Subido por Sergio Borrego

05 El canto del zuluzuchil

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El canto del Zuluzúchil
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El canto del Zuluzúchil
El Canto del Zuluzúchil
Rosa Lofte Calderón
COLECCIÓN CONMEMORATIVA DE
LOS 100 AÑOS DE COATZACOALCOS
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El canto del Zuluzúchil
Gobierno del Estado de Veracruz
Dr. Javier Duarte de Ochoa
Gobernador Constitucional
Fundación Pro-festejos de los 100
años de la
ciudad de Coatzacoalcos, A.C.
H. Ayuntamiento Constitucional
de Coatzacoalcos, Veracruz.
Ing. Marcos César Theurel Cotero
Presidente Municipal
Arq. Roberto Martín Chagra Nacif
Síndico
Lic. David Cornelio Gómez
Regidor Primero
Profra. María del Carmen Kuasicha Hipolito
Regidor Segundo
Lic. Salvador Hernández Castro
Regidor Tercero
C.P. María Inés Núñez Monreal
Regidor Cuarto
C. Víctor Pulido Aguilar
Regidor Quinto
Lic. Federico Lagunes Peña
Regidor Sexto
Dr. Alfredo Phinder Villalón
Regidor Séptimo
Lic. Alejandro Rafael García Carrillo
Regidor Octavo
C.P. Claudia Pérez de la Cruz
Regidor Noveno
Lic. Jesús Eliseo Flores Gómez
Regidor Décimo
Lic. Edgar Brito Molina
Regidor Décimo Primero
C. María de los Angeles Lara de León
Regidor Décimo Segunda
C. Ricardo López Carrera
Regidor Décimo Tercero
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Sra. Ángela Pulido Guerrero
Vice-presidenta
Arq. Daniel Jiménez Medina
Tesorero
C.P. Ignacio Ordoñez Rodríguez
Presidente Ejecutivo
Lic. Angélica Carmona Jurado
Secretaria Ejecutiva
Dr. Moisés Alor Guzmán
Vocal
Lic. Juan Manuel Rodríguez
Caamaño
Vocal
Sra. Teresa Kato de Valdés.
Vocal
Profra. Cecilia Aurora Martínez
Vocal
Lic. Felipe Ángel Hernández Pulido
Vocal
El canto del Zuluzúchil
PRESENTACIÓN
Coatzacoalcos, cumple 100 años de haber sido elevada al rango
de ciudad, cerrando un capitulo e iniciando una nueva etapa
en la historia local y nacional. Este acontecimiento, coincide en
tiempo y lugar con hechos que cambiaron la historia de México:
como la Revolución Mexicana y la puesta en operación del Fe
rrocarril Transístmico, así como la construcción del Puerto de
Coatzacoalcos.
Por su ubicación estratégica en el Istmo de Tehuantepec, por su
geografía que facilita las comunicaciones terrestres y marítimas,
la historia de Coatzacoalcos ha estado siempre ligada a la historia nacional. Desde siempre destinada a ser una ciudad importante y valiosa, mucho antes de su elevación a la categoría de
ciudad hace 100 años, aquel primero de julio de 1911.
El centenario de la ciudad y puerto de Coatzacoalcos, es un
hecho que nos hace reflexionar y pone en consideración nuestro
futuro, el futuro de la ciudad y de las próximas generaciones.
Estamos hoy convocados por la historia a comprender nuestro
presente, a revisar el pasado y revitalizar nuestra identidad.
Convencidos de la importancia de legar a las nuevas generaciones de esta identidad autentica, propia, única; de la verdad
histórica de quiénes somos y por qué somos, el Honorable Ayuntamiento de Coatzacoalcos realiza la edición del cuento titulado
“El canto del Zuluzúchil” de la escritora Rosa Lotfe Calderón
con motivo del Centenario de nuestra ciudad.
Ing. Marco César Theurel Cotero
Presidente Municipal
2011 - 2013
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a María Fernanda
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El canto del Zuluzúchil
I
El Canto del Zuluzúchil
Hace muchos muchos años, una fresca mañana de invierno, los
árboles de la frondosa Isla Verde estaban muy contentos, un
viento suave los mecía y sus ramas se acariciaban en armoniosos
susurros.
La nana Felicia se asomó a la ventana de la casa y palpando con
ternura el vientre de su niña exclamó:
-¿Oyes el canto de los árboles Cuquita? - ¡La brisa los mece y
ellos silban de alegría! ¡Es un hermoso día para nacer!Y una horas más tarde, en la pequeña casa de la loma junto al
faro de la calle Miramar, el llanto de una pequeña de grandes
ojos negros anunciaba su llegada al mundo.
Cuando su mamá la tuvo entre sus brazos, dijo entusiasmada:
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-¡Te llamarás Brisa, como este viento suave que acaricia!Pasaron los años. La pequeña Brisa jugaba horas y horas en el
jardín de su casa hablando con los anturios, los jazmines, las gardenias y las rosas, pero al llegar el invierno, cuando las flores
desaparecían, ella se ponía muy triste y se pasaba el día recostada en el borde de la ventana contemplando con pena las ramas
vacías, hasta que un día, le preguntó a la nana:
-¿Por qué se van todas las flores y por qué tardan tanto en volver?
-¿Quién te dijo que se han ido todas? - Le respondió Felicia poniendo los brazos en jarras y agregó enseguida:
-Muy cerca de aquí, hay un árbol, que en Chiapas, la tierra de tu
mamá, es sagrado y es el único que florece en el invierno. Ponte
la mañanita que vamos a salir a la calle y está fresco allá afuera.
Te voy a enseñar una de las flores más lindas que has visto, es un
capullo de Dios, que seguro te alegrará el alma.
Brisa y Felicia salieron tomadas de la mano. El viento del norte
soplaba con fuerza en la Isla Verde levantando las enaguas de la
nana istmeña.
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Caminaron en silencio un corto tramo hasta que se detuvieron
bajo un enorme árbol, el aire se filtraba entre sus ramas desnudas
produciendo prolongados silbidos.
- Mira mi niña, el Zuluzúchil está cantando porque está llenito de
capullos. ¡Son florecitas de invierno como tú!
-Son muy lindos nana.-Dijo Brisa muy emocionada.- Pero...¡Están
muy altos!En eso, una ráfaga de viento agitó las ramas del árbol y los hermosos capullos de color solferino tapizaron la tierra. Una linda
sonrisa se dibujó en el rostro de Brisa, que se apresuró a recogerlos, pero eran tantos, que tuvo que envolverlos en su falda para
llevárselos todos.
Al llegar a casa, Felicia fue a buscar varios botecitos de cristal, les
puso un poco de agua para que la niña colocara un capullo de
Zuluzúchil en cada uno.
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Brisa estaba feliz, habían vuelto las flores y la alegría a su casa.
A la hora de la comida, el papá de Brisa, advirtió que había flores
por todos los rincones. También en la mesa del comedor, entonces preguntó:
-¿Quién ha traído todos estos capullos de Xolotlsúchitl?
Brisa respondió muy contenta:
-Fui yo papá, salí a buscarlos con la nana. Yo los traje, pero no se
llaman así como tú dijiste, su nombre es Zuluzúchil.
-No mi amor, así les dice Felicia.- Aclaró sonriente.- Pero se llama
Xolotlsúchitl, que quiere decir capullo del dios Xólotl, el gemelo
precioso de Quetzalcóatl, la estrella del atardecer.
-Pe...pero a mí me gusta más, Zuluzúchil papá, además...- Agregó
abriendo mucho sus grandes ojos negros.
-¿Quieres que te cuente que pasó cuando el árbol me vio?
-A ver, dime.- Le dijo enternecido.
-¡Pues...se puso a silbar muy fuerte moviendo sus ramitas y me
regaló todas estas flores para adornar la casa! - Exclamó señalando los botecitos a su alrededor.
Cuando llegó la primavera, Brisa le platicó a los anturios y a las
gardenias y los jazmines, que ya no se quedaba triste cuando
ellas desaparecían, porque entonces, llegaban los capullos de
Xólotl para hacerle compañía.
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II
Bajo la sombra de los árboles de Zuluzúchil
Era el mes de abril. Brisa caminaba por las arenosas calles de
la isla acompañada de su nana cuando descubrió que las ramas
del Xolotlsúchitl estaban ahora cubiertas de pequeños brotes de
color rojizo.
-¡Mira nana, el Zuluzúchil ahora se ve rojo! - Exclamó.
-Sí, ya están brotando sus primeras hojas, son coloraditas cuando
están tiernas, pero ya verás que crecen muy rápido y se ponen
muy verdes con los rayos del sol.
Cuando dieron la vuelta en la esquina para tomar el camino hacia el mercado, Brisa se emocionó al ver un sendero llenito de
árboles de Xolotlsúchitl.
-Nana, no me habías dicho que había tantos. ¡Son muchísimos!U 13 V
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dijo la niña sorprendida.
-Y ya verás cuando estén tupidos, dan tan buena sombra, que
sus ramas no dejan pasar ni un rayito de sol. Por eso, desde muy
temprano, esto se llena de vendedores que llegan en cayuco por
el río, o de lecheros que vienen a caballo de los ranchos y...hasta
los peluqueros se salen para atender a sus clientes bajo los árboles. Ya por la tarde, a la gente le gusta reunirse a platicar o jugar
dominó en el fresco y sacan mesas, sillas, mecedoras y hasta cuelgan hamacas, mientras los niños corren de un lado a otro.
-¡Qué bonito!-Si niña, si no fuera por los árboles, la leche y el queso se echarían
a perder, la fruta se maduraría rapidito bajo el sol y los caballos
no tendrían donde descansar antes de volver al rancho. Bajo la
sombra del Zuluzúchil la gente siempre se mira muy contenta.-¡Me tienes que traer cuando se pongan verdes! - ¿Falta mucho?-No.- Le respondió Felicia muy animada.- Si se tupen rapidito,
en menos de una semana, ya lo verás.
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Unos días más tarde, Brisa pudo ver que todo lo que le había
contado la nana, era verdad. Los árboles habían extendido sus
ramas como queriendo abrazarse formando un enorme arco y
estaban tan tupidas que no pasaba ni un rayito de sol entre ellas.
La gente se paseaba alegremente comprando pues había de todo:
frutas y verduras de todos los colores, hierbas de olor y flores
blancas; nardos, azucenas y gardenias, grandes peroles de leche,
cuartillo de crema y quesos envueltos en hoja de plátano. Totopos, pan de sal y de dulce, tamales, elotes, agua de coco, de
jamaica y de horchata, ciruelas y nanches curtidos, frutas en miel
de piloncillo, canastas, vasijas de barro, hamacas, huaraches y
sombreros de paja.
También vio a los caballos de los lecheros bajo los troncos, las
enormes sillas de los peluqueros, a los niños correteando mientras sus padres platicaban con los amigos.
Todo era más bonito que cuando su nana se lo había platicado.
La gente en verdad sonreía bajo la sombra de los árboles de Zuluzúchil.
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El canto del Zuluzúchil
III
El Sendero de los Zuluzúchils
Diez años habían pasado ya, cuando al regresar de la escuela,
Brisa vio que unos hombres con machete estaban tirando sus
amados árboles.
Horrorizada y con lágrimas en los ojos, corrió hasta su casa.
-¡Papá, papá. Están matando los árboles, están matando los árboles!- Gritó agitada.
-Cálmate, Brisa, cálmate. A ver, dime qué te pasa.¿Por qué estás
llorando así?-Es que...están tirando los árboles papá, todos, todos los árboles
de Zuluzúchil están en el suelo.- Le contestó entre sollozos.
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El canto del Zuluzúchil
-Mira hija, es necesario que derriben algunos para poder trazar
las calles que van a pavimentar. No los van a tirar todos, van a
construir jardineras para resguardar los que están en el medio, la
ciudad necesita de su sombra. ¿Entiendes?
Brisa lo entendió. Era una niña inteligente, pero de cualquier
manera no podía evitar la tristeza al ver que el fresco y hermoso
sendero de los Zuluzúchils, había desaparecido.
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IV
La nobleza de un árbol
El papá de Brisa, conmovido con el llanto de su pequeña, salió a
la calle a buscar al ingeniero que estaba encargado de la obra y le
pidió le permitiera llevarse los árboles que estaban tirados.
Después de varios viajes en una carreta que era jalada por un
caballo, se llevó todos los árboles derribados al cementerio de la
cuidad.
Li, el alegre y trabajador jardinero del panteón que sabía todos
los secretos de las plantas, aceptó gustoso hacer un almácigo
para que nacieran nuevos arbolitos de los troncos rugosos de los
Xolotlsúchitls.
Preparó la composta, los cortó en gajos para hacer esquejes y los
fue enterrando uno por uno. Cuando terminó, regó bien la tierra
y los cubrió con costales para que guardaran la humedad.
Tres semanas después, cientos de nuevas plantitas comenzaron
a brotar del suelo. El buen Li se puso su sombrero de paja pintado
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de sol y lluvia* y bajó sonriente la cuesta del panteón para llevar
la buena nueva.
Cuando Brisa contempló los retoños de color verde pálido,
abrazó a su padre agradecida, llenándolo de besos y le pidió:
-Por favor papá, que se queden aquí, todos juntos, aquí no van
a hacer calles y así, cuando la gente venga a traerle flores a sus
muertitos, se podrá cobijar a la sombra de los Zuluzúchils.-Así será cariño, la nobleza de estos árboles y los cuidados del
viejo Li, harán que se cumplan tus buenos deseos.
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“Coatzacoalcos, Zuluzúchil Florecido”
Los buenos deseos de la niña de los grandes ojos negros se cumplieron. Aquellos pequeños retoños, hoy son enormes y viejos
árboles que siguen de pie en el antiguo cementerio, pero, no sólo
ahí. Cada vez que un árbol era derribado, Brisa corría en búsqueda de Li para crear almácigos y juntos sembraron Xolotlsúchitls
en muchos jardines y camellones de la ciudad.
La hermosa Isla Verde se transformó en una próspera ciudad,
se hicieron carreteras rellenando los pantanos, se construyeron
puentes y más tarde...llegaron las industrias.
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A consecuencia de esto, los árboles se fueron extiguiendo poco
a poco, unos fueron derribados para pavimentar nuevas calles y
otros se secaron, pues los pajarillos que se alimentaban del hongo que cubría los troncos del Xolotlsúchil (en tiempo), también
desaparecieron con la contaminación del aire.
Brisa promovió ante las autoridades que se fumigaran todos los
árboles que aún quedaban vivos en las calles, en el panteón y en
los patios de las casas para evitar que murieran.
Ella los visitaba a todos, les cantaba y les escribía bellos poemas
para tratar de contagiar a los nuevos habitantes de la isla de su
gran amor por los Zuluzúchils, como ella prefería nombrarles.
Les contaba la historia de Xólotl y de su gemelo Quetzalcoatl, de
la leyenda que dio origen al nombre de la cuidad y de su río y
siempre que se presentaba la oportunidad solía repetir:
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“Si yo pudiera devolverle a mi ciudad sus Zuluzúchils, regresaría
con ellos el ambiente de armonía y amistad que reinaba entre sus
habitantes”
Cuando ella se fue al país de los sueños, sólo quedaban vivos
once Zuluzúchils: tres de color blanco y ocho color solferino, más
con las enseñanzas de Li, aquel alegre jardinero del panteón, han
nacido nuevos arbolitos que ya han encontrado un hogar entre
los nuevos habitantes de aquella hermosa isla verde que es hoy
la pujante ciudad de Coatzacoalcos, a la que Brisa bautizó como:
“Sitio del Viento”.
Más llegará el día en que todos los rincones de esta noble tierra
de profecías y leyendas - con la brisa suave del invierno - se
escuchen de nuevo los susurros armoniosos del canto del Zuluzúchil.
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El Canto del Zuluzúchil, de Rosa Lotfe Calderón, se terminó
de imprimir en Julio del 2011, en Editora La Voz del Istmo
S.A. de C.V., Editorial Robles (MR) Cuauhtémoc No. 1608 Col.
Puerto México, Coatzacoalcos Ver. El tiraje consta de 1000
ejemplares.
Impreso y hecho en México.
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