1 El Plan Arquidiocesano de Pastoral 2015 -2026 “En Tiempos del Papa Francisco” Padre Rafael Castillo Torres Vicario de Pastoral Este camino que hemos iniciado hace 12 años y que hoy renovamos y fortalecemos con las luces que nos llegan del Papa Francisco, es nuestro Plan Arquidiócesano de Pastoral para los próximos diez años. Y lo hemos hecho con todos ustedes porque aquí hemos querido hacer converger, orientar e impulsar, bajo el liderazgo de monseñor Jorge Enrique, los programas de cada rostro, el camino de cada parroquia y zona de pastoral, el esfuerzo de cada servicio diocesano, la vitalidad de la vida consagrada y la generosidad de cada organismo Arquidiócesano. Por ello es bueno que cada uno de nosotros conozca muy bien las características que tiene nuestro plan de pastoral: 1. Es el Plan de Francisco. Es el plan, como bien lo indica su presentación, En Tiempos del Papa Francisco. Ello quiere decir que esta hoja de ruta está inspirada y orientada por el magisterio del Papa que visita nuestra Iglesia particular el próximo 10 de septiembre y que durante estos cuatro años de su pontificado nos ha insistido en que debemos tener la conciencia, lucida y responsable, de los Discípulos misioneros de una Iglesia permanentemente en salida 2. Es el plan del anuncio Alegre y Gozoso del Evangelio: Es un Plan que, como dice el Papa Francisco, “llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento”. Qué bueno que este camino acertado hacia el cual señala el dedo de Dios en nuestra Iglesia particular sea nuestra gran “opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad”. 3. Es el plan que refleja el nuevo rostro de la Iglesia de Cartagena. Nuestro caminar eclesial decidimos asumirlo desde el encuentro personal de cada uno de nosotros con Jesucristo vivo en su Palabra, en la Eucaristía y en los pobres. De allí decidimos avanzar hacia una experiencia eclesial y pedagógica que nos fuera mostrando el resplandor de una única Iglesia con sus siete rostros: Discípula, Comunión, Ministerial, Misionera, Solidaria, pluricultural y Mariana. Es esta única Iglesia, en su 2 diversidad, la que convoca a todos los cristianos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos comunidades, movimientos, entidades e instituciones para que juntos promovamos cuatro cosas muy concretas que nos permitan avanzar: La comunión en la fe. La unidad de la conciencia eclesial del Pueblo de Dios que peregrina en esta Iglesia particular de Cartagena, La participación de todos en la acción pastoral. La confluencia en los criterios y líneas de acción pastoral con los que pretendemos responder a los desafíos que nos interpelan. 4. Es un Plan que reconoce nuestro estado permanente de misión. La misión permanente y el sentirnos enviados, distingos cada vez más afianzados de nuestro esfuerzo misionero en la Pastoral Arquidiócesana, son los que dan origen al Plan de Pastoral y también los que lo completan. Con este Plan no solo hemos asumido un camino de respuesta a la conversión pastoral a que nos llama el Documento de Aparecida y nos exhorta el Papa Francisco, sino también la decisión de anunciar el Evangelio y llevarlo a los demás con nuestro propio testimonio. Y precisamente porque nuestra comunidad eclesial es el sujeto y es la meta de toda nuestra acción evangelizadora, este plan parte de nuestra memoria histórica, de nuestras realidades sociales y de nuestra realidad eclesial, y nos invita a ponernos de pie, a iniciar un camino de profunda renovación que nos haga capaces de anunciar a nuestros hermanos la alegría del encuentro personal con Jesucristo vivo. 5. Es un plan de vida: Los contenidos de nuestro Plan de Pastoral no buscan únicamente crear o perfeccionar las estructuras que ya tenemos ni organizar mejor la acción pastoral en la que venimos caminado desde hace años. Este Plan busca, además, nuestra conversión al Evangelio y a que todos podamos vivir mejor sus exigencias. Como ya lo ha repetido el señor arzobispo en las Asambleas Arquidiócesanas y en la fiesta Arquidiócesana: “Necesitamos un movimiento de renovación espiritual en las personas y en todas las comunidades parroquiales porque si algo exige la misión son testigos”. Aquí nos ayuda mucho añadir las recientes palabras del Papa Francisco en el jubileo de la misericordia: “Debemos llevar siempre esa caricia de Dios –porque Dios nos ha acariciado con su misericordia–, llevarla a los otros, a aquellos que tienen necesidad, a aquellos que tienen un sufrimiento en el corazón o están tristes: acercarnos con esas caricia de Dios, que es la misma que Él nos ha dado a nosotros” 6. Es un Plan Abierto. Todos somos, más o menos, conscientes que durante el año 2015 y parte del 2016 fuimos gestando el plan de pastoral con la participación de todos los actores posibles con los 3 cuales fuimos recogiendo las iniciativas, sugerencias y propuestas que nos fueron haciendo. Haber mantenido la escucha atenta durante el proceso, así como el esfuerzo dedicado de muchos, hace que este sea un Plan de Pastoral abierto, es decir en condición de poder adaptarse a las circunstancias de los Montemarianos y de los del Canal del Dique, de los de la zona 1 de pastoral y los que caminan como Iglesia en la zona 11 de pastoral, de los que conviven con la Industria de Mamonal y de los que sobreviven en la ciénaga de la Virgen. El plan en su experiencia fundante con Jesucristo vivo nos lleva a unos encuentros en espacios muy seguros de Palabra, Eucaristía y el Pobre y, desde allí, nos orienta hacia ese modelo de Iglesia en el que hemos creído y hemos venido caminando con la esperanza de que cada rostro si es posible. Pero igualmente este es un Plan de Pastoral que se relaciona directamente con la Programación anual de todas las estructuras Arquidiócesanas, lo cual le permite ser un Plan de Pastoral creativo que poco a poco se va encarnando en iniciativas y buenas prácticas adecuadas a cada necesidad pastoral. Este Plan es la fuente de inspiración que nos permite programar cada año el modo como Dios quiere acontecer en nuestro pueblo. ¿Qué debemos hacer para que el Plan se haga vida en nosotros y en nuestra Iglesia de Cartagena? Creo que hay dos experiencias en este momento que son los mayores aciertos que tiene el Plan de Pastoral gracias a los esfuerzos del Instituto de formación para el laicado, Emaús y del camino trazado por la Comisión Arquidiocesan de Pastoral: El proceso por el cual, en la Arquidiócesis de Cartagena, tanto el laicado como las estructuras diocesanas, han comenzado a conocer y a apropiarse del Plan de Pastoral. El plan se está estudiando con entusiasmo y seriedad. La traducción que hemos hecho del mismo en actitudes, comportamientos, programas, instituciones, entidades, servicios y acciones concretas, recogidas en la Programación del año 2017. No obstante, es recomendable que todos tengamos presente los pasos ciertos que nos van a ayudar a que el Plan sea…nuestro plan de vida: “Planea tu trabajo y trabaja tu Plan”. 1. Todos vamos a valorar debidamente nuestro Plan de Pastoral: Antes de comenzar a leerlo es bueno que todos y cada uno de nosotros tengamos la debida disposición para recibirlo. Es importante tener en cuenta que nuestro Plan de Pastoral no es: Palabra de Dios. Medio necesario para la Salvación. Solución de todos nuestros problemas pastorales. Recetario que nos da las cosas debidamente acabadas. 4 Pero sí es: Acto importante del magisterio y el pastoreo de monseñor Jorge Enrique, nuestro arzobispo. Confesión de fe y decisión de fidelidad al Evangelio, tal y como nos lo pide el Papa Francisco, de toda la Arquidiócesis de Cartagena. Testimonio de corresponsabilidad de todos los que hemos optado por ser discípulos misioneros en esta Iglesia particular de Cartagena. Camino concreto para vivir el Evangelio, seguir las enseñanzas del Papa Francisco y darle a nuestra Iglesia el rostro que ella se merece y todos hemos acordado de manera conjunta. Es nuestra principal herramienta pastoral para que nuestra Iglesia se fortalezca y pueda evangelizar mejor. La actitud primordial es que cada uno de nosotros lo acoja y lo reciba como la voz amorosa de nuestro pastor (Cfr. presentación) y como la voz autorizada del Papa Francisco que nos quieren ayudar a descubrir y a realizar el modo como Dios quiere acontecer en esta Iglesia. 2. Todos lo vamos a leer atentamente: El plan nos exige una lectura muy atenta a todos nosotros. Hay que rumiarlo muy despacio hasta memorizar la estructura de cada capítulo y llegar a citarlo con propiedad. En especial debemos hacerlo quienes, por gracia y elección de Dios, tenemos el sagrado deber de acompañar y de santificar al Pueblo de Dios. Para ello es muy importante valorar el esfuerzo que se está haciendo en Emaús con la apertura de nuevos espacios para su mayor conocimiento y divulgación de tal manera que nadie pueda decir que no hubo la oportunidad y el espacio para su lectura y conocimiento. El plan debe estar en manos de todos, aún de los que tiene el servicio más humilde en la Arquidiócesis, esa es la razón por la cual tiene un precio al alcance de todo el mundo. “Hasta los mondaos lo pueden comprar”, dijo uno de nuestros misioneros en el viejo continente. 3. Estudiarlo. Es el empeño que ha asumido el Instituto Emaús y que se debe continuar en los ámbitos parroquiales y Zonales. Es el esfuerzo por descubrir toda su riqueza doctrinal, espiritual y operativa. El camino de tener unos monitores para el estudio de cada módulo ha sido un gran acierto. 4. Meditarlo y llevarlo a la oración. Yo invitaría a que todo el plan, pero en especial los capítulos 5 y 8 fueran estudiados y meditados en un clima de oración. Es importante no solo llevarlos a la oración personal sino aprovecharlos convenientemente para la organización de nuestros retiros espirituales, nuestras meditaciones, nuestros momentos especiales de oración, con el fin de que nos ayuden a convertirnos a y a pedirle al Señor esas disposiciones que cada uno 5 necesita y sin las cuales el plan puede convertirse en un simple proyecto humano, en puro tinglado o en letra muerta. 5. Programar desde el Plan. El esfuerzo que hemos hecho desde la Comisión Arquidiocesan de Pastoral, nos ha permitido avanzar de manera decisiva en la aplicación del Plan de Pastoral gracias a todo lo que nos ha inspirado. Para mantener este ritmo hay algunas cosas muy concretas que no podemos descuidar: Mantener el estudio y conocimiento del Plan de Pastoral como lectura obligada. Será un texto que irá creciendo de manera diferente en cada comunidad y en cada zona de pastoral. Mantener el esfuerzo de que todos podamos asimilar las actitudes que implica la marcha del Plan. Mantener la capacidad de análisis y de lectura de cada realidad que estamos evangelizando en este mundo cambiante. Que nadie descuide el lenco periódico que debemos hacer de las posibilidades y de los obstáculos que encontramos en la puesta en marcha del plan de pastoral. Ser muy precisos en la programación de cada Rostro, cada Zona, Cada parroquia, cada servicio y cada entidad. El Plan es el espejo donde todos debemos mirarnos y la idea es que seamos una imagen lo más clara posible. Ayuda mucho si quienes tenemos responsabilidades asumimos con empeño nuestras funciones de dirigir, coordinar y animar. Confiar siempre en el buen criterio orientador y en el consenso practico de la comisión Arquidiocesan de Pastoral. Jamás y por ningún motivo descuidar la programación anual. Allí ha estado la clave para mirar si con lo que hacemos estamos alcanzado los objetivos y generando las transformaciones que queremos. Pero también nos ha ayudado a poner prioridades tomando en consideración una gradualidad lógica y el ritmo de trabajo de cada rostro, de cada parroquia, de cada zona y de cada servicio diocesano 6. Evaluarlo. Es importante que todos los estamentos como lo hemos venido haciendo cada año, podamos evaluarnos periódicamente sobre lo siguiente: ¿La programación que hicimos la realizamos en acciones concretas que podemos señalar? ¿Cómo acontecieron esas acciones en las personas y comunidades y cuáles fueron los frutos visibles de la gracia invisible? ¿Hasta dónde, con lo que hemos hecho, nos hemos acercado lo más posible a los objetivos que nos propusimos?