JUAN DE IRIARTE, TRADUCTOR DE REFRANES OLGA GETE UNIVERSITAT DE BARCELONA Juan de Iriarte tuvo ocasión de emplear con creces su conocimiento de lenguas en el desempeño de sus distintos cargos, como bibliotecario de la Real Biblioteca, como traductor adscrito a la primera Secretaría de Estado y como miembro de la Real Academia_ Unas magníficas dotes naturales y una temprana y exquisita formación en Francia con distintos maestros le proporcionaron un bagaje cultural poco común, en el que descollaba su dominio del latín y el francés y su cómodo trato con el inglés, italiano y griego clásico . Siendo ya bibliotecario, fue nombrado (21 de febrero de 1742) oficial traductor de la primera Secretaría de Estado y del Despacho en reconocimiento al buen hacer y desinterés que había demostrado cuando tradujo al latín ciertos documentos que emanaban de aquella Secretaría y rehusó toda recompensa económica. Escribía Bernardo de Iriarte l en la noticia que antepuso a la edición póstuma de las obras de su tío : «el sigilo, distintivo peculiar de aquella superior oficina, nos impone su severa ley sin permitirnos individualizar las tareas que se le confiaron en el discurso de veintinueve años» (1774 : 1, s. p.) . Pero, si se nos escapa su faceta de traductor en el ejercicio de sus obligaciones, no se nos oculta aquella que desarrolló por devoción y que se conserva entre sus papeles personales. Iriarte tradujo mucho del italiano, francés, griego y sobre todo del latín,' pero también realizó una labor extraordinaria trasladando al latín muchos textos de otras lenguas. Voy a abordar aquí algunos aspectos de la colección de refranes que latinizó, a veces en varias versiones . Entre sus manuscritos, de elegante y segura letra, nueve volúmenes contienen Refranes castellanos, tres volúmenes Geografía proverbíal de España, un volumen sus Refranes reprobados en castellanoy verso latino, y cuatro sus Refranes castellanos traducidos El mayor de sus sobrinos, su biógrafo y heredero. Su hermano Tomás, el famoso escritor, fue el editor de las obras. Véase Cotarelo 1897 . = Entre las muestras de esta actividad destacan sus brillantes versiones de epigramas de Marcial, en las que logró recrear en castellano la chispa y la sal del bilbilitano. Curiosamente y a pesar de sus méritos, este trabajo pasó desapercibido a Menéndez Pelayo tanto en su Biblioteca de traductores españoles corno ..n su Biblioteca hispa~zo-latina cla'sica. 245 OLGA GErr en verso latino ordenados alfabéticamente. Estos últimos fueron recogidos en gran parte por distintas ediciones del diccionario de la Real Academia desde 1770, y en su totalidad (dos mil ciento veinte) pasaron a engrosar el segundo tomo de sus obras impresas. Cuando las versiones latinas no se deben al propio Iriarte, llevan indicación de autor. A esta sed paremiológica se refiere su sobrino cuando escribe que «tuvo particular gusto y curiosidad en recoger la exorbitante cantidad de 25 .000 a 30 .000 refranes castellanos, que entresacó de infinitos autores, o que cuidó de ir apuntando conforme los oía en la conversación, sin olvidarse de citar el sujeto de cuya boca los había sabido, aunque este fuese el más bajo de la plebe, y a veces pagando un tanto a los criados que le servían por cada adagio que le adquiriesen y no se encontrase entre los que ya tenía juntos» (1774 : p .) . Su magna recopilación de refranes -la única que conozcamos del siglo XVIIIes ya valiosa por sí misma, pero tiene el valor añadido de que parcialmente fue traducida al latín, y ello plantea cuestiones como, por ejemplo, ¿por qué latinizar esos archiconocidos bienes mostrencos del saber popular en pleno siglo de las luces? Intentaré responder a esta pregunta. Como miembro de la Real Academia Española desde 1743, «contribuyó esencialmente a la enmienda y aumento del diccionario no sólo en lo que mira a nuestro idioma, sino también en las correspondencias latinas, de que la Academia le nombró revisor» (1774 : I, s. p.) . Y es que, de entre los múltiples saberes que atesoraba, lo que más destacaba era su ciencia latina, que se reflejó en traducciones, producción literaria propia en verso y prosa, labor crítica y en su Gramática latina (1771), obra de referencia inexcusable que mereció durante más de un siglo numerosas ediciones dentro y fuera de España.' Así recuerda Bernardo que «el don que más sobresalía en la persona de Iriarte, que mayor fama le granjeó entre los hombres instruidos de Europa entera (fue) aquella singular teórica y práctica del idioma latino, adquiridas con una infatigable lectura de Cicerones, Salustios y Césares» (1774 : I, s. p.) . En su calidad de revisor de correspondencias latinas, hubo de proceder a remediar el escaso número y valor de las versiones latinas de los refranes que contenía el Diccionario deAutorídades (1726), que la Academia pretendía mejorar. Si se comparan las ediciones anterior y posterior a la intervención de nuestro autor, resulta evidente que en la última el diccionario se había latinizado al tiempo que se aligeraba de ejemplos tomados de autores castizos . No creo exagerar si atribuyo esta innovación a la influencia de este laborioso académico . Pero su actuación obedecía a las normas que la Real Academia se había impuesto en su planta fundacional : «A todas las voces, frases y proverbios se les debe añadir la palabra o frase latina que les corresponde [ . . .} por atención a los extranjeros» (p. xvii) . Justamente, el meritorio trabajo de Iriarte daba por fin cumplida satisfacción a aquellas exigencias . En este contexto, la latinización del diccionario parece, sobre todo, un intento de acercarlo a los lectores extranjeros, y una contribución al 3 Fueron ocho en España hasta 1835, urea en Londres (1843) y siete en París hasta 1878. 246 LA TRADUCCIÓN EN ESPAÑA (1750-1830) . LENGUA, LITERATURA, CULTURA mayor y mejor conocimiento de la lengua castellana que aquella docta institución se había propuesto . La colección de refranes castellanos de Iriarte -de la que hay constancia ya en 1732, mucho antes de sus responsabilidades académicas- es muy propia de una personalidad como la suya y le da entrada con pleno derecho -junto al marqués de Santillana, Hernán Núñez de Guzmán, Pedro Valles, Juan de Mal Lara y el maestro Correas por limitarnos a españoles-- en la larga nómina de eruditos que se interesaron por estas flores de la filosofía vulgar. Quizá convenga ahora repasar, siquiera a vuelapluma, los rasgos del refrán, sin pretender en absoluto establecer una tipología, tarea que no me compete y excede los limites de una comunicación, sino delimitar un espacio. La esencia del refrán radica en el enunciado breve de un mensaje, moral con frecuencia, y, a diferencia de otras expresiones sentenciosas (adagios, apotegmas, aforismos), también en su carácter anónimo y popular. Su plasmación es una fórmula fácil de entender y recordar basada en recursos típicos de la lengua del pueblo (elipsis, juegos de palabras, paronomasias, antítesis, rima. . .) . Su lenguaje, sencillo, a menudo se reviste de tropos . El refrán castellano no se deja reducir a modelos rígidos, pero su estructura más común es la distica, como pareado laxo cuyos versos fluctúan en número de sílabas y en tipo de rima : «Quien guarda halla» ; «Ande yo caliente y ríase la gente»; «Haz bien y no mires a quién»; «Cuando marzo mayea, mayo marcea»; «Si quieres conocer a juanillo, dale un carguillo» ; «De las cosas más seguras, la más segura es dudar» ; «No se puede repicar y andar en la procesión» . También abunda la monóstica, como octosílabo, endecasílabo, etc. : «Quien bien ama tarde olvida» ; «El buey suelto bien se lame» ; «Piensa mal y acertarás» ; «Zapatero, a tus zapatos» ; «En boca cerrada no entran moscas»; «Cobra buena fama y échate a dormir» . La idiosincrasia del latín, dechado de concisión, se aviene perfectamente con el estilo breve y denso de las paremias. En esta lengua, también de forma no exclusiva, se pueden aislar dos grandes grupos de refranes . Más antiguo es el tipo de : Ignorantía nocet («La ignorancia perjudica») ; Canis caninam non est («Un lobo no come a otro», lit. «Un perro no come carne de perro») ; Verba volant, scripta manent (lit . «Las palabras vuelan, los escritos permanecen», o sea «A lo escrito has de agarrarte, que las palabras se las lleva el aire») ; Verba movent, exempla trabunt (lit «Las palabras conmueven, los ejemplos arrastran», «Obras son adores y no buenas razones») ; Festina lente («<Vísteme despacio, que tengo prisa», lit. «Apresúrate despacio», trad. d e un adagio griego) ; Ubi amici, ibi opes (lit. «Donde hay arnigos hay riquezas», esto es «Quien tiene un amigo tiene un tesoro») ; Ubi bene, ibipatria («La patria está donde se está bien») ; Dii facíentes adiuvant (lit. «Los dioses ayudan a los que trabajan», «A quien madruga Dios le ayuda»); Ignavis semper feriae sunt («Para los gandules siempre es fiesta») . Se caracterizan por la brevedad, simplicidad sintáctica y estar generalmente en prosa . En época medieval abunda el refrán en verso, especialmente en hexámetro dactilico que, aun conservando a menudo la prosodia clásica, tiene rima, indicio de un 247 OLGA GETE drástico cambio de gustos en la expresión poética: Gratíor estfructus per multapericula ductus ("Gusta más lo que se ha conseguido tras muchos peligros") ; Piscis captívus vínum vult, fumína vivus ("El pez vivo quiere agua, el pescado vino") ; Audi, vide, tate, si vis vivere in pace ("Escucha, mira y calla si quieres vivir en paz") ; Qui caret uxore, lite caret atque dolore ("Quien no tiene esposa no tiene riñas ni dolor") ; Honores mutant mores, sed rayo in melíores ("Los honores cambian las costumbres, pero raramente para bien") . Todos estos ejemplos coinciden en presentarse en hexámetros, cuantitativos o acentuativos, con rima leonina, o sea aquella que se produce colocando ante la cesura pentemímera (que en el pentámetro es límite entre hemistiquios) y en el final del verso palabras que riman . Este procedimiento, que conoció un gran desarrollo en la poesía elegíaca, procuraba repartir los dos miembros de un sintagma nominal (sustantivoadjetivo o viceversa) en dichas posiciones, con lo que, si pertenecían a la misma declinación, se originaba una rima interna automática que conectaba perfectamente con el gusto popular, pero que era poco valorada, en general, por el buen uso literario. En el plano de los contenidos, como forma primitiva y espontánea de poesía en que el pueblo se refleja, el refranero es, por naturaleza, heterogéneo: En él tienen cabida refranes sutiles, manidos, agudos, chabacanos, ingeniosos, triviales, profundos, romos, misteriosos, ramplones, universales o válidos sólo en un tiempo y un lugar muy concretos. Este repertorio abigarrado y desigual, al pasar por la traducción de Iriarte, se transforma y se reviste de una extraña semnótes. Veamos unos cuanto ejemplos . «A la vejez viruelas» (11, 9) es trasladado como En venir ad vetulos puerilís pustula vultus , en donde la idea confiada a dos sustativos y una preposición se plasma en un verbo, dos sustantivos, dos adjetivos, un adverbio y una preposición; «Afición ciega razón» (11, 19), como Saepius orbat amor rationis lumine mentem (lit. `El amor muy a menudo priva a la mente de la luz de la razón') ; «Agosto, frío en rostro» (11, 19) resulta Vix Augustus adest, sentit cum frigora vultus; «Lo barato es caro» (11, 111) pasa a Vília, si mala sint, nimio plus carel putato; «Quien mal anda mal acaba» (11, 188) se convierte en Consona mors vitae: moritur male qui male vixít. Enseguida se observa que, al revés de lo normal, la versión latina es más extensa que la correspondiente castellana, y que a menudo está amplificada con palabras perfectamente prescindibles (en el último ejemplo sobra toda la primera parte hasta la pentemímera) o sustituibles por otras más breves . «Ayer vaquero y hoy caballero» (11, 45) pasa a Est eques hesterna fuerat qui luce bubulcus, en donde hesterna luce (`día de ayer') representa al estricto heri (`ayer') ; «Quien canta su mal espanta» (11, 180) para en Qui cantt, ípse suo fugar infortunia canto, que bien podría haber sido Qui cantt infortunia ffgat si no lo impidiera la condición métrica; «Más vale tarde que nunca» (11, 130) aparece como Rem seco fieri quam nullo tempore praestat, que contrasta con la cita de Tito Livio Potius sero quam nunquam, trasunto perfecto del refrán castellano . Y así la lista podría hacerse inacabable. ¿Qué ha sucedido? Que un mensaje simple expresado, en un alarde de coherencia, de forma llana se ha cargado de una hinchazón y una redundancia que 248 LA TRADUCCIÓN EN ESPAÑA (1750-1830) . LENGUA, LITERATURA, CULTURA desbordan la alteración indispensable del original que toda traducción requiere . Si, en términos saussureanos, significante y significado constituyen el signo lingüístico, inseparables como las dos caras de una moneda, en el refrán es especialmente cierto, porque la fuerza del significado radica en la eficacia del significante. No cabe duda de que Iriarte lo sabía todo acerca de la traducción en la teoría y en la práctica . En la infancia había adquirido el hábito de traducir continuamente del y al latín, disciplina que desarrolló su capacidad de análisis y ahormó su estilo. Como crítico literario se extendió en reflexiones teóricas sobre la traducción en varias ocasiones, pero quizá la esencia de sus ideas se podría resumir en estas palabras : Jas primeras y más principales reglas de una buena traducción deben ser la perfecta inteligencia de ambos idiomas, la cabal penetración de los pensamientos del autor traducido, la habilidad de transferirlos con pureza y energía, la fidelidad, la brevedad clara y otras» (1774 : 11, 408) . Pero, si no puede discutirse que en sus versiones se mantienen la pureza de la lengua y la exactitud del significado, hay que reconocer que el significante se resiente, y especialmente la brevedad, que es la cualidad del texto original más traicionada. Y es que, al ser vertido en el hexámetro dacrílico,' el refrán, al tiempo que se revestía de una ampulosa dignidad, quedaba privado de brevedad, uno de sus rasgos esenciales . Para llenar ese esquema métrico (seis dáctilos, de los que cinco son sustituibles por espondeos), las frases nominales -características del lenguaje sentencioso y proverbial porque sitúan el enunciado fuera de las circunstancias y de las personas- se convierten en frases verbales, y se recurre a repeticiones y a palabras de relleno ajenas al original, lo que redunda en un aumento del texto y una merma de su densidad . Además, y como no podía ser menos en un humanista de su depurada formación, Iriarte evita sistemáticamente la popular rima, con lo que, para producir efectos semejantes, debe valerse de otros recursos no tan efectivos por muy bien usados que estén. Veamos algunos ejemplos: en «La mujer buena, de la casa vacía hace llena» (E vacuisplenas bona conjux eficit aedes) (11, 102) antepone los adjetivos a sus sustantivos según la buena tradición poética latina y realza la antítesis vacuislplenas ; en «Quien de los suyos se aleja, Dios le deja» (Linquentem quemcumque suos, Deus ipse relinquit) (1I, 182) usa la figura etimológica en principio y final de verso y una fuerte aliteración; también hay aliteración en «Tiempo ni hora no se ata con soga» (Tempora fas nullo retinere fugada fune) (11, 212); y sobre todo en «Lo que fuerza no puede, ingenio lo vence» (Vis mentis, quod nulla valet vis vincere, vincit) (11, 113) ; en «A palabras locas, orejas sordas» (Surda sit absurdís semper sermonibus .auris) (11, 12), emplea la figura etimológica y aliteración, y también en «Mudado el tiempo, mudado el pensamiento» (Tempore mutato, mentem mutare mernento) (11, 136) además de poliptoton. De nuevo recurre al poliptoton de los adjetivos que se repiten, pero colocándolos contiguos y precediendo a los nombres, en «A chico pajarillo chico nidillo» (Exíguum exiguae nídu7n Especialmente en Diario de los literatos de España, VI, Madrid 1740, pp. 214-242, y VII, 1741, pp . 234262; recogido en 1774 :11, 423-443 y 404-422. ' En mucho menor medida, al pentámetro y al dístico elegíaco (hexámetro y pentámetro) . 249 OLGA GETF decet esse volucri) (11, 5), idea que Horacio había resuelto así: Parvum parva decent (lit. Al pequeño le va bien lo pequeño') . En «Vida sin amigo, muerte sin testigo» (Teste caret moriens caruit qui vívus amito) (11, 221), el paralelismo de los sustativos contrapuestos se convierte en un quiasmo y el verbo presenta poliptoton . También se ayuda del quiasmo antitético en «Lo que el río allega, el río lo lleva» (Quod dedit accedens, decedens abripit amnis) (11, 113) . Una vez más hay quiasmo y poliptoton en «Entiende primero y habla postrero» (Audí dicta prius, post illa audita loquaris) (I1, 86), y también en «Quien hace un cesto hace ciento» (Unum qui texit, calathos fas texere centum) (11, 187), Por ello, en muchas ocasiones hay que dar la razón a Forner cuando arremete contra Iriarte y su romancero traducido (Lafarga 1998: 114-116) . Después de citar la condena de nuestro autor a la traducción demasiado literal, se pregunta: «observó en sí el dictador la ley con que juzgaba a otros tan rígidamente? Nada menos . Los déspotas no están sujetos a la ley que imponen a los súbditos . [ . . .] El señor don Juan, o por mostrar que los grandes hombres no deben atarse a los decretos del común o por el gustazo de contradecirse, tradujo literalísimamente en latín una multitud de nuestros refranes, cuyos modismos, locuciones y alusiones [.. .] tienen tanto que ver con la lengua de Virgilio como un huevo con una castaña» (Forner 1970 : 46-47) . Y para ilustrar su indignación aduce unos ejemplos de los cuales algunos no juzgaríamos con tanta dureza, pero otros reflejan ese «circunloquio endiablado» que tanto le disgustaba y nos disgusta . De ellos resalta el siguiente: «imás días hay que longanizas! Digámoslo en latín según el intérprete: Parca viro conjux botulorum dixit aventi :lplures quam botulos scito, vir, esse dies. Porque, aunque la traducción levante un testimonio al texto que no se mete en dimes ni diretes de casados, todavía me cae muy en gracia y la citaré [. . .] para ejemplo de traducciones fieles y elegantes» (Forner 1970: 48-49) . De este jaez aunque con menos ganga, correctos pero sin gracia, resultan entre otros: «Cabello luengo y corto el seso» (Longo trine caput, mentís sed curta supellex) (I1, 49), tomando prestado a Persio el final; «Quién es tu enemigo? El de tu oficio» (Hostis erit quicumque tuam profitebitur artem) (11, 185) ; «Con mal está la casa donde la rueca manda a la espada» (Infelix domus est, in qua colus imperat ensi) (11, 59) ; «El melón y el casamiento han de ser de acertamiento» (Sponsa pepoque bonus faustae sunt munera sortís, literalmente "La esposa y la sandía buenas son regalos de la suerte") (11, 77); y «Muchas hijas en casa, todo se abrasa» (Nubilis absumit rem filia multa paternam, literalmente "Muchas hijas por casar acaban con el patrimonio") (11, 135) . Sin embargo, esa prolijidad que el metro impone sirve a veces para deshacer anfibologías debidas a la polisemia o para aclarar algunos misterios, aun traicionando las propias ideas del autor: «No es oficio de un riguroso traductor [ . . .] esclarecer y mucho menos mitigar las noticias» (11, 407) . Veamos algunos ejemplos: «A la moza con el moco y al mozo con el bozo» (1I, 8) pasa a Nubat aducc madido ridenda puellula naso,lpubere jam mento ducat et ipse puer, con lo que el dístico informa, a quienes carecemos de las referencias necesarias, de que lo que hay que hacer es «casar (al mozo 250 U TRADUCCIÓN eN ESPAÑA (1750-1830) . LENGUA, LITERAFUxn, CULTURA y a la moza muy jóvenes)». Ante un refrán como «Hasta la huesa no hay ninguna buena» (11, 92) cabe preguntarse qué o quién es esa enigmática «ninguna buena», pero en la traducción está la respuesta: Femina nulla bona est, donec tumulata quíescat (lit. `No hay mujer buena hasta que está enterrada') . Otra adivinanza sería «De hombre obstinado y de borracho airado» (11, 63) si no la resolviera puntualmente su versión latina: Virprocul esto tenax ac vini plenus et irae (`Manténte lejos de. . .») . En «La pena es coja, mas llega» (11, 105) la traducción dilucida la posible duda: Assequitur; claudo quammspede, poena nocentem (lit. «El castigo, aunque cojeando, alcanza al culpable») . Con la frase «Poco mal y bien atado» (11, 161) la imaginación podría desbocarse si la versión (Mentitur dum multa ligat levefascia vulnus, lit. «Cubrir una herida leve con una venda grande es engañoso») no aclarase que «mal» y «bien» son sustantivos, cosa que también sucede en el refrán «En este mundo cansado, ni bien cumplido ni mal acabado» (Nec brevis in vita dolor est nec plena voluptas) (11, 84) . En estos casos y otros semejantes la traducción esclarece un mensaje ya inaccesible para quienes están faltos de las condiciones culturales vigentes cuando se formuló el original . De lo expuesto hasta ahora se puede deducir que resultan especialmente logradas las traducciones de refranes extensos, como : «Pasó pudiste, vino querrás ; entonces no quisiste, ahora no podrás» (Posse abüt, jam velle venir; cum posse licebat,l nolueras, cum vis jam nihil ipse potes (11, 158) . O la del muy parecido «Quien cuando puede no quiere, cuando quiere no puede» (Qui potes est nec vult, cum volet, haud poterit) (11, 195) . «Quien pregunta lo que no debería oye lo que no querría» Quaerere cui placuit quae non quaesisse decebat,lauribus accipiet non placitura suis (11, 194) . «No sirvas a quien sirvió ni pidas a quien pidió» (11, 141) pasa a Nefamuleris elfarnulum qui gesserit olim,Ine quem nonpuduitsaepe rogare roges, dístico elegiaco que convierte el paralelismo inicial en un quiasmo (verbo, complemento, complemento, verbo) . O también «El mozo por no saber y el viejo por no poder dejan las cosas perder» (11, 78) traducido como: Perdere cuncta solent pariterjuvenisque senexque,l quod rudis estjuvenis invalidusque senex. También muy acertadas aunque menos frecuentes son algunas traducciones más breves que el original, del tipo de : «Quien a todos cree yerra; quien a ninguno, no acierta» (11, 177), que pasa a Credulus et cunctis et nulli Crdulus errat, conseguido hexámetro con quiasmo (adjetivo, complemento, complemento, adjetivo) . Otra muestra es «Allende yaquende, siempre con quien te acompaña» (Esto comesfido quavis in sorte sodali, lit. «Apoya en cualquier circunstancia al amigo leal») (11, 34) . Y también «La mujer y el vino sacan al hombre de tino» (Infatuare viros vina Venusque solent) (11, 104), magnífico pentámetro con los verbos en los extremos y los sustantivos aliterantes en el centro. Otro ejemplo es «La mona, aunque la vistan de seda, mona se queda» (Simia veste nitens, simia semper erit) (11, 101), pentárnetro muy efectivo con una gran economía de elementos. O de nuevo «De la mala mujer te guarda y de la buena no te fíes nada» (11, 64), que presenta dos soluciones, una amplificada como dístico (Seu mala, seu bona sit, mulier vitanda peraeque;lefuge, si mala sit; si bona, fide parum) y otra breve como hexámetro (Si mala sit mulier, fuge; si bona, fidere poli). 25 1 OLGA GETE Lo cierto es que al verter el refrán castellano, dechado de oralidad, en el molde del culto metro dactílico, el autor lo somete a una amplificación que contraría la esencia del latín y la del refrán, y tampoco concuerda con sus propias ideas sobre la traducción . Tanto puede la servidumbre de la forma. Pero Iriarte, aunque desacertado en la elección del metro, con su romancero latinizado realizó una de sus grandes obras y, como siempre, lo llevó a «aquel difícil punto de perfección» (1774: I, s. p.) en que se complacía. Este trabajo meticuloso y tan vinculado a su personalidad corría el riesgo de verse diluido al haber quedado impreso bajo el membrete de la Real Academia. Se comprende, pues, que sus sobrinos lo incluyeran en la edición, celosos de rescatar la memoria de su tío y destacarlo del glorioso anonimato a que aquel membrete lo reducía. Referencias bibliográficas Emilio . 1897 . Iriarte y su época, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra. Juan Pablo. 1970 . Los gramáticos. Historia chinesca. Edición de José Jurado, Madrid, Espasa-Calpe ("Clásicos castellanos" 168) . IRIARTE, Juan de. 1774 . Obras sueltas de D. Juan de Yriarte publicadas en obsequio de la literatura a expensas de varios caballeros amantes del ingenioy del mérito, Madrid, Francisco Manuel de Mena, 2 vols. LAFARGA, Francisco. 1998 . "Juan Pablo Forner y la traducción" en Jesús Cañas & Miguel Ángel Lama (ed.), Juan Pablo Forner y su época, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 111-122 . CoTARELo X MoRZ, FORNER, 252