Alcanzando a los católicos y a personas religiosas por Enrique Zapata Hugh Latimer, en el año 1524, ante una gran audiencia en la Catedral de Santa María, denunció y predicó en contra de "Felipe Melancthon y sus Doctrinas". (Felipe Melancthon, uno de los grandes colegas y amigos de Lutero en Witterberg, había insistido sobre la necesidad de examinar todas las enseñanzas y ritos a la luz de las Escrituras.) Al concluir su discurso hubo un gran aplauso. Seguramente muchos pensaron que Latimer era un gran defensor de la verdad. Sin embargo, para Latimer, quien odiaba a los reformadores, era sólo una oportunidad más de declararse contra el "error" y el peligro de los herejes. Había allí un hombre que escuchaba atentamente el discurso. Su nombre era Tomás Bilney, quien reconoció en Latimer a un hombre "con celo y sin conocimiento" (Ro. 10.2). Después del mensaje lo siguió hasta su casa y le suplicó que escuchara su "confesión". Bilney le relató cómo, aun habiendo comprado bulas, hecho peregrinajes y participado en todo lo que la iglesia le había pedido, no había hallado alivio para la angustia de su corazón. Luego le contó acerca de la paz que había encontrado leyendo el Nuevo Testamento, en la versión de Erasmo. Le contó de cómo descubrió que Jesucristo era el Salvador enviado para sacamos de nuestro pecado. Para ese entonces, Latimer deseaba escapar, sin embargo, la tranquilidad y la simpleza de Bilney lo cautivaban. Esa misma tarde, el Espíritu Santo tocó su corazón y fue salvo. Reconoció que había estado peleando contra Dios, como Saulo, y que había sido, finalmente, conquistado. Latimer compró un Nuevo Testamento y comenzó a estudiarlo. Hubo un gran proceso de transformación en su vida. Más tarde lo llevó a ser uno de los más grandes predicadores de la historia, culminando en el martirio por fuego. Docenas de sacerdotes y miles de personas conocieron a Cristo a través de él. Bilney, quien ganó a Latimer, también había sido un sacerdote que buscaba la salvación. Pero en vez de atacar a Latimer, se había acercado con humildad, amor y paciencia para hablar de su Salvador. No entró a discutir sobre los errores que había encontrado desde que había conocido a Cristo; habló directamente a la necesidad verdadera del hombre. Lutero también había buscado resolver la angustia de su alma como tantos otros sacerdotes (del mismo modo que Tyndale, Wycliffe, Juan Hus) quiénes después de su conversión terminaron siendo usados por Dios para alcanzar a millones de personas. Recuerdo el día en que conocí a Osvaldo, un profesor de teología en el seminario Jesuíta. Descubrí en él una mente brillante y un corazón vacío. Al compartir con él el mensaje de salvación en forma sencilla, me dijo: "toda la vida he tenido a Cristo en mi mente, pero nunca en mi corazón". Esa noche depositó su fe en Cristo. El domingo, durante la misa, compartió con toda la congregación que nunca antes había tenido paz con Dios y les explicó cómo la había encontrado. En el tiempo que siguió a ese suceso, Dios lo usó para ayudar a varios sacerdotes, monjas y a muchos feligreses a conocer a Cristo. Cada vez eran más las personas que venían a él para que las aconsejara, lo que dio lugar a un grave problema de celos ante los otros sacerdotes. Finalmente, presionaron hasta lograr su transferencia a otra parroquia. CINCO CONSIDERACIONES A través de la historia encontramos cuatro hechos repetitivos. Primero: Las personas religiosas tienden a responder al Evangelio rechazándolo violentamente o bien lo aceptan con sincera dedicación. Rara vez hay puntos medios. Aquéllas que lo rechazan violentamente son las que generalmente tienen intereses creados que desean mantener. En cambio, las que responden positivamente son las que están en una búsqueda sincera y que viven según la luz que tienen con total dedicación. Segundo: Las personas religiosas que aceptan al Señor tienden a tener una influencia amplia y profunda en las vidas de aquellos que los rodean (veamos el ejemplo de Pablo, Apolos, Sostenes, sólo para mencionar algunos). Muchas veces acaban siendo los líderes de las nuevas congregaciones o movimientos espirituales. Esta es una de las razones por las que Pablo pudo establecer iglesias con ancianos en un período de tiempo tan breve. Los líderes nuevos eran, generalmente, personas religiosas convertidas. Tercero: El proceso de cambio de sus creencias religiosas generalmente es lento ya que van renovando, punto por punto, sus creencias y conocimientos. Como son sinceros y sus convicciones importantes, sólo cambian las cosas que aprendieron con mucho cuidado. El proceso puede llevar años, sin embargo Dios los usa con la verdad de la salvación para atraer a muchos otros. Cuarto: Estas personas logran alcanzar a la gente del medio ambiente religioso donde se mueven, gente que difícilmente sería alcanzada por personas ajenas al mismo. Hubiera sido muy difícil para un gentil incircunciso ganar a los judíos religiosos. En cambio Pedro, Pablo y los otros ganaron literalmente a miles de su pueblo. Juan Hus, Martín Lutero y Latimer ganaron a miles de católicos. Quinto: Desde un punto de vista estratégico, es fundamental buscar a la gente religiosa y temerosa de Dios para que la iglesia pueda crecer y tener un impacto profundo en una cultura. Jesús mismo recogió sus primeros discípulos de entre los que seguían a Juan el Bautista (Jn. 1.35-51). El hecho de que seguían a Juan evidenciaba su búsqueda de Dios, lo que también contribuía a su crecimiento y carácter espiritual. En Hechos vemos que Pablo, al llegar a una nueva ciudad, se dirigía primeramente al lugar donde se congregaban las personas religiosas. Generalmente comenzaba con la sinagoga, pero cuando no había una, como en Filipos, buscaba un grupo que se reuniese para orar (16.13). Y aun cuando lo seguían echando de las sinagogas en casi todas las ciudades, él sabía que valía la pena intentarlo, porque había entendido que eso era importante estratégicamente. En cada caso encontraba a personas preparadas, las que después jugarían un papel importante en la consolidación y avance de la obra. Si estos cinco puntos son legítimos, entonces deben afectar la forma en que oramos y trabajamos para evangelizar a América Latina. Por más de 15 años he estado estudiando el tema en la Biblia, en la historia de la iglesia, en la experiencia de otros y en la mía propia. La evidencia muestra que debemos prestar mucha atención a estas cosas si deseamos ver a las multitudes ganadas para el Señor en nuestra querida Latinoamérica. Aparte de esos cinco puntos de reflexión, la historia y la experiencia nos señalan ciertas pautas vitales sobre la forma en que debemos obrar en obediencia a la Palabra y al Espíritu de Cristo. 1. Orar y buscar a personas de corazones preparados. Creo profundamente que una de las razones por las que he tenido el privilegio de llevar a Cristo a varios sacerdotes, monjas y religiosos es porque Dios ha contestado las oraciones hechas en favor de su salvación. A través de tos años he entrado a diferentes iglesias y clamado al Señor por la salvación del pueblo católico. Encontré en el apóstol Pablo un modelo de intercesión en su clamor por Israel; la mayoría no respondió, pero cientos sí lo hicieron. Después de orar, debemos buscar a los que Dios quiere salvar. Me crié en el Ecuador, antes del Concilio Vaticano n. Eso transcurría cuando nosotros, los evangélicos, éramos maltratados y menospreciados. En el camino de entrada a la propiedad donde vivíamos, la Iglesia Católica edificó una virgen para proteger al pueblo de los "demonios" (supuestamente, nosotros). Sin embargo, mi actitud era un reflejo de la actitud de ellos. Los menospreciaba y los atacaba. Aunque discutía mucho, nunca ganaba a nadie. Con el tiempo me di cuenta de que ellos no eran mis enemigos sino víctimas del enemigo; ellos necesitaban ser rescatados, al igual que cualquier otro ser humano, en lugar de ser maltratados. Traté de amarlos y relacionarme con ellos para ayudarlos a conocer a Cristo... y empecé a ver más resultados. Descubrí que lo que Bilney había hecho con Latimer, el ir hasta él y tratar de comunicarle la salvación, era fundamental. 2. Saciar la sed de las profundas necesidades espirituales. Jesús, en esa noche con Nicodemo, habló de entrada sobre la necesidad y deseo profundos que tenía el hombre judío de ver y participar en el Reino de Dios. No se detuvo a discrepar sobre ningún asunto teológico ni le señaló los errores de los fariseos; directamente apeló a su corazón. Tampoco Bilney discutió, ni defendió los puntos teológicos que Latimer había atacado en su discurso, sino que le habló de la salvación en Cristo. Martín Lulero respondió a la profunda necesidad de salvación de su alma. No ganamos a los hombres discutiendo sobre teología sino presentándoles a un Salvador. Podremos ganar un argumento, pero seguramente perderemos un alma. En cierto pueblo, donde no había ninguna iglesia evangélica, decidimos hacer una serie de reuniones en la plaza central. La primera noche tuvimos una reunión magnífica con una asistencia de aproximadamente 200 personas. La segunda noche sólo vinieron 15. Le pregunté a uno de los muchachos qué había sucedido. Me contó que la persona encargada de la parroquia lo había mandado a avisar a todo el pueblo que era prohibido ir a las reuniones. Por lo que esa noche, únicamente los que estaban en rebeldía se habían hecho presentes. Fui a hablar con la persona encargada. Me presenté y le dije que obviamente estaba tratando de proteger al pueblo de las muchas influencias malas que abundan en el mundo, y la felicité por su preocupación. Luego le pregunté si podía explicarle el mensaje que traíamos, para que ella pudiese evaluarlo. Cuando compartí con ella el plan de salvación, esta persona comenzó a llorar,... y allí mismo aceptó a Cristo. A continuación me dijo, "esto es lo que yo precisaba y lo que todo el pueblo necesita. Voy a invitar a todos para que vengan hasta aquí a escuchar este mensaje". Fue entonces que llamó a unos jóvenes y les pidió que fuesen por todo el pueblo avisando que esa misma noche, lo mismo que las siguientes, habría reuniones muy importantes en la capilla, por lo que todos debían venir. Y así fue. Predicamos el mensaje de Jesucristo, limpio de cualquier suspicacia y frente a todo el pueblo. Todos escucharon atentamente. 3. Buscar puntos de apertura o contacto que puedan ser usados como caminos a Cristo. Mientras Pablo estaba en Atenas "su espíritu se enardecía" viendo la idolatría; sin embargo, cuando se levantó para hablar, no atacó a la idolatría, sino que usó un elemento común a ellos (un altar "al Dios no conocido") como medio para hablar de Cristo. Si Pablo hubiera comenzado por atacar la idolatría, no le hubieran escuchado; él no comenzó criticando el vago y pobre concepto que tenían ellos del Dios verdadero ("dios no conocido") sino que buscó una grieta, un camino para llegar a ellos. En Argentina, miles de personas hacen peregrinajes a la Virgen de Lujan, al igual que a la de Guadalupe en México, o a tantas otras en diferentes países. Cuando llegué a la Argentina y me comentaron el asunto de las peregrinaciones, no sabía exactamente qué decir. Es impresionante la devoción popular en este sentido. Visitando tiempo después la basílica principal de la localidad de Lujan, descubrí que hay una placa de bronce a la entrada que reza: 'Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré... Jesús". De allí en adelante, cuando estoy compartiendo el evangelio a alguien y saca el tema, le pregunto: "¿Vio la placa a la entrada de la iglesia?" Por supuesto, la mayoría no la ha visto. Aprovecho entonces para explicarle que "debemos únicamente orar al Padre en el nombre de Cristo, y que a través de la salvación de Cristo tenemos acceso directo a Dios." Desde ese punto es fácil presentar el Evangelio, explicando a la persona cómo puede llegar a conocer a Cristo. Cuando las personas me preguntan si creemos en los santos, generalmente les contesto que siempre he tratado de tomar muy en serio las instrucciones de los verdaderos santos, habiendo leído sus escritos y tratado de entender lo que realmente querían decir. Les explico que muchos, supuestamente, creen en los santos, pero no quieren oír, y ni siquiera saben que todos los verdaderos santos han señalado a Cristo como el único camino hacia Dios. Les pregunto luego si han leído las instrucciones de San Pedro, o las cartas de San Juan, a lo que generalmente contestan que no. En ese momento les muestro la importancia de nacerlo y los desafío a tomar en serio las instrucciones dadas por los Apóstoles. 4. Necesitamos resolver en nuestro corazón una cuestión básica. ¿Estamos buscando agrandar nuestra iglesia, o la iglesia de Cristo? Todos decimos que trabajamos para la iglesia de Cristo, pero en la práctica muchas veces no es así. Cuando las personas religiosas intuyen que nuestra intención es la de politizar, es decir, ganarlos para nuestro bando, éstas escapan. En cambio, cuando encuentran que estamos ayudándolos a ver a Dios y a su Hijo Jesucristo, a quien ellos también buscan, responden con gratitud. Karina, una señora muy religiosa, vino a véame un día por los problemas que tema en su matrimonio. Por meses se había resistido a seguir la recomendación de una amiga de pedir ayuda, porque pensaba que siendo yo un pastor evangélico atacaría su religión. Escuché sus problemas y trabajamos en el análisis de cómo debía encararlos. También le expliqué cómo podía llegar a conocer a Dios y a mejorar su relación con El sin hablar sobre su religión ni la invité a nuestra iglesia. Cuando terminamos, me confesó tos miedos que la habían trabado todo ese tiempo y me agradeció la ayuda que le había dado. Poco tiempo después trajo a toda su familia a nuestra iglesia y hasta sus padres se convirtieron. Parte de buscar edificar la iglesia de Cristo es discernir los tiempos y los momentos apropiados para cada cosa; discernir el proceso a través del cual Dios está llevando a la persona hacia El. También es discernir si mis practicas están basadas en principios bíblicos o si son sólo prácticas al mero gusto de nuestra subcultura evangélica. 5. El cambio teológico ocurre lentamente para la mayoría de las personas religiosas. Tanto Martín Lutero como Hugo Latimer no pensaron dejar la iglesia cuando conocieron a Cristo y empezaron a predicar la salvación. Por años después de la conversión, Latimer predicaba la "salvación únicamente por la fe" y tenía una mayor preocupación por el pecado que por los errores doctrinales. Era exageradamente lento para cambiar su posición teológica. Se mantenía firme en cada doctrina y practica de la iglesia Romana, hasta quedar firmemente convencido de su error a través de las Escrituras. Cuando estaba plenamente convencido de una nueva verdad, entonces la predicaba y la proclamaba sin miedo. Sus opositores lo atacaban, forzándolo a defender su posición. Para ello se dirigía a las Escrituras, y al estudiarla, descubría otras áreas donde la Biblia y la iglesia estaban en desacuerdo. Fue después de 24 años posteriores a su conversión cuando dio su paso final, interpretando y declarando la posición bíblica en cuanto a la Cena del Señor, por lo cual sería llevado a la muerte. ¿Por qué tardó tanto en cambiar, siendo que era un hombre a quien tan claramente Dios estaba usando? Tal vez Dios, que deseaba que cientos se salvaran a través del mensaje de salvación y quienes, de otro modo, no hubieran tenido la oportunidad de escuchar este mensaje, en su sabiduría lo haya permitido. Su amigo Bilney había sido quemado en el año 1531 por sus convicciones; 17 años antes. Si fuéramos salvos por tener la doctrina perfecta, todos estaríamos perdidos. Cuando los judíos se convirtieron en la iglesia del Libro de los Hechos, hubo un cambio de relación con Dios y sólo lentamente un cambio de religión. Por ejemplo, ellos seguían con sus prejuicios contra los gentiles. Requiere años cambiar los revestimientos culturales de nuestra historia religiosa. Dios fue paciente con ellos en su proceso de enseñanza. Por otro lado, tratar de acelerar el proceso de cambio puede determinar el aborto del mismo. Existe el gran peligro de abortar en medio del crecimiento al tratar de apurar a las personas en su peregrinaje. Tal vez lo que más "abortos espirituales" haya producido sea la tendencia a juzgar o enjuiciar a los nuevos convertidos por sus prácticas o creencias pasadas. ¡Cuánto daño se ha hecho a muchas vidas por los comentarios de creyentes, supuestamente maduros, que dicen cosas tales como, "no puedes ser creyente si todavía crees... o haces...", o "si no estás dispuesto a bautizarte de nuevo es porque no estás arrepentido y dispuesto a obedecer al Señor", etc. ¡Cuánto bien harían algunos hermanos si leyesen y entendiesen Romanos 14 antes de decir algunas de estas cosas, presumiendo mucha espiritualidad! "Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones." 6. No se debe acomodar la verdad, sino hablarla en amor. En varias ocasiones tuve la oportunidad de predicar en diferentes parroquias. En cada caso siempre oré para Ser completamente fiel al Señor y a su Palabra. Como humanos que somos podemos incurrir en uno de dos errores. Uno: es fácil querer quedar bien, "aguando" o cambiando la verdad. Creo que la posición ecuménica, donde básicamente se dice que todo está bien, es un engaño, una mentira. No todo está bien; no todo es agradable a Dios. Sólo hay un camino y no muchos, como otros lo quieren presentar. Es más; soy responsable de comunicar la verdad con sabiduría y paciencia. (El documento de WEF sobre el Catolicismo es valioso para aclarar las grandes diferencias existentes (Perspectiva evangélica sobre el catolicismo romano). Dos: es fácil "dar palos", aprovechamos de la situación para castigar a las personas. Necesitamos apropiar sabiduría para llevar a otros hacia Cristo. No se gana a nadie propinando golpes teológicos. Tenemos que aprender a no ofender con cosas que no son necesarias, que pueden hacerlos tropezar aun antes de haber podido conocer a nuestro glorioso Salvador. He visto a algunos hermanos muy sinceros, comenzando la evangelización con ataques a la virgen, a los santos y al papa, para sólo conseguir un rechazo total. No estoy de acuerdo con la adoración de la virgen y de los santos, ni me convence el uso y explicación del término "venerar" que ponen para suavizar el efecto, pero el evangelio no comienza por allí. El sábado pasado habló por la radio un sacerdote que comentaba que algunos jóvenes evangélicos habían ido a su iglesia para gritar, insultar y predicar en contra. Esos jóvenes podrían pensar que estaban haciendo un gran servicio a Dios por decir cosas tales como que la iglesia católica es del enemigo, que el Papa es el Anticristo, etc; sin embargo sus actos fueron vergonzosos, haciendo mucho daño a la obra del Señor. Al fin de cuentas, hicieron lo mismo que la iglesia católica nos hacía en décadas anteriores y que nosotros señalábamos corno intolerancia. Bien harían estos jóvenes en aprender Santiago 3 y poner en práctica que "... la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz." A veces escucho que se habla de las discusiones de Jesús con los religiosos de su época, como justificativo "de que hay que confrontar" a los religiosos contemporáneos. Pero lo que descubro es que, en la mayoría de los casos, no han estudiado bien esas charlas. John Stott, en su libro Las controversias de Jesús, muestra bien cómo eran los debates y sobre qué puntos. Cuando estoy testificando a un gordo, no le digo que tiene que adelgazar para poder aceptar a Cristo, a pesar de que la Biblia dice: "porque su cuerpo es templo del Espíritu Santo". Más aun, hay muchos pastores y creyentes gordos que luchan con el pecado de la glotonería; no por eso dejan de ser creyentes. 7. Debo conocer las creencias y las prácticas de los que deseo ganar. Pablo usaba al Antiguo Testamento para ganar a los judíos, y a la naturaleza, la filosofía y los poetas griegos para ganar a los griegos. Pocos cristianos hoy en día podrían ganar a un judío usando el Antiguo Testamento solamente, o a un católico simplemente con los conceptos manejados por ellos. Sin embargo, una de las claves de la comunicación señala que debemos ir de lo conocido a lo desconocido. Jesús, al hablar con Nicodemo, hizo referencia a Moisés en el desierto y su episodio de la serpiente. Fue de lo conocido a lo desconocido. Con la mujer samaritana no habló sobre la serpiente porque no lo iba a entender. En este caso, Jesús habló del agua, justamente lo que ella estaba buscando. Un problema serio que se nos plantea al tratar con católicos es que manejamos las mismas palabras, pero con diferentes sentidos. Puedo decirles que necesitan "recibir a Cristo", a lo que entenderán como tomar la hostia, entonces me asegurarán que han recibido a Cristo muchas veces ya. Es una misma expresión pero con contenido diferente, y no lograría nada si me pusiese a discutir sobre el correcto uso de la expresión. Debo tratar de usar otras palabras que les ayuden a entender los conceptos que deseo comunicar, sin ofender innecesariamente. Por otro lado, las generalizaciones son profundamente ofensivas, sea cuales fueren las personas o grupos en cuestión. Porque algunos sacerdotes sean inmorales, no quiere decir que todos lo sean. El hecho de que algunos pastores eminentes anden con prostitutas no significa que todos lo hagan, etc. En primer lugar necesitamos entender el mal y el bien que hay en cada uno de nosotros y en segundo lugar precisamos entender que tanto el mal como el bien se expresan en cada institución o situación social donde hay seres humanos. No hay nadie que haya trabajado con denominaciones o instituciones evangélicas que no haya tropezado o encontrado deshonestidad, orgullo, inmoralidad y politiquería en diferentes esferas. Esto nos da vergüenza, así como los pecados de ellos dan vergüenza a muchos de los que están buscando el buen camino. También debemos tener cuidado con las generalizaciones teológicas. Muchos sacerdotes, obispos y hasta cardenales están en desacuerdo con algunas doctrinas y declaraciones de la Iglesia Católica. Las luchas durante el Concilio Vaticano II y las posteriores al mismo ponen claramente en relieve las grandes diferencias que hay. Cuando apuntamos con el dedo, diciendo que creen tal o cual cosa, podemos encontramos con la sorpresa de que no creen nada de lo que pensamos. En muchas formas, la Iglesia Católica está tan dividida teológicamente como lo están las iglesias evangélicas, con la diferencia de que han hecho un gran esfuerzo para exhibir una fachada de unidad. 8. Hay que valorizar a los "temerosos de Dios". Como dijimos al principio, hay personas que, aun sin entendimiento, buscan a Dios, por lo que Dios quiere llegar a ellos. Hay gente que no es cristiana renacida, pero tienen temor de Dios, como lo era Comelio. Y más ofensivo aun que todas las otras generalizaciones es acusar a los "temerosos de Dios" de estar perdidos y lejos de Dios por el hecho de ser católicos o judíos. ¡Cuánto bien haríamos si entendiésemos las Palabras de Dios a través del ángel que dijo a Comelio: 'Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios", y las palabras de Pedro: "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (He. 10.1-431,34,35). La doctrina de algunos predicadores que dicen que Dios nunca escucha la oración de los que no han aceptado a Cristo, o que todas las buenas obras son como trapos de inmundicia (Is. 64.6) es falsa. Justamente el versículo anterior (vs.5) dice: "Saliste (hablando de Dios) al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de u en tus caminos;" y la continuación de este versículo y el versículo 6 muestran que el problema real era que sus obras eran malas, y por eso Dios los rechazaba. Hoy, como en el libro de los Hechos, hay muchas personas preparadas para recibir a Cristo que entran en la categoría de "temerosos de Dios" o "piadosos", que no necesitan arrepentirse (porque ya lo han hecho) sino que solamente precisan conocer la verdad de la salvación en Cristo, que es lo que les falta. Estas personas se han apartado del mal, han confesado sus pecados y están viviendo dentro de la luz que tienen de una manera cuidadosa, por lo que no necesitan que alguien les insulte y los menosprecie diciendo que no han servido de nada su búsqueda, sus oraciones y sus buenas obras. He conocido a muchos de estos temerosos de Dios que han sido ofendidos por diferentes predicadores y, lógicamente, los rechazan porque no han representado bien a Dios. Jesús no se dirigía de la misma manera a los religiosos sinceros como lo hacía con los hipócritas. 9. No toda flor florece. Es fácil que nos desilusionemos trabajando con gente religiosa. Muchos quedan por el camino, como pasó en el tiempo de Jesús. Pero dudo que sea mayor el número de los religiosos que se quedan por el camino, que el de los no religiosos. Cuando uno combina la lentitud con que algunos cambian, con los que se quedan por el camino, es fácil desanimarse y abandonar la tarea noble de buscar que estas personas conozcan la verdad. Sin embargo, necesitamos recordar, por un lado, que todo hombre necesita escuchar las buenas nuevas, y por otro, el valor histórico de estas personas cuando han perseverado. CUIDÉMONOS DE NO CAER Estoy convencido de la importancia estratégica de estos conceptos en la evangelización de América Latina. Tiemblo y al mismo tiempo oro para que estos conceptos no sean aprovechados por algunos para provecho personal, dañando así el campo, lo que podría resultar en puertas cerradas. Precisamos tomar cuidado para trabajar siempre con rectitud, amor, respeto, una mente abierta y un corazón paciente. Necesitamos crecer en nuestro propio conocimiento de Dios y de las Escrituras, recordando que somos humanos, limitados y afectados por nuestros propios prejuicios religiosos y culturales. Dejemos el fanatismo a un lado y actuemos con el amor que nos constriñe para cumplir el ministerio de la reconciliación, "que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados..." Apuntes Volumen VI – Número 5 Pastorales