GRADO ONCE EL ROMANTICISMO Y EL REALISMO. ROMANTICISMO, SIGLO XIX. LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES (1776-1848). A partir del último cuarto del siglo XVIII entró en crisis la monarquía absoluta, sistema político y social que imperaba entonces en Europa. Este hecho se manifestó en dos trascendentales acontecimientos: la revolución política y la revolución industrial. La revolución política se inició con la Independencia de Estados Unidos en 1776. Luego, en 1789 se desencadenó una de las más radicales y sangrientas revoluciones: la Revolución Francesa, a la que seguirán una serie de rebeliones en distintas partes de Europa contra el poder absoluto del rey y a favor de las libertades del hombre y del ciudadano. La revolución industrial se inició en Inglaterra a fines del siglo XVIII y produjo a lo largo del siglo XIX profundas transformaciones en el orden económico y social de toda Europa. La utilización de nuevas técnicas y nuevas fuentes de energía trajo grandes consecuencias: a partir de entonces, la producción se hizo masiva, los obreros asalariados desplazaron a los artesanos y los pequeños talleres fueron reemplazados por enormes fábricas e industrias. REPORT THIS AD EL ROMANTICISMO. Fue el movimiento artístico y cultural predominante en Europa durante la primera mitad del siglo XIX. Surgió como una reacción contra el Racionalismo y la rigidez de las normas que el Neoclasicismo había impuesto al arte anteriormente. Los románticos rechazaron la autoridad que los neoclásicos le habían otorgado a las normas que regían el proceso de creación y exaltaron la libertad y la individualidad del artista. EL HOMBRE ROMÁNTICO. El romántico del siglo XIX era fundamentalmente un soñador, un hombre de empresas imposibles. Quería cambiar el mundo y se identificaba con las grandes causas humanas: libertad, patriotismo, justicia, etc. Su característica principal era su afán de libertad en todos los órdenes de la vida: libertad ante la tiranía, libertad ante el dogmatismo religioso, libertad moral frente a los prejuicios sociales y absoluta libertad artística frente a los preceptos y modelos anteriores. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LA LITERATURA. Entre 1800 y 1850, la industria editorial recibió un gran impulso debido a los avances técnicos que facilitaron la producción masiva de libros y periódicos. Como consecuencia de ello, el público lector aumentó considerablemente. Los periódicos y las revistas se convirtieron en la tribuna más frecuente de los escritores que empezaron a cobrar honorarios por sus colaboraciones. ALEMANIA, CUNA DEL ROMANTICISMO. En el siglo XVIII, un grupo de jóvenes poetas se unió bajo el lema “Sturn und Drang”, que significa tempestad e ímpetu. Este grupo defendía ante todo la belleza del artista. Consideraba, además, que la literatura no debía perseguir ningún fin, excepto la belleza, y que la genialidad del hombre no estaba en sus ideas sino en el poder de su imaginación. El Romanticismo es un movimiento de breve duración y en su interior hubo dos tendencias principales: Un Romanticismo exaltado, individualista, que destacaba la importancia de las percepciones subjetivas frente al mundo. Un Romanticismo tradicional o moderado, que trata preferentemente temas de corte histórico. LOS TEMAS ROMÁNTICOS. Los principales temas y escenarios recreados en la literatura romántica fueron los siguientes: Los sentimientos íntimos, especialmente, el amor. La historia y la tradición popular, sintieron gran predilección por los temas históricos, como el periodo de la Edad Media. La defensa de los valores nacionales, que se manifestaba muchas veces en un nacionalismo apasionado. La naturaleza, es un ser vivo que participa de sus sentimientos. REALISMO, SIGLO XIX. RETORNO A LA REALIDAD. El Realismo fue la corriente artística y cultural que se desarrolló en Europa durante la mitad del siglo XIX. Surgió como reacción contra el idealismo y el individualismo románticos, y se caracterizó por volcar su atención hacia la realidad cotidiana y por considerar al hombre dentro de una sociedad. La razón de esta nueva actitud esta en la difícil situación social que se vivía en Europa en ese momento. Como consecuencia de la revolución industrial, las grandes empresas conocieron una prosperidad sin precedente. Las actitudes comerciales se multiplicaron, pero también se multiplican las diferencias sociales y económicas: los burgueses alcanzaron posiciones sumamente favorables, mientras que los obreros trabajaban en durísimas condiciones y vivían en la miseria. Los artistas del Realismos consideraban que el ser humano era producto de su ambiente social. Por eso se desinteresaron de los solitarios héroes románticos y prefirieron observar al hombre en su entorno. El Realismo presentó, por lo tanto, la vida cotidiana de las personas comunes: los problemas sociales, la dureza del trabajo y la difícil vida de los suburbios. LOS LOGROS DEL POSITIVISMO. El positivismo fue la corriente filosófica que imperó en la segunda mitad del siglo XIX. Según los positivistas, el único conocimiento firme y seguro era el que aplicaba el método científico, es decir, el que utilizaba la observación, la investigación y la experiencia. Esta actitud científica trajo importantes consecuencias para la humanidad, pues entre 1850 y 1900 se concretaron grandes adelantos tecnológicos:entre otros, el teléfono, el fonógrafo, la fotografía, el cine, la telegrafía sin hilos, el automóvil y la iluminación eléctrica. En el campo de las ciencias naturales aparecieron nuevas teorías que rompieron con la visión que se tenia del mundo y del hombre. Entre ellas la de Charles Darwin, quien afirmaba que el hombre era el resultado de una larga evolución de las especies. Darwin no fue comprendido ni por los científicos ni por la opinión pública de su época, quienes tergiversaron sus ideas diciendo que el hombre procedía del mono. EL ARTE PARA EL PÚBLICO. En la segunda mitad del siglo XIX el oficio de escritor había cambiado mucho. Los autores dependían de las ventas de sus obras para sobrevivir y, por lo tanto, debían satisfacer el gusto y las exigencias de su público. El arte por el arte, vieja pretensión de los románticos, ya no era posible ni tenia sentido. Se trataba más del arte para el público, pues el valor de una obra literaria dependía más del gusto de los lectores que de la calidad artística. LA LITERATURA REALISTA. El realismo literario supuso el fin de la actitud subjetiva y evasora de los románticos ante su entorno. La realidad social, con sus problemas y sus expectativas, pasó a ser el objeto central de la obra literaria, de modo que la perspectiva del “yo” romántico quedó sustituida por la exposición impersonal y objetiva de los hechos. En efecto, el lenguaje literario se adaptó como instrumento de representación objetiva. El afán de objetividad hizo que apareciera un estilo sobrio, eficaz y de gran precisión. CARACTERÍSTICAS GENERALES. El Realismo presentó las siguientes características: La sociedad y sus problemas se constituyeron en el teme central. En el Realismo ya no interesaba el mundo subjetivo del autor, sino el entorno familiar y social de los personajes. Los autores retrataban fielmente lo que veían. Por eso la literatura realista presentó asuntos verosímiles, posibles y objetivos. En esta búsqueda de objetividad, los autores realistas adoptaron la actitud de un cronista que observa lo que ocurre y se esfuerza por describirlo minuciosa y exhaustivamente. La descripción objetiva tenia un fin didáctico: pretendió mostrar los defectos de la sociedad para crear la necesidad de corregirlos. LA NOVELA REALISTA. El género realista por excelencia fue la novela. Ello se debió principalmente a dos razones: Por un lado, la extensión de la novela permitía una representación detallada y completa de la realidad. Además, la novela ofrecía la posibilidad de presentar el mundo desde el punto de vista de un narrador omnisciente, capacitado para abarcar desde su perspectiva todos los aspectos de la realidad. Por estas dos razones, la mayoría de las novelas de este periodo se caracterizan por su enorme extensión y por pretender una visión totalizadora, que abarca innumerables personajes, ambientes y acontecimientos. Los novelistas intentaron reproducir la conversación común y de todos los días. Para expresar mejor el habla coloquial, introdujeron una nueva técnica narrativa: el estilo indirecto libre, empleado hasta el día de hoy por los novelistas. La novela realista se cultivó, principalmente, en Francia, Rusia e Inglaterra. LA NOVELA EN FRANCIA. El Realismo se inició en Francia con la obra de Stendhal, que ofreció en sus novelas un fiel retrato de la sociedad de su época. Más adelante aparecieron también dos destacados narradores, Honoré de Balzac y Gustave Flaubert, que representan la plenitud del Realismo francés. Con el novelista Émile Zola, el Realismo dio paso a otra tendencia literaria: el Naturalismo, así llamado porque pretendía explicar la naturaleza humana. Los naturalistas criticaban duramente a la sociedad industrial y mostraban en sus obras sus aspectos más sórdidos y hostiles. LA NOVELA EN RUSIA. A finales del siglo XIX, la literatura rusa aportó dos extraordinarios novelistas: Fedor Dostoievski y León Tolstoi. También destacó Antón Chejov, quien cultivó con gran maestría el relato corto. La obra de estos autores se aparta de las principales características del Realismo. Por esta razón presenta una gran espiritualidad y un profundo sentido social. Así pues, la prosa rusa del siglo XIX conserva del Realismo la referencia a la realidad como asunto de la narración. Sin embargo, la perspectiva de los relatos de estos autores hace que la realidad adquiera significados de valor psicológico, ético y estético. Por esta razón podemos decir que la novela rusa encarna un nuevo sentido para el Realismo. LA NOVELA EN INGLATERRA. En Inglaterra, donde ya se había producido la revolución industrial, el proletariado creció y la explotación se extendió hasta el mundo de la infancia. Esta sociedad convulsionada fue la temática de los escritores de la época. El escritor mas popular del Realismo ingles fue Charles Dickens. EL TEATRO REALISTA. Surgió después que la novela, a fines del siglo XIX. Los dramas realistas desarrollaban temas de la vida cotidiana; por lo general, sus personajes pertenecían a la burguesía, con las preocupaciones habituales de los hombres de esa época. Los autores eran muy exigentes con los decorados y con la escenificación, pues buscaban que éstos reflejaran fielmente a la realidad. Los principales dramaturgos de este periodo fueron el noruego Henrik Ibsen, el inglés Bernard Shaw, el ruso Antón Chejov y el irlandés Oscar Wilde. Sin embargo, el conjunto de la obra de Wilde no se puede inscribir en el realismo propiamente dicho. ACTIVIDADES COMPRENSIÓN DE LECTURA. 1. Elabore un mapa conceptual del Romanticismo y del Realismo. 2. Responde: ¿Qué situación política se vivía en Europa al llegar el siglo XIX? ¿A qué se denomina revolución industrial? ¿Qué consecuencias tuvo la revolución industrial en el orden social de Europa? 3. Explique, con argumentos, la posibilidad que mejor caracteriza al hombre romántico: a. Optimista y agresivo. b. Individualista e idealista. c. Sentimental y cortés. d. Conforme. 4. La palabra romántico se sigue empleando hoy en día para calificar a cierto tipo de personas. Elabore una definición de lo que entendemos por romántico en la actualidad. ¿Qué características del romántico de hoy son las mismas que las del hombre del siglo XIX?. Justifica su respuesta. 5. Asocia cada una de estas actitudes al Romanticismo o al Realismo. Idealismo. Objetividad. Punto de vista individual y afectivo. Punto de vista social. 6. ¿Por qué la novela fue el principal género realista? ¿Qué nueva técnica aportaron los realistas a la narrativa? 7. Analiza el siguiente fragmento del novelista Émile Zola, el principal teorizador del Naturalismo. Puesto que la medicina, que era un arte, se está convirtiendo en una ciencia, ¿por qué la literatura no ha de convertirse también en una ciencia gracias al método experimental? (…) El novelista no es más que un escribano que no juzga ni saca conclusiones (…); el novelista desaparece, guarda para sí sus emociones, expone simplemente lo que ha visto. La intervención apasionada o enternecida del escritor empequeñece la novela, velando la nitidez de sus líneas, introduciendo un elemento extraño en los hechos, que destruye su valor científico. ¿Qué aporta de nuevo el Naturalismo sobre el Realismo? ¿Qué opinión te merece el paralelismo que establece el autor francés entre el novelista y el científico? ¿Crees que es posible lograr que la literatura sea una ciencia exacta? ¿Por qué? Tomado de: Español 11 Literatura universal y Análisis textual. Ed. Santillana S. A. NATURALISMO Y SIMBOLISMO CONTEXTO HISTÓRICO. Dos rasgos marcan el desarrollo de la segunda mitad del siglo XIX: la industrialización con sus consecuencias sociales y la expansión imperialista. Los avances industriales cambiarían las costumbres y las formas de relación social. Es clara, en este momento, la polarización de la sociedad: por un lado, los obreros y, por otro, los burgueses. Esta división producirá una serie de movimientos y revoluciones que marcan la historia del siglo XIX y de gran parte del XX. Los movimientos revolucionarios presentes durante la segunda mitad del siglo XIX tendrían en los grupos socialistas su mayor expresión. En las naciones europeas, descontentas por los problemas sociales producidos por la fuerte dominación del capitalismo industrial, nacen y se desarrollan movimientos obreros, nacionalistas y socialistas. Ya para 1848, Marx y Engels publican el Manifiesto comunista, basado en un estudio académico y científico en el que se proponía la puesta en común de la propiedad privada, y que sería la base para la creación del marxismo y la consolidación del comunismo. El desarrollo industrial tendrá también otra consecuencia visible: la invención de la electricidad, la fuerza del vapor y la utilización del petroleo como combustible, que permitirán a las grandes potencias llegar a lugares a los que nunca habían logrado acceder fácilmente. El surgimiento y desarrollo del imperialismo conllevaría también la instauración de un pensamiento europeizante donde primaban las teorías racistas (se proponía la superioridad blanca/europea sobre el resto del mundo), la sobrepoblación de Europa, la evangelización cristiana y la mirada sobre el mundo como un lugar desconocido y misterioso. EL NATURALISMO. La naturaleza siempre ha sido un espejo para el ser humano. Desde la antigüedad. este ha buscado retratarse no solo como parte de la naturaleza, sino relacionándose con ella. Con el tiempo, la literatura realizaría el mismo ejercicio buscando en las acciones humanas las lógicas de la naturaleza. Este movimiento literario, que se proponía una conexión estrecha entre el estudio de la naturaleza y el estudio del ser humano, se llamaría “Naturalismo”. Los escritores naturalistas pretendían mostrar detalladamente el instinto animal que emerge de cada ser humano cuando se encuentra en situaciones que lo llevan al límite; buscaban poner en evidencia aquello que consideraban la naturaleza más íntima de las personas. ANTECEDENTES DEL NATURALISMO. Entre los elementos que tendrían una importante influencia en el Naturalismo estarían: el desarrollo de la teoría evolutiva y, se planearían dos doctrinas filosóficas, una basada en el método científico, el positivismo; la otra, en la economía de mercado, el utilitarismo. En el positivismo se considera el método científico como la única manera de acceder a la verdad y la experiencia como la única forma de comprobación de los hechos, es decir, si alguien tiene una idea debe comprobarla de manera científica y por medio de los sentidos. Si no es posible ver, oler o tocar una comprobación, y crear a partir de ahí una ley científica que la avale, posiblemente la hipótesis no sea verdad. El utilitarismo estaría atado estrechamente a la idea de mercado de la época, la cual busca la mayor cantidad de utilidad posible en cada una de las acciones que se realizan, es decir, todo debe ir tras la búsqueda de algo valioso y útil para el individuo. Esta idea tomaría fuerza con el imperialismo, ya que muchos países europeos tomarían de sus colonias la materia prima necesaria para las industrias y el comercio, sin pensar en las consecuencias que esa explotación traería para los lugares de origen. Observando cómo estaban desarrollándose tantas teorías que coincidían en un análisis puntual del ser humano, desde una mirada científica y detallada, la literatura formuló un estilo de escritura que se planteara esas mismas preguntas y realizara propuestas de observación y análisis acordes con el espíritu de su época. Encontró esa forma de escritura en el Naturalismo. ¿QUÉ ES EL NATURALISMO? El Naturalismo surge como el movimiento artístico que más logra captar la energía de un periodo en que el cientificismo y la industrialización se convierten en los cimientos de Europa. CARACTERÍSTICAS DEL NATURALISMO. Las características del Naturalismo serán variadas y diversas y, siempre estará ligado estrechamente a las ciencias y avances tecnológicos. Denuncia social. Denuncia la pobreza y los problemas económicos que trae consigo la industrialización y las nuevas urbes gigantes, despersonalizadas. Y denuncian la idea de una selección social que se basa en la noción de que las clases sociales y el capitalismo salvaje forman parte de la selección natural. Bajos mundos. No se interesa por mostrar solo la vida de la clase burguesa, sino que se esfuerza por mostrar cómo es la vida de la clase obrera y explica, desde una mirada científica, basada en el materialismo dialéctico de Marx, cómo las condiciones de vida son determinadas por las posibilidades económicas y sociales que entrega el entorno. Literatura de tesis. La literatura se debe producir, entonces, con una finalidad específica: esa finalidad es el planteamiento de la tesis. Dado que es posible mostrar la realidad y exponer soluciones, los escritores hacen de las obras naturalistas textos en los cuales es fácil vislumbrar la tesis y a los personajes como portavoces de esas propuestas. Feísmo. Los escritores naturalistas se esfuerzan por mostrar todos los componentes de la cotidianidad de sus personajes. En su afán de precisión, detallan en exceso lo escatológico, cayendo en lo desagradable. Determinismo social. Los naturalistas construyen sus personajes a partir de un legado de sangre (quiénes fueron sus antepasados), un entorno social específico (el lugar en que crecen y viven) y los problemas sociales a los que se enfrentan (los cuales no son posibles de superar). Ateísmo. La idea religiosa de la redención a partir de la bondad no funciona en una sociedad que marca a los individuos desde el nacimiento. Esta visión hace que las obras estén marcados por un ateísmo fuerte en el cual la religión aparece como un elemento que no funciona en una sociedad utilitarista y positivista. NATURALISMO EN FRANCIA. El Naturalismo se inició en Francia y su florecimiento se debe en gran parte a la llegada temprana al país de las doctrinas filosóficas deterministas, evolucionistas y positivistas que tuvieron gran influencia en las artes. Sobresalen en Francia dos autores que llevaron al Naturalismo a su grado más alto: Émile Zola: considerado el fundador del Naturalismo. Su obra se caracteriza por tener una gran dosis de violencia, descripciones agresivas y acciones repulsivas que causaron su rechazo en la sociedad de su época. Fue el autor de La novela experimental, en la que estableció los parámetros básicos del movimiento naturalista. Gustave Flaubert: Sus novelas son consideradas obras maestras del naturalismo. Su estilo único y novedoso se basa en la utilización de un narrador objetivo que logra internarse en la mente de los personajes para opinar sobre ellos sin perder la objetividad. Sus obras de arte elevadas: La educación sentimental y Madame Bovary. NATURALISMO EN RUSIA. Gracias al naturalismo se iniciará la producción de obras literarias por autores como Fedor Dostoievski, que posteriormente se inscribirían en la novela psicológica. Autores: Antón Chéjov: considerado uno de los grandes cuentistas en la historia de la literatura. Chéjov sugería en sus cuentos la necesidad de mostrar los graves problemas por los que atravesaban las personas del común y plantear las preguntas profundas que esos problemas traían. Es famoso por trabajar de manera constante y brillante con los monólogos, además de dar voces originales y únicas a sus personajes. Fedor Dostoievski: En sus obras, es posible ver el sufrimiento del alma humana y se narra en ellas de manera cruda y compleja la vida de aquellos que no tienen voz para protestar. En obras maestras como “Humillados y ofendidos” o “Pobres gentes” es posible encontrar personajes ultrajados por su situación económica, los cuales conservan para sí mismos una dignidad a la que aplasta el sistema económico y social de la época. Sus textos se convierten en retratos del espíritu y la psicología del individuo, elementos observables fácilmente en obras como “Crimen y castigo” o “Los hermanos Karamázov”. EL SIMBOLISMO. ¿DÓNDE ESTABAN LOS POETAS? Mientras los escritores de cuentos, teatro y novelas estaban madurando y perfeccionando las ideas propuestas por el Realismo y el Naturalismo, un gran número de artistas seguían sus pasos y otros que no estaban de acuerdo con la idea del arte como representación exacta de la realidad, buscaban nuevas formas de expresarse. Cansados e inconformes por la idea de estar determinados por un destino que no querían aceptar, los poetas decidieron hacer su propio futuro, mediante un movimiento conocido como el Simbolismo. Este movimiento tuvo como una de sus característica más importantes mantener la oscuridad y el misticismo en lo que escribían sus autores. Buscaron imágenes, figuras literarias y palabras que pudieran simbolizar muchas cosas, no solo lo que la realidad mostraba. ANTECEDENTES DEL SIMBOLISMO. El movimiento simbolista propone una forma revolucionaria de ver la poesía y se basaron en la belleza como aquello que debería buscar la poesía en general. En esta búsqueda incansable de la belleza, los simbolistas buscarán lo estético en espacios bajos, en lo mezquino y lo perverso. El Simbolismo se convierte, entonces, en una forma de vida en la cual la decadencia y la caída de los autores van de la mano con la temática sórdida y misteriosa de la cual tratan. Otro elemento importante para el desarrollo del Simbolismo fue la inclusión de una idea compleja que se venía gestando desde mediados del siglo XIX y que se uniría a la propuesta simbolista para condensarse en una importante actitud filosófica: “el nihilismo”, que propondría en sus inicios la inutilidad de la vida. Mientras otros movimientos literarios se adscribían a corrientes filosóficas y sociales, el Simbolismo daría pie y fortalecería ideas que aparecían anteriormente como semillas. Al final, lograron su deseo de forjar un camino propio y vivir con sus propias ideas. ¿QUÉ ES EL SIMBOLISMO? El Simbolismo no se conocería como un movimiento literario, sino como la unión de obras independientes con características similares que pertenecen a una misma representación de la literatura. El nombre del Simbolismo fue utilizado por primera vez, para describir a este grupo de escritores en 1886, por Jean Moréas en su Manifiesto del Simbolismo. En este artículo, Moréas explica las características principales del movimiento y da una de las descripciones más famosas y precisas. Los simbolistas son misteriosos y les gusta jugar con las palabras, es decir, al objeto que se nombra no le corresponde una sola idea o lectura, sino muchas, por eso aquello que se escribe puede ser interpretado de distintos modos. En apoyo a esto, recurren a figuras literarias como la antítesis y el oxímoron, la sinestesia y la metáfora. La antítesis y el oxímoron: figuras literarias en las cuales se contraponen dos ideas, que en apariencia son contrarias u opuestas, para formar una nueva. El resultado de dicha mezcla es absurdo e incomprensible, lo que obliga al lector a recurrir a la imaginación para resolver la contradicción. La sinestesia y la metáfora: la sinestesia consiste en la combinación de dos formas de percepción aparentemente disímiles que se unen para formar un nuevo significado. Con la sinestesia, por ejemplo, es posible ver olores, sentir colores, oler sensaciones o saborear imágenes. La metáfora, por su parte, es una imagen que se resimboliza al final del poema. Constantemente, objetos o animales son temas centrales en los poemas simbolistas. Se utilizan como metáforas de sensaciones y pensamientos, lo que hace que se pierda su materialidad y el poema se convierta en un escrito sobre un tema del que en realidad no se ha hablado, sino que se ha sugerido. LA VISIÓN DEL POETA. La mirada del Simbolismo sobre el poeta no es la de un ser excepcional que puede con sus ideales u si escritura cambiar el mundo. El Simbolismo convierte a sus escritores en personajes aislados. Se utiliza de manera constante la idea del “esplín” (spleen), es decir, el tedio o el fastidio frente a un mundo que aparece como materialista y angustiante. La forma de huir de ese mundo y de escapar del sentimiento del spleen es crear quimeras e imaginaciones poéticas que pueden ser inducidas por la droga, el alcohol o los sueños poéticos. SIMBOLISMO EN FRANCIA. Francia fue la cuna del Simbolismo y el país en el que más se desarrollo este estilo literario. Dado que el Simbolismo se alzaba como el movimiento que se contraponía a los estilos ya definidos, su auge en Francia sería inobjetable. Aún así, la influencia del grupo en otras países sería muy fuerte, ya que se considera al Simbolismo como el inicio de la poesía moderna. Autores: Charles Baudelaire: considerado el padre del Simbolismo y el autor que dio las bases de la poesía moderna, fue también traductor, ensayista y crítico. Fue criticado duramente por su vida bohemia y por las exuberancias en sus poemas. Tanto sus comportamientos en la vida nocturna parisina como los ensayos sobre el arte y la música que realizó fueron tachados de inmorales y obscenos. Sus obras más conocidas son “Las flores del mal”, “El esplín de París” y “Los paraísos artificiales”. A Baudelaire le interesaba especialmente la musicalidad y el ritmo en sus poemas: el trabajo puntual con las palabras y la sonoridad que producían hizo que pasara a un segundo plano la idea, dando prelación a las operaciones con el lenguaje. Arthur Rimbaud: uno de los simbolistas franceses más influyentes escribió sus primeros poemas a los quince años y dejó la poesía a la temprana edad de los veinte años. Su obra completa consta de cuatro libros de poemas entre los que se destacan “Iluminaciones” y “Una temporada en el infierno”. Su poesía se caracteriza por utilizar la incoherencia y la incongruencia como elemento unificador. En la mayoría de sus poemas es posible encontrar cómo los sentidos significativos y las imágenes concretas son destruidos en pro de una utilización apropiada del sonido y el ritmo. Los significados lógicos quedan supeditados a una imaginación que sobresale al momento en que se descubre en lo crudo de la realidad, las posibilidades de ensoñación. ACTIVIDADES 1. Elabora un resumen corto con toda la temática abordada. INFIERE 2. Cuando los naturalistas relacionaban las acciones del ser humano con las relaciones instintivas animales, proponían que sus textos funcionaran como bestiarios sociales. Un bestiario es una colección de pequeñas descripciones sobre todo tipo de animales, reales o imaginarios, pájaros y cualquier otro, acompañado por una explicación moralizante. Una gran parte del encanto del bestiario se deriva del humor y la imaginación de las ilustraciones, pintadas parcialmente por placer pero justificadas como una herramienta didáctica. Lee el siguiente bestiario y detalla la forma como está escrito. LA JIRAFA Al darse cuenta de que había puesto demasiado alto los frutos de un árbol predilecto, Dios no tuvo más remedio que alargar el cuello de la jirafa. Cuadrúpedos de cabeza volátil, las jirafas quisieron ir por encima de su realidad corporal y entraron resueltamente al reino de los desproporcionados. Hubo que resolver para ellas algunos problemas biológicos que mas parecen ingeniería y de mecánica: un circuito nervioso de doce metros de largo; una sangre que se eleva contra la ley de la gravedad mediante un corazón que funciona como bomba de pozo profundo; y todavía, a esas alturas, una lengua eyéctil que va mas arriba, sobrepasando con veinte centímetros el alcance de los belfos para roer los pimpollos como una lima de acero. Con todos sus derroches de técnica, que complican extraordinariamente su galope y sus amores, la jirafa representa mejor que nadie los devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que otro encuentran al ras del suelo. Pero como final mente tiene que inclinarse de ves en cuando para beber el agua común, se ve obligada a desarrollar su acrobacia al revés. Y se pone entonces al nivel de los burros. Tomado de: https://teecuento.wordpress.com/2011/12/08/bestiario-dejuan-jose-arreola/ 3. Elabora un bestiario de las personas que conoces. Toma en cuenta las siguientes categorías: a. Estatura. b. Color de ojos. c. Carácter. d. Peso. e. Trabajo o estudio. 4. a. Lee el cuento “La dama del perrito” de Antón Chéjov. UNO Un nuevo personaje había aparecido en la localidad: una señora con un perrito. Dmitri Dmitrich Gurov, que por entonces pasaba una temporada en Yalta, empezó a tomar algún interés en los acontecimientos que ocurrían. Sentado en el pabellón de Verney, vio pasearse junto al mar a una señora joven, de pelo rubio y mediana estatura, que llevaba una boina; un perrito blanco de Pomerania corría delante de ella. Después la volvió a encontrar en los jardines públicos y en la plaza varias veces. Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y siempre con el mismo perrito; nadie sabía quién era y todos la llamaban sencillamente «la señora del perrito». «Si está aquí sola, sin su marido o amigos, no estaría mal trabar amistad con ella», pensó Gurov. Aún no había cumplido cuarenta años, pero tenía ya una hija de doce y dos hijos en la escuela. Se había casado joven, cuando era estudiante de segundo año, y por entonces su mujer parecía tener la mitad de edad que él. Era una mujer alta y tiesa, de cejas oscuras, grave y digna, y como ella misma decía, intelectual. Leía mucho, usaba un lenguaje rebuscado, llamaba a su marido no Dmitri, sino Dimitri, y él en secreto la consideraba falta de inteligencia, de ideas limitadas, cursi. Estaba avergonzado de ella y no le gustaba quedarse en su casa. Empezó por serle infiel hacía mucho tiempo -le fue infiel bastante a menudo-, y, probablemente por esta razón, casi siempre hablaba mal de las mujeres; y cuando se tocaba este asunto en su presencia, acostumbraba llamarlas «la raza inferior». Parecía estar tan escarmentado por la amarga experiencia, que le era lícito llamarlas como quisiera, y, sin embargo, no podía pasarse dos días seguidos sin «la raza inferior». En la sociedad de hombres estaba aburrido y no parecía el mismo; con ellos se mostraba frío y poco comunicativo; pero en compañía de mujeres se sentía libre, sabiendo de qué hablarles y cómo comportarse; se encontraba a sus anchas entre ellas aunque estuviese callado. En su aspecto exterior, su carácter y toda su naturaleza, había algo de atractivo que seducía a las mujeres predisponiéndolas en su favor; él sabía esto, y diríase también que alguna fuerza desconocida lo llevaba hacia ellas. La experiencia, a menudo repetida, la cruda y amarga experiencia, le había enseñado hacía tiempo que con gente decente, especialmente gente de Moscú -siempre lentos e irresolutos para todo-, la intimidad, que al principio diversifica agradablemente la vida y parece una ligera y encantadora aventura, llega a ser inevitablemente un intrincado problema, y con el tiempo la situación se hace insoportable. Pero a cada nuevo encuentro con una mujer interesante, esta experiencia se le olvidaba, sentía ansias de vivir, y todo lo encontraba sencillo y divertido. Una noche que estaba comiendo en los jardines, la señora de la boina llegó lentamente y se sentó a la mesa de al lado. La expresión de su rostro, su aire, el vestido y el peinado, le indicaron que era una señora, que estaba casada, que se encontraba en Yalta por primera vez y que estaba triste… Las historias inmorales, que se murmuran en sitios como Yalta, son la mayor parte mentira; Gurov las despreciaba, sabiendo que tales historias eran inventos, en su mayor parte, de personas que hubieran pecado tranquilamente, de haber tenido ocasión; pero cuando la señora del perro se sentó a la mesa de al lado, a tres pasos de él, recordó esas historias de conquistas fáciles, de excursiones a las montañas, y el tentador pensamiento de una dulce y ligera aventura amorosa, una novela con una mujer desconocida, cuyo nombre le fuese desconocido también, se apoderó súbitamente de su ánimo. Llamó cariñosamente al pomeranio, y cuando el perro se acercó a él lo acarició con la mano. El pomeranio gruñó; Gurov volvió a pasarle la mano. La señora miró hacia él bajando en seguida los ojos. -No muerde -dijo, y se sonrojó. -¿Le puedo dar un hueso? -preguntó Gurov; y como ella asintiera con la cabeza, volvió a decir cortésmente-. ¿Hace mucho tiempo que está usted en Yalta? -Cinco días. -Yo llevo ya quince aquí. Un corto silencio siguió a estas palabras. -El tiempo pasa de prisa, y sin embargo, ¡es tan triste esto! -dijo ella sin mirarlo. -Es que se ha puesto de moda decir que esto es triste. Cualquier provinciano viviría en Belyov o en Lhidra sin estar triste, y cuando llega aquí exclama en seguida: «¡Qué tristeza! ¡Qué polvo!» ¡Cualquiera diría que viene de Granada! Ella se echó a reír. Luego, ambos siguieron comiendo en silencio, como extraños; pero después de comer pasearon juntos y pronto empezó entre ellos la conversación ligera y burlona de dos personas que se sienten libres y satisfechas, a quienes no importa ni lo que van a hablar ni hacia dónde han de dirigirse. Pasearon y hablaron de la luz tan rara que había sobre el mar; el agua era de un suave tono malva oscuro y la luna extendía sobre ella una estela dorada. Hablaron del bochorno que hacía después de un día de calor. Gurov le contó que había venido de Moscú, en donde tomó el grado en Artes, pero que era empleado de un banco; que había estado como cantante en una compañía de ópera, abandonándola luego; que poseía dos casas en Moscú… De ella supo que había sido educada en San Petersburgo, pero vivía en S. desde su matrimonio, hacía dos años, y que todavía pasaría un mes en Yalta, donde se le reuniría tal vez su marido, que también necesitaba unos días de descanso. No estaba muy segura de si su marido tenía un puesto en el Departamento de la Corona o en el Consejo Provincial, y esta misma ignorancia parecía divertirla. También supo Gurov que se llamaba Ana Sergeyevna. Más tarde, una vez en su cuarto, pensó en ella; pensó que volvería a encontrársela al día siguiente; sí, necesariamente se encontrarían. Al acostarse recordó lo que ella le contara de sus sueños de colegio: había estado en él hasta hacía poco, estudiando lecciones como una niña. Y Gurov pensó en su propia hija. Recordaba también su desconfianza, la timidez de su sonrisa y sus modales, su manera de hablar a un extraño. Debía ser ésta la primera vez en su vida que se encontraba sola, examinada con curiosidad e interés; la primera vez también que al dirigirse a ella creyó adivinar en las palabras de los demás secretas intenciones… Recordó su cuello esbelto y delicado, sus encantadores ojos grises. «Algo hay de triste en esta mujer», pensó, y se quedó dormido. DOS Una semana había pasado desde que hicieron amistad. Era un día de fiesta. Dentro de las casas hacía bochorno, mientras que en la calle el viento formaba remolinos de polvo y tiraba el sombrero a los transeúntes. Era un día de sed, y Gurov entró varias veces en el pabellón y ofreció a Ana Sergeyevna jarabe y agua o un helado. Nadie sabía qué hacer. Por la tarde, cuando el viento se calmó un poco, salieron a ver venir el vapor. Había muchas personas paseando por el puerto; se habían reunido para recibir a alguien y llevaban ramos de flores. Se notaban allí dos peculiaridades de la gente elegante de Yalta: las señoras mayores iban como muchachas y había muchos generales vestidos de uniforme. A causa de lo alborotado que estaba el mar, el vapor llegó muy tarde, después de la puesta del sol, y tardó mucho tiempo en atracar al muelle. Ana Sergeyevna miró a través de sus impertinentes al vapor y a los pasajeros como esperando encontrar algún conocido, y al volverse hacia Gurov sus ojos brillaban. Habló mucho y preguntaba cosas desacordes, olvidando al poco rato lo que había preguntado; al hacer un movimiento con la mano dejó caer los impertinentes al suelo. La gente empezaba a dispersarse; estaba demasiado oscuro para ver las caras de los que pasaban. El viento se había calmado por completo, pero Gurov y Ana Sergeyevna permanecían allí quietos como si esperasen ver salir a alguien más del vapor. Ella olía en silencio las flores sin mirar a Gurov. -El tiempo está mejor esta tarde -dijo él-. ¿Dónde vamos ahora? Ella no contestó. Entonces Gurov la miró intensamente, rodeó su cuerpo con el brazo y la besó en los labios, mientras respiraba la frescura y fragancia de las flores; luego miró a su alrededor ansiosamente, temiendo que alguien lo hubiese visto. -Vamos al hotel -dijo él dulcemente. Y ambos caminaron de prisa. La habitación estaba cerrada y perfumada con la esencia que ella había comprado en el almacén japonés. Gurov miró hacia Ana Sergeyevna y pensó: ¡Cuán distintas personas encuentra uno en este mundo! Del pasado, conservaba recuerdos de mujeres ligeras, de buen fondo algunas, que lo amaban alegremente agradeciéndole la felicidad que él podía darles, por muy breve que fuese; de mujeres, como la suya, que amaban con frases superfluas, afectadas, histéricas, con una expresión que hacía sospechar que no era amor ni pasión, sino algo más significativo; y de dos o tres más, hermosas, frías, en cuyos rostros sorprendió más de una vez destellos de rapacidad, el deseo obstinado de sacar de la vida aún más de lo que ésta podía darles. Eran mujeres irreflexivas, dominantes, faltas de inteligencia y de edad ya madura; cuando Gurov empezaba a mostrarse frío con ellas, esta misma hermosura excitaba su odio, figurándosele que los encajes con que adornaban su ropa eran para él escalas. Pero en el caso actual sólo había la timidez de la juventud inexperta, un sentimiento parecido al miedo; y todo esto daba a la escena un aspecto de consternación, como si alguien hubiera llamado de repente a la puerta. La actitud de Ana Sergeyevna -«la señora del perrito»- en todo lo sucedido tenía algo de peculiar, de muy grave, como si hubiera sido su caída; así parecía, y resultaba extraño, inapropiado. Su rostro languideció, y lentamente se le soltó el pelo; en esta actitud de abatimiento y meditación se asemejaba a un grabado antiguo: La mujer pecadora. -Hice mal -dijo-. Ahora usted será el primero en despreciarme. Sobre la mesa había una sandía. Gurov cortó una tajada y empezó a comérsela sin prisa. Durante cerca de media hora ambos guardaron silencio. Ana Sergeyevna estaba conmovedora; había en ella la pureza de la mujer sencilla y buena que ha visto poco de la vida. La luz de la bujía iluminando su rostro mostraba, sin embargo, que se sentía desgraciada. -¿Cómo es posible que yo llegara a despreciarla? -preguntó Gurov. No sabe usted lo que dice. -Dios me perdone -dijo ella; y sus ojos se llenaron de lágrimas-. Es horrible -añadió. -Parece que necesita usted ser perdonada. -¿Perdonada? No. Soy una mala mujer; me desprecio a mí misma y no pretendo justificarme. No es a mi marido, es a mí a quien he engañado. Y esto no es de ahora, hace mucho tiempo que me estoy engañando. Mi marido podrá ser bueno y honrado, pero ¡es un lacayo! No sé qué es lo que hace allí ni en lo que trabaja; pero sé que es un lacayo. Yo tenía veinte años cuando me casé con él. He vivido atormentada por un sentimiento de curiosidad; necesitaba algo mejor. Debe de haber otra clase de vida, me decía a mí misma. Sentía ansias de vivir. ¡Vivir! ¡Vivir!… La curiosidad me abrasaba… Usted no me comprende, pero le juro a Dios que llegó un momento en que no pude contenerme; algo fuera de lo corriente debió ocurrirme; le dije a mi marido que estaba mala y me vine aquí… Y aquí he estado vagando de un lado para otro como una loca…, y ahora me veo convertida en una mujer vulgar, despreciable, a quien todos mirarán mal. Gurov se sintió aburrido casi al escucharla. Le irritaba el tono ingenuo con que hablaba y aquellos remordimientos tan inoportunos; a no ser por las lágrimas hubiera creído que estaba representado una comedia. -No la entiendo a usted -dijo dulcemente-. ¿Qué es lo que quiere? Ella ocultó su rostro en el pecho de él estrechándolo tiernamente. -Créame, créame usted, se lo suplico. Amo la existencia pura y honrada, odio el pecado. Yo no sé lo que estoy haciendo. La gente suele decir: «El demonio me ha tentado». Yo también pudiera decir que el espíritu del mal me ha engañado. -¡Chis! ¡Chis!… -murmuró Gurov. Después la miró fijamente, la besó, hablándole con dulzura y cariño, y poco a poco se fue tranquilizando, volviendo a estar alegre, y acabaron por reírse los dos. Cuando salieron afuera no había un alma a orillas del mar. La ciudad, con sus cipreses, tenía un aspecto mortuorio, y las olas se deshacían ruidosamente al llegar a la orilla; cerca de ella se balanceaba una barca, dentro de la que parpadeaba soñolienta una linterna. Encontraron un coche y lo tomaron; fueron en dirección de Oreanda. -Al pasar por el vestíbulo he visto su apellido escrito en la lista: Von Diderits -dijo Gurov-. ¿Su marido de usted es alemán? -No; creo que su abuelo sí lo era, pero él es ruso ortodoxo. En Oreanda se sentaron silenciosos en un sitio no lejos de la iglesia y mirando hacia el mar. Yalta apenas era visible a través de la bruma matinal; blancas nubes permanecían quietas en lo alto de las montañas. No se movía una hoja; en los árboles cantaban las cigarras, y sólo llegaba a ellos desde abajo el cavernoso y monótono ruido de las olas hablando de paz, de ese sueño eterno que a todos nos espera. Del mismo modo debía oírse cuando ni Yalta ni Oreanda existían; así se oye ahora, y se oirá con la misma monotonía cuando ya no vivamos. Y en esta constancia, en esta completa indiferencia para la vida y la muerte de cada uno de nosotros, ahí se oculta tal vez la garantía de nuestra eterna salvación, del movimiento incesante de la vida sobre el mundo, del progreso hacia la perfección. Sentado al lado de una mujer joven que en la luz del amanecer parecía tan encantadora, acariciada e idealizada por los mágicos alrededores -el mar, las montañas, las nubes, el cielo azul-, Gurov pensó lo hermoso que es todo en el mundo cuando se refleja en nuestro espíritu: todo, menos lo que pensamos o hacemos cuando olvidamos nuestra dignidad y los altos designios de nuestra existencia. Un hombre pasó cerca de ellos -un guarda, probablemente-, los miró, y siguió adelante. Y este detalle les parecía misterioso y lleno de encanto también. Luego vieron un vapor que venía de Teodosia, cuyas luces brillaban confundidas con las del amanecer. -Hay gotas de rocío sobre la hierba -dijo Ana Sergeyevna después de un silencio. -Sí. Es hora de volver a casa. Y se volvieron a la ciudad. Desde entonces volvieron a verse todos los días a las doce; comían juntos, se paseaban, contemplaban el mar. Ella se quejaba de dormir mal, sentía palpitaciones en el corazón; le hacía las mismas preguntas, interrumpidas a veces por celos, otras por el miedo de que Gurov no la respetara bastante. Y a menudo, en los jardines, a orillas del agua, cuando se encontraban solos, él la besaba apasionadamente. Aquella vida reposada, aquellos besos en pleno día mientras miraba alrededor por temor de ser visto, el calor, el olor del mar y el continuo ir y venir de gente desocupada, perfumada, bien vestida, hicieron de Gurov otro hombre. Encontraba a Ana Sergeyevna hermosa, fascinadora, y así se lo repetía a ella. Se volvió impaciente y apasionado hasta el punto de no querer separarse de su lado, y ella, mientras tanto, seguía pensativa y continuamente le decía que no la respetaba bastante, que no la amaba lo más mínimo, y que seguramente pensaría de ella como de una mujer cualquiera. Todos los días a la caída de la tarde se iban en coche fuera de Yalta, a Oreanda o a la cascada, y estos paseos eran siempre un triunfo para ellos; la escena les impresionaba invariablemente como algo magnífico y hermosísimo. Esperaban al marido, que debía venir pronto; pero un día llegó una carta en la que anunciaba que se encontraba mal y suplicaba a su esposa que volviera cuanto antes. Ana Sergeyevna se preparó, pues, a marcharse. -Es una buena cosa el que yo me vaya -le dijo a Gurov-. «¡Es el dedo del destino!» El día de la marcha, Gurov la acompañó en el coche. Cuando llegaron al tren y sonó la segunda campanada, Ana Sergeyevna le dijo: -¡Déjame mirarte una vez más… otra vez! Así, ya está. No lloraba, pero en su rostro se reflejaba tal tristeza que parecía enferma, los labios le temblaban. -Me acordaré de ti siempre…, pensaré siempre en ti -dijo-. Que Dios te proteja; sé feliz. No pienses nunca mal de mí. Nos separamos para no volvernos a ver más; así debe ser, porque nunca debimos habernos encontrado. Que Dios sea contigo, adiós. El tren partió rápido, sus luces desaparecieron pronto de la vista, y un minuto más tarde no se oía ni el ruido, como si todo hubiera conspirado para hacer terminar lo antes posible aquel dulce delirio, aquella locura. Solo, en el andén, mirando hacia donde el tren desapareció, Gurov escuchó el chirrido de las cigarras, el zumbido de los hilos del telégrafo, y le pareció que acababa de despertarse. Y meditó sobre este episodio de su vida que también tocaba a su fin, y del que sólo el recuerdo quedaba… Se sintió conmovido, triste y con remordimientos. Aquella mujer, que nunca más volvería a encontrar, no fue feliz con él, porque aunque la trató con afecto y cariño, hubo siempre en sus maneras, en sus caricias, una ligera sombra de ironía, la grosera condescendencia de un hombre feliz que, además, le doblaba la edad. Ana Sergeyevna lo llamó siempre bueno, distinto de los demás, sublime a veces…; constantemente se había mostrado a ella como no era en realidad, sin intención la había engañado. Un vago perfume de otoño se dejaba ya sentir en la atmósfera, hacía una tarde fría y triste. -Es hora de que me marche al Norte -pensó Gurov al dejar el andén-. ¡Sí, ya es hora! TRES En su casa de Moscú lo encontró todo en plan de invierno; las estufas estaban encendidas, y por las mañanas aún era oscuro cuando sus hijos tomaban el desayuno para irse al colegio, tanto que la niñera tenía que encender la luz un rato. Habían empezado las heladas. Cuando cae la primera nieve y aparecen los primeros trineos es agradable ver la tierra blanca, los blancos tejados, exhalar el tibio aliento, y la estación trae a la memoria los años juveniles. Las viejas limas y abedules, cubiertos de escarcha, tienen una expresión simpática y están más cerca de nuestro corazón que los cipreses y las palmas. Junto a ellos se olvidan el mar y las montañas. Gurov había nacido en Moscú; llegó a él en un bello día de nieve, y al ponerse su abrigo de pieles y sus guantes, al pasearse por Petrovka, al oír el domingo por la tarde el sonido de las campanas, olvidó el encanto de su reciente aventura y del sitio que dejara. Poco a poco se absorbió en la vida de Moscú; leía con avidez los periódicos ¡y declaraba que los leía sin fundamento! En seguida sintió un deseo irresistible de ir a los restaurantes, a los clubes, a las comidas, aniversarios y fiestas; se sintió orgulloso de hablar y discutir con célebres abogados, con artistas, de jugar a las cartas con algún profesor en el club de doctores. Ya podía hasta comer un plato de pescado salado o una col… Al cabo de un mes, le pareció que la imagen de Ana Sergeyevna había de cubrirse de una bruma en su memoria y visitarlo en sueños de cuando en cuando, con una sonrisa, como hacían otras. Pero pasó más de un mes, llegó el verdadero invierno, y recordaba todo aquello tan claramente como si se hubiera separado de Ana Sergeyevna el día antes. Estos recuerdos, lejos de morir, se avivaron con el tiempo. En la tranquilidad de la tarde, al oír las palabras de los niños estudiando en alta voz, el sonido del piano en un restaurante, o el ruido de tormenta que llegaba por la chimenea, volvía de repente todo a su memoria: lo ocurrido en el muelle la mañana de niebla junto a las montañas, el vapor que volvía de Teodosia y los besos. Gurov se levantaba entonces y paseaba por su habitación recordando y sonriendo; luego, sus recuerdos se convertían en ilusiones, y en su fantasía el pasado se mezclaba con el porvenir. Ana Sergeyevna no lo visitaba ya en sueños, lo seguía por todas partes como una sombra, como un fantasma. Al cerrar los ojos la veía como si estuviese viva delante de él, y Gurov la encontraba más encantadora, más joven, más tierna de lo que en realidad era, imaginándosela aún más hermosa de lo que estaba en Yalta. Por la tarde, Ana Sergeyevna lo miraba desde el estante de los libros, desde el hogar de la chimenea; desde cualquier rincón oía su respiración y el roce acariciador de sus faldas. En la calle miraba a todas las mujeres buscando alguna que se pareciese a ella. Un deseo intenso de comunicar a alguien sus ideas lo atormentaba. Pero en su casa era imposible hablar de su amor, y fuera de ella tampoco tenía a nadie; ni a sus compañeros de oficina ni a ninguno en el banco podía contárselo. ¿De qué iba a hablar entonces? Pero ¿es que había estado enamorado? ¿Hubo algo de poético, de edificante, simplemente de interés en sus relaciones con Ana Sergeyevna? Y todo se le volvía hablar vagamente de amor, de mujer, y nadie sospechaba nada; sólo su esposa fruncía el entrecejo y decía: -No te va el papel de conquistador, Dimitri. Una tarde, al volver del club de doctores con un oficial, con el que había estado jugando a las cartas, no se pudo contener y le dijo: -¡Si supieras la mujer tan fascinadora que conocí en Yalta! El oficial entró en su trineo, y se iba ya, pero se volvió de pronto exclamando: -¡Dmitri Dmitrich! -¿Qué? -¡Tenías razón esta tarde: el esturión era demasiado fuerte! Aquellas palabras tan corrientes llenaron a Gurov de indignación, encontrándolas degradantes y groseras. ¡Qué modo tan salvaje de hablar! ¡Qué noches más estúpidas, qué días más faltos de interés! El afán de las cartas, la glotonería, la bebida, el continuo charlar siempre sobre lo mismo. Todas estas cosas absorben la mayor parte del tiempo de muchas personas, la mejor parte de sus fuerzas, y al final de todo eso, ¿qué queda?: una vida servil, acortada, trivial e indigna, de la que no hay medio de salir, como si se estuviera encerrado en un manicomio o una prisión. Gurov no durmió en toda la noche, tan lleno de indignación estaba. Al día siguiente se levantó con dolor de cabeza. Y a la otra noche volvió a dormir mal; se sentó en la cama, pensando; luego se levantó y empezó a pasearse por la habitación. Estaba harto de sus hijos, del banco, y sin ganas de ir a ningún sitio ni de ver a nadie. En las vacaciones de diciembre se preparó para un viaje; le dijo a su mujer que iba a San Petersburgo a un asunto de un amigo y se marchó a S. ¿Para qué? Ni él mismo lo sabía. Sentía necesidad de ver a Ana Sergeyevna y de hablarle; a ser posible, arreglar una entrevista con ella. Llegó a S. por la mañana y tomó el mejor cuarto del hotel; un cuarto con una alfombra gris en el suelo, y un tintero gris de polvo sobre la mesa, adornado con una figura a caballo que tenía el sombrero en la mano. El portero del hotel le informó necesariamente: Von Diderits vivía en una casa de su propiedad en la calle antigua de Gontcharny; no estaba lejos del hotel. Era rico y vivía a lo grande, tenía caballos propios; todo el mundo lo conocía en la ciudad. El portero pronunciaba «Dridirits». Gurov se encaminó sin prisa a la calle de Gontcharny y encontró la casa. Enfrente de ella se extendía una larga valla gris adornada con clavos. -Dan ganas de echar a correr al ver este demonio de valla -pensó Gurov, mirando desde allí a las ventanas de la casa y viceversa. Luego recapacitó: era día de fiesta y probablemente el marido estaría en casa. De todos modos era una falta de tacto entrar en la casa y sorprenderla. Si le mandaba una carta, podía caer en manos del esposo y todo se echaría a perder. Lo mejor de todo era esperar una ocasión, y empezó a pasearse arriba y abajo por la calle esperando esa ocasión. Vio a un mendigo que se acercaba a la verja y a unos perros que salieron a ladrarle; una hora más tarde oyó débil e indistinto el sonido de un piano. Ana Sergeyevna debía tocar probablemente. De repente, se abrió la puerta, y una mujer vieja, acompañada del blanco y familiar pomeranio, salió de la casa. Gurov estuvo a punto de llamar al perro, pero empezó a latirle violentamente el corazón, y en su excitación no pudo recordar el nombre. Siguió paseándose y midiendo la empalizada gris una y otra vez, y entonces le dio por pensar que Ana Sergeyevna lo había olvidado y se estaba a aquellas horas divirtiendo con otro, lo cual, al fin y al cabo, era natural en una mujer joven, que no tenía otra cosa que mirar desde por la mañana hasta la noche más que aquella condenada valla. Se volvió a su cuarto del hotel y estuvo largo rato sentado en el sofá sin saber qué hacer; luego comió y durmió bastante tiempo. -¡Qué estúpido! -exclamó al despertarse y mirar por la ventana-. Sin venir a qué, me he quedado dormido y ahora ya es de noche; ¿qué hago? Se sentó en la cama, que estaba cubierta por una colcha gris como las de los hospitales, y empezó a burlarse de sí mismo; sentía un fastidio terrible. -¡Al diablo la señora del perro y la dichosa aventura! En buen lío te has metido, Gurov… Aquella mañana le había llamado la atención un cartel con letras muy grandes. La Geisha iba a ser representada por primera vez. Al recordar esto, se vistió y se marchó al teatro. -Es posible que ella vaya a la primera representación -pensó. El teatro estaba lleno. Como en todos los de provincia, había una atmósfera muy pesada, una especie de niebla que flotaba sobre las luces; por las galerías se oía el rumor de la gente; en la primera fila, los pollos elegantes de la localidad estaban de pie mirando a la gente, antes de levantarse el telón. En el palco del gobernador, su hija, adornada con una boa, ocupaba el primer sitio, mientras que él, oculto modestamente detrás de la cortina, sólo dejaba visible las manos. La orquesta empezó a afinar los instrumentos; el telón se levantó. Seguía entrando gente que iba a ocupar sus sitios, y Gurov los miraba uno a uno con ansia. Ana Sergeyevna llegó también. Se sentó en la tercera fila y Gurov sintió que su corazón se contraía al mirarla; comprendió entonces claramente que para él no había en todo el mundo ninguna criatura tan querida como aquélla; aquella mujercita sin atractivos de ninguna clase, perdida en la sociedad de provincia, con sus vulgares impertinentes, llenaba toda su vida; era su pena y su alegría, la única felicidad que ambicionaba, y al oír la música de la orquesta y el sonido de los pobres violines provincianos, pensó cuán encantadora era. Pensó, y soñó… Un hombre joven, con patillas, alto y encorvado, llegó con Ana Sergeyevna y se sentó a su lado; inclinaba la cabeza a cada paso y parecía estar continuamente haciendo reverencias. Debía ser sin duda el esposo, que una vez en Yalta, en una exclamación de amargura llamó ella lacayo; sonreía almibaradamente y en el ojal de la chaqueta llevaba una insignia o distinción que recordaba el número de un criado. En el primer descanso el marido se salió fuera a fumar y Ana Sergeyevna se quedó sola en su butaca. Gurov se acercó a ella y con voz temblorosa y una sonrisa forzada le dijo: -Buenas noches. Al volver la cabeza y encontrarse con él, Ana Sergeyevna se puso intensamente pálida, lo miró otra vez, horrorizada casi, y estrujó el abanico y los impertinentes entre las manos como luchando para no desmayarse. Los dos guardaban silencio. Ella seguía sentada, él de pie, asustado por la confusión que su presencia le produjo, y no atreviéndose a sentarse a su lado. Los violines y la flauta empezaron a sonar, y de repente Gurov sintió como si de todos los palcos los estuvieran mirando. Ana Sergeyevna se levantó, marchando rápida hacia la puerta; siguió él, y ambos empezaron a andar sin saber adónde iban, a través de pasillos, bajando y subiendo escaleras, viendo desfilar ante sus ojos uniformes escolares, civiles, militares, todos con insignias. Al pasar, veían señoras, abrigos de piel colgados en las perchas, y el aire les traía olor a tabaco viejo. Y Gurov, cuyo corazón latía con violencia, pensó: «¡Cielos! ¿Para qué habrá aquí esta gente y esa orquesta?» Y recordó en aquel instante cuando, después de marcharse Ana Sergeyevna de Yalta, creyó él que todo había terminado y que no volverían a encontrarse más. Pero ¡cuán lejos estaban del final! Al pie de una escalera estrecha y sombría, sobre la que se leía: «Paso al anfiteatro», se pararon. -¡Cómo me has asustado! -exclamó ella sin respiración casi, todavía pálida y como agobiada-. ¡Oh, cómo me has asustado! Estoy medio muerta. ¿Por qué has venido? ¿Por qué?… -Pero escúchame, Ana, escúchame… -repetía Gurov rápidamente y en voz baja-. Te suplico que me escuches… Ella lo miraba con temor mezclado de amor y de súplica; lo miraba intensamente como si quisiera grabar sus facciones más profundamente en su memoria. -¡Soy tan desgraciada! -siguió diciendo sin escucharle-. No he hecho más que pensar en ti todo el tiempo; no vivo más que para eso. Y, sin embargo, necesitaba olvidar, olvidar; pero ¿por qué?, ¡ah!, ¿por qué has venido?… En el piso de arriba dos colegiales fumaban mirando hacia abajo, pero a Gurov no le importaba nada; atrayendo hacia sí a Ana Sergeyevna empezó a besarle la cara, las mejillas y las manos. -¡Qué estás haciendo, qué estás haciendo! -gritaba ella con horror apartándolo de sí-. Estamos locos. Vete; vete ahora mismo… Te lo pido por lo que más quieras… Te lo suplico… ¡Que viene gente! Alguien subía por las escaleras. -Es preciso que te vayas -siguió diciendo Ana Sergeyevna, y su voz parecía un susurro-. ¿Oyes, Dmitri Dmitrich? Iré a verte a Moscú. Nunca he sido feliz; ahora lo soy menos todavía, ¡y nunca, nunca seré dichosa!… No me hagas sufrir más. Te juro que iré a Moscú. Pero ahora separémonos, mi amado Gurov, no hay más remedio. Estrechó su mano y empezó a bajar las escaleras muy de prisa volviendo atrás la cabeza; y en sus ojos pudo ver él que realmente era desgraciada. Gurov esperó un poco más, escuchó hasta que dejó de oírse el rumor de sus pasos, y entonces fue a buscar su abrigo v se marchó del teatro. CUATRO Y Ana Sergeyevna empezó a ir a verlo a Moscú. Cada dos o tres meses abandonaba S. diciendo a su esposo que iba a consultar a un doctor acerca de un mal interno que sentía. Y el marido le creía y no le creía. En Moscú paraba en el hotel del Bazar Eslavo, y desde allí enviaba a Gurov un mensajero con una gorra encarnada. Gurov la visitaba y nadie en Moscú lo sabía. Una mañana de invierno se dirigía hacia el hotel a verla (el mensajero llegó la noche anterior). Iba con él su hija, a quien acompañaba al colegio. La nieve caía en grandes copos blancos. -Hay tres grados sobre cero y, sin embargo, nieva -dijo Gurov a su hija-. Sólo hay deshielo en la superficie de la tierra; a mucha más altura de la atmósfera la temperatura es distinta completamente. -¿Y por qué no hay tormentas en invierno, papá? Y le explicó esto también. Hablaba pensando que iba a verla a «ella», que nadie lo sabía y probablemente no se enterarían nunca. Tenía dos vidas: una franca, abierta, vista y conocida de todo el que quisiera, llena de franqueza relativa y relativa falsedad, una vida igual a la que llevaban sus amigos y conocidos; y otra que se deslizaba en secreto. Y a través de circunstancias extrañas, quizá accidentales, resultaba que cuanto había en él de verdadero valor, de sinceridad, todo lo que formaba el fondo de su corazón estaba oculto a los ojos de los demás; en cambio, cuanto había en él de falso, el estuche en que solía esconderse para ocultar la verdad -como, por ejemplo, su trabajo en el banco, sus discusiones en el club, aquello de la «raza inferior», su asistencia acompañado de su mujer a aniversarios y fiestas-, todo eso lo hacía delante de todo el mundo. Desde entonces juzgó a los otros por sí mismo, no creyendo en lo que veía y pensando siempre que cada hombre vive su verdadera vida en secreto, bajo el manto de la noche. La personalidad queda siempre ignorada, oculta, y tal vez por esta razón el hombre civilizado tiene siempre interés en que sea respetada. Después de dejar a su hija en el colegio, Gurov se dirigió al Bazar Eslavo. Se quitó abajo el abrigo de pieles, subió las escaleras y llamó a la puerta. Ana Sergeyevna, vestida con su traje gris favorito, exhausta por el viaje y la espera, lo aguardaba desde la noche anterior. Estaba pálida; lo miró sin sonreír, y apenas había entrado se arrojó en sus brazos. Fue su beso lento, prolongado, como si hiciera años que no se veían. -Y bien, ¿qué tal lo vas pasando allí? -preguntó Gurov-. ¿Qué noticias traes? -Espera; ahora te contaré…, no puedo hablar. Y no podía; estaba llorando. Se volvió de espaldas a él llevándose el pañuelo a los ojos. «La dejaremos llorar. Me sentaré y esperaré», pensó Dmitri; y se sentó en una butaca. Mientras tanto, llamó al timbre y pidió que le trajeran té. Ana Sergeyevna seguía de espaldas a él mirando por la ventana. Lloraba de emoción, al darse cuenta de lo triste y dura que era la vida para ambos; sólo podían verse en secreto, ocultándose de todo el mundo, como ladrones. Sus vidas estaban destrozadas. -¡Ven, cállate! -dijo Gurov. Para él era evidente que aquel amor tardaría mucho en acabarse; que no podía encontrarle fin. Ana Sergeyevna cada vez lo quería más. Lo adoraba y no había que pensar en decirle que aquello se acabaría alguna vez; por otra parte, no lo hubiera creído. Se levantó a consolarla con alguna palabra de cariño, apoyó las manos en sus hombros y en aquel momento se vio en el espejo. Empezaba a blanquearle la cabeza. Y le pareció raro haber envejecido tan rápida y tontamente durante los últimos años. Aquellos hombros sobre los que reposaban sus manos eran jóvenes, llenos de vida y calor, temblaban. Sintió compasión por aquella vida todavía tan joven, tan encantadora, pero probablemente no lejos de marchitarse como la suya. ¿Por qué lo amaba ella tanto? Siempre había parecido a las mujeres distinto de como era en realidad; amaban, no a él mismo, sino al hombre que se habían forjado en su imaginación, a aquel a quien con ansia buscaran toda la vida; y después, al notar su engaño, lo seguían amando lo mismo. Sin embargo, ninguna fue feliz con él. El tiempo pasó, hizo amistad con ellas, vivió con algunas, se separó luego, pero nunca había amado; sería lo que quisiera, pero no era amor. Y he aquí que ahora, cuando su cabeza empezaba a blanquear, se había realmente enamorado por primera vez en su vida. Ana Sergeyevna y él se amaban como algo muy próximo y querido, como marido y mujer, como tiernos amigos; habían nacido el uno para el otro y no comprendían por qué ella tenía un esposo y él una esposa. Eran como dos aves de paso obligadas a vivir en jaulas diferentes. Olvidaron el uno y el otro cuanto tenían por qué avergonzarse en el pasado, olvidaron el presente, y sintieron que aquel amor los había cambiado. Otras veces, en momentos de depresión moral, Gurov se había reconfortado a sí mismo con razonamientos de alguna clase; pero ahora no le preocupaban estas cosas; sentía profunda compasión, necesidad de ser sincero y tierno… -No llores, querida -le dijo-. Ya has llorado bastante, vamos… Ven y hablaremos un poco, arreglaremos algún plan. Entonces discutieron sobre la necesidad de evitar tanto secreto, el tener que vivir en ciudades diferentes y verse tan de tarde en tarde. ¿Cómo librarse de aquel intolerable cautiverio?… -¿Cómo? ¿Cómo? -se preguntaba Gurov con la cabeza entre las manos-. ¿Cómo?… Y parecía como si dentro de pocos momentos todo fuera a solucionarse y una nueva y espléndida vida empezara para ellos; y ambos veían claramente que aún les quedaba un camino largo, largo que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar. FIN Tomado de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/chejov/la_s eñora_del_perrito.htm b. Desarrolla la siguiente actividad: Toma cada uno de los siguientes personajes y categorízalo detalladamente. Construye un bestiario-humano con base en estos personajes del relato de Chéjov. 5. Lee la afirmación y responde las siguientes preguntas. “Como hemos visto, la visión que tenía el Simbolismo sobre los poetas conlleva la visión del esplín, el hastío y la decepción.” ¿Actualmente, persiste esa visión sobre los poetas? Justifique su respuesta con argumentos. ¿Conoce algún poeta o ha leído poesía que se este escribiendo actualmente? Justifique su respuesta con argumentos. Teniendo en cuenta el esplín, ¿estás de acuerdo con la visión desesperada de la vida? Tomado de: Lenguaje para pensar 11. Grupo Editorial Norma. LITERATURA CONTEMPORÁNEA CONTEXTO HISTÓRICO El siglo XX fue un siglo de contrastes: durante la primera mitad, se desataron dos de las más cruentas en la historia de la humanidad y en la segunda mitad, se produjo una división que mantuvo al mundo a la expectativa de una posible guerra nuclear. En medio de este convulsionado siglo, muchos artistas realizaron sus propuestas novedosas e hicieron de este momento histórico uno de los más prolíficos en el arte. En el periodo, llamado de “entreguerras”, se fundan y se consolidan movimientos que surgen como propuestas nacionalistas, reaccionarias y de clase media, los cuales se convertirán posteriormente en gobiernos totalitaristas como el nazismo, el fascismo y el falangismo. En Estados Unidos, el modelo capitalista se viene a pique tras la crisis de la bolsa de valores en 1929. Esta caída afecta también a países europeos y produce durante cinco años la “gran depresión” que tendrá como consecuencia el desempleo y la falta de comida. La Segunda Guerra Mundial tuvo una serie de consecuencias que determinarían la segunda mitad de siglo XX: las técnicas utilizadas por los nazis para la eliminación del pueblo judío marcarían nuevos límites de crueldad y horror no conocidos antes por la humanidad. Una de las principales consecuencias sería la división mundial en dos bandos contrarios que lucharían por la supremacía económica y social: el capitalismo y el comunismo. Las dos grandes potencias mundiales: la Unión Soviética, del lado del comunismo, y Estados Unidos, del capitalismo, tendrían una carrera armamentista. Esta lucha entre las dos potencias duraría hasta finales del siglo XX, momento en que, con la perestroika, Rusia decide restaurar su economía y Estados Unidos aparece como la única gran potencia mundial. Una vez solo en el poder, Estados Unidos inicia una serie de invasiones a países como Afganistán, Kuwait o Irak para explotar el petróleo extranjero e instaurar sus ideas económicas y políticas.El resultado de este proceso tendrá como respuesta el ataque a las Torres Gemelas en 2001 y la instauración de una política de terrorismo internacional. EL VANGUARDISMO Sostenían que la creación poética no debía ser personal, sino grupal y anónima (muchos de ellos decidieron no firmar sus obras o utilizar varios seudónimos); la escritura debía ser divertida, espontánea y sincera. Los vanguardistas encontraron en la espontaneidad y en lo ilógico la respuesta a una escritura que buscaba romper los moldes. La “escritura automática” fue un ejercicio creado por los vanguardistas, específicamente, los dadaístas, quienes buscaban crear textos improvisados que se hacían en una sola escritura y que no se corregían ni se modificaban: la primera escritura era la última. LAS VANGUARDIAS A finales del siglo XIX, los simbolistas proponían una renovación en la idea de la poesía, y siguiendo sus pasos, en las primeras dos décadas del siglo XX, surge un grupo de artistas que se interesan no solo por transformar la forma de la narrativa, la poesía y el teatro, sino que se aventuraban por hablar de espacios y temáticas que nunca se habían tenido en cuenta en el arte. Las vanguardias serían una serie de distintos movimientos, cada uno con propuestas diversas y complejas, que se unen por la idea de ser revolucionarios e innovadores. Su búsqueda final se relacionaba no con la idea de cambiar el arte, sino de reinventarlo desde las concepciones filosóficas y sociológicas propias de inicios del siglo XX. Sus obras buscan criticar una cultura burguesa que por su afán imperialista logran llevar al mundo a la crisis de una guerra. Es periodo de conflictos y cambios, los vanguardistas establecen un nuevo arte en el cual recuperan la idea del individuo creador, pero ya no como alguien especial, sino como un ser alienado, fragmentado y solo. Varios eventos promovieron la aparición de los grupos: el primero se relaciona con la aparición de ciencias, como el psicoanálisis, que abre las puertas a un lugar inexplorado del ser humano: el inconsciente. Otro se relaciona con el fuerte movimiento socialista como espacio de crítica a la burguesía, daba sustento teórico a un movimiento que buscaba salir de la cadena mercantil burguesa en la que se había incluido al arte. La búsqueda del vanguardista pretende complacer y representar a un público amplio y, por lo tanto, retomar elementos de culturas populares o lejanas que nunca antes se habían tenido en cuenta. DADAÍSMO Los dadaístas proponen las palabras como herramientas que se pueden transformar, mover y hasta volver incomprensibles sin que por ello el arte literario se desdibuje. Dadas estas circunstancias, los dadaístas hacen sus poemas con colajes de periódicos y revistas en los cuales superponen frases y palabras al azar para formar nuevos significados posibles, muchos de ellos sin finalidad lógica. TRISTAN TZARA Uno de los fundadores del movimiento dadaísta, se caracterizó por hacer una serie de representaciones teatrales cuyo fin era escandalizar a la sociedad burguesa. Además, fue el creador del manifiesto dadaísta, “Siete manifiestos dadá”, y de una serie múltiple de ejercicios para hacer poesía. Entre sus obras más destacadas están “El hombre aproximativo” y “La primera aventura celestial del señor Antipirina” SURREALISMO El surrealismo se conecta con las ideas del psicoanálisis freudiano, las cuales plantean que muchas de las acciones del ser humano no están dirigidas por la razón lógica, sino por un sistema mental mucho más complejo en el cual está inmerso el inconsciente. Esas acciones están presentes en toda nuestra vida y responden más a estímulos que no podemos ver fácilmente que a pensamientos lógicos. El surrealismo se conecta con las ideas de la Patafísica que ridiculiza la ciencia al utilizar técnicas positivistas para llegar a resultados absurdos, se interesa por la ciencia de los sueños como espacio en el cual es posible entender los pensamientos y las emociones reales de los individuos: el lugar donde es posible analizar las emociones reprimidas por la lógica. En el caso de la literatura, promueven la escritura automática y la relación inmediata de palabras, junto a la utilización constante de imágenes que nacen del oscuro mundo interior de la mente. MIENTRAS TANTO, ¿QUÉ HACÍAN LOS NOVELISTAS? Cuando la vanguardia estaba en auge y ponía en alto la posibilidad de transformar la poesía, hubo un resurgimiento y renovación en la estética novelística. La novela se centra en la idea de alejarse del objetivismo y la racionalidad de la novela realista e intentar nuevas formas de narración en las que se notaran más la subjetividad y las emociones internas de los personajes que las cosas que ocurrían en el mundo. Los novelistas encontraron en obras como las de Dostoievski las herramientas para llevar a cabo su trabajo, dado que en ellas era posible ver una interiorización y una preocupación constante por la psicología de los personajes. FRANZ KAFKA Su corta obra contiene una gran simbología y representa los pensamientos y preocupaciones que inquietan al ser humano durante todo el siglo XX. El ser humano, en Kafka, se convierte en un número que pierde su individualidad al fragmentarse su posibilidad de pensar y perderse en las complejas relaciones de la sociedad. En sus obras es posible encontrar una coherencia temporal, más no una coherencia racional y esto hace que la estructura kafkiana no sea argumentativo, es decir, sobre los hechos que narran, sino asociativa, es decir, sobre las asociaciones libres y los pensamientos. El héroe kafkiano vive en estado constante de angustia por su imposibilidad de relación consigo mismo, con los otros y con las instituciones que crean y ejecutan las leyes. Algunas de sus obras más representativas son: “El castillo”, “El proceso”, “América”, “La colonia penitenciaria” y “La metamorfosis”. VIRGINIA WOOLF Escritora inglesa que revolucionó la escritura de su época por innovar en una forma narrativa que posteriormente recibirá el nombre de “corriente de la conciencia”, por medio de la cual se busca imitar en la narrativa novelesca la forma en que fluye la conciencia: con saltos temporales, conexiones aleatorias, ampliación o reducción de instantes descriptivos, con preguntas sin respuesta o ideas que empiezan, pero no concluyen. La incorporación de un tono lírico hace que sus escritos estén cargados de ritmo poético, a pesar de ser novelas en prosa. Una de sus novelas más famosas, “La señora Dalloway”, cuenta un día en la vida de Clarissa Dalloway. A pesar de narrar solamente un día, es posible profundizar en las emociones y las reflexiones: conocemos la conciencia del personaje. MARCEL PROUST Una de las obras monumentales de la literatura mundial es “En busca del tiempo perdido”, libro de siete tomos en los cuales Proust maneja de manera magistral la introspección y los cambios de tiempo y espacio. La narración de Proust está construida con frases largas que cambian constantemente de sujeto, subordinadas, y en las cuales se imita la forma poco estructurada como se configura el recuerdo. La narración está armada desde una estructura que inicia en un presente, momento de escritura inicial, y viaja hacia un pasado desde el cual también se recuerda. Este procedimiento hace que los tiempos y las perspectivas narrativas se estén modificando constantemente. JAMES JOYCE Es un escritor enigmático y erudito, realiza una obra ambiciosa y profunda: “Ulises”, que consta de dieciocho capítulos, y en cada uno de ellos utiliza una técnica narrativa distinta y crea nuevos paralelismos con la obra griega clásica. El libro narra un día en la vida de Leopoldo Bloom y Stephen Dedalus quienes caminan por las calles de Dublín y se pierden en los cementerios, las tabernas y los museos de la ciudad. Joyce plantea a sus dos personajes perdidos y confundidos en medio de la ciudad, la cual está llena de monstruos y aventuras. El gran aporte de Joyce en esta fabulosa obra es plantear un paralelo entre el antiguo héroe griego, fuerte y valiente, y el héroe moderno, común y grotesco. EL EXISTENCIALISMO Y EL MOVIMIENTO BEAT Literariamente, el Existencialismo se vería reflejado, en la obra de Albert Camus, autor de dos de las novelas que más profundizan en los problemas contemporáneos: “El extranjero” y “La Peste”. La crisis que refleja Camus muestra lo absurdo de una acción, vivir, que no tiene finalidad específica. En “El extranjero”, cuenta la historia de un personaje que no logra crear una conexión con el mundo en el cual vive, dado que no encuentra una razón lógica para encauzar su vida. En Estados Unidos, también se viviría la misma decepción frente al mundo y a la existencia humana en la década de los sesenta, pero esa decepción se expresaría desde la queja de una juventud que, cansada de una opresión estatal y de un sistema de consumo que los tiene atados, decide rebelarse desde el arte. Es así como los escritores del momento defienden una búsqueda de nuevas formas de entender el mundo, en contra de los tradicionales valores estadounidenses. EL GRUPO BEAT Los mayores exponentes de esta escritura son Jack Kerouac, con su obra “En el camino”, y William Burroughs, con “El almuerzo desnudo”, quienes en sus obras promueven la liberación mental y el desarraigo por medio de las filosofías orientales, las sustancias psicoactivas y el viaje. La propuesta que establecen es la huida de un mundo mecanizado y mercantil, ofrecido como el fin de la existencia, con la entrada en un autoconocimiento y el regreso a la experiencia vital, a la naturaleza. La influencia del movimiento Beat tendría fuertes repercusiones en la sociedad norteamericana. Sus escritos cultivan las ideas que revolucionarían culturalmente la década de los sesenta y que iniciarían los movimientos por la liberación de la mujer y la reivindicación de los derechos de las negritudes. Además, servirían como sustento para el nacimiento del movimiento contracultural “hippie”. LA NOVELA ROMPE FRONTERAS En la década de los setenta, un grupo de escritores franceses propone un trabajo que conformará la “Nueva novela”, movimiento que busca el objetivismo total y el rompimiento con las técnicas tradicionales de la literatura al convertir los objetos y los lugares en el centro de sus novelas, por encima de los personajes. Autores como Allain Robbe Grillet y Natalie Sarraute establecen así una nueva forma de narración más cercana a los métodos cinematográficos con la descripción sin acción y con neutralidad psicológica. Cabe destacar a Alexander Solzhenitsin, que con su libro “Archipiélago Gulag” narro las injusticias y las penurias sufridas en un campo de concentración ruso bajo el mando de Stalin. El siglo XXI se presenta como un momento que augura nuevas e interesantes propuestas literarias. Basados en las nuevas relaciones entre el ser humano y la tecnología computacional, la crisis ecológica, la influencia de los medios de comunicación y la dependencia hacia las máquinas, los escritores se han volcado hacia géneros como la ciencia ficción o las anticipaciones ecológicas. La influencia de Internet está transformando inevitablemente la novela en particular y la literatura en general. ACTIVIDADES ANALIZA 1 Con el vídeo de “acontecimientos más importantes de la edad contemporánea” , elabora una linea del tiempo. (Vídeo en el tema contexto histórico). 2 Con el vídeo de “las vanguardias”, elabore un cuadro sinóptico. (Vídeo en el tema el vanguardismo). 3. Lee la “Carta al padre”, de Kafka, y realiza lo siguiente: -Busca en ella los elementos que caracterizan el pensamiento y la escritura de inicios del siglo XX. -Clasifica las características narrativas en un cuadro, teniendo en cuenta la espacialidad, el tiempo, las formas narrativas y el narrador. INFIERE 4 Escribe una carta a tu padre o a tu madre en la que expreses los sentimientos que tienes hacia él o hacia ella: agradecimiento, furia, alegría o amor. NOTA: -El trabajo desarrollado debe enviarlo cada estudiante desde su correo, no acepto otro diferente. -El trabajo debe ser entregado a más tardar el día martes 06 de Octubre de 2015. Tomado de: BASTIDAS PÉREZ, Rodrigo. Lenguaje para pensar 11. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2011.