Subido por Rosmary Rivera Melo

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GRADO ONCE
EL ROMANTICISMO Y EL REALISMO.
ROMANTICISMO, SIGLO XIX.
LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES (1776-1848).
A partir del último cuarto del siglo XVIII entró en crisis la
monarquía absoluta, sistema político y social que imperaba
entonces en Europa. Este hecho se manifestó en dos
trascendentales acontecimientos: la revolución política y la
revolución industrial.
La revolución política se inició con la Independencia de
Estados Unidos en 1776. Luego, en 1789 se desencadenó una de las
más radicales y sangrientas revoluciones: la Revolución Francesa,
a la que seguirán una serie de rebeliones en distintas partes de
Europa contra el poder absoluto del rey y a favor de las libertades
del hombre y del ciudadano.
La revolución industrial se inició en Inglaterra a fines del
siglo XVIII y produjo a lo largo del siglo XIX profundas
transformaciones en el orden económico y social de toda Europa.
La utilización de nuevas técnicas y nuevas fuentes de energía trajo
grandes consecuencias: a partir de entonces, la producción se hizo
masiva, los obreros asalariados desplazaron a los artesanos y los
pequeños talleres fueron reemplazados por enormes fábricas e
industrias.
REPORT THIS AD
EL ROMANTICISMO.
Fue el movimiento artístico y cultural predominante en Europa
durante la primera mitad del siglo XIX. Surgió como una reacción
contra el Racionalismo y la rigidez de las normas que el
Neoclasicismo había impuesto al arte anteriormente. Los
románticos rechazaron la autoridad que los neoclásicos le habían
otorgado a las normas que regían el proceso de creación y
exaltaron la libertad y la individualidad del artista.
EL HOMBRE ROMÁNTICO.
El romántico del siglo XIX era fundamentalmente un soñador, un
hombre de empresas imposibles. Quería cambiar el mundo y se
identificaba con las grandes causas humanas: libertad,
patriotismo, justicia, etc. Su característica principal era su afán de
libertad en todos los órdenes de la vida: libertad ante la tiranía,
libertad ante el dogmatismo religioso, libertad moral frente a los
prejuicios sociales y absoluta libertad artística frente a los
preceptos y modelos anteriores.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LA LITERATURA.
Entre 1800 y 1850, la industria editorial recibió un gran impulso
debido a los avances técnicos que facilitaron la producción masiva
de libros y periódicos. Como consecuencia de ello, el público lector
aumentó considerablemente. Los periódicos y las revistas se
convirtieron en la tribuna más frecuente de los escritores que
empezaron a cobrar honorarios por sus colaboraciones.
ALEMANIA, CUNA DEL ROMANTICISMO.
En el siglo XVIII, un grupo de jóvenes poetas se unió bajo el lema
“Sturn und Drang”, que significa tempestad e ímpetu. Este grupo
defendía ante todo la belleza del artista. Consideraba, además,
que la literatura no debía perseguir ningún fin, excepto la belleza,
y que la genialidad del hombre no estaba en sus ideas sino en el
poder de su imaginación.
El Romanticismo es un movimiento de breve duración y en su
interior hubo dos tendencias principales:


Un Romanticismo exaltado, individualista, que destacaba
la importancia de las percepciones subjetivas frente al mundo.
Un Romanticismo tradicional o moderado, que trata
preferentemente temas de corte histórico.
LOS TEMAS ROMÁNTICOS. Los principales temas y
escenarios recreados en la literatura romántica fueron los
siguientes:




Los sentimientos íntimos, especialmente, el amor.
La historia y la tradición popular, sintieron gran
predilección por los temas históricos, como el periodo de la Edad
Media.
La defensa de los valores nacionales, que se manifestaba
muchas veces en un nacionalismo apasionado.
La naturaleza, es un ser vivo que participa de sus sentimientos.
REALISMO, SIGLO XIX. RETORNO A LA REALIDAD.
El Realismo fue la corriente artística y cultural que se desarrolló
en Europa durante la mitad del siglo XIX. Surgió como reacción
contra el idealismo y el individualismo románticos, y se
caracterizó por volcar su atención hacia la realidad cotidiana y por
considerar al hombre dentro de una sociedad. La razón de esta
nueva actitud esta en la difícil situación social que se vivía en
Europa en ese momento. Como consecuencia de la revolución
industrial, las grandes empresas conocieron una prosperidad sin
precedente. Las actitudes comerciales se multiplicaron, pero
también se multiplican las diferencias sociales y económicas: los
burgueses alcanzaron posiciones sumamente favorables, mientras
que los obreros trabajaban en durísimas condiciones y vivían en la
miseria. Los artistas del Realismos consideraban que el ser
humano era producto de su ambiente social. Por eso se
desinteresaron de los solitarios héroes románticos y prefirieron
observar al hombre en su entorno. El Realismo presentó, por lo
tanto, la vida cotidiana de las personas comunes: los problemas
sociales, la dureza del trabajo y la difícil vida de los suburbios.
LOS LOGROS DEL POSITIVISMO.
El positivismo fue la corriente filosófica que imperó en la segunda
mitad del siglo XIX. Según los positivistas, el único conocimiento
firme y seguro era el que aplicaba el método científico, es decir, el
que utilizaba la observación, la investigación y la experiencia.
Esta actitud científica trajo importantes consecuencias para la
humanidad, pues entre 1850 y 1900 se concretaron grandes
adelantos tecnológicos:entre otros, el teléfono, el fonógrafo, la
fotografía, el cine, la telegrafía sin hilos, el automóvil y la
iluminación eléctrica.
En el campo de las ciencias naturales aparecieron nuevas teorías
que rompieron con la visión que se tenia del mundo y del hombre.
Entre ellas la de Charles Darwin, quien afirmaba que el hombre
era el resultado de una larga evolución de las especies.
Darwin no fue comprendido ni por los científicos ni por la opinión
pública de su época, quienes tergiversaron sus ideas diciendo que
el hombre procedía del mono.
EL ARTE PARA EL PÚBLICO.
En la segunda mitad del siglo XIX el oficio de escritor había
cambiado mucho. Los autores dependían de las ventas de sus
obras para sobrevivir y, por lo tanto, debían satisfacer el gusto y
las exigencias de su público.
El arte por el arte, vieja pretensión de los románticos, ya no era
posible ni tenia sentido. Se trataba más del arte para el público,
pues el valor de una obra literaria dependía más del gusto de los
lectores que de la calidad artística.
LA LITERATURA REALISTA.
El realismo literario supuso el fin de la actitud subjetiva y evasora
de los románticos ante su entorno. La realidad social, con sus
problemas y sus expectativas, pasó a ser el objeto central de la
obra literaria, de modo que la perspectiva del “yo” romántico
quedó sustituida por la exposición impersonal y objetiva de los
hechos.
En efecto, el lenguaje literario se adaptó como instrumento de
representación objetiva. El afán de objetividad hizo que apareciera
un estilo sobrio, eficaz y de gran precisión.
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
El Realismo presentó las siguientes características:




La sociedad y sus problemas se constituyeron en el teme
central. En el Realismo ya no interesaba el mundo subjetivo del
autor, sino el entorno familiar y social de los personajes.
Los autores retrataban fielmente lo que veían. Por eso la literatura
realista presentó asuntos verosímiles, posibles y objetivos.
En esta búsqueda de objetividad, los autores realistas adoptaron
la actitud de un cronista que observa lo que ocurre y se
esfuerza por describirlo minuciosa y exhaustivamente.
La descripción objetiva tenia un fin didáctico: pretendió mostrar
los defectos de la sociedad para crear la necesidad de corregirlos.
LA NOVELA REALISTA. El género realista por excelencia fue
la novela. Ello se debió principalmente a dos razones:


Por un lado, la extensión de la novela permitía una representación
detallada y completa de la realidad.
Además, la novela ofrecía la posibilidad de presentar el mundo
desde el punto de vista de un narrador omnisciente, capacitado
para abarcar desde su perspectiva todos los aspectos de la
realidad.
Por estas dos razones, la mayoría de las novelas de este periodo se
caracterizan por su enorme extensión y por pretender una visión
totalizadora, que abarca innumerables personajes, ambientes y
acontecimientos. Los novelistas intentaron reproducir
la conversación común y de todos los días. Para expresar
mejor el habla coloquial, introdujeron una nueva técnica
narrativa: el estilo indirecto libre, empleado hasta el día de hoy
por los novelistas. La novela realista se cultivó, principalmente, en
Francia, Rusia e Inglaterra. LA NOVELA EN FRANCIA. El
Realismo se inició en Francia con la obra de Stendhal, que ofreció
en sus novelas un fiel retrato de la sociedad de su época. Más
adelante aparecieron también dos destacados narradores, Honoré
de Balzac y Gustave Flaubert, que representan la plenitud del
Realismo francés. Con el novelista Émile Zola, el Realismo dio
paso a otra tendencia literaria: el Naturalismo, así llamado porque
pretendía explicar la naturaleza humana. Los naturalistas
criticaban duramente a la sociedad industrial y mostraban en sus
obras sus aspectos más sórdidos y hostiles. LA NOVELA EN
RUSIA. A finales del siglo XIX, la literatura rusa aportó dos
extraordinarios novelistas: Fedor Dostoievski y León Tolstoi.
También destacó Antón Chejov, quien cultivó con gran maestría el
relato corto. La obra de estos autores se aparta de las principales
características del Realismo. Por esta razón presenta una gran
espiritualidad y un profundo sentido social. Así pues, la prosa rusa
del siglo XIX conserva del Realismo la referencia a la realidad
como asunto de la narración. Sin embargo, la perspectiva de los
relatos de estos autores hace que la realidad adquiera
significados de valor psicológico, ético y estético. Por esta
razón podemos decir que la novela rusa encarna un nuevo sentido
para el Realismo. LA NOVELA EN INGLATERRA. En
Inglaterra, donde ya se había producido la revolución industrial, el
proletariado creció y la explotación se extendió hasta el mundo de
la infancia. Esta sociedad convulsionada fue la temática de los
escritores de la época. El escritor mas popular del Realismo ingles
fue Charles Dickens. EL TEATRO REALISTA. Surgió después
que la novela, a fines del siglo XIX. Los dramas realistas
desarrollaban temas de la vida cotidiana; por lo general, sus
personajes pertenecían a la burguesía, con las preocupaciones
habituales de los hombres de esa época. Los autores eran muy
exigentes con los decorados y con la escenificación, pues buscaban
que éstos reflejaran fielmente a la realidad. Los principales
dramaturgos de este periodo fueron el noruego Henrik Ibsen, el
inglés Bernard Shaw, el ruso Antón Chejov y el irlandés Oscar
Wilde. Sin embargo, el conjunto de la obra de Wilde no se puede
inscribir en el realismo propiamente dicho.
ACTIVIDADES
COMPRENSIÓN DE LECTURA.
1. Elabore un mapa conceptual del Romanticismo y del Realismo.
2. Responde:



¿Qué situación política se vivía en Europa al llegar el siglo XIX?
¿A qué se denomina revolución industrial?
¿Qué consecuencias tuvo la revolución industrial en el orden social
de Europa?
3. Explique, con argumentos, la posibilidad que mejor caracteriza
al hombre romántico: a. Optimista y agresivo. b. Individualista e
idealista. c. Sentimental y cortés. d. Conforme. 4. La palabra
romántico se sigue empleando hoy en día para calificar a cierto
tipo de personas. Elabore una definición de lo que entendemos por
romántico en la actualidad. ¿Qué características del romántico de
hoy son las mismas que las del hombre del siglo XIX?. Justifica su
respuesta. 5. Asocia cada una de estas actitudes al Romanticismo o
al Realismo.




Idealismo.
Objetividad.
Punto de vista individual y afectivo.
Punto de vista social.
6. ¿Por qué la novela fue el principal género realista? ¿Qué nueva
técnica aportaron los realistas a la narrativa? 7. Analiza el
siguiente fragmento del novelista Émile Zola, el principal
teorizador del Naturalismo. Puesto que la medicina, que era un
arte, se está convirtiendo en una ciencia, ¿por qué la literatura no
ha de convertirse también en una ciencia gracias
al método experimental? (…) El novelista no es más que un
escribano que no juzga ni saca conclusiones (…); el novelista
desaparece, guarda para sí sus emociones, expone simplemente
lo que ha visto. La intervención apasionada o enternecida del
escritor empequeñece la novela, velando la nitidez de sus líneas,
introduciendo un elemento extraño en los hechos, que destruye su
valor científico.


¿Qué aporta de nuevo el Naturalismo sobre el Realismo?
¿Qué opinión te merece el paralelismo que establece el autor
francés entre el novelista y el científico? ¿Crees que es posible
lograr que la literatura sea una ciencia exacta? ¿Por qué?
Tomado de: Español 11 Literatura universal y Análisis textual.
Ed. Santillana S. A.
NATURALISMO Y SIMBOLISMO
CONTEXTO HISTÓRICO.
Dos rasgos marcan el desarrollo de la segunda mitad del siglo XIX:
la industrialización con sus consecuencias sociales y la expansión
imperialista.
Los avances industriales cambiarían las costumbres y las formas
de relación social. Es clara, en este momento, la polarización de la
sociedad: por un lado, los obreros y, por otro, los burgueses. Esta
división producirá una serie de movimientos y revoluciones que
marcan la historia del siglo XIX y de gran parte del XX.
Los movimientos revolucionarios presentes durante la segunda
mitad del siglo XIX tendrían en los grupos socialistas su mayor
expresión. En las naciones europeas, descontentas por los
problemas sociales producidos por la fuerte dominación del
capitalismo industrial, nacen y se desarrollan movimientos
obreros, nacionalistas y socialistas. Ya para 1848, Marx y Engels
publican el Manifiesto comunista, basado en un estudio
académico y científico en el que se proponía la puesta en común de
la propiedad privada, y que sería la base para la creación del
marxismo y la consolidación del comunismo.
El desarrollo industrial tendrá también otra consecuencia visible:
la invención de la electricidad, la fuerza del vapor y la utilización
del petroleo como combustible, que permitirán a las grandes
potencias llegar a lugares a los que nunca habían logrado acceder
fácilmente.
El surgimiento y desarrollo del imperialismo conllevaría también
la instauración de un pensamiento europeizante donde primaban
las teorías racistas (se proponía la superioridad blanca/europea
sobre el resto del mundo), la sobrepoblación de Europa, la
evangelización cristiana y la mirada sobre el mundo como un lugar
desconocido y misterioso.
EL NATURALISMO.
La naturaleza siempre ha sido un espejo para el ser humano.
Desde la antigüedad. este ha buscado retratarse no solo como
parte de la naturaleza, sino relacionándose con ella. Con el tiempo,
la literatura realizaría el mismo ejercicio buscando en las acciones
humanas las lógicas de la naturaleza. Este movimiento literario,
que se proponía una conexión estrecha entre el estudio de la
naturaleza y el estudio del ser humano, se llamaría “Naturalismo”.
Los escritores naturalistas pretendían mostrar detalladamente el
instinto animal que emerge de cada ser humano cuando se
encuentra en situaciones que lo llevan al límite; buscaban poner
en evidencia aquello que consideraban la naturaleza más íntima de
las personas.
ANTECEDENTES DEL NATURALISMO.
Entre los elementos que tendrían una importante influencia en el
Naturalismo estarían: el desarrollo de la teoría evolutiva y, se
planearían dos doctrinas filosóficas, una basada en el método
científico, el positivismo; la otra, en la economía de mercado, el
utilitarismo.
En el positivismo se considera el método científico como la única
manera de acceder a la verdad y la experiencia como la única
forma de comprobación de los hechos, es decir, si alguien tiene
una idea debe comprobarla de manera científica y por medio de
los sentidos. Si no es posible ver, oler o tocar una comprobación, y
crear a partir de ahí una ley científica que la avale, posiblemente la
hipótesis no sea verdad.
El utilitarismo estaría atado estrechamente a la idea de mercado
de la época, la cual busca la mayor cantidad de utilidad posible en
cada una de las acciones que se realizan, es decir, todo debe ir tras
la búsqueda de algo valioso y útil para el individuo. Esta idea
tomaría fuerza con el imperialismo, ya que muchos países
europeos tomarían de sus colonias la materia prima necesaria para
las industrias y el comercio, sin pensar en las consecuencias que
esa explotación traería para los lugares de origen.
Observando cómo estaban desarrollándose tantas teorías que
coincidían en un análisis puntual del ser humano, desde una
mirada científica y detallada, la literatura formuló un estilo de
escritura que se planteara esas mismas preguntas y realizara
propuestas de observación y análisis acordes con el espíritu de su
época. Encontró esa forma de escritura en el Naturalismo.
¿QUÉ ES EL NATURALISMO?
El Naturalismo surge como el movimiento artístico que más logra
captar la energía de un periodo en que el cientificismo y la
industrialización se convierten en los cimientos de Europa.
CARACTERÍSTICAS DEL NATURALISMO.
Las características del Naturalismo serán variadas y diversas y,
siempre estará ligado estrechamente a las ciencias y avances
tecnológicos.




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
Denuncia social. Denuncia la pobreza y los problemas
económicos que trae consigo la industrialización y las nuevas
urbes gigantes, despersonalizadas. Y denuncian la idea de una
selección social que se basa en la noción de que las clases sociales
y el capitalismo salvaje forman parte de la selección natural.
Bajos mundos. No se interesa por mostrar solo la vida de la
clase burguesa, sino que se esfuerza por mostrar cómo es la vida
de la clase obrera y explica, desde una mirada científica, basada en
el materialismo dialéctico de Marx, cómo las condiciones de vida
son determinadas por las posibilidades económicas y sociales que
entrega el entorno.
Literatura de tesis. La literatura se debe producir, entonces,
con una finalidad específica: esa finalidad es el planteamiento de
la tesis. Dado que es posible mostrar la realidad y exponer
soluciones, los escritores hacen de las obras naturalistas textos en
los cuales es fácil vislumbrar la tesis y a los personajes como
portavoces de esas propuestas.
Feísmo. Los escritores naturalistas se esfuerzan por mostrar
todos los componentes de la cotidianidad de sus personajes. En su
afán de precisión, detallan en exceso lo escatológico, cayendo en lo
desagradable.
Determinismo social. Los naturalistas construyen sus
personajes a partir de un legado de sangre (quiénes fueron sus
antepasados), un entorno social específico (el lugar en que crecen
y viven) y los problemas sociales a los que se enfrentan (los cuales
no son posibles de superar).
Ateísmo. La idea religiosa de la redención a partir de la bondad
no funciona en una sociedad que marca a los individuos desde el
nacimiento. Esta visión hace que las obras estén marcados por un
ateísmo fuerte en el cual la religión aparece como un elemento que
no funciona en una sociedad utilitarista y positivista.
NATURALISMO EN FRANCIA.
El Naturalismo se inició en Francia y su florecimiento se debe en
gran parte a la llegada temprana al país de las doctrinas filosóficas
deterministas, evolucionistas y positivistas que tuvieron gran
influencia en las artes. Sobresalen en Francia dos autores que
llevaron al Naturalismo a su grado más alto:


Émile Zola: considerado el fundador del Naturalismo. Su obra se
caracteriza por tener una gran dosis de violencia, descripciones
agresivas y acciones repulsivas que causaron su rechazo en la
sociedad de su época. Fue el autor de La novela experimental, en
la que estableció los parámetros básicos del movimiento
naturalista.
Gustave Flaubert: Sus novelas son consideradas obras maestras
del naturalismo. Su estilo único y novedoso se basa en la
utilización de un narrador objetivo que logra internarse en la
mente de los personajes para opinar sobre ellos sin perder la
objetividad. Sus obras de arte elevadas: La educación sentimental
y Madame Bovary.
NATURALISMO EN RUSIA.
Gracias al naturalismo se iniciará la producción de obras literarias
por autores como Fedor Dostoievski, que posteriormente se
inscribirían en la novela psicológica. Autores:

Antón Chéjov: considerado uno de los grandes cuentistas en la
historia de la literatura. Chéjov sugería en sus cuentos la necesidad
de mostrar los graves problemas por los que atravesaban las
personas del común y plantear las preguntas profundas que esos
problemas traían. Es famoso por trabajar de manera constante y
brillante con los monólogos, además de dar voces originales y
únicas a sus personajes.

Fedor Dostoievski: En sus obras, es posible ver el sufrimiento
del alma humana y se narra en ellas de manera cruda y compleja la
vida de aquellos que no tienen voz para protestar. En obras
maestras como “Humillados y ofendidos” o “Pobres gentes” es
posible encontrar personajes ultrajados por su situación
económica, los cuales conservan para sí mismos una dignidad a la
que aplasta el sistema económico y social de la época. Sus textos se
convierten en retratos del espíritu y la psicología del individuo,
elementos observables fácilmente en obras como “Crimen y
castigo” o “Los hermanos Karamázov”.
EL SIMBOLISMO.
¿DÓNDE ESTABAN LOS POETAS?
Mientras los escritores de cuentos, teatro y novelas estaban
madurando y perfeccionando las ideas propuestas por el Realismo
y el Naturalismo, un gran número de artistas seguían sus pasos y
otros que no estaban de acuerdo con la idea del arte como
representación exacta de la realidad, buscaban nuevas formas de
expresarse. Cansados e inconformes por la idea de estar
determinados por un destino que no querían aceptar, los poetas
decidieron hacer su propio futuro, mediante un movimiento
conocido como el Simbolismo.
Este movimiento tuvo como una de sus característica más
importantes mantener la oscuridad y el misticismo en lo que
escribían sus autores. Buscaron imágenes, figuras literarias y
palabras que pudieran simbolizar muchas cosas, no solo lo que la
realidad mostraba.
ANTECEDENTES DEL SIMBOLISMO.
El movimiento simbolista propone una forma revolucionaria de
ver la poesía y se basaron en la belleza como aquello que debería
buscar la poesía en general. En esta búsqueda incansable de la
belleza, los simbolistas buscarán lo estético en espacios bajos, en
lo mezquino y lo perverso. El Simbolismo se convierte, entonces,
en una forma de vida en la cual la decadencia y la caída de los
autores van de la mano con la temática sórdida y misteriosa de la
cual tratan.
Otro elemento importante para el desarrollo del Simbolismo fue la
inclusión de una idea compleja que se venía gestando desde
mediados del siglo XIX y que se uniría a la propuesta simbolista
para condensarse en una importante actitud filosófica: “el
nihilismo”, que propondría en sus inicios la inutilidad de la vida.
Mientras otros movimientos literarios se adscribían a corrientes
filosóficas y sociales, el Simbolismo daría pie y fortalecería ideas
que aparecían anteriormente como semillas. Al final, lograron su
deseo de forjar un camino propio y vivir con sus propias ideas.
¿QUÉ ES EL SIMBOLISMO?
El Simbolismo no se conocería como un movimiento literario, sino
como la unión de obras independientes con características
similares que pertenecen a una misma representación de la
literatura. El nombre del Simbolismo fue utilizado por primera
vez, para describir a este grupo de escritores en 1886, por Jean
Moréas en su Manifiesto del Simbolismo. En este artículo, Moréas
explica las características principales del movimiento y da una de
las descripciones más famosas y precisas.
Los simbolistas son misteriosos y les gusta jugar con las palabras,
es decir, al objeto que se nombra no le corresponde una sola idea o
lectura, sino muchas, por eso aquello que se escribe puede ser
interpretado de distintos modos. En apoyo a esto, recurren a
figuras literarias como la antítesis y el oxímoron, la sinestesia y la
metáfora.


La antítesis y el oxímoron: figuras literarias en las cuales se
contraponen dos ideas, que en apariencia son contrarias u
opuestas, para formar una nueva. El resultado de dicha mezcla es
absurdo e incomprensible, lo que obliga al lector a recurrir a la
imaginación para resolver la contradicción.
La sinestesia y la metáfora: la sinestesia consiste en la
combinación de dos formas de percepción aparentemente
disímiles que se unen para formar un nuevo significado. Con la
sinestesia, por ejemplo, es posible ver olores, sentir colores, oler
sensaciones o saborear imágenes. La metáfora, por su parte, es
una imagen que se resimboliza al final del poema.
Constantemente, objetos o animales son temas centrales en los
poemas simbolistas. Se utilizan como metáforas de sensaciones y
pensamientos, lo que hace que se pierda su materialidad y el
poema se convierta en un escrito sobre un tema del que en
realidad no se ha hablado, sino que se ha sugerido.
LA VISIÓN DEL POETA.
La mirada del Simbolismo sobre el poeta no es la de un ser
excepcional que puede con sus ideales u si escritura cambiar el
mundo. El Simbolismo convierte a sus escritores en personajes
aislados. Se utiliza de manera constante la idea del “esplín”
(spleen), es decir, el tedio o el fastidio frente a un mundo que
aparece como materialista y angustiante. La forma de huir de ese
mundo y de escapar del sentimiento del spleen es crear quimeras e
imaginaciones poéticas que pueden ser inducidas por la droga, el
alcohol o los sueños poéticos.
SIMBOLISMO EN FRANCIA.
Francia fue la cuna del Simbolismo y el país en el que más se
desarrollo este estilo literario. Dado que el Simbolismo se alzaba
como el movimiento que se contraponía a los estilos ya definidos,
su auge en Francia sería inobjetable. Aún así, la influencia del
grupo en otras países sería muy fuerte, ya que se considera al
Simbolismo como el inicio de la poesía moderna. Autores:


Charles Baudelaire: considerado el padre del Simbolismo y el
autor que dio las bases de la poesía moderna, fue también
traductor, ensayista y crítico. Fue criticado duramente por su vida
bohemia y por las exuberancias en sus poemas. Tanto sus
comportamientos en la vida nocturna parisina como los ensayos
sobre el arte y la música que realizó fueron tachados de inmorales
y obscenos. Sus obras más conocidas son “Las flores del mal”, “El
esplín de París” y “Los paraísos artificiales”. A Baudelaire le
interesaba especialmente la musicalidad y el ritmo en sus poemas:
el trabajo puntual con las palabras y la sonoridad que producían
hizo que pasara a un segundo plano la idea, dando prelación a las
operaciones con el lenguaje.
Arthur Rimbaud: uno de los simbolistas franceses más
influyentes escribió sus primeros poemas a los quince años y dejó
la poesía a la temprana edad de los veinte años. Su obra completa
consta de cuatro libros de poemas entre los que se destacan
“Iluminaciones” y “Una temporada en el infierno”. Su poesía se
caracteriza por utilizar la incoherencia y la incongruencia como
elemento unificador. En la mayoría de sus poemas es posible
encontrar cómo los sentidos significativos y las imágenes
concretas son destruidos en pro de una utilización apropiada del
sonido y el ritmo. Los significados lógicos quedan supeditados a
una imaginación que sobresale al momento en que se descubre en
lo crudo de la realidad, las posibilidades de ensoñación.
ACTIVIDADES
1. Elabora un resumen corto con toda la temática abordada.
INFIERE
2. Cuando los naturalistas relacionaban las acciones del ser
humano con las relaciones instintivas animales, proponían que sus
textos funcionaran como bestiarios sociales. Un bestiario es una
colección de pequeñas descripciones sobre todo tipo de animales,
reales o imaginarios, pájaros y cualquier otro, acompañado por
una explicación moralizante. Una gran parte del encanto del
bestiario se deriva del humor y la imaginación de las ilustraciones,
pintadas parcialmente por placer pero justificadas como una
herramienta didáctica. Lee el siguiente bestiario y detalla la forma
como está escrito.
LA JIRAFA
Al darse cuenta de que había puesto demasiado alto
los frutos de un árbol predilecto, Dios no tuvo más
remedio que alargar el cuello de la jirafa.
Cuadrúpedos de cabeza volátil, las jirafas quisieron
ir por encima de su realidad corporal y entraron
resueltamente al reino de los desproporcionados.
Hubo que resolver para ellas algunos problemas
biológicos que mas parecen ingeniería y de
mecánica: un circuito nervioso de doce metros de
largo; una sangre que se eleva contra la ley de la
gravedad mediante un corazón que funciona como
bomba de pozo profundo; y todavía, a esas alturas,
una lengua eyéctil que va mas arriba, sobrepasando
con veinte centímetros el alcance de los belfos para
roer los pimpollos como una lima de acero.
Con todos sus derroches de técnica, que
complican extraordinariamente su galope y sus
amores, la jirafa representa mejor que nadie los
devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que
otro encuentran al ras del suelo.
Pero como final mente tiene que inclinarse de ves
en cuando para beber el agua común, se ve obligada
a desarrollar su acrobacia al revés. Y se pone
entonces al nivel de los burros.
Tomado
de: https://teecuento.wordpress.com/2011/12/08/bestiario-dejuan-jose-arreola/
3. Elabora un bestiario de las personas que conoces. Toma en
cuenta las siguientes categorías:
a. Estatura.
b. Color de ojos.
c. Carácter.
d. Peso.
e. Trabajo o estudio.
4. a. Lee el cuento “La dama del perrito” de Antón Chéjov.
UNO
Un nuevo personaje había aparecido en la localidad: una señora
con un perrito. Dmitri Dmitrich Gurov, que por entonces pasaba
una temporada en Yalta, empezó a tomar algún interés en los
acontecimientos que ocurrían. Sentado en el pabellón de Verney,
vio pasearse junto al mar a una señora joven, de pelo rubio y
mediana estatura, que llevaba una boina; un perrito blanco de
Pomerania corría delante de ella.
Después la volvió a encontrar en los jardines públicos y en la plaza
varias veces. Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y
siempre con el mismo perrito; nadie sabía quién era y todos la
llamaban sencillamente «la señora del perrito».
«Si está aquí sola, sin su marido o amigos, no estaría mal trabar
amistad con ella», pensó Gurov.
Aún no había cumplido cuarenta años, pero tenía ya una hija de
doce y dos hijos en la escuela. Se había casado joven, cuando era
estudiante de segundo año, y por entonces su mujer parecía tener
la mitad de edad que él. Era una mujer alta y tiesa, de cejas
oscuras, grave y digna, y como ella misma decía, intelectual. Leía
mucho, usaba un lenguaje rebuscado, llamaba a su marido no
Dmitri, sino Dimitri, y él en secreto la consideraba falta de
inteligencia, de ideas limitadas, cursi. Estaba avergonzado de ella y
no le gustaba quedarse en su casa. Empezó por serle infiel hacía
mucho tiempo -le fue infiel bastante a menudo-, y, probablemente
por esta razón, casi siempre hablaba mal de las mujeres; y cuando
se tocaba este asunto en su presencia, acostumbraba llamarlas «la
raza inferior». Parecía estar tan escarmentado por la amarga
experiencia, que le era lícito llamarlas como quisiera, y, sin
embargo, no podía pasarse dos días seguidos sin «la raza inferior».
En la sociedad de hombres estaba aburrido y no parecía el mismo;
con ellos se mostraba frío y poco comunicativo; pero en compañía
de mujeres se sentía libre, sabiendo de qué hablarles y cómo
comportarse; se encontraba a sus anchas entre ellas aunque
estuviese callado. En su aspecto exterior, su carácter y toda su
naturaleza, había algo de atractivo que seducía a las mujeres
predisponiéndolas en su favor; él sabía esto, y diríase también que
alguna fuerza desconocida lo llevaba hacia ellas.
La experiencia, a menudo repetida, la cruda y amarga experiencia,
le había enseñado hacía tiempo que con gente decente,
especialmente gente de Moscú -siempre lentos e irresolutos para
todo-, la intimidad, que al principio diversifica agradablemente la
vida y parece una ligera y encantadora aventura, llega a ser
inevitablemente un intrincado problema, y con el tiempo la
situación se hace insoportable. Pero a cada nuevo encuentro con
una mujer interesante, esta experiencia se le olvidaba, sentía
ansias de vivir, y todo lo encontraba sencillo y divertido.
Una noche que estaba comiendo en los jardines, la señora de la
boina llegó lentamente y se sentó a la mesa de al lado. La
expresión de su rostro, su aire, el vestido y el peinado, le indicaron
que era una señora, que estaba casada, que se encontraba en Yalta
por primera vez y que estaba triste… Las historias inmorales, que
se murmuran en sitios como Yalta, son la mayor parte mentira;
Gurov las despreciaba, sabiendo que tales historias eran inventos,
en su mayor parte, de personas que hubieran pecado
tranquilamente, de haber tenido ocasión; pero cuando la señora
del perro se sentó a la mesa de al lado, a tres pasos de él, recordó
esas historias de conquistas fáciles, de excursiones a las montañas,
y el tentador pensamiento de una dulce y ligera aventura amorosa,
una novela con una mujer desconocida, cuyo nombre le fuese
desconocido también, se apoderó súbitamente de su ánimo.
Llamó cariñosamente al pomeranio, y cuando el perro se acercó a
él lo acarició con la mano. El pomeranio gruñó; Gurov volvió a
pasarle la mano.
La señora miró hacia él bajando en seguida los ojos.
-No muerde -dijo, y se sonrojó.
-¿Le puedo dar un hueso? -preguntó Gurov; y como ella asintiera
con la cabeza, volvió a decir cortésmente-. ¿Hace mucho tiempo
que está usted en Yalta?
-Cinco días.
-Yo llevo ya quince aquí.
Un corto silencio siguió a estas palabras.
-El tiempo pasa de prisa, y sin embargo, ¡es tan triste esto! -dijo
ella sin mirarlo.
-Es que se ha puesto de moda decir que esto es triste. Cualquier
provinciano viviría en Belyov o en Lhidra sin estar triste, y cuando
llega aquí exclama en seguida: «¡Qué tristeza! ¡Qué polvo!»
¡Cualquiera diría que viene de Granada!
Ella se echó a reír. Luego, ambos siguieron comiendo en silencio,
como extraños; pero después de comer pasearon juntos y pronto
empezó entre ellos la conversación ligera y burlona de dos
personas que se sienten libres y satisfechas, a quienes no importa
ni lo que van a hablar ni hacia dónde han de dirigirse. Pasearon y
hablaron de la luz tan rara que había sobre el mar; el agua era de
un suave tono malva oscuro y la luna extendía sobre ella una estela
dorada. Hablaron del bochorno que hacía después de un día de
calor. Gurov le contó que había venido de Moscú, en donde tomó
el grado en Artes, pero que era empleado de un banco; que había
estado como cantante en una compañía de ópera, abandonándola
luego; que poseía dos casas en Moscú…
De ella supo que había sido educada en San Petersburgo, pero
vivía en S. desde su matrimonio, hacía dos años, y que todavía
pasaría un mes en Yalta, donde se le reuniría tal vez su marido,
que también necesitaba unos días de descanso. No estaba muy
segura de si su marido tenía un puesto en el Departamento de la
Corona o en el Consejo Provincial, y esta misma ignorancia parecía
divertirla.
También supo Gurov que se llamaba Ana Sergeyevna.
Más tarde, una vez en su cuarto, pensó en ella; pensó que volvería
a encontrársela al día siguiente; sí, necesariamente se
encontrarían. Al acostarse recordó lo que ella le contara de sus
sueños de colegio: había estado en él hasta hacía poco, estudiando
lecciones como una niña. Y Gurov pensó en su propia hija.
Recordaba también su desconfianza, la timidez de su sonrisa y sus
modales, su manera de hablar a un extraño. Debía ser ésta la
primera vez en su vida que se encontraba sola, examinada con
curiosidad e interés; la primera vez también que al dirigirse a ella
creyó adivinar en las palabras de los demás secretas intenciones…
Recordó su cuello esbelto y delicado, sus encantadores ojos grises.
«Algo hay de triste en esta mujer», pensó, y se quedó dormido.
DOS
Una semana había pasado desde que hicieron amistad. Era un día
de fiesta. Dentro de las casas hacía bochorno, mientras que en la
calle el viento formaba remolinos de polvo y tiraba el sombrero a
los transeúntes. Era un día de sed, y Gurov entró varias veces en el
pabellón y ofreció a Ana Sergeyevna jarabe y agua o un helado.
Nadie sabía qué hacer.
Por la tarde, cuando el viento se calmó un poco, salieron a ver
venir el vapor. Había muchas personas paseando por el puerto; se
habían reunido para recibir a alguien y llevaban ramos de flores.
Se notaban allí dos peculiaridades de la gente elegante de Yalta:
las señoras mayores iban como muchachas y había muchos
generales vestidos de uniforme.
A causa de lo alborotado que estaba el mar, el vapor llegó muy
tarde, después de la puesta del sol, y tardó mucho tiempo en
atracar al muelle. Ana Sergeyevna miró a través de sus
impertinentes al vapor y a los pasajeros como esperando encontrar
algún conocido, y al volverse hacia Gurov sus ojos brillaban. Habló
mucho y preguntaba cosas desacordes, olvidando al poco rato lo
que había preguntado; al hacer un movimiento con la mano dejó
caer los impertinentes al suelo.
La gente empezaba a dispersarse; estaba demasiado oscuro para
ver las caras de los que pasaban. El viento se había calmado por
completo, pero Gurov y Ana Sergeyevna permanecían allí quietos
como si esperasen ver salir a alguien más del vapor.
Ella olía en silencio las flores sin mirar a Gurov.
-El tiempo está mejor esta tarde -dijo él-. ¿Dónde vamos ahora?
Ella no contestó.
Entonces Gurov la miró intensamente, rodeó su cuerpo con el
brazo y la besó en los labios, mientras respiraba la frescura y
fragancia de las flores; luego miró a su alrededor ansiosamente,
temiendo que alguien lo hubiese visto.
-Vamos al hotel -dijo él dulcemente. Y ambos caminaron de prisa.
La habitación estaba cerrada y perfumada con la esencia que ella
había comprado en el almacén japonés. Gurov miró hacia Ana
Sergeyevna y pensó: ¡Cuán distintas personas encuentra uno en
este mundo! Del pasado, conservaba recuerdos de mujeres ligeras,
de buen fondo algunas, que lo amaban alegremente
agradeciéndole la felicidad que él podía darles, por muy breve que
fuese; de mujeres, como la suya, que amaban con frases
superfluas, afectadas, histéricas, con una expresión que hacía
sospechar que no era amor ni pasión, sino algo más significativo; y
de dos o tres más, hermosas, frías, en cuyos rostros sorprendió
más de una vez destellos de rapacidad, el deseo obstinado de sacar
de la vida aún más de lo que ésta podía darles. Eran mujeres
irreflexivas, dominantes, faltas de inteligencia y de edad ya
madura; cuando Gurov empezaba a mostrarse frío con ellas, esta
misma hermosura excitaba su odio, figurándosele que los encajes
con que adornaban su ropa eran para él escalas.
Pero en el caso actual sólo había la timidez de la juventud
inexperta, un sentimiento parecido al miedo; y todo esto daba a la
escena un aspecto de consternación, como si alguien hubiera
llamado de repente a la puerta. La actitud de Ana Sergeyevna -«la
señora del perrito»- en todo lo sucedido tenía algo de peculiar, de
muy grave, como si hubiera sido su caída; así parecía, y resultaba
extraño, inapropiado. Su rostro languideció, y lentamente se le
soltó el pelo; en esta actitud de abatimiento y meditación se
asemejaba a un grabado antiguo: La mujer pecadora.
-Hice mal -dijo-. Ahora usted será el primero en despreciarme.
Sobre la mesa había una sandía. Gurov cortó una tajada y empezó
a comérsela sin prisa. Durante cerca de media hora ambos
guardaron silencio.
Ana Sergeyevna estaba conmovedora; había en ella la pureza de la
mujer sencilla y buena que ha visto poco de la vida.
La luz de la bujía iluminando su rostro mostraba, sin embargo,
que se sentía desgraciada.
-¿Cómo es posible que yo llegara a despreciarla? -preguntó Gurov. No sabe usted lo que dice.
-Dios me perdone -dijo ella; y sus ojos se llenaron de lágrimas-. Es
horrible -añadió.
-Parece que necesita usted ser perdonada.
-¿Perdonada? No. Soy una mala mujer; me desprecio a mí misma
y no pretendo justificarme. No es a mi marido, es a mí a quien he
engañado. Y esto no es de ahora, hace mucho tiempo que me estoy
engañando. Mi marido podrá ser bueno y honrado, pero ¡es un
lacayo! No sé qué es lo que hace allí ni en lo que trabaja; pero sé
que es un lacayo. Yo tenía veinte años cuando me casé con él. He
vivido atormentada por un sentimiento de curiosidad; necesitaba
algo mejor. Debe de haber otra clase de vida, me decía a mí
misma. Sentía ansias de vivir. ¡Vivir! ¡Vivir!… La curiosidad me
abrasaba… Usted no me comprende, pero le juro a Dios que llegó
un momento en que no pude contenerme; algo fuera de lo
corriente debió ocurrirme; le dije a mi marido que estaba mala y
me vine aquí… Y aquí he estado vagando de un lado para otro
como una loca…, y ahora me veo convertida en una mujer vulgar,
despreciable, a quien todos mirarán mal.
Gurov se sintió aburrido casi al escucharla.
Le irritaba el tono ingenuo con que hablaba y aquellos
remordimientos tan inoportunos; a no ser por las lágrimas hubiera
creído que estaba representado una comedia.
-No la entiendo a usted -dijo dulcemente-. ¿Qué es lo que quiere?
Ella ocultó su rostro en el pecho de él estrechándolo tiernamente.
-Créame, créame usted, se lo suplico. Amo la existencia pura y
honrada, odio el pecado. Yo no sé lo que estoy haciendo. La gente
suele decir: «El demonio me ha tentado». Yo también pudiera
decir que el espíritu del mal me ha engañado.
-¡Chis! ¡Chis!… -murmuró Gurov.
Después la miró fijamente, la besó, hablándole con dulzura y
cariño, y poco a poco se fue tranquilizando, volviendo a estar
alegre, y acabaron por reírse los dos. Cuando salieron afuera no
había un alma a orillas del mar. La ciudad, con sus cipreses, tenía
un aspecto mortuorio, y las olas se deshacían ruidosamente al
llegar a la orilla; cerca de ella se balanceaba una barca, dentro de
la que parpadeaba soñolienta una linterna.
Encontraron un coche y lo tomaron; fueron en dirección de
Oreanda.
-Al pasar por el vestíbulo he visto su apellido escrito en la lista:
Von Diderits -dijo Gurov-. ¿Su marido de usted es alemán?
-No; creo que su abuelo sí lo era, pero él es ruso ortodoxo.
En Oreanda se sentaron silenciosos en un sitio no lejos de la
iglesia y mirando hacia el mar. Yalta apenas era visible a través de
la bruma matinal; blancas nubes permanecían quietas en lo alto de
las montañas. No se movía una hoja; en los árboles cantaban las
cigarras, y sólo llegaba a ellos desde abajo el cavernoso y
monótono ruido de las olas hablando de paz, de ese sueño eterno
que a todos nos espera. Del mismo modo debía oírse cuando ni
Yalta ni Oreanda existían; así se oye ahora, y se oirá con la misma
monotonía cuando ya no vivamos. Y en esta constancia, en esta
completa indiferencia para la vida y la muerte de cada uno de
nosotros, ahí se oculta tal vez la garantía de nuestra eterna
salvación, del movimiento incesante de la vida sobre el mundo, del
progreso hacia la perfección. Sentado al lado de una mujer joven
que en la luz del amanecer parecía tan encantadora, acariciada e
idealizada por los mágicos alrededores -el mar, las montañas, las
nubes, el cielo azul-, Gurov pensó lo hermoso que es todo en el
mundo cuando se refleja en nuestro espíritu: todo, menos lo que
pensamos o hacemos cuando olvidamos nuestra dignidad y los
altos designios de nuestra existencia.
Un hombre pasó cerca de ellos -un guarda, probablemente-, los
miró, y siguió adelante.
Y este detalle les parecía misterioso y lleno de encanto también.
Luego vieron un vapor que venía de Teodosia, cuyas luces
brillaban confundidas con las del amanecer.
-Hay gotas de rocío sobre la hierba -dijo Ana Sergeyevna después
de un silencio.
-Sí. Es hora de volver a casa. Y se volvieron a la ciudad.
Desde entonces volvieron a verse todos los días a las doce; comían
juntos, se paseaban, contemplaban el mar. Ella se quejaba de
dormir mal, sentía palpitaciones en el corazón; le hacía las mismas
preguntas, interrumpidas a veces por celos, otras por el miedo de
que Gurov no la respetara bastante. Y a menudo, en los jardines, a
orillas del agua, cuando se encontraban solos, él la besaba
apasionadamente. Aquella vida reposada, aquellos besos en pleno
día mientras miraba alrededor por temor de ser visto, el calor, el
olor del mar y el continuo ir y venir de gente desocupada,
perfumada, bien vestida, hicieron de Gurov otro hombre.
Encontraba a Ana Sergeyevna hermosa, fascinadora, y así se lo
repetía a ella. Se volvió impaciente y apasionado hasta el punto de
no querer separarse de su lado, y ella, mientras tanto, seguía
pensativa y continuamente le decía que no la respetaba bastante,
que no la amaba lo más mínimo, y que seguramente pensaría de
ella como de una mujer cualquiera. Todos los días a la caída de la
tarde se iban en coche fuera de Yalta, a Oreanda o a la cascada, y
estos paseos eran siempre un triunfo para ellos; la escena les
impresionaba invariablemente como algo magnífico y
hermosísimo.
Esperaban al marido, que debía venir pronto; pero un día llegó
una carta en la que anunciaba que se encontraba mal y suplicaba a
su esposa que volviera cuanto antes. Ana Sergeyevna se preparó,
pues, a marcharse.
-Es una buena cosa el que yo me vaya -le dijo a Gurov-. «¡Es el
dedo del destino!»
El día de la marcha, Gurov la acompañó en el coche. Cuando
llegaron al tren y sonó la segunda campanada, Ana Sergeyevna le
dijo:
-¡Déjame mirarte una vez más… otra vez! Así, ya está.
No lloraba, pero en su rostro se reflejaba tal tristeza que parecía
enferma, los labios le temblaban.
-Me acordaré de ti siempre…, pensaré siempre en ti -dijo-. Que
Dios te proteja; sé feliz. No pienses nunca mal de mí. Nos
separamos para no volvernos a ver más; así debe ser, porque
nunca debimos habernos encontrado. Que Dios sea contigo, adiós.
El tren partió rápido, sus luces desaparecieron pronto de la vista, y
un minuto más tarde no se oía ni el ruido, como si todo hubiera
conspirado para hacer terminar lo antes posible aquel dulce
delirio, aquella locura. Solo, en el andén, mirando hacia donde el
tren desapareció, Gurov escuchó el chirrido de las cigarras, el
zumbido de los hilos del telégrafo, y le pareció que acababa de
despertarse. Y meditó sobre este episodio de su vida que también
tocaba a su fin, y del que sólo el recuerdo quedaba… Se sintió
conmovido, triste y con remordimientos. Aquella mujer, que
nunca más volvería a encontrar, no fue feliz con él, porque aunque
la trató con afecto y cariño, hubo siempre en sus maneras, en sus
caricias, una ligera sombra de ironía, la grosera condescendencia
de un hombre feliz que, además, le doblaba la edad. Ana
Sergeyevna lo llamó siempre bueno, distinto de los demás, sublime
a veces…; constantemente se había mostrado a ella como no era en
realidad, sin intención la había engañado.
Un vago perfume de otoño se dejaba ya sentir en la atmósfera,
hacía una tarde fría y triste.
-Es hora de que me marche al Norte -pensó Gurov al dejar el
andén-. ¡Sí, ya es hora!
TRES
En su casa de Moscú lo encontró todo en plan de invierno; las
estufas estaban encendidas, y por las mañanas aún era oscuro
cuando sus hijos tomaban el desayuno para irse al colegio, tanto
que la niñera tenía que encender la luz un rato. Habían empezado
las heladas. Cuando cae la primera nieve y aparecen los primeros
trineos es agradable ver la tierra blanca, los blancos tejados,
exhalar el tibio aliento, y la estación trae a la memoria los años
juveniles. Las viejas limas y abedules, cubiertos de escarcha,
tienen una expresión simpática y están más cerca de nuestro
corazón que los cipreses y las palmas. Junto a ellos se olvidan el
mar y las montañas.
Gurov había nacido en Moscú; llegó a él en un bello día de nieve, y
al ponerse su abrigo de pieles y sus guantes, al pasearse por
Petrovka, al oír el domingo por la tarde el sonido de las campanas,
olvidó el encanto de su reciente aventura y del sitio que dejara.
Poco a poco se absorbió en la vida de Moscú; leía con avidez los
periódicos ¡y declaraba que los leía sin fundamento! En seguida
sintió un deseo irresistible de ir a los restaurantes, a los clubes, a
las comidas, aniversarios y fiestas; se sintió orgulloso de hablar y
discutir con célebres abogados, con artistas, de jugar a las cartas
con algún profesor en el club de doctores. Ya podía hasta comer un
plato de pescado salado o una col…
Al cabo de un mes, le pareció que la imagen de Ana Sergeyevna
había de cubrirse de una bruma en su memoria y visitarlo en
sueños de cuando en cuando, con una sonrisa, como hacían otras.
Pero pasó más de un mes, llegó el verdadero invierno, y recordaba
todo aquello tan claramente como si se hubiera separado de Ana
Sergeyevna el día antes. Estos recuerdos, lejos de morir, se
avivaron con el tiempo. En la tranquilidad de la tarde, al oír las
palabras de los niños estudiando en alta voz, el sonido del piano en
un restaurante, o el ruido de tormenta que llegaba por la
chimenea, volvía de repente todo a su memoria: lo ocurrido en el
muelle la mañana de niebla junto a las montañas, el vapor que
volvía de Teodosia y los besos. Gurov se levantaba entonces y
paseaba por su habitación recordando y sonriendo; luego, sus
recuerdos se convertían en ilusiones, y en su fantasía el pasado se
mezclaba con el porvenir. Ana Sergeyevna no lo visitaba ya en
sueños, lo seguía por todas partes como una sombra, como un
fantasma. Al cerrar los ojos la veía como si estuviese viva delante
de él, y Gurov la encontraba más encantadora, más joven, más
tierna de lo que en realidad era, imaginándosela aún más hermosa
de lo que estaba en Yalta. Por la tarde, Ana Sergeyevna lo miraba
desde el estante de los libros, desde el hogar de la chimenea; desde
cualquier rincón oía su respiración y el roce acariciador de sus
faldas. En la calle miraba a todas las mujeres buscando alguna que
se pareciese a ella.
Un deseo intenso de comunicar a alguien sus ideas lo
atormentaba. Pero en su casa era imposible hablar de su amor, y
fuera de ella tampoco tenía a nadie; ni a sus compañeros de oficina
ni a ninguno en el banco podía contárselo. ¿De qué iba a hablar
entonces? Pero ¿es que había estado enamorado? ¿Hubo algo de
poético, de edificante, simplemente de interés en sus relaciones
con Ana Sergeyevna? Y todo se le volvía hablar vagamente de
amor, de mujer, y nadie sospechaba nada; sólo su esposa fruncía el
entrecejo y decía:
-No te va el papel de conquistador, Dimitri.
Una tarde, al volver del club de doctores con un oficial, con el que
había estado jugando a las cartas, no se pudo contener y le dijo:
-¡Si supieras la mujer tan fascinadora que conocí en Yalta!
El oficial entró en su trineo, y se iba ya, pero se volvió de pronto
exclamando:
-¡Dmitri Dmitrich!
-¿Qué?
-¡Tenías razón esta tarde: el esturión era demasiado fuerte!
Aquellas palabras tan corrientes llenaron a Gurov de indignación,
encontrándolas degradantes y groseras. ¡Qué modo tan salvaje de
hablar! ¡Qué noches más estúpidas, qué días más faltos de interés!
El afán de las cartas, la glotonería, la bebida, el continuo charlar
siempre sobre lo mismo. Todas estas cosas absorben la mayor
parte del tiempo de muchas personas, la mejor parte de sus
fuerzas, y al final de todo eso, ¿qué queda?: una vida servil,
acortada, trivial e indigna, de la que no hay medio de salir, como si
se estuviera encerrado en un manicomio o una prisión.
Gurov no durmió en toda la noche, tan lleno de indignación
estaba. Al día siguiente se levantó con dolor de cabeza. Y a la otra
noche volvió a dormir mal; se sentó en la cama, pensando; luego
se levantó y empezó a pasearse por la habitación. Estaba harto de
sus hijos, del banco, y sin ganas de ir a ningún sitio ni de ver a
nadie.
En las vacaciones de diciembre se preparó para un viaje; le dijo a
su mujer que iba a San Petersburgo a un asunto de un amigo y se
marchó a S. ¿Para qué? Ni él mismo lo sabía. Sentía necesidad de
ver a Ana Sergeyevna y de hablarle; a ser posible, arreglar una
entrevista con ella.
Llegó a S. por la mañana y tomó el mejor cuarto del hotel; un
cuarto con una alfombra gris en el suelo, y un tintero gris de polvo
sobre la mesa, adornado con una figura a caballo que tenía el
sombrero en la mano. El portero del hotel le informó
necesariamente: Von Diderits vivía en una casa de su propiedad en
la calle antigua de Gontcharny; no estaba lejos del hotel. Era rico y
vivía a lo grande, tenía caballos propios; todo el mundo lo conocía
en la ciudad. El portero pronunciaba «Dridirits».
Gurov se encaminó sin prisa a la calle de Gontcharny y encontró la
casa. Enfrente de ella se extendía una larga valla gris adornada con
clavos.
-Dan ganas de echar a correr al ver este demonio de valla -pensó
Gurov, mirando desde allí a las ventanas de la casa y viceversa.
Luego recapacitó: era día de fiesta y probablemente el marido
estaría en casa. De todos modos era una falta de tacto entrar en la
casa y sorprenderla. Si le mandaba una carta, podía caer en manos
del esposo y todo se echaría a perder. Lo mejor de todo era esperar
una ocasión, y empezó a pasearse arriba y abajo por la calle
esperando esa ocasión. Vio a un mendigo que se acercaba a la verja
y a unos perros que salieron a ladrarle; una hora más tarde oyó
débil e indistinto el sonido de un piano. Ana Sergeyevna debía
tocar probablemente. De repente, se abrió la puerta, y una mujer
vieja, acompañada del blanco y familiar pomeranio, salió de la
casa. Gurov estuvo a punto de llamar al perro, pero empezó a
latirle violentamente el corazón, y en su excitación no pudo
recordar el nombre.
Siguió paseándose y midiendo la empalizada gris una y otra vez, y
entonces le dio por pensar que Ana Sergeyevna lo había olvidado y
se estaba a aquellas horas divirtiendo con otro, lo cual, al fin y al
cabo, era natural en una mujer joven, que no tenía otra cosa que
mirar desde por la mañana hasta la noche más que aquella
condenada valla. Se volvió a su cuarto del hotel y estuvo largo rato
sentado en el sofá sin saber qué hacer; luego comió y durmió
bastante tiempo.
-¡Qué estúpido! -exclamó al despertarse y mirar por la ventana-.
Sin venir a qué, me he quedado dormido y ahora ya es de noche;
¿qué hago?
Se sentó en la cama, que estaba cubierta por una colcha gris como
las de los hospitales, y empezó a burlarse de sí mismo; sentía un
fastidio terrible.
-¡Al diablo la señora del perro y la dichosa aventura! En buen lío te
has metido, Gurov…
Aquella mañana le había llamado la atención un cartel con letras
muy grandes. La Geisha iba a ser representada por primera vez. Al
recordar esto, se vistió y se marchó al teatro.
-Es posible que ella vaya a la primera representación -pensó.
El teatro estaba lleno. Como en todos los de provincia, había una
atmósfera muy pesada, una especie de niebla que flotaba sobre las
luces; por las galerías se oía el rumor de la gente; en la primera
fila, los pollos elegantes de la localidad estaban de pie mirando a la
gente, antes de levantarse el telón. En el palco del gobernador, su
hija, adornada con una boa, ocupaba el primer sitio, mientras que
él, oculto modestamente detrás de la cortina, sólo dejaba visible
las manos. La orquesta empezó a afinar los instrumentos; el telón
se levantó.
Seguía entrando gente que iba a ocupar sus sitios, y Gurov los
miraba uno a uno con ansia.
Ana Sergeyevna llegó también. Se sentó en la tercera fila y Gurov
sintió que su corazón se contraía al mirarla; comprendió entonces
claramente que para él no había en todo el mundo ninguna
criatura tan querida como aquélla; aquella mujercita sin atractivos
de ninguna clase, perdida en la sociedad de provincia, con sus
vulgares impertinentes, llenaba toda su vida; era su pena y su
alegría, la única felicidad que ambicionaba, y al oír la música de la
orquesta y el sonido de los pobres violines provincianos, pensó
cuán encantadora era. Pensó, y soñó…
Un hombre joven, con patillas, alto y encorvado, llegó con Ana
Sergeyevna y se sentó a su lado; inclinaba la cabeza a cada paso y
parecía estar continuamente haciendo reverencias. Debía ser sin
duda el esposo, que una vez en Yalta, en una exclamación de
amargura llamó ella lacayo; sonreía almibaradamente y en el ojal
de la chaqueta llevaba una insignia o distinción que recordaba el
número de un criado.
En el primer descanso el marido se salió fuera a fumar y Ana
Sergeyevna se quedó sola en su butaca. Gurov se acercó a ella y
con voz temblorosa y una sonrisa forzada le dijo:
-Buenas noches.
Al volver la cabeza y encontrarse con él, Ana Sergeyevna se puso
intensamente pálida, lo miró otra vez, horrorizada casi, y estrujó el
abanico y los impertinentes entre las manos como luchando para
no desmayarse. Los dos guardaban silencio. Ella seguía sentada, él
de pie, asustado por la confusión que su presencia le produjo, y no
atreviéndose a sentarse a su lado.
Los violines y la flauta empezaron a sonar, y de repente Gurov
sintió como si de todos los palcos los estuvieran mirando. Ana
Sergeyevna se levantó, marchando rápida hacia la puerta; siguió
él, y ambos empezaron a andar sin saber adónde iban, a través de
pasillos, bajando y subiendo escaleras, viendo desfilar ante sus
ojos uniformes escolares, civiles, militares, todos con insignias. Al
pasar, veían señoras, abrigos de piel colgados en las perchas, y el
aire les traía olor a tabaco viejo. Y Gurov, cuyo corazón latía con
violencia, pensó:
«¡Cielos! ¿Para qué habrá aquí esta gente y esa orquesta?»
Y recordó en aquel instante cuando, después de marcharse Ana
Sergeyevna de Yalta, creyó él que todo había terminado y que no
volverían a encontrarse más. Pero ¡cuán lejos estaban del final!
Al pie de una escalera estrecha y sombría, sobre la que se leía:
«Paso al anfiteatro», se pararon.
-¡Cómo me has asustado! -exclamó ella sin respiración casi,
todavía pálida y como agobiada-. ¡Oh, cómo me has asustado!
Estoy medio muerta. ¿Por qué has venido? ¿Por qué?…
-Pero escúchame, Ana, escúchame… -repetía Gurov rápidamente y
en voz baja-. Te suplico que me escuches…
Ella lo miraba con temor mezclado de amor y de súplica; lo miraba
intensamente como si quisiera grabar sus facciones más
profundamente en su memoria.
-¡Soy tan desgraciada! -siguió diciendo sin escucharle-. No he
hecho más que pensar en ti todo el tiempo; no vivo más que para
eso. Y, sin embargo, necesitaba olvidar, olvidar; pero ¿por qué?,
¡ah!, ¿por qué has venido?…
En el piso de arriba dos colegiales fumaban mirando hacia abajo,
pero a Gurov no le importaba nada; atrayendo hacia sí a Ana
Sergeyevna empezó a besarle la cara, las mejillas y las manos.
-¡Qué estás haciendo, qué estás haciendo! -gritaba ella con horror
apartándolo de sí-. Estamos locos. Vete; vete ahora mismo… Te lo
pido por lo que más quieras… Te lo suplico… ¡Que viene gente!
Alguien subía por las escaleras.
-Es preciso que te vayas -siguió diciendo Ana Sergeyevna, y su voz
parecía un susurro-. ¿Oyes, Dmitri Dmitrich? Iré a verte a Moscú.
Nunca he sido feliz; ahora lo soy menos todavía, ¡y nunca, nunca
seré dichosa!… No me hagas sufrir más. Te juro que iré a Moscú.
Pero ahora separémonos, mi amado Gurov, no hay más remedio.
Estrechó su mano y empezó a bajar las escaleras muy de prisa
volviendo atrás la cabeza; y en sus ojos pudo ver él que realmente
era desgraciada. Gurov esperó un poco más, escuchó hasta que
dejó de oírse el rumor de sus pasos, y entonces fue a buscar su
abrigo v se marchó del teatro.
CUATRO
Y Ana Sergeyevna empezó a ir a verlo a Moscú. Cada dos o tres
meses abandonaba S. diciendo a su esposo que iba a consultar a
un doctor acerca de un mal interno que sentía. Y el marido le creía
y no le creía. En Moscú paraba en el hotel del Bazar Eslavo, y
desde allí enviaba a Gurov un mensajero con una gorra encarnada.
Gurov la visitaba y nadie en Moscú lo sabía.
Una mañana de invierno se dirigía hacia el hotel a verla (el
mensajero llegó la noche anterior). Iba con él su hija, a quien
acompañaba al colegio. La nieve caía en grandes copos blancos.
-Hay tres grados sobre cero y, sin embargo, nieva -dijo Gurov a su
hija-. Sólo hay deshielo en la superficie de la tierra; a mucha más
altura de la atmósfera la temperatura es distinta completamente.
-¿Y por qué no hay tormentas en invierno, papá?
Y le explicó esto también.
Hablaba pensando que iba a verla a «ella», que nadie lo sabía y
probablemente no se enterarían nunca. Tenía dos vidas: una
franca, abierta, vista y conocida de todo el que quisiera, llena de
franqueza relativa y relativa falsedad, una vida igual a la que
llevaban sus amigos y conocidos; y otra que se deslizaba en
secreto. Y a través de circunstancias extrañas, quizá accidentales,
resultaba que cuanto había en él de verdadero valor, de sinceridad,
todo lo que formaba el fondo de su corazón estaba oculto a los ojos
de los demás; en cambio, cuanto había en él de falso, el estuche en
que solía esconderse para ocultar la verdad -como, por ejemplo, su
trabajo en el banco, sus discusiones en el club, aquello de la «raza
inferior», su asistencia acompañado de su mujer a aniversarios y
fiestas-, todo eso lo hacía delante de todo el mundo. Desde
entonces juzgó a los otros por sí mismo, no creyendo en lo que veía
y pensando siempre que cada hombre vive su verdadera vida en
secreto, bajo el manto de la noche. La personalidad queda siempre
ignorada, oculta, y tal vez por esta razón el hombre civilizado tiene
siempre interés en que sea respetada.
Después de dejar a su hija en el colegio, Gurov se dirigió al Bazar
Eslavo. Se quitó abajo el abrigo de pieles, subió las escaleras y
llamó a la puerta. Ana Sergeyevna, vestida con su traje gris
favorito, exhausta por el viaje y la espera, lo aguardaba desde la
noche anterior. Estaba pálida; lo miró sin sonreír, y apenas había
entrado se arrojó en sus brazos. Fue su beso lento, prolongado,
como si hiciera años que no se veían.
-Y bien, ¿qué tal lo vas pasando allí? -preguntó Gurov-. ¿Qué
noticias traes?
-Espera; ahora te contaré…, no puedo hablar.
Y no podía; estaba llorando. Se volvió de espaldas a él llevándose
el pañuelo a los ojos.
«La dejaremos llorar. Me sentaré y esperaré», pensó Dmitri; y se
sentó en una butaca.
Mientras tanto, llamó al timbre y pidió que le trajeran té. Ana
Sergeyevna seguía de espaldas a él mirando por la ventana.
Lloraba de emoción, al darse cuenta de lo triste y dura que era la
vida para ambos; sólo podían verse en secreto, ocultándose de
todo el mundo, como ladrones. Sus vidas estaban destrozadas.
-¡Ven, cállate! -dijo Gurov.
Para él era evidente que aquel amor tardaría mucho en acabarse;
que no podía encontrarle fin. Ana Sergeyevna cada vez lo quería
más. Lo adoraba y no había que pensar en decirle que aquello se
acabaría alguna vez; por otra parte, no lo hubiera creído.
Se levantó a consolarla con alguna palabra de cariño, apoyó las
manos en sus hombros y en aquel momento se vio en el espejo.
Empezaba a blanquearle la cabeza. Y le pareció raro haber
envejecido tan rápida y tontamente durante los últimos años.
Aquellos hombros sobre los que reposaban sus manos eran
jóvenes, llenos de vida y calor, temblaban.
Sintió compasión por aquella vida todavía tan joven, tan
encantadora, pero probablemente no lejos de marchitarse como la
suya. ¿Por qué lo amaba ella tanto? Siempre había parecido a las
mujeres distinto de como era en realidad; amaban, no a él mismo,
sino al hombre que se habían forjado en su imaginación, a aquel a
quien con ansia buscaran toda la vida; y después, al notar su
engaño, lo seguían amando lo mismo. Sin embargo, ninguna fue
feliz con él. El tiempo pasó, hizo amistad con ellas, vivió con
algunas, se separó luego, pero nunca había amado; sería lo que
quisiera, pero no era amor.
Y he aquí que ahora, cuando su cabeza empezaba a blanquear, se
había realmente enamorado por primera vez en su vida.
Ana Sergeyevna y él se amaban como algo muy próximo y querido,
como marido y mujer, como tiernos amigos; habían nacido el uno
para el otro y no comprendían por qué ella tenía un esposo y él
una esposa. Eran como dos aves de paso obligadas a vivir en jaulas
diferentes. Olvidaron el uno y el otro cuanto tenían por qué
avergonzarse en el pasado, olvidaron el presente, y sintieron que
aquel amor los había cambiado.
Otras veces, en momentos de depresión moral, Gurov se había
reconfortado a sí mismo con razonamientos de alguna clase; pero
ahora no le preocupaban estas cosas; sentía profunda compasión,
necesidad de ser sincero y tierno…
-No llores, querida -le dijo-. Ya has llorado bastante, vamos… Ven
y hablaremos un poco, arreglaremos algún plan.
Entonces discutieron sobre la necesidad de evitar tanto secreto, el
tener que vivir en ciudades diferentes y verse tan de tarde en
tarde. ¿Cómo librarse de aquel intolerable cautiverio?…
-¿Cómo? ¿Cómo? -se preguntaba Gurov con la cabeza entre las
manos-. ¿Cómo?…
Y parecía como si dentro de pocos momentos todo fuera a
solucionarse y una nueva y espléndida vida empezara para ellos; y
ambos veían claramente que aún les quedaba un camino largo,
largo que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había
hecho más que empezar.
FIN
Tomado
de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/chejov/la_s
eñora_del_perrito.htm
b. Desarrolla la siguiente actividad:


Toma cada uno de los siguientes personajes y categorízalo
detalladamente.
Construye un bestiario-humano con base en estos personajes del
relato de Chéjov.
5. Lee la afirmación y responde las siguientes preguntas.
“Como hemos visto, la visión que tenía el Simbolismo sobre los
poetas conlleva la visión del esplín, el hastío y la decepción.”



¿Actualmente, persiste esa visión sobre los poetas? Justifique su
respuesta con argumentos.
¿Conoce algún poeta o ha leído poesía que se este escribiendo
actualmente? Justifique su respuesta con argumentos.
Teniendo en cuenta el esplín, ¿estás de acuerdo con la visión
desesperada de la vida?
Tomado de: Lenguaje para pensar 11. Grupo Editorial Norma.
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XX fue un siglo de contrastes: durante la primera mitad, se
desataron dos de las más cruentas en la historia de la humanidad y
en la segunda mitad, se produjo una división que mantuvo al
mundo a la expectativa de una posible guerra nuclear. En medio
de este convulsionado siglo, muchos artistas realizaron sus
propuestas novedosas e hicieron de este momento histórico uno
de los más prolíficos en el arte.
En el periodo, llamado de “entreguerras”, se fundan y se
consolidan movimientos que surgen como propuestas
nacionalistas, reaccionarias y de clase media, los cuales se
convertirán posteriormente en gobiernos totalitaristas como el
nazismo, el fascismo y el falangismo. En Estados Unidos, el
modelo capitalista se viene a pique tras la crisis de la bolsa de
valores en 1929. Esta caída afecta también a países europeos y
produce durante cinco años la “gran depresión” que tendrá como
consecuencia el desempleo y la falta de comida.
La Segunda Guerra Mundial tuvo una serie de consecuencias que
determinarían la segunda mitad de siglo XX: las técnicas
utilizadas por los nazis para la eliminación del pueblo judío
marcarían nuevos límites de crueldad y horror no conocidos antes
por la humanidad. Una de las principales consecuencias sería la
división mundial en dos bandos contrarios que lucharían por la
supremacía económica y social: el capitalismo y el comunismo.
Las dos grandes potencias mundiales: la Unión Soviética, del lado
del comunismo, y Estados Unidos, del capitalismo, tendrían una
carrera armamentista. Esta lucha entre las dos potencias duraría
hasta finales del siglo XX, momento en que, con
la perestroika, Rusia decide restaurar su economía y Estados
Unidos aparece como la única gran potencia mundial. Una vez
solo en el poder, Estados Unidos inicia una serie de invasiones a
países como Afganistán, Kuwait o Irak para explotar el petróleo
extranjero e instaurar sus ideas económicas y
políticas.El resultado de este proceso tendrá como respuesta el
ataque a las Torres Gemelas en 2001 y la instauración de una
política de terrorismo internacional.
EL VANGUARDISMO
Sostenían que la creación poética no debía ser personal, sino
grupal y anónima (muchos de ellos decidieron no firmar sus obras
o utilizar varios seudónimos); la escritura debía ser divertida,
espontánea y sincera. Los vanguardistas encontraron en la
espontaneidad y en lo ilógico la respuesta a una escritura que
buscaba romper los moldes.
La “escritura automática” fue un ejercicio creado por los
vanguardistas, específicamente, los dadaístas, quienes buscaban
crear textos improvisados que se hacían en una sola escritura y
que no se corregían ni se modificaban: la primera escritura era la
última.
LAS VANGUARDIAS
A finales del siglo XIX, los simbolistas proponían una renovación
en la idea de la poesía, y siguiendo sus pasos, en las primeras dos
décadas del siglo XX, surge un grupo de artistas que se interesan
no solo por transformar la forma de la narrativa, la poesía y el
teatro, sino que se aventuraban por hablar de espacios y temáticas
que nunca se habían tenido en cuenta en el arte. Las vanguardias
serían una serie de distintos movimientos, cada uno con
propuestas diversas y complejas, que se unen por la idea de ser
revolucionarios e innovadores. Su búsqueda final se relacionaba
no con la idea de cambiar el arte, sino de reinventarlo desde las
concepciones filosóficas y sociológicas propias de inicios del siglo
XX.
Sus obras buscan criticar una cultura burguesa que por su afán
imperialista logran llevar al mundo a la crisis de una guerra. Es
periodo de conflictos y cambios, los vanguardistas establecen un
nuevo arte en el cual recuperan la idea del individuo creador, pero
ya no como alguien especial, sino como un ser alienado,
fragmentado y solo.
Varios eventos promovieron la aparición de los grupos: el primero
se relaciona con la aparición de ciencias, como el psicoanálisis, que
abre las puertas a un lugar inexplorado del ser humano: el
inconsciente. Otro se relaciona con el fuerte movimiento socialista
como espacio de crítica a la burguesía, daba sustento teórico a un
movimiento que buscaba salir de la cadena mercantil burguesa en
la que se había incluido al arte. La búsqueda del vanguardista
pretende complacer y representar a un público amplio y, por lo
tanto, retomar elementos de culturas populares o lejanas que
nunca antes se habían tenido en cuenta.
DADAÍSMO
Los dadaístas proponen las palabras como herramientas que se
pueden transformar, mover y hasta volver incomprensibles sin que
por ello el arte literario se desdibuje. Dadas estas circunstancias,
los dadaístas hacen sus poemas con colajes de periódicos y revistas
en los cuales superponen frases y palabras al azar para formar
nuevos significados posibles, muchos de ellos sin finalidad lógica.
TRISTAN TZARA
Uno de los fundadores del movimiento dadaísta, se caracterizó por
hacer una serie de representaciones teatrales cuyo fin era
escandalizar a la sociedad burguesa. Además, fue el creador del
manifiesto dadaísta, “Siete manifiestos dadá”, y de una serie
múltiple de ejercicios para hacer poesía. Entre sus obras más
destacadas están “El hombre aproximativo” y “La primera
aventura celestial del señor Antipirina”
SURREALISMO
El surrealismo se conecta con las ideas del psicoanálisis freudiano,
las cuales plantean que muchas de las acciones del ser humano no
están dirigidas por la razón lógica, sino por un sistema mental
mucho más complejo en el cual está inmerso el inconsciente. Esas
acciones están presentes en toda nuestra vida y responden más a
estímulos que no podemos ver fácilmente que a pensamientos
lógicos. El surrealismo se conecta con las ideas de la Patafísica que
ridiculiza la ciencia al utilizar técnicas positivistas para llegar a
resultados absurdos, se interesa por la ciencia de los sueños como
espacio en el cual es posible entender los pensamientos y las
emociones reales de los individuos: el lugar donde es posible
analizar las emociones reprimidas por la lógica. En el caso de la
literatura, promueven la escritura automática y la relación
inmediata de palabras, junto a la utilización constante de
imágenes que nacen del oscuro mundo interior de la mente.
MIENTRAS TANTO, ¿QUÉ HACÍAN LOS NOVELISTAS?
Cuando la vanguardia estaba en auge y ponía en alto la posibilidad
de transformar la poesía, hubo un resurgimiento y renovación en
la estética novelística. La novela se centra en la idea de alejarse del
objetivismo y la racionalidad de la novela realista e intentar
nuevas formas de narración en las que se notaran más la
subjetividad y las emociones internas de los personajes que las
cosas que ocurrían en el mundo. Los novelistas encontraron en
obras como las de Dostoievski las herramientas para llevar a cabo
su trabajo, dado que en ellas era posible ver una interiorización y
una preocupación constante por la psicología de los personajes.
FRANZ KAFKA
Su corta obra contiene una gran simbología y representa los
pensamientos y preocupaciones que inquietan al ser humano
durante todo el siglo XX. El ser humano, en Kafka, se convierte en
un número que pierde su individualidad al fragmentarse su
posibilidad de pensar y perderse en las complejas relaciones de la
sociedad. En sus obras es posible encontrar una coherencia
temporal, más no una coherencia racional y esto hace que la
estructura kafkiana no sea argumentativo, es decir, sobre los
hechos que narran, sino asociativa, es decir, sobre las asociaciones
libres y los pensamientos. El héroe kafkiano vive en estado
constante de angustia por su imposibilidad de relación consigo
mismo, con los otros y con las instituciones que crean y ejecutan
las leyes. Algunas de sus obras más representativas son: “El
castillo”, “El proceso”, “América”, “La colonia penitenciaria” y “La
metamorfosis”.
VIRGINIA WOOLF
Escritora inglesa que revolucionó la escritura de su época por
innovar en una forma narrativa que posteriormente recibirá el
nombre de “corriente de la conciencia”, por medio de la cual se
busca imitar en la narrativa novelesca la forma en que fluye la
conciencia: con saltos temporales, conexiones aleatorias,
ampliación o reducción de instantes descriptivos, con preguntas
sin respuesta o ideas que empiezan, pero no concluyen. La
incorporación de un tono lírico hace que sus escritos estén
cargados de ritmo poético, a pesar de ser novelas en prosa. Una de
sus novelas más famosas, “La señora Dalloway”, cuenta un día en
la vida de Clarissa Dalloway. A pesar de narrar solamente un día,
es posible profundizar en las emociones y las reflexiones:
conocemos la conciencia del personaje.
MARCEL PROUST
Una de las obras monumentales de la literatura mundial es “En
busca del tiempo perdido”, libro de siete tomos en los cuales
Proust maneja de manera magistral la introspección y los cambios
de tiempo y espacio. La narración de Proust está construida con
frases largas que cambian constantemente de sujeto,
subordinadas, y en las cuales se imita la forma poco estructurada
como se configura el recuerdo. La narración está armada desde
una estructura que inicia en un presente, momento de escritura
inicial, y viaja hacia un pasado desde el cual también se recuerda.
Este procedimiento hace que los tiempos y las perspectivas
narrativas se estén modificando constantemente.
JAMES JOYCE
Es un escritor enigmático y erudito, realiza una obra ambiciosa y
profunda: “Ulises”, que consta de dieciocho capítulos, y en cada
uno de ellos utiliza una técnica narrativa distinta y crea nuevos
paralelismos con la obra griega clásica. El libro narra un día en la
vida de Leopoldo Bloom y Stephen Dedalus quienes caminan por
las calles de Dublín y se pierden en los cementerios, las tabernas y
los museos de la ciudad. Joyce plantea a sus dos personajes
perdidos y confundidos en medio de la ciudad, la cual está llena de
monstruos y aventuras. El gran aporte de Joyce en esta fabulosa
obra es plantear un paralelo entre el antiguo héroe griego, fuerte y
valiente, y el héroe moderno, común y grotesco.
EL EXISTENCIALISMO Y EL MOVIMIENTO BEAT
Literariamente, el Existencialismo se vería reflejado, en la obra de
Albert Camus, autor de dos de las novelas que más profundizan en
los problemas contemporáneos: “El extranjero” y “La Peste”. La
crisis que refleja Camus muestra lo absurdo de una acción, vivir,
que no tiene finalidad específica. En “El extranjero”, cuenta la
historia de un personaje que no logra crear una conexión con el
mundo en el cual vive, dado que no encuentra una razón lógica
para encauzar su vida.
En Estados Unidos, también se viviría la misma decepción frente
al mundo y a la existencia humana en la década de los sesenta,
pero esa decepción se expresaría desde la queja de una juventud
que, cansada de una opresión estatal y de un sistema de consumo
que los tiene atados, decide rebelarse desde el arte. Es así como los
escritores del momento defienden una búsqueda de nuevas
formas de entender el mundo, en contra de los tradicionales
valores estadounidenses.
EL GRUPO BEAT
Los mayores exponentes de esta escritura son Jack Kerouac, con
su obra “En el camino”, y William Burroughs, con “El almuerzo
desnudo”, quienes en sus obras promueven la liberación mental y
el desarraigo por medio de las filosofías orientales, las sustancias
psicoactivas y el viaje. La propuesta que establecen es la huida de
un mundo mecanizado y mercantil, ofrecido como el fin de la
existencia, con la entrada en un autoconocimiento y el regreso a la
experiencia vital, a la naturaleza.
La influencia del movimiento Beat tendría fuertes repercusiones
en la sociedad norteamericana. Sus escritos cultivan las ideas que
revolucionarían culturalmente la década de los sesenta y que
iniciarían los movimientos por la liberación de la mujer y la
reivindicación de los derechos de las negritudes. Además, servirían
como sustento para el nacimiento del movimiento contracultural
“hippie”.
LA NOVELA ROMPE FRONTERAS
En la década de los setenta, un grupo de escritores franceses
propone un trabajo que conformará la “Nueva novela”,
movimiento que busca el objetivismo total y el rompimiento con
las técnicas tradicionales de la literatura al convertir los objetos y
los lugares en el centro de sus novelas, por encima de los
personajes. Autores como Allain Robbe Grillet y Natalie Sarraute
establecen así una nueva forma de narración más cercana a los
métodos cinematográficos con la descripción sin acción y con
neutralidad psicológica.
Cabe destacar a Alexander Solzhenitsin, que con su
libro “Archipiélago Gulag” narro las injusticias y las penurias
sufridas en un campo de concentración ruso bajo el mando de
Stalin.
El siglo XXI se presenta como un momento que augura nuevas e
interesantes propuestas literarias. Basados en las nuevas
relaciones entre el ser humano y la tecnología computacional, la
crisis ecológica, la influencia de los medios de comunicación y la
dependencia hacia las máquinas, los escritores se han volcado
hacia géneros como la ciencia ficción o las anticipaciones
ecológicas. La influencia de Internet está transformando
inevitablemente la novela en particular y la literatura en general.
ACTIVIDADES
ANALIZA
1 Con el vídeo de “acontecimientos más importantes de la edad
contemporánea” , elabora una linea del tiempo. (Vídeo en el tema
contexto histórico).
2 Con el vídeo de “las vanguardias”, elabore un cuadro sinóptico.
(Vídeo en el tema el vanguardismo).
3. Lee la “Carta al padre”, de Kafka, y realiza lo siguiente:
-Busca en ella los elementos que caracterizan el pensamiento y la
escritura de inicios del siglo XX.
-Clasifica las características narrativas en un cuadro, teniendo en
cuenta la espacialidad, el tiempo, las formas narrativas y el
narrador.
INFIERE
4 Escribe una carta a tu padre o a tu madre en la que expreses los
sentimientos que tienes hacia él o hacia ella: agradecimiento,
furia, alegría o amor.
NOTA:
-El trabajo desarrollado debe enviarlo cada estudiante desde su
correo, no acepto otro diferente.
-El trabajo debe ser entregado a más tardar el día martes 06 de
Octubre de 2015.
Tomado de: BASTIDAS PÉREZ, Rodrigo. Lenguaje para pensar 11.
Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2011.
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