Observatorios Urbanos Las crisis en la economía Rosana Méndez Barrón*

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Observatorios Urbanos
Las crisis en la economía
Rosana Méndez Barrón*
En estos días hay preocupación por la situación de la economía de Estados Unidos. Nada
extraño si consideramos que una gran cantidad de países están vinculados a ella. Desde
hace meses se manejan posibles escenarios e impactos de la recesión; algunos gobiernos ya
piensan en medidas para contrarrestar los efectos adversos, sin embargo, no hay una certeza
de qué hacer en estos momentos de inestabilidad.
Ante la incertidumbre económica, es preciso recordar a aquéllos que han estudiado los
vaivenes de la economía. Marx fue uno de los primeros en observar que las crisis
recurrentes son eventos implícitos al capitalismo; Keynes, dejó en claro, que el sistema
económico no es autoregulable ni mucho menos estable. Son varios los estudiosos que han
señalado la existencia de desequilibrios en el funcionamiento del sistema económico, los
cuales parecen no terminar: no hay una fórmula o camino definido para la estabilidad del
sistema, por el contrario, este es cambiante e impredecible y la historia lo ha demostrado.
Inestable o no, dentro del proceso de producción, la receta básica no ha cambiado; los
ingredientes siguen siendo los mismos: trabajo, capital, recursos naturales y tecnología. Lo
que ha cambiado es la forma como se relacionan y sus particularidades de acuerdo al
tiempo y al territorio y/o sociedad de que se trate. Ya no sólo importa la cantidad de
recursos, sino su calidad y combinación.
El análisis de estos cambios ha sido la esencia de buena parte del pensamiento económico
de la segunda mitad del siglo XIX. Hay un grupo de economistas, conocidos como
desarrollistas o economistas del desarrollo, quienes señalan que el crecimiento económico
no es un proceso lineal ni mucho menos homogéneo, sino que depende de una serie de
variables que van más allá de la simple dotación de recursos naturales y mano de obra;
incluso, independientemente de economías de libre mercado o controladas. En ese sentido,
no hay manuales para un óptimo funcionamiento de la economía: si bien Smith propuso
dejar actuar al mercado, años después Keynes pugnó por el no abandono de la economía.
Al parecer, la clave estriba en las particularidades de los países y las regiones; su historia,
esto es las reglas e instituciones que dan certidumbre al intercambio y entendimiento de los
agentes económicos.
La actual recesión de Estados Unidos y el resto de las crisis experimentadas en los últimos
cincuenta años son resultado del mal funcionamiento de las variables económicas. Este mal
funcionamiento y sus efectos en el resto de la economía mundial serán muy diversos, pues
dependerán de las características de cada país, de sus fortalezas y oportunidades. Para
México, el escenario es preocupante dada nuestra dependencia hacia el mercado
estadounidense. Entre las repercusiones que al momento se han presentado está la
reducción de los flujos de remesas y el consiguiente regreso de los trabajadores migrantes.
Específicamente para Sonora, la pérdida de inversiones en centros turísticos, como Puerto
Peñasco y San Carlos es una amenaza latente que implicaría la pérdida de empleos e
ingresos.
Para algunos, este colapso representa el fracaso del libre mercado y por tanto del modelo
capitalista. No obstante, el capitalismo se ha mantenido independientemente de las crisis; el
modelo no desparece, sino que se readecua. En ese sentido, sería ilógico pensar que esta
crisis implicará finalmente el cambio del sistema económico. Lo único que resta, es
nuevamente aprender de esta experiencia y reorientar el camino: el conocimiento de
nuestras economías regionales, de las fortalezas y debilidades, deberán ser el insumo básico
para la fórmula. Al final, los rumbos a seguir son muchos y dependerán de cada país y
región: la economía no cambiará, seguirá siendo impredecible, esa es su naturaleza y
principal atractivo.
*Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora,
[email protected]
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