Subido por Anto Luraschi

Monografia- LA EDUCACIÓN ARGENTINA EN DISPUTA. ¿BIEN PÚBLICO O PRIVADO

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CÁTEDRA: POLÍTICA
EDUCATIVA.
MONOGRAFÍA FINAL.
“LA EDUCACIÓN EN
DISPUTA. ¿BIEN
PÚBLICO O PRIVADO?”
EQUIPO DE CÁTEDRA:
Profesora Titular: María Fabiana Iurich.
Profesora Auxiliar: Karen Cejas
Autora: Luraschi, María Antonella.
UNIVERSIDAD
NACIONAL DEL
NORDESTE
FACULTAD DE
HUMANIDADES
PROFESORADO Y
LICENCIATURA EN
CIENCIAS DE LA
EDUCACIÓN.
Cátedra: Política Educativa. Monografía final. “LA EDUCACIÓN EN DISPUTA.
¿BIEN PÚBLICO O PRIVADO?”
2015
INTRODUCCIÓN
El siguiente trabajo es un informe monográfico que tiene como fin profundizar el
proceso de aprendizaje realizado durante el cursado de la Cátedra Política
Educativa.
En ese sentido se tomarán en cuenta los tres ejes desarrollados y los autores y
conceptos que resultan más relevantes mencionar para el posterior desarrollo del
análisis.
El primer eje trata acerca del marco de referencia de la Política Educativa, donde
se abordan conceptos desde un enfoque sistémico como los de componentes del
Estado de Pasquino, G (2004), legitimidad y autoridad de Shively, P (1997), el
concepto de bien público y privado de Gentile, F (2008). Por otro lado, la Política
Educativa Argentina abordada desde un enfoque histórico por Ávila Paz, M.C.
(2003). Y también, conceptos acerca de la concertación y alianzas en educación
en el marco del Siglo XX y XXI; las políticas sociales en el contexto de crisis y
ajuste estructural, desarrollados por autores como Fernández Soto, S (1994);
Cassasus, J (1995); Grassi, E; Hintze, S; y Neufeld, M.R. (1994); Puigross, A
(1996). En el mismo eje, se abordan desde un enfoque histórico tres modelos de
Estado en Argentina: el Oligárquico liberal, el Benefactor y el Neoliberal, cuyas
características han dejado fuertes huellas, y constituyen los antecedentes y
cimientos del país que conocemos actualmente. Estos modelos son analizados
por Filmus, D (1996); Quiroga, H (2010); Romero, L.A. (2013) y dan cuenta de
características políticas, sociales, rol del Estado, crisis y poder, entre otros.
El segundo eje, hace referencia a aspectos diferenciadores entre legalidad y
legitimidad; antecedentes y normativas vigentes acerca de las bases
constitucionales y legales de la educación argentina. Y el proceso de
transformación a partir de la Ley de Educación Nacional. En este encuadre, se
abordan la Ley de Transferencia de los Establecimientos Educativos Nº 24.049,
sancionada en 1991; La Ley Federal de Educación Nº 24.195 sancionada en
1993; La Ley de Educación Superior Nº 24.521, sancionada en 1995 y la Ley de
Educación Nacional N° 24.206, sancionada en el año 2006. Por otro lado las
Orientaciones actuales de la Política Educativa y sus fundamentaciones políticas
ideológicas de Echenique, M. (1994); las políticas y prácticas frente a la
desigualdad educativa de Elichiry, N (2010); entre otras. Como así también
diversas voces en relación a una nueva Ley de Educación Superior.
El tercer eje refiere a temas centrales y discursos políticos- educativos,
enmarcados en el debate actual en Educación. Uno de esos temas centrales es
planteado por Pedró, F y Rolo, J.M. (1998) respecto de los sistemas educativos
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iberoamericanos que se desarrollan en el contexto de la globalización; otro aporte
importante para concluir el desarrollo de este trabajo es planteado por Gentili, P.
(2000) en “Los sentidos de lo Público” desde la pedagogía de la esperanza para
nuestra época; entre otros.
Teniendo en cuenta los ejes mencionados, se abordará el análisis partiendo del
concepto de Política Educativa y Estado y su relación a fin de intervenir en el
contexto en que se encuentran.
A lo largo de la historia de la política argentina, hemos encontrado diferentes
modelos de Estado (Oligárquico, Benefactor y Neoliberal) que presentan rasgos
particulares y han respondido a intereses de diversos sectores, manifestados en
concertaciones y alianzas políticas. Tales modelos, han intervenido mediante
acciones concretas, en el contexto sociocultural y económico en el cual se
establecieron y fundamentalmente en el campo de la educación, que es el foco
central del análisis de este trabajo. La educación, en cada proyecto político
adquirió una significación particular y ha sido un instrumento de disputa entre los
intereses del sector público y por otro lado del sector privado.
Para llevar a cabo las políticas, cada gobierno enmarcado en un modelo, ha
sancionado un marco legal conformado por una serie de leyes en materia de
educación, cuyas disposiciones fundamentaron la orientación y alcance de esas
acciones políticas, preservando los intereses que conformaban las alianzas,
favoreciendo la defensa y consolidación de lo público o lo privado.
En este sentido, es fundamental incorporar como elemento de análisis a la
comunidad política conformada por la sociedad civil, a quienes han estado
destinadas las acciones concretas, llevadas a cabo por cada modelo. Es la
dinámica de esta comunidad política, la que ha movilizado, instaurado o
deslegitimado las decisiones, y expresan su opinión y postura particularmente
criticando o apoyando las políticas llevadas a cabo según los intereses que
subyacen.
El propósito de este trabajo es entonces, poder analizar cómo la educación ha
sido un bien en disputa para consolidar políticas públicas a fin de alcanzar una
mayor inclusión social, o favorecer y consolidar el monopolio del sector privado. A
través del enfoque histórico, es posible recuperar cómo cada modelo de Estado ha
enfrentado esta disputa y qué medidas normativas sustentaron las acciones
llevadas a cabo. Así también el papel que asume la comunidad política como
legitimadora o deslegitimadora de las acciones políticas realizadas a lo largo de la
historia. Se analizará la problemática en cada Modelo de Estado para evidenciar y
comprender con mayor claridad, los procesos de conformación del problema en
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cuestión y la complejidad que asume actualmente. Y como otro elemento
fundamental en este análisis, se abordará el concepto de globalización que
profundiza la disputa de la educación entre lo público y lo privado a partir de la
década de los 90.
DESARROLLO
Concepto de Política Educativa y su relación con el Estado
El punto de partida para analizar la Política Educativa, es hacer referencia a qué
entendemos por este concepto. A partir de autores, como Pasquino, G (2004);
Shively, P (1997); Gentile, F (2008); Ávila Paz, M.C. (2003); es posible elaborar
una idea que intenta dar cuenta de que la Política Educativa haría referencia a un
proceso intencional de acción que sigue un actor o un conjunto de actores,
tomando decisiones en función de determinados intereses y objetivos. Al tratar un
problema o asunto de interés educativo, se intenta asegurar el rendimiento del
Sistema Educativo, su eficiencia, y su calidad, en respuesta a los resultados que
manifiesta la comunidad política.
Así también apunta a transformaciones educativas, que se sitúan dentro de un
contexto particular y un modelo de Estado. Es decir, que en términos generales,
cada gobierno se interesa en dejar una gestión visible de su período, y esto
implica dejar de lado o reformar lo que inició su antecesor, lo que fragmenta la
gestión educativa e impide lograr definir un proyecto a largo plazo.
Entonces, es el Estado quien tiene el poder de tomar decisiones y desplegar
estrategias para intervenir en el contexto, a través de diversos instrumentos, de
los cuales uno es el Sistema Educativo. Esto depende de la intencionalidad
política y la concepción de sociedad proveniente del Estado, a la que sirve de
instrumento la educación, en cada período histórico como veremos a continuación.
Características de los Estados dentro de un Modelo y significación de la
educación.
Entonces, según los aportes de Pasquino, G (2004) y Shively, P (1997) el Estado
es aquella construcción políticamente organizada que permite o debería permitir la
convivencia organizada de la sociedad civil. A dicha construcción, se le brinda un
poder político para accionar en un contexto sociocultural, es decir se le otorga
autoridad que a su vez será representada por funcionarios dispuestos a tal fin.
Aquellos que forman parte del contexto son la sociedad civil, la comunidad política
que decide democráticamente a quiénes otorgar autoridad y si reconocer o no las
decisiones que el Estado tome y que les afecta directamente. Si creen que existe
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esa autoridad y que es apropiado que el Estado deba tenerla, a ese sentimiento se
lo denomina legitimidad.
Además, dentro de esta construcción, se encuentra el régimen como otro
elemento constitutivo del Estado. En este sentido se hace referencia al conjunto
de reglas, normas y procedimientos para regular el funcionamiento de las
instituciones y sus relaciones con la comunidad política y las autoridades. Pero
además, otra conceptualización distingue entre principios que implica el aparato
legal, normativo de procedimiento; el rendimiento que tiene que ver con la
actividad efectivamente realizada, ejecutada según los principios; e instituciones
que son aquellas estructuras de representación y operatividad encargadas de
supervisar y regular las ejecuciones en función de los principios.
Dentro de este marco, y teniendo en cuenta algunos de estos elementos se
analizará cada Modelo de Estado en Argentina.
Es necesario aclarar antes que gobierno, debe ser entendido como un grupo de
personas dentro del estado que tiene la autoridad máxima o soberana para actuar
en nombre del Estado, es quien ejecuta la acción en el contexto. Y la democracia,
según Gentile, F (2008) constituye un conjunto de reglas que permiten la más
amplia participación de la mayor parte de los ciudadanos, de forma directa o
indirecta en las decisiones políticas, es decir en aquellas que interesan a toda la
sociedad civil.
Hacia 1880, es la época en la que se caracteriza al Modelo Oligárquico Liberal, se
observa una coalición fundacional conformada por la dirigencia política, grupos
terratenientes, el ejército y la Iglesia católica. En el contexto de inicio de vida
independiente de los países latinoamericanos se manifiesta una preocupación por
constituirse en Estados Nacionales, y es así que en Argentina el Sistema de
Educación Pública fue un acto político cuya finalidad era integrar los sectores
populares a la sociedad, generar en este grupo humano diverso, sentimientos de
pertenencia y de participación de una identidad mayor, es decir crear una Nación.
(Casassus, J: 1995)
En esta época, aún no se puede hablar de un Estado constituido como se lo
conoce actualmente, sin embargo, se visualiza una coalición fundacional, más
bien un gobierno con autoridad, debido a sufragios fraudulentos que podían
manipular por ser un sector acaudalado y pertenecer a estratos sociales altos. Al
no estar presente aún la democracia, la legitimidad estaba dada a la fuerza ya que
quien no estuviera de acuerdo, no estaba en condiciones o no contaba con las
herramientas para oponerse. Esto le permitía poner de manifiesto sus intereses,
definir el tipo de ciudadanía que controlaría el poder político, y más adelante una
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asignación de roles, mediante una estratificación social reflejada en la estructura
del Sistema que se explicará luego. Solo un incipiente sector medio comienza a
sentirse contemplado en las decisiones del Estado, cuando la educación se vuelve
aunque escasamente, un motor de acceso a mejores oportunidades. Es así que al
verse mínimamente favorecido, comienza a legitimar el poder de político de la elite
dirigente.
Esto se produce según Casassus, J (1995) cuando la educación pasa de ser
percibida como moralizante a ser una actividad científica.
Una vez constituido el proyecto de conformación Nacional, y avanzando un poco
más, la democracia se inicia en los años 1912 a partir de la Ley Sáenz Peña que
sanciona el voto obligatorio, secreto y universal, sin embargo solo para nativos
argentinos y naturalizados masculinos y mayores a 18 años. Aunque con
restricciones a toda la sociedad civil, la ley permite años más adelante, elecciones
donde la comunidad política, efectivamente otorga autoridad a los funcionarios.
Estos períodos de democracia no obstante se verán interrumpidos por una serie
de golpes militares en los que se toma posesión de la autoridad del Estado a la
fuerza.
Según Filmus, D. (1996) Recién en los años 30, comienza a desarrollarse un
Modelo intervencionista, que adquirirá su mayor auge, con la llegada del
Peronismo y de su referente Juan Domingo Perón. Señala que los cambios en los
requerimientos educativos del aparato productivo, derivaron de la transformación
de las funciones principales del Sistema Educativo y esto tiene que ver con el
cambio de paradigma económico desde el agro- exportador, al industrial.
En dicho modelo la educación tomó un nuevo sentido a diferencia del anterior, se
expande el Sistema Educativo y se la considera como un derecho social y
universal, se incorpora como un derecho de los ciudadanos, pero también como
una estrategia de capacitación de mano de obra calificada para responder a las
demandas de la industria, dichos destinatarios era la clase obrera.
Además, el Estado en el modelo Benefactor tenía una fuerte y activa intervención
en la economía, ya que intentó regular el mercado para mejorar la racionalidad
económica y el desarrollo del sector público, en estrategia de producción y
servicio. Por lo que conformó alianzas con los sectores favorecidos con el proceso
de industrialización y crecimiento del mercado interno. Era garante de los
derechos sociales de los ciudadanos, puesto que respondió a los grupos y
sectores más vulnerables y facilitó la participación de los mismos en acciones que
antes no eran siquiera pensadas.
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Pero sobre todo, este Estado tenía como característica principal la de ser
responsable de captar y capacitar a través de la educación. En este sentido, a
través de las medidas de gobierno, el Estado se aseguró la legitimidad por parte
de la sociedad civil, particularmente de las clases populares, que lograron
insertarse y participar activamente en el Sistema Educativo, obteniendo mejores
condiciones de vida.
Tras el derrocamiento del General Perón, se instala en la década del 60 un
modelo de Estado Desarrollista que fue una sub clase de Estado Benefactor.
Teniendo éste una argumentación desarrollista en categorías de tecnificación,
racionalización y eficiencia buscando un cambio social y educativo. Por esta razón
la pedagogía desarrollista estuvo centrada en un cerrado economicismo en el que
se le dio prioridad al crecimiento económico como condición y causa del desarrollo
social. A partir de esto, se veía a la educación como un “subsector auxiliar” de ese
desarrollo económico cuyo objetivo principal era la preparación de recursos
humanos necesarios para un estilo de desarrollo.
Este modelo de Estado, y su proteccionismo tanto en la economía como en la
educación comenzó a decaer en la década de los 70. Su decaimiento, se vio
reflejado por la crisis del petróleo, por la hiperinflación, la desinversión, la
desindustrialización, y sobre todo por la incapacidad de los Estados por enfrentar
las variaciones del mercado internacional, y un cambio en el patrón de producción
puso en cuestión la capacidad del sistema educativo para responder tanto a las
demandas sociales, económicas, políticas y culturales.
La crisis de este contexto se puede ver con la muerte del general Perón y su
reemplazo del Dr. Taiana, el inicio del golpe militar en el 76.
Por otra parte, según Filmus, D. (1996) el gobierno que administró tal crisis fue el
gobierno militar (1976-1983) que tenía como objetivo realizar las transformaciones
necesarias. Para ello el gobierno del Proceso fijó un mecanismo institucionalizado
de sucesión presidencial sin recurrir a los civiles ni a formas democráticas. Ya que
se fijó como principales objetivos el restablecimiento del orden y la seguridad, la
modernización del país mediante la reforma del Estado, el saneamiento moral a
través de la corrupción y la reforma del Sistema Educativo que transmitan normas
y valores que respondían a un modelo autoritario. Es aquí donde se irrumpe con la
democracia y se pierde la legitimidad otorgada por la sociedad civil, al punto de
exterminar a sus opositores o quienes sospecharan que lo fueran. Es la misma
construcción de Estado como garante del orden lo que se desdibuja, puesto que si
bien es el objetivo de gobierno, dada la violencia con la que se impuso y las
decisiones tomadas, se logró completamente lo contrario.
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La educación así jugó un papel transcendente, para garantizar el orden social para
realizar las transformaciones planteadas, y restaurar el orden en todas las
instituciones educativas.
Sin embargo, a pesar de estos objetivos que este gobierno se propuso en torno a
la transformación del Estado no fueron cumplidos, ocasionando que la crisis del
Estado Benefactor adquiriera características irreversibles. Dejando consecuencias
como ser, en lo económico, endeudamiento externo e interno, proceso
inflacionario, ineficiencia y baja calidad del aparato estatal. Y la ruptura del
tradicional equilibrio social y político.
Estas consecuencias, fueron sentando las bases para la introducción de un nuevo
Modelo de Estado: El Neoliberalismo Conservador.
Otro gobierno que administró la crisis fue el radical (1983-1989), el cual comenzó
a aplicar políticas, para intentar restaurar la democracia y la legitimidad pérdidas
por el anterior gobierno.
Las tendencias principales se manifestaron en torno a la declinación del
crecimiento productivo, la desinversión, la caída de empleo, la concentración
económica y la alta inflación.
Las principales autoridades democráticas se centraron en la necesidad de
transformar la cultura autoritaria. En relación a esto, la función política y principal
de la educación estuvo dirigida a desmantelar el orden autoritario que dejó el
anterior gobierno a partir de la transmisión de los valores democráticos, el sistema
educativo tenía como objetivo generar una cultura participativa por parte de la
ciudadanía.
Así mismo, este gobierno se propuso reconstruir las escuelas como ámbitos de
convivencia democráticos. La recuperación de la democracia, significó la
recuperación del rol protagónico del Estado.
Pero además, con el gobierno de Raúl Alfonsín se debió encarar la cuestión del
endeudamiento externo que transformaba las crisis cíclicas en fenómenos
ingobernables. Al priorizar otras cuestiones, abordó este problema en el último
tramo de su gobierno que carecía de fuerza política para ponerlo en marcha, y por
este motivo tuvo que abandonar la presidencia unos meses antes de terminar su
mandato.
Según Ávila Paz (2003) con la desaparición de todo sustento teórico, el fenómeno
de la globalización (que se detallará más adelante) y la vertiginosa mundialización
del modelo Neoliberal, cae el papel de Estado fuerte y centralizado, transfiriendo la
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mayoría de sus responsabilidades al mercado y a la sociedad civil, provocando así
cambios económicos, políticos, culturales y sociales. En el que el mercado para
poder funcionar efectivamente requirió dicha reducción por parte del Estado, y
fundamentalmente un reordenamiento social y cultural a través de la educación,
otorgándole un valor estratégico al conocimiento. Por lo que era necesario en el
Modelo Neoliberal una reforma educativa, la cual tenía como objetivo alcanzar la
incorporación de los hombres al mundo del conocimiento, de la tecnología, de la
comunicación y a un mercado laboral especializado, dinámico pero fluctuante y
flexible. Dando lugar a transformaciones curriculares cambiantes, generando así
avances en el conocimiento y tipos de conocimientos.
En este período, en Argentina asume al cargo de Presidente de la Nación, Carlos
Saúl Menem, el cual lleva a cabo diferentes políticas para transformar la Nación
Argentina. Por lo que comienza una profunda transformación del Estado y de las
relaciones económicas.
Retomando a Romero, L.A. (2013) al renunciar Alfonsín en el año 1989, y al
estallar la hiperinflación, Menem es electo, y asumió el programa de la reforma y el
ajuste ya utilizado en 1976 en el gobierno de los militares, pero de una manera
más brutal, ya que consistió en la apertura financiera irrestricta y privatización
descontrolada de las empresas estatales. Su éxito inicial se correspondió con un
periodo de gran afluencia de capitales externos y fácil endeudamiento.
Estos años de prosperidad internacional, disimuló la decadencia. El cataclismo se
produjo a fines del 2001 con el gobierno de Antonio de La Rúa. Primero, una
fenomenal corrida bancaria, secuela de la retirada presurosa de las inversiones
financieras, que llevó a una congelación de todos los depósitos (el corralito) y en
consecuencia a una crisis económica vertiginosa, ocasionando la renuncia de la
presidencia de la Rúa un año antes de terminar su mandato.
Otras de las causas que llevaron a esta crisis fueron: La Convertibilidad, la
devaluación del peso, el cierre de empresas que provocó una alta tasa de
desempleo. Frente a la incapacidad del Estado ejercer autoridad a través de los
funcionarios, tomando decisiones que fomenten la salida de la crisis, la sociedad
deslegitima el poder político, movilizándose por las calles. Nuevamente el Estado
como construcción, se ve incapaz de actuar con autoridad, y conservar la
legitimidad otorgada por la sociedad civil. Pero a este proceso lo detallaremos más
adelante.
Tras diversos intentos de abordar la crisis, recién en el año 2003 comienza la era
Kirchnerista, con la presidencia de Néstor Kirchner, y una legitimidad no tan plena,
dada la cantidad de votos recibidos. No hay que perder de vista en esta instancia
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que debido a la deslegitimación política ocurrida por la crisis del 2001, la sociedad
civil recomenzaba un proceso de orden democrático fluctuante. En adelante, la
economía crece y hacia el 2005 la producción sojera aumenta al igual que las
exportaciones industriales, sin embargo hacia el 2006 retorna el problema de la
inflación, que el gobierno enfrenta de forma poco efectiva eliminando información
del INDEC ya que se desdibujaba la estadística del gasto público hasta el acuerdo
de precios. A raíz de esto, se produce un aumento en las retenciones a la soja, y
un desaliento en las inversiones. Se ocasiona un conflicto entre productores
rurales y el gobierno. Este conflicto nuevamente vuelve a debilitar en parte el
sentimiento de legitimidad de aquellos que confiaron en que sus derechos estaban
asegurados.
Por otra parte, las políticas de inclusión de las que formaban parte los planes
sociales debido a las medidas de emergencia tomadas por el gran desempleo que
acarreó la crisis, tuvieron un límite, por sus propósitos más coyunturales y las
deficiencias de gestión. Fue así que no se modificaron significativamente las
condiciones de pobreza. De este modo, los planes sociales se propusieron
atender las situaciones más urgentes hasta el punto en que (…) “quienes vivían en
el mundo de la pobreza fueron transformados por el sistema político Kirchnerista
en una fuente de votos de enorme importancia”. (Romero, L. A: 2013)
A finales de 2010, la muerte de Néstor Kirchner dejó a Cristina Fernández de
Kirchner como única candidata oficialista. La imagen de su viudez produjo una
bonanza generalizada. Sin embargo su imagen comenzó a deteriorarse de manera
sostenida apenas pasadas las elecciones y más adelante aun cuando se
evidenció con mayor fuerza la mala gestión de gobierno hasta entonces
disimulada por la prosperidad y la ejecutividad. La elección del 2011 llevó a un
decisionismo democrático que excedía cualquier definición de democracia. El
gobierno, afirmó su imperio y acentuó el ataque contra las voluntades
independientes. A este proceso lo retomaremos más adelante. De este modo y
retomando una de las ideas de Shively, P. (1997), la autoridad basada en un
acuerdo general, se diluye y más aún cuando se intenta acallar o atacar las voces
de los actores que la otorgan.
Se puede deducir a partir de lo mencionado anteriormente, que la significatividad
de la educación en este gobierno, está destinada a una consolidación y
perpetuidad del proyecto Kirchnerista, sobre una política asistencialista que intenta
legitimar el poder a través de planes y programas de asistencia a sectores
focalizados. Si bien, se invierte en educación, es el Ejecutivo quien decide los
límites y alcances de la misma, y qué tipo de producción de conocimientos es
posible.
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Marco legal, alcance y orientación de las Políticas Educativas
Si bien la constitución formal del Sistema de instrucción pública se inicia en el año
1880, mediante la Ley 1420, muchas de sus características permanecen y otras
han sufrido transformaciones.
Según Ávila Paz (2003) en el Modelo Oligárquico liberal, la sociedad se concibe
como una construcción, un contrato a través de la cual se busca una cohesión
social mediante la acción voluntaria del hombre; y que intenta fortalecer la
identidad nacional por medio del establecimiento de sistemas educativos. Se
evidenciaba en esta época (de fundación de la Nación), una heterogeneidad social
y cultural, más allá de la intención de homogeneizar a la sociedad, y esto se debía
a los diversos sectores, inmigrantes, criollos, entre otros, con pautas culturales
también diversas, y a quienes estaba destinada la educación.
Según Filmus, D (1996) el sentido que se le dio a la educación fue la de
considerarla como un servicio público, por lo que la universalización de la
educación fue justamente a través del servicio. Independientemente de que se
favoreciera una educación restrictiva, en sentido de que sólo pudieran acceder a
los niveles más altos aquellos que más dinero y posición social tenían, y quienes
estaban destinados a formar parte de la dirigencia política; este primer Sistema
Educativo permitió pensar en una educación pública, popular, a la que todos, en
principio tuvieran acceso, puesto que de otro modo, las clases más bajas ni
siquiera hubieran podido participar de tal beneficio. Podría decirse que fue el
puntapié inicial para un tipo de inclusión y la posibilidad de acceso que tuvieron
más adelante. Asimismo, fue un impulso para la movilidad social de los sectores
medios, y para reclamar su inclusión en la dirigencia política, también más
adelante.
En el caso del Estado Benefactor, siguiendo con la línea de Filmus D. (1996) la
idea de la formación del ciudadano fue reemplazada por formación para el trabajo.
Ya que los nuevos roles ocupacionales exigían una alfabetización y formación que
el sistema educativo debía brindar. Comenzaron a requerir además,
conocimientos de oficios y especialidades, niveles técnicos profesionales. Por su
parte, el Primer Plan Quinquenal (1949-1951) introdujo reformas en el sistema
educativo, particularmente en la educación técnica, con el objetivo de redefinir la
relación pedagógica entre educación y trabajo y dar al alumno una orientación y
formación profesional. Así también con el segundo Plan Quinquenal (1952-1955)
se introdujeron la modificación de los textos escolares.
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A partir de esta formación se construyeron Escuelas de Tiempo Parcial, escuelas
técnicas, escuelas fábricas, la creación de la CENAOP (Consejo Nacional de
Aprendizaje y Orientación Profesional), y lo más importante es que se creó la
Universidad Obrera Nacional.
Como se mencionó anteriormente, el Desarrollismo orientó las Políticas
Educativas teniendo en cuenta las categorías de tecnificación, racionalización y
eficiencia buscando un cambio social y educativo.
Más adelante, y con el Modelo de Estado Benefactor en crisis, el gobierno militar
(1976-1983) plantea una función política de la escuela, que se definía en una
modalidad disciplinaría, la cual se implementó en dos órdenes : instrumental,
cuyas estrategias estuvieron centradas en la exclusión de los docentes y
contenidos curriculares que no brindaban garantía ideológica, vaciamiento de los
contenidos socialmente significativos y de los modelos procesuales para una
participación social plena, la distribución a través del currículum oculto de pautas
de socialización individualistas y falsamente meritocráticas. Mientras que las
principales políticas desarrolladas en función de orden expresivo fueron la
clausura de los mecanismos de participación social en la orientación y conducción
del sistema de enseñanza, el disciplinamiento autoritario de los agentes
comprometidos en la actividad educativa, y la transferencia de la lógica burocrática
al ámbito escolar.
Estas estrategias sobre ambos órdenes hizo que la escuela fuera autoritaria,
jerarquizada y discriminadora, basándose en que el orden, la disciplina eran
funciones muchos más importantes.
Más adelante, con el gobierno radical (1983-1989), las principales acciones
desarrolladas desde el Ministerio de Educación de la Nación en cuestión de
políticas educativas, se dirigieron a la autorización de los centros de estudiantes
tanto a nivel secundario como universitario, la reincorporación de los docentes
cesanteados en el gobierno militar, la supresión de los exámenes de ingreso, y la
posibilidad de ingreso a las universidades, la modificación del régimen de
evaluación abandonando la escala numérica, la modificación de los planes de
estudios de formación moral y cívica.
Sin embargo, estas transformaciones que se plantearon para elevar la calidad de
la educación, no fueron llevadas a las prácticas en su totalidad, o solo se
implementaron al final de la gestión. Por lo que el Estado de Bienestar continuó
adquiriendo características de un “Estado de malestar”, es así que ya no
respondía a las demandas de la sociedad, particularmente a la de los sectores
necesitados.
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Teniendo en cuenta un video proporcionado por la cátedra, La presidencia de
Menem (1989 - hasta 1996) Economía- Canal Encuentro. Mientras muchas
industrias internacionales incorporan nuevas tecnologías, y las clases medias
cambian el destino de sus vacaciones, el gobierno de Menem inicia una nueva
etapa de su reforma estatal que incluye entre otras cosas el desmantelamiento de
la salud y la educación pública y la entrega de los recursos energéticos. En los
años posteriores a 1992, usando el argumento del Federalismo, éste traspasa la
salud y la educación pública a los Estados provinciales. La razón de esta maniobra
es mostrarles a los organismos de créditos internacionales que el gasto público ha
disminuido. Pero esta transferencia tiene un efecto sumamente perjudicial en las
escuelas y hospitales en las provincias ya que el Estado Nacional transfiere las
obligaciones, pero no los recursos necesarios para su mantenimiento. Al mismo
tiempo la Nación y las Provincias firman pactos fiscales que restringen el uso de
los recursos de la Coparticipación Federal, por lo que varios Estados Provinciales
se ven obligados a emitir bonos de circulación local que rápidamente pierden su
valor en relación al peso. Al traspasar los servicios públicos como la educación a
las provincias, se lleva a cabo la Ley de Transferencia 24.049/92.
Para 1993, la figura de Menem goza de un amplio consenso popular, ni la
sospecha de corrupción que involucra a los miembros de su gobierno ni las
feroces críticas del periodismo independiente logran opacar la sensación de
estabilidad y crecimiento económico creada por la convertibilidad. Aprovechando
este consenso Menem acuerda con el radicalismo una reforma constitucional que
incluye una cláusula que establece la reelección presidencial. Con la reelección de
Menem la reforma estatal se profundiza.
En su segunda presidencia, lleva a cabo otras reformas, y la promulgación y
sanción de otras leyes como la Ley Federal de Educación 24.195/93, y la posterior
Ley de Educación Superior 24.521 sancionada en el año 1995.
Tomando los aportes de Puigross, A. (1996) la primera Ley mencionada,
reestructura el sistema educativo de acuerdo a un modelo semejantes las
propuestas conservadoras de principios de siglo. Esta reforma tiende a subordinar
la capacitación a los intereses empresariales inmediatos convirtiendo a la escuela
en una bolsa de trabajo abaratado.
En el caso de Ley de Educación Superior 24.521/95, si bien se articulan las
instituciones terciarias y universitarias, permite la reducción de las primeras, la
imposición de arancelamientos a la enseñanza y la intromisión del Poder Ejecutivo
en varios aspectos de la enseñanza y la organización universitaria.
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Según Echenique, M. (1994) estas propuestas están de acuerdo con la lógica de
la matriz neoconservadora, que desplaza la figura del ciudadano como participante
de las mayorías del poder, hacia el usuario y el trabajador eficiente, con el modelo
de mercado que se venía estableciendo desde los años 80.
Sin embargo las implicancias respecto de cómo la educación es un bien de
disputa entre lo público y lo privado, será tratado en el siguiente apartado.
Durante la era Kirchnerista se sanciona la Ley de Educación Nacional 26.206/06,
en sustitución de la Ley Federal de Educación. Y lo que se visualiza es un papel
subsidiario del Estado en el que la capacidad de garantizar la educación como un
derecho, no se evidencia fehacientemente. Del mismo modo, en el siguiente
apartado, se detalla mejor este análisis.
El Sistema Educativo mediando intereses: entre lo público y lo privado
Profundizando en la cuestión de los intereses, Gentile, F. (2008) nos aporta la
distinción entre lo privado y lo público, teniendo en cuenta que es uno de los ejes
centrales de análisis.
El Estado, como sujeto público se reconoce como separado, independiente y
autónomo de los individuos que lo componen; es entendido como el Otro común
en el que se representan los intereses de la comunidad política.
Lo privado, hace referencia a la unicidad, a la individualidad, a la sujeción a la
propia voluntad, libre de cualquier regla y a nivel público. En este sentido, el
Estado, el soberano reproduce también la condición del individuo, de la persona
privada. Pero a veces se manifiesta también, en la ausencia de límites u
obligaciones por parte del poder estatal.
Con este aporte, la posición frente a la función que el Estado debe asumir, es lo
determinará el alcance de las decisiones de gobierno.
Desde los aportes de las clases teóricas ofrecidas por la Cátedra, se explicitó que
una posición es la de Principalidad del Estado, que corresponde a la función y
acción del mismo en su carácter público y universal, teniendo en cuenta y
considerando las principales necesidades y/ o urgencias de la sociedad.
Por otro lado se encuentra la posición de Subsidiaridad del Estado que
corresponde a todos aquellos sectores que surgen en la realidad política cuando el
Estado no aparece o no surge como actor principal o central.
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De este modo, cada Modelo fue adoptando una postura respecto al rol que
consideraba ocupar en función de los intereses del gobierno o de la comunidad
política. Y en algunos casos, los intereses de gobierno se satisfacían a través de
la legitimidad de la comunidad política por avalar en parte sus intereses.
En el Modelo oligárquico liberal, lo público y privado entran en conflicto y se
evidencia a través de quien podía acceder a los estratos más altos en términos de
educación. Siguiendo con la misma idea, si bien, el Estado se caracterizaba por
ser activo, centralista y su rol activo en cuanto a la educación, fue que la escuela
como institución estuviera destinada a conservar la cultura y propiciar el progreso
del pueblo; era el sector dirigente de la sociedad quien intervenía en materia
política, económica, educativa; es decir que se atribuye una fuerte participación
del sector dirigente en la toma de decisiones y el establecimiento de medidas que
favorecieron los intereses de los mismos, y que fundamentalmente se manifiestan
en la estructuración del sistema educativo; a fin de que quienes accedieran a la
cúspide, fueran futuros dirigentes de la sociedad.
Por otro lado, en esta instancia podría decirse que uno de los primeros
antecedentes que abrirían la disputa de la educación como bien público y privado,
se produce a través de ligarla al proyecto económico, pero desvinculándola a las
exigencias de producción del modelo. Según Casassus, J (1995) la progresiva
especialización, la expansión cuantitiva y los procesos industriales emergentes
fueron procesos que la elite dirigente aprovechó para responder a demandas de
administración y control social, más que a las de producción durante la primera
mitad del Siglo XX. El proyecto educativo, fragmenta la relación directa entre
educación y producción. Podríamos ver que los intereses de consolidar una
estabilidad política e ingeniería social, y el mantener una formación con rasgos
moralistas aún, priman sobre una educación vinculada verdaderamente a los
conocimientos necesarios para la producción. Esto se vería transformado, durante
el Gobierno peronista a través de las Políticas implementadas para la formación
de mano de obra calificada, donde comenzó a generarse una visión económico
centrista del papel de la educación, adquiriendo la misma otro sentido que fue la
de transformarse en una inversión que tenía como principal objetivo alcanzar una
renta individual y social, ya que estos sectores responderían a las demandas de la
industria pero con ello también obtendrían un trabajo salariado que le permitiría
obtener ingresos para solventar sus necesidades.
Sin embargo, en este aspecto y teniendo en cuenta el Modelo Benefactor adopta
un rol principal en materia educativa, como se mencionó anteriormente. Sin
embargo, es interesante destacar según Fernández Soto, F. (1994) que en esta
instancia el Estado entabla vínculos con las corporaciones guardando cierta
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responsabilidad con los mismos, pero donde la estructura institucional estatal es la
proveedora de bienestar social. En este sentido, la inclusión social de la
población, se realiza con una lógica corporativa, es decir que la alianza de clases
implicó una estrategia proletaria centrada en la legitimación de los intereses
corporativos. Es decir, una movilización de las masas a fin de continuar con los
ideales y el proyecto de gobierno de ese momento, de construir la lealtad del
individuo o grupos de autoridad central del Estado junto a la autoridad del líder.
De todas maneras, y más allá de esta vinculación, lo que puede destacarse es la
importancia de que la educación es reconocida como un derecho universal, los
fines para los cuales se llevó a cabo tal medida, pueden discutirse, sin embargo
este reconocimiento fue y es crucial a la hora de debatir la función y desarrollo de
la educación en momentos posteriores.
Durante el Modelo desarrollista según Ávila Paz, M.C. (2003), y como se explicó
en los apartados anteriores, la pérdida de confianza en la educación y la
incapacidad de la misma de promover la movilidad social, puso en evidencia la
contradicción entre el sentido modernizante que se quería imponer al crecimiento
económico y el sentido elitista que adoptó el Estado Desarrollista frente a las
demandas de participación social y política de grandes sectores de la población.
Con el cambio de paradigma y la búsqueda de racionalización, la educación,
comienza a ser absorbida por el sector privado en detrimento del sentido público
de la misma en esta instancia, comienza a sentarse las bases de un rol subsidiario
del Estado, tras la racionalización que podía alcanzarse mediante el desarrollo del
mercado.
A partir de los años 70, la concepción optimista que se tenía de la educación se
derrumba produciendo así un sentimiento de frustración y desconfianza en la
misma por lo que no era una fuente para generar desarrollo y permitir la movilidad
social. Sino más bien reproducía los intereses de las clases dominantes. Estas
desigualdades educativas, dieron lugar a una fragmentación social, y a una
marginalidad de una vasta porción de los habitantes de la Nación. Esta realidad
agravada por la situación económica, el ajuste estructural y el surgimiento de
virulentos grupos de oposición significa la ruptura definitiva del pacto educativo y
el inicio de la crisis del modelo de Estado vigente.
Según Casassus, J. (1995) es en esta instancia donde los Estados, desde el punto
de vista económico, pierden la capacidad de conducción de los asuntos
nacionales, la definición de prioridades políticas, la asignación de recursos, entre
otras. De modo que los actores externos se toman la atribución de imponer
condiciones de pago. Podríamos agregar que además de eso, los actores
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externos sacan provecho de la debilidad causada por la crisis, para desplazar el
papel estatal en otras cuestiones, a fin de comenzar a imponerse como
reguladores de los Estados prevaleciendo sus intereses. Todo esto deriva, en la
limitación de la intervención estatal.
Esta crisis, abre paso a que el sector privado comience a establecerse y a luchar
por el monopolio educativo.
Con el surgimiento y consolidación del Neoliberalismo, la globalización es el
fenómeno de intensificación de los niveles de interacción, interconexión e
interdependencia entre los Estado, las sociedades y demás agentes que operan a
escala mundial y en términos económicos es el desarrollo, producción, distribución
y consumo de procedimientos que pretenden responder a necesidades cada vez
más diversificadas y personalizadas de los mercados mundiales, priorizando la
competitividad sobre la cohesión social. Este fenómeno considera que el
conocimiento puede llegar a ser el principal recurso productor de riqueza y por lo
tanto la educación debe promover la eficiencia y responsabilidad. Además se
vuelve multifacética y multireferencial, altamente flexible y cambiante, ya que
prepara para la inserción a mercados laborales de igual caracterización. (Pedró, F.
y Rolo, J.M:1998).
Agregando en este punto la intervención del fenómeno de globalización, es
necesario agregar que fomenta tres convergencias necesarias. Una en el terreno
curricular a fin de transmitir contenidos eurocéntricos e imprescindibles a nivel
mundial (que denotan la intervención de agentes extranjeros al contexto nacional)
y la formación permanente y actualizada. Otro terreno de convergencia es el del
gobierno y administración de la educación mediante una desregulación en la que
el Estado desaparece en este contexto y se corre de su función principal, y la
concurrencia que fomenta la competitividad que exige una formación permanente
pero no es accesible para todos. Finalmente se requiere de una convergencia
estructural, en cuestión de financiamiento.
Siguiendo con la misma idea, el Menemismo, se manifiesta la verdadera disputa
entre los intereses públicos y privados, y el auge de la globalización, en las leyes
que sanciona en materia educativa, donde el papel del Estado se desdibuja para
dar lugar al predominio de la exclusión y el mercado.
Según Puigross, A. (1995) este Estado elige invertir en los sectores más
adaptados e integrados, abandonando al resto. Lejos de ser una acción positiva
dirigida a la compensación, profundiza los circuitos de escolarización ya formados,
mayormente excluyentes. Esto se debe a la subordinación a las directivas político16
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educacionales de los organismos acreedores internacionales que intervienen en
las burocracias nativas encargadas de ejecutarlas.
El problema aquí se manifiesta en el sentido de que la educación ya había dejado
de ser un servicio a disposición de la sociedad civil, para constituirse en un
derecho universal. Es por ello, que resulta una disputa que la misma vuelva a ser
considerada como un servicio. Y esto se explica si se considera que a partir del
fenómeno de globalización y del Modelo Neoliberal, el Estado se vuelve
subsidiario y se corre de su papel principal como garante de derechos. De este
modo, prima el derecho individual sobre el social. La educación pública no se
encuentra en condiciones de ofrecer políticas inclusivas para quienes tienen
dificultades en el acceso y permanencia a la misma. Es en esta instancia donde es
posible visualizar una serie de puntos en tensión respecto de algunos principios a
tener en cuenta como el de calidad, equidad, gratuidad, autonomía, en el caso de
las Universidades Sistema evaluador, co-gobierno y autarquía.
Al ser reconocida la posibilidad de la privatización de la educación, ya no hay
retorno respecto a que los intereses de los sectores privados continúen su
intervención en cuestiones educativas, profundizando el fenómeno de exclusión
sin que el Estado, desplazado en su papel intervencionista, pueda ejercer algún
tipo de control.
En la era kirchnerista se manifiesta una evidente preservación de intereses
privados: Además los super-poderes concedidos por las leyes de emergencia de
los 90 y ampliados durante la crisis del 2002, fueron renovados durante estos años
por un Congreso de mayoría disciplinada. De este modo el Ejecutivo pudo utilizar
el presupuesto con libertad y aún más la “caja negra” integrada por aportes del
gobierno no registrados fue aún más significativa en la construcción del poder, en
función de subsidios hasta a organizaciones ajenas al mundo de los negocios. Los
capitalistas “amigos” se vieron beneficiados. Romero, L.A. (1995) en medio de
esta gestión, se sanciona la Ley 26.206/06 de Educación Nacional, en la que se
manifiesta la intervención de los sectores privados en la educación.
En este sentido, Grassi, E; Hintze, S; y Neufeld, M.R. (1994) aportan que la
aplicación del Modelo Neoliberal se aplica en una sociedad enteramente
fragmentada, en la que los sectores se individualizan, al ritmo que los sujetos
colectivos pierden identidad. Entonces la orientación de la política social y
educativa apuntan ni a consumos colectivos, ni a derechos sociales sino a una
asistencia focalizada hacia aquellos con menor capacidad de presión. De modo
que no es posible esperar acciones que interfieran en la satisfacción de los
intereses privados.
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Lo que se puede agregar aquí, es que el Estado desde un lugar subsidiario, cubre
una parte de la educación, pero como se explicó anteriormente no desarrolla
políticas inclusivas. Y esto se debe al carácter asistencialista focalizado, puesto
que a través de diversos planes y programas se beneficia a aquellos excluidos del
Sistema educativo, para legitimar el poder político por medio de la movilización de
esa parte de la sociedad civil.
El Estado, la educación y la comunidad política.
Este apartado, intenta dar cuenta de la participación o falta de participación de la
comunidad política en las decisiones del Estado, y sus manifestaciones frente a
las políticas educativas.
Por lo tanto, cuando se sentaron las bases de la Nación, las políticas educativas
se destinan a un proyecto educativo ligado a la idea de racionalización y progreso.
Es en este momento cuando la alianza se amplía según Casassus, J (1995) y
comienza a visualizarse una clase media incipiente que se reconoce incluida y con
escasas posibilidades de movilidad social, mediante la educación, como
mencionamos antes.
Se puede decir retomando a Filmus, D (1996), que este modelo presentó algunas
causas de debilitamiento, ya que los sectores rurales y obreros, y sus
posibilidades de acceso a la educación habían sido escasas; por lo que se
acusaba a la educación de ser un instrumento de dominación de los pueblos.
Por otro lado, durante el desarrollo del Estado Benefactor, dentro de la sociedad
se manifiesto la participación de los sectores cada vez más amplios de la
población. En este sentido, no solo se incluyó sino que se trató de integrar a las
clases populares dentro del sistema educativo, lo que permitió a su vez, la
formación del ciudadano para el trabajo. Esto implicó el acceso al sistema
educativo y a la vez a una fuente de trabajo y una manera de integración y
ascenso social, según Romero (2013). Esta posibilidad de movilidad social, no era
accesible ya que la formación educativa tenía otro fin y no estaba destinada a
preparar mano de obra calificada. Al transformarse la educación en un derecho
social universal se produjo un crecimiento global de la población escolar.
Un poco más adelante, en el Modelo Desarrollista cuando el Estado se vio limitado
a la hora de asegurar la movilidad social y la educación como fuente de progreso,
las mismas masas se movilizaron frente a la represión autoritaria, a través de
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diferentes figuras que representaron estas movilizaciones de protesta según
Romero (2013). De esta manera el ciudadano adquirió protagonismo a través de
sus reclamos.
Cuando el Estado Benefactor comienza a debilitarse y entra en crisis, comenzó a
visualizarse un nuevo modelo, cuyas características sociales promueven la caída
de los valores comunitarios, fomentando el consumismo individualista. El auge del
mercado, con la prioridad en los intereses del sector privado; y los derechos que el
trabajador adquirió con el modelo anterior, ahora se restringen.
Avanzando un poco hacia el golpe militar de 1976, el autoritarismo, la moralización
de la educación que atacó los contenidos escolares, el ataque a las Universidades
en materia administrativa y el proyecto de eliminación de las del interior, la
supresión de los centros de estudiantes, entre otros generó la crítica de voces de
integrantes la sociedad que se levantaron, pero que fueron amenazados, presos,
exiliados o asesinados.
Por esta razón con la llegada de la democracia en el gobierno de Alfonsín, la
comunidad política reclama una educación democrática que deje de lado el
autoritarismo sufrido. (Puigross. A: 1996)
En el caso del Modelo Neoliberal, las medidas tomadas por el Menemismo fueron
reclamadas posteriormente, con críticas hacia la carencia de debate social, por
haber sido tomadas como la única concertación posible y con expectativas de que
pueda ser revisada. (Echenique, M: 1994)
Por otra parte, dentro de este modelo, la República Argentina atravesó una
profunda crisis en el año 2001, que marcó un antes y un después en las
características de la sociedad. La disconformidad y molestia que sentía la
comunidad política debido a los sentimientos de mala representación, produjo una
crisis de confianza entre ciudadanos y dirigentes. Esta crisis se tradujo en una
nueva movilización por las calles mediante protestas que ponían de manifiesto
sectores sociales heterogéneos. Esto desencadenó en una violencia social que
fue generada por la desocupación y los excesivos abusos del gobierno. Esta
violencia social, y el malestar solo tuvieron una moderación con la presencia de
los ciudadanos en las urnas, en busca de recuperar la confianza en sus
gobernantes, y legitimar nuevamente las instituciones del Estado, plantea Quiroga
(2010).
Luego de dicha crisis, el Neoliberalismo, asume nuevas características al igual que
la sociedad en la era kirchnerista. A través de un mandato que promueve un
discurso peronista e intenta tomar rasgos del Modelo Benefactor, moviliza a la
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sociedad a legitimar el poder de dicho sector mediante votos a cambio de planes
sociales.
En este contexto tanto para la sanción de la Ley 26.206/06 de Educación
Nacional, como para la sanción de una nueva Ley de Educación Superior, tanto
docentes, como investigadores, estudiantes de diversas agrupaciones, han
expresado y expresan sus opiniones al igual que las autoridades de las
Universidades, a fin de lograr un marco normativo que contemple los derechos de
tales instituciones y promuevan un sistema educativo más inclusivo.
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Cátedra: Política Educativa. Monografía final. “LA EDUCACIÓN EN DISPUTA.
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CONCLUSIÓN:
En síntesis, luego de haber recorrido históricamente los Modelos de Estado que
atravesaron la Argentina en distintos períodos históricos, resulta interesante
observar cómo la educación desde un inicio surge como un acto político para el
orden y la estratificación social. Esta característica, ha sido muy difícil de superar,
puesto que en todos los Modelos se visualiza por detrás de los discursos una
preminencia de los intereses de gobierno por sobre el bienestar social.
También se ha visto que la orientación y alcances de las políticas educativas, junto
con la sanción de marcos legales, avalaron tales intereses por momentos
reconociendo más los derechos, y permitiendo una mayor participación de la
comunidad política, y por otro restringiendo el acceso a la educación y a la
opinión pública.
Respecto de los intereses y el rol que el Estado ocupa, subyace en la historia un
papel subsidiario, que considera a la educación como un servicio y que permite la
intervención de agentes externos en la definición de las políticas educativas.
Efectivamente, la educación ha sido un instrumento poderoso para legitimar el
poder de los gobiernos, por lo que sigue siendo un bien en disputa.
Pero en esta instancia no debe perderse de vista, que la educación es un derecho
garantizado en la Constitución Nacional de nuestro país y por tanto debe ser
reconocida como tal. Más allá del fenómeno de globalización, son necesarias
políticas destinadas a la inclusión, la cohesión social, a compensar la desigualdad,
a mantener una identidad cultural, según Pedró, F. y Rolo, J.M (1998).
Ezcurra, A.M. (2010) plantea también una reforma educativa sistémica y crítica
para las universidades, con estrategias integradas, académica y socialmente,
curricular y didácticamente, con énfasis en experiencias académicas cotidianas,
que sustituya la focalización y se aproxime a lo universal articulando la enseñanza
y el apoyo académico con el logro estudiantil.
Y finalmente, desde los aportes de Gentili, P. (2000) plantear una educación
desde una pedagogía de la esperanza desde la igualdad, animarse a vivir el
desafío de construir practicas igualitarias, ampliando el derecho social, luchando
contra el monopolio del conocimiento.
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