1 UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN ESCUELA DE PSICOLOGÍA DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA DINÁMICA ESTUDIO PSICOLÓGICO II PSICOSIS INFANTIL Profesora: Adriana Paz Castillo Alumna: Angélica Aular Jenirée Marín Mayo, 2012 2 INDICE I. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA FREUDIANA II. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA KLEINIANA III. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA LACANIANA IV. PSICOSIS Y OTROS TRASTORNOS EN EL DSM-III Y DSM-III-R V. PSICOSIS INFANTIL Y AUTISMO VI. INVESTIGACIONES RECIENTES VII. CONCLUSIONES VIII. REFERENCIAS IX. ANEXOS 3 INTRODUCCIÓN El término psicosis infantil ha sido empleado por lo general dentro del lenguaje psicoanalítico y desde diversas perspectivas (principalmente la psiquiatría) se ha constituido como un elemento en torno al cual, a través de los años, se han entablado múltiples discusiones respecto de su aplicabilidad y pertinencia. En un brevísimo recuento histórico podemos decir que la psicosis infantil ha sido equiparada y diferenciada por distintos autores y posturas teórico/prácticas de otros “trastornos” tales como el autismo, la esquizofrenia y ciertos trastornos del desarrollo. Es de esta manera y conforme a ello que se presentan diversos planteamientos a modo general en torno a dicho término, sus implicaciones, diferenciación en cuanto al autismo y cómo se lo ha encontrado en terapia. 4 I. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA FREUDIANA Barreira (2009), expone que en los trabajos de Freud acerca de la psicosis fueron asistemáticos, en cuanto a sus características y estructura. En 1984 la psicosis es considera una forma de defenderse ante un realidad penosa o angustiosa, mientras que en 1924 ya habiendo desarrollado la segunda tópica, contempla la psicosis como una estructura diferenciada de las neurosis y las perversiones. Esto es afirmado por el mismo Freud (1985/1924), cuando indica que en su concepción inicial de la psicosis era un conflicto entre el yo y el mundo exterior, y aunque esto no deja de ser cierto, a lo largo de las investigaciones se ha profundizado el tema, hasta configurara una teoría más extensa en la cual la etiología de la psicosis es la frustración, generada por el incumplimiento de deseos de la infancia. El efecto patógeno de esta frustración que siempre es externa, aun cuando en ocasiones provenga del superyó, el cual es colocado en el exterior, depende de cómo reaccione el yo ante la misma, si se subordina al mundo exterior o al ello. Es necesario tener en cuenta que el superyó también está presente reuniendo influencias tanto del ello como del mundo exterior y formando un ideal donde se reúnen todas las subordinaciones. Alrededor de 1914 Freud habla de la parafrenia, como manera de suplantar el término demencia precoz, y que refiere al éxito de la represión y a la fijación al autoerotismo, y que se caracteriza por alucinaciones, y estereotipias verbales y motoras que buscan restablecer la libido en los objetos. Siendo esta la aproximación más clara de Freud a la psicosis infantil. Freud (1985/1914) explica que los parafrenicos muestran dos rasgos principales, el delirio de grandeza y la indiferencia ante el mundo externo, este último rasgo parece dar cuenta de un retiro de la libido de las personas y objetos del mundo exterior, sin remplazarlas en la fantasía como hace los neuróticos. Esta libido retraída se coloca en parte en el yo, lo que genera los delirios de grandeza, se trata de un narcisismo por replegamiento de la libido. 5 II. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA KLEINIANA La hipótesis central Kleiniana plantea que si bien lo psíquico nace de lo instintivo (particularmente el “instinto” de muerte y sus derivados), su expresión máxima se da en la fantasía. En esta se muestran las relaciones que el Yo infantil mantiene con sus objetos internos y que, en lo sucesivo, determinara como serán las relaciones con los objetos externos. Ahora bien, dicha fantasía tiene un carácter preponderantemente destructivo, dadas la presencia del impulso de muerte y un superyó muy sádico que aumenta la carga de ansiedad generando la necesidad de la formación de ciertas defensas específicas. Todo esto va a influir en las relaciones previamente mencionadas (con objetos tanto internos como externos), marcando así dos posiciones básicas: la esquizoparanoide y la depresiva. A partir de allí se van a conformar dos núcleos de la psique que dependerán de rasgos de carácter y conductas particulares mediante los cuales se controlan y resuelven las ansiedades. En este sentido, la ansiedad va a ser producto del temor a la retaliación dado el sadismo infantil presente. De esta manera, los objetos atacados se convierten en objetos vengadores tanto desde afuera (objeto malo externo) como desde dentro (objeto malo interno, que será el primer núcleo del superyó). El niño asume que será tratado por los objetos externos de la misma manera sádica en la cual él se comporta con ellos. En la posición esquizoparanoide, características de los primeros años de vida, está caracterizada por el no reconocimiento por parte del bebé del objeto total (la madre como una persona) sino que por vía de la escisión crea dos objetos parciales: uno bueno y uno malo (excepto en casos patológicos donde hay más). Dicho mecanismo de escisión se conforma como una defensa precoz que será acompañada por la identificación proyectiva, la negación mágica omnipotente y la idealización (SánchezBarranco y Vallejo, 2004). De esta manera, el conflicto intrapsíquico es el producto de la lucha entre pulsiones de amor y odio respecto de los objetos. En cada una de las 6 posiciones se dan deseos, ansiedades y defensas particulares que paso a fantasías específicas en las cuales quedan expresadas distintas conflictivas tanto de los objetos internos como externos. En la posición esquizoparanoide es especialmente relevante la proyección de los impulsos “malos” o destructivos en objetos externos a la vez que se los introyecta al tiempo que las relaciones con estos están altamente cargadas por la fantasía. Es menester la integración tanto de los fantasmas internos como externos en pro de dar paso a la posición depresiva (más avanzada en el desarrollo). Como bien es sabido, una de las características más importantes de la posición depresiva es que en la misma hay un proceso de integración (ya no escisión defensiva entre lo externo y lo interno), la elaboración del duelo consecuente al desmantelamiento parcial de la idealización y la negación mágica omnipotente, al tiempo que se da paso a la simbolización que ira de la mano a un fantasear “menos infantil y más realista”. Esto implica la elaboración del duelo por aquel objeto perdido y la sustitución de éste por vía de la simbolización a través de otros objetos. Esta posición depresiva que implica el estado de duelo por la pérdida del objeto es manejada por medio de defensas que en principio son maníacas (triunfo, control omnipotente y desprecio por las relaciones con el objeto). Sin embargo, junto a tales defensas actúa la reparación que va a permitir la reconstrucción y superación de tal posición. De lo contrario, se produce una regresión a la posición esquizoparanoide a partir de lo cual se explica la aparición de una psicosis (caracterizada por el funcionamiento de esta etapa donde la estructura psíquica es precoz, no hay simbolización y la relación con lo interno y lo externo se da como comercio entre ambas instancias de manera indiferenciada). Esto puede ocurrir en cualquier momento de la vida bajo la forma de una psicosis esquizofrénica o una psicosis maniaco-depresiva. Finalmente, esta es descrita como una psicosis simbiótica donde hay una relación simbiótica madre-hijo que no progresa. Conforme a ello, la representación mental de la madre va a permanecer inseparable del sí 7 mismo o va a fusionarse progresivamente a este; ello ocurre porque el niño desea mantener la ilusión de omnipotencia mediante dicha fusión simbiótica con la madre para, de este modo, alejar sus propias reacciones de pánico ante la amenaza o peligro inminente de separación de la misma. III. PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA LACANIANA La psicoanalista de corte lacaniano Coriat (1995), afirma que tanto en el ámbito psicoanalítico como en el clínico, desde que se comenzó a estudiar la mente humana, y las enfermedades de la misma, la configuración del campo ocurrió desde la visión del adulto. En el caso especifico de la psicosis sucedió lo mismo se formo el campo según las características de los adultos, luego se esperaba hacer a los niños entrara en el mismo molde. En el caso de los niños, la psicosis ocurre de manera diferente, aun cuando mantiene una gran semejanza con la que se presenta en el adulto. Coriat (1995) señala como el principal factor diferencial, es el carácter de irreversibilidad; cuando se diagnostica a un sujeto con psicosis se considera que la misma es irreversible, estos significantes, irreversibilidad y psicosis, están fuertemente ligados. En el caso del adulto esta unión de significantes se mantiene, mientras que en los niños esto no sucede, la psicosis infantil puede remitir hasta no dejar huellas en la estructura del sujeto, aunque esto no siempre ocurre. Se considera que la pubertad es la línea divisoria entre una psicosis infantil y un psicosis (adulta), debido a que como señala Freud, en esta etapa se termina de configurara la estructura del sujeto. Desde la visión lacaniana, el origen de la psicosis, tanto en niños como en adulto, está relacionado con el Nombre del Padre. El Nombre del Padre se va inscribiendo en el niño con cada experiencia de separación y se vuelve el determinante primordial cuando el niño se apodere de la palabra. El sujeto debe haberse introducido en el estadio del espejo, lo que le da la noción de no ser uno con el mundo, ni con la madre. Dicha noción permite al otro con minúscula ingresar haciendo el corte de la Ley, es decir, 8 la función paterna va dejando una marca de corte con cada vivencia de alejamiento o ausencia, pero esta marca aun no es un significante, para esto es necesario que el individuo lo inserte en su historia, y esto sucede con la ayuda del deseo sexual y es cuando entra por primera vez la Ley. Cada uno de estos pasos son necesarios para que ocurra la internalización de este determinante primordial, en caso de que se presente cualquier irregularidad en los mismos, ocurre la forclusión del Nombre del Padre, lo que es el cimiento de la psicosis, esto provoca que no se anuden de manera correcta lo real, simbólico e imaginario. Coriat (1995), realiza un señalamiento acerca de un tema, que es compartida por los psiquiatras y que reafirma Lacan (1958), se trata de que debido a que esta psicosis son curables, y más que esto es posible modificar la estructura del sujeto y que las características psicóticas en cuanto al modo de relacionarse, o mejor dicho no relacionarse con el Otro, pueden cambiar, siempre que se escriba lo no escrito, lo que es realizable hasta cierta edad como se menciono antes. Lacan (1958) enfatiza que el conflicto en la psicosis no es la pérdida de la realidad sino, la sustitución que ocurre en el discurso, y en consecuencia asevera que el estado terminal en la psicosis no siempre es un estado caótico. Respecto a este tema Gutiérrez (1995), expone que la estructura psicótica favorece recursos, como la suplencia y la creación de un delirio, que puede ayudar a retrasar o detener el desencadenamiento o para estabilizar la psicosis clínica. IV. PSICOSIS INFANTIL Y AUTISMO Uno de los psicoanalistas pioneros en la distinción entre autismo y psicosis, así como también en consideraciones harto relevantes respecto del uso clínico de tales términos de maneras erradas fue Lacan. Analistas siguientes (como Laurent, 1999) resaltan el tema de la presencia de alucinaciones en el niño autista; de esta manera, la “falta de atención” hacia quien lo llama ya no sería vista como una pérdida del contacto afectivo con la realidad exterior sino como una inmersión en lo real. Esto 9 ocurre porque para el niño la voz alucinada en sí ya es una respuesta; en otras palabras: el niño se escucha a sí mismo. Ahora bien, esto da cuenta de una “alucinación verbal” que pone de relieve una relación alucinada al lenguaje, alucinación negativa por demás. Para explicar ello de mejor manera, Lacan plantea el término fenómeno elemental a partir de De Clérambault y el automatismo mental que va de la mano con el recorte del discurso corriente. Conforme a ello, para Lacan el fenómeno elemental vendrá a ser un modo particular de articulación del sujeto con el significante desligado de la cadena. Ello rompe con el criterio de que lo que es pensado debería ser lo comprensible; en este caso dicho significante se encuentra por fuera o externo al campo del yo, es anideico (Chamorro, 2003). En este sentido, una característica muy particular de la psicosis tiene que ver con la no conformidad de los fenómenos presentados respecto de una sucesión de ideas (Miller, 2005; Belaga, 2007). Desde una perspectiva psiquiátrica, Belaga apunta que en la década de los 40’ Kanner acuña el término de “autismo infantil precoz” a la condición de extremo repliegue que mostraban niños desde la infancia temprana; ello va en concordancia con los planteamientos de Bleuler, quien describe la alteración del contacto afectivo características de las esquizofrenias (substitutivas de la llamada demencia precoz) bajo el término “autismo”. De esta manera, dentro de las corrientes psicoanalíticas y de psiquiatría dinámica en Estados Unidos durante estos años se formula al autismo como una “pérdida del contacto con la realidad que entraña como consecuencia una imposibilidad o una gran dificultad para comunicarse con los demás”. Sin embargo, no queda claro el estatus de autismo como síntoma, síndrome, estructura o entidad nosológica autónoma (cuestión que para muchos sigue en discusión aún en nuestros días). Tal como se puede observar, dentro de la tradición analítica/psiquiátrica que da vida y forma al término autismo acuñado a las psicosis infantiles se hace una reformulación de la mentalidad diagnóstica, a partir de lo cual se inicia el cambio en la visión de “demencias precoces y precocísimas” ligadas a la esquizofrenia y a un déficit neurológico 10 específico, tomando como referente los planteamientos kleinianos respecto de las posiciones esquizoparanoide y depresiva como normales en la evolución del lactante. Posteriormente, con la aparición del DSM III la idea de un “desarrollo atípico” se va desconectando de la concepción de la psicosis en el adulto. Cabe destacar además, que durante los años 40 y 50, en la psiquiatría norteamericana se intento condensar lo referente al autismo y a la psicosis infantil en la llamada “esquizofrenia infantil”, caracterizada por una pérdida de contacto con la realidad, pensamiento autístico, regresión y disociación (afectiva y entre el lenguaje como signo y como función). Para autores como Bender, mientras tanto, esta esquizofrenia era determinada por una encefalopatía; además, relega el carácter y pensamiento autista destacado por otros autores y plantea más una conducta patológicamente invasiva. Esta vendría a ser una diferencia radical en cuanto al autismo en tanto en este, el Yo del niño la madre como entidad separada no sería nunca objeto de catexis, no es representativa de la realidad exterior. Posteriormente, de la mano a un nuevo paradigma y planteamientos de autores como Rutter, con la publicación del DSM III y DSM III R se incluye al ahora denominado Trastorno Autista como un trastorno del desarrollo. Aparecen también el Trastorno del Rett (que afecta solo a niñas con microcefalia), el Trastorno Desintegrativo Infantil (que algunos autores posteriores relacionaron a la psicosis infantil) y el Trastorno de Asperger (que habría sido descrito previamente como psicopatía autística tomando los planteamientos de Kanner como base). Ahora bien, desde una perspectiva Lacaniana, tanto las psicosis infantiles de presentación “autista” como la esquizofrenia se da cuenta de estar atrapado en lalengua (donde la elucubración del lenguaje no es posible así como tampoco hay un discurso establecido). Cabe acotar que tanto para Lacan como para Miller la estructura del automatismo mental ya previamente descrito, es lo normal. De allí proviene la concepción del niño autista y el niño psicótico como un infante que “se escucha a sí mismo” en su alucinación verbal. Desde esta perspectiva, el niño autista ha sido 11 vinculado más directamente con una vertiente de la esquizofrenia (Miller, 2005). V. PSICOTERAPIA Y PSICOSIS INFANTIL Una de las pioneras en cuanto al tratamiento de las psicosis en niños fue Melanie Klein, es por ello que se tomaran como base sus planteamientos para el desarrollo de ciertas precisiones respecto del tema. Lo primero que cabe destacar es que desde el punto de vista psiquiátrico en cuanto a la psicosis se toma como punto central la relación que entabla la persona con la realidad. Sin embargo, esta realidad está pensada y es evaluada desde el punto de vista del adulto normal, ignorando muchas veces el hecho de que los fundamentos con la realidad durante la temprana infancia son sustancialmente diferentes. En este sentido, el análisis de niños pequeños (entre 2 y 5 años, por ejemplo), ha mostrado cómo es que para estos al principio la realidad externa es principalmente un reflejo de su propia vida instintiva. Klein (1930) afirma que en la primera realidad del niño el mundo es un pecho y un vientre lleno de objetos peligrosos (esto a causa del impulso del propio niño a atacarlos-lo que nos remite a la identificación proyectiva de la que se habló previamente-). Así pues, en tanto que el curso normal del desarrollo del yo es evaluar gradualmente los objetos externos mediante una escala “realista” de valores, para el psicótico, el mundo es valorado en este nivel original; es decir, es todavía un vientre poblado de objetos peligrosos, de modo tal que las agrupaciones principales en la psicosis corresponden a las defensas contra las principales fases de desarrollo del sadismo. Cabe destacar, además, que los rasgos característicos que determinan el diagnóstico de una psicosis en general son distintos de los de una psicosis infantil pese a la existencia de semejanzas sumamente estrechas. En cuanto a la psicosis infantil, se puede decir que el rasgos más característico a observar es una detención o fijación en los sistemas de fantasía característicos de una posición que antecede a la esperada 12 para la edad (por lo general la esquizoparanoide); esto clínicamente implica una detención en el desarrollo. Si bien es cierto que desde esta perspectiva la fijación solo se detecta mediante el análisis, Klein resalta la apreciación inadecuada que se tiende a tener respecto de los resultados proporcionados por algunas pruebas clínicas de retardo. Conforme a ello, es frecuente que muchos casos de psicosis infantil sean tratados bajo el nombre de una “detención en el desarrollo”, “estado psicopático” o “tendencia asocial”, todo ello gracias al tiempo que conlleva el diagnóstico de una esquizofrenia. En este caso, sin embargo, ocurre que muchas características de la misma son elementos normales en el desarrollo de un niño (a saber: conducta tonta, charla sin sentido, marcado apartamiento de la realidad, exceso de actividad y movimiento estereotipado, obediencia automática, conducta negativista y angustia fóbica. Sobre todo en estos últimos componentes cabe destacar que se pueden prestar a confusión ahora precisamente por considerarles normales. Aún así, es de suma relevancia destacar que nada de esto implica necesariamente una señal de alarma. De hecho, Klein destaca que por lo general más a menudo que psicosis se encuentran rasgos psicóticos que en condiciones desfavorables podrían llevar a la enfermedad en una fase posterior de la vida más avanzada. Es igualmente importante destacar que en los casos de psicosis existe un miedo y temor abrumados por lo general ligados a una fobia como forma defensiva. En otros casos, se encuentran niños que se relacionan directamente con la fantasía y acaban por excluir por completo la realidad; estos niños no asumen ninguna frustración ya que las mismas los conectan a la realidad por lo que son considerablemente incapaces de concentrarse en cualquier actividad que implica contacto de algún tipo con la misma. Finalmente, conforme a todo lo expresado, la psicosis infantil no necesariamente implica de manera lineal la aparición de una psicosis en la adultez sino que puede ser superada con la ayuda del análisis y la psicoterapia de conformidad con otros elementos sociales y familiares relevantes. 13 VI. INVESTIGACIONES RECIENTES Psicosis Infantil: el juego de la presencia – ausencia María Antonieta de Miguel (2009) realiza en este artículo una interesante conjunción de la visión Freudiana y Lacaniana de la psicosis infantil, y cómo desde esta última es trabajada en terapia. Para hablar de la psicosis infantil es necesario primero entender que es un niño, o en este caso que es un niño desde la perspectiva psicoanalítica. La autora considera que tanto Freud como Lacan tienen una visión parecida, el niño es el primero en cuestionar su narcisismo, en notar la falta que genera la ausencia del otro, además de la falta que puede generar en el otro cuando fantasea en faltarle. La falta, tanto la propia como la del Otro es el eje de sus sueños, pesadillas, fantasías, juegos y muchos cuentos. Éste pensarse en falta es necesario para la constitución de sujeto, y la imposibilidad del psicótico. En el juego y en la repetición incesante del mismo el niño busca un espacio separado para representar la separación del otro una y otra vez, este recurso no lo tiene un niño psicótico. Un sujeto con psicosis infantil no juega con su ausencia como lo hace un neurótico, debido a que la presencia del Otro le genera una gran indiferencia o un gran horror, en su historia infantil no se encuentra un momento de contacto con la falta, o donde se erotice el cuerpo y se busque en el Otro la completud. Por lo que resulta un elemento diagnostico, La psicosis en una enfermedad que supone la ruptura del la conexión con el Otro, la línea que trasmite el deseo se ha cortado, el lenguaje que la moviliza está altamente deteriorado. Todo niño es marcado por el lenguaje, lo que lo conduce a la simbolización, en el caso del psicótico esta simbolización es imposible, esta es la raíz o el quiebre del sujeto psicótico, y el obstáculo que debe superar el clínico para lograr escucharlo. Por ende Lacan asevera que el lenguaje no sólo es la causa sino también la cura. En la cura de una psicosis infantil mediante la palabra, el analista busca separa lo real de lo simbólico, busca generar en el niño la necesidad de lo simbólico: la pérdida, esto se da por la presencia del analista de 14 manera real y en la palabra, por la manera en que éste se da, la regularidad de dicha presencia, la mirada que coloca en el niño, la posición del que enunciación la ley. Los niños psicóticos y el aprendizaje Por lo general los niños con algún tipo de psicosis suelen presentar dificultades en el aprendizaje, pero en ocasiones la dificultad se encuentra en demostrara lo conocimientos. Con estos niños se implementas técnicas especiales para ayudarlos, pero muchas de estas parecen no funcionar por lo cual Arias (1995), señala que hacen falta técnicas y métodos nuevos. Estos alumnos presentan una serie de características particulares, primero la autora se refiere al sujeto, a estos niños hay que tomarlos en cuenta ya sea hablándole o escuchándole, prestando atención a sus demandas, aun cuando no se entienda lo que dice. Los adultos debe tener una actitud de comprensión, y que a pesar de que no entiendan lo que el niño le dice, o porque hace algo, él está queriendo decir algo. Esto resulta de suma importancia debido a que el lenguaje afecta al sujeto. Otra característica es acerca del saber, con estos alumnos ellos son los que poseen el saber, el saber inconsciente de cómo trabajar y manejarse, el profesor debe tomar la posición de no saber, y cometer errores para darle a entender al niño que se puede cometer errores sin problemas y que de esta manera el puede enseñar lo que sabe. La alienación y separación son los dos tiempos de la configuración del sujeto, que el caso de los psicóticos no está presente en lo simbólico sino en lo real. Otro concepto a considerara es el otro persecutorio, los adultos deben estar en el rol del otro acogedor, por que el niño puede sentir temor y cerrarse o ser agresivo. Por último nos topamos con el cuerpo, con el cual estos sujetos presentan dificultades, el psicótico tiene el cuerpo fragmentado, pero también hay casos en que los problemas son de lateralidad y orientación espacial. Arias (1995), concluye que el psicoanálisis puede aportar mucho a la enseñanza de niños con estructura psicótica. 15 VII. CONCLUSIONES La psicosis infantil sigue siendo en la actualidad un tema que genera muchas dudas y preguntas, tanto acerca de su etiología, como de su diagnostico, y si es plausible o no usarlo en niños, en pleno desarrollo. Todo esto es debido a que diferentes representantes del campo psicológico, lo perciben de distintas formas, siendo parte de una misma escuela, posición o paradigma. Además muchos de los términos son utilizados indiscriminadamente, tales como autista, esquizofrénico, psicótico, parafrenico, entre otros. El psicoanálisis en sus distintas vertientes ha buscado dilucidar con la causa de la psicosis infantil, aunque todavía se discute si este es el término más apropiado para describirlo. En general las tres visiones presentadas tienen varias similitudes en cuanto a la etiología y las características conductuales que se observan, tales como que su origen está en la primera infancia, que algo trunca la conexión con el otro, lo que cada uno explica en sus propios términos, sin embargo parecido. La diferenciación de la psicosis infantil con otros trastornos con lo cual se los confunde en complicada, esto porque hay autores que señalas que se debería hacer referencia a las psicosis, y congregar distintos trastornos dentro de esta área, mientras otros consideran que hay que separarlos. La búsqueda de un mejor entendimiento de la psicosis infantil, permite ayudar a estos niños en diferentes ámbitos, educando a las personas que se relacionan y está en constante interacción con ellos, tales como las maestras, los padres y el resto de la familia. Además de generar nuevas maneras de intervenir, para controlarla o para evitar que se desencadene. 16 VIII. REFERENCIAS Arias, B. 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