LA SANTA MISA Y LA PASIÓN La Llamada del Amor La llamada de Dios, que toca amorosamente el corazón del hombre para invitarlo a regresar a la casa del Padre Celestial http://www.lallamadadelamor.com/ Con la colaboración de Sara Londoño Benveniste Médica - Teóloga Silvia Consuelo Arcila Osorio Hija de la Divina Voluntad Introducción Es real el Sacrificio de Cristo que se ofrece en cada Eucaristía; y esa víctima inmolada que es Jesús, en la Santa Misa el sacerdote se lo ofrece al Padre celestial a nombre de todos nosotros, llagado, despedazado, crucificado, desangrado, en agonía de muerte, hasta que finalmente muere y resucita ante nuestros ojos en cada Misa, lastimosamente sin que muchas de las personas allí presentes, lo sepan. Es por esta razón que se ha hecho este libro, para dar a conocer y hacer conciencia de que el sacrificio del Cordero de Dios, que el sacerdote ofrece inmolado al Padre celestial, es el mismo sacrificio de la pasión de Jesús en la cruz que está sucediendo en acto, es algo así como si toda la asamblea entrara espiritualmente en tiempo real de hace 2000 años en la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, gracias al Acto Único y Eterno de Dios explicado en este libro, porque conociendo lo que va sucediendo en la Pasión de Jesús en cada parte de la celebración del sacrificio eucarístico, podemos contemplarlo, acompañarlo y consolarlo como si estuviéramos presentes en la Pasión de Cristo en el momento que sucedió y poder así participar activamente del Sacrificio, fundiéndonos en Jesús para unirnos al 1 Introducción sacerdote en el ofrecimiento de la santa y adorable víctima al Padre celestial. Para este efecto nos hemos servido de los conocimientos y verdades de la Iglesia católica que se encuentran en las Sagradas Escrituras, en el Catecismo, en la Doctrina de la Iglesia y las enseñanzas de los santos como son: San Pedro Julián de Eymard, apóstol de la Eucaristía, san Pio de Pietrelcina y la sierva de Dios, Luisa Piccarreta entre otros. Por otro lado, hemos implementado oraciones muy especiales para la Santa Misa que Jesús en el alma transformada en Él, hace al Padre celestial a nombre de todos para satisfacer a la divina Justicia y para derramar gracias especiales a toda la humanidad pasada, presente y futura, para que todos reciban el fruto del sacrificio de Cristo en cada Eucaristía, como si todos hubieran asistido de cuerpo presente a la Misa. Estas oraciones fueron tomadas de los volúmenes sobre la Divina Voluntad que Jesús le reveló a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta cuya biografía se encuentra al final de este libro. Silvia C. Arcila O. Hija de la Divina Voluntad 2 La Pascua LA PASCUA Se le llama Misterio Pascual al sacrificio de Cristo en la cruz, su muerte y su resurrección, perpetuado en la Santa Misa; es decir que el sacrificio de Cristo se renueva continuamente en la Eucaristía. La palabra pascua significa: “el paso” del Señor. Prefiguras del Misterio Pascual en el Antiguo Testamento Melquisedec1, el sacerdote del Dios Altísimo, se presenta ante Abraham y le ofrece pan y vino como prefiguras de la Eucaristía. Después, Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac2 para probar así su fidelidad. Y con un dolor indescriptible en el corazón, Abraham preparó todo para el sacrificio, y estando éste con el cuchillo en la mano, a punto de realizar el holocausto, un ángel enviado por Dios lo detuvo diciéndole que ya Dios sabía que él era temeroso de Él porque lo había obedecido. 1 2 Gn 14, 13-16 Gn 22, 1-19 3 La Pascua El sacrificio de Isaac prefigura el sacrificio de la cruz, que se hace presente en cada Eucaristía. Debido a la crucifixión de Jesús podemos imaginar como si Dios Padre le hubiera dicho a Abraham: “No, tú no sacrificarás a tu hijo Isaac, soy Yo quien va a sacrificar mi Hijo para bien de toda la humanidad”. 4 La Pascua La Pascua Judía Los descendientes de Israel vivían como esclavos de los egipcios, entonces mandó Dios a Moisés (prefigura de Jesús) como salvador para liberarlos y en la última de las 10 plagas3, dijo Dios a Moisés que sacrificaran un cordero sin mancha (prefigura del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo), que hicieran pan ázimo y lo comieran con vino, (prefigura de la Eucaristía), y les pidió que untaran las puertas de sus casas con la sangre del cordero sacrificado y de esta manera el espíritu de la muerte que iba a enviar Dios sobre Egipto, no entraría en aquella casa que tuviera la marca. Y fue después de esta última plaga donde murieron todos los primogénitos de Egipto, razón por la cual el faraón dejó libres de la esclavitud a los israelitas. 3 Ex 11, 1-29 5 La Pascua Dios ordenó a Moisés que su pueblo debía celebrar la Pascua por siempre: “Observad todo esto como ley perpetua para vosotros y para vuestros hijos. Cuando entréis en la tierra que Yahvé os dará, como prometió, observaréis este rito. Y cuando vuestros hijos os pregunten: ‘¿Qué significa este rito para vosotros?’, responderéis: ‘Es el sacrificio de la Pascua de Yahvé, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto hiriendo a los egipcios y preservando nuestras casas’. Entonces el pueblo se inclinó y se postró. Los israelitas fueron e hicieron como Yahvé había mandado a Moisés y a Aarón; así lo hicieron”. (Ex 12, 24-28) La Pascua Eucarística Entonces, cada año, el pueblo judío celebraba la Pascua como Dios les ordenó, sacrificando un cordero sin mancha en conmemoración del día en que Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto, después de 400 años. Ahora Jesús para redimir a la humanidad caída desde el pecado original, se hace hombre y toma el lugar del cordero de pascua, ofreciéndose inmolado al Padre celestial como el Cordero de Dios que quita el 6 La Pascua pecado del mundo, liberando al hombre4 de la esclavitud del pecado después de 4000 años del pecado original, por lo tanto no es coincidencia que Jesús haya instituído el sacramento de la Eucaristía (la primera Santa Misa), el mismo día de la celebración de la Pascua judía: el Jueves Santo, en la cena legal, después de haber cenado el cordero de pascua, es decir que ese día terminó la Pascua judía y comenzó el Misterio Pascual que es el sacrificio de Cristo en la cruz, su muerte y su resurrección que se celebra cada día en la Santa Misa, donde se renueva continuamente el sacrificio de Cristo. La palabra hombre en este libro se refiere a todo el género humano 4 7 La Pascua Jesús toma entonces el lugar del cordero pascual y es sacrificado en el altar de la cruz; el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es consumido por el fuego del amor de Dios, porque el sacrificio de la cruz de Cristo, es un sacrificio de amor al Padre celestial y a las creaturas. Pero la Pascua no se queda solamente en el sacrificio de la cruz, sino especialmente en la Resurrección de Cristo, que es el triunfo de Jesús sobre la muerte, por eso la Pascua de Resurrección es la celebración que conmemora la resurrección de Jesucristo. Se celebra el Sábado Santo en la noche de la luz, donde se enciende el cirio pascual, que representa la luz de Cristo, ya que Jesús vino como Luz a iluminar en medio de las tinieblas del hombre. Y a propósito de ésto, es muy interesante conocer los modos de Dios, su forma de hablar al hombre en los hechos, en sus obras de maneras tan especiales como dice san Pablo: “lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia del hombre a través de sus obras” (Rm 1, 19); por ejemplo en la novena y penúltima plaga5, unas densas tinieblas 5 8 Ex 10, 21-23 La Pascua cubrieron el país de Egipto durante tres días, mientras que todos los israelitas tenían luz en sus lugares de residencia. Esta luz en Israel es prefigura de la venida de Jesús al mundo en medio de las tinieblas del hombre, en realidad en varias partes de los escritos de la Divina Voluntad, Jesús le dice a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta, que Egipto representa al hombre viviendo dominado por su voluntad humana, y esto son las tinieblas del hombre, su voluntad humana separada de la Voluntad de Dios y la causa de la enfermedad física y emocional6. Una explicación más completa sobre este punto, se encuentra además de los escritos de Luisa Piccarreta la pequeña hija de la Divina Voluntad, en el tomo 1 de la Llamada del Amor, titulado: “Entrega, Perdón y Abandono”. 6 9 Efecto de la Sangre de Jesús EL EFECTO DE LA SANGRE DE JESÚS La sangre del cordero pascual del Antiguo Testamento, prefigura la Sangre de Jesús derramada por nosotros que se hace presente en cada Eucaristía y así como Dios le dijo al pueblo hebreo que no entraría el espíritu de la muerte, al que pintara su puerta con la sangre del cordero sin mancha sacrificado, de igual manera si el alma es perseverante y se empeña en tomar esta sangre de Dios continuamente, podrá llegar ante la presencia del Padre celestial bañada con la sangre santísima de su Hijo Dios; Y la muerte eterna no prevalecerá sobre él. 10 Efecto de la Sangre de Jesús “Entonces Jesús les dijo: En verdad les digo, que si no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final” (Juan 6,53-54) En el libro “Las 24 horas de la Pasión”, que Jesús le reveló a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta, más precisamente en la tercera hora de agonía en el huerto de los olivos, Luisa va con nuestra Madre María Santísima llevándoles la Sangre de Jesús a todos los moribundos diciendo así: “Démosles a cada moribundo la sangre de Jesús, para que haciendo huir a todos los demonios, los disponga a recibir los últimos sacramentos y los prepare para una buena y santa muerte. Démosles el consuelo de la agonía de Jesús, de sus besos, de sus lágrimas y sus llagas; rompamos las cadenas que los tienen atados; hagamos que todos se sientan perdonados y con una confianza tan grande en el corazón que lleguen a arrojarse en los brazos de Jesús; y Él, cuando los juzgue los hallará cubiertos de su sangre y abandonados en sus brazos, por lo que perdonará a todos”. Ahora por otro lado, los judíos ofrecían sacrificios de animales a Dios por tres 11 Efecto de la Sangre de Jesús motivos: uno como expiación7 y purificación por sus pecados, dos como agradecimiento, y tres como impetración de gracias8. Los sacrificios de expiación y purificación se hacían una vez al año y en este sacrificio, el sacerdote del pueblo de Israel, tomaba la sangre del animal y la esparcía sobre el pecador y con esto él quedaba purificado; prefigura del sacramento de la Reconciliación o Confesión. “Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de un becerro santifican con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto al Dios vivo!”. (Hb 9, 13-14) El rito judío de purificación, es prefigura de la de verdadera y auténtica purificación con la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que limpia del pecado y purifica a sus hijos por medio de los Sacramentos: por ejemplo, el sacramento del Bautismo quita la mancha del pecado original 7 8 Perdón de los pecados Pedir gracias especiales a Dios 12 Efecto de la Sangre de Jesús y si el bautizado es adulto, también lo purifica de todos los pecados que tenga. En la absolución del sacerdote por el sacramento de la Reconciliación (Confesión), cae sobre el pecador perdonado, espiritualmente la sangre de Cristo para purificarlo. TRES FORMAS EN QUE RECIBIMOS LA SANGRE DE JESÚS COMO ALIMENTO Es tan maravilloso este Dios, y ama de tal forma a su creatura, que se anonada para darse como alimento, y no sólo de una forma 13 Efecto de la Sangre de Jesús sino de tres: una es la Eucaristía, dos su Palabra y tres su Voluntad. 1. La Eucaristía: la Sangre y el Cuerpo de Cristo, es un alimento que se transforma en sangre. Dice el Catecismo: “Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la Comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual”. (CIC 1392) Entonces como el alimento corporal se transforma en sangre, de igual modo el alimento de la Comunión; y Jesús lo confirma en esta cita de los escritos de la Divina Voluntad. “Hija mía, ven entre mis brazos y hasta dentro de mi corazón; me he cubierto de los velos eucarísticos para no infundir temor, he descendido en el abismo más profundo de las humillaciones en este Sacramento para elevar a la creatura hasta mí, fundiéndola tanto en mí de formar una sola cosa conmigo, y con hacer correr mi sangre sacramental en sus venas constituirme vida de su latido, de su pensamiento y de todo su ser. (Vol. 15, Marzo 27, 1923) 14 Efecto de la Sangre de Jesús Así que la Eucaristía por ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo, al ser consumida se convierte en la sangre de Dios dentro de nosotros, ahí sí que verdaderamente podríamos decir que corre sangre real en nuestras venas, porque corre la sangre del Rey de Reyes, la sangre preciosa de un Dios. 2. El segundo alimento es la Palabra de Dios, no en vano dice Jesús: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4,4). La Palabra de Dios es alimento para el alma y también se transforma en sangre, por esta razón le dice Jesús a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta: “Hija mía, también yo siento la necesidad de un alimento, y después de que te he alimentado con mi palabra, esa misma palabra masticada por ti, habiéndose convertido en sangre, germina el alimento para mí”. (Vol. 14, Marzo 3, 1922) No es para sorprendernos que la Palabra de Dios, que es Jesús, sea alimento y se transforme en sangre de Dios en nosotros como la Eucaristía. 15 Efecto de la Sangre de Jesús 3. Y por último hacer la Voluntad de Dios es alimento para nosotros, ya que es el alimento de Dios, de Jesús mismo: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”. (Jn 4, 34). Y como la Voluntad de Dios es alimento, también se transforma en sangre: Dice Jesús: “Habiendo establecido la eterna sabiduría que también el alma tuviera su alimento, le fue asignado como alimento exquisito la Voluntad Suprema9, así que quien toma ese alimento es fuerte en el obrar el bien, está como impregnado en el amor hacia Dios, este alimento le aumenta la sangre divina para formar el crecimiento de la vida de Dios en ella; como sol se refleja en su inteligencia para hacerla conocer a su Creador y formarse a su semejanza, le pone la fuerza en toda su alma para poner en vigor todas las virtudes y la empuja a nuevos trabajos y a sacrificios inauditos. (Vol. 18, Octubre 17, 1925) Este alimento de la Voluntad de Dios, es tan exquisito para nosotros no sólo porque es el alimento de Dios, sino que además la Voluntad de Dios es Él mismo, como la Eucaristía y la Palabra de Dios, pues le dice Jesús a Luisa Piccarreta: “Mi Voluntad soy 9 Voluntad de Dios 16 Efecto de la Sangre de Jesús Yo” (Vol. 13, Febrero 2, 1922) y como es alimento, también se transforma en sangre como lo menciona Jesús en la siguiente cita: “Tú debes saber que el sacrificio para cumplir mi Voluntad forma la sangre pura, noble y divina al alma, como el alimento forma la sangre al cuerpo, y yo mojando en esta sangre mi pincel de amor, me divierto formando en ella, más bella, más graciosa, mi imagen en la criatura”. (Vol. 24, Septiembre 16, 1928) Como decíamos anteriormente, no sólo con el pan angelical de la Eucaristía, sino con los otros dos alimentos celestiales de la Palabra y la Voluntad de Dios, transformados en sangre de Dios en nosotros, real y verdaderamente corre en nuestras venas sangre real, y además por el Bautismo somos: hijos de Dios, sacerdotes, reyes y profetas; ese “reyes” es principalmente por ser hijos del Rey de Reyes, y esta sangre divina y real, la adquirimos a través de los sacramentos, pero especialmente por medio de estos alimentos. 17 Transformación del Alma en Jesús LA TRANSFORMACIÓN DEL ALMA EN JESUS Ahora estos tres alimentos de la Eucaristía, la Palabra y la Voluntad de Dios, si se toman con frecuencia, constantemente, la santísima sangre de Jesús va aumentando más y más en el alma que los toma, de tal manera que va transformando al alma en Jesús, porque nosotros somos lo que comemos y si el alimento por excelencia es Jesús, el alma se va transformando en Jesús. Además si vemos con detenimiento la cita anterior de los escritos de la Divina Voluntad, de fecha: Septiembre 16, 1928 del volumen 24, donde Jesús Dice: “Yo mojando en esta sangre mi pincel de amor, me divierto formando en ella, más bella, más graciosa, mi imagen en la criatura”… Es realmente maravilloso que a través de esta sangre, Jesús forme su imagen en el alma, para que el hombre vuelva a recuperar esta imagen y semejanza que perdió por causa del pecado original a través de estos tres alimentos: 1. La Eucaristía no sólo se transforma en sangre de Dios en nosotros, sino que además, tiene como fruto propio, transformarnos en Jesús; visto de esta 18 Transformación del alma en Jesús manera tiene lógica, pero es muy interesante conocer estos conceptos a través de lo que dice la Iglesia, como por ejemplo: “La participación del Cuerpo y Sangre de Cristo no hace otra cosa sino que pasemos a ser aquello que recibimos” (San León Magno, LG10 No. 26), y el Catecismo lo confirma: “La Eucaristía que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en Él”. (CIC 1275). Le dice Jesús a Luisa: “Mi amor me devoraba y quería devorar a la criatura en mis llamas para hacerla renacer como otro yo, por eso quise esconderme bajo estos velos eucarísticos, y así escondido entrar en ella para formar esta transformación de la criatura en mí”. (Vol. 15, Marzo 27, 1923) Dice Jesús: “El sacramento de la Eucaristía no es sólo su vida que reciben las almas, sino es la misma vida que se da a ellas, así que el fruto de este Sacramento es formar mi vida en ellas, y cada comunión sirve para hacer crecer mi vida, para desarrollarla de modo de poder decir: ‘Yo soy otro Cristo.’ Pero, ¡ay de mí! qué pocos lo aprovechan, es más, cuántas veces Constitución dogmatica Lumen gentium sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II 10 19 Transformación del Alma en Jesús desciendo en los corazones y me hacen encontrar las armas para herirme y me repiten la tragedia de mi pasión, y en cuanto se consumen las especies sacramentales, en vez de incitarme a quedar con ellas soy obligado a salir bañado en lágrimas, llorando mi suerte sacramental, y no encuentro quién calme mi llanto y mis gemidos dolientes. Si tú pudieses romper los velos de la hostia que me cubren, me encontrarías bañado en llanto conociendo la suerte que me espera al descender en los corazones. Por eso tu correspondencia de amor por cada hostia sea continuo, para calmarme el llanto y volver menos dolorosos los gemidos del Espíritu Santo”. (Vol. 18, Noviembre 5, 1925.) Aunque el Catecismo y la Doctrina de la Iglesia dan a conocer lo que dicen sus santos sobre la transformación del alma en Jesús a través de la Eucaristía, es demasiado poco lo que se habla de esto, casi nada y por esta razón no es muy conocido por sus miembros que; “el fruto propio de la Eucaristía es transformarnos en aquel que recibimos” 11. Y si no es conocido por la persona que comulga, no sucede la transformación de su alma en Jesús, porque ésta no lo sabe y “El 11 Concilio 20 Vaticano II Transformación del alma en Jesús conocimiento es el ojo del alma; el alma que no conoce está como ciega a aquel bien, a aquellas verdades”. (Vol. 15, Abril 2, 1923). Y sabiéndolo lo debe querer, lo debe desear, así que el conocimiento es un requerimiento, “Es una condición forzosa, un bien no se puede querer, ni recibir, si no se conoce, y si se recibiera sin conocerlo es como si no se recibiese”. (Vol. 26, Agosto 7, 1929) Por esta razón es importante no solo conocer que el fruto completo que produce la Eucaristía en nosotros, es la de transformarnos en aquel que recibimos, en Jesús, sino que para que esto suceda es necesario además de conocerlo, desearlo y pedirlo. “El alma se transforma místicamente en Jesús, a la imagen que la sustancia del pan se convierte en el Cuerpo de Cristo” (Siervo de Dios, monseñor Luís María Martínez, “Divina Obsesión”, capítulo: “Tres formas de Unión transformante12”). 2. La palabra. La que se dice en general es como una semilla que se siembra en la persona que la escucha y esta semilla puede dar fruto bueno o fruto malo 12 La unión con Dios que transforma al alma en Jesús 21 Transformación del Alma en Jesús dependiendo de quien la dice y de lo que dice. El fruto se refleja en las obras, por eso dice Jesús: “Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla su boca”. (Lc 6, 43-45). Entonces nosotros podemos darnos cuenta de lo que hay en nuestro corazón, por lo que hablamos, pensamos, hacemos, y así de todo lo demás, porque de la abundancia del corazón habla la boca, piensa el pensamiento, caminan nuestros pasos, obran nuestras manos etc. Ahora, veamos esta anécdota: un avaro había muerto y cuando los médicos le abrieron el pecho, no le encontraron el corazón, entonces le preguntaron a san Antonio de Padua y él después de recorrer con sus ojos la habitación del avaro les dijo: busquen ahí, señalando la caja fuerte y en efecto, ahí estaba el corazón del avaro y dijo el Santo: “Porque donde está tu tesoro ahí está tu corazón” (Mt, 6,21), entonces de acuerdo con las palabras de Jesús, la boca habla de lo que abunda en el corazón, es 22 Transformación del alma en Jesús decir que habla de lo que es su tesoro. Por lo tanto la vida del hombre gira en torno a su tesoro y si su tesoro no es Dios, el fruto, esto es la vida, las palabras, los pensamientos, los pasos y las obras, no son Dios; por consiguiente el hombre no da el fruto que Dios quiere de él, el fruto que es: Jesús. Si nosotros pudiéramos ver el contenido de cada palabra que decimos, sería como ver una semilla que puede dar un fruto bueno o un fruto malo. palabra El doctor Ricardo Castañón, científico investigador en neuropsicología cognitiva, después de un estudio científico de más de 25 años, concluye, cómo la palabra ofensiva, crea en el cerebro de la persona que es ofendida, huellas neuronales nocivas, que 23 Transformación del Alma en Jesús afectan el comportamiento negativamente, además de dejar en muchos casos resentimiento en el corazón de la persona que la escucha; el doctor Castañón dice: “nosotros somos nuestras huellas”. Es decir que nuestro comportamiento será de acuerdo a la palabra que se ha sembrado en el terreno de nuestra alma. El doctor Ricardo Castañón habla de “huellas”, Jesús habla de “frutos”. Entonces “la palabra que hiere”13 crea en nosotros huellas neuronales nocivas, que afectan nuestro comportamiento negativamente, en cambio la Palabra de Dios, al ser “Semilla de Luz” porque “la Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1, 9), crea en el cerebro huellas neuronales de Luz, de Verdad, de Vida, de Amor, que afectan nuestro comportamiento positivamente, formando en el alma que la escucha, un comportamiento semejante al de Jesús, y este viene a ser el fruto de su semilla de luz, de su Palabra divina sembrada, en el alma. “La palabra que hiere” es el título de un libro sobre un estudio realizado por años de investigación, por el Dr. Ricardo Castañón Gómez, científico investigador en neuropsicología cognitiva, de extenso prestigio internacional. 13 24 Transformación del alma en Jesús Dice Jesús: “Mi Palabra es vida y forma en ti la vida divina, es luz y te ilumina y queda en ti la virtud iluminadora que te da siempre luz, es fuego y te hace surgir el calor, es alimento y te alimenta”. (Vol. 32, Junio 15, 1933). Siendo la Palabra de Dios creadora, en el acto mismo en que dice la “Palabra” crea en el alma aquella misma cosa que dice: “Yo en el hacer conocer, doy e imprimo en el alma la cualidad divina que hago conocer”. (Vol. 14, Noviembre 6, 1922) Esta semilla de luz, que es la Palabra de Dios, es Jesús, como la Eucaristía; es decir que cuando el sacerdote lee el Evangelio o cuando leemos la Palabra de Dios, sucede como si saliera una hostia por cada Palabra hacia nosotros; dice el papa Juan Pablo II en una Carta Apostólica: “Cuando Jesús dice: `Éste es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre’ si, 25 Transformación del Alma en Jesús también se refiere a la Eucaristía, pero a lo que en realidad se refiere es a su Palabra, y si nos inquietamos cada vez que se cae una hostia al suelo, con mayor razón deberíamos inquietarnos al no escuchar su Palabra con atención”. Jesús es la Palabra del Padre: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. (Jn 1,1) y dice san Juan de la Cruz: “Una Palabra dijo Dios, y esta fue su Verbo y la dijo en silencio y en silencio ha de oírse”. La explicación de cómo podemos recibir la Palabra de Dios, está a través de uno de los Evangelios más hermosos y significativos del Nuevo Testamento: la parábola del sembrador14; en ella, Jesús nos enseña que la semilla que siembra el sembrador es la Palabra de Dios, es decir, la Palabra del Padre, que es Jesús, que es la Verdad, y el sembrador es el Espíritu Santo, porque es el Espíritu de la Verdad; el terreno o la buena tierra donde se siembra la semilla o Palabra, es el alma que escucha la Palabra de Dios. Pero ésta debe ser un buen terreno para que la semilla pueda dar fruto. ¿Pero cuál es este “fruto”? 14 Mt 13, 1-23 26 Transformación del alma en Jesús Dice Jesús: “Si una persona tiene la semilla de flores, sembrándola tendrá flores, y si siembra la semilla de frutos, tendrá frutos, y ni la semilla de flores dará frutos, ni la de los frutos dará flores, sino que cada una dará según la naturaleza de su semilla”. (Vol. 28, Marzo 12, 1930) Es decir que si se siembra la semilla de fríjol, el fruto será fríjol y se siembra la semilla de arroz, el fruto es arroz, entonces ¿cuál es el fruto que produce la semilla de la Palabra de Dios, que es Jesús, sembrada en un buen terreno? Pues por simple lógica el “fruto es Jesús”; ésta es la forma como Jesús se encarna en el alma, de una manera similar, pero diferente a como se encarnó en María Santísima al anuncio del Ángel, al cual Ella respondió: “Hágase en mi, según tu PALABRA” (Llc 1, 32-25), es decir, María dijo: “Si, quiero; acepto” “Y la PALABRA se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn, 1,14). De 27 Transformación del Alma en Jesús igual manera la Palabra de Dios fecunda al alma que la acepta, es por esto que Jesús dice: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”. (Jn 14, 22-23), es la Trinidad habitando en el alma por escuchar, aceptar, acoger, guardar y poner por obra su Palabra. 28 Transformación del alma en Jesús El “fruto” de la Palabra es Jesús en el alma. Por eso dice Jesús: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto”. (Jn 15,8). Pero el fruto que le agrada al Padre celestial, es el fruto mismo de María: “el fruto de tu vientre: Jesús”. Entonces si al anuncio de la Palabra de Dios, respondemos como María, “hágase en mi esta Palabra, esta Verdad” Jesús se encarna en el corazón del alma, la Palabra de Dios se hace carne en nosotros. Ahora, en María Santísima además de que nació Jesús, de su vientre purísimo, es de suponer que especialmente en Ella se encarnaba cada Palabra y acto que salía de Jesús, en su Corazón Inmaculado, ya que cada Palabra y acto de Jesús, era Él mismo y el fruto de los actos de María Santísima es Jesús; por esta razón “en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno»” (Lc 1, 41-42), y todo esto sucedió con solo escuchar su saludo, porque el fruto de los actos de María es Jesús, su Palabra es Jesús, 29 Transformación del Alma en Jesús porque en Ella estaba, real, vivo y verdadero, el Verbo de Dios encarnado. Esto y muchas otras cosas sobre el fruto de su Palabra y Voluntad, las explica Jesús de muchas maneras a la sierva de Dios Luisa Piccarreta, en los volúmenes sobre la Divina Voluntad, y dice que estos conocimientos, son las semillas más fecundas (Cf Vol. 16, Febrero 10, 1924), porque se refieren a su Voluntad, son verdades que se encarnan en el alma para transformarla en Jesús; además estos mismos conocimientos van alimentando a Jesús para hacerlo encarnar, nacer, crecer, etc., hasta transformar al alma en Jesús. Dice Jesús: “Los conocimientos (sobre la Divina Voluntad) son semillas, y esta semilla hace nacer el principio de la vida de mi Divina Voluntad en la criatura; los conocimientos, cada uno de los cuales será como sorbos de vida, que formarán en la criatura la maduración de esta vida divina. Por eso te he dicho tantas cosas sobre mi Fiat divino15, cada conocimiento llevará, quien el germen, quien el nacimiento, quien el alimento, quien el respiro, quien el aire, quien la luz y el calor para madurar la vida 15 Voluntad Divina 30 Transformación del alma en Jesús de mi Voluntad en las almas”. Marzo 9, 1930) (Vol. 28, El fruto de la Palabra que es Jesús, se ve en los actos o actitudes de la persona, y si hay suficientes frutos en el alma, se va modificando también el temperamento hasta adquirir el temperamento de Jesús y de tal forma vive Jesús en esta alma que se va transformando en Él. Estos frutos de la Palabra, se reciben en los tres alimentos mencionados anteriormente, pues los tres son Jesús: la Eucaristía, la Palabra o conocimiento de Dios y la Voluntad de Dios como se menciona en la siguiente cita de los escritos de Luisa Piccarreta. 3. La Voluntad de Dios: Dice Jesús: “Hija mía, a quien en verdad hace mi Voluntad le sucede como al árbol injertado, que la fuerza del injerto tiene virtud de hacer destruir la vida del árbol que recibe el injerto, así que no se ven más los frutos, las hojas del primer árbol, sino los del injerto, y si el primer árbol dijera al injerto: ‘Quiero retener para mí al menos una pequeña ramita para poder dar también yo algún fruto, para poder hacer conocer a todos que yo existo aún’, el injerto le respondería: ‘tú no tienes ya razón de 31 Transformación del Alma en Jesús existir; después de que te has sometido a recibir mi injerto la vida será toda mía.’ Así el alma que hace mi Voluntad puede decir: ‘Mi vida ha terminado; no más mis obras saldrán de mí, mis pensamientos, mis palabras, sino las obras, los pensamientos, las palabras de aquel cuya Voluntad es mi vida.’ Así que yo digo a quien hace mi Voluntad: ‘Tú eres vida mía, sangre mía, huesos míos.’ Entonces sucede la verdadera, real, sacramental transformación, no en virtud de las palabras del sacerdote, sino en virtud de mi Voluntad. En cuanto el alma se decide a vivir en mi Voluntad, mi Voluntad me crea a mí mismo en el alma, y a medida que mi Voluntad corre en la voluntad, en las obras, en los pasos del alma, tantas creaciones mías recibe. Sucede propiamente como a un cáliz lleno de partículas consagradas, por cuantas partículas hay, tantos Jesús están, uno en cada partícula. Así el alma, en virtud de mi Voluntad me contiene en todo y en cada parte de su ser; quien hace mi Voluntad hace la verdadera comunión eterna, y comunión con fruto completo.” (Vol. 11, Agosto 20, 1913) 32 Transformación del alma en Jesús Entonces con todo lo anterior podríamos concluir: El fruto propio de la Eucaristía, es transformarme en aquel que recibo. El fruto propio de la Palabra de Dios es transformarme en aquel que escucho. El fruto propio de la Voluntad de Dios, es transformarme en aquel cuya Voluntad es mi vida. En resumen: Jesús se dá como alimento al hombre en tres formas diferentes, y los tres alimentos dan como fruto, la transformación del alma en Jesús, si y solo si el alma que los recibe tiene la intención firme en su corazón de tomar el fruto propio de estos alimentos celestiales para el hombre; esto sucede porque nosotros somos lo que 33 Transformación del Alma en Jesús comemos, y es necesario tomar estos alimentos continuamente, aunque una sola Eucaristía es suficiente para hacer la trasformación del alma que la recibe, en Jesús, porque en la Eucaristía está todo un Dios, con la capacidad suficiente de hacerlo; es el alma que necesita recibirlo muchas veces para que suceda, porque depende exclusivamente de la disposición de la persona, de vaciarse totalmente de su voluntad y dejar que sea la Voluntad de Dios la que reine en su alma. Entonces se requiere tomar estos alimentos con la mayor frecuencia posible; hay que tener en cuenta que la Iglesia permite que la persona comulgue dos veces al día, la Palabra se puede leer y escuchar muchas veces más, para esto tenemos la Biblia, el Catecismo, la Doctrina de la Iglesia, y los escritos de la Divina Voluntad (36 volúmenes) y en éstos Jesús habla sobre el efecto que produce en el alma leer estos escritos sobre su Voluntad, y el tercer alimento, el de vivir en su Voluntad, se puede tomar a cada instante, es el alimento que se puede recibir abundantemente en todo, en cada respiro, mirada, pensamiento, etc., es decir en cada acto de creatura, pero es necesario conocer cómo todo esto es posible, al leerlos. 34 Transformación del alma en Jesús En la Santa Misa, encontramos los tres alimentos: la Eucaristía, la Palabra y la Voluntad de Dios. De hecho la Misa se divide en dos partes: la Liturgia de la Palabra, (donde se lee la Palabra de Dios) y la Liturgia Eucarística, (dónde se realiza el sacrificio de Cristo). El altar en la Misa es la mesa del banquete de la Palabra y de la Eucaristía. Y la Voluntad de Dios se manifiesta en el sacrificio de Cristo durante la Santa Misa. La transformación del alma en Jesús no a pocos les parecerá novedosa; sin embargo cuando Dios creó al primer hombre, Adán, lo hizo a su imagen y semejanza, Dios Padre que ama tanto a su Hijo, lo quería ver reflejado en sus creaturas, quería y quiere ver la “imagen de Jesús en todos sus hijos” pero cuando el hombre pecó, perdió la imagen de Jesús y la semejanza con Dios, es por esto que Jesús, la segunda persona de la Trinidad, se hizo hombre, para pagar el precio requerido por la justicia divina y así por su dolorosa Pasión, Muerte y Resurrección, le devolvió de nuevo al hombre a través del Bautismo, esta imagen y semejanza en germen, como una pequeña semilla que debe desarrollarse y crecer. 35 Transformación del Alma en Jesús Dice monseñor Luis María Martínez16 “En los designios de Dios todos tenemos que ser Jesús. Y esto no es una exageración mía ni se trata de ninguna novedad. Recordemos lo que decía san Pablo: “¡Hijitos míos! por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros” (Ga 4,19). No es una novedad, ni una pretensión querer ser Jesús; es sencillamente el ideal de todo cristiano y el deseo vehementísimo de Cristo; para eso realizó los misterios de su vida, y estableció su Iglesia, para que todos fuéramos Jesús. Muchas veces nos olvidamos de las cosas divinas que están escritas en el Evangelio; nos olvidamos tanto de las enseñanzas de la Sagrada Escritura y cuando alguien nos las propone, nos parece que se trata de una novedad lo que tiene siglos de estar escrito en los libros santos. La transformación en Jesús no es cosa nueva: tiene por lo menos 19 siglos. Es la gran ambición de Cristo y la enseñanza de san Pablo. El cristianismo integral no El siervo de Dios monseñor Luis María Martínez (18811956), llegó a ser Arzobispo primado de Méjico en los años (1937-1956), está en proceso de beatificación. Dejó varios libros y escritos sobre lo que él llamaba: “La Unión Transformante” que es la unión con Dios que transforma al alma en Jesús. 16 36 Transformación del alma en Jesús consiste en que seamos personas honorables, ni simplemente piadosas, quiere que lleguemos a ser otros Cristos, que nos transformemos en Jesús. Por otra parte, quiero hacer notar que ya estamos en cierta manera transformados, pues el germen de la transformación lo recibimos en el Bautismo, por el Bautismo ya somos Jesús, sin duda en esbozo, pero Jesús; sólo falta hacernos perfectamente Jesús. De manera que el problema de la transformación no consiste en hacer Jesús de lo que no es, sino en hacer un Jesús perfecto de lo que es un Jesús imperfecto. Convenzámonos pues, que es posible pensar en la transformación y desearla, cuando ya en parte estamos transformados, aún cuando sea de una manera imperfecta. No es una obra que debe comenzar desde el principio, sino a la que sólo le falta ser pulida, perfeccionada y consumada” (Siervo de Dios, monseñor Luis María Martínez, sacado del libro: “La vida en el interior del Corazón de Jesús). Además de los siervos de Dios17 monseñor Luis María Martínez; Concepción Cabrera de Armida (1862-1937) conocida Se llama siervo de Dios a la persona que muere en olor de santidad y la Iglesia le está haciendo el estudio pertinente para la beatificación. 17 37 Transformación del Alma en Jesús como “Conchita”; la Madre María Angélica Álvarez Icaza (1887-1997), religiosa de la Visitación; la beata Dina Belanger (18971929), religiosa de Jesús–María, a la que Jesús le decía: “Mi pequeño otro Yo”; entre otros, está también la sierva de Dios, Luisa Piccarreta (1865 - 1947) a la que Jesús a través de 36 volúmenes sobre la Divina Voluntad, le revela toda una doctrina maravillosa, especializada en este tema de la transformación del alma en Jesús. 38 El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa EL SACRIFICIO DE CRISTO SE RENUEVA EN CADA EUCARISTÍA Jesús sacrificado por nosotros en la Nueva Pascua que es su Muerte y Resurrección, nos libera de la esclavitud del pecado, así como en la Pascua judía, Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud. Esta Nueva Pascua se hace presente en cada Eucaristía; por eso la Misa se llama Misterio Pascual, donde se renueva continuamente el sacrificio de Cristo, su muerte y resurrección. Dice el Catecismo: “El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: "Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreció a si misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer18": "Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz “se ofreció a sí mismo una vez de modo cruento"; …este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio" (Ibid)”. (CIC 1367) (CONCILIUM TRIDENTINUM, Sess. 22a., Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS 1743) 18 39 El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa Dice el Catecismo: “La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque representa (= HACE PRESENTE) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y aplica su fruto: (Cristo), nuestro Dios y Señor, se ofreció a Dios Padre una vez por todas, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos (los hombres) una redención eterna. Sin embargo, como su muerte no debía poner fin a su sacerdocio (Hb 7,24.27), en la última Cena, "la noche en que fue entregado" (1 Co 11,23), quiso dejar a la Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible (como lo reclama la naturaleza humana), donde sería representado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en la cruz cuya memoria se perpetuaría hasta el fin de los siglos (1 Co 11,23) y cuya virtud saludable se aplicaría a la redención de los pecados que cometemos cada día (Cc. de Trento: DS 1740)”. (CIC 1366) La Palabra memorial no significa que se recuerda algo que pasó hace mas de 2000 años, sino que ‘el memorial’ quiere decir que el sacrificio se hace presente, que sucede real y verdaderamente en acto, como si la pasión, muerte y resurrección de Cristo estuvieran 40 El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa sucediendo en el momento mismo de la Santa Misa. Dice el Catecismo: “El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y esta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual (cf Hb 7,25-27): "Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención" (LG 3). (CIC 1364) En la celebración de la Eucaristía vemos que aunque cambian las lecturas, los ritos se repiten una y otra vez, pero el sacrificio de Cristo presente en la Santa Misa, no se repite sino que se renueva, esto es que sucede. Dice el Catecismo: …“El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio”. (CIC 1104) Cuando asistimos a la Santa Misa, además de tomar parte en las Liturgias de la Palabra y Eucarística, también y 41 El Sacrificio de Cristo se renueva en cada Misa especialmente, participamos del sacrificio de Cristo en acto; dicho de otra manera estamos presentes real y verdaderamente en la pasión, muerte y resurrección de Cristo y esto es posible gracias al Acto Único de Dios explicado en el siguiente capítulo. Dice san Alberto el Magno(Serm. 145): “Que el que en la Misa contemplare la pasión y muerte de Jesús, merecerá más que si anduviese peregrinando a pie descalzo a los Lugares Santos de Jerusalén, y ayunara a pan y agua un año, y se azotara hasta derramar sangre de sus venas y rezara trescientas veces el Salterio” Y dice san Alberto: “Que el santo sacrificio de la Misa está tan lleno de misterios como el mar está lleno de gotas, como el sol de átomos, el firmamento de estrellas y como el cielo empíreo de muchísimos ángeles...”. San Lorenzo Justiniano dice: “Más agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa, que los méritos de todos los ángeles”. San Anselmo dice: “Porque ningún sacrificio hay en todo el mundo por el cual las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del purgatorio, que por la sacratísima oblación y santo sacrificio de la Misa, como afirman los teólogos”. 42 El Acto Único EL ACTO ÚNICO El Catecismo de la Iglesia católica en el numeral 760, nos recuerda las palabras de san Clemente de Alejandría que dice: “así como la Voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salvación de los hombres y se llama Iglesia”. Este acto que se llama mundo, es el acto único y eterno de Dios; esto es que en el momento de la creación, en un solo acto que hizo Dios, quedaron hechos todos los actos de las creaturas. En Dios no existe el pasado, ni el futuro, todo es un eterno presente; en cambio para la creatura, los actos se ven y se viven como una secuencia de actos. Dice Jesús: “Tú debes saber que mi divinidad es un acto único; todos los actos suyos se concentran en uno solo acto, esto es lo que significa ser Dios, el portento más grande de nuestra Esencia Divina, no estar sujeta a sucesión de actos; y si a la criatura le parece que ahora hacemos una cosa y ahora otra, es más bien que hacemos conocer lo que hay en aquel acto único, porque la criatura, es incapaz de conocerlo todo de un solo golpe; por esta razón, se lo hacemos conocer poco a poco. Ahora, todo 43 El Acto Único lo que yo, Verbo Eterno debía hacer en mi asumida humanidad, formaba un solo acto con aquel Acto Único que contiene mi divinidad”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933) Gracias al acto único de Dios, fue posible que nuestra dulce Madre, María Santísima fuera preservada de la mancha del pecado original antes de la venida de Jesús, por los méritos previstos del futuro Redentor; esto quiere decir que aunque María nació primero que Jesús, su Concepción fue Inmaculada gracias a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que está en acto de repetirse continuamente, ya que por Jesús entró la gracia al mundo. Dice la sierva de Dios, Luisa Piccarreta: “Estaba pensando en la Inmaculada Concepción de mi Reina Madre, y mi siempre amable Jesús, después de haber recibido la santa comunión, se hacía ver en mi interior como dentro de una estancia toda luz, y en esta luz hacía ver todo lo que había hecho en todo el curso de su vida; se veían como alineados en orden todos sus méritos, sus obras, sus penas, sus llagas, su sangre, todo lo que contenía la vida de un hombre y Dios, como en acto de proteger a un alma, a Él tan querida, de cualquier mínimo mal que pudiese ensombrecerla. Yo me asombraba 44 El Acto Único al ver tanta atención de Jesús, y Él me ha dicho: `… Antes de que esta noble Criatura fuese concebida, ya existía todo lo que debía hacer en la tierra el Verbo Eterno; por lo tanto, en el acto en que esta Virgen fue concebida, se alinearon en torno a su Concepción todos mis méritos, mis penas, mi sangre, todo lo que contenía la vida de un Hombre Dios, y quedó concebida en los interminables abismos de mis méritos, de mi sangre divina, en el mar inmenso de mis penas. En virtud de ellos quedó inmaculada, bella y pura; al enemigo le quedó cerrado el paso por los incalculables méritos míos, y no pudo hacerle ningún daño. Era justo que quien debía concebir al Hijo de Dios, debía primero ser Ella concebida en las obras de este Dios, para poder tener virtud de concebir al Verbo que debía venir a redimir al género humano; así que Ella primero quedó concebida en mí, y yo quedé concebido en Ella. No quedaba más que, a tiempo oportuno, hacerlo conocer a las criaturas, pero en la divinidad estaba como ya hecho. Por eso, la que más recibió los frutos de la Redención, más bien, tuvo el fruto completo, fue esta excelsa Criatura, que siendo concebido en Ella amó, estimó y conservó como cosa suya todo lo que el Hijo 45 El Acto Único de Dios obró sobre la tierra. ¡Oh! la belleza de esta tierna pequeñita, era un prodigio de la Gracia, un portento de nuestra divinidad; creció como Hija nuestra, fue nuestro decoro, nuestra alegría, el honor y la gloria nuestra”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933) Decíamos entonces que en la Santa Misa, se renueva toda la vida de Jesús en acto de suceder, desde su Encarnación, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección. Por ejemplo en el instante de la consagración, se unen tres momentos al mismo tiempo en acto de suceder, estos son: la consagración de la Santa Hostia por manos del sacerdote, al mismo tiempo, la Institución de la Eucaristía en la última cena con Jesús y los apóstoles y tercero la agonía de Jesús en la cruz, en el monte Calvario. Es algo así como si el sacerdote, el altar y toda la asamblea se trasladan en el tiempo y lugar a estos dos acontecimientos de la vida de Jesús que están sucediendo en acto, al mismo tiempo que sucede la consagración del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús; y es realmente así, toda la iglesia se mueve a través del tiempo al año 33 D.C. de modo espiritual. 46 El Acto Único Y entramos allí gracias al Acto Único de Dios, donde todos los acontecimientos están en acto de suceder. Para poder comprender mejor el misterio del Acto Único de Dios, vamos a 47 El Acto Único suponer un ejemplo: imaginémonos una inmensa y sobretodo larga pintura de pared a pared, en la que se encuentran pintados todos los acontecimientos históricos desde la creación del mundo hasta el último día de la existencia del hombre sobre la tierra. Entonces al extremo izquierdo de la pared, podemos imaginar el dibujo del Padre celestial en el inicio de la creación, pronunciando sus palabras: “Hágase la luz” (Fiat lux), e inmediatamente después el dibujo de los 7 días de la creación; seguidamente, podemos ver el dibujo de Adán en el momento del pecado, y luego saliendo del paraíso terrenal, después el asesinato de Caín a Abel, seguido Noé haciendo el arca, después el diluvio y así, todos los acontecimientos dibujados uno seguido del otro en orden cronológico. También mucho mas adelante, se ve el dibujo del nacimiento de la Santísima Virgen María, su infancia, su vida en el templo, su compromiso con san José, luego la Anunciación y Encarnación, luego el Nacimiento de Jesús, su vida oculta, su vida pública, Pasión, Muerte y Resurrección, y así va avanzando la pintura en la pared, con todos los acontecimientos, seguidos unos de otros; luego el nacimiento de cada uno de los santos en orden cronológico, y en una parte de esta gran pintura, aparecemos cada uno 48 El Acto Único de nosotros, desde la concepción, el nacimiento y vida… todo dibujado, hasta nuestra muerte y luego las demás personas que van a nacer en el futuro, todo, todo, todo está allí dibujado y lo podemos ver en frente de nosotros. Bueno ya que visualizamos esta inmensa pintura, ahora, le ponemos vida y movimiento a cada escena dibujada en la pared, y vemos cada evento como en acto de hacerse siempre, es decir en movimiento continuo, todo lo podemos ver y escuchar en el momento de suceder, por ejemplo vemos y escuchamos al Padre celestial pronunciando las palabras: “Hágase la luz”, y una inmensa cantidad de luz sale de las palabras de Dios, luego vemos la creación de cada cosa en movimiento y sonido, también vemos el momento en que Adán está desobedeciendo a Dios, en el acto del pecado original, vemos también su salida del paraíso terrenal en movimiento, como una película en tercera dimensión, y todo lo demás en movimiento, como la Encarnación de Jesús, su Nacimiento, su vida oculta y pública, su Pasión, Muerte y Resurrección, como también el nacimiento de cada uno de nosotros, la vida e incluso la muerte, todo, todo, todo en movimiento y en acto de suceder siempre, sin faltar nada, 49 El Acto Único hasta la última persona que vaya a existir sobre la tierra. Esto es solo una pequeña ayuda, es un ejemplo muy sencillo, de lo que puede ser el Acto Único y Eterno de Dios. Dice Jesús: “Tanto en la redención, como en la creación, no hay actos pasados, sino que todos los actos están en acto y presentes. Para el Ente Supremo el pasado y el futuro no existen; así que tu Jesús está siempre en acto de concebir, de nacer, de llorar, de padecer, de morir y de resucitar. Todos estos actos míos, están en acto continuo sin nunca cesar, asediando a cada criatura, la ahogan de amor y para desahogar mi ardiente amor, va repitiendo: “mira solo por ti desciendo del cielo, y concibo y nazco”. (Vol. 32, Marzo 12, 1933) Por todo lo anterior, para participar debidamente de la Eucaristía, debemos meditar y acompañar a Jesús en los diferentes momentos de su Vida, Pasión, Muerte y Resurrección que van sucediendo paralelamente en la Santa Misa; podemos ayudarnos con la intención y con la mente, y trasladarnos en el acto único y eterno de Dios, 2000 años atrás, siendo concientes de que en este momento que se está celebrando el Misterio Pascual, está 50 El Acto Único sucediendo, real y verdaderamente la Pasión de Jesús en acto. Además podemos participar en la celebración de todas las Misas que se han celebrado, se celebran y se celebrarán hasta el último día, gracias al Acto Único donde todas están a punto de celebrarse, para darle al Padre la correspondencia de amor que deberían darle todas las creaturas y llenar los vacíos a la divina Justicia. Jesús a la sierva de Dios Luisa Piccarreta, le explica en sus escritos sobre la Divina Voluntad (36 volúmenes) cómo nosotros podemos entrar y tomar parte de este Acto Único y Eterno de Dios y hacer oración de una manera universal, más que particular, para bien de toda la humanidad y para reparar ante el Padre celestial por las ofensas de todos los hombres pasados, presentes y futuros, llenando los vacios a la divina Justicia. 51 Ornamentos Sagrados ORNAMENTOS Y OBJETOS SAGRADOS El sacerdote antes de celebrar la Santa Misa se reviste de Cristo; esto quiere decir que los ornamentos o vestidos que se coloca antes de salir a celebrar el sacrificio de la Santa Misa, representan las prendas sagradas que tenía Jesús en su pasión, es decir el sacerdote para celebrar la Eucaristía lleva puesta ropa que simboliza los momentos de la Pasión de Cristo. En seguida se describen las más importantes. De aquí en adelante, las letras en color verde indican lo relacionado con la Pasión de Jesús. El templo: podemos considerar el templo como un nuevo Gólgota o Calvario. El Altar: Dice el Catecismo: “El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial que se nos da. "¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?", dice S. Ambrosio (sacr. 5,7), y en otro lugar: "El altar 52 Ornamentos Sagrados representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar" (sacr. 4,7)”. (CIC 1383). El altar no es el templo, sino exclusivamente el soporte del objeto sacrificial. El primer altar fue de madera y en él Cristo instituyó la Sagrada Eucaristía el Jueves Santo. Representa el altar de los sacrificios del Antiguo Testamento y la cruz. Los manteles que cubren el altar representan los lienzos que envolvieron el cuerpo de Jesucristo. El sacerdote representa a Cristo, está revestido con las vestiduras de su pasión. Los ornamentos son sagrados. El alba: Es la bata blanca que usa el sacerdote (debajo de la casulla) y significa la pureza. Se trata de la túnica blanca, propia de todos los cristianos, y la cual se nos impone por primera vez 53 Ornamentos Sagrados en la ceremonia del bautismo. Simboliza el vestido blanco con que le trataron como a loco en la casa de Herodes, despreciándole. El cíngulo: Cordón o cinta de seda o de lino, con una borla a cada extremo, que le sirve al sacerdote para ceñirse el alba. Simboliza las sogas con que los judíos ataron a Jesús en el huerto de los olivos para conducirle ante los tribunales. El Manípulo: Ornamento en forma de pañuelo que se utilizaba sujeto al antebrazo izquierdo sobre la manga del alba. Por las reformas litúrgicas impulsadas por el Concilio Vaticano II, el uso de manipulo quedó excluido de la Liturgia del rito latino ordinario. Sin embargo, en virtud del Motu Proprio Summorum Pontificum (sumos pontífices), del papa Benedicto XVI, que regula la Liturgia de rito latino Extraordinaria, nombrada popularmente como "Misa Tridentina", el manípulo ha vuelto a ser un objeto litúrgico en uso. Es símbolo de las cadenas con que amarraron a Jesús a la columna de la flagelación. 54 Ornamentos Sagrados La estola: Es la insignia sacerdotal, hecha a manera de una banda, de aproximadamente dos metros del largo que puede o no tener adornos y que se usa sobre el cuello y que cae hacia adelante. Simboliza las sogas con que le tiraban al llevar Jesús la cruz por las calles de Jerusalén. La casulla: Vestidura sagrada que se pone el sacerdote sobre la sotana, el alba y la estola y que sirve para celebrar la Misa. Está abierta por lo alto, para que entre la cabeza, y por los lados; cae por delante y por detrás desde los hombros hasta media pierna. Simboliza el vestido de púrpura con que cubrieron a Jesús en casa de Pilato estando ya coronado de espinas. Los colores de la casulla y de la estola varían según la época del año (o sea, según el tiempo litúrgico) o la fiesta que se celebre: Blanco: se viste en solemnidades y fiestas de nuestro Señor y de la Virgen María, para santos que no son mártires, 55 Ornamentos Sagrados en tiempos de Navidad y Pascua, y en días específicos. Morado: utilizado en Adviento, Cuaresma y en las Misas de difuntos. Rojo: se usa en las siguientes fiestas: Pentecostés, las fiestas que tienen por objeto la Cruz o los misterios de la Pasión de Cristo, las fiestas de los Apóstoles y de los mártires. Verde: Tiempo ordinario, el tiempo normal, que no tiene fiestas especiales. En una palabra, el sacerdote revestido con los ornamentos sacerdotales aparece en la Santa Misa como el mismo Jesucristo yendo al suplicio del Calvario. Dice la sierva de Dios, Luisa Piccarreta: “Otras veces me hacía ver también escenas tan consoladoras y bellas que raptaban, y éstas eran ver a buenos y santos sacerdotes que celebraban los Sacrosantos Misterios. ¡Oh Dios, como es alto, grande, sublime su ministerio! Como era bello ver al sacerdote que celebraba la Misa y a Jesús transformado en él; parecía que no el sacerdote, sino que Jesús mismo celebraba el divino sacrificio, y a veces hacía desaparecer del todo al sacerdote y Jesús solo celebraba la Misa y yo la escuchaba. ¡Oh, como era conmovedor ver a Jesús 56 Ornamentos Sagrados recitar aquellas oraciones, hacer todas aquellas ceremonias y movimientos que hace el sacerdote! ¿Quién puede decir cuán consolador me resultaba ver estas Misas junto con Jesús? ¡Cuántas gracias recibía, cuántas luces, cuántas cosas comprendía! Pero como son cosas pasadas y no las recuerdo claramente, por eso las paso en silencio”. (Vol. 1, sin fecha) 57 Índice General INDICE GENERAL DE LA MISA A. RITOS DE APERTURA: 1. INTROITO – Canto de entrada y Saludo 2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador 3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad 4. GLORIA 5. ORACIÓN COLECTA B. LITURGIA DE LA PALABRA: 1. LECTURA DE LA SAGRADA ESCRITURA a. Primera Lectura b. Salmo c. Segunda Lectura 2. EVANGELIO (Canto de meditación: Aleluya -secuencia-). 3. HOMILÍA 4. PROFESIÓN DE FE – El Credo 5. ORACIÓN DE LOS FIELES -Oración universal-. C. LITURGIA EUCARISTICA: 1. RITO DE LAS OFRENDAS a. Presentación de las ofrendas b. La preparación de los Dones. 2. LA PLEGARIA EUCARISTICA a. Acción de gracias - Prefacio b. Aclamación - Santo c. Invocación - Epiclesis 58 Ritos de Apertura d. Narración de la Institución CONSAGRACIÓN e. Aclamación (Recordación – Anámnesis) f. Oblación g. Intercesión (Intercesiones – Conmemoraciones) h. Doxología (Con Cristo, por Él y en Él…) 3. RITO DE COMUNION a. Padre Nuestro b. Rito De La Paz. c. Fracción Del Pan d. Comunión e. Oración Final D. RITO DE DESPEDIDA: 1. BENDICION 59 Índice General LA SANTA MISA A. RITOS DE APERTURA O RITOS INICIALES. Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para recibir el Banquete (alimento) de la Palabra y de la Eucaristía. Los ritos iniciales son aquellos que preceden a la Liturgia de la Palabra, es decir: el canto de entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor ten piedad, con el Gloria y la Oración colecta; tienen el carácter de exordio19, introducción y preparación. A. RITOS DE APERTURA: 1. INTROITO – Canto de entrada y Saludo 2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador 3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad 4. GLORIA 5. ORACIÓN COLECTA 19 Exhortar o invitar 60 Introito PROCESIÓN DE ENTRADA Llegamos al templo y nos disponemos para acompañar y consolar a Jesús en sus penas y participar del sacrificio de Cristo. Al entrar a la Iglesia, hacemos una genuflexión para saludar a Jesús en el Sagrario. La vela o lamparita encendida al lado de éste nos indica que Jesús se encuentra dentro del Sagrario. Si la lamparita está apagada, quiere decir que el Sagrario está vacío. Siempre a la entrada y a la salida de la Iglesia, se hace genuflexión sencilla, es decir con una sola rodilla y nos damos la bendición. También si pasamos en frente del Sagrario, se debe hacer una genuflexión o al menos una venia, porque allí se encuentra Jesús Vivo y de esta manera lo saludamos o nos despedimos de Él en su casa que es el Templo. 61 Introito Una vez dentro de la iglesia, nos preparamos para “participar activamente” del sacrificio de Cristo y para entrar a tomar parte del Acto Único y Eterno de Dios, donde encontramos la Vida de Jesús, su Pasión, Muerte y Resurrección en acto de suceder, para acompañarlo y consolarlo en estos momentos de agonía y de dolor que vivió por nosotros, en el mismo momento que los está sufriendo gracias al Acto Único y a la celebración de la Santa Misa, porque aquí se renueva toda la vida de Jesús. Además de esto, también podemos asistir a la celebración de la Eucaristía por todos nuestros hermanos aunque no estén de cuerpo presente en la Misa; vamos nosotros en representación de todos los hombres del pasado, del presente y del futuro, ya que todos están en acto de vivir en el Acto Único de Dios, entonces podemos poner en cada Santa Misa, la intención de acompañar y consolar a Jesús y de asistir a nombre de todos, a través de la oración que Jesús le enseñó a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad y entro en el Acto Único y Eterno para asistir y participar en todas las Santas Misas del pasado, del presente y del futuro para amarte, adorarte, bendecirte, repararte, darte gracias, alabarte y glorificarte por mi y 62 Introito por todos. Ven Divina Voluntad a adorar en mi y como tu Voluntad multiplica todos los actos infinitamente, así quiero darte la satisfacción como si todos hubieran asistido a la Santa Misa, darles a todos el fruto del sacrificio y pedir para todos la salvación”. Esta oración es muy importante hacerla antes de empezar la Misa, ya que tiene cinco partes esenciales a considerar: la primera dice; `me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad´. En el momento que el alma se funde con Jesús, entra Él a obrar en ella y ella en Jesús, siempre que la persona quiera vivir en su Voluntad. El alma transformada en Jesús El sacerdote obrando en la persona de Cristo Desde ese momento es Jesús el que ama, el que ora, el que repara, el que canta, el que se arrodilla, el que comulga, etc., es decir el que hace todos los gestos y oraciones de la Santa Misa en el alma que pone esta 63 Introito intención, de esta manera puede estar Jesús en el sacerdote obrando en la persona de Cristo, y en el alma transformada en Él, participando del Misterio Pascual, siendo además Jesús la víctima del sacrificio. Dice Jesús: “Ahora escucha hija mía una cosa bella, bella, y aun no comprendida por las criaturas: Todo lo que el alma hace junto conmigo y en mi Voluntad, tal como son mis cosas así quedan las suyas, y debido a la conexión con mi Voluntad y por el obrar junto conmigo participa de mi misma Potencia Creadora.” (Vol. 11, Septiembre 21, 1913) Es decir que todo lo que el alma hace fundida en Jesús y en su Voluntad, adquiere el mismo mérito y valor como si fueran hechas por Jesús20. Segunda; `entro en el Acto único y Eterno para asistir y participar en todas las Santas Misas del pasado, del presente y del futuro y para amarte, adorarte, bendecirte, repararte, darte gracias, alabarte y glorificarte 20 “En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún”. (Jn 14, 12) 64 Introito por mi y por todos´. En esta parte se pone la intención de entrar al Acto Único, donde se encuentran en el momento de celebrar todas y cada una de las Misas del pasado, del presente y del futuro. Además de esto el alma fundida en Jesús puede amarlo con su mismo amor, adorarlo con su adoración, bendecirlo con su bendición, darle gracias, alabarlo y glorificarlo por ella y por todos, porque es Jesús el que lo hace en esta alma, como repararlo con su reparación, y darle la correspondencia de amor a Dios por ella y por todas las personas que no asisten o que se distraen en Misa. En este Acto Único, está por suceder toda la vida de Jesús y entrando se encuentra en acto de suceder toda su dolorosa pasión, como si el alma se devolviera en el tiempo 2000 años atrás y lo acompaña en cada suceso. En este Acto Único también se tiene acceso a todas las personas que se encuentran en él, que es toda la humanidad, desde Adán, hasta el último hombre que vaya a existir sobre la tierra, para llevarles a todos las gracias y los bienes de la Santa Misa, que son los mismos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. En la tercera parte; `al pedirle a la Divina Voluntad que venga a adorar en mi´, le estamos pidiendo sus mismas adoraciones, para que Jesús en el alma transformada en Él, 65 Introito junto con el sacerdote se ofrezca a sí mismo, al Padre celestial como la Víctima Expiatoria en el altar de la cruz, en cada parte del sacrificio de la Misa, como un gesto de adoración, con la misma adoración de Dios. Cuarta parte; ‘y como tu Voluntad multiplica todos los actos infinitamente, así queremos darte la satisfacción como si todos hubieran asistido a la Santa Misa’; esta intención se hace para que el Padre celestial reciba el amor, la correspondencia y la acción de gracias, es decir, reciba la gloria como si todos los hombres del pasado, del presente y del futuro (del Acto Único y Eterno de Dios), asistieran de cuerpo presente al sacrificio de la Santa Misa por medio de Jesús en el alma transformada en Él, gracias a la Divina Voluntad que tiene la virtud de multiplicar todos los actos por cuantas creaturas hayan existido. Y la quinta y última parte; `darles a todos el fruto del sacrificio y pedir para todos la salvación´; esta última parte de esta oración hace posible que Jesús en el alma transformada en Él, les lleve a todas las personas del Acto Único, todos los bienes del sacrificio de la Santa Misa, es decir “los bienes de la Pasión de Jesús en acto”, sus penas, sus dolores, sus llagas, su cuerpo y su sangre, 66 Introito para que los reciban místicamente todos los viadores21 pasados, presentes y futuros, todas las almas del purgatorio, los bienaventurados del cielo e incluso los santos. De aquí en adelante vamos a ir recorriendo cada parte o rito de la celebración de la Santa Misa en paralelo con la Pasión de Jesús, tomando como referencia la revelación de algunos santos que han hablado sobre esto, como son entre otros: santo Padre Pío y san Pedro Julián Eymard: obras Eucarísticas. Dice un sacerdote, hijo espiritual del santo Padre Pío: “Él me había explicado poco después de mi ordenación sacerdotal que celebrando la Eucaristía había que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de comprender y de darse cuenta, en primer lugar, que el sacerdote en el altar es Jesucristo. Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta "marea negra" de pecado”. Criatura racional que está en esta vida y como peregrina camina hacia la eternidad. 21 67 Introito 1. INTROITO - (Canto de entrada y Saludo) El sacerdote se acerca al altar revestido de Cristo, besa el altar, saluda a la asamblea y hace la señal de la cruz. Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con sus ministros, se da comienzo al canto de entrada. Recibimos al sacerdote de pie en señal de respeto. 68 Introito Dice san Pedro Julián: “El sacerdote se acerca al altar. Representa a Jesús, yendo al huerto de Getsemaní con sus apóstoles para comenzar su pasión de amor. Al pie del altar el sacerdote ora, se inclina y se humilla profundamente a la vista de sus propios pecados. El sacerdote hace unas oraciones al lado o en el altar que representa la oración de Jesús en el huerto. Nosotros debemos acompañarlo con los apóstoles, renunciando a toda distracción, a cualquier pensamiento extraño al tremendo misterio; vigilando y orando con Él. Deseando amarlo como el merece ser amado, acompañándolo de corazón espiritualmente en el huerto”. Llegando al huerto de los olivos Jesús se postra en tierra y baña su rostro en copioso sudor de sangre, traspasa su vestido y riega la tierra, pide al Padre por las almas perdidas. 69 Introito En este momento, aunque todo va pasando muy rápido, es conveniente unirnos con la intención a la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní, acompañándolo y consolándolo por el sudor de sangre, por el peso de todos los pecados de los hombres, y reparando con Jesús al pronunciar sus palabras: “Padre si es posible, pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mt 26, 39). Reparando por el dolor de Jesús porque aunque Él derramaba su sangre por todos, no todos la iban a aprovechar y se iban a condenar y este era el cáliz amargo que Jesús, le ofrecía a su Padre, más amargo que el dolor de su Pasión. Dice el Misal: “El sacerdote y los ministros, cuando llegan al presbiterio, veneran el altar: para manifestar esta veneración, el sacerdote y el diácono besan el altar. El sacerdote, si lo cree oportuno, podrá también incensarlo”. (Misal No. 27) Dice san Pedro Julián: “El sacerdote Jesús un beso pérfido. 70 sube al altar y lo besa. Representa el beso de Judas. Judas va al huerto de los olivos. Da a Introito ¡Ah! ¡Cuántos besos de éstos no ha recibido Jesús por parte de sus hijos y de sus ministros infieles! ¡Ah! ¿No le he traicionado también yo? ...¿No le he entregado alguna vez a sus enemigos, a mis pasiones? ¡Y, sin embargo, me ha amado tanto!”. En este momento, en que el sacerdote está besando el altar, podemos nosotros reparar por el beso de Judas y por todas las traiciones de las almas que son tan amadas por Jesús y se pierden. Para esto nos unimos al beso del sacerdote, llevándole a Jesús las caricias de las manos creadoras del Padre celestial, los besos del Espíritu Santo, del Padre y de nuestra Madre, María santísima, junto con sus adoraciones y las adoraciones de todas las almas consagradas. “En este momento también se considera, la captura y la entrega de Jesús en manos de sus enemigos, dándoles la potestad de hacerle sufrir todo lo que quieran y también cómo lo llevan atado a Jerusalén en medio de golpes e insultos inauditos para comparecer ante sus enemigos. En este momento le pedimos a Jesús que nos dejemos conducir por Él, en su Voluntad, con la misma mansedumbre con la cual Él se entregó como un cordero en manos Dice san Pedro Julián: 71 Introito de sus verdugos. Pedirle su dulzura y paciencia para las pruebas que nos vengan en su Voluntad no solo través del prójimo, sino también en todas las demás circunstancias de la vida, diciendo: `Yo también me entrego en tus manos, para que con toda libertad puedas hacer de mi lo que más te plazca´”. Una vez llegado el sacerdote al altar, terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, estando de pie, se santiguan. Dice san Pedro Julián: “Al comenzar el introito y persignarse el sacerdote. -Jesús es conducido ante el gran sacerdote Caifás. Allí, Pedro le niega. ¡Cuántas veces no he renegado también yo de mi maestro y de su verdad y ley, así como de mis promesas! Más culpable soy que Pedro, porque si he renegado de mi 72 Introito Salvador, no ha sido como él por temor o por sorpresa. ¡Ay de mí! Las lágrimas de Pedro siguieron muy luego a su falta, que lloró durante toda su vida, en tanto que yo tengo aún corazón duro e insensible!”. Luego el sacerdote vuelto hacia el pueblo extiende las manos y lo saluda con uno de los siguientes saludos: “El Señor esté con vosotros”. O bien: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros”. Recibimos estas palabras del sacerdote que se complementan extraordinariamente con la oración que hicimos al inicio: …`ven Divina Voluntad a adorar en mi…´, con esta oración ya le hemos pedido a la Divina Voluntad su misma adoración para que Jesús en el alma transformada en Él, le ofrezca al Padre celestial un acto de adoración en cada gesto y oración de la Santa Misa. Recordemos que las palabras de Dios son semillas y llevan la esencia de lo que 73 Introito transmiten; por esta razón, estas palabras de la Liturgia de la Eucaristía, dichas por el sacerdote que representa a Cristo, nos dan efectivamente: `el amor del Padre, la gracia del Hijo, y la comunión del Espíritu Santo´, pero nosotros debemos estar atentos a recibirlas, para que participemos del Sacrificio, con la gracia y el amor inmenso de Dios, en beneficio de todos por la Comunión y reforzados por la oración de la Divina Voluntad sería algo así como lo muestra la figura: Todas las personas del Acto Único y Eterno de Dios es decir las del pasado, del presente y del futuro Jesús en el alma transformada en Él, les lleva a todos las gracias y frutos de la Misa Y así entramos al acto de contrición. 74 Acto Penitencial – Yo pecador 2. ACTO PENITENCIAL – Yo pecador El acto penitencial lo realiza toda la comunidad con la confesión general y se termina con la absolución del sacerdote. Siguen las invocaciones de desagravio que rezan alternadamente el sacerdote y los fieles. Dice san Pedro Julián: “Jesús clama a su Padre e intercede por nosotros; aceptemos 75 Acto Penitencial – Yo pecador como Él todos los sacrificios que nos pida. Confesemos nuestros pecados a una con el sacerdote, pedimos por ellos humildemente perdón y recibimos la absolución para asistir con pureza al santo sacrificio”. El acto penitencial es una confesión general y pública que hace toda la asamblea cuando reza el `yo pecador´, junto con el sacerdote que invita a los fieles al arrepentimiento, cuando dice: “Hermanos antes de celebrar los Sagrados Misterios reconozcamos nuestros pecados” y termina con la absolución del sacerdote: “Dios todo poderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”. Esto es para que podamos participar de la celebración eucarística perdonados, purificados y en gracia, aunque esta absolución solo es efectiva en el caso de los pecados veniales, los pecados mortales, son más graves ya que le dan muerte al alma, y estos se borran únicamente, mediante el sacramento de la Confesión. El acto de contrición es un momento especial de dolor y arrepentimiento, y en virtud de la oración que hicimos al inicio; `me fundo en ti Jesús…´ y por las palabras del sacerdote: `La gracia de Nuestro Señor…´ podemos tomar sobre nosotros los pecados 76 Acto Penitencial – Yo pecador de todos los hombres pasados, presentes y futuros, decir el `yo pecador´ y recibir la absolución a nombre de todos. Podemos entonces pedir perdón y reparar por todos aquellos que no sienten ni dolor, ni arrepentimiento por sus pecados, que no son otra cosa que la falta de correspondencia de amor a un Dios que ama 77 Acto Penitencial – Yo pecador de tal manera a su creatura, que el hombre ni siquiera sospecha que Jesús realmente delira y arde de amor por él, que le suplica y anhela la correspondencia de su amor22, y es tan acerbo su dolor al ver a sus hijos enfangados en el lodo del pecado, que derramó toda su sangre, dio su vida y murió por nosotros para lavarnos, limpiarnos, purificarnos y devolvernos la dignidad de hijos de Dios; con su Muerte y Resurrección, nos hizo reyes de nuevo, como cuando creo al primer hombre Adán y por el pecado perdió la realeza divina. Jesús el nuevo Adán nos hizo hijos de un Rey y no de cualquier rey, sino del Rey de Reyes, entonces este Rey celestial se duele de ver a sus hijos, herederos de su Reino, envueltos en el lodo del pecado, sucios, enfangados, enfermos por el desamor, sin saber o reconocer que tienen un Padre que los ama con amor infinito, con el amor de un Dios. Por esta razón es importante que nosotros reparemos por las ofensas hechas al Amor, porque eso es lo que es el pecado, la Como lo describe Jesús con lágrimas en la novena de la Santa Navidad que Él mismo le reveló a la sierva de Dios Luisa Piccarreta. La novena son 9 días en representación de los 9 meses de Jesús en el vientre de su Madre, María Santísima. 22 78 Acto Penitencial – Yo pecador ofensa a un Dios que ama a su creatura con locura y quiere verla feliz, sana, bella y pura en sus brazos paternales; por eso, tomemos los pecados de todos y de cada uno de los hombres y pidamos perdón por todos, pero como nosotros somos incapaces de tomar sobre nosotros ese peso tan grande, solo Jesús puede hacerlo, entonces le pedimos a Él que lo haga en nosotros. Ahora, es muy posible que en el transcurso de la Misa, nos hayamos distraído, para decirle a Jesús que sea Él en nosotros quien tome los pecados de todos y pida perdón por todos, decimos mental y rápidamente; `me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, entro en el Acto Único y tomo sobre mi todos los pecados de todas las creaturas´ y de esta manera Jesús en el alma transformada en Él, toma sobre sí los pecados de toda la humanidad, mientras nosotros recitamos el `yo pecador´ y recibimos la absolución a nombre de todos. Dice la sierva de Dios Luisa Piccarreta: “Jesús mío, amor mío, no me basta con dolerme y pedirte perdón, sino que quisiera aniquilar cualquier pecado, para hacer que jamás, jamás seas ofendido.” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:” 79 Acto Penitencial – Yo pecador “Hija mía, yo tuve un dolor especial por cada pecado y sobre mi dolor estaba suspendido el perdón al pecador. Ahora, este dolor mío está suspendido en mi Voluntad esperando al pecador cuando me ofende, a fin de que doliéndose de haberme ofendido descienda mi dolor a dolerse junto con el suyo, y pronto darle el perdón; ¿pero cuántos me ofenden y no se duelen? Y mi dolor y perdón están suspendidos en mi Voluntad y como aislados. Gracias hija mía, gracias por venir en mi Voluntad a hacer compañía a mi dolor y a mi perdón. Continúa girando en mi Voluntad y haciendo tuyo mi mismo dolor, grita por cada ofensa: ‘dolor, perdón’, a fin de que no sea yo solo el que me muevo a dolerme y a impetrar el perdón, sino que tenga la compañía de la pequeña hija de mi Voluntad que se duele junto conmigo.” (Vol. 18, Octubre 21, 1925). En Virtud de estas palabras de Jesús, siempre fundidos en Él y en su Voluntad, en la medida que vamos haciendo la oración del `yo pecador´, doliéndonos y pidiendo perdón por todos los pecados nuestros y de todas las criaturas, tomamos el dolor suspendido de Jesús por cada pecado (decimos dolor, perdón) y lo ofrecemos al Padre celestial, como si todos se estuvieran doliendo con este mismo dolor, para agradar al Padre 80 Acto Penitencial – Yo pecador celestial y suplir a la justicia divina y en el momento de recibir la absolución general del sacerdote, les llevamos a todas las criaturas el perdón. Esto no quiere decir que queden perdonadas de todos sus pecados, sino que se derraman gracias especiales de arrepentimiento, para que quien esté dispuesto a recibirlas llegue con buena disposición al sacramento de la Confesión. Y quien ya no esté en este mundo como viador, reciba gracias especiales en el Purgatorio o mayor glorificación en el Cielo. 3. KYRIE ELEISON - Señor, ten piedad Dice el Misal: “Después del acto penitencial se empieza el Señor, ten piedad, a no ser que éste haya formado ya parte del mismo acto penitencial. Siendo un canto en el cual los fieles aclaman al Señor e imploran su misericordia, regularmente habrán de hacerlo todos, es decir, tomarán parte en él tanto el pueblo como los cantores. Si no se canta el Señor ten Piedad, al menos se recita”. (Misal No. 30) En esta parte de la celebración, nos unimos todos pidiéndole a Dios piedad por toda la humanidad, pero no queda de más hacer una pequeña reflexión en la misericordia infinita de Dios, que por ser infinita, no tiene 81 Acto Penitencial – Yo pecador límites, es decir que su misericordia es superior a todo lo que el hombre pueda llegar a imaginar, además que ama con amor paternal a su creatura, porque salimos de sus manos creadoras, somos parte de Él, por lo tanto Él siempre tiene y tendrá misericordia para con sus amados hijos, entonces, ¿no somos tal vez nosotros los que deberíamos tener misericordia de Dios por ofenderlo y ofenderlo sin misericordia? Reparo al Padre celestial por todos los pecados de todos los hombres y le ofrezco el dolor suspendido de Jesús por cada pecado Digo recivo Tomo sobre mí todos los pecados de todos los hombres Tomo el dolor y perdón de Jesús suspendido por cada pecado Llevo a todos la absolución Digo el `yo pecador´ perdón - dolor Recibo la absolución del sacerdote 82 El Gloria 4. El GLORIA Proclamar la gloria de Dios en la celebración eucarística es reconocer y adorar su grandeza, en el Cielo, en la tierra y en todo lugar. Alabar sus atributos divinos, que se notan en toda la creación. Dice el Misal: “El Gloria es un antiquísimo y venerable himno con el que la Iglesia congregada en el Espíritu Santo glorifica al Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas”. (Misal No. 31) Se canta o se recita todos los domingos fuera del tiempo de Adviento y de Cuaresma, también en las solemnidades y fiestas y en algunas celebraciones particulares. 83 El Gloria Inicia con el anuncio de los ángeles a los pastores sobre nacimiento de Dios en la tierra diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2, 14). Hay muchas formas de darle gloria a Dios, pero la gloria no es sólo de palabras, sino también de hechos, de obras, por eso como vimos anteriormente, las palabras de Jesús sobre la gloria del Padre: “en esto será glorificado mi Padre, en que ustedes den mucho fruto” y el fruto que le agrada a Dios es ver la imagen de su Hijo Jesús en nosotros, es decir que la gloria del Padre, está en que seamos transformados en Jesús, y esto se da por medio de los tres alimentos: la Eucaristía, la Palabra de Dios y su Voluntad. Especialmente su Voluntad, por esto es que los ángeles dicen: “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, y el hombre de buena voluntad es el que vive en la Voluntad de Dios. Por otro lado, si vemos con detenimiento la oración del `Gloria Patri´ que dice: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén” Aquí claramente se ve que la gloria que quiere Dios es la del principio, es decir la gloria que le daban Adán 84 El Gloria y Eva en el principio de la creación, antes del pecado original, antes de que perdieran la imagen y semejanza de Dios, la imagen de Jesús, el reflejo de Jesús en sus primeros hijos, imagen y semejanza que Dios quiere dar de nuevo a su creatura transformándola nuevamente en Jesús, según se lo dice Él mismo a la sierva de Dios Luisa Piccarreta. En la Santa Misa, llamamos a Jesús a que Él haga la oración del Gloria en nosotros, dándole en esta plegaria al Padre celestial, la gloria que deberían darle todos los hombres del pasado, presente y del futuro en el Acto Único y reparando por toda la gloria que se le debe al Padre celestial desde el principio de la creación. El Gloria nos recuerda el gozo de los ángeles y de los pastores al nacer Cristo. 85 Oración Colecta 5. ORACIÓN COLECTA: Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad. Dice el Misal: “A continuación el sacerdote invita al pueblo a orar y todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio para hacerse concientes de estar en la presencia de Dios y formular interiormente sus súplicas. Entonces el sacerdote lee la oración que se suele denominar “colecta”. Con ella se expresa generalmente la índole de la celebración, y con las palabras del sacerdote se dirige la súplica a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo. El pueblo, para unirse a esta súplica y dar su asentimiento, hace suya la oración 86 Oración Colecta pronunciando la aclamación. Amén”. (Misal No. 32) La oración colecta es símbolo de las muchas veces que Jesús oro por nosotros en el curso de su vida. 87 Liturgia de la Palabra B. LITURGIA DE LA PALABRA: Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando. Dice el Catecismo: “La liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el Antiguo Testamento, y "las memorias de los apóstoles", es decir sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la palabra del Apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2)”. CIC 1349 Dice el Misal: “Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que intercalan, constituyen la parte principal la Liturgia de la Palabra. La homilía, profesión de fe y la oración universal o los fieles, la desarrollan y concluyen. 88 se de la de Liturgia de la Palabra En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta Palabra divina la hace suya el pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a Ella, con la profesión de fe; y una vez nutrido con Ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo”. (Misal No. 33) B. LITURGIA DE LA PALABRA: 2. LECTURA DE LA SAGRADA ESCRITURA d. Primera Lectura e. Salmo f. Segunda Lectura 2. EVANGELIO (Canto de meditación: Aleluya) 3. HOMILÍA 4. PROFESIÓN DE FE – El Credo 5. ORACIÓN DE LOS FIELES -Oración universal-. 89 Liturgia de la Palabra – lecturas 1. LECTURAS DE LA SAGRADA ESCRITURA En las lecturas se dispone la mesa de la Palabra de Dios a los fieles y se les abren los tesoros bíblicos d. Primera Lectura: La primera lectura se toma del Antiguo Testamento, o de alguna de las cartas del Nuevo Testamento (en los días de semana) excepto en el Tiempo Pascual, en que se toma de los Hechos de los Apóstoles. En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas. E. Salmo Meditamos rezando o cantando un 90 Liturgia de la Palabra –lecturas Salmo. Dice el Misal: “Después de la primera lectura sigue un salmo responsorial o gradual, que es parte integrante de la Liturgia de la Palabra. El salmo se toma habitualmente del leccionario, ya que cada uno de estos textos está directamente ligado a cada una de las lecturas: la elección del salmo, depende, entonces, de las lecturas. Sin embargo, para que el pueblo pueda más fácilmente intervenir en la respuesta salmónica, han sido seleccionados algunos textos de responsorios y salmos, según los diversos tiempos del año, o las diversas categorías de santos”. (Misal No. 36). f. Segunda Lectura La segunda lectura es alguna carta del Nuevo Testamento, y tiene relación con la fiesta o con el Evangelio del día. Se hace los domingos, o fiestas especiales. En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles. Tanto la primera como la segunda lectura, pertenecen a las Sagradas Escrituras, y el lector termina diciendo: “Palabra de Dios”, por esta razón las epístolas se deben 91 Liturgia de la Palabra – lecturas escuchar con la atención y veneración que requiere la Palabra de Dios. Se pide al Espíritu Santo que dé el sentido de la Palabra que se escucha. La epístola. Simboliza la predicación de los profetas, especialmente la del Bautista por ser el antecesor de Cristo. Dice san Pedro Julián: “Jesús confiesa su divinidad delante de Caifás por más que se condene esta declaración con la sentencia de muerte. Fortaleced, Dios mío, aumentad en mí la fe en vuestra divinidad, para que la ame y la confiese aun con peligro de mi vida. ¡Por harto feliz me tendría si pudiera derramar mi sangre por defenderla!”. 92 Liturgia de la Palabra – Evangelio 2. EVANGELIO (Canto de meditación: Aleluya) El Aleluya nos dispone a recibir el alimento de la Palabra de Dios, que es Jesús. El sacerdote inclinado hacia el altar ora en secreto: “Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar con dignidad tu santo Evangelio”. La lectura del Evangelio es un oficio ministerial, por esto el sacerdote es quien debe leer el Evangelio, éste se toma 93 Liturgia de la Palabra – Evangelio únicamente de los cuatro evangelistas: San Mateo, san Lucas, san Marcos y san Juan, porque en ellos está la vida y palabras de Jesús. Como la Palabra de Dios es Jesús, nos disponemos de corazón a recibirla, invocando la oración rápida: “me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, ven a escuchar tu Palabra en mí para que produzca el “fruto”, la transformación de mi alma en ti y entro al Acto Único y te acompaño en este momento de tu vida pública” Si pudiéramos ver lo que sucede espiritualmente mientras el sacerdote lee el Evangelio, sería algo así como lo muestra la 94 Liturgia de la Palabra – Evangelio figura. Sale del Leccionario cada Palabra como una hostia que entra en el sacerdote y en cada uno de los presentes en la Misa, siempre y cuando estemos atentos a la escucha de la Palabra; si lo estamos podemos reparar por nosotros y por todas las personas del Acto Único por no haber recibido la Palabra de Dios debidamente, ya que el fruto de esta “semilla de luz”, es Jesús encarnado en el alma. Dice el santo Padre Pío: “Hay que unirse a Él en el dolor de ver que la Palabra del Padre, que Él había venido a traernos, no sería recibida o sería recibida muy mal por los hombres. Y desde esta óptica había que escuchar las lecturas de la Misa como estando dirigidas personalmente a nosotros”. Dice san Pedro Julián: “Jesús da testimonio de su realeza delante de Pilato. Oh Jesús, sé el Rey de mi mente por tu verdad, el Rey de mi corazón por tu amor, el Rey de mi cuerpo por tu pureza, el Rey de mi vida toda, por el deseo de consagrarla a tu mayor gloria. Reza después con fe y piedad el Credo, teniendo presente que el Salvador fue condenado por la defensa de la verdad”. 95 Liturgia de la Palabra – Homilía 3. HOMILÍA El celebrante explica la Palabra de Dios para aplicarla a nuestra vida. Debe basarse en la misma Palabra de Dios para que resulte una explicación del mensaje. Puede también fijarse en algún aspecto especial de la Sagrada Escritura o bien de otros textos de la Misa, o en las particulares necesidades de los oyentes. La homilía corresponde al sacerdote o al diácono. En la celebración de la Misa, no debe normalmente ser pronunciada por laicos. Ellos pueden oportunamente intervenir pero no hacerlo como si fueran presidentes. 96 Liturgia de la Palabra – Homilía En este momento el sacerdote hablará sobre las cuestiones de Doctrina que considere de interés. Debe decirse todos los domingos y fiestas de precepto. Al terminar es oportuno guardar un breve espacio de tiempo en silencio. 97 Liturgia de la Palabra – Prof. de fe, el Credo 4. PROFESIÓN DE FE – El Credo Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe. Después de oír la Palabra de Dios en las lecturas y su explicación en la predicación, el pueblo da su asentimiento al mensaje y proclama su fe con el Credo, símbolo o profesión de fe, que se debe decir o cantar los domingos y en las solemnidades. Dice el Catecismo: “La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el 98 Liturgia de la Palabra – Prof. de fe, el Credo sentido último de su vida”. (CIC 26), es por esto muy bello, que después de haber escuchado la Palabra de Dios, como respuesta a esta, hacemos nuestra profesión de fe con el Credo. Debemos recitar el Credo fundidos en Jesús y en su Voluntad para reparar por nosotros y por todas las creaturas pasadas, presentes y futuras del Acto Único y Eterno de Dios, por la falta de fe, y proclamamos nuestra fe al Padre celestial como si todos la proclamaran junto con nosotros. Dice Luisa: “Jesús mío, Amor mío, entro en tu Querer y es mi intención con este Credo, rehacer y reparar todos los actos de fe que las criaturas no han hecho, todas las incredulidades, la adoración debida a Dios como Creador.” (Vol. 12, Enero 29, 1919) Al rezar el Credo: recordamos que Jesús se hizo hombre. Es un compendio de cuánto debe creer el cristiano, y se arrodilla o se inclina el sacerdote al “et homo factus est” (y se hizo hombre) para dar a entender la grande humildad del Señor en tomar nuestra naturaleza y cuánto, por consiguiente debemos humillarnos nosotros a Dios que es nuestro Señor. 99 Liturgia de la Palabra – Oración de los fieles 5. ORACIÓN DE LOS FIELES - Oración universal. Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos. La oración de los fieles o preces, son las plegarias que el sacerdote o algún asistente va leyendo y el pueblo responde: “Te rogamos, óyenos”. No es la llamada oración de los fieles una oración de los laicos, sino la oración del pueblo santo y se le llama por eso Oración universal; la inicia el sacerdote desde la sede o el ambón. Se debe hacer siempre que hay asistencia del pueblo. 100 Liturgia de la Palabra – Oración de los fieles La Oración universal contiene tres elementos: La introducción del celebrante. Las súplicas que puede hacer un ministro, o algunos fieles. La conclusión, que toca al celebrante. Qué mejor oración universal que pedir el Reino de Dios, ese “venga tu Reino y que se haga tu Voluntad como se hace en el cielo así en la tierra”. Y mucho más si es Jesús en el alma transformada en Él quien le pide al Padre celestial la venida de su Reino. 101 Liturgia Eucarística C. LITURGIA EUCARISTICA En esta tercera parte se realiza el sacrificio. El sacerdote presenta a Dios los dones del pan y del vino que, por la consagración, se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor. La Liturgia Eucarística, se realiza en el altar, la mesa del sacrificio y del banquete. Comienza con la presentación del pan y del vino. Hecha la preparación sigue la inmolación y la consumación de la víctima del sacrificio bajo las especies del pan y el vino. C. LITURGIA EUCARISTICA: 1. RITO DE LAS OFRENDAS a. Presentación de las ofrendas b. La preparación de los Dones. 2. LA PLEGARIA EUCARISTICA a. Acción de gracias - Prefacio b. Aclamación - Santo c. Invocación - Epiclesis d. Narración de la Institución CONSAGRACIÓN e. Aclamación (Recordación – Anámnesis) f. Oblación g. Intercesión (Intercesiones – Conmemoraciones) 102 Liturgia Eucarística h. Doxología 3. RITO DE COMUNION a. Padre Nuestro b. Rito De La Paz. c. Fracción Del Pan d. Comunión e. Oración Final 103 Liturgia Eucarística –Ofertorio 1. RITO DE LAS OFRENDAS a. Presentación de las ofrendas Se presentan el pan y el vino que se transformarán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Se realiza la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas. Se le presentan las ofrendas del pan y el vino al sacerdote y éste las recibe con una oración que hace sobre las ofrendas. Este es un buen momento para ofrecerle a Dios nuestra vida y especialmente nuestra voluntad, pero como podemos entrar 104 Liturgia Eucarística – Ofertorio en el Acto Único, podemos ofrecerle a Dios las voluntades de todas las creaturas como quiere Jesús: “Hija mía, quiero que primero te fundas en mi Voluntad, que vengas delante a la Majestad Suprema para reordenar todas las voluntades humanas en la Voluntad de su Creador, para reparar con mi misma Voluntad todos los actos de las voluntades de las criaturas opuestos a la mía. Voluntad ha salido de nosotros para divinizar a la criatura, y voluntad queremos, y cuando mi Voluntad es rechazada por ellas para hacer la propia, es la ofensa más directa al Creador, es el desconocer todos los bienes de la creación y alejarse de su semejanza. (Vol. 18, Noviembre 9, 1925) Por eso decimos: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad y entro al Acto Único, y en unión al Sacrificio Eucarístico, te ofrezco el sacrificio de mi voluntad y de todas las voluntades humanas a cambio de tu Voluntad Divina y le pido a mi Madre celestial que las ate todas a tu trono junto con la de Ella23”. María Santísima le revela a la sierva de Dios Luisa Piccarreta, que Ella cuando conoció el mal que hace al hombre la voluntad humana, separada de la Voluntad de Dios, (explicado en el tomo 1 de La Llamada del Amor, titulado: Entrega, perdón y abandono), ató su voluntad 23 105 Liturgia Eucarística –Ofertorio Es necesario repetir de nuevo la frase: me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad y entro en el Acto Único… por las distracciones de nuestra mente para asegurarnos que es Jesús realmente en nosotros el que hace estos actos; de otra manera, sería un acto nuestro y no podríamos llevar todas las voluntades. Estas oraciones deben ser cortas por el poco tiempo que se tiene para hacerlas y aquí no se trata de dejar de lado las oraciones propias de la Misa; al contrario, las sugeridas aquí, se deben hacer mentalmente y en momentos de silencio. Sin embargo, como el deseo de Jesús es que las creaturas vivan en su Voluntad Divina, y recibir la correspondencia de amor y reparación por todos, le pide a Luisa y a través de ella a nosotros que le llevemos todas las voluntades humanas, como si todas hubieran vivido desde el inicio de la creación en la Voluntad de Dios y esto lo hace la sierva de Dios Luisa Piccarreta a través de esta oración: “Vengo a adorarte, a bendecirte, a agradecerte por todos, vengo a atar a tu trono todas las voluntades humanas de todas las generaciones, desde el primero hasta el humana al trono del Eterno, para no darle vida sino a la divina. 106 Liturgia Eucarística – Ofertorio último hombre, a fin de que todos reconozcan tu Voluntad Suprema, la adoren, la amen y le den vida en sus almas. Majestad Suprema, en este vacío inmenso están todas las criaturas, y yo quiero tomarlas todas para ponerlas en tu Santa Voluntad, a fin de que todas regresen al principio del cual salieron, es decir, a tu Voluntad, por eso he venido en tus brazos paternos para traerte a todos tus hijos, mis hermanos, y atarlos todos con tu Voluntad, y yo a nombre de todos y por todos quiero repararte y darte el homenaje y la gloria como si todos hubieran hecho tu Santísima Voluntad. Pero ¡ah! te ruego que ya no haya más separación entre Voluntad Divina y humana, es una pequeña niña la que esto te pide, y a los pequeños yo sé que tú no sabes negar nada.” (Vol. 17, Mayo 10, 1925) b. La preparación de los Dones. Con este signo el sacerdote le pide a Dios que una nuestras vidas a la suya. LAS GOTAS DE AGUA EN EL VINO: Dice el Misal: “AI momento de preparar sobre el altar el pan y el vino "el diácono u otro ministro, pasa al sacerdote la panera con el pan que se va a consagrar; vierte el 107 Liturgia Eucarística –Ofertorio vino y unas gotas de agua en el cáliz." (Misal Romano Nº 133). La gota de agua que echa el sacerdote en el cáliz, representa a toda la humanidad; todos nosotros nos unimos al vino que después se convierte en la Sangre de Jesús. Esta gota de agua ya no se puede separar del vino; forma parte de él, se hace una sola cosa con el vino y al ser consagrado se realiza la transustanciación24 en la Sangre de Jesús. Esto quiere decir que en todas las Santas Misas, todos nosotros nos unimos a la víctima que es Jesús y somos transformados en la Sangre de Jesús y ofrecidos al Padre celestial, es decir que nosotros participamos con Jesús del sacrificio: Dice el Catecismo: “La Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se 24 Cambio de sustancia: de la sustancia del vino a la Sangre de Jesús. Explicado más adelante. 108 Liturgia Eucarística – Ofertorio ofrece totalmente. Se une a su intercesión ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo, presente sobre el altar, da a todas las generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda”. (CIC 1368) En el instante en que se echa el agua, el sacerdote dice en voz baja: “El agua unida al vino, sea signo de nuestra participación en la vida divina, de quien ha querido compartir nuestra condición humana”. Y después el sacerdote invita a orar a la asamblea diciendo: “Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso”. Es Jesús en el sacerdote quien dice: “este sacrificio mío”, porque el sacrificio es de Cristo, pero por el agua en el vino, también es nuestro. Dice san Pío: “En el Ofertorio. Se presenta el sacrificio. La ofrenda que de la hostia y cáliz hace el sacerdote nos recuerda la prontísima y entera voluntad con que Cristo 109 Liturgia Eucarística –Ofertorio se ofreció a padecer y morir por nosotros. El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado.” Dice san Pedro Julián: “El sacerdote ofrece a Dios Padre el pan y el vino, la hostia del sacrificio. Pilato presenta a Jesús al pueblo diciendo: Ecce Homo, he aquí al hombre. Está en el estado que más puede mover a compasión; acaban de flagelarle hasta la sangre; una corona de espinas hace chorrear sangre por su cara; un viejo manto de púrpura y una caña que tiene en la mano le convierten en rey de teatro. Pilato propone al pueblo ponerlo en libertad, mas el pueblo no quiere y contesta: Sea crucificado. En este momento Jesús se ofrecía a su Padre por la salvación del mundo, y en especial de su pueblo, y el Padre aceptó esta ofrenda. Cuando el sacerdote se lava las manos, Pilato se lava también las suyas, protestando de la inocencia de Jesús. ¡Ah, Salvador mío, lavadme en vuestra Sangre purísima y purificadme de tantos pecados e imperfecciones como mancillan mi vida!”. 110 Liturgia Eucarística – Plegaria Eucarística 2. LA PLEGARIA EUCARISTICA A continuación sigue la Plegaria Eucarística, que es el vértice de toda la celebración. Hay que añadir a ésta la oración de acción de gracias, la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión. La Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras, por la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo. Con la plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al corazón y a la cumbre de la celebración. 2. LA PLEGARIA EUCARISTICA a. Acción de gracias - Prefacio b. Aclamación - Santo c. Invocación - Epíclesis d. Narración de la Institución CONSAGRACIÓN e. Aclamación (Recordación – Anámnesis) f. Oblación g. Intercesión (Intercesiones – Conmemoraciones) h. Doxología 111 Liturgia Eucarística –Plegaria Eucarística Dice San Pío: “Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la consagración nos encontramos ¡rápidamente! con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo presente en el "momento" a todos los que están allí y a todos aquellos por los que pedimos especialmente”. 112 L. E. – Plg. E. – Acción de gracias, Prefacio a. Acción de gracias - Prefacio Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, tres veces santo. El significado de la palabra: Eucaristía es principalmente acción de gracias como lo define el Catecismo: “La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. "Eucaristía" significa, ante todo, acción de gracias”. (CIC 1360) El Sacerdote en nombre de todos le da las gracias al Padre celestial por todas las cosas creadas y especialmente por habernos 113 L. E. – Plegaria. E. – Acción de gracias, Prefacio dado a su Hijo Jesús como Salvador y Redentor nuestro, diciendo: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre Santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por Él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo”. Es un derecho de la Justicia divina, que nosotros le demos gracias a Dios en todo, por todo y por todos, no solo en la Santa Misa sino en todo momento y lugar por eso el sacerdote dice; “es justo y necesario darte gracias siempre y en todo lugar” En el Prefacio el sacerdote da gracias al Padre por todas sus obras; la asamblea llama a la humanidad entera a los santos y a los ángeles para cantar al Dios Santo. Dice el santo Padre Pío: “El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta `Hora´". 114 L. E. – Plg. E. – Acción de gracias, Prefacio Dice san Pedro Julián: “El sacerdote invita a los fieles en el prefacio a alabar a Dios. Jesús, varón de dolores, aclamado poco ha por este mismo pueblo, coronado hoy de espinas, atado a un poste, recibe los honores burlescos y sacrílegos de sus verdugos; se le abruma de ultrajes irritantes; se le escupe a la cara; se le denigra. Estos son también los homenajes que nuestro orgullo, sensualidad y respeto humano tributan a Jesucristo. Al canon, el sacerdote se inclina, ora y santifica las ofrendas con numerosas señales de cruz. Jesús inclina sus hombros bajo el peso de la cruz; tómala con cariño esta, su amada cruz; la besa y lleva afectuosamente al ponerse en camino para el Calvario encorvado bajo esta carga de amor. Lleva mis pecados para expiarlos, mis cruces para santificarles. Sigamos a Jesucristo cuando lleva su cruz y sube con harta dificultad por el monte Calvario. Acompañémosle junto con María, las santas mujeres y Simón el cirineo”. 115 L. E. – Plg. E. – Invocación - Epiclesis c. Invocación - Epíclesis El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús. Cuando el sacerdote llega a esta parte de la Plegaria Eucarística, donde extiende las manos sobre las ofrendas, e invoca al Padre celestial para que envíe su Santo Espíritu a que realice la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, todos nosotros nos arrodillamos ante este maravilloso milagro que sucede todos los días ante nuestros ojos. El nombre viene del griego: `epicaleo´, `apicalumai´; significa invocar, llamar. 116 L. E. – Plg. E. – Invocación - Epliclesis Dice el Catecismo: “En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición (cf MR, canon romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones litúrgicas colocan la epíclesis después de la anamnesis). – en el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre”. (CIC 1353) El sacerdote con las manos extendidas dice; “por eso te pedimos que santifiques estos dones, con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Señor”. 117 L. E. – Plg. E. – Invocación - Epiclesis El sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino. Recuerda a Jesús tendido en la cruz, con sus miembros descoyuntados. Al hacer el sacerdote las tres cruces sobre el pan y el vino. Significa a Jesús en la cruz con los tres clavos que le traspasan sus manos y pies. Dice san Pedro Julián: “El sacerdote impone las manos sobre el cáliz y la hostia. Los verdugos se apoderan de Jesús, despojándolo violentamente de sus vestiduras y le extienden sobre la cruz, en la que le crucifican”. 118 L. E. – Plg. E. – Invocación - Epliclesis 119 L. E. – Plg. E. – Consagración d. CONSAGRACIÓN El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús. Dice el Catecismo: “Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)”. (CIC 1413) 120 L. E. – Plg. E. – Consagración Transformación significa cambio de forma, es decir que cuando algo se transforma cambia su figura externa, en cambio transustanciación significa cambio de sustancia, no de forma y en el caso del pan y del vino sucede que por la transustanciación el pan pasa a ser el cuerpo de Jesús, se transustancia en el Cuerpo de Cristo, y el vino cambia la sustancia de vino y se convierte en la Sangre de Jesús, esto es que aunque parece vino y sabe a vino, lo que hay en el cáliz es la Sangre de Jesús y esto sucede por las palabras de la consagración: “El cuál cuando iba a ser entregado a su pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros”. Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”. 121 L. E. – Plg. E. – Consagración La transustanciación del pan y del vino, en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, sucede debido a dos cosas; una es que estas palabras deben ser pronunciadas por un sacerdote para que se realice la transustanciación por la potestad sacerdotal; y la otra es por la Voluntad de Dios, que le dio a estas palabras pronunciadas por el sacerdote la Potencia Creadora de Dios, para que suceda la transustanciación. Dice Jesús: “Hija mía, la sola palabra Voluntad de Dios contiene la Potencia Creadora, por lo tanto tiene el poder de crear, transformar, consumar y hacer correr en el alma nuevos torrentes de luz, de amor, de santidad. Sólo en el Fiat25 se encuentra la Potencia Creadora, y si el sacerdote me consagra en la hostia, es porque mi Voluntad, a las palabras que se dicen sobre la Hostia Santa, les dio el poder. Así que todo sale y se encuentra en el Fiat. Y si al solo pensamiento de hacer mi Voluntad el alma se siente endulzada, fuerte, transformada, es porque con pensar en hacer mi Voluntad es como si se pusiera en camino para encontrar todos los bienes, ahora, ¿qué será el hacerla?” (Vol. 12, Diciembre 22, 1920) 25 Voluntad 122 de Dios L. E. – Plg. E. – Consagración Antes de la consagración, se repiten las oraciones por las distracciones que hemos tenido, para llamar a Jesús a hacer la oración en nosotros: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, entro al Acto Único y voy a la Última Cena y al monte del Calvario para amarte, adorarte, y acompañarte y para pedirte que esta consagración que haces en el pan y en el vino, la hagas también en mi alma para que la transustancies en ti Jesús”. Dice la sierva de Dios, Luisa Piccarreta: “Estaba ofreciéndome en el Santo Sacrificio de la Misa junto con Jesús, a fin de que también yo pudiera sufrir su misma consagración, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho: “Hija mía, entra en mi Voluntad a fin de que pueda encontrarte en todas las hostias, no sólo presentes sino también futuras, y así junto conmigo sufrirás tantas consagraciones por cuantas sufro yo. En cada hostia yo pongo una vida mía, y por correspondencia quiero otra, pero, ¡cuántos no me la dan! Otros me reciben, yo me doy a ellos, y ellos no se dan a mí, y mi amor queda doliente, obstaculizado y sofocado, sin correspondencia; por eso ven en mi Voluntad a sufrir todas las consagraciones que sufro yo, y así encontraré en cada hostia la correspondencia de tu vida, y no 123 L. E. – Plg. E. – Consagración sólo mientras estés en la tierra, sino también cuando estés en el Cielo, porque habiéndote tú consagrado anticipadamente mientras estás en la tierra en mi Voluntad, al ir sufriendo yo las consagraciones, hasta la última, así también las sufrirás tú, y yo encontraré hasta en el último de los días la correspondencia de tu vida.” (Vol. 12, Mayo 28, 1920) En esta cita de los volúmenes de la Divina Voluntad, la sierva de Dios Luisa Piccarreta le dice a Jesús que se ofrece junto con Él en la Consagración para que ella sufra la transformación de su alma en Jesús; y esto en cada consagración de cada hostia pasada, presente y futura. Jesús también le pide a Concepción Cabrera de Armida, que se ofrezca continuamente al Padre celestial repitiendo constantemente y especialmente en los sufrimientos las palabras de la consagración en ella: Dice Jesús: “Tienes contigo a la Sacrosanta Víctima del Calvario y de la Eucaristía, la cual puedes ofrecer constantemente al Eterno Padre por la salvación del mundo. Éste es el fruto más precioso del grande favor que he obrado en ti al encarnarme en tu corazón. Te he dado lo más grande del Cielo y de la Tierra, a mí 124 L. E. – Plg. E. – Consagración mismo, con este fin. Tú nada tienes de ti misma, pero conmigo lo tienes todo”. CC26 22,408-416: 21 julio 1906 Dice Conchita: “Hija mía, me dijo. Quiero que digas a menudo, y sobre todo en tus dolores, estas palabras, con una voluntad amorosa, «este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre», ofreciéndote al Eterno Padre en mi unión. ¿No recuerdas que eres hostia y que debes ser víctima?” (CC 32,119-126: 22 febrero 1909) 27 Jesús le cuenta a Conchita que María Sma. incesantemente se ofrecía al Padre celestial repitiendo estas palabras: “María desde la Encarnación, repetía al Eterno Padre, en un acto continuado de amor, y refiriéndose a mí en Ella, «Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre», clamando por la salvación del mundo. Que al repetir estas palabras, lo hagan en mi unión, sí, pero también pensando en mi Madre que me dio ese Cuerpo y esa Sangre: en mi Madre que Dice Jesús: Cuentas de Conciencia de la sierva de Dios, Concepción Cabrera de Armida. 27 Las Cuentas de Conciencia es una colección de libros que escribió la sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida sobre revelaciones que Jesús le hizo a ella. 26 125 L. E. – Plg. E. – Consagración desde la Encarnación, se ofrecía y me ofrecía”. (CC 41,355-359: 8 julio 1917). Entonces en el momento de la consagración podemos decir unidos a Jesús: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, entro al Acto Único y en cada hostia consagrada digo: «Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre», para agradar a Jesús, como María Sma., Luisa y Conchita. Y seguimos diciendo ante el Cuerpo y la Sangre de Cristo ya consagrados; “te amo, te adoro, te bendigo, te reparo, te doy gracias, te alabo y te glorifico por mí, por todo y por todos en tu Voluntad en cada hostia y te pido que venga tu Reino”. Invocamos a nuestra Madre, María Sma., para que ella supla en nosotros cualquier falta que podamos tener. Dice María Santísima acerca de Jesús Sacramentado: “Este Hijo es mío, es don mío, y como mío conozco sus secretos amorosos, sus ansias, sus suspiros, pero tanto, que llega a llorar y con sollozos repetidos me dice: ‘Madre mía, dame a las almas, quiero las almas.’ Yo quiero lo que quiere Él, puedo decir que suspiro y lloro junto, porque quiero que todos posean a mi Hijo, pero debo poner al seguro su vida, el gran don que Dios me confió; he aquí por 126 L. E. – Plg. E. – Consagración qué si desciende en los corazones Sacramentado yo desciendo junto por garantía de mi don, no puedo dejarlo solo; pobre Hijo mío si no tuviera a su Madre que desciende junto, cómo me lo tratan mal; quién no le dice un te amo de corazón, y yo debo amarlo; quién lo recibe distraído, sin pensar en el gran don que reciben, y yo me derramo sobre Él para no dejarlo sentir sus distracciones y frialdades; quién llega a hacerlo llorar, y yo debo quitarle el llanto y hacer los dulces reproches a la criatura, que no me lo hagan llorar. Cuántas escenas conmovedoras suceden en los corazones que lo reciben Sacramentado; hay almas que jamás se contentan de amarlo, y yo les doy mi amor, y también el suyo para hacerlo amar, estas son escenas de Cielo, y los mismos ángeles quedan raptados por ellas, y nos reanimamos de las penas que nos han dado las otras creaturas. ¿Pero quién puede decirte todo? Soy la portadora de Jesús, ni Él quiere estar sin mí, tanto, que cuando el sacerdote está por pronunciar las palabras de la consagración sobre la hostia santa, hago alas con mis manos maternas a fin de que descienda por medio de mis manos para consagrarse, para que, si manos indignas lo tocan, yo hago sentir las mías que lo defienden y lo cubren con mi amor. Pero esto no basta, estoy siempre de guardia 127 L. E. – Plg. E. – Consagración para ver si quieren a mi Hijo, tanto, que si algún pecador se arrepiente de sus graves pecados y la luz de la Gracia despunta en su corazón, yo, rápidamente le llevo a Jesús como confirmación del perdón, y yo pienso en todo lo que se necesita para hacer que se quede en aquel corazón convertido”. (Vol. 34, Mayo 28, 1937) Anáfora es una palabra griega que indica la acción de elevar, la actitud de levantar la ofrenda con las manos. En la consagración Jesús es levantado en lo alto, sacrificado como en el Calvario. 128 L. E. – Plg. E. – Consagración El alzar la hostia consagrada. Representa el momento en que la cruz es levantada y el cuerpo de Jesús es fuertemente sacudido. “La consagración nos da el Cuerpo entregado `ahora´, la Sangre derramada `ahora´. Es místicamente, la Crucifixión del Señor”. Y por eso el santo Padre Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este momento de la Misa. Dice el santo Padre Pío: 129 L. E. – Plg. E. – Consagración Al levantar el cáliz. Arroyos de sangre manan de sus llagas. Dice san Pedro Julián: “Consagración y elevación: El sacerdote consagra el pan y el vino, convirtiéndolos en Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Hincando las rodillas adora al Salvador, a Dios verdadero y realmente presente entre sus manos, elevándolo después y presentando a las 130 L. E. – Plg. E. – Consagración adoraciones del pueblo. Representaos a Jesús levantado en cruz entre cielo y tierra, como víctima y mediador entre Dios irritado y los pobres pecadores. Adorad, ofreced esta divina víctima para expiación de vuestros pecados y los de vuestros parientes y amigos y de todos los hombres en general. Adorad a Jesús extendido sobre el altar, como en otro tiempo sobre la cruz, adorando a su Padre en el anonadamiento más completo de su gloria, dándole gracias por cuantos bienes ha concedido a los hombres, que son hermanos suyos, y hermanos rescatados por El, mostrándole sus llagas aún abiertas, que claman gracia y misericordia por los pecadores, suplicando por nosotros con súplica tal, que el Padre en modo alguno puede dejar de escucharla, por venir de su Hijo, del Hijo inmolado por su gloria por puro amor. Rendid a Jesús aquellas mismas adoraciones que Él ofrece a su Padre. Os adoro, oh Salvador mío, realmente presente en este altar para renovar en mi favor el sacrificio del Calvario. ¡A Vos que sois el Cordero todavía inmolado todos los días, bendición, gloria y poder por los siglos de los siglos! Os tributo y nunca cesaré de tributaros perpetuas acciones de gracias, porque me habéis amado tanto”. 131 L. E. – Plg. E. – Consagración El sacerdote, profundamente inclinado, invoca la clemencia divina para sí y para todos. Se escucha a Jesús decir a su Padre: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. 132 L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis e. Aclamación (Recordación – Anámnesis) Aclamamos el misterio central de nuestra fe. Inmediatamente después de la elevación de la hostia y del cáliz consagrados, el sacerdote suscita la anámnesis,aclamación- de los fieles, con las palabras; “hermanos, éste es el Sacramento de nuestra fe”. La respuesta es una verdadera aclamación de la asamblea que se sabe unida con el celebrante y acepta a nivel comunitario la nueva alianza, que se está celebrando. Hay cuatro textos diferentes: 133 L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis 1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! 2. Cada vez que comemos de este Pan y debemos de este Cáliz anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. 3. Por tu Cruz y Resurrección, nos has salvado, Señor. 4. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo. f. Oblación En este momento se realiza la presentación por la que la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre, en el Espíritu Santo, la Hostia inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la Hostia inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen por la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, de modo que se realice aquello de DIOS TODO EN TODOS. En este momento el sacerdote agradece el Padre celestial por permitirnos asistir en su presencia al Santo Sacrificio diciendo; “así pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de 134 L. E. – Plg. E. – Aclamación - Anámnesis salvación, te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo”. 135 L. E. – Plg. E. – Intercesión g. Intercesión (Intercesiones – Conmemoraciones) Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros. La Eucaristía se ofrece por toda la humanidad. Aquí se repiten las intenciones generales y particulares de la oblación. Se hace una petición por todos los vivos y difuntos, y se pide la intercesión de la Virgen Santísima, de los apóstoles, de los santos, para formar coro de alabanza y una gran 136 L. E. – Plg. E. – Intercesión petición universalista que desemboca en la doxología. En esta parte el sacerdote en representación de todos nosotros, le pide al Padre que el Espíritu Santo nos transforme en ofrenda permanente, así como lo hicimos nosotros también en la oración al consagrarnos junto con Jesús: “Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con los elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (San…: Santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda. Te pedimos, Padre, que esta Victima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa…, a nuestro Obispo…, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo tu pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu Reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. Por Cristo Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes”. 137 L. E. – Plg. E. – Intercesión Aquí se puede pedir por todos: Papas de la Iglesia, los sacerdotes, los viadores y difuntos, pasados, presentes y futuros gracias a las oraciones propuestas y al Acto Único. Dice san Pedro Julián: “El sacerdote ruega por los muertos. Jesús ruega en la cruz por los espiritualmente muertos, por los pecadores, y su oración convierte a uno de los ladrones que comenzaron por insultarle y blasfemar contra Él. "Acuérdate de mí cuando hayas llegado a tu Reino", le dice el buen ladrón. Y Jesús le contesta: "Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso." ¡Pueda también yo, Dios mío, hacer en la hora de la muerte la misma oración y oír la misma promesa! Acordaos de mí en aquel trance tremendo, así como os habéis acordado del ladrón penitente”. 138 L. E. – Plg. E. – Doxología h. Doxología El sacerdote ofrece al Padre el Cuerpo y la Sangre de Jesús; por Cristo, con Él y en Él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén". Esta es la parte central del Sacrificio Eucarístico en la cual el sacerdote “ofrece la Hostia inmolada al Padre celestial” en nombre de todos, toma la patena, con la Hostia consagrada, y el Cáliz y, los sostiene elevados, diciendo: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente en la unidad del 139 L. E. – Plg. E. – Doxología Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. El único sacrificio que le puede agradar verdaderamente al Padre celestial es el de su Hijo Unigénito: Jesús. Es por esta razón que la Iglesia universal se une en comunión en todas las Santas Misas para ofrecer a Dios Padre, este santo y maravilloso sacrificio de la cruz y eucarístico del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, del Cordero inmolado, sin mancha, única víctima agradable al Padre. 140 L. E. – Plg. E. – Doxología Y en este momento de la Doxología, a través de las palabras del sacerdote; “con Cristo…” es cuando se hace el ofrecimiento de la santa Victima inmolada. Por eso es tan importante este momento de la Misa y lo debe decir solamente el sacerdote, nosotros en silencio, también nos ofrecemos junto con Jesús al Padre y le ofrecemos a todas las creaturas con sus obras de la creación, la redención y santificación, diciendo: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad y entro al Acto Único para ofrecerme yo, junto contigo, Hostia Viviente al Padre celestial y le ofrezco también a todas las creaturas pasadas, presentes y futuras y todos los bienes que tú mismo nos ha dado en las obras de la de la creación, la redención y la santificación”. Veamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia a este respecto: En este sacrificio de acción de gracias que es la Eucaristía, “la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación”. (CIC 1360) Dice el Catecismo: “La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es también un 141 L. E. – Plg. E. – Doxología sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. En el sacrificio eucarístico, toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a través de la muerte y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno, de bello y de justo en la creación y en la humanidad”. (CIC 1359) Sigue el Catecismo: “La Eucaristía es también el sacrificio de alabanza por medio del cual la Iglesia canta la gloria de Dios en nombre de toda la creación. Este sacrificio de alabanza sólo es posible a través de Cristo: Él une los fieles a su persona, a su alabanza y a su intercesión, de manera que el sacrificio de alabanza al Padre es ofrecido por Cristo y con Cristo para ser aceptado en él. (CIC 1361) Dice el santo Padre Pío: “El "Por él, con él y en él" corresponde al grito de Jesús: "Padre, a tus manos encomiendo mi Espíritu". Desde ese momento el sacrificio es consumado y aceptado por el Padre. Los hombres en adelante ya no están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se recita la oración de todos los hijos: `Padre Nuestro´. 142 L. E. – Plg. E. – Doxología Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este instante, al Padre, el sacrificio redentor. Es el sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la consagración”. 143 L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión 3. RITO DE COMUNION a. Padre Nuestro Preparándonos para comulgar, rezamos el Padre Nuestro como Jesús nos enseñó. Nos preparamos para comulgar. Antes de comer el mismo Pan, nos reconocemos hijos de Dios. Dice san Pedro Julián: “Al Pater, el sacerdote invoca al Padre celestial. En la cruz Jesús encomienda su alma al Padre. Pedid la gracia de la perseverancia final”. 144 L. E – Plg. E. – Rito de Comunión Al decir el Padre Nuestro, Jesús nos enseña a orar; clama ¡Padre porque me has abandonado! Después de la oración del Padre Nuestro, a nombre de todos añade el sacerdote: “Líbranos de todos los males, Señor y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”. 145 L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión b. Rito de la paz Después de la oración de la paz, el sacerdote termina diciendo: “La paz del Señor esté siempre con vosotros”. Es muy importante estar atentos en este momento a recibir la paz que el sacerdote nos da, ya que es la paz de Dios, y la debo tomar para darla a mis hermanos y gracias a las oraciones que ya sabemos podemos decir: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad entro al Acto Único y Eterno para llevarles esta paz que tú nos das a toda la humanidad: a los viadores pasados, presentes y futuros, a todas las almas que han pasado, que están y que estarán en el purgatorio y a todos los bienaventurados del cielo.” c. Fracción del pan El sacerdote parte la sagrada Hostia y deposita una pequeña partícula en el cáliz. Al partir la Hostia, Jesús muere. Dice el santo Padre Pío: “La fracción del Pan marca la muerte de Jesús...” 146 L. E – Plg. E. – Rito de Comunión Dice san Pedro Julián: “El sacerdote divide la santa Hostia. Jesús inclina la cabeza para dirigirnos una mirada más de amor, y expira diciendo: Todo se ha consumado. Adora, alma mía, a Jesús que muere; su alma se ha separado de su cuerpo; repara en cómo ha muerto por ti, y aprende tú también a vivir y morir por Él. Pedid la gracia de una buena y santa muerte entre los brazos de Jesús, María y José. Dice el santo Padre Pío: “La intinción, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado la Hostia (símbolo de la muerte...) deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en la comunión”. 147 L. E. – Plg. E. – Rito de Comunión Al agregar la partícula de la Hostia al Cáliz, o del Cuerpo a la Sangre, Jesús resucita. Sucede la Resurrección al unirse nuevamente el Cuerpo con su Sangre. Inmediatamente después de la paz, vienen estos dos momentos: el sacerdote parte la Hostia y la echa en el Cáliz; por esta razón no es conveniente demorarnos mucho dando la paz porque se nos pueden pasar sin percibirlos estos dos momentos tan importantes de la muerte y resurrección de Jesús. Es recomendable entonces estar atentos para acompañar a Jesús en silencio en su muerte y resurrección y tomar el amor, la Voluntad de Dios y todos los bienes que tiene para nosotros su Pasión, Muerte y Resurrección y la llevamos a todas las creaturas en el Acto Único. Luego se recita el “Cordero”. 148 L. E – Plg. E. – Rito de Comunión Dice san Pedro Julián: “Cordero de Dios, el sacerdote se da tres golpes de pecho. Al expirar Jesús, el sol se eclipsa de dolor, la tierra se estremece de horror y los sepulcros se abren, se dan golpes de pecho los verdugos, desagravian a Jesús pendiente en la cruz, proclamándole hijo de Dios, y vuelven contritos y perdonados. Unámonos al pesar que entonces experimentaron, y mereceremos perdón lo mismo que ellos”. 149 Liturgia Eucarística – Comunión d. Comunión Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, Pan de Vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe. La Misa queda incompleta si no se recibe la Comunión. La participación de los fieles en ella llega a la plenitud y perfeccionamiento cuando comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo en su Misa. Y es la Comunión dentro y no fuera de la Misa, la que da esa expresión de participación en función del sacrificio-banquete. Oblación a Dios y comida para enriquecer la vida espiritual en el banquete Pascual. 150 Liturgia Eucarística – Comunión El sacerdote toma la Víctima, la Hostia partida, símbolo de que es verdaderamente el Cuerpo entregado y roto que ha muerto por nosotros en la cruz. El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado, lo eleva y lo muestra al pueblo, diciendo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”. Y todos respondemos: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. El sacerdote, dice entonces la 'Antífona de Comunión' que corresponde a ese día. Estas palabras nos limpian y nos preparan para recibir a Jesús sacramentalmente. Recordemos que: “El fruto propio de la Eucaristía es transformarnos en aquel que recibimos”. Entonces la primera intención que debemos tener al recibir a Jesús Sacramentado es que este alimento divino, nos dé ese fruto completo de la transformación de nuestra alma en Jesús. Y también conocer lo que Jesús le ha enseñado a sus santos para hacerlo también nosotros. Jesús se comulgó a sí mismo para que Él siendo Dios y hombre, recibiera los honores el decoro, la habitación que necesita su santísima persona en cada creatura: 151 Liturgia Eucarística – Comunión Dice la sierva de Dios Luisa Piccarreta: “Me sentía toda absorbida en la santísima Voluntad de Dios, y el bendito Jesús me hacía presentes, como en acto, todos los actos de su vida sobre la tierra, y como lo había recibido sacramentado, me hacía ver como en acto, en su santísima Voluntad cuando mi dulce Jesús instituyendo el Santísimo Sacramento se comulgó a sí mismo. Cuántas maravillas, cuántos prodigios, cuántos excesos de amor en este comulgarse a sí mismo; mi mente se perdía en tantos prodigios divinos, y mi siempre amable Jesús me ha dicho: “Hija querida de mi Supremo Querer, mi Voluntad contiene todo, conserva todas las obras divinas como en acto y nada deja escapar, y a quien en ella vive quiere hacerle conocer los bienes que contiene. Por eso quiero hacerte conocer la causa por la que quise recibirme a mí mismo al instituir el Santísimo Sacramento. El prodigio era grande e incomprensible a la mente humana: recibir la criatura a un hombre y Dios, encerrar en el ser finito el Infinito y a este ser Infinito darle los honores divinos, el decoro, la habitación digna de Él, era tan profundo e incomprensible este misterio, que los mismos apóstoles, mientras creyeron con facilidad en la Encarnación y en tantos otros misterios, delante a éste 152 Liturgia Eucarística – Comunión quedaron turbados y su inteligencia se resistía a creer, y se necesitó hablarles repetidamente para rendirlos; entonces, ¿cómo hacer? Yo que lo instituía debía pensar en todo, porque mientras la criatura debía recibirme, a la divinidad no debían faltarle los honores, el decoro divino, la habitación digna de Dios. Por eso hija mía, mientras instituía el Santísimo Sacramento, mi Voluntad Eterna unida a mi Voluntad humana me hizo presentes todas las hostias que hasta el fin de los siglos debían recibir la consagración sacramental, y yo una por una las miré, las consumí y vi mi vida sacramental palpitante en cada hostia porque quería darse a las criaturas. Mi humanidad a nombre de toda la familia humana tomó el empeño por todos y dio la habitación en sí misma a cada hostia, y mi divinidad, que era inseparable de mí, circundó cada hostia sacramental con honores, alabanzas y bendiciones divinas para hacer digno decoro a mi Majestad, así que cada hostia sacramental fue depositada en mí y contiene la habitación de mi humanidad y el cortejo de los honores de mi divinidad; de otra manera, ¿cómo podía descender en la criatura? Y fue sólo por esto que toleré los sacrilegios, las frialdades, las irreverencias, las ingratitudes, porque habiéndome recibido a mí mismo 153 Liturgia Eucarística – Comunión puse a salvo mi decoro, los honores, la habitación que se necesitaba a mi misma persona; si no me hubiera recibido a mí mismo yo no habría podido descender en ella, y a ella le habría faltado el camino, la puerta, los medios para recibirme. Así es mi costumbre en todas mis obras, las hago una vez para dar vida a todas las demás veces que se repetirán, uniéndolas al primer acto como si fuera un acto solo; así que la potencia, la inmensidad, la omnividencia de mi Voluntad me hicieron abrazar todos los siglos, me hicieron presentes todos los comulgantes y todas las hostias sacramentales y me recibí otras tantas veces a mí mismo, para hacer pasar por mí a mí mismo en cada criatura. ¿Quién ha pensado jamás en tanto amor mío, que para descender en los corazones de las criaturas yo debía recibirme a mí mismo para poner a salvo los derechos divinos y poder dar a ellas no sólo a mí mismo, sino también los mismos actos que yo hice al recibirme para disponerlas y darles casi el derecho de poderme recibir?” Vol. 15, Junio 18, 1923 (30) Jesús se recibió a sí mismo y nosotros debemos entonces fundidos en Él, llamarlo para que se reciba en nosotros y quiere que 154 Liturgia Eucarística – Comunión hagamos lo que sacramentado. Él hizo al recibirse Dice Luisa: “Esta mañana, después de haber recibido al bendito Jesús estaba diciéndole: “Vida mía Jesús, dime, ¿cuál fue el primer acto que hiciste cuando te recibiste a ti mismo sacramentalmente?”. Y Jesús: “Hija mía, el primer acto que hice fue el de multiplicar mi vida en tantas vidas mías por cuantas criaturas puedan existir en el mundo, a fin de que cada una tuviera una vida mía únicamente para ella, que continuamente reza, agradece, da satisfacción, ama, por ella sola, como también multiplicaba mis penas por cada alma, como si por ella sola sufriera y no por otros. En aquel momento supremo de recibirme a mí mismo, yo me daba a todos y a sufrir en cada uno de los corazones mi Pasión, para poder sojuzgar los corazones por vía de penas y de amor y dándoles todo lo mío divino, venía a tomar el dominio de todos. Pero, ¡ay de mí! mi amor quedó desilusionado por muchos y espero con ansia los corazones amantes, que recibiéndome se unan conmigo para multiplicarse en todos, deseando y queriendo lo que quiero yo, para tomar al menos de ellos lo que no me dan los otros, y para recibir la alegría de tenerlos conforme a 155 Liturgia Eucarística – Comunión mi deseo y a mi Voluntad. Por eso hija mía, cuando me recibas haz lo que hice yo, y yo tendré el contento de que al menos seamos dos que queremos la misma cosa.” (Vol. 12, Octubre 23, 1917) Así como Jesús, debemos nosotros también multiplicar su vida y llevarlas a todas las creaturas. Dice Jesús: “Hija, para hacer que la criatura pudiera tener todos los medios necesarios para recibirme, quise instituir este Sacramento al final de mi vida, para poder alinear en torno a cada hostia toda mi vida como preparativo para cada una de las criaturas que me habría de recibir. La criatura jamás podría recibirme si no tuviera a un Dios que preparara todo, que movido solamente por exceso de amor por quererse dar a la criatura, y no pudiendo ésta recibirme, ese mismo exceso me llevara a dar toda mi vida para prepararla, así que ponía todos mis pasos, mis obras, mi amor, delante de los suyos, y como en mí estaba también mi Pasión, ponía también mis penas para prepararla. Así que revístete de mí, cúbrete con cada uno de mis actos y ven.” (Vol. 12, Octubre 24, 1918) 156 Liturgia Eucarística – Comunión Según estas y muchas otras enseñanzas de Jesús a la sierva de Dios, Luisa Piccarreta, podemos hacer una oración en la comunión así: “Me fundo en ti Jesús y en tu Voluntad, entro al Acto Único y tomo todos tus actos, los hago míos, tus pensamientos, tus respiros, palabras, pasos, movimientos, obras, lágrimas, gemidos, penas, sangre, llagas, dolores, todo, desde tu Encarnación, Nacimiento, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección, todo lo hago mío y lo multiplico por cuanta creatura ha existido, en el pasado, presente y futuro, las cubro a todas con tus actos para bien de ellas y tomo sobre mí, los que no quieren recibir y ofrezco todos estos actos al Padre celestial como si todos hubieran hecho santamente sus actos, luego se los llevo a las almas del purgatorio del pasado, presente y futuro para que las ayude a salir de este lugar o las ponga en un lugar más seguro y luego llevo a todo el cielo, a los bienaventurados, a los santos, a los ángeles, hasta a mi Madre y a Luisa, que nadie se quede sin recibirte”. Son muchas las cosas que la sierva de Dios, Luisa Piccarreta hacía en el momento de comulgar, esta es una de ellas: “Esta mañana habiendo recibido la Santa Comunión, según mi costumbre la he 157 Liturgia Eucarística – Comunión hecho en la santísima Voluntad de Dios, ofreciéndola a mi amado san Luis28, no sólo la Comunión, sino todos los bienes que hay en la santísima Voluntad de Dios para su gloria accidental. Ahora, mientras esto hacía, veía que todos los bienes que hay en la Suprema Voluntad, como tantos rayos de luz, rayos de belleza y de varios colores, inundaban al amado santo, dándole una gloria infinita. (Vol. 19, Junio 21, 1926) 28 En 158 la fiesta de san Luis Gonzaga Liturgia Eucarística – Oración final e. Oración Final Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión. El sacerdote reza una última oración que cierra la celebración y recuerda la idea particular de la Misa que se acaba de celebrar. Después, con el pueblo sentado o de rodillas, tiene lugar la purificación, que es cuando se limpian la patena y el cáliz. El sacerdote dice en secreto: “Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que 159 Liturgia Eucarística – Oración final nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna”. Dice san Pedro Julián: “El sacerdote purifica el cáliz y lo cubre con el velo. -Jesús sale del sepulcro glorioso y triunfante, si bien ocultando por amor a los hombres el resplandor de su gloria. Oraciones de acción de gracias. Jesús invita a los suyos a regocijarse por haber triunfado sobre la muerte y el infierno. Uníos a la dicha de los discípulos y de las santas mujeres al aparecérseles Jesús”. 160 Rito de despedida - Bendición D. RITO DE DESPEDIDA Son ritos que concluyen la celebración. 1. BENDICION Recibimos la bendición del sacerdote. En nombre de todos, el sacerdote manifiesta el agradecimiento a Dios Padre por el don recibido. Con distintas palabras cada día, pide que los frutos de la Eucaristía sean eficaces y nos lleven a vivir siempre con Él en el cielo. 161 Rito de despedida - Bendición Con un ritual sencillo y breve termina la Misa. Un último saludo, la bendición al pueblo y la despedida: “Vayamos en paz” Los fieles responden: “Demos gracias a Dios”. Se recomienda a los fieles –dice la Iglesia- darle a Dios una justa y debida acción de gracias por haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Dios como alimento. Dice el santo Padre Pío: “La bendición del sacerdote marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno...” Dice San Pedro Julián: “El sacerdote bendice al pueblo. Jesús bendice a sus discípulos antes de subir al cielo; inclinaos bajo su mano y esperadlo todo de esta bendición que produce lo que promete”. 162 Rito de despedida - Bendición 2. DESPEDIDA Y ENVÍO Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones. La Santa Misa ya ha terminado, los fieles pueden salir del templo si lo desean o seguir en lo que se denomina la 'Acción de Gracias', en la que cada uno, en oración íntima con el Señor, se dirige a Él con confianza, cariño y delicadeza por haberlo recibido en la comunión. 163 Rito de despedida - Bendición Biografía de san Pedro Julián de Eymard: Apóstol de la Eucaristía Fundador de los Sacerdotes del Santísimo Sacramento, Las Siervas del Santísimo Sacramento, Archicofradía del Santísimo Sacramento y otras obras. Fiesta: 2 de agosto Pedro Julián nació en un pueblito de la diócesis francesa de Grénoble, en el año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en La Salette. Funda la congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento en 1852, también dedicadas a la adoración perpetua y a propagar el amor al Señor. También funda la Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros se comprometen a una hora diaria de oración ante el Santísimo. Organizó la Archicofradía del Santísimo Sacramento que luego el derecho canónico ordena establecer en todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido traducidas a varios idiomas, obras de las cuales nos hemos servido como material para la elaboración de este libro. 164 Sierva de Dios, Luisa Piccarreta Biografía de Padre Pío: Nació en Pietrelcina, Italia, el 25 de mayo de 1887. Muere el 23 de septiembre de 1968. El 16 de junio del 2002, Juan Pablo II lo canonizó bajo el nombre de san Pío de Pietrelcina. Conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. Recibió los estigmas el 20 de septiembre de 1918 y los llevó hasta su muerte 50 años después. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, sus llagas nunca se infectaron y la sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores. Tuvo dones espirituales como; el don del discernimiento espiritual, don que utilizó frecuentemente para confesar; el don de profecía, pues anunció la llegada al papado de Pablo VI y de Juan Pablo II; el don de curación por el poder de la oración; el de la bilocación, lo veían en dos y tres lugares al mismo tiempo; y realizó muchos milagros. 165 Biografía de Luisa Piccarreta Biografía de la Sierva de Dios, Luisa Piccarreta En este momento Luisa está en proceso de canonización; ya aprobada la parte diocesana, ha continuado la fase romana en la Congregación para la causa de los santos. Nació el 23 de abril de 1865, en Corato, Italia y murió en olor de Santidad el 4 de marzo de 1947, a la edad de 82 años. San Anníbale María Di Francia, fue su confesor extraordinario y también el censor de sus escritos encargado por el Arzobispo de Trani. La vida de Luisa tiene varios aspectos en sufrimientos y en gracias. Fue víctima elegida de modo especial por Dios para aplacar a la divina Justicia tan agraviada en estos tiempos y para dar a toda la humanidad por medio suyo gracias espirituales ni imaginadas por el pensamiento humano. Por esta razón sus sufrimientos fueron innumerables: Dios la puso en una lucha contra los demonios durante tres años, (desde los 13 a los 16), resistiendo a sus asaltos, sugestiones, tentaciones y 165 Biografía de Luisa Piccarreta tormentos, hasta derrotarlos por completo. Estuvo cómo víctima en la cama más de 60 años y nunca su cuerpo presentó llagas por presión. Recibió los estigmas ocultos que solamente sus confesores o personas especiales los podían ver. Vivió largos periodos alimentándose sólo de la Eucaristía; Jesús le participó los sufrimientos cada vez mayores de su Pasión, pues en varias oportunidades Él se le aparecía con la cruz y los clavos y Él mismo la crucificaba evitando así que cayeran flagelos sobre la tierra. Aún así, los dolores que le causaban más penas a Luisa eran: el primero: escribir por obediencia, era para ella un gran sufrimiento escribir las intimidades que pasaban entre Jesús y ella. Segundo, la petrificación: Luisa perdía con frecuencia el conocimiento y quedaba paralizada como en estado de muerte, a veces durante varios días, y no despertaba hasta que un sacerdote, normalmente su confesor, iba a llamarla mediante la bendición y en virtud de la santa obediencia; ella sufría porque no quería depender de los sacerdotes. Y el tercer y más profundo dolor para Luisa era el de la privación de Jesús, que sufrió durante toda su vida. Por la ausencia física de Jesús, ella sentía que su corazón se desgarraba del dolor cada vez que Jesús se desaparecía de su vista; Jesús le decía que estos dolores de la 166 Biografía de Luisa Piccarreta privación solo son comparables a los dolores del infierno porque en el infierno se sufre por la ausencia de Dios, por eso, sufridos por un alma víctima en la tierra, son tan valiosos ante Dios que pueden desarmar a la divina Justicia y hacen derramar gracias especiales como las que Dios quiere dar a la humanidad a través de la Divina Voluntad. Gracias y dones extraordinarios: Luisa recibió a los 23 años de edad, la gracia del Matrimonio Místico, esta gracia la han recibido santos después de muchos años de crecimiento en la vida espiritual, sin embargo Luisa la recibió muy joven y además de esto, poco después se realizó en el Cielo el Matrimonio ante la Sma. Trinidad, y más adelante le fue añadido un tercer vínculo con Jesús, el Matrimonio de la Cruz, desde entonces le comunicó los dolorosos estigmas de su Pasión, consintiendo a la petición de Luisa, que fueran invisibles. Visitas diarias: Jesús le hizo la promesa a Luisa que cumplió, de aparecérsele todos los días al menos por un momento. Esto agravaba en Luisa el dolor de la privación en el momento que Jesús se le desaparecía. Estas apariciones tenían una característica especial, pues en la mayoría de los casos Jesús salía de dentro de Luisa, eran muy pocas las veces 167 Biografía de Luisa Piccarreta que se le aparecía fuera de ella, y esto se debía a que tenía la gracia de la Inhabitación de la Trinidad que conlleva a la unión con Dios. El don de la Divina Voluntad: es el don más grande que puede recibir una creatura, debido a que este don es `la posesión de la Voluntad de Dios´, que le dio a Luisa como primera, por eso Jesús la llama `la hija primogénita de la Divina Voluntad´ y con este grandioso don y el conocimiento de los escritos de la Divina Voluntad, Jesús fue transformando poco a poco el alma de Luisa en Él, ya que la Divina Voluntad tiene la capacidad de transformar al alma que la posee en Jesús. Esta transformación es la imagen de Jesús en el alma, es la misma imagen y semejanza que el hombre perdió por el pecado original y que Dios quiere que recupere nuevamente en estos tiempos con el don de la Divina Voluntad. Jesús le dijo a Luisa que Él había buscado entre las creaturas el alma más humilde y entre todas la encontró para darle primero a ella y a través de ella a toda la humanidad el Don de la Divina Voluntad y le dijo: “Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino que se trata de abrazar todo y a todos y preparar el Reino de mi Voluntad para las 168 Biografía de Luisa Piccarreta generaciones humanas” (Vol. 19, Agosto 22, 1926). En el transcurso de su vida, Jesús le reveló a la Sierva de Dios, 36 volúmenes sobre la Divina Voluntad y le dijo que pusiera en el titulo: “El Reino de mi Voluntad en medio de las criaturas. Libro de Cielo. La llamada de Dios a la criatura para que regrese al orden, al puesto y a la finalidad para la cual ha sido creada por Dios” (Vol. 19, Agosto 27, 1926). Otros libros que Jesús le reveló a Luisa son: “Las 24 horas de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo”; “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”; “Los giros del alma en la Divina Voluntad”; “La novena de Navidad”; “La novena de la Inmaculada Concepción” y diversas oraciones. Sucedieron varios fenómenos extraordinarios en su muerte. El cadáver de Luisa quedó con el cuerpo sentado en su lecho, como cuando vivía, y no fue posible extenderlo ni aún con la fuerza de varias personas. Se quedó en esa postura, por lo cual hubo que hacerle un ataúd especial. Por otro lado, su cuerpo no sufrió la rigidez 169 Biografía de Luisa Piccarreta cadavérica, se podía sin el menor esfuerzo, moverle la cabeza en todos los sentidos, doblarle y levantarle los brazos, doblarle las manos y todos los dedos. Se le podían levantar también los párpados y observar sus ojos lúcidos y no velados. Fue necesario, con el permiso de la autoridad civil y del médico forense, hacer que estuviera durante cuatro días, en su lecho de muerte, sin que diera señal alguna de descomposición, para contentar al gentío que se aglomeraba... Es sorprenderte que al entierro de Luisa asistiera una gran multitud de personas como se ve en la foto, sobre todo porque Luisa estuvo más de 60 años en la cama, no salía de su habitación, sin embargo hizo muchos milagros sin moverse de su lecho, por esta razón era reconocida su fama de santidad y todos la llamaban “Luisa la santa”. 170