LEC/P-007-070.QX4.0 23/7/03 4:48 PM Page 49 Las funciones sobresalientes que constituyen la supervisión Rafael Ramírez 1. Por estar ya en condiciones de hacerlo, vamos a intentar en este capítulo perfilar con la mayor aproximación posible las funciones que constituyen la supervisión, explicando con toda claridad en qué consisten y cuáles de ellas son las más sobresalientes. La cuestión no es baladí, sino que reviste por el contrario importancia capital, ya que en las discusiones educacionales suelen muy a menudo confundirse dichas funciones o acentuarse el valor de alguna de ellas con detrimento de las otras, sucediendo cosa semejante en ocasiones en el ejercicio mismo de la supervisión. Dentro del campo de la educación operan varias funciones, pero desde luego la ejercida por el supervisor no puede llamarse propiamente docente como lo es la del maestro de banquillo, ni tampoco es directiva o administrativa como aquella que ejerce el responsable o director de una escuela o como la que realiza el jefe de un sistema educacional. La función del supervisor es más compleja y de naturaleza tan especial que bien podría llamarse, a falta de denominación más apropiada, función supervisora. Son consideradas como docentes todas aquellas actividades enfocadas directamente hacia el proceso de enseñanza, tal como ocurre con los maestros de clase o grupo. Las actividades de los directores de escuelas son, en parte, de esta naturaleza, pero en parte se encaminan también a lograr y afianzar, mediante medidas administrativas, la eficiencia de los planteles, tal como entienden esa eficiencia los jefes superiores del ramo; los directores de escuela ejercen, además, una acción supervisora, gracias a la cual orientan la marcha de ellas hacia rumbos que las puedan hacer más eficientes; en suma, la función de un director de escuela es triple, a saber: docente, administrativa y supervisora. No hay, pues, manera de confundir las actividades docentes con otras; las que sí propenden a confundirse entre sí son las directivas o administrativas y las de supervisión, pues en términos generales persiguen objetivos más o menos análogos, relacionados todos ellos con el progreso educativo. Sin embargo, es fácil trazar entre esas funciones líneas de demarcación para deslindar sus respectivos campos. En efecto, dirigir, como ha quedado explicado atrás, significa enderezar, llevar adelante una cosa hacia objetivos determinados, y administrar quiere decir gobernar, regir, cuidar, manejar satisfactoriamente los intereses de una empresa —que en el caso nuestro es la educativa— a fin de obtener el mayor provecho o beneficio posible. Administrar y dirigir son, pues, en esencia, funciones análogas o equivalentes, porque su papel principal es el de crear condiciones que permitan a los maestros llevar a cabo su obra con eficacia, que impidan el retroceso de las escuelas y que promuevan el adelanto educativo. Estas condiciones pueden referirse a los locales, anexos y equipo; a los planes y programas de estudio, al material didáctico y a los libros de texto; a los métodos de enseñanza y disciplina; al aprovechamiento de los alumnos; al Tomado de Obras completas, tomo VII, México, Gobierno del Estado de Veracruz, 1968, pp. 111-117 (Biblioteca del Maestro Veracruzano, 19). 49 LEC/P-007-070.QX4.0 23/7/03 4:48 PM Page 50 Primer Curso Nacional para Directivos de Educación Secundaria. Lecturas mejoramiento profesional de los trabajadores de la enseñanza, etcétera. El papel esencial de la función supervisora consiste, en cambio, en utilizar sabiamente todos los elementos y recursos que la administración ponga en sus manos en provecho de la educación de una zona determinada, a fin de obtener un rendimiento mayor que aquel que los administradores mismos consideran como bueno. Por eso tal vez se ha dicho que “el progreso de la educación está condicionado por el producto de dos fuerzas: a) la que tiende a consolidar y fortalecer los avances ya logrados, y b) la que orienta a la superación de dichos progresos, ya que como ambas fuerzas encarnan lo mismo en el administrador que en el supervisor, para dirimir la cuestión de la denominación de una actividad educativa en que ambas fuerzas operen, no habrá más remedio que determinar cuál de esas dos fuerzas prevalece en dicha actividad, pues ella es la que da el colorido funcional; si predomina la primera, se trata de una actividad administrativa, si es la segunda la que prevalece, entonces es de supervisión”. Por lo demás, administrar y supervisar son, como lo hemos sugerido […] funciones complejas complementarias; en esa virtud, resulta vano todo intento que se realice para desarticularlas, porque para que la administración pueda ser satisfactoria necesita el auxilio de la supervisión y, a la inversa, para que la supervisión sea efectiva necesita del apoyo de la administración. Esta es la razón por la cual se dijo […] que cuando las dos funciones no se han diferenciado, todo administrador de educación es en potencia un supervisor, y todo supervisor, dentro del campo de sus operaciones, debe ser a la vez un administrador. Definido como queda con las explicaciones anteriores el papel de la supervisión, vamos ahora a analizar con algún detenimiento las múltiples actividades en que puede descomponerse su función compleja. Aun cuando estas actividades han sido clasificadas por los expertos en la materia de diversos modos, el arreglo más aceptado, por más acuerdo, es el de su catalogación funcional, la cual vamos a exponer en seguida, debiendo los lectores quedar entendidos de que el orden de enumeración no indica, de ningún modo, grados de importancia o jerar50 .............. quía, sino una mera necesidad de hacer de algún modo la exposición. a) Actividades de inspección. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, inspección significa acción y efecto de inspeccionar, e inspeccionar quiere decir examinar cuidadosamente una cosa y velar porque conserve su eficacia. Debe, pues, entenderse por inspección el examen cuidadoso de las condiciones actuales en que se encuentra cada una de las escuelas, así como el de aquellas en que se halla el sistema escolar puesto al cuidado del supervisor. Para que la inspección sea más completa, el examen debe extenderse a las condiciones bajo las cuales vive la gente del barrio o de la comunidad a que pertenezca la escuela; pero esto no es todavía bastante, porque un buen supervisor no quedará contento si no agrega a los exámenes anteriores el de las condiciones de vida de la comarca o zona en que opera, tomada en su conjunto, para darse cuenta de si la obra educativa total está desarrollándose en forma integral y satisfactoria. Una comparación ranchera da idea bastante aproximada de lo que debe ser el papel del supervisor. En un panal la abeja reina examina constantemente las condiciones en que cada una de las abejas obreras está trabajando y aquellas en que se encuentra cada una de las celdillas; pero su tarea no termina con esa escrupulosa inspección, sino que además examina el panal entero para darse cuenta si el proceso constructivo en su conjunto se halla en buen camino. Por lo que ve a la escuela, el examen abarcará el edificio, los anexos, el equipo de muebles, útiles y enseres, la dotación de libros con que cuenta, la organización del plantel, el funcionamiento de los diversos servicios, el desarrollo del programa en vigor, los métodos de enseñanza, el trabajo y calidad de los maestros, el aprovechamiento de los alumnos, la disciplina, la acción social que desarrolla la institución, etcétera. Por lo que mira el barrio o la comunidad, se examinarán las condiciones en que la gente vive en la actualidad en las direcciones de la salud, del hogar y de la vida doméstica, en la de las ocupaciones habituales mediante las cuales las familias ganan su diario sustento, en la de las recreaciones LEC/P-007-070.QX4.0 23/7/03 4:48 PM Page 51 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .La misión de la escuela y la función directiva sanas y en la que se refiere a su nivel cultural. En suma, la inspección o examen debe extenderse a todas aquellas cosas capaces de indicar el grado de eficiencia con el que la escuela está instruyendo a los niños o educando a la comunidad. Aunque ya quedó atrás apuntado, conviene repetir que el supervisor habrá de extender su examen hasta el personal docente que con él colabora en las tareas educativas, examen que debe comprender la preparación cultural y profesional que los maestros posean actualmente, la vocación y capacidad que tiene para el magisterio, su actitud profesional, los esfuerzos que actualmente están haciendo para mejorarse; en suma, todo aquello que tienda a darle una apreciación bastante aproximada de la fuerza docente que está operando en su comarca. Las actividades mediante las cuales se realiza la inspección de que venimos hablando son varias: la observación directa, la solicitud de informes, la aplicación de pruebas de aprovechamiento, el uso de patrones o tarjetas de evaluación, el examen de los diversos registros escolares, las encuestas, etcétera. La apreciación que se obtenga de los diversos aspectos de este examen o inspección habrá de ser lo más objetiva posible, pues la evaluación subjetiva conduce casi siempre a errores, a veces de gran trascendencia. Verdad es que no contamos aún con patrones objetivos para realizar la inspección, pero de todos modos, mientras no se construyen, debemos pugnar porque el examen se vea lo más libre que sea de toda apreciación personal o subjetiva. La información recogida a través de la inspección directa o indirecta no ha de quedar ociosa, ni ha de servir tan sólo para archivarse. Si así fuera, la inspección no serviría para nada. Ha de aprovecharla el supervisor, por el contrario para planear futuros avances. En efecto, una inspección efectiva y bien realizada revelará forzosamente deficiencias, omisiones, fallas y excelencias, datos con los cuales el supervisor puede elaborar programas de trabajo de naturaleza constructiva o correctiva. En otras ocasiones, los datos recogidos mediante la inspección servirán al supervisor para diagnosticar los padecimientos de tal o cual escuela o de las escuelas del sistema entero y para descubrir los problemas que existan, a fin de proceder después a atacarlos y resolverlos con eficacia. Finalmente, la inspección o examen se practica a veces meramente con el propósito de ver en qué medida los rendimientos obtenidos responden a los esfuerzos desplegados hasta entonces. Por todo lo que brevemente se ha dicho hasta aquí acerca de la inspección, se comprenderá que la supervisión no puede realizarse plenamente sin el ejercicio de aquella función. b) Actividades de dirección y conducción. El supervisor está obligado a dirigir y conducir rectamente la obra educativa en la zona que se le haya encomendado. Dentro de esa función va implícita la idea de orientar y guiar a los maestros de su zona en las diversas direcciones en que el esfuerzo educativo haya de desarrollarse, es decir, capacitarlos debidamente para la tarea que están realizando. Esta capacitación debe llevarse a cabo de acuerdo con un plan de supervisión cooperativamente elaborado. Todas las actividades encaminadas a tal propósito reciben aquella denominación. Podrían citarse muchas pero, para ejemplificar, bastan sólo las siguientes: las conferencias individuales o colectivas con los maestros, las demostraciones, las circulares y boletines de carácter técnico, las pláticas pedagógicas, los centros de cooperación pedagógica, etcétera. Bien catalogadas, dichas actividades tienden a: 1) capacitar técnicamente a los maestros a fin de que rindan un trabajo satisfactorio; 2) aumentar la eficiencia de las escuelas, y, 3) mejorar la economía y cultura de la comarca. Esta función de dirección y conducción es una consecuencia de la anterior, pues ningún trabajo de mejoramiento educativo podrá proyectarse rectamente si no arranca del conocimiento amplio de la situación actual que proporciona la inspección. c) Actividades de perfeccionamiento cultural y profesional. No es tarea del supervisor preparar maestros, pues la formación adecuada de ellos se realiza entre nosotros en las escuelas normales, y, en otras partes, en los colegios de maestros. Excepcionalmente, los supervisores se ven en el caso de prepararlos en el servicio mismo cuando, no existiendo formados echan mano de personas de buena voluntad y de alguna cultura para cubrir las necesidades. Pero si no 51 LEC/P-007-070.QX4.0 23/7/03 4:48 PM Page 52 Primer Curso Nacional para Directivos de Educación Secundaria. Lecturas es tarea fundamental suya formarlos, sí es de su competencia elevar la preparación cultural y profesional que tengan los que con él estén colaborando, a fin de mantenerlos siempre por encima de las tareas que realizan. Las actividades mediante las cuales se realiza esta función son varias. Las que siguen son, entre otras, algunas de ellas: los institutos y talleres de maestros, los cursos de vacaciones y los estudios de especialización. Todo supervisor debe formular un programa bien meditado para conseguir la elaboración y el perfeccionamiento cultural y profesional de los maestros que trabajan bajo su dirección y guía, pues está obligado a saber que debe poner al servicio de tales maestros su clara inteligencia, su preparación superior, su amplia experiencia y su buena disposición. d) Actividades de investigación. En términos ordinarios se entiende por investigar hacer toda clase de diligencias para descubrir una cosa; análogamente, en educación se entiende por investigación al conjunto de actividades encaminadas a examinar críticamente y de un modo sistemático los hechos o fenómenos, tratando de encontrar o descubrir, bien sea los problemas que esconden o bien los principios que los gobiernan. En los tiempos actuales no puede concebirse un supervisor que no sea experto en investigaciones científicas de carácter educativo. En efecto, el supervisor es en último término el agente responsable del progreso de la educación en su comarca; pero este progreso únicamente se alcanza cuando las tareas de los maestros van abandonando poco a poco su ejecución empírica y van realizándose cada nueva vez más científicamente, y gracias a las investigaciones que el supervisor realice, podrá en alguna ocasión alcanzar la más alta eficiencia científica. La razón anterior justifica ampliamente la necesidad de que el supervisor sea experto en investigaciones educativas, pero si no bastara esa razón, podría añadirse esta otra: todo supervisor está obligado a estimular y a adiestrar a los maestros que colaboran con él para que encauce algunos de sus 52 .............. esfuerzos hacia la investigación, pues ya se ha dicho que la empresa educacional, en esencia, debe ser el producto de una inteligente y coordinada cooperación. Las direcciones en que los supervisores pueden enfocar sus actividades investigadoras son muchas, y las que a continuación se citan constituyen apenas algunos ejemplos: la formulación de programas para los diversos grados escolares cuando no existen, o la revisión de los mismos en el caso de estar ya elaborados; el examen experimental escrupuloso de métodos y procedimientos de enseñanza; la evaluación del material didáctico, la formación de pruebas o instrumentos de medición, etcétera. Sin trabajos de investigación como estos, los supervisores no podrán encauzar científicamente la educación en la zona o comarca que tengan a su cargo, ni podrán, tampoco, aportar ayuda eficaz a los directores o administradores generales de los sistemas educativos de quienes dependan. e) Funciones adicionales de carácter técnico o administrativo. El buen supervisor casi nunca se contenta con el ejercicio de las cuatro funciones atrás enumeradas, pues casi siempre realiza algunas otras. Además, las autoridades escolares suelen a veces encomendar a los supervisores algunas otras funciones o tareas adicionales, unas de carácter técnico y otras de naturaleza administrativa. Todas estas actividades, diversas de las agrupadas en torno de las cuatro primeras funciones ya dichas, constituyen lo que, a falta de expresión más adecuada, hemos denominado funciones adicionales. 2. Teóricamente todas las cinco funciones que hemos estudiado deben estar programadas en los planes de trabajo del supervisor en la justa medida en que las necesidades de la zona o comarca las reclamen. Cuando en tales planes se acentúen algunas de ellas con detrimento de las otras, o cuando se omita alguna, habrá que dar en el mismo plan una explicación amplia que justifique tal determinación.