¡BASTA YA DE AGRESIONES VERBALES! 17 Técnicas Probadas para Sentirte Poderoso Antes y Después de que una Agresión Verbal Suceda En un agresión verbal, tú no tienes el problema, lo tiene tu agresor. Contenido PRÓLOGO AGRADECIMIENTOS INTRODUCCIÓN COMPRENDIENDO LAS AGRESIONES VERBALES Identifica una agresión verbal ¿Qué es? Diferentes tipos y sus consecuencias Podemos ser tanto víctima como agresor Entiende cómo te Afectan ¿Por qué te sientes mal cuando se producen? ¿Afecta esto a tu salud? Me siento culpable… y además soy la víctima Identifica al Agresor Desenmascarando al agresor verbal El agresor “inocente”… o no tanto. Cuándo el agresor no es un desconocido COMPRENDE A TU AGRESOR Comprendiendo la agresión Lo primero que busca el agresor con su ataque ¿Por qué te agrede? Tú no le has hecho nada… Descubre el secreto del agresor: El objetivo “real” ¿Ayudar a mi agresor? ¿Estás loco? ¿Por qué debo ayudar a mi agresor? Convirtiendo un enemigo en aliado TÉCNICAS DE AUTODEFENSA Prepárate para la agresión El gimnasio “emocional” Entrenamiento práctico para el momento de la agresión El poder del lenguaje corporal En el momento de la agresión Cuando la agresión es por sorpresa Técnicas de Autodefensa pacíficas No puedo más tengo que decir algo… Después de la agresión Calma. Lo primero es recuperarte ¿Tengo que hacer algo ahora? ¿Le respondo? No he sabido manejar la situación CONSIGUE QUE NO TE AFECTEN Libérate del agresor Rompiendo las cadenas con el agresor ¿Estás de broma? Perdonarlo… ¿Para qué? Elimina tu Recuerdo Negativo de tu Memoria Lo he perdonado, pero me sigo sintiendo mal Borrando el recuerdo negativo Cambia tu recuerdo negativo por otro positivo. CONCLUSIONES EPÍLOGO Palabras como hojas secas que salen de tu boca AUTOBIOGRAFÍA PRÓLOGO Hace poco, escuché esta frase en un diálogo de una serie de televisión para niños: “Palos y piedras me pueden lastimar, pero tus palabras jamás”. La retuve y se la conté –entusiasmado– a mis dos hijos que, como todos los chicos, de vez en cuando vuelven tristes del colegio por algo que les dijo un compañero. Yo estaba feliz con mi descubrimiento y pensé que podría serles útil. Luego noté que era una completa tontería: las palabras sí hieren, aunque uno se “bañe en aceite” –como decía una alumna, para evidenciar que a ella todo le resbalaba–. Las palabras son poderosas: causan incomodidad, dolor y hasta pueden arruinarle la vida a una persona, cualquiera sea su edad. También sucede lo contrario: una sola palabra amable es capaz de cambiarle el día a uno. En este libro, Patxi Martín ayuda a responder las agresiones verbales sin perder la compostura, y sin que ellas dejen cicatrices. Es como un manual de supervivencia ante personas que no saben cuánto corta una palabra afilada. A la vez, es un texto-espejo que podría mostrarnos si uno es –queriéndolo o no– un agresor verbal. La sabiduría popular afirma que “En la vida hay tres cosas que no vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida”. Este libro funciona como una guía para no perder la calma ante una palabra inoportuna, y a no devolver las flechas con más flechas. Ricardo Palmieri AGRADECIMIENTOS Gracias a mis hijas Yaiza y Claudia por enseñarme una lección magistral sobre cómo defenderse de las agresiones verbales, la cual está incluida en este libro. Y gracias a mi mujer Sara, por apoyarme y prestarme su tiempo para que pudiese escribir este nuevo libro. También agradezco a mi mentor Diego Repetto su empuje para hacer que este libro se haga realidad, y al autor del prólogo, Ricardo Palmieri, por enseñarme a utilizar sabiamente las palabras. Por último, agradecimientos a todas y cada una de las personas asistentes a mi taller de “Autodefensa para Agresiones Verbales”. Sin sus anécdotas y comentarios, no hubiese sido tan fácil ni divertido compartir esta información. INTRODUCCIÓN ¿Te sientes incómodo cuando cuestionan tu capacidad para hacer algo? ¿Alguna persona te habla mal, y no sabes cómo responderla? ¿Recuerdas a menudo una situación desagradable en la que te menospreciaron? Yo sí, y supongo que tú también. Es normal tener este sentimiento mitad culpa y mitad impotencia. Las palabras que te dicen las personas te afectan. Tu cerebro las procesa y te generan sentimientos que hacen que te sientas bien o mal. Si alguien te golpea y te agrede físicamente, te produce daño. Cuando te dicen palabras ofensivas también. Recibes un gran número de agresiones verbales cada día. Algunas realizadas por personas cercanas (familiares, amistades y compañeros de trabajo) y otras de gente que apenas conocemos. En el trabajo, en la escuela, en el hogar, los medios de comunicación, etc., parece que se tiene derecho a decir cualquier cosa, a cualquier precio, sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. El uso de la tecnología ha multiplicado las conversaciones que realizas con otras personas, aunque estas no se encuentren a tu lado, y en muchos casos ni siquiera puedas ver su cara. Precisamente el anonimato que te permite internet, ha provocado que aumente exponencialmente el número de agresiones verbales en las redes sociales. La agresión verbal no es grave en sí, sino que es la forma en como tú la interpretas lo que hace que sea más o menos dañina. Entender esto, además de comprender al agresor y perdonarlo, es el principio para lograr que no te afecten. Una agresión verbal te produce un daño, que persiste en el tiempo después de que esta haya finalizado. Pasados varios días, e incluso meses, al recordar el incidente, vuelves a sentirte igual de mal que cuando sucedió el hecho. ¿Te gustaría que no te afectasen las agresiones verbales, e incluso dejases de sentirte mal cuando las recuerdes? Decidí escribir este libro porque me intrigaba que una simple agresión verbal, generase tanto dolor, a pesar de que hubiese ocurrido hace tiempo. Investigando descubrí como nuestro cerebro es una pieza fundamental en todo este proceso. En este libro aprenderás a identificar los tipos de agresiones verbales que existen, tanto para poderlas reconocer, como para evitar realizarlas de forma inconsciente a otras personas. No solo puedes ser víctima, también puedes comportarte como agresor. Reconocerás los sentimientos que te generan, y técnicas sencillas de autodefensa, para evitar perder el control en el momento de la agresión. Algunas técnicas las aprendí de la pedagoga Barbara Berckhan, y otras de mi propia experiencia en los talleres sobre Autodefensa de las Agresiones Verbales que imparto. Son técnicas fáciles de utilizar, que también pueden ser empleadas por los adolescentes para evitar el acoso escolar o bullying. Te serán útiles para no perder el control y evitar quedar a merced del agresor. Este libro te ayudará a librarte de esa sensación desagradable que se siente cuando recibes agresiones verbales de tus superiores en el trabajo, de familiares o amistades y no logras que paren. No importa si estas son puntuales, o se repiten de forma sistemática en el tiempo. Por último, comprender el proceso completo de una agresión verbal, te será útil si has sufrido o sufres con los recuerdos de una que tuviste en el pasado. En especial, si al recordar el episodio, vuelves a tener la misma sensación desagradable que cuando ocurrió el incidente. Es posible que alguna de la información que encuentres en este libro te parezca evidente. Pero te recomiendo que lo leas con ojos de “niño pequeño”. Realiza los ejercicios que te propongo y contesta a las preguntas. Lo peor que puede pasar es que aprendas algo nuevo. Lo mejor, que aprendas a manejar cualquier agresión verbal para que no te provoque daño. ¡Deja de sufrir con las agresiones verbales y siéntete fuerte a pesar de lo que te digan! "Hay gente que es experta en buscar la falta a lo muy bueno, para consolarse ante sus propios defectos." Baltasar Gracián Capítulo1 COMPRENDIENDO LAS AGRESIONES VERBALES Identifica una agresión verbal ¿Qué es? Cuando piensas en una agresión verbal, ¿Qué cosas te vienen a la cabeza? Insultos, cuando te gritan, menosprecian, el tono en el cual te hablan, etc. son ejemplos de agresiones verbales. La diferencia entre una agresión física y la verbal, es que la primera te deja un dolor que desaparece con el tiempo. En cambio la verbal te deja una secuela psicológica que no es tan fácil de eliminar. Pueden pasar varios días e incluso años, y el recuerdo permanecerá allí, en tu cerebro. Esta característica las hace mucho más dañinas. Son como un pequeño virus que se instala en tu cerebro, y que no puedes eliminar. Cuando menos te lo esperes, volverá el recuerdo. Y con él, la misma sensación desagradable que tuviste cuando ocurrió el suceso. Pero no solo recibimos agresiones verbales cuando nos hablan. De hecho, en este libro incluiré las que se realizan por escrito. Cartas, correos electrónicos, incluso noticias en los periódicos, pueden estar cargadas de agresiones verbales. Y sí, también se incluyen las temidas redes sociales, que se ha convertido en el principal canal de comunicación entre las personas. Las agresiones verbales se producen al utilizar el lenguaje, tanto cuando hablas, como cuando escribes. Diferentes tipos y sus consecuencias No solo cuando te gritan o amenazan se produce una agresión verbal. Reconocerlas, es el primer paso para poderlas combatir. Aquí hay algunos ejemplos: Gritos. Un aumento en el volumen de la voz, te altera. El agresor quiere demostrarte que “es más fuerte o poderoso que tú”. Amenazas. El agresor busca algo de ti. Para ello utiliza tu miedo. “Si no haces esto… te ocurrirá…”. Insultos. Alguien te ofende para provocarte e irritarte con palabras o incluso acciones. Se trata de que “pierdas los nervios”. “Eres un estúpido y lo sabes”. Menosprecios. El agresor te dice que “no eres capaz de hacer algo” o trata de ridiculizar alguna característica tuya. Te lo puede decir directamente a ti o hacerlo delante de otras personas para dejarte en ridículo. “Hay que ver qué poca clase tienes. ¿Dónde has comprado esa ropa? ¿Te la han regalado?”. Injurias. Se te imputa un hecho o una cualidad con el objetivo de desprestigiarte. El agresor quiere “quedar por encima de ti”. “Ayer vi a Luis con otra mujer cenando. No sabía que engañaba a su mujer”. Calumnias. El agresor realiza una acusación falsa sobre ti de forma intencionada. El objetivo es causarte daño y minar tu reputación. “Creo que Alicia está falseando las cuentas de la organización para quedarse con dinero.” La lista puede ser interminable. Algunas de las agresiones verbales no solamente se producen durante una conversación oral, sino que pueden realizarse por escrito. De hecho se está produciendo un alarmante incremento de las agresiones verbales en las redes sociales. El motivo: la otra persona no está delante, así que el agresor se siente protegido y a salvo. En particular, en las redes sociales, y en general en el lenguaje escrito, ocurre que no podemos ver a la otra persona, por lo que no podemos leer su lenguaje no verbal. No sabemos cuál es la expresión de su cara. La misma frase, con distinto tono de voz y expresión corporal puede significar algo muy diferente. ✓ ¿Qué te sugiere cada una de las frases con el emoticono? ¿Verdad que no te sugieren lo mismo? Leer el lenguaje corporal o escuchar el tono de voz, ayuda a entender mejor el mensaje. Podemos ser tanto víctima como agresor No solo puedes ser víctima de las agresiones verbales. También puedes convertirte en agresor. Revisa tus comportamientos con las personas de tu entorno. Es probable que con determinadas personas adoptes el rol de víctima, pero con otras eres el verdugo. Cada agresión verbal golpea tu autoestima, al igual que una piedra golpea una madera. Es posible que la madera no se rompa, pero la marca del impacto queda allí, para siempre. Cuidado con las palabras que utilizas con tus seres más queridos. Identificar las agresiones verbales que recibes, y las que provocas, te ayudará a crear una consciencia a tu alrededor de la importancia de utilizar el lenguaje adecuadamente. Los seres humanos aprendemos por imitación. Tu entorno, y en especial tus hijos, si los tienes, copian lo que ven. Así que empieza por cambiar tú de actitud, si quieres que el entorno comience a tratarte mejor. La autoestima es como la madera. Aparentemente resistente, pero cada golpe deja una huella en ella que no puede borrarse. Patxi Martín Entiende cómo te Afectan ¿Por qué te sientes mal cuando se producen? La Dra. Sonia Lupien afirmó en una investigación que los cuatro factores que desencadenan estrés son: novedad[PTXM1], imprevisibilidad, sensación de descontrol y amenaza (incluso para nuestra personalidad). Cuantos más factores estén presentes a la vez en una situación, mayor probabilidad existe de aparecer estrés. En una agresión verbal, están presentes estos cuatro factores de forma simultánea. Novedad. La mayoría de las agresiones verbales son situaciones nuevas. Se puede repetir un insulto, pero las condiciones del entorno, el lugar, el día, etc., cambian. Imprevisibilidad. Estás desprevenido cuando ocurre la agresión. No te la esperamos. No sabes cuándo una persona va a descargar su mal humor en tí. Sensación de descontrol. Cuando el agresor verbal lanza su ataque, lo hace porque sabe que tiene ventaja. Ha diseñado una estrategia para que no podamos responderle. Y a veces es así. ¿Cómo responderías a tu jefe si te empieza a gritar e insultar? Probablemente no puedas controlar la situación en ese momento. Amenaza (incluso para nuestra personalidad). Aunque no sea una amenaza física, tu cerebro reacciona exactamente igual. Cuando te menosprecian o te dejan en ridículo, están cuestionando tu capacidad o inteligencia para hacer algo. Y te sientes amenazado. ¿Afecta esto a tu salud? ¿Cómo te sientes cuando recibes una agresión verbal? ¿Y cuándo ha pasado algún tiempo y te viene su recuerdo a la cabeza? Te sientes igual de mal cuando ocurren estos episodios, que al recordarlos. Tu cerebro almacena imágenes y sensaciones. Así que liberará al cuerpo las mismas sustancias químicas que cuando ocurrió la agresión realmente. Volverás a revivir el suceso sintiéndote igual de mal y entrarás en “modo de estrés”. Tu cerebro detecta la amenaza y envía órdenes al corazón para que empiece a bombear sangre más rápido. También a los pulmones para respirar a mayor velocidad. La sangre pasa del cerebro a las piernas y brazos por si tenemos que huir o luchar. Solo que… la amenaza no es tan peligrosa… solo son palabras. Es nuestro cerebro quien imagina consecuencias desastrosas. La clave está en comprender que en una agresión verbal no es tan importante “lo que te dicen”, sino “cómo te sientes tú” cuando te lo dicen. Para cada persona, la misma agresión verbal tiene resultados diferentes. Por ejemplo, si alguien me llama “moreno estúpido”, no me afectará mucho, porque soy rubio. En cambio si me llaman “rubio estúpido”, la cosa cambia. Si además quien me llama “rubio estúpido” es mi suegra… Tú eres quien das permiso al agresor para que su ataque sea efectivo. Cuando permites que la agresión verbal te afecte, entras en modo de estrés. Si la agresión se repite constantemente, afectará a tu autoestima pero sobre todo a tu propia salud. Puedes mantener un cierto nivel de estrés sin que te afecte, pero si este dura mucho tiempo, acabarás sufriendo las consecuencias. Imagina 5 cebras bebiendo agua en una charca, en medio de la sabana africana. A lo lejos, a unos 200 metros se encuentra una leona vigilando a sus posibles presas. Las cebras, saben que una leona no puede mantener una carrera por mucho tiempo. Necesita estar a menos de 50 metros para realizar un ataque efectivo. Así que aunque estén siendo vigiladas, se mantienen en calma. De pronto, la leona que se ha ido acercando poco a poco, se encuentra a menos de 50 metros e inicia su carrera. Las cebras dejan de beber, entran en “modo de estrés” y comienzan a correr para salvar sus vidas. Una segunda leona, aparece de entre los pastos y captura a una de las cebras, a la más pequeña y débil. La cacería ha terminado. Las cebras vuelven a su charca, y abandonan su estado de estrés. Saben que las leonas no cazan todos los días, así que pasará algún tiempo hasta que vuelvan a intentar cazar a otra cebra. Se relajan y comienzan a beber de nuevo. Parece lógico. Pasa el peligro, y se relajan, dejan de estar estresadas. Pero esto no ocurre igual al ser humano. Si en lugar de haber 5 cebras bebiendo en la charca, hubiese 5 humanos haciéndolo ¿Cómo crees que se comportarían? Seguramente saldrían corriendo en cuanto viesen a la leona, aunque esta no hubiese comenzado su carrera. Además, si una de las leonas alcanzase a uno de ellos, el resto no regresaría a la charca a beber. Seguiría corriendo incluso horas después, pensando “¿Y si se ha quedado con hambre...?” La situación de estrés no finalizaría, y se alargaría en el tiempo. El cerebro humano recuerda el suceso y la persona teme que vuelva a pasar. El estrés puede convertirse en permanente, y eso afectaría finalmente a su salud. Me siento culpable… y además soy la víctima Después de entrevistar a muchas personas que habían sufrido agresiones verbales, algo que tenían todas en común es que se “sentían mal”. La agresión había finalizado hace tiempo, y a pesar de ser ellas las víctimas, tenían un sentimiento de culpa. Este sentimiento, en más del 90% de las ocasiones, era por “no haber sabido manejar la situación”. Al finalizar el hecho, la víctima se daba cuenta que el agresor se había salido con la suya. No había opuesto suficiente resistencia. Tenía sentimiento de impotencia. Las víctimas sentían que no tenían control de la situación. Tenían miedo de que volviese a ocurrir otro episodio similar y tampoco supiesen reaccionar. Si continúan ofreciendo la misma respuesta, cuando suceda otra agresión verbal, obtendrán los mismos resultados. Pero las cosas no tienen por qué suceder siempre igual. En tu mano está cambiarlo, y desmontar el ataque del agresor. ¿Te animas? Identifica al Agresor Desenmascarando al agresor verbal No puedes defenderte de alguien que no sabes que es tu enemigo. Siempre te sorprenderá con su ataque. Los agresores verbales están ahí, en tu vida diaria. Necesitas poderlos identificar para estar preparado. Si te paras a pensar, seguramente encontrarás más de los pensabas. ✓ Actividad. Identifica a tus agresores verbales Responde a estas preguntas, preferiblemente por escrito. Tómate tu tiempo, al menos 5 minutos. Piensa en tu vida, tan solo en la última semana. - ¿Quién ha cuestionado tu capacidad para realizar tu trabajo o cualquier otra cosa? - ¿Alguien te ha dejado en ridículo? - ¿Realizó alguna persona comentarios despectivos sobre ti? - ¿Quién ha bromeado con tu inteligencia? ¿Y con tu apariencia? - ¿Quién te grita o te habla de forma brusca y despectiva? Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado SunTzu “El Arte de la Guerra” El agresor “inocente”… o no tanto. Hay un tipo de agresor verbal por el cual siento especial simpatía. Es el agresor que yo califico como “inocente”. Le puse ese nombre porque te agrede verbalmente, sin darse cuenta. Realmente no quiere causarte daño, solo quiere demostrarte que se preocupa por ti… aunque te parezca lo contrario. Me refiero a ese familiar o amistad que tienes, que en cuanto lo ves llegar, estás esperando su comentario, que sabes que “no te va gustar”. Se preocupa por ti, pero tiene “poca habilidad” para utilizar las palabras, y lo que consigue es molestarte. ¿Reconoces estos ejemplos? - Vaya, cuanto tiempo sin verte. Tienes mala cara. ¿Estás enfermo? ¿Te han despedido del trabajo? - ¡Hola cariño! El vestido que llevas es precioso, aunque no te pega nada con tu corte de pelo. - A ver si comes más. Estás muy delgaducho. Así das un poco de pena… Hay muchas formas de decir las cosas. Puedes tener la misma intención, pero usando las palabras adecuadas, todo cambia. Fíjate en las mismas frases, - Vaya, cuanto tiempo sin verte. ¿Te encuentras bien? ¿Te noto cansado? - ¡Hola cariño! El vestido que llevas es precioso. Tal vez podrías ponerte un fular verde. Creo que iría bien con tu corte de pelo. - “¿Te noto más delgado? ¿Todo va bien?” Pero sin duda, mi favorito es aquella amistad que tienes, y que empieza siempre la frase con: - Tengo que contarte algo. No te va a gustar, pero como “eres mi amigo”, te lo voy a decir… Sí, dan ganas de contestarle “Si no me va a gustar, ¡no me lo cuentes!”. Pero es inútil, te lo contará de igual modo. Otra cosa diferente es cuando alguien viene a contarte algo y empieza con “oye, por ahí van diciendo de ti que…”. A esta persona la llamo el “mensajero inocente”. Seguro que lo entenderás con esta historia. Cuentan que un discípulo de Sócrates llegó alterado a su casa. Había escuchado una conversación mientras paseaba por la calle: - ¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti … - ¡Espera! – lo interrumpió Sócrates- ¿Supongo que habrás pasado lo que vas a contarme a través de los Tres Filtros? - ¿Cómo dices? ¿Los Tres Filtros…? - Sí – respondió Sócrates - El primer filtro es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que me quieres decir es verdadero? ¿Lo viste con tus propios ojos? - No – dudó el discípulo-… se lo oí decir a unos vecinos… - Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, la BONDAD - continuó Sócrates- ¿Lo que me quieres decir es bueno para mí?” - No, en realidad no lo es… más bien al contrario… respondió confundido el discípulo. - ¡Ah! – interrumpió Sócrates.- Entonces por lo menos lo habrás pasado por el último filtro, la NECESIDAD. ¿Es realmente necesario que me lo cuentes? - Para ser sincero, no –afirmó el discípulo -…no es necesario. - Entonces – Sócrates lo miró y le dijo- Pues entonces, si no es VERDADERO, no es BUENO, ni NECESARIO… sepultémoslo en el olvido… ¿Si alguien habla mal de tí a tus espaldas…es una agresión verbal? Cuando te llega información a través de "terceras personas"… ¿Realmente quién es el agresor? ¿El que habla mal de ti, o el que te lo cuenta? Antes de contar chismes a alguien, pásalo por los tres filtros. No seas cómplice del agresor. Cuándo el agresor no es un desconocido Una agresión verbal de un desconocido, puede llegarte a molestar. Pero no te afectan tanto como cuando el agresor es de tu entorno más cercano. Cuando no conoces al agresor, sabes que probablemente no vuelvas a encontrarte con él. Esto facilita tu respuesta. No ocurre nada si no sabes manejar la situación. No hay peligro de volvértelo a encontrar. En cambio si pertenece a tu entorno más cercano (familiar, amigo, compañero de trabajo, etc.), volverás a verlo, más tarde o más temprano. Temes que la agresión vuelve a repetirse. Te une un lazo afectivo, y esto puede ser una barrera a la hora de dar una buena respuesta. En este caso, lo más efectivo es tratar de “comprender al agresor”. Entendiendo porqué lo hace y cuál es su objetivo real, podremos convertir a un enemigo en un buen aliado. Pero esta parte la veremos en el siguiente capítulo. Capítulo 2 COMPRENDE A TU AGRESOR Comprendiendo la agresión Lo primero que busca el agresor con su ataque Cuando recibes una agresión verbal, el objetivo inicial del agresor es simplemente desestabilizarte. Quiere ponerte nervioso para tomar ventaja. Cuando estás en calma, tu cerebro analiza las posibles alternativas para tomar la mejor decisión. Pero si estás en modo de estrés, tomará decisiones rápidas para sobrevivir, y no buscará muchas alternativas. Simplemente reaccionas. Se cuenta que hace unos años, el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue entrevistado en directo, en un programa de televisión de máxima audiencia por el famoso presentador Larry King. - Sr. Trump, usted que tiene fama de ser un gran negociador, ¿podría enseñarnos alguna clave para negociar mejor? – preguntó Larry King. - Sí, como no – respondió Trump – pero disculpe, ¿podría retirarse un poco más de mí? Es que le huele un poco el aliento… El presentador Larry King se puso rojo y quedó avergonzado. No sabía cómo contestar a aquello - Sí,… es que últimamente ando mal del estómago…quizás debería ir a mi médico para hacerme una revisión… Millones de personas estaban viendo el programa y el presentador no sabía qué hacer. Cuando consiguió reponerse del impacto inicial, Larry King trató de continuar con la entrevista, visiblemente nervioso. - Disculpe Sr. Trump, continuemos con la entrevista – comenzó tratando de salir de la situación- Nos iba usted a enseñar a negociar. - Ya lo estoy haciendo – contestó Trump con seguridad- Lo primero que hago cuando voy a negociar, es poner en desventaja a mi adversario. La entrevista finalizó, sin que Larry King se atreviese a realizar alguna pregunta comprometida a Donald Trump. El objetivo inicial de cualquier agresión verbal es tomar ventaja. Si además, esta se realiza por sorpresa, mucho más efectiva. Mantener el "control" es la mejor defensa. Debes evitar "reaccionar", para no actuar sin pensar. Una acción es algo que decides realizar mediante tu cerebro consciente. “Decido comer un plato de verdura en lugar de carne”. En cambio, la reacción es una respuesta de nuestro cerebro no consciente (respuesta automática). “Me pisas fuerte y grito”. Si reaccionas, gana el agresor, porque no podrás controlar tus emociones y acciones. Recuerda que su objetivo es desestabilizarte, que pierdas los nervios, para que así no puedas responder. En modo de estrés solo hay tres respuestas posibles: atacar, huir o quedarte paralizado. Imagina que tu jefe te llama a su despacho y comienza a gritarte e insultarte por un trabajo que opina que no has realizado bien. - Opción 1. ATACAR. ¿Atacar a tu jefe en esa situación te beneficia en algo? Quizás explotes y te enfades con él. Si lo haces delante de otras personas, es posible que solo desee dejarte en evidencia. “Mirad cómo se pone… no sabe comportarse”. - Opción 2. HUIR. Imagina la cara de tu jefe si cuando empieza a gritarte, sales corriendo de su despacho y desapareces. ¿Crees que esto te ayudará en algo? ¿o volvería a repetirse la agresión en otro momento? - Opción 3. PARALIZARSE ¿Qué piensas que ocurriría si te quedas en silencio, sin moverte mientras te insulta? ¿Pararía en su ataque? Seguramente no, porque si no haces nada, se sentirá más fuerte, y es posible que lo intensifique. Siempre que el agresor te desestabiliza, toma ventaja. Cualquiera de las 3 opciones anteriores, no te va a beneficiar. Necesitas mantener el control para dar una mejor respuesta. ¿Por qué te agrede? Tú no le has hecho nada… Podrías entender por qué un agresor, que no pertenece a tu entorno más cercano, te ataca (celos, envidia, etc.). Sin embargo, cuando recibes agresiones de personas muy cercanas, no te lo explicas, si se suponen que “te quieren”. Por ejemplo, cuando vas a salir de casa y tu madre de pregunta “¿Así vas a salir? ¿Con esa ropa?” O te encuentras a un amigo por la calle, que hace tiempo que no ves y te dice “¿Parece que has engordado…? … ¿Estás embarazada?… ¿Para cuando llega el bebé?” y finaliza guiñándote un ojo. Sí, dan ganas de dejarle ese ojo morado de un puñetazo. Aunque lo haya hecho sin mala intención. De hecho estas personas piensan que nos están ayudando. ¿Recuerdas al “agresor inocente”? “Esto que te voy a contar, no te va a gustar, pero lo voy a hacer por la amistad que nos une”. En cualquier caso, sea o no la agresión intencionada, el objetivo real no eres tú. El agresor busca otra cosa. ¿Quieres saber cómo descifrarlo? Descubre el secreto del agresor: El objetivo “real” ¿Quieres saber el secreto para manejar una agresión verbal? Descubre el “objetivo real” de tu agresor. Toda agresión verbal persigue algo. Alguien no te insulta en una reunión porque tenga algo contra ti, solamente lo hace para ponerte nervioso y dejarte en evidencia. Debes preguntarte ¿Qué hay detrás de la agresión? ¿Qué quiere conseguir? Marga y Fátima son dos compañeras de trabajo, de 35 y 40 años. Tienen la misma categoría profesional. Se conocen desde hace más de 10 años. Son buenas amigas y suelen ir a tomar café juntas. Su supervisora, solicitó hace 3 días ayuda al personal del departamento, para la realización de mejoras, ya que tiene una reunión con el Coordinador del área la semana próxima. - Ayer por fin terminé el informe de mejoras para la Supervisora – comenta Marga-. Me ha costado bastante esfuerzo. Escribir en una computadora no es lo mío… - ¿Has hecho un informe? ¿Para qué? – pregunta Fátima con ironía- Eso no sirve para nada. - Se me ocurrieron algunas mejoras en el área – responde Marga algo confusa. - Seguro que son una tontería - insiste Fátima en tono despectivo - además, a nosotras nunca nos hacen caso. - Bueno, yo creo que las propuestas que he pensado podrían ayudar – responde Marga con dudas. - Pero si no va a servir de nada. Además, seguro que tienes hasta faltas de ortografía -comenta Fátima haciendo una mueca-. Has sido tú quien ha dicho que la computadora no es lo tuyo… Acabarán riéndose de ti. Para descubrir la clave de las agresiones verbales contesta a estas preguntas sobre el ejemplo anterior, escribiéndolas en un papel: ¿Quién realiza la agresión verbal? ¿Cómo realiza la agresión? ¿Qué tipo de agresión es? ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es el objetivo “real” del agresor? ¿Quieres conocer las respuestas? Consulta la página siguiente. Solución: ¿Quién realiza la agresión verbal? Claramente Fátima, no hay duda ¿Cómo realiza la agresión? ¿Qué tipo de agresión es? Fátima menosprecia la inteligencia de Marga: “Seguro que son una tontería”. Pone en cuestión su capacidad para realizar la tarea. ¿Por qué lo hace? Son amigas, pero resulta que Fátima no tiene ninguna propuesta que presentar. Va a quedar muy mal frente a la Supervisora si se presenta sin nada. ¿Cuál es el objetivo “real” del agresor? No quiere que Marga presente el informe. Trata de evitar una mala imagen por no realizar ninguna propuesta. Prefiere que nadie destaque para no ser el objetivo de los reproches de su jefa. Si lo analizas, Marga estaba allí, y fue quien recibió el ataque, pero no era un tema personal. Si hubiese estado otra persona, en su lugar, y hubiese hecho las misas propuestas, habría recibido la misma agresión verbal. NO ES ALGO PERSONAL. Imagina que estás atravesando la calle por un paso de cebra. Vas acompañado de 7 amigos, y camináis en fila, uno detrás de otro. De pronto, llega una motocicleta a toda velocidad y atropella al amigo que iba delante de tuya. El conductor no quería hacer daño a tu amigo, solo tenía prisa y tu amigo “pasaba por allí” en ese momento. Un segundo más tarde, y hubieses sido tú quien habría sufrido el daño. NO ES ALGO PERSONAL. Comprender que tú no eres el objetivo, te libera de la presión. No eres tú quien tiene un problema, lo tiene el agresor. ¿Ayudar a mi agresor? ¿Estás loco? ¿Por qué debo ayudar a mi agresor? Cada vez que comento en uno de mis talleres presenciales que tienes que intentar ayudar al agresor, los asistentes me miran como si fuese un extraterrestre. ¿Estás loco? ¿Por qué iba a hacerlo? me dicen asombrados. Si has entendido que tu agresor tiene un objetivo, que no eres tú, tienes dos opciones: quitarte de en medio o ayudarle a conseguir lo que quiere. Pregúntate: ¿Cómo puedo ayudarle a conseguir su objetivo? Quizás después de ofrecerle ayuda, tu agresor comience a mirarte con otros ojos. Es probable que pases de enemigo a aliado, y deje entonces de agredirte. ¿Prefieres tener un enemigo o un aliado? Convirtiendo un enemigo en aliado Cuando comience la agresión verbal, debes analizar rápidamente que es lo que quiere conseguir realmente. Céntrate en descubrir qué necesita. Esto te ayudará a enfocarte en la solución a su problema, y no en lo que te está diciendo en ese momento. Puedes realizar preguntas del tipo: - Exactamente, ¿en qué puedo ayudarte? - ¿Qué crees que podríamos hacer para solucionarlo? Escucha a tu agresor, y cuando descubras su objetivo real, ofrécele una alternativa. Paco tiene 50 años y es el jefe del departamento. Eduardo, de tan solo 35, hace menos de 6 meses que acaba de llegar a la organización. Ha ocurrido un problema serio con un cliente y Paco ha llamado a Eduardo para mantener una reunión urgente. Quiere discutir el asunto lo antes posible. Eduardo llega 5 minutos tarde a la cita porque acaba de salir de otra reunión que se ha alargado más de la cuenta. Llama a la puerta del despacho de su jefe y entra a la sala. - Vaya…Por fin has llegado – le grita Paco visiblemente irritado-. Parece que tenías cosas más importantes que hacer… - Disculpa Paco, – responde Eduardo con calma- acabo de terminar una reunión. Se ha alargado más de la cuenta y no he podido llegar antes. - Podías haberla dejado, tenías una cita conmigo - Lo sé – asiente Eduardo-, pero es que soy el Secretario de la Comisión y tengo que hacer el acta de la reunión… no puedo marcharme. - Bueno, bueno, no me pongas más excusas y vamos al grano. – le insta el jefe sin mirarlo a la cara- Hemos tenido un incidente con un cliente, que afecta directamente al departamento. Podía habernos costado mucho dinero. - ¿A qué te refieres? – pregunta Eduardo. - Llegas tarde y encima ni te has enterado de lo que ha pasado – acusa el jefe señalándole con el dedo- Últimamente estás algo despistado. - Lo pregunto porque hemos tenido 2 incidentes distintos en una semana – apunta Eduardo. - ¿Dos? – pregunta sorprendido Paco - ¿Y por qué no me has informado antes? - Te envíe un correo electrónico cuando sucedió cada incidente informándote de las causas – responde Eduardo tranquilo Estaba esperando tu autorización para iniciar las medidas. - ¿Un correo electrónico? – pregunta el jefe enojado - Como si tuviese tiempo de leer todos los correos que me llegan. Ya puedes encargarte de solucionar ambos incidentes o este año tu evaluación no va a salir muy favorable... Trata de responder a las preguntas sobre la historia anterior: ¿Quién realiza la agresión verbal? ¿Cómo realiza la agresión? ¿Qué tipo de agresión es? ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es el objetivo “real” del agresor? ¿Quieres conocer las respuestas? Consulta la página siguiente. Solución: ¿Quién realiza la agresión verbal? Parece claro que el Jefe Paco. Eduardo mantiene la calma en todo momento. ¿Cómo realiza la agresión? ¿Qué tipo de agresión es? El jefe recrimina a Eduardo que llega tarde, y aunque le expone un buen motivo, Paco menosprecia su explicación. Además, le grita, le señala con el dedo. Incluso acaba amenazándole si no resuelve satisfactoriamente los incidentes, a pesar de que se demuestra que ha sido un evidente despiste del jefe. ¿Por qué lo hace? El jefe se ha dado cuenta que hay un incidente sin resolver, y probablemente haya sido por descuido suyo. Quiere quitarse responsabilidad sobre lo ocurrido. ¿Cuál es el objetivo “real” del agresor? Quiere que Eduardo se encargue de solucionar el problema lo antes posible. Imagina que tú eres Eduardo. Ahora que conoces que es lo que necesita tu agresor ¿cómo se te ocurre que podrías ayudarle? Tal vez podrías decirle: - No te preocupes, ¿qué te parece si nos sentamos y en 5 minutos te muestro las diferentes alternativas posibles? Así cerramos las incidencias ahora mismo. Recuerda, mejor tener un aliado que un enemigo. Capítulo3 TÉCNICAS DE AUTODEFENSA Prepárate para la agresión El gimnasio “emocional” Al igual que una persona entrena en el gimnasio para mejorar su condición física, también puedes entrenar tu cerebro en el gimnasio emocional. Se trata que tu cerebro aprenda a gestionar las emociones de forma efectiva. Quizás ahora te suene extraño, pero es muy probable que en un tiempo no muy lejano, comiences a ver gimnasios para el cerebro. Una persona que desea correr una maratón, debe entrenar casi a diario para mantenerse en forma. Si por algún motivo, como por ejemplo una lesión, deja de hacerlo, en pocos días pierde su forma física. Tendrá que empezar casi desde cero cuando retome los entrenamientos. La ventaja del gimnasio emocional, es que una vez que entrenas a tu cerebro para responder a determinadas situaciones, a este no se le olvida, “no pierde la forma”. Todo lo que aprende, queda grabado para que pueda dar una respuesta efectiva cuando se repita una situación similar. Así que comienza a entrenar a tu cerebro. Te propongo empezar con una variante del escudo protector que utiliza Barbara Berckam en su libro “Una forma más relajada de imponerse”. A mí se me quedaba pequeño un escudo, así que decidí crear mi propia “burbuja vital”. ✓ Actividad. La burbuja vital Intenta realizar este ejercicio en un lugar tranquilo. Respira hondo 3 veces y comienza a visualizar la siguiente situación. Te encuentras en una enorme habitación completamente blanca. Es tan grande que no puedes ver sus límites. Estas allí de pie en el centro, en medio de la nada, en silencio. De pronto ves un punto que se acerca rápido a lo lejos. Parece una persona enfadada que se acerca a ti gritando. No puedes escuchar lo que dice, solo puedes oír un ligero murmullo. Al notar que se acerca rápido comienzas a crear tu “burbuja vital”. Imagina que una burbuja protectora transparente comienza a crearse alrededor de tu cuerpo. Una vez que te cubre completamente, no vuelves a escuchar ningún ruido. Solo hay silencio. El punto que veías a lo lejos, se ha convertido en una silueta humana que se acerca rápidamente hacia ti. Por sus gestos y la expresión de sus cara, intuyes que está muy enfadada. Pero tú no escuchas nada. Tu “burbuja vital” te protege. La silueta está ya muy cerca y ves como salen de su boca letras, sin ningún orden, que se acercan flotando hacia ti. Es como si esta persona lanzase palabras por su boca dispuestas a hacerte daño. Tú continúas en calma. No escuchas ningún ruido. Recuerda que te protege tu “burbuja vital”. Las letras que llegan flotando por el aire comienzan a chocar con tu “burbuja vital” y al tocarla, se deshacen como arena del desierto. La persona que está gritando llega a tocar tu burbuja, pero no puede atravesarla. Continúa gritando, y las letras salen de su boca, pero al tocar la burbuja vital, se deshacen. Puedes ver la expresión enfadada de su cara, pero no escuchas ruidos, tú estás en calma. La “burbuja vital” te da seguridad. Miras a la persona que está gritando a los ojos y repites 3 veces: “no me afectan, no soy yo” “no me afectan, no soy yo” “no me afectan, no soy yo” Este ejercicio es solo para entrenar a tu cerebro. De este modo, cuando ocurra una situación similar, tu cerebro recordará la seguridad y la calma en la que te encontrabas, a pesar de lo que te diga una persona enfadada. No trates de repetir este ejercicio durante una agresión verbal… a no ser que quieras que la otra persona piense que has perdido la cabeza, mientras te escucha repetir en alto “no me afectan, no soy yo”… Entrenamiento práctico para el momento de la agresión Entrenar ciertas respuestas, para cuando llegue el momento de la agresión, permite a tu cerebro escoger la mejor más rápidamente. Practica, practica y practica Solo practicando se consiguen los mejores resultados. Improvisar en estos casos, no es muy buena idea. ✓ Actividad. Simula una agresión verbal Busca un compañero y realiza un pequeño teatro. Uno hace de agresor y otro de víctima. Después podéis intercambiar los papeles. Practica varias situaciones y comprueba como reaccionarías en cada una de ellas. Después comentad que cosas podríais haber mejorado en cada respuesta que habéis dado.. Respiración abdominal Al recibir una agresión verbal, entrarás en modo de estrés. Tu corazón latirá más rápido y tu respiración se acelerará. Tu cerebro comprueba las reacciones de tu cuerpo, y como te nota alterado, vuelve a acelerar más aún la respiración y el ritmo cardíaco. Es la “espiral del estrés”. Parece que siempre va a más. Si quieres detenerla, tendrás que engañar a tu cerebro. Puedes hacerlo respirando de una forma más pausada, mediante la respiración abdominal. ✓ Actividad. Respiración abdominal En un lugar tranquilo, trata de respirar lentamente mediante la respiración abdominal. No debes mover el pecho, solo el abdomen. Siente como se hincha tu abdomen mientras entra el aire a tus pulmones, y como se desinfla cuando sale, como si fuese un globo. Para facilitar la relajación utiliza el método 12-5-12-5. - Cuenta hasta 12 mientras introduces lentamente el aire en los pulmones, como si entrase un pequeño hilo de aire por tu nariz. - Una vez que están llenos tus pulmones, cuenta hasta 5 reteniendo el aire, sin soltarlo aún. - Después suelta el aire lentamente mientras cuentas hasta 12. Trata de vaciar completamente tus pulmones de aire. - Finalmente, aguanta la respiración, sin aire en los pulmones, contando hasta 5. Repite este proceso al menos 3 veces seguidas. Te recomiendo que realices este ejercicio cada vez que te vayas a dormir. Además de practicar la respiración abdominal, también te ayudará a relajarte y a descansar mejor. Controla el espacio Cada uno de nosotros tenemos un espacio personal. Una distancia a la cual, no nos gusta que alguien se acerque. Esta distancia ronda los 1,20 metros, y es diferente para cada persona. Cuando alguien entra dentro de tu espacio personal, te entran los nervios. Te desestabilizas. Mantener esa distancia de seguridad te genera calma. Evita que alguien entre en tu espacio personal. Pero, ¿cómo lograrlo? Un paso atrás…o dos. En sencillo pero efectivo. Un pequeño paso hacia atrás te permite recuperar la distancia de tu espacio personal. Si el agresor no se retira, hazlo tú. El más alto gana. Si te encuentras sentado cuando recibes la agresión verbal, trata de levantarte. Es difícil gritar a alguien más alto que tú. Si ya estás de pie, busca una escalera o escalón en el que subirte. Ganarás altura. También puedes invitar al agresor a sentarse y tú… quedarte de pie. Utiliza las barreras. Nadie puede acercarse a ti si pones algo entre medias. Puede ser una silla, una mesa, etc. Si no tienes una barrera delante, búscala en tu entorno, y ponte detrás de ella con la excusa de coger algún tipo de objeto. Aprende a mantener la distancia. El poder del lenguaje corporal Estudios realizados demuestran que en una conversación, las palabras tienen solo un peso del 7% en la comunicación. Mientras la voz llega a un 38%, el lenguaje corporal es el responsable del 55% del impacto a la hora de comunicar algo. Tu lenguaje corporal dice mucho de ti, y de tu posible comportamiento o actitud frente a un adversario. ¿Te enfrentarías a una persona de 2 metros de altura con una gran musculatura? Seguro que no lo intentarías... aunque en realidad fuese menos fuerte que tú. Los grandes depredadores como el león o el guepardo, no atacan a las presas más fuertes. Primero echan un vistazo a sus posibles víctimas para detectar la más débil de todas. Solo entonces inician el ataque. El agresor verbal, al igual que los depredadores, lee el lenguaje corporal de las posibles víctimas para encontrar la que aparentemente es más débil. Una posición encorvada, con los hombros caídos, le está diciendo al agresor que tú eres la víctima que está buscando. Casi le estás invitando a que te agreda. Cuando sepas de antemano que te vas a encontrar con un posible agresor, tu cuerpo debe mostrar seguridad. Para ello es suficiente echar los hombros ligeramente hacia atrás y tratar de elevar el pecho unos centímetros (tan solo 2 cm es suficiente). Este sencillo gesto, no solo te proporciona seguridad, sino le indica, a tu posible agresor, que “no vas a ser una presa fácil”. En el momento de la agresión Cuando la agresión es por sorpresa Estás entrenado para cualquier agresión, pero seguro que alguna te cogerá por sorpresa. No puedes preverlo todo. ¿Cómo responder entonces? Mantén la calma. Si entras en modo de estrés, no podrás pensar. Caerás en la trampa del agresor. Recuerda que lo primero que busca es desestabilizarte. Respiración abdominal. Reduce el ritmo del corazón reduciendo el de la respiración. Será difícil realizar la respiración abdominal 12-5-12-5 que expliqué anteriormente. Tendrás tantos nervios que si lo intentas puede ser que notes que te falta el aire y consigas el efecto contrario. Pero si has entrenado el ejercicio previamente, si podrás realizarla con el sistema 5-2-5-2 que es exactamente igual, pero contando durante menos segundos. No contestes a la agresión. No digas nada si no es necesario. Si el agresor se ve con el derecho de agredirte, tú tienes el de no contestarle. Está esperando tu respuesta, así que si no reaccionas, tú ganas. En caso de recibir agresiones por correo electrónico, mensajería instantánea (Whatsapp, Messenger, etc.) o en las redes sociales, ignora la agresión. No la des importancia, porque eso es lo que busca. A veces la respuesta más efectiva es la que no se da. No contestes. El que habla…pierde. Decide cómo y cuándo darás tu respuesta. El agresor la espera. Si no se la das…se mantendrá esperando. Y mientras lo hace, no podrá continuar con su agresión. De este modo ganarás tiempo para recuperarte y preparar una mejor defensa. Técnicas de Autodefensa pacíficas Sin respuesta tuya, no hay agresión efectiva. Evita la confrontación si puedes. No es necesario responder siempre al ataque, y mucho menos con otra agresión. Esto solo aumentará la espiral de agresividad. Puedes simplemente ignorarlo. Simplifica tu defensa. No necesitas un gran discurso para contrarrestar la agresión. Ignora sin hablar No digas nada…esto desconcertará a tu adversario. Quédate serio mirando fijamente a los ojos. No digas nada. Haz un simple guiño de complicidad…como si pensases que todo es una broma, sin darle importancia. Pon cara de sorpresa, como si estuvieses viendo un extraterrestre... Quédate mirando a un punto fijo de su cara. Por ejemplo a su nariz, como si tuviese un grano gigante en ella. El agresor comenzará tocarse su cara para verificar que no tiene nada. Mientras lo hace, y se preocupa por su apariencia, habrás parado su agresión. Desvía la atención Tú tienes el mismo derecho de hablar sobre cualquier tema que el agresor. Así que cambia de tema. No pasará nada. Cuanto más diferente sea el tema mejor. - "Sabes, me preguntaba el otro día porqué….." - "Ahora que comentas eso, se me está pasando por la cabeza…." - "Vaya, que frio/calor hace hoy ¿no?...tú no tienes frío/calor... Si le haces una pregunta, el cerebro del agresor se preparará para responderla, y perderá la concentración en la agresión. ¡Despista a su cerebro! Responde con el mínimo esfuerzo Responde con una o dos sílabas. El agresor quedará esperando más información o reacción por tu parte, y tú mientras ganas tiempo. - Vaya, vaya… - Ahhh - ¿sí? - -Mmmm No pierdas energía en tratar de cambiar al agresor o dar explicaciones para convencerlo...nunca dará su brazo a torcer. No puedo más tengo que decir algo… Pero hay personas, o incluso ocasiones en las que tenemos que decir algo. No podemos estar callados. Estamos a punto de estallar. Reconozco que esta es una de las partes que más gusta en los talleres presenciales que realizo. Probablemente porque la víctima se siente culpable cuando no ha sabido responder a una agresión verbal. Descoloca al agresor Confúndele con preguntas o frases que lo despisten. Al cerebro le encanta responder preguntas y resolver enigmas, así que desvía la atención. Utiliza frases inacabadas. “No logro recordar la capital de Francia, empieza por P …” El cerebro del agresor tratará de responder a tu pregunta, aunque sea mentalmente y se desconcentrará de la agresión. Mezcla refranes. Empieza por uno...y termina con otro. "El que a buen árbol se arrima... ajos come". El agresor tratará de corregirte y mientras lo hace, hará perdido la concentración del ataque. Habrás ganado tiempo. Utiliza respuestas contradictorias que no espera. A veces decir lo contrario de lo que espera, le confunde y bloquea. Y si no lo crees, fíjate en la siguiente historia real. Raúl estaba conduciendo su coche por la autovía. Se disponía a rebasar un camión cuando este realizó una maniobra brusca para cambiarse de carril y adelantar a otro camión que circulaba delante. Raúl tuvo que accionar el freno de forma brusca. Se molestó bastante, así que cuando el camión finalizó su adelantamiento, Raúl paso a su lado accionando el claxon en motivo de protesta. El camionero comenzó a realizar aspavientos con las manos, visiblemente enfadado. A menos de 2 kilómetros, Raúl realizó una parada para descansar en un restaurante junto a la carretera. La casualidad, hizo que el camionero se detuviese en el mismo restaurante. Mientras Raúl se bajaba de su coche vio como llegaba el camión y se detenía al otro lado del aparcamiento. - ¡Eh tú! Listo – gritó el camionero al otro lado del aparcamiento – Ven aquí si te atreves. A ver si tocas el claxon aquí a mi lado. Raúl, que se encontraba con su familia ignoró el ataque mientras sacaba su abrigo del maletero del coche. - ¡Eh! Valiente – increpó el camionero – Ven aquí si te atreves. Te estoy hablando a ti. Raúl, volvió a ignorarlo, mientras sacaba su abrigo del maletero del coche. - ¡Eh! Listillo – insistió el camionero – Te he dicho que vengas aquí si te atreves. Raúl, que se dio cuenta que todas las personas que había en el aparcamiento estaban esperando su reacción, se le ocurrió la genial idea de contestar. - ¿Cómo que si me atrevo? – respondió Raúl mirándole desde la distancia – Sí tú te atreves… ¡Quédate ahí!... El camionero que estaba algo alterado le respondió, mientras caía en la trampa. - Pues claro que me atrevo – gritó - A ver si es verdad que eres tan valiente – insistió Raúl– y te quedas ahí. Mientras el camionero pensaba en que no tenía sentido lo que estaba diciendo, porque estaba gritando que no se iba mover del lugar, Raúl aprovechó para entrar con su familia al restaurante. El camionero se quedó fuera y no llegó a entrar nunca al restaurante. Que todos se enteren…me está agrediendo En ocasiones el agresor pretende dejarte en mal lugar delante de otras personas. Trata de desprestigiarte hablándote de forma despectiva. Cuando estés delante de más personas, no permitas que la agresión verbal pase desapercibida. Todos deben darse cuenta de lo que está sucediendo. Puedes responder al agresor: - “Ese comentario es poco objetivo. ¿Podemos centrarnos en el tema que nos ocupa” - “¿A qué te refieres exactamente con (repetir textualmente la agresión verbal)? Es como si tomases un altavoz y gritases a todo el mundo “¡Eh! Que me están agrediendo”. Esto pondrá al agresor en evidencia, e incluso alguna persona le llamará la atención o la mirará desaprobando su conducta. Utilizando esta estrategia, el agresor evitará volver a agredirte en público, para evitar quedar de nuevo en mal lugar. Dale la razón, …si así es feliz. Sé imprevisible ¿Hay algo que descoloque a tu agresor más que darle la razón? Esperará tu defensa o que te paralices, pero nunca que estés de acuerdo con lo que está diciendo. Dale la razón, pero continúa con la conversación, como si no te importase lo que acaba de decir. - Si así te sientes mejor….(repite la agresión)" - "Si estuviese en tu lugar, quizás lo vería del mismo modo, pero...." - "Ya sé que eres mejor que yo, pero..." Hasta aquí hemos llegado En ningún caso debes permitir las ofensas graves. Tendrás que poner límites cuando la agresión vaya más allá de una simple crítica o comentario despectivo. - “Ese comentario no ha sido apropiado” - “Este comentario me ofende” - “Ese comentario en intolerable. Exijo una rectificación” Trata de limitar la conversación a hechos objetivos, y evita entrar en la discusión personal. - “Ese comentario es personal, y no tiene que ver con el tema que estamos tratando”. Con cualquiera de las respuestas anteriores, estás centrando la discusión en el problema a resolver y no en aspectos personales. Además, dejas en evidencia al agresor. Después de la agresión Calma. Lo primero es recuperarte Ya ha pasado todo. Cálmate primero. Aunque ha finalizado la agresión, sigues en estado de estrés. El agresor verbal ha desaparecido de tu vista, pero tú te sientes mal. Lo primero es calmarse. Recuerda que si no lo haces, tomarás decisiones sin pensar y las consecuencias pueden ser desastrosas. Utiliza la técnica de la respiración abdominal para volver a un estado de calma. Cuando finalices, podrás tomar mejores decisiones. ¿Tengo que hacer algo ahora? ¿Le respondo? Analiza le suceso. No te precipites. Piensa primero si es posible que el hecho vuelva a repetirse. ¿Tiene sentido hacer algo cuando un borracho te insulta mientras caminas por la calle? Seguramente no en el momento. Está borracho y no es muy consciente de lo que hace. ¿Y al día siguiente? Si te le vuelves a encontrar con él por la calle, y esta vez está sereno ¿Le dices algo? Quizás ni recuerde el episodio. Será mejor dejarlo pasar. No siempre debemos responder a una agresión. Incluso si la hemos recibido por escrito. En estos casos el agresor espera tu respuesta, así que… mantenlo a la espera…y gana más tiempo. Tal vez se aburra de esperar y desista del ataque. Hace 15 años me mudé a vivir a una pequeña y preciosa localidad con mi familia. El lugar me parecía encantador, y la gente estupenda. Pero es muy difícil caer bien a todas las personas. De hecho, tratar de caer bien a todas las personas es la mejor manera de generarse enemigos. No creo que hiciese nada fuera de lugar para generar antipatía. De hecho invertí tiempo en la comunidad apoyando algunos eventos que se celebraban allí. Incluso fundé, conjuntamente con otros padres, un club deportivo para ampliar la oferta existente a los niños y niñas de la localidad. Sin embargo, por mucho que te esfuerces en agradar, siempre habrá alguien dispuesto a criticarte. Por entonces, existía una página web en la que había un foro de discusión sobre asuntos relacionados con la localidad. Algún habitante, del cual desconocía su nombre, y del que tampoco tengo interés en averiguar, aprovechaba el anonimato de la red para criticar y descalificar a varias personas, entre ellas a mí. Mi mujer era propietaria de un pequeño comercio en esta localidad. En aquellos momentos, gran parte de su escaparate estaba ocupado por productos de aquella linda gatita de color rosa que tanto gustaba a las niñas, Hello Kitty. Durante buen tiempo, aquel habitante anónimo utilizó el nombre de “Hello Kitty” para referirse a mí en las redes sociales. Al principio no me molestó, ya que no seguía las discusiones del foro. De hecho cuando me enteré, me resultó hasta gracioso. Pensaba que había tenido “arte” escogiendo mi apodo. Incluso bromeaba comentando que me hubiese gustado más que me llamase el Spiderman o el Batman, ya que al lado de los objetos de Hello Kitty había dos mochilas de estos superhéroes. Pero llegó un momento en que las personas de mi localidad empezaron a pararme por la calle para comentarme lo que de mí se decía en este foro, y por supuesto para recordarme como me llamaba. La situación comenzó a ponerse molesta, y empecé a dudar de si sería buena idea intervenir para detener las agresiones, o continuar ignorándolas. . Un buen día, coincidiendo con la celebración del día del padre, mis hijas me hicieron un regalo. Ellas pensaron que, debido a los largos viajes que realizábamos a menudo, sería interesante que tuviese en el coche unos bonitos parasoles para protegerse del sol. Así que ese fuese su regalo del día del padre. Pero entonces llegó la sorpresa, y al abrir el papel de regalo…. ¿imaginas cuál era el dibujo de los parasoles? Sí,… exacto… Hello Kitty. ¿Hello Kitty? ¿Es que no había otro dibujo? Miles de modelos de parasoles en todo el mundo y me regalaron este. ¿Y qué hacer hora? ¿Descambiar el regalo por otro modelo? Pero… era el regalo de mis hijas… ¿se molestarían…? Lo habían hecho con toda su ilusión. Después de mi reacción inicial, y las razonables carcajadas de mi esposa al ver el regalo, me percaté de que mis propias hijas habían resuelto el problema. Tomé los dos parasoles, salí a la calle y los coloqué de inmediato en mi coche. Me subí a él y conduje dando una pequeña vuelta por mi localidad, asegurándome de que me viesen algunas personas con mis nuevos y radiantes parasoles de Hello Kitty. Ese fue el último día que la gente me recordó por la calle que me llamaban Hello Kitty. Al poco tiempo, dejaron de llamarme así en aquel foro. Demostrar indiferencia es una de las mejores defensas frente a las agresiones verbales. Si el agresor sabe que su táctica no funciona, abandonará. No he sabido manejar la situación No te preocupes. No puedes cambiar el pasado. Pero sí puedes aprender de él. Planifica una estrategia para cuando vuelva a ocurrirte la misma situación. Pregúntate cual era el objetivo “real” de la agresión y piensa como reaccionarías ahora. Si después de contestar a la pegunta anterior, continúas con un sentimiento de culpa, solo te quedará actuar sobre el recuerdo. Capítulo 4 CONSIGUE QUE NO TE AFECTEN Libérate del agresor Rompiendo las cadenas con el agresor Al recibir una agresión verbal, esta queda grabada en tu cerebro. Su recuerdo genera un sentimiento negativo. No puedes olvidar a tu agresor. Existe un rencor hacia él que te atrapa en su red. Su recuerdo es como una cadena imaginaria que te mantiene siempre unido. Por mucho que te alejes, por mucho que luches, siempre estarás conectado. Ese rencor hace que recuerdes el suceso de forma negativa. Vuelves a sentirte igual de mal que cuando se produjo. Es un círculo vicioso. Pero se puede salir de él, aunque para ello, tendrás que perdonar al agresor… ¿Estás de broma? Perdonarlo… ¿Para qué? Sí, parece imposible, pero se puede lograr. Perdonar al agresor es el primer paso para liberarte de ese sentimiento negativo que te atormenta. No es sencillo. Cuanto más tiempo se ha mantenido en ti el rencor, más difícil es perdonar. Lo contrario del amor,…no es el odio… es la indiferencia. El odio, al igual que el amor, te mantiene conectado a la otra persona. Hay que actuar sobre el recuerdo para que la experiencia negativa, no lo parezca tanto. Descube cual es el objetivo “real” del agresor, y te darás cuenta de que tú no tienes el problema, lo tiene el agresor. Cuando perdonas al agresor, desaparece el vínculo. No hay nada que te una. Puedes dejarlo marchar y las cadenas que te atan a él, se deshacen. Al perdonar, quedas en paz. Y aunque alguna vez regrese el recuerdo, ya no te sentirás tan mal, porque has perdonado. El rencor es como las raíces de un árbol, cuanto más tiempo está vivo, más crecen y más difícil es poderlo arrancar. Patxi Martín Elimina tu Recuerdo Negativo de tu Memoria Lo he perdonado, pero me sigo sintiendo mal Cuando el sentimiento de rencor es muy fuerte, no es sencillo perdonar, y mucho menos eliminar el recuerdo negativo de tu memoria. Perdonar no es lo mismo que olvidar. Es complicado eliminar un recuerdo, pero es más sencillo sustituirlo por otro. Los recuerdos se comportan como los hábitos. Por ejemplo, dejar de fumar puede resultar difícil, pero ayuda a lograrlo sustituir el cigarro de después de comer, por un chicle bajo en nicotina. La necesidad de liberar tensión después de comer permanece, pero hemos sustituido el cigarro por el chicle. Así que, puedes sustituir un recuerdo negativo, por otro más positivo. Se trata de no sentirte mal cada vez que recuerda el suceso o al agresor. Es difícil olvidar. Necesitas actuar sobre tu recuerdo. Borrando el recuerdo negativo El cerebro recuerda mejor los sucesos positivos que los negativos. Esto te hace más feliz. Así que la clave es “ocupar” el espacio del recuerdo negativo, con otro más positivo, pero con la misma persona. De este modo cada vez que recuerdes a la persona que antes te producía malestar, tendrás un nuevo recuerdo positivo que irá asociado a su imagen. Evitarás sentirte mal. Cambia tu recuerdo negativo por otro positivo. Con un simple ejercicio de visualización, puedes sustituir un recuerdo por otro. La técnica consiste en describir, con todo detalle el recuerdo que te hace sentir mal. Describe no solo lo que ves, sino lo que oyes y sientes cuando estás pensando en esa situación. Después solo tienes que crear un nuevo recuerdo que sea absolutamente opuesto al que tenías, eso sí, con la misma persona de protagonista. Este ejercicio lo realizo habitualmente en mis talleres presenciales y realmente se obtienen muy buenos resultados con él. Recuerdo una asistente a uno de mis talleres que me comentó que llevaba varios años visitando a un psicólogo porque se sentía mal cuando recordaba a una persona. Después de realizar el ejercicio comentó sentirse tremendamente liberada. Solo sustituyendo el recuerdo negativo por otro positivo, dejarás de sentirte mal. CONCLUSIONES Nadie está a salvo de recibir una agresión verbal. No podemos controlar el estado de ánimo de las personas con quienes nos encontramos a diario. Recuerda que en una agresión verbal, no es tan importante lo “que te dicen”, sino “como lo interpretas tú”. Un insulto no causa el mismo efecto en todas las personas. La clave para evitar que te afecten, es descubrir el objetivo “real” del agresor. Mantén la calma y gana tiempo durante la agresión. Lograrás una mejor respuesta si no hay nervios. No tienes por qué responder siempre a una agresión, puedes optar por dejar pasar el tiempo. A veces es lo más inteligente. Si quieres eliminar el recuerdo negativo, debes primero perdonar al agresor. No es fácil, pero es necesario. Eliminar un recuerdo es muy difícil, pero sustituirlo por otro es posible. Puedes cambiar una imagen negativa por otra más positiva siguiendo el siguiente enlace http://sherpaemocional.com/cambia-tu-imagen RECUERDA “Si sufres una agresión verbal, tú no tienes el problema, lo tiene el agresor” Patxi Martín EPÍLOGO Las palabras son como hojas secas que caen de un árbol. Pueden parecer que ya no tienen vida, sin embargo producen cambios a su alrededor. Algunas hojas, aquellas secas y estériles, pueden cubrir a otras plantas, impidiendo que les llegue luz, y evitando su crecimiento. Otras cogen humedad, y al pudrirse, transmiten enfermedades que destruyen la vida que hay a su alrededor contagiando su podredumbre. Pero hay algunas, que a pesar de caer secas en el suelo, mantienen toda su belleza. Incluso una vez que se descomponen, son capaces de crear vida nueva, alimentando con sus nutrientes a otras especies. Las palabras tienen un poder enorme. Las hay que dañan en el momento, son como un golpe que recibimos en la cara. Te duelen, pero las olvidamos rápidamente. Hay otras que dañan en lo más profundo. Son palabras que llegan al fondo del corazón. Unas ves son con mala intención, pero otras simplemente se dicen para tratar de ayudar o estimular a la otra persona…aunque consiguen el efecto contrario. “Mira que eres torpe… así no llegarás a ningún lado”. Hieren más si llegan de un ser querido. Necesitamos reconocimiento, necesitamos ser queridos por esa persona que está cerca de nosotros. Pero si nos encontramos con palabras, como dardos envenenados, estas acaban minando poco a poco nuestra autoestima. Palabras como hojas secas que salen de tu boca Un árbol solo puede tener las hojas que su naturaleza le permite. “No puedes pedir peras al olmo”. Sin embargo, tú, como ser humano, puedes decidir qué tipo de palabras salen de tu boca en cada momento. Tienes la capacidad de convertirte en el peor arbusto lleno de espinos, o en el árbol más bello del bosque. ¿Cómo te gustaría que fuesen las hojas que caen de tu árbol? AUTOBIOGRAFÍA PATXI MARTIN Te ayudo a aprender de forma autónoma, eficaz, y a mejorar tu comunicación con los demás. Soy una persona curiosa, y en constante aprendizaje. Estoy interesado en cómo afectan las emociones a nuestra vida y a la toma de decisiones de nuestro cerebro. Considero imprescindible que todas las personas reciban formación en habilidades sociales a una edad temprana, en especial los adolescentes, porque en ello les va su futuro…y el nuestro. Mi pasión por la formación y junto con mi interés en el campo de las emociones y las habilidades sociales, hizo que fundase Sherpa Emocional Mi misión Ayudar a las personas aumentar su autoestima. Mi historia personal Nací en Madrid y pasé buena parte de mi vida allí, viviendo en una localidad de la periferia llamada Alcorcón. Todos me conocen por Patxi, aunque mi nombre es Francisco Javier. Y es que mi abuelo Paco comenzó a llamarme así desde pequeño…y acabé “adoptando” este nombre. Empecé a interesarme por la psicología y la filosofía antes de finalizar el Instituto, pero finalmente me diplomé en Ingeniería Industrial por la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI) de Madrid. Mi experiencia posterior como Técnico de Prevención de Riesgos Laborales, me permitió profundizar en el campo de la Psicosociología del Trabajo. También, esta experiencia me sirvió para impartir numerosas capacitaciones en organizaciones, así como actuar como conferencista en diversas Jornadas y Congresos desde hace casi 20 años. Un buen día decidí cambiar la gran ciudad en la que vivía, por algo más pequeño que no generase tanto estrés, y me trasladé a Córdoba (España). Actualmente resido allí con tres preciosas chicas (mi mujer y mis dos hijas) de las que aprendo cosas nuevas todos los días. Mi interés por los riesgos psicosociales, y en concreto por el estrés laboral, me llevó a formarme en Habilidades Sociales en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en Coaching y otras técnicas relacionadas con la psicología. Actualmente imparto formación en organizaciones y realizo Talleres relacionados con habilidades sociales, incluido el aprendizaje autónomo, y la comunicación entre personas. Soy el creador del Sistema Aprendizaje Autónomo Adolescente, y he colaborado con otros empresarios Hispanos en la creación de Infoproductos digitales relacionados con el crecimiento personal. Además, soy Autor BestSeller en Amazon con el libro “Los 3 Amigos de tu éxito”, escrito conjuntamente con Silvina Virgilio y Ricardo Palmieri. ¿Quieres contactar conmigo? [email protected] [email protected] https://www.facebook.com/patxi.martinvalencia.sherpa https://www.facebook.com/sherpaemocional https://es.linkedin.com/in/patximartinvalencia http://www.youtube.com/c/PatxiMartinValenciaPMV [PTXM1]EN PASADDO SIEMPRE La Dr. Sonia Lupien afirma que los factores que desencadenan estrés son: novededad, Novedad. Lo que nos pasa debe ser algo nuevo, algo que no nos haya ocurrido nunca. Impredicibilidad. Lo que ocurre debe ser impredecible, es una situación inesperada para nosotros. Sensación de Descontrol. No podemos controla la situación, porque no tenemos herramientas para hacerlo, o bien porque no sabemos como. Amenaza (para nuestra personalidad). Puede ser física (por ejemplo si vamos a recibir un golpe). O puede ser ficticia (por ejemplo si atacan nuestra autoestima, o cuestionan nuestra capacidad para realizar una tarea).