¿Cómo era la mujer en la sociedad romana? La mujer ocupó un lugar destacado en la Antigua Roma, en comparación con otras sociedades antiguas. Matrona o prostituta, sacerdotisa o emperatriz, era considerada inferior según las leyes y permanecía siempre como una menor, es decir, jurídicamente igual que los niños. Dependía de la autoridad de su padre y, si contraía matrimonio, de la de su esposo. Sin embargo, hacia el principio de nuestra era empezó a emanciparse gracias a sus logros, superando el rol tradicional que le había sido impuesto. La mujer encarna desde ese momento principios positivos como la fertilidad, la prosperidad, la creación o el poder del destino. En la Antigua Roma, las mujeres que nacían libres eran ciudadanas (cives), aunque no podían votar ni ocupar cargos públicos. Debido a este limitado papel público de la mujer en la Antigua Roma, los historiadores romanos mencionan con menos frecuencia a las mujeres que a los hombres. Sin embargo, mientras que las mujeres romanas en general no tenían ningún poder político directo, las de familias ricas y destacadas podían ejercer (y de hecho ejercían) gran influencia a través del entorno privado. Entre las mujeres excepcionales que han dejado una marca indeleble en la historia están las semilegendarias Lucrecia y Claudia Quinta, cuyas historias tienen un matiz mítico; las decididas mujeres republicanas como Cornelia, madre de los Gracos, y Fulvia, que comandó un ejército y acuñó monedas con su imagen; las mujeres de la dinastía Julio-Claudia como Livia, la más prominente, que contribuyó a la formación de las costumbres imperiales; y la emperatriz Helena, una fuerza motriz en la propagación del cristianismo. Como sucede con los miembros masculinos de la sociedad, las mujeres de la elite y sus significativos actos políticos eclipsaron a las mujeres de rango inferior en los registros históricos. Las inscripciones y sobre todo los epitafios documentan los nombres de un gran número de mujeres a lo ancho del Imperio romano, pero no nos dicen mucho más de ellas. Algunas instantáneas de la vida diaria se han preservado en los géneros literarios latinos como la comedia, la sátira o la poesía, en especial en los poemas de Catulo y Ovidio que ofrecen vívidos destellos de las mujeres romanas en los comedores y tocadores, en los eventos deportivos y teatrales, de compras, maquillándose, practicando la magia, preocupadas por el embarazo —sin embargo, todo visto a través de ojos masculinos—. Las cartas de Cicerón, por ejemplo, revelan de manera informal como el autoproclamado gran hombre interactuó de puertas para dentro con su esposa Terencia y su hija Tulia, al igual que sus discursos demuestran con menosprecio las varias vías por las que podían disfrutar las romanas de una libre vida sexual y social. El único papel público principal reservado exclusivamente a las mujeres fue en el ámbito religioso: el sacerdocio de las vestales. Libres de cualquier obligación matrimonial o de tener hijos, las vestales se dedicaban al estudio y la correcta observación de los ritos considerados necesarios para la seguridad y supervivencia de Roma, y que no podían ser realizados por los colegios masculinos de sacerdotes. LAS MUJERES EN LA ANTIGÜEDAD Y LA EDAD MEDIA. INDICE 1. Tiempo de silencio 2. Antes del mundo clásico ¿Existió un matriarcado? 2.1. Las mujeres en las sociedades del Creciente Fértil 2.1.1.Mesopotamia Egipto 3. La mujer en Grecia 3.1. La visión de la mujer en el mundo griego 3.1.1. Pandora 3.2. La educación 3.2.1. María, la griega 3.3. El matrimonio 3.4. El trabajo de la mujer 3.5. La mujer en la política 3.6. Diosas y sacerdotisas 4. La mujer en Roma 4.1. La visión de la mujer entre los romanos 4.2. La educación 4.3. El trabajo 4.4. El matrimonio 4.5. Las mujeres y el poder político 4.6. Las mujeres en la religión romana 5. La mujer en la Edad Media 5.1. La visión de la mujer en la Edad Media 5.2. La educación femenina 5.3. El matrimonio 5.4. La situación jurídica femenina 5.5. El trabajo de la madre en la Edad Media 5.6. El ejercicio del poder político 5.7. La mujer en el convento 5.8. Sometimiento y Silencio 6. Opinión personal 7. Bibliografía 1. TIEMPO DE SILENCIO La mujer desde la antigüedad ha sido menospreciada y siempre se ha dicho que ellas deberían estar dentro de las casas y nunca en los lugares públicos, se las consideraba solamente como madres y ni siquiera como personas. A pesar de que los hombres siempre han negado su capacidad para dirigir la sociedad y las recluyeron en la casa, las mujeres han desempeñado un papel importante a lo largo de la historia y ,sin duda, a través del ámbito privado influyeron en el público. Su participación en el mundo de la cultura no fue menos valiosa, pues desde la religión, la filosofía, la literatura o las ciencias, algunas dejaron oír su voz, aunque los hombres les impusieran el silencio. 2. ANTES DEL MUNDO CLÁSICO ¿EXISTIÓ UN MATRIARCADO? Algunos historiadores se han basado en las sociedades primitivas en las que se adoraba a la madre-tierra como a la gran madre original para suponer que, por imitación de esto, a las mujeres se les habría tenido mayor consideración que a los hombres. Y gracias al hallazgo de numerosas figurillas neolíticas dedicadas a diosas y a la extensión del culto a Isis los historiadores pudieron confirmar esta teoría. Para afianzar dicha teoría, se señalaba la existencia de sociedades en las que la transmisión de derechos se hace a través de la madre. Pero sin embargo, algunos estudios recientes ponen en duda la teoría ya que no se ha podido atestiguar la existencia de ninguna sociedad matriarcal. 2.1. LA MUJER EN LAS SOCIEDADES DEL CRECIENTE FÉRTIL Pocas noticias han llegado acerca del papel de la mujer en sociedades de la antigua Mesopotamia. Se sabe que en algunos lugares del Creciente Fértil las mujeres participaban en las reuniones políticas pero no podemos saber con exactitud el papel que desempeñaban en aquellas reuniones políticas. En las más antiguas recopilaciones de leyes, se reconocen a las mujeres derechos que en épocas posteriores, e incluso recientes a nosotros, habían perdido. También podían arrendar, testificar, pedir préstamos o representar jurídicamente a otras personas. En Egipto, las mujeres tenían mayor libertad de movimiento, pues <<andaban libremente por la calle>> como cuenta Heródoto con cierto escándalo. Sabemos que algunas trabajaban en la industria textil y en la elaboración de alimentos. No faltaban mujeres que llegaron a alcanzar un alto grado de poder, por ejemplo, una hija del faraón era consagrada como esposa del dios y ejercía el poder en Tebas. Las mujeres podían alcanzar la máxima jerarquía. Las esposas de los faraones eran transmisoras de los derechos de soberanía y podían ejercer la regencia hasta que sus hijos alcanzaran la edad suficiente para reinar. 2.1.1. MESOPOTAMIA En la sociedad de Mesopotamia, las mujeres no estaban sometidas a sus parientes y el consentimiento de la madre eran tan necesario como el del padre para poder contraer matrimonio. Ejercían todo tipo de oficios y participaban en la vida pública. Algunas alcanzaron cierto status como regentes del reino. Sabemos que al menos una mujer ejerció como embajadora del rey de Summer ante el faraón egipcio. 2.1.2. EGIPTO En Egipto, las mujeres gozaban de cierta libertad. La educación de las mujeres estaba equiparada a la del varón. Esta consideración que tenían hacia la mujer permitió reconocer derechos de herencia matrilineales a los varones y conservar sus bienes después del matrimonio. 3. LA MUJER EN GRECIA La falta de tierra para cultivar llevó a los griegos a establecer colonias a lo largo del Mediterráneo. A partir de ese momento se creó una nueva clase social y que exigía participar en la vida política. El régimen aristocrático se mantuvo en ciudades-estado como Esparta, pero en otras, como Atenas se estableció un gobierno democrático. Este sistema político separaba el poder judicial, el legislativo y el ejecutivo; la Ecclesia, en la que podían asistir todos los ciudadanos, discutía y aprobaba las leyes que habían sido propuestas por la Boulé (Consejo de los quinientos miembros). Pero ciudadano era sólo el varón nacido libre que descendía de ciudadanos, los extranjeros y los esclavos estaban excluidos de esta organización. 3.1. LA VISIÓN DE LA MUJER EN EL MUNDO GRIEGO La opinión que los antiguos griegos tenían de las mujeres se halla resumida en el relato que de su creación hace Hesíodo. Según este poeta, la primera mujer, Pandora, fue creada por Zeus como castigo a los hombres. De la caja de Pandora salían los dolores y las calamidades. Aristóteles, afirmaba que las mujeres son <<por naturaleza más débiles y más frías>> que los hombres. Se consideraba de cuerpo frío aquél que no había acabado de hacerse; la debilidad térmica de las mujeres se manifestaba en que envejecían antes que los hombres, tenían la carne más blanda y el cerebro menos voluminoso. Para Aristóteles, la mujer, en cuánto a madre, no era más que el soporte alimenticio y físico donde se encuentra el hombre antes de nacer. Además, apoyándose en la medicina hipocrática, Aristóteles afirmaba también que, en comparación con el hombre, la mujer era menos musculosa y tenía las articulaciones menos pronunciadas, en definitiva, su cuerpo, era menos bello que el del varón. En consecuencia, el cuerpo femenino no merecía ser representado en el arte. Pero, en Esparta, una mujer representada en una escultura desnuda significaba para el filósofo la encarnación de la decadencia, cuyo origen había que buscarlo en la libertad de que gozaban allí las mujeres. De esta visión del cuerpo femenino se pasó a considerar a la mujer como una eterna menor de edad, y a justificar así su exclusión de la vida pública. 3.1.1. PANDORA En la mitología griega, Pandora fue la primera mujer que creó Zeus. Modelada por los demás dioses, Afrodita le dio su belleza, las Gracias la vistieron de joyas, y Hermes le otorgó la maldad y la falta de inteligencia. Mujer curiosa y desobediente, abrió la cada que su esposo le había regalado con la condición de que no la abriera. En la caja estaban encerrados los malos que Prometeo había conseguido atrapar para salvaguardar de ellos a los hombres. Con su actitud, Pandora dejó a la humanidad a merced de ellos. 3.2. LA EDUCACIÓN La formación que recibían las mujeres se fundamentaba en la opinión que de ellas tenían los griegos y se orientaba hacia su futuro, es decir, conseguir ser una buena esposa. Las niñas aprendían a hilar y a tejer, así como algo de música y danza. Las hijas de los ciudadanos sólo aprendían a tocar la lira. Por lo general, las mujeres no continuaban su formación una vez que habían contraído matrimonio. En Esparta, donde las mujeres gozaban de mayor libertad ellas mismas organizaban sus actividades, y podían dedicarse al estudio de la música y a practicar ejercicios gimnásticos: participaban incluso en los desfiles de atletas, aunque no competían con ellos. En la Grecia asiática y en las islas, las mujeres se preocuparon más de su formación intelectual. En el ámbito de las ciencias también destacaron algunas mujeres, como Agnocide, médica ateniense que condenada a muerte por ejercer la medicina siendo mujer, se salvó, según la leyenda, por la solidaridad de las atenienses que amenazaron con quitarse la vida si se ejecutaba la sentencia. A pesar de los ejemplos anteriores, fueron pocas las mujeres que recibieron una educación que se extendiera más allá de prepararlas para desempeñar la función primordial de su vida: el matrimonio. 3.2.1. MARÍA, LA GRIEGA También existieron mujeres que superaron las líneas de la educación. Son mujeres que ejercieron la medicina, que destacaron como matemáticas, o como Maria de Alejandría, cuyos trabajos e inventos en la química se siguen empleando en nuestros días. Su célebre <<baño María>> utilizado en la cocina, tiene origen en los laboratorios químicos con el fin de calentar una sustancia. 3.3. EL MATRIMONIO En la época clásica el matrimonio era un contrato entre el padre y el esposo, que venía a significar un traspaso del derecho de tutela sobra la mujer. El acto por el que se formalizaba el contrato era la entrega de la dote. La dota era la aportación económica, en dinero o en tierra, que debía ser entregada por el padre al contraer matrimonio una hija. El esposo tenía la obligación de invertirla para que generara rentas que aseguraran el aumento del patrimonio de la mujer. En caso de divorcio o de viudedad, la dote era devuelta a la esposa, que volvía a contraer matrimonio contando con su dote. De la importancia del matrimonio y de la dote nos da idea el que la ciudad de Atenas dispusiera de una cantidad de dinero que se utilizaba para pagar las dotes de las hijas de los ciudadanos que eran considerados ciudadanos de mérito. El matrimonio se realizaba entre miembros de una misma familia, y esta muy mal visto si el padre de la novia le daba permiso para casarse con un extraño para ellos. La edad media para contraer matrimonio era de 14 años para las mujeres y de 30 para los hombres. Esta diferencia de edad se debía a que el marido debía tener la edad suficiente para ejercer los derechos de ciudadanía. El divorcio era fácil de obtener. Lo podía solicitar el marido o el padre de la esposa, a instancias de ellas o por su propio interés. Cuando una mujer era adultera, o había sido violada, el marido debía solicitar el divorcio. 3.4. EL TRABAJO DE LA MUJER El modelo de sociedad que tenían hacia las mujeres los griegos dejaba a la mujer en el espacio doméstico, por eso las mujeres sólo podían realizar aquellos trabajos que se desarrollaban dentro de este ámbito o que tenían relación con el mantenimiento del hogar. Tener la piel blanca significaba que, por la buena situación económica, no se necesitaba trabajar al sol. En Atenas, las ciudadanas se dedicaban a dirigir el trabajo de las sirvientas y de algunos sirvientes. En Esparta, las tareas domésticas quedaban para las mujeres de las clases de menor poder económico. Un buen número de mujeres se dedicaron a la prostitución. Las prostitutas no estaban sometidas a las mismas normas que las ciudadanas y esto les daba mayor independencia y libertad de acción. Las mujeres que ejercían la prostitución eran en su mayor parte extranjeras; debían estar registradas y pagar un impuesto a la ciudad por su actividad. Un grupo especial de mujeres era el constituido por las hetairas o cortesanas, que recibían una formación intelectual y artística para agradar a los hombres en los banquetes. Algunas tuvieron una notable influencia en la sociedad de la época. 3.5. LA MUJER EN LA POLÍTICA La sociedad griega antigua estableció la división entre lo público y lo privado, determinado para cada individuo un espacio de actuación. El espacio público, la política, era dominio del hombre, y el espacio privado, el oikos, el hogar, era dominio de la mujer. Los ciudadanos tenían derechos políticos, pero esto no era así para las ciudadanas, que no podían votar no formar parte de las asambleas. Los ciudadanos griegos encontraban muy divertidas las comedias, como La asamblea de las mujeres, de Aristófanes, en las que se representaba una situación tan absurda, para ellos, como la de que las mujeres atenienses estuviesen participando en la vida pública. Como la mujer era considerada una menos de edad toda su vida, necesitaba un tutor varón. En el caso de las viudas que no tuvieran parientes que pudieran representarlas, un arconte las tomaba a su cargo. Las mujeres sólo intervenían en la vida pública de forma indirecta, a través del matrimonio. En la casa, las mujeres ocupaban un espacio reservado, el gineceo, situado habitualmente en la zona más apartada de la vivienda , pues no debían ser vistas más que pos sus familiares más directos. Las mujeres, al menos las que querían ser consideradas como ciudadanas honradas, no participaban en actividades donde hubiera hombres. Sólo se reclamaba su presencia para las actos relaciones con las muerte. Las mujeres extranjeras que se instalaban en Atenas tenían mayor libertad de acción y podían disponer libremente de sus bienes. 3.6. DIOSAS Y SACERDOTISAS Las diosas formaban parte del Olimpo griego de la misma manera que los dioses. En la versión de Hesíodo sobre la creación del mundo, Gea fue la primera diosa, la gran diosa madre, la que dio origen a todas las cosas. Los mitos relacionados con ellas nos llevan a pensar que no constituían modelos a imitar por las mujeres griegas. En los cultos y celebraciones en honor a los dioses, la participación de la mujer griega era limitada. Los hombres protagonizaban las fiestas y ritos, aunque había también fiestas exclusivamente femeninas, como las Tesmoforias, o como las que se celebraban en honor del dios Adonis. 4. LA MUJER EN ROMA Nacida de una federación de pequeñas aldeas, Roma llegó a ser el centro de un gran imperio. Roma mantuvo siempre la división social entre patricios, clase aristocrática que basaba su riqueza en la posesión de la tierra y que poseía los máximos privilegios, y plebeyos, hombres libres también, pero de menor riqueza en origen, que estuvieron apartados de la participación política durante la Monarquía y buena parte de la República. Existía, un numeroso grupo de esclavos y de libertos. A lo largo de su historia, los romanos conservaron un sistema institucional que permitía la participación de los ciudadanos en decisiones políticas. La economía romana se basaba en la explotación de los latifundios agrícolas trabajados por esclavos. También la minería, la actividad de pequeñas industrias y el tráfico comercial entre las regiones del Imperio contribuyeron a la riqueza de Roma. 4.1. LA VISIÓN DE LA MUJER ENTRE LOS ROMANOS La mujer romana tenía mayor libertad que la griega, al menos en algunos aspectos de su vida. Sobre la opinión del valor de las mujeres entre los romanos nos puede ilustrar el impuesto de capitación de Diocleciano para quien dos mujeres equivalían a un hombre. La mujer no tenía nombres propio, se la llamaba por el nombre del padre en femenino. Cuando en la familia había variar hijas, se añadía un ordinal al nombre, o se les apodaba <<la mayor>> o <<la menor>>, en caso de ser sólo dos hermanas. Según la ley, un ciudadano romano no tenía la obligación de criar más de una hija, la primogénita. Un <<pater familias>> solía reconocer sólo a una de sus hijas, pues, aunque la crianza no fuera necesariamente muy costosa, el ciudadano debía reservar una parte importante de su fortuna para dotar el matrimonio de la hija. La costumbre de abandonar a los niños al nacer, y no ser reconocidos por la familia, era frecuente, sobre todo, entre los patricios y afectaba más a las niñas. Las niñas abandonadas pasaban a ser esclavas; y, por lo general, eran recogidas por los dueños de los burdeles, que las adiestraban para ejercer como criadas y como prostitutas cuando alcanzaban la edad adulta. 4.2. LA EDUCACIÓN La formación de una mujer romana de clase alta consistía en su preparación para ser madre. Los médicos aconsejaban el juego de pelota y el canto en los coros como ejercicios que preparaban su cuerpo para la maternidad y estimulaba la fertilidad. Las mujeres debían aprender a hilar, tejer y bordar. Entre los 7 y los 12 años de edad recibían la misma formación que los niños; las hijas de los plebeyos asistían a la escuela del Foro, donde aprendían a contar, leer y recitar versos; las de las clases altas tenían preceptores privados. No había, en principio, impedimento para que pudieran continuar su formación a partir de los 12 años, pero al contraer matrimonio era frecuente que acabara entonces su educación. Sólo las mujeres que se preparaban para cortesanas continuaban su aprendizaje. 4.3. EL TRABAJO La mujer romana realizaba los mismos trabajos que los hombres. La matrona tenía como única responsabilidad la dirección de la casa, pero si, además hilaba o tejía se la consideraba un ejemplo de virtud; aunque no estaba entre sus obligaciones, era costumbre que supervisara la educación de los hijos. Al participar en el trabajo fuera del hogar, la mujer romana no estaba recluida en el gineceo. Podían ir siempre acompañando a su marido, salir a la calle libremente sin que estuviera mal visto pero debía ir siempre acompañada de una esclava o de otra mujer. Si una mujer salía sola a la calle era considerado como un atentado contra el decorum. También debían llevar la cabeza cubierta por un velo o un manto. No llevarlo podía ser causa del divorcio. De hecho, a las mujeres se las distinguía por la forma de vestir: las matronas debían llevar un manto que les estaba prohibido usar a las prostitutas. 4.4. EL MATRIMONIO El matrimonio era, incluso por encima de la maternidad, la principal misión de la mujer romana en la vida. Era el medio que las clases altas empleaban para establecer alianzas políticas o económicamente entre familias, una mujer podía realizar tantos matrimonios como fueran convenientes para el interés familiar. Sin embargo, con el tiempo, se fue imponiendo el modelo de mujer <<univira>>, es decir, con un solo marido, pues estaba mejor considerada que la que tenía varios esposos. El matrimonio romano podía ser de dos tipos: in manus, en el que la potestad de la mujer pasaba del padre, y sine manus, en el que el padre conservaba el poder sobre la hija; por lo tanto, no necesariamente una mujer casada dependía de su marido. Para que el matrimonio fuera legítimo era necesario que la esposa aportara una dote. El no pagar la dote podía llevar a disolver el matrimonio. El matrimonio solía ser entre individuos de la misma clase social, pero también podía casarse entre distintas clases sociales. Estos matrimonios entre individuos de otras clases estuvieron prohibidos para los ciudadanos del orden senatorial. Resultaba extraño el matrimonio entre una persona libre y una esclava, pues el esclavo y sus hijos siempre pertenecían al dueño. El matrimonio entre esclavos no existía legalmente. La edad de matrimonio era de 12 años para las mujeres y de 14 para los varones. Esta edad quedó establecida por las leyes de Augusto, quien declaró la obligatoriedad del matrimonio e impuso penas para quienes no se casaran y no tuvieran un hijo. El adulterio sólo era delito para la mujer. El marido de una mujer adultera estaba obligado a divorciarse. La mujer también podía solicitar el divorcio por el adulterio del marido, pero no estaba obligada a ello. El divorcio era fácil de obtener, bastaba con tras días seguidos de interrupción de la convivencia entre esposos. Podía ser solicitado por el padre de la esposa, sin el consentimiento de ella, y, a veces en contra de la voluntad de los esposos. Los hijos de un matrimonio divorciado vivían siempre con el padre, si éste fallecía podían pasar a vivir con la madre o permanecer en la familia del padre. En caso de viudedad, la mujer podía elegir un tutor. La maternidad era considerada un deber de todas las mujeres hacia la comunidad. Las mujeres romanas tenían miedo al embarazo y al parto. La corta esperanza de vida se debía en buena medida a los riesgos de la maternidad. La anticoncepción y, sobre todo, el aborto eran utilizados por las mujeres romanas, si bien con métodos no demasiados efectivos. 4.5. LAS MUJERES Y EL PODER POLÍTICO Las mujeres romanas estaban excluidas de la vida pública: no podía votar en los Comicios, ni ser magistradas o senadoras, no podían ser procuradoras, ni fiadoras de otro, ni garantizar las deudas ajenas, se las excluía de la adopción, práctica habitual entre los romanos para configurar su familia, ya que una ciudadana romana no podía ejercer dichos derechos, porque solo era considerada hija de un ciudadano romano. Tampoco tenían derecho a la limosna, ni al reparto del trigo, y los niños eran mantenidos hasta las 17 ó 18 años, mientras que las niñas sólo hasta los 14. Las mujeres no pudieron hacer testamento libremente hasta el siglo III d. C. Aunque legalmente estaban excluidas de esta vida pública, la realidad es que sí participaron en ella. La manera que tuvieron de intervenir era a través de la influencia que ejercían en sus esposos o en sus hijos. Conocemos también ocasiones en que las mujeres intervinieron directamente en defensa de sus interés. Por ejemplo, exigieron la abolición de la Ley Oppia, la cual prohibía a las mujeres llevar vestidos de púrpura, o pasear en carruajes, para obligarlas a mantener una apariencia de luto por los hombres muertos en la guerra contra Aníbal, y que limitaba la cantidad de oro que podían poseer las mujeres. Asimismo, cuando las riquezas que por herencia poseían las mujeres solteras o viudas, fueron requisadas a favor del Estado ellas protestaron en las calles de la ciudad y ante las entradas al Foro. También se manifestaron contra la Ley Bocona, que restringía la riqueza que podían heredar. Las mujeres se reunían en asambleas, con el beneplácito de los hombres, que siempre consideraban que estas reuniones tenían carácter religioso. En el 331 a. C., ciento dieciséis mujeres fueron condenadas por reunirse para confeccionar hechizos o venenos, por lo que resulta evidente el motivo de estas asambleas. 4.6. LAS MUJERES EN LA RELIGIÓN ROMANA La religión es el ámbito público en el que más participación tuvieron las mujeres. Excluidas de algunos cultos, así como de todos los ritos en los que hubiera molienda o sacrificios de animales, en otros, esenciales en la vida de los romanos, la participación de la mujer fue imprescindible. 5. LA MUJER EN LA EDAD MEDIA El paso de la Antigüedad Media y el transcurso de ésta no significó una mejora para la condición femenina. El Medievo representan un retroceso para la mujer para lo que concierne a su consideración, su poder o su participación en la esfera pública. Se considera Edad Media el período de tiempo que se extiende desde la caída de la capital del Imperio Romano de Occidente, hasta la caída de la capital del Imperio Romano de Oriente. Para facilitar su estudio se divide en Alta, Plena y Baja Edad Media. En esos mil años se produjo una evolución considerable se podría definir todo el período como la época de desarrollo de la economía u de la sociedad feudales. Durante toda la Edad Media el hombre vivió fundamentalmente del trabajo de la tierra, con una célula de organización básica: el latifundio o feudo. La artesanía y comercio fueron poco importantes durante la Alta Edad Media. La evolución posterior se puede definir por un incremento de la artesanía y del comercio en el peso económico general. Se produjeron cambios tecnológicos que permitieron mejorar el nivel de vida general, provocaron el aumento demográfico por el incremento de la productividad agrícola y fomentaron la artesanía al servicio de la agricultura. La jerarquización es una de las características de esta sociedad, podríamos decir que se dividían en, primer lugar el rey, seguido por los nobles, poderosos terratenienses. Esta sociedad se definía por los derechos y funciones de sus miembros. Los tres grupos o estamentos eran los nobles (que luchaban), los clérigos (que rezaban) y el pueblo (que trabajaba). Pero para una sociedad como la de la Edad Media eran normales aspectos que pueden parecernos a nosotros injustos, retrógrados o machistas. También, debemos remarcar la dificultad con la de generalizar acerca de la mujer en aquella época, por algunas razones: en primer lugar, porque su situación económica variaba, y en segundo lugar, porque también era diferente su posición según las áreas y la época en que nos situemos. 5.1. LA VISIÓN DE LA MUJER EN LA EDAD MEDIA El Medievo hereda las ideas de la Antigüedad y las aumenta, y así, el antifeminismo aristotélico se vio reforzado por el de los primeros Padres de la iglesia o el de los clérigos medievales. La evolución ideológicas respecto al mundo femenino tiene dos momentos destacables, uno en torno a los siglos XI y XII y otro a partir del siglo XIII. En los siglos XI y XII se produjo un movimiento purificador en el seno de la iglesia que afectó a la mujer de dos maneras: como consecuencia de la imposición del celibato ya que se consideró a la mujer la causa de todos los males y en segundo lugar, por la nueva definición del matrimonio que en consecuencia se convertirá en monogámico y vitalicio. Las facultades de Teología y las nuevas órdenes mendicantes elaboraron el ideal de mujer de la Edad Media. El modelo por excelencia era la Virgen María. A finales de la Edad Media algunas mujeres empezaron a hacer oír su voz. La más conocida es Christine de Pisan, que escribió La cité des dames, donde se señalaba, la desgracia de haber nacido mujer y no se resignaba a aceptar los tópicos sobre la <<estupidez>> femenina, elaborados por los hombres. Los hombres consideraban inferior a la mujer. El hombres medieval limitó a la mujer al espacio doméstico o privado y reservó el público para los hombres. De algunos personajes antiguos proceden buena parte de las teorías que sobre la naturaleza de la mujer se divulgaron en la Edad Media. La menstruación, por ejemplo, se consideraba como el modo en que la mujer expulsaba las impurezas de su cuerpo, y pensaban que la presencia de una mujer menstruante podía estropear comida en proceso de elaboración, o que su mirada volvía opacos los espejos. Las mujeres, en resumidas cuentas, se tenía que comportar de manera que no provocara la sexualidad masculina. Se consideraba esencial para vencer el ocio, que de otro modo llevaría a la mujer a los malos pensamientos, y el silencio se le imponía como sacrificio de lo que, por otra parte, se le consideraba natural en ella: hablar demasiado. De poder participar en y algo relacionado con la iglesia los clérigos excluyeron a las mujeres de estas instituciones porque se requería una capacidad intelectual que, según ellos, sólo era poseída por los hombres. Las costumbres que la supeditaban a la autoridad del padre o del marido en los aspectos más importantes y en los momentos determinantes de la vida influyeron mucho en las ideas que tenían sobre las mujeres. La ley la trataba como a una menor, y la condicionaba para ejercer cargos públicos o acceder al mundo laboral. A pesar de todo, la mujer todo un papel muy importante tanto en el ámbito público como en el privado. 5.2. LA EDUCACIÓN FEMENINA A la mujer se la educaba para conseguir cuatro objetivos: buenos modales, devoción religiosa, buen conocimiento de las labores del hogar y instrucción intelectual. Para conseguir una educación literaria las mujeres tenían cuatro vías: la instrucción en colegios conventos para hijas de la nobleza y de la alta burguesía; el servicio a grandes damas; el aprendizaje o el servicio en colegios elementales para niñas de clases más pobres. La mayoría de las mujeres eran analfabetas, aunque las damas de la nobleza u de la alta burguesía sabían leer y escribir. 5.3. EL MATRIMONIO El “espacio natural” donde se encontraba la mujer era la casa. Allí la circunscribían los hombres, a no ser que les interesara internarlas en un convento. Allí permanecían solteras, casadas o viudas. La Iglesia señaló las diferencias cualitativas según el estado civil: la mejor consideración era para las solteras si vivían en castidad; después venían las viudas que, impuras durante su matrimonio tenían la oportunidad de ser castas y puras en su nuevo estado; y, por último, las casadas que, por mantener relaciones sexuales con el marido, se encontraban en estado de impureza. La Iglesia comprendía que sin el matrimonio no se podía continuar la especie, por eso no sólo aceptó las relaciones sexuales dentro del matrimonio. Para la mujer el matrimonio significaba un cambio de familia, dejar su casa paterna para ir a vivir a la casa familiar del esposo, pasar el dominio del padre al del marido. En resumen su vida se llenaba de nuevas obligaciones y sus derechos era mucho más limitados. La mujer no tenía capacidad de decisión acerca de si quería o no quería contraer matrimonio, era el padre o un tutor quien decidía su estado civil. Era la familia del varón la que elegía las mujeres casaderas aquélla que más se acomodada a sus intereses. Los valores que más se contaban eran: la edad de la novia, la calidad de la familia, a la dote que aportaba y, las cualidades personales de la candidata. El matrimonio era ante todo un contrato, una institución, y no se pensaba en el matrimonio por amor. La edad no puede generalizarse para todos los siglos y todas la áreas europeas. Aunque la iglesia fijó la edad de 7 años como mínima, pero, a esa edad sólo podían celebrarse los esponsales, y el casamiento era al cumplir los 12. Los muchachos podían casarse a las 14 años. Al realizarse el compromiso de boda, se establecía la dote que la mujer tenía que aportar al matrimonio. La cuantía de los bienes varía según la época y las áreas. La dote volvía a la mujer si el marido fallecía antes que ella o si el marido no la administraba debidamente. La mujer sólo perdía la dote en caso de cometer adulterio. La dote consistía en bienes muebles e inmuebles. El marido también aportaba una cantidad a la esposa. La aportación debía ser igual a la dote. Dicha cantidad se entregaba al padre de la novia, pero después pasaba a engrosar el patrimonio de la esposa. La buena esposa debía tener como modelo a Sara, personaje bíblico que la iglesia estableció como prototipo de mujer casada. Las cinco obligaciones fundamentales de la casada era: honrar a sus suegros, amar al marido, cuidar de su familia, gobernar la casa y portarse de un modo irreprochable. Muchas mujeres morían en el parto y otras pasaban buen parte de su vida matrimonial embarazada. La duración normal de un matrimonio no era muy larga, entre 10 y 15 años, pues la esperanza de vida era corta. La importancia que se daba a la maternidad llegaba a la esterilidad, se consideraba como un mal terrible, un castigo o una condena, y que fuera una de las pocas razones que hacían posible la ruptura de una pareja. 5.4. LA SITUACIÓN JURÍDICA FEMENINA Frente a sus numerosas obligaciones, las mujeres apenas gozaban de derechos. Las mujeres que pretenden defenderse tienen rara vez a la ley de su parte. A una mujer le era muy difícil separarse del marido. El derecho discriminó a la mujer frente al hombre, y esto la perjudicó no sólo en el ámbito privado, sino también en el ámbito público. El poder político le estaba prácticamente vedado a la mujer, exceptuando la máxima jerarquía, el poder real. Las limitaciones de la participación femenina se agudizaban aún más, si tenemos en cuenta que ha determinados trabajos solo tenían acceso aquellas mujeres, generalmente embarazadas o viudas. 5.5. EL TRABAJO DE LA MUJER EN LA EDAD MEDIA A lo largo de la Edad Media se produce en retroceso de la participación femenina en el mundo laboral. Se podría afirmar que en aquellas sociedad inminentemente rural buena parte de las mujeres se dedicaban al trabajo campesino ayudando a sus maridos. Las dos actividades principales eran las tareas agrícolas y la producción textil. En los primeros siglos de la Edad Media también encontramos también mujeres en tareas relacionadas con las letras, la medicina e incluso la magia. La Plena Edad Media fue para el trabajo femenino una época de estabilidad y cambio al mismo tiempo. Las mujeres continuaron realizando sus tareas tradicionales, pero los hombres entraron en campos de trabajo hasta entonces considerados femeninos. Los cambios en el trabajo femenino se produjeron con el renacer urbano a partir del siglo XI. Esa misma evolución parece producirse en las profesiones liberales. Por lo que respecta a la medicina, las mujeres continuaron con sus papeles tradicionales de enfermeras y curanderas. Pero la profesionalización de la medicina, que exigía estudios, exámenes y licencias para su práctica, fue excluyendo a las mujeres. Se les prohibía actuar como abogados o presentar querellas criminales ante los tribunales, a no ser que fuera por una injuria cometida contra su propia persona. Pero la diferencia con los hombres estaba en los salarios o en los beneficios de su trabajo. 5.6. EL EJERCICIO DEL PODER POLÍTICO Como en otros aspectos la posición de la mujer variaba según se clase social, el espacio y el tiempo en el que le tocaba vivir. La participación femenina se encuentra limitada a las mujeres de las clases superiores y a figuras muy concretas. En los primeros tiempos medievales las mujeres participaban en las asambleas públicas, posiblemente como herencia germánica. Sin embargo, fue la tradición romana la que pervivió en la Edad Media. Hay muchos casos en los que la mujer tomó el poder bien por herencia de su padre, bien por quedarse viuda, y al ser siempre considerada menor de edad el hijo se hacía cargo de todas las responsabilidades. Las costumbres hereditarias fueron especialmente liberales hacia las mujeres en regiones fronterizas. Aparte de los derechos jurídicos, la mujer noble intervenía en el mundo político a través de la influencia que podía ejercer sobre su marido. 5.7. LA MUJER EN EL CONVENTO El recogimiento en una institución religiosa encontraba marido apropiado para ellas o no tenía suficiente dote para casarlas. Aunque no faltaban las mujeres que ingresaban en el convento movidas por sus sentimientos. Eran las clases más elevadas de la sociedad las que buscaban la colocación de sus hijas en un monasterio, pues los pobres siempre encontraban algún trabajo en que emplear a sus hija, o simplemente no contaban con la aportación económica que muchos conventos requerían para ingresar. El convento era también un lugar de educación y funcionaba como un internado para niños y niñas de clases elevadas. Se trataba de una forma de conseguir algunos ingresos, esta costumbre debió de seguir practicándose por la necesidad de dinero. Su formación les permitía también dedicarse a las traducciones o a la producción de manuscritos. La vida diaria del convento requería una rutina estricta en el cumplimiento de los deberes religiosos. Había siete oficios diarios: maitines (a las 2 de la madrugada) seguidos de laudes, tras los que volvían a dormir hasta las 6 de la mañana para rezar tercias, sextas, nonas, vísperas y completas. Tomaban tres comidas al día: el desayuno tras rezar la prima; la comida al mediodía, en silencio y escuchando una lectura; y una pequeña cena tras rezar las vísperas. El silencio impuesto a las mujeres de forma metafórica era real para las monjas. En el norte de Europa miles de mujeres llevaban una vida religiosa voluntaria, solas o en pequeños grupos, sin adaptarse a ninguna regla, haciendo voto temporal de obediencia y de castidad, a estas mujeres se les conocía como las beguinas. 5.8. SOMETIMIENTO Y SILENCIO Todas las mujeres estaban sometidas a los hombres, de tal manera que podría afirmarse que la historia de la mujer en la Edad Media es una historia de sometimiento. Los hombres influían en su pensamiento y en sus actos, le imponían un modelo a seguir, la condenaban al silencio. El sometimiento se reflejó en todos los ámbitos. La mujer no parece haber luchado contra esa situación, por el contrario, parece más bien haber asumido el papel que le otorgaron. Fueron escasas las voces femeninas que se alzaron en contra. Las reglas de la virtud femenina, sobriedad, decoro, recato, se rompían a menudo con las modas suntuarias de vestidos lujosos y grandes escotes, con el uso de maquillajes y adornos. La actitud rebelde de las mujeres se manifestó en otros aspectos de la vida, profana o sagrada. Algunos autores se han preguntado si hubo un <<movimiento femenino>> en la Edad Media. Parece claro que hubo mujeres que trataron de salir de la dependencia, el sometimiento y el silencio que los hombres les impusieron, y que la gran mayoría se vieron obligadas a aceptar. 6- OPINIÓN PERSONAL Este libro me ha parecido muy interesante, ya que me ha permitido conocer la vida y la historia de las mujeres en la Antigüedad y la Edad Media. Aunque como todo ha habido una parte de esta historia que no me ha gustado por el tratamiento que durante siglos se le ha dado a la mujer. Las mujeres durante mucho tiempo han sido consideradas inferior al hombre, estando sometidas a ellos, cosa que no me ha parecido justa. Nunca se les dio una oportunidad para poder demostrar que por el simple hecho de ser mujer eran inferiores a los hombres. También, me ha parecido que las mujeres no pusieron mucho por su parte para intentar cambiar aquel machismo que había, o por lo menos hasta la información que nos ha llegado nunca ha sido demostrado. Pero, poco a poco la sociedad fue evolucionando y hoy por hoy, las cosas no son como aquellos años de desesperación que debieron tener todas aquellas mujeres. 7. BIBLIOGRAFÍA Libro: Las mujeres en la Antigüedad y la Edad Media. Serie: Vida cotidiana. Editorial: Anaya. Autoras: María Jesús Fuente y Purificación Fuente. Madrid 1995 http://html.rincondelvago.com/mujeres-en-la-antiguedad-y-la-edad-media_maria-jesusfuente_1.html HISTORIA DE LAS MUJERES CAPITULO 1. LA PREHISTORIA Durante el Paleolítico la sociedad está fundamentalmente estructurada en un régimen económico de cazadores y recolectores en el que básicamente no existe una distinción entre los sexos y se tiende al igualitarismo. No es cierto que los hombres sean los que adopten el papel de cazadores y recolectores sometiendo a las mujeres a un papel dependiente e improductivo. Es verdad que los hombres se dedican a esas actividades y también a las relaciones rituales y religiosas, así como a la defensa y protección del clan o tribu, pero en una sociedad donde se valora mucho la adquisición de carne, ésta no es sólo privativa de los varones, sobre todo por los peligros que entraña la lucha con los animales y las bajas que en estos enfrentamientos se producen. Así, la caza se convierte en algo ocasional que depende de múltiples factores. Sin embargo, las mujeres son realmente las responsables de las actividades recolectoras y reproductivas, son ellas las que mantienen la economía productiva, las que educan y cuidan a los hijos, las que conocen las plantas y cazan pequeños animales, las que fabrican herramientas y proporcionan la comida a sus hijos y hombres. Es pues la mujer la que controla la producción y distribución de recursos, así que la supervivencia depende de su trabajo. No se ha podido demostrar la existencia de sociedades matriarcales, pero si existe la posibilidad de que en algunos momentos las mujeres hayan ejercido el poder tribal o lo hayan compartido con los hombres dando lugar a sociedades matrilineales, es decir, que los sistemas de parentesco estuvieran regidos por las mujeres y fuese a través de ellas como se transmitiese el derecho que luego ejercieron los varones en una sociedad en la que las mujeres mantuvieron un estatus de libertad e igualdad con respecto al varón. La necesidad cada vez mayor de aumentar la producción hizo intervenir al hombre decisivamente en el sistema económico e incrementó la dureza del trabajo. A partir del neolítico asistimos a un dominio progresivo del hombre sobre los medios de producción y a la relegación de la mujer a tareas secundarias, lo que les hace perder poder paulatinamente. El excedente de producción hace aparecer el comercio y la riqueza así como la casta de los guerreros, con lo que la sociedad matrilineal se ve sustituida por la patrilineal con el consiguiente cambio de la sociedad no competitiva de las mujeres por otra expansiva y generadora de conflictos y guerras. Con el nuevo sistema socioeconómico las mujeres van perdiendo su estatus de igualdad para convertirse en una propiedad más del varón, perder sus derechos y verse sometidas a la potestad del hombre, tal como reflejan las mitologías y religiones antiguas. Los hombres modernos llegaron a Europa procedentes de África hace unos 40.000 años y con ellos en los siguientes 10.000 desapareció la especie de neandertal. Las pinturas rupestres que aparecen en las cavernas nos hablan del sentimiento mágicoreligioso de la caza que desarrollan los recién llegados. Paralelamente durante el Paleolítico y hasta el Neolítico (40.000-4.000) unas figurillas femeninas se distribuyen por Europa central. No son representaciones realistas de mujeres al estilo de las pinturas de animales, sino que están realizadas de forma esquemática. Se trata de representaciones de vulvas y pequeñas estatuas, las llamadas Venus. Las figuras femeninas no tienen rostro y sus formas resultan muy exageradas: grandes pechos y caderas, nalgas enormes, vientre luminosos. Nos encontramos posiblemente ante la representación plástica de la primera diosa que tuvo el hombre, la Madre Naturaleza, la Madre Tierra, la Gran Diosa Madre de todos los hombres. Estas estatuillas representan el principio de la fecundidad simbolizado en la mujer como creadora y sustentadora de la vida, muy en consonancia con las sociedades matrilineales descritas. El sometimiento de la mujer al hombre en la etapa siguiente hará que la diosa sea también sustituida por el dios de los hombres, aunque su recuerdo perdurará transformado en las siguiente divinidades que asumirán sus características: Isis en Egipto, Astarté en Mesopotamia, Gea en Grecia, Tania en Fenicia, Artemisa en Asia Menor, Cibeles en Oriente, la Virgen maría entre los cristianos. Todas las culturas prehistóricas durante al menos 25.000 años destacan como figura dominante en su concepción del universo próximo a la mujer como diosa, la Gran Diosa Madre de todo lo creado. Es la primera representación que tenemos de una divinidad, la primera y de carácter femenino, mucho antes de la aparición de los dioses-hombres. Las representaciones no ofrecen duda: las vulvas y figuritas se extienden desde los Pirineos hasta el Cáucaso y reflejan a la Gran Madre preferentemente como un ente femenino, embarazada o dando a luz. En el mundo de las representaciones simbólicas la Gran Diosa Madre aparece asociada a la caverna, la cueva, hasta bien entrada la Edad media. Cerca de las cuevas se erigen santuarios en la Antigüedad y monasterios y ermitas en el Medievo. Es la perpetuación de la presencia de la Gran Madre a través de su símbolo principal, la caverna como útero de la Tierra junto a la cual el hombre desarrolla su accésit espiritual y trascendente intentando volver a los orígenes, a la Tierra, a la Gran Madre, a través de la caverna, la cueva, para unirse místicamente con ella, con la esencia de la creación. CAPITULO 2. LA ANTIGÜEDAD MESOPOTAMIA En Mesopotamia las mujeres no estaban sometidas a los hombres, sino que gozaban de un cierto estatus de igualdad. En el famoso Código de leyes de Hammurabi las mujeres disfrutaban de importantes derechos, como poder comprar y vender, tener representación jurídica o testificar libremente. Muchas mujeres actuaron como escribas en el palacio del rey y las reinas eran respetadas como tales llegando incluso a ejercer la regencia de sus hijos menores de edad, formaban los documentos y vivían en un palacio con esclavos y siervos. Podían asimismo ejercer diversos empleos y participar en la vida pública de las ciudades. En cuanto a la religión, las diosas estaban equiparadas a los dioses y compartían sus poderes, Era frecuente la agrupación de las divinidades en tríadas: padre, madre e hijo. Los relieves encontrados en las excavaciones nos las muestran como diosas, sacerdotisas, nobles y del pueblo. Esta equiparación es posiblemente el resultado de la influencia que en estos imperios ejercieron los cultos a la Gran Diosa Madre. EGIPTO Las egipcias tuvieron gran libertad de movimientos. En la Corte del faraón la primera esposa real era una auténtica reina, gobernaba el palacio y a las demás esposas y concubinas reales. De todas formas su poder no era absoluto, pues el faraón podía elegir como sucesor a uno de los hijos de otras esposas, lo que desencadenaba una autentica lucha por el poder en el harén. Algunas reinas ostentaron el poder político a la muerte de sus esposos, como Hatshepsut, esposa de Tutmosis II, al que sucedió. Otras reinas famosas fueron Nefertari, esposa de Ramsés II, de quien poseemos una bellísima tumba llena de pinturas, y la famosa Nefertiti, esposa de Akenatón, el faraón hereje, al que ayudó a realizar la revolución religiosa que condujo al primer intento de monoteísmo de la Historia: la sustitución de los viejos diosespor atón, el disco solar. Las damas de la nobleza asistían a los banquetes con sus mejores galas y eran atendidas por una legión de esclavas que se ocupaban de su acicalamiento. Dichos banquetes eran amenizados por músicas y danzarinas muy apreciadas por su arte. Las mujeres egipcias podían ejercer multitud de oficios, andar libremente por las calles, comprar y vender, recibir herencias y tener acceso a la educación, aunque las campesinas desarrollaban un trabajo extremadamente duro. El panteón egipcio contaba con diosas de gran importancia encabezadas por la famosa Isis, representación de la Gran Madre,Hator, Maat, Neftis. GRECIA La posición de la mujer en Grecia no fue muy positiva para ella, aunque se dieron algunas diferencias. La mitología explicaba cómo Zeus había creado a la primera mujer, Pandora, como fuente de todos los males. Para el filósofo Aristóteles, que ejerció gran influencia en la Europa medieval, la mujer no era más que un hombre incompleto y débil, un defecto de la naturaleza. Incluso les negaba la belleza de las representaciones escultóricas, donde los hombres, culmen de la belleza ideal, aparecían desnudos mientras que las mujeres lo hacían vestidas. Por todo ello la mujer fue considerada como un ser sin terminar al que había que cuidar, proteger y guiar, lo que implicaba su sometimiento total al varón y su alejamiento de la vida pública, en la que no podía participar Las muchachas se casaban a los14 años con hombres mucho mayores que ellas. Era el padre quien le encontraba marido y discutía la dote. Ella pasaba a ser propiedad del marido como antes lo había sido de su padre y en caso de enviudar de su hijo. Sin embargo, para que un hombre pudiese ser ciudadano de pleno derecho, también lo debía ser su madre. La educación de las mujeres estaba orientada a su función como esposa. Las niñas aprendían a hilar y tejer, música y a tocar la lira. Su educación terminaba con el matrimonio. Una vez casada, el marido recluía a su esposa en una parte de la casa apartada del exterior o la vida social que él llevaba: el gineceo. Allí vivía con sus hijos y sirvientas tejiendo sus propios vestidos y preparando los alimentos para el esposo. Nunca salía de la casa, pues al mercado iban las esclavas. Las ciudadanas de Atenas se dedicaban exclusivamente a la casa y al cuidado de los hijos. Por su parte, las mujeres más libres eran las prostitutas, que no estaban sometidas al régimen riguroso de las demás mujeres. Las hetairas eran las encargadas de divertir y dar placer a los hombres en los banquetes, por lo que solían ser jóvenes muy instruidas y cultas, con gran formación intelectual. Algunas fueron muy famosas, como la amante de Pericles, Aspasia. La división de la sociedad griega era muy clara: el mundo de la política y la libertad estaba reservado a los hombres y el de la casa a las mujeres. En algunas ciudades como Esparta, dado su carácter guerrero y la ausencia prolongada de los hombres, las mujeres gozaron de mayor libertad: estudiaban música, hacían gimnasia, competían como atletas e incluso algunos casos de adulterio les estaban permitidos. El mundo intelectual estaba casi vedado a la población femenina, pero aun así algunas mujeres destacaron en poesía, como la famosa Safo de Lesbos o Corina, rival del no menos famoso Píndaro, el cantor de las Olimpiadas. En el campo de las ciencias debe ser recordada Agnodice, que ejerció brillantemente la medicina en Atenas, o María de Alejandría, inventora del llamado baño María. En cuanto a los dioses griegos reunían los mismos defectos que los mortales: Hera, esposa de Zeus, se pasaba la vida vengándose de las infidelidades de su marido, Atenea era diosa de la guerra y Afrodita, sensual y casquivana, era la representante del amor loco. Si bien las mujeres no participaban en el culto en general, sí lo hacían en las fiestas dedicadas a Dionisos, y la Sibila de Delfos era muy respetada. ROMA Para comprender la posición de la mujer en Roma es importante estudiar la estratificación social de la urbe y el imperio, que estaba compuesto por una pequeña y elitista clase dirigente, los patricios, perteneciente a las nobles y ricas familias romanas, la plebe, constituida por ciudadanos libres pero pobres, y una muy numerosa clase sin derechos ciudadanos formada por los esclavos. Los magistrados, es decir, los cargos que formaban el Gobierno, estaban reservadas a los patricios, que eran los terratenientes que ostentaban el poder político y económico. Con el tiempo algunos populares accedieron a las magistraturas a través de sus tribunos elegidos en asambleas, lo que conformó la definición de la república romana en la que se veían nominalmente representados, el Senatus Populus Que Romanus, el Senado y el Pueblo Romano( S.P.Q.R.). Las mujeres romanas no estaban encerradas en el gineceo, como las griegas, y disfrutaban de mayor libertad, perola participación política y ciudadana les seguía estando vetada. Su condición social seguía siendo la de un ser inferior al que había que tutelar, dirigir y utilizar. No tenían nombre propio, pues adoptaban el del padre en femenino, y las niñas no deseadas eran abandonadas al nacer y condenadas a la esclavitud si conseguían sobrevivir. Hasta los 12 años, cuando contraían matrimonio, asistían a la escuela pública las hijas del pueblo, mientras que la de la clase patricia tenían sus preceptores en casa. La enseñanza que se les facilitaba estaba encaminada a hacer de ellas buenas esposas: aprendían canto, matemáticas, recitado de poemas y costura. En el campo trabajaban igual que los hombres en las labores agrícolas y en la ciudad podían ser incluso comerciantes y llevar sus propios negocios, aunque bajo la tutela de los hombres. En casa se valoraban mucho sus labores de costura. Mientras que a las griegas les estaba prohibida la vida social, las romanas andaban libres por las calles, aunque acompañadas, acudían a los banquetes junto con los hombres, iban al mercado, participaban en juegos y asistían a los espectáculos, pero debían llevar siempre la cabeza cubierta como señal de recato. Las mujeres de clase patricia tenían una función primordial: a través de ellas, mediante el matrimonio, se establecían alianzas y contratos de tipo político, social o económico. César casó a su hija Julia con su rival Pompeyo y lo mismo hizo Octavio al entregar a su hermana Octavia como esposa a Marco Antonio. El matrimonio era, pues, impuesto por el padre o páter familias sin contar con la opinión de la muchacha. La dote era tan importante que el incumplimiento de su entrega era razón más que suficiente para el divorcio. Los matrimonios solían celebrarse entre personas de la misma clase social, aunque pronto apareció una nueva, la de los libertos o esclavos liberados, lo que dio lugar a numerosos matrimonios mixtos. Los esclavos no podían casarse legalmente. El matrimonio era tan importante en la sociedad romana que Augusto impuso sanciones para aquellos que no lo realizasen. La media de vida era de unos 30 años, así que el matrimonio se celebraba a partir de los 12 en las chicas. La anticoncepción y el aborto eran frecuentemente utilizados por las mujeres. Si bien las mujeres podían heredar de su padre, hasta el siglo II d.C. no pudieron hacer testamento. Como en Grecia, las romanas estaban excluidas de la vida política: no podían votar ni acceder a las magistraturas, pero ejercieron notable influencia a través de sus maridos e hijos, como en el caso de Cornelio, madre de los famosos hermanos Graco, en el del Livia, esposa de Augusto, que llevó al trono a su hijo Tiberio, o en el de Agripina, que eliminó al emperador Claudio para allanar el camino a su hijo Nerón. En varias ocasiones las mujeres tomaron las calles de Roma para defender sus derechos manifestándose violentamente contra algunas leyes que limitaban el uso de determinados vestidos o la posesión de oro y joyas. En el ámbito religioso fue donde las mujeres romanas tuvieron una participación más activa. Algunos misterios y cultos, como las fiestas en honor de Dionisos, las bacanales, eran protagonizados por mujeres, así como el culto a la Bona Dea, exclusivamente femenino. Las vestales eran las sacerdotisas de Vesta. Servían a la diosa durante 30 años y debían conservarse vírgenes y mantener encendida la llama que simboliza la pervivencia de la propia Roma. Si incumplían el voto de castidad eran condenadas a ser enterradas vivas. Las vírgenes vestales eran las mujeres más respetadas de Roma y tenían asiento propio en los espectáculos en la tribuna del emperador. En una sociedad de economía esclavista como la romana las esclavas no tenían valor alguno. Podían ser compradas, vendidas, maltratadas o dedicadas a la prostitución. Los hijos de las esclavas eran también esclavos. Sin embargo, las libertas podían dedicarse al comercio y posnegocios como las mujeres libres. CAPITULO 3. EL MEDIEVO FEUDALISMO. Se trata de la característica política, social y económica principal de este período. Con algunas diferencias en algunos países, el conjunto de los estados europeos estructuraba su sociedad en torno a un señor noble, propietario de la tierra, al que prestaban juramento de vasallaje otros nobles menores, caballeros, hombres libres y campesino sobre los que actuaba con poder absoluto a cambio de mantenimiento y protección. Él a su vez era feudatario, debía sus tierras a otro señor o al rey. En este sistema la economía era fundamentalmente agraria, aunque en las ciudades poco a poco empezó a despuntar el poder de la burguesía mercantilista. La sociedad se dividía en estamentos o clases en las que se entraba por nacimiento y se salía por matrimonio. El primero era el formado por el rey, la nobleza y el alto clero, es decir, arzobispos, obispos y abades, que vivía como auténticos señores feudales. El segundo estaba formado por los ciudadanos de las villas y los burgueses de las ciudades, caballeros y bajo clero. Y el tercero lo integraba el campesinado sujeto a la tierra y al señor. Las mujeres nobles compartían el disfrute del feudo con sus maridos, en los pueblos y ciudades ejercían profesiones y dirigían negocios y en el campo trabajaban en las labores agrícolas. En la Iglesia podían llegar a ser abadesas de los monasterios. LAS NOBLES. Las mujeres de la nobleza dependían del padre o del marido, sobre todo en una sociedad en la que el caballero era el protagonista. Los mejores trabajos eran propiedad de los hombres y las mujeres se ocupaban principalmente del hogar. Las mujeres rara vez se casaban por amor. Su matrimonio era concertado por los padres como moneda para consolidar o engrandecer el feudo. En el siglo XII surgió el amor cortés entre los trovadores provenzales y la mujer nobles se convirtió en un ser admirado e idealizado. Pasado este momento, la mujer noble s dedicó no sólo a fiestas y juegos, sino a las labores de administración de la hacienda y de representación del señor cuando estaba en la guerra. Disponía también de algunos derechos jurídicos, como la posesión de tierras, su administración y el disfrute de sus rentas. Las primogénitas se dedicaban al matrimonio y las demás generalmente entraban en religión. En los conventos aprendían idiomas, costura y labores e ilustraban las miniaturas de los manuscritos. Aprendían también a cantar, tocar instrumentos y bailar. Las mujeres nobles no dedicaban mucho tiempo a sus hijos, que eran criados por las nodrizas y enviados luego a los conventos para su instrucción. Las mujeres nobles dirigían, pues, el hogar y la hacienda y asumían las funciones del marido si hacía falta, como la defensa de los castillos. Los conventos eran el único lugar que proporcionaba a las mujeres una formación intelectual y cultural, pero las órdenes femeninas estaban sujetas a la autoridad de las masculinas, aunque las abadesas fueran mujeres nobles que aportaban grandes dotes al convento. LAS CAMPESINAS. Pero las mujeres nobles eran una minoría. La mayoría eran campesinas que trabajaban en el campo. Su papel económico era muy importante: realizaban las tareas agrícolas como los hombres y tenían que trabajar para mantenerse ellas y a sus hijos. A la mujer le correspondían las labores del hogar, el cuidado de los hijos, de los enfermos, la asistencia a los partos. Protagonizaban las labores agrícolas de siembra y recolección, el cuidado de los rebaños, el trabajo temporero, y todo ello con salarios muy inferiores a los de los hombres. Las mujeres jóvenes podían encontrar trabajo como criadas y sirvientas de damas nobles por un mísero salario o, como ocurría la mayoría de las veces, a cambio de la comida y el alojamiento, lo que para los agobiados hogares campesinos que tenían que mantener muchas bocas era una liberación. Entre las sirvientas existía una gran diversificación de labores: las que atendían personalmente a los señores, las encargadas de la cocina y las que trabajaban en los talleres. Algunas podían aprender un oficio en los talleres de hilado y tejido de las haciendas y castillos. De todas formas la importancia de las mujeres campesinas, junto con la de sus maridos, era fundamental para el mantenimiento de la economía agrícola. Las campesinas eran auténticas todoterreno, pues junto con las labores agrícolas que desarrollaban atendían igualmente la casa y a los hijos trabajando de sol a sol, lo que les permitía una economía de subsistencia que si bien no las enriquecía tampoco las obligaba a pasar necesidades, claro está que a cambio de un trabajo agotador y extenuante. LAS CIUDADES. El aumento demográfico en la Baja Edad Media propició la aparición de núcleos urbanos en torno a lugares fortificados. En estos núcleos creció una nueva clase social, la de los burgueses, que basaba su economía en el comercio y la industria. Hombres y mujeres acudían a las ciudades, donde se realizaba un trabajo especializado y donde era cada vez más necesaria la mano de obra barata. La proliferación de numerosos oficios dio entrada a las mujeres en el mundo laboral, pero siempre en precario, pues el trabajo estaba controlado por los hombres y el salario de las mujeres se mantenía en inferioridad con respecto al de los hombres. El trabajo se organizaba en gremios, que agrupaban a aquellos que pertenecían al mismo oficio u ocupación. Las mujeres artesanas estaban sujetas a las mismas reglamentaciones que los hombres y divididas en tres grandes estamentos: maestros, oficiales y aprendices. Las mujeres rara vez accedían al grado de maestra de oficios. Aunque las mujeres trabajaban en casi todos los gremios, era en la industria textil y elaboración de vestidos donde lo hacían mayoritariamente. También copaban los trabajos relacionados con la alimentación, como la elaboración del pan o la cerveza. Asimismo dirigían pequeños negocios y tiendas de comestibles vendiendo frutas, pescados, carnes. En la fundamental industria de la Edad Media, la de la lana, los hombres tejían mientras las mujeres hilaban. En algunos trabajos más duros, como los del metal, también habían mujeres que trabajaban como herradoras, orfebres o curtidoras e incluso transportando el mineral en las minas. A pesar de todo la discriminación femenina era notoria: se les fueron cerrando las puertas de acceso a los gremios y sólo en el aso de ser viudas de un maestro o tener un hijo mayor que se hiciera cargo del negocio se les permitía continuar con él. A finales del siglo XV y dada la creciente crisis económica, las mujeres fueron expulsadas de los gremios y se hizo todo lo posible para impedir que siguieran trabajando. Es importante señalar la presencia de la francesa Christine de Pisan, que en el siglo XIV, escribió un libro, La ciudad de las mujeres, en el que ensalzaba el trabajo femenino y enaltecía las virtudes de las mujeres. JUDAISMO. Tras la destrucción de Jerusalén y su templo por Tito en el año 70 y el fracaso de la última sublevación de Bar Cochba contra los romanos de Adriano, los judíos se diseminaron por las provincias del imperio en una diáspora que ha durado hasta el siglo XX. En la Edad Media las principales ciudades europeas contaban con importantes aljamas. La convivencia entre las comunidades judía y cristiana sufrió numerosos avatares fruto de los vaivenes políticos: a época de tolerancia sucedieron terribles persecuciones y expulsiones. El judaísmo es una religión masculina y su Dios un Dios masculino. Eva es creada de una costilla de Adán y la maldición divina hace que esté sometida al varón. En el judaísmo sólo los hombres representan la alianza con Dios a través de la circuncisión y los actos religiosos los protagonizan los varones. No existen sacerdotisas en el judaísmo, aunque en algunas comunidades reformadas y progresistas actuales algunas mujeres hayan alcanzado el rabinato. Dado que el judaísmo es una religión profundamente tradicional y basada en la Biblia, la sociedad judía es eminentemente patriarcal. El protagonismo de las mujeres es notable sólo en las grandes festividades, como Pesah (Pascua) o Hanuka (de las Luces). No obstante, la condición de judío se transmite tradicionalmente por vía femenina. Es judío quien tiene una madre judía, aunque en la sinagoga hombres y mujeres acudan al culto separados: ellos en la nave principal y ellas en la tribuna de las mujeres. A lo largo de la historia de Israel la condición femenina ha estado expuesta a las normas de la Torá o Ley primero y a los comentarios de los rabinos después contenidos en el Talmut y la Mishná o tradición oral. Pero las mujeres también estaban sometidas a la interpretación que de todas estas normas hacían los rabinos, y así en la época de Jesús existían dos orientaciones sobre el matrimonio y el divorcio representadas por los rabinos Hillel, de mentalidad liberal, y Shamay, de tendencias más conservadores. No obstante, algunas mujeres son auténticas protagonistas en la Biblia y su papel enaltece como artífices de la voluntad divina: Ruth, Ester, Rebeca, Judit, Deborah, Noemí, Raquel. ISLAM. Además de la de los judíos, la Edad Media contempló la existencia de otra minoría étnica y social: los musulmanes. Su presencia fue importante en España, sur de Italia y Europa oriental, lo que hizo que en algunos reinos, como los hispanos, su influencia se haga notar en aspectos sociales, lingüísticos, religiosos, económicos, artísticos. Como en el judaísmo y en el cristianismo, la labor fundamental de la mujer en el Islam es cuidar de la casa y la familia y pocas ocasiones tuvo en la Edad Media para destacar en los campos científicos o cultural.. Sólo las concubinas eran educadas intelectualmente para el placer y recreo del hombre. El protagonista de la sociedad y de la historia en el Islam es el hombre mientras la mujer se ve reducida durante la Edad Media al ámbito de lo privado, aunque podía ser instruida en la religión, a cuyos actos acudía también separada de los hombres: mientras ellos realizaban las oraciones del viernes en la mezquita ellas lo hacían en la privacidad del hogar. Desde la edad media hasta la actualidad la mujer ha tenido que luchar para que su voz sea independiente. Las tradiciones no ayudan mucho en este sentido y el empleo de velos y vestidos para ocultar el rostro y el cuerpo a quienes no sean de la familia sigue imperando en muchos países musulmanes, donde las mujeres se van integrando tímidamente en el mundo universitario, científico y cultural, pero con un marcado alejamiento aún de la vida política y social. En el Corán Dios declara la igualdad de hombres y mujeres en la vida, el honor, la dignidad, la sociedad. En la tradición del Profeta destacan preferentemente tres mujeres. Una de ellas es Hadita, su primera mujer, que le serviría de apoyo y estímulo. La segunda es Sakina, luchadora por la libertad e igualdad de las mujeres. Y la tercera, la famosa Aisha, esposa del Profeta, sin duda la mujer más influyente del Islam, a quien, desaparecido ya Mahoma, todos venían a consultar y pedir consejo en las cuestiones religiosas y aun políticas. CAPITULO 4. LA EDAD MODERNA UNA ÉPOCA DE REPRESIÓN. Durante este período se produjeron en Europa importantes cambios. El descubrimiento de América, las guerras de religión, la Reforma y la Contrarreforma, el avance de la burguesía, los estados absolutistas…La situación de las mujeres se agravó. La burguesía ciudadana apartó a las mujeres de la herencia, que pasó a transmitirse únicamente por vía masculina y primogénita. Asimismo se excluyó a las mujeres de las profesiones que venían realizando y se las recluyó cada vez más al ámbito familiar. Aun en los pocos casos en que las conservaron, sus trabajos eran los más duros y peor remunerados. El trabajo femenino se convirtió en algo deshonesto. Las nuevas doctrinas emanadas del Concilio de Trento veían a la mujer como un objeto de tentación, personificación del mal del que los hombres debían protegerse, imponiendo sobre ellas el modelo de María, casta, sumisa, humilde y anónima, Las mujeres llenaban las iglesias y desde el púlpito se les adoctrinaba para reproducir el modelo moral imperante, sobre todo en la España de Trento. El teatro de Lope, Calderón o Tirso exaltaría la prudencia, la sumisión y el honor de las mujeres basado en la pureza y la castidad de las jóvenes. EL MUNDO RURAL. La mano de obra en el campo seguía basada en el trabajo de las mujeres- las labores agrícolas y las manufacturas caseras-, a las que se explotaba junto con los niños como mano de obra barata. Las manufacturas rurales eran llevadas luego al mercado de las ciudades y controladas por los comerciantes. A partir de los siglos XVII y XVIII se ampliaron los trabajos de encajes y bordados, industria que quedó en manos femeninas por la posibilidad de realizarlas en el hogar. No obstante, continuó la diferenciación en el trabajo: mientras las mujeres se dedicaban al hilado, los hombres se centraban en el tejido. La aparición en el siglo XVIII de las máquinas de hilar produjo en buena medida el abandono del campo para trabajar en las fábricas, con lo que dio comienzo el proceso de industrialización. Las mujeres conservaron su participación en el pequeño negocio familiar dedicándose a la venta de productos alimenticios en las calles y plazas de las ciudades. Las condiciones de vida de las mujeres campesinas no variaron desde la Edad Media: todo el peso del trabajo en la casa recaía sobre ellas desde la mañana hasta la noche y debían participar, además, en las tareas agrícolas y trabajar como temporeras en épocas de vendimia, aunque su salario era siempre inferior al del hombre. Una forma de allegar recursos a la familia era la crianza de los hijos de las mujeres de la burguesía. Los métodos anticonceptivos apenas se usaban y las mujeres tenían un hijo cada dos años, aunque la mortandad infantil era muy alta. Además, por ejemplo en París, un tercio de los niños eran abandonados al nacer. LA BURGUESÍA. El aumento del poder adquisitivo de la burguesía fomentó el trabajo de las mujeres como criadas y nodrizas de las clases pudientes de la sociedad urbana, pero oficios tradicionalmente femeninos, como el de comadrona y partera, se fueron desplazando ante el empuje de los cirujanos masculinos. En general, en esta época las mujeres no dejaron nunca de trabajar, pero su labor cayó bajo el control masculino y se vio degradado en apreciación, estímulo y consideración social, así como en el salario percibido. La familia rural del Antiguo Régimen estaba formada en torno a la casa por padres, hijos parientes, mozos, aprendices y criados. Todos contribuían al mantenimiento de la casa y el trabajo de las mujeres era fundamental. En la familia burguesa todo se organizaba alrededor de un núcleo formado por padres e hijos. La madre se quedaba en casa al cuidado de los hijos, mientras que en el hombre recaía la responsabilidad de mantener a la familia. Las mujeres de la burguesía daban sus hijos a criar durante os primeros años de vida aunque a partir del siglo XVIII se consideró importante que las propias madres criasen a sus hijos, así que un de los objetivos de la educación de las mujeres fue prepararlas para el matrimonio, el cuidado de los hijos y las tareas domésticas, que no se consideraban como trabajo; sólo el hombre trabajaba cuando lo hacía fuera de casa, cuyos afanes eran inherentes a la condición femenina. Esta condición de la madre responsable dedicada a su hogar, a la crianza de los hijos y a atender al marido se fue imponiendo entre la burguesía. PRIMERAS FEMINISTAS. Las mujeres participaron activamente en la Revolución Francesa. Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la mujer y de la ciudadana como réplica a los Derechos del Hombre proclamados en la Revolución, con lo que se iniciaba una lucha real contra el predominio masculino y la reclamación de la igualdad para hombres y mujeres en el trabajo. Estas demandas, naturalmente, no fueron tenidas en consideración. Pero la lucha reivindicativa de los derechos de la mujer no había hecho más que empezar. En 1792 Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer. En ella se hacía una defensa de los derechos de las mujeres contra su anulación social y jurídica. Esta obra es tenida como el comienzo del movimiento feminista contemporáneo, pues en ella se defiende el derecho al trabajo igualitario, a la educación de las mujeres y a su participación en la vida pública. Ya en el siglo XVII podría considerarse como la primera feminista española a María de Zayas y Sotomayor, en cuyas novelas prevenía a las mujeres sobre su sometimiento a los varones y reivindicaba la igualdad de derechos. En el siglo XVIII tanto el padre Benito Feijoo como Jovellanos defendieron la capacidad intelectual de las mujeres, que se vio reflejada sobre todo en los salones franceses de la aristocracia y la alta burguesía, donde las damas influían de forma directa o indirecta en la sociedad y la política a través de sus maridos o amantes o convertían sus reuniones en veladas literarias, intelectuales o políticas. Los salones aristocráticos europeos fueron semillero de conspiraciones y revoluciones y no sólo de veladas literarias e ingeniosas entre nobles desocupados al estilo de los de Madame De Rambuillet o Madame De Sevigné. CAPITULO 5. EDAD CONTEMPORÁNEA SIGLO XIX. El XIX fue el siglo de las revoluciones tanto de tipo político-social como de la llamada industrial, la agrícola, del transporte, el comercio, la tecnología. La burguesía tomó el poder y desarrollo el sistema capitalista en la economía. La aparición en Inglaterra del proceso de industrialización lanzó a las mujeres a las fábricas, sobre todo textiles, que junto con el servicio doméstico eran las ocupaciones mayoritarias de las más pobres. Las mujeres y los niños fueron empleados en las fábricas, porque percibían un menor salario que los hombres. El capitalismo salvaje explotó a los trabajadores con jornadas agotadoras de 16 horas, trabajo infantil, despido libre, falta de asistencia sanitaria, hacinamiento, ausencia de seguridad laboral, Aunque en algunos países estaba prohibido, en otros las mujeres y las niñas de 6 años trabajaban en las minas de carbón, fábricas de tabaco, papel, etc. En el sector de la confección las mujeres se esforzaban hasta el anochecer dirigidas por oficialas y patronas que regentaban los talleres. La fama de la alta costura francesa se debe a la explotación de sus empleadas. El servicio doméstico fue consecuencia del papel dominante de a burguesía. Las mujeres de clase alta utilizaban a numerosas criadas como signo de distinción y éstas trabajaban con total dependencia de los señores prácticamente las 24 horas por salarios de miseria. Como consecuencia de los agotadores y mal retribuidos salarios aumento la prostitución en las grandes ciudades ejercida por jóvenes que trataban de sobrevivir. La industrialización produjo el fenómeno del maquinismo. En el campo la utilización de maquinaria redujo notablemente la mano de obra. En la segunda mitad del siglo a las mujeres se les ofrecieron nuevas posibilidades, como las de ser enfermeras o maestras de los hijos de la burguesía, así como dependientas de los grandes almacenes y tiendas, El lugar idóneo para la mujer seguía siendo el hogar, pero algunas empezaron a abrirse paso en la universidad y la investigación, como Marie Curie, dos veces Premio Nobel, y en la administración y las oficinas como secretarias, sobre todo tras el invento de la máquina de escribir. El movimiento obrero y los sindicatos de clase no siempre entendieron la lucha de las mujeres por su emancipación, ya que las trabajadoras restaban puestos a los hombres, aunque el movimiento socialista apoyara la equiparación entendiendo el trabajo de las mujeres como una necesidad para sobrevivir. Flora Tristán impulsó la creación de sindicatos internacionalistas y Emma Paterson la formación de sindicaros exclusivamente femeninos. El movimiento obrero terminó por integrar a las mujeres en sindicatos unificados. EL SIGLO XX. Se caracteriza por la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral, Ello fue consecuencia del desarrollo industrial y de la moderación de la burguesía capitalista tras las luchas sindicales y obreras por implantar en la sociedad los derechos de los trabajadores. Las dos guerras mundiales fueron un factor desencadenante: al marchar los hombres al combate las mujeres tuvieron que hacerse cargo del trabajo y la producción del país. Que las mujeres se desenvolviesen con éxito en trabajo puramente masculinos las hizo aparece como entes necesarios y competentes. Las estructuras sociales comenzaron a cambiar. Las modas impusieron faldas y cabellos más cortos, aparecieron las guarderías para los hijos de las trabajadoras y la participación femenina en los sindicaos obreros. La socialista Rosa Luxemburgo fue una de las luchadoras más revolucionarias y comprometidas. Tras la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas la mano de obra femenina representaba un tercio de los trabajadores, mientras que en el mundo socialista era de un 50 por ciento, ya que la Revolución Rusa de 1917 fue la primera en legislar que el salario femenino debía ser igual al masculino: a igual trabajo, igual salario. Las mujeres de la Unión Soviética se instalaron en todos los sectores de la producción. La Europa de la posguerra vio cómo las mujeres se resistían a abandonar sus trabajos para volver a encerrarse en el hogar o trabajar en el servicio doméstico. Abandonaron el campo y se volcaron en la industria y los servicios. Este sector se vio ocupado por mujeres de un nuevo tipo o clase social intermedia que había aparecido tras la Segunda Guerra Mundial a caballo entre el proletariado y la burguesía: la clase media. Enfermeras y maestras dieron paso a profesiones liberales cada vez más importantes: médicos, abogadas. Si bien el trabajo femenino siguió siendo peor considerado y pagado que el masculino, lo que se produjo fue una apertura laboral, el acceso de las mujeres a empleos ante exclusivamente masculinos, La aparición en los años 60 de movimientos feministas dirigió la participación femenina hacia asociaciones de tipo pacifista, antirracista y de lucha por la igualdad de los sexos. En Europa occidental las mujeres luchaban por participar y dignificar su trabajo, mientras en la URSS profesiones como ingenierías y medicina estaban en manos femeninas. El problema para las mujeres seguía siendo la duplicidad de las tareas: en casa debían seguir trabajando gratis en las llamadas labores propias de un sexo, y buscarse fuera un trabajo que fuera compatible con el del hogar para ayudar a la economía familiar por una parte y a su propia promoción personal por otra. En los países occidentales las labores de la casa no estaban socializadas, lo que requería de las mujeres un enorme esfuerzo, mientras que en los países socialistas había una mayor socialización en la distribución de tareas y jornadas de trabajo más reducidas para las mujeres. La reclusión de las mujeres en las tareas del hogar frenó durante siglos su acceso a la educación, lo que las hacía ser el colectivo más pobre y con menos preparación. En la actualidad las mujeres copan las universidades españolas y son fuertemente competitivas en trabajos técnicos. Pero en el tercer Mundo continúan marginadas y esclavizadas. EL FEMINISMO. Los movimientos feministas del siglo XIX se concentraron en conseguir el sufragio para las mujeres. Ya en 1848 se reunió en Nueva York la primera convención sobre los derechos de la mujer, pero no fue hasta 1920 cuando se consiguió el derecho al voto en estados Unidos. La lucha en Europa fue dirigida por las mujeres inglesas, que crearon una organización propia dentro del partido socialista. En ocasiones la lucha de las mujeres no estuvo exenta de enfrentamientos violentos con la Policía y la obtención del voto femenino fue posible tras una lucha de un siglo, desde su implantación en Nueva Zelanda en 1893 hasta Suiza en 1971(Alemania y Reino Unido en 1918, España en 1931, Francia e Italia en 1945). Los movimientos feministas luchaban por cambiar la condición de sometimiento e inferioridad de las mujeres respecto de los varones. Simone de Beauvoir en El segundo sexo analiza las diferencias entre hombres y mujeres potenciando el enriquecimiento mutuo que haga posible "la diferencia en la igualdad". Betty Friedman denunciaba " la esclavitud del hogar, que lejos de liberarlas las encadenaba con mas fuerza". A partir de la segunda mitad del siglo las mujeres cuestionaron "las relaciones de poder entre los sexos y la distribución sexual de los papeles en la sociedad, fuente de toda discriminación". En la España republicana destacaron Victoria Kent y Clara Campoamor, mientras que en el régimen franquista la Sección Femenina produjo una vuelta atrás de los derechos adquiridos. En la sociedad actual se produjo un reconocimiento legal teórico de la igualdad entre hombres y mujeres, lejos de su aplicación práctica, con la Constitución de 1978. La generalización de los anticonceptivos, la obtención del divorcio y la despenalización del aborto están entre los logros conseguidos. La consecución de una política no discriminatoria es uno de los objetivos a alcanzar. En España el instituto de la Mujer lucha por la igualdad y equiparación multidisciplinar entre los sexos. ALGUNAS ANTIGUAS. ASPASIA: Cortesana griega amante de Pericles. Famosa por su belleza y por su inteligencia, influyo en los políticos atenienses de su época. Su casa se convirtió en un centro intelectual al que acudían los mejores escritores y filósofos del momento. AGRIPINA: Madre del emperador Nerón, gobernó a su antojo a su esposo, el emperador Claudio, al que envenenó. Colocó a Séneca y a Burro como preceptores de Nerón, a quien hizo nombrar César. Dispuesta a ejercer el pode a través de su hijo, terminó asesinada por éste. CLEOPATRA: Última reina de Egipto. Su sueño de un imperio oriental no pudo materializarlo ni con César ni con Marco Antonio. Derrotada en la Batalla de Actium por Octavio, se suicidó con Marco Antonio para evitar ser llevada a Aroma en el triunfo de Augusto. HATSHEPSUT: Reina de la XVIII dinastía que gobernó Egipto como un auténtico faraón con el apoyo de Senenmut, su hombre de confianza. Su templo en Deir el Bahari está compuesto por terrazas. Aparecía en público con la barba postiza y los atributos de faraón. LIVIA: Esposa de Augusto. Se cree que eliminó a todos cuantos se interpusieron en el camino de su hijo Tiberio. Gobernó la casa de Augusto y su influencia sobre éste fue notable. Se conservan importantes ruinas de su mansión en el Palatino. LUCRECIA: Protagonista de la caída de la monarquía romana al ser ultrajada por Tarquinio. Icono del arte de todas las épocas. A su muerte la monarquía se transformó en república. Simboliza el honor de la matrona romana. SAFO: Famosa poetisa griega nacida en la isla de Lesbos. Platón la llamó la décima musa. Destaca en su poesía la pasión amorosa. Instituyó una escuela para la enseñanza de las niñas. De sus poemas se ha querido deducir su condición sexual. HYPATIA DE ALEJANDRÍA: Nacida en Alejandría el 370 d.C., Hypatia recibió una educación de su padre Teón, matemático y astrónomo, que daba clases en la biblioteca. Dotada de una infinita capacidad para desarrollar el conocimiento, se interesó por la historia de las religiones, la Filosofía y la retórica y fue maestra del obispo de Ptolemaida Silesio de Cirene. Atraída también por la tecnología, Hypatia desarrolló un aparato para destilar agua y un hidrómetro para medir la densidad de los líquidos. Contribuyó notablemente a la enseñanza del neoplatonismo basado en las teorías de Plotino y Yámblico. La situación de la Alejandría de su época era conflictiva. El cristianismo se iba apoderando de la ciudad y los filósofos paganos, como Hypatia, se convirtieron en un peligro y un desafío para la nueva fe. El patriarca de Alejandría, Cirilo, impulsó toda una campaña de descrédito contra ella acusándola de herejía y brujería. Su condición de mujer agravó su situación, pues era harto difícil admitir la superioridad de una fémina en un mundo de dominio masculino. Este ambiente de odio y fanatismo desembocó en el asesinato de Hypatia el año 415, cuando un grupo violento de monjes la atacó, la torturó y descuartizó su cuerpo, que finalmente fue dado a las llamas. El prefecto romano Orestes, amigo y discípulo de Hypatia, intentó llevar a cabo una investigación sobre el crimen que resultó un fracaso. La muerte de Hypatia supuso el final del desarrollo científico y filosófico del paganismo y su sustitución por el control del cristianismo dominante en el campo de las ciencias y las letras. ALGUNAS MEDIEVALES. BEATRIZ GALINDO: Escritora y humanista, maestra de Isabel la Católica y sus hijos. Fundó el Hospital de La Latina y el Convento de la Concepción Jerónima. Casada con el consejero de los Reyes Católicos Francisco Ramírez, estudió Teología y Medicina y escribió poemas en latín. CATALINA DE MÉDICI: Mecenas de artistas y reina de Francia, logró mantener el país unido pese a las guerras de religión. El equilibrio entre católicos y hugonotes se rompió la Noche de San Bartolomé con la matanza de éstos. ELISENDA DE MONTCADA: Esposa de Jaime II, reina de Aragón-Cataluña. Fundó el Monasterio de Pedralbes e impulsó el Consell de Cent, órgano gestor de la ciudad de Barcelona. HILDEGARDA DE BINGEN. Abadesa benedictina. Fue una científica que escribió sus Cosmología, Medicina, Historia Natural y realizó composiciones musicales. ISABEL DE SOLÍS: Hecha prisionera por los moros granadinos, el sultán Muley Hacén se enamoró de ella, repudió a la sultana Aixa, madre de Boabdil, y la convirtió en reina de Granada con el nombre de Zoraida. Tras la caída de la ciudad ella y sus hijos volvieron a convertirse al cristianismo. JUANA DE ARCO: Condujo al Ejército francés contra los inglese en Orleáns durante la Guerra de los Cien Años. La iglesia la condenó a la hoguera por herejía. Fue declarada santa en 1920. LEONOR DE AQUITANIA: Reina de Francia e Inglaterra, fue madre de Ricardo Corazón de León. Influyó decisivamente en la Europa de su tiempo. Famosa por su temperamento liberal. RUMAYKIYYA: Esclava a la que el rey de Sevilla Al-Mutamid convirtió en Itimad, la primera esposa real. Siguió a su esposo al destierro tras ser derrocado por los almorávides. TODA DE NAVARRA: Viajó a Córdoba para que el médico judío del califa Abd-alArman III, Hasday ben Shaprut, curase la obesidad de su nieto Sancho el Craso de León. ZAIDA: Princesa musulmana amante de Alfonso VI, al que dio un heredero. Introdujo en la Corte las costumbres musulmanas. Se bautizó como Isabel. Muerta al dar a luz, fue enterrada con su hijo en el Monasterio de Sahagún. CHIRSTINE DE PISAN: Nació en Venecia en 1364. Viuda a los 25 años, mantuvo a sus tres hijos gracias a sus escritos. Redactó una biografía del rey de Francia Carlos V, en cuya Corte se educó. Cultivó la poesía amorosa, pero fue la prosa la que la hizo famosa, sobre todo La ciudad de las damas, donde pasa revista a las mujeres y sus aportaciones. Destaca en su obra la defensa que hace de la capacidad de las mujeres para acceder al aprendizaje y algunas de las frases de su obra citada se nos antojan no sólo reivindicativas de la potencialidad de las mujeres, sino tremendamente actuales. "Si fuera costumbre mandar a las niñas a las escuelas, ellas aprenderían la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que ellos". "En tanto que las mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican"."Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedir a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas". Su obra se enmarca dentro de un incipiente humanismo interesado en todo aquello que forma parte del ser humano y que vería su cumbre en el renacimiento. Christine tomó como pretexto la crítica a la obra de Jean de Menú, Le Roman de la Rose, que se había convertido en un furibundo ataque contra las mujeres, para defender a éstas y promover su reconocimiento social y educacional. Se la considera como la primera mujer que consiguió vivir de su profesión de escritora. Refugiada en el Convento de Poissy, falleció en 1430 a la edad de 66 años. ALGUNAS MODERNAS. CATALINA ERAUSO: Llamada La monja alférez, disfrazada de hombre combatió en América en numerosas batallas. Fue recibida por Felipe IV y el Papa Urbano VIII. Escribió un famoso libro de memorias. CATALINA "LA GRANDE": Emperatriz de Rusia, esposa de Pedro III. Culta e inteligente, se la considera representante del Despotismo ilustrado. Seguidora de la Ilustración, fue amiga de Voltaire y Diderot. Elevó a Rusia al estatus de gran potencia. JUANA INÉS DE LA CRUZ: Religiosa mexicana. Poetisa y autora teatral, fue partidaria de defender la labor intelectual de las mujeres. Fue conocida como la Décima Musa. Escribió poemas sacros y profanos, autos sacramentales y comedias. MALINCHE: Entregada como esclava a Hernán Cortés, le sirvió de intérprete por sus conocimientos del náhualt y la lengua maya. Fue bautizada y convertida en dona Marina y amante de Cortés. Su papel en la conquista de México fue de gran importancia. "MADAME" DU BARRY: Cortesana francesa amante de Luis XV. Influyó notablemente en el rey, pero se granjeó la enemistad de Maria Antonieta. La Revolución la consideró como modelo de todos los excesos de la nobleza. Fue condenada a muerte y guillotinada como enemiga de la Revolución. MARÍA PACHECO: Mujer de Juan de Padilla. En ausencia de su esposo gobernó la ciudad de Toledo y encabezó la causa comunera. Consiguió escapar de Toledo y refugiarse en Portugal, donde vivió de la caridad hasta su muerte sin conseguir el perdón de Carlos I. MARÍA TUDOR: Reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, esposa de Felipe II. Sometió a los anglicanos a un baño de sangre para implantar de nuevo el catolicismo. Si hubiese tenido un hijo habría sido el soberano más poderoso del mundo. MARÍA ZAYAS: Novelista española del Siglo de Oro. Escribió diez novelas amorosas al estilo del Decamerón. Defendió el acceso de las mujeres a la educación. Sus argumentos, con libertad sexual para las mujeres, hicieron que la Inquisición prohibiera sus novelas. MARY WOLSTONECRAFTT: Escritora británica. Su libro Vindicación de los derechos de la mujer mantiene que las mujeres no son inferiores a los hombres. Se la considera como una precursora de la filosofía feminista. PRINCESA DE ÉBOLI. Nobles española casada con Ruy Gomes de Silva, secretario de Felipe II. Participó en las intrigas contra don Juan de Austria. Felipe II mandó encerrarla en Pastrana, donde sólo se le permitía asomarse a la ventana una hora al día. Se convirtió en un mito literario. SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA. Nacida en 1602, fue priora de un convento concepcionista fundado por su madre en Ágreda, Soria. Experimentó el trance místico con momentos de éxtasis y levitación. El fenómeno más destacado de su vida religiosa fue su capacidad de bilocación, estar en dos lugares al mismo tiempo, hecho atestiguado por la crónica de fray Alonso de Benavides, que la vio predicando a los indios de la Baja California mientras que para sus monjas no había salido del convento. Otro ejemplo de lo dicho es la conversión de un moro a quien sor María habría adoctrinado en Pamplona siendo después reconocida por el converso al ser bautizado a Ágreda. Ante estas manifestaciones el Tribunal de la Inquisición la sometió a investigación, pero nada pudo encontrar contra ella. La primera entrevista entre el rey Felipe IV y sor María tuvo lugar en Ágreda en 1643. A Partir de este momento y durante 22 años se estableció una correspondencia entre ambos que manifiesta la protección y tutelaje de la religiosa sobre el rey. En multitud de cartas se encuentran los consejos de todo tipo que proporciona al monarca sobre los temas candentes de la política. Las guerras de Cataluña, la secesión de Portugal, la ruptura con Francia, los problemas en los Países Bajos, la agitación en Nápoles y Sicilia. Decidida opositora al Conde Duque de Olivares, aconsejó al rey que gobernase por sí mismo sin fiarse de validos ni ministros. Pero no sólo repartía sus consejos a Felipe IV de España, sino que el propio Papa Alejandro VII recibió sus cartas en las que le instaba a mediar en los conflictos abiertos entre Francia y España. En 1665, a los 63 años, víctima de penosa enfermedad, falleció en su convento de Ágreda. Su libro, Mística ciudad de Dios, fue perseguido y prohibido por la Inquisición y el proceso para su beatificación, interrumpido y condenado al silencio por varios papas. ALGUNAS CONTEMPORÁNEAS. ANNA FRANK: Niña judía alemana refugiada en Ámsterdam, que ante la persecución nazi vivió escondida "en la casa de atrás" durante dos años, donde escribió su famoso Diario. Murió deportada en el campo de Bergen Belsen a los 15 años. CLARA CAMPOAMOR: Fue una de las primeras diputadas de la Segunda República. Luchó por la igualdad de derechos y el sufragio universal femenino, cosa que consiguió en la Constitución de 1931. Murió en el exilio tras la Guerra Civil Española. CONCEPCIÓN ARENAL: Escritora y activista a favor de la educación de las mujeres. Con ella nació el feminismo en España. Fundó una sociedad para construir casas baratas para obreros y reivindicó la igualdad total par la mujer. DOLORES IBARRURI: Dirigente comunista conocida bajo el pseudónimo de Pasionaria. Fue un símbolo popular durante la Segunda República y una infatigable defensora de las clases trabajadoras. EMILIA PARDO BAZÁN: Escritora gallega impulsora del naturalismo en España. Intentó combinar el realismo y el determinismo social con el ideario católico y conservador. Fue rechazada tres veces por la Real Academia, sexista y masculina. FRIDA KALHO: Pintora mexicana. Marcada por la poliomielitis y otras enfermedades y accidentes que destrozaron su cuerpo, su obra se enmarca en el expresionismo y el surrealismo con grandes toques autobiográficos. GOLDA MEIR: Política israelí, una de las primeras que han accedido a la jefatura del Gobierno del mundo. Luchadora por el reconocimiento de los derechos de la mujer trabajadoras. Mano derecha del primer ministro israelí David Ben Gurión, fue también embajadora y ministra de Asuntos Exteriores. La Guerra del Yom Kipur acabó con su mandato. MARÍA MOLINER: Estudiosa de la gramática española, trabajó en el diccionario que lleva su nombre durante 14 años. Se ocupó de la difusión cultural durante la Segunda República, pero la Real Academia, órgano misógino, rechazó su ingreso en 1972. MARÍA ZAMBRANO: Posiblemente la filósofa española más galardonada. La razón poética es su contribución a la explicación de lo sagrado y la conciencia. Discípula de Ortega y Zubiri, impartió docencia en numerosas universidades tras su exilio a la caída de la Segunda República. MARIE CURIE: Científica polaca que destacó en Física, Química y Matemáticas. Fue galardonada dos veces con el Premio Nobel. Junto con su marido, Pierre Curie, investigó la radioactividad y descubrió el polonio y el radio. MARY SOMERVILLE. Destacó en Matemáticas y Física. Fue miembro de numerosas academias de Ciencias y a los 92 años aún seguía investigando. Fue llamada la reina de las ciencias del siglo XIX. SIMONE DE BEAUVOIR. Novelista y filósofa, compañera de Jean Paul Sartre, adherida a las tesis existencialistas. Analizó en sus obras la condición de las mujeres y su papel en la sociedad. VICTORIA KENT: Política republicana. Directora general de prisiones, reformó la institución con la intención de recuperar a los delincuentes para la sociedad. Desde la embajada de París pasó a la de México ante la invasión nazi. ISADORA DUNCAN: Nacida en San Francisco en 1878, estudió danza clásica en Chicago. Su padre abandonó a su madre y otra hermana, lo que hizo que la situación económica de la familia fuese delicada. En 1900 las Duncan llegaron a Londres, donde Isadora quedó fascinada por la cultura griega expuesta en el Museo Británico. Comenzó su especial visión de la danza con la adaptación de las figuras que veía en los vasos griegos y una interpretación expresionista del movimiento. El arte que surgió de su interpretación supuso una ruptura con los modelos entonces actuales: la danza clásica dejaría paso a una expresión libre y revolucionaria basada en los valores descubiertos de la Antigüedad clásica. Su llegada a París supuso el descubrimiento del Museo del Louvre y sus restos arqueológicos, lo que reafirmó su reinterpretación del mundo clásico. Los pies descalzos y la suave túnica que descubría sus piernas y velaba su cuerpo desnudo daban a su danza un sentido de evocación intemporal: la ausencia de maquillaje, el cabello suelto y ondulante, los movimientos lentos y expresivos, la falta de decoro…toda su puesta en escena rompía con los cánones establecidos, lo que le hizo enfrentarse con un sector del público que no entendía su apuesta revolucionaria. Pero el arte de Isadora, innovador y provocativo, alcanzó un tremendo éxito cuando el público comprendió que su danza, transparente y evocadora, debía entenderse como una perfecta armonía entre el ser humano y la naturaleza. Su vida persona corrió pareja con la profesional: libertaria y trasgresora. Se casó con un poeta ruso 17 años menor que ella y su relación terminó estrepitosamente. Tuvo dos hijos como madre soltera que murieron ahogados en el Sena, lo que supuso un duro golpe del que no se repuso nunca. De condición bisexual, mantuvo romances con poetisas y escritoras de su época, pero los continuos escándalos sentimentales y su deficiente situación económica amargaron los últimos años de su vida: borracheras públicas, deudas impagadas y ruina inminente proporcionan un retrato trágico de la artista. Su ateísmo, sus simpatías por la Revolución Rusa y su moral de libertad sexual influyeron en el progresivo rechazo de los empresarios. Su no esclarecida muerte en un accidente de automóvil en 1927, cuando el chal que llevaba anudado al cuello quedó enredado en la rueda del coche, añadió un halo de misterio al final de su apasionante existencia. https://www.acfilosofia.org/index.php/materialesmn/ellas/233-historia-de-las-mujeres ¿Cuál era el papel de la mujer en la edad media? Sencillamente el papel de la mujer en la Edad Media era el ser madre, ama de casa, no tenía voz y su opinión no era tenida en cuenta por nadie. El sistema político y económico de esa época era el Feudalismo, sistema injusto y bárbaro. Existían una clases sociales que no trabajaban ni producían bienes de consumo, éstas eran: el rey, la corte, la nobleza, los clérigos y el ejército, y por otra parte estaban los que trabajaban, producían bienes y pagaban altos impuestos para poder mantener a los nombrados anteriormente: los comerciantes, zapateros, herreros, sastres, artesanos, alfareros, muebleros etc por un lado y los agricultores que trabajaban las tierras circundantes de los castillos, éstos trabajaban 6 días de la semana para el señor feudal y un día para ellos. El 90 % de la gente no sabía leer ni escribir. Las mujeres solo hacían tareas dedicadas a la higiene, alimentación y salud, cuidaban enfermos, cocinaban, lavaban ropas, cocían etc., por supuesto estamos hablando de la gente que producía, pues las mujeres de la corte y la nobleza no hacían nada. La mujer estaba relegada a la servidumbre y la procreación. La gente del pueblo se divertía concurriendo a los torneos de caballeros organizados por el señor feudal o concurriendo a la plaza para ver los ajusticiamientos de la Santa Inquisición (más de 300000 personas fueron asesinadas, mutiladas y torturadas por los inquisidores). Era tan poco tenida en cuenta que te daré un ejemplo. Existía en esa época lo que se llamaba "el derecho de pernada" cualquier persona que quisiera casarse debía pedir permiso al señor feudal para contraer matrimonio. Si a éste le gustaba la novia tenía derecho a estar todo un día y una noche con ella mientras que al novio se le autorizaba a cazar ciervos en las tierras del señor feudal, para ello se le daba una autorizacion escrita y se colgaba en la puerta de su casa unas astas de ciervo como símbolo de su autorización (de allí deriva la palabra cornudo para representar al marido infiel). Como vez la mujer cero a la izquierda