Subido por Julian Castillo

LECTURA ORIGEN DE LA VIDA SEXTO

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INSTITUCIÓN EDUCATIVA
DEPARTAMENTAL INTEGRADO
ASIGNATURA: BIOLOGÍA
GRADO: SEXTO
DOCENTE: JULIAN CASTILLO
Breve historia sobre el origen de la vida
El descubrimiento de la expansión del universo fue una de las grandes revoluciones
intelectuales del siglo XX. Constituyó una sorpresa radical y modificó
completamente las discusiones sobre el origen del universo. Si las galaxias se están
separando, debieron estar más juntas en el pasado. A partir de la tasa actual de
expansión, podemos evaluar que, efectivamente, estuvieron muy próximas las unas
a las otras hace unos diez o quince mil millones de años. Como dije en el capítulo
anterior, Roger Penrose y yo conseguimos demostrar que la teoría general de la
relatividad de Einstein implica que el universo debió comenzar en una tremenda
explosión. Aquí estaba la explicación de porqué el cielo nocturno es oscuro: ninguna
estrella podría haber estado brillando más de diez o quince mil millones de años, el
tiempo transcurrido desde la gran explosión.
Parece que existe una comunidad de materia a lo largo de todo el universo visible,
porque las estrellas contienen muchos de los elementos que existen en el Sol y en
la Tierra. Es notable que los elementos difundidos más ampliamente entre las
huestes de estrellas sean algunos de los elementos más estrechamente
relacionados con los organismos vivientes de nuestro globo, entre ellos el
hidrógeno, el sodio, el magnesio y el hierro. ¿No podría ser que por lo menos las
estrellas más brillantes fuesen como nuestro sol, centros que mantienen y dan
energía a sistemas de mundos, adaptados para ser lugar de residencia de seres
vivientes? WILLIAM HUGGINS, 1865.
En las grandes tinieblas entre las estrellas hay nubes de gas, de polvo y de materia
orgánica. Los radiotelescopios han descubierto docenas de tipos diferentes de
moléculas orgánicas. La abundancia de estas moléculas sugiere que la sustancia
de la vida se encuentra en todas partes. Quizás el origen y la evolución de la vida
sea una inevitabilidad cósmica, si se dispone de tiempo suficiente. En algunos de
los miles de millones de planetas de la galaxia Vía Láctea es posible que la vida no
nazca nunca. En otros la vida puede nacer y morir más tarde, o bien no superar en
su evolución las formas más sencillas. Y en alguna pequeña fracción de mundos
pueden desarrollarse inteligencias y civilizaciones más avanzadas que la nuestra.
En ocasiones alguien señala hasta qué punto es afortunada la coincidencia de que
la Tierra esté perfectamente adaptada a la vida: temperaturas moderadas, agua
líquida, atmósfera de oxígeno, etc. Pero esto supone confundir por lo menos en
parte causa y efecto. Nosotros, habitantes de la Tierra, estamos supremamente
adaptados al medio ambiente de la Tierra porque crecimos aquí. Las formas
anteriores de vida que no estaban perfectamente adaptadas murieron. Nosotros
descendemos de organismos que prosperaron. No hay duda de que los organismos
que evolucionan en un mundo muy diferente también cantarán sus alabanzas.
Muchos rasgos físicos y de comportamiento de las plantas y de los animales se
heredan. Se reproducen enteros. Los hombres, por el motivo que sea, apoyan la
reproducción de algunas variedades y reprimen la reproducción de otras. La
variedad que se ha seleccionado se reproduce de modo preferente; llega a ser
abundante; la variedad desechada se hace rara y quizás llega a extinguirse.
Pero si los hombres pueden crear nuevas variedades de plantas y de animales, ¿no
ha de poder hacer lo mismo la naturaleza? Este proceso similar se denomina
selección natural. Las alteraciones que hemos provocado en animales y vegetales
durante la corta estancia de los hombres sobre la Tierra y la evidencia fósil
demuestran claramente que la vida ha cambiado de modo fundamental a lo largo
de las eras. Los restos fósiles nos hablan sin ambigüedad de seres presentes antes
en números enormes y que actualmente han desaparecido de modo absoluto.
Las especies que se han extinguido en la historia de la Tierra son mucho más
numerosas que las existentes actualmente; son los experimentos conclusos de la
evolución.
El gran descubrimiento asociado con los nombres de Charles Darwin y de Alfred
Russel Wallace es que el mecanismo de la evolución es la selección natural. Hace
más de un siglo estos científicos hicieron hincapié en que la naturaleza es prolífica,
en que nacen muchos más animales y plantas de los que pueden llegar a sobrevivir
y en que, por lo tanto, el medio ambiente selecciona las variedades que son
accidentalmente más adecuadas para sobrevivir. Las mutaciones, cambios
repentinos en la herencia se transmiten enteras. Proporcionan la materia prima de
la evolución. El medio ambiente selecciona las pocas mutaciones que aumentan la
supervivencia, obteniéndose una serie de lentas transformaciones de una forma de
vida en otra, que origina nuevas especies.
Lo que sucedió en la Tierra puede ser más o menos el curso típico de la evolución
de la vida en muchos mundos; pero en relación a detalles como la química de las
proteínas o la neurología de los cerebros, la historia de la vida en la Tierra puede
ser única en toda la galaxia Vía Láctea. La Tierra se condensó a partir de gas y
polvo interestelar hace 4.600 millones de años. Sabemos por los fósiles que el
origen de la vida se produjo poco después, hace quizás unos 4.000 millones de
años, en las lagunas y océanos de la Tierra primitiva. Los primeros seres vivos no
eran tan complejos como un organismo unicelular, que ya es una forma de vida muy
sofisticado. Los primeros balbuceos fueron mucho más humildes. En aquellos días
primigenios, los relámpagos y la luz ultravioleta del Sol descomponían las moléculas
simples, ricas en hidrógeno, de la atmósfera primitiva, y los fragmentos se
recombinaban espontáneamente dando moléculas cada vez más complejas. Los
productos de esta primera química se disolvían en los océanos, formando una
especie de sopa orgánica cuya complejidad crecía paulatinamente, hasta que un
día, por puro accidente, nació una molécula que fue capaz de hacer copias bastas
de sí misma, utilizando como bloques constructivos otras moléculas de la sopa.
Éste fue el primer antepasado del ácido desoxirribonucleico, el ADN, la molécula
maestra de la vida en la Tierra. Tiene la forma de una escalera torcida según una
hélice, con escalones disponibles en cuatro partes moleculares distintas, que
constituyen las cuatro letras del código genético. Estos escalones, llamados
nucleótidos, deletrean las instrucciones hereditarias necesarias para hacer un
organismo dado.
Hace cuatro mil millones de años, la Tierra era un paraíso molecular. Todavía no
había predadores. Algunas moléculas se reproducían de modo ineficaz, competían
en la búsqueda de bloques constructivos y dejaban copias bastas de sí mismas. La
evolución estaba ya definitivamente en marcha, incluso al nivel molecular, gracias
a la reproducción, la mutación y la eliminación selectiva de las variedades menos
eficientes. A medida que pasaba el tiempo conseguían reproducirse mejor. Llegaron
a unirse entre sí moléculas con funciones especializadas, constituyendo una
especie de colectivo molecular: la primera célula.
Hace mil millones de años, las plantas, trabajando conjuntamente de modo
cooperativo, habían llevado a cabo un cambio asombroso en el medio ambiente de
la Tierra. Las plantas verdes generan oxígeno molecular. Los océanos estaban ya
repletos de plantas verdes sencillas, y el oxígeno se estaba convirtiendo en un
componente importante de la atmósfera de la Tierra, alterando irreversiblemente su
carácter original, rico en hidrógeno, y dando por terminada la época de la historia
de la Tierra en la que la sustancia de la vida estuvo constituida por procesos no
biológicos.
Después de la explosión del Cámbrico nuevas y exquisitas adaptaciones se fueron
sucediendo con una rapidez relativamente vertiginosa. Aparecieron en rápida
sucesión los primeros peces y los primeros vertebrados; las plantas que antes se
limitaban a vivir en los océanos empezaron la colonización de la Tierra;
evolucionaron los primeros insectos y sus descendientes se convirtieron en los
pioneros de la colonización de la tierra por los animales; insectos alados nacieron
al mismo tiempo que los anfibios, seres parecidos en cierto modo al pez pulmonado,
capaces de sobrevivir tanto en la tierra como en el agua; aparecieron los primeros
árboles y los primeros reptiles; evolucionaron los dinosaurios; emergieron los
mamíferos y luego los primeros pájaros; aparecieron las primeras flores; los
dinosaurios se extinguieron; nacieron los primeros cetáceos, antepasados de los
delfines y de las ballenas, y también en el mismo período nacieron los primates: los
antepasados de los monos, los grandes simios y los humanos.
Hace menos de diez millones de años, evolucionaron los primeros seres que se
parecían fielmente a seres humanos, acompañados por un aumento espectacular
del tamaño del cerebro. Y luego, hace sólo unos pocos millones de años,
emergieron los primeros humanos auténticos.
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