«En unas pocas páginas sin tecnicismos inútiles, Chowdhury recoge toda la sabiduría del management moderno, de una forma que resulta práctica tanto para un director general como para alguien que trabaje de cara al püblico,» The Washington Post EL UNA HISTORIA SOBRE EL INGREDIENTE INDISPENSABLE EN LA EMPRESA: LA CALIDAD SUBIR CHOWDHURY Subir Chowdhury El fabricante de helados Una historia sobre el ingrediente indispensable en la empresa: LA CALIDAD EMPRESA ACTIVA Argentina - Chile - Colombia - España Estados Unidos - México - Uruguay - Venezuela Título original: The Ice Cream Maker Editor original: Currency I Doubleday I A division of Random House, Inc., Nueva York Traducción: María Isabel Merino Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público. © 2005 by Subir Chowdhury All Rights Reserved This translation published by arrangement with The Doubleday Broadway Publishing Group, a division ofRandom House, Inc.1!!l © 2006 by Ediciones Urano, S. A. Aribau, 142, pral. - 08036 Barcelona www.empresaactiva.com www.edicionesurano.com ISBN 10: 84-96627-11-X ISBN 13: 978-84-96627-11-6 Depósito legal: B - 8.826 - 2008 Fotocomposición: Germán Algarra Impreso por: Rornanyá-Valls - Verdaguer, 1 - 08786 Capellades (Barcelona) Impreso en España - Printed in Spain Para todos los hombres y mujeres del mundo entero que abrazan la CALIDAD en todo lo que hacen. Índice lo Un balde de agua helada ................ 9 2. Aprender a escuchar ................... 29 3. El secreto de LEO . . . . . . . . . . . .......... 47 4. No necesitamos un Steve Jobs 5. En busca de la perfección . .......... . .............. 67 85 6. El movimiento se demuestra andando 109 Agradecimientos 123 Sobreclautor 125 1 Un balde de agua helada Fue un lunes de mayo por la tarde cuando mi vida cambió para siempre. Estaba trabajando en mi puesto de jefe de planta de Dairy Crea m, una empresa de helados regional, cuando Reggie, uno de nuestros vendedores, entró alegremente por la puerta, una hora antes de lo que yo esperaba. Había tenido una cita importante con Natural Foods, la próspera cadena nacional de alimentación que tiene una sucursal en nuestra ciudad, desde hace unos diez años. Pensaba que quizá todavía no había ido a verlos, hasta que, meneando la cabeza y con un indolente encogimiento de hombros, hizo el gesto de «pulgares abajo». Una vez más, no había conseguido vender ni siquiera un cuarto de litro a Natural Foods. -La próxima vez lo conseguiremos, Pete -dijo imperturbable, con la fe de un hincha de los Cachorros de Chicago. 9 EL FABRICA TE DE HELADOS Podía ver que no le preocupaba mucho. Después de todo, nadie esperaba de verdad que consiguiera un pedido. Llevábamos años intentándolo. Esa visita se había convertido en una tarea anual que yo le obligaba a realizar y él la había llevado a cabo. Una cosa menos que hacer. Sólo que este año yo contaba, sinceramente, con que lograríamos la venta. Habíamos sacado tres nuevos sabores, usando ingredientes naturales, que pensaba que los dejarían con la boca abierta. Así era como nos habíamos hecho un nombre: con sabores radicalmente nuevos que nos habían proporcionado no sólo publicidad local y un aumento de las ventas, sino la atención nacional. Pero mi estrategia de «nuevos sabores» parecía haber fallado con Natural Foods. Lo que más me preocupaba era algo que no le podía contar a Reggie ni a nadie más. Nuestro jefe y fundador, Malcolm Jones, me había expresado recientemente su decepción por la falta de crecimiento de nuestras ventas. Nuestros márgenes de beneficios se iban reduciendo. Malcolm me había dicho que, si las cosas no mejoraban pronto, se vería obligado a hacer algunos cambios importantes. Me dijo que una solución sería contratar a otro equipo de dirección. También dio a entender que quizá se viera obligado a vender la fábrica a una empresa nacional o borrarla por completo del mapa, vendiendo el solar a un promotor inmobiliario. -No me importa lo que tengas que hacer para dar la vuelta a la situación, Pete, pero hazlo. La responsabilidad es tuya. 10 Un balde de agua helada Con la expansión urbana extendiéndose más allá de la autopista que rodeaba la ciudad, no me cabía ninguna duda de que Malcolm podría sacar más dinero vendiendo el solar a una inmobiliaria que manteniendo la empresa con los ingresos actuales. De todos modos, tanto en un caso como en el otro, yo me quedaría sin trabajo. Con una esposa y dos hijos pequeños, de ocho y seis años, la reprimenda de Malcolm me sacó de mi autocomplacencia. Aunque me había criado en la ciudad, sólo hacía dos años que trabajaba en Dairy Cream, después de haber pasado diez años en una empresa de alimentación de Denver. Me parecía que nuestra familia sólo acababa de instalarse. Mi esposa, Jean, había conseguido un trabajo en una sucursal bancaria y nuestro hijo y nuestra hija tenían cada vez más amigos en el vecindario. Pero era del todo imposible que pudiéramos pagar la hipoteca y todos los demás gastos sólo con el salario de Jean. Además, si fracasaba en Dairy Cream, ¿qué haría? No era necesariamente el tipo más listo de la ciudad, pero me dedicaba en cuerpo y alma al trabajo. Había implantado una serie de iniciativas de dirección y programas para subir la moral de los empleados, con el fin de mejorar los procesos de fabricación y aumentar la producción. Pero últimamente, nada parecía dar resultado. Nuestros helados no atraían a los compradores de la gama alta, pero tampoco podían competir con las marcas de precios bajos. Estábamos atrapados en medio y nos estrujaban por ambos lados. 11 EL FABRICANTE DE HELADOS Nunca antes había fracasado en mi trabajo, pero estaba empezando a quedarme sin respuestas. Me preguntaba, preocupado, qué podía hacer para cambiar mi suerte. ¿Qué pasaría con toda la gente a mis órdenes, si Malcolm vendía la empresa o el solar? Aquella mañana, acariciaba la esperanza de que Natural Foods fuera nuestra salvadora. Sabía que si podíamos vender nuestra marca aunque sólo fuera a una sucursal de su cadena, nuestra cifra de ventas aumentaría de forma importante. Vendían tanto que nos arrastrarían con ellos. Y también, claro, sería una cabeza de puente para tratar de conseguir la cuenta de toda la cadena, lo cual multiplicaría muchas veces nuestros modestos beneficios, de la noche a la mañana. Además, como Natural Foods tenía fama de ofrecer productos de alta calidad y un servicio al cliente de primera categoría, el hecho de que nos eligieran sería interpretado por los otros detallistas como que nos habíamos ganado el sello de aprobación del juez más severo del sector alimentario yeso nos traería más contratos. Así que cuando Reggie volvió y me dijo que Natural Foods había vuelto a decimos «ni hablar», después de una breve conversación de apenas diez minutos con su comprador, mi ánimo cayó por los suelos o más abajo. Reggie me explicó que apenas había pronunciado las primeras palabras cuando el comprador empezó a hacerle preguntas que no supo cómo contestar. -¿Como cuáles? -Como cuál era la densidad de nuestros helados, el 12 Un balde de agua helada porcentaje de aditivos en peso y volumen, el índice de éxito de nuestros envases ... -¿El índice de éxito de nuestros envases? -A eso me refiero -dijo Reggie-. Nunca me habían hecho unas preguntas así. Me quedé atónito. ¿Cómo podía Natural Foods tomar la decisión de vender o no vender nuestros helados basándose en unas preguntas tan crípticas? Sin embargo, mi decepción no tardó en convertirse en determinación. No podía perder esa cuenta. Años atrás, había conocido a uno de los jefazos de la empresa. Maldita sea, iría yo mismo a tratar de convencerlos, Aunque tenía programada una reunión con nuestro director de calidad, me quité las gafas de protección y la bata del laboratorio, me puse la chaqueta y cogí las llaves antes incluso de darme cuenta de lo que estaba haciendo. No soy vendedor -no tengo ninguna experiencia en ventas- pero sabía lo crucial que era esta venta. Tenía que conseguida. Me metí en el coche -un todoterreno que habíamos comprado sólo hacía dos meses para pasear con los chicos, recordé contrito, pensando en los plazos- y me fui a Natural Foods. Aunque siempre me había negado a comprar en su establecimiento -porque ellos nunca habían comprado nuestros helados-, no tuve ningún problema para encontrado; era un enorme edificio situado en un cruce importante. El establecimiento de lujo no se parece en nada al Biggie-Mart que yo frecuento. La fachada la forman unos enormes ventanales enmarcados en ladri- 13 EL FABRICANTE DE HELADOS 110, que le dan más aspecto de librería que de tienda de alimentación. Desde el otro lado del aparcamiento se pueden ver las vigas de nueve metros de altura del interior -con todo el cielo raso pintado de color beige, no del deprimente negro o escandaloso blanco de la mayoría de tiendas- y las simpáticas banderolas colgadas encima de cada caja registradora. Tanto si te gustan sus productos como si no, el diseño de la tienda te atraen al interior. Un balde de agua helada ba, llegaba una música suave y sosegada. Los diez segundos que se tardaba en entrar en Natural Foods eran la acogida más cálida que un establecimiento podía darte; te transportaban a algún lugar atractivo y exótico en apenas más de un metro. -¡Hola! ¿Cómo está? -me preguntó una voz amistosa, con una sinceridad tan auténtica que supuse que era alguna amiga mía. Sin embargo, no la reconocí y debí de poner cara de desconcierto-o ¿Puedo ayudar- Yo quería que el establecimiento no me gustara, pero no podía evitar fijarme en hasta qué punto Natural Foods se esforzaba para que sus clientes sintieran que eran bienvenidos. Pese a mi boicot, mi esposa compraba allí y, con frecuencia, se deshacía en elogios, comentando que era un sitio estupendo y burlándose cariñosamente de mi tozudez por negarme a atravesar sus puertas. Pronto descubrí a qué se refería. Entré por las puertas principales -mi esposa afirmaba que, si alguna vez las cerraban, ella nunca lo había visto-; como son tan amplias es prácticamente imposible chocar con otro cliente, por mucha concurrencia que haya. Una ráfaga de agradable aire fresco me recibió en aquel día caluroso. Pasé junto a los carros, todos ellos de un intenso y alegre color verde, colocados ordenadamente en forma de abanico para permitir la máxima facilidad de acceso y la mínima incomodidad. Noté una fragancia inconfundible y, al mirar a mi izquierda, vi una auténtica pared de flores, como una escena de un cuadro impresionista desbordante de color. Desde arri- le? -añadió. -No, gracias -respondí. Estaba claro que no era una recepcionista oficial, sino sólo una empleada cordial, que hacía su trabajo, ocupándose del arreglo floral, mientras saludaba a todos los clientes que podía. Pronto oí un coro de saludos similares por toda la tienda, muchos de los cuales se transformaban rápidamente en conversaciones más largas. Mi primera ojeada me reveló lo limpio y fresco, cálido y acogedor que era todo el establecimiento. No se parecía en nada al sitio donde yo compraba ... ni tampoco a nuestra fábrica, desde luego. Pero deseché rápidamente aquella idea. Bien mirado, ellos eran detallistas y nosotros vendemos a las tiendas, no a los clientes. Justo después de las flores encontré el «Centro de ayuda», atendido por dos empleados sonrientes, uno de los cuales parecía libre para responder a una pregunta. -Hola, ¿qué tal? -dijo la mujer-o Soy Jenny. ¿En qué puedo ayudarle? 14 15 I' EL FABRICANTE DE HELADOS Estaba seguro de que, al salir del coche, tenía una cara decididamente malhumorada, pero descubrí que me era imposible mantener esa expresión ante una sonrisa tan cordial. Había salido de la fábrica con tantas prisas que no recordaba el nombre del comprador con el que Reggie había hablado, pero sí que recordaba que uno de los vecinos de mis padres había conseguido un puesto directivo en Natural Foods hacía unos años y decidí hacer mi primer intento con él. -¿El señor McMaster aún sigue trabajando aquí? -pregunté. -Aaah, sí -respondió ella, sonriendo-o Estoy segura de que anda por aquí. ¿Lo espera? -No =-reconocí-c. ¿Es un problema? -En absoluto =-dijo->, Habla con muchos clientes cada día y dudo que alguno haya concertado una cita. -Bien, en realidad, no soy un cliente. Era vecino suyo, hace mucho tiempo. Hace, uf, probablemente diez años que no lo veo. -¡Guau! -exclamó ella y añadió, bromeando-: ¿Le debe dinero? -No -dije, sonriendo a mi vez, incapaz de resistirme a su buen humor-o En realidad, es una visita de negocios. -Si no ha visto a Mike desde hace tiempo, quizá será mejor que le acompañe. Jenny salió de detrás del mostrador, le dijo a su compañero que enseguida volvía y me guió a través de la tienda. Un balde de agua helada -¿Su despacho está en la parte de atrás? -pregunté. -La oficina de Mike será nuestra última parada. Es más probable que lo encuentre en el aparcamiento, recogiendo carros o en la entrada retocando las flores, que sentado a su mesa. La mayor parte del tiempo, anda dando vueltas por la tienda, hablando con los clientes y con los miembros de nuestro equipo. Recorrimos varios pasillos, que eran incluso más anchos de lo que yo había pensado al ver la tienda desde lejos, en mi coche. Estaban inmaculados y organizados cómodamente. Las estanterías eran de suntuosa madera de cerezo y estaban situadas a diferentes alturas para romper las líneas rectas y estériles características de la mayoría de tiendas convencionales. La iluminación también era más suave que los agresivos fluorescente s que iluminan los establecimientos típicos y había una gran variedad de plantas verdes y exuberantes, todo lo cual hacía que ese enorme cajón diera más la impresión de ser un bonito café que la gigantesca franquicia de productos alimentarios que en realidad era. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue el número de empleados con quienes nos cruzamos -docenas, fácilmente- reabasteciendo las estanterías, organizando exhibidores imaginativos con otros empleados, hablando con los clientes ... Estaba claro que, en lugar de pensar que las preguntas de los clientes eran una molestia, ésa era la parte de su trabajo que preferían. Jenny encontró a Mike atendiendo a una clienta en la sección de pasta, hablando con ella de la enorme se- 17 EL FABRICANTE DE HELADOS lección disponible. Era claramente más viejo de lo que yo recordaba, pero había envejecido bien y todavía era esbelto y dinámico y conservaba la misma chispa alegre en los ojos. Mike le estaba haciendo a la clienta una serie de detalladas preguntas, para determinar exactamente qué clase de comida pensaba preparar y qué pasta y salsa serían las mejores para sus propósitos. Con un gesto nos pidió que esperáramos un momento, luego le hizo a la clienta unas cuantas preguntas más sobre la frecuencia con que visitaba Natural Foods (ella dijo que cada semana), lo que más le gustaba (la selección y el servicio) y lo que pensaba que podían mejorar. -Pueees ... -respondió la cliente-o Es difícil de decir. Vengo muy a menudo y me encanta. Supongo que sería útil si tuvieran una especie de tarjeta u hoja de información de los productos, para que no tuviera que preguntarle a alguien como usted cada vez que tengo una duda. -Señora Truax, hablar con nuestros clientes es siempre un placer, pero ha tenido una idea estupenda. Veré qué puedo hacer. -Gracias. Y, por favor, llámeme Samantha. -De acuerdo, Samantha. Gracias por visitar nuestra tienda. -Cuando se volvió hacia nosotros dijo-: Veamos, tú debes de ser Peter, el hijo de Frank Delvecchio, ¿verdad? Un balde de agua helada -Sí -respondí, tendiéndole la mano-o Tiene una memoria asombrosa. La última vez que le vi, acababa de volver de la universidad y llevaba el pelo largo y gafas. Él se echó a reír. -y yo debía de tener treinta y cinco años, algo de pelo y no necesitaba gafas. -Le dio las gracias a Jenny por su ayuda-o Es estupendo verte de nuevo, Peter. ¿Qué tal un café? -Estupendo. Gracias. Y llámeme Pete. Creo que la única que sigue llamándome Peter es mi madre. -y tú puedes llamarme Mike. -De acuerdo, Mike. Mike me acompañó al café de la parte delantera de la tienda; un lugar bañado por el sol que entraba a raudales por los ventanales, de cristales ligeramente ahumados, y encontró una mesa donde pudiéramos hablar. Una simpática camarera se acercó para tomar nota de lo que queríamos. -¿Tienen café latte? -pregunté. -Por supuesto -dijo la camarera-o ¿Y tú, Mike? -Que sean dos, Monica. Gracias. -Luego Mike se volvió hacia mí-o Bien, ¿a qué debo el placer de tu visita? -Lo primero de todo, es estupendo volver a verte -respondí, sintiéndome un poco avergonzado por no haber ido a vedo antes. Había olvidado qué vecino tan cordial era. -Lo mismo digo -respondió-o Pero tengo la impresión de que no has venido hasta aquí sólo para decirme hola. Su comentario me desarmó. Comprendí que debía de estar acostumbrado a los vendedores y sus visitas. 18 19 EL FABRICANTE DE Un balde de agua helada HELADOS -Tienes razón -dije-o Soy el supervisor de fábrica de Dairy Cream. Llevo allí un par de años y desde hace mucho tiempo me muero por conseguir que compréis nuestros helados. Me acordé de que habías ayudado al fundador de Natural Foods a poner en marcha la cadena, hace años, antes de volver para instalarte aquí, en la ciudad. Así que se me ocurrió venir a ver si seguías trabajando en la empresa. -Pues ahora ya lo sabes -dijo, abriendo los brazos. -¿De qué te ocupas ahora? -pregunté. -Como estoy en Natural Foods desde el principio, elegí bien el momento, ascendí hasta llegar a vicepresidente de la empresa. Pero hace diez años decidí que quería reducir mis horas de trabajo y mis viajes, así que le pedí a Glen Goodwell, nuestro fundador, si podía colaborar para poner en marcha una sucursal en mi ciudad natal. -Miró alrededor-o Y ha ido muy bien. -¿Así que eres el gerente de la sucursal? -Sí, supongo que se podría decir así -dijo-o Aunque muchas de las ideas de gestión y decisiones son de la gente vestida de verde que has visto por toda la tienda. rnos Dairy Cream. Pero me temo que no consiguió la venta. -Lo sé -dije-o Por eso decidí venir yo mismo. Pero ¿cómo sabes todo eso? -Por casualidad pasaba por la sección de alimentos congelados cuando ellos estaban hablando -explicó-, así que me uní a la conversación. -¿ y cómo fue? -pregunté-o Quiero decir, sé que Reggie no consiguió el pedido, pero ¿por qué, exactamente, tu comprador decidió que no os interesaban los productos de Dairy Cream? Lo único que sé es cómo -Entonces, ¿tú decides qué productos vendéis? -Bien, mi opinión cuenta mucho, claro, aunque es el jefe de cada sección el que se encarga directamente. Creo que ya sé adónde quieres llegar, Pete. Tengo que decirte que tu representante, Reggie, ¿verdad?, vino esta mañana y trató de convencer a Ike, nuestro encargado de la sección de helados, para que distribuyése- acabó la cosa. -Bueno, podría darte una serie de razones; que cada semana vienen a vernos una docena de fabricantes de helados; que sólo tenemos un espacio limitado en los congeladores, que la competencia cada vez es mayor y todo eso... pero dudo que te bastaran esas respuestas. -No, tienes razón. Es un sector duro, por decido suavemente. Pero lo mismo pasa con muchos productos y muchos sectores. Francamente, todavía no lo entiendo. Creo que tenemos un producto estupendo. Y constantemente sacamos nuevos sabores y combinaciones. Hemos tenido un éxito enorme con el copo de coco y menta, por ejemplo. No puedo entender que compréis otras marcas y no hagáis ningún caso de la nuestra. En aquel momento llegó Monica con nuestros cafés latte. Mike le dio las gracias y tomó un sorbo de su taza antes de responderme. 20 21 EL FABRICANTE DE HELADOS Un balde de agua helada Tampoco tenía una respuesta para aquello. La verdad era que, por lo general, no lo hacíamos. Si me hubiera presionado, me habría visto obligado a reconocer que, en realidad, no tratábamos de hacer el mejor de los helados del mercado. No conseguíamos encontrar la manera de elaborar un helado de más calidad, sin subir los precios hasta un nivel que el mercado no aceptaría. Por el contrario, lo que hacíamos era confiar en nuestra capacidad para ofrecer constantemente nuevos sabores y unos envases llamativos y en ser los primeros en presentar algunas ofertas. y por lo general, funcionaba, por lo menos durante un tiempo. El problema era que todos nuestros competidores nos vigilaban como halcones. A los pocos meses de que nosotros lanzáramos nuevos sabores, imitaban los que se vendían mejor y dejaban de lado los helados y otros postres que no tenían éxito. Y hacían unos helados mejores y a un precio inferior. Sólo conseguíamos mantener la ventaja un trimestre o dos, antes de ver cómo la competencia se hacía con el negocio. Yo sabía todo esto y comprendí que, seguramente, Mike también lo sabía. Mi silencio le confirmaba la situación en la que nos encontrábamos. Así que me había hecho pasar de la ofensiva a la defensiva. -Tengo que preguntarte algo -continuó Mike-: ¿La calidad es realmente la fuerza impulsora que hay detrás de vuestra marca? ¿De verdad determina todo lo que hacéis? Sólo podía morderme la lengua, avergonzado. -Me parece que la razón de que te disguste tanto que no compremos vuestros helados -continuó, de una forma sorprendentemente directa- no es que penséis que nuestros clientes se están perdiendo vuestro 22 23 -Me parece que puedo ayudarte -dijo, pensando en lo que yo le acababa de preguntar-o Pero, primero, déjame que te haga unas preguntas. -Claro -respondí. Pensaba que conocía nuestro producto a fondo y podía responder a cualquier pregunta que me lanzara. -Estás convencido de que vuestros helados son de muy buena calidad. ¿Es así porque vuestros técnicos de calidad los han puesto a prueba, comparándolos con todos los demás? -Exacto. Bueno, con la mayoría -reconocí-o Quizá no seamos los mejores de los mejores, pero nuestra calidad es mucho más alta que la mayoría de marcas. Y en general usamos ingredientes naturales. -Sin embargo, a mí me parece que estás utilizando tu propio criterio para juzgar esa calidad. Cuando miramos vuestros ingredientes y vemos el porcentaje de grasas y de ingredientes naturales en proporción a los aditivos y los comparamos con otras marcas, quedáis bastante abajo en la lista. Sospecho que usáis ingredientes naturales cuando es rentable y hacéis concesiones cuando el coste es demasiado alto. ¿Tengo razón? Mi avergonzado silencio confirmó sus sospechas. -¿ Preguntáis a los compradores de las tiendas o a los clientes lo que buscan en un helado? EL FABRICANTE DE HELADOS maravilloso producto, sino que vosotros os estáis perdiendo las posibles ventas a más clientes. Os sorprende que no estemos de acuerdo con vuestro criterio ni con vuestros resultados. »Si me permites que te lo diga, Pete -dijo, hablando con voz tranquila-, eres un tipo inteligente y decente, de una buena familia. Estoy seguro de que pasas mucho tiempo en la fábrica preocupándote de cómo mejorar la calidad de vuestros helados y aumentar la productividad para poder reducir costes y ofrecer unos precios más competitivos. Está claro que te tomas muy en serio lo que haces. Un balde de agua helada cuando se trata de calidad, de los esfuerzos diarios, continuos y constantes, para perfeccionar un producto o un servicio, para asegurarse de que siempre satisface unos niveles exigentes de verdad y, por ello, forja una fidelidad duradera, entonces flaqueamos. »Es como la historia de la tortuga y la liebre; nosotros somos la liebre, en cabeza de la carrera con nuestras innovaciones. Pero al final, la tortuga nos alcanza, igual que vuestros competidores os atrapan con vuestros nuevos sabores y os adelantan mediante mejoras adicionales, constantes, sencillamente porque para ellos la calidad es prioritaria en todo lo que hacen. »Pero parece que no sabes cómo empezar a definir qué es calidad y cómo puedes mejorarla. Te mueres de ganas de cerrar esta venta. Lo comprendo. Pero tu gente nunca nos ha preguntado qué queremos ni qué quieren nuestros clientes. No nos habéis preguntado cómo podéis ayudar a Natural Foods ni a las personas que nos compran. Estáis concentrados en vender helados y en poca cosa más. »No me sorprende =-añadió-c-, Lo que hacéis en Dairy Cream se parece a lo que hacen muchas empresas de nuestro país. Déjame que te diga algo que Glen Goodwell me explicó hace años, cuando empezaba a crear Natural Foods. Cuando se trata de innovar -de sacar nuevos y magníficos productos o tecnologías o ideaslas compañías de Estados Unidos son las mejores del mundo, de largo. Llevamos la innovación en nuestro ADN. No se puede decir lo mismo de otros países. Pero »La realidad es que, como Glen me señaló, la calidad sencillamente no forma parte de nuestro ADN. Y sí que está en el ADN de las empresas japonesas y, gradualmente, se ha convertido también en parte de la estructura de las compañías coreanas. Como resultado, no paramos de crear nuevos productos y abrir nuevos mercados, sólo para perderlos a manos de otras compañías. Las empresas de Estados Unidos están metidas en una carrera sin fin, obligadas a presentar innovaciones constantemente para distanciarse de la competencia. ¿Sabías que Estados Unidos creó el GPS para el co- 24 25 Sencillamente, la calidad no forma parte de nuestro ADN. EL FABRICANTE DE HELADOS Un balde de agua helada che? Inventamos el transistor, el chip del ordenador, el avión ... muchas de las cosas que forman parte de nuestra vida. Y sin embargo, perdemos la mayoría de esos mercados tan rápido como los creamos. »Para volver a lo que hablábamos, vosotros, en Dairy Cream, os adelantáis constantemente a la competencia sacando helados con nuevos y llamativos sabores. Pero como no hacéis el esfuerzo de averiguar lo que nosotros, los clientes, queremos en términos de calidad, vuestros competidores acaban comiéndose vuestro almuerzo. Me sentía humillado. Me daba cuenta de que estaba a punto de ponerme a llorar; algo increíble en mí, que soy un tipo bastante estoico. Sólo deseaba que se callara. -Lo siento -añadió-, pero soy mucho más viejo que tú y espero que un poco más sabio. Ya he cometido los errores que tú estás cometiendo ahora. En Natural Foods, todo lo que hacemos gira en torno a la calidad. Somos la excepción en nuestro segmento de mercado -donde todos los demás parecen obsesionados por perseguir la última moda- y ésa es la razón de que hayamos tenido un éxito tan extraordinario. -Mike --conseguí decir finalmente, con un nudo en el estómago que me impulsaba a sincerarme-, necesito ayuda. La verdad es que estamos en apuros. Si no consigo encontrar la manera de aumentar las ventas y los beneficios, iY pronto!, Malcolm Jones, el propietario, ha amenazado con despedir al actual equipo de gestión o vender la compañía. En cualquiera de los dos casos, me quedaré sin empleo y docenas de nuestros empleados perderán su trabajo. Malcolm me ha encargado que encuentre soluciones y no sé qué hacer; no sé cómo darle la vuelta a las cosas en Dairy Cream. Tengo esposa y dos hijos. Me resulta violento pedirte esto, después de tanto tiempo sin vemos, pero necesito tu ayuda. Parece que has encontrado una manera de conseguir el éxito. Dime qué puedo hacer para que la calidad también forme parte de nuestra cultura. Mike me miró pensativo. Luego asintió. -Si buscas ayuda para vender tus helados, lo mejor será que vayas al origen. Natural Foods se basa en la idea de la excelencia y la excelencia empieza con ayudar a los demás en todo lo posible, cada día. La excelencia no es una labor o una tarea que se lleva a cabo con el fin de vender algo. Es una pasión por ayudar a los demás que, al mismo tiempo, nos renueva. Hasta que lo comprendas así, nunca cambiarás de modo de pensar ni aumentarás las ventas. El primer paso, amigo mío, es empezar a hablar y cuidar a las personas que te han cuidado. Déjame que te pregunte algo. Llevas ya un tiempo preocupado por cómo van las cosas, ¿verdad? Asentí, aturdido. -Busquemos por dónde empezar, ¿has hablado de tus preocupaciones con tu consejero y cliente más impOrtante ... tu esposa? Negué con la cabeza, sintiéndome avergonzado de nuevo. 26 27 --p EL FABRICANTE DE HELADOS Miró su reloj. -Mira, esta tarde tengo que ocuparme de algunas cosas, pero mañana por la mañana dispongo de algo de tiempo. ¿Por qué no vienes antes de que abramos, digamos a las siete, y te daré algunas ideas sobre cómo empezar? Mejorar la calidad no es algo que suceda de la noche a la mañana; exigirá esfuerzo. Pero creo que puedo ofrecerte algunos consejos para poner las cosas en marcha y para que el dueño de tu empresa te deje en paz. Aquel día no vendí ningún helado, pero eso ya no me parecía tan importante. 2 Aprender a escuchar Aunque me fui a casa con más preguntas que respuestas, por lo menos tenía la sensación de que eran unas preguntas que me ponían en el buen camino. Por la noche, después de que Jean y yo acostáramos a los niños, tuve una larga conversación con ella sobre lo que estaba pasando en el trabajo. Cuando le hablé del ultimátum de Malcolm y del hecho de que era responsabilidad mía cambiar completamente las cosas, se quedó estupefacta. -¿Por qué no me habías dicho nada hasta ahora? -preguntó, claramente dolida. -No quería preocuparte innecesariamente -reconocí-, pero me equivoqué al guardármelo todo para mí solo. Lo siento. Durante la hora siguiente, antes de irnos a la cama, hablamos de la fábrica y de nuestros temores. Después de su enfado inicial por todo lo que le había ocultado, 28 29 EL FABRICANTE DE HELADOS me prestó una ayuda y un respaldo increíbles, ofreciéndose a cargar con un peso todavía mayor en casa, con los niños, mientras yo procuraba encontrar respuestas en el trabajo. Me sorprendió lo bueno que era simplemente compartir mis miedos y preocupaciones, en lugar de escondérselos a aquellos a quienes quería. Después de todo, nos afectaba a los dos por igual. A la mañana siguiente, me desperté con muchas ganas de volver a hablar con Mike. Me puse una camisa limpia y recién planchada, una corbata nueva y los zapatos recién abrillantados. Por alguna razón, percibía que Mike notaría los detalles y los interpretaría como una señal de respeto, tal como yo quería. Fui hasta Natural Foods en coche, con una actitud mental totalmente diferente de la del día anterior. En lugar de un pedido, lo que buscaba era consejo y, confiaba, respuestas. Encontré a Mike esperándome en la puerta. Al poco, estábamos sentados a la misma mesa que el día anterior. Una camarera diferente llegó para anotar lo que queríamos. -¿Café latte, Mike? -Por supuesto, Amy, gracias. Pete, ¿qué quieres tomar? -Lo mismo. Mike parecía sinceramente contento de verme. 30 Aprender a escuchar -Tienes mejor aspecto, más relajado -dijo con su estilo típicamente directo. -Me siento mucho mejor. -¿Hablaste con tu esposa de tus problemas en la fábrica? Me eché a reír. -¿Cómo no iba a hacerlo, después de nuestra conversación de ayer? -¿Y cómo reaccionó? -Bueno, se sorprendió de la situación en Dairy Cream, claro. Pero me dio todo su apoyo, lo cual me hizo sentir muy bien. -Bien -dijo Mike-. Bien por los dos. -Ayer, cuando salí de aquí, me sentía avergonzado -reconocí-o Estaba dispuesto a dedicar medio día a vender una caja de helados a alguien relativamente desconocido, pero no a dedicar media hora a contarle a mi mujer lo que me preocupaba en el trabajo. Lo que todavía no comprendo, sin embargo, es qué conexión hay entre hablar con mi esposa y la calidad. Mike se quedó pensando un momento. -Piensa en lo que hiciste. Mostraste respeto por la relación que tú y tu esposa habéis tenido durante estos años. Te tomaste el tiempo de expresarle tus sentimientos, para que ella supiera qué te inquietaba. Le pediste su opinión, le demostraste que te importaba y que confiabas en ella. -Sí -dije-o Y créeme, me alegro de haberlo hecho. Pero ¿qué tiene eso que ver con vender helados? 31 EL FABRICANTE DE Aprender a escuchar HELADOS -Todo se reduce a cuidar de aquellos que nos importan. Porque el negocio, cualquier negocio, tiene que ver con las personas, las personas con quienes trabajamos y los clientes a quienes vendemos. Déjame explicado de esta manera -dijo Mike-: Por la mañana, cuando me despierto, no me digo: «¿Cómo podemos hoy alcanzar la cifra de ventas en Natural Foods?» Me pregunto: «¿Qué podemos hacer por las personas que han hecho tanto por nosotros?» A veces, cuando las ventas están un poco bajas hacia finales de mes y siento que yo y mis compañeros de equipo empezamos a preocuparnos, les digo: «No nos preocupemos. Si no vamos a alcanzar el objetivo, lo mejor será que nos divirtamos y, al hacerlo, ganemos algunos puntos con nuestros clientes. ¡Vamos a pasado bien!» Y la primera vez que lo hicimos así, sucedió lo más increíble: fue fabuloso y las cifras subieron. ¡Superamos los objetivos! Lo hemos hecho unas cuantas veces desde entonces y siempre ha funcionado. Lo que quiero decir es que los beneficios son el resultado, la consecuencia de un gran servicio, una gran calidad, un gran trabajo en equipo ... no un fin en sí mismos. -Pero ¿qué relación tiene todo esto con la calidad? -pregunté. Los beneficios son el resultado, la consecuencia de un gran servicio. Amy volvió con los cafés. Mike hizo una pausa. -Gracias, Amy. Tienen un aspecto estupendo. Bebí un sorbo; el café era delicioso, en efecto. -Diversión y dinero -repitió Mike-. ¿Cómo están relacionados? Excelente pregunta. Y nos lleva directamente a los cimientos que tienes que empezar a construir para que la calidad forme parte de todo lo que hagas. -Bebió otro sorbo de café-o Pete, ¿cuál es tu afición favorita? -El golf -respondí. -¿Con cuánta frecuencia juegas? -Cada dos sábados, justo lo suficiente para fastidiarme todo el verano. -Igual que yo, compañero -dijo, riendo-o ¿Y cuándo juegas al golf, piensas en alguna otra cosa? -No, si puedo evitado. -En otras palabras, estás totalmente concentrado en lo que estás haciendo. Bien, déjame que te pregunte algo, ¿qué es lo que te gusta del golf? -Una mañana de sábado estupenda, estar con mis amigos, disfrutar del aire libre, un poco de competencia amistosa. ¿Qué puede no gustarme? -Está claro que te apasiona -dijo Mike-. Es estupendo. Porque sin pasión, nada es divertido. No importa si lo que te gusta es jugar al golf o coleccionar sellos, la jardinería o restaurar coches antiguos. Si no pones mucho de ti mismo en lo que sea, tampoco sacarás mucho. -Amén 32 -dije. 33 EL FABRICANTE DE HELADOS -Lo que he observado es que, casi siempre, muchas personas se esfuerzan más en sus aficiones que en su trabajo. Dedican montones de tiempo, esfuerzo y energía a algo que les cuesta dinero, sólo porque les encanta. Es probable que, la mayoría de días, pases unos minutos en el despacho o en el coche pensando en tu último partido o en lo que acabas de aprender o en alguna nueva técnica sobre la que has leído o en el nuevo campo donde tienes ganas de jugar durante las vacaciones. Me eché a reír. -Culpable de todos los cargos. -Déjame que te cuente un secreto: tus empleados hacen lo mismo. Ponen sus aficiones por delante de su trabajo. Aprender a escuchar -Bien -le dije a mi recién encontrado mentor-, así que antes de crear una cultura de calidad en Dairy Crea m, es preciso que encuentre la manera de motivar mejor a nuestra fuerza laboral. Pero ¿cómo lo hago? -El primer paso -siguió Mike- es convertir lo que hacéis cada día por necesidad en algo que queréis hacer, algo que os encante hacer. »Mira, esto es algo que siempre me ha sido muy útil -añadió, sacando una pequeña tarjeta plastificada de la cartera. Contenía unos versos de un poema de Robert Frost llamado Two tramps in mud time, donde afirmaba que la meta del narrador en la vida era "unir" su afición y su vocación, igual que sus "dos ojos se vuelven uno al mirar". -Bien, pero ¿es eso un problema? -pregunté, defendiendo a la gente que trabajaba a mis órdenes-o Quiero decir, mientras no afecte a su trabajo. -En absoluto -respondió Mike-. Pero lo que quiero decir es esto: si quieres dar un vuelco a la situación de tu empresa, es necesario que consigas que tus empleados se entreguen a su trabajo igual que se entregan a sus aficiones. ¿Cómo se hace? Tiene que empezar arriba del todo, contigo. No pude menos de sorprenderme por cómo sonaba la observación de Mike. Tenía todo el sentido del mundo. Necesitaba encontrar un medio de hacer que nuestros empleados se entregaran a su trabajo con tanto entusiasmo como a sus aficiones. »Todos hemos conocido personas que realizan unas tareas al parecer poco agradecidas y que parecen pasárselo en grande -continuó Mike-. Como el tipo que reparte el correo en nuestro barrio y que siempre parece tener una sonrisa y un saludo cordial. Nuestro viejo cartero parecía odiar su trabajo yeso se notaba. El nuevo es una bendición del cielo. Un día le pregunté cómo se las arreglaba para estar siempre tan animado. Me dijo: "Verá, todos necesitan que les lleven el correo. La 34 35 Convierte lo que haces cada día por necesidad en algo que te encante hacer. EL FABRICANTE DE HELADOS mayoría de personas, cuando faltan al trabajo, nadie se entera. Pero si no se entregara el correo un solo día, todo el mundo se daría cuenta. El hecho es que somos importantes. Ayudamos a la gente en su vida de cada día. Y como sé que estoy ayudando a la gente, no puedo menos de disfrutar de lo que hago". -De acuerdo -admití-, pero la importancia de todos los trabajos no es tan evidente. -Hazme caso -insistió Mike-, si tienes un trabajo, te necesitan; de lo contrario tu puesto no existiría. No importa si eres jefe de planta o portero, todos tienen que ver lo valioso que es su trabajo para los que los rodean. ¿Crees que Amy creció soñando con servir café en una cafetería? ¿Es que Jenny, la mujer que conociste ayer, puso la mira en trabajar en un mostrador de información? No lo sé, pero me parece que no. Pero, por la manera en que se entregan a su trabajo, dirías que sí. Y ¿por qué lo hacen? Porque les hacemos ver claramente lo importantes que son, para nuestros clientes y para Natural Foods. Valoramos sus aportaciones y opiniones. Las hacemos responsables y las animamos a que aporten algo. Y debido a eso, sus empleos son realmente una «diversión». Encontrar maneras de fomentar esa clase de motivación forma parte de nuestra misión en Natural Foods. Sobre el papel, su trabajo no es fascinante, pero se puede conseguir que cualquier trabajo sea divertido y gratifican te ... si les muestras a las personas que están aportando algo. 36 Aprender a escuchar Aquí se sirve a los clientes internos -Justo en estos momentos la moral está bastante baja en Dairy Cream -reconocí-, casi tan baja como las ventas del último trimestre. La gente se queja de la planta, de los compañeros, de los supervisores, de los otros departamentos. Mike hizo una mueca. -Son problemas reales, Pete, no voy a mentirte. ¿Cuál crees que es la causa, o las causas? -¿Las causas? -pregunté. -La gente no le coge manía a su trabajo y a sus compañeros sin ninguna razón. ¿Se quejan de algo específico? -De todo y de nada, me parece a mí. Supongo que piensan que no hay nada que puedan hacer para cambiar las cosas -reconocí, sorprendido de mi golpe de intuición-. ¿Cómo te aseguras de que tus empleados cuiden de vuestros clientes? -pregunté. Mike sonrió, comprensivo. -Veamos -dijo--, lección número uno: todas las empresas tienen dos clases de clientes, los externos y los internos. y tus primeros clientes son los internos; tus empleados y tus compañeros. Si no cuidas de tus empleados, no puedes esperar que ellos cuiden de vuestros clientes externos. »Según mi experiencia, cada empresa descubre su propia manera de asegurarse de que los empleados cuiden de los clientes tal como la dirección quiere que lo 37 EL 11 FABRICANTE DE HELADOS Aprender a escuchar hagan. En Natural Foods, hasta un punto sorprendente -prosiguió Mike-, yo no tengo que preocuparme de eso, lo hacen nuestros empleados. Hay más de doscientos miembros de nuestro equipo sólo en este almacén. Sencillamente, no hay manera de que yo pudiera vigilar como un policía a cada uno, si ellos estuvieran decididos a minar el negocio. Lo que hacemos es utilizar una forma cordial de presión entre compañeros para que todos vayan en la misma dirección. Nuestros empleados se animan los unos a los otros de una manera que todos saben que son parte integral del equipo y deben rendirle cuentas. Te lo aseguro, es mucho mejor que todos se alienten mutuamente, en lugar de tener que ser yo sólo quien se esfuerce por darles ánimos a todos. -Bien y ¿cómo lo consigues? -Mira, vamos a hacer una cosa, ¿por qué no se lo preguntamos a ellos? -dijo Mike, volviéndose hacia Amy-. Amy, ¿podrías dedicamos unos momentos? -Claro -respondió ella-o Déjame que ate unos cuantos cabos sueltos y enseguida vuelvo. Al cabo de un minuto Amy estaba de vuelta. -¿No tienes que cobrar a los clientes? -le pregunté, mirando alrededor. -Mi compañero Jerry ha dicho que lo hará por mí. -Pero ¿eso no reduce tus propinas? -insistí, preocupado porque al pasar tiempo hablando con nosotros, Amy iba a perder dinero. -No tal como nosotros lo hacemos -respondió-o Todo el dinero de nuestro equipo, el equipo de cafetería, se reparte a partes iguales entre todos, según las horas que trabajamos. -Pero ¿y si alguien no cumple con el trabajo encargado? ¿Eso no perjudica a todos los demás? -Podría -dijo-, en otra cafetería. Pero aquí es casi imposible. Primero, podemos revisar el trabajo y la paga de los demás. Y, segundo, elegimos a nuestros compañeros de equipo. No me lo podía creer. -¿De verdad? Amy y Mike se echaron a reír a la vez. -¿Quieres contestarle tú, Mike? -No, Arny, probablemente será mejor SI VIene de ti. -Bien -explicó ella-, en Natural Foods, cuando tenemos que contratar a alguien, ponemos a trabajar a todo el equipo; en la cafetería tenemos a unos treinta y cinco empleados a jornada completa. Cribamos las solicitudes, entrevistamos a los finalistas y luego, por votación mayoritaria, seleccionamos a un candidato, para que haga una prueba de un mes. Después de ese mes, votamos otra vez. Así que, aunque es posible que ser el primo de otro empleado te ayude a conseguir la entrevista, si no superas la prueba, no lograrás el puesto, porque nadie quiere en su equipo a alguien que no haga su parte y les cueste dinero. Y después de contratado, es bastante difícil quejarse de un compañero de equipo cuando tú has ayudado a seleccionado. 38 39 EL FABRICANTE DE HELADOS Aprender a escuchar -Así que todos los empleados se sienten de su lugar de trabajo y la gente con la que trabajan son un poco suyos -dije. -Exacto -respondió Mike-. Cada equipo, el equipo de productos frescos, el de charcutería, el de pan, tiene mucho poder para tomar sus propias decisiones. -Déjeme darle un ejemplo -interrumpió Amy-. La mayoría de clientes hacen toda la compra y luego vienen a tomarse un café o a comer algo. Pero observamos que algunos vuelven a la tienda, compran algunas cosas más, las pagan y luego regresan a su mesa a comer. Entonces a alguien se le ocurrió la idea genial de que el personal de la cafetería hiciera de «recadero» para los clientes. Eso aumentó nuestras ventas en más de un veinte por ciento, sólo en el primer mes. Resulta que muchos clientes se sentían tentados a comprar más cosas, pero no les apetecía la idea de levantarse y dejar las bolsas. Pero, con nosotros para ayudarles, dijeron «Claro». Y nosotros podemos hacerla más rápido, porque sabemos dónde está cada cosa. -Cuando cuentas con un equipo y una autonomía así -dijo Mike- te entregas a tu trabajo y lo conviertes en diversión. »La cuestión es -prosiguióque si les das responsabilidad a los empleados y los tratas como la parte importante de tu negocio que son, responden. Dales las herramientas y la formación adecuadas, el estímulo y la compensación y ofréceles la oportunidad de ser oídos y su dedicación al trabajo y su entrega al negocio serán mayores. Hemos descubierto que cuando instauras el sistema acertado, los miembros del equipo se exigen mutuamente mucho más de lo que tú podrías exigirles. y cuanto mejor tratamos a nuestros empleados, mejor tratan ellos a nuestros clientes. Nunca sucede lo contrario. Éstos, Pete, son los cimientos de la calidad. Es la clase de ambiente en el cual la calidad puede arraigar y 40 41 florecer. Y la calidad lo es todo. Cuando mejor tratas a tus empleados, mejor tratan ellos a tus clientes. Sentía una abrumadora urgencia por volver a mi propia fábrica para poner en práctica algunas de las ideas de Mike. Le di las gracias por su consejo y opiniones y a Arny por su tiempo ... y por el café. -¿Te importaría que volviera otra vez para que me hablaras un poco más de cómo se crea una cultura de la calidad? -Será un placer -dijo Mike, riendo-o Llámame dentro de unos días. Y dime qué tal va todo -añadió, mientras yo me marchaba a toda prisa. Volví a la fábrica con más energía y entusiasmo del que recordaba haber sentido nunca. Mientras me iba acer- EL FABRICANTE DE HELADOS cando a la planta, unas cuantas cosas me saltaron a los ojos. Observé, como si fuera la primera vez, que no teníamos un letrero con el nombre de la compañía. No había ninguna indicación, en ningún lugar, ni siquiera de lo que fabricábamos. Cuando entré en la planta, un monótono murmullo de mediocridad pareció llenar el aire. Me golpeó como un olor repugnante después de pasar la mañana en Natural Foods. El segundo turno se estaba preparando para fichar. Les pedí que se reunieran unos minutos conmigo en el comedor, antes de empezar a trabajar. Como les ofrecía tiempo extra, aceptaron rápidamente. Decidí reunirme con el primer turno cuando saliera, quince minutos más tarde. Reuní también a todos los empleados de oficina que pude, dejando sólo los indispensables para contestar al teléfono. Como sólo disponía de unos minutos, fui derecho al grano. -He decidido poner las cartas boca arriba -les dije. Eso pareció captar su atención de inmediato-. Estamos contra las cuerdas. Me han dicho que si no empezamos a vender más helados, van a vender Dairy Cream. Si eso sucede, quién sabe cuál será nuestro último día de paga. Yeso me incluye a mí. Mis palabras borraron la expresión despreocupada de sus caras. Varios se inclinaron hacia delante. -¿Cuándo lo has sabido? -preguntó uno de los mezcladores. -Hace un par de semanas --contesté-o No estaba 42 Aprender a escuchar seguro de si decíroslo o no. Pero comprendí que todos estamos metidos en esto. Saldremos a flote o nos hundiremos como un equipo, tanto si nos gusta como si no. Las preguntas empezaron a brotar: ¿Qué cantidad adicional de helados necesitábamos vender? ¿Cuándo se tomaría la decisión? ¿Por qué era culpa de los empleados que el helado no se vendiera? Cuando se agotaron las preguntas, les expliqué que no estaba seguro de cuánto más teníamos que vender y para cuándo. Eso lo decidiría el señor Jones. -Pero -añadí¿por qué dejado en manos de la suerte? Todos tenemos cuentas que pagar y familias que alimentar. Sí, son nuestros representantes los que tienen que vender el producto, pero somos nosotros los que tenemos que darles el mejor producto posible para que lo vendan. »En estos momentos, quiero averiguar dónde estamos, en vuestra opinión, y qué podemos hacer para que Dairy Cream sea una compañía mejor. Para empezar, ¿qué opináis del trabajo que hacemos ahora? Se oyeron muchos murmullos. Oí: «Podría ser mejor, supongo», y «La verdad es que no había pensado en eso», antes de interrumpir el barullo. -¿Cuántos pensáis que tenemos el mejor helado del mercado? No se levantó ni una mano. -¿A cuántos les encanta trabajar aquí? De nuevo, recorrí la sala con la mirada, pero nadie levantó la mano. 43 EL FABRICANTE DE HELADOS -Está bien -dije. Antes me hubiera puesto furioso ante su sinceridad, pero recordé algo que Mike me había dicho: «Cualquier información es buena»-. Hemos identificado dos de nuestros mayores problemas: no fabricamos los mejores helados y a la gente no le gusta trabajar aquí. Veamos, ¿cómo podemos arreglado? Se produjo un silencio. Nadie se atrevía a hablar. Hice un nuevo intento. -¿Qué podemos hacer para mejorar nuestros productos? ¿Cómo podemos hacer que éste sea un lugar mejor para trabajar? -De nuevo, nadie dijo nada. Metí la mano en el bolsillo, saqué la cartera y anuncié-: Cien dólares para quien proponga la mejor idea. -Bueno -dijo Julie, una joven seria-, nos iría bien tener más luz. En algunas partes de la planta, está demasiado oscuro; no se ve bien lo que estás haciendo y no puedes apreciar la textura del helado. -De acuerdo -dije. El antiguo yo se habría quejado del gasto y habría dicho que ya había suficiente luz. Pero eran ellos los que hacían funcionar las máquinas, no yo-o Bien. ¿Alguien puede anotar estas ideas? Julie se ofreció voluntaria. -Unas batas de trabajo menos holgadas -dijo otro-o A veces se enganchan en las máquinas. -Un comedor más agradable, para que no nos importe hacer turnos extra. -Bien -los animé-o Seguid. 44 Aprender a escuchar y siguieron proponiendo ideas en las que yo nunca había pensado mucho, desde arreglar el pavimento del aparcamiento, que estaba lleno de agujeros, hasta mejorar la calidad de la fruta que añadíamos a nuestros helados especiales. -Son unas ideas geniales, amigos -dije, mirando la lista de Julie-. Claro que no podemos ponerlas en práctica todas de golpe ... -Claro -repitió, sarcástico, Kevin, el cínico de la compañía, despertando unas cuantas risas. -Pero voy a ver qué puedo hacer de inmediato. -Bien, ¿y quién se lleva los cien dólares? -preguntó Kevin. Me había olvidado del dinero. -Todos. Cogedlos y gastadlos en un buen almuerzo. Kevin cogió el billete nuevo que puse encima de la mesa. -Anda, pues por una vez vamos a comer gratis. 45 3 El secreto de LEO En los días que siguieron a mi reunión con los empleados, tuve tiempo para averiguar qué había pasado exactamente para que cambiara mi manera de pensar. Sin decido, Mike me había desafiado a reconsiderar cómo dirigía a las personas que tenía a mi mando. Por mucho que tratara de negado, él tenía razón. Yo tenía la costumbre de decidir simplemente lo que debían hacer, en lugar de escuchar lo que ellos tenían que decir y luego satisfacer sus necesidades. Comprendí que no era algo sin importancia. Era clave para hacer que la calidad formara parte de la manera en que trabajábamos. Igual que muchos directivos, según Mike, yo también culpaba a nuestros empleados o a nuestra vieja maquinaria de la falta de concentración de la empresa en la calidad. Pero comprendí que la calidad empieza por un liderazgo fuerte. Empieza porque yo escuche más atentamente a los tra- 47 EL FABRICANTE DE HELADOS El secreto de LEO bajadores y los clientes. Y reconocí que lo que era verdad en el trabajo, también lo era en casa. Quiero a mi esposa y a mis hijos, pero ¿de verdad escuchaba lo que tenían que decir? ¿Tenía por costumbre preguntar/es qué era importante para ellos, en lugar de dar por sentado que nuestros puntos de vista eran iguales? En los dos últimos días, Jean había observado la diferencia en cómo la escuchaba, a ella y a los chicos, durante la cena y en la forma en que les ayudaba con los deberes. En cuanto a la fábrica, mi nueva actitud ya había empezado a dar beneficios. Quería hablar con Mike de cómo había cambiado mi manera de pensar ... y averiguar qué tenía que hacer a continuación. Pero con todo lo que había que poner en marcha como resultado de las ideas que los trabajadores me habían dado, tuve que esperar hasta el lunes siguiente para volver a vedo. -Bien -dijo Mike, yendo directo al grano, en cuanto nos sentamos-o ¿Qué hay de nuevo? Le conté mi reunión con los empleados de Dairy Cream y las ideas que habían aportado para mejorar los helados y las condiciones de trabajo. -Al principio, se resistían a sincerarse, pero una vez que empezaron fue como si se hubiera roto una presa. Y lo mismo pasó con el otro turno. Me ofrecieron un montón de ideas sobre cosas que podemos hacer para que las condiciones de la planta sean mejores. Mike sonrió. -Me alegro. Reconócete el mérito, Pete. No rnu- chos directivos habrían tenido el valor de dar la palabra así a sus empleados. -Bueno, es que las situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas. -Quizá. Pero recuerda que lo que hiciste la semana pasada lo puedes hacer en cualquier momento, desesperado o no -dijo Mike-. De hecho, cuanto más escuches a tus empleados, menos desesperado estarás. Y lo mismo vale para los clientes. »Al tender la mano a los empleados, has labrado el campo, preparándolo para recibir las semillas de la calidad. Lo siguiente que tienes que hacer como director -añadió, sonriendo- es centrarte en lo que haces, no sólo en los resultados. -¿Qué quieres decir? -Como te dije cuando hablamos la última vez, cuando me concentro únicamente en los resultados, en los beneficios de la tienda, no nos va tan bien. Pero cuando me concentro en ayudar a la gente, nos superamos. 48 49 Concéntrate en lo que haces, no sólo en los resultados. »Déjarne que te lo explique en términos del golf. En una ocasión, le preguntaron a Jack Nicklaus, uno de los jugadores de golf más grandes de todos los tiempos, 11 EL FABRICANTE DE HELADOS El secreto de LEO con cuánta frecuencia miraba el tablero para ver su puntuación y la de sus contrincantes durante un torneo. Respondió que no lo miraba nunca hasta el último día. ¿Por qué? Porque si piensas en tu puntuación perderás la concentración que necesitas para lograr una buena puntuación jugando bien. Mientras que si te centras en las cosas que tienes que hacer para lograr una buena puntuación -golpear bien, prestar atención al viento y a la inclinación del green y la situación del banderín- la puntuación vendrá sola. Mike bebió un poco de café, dejando que captara bien el sentido de lo que me decía. -Yeso mismo es lo que pienso yo de esta empresa =-dijo-c-. Si nos ocupamos de nuestra gente -nuestros clientes internos- y hacemos lo necesario para satisfacer a nuestros clientes externos, desde tener los productos que quieren hasta hacer que su experiencia en nuestras tiendas sea la mejor que podamos ofrecerles, los beneficios parecen venir solos. Pero en cuanto empezamos a centrarnos únicamente en conseguir beneficios, perdemos de vista las necesidades de nuestros clientes y los beneficios desaparecen. -Bien -asentí-o Supongo que tiene sentido. Tengo que centrarme en lo que hacemos para conseguir los resultados, no en los propios resultados. Mi entrenador de baloncesto en el instituto nos decía que no nos preocupáramos del marcador, que jugáramos bien y que el marcador llevaría el control de los puntos. -Exacto -respondió Mike. -Pero ¿cómo se crea una cultura de la excelencia? -La calidad es el resultado de la suma del «poder de las personas» y lo que los gurus de la calidad llaman «poder del sistema»; en otras palabras, las personas que trabajan para ti, así como la manera en que haces las cosas al dirigir tu empresa. Los cimientos de la excelencia se ponen creando un equipo motivado. Y, como sabes, eso sólo sucede cuando valoras a tu equipo, a todos, desde el director general hasta el jefe de almacén, pasando por el contable y el obrero de la cadena de montaje. Una vez que has creado una fuerza laboral entregada y motivada -el poder de las personas- estás listo para concentrarte en el «cómo» haces las cosas. En Natural Foods utilizamos a LEO para que nos ayude. -¿Leo? -pregunté, confuso-o ¿Quién es Leo? Mike se echó a reír. -LEO no es una persona. Es un acrónimo que ideó Glen Goodwell. Significa Listen, Enrich y Optimize (Escucha, enriquece y optimiza). Se refiere a escuchar a los clientes, enriquecer los productos o servicios que ofreces y optimizar la experiencia del cliente. Forma parte del lenguaje que usamos todos, desde Glen Goodwell hasta Amy, la de la cafetería. Tú ya has aprendido a escuchar a tus clientes internos. Bien, pues ahora tienes que escuchar a los externos de la misma manera. -Uf -dije, dubitativo-. Puede que sea un planteamiento genial para una empresa minorista o de servicios, pero nosotros fabricamos helados. Vendemos he- 50 51 EL FABRICANTE DE lados a los minoristas. No tenemos clientes en el sentido tradicional. -¡Error! -exclamó Mike-. Ésa es una de las mayores equivocaciones que puede cometer una empresa: pensar que cuidar a los clientes no entra en su terreno. Déjame que te diga algo: si vendes algo, tienes clientes. y si tienes clientes, estás de servicio. Y si piensas seguir en el negocio, tu trabajo más importante es cuidar de esos clientes. Por ejemplo, si Dairy Cream quiere que Natural Foods sea un cliente en el futuro, harías bien en escuchar atentamente qué queremos. I I!I I Si vendes algo, tienes clientes. -De acuerdo -dije, reflexionando sobre lo que Mike acababa de decir-, pero en el éxito de Natural Foods debe de haber algo más. -Claro. La verdad es que sólo he empezado a hablarte de LEO. Pero en el momento en que me olvide de estos primeros principios básicos, ninguna otra cosa que haga tendrá importancia. -Bien. A ver si lo he entendido hasta aquí. Primero, tengo que motivar a nuestra fuerza laboral, mostrándoles lo importantes que son. Segundo, si vendemos algo, estamos de servicio. -Exacto -afirmó Mike, satisfecho. -Muy bien. Ahora háblame de LEO. 52 El secreto de LEO HELADOS -En el golf, para golpear bien la pelota, es preciso concentrarse en el swing. ¿Cuál es el primer paso para que tu swing no funcione? -La postura, el agarre. -Exacto. Si no coges bien el palo o si no tienes los pies colocados como es debido, no tendrás muchas posibilidades de golpear bien la pelota. Con LEO, el primer paso es escuchar. Escuchar a tus clientes, tanto a los internos como a los externos. Averiguar qué necesitan, qué quieren. En los negocios, si no escuchas bien, tienes pocas posibilidades de hacer bien cualquier cosa que importe. Todas las empresas dicen que escuchan, pero pocas lo hacen. Con demasiada frecuencia, acaban con el Síndrome del Pincha discos. Me eché a reír. -¿El Síndrome del Pinchadiscos? Y ¿eso qué es? -yo fui pincha discos en la universidad, lo creas o no. Eran los tiempos en que todo estaba en «álbumes». Ya sabes -añadió, con los ojos chispeantes-, aquellos enormes discos negros de vinilo que se tocaban en un tocadiscos. Escucha a tus clientes o consumidores. -Oooh, rriente. yeah -respondí 53 riendo, siguiéndole la co- EL FABRICANTE DE HELADOS El secreto de LEO -A lo que íbamos -continuó Mike-, cuando era pinchadiscos, ponía todas las canciones que me gustaban a mí, dando por sentado que a los demás también les gustaban, si es que tenían buen gusto. Mi jefe, que había trabajado en una importante emisora de radio de la ciudad, me dijo que aquél era el error más común entre los pinchadiscos y también lo que destruía los índices de audiencia. Me dijo que mi trabajo no era hacer que a los oyentes les gustara mi música, sino poner la música que les gustaba a ellos. Yeso sólo se averiguaba preguntándoselo. Así es como inventamos los programas donde los oyentes llaman por teléfono para pedir la música que quieren. Dinos qué quieres y nosotros lo ponemos. »En el caso de Natural Foods -añadióno sólo tratamos de averiguar qué quieren nuestros clientes en términos de variedad y marcas; tratamos de darles casi cualquier cosa que pidan. Es tan raro que un cliente pida algo que, cuando lo hacen, nos desvivimos por satisfacer su petición. Yeso tendría que valer para todas las compañías, tanto si venden a otras empresas como si fabrican ropa deportiva para los aventureros de fin de semana. -Pero ¿ese esfuerzo para dar a los clientes lo que quieren no hace que vuestro mensaje resulte confuso? Natural Foods es conocida por vender comida sana y saludable, sin conservantes ni aditivos, ¿no es así? Tenéis unos productos y alimentos preparados fantásticos -dije-o Sin embargo, también vendéis carne de terne- ra y de cerdo, por no hablar de la cerveza. ¿Eso no hace que el mensaje resulte confuso? -Es cierto que nos centramos en alimentos sanos y naturales. Y que nuestro nivel de calidad es innegociable. Yeso es exactamente lo que nos hace diferentes de la mayoría de tiendas, que venden de todo. Cuando entras en un establecimiento normal, si buscas productos naturales, tienes que mirar muy bien las etiquetas. Cuando entras en nuestra tienda, puedes coger lo que quieras de las estanterías. Porque sólo vendemos cosas naturales. Compensa ser conocido por algo y mantenerse fiel a ese algo. »Pero eso no significa que nuestros clientes tengan que apuntarse a todo lo que nuestros gerentes o nuestro director general creen que es sano. De lo que pueden estar seguros es de que todos nuestros productos son de alta calidad, frescos y hechos con alimentos naturales, tanto si están preparados en nuestras propias cocinas, hornos y plantas de elaboración, como en las instalaciones de las compañías con las que tratamos. »Nuestro director general y fundador, Glen Goodwell, es vegetariano. Pero sabía que si sólo vendía los productos que él quería comer, muy pronto se quedaría sin negocio. Lo que hizo fue preguntar a sus clientes, en la primera cooperativa que abrió, hace decenas de años, qué era lo que ellos querían. Observó qué tipo de productos se vendía más rápidamente y proporcionó más de la misma clase. Muchos de nosotros no comemos la mitad de las cosas que ofrecemos. A mí, por ejemplo, 54 55 EL FABRICANTE DE HELADOS no me gusta el trigo bulgur. Pero no es tarea nuestra aseguramos de que todo el mundo coma lo que nosotros comemos, igual que no es tarea de un empleado de una tienda de música imponer sólo la música que él escucha. En lo que estamos de acuerdo es en una valoración común de los alimentos más sanos disponibles. Dentro de ese ámbito, nuestra misión es dar a nuestros clientes lo que quieren. ¿Sabes quién es nuestro cliente ideal? -preguntó. -Me parece que no. Mike sonrió y dijo: -Cualquiera que quiera comprar nuestros productos. [Cualquiera! Cuando se fundó FedEx, el director general de la compañía la llamó así porque dio por sentado que los únicos que necesitarían sus servicios serían los de la Reserva Federal. No se le ocurrió que los alumnos de último curso del instituto los usarían para enviar sus solicitudes de ingreso en la universidad justo el día antes de que se cerrara el plazo, ni los abogados para enviar contratos urgentes ni las madres para mandar paquetes a sus hijos en el extranjero. Pero no competía a FedEx decidir quién iba a ser su cliente, sino sólo determinar qué servicio ofrecía la compañía. -¿Eso explica los letreros que veo anunciando unas bandejas de picnic especiales? -pregunté. La calidad la define el diente. 56 El secreto de LEO -¡Exacto! Cuando empezamos, nunca imaginamos que tendríamos éxito entre la gente que compra comida preparada para comer mientras ve el fútbol. Pero resulta que les encanta la comida fresca y deliciosa y nosotros hacemos todo lo que podemos para que vuelvan una y otra vez. En pocas palabras: la calidad la define el cliente. Y sólo sabrás cuál es su definición escuchándolo. -Así pues, el punto número uno es escuchar lo que tus clientes quieren, en lugar de darles lo que tú crees que quieren. -Bingo -dijo Mike, sonriendo-o Pero para satisfacer a los clientes es preciso algo más. ¿Sabes?, la mayoría de clientes tienen diversas necesidades diferentes. »La primera es la más básica; para satisfacerla sólo es preciso proporcionar justo lo mínimo que el cliente espera para que se vaya sin quejarse. Son cosas tan fundamentales que los clientes ni siquiera las piden; sencillamente las dan por sentado. En los coches, esperamos que arranquen siempre a la primera y que no nos dejen colgados. En los hoteles, esperamos una habitación segura, limpia y cómoda, como nos prometieron cuando hicimos la reserva. En nuestro caso, se da por sentado que la tienda estará bien abastecida con los alimentos que nuestros clientes esperan encontrar aquí; tiene que estar limpia y bien organizada y contar con unos empleados serviciales. En Dairy Crea m, vuestros helados tienen que ser de un cierto número de sabores, tener una cierta consistencia y calidad y venir en un buen envase. 57 EL FABRICANTE DE HELADOS El secreto de LEO »La segunda necesidad tiene que ver con los resultados. Cuando un cliente pide un cierto producto o servicio, ese artículo debe hacer lo que se espera que haga. Debe dar el resultado prometido. Si un comprador de coche le pide al concesionario que instale un sistema GPS o un aparato de DVD, el sistema o el aparato no sólo debe funcionar, sino proporcionar mapas de orientación útiles o un sonido de primera clase. Un coche que ofrece resultados de alto nivel se caracteriza por una conducción cómoda o una aceleración superior, no es ruidoso o tiene un equipamiento de lujo. Una tienda como la nuestra proporciona la variedad adecuada de selección, comodidad y servicio. Si no es así, los clientes se sentirán decepcionados y, finalmente, los perderemos. Si les prometemos una gran variedad de alimentos naturales de alta calidad y nuestra selección es sólo de nivel medio o si un cliente descubre que lo que ha comprado está lleno de aromatizantes y edulcorante s artificiales, se sentirá decepcionado y se marchará. Y quizá no vuelva. »La tercera necesidad del cliente es lo que definimos como ilusión; dar a los clientes ese algo extra que les llama la atención, que les encanta, y que hace que tu producto o servicio se destaque de los demás. Para nosotros, como detallistas, eso significa asegurarnos de que el servicio que nuestro personal proporciona sea tan excepcional como los alimentos que ofrecemos. Tenemos muchos empleados para atender a los clientes y darles explicaciones sobre todo lo que hay en la tienda y hacerlo con exactitud y entusiasmo. Buscamos medios para lograr que cada aspecto de la visita de un cliente sea positivo, desde el instante en que cruza la puerta hasta después de pasar por caja. Suena sencillo, pero te sorprendería saber qué número tan pequeño de empresas se esfuerzan por ofrecerle esta atención al cliente. Para un fabricante de coches, despertar esa ilusión puede significar crear un modelo híbrido de todoterreno que consuma menos gasolina o un nuevo modelo con mucho estilo que atraiga a los usuarios más jóvenes. En Dairy Cream, quizás introduciríais un nuevo helado dietético para los hijos de la generación del baby boom o un nuevo postre helado para añadir a la línea de productos. Sin estas innovaciones, es posible que el cliente no se queje ni se sienta necesariamente desilusionado, pero con ellas, desde el café gratis en una tienda tipo VIP o los auriculares que te ofrecen en un vuelo, desde la asombrosa capacidad de un nuevo producto como el iPod hasta la creación del sistema de comunicaciones OnStar, ideado por GM, para prestar ayuda a los automovilistas que la necesitan, se puede poner a disposición del cliente algo que aumente de forma espectacular su satisfacción ... y su lealtad. »Clen Goodwell descubrió que la mayoría de empresas de Estados Unidos son mejores ofreciendo "ilusión" --ese fogonazo, esa chispa-, que satisfaciendo las necesidades "básicas" del consumidor -dijo Mike. 58 59 EL FABRICANTE DE HELADOS El secreto de LEO -¿Cómo es eso? -Bueno, no son sólo los clientes los que se entusiasman por un nuevo atractivo extra. Los empleados y las empresas también se ilusionan con su oferta. Es divertido deslumbrar. A todo el mundo le gusta encestar un triple; no es tan apasionante interceptar a otro jugador. Sin embargo, si no puedes hacer las jugadas normales, ese enceste triple no te va a servir de mucho. -Tienes razón -reconocí, tomando otro sorbo de café. -Deja que te cuente algo que me pasó el mes pasado. Volaba de vuelta a casa, después de una reunión de negocios en la sede central. Viajaba en clase turista, sólo un par de filas detrás de la primera clase. Un hombre anciano, de unos setenta y cinco años, estaba sentado en el asiento de pasillo de la primera fila. Acababan de subir a bordo los últimos pasajeros, cuando este caballero le pidió un vaso de agua a la azafata. Y ella le dijo: «Lo siento, señor, pero no está usted en primera clase. Sólo servimos bebidas antes de despegar a los pasajeros de primera clase». -No puedo creérmelo -protesté-o ¿Se negó a dade un vaso de agua? -Sí -dijo Mike-. Al oído, un hombre más joven, que estaba sentado al otro lado del pasillo, le preguntó a la azafata: «¿Quiere decir que no le puede traer un vaso de agua a este señor?» «No, señor -respondió la azafata, manteniéndose en sus trece-o Es un servicio restringido a los pasajeros de primera clase.» No podía o no quería tomar decisiones por sí misma; lo único que sabía hacer era repetir como un loro las normas de la compañía aérea. Bueno, pues el joven se levantó, fue hasta la zona donde se guardan las bebidas, cogió una botella de agua, un vaso de plástico, en el que metió unos cubitos de hielo, y una servilleta y se dirigió al asiento del anciano. «Aquí tiene, señor. Espero haber satisfecho sus deseos.» Para entonces todos estaban pendientes de lo que pasaba. Cuando el joven le sirvió el agua al anciano, la clase turista rompió en aplausos. -Bien por el chico -dije, sorprendido de lo mucho que me había disgustado el relato de ese incidente-o ¿Y qué hizo la azafata? -No volvió a aparecer hasta que despegamos. Entonces salió, como si no hubiera pasado nada. Pero la crispación de su cara traicionaba sus sentimientos; en su interior estaba furiosa. Todos teníamos muy claro que no lamentaba lo más mínimo su negativa a ayudar al anciano. El mensaje que transmitía era que ni él ni ninguno de nosotros le importaba lo más mínimo. Sólo le irritaba haber quedado en evidencia delante de los pasa- 60 61 La mayoría de empresas de Estados Unidos son mejores ofreciendo «ilusión» que satisfaciendo las necesidades «básicas» del consumidor. EL FABRICANTE DE HELADOS jeros. No tenía ni idea de la primera norma de la empresa, la que dice que lo primero y más importante es el cliente. Es probable que nunca la tenga. Es un ejemplo perfecto de alguien sordo a los clientes. Yeso es cierto de muchas empresas; no escuchan a sus clientes. -Vaya historia -dije-o Pero la verdad es que plantea un problema. ¿Y si todos los pasajeros se ponen a pedir agua? -Buena pregunta -dijo Mike-. En Natural Foods les decimos a los empleados que manejen las «excepciones» de esta manera: primero, si pueden, tienen que ayudar al cliente, pero, al hacerla, deben informarle de que están haciendo algo especial; pueden decirle: «Normalmente, sólo servimos bebidas a los clientes de primera clase antes de despegar, pero en su caso, haré una excepción». Esto le hace saber al cliente que está recibiendo un trato especial y también informa a los demás de que no todos pueden pedir agua. En aquel vuelo, a ninguno nos hubiera importado que no nos dieran un vaso de agua antes de despegar. Nos habría encantado ver que la azafata ayudaba al anciano. »Piensa en lo que ese vaso de agua le cuesta a la compañía aérea -añadió Mike-. ¿Cinco centavos? ¿Diez? ¿Y cuánto le costó no dárselo? ¿Cuántos pasajeros de aquel vuelo habrán contado la historia a otros? Mira, yo mismo llevo un mes contándosela a todo el personal. ¿Cuántas personas harán lo imposible por no viajar con esa línea, simplemente porque le negaron un vaso de agua a un pasajero? 62 El secreto de LEO »Me asombra el número de compañías que economizan en nimiedades y luego despilfarran el dinero a manos llenas =-continuó-c-. En Natural Foods, nuestra norma más importante es ayudar a la gente. Ayudar a los clientes. Tanto da si fabricas coches o vendes comestibles, si tu cliente es otra empresa o un consumidor. No puedes perder un cliente por negarte a hacer algo que te pide, en especial algo tan sencillo y barato como darle un"vaso de agua. Pensé en el discurso de ventas que le había soltado a Mike la semana anterior y empecé a ver por qué había fracasado tan rotundamente. Como Mike me había señalado, no estaba pensando en lo que Natural Foods necesitaba. Y, sin ninguna duda, no pensaba en lo que sus clientes necesitaban. Pensaba en lo que nosotros necesitábamos. Sí, pensaba que teníamos un producto competitivo y de buena calidad. Pero, como Mike me dejó muy claro, la calidad la define el cliente; en este caso Natural Foods o, más importante todavía, el usuario final, las personas que compraban y consumían nuestros helados. Y raras veces nuestra empresa se había preocupado de preguntarles siquiera qué querían. No escuchábamos. -¿Sabes? -dije-, pensando en todo esto, no puedo menos de sentirme abochornado por la manera en que te abordé. -Pete, me abordaste de la misma manera que me aborda el noventa por ciento de las empresas de cualquier sector; como vendedor. Y tengo que reconocerte 63 EL FABRICA TE DE HELADOS algo; te mostraste más apasionado que la mayoría. Estaba claro que creías en tu producto y en tu gente yeso es un buen comienzo. Pero estabas centrado totalmente en vosotros -en por qué yo tenía que compraras vuestros helados- en lugar de preguntarme qué quería, qué creía que querían nuestros clientes y cómo podíais ayudamos a proporcionárselo. Parece un cambio sin importancia, pero hay una enorme diferencia. » Es preciso que, por un momento, dejes de lado tus preocupaciones sobre cómo alcanzar la cuota de ventas o aumentar los beneficios y pienses en cuidar de las personas que son tus clientes. Las compañías que actúan así, ganarán un dinero más que suficiente y se sentirán bien. Salí de mi reunión con Mike con mucho en que pensar. Al repasar lo que Mike me había dicho sobre escuchar al cliente, comprendí que eso era lo que teníamos que hacer en Dairy Cream. Teníamos que saber más sobre lo que pensaban nuestros clientes de nuestros helados y de nuestros envases, de nuestros precios y campañas de promoción. Tanto los restaurantes, las tiendas de 24 horas, las cadenas de alimentación y los concesionarios que trabajaban nuestra marca, como los consumidores finales, las personas que consumían nuestros helados. Lo primero que hice en los días siguientes fue convocar una reunión de todos los vendedores. Sin embargo, en lugar de pedirles que vendieran más -la clase de 64 El secreto de LEO discurso motivacional que sabía que esperabanles pedí que hablaran con sus clientes; que averiguaran qué pensaban que hacíamos bien y qué hacíamos mal, dónde estábamos en comparación con otros fabricantes de helados en cuanto a calidad, precio o promociones y regalos; que les preguntaran qué podíamos hacer, en su opinión, para ayudarlas a vender más nuestra marca. Dedicamos más de una hora a revisar una lista que yo había preparado con el tipo de preguntas que debían hacer. Además, les animé a no quedarse sólo en eso, sino a iniciar un diálogo sincero y continuado con los clientes, pidiéndoles su opinión y sus consejos sobre cómo podíamos ayudarlas. A continuación, con el consentimiento, poco entusiasta, del propietario, Malcolm Jones, contraté a una empresa de marketing para que organizara varios grupos de análisis con clientes normales, para averiguar qué pensaban de nuestros helados y qué era lo que les gustaba más. Pero lo más inteligente que hice fue acudir a los empleados y pedirles que hablaran con sus amigos, vecinos y parientes para descubrir qué esperaban y deseaban las personas con quienes estaban en contacto. Y una de las ideas -franquiciar tiendas de helados propias, especializadas en la gama alta, al estilo de Ben & Jerry, para grabar mejor nuestro nombre de marca y nuestros helados en los consumidoresme entusiasmó de verdad. 65 4 No necesitamos un Steve Jobs Cuando volví a ver a Mike una tarde, varias semanas después, le hablé de los progresos que habíamos hecho poniendo en práctica la primera parte de LEO. Se alegró muchísimo. -Enhorabuena -dijo sonriendo-o Parece que estás haciendo lo acertado. En Natural Foods he averiguado que cuando escuchamos a los clientes como deberíamos, nos ayudan a orientarnos para satisfacer sus necesidades y deseos en cada momento. Bien mirado, ninguna empresa puede seguir haciendo lo mismo que hacía seis años atrás ... ni siquiera seis meses atrás. Pero no había que echar las campanas al vuelo; era preciso volver a la dura realidad. La verdad era que sólo estaba dando los primeros pasos de un largo camino hacia la calidad en Dairy Cream y sabía que se me estaba acabando el tiempo. -Bien, y ¿ahora qué? -pregunté, temiendo la respuesta. 67 EL FABRICANTE DE HELADOS Mike sonrió de nuevo. -¿Listo para la siguiente lección? -Por supuesto. -De acuerdo. Mira, cuanto más específicos descubrimos que son los deseos de nuestros clientes, más matizadas deben ser nuestras soluciones. -Soy de la misma opinión -dije. -Eso nos lleva a la segunda parte de LEO; enriquecer. No es suficiente escuchar a nuestros clientes. Debemos responder enriqueciendo su experiencia y su percepción de nuestro establecimiento y de nuestros productos y servicios. Y para hacerlo, necesitamos nuevas ideas y No necesitamos un Steve Jobs Pensando en lo raro que era conseguir el apoyo de una cajera para atender el puesto de información, le pregunté: -¿Esto sucede con frecuencia? -Buena pregunta -dijo Mike-. ¿Jenny? -Bueno, en una de las reuniones del personal--explicó-, hace ya tiempo, decidimos que todos teníamos que aprender a desempeñar una segunda tarea en la tienda, para que nos resultara más fácil sustituir a un compañero durante unos minutos o, incluso, un par de días, si alguien tenía que ausentarse inesperadamente. De esa manera, todo sigue funcionando sin problemas, sin importar quién esté aquí. Y como resultado, hemos acabado confiando un poco más los unos en los otros, lo cual nos une más como equipo. -Una gran idea -reconocí. necesitamos innovadores. -¿Cuántos innovadores se puede permitir una empresa? -pregunté-o Los Steve Jobs no son baratos. -Estoy seguro de que no. Pero nosotros vendemos productos alimentarios -respondió Mike-. No necesitamos a un Steve Jobs. ecesitamos empleados y chicos de almacén y jefes de sección con los ojos bien abiertos y una cabeza que funcione. Y de eso va el primer paso de enriquecer; comprender que esa actividad afecta a todo el mundo. Acompáñame un momento, por favor -dijo, poniéndose en pie. Fuimos al mostrador de información, donde encontramos a Jenny, la misma que me había ayudado a encontrar a Mike en mi primera visita, charlando con un cliente. Cuando quedó libre, Mike le preguntó si podíamos hablar con ella. Jenny pidió a una de las cajeras que cubriera su puesto antes de unirse a nosotros. -De hecho, fue una idea de Jenny -dijo Mike-. atural Foods se levanta sobre mil grandes ideas. Y yo sólo soy responsable de una docena, como máximo. Como ya has descubierto, si quieres conseguir las mejores ideas, tienes que preguntar a tu gente. Saben más que nadie sobre lo que hacen cada día. -Oye, Mike, déjame que llame a Margot -dijo Jenny-, para que pueda hablarle a Pete de las colas en las cajas. 68 69 Unos momentos después, vino Margot para hablar con nosotros. +-Por nuestras reuniones semanales de análisis de los grupos de los clientes --explicó Mike-, averigua- EL FABRICA TE DE HELADOS No necesitamos un Steve [obs ducir las colas en las cajas. -El año pasado fui a Las Vegas por primera vez en mi vida -dijo-o Lo pasé de fábula y gané unos cuantos dólares. Pero lo más importante fue que aprendí mucho del negocio. Cuando estás en Las Vegas, nunca, jamás, tienes que esperar a que quede libre una máquina tragaperras o una mesa de blackjack. Siempre hay una abierta, esperándote. Si en un determinado momento se necesitan diez mesas, siempre parece haber doce disponibles. Así que se lo pregunté a uno de los je- fes de sala, y éste me dijo: «¿Por qué tendríamos que hacerla esperar para apostar su dinero?» Tenía sentido. Tanto si adoras Las Vegas, como si la odias, no se puede negar que son los reyes en el servicio al cliente. -¡Imagínate cómo sería Las Vegas si la dirigiera el Departamento de Vehículos a Motor! -dijo Mike-. No volverías una segunda vez, jamás. =-Triste, pero cierto -dijo Margot-. Como decía, en una de las reuniones, una semana después de volver de Las Vegas, pensé: ¿Por qué tenemos que hacer esperar a los clientes que han comprado nuestros productos para damos su dinero? Me parece que deberíamos tener muchas ganas de permitir que nos pagaran, no de hacerlos esperar. No sólo es un motivo de irritación para ellos, sino que es una estupidez por nuestra parte. Nos esforzamos mucho para que vengan a nuestra tienda y para ofrecerles los artículos que quieren. ¿Por qué tenemos que estropearlo todo en el momento de pagar? »Cornprendí que, al igual que en los casinos, siempre debía haber cajas disponibles. Los clientes nunca debían verse obligados a esperar para damos su dinero. En nuestro equipo todos estuvimos de acuerdo. Así que doblamos el número de cajas, primero hasta diez y luego hasta veinte. Y alguien propuso que las colocáramos en ángulo para que parecieran menos apabullantes y ocuparan menos espacio. Y gracias a otra propuesta de uno de los miembros del equipo, colocamos las cajas en el extremo más alejado de los ventanales, para que no se vieran al entrar. Así que ahora los clientes entran y se 70 71 mos que una de las cosas más importantes para los clientes era la comodidad. Les importa tanto como la selección, el servicio y el precio, o puede que más. Así que decidimos servirles mejor reduciendo el tiempo necesario para pagar en las cajas. Las grandes empresas se levantan sobre mil grandes ideas. Para conseguir las mejores ideas, hay que preguntar a los empleados. -¡Qué gran idea! =-exclamé-c. No hay nada que odie más que hacer cola. -La idea fue de Margot -dijo, presentándomela-o Veía ese problema cada día, en su caja. Aceptando la invitación de Mike, Margot explicó cómo había iniciado la estrategia de la tienda para re- EL FABRICA TE DE HELADOS encuentran, en lugar de las cajas, con un deslumbrante despliegue de nuestros productos. Por añadidura, pasan junto a más productos para llegar a las cajas. Los artículos extra que cogen de camino compensan con creces los cambios que hicimos. » y finalmente, asignamos un empleado a cada una de las cajas, para que los clientes no tuvieran que esperar. -Pero, con el nuevo sistema, ¿no tienen muchos empleados esperando, sin hacer nada, buena parte del tiempo? -Véalo usted mismo -dijo, volviéndose hacia las cajas-o Tenemos ocho cajeros en su puesto. Son las dos de la tarde, un momento en que no hay mucha gente, y seis de los ocho tienen clientes. Decidimos tener siempre abiertas dos cajas más de las que necesitamos ... como en las mesas de blackjack de Las Vegas. -Pero ¿tienen veinte cajeros de servicio? ¿Dónde están los demás? Mike y Margot sonrieron al mismo tiempo. -Acompáñenos -dijo Margot, y nos alejamos de No necesitamos un Steve [obs cuenta de que se necesita que haya otra caja abierta -explicó Margot- sencillamente enciende la luz verde de tu puesto. Tú miras, ves la luz y sabes que tienes que atender la caja. Esto nos mantiene flexibles, hace que nuestros pasillos tengan un aspecto de primera, que las cajas funcionen a toda velocidad y que los clientes pasen lo más rápidamente posible. -Además, crea un mayor sentido de la responsabilidad entre todos los miembros del equipo -añadió Mike-. Todos están pendientes de todos, como sucede en cualquier buen equipo. Mientras estás en una caja, tienes que prestar atención a la afluencia de clientes y abrir y cerrar cajas según vayan las cosas. Y cuando no estás en las cajas, aportas tu ayuda de otra manera. Si eres el encargado del pasillo doce, el de la pasta, te aseguras de que tenga buen aspecto. o quieres que tu zona tenga un aspecto descuidado cuando estás de servicio. »Lo fundamental -concluyó Mike- es que, a diferencia de la mayoría de tiendas de alimentación, aquí la experiencia del cliente no es la de tener que hacer cola para pagar, sino sólo la de comprar. Cuanto menos tiempo pase esperando para pagar, más tiempo tendrá para comprar nuestros productos. Y antes deseará volver. las cajas. En cada uno de los pasillos que llevaban a las cajas, había una persona con un uniforme verde oscuro reponiendo productos en las estanterías, ordenando los exhibidores, hablando con los clientes ... pero, siempre, con un ojo en su caja y en la luz verde que hay encima y que indica que es necesario que acudan a su puesto. -Cuando uno de tus compañeros en las cajas se da -¡Guau! -exclamé-o Ahora entiendo por qué a mi esposa le encanta venir aquí, incluso durante las horas en que hay más gente. -Me alegra mucho saberlo. ¡Ése es nuestro objeti- 72 73 EL 1 1 FABRICANTE DE HELADOS va! -dijo Mike-. Pero Margot y sus amigos dieron todavía un paso más. A alguien del equipo de cajeros se le ocurrió la idea de organizar las colas al «estilo de los bancos», con una única hilera de clientes, que iban a cualquier caja que estuviera abierta, así no tenían la preocupación de equivocarse al elegir la cola. Además, es más eficaz, dado que en cada caja sólo suele haber un cliente a la vez. -Muy práctico -dije. -Eh, que fueron los bancos quienes lo inventaron, no nosotros -apostilló Margot-. Nosotros sólo fuimos lo bastante listos como para aplicado a las tiendas de alimentación. La verdad es que nos ayudó a atraer a los clientes que compran al salir del trabajo y que siempre tienen mucha prisa por llegar a casa. En especial, nos ayudó a hacer que entraran los hombres. -y lo que me encanta de todo esto -añadió Mike- es que tomamos prestadas las mejores ideas de muchos sitios diferentes. Constantemente, buscamos maneras de mejorar lo que hacemos, de servir mejor a nuestros clientes y hacer que su experiencia de compra sea buena. De forma continua, ideamos maneras de hacer las cosas más rápidamente, mejor y con una mayor eficacia y, al final, eso tiene como resultado más clientes, clientes más satisfechos y mayores beneficios. 74 No necesitamos un Steve Jobs Un perfeccionamiento continuo »Mira -continuó Mike, mientras volvíamos a la cafetería-, pensar de forma innovadora nos ayuda a hacer mejor las cosas. Piensa en todas la «reglas» que rompieron las personas que se negaron a aceptar que «así son las cosas», para que ahora aceptemos como normales la fuerza de la gravedad, la democracia, los aviones, la radio y la televisión. -Los viajes espaciales -aporté, a modo de ejemplo. -¡Exacto! -dijo Mike-. La lista es larga. Pero cada una de las personas que aportaron esas ideas pertenecía a una pequeña minoría. Por eso recordamos sus nombres y no los de los miles que decían que no se podía hacer, sencillamente porque nunca se había hecho antes. Sus nombres se han perdido y quizás es justo que así sea. »Si quieres permanecer en cabeza de tu sector, y no importa cuál sea, es preciso que vuelvas a inventar la rueda una y otra vez. Si estás en el sector del automóvil, tienes que crear coches que consuman menos, que estén dotados de más medidas de seguridad, de sistemas de navegación y de mantenimiento más sofisticados, que cuenten con una tercera línea de asientos abatibles y más soportes para poner vasos. Para mantenerte por delante de la competencia, es preciso que, cada día, pienses en cómo mejorar el producto y el servicio que ofreces. 75 EL FABRICANTE DE No necesitamos un Steve [obs HELADOS Es preciso que, cada día, pienses en cómo mejorar el producto o servicio que ofreces. dos y ellos también preguntan a los clientes. Tenemos reuniones donde lanzamos todo tipo de ideas. Ésa es la parte divertida. Si quieres que se te ocurran ideas creativas para satisfacer al cliente, tienes que pensar de forma creativa y trabajar de forma creativa. No tiene que avergonzarte tomar prestadas ideas de otras empresas y culturas. Lo que nosotros hacemos es reunir a unas cuantas- personas alrededor de una mesa, elegir algo que nos preocupe y generar el máximo de ideas posible para solucionado. Si quieres que las ideas no dejen de brotar, no puedes criticar a nadie por proponer algo que no funcionará. -Esto también se aplica en nuestro caso -continuó Mike-. ¿Quién, en su sano juicio, contrataría a veinte empleados para atender diez cajas con el fin de que ocho clientes paguen a las dos de la tarde? Pues, mira, si lo organizas bien, funciona. Y ¿qué nos cuesta en realidad un empleado, si cada uno nos aporta aunque sólo sea un uno por ciento más de ganancias? No conseguimos crear todo esto -dijo, señalando con un amplio gesto circular toda la tiendahaciendo que nuestros clientes tuvieran que esperar de diez a quince minutos para damos su dinero. » uestro éxito, en esencia, se resume en tres factores: »Primero: un fuerte deseo de cambiar nuestra manera de hacer las cosas siempre que vemos algo que creemos que podemos hacer mejor. »Segundo: la disposición para salimos de los caminos trillados a fin de dar con la mejor solución posible. »Y tercero: las ganas de mejorar todo lo que hacemos. Eso significa prestar atención a todos y cada uno de los detalles, por nimios que sean. -Pero ¿cómo se te ocurren todas esas ideas? -¡No soy tan listo como parezco! -dijo Mike, riendo-. Pregunto a los clientes. Pregunto a los emplea- »Lo más importante de todo es que tienes que pensar yendo más allá del statu qua -prosiguió Mike-. Sólo porque siempre hayamos hecho algo de una determinada manera, eso no significa que tengamos que seguir haciéndolo igual. Hace décadas, Robert F. Kennedy solía decir que mientras muchos miran cómo son las cosas y dicen: «¿Por qué?», él miraba lo que podía ser y decía: «¿Por qué no?» Ésa es la actitud que yo trato de alimentar. Quiero que todos nuestros empleados piensen así. 76 77 -Pero gunté. ¿y si, de verdad, son ideas tontas? -pre- -Si quieres que todos aporten algo, no hay ninguna idea tonta -exclamó Mike-. Déjalas volar. Lo que buscas son las ideas que arraigan. La clave para encontradas es crear el tipo de ambiente que no penaliza la creatividad, sino que la recompensa. EL FABRICANTE DE HELADOS Crea un ambiente que recompense la creatividad. Toda la carne en el asador -Pero el tiempo también es dinero -dije-o Con todas esas reuniones, ¿no corréis el peligro de dedicaros a construir castillos en el aire, y perder de vista lo importante? -Podría ser -reconoció Mike-, si no nos centráramos en idear proyectos específicos y bien definidos que sabemos que podemos completar. »Decidimos qué ideas queremos llevar a la práctica, las reducimos al mínimo de pasos posible y luego empezamos a concretar quién va a hacer qué y cuándo. Sin metas ni plazos ni liderazgo no hay claridad de enfoque ni urgencia ni responsabilidad. Mientras que tal como lo hacemos nosotros las cosas se hacen, créeme. -Pero sois un establecimiento minorista, no una fábrica -observé-o Mejorar los procesos de fabricación no es tan sencillo. -Pete, estos principios tienen la misma validez en todos los casos. Como sabes, nosotros también somos fabricantes. Horneamos nuestros propios productos y cocinamos la mayoría de las comidas preparadas aquí mismo. No sólo los vendemos. Y si la calidad de nuestros panes y bollería no está a la altura, nos enteramos. 78 No necesitamos un Steve Jobs Pero aplicamos los mismos principios; el deseo de cambiar, la disposición para pensar fuera de lo trillado, el impulso constante de mejorar para hacer que nuestro pan o nuestra bollería sean los mejores, más nutritivos, frescos y de más alta calidad. Los miembros del equipo que trabajan en la panadería tienen autoridad para detener la producción en cualquier momento, si ven que algo no ya bien o creen que la masa carece de la textura o consistencia apropiadas. Buscamos, constantemente, maneras de mejorar la calidad de los ingredientes, la limpieza de las operaciones y la eficacia en la manera de elaborar la masa y cocer el pan. Comprobamos, constantemente, que la temperatura de los hornos sea la precisa. Si cualquier parte de la línea de producción no funciona bien o corre el peligro de averiarse, la arreglamos antes de que se estropee. Todo lo que hacemos cuando preparamos los alimentos gira en torno a mantener una calidad alta y constante. Igual que aquí, en la tienda, constantemente buscamos nuevas ideas para mejorar todo lo que hacemos. Después de mi reunión con Mike, llegué, también esta vez, a la fábrica de Dairy Cream desbordando energía. Mike había concluido nuestra conversación con unas palabras que no podía olvidar: «Hacer que la calidad sea parte integrante de todo lo que haces no es algo que surja como resultado de unas buenas intenciones y de un eslogan hábil. La cali- 79 1""" i ,H ~ EL FABRICA I TE DE No necesitamos un Steve Jobs HELADOS l' 1 ,: I I . 1" 1111 ~ i dad no es un valor vago que se consiga sencillamente levantando el ánimo de los trabajadores. Primero tienes que preguntades qué funciona y qué no funciona, algo que ya estás haciendo. Y luego tienes que darles la clase de herramientas e incentivos que les permitan poner en práctica lo que funciona.» Sentado en mi despacho, primero llamé a Malcolm jones, el propietario, para pedirle los recursos necesarios para poner en práctica algunas de las ideas que nuestros empleados habían presentado en la reunión de la semana anterior. Por supuesto, era lo último que quería oír. Pero le expliqué que necesitaba el dinero para tratar de hacer lo que él había pedido; aumentar las ventas y los beneficios. -Delvecchio, conseguirás ponerme furioso. ¿Acaso te crees que se trata de una broma? Espero ver resultados y verlos ya, si es que quieres conservar tu puesto. Al pensar en mis hijos y en la hipoteca se me hizo un nudo en el estómago. Pero sabía que estaba haciendo lo acertado. Le dije que lo único que quería era algo de dinero para comprar pintura, bombillas, equipa miento de seguridad y unas cuantas pizzas para cualquiera que quisiera venir a echar una mano. No conseguí convencedo hasta que le prometí que si me daba lo que necesitaba, yo le daría un par de docenas de horas de trabajo sin cobrar. Al final, aceptó aportar unos pocos miles de dólares; calderilla para una empresa de nuestro tamaño, pero una inversión que era casi un récord para un propietario famoso por su tacañería. _80 -¡Y ahora quiero ver resultados o de lo contrario ... ! Pero cuando colgué, comprendí que ésta era sólo la primera de las dos «ventas» que tenía que hacer. Y la segunda seguramente iba a ser mucho más difícil. Pedir dinero para remozar la fábrica era una cosa; pedirles a los obreros unas cuantas horas gratis de su tiempo era harina de otro costal. Convoqué dos reuniones consecutivas más con los dos turnos. Julie trajo la lista de ideas que los obreros ha bían propuesto la semana anterior y las leyó en voz alta. Cuando acabó, Kevin, el bufón titular, añadió unas cuantas más: «Instalar una piscina y un gimnasio» y «construir un campo de golf de nueve hoyos», que provocaron algunas risas. Los trabajadores también subrayaron lo escépticos que eran sobre que saliera algo de nuestras reuniones. Me lancé de cabeza. -Esta lista vuestra -volver a pintar la fábrica, mejorar la iluminación, instalar más equipamiento de seguridad y una mezcladora mejor, renovar el comedores buena. -¿Pero ... ? -dijo risitas más. Kevin, despertando unas cuantas -Pero nada. Hagámoslo. El señor Jones acaba de aprobar las mejoras. Este comentario captó la atención de la audiencia. -Sin embargo, hay una pega. -¿Que nos lo descuenta de la paga? -dijo Kevin, provocando más risas. 1 81 EL FABRICANTE DE No necesitamos un Steve Jobs HELADOS -No -les aseguré-o Incluso está dispuesto a desembolsar un poco de dinero extra para pintura y un equipamiento de primera. Pero no está dispuesto a pagar la mano de obra. Así que, si estáis dispuestos a venir este sábado, de nueve a tres, para mejorar vuestro lugar de trabajo, podemos hacerlo. Y el señor Jones pagará un almuerzo comprado en Natural Foods. Oí a unos cuantos mascullar «De acuerdo», mientras que otros se limitaban a gruñir, hasta que interrumpí el barullo. -Chicos, nos pasamos aquí ocho horas cada día, como mínimo. Y a ninguno de nosotros le gusta el aspecto de la fábrica por fuera ni la sensación que produce por dentro. A cambio de unas cuantas horas, podemos hacer que las dos mil horas que pasamos aquí cada año sean mucho más seguras, más eficaces y más agra- oportunidad. conmigo? Bien -dije, mirándolos-, ¿quién está La mitad de las manos se levantaron de inmediato y la otra mitad lo hizo al cabo de unos segundos ... incluyendo la de Kevin. Sonreí, aliviado. -De acuerdo -dije-o Concretemos. ¿Quién quiere estar en el equipo de pintura? Repasamos cada tarea, asignando personal a cada una, desde comprar las luces y el equipa miento a preparar las zonas que íbamos a mejorar. Casi al final de nuestra primera reunión de media hora, oí la voz de alguien sorprendente, la tímida Sheila. -Si mejoramos este sitio lo suficiente -dijo-, quizá podríamos invitar a los clientes y las escuelas a visitamos. Dejarles que vieran cómo hacemos los helados y que luego los probaran. -Es una manera inteligente de promocionar la empresa y generar un poco de buena voluntad en la comunidad -reconoció Kevin. dables. Hubo algunas reacciones positivas a esto, pero necesitaba el apoyo de todos. -¿Cuándo fue la última vez que el señor Jones puso dinero aquí? -pregunté. Era la clase de comentario que me podía ganar el despido, pero ya corría ese peligro, de todos modos-o Pues bien, nos ha dado el dinero para poner en práctica las sugerencias que hicisteis. Os ha escuchado. Y yo os escucho. Si no seguimos adelante, ¿qué dice eso de nosotros? Que somos nosotros los que no tenemos ningún interés. Pero si logramos hacer esto, quizá su actitud cambie, igual que la nuestra. No podemos permitimos dejar pasar esta Mike tenía razón. A veces, las grandes ideas nacen de otras ideas, grandes o pequeñas. -Muy bien -dije-o Es un gran primer paso. Quiero trabajar con vosotros y con nuestros clientes para conseguir que nuestros helados sean los mejores. Ya había decidido crear grupos de análisis para determinar exactamente qué les gusta y qué no les gusta a nuestros clientes -y a los consumidores en generalde nuestros helados y encontrar medios para mejorar nuestros productos. Pero decidí reservarme esta parte 82 83 .• EL FABRICANTE DE HELADOS para más adelante. Por el momento, era suficiente que los clientes internos se embarcaran conmigo. Acabamos la reunión con el ánimo alto ... algo que no hubiera pensado nunca que estuviera a nuestro alcance. 5 En busca de la perfección Una par de semanas más tarde, me encontré conduciendo hacia Natural Foods, sin haber concertado una cita, confiando en que Mike podría dedicarme un poco de tiempo. No cabía en mí de alegría por las buenas noticias que quería darle. Todavía desbordaba entusiasmo desde el gran acontecimiento del sábado, cuando nuestros empleados remozaron nuestro espacio de trabajo, lo que Sheila llamó dar el «Primer paso». Hice que estamparan camisetas para todos con ese lema en el pecho e hice que las repartieran el sábado por la mañana para que pudiéramos trabajar con ellas puestas y tener más aspecto de equipo. Había radios sonando a todo trapo, críos corriendo arriba y abajo ayudando como locos y un millón de voltios de energía positiva dirigidos hacia nuestro trabajo y hacia los demás. Un equipo lavó la parte exterior del edificio y la pintó de un blanco luminoso. Uno de los empleados 84 85 EL FABRICANTE DE HELADOS En busca de la perfección con dotes artísticas pintó un mural con un arcoiris que iba desde unas nubes algodonosas a un enorme envase de helado. Me sorprendió ver la cantidad de talento escondido que había entre el personal. Otro equipo fregó a fondo el interior de la fábrica y lo pintó de un atractivo color hueso, lo cual hizo que la luminosidad del interior aumentara de inmediato. El efecto se vio multiplicado por diez cuando instalamos luces más potentes encima de cada línea de producción. Desembalamos algún equipamiento de seguridad nuevo y sustituimos varias de las máquinas más viejas. Pero el plato fuerte fue la cafetería. Sólo limpiar las sucias ventanas que daban al aparcamiento ya representó una enorme diferencia. El equipo del comedor pintó las paredes de un elegante beis, colgó cuadros e imágenes de escenas de la naturaleza y enmoquetó la sala de quince por veinte con una moqueta de color marrón acogedor. Kevin, el cínico de la compañía, había trabajado para un instalador de moqueta s en una etapa anterior de su vida y le encantó exhibir su habilidad. Habíamos comprado mesas y sillas bonitas y baratas en Ikea para completar la transformación. Con tanta gente y todos trabajando con tanto entusiasmo, acabamos la mayoría de las tareas que nos habíamos fijado a primera hora de la tarde y entonces nos sentamos para tomar la comida preparada regalo de Natural Foods y luego jugamos al Frisbee y al fútbol en el campo de atrás. No recordaba la última vez que había visto disfrutar tanto a nuestros empleados. Parecía- mos un equipo de verdad, en lugar de empleados de una empresa que lo único que teníamos en común era el hecho de que todos trabajábamos para Dairy Cream. Por vez primera en lo que recordaba, noté que, al final del día, los hombres y mujeres que me rodeaban se iban de la fábrica Dairy Cream casi a regañadientes. y volvieron el lunes con el ánimo por las nubes. El nivel de energía era tan alto que todos parecían poseídos por una oleada de entusiasmo. Observé que la productividad se había disparado. Pero sobre todo, las actitudes y el ambiente en la planta y en las oficinas eran los más optimistas que nunca había visto. Según se acercaban las dos de la tarde, vi como el segundo turno se iba reuniendo en el comedor, así que fui y convoqué una reunión improvisada para hablar de más mejoras. Esta vez me concentré en aspectos de la producción y en la regularidad de nuestros productos, la calidad de los ingredientes que comprábamos y en los medios para mejorar la textura y sabor de los helados. Planeaba tener una conversación similar con la gente de los departamentos de marketing y envase y embalaje. Uno de los empleados más antiguos, John c., propuso que construyéramos un nuevo letrero y lo colocáramos en la fachada de la fábrica, para mostrar orgullosamente nuestro nombre -y nuestro productoante el mundo. Parecía una bonita exhibición de nuestro orgullo recobrado y una bonita guinda para rematar un postre de nuevas iniciativas. Mientras nos levantábamos para marchamos, les dije que traería al señor Jones para que 86 87 EL FABRICANTE DE HELADOS viera lo que habíamos hecho con su dinero ... y para trabajado un poco a fin de que nos diera más. -Tened fe, compañeros -dije. Esta vez no hubo risotadas. La enfermedad americana Cuando llegué a Natural Foods, Mike supo, nada más verme la cara, que las cosas iban mejorando en Dairy Cream. Cuando le conté lo que habíamos hecho, sonrió. -Bien hecho -dijo-o Muy bien hecho. - Viniendo de él, esas pocas palabras de elogio significaban mucho para mí-o Has aprendido mucho y has mejorado las cosas casi de inmediato. Eso demuestra lo decididos a cambiar las cosas que estáis tú y tus empleados. Creo que estás listo para el siguiente paso, el más importante. Era lo que yo esperaba oír. -Estupendo -dije-o Sé que la L en LEO significa Listen (escuchar) tanto a nuestros clientes internos como externos. Y la E es «enriquecer» la organización de arriba abajo. ¿Me puedes explicar qué significa la O? He olvidado el principio que representa. -A lo mejor lo puedes adivinar -dijo Mike-. Si escuchas lo que quieren los clientes y encuentras maneras innovadoras de enriquecer el negocio, ¿qué viene a continuación? 88 En busca de la perfección Podía haber repetido los clichés habituales -seguir trabajando duro, no apartar los ojos del premio y todo eso- pero sospechaba que Mike tenía algo más específico en mente. Y la verdad es que no sabía qué era. Pensé en la letra O, buscando una pista, pero no se me ocurrió nada. -Mike, no tengo ni idea; me rindo -dije. Él me miró con una sonrisa irónica. -El último paso quizá sea el más importante de todos y, probablemente, es el más difícil. Durante los últimos meses había hablado mucho con Mike y nunca le había oído adoptar un tono tan serio. Cualquier cosa que fuera a decirme, supe que creía en ella fervientemente. -El siguiente paso es optimizar lo que estás haciendo -dijo-o No sólo mejorado, sino optimizarlo. ¿Cómo se hace eso? Esforzándose por alcanzar la perfección. -¿Esforzándose por alcanzar la perfección? -Sí. No es suficiente con hacerlo sólo «lo mejor posible». En Natural Foods, la perfección es una meta reaL y tangible, algo que desglosamos y tratamos de alcanzar pieza por pieza. Para alcanzar la perfección, es preciso hacer varias cosas: »Primero, es preciso admitir el precio del fracaso. Si fracasas, tu empresa o tu división pueden tambalearse. No es una tarea para los pusilánimes. »Segundo, es preciso hacerlo bien la primera vez. Eso significa pLanificar para alcanzar la perfección desde 89 1\ EL FABRICANTE DE HELADOS el mismo principio, en lugar de buscar algo que esté suficientemente bien y arreglar las cosas después. En otras palabras, prevenir los incendios, no luchar contra ellos. »Tercero, es preciso emperrarse absolutamente en los detalles. »Cuarto, es preciso desarrollar el sentido de lo que yo llamo "paranoia productiva". He tomado prestada la expresión de una de mis frases favoritas del legendario presidente de Intel, Andy Grove: "Sólo los paranoicos sobreviven". Significa preocuparse constantemente por ver qué más puedes hacer, respecto a la competencia, las oportunidades que quizá te estés perdiendo, la siguiente novedad. Las personas y las empresas que se duermen en los laureles acaban fracasando. »Quinto, es preciso imbuir a todos los miembros del equipo de la pasión por la perfección, cada minuto del día. Es necesario transformada de tarea en misión y ser muy sincero sobre cómo van las cosas y qué hay que hacer para ser los mejores. -Pero ¿cómo pongo en práctica estos pasos? No es suficiente contentarse con «hacerlo lo mejor posible». Es preciso esforzarse por alcanzar la perfección. En busca de la perfección das lo que te dije el primer día que viniste a verme? Aquello de que las empresas de Estados Unidos padecen una enfermedad nacional. Con frecuencia, alcanzamos la excelencia, pero no parecemos ser capaces de mantenerla. »Creo que hemos mejorado en cuanto a escuchar a nuestros clientes, tanto internos como externos. Pero la excelencia, en términos de enriquecer y mejorar nuestros productos y servicios constantemente y, lo más importante, optimizar lo que hacemos, nunca ha sido una prioridad y mucho menos una misión. Como he dicho antes, Estados Unidos siempre ha sido grande en innovación, desde la desmotadora de algodón hasta el iPod. Pero sufrimos una ceguera nacional que nos impide ver lo que es necesario para mantener la máquina corporativa funcionando a los niveles más altos y asumir el compromiso de lograr que eso suceda, un día tras otro. -¿Y no es eso propio de la naturaleza humana? -pregunté-o Me refiero a que siempre es más apasionante atacar el castillo que conservado y defenderlo. Es más divertido llegar a la cima que trabajar en esas mejoras yesos ajustes interminables necesarios para permanecer allí. -Si vas a tomarte la etapa de la optimización en serio, tienes que ver la situación tal como es. Pete, ¿recuer- -Claro que sí -asintió Mike-. Pero también es propio de la naturaleza humana querer dormir un poco más, hablar siempre que tenemos ganas, sin importar quién esté hablando e impacientarnos cuando esperamos a que el semáforo se ponga verde. Pero para crear una sociedad productiva, tenemos que aprender a adaptar la naturaleza humana. Lo mismo puede decirse de 90 91 ..• EL FABRICANTE DE HELADOS las empresas. Aunque es apasionante construir algo nuevo, no podremos mantener la excelencia a menos que encontremos la energía, la habilidad y la motivación para sostener esa excelencia --calidaden todo lo que hacemos. -Bien, entonces, ¿cómo optimizo lo que hacemos en Dairy Cream? -Una vez más, el primer paso es admitir el precio del fracaso. Cuando comprendemos lo doloroso y costoso que es no alcanzar la perfección, aumenta la pasión que necesitamos para impedir el fracaso. »Mira el caso del Challenger, el transbordador espacial --continuó-o Dedicamos dos mil millones de dólares e incontables horas de trabajo de nuestros mejores y más brillantes expertos a construir el transbordador. Pero lo perdimos todo, incluidas las vidas de siete de nuestros astronautas, debido a una pequeña junta defectuosa que cuesta novecientos dólares. Cuando los ingenieros advirtieron que había defectos en el transbordador, no se les hizo ningún caso y sus inquietudes se desecharon debido a cuestiones de coste. Sin embargo, sólo la investigación y las operaciones de limpieza después de la tragedia nos costaron quinientos millones de dólares, suficientes para comprar medio millón de juntas. Suele decirse, "no dejes que las cosas pequeñas te quiten el sueño". Puede que eso sea un buen consejo para quitar importancia a las pequeñas molestias y tensiones de la vida, pero es un consejo atroz para llevar una empresa. Cuando tienes entre 92 En busca de la perfección manos un transbordador espacial, las cosas pequeñas son lo importante. »Lo mismo se puede decir de una empresa. Es posible que prestar atención a esas cosas no sea una cuestión de vida o muerte para nosotros, pero puede significar, y con frecuencia así es, la diferencia entre vender nuestros propios aparatos de vídeo o dejar que lo hagan los japoneses. Lo que Mike decía tenía sentido. Recordé el relato de Rudy Giuliani sobre su ofensiva contra la criminalidad de Nueva York a principios de la década de 1990. Empezó arrestando a los limpiaparabrisas, esos tipos que se te echan encima del coche para «Iimpiarte» el parabrisas, cuando te detienes en un semáforo, con la esperanza de conseguir una «propina». Giuliani y el comisario de policía pensaban que dejar pasar una intimidación tan descarada era enviar un mensaje desastroso por toda la ciudad, un mensaje que no sólo indicaba que la ciudad toleraba los pequeños delitos, sino que, en definitiva, animaba a que aumentaran los delitos de todo tipo. Cuando la ciudad y la policía empezaron a dejar que «las cosas pequeñas les quitaran el sueño», la ofensiva empezó a reducir la criminalidad en general, desde el tráfico de drogas a los homicidios. Luego recordé otro ejemplo más cercano. -¿Te acuerdas de cuando Coca-Cola gastó millones en publicidad para introducir Dasani, su nueva agua embotellada, en el mercado europeo? La campaña fracasó cuando los científicos europeos descubrieron 93 EL FABRICANTE DE HELADOS que el agua tenía una impureza fácilmente detectable y eliminable. Eso sí, la etiqueta era de lo más llamativo. Los dos nos echamos a reír. -Pete, has dado en el clavo. Un ejemplo estupendo. Acertaron con la parte llamativa, pero no comprendieron lo más importante de su producto: agua limpia, saludable y pura. Ésa era la razón de que la gente estuviera dispuesta a pagar un par de euros por algo que podían conseguir gratis del grifo. El precio del fracaso, amigo mío, incluso un pequeño y sencillo error, puede ser realmente muy costoso. Hazlo bien a la primera En busca de la perfección raro Todo lo que les preguntó pasó la prueba con éxito. Estaba desconcertado. Así que, finalmente, les preguntó: «Entonces, ¿cuál es el problerna?» »Una señora de mediana edad, que se había mostrado comedida y cortés durante toda la entrevista, levanta la mano y dijo: "Señor Brown, sus instalaciones están muy limpias y todos ustedes son muy amables. Y me encanta que me recojan y me acompañen y que nos ofrezcan café y bollos en la sala de espera. Pero mire, señor Brown, ¡lo que yo necesito es que me arregle el maldito coche! Lo he traído tres veces para que eliminen el traqueteo del motor y sigue igual. Lo único que he conseguido es una factura de cuatrocientos cincuenta dólares". Mike y yo soltamos la carcajada. -Bueno, ¿y qué hizo? -pregunté, reír. »Estas ideas sirven en todos los casos -continuó Mike-. Un amigo mío, Larry, tiene un taller de coches, aquí en la ciudad', y me contó todas las cosas especiales que hacían para deslumbrar a sus clientes: recoger el coche en su casa, acompañados donde quisieran, remodelar la zona de espera, todas, como dijo, enormes mejoras que hacían crecer el negocio. Pero su empresa de servicios fue empeorando con el paso de los meses. Larry no conseguía saber por qué. Así que reunió a diez clientes que habían dejado de seda para que participaran en un grupo de análisis. Les preguntó cuál había sido su experiencia del taller: desde la iluminación al ambiente, pasando por el uniforme de los empleados y todo lo demás que tanto se habían esforzado por mejo- -Hizo que sus operarios se esforzaran más por arreglar los coches a la primera. Más formación, mejores métodos, mejores prácticas de contratación y exigirles más responsabilidad a sus empleados. Instauró un sistema de recompensas y sanciones por el trabajo. Pronto descubrió que la causa principal del trabajo defectuoso era la acumulación de clientes a primeras horas de la mañana, cuando había quince o veinte coches esperando, con frecuencia sin tener hora. Aprendieron a espaciar las reparaciones a lo largo del día, asignando una hora para que cada cliente dejara el coche y acornpañándolo luego a su casa o a su oficina. Eso daba a los 94 95 cuando dejé de EL FABRICANTE DE HELADOS En busca de la perfección asesores el tiempo que necesitaban para hacer las preguntas necesarias y trabajar a un ritmo menos acelerado. Y aprendieron a repetirle al cliente todo lo que éste decía para asegurarse de no pasar nada por alto. Descubrieron que dedicar cinco minutos más en el mostrador, a hablar con el cliente, les ahorraba las horas que gastaban al tener que volver a hacer el trabajo. »Lo importante es que los bollos eran un plus, pero no un sustituto de que arreglaran el coche como es debido a la primera. Porque eso afecta a la necesidad más básica del cliente: la de que les reparen el coche. -Ya entiendo a lo que te refieres. Todos los perendengues que ofrecemos en Dairy Cream son importantes, pero no a expensas de la calidad de nuestros helados o del servicio a los clientes. -¡Bingo! -exclamó Mike-. La única solución es hacer que la perfección forme parte de la misión de tu empresa. Gastar tiempo y dinero en retirar género y reembolsar los helados y los envases defectuosos es un esfuerzo que no lleva a nada. Tus clientes no seguirán contigo. Si desde el principio dedicas más tiempo y dinero a conseguir un helado perfecto, te ahorrarás una tonelada de tiempo y recogerás muchos beneficios a largo plazo. A veces, la auténtica calidad es invisible. Si tus productos y servicio son impecables, apenas se habla de ellos. Pero el precio de la mala calidad es tangible y su efecto te costará dinero, clientes y, finalmente, el éxito de tu negocio. -Bien, ¿cómo lo hago? -Puedes. empezar dando menos importancia a los apagafuegos de la compañía, esa gente que soluciona los problemas o incendios que se producen en todas las empresas cada día, y más a la brigada de prevención, es decir, la gente que se ocupa de que no ocurran. »En Natural Foods, es miembro de la brigada cualquiera que detecte un posible problema y lo evite. -En otras palabras -dije-, ¿todo el mundo? -¡Exactamente! -respondió Mike-. ¡Todo el mundo, claro! Cualquier edificio que espera a que un bombero de verdad detecte el humo y las llamas se expone a quedar reducido a cenizas. Lo mismo pasa con las empresas. Cuando cualquiera, en cualquier departamento, tiene una idea o ve algo que puede mejorar la manera en que hacemos las cosas, se le anima, se le exige, que lo diga. Y se le recompensa por ello, en lugar de sancionarle, tanto si su propuesta guarda relación con su propio departamento o equipo como si no es así. Si quieres crear una empresa a prueba de incendios, tienes que dejar de lado las cuestiones territoriales. El hecho es que si quieres librarte de los grandes problemas, primero tienes que eliminar los pequeños. 96 97 El precio de la mala calidad es tangible; te costará dinero y clientes y, finalmente, afectará al éxito de tu negocio. EL FABRICANTE DE HELADOS -¿Cómo? -Cuando se trata de algo tan grande como una organización o una comunidad, si primero eliminas los pequeños problemas, los grandes no tienen ninguna posibilidad de arraigar. Mira a tu alrededor -añadió Mike, señalando los rutilantes pasillos de Natural Foods-, ¿qué ves en el suelo? ¡Nada, nunca! Siempre que se cae algo, lo recogemos o lo limpiamos. Unos suelos que no están impecables son señal de un lugar desaseado. Y esa clase de desidia se extiende rápidamente. Todos los delantales están igualmente limpios. Se lavan después de cada turno y se cambian siempre que es necesario. Se atan siempre detrás, en la cintura. Los extremos del lazo nunca cuelgan ni están anudados de cualquier manera. La tarjeta con el nombre del empleado va en la parte superior derecha del delantal, para que el cliente la pueda leer cuando le estrechas la mano. Pueden parecer cosas pequeñas, pero esta atención a los detalles se va sumando, en cualquier empresa que estés. Estamos convencidos de que incluso afecta a la opinión que los empleados tienen de sí mismos. »Recuerdo que una vez leí algo sobre el Green Bay Packers, el equipo de Vince Lombardi, campeón de la Super Bowl --continuó Mike-. Cuando viajaban, siempre eran el equipo mejor vestido de la liga. Traje y corbata. Bueno, no puedes afirmar que llevar corbata en el avión, un sábado, te garantiza que ganarás el partido el domingo, pero Lombardi estaba convencido de que vestir y comportarse como el equipo de más clase 98 En busca de la perfección de la liga, el que tenía los valores más altos, tanto dentro como fuera del campo, era una actitud que les convencía de que eran diferentes, que eran especiales. Y sacaban esa actitud al campo cada domingo. Pensé en los cambios que habíamos hecho en Dairy Crea m y lo bien que nos hicieron sentir a todos. Mike prosiguió: -En resumen, ahora prestamos atención a los detalles porque nuestros clientes lo hacen. Se dan cuenta enseguida si alguien tiene un aspecto desaliñado o si hay una bolsa de patatas rota en el suelo o una luz que parpadea en el techo. Todas esas cosas dicen que no nos importa. Que nadie presta atención. Yeso provoca una reacción, tanto si saben expresada como si no, entre nuestros clientes. »Lo contrario también es verdad -añadió-o Estoy seguro de que has visto a docenas de empleados limpiando esto o arreglando aquello, cada vez que has venido. Cuando nuestros clientes los ven limpiando las cosas por toda la tienda, es mucho menos probable que aumenten nuestro trabajo tirando cosas al suelo o no recogiendo lo que se les cae. Es propio de la naturaleza humana; todos queremos que una tienda bien cuidada siga teniendo buen aspecto. Presta atención a los detalles; tus clientes lo hacen. 99 EL FABRICANTE DE HELADOS »Nuestros precios son un poco más altos que los de la mayoría, pero cuando entras, sabes que has entrado en una clase de tienda diferente, un lugar especial donde la calidad, a todos los niveles, está a la orden del día. Creo que nuestros clientes dan por sentado que pagarán un poco más. »Tenernos un estilo Natural Foods de hacer las cosas y el denominador común es la calidad. Nuestros clientes lo reconocen; nuestros empleados se enorgullecen de ello y nuestros competidores lo envidian. Una vez que has forjado esa clase de identidad, mostrándote intransigente con los detalles, te esfuerzas al máximo por rnantenerla. Paranoia productiva En busca de la perfección Tienes que ser absolutamente honrado y reconocer cómo van las cosas. Es fácil convencer te de que todo va bien y no querer enterarte de las malas noticias o señales de alarma que te ayudarían cuando empiezas a ir por el camino equivocado. Pero engañarte es como enterrar la cabeza en la arena. No ayuda a solucionar los problemas. Y seguro que no engaña a tus competidores ni, lo que es incluso más importante, a tus clientes. »Pete, la primera vez que viniste a verme, estabas convencido de que teníais un producto estupendo y estabais haciendo un gran trabajo. Cuando te pregunté qué lugar ocupabais respecto a la competencia en una serie de características, no lo sabías. En lugar de calibrar qué tallo hacíais, te limitaste a afirmado con gran rotundidad. No eras lo bastante paranoico sobre vuestra actuación ni tampoco sobre la de la competencia. -Tienes razón -admití-o Y si no podemos calibrar lo que estamos haciendo, no podemos mejorado. -Justo. -Tiene sentido. Paranoia productiva, ¿eh? Supongo que nos sería útil tener un poco más. -¿ Me puedes explicar qué significa el siguiente paso, el de la paranoia productiva? -Bien, creemos que es útil mirar constantemente por encima del hombro, ser conscientes de lo que hace la competencia y otras empresas y pensar qué más podemos hacer por nuestros clientes. Una pizca de paranoia puede proporcionar una motivación tremenda. Lo peor que puedes hacer es dormirte en los laureles. Si das por sentado que eres el mejor del sector y, como resultado, dejas de preocuparte de tus competidores y empiezas a ir cuesta abajo cuando se trata de innovar y mejorar, inevitablemente acaban dándote una paliza. Mike sonrió. -¿Necesitas ayuda con la pasión por la perfección? -preguntó-o Como has visto, es lo que mueve a Natural Foods. 100 101 Pasión por la perfección EL FABRICANTE DE HELADOS -Puedo ver la fuerza que tiene esa pasión por la manera en que, aquí, todo el mundo se esfuerza por alcanzar la perfección. En estos momentos, en Dairy Cream estamos muy lejos de esta situación. Pero comprendo que es absolutamente vital. Y me parece que tengo unas cuantas ideas para empezar a convertida también en parte de nuestra misión. El estado de la nación Cuando llegué a Dairy Cream era casi la hora de la primera reunión de análisis que habíamos programado con grupos de clientes corrientes. El grupo de marketing que habíamos contratado había organizado tres reuniones de grupo a lo largo de varias semanas. Algunos de los empleados opinaban que todavía no estábamos listos para dar ese paso, porque sólo habíamos empezado a poner en práctica los cambios en el En busca de la perfección lisis, pero, como había señalado Mike, la calidad es cosa de todos. Decidí que si los propios empleados oían los pros y los contras de nuestros productos de boca de los consumidores, sus opiniones tendrían mucha más fuerza que si me las oían a mí, de segunda mano. Habíamos instalado una cámara y un monitor de vídeo detrás de una ventana-espejo en un almacén anexo, y allí esperaban los trabajadores, nerviosos, para oír cómo los clientes valoraban nuestros helados. Como no cabía más que media docena de personas en la estancia, lo echaron a suertes para ver quién estaba allí, junto con los jefes de línea y de cada departamento. Los empleados del segundo turno se ofrecieron a sustituir a los que dejaran la línea de producción. Cuando le hice a la coordinadora del grupo de análisis la señal de empezar, hizo entrar en la sala de conferencias a quince consumidores seleccionados previamente. En mitad de la mesa había una selección de cajas de helado de una docena de sabores. La mujer los invitó a probar los que les apetecieran. proceso de fabricación. -Quizá lo estemos y quizá no -les dije-, pero podemos pasarnos semanas, incluso meses, tratando de adivinar qué quieren nuestros clientes que les ofrezcamos. ¿Por qué no reunirnos con ellos y preguntárselo ahora? -Recordé algo que Mike me había dicho-: «Recuerda, es el cliente quien define la calidad, no no- -Es mejor de lo que recordaba -le dijo a la coordinadora una mujer que ya había probado nuestros helados antes. sotros». Al principio, me sentí tentado a no invitar más que a los jefes de sección para que observaran al grupo de aná- Era una buena señal, dado que todavía no habíamos aplicado muchos cambios en la elaboración. -No sabía que Dairy Cream tuviera tantos sabores 102 103 Mientras probaban los diferentes helados oí varios «humm» y «aaah». No pasó mucho tiempo antes de que estuvieran dispuestos a hablar. EL FABRICANTE DE En busca de la perfección HELADOS -dijo otra-o Sabía que otras empresas hacían tarta de fresas, pero no que Dairy Cream también la hiciera. Me estremecí al oída; era un sabor que habíamos inventado nosotros. -¿Algo más? -preguntó la coordinadora-o Nos encantaría saber qué les gusta y qué no les gusta. Pareció que eso fuera el empujón que todos esperaban. -Bueno -empezó un hombre robusto, de más edad-o Me encanta su selección; aquí hay muchos sabores diferentes. Pero me encontré una caja de pastel de queso con arándanos llena de arándanos mientras que en la segunda que compré casi no había ninguno. -Sí -dijo otro-, lo mismo me pasó a mí con el helado con galletas; una caja estaba llena a tope y en otra no había ni una. -El chocolate era suave como la seda, pero la vainilla -se quejó alguien más- tenía una textura muy decemos su cooperación y su franqueza. ¿Hay algo más que quieran añadir antes de terminar? -Tienen un buen producto, pero no siempre es igual de bueno. Si compro la caja equivocada, sufriré una decepción. Eso dolió, porque hería en lo más vivo. -Gracias -dijo la coordinadora-o Es exactamente la clase de información que buscamos. Les agradecemos el tiempo que nos han dedicado. Un estilo «Dairy Cream» de hacer las cosas Varios de nosotros nos reunimos enseguida con el grupo de marketing que habíamos contratado, alrededor de las cajas vacías que habían quedado en medio de la mesa. Vaya! -dijo Bob, nuestro dad-o Ha sido duro oír todo eso. -j ingeniero de cali- áspera. -¿Y qué me dicen de los envases? Éste tiene la mitad de la tapa, por fuera, llena de helado. Miré a nuestro ingeniero de calidad, tratando de ocultar mi preocupación, pero los dos sabíamos que teníamos problemas. Se plantearon varias quejas más, al igual que muchos elogios. Por lo menos no todo eran malas noticias. De hecho, en general, les gustaban mucho nuestros helados. -De acuerdo -dijo la coordinadora-o Les agra- -Sí -asentí-, pero ¿era mentira en algún sentido? Después de todo, son nuestros consumidores finales. No tenían ninguna razón para mentir. -Por eso escuece más -respondió. -Exacto. Bien -proseguí-, hemos oído lo que tenían que decir. ¿Qué vamos a hacer al respecto? -Tenemos que controlar mejor el contenido de aire -dijo un técnico-o Si un lote es espeso y el otro espumoso, es porque entran burbujas de aire en el proceso de mezcla. 104 105 EL FABRICANTE DE HELADOS -De acuerdo =-respondí-c. Encontremos un medio para medir lo que está bien y controlarlo y monitorizarlo. Tenemos que hacer que sea algo constante. -y hay que resolver de inmediato el problema de los envases -dijo uno de los comerciales-o Sabemos que tenemos problemas de calidad, pero nunca hemos tomado ninguna medida seria al respecto. -¿Puedes formar un equipo para que lo solucione de una vez por todas? Si la parte exterior de la caja está sucia, los clientes ya ni siquiera la cogerán. Uno de los obreros de la línea de producción dijo algo que me dejó atónito: -De la manera que lo hacemos, lo que añadimos cae de cualquier manera en el tanque. No hay manera de aseguramos de una mezcla siempre igual cuando vertemos el helado en la tarrina. Por eso en algunas hay mucha fruta o muchos trozos de galleta y en otras no. »Si hubiéramos sabido que eso era un problema, lo habríamos solucionado hace ya mucho tiempo. -Siempre que alguien, cualquiera, vea un problema, decídmelo o decídselo a vuestro supervisor inmediato. Todos somos responsables de la calidad de lo que hacemos. Sam, pon un equipo a trabajar en eso de inmediato. »Los comentarios que estamos oyendo y los que vamos a oír en las próximas semanas, pueden ser difíciles de aceptar. Y no vaya engañaras, no será fácil cambiar las cosas. Pero ahora, por lo menos, estamos empezando a descubrir qué tenemos que hacer para competir. Si 106 En busca de la perfección queremos conseguir que los consumidores acaben comprando nuestros helados, en lugar de los de la competencia, tenemos que hacerla mejor en todos los sentidos. Todos somos responsables de la calidad. Todos asintieron enérgicamente. todos íbamos en el mismo barco. 107 Estaba claro que 6 El movimiento se demuestra andando Sabiendo lo que teníamos que hacer y comprendiendo que nuestra situación era desesperada, durante los tres meses siguientes abordamos muchos de los problemas que los grupos de análisis y nuestros empleados habían identificado. Sustituimos varios elementos clave de la maquinaria, después de hacer que nuestros ingenieros fueran a estudiar las instalaciones fabriles y las prácticas óptimas de otras empresas. Pedimos a los obreros de las líneas de producción que nos dieran más información sobre formas de aumentar la producción y mejorar la calidad. Empezamos a medir y mejorar cada paso del proceso de producción, buscando siempre reducir los defectos -o «variables» como las llaman los expertos en calidad- y poner el listón más alto. Pedimos a nuestros técnicos que produjeran envases más sólidos, sin tener que recurrir a tipos de cartón más caros. Toma- 109 EL FABRICANTE DE HELADOS mos medidas para asegurarnos de que ni una gota de helado manchara el envase una vez sellado. Cambiamos el sistema de mezcla, instalando un nuevo equipo sofisticado para medir con precisión los ingredientes adicionados en cada envase. Y empezamos a monitorizarlo todo, desde el porcentaje de aire en el helado hasta la temperatura a la que almacenábamos las cajas vacías. Redujimos la tolerancia de variables en los ingredientes añadidos a 0,1 gramos y en el llenado de cada tarrina a dos milímetros. Siempre que descubríamos un problema, desde un envase roto hasta una mezcla incorrecta, encargábamos a un equipo que hiciera un diagnóstico y lo arreglara. Lo curioso fue que la mayoría de mejoras no costaron mucho dinero. Las que tuvieron un mayor efecto las consiguieron los empleados fijándose en cómo hacíamos las cosas y encontrando soluciones ingeniosas para mejorarlas. Esa parte de la ecuación que era el poder de la gente fue fundamental para perfeccionar nuestros métodos. No teníamos los recursos necesarios para dedicar dinero a un problema. Usábamos la cabeza, en lugar de la cartera, para hacer mejoras. Al final de este periodo de actividad desbordante, descubrimos que teníamos un producto mucho mejor. Estábamos ansiosos por ponerlo delante de otro grupo de análisis, para probarlo con los consumidores. No obstante, antes de la reunión, quería volver a ver a Mike. 110 El movimiento se demuestra andando La calidad es constancia Nos encontramos un lunes, también en Natural Foods. Al saludarnos, Mike me preguntó: -¿Cómo está la familia? Se lo dije. Pese a las muchas horas que trabajaba para dar un vuelco a Dairy Crea m, en casa las cosas nunca habían ido mejor. Averigüé que los mismos principios de calidad tenían tanto sentido en casa como en Dairy Cream. Escuchar a mi esposa y mis hijos, esforzarme por mejorar el tiempo que pasábamos juntos, prestar atención a las cosas pequeñas, como la historia que más les gustaba a mis hijos o recordar el nombre de su peluche favorito, representaban una diferencia tan grande como las cosas más importantes; es decir, que hicieran los deberes y comieran una buena cena. Creo que esa actitud demostraba que me importaban, de una manera que iba más allá de las palabras. -Me alegro mucho --contestó Mike, sonriendo. Entonces le hablé de los espectaculares cambios habidos en Dairy Cream en los últimos tres meses. Aunque, al principio, le había ido informando de lo que estábamos haciendo, me di cuenta de que ahora hacía un tiempo que no hablábamos. -Pete -dijo Mike cuando acabé-, he hablado con mucha gente a lo largo de los años, pero tengo que decir que nadie me había escuchado con más atención ni puesto en práctica mis consejos con tanta decisión y energía como tú y tu equipo. Estoy impresionado. 111 EL FABRICANTE DE HELADOS -Gracias -respondí, sonriéndole agradecido-o Haces que me sienta bien. Pero todavía queda mucho camino por recorrer. Nuestros puestos de trabajo aún no están a salvo. Se avecina una prueba, una reunión de seguimiento con el grupo de análisis para ver qué piensan los consumidores de lo que hemos estado haciendo. -¿Cuándo será? -Este sábado -contesté-o La gente de marketing opina que podemos conseguir una muestra más representativa de consumidores durante el fin de semana; hombres, mujeres y niños. -Bien -dijo Mike-. Déjame que te dé un consejo. No elijáis vosotros los helados. Dejad que los escojan ellos, al azar, y ofrecedles una selección amplia. -¿Por qué? -Recuerdo lo que mi entrenador de hockey me decía -respondió Mike-: «No juzgues a un portero por su mejor día, porque casi cualquiera puede ser un as durante un rato; júzgalo por el peor. Cuando no esté fino, ¿te hará perder el partido o todavía jugará lo bastante bien como para que ganes?» Yo juzgo a las empresas de la misma manera; la verdadera medida no es cómo funcionan en su mejor momento, basándonos en un único producto o en un servicio especialmente bueno, en un día dado, sino como lo hacen en su peor momento. »Tu objetivo es imbuir en todos las virtudes de una excelencia sostenida. Déjame que te dé otro ejemplo; un amigo mío, Donnie, es jugador profesional de golf. Tiene un hándicap cero, es bueno donde los haya, y da cla- 112 El movimiento se demuestra andando ses a los zoquetes como yo. El otro día me hablaba de la gente que ve cada semana, tipos que acuden a él y le dicen: "Soy un golfista bastante bueno, pero no lo soy de una manera constante". Y Donnie les contesta: "Entonces no es usted un jugador bastante bueno". Cualquiera puede acertar unos cuantos golpes buenos. La cuestión, la única cuestión, es si puede hacerlo durante toda una ronda. ¿Y al día siguiente? Todos tenemos altibajos, hasta Tiger Woods, pero los peores días de los grandes son mejores que el mejor día de un jugador medio, yeso es lo que los hace grandes. Ésa es la clase de mentalidad que yo quiero ver, cada día, en Natural Foods. La auténtica medida de los resultados no es cómo lo haces en tu mejor momento, sino cómo lo haces en el peor. »Tus empleados han dedicado mucho tiempo y han hecho una inversión personal importante para mejorar la fábrica. ¿Crees que seguirán esforzándose igual para mantener las mejoras? Me tomé unos momentos para ta me sorprendió. -Sí. Después de todo, fueron ron las decisiones, ellos quienes Nuestras mejoras son el resultado 113 pensar y mi respuesellos quienes tomahicieron el trabajo. de esas decisiones y iII EL FABRICA TE DE HELADOS El movimiento se demuestra andando lo mismo que ellos, sólo que mejor, es interminable. y lo contrario es igualmente cierto. ¿Recuerdas cuando los coreanos introdujeron sus coches en Estados Unidos, a finales de la década de 1980? Eran un chiste. La gente los despreciaba por su mala calidad y se burlaba de cualquiera que se comprara uno. Eso duró una década. Luego los coreanos se pusieron serios con la calidad y dieron un vuelco a las cosas. Si tienes éxito en Dairy Cream, sé que tú también darás un vuelco a las cosas. La cuestión es que cuando haces las cosas bien desde el primer momento, nunca tienes que volverlas a hacer. Tus beneficios sobre la inversión se disparan. ese trabajo. Creo que odiarían ver que las cosas vuelven a ser como antes. -Es un enorme paso adelante -dijo Mike-. Cuando eso se cumple, la gente ya no se presenta sólo para cobrar el sueldo. Son parte de un equipo que se esfuerza por alcanzar la excelencia. El siguiente reto es inculcarles a ellos e introducir en todos tus sistemas los medios necesarios para mantener lo que habéis hecho y ampliarlo. Y, como ya sabes, la manera de asegurarte de que eso suceda es asignar gente para realizar las diferentes tareas, establecer plazos, cumplirlos y trabajar, sin cesar ni un momento, para elevar el listón. En Natural Foods, nuestros empleados sienten pasión por el mantenimiento de la tienda. Bien mirado, es algo que ellos han ayudado a crear. De hecho, lo llamamos, «reconstruir», en lugar de «mantener», porque cada día tenemos que luchar contra las fuerzas que podrían socavar lo que hemos conseguido y nos devolverían a la mediocridad. Si no te esfuerzas cada día y continúas construyendo, se instala la entropía. Así que luchamos contra ella. Pero la clave no está tanto en arreglar las cosas como en diseñarlas bien desde el primer momento, para que no haya problemas. »Muchas empresas piensan que la calidad cuesta dinero; es una de las excusas que dan para no abrazar la exigencia de calidad en todo lo que hacen. Pero como los dos hemos visto, la realidad es que a la larga, la calidad es más barata que lo "bastante bueno". La lista de compañías que se hunden cada año porque alguien hace »La otra cosa que hace que las empresas posterguen la búsqueda de la excelencia es, por supuesto, que convertir la calidad en parte de tu misión es un duro trabajo. No tiene la chispa ni la excitación que produce lanzar un nuevo producto o servicio. Exige un esfuerzo y una vigilancia constantes, por parte de todos, todo el tiempo, en lugar de hacer una jugada deslumbradora, de vez en cuando. -Apasionado por los deportes, Mike me contó la historia de Fielding H.Yost, el hombre que entrenó al equipo de fútbol de la Universidad de Michigan desde 1901 hasta 1927-. Durante su pri- 114 115 A la larga, la calidad es más barata que lo «bastante bueno». EL FABRICANTE DE HELADOS mer año en Michigan, le dijo a la prensa que su equipo no perdería ni un partido. Y no lo hicieron; ganaron el primer campeonato de la Rase Bowl, sin encajar ni una derrota. Michigan marcó quinientos cincuenta puntos aquella temporada, un promedio de cincuenta por partido. Pero lo más impresionante fue que la defensa no El movimiento se demuestra andando Jugar para quedarse el trofeo en propiedad cedió ni un solo punto. »Si hablas con antiguos entrenadores del diferencial del Michigan en 1901, quinientos cincuenta puntos a cero, estarán mucho más impresionados por el cero que por el quinientos cincuenta. Puedes conseguir quinientos cincuenta puntos con buenos partidos metidos entre un montón de partidos mediocres. Pero evitar que el equipo contrario marque exige una defensa perfecta por parte de todos los jugadores que haya en el campo, en cada jugada del partido y en todos los partidos. Un único error de un único jugador y la racha se hubiera acabado. Michigan no estableció su récord abordando el juego con un planteamiento perdedor. »Por desgracia, en nuestra cultura, los defensores siguen siendo héroes olvidados. Nos gusta la ofensiva. Celebramos a los que consiguen un home run, no a los jardineros; a los lanzadores no a los que acuden al rebote, a los quarterbacks no a los cornerbacks. Pero los mejores equipos tienen grandes defensas: los Detroit Pistons, los DalIas Cowboys y los «Steel Curtain» de Pittsburgh. La defensa es lo que gana los campeonatos. y en los negocios, la calidad es la defensa más fuerte que hay. El nuevo grupo de consumidores se reunió a la una del mediodía del sábado siguiente. Esta vez, la empresa de marketing había traído a quince personas: cinco hombres, cinco mujeres y cinco niños. Pero antes de que empezáramos, se nos coló un decimosexto «participante»: el propio Mike McMaster, con una sonrisa digna del gato de Cheshire. Como si fuera lo más natural del mundo, hice que se incorporara al grupo, sintiéndome excitado y preocupado, al mismo tiempo, por su reacción ante lo que iba a ver y experimentar. En esta ocasión, primero acompañamos al grupo a visitar la fábrica renovada, luciendo el nuevo equipamiento. Después, les dejamos que examinaran las «cubetas finales» para elegir los sabores que quisieran. Observé que Mike dedicaba más tiempo que la mayoría a escudriñar las cajas, sin duda tratando de encontrar el peor envase que pudiera. Me alegró ver que le costó mucho encontrar uno con un ligero defecto: una pequeña mella a un lado de la tapa. Pero también me demostró que aún quedaban cosas por mejorar. Recordé la reciente máxima de Mike: «Sólo eres igual de bueno que tu peor muestra». Como no seleccionábamos nosotros las cajas, estábamos a merced de la elección de los consumidores y de la calidad de nuestro producto. Escoltamos al grupo de vuelta a la sala de conferencias, les ofrecimos cucharones, cuencas y cucharas y los 116 117 •• EL FABRICA TE DE HELADOS invitamos a servirse mientras las cámaras rodaban la escena desde detrás de la ventana-espejo. Sin ninguna duda, yo veía demasiadas cosas en las más mínimas reacciones de todo el mundo y lo mismo les pasaba a mis compañeros. Pero las conversaciones que oía me daban ánimos. Parecía que les gustaba lo que veían y probaban. Según comían, hablaban libremente, brindando muchos elogios. -¡El Rocky Road es fabuloso! -Me encanta el Peanut Brittle. Alguien exclamó. -¡Eh, probad éste! -¿Cuánto tiempo hace que existe Dairy Cream? -preguntó un hombre-o Nunca había probado sus helados. Me gustan. Aunque las alabanzas continuaron envolviéndonos, a mí cada elogio sólo me parecía una crítica aplazada. ¿De verdad les gustaba? Después de una docena de respuestas positivas, comprendí que si quería opiniones negativas, tendría que provocadas. -¿Hay algo que no le haya gustado en el helado, en la selección o en el envase? Hubo una pausa sorprendente. Finalmente, Mike se El movimiento se demuestra andando El ingeniero de calidad entró en la sala para llevarse la tapa. -¿Alguien más? -pregunté. Silencio. Y más silencio. Luego, una de las participantes, una mujer de mediana edad, preguntó: -¿Podemos comprar los helados aquí, para llevárnos los a casa? Otra dijo. - Sí, yo también querría. Otra de las participantes soltó una risita y varios se pusieron a aplaudir. Sentí que mi ansiedad daba paso a un silencioso júbilo. -Gracias -dije, con más gratitud de lo que ellos podían imaginar-o Gracias por venir. Por favor, al salir cojan unas cuantas cajas de sus sabores favoritos. Según salían, cada uno cogió una o dos cajas para su familia. Mike fue el último en abandonar la sala de conferencias. puso en pie. -La caja de Double Chocolate Fudge tiene una mella en un lado de la tapa. -Lo siento -dije-o Por favor, déjala a un lado y averiguaremos cuál es el problema para aseguramos de que no vuelva a suceder. -¿ Y? -le pregunté, con un nudo en la garganta. -Querría tres cajas -dijo. -¿Tres cajas? -repetí, tartamudeando-o ¿Estás seguro de que puedes comer tanto? -No es para mí. Es para Natural Foods. Quiero probados en la tienda. Miré a Mike, luego miré a mis compañeros, que iban entrando en la sala de conferencias. -Son las palabras más agradables que he oído en mi vida -le dije, reconocido-o Os enviaremos varias cajas. Cortesía de la casa. 118 119 EL FABRICA TE DE HELADOS El movimiento se demuestra andando la familia. Durante los siguientes meses, la empresa todavía es- tuvo en la cuerda floja. Malcolm se quejaba sin cesar del dinero que tenía que desembolsar, aunque creo que, incluso él, estaba satisfecho, a regañadientes, de lo mucho que había cambiado la fábrica. Y hasta reconocía que nuestros helados sabían mucho mejor. Pero la prueba de fuego sería ver cómo nos percibían los consumidores. El negocio empezó a repuntar gradualmente y luego más rápidamente. Natural Foods no sólo vendió su pedido inicial de nuestros helados, sino que, en los seis meses siguientes, multiplicó por cuatro el número de cajas que nos encargaba cada semana. Los gruñidos y amenazas de Malcolm fueron desvaneciéndose a la par que subían las ventas. De hecho, un día me sorprendió presentándose en mi despacho sin anunciarse para informarme de que le había impresionado tanto mi manera de liderar la campaña para salvar la empresa que había decidido nornbrarme presidente de la compañía. Él ya no tomaría parte activa en la dirección, sino que confiaría en mi experiencia y capacidad de liderazgo. Fue un giro inesperado y extraordinario. Pero, como dijo el propio Malcolm, él nunca habría conseguido transformar la empresa de aquella manera y mi promoción era simplemente un reconocimiento de ese hecho. Pero yo sabía, claro, que mis esfuerzos sólo eran responsables de una pequeña parte del cambio de rumbo de Dairy Cream. El auténtico trabajo y la mayoría de ideas procedían de los empleados. Y era necesario recompensar también sus esfuerzos. Así que, en aquel 120 121 Me volví hacia el equipo de Dairy Cream. -Amigos, me gustaría presentaras a Mike McMaster, director de Natural Foods. En aquel momento, todos comprendieron lo que significaba el comentario de Mike sobre llevarse varias cajas. Fue como si acabáramos de enteramos de que habíamos aprobado los exámenes de final de carrera. Una euforia vertiginosa inundó la sala. Cuando Mike se marchó, los empleados de Dairy Cream se reunieron en la cafetería, dando vítores, aplaudiendo, riendo y abrazándose. Todavía quedaba mucho por hacer; sólo estábamos al principio de nuestro viaje al país de la calidad. Pero estaba claro que habíamos empezado a repuntar y que, al entregamos en cuerpo y alma a crear una cultura de calidad en todo lo que hacíamos, habíamos salvado nuestros puestos de trabajo y nuestra fábrica. Y no lo habíamos logrado haciendo economías o lanzando campañas de marketing a bombo y platillo ni despidiendo a nadie, sino inculcando en todos un sencillo compromiso con la calidad. Llamé a Jean a casa para cornunicarle las nuevas noticias. Cuando le conté la reacción de Mike y su decisión de probar los helados de Dairy Cream en Natural Foods, exclamó: -¡Bravo! ¡Bien hecho, Pete! ¡Lo has conseguido! Todos habéis trabajado mucho para logrado. Esto hay que celebrado. Salgamos a cenar fuera esta noche, toda EL FABRICANTE DE HELADOS mismo momento, me arriesgué a desatar la ira de Malcolm tomando mi primera decisión como presidente: crear un sistema de primas para los empleados, basado en los resultados, para recompensar a las muchas personas que habían contribuido a nuestro éxito. En algún momento, Mike me había dicho que las cosas que se hacen son las que se recompensan. Y yo sabía que nada motivaría más a los empleados que un poco de dinero extra y el reconocimiento de un trabajo bien hecho. Empecé a observar que cada vez eran más las personas que no sólo compraban nuestros helados en las tiendas abiertas las 24 horas y las cadenas de alimentación, sino que hablaban de Dairy Cream a sus amigos y familiares, como si fuera uno de los secretos por descubrir de la zona. Pero Dairy Cream no estuvo «sin descubrir» mucho tiempo. Varios concesionarios de estadios y campos de deporte de escuelas secundarias y universidades vinieron a vemos, para preguntar si podían vender nuestra marca. Y el punto culminante fue cuando abrimos nuestra primera tienda Dairy Cream, en régimen de franquicia, que fue un éxito inmediato. Todavía quedaba un largo trecho por recorrer, pero gracias a Mike y a todo el trabajo que todo el personal de Dairy Cream había hecho, pensábamos que íbamos por buen camino. 122 AGRADECIMIENTOS Por la preparación y producción de este libro, siento una profunda gratitud hacia: Mi editor de Doubleday Random House, Roger Scholl, por su competencia profesional y su dirección del proyecto y por su continuada inspiración. Robert es el mejor editor con quien he trabajado nunca. Michael Palgon, director adjunto de Doubleday Broadway, que ha prestado todo su apoyo al libro, desde nuestras primeras conversaciones. Mi amigo John Bacon por su enorme respaldo y trabajo desde el primer día, por pulir el manuscrito con integridad y calidad y por su continua ayuda y fe en mi trabajo. Todo el mundo en Random House por su dedicación y trabajo: David Drake, director de publicidad de Broadway y Currency; Meredith McGinnis, directora adjunta de marketing, punta de lanza de la campaña de marketing en Currency; Janelle Moburg, vicepresidenta y enlace con ventas; Kim Cacho y su maravilloso personal de producción: Luisa Francavilla; Michael Collica, que diseñó el interior del libro; Jean Traina, que diseñó las cubiertas; Sheila Klee, encargada de producción; Rebecca Carter, directora de derechos en el extranjero y Louise Quayle, directora de derechos en 123 EL FABRICANTE DE HELADOS Estados Unidos; Jean McCall, Arny Zenn y Jessica Fink de ventas especiales y todas las personas increíblemente dinámicas y estimulantes de la organización de ventas de Random House. Todos mis amigos y compañeros del mundo de los negocios, especialmente los de mi empresa, ASI Consulting Group, LLC (www.asiausa.com) por su constante apoyo. Todos mis clientes, que han ido ampliando mis conocimientos cada día desde que empecé mi carrera profesional. Todos mis lectores, de todo el mundo, que han sido quienes mejor han apoyado mis libros. Siento un profundo reconocimiento hacia mis padres, hermanas y familia política por su constante demostración de cariño y su continuo respaldo. Este libro nunca habría llegado a ser realidad sin el apoyo de mi alentadora esposa, Malini, y de mi hija Anandi. 124 SOBRE EL AUTOR Subir Chowdhury, respetado estratega, experto en calidad, es presidente y director general de ASI Consulting Group, LLC, Iíder mundial en formación, consultoría y puesta en práctica de Seis Sigma y de liderazgo de calidad. Entre sus clientes se cuentan empresas de la lista Fortune 100 así como pequeñas organizaciones tanto en el sector público como en el privado. Aclamado por el New York Times como «primer experto en calidad», Chowdhury es autor de doce libros, incluyendo el éxito de ventas internacional El poder de Seis Sigma, traducido a más de veinte idiomas y con unas ventas que superan el millón de ejemplares en todo el mundo. Design for Six Sigma (DFSS), de Chowdhury, es el primer libro sobre el tema y se le atribuye la popularización de la filosofía DFSS en todo el mundo. Su Management 21 C fue seleccionado como Mejor Libro de Negocios del año 1999, por Amazon.com en el Reino Unido y está traducido a más de diez idiomas. Chowdhury ha recibido numerosos premios internacionales por su liderazgo en gestión de calidad y sus importantes aportaciones a diversos sectores de todo el mundo. Además de ser homenajeado por el Automotive Hall of Fame, ha recibido el prestigioso premio Henry Ford II, a la excelencia en la ingeniería de automoción, de 125 I • EL FABRICANTE DE HELADOS la Society of Automotive Engineering. También ha recibido el reconocimiento del Congreso de Estados Unidos, así como la medalla de oro de la Society of Manufacturing Engineers. La American Society for Quality le ha concedido la primera medalla Philip Crosby, como autor del libro de negocios más influyente sobre Seis Sigma. Asimismo, es miembro honorario de la World Innovation Foundation y del International Technology Institute (ITI). En 2004, Chowdhury fue admitido en la Galería de Personajes Famosos en Ingeniería, Ciencia y Tecnología (Nivel mundial) y el ITI le galardonó con su prestigiosa medalla Rockwell a la Excelencia en Tecnología. Chowdhury tiene un diploma en Ingeniería Aeroespacial por el Indian Institute of Technology (IIT), de Kharagpur, India, un título en Gestión Industrial, de la Central Michigan University (CMU) y un doctorado honorario en ingeniería, de la Michigan Technological University (MTU). En 2003, en su quincuagésimo aniversario, el IIT le destacó como uno de sus quince antiguos alumnos más eminentes y la CMU le galardonó con su premio a los antiguos alumnos distinguidos (que sólo ha sido concedido a veintidós ex alumnos durante más de cien años de historia). La mayoría de escuelas de ingeniería y de negocios en todo el mundo incluyen sus libros de ingeniería y gestión en sus programas. Es citado frecuentemente en los medios nacionales e internacionales. Chowdhury vive con su esposa, Malini, y su hija, Anandi, en Michigan. 126 «No encuentres la falta, encuentra el remedio» Ilenry Ford «La misión de Subir Chowdhury es hacer de la calidad una parte del AD de las empresas. El fabricante de helados supone un paso de gigante en esta direccién,» Ken Blanchard, autor de El ejecutivo al minuto y El consejo del jardinero -Illn gran libro! El fabricante de helados debería convertirse lectura obligatoria profesional.» para cualquiera que esté empezando en su carrera Steue Walukas, Vicepresidente de Calidad Corporativa, DaimlerChrysler Corporation «iMagnífico! El fabricante de helados ofrece un ejemplo de los increíbles resultados que puede alcanzar involucrando a toda su plantilla en el objetivo de mejorar la ealidad,» Lee A. Mundy, Director Ejecutivo de Calidad Estratégica, General Motors Corporation ISBN: 978-84-96627-11-6 (¡) '" ¡ 91111IJjljl~~IIIIJIIJIII~111