Cambio climático, una gran oportunidad de negocio o crisis El 67 por ciento de los empresarios mundiales ya percibe el cambio climático como una oportunidad de negocio y el 70 por ciento de ellos considera que creará oportunidades de negocio en sus compañías en el próximo lustro, según el estudio del Pacto Mundial de la ONU y Accenture Strategy 'Edición Especial: Una llamada a la acción contra el cambio climático'. En concreto, el trabajo apunta que 67 por ciento de los empresarios mundiales perciben las medidas contra el cambio climático como una oportunidad de crecimiento e innovación que será esencial para conseguir ventajas competitivas en sus industrias. Además, el 66 por ciento ha expresado su preocupación por las medidas políticas y, al tiempo, creen que el sector privado "no está haciendo lo suficiente para afrontar el problema del cambio climático; el 91% cree que tomar medidas es una prioridad urgente para las empresas, pero sólo un tercio (el 34%) ven progresos para limitar el calentamiento global a menos del límite de 2 grados centígrados. Entre las propuestas, proponen mecanismos legislativos y fiscales para incrementar la inversión en soluciones climáticas; instrumentos financieros para estimular la I + D y la innovación en soluciones de baja emisión de carbono; implantar normas de actuación para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la adaptación al cambio climático. Mientras la comunidad científica, políticos y ambientalistas están preocupados por el cambio climático, para algunas empresas e inversionistas, el calentamiento global es una oportunidad para ganar dinero. Y precisamente el periodista McKenzie Funk narra con ironía sus encuentros con esos ‘ganadores’ del cambio climático en su primer libro Windfall (‘Caído del cielo’). Funk ha escrito en medios como National Geographic, Rolling Stone y The New York Times. En su libro cuenta la historia de una empresa que transporta agua dulce de los glaciares hasta las ciudades costeras de California en bolsas gigantes de plástico. Y la de un banquero de Wall Street, que compró 404,685 hectáreas en Sudán sin haberlas visitado, para hacer fortuna cuando ocurra la crisis alimentaria . Y aunque parezca, las historias de estos emprendedores no son de una película de ciencia ficción. Pero no sólo a los fundadores de start-ups les han ‘caído del cielo’ ideas de negocio tras el cambio climático. Incluso Bill Gates patentó un exterminador de huracanes, un aparato que baja la temperatura de la superficie del mar y le roba fuerza a las tormentas. Oportunidad en la debacle A diferencia de autores como el economista estadounidense William Nordhaus, que publicó meses antes The Climate Casino (‘El casino climático’), un libro que plantea que es necesario que las personas, las empresas y los gobiernos actúen para revertir el cambio climático, Funk presenta el ecosistema empresarial ante el cambio climático. Por seis años, Funk recorrió 24 países y analizó el comportamiento empresarial ante el calentamiento global en compañías de diferentes sectores. El autor no habla sobre consultoras de sustentabilidad ni empresas que fabrican paneles solares, sino de un ecosistema empresarial que crearon quienes ven oportunidades de negocio en donde otros ni siquiera se imaginan invertir. Funk plantea que la lógica de la creación de negocios en medio del cambio climático se parece a la de cualquier otra crisis: de la escasez y la falta de certidumbre surgen oportunidades. Sólo que, en este caso, los emprendedores se vuelven dioses que manipulan la naturaleza. Por ejemplo, mientras los glaciares de todo el mundo se derriten dos veces más rápido que hace 10 años, el negocio de la nieve artificial vale 1,000 millones de dólares y no deja de crecer. No es el único caso. La población de insectos tropicales, que transmiten enfermedades peligrosas, aumenta gracias al calentamiento global. ¿Cuál es la respuesta del mercado? Ya hay empresas que crían mosquitos genéticamente modificados que -como un caballo de Troya- se insertan en un enjambre natural de mosquitos y los destruyen. Las aseguradoras son otras beneficiadas. En lugar de que el cambio climático aumente sus costos, les ha dado “publicidad a escala bíblica”, señala el autor, y no sólo eso, también les ha permitido expandir su mercado y elevar los precios de sus pólizas. Éstas son algunas pruebas que Funk ofrece sobre cómo el cambio climático benefició a varias industrias de forma radical y, hasta cierto punto, ridícula. En un mundo de escasez, hasta lo más básico de la vida se vuelve negocio. Bajo esa premisa, el libro presenta el caso del director de un fondo de inversión de alto riesgo que dice que el agua será la materia prima más valiosa del futuro, “más que el petróleo, los metales preciosos o cualquier otra materia prima agrícola”. Esto, debido a que en las próximas cuatro décadas, la mitad de la población mundial enfrentará escasez de agua. Windfall plantea que quienes pueden -los grandes bancos, inversionistas y los líderes de gobiernos de países ricos- ya aprovechan sus contactos políticos, hacen cálculos de costo, mapas de calidad de suelo y compran tierras fértiles para ganar dinero cuando llegue la crisis de alimentos. Dilemas éticos Como buen periodista, Funk deja a los lectores la decisión final de admirar o rechazar a los emprendedores que presenta. Aunque muestra su incomodidad ante el ecosistema que percibe y deja claro que “los inversionistas del cambio climático” ganan dinero de una situación en la que la mayoría de la población está sufriendo. El autor duda que las soluciones que ofrece el mercado sean suficientes para enfrentar los problemas del cambio climático. Cita el caso de la ineficiencia y la “pesadilla logística” de los bomberos privados de Londres, en el siglo XIX, que sólo protegían a los que podían pagar por la protección. El autor cuenta que incluso llegaron a los golpes para conseguir clientes en lugar de combatir las llamas y salvar vidas. Funk critica que los proyectos de “los emprendedores del cambio climático” sólo mejoran la vida de unos pocos mientras empeoran la situación de los demás, por la contaminación que generan. El autor recuerda su visita a una planta de desalinización cerca de la Franja de Gaza que provee “agua S. Pellegrino desde la llave” a los israelíes, pero cuya producción es sumamente costosa en términos de emisiones de dióxido de carbono. “Es como una serpiente comiendo su propia cola”, dice el libro. A diferencia de William McDonough y Michael Braungart, autores de Cradle to Cradle (‘De cuna a cuna’), que recomendaban a las empresas buscar nuevas formas para diseñar y producir con menor huella ambiental, así como mayor colaboración entre gobiernos y el sector privado, Funk no propone una nueva filosofía de negocios para enfrentar el cambio climático. Incluso parece que ni siquiera cree en eso. “Al final, esas colaboraciones también sirven sólo para quienes tienen el dinero para financiarlas”, dice el autor. “Se salvan los habitantes de Dubái mientras millones de personas en Bangladesh mueren”. Funk deja ver entre líneas que la industria de las energías limpias ha logrado controlar el cambio climático y que si continúa esta tendencia industrial -apoyada por gobiernos-, quizá no tengamos que enfrentarnos con un Carlos Slim del agua o con especuladores que hagan fortunas del próximo huracán. Sin embargo, el autor concluye que las soluciones actuales del sector privado frente al cambio climático son devastadoras: “Sólo podrán salvarse los ricos del destino fatídico de los demás”. El cambio climático pasará una factura de casi 1 billón de dólares Según el informe de CDP, el cambio climático podría costarles casi 1 billón de dólares en los próximos 5 años a las mayores empresas del mundo que cotizan en bolsa, y eso que todavía muchas compañías siguen subestimando los peligros a los que se enfrentan. Este coste se debe a factores como al aumento de las temperaturas, cambios meteorológicos imprevisibles y a los precios de las emisiones de gases de efecto invernadero. De ese billón de dólares estimado, alrededor de 500.000 millones serán costes operativos derivados de cambios legales y políticos, mientras que otros 250.000 millones de dólares procederán de los llamados “activos varados”, o lo que es lo mismo, activos que dejarán de formar parte del modelo productivo de los negocios: los combustibles fósiles que será necesario retirar pronto debido a cambios en el mercado y los activos expuestos a deterioros por los efectos de la crisis climática. La sostenibilidad, una oportunidad mucho más rentable Sin embargo, existen interesantes y esperanzadoras oportunidades surgidas a partir de la crisis climática a la que se enfrenta el planeta. Las estimaciones del informe calculan una ganancia acumulada de 2,1 billones de dólares procedentes de nuevas alternativas financieras: el mercado demandará productos y servicios de bajas emisiones acordes con el nuevo paradigma energético, como los vehículos eléctricos, y los consumidores cambiaremos nuestras preferencias hacia opciones respetuosas con el clima. Además, los costes para poner en marcha estas oportunidades son sensiblemente inferiores que el valor total del negocio, casi 7 veces menos que su valía potencial. Para que el cambio de paradigma sea posible y las empresas se den prisa en repensar sus modelos de negocio de acuerdo a las necesidades sostenibles del planeta, es imprescindible la implementación de planes nacionales por parte de los Gobiernos. Que la legislación inste a todas las compañías a mostrar datos de cómo afectan sus actividades al medio ambiente, también ayudaría a que el mercado recibiera más y mejor información. Gestionar los riesgos y oportunidades derivados de la crisis climática nos dejará un planeta mejor del que tenemos ahora mismo. DESARROLLO DEL PAIS El presidente Iván Duque Márquez, comenzó su mandato presidencial el 7 de agosto de 2018, el cual terminará el 7 de agosto de 2022. Duque, del partido Centro Democrático, ganó las elecciones al lograr el 53,95% de la votación (10.351.304 votos), mientras su rival Gustavo Petro alcanzó el 41,83% (8.024.697 votos). Los principales pilares de su gobierno son la legalidad, el emprendimiento, y la equidad, con ejes transversales en materia de: infraestructura, sostenibilidad ambiental e innovación. Colombia ha recibido un flujo masivo y acelerado de migrantes desde Venezuela. Según Migración Colombia, hasta septiembre de 2018, cerca de 1.4 millones de migrantes venezolanos han llegado al país. Colombia ha asumido un papel de liderazgo en la adopción de una política de fronteras abiertas y en la implementación de buenas prácticas en la respuesta a áreas receptoras y la prestación de servicios a la población venezolana y colombiana retornada, en áreas como educación hasta salud, servicios de empleo y ayuda humanitaria. Colombia tiene un historial de gestión macroeconómica y fiscal prudente, y a pesar de las desaceleraciones económicas ha mantenido su calificación de grado de inversión desde 2013. Después de desacelerarse a 1.4% en 2017, el crecimiento económico se aceleró a 3% en la primera mitad de 2019, impulsado por un sólido consumo privado y mayor inversión. Se prevé que el crecimiento se acelere a 3.3% en 2019, respaldado por un mayor crecimiento de la inversión, una política monetaria acomodaticia y la disipación de algunos factores transitorios que afectaron el crecimiento en el primer semestre. En 2020, se espera que la economía colombiana se acelere aún más, a un ritmo de 3.6%, debido a que el crecimiento del consumo privado sigue siendo fuerte, y el gasto de inversión es impulsado por impuestos corporativos efectivos más bajos y una recuperación esperada en la inversión residencial y una mejor ejecución del presupuesto a nivel nacional. Se espera que una mayor rentabilidad en el sector petrolero incentive las inversiones en explotación y exploración. Un mayor número de cierres financieros para los proyectos 4G y un repunte en la ejecución de los proyectos existentes es un buen augurio para la inversión durante el período 2020-2021. La política monetaria acomodaticia y las condiciones financieras favorables en el mercado interno también respaldarán el crecimiento. La inflación ha convergido al rango objetivo a principios de 2018 y se espera que permanezca dentro del rango objetivo del Banco Central, ayudado por una política monetaria prudente y expectativas de inflación ancladas. Las expectativas de precios bien ancladas y una actividad económica más débil impulsaron al Banco Central a revertir su endurecimiento de la política monetaria, reduciendo la tasa de política gradualmente en 350 puntos básicos acumulados hasta 4.25% a principios de abril de 2018, manteniendo una postura monetaria ligeramente acomodaticia desde entonces. Colombia continúa manteniendo un sólido marco macroeconómico. Los componentes principales de este marco incluyen la adopción de un régimen de metas de inflación, un tipo de cambio flexible, una Regla Fiscal (2011) para el gobierno central y un marco fiscal de mediano plazo. El sólido marco macroeconómico también ha permitido fortalecer la resiliencia frente a las conmociones externas, facilitando el ajuste económico interno y externo ante a los posibles choques. El gobierno ha demostrado su compromiso con la disciplina fiscal, cumpliendo con la regla fiscal desde su introducción. A partir de 2019, el Comité Consultivo de la Regla Fiscal permitió un espacio adicional del 0.5% del PIB, disminuyendo gradualmente, para acomodar el gasto relacionado con la migración, con un déficit fiscal permitido bajo la regla del 2.7% del PIB. Es posible que se necesiten medidas de consolidación fiscal adicionales para cumplir con la regla fiscal, ya que a partir de 2020, el impuesto sobre la renta corporativa más bajo y los descuentos fiscales para el IVA pagado sobre los bienes de capital pesarán sobre los ingresos fiscales. En el futuro, las perspectivas dependen de la capacidad del país para abordar los cuellos de botella estructurales existentes, sostener las reformas fiscales y diversificar su economía para sostener un mayor crecimiento de la productividad.