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Redacción sin dolor

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Sandro Cohen
Redacción
sin dolor
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ACTUALIZADA, AMPLIADA Y CORREGIDA
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Redacción
sin dolor
Sandro Cohen
Redacción
sin
i Planeta
Diseño de portada: Factor 02/Eleazar Maldonado
Fotografía del autor: Concepción Morales
O 1994, 2010, Sandro Cohen
Derechos exclusivos de edición en castellano reservados
para los países de habla hispana
O 1994, 2010, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.
Avenida Presidente M asarik núm. 111, 2o. piso
Colonia Chapultepec Morales,
C.P. 11570 México, D.F.
www.editorialplaneta.com.mx
Primera edición: julio de 1994
Segunda edición: octubre de 1994
Séptima reimpresión: septiembre de 1997
Tercera edición: febrero de 1998
D écima tercera reimpresión: octubre de 2003
Cuarta edición: abril de 2004
N ovena reimpresión: julio de 2009
Quinta edición: mayo de 2010
ISBN: 978-607-07-0394-2
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la portada,
puede ser reproducida, alm acenada o transmitida en m anera alguna
ni por ningún medio, sin permiso previo del editor.
Im p reso en los talleres de Litogràfica lngram ex, S.A. de C.V.
C enteno núm . 162, colonia G ranjas E sm eralda, México, D.F.
Im preso y hecho en M éxico - P rinted and made in Mexico
Para Josefina:
cuando la musa lo exige, es preciso escribir.
Agradecimiento
La escritura de cualquier libro implica un viaje. Y cuando el li­
bro pasa por varias ediciones, como ha sucedido felizmente con
éste, el viaje se enriquece. Pero no sólo por esto me siento afor­
tunado. A lo largo de este proceso de 16 años, me ha acompa­
ñado mi hija Yliana, quien tenía apenas 15 cuando apareció la
primera edición de Redacción sin dolor. Muy pronto se incor­
poró a mi equipo de trabajo, primero como asistente y después
como maestra. A ella se debe buena parte de las mejoras de
esta quinta edición. Es más: en estos momentos, no hay quien
conozca Redacción sin dolor mejor que Yliana. Y gracias a su
experiencia como docente —tanto en el Instituto La Realidad
como en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en
la u n a m — , ha realizado aportaciones importantes al proyecto
que yo empecé, modestamente, en 1994. Lo más conmovedor
para mí, sin embargo, ha sido ver a Yliana convertirse en una
profesora de excelencia, como pocas hay. Sus alumnos se re­
conocen privilegiados por haber pasado por su salón de clase,
y yo, por haberla tenido tan de cerca no sólo como hija sino
también como colega y colaboradora.
Prólogo a la quinta edición
Dieciséis años han pasado desde que apareció la primera edi­
ción de Redacción sin dolor, y seis desde que apareció la cuarta,
la cual agregó muchos ejercicios, incorporó las nuevas normas
ortográficas de las Academias de la Lengua, amén de abundar
en varios temas fundamentales, como el encabalgamiento.
La novedad de la quinta edición radica en su revisión gene­
ral del tema de la puntuación, sobre todo en lo que se refiere a
los usos de la coma. En las ediciones anteriores se planteaban 10
usos de la coma. En ésta se agrupan en sólo seis: cuatro usos
obligatorios y dos discrecionales. No hay diferencia alguna en
el aspecto práctico. Cambia, sin embargo, la manera de conce­
bir los usos de la coma —primero—, y de agruparlos, después.
Considero que al hacerlo así, el lector podrá manejarlos con­
ceptualmente con más claridad que cuando aparecían dentro de
una lista que no tenía una lógica estructural más allá de incluir
los más comunes primero, y los otros después. Por experiencia
en el salón de clases, he aprendido que diferenciar claramente
entre la obligatoriedad y la discrecionalidad en el uso de la
coma ayuda mucho a que los alumnos apliquen correctamente
los criterios de puntuación en el momento de escribir.
Si profundizamos un poco más en este tema, veremos que en
las ediciones anteriores sí se decía qué usos eran obligatorios
y cuáles eran discrecionales, pero en ciertos casos las reglas
aparecían en dos usos diferentes. Como ejemplo, puede men­
cionarse la coma discrecional de la inversión sintáctica, la cual
también aparecía en la explicación de cómo usar la coma cuan­
do había una oración subordinada circunstancial condicional
antes de la oración independiente. Ahora sólo aparece la regla
que habla del uso de la coma en inversiones sintácticas, y se
aclara cómo se aplica la discrecionalidad en estos casos.
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IBUOtfct-ft u* -
-
El concepto mismo de discrecionalidad es un tema real­
mente escabroso para la mayoría de los alumnos. Suele pen­
sarse que si el uso de la coma es discrecional, ponerla o eli­
minarla deviene una cuestión de gusto. Si bien es cierto que
el gusto interviene en algunos casos, en otros la discrecionali­
dad responde a criterios más concretos. Para dar un ejemplo,
podemos hablar precisamente de la coma discrecional de la
inversión sintáctica. Esta deja de ser una cuestión de gusto en
varios casos, como —por ejemplo— cuando el complemento u
oración circunstancial incluye un participio o gerundio. (“Una
vez entregada la mercancía, no se admiten devoluciones”).
En términos generales, entonces, la coma de las inversiones
sintácticas es discrecional, pero cuando se presentan ciertas
condiciones específicas, este signo de puntuación se vuelve
obligatorio.
En esta quinta edición también se ha metido a revisión el
tema de las oraciones subordinadas sustantivas y cómo se ex­
plican. Particularmente delicado resulta el papel de las oracio­
nes subordinadas sustantivas cuando no forman subordinadas
de sujeto sino cuando fungen como complementos directos, in­
directos o cuando forman parte de algún complemento circuns­
tancial. En la cuarta edición esto se veía como una situación
excepcional, pero ahora se hace esta distinción con toda clari­
dad, y se demuestra que se trata de algo usual en la formación
de oraciones compuestas.
Dentro de esta misma área de conocimiento, elaboramos
un poco más sobre aquellas subordinadas sustantivas que em­
piezan con pronombre, sea quien (-es), el (la, los, las) que y el
neutro lo que. Estimo que esta explicación se ajusta con más
claridad a la lógica gramatical.
Asimismo, hemos seguido aclarando varios puntos de la
tercera sección, que trata problemas y dudas específicos en el
uso del lenguaje y de las palabras mismas. Por ejemplo, se
ha abundado en los conceptos de sexo y género y la cuestión
de cómo el masculino plural envuelve al género —mas no al
sexo— femenino. Se trata de un tema que ha levantado mucha
10
polémica en años recientes y toca a la vida personal, pública
e institucional de manera sensible. Como en todo lo que toca al
lenguaje, este fenómeno —y nuestras actitudes frente a él— se
encuentra en evolución constante. La revisión de la tercera sec­
ción refleja este proceso.
Esta quinta edición también corrige algunas inconsisten­
cias que habían persistido en ediciones anteriores sin que en su
momento nos hubiéramos dado cuenta de ello. Espero que se
hayan reducido a lo mínimo, pero seguiremos buscando cómo
hacer que este libro siga siendo —por su claridad y se n c ille z una herramienta útil para quienes desean aprender a escribir
bien.
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Prólogo a la cuarta edición
Han pasado 10 años desde que apareció la primera edición de
Redacción sin dolor. Aunque en esencia sigue siendo la misma
obra, esta que circula actualmente es otra porque recopila 10
años de preguntas, dudas, comentarios, inquietudes y observa­
ciones de mis alumnos universitarios y del Instituto La Rea­
lidad, donde imparto Redacción a toda clase de estudiantes,
desde amas de casa hasta abogados, cantantes, psiquiatras y
magistrados. Esta pluralidad ha enriquecido enormemente lo
que había comenzado como un modesto manual para ayudar­
me a dar mis cursos de redacción en la Universidad Autónoma
Metropolitana de Azcapotzalco.
Aunque esta edición ha crecido de manera sensible res­
pecto de la tercera —el 20%, aproximadamente—, no es el
tamaño lo que más importa. En primer lugar, en esta nueva
edición he agregado más ejercicios. Aun más importante, he
profundizado en las explicaciones de algunos fenómenos gra­
maticales que causaban cierta angustia en mis alumnos. De
entre éstos, tal vez el fundamental sea el encabalgamiento.
Si alguien me obligara a decir cuál es el error que más afea la
redacción, que más confunde al lector, tendría que hablar del
encabalgamiento.
Este problema puede atacarse desde el aspecto técnico o
conceptual, pero lo que resulta importante comprender es que
el error técnico ocurre precisamente porque no están claros los
conceptos en la cabeza del redactor. De esto empecé a darme
cuenta desde que empecé a trabajar con la primera edición de
Redacción sin dolor en 1994. Por eso se hace aquí tanto én­
fasis en las relaciones que existen entre las oraciones, si son
independientes, si se coordinan, si están seriadas, si alguna se
subordina a otra. De esto dependerá su puntuación.
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