y la izquierda de Sonora Álvaro Bracamonte Sierra* Este día López Obrador estará en Hermosillo. La visita corresponde al apoyo que brinda a los candidatos de la Alianza Salvemos México conformada por el Partido del Trabajo y Convergencia; no viene a impulsar al PRD, organización de la que fue fundador y dirigente. El que no esté al lado del sol azteca revela la división imperante en la izquierda sonorense y en muchas partes del país. Recordemos que la coalición que abanderó en el 2006 obtuvo cerca de 240 mil votos –alrededor del 26 por ciento del total de sufragios emitidos en esa ocasión. Tan sólo en la capital del estado registró 40 mil; varios municipios los ganó como fueron los de Cananea, Bácum y otros. AMLO Cómo explicar que la izquierda de Sonora juegue ahora en bandos distintos, cada quien por su lado y sin probabilidades ya no digamos de ganar sino de hacer un papel más o menos decoroso: las encuestas más recientes le dan a Petra Santos cerca del 5 por ciento de la votación; al del PT algo menos; Convergencia no registró candidato y el PSD ni siquiera es mencionado en dichos sondeos. La respuesta es sencilla y más o menos conocida; tiene su origen en la tragedia que tuvo ese partido durante la elección de su dirigente nacional. En dicho proceso participaron el actual presidente Jesús Ortega y Alejandro Encinas apoyado por el propio López Obrador. Se disputó, más que la conducción del PRD, la línea política de ese partido: los “pejistas” sostenían que no valía la pena negociar con el “gobierno usurpador” y los “chuchistas” lo contrario. En medio del cochinero que fue el proceso, el Trife le dio el triunfo al eterno líder de Nueva Izquierda. Desde entonces las diferencias entre ambas posiciones, lejos de atenuarse, se agudizaron al romperse la alianza que mantenían en el llamado Frente Amplio Progresista. Las desavenencias se trasladaron a las regiones. Sonora ha sido especialmente afectado; lo es porque, si no me equivoco, el PRD estatal está dominado desde hace ya varios años por los “chuchos”, lo que tras la controvertida solución poselectoral profundizó la brecha entre los simpatizantes del tabasqueño y la nomenclatura que dirige al PRD. En esas circunstancias, la izquierda de Sonora luce dispersa y sin entusiasmo para encabezar el malestar social derivado de la devastadora recesión que padece la economía mexicana, de la crisis de inseguridad y del miedo surgido tras el desafortunado manejo de la contingencia sanitaria. Estos elementos configuraron por sí solos, y de manera inesperada, un escenario favorable para que la izquierda local se presentara como una opción interesante a un electorado que tradicionalmente vota por el PRI o el PAN, pero que ahora muestra un rostro de desánimo y desesperanza motivado por meses y años de inseguridad económica y social. El corte de caja que hagan los partidos “progresistas” de Sonora después del 5 de julio seguramente no será positivo. Es probable que no consigan ningún Municipio y que la representación legislativa se jibarice a tal grado que sea prácticamente inexistente. Este panorama es, desde luego, el producto natural de la proverbial rijosidad que distingue a la izquierda perredista, pero también la consecuencia de las purgas que sistemáticamente se suscitan al interior de esa organización y de la interminable intolerancia que priva entre algunos dirigentes que ahora controlan al PRD. Todo ello ha orillado a muchos simpatizantes a probar suerte en otras organizaciones políticas. No pocos de estos ahora ex perredistas consideran que los responsables del desastre que vive la izquierda sonorense son los dirigentes de Nueva Izquierda que, gracias a su hegemonía en los órganos de dirección partidaria, han terminado por dinamitar el futuro de ese partido. En tales circunstancias, el proceso electoral 2009 se perfila no como vía para el acceso al poder sino como un medio para poner a cada quien en su lugar en cuanto a representatividad en la geometría política electoral; quizá sirva para recomponerse y avanzar en la organización ciudadana de cara a los comicios de 2012. En el caso de Sonora, el PRD tendrá su 5 ó 6 por ciento de los votos emitidos; los del PT y Convergencia poco menos. Estos resultados serán el dato duro e incuestionable para determinar la base social con que cuentan los políticos y organizaciones “progresistas”, aspecto fundamental para el replanteamiento de nuevas y duraderas alianzas electorales. Dicho de otra manera: el 5 de julio es para la izquierda local y quizá nacional una especie de primarias cuyo desenlace probablemente permitirá estabilizar las relaciones políticas de la izquierda partidaria en Sonora. Estas son las condiciones que tendrá AMLO en esta visita a Sonora. Veremos si el apoyo que mantiene entre muchos sonorenses le alcanza para empujar a quienes a su juicio han demostrado que quieren participar en una verdadera transformación de la vida pública nacional. *Profesor-investigador del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de Sonora, [email protected]