82.
COYAMOS. Caníbales:
J 53;
cuerdas en batalla: 154.
COYONES.
CIVRIEUX, MARC DE. Describe el
Maremare: 123; traduce letra de El
Maremare: 128, 129; observa la danza: 131; señala significado <le Man::
134, 136.
Caníbales: 152.
COZCATLAK.
Practican .Motepulizo:
96.
CRUXENT. Opina sobre la teoría de
la H: 118.
COAHERI. Río de Guaiqueríes: 172;
lo descubre 17cdermann: 196.
CUBAGUA. Comercio de esclavos: 62;
provincia: 157.
CODAZZI. Caracteriza a los Macos:
58; ubica Guaiqueríes: 175.
CUDAVERO.
174.
CODICE BORBONICO. Representa el
Motepulizo: 96, 107; Menciona invertidos: 107.
Río
de
Guaiqueríes:
CUERVO MARQUEZ. Cree sanguinario3 a Jos indígenas: 146.
COFAN. Familia a la que pertenecen
Macos: 59.
COLART. Llega al Caroní: 195.
CUEXTECA.
CUIBAS.
COLOJ\.fl3IA. Rasgos suyos en Venezuela: 30; tribus <le su región oriental :37; desarrollo de metalurgia: 39;
pueblos primitivos asociados: 79, 87;
población de sus Llanos: 88; Jirajaras y Betoycs en sus Llanos: 89;
sus caribes señalados por Rivet: 11 7.
Se embijan el pelo: 100.
Caníbales:
CUILOTO.
152.
Nombre. del Apure: 82.
CUMANA. Provincia cultural según
Métraux: 30; Cultivan con riego:
40; obtienen sal: 42; defensa contra
mosquitos: SO.
COLON, CRISTOBAL. Encuentra tur·
bantes en Paria: 107.
COLON, FERNA.t'fl)O.
tración: 155.
usan
CUMANAGOTOS. Ar~a de Jos: 52;
fuentes para su estudio: 43; afines de
Palenques: 52; sub-área de la costa: 52; su provincia: 149; comen
carne humana: 149, 150; llevan cuerdas al combate: 154; comen huesos
y grasa de cadáveres: 165.
Menciona cas-
COOPER. Clasifica la América Meridional: 29.
CUNAVICHE.
CORIANA. Costumbres de sus moradores: 102.
CORO. Región de Caquetíos: 44; sus
caquetíos adelantados: 89; desarrollo
de sus Caquetíos: 89; cultivan con
riego: 109.
CUNUMIO.
Río del Airico: 80.
CURUCUTI.
Tienen ídolos: 43
CUYABENO.
CUYUNI.
COSTA CARIBE. Sus rasgos culturales: 38; usan hayo: 40; rasgos comunes a toda Ja Costa Caribe: 40;
sus subáreas: 43, 52; manera de
transportar jefe: 44; sus rasgos circumcaribes: 45; área de: 45; autosacrificio: 95; se horrorizan de barbas:
99; túmulos en ella: 104; Costa Ca·
ribe de América: 114.
Otomacos de: 95.
Habitat de Macos: 59.
Vía de holandeses: 72.
- CH CHACANTA.
da: 85.
Toponímico
de
Méri-
CHACO. Límite de un complejo cultural: 93.
231
ESTUDIOS DE ETNOLOGl.A ANTIGUA DE VENEZUELA
CHACOPATAS.
combate: 154.
Llevan
CHAO:AMARE.
ribes 66.
CHAHANCOS
guai" 135.
cuerdas
. D.
al
D.ABAIBA.
Cacique de los Ca·
Tienen fiesta del
DAHLGREN Estudia petroglifo mix·
teca de Gu.tya1U: 116.
Ja·
DUARTE lEVEL. Consulta clasifica·
cione<; de e'necialistas: 21; establece
d 1ns1ooes te.iba.les · 21
CHAJ:\IAS. VC'Cínos de Guaiqueríes:
1'71, 175, P6.
Cl-IAKES.
37. 46.
EstuJiados
por
DUDA.
Steward :
Río Jet Airico: 80.
o..
DUPOL'Y.
scribe una punta de aspecto paleolít1Co: 8 Escribe sobre la
teoría de la H : 118.
CHANAPES. Odiados por los Camo·
niguas 158
CHERIGOTOS Antropófagos:
tienen carniceros: 150
150;
• E •
CHIBCHAS. Su influencia en Vent-zucla: 29; su influencia en América
según Jijón y Caamaiio: 115; relación
con Achagu3s. 66; relación con cl
Betoye: 83; precedidos por Caquc-tíos: 84; relación con los Achaguas:
87; ramas Jiujara y Betoye· 84: ex·
t<:nsión de su influencia: 112; pllr·
tadores de cultura de Sur a Norte:
11 ;, rasgos cdendidos: 11 i, no CO·
men carne humana; 142, S3Jlguma·
rios: 146.
EMPALADO
88.
ELE.
CHIRICO.AS.
\'OS 73.
C.Omercian
CHIRIBICHI.
109
Cultivan
CHIRIGU.AJ."JOS
guar. 135.
CHITAGA.
con
1n.
CHUNAIPE.
rico 81.
Río
ET.ANAMOS.
na 145.
Río de Guaiqueríes: 17-i
70;
C.Omen
carne
huma-
. F •
~la·
FAJARDO.
172.
con riego: 40,
Habla
F.ARit'J.A GóMEZ.
remue: 127
Tienen danza del ja.
de
Jir.ijaras:
ESPIRA. En, uentra trofeo~ de cabe·
zas: 108; encuentra caníbales: 154;
se le adelantan noticias sobre caba·
!los· 197
lengua
aruaca :
Pc:rsona1e del .Ma-
rEBRES CORDERO, J. Estudia l1n·
~üística jirajara: 84; anota relación
de los Gua 1queríes con .Arawa~-os .
Nombre del Apure: 82.
CHIV.AP.ARI.
de
ESEQUIBO. Viajan españoles:
provincia de Guayana: 72.
En el ilrea de la Saba·
CHIRICOA.
na: 32.
Habita!
Río de Achaguas: 88.
EREV ATO.
CHIPAS. Rodeados de Caquetíos: 46:
antropófagos· 150.
CHUSP.A
Practican Motepulizo: 97.
Gua1qucríes.
!"' 1
FEBRES CORDERO, T. Opina sobre
Caquctíos: ll·f, resume migraciones de
Jira1aras: 84, estudia los Caque·
tíos : 88.
Embarcadero para el Ai·
lugar de Gu:uqucríes: 175.
232
INDICE ANALITICO
FEDERMAN. Sus compañeros comen
carne humana: 150; señala antropofagia de Jirajaras: 152; encuentra los
Axaguas: 153; encuentra Guaiqueríes: 172, 175, 180; describe los
Guaiqueríes: 172, 173, 176, 178;
oye cantar un gallo: 196.
FERNf.NDEZ DE
NAVARRETE.
Cuenta expedición de Cristóbal Guerra: 149.
FERNANDEZ
DE OVIEDO. Sus
fuentes: 12; califica a los Bobures: 27; informa sobre Patigurato: 44; habla de los Aruacas: 67;
relata autosacrificios: 94; refiere Motepulizo: 96; menciona pueblo arawaco del Delta: 100; cuenta embijamiento del pelo: 101; explica usos
guerreros de Nicaragua: 102; habla
de ayuno: 103; señala túmulos en
Nicaragua: 104; señala canibalismo: 149, 150; informa sobre engorde de prisioneros: 155; menciona
castración: 155, 156; informa sobre
preferencias antropofágicas: 157; se
refiere al ayuno: 160; cuenta práctica mortuoria: 165; cuenta caso de
transculturación: 195; prácticas premonitorias con tabaco: 204.
FOSCA.
GILLI. Describe a los Tamanacos: 8;
sin traducción al castellano: 13; se
refiere a los esclavos: 62; habla de
Jos Caribes: 67; refiere autosacrificio: 95; menciona adorno de la oreja: 108; informa sobre el baile Mae'
ma: 134, 135; da nombre del Maremare entre Maipures: 137; informa
sobre el culto del jaguar: 136; habla
del canibalismo de Caberres y Guaipunabis: 151; señala antropofagia del
Orinoco: 152; considera el Guaiquerí como idioma Caribe: 171; ubica
Guaiqueríes en el Uyapi: 175; encuentra a los Guamos similares a negros: 178; nombra los Vara-Múcuru: 184; señala cambio cultural: 191.
GILLIN. Clasifica los Macos: 59; informa de los Arawacos: 60.
GóMARA. Problemas historiográficos
que implica su estudio: 12; menciona defensa contra mosquitos: 50; habla de los Caribes: 67; cuenta autosacrificio': 96; trasmite noticia de
antropofagia: 150; menciona castración: 156.
GORROCHOTEGUI.
Maremare: 129.
Interpreta
El
GO\X'ER. No .cree en influencias centroamericanas en Antillas: 114.
Habitat de Macos: 57.
GRAFfAS. Se discute su empleo en
el texto: 12.
- G GALIBJS.
GUAHARIBO.
bana: 32.
Tribu de Guayana: 184.
En el área de la Sa-
GUAHARIBOS. Sus rasgos según Steward: 36; conservan cenizas de sus
muertos: 36; practican geofagia: 31.
GALLEGOS. Letra de El Maremare: 128; interpreta El Maremare: 129.
GUAHIBOS. En el área de la Saba·
na: 32; según Steward: 37; comercian con esclavos: 73; en el Guaviare: 81.
GARCfA, LUCAS. Encuentra arroz en
el Orinoco: 198.
GAYONES. Ubicados
culturalmente
por Kirchhoff: 46; área cultural: 52;
llegan a Venezuela: 86; vecinos de
Achaguas: 88; caníbales: 152.
GUAICAS. Su habitat: .H, 36; sus
rasgos según Steward: 36.
GUAIKARir'lA.
chales: 184.
GIL FORTOUL. Impugna concepciones raciales: 22; señala contactos culturales: 23.
GUAJMfES.
zo: 97.
233
Gente de los mori-
Practican
el
Motepuli-
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTICUA DE VENfZUELA
GUAIN IA. Lugar donde muere Maremare: 132.
GUAJPIES.
177; descritos por Olivares: 181, 182;
descripción muy .i:eneral; 182; sinoni~Ía'. 183; usan palma moriche:
183; autosacrificio: 184, 18S; conclusiones: 186.
Guapis, según Alcedo: H.
GUAIPUNABIS. Grupo arawaco guerrero: 26: super~o a Caribes y Cabres: 26, 75; amigos de portu~e­
ses: 73; esclavizan a los Cabcrres:
7·f; Arav.•acos caribizados 12; bailan
El Maremare: 137; caníbales: 1 ~2;
comen lo~ viejos: 161, 162.
GUAMOS. Ar~ ~egún Métraux: 30,
, 1; cultivan poco 33; viviendas simples'. 33; según Steward: 37; rasgos
culturales'. 51; área cultural según
Acosta Saigoes: B; usan barbas: 99;
cultivan los hombres: 108; poseen
ra(¡;:os mesoamericanos: 108; nombre
de lus Guaiqueries: 172; no son pa·
rirotes lingüísticos de los Otomacos:
l lS; misión de Calabozo: 177; ne¡.¡ros, según Gilii· 178: relación con
Guamontcyes: 179; sinonimia: 176;
transculturados·
184; identificados
ror Kirchhoff roo Guaiqueríe': 172;
ceondusiones: 186; tllbú del puerco:
201.
GUAIQUERIES. Según St~ard: 37;
habla de ellos Gumilla: 67; considerados como Caribes: 171, 186; habitan el Coaheri: 172; habitan el Areo:
171; su A<:ntilicio: 172, 173; ~u disper,ióo: 175, 176; habitan el Uyapi: 175; se encuentran con G¡¡.irnooteyes: 177; conviven con otros grupos: 175. 178; aliados de los españoles: 178; negros como cuervos:
178, 179: se mezclan con Caquet!os:
180; modo de guerrear: 180; pescadores sedentarios: 180, 182; ceremonia matrimonial: 182; ayunan: IR2:
etimología según Jahn: 183; usan
palma moriche: 183; no pueden ntri·
buírseles ciertos rasgos: 184; den<'minación de grupos di\"ersos: 185;
conclusiones: 185, 186, 187.
GUA..'\ITA.
nos: 42.
Comercian con
Lla·
Betoyes: 82.
GUARACAPONFS
Gl' ARAME!'<TAL.
Palenques: 1 SS.
Gt.:ARA?\ACHE
los
Cacique
<le
los
Producen sal:
42.
Gl'ARAPICHE Sus C.mbes arunan:
l<B; Río de Caribes; 103, 149
GUAIQlíJRICUAR. Q u e b r a d a
de Guniqucríes: 174.
GUARAÜNOS. Su habitat: 22: agri·
cultura escasa H; restos del área
rnltural de los l.laoos: S2; restos de
antiguos pobladores: 52; bailan Maremare'. 123, 121. 125. 129. 130; posibles parientes de Guaiqucríc:~ : 171,
173; usan palma moriche: 184.
GUAJIRA. Area según Métraux: 30;
su shamanismo amazónico: 30; área
según Acosta Sa1gn~: ·16, 47, 52; in·
fluencia del caballo: 197.
GUAJIROS Estudiados por Steward:
37, 46; se vuelven pastores: 47, tienen e:.clavos: 64; exlnizan et.mes
vencidos: 66. 69; POSet:n esclavos negro): 202. Introduce Alfinger cuballos 191, 197.
GUÁRICO
yc- 175.
Gl'ÁRICOS.
Habitat
de
Guamonte-
No cultiyan· 33.
GUARINOS. Area de Jos: 40, 68;
numerosas fuentes para su estudio:
4.>, llenn sus c.i~iques en andas: 4-t,
poseen arsenales y almacenes: 45;
tienen esclavos: 44, 45, 64, 68; cons·
truyen montículos: 45, 104; Caribes
arawaquizados: 45, 68; utilizan eu·
nucos: 44, 1%; organización social:
GUAJ\fONTEYES. No cultivan· 33;
según Stev.·ard; 3": pra,tican ~fote­
pultzO'. 97, 115; temen a Caribe:> y
Otornacos: 153; sinónimo de Guai·
queríes, ~egún Kirchhoff: 176; recolectores dtl Orinoco: 176, 177, aliados de españoles: 178; gentilicio ge·
nérl(O de los iod!genas del Llano;
68.
234
INDICE ANALITJCO
nupcial de Guaiqueríes: 182; cuenta
penetración de europeos entre Caribes: 195; encuentra arroz en el Orinoco: 198; transculturaci6n por afri.
canos: 204; uso del aceite de Cabima: 206.
GUATAMARE. Personaje del .Maremare: 126, 133, 134.
GUAVIAR.E. Región de Achaguas: 80;
límite del Airico: 80; ríos que lo forman: 81; región del Airico: 82; Ji.
mite de Achaguas: 82, 88; sus habitantes llevan cuerdas al combate:
154; cercano a Jos Camoniguas: 158;
nombran a los caballos: 197.
. H.
HAMADOA. Población del Cohaherí:
196.
GUAYABERO. Límite del Airico: 80,
82; forma el Guaviare: 81; posible
región de antiguos Otomacos: 116.
HANDI300K OF SOüTH .AMERICAN Il\DIANS. Inclu}·e materiales
de Venezuela: 10; defectos de algunas descripciones relativas a Venezuela: 11; sus grandes divisiones: 34;
publica trabajo de Hernándcz de Alba: 79; incluye descripción errada:
82, 83; su clasificaci6n por regiones: 93; incluye trabajo de Kirchhoff:
108; desacuerdo de Jij6n y Caamaño: 113; artículo sobre recolectores
de los Llanos: 1~5.
GVAYANCOMOS. Se embijan el pelo: 100; toman uso caribe: 100, 191.
GUAYANA. Provincia cultural: 35,
53; área según .Murdock: 32; variante de Ja selva tropical: 32; no hay
grupos de edad: 35; grupos marginales: 35; área de: 35, 53; holandeses en ella: 70, 71; negros alzados:
72; traslados demográficos: 72, 75;
esclavitud en su zona: 75, 76; exis·
te dios unípede: 105; petroglifo mixteca en Guayana: 116; penetran holandeses: 195.
GUAY.ANOS.
GUEJAR.
HERNADEZ DE ALI3A. Delimita un
Airico: 80; confunde habitat de los
Betoyes: 82; impugna a Rivero: 87.
Su habitat: 22.
HERRERA. Cronista de Indias: 12;
describe Guaiqueríes: 180; encuentra
Itotos: 61; encuentra Caribes: 154.
Río del Airico: 80.
GÜERIGOERITAR.
lenques: 4·1.
Pueblo
de
Pa-
HOl\lDURAS.
HUARI.
GUERRA, CRISTÓBAL. Encuentra Ca·
ribes del Orinoco: 149.
Desprenden oreja: 106.
Colonia agrícola: 85.
HUAXTECOS. Danza del
135; se tiñen el pelo: 100.
GUMILI.A. En la ficción de coetanei·
dad: 8; transcribe expresión caribe: 60; atribuye feminidad a los Sa·
livas: 62; interroga a un Guaique.rí: 67; establece causa de guerra: 69;
da precio de Jos esclavos: 73; describe curso del Ariari: 81; enumera características Achaguas: 81; distingue
los Bctoyes: 83; señala parentesco
lingüístico de Betoyes y Jirajaras: 83;
señala vocablos comunes de Betoyes
y Jirajaras: 82; explica autosacrificio
durante juego de pelota: 98; menciona depilación: 99; describe danza de Otomacos: 136; informa del
canibalismo de Jos Caberres: 151;
informa sobre Guaiqueríes del Orinoco: 173, 175; refiere ceremonia
jaguar:
HUMBOLDT. Estudia la geofagia:
51; describe costumbres de Macos:
58; sitúa Macos en el Cataniapo: 59;
señala embijamiento del pelo: 100;
estudia gcofagia: 106; no cree hara
habido uso de turbantes en Paria:
107, 108; investiga procedencia de
Otomacos: 115; sitúa la antropofagia en escala cultural: 147, 138, 165;
obtiene información sobre lengua de
Guaiqueríes: 171, 172; investiga origen del gentilicio Guaiquerí: 173;
da color de los Guaiqueríes: 178;
elogia la lealtad de los Guaiqueríes:
178.
HURACAN.
235
Dios unípede: 105.
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
wacos: 86; su Jle,'lnda a Venezuela:
89; vecinos de Achaguas· 88, 89;
caníbales: 152; en los Llanos: 176;
visitan Tame: 80; son parientes de
los Betoyes: 84.
- I .
JNAOS. Toman uso caribe: 191.
IGLESIA.
Opina sobre Gómara: 12.
IMBELLONI Explica el ººciclo del
Arco"' en América: 31; señala origen
dd canibalismo: 148.
]Ul.IAN,
PADRE. Informa
~bre
transculturación de Guajiros: 201.
IM THURN. Encuentrn petroglifo
mixteca en Guayan1: 116.
. K.
KA:'.fARAKOTOS
KEl~fYS.
JNSTITLTO PANA~fERICANO DE
GEOGRAFTA E HISTOR IA. Convo.:a reunión para pro,'luma de estud:os: 8.
dios
Señala comercio de los in·
144.
KIDOER.
tes: 4.
ITOTOS. Esclavos: 60; grupos escla·
viudos: 60; reservorios de cauti,·os:
62; sin connotación especial: 62; precio de los ltotos: 74; de diversos
pueblos: 75; cazados por los Caribe$: 159, 160.
Aconseja estudiar las fuen-
KIRCHHOFF.
Propone
el
término
Cirr11mr.iribe: 10; analiza a los Gayones: 46; caracteriza a Mesoamérica · 9 3; señala rasgos mesoamericanos. 93. 108; cree exclusivos de
Mesoamérica los turbant'es: 107, 108;
da rasgos mesoamericanos no comunes con Sudamérica: 107; menciona
cultivo practicado por hombres: 108;
cree que no existe sacrificio humano
tn el Orinoco: 109; señala transformación de prácticas en símbolos: 110,
118; identifica Guaiquer!es con Gua·
mos . 172, 175, 176, 186; propone
expl1cación de sinonimia: 183; estudia recolectores: 184; resume datos: 185.
JTURRIAGA Doc1mffitos de su exl>C'dic 16n · 71, recibe instrucciones sobre los negros cimarrones 72.
-JJAHN. Analiza
las antiguas culturas: 5; identifica los Axaguas: 26;
señala ori,'ltn de Caquetíos: 85; se·
ñala corriente Betoi-Jirajara: 85; estudia los
Acha.i:uas: 88, estudia
Ayamanes: 152; etimología de Guaiquerí: 183.
)APURA.
Bailan .Mari: 130,
131, 134.
INIRRICHA. Río de Guaipunabis y
Caberres: 26.
KOCH-GRONBERG Informa
dial1:ctos caribes: 18·1.
sobre
KRICKEBERG. Clasifica los indígenas sudamericanos: 29; estudia difusión del juego de pelota: 99; enumera caracteres de la Florida: 103;
considera a Jos Guaiqueríes como Caribes: 171.
Habitat de Macos: 59.
JlJóN y CAAMA5;0, Traza
zona
chibcha: 31; atribu)·e origen suramericano a rasgos de Mesoamfrica: 112.
)!RAJARAS. Arca cultural: 52; asociados con Caquetíos: 52, 79; distin,i:uidos por Gumilla: 82; parientes
lingüísticos de Betoyes: 83; dividí·
dos en dos grupos: 8'f; rama del
Chibcha: 84; dominan Capacho: 85;
sus toponímicos: 8~. suceden a Ara·
KROEBER. Arcas de Sudamérica: 29.
. L .
LANDA. Relata sacrificios en Yucatán 94; cuenta del Motepulizo: 96.
236
INDICE ANALITICO
de Métraux: 59; tribu de los Piaroas: 59; según Gillin: 59; nómadas selváticos: 59, 60; entre los Arawacos: 59.
LIMA, SALOMúN DE. Copla del
Maremare: 126; interpreta copla del
Maremare: 130, 131, 132.
LISCA.l'-.¡0.
Graba el Maremare: 123.
LOCONO.
na: 32.
Grupo arawaco de Guaya-
LODARES.
176.
Describe
LOEB. Recuerda
Caribes: 98.
LOLACA.
MACUAHUITL.
Caribes: 104.
:MACUARE.
Guamonteyes:
circuncisión
Látigo: 165.
MAEMA. Tigre: 134; baile del
gre: 135, 136.
ti-
MAIPURES. Desprenden la oreja:
106; se adornan la oreja: 108; bailan el Maremare: 136; tabú de preñadas: 200; practican magia simpática: 201.
LOPE DE VARILLAS. Su relación:
154; informa de un caso de transculturación: 194.
Penetra en el Airi-
LOTHROP. No cree en el "Arcaico":
113; cree en base común de altas culturas: 113, 114.
J\fAIQUETÍA.
Posible origen: 85.
MALI MALI.
Maremare: 127.
MANACAClAS.
80.
LOWIE. Señala antropofagia: 1'12;
comenta origen del canibalismo: 148.
LUCULTA.
los
.MACUSHI. A7.otan las niñas: 35; dialecto caribe: 184.
entre
Lengua betoye: 83.
LOPEZ PICÓN.
co: 71.
Variante entre
MANAPIARE.
ríes: 176.
Lengua betoye: 83.
Límite
Misión
del
Airico:
de Guaique-
MANAURE. Jefe-sacerdote: 86.
-M·
MACAGUANE.
yes: 80.
MAPOYOS. Cercanos a Cabruta: 175;
creencias sobre animales: 200.
Airico de los Beto-
MAQUIRITARIS. Parecidos a Macos:
57; amigos de holandeses: 73; comercio:
144; caballerosidad: 144;
practican endocanibalismo: 152, 157;
creencia sobre perros: 200.
MACOS. Según NordenskiOld: 57; según Alcedo y Herrera: 57; según
Bueno: 57; según Métraux: 58; según Murdock: 58; asimilados y exterminados: 60; "machos de carga":
60; según los Achaguas: 60; entre
los Maipure: 62; sin connotación especial: 62; entre los Salivas: 65; les
cortan el pelo; 68; entradas para
apresarlos: 71; activan transculturación: 73, 75; esclavizados por mestizos: 75.
MACU.
según
traux:
dock:
MARABITANOS.
portugueses: 73.
Relacionados con
MARACANA. Tribu Auake: 58.
MARACAPANA. Provincia: 157.
MARCANO. Sitúa a los Ajaguas: 88.
En el área de la Sabana: 32;
Nordenskiéild: 58; según Mé58; cultivan: 58; según Mur58; tribu Auake: 58; división
MARE. Flauta: 130, 134; baile: 130,
134; toponímico: 130, 134; enfermedad: 134.
·
237
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
gos señalados como exclus1,·os: 93;
comparte ra~gos con el Orinoco: 99;
su juego de pelota: 98, 99; usan barba: 99; embijamíento del pdo: 100;
distinción de los guerreros mesoamericanos: 101 ; origen de su dios uní·
pede: 105; fabrican IZJll/cH: 106;
hay rasgos mesoamericanos entre Oto·
macos: 106: usan turbantes: 107;
trabajo de Kirchhoff: 107; rugos comunes con otras zonas: 109. 110 ;
desol lamiento: 11 O; importancia del
jaguar: 135; e.la ras~os a pueblos selváti~"~• segun \Visler: 30; usan ca·
cao en forma monetaria: 48; según
Kirchhoff: .51; relación con Otomacos: H; uso de barba: .52; rasgo
mesoamericano en el Orinoco : 185.
MAREMARE. Canto de Otomacos:
.51; baile folklórico: 123; descrip·
ción de Alvarado y Oramas: 124;
baile etnográfico: 126; sus letras·
126, 127, 128, 129; imitación de la
Tigana: 130; baile de enamorados:
130; entre
los Kamarakotos· 1 rn;
perwnaie histórico: 132; ti.i;re: 13.f;
canto de la luna muriente: 136; el
jaguar muerto: 131: jaguar-1.una:
136; su extensión: 137; culto lunar: 138.
MARGARITA.
vos: 70.
MARI.
Comercio
de
escla·
D.inz:a de piache: 130, 131.
MARIAP!Tr Serranía de Guaipuna·
bis y Caberres: 26.
MARIET!
META Provincia de : 80; lo alcanzan
mm .. neros lll; toponímico de sus
ribera~ 85; limite de Achasuas: 87;
corre la quirípa: 202.
Hilbitat de Macos· .59.
MARTTN Vendido como esclavo: 6~;
come carne humana 166; vive entre
los Pemenos: 19.f.
el
Ml'iTRAUX. Duda de la castración
entre Caribes: 155; atribuye canibali~:no de Ara'll..a<:os a transcultura·
ción : 27. 151 ; se refiere al término
Macu: 57; ~eñala Macos cultivadores: 58; d ivic.le a los Macú · 59, 60;
estudia mi¡::ra,·1ones posth:spánicas·
69; opina sobre canibalismo de los
Arawacos: 27; clasifica el área ¡;:uaranoamazóni. J 30. 58; trua pro·
'incias cultur.lles de Venezuela: 30;
caracteriza Otomacos y Guamos: 31,
49; clasifica el área OtomacJ. 31, 49;
cree a los OtulJU..>S antlpt: s en el
Orinoco: 49; traza .Uea con Salivas,
Piaroas y Achaguas: 53.
MEGEPURES. Tribu comida por los
Guaipunabis: 151.
MEY. Serran!a de los Matos-Matos:
100.
MEREGOTOS. Al Sur del Lago de
Valencia: 88.
.MrMRFlT.A.
guas: 80.
MERO.
MíOROCHO. Maíz de dos meses en
Popayán: 50.
MÁRTIR Probler.ias historiográfico~
que implica su estudio; 12; menciona dcíensa contra mosquitos: .50;
cuenta del Motepulizo 97; anota cit·
cunstan1.llls pua el ayuno: 10; , menciona cutración: 1.55, 156.
MASARO!'.;f.
Vía de
holand~es : 72.
MASTMONA. Personaje de El Marc·
mare· 126, 133. 134
MATOS-MATOS.
cráneo: 100.
Se
deforman
Esclavo· 62.
MESOAMr!RICA Rasgos comunes con
los Andes:
11; semejanzas con
Amazonia: 112, rasgos comunt·s con
el Orinoco: 93; posible migración a
Guayana: 116; influencia de los Caribes en antiguos estratos: 117; ras·
~(IRA.."IY A.
:\fOAVlS.
Tienen esclavos: 64.
Cautivos: 68.
MOCAQUETÁ
nda. 85.
238
Ubica pueblos de Acha-
Topon!mico de
Mb-
INDICE ANALITICO
MONTOLIEU. Encuentra El
mare en el Guainía: 132.
Mare-
NORDENSKIOLD. Señala migraciones de Norte a Sudamérica: 57; señala Macos: 57, 58, 59; omite rasgos
del Orínoco: 109; estudia origen de
las culturas sudamericanas: 111, 112;
anota celeridad de expansión de rasgos culturales: 196.
MOTEPULIZO. Sacrificio del miembro viril: 96; en América Central:
96; en el Apure: 97; representado
en el Códice Borbónico: 96; practicado por piaches: 109; entre Guamonteyes: 185.
NULA.
MOTILONES. Sus rasgos según Métramc 31; área cultural: 52; conservan antiguas prácticas caribes: 65;
son antropófagos ocasionalmente: 166,
167, 168.
OCHOGAVIA. Descubre el Apure:
88, 102, 153; su expedición: 153;
desea explotar cimarroneras: 198; encuentra platanales en el Apure: 198.
OLIVARES. Memoria sobre los Guamonteyes: 181.
MOTOLINfA. Cuenta los sacrificios
de sangre: 94; refiere el Motepulizo
en la .Mixteca: 96; encuentra tzantzas en Mesoamérica: 106.
MUJfRRIS.
MUÑOZ.
OLIVARES FIGUEROA. Recoge cantos andinos: 107; letra de El .Maremare: 126.
Al Sur del Lago de Va-
MUCARIOS.
lencia: 88.
OMAGUAS. Emparentados con Otomacos: 115.
Proveen Macos: 65.
ONONA.
Cronista de Indias: 5.
NAIGUATA.
175.
NARICAGUA.
ORINOCO. Arca' cultural: 33; Otomacos de su margen: 33; terrenos
inundados: 33; Caribes del: 52; área
cultural del Delta: 53; territorio meridional: 53; habitat de Macos: 59;
depredadores del: 61; agresores del:
62; usan palabra de los Incas: 62;
esclavitud en el Orinoco: 70; grupos
arawacos: 70; Guaiqueríes del: 67;
base contra holandeses: 72; sus moradores pacíficos: 73; se transculturan sus habitantes: 75; se retiran del
Orinoco los Otomacos: 75; holandeses contenidos en el Orínoco: 72;
zona de transculturación: 75; fuentes
históricas del Orinoco medio: 79; bordea el Airico: 81; pobladores antiguos: 86; habitado por Jirajaras: 89;
posee rasgos mesoamericanos: 93,
99, 100, 108; autosacrificio: 94, 96;
practican el Motepufü:o: 96; depilación: 99; Macuáhuitl: 104; mascan
hayo: 109; rasgos comunes con Mesoamérica: 100, 109; deso!lamiento
simbólico: 106; base de culturas:
Lugar de Guaiqueríes:
Jefe de Aruacay: 100.
NAVARRETE. Habla de los Caribes:
67; informa sobre Caquetíos: 193;
refiere caso de transculturación: 195.
NEOQUENE. Río de Guaipunabis y
Caberres: 26.
Mercado de esclavos:
Maíz de dos meses: 50.
ORAMAS. Estudia los Jirajaras: 83;
no cree en parentesco Betoye-Jirajara:
83; describe El Maremare: 123, 124;
menciona "toma de luto": 133.
MURDOCK. Sus áreas culturales sudamericanas: 31; caracteriza el área
del Orinoco: 32, 33; clasifica provisionalmente a Otomacos y Salivas:
33; establece área Caribe: 33; considera homogénea Ja costa venezolana: 33; sitúa los Otomacos: 33; opina sobre el onona: 33, 50; cree a Jos
Otomacos recientes en el Orinoco:
33; describe cultura de Jos Macos:
58; describe Jos Auake: 58.
NEVERI.
Río de Achaguas: 88.
65.
NICARAGUA. Autosacrificio: 94; practican Motepulizo: 96; usos guerreros:
102; empleo de túmulos: 104.
239
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
OVIEDO Y BA~OS. Informa sobre
lengua de Guaiquerícs 172; ubica
Guaiqueríes entre Chuspa y Naiguat.í · 175.
117; bailan El Maremare 123; zona
de transculturación: 126; Piachestigres: H5; culto del Jaguar: 136,
138; mitos de sus habitantes: 144;
sus antropófagos. 14·f, 149; usan
cuerdas en el combate: 1 H; engordan prisioneros: 15; Guaiqueríes de
su zona: 171, 173; sus ,itrupos indígenas según Olivares; 181; sus Guaiqueríes: 173; zona de Moriche: 184;
llevan rasgos andinos : 192; encuentra
Gumilla arroz; 198; su moneda de
quitipa: 202; sus habitantes respetan
a los Caribes: 206.
. p .
PAl.EKQUES. Arca de Jos: 40, 52;
tienen jefes nombrado~ por los caciques: 41; usan arcos e.le gran tamaño: 41; subirea de Ja Costa Caribe:
4 .~; fuentes para su e~tudio: 43; parecidos a los Caquctío~: 44; llevan
~us caciques en andas; 4·t, 45 : problemas que suscitan sus características: 45; tienen esclavos: 4·1, 45; constru)·cn montículos: 4), JO·f; desuellan
la cara: 106; u~n trofeos de cabeza: 45. 108; caribes arawaquizados:
45; utilizan eunucos: 44, 156; endocaníbales: 157, antropofagia bélica :
157; habitan el Urapí: 175.
OTERO SILV A. Letra de El Maremare: 126; interpreta El Maremare· 129.
ORTIZ. Señala distribución del dios
unípede: 105; señala distribución del
mato de la serpiente emplumada: 107.
OSGOOD.
Su teorla de la H. 118.
P ALIKUR. Grupo arawaco de Guayana: 32; posee sibs patrilineales,
exógamas: 33.
OTO:\fACOS. Arca según Métraux:
49, 50; cultivan: 33; según Steward:
49, 50; según Murdock: 49, 50;
conocidos tardíamente: 50; caracteres que los sin,1tUlarizan 50; área
cultural, según Acosta Saignes: 51,
52, H; sus rasgos propios: 51; relación con Mesoam~rica 51; división
del trabajo: 51; tienen culto del jaguar: 51; no son Jtotos: 61; tienen
esclavos: 68; re<:isten a Jos Caribes:
7·f; se retiran de sus antiguos sitios:
75; llegan a Venezuela; 86; auto~acrificio: 95, 91'. autosacrificio relacionado con 1uego de pelota: 98;
no se depilan: 99; se pintan los cabellos: 100; consideran enemigo al
Tigüitigüi: 106; cultivan los hombres: 108; practican geofagia: 106,
11 O; sus rasgos mesoamericanos: 99,
106, 108, 115; comparten idioma con
lo~ Taparitas: 115; su animal totémico: 134; baile del tigre: 134, 135;
dania de la luna: 136; acusados de
canibales: 153; casan con Guamos:
173, 184; no son parientes l:ogüísticos de los Guamos: 173; clasificado$ como Guarnonteyes: 173, 176;
posible práctica del Motepulizo: 185;
tabú del puerco: 201; Calan caimanes: 203; desdeñan cabezas de caimanes: 204.
P.A.'lAMA. Desarrollo de su metalurgia: 39; auto~acciíicio: 94; cruzado
por rasgos culturlles· 112.
PANTAGOROS. Distinción según corte del pelo: 102.
PANQUETZALIZTLT.
unte Ja fiesta· 9 f.
PARAGOTO.
Sacrificio du-
Antropófagos: 150.
PARA.GUA. Vía de Caribes: 65; vía
de comercio caribe· n .
PARAGUANA. Creencia en "dueños":
106; regresan Caquetíos 193.
PAR.Aí'JHOS DA SILVA.
teraciones dietéth·:ts 69
PARAVENA.
Se embijan el pelo: 100.
PARENIS. Antropófagos:
do: 191.
PARGÜENI.
240
Señala al-
152; vesti-
Río de .Macos: 58.
INDICE AN ALITICO
PARIA. Límite oriental de la Costa
Caribe: 38; usan penestuche: 41,
200; usan guayuco: 41, 42; Paria
oriental: 42; compran esclavos: 65;
usan turbantes: 107, 108; límite de
Caribes: 38, 149.
POPAYAN. Límite de Achaguas: 87;
practican antropofagia: 143.
PORORIO.
Río del Airico: 80.
PRECOLOMBINO. Sustitución de ese
término por el de prehiJpánicos 7.
PARIAGOTOS. Su habitat: 22.
PARUSPO.
Brazo del Paragua:
PATIGURATO.
44.
PREHISPANICO. Discusión del empleo de ese término: 6.
75.
Pueblo de Guarinos:
PREHISTORICO.
mino: 7.
PAUDACOTOS. Se embijan el pelo:
100; toman uso Caribe: 100, 191.
PRETOS:
PEITO.
Habitat
de
PUTU.MAYO. Posible habitat de Caquetíos: 85.
PE.MENOS. Caribes occidentales: 47,
52; área cultural: 47, 52; comercian
con esclavos: 65; entran a Venezuela
pór Colombia: 119; adoptan a .Martín: 194.
-Q
QUETZALCOATL. Personaje barbado: 99, 100; héroe cultural: 117.
Llega al Caura: 195.
PERIODO INDIGENA. Significado de
la expresión: 8.
QUILIGAY.
QUIPUS.
PIAROAS. .Momifican: 35; área cultural de Métraux: 53; parecidos a
Macos: 58; según Murdock: 58; caníbales: 151, 152, 153.
PIJAOS.
PIZARVA.
QUIRIPA.
41;
usan
Usan los Caribes: 192.
Moneda indígena: 202.
QUIRIQUIRIP AS. Parcialidad Achagua: 66; se embijan el pelo: 100;
toman uso Caribe: 100, 191.
Proveen Macos: 65.
PLANCARTE.
México: 9.
Lengua betoye: 83.
QUIRIQUIRES. Habitan la Península
de los Caracas: 43; comercian con esclavos: 65; pelean con Jirajaras: 85;
Etimología: 183.
Comen carne humana: 145.
PIRITUS. Usan guayuco:
ídolos de madera: 43.
Significación de
PUINAVE. En el área de la Sabana:
32; según Murdock: 58; según Gillin: 59.
Achaguas:
Cautivo: 60; yerno: 60.
PERCICO.
tér-
Cautivos: 62, 68.
PROTOHISTORIA.
ese término: 8.
PASO Y TRONCOSO. Analiza el Códice Borbónico: 96.
PEDREGAL.
88.
Discusión del
Escribe Prehistoria de
QUIRRUVAS.
POITOS. Esclavos: 62, 156; bien tratados: 67; incorporados a Ja tribu:
67; se transforma el régimen: 73;
institución Caribe: 67; prisioneros
conservados por los Caribes: 67;
vehículos de transculturación: 75.
Proveen Macos: 65.
. R.
RADIN. Su clasificación
sudamericanos: 28.
241
de
indios
ESTUDIOS Dli ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
te~co lingüístico de
wacos: 115, 116;
rio otomaco: U4,
de danza otomaca:
gua de Otomacos:
RALEIGH. Visita el Delta: 6; informa sobre esclavitud: 65; eocuentr.t
Carabes comprando esclavos: 70; da
prtcio de un niño: 70; recoge mitos
del Orinoco: 1•15; encuentra Guaiqueríes: 171, 175; encuentra a los
A roras ··negros como africanos· . 178.
ROt:CL'Y~ES
Residencia matri·
monial: 30; practican ordalías los
muchachos: 3).
REICHEL OOLMATOFF Antropofaci.1 actual de ~!otilones . 166.
REQUENA
nes ~6.
Otomacos y Ara·
publica vocabulaseñala significado
136; estudia kn·
173, 186.
ROCSE.
Objeta la concepción de lo
C1rrnmraribe: 10; señala esclavos en·
Reune valiosas coleccio-
trc Caribes: 6 ·1.
RUIZ BLANCO.
Fuente de Caulín:
11; describe indumento de los Píritus: -11; encuentra ídolos de madera: 43; refiere modo de ayuno: 103 .
RESTREPO TIRADO. Trata de los
úquetíos · 88; crea teoría sociológi"' 142, lH.
RIO NEGRO. Habitat de Macos: ~9:
"" tribus arawacas: 60.
RJVERO. En la ficción de coctaneithd · 8; obra rara• 13; cree afeminados
a los Salivas: 62; enumera pueblos
que proveen Macos: 6~; se refiere a
la esclavitud: 71; informa sobre actindades esclavistas de los Guahibos:
73. cuenta esclavitud de Salivas y
Achaguas: 75; distingue dos Airicos :
80; describe ruta hacia el Aírí,o· 80:
ubica el Airico de Macaguane 80,
R2: señala extensión de Achaguas:
87, 88; cuenta autosacrificio: 94: explica sistema depilatorio. 99; embijamiento del pelo: 100; encuentra
desollamicnto simbólico en el Orinocn: 110; informa sobre los Camoni¡o:uas: l ~R; los Caribes toman sangre
de jesuítas: 161; e'Cribe sobre la
quiripa · 202.
.s.
SABAi.'íA.
Arca de Murdock: 32.
SAHAGUN. Informa sobre los Cuex
teca: 100; explica distintivos honro·
ws: 101, 102, 103
SALAS. Fustiga a · los farsantes del
c:impo histórico y etnográfico: 4; im·
pu~a clasificaciones de Humboldt y
Codazzi. 24; clasifica a Jos indígenas
americanos: 2-1; recomienda métodos
analíticos: 25: su clasificación según
actividad bélica 25, señala relación
de Achaguas con Chibchas: 66;
señala extensión de los Acha
¡.;uas: 88; vindica a los Caribes.
143; recuerda mitos del Viejo Mun·
do: 145; se contradice- 145; contra·
dteho por Cueí'·o Mairquez: 146; señala antropofagia de conquistadores
españoles: 166.
R IVET. Cree en base cultural común:
11 \; señala influencia caribe sobre el
área chibcha: 1 l·f; cree que los Caribes esparcieron la metalurgia: 117;
Estudia migraciones caribes: 119;
comidera a los Guaiqueríes como Caribes· 171.
ROJAS, ARISTIDES. Delimita provin·
c1.1 de los Caracas: •H: cree en mi·
graciones caribes de Oriente a Occidente: 119.
SALfVAS. Cultivan: 33, área culturJI
de Métraux: 33, B; según Murdock:
58; según Gillin: ~9; Macos entre
los Salivas: 58; afemin.1dos: 62; ata·
cados por Caribes: 73; se conservan
pacíficos: 74; se generaliza su esclavitud: 7~; confinan con Achaguas :
81; relación con Arawacos: 87; se
circuncidan: 98, 116; tabú del puer·
co 201.
ROSENBLAT. Duda de una información: 102; compara el Tigüitigüi con
el Tlacatccólotl : 106; cree en paren-
SARARE. Nombre del Apure: 82; ha·
bitat de los B<:toyes: 82; habitat de
Achaguas: 88.
242
INDICE ANALITICO
TAMANACOS. Sus rasgos culturales:
8; bailan El Maremare: 137; poseen
héroe cultural: 117; clasificados corno Guamonteyes: 181; se transculturan: 191.
SCHADEL. Resume actividad de los
Caribes: 206.
SCHULER. Señala distribución del dios
Huracán: 105; establece lengua Caribe-Arawaca: 1-l7.
SHIRIANA.
na: 32.
TAMAYO. Encuentra
plumada: 106, 107.
En el área de la Saba-
SIMON. Sigue a Aguado: 12; señala
toponímico: 85; cuenta costumbres
de Coriana: 102; relata expedición
de Espira: 108; recoge procedimientos de matar enemigos poco importantes: 163.
serpiente
em-
TA.ME. Visitado por Jirajaras:
patria de Calaimi: 83.
80;
TAMUDES.
80.
Descubiertos por Tapia:
SIMPSON, GAYLORD. Describe baile de los Kamaracotos: 130, 131.
TAPARITAS. No cultivan: 33; viviendas simples: 33; área cultural: 33;
comparten lengua con los Otomacos:
115; usan sombreros: 202.
SINARUCO.
Río de Achaguas: 88.
TAPIA.
Descubre a Jos Tamudes: 80.
SIRIONOS.
Según Nordenskiold: 57.
TAPO.
Capitán de Jos Caberres: 26.
SITUFA.
SPINDEN.
STERN:
48.
TARACOA.RE.
Lengua betoye: 83.
Pueblo cercado: 44.
TARTANAS. Tribus arawacas del Río
Negro: 60.
Su teoría del Arcaico: 113.
Estudia el juego de pelota:
TAULIPANG. Poseen esclavos: 32;
dialecto caribe: 184; canoas de corteza: 32.
STEWARD. Cree necesario análisis de
las fuentes circumcaribes: 4; propone el término Circum•aribe: 10; traza
áreas culturales de la Selva Tropical:
34, 35, 36, 37; agrupa las tribus
circumcaribes de Venezuela: 37; agrupa tribus del Norte de Venezuela:
36; expone Ja religión circumcaribe:
36; enumera rasgos de la costa venezolana: 37; señala estratificación
social: 35; divide la costa venezolana: 37; estudia el Occidente de Maracaibo: 37; niega esclavitud: 64;
señala influencia mexicana en América Central: 93, 94.
TAVACARE.
102.
Cacique Otomaco:
TEHUACAN.
96.
Practican
TENOCHTITLAN.
Jizo: 96.
TEUTITLAN.
96.
68,
?-fotepulizo:
Practican Motepu-
Practican
Motepulizo:
TEZCATLIPOCA. Dios unípede mesoamericano: 105, 117.
STRONG, DUNCAN. Cree en período
formativo: 114.
TIGANA. Ave del Maremare: 130;
llamada Maremare: 134.
SUAPURE.
TIMOTO-CUICAS. Su economía: 20;
según Krickeberg: 29; sus rasgos según Métraux: 31; su área cultural:
31; usan barba: 58; área cultural: 47;
sobrepuestos a antiguos Arawacos:
86; usan chimó: 47, 203.
Río de Guaiqueríes: 175.
- T TACARIGUAS. Al Norte del Lago de
Valencia: 88.
243
ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENEZUELA
TIGtlTIGÜI.
106.
lil\:ARE.
Enem igo del hombre:
Región de los Guarinos: 68.
üRABAES.
Comen carne humana: 145.
TLACACAULIZTJ.I. l;lcchamiento de
prisioneros vivos: 105.
URARICOERA.
TLACATECOLOTL.
106.
URIBANTE. H.ih1tat de los Betoyes:
R2, poblado por Achaguas: 88.
Espíritu adverso:
TLACAXIPEUALIZTLI.
Fiesta del
desollamiento: 93; entre los Caribes:
108; origen del complejo: 110; entre
. los Caribes: 1·17
TLAMACAZQUES
lizo 96
TOCt:YO.
Límite del Ai~ico: 80.
UYAPI. Caño de Guaiqueríes:
región de Canbes 192.
175;
. V.
Practican Motepu-
h~hitanlc):
Sus
L"VA.
lfabitat de Macos: 59.
VALENCIA, LAGO.
guas: 88.
152, 153.
I.!mite de Acha-
TOLOSA. Ubica a los Ajaguas: 88;
informa sobre canibalismo: 152, 153.
VALLMJTJA."\lA Publica
El Maremare: 124.
TORQUEMADA.
ro): 101.
V ARA-i\lUCL"RU.
moriche: 184.
Seiiala usos guerre-
música de
Hijos de la palma
TUCANOS. Asimilan a los Macús:
(.O; practican antropofa#a: 14:?.
VASQUEZ DE ESPINOSA. Menciona
Guaiqucríes: 175
TUML'ZAS Habitan la Península de
los Caracas: 43.
VE.'1.;EGAS FILAROO. Opina sobre
C("onomía prehi•pinica: 19, 20
TU~EBO.
VLNEZUELA. En el área Circumca·
ribe: 4; materi.iles de ella en d
11.mdbook of South American Jn.
di.m1: 1O; defectuosos trabajos sobre
su etnología antigua: 11; necesidad
de ordenar sus fuentes históricas: 11,
18; faltan estudios sistemáticos de etnología: 12, 19; relación con las
:lrcas culturales amcriranas: 28: incluida por Cooper en el área de la
~clva: 29; incluida por Wisler en el
área de la yuca: 29; sus provincias
culturales seg(m Métraux: 30; áreas
culturales según Murdock: 32; su
costa caribe: 38; ras.i:os venezolanos
enumerados por Stcward: 38. 39;
plantas del Occidente: 47; Caribes
dd Occidente: -16; H; conquistadores
en Oriente: 65: pueblos primitivos
asociados: 79; nombres territoriales :
S~; pueblos comunes con Colombia:
87; población de sus Llanos: 88;
Jirajaras y Betoycs en su Occidente:
79; su porción circumcaribe: 93;
Guamontcyes de sus Llanos: 97; de·
Grupo Chibcha: 84.
TUPI GUARANIES. Según Radio: 28;
)U canibafümo
según Cooper: 29;
sus migraciones según Métraux 30;
su área cultural según Steward: 35;
comen los cautivo~: 36; tienen esclavos: 64: sacrifican toJos los cauti'º' 6-.
TI!PINAMBAS. Sacrificio gladiatorio:
163; practican canibalismo: 142, 163.
TURA.
Danza indígena: 133.
TURRADO MORE~O. El Maremare
entre Guaraúnos: 130.
TZA~"TZAS.
En Mesoamérica: 106.
. u.
UCHIRE.
UITOTOS.
Límite de los Caracas: 43.
Tienen esclavos: 6-1.
244
INDICE ANAUTICO
pilación en la Costa: 99; túmulos en
VOLHARD.
Estudia el
canibalismo:
1 1!1. 1 19, 167
la costa: 104; exi<te dios uníf'('de
105; elementos mexicanos llegan: 107;
VUA.
trofeos de cabeza en su Occidente:
108; resto~ del "Arcaico": 112; ru·
tas por donde llegan los Caribes:
119; bailan Marem:ue: 125; abunda
toponímico Mare: 130: cómo se ¡uzga en ella a Jos Caribes · 141; qis
tribus endocaníbaJes. 161; canib.1.fümo de sus antiguos pobladores: 163,
165; la habitan Guaiqueríes: 173
modo de mcstiu1e: 194; avanzan
rasgos culturales: 191, 196; influencia del caballo: 196; sobreviven antigua~ prácticas: 203; prácticas premonitorias con tabaco: 204; uso de
colmillos: 204.
límite del Airico: 80.
.w.
W APISHA~A. Grupo arawaco de
Guayana: 32; cxogamia local )" residcncia patrilocal : 32.
WAVRIN Su cla<ificación de los in·
dígcnas sudamericanos: 28.
\\'ISLER. Sus áreas
amcr1canas 29.
culturales sud-
. y •
Vfu.';'TUARl.
Habitat de Macos: 59.
YARUROS Cultivan poco: 3); tienen
· 1rnt.1des matrilineales: 33. <c.gún
Stcward: 37; participan del área otomaca: 96; practican geofagia: 51;
árt'l cultural: n, auto<acrificro: 96;
u' 1.n palma moriche: 18·1.
VER.A IZQUIERDO Toma apuntes
sobre El Maremare· 123; describe
El Maremare: 125; letra de El ]\fa.
remare: 127, 128: opina sobre la
Tigana: 130; señala toponímicos:
130, 134; opina sobre estructura poé·
tica: 132; interpreta la letra de El
}.faremare· 132.
YECUA..'-r.A Habitación comunal: 32.
exogamia local y residcncia p.Jtrilocal: 32.
VESPUCIO Encuentra ayuno entre indígen:w 10.\ ; escribe sobre canibalismo: 142, 149; menciona castración:
155; autosacrificio: 103.
YNAOS. Se embijan el pelo: 100.
Yl..:CATAN. Sacrificios de sangre: 94;
realizan el l\Cotepulizo: 96; antropofagia sacramental: 142; reside allí un
e, pañol: 194.
VICHADA. 1.ímite del Airico: 80; lo
alcanz:in misioneros: 81.
VILLA GOMEZ.
holandeses: 73.
VILLET.
Escribe sobre
z.
los
ZARAGOZA.
lc)'CS: 182.
Recoge tradición: 85.
245
Informa sobre Guamon·
I N DICE
Prefacio a la segunda edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IX
Prólogo ..•...........................•...•..... ·..........
XV
Introducción . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
Areas Culturales de Venezuela Prehispánica
Macos e Hotos
1.-0rigen de un Gentilicio
17
57
11.-La Esclavitud en el Orinoco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . .
64
III.-L'l Escfa\'itud durante la Transculturación . . . . . . . . . . . . .
69
El Airico . . . . . . . • . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . .
77
Rasgos Culturales Mesoamericanos en el Orinoco.
81
El Maremarc: Baile del Jaguar y la Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . .
121
El Canibalismo de los Caribes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
139
El Enigma de los Guaiqueríes ............................. :. .
169
Episodios de la T ransculturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
189
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
207
Indice Analítico
223
247
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