EL CHARANGO Papá, cuéntame un cuento... pero que sea de animalitos, porfa... Y cuando me lo decías, con la tenue luz del pasillo aún podía distinguir tus ojos vivos parpadeando por no cerrarse... Vale, cariño... te contaré lo que le pasó a Army, el armadillo que siempre estaba triste... Érase una vez un armadillo que no paraba nunca de pelearse con las ranitas de la laguna mágica de Tarapaya, que con sus aguas calentitas, había transformado a las ranas y los sapos en excelentes cantantes. Army, en cambio, sólo era capaz de soltar desagradables ruidos, siempre que lograra bailar moviendo sus armaduras, lo que además le provocaba un terrible dolor de espalda. ven acá, Army... báñate con nosotras... verás que calentita está el agua, le decían las malvadas ranas, sin dejar de reírse... Pero Army sabía que el peso de su coraza le hundiría en las aguas y se ahogaría. Y no cesaba en su tristeza, lamentando su suerte: no podía cantar, ni bailar, ni bañarse en las aguas de la laguna... Estaba al borde de la desesperación... cuando un día, al anochecer, vio aparecer a lo lejos una potente luz, un resplandor blanco que brillaba en el otro extremo del lago... y qué, papá... ¿qué era esa luz?... ¿qué pasó?... Me preguntaste impaciente cuando yo, pensando que ya dormías, bajé el tono de la voz... Pues pasó, hija querida, que la luz resplandeciente era la propia sirena Aura, que con sus poderes mágicos, calentaba el agua de lago y convertía en bellos trinos el croar de los batracios... Army, -dijo la bella Aura-, súbete a la colina, envuélvete como una bola y lánzate rodando hasta la laguna... y cuando llegues a la orilla, ábrete de espaldas... y verás cómo navegarás como un barco hasta mi... Y así lo hizo el armadillo... y al tocar las cálidas aguas del lago, la bola se desplegó, convirtiéndose en una nave que surcaba las aguas oscuras, el hocico como proa, las patitas como mástiles y la cola como timón... y así, flotando y flotando, llegó a donde la resplandeciente Aura le aguardaba con una sonrisa cariñosa... ¿Por qué sufres, Army?, ¿Qué atormenta tu corazón?... No sé cantar, maga Aura... las ranas y los sapos se burlan de mí... soy feo, bajito y tengo la piel tan dura que nadie quiere acariciarme... Y Aura, tomando a Army por la cola, sopló suavemente sobre los ojitos del armadillo... y sus cinco pestañas de cada ojo crecieron, crecieron y crecieron... y se convirtieron en largas y fuertes cuerdas que la sirena ató a la cola de Army que, en el sortilegio, se había vuelto fuerte y ancha... La sirena Aura acarició las cuerdas... y al pulsarlas, emitieron la más bella melodía que jamás se había oído en Tarapaya, dejando boquiabiertos a los sapos, ranas, peces y cangrejos... que admirados por los bellos sonidos, no paraban de cabecear, fuera del agua, al ritmo de milonga... Army... a partir de ahora, te llamaré "Charango", porque..., porque... Pero en ese momento, tu suspiro me hizo saber que ya dormías... y tu cabecita, hermosa y redondita, se arrebujaba en la almohada, soñando ya con sirenas y luces, con lagunas y colinas... Y en tu pequeña boquita apareció un destello de felicidad.