Subido por amanda escudero

Cómo era la mujer en la sociedad romana

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¿Cómo era la mujer en la sociedad romana?
La mujer ocupó un lugar destacado en la Antigua
Roma, en comparación con otras sociedades
antiguas. Matrona o prostituta, sacerdotisa o
emperatriz, era considerada inferior según las leyes y
permanecía siempre como una menor, es decir,
jurídicamente igual que los niños. Dependía de la
autoridad de su padre y, si contraía matrimonio, de la
de su esposo. Sin embargo, hacia el principio de
nuestra era empezó a emanciparse gracias a sus
logros, superando el rol tradicional que le había sido
impuesto. La mujer encarna desde ese momento
principios positivos como la fertilidad, la prosperidad,
la creación o el poder del destino.
En la Antigua Roma, las mujeres que nacían libres
eran ciudadanas (cives), aunque no podían votar ni
ocupar cargos públicos. Debido a este limitado papel
público de la mujer en la Antigua Roma,
los historiadores romanos mencionan con menos
frecuencia a las mujeres que a los hombres. Sin
embargo, mientras que las mujeres romanas en
general no tenían ningún poder político directo, las de
familias ricas y destacadas podían ejercer (y de hecho ejercían) gran influencia a
través del entorno privado. Entre las mujeres excepcionales que han dejado una
marca indeleble en la historia están las semilegendarias Lucrecia y Claudia Quinta,
cuyas historias tienen un matiz mítico; las decididas mujeres republicanas
como Cornelia, madre de los Gracos, y Fulvia, que comandó un ejército y acuñó
monedas con su imagen; las mujeres de la dinastía Julio-Claudia como Livia, la más
prominente, que contribuyó a la formación de las costumbres imperiales; y
la emperatriz Helena, una fuerza motriz en la propagación del cristianismo.
Como sucede con los miembros masculinos de la sociedad, las mujeres de la elite y
sus significativos actos políticos eclipsaron a las mujeres de rango inferior en los
registros históricos. Las inscripciones y sobre todo los epitafios documentan los
nombres de un gran número de mujeres a lo ancho del Imperio romano, pero no nos
dicen mucho más de ellas. Algunas instantáneas de la vida diaria se han preservado
en los géneros literarios latinos como la comedia, la sátira o la poesía, en especial en
los poemas de Catulo y Ovidio que ofrecen vívidos destellos de las mujeres romanas
en los comedores y tocadores, en los eventos deportivos y teatrales, de compras,
maquillándose, practicando la magia, preocupadas por el embarazo —sin embargo,
todo visto a través de ojos masculinos—. Las cartas de Cicerón, por ejemplo, revelan
de manera informal como el autoproclamado gran hombre interactuó de puertas para
dentro con su esposa Terencia y su hija Tulia, al igual que sus discursos demuestran
con menosprecio las varias vías por las que podían disfrutar las romanas de una libre
vida sexual y social.
El único papel público principal reservado exclusivamente a las mujeres fue en el
ámbito religioso: el sacerdocio de las vestales. Libres de cualquier obligación
matrimonial o de tener hijos, las vestales se dedicaban al estudio y la correcta
observación de los ritos considerados necesarios para la seguridad y supervivencia de
Roma, y que no podían ser realizados por los colegios masculinos de sacerdotes.
LAS MUJERES EN LA ANTIGÜEDAD Y LA EDAD MEDIA.
INDICE
1. Tiempo de silencio
2. Antes del mundo clásico ¿Existió un matriarcado?
2.1. Las mujeres en las sociedades del Creciente Fértil
2.1.1.Mesopotamia
Egipto
3. La mujer en Grecia
3.1. La visión de la mujer en el mundo griego
3.1.1. Pandora
3.2. La educación
3.2.1. María, la griega
3.3. El matrimonio
3.4. El trabajo de la mujer
3.5. La mujer en la política
3.6. Diosas y sacerdotisas
4. La mujer en Roma
4.1. La visión de la mujer entre los romanos
4.2. La educación
4.3. El trabajo
4.4. El matrimonio
4.5. Las mujeres y el poder político
4.6. Las mujeres en la religión romana
5. La mujer en la Edad Media
5.1. La visión de la mujer en la Edad Media
5.2. La educación femenina
5.3. El matrimonio
5.4. La situación jurídica femenina
5.5. El trabajo de la madre en la Edad Media
5.6. El ejercicio del poder político
5.7. La mujer en el convento
5.8. Sometimiento y Silencio
6. Opinión personal
7. Bibliografía
1. TIEMPO DE SILENCIO
La mujer desde la antigüedad ha sido menospreciada y siempre se ha dicho que ellas
deberían estar dentro de las casas y nunca en los lugares públicos, se las consideraba
solamente como madres y ni siquiera como personas.
A pesar de que los hombres siempre han negado su capacidad para dirigir la sociedad
y las recluyeron en la casa, las mujeres han desempeñado un papel importante a lo
largo de la historia y ,sin duda, a través del ámbito privado influyeron en el público.
Su participación en el mundo de la cultura no fue menos valiosa, pues desde la
religión, la filosofía, la literatura o las ciencias, algunas dejaron oír su voz, aunque los
hombres les impusieran el silencio.
2. ANTES DEL MUNDO CLÁSICO ¿EXISTIÓ UN MATRIARCADO?
Algunos historiadores se han basado en las sociedades primitivas en las que se
adoraba a la madre-tierra como a la gran madre original para suponer que, por
imitación de esto, a las mujeres se les habría tenido mayor consideración que a los
hombres. Y gracias al hallazgo de numerosas figurillas neolíticas dedicadas a diosas y
a la extensión del culto a Isis los historiadores pudieron confirmar esta teoría. Para
afianzar dicha teoría, se señalaba la existencia de sociedades en las que la
transmisión de derechos se hace a través de la madre. Pero sin embargo, algunos
estudios recientes ponen en duda la teoría ya que no se ha podido atestiguar la
existencia de ninguna sociedad matriarcal.
2.1. LA MUJER EN LAS SOCIEDADES DEL CRECIENTE FÉRTIL
Pocas noticias han llegado acerca del papel de la mujer en sociedades de la antigua
Mesopotamia. Se sabe que en algunos lugares del Creciente Fértil las mujeres
participaban en las reuniones políticas pero no podemos saber con exactitud el papel
que desempeñaban en aquellas reuniones políticas.
En las más antiguas recopilaciones de leyes, se reconocen a las mujeres derechos
que en épocas posteriores, e incluso recientes a nosotros, habían perdido. También
podían arrendar, testificar, pedir préstamos o representar jurídicamente a otras
personas.
En Egipto, las mujeres tenían mayor libertad de movimiento, pues <<andaban
libremente por la calle>> como cuenta Heródoto con cierto escándalo. Sabemos que
algunas trabajaban en la industria textil y en la elaboración de alimentos.
No faltaban mujeres que llegaron a alcanzar un alto grado de poder, por ejemplo, una
hija del faraón era consagrada como esposa del dios y ejercía el poder en Tebas. Las
mujeres podían alcanzar la máxima jerarquía. Las esposas de los faraones eran
transmisoras de los derechos de soberanía y podían ejercer la regencia hasta que sus
hijos alcanzaran la edad suficiente para reinar.
2.1.1. MESOPOTAMIA
En la sociedad de Mesopotamia, las mujeres no estaban sometidas a sus parientes y
el consentimiento de la madre eran tan necesario como el del padre para poder
contraer matrimonio. Ejercían todo tipo de oficios y participaban en la vida pública.
Algunas alcanzaron cierto status como regentes del reino. Sabemos que al menos una
mujer ejerció como embajadora del rey de Summer ante el faraón egipcio.
2.1.2. EGIPTO
En Egipto, las mujeres gozaban de cierta libertad. La educación de las mujeres estaba
equiparada a la del varón. Esta consideración que tenían hacia la mujer permitió
reconocer derechos de herencia matrilineales a los varones y conservar sus bienes
después del matrimonio.
3. LA MUJER EN GRECIA
La falta de tierra para cultivar llevó a los griegos a establecer colonias a lo largo del
Mediterráneo. A partir de ese momento se creó una nueva clase social y que exigía
participar en la vida política.
El régimen aristocrático se mantuvo en ciudades-estado como Esparta, pero en otras,
como Atenas se estableció un gobierno democrático. Este sistema político separaba el
poder judicial, el legislativo y el ejecutivo; la Ecclesia, en la que podían asistir todos los
ciudadanos, discutía y aprobaba las leyes que habían sido propuestas por la Boulé
(Consejo de los quinientos miembros). Pero ciudadano era sólo el varón nacido libre
que descendía de ciudadanos, los extranjeros y los esclavos estaban excluidos de
esta organización.
3.1. LA VISIÓN DE LA MUJER EN EL MUNDO GRIEGO
La opinión que los antiguos griegos tenían de las mujeres se halla resumida en el
relato que de su creación hace Hesíodo. Según este poeta, la primera mujer, Pandora,
fue creada por Zeus como castigo a los hombres. De la caja de Pandora salían los
dolores y las calamidades. Aristóteles, afirmaba que las mujeres son <<por naturaleza
más débiles y más frías>> que los hombres. Se consideraba de cuerpo frío aquél que
no había acabado de hacerse; la debilidad térmica de las mujeres se manifestaba en
que envejecían antes que los hombres, tenían la carne más blanda y el cerebro menos
voluminoso.
Para Aristóteles, la mujer, en cuánto a madre, no era más que el soporte alimenticio y
físico donde se encuentra el hombre antes de nacer.
Además, apoyándose en la medicina hipocrática, Aristóteles afirmaba también que, en
comparación con el hombre, la mujer era menos musculosa y tenía las articulaciones
menos pronunciadas, en definitiva, su cuerpo, era menos bello que el del varón. En
consecuencia, el cuerpo femenino no merecía ser representado en el arte. Pero, en
Esparta, una mujer representada en una escultura desnuda significaba para el filósofo
la encarnación de la decadencia, cuyo origen había que buscarlo en la libertad de que
gozaban allí las mujeres.
De esta visión del cuerpo femenino se pasó a considerar a la mujer como una eterna
menor de edad, y a justificar así su exclusión de la vida pública.
3.1.1. PANDORA
En la mitología griega, Pandora fue la primera mujer que creó Zeus. Modelada por los
demás dioses, Afrodita le dio su belleza, las Gracias la vistieron de joyas, y Hermes le
otorgó la maldad y la falta de inteligencia. Mujer curiosa y desobediente, abrió la cada
que su esposo le había regalado con la condición de que no la abriera. En la caja
estaban encerrados los malos que Prometeo había conseguido atrapar para
salvaguardar de ellos a los hombres. Con su actitud, Pandora dejó a la humanidad a
merced de ellos.
3.2. LA EDUCACIÓN
La formación que recibían las mujeres se fundamentaba en la opinión que de ellas
tenían los griegos y se orientaba hacia su futuro, es decir, conseguir ser una buena
esposa.
Las niñas aprendían a hilar y a tejer, así como algo de música y danza. Las hijas de
los ciudadanos sólo aprendían a tocar la lira. Por lo general, las mujeres no
continuaban su formación una vez que habían contraído matrimonio.
En Esparta, donde las mujeres gozaban de mayor libertad ellas mismas organizaban
sus actividades, y podían dedicarse al estudio de la música y a practicar ejercicios
gimnásticos: participaban incluso en los desfiles de atletas, aunque no competían con
ellos.
En la Grecia asiática y en las islas, las mujeres se preocuparon más de su formación
intelectual.
En el ámbito de las ciencias también destacaron algunas mujeres, como Agnocide,
médica ateniense que condenada a muerte por ejercer la medicina siendo mujer, se
salvó, según la leyenda, por la solidaridad de las atenienses que amenazaron con
quitarse la vida si se ejecutaba la sentencia.
A pesar de los ejemplos anteriores, fueron pocas las mujeres que recibieron una
educación que se extendiera más allá de prepararlas para desempeñar la función
primordial de su vida: el matrimonio.
3.2.1. MARÍA, LA GRIEGA
También existieron mujeres que superaron las líneas de la educación. Son mujeres
que ejercieron la medicina, que destacaron como matemáticas, o como Maria de
Alejandría, cuyos trabajos e inventos en la química se siguen empleando en nuestros
días. Su célebre <<baño María>> utilizado en la cocina, tiene origen en los
laboratorios químicos con el fin de calentar una sustancia.
3.3. EL MATRIMONIO
En la época clásica el matrimonio era un contrato entre el padre y el esposo, que venía
a significar un traspaso del derecho de tutela sobra la mujer. El acto por el que se
formalizaba el contrato era la entrega de la dote. La dota era la aportación económica,
en dinero o en tierra, que debía ser entregada por el padre al contraer matrimonio una
hija.
El esposo tenía la obligación de invertirla para que generara rentas que aseguraran el
aumento del patrimonio de la mujer. En caso de divorcio o de viudedad, la dote era
devuelta a la esposa, que volvía a contraer matrimonio contando con su dote.
De la importancia del matrimonio y de la dote nos da idea el que la ciudad de Atenas
dispusiera de una cantidad de dinero que se utilizaba para pagar las dotes de las hijas
de los ciudadanos que eran considerados ciudadanos de mérito.
El matrimonio se realizaba entre miembros de una misma familia, y esta muy mal visto
si el padre de la novia le daba permiso para casarse con un extraño para ellos. La
edad media para contraer matrimonio era de 14 años para las mujeres y de 30 para
los hombres. Esta diferencia de edad se debía a que el marido debía tener la edad
suficiente para ejercer los derechos de ciudadanía.
El divorcio era fácil de obtener. Lo podía solicitar el marido o el padre de la esposa, a
instancias de ellas o por su propio interés.
Cuando una mujer era adultera, o había sido violada, el marido debía solicitar el
divorcio.
3.4. EL TRABAJO DE LA MUJER
El modelo de sociedad que tenían hacia las mujeres los griegos dejaba a la mujer en
el espacio doméstico, por eso las mujeres sólo podían realizar aquellos trabajos que
se desarrollaban dentro de este ámbito o que tenían relación con el mantenimiento del
hogar. Tener la piel blanca significaba que, por la buena situación económica, no se
necesitaba trabajar al sol.
En Atenas, las ciudadanas se dedicaban a dirigir el trabajo de las sirvientas y de
algunos sirvientes.
En Esparta, las tareas domésticas quedaban para las mujeres de las clases de menor
poder económico.
Un buen número de mujeres se dedicaron a la prostitución. Las prostitutas no estaban
sometidas a las mismas normas que las ciudadanas y esto les daba mayor
independencia y libertad de acción. Las mujeres que ejercían la prostitución eran en su
mayor parte extranjeras; debían estar registradas y pagar un impuesto a la ciudad por
su actividad.
Un grupo especial de mujeres era el constituido por las hetairas o cortesanas, que
recibían una formación intelectual y artística para agradar a los hombres en los
banquetes. Algunas tuvieron una notable influencia en la sociedad de la época.
3.5. LA MUJER EN LA POLÍTICA
La sociedad griega antigua estableció la división entre lo público y lo privado,
determinado para cada individuo un espacio de actuación. El espacio público, la
política, era dominio del hombre, y el espacio privado, el oikos, el hogar, era dominio
de la mujer.
Los ciudadanos tenían derechos políticos, pero esto no era así para las ciudadanas,
que no podían votar no formar parte de las asambleas. Los ciudadanos griegos
encontraban muy divertidas las comedias, como La asamblea de las mujeres, de
Aristófanes, en las que se representaba una situación tan absurda, para ellos, como la
de que las mujeres atenienses estuviesen participando en la vida pública.
Como la mujer era considerada una menos de edad toda su vida, necesitaba un tutor
varón. En el caso de las viudas que no tuvieran parientes que pudieran representarlas,
un arconte las tomaba a su cargo.
Las mujeres sólo intervenían en la vida pública de forma indirecta, a través del
matrimonio.
En la casa, las mujeres ocupaban un espacio reservado, el gineceo, situado
habitualmente en la zona más apartada de la vivienda , pues no debían ser vistas más
que pos sus familiares más directos.
Las mujeres, al menos las que querían ser consideradas como ciudadanas honradas,
no participaban en actividades donde hubiera hombres. Sólo se reclamaba su
presencia para las actos relaciones con las muerte.
Las mujeres extranjeras que se instalaban en Atenas tenían mayor libertad de acción y
podían disponer libremente de sus bienes.
3.6. DIOSAS Y SACERDOTISAS
Las diosas formaban parte del Olimpo griego de la misma manera que los dioses.
En la versión de Hesíodo sobre la creación del mundo, Gea fue la primera diosa, la
gran diosa madre, la que dio origen a todas las cosas.
Los mitos relacionados con ellas nos llevan a pensar que no constituían modelos a
imitar por las mujeres griegas.
En los cultos y celebraciones en honor a los dioses, la participación de la mujer griega
era limitada. Los hombres protagonizaban las fiestas y ritos, aunque había también
fiestas exclusivamente femeninas, como las Tesmoforias, o como las que se
celebraban en honor del dios Adonis.
4. LA MUJER EN ROMA
Nacida de una federación de pequeñas aldeas, Roma llegó a ser el centro de un gran
imperio.
Roma mantuvo siempre la división social entre patricios, clase aristocrática que
basaba su riqueza en la posesión de la tierra y que poseía los máximos privilegios, y
plebeyos, hombres libres también, pero de menor riqueza en origen, que estuvieron
apartados de la participación política durante la Monarquía y buena parte de la
República. Existía, un numeroso grupo de esclavos y de libertos.
A lo largo de su historia, los romanos conservaron un sistema institucional que
permitía la participación de los ciudadanos en decisiones políticas.
La economía romana se basaba en la explotación de los latifundios agrícolas
trabajados por esclavos. También la minería, la actividad de pequeñas industrias y el
tráfico comercial entre las regiones del Imperio contribuyeron a la riqueza de Roma.
4.1. LA VISIÓN DE LA MUJER ENTRE LOS ROMANOS
La mujer romana tenía mayor libertad que la griega, al menos en algunos aspectos de
su vida.
Sobre la opinión del valor de las mujeres entre los romanos nos puede ilustrar el
impuesto de capitación de Diocleciano para quien dos mujeres equivalían a un
hombre.
La mujer no tenía nombres propio, se la llamaba por el nombre del padre en femenino.
Cuando en la familia había variar hijas, se añadía un ordinal al nombre, o se les
apodaba <<la mayor>> o <<la menor>>, en caso de ser sólo dos hermanas.
Según la ley, un ciudadano romano no tenía la obligación de criar más de una hija, la
primogénita. Un <<pater familias>> solía reconocer sólo a una de sus hijas, pues,
aunque la crianza no fuera necesariamente muy costosa, el ciudadano debía reservar
una parte importante de su fortuna para dotar el matrimonio de la hija.
La costumbre de abandonar a los niños al nacer, y no ser reconocidos por la familia,
era frecuente, sobre todo, entre los patricios y afectaba más a las niñas. Las niñas
abandonadas pasaban a ser esclavas; y, por lo general, eran recogidas por los dueños
de los burdeles, que las adiestraban para ejercer como criadas y como prostitutas
cuando alcanzaban la edad adulta.
4.2. LA EDUCACIÓN
La formación de una mujer romana de clase alta consistía en su preparación para ser
madre. Los médicos aconsejaban el juego de pelota y el canto en los coros como
ejercicios que preparaban su cuerpo para la maternidad y estimulaba la fertilidad. Las
mujeres debían aprender a hilar, tejer y bordar. Entre los 7 y los 12 años de edad
recibían la misma formación que los niños; las hijas de los plebeyos asistían a la
escuela del Foro, donde aprendían a contar, leer y recitar versos; las de las clases
altas tenían preceptores privados. No había, en principio, impedimento para que
pudieran continuar su formación a partir de los 12 años, pero al contraer matrimonio
era frecuente que acabara entonces su educación. Sólo las mujeres que se
preparaban para cortesanas continuaban su aprendizaje.
4.3. EL TRABAJO
La mujer romana realizaba los mismos trabajos que los hombres.
La matrona tenía como única responsabilidad la dirección de la casa, pero si, además
hilaba o tejía se la consideraba un ejemplo de virtud; aunque no estaba entre sus
obligaciones, era costumbre que supervisara la educación de los hijos.
Al participar en el trabajo fuera del hogar, la mujer romana no estaba recluida en el
gineceo. Podían ir siempre acompañando a su marido, salir a la calle libremente sin
que estuviera mal visto pero debía ir siempre acompañada de una esclava o de otra
mujer. Si una mujer salía sola a la calle era considerado como un atentado contra el
decorum. También debían llevar la cabeza cubierta por un velo o un manto. No llevarlo
podía ser causa del divorcio. De hecho, a las mujeres se las distinguía por la forma de
vestir: las matronas debían llevar un manto que les estaba prohibido usar a las
prostitutas.
4.4. EL MATRIMONIO
El matrimonio era, incluso por encima de la maternidad, la principal misión de la mujer
romana en la vida. Era el medio que las clases altas empleaban para establecer
alianzas políticas o económicamente entre familias, una mujer podía realizar tantos
matrimonios como fueran convenientes para el interés familiar.
Sin embargo, con el tiempo, se fue imponiendo el modelo de mujer <<univira>>, es
decir, con un solo marido, pues estaba mejor considerada que la que tenía varios
esposos.
El matrimonio romano podía ser de dos tipos: in manus, en el que la potestad de la
mujer pasaba del padre, y sine manus, en el que el padre conservaba el poder sobre
la hija; por lo tanto, no necesariamente una mujer casada dependía de su marido.
Para que el matrimonio fuera legítimo era necesario que la esposa aportara una dote.
El no pagar la dote podía llevar a disolver el matrimonio.
El matrimonio solía ser entre individuos de la misma clase social, pero también podía
casarse entre distintas clases sociales. Estos matrimonios entre individuos de otras
clases estuvieron prohibidos para los ciudadanos del orden senatorial. Resultaba
extraño el matrimonio entre una persona libre y una esclava, pues el esclavo y sus
hijos siempre pertenecían al dueño. El matrimonio entre esclavos no existía
legalmente.
La edad de matrimonio era de 12 años para las mujeres y de 14 para los varones. Esta
edad quedó establecida por las leyes de Augusto, quien declaró la obligatoriedad del
matrimonio e impuso penas para quienes no se casaran y no tuvieran un hijo.
El adulterio sólo era delito para la mujer. El marido de una mujer adultera estaba
obligado a divorciarse. La mujer también podía solicitar el divorcio por el adulterio del
marido, pero no estaba obligada a ello.
El divorcio era fácil de obtener, bastaba con tras días seguidos de interrupción de la
convivencia entre esposos. Podía ser solicitado por el padre de la esposa, sin el
consentimiento de ella, y, a veces en contra de la voluntad de los esposos. Los hijos
de un matrimonio divorciado vivían siempre con el padre, si éste fallecía podían pasar
a vivir con la madre o permanecer en la familia del padre. En caso de viudedad, la
mujer podía elegir un tutor.
La maternidad era considerada un deber de todas las mujeres hacia la comunidad. Las
mujeres romanas tenían miedo al embarazo y al parto. La corta esperanza de vida se
debía en buena medida a los riesgos de la maternidad. La anticoncepción y, sobre
todo, el aborto eran utilizados por las mujeres romanas, si bien con métodos no
demasiados efectivos.
4.5. LAS MUJERES Y EL PODER POLÍTICO
Las mujeres romanas estaban excluidas de la vida pública: no podía votar en los
Comicios, ni ser magistradas o senadoras, no podían ser procuradoras, ni fiadoras de
otro, ni garantizar las deudas ajenas, se las excluía de la adopción, práctica habitual
entre los romanos para configurar su familia, ya que una ciudadana romana no podía
ejercer dichos derechos, porque solo era considerada hija de un ciudadano romano.
Tampoco tenían derecho a la limosna, ni al reparto del trigo, y los niños eran
mantenidos hasta las 17 ó 18 años, mientras que las niñas sólo hasta los 14.
Las mujeres no pudieron hacer testamento libremente hasta el siglo III d. C.
Aunque legalmente estaban excluidas de esta vida pública, la realidad es que sí
participaron en ella. La manera que tuvieron de intervenir era a través de la influencia
que ejercían en sus esposos o en sus hijos.
Conocemos también ocasiones en que las mujeres intervinieron directamente en
defensa de sus interés. Por ejemplo, exigieron la abolición de la Ley Oppia, la cual
prohibía a las mujeres llevar vestidos de púrpura, o pasear en carruajes, para
obligarlas a mantener una apariencia de luto por los hombres muertos en la guerra
contra Aníbal, y que limitaba la cantidad de oro que podían poseer las mujeres.
Asimismo, cuando las riquezas que por herencia poseían las mujeres solteras o
viudas, fueron requisadas a favor del Estado ellas protestaron en las calles de la
ciudad y ante las entradas al Foro. También se manifestaron contra la Ley Bocona,
que restringía la riqueza que podían heredar. Las mujeres se reunían en asambleas,
con el beneplácito de los hombres, que siempre consideraban que estas reuniones
tenían carácter religioso. En el 331 a. C., ciento dieciséis mujeres fueron condenadas
por reunirse para confeccionar hechizos o venenos, por lo que resulta evidente el
motivo de estas asambleas.
4.6. LAS MUJERES EN LA RELIGIÓN ROMANA
La religión es el ámbito público en el que más participación tuvieron las mujeres.
Excluidas de algunos cultos, así como de todos los ritos en los que hubiera molienda o
sacrificios de animales, en otros, esenciales en la vida de los romanos, la participación
de la mujer fue imprescindible.
5. LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
El paso de la Antigüedad Media y el transcurso de ésta no significó una mejora para la
condición femenina. El Medievo representan un retroceso para la mujer para lo que
concierne a su consideración, su poder o su participación en la esfera pública.
Se considera Edad Media el período de tiempo que se extiende desde la caída de la
capital del Imperio Romano de Occidente, hasta la caída de la capital del Imperio
Romano de Oriente. Para facilitar su estudio se divide en Alta, Plena y Baja Edad
Media. En esos mil años se produjo una evolución considerable se podría definir todo
el período como la época de desarrollo de la economía u de la sociedad feudales.
Durante toda la Edad Media el hombre vivió fundamentalmente del trabajo de la tierra,
con una célula de organización básica: el latifundio o feudo.
La artesanía y comercio fueron poco importantes durante la Alta Edad Media. La
evolución posterior se puede definir por un incremento de la artesanía y del comercio
en el peso económico general. Se produjeron cambios tecnológicos que permitieron
mejorar el nivel de vida general, provocaron el aumento demográfico por el incremento
de la productividad agrícola y fomentaron la artesanía al servicio de la agricultura.
La jerarquización es una de las características de esta sociedad, podríamos decir que
se dividían en, primer lugar el rey, seguido por los nobles, poderosos terratenienses.
Esta sociedad se definía por los derechos y funciones de sus miembros. Los tres
grupos o estamentos eran los nobles (que luchaban), los clérigos (que rezaban) y el
pueblo (que trabajaba).
Pero para una sociedad como la de la Edad Media eran normales aspectos que
pueden parecernos a nosotros injustos, retrógrados o machistas.
También, debemos remarcar la dificultad con la de generalizar acerca de la mujer en
aquella época, por algunas razones: en primer lugar, porque su situación económica
variaba, y en segundo lugar, porque también era diferente su posición según las áreas
y la época en que nos situemos.
5.1. LA VISIÓN DE LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
El Medievo hereda las ideas de la Antigüedad y las aumenta, y así, el antifeminismo
aristotélico se vio reforzado por el de los primeros Padres de la iglesia o el de los
clérigos medievales.
La evolución ideológicas respecto al mundo femenino tiene dos momentos
destacables, uno en torno a los siglos XI y XII y otro a partir del siglo XIII. En los siglos
XI y XII se produjo un movimiento purificador en el seno de la iglesia que afectó a la
mujer de dos maneras: como consecuencia de la imposición del celibato ya que se
consideró a la mujer la causa de todos los males y en segundo lugar, por la nueva
definición del matrimonio que en consecuencia se convertirá en monogámico y
vitalicio.
Las facultades de Teología y las nuevas órdenes mendicantes elaboraron el ideal de
mujer de la Edad Media. El modelo por excelencia era la Virgen María.
A finales de la Edad Media algunas mujeres empezaron a hacer oír su voz. La más
conocida es Christine de Pisan, que escribió La cité des dames, donde se señalaba, la
desgracia de haber nacido mujer y no se resignaba a aceptar los tópicos sobre la
<<estupidez>> femenina, elaborados por los hombres. Los hombres consideraban
inferior a la mujer.
El hombres medieval limitó a la mujer al espacio doméstico o privado y reservó el
público para los hombres.
De algunos personajes antiguos proceden buena parte de las teorías que sobre la
naturaleza de la mujer se divulgaron en la Edad Media.
La menstruación, por ejemplo, se consideraba como el modo en que la mujer
expulsaba las impurezas de su cuerpo, y pensaban que la presencia de una mujer
menstruante podía estropear comida en proceso de elaboración, o que su mirada
volvía opacos los espejos.
Las mujeres, en resumidas cuentas, se tenía que comportar de manera que no
provocara la sexualidad masculina. Se consideraba esencial para vencer el ocio, que
de otro modo llevaría a la mujer a los malos pensamientos, y el silencio se le imponía
como sacrificio de lo que, por otra parte, se le consideraba natural en ella: hablar
demasiado.
De poder participar en y algo relacionado con la iglesia los clérigos excluyeron a las
mujeres de estas instituciones porque se requería una capacidad intelectual que,
según ellos, sólo era poseída por los hombres.
Las costumbres que la supeditaban a la autoridad del padre o del marido en los
aspectos más importantes y en los momentos determinantes de la vida influyeron
mucho en las ideas que tenían sobre las mujeres. La ley la trataba como a una menor,
y la condicionaba para ejercer cargos públicos o acceder al mundo laboral. A pesar de
todo, la mujer todo un papel muy importante tanto en el ámbito público como en el
privado.
5.2. LA EDUCACIÓN FEMENINA
A la mujer se la educaba para conseguir cuatro objetivos: buenos modales, devoción
religiosa, buen conocimiento de las labores del hogar y instrucción intelectual.
Para conseguir una educación literaria las mujeres tenían cuatro vías: la instrucción en
colegios conventos para hijas de la nobleza y de la alta burguesía; el servicio a
grandes damas; el aprendizaje o el servicio en colegios elementales para niñas de
clases más pobres. La mayoría de las mujeres eran analfabetas, aunque las damas de
la nobleza u de la alta burguesía sabían leer y escribir.
5.3. EL MATRIMONIO
El “espacio natural” donde se encontraba la mujer era la casa. Allí la circunscribían los
hombres, a no ser que les interesara internarlas en un convento. Allí permanecían
solteras, casadas o viudas. La Iglesia señaló las diferencias cualitativas según el
estado civil: la mejor consideración era para las solteras si vivían en castidad; después
venían las viudas que, impuras durante su matrimonio tenían la oportunidad de ser
castas y puras en su nuevo estado; y, por último, las casadas que, por mantener
relaciones sexuales con el marido, se encontraban en estado de impureza.
La Iglesia comprendía que sin el matrimonio no se podía continuar la especie, por eso
no sólo aceptó las relaciones sexuales dentro del matrimonio.
Para la mujer el matrimonio significaba un cambio de familia, dejar su casa paterna
para ir a vivir a la casa familiar del esposo, pasar el dominio del padre al del marido.
En resumen su vida se llenaba de nuevas obligaciones y sus derechos era mucho más
limitados.
La mujer no tenía capacidad de decisión acerca de si quería o no quería contraer
matrimonio, era el padre o un tutor quien decidía su estado civil. Era la familia del
varón la que elegía las mujeres casaderas aquélla que más se acomodada a sus
intereses. Los valores que más se contaban eran: la edad de la novia, la calidad de la
familia, a la dote que aportaba y, las cualidades personales de la candidata. El
matrimonio era ante todo un contrato, una institución, y no se pensaba en el
matrimonio por amor.
La edad no puede generalizarse para todos los siglos y todas la áreas europeas.
Aunque la iglesia fijó la edad de 7 años como mínima, pero, a esa edad sólo podían
celebrarse los esponsales, y el casamiento era al cumplir los 12. Los muchachos
podían casarse a las 14 años.
Al realizarse el compromiso de boda, se establecía la dote que la mujer tenía que
aportar al matrimonio. La cuantía de los bienes varía según la época y las áreas. La
dote volvía a la mujer si el marido fallecía antes que ella o si el marido no la
administraba debidamente. La mujer sólo perdía la dote en caso de cometer adulterio.
La dote consistía en bienes muebles e inmuebles. El marido también aportaba una
cantidad a la esposa. La aportación debía ser igual a la dote. Dicha cantidad se
entregaba al padre de la novia, pero después pasaba a engrosar el patrimonio de la
esposa.
La buena esposa debía tener como modelo a Sara, personaje bíblico que la iglesia
estableció como prototipo de mujer casada. Las cinco obligaciones fundamentales de
la casada era: honrar a sus suegros, amar al marido, cuidar de su familia, gobernar la
casa y portarse de un modo irreprochable.
Muchas mujeres morían en el parto y otras pasaban buen parte de su vida matrimonial
embarazada. La duración normal de un matrimonio no era muy larga, entre 10 y 15
años, pues la esperanza de vida era corta. La importancia que se daba a la
maternidad llegaba a la esterilidad, se consideraba como un mal terrible, un castigo o
una condena, y que fuera una de las pocas razones que hacían posible la ruptura de
una pareja.
5.4. LA SITUACIÓN JURÍDICA FEMENINA
Frente a sus numerosas obligaciones, las mujeres apenas gozaban de derechos. Las
mujeres que pretenden defenderse tienen rara vez a la ley de su parte. A una mujer le
era muy difícil separarse del marido.
El derecho discriminó a la mujer frente al hombre, y esto la perjudicó no sólo en el
ámbito privado, sino también en el ámbito público. El poder político le estaba
prácticamente vedado a la mujer, exceptuando la máxima jerarquía, el poder real. Las
limitaciones de la participación femenina se agudizaban aún más, si tenemos en
cuenta que ha determinados trabajos solo tenían acceso aquellas mujeres,
generalmente embarazadas o viudas.
5.5. EL TRABAJO DE LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
A lo largo de la Edad Media se produce en retroceso de la participación femenina en el
mundo laboral.
Se podría afirmar que en aquellas sociedad inminentemente rural buena parte de las
mujeres se dedicaban al trabajo campesino ayudando a sus maridos. Las dos
actividades principales eran las tareas agrícolas y la producción textil.
En los primeros siglos de la Edad Media también encontramos también mujeres en
tareas relacionadas con las letras, la medicina e incluso la magia.
La Plena Edad Media fue para el trabajo femenino una época de estabilidad y cambio
al mismo tiempo. Las mujeres continuaron realizando sus tareas tradicionales, pero los
hombres entraron en campos de trabajo hasta entonces considerados femeninos.
Los cambios en el trabajo femenino se produjeron con el renacer urbano a partir del
siglo XI.
Esa misma evolución parece producirse en las profesiones liberales. Por lo que
respecta a la medicina, las mujeres continuaron con sus papeles tradicionales de
enfermeras y curanderas. Pero la profesionalización de la medicina, que exigía
estudios, exámenes y licencias para su práctica, fue excluyendo a las mujeres.
Se les prohibía actuar como abogados o presentar querellas criminales ante los
tribunales, a no ser que fuera por una injuria cometida contra su propia persona. Pero
la diferencia con los hombres estaba en los salarios o en los beneficios de su trabajo.
5.6. EL EJERCICIO DEL PODER POLÍTICO
Como en otros aspectos la posición de la mujer variaba según se clase social, el
espacio y el tiempo en el que le tocaba vivir. La participación femenina se encuentra
limitada a las mujeres de las clases superiores y a figuras muy concretas.
En los primeros tiempos medievales las mujeres participaban en las asambleas
públicas, posiblemente como herencia germánica. Sin embargo, fue la tradición
romana la que pervivió en la Edad Media.
Hay muchos casos en los que la mujer tomó el poder bien por herencia de su padre,
bien por quedarse viuda, y al ser siempre considerada menor de edad el hijo se hacía
cargo de todas las responsabilidades.
Las costumbres hereditarias fueron especialmente liberales hacia las mujeres en
regiones fronterizas.
Aparte de los derechos jurídicos, la mujer noble intervenía en el mundo político a
través de la influencia que podía ejercer sobre su marido.
5.7. LA MUJER EN EL CONVENTO
El recogimiento en una institución religiosa encontraba marido apropiado para ellas o
no tenía suficiente dote para casarlas. Aunque no faltaban las mujeres que ingresaban
en el convento movidas por sus sentimientos. Eran las clases más elevadas de la
sociedad las que buscaban la colocación de sus hijas en un monasterio, pues los
pobres siempre encontraban algún trabajo en que emplear a sus hija, o simplemente
no contaban con la aportación económica que muchos conventos requerían para
ingresar.
El convento era también un lugar de educación y funcionaba como un internado para
niños y niñas de clases elevadas. Se trataba de una forma de conseguir algunos
ingresos, esta costumbre debió de seguir practicándose por la necesidad de dinero.
Su formación les permitía también dedicarse a las traducciones o a la producción de
manuscritos.
La vida diaria del convento requería una rutina estricta en el cumplimiento de los
deberes religiosos. Había siete oficios diarios: maitines (a las 2 de la madrugada)
seguidos de laudes, tras los que volvían a dormir hasta las 6 de la mañana para rezar
tercias, sextas, nonas, vísperas y completas. Tomaban tres comidas al día: el
desayuno tras rezar la prima; la comida al mediodía, en silencio y escuchando una
lectura; y una pequeña cena tras rezar las vísperas.
El silencio impuesto a las mujeres de forma metafórica era real para las monjas.
En el norte de Europa miles de mujeres llevaban una vida religiosa voluntaria, solas o
en pequeños grupos, sin adaptarse a ninguna regla, haciendo voto temporal de
obediencia y de castidad, a estas mujeres se les conocía como las beguinas.
5.8. SOMETIMIENTO Y SILENCIO
Todas las mujeres estaban sometidas a los hombres, de tal manera que podría
afirmarse que la historia de la mujer en la Edad Media es una historia de sometimiento.
Los hombres influían en su pensamiento y en sus actos, le imponían un modelo a
seguir, la condenaban al silencio.
El sometimiento se reflejó en todos los ámbitos. La mujer no parece haber luchado
contra esa situación, por el contrario, parece más bien haber asumido el papel que le
otorgaron. Fueron escasas las voces femeninas que se alzaron en contra.
Las reglas de la virtud femenina, sobriedad, decoro, recato, se rompían a menudo con
las modas suntuarias de vestidos lujosos y grandes escotes, con el uso de maquillajes
y adornos.
La actitud rebelde de las mujeres se manifestó en otros aspectos de la vida, profana o
sagrada.
Algunos autores se han preguntado si hubo un <<movimiento femenino>> en la Edad
Media. Parece claro que hubo mujeres que trataron de salir de la dependencia, el
sometimiento y el silencio que los hombres les impusieron, y que la gran mayoría se
vieron obligadas a aceptar.
6- OPINIÓN PERSONAL
Este libro me ha parecido muy interesante, ya que me ha permitido conocer la vida y la
historia de las mujeres en la Antigüedad y la Edad Media. Aunque como todo ha
habido una parte de esta historia que no me ha gustado por el tratamiento que durante
siglos se le ha dado a la mujer. Las mujeres durante mucho tiempo han sido
consideradas inferior al hombre, estando sometidas a ellos, cosa que no me ha
parecido justa. Nunca se les dio una oportunidad para poder demostrar que por el
simple hecho de ser mujer eran inferiores a los hombres.
También, me ha parecido que las mujeres no pusieron mucho por su parte para
intentar cambiar aquel machismo que había, o por lo menos hasta la información que
nos ha llegado nunca ha sido demostrado. Pero, poco a poco la sociedad fue
evolucionando y hoy por hoy, las cosas no son como aquellos años de desesperación
que debieron tener todas aquellas mujeres.
7. BIBLIOGRAFÍA
Libro: Las mujeres en la Antigüedad y la Edad Media.
Serie: Vida cotidiana.
Editorial: Anaya.
Autoras: María Jesús Fuente y Purificación Fuente.
Madrid 1995
http://html.rincondelvago.com/mujeres-en-la-antiguedad-y-la-edad-media_maria-jesusfuente_1.html
HISTORIA DE LAS MUJERES
CAPITULO 1. LA PREHISTORIA
Durante el Paleolítico la sociedad está fundamentalmente estructurada en un régimen
económico de cazadores y recolectores en el que básicamente no existe una
distinción entre los sexos y se tiende al igualitarismo.
No es cierto que los hombres sean los que adopten el papel de cazadores y
recolectores sometiendo a las mujeres a un papel dependiente e improductivo. Es
verdad que los hombres se dedican a esas actividades y también a las relaciones
rituales y religiosas, así como a la defensa y protección del clan o tribu, pero en una
sociedad donde se valora mucho la adquisición de carne, ésta no es sólo privativa de
los varones, sobre todo por los peligros que entraña la lucha con los animales y las
bajas que en estos enfrentamientos se producen. Así, la caza se convierte en algo
ocasional que depende de múltiples factores. Sin embargo, las mujeres son
realmente las responsables de las actividades recolectoras y reproductivas, son ellas
las que mantienen la economía productiva, las que educan y cuidan a los hijos, las
que conocen las plantas y cazan pequeños animales, las que fabrican herramientas y
proporcionan la comida a sus hijos y hombres. Es pues la mujer la que controla la
producción y distribución de recursos, así que la supervivencia depende de su
trabajo. No se ha podido demostrar la existencia de sociedades matriarcales, pero si
existe la posibilidad de que en algunos momentos las mujeres hayan ejercido el
poder tribal o lo hayan compartido con los hombres dando lugar a sociedades
matrilineales, es decir, que los sistemas de parentesco estuvieran regidos por las
mujeres y fuese a través de ellas como se transmitiese el derecho que luego
ejercieron los varones en una sociedad en la que las mujeres mantuvieron un estatus
de libertad e igualdad con respecto al varón. La necesidad cada vez mayor de
aumentar la producción hizo intervenir al hombre decisivamente en el sistema
económico e incrementó la dureza del trabajo. A partir del neolítico asistimos a un
dominio progresivo del hombre sobre los medios de producción y a la relegación de
la mujer a tareas secundarias, lo que les hace perder poder paulatinamente. El
excedente de producción hace aparecer el comercio y la riqueza así como la casta de
los guerreros, con lo que la sociedad matrilineal se ve sustituida por la patrilineal con
el consiguiente cambio de la sociedad no competitiva de las mujeres por otra
expansiva y generadora de conflictos y guerras. Con el nuevo sistema
socioeconómico las mujeres van perdiendo su estatus de igualdad para convertirse
en una propiedad más del varón, perder sus derechos y verse sometidas a la
potestad del hombre, tal como reflejan las mitologías y religiones antiguas. Los
hombres modernos llegaron a Europa procedentes de África hace unos 40.000 años
y con ellos en los siguientes 10.000 desapareció la especie de neandertal. Las
pinturas rupestres que aparecen en las cavernas nos hablan del sentimiento mágicoreligioso de la caza que desarrollan los recién llegados. Paralelamente durante el
Paleolítico y hasta el Neolítico (40.000-4.000) unas figurillas femeninas se distribuyen
por Europa central. No son representaciones realistas de mujeres al estilo de las
pinturas de animales, sino que están realizadas de forma esquemática. Se trata de
representaciones de vulvas y pequeñas estatuas, las llamadas Venus. Las figuras
femeninas no tienen rostro y sus formas resultan muy exageradas: grandes pechos y
caderas, nalgas enormes, vientre luminosos. Nos encontramos posiblemente ante la
representación plástica de la primera diosa que tuvo el hombre, la Madre Naturaleza,
la Madre Tierra, la Gran Diosa Madre de todos los hombres. Estas estatuillas
representan el principio de la fecundidad simbolizado en la mujer como creadora y
sustentadora de la vida, muy en consonancia con las sociedades matrilineales
descritas. El sometimiento de la mujer al hombre en la etapa siguiente hará que la
diosa sea también sustituida por el dios de los hombres, aunque su recuerdo
perdurará transformado en las siguiente divinidades que asumirán sus
características: Isis en Egipto, Astarté en Mesopotamia, Gea en Grecia, Tania en
Fenicia, Artemisa en Asia Menor, Cibeles en Oriente, la Virgen maría entre los
cristianos. Todas las culturas prehistóricas durante al menos 25.000 años destacan
como figura dominante en su concepción del universo próximo a la mujer como diosa,
la Gran Diosa Madre de todo lo creado. Es la primera representación que tenemos de
una divinidad, la primera y de carácter femenino, mucho antes de la aparición de los
dioses-hombres. Las representaciones no ofrecen duda: las vulvas y figuritas se
extienden desde los Pirineos hasta el Cáucaso y reflejan a la Gran Madre
preferentemente como un ente femenino, embarazada o dando a luz. En el mundo de
las representaciones simbólicas la Gran Diosa Madre aparece asociada a la caverna,
la cueva, hasta bien entrada la Edad media. Cerca de las cuevas se erigen
santuarios en la Antigüedad y monasterios y ermitas en el Medievo. Es la
perpetuación de la presencia de la Gran Madre a través de su símbolo principal, la
caverna como útero de la Tierra junto a la cual el hombre desarrolla su accésit
espiritual y trascendente intentando volver a los orígenes, a la Tierra, a la Gran
Madre, a través de la caverna, la cueva, para unirse místicamente con ella, con la
esencia de la creación.
CAPITULO 2. LA ANTIGÜEDAD
MESOPOTAMIA
En Mesopotamia las mujeres no estaban sometidas a los hombres, sino que gozaban
de un cierto estatus de igualdad. En el famoso Código de leyes de Hammurabi las
mujeres disfrutaban de importantes derechos, como poder comprar y vender, tener
representación jurídica o testificar libremente. Muchas mujeres actuaron como
escribas en el palacio del rey y las reinas eran respetadas como tales llegando
incluso a ejercer la regencia de sus hijos menores de edad, formaban los
documentos y vivían en un palacio con esclavos y siervos.
Podían asimismo ejercer diversos empleos y participar en la vida pública de las
ciudades. En cuanto a la religión, las diosas estaban equiparadas a los dioses y
compartían sus poderes, Era frecuente la agrupación de las divinidades en tríadas:
padre, madre e hijo. Los relieves encontrados en las excavaciones nos las muestran
como diosas, sacerdotisas, nobles y del pueblo. Esta equiparación es posiblemente
el resultado de la influencia que en estos imperios ejercieron los cultos a la Gran
Diosa Madre.
EGIPTO
Las egipcias tuvieron gran libertad de movimientos. En la Corte del faraón la primera
esposa real era una auténtica reina, gobernaba el palacio y a las demás esposas y
concubinas reales. De todas formas su poder no era absoluto, pues el faraón podía
elegir como sucesor a uno de los hijos de otras esposas, lo que desencadenaba una
autentica lucha por el poder en el harén. Algunas reinas ostentaron el poder político a
la muerte de sus esposos, como Hatshepsut, esposa de Tutmosis II, al que sucedió.
Otras reinas famosas fueron Nefertari, esposa de Ramsés II, de quien poseemos una
bellísima tumba llena de pinturas, y la famosa Nefertiti, esposa de Akenatón, el faraón
hereje, al que ayudó a realizar la revolución religiosa que condujo al primer intento de
monoteísmo de la Historia: la sustitución de los viejos diosespor atón, el disco solar.
Las damas de la nobleza asistían a los banquetes con sus mejores galas y eran
atendidas por una legión de esclavas que se ocupaban de su acicalamiento. Dichos
banquetes eran amenizados por músicas y danzarinas muy apreciadas por su arte.
Las mujeres egipcias podían ejercer multitud de oficios, andar libremente por las
calles, comprar y vender, recibir herencias y tener acceso a la educación, aunque las
campesinas desarrollaban un trabajo extremadamente duro. El panteón egipcio
contaba con diosas de gran importancia encabezadas por la famosa Isis,
representación de la Gran Madre,Hator, Maat, Neftis.
GRECIA
La posición de la mujer en Grecia no fue muy positiva para ella, aunque se dieron
algunas diferencias. La mitología explicaba cómo Zeus había creado a la primera
mujer, Pandora, como fuente de todos los males.
Para el filósofo Aristóteles, que ejerció gran influencia en la Europa medieval, la
mujer no era más que un hombre incompleto y débil, un defecto de la naturaleza.
Incluso les negaba la belleza de las representaciones escultóricas, donde los
hombres, culmen de la belleza ideal, aparecían desnudos mientras que las mujeres lo
hacían vestidas. Por todo ello la mujer fue considerada como un ser sin terminar al
que había que cuidar, proteger y guiar, lo que implicaba su sometimiento total al
varón y su alejamiento de la vida pública, en la que no podía participar Las
muchachas se casaban a los14 años con hombres mucho mayores que ellas. Era el
padre quien le encontraba marido y discutía la dote. Ella pasaba a ser propiedad del
marido como antes lo había sido de su padre y en caso de enviudar de su hijo. Sin
embargo, para que un hombre pudiese ser ciudadano de pleno derecho, también lo
debía ser su madre. La educación de las mujeres estaba orientada a su función como
esposa. Las niñas aprendían a hilar y tejer, música y a tocar la lira. Su educación
terminaba con el matrimonio. Una vez casada, el marido recluía a su esposa en una
parte de la casa apartada del exterior o la vida social que él llevaba: el gineceo. Allí
vivía con sus hijos y sirvientas tejiendo sus propios vestidos y preparando los
alimentos para el esposo. Nunca salía de la casa, pues al mercado iban las esclavas.
Las ciudadanas de Atenas se dedicaban exclusivamente a la casa y al cuidado de los
hijos. Por su parte, las mujeres más libres eran las prostitutas, que no estaban
sometidas al régimen riguroso de las demás mujeres. Las hetairas eran las
encargadas de divertir y dar placer a los hombres en los banquetes, por lo que solían
ser jóvenes muy instruidas y cultas, con gran formación intelectual. Algunas fueron
muy famosas, como la amante de Pericles, Aspasia. La división de la sociedad griega
era muy clara: el mundo de la política y la libertad estaba reservado a los hombres y
el de la casa a las mujeres. En algunas ciudades como Esparta, dado su carácter
guerrero y la ausencia prolongada de los hombres, las mujeres gozaron de mayor
libertad: estudiaban música, hacían gimnasia, competían como atletas e incluso
algunos casos de adulterio les estaban permitidos. El mundo intelectual estaba casi
vedado a la población femenina, pero aun así algunas mujeres destacaron en poesía,
como la famosa Safo de Lesbos o Corina, rival del no menos famoso Píndaro, el
cantor de las Olimpiadas. En el campo de las ciencias debe ser recordada Agnodice,
que ejerció brillantemente la medicina en Atenas, o María de Alejandría, inventora del
llamado baño María. En cuanto a los dioses griegos reunían los mismos defectos que
los mortales: Hera, esposa de Zeus, se pasaba la vida vengándose de las
infidelidades de su marido, Atenea era diosa de la guerra y Afrodita, sensual y
casquivana, era la representante del amor loco. Si bien las mujeres no participaban
en el culto en general, sí lo hacían en las fiestas dedicadas a Dionisos, y la Sibila de
Delfos era muy respetada.
ROMA
Para comprender la posición de la mujer en Roma es importante estudiar la
estratificación social de la urbe y el imperio, que estaba compuesto por una pequeña
y elitista clase dirigente, los patricios, perteneciente a las nobles y ricas familias
romanas, la plebe, constituida por ciudadanos libres pero pobres, y una muy
numerosa clase sin derechos ciudadanos formada por los esclavos. Los magistrados,
es decir, los cargos que formaban el Gobierno, estaban reservadas a los patricios,
que eran los terratenientes que ostentaban el poder político y económico. Con el
tiempo algunos populares accedieron a las magistraturas a través de sus tribunos
elegidos en asambleas, lo que conformó la definición de la república romana en la
que se veían nominalmente representados, el Senatus Populus Que Romanus, el
Senado y el Pueblo Romano( S.P.Q.R.). Las mujeres romanas no estaban
encerradas en el gineceo, como las griegas, y disfrutaban de mayor libertad, perola
participación política y ciudadana les seguía estando vetada. Su condición social
seguía siendo la de un ser inferior al que había que tutelar, dirigir y utilizar. No tenían
nombre propio, pues adoptaban el del padre en femenino, y las niñas no deseadas
eran abandonadas al nacer y condenadas a la esclavitud si conseguían sobrevivir.
Hasta los 12 años, cuando contraían matrimonio, asistían a la escuela pública las
hijas del pueblo, mientras que la de la clase patricia tenían sus preceptores en casa.
La enseñanza que se les facilitaba estaba encaminada a hacer de ellas buenas
esposas: aprendían canto, matemáticas, recitado de poemas y costura. En el campo
trabajaban igual que los hombres en las labores agrícolas y en la ciudad podían ser
incluso comerciantes y llevar sus propios negocios, aunque bajo la tutela de los
hombres. En casa se valoraban mucho sus labores de costura. Mientras que a las
griegas les estaba prohibida la vida social, las romanas andaban libres por las calles,
aunque acompañadas, acudían a los banquetes junto con los hombres, iban al
mercado, participaban en juegos y asistían a los espectáculos, pero debían llevar
siempre la cabeza cubierta como señal de recato. Las mujeres de clase patricia
tenían una función primordial: a través de ellas, mediante el matrimonio, se
establecían alianzas y contratos de tipo político, social o económico. César casó a su
hija Julia con su rival Pompeyo y lo mismo hizo Octavio al entregar a su hermana
Octavia como esposa a Marco Antonio. El matrimonio era, pues, impuesto por el
padre o páter familias sin contar con la opinión de la muchacha. La dote era tan
importante que el incumplimiento de su entrega era razón más que suficiente para el
divorcio. Los matrimonios solían celebrarse entre personas de la misma clase social,
aunque pronto apareció una nueva, la de los libertos o esclavos liberados, lo que dio
lugar a numerosos matrimonios mixtos. Los esclavos no podían casarse legalmente.
El matrimonio era tan importante en la sociedad romana que Augusto impuso
sanciones para aquellos que no lo realizasen. La media de vida era de unos 30 años,
así que el matrimonio se celebraba a partir de los 12 en las chicas. La anticoncepción
y el aborto eran frecuentemente utilizados por las mujeres. Si bien las mujeres podían
heredar de su padre, hasta el siglo II d.C. no pudieron hacer testamento. Como en
Grecia, las romanas estaban excluidas de la vida política: no podían votar ni acceder
a las magistraturas, pero ejercieron notable influencia a través de sus maridos e hijos,
como en el caso de Cornelio, madre de los famosos hermanos Graco, en el del Livia,
esposa de Augusto, que llevó al trono a su hijo Tiberio, o en el de Agripina, que
eliminó al emperador Claudio para allanar el camino a su hijo Nerón. En varias
ocasiones las mujeres tomaron las calles de Roma para defender sus derechos
manifestándose violentamente contra algunas leyes que limitaban el uso de
determinados vestidos o la posesión de oro y joyas. En el ámbito religioso fue donde
las mujeres romanas tuvieron una participación más activa. Algunos misterios y
cultos, como las fiestas en honor de Dionisos, las bacanales, eran protagonizados
por mujeres, así como el culto a la Bona Dea, exclusivamente femenino. Las vestales
eran las sacerdotisas de Vesta. Servían a la diosa durante 30 años y debían
conservarse vírgenes y mantener encendida la llama que simboliza la pervivencia de
la propia Roma. Si incumplían el voto de castidad eran condenadas a ser enterradas
vivas. Las vírgenes vestales eran las mujeres más respetadas de Roma y tenían
asiento propio en los espectáculos en la tribuna del emperador.
En una sociedad de economía esclavista como la romana las esclavas no tenían
valor alguno. Podían ser compradas, vendidas, maltratadas o dedicadas a la
prostitución. Los hijos de las esclavas eran también esclavos. Sin embargo, las
libertas podían dedicarse al comercio y posnegocios como las mujeres libres.
CAPITULO 3. EL MEDIEVO
FEUDALISMO.
Se trata de la
característica política,
social y económica
principal de este período.
Con algunas diferencias
en algunos países, el
conjunto de los estados
europeos estructuraba su
sociedad en torno a un
señor noble, propietario
de la tierra, al que
prestaban juramento de
vasallaje otros nobles
menores, caballeros,
hombres libres y campesino sobre los que actuaba con poder absoluto a cambio de
mantenimiento y protección.
Él a su vez era feudatario, debía sus tierras a otro señor o al rey. En este sistema la
economía era fundamentalmente agraria, aunque en las ciudades poco a poco
empezó a despuntar el poder de la burguesía mercantilista. La sociedad se dividía en
estamentos o clases en las que se entraba por nacimiento y se salía por matrimonio.
El primero era el formado por el rey, la nobleza y el alto clero, es decir, arzobispos,
obispos y abades, que vivía como auténticos señores feudales. El segundo estaba
formado por los ciudadanos de las villas y los burgueses de las ciudades, caballeros
y bajo clero. Y el tercero lo integraba el campesinado sujeto a la tierra y al señor. Las
mujeres nobles compartían el disfrute del feudo con sus maridos, en los pueblos y
ciudades ejercían profesiones y dirigían negocios y en el campo trabajaban en las
labores agrícolas. En la Iglesia podían llegar a ser abadesas de los monasterios.
LAS NOBLES.
Las mujeres de la nobleza
dependían del padre o del
marido, sobre todo en una
sociedad en la que el caballero
era el protagonista. Los
mejores trabajos eran
propiedad de los hombres y las
mujeres se ocupaban
principalmente del hogar. Las
mujeres rara vez se casaban
por amor. Su matrimonio era
concertado por los padres
como moneda para consolidar
o engrandecer el feudo. En el
siglo XII surgió el amor cortés
entre los trovadores
provenzales y la mujer nobles
se convirtió en un ser admirado e idealizado. Pasado este momento, la mujer noble s
dedicó no sólo a fiestas y juegos, sino a las labores de administración de la hacienda
y de representación del señor cuando estaba en la guerra. Disponía también de
algunos derechos jurídicos, como la posesión de tierras, su administración y el
disfrute de sus rentas. Las primogénitas se dedicaban al matrimonio y las demás
generalmente entraban en religión. En los conventos aprendían idiomas, costura y
labores e ilustraban las miniaturas de los manuscritos.
Aprendían también a cantar, tocar instrumentos y bailar. Las mujeres nobles no
dedicaban mucho tiempo a sus hijos, que eran criados por las nodrizas y enviados
luego a los conventos para su instrucción. Las mujeres nobles dirigían, pues, el hogar
y la hacienda y asumían las funciones del marido si hacía falta, como la defensa de
los castillos. Los conventos eran el único lugar que proporcionaba a las mujeres una
formación intelectual y cultural, pero las órdenes femeninas estaban sujetas a la
autoridad de las masculinas, aunque las abadesas fueran mujeres nobles que
aportaban grandes dotes al convento.
LAS CAMPESINAS.
Pero las mujeres nobles eran una minoría. La mayoría
eran campesinas que trabajaban en el campo. Su
papel económico era muy importante: realizaban las
tareas agrícolas como los hombres y tenían que
trabajar para mantenerse ellas y a sus hijos. A la mujer
le correspondían las labores del hogar, el cuidado de
los hijos, de los enfermos, la asistencia a los partos.
Protagonizaban las labores agrícolas de siembra y
recolección, el cuidado de los rebaños, el trabajo
temporero, y todo ello con salarios muy inferiores a los
de los hombres. Las mujeres jóvenes podían encontrar
trabajo como criadas y sirvientas de damas nobles por
un mísero salario o, como ocurría la mayoría de las
veces, a cambio de la comida y el alojamiento, lo que
para los agobiados hogares campesinos que tenían
que mantener muchas bocas era una liberación. Entre
las sirvientas existía una gran diversificación de labores: las que atendían
personalmente a los señores, las encargadas de la cocina y las que trabajaban en los
talleres. Algunas podían aprender un oficio en los talleres de hilado y tejido de las
haciendas y castillos. De todas formas la importancia de las mujeres campesinas,
junto con la de sus maridos, era fundamental para el mantenimiento de la economía
agrícola.
Las campesinas eran auténticas todoterreno, pues junto con las labores agrícolas
que desarrollaban atendían igualmente la casa y a los hijos trabajando de sol a sol, lo
que les permitía una economía de subsistencia que si bien no las enriquecía tampoco
las obligaba a pasar necesidades, claro está que a cambio de un trabajo agotador y
extenuante.
LAS CIUDADES.
El aumento demográfico en la Baja Edad Media propició la aparición de núcleos
urbanos en torno a lugares fortificados. En estos núcleos creció una nueva clase
social, la de los burgueses, que basaba su economía en el comercio y la industria.
Hombres y mujeres acudían a las ciudades, donde se realizaba un trabajo
especializado y donde era cada vez más necesaria la mano de obra barata. La
proliferación de numerosos oficios dio entrada a las mujeres en el mundo laboral,
pero siempre en precario, pues el trabajo estaba controlado por los hombres y el
salario de las mujeres se mantenía en inferioridad con respecto al de los hombres. El
trabajo se organizaba en gremios, que agrupaban a aquellos que pertenecían al
mismo oficio u ocupación. Las mujeres artesanas estaban sujetas a las mismas
reglamentaciones que los hombres y divididas en tres grandes estamentos:
maestros, oficiales y aprendices. Las mujeres rara vez accedían al grado de maestra
de oficios. Aunque las mujeres trabajaban en casi todos los gremios, era en la
industria textil y elaboración de vestidos donde lo hacían mayoritariamente. También
copaban los trabajos relacionados con la alimentación, como la elaboración del pan o
la cerveza. Asimismo dirigían pequeños negocios y tiendas de comestibles vendiendo
frutas, pescados, carnes. En la fundamental industria de la Edad Media, la de la lana,
los hombres tejían mientras las mujeres hilaban. En algunos trabajos más duros,
como los del metal, también habían mujeres que trabajaban como herradoras,
orfebres o curtidoras e incluso transportando el mineral en las minas.
A pesar de todo la discriminación femenina era notoria: se les fueron cerrando las
puertas de acceso a los gremios y sólo en el aso de ser viudas de un maestro o tener
un hijo mayor que se hiciera cargo del negocio se les permitía continuar con él. A
finales del siglo XV y dada la creciente crisis económica, las mujeres fueron
expulsadas de los gremios y se hizo todo lo posible para impedir que siguieran
trabajando. Es importante señalar la presencia de la francesa Christine de Pisan, que
en el siglo XIV, escribió un libro, La ciudad de las mujeres, en el que ensalzaba el
trabajo femenino y enaltecía las virtudes de las mujeres.
JUDAISMO.
Tras la destrucción de Jerusalén y su templo por Tito en el año 70 y el fracaso de la
última sublevación de Bar Cochba contra los romanos de Adriano, los judíos se
diseminaron por las provincias del imperio en una diáspora que ha durado hasta el
siglo XX. En la Edad Media las principales ciudades europeas contaban con
importantes aljamas. La convivencia entre las comunidades judía y cristiana sufrió
numerosos avatares fruto de los vaivenes políticos: a época de tolerancia sucedieron
terribles persecuciones y expulsiones.
El judaísmo es una religión masculina y su Dios un Dios masculino. Eva es creada de
una costilla de Adán y la maldición divina hace que esté sometida al varón. En el
judaísmo sólo los hombres representan la alianza con Dios a través de la circuncisión
y los actos religiosos los protagonizan los varones. No existen sacerdotisas en el
judaísmo, aunque en algunas comunidades reformadas y progresistas actuales
algunas mujeres hayan alcanzado el rabinato. Dado que el judaísmo es una religión
profundamente tradicional y basada en la Biblia, la sociedad judía es eminentemente
patriarcal. El protagonismo de las mujeres es notable sólo en las grandes
festividades, como Pesah (Pascua) o Hanuka (de las Luces). No obstante, la
condición de judío se transmite tradicionalmente por vía femenina. Es judío quien
tiene una madre judía, aunque en la sinagoga hombres y mujeres acudan al culto
separados: ellos en la nave principal y ellas en la tribuna de las mujeres.
A lo largo de la historia de Israel la condición femenina ha estado expuesta a las
normas de la Torá o Ley primero y a los comentarios de los rabinos después
contenidos en el Talmut y la Mishná o tradición oral. Pero las mujeres también
estaban sometidas a la interpretación que de todas estas normas hacían los rabinos,
y así en la época de Jesús existían dos orientaciones sobre el matrimonio y el
divorcio representadas por los rabinos Hillel, de mentalidad liberal, y Shamay, de
tendencias más conservadores. No obstante, algunas mujeres son auténticas
protagonistas en la Biblia y su papel enaltece como artífices de la voluntad divina:
Ruth, Ester, Rebeca, Judit, Deborah, Noemí, Raquel.
ISLAM.
Además de la de los judíos, la Edad Media contempló la existencia de otra minoría
étnica y social: los musulmanes. Su presencia fue importante en España, sur de Italia
y Europa oriental, lo que hizo que en algunos reinos, como los hispanos, su influencia
se haga notar en aspectos sociales, lingüísticos, religiosos, económicos, artísticos.
Como en el judaísmo y en el cristianismo, la labor fundamental de la mujer en el
Islam es cuidar de la casa y la familia y pocas ocasiones tuvo en la Edad Media para
destacar en los campos científicos o cultural.. Sólo las concubinas eran educadas
intelectualmente para el placer y recreo del hombre.
El protagonista de la sociedad y de la historia en el Islam es el hombre mientras la
mujer se ve reducida durante la Edad Media al ámbito de lo privado, aunque podía
ser instruida en la religión, a cuyos actos acudía también separada de los hombres:
mientras ellos realizaban las oraciones del viernes en la mezquita ellas lo hacían en
la privacidad del hogar. Desde la edad media hasta la actualidad la mujer ha tenido
que luchar para que su voz sea independiente. Las tradiciones no ayudan mucho en
este sentido y el empleo de velos y vestidos para ocultar el rostro y el cuerpo a
quienes no sean de la familia sigue imperando en muchos países musulmanes,
donde las mujeres se van integrando tímidamente en el mundo universitario,
científico y cultural, pero con un marcado alejamiento aún de la vida política y social.
En el Corán Dios declara la igualdad de hombres y mujeres en la vida, el honor, la
dignidad, la sociedad. En la tradición del Profeta destacan preferentemente tres
mujeres. Una de ellas es Hadita, su primera mujer, que le serviría de apoyo y
estímulo. La segunda es Sakina, luchadora por la libertad e igualdad de las mujeres.
Y la tercera, la famosa Aisha, esposa del Profeta, sin duda la mujer más influyente
del Islam, a quien, desaparecido ya Mahoma, todos venían a consultar y pedir
consejo en las cuestiones religiosas y aun políticas.
CAPITULO 4. LA EDAD MODERNA
UNA ÉPOCA DE REPRESIÓN.
Durante este período se produjeron en Europa importantes cambios. El
descubrimiento de América, las guerras de religión, la Reforma y la Contrarreforma,
el avance de la burguesía, los estados absolutistas…La situación de las mujeres se
agravó. La burguesía ciudadana apartó a las mujeres de la herencia, que pasó a
transmitirse únicamente por vía masculina y primogénita. Asimismo se excluyó a las
mujeres de las profesiones que venían realizando y se las recluyó cada vez más al
ámbito familiar. Aun en los pocos casos en que las conservaron, sus trabajos eran los
más duros y peor remunerados. El trabajo femenino se convirtió en algo deshonesto.
Las nuevas doctrinas emanadas del Concilio de Trento veían a la mujer como un
objeto de tentación, personificación del mal del que los hombres debían protegerse,
imponiendo sobre ellas el modelo de María, casta, sumisa, humilde y anónima, Las
mujeres llenaban las iglesias y desde el púlpito se les adoctrinaba para reproducir el
modelo moral imperante, sobre todo en la España de Trento. El teatro de Lope,
Calderón o Tirso exaltaría la prudencia, la sumisión y el honor de las mujeres basado
en la pureza y la castidad de las jóvenes.
EL MUNDO RURAL.
La mano de obra en el campo seguía basada en el trabajo de las mujeres- las
labores agrícolas y las manufacturas caseras-, a las que se explotaba junto con los
niños como mano de obra barata. Las manufacturas rurales eran llevadas luego al
mercado de las ciudades y controladas por los comerciantes. A partir de los siglos
XVII y XVIII se ampliaron los trabajos de encajes y bordados, industria que quedó en
manos femeninas por la posibilidad de realizarlas en el hogar. No obstante, continuó
la diferenciación en el trabajo: mientras las mujeres se dedicaban al hilado, los
hombres se centraban en el tejido. La aparición en el siglo XVIII de las máquinas de
hilar produjo en buena medida el abandono del campo para trabajar en las fábricas,
con lo que dio comienzo el proceso de industrialización. Las mujeres conservaron su
participación en el pequeño negocio familiar dedicándose a la venta de productos
alimenticios en las calles y plazas de las ciudades.
Las condiciones de vida de las mujeres campesinas no variaron desde la Edad
Media: todo el peso del trabajo en la casa recaía sobre ellas desde la mañana hasta
la noche y debían participar, además, en las tareas agrícolas y trabajar como
temporeras en épocas de vendimia, aunque su salario era siempre inferior al del
hombre. Una forma de allegar recursos a la familia era la crianza de los hijos de las
mujeres de la burguesía. Los métodos anticonceptivos apenas se usaban y las
mujeres tenían un hijo cada dos años, aunque la mortandad infantil era muy alta.
Además, por ejemplo en París, un tercio de los niños eran abandonados al nacer.
LA BURGUESÍA.
El aumento del poder adquisitivo de la burguesía fomentó el trabajo de las mujeres
como criadas y nodrizas de las clases pudientes de la sociedad urbana, pero oficios
tradicionalmente femeninos, como el de comadrona y partera, se fueron desplazando
ante el empuje de los cirujanos masculinos. En general, en esta época las mujeres no
dejaron nunca de trabajar, pero su labor cayó bajo el control masculino y se vio
degradado en apreciación, estímulo y consideración social, así como en el salario
percibido.
La familia rural del Antiguo Régimen estaba formada en torno a la casa por padres,
hijos parientes, mozos, aprendices y criados. Todos contribuían al mantenimiento de
la casa y el trabajo de las mujeres era fundamental. En la familia burguesa todo se
organizaba alrededor de un núcleo formado por padres e hijos. La madre se quedaba
en casa al cuidado de los hijos, mientras que en el hombre recaía la responsabilidad
de mantener a la familia.
Las mujeres de la burguesía daban sus hijos a criar durante os primeros años de vida
aunque a partir del siglo XVIII se consideró importante que las propias madres
criasen a sus hijos, así que un de los objetivos de la educación de las mujeres fue
prepararlas para el matrimonio, el cuidado de los hijos y las tareas domésticas, que
no se consideraban como trabajo; sólo el hombre trabajaba cuando lo hacía fuera de
casa, cuyos afanes eran inherentes a la condición femenina. Esta condición de la
madre responsable dedicada a su hogar, a la crianza de los hijos y a atender al
marido se fue imponiendo entre la burguesía.
PRIMERAS FEMINISTAS.
Las mujeres participaron activamente en la Revolución Francesa. Olympe de Gouges
escribió la Declaración de los Derechos de la mujer y de la ciudadana como réplica a
los Derechos del Hombre proclamados en la Revolución, con lo que se iniciaba una
lucha real contra el predominio masculino y la reclamación de la igualdad para
hombres y mujeres en el trabajo. Estas demandas, naturalmente, no fueron tenidas
en consideración.
Pero la lucha reivindicativa de los derechos de la mujer no había hecho más que
empezar. En 1792 Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la
mujer. En ella se hacía una defensa de los derechos de las mujeres contra su
anulación social y jurídica. Esta obra es tenida como el comienzo del movimiento
feminista contemporáneo, pues en ella se defiende el derecho al trabajo igualitario, a
la educación de las mujeres y a su participación en la vida pública.
Ya en el siglo XVII podría considerarse como la primera feminista española a María
de Zayas y Sotomayor, en cuyas novelas prevenía a las mujeres sobre su
sometimiento a los varones y reivindicaba la igualdad de derechos. En el siglo XVIII
tanto el padre Benito Feijoo como Jovellanos defendieron la capacidad intelectual de
las mujeres, que se vio reflejada sobre todo en los salones franceses de la
aristocracia y la alta burguesía, donde las damas influían de forma directa o indirecta
en la sociedad y la política a través de sus maridos o amantes o convertían sus
reuniones en veladas literarias, intelectuales o políticas. Los salones aristocráticos
europeos fueron semillero de conspiraciones y revoluciones y no sólo de veladas
literarias e ingeniosas entre nobles desocupados al estilo de los de Madame De
Rambuillet o Madame De Sevigné.
CAPITULO 5. EDAD CONTEMPORÁNEA
SIGLO XIX.
El XIX fue el siglo de las revoluciones tanto de tipo político-social como de la llamada
industrial, la agrícola, del transporte, el comercio, la tecnología. La burguesía tomó el
poder y desarrollo el sistema capitalista en la economía.
La aparición en Inglaterra del proceso de industrialización lanzó a las mujeres a las
fábricas, sobre todo textiles, que junto con el servicio doméstico eran las ocupaciones
mayoritarias de las más pobres. Las mujeres y los niños fueron empleados en las
fábricas, porque percibían un menor salario que los hombres. El capitalismo salvaje
explotó a los trabajadores con jornadas agotadoras de 16 horas, trabajo infantil,
despido libre, falta de asistencia sanitaria, hacinamiento, ausencia de seguridad
laboral, Aunque en algunos países estaba prohibido, en otros las mujeres y las niñas
de 6 años trabajaban en las minas de carbón, fábricas de tabaco, papel, etc. En el
sector de la confección las mujeres se esforzaban hasta el anochecer dirigidas por
oficialas y patronas que regentaban los talleres. La fama de la alta costura francesa
se debe a la explotación de sus empleadas.
El servicio doméstico fue consecuencia del papel dominante de a burguesía. Las
mujeres de clase alta utilizaban a numerosas criadas como signo de distinción y
éstas trabajaban con total dependencia de los señores prácticamente las 24 horas
por salarios de miseria. Como consecuencia de los agotadores y mal retribuidos
salarios aumento la prostitución en las grandes ciudades ejercida por jóvenes que
trataban de sobrevivir. La industrialización produjo el fenómeno del maquinismo. En
el campo la utilización de maquinaria redujo notablemente la mano de obra.
En la segunda mitad del siglo a las mujeres se les ofrecieron nuevas posibilidades,
como las de ser enfermeras o maestras de los hijos de la burguesía, así como
dependientas de los grandes almacenes y tiendas, El lugar idóneo para la mujer
seguía siendo el hogar, pero algunas empezaron a abrirse paso en la universidad y la
investigación, como Marie Curie, dos veces Premio Nobel, y en la administración y
las oficinas como secretarias, sobre todo tras el invento de la máquina de escribir.
El movimiento obrero y los sindicatos de clase no siempre entendieron la lucha de las
mujeres por su emancipación, ya que las trabajadoras restaban puestos a los
hombres, aunque el movimiento socialista apoyara la equiparación entendiendo el
trabajo de las mujeres como una necesidad para sobrevivir. Flora Tristán impulsó la
creación de sindicatos internacionalistas y Emma Paterson la formación de sindicaros
exclusivamente femeninos. El movimiento obrero terminó por integrar a las mujeres
en sindicatos unificados.
EL SIGLO XX.
Se caracteriza por la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral, Ello fue
consecuencia del desarrollo industrial y de la moderación de la burguesía capitalista
tras las luchas sindicales y obreras por implantar en la sociedad los derechos de los
trabajadores. Las dos guerras mundiales fueron un factor desencadenante: al
marchar los hombres al combate las mujeres tuvieron que hacerse cargo del trabajo y
la producción del país. Que las mujeres se desenvolviesen con éxito en trabajo
puramente masculinos las hizo aparece como entes necesarios y competentes. Las
estructuras sociales comenzaron a cambiar. Las modas impusieron faldas y cabellos
más cortos, aparecieron las guarderías para los hijos de las trabajadoras y la
participación femenina en los sindicaos obreros. La socialista Rosa Luxemburgo fue
una de las luchadoras más revolucionarias y comprometidas. Tras la Segunda
Guerra Mundial en los países capitalistas la mano de obra femenina representaba un
tercio de los trabajadores, mientras que en el mundo socialista era de un 50 por
ciento, ya que la Revolución Rusa de 1917 fue la primera en legislar que el salario
femenino debía ser igual al masculino: a igual trabajo, igual salario. Las mujeres de la
Unión Soviética se instalaron en todos los sectores de la producción.
La Europa de la posguerra vio cómo las mujeres se resistían a abandonar sus
trabajos para volver a encerrarse en el hogar o trabajar en el servicio doméstico.
Abandonaron el campo y se volcaron en la industria y los servicios. Este sector se vio
ocupado por mujeres de un nuevo tipo o clase social intermedia que había aparecido
tras la Segunda Guerra Mundial a caballo entre el proletariado y la burguesía: la
clase media. Enfermeras y maestras dieron paso a profesiones liberales cada vez
más importantes: médicos, abogadas. Si bien el trabajo femenino siguió siendo peor
considerado y pagado que el masculino, lo que se produjo fue una apertura laboral, el
acceso de las mujeres a empleos ante exclusivamente masculinos, La aparición en
los años 60 de movimientos feministas dirigió la participación femenina hacia
asociaciones de tipo pacifista, antirracista y de lucha por la igualdad de los sexos. En
Europa occidental las mujeres luchaban por participar y dignificar su trabajo, mientras
en la URSS profesiones como ingenierías y medicina estaban en manos femeninas.
El problema para las mujeres seguía siendo la duplicidad de las tareas: en casa
debían seguir trabajando gratis en las llamadas labores propias de un sexo, y
buscarse fuera un trabajo que fuera compatible con el del hogar para ayudar a la
economía familiar por una parte y a su propia promoción personal por otra. En los
países occidentales las labores de la casa no estaban socializadas, lo que requería
de las mujeres un enorme esfuerzo, mientras que en los países socialistas había una
mayor socialización en la distribución de tareas y jornadas de trabajo más reducidas
para las mujeres.
La reclusión de las mujeres en las tareas del hogar frenó durante siglos su acceso a
la educación, lo que las hacía ser el colectivo más pobre y con menos preparación.
En la actualidad las mujeres copan las universidades españolas y son fuertemente
competitivas en trabajos técnicos. Pero en el tercer Mundo continúan marginadas y
esclavizadas.
EL FEMINISMO.
Los movimientos feministas del siglo XIX se concentraron en conseguir el sufragio
para las mujeres. Ya en 1848 se reunió en Nueva York la primera convención sobre
los derechos de la mujer, pero no fue hasta 1920 cuando se consiguió el derecho al
voto en estados Unidos. La lucha en Europa fue dirigida por las mujeres inglesas,
que crearon una organización propia dentro del partido socialista. En ocasiones la
lucha de las mujeres no estuvo exenta de enfrentamientos violentos con la Policía y
la obtención del voto femenino fue posible tras una lucha de un siglo, desde su
implantación en Nueva Zelanda en 1893 hasta Suiza en 1971(Alemania y Reino
Unido en 1918, España en 1931, Francia e Italia en 1945).
Los movimientos feministas luchaban por cambiar la condición de sometimiento e
inferioridad de las mujeres respecto de los varones. Simone de Beauvoir en El
segundo sexo analiza las diferencias entre hombres y mujeres potenciando el
enriquecimiento mutuo que haga posible "la diferencia en la igualdad". Betty
Friedman denunciaba " la esclavitud del hogar, que lejos de liberarlas las
encadenaba con mas fuerza". A partir de la segunda mitad del siglo las mujeres
cuestionaron "las relaciones de poder entre los sexos y la distribución sexual de los
papeles en la sociedad, fuente de toda discriminación". En la España republicana
destacaron Victoria Kent y Clara Campoamor, mientras que en el régimen franquista
la Sección Femenina produjo una vuelta atrás de los derechos adquiridos.
En la sociedad actual se produjo un reconocimiento legal teórico de la igualdad entre
hombres y mujeres, lejos de su aplicación práctica, con la Constitución de 1978. La
generalización de los anticonceptivos, la obtención del divorcio y la despenalización
del aborto están entre los logros conseguidos. La consecución de una política no
discriminatoria es uno de los objetivos a alcanzar. En España el instituto de la Mujer
lucha por la igualdad y equiparación multidisciplinar entre los sexos.
ALGUNAS ANTIGUAS.
ASPASIA: Cortesana griega amante de Pericles. Famosa por su belleza y por su
inteligencia, influyo en los políticos atenienses de su época. Su casa se convirtió en
un centro intelectual al que acudían los mejores escritores y filósofos del momento.
AGRIPINA: Madre del emperador Nerón, gobernó a su antojo a su esposo, el
emperador Claudio, al que envenenó. Colocó a Séneca y a Burro como preceptores
de Nerón, a quien hizo nombrar César. Dispuesta a ejercer el pode a través de su
hijo, terminó asesinada por éste.
CLEOPATRA: Última reina de Egipto. Su sueño de un imperio oriental no pudo
materializarlo ni con César ni con Marco Antonio. Derrotada en la Batalla de Actium
por Octavio, se suicidó con Marco Antonio para evitar ser llevada a Aroma en el
triunfo de Augusto.
HATSHEPSUT: Reina de la XVIII dinastía que gobernó Egipto como un auténtico
faraón con el apoyo de Senenmut, su hombre de confianza. Su templo en Deir el
Bahari está compuesto por terrazas. Aparecía en público con la barba postiza y los
atributos de faraón.
LIVIA: Esposa de Augusto. Se cree que eliminó a todos cuantos se interpusieron en
el camino de su hijo Tiberio. Gobernó la casa de Augusto y su influencia sobre éste
fue notable. Se conservan importantes ruinas de su mansión en el Palatino.
LUCRECIA: Protagonista de la caída de la monarquía romana al ser ultrajada por
Tarquinio. Icono del arte de todas las épocas. A su muerte la monarquía se
transformó en república. Simboliza el honor de la matrona romana.
SAFO: Famosa poetisa griega nacida en la isla de Lesbos. Platón la llamó la décima
musa. Destaca en su poesía la pasión amorosa. Instituyó una escuela para la
enseñanza de las niñas. De sus poemas se ha querido deducir su condición sexual.
HYPATIA DE ALEJANDRÍA: Nacida en Alejandría el 370 d.C., Hypatia recibió una
educación de su padre Teón, matemático y astrónomo, que daba clases en la
biblioteca. Dotada de una infinita capacidad para desarrollar el conocimiento, se
interesó por la historia de las religiones, la Filosofía y la retórica y fue maestra del
obispo de Ptolemaida Silesio de Cirene. Atraída también por la tecnología, Hypatia
desarrolló un aparato para destilar agua y un hidrómetro para medir la densidad de
los líquidos. Contribuyó notablemente a la enseñanza del neoplatonismo basado en
las teorías de Plotino y Yámblico.
La situación de la Alejandría de su época era conflictiva. El cristianismo se iba
apoderando de la ciudad y los filósofos paganos, como Hypatia, se convirtieron en un
peligro y un desafío para la nueva fe.
El patriarca de Alejandría, Cirilo, impulsó toda una campaña de descrédito contra ella
acusándola de herejía y brujería. Su condición de mujer agravó su situación, pues era
harto difícil admitir la superioridad de una fémina en un mundo de dominio masculino.
Este ambiente de odio y fanatismo desembocó en el asesinato de Hypatia el año 415,
cuando un grupo violento de monjes la atacó, la torturó y descuartizó su cuerpo, que
finalmente fue dado a las llamas. El prefecto romano Orestes, amigo y discípulo de
Hypatia, intentó llevar a cabo una investigación sobre el crimen que resultó un
fracaso.
La muerte de Hypatia supuso el final del desarrollo científico y filosófico del
paganismo y su sustitución por el control del cristianismo dominante en el campo de
las ciencias y las letras.
ALGUNAS MEDIEVALES.
BEATRIZ GALINDO: Escritora y humanista, maestra de Isabel la Católica y sus hijos.
Fundó el Hospital de La Latina y el Convento de la Concepción Jerónima. Casada
con el consejero de los Reyes Católicos Francisco Ramírez, estudió Teología y
Medicina y escribió poemas en latín.
CATALINA DE MÉDICI: Mecenas de artistas y reina de Francia, logró mantener el
país unido pese a las guerras de religión. El equilibrio entre católicos y hugonotes se
rompió la Noche de San Bartolomé con la matanza de éstos.
ELISENDA DE MONTCADA: Esposa de Jaime II, reina de Aragón-Cataluña. Fundó
el Monasterio de Pedralbes e impulsó el Consell de Cent, órgano gestor de la ciudad
de Barcelona.
HILDEGARDA DE BINGEN. Abadesa benedictina. Fue una científica que escribió
sus Cosmología, Medicina, Historia Natural y realizó composiciones musicales.
ISABEL DE SOLÍS: Hecha prisionera por los moros granadinos, el sultán Muley
Hacén se enamoró de ella, repudió a la sultana Aixa, madre de Boabdil, y la convirtió
en reina de Granada con el nombre de Zoraida. Tras la caída de la ciudad ella y sus
hijos volvieron a convertirse al cristianismo.
JUANA DE ARCO: Condujo al Ejército francés contra los inglese en Orleáns durante
la Guerra de los Cien Años. La iglesia la condenó a la hoguera por herejía. Fue
declarada santa en 1920.
LEONOR DE AQUITANIA: Reina de Francia e Inglaterra, fue madre de Ricardo
Corazón de León. Influyó decisivamente en la Europa de su tiempo. Famosa por su
temperamento liberal.
RUMAYKIYYA: Esclava a la que el rey de Sevilla Al-Mutamid convirtió en Itimad, la
primera esposa real. Siguió a su esposo al destierro tras ser derrocado por los
almorávides.
TODA DE NAVARRA: Viajó a Córdoba para que el médico judío del califa Abd-alArman III, Hasday ben Shaprut, curase la obesidad de su nieto Sancho el Craso de
León.
ZAIDA: Princesa musulmana amante de Alfonso VI, al que dio un heredero. Introdujo
en la Corte las costumbres musulmanas. Se bautizó como Isabel. Muerta al dar a luz,
fue enterrada con su hijo en el Monasterio de Sahagún.
CHIRSTINE DE PISAN: Nació en Venecia en 1364. Viuda a los 25 años, mantuvo a
sus tres hijos gracias a sus escritos. Redactó una biografía del rey de Francia Carlos
V, en cuya Corte se educó. Cultivó la poesía amorosa, pero fue la prosa la que la
hizo famosa, sobre todo La ciudad de las damas, donde pasa revista a las mujeres y
sus aportaciones.
Destaca en su obra la defensa que hace de la capacidad de las mujeres para
acceder al aprendizaje y algunas de las frases de su obra citada se nos antojan no
sólo reivindicativas de la potencialidad de las mujeres, sino tremendamente actuales.
"Si fuera costumbre mandar a las niñas a las escuelas, ellas aprenderían la
perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que
ellos". "En tanto que las mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres,
tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican"."Ha llegado el
momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedir a las mujeres el
estudio de las ciencias y otras disciplinas".
Su obra se enmarca dentro de un incipiente humanismo interesado en todo aquello
que forma parte del ser humano y que vería su cumbre en el renacimiento. Christine
tomó como pretexto la crítica a la obra de Jean de Menú, Le Roman de la Rose, que
se había convertido en un furibundo ataque contra las mujeres, para defender a éstas
y promover su reconocimiento social y educacional. Se la considera como la primera
mujer que consiguió vivir de su profesión de escritora.
Refugiada en el Convento de Poissy, falleció en 1430 a la edad de 66 años.
ALGUNAS MODERNAS.
CATALINA ERAUSO: Llamada La monja alférez, disfrazada de hombre combatió en
América en numerosas batallas. Fue recibida por Felipe IV y el Papa Urbano VIII.
Escribió un famoso libro de memorias.
CATALINA "LA GRANDE": Emperatriz de Rusia, esposa de Pedro III. Culta e
inteligente, se la considera representante del Despotismo ilustrado. Seguidora de la
Ilustración, fue amiga de Voltaire y Diderot. Elevó a Rusia al estatus de gran
potencia.
JUANA INÉS DE LA CRUZ: Religiosa mexicana. Poetisa y autora teatral, fue
partidaria de defender la labor intelectual de las mujeres. Fue conocida como la
Décima Musa. Escribió poemas sacros y profanos, autos sacramentales y comedias.
MALINCHE: Entregada como esclava a Hernán Cortés, le sirvió de intérprete por sus
conocimientos del náhualt y la lengua maya. Fue bautizada y convertida en dona
Marina y amante de Cortés. Su papel en la conquista de México fue de gran
importancia.
"MADAME" DU BARRY: Cortesana francesa amante de Luis XV. Influyó
notablemente en el rey, pero se granjeó la enemistad de Maria Antonieta. La
Revolución la consideró como modelo de todos los excesos de la nobleza. Fue
condenada a muerte y guillotinada como enemiga de la Revolución.
MARÍA PACHECO: Mujer de Juan de Padilla. En ausencia de su esposo gobernó la
ciudad de Toledo y encabezó la causa comunera. Consiguió escapar de Toledo y
refugiarse en Portugal, donde vivió de la caridad hasta su muerte sin conseguir el
perdón de Carlos I.
MARÍA TUDOR: Reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón,
esposa de Felipe II. Sometió a los anglicanos a un baño de sangre para implantar de
nuevo el catolicismo. Si hubiese tenido un hijo habría sido el soberano más poderoso
del mundo.
MARÍA ZAYAS: Novelista española del Siglo de Oro. Escribió diez novelas amorosas
al estilo del Decamerón. Defendió el acceso de las mujeres a la educación. Sus
argumentos, con libertad sexual para las mujeres, hicieron que la Inquisición
prohibiera sus novelas.
MARY WOLSTONECRAFTT: Escritora británica. Su libro Vindicación de los
derechos de la mujer mantiene que las mujeres no son inferiores a los hombres. Se
la considera como una precursora de la filosofía feminista.
PRINCESA DE ÉBOLI. Nobles española casada con Ruy Gomes de Silva, secretario
de Felipe II. Participó en las intrigas contra don Juan de Austria. Felipe II mandó
encerrarla en Pastrana, donde sólo se le permitía asomarse a la ventana una hora al
día. Se convirtió en un mito literario.
SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA. Nacida en 1602, fue priora de un convento
concepcionista fundado por su madre en Ágreda, Soria. Experimentó el trance
místico con momentos de éxtasis y levitación. El fenómeno más destacado de su vida
religiosa fue su capacidad de bilocación, estar en dos lugares al mismo tiempo,
hecho atestiguado por la crónica de fray Alonso de Benavides, que la vio predicando
a los indios de la Baja California mientras que para sus monjas no había salido del
convento. Otro ejemplo de lo dicho es la conversión de un moro a quien sor María
habría adoctrinado en Pamplona siendo después reconocida por el converso al ser
bautizado a Ágreda. Ante estas manifestaciones el Tribunal de la Inquisición la
sometió a investigación, pero nada pudo encontrar contra ella.
La primera entrevista entre el rey Felipe IV y sor María tuvo lugar en Ágreda en 1643.
A Partir de este momento y durante 22 años se estableció una correspondencia entre
ambos que manifiesta la protección y tutelaje de la religiosa sobre el rey. En multitud
de cartas se encuentran los consejos de todo tipo que proporciona al monarca sobre
los temas candentes de la política. Las guerras de Cataluña, la secesión de Portugal,
la ruptura con Francia, los problemas en los Países Bajos, la agitación en Nápoles y
Sicilia.
Decidida opositora al Conde Duque de Olivares, aconsejó al rey que gobernase por
sí mismo sin fiarse de validos ni ministros. Pero no sólo repartía sus consejos a
Felipe IV de España, sino que el propio Papa Alejandro VII recibió sus cartas en las
que le instaba a mediar en los conflictos abiertos entre Francia y España.
En 1665, a los 63 años, víctima de penosa enfermedad, falleció en su convento de
Ágreda. Su libro, Mística ciudad de Dios, fue perseguido y prohibido por la Inquisición
y el proceso para su beatificación, interrumpido y condenado al silencio por varios
papas.
ALGUNAS CONTEMPORÁNEAS.
ANNA FRANK: Niña judía alemana refugiada en Ámsterdam, que ante la
persecución nazi vivió escondida "en la casa de atrás" durante dos años, donde
escribió su famoso Diario. Murió deportada en el campo de Bergen Belsen a los 15
años.
CLARA CAMPOAMOR: Fue una de las primeras diputadas de la Segunda
República. Luchó por la igualdad de derechos y el sufragio universal femenino, cosa
que consiguió en la Constitución de 1931. Murió en el exilio tras la Guerra Civil
Española.
CONCEPCIÓN ARENAL: Escritora y activista a favor de la educación de las mujeres.
Con ella nació el feminismo en España. Fundó una sociedad para construir casas
baratas para obreros y reivindicó la igualdad total par la mujer.
DOLORES IBARRURI: Dirigente comunista conocida bajo el pseudónimo de
Pasionaria. Fue un símbolo popular durante la Segunda República y una infatigable
defensora de las clases trabajadoras.
EMILIA PARDO BAZÁN: Escritora gallega impulsora del naturalismo en España.
Intentó combinar el realismo y el determinismo social con el ideario católico y
conservador. Fue rechazada tres veces por la Real Academia, sexista y masculina.
FRIDA KALHO: Pintora mexicana. Marcada por la poliomielitis y otras enfermedades
y accidentes que destrozaron su cuerpo, su obra se enmarca en el expresionismo y
el surrealismo con grandes toques autobiográficos.
GOLDA MEIR: Política israelí, una de las primeras que han accedido a la jefatura del
Gobierno del mundo. Luchadora por el reconocimiento de los derechos de la mujer
trabajadoras. Mano derecha del primer ministro israelí David Ben Gurión, fue también
embajadora y ministra de Asuntos Exteriores. La Guerra del Yom Kipur acabó con su
mandato.
MARÍA MOLINER: Estudiosa de la gramática española, trabajó en el diccionario que
lleva su nombre durante 14 años. Se ocupó de la difusión cultural durante la Segunda
República, pero la Real Academia, órgano misógino, rechazó su ingreso en 1972.
MARÍA ZAMBRANO: Posiblemente la filósofa española más galardonada. La razón
poética es su contribución a la explicación de lo sagrado y la conciencia. Discípula de
Ortega y Zubiri, impartió docencia en numerosas universidades tras su exilio a la
caída de la Segunda República.
MARIE CURIE: Científica polaca que destacó en Física, Química y Matemáticas. Fue
galardonada dos veces con el Premio Nobel. Junto con su marido, Pierre Curie,
investigó la radioactividad y descubrió el polonio y el radio.
MARY SOMERVILLE. Destacó en Matemáticas y Física. Fue miembro de numerosas
academias de Ciencias y a los 92 años aún seguía investigando. Fue llamada la reina
de las ciencias del siglo XIX.
SIMONE DE BEAUVOIR. Novelista y filósofa, compañera de Jean Paul Sartre,
adherida a las tesis existencialistas. Analizó en sus obras la condición de las mujeres
y su papel en la sociedad.
VICTORIA KENT: Política republicana. Directora general de prisiones, reformó la
institución con la intención de recuperar a los delincuentes para la sociedad. Desde la
embajada de París pasó a la de México ante la invasión nazi.
ISADORA DUNCAN: Nacida en San Francisco en 1878, estudió danza clásica en
Chicago. Su padre abandonó a su madre y otra hermana, lo que hizo que la situación
económica de la familia fuese delicada. En 1900 las Duncan llegaron a Londres,
donde Isadora quedó fascinada por la cultura griega expuesta en el Museo Británico.
Comenzó su especial visión de la danza con la adaptación de las figuras que veía en
los vasos griegos y una interpretación expresionista del movimiento. El arte que
surgió de su interpretación supuso una ruptura con los modelos entonces actuales: la
danza clásica dejaría paso a una expresión libre y revolucionaria basada en los
valores descubiertos de la Antigüedad clásica.
Su llegada a París supuso el descubrimiento del Museo del Louvre y sus restos
arqueológicos, lo que reafirmó su reinterpretación del mundo clásico. Los pies
descalzos y la suave túnica que descubría sus piernas y velaba su cuerpo desnudo
daban a su danza un sentido de evocación intemporal: la ausencia de maquillaje, el
cabello suelto y ondulante, los movimientos lentos y expresivos, la falta de
decoro…toda su puesta en escena rompía con los cánones establecidos, lo que le
hizo enfrentarse con un sector del público que no entendía su apuesta revolucionaria.
Pero el arte de Isadora, innovador y provocativo, alcanzó un tremendo éxito cuando
el público comprendió que su danza, transparente y evocadora, debía entenderse
como una perfecta armonía entre el ser humano y la naturaleza.
Su vida persona corrió pareja con la profesional: libertaria y trasgresora. Se casó con
un poeta ruso 17 años menor que ella y su relación terminó estrepitosamente. Tuvo
dos hijos como madre soltera que murieron ahogados en el Sena, lo que supuso un
duro golpe del que no se repuso nunca. De condición bisexual, mantuvo romances
con poetisas y escritoras de su época, pero los continuos escándalos sentimentales y
su deficiente situación económica amargaron los últimos años de su vida:
borracheras públicas, deudas impagadas y ruina inminente proporcionan un retrato
trágico de la artista. Su ateísmo, sus simpatías por la Revolución Rusa y su moral de
libertad sexual influyeron en el progresivo rechazo de los empresarios.
Su no esclarecida muerte en un accidente de automóvil en 1927, cuando el chal que
llevaba anudado al cuello quedó enredado en la rueda del coche, añadió un halo de
misterio al final de su apasionante existencia.
https://www.acfilosofia.org/index.php/materialesmn/ellas/233-historia-de-las-mujeres
¿Cuál era el papel de la mujer en la edad media?
Sencillamente el papel de la mujer en la Edad Media era el ser madre, ama de casa,
no tenía voz y su opinión no era tenida en cuenta por nadie.
El sistema político y económico de esa época era el Feudalismo, sistema injusto y
bárbaro. Existían una clases sociales que no trabajaban ni producían bienes de
consumo, éstas eran: el rey, la corte, la nobleza, los clérigos y el ejército, y por otra
parte estaban los que trabajaban, producían bienes y pagaban altos impuestos para
poder mantener a los nombrados anteriormente: los comerciantes, zapateros,
herreros, sastres, artesanos, alfareros, muebleros etc por un lado y los agricultores
que trabajaban las tierras circundantes de los castillos, éstos trabajaban 6 días de la
semana para el señor feudal y un día para ellos. El 90 % de la gente no sabía leer ni
escribir. Las mujeres solo hacían tareas dedicadas a la higiene, alimentación y salud,
cuidaban enfermos, cocinaban, lavaban ropas, cocían etc., por supuesto estamos
hablando de la gente que producía, pues las mujeres de la corte y la nobleza no
hacían nada. La mujer estaba relegada a la servidumbre y la procreación.
La gente del pueblo se divertía concurriendo a los torneos de caballeros organizados
por el señor feudal o concurriendo a la plaza para ver los ajusticiamientos de la Santa
Inquisición (más de 300000 personas fueron asesinadas, mutiladas y torturadas por
los inquisidores).
Era tan poco tenida en cuenta que te daré un ejemplo. Existía en esa época lo que se
llamaba "el derecho de pernada" cualquier persona que quisiera casarse debía pedir
permiso al señor feudal para contraer matrimonio. Si a éste le gustaba la novia tenía
derecho a estar todo un día y una noche con ella mientras que al novio se le
autorizaba a cazar ciervos en las tierras del señor feudal, para ello se le daba una
autorizacion escrita y se colgaba en la puerta de su casa unas astas de ciervo como
símbolo de su autorización (de allí deriva la palabra cornudo para representar al
marido infiel). Como vez la mujer cero a la izquierda
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