Hábitos y Costumbres Este mundo contemporáneo está necesitado de conocimientos que posibiliten el desarrollo integral de la humanidad. Con estos presupuestos, la cultura, vista desde la cosmovisión filosófica permite enriquecer a los seres humanos y dotarles de los saberes necesarios para el logro de una vida plena. Entonces, la cultura históricamente se vincula al cultivo de la tierra, entendido este cultivo en nuestros días como la aprehensión culta del desarrollo humano sostenible, dependiendo por supuesto, de múltiples factores. Desde la antropología, “la cultura, en su complejidad incluye el conjunto de conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad”. Sin embargo, para Linton, las sociedades están constituida de individuos y la cultura transciende en el nivel psicológico y conductista, razón por la cual tanto las sociedades como las culturas son continuas, de manera cambiante, necesaria y dialéctica. Por otro lado, Torre y Tejada (2007) desde un enfoque ecosistémico interpretan a Morales (2004), y plantean que el ser humano es un sistema en el que todos los componentes biológicos, neurológicos, psicológicos, ambientales y educativos, interactúan como un todo. No se puede afirmar que la facultad que construye el estilo de vida, sea fruto de un determinismo genético, tampoco que se deba exclusivamente al medio ambiente, sino a la interacción entre ambos. Es probable que la influencia educativa del hogar, del medio y la educación formal, tengan un peso importante en la construcción de determinado comportamiento se manifiesta producto de la interacción entre componentes genéticos, neurológicos, psicológicos, y el medio sociocultural, y educativo. Por lo tanto, la proyección operativa de estos aspectos en la forma de percibir, pensar, sentir, actuar, decidir, persistir e interactuar, es lo que se conoce como estilo de vida. Según Bourdieu (1991), Esto se entiende como las formas de obrar, pensar y sentir que están originadas por la posición o estatus que una persona ocupa en la estructura social. Es un principio generador y un sistema clasificador de niveles sociales. Son los comportamientos que una sociedad va adquiriendo, se expresan en una manera de actuar. Según (Unesco, 2001), el conjunto de rasgos distintivos espirituales, materiales, intelectuales y afectivos de una sociedad o grupo social, que comprende, además de las artes y las letras, los estilos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. ¿Qué es el hábito? es la generación de prácticas que están limitadas por las condiciones sociales que las soporta. Los individuos, con el habitus que le es propio dada su posición social, y con los recursos que disponen, “juegan” en los distintos campos sociales, y en este juego contribuyen a reproducir y transformar la estructura social, así como también los estilos de vida. Por lo que el habitus no es un simple estilo de vida, es un conjunto de actos y pensamientos, base con la cual se toman determinadas decisiones y pilar que conforma el conjunto de conductas y juicios aprendidos de manera imitativa. En ese mismo orden, Barrios (2007, p.6), señala “los hábitos son costumbres que se adquieren por aprendizaje imitativo en la niñez o por la larga y constante repetición de una misma conducta”. Así mismo, Pedraz (2007), sugiere que el estilo de vida se construye a partir de sutiles pero permanentes técnicas de acondicionamiento social, que penetran el cuerpo y crean una retícula de lazos (emocionales, ideológicos, prácticos, entre otros), a través de los que discurre el poder, no como algo que se ejerce sino como algo que circula, estableciendo una relación de sujeción infinitesimal, microfísica, no intencionada, pero en todo caso indeleble entre el individuo y su corporeidad. En un estudio se hizo referencia entre otras, a las ideas de Pierre Bourdieu, él centra su teoría en el concepto de habitus; entendido este como esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social. El habitus hace que personas de un entorno social similar tiendan a compartir estilos de vida parecidos. Además de la indagación sobre el hábito y la costumbre de vida, en el marco socioeducativo, parte de la hipótesis de que los estilos de vida son construcciones sociales del individuo moldeada por entornos como la familia, la iglesia, la educación y la sociedad. Todo ello involucra a los hábitos, y se les interpreta relacionándolos con lo individual, pero desde posiciones filosóficas materialistas, “significa una inclinación constante o relativamente constante a hacer algo o a obrar de una manera determinada”. En cambio, ¿Qué es la costumbre? se refiere como “la repetición constante de un hecho o de un comportamiento, debido a un mecanismo de cualquier naturaleza, físico, psico-lógico, biológico, social. Se admite, en la mayoría de los casos, que tal mecanismo se forma por repetición de los actos o de los comportamientos y, por tanto, en el caso de acontecimientos humanos, por ejercicio”. Es muy frecuente que se aborden estos dos conceptos como iguales para referirse a un concepto más integrador como el de la cultura alimentaria. En todo este proceso, el avance de la ciencia y la técnica ha incrementado el desarrollo de producciones de alimentos que pueden atentar contra las prácticas, hábitos y costumbres saludables, erigiéndose como conductas indeseables con sus consabidas consecuencias a la salud. Por lo que la cultura de la salud “revela el grado de desarrollo alcanzado por el hombre en el conocimiento y dominio de su organismo y medio socio ecológico, de modo tal, que trascienda en su actuación hacia una conducta que propicie un modo de salud saludable” Además, respecto a la salud alimenticia, la selección de los alimentos posee un profundo origen cultural. Por lo que la educación alimentaria, se convierte en una necesidad imprescindible de los hombres y mujeres de hoy, los que perpetuaran su memoria a partir de las habilidades heredadas y las que transmitan a las futuras generaciones. Finalmente, de lo anterior se concluye que la cultura en general como en la cultura alimentaria representa el desarrollo y evolución alcanzado por los grupos humanos, en un contexto histórico determinado, con repercusión sobre el individuo en cuanto a los conocimientos sobre los alimentos, los hábitos y las costumbres, las tradiciones, los valores, las creencias, los mitos y tabúes; así como al arte culinario y el acto de ingerirlos en el entorno individual y social, de manera tal que se garantice una influencia en los estilos de vida que trascienda a las futuras generaciones. En esta cultura las mujeres y los hombres aprenden, comprenden, transforman y crean de acuerdo a sus necesidades, tanto materiales, espirituales, individuales y grupales, a partir de los conocimientos que se transmiten de una generación a otra, en un contexto histórico-social concreto, en la cual se inserta y reevalúa para superarse a sí misma. Bibliografía Guerrero Montoya, L. R. (2010). Estilo de Vida y Salud. Educere, pp.13-19. Privado, A. (Alimentandose bien prara estar sano). Hábitos y estilos de vida saludables. Obtenido de www.fao.org: http://www.fao.org/3/i3261s/i3261s10.pdf Torres, D. (8 de Junio de 2015). Blasting News. . Obtenido de mx.blastingnews.com/: http://mx.blastingnews.com/opinion/2015/06/la-importancia-de-es-cribir-c Vázquez, L. R. (2012). Prácticas, hábitos y conductas vs educación y cultura alimentarias. 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