Subido por Camilo Lesmes

Filosofia griega y romana

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PRIMERA PARTE
L e c ció n p rim era
L A VOZ "FILOSOFIA" EN GRIEGOS Y ROMANOS
Al iniciar nuestro curso de Introducción, es bueno recordar cuál
es la situación de que debemos hacemos cargo, a los efectos de apro­
ximarnos funcionalmente a la filosofía f a los efectos de introducimos
en la filosofía, filosofando.
La situación de la que debemós hacernos cargo (hay que recordar
estos la filosofía o,, mejor, el filosofar, es siempre una manera de
"hacerse cargo" de algo) es la siguiente: que, en principio, debemos
averiguar cuál sea la significación más o menos inmediata'que podemos atribuir a nuestra palabra. Como si preguntáramos: ¿que que­
remos decir, de un modo general, con la voz filosofía? A esta pre­
gunta responderemos con una definición nominal, esto es, veremos la
etimología de la expresión.
Pero hay más: una vez tengamos esa significación, que no es
rigurosamente científica, vamos a complicar las coras de otra manera.
Si nosotros no sabemos lo que es la filosofía y si no podemos aceptar,
de modo definitivo, la pura significación etimológica, parece muy co­
rrecto que hagamos lo que se llamaría una inducción histórica. Es decir,
vamos a preguntarles qué entendieron y que entienden por tal, a ios
hombres que, en la historia, de hecho, hicieron o cultivaron eso que
llamamos filosofía. Nuestro método se fundamenta en dos cosas; pri­
mero, en aquella idea de Aristóteles según Ja cual se conocería mejor
cualquier realidad si se la mirara en el proceso de su desarrollo a
partir del primer origen; segundo, en la situación muy concreta en
que nosotros mismos nos encontramos siff saber, evidentemente, que
es filosofía, pero coincidiendo con toda la gente en llamar filósofos a
12
Introducción a la filosofía
hombres como Sócrates,' Platón, Aristóteles, Plotino, San Agustín,
Santo Tomás, Descartes, Kant, Bergson, Heidegger. Porque, en eso,
estamos todos de acuerdo. Cada uno de nosotros puede, pongamos
por caso, no coincidir con el pistema kantiano, pero ninguno negará
que Kant sea un filósofo; a nadie se le ha ocurrido decir que Kant no
lo es. Sería muy curioso decir que Kant es otra cosa.
A estos hombres, pues, les vamos a preguntar, concretamente, qué
entendieron por la voz filosofía; cómo pensaron la filosofía. La cosa
es muy lógica y muy correcta. SÍ uno quiere saber qué es algo, parece
muy apropiado preguntarles, én primer lugar, a quienes andan en
eso; a quienes están en eso, haciéndolo. Nosotros no decimos que
éste sea el método definitivo; decimos que es un buen método para
aproximarnos a un sentido medio, a una significación' que, por lo
menos, tenga sentido. Por eso preguntaremos a los filósofos, que andan
en la filosofía y sus trabajos, lo que entienden de pu tarea.
Claro que allí no terminaremos. Y a dijimos que tina averiguación
semejante no es definitiva. N o aceptaremos lo que nos digan simple­
mente porque lo digan. En filosofía, el argumento de autoridad es et
más débil, aunque sea el más fuerte en Teología, por ejemplo. En
filosofía no funciona mucho el autos épha, el magister dixit de los
griegos y latinos, sino como una constatación o confirmación de algo
que uno mismo, intelectualmente, ya comprende. Lo único que hare­
mos por esta inducción histórica, repetimos, es averiguar cuál sea la
significación medía de la voz filosofía ; cuál ha sido, de hecho, esa
significación media. Cuando tengamos esa significación, es decir, cuan­
do tengamos dónde estribar, vamos a hacer otra cosa; una fenome-'
nofbgía. o descripción sistemática que nos permita saber, con rigor, el
sentido preciso, científico, de nuestra palabra.
^
Aclaradas estas cosas, pongamos manos a la obra; veamos cuál
es la significación etimológica de la voz filosofía; qué elementos la
constituyen.
¡\
Bien, la palabra quiere decir, etimológicamente, amor al saber./
Viene de dos voces Erieeas j philía y sophutThz encontramos en un
texto filosófico por primera vez en Heráclito, de manera adjetiva, al
Ju b b u_dp.l phtlósoPhos anér — amante de la sabiduría— . Pero según
UP3—tradición que trae Cicerón (Quaest Tusci, Lib. V) y Diógenes
Lacrcio ( Vidas, opiniones y sentencias de lo s filósofos ilustres, Lib.
La voz "filosofía ” en griegos y romanos
n
' VHP se dice olie la palabra fue acuñada por Pitáporas. P itágoras nació
en Samos, una isla griega, por el 580 antes de Cristo, y murió en 496.
Era una mezcla de matemático, fundador de religión y político. Pitá­
goras se encontró coi} que sus antecesores, con que los hombres que
se dedicaban a investigar la naturaleza de las cosas eran llamados
y se llamaban sabios — sóphoí— . Pero de sí mismo dijo que no era
tal, sino filósofo. Y para explicar esta condición agregó que a los
juegas-olímpicos c<?ncii_rrían tres cbscs_de, hombres: l55_que..pnrí;icipajx,
cii-elloi.hu 5candDJa..gl.gjLÍi-uyJa.íi.Qblg2jl ¡ los ciue van allí atraídos por
la fpmancin.v eLlilcro, V una última clase, la más noble de todasf de
aquellos Que no buscan ni el aplauso ni el lucro, sino que nuieren
v er y. cpnsi^ecacJo .guc...ScJince^d_e^ui_.jnoclo. A éstos, se .asemejan
,qu^tampQC(LdcspQ
comerciar, que sólo se interesan por el ser de Jas cosas y su modo de
comportamiento..
En dicha tradición pitagórica están ya dos ideas que se harán
explícitas en Platón y Aristóteles: por un lado, la idea de la philosophía como saber del hombre, distinto al saber divino, que Platón
fija en el Fedro (278 d) cuando hacé decir a Sócrates: “ El llamarle
sabio, sophán, Fedro, me parece algo excesivo que sólo a la divinidad
corresponde. En cambio, el llamarle philósophon, amante de la sabÑ
duría, le estaría más en consonancia y mejor acomodado". Por el
otro, la idea de la philosophía como ciencia teórica, contemplativa,
qúe Aristóteles desarrollará hasta sus últimas consecuencias. 'C f. Me,
táfísica, Lib. I.)
Lo que habría descubierto Pitágoras, pues, es que sólo Dios merece
el nombre de sabio en cuanto es el único que conoce el sentido total
de las cosas-E l hombre sólcLpersigue. sólo busca, sólo trata de adoiiirir un sahei^que iamn5-.cóiri.,iipue..pleDamente. De allí que el hombre
no puede aspirar a ser sophós, sabio, sino philósophos, filósofo, amante
del saber, enamorado de la sabiduría. Y habría descubierto, además,
que la filosofía no es un menester interesado, sino una especulación,
una teoría, en cuanto especulación y teoría significan visión; significan'para la vida intelectual del hombre una actitud según la cual
se qujere dejar que jas cosas digan a la inteligencia lo que ellas son.
El filósofo, en síntesis, es para la tradición más antigua primero un
enamorado del saber, luego un curioso empedernido; un curioso de
t
14
í
introducción a la filosofía
•»
todo j de ¡las cosas que hay, de su ser que tiene curiosidad por las
. cosas e inclusive de su propia curiosidad.
Hemos visto así Ja primera manera de entender la voz filosofía en
su raíz etimológica y en su desarrollo histórico. También fue usadapor Hcrodoto (484-406 a. d. C.) y por Tucídidcs (460-395 a. d. C.)r
pero en .sii forma verbal: filosofar. Así, Tucídides le- hace decir a
Pcricles: "N os gusta lo bello sin exageración y filosofamos sin caer •
en el relajamiento."
Ahora ,bicn, si nos fijamos en la concepción pitagórica, veremos
un rasgo qUe quisiéramos destacar: que la filosofía es entendida, desde
su- primera mención, como.._un-Conp.cimiento.L_como..una-.espede—deconocimjcnto límite. PorJo_ pronto, Pitágoras subraya e s to jju e _ un
conocimiento ^dc _sentido total, como , sabiduría, sólo, puede tenerlo,
Dios, EJ hombre ama ese conocimiento sin poseerlo. Y porque conoce
esta..dircrchcia se llama filósofo. Pero saber que sólo Dios es capa2_
de un conocimiento total, ya es tin conocimiento. El hombre, en
Pitágoras, conoce que no conoce como D ios y este es el jjrnj.Lea_j.ah
frontera de.su propio conocimiento.
Y parai terminar con esta tarea de comprender el vocablo en su
sentido etimológico, sentido cuya explicación acabamos de ver en.
Pitágoras, V a m o s a mostrar, brevemente, unas hermosas reflexiones de
Platón en el Banquete, Agatón sostiene, en dicho ‘diálogo, haciendo
el elogio .de Eras, el amor, que este es un dios hermoso y bueno.
Sócrates, al intervenir, pide algunas aclaraciones, (Cuando se leen
los diálogos platónicos siempre sucede así: Sócrates empieza .por
pedir algunas aclaraciones.) Dirigiéndose a Agatón pregunta, vista, su
definición del amor como dios hermoso y bueno, si este, el amor,
es am or de alguna cosa o de nada. De alguna cosa, seguramente,
responde Agatón.
Pero lo que el amor ama al amar, la cosa que ci amor apetece
o desea- en el ser amado, aquello que lo atrae, es la belleza. No sólo
Ja belleza física, sino la espiritual, la moral, la de los sentimientos— inclusive la divina.
Y
la cuestión — objeta Sócrates— es ésta: que si algo se apetece
es porque no se tiene. Nadie apetece, desea, busca, lo que posee. Si el
amor apetece y persigue la belleza es porque él mismo no la posee:
el mismo no es bello. Y no es bueno tampoco, pues lo bello es idéntico
Lü voz. "filosofía” en gnegoj y romanos
*5
a lo bueno. Pero sí no es bueno ni bello, entonces no es dios, pues
los dioses o son bellos y buenos o no son dioses. (Ésta no es la
definición del amor de Dios, por sobreabundancia, es claro, tai como
se entiende en teología.)
¿Qué sera', pues, el amor, ?egún Sócrates, ya que no es ni bello,
ni bueno, ni dios? Un ser intermedio entre los hombres y los dioses;
uno de los seres que "pueblan el intervalo que separa el cielo de Ja
tierra y unen el gran todo’'. Un ser que tiende perpetuamente a
lo bueno y a lo bello, porque no lo posee como un acto, como una
plenitud, pero que vive en el como una tendencia, como una sed y
un apetito.
.,
De allí la analogía de sentido con nuestra palabra filosofía. El
amor (Eros) está en ella -como pltilía, amistad,-afecto y cariño. Así
como Eros se encuentra entre la indigencia y lá riqueza, no poseyendo
la belleza y la bondad, pero deseándolas, soñando con'ellas — peregrino del no ser al ser— , el filósofo se encuentra entre la sabiduría
y la ignorancia. No es un ignorante, pues desea y ama la sabiduría;
no es un sabio, pues tampoco la posee. E l filósofo vive de ese amor,
de esa sed de saber que quiere superar, cumpliéndola J realizándola
en el sabio, aunque nunca la supere, aunque nunca la cumpla. Tam­
bién Eros, movido por su sed, tiende al bien -y Je am a; ama a Dios
y le busca, sin verle y sin encontrarle nunca. '
Pero ¿por qué está el amor, el Eros, en esta situación intermedia,
ambivalente? Por su origen; por su nacimiento. Y aquí Platón, como
casi siempre, narra un hermoso mito. Cuando nació Venus celebraron
los dioses un gran festín en el Olimpo y concurrieron, entre los otros
dioses, Poros, dios de la abundancia, de la opulencia, de la riqueza, y.
Penía, diosa de la pobreza y de la escasez. Pcnía quiso, esa noche,
engendrar un hijo de Poros y lo consiguió favorecida por el néctar,
las sombras y el follaje. Así nació Eros, hijo de Penía, símbolo de ia
indigencia; pero también de Poros, dios de Ja exuberancia. Los grie­
gos pensaban a éste como "el que se sale de todas", el ingenioso; el
que está más allá de los obstáculos, Por él, al mar se le llama euporós
— el omnítransitable, de muchos caminos, de múltiples salidas.
Eros, el amor, hereda de su madre la pobreza de Ja limitación;
de su padre, el anhelo y el impulso para sobrepasarla. Por eso no
será nunca rico como su padre, Poros, pero tampoco pobre como su
i6
Introducción ü la filosofía
madre, Penía. " Y como hijo de Poros y Penía — dice Diótima a
Sócrates— mira cuál fue su herencia: desde luego es pobre y, lejos
de ser hermoso y delicado, como se piensa generalmente, va descalzo,
no tiene domicilio y, sin más lecho ni abrigo que la tierra, duerme
al aíre libre, en los quicios de las puertas y en las calles; en fin,
está siempre como su madre en precaria situación.' Pera, por otra,
parte, ha sacado de su padre ti estar sin cesar sobre la pista de lo
que es bueno y bello; es varonil, osado, perseverante, gran cazador,
inventor perpetuo de artificios: ansioso de saber y fa'cil en la com­
prensión; incesante en la filosofía..."
Filosofar será, pues, en cuanto responde a su raíz etimológica de­
pendiente del amor, evadir los límites de la ignorancia, para arrojarse
no a la posesión actual, sino al anhelo y la esperanza de un saber
total. Y , finalmente, el amor mismo será filosofía. Eros mismo será
filósofo, pues si el amor, el Eros, ama laf cosas bellas, la sabiduría es
una de las más bellas, quizá la más bella de tocias. Amarla será filo-'
sofar.
Sin embargo, junto a ésta significación de actitud, la filosofía ya es
para los griegos, desde el primer momento, sinónimo de ciencia uni­
versal y quiere decir dos cosas: el conocimiento propio de lo que
llamamos ciencia, el conocimiento de la realidad en lo que la realidad
es e inclusive en lo que es el último fundamento de la naturaleza:
en la arché de su physis, como para todos los presocráticos; y el
conocimiento de lo que llamamos sabiduría, conocimiento de la vir­
tud y la prudencia- en ’el modo de vivir. Además, en algunoá momen­
tos, con ella se señala todo el campo del conocimiento, todo el vasto
horizonte de lo que se puede conocer. Así, se llama filosofía eU-¿onocimiento mundano, ‘d el hombre que tiene mundo porque conoce gente,
que ha viajado y visto muchas cosas. Y que las ha visto pensándolas,
pensando en eso que veía, haciéndose cargo de ellas. E l hombre que
visitaba Egipto, las costas de África, la Italia meridional, las ciudades
jónicas, lo hacía — si era un hombre de cierta cultura— filosofando,
como, en Herodoto, Creso le dice a Solón s "Me han contado que has
visitado como filósofo varios países para estudiarlos".
Con Sócrates, estas -.pretensiones de la filosofía,' este ser el cono­
cimiento de todo y del. último, fundamento de todo — vigente en el
La voz “filosofia " en griegos y romanos
17
período presocràtico-— se reducen un poco y camban de signo. So■' crates acentúa la parte práctica, la parte referida a la conducta, Cierto
que Sócrates parece buscar el conocimiento filosófico de tipo cientí­
fico — en la interpretación aristotélica como inventor de las defini­
ciones— , pero las cosas cuyas definiciones quiere Sócrates no son
cosas; son, casi exclusivamente, las virtudes que hacen posible una
conducta positiva. Además, si el diálogo Alcibíades de Platón es
auténtico y socrático, entonces el filosofar socrático adquiere una den­
sidad y una índole específica : lo que Sócrates quiere apresar, lo único
que puede apresar •—dadas, las premisas del diálogo— es el ser del
hombre que sólo se haría patente en el diálogo. Por eso el diálogo
como método no es circunstancial u ocasional; viene exigido por la
índole misma del filosofar. El mandato del maestro es conócete a ti
mismo, pero ¿cómo podría el hombre conocerse a sí mismo? Y Só­
crates responde: así como el ojó sólo podría verse a sí mismo en
otro, en otra pupila viva donde se refleja, así el hombre, e! yo, sólo
puede conocerse a sí mismo en el tií, a través del logos, de la palabra
que une ambos términos y da origen a la verdad. (Una interpretación
semejante, por otro lado, vincularía el pensar socrático con líneas ac­
tualísimas de la filosofía : por ejemplo, -con Martin Buber o con Louis
Lavelle.)
Sin embargo, para Aristóteles, las cosas son más simples. "Sócrates,
cuyas lecciones se referían, exclusivamente a las cosas.morales y de
ninguna manera a la naturaleza íntegra, había buscado lo universal
en este dominio y fijado, el primero, su pensamiento sobre las defi­
niciones." (Metaf.) 987 b.)
Con Platón, el problema se complica, pero se ordena también.
Para Platón, la filosofía es, en último término, la verdadera ciencia,
la ciencia estricta, la episteme en sentido propio. Porque el conoci­
miento, en Platón, puede entenderse según dos grafides divisiones : el
•conocimiento sensible y el conocimiento intelectual; el conocimiento
de los íentidos y el conocimiento de la inteligencia, .A su vez el cono­
cimiento sensible, que da origen a Ja dóxii, opinión, se divide- en
dos*, a) eikasU1 — conjetura, imagen, representación—. Es el conoci­
miento sobre objetos sensibles representados .y reconstruidos en la
imaginación; b) pístis — creencia, fe, persuasión— . Es el conocimiento
que tengo sobre los objetos sensibles, sobre las cosas de la sensibilidad
JHTR. FILOSOFÍA. —
í
Introducción A la filosofía
en cuanto vistas; es la adhesión actual a los datos de dicha sensibi­
lidad.: V el conocimiento intelectual da nacimiento a la epistéme, cien­
cia, y se subdivide e n ; a) diánaia. — raciocinio, discurso— . Son las
conclusiones ob.tenidas por la reflexión de tipo discursivo; son las
consecuencias que se obtienen, de modo homogéneo, por el desarrollo
de premisas; b) nóesis — intuición, aprehensión o captura intelec­
tual— . Es el conocimiento dialéctico que desemboca en la visión de
las. esencias,, de las ideas, cuyo órgano es el nous, la inteligencia.
Ñoco, quiere decir ver, precisamente, y además darse cuenta; desperlarsc, como decimos nosotros. L a jjócsíj es la mirada del notis, por eso.
Cuando la inteligencia.mira, v e ideas. Ese ver es el acto de la nóesis,
el más alto conocimiento del hombre. (Rcp,, VI, 509/511.)
Bien; la filosofía es, en propiedad, el conocimiento de h-epistéme
noctica, de lo que llamaríamos la ciencia dialéctica e intuitiva de las
ideas, aunque también incluye al conocimiento dianoctico o discur-.
sivo.
,
Pero este vc.f las ideas, las esencias; esta visión por la cual veo en
un. acto justo la justicia, en una cosa bella la belleza, en un hombre.
particular la idea misma del hombre, no es un ver exterior, Eñ el
fondo es un vcr-tnc; y es verme, no simplemente ver, porque en
Platón, segdn los fundamentos metafíisicos de su pensamiento, k
nóesis implica una interiorización. Con el se inicia el proceso que,
para el cristianismo, hará famoso San Agustín; de extertoribus ad
interiora, de interioribus ad stiperiora. Da las cosas exteriores a las
interiores, y de las cosas interiores a las superiores. De los objetos que
crnocemos por los sentidos debo volver sobre mí mismo, para encon­
trar en mí mismo lo que ellos son. Y esto porque los objetos son par­
ticipaciones, sombras o semejanza;; de una realidad superior, absoluta,
que el hombre "ha conocido presencialmente, en una existencia anterior.
Aquí se enlaza Platón con la teoría religiosa de la metempsícosis. El
hombre está constituido por un principio inmortal, el alma, que alguna
vez vivió en un mundo donde existían las cosas verdaderas, la esencia
de las cosas, y las contempló en todo su esplendor. Luego cayó en
un cuerpo mortal, en este cuerpo, olvidando esas ideas. Pero como
todo lo que hay en el mundo sensible fue creado por el demiurgo y
los dioses inferiores — el I)ios platónico— según los modelos de aque­
llas ideas o esencias, el hombre, al contemplar el mundo sensible,
La v o z “filosofa" cn S ^ eS os y romanos
:9
despierta al recuerdo del mundo inteligible. Ese despertar, ese recor­
dar, ese volver sobre sí mismo y ver allí let verdadera belleza, el
verdadero bien, el número,' etc., con- ocasión d e las semejanzas de
belleza que hay en las cosas sensibles, es el -tránsito a la- filosofía. La
filosofía será, por ejo, al'fin, una marcha hacia la contemplación de.
vím mundo' inteligible que ahora recuerdo en m i intimidad, pero que
un día volveré a contemplar, pues, precisamente, por la filosofía ¿c
inicia el regreso del alma hacia su patria perdida. (Todas estas cosas
las veremos cn detalle cn una clase especial sobre Platón.)
Gon Aristóteles, luego, la significación de la filosofía alcanza pre­
cisiones científicas que permanecerán como el supuesto de todo hacer
filosófico: i.°, ciencia es el conocimienjto de las cosas por sus causas,
cognilio reruin per causas; z.°, hay tres tipos de ciencia? especulativas
o teóricas, que dicen lo que las cosas son; prácticas, que establecen
lo que debe ser, la norma de la conducta y se refieren al obrar hum ano; poéticas, que fijan las reglas del hacer; del hacer como pro­
ducción, como fabricación. Todo eso, en sentido muy general, pode­
mos decir que e? filosofía.
:¡.
Pero Jas ciencias especulativas se refieren a. varios objetos: a las
causas últimas del ser físico, a las causas últimas de los seres mate­
máticos, a las causas últimas del ser cn cuanto >ser y a Ja última causa
de .todo, a Dios. La filosofía pera, por eso, tienda de la naturaleza
(ser físico), ciencia de la cantidad (ser matemático) y ontología a
teología — ciencia del ser y ciencia de Dios—.¡L a verdadera filosofía,
la filosofía cn sentido último y estricto, será ésta: próte philosophúi,
la que trata de la última causa, de Dios. Y por unn razón muy clara:
para Aristóteles —según una división poco precisa—, el conocimiento
tiene dos grandes apartados-; a) uno es el conocimiento empírico, cn
el cual cada uno sólo puede decir que algo es así. Señalar que lo
e s; mostrarlo, Yo digo que el sol sale .todas las; mañanas simplemente
porque lo veo. Puedo dar muchas explicaciones míticas, pero lo que
yo se, pues lo veo, es que aparece de nuevo cada tantas horas. Si
alguien lo duda, puedd ponerlo frente al hecho? mostrarle cada tan­
tas horas la salida Hel solí b) otro es el conocimiento científico, cn
el cual no sólo digo que algo acontece o es, ?ino el por qué acontece
o es. D igo que el jsol aparece todas las mañanas, debe aparecer cada
tantas horas, porque hay un movimiento de rotación de la tierra.
20
Introducción a la filosofía
Por ia rotación demuestro que ei sol debe salir. El sol aparece todas
las mañanas porque la tierra da vueltas sobre sí misma. Ésta es la
razón, la cnusa de aquei movimiento.
Ahora bien; el conocimiento estrictamente científico, para Aristóteles, es, según dijimos, el conocimiento por las causas. Y mientras
más fundamentales, más altas son las causas, más fundamental, más
alto es el conocimiento. Luego, si hay una causa absolutamente pri­
mera, una causa que explique todo lo que hay, su conocimiento será
el primer conocimiento del hombre. Conocer esa causa será el último
saber — ei primero—. Y la última causa es Dios. La ciencia que trate
de Dios, así, será ía primera ciencia, la primera filosofía: prole pin*
losophía o philosophía theologihé.
La filosofía entonces, para Aristóteles, debe entenderse como el
conocimiento por las causas. Sólo quien conoce las causas, conoce ver­
daderamente. Pero la ciencia verdadera, la filosofía teórica o verda­
dera ciencia, es aquella que conoce lo que es en sus causas y en sus
principios, desinteresadamente; no con vistas a la utilidad, sino a la
contemplación; simplemente porque el' hombre es un ser racional,
y su mayor gozo, su felicidad, es el saber. La filosofía es, en definiti­
va, el saber sobre las últimas causas, accesibles a la inteligencia del
hombre, y movido por su propia naturaleza. Vivir, para el hombre en
cuanto hombre, en cuanto poseedor de algo divino que se halla en
el, la inteligencia, será filosofar y en la filosofía misma encontrará la
felicidad y su destino. En efecto, lo que a cada urío le es propio por
naturaleza, es también para él la mejor y más dulce cosa. Así, para el
hombre, es tal la vida, de acuerdo al intelecto, pues éste es, sobre
todo, ¡o que constituye- al hombre. Por eso ésta es la vida más feliz.
(E t. ti Nic. X , 7, 1177-8.)
^
Después de Aristóteles, la filosofía no es ya, estrictamente, meta­
física, no es más filosofía primera como ciencia del ser, que en sí mis­
ma lleva su propio fm y su propio gozo, sino que se extiende, se
vulgariza, se difunde especialmente como un saber práctico de la
vida y de la prudencia; como un conocimiento de lo que hay que
saber para resistir. Esto se comprende; piénsese en la disolución de
Grecia,, en el imperio helenístico, ert la mezcla de pueblos y conse­
cuente crítica de religiones, etc. Por eso, 'para los estoicos, es 'Un
arte útil, y aunque mantienen la amplitud de la filosofía en la divi-
t a voz “filosofía " et\ griegos y romanos
21
¿ion de lógica, física y ética, se acentúa tanto la importancia de la
ética, Ja importancia de k norma, que ei filosofar, al final, se trans­
forma en un puco ejercicio de la fortaleza. Asi Séneca: "M i virtud
.fue realzada por las mijsmas cosas con que se la atacaba; 1c conviene
ser mostrada y puesta a prueba; nadie comprende lo grande que es
mejor (}ue los que han sentido sus fuerzas al combatirla, nadie conoce
mejor la dureza del pedernal que los que lo golpean. Me muestro como
una roca aislada en medio de un mar agitado, que las olas no dejan
de azotar por cualquier lado que se muevan. Y no por ello la conmue­
ven ni la desgastan en tantos siglo? de continuos embates.. Asaltad,
acometed: os venceré resistiendo." (De Vita Beata, X X V II.) Y en
otro lu gar: “ La filosofía es el estudio de k, virtud, pero por la virtud.
misma.” (Epist., LX X X IX .)
Este aspecto práctico también informa el pensamiento del epicureísmo, aunque por otras razones. Epicuro dice que k filosofía tiene
por objeto, con discursos y razonamientos, procurar una vida feliz.
Sigue siendo un conocimiento, pero no un conocimiento científico en
sentido desinteresado, sino un conocimiento funcional dirigido al ser­
vicio de una vida feliz. Y, en otros casos, Jas cosas se tornan más
concretas todavía: k filosofía tiene como fin el actuar eficientemente
sobre las cosas? Si el conocimiento y la contemplación no llegan a
ninguna acción sobre las cosas, ■en cierto modo son imperfectas y
truncas — sostiene Cicerón.
Finalmente, para el neoplatonismo, para el último gran sistema
filosófico griego, la filosofía adquiere nuevamente un gran sentido:
un sentido total. La filosofía es el saber del principto, es el saber del
Uno, de la arché (arché quiere decir principio y antiguo); de k
arché conio fundamento del cosmos y sus cosas. Pero la filosofía no
es un conocimiento det Uno, de Dios, que nos eleve hasta £1 y nos
deje tan tranquilos, como si nada sucediera. La filosofía es ei conocímiento que nos lleva a la Divinidad para fundirnos en ella, para
transformamos a nosotros mismos en cí Uno inefable, por medio del
éxtasis. La filosofía es típicamente para Plotino lo que ahora llama­
ríamos «n saber de salvación. Vedlo en Plotino: “....quien quiere
filosofar sobre lo Uno debe... elevarse hasta los seres primeros, ale­
jarse de los sensibles que son los últimos, haberse librado de toda
maldad mientras se esfuerza por elevarse al Bien y ascender al prin­
22
Introducción a la filosofía
cipio que
halla en el mismo (en su interior) y convertirse de múl­
tiple en uno, para devenir principio y contemplación de lo Uno.”
(JEhii. V I, Lib. IX , cap. 3.)
Si nos fijamos bien en la totalidad del pensamiento griego, los
griegos parecerían estar, también, un poco como nosotros, sin saber
lo que la filosofía es, slricto sensu. (Claro que esto je justificaría con
una afirmación un poco ambigua, de Aristóteles, según la cual la filosofía es la ciencia buscada, la ciencia que. se busca — episteme tes
zetoumctics, Mctaf., 988a, 23— .) Pero las cosas no llegan a tanto!
lo que hay que decir es que la filosofía alcanza plena conciencia de
sí misma en Platón y Aristóteles, mas esta conciencia no tiene una
inmediata vigencia histórica; Lo único que, al final, parecen saber los
griegos de la filosofía, como saber común que puede encontrarse tanto
en Pitágoras como en Plotino o los estoicos, es que Ja filosofía es un
conocimiento decisivo; digamos un conocimiento último. Sea un
conocimiento del mundo,: de los actos morales, de la primera causa,
del Uno ,• sea su objeto conocer en sentido puramente especulativo o
hacer posible nuestra salvación y nuestra resistencia, ja filosofía de los
griegos nos resulta esto: un modo del conocimiento; un modo egre­
gio del conocimiento, cierto. E l conocimiento definitivo.
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