Discurso Clausura. Ver más

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Palabras de la señora Maureen Clarke Clarke, Ministra de la Mujer y Presidenta Ejecutiva del
Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica,
Sesión de Clausura de la XXXVI Asamblea de la CIM,
San José, Costa Rica, 30 de octubre
Sra. Carmen Moreno en representación del Secretario General de la
Organización de los Estados Americanos (OEA).
Sra. Rocío Gaytán, Ex - Presidenta de la Comisión Interamericana de
Mujeres
Sr. Carlos Roverssi, Ministro a.i. de Relaciones Exteriores y Culto.
Sras. Delegadas Titulares y Alternas ante la Comisión Interamericana de
Mujeres de la Organización de los Estados Americanos.
Sras Ministras y Sr. Ministros del Gobierno de Costa Rica.
Sras y Sres Embajadores Acreditados en Costa Rica
Sras y Sres Diputados y Diputadas de la Asamblea Legislativa
Sras y Sres Magistrados de la Corte suprema de Justicia
Sras y Sres Magistrados del Tribunal Supremo de Elecciones
Sra. Contralora y Subcontralor de la República
Sras y Sres Viceministros del Gobierno de Costa Rica
Sra. Defensora de los Habitantes
Sras y Sres Embajadores acreditados en nuestro país.
Sras y Sres Jefes de Organismos internacionales.
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Sras Alcaldesas y Sres Alcaldes
Sras y Sres. Presidentes Ejecutivos
Sras y Sres Miembros de Gobiernos Municipales
Señoras representantes de las Organizaciones No Gubernamentales que
trabajan en la protección de los derechos humanos de las mujeres.
Señoras y Señores:
Para Costa Rica y el Instituto Nacional de las Mujeres es un honor asumir la
Presidencia de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de
Estados Americanos.
Haremos nuestro mejor esfuerzo por fortalecer este órgano político y en particular
su incidencia a favor de los derechos humanos de las mujeres de las Américas.
En la Declaración de San José y en el Programa Trianual: 2013 – 2015 hemos
querido enfatizar en tres asuntos estratégicos para el cierre de brechas de
desigualdad que afectan a las mujeres: las políticas y los sistemas de cuidado
como condición necesaria para la autonomía económica; la violencia contra las
mujeres como un problema de seguridad ciudadana y la participación política y el
liderazgo de las mujeres.
Hemos
colocado
en
el
centro
de
nuestras
reflexiones
y
decisiones
el
empoderamiento económico de las mujeres, en referencia a la obligación de
los Estados de ejecutar políticas que garanticen el acceso efectivo de las mujeres a
los recursos que les posibiliten un ejercicio pleno de todos los derechos, para
evitar su condena a una existencia dependiente de otras personas como sus
compañeros de vida, su grupo familiar, el Estado y la beneficencia, entre otros.
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Hoy nos enorgullecen muchos logros obtenidos, como son el contar con tres
mujeres Presidentas y dos primeras Ministras entre las que se encuentra
nuestra Presidenta, doña Laura Chinchilla, y que gobiernan para Estados que
reúnen al 40% de la población de las Américas, lo que es una muestra de la
confianza de la ciudadanía hacia nuestras capacidades para ejercer el liderazgo
político en la más alta jerarquía de un país.
Sin embargo, aún estamos distantes de la paridad política y encontramos
nuevos problemas para quienes asumen diversas posiciones, como es el acoso
político dirigido a desestabilizar a las mujeres con el fin de obligarlas a renunciar
al
cargo
para
el
que
fueron
elegidas
democráticamente,
en
una
clara
manifestación de misoginia por parte de los acosadores.
La sostenida presencia de las mujeres en el mercado laboral así como en la
educación, constituyen factores que abonan a la autonomía económica, sin
embargo, aún tenemos desafíos relacionados con la calidad del empleo femenino,
la formación para el trabajo en sectores de mayor dinamismo y productividad, la
eliminación de las barreras para el empleo de las mujeres jóvenes, de las mujeres
con hijos, de las mujeres de mediana edad, así como de quienes residen en zonas
rurales o pertenecen a grupos en condiciones de exclusión por razones étnicas, por
la condición de migrantes, por la portación de discapacidad, por la orientación
sexual, entre otros.
Es de particular importancia la creación y ampliación de los servicios de cuido
públicos y privados, que faciliten la calificación profesional y la participación en
actividades generadoras de ingresos de las mujeres.
Asimismo, el fortalecimiento del marco legal para la protección de las mujeres
contra la violencia que viven a nivel de sus familias, en el empleo, en los
partidos políticos, en los centros educativos, entre otros, es un avance importante
y ha generado cambios en la sociedad, que de forma creciente reconoce que las
desigualdades son las que alimentan la violencia. No obstante, aún se requiere
que las prácticas sociales
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muestren el verdadero compromiso social con la eliminación de relaciones de
género signadas por la violencia.
Dado que toda brecha de género es un reflejo de la violación a los derechos
humanos de las mujeres, necesitamos avanzar en una alianza con diferentes
actores sociales que inciden en las decisiones a nivel nacional e
internacional. Por ello, es prioritario que la CIM como organización y nosotras
como las delegadas que le damos vida, articulemos nuestras acciones hacia el
alcance de las metas que nos propusimos en el Plan Estratégico de la CIM.
Debemos reforzar nuestro trabajo en torno a las esferas de intervención de este
instrumento, vinculadas con la ciudadanía política sustantiva de las mujeres, la
ciudadanía económica, la eliminación de la violencia de género, la seguridad
económica, así como la institucionalización del enfoque de derechos y de la
igualdad de género, en la institucionalidad pública y privada, a nivel nacional e
internacional, especialmente en la OEA.
Hoy más que nunca necesitamos de mecanismos nacionales para el avance de
los derechos de las mujeres fuertes en sus capacidades, sus competencias y su
presupuesto, para que puedan asumir la responsabilidad de impulsar los cambios
culturales e incidir en las políticas económicas que dan cuenta de la distribución de
la riqueza que generamos colectivamente, pero que no disfrutamos en la misma
proporción. Sea propicia la ocasión, para destacar la trascendencia que tiene el
reconocimiento del valor del trabajo doméstico no remunerado en nuestras
sociedades, que se convierte en un subsidio a nuestras economías.
De igual modo, confiamos que la OEA desde sus órganos deliberativos y ejecutivos
pueda incrementar el apoyo presupuestario y el capital humano para
asegurar que la CIM asuma el liderazgo político que esperamos las mujeres del
Hemisferio.
Confío en que el clima democrático del que disfrutamos en nuestro país contribuya
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a que nuestros debates confluyan en el enriquecimiento y el cumplimiento del
plan trienal de trabajo 2013 al 2015 que servirá de guía para nuestras
actuaciones y las de nuestros Estados, en procura del cumplimiento de nuestro
mandato de promover y proteger los derechos de la mujer y apoyar a los Estados
miembros en sus esfuerzos para asegurar el pleno acceso a los derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales, que permitan que mujeres y hombres
participen en condiciones de igualdad en todos los ámbitos de la vida social, para
lograr que disfruten plena e igualitariamente de los beneficios del desarrollo y
compartan asimismo la responsabilidad por el futuro.
Muchas gracias
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