Subido por Erika Patricia Chaparro Manrique

LOS COLORES del DESEO - FLOR MARIA BOUHO

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Exposición conmemorativa
20 Años de la Biblioteca Luis Echavarría Villegas
Centro de Artes - Universidad EAFIT | Mayo 14 a julio 12 de 2019
Imagen de carátula:
Eva y Mefisto (del Genesis a Fausto), 1987
Acrílico sobre lienzo
113,34 x 168,91 cm
De la serie Los amantes
Colección Escobar Beristain, Nueva York.
C ONTENID O
Imagen solapas:
Se puso azul, azul (detalle), 1990
Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm
De la serie Los amantes
LOS COLORES DEL DESEO
OBRA DE FLOR MARÍA BOUHOT
Mayo de 2019
Universidad EAFIT
Cra 49 No. 7 Sur - 50
www.eafit.edu.co
Rector:
JUAN LUIS MEJÍA ARANGO
Coordinador de Extensión Cultural:
JUAN ANTONIO AGUDELO VÁSQUEZ
Curaduría y concepto museográfico:
SOL ASTRID GIRALDO ESCOBAR
Museografía:
RICARDO MIRA
Asistencia de montaje:
MANUEL CATAÑO
Edición, concepto editorial, texto curatorial y cronología:
SOL ASTRID GIRALDO ESCOBAR
Ensayos:
ANTONIO SIERRA
FRANCISCO JAVIER ESCOBAR
ARMANDO MONTOYA
Fotografía:
RODRIGO DÍAZ
ROBINSON HENAO
ARCHIVO FLOR MARÍA BOUHOT
Diseño de publicación:
RICARDO MIRA
Agradecimientos:
Rodrigo Díaz, Francisco Javier Escobar, Luis Gustavo Guisao,
Javier Darío Bouhot Arroyave Armando Montoya, Santiago Ortiz,
Nelda Serrano, Guillermo Velásquez, Óscar Velásquez, Pilar Velásquez,
María Eumelia Galeano, Jorge Galeano, Édgar y Adriana Vanegas,
Galería Da Vinci, Fabio Betancur, herederos Colección Paul Bardwell,
Carlos Marín, Carlos Guillermo Vásquez, Ángela María Chica,
Carlos Enrique Uribe Restrepo, Liliana Restrepo Escalante, Silvia Arroyave,
Alejandro Sierra Bouhot, Daniel Sierra Bouhot, Alba Luz Bouhot Arroyave,
Patricia Morales Bouhot, Juan Miguel Arias Bouhot.
SALA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL EAFIT
MUSEO DE ANTIOQUIA
MUSEO UNIVERSITARIO DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MUNICIPIO DE BELLO
1 | Los colores del deseo / 7
Sol Astrid Giraldo Escobar
1.1 | Deseo / 19
1.2 | Ellas / 35
1.3 | Fiesta / 49
1.4 | Poder / 65
1.5 | Suculentas / 69
2 | Ensayos críticos / 77
2.1 | Flor según Antonio / 79
Antonio Sierra
2.2 | Raíces de una genialidad cromática / 81
Francisco Javier Escobar G.
2.3 | Linóleos: expedición al color en casa de Flor / 87
Armando Montoya López
3 | Una vida / 95
3.1 | Puerto Berrío-Guayaquil: la ruta del color / 96
Flor María Bouhot
El objetivo de esta exposición es cultural y educativo
Editado en Medellín / Colombia
Con el apoyo del Fondo Editorial de la Universidad EAFIT
ISBN: 978-958-720-448-3
3.2 | Cronología / 101
1
| LOS C O LORES
D EL D ESE O
Petra y Micaela (detalle), 1984. Acrílico sobre lienzo, 86 x 126 cm. De la serie Los amantes.
7
Los colores del deseo
Por Sol Astrid Giraldo E.
Curadora
Sin título, 1986
Óleo sobre lienzo, 50 cm de diámetro
De la serie Los amantes
Colección Jorge Galeano
En 1984 en el panorama del arte antioqueño hubo una extraña aparición; ¿cómo más
percepción de los espectadores. La enseñanza de arte ha entrado decididamente en
llamar a la anómala pareja de Petra y Micaela? Dos personajes entrelazados con sus
las universidades, y sus egresados tienen herramientas técnicas y teóricas cada vez
senos desnudos, expuestos frontal y desvergonzadamente. Uno de ellos se dirige hacia
más afinadas. En 1978 se inaugura el Museo de Arte Moderno de Medellín. Y ya, para
el espectador, retándolo. Al hacerlo, lo convierte no solo en cómplice de un provocador
la fecha, se ha visibilizado el trabajo de los Once Antioqueños o Generación Urbana2,
mordisco, sino también de la mirada indiscreta de la artista. ¿Cuándo se había visto
artistas interesados en las realidades e imaginarios de la ciudad, conocedores de los
semejante atrevimiento en la pacata y casi inexistente tradición del arte erótico antioque-
lenguajes globalizados y distanciados de la academia, la tradición costumbrista de la
ño? Era todavía menos normal que proviniera del pincel de una mujer. (Ver página 30).
acuarela o el muralismo.
Es una imagen chocante. Nada cuadra allí con los hábitos morales y plásticos del
Así pues, aunque hay una afirmación de la pintura, esta explorará otros caminos.
momento, y menos con las reglas del gusto. El contraste entre los colores de las pieles,
“Lo figurativo como inercia o tradición local” le dará el paso “a lo figurativo como ac-
el erotismo homosexual, las trenzas rosadas, el maquillaje teatral, el tufillo popular,
titud”, en palabras del crítico Darío Ruiz (citadas en Arango y Gutiérrez, 2002). Los
los diseños sicodélicos del fondo, el descaro de los gestos… Todo se rebela y chilla.
nuevos pintores de Antioquia (como también se llamó una exposición colectiva curada
La libertad de la paleta de color es tan agresiva como el tema e, indudablemente, se
por Alberto Sierra en 19843) abandonan los ideales, los juegos puramente formales, los
convierte en una de las protagonistas. Una sinfonía (o acaso disfonía) de color que
contenidos retóricos y bucólicos, mientras repotencian las posibilidades del color y su
termina por perturbar, pero también por atraer aún más la mirada.
capacidad simbólica, se alejan de la perspectiva renacentista, problematizan el espacio
Con Petra y Micaela (o El mordisco) de la recién inaugurada serie de “Los Amantes”, Flor María Bouhot (1949) gana ese año el máximo galardón del
y la bidimensionalidad y acuden a nuevos materiales y soportes. En este sentido, no es
Salón de Arte
casual que la obra de Débora Arango (1907-2005), olvidada y confinada al ostracismo
Joven del Museo de Antioquia. Sin embargo, sus organizadores no publicaron en la
desde los años 50, sea revalorizada en esta década en la que la pintura, el figurativismo,
portada del catálogo la atrevida aparición, como hubiera sido lo lógico y merecido, sino
el desdibujo, la emocionalidad y la expresión, dominan avasalladoramente la escena.
xv
que se prefirió otra imagen: la de unos cuerpos femeninos neo pop, con estándares de
Esta reconexión con lo pictórico se da en el marco más amplio de una tendencia
belleza más adaptados al gusto de la época, realizados por otra participante. Tanto la
internacional. Son los años de una poderosísima reivindicación que se manifestó en
obra premiada como las otras del concurso sirven hoy para tomarle la temperatura a la
eventos como la xiii Bienal de París de 1985. La transvanguardia italiana y el neoexpre-
escena local y nacional del momento.
sionismo alemán saludaban una pintura ecléctica que se alimentaba ahora de la baja
En la década de los años 80 los artistas de Medellín estaban pintando tan apasio-
cultura, los medios de comunicación y todo tipo de tendencias históricas o estilísticas.
nadamente “como si se acabara de descubrir la pintura” (Arango y Gutiérrez, 2002)1.
Una pintura voraz que dejaba atrás el ascetismo conceptual, según el historiador de arte
Solo que lo hacían desde planteamientos diferentes a los de sus antecesores, en una
Carlos Arturo Fernández, y que prefería la intensidad a la técnica, como lo pregonaba
época que había superado entonces la edad de la inocencia. En este momento, la
casi como un mandato Achille Bonito Oliva, el fulgurante “Papa” de la transvanguardia.
ciudad ya ha sido sede de cuatro bienales de arte de peso continental (1968, 1970,
Este es el mundo que nutre, directa e indirectamente, a la artista Flor María Bou-
1972, 1981) que conectaron a los creadores locales con las nuevas coordenadas
hot, egresada de Bellas Artes (1975) y de la Facultad de Artes de la Universidad de
plásticas internacionales. Estos megaeventos también propiciaron una apertura en la
2 / Del grupo de los Once Antioqueños o Generación Urbana hicieron parte Javier Restrepo, Humberto Pérez, Rodrigo
Callejas, Marta Elena Vélez, Hugo Zapata, Álvaro Marín, Óscar Jaramillo, Ethel Gilmour, Dora Ramírez, Félix Ángel.
8
1 / Arango, S y Gutiérrez, A, (2002). La estética de la modernidad en las artes plásticas de Antioquia. Medellín,
3 / Participan en esta muestra Flor María Bouhot, Adolfo Bernal, Luis Fernando Escobar, Alba Cecilia Gutiérrez, Julián
Editorial Universidad de Antioquia.
Posada y Luis Fernando Uribe, entre otros.
9
La mujer en el espejo,1984
Acrílico sobre tela
100 x 70 cm
Superior izquierda:
Paisaje, 1974
Acuarela, 49,5 x 34 cm
Colección
Alba Luz Bouhot Arroyave
Superior derecha:
Tugurios, 1974
Acuarela, 34 x 49 cm
Colección
Diana Patricia Morales Bouhot
Estos paisajes realizados
por la artista en los inicios
de su carrera reflejan su formación bajo los preceptos
de la escuela antioqueña de
acuarelistas. Sin embargo
en la obra Tugurios, se
aprecia además de su
homenaje a los colores de
Vlaminck, maestro francés
que admiraba, el interés
que que siempre tuvo en la
ciudad y sus márgenes.
Antioquia (1981). Es su momento histórico y el de su generación, la cual como dicen
y seres de género ambiguo y colores improbables. Hay una ciudad encarnada en los
Arango y Gutiérrez (2002): “…sin preocuparse demasiado de la clasificación que se
abrazos eróticos de sus personajes que han abandonado los horizontes bucólicos o las
hace de sus obras, disfruta de la libertad técnica y formal que el arte ha ganado para sí
alegorías ejemplarizantes y monocromas. Al contrario, sus encuentros estarán marca-
y de la posibilidad de abordar temas que antes eran despreciados o prohibidos”.
dos por el ritmo trepidante y sucio de la urbe del siglo xx. Cuerpos surgidos de las luces
Cuando Flor María obtiene este premio del Museo de Antioquia, no es una recién
de ciudad y sus sombras, alumbrados ya no por optimistas soles campesinos, sino
llegada. Tiene 35 años y se ha alimentado intensamente del sistema de las artes locales
por los bombillos mortecinos del prohibido Guayaquil, donde brillan, dice Flor, “como
(fue alumna de Lola Vélez y Álvaro Marín Vieco), aunque también lo ha confrontado. En
luciérnagas fantásticas”. Los cuerpos que le interesan son los expulsados: los de los
“Los Amantes”, la serie que está presentando, demuestra hasta qué punto ha quemado
locos, las prostitutas, los travestis, pero también los de las mujeres que ahora se están
las barcas respecto a los plácidos paisajes costumbristas en acuarela aprendidos de
reescribiendo frente a los interdictos de la tradición.
su maestro Emiro Botero, figura histórica del arte antioqueño que había sido su profe-
Los personajes de sus “Carnavales”, a pesar de su apariencia mítica y ancestral,
sor en Bellas Artes. Aunque agradecida –dice– “…por ser quien me enseñó a dar los
también son cuerpos urbanos. Estos seres desmesurados y orgiásticos recuperan una
primeros pasos”, ahora está empeñada en la nueva y feroz figuración que le posibilitan
ciudad cercada por la productividad capitalista. Se resisten oponiéndole al tiempo ava-
tanto sus experiencias con los vinilos y acrílicos, como su amplio conocimiento de los
ro de la máquina, el instante dilatado e infinito del goce, la embriaguez sensorial y la
submundos de la ciudad. En este momento ha perdido cualquier timidez y está decidida
fiesta. También tendría que hablarse de cuerpo en el sensual y erótico acercamiento
a ejercer su libertad.
a las frutas que realiza en bodegones preciosistas, donde las pitahayas y sandías
abriéndose, las manzanas, piñas y alcachofas jugosas, los limones y los tomates, se
El cuerpo urbano
mostrarán conectados con las flores lujuriosas de Georgia O’Keeffe y su mismo reclamo de una mirada táctil y concupiscente.
En estos tanteos ha encontrado el cuerpo. Sin embargo este no será el ideal de la
Flor no ha concebido al cuerpo como una entelequia ideal, una formación bioló-
academia, el ortodoxo de la historia del arte, el banal del pop o el racional del con-
gica neutra o un motivo puramente estético, sino como un producto social, histórico
ceptualismo. El cuerpo que investiga Flor María es el salvaje y marginal producido por
y político. Así se empeñó en darle imagen a un cuerpo de mujer, de hombre o de
una ciudad violenta como la Medellín de estos años. Un cuerpo procaz y herido, pero
mujer-hombre, desde la claridad de lo que estas marcas significan como un ejercicio
a pesar de todo sobreviviente y pleno. Ese que ha perseguido en los recuerdos de su
de poder. Además, tuvo la osadía de incluir alusiones a la armonía interétnica en una
adolescencia vivida en Puerto Berrío, en las excursiones a las orillas bohemias de la
escena racista como la colombiana.
Avenida La Playa o detrás de las puertas y ventanas del lujurioso barrio Guayaquil. La
carne será su vía a la ciudad, a la que encontrará tatuada en la piel de estos personajes
La política de los cuerpos
de los bordes.
10
Esta curaduría propone leer la obra de Flor María Bouhot como la afirmación de
La obra producida durante las décadas de los 80 y 90, en el pico más agudo de la
un inédito cuerpo urbano. Es el tema que explorará a lo largo de su carrera en series
guerra nacional y urbana, pareciera haber ignorado este contexto violento, a diferencia
como “Los Amantes”, “Carnaval”, “Instancias del Éxtasis”, “De Panteras y Mujeres”,
de otros artistas de su generación concentrados en registrarlo. En este sentido, podría
“Susurros negros para pájaros blancos” y sus múltiples representaciones de mujeres
pensarse que la producción de Flor María estuvo al margen de muchos de los grandes
11
debates de su época. Sin embargo –y esta es la otra hipótesis que se quiere proponer
aquí– aunque su obra no visibilizó las fuertes tensiones macropolíticas de estos años,
sí fue plenamente deliberativa frente a los micropoderes ejercidos sobre los cuerpos en
la vida privada y urbana. Las dimensiones descomunales del conflicto que ha abatido
al país no han dejado espacio para tramitar otros asuntos más allá del parte de guerra
diario. Así, temas fundamentales de la vida cotidiana y civil, como las reivindicaciones
del género y la raza (las cuales también han incidido en el desarrollo del conflicto
armado), fueronminimizados por la urgencia de responder a la apremiante realidad.
Aunque estos temas no estaban entonces en la agenda nacional, fue precisamente durante las mismas décadas (años 80 y 90) que dichos asuntos se ventilaron en la
escena internacional con una inusitada fuerza (Guasch,2000)4. Cindy Sherman, Robert
Mapplethorpe o Barbara Kruger, en Estados Unidos, Annette Mesagger y Jana Sterbak
en Europa; Mónica Mayer, Pedro Lemebel, en la escena latinoamericana, son apenas
algunos de los artistas que volcaron su mirada hacia esas otras fricciones, igualmente
violentas, de la vida privada y cotidiana de las sociedades de finales del siglo xx que en
Colombia entonces apenas si se miraban5. A estas reflexiones sobre el género, habría
que añadirle también la apertura a la multiculturalidad que planteó Flor en su obra.
Un aporte tan definitivo que cuando Raúl Cristancho y Mercedes Angola realizaron la
curaduría de Viaje sin mapa, la primera exposición sobre representaciones afro en el
arte contemporáneo colombiano, los “Carnavales” de Flor María fueron invitados a la
muestra a pesar de no ser ella una artista afrodescendiente.
Como lo establecieron las feministas estadounidenses de los años 60, el ámbito
personal es absolutamente político. Y esta es la zona donde se ha instalado Flor María
para desarrollar una obra transgresora, abierta a redefinir el papel de las mujeres en
la sociedad y a interrogar las estructuras de género y la mirada racista. Es notable
entonces lo pionero de su perspectiva al abordar desde aquella época asuntos que
solo hasta nuestros días están teniendo un tratamiento abierto.
Son pues el cuerpo, el deseo y la vida urbana los temas centrales de una obra
que se ha expresado exclusivamente en la pintura, la figuración y con una carta inédita de color, que hace parte también de su propuesta conceptual. No en vano los
comentaristas de la época percibieron vasos comunicantes entre la impertinencia de
sus temas y la de sus colores. Así, la periodista Ana María Cano habló de “colores tan
mal sentados como sus mujeres” o Amílcar Bernal se refirió a su “color del impudor”.
La misma artista, entre tanto, se quejaba de que en sus obras no eran solo los temas lo
que causaban el rechazo de los espectadores, sino, que “hasta los colores los hieren”.
Esta exposición retrospectiva que realiza actualmente el Centro de Artes de la Universidad EAFIT busca, por un lado, realizar un merecido homenaje a sus 70 años de
vida y 50 de producción artística ininterrumpida. Pero también intenta poner a circular
esta obra en un contexto contemporáneo donde por primera vez los temas del género,
raciales y multiculturales están en el centro de los debates nacionales, tanto políticos
y sociales, como teóricos y plásticos. Una escena en la que este intrigante conjunto
de imágenes construido desde los márgenes durante todos estos años tiene, sin duda,
mucho que aportar.
Flor María participa activamente del momento cultural de la época y de su
generación que se reúne alrededor de La Arteria, la Librería Aguirre y los
cineclubes. Conoce al crítico de cine Luis Alberto Álvarez y se apasiona por las
películas de Fellini, Passolini, Bergman, Warhol, entre otras, que se convertirán
en importantes referentes visuales de su obra.
“Flor María convenció a un Luis Alberto renuente, me hizo su cómplice para
arrancarle el consentimiento, le propuso que posara para ella retratarlo. En una
de sus primeras exposiciones a las que asistimos, en una sala del edificio de la
Cámara de Comercio, nos encontramos campeando el retrato hecho en acrílico
sobre lienzo: la pose característica del conversador o del oidor, la mejilla
apoyada en la mano doblada, el brazo flexionado, la mirada límpida y amable,
los pliegues de la boca. Le puso rojo el cabello, rojos los labios carnosos, lo
convirtió en una super star. Y se reía orgullosa de su retrato”.
4 / Guasch, A (2000). El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural. Madrid. Alianza Forma.
5 / Con algunas excepciones como la obra de Luis Caballero y Miguel Ángel Rojas.
12
Guillermo Vásquez S.
Superior:
Luis Alberto Álvarez, 1983
Acrílico sobre tela, 80 x 85 cm
Colección Guillermo Vásquez
Inferior izquierda:
Luis Alberto, 1983
Grabado al linóleo, 22,5 x 32,5 cm
Comodato herederos Paul Bardwell,
Archivo Museo de Antioquia
Inferior derecha:
Boceto del retrato de Luis Alberto Álvarez, 1982
Vinilo sobre papel, 20,5 x 29
Colección Carlos Marín
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Los inicios:
la niña atrapada en el mostrador
El hecho de que haya ganado el premio no significa que me quedaré pintando amantes.
Es solo una de mis series, como pronto pueden ser los boxeadores o las actrices
Flor María Bouhot
A pesar de estas afirmaciones realizadas cuando Flor María ganó el
14
Sinfonía en Guayaquil, 1985
Acrílico sobre lienzo, 75,3 cm de diámetro
Salón de Arte
Inicialmente las incursiones a este submundo incrustado en el corazón de la ciu-
Joven del Museo de Antioquia en 1984, la artista sigue desarrollando durante muchos
dad se las permitió la pantalla protectora de una cámara. Esta la autorizaba por primera
años esta temática en la que logrará algunas de las obras más importantes de su
vez a mirar. Ya no era solo una niña curioseando el mundo prohibido del puerto, sino
carrera. ¿Qué mejor escenario para desplegar sus intereses que las pieles fucsias,
una estudiante de artes autorizada para observar. Ya no es una fisgona, ahora es fotó-
amarillas, azul eléctrico de estas figuras que se retorcían en espasmos de placer, pero
grafa. Como no se sentía segura saliendo de noche, emprendía sus excursiones muy
también siguiendo las reverberaciones más atrevidas del círculo cromático?
temprano en la mañana. Lo hizo durante años, desde que era estudiante de Bellas
xv
Todo se reunía allí. Su conocimiento de la historia del arte, su afinidad con los hé-
Artes. Acumuló así un riquísimo registro documental, que en la actualidad es todavía
roes del color de la vanguardia francesa, su innata capacidad colorística, por un lado,
más valioso, teniendo en cuenta que el borrador urbanístico y moralizante de la “Tacita
pero también, por el otro, pesaba una anécdota personal: Flor María había vivido en
de Plata” arrasaría años después con todo tipo de vestigio físico del infierno de los
la infancia y adolescencia en Puerto Berrío, un lugar de paso y de altas temperaturas
excluidos que era Guayaquil. Flor estuvo allí en sus estertores.
que derretían no solo los cuerpos sino también los preceptos morales de la Antioquia
En estas fotografías, tomadas con intención taxonómica, se despliegan una serie
puritana en la que había crecido. La efervescencia de su zona de tolerancia, la laxitud
de fachadas, puertas y ventanas cerradas. La fotógrafa insiste en los nombres de los
de las relaciones y el tráfico de pieles la habían marcado. La niña de familia que atendía
bares que registra sin comentarios: Triana, Cuesta Abajo, Jericó, Cafetal, Americano,
el mostrador de un almacén del que no podía moverse mientras el mundo afuera se
Brisas, Ceilán, Tequendama, como mojones de una geografía de lo prohibido. En el
condenaba, descubrió el poder de la mirada. Su educación sentimental fue la de ver y
estrecho marco de la diapositiva ektachrome se reconocen calados, diseños geomé-
no tocar. Había nacido una voyeur.
tricos, motivos populares, colores atrevidos, sillas vacías, logos, letreros, caligrafías
Cuando llega a Medellín la joven quiere desatrasarse de años de quietud y os-
ingenuas. En estos motivos puede percibirse el naciente espíritu etnográfico que lleva
tracismo. Redescubre la ciudad. Y en esta aventura se conecta con el espíritu de los
a los estudiantes de arte a interesarse por los códigos urbanos, hasta entonces expul-
tiempos. La Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia está también abriéndose
sados de los intereses plásticos. No suele haber personas en sus imágenes. Cuando
al entorno urbano. Los alumnos salen del claustro, observan, caminan, toman foto-
excepcionalmente aparecen, están en un segundo plano, cubiertos por las sombras.
grafías. En esta exploración, Flor tiene un encuentro que la marcará: “Al ir a Medellín,
A pesar de la aparente neutralidad de las tomas, la serie está atravesada por una
busqué ese mismo universo de colores que yo traía de Puerto Berrío y lo encontré en
tensa ansiedad visual. Lo importante no son solo las rejas en los primeros planos, sino
Guayaquil. Busqué la misma decadencia, el calor, el color, la muerte, la vida, la tristeza,
la frustración de no poder ver. Es una percepción de los límites de lo prohibido, que
la alegría, el hambre, la riqueza. El olor a aguacate podrido, a mango, a limón. Todo
recuerda a la adolescente de Puerto Berrío cuando allí rondaba impotente sus bordes.
ello contrapuesto. Entonces empecé a pintar mi serie ‘Sinfonía de Guayaquil’, donde
La estrategia vendrá entonces por el lado de la imaginación, como cuando era la niña
busqué sus olores, colores y sabores”.
atrapada en el mostrador: lo que no se puede ver ni tocar, se puede crear.
15
Collage a partir de algunas de las obras de la
serie “Sinfonía en Guayaquil” realizadas a finales
de la década de los 70 y principios de los 80.
“He pintado locos. He pintado a las mujeres de la noche como luciérnagas en
la oscuridad, con esos adornos brillantes que alumbraban la penumbra. He
pintado los bares de Guayaquil y su encantadora danza de la vida y la muerte.
Me excita el hilo de la navaja donde la vida está siempre al filo”.
Fotografías tomadas en el barrio Guayaquil 1976-1981.
Kodak Ektachrome
16
17
1.1
| D ESEO
Se puso azul, azul (detalle), 1990. Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm. De la serie Los amantes.
19
Deseo
La serie “Los amantes” nació de ver el miedo que la gente tiene cuando
occidental, especialmente en los lindes de la modernidad. Si bien la academia per-
pronuncia esa palabra. Me dejó muy satisfecha, no sólo por el color, sino
mitía la representación de cuerpos de hombres, estas eran realizadas también por
también por las formas y la agresividad del planteamiento.
artistas masculinos. Y tenían el carácter de estudios anatómicos, como los realizados
Flor María Bouhot
por Francisco Antonio Cano o Dionisio Cortés, en la tradición nacional. Por su parte,
Pedro Nel Gómez, quien fue el primero que representó desnudos en espacios públicos
Desde que era estudiante de Arte en la Universidad de Antioquia, Flor María empieza
a representar en sus obras a personajes marginales: prostitutas, travestis y locos. La
libertad de su mirada, sin embargo, también empieza a ser encasillada. Los críticos
comienzan a endilgarle genealogías: “Hay una secuela: las putas y los bares los heredó Flor María Bouhot”, sentencia Alberto Sierra acerca de sus obras participantes en
la muestra colectiva Medellín en el MAMM 19831.
Es cierto que para esta época algunos artistas como Javier Restrepo, Saturniro
Ramírez y Óscar Jaramillo, habían explorado los prostíbulos del barrio Lovaina en donde incluso llegaron a tener un taller. Sin embargo, hay algo que pasa por alto aquella
genealogía, y es que Flor María es una mujer. Este hecho cambia la perspectiva radicalmente. ¿Qué hace una mujer plantándose en el lugar del voyeur, ese que desde los
inicios de la historia del arte ha sido esencialmente ocupado por un sujeto masculino?
Incluso los referentes que la inspiran, Gaugin, Toulouse-Lautrec o Matisse, por
mencionar algunos, se han acercado a sus objetos femeninos como varones cuya actividad artística se considera una extensión de su energía sexual2. La mirada del arte
no responde a una función fisiológica natural, sino que es un sistema visual construido
que concibe a la mujer como débil, pasiva, “mirable”, para ser gozada por un hombre:
por su cuerpo, su ojo o su pincel.
Se trata de una política sexual de la mirada, estudiada por Griselda Pollock (2007)3
que funciona alrededor de una posición binaria: actividad-pasividad, mirar-ser mirado, voyeur-exhibicionista, sujeto-objeto. Este sistema es perturbado peligrosamente
cuando los papeles se cambian y es la mujer quien mira. Así sucede en la propuesta
de Flor, quien desestabiliza el régimen vertical del artista masculino y establece una
inédita horizontalidad en el arte colombiano. Se trata ahora de mujeres mirándose
entre ellas mismas. La historia nos remite entonces aquí a la primera de todas las
artistas quien había hecho esta transposición de puntos de vista en el país cuarenta
años atrás: Débora Arango. Hasta Flor, no muchas habían repetido su irreverencia.
Flor no solo mira a las mujeres sino también a los hombres desnudos, lo que
puede ser un anatema todavía mayor al que ni siquiera la voyeur de Envigado se
atrevió. Es que el “desnudo”, especialmente en el arte moderno, casi equivale a
decir “desnudo femenino”, como puede dar cuenta la colección de cualquier museo
1 / El Mundo Semanal, 26 de febrero de 1983, página 6.
2 / CHADWICK, Withney. Women, art and society. New York, Thames and Houdson Inc, 1997
3 / POLLOCK, Griselda. “Modernidad y espacios de la femineidad”. En: Crítica feminista en la historia del arte”.
en el país desde la década de los años 30, los mantuvo en el espíritu de las alegorías
identitarias y patrióticas. Es decir, se trataba de “desnudos” (vaciados de cualquier
insinuación erótica), y no de “desnudeces” que pudieran provocar los sentidos. Ya
a finales de la década de los años 60, Luis Caballero representó por primera vez el
cuerpo masculino teñido de “desnudez”, como un objeto de deseo, no solo visual sino
también sexual.
Flor María también quiere hacerlo. No es la única ni la primera. Marta Elena Vélez
ya se había acercado al arte erótico en la década de los años 70, al igual que Clemencia Echeverri a inicios de los años 80, en composiciones que involucraron cuerpos
desnudos de hombres y mujeres. Pero en ambos casos, son trabajos puntuales que no
tendrán después más desarrollos. MariPaz Jaramillo, quien en la década de los años
70 también aborda a los amantes, el baile y la noche en sus obras, no se sumerge en
el cuerpo desnudo ni su planteamiento trastoca aquella política sexual de la mirada
que se viene analizando. Los hombres y mujeres en su obra continúan en sus roles
tradicionales: ellos desean y ellas desean ser deseadas.
Flor María en cambio instala plenamente el cuerpo masculino en el centro de su
obra. Tuvo dificultades para hacerlo. Aunque el sistema de enseñanza que la formó,
después de muchos debates ya permitía que las mujeres accedieran a modelos desnudos, estos siempre eran femeninos. Cosa que no parecía incomodar a nadie. Flor
sin embargo quería pintar un cuerpo de hombre. Al enfrentarse con estas dificultades
prácticas, acudió en un principio a imágenes de revistas. Posteriormente logra contratar modelos provenientes de gimnasios y algunos otros descubiertos en sus paseos
urbanos, como un chico de cabello color caramelo que persiguió por toda la ciudad
y tuvo después una presencia constante en su obra. Recuerda Armando Montoya:
“Personajes anónimos eran capturados por su ojo avieso. Flor lograba persuadirlos
con euforia y emoción para que le posaran. Después, poco a poco, iban apareciendo
sobre sus fondos decorados”.
Así su deseo de imágenes del deseo la llevó a comprarles fotografías a un estudiante de medicina y a estudios fotográficos del centro e incluso a adquirir algunas
pornográficas. En su nutrido banco visual se mezclaban indistintamente imágenes de
sus recuerdos con otras cazadas, sin importar fuentes o jerarquía. En este acervo, las
carnes de Rubens flotan jugosas sobre las pálidas de Toulouse-Lautrec, se amalgaman con las de la publicidad y las de las revistas para adultos, junto a fotogramas de
Fellini y Bergman, entre otros múltiples desechos de la iconosfera urbana.
Cordero, Karen y Sáenz, Inda (compiladoras). Ciudad de México, Universidad Iberoamericana, 2007
20
21
Eva y Mefisto (del Genesis
a Fausto) (detalle), 1987
Acrílico sobre lienzo
113,34 x 168,91 cm
De la serie Los amantes
Colección Escobar
Beristain, Nueva York.
Gobelino turco, década años 70
Fibra de seda
Cortesía Investigación Francisco José Escobar
Por este camino llegamos a uno de sus más excéntricos frutos prohibidos: el
las figuras centrales. En la búsqueda del motivo del fondo que pudiera amarrar todo
brutal abrazo de Alexis y El Ronco que acompañó al de Petra y Micaela en aquel salón
el conjunto, Flor acudió en este caso a su investigación visual de Guayaquil, y replicó
de Arte Joven de 1984. En un primer plano, un hombre moreno de pelo amarillo y
un patrón de rayas que había visto en las paredes de un bar. Así, estos amantes de
pantaloneta a la moda se recuesta sobre otro, blanquísimo, de cabello rojo encendido,
la India dejan de serlo para encarnarse en las entrañas voluptuosas de una ciudad
uñas largas y dedos enjoyados. Este se entrega con cada músculo de su cuerpo
latinoamericana con su propia carga de pastiches.
al amante que lo aprisiona lujurioso entre sus poderosas piernas y manazas. Son
En otra de sus obras fundamentales, Eva y Mefisto (1987), se repite la misma
cuerpos que se salen de los estándares de la autodenominada “raza paisa”. Están
estructura. El choque entre los colores primarios (el amarillo del pelo del hombre y el
fundidos en un abrazo homosexual que desafía no solo los cánones raciales y de
azul del cielo) conmueve la superficie, mientras los gestos del deseo son atrapados.
género, sino también los estéticos que respetaba incluso Caballero en sus idealizadas
Este no solo se expresa en el paroxismo de cada miembro del cuerpo, sino que su
representaciones. La pintura de Flor María les está dando aquí por primera vez el
energía también se irradia a través del juego dinámico de tonos. La composición se
derecho negado a la imagen: a la suya y a la de su deseo.
cierra sobre una tela roja (el tercer color primario) y el símbolo por excelencia del
¿De dónde salen estos personajes? En la Librería Aguirre, Flor se había encontrado un libro de la India del que extrajo el motivo central tanto de El Mordisco como
En esta ocasión Flor María retoma un elemento kitsch para la realización del
de Alexis y El Ronco (ver página 24). Como en otras ocasiones, la artista le es infiel a
fondo: los tapices que se usaban en las casas de clase media y se pegaban en las
su referente. Retoma la pareja, pero los gestos y el color, dice “me vienen de dentro”.
paredes de la Medellín de los años 80. La artista desecha el pavo real del tapiz original
La imagen apropiada es apenas un detonante. El cuadro está estructurado cromática-
y se queda con un idealizado paisaje que podría ser extraído de los relatos de las Mil
mente por el contraste entre el cuerpo moreno y el blanco. A partir de él, ejecuta una
y una noches. Este telón orientalista sirve de entorno al encuentro erótico y lo ubica.
partitura cromática que caracterizaría en general la serie de “Los Amantes” y describe
No está teniendo lugar en un paraje exótico sino en las rendijas de la ciudad, en los
así Mónica Lenz : “… sale del rojo de los labios que enciende el cuadro y hace que
rincones licenciosos donde van los residuos de la máquina urbana.
4
22
deseo, donde los cuerpos yacen en su goce.
este mismo color vibre en los fondos o en detalles significativos de los personajes.
De los detritos, los simulacros y el mal gusto, se levanta sin embargo, esta obra
Al lado del rojo, estalla el amarillo fuerte para subrayar este grito. El azul o el verde
realizada por un ojo culto en conexión con el entorno y su época, y desarrollada con
pintados en pocas superficies no logran apaciguar este fuego”. Es una reverberación
una técnica impecable. Una pintura lúcida donde el contraste de los colores ya no ha-
que activa el círculo cromático. La artista va en contra del color académico, del claros-
bla solo de problemas cromáticos, sino de reivindicaciones frente a un sistema racista.
curo, de los tonos quebrados. Ha aprendido la lección de los fauves. No le interesa el
Donde la posición de las figuras, la mujer arriba y el hombre abajo, va más allá de un
modelado de los cuerpos. Y por eso sus colores son grandes planos de color brillante
asunto de arquitectura de volúmenes para convertirse en un comentario contestatario
que, en muchas de sus posteriores obras se simplificarían todavía más, acercándose
al sistema de los géneros. La mujer aquí ya no es solo un objeto deseado, sino un
a planteamientos decididamente pop.
sujeto deseante. El hombre, por su parte, deja su posición ancestralmente dominante
A nivel formal también consolida una composición que se volverá constante. Fi-
para permitirse ser gozado. Otro quiebre es que la artista que ha usurpado el privile-
guras humanas en un primer plano sobre un fondo con connotaciones simbólicas
gio de la mirada masculina también tiene en cuenta que podría haber espectadoras
(unicornios, flores, ciervos, que hacen referencia a la cópula de los amantes). A lo
femeninas para sus imágenes.
que añade, además, objetos de la cultura material doméstica, telas, sábanas, cojines,
Las leyes de la política sexual y suprematista de la mirada han sido socavadas.
que hablan de la intimidad pero que, a la vez, le permiten un tratamiento preciosista
Hay todavía otra transgresión: en uno de los años más cruentos de la guerra colom-
y sensual de las texturas. Estas se transmutan en composiciones rítmicas, casi mu-
biana, esta obra se permite hacer una afirmación radical del deseo como fuerza fun-
sicales, libres, gracias a que no están subordinadas a la anécdota. Aunque guardan
dadora. Su itinerancia por Estados Unidos (1989) como parte de la muestra colectiva
una relación con ella: son una abstracción donde vibra la misma energía del deseo de
“Hecho en Medellín” hablaba precisamente de eso: la vida se resistía en esta tierra de
4 / Mónika Lenz, El Mundo Semanal, 9 de agosto de 1983
muertos. Un cuadro sin duda importante.
23
Alexis y el Ronco, 1984
Acrílico sobre el lienzo, 86 x 126 cm
De la serie Los amantes
Superior:
Alexis y el Ronco, 1984
Acrílico sobre el lienzo, 86 x 126 cm
De la serie Los amantes
Pompilio y Pepa, 1985
Acrílico sobre lienzo, 98 x 112 cm
De la serie Los amantes
Colección Pilar Velásquez
Inferior:
En la búsqueda del motivo del fondo para su obra
Alexis y El Ronco, Flor acudió a su investigación
visual de Guayaquil, y replicó un patrón de rayas
que había visto en las paredes de un bar. Así, estos
amantes de la India dejan de serlo para encarnarse
en las entrañas voluptuosas de una ciudad latinoamericana con su propia carga de pastiches.
24
25
Superior:
Blanca y Roso, 1986
Óleo sobre lienzo, 64 x 68 cm
De la serie Los amantes
Colección María Eumelia Galeano
Derecha:
El abrazo, 1986
Grabado al linóleo, 50 x 36 cm
De la serie Los amantes
Colección María Eumelia Galeano
Superior:
Griselda y Flaco, 1984
Óleo sobre lienzo, 39,5 x 59,5 cm
De la serie Los amantes
Inferior:
Sin título, 1988
Serigrafía, 52 x 79 cm
De la serie Los amantes
Colección María Eumelia Galeano
26
27
Superior:
Paola y Paulo, 2012
Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm
De la serie Los amantes
28
Inferior:
Alondra y el Negro, 2016
Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm
De la serie Los amantes
Sin título, 1987
Óleo sobre lienzo, 78 x 126 cm
De la serie Los amantes
Colección María Eumelia Galeano
29
Superior:
Petra y Micaela, 1984
Acrílico sobre lienzo, 86 x 126 cm
De la serie Los amantes
30
Inferior:
Eva y Mefisto (del Genesis a Fausto), 1987
Acrílico sobre lienzo
113,34 x 168,91 cm
De la serie Los amantes
Colección Escobar Beristain, Nueva York.
Superior:
Se puso azul, azul, 1990
Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm
De la serie Los amantes
Inferior:
Venus y Orión, 1987
Acrílico sobre lienzo
115 x 168 cm
De la serie Los amantes
31
Desde mediados de la década de los 80, la artista comenzó a darle
protagonismo a los fondos de sus composiciones. Si antes los resolvía
con grandes zonas de color, ahora dialogarán de una manera oblicua
y sutil con la escena que esta teniendo lugar en el primer plano. Este
recurso usado por los postimpresionistas (Gaugin, Van Gogh, Suzanne
Valadon) toma aquí una potente fuerza simbólica: unicornios y ciervos
aludirán a cópulas, caballitos de mar a fertilidad, flores a cuerpos
abiertos y deseantes.
32
33
1.2
| ELLAS
Mujer en rosa (detalle), 1990. Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm. De la serie Instancias del éxtasis.
35
Cuerpo femenino: un descubrimiento
Carnavalito, 1992
Óleo sobre lienzo, 30 x 30 cm
De la serie Carnaval
Colección Pilar Velásquez
Pinto mujeres voluptuosas con colores voluptuosos. No tienen que ser prostitutas
para que yo pueda y quiera pintarlas. Todas ellas son, eso sí, bastante desinhibidas. Me gusta que la mujer sea femenina, pero fuerte. Que marque reglas de
juego claras. Que no dependa de ningún hombre para guapiar la vida sola.
Flor María Bouhot
Las atrevidas representaciones –incluso para los estándares de los años 80– de mujeres realizadas por Flor María, estructuran un cuerpo para el cual el arte colombiano
con su proverbial temor a la piel no había tenido muchos ojos. El cuerpo que visibiliza
la artista, en cambio, es pagano, subversor de las casillas y constricciones corporales
judeo-cristianas que han dominado las representaciones de los cuerpos en Colombia.
Una anatomía que privilegia la parte superior del cuerpo y rechaza la inferior.
Sus mujeres, al contrario, están aquí presentes de los pies a la cabeza, libres
de las fragmentaciones de los cánones del arte sacro, los preceptos morales o la
mirada voyerista masculina. Han salido del molde de la Virgen María, del de la madre
e incluso del de la prostituta. Un deseo salvaje las rebautiza y las completa. Es una
mirada de mujer la que las ha creado, la que observa los mecanismos y los gestos del
deseo femenino.
Sus mujeres se desnudan no sólo de vestidos, sino de clichés, estereotipos,
idealidades e incluso de manierismos pornográficos. No son las mujeres fatales ni
las caídas, categoría sexista explotada por los mismos maestros expresionistas tan
admirados por la artista. En sus representaciones, al contrario, se deshacen de siglos
de corsés, de ejes corporales verticales y estáticos, de posturas aprendidas, de gestos admitidos, de retóricas controladas. Las suyas son mujeres contemporáneas que
toman decisiones sobre sus cuerpos, los aceptan y disfrutan. Y aparecen ya no solo
como objetos del deseo, sino como sujetos deseantes, en una perspectiva inédita
hasta el momento para el arte colombiano.
36
37
El reflejo, 1984
Acrílico sobre cartón, 69 x 32 cm
Colección Óscar Velásquez
38
Yamile con medias moradas, 1991
Óleo sobre lienzo, 130 x 170 cm
39
Superior:
Sin título, 1983
Acrílico sobre lienzo, 100 x 80 cm
De la serie Instancias del éxtasis
Colección Guillermo Velásquez
Inferior:
Lolita, 1981
Acrílico sobre lienzo, 137 x 84 cm
Colección Fabio Betancur
Página opuesta:
Marlene Dietrich, 1983
Óleo sobre lienzo, 170 x 105 cm
Colección Óscar Velásquez
40
41
Mujer en rosa, 1990
Óleo sobre lienzo, 100 x 150 cm
De la serie Instancias del éxtasis
Colección Galería Da Vinci
Sin título, 1981
Acrílico sobre tela, 83 x 105 cm
De la serie Instancias del éxtasis
Comodato herederos Paul Bardwell,
Archivo Museo de Antioquia
“Las mujeres que pinta acaban de hacer el amor y están solas. Tan solas que los animales que
duermen en el papel de colgadura de sus cuartos se despiertan para hacerles compañía, los gatos
ronronean y se les recuestan perezosos. No importa, nada importa. Nadie importa. Ellas están solas.
Eso quiere decir que están alegres, felices, amargadas, plácidas, frustradas, nostálgicas, extasiadas,
insoportablemente leves (‘En cualquier caso, con ganas de luchar y de vivir’, afirma la artista)”.
Carlos Patiño
42
43
Bárbara, 2004
Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm
De la serie Instancias del éxtasis
“Mujeres descomunales sobre lienzos despatarrados sobre las paredes con colores
‘mal sentados’ también, es la lección de desinhibición que presenta Flor María Bouhot”.
Ana María Cano
Idalí, 1991
Óleo sobre lienzo, 129 x 170 cm
De la serie Instancias del éxtasis
Colección Óscar Velásquez
44
45
Bordes
Las cosas no son de hombres ni de mujeres, sino de espíritus que están dentro de
un cuerpo femenino o masculino, que quieren lograr cosas en la vida.
En los travestis busco la esencia de lo femenino.
Flor María Bouhot
No todos los cuerpos han podido reflejarse en los espejos canónicos del arte. A nuestra
tradición le han gustado los cuerpos piadosos, heroicos, blancos, alegóricos. Y sobre
ellos ha dibujado una línea que los parte en mitades azul y rosa, concebidas como
opuestas. Una línea intransitable: aquellos que la han sobrepasado han perdido su
derecho a la imagen.
Y aquí tenemos de nuevo a la provocadora Flor María retando ese peligroso límite
(hasta 1980 la homosexualidad en Colombia era un delito). No había en esta década
tampoco muchos antecedentes de artistas preocupados por reflejar otras identidades. Como excepciones, algunas fotografías de Benjamín de la Calle de las primeras
décadas del siglo XX, que no eran entonces muy conocidas. Después de un extenso
período en el que el tema desapareció de la escena, desde la década de los años
70 empezaron a surgir aisladamente los cuerpos fronterizos representados por Luis
Caballero, Miguel Ángel Rojas, Óscar Jaramillo o Álvaro Barrios.
En este contexto de silencio, Flor se interesó por retratar sexualidades en los
bordes. La investigación sobre estos supuestos retos a la naturaleza, la moral y la
estética la desarrollaría inicialmente en sus incursiones a la zona de tolerancia que era
Guayaquil. Posteriormente, encontraría en la libertad del Carnaval una mina inagotable
de estéticas corporales que contravenían los interdictos sobre la masculinidad (ver
página 63).. En ellos, paradójicamente, se seguía preguntando ¿qué es lo que hace
mujer a una mujer?
Con sus inquietudes la artista se acercaba a los planteamientos de teóricas como
Joan Riviere1, quien ha reflexionado sobre el disfraz y puesta en escena que implica
la feminidad. Para ella, ésta sería una mascarada, un conjunto de códigos que pueden
ser elegidos conscientemente y tendrían que ver con la mujer ideada y estereotipada,
con su actuación y representación como un rol teatral. La mascarada de lo femenino
se podría poner o quitar. E incluso ser usada por los hombres, como lo reiteran Tongolele, Alexis, La Sandunguera, Cristian y sus plumas, y muchos otros de los seres
diversos creados por Flor María a través de los años.
Desarmar la concepción dicotómica de los géneros se plantea en la actualidad
Canelo castaño rojizo, 1990
Grabado al linóleo, 50 x 35 cm
como una subversión no sólo estética, sino política de la mayor importancia. En la escena plástica también se han hecho recientemente reflexiones muy serias como las de
Carlos Motta, Santiago Monge, Santiago Leal, Jorge Zapata o Andrea Barragán, por
“Es como la anécdota de un pelirrojo que
perseguí por toda la ciudad. Cuando lo vi se
hicieron inmediatamente presentes los colores
y el ambiente. Me lo imaginé vestido con una
trusa roja, o como un fauno tirado sobre un
mueble, con medias rojas, cachitos, orejitas.
Uno ve un personaje y enseguida aflora todo.
Empieza a divagar”.
46
mencionar algunos nombres de una tendencia en ascenso. Perspectiva transgresora,
a la que Flor María fue una de las primeras en llegar con su mirada libre y su vibrante
legión de “luciérnagas fantásticas”.
1 / RIVIÈRE, Joan. “La femineidad como máscara”. En Athenea Digital - núm. 11: 219-226 , 2007
47
1.3
| FIESTA
Comparsa de ritos y chamanes (políptico) (detalles), 1997. Óleo sobre lienzo, 160 x 305 cm. De la serie Carnaval.
49
Cuerpo ritual, cuerpo regenerado
Carnaval en leopardo, 2013
Óleo sobre lienzo, 97 x 77 cm
De la serie Carnaval
En el Carnaval rescato ese sueño de vivir la ciudad como espacio de
desarrollando su investigación sobre el delgado límite entre el dolor y el placer, la
riqueza cultural. Es un encuentro de multiplicidad, de historia y realidad que
vida y la muerte, la alegría y el drama, lo femenino y lo masculino. Tópicos a los que
nos produce éxtasis. El carnaval exorciza la gravedad y rescata la levedad,
ahora se sumarán las reflexiones sobre el mito y la historia, lo real y lo imaginario, lo
lucha contra el tiempo con la lentitud del goce. Es el espacio del encuentro
humano, lo animal y lo vegetal. Es una indagación general sobre lo que es y lo que
de una multiplicidad que va más allá de los códigos aceptados para cruzar
parece, sobre las transiciones y lo mutable. Sobre los caminos alternos con los que se
el límite de lo impensado, de lo indescifrable
Flor María Bouhot
puede afrontar la realidad.
La obra Toritos con Ella (1996) sirve para entender este sincretismo. La pintura parece una representación literal de algunos elementos puntuales del Carnaval de Barran-
Cronista del deseo y del éxtasis, en cualquiera de sus manifestaciones, Flor María
quilla (ver página 58), como los emblemáticos toros de colores. Sin embargo, la mujer
llegó naturalmente al reino de las carnestolendas. Como sucedió en algunas de sus
fue extraída de una imagen del Carnaval de Río, con todo el despliegue de su expresión
otras series, el detonante de esta exploración no fue el propio carnaval, sino una
corporal: la risa feroz, el desparpajo de las piernas abiertas y los brazos levantados.
imagen de él. En 1990, cuando ya estaba viviendo en Bogotá, su compañero Antonio
Para Flor la diferencia entre estas dos fiestas es que “la colombiana sonríe, mientras
le mostró un ejemplar de la legendaria revista brasileña Machete, en la que aparecía
la carioca se ríe a carcajadas”. Allí el cuerpo es más libre y pagano. Al representar al
un reportaje gráfico sobre el Carnaval de Río. Era un momento en el que necesitaba
personaje femenino blanco sobre el hombre negro con cuernos, retoma la ya conocida
reconectarse con su pintura en una nueva ciudad donde, como era habitual, los mode-
estructura de su serie de “Los amantes”. Solo que ahora la lleva a un nuevo escenario:
los escaseaban. Y el deseo visual se disparó. La atrajo aquella libertad inusitada de los
las transgresiones pasan de la intimidad de las habitaciones a la orgía colectiva, pública
cuerpos y del color, su feroz transgresión a los órdenes económicos, sociales, raciales
y urbana de un carnaval latinoamericano donde ha surgido un nuevo tótem.
y sexuales. Comenzó entonces a estudiar los gestos, los personajes, las máscaras,
los vestidos, los accesorios.
pagana de los cuerpos, la subversión de los gestos descontrolados, la victoria de los
Unos años después, viaja al festival de Barranquilla en donde hace trabajo de
instintos, el reinado de la piel. Es que, parece decir, el cuerpo liberado es posible en
campo. Convive con sus participantes, los acompaña en la preparación de sus com-
los instantes extáticos no sólo del sexo, sino también del baile, donde el equilibrio
parsas y en la fiesta nocturna previa al Carnaval. Ya en el centro de la fiesta, realiza
físico construido por siglos de educación católica e ideales europeos es transgredido.
un registro fotográfico que después diseccionará en sus pinturas. Sus fotos congelan
Estas imágenes son “Anti-Guernicas”, según sus palabras, que homenajean la victoria
el instante irrepetible e inatrapable, durante el fragor de la cumbia o el mapalé, bajo
constante de la vida a pesar de sus pies de barro, durante unos años cuando el cuerpo
la tormenta de colores de las comparsas y las plumas, los vuelos de las faldas, las
de los colombianos parecía ser exclusivamente escenario de carnicerías bélicas.
batallas de las flores. Un rayo de quietud sobre la fiebre de ritmos y sensaciones.
50
Su paleta salvaje persigue aquí, con una línea flexible y dinámica, la expresión
El carnaval de Flor propone una imagen mestiza y barroca que conecta con el
El botín de las imágenes captadas guardará reposo. A través de los años, en sus
tiempo mítico y sus personajes: el Hombre Caimán, los toritos, los congos, los dia-
sucesivos estudios de Medellín, Bogotá o Guadalajara, las ha seguido revisando. En
blos-espejo, las farotas. Allí nada es lo que se supone debe ser. Los tambores de
esta exploración la huella de las fotos es guía, nunca camisa de fuerza. Le permite que
África y las chirimías de América se chupan la blancura europea de la Colonia, los
la impresión sensorial emerja de nuevo desde su inconsciente. También analizar con-
hombres derriban las murallas de acero de su masculinidad con el vuelo liberador
cienzuda y lentamente la forma. Solo después sucederá la alquimia que hará brillar a
de las plumas; las mujeres se recuperan a sí mismas abriendo descaradamente las
su peculiar manera el registro documental.
piernas; los humanos desdoblados tienen cachos o cabeza de reptil. Imágenes donde
Frente a sus capturas visuales Flor es libre. Desecha. Sintetiza. Rearma. Compo-
la piel es lo profundo, el artificio lo real, la máscara lo desnudo, el maquillaje lo trans-
ne. Mezcla. Así, su carnaval no es ninguno en particular. Es simplemente su carnaval:
parente, la mezcla lo puro. Es el carnaval americano en toda su expresión y Flor su
un espacio utópico donde todo puede suceder. Y el soporte privilegiado para seguir
más apasionada testigo.
51
Jungla africana (tríptico), 1996
Óleo sobre lienzo, 160 x 210 cm
De la serie Carnaval
Colección Santiago Ortiz (cuadro central)
“La artista pudo observar en el limen de la maravilla que el resultado de todo el rito
de varios días no era un hombre disfrazado, sino el nacimiento de otro personaje,
la perfecta identidad del representado, una especie de alter ego que emerge como
protagonista, con su poder de atracción y atención, porque sabe que todas las miradas
están fijas en él, porque sabe que él encarna el espíritu de la fiesta, es la negación de
la contenida rutina civil y el símbolo del desenfrenado goce pagano”.
Néstor Martínez Celis
52
53
Comparsa de ritos y chamanes (políptico), 1997
Óleo sobre lienzo, 160 x 305 cm
De la serie Carnaval
“Su Carnaval es universal, no tienen el sello iconográfico de una fiesta en especial, quizá para englobar
todo lo que encierra: la mascarada, los elementos de ritual, la danza ancestral, el disfraz, la mímesis,
el juego con el desdoblamiento. Ella lo mira desde diversos puntos de vista, siendo el más marcado su
interés por averiguar la raíz antropológica de las carnestolendas, el porqué de ciertas señales y signos,
de dónde viene el hilo común del imbricado tejido de la festividad. Es quizás por esto que en sus obras
hay elementos que son más antropológicos que carnavalescos, están en la frontera entre accesorios de
disfraz y piezas de ritual de hechicería”.
Néstor Martínez Celis
54
55
Africano, 2001
Óleo sobre lienzo, 90 x 70 cm
De la serie Carnaval
Farota rosa, La Candelosa, 2013
Óleo sobre lienzo, 50 x 35 cm
De la serie Carnaval
Superior:
Comparsa los cabezones con Congo (tríptico), 1996
Óleo sobre lienzo, 160 x 173 cm
De la serie Carnaval
Página opuesta:
Congos, 1995
Óleo sobre lienzo, 158,5 x 90 cm
De la serie Carnaval
Colección Nelda Serrano
56
57
Toritos con ella, 1996
Óleo sobre lienzo, 161 x 163 cm
De la serie Carnaval
Ritmo africano, 1996
Óleo sobre lienzo, 161 x 148 cm
De la serie Carnaval
“El espectador al leer la obra se encuentra con que los fondos abigarrados, de ricas texturas visuales
con sello de abstracción, derivan su importancia de marcar el contraste para destacar los primeros
planos. Al neutralizar los fondos, la artista descontextualiza su carnaval, pero gana identidad artística
y se aleja de caer en la crónica pictórica, en la huera transcripción al lienzo de la fotografía de
ocasión. Menos pedrería artificial y más pureza ancestral es la línea de interés de la artista”.
Néstor Martínez Celis
58
59
Hombre Caimán, 1996
Óleo sobre lienzo, 60 x 40 cm
De la serie Carnaval
Fondo Flor María Bouhot
Museo Universitario de la Universidad de Antioquia (MUUA)
Página opuesta:
Congo, 2002
Óleo sobre lienzo, 150 x 80 cm
De la serie Carnaval
Colección Municipio de Bello (Antioquia)
60
61
Superior izquierda:
La Tongolele, 1996
Óleo sobre lienzo, 129 x 85,5 cm
De la serie Carnaval
Superior derecha:
Travesti en fondo rosado, 1993
Óleo sobre lienzo, 130 x 89 cm
De la serie Carnaval
Inferior izquierda:
Alexa la cuernuda, 1991
Óleo sobre lienzo, 100 x 70 cm
De la serie Carnaval
Inferior derecha:
Cristian emplumado, 1991
Óleo sobre lienzo, 100 x 70 cm
De la serie Carnaval
Página opuesta:
Sandunguera, 1993
Óleo sobre lienzo, 170 x 80 cm
De la serie Carnaval
62
63
1.4
| POD ER
De la serie Bastones de mando (detalles).
65
A
B
C
D
A - Bastón de mando con iguana, 2009
Óleo sobre lino, 180 x 40 cm
E
F
G
Paisajes humanistas
B - Bastón de mando con tigre siberiano, 2009
Óleo sobre lino, 180 x 40 cm
Colección Alejandro Sierra Bouhot
Los Bastones de Mando son mi serie más espiritual
Flor María Bouhot
C - Bastón de mando con ídolo y ranas, 2012
Óleo sobre lino, 180 x 40 cm
D - Bastón de mando con cormorán, 2008
Óleo sobre lino, 180 x 40 cm
E - Bastón de mando con tucán, 2008
Óleo sobre lino, 180 x 40 cm
La pulsión humanista de Flor María la alejó muy pronto del paisaje, un género central en la tradición plástica
antioqueña y para el que ella había sido formada en sus inicios en Bellas Artes. Sin embargo, lo retoma de
una manera muy contemporánea en estos Bastones de Mando que empieza a realizar a partir de la década
del 2000, cuando llega a México. En ellos se despliega de nuevo su capacidad cromática y su pasión por las
texturas. También su interés por el simbolismo que había sido tan importante en los fondos de sus amantes y
en el “Carnaval”. En estos Bastones hay una reflexión profunda y lenta sobre cada uno de los elementos con-
F - Bastón de mando con impala, 2008
Óleo sobre lino, 180 x 60 cm
vocados (salamandras, jaguares, ranas, micos) como elementos de potencia y vida. Las conexiones míticas
y poéticas entre animales y plantas sagradas americanas de estas composiciones permiten la creación de
G - Bastón de mando con ciervo (Homenaje Huichol), 2008
Óleo sobre lino, 180 x 60 cm
Colección Daniel Sierra Bouhot
66
paisajes humanistas. Estos, desde la fuerza regeneradora de la naturaleza, buscan oponerse a los excesos
de una civilización en contravía de la vida.
67
1.5
| SU C U LENTAS
Bodegón mexicano (detalle), 2006. Óleo sobre lienzo, 81 x 119 cm.
69
Bodegón con piña, 2006
Óleo sobre lienzo, 74 x 163 cm
Colección Édgar y Adriana Vanegas
Bodegones del deseo
Son las mismas manazanas que podría pintar cualquiera,
con la diferencia de que las he pintado yo.
Flor María Bouhot
Y ya se sabe cómo pinta Flor María. Indudablemente hay que hablar de erotismo en este despliegue de
texturas y ritmos que incitan y permiten tocar con la mirada. En sus jarras, frutas y manteles se replica la
sensualidad de las texturas de las sábanas y almohadas sobre las que descansan sus amantes. Pero mientras en las series de “Los amantes” y del “Carnaval” los objetos se veían envueltos en el ritmo paroxístico
de la desmesura, sus bodegones se asientan en el sosiego esencial del habitar. Es este el congelado reino
de las cosas cuando se han despojado del tiempo. Como en el momento mítico de la infancia, tan solo las
cosas siendo cosas.
Pitaya, 2003
Óleo sobre lienzo, 120 x 120 cm
70
Bodegón con manzana, 2006
Óleo sobre lienzo, 84 x 64 cm
71
Superior:
Tetera con sandías y pitaya, sin fecha
Óleo sobre lienzo, 80 x 59,5 cm
72
Inferior:
Bodegón mexicano, 2006
Óleo sobre lienzo, 81 x 119 cm
Bodegón jarrón con alcachofas, 1996
Óleo sobre lienzo, 166 x 58 cm
73
Tomates de árbol en recipiente mexicano, 2012
Lino sobre lienzo, 123 x 179 cm
Colección Nelda Serrano
Tazón con lilas, 2006
Óleo sobre lienzo, 72,5 x 83,5 cm
“Cuando yo estaba pequeñita me despertaba una alegría absoluta. Siempre tengo
una imagen: una mesa redonda, un mantel de cuadros blancos y rojos, una bombonera, unos claveles rojos… Tengo esto guardado en mi memoria”.
74
75
2
| ENSAYOS
C R ÍTIC OS
Sin título, 1988. Serigrafía, 52 x 79 cm. De la serie Los amantes. Colección María Eumelia Galeano.
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Flor según Antonio*
Colores fuertes. Colores cálidos. Colores sensuales. El lenguaje del cuerpo femenino.
La iconografía de las bocas entreabiertas, de las bocas en beso, de las piernas y los
ojos y los brazos y las manos de mujeres. La frivolidad. Lo femenino. Las miradas,
las poses, lo sensual, lo erótico. El afiche, las fotonovelas, las estrellas de cine. Los
anuncios callejeros. Las marquesinas que anuncian, que iluminan, que rodean, que
enmarcan. El desborde. La desmesura en el color y la forma, y en el tamaño. El atrevimiento. La exploración. El descubrimiento. El asombro. El arte que no es bueno si no
es producto del asombro y si no asombra. La vida que se parece al arte. La realidad
que se confunde con la imaginación. El arte que se parece a la vida. El significado más
largo de la palabra artista. La mujer artista invadiendo terrenos vedados, agrediendo.
La agresión visual. El tamaño de la agresión. La desproporción como manifestación
vital y artística. Andy Warhol, Toulouse-Lautrec, Fellini, feminismo, expresionismo,
expresión, mueca, gesto, gestual, arte popular, pop art, la Pantera Rosa, Marilyn Monroe. La mujer artista. El deseo de actuar. La mujer como símbolo estético. La mujer
encargándose de lo femenino. La mujer tratando de entender lo femenino. Telas y
mujeres. La tela como adorno y la tela como fuerza artística. Trapos. Telas. Mujeres
con trapos. Mujeres con trapos en telas. La tela que no quiere ser tela o que quiere
serlo, pero de otra manera. La delicia del acrílico y el vinilo y el óleo sobre una tela
preparada con ajos y clara de huevo y blanco de titanio y cola de carpintería. Como
las mujeres pueden hacer otra cosa que no sea remendarlas y plancharlas y lavarlas,
sino también gritar con color sobre ellas. Ir más allá de la tela grande con figura grande
pintada con colores grandes. El arte. El placer de pintar. El arte como esparcimiento y
como recreación y como protesta y como agresión y como desmesura y como trasmutación y como descubrimiento y como asombro y como desdoblamiento y como guiño
y como arte. El desborde como acicate de la acción. El desborde que es protesta y es
agresión y es arte.
Collage a partir de obras con el tema de la mujer realizadas
por Flor María Bouhot durante las décadas de los años 80 y 90.
Series: “Instancias del éxtasis” y “Susurros negros para pájaros blancos”.
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* Antonio Sierra, Medellín, 1982
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Superior:
Sin título (detalle), 1981
Acrílico sobre tela, 83 x 105 cm
De la serie Instancias del éxtasis
Comodato herederos Paul Bardwell,
Archivo Museo de Antioquia
Raíces de una genialidad cromática
Por Francisco Javier Escobar G.*
Inferior:
George Grosz
Zwei Frauen (Dos Mujeres), 1931
Óleo sobre lienzo
84.5 x 68.6 cm
Colección privada, Nueva York
La inspiración del mundo creativo de la artista Flor María Bouhot tiene indudablemente como aporte fundamental el uso desinhibido de su prismática genialidad cromática.
Además, su agudo análisis de los órdenes sociales iniciado a edad muy temprana
le dieron un amplio panorama a partir de la simplicidad del negocio familiar en el
puerto fluvial de Puerto Berrío (Antioquia). Allí, desde ese mostrador, capturó en su
memoria las imágenes, vivencias, aromas y personajes de un sitio que contaba el
pasar del tiempo con la caída de las hojas de los almendros sobre la tierra húmeda.
Ella lo ha descrito pictóricamente por décadas hasta nuestros días. Al escucharla,
sus descripciones nos transportan a una película dirigida por Federico Fellini, con un
macondiano guión escrito por Gabriel García Márquez, inspirado en su novela El Amor
en los tiempos del cólera.
Para entender su obra, es primordial hablar de la parte técnica, de la que es
incuestionable su carácter neo-expresionista. Este se aprecia en el trazo y forma del
dibujo, en gran parte de su notable producción plástica. También en su vibrante cromatismo, creado a partir de una restringida paleta de colores, de aplicación muy ligera.
Elementos que surgen evidentemente de la influencia directa de los Nabis, movimiento
artístico francés del siglo
xix,
que se caracterizó por capturar los sentimientos y emo-
ciones a través de líneas, patrones y colores, con un cierto orden abstracto dentro de
la representación. Muchas de sus escenas son íntimas y en primer plano, los espacios
son restringidos, o se ocupan de un idealizado hábitat urbano.
Al igual que los artistas Nabis Pierre Bonnard y Edouard Vuillard, Flor María siempre ha tenido un estricto cuidado de embellecer el limitado espacio de sus ambientes,
con patrones y texturas que dan la apariencia de haber sido recubiertos con papel
tapiz. Allí, las formas de sus diseños no se combinan al azar; por el contrario, como es
usual en el universalismo constructivo1, ella incorpora ideogramas o iconos culturales
milenarios y los compagina con otros lenguajes clásicos de diseño u ornamentación,
para crear así una exuberante aleación simbólica. Es allí precisamente donde la artista
1 / Universalismo Constructivo: corriente estética creada en 1943 por el artista uruguayo Joaquín Torres García,
la cual intentaba la comunión del hombre con el orden cósmico a través del arte. Torres García quiso expresar en
conceptos y formas simplificadas de la realidad a esta misma realidad, al igual que transmitir un mensaje a través de
signos que admitieran lecturas libres de subjetividad.
* Curador, Forum Gallery, Nueva York.
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se apropia de imágenes existentes y las combina con su volátil y prolífica imaginación.
A través de este simbolismo onírico-poético y espiritual, transforma los espacios comunes al colmarlos de una belleza única. Así, los lleva a otra dimensión, transportando al espectador a un resultado tan gráfico y estético como los que el artista fauvista2
Raoul Dufy logró, utilizando formas con estampados africanos, zoomorfos o vegetales
en los textiles que realizó para el diseñador francés Paul Poiret.
La preocupación estética de Flor María está fundamentada en la fijación y el
contacto con el subconsciente, en lo que Marcel Proust describió como “traer a la memoria el tiempo perdido”. Así, extrae parte de su iconografía de las vivencias visuales
de su juventud temprana. De esta manera, el recuerdo nostálgico de los patrones y estampados de las telas que comercializaba en la tienda de su familia en Puerto Berrío
le ayudan a enriquecer los espacios representados en su pintura. Es un proceso que
puede compararse al de la artista francesa Louise Bourgeois, quien incorporó dentro
de su obra elementos textiles y grafismos decorativos que conoció en el almacén de
tapetes de sus padres cuando era una niña.
Tom Wesselmann
Estudio para la pintura del dormitorio # 57, 1983
Óleo sobre lienzo
20 x 20,5 cm
Colección privada, Nueva York
La serie de “Los Amantes” fue iniciada alrededor de 1984, como un proyecto
de investigación que se proponía replantear visualmente el papel de la mujer y su
desenvolvimiento físico en el mundo contemporáneo, rasgando la barrera de lo aceptable y no aceptable, y dejando atrás los estrictos prejuicios sociales de una sociedad
decididamente machista. Según la artista, muchas de sus obras se inspiraron en su
exploración constante de los submundos sociales, de aquellos lugares sórdidos de la
vida nocturna urbana, cerrados, poblados por personajes anónimos, seres comunes,
envueltos en una pesada corriente de zozobra, y relacionados de una manera dramática. Exponentes de un nuevo y diferente romanticismo. A cada uno de ellos la artista
les imprime una vigorosa fuerza, casi irracional, inspirada en su admiración por la obra
de artistas como Toulouse-Lautrec, George Grosz, Otto Mueller, Rudolf Schlichter,
Paul Kleinschmidt, James Ensor y el fotógrafo Brassaï, entre otros.
Flor María nos invita a través de esta serie a romper las barreras del voyerismo
Eva y Mefisto (del Genesis a Fausto) (detalle), 1987
Acrílico sobre lienzo
113,34 x 168,91 cm
De la serie Los amantes
Colección Escobar Beristain, Nueva York.
y ser espectadores en primera fila de la íntima relación de parejas cuyos contrastes
nos confrontarán con la profunda negación que tenemos frente a nuestra herencia
mestiza. Así, estos antihéroes anónimos airosamente nos llevan a replantear nuestra
postura sobre la igualdad y respeto a la diversidad de los géneros.
Es interesante ver en sus composiciones como la artista se limita al preludio
como un acto de respeto hacia sus modelos. Así genera contornos que bloquean cui-
Tensiones y expresiones de gozo en ese primer contacto son recurrentes. Los
dadosamente y de manera muy sutil las zonas erógenas de sus retratados. Además,
labios de ellas modulan y exhalan el placer de la larga espera. Es que las mujeres de
enfatiza los cuerpos con líneas demarcadas, a la manera de Matisse. Con ellas, no
Flor María son de la época presente, cuando el sometimiento del pasado se transfor-
solo independiza cada cuerpo visualmente, sino que también enfatiza la sensualidad
ma en una desaforada participación, pura e ilimitada. Las mujeres en su visión plástica
de los contornos, a la manera de las xilografías eróticas japonesas del siglo xviii de
no están sujetas. Al contrario, se mueven libremente, sin contemplación, ligaduras
artistas como Isoda Koryūsai o Kitagawa Utamaro. También suele representar zonas
ni prejuicios sociales. Sus expresiones son tan intensas como las que podemos ver
del cuerpo expuestas libremente, junto a otras partes cubiertas por la ropa. Así logra
en obras como el Éxtasis de Santa Teresa (1647–1652) del italiano Gian Lorenzo
un encuentro envuelto en una atmósfera contenida que no le revela al espectador
Bernini o la provocadora serie de Los Dormitorios del artista pop estadounidense Tom
nada evidente. En este sentido, recuerda a Los Amantes (1928) de Rene Magritte, en
Wesselman en la década de los años 80.
el que un apasionado beso queda bajo el anonimato de los personajes envueltos en
una tela blanca.
En esta serie, la expresión lúdica de los cuerpos es más importantes que la relación misma. El espectador, al ver las escenas, puede tener una sensación nostálgica
frente a ese contacto idealizado, especialmente en tiempos como los actuales cuando
2 / Fauvismo: movimiento pictórico originado en Francia (1904). Se caracteriza por un empleo provocativo del color.
Su nombre procede de la expresión Les fauves: “Las Fieras”, dado por el crítico de arte Louis Vauxcelles a las obras
de esta tendencia.
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el caótico día a día y la alienación tecnológica del hombre le ha dado prevalencia al ver
frente a los otros sentidos. Aquí, en cambio, los abrazos son táctiles, con apasionado
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romanticismo y gozo, la tensa articulación de los dedos los convierte en
electrodos que al contacto físico generan una carga energética torrencial y explosiva.
Flor María también ha incursionado en el género de las naturalezas
muertas que, en su brillante y única visión, logra transformar en naturalezas vivas. En ellas, elementos simples se mezclan con sofisticados
toques que toman formas y texturas casi anatómicas, discretas pero cargadas de una cadenciosa sexualidad. Así estos bodegones pueden relacionarse con las composiciones de la estadounidense Georgia O’Keeffe
(1920-1950). Ambas artistas coinciden en su decisión de no representar
la naturaleza de manera literal. Al contrario, la replantean con un peculiar encanto y delicadeza, logrando humanizarla. En los bodegones de
Flor María las frutas tienen un volumen y jugosidad tan desbordantes,
insinuantes y provocativos, como si hubiesen salido de la misma mesa
de la obra The Dinner Party de la artista estadounidense Judy Chicago.
De otro lado, sus Bastones de Mando de la serie “Espíritus de Poder”, se inspiran en las visualizaciones oníricas y el vasto estudio de las
milenarias tradiciones espirituales prehispánicas, que a través de sus
formas, texturas, colores y simbolismo, realizan un profundo reconocimiento a los cuatro elementos ancestrales: agua, tierra, fuego y aire.
Flor María perteneció a la inquieta generación de la década de
1980, creadores de la nueva pintura de la transvanguardia, quienes
más que preocuparse por dejar un legado artístico, tuvieron el interés
genuino de crear una obra inmediata con conciencia, a través de la idea
individual de apropiación y respeto. Históricamente, en una sociedad
conservadora cimentada en estrictos planteamientos morales, es inédito
ver artistas como Débora Arango y Flor María Bouhot, quienes coinciden
en su originalidad de tener la templanza estética para asumir el tema
de la sexualidad de manera descarnada. Siempre llevando con ahínco
al frente sus escudos de conciencia, frente a una sociedad que aún
hoy, en pleno siglo
xxi,
se niega a la idea de confrontar sus debilidades
sociales, a admitir el importante lugar y desenvolvimiento de la mujer en
sus nuevos roles, y el cuestionamiento de no asumir la realidad sobre su
restricta y solapada sexualidad.
Personajes y planteamientos con la calidad, depuración y maduración plástica, como la que se encuentra en cada una de las obras de la
talentosa artista Flor María Bouhot, serán el plato fuerte para conocedores del coleccionismo internacional, porque como ha sido evidente en la
historia del arte, lo bien hecho siempre estará aquí para quedarse con
esta generación y las que vendrán. Por eso muchas de sus obras hoy
hacen parte de selectas colecciones privadas de Alemania, Holanda,
Reino Unido, Noruega, Venezuela, México, Ecuador, Canadá, Estados
Unidos y Colombia.
Derecha:
Andrógeno, 1984
Acrílico sobre cartón, 100 x 70 cm
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Linóleos:
expedición al color en casa de Flor
Por Armando Montoya López*
En una casa del barrio Buenos Aires, entre 1988 y 1991, nos reuníamos Flor María
Bouhot, Francisco Londoño y quien escribe estas líneas, con el objetivo de explorar
un procedimiento de la vertiente del grabado en relieve, llamado linóleo, una técnica
moderna derivada del grabado en madera o xilografía, de fácil empleo. La casa era el
hogar de los artistas Flor María Bouhot, y Antonio Sierra y sus dos hijos Alejandro y
Daniel. Allí compartimos una de las habitaciones adecuadas como taller, un espacio
independiente del de Antonio, quien leía, escuchaba música y realizaba sus dibujos en
privado. Por cuestiones laborales y familiares, aprovechábamos el tiempo hasta altas
horas de la noche. Sin importar jerarquías, alternábamos la dirección del proyecto
con tareas correspondientes a la impresión de las ediciones. Todo transcurría en un
ambiente de camaradería, sana discusión a veces, y de jolgorio, otras.
Nos había unido el ambiente académico en la Facultad de Artes de la Universidad
de Antioquia donde fuimos estudiantes y protagonistas de cambios significativos que
dinamizaron nuestro proceso de aprendizaje y, sobre todo, la apertura a nuevas ideas
entorno a lo urbano, a la experiencia y toma de conciencia sobre los nuevos hábitos
y usos citadinos que afloraban en Medellín, una ciudad en constante transformación
social, política y cultural. Compartimos, por tanto, momentos de transición generacional bastante complejos pero necesarios. También nos unió el hecho de ser colegas y
nuestros intereses comunes por la pintura.
El contexto
La década de los años 80 fue fructífera en la programación de ferias culturales en
Medellín y algunos municipios aledaños, eventos que florecieron en medio de la violencia política y, en especial, del narcotráfico. El propósito de tales eventos era acercar
el arte a públicos más amplios, pues, entre otras actividades, estimulaban también
la participación de artistas que pudieran ofrecer sus trabajos a precios favorables.
Una oportunidad especial para los grabadores quienes pusieron a disposición del
Sin título, 1992
Grabado al linóleo, 20 x 18 cm
De la serie Carnaval
* Maestro en Artes Plásticas Universidad de Antioquia
Líder de líneas de investigación
Corporación BANASTA. Mediaciones Arte y Cultura
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Daniel con máscara, 1998
Grabado al linóleo, 74,5 x 52 cm
De la serie Carnaval
público la edición de sus obras. Entre otros, recuerdo de manera vívida la feria de arte
organizada por el Instituto de Integración Cultural en el recinto Quirama, Rionegro, y el
festival Bazarte, en los jardines de Suramericana de Seguros. Más tarde se organizó
el festival Besarte en el barrio Carlos E. Restrepo.
Este fue el entorno que estimuló el desarrollo de la técnica del linóleo a la plancha
perdida en aquellos años y en el que asumimos el reto de dar forma a las propuestas
de cada cual. Flor María, en la serie “Los Amantes” y en “Instancias del éxtasis” nos
mostraba a la mujer que ama sin trabas ni tapujos, aquella que desea y se sabe deseada, erótica y voluptuosa. Francisco reinterpretaba obras de los grandes maestros
de la historia del arte –Picasso, Manet, entre otros–. Por mi parte, indagaba sobre
el grafiti popular en las calles de Medellín, una propuesta que dio origen a la serie
“Caligrafía Urbana”. La Galería Originales apoyó la realización de varias de nuestras
carpetas, y promovió su distribución y venta en las ferias y festivales.
Sobre el linóleo
En su constitución tradicional, el linóleo es un material derivado de la impregnación de
un componente sintético con un cemento linógeno, sobre un tejido –yute–, utilizado
como matriz en la estampación sobre papel. Las dificultades para conseguir este material en nuestro medio estimularon y guiaron la experimentación de algunos artistas
hacia el uso de otro material con características similares. Se trata del neolay, un
aglomerado muy empleado en la industria de la construcción y del calzado, que en
el medio artístico ha sido hábilmente capitalizado como medio de expresión por sus
bondades tanto económicas como por su constitución plana y blanda, la cual facilita el
entintado y la intervención con las gubias.
Con el nombre de este material –linóleo–, se acuñó esta técnica de grabado
mediada por el neolay que, al ser intervenido con gubias y posteriormente entintado
con un rodillo, facilitaba el traspaso de la imagen al papel cuando se ejerce presión a
través de una prensa o, generalmente, con la mano.1
Antioquia se ha caracterizado por un desarrollo muy particular de la técnica en
lo concerniente al procedimiento y resultados. Sus impulsores, Luis Fernando Uribe (1950) y Fabián Rendón (1953–2000), exploraron la técnica hasta encontrar una
identidad en correspondencia con sus inquietudes plásticas. Luego vinieron Francisco
Londoño (1954), Armando Montoya (1956) y Flor María Bouhot (1949), quienes trabajamos en equipo, y Miguel Polling (1951-1995), quien continuó explorando individualmente el procedimiento hasta su muerte, con excelentes resultados.
1 / Existen procedimientos que parten del empleo de una única matriz en algunos casos, o en otros de varias matrices,
una por color según el diseño de la imagen. En ambos casos las matrices se pueden conservar con el objetivo de realizar las impresiones en distintos momentos, sin que ello altere el tiraje o número de copias previamente establecido.
Hemos de anotar que una característica particular del neolay es su lisura, por lo cual, al imprimir, genera un resultado
plano y garantiza la fidelidad en cada registro.
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Garotas, 2011
Grabado al linóleo
22 x 27 cm
De la serie Carnaval
Mujer en fondo rojo, sin fecha
Grabado al linóleo, 50 x 35 cm
Colección Carlos Marín
Pero ¿qué es lo que hace especial este procedimiento en Antioquia? Tiene que
Antioquia. Desde la academia, además nos hemos preocupado por difundir el proce-
ver con el empleo de una única matriz que se labra, entinta e imprime en pasos suce-
dimiento del linóleo en el Taller de Grabado de la Facultad de Artes de la Universidad
sivos –previo secamiento de la tinta sobre el papel–. Esto es, cada intervención sobre
de Antioquia y en talleres organizados en las diferentes sedes del país del Banco de
la matriz debe estamparse en un número total de copias definidas con antelación.
la República.
Las primeras capas de color son impresas al ejercer mucha presión sobre la matriz
Estas experiencias con el linóleo fueron incluidas en la investigación sobre El Gra-
con el fin de obtener superficies planas y, en la medida en que avanzamos, cargamos
bado en Antioquia3 realizada por Santiago Londoño en 1993. En el mismo año, Beatriz
la matriz con pigmento más denso ejerciendo menos presión. Nuevas operaciones
González dedica un aparte especial al desarrollo del linóleo en Antioquia en su inves-
realizadas sobre la matriz, posteriores a cada registro, implican el detrimento de lo
tigación Situación de la gráfica colombiana actual 1980–1993.4 En 2005, Elkin Úsuga
realizado en el paso anterior.
presenta su tesis Panorama del grabado en Antioquia: antecedentes y desarrollo,5
En consecuencia, cada impresión sobre el papel va secando y adquiriendo una
donde desarrolla un capítulo dedicado a la técnica y a este grupo de artistas difusores.
consistencia granulada e irregular localizada, la cual a su vez servirá de sustento
Luis Fernando Uribe, quien regresó al país después de una larga estadía en Chi-
a las subsiguientes capas. Al final obtendremos la serie completa de impresiones
cago (Estados Unidos), sigue explorando y difundiendo la técnica. En 2015, ofreció
sobre papel o tiraje total de copias planeadas y una matriz prácticamente destruida.
un curso en la Corporación
De de ahí su nombre: Linóleo a la plancha perdida. Si bien cada copia conserva un
cedimiento en
patrón en su diseño original, no serán exactamente iguales entre sí. Cada copia tiene
Vicente, en donde actualmente reside. Flor María Bouhot, paralelamente al ejercicio
la impronta de una pintura por su textura y densidad, abonadas por la impresión de
de la pintura, ha desplegado una labor pedagógica tanto nacional como internacional,
sucesivas capas impresas de manera irregular, no plana.
especialmente como artista invitada por la Facultad de Artes de la Universidad de
artmed
banasta,
en 2017 realizó demostraciones sobre el pro-
2017 y sigue dictando cursos particulares en su taller de San
Antioquia para trabajar con grupos de estudiantes, a quienes orienta en la investiga-
Reconocimientos
ción de la técnica a partir de trabajos en gran formato, lo que exige mayor libertad,
ligereza, versatilidad y corporalidad, como nuevos componentes del procedimiento en
Son varios los aspectos que le han dado relevancia a la práctica de este grupo de
el aprendizaje. Por todo lo anterior, vale la pena resaltar la importancia del linóleo en
artistas en Antioquia y en Colombia. Sus exposiciones locales, nacionales e interna-
el peso de su obra en general, como hemos intentado hacerlo en estas líneas.
cionales, y los reconocimientos obtenidos confirman su importancia. En este sentido,
es de destacar como Fabián Rendón, uno de los mejores grabadores del país, fue
premiado en Puerto Rico, Nueva York y Japón, y obtuvo una Mención de Honor en
el Salón Nacional de Artistas de 1989. En el mismo año, una serie de grabados que
3 / Londoño, Santiago. El grabado en Antioquia, Medellín: Banco de la República – Museo de Arte Moderno de
Medellín, 1993.
realicé en esta línea obtuvo una mención en el I Salón de Pequeño Formato, Espacio
4 / González, Beatriz. “Situación de la gráfica colombiana actual, 1980-1993”, Magazín Dominical, Bogotá, 28 de
108,2 y el Primer Premio en la edición Premios Nacionales de Cultura Universidad de
5 / Úsuga, Elkin. “El grabado al linóleo y un grupo de artistas difusores de la técnica en Antioquia”, en: Panorama del
noviembre de 1993.
grabado en Antioquia: antecedentes y desarrollo. Tesis de grado, Maestría en Historia del Arte, Facultad de Artes de
2 / Evento organizado por María Teresa Cano, en la oficina 108 de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia.
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la Universidad de Antioquia, 2005.
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Superior izquierda:
Naranja, 2009
Grabado al linóleo, 17 x 11 cm
Jorge Galeano
Inferior izquierda:
Sandía, 2009
Grabado al linóleo, 17 x 11 cm
Jorge Galeano
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Superior derecha:
Bodegón, 2009
Grabado al linóleo, 29,6 x 24,8 cm
Inferior derecha:
Mangostino, 2009
Grabado al linóleo, 17 x 11 cm
Jorge Galeano
Bodegón mexicano, 2009
Grabado al linóleo, 28 x 38 cm
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| U NA VIDA
Flor y Micaela, 2019. Fotografía Rodrigo Díaz.
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Puerto Berrío-Guayaquil:
la ruta del color
Flor María Bouhot
Bar Triana, ca. 1975
fotografía ektachrome
Yo nací en Bello. Mi padre Rafael trabajaba en el Ferrocarril de Antioquia y mi madre
8:00 de la mañana hay calor y hay sol. De pronto, ese olor, que se me quedó de las
Ana en Fabricato. Vengo de una familia grande, de once hermanos. Mi mamá era
hojas calcinándose por el sol.
muy inteligente. Le gustaba mucho la música y nos ponía de toda clase, desde la
Es que en Puerto Berrío se veía mucho color. Por ejemplo el color del río, café,
guasca hasta la clásica. Era maravillosa, mi amiga. Cuando yo estaba pequeñita me
como sucio, el color de las camisas floreadas, de las coletas, de las cretonas, de los
despertaba una alegría absoluta. Siempre tengo una imagen: una mesa redonda, un
percales. Eso unido al tango, suena hermoso, ¿verdad? Me queda una imagen como
mantel de cuadros blancos y rojos, una bombonera, unos claveles rojos… Tengo esto
amarilla con florecitas rojas y todo. De allá también tomo el verde, el verde me encanta.
guardado en mi memoria.
O el rosado Lola, que le gusta a las prostitutas. Y el verde azul que pasaba... Yo recuerdo
También recuerdo cómo en la escuela mi maestra Otilia, una madre protectora,
que de pronto veía gente vestida de satín y el satín era rojo, amarillo, verde. Y cuando
llegó a la clase un día con un dibujo de una modista tomándole las medidas a una
las mujeres eran muy descaradas y desafiaban el calor se ponían medias con borlas,
señora, que me despertó el deseo de pasarlo a un papel blanco. Me pareció hermo-
iguales a las que después vi en el barrio Guayaquil de Medellín. Pero esas medias con
sísimo y entonces quise seguir pintándolo todo. Si tenía que pintar un murciélago,
borlas eran medias verdes chillonas, o rosadas o blancas con borlas de colores. Unas
por ejemplo, buscaba en revistas y libros hasta que hubiera visto varios. Miraba y
mujeres gordas y altas vestidas con coleta amarilla y flores gigantes rojas con puntos
miraba hasta que pintaba mi propio murciélago y le ponía mis colorcitos. Eran colores
azules y medias verde cogollo. En cambio, cuando vivía en Bello mis compañeras de la
primarios, desmesurados, no claros cocinados.
escuela se vestían con un uniforme azul. Es que eran niñas que formaban parte de la
Cuando terminé la primaria mi papá puso un almacén, una miscelánea, en Puerto
Berrio, y me llevó con él. No pude seguir estudiando. Allí entre los dos manejábamos
ciudad... Era esa cantidad de cosas maravillosas que se iban gestando ahí quietecitas,
calladitas en el inconsciente.
el negocio. Yo no tenía la vida de una niña normal. Vivía detrás de un mostrador.
Sin embargo yo sentía que me estaba muriendo y como sólo tenía lápiz y lapicero
Desde ese lugar veía todo lo que pasaba: el cura, la solterona, los elegantes, los que
y un deseo inmenso de expresarme, empecé a escribir poemas, a hacer dibujos a lápiz
sudaban. También la venta de almas y de cuerpos. Me tocaba ver los abrazos y besos
que después bordaba y a desempeñar todo tipo de actividades manuales. Lo único que
apasionados entre el señor, al que yo le conocía la señora, con la mujer del barrio de
sabía era que no quería estar ahí. Como un personaje de García Márquez, muriéndome
tolerancia. Sin embargo, no era consciente de todas las cosas que estaban pasando
en un pueblo caluroso, polvoriento, triste para mí y alegre para otros. Muriéndome sin
en frente de mí.
encontrar un derrotero claro para mi vida. El horizonte era ser una solterona o la mujer
De todo corazón, a mí Puerto Berrio nunca me ha gustado. El calor, el polvo, la
de un ganadero, ¡No sé!... pero yo no quería ser eso.
modorra. Todo ese irse muriendo lentamente como sazonado por el sol. Hay cosas
Me dejó marcada el llamado de la diana, que acompañaba una fila de carros por
del río que me gustan, como el sitio donde se hacen los barcos de carga petrolera o
una calle polvorienta, llena de almendros que ya habían abandonado los loros –es que
donde está la estación del Ferrocarril. A pesar de eso, todo el color lo vi allá.
ya eran como las 4:00 de la tarde–. Una tristeza muy larga de seres queridos... Era
Yo vivía en una esquina rodeada por unos árboles de almendro – que adoro–;
esos almendros se llenaban de loritos y de guacamayas. Entonces, cuando salías a la
una fila de ataúdes. No recuerdo qué hecho fue este en particular, sólo que decían que
los cadáveres bajaban por el río.
calle de tierra amarilla, encontrabas un tapete verde en el piso. Y el calor: desde las
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Izquierda:
Flor María Bouhot en un bar
del centro de Medellín, 1985
Derecha:
Sin título, ca. 1977
Vinilo sobre cartón paja
50 x 70 cm
La Bernardina y El Pollo, 1984
Acrílico sobre lienzo
85 x 126 cm
De la serie Los amantes
Tanta cosa diferente pasando dentro de uno y se manifestaban en sueños que le
contaba a un amigo médico o a los campesinos que iban de compras, y se sentaban
dieron cuenta de lo importante de compenetrarse con la viscosidad o la luz de un
ambiente para entender la naturaleza del color.
conmigo a hacer pereza. Eran sueños muy variados; veía mucho a la muerte; navega-
He pintado locos. He pintado a las mujeres de la noche como luciérnagas en la
ba por cementerios, navegaba por tumbas, por soledades horribles... Recuerdo una
oscuridad, con esos adornos brillantes que alumbraban la penumbra. He pintado los
imagen: un animal todo cubierto de pelambre, plagado de gusanos que se metía bajo
bares de Guayaquil y su encantadora danza de la vida y la muerte. Me excita el hilo de
las bóvedas.
la navaja donde la vida está siempre al filo.
Había otros sueños dominados por las fantasías terribles y miedosas que le crea
a una la religión. Por eso detestaba a los asquerosos curas que nos hablaban del
El color
Juicio Final, del advenimiento de demonios, que todos nos íbamos a condenar, que
los demonios deambularían por los techos. Una cantidad de representaciones miedo-
Mi trabajo es una propuesta de color, de mancha. El expresionismo me gusta porque
sísimas que se convertían en mi tormento, constituían mucho de mi mundo onírico…
yo misma no soy dibujante, soy pintora. No me interesa el claroscuro, sino que la luz
Pero también soñaba cosas muy bonitas.
sea pareja en toda la obra. Siempre busco que los colores se junten con la epidermis
En Puerto Berrio vivía un italiano de apellido Basili. Era el pintor del pueblo, hacía
los letreros. Lo recuerdo con unos hermosos ojos ámbar y su piel cetrina. Le dije que
y se unten con la sangre. Mis mujeres, mis carnavales, mis frutas exudan color. No
necesito pensarlos: ellos me salen. Nunca les he tenido respeto.
yo quería pintar. Me ayudó a hacer mi primer bastidor y a montar una tela. También
Casi todo lo que pinto es como de puta. Yo pinto una naranja y es puta según el
me regaló carboncillos y pasteles y después óleos. Con tres palitos hice mi primer ca-
concepto que tienen, digamos, las señoras comunes y corrientes. Para ellas, para la
ballete y compré unas láminas de bodegones. También empecé a copiar las postales
gente bien, el verde chillón es puto. No está de acuerdo con sus cánones de beige con
que vendíamos en el almacén y láminas de revistas… Con el pincelito que me pintaba
azulito, con rosadito, con verdecito. Ellas no se atreven a nada y consideran mi obra de
las cejas, hice mis primeras pinturas. Encargaba otros materiales a Medellín y seguía
muy mal gusto. Mi obra debe ser chocantísima para alguna gente, horriblemente mal
escribiendo poesía.
pintada para otros. Pero debe ser muy rica para muchos.
A los 18 años, me vine para Medellín. Quería buscar cosas nuevas y suplir la
carencia que había tenido de vida, poesía y música. Me inscribí en Bellas Artes. Que-
No encuentro adjetivos para explicar lo que siento frente al color. Lo que siento lo
expreso en mis cuadros.
ría pintar en rojo, en sol y en estrellas. Estudiaba Artes de día mientras por la noche
hacía mi bachillerato. Al llegar a Medellín, busqué ese mismo universo de colores
(Texto reconstruido con frases textuales de la artista recogidas de entrevistas de la
que yo traía de allá y lo encontré en Guayaquil. Busqué la misma decadencia, el
artista con la curadora y otras publicadas en la prensa).
calor, el color, la muerte, la vida, la tristeza, la alegría, el hambre, la riqueza. El olor
a aguacate podrido, a mango, a limón. Todo ello contrapuesto. Entonces empecé a
Lucía Botero. “Con toda el alma”. El Colombiano, domingo 17 de julio de 1983, p. 8.
pintar mi serie “Sinfonía de Guayaquil”, donde busqué sus olores, colores y sabores.
César Augusto Montoya. “Todo el color lo vi en Puerto Berrío”. El Mundo Semanal, 1985
Aprendí a reconocer a las prostitutas. Me impactaban tanto ellas como el colorido de
sus vestimentas y de los sitios que frecuentaban. Ese color brincó a mis obras. Pinto
mujeres voluptuosas con colores voluptuosos. No tienen que ser prostitutas para que
yo pueda y quiera pintarlas. Todas ellas son, eso sí, bastante desinhibidas.
Ya cuando fui profesora de Bellas Artes salía del Instituto con mis alumnos por
la noche, hacia las calles de “Guayaco” donde les dictaba en los bares, entre tangos,
Ana Cristina Restrepo. “Y ella aun atando cabos”, El Colombiano, Medellín, viernes 8 de noviembre de
1988, p. 3E.
Sin autor. “En mis sueños están el humo y el jazz”. Cali, jueves 21 de marzo de 1991.
Circe Sencial, Beatriz García Moreno, Marta López Castaño y Angela l. Robledo. “Flor María Bouhot y la
búsqueda del erotismo”. Otras palabras, “Mujeres, amores y desamores”. pp. 81-86. http://bdigital.
unal.edu.co/47844/
Entrevista con Sol Astrid Giraldo, enero-abril 2019
“cátedra de observación”. Inicialmente ellos no entendían mis clases. Después se
98
99
Cronología
1949
“Cuando llegué a Bellas Artes tomé
Historia del Arte con un profesor que era
Nace en Bello (Antioquia). Su padre,
abogado. Gracias a él conocí a Ensor, a
Rafael Ángel Bouhot (bisnieto de un
Vlaminck, al movimiento El Jinete Azul.
inmigrante francés), fue empleado del
Era una forma muy diferente de la pintura
Ferrocarril de Antioquia. Su madre
que hacían en Medellín, completamente
Ana de Jesús Arroyave trabajaba en
distinta a los enunciados del maestro
Fabricato. Flor María será la mayor de
Cano o del del mismo Emiro Botero. Me
una familia de once hijos.
emocioné: ¡por Dios, eso existe!”.
1956
Viaja por primera vez a Puerto Berrío.
1962
Termina sus estudios primarios en la
Escuela Andrés Bello. Otilia, una de sus
maestras, la estimula para que dibuje.
Este año se va a vivir definitivamente a
Puerto Berrío con su padre a quien debe
ayudar en el almacén de mercancías
que su familia instala en esta población.
1972
Asiste a la III Bienal de Coltejer. Con
este evento se pone por primera vez
en contacto con el arte de vanguardia
internacional y se le abren nuevas e
1969-1975
Regresa a vivir en Medellín. Estudia por
las noches en el Liceo Departamental
Francisco Antonio Zea, y en el día se
Superior:
“Los Nuevos Once”. Exposición en la Galería
Finale (1985) Curaduría Luis Fernando Valencia.
Arriba de izquierda a derecha: María Teresa
Cano, Ana Cristina Vélez, Ana Lucía Uribe, Alba
Cecilia Gutiérrez, Flor María Bouhot y Marta Lucía
Ramírez. Abajo de izquierda a derecha: Julián
Posada, Juan Cristóbal Aguilar, Juan Antonio
Suárez, Luis Fernando Uribe y Eduardo Posada.
Inferior izquierda:
Flor María Bouhot y Antonio Sierra (1984)
Inferior derecha:
Flor María Bouhot en Bogotá (1992)
Fotografía de Gloria Upegui
1962-1969
matricula en el entonces Instituto de Be-
Un italiano amigo de su casa y el pintor
Bellas Artes, donde recibe una primera
del pueblo le regala pasteles y papeles
formación muy tradicional. Allí toma
para dibujar. Cada quince días viaja a
clases con los maestros Emiro Botero,
Medellín con su tía. En estas breves
Eduardo Echeverri y Rafael Saénz,
estadías toma algunas clases con los
entre otros. En ese momento, aunque
artistas Lola Vélez y Jorge Marín Vieco.
la enseñanza ya tenía un carácter
llas Artes, hoy Fundación Universitaria
universitario, no ofrecía ningún título.
Escribe poesía. Es invitada a Copaca-
Anualmente se hacían exposiciones con
bana a leer sus poemas en una reunión
los mejores trabajos, en los que Flor Ma-
donde conoce a Carlos Castro Saavedra.
ría empezó a participar. En este período
Algunos de sus escritos son publicados
realiza paisajes en acuarela. En Bellas
en el periódico El Correo de Medellín.
Artes conoce la Escuela Francesa, una
insospechadas perspectivas.
1975
Termina sus estudios en el Instituto de
Bellas Artes.
“En Bellas Artes le perdí el miedo a la
acuarela”.
Es invitada a participar por primera vez
en una exposición que se realizaba en
Bello: “Joven Bellanita”; una muestra
colectiva organizada por el Club Cultural
Los Triángulos. En este evento conoce
al artista Antonio Sierra con quien
trabajaría desde entonces y posteriormente se casaría.
influencia que nunca la abandonará.
100
101
Puerto Berrío y lo encontré en Guaya-
Muestra de jóvenes antioqueños, Museo
sensualidad y el ridículo de un solo tirón,
antioqueños, de “la generación consa-
quil. Busqué la misma decadencia, el
de Arte Contemporáneo, Bogotá.
y logra unas figuras de una fuerza visual
grada de nuevo, a los nuevos-nuevos”.
calor, el color, la muerte, la vida. Todo
Galería La Oficina, Medellín.
que ya la pueden identificar”.
“Hay una secuela: las putas y los bares
Ana María Cano, Catálogo de la
los heredó Flor María Bouhot”. Alberto
exposición.
Sierra, curador.
ello contrapuesto”.
César Augusto Montoya. “Todo el color
“Antes hacía prostitutas de colores
lo vi en Puerto Berrío”. Medellín, Mundo
chillones y contrastados, pero se fue
Semanal, 1985, Sección Artes Plásticas
desencadenando, los colores fueron
1982
aclarándose y el dibujo se fue haciendo
Se casa con el artista Antonio Sierra en
más evidente. El color me provoca
una ceremonia católica que preside el
1978-1988
El Mundo Semanal, 26 de febrero de
1983, página 6.
Instituto de Integración Cultural, Mede-
1976
Da cursos de pintura en porcelana,
comérmelo. Pero creo que todavía no
sacerdote y también crítico de cine Luis
pintura infantil, pintura, anatomía
ha brotado toda la violencia: prefiero
Alberto Álvarez en la Iglesia El Calvario,
“La explosión de colores cálidos y la
“Pasando por todos los burdeles de la
Inicia sus estudios de Artes Plásticas en
artística, música y color en el Instituto
perderme las clases y perderme con la
de Campo Valdés, barrio donde ella ha-
expresión vital del movimiento en la
ciudad, las escenas se vuelven más
la Universidad de Antioquia.
de Bellas Artes.
gente, irme a Guayaco. Y que conste
cía trabajo social con la comunidad. Su
pintura Sensualísima parecen desbor-
y más crudas frente al ojo para llegar
que era una acuarelista de Bellas Artes
padrino de bodas es el artista Armando
darse apoyadas en un trabajo sin marco
en una u otra ocasión hasta la mujer
“El colorido que yo tenía en ese
“Para sus alumnos ella siempre fue una
que dibujaba muy bonito”.
Montoya, compañero de la Universidad
y de grandes dimensiones: desbordarse
hombre. En su estilo. La pintora revela la
momento, como acuarelista, era muy
profesora diferente. Salía del Instituto de
Beatriz Gómez, “Los estudiantes de arte
de Antioquia y con quien posteriormente
con intención de llenar el resto de pared
mujer bajo la influencia de Degas, Lau-
frío. Estaba encasillada, limitada. Hasta
Bellas Artes, ya en la noche, hacia las
de la Universidad de Antioquia hacen
trabajaría en un taller experimental de
y el piso del recinto donde se exhibe”.
trec y en especial de las divas del cine
que un día me dije: ¡pero qué va a ser
calles del barrio Guayaquil, donde ella
propuestas jóvenes”. Medellín, miércoles
linóleo.
Anónimo, El Colombiano, sábado 17 de
antes de la segunda guerra mundial”.
esto lo mío! Y adiós. Un cambio radical:
quería dictar “cátedra de observación”
17 de junio de 1981, El Mundo, página 7b.
abril de 1982, página 3C.
Mónika Lenz, El Mundo Semanal, 9 de
la acuarela por la pintura, y un viraje en
entre los bares donde se molían los
la temática. Así arrancó mi carrera”.
tangos de Canaro, Gardel y D’Angelis…
“Viven y trabajan en Medellín”, Galería
“Las mujeres que exponen su trabajo y su
llín. Primera exposición individual.
agosto de 1983.
Inicialmente –dice– ellos no entendían
Suramericana, Medellín.
vida al arte, que nacieron en Antioquia,
Anónimo, “Un deseo inmenso de pin-
mis clases; después se dieron cuenta de
“La muestra misma es una alternativa
que corresponden a un grupo ‘adelanta-
tar… El de Flor María Bouhot”. Medellín,
lo importante de compenetrarse con la
para la Bienal, es un corte al día para
do’, con respecto al prototipo femenino
viernes 18 de septiembre de 1981, El
viscosidad o la luz de un ambiente, para
ver los nuevos, a los que después
de estos tiempos, son en sí mismas
Colombiano, página 2C
entender la naturaleza del color”.
seguramente llamarán ‘el fruto de la
un caso especial. Se trata de mujeres
Bienal’. Los participantes son fotógra-
sin complejos que han dado la batalla
artística y social al mismo tiempo [...]
“Siempre supe que no quería hacer
Anónimo. “En mis sueños están el humo
fos, pintores, ‘conceptuales’, escultores,
trabajo de señora, acuarelitas. Para mí
y el jazz”. Cali, jueves 21 de marzo de
ceramistas, dibujantes”.
solo eran un ejercicio, no mi búsqueda.
1991, Occidente, Sección Temas de Hoy.
Ana María Cano, “Ellos viven y trabajan
“Por Antonio Sierra conocimos a la que
Mujeres descomunales sobre lienzos
en Medellín”, El Mundo, junio 19 de 1981.
era su novia y colega Flor María Bouhot.
despatarrados sobre las paredes con
Realiza el retrato del crítico de cine Luis
Empecé a tomar cursos de extensión en
la Universidad de Antioquia, de grabado,
1980
Hicimos de curas casamenteros, nos
colores ‘mal sentados’ también, es la
Alberto Álvarez:
Participa en varias exposiciones
gozamos los ataques de risa nerviosa
lección de desinhibición que presenta
“Flor María convenció a un Luis Alberto
que quién era bachiller. Iban a fundar
colectivas:
de Flor María mientras presidíamos
Flor María Bouhot”.
renuente, me hizo su cómplice para
la Facultad de Artes. Como yo tenía el
III Salón de Artes Visuales, Biblioteca
sus bodas y nos hicimos poco a poco
grado, me inscribí. Era lo mismo, pero con
Pública Piloto, Medellín.
más cercanos e íntimos. Flor María nos
“Yo creo que mi trabajo ha cambiado en
que posara para ella retratarlo. En una
un giro de 180 grados. Había otro nivel de
Estudiantes de Arte de La Universidad
asomaba a sus mundos, a la paleta de
formato y técnica, es así de grande la
de sus primeras exposiciones a las que
abstracción, composición. Nos enseña-
de Antioquia, Museo Universitario,
sus colores, a las formas vibrantes de la
necesidad del momento. Es la angustia
asistimos, en una sala del edificio de la
ban a pensar el arte desde otro ángulo”.
Medellín.
armonía”.
que necesito expresar. Los colores son
Cámara de Comercio, nos encontramos
escultura. Y un día allí preguntaron
arrancarle el consentimiento, le propuso
Guillermo Vásquez S., “Villa con San
los mismos, brillantes y sigo con la
campeando el retrato hecho en acrílico
Tiene profesores como Álvaro Marín
Juan”, Universo Centro, Número 76,
gente que para mí es fundamental. A
sobre lienzo: la pose característica
Vieco, uno de los integrantes del grupo
junio 2016.
veces parto de la fotografía, pero las
del conversador o del oidor, la mejilla
expresiones están en mi interior. No
apoyada en la mano doblada, el brazo
de “Los Once Antioqueños”,con quien
aprende el rigor del círculo cromático.
Exposición colectiva “Mujeres de
vienen dadas”.
flexionado, la mirada límpida y amable,
“Todos me enseñaron, pero ninguno
Vanguardia en el arte antioqueño”.
Ana María Cano, “En integración
los pliegues de la boca. Le puso rojo
era lo que yo buscaba: un Ensor, un
Participa en esta muestra junto a otras
Cultural: Las mujeres ‘en pie’ en el arte
el cabello, rojos los labios carnosos, lo
Vlaminck, un Dufy, un Bonnard.”.
trece artistas como María Teresa Cano,
antioqueño”, El Mundo, Medellín, lunes
convirtió en una super star. Y se reía
Clemencia Echeverri, Ethel Gilmour, Luz
12 de abril de 1982, página 4B.
orgullosa de su retrato”.
Por estos días empiezan también sus
Elena Castro, Beatriz Jaramillo, Marta
Guillermo Vásquez S., “Villa con San
1981
“Cinco propuestas de antioqueños”,
Se gradúa como Maestra en Artes
Galería Skandia, Bogotá.
Nace su hijo Daniel.
Plásticas en la Universidad de Antioquia,
“Sigue encontrando en el pigmento y la
Educación preescolar, Asociación
Medellín.
tela el alto tono expresionista, emocional,
Shalom, Sena, Medellín.
Flor María participa activamente del
“Al ir a Medellín, busqué ese mismo
que tiene su obra. Flor busca el retrato,
Medellín en el
momento cultural de la época y de la
universo de colores que yo traía de
la exageración del carácter, para sacar la
en esta colectiva de 50 artistas
incursiones por Guayaquil, ambiente que
investiga y del cual hace un exhaustivo
registro fotográfico.
102
Elena Vélez y Dora Ramírez.
1983
Juan”, Universo Centro, Número 76,
mamm
junio 2016.
1983. Participa
generación que se reúne alrededor de
103
La Arteria, bar de La Playa frecuentado
del amor que estamos viviendo. Siempre
Participa en el Salón Marta Traba en Cali.
María Bouhot, Marta Lucía Ramírez,
por artistas, poetas, intelectuales;
he trabajado con travestis y mujeres,
“En la primera edición del Salón Marta
Julián Posada, Juan Cristóbal Aguilar,
de la Librería Aguirre, La Anticuaria,
pero por primera vez hice composicio-
Traba, organizada por el Museo de
Juan Antonio Suárez, Luis Fernando
los cineclubes. Se apasiona por las
nes con dos personas.”.
Arte Moderno La Tertulia de Cali,
Uribe, Eduardo Posada, Luis Fernando
películas de Fellini, Passolini, Bergman,
Mariluz Vallejo, “Flor María y el color de
por invitación de los miembros de su
Escobar y Pilar Saldarriaga.
Warhol. Retrata a personajes del cine
los amantes”, El Colombiano, Medellín,
junta asesora, reúne a artistas que han
“Es esta la generación que encuentra
como Marlene Dietrich: “Me parecía muy
jueves 11 de octubre de 1984.
aparecido recientemente en el país […]
la ciudad llena de nuevos asentamien-
interesante, muy fuerte, muy andrógina”.
No podía faltar una última categoría: el
tos urbanos, su visualidad no tiene
Exposición “Viven y trabajan en Medellín”.
grupo (en el que se incluye a Bouhot)
enfrentados los conceptos de campo y
“Esta es una exposición para gente
de quienes se refieren a la violencia
ciudad, pues directamente han asumido
nueva que por no tener curriculum no
neoexpresionista de la Transvanguardia,
la ciudad con sus nuevos problemas
XV Salón de Arte Joven. Participa con
tiene acceso a las galerías. Son gente
que está tan de moda actualmente en
ocasionados por el crecimiento de la
tres obras de la serie de “Los amantes”
joven que puede llegar alto”.
los escenarios internacionales. Todos
población y el llamado progreso”.
y recibe el primer premio.
Walter Correa, “Sobreviven y trabajan en
ellos trabajan imágenes que amenazan
Arango, S y Gutiérrez, A, (2002).
Medellín”, Mundo Semanal, 14 de abril
en convertirse en lugares comunes, no
La estética de la modernidad en las
de 1984, página 11.
obstante estar evidentemente respalda-
artes plásticas de Antioquia. Medellín,
das por talento considerable”.
Editorial Universidad de Antioquia,
“Para mí el problema como artista es
Anónimo, “El Salón de Marta Traba”,
página 283.
económico; hay que conseguir unas
Revista Semana, 11 de noviembre de
clases para poder sobrevivir. Conseguir
1985.
1984
Medellín en el
mamm
1984.
Su obra Petra y Micaela es portada de
Es escogida por el Comité de Selección
extranjeros. La gama de colores que
la Revista Brujas. Las mujeres escriben.
de Cartón de Colombia para participar
se consigue es restringida. Ahora estoy
Esta fue una de las primeras publicacio-
en el programa AGPA 85 Artes gráficas
pintando sobre cartón porque la tela es
nes feministas del país. Era dirigida por
Panamericanas. La edición consta de
muy cara, el costo mayor es el enmar-
Marta Cecilia Vélez (quien había sido
150 obras originales de cada artista
cado. El problema que sigue es dónde
profesora de Flor María en la Univer-
con su firma. La muestra se exhibe y se
exponer. Yo personalmente no vendo
sidad de Antioquia), Flora María Uribe
entrega al Museo Nacional en Bogotá,
porque lo que hago no les gusta a las
y María Cecilia Trujillo. Fue editada en
Museo Arte Moderno de Medellín, el
señoras y a los que les gusta no tienen
Medellín durante seis años.
Teatro Amira de la Rosa en Barranquilla
con qué y eso que no son caros. Les da
y La Tertulia de Cali. Del portafolio
miedo afrontar este trabajo en su casa.
hacen parte 15 artistas nacionales y
“Su trabajo siempre ha sido rico en
Me han dicho que con esas piernas
otros tantos extranjeros.
colorido, con personajes muy especia-
abiertas que pinto las mataría el marido.
les, a los cuales rodea de ternura y amor
El color mismo los hiere. Necesitaríamos
dentro de una hermosa ambientación
enriquecernos más visualmente con
que nos recuerda las antiguas alcobas
todo tipo de tendencias”.
decoradas con papel de colgadura; en
Anónimo, “Un vistazo a las artes
su obra los amantes son despojados
visuales de Medellín”, El Mundo, 5 de
de todo tabú, son seres auténticos que
mayo de 1984, página 4.
1985
Con toda razón es una de las artistas
Nace su hijo Alejandro.
nuevas más promisorias con que cuenta
Galería La Mansarda, Medellín.
la plástica en el plano nacional. Un
Exposición Santillana del Mar, España.
gran acierto del jurado al concederle el
“¿Qué tiene que ver la Bouhot con
primer premio”.
Matisse? Acreditar una tradición
Walter Correa, El Correo Semanal,
consiste en señalarnos la clave para
Medellín, octubre, 1984.
llevar a entenderlos y acercarnos a sus
Participan 20 países. Flor María Bouhot
es escogida entre los “11 nuevos artistas
que señalan los comportamientos de los
últimos años” en Colombia.
muestra, es un campo de experimentación con posibilidades plásticas propias
que los diferencian de otros medios:
la alianza del dibujo y superficies,
texturadas y superpuestas que producen
ricas calidades pictóricas”.
Carolina Ponce de León, Catálogo.
1987
Museo La Tertulia, Cali.
Cámara de Comercio, Medellín.
Participa en la exposición colectiva
Egresados de la universidad de Antioquia realizada en El Taller, Pereira.
“Reúne al grupo de artistas que han
mantenido una actividad permanente en
su producción después de egresar de la
XXXI Salón Nacional de Artistas
Colombianos.
facultad con participaciones constantes
a nivel nacional”.
Anónimo, Plegable de la exposición.
Medellín en el
logros o fracasos”.
Los Nuevos Once. Galería Finale.
“La propuesta es exclusivamente de
Darío Ruiz Gómez, “La exposición
Curaduría de Luis Fernando Valencia,
color, línea, textura y la figura humana.
Santillana del Mar”, El Mundo Semanal,
quien considera que este grupo es el del
En los tres cuadros que presenté al
8 de agosto de 1985, páginas 6 -7.
relevo en el nuevo arte antioqueño: Ma-
salón, mis personajes son muy actuales,
ría Teresa Cano, Ana Cristina Vélez, Ana
plasman las situaciones y posibilidades
Lucía Uribe, Alba Cecilia Gutiérrez, Flor
104
Gráficas
grabado en linóleo, técnica única en esta
XI Portafolio Internacional de Artes
almacenes que tengan materiales
el mundo de la malicia no tiene cabida.
V Bienal de Americana de Artes
Miguel Polling y Luis Fernando Uribe. El
Gráficas Panamericanas Agpa.
los materiales es difícil. Hay pocos
están más allá del bien y del mal, donde
1986
mamm
1985.
“Nuevos nombres”, Casa de la Moneda,
Bogotá.
“El programa de Nuevos Nombres
presenta el trabajo de cuatro artistas:
Flor María Bouhot, Fabián Rendón,
1988-1991
Instala en su casa un taller de linóleo
en el que también participan Francisco
Londoño y Armando Montoya.
105
1989
Participa en Bazarte.
Participa con dos obras de su serie “Los
amantes”, en la exposición itinerante en
Estados Unidos “Hecho en Medellín”.
“No es posible que una ciudad sea
tan mala, tanto, tanto que lo único que
trascienda de ella sea el delito… Por ese
una palabra que tiene tanto de ancho
Colombia en los Países Bajos que reúne
violentas. Pese a que los gamines me
como de largo, una palabra que es, a la
a artistas como Luis Fernando Peláez,
robaban nunca me agredieron ni física ni
vez, cielo e infierno, una palabra que le
Santiago Cárdenas, Luis Luna y Luis
verbalmente”.
da sentido a todo lo demás, al otro, al
Fernando Uribe, entre otros.
Beatriz Gómez. “Celia Cruz está
Universo, una palabra fácil pero impro-
En su catálogo, escribe Juan Gustavo
viviendo en un mural de Medellín”, El
nunciable, siete letras que son también,
Cobo Borda:
propia de las sensaciones, de los obje-
Colombiano, domingo 5 de febrero de
ay, un nombre de mujer: soledad”.
“In a tense, impatient world, the
tos, la que se queda en sus asombrosas
1989, página 8B.
Carlos Patiño, “Femina Suite”, El Mundo,
thoughtful serenity of a work of art may
figuras de movimiento de carnaval o
martes 11 de septiembre de 1990,
seem like a contradiction, and in fact it
en sus siempre renovados bodegones.
página 6.
is. In contrast to the contextual solution
Estos grabados, cada uno pieza única,
of inmediate problems, art invoques
con la huella de la artista, son un regalo
“En 1990 nace la serie ‘Carnaval’, su
feelings of long endurance and ques-
de sensualidad, el placer de la mirada
más preciada obra, cuando a sus manos
tions that recur throughout the centuries:
fundiéndose en la obra de arte”.
llegó una revista ilustrada del carnaval
who are we, where do we come, where
Cristina Toro, Catálogo de la exposición.
brasilero y quedó fascinada con la
are we going? In Colombia´s case, this
exuberancia y el trasfondo sicosocial de
is even more meaningful”.
camino se llegó al ‘Hecho en Medellín´,
cuyo inspirador básico es la ciudad con
sus logros… la idea es que todo lo que
salga producido en la ciudad lleve ese
sellito que es prenda de calidad”.
Ramiro Valencia, El Tiempo, domingo 11
de diciembre de 1988, página 4B.
programado con el propósito de mostrar
la otra cara de Colombia. La muestra
itinerante forma parte de la campaña
Hecho en Medellín, adelantada por la
Alcaldía, patrocinada por Compañeros
de las Américas Antioquia-Masschusetts
y organizada por el Centro Colombo
Americano de Medellín”.
Con la asesoría del
mamm
y la curaduría
de Alberto Sierra, fueron invitados 26
artistas.
“Artistas Antioqueños de gira por estados unidos”, El Colombiano Dominical, 9
de octubre de 1989.
Realiza un mural en la Avenida Oriental,
de una serie de cinco que se hicieron en
la ciudad.
“Bouhot pintó un muro de la Avenida
Oriental con Cundinamarca, en la casa
de gamines de Bosconia. Se aventuró
en una obra de cuantioso colorido,
donde recrea algunas escenas de plaza
de mercado (la Minorista queda cerca),
enmarcadas en la iconografía de bares
de “Guayaco” y calados de portones y
contraportones pueblerinos”.
“Pinté un mural de 3 metros con el tema
de los bares de Guayaquil en la Avenida
Oriental. Me sentía satisfecha trabajando
106
es hablar del color. El color como tema
[...] En esa mirada detenida en la luz
catalizador del desarrollo pictórico”, El
por otras galerías de Estados Unidos y
lítico, económico y científico que se ha
este proyecto gestionado por Proexport.
“Hablar de la obra de Flor María Bouhot
Bouhot en la Aduana. El color como
Washington D.C., para continuar luego
ciclo de actividades de tipo cultural, po-
tista de una de las galerías apoyadas en
de Comercio de Medellín.
Néstor Martínez Celis, “Flor María
ría del Fondo Monetario Internacional en
Medellín. Esta exhibición está dentro del
Itinerancia en Estados Unidos como ar-
“Grabados. Flor María Bouhot”. Cámara
la fiesta”.
“La gira pictórica se inauguró en la gale-
regresar al Museo de Arte Moderno de
1994
ahí, aunque me tocó ver cosas muy
1995
Heraldo Dominical, Barranquilla 29 de
EX Libris de 150 artistas colombianos.
Exposición en el
marzo de 1998, páginas 6-7.
Su serie “Los amantes” llega a las vallas
mamm.
“Hay que mencionar las obras realizadas
La plástica en Medellín en los años 80.
en linóleo (con plancha perdida) por
Cámara de Comercio. Selección de los
un grupo de artistas de Medellín, que
75 artistas más relevantes de la década
muestran lo que se puede lograr con esa
de los 80 en la región.
del Museo Vial Internacional de Tuluá.
“Taller de máscaras”, Teatro Nacional,
Bogotá.
1996
técnica mediante el color”.
Carolina Ponce de León, El Colombiano
XXXIII Salón Nacional de Artistas
Dominical, domingo 23 de julio de 1989,
Colombianos.
página 5
Museo Universidad de Antioquia,
“Flor María Bouhot”. Exposición
individual en la que presenta su serie
“Instancias del éxtasis” en la Galería
1990
Arte Marcos de Cali.
Se traslada a vivir a Bogotá.
“Su obra hace pensar en telas pigmen-
Galería de arte Autopista, Medellín.
tadas con música, danza, olor a alcohol
“En la Galería Arte Autopista de El
y tabaco”.
Poblado, Bouhot expone desde el fin de
Anónimo, “En mis sueños están el humo
semana pasado su última serie pictóri-
y el jazz”, Occidente, Cali, jueves 21 de
ca, denominada ‘Instancias del éxtasis’.
marzo de 1991.
Son en total 18 óleos realizados este
Medellín.
Cámara de Comercio, Medellín.
Taller de grabado, Medellín.
Su retrato del Luis Alberto Álvarez es
la portada del número 37 de la revista
Kinetoscopio del Centro Colombo Americano, como parte del homenaje que
se le hace en esta edición al reconocido
crítico de cine, recién fallecido.
“Ahora lleva cinco años de estudio del
tema del carnaval; al respecto solo ha
podido realizar dos trabajos de campo,
pero por primera vez concebidos a
conciencia, con un ‘método’. Porque
detectó en pleno que su carácter es más
visceral que cerebral”.
mismo año”.
1993
“¿Qué queda después de hacer el
Universidad Nacional, ICCA, Bogotá.
cabos”. El Colombiano, Medellín, viernes
amor? ¿Más amor? ¿Un enorme vacío?
Galería Ilse Gordon, Bogotá.
8 de noviembre de 1988, página 3E.
¿Frustración? ¿Ganas de no despertar
Colectiva Pintores de Antioquia. Galería
más? ¿Deseos de salir volando por la
de Arte OEI.
1997
ventana? ¿Calor? ¿Frío? ¿Un reloj que
Su trabajo es reseñado en “El grabado
Exposición “Pequeño Formato”. Colecti-
se oxida en el fondo de un vaso de agua
en Antioquia”, investigación realizada
va en la Galería Originales.
Ana Cristina Restrepo, “Y ella aún atando
mineral? ¿Un gato que se despereza?
1991
por Santiago Londoño, con el patrocinio
“Lo sagrado y lo profano cabe en sus
¿Una explosión en el sol que se siente
“Medellín en Santafé de Bogotá”, Museo
del Banco de la República. La muestra
lienzos. Así como en sus bodegones
aquí mismo, en la tierra, cuando te lle-
Nacional.
reúne grabados desde los sellos preco-
cabe la armonía, la sensualidad y la per-
vas la mano correcta al oído izquierdo y
Participa en la exposición colectiva
lombinos, pasando por producciones del
fección. Sus desnudos logran plasmar
compruebas que es sangre lo que canta
“Kunst Verscheidenheid in Hedendaagse
siglo XIX, hasta el siglo XX..
la majestuosidad del cuerpo humano
el tímpano? Respuestas, un millón.
Colmbianse” (“El arte como un evento
Anónimo. El Colombiano, viernes 12 de
en lienzos que muestran la pluralidad
Razones, mientras más absurdas, mejor.
heterogéneo”). Muestra de arte colom-
febrero de 1993, página 2B
Bastaría agregar sólo una palabra más,
biano contemporáneo en la embajada de
107
étnica, el erotismo, la integración
sus obras hay elementos que son más
berenjenas, metidos sin permiso entre
de elementos naturales, animales,
perfecta y los valores tanto femeninos
antropológicos que carnavalescos,
las frutas) convocan a escribir. Y si flores
signos y otras invenciones que intentan
como masculinos”.
están en la frontera entre accesorios de
y frutas y mujeres se visten de impudor,
conducir al espectador hacia un mundo
Lina Manrique, “Bouhot: ‘Carnaval de
disfraz y piezas de ritual de hechicería”.
y si debajo y al lado y más abajo de la
atávico, selvático y ritualista, cargado
color’”, Actualidad Cultural, diciembre de
Néstor Martínez Celis, “Flor María
piel impúdica sólo queda color, como en
de primitivistas insinuaciones étnicas
1997, página 14
Bouhot en la Aduana. El color como
esas muñecas rusas que se desvisten y
pero que en ocasiones derivan hacia
catalizador del desarrollo pictórico”, El
son otras que se desvisten y son otras
vertientes donde más que promover
Artículo del Grupo Mujer y Sociedad de
Heraldo Dominical, Barranquilla 29 de
y muchas similares, pues quinientas
reflexiones o emociones desembocan
la Universidad Nacional:
marzo de 1998, páginas 6-7.
veces agradezco al talento de Flor María
en el ilustrativismo folclorista que
“De pinceladas enérgicas, colores ma-
“La pintora se detiene en el universo
Bouhot este paseo por la policromía
excita el puro halago visual y el vistoso
tizados o sólidos, que contrastan entre
del carnaval, lo explora sus detalles.
tentadora de la hembra, el adorno y el
decorativismo”.
sí, perfiles enfáticos, y una coreografía
Este se le presenta como enunciador de
condumio, plasmada en sus grabados al
José Luis Meza, “Delirios de color de
armoniosa y sensual, su pintura es sin
un nuevo erotismo: es el encuentro al
linóleo”.
Flor María Bouhot”, Tapatío, Guadalaja-
duda el mejor tributo al espíritu jovial y
desnudo con lo oculto, con lo que no se
Amílcar Bernal, Bogotá, noviembre 4 de
ra, domingo 24 de septiembre de 2000,
descomplicado del caribe colombiano”.
ve en la vida diaria y que aflora a través
1999, documento sin publicar
página 13.
Eduardo Marceles Daconte, Catálogo.
2000
2001
Primera Semana de Colombia en
“Homenaje a Marcela Hernández”.
un mundo imaginario que permanece si-
Guadalajara, Museo de la Ciudad,
Pequeño Teatro, Medellín
lenciado y solamente se abre, se revela,
Universidad de Guadalajara, Centro
“Los colores de Colombia”, Galería
Guadalajara,
en los días de libertad carnavalesca. Allí
Cultural Casa Vallarta, Guadalajara,
Mandrágora e Irma Valerio Galería,
Jalisco, México
2010
encuentra los monumentos al macho,
Jalisco, México. Primera exposición en
Zacatecas, México.
“Sus temas de Carnaval están entre la
Exposición de sus alumnos del Taller de
erigidos por los machos. Al pene que
México:
antropología, el retrato de costumbres,
linóleo entre los cuales se encuentran
de las máscaras. El carnaval le revela
adopta la posición erecta y se exhibe,
Se traslada a Guadalajara (México)
el rito y la magia”.
Néstor Jacanamijoy, Mateo Giraldo y
las vaginas gigantes que se abren y
donde vive desde entonces.
Víctor Pazarín, “Ocho Columnas”,
Lina Marcela Castañeda, entre otros.
2002
Guadalajara, 15 de mayo de 2002,
“Aquí llegamos al Taller complementario
página 10E.
de linóleo que actualmente imparte la
“Carnaval”, Judith Eving Morlan, Puerto
Imagen y sonido de Colombia, presiden-
artista Flor María Bouhot en la Facultad
Vallarta, Jalisco, México.
cial municipal de Zapopan,
de Artes de la Universidad de Antioquia
ofrecen. Los hombres vestidos de mujer
como queriendo ser penetrados. Las
mujeres desnudas que muestran sus
cuerpos con soltura, destapando lo que
Su obra hace parte de la muestra “Art
generalmente se encubre”.
International NY” exhibida en The Jacob K.
Jalisco, México.
y de donde se desprende, como es
Bouhot A., Flor María and Sencial, Circe
Javits Convention Center de Nueva York.
Art Show & Action-New directions, Miami
natural de quien ha caminado largamen-
Beach, Florida, USA.
te el arte durante fructíferos años, el
Urania and García Moreno, Beatriz and
López Castaño, Marta and Robledo,
resultado de un puñado de voluntades
Ángela Inés (1997). Flor María Bouhot
aprovisionadas de algo más que la sola
y la búsqueda del erotismo. En otras
2006
palabras... “Mujeres, amores y desamo-
Exposición colectiva “Viaje sin mapa.
de linóleo, poniendo en ello imaginación
res” (3). pp. 81-86. ISSN 0122-9613.
Representaciones afro en el arte
y emoción como alimentos que nutre, al
http://bdigital.unal.edu.co/47844/
contemporáneo colombiano.
fin, la verdadera obra”.
destreza para dibujar y entintar planchas
Luis Germán Sierra, Texto de sala.
1998
Galería de la Aduana, Barranquilla.
Su obra es incluida en el libro Cuerpo
“El Carnaval de Flor María no es el
de mujer: modelo para armar, al lado de
de Barranquilla ni el de Río ni el de
la de Débora Arango, MariPaz Jaramillo,
Venecia; es un carnaval universal. Las
Liliana Angulo, Ana Mercedes Hoyos,
pinturas no tienen el sello iconográfico
Adriana Duque, Libia Posada, Clemen-
de una fiesta en especial, quizá para
“Carnaval”, Four Seasons, Puerto
cia Echeverri, Doris Salcedo y María
englobar todo lo que encierra: la
Vallarta, Jalisco, México.
Teresa Hincapié.
mascarada, los elementos de ritual, la
1999
“Ritos y ceremonias”, Espacio del Arte
“Hija de los 80, alimentada por la
danza ancestral, el disfraz, la mimesis,
Muere su compañero Antonio Sierra.
GDL, TELEVISA, Guadalajara, Jalisco,
transvanguardia, Flor María desarrolla
el juego con el desdoblamiento, etc.
Galería Final Touch Interprices INC., Key
México.
una pintura donde todo es posible, el
Ella lo mira desde diversos puntos de
Viscayne, Florida.
jardín lujurioso de Georgia O’Keeffe, un
vista, siendo el más marcado su interés
Galería
por averiguar la raíz antropológica de
A propósito de su exposición en
las carnestolendas, el porqué de ciertas
Bogotá:
señales y signos, de dónde viene el
“La vez pasada fueron sus mujeres, sólo
“Abundan las figuras enmascara-
2009
hilo común del imbricado tejido de la
mujeres, de todos los talantes y color.
das, carnavalescas, fantásticas y
“Los espíritus del poder”, Televisa,
Giraldo, Sol. “Flor María Bouhot: Cuer-
festividad. Es quizás por esto que en
Hoy escribo porque flores y frutas y
fantasmagóricas, alternadas con
Guadalajara, México.
pos que gozan”. En: Cuerpo de mujer:
mujeres (y algunos pimentones, lirios y
trazos geométricos y un entramado
108
epm,
pastiche, el apropiacionismo, algo del
Bogotá
poco de pop, otros de expresionismo, y
epm
campeando sobre todo el tufillo de una
libertad feroz”.
109
modelo para armar. Medellín: Editorial
La Carreta, 2010.
Exposición Colectiva “23 artistas
bellanitas”. Bello (Antioquia)
2015
“Universo de lo diverso”, Fundación
epm,
2018
2011
Medellín.
Exposición colectiva “Cuerpos al borde”.
Escribe Víctor Bustamente en su Blog
“Desde su visión sobre las artes y su
Museo de Caldas, Manizales.
Neonadaísmo:
desarrollo plástico en la pintura, Flor
“Flor María es sin duda una de las
María nos ha dotado de una mirada
grandes pintoras del país, y lo más raro
personal; la frescura del color basado en
es la razón por la cual ella está algo
la observación constante de su entorno
oculta en estos días. No sé si se deba a
nativo y lo desafiante en el tratamiento
su estadía en México, porque su pintura
de las escenas nos van introduciendo
aun resplandece con sus colores, su
en historias sacadas de la esencia de
sensualidad, -no la misma-, la de esos
su vida. Su proximidad al Magdalena
colores intensos que nos dicen que aquí
Medio y específicamente a la población
en esta tierra de grandes pintoras aún
de Puerto Berrío, desde la niñez y la
persiste ella”.
juventud, en el papel del voyeur, detrás
Víctor Bustamante, “Flor María Bouhot”,
de las puertas, hace que recree las imá-
2019
lunes 3 de diciembre de 2012
genes de lo visto de una manera mágica,
Exposición homenaje “Los colores del
https://neonadaismo2011.blogspot.
representando el alma del color y un
deseo” a sus 50 años de vida artística y
com/2012/12/flor-maria-bouhot.html
clima sofocante con ornamentos que le
70 de edad. Centro de Artes Universidad
2012
dan vida a las escenas. Nos muestra el
EAFIT.
“La jungla habla”, Casa de la cultura
no existen porque hay que apartarlos,
Unión de Tula.
borrarlos, guardarlos, excluirlos, neutrali-
2013
zarlos, ridiculizarlos y explotarlos”.
“Máquinas de vida”, Museo de Antioquia.
“Universo de lo diverso”.
mundo visible de los invisibles, los que
Jhon Jairo Muriel, Texto curatorial,
“La exposición colectiva ‘Máquinas de
vida’ del Museo de Antioquia hace una
actualización de los contenidos de su
colección. A través de una relectura crítica que cuestiona, desde la perspectiva
de género, el lugar de las mujeres en
la narrativa histórica que esta colección
configura”.
“De ritos y chamanes”, Museo de la
Carolina Chacón, catálogo “Máquinas de
Universidad de Antioquía, Medellín.
vida”, Museo de Antioquia, mayo 2013,
“Espíritus del poder” (Homenaje),
página 17
Cámara de Comercio de Medellín.
2017
Se le rinde un homenaje en el marco del
Primer Festival Femenino Latinoamericano de Artes Integradas, Medellín-Bello, Colombia.
110
LOS COLORES DEL DESEO
OBRA DE FLOR MARÍA BOUHOT
Se imprimió en la Editorial Artes y Letas S.A.S., en el mes de mayo de 2019.
Editado en Medellín / Colombia.
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