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desde el fondo
LA FAMILIA: SUS CAMBIOS EN EL NUEVO MILENIO
Liliana Barg
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Introducción
La familia de hoy está sujeta a múltiples
tensiones derivadas de la vida moderna lo
que aumenta sus conflictos internos. Ella
enfrenta sus problemas en la medida de
sus posibilidades, con sus
propios
recursos sobre todo porque la sociedad no
está organizada para apoyar a la familia.
Las políticas sociales es su gran mayoría
están ordenadas de manera focalizada en
los individuos y es común observar que
no apuntan a su contexto familiar y
social, al contrario, a menudo lo excluyen
, lo que contribuye a agudizar los
problemas y a crear otros nuevos.
El enfrentamiento de estos problemas es
de gran complejidad y en este sentido,
hay más preguntas que certezas.
El objetivo general de nuestro trabajo va
a estar centrado en lograr la formulación
de proyectos municipales cuyo eje sea la
familia para reforzar las redes identitarias
y de sostén que faciliten el anclaje del
niño y adolescente en su entorno.
Dentro de los objetivos específicos
trataremos de identificar la etapa vital de
la familia, su organización, las
tradiciones,
las
posibilidades
de
transformación, la direccionalidad de la
intervención, las redes sociales de sostén,
la construcción de identidad familiar, la
fragilidad familiar y la modalidad de
trabajo incluirá una además de aspector
teóricos, una experiencia de taller para
reflexionar sobre las prácticas sociales.
relacional es determinante en la
producción y reproducción de cualquier
realidad.
Es en la familia donde se pueden realizar
los aprendizajes básicos a través de
experiencias placenteras o displacenteras
que configuran el modo de relación que se
tendrá con el mundo y se organiza desde
los valores, para las emociones y los
sentimientos y con las emociones y los
sentimientos.
Sin el afecto o el apego no se organiza la
vida de la familia. No podemos decir que
una familia está desorganizada, en todo
caso el daño intrafamiliar es también una
forma de organización. Si no trabajamos
descubriendo la organización perversa,
difícilmente se avanzará algo en su
transformación.
Los profesionales hemos empezado a
formularnos preguntas en torno a
diagnósticos familiares que estigmatizan a
la población que atendemos. Pensamos
que hay que alejarse de clasificaciones de
familias abandónicas, hombres violentos,
mujeres maltratadoras o negligentes,
chicos agresivos, niños que trabajan,
adolescentes disociales, y asi de seguido
porque los fenómenos sociales deben ser
interpelados, generar preguntas, dudas,
nuevas indagaciones u opiniones. Estamos
planteando la necesidad de apelar a la
condición de ciudadanos de los sujetos
más que de “usuarios”de diferentes
programas.
La propuesta
La propuesta que presentaremos se
sostiene en la hipótesis de que no existen
familias desorganizadas.
Hay familias organizadas para agredirse,
para cooperar mutuamente, para la venta
de drogas a otros,
para sobrevivir
mediante estrategias variadas, para el
poder político, para el poder económico y
asi de seguido. En este sentido lo
Una nueva mirada
En este sentido buscaremos incorporar una
nueva mirada en el abordaje de las familias
en un contexto de cambios a los que están
expuestos los paises de la región y el
nuestro en particular. Estos cambios están
vinculados a la globalización, a la crisis
económica, a la búsqueda de un desarrollo
más justo y sustentable, a la presión de la
ciudadanía de una mayor participación en
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ººlas decisiones que le competen, con
acciones de descentralización de la
administración pública.
Estos procesos afectan e imprimen de
maneras particulares su sello en la oferta,
intentando
responder no solo a
necesidades de sobrevivencia, sino a la
calidad de los servicios y de vida de la
población.
Estamos planteando la necesidad de
alejarnos en el abordaje familiar de
apreciaciones intuitivas, prejuiciosas y
moralizantes que están muy lejos de
construir procesos o intervenciones
transformadoras.
Desde esta perpectiva, la confirmación de
determinadas formas de relación, si son
ratificadas profesionalmente, facilitan las
condiciones para la sumisión o fijación de
patrones o mandatos culturales en lugar de
permear las posibilidades para su
transformación.
La familia se organiza desde el apego, el
afecto, el hogar, la pareja, la relación con
los hijos. Para trabajar con familias es
importante hacerlo con estrategias
anticipatorias que permitan
imaginar
distintas etapas de la vida porque la misma
evolución va cambiando las conductas
según el momento que se esté transitando.
Es importante descubrir los aspectos
saludables y reforzarlos, apoyarse en ellos
porque hay que tener en cuenta que la vida
transcurre en una sociedad que abandona a
las familias a su suerte, que la desanida y
no acompaña los procesos de desarrollo y
crecimiento que atraviesa.
Nuevas demandas
En la actualidad, los mayores, los abuelos,
están presentes en la familia. El
alargamiento de la vida hace que se
incorporen, a menudo son el sostén
económico
en
el
momento
de
desocupación de los más jóvenes, o son los
dueños de la vivienda y se plantean
conflictos intergeneracionales.
Esto trae también nuevas demandas que es
necesario analizar. Por otro lado, la
problemática de los discapacitados , su
inserción en la sociedad, en la escuela, en
la familia, requiere un análisis particular.
También hay que considerar que no solo la
familia es la institución de socialización
natural sino también el grupo de pares que
impacta fuertemente hacia el interior de la
configuración familiar.
Las relaciones vinculares, generacionales,
de género, la violencia, expresan
situaciones de poder y autoridad, de
jerarquía o de igualdad sobre las que
tendremos que reflexionar.
La pertenencia a una familia otorga
también derechos: la pertenencia no solo
da derechos de carácter material sino
también simbólicos: de igualdad, la parte
del cariño correspondiente
a cada
miembro.
Es importante por lo tanto dialogar con las
familias sobre lo que significa ser hombre,
ser padre, ser madre, ser hermano. En el
caso del padre es imprescindible que se
reconozca que ellos tambien cifran una
gran cantidad de su ser social en su
relación con los hijos y no son solo
proveedores como lo establece el mandato
o el estereotipo social.
No es cierto que las familias
monoparentales
tengan
que
ser
disfuncionales, esto corresponde también a
un prejuicio social que es necesario
erradicar.
Salir de la “marca de excluidos”
Consideramos que es necesario salir de la
“marca
de
familia
excluída”
(modernización de “familia marginal”)
intentando
recuperar “familias que
reclamen y demanden, como sujetos de
derechos”, lo que podrá disminuir las
intervenciones con predominio de
modalidad tutelar.
Por otra parte tenemos que considerar la
heterogeneidad de la exclusión y las
diferentes modalidades que tienen las
familias de inclusión parcial.
A partir del análisis de los fenómenos
familiares como parte integrante de la
totalidad mayor que es la sociedad, es
posible comprender que las familias que
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atendemos no tienen “privaciones” lo que
da solo un sesgo de responsabilidad
individual sino que han sido “deprivadas”
por este modelo de sociedad.
Podremos así verdaderamente incluirnos
dentro de una concepción basada en la
doctrina de los derechos, que ubica a los
sujetos como protagonistas que tienen que
ser respetados, alejándonos de pautas que
consolidan el individualismo y la
desigualdad.
Nuestra intervención tiene que sostenerse
en el análisis, el estudio de la realidad
familiar y del movimiento de sus
integrantes, dejando de lado las fuertes
concepciones en relación a “la familia
ideal”, a la “madre ideal”, donde se
observa con claridad la influencia del
pensamiento moralizador de la sociedad.
La fuerza de esta modalidad de
intervención,
condiciona y limita a
formularse muy pocas preguntas ante los
problemas sociales, a no interperlar la
práctica, a consolidar el trabajo en
actividades rutinarias que limitan el
desarrollo de las experiencias autónomas
para las familias, condenándolas al lugar
de la “obediencia” o de la responsabilidad
personal para la resolución de sus
problemas.
Nos transformamos en “expertos” en
señalar a la familia lo que “debe hacer” y a
menudo desechamos sus “saberes y
entenderes” de la vida cotidiana, en lugar
de reflexionar en conjunto a partir de los
hechos sociales que no pueden ser tratados
como “cosas” carentes de historicidad.
Las familias “difíciles” son las que se
quejan, las que reclaman, las que se
rebelan, las que no se someten. Y
lamentablemente, a esas familias muchas
veces se las coloca en el lugar de
“enfermas” o “psiquiátricas” que es como
terminan por las sucesivas violencias
institucionales a las que son sometidas.
El desafío
Creemos que es posible pensar desde una
perspectiva diferente el acompañamiento a
las familias. Si contribuimos a consolidar
relaciones familiares más participativas y
democráticas, los miembros de la familia
podrán tomar decisiones autónomas, esto
es basadas en un proceso de entendimiento
y conocimiento, sostenido en sus propios
valores y creencias.
Es necesario fortalecer a las familias para
que eduquen a sus hijos dentro de una
dependencia saludable (con raíces
profundamente democráticas) que no sea
usada como herramienta despótica o de
dominación.
La mayor contribución en la intervención
con familias es trabajar cuando están sanas
y con estrategias anticipatorias que
desarrollen mecanismos de protección con
autonomía acorde a la etapa de evolución
de sus miembros lo que disminuirá los
problemas y los conflictos del futuro.
Sin embargo, también es posible aportar
experiencia activa en el campo de la
ciudadanía emancipada, ampliando los
mecanismos
de
inclusión
social
abandonando
viejos
criterios
estigmatizantes, que clasifican a las
personas desde el polo de la carencia y de
la negatividad y que son acríticas,
reduccionistas y estigmatizadoras.
Será entonces la hora en que participemos
en un proceso de identificación de patrones
culturales, descubriendo modalidades
creativas que, aún en el límite de la
subsistencia, tiene la familia como sujeto
histórico, colaborando en la construcción
de Proyectos creativos y de alto impacto.
Es necesario que los técnicos facilitemos
este camino para que la familia incorpore
formas más democráticas en sus relaciones
y en sus vínculos, con lo que se favorecerá
la disminución de las trabas que afectan
adversamente el desarrollo de sus vidas.
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