Subido por Maritza Zabala Rodríguez

Valor compartido

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Valor compartido
Durante la última década la gestión de las organizaciones ha cambiado para cumplir
con las demandas de las comunidades y los grupos de interés, de nuevas prácticas,
transparencia y rendición de cuentas, entre otras, de tal forma que muchas empresas
orientan actividades y estrategias hacia la creación de valor compartido.
Pese a esto, el concepto de valor compartido no es claro para todos. Muchas veces se
confunde con responsabilidad empresarial, sostenibilidad corporativa, actividades
filantrópicas, acciones de caridad o se limita a la mejora de los indicadores financieros
en el corto plazo.
Hoy por hoy, el negocio de las empresas no es ganar solo dinero. Se busca consolidar la
ventaja competitiva y la propuesta de valor económico de largo plazo, que contenga una
dimensión de beneficios sociales, desarrollo, conocimientos, innovación y
productividad; todo lo cual garantiza que la empresa será sostenible en el largo plazo
con resultados en los ámbitos sociales, ambientales, reputacionales y demás.
Si bien es cierto hay muchos autores, enfoques y argumentos, es válido destacar que
Michael E. Porter y Mark R. Kramer en su artículo Creating Shared Value (2011)
plantearon tres estrategias de valor compartido: primera: redefinir productos y
servicios y lograr que lleguen a segmentos de mercados más vulnerables; segunda:
potenciar la cadena de valor, cuya base está conformada por personas. Si se integran a
la cadena productiva a personas vulnerables, los resultados serán gana-gana y tercera:
consolidar clúster, con base en el objetivo 17 de los objetivos de desarrollo sostenible,
ODS como base de las alianzas entre organizaciones, sociedad civil y gobierno.
Entonces viene la pregunta de muchos empresarios: ¿Cómo implementar estas
estrategias?
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Identificar la vocación social de la empresa: mirar y descubrir en el entorno
cercano de cada empresa, las audiencias, grupos de interés, stakeholders,
oportunidades de negocios que se vislumbran a partir de los problemas sociales
de cada sociedad.
Analizar el entorno: Tras identificar las necesidades e insuficiencias de cada
comunidad, se debe hacer una lista de áreas a atender: reducción de la pobreza,
reducción del hambre, las desigualdades de género, la no inclusión de población
vulnerable en cadenas productivas, generación de ingresos, acceso a
oportunidades, mejores servicios de salud, educación y, en fin, todos los que
aquejan de forma directa e indirecta a la población que convive con las empresas
en un determinado territorio.
Diseñar el modelo a desplegar. Tras identificar la oportunidad focalizada, se
plantea la estrategia de negocio o de incorporación al ejercicio de la empresa y
de logro e innovación para la población o colectivo a beneficiar. Este modelo se
presenta a los directivos de la misma que deben comprometerse a ajustar la
estructura organizacional al modelo validado.
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Medir resultados esperados de forma permanente en dos frentes: los
resultados que aportan valor a la organización y los indicadores de medición de
impacto.
Generar alianzas estratégicas como nueva forma de redes de trabajo al hacer
negocios, que apunta a lograr vínculos colectivos, beneficios económicos y
prosperidad en lo local, impactos positivos, gestión del conocimiento, consolidar
confianza, gobernanza y ganancias reputacionales para todos los involucrados.
Así las cosas, la discusión teórica sobre el valor compartido está abierta. En la práctica
el camino recorrido y dada la fase de estabilización que vivimos hoy en Colombia, se
han redimensionado los vínculos de las empresas con las sociedades cercanas, por lo
que se prevé la necesidad de seguir y trabajar asociadamente para generar valor e
innovación con enfoque social, de tal forma que mejoremos nuestra realidad en los
próximos años. De otra forma, no se logra.
©Maritza Zabala Rodríguez
@mazarito1
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