Subido por Gina González

Bs As debate

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MOCIÓN: El gobierno nacional debe combatir el narcotráfico, generando alianzas con aquellos países que desarrollaron
habilidades a lo largo de su historia, en una lucha contra el crimen organizado
A favor
1
El combate al narcotráfico requiere de una alianza continental para evitar su avance por tres
motivos:
Primero: Impulsar la lucha conjunta es indispensable para detener el narcotráfico ya que se trata de
un comercio ilícito trasnacional y contra una amenaza compartida no hay nada mejor que la cooperación
compartida. Maximizándose la aplicación de recursos y minimizando la duplicación de esfuerzos.
La alianza deberá incluir medidas legales y acciones coordinadas entre las fuerzas de seguridad y
los sistemas financieros que combaten el lavado de dinero.
Colombia, en su opinión, se ha convertido en el país “líder” de la lucha contra las drogas en
América por contar con leyes más drásticas para frenar el narcotráfico.
Figueroa apuntó que el dinero incautado se invierte en la construcción de viviendas populares y de
11 prisiones de máxima seguridad, cuyo costo total es de 240 millones de dólares.
En contra
MOCIÓN: El gobierno nacional tiene que optar por un modelo económico de sustitución de importaciones para
incentivar y proteger la industria local
A favor
En contra
MOCION: Los gobiernos locales deben fomentar los sistemas productivos agroalimentarios sustentables, las buenas
prácticas agrícolas y la agricultura familiar para evitar el desgaste del suelo ocasionado por las grandes corporaciones
A favor
En contra
MOCIÓN: Los servicios de agua potable y redes cloacales deberían ser solventados en su totalidad por los usuarios
beneficiarios
A favor
En contra
El narcotráfico y su impacto en las relaciones internacionales
Enviado por dpenanina
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Planteamiento del problema
Objetivos
Metodología
Definición de narcotráfico
Cooperación Internacional
La Estrategia Antidrogas en el Hemisferio
Reducción de la Demanda y de la Oferta
Organizaciones no gubernamentales de lucha contra el narcotráfico
Mecanismos internacionales de lucha contra el narcotráfico
Tratados internacionales para la fiscalización de sustancias narcóticas
Organismos internacionales de lucha contra el narcotráfico
Oficina de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Estupefacientes y la Prevención del
Crimen (ONUFEPC)
Administración de Justicia
Ayuda Legal Mutua
La Extradición
Conclusiones
Bibliografía
Anexos
Aunque pareciera que no hay esperanza, la dialéctica ilumina el futuro y en el nacer, crecer, durar y morir de
todas las cosas, están la posibilidad del origen y desarrollo de otras vidas.- González Vidaurri, Alicia et al.
Introducción
El negocio del narcotráfico tiene tal dimensión, mueve tal cantidad de miles de millones de dólares, involucra a tal
cantidad de Estados, está infiltrado de tal manera en las altas esferas de poder de naciones ricas y pobres, abarca
un mercado mundial de tal magnitud y finalmente, envenena a tal cantidad de seres humanos, que desafía
el corazón del sistema de una manera contundente, pone en tela de juicio los valores de la sociedad moderna y
refleja los elementos más hondos de una crisis y un desmoronamiento, capaz de conducir a millones de personas a
la autodestrucción ante la evidencia de un mundo que muchas veces parece no valer la pena de ser vivido.
El narcotráfico se ha destacado en las últimas décadas como la actividad delictiva generadora de un mayor número
de crímenes y con un volumen de negocio más elevado. Muchos traficantes individuales y organizaciones ilegales
que se dedican a él han conseguido acumular ingentes cantidades de dinero y medios materiales, lo cual les ha
otorgado una posición de fuerza que les permite no sólo escapar a la actividad represiva de los Estados, sino incluso
constituirse en centros de poder paralelos. El fenómeno, impulsado por el aumento generalizado del consumo y la
revalorización del productodesde su origen hasta su recepción por el consumidor final (en ocasiones su valor se
multiplica hasta por 100.000), comenzó a ser contemplado con preocupación por los gobiernos tras la
Segunda Guerra Mundial. Ello motivó que en la, entonces, recién nacida Organización de las Naciones
Unidas(ONU) se iniciara el estudio de las medidas de índole legislativa, política y policial que podían ser adoptadas.
En efecto, las dimensiones colosales del negocio de la droga son refrendadas por cifras como los más de 50 millones
de consumidores existentes de heroína, cocaína y drogas sintéticas (entre un 3% y un 4% de la población mundial),
así como los 400.000 millones de dólares estadounidenses en beneficios que genera anualmente esa industria,
cantidad que supera la obtenida por el sector turístico internacional en su conjunto. También se trata de una
actividad de la cual dependen decenas de miles de personas, ya sea en los procesos productivos, en
el transporte y distribución o en el blanqueo de los beneficios. La dificultad de controlar y atajar
las redes internacionales del narcotráfico se ve acrecentada por la globalización económica, alguno de cuyos
procesos inherentes, como la universalización de las comunicaciones, las facilidades de transporte, la
desregularización bancaria o la conclusión de acuerdos de libre comercio, han beneficiado el crecimiento y
expansión de unas asociaciones ilícitas cuya capacidad organizativa es, en ocasiones, comparable a la de las grandes
corporaciones multinacionales.
Los procesos a los que se ha aludido en el epígrafe anterior se agudizaron tras la caída de los regímenes comunistas
y el final de la Guerra Fría, preludio de una libertad económica que influyó decisivamente en la mundialización de
la producción, distribución y consumo de drogas. En nuestros días, la droga está presente en todos los continentes y
áreas geográficas del planeta, lo cual no impide que puedan distinguirse una serie de centros principales de
producción y rutas de distribución, así como lugares en los que se registra una mayor demanda y consumo.
En concreto, destacan dos zonas como núcleos en los cuales se inicia el proceso del narcotráfico: el sur de Asia, en el
caso del opio y sus derivados, y el noroeste de América del Sur, en cuanto a la producción de cocaína. Tampoco
puede obviarse el auge que está experimentando en algunos países de Europa (Países Bajos, Polonia, Estados
postsoviéticos, etc.) la producción de drogas sintéticas como el éxtasis y similares.
El narcotráfico internacional se ha convertido por sí mismo en un gobierno malvado y poderoso. Representa en la
actualidad un poderío financiero, político y militar mayor que el de algunas naciones de las Américas.
El tráfico y el consumo de drogas, y sus resultantes de corrupción y violencia, son las mayores amenazas a
nuestra seguridad, como región y como naciones individuales. Estas amenazas no reconocen fronteras, dentro de
nuestro hemisferio, en su ataque inexorable y devastador a nuestras familias, nuestras comunidades,
las instituciones democráticas de nuestras repúblicas soberanas y nuestros propios medios de vida.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
El narcotráfico plantea la particularidad de que el cultivo de las sustancias narcóticas puede realizarse en un
determinado país, la materia primaprocesarse en el mismo país productor u otro país; el país destinatario del
producto terminado puede encontrarse lejos del país productor y el traslado del producto, en muchos casos, necesita
usar el territorio de otros países como puentes, antes de llegar a su destino.
Esta complejidad de producción, traslado del producto y mercadeo, involucrando diferentes países, convierte al
narcotráfico en una acción delictiva múltiple que involucra diferentes países, lo que ha conllevado a considerarlo
como un delito universal.
Por consiguiente, los países se ven obligados a colaborar entre sí y desarrollar estrategias de combate conjuntas para
combatir el narcotráfico de manera integral.
0BJETIVOS
General:
Presentar un panorama sobre el narcotráfico en la actualidad y establecer las características de los cambios y
modificaciones de visión en su combate.
Específicos:
1.
Analizar los problemas que plantea el narcotráfico en nuestro país.
2. Investigar sobre la lucha que se sigue contra el mismo, en nuestro medio, y cuál es nuestra óptica nuestra
realidad y aspiraciones prácticas
Metodología
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Revisión de la bibliografía sobre el tema, internacional y local.
Análisis y discusión del material obtenido en las revisiones.
Elaboración del trabajo escrito.
Definición de narcotráfico
Es un delito contra la salud pública, consistente en la realización, normalmente con fines lucrativos, de actos que
sirvan para promover, favorecer o facilitar el consumo ilegal de drogas naturales o sintéticas, ya sean
estupefacientes, psicotrópicos o de cualquier otro tipo. Se trata de acciones que, aunque recogidas y definidas de
forma muy diversa, están contempladas en las diferentes legislaciones como hechos ilícitos y son objeto de represión
tanto en el ámbito interno como internacional. Todas ellas son englobadas habitualmente bajo la denominación
de narcotráfico.
Concepción legal
Este es uno de los delitos de mayor aplicación práctica, por lo que la jurisprudencia sobre esta materia es muy
extensa y pormenorizada. Nosotros dedicaremos en este tema de las drogas al estudio de aquellas materias más
recurrentes. Como señala la doctrina legal, el delito contra la salud pública es un ilícito de riesgo abstracto y de
consumación anticipada en el que el bien jurídico protegido es la salud pública, consumándose la infracción con la
ejecución de alguna de las acciones incluidas en el precepto penal, resultando indiferente a los efectos de la
calificación, la eventual lesión o perturbación física o psíquica de la persona que, finalmente, consume la droga
objeto del tráfico ilícito, precisamente porque en esta figura delictiva el sujeto pasivo no es la persona concreta,
receptora y consumidora de la sustancia prohibida, sino el colectivo social cuyo bienestar sanitario es el objeto de
protección de la norma, por lo que los resultados dañosos que dicho consumo produzca en el consumidor del
producto queda extramuros del marco del tipo penal.
Cooperación Internacional
En años recientes hemos comenzado ya a comprobar los resultados de algunos de nuestros éxitos colectivos. Todos
los estados miembros de la OEA/CICAD han firmado, ratificado o ingresado en la Convención de Viena de 1988.
Muchos han aprobado leyes básicas de control de narcóticos y legislación complementaria relacionada con el tráfico
de drogas, incluso cláusulas sobre control de precursores químicos, lavado de dinero y confiscación de bienes. Las
reuniones y declaraciones de la Cumbre de las Américas resultaron en acuerdos tomados por cada país de aprobar
en la región leyes nuevas, abarcadoras y sin precedentes contra el lavado de dinero. Todos reconocemos que el
lavado de dinero no sólo sustenta la actividad criminal subyacente que genera ese dinero; con demasiada frecuencia
el tráfico de drogas también socava y corrompe las instituciones financieras legítimas de las cuales dependen la
fortaleza de nuestra economía y, en último término, nuestros gobiernos. Pero mucho queda por hacer; todos
sabemos que no podemos permitirnos limitarnos a llegar a acuerdos o a aprobar leyes. Debemos garantizar que
nuestras autoridades de administraciónde justicia tengan los instrumentos, el adiestramiento y el personal para
detectar e investigar el lavado de dinero a través de los informes de las instituciones financieras y el acceso legal a
los registros bancarios cuando sea requerido. Debemos también garantizar que estas investigacionesantinarcóticos y
otras relacionadas con ellas se llevan a juicio en sistemas de justicia penal que están equipados para asegurar
encausamientos justos y efectivos, y que les impondremos penas apropiadas a aquellos que sean declarados
culpables de cometer estos crímenes.
A despecho de los éxitos que ya hemos logrado, no seríamos realistas si no reconociéramos las realidades que
despejan cualquier entusiasmo exagerado, del poder y alcance de las principales organizaciones del tráfico de
drogas. Hay decisiones difíciles de tomar acerca de cómo aplicar con mayor efectividad un ataque coordinado,
cohesivo contra estos criminales internacionales, y habrá desacuerdo entre nosotros, porque las mentes razonables
pueden diferir y diferirán entre sí. Frente a estos obstáculos inevitables, debemos seguir caminando con pasos
firmes, mesurados, con el objetivo de alcanzar resultados tangibles nacidos de una cooperación compartida contra
una amenaza compartida. La Estrategia Hemisférica maximizará la aplicación de nuestros recursos limitados y
minimizará la duplicación de esfuerzos y el conflicto de prioridades.
Para el enfrentamiento al narcotráfico internacional y su incidencia en nuestro país, es imprescindible la
cooperación con el resto de los países del mundo, la que se ha venido consolidando e incrementando, debido a que
este flagelo se internacionaliza cada vez más, y a los esfuerzos, voluntad política y prioridad que nuestro Estado y
gobierno le prestan a la lucha contra las drogas.
Operativamente la Dirección Nacional Antidrogas (DNA) mantiene intercambios informativos a tiempo real y
contactos de trabajo con Serviciosantidrogas de otras naciones con el propósito de fortalecer la cooperación
operacional, lo que se materializa a través de las visitas al país de sus representantes y oficiales de enlaces, así como
por medio de nuestra participación en eventos o reuniones internacionales.
A través de estos nexos de cooperación hemos realizado investigaciones conjuntas contra miembros de
organizaciones criminales y narcotraficantes, algunos de los cuales han querido utilizar nuestro país para la
organización de sus operaciones, realizar contactos con estos fines y explorar las condiciones para asentarse
temporalmente con la fachada de comerciantes. También hemos capturado prófugos de la justicia de otros países y
desarrollado cursos de capacitación para nuestras fuerzas, tanto en el país como el exterior.
Como resultado de la cooperación policial internacional, se han fortalecido los nexos de colaboración que se
mantienen con la Secretaría General de INTERPOL y sus Oficinas Centrales Nacionales (OCN), vía que se utiliza
para el intercambio de información de interés y el control de criminales circulados internacionalmente.
La Estrategia Antidrogas en el Hemisferio
La estrategia es un compromiso de largo alcance para trabajar juntos atacando a los traficantes internacionales de
narcóticos y los muchos problemas asociados con el tráfico y el consumo. La estrategia reconoce que para
tener éxito debemos combatir todos los aspectos del problema de las drogas. O sea, debemos erradicar no sólo
las plantas de coca, marihuana y opio, sino las organizaciones criminales que trafican con las drogas elaboradas con
aquellas; debemos también reprimir la demanda de nuestros ciudadanos para consumir esas drogas. La estrategia
presenta la guía cuidadosa que necesitamos para asegurar el éxito de nuestras metas de control de drogas.
Eso no quiere decir que cada nación representada en la ONU no debería aplicar el plan de acción más efectivo
posible para combatir la amenaza más grave que pesa sobre sus ciudadanos. Como lo reconoce la Estrategia de
Control de Drogas de 1997 del Presidente Clinton, en Estados Unidos, no podemos emprender un ataque efectivo
contra el problema concentrándonos exclusivamente en la administración de justicia o la reducción de la demanda o
de la oferta. Cada aspecto debe ser encarado y atacado vigorosamente en todos los frentes y en todas las naciones, de
modo que nuestros esfuerzos combinados se fortalezcan y complementen entre sí.
Reducción de la Demanda
Los programas efectivos de reducción de la demanda deben llegar a cada segmento de la sociedad, desde
nuestros niños más jóvenes hasta sus padres y maestros, desde los empleados gubernamentales hasta los gerentes
de corporaciones, desde nuestra clerecía hasta nuestros medios de información. Debemos poner en ejecución
programas de prevención y esforzarnos por obtener ambientes libres de drogas en las escuelas, los lugares de
trabajo y las comunidades de cada uno de nuestros países. Al mismo tiempo, debemos reconocer y satisfacer la
necesidad de contar con profesionales del cuidado de la salud, dedicados a ese propósito, que vigilen las tendencias
cambiantes del consumo de drogas y procuren soluciones al consumo continuo de drogas. Para actuar, ninguno de
nosotros puede permitirse esperar hasta que el consumo o la experimentación se convierten en un problema,
especialmente cuando se trata de un problema que atrapa a nuestros jóvenes. En este caso, el antiguo dicho, "más
vale prevenir que curar" es un consejo valioso.
Reducción de la Oferta
Reducir la demanda de drogas no es una meta que podamos alcanzar, en términos realistas, a corto plazo. Mientras
trabajamos hacia este fin, no podemos pasar por alto la necesidad de eliminar las fuentes que alimentan estas
demandas de drogas ilegales. Una estrategia de reducción efectiva de la oferta es esencial para nuestro éxito, y debe
dirigirse a cada una de las etapas del tráfico de drogas, desde el cultivo, la producción, y el transporte.
Atacar la oferta en la primera oportunidad que nos ofrece requiere que establezcamos programas de erradicación
decididos que reduzcan el cultivo de cosechas de drogas. Siguiendo esos mismos lineamientos, debemos basarnos en
nuestro éxito en el campo de los precursores químicos desarrollando y aplicando adiestramiento para la inspección
e investigación de técnicas usadas en el desvío ilícito de sustancias farmacéuticas y precursores químicos utilizados
en la producción de drogas.
Sabemos que incluso con los programas de erradicación más decididos no exterminaremos todas las plantas
mientras están en la tierra. Esa es la razón por la cual nuestros esfuerzos de interceptación individuales y colectivos
deben desempeñar un papel esencial en nuestra estrategia. Primero, como resultado se confiscan drogas que
reducirán la cantidad de heroína, cocaína y marihuana disponible a nivel internacional. Segundo, dislocan la línea
de producción y distribución, lo cual hace más difícil el trabajo de los traficantes y aumenta los costos y riesgos de su
negocio ilegal. Tercero, nos ofrece información acerca de cómo las organizaciones del tráfico llevan a cabo sus
operaciones, información que resulta de valor inapreciable en nuestros esfuerzos colectivos para derrotar esas
operaciones. Finalmente, los esfuerzos de interceptación verdaderamente exitosos aumentarán los costos de las
drogas en nuestras calles hasta un nivel más allá de los recursos de nuestro mercado más vulnerable:
nuestra juventud.
Organizaciones no gubernamentales de lucha contra el narcotráfico
El auge del consumo de drogas iniciado a partir de los últimos años de los setenta trajo como consecuencia, en
apenas una década, un incremento de la conflictividad social que se manifestó de múltiples
formas: delincuencia asociada, marginalidad y discriminación, propagación del SIDA y otrasenfermedades,
carencias asistenciales o propagación de la droga en las cárceles, etc. Para hacer frente a ese problema surgieron
multitud de iniciativas ciudadanas desde los más diversos ámbitos geográficos y de actividad (asociaciones
vecinales, grupos profesionales, organizaciones culturales, educativas o religiosas, etc.), que fueron configurando
una tupida red asociativa que pronto se convirtió en una alternativa a las entidades asistenciales de carácter público.
Configuradas como asociaciones, fundaciones o bajo cualquier otra forma de personificación jurídica, y dedicadas
primordialmente a la asistencia al drogodependiente y su entorno familiar, esos grupos también han influido sobre
la política de lucha contra el narcotráfico, ya que han colaborado con los poderes públicos en la elaboración de
disposiciones normativas y programas asistenciales, además de promover el endurecimiento de la legislación
represiva y comparecer en actuaciones jurisdiccionales contra traficantes y organizaciones clandestinas (a modo de
ejemplo, ha de destacarse la gran notoriedad alcanzada por diversas asociaciones de madres de drogodependientes
en su lucha a favor del desmantelamiento de los clanes gallegos de la droga).
Paulatinamente, las asociaciones no gubernamentales se han agrupado en entidades de coordinación que les
permiten optimizar sus recursos, uniformizar los programas y pautas de actuación y mantener una relación más
fluida con la administración.
Mecanismos internacionales de lucha contra el narcotráfico
Durante buena parte de este siglo, el control del negocio de la droga estuvo en manos de organizaciones ilícitas de
carácter tradicional que operaban en el ámbito interno y desplegaban su actividad mafiosa en diversos sectores en
los que podían obtener lucro (juego, prostitución, contrabando, etc.). El ejemplo paradigmático es el de Estados
Unidos, donde entre los cincuenta y los setenta el negocio de la distribución de heroína era controlado en más de un
90% por La Cosa Nostra, grupo mafioso de origen italiano radicado en Nueva York. En esta ciudad floreció la red de
narcotráfico denominadaFrench Connection ("Conexión Francesa"), a través de la cual varios clanes mafiosos
neoyorquinos distribuían entre los pequeños traficantes heroína procedente de la isla de Córcega y transportada
desde el puerto francés de Marsella. La acción de las unidades federales antidroga acabó con la red de distribución
en 1972, con lo cual se dio fin a una larga etapa de predominio de los grupos mafiosos internos.
La década de los ochenta trajo consigo un cambio significativo en la naturaleza del tráfico de drogas, que a partir de
entonces pasó a estar controlado por organizaciones criminales de dimensión internacional. Aunque originarias y
con sede principal en los países exportadores (principalmente enMéxico, Colombia y otros estados sudamericanos),
las nuevas mafias extendieron sus redes a varios territorios y pasaron a controlar directamente todas las fases del
proceso, desde el cultivo hasta la distribución a los consumidores finales. Esas organizaciones operan de un modo
muy similar al de los grupos terroristas, con una estructura de corte militarizado, caracterizada por su rígido control
interno y su elevado nivel de tecnificación y especialización, así como el establecimiento de conexiones a los más
altos niveles políticos y económicos. El Cartel de Medellín, poderoso sindicato de la droga radicado en aquella
ciudad colombiana, es uno de los más conocidos ejemplos de esos nuevos protagonistas del crimen internacional.
Tras varios años de actividades ilegales y violencia indiscriminada, su líder, Pablo Escobar, fue detenido en el curso
de una acción conjunta de la Policía Nacional de Colombia y la Administración Antidroga de los Estados Unidos Drug Enforcement Administration; DEA- (tras huir de la cárcel en la que fue recluido, resultó muerto en un tiroteo
con la policía).
La complejidad y alcance supranacional de los nuevos agentes del narcotráfico obligaban a las autoridades estatales
a dar una respuesta coordinada y conjunta, y con el fin de promover esa cooperación se hacía necesaria, por tanto, la
discusión y adopción en los foros internacionales de medidas de carácter legal, político y policial. Para esa tarea
hubo de partirse de los instrumentos jurídicos que ya estaban en vigor y proceder a su revisión y ampliación, así
como dotar de más y mejores medios a las organizaciones existentes y arbitrar nuevos cauces institucionales para la
lucha contra el narcotráfico.
Tratados internacionales para la fiscalización de sustancias narcóticas
La legislación internacional sobre esta materia se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX, cuando se hizo
insoslayable la necesidad de instaurar un sistema mundial de control de las drogas. La Organización de las Naciones
Unidas (ONU) tomó la iniciativa de impulsar esa regulación, y bajo sus auspicios se han promovido los
instrumentos internacionales actualmente vigentes. En concreto, son tres los tratados elaborados hasta la fecha,
todos ellos complementarios del resto. En ellos se regula todo lo relacionado con el tráfico ilegal de drogas, la
provisión y disponibilidad de sustancias estupefacientes con fines médicos y científicos, y la prevención de su desvío
a circuitos clandestinos de distribución. Son los siguientes:
Convención Única sobre Estupefacientes (1961)
Su principal objetivo es impulsar la lucha contra la droga a través de la acción internacional coordinada, para lo cual
establece una regulación que persigue dos objetivos principales: limitar la producción, tratamiento,
distribución, importación, exportación, venta, posesión y uso de estupefacientes a fines exclusivamente médicos y
científicos, y perseguir el tráfico de esas sustancias mediante el establecimiento de mecanismos de cooperación
internacional que permitan descubrir y detener a los narcotraficantes. La Convención Única sobre Estupefacientes
fue posteriormente enmendada por un Protocolo de 1972.
En su virtud se fiscalizan más de 116 estupefacientes, respecto a los cuales se establecen medidas de diferente rigor
según sean incluidos en una u otra de las listas que se elaboran para clasificarlos, lo cual depende de su capacidad
para producir adicción, su valor terapéutico y los riesgos que comporta su uso indebido. Esas listas figuran como
anexo al texto de la Convención, y su composición es competencia de la Comisión de Estupefacientes de las
Naciones Unidas, órgano dependiente del Consejo Económico y Social que tiene la facultad de decidir si una
determinada sustancia debe incluirse en la lista, trasladarse a otra o simplemente borrarse, tarea en la cual deben
tenerse en cuenta los informes emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En general, puede
afirmarse que la fiscalización internacional de estupefacientes ha funcionado de modo satisfactorio, ya que la
práctica totalidad de la producción lícita no se desvía a los mercados clandestinos. En efecto, el tráfico ilegal de
estupefacientes se nutre de la producción y fabricación clandestina (Colombia, Triángulo de Oro, etc.), ya que para
la legal funcion el sistema de previsiones auspiciado por el Convenio, que abarca a todos los países y no sólo a los
que firmaron su texto. Así, cada estado debe comprometerse a no rebasar las cantidades fijadas en esas previsiones,
cuyo establecimiento corresponde a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que también
elabora informes sobre la oferta y demanda mundial de opiáceos destinados a fines terapéuticos, así como sobre el
consumo y producción de materias primas. En función de ellos se elaboran recomendaciones a los gobiernos e
instituciones interesadas, con el fin de asegurar el abastecimiento y controlar la producción.
Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas (1971)
Su adopción fue una respuesta a la aparición de nuevos tipos de drogas psicotrópicas, su rápida difusión y expansión
por los mercados internacionales y el aumento de consumidores con fines distintos a los sanitarios o científicos. En
su texto se establece un sistema de control internacional para las substancias psicotrópicas, así como una
clasificación de las drogas sintéticas en función tanto de su potencial para el consumo abusivo como de sus
aplicaciones terapéuticas.
Así, desde la entrada en vigor de la Convención se fiscalizan unas 105 sustancias psicotrópicas, la mayor parte de las
cuales se encuentran en productosfarmacéuticos de todo tipo, cuyo nexo es su incidencia sobre el sistema
nervioso central (estimulantes, depresores, alucinógenos, etc.). Como sucedía en el caso de los estupefacientes, la
Convención prevé la elaboración de listas que se publican como anexo, en las cuales se clasifican las sustancias
psicotrópicas de acuerdo con los parámetros ya comentados. Los psicotrópicos son fabricados normalmente
mediante el empleo de productos que se han elaborado en forma legal y se desvían al mercado clandestino, hecho
que obedece a causas como la deficiente legislación de algunos países fabricantes y exportadores, y a la ausencia de
previsiones sobre las necesidades del sector sanitario. El Consejo Económico y Social, a recomendación de la JIFE,
solicitó a los gobiernos del mundo en 1980, 1981 y 1991 que facilitaran una previsión de las cantidades de sustancias
psicotrópicas sometidas a fiscalización internacional que necesitaban para fines médico-científicos. La petición fue
atendida por unos 170 países que hoy día facilitan periódicamente esa información al JIFE, lo cual ha permitido
reducir en gran medida el porcentaje de desviación de productos hacia el tráfico ilegal, ya que los países
exportadores pueden comparar el pedido recibido con las tablas que recogen las necesidades del país solicitante, de
forma que pueda detectarse cualquier desfase entre ambas cifras. En ese caso, el estado exportador consultará a la
JIFE sobre la procedencia del intercambio.
Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias
Psicotrópicas (1988)
Este instrumento jurídico ofrece un amplio abanico de medidas contra el tráfico de drogas, entre las cuales se
incluyen varias destinadas a la persecución del blanqueo de capitales y la desviación al mercado clandestino de las
sustancias químicas de las cuales se obtiene la droga. Tambien establece nuevos mecanismos para la cooperación
internacional en materia de extradición de narcotraficantes o distribución controlada.
La Convención de 1988 extendió la fiscalización internacional de drogas a 22 productos químicos utilizados en la
fabricación de estupefacientes y sustancias psicotrópicas. En concreto, su artículo 12 confería al
JIFE funciones inspectoras sobre la actuación de los gobiernos en relación con esas medidas fiscalizadoras y
de evaluación de productos susceptibles de ser utilizados en la fabricación ilícita de drogas. Ese intercambio de
información, de cuyos resultados se da cuenta a la Comisión de Estupefacientes, ha servido para crear
un banco de datos gracias al cual la JIFE puede analizar qué sustancias deben ser objeto de fiscalización. Al mismo
tiempo, los gobiernos cuentan con un instrumento para controlar la desviación de productos al mercado negro.
Organismos internacionales de lucha contra el narcotráfico
La dimensión institucional está estrechamente ligada a la normativa, pues lo regulado en los convenios antes citados
sólo puede llevarse a la práctica mediante la adopción de medidas y acciones de diferente índole (jurídica, policial,
técnica, etc.), lo cual requiere la creación de organismos suficientemente dotados de medios humanos y materiales.
El protagonismo en la acción internacional contra la droga ha correspondido a la ONU, en cuyo seno se han creado
los mecanismos institucionales necesarios para llevar a la práctica lo establecido en la normativa antes citada.
El entramado de entes especializados en materia de narcotráfico recibe cobertura institucional por parte de
la Oficina de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Estupefacientes y la Prevención del Crimen (ONUFEPC)
-The Office for Drug Control and Crime Prevention; ODCCP-, organización que está integrada básicamente por
el Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización de las Drogas (PNUFID) -United Nations International
Drug Control Programe; UNDCP- y el Centro para la Prevención Internacional del Crimen (CICP) -Centre for
International Crime Prevention; CICP-, y con la cual se relacionan todas las organizaciones auspiciadas por la ONU
que se dedican a fines parecidos. Entre ellas destacan las ya mencionadas Junta Internacional de Fiscalización de
Estupefacientes (JIFE) -The International Narcotics Control Board; INCB-, órgano para el control de la aplicación
de los tratados internacionales sobre drogas, y la Comisión de Estupefacientes de la ONU -Commission on Narcotic
Drugs; CND-, foro en el cual se plantean y discuten las propuestas en materia de drogas. Los dos citados mantienen
relación directa con el Consejo Económico y Social de la ONU y con el ONUFEPC a través del PNUFID. A
continuación se expondrán los rasgos esenciales de estas entidades.
Oficina de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Estupefacientes y la Prevención del Crimen
(ONUFEPC)
Fue creada en 1997 como órgano de la ONU llamado a liderar a escala global la lucha contra el narcotráfico y el
crimen internacional, para lo cual disponía a finales de los noventa de una plantilla de 350 especialistas y 22
delegaciones repartidas por todo el mundo, así como dos oficinas de enlace en Bruselas (Bélgica) y Nueva York
(Estados Unidos). Aparte del PNUFID y el CICP, forman parte del mismo la División sobre Prevención del
Terrorismo(Terrorism Prevention Branch) y los programas globales contra la corrupción, el crimen organizado y el
tráfico de seres humanos. Su sede central está en Viena (Austria), y su máxima autoridad es el Director Ejecutivo,
que lo es también de la Oficina de las Naciones Unidas en Viena.
Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización de las Drogas (PNUFID). Fue fundado en 1991 con el
objetivo de difundir información acerca de los peligros que comporta el abuso de las drogas (en la fecha de su
creación se calculaba que más de 200 millones de personas utilizaban sustancias narcóticas de forma abusiva en
todo el mundo). El PNUFID pretende reforzar la acción internacional contra la producción, el tráfico y los crímenes
relacionados con la droga, para lo cual prepara proyectos de vigilancia de cultivos y desarrollo alternativo,
encaminados a abrir nuevas perspectivas económicas a regiones tradicionalmente volcadas en el cultivo de opio,
coca o cannabis. También se ponen en marcha programas de prevención, tratamiento y rehabilitación, en los cuales
se pretende involucrar a los poderes políticos y económicos de los estados, y se elaboran estadísticascompletas y
actualizadas sobre el consumo ilícito de drogas en el mundo a través del Programa sobre Evaluación Global (Global
Assessment Programme). Asimismo, ha de mencionarse el Programa de Asistencia Legal (Legal Assistance
Programme), que opera en colaboración con los estados al objeto de auxiliarles en la preparación de instrumentos
legislativos para el control de las drogas, lo cual se realiza mediante la ayuda en la preparación de proyectos
legislativos y la formación de jueces y magistrados. Con todo, las actividades más destacadas del PNUFID son las
relacionadas con la aplicación de medidas ejecutivas y la persecución del blanqueo de capitales. A ellas se hará
mención a continuación.
Sección de Medidas Ejecutivas para el Cumplimiento de la Ley (Law Enforcement Section). A través de esta sección,
el PNUFID colabora con los Estados aportando formación especializada en técnicas de investigación y proveyendo
de medios materiales (equipo técnico, etc.). A través de la Sección se colabora con la Interpol, la Organización
Mundial de Comercio (OMC) y las agencias regionales mediante el intercambio de información sobre las tendencias
del tráfico internacional de drogas, los procedimientos operativos de los traficantes y los perfiles y características de
los correos de la droga. También tiene encomendada la valoración de los proyectos remitidos por las delegaciones,
trámite que sirve para asegurar su adecuación a las previsiones de los tratados internacionales y para mantener una
coherencia en cuanto a la línea de actuación a seguir. También recibe solicitudes de asesoramiento, que la Sección
examina teniendo en cuenta la estrategia seguida por los departamentos locales en materia de lucha contra la droga,
los medios humanos y materiales de que disponen y su posibilidad de cooperar con otras agencias de la región. En
función de ese examen, la Sección colabora con el gobierno beneficiario en el diseño de programas destinados a
optimizar la eficacia de la política desplegada en persecución del tráfico de drogas, a la vez que trata de fomentar la
cooperación regional e interfronteriza.
Como ejemplo de lo anterior pueden citarse los proyectos impulsados en Asia Central para reforzar la cooperación y
adoptar medidas conjuntas contra el tráfico de drogas con origen en Afganistán. En ellos participan estados exsoviéticos como Tayikistán, Uzbekistán y Kirguizistán, y su objetivo principal es el establecimiento de controles
eficientes en la zona (en concreto, en las provincias de Murgab -Afganistán-, Andijan -Uzbekistán- y Osh Kirguizistán-), para lo cual se adoptaron medidas como la ubicación de puestos de control en localidades
estratégicas, la inspección de vehículos y vagones de carga, el reforzamiento de la vigilancia fronteriza y el
estrechamiento de la colaboración entre las fuerzas de seguridad de los países implicados. Otro proyecto importante
es el diseñado para perseguir la utilización de puertos en el este y sur de África como punto de partida del tráfico de
drogas hacia Europa y América del Norte; en aplicación del mismo se crearon en cada puerto investigado unidades
especializadas en la detección de cargamentos ilegales.
La Sección de Medidas Ejecutivas también tiene entre sus cometidos el asesoramiento de la Comisión de
Estupefacientes de la ONU y sus órganos subordinados, así como la revisión y análisis de los informes anuales
remitidos por los estados miembros, con los cuales el PNUFID puede identificar las tendencias globales y regionales
del tráfico de drogas y prever qué dirección futura tomarán.
Programa Global contra el Blanqueo de Capitales del PNUFID (UNDCP's Global Programme against Money
Laundering). Se puso en marcha este programa para ofrecer una respuesta coordinada desde la ONU a un problema
cada vez más acuciante en la moderna sociedad globalizada. En efecto, las ingentes sumas de dinero amasadas por
las organizaciones criminales gracias al tráfico de drogas han de ser convenientemente camufladas, ya que sólo así
se puede ocultar su origen ilegal y se evita dejar rastros incriminatorios (por lo general, esos grupos obtienen
también ingresos procedentes de otras actividades delictivas, como el contrabando de armas o los delitos
financieros). Este proceso, conocido usualmente con el nombre de blanqueo o lavado de capitales, puede ocasionar
graves trastornos a la estabilidad y el desarrollo económico de un país, ya que, de realizarse a gran escala y no ser
atajado a tiempo, puede alterar parámetros básicos de la economía nacional como la demanda de efectivo o los tipos
de cambio (con los consiguientes efectos en la economía internacional). Además, la mera sospecha de su existencia
puede hacer quebrar la confianza de los inversores en las instituciones financieras que presuntamente dan cobertura
a estas prácticas, así como en los países en vías de desarrollo que favorecen la recepción de esos flujos para fomentar
un crecimiento que será, en el mejor de los casos, ficticio e imposible de mantener a largo plazo, ya que la reticencia
de los agentes económicos impedirá disponer de inversiones estables y generadoras de riqueza.
La dimensión del problema se ha agravado en las dos últimas décadas, en las cuales se han consolidado unos canales
de blanqueo de capitales que son utilizados para ocultar sus beneficios por traficantes internacionales de droga,
organizaciones terroristas y agentes públicos corruptos, cuyas actividades se ven favorecidas por la mundialización
de la economía y el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la comunicación, que se traducen en una mayor
facilidad para el movimiento internacional de capitales. A ello contribuye también la creciente utilización de dólares
en los mercados negros, la tendencia a la desregulación financiera, la consolidación del mercado único europeo y la
proliferación de paraísos fiscales.
Ante todo ello, la función del Programa Global es auxiliar a los gobiernos en su persecución de quienes se valen del
sistema financiero internacional para legalizar el dinero obtenido por el tráfico de drogas. Para ello, aporta
formación en materia de análisis financiero, propone medidas de desarrollo legislativo y proporciona personal
experto en los aspectos jurisdiccionales de la cuestión. Se ocupa también de reforzar los mecanismos legales e
institucionales para la persecución del blanqueo de capitales, de lo cual es muestra su patrocinio de la creación en
los diversos estados de unidades policiales de inteligencia financiera. También se ocupa de recoger y analizar datos
estadísticos, y de coordinar las acciones contra el blanqueo de capitales promovidas conjuntamente por la ONU y
otras instancias internacionales.
Comisión de Estupefacientes de la ONU. Fue creada en 1946 por el Consejo Económico y Social, y se trata del
principal organismo de decisión política de la ONU en materia de drogas. En la fecha de su creación contaba con 13
miembros, que en 1991 se habían elevado hasta 53, en lo que fue una ampliación necesaria para que la
representación en la Comisión estuviera en consonancia con la expansión mundial del tráfico de drogas. Su función
principal es analizar el problema planteado en todo el mundo por el uso abusivo de drogas y desarrollar propuestas
para reforzar el control internacional sobre las mismas; también se ocupa de supervisar la aplicación de los
convenios internacionales y acuerdos sobre drogas, así como de reforzar la cooperación regional en la lucha contra
el narcotráfico, para lo cual ha establecido órganos subordinados como la Subcomisión sobre Tráfico Ilícito de
Drogas y Asuntos Relacionados en el Cercano y Medio Oriente, además de una red mundial de responsables
nacionales de agencias de lucha contra la droga, que se reúnen por regiones con la presencia de miembros de las
comisiones regionales del Consejo Económico y Social. En esos encuentros también toman parte observadores de
otros estados y organizaciones intergubernamentales con responsabilidades en materia de drogas.
Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). Es un órgano independiente de naturaleza judicial
que fue creado en 1968 por la Convención Única de 1961 sobre estupefacientes, aunque ya había tenido antecesores
durante el periodo de vigencia de los instrumentos internacionales sobre drogas aprobados por la extinta Sociedad
de Naciones. Con su Secretaría radicada en Viena, sus actividades son financiadas por la ONU y
su independencia descansa sobre su absoluta separación tanto de los gobiernos como de aquella organización, ya
que sus trece miembros ejercen sus funciones a título personal y no en representación de institución alguna. Son
nombrados por el Consejo Económico y Social, tres en función de una lista propuesta por la Organización Mundial
de la Salud (OMS) y otros tres presentados por los gobiernos.
Su cometido principal es auxiliar a los gobiernos a cumplir las previsiones de los tratados internacionales sobre
fiscalización de drogas, de la cual se ocupa tanto en su dimensión legal como ilegal. Respecto a la primera, los
esfuerzos de la JIFE se encaminan a asegurar el suministro para fines médicos y científicos, así como a evitar el
desvío al tráfico ilícito de la droga fabricada, intercambiada y vendida lícitamente. Los instrumentos existentes para
esa labor son los sistemas de previsión establecidos para averiguar las necesidades que tienen los estados de
sustancias estupefacientes y psicotrópicas, así como el sistema de información estadística que contribuye a
la supervisión del comercio internacional de drogas. La vigilancia se extiende a la labor de control ejercida por los
gobiernos sobre los productos químicos necesarios para la fabricación de drogas, con el fin de evitar su desviación al
mercado clandestino. En cuanto al tráfico ilícito de drogas, el JIFE analiza y supervisa los sistemas nacionales e
internacionales de lucha contra el narcotráfico, y elabora propuestas con el fin de subsanar sus deficiencias.
Asimismo, se ocupa de catalogar los productos químicos utilizados en la confección de drogas y a promover su
fiscalización internacional. En el desempeño de esa labor puede sugerir a las instituciones especializadas o los
órganos competentes de la ONU que presten asistencia técnica o financiera a los gobiernos que lo necesiten, con los
cuales se mantendrá un diálogo permanente a través de consultas periódicas o misiones organizadas con la
aquiescencia de los gobiernos. También se ponen en marcha programas de capacitación del personal que en cada
estado está empleado en la lucha anti-droga, y seminarios regionales que sirven para facilitar la cooperación tanto
internacional como con el JIFE (son organizados conjuntamente por el PNUFID y otras organizaciones autónomas
del sistema de la ONU, como la OMS, o ajenas a él, como la Organización Internacional de Policía).
De todas sus actividades se da cuenta en el informe anual, que se presenta ante el Consejo Económico y Social a
través de la Comisión de Estupefacientes. En él se recoge un diagnóstico sobre el estado del problema de la droga en
el mundo, y se sugieren las posibles medidas de urgencia a adoptar frente a cualquier tendencia susceptible de
agravarlo. Ese documento viene acompañado por informes monográficos sobre determinadas sustancias
estupefacientes o psicotrópicas, en los cuales se recogen las previsiones anuales de consumo por parte de cada país y
se aportan datos sobre producción, fabricación, comercio y consumo de las mismas.
Administración de Justicia
El decomiso de drogas es sólo una manera de aumentar los costos y los riesgos de ser narcotraficante. La Estrategia
Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos en 1997 nos recuerda que todos nuestros recursos para la
administración de justicia (militares y de inteligencia) deben trabajar conjuntamente para mejorar y coordinar
mejor los esfuerzos para investigar, trastornar, desmantelar y destruir las organizaciones internacionales del
narcotráfico. Debemos aspirar a una época en la que se realicen investigaciones internacionales mejor coordinadas,
de las organizaciones de narcotraficantes. Estas investigaciones deben ir acompañadas no sólo de nuestros
compromisos individuales para llevar a finalización enjuiciamientos más efectivos, sino también de la capacidad
para cumplir esos compromisos.
Una meta de la Estrategia Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos en 1997 es la investigación, el
enjuiciamiento y el desmantelamiento de los grupos más grandes nacionales e internacionales de narcotraficantes.
Para lograr sus fines estas grandes redes del narcotráfico tienen tecnologías sofisticadas, combinando lo último en
sistemas de comunicación y transporte, así como operaciones complejas para el lavado de dinero. Hemos logrado
varios enjuiciamientos exitosos de grandes traficantes, en muchos casos debido a la cooperación sin precedentes
entre las agencias locales de administración de justicia y de la fiscalía, y a la cooperación crucial de algunos de
nuestros socios del hemisferio.
Ayuda Legal Mutua
Una de las maneras en que podemos aumentar estos esfuerzos cooperativos es mejorar nuestro intercambio de
información sobre los narcotraficantes, los socios de éstos y las infraestructuras operativas y financieras de los
carteles de la droga. Uno de los recursos más valiosos de los esfuerzos cooperativos de administración de justicia es
el intercambio abierto y oportuno de información. Los mecanismos multilaterales y bilaterales, donde sean
apropiados, nos ayudarán a investigar y perseguir a los delincuentes cuyas actividades y transacciones financieras
cruzan las fronteras nacionales.
Una vez que se ha analizado la información y se han entregado las pruebas, debemos ser capaces de llevar a cabo
hasta el final enjuiciamientos efectivos. Los enjuiciamientos efectivos requieren un sistema de justicia penal
establecido, eficaz, honesto e incorrupto para llevar a la justicia a los narcotraficantes a fin de responsabilizarlos
totalmente de sus actividades criminales. Este ideal no se alcanzará de la noche a la mañana. Los obstáculos que
enfrentamos son reales y, en algunos casos, serán difíciles de superar: la corrupción, y la falta de recursos y de
personal capacitado son sólo algunos de los obstáculos. No podemos pasar por alto estos problemas o pretender que
no existen. Debemos dedicar nuestros mejores esfuerzos colectivos a efectuar mejoras en todos nuestros sistemas de
justicia penal; no podemos darnos el lujo de permitir que se nos escape la oportunidad de actuar. Pero mientras
trabajamos juntos para asegurar que cada uno de nuestros sistemas de justicia penal logre ese ideal, no podemos
dejar escapar la oportunidad de realizar enjuiciamientos efectivos. Si lo hacemos, sólo permitimos que los mismos
delincuentes que queremos derrotar se beneficien de la novedad, los errores y las diferencias temporales de nuestros
respectivos sistemas legales.
La Extradición
Una de las herramientas más efectivas para negarles a los narcotraficantes algunos beneficios, especialmente los del
refugio, es la extradición. Debemos ampliar y modernizar nuestra red de tratados de extradición y nuestras
relaciones. La extradición es un tema difícil y delicado. Es un asunto que con frecuencia nos ha dividido en el
pasado. Pero, en la realidad de los tiempos modernos, debemos considerar la extradición como una manera de unir
a los países en esfuerzos cooperativos coordinados contra el narcotráfico internacional y otros delitos
transnacionales. Creemos firmemente que la extradición es una herramienta esencial para promover la justicia y el
imperio de la ley. Asegura que los fugitivos sean arrestados y enjuiciados de la manera más efectiva posible. Se basa
en el principio sólido y lógico de que un fugitivo debe ser enjuiciado en el lugar donde el delito se cometió o donde el
efecto del delito se sintió más, y el sistema de justicia penal puede, en ese momento, garantizar mejor un
enjuiciamiento efectivo con todas las garantías del debido proceso de ley. Esta es la misma jurisdicción donde es
más probable encontrar las pruebas del delito, donde residen víctimas y testigos, y donde es mayor el interés de
la comunidad en que se haga justicia.
La extradición es también un sistema efectivo, equitativo y humano de reconocer los derechos de las víctimas del
crimen y de sus familias. Es hora de ponderar y proteger los derechos de las víctimas del tráfico de drogas
transnacional, así como los de los delincuentes mismos. En nuestra opinión, los casos deben tratarse donde
convenga más a los intereses de la justicia en general.
Si bien hemos logrado tremendos progresos en cuanto a conseguir la cooperación entre las naciones, puede hacerse
mucho más. Además de mejorar en general las relaciones de extradición, nuestra meta común debería ser la entrega
universal de los propios ciudadanos de un país a la jurisdicción penal de otros países, de acuerdo con el sitio donde
se cometió el crimen, o el impacto que ha tenido, y la efectividad de la jurisdicción para asegurar un encausamiento
pleno y justo. Los países deberían conceder la extradición de sus propios ciudadanos basándose en
la teoría de responsabilidad de las propias acciones, donde quiera que se realicen. Los ciudadanos acusados de
delitos que afectan significativamente a otros países deberían ser extraditados a esos países. La extradición de
ciudadanos del propio país o de otros países es un mecanismo que se basa en la confianza entre las naciones.
Conclusiones y propuestas de soluciones
El éxito sustancial en estas diversas medidas no pondrá fin inmediato a la oleada de narcóticos ilegales, pero en
algún momento de nuestro futuro reducirá significativamente la cantidad de drogas que fluyen a nuestras calles,
pueblos y ciudades.
Tenemos ante nosotros un programa de trabajo increíblemente desafiante. Tenemos confianza en que junto a los
demás países del hemisferio podamos responder como país a las amenazas nuevas que surjan. Como naciones
separadas, no lograremos detener el progreso del narcotráfico trasnacional, sin embargo, al unir nuestros esfuerzos
no podemos fracasar.
El Estado dominicano no sólo está amenazado, sino penetrado, y no solamente a nivel de los organismos
dedicados a la represión sino que el traficante de drogas, con un criterio empresarial muy agudo, está tocando otros
resortes de poder y ha reclutado una base estable de funcionarios estipendiados por este sector. No sólo eso, sino
que estamos entrando en una fase peligrosísima de amenaza de violencia generalizada en el país.
Con la muerte natural del comunismo, el único enemigo actual para EE.UU. es el narcotráfico. Lo cierto es que este
fenómeno delictivo ha distorsionado los vínculos de nuestro país con la Casa Blanca. Los créditos del FMI, Banco
Mundial, BID, Club de París, el Grupo de los Siete, etc. están condicionados por EE.UU.
Nuestras relaciones con EE.UU. debieran ser transparentes. En la medida en que el pueblo dominicano conozca la
verdad, terminarán los misterios, y especulaciones. Además, existen políticas que repercuten en nuestro país como
la decisión de la Corte Suprema de estados Unidos de "secuestrar" en cualquier parte del mundo a sospechosos de
narcotráfico y terrorismo. Esta medida sienta un funesto precedente en el Derecho Internacional, y se constituye en
una aberración jurídica. No es más que una expresión de la "ley del más fuerte". Es curioso que esta
"monstruosidad jurídica", venga de la Corte Suprema norteamericana, que se supone guardián del Estado de
Derecho, el ordenamiento jurídico y las garantías constitucionales y los principios universales del Derecho.
En este contexto, ¿podemos esperar una convivencia internacional pacífica? ¿Con qué autoridad moral EE.UU
exige respeto cuando es el primero en vulnerar las normas supranacionales? ¿Acaso no ha sido suficiente el
caso Noriega de Panamá y Arce Gómez de Bolivia? ¿Que pasaría si algún país secuestrara a un norteamericano, lo
juzgara y condenara fuera de EE.UU?
Aunque la Embajada norteamericana en Santo Domingo y el Gobierno aseguran que no habrá
ningún secuestro en República Dominicana, nada garantiza que en cualquier momento esta "política del secuestro
exterior" no se haga sentir, después que nuestra Suprema Corte de Justicia le niegue a Estados Unidos la extradición
de un nacional dominicano. Los riesgos son mayores ya que somos un tránsito obligado de la droga hacia Estados
Unidos y existen presuntos 'extraditables" y pedidos en la Suprema Corte de Justicia del país.
BIBLIOGRAFÍA
Caporal, José Antonio. "Tierra de nadie: por ineptitud y corrupción policial" Semanario Vértigo. 28 de noviembre
de 2004. México. Año IV. No. 193. P. 14.
Díaz Aguilar, Cecilia Natalia. Tesis de Grado para obtener el grado de Maestra en Derecho Penal por
la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco intitulada "Inteligencia y Contrainteligencia contra el narcotráfico:
estudio y propuesta de reforma al Derecho Penal contra la Delincuencia Organizada en México", defendida con
éxito ante el Sínodo el 5 de octubre de 2004.
Reveles, José. "Inquisición civil, el regreso de la Edad Media: el terrible rostro de la justicia por propia
mano" Entrevista a David Ordaz Hernández. Diario El Financiero. México. Número 6686. 29 de noviembre de
2004. P. 73.
Enciclopedia Universal Multimedia ©Micronet S.A. 1999/2000
Enlaces en Internet
http://www.undcp.org/;Página oficial del Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización de las Drogas PNUFID- (idioma inglés).
http://www.usdoj.gov/dea/;Página oficial de la Administración Antidroga de los Estados Unidos -Drug
Enforcement Administration; DEA- (idioma inglés).
http://www.mir.es/pnd/;Página oficial del Plan Nacional sobre Drogas (idioma español).
http://www.fad.es/;Página oficial de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción -FAD- (idioma español).
http://www.magic-es.com/coordinadora/;Página oficial de la Coordinadora de ONG's que Intervienen en
Drogodependencias (idioma español).
http://www.unad.org/;Página oficial de la Unión Española de Asociaciones y Entidades de atención al
Drogodependiente (idioma español).
ANEXOS
PROPUESTA PARA EL COMBATE DEL NARCOTRÁFICO. VISIÓN NORTEAMERICANA.
EL PLAN DE LAROUCHE PARA LIBRAR LA GUERRA AL NARCOTRÁFICO
El estadista Lyndon LaRouche presentó la siguiente propuesta de 15 puntos en un seminario sobre la guerra
continental al narcotráfico, celebrado el 13 de marzo de 1985 en México, DF.
1. Lo que combatimos no son tan sólo los efectos que tiene el consumo de drogas en sus víctimas. El narcotráfico
internacional se ha convertido por sí mismo en un gobierno malvado y poderoso. Representa en la actualidad un
poderío financiero, político y militar mayor que el de algunas naciones de las Américas. Es un gobierno en guerra
contra naciones civilizadas, un gobierno al que debemos declarar la guerra, guerra que debemos librar con las armas
de la guerra y que debemos ganar con el mismo espíritu con que los Estados Unidos lucharon por la derrota
incondicional del nazismo entre 1941 y 1945.
2. Los métodos policíacos deben apoyar el aspecto militar de la guerra al narcotráfico. El mandato que se dé a las
fuerzas policiales desplegadas en apoyo a esta guerra debe ser el principio de que la colaboración con el narcotráfico
o con las fuerzas financieras y políticas de los narcotraficantes internacionales es traición en tiempo de guerra.
a) Cualquier individuo al que se sorprenda comerciando con drogas será juzgado como traidor en tiempo de guerra
o como espía extranjero de unapotencia enemiga.
b) Cualquier individuo que compre sustancias ilegales, abogue por la legalización del comercio de tales sustancias o
pida benevolencia en la acción militar o policiva contra la producción y el tráfico de drogas, es culpable de prestar
auxilio al enemigo en tiempo de guerra.
3. Debe firmarse un tratado de alianza bélica entre los Estados Unidos y los gobiernos de los Estados
iberoamericanos que se sumen a la alianza para combatir al narcotráfico a la que se ha adherido el Presidente de
México. Se debe alentar a otros Estados a unirse a esa alianza militar.
4. Bajo los auspicios de ese tratado se han de elaborar disposiciones para la acción de un mando militar conjunto.
Dichas disposiciones deberán definir principios de acción común, a fin de que las formas necesarias de acción
militar y policiva no subviertan la soberanía nacional de ninguna de las naciones aliadas en cuyo territorio se
realicen operaciones militares. Estas disposiciones abarcarán:
a) crear grupos de trabajo militares bilaterales, por pares de las naciones aliadas;
b) crear un mando común encargado de proporcionar las formas de asistencia que se estipulen y que pudieren
solicitar las entidades competentes de cada país o del mando bilateral de cualquier par de países;
c) crear, bajo la jurisdicción del mando común, una entidad central de inteligencia contra el narcotráfico, que
funcionará a la manera de un estado mayor general, en sus aspectos de inteligencia y planeación, y desempeñará las
funciones de un cuarto de guerra;
d) fijar normas que gobiernen las actividades de extranjeros encargados de aportar servicios y asistencia técnica en
territorio soberano de cualquier miembro de la alianza.
5. En general, en tanto lo permitan los medios de que disponga cada nación miembro de la alianza, las acciones
militares y de otro tipo que se emprendan contra los objetivos de la guerra al narcotráfico deberán realizarlas
fuerzas militares de la nación en cuyo territorio ocurran dichas acciones. Fuera preferible, donde fuere factible,
proporcionarle a la nación miembro pertrechos suplementarios y personal de apoyo, en lugar de involucrar en
funciones de combate al personal extranjero de asistencia técnica. En la medida de lo posible, las funciones relativas
al combate militar que tendrá el personal extranjero que se suministre deberán limitarse a:
a) operar equipos de detección y ciertos tipos de aeronaves y armamento antiaéreo que se provean para
complementar las capacidades de las fuerzas nacionales;
b) aportar un grado razonable de asesoría técnica, inteligencia y servicios a los elementos apropiados de las
operaciones de campo.
6. Con la ayuda de los Estados Unidos deberán proporcionarse los medios técnicos adecuados, entre ellos equipos
de detección montados en aeronaves y satélites, para localizar y comprobar el cultivo, la elaboración y el transporte
de estupefacientes. Tan pronto como se compruebe en una región determinada un cultivo de proporciones
significativas, deberá lanzarse un ataque militar aéreo para destruir dicho cultivo; se enviarán así mismo fuerzas
terrestres apoyadas desde el aire para catear la zona y realizar las operaciones complementarias que pudieren
requerirse. El objetivo es eliminar hasta el último cultivo de marihuana, coca o adormidera en las Américas, con
excepción de los cultivos debidamente autorizados por los gobiernos.
7. Echando mano de los mismos medios técnicos deberán detectarse y comprobarse los centros de elaboración, que
se deberán destruir cuanto antes, todos y cada uno, de la misma manera que los campos donde se cultivan los
estupefacientes.
8. Las fronteras entre las naciones aliadas, así como las fronteras entre éstas y otras naciones, se deben sellar en
forma prácticamente hermética contra el narcotráfico. Deberá emprenderse acción militar para derribar cualquier
aeronave que cruce una frontera o vuele sobre aguas caribeñas sin autorización y se niegue a aterrizar cuando se le
ordene. En todas las fronteras y demás puntos de inspección aduanal se deberá inspeccionar de manera meticulosa
todo vehículo acuático, carretero o ferroviario que llegue a cada país, inclusive los recipientes de carga. Se deben
formar grandes concentraciones con la ayuda de fuerzas militares en las zonas de tránsito fronterizo y en todas las
carreteras nacionales y vías acuáticas principales.
9. Deben elaborarse reglamentos detallados que gobiernen a las instituciones financieras, a fin de detectar depósitos
y transferencias de fondos, tanto hacia fuera como hacia dentro, de los cuales pudiera sospecharse provengan del
tráfico de estupefacientes.
10. Las fuerzas militares deberán ocupar de inmediato y confiscar, como se hace en tiempo de guerra, cualesquier
instituciones financieras, comerciales o de bienes raíces, así como fondos personales, de los que pueda demostrarse
han sido empleados en el cultivo, la elaboración, el transporte o la venta de drogas ilícitas.
Cualesquier documentos comerciales o de propiedad de entidades empleadas por los narcotraficantes, así como
cualquier individuo vinculado a la posesión u operación de tales entidades, se tendrá por sospechoso o por prueba
material.
11 . El primer objetivo de la guerra al narcotráfico es de naturaleza militar: destruir el cuasiestado enemigo, el
consorcio internacional del narcotráfico, destruyendo o confiscando los recursos económicos y financieros de ese
cuasiestado, desmantelando todas las agrupaciones políticas o mercantiles asociadas con el consorcio
narcotraficante, incautando las riquezas acumuladas en complicidad con las operaciones de los narcotraficantes, y
encarcelando, sea como "prisioneros de guerra" o como traidores o espías, a todas las personas que den auxilio al
consorcio narcotraficante.
12. Deberá concentrarse especial atención en los bancos, empresas de seguros y demás instituciones comerciales
que de hecho forman parte del cartel financiero internacional que coordina el flujo de cientos de miles de millones
de dólares al año en ingresos del narcotráfico internacional. A tales entidades deberá proscribírseles del régimen de
derecho en tanto violan los preceptos sobre "delitos contra la humanidad" que fueron elaborados en la posguerra en
los tribunales de Nuremberg. Se prohibirá toda relación comercial con tales entidades conforme a la prohibición de
mantener comercio con el enemigo en tiempo de guerra.
13. La guerra al narcotráfico en las Américas tiene dos fases generales. El primer objetivo es erradicar en las
Américas todo cultivo no autorizado de marihuana, coca o amapola, y destruir al mismo tiempo en este hemisferio
las vías principales de importación y distribución de estupefacientes de las principales zonas de producción de los
mismos en otras partes del mundo. Esas otras regiones son, en orden de importancia actual:
a) el Triángulo Dorado del sudeste asiático, todavía la más pujante fuente de opio y opiáceos;
b) la Media Luna de Oro, productora de menor envergadura que el Triángulo Dorado, pero de creciente importancia
como vía de tránsito del opio del Triángulo Dorado al tráfico del Mediterráneo;
c) el reciente y veloz renacimiento de la producción de opio en el sur de India y en Sri Lanka, resurrección del viejo
narcotráfico de la Compañía de las Indias Orientales británica;
d) el aumento de la producción de estupefacientes en ciertas regiones de Africa.
Una vez exterminada en las Américas toda producción importante de estupefacientes, la guerra al narcotráfico entra
a su segunda fase, en la que la guerra se concentra en combatir el influjo de estupefacientes provenientes de fuera
del hemisferio.
14. Uno de los principales problemas que seguimos enfrentando al combatir el narcotráfico, especialmente a partir
de los acontecimientos políticos del período de 1977 a 1981, es la creciente corrupción de las dependencias y el
personal gubernamentales, así como de influyentes facciones políticas, corrompidas por intereses financieros de
gran poder político, vinculados ya al narcotráfico como tal o a las empresas que amparan la circulación de los
ingresos del narcotráfico. Por éste y motivos afines fallan los métodos policiales o comunes para combatir el
narcotráfico. Además de la corrupción de las dependencias gubernamentales, los narcotraficantes gozan de la
protección de agrupaciones crecientes y poderosas que ya abogan por la legalización del narcotráfico o realizan
campañas más o menos eficaces para impedir la aplicación efectiva de las leyes contra el uso y tráfico de
estupefacientes. Las investigaciones han demostrado que las agrupaciones que realizan esa labor de proselitismo
son tentáculos políticos de los intereses financieros vinculados al lavado de narcodivisas. Por consiguiente, debe
dárseles el mismo trato que se le dio en los Estados Unidos a las organizaciones de simpatizantes del nazismo
durante la Segunda Guerra Mundial.
15. La guerra al narcotráfico debe incluir acuerdos para asignar los miles de millones de dólares confiscados de los
haberes del consorcio narcotraficante a fines benéficos de desarrollo económico en la infraestructura,
la agricultura y la manufactura de bienes útiles. Dichas medidas se tomarán según el derecho de los Estados
soberanos a tomar posesión de las propiedades de sus naturales, tanto en el territorio nacional como en el exterior,
en razón de las obligaciones de esos naturales para con el Estado. El hecho de que los fondos mal habidos se
transfieran a cuentas en bancos extranjeros o se inviertan en bienes raíces en otras naciones no excluye tales
propiedades de la jurisdicción y recuperación del Estado del que es natural el propietario.
CONTRAPROPUESTA DE SOLUCIÓN. VISIÓN LATINOAMERICANA.
NUESTRA REALIDAD ACTUAL. NUESTRAS ASPIRACIONES, COMO FORMA EFECTIVA DE COMBATE AL
NARCOTRÁTICO Y CONSUMO DE ESTUPEFACIENTES.
Los resultados de las investigaciones coinciden en mostrar que la guerra contra las drogas ha causado más crímenes
de los que ha logrado evitar. Las políticas, especialmente las represivas, no han controlado, menos erradicado el
narcotráfico.
Cabe señalar que este problema es complejo para dejarlo en manos de uniformados; la solución entonces es
socioeconómica. Se trata de un conflicto -el más largo del presente siglo- y mientras no cambiemos de estrategia,
seguiremos luchando inútilmente.
Los esfuerzos realizados se han convertido en un boomerang, pues la fabricación, tráfico y consumo sigue
ascendiendo y contaminando no sólo a policías, jueces, políticos y gobernantes, sino los sistemas políticos.
La represión violenta contra los narcotraficantes, no ha resuelto problema alguno. El mejor ejemplo es la
trágica muerte del jefe narcotraficante colombiano Pablo Escobar en diciembre de 1993. El Cártel de Medellín sigue
funcionando
El siglo XXI será un siglo siniestro de peste, hambre, violencia urbana y marginación. El resultado será, ni más ni
menos que el exterminio. Hay una solución capitalista y burocrática para la pobreza absoluta: los extremamente
pobres simplemente morirán. Los que creemos que estas muertes son simplemente un crimen contra la humanidad,
creemos que sólo un radical salto en los objetivos y modalidades del desarrollo podrá evitarlo. Ni el interés burgués,
ni el interés burocrático harán nada por lograr este salto. Unos están atrapados en una lógica que conduce a la
destrucción del planeta, los otros en una lógica en que administrar a los que consumen es suficiente para justificar
su poder de clases.
El furibundo optimismo tecnológico, rayano en la adoración, de los intelectuales al servicio del capital y de la
administración, suele ser contradictorio. Todo parece ser posible para la técnica, llegar a Marte, clonar seres
humanos, construir computadores inteligentes, vigilar paso a paso a cada ciudadano, producir armas eficaces que
puedan asesinar sin que el bando atacante sufra ninguna baja. Lo único que pareciera imposible es usar estas
técnicas para construir una vida digna y de abundancia para todos los seres humanos.
Tenemos derecho a creer que es perfectamente posible una economía de abundancia sin depredación, sin
explotación y sin guerras. Todas las técnicas que hacen falta para esto ya existen. En particular las que permitirían
procesar la información necesaria para una economía global descentralizada y autosustentable.
Una sociedad en que el trabajo social se ha repartido entre todos de tal manera que, gracias al uso intensivo de
la tecnología, sea posible reducir radicalmente la jornada laboral u ocuparlo en reconstruir lo que el proceso
productivo ha dañado. En un mundo en que todos tienen que cumplir con una cuota de trabajo socialmente
necesario, la división social del trabajo no determinaría esencialmente nuestras vidas. La mayor parte del tiempo
sería de trabajo libre. Ni la propiedad, ni la administración global serían necesarias. Esto es lo que Marx llamó
comunismo.
Hay dos objeciones clásicas que apoyan esta idea. Una es que los seres humanos son por naturaleza egoístas, o que
sus impulsos naturales los llevan a desear el poder, la ventaja, el agrado a costa del menor esfuerzo. Otra es que
el capitalismo altamente tecnológico, apoyado en su poderoso sistema decomunicación social y en el uso a gran
escala del endeudamiento, es capaz de mantener indefinidamente a los ciudadanos atrapados en las expectativas de
consumo. O por egoísmo natural, o por consumismo adoctrinado, los trabajadores preferirían no poner en peligro,
en lo sustancial, el sistema injusto en que viven. Y si lo hicieran, tarde o temprano resurgirían el afán de poder, o la
avaricia natural.
Lo que para la izquierda clásica era evidente, es decir, que todo hombre consciente, ilustrado, de buena voluntad, al
que se le explicaran los antecedentes, terminaría por asumir una postura moral a favor de toda la humanidad, ya no
lo es.
La dominación altamente tecnológica se dirige más bien a las bases desde las cuales la consciencia se construye.
Invadiendo el ámbito de lasocialización primaria, totalizando el tiempo de descanso en torno a la industria del
espectáculo, manteniendo el monopolio de los medios de comunicación más masivos y intensos, la dominación
actual no necesita ilustrar, o educar, una consciencia conformista o resignada, es capaz de arraigar el conformismo y
la resignación en las estructuras psíquicas más profundas.
Para mantener las expectativas que hacen que los ciudadanos acepten endeudarse, sobre explotarse, vivir
con estrés, vivir en la incertidumbre y en el temor permanente a quedar sin trabajo, se debe prometer mucho. Se
debe mantener una perspectiva en que el cumplimiento de las cuotas y el sacrificio que conlleva el esfuerzo
cotidiano, sean recompensados suficientemente. Nadie niega que su trabajo es agobiante, que vive en permanente
tensión. Lo que se alega, en cambio, es que esos esfuerzos tengan sentido. Las vacaciones, los objetos de consumo
cotidiano, la casa propia, la educación de los hijos, la posibilidad de pequeños escapes y desahogos, como ver
la televisión en familia, como salir en auto los fines de semana, son mostrados por muchas personas aparentemente
razonables como resultados razonablemente compensadores de sus esfuerzos.
Sostengo que efectivamente hay contradicciones internas al sistema de consumo masivo. La contradicción central,
de la que derivan todas las otras, es la diferencia creciente entre lo que el sistema promete y lo que es capaz de dar.
Por un lado se consume y se busca en el consumo un mundo de reconocimiento y humanidad posible, por otro lo
que se obtiene es un mundo dividido, violento, en guerra, donde impera la incertidumbre y la frustración.
Otra manera de plantear esto mismo es observar la contradicción que hay entre el mejoramiento local, a nivel de las
familias, de los estándares de vida, y el empeoramiento global de la calidad de vida, a nivel de la ciudad, de cada
país, del entorno natural en el planeta. Para los trabajadores que están efectivamente integrados al sistema de la
producción altamente tecnológica cada día se puede vivir mejor en un mundo en que a la vez cada día vale menos la
pena vivir. Y este empeoramiento de la calidad de vida infiltra y descompone el agrado que pueda significar el
consumo cotidiano. Las calles llenas de autos, el encarecimiento de los servicios educacionales y de salud, paralelo a
la compulsión por la salud y la educación, los alimentos poco confiables, las ciudades contaminadas,
la inseguridad ante la amenaza constante de los más pobres, que buscan sobrevivir y a la vez desahogar sus iras
acumuladas.
Hay que ir más allá de la inercia de la resignación y el escepticismo. Hay que darle el vuelo de un gran horizonte.
Grandes cosas, importantes, nobles, de gran aliento. Eso es lo que debe estar en el centro de nuestra lucha. Las
personas comunes y corrientes pueden entender perfectamente cuando se les habla de la felicidad. Los trabajadores,
los más pobres, los ancianos, los niños. Hay que hablar al corazón y los anhelos más profundos. Que la política
basada en las pequeñas transacciones quede para los que viven de usufructuar de la política.
Declaración de Panamá condena terrorismo y narcotráfico internacional
Jul 29, 2005, 23:05 UTC
CIUDAD DE PANAMÁ, Panamá - Los jefes de Estado y/o Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe (AEC),
reunidos este jueves y viernes en Panamá, expresaron su condena a los actos de terrorismo en todas sus formas y su
compromiso de lograr un Caribe libre del flagelo de las drogas ilícitas a través de la cooperación internacional.
En la Declaración de Panamá, firmada por los representantes de los 25 países miembros de la AEC que asisten a esta
reunión, se reafirma el compromiso de los Estados de la región con la democracia y la necesidad de adoptar medidas
individuales y conjuntas para prevenir, detectar y sancionar la corrupción en los ámbitos públicos y privados.
Igualmente, reiteran su respeto a los principios de soberanía, integridad territorial y de no intervención, así como el
derecho de cada pueblo de construir en paz, estabilidad y justicia su propio sistema político, por lo que instan al
gobierno de Estados Unidos a que ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
El documento registra el compromiso de la organización caribeña de trabajar hacia la promoción del
restablecimiento, el desarrollo económico y el progreso social de Haití y hace un llamado a la comunidad
internacional para que la apoye en esta causa.
Acordaron también que las políticas de Estado en sus distintos ámbitos deberán buscar eliminar las barreras que
enfrentan las personas con discapacidad para lograr un amplio compromiso con su acceso e igualdad de
oportunidades en las distintas esferas de la sociedad.
Sobre el tema del hambre, la desnutrición y el desarrollo social en el Gran Caribe, los firmantes reconocieron el
apoyo prestado por la Oficina Regional del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en el análisis
integral de este problema e invitaron a esta entidad a crear, en coordinación con la AEC, una red entre gobiernos
que permita eliminar progresivamente este flagelo durante la próxima década.
De igual modo expresan su preocupación por la amenaza que representa en el área caribeña la pandemia
del VIH/SIDA, motivo por el cual se comprometen a desarrollar una estrategia intersectorial para cooperar con
otros órganos regionales intergubernamentales y combatir tan grave enfermedad.
Rechazan, asimismo, la utilización continua del mar Caribe para el tránsito y trasbordo de material nuclear y de
desechos tóxicos y exhortan a los países que los producen a que implementen, de manera urgente, las medidas
pertinentes para establecer plantas de reprocesamiento que pondrían fin a las necesidades de transportarlos de un
lugar a otro.
En otros puntos del documento la AEC acoge la propuesta de Venezuela -presentada en 2004 dentro del marco del
Banco de Desarrollo del Caribe- sobre la creación de un Fondo de Ayuda frente a Huracanes y respaldan las
iniciativas en el organismo para establecer programas de turismo e incrementar el número de visitantes a la zona, en
conformidad con el concepto de sostenibilidad.
Finalmente, reconocieron los esfuerzos del gobierno de Trinidad y Tobago para el establecimiento del fondo de
estabilización petrolera, un programa de subvenciones establecido en el 2004, y los esfuerzos de Venezuela para
cooperar con los países del área del Caribe en el tema del combustible, a fin de afrontar las dificultades ocasionadas
por el incremento de los precios del petróleo.
Domingo Peña Nina
Claridania Rodríguez B.
Rosa Lozada
Septiembre 2005
Santo Domingo, D.N.
La Guerra contra las Drogas en Colombia y México:
estrategias fracasadas*1
. Resultados: las estrategias aplicadas en la guerra contra las
drogas han fracasado en sus principales objetivos, como son: erradicar la producción
y tráfico de drogas y aniquilar a las organizaciones criminales o cárteles del
narcotráfico. El Plan Colombia y la Iniciativa Mérida han sido un fracaso considerando
la consecución de sus objetivos primordiales. Conclusiones: México no asimiló las
lecciones del Plan Colombia, ya que gran parte de la estrategia que se adoptó para
combatir a los cárteles del narcotráfico fue la militarización del país, una medida
contraproducente y fallida como lo demuestra el caso de Colombia.
Palabras clave: Crimen organizado, Narcotráfico, Plan Colombia, México, Iniciativa
Mérida.
Abstract
Objectives: to identify and evaluate the experience of the strategies and results
of the war on drugs in Colombia and Mexico through initiatives such as Plan
Colombia and the Merida Initiative. Methodology: in order to analyze programs of
anti-narcotics cooperation in the Americas, particularly among the United States,
Colombia and Mexico a qualitative method was used. The analysis was focused on
the production and trafficking of drugs, criminal organizations or drug cartels and
violence levels. Furthermore, in order to test the political-institutional and historical
context in Mexico and Colombia, as well as the patterns of bilateral and multilateral
cooperation a comparative method was used. Results: the strategies implemented in
the war on drugs have failed in objectives such as: to eradicate drug production and
trafficking and to annihilate the criminal organizations or drug cartels. Plan Colombia
and Mérida Initiative have been a failure considering the achievement of their main
objectives. Conclusions: Mexico did not learn the lessons of Plan Colombia because
much of the strategy adopted to fight against the drug cartels was the militarization
of the country, which is a counterproductive and failed measure as evidenced by the
case of Colombia.
Keywords: Organized Crime, Drug Trafficking, Plan Colombia, Mexico, Merida
Initiative.
Resumo
Objetivos: identificar avaliar a experiência acerca das estratégias e resultados
da guerra contra as drogas em Colômbia e México, por médio de iniciativas como o
Plano Colômbia e a Iniciativa Mérida. Metodologia: recorre se ao método qualitativo
com o fim de analisar os programas de cooperação anti - narcóticos nas Américas,
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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em especial entre Estados Unidos, Colômbia e México. A análise se concentrou na
produção e tráfico de drogas; organizações criminais os cartéis do narcotráfico e
os níveis de violência. Alem, se recorre ao método comparativo para contrastar
o contexto político-institucional e histórico em México e Colômbia, assim como os
esquemas de cooperação bilateral e multilateral. Resultados: a estratégia aplicada
na guerra contra as drogas tem fracassado em seus principais objetivos, como são:
erradicar a produção e tráfico de drogas e aniquilar às organizações criminais o
cartéis do narcotráfico. O Plano Colômbia e a Iniciativa Mérida têm sido um fracasso
considerando a consecução de seus objetivos primordiais. Conclusões: México
não assimilou as lições do Plano Colômbia, já que grande parte da estratégia que se
adotou para combater aos cartéis do narcotráfico foi a militarização do país, uma
medida contraproducente e falida como o demonstra o caso de Colômbia.
Palavras chave: Crime organizado, Narcotráfico, Plano Colômbia, México,
Iniciativa Mérida.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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Introducción
La guerra contra las drogas fue alentada por los Estados Unidos desde
principios de la década de 1970, cuando el presidente Richard Nixon (1968-1972)
emprendió una cruzada contra la producción, el tráfico y consumo de drogas. Esta
guerra se perpetuó en décadas ulteriores; mandatarios estadounidenses como
Ronald Reagan (1980-1988) y Bill Clinton (1992-2000) la enarbolaron, aunque
con diferentes matices, en sus respectivos programas de gobierno. Después del
fin de la Guerra Fría, el combate al narcotráfico se exportó a algunos países de
Latinoamérica. Hacia finales de los 90 se negoció el Plan Colombia, un acuerdo
bilateral entre los Estados Unidos y Colombia, para combatir el narcotráfico
y la producción de narcóticos en este país andino. Posteriormente, en 2007 se
gestó un acuerdo de cooperación bilateral entre EE.UU. y México denominado
Iniciativa Mérida, para combatir el tráfico de drogas y el crimen organizado. No
obstante, a pesar de los millones de dólares que EE.UU. ha destinado a esta lucha
en Colombia, el problema del narcotráfico persiste y el consumo de las drogas no
se ha erradicado sustancialmente.
La guerra contra las drogas consiste en una estrategia y plan de acción con
el propósito de erradicar la producción y tráfico de drogas. Por ejemplo, la
estrategia se ha concentrado en acciones tales como: erradicación de cultivos
de enervantes; captura de los líderes o capos de los cárteles del narcotráfico y
desmantelamiento de organizaciones criminales; decomiso de drogas en tránsito;
militarización del combate al narcotráfico. Sin embargo, los resultados de estas
acciones han sido limitados y la estrategia general ha fracasado, ya que la
producción y tráfico de drogas sigue constante. Las drogas que se ofertan en las
calles están más disponibles y son más puras y baratas; la violencia ha aumentado
en las calles, principalmente entre las organizaciones criminales que se disputan
las rutas del tráfico de drogas, pero también entre las fuerzas del Estado y dichas
organizaciones criminales, salpicando de violencia a una sociedad que cada vez
más vive en la inseguridad.
Este artículo aborda estas perspectivas concentrándose en la guerra contra
las drogas en Colombia y México; analiza sus resultados en diversos rubros que
permiten afirmar que la estrategia implementada ha sido un fracaso y sólo ha
generado victorias limitadas.
El narcotráfico se ha convertido en uno de los temas principales en cuestiones
de seguridad regional en las Américas y de seguridad nacional en EE.UU.
Colombia y México. En este sentido, es relevante estudiar las causas por las que
ha fracasado la guerra contra las drogas y observar los resultados especialmente
la violencia que afecta la democracia, la seguridad humana y la economía. Por
tanto, este artículo resulta significativo en el contexto actual de las tendencias
del narcotráfico y crimen organizado en las primeras décadas del siglo XXI.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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Cuando aquí se hace referencia al tráfico de drogas o narcotráfico, se
alude a cierto tipo de drogas ilícitas tales como: cocaína, marihuana, heroína
y metanfetaminas; la producción, tráfico y consumo de estas drogas han sido
prohibidos por convenciones internacionales que la mayoría de los países han
ratificado. El régimen prohibicionista, que se inició con la Convención de Shanghái
en 1909, ha demostrado que no se puede solucionar este problema desde un esquema
punitivo, sino que se deben explorar otras alternativas como la despenalización y
legalización de las drogas para disminuir los daños colaterales que se generan en
el combate al narcotráfico. El estudio de este tema se ha abordado desde el ámbito
de las ciencias políticas, las relaciones internacionales, así como las políticas de
seguridad; incluso, desde un enfoque comparativo subrayando las convergencias y
divergencias en las estrategias y resultados de dichas políticas en diversos países y
regiones. Este artículo se originó con el propósito de explorar y analizar las causas
por las que la estrategia implementada en la guerra contra las drogas ha fallado en
la consecución de sus objetivos.
Metodología
Esta investigación recurre al método cualitativo con el fin de analizar las
políticas y los programas de cooperación anti-narcóticos (los procesos de cultivo,
producción, tráfico y consumo de drogas ilícitas) en las Américas, en especial
en Colombia y México. El análisis se hace observando momentos coyunturales
(critical junctures) en la historia de estos países y sus esfuerzos enfocados a la
guerra contra el narcotráfico. El análisis cualitativo se concentra en las siguientes
categorías: producción y tráfico de drogas, organizaciones criminales o cárteles del
narcotráfico en México y Colombia y en los niveles de violencia como resultado de
la lucha de las fuerzas de seguridad del gobierno contra los cárteles de las drogas
o entre estos últimos.
También se acude al método comparativo para contrastar diversos aspectos
tales como el contexto político-institucional e histórico en México y Colombia,
dos países clave en la producción y tráfico de drogas que comparten ciertas
similitudes, pero que además presentan notables divergencias. Se utiliza el
método comparativo para analizar y evaluar los resultados de la guerra contra
las drogas en Colombia y en México, mediante los esquemas de cooperación
bilateral y multilateral tales como El Plan Colombia y la Iniciativa Mérida.
En este artículo se analizan los orígenes, el diseño, las estrategias y los
resultados del Plan Colombia; posteriormente, se analiza el caso de México,
en lo referente a la Iniciativa Mérida, considerando su naturaleza, objetivos y
resultados. Se examina el contexto político en el que surgió este acuerdo de
cooperación bilateral y se observan los niveles de violencia en México en los años
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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recientes. Al final se sugieren algunas alternativas a las estrategias tradicionales
en el combate a la producción y tráfico de drogas, como el combate a problemas
internos de los países productores o traficantes, incluyendo el fomento al empleo
y el fortalecimiento de las instituciones políticas domésticas relacionadas con la
seguridad e impartición de justicia.
Resultados
El Plan Colombia fue un fracaso y no puede ser considerado, en otro país, un
modelo en la lucha contra los narcóticos. A pesar del fracaso del Plan Colombia,
los Estados Unidos concretaron con el gobierno del presidente de México,
Felipe Calderón, una iniciativa antidrogas denominada “Iniciativa Mérida”, la
cual, aunque con algunas diferencias, en esencia es muy similar a los objetivos
del Plan Colombia. México se ha bañado de sangre en los últimos años: más
de 70,000 muertes violentas relacionadas con el narcotráfico y casi 30,000
desaparecidos sólo en la administración del Presidente Calderón.
En la administración actual del presidente mexicano Enrique Peña Nieto,
no sólo los homicidios dolosos vinculados al narcotráfico se mantienen al alza,
sino también actividades delictivas como el secuestro y la extorsión. Es decir,
los resultados de las estrategias anti-drogas se han limitado a la confiscación
de drogas y armas; detención o aniquilación de capos de los cárteles del
narcotráfico y mandos de bajo rango de estas organizaciones criminales;
erradicación de cultivos de enervantes; entre otros. Pero estos logros parciales
se han visto eclipsados porque la producción y tráfico de drogas persiste; sólo
se han cambiado las regiones de cultivo y producción, y las rutas de trasiego de
narcóticos se modifican constantemente para evadir los operativos antidrogas;
las drogas que se ofertan en las calles son más puras y baratas y el consumo de
drogas se mantiene en altos niveles.
El Plan Colombia
El Plan Colombia fue una iniciativa antinarcóticos negociada y acordada
entre Estados Unidos y Colombia hacia finales de los 90 y firmada en el 2000
por el presidente de Estados Unidos Bill Clinton y el presidente de Colombia
Andrés Pastrana. El objetivo principal de esta iniciativa antidroga fue combatir
y erradicar el cultivo, producción y tráfico de drogas que surge de la región
andina y se dirige a los EE.UU. (Rosen, 2014). El costo total de este plan fue de
alrededor de ocho mil millones de dólares entre los años 2000 y 2012 (Bagley,
2012a).
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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El Presidente Clinton y otros impulsores del Plan Colombia afirmaron que
este podría ser un modelo para otros países que enfrentan problemas similares
con el crimen organizado y el tráfico de drogas (Isacson, 2010). De esta manera,
en 2007 se promovió la Iniciativa Mérida, destinada principalmente a combatir
el tráfico de drogas en México y algunos países de América Central y el Caribe
con destino a los EE.UU. Debido a los pobres resultados del Plan Colombia, a
tal iniciativa se le cambió el nombre de Plan México a Iniciativa Mérida para, de
esta forma, desligarlo del anterior modelo (Lendman, 2008).
Durante la década de los 90, el gobierno de los EE.UU. destinó alrededor de
mil millones de dólares en Colombia a la guerra contra las drogas (Bagley, 2001).
Sin embargo, durante esa década, Colombia continuó produciendo grandes
cantidades de hoja de coca. Por ejemplo, entre 1989 y 1998, la producción de coca
se disparó de 33,900 toneladas a 81,400 toneladas, lo que supone un incremento
del 140 por ciento en dicho periodo. El cultivo total de hectáreas de hoja de coca
también se incrementó en aproximadamente cien por ciento entre 1996 y 1999
(United States Government Accountability Office [US-GAO], 1999). Durante
los 90, Colombia no solamente continuó con el cultivo de hoja de coca, sino que
también produjo cocaína y suministró enormes cantidades de esta droga a los
EE.UU. Se estima que en 1999, Colombia suministró el 80% por ciento de la
cocaína que entró a los EE.UU. (US-GAO, 1999).
Durante las décadas de los 80 y 90, la población colombiana experimentó los
estragos de la violencia de los cárteles de Medellín y de Cali. Con la asistencia
de los EE.UU., el gobierno de Colombia combatió a estos cárteles de la droga,
mediante una estrategia denominada Kingpin strategy, que consistía en capturar
o eliminar a los líderes de estas organizaciones criminales (Crandall, 2002). Se
argumentaba que los cárteles no podrían funcionar sin sus líderes. En 1993, el
gobierno de Colombia aniquiló a Pablo Escobar, el líder del cártel de Medellín.
No obstante, al tiempo que el cártel de Medellín se colapsaba, el cártel de Cali
ganaba mayor poder. En unos cuantos años, este cártel también fue desintegrado
por el gobierno. Al final, esta estrategia propició una fragmentación de los
cárteles del narcotráfico en pequeños cárteles o “cartelitos”; se estima que para
2002 había alrededor de 300 cartelitos en Colombia (Bagley, 2012a; Crandall,
2002).
A pesar de la ayuda de los EE.UU. y la erradicación de los dos principales
cárteles de la droga, Colombia continuó teniendo problemas ocasionados por
el crimen organizado y el narcotráfico. Esto sugiere que la estrategia Kingpin
fracasó, principalmente porque el colapso de los cárteles creó un vacío de poder,
y se dio una fragmentación de los grupos criminales. Cárteles del narcotráfico
más pequeños tomaron el control del negocio y de las rutas de las drogas;
asimismo, las guerrillas en Colombia incrementaron su participación en el tráfico
drogas y tomaron control de las rutas de trasiego. A pesar del éxito del gobierno
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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colombiano en el combate a las guerrillas durante la década de los noventa, éstas
sobrevivieron e incursionaron en la producción y tráfico de drogas (Crandall,
2002).
El Plan Colombia sugerido por Pastrana
En 1999, el Presidente Pastrana reconoció que Colombia necesitaba asistencia
ante los problemas derivados del narcotráfico, la violencia, y el crimen organizado.
Por ello, durante la administración del Presidente Clinton buscó la cooperación
de los EE.UU. En ese momento, el gobierno colombiano formuló una iniciativa
para resolver los problemas fundamentales de la sociedad respecto al crimen
organizado. Esta iniciativa se conocería más tarde como el Plan Colombia. La
intención era crear un plan similar al Plan Marshall para las zonas rurales de
Colombia que atacara el problema de la pobreza y desarrollo.
Para el Presidente Pastrana, la prioridad del Plan Colombia nunca fue el
narcotráfico; pensaba que lo más importante para Colombia era el desarrollo
económico. La segunda prioridad para Pastrana era la solución al conflicto
interno de Colombia; es decir, negociar una paz duradera con las guerrillas. El
tercer objetivo del Plan Colombia, para Pastrana, era la necesidad de combatir el
cultivo, la producción y el tráfico de drogas.
Se puede decir que el narcotráfico no era un asunto prioritario para el
Presidente de Pastrana y diseñó el Plan Colombia como una iniciativa global a la
que contribuirían diferentes países en distintas formas para lograr el desarrollo
y la paz en Colombia. No obstante, esta visión global no se plasmó en la versión
final del plan. El Plan Colombia que el Presidente Clinton firmó en julio del 2000
no coincidía con el Plan Colombia que el Presidente Pastrana redactó, ya que los
EE.UU. no querían involucrarse en el conflicto interno colombiano. Algunos
críticos del Plan Colombia argumentaron que el gobierno estadounidense no
necesitaba una nueva guerra como Vietnam. Barry McCaffrey, el exzar anti
drogas en la administración Clinton, dijo que no querían resolver el conflicto
interno de Colombia sino combatir el tráfico de drogas. Además, si el ejército
estadounidense se hubiera desplegado en Colombia, el Presidente Clinton podría
haber perdido su popularidad con los ciudadanos estadounidenses (Chernik,
2012)1.
Las ideas de Barry McCaffrey fueron determinantes en la reorganización del
Plan Colombia. La administración Clinton reformuló el plan porque sabía que
la intervención en el conflicto interno de Colombia era muy riesgosa. Como
resultado, la administración Clinton cambió la fórmula del Plan Colombia para
1. Gracias a Marc W Chernick de Georgetown por concedernos una entrevista (aprobado por el IRB de la
Universidad de Miami). La entrevista tuvo lugar en la Universidad de los Andes en 2012.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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enfatizar la importancia del narcotráfico y la imperativa necesidad de combatir
el cultivo, la producción y el tráfico de drogas a otros países. Esto refleja cómo
para Washington la producción de drogas era el problema medular en Colombia
y se relegaba el conflicto interno.
Los opositores de Clinton lo habían criticado por tener una postura difusa
y no combatir el tráfico de drogas que ingresaba a los Estados Unidos. En las
elecciones de 1994, los Republicanos ganaron el control del Congreso, lo cual
dificultaba la posición de Clinton. En este contexto político, el Plan Colombia
representaba la oportunidad para que el Presidente Clinton demostrara que
tenía una posición firme en contra de las drogas. Clinton reconoció que el Plan
Colombia era una gran oportunidad para su administración, pues ayudaba a
silenciar a sus críticos y a desarrollar una iniciativa contundente para combatir
la producción y tráfico de drogas en Colombia (Chernik, 2012).
De esta manera, el gobierno de los EE.UU. usó su poder para cambiar la
estrategia y la fórmula del Plan Colombia. Una vez más se impusieron sus
intereses de seguridad nacional. El tráfico de drogas y la violencia podrían afectar
la seguridad en el hemisferio, por lo que la administración Clinton modificó la
estrategia de acuerdo con la visión, intereses y la política exterior de los EE.UU.
Según los postulados de la teoría del realismo, el país con más poder siempre
puede dominar las relaciones bilaterales entre dos países (Waltz, 1979); por esta
razón, Colombia, el país con menos poder, tuvo que seguir los dictámenes de los
EE.UU.
Los resultados del Plan Colombia
Después de su implementación, el Plan Colombia solo generó “victorias
parciales” (Bagley, 2012a). Algunos defensores del Plan Colombia dicen que
actualmente Colombia es más seguro. A pesar de que la seguridad ha mejorado
y la violencia ha disminuido, el combate a la producción y tráfico de drogas
ha sido un fracaso. Es importante recordar que el Plan Colombia establecía
como objetivo primordial la reducción del cultivo de drogas en Colombia. Las
estadísticas de las Naciones Unidas demuestran que el Plan Colombia no tuvo
éxito en tal objetivo, ya que se continúa cultivando, produciendo y traficando
drogas en Colombia. De acuerdo con la UNODC (2011), el cultivo de hoja de
coca en Putumayo subió de 4,785 hectáreas en diciembre de 2010 a 9,951 en
diciembre de 2011. Otras regiones como Guaviare y el Norte de Santander
también tuvieron un aumento en el cultivo de hoja de coca (UNODC, 2010).
Aún más: el cultivo y producción de drogas no sólo persistió en Colombia, sino
que se trasladó a países circunvecinos como Perú y Bolivia.
Por otra parte, respecto al combate a los grupos guerrilleros el presidente
Álvaro Uribe (2002-2010) tuvo éxito contra las FARC, pero posteriormente este
grupo armado se fortaleció. Actualmente, Colombia sigue teniendo un conflicto
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
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interno con las guerrillas como las FARC y otros grupos armados. Además, el
gobierno de Colombia, con el apoyo de los EE.UU, implementó un programa de
fumigación para erradicar los cultivos de enervantes, pero dicho programa no
sólo fue infructuoso, ya que el cultivo de coca aumentó en áreas rurales, sino que
también afectó el medio ambiente (Romero, 2008).
De esta manera, el Plan Colombia demostró que el ejército no puede
contrarrestar el problema de la demanda. Los cárteles de la droga van a existir
siempre y cuando exista una demanda y haya un mercado para el consumo de
drogas ilícitas. Tanto Colombia como México han experimentado resultados
negativos como resultado de la guerra contra las drogas y sus casos permiten
evidenciar que la estrategia tradicional del combate al narcotráfico tiene que
cambiar y los gobiernos de estos países y de la región tienen que propiciar un
debate sobre la despenalización y legalización de las drogas (Nadelmann, 2003;
Andreas, 1995), pero además se deben afrontar problemas internos como el
desempleo y la corrupción en las instituciones de seguridad, policiales y aquellas
encargadas de la impartición de justicia.
La Iniciativa Mérida
Durante gran parte del siglo XX, México estuvo gobernado por un régimen
político autoritario dominado por un partido de Estado, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), que se mantuvo en el poder por siete décadas. México transitó
a la democracia en las elecciones del 2000 con la llegada al poder presidencial del
Partido Acción Nacional (PAN). Sin embargo, esta transición política derivó en
una transición fallida. Aún persisten muchos problemas como los altos niveles
de corrupción en las instituciones encargadas de impartir justicia, perseguir y
castigar los delitos, así como garantizar la seguridad. El sexenio de gobierno del
presidente Vicente Fox (2000-2006) fue catalogado como “el sexenio perdido”
(Pastor y Wise, 2005), ya que se perdió la gobernabilidad política y social;
aumentó la corrupción en el gobierno y la impunidad; el gobierno federal se
debilitó (atrás quedó la presidencia fuerte de la época del PRI); hubo pugnas y
enconos entre los principales partidos políticos, principalmente entre el PAN, el
PRI y el PRD.
En este contexto, los grupos de crimen organizado, en especial los cárteles del
narcotráfico, incrementaron su poder e influencia y penetraron las instituciones
de seguridad por medio de la corrupción de funcionarios. A principios del
sexenio de Vicente Fox se fugó de una prisión de máxima seguridad, el líder del
cártel de Sinaloa, Joaquín “el Chapo” Guzmán, y se consolidó como uno de los
capos de las drogas más importantes del mundo. En este sexenio, surgieron o
se robustecieron cárteles como Los Zetas y La Familia Michoacana; el crimen
organizado se apoderó de las calles y las disputas por el control de las rutas del
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
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tráfico de drogas propiciaron el aumento de la violencia a niveles nunca antes
vistos en el país.
En diciembre de 2006, el Presidente Felipe Calderón (2006-2012) asumió la
presidencia y decidió combatir a los cárteles del narcotráfico que habían ganado
poder en años previos; las pugnas entre los cárteles del narcotráfico estaban
generando altos niveles de violencia. Calderón decidió que la solución para
combatir el tráfico de drogas y el poderío de los cárteles era la militarización
(Velázquez y Prado, 2009), y aplicó una campaña de militarización similar
a la implementada en Colombia. Alrededor de 50,000 efectivos militares se
distribuyeron en algunas regiones del país en el periodo de Calderón destinados
al combate al narcotráfico (Watt y Zepeda, 2012).
México es importante para el gobierno de los EE.UU. porque ambos
países comparten problemas y retos en común. Comparten una frontera de más
de 3,000 kilómetros, lo que implica que los problemas en México tienen una
repercusión en los ámbitos político y económico de los EE.UU. y viceversa.
El Presidente de los EE.UU. George W. Bush (2000-2008) consideraba que la
situación de inseguridad en México generada por la narco-violencia representaba
una grave amenaza para la seguridad de los EE.UU. Por eso, en 2007 acordó
con su homólogo mexicano Felipe Calderón, un “Plan México” para combatir
al narcotráfico. El título cambió a Iniciativa Mérida. De tal forma que, al igual
que el Plan Colombia, la Iniciativa Mérida se apoyó en la militarización, pero se
dejaron de lado temas como el desarrollo, la reducción del consumo y la demanda
de narcóticos, así como otros problemas socioeconómicos que enfrentaba el
país (Bailey, 2011). Es decir, a pesar de los logros limitados y el fracaso de los
principales objetivos del Plan Colombia en años anteriores, este modelo fue
exportado a México en la segunda mitad de la primera década del siglo XXI.
De acuerdo con la Embajada de Estados Unidos en México, los cuatro
pilares sobre los que se fundamentó la Iniciativa Mérida fueron los siguientes:
1) trastornar la capacidad operativa del crimen organizado, 2) desarrollar la
capacidad de las instituciones judiciales y de seguridad para promover el imperio
de la ley, 3) construir una frontera para el siglo XXI que facilite el comercio y el
movimiento lícitos de personas, obstaculice el flujo de drogas, armas e ilegales, y
4) desarrollar comunidades fuertes y resilientes (US Embassy, 2014).
Los resultados de la Iniciativa Mérida
La Iniciativa Mérida se tradujo en el apoyo de Estados Unidos a México,
principalmente dirigido al entrenamiento de los cuerpos policiacos, mejoramiento
de la infraestructura de las instituciones de seguridad para combatir el tráfico
de drogas, así como la renovación del sistema de justicia en México. Entre
2008 y 2012, Estados Unidos destinó 1.6 billones de dólares en cada uno de los
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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programas y actividades de esta iniciativa (U.S. Department of State, 2013). Entre
tales rubros destacan los siguientes:
• La reforma integral del sistema de justicia en México, incluyendo el aparato
judicial, la policía, el ministerio público y el sistema penitenciario.
• E.U. ha otorgado 14 helicópteros al gobierno de México, distribuidos entre la
fuerza aérea del Ejército, la Policía Federal y la Marina de México para tener un
mejor transporte del personal de seguridad en las actividades en contra del tráfico
de drogas.
• El gobierno estadounidense ha otorgado equipos de inspección para
fortalecer la habilidad de las autoridades mexicanas para detectar bienes ilícitos
en puntos de inspección de puertos de entrada por tierra y aire.
• El gobierno mexicano ha establecido una academia penitenciaria en Jalapa,
Veracruz para capacitar al personal de las prisiones.
No obstante, a pesar de los apoyos antes mencionados, al igual que el Plan
Colombia, la iniciativa Mérida sólo ha tenido victorias limitadas, al tiempo que
la narco-violencia se ha mantenido y la inseguridad ha aumentado en varios
Estados del país como Chihuahua, Sinaloa, Nuevo León, Michoacán, entre otros.
Por otra parte, la administración de Calderón combatió a los cárteles del
narcotráfico sin resultados significativos o de gran alcance. Ante la captura
de los capos y líderes de los principales cárteles del narcotráfico, estas
organizaciones criminales no sólo se han reestructurado y organizado para
seguir operando, sino que han transformado sus modus operandi y han cambiado
sus zonas de influencia y las rutas de trasiego de drogas para evadir la acción de
las autoridades, y además, han diversificado sus actividades delictivas. Al inicio
de la administración del presidente Calderón había 6 cárteles del narcotráfico y
al final de dicha administración este número se incrementó a 14 organizaciones
criminales de este tipo (Bagley, 2012a; Ravelo, 2012).
Una consecuencia de la guerra contra las drogas en México es que los
cárteles de la droga han trasladado sus operaciones criminales a otros países de
Centroamérica y muchas de estas organizaciones están regresando a Colombia.
A esta tendencia se le ha denominado balloon effect; se presenta cuando las
fuerzas de seguridad del gobierno combaten de manera frontal a los cárteles del
narcotráfico; estas organizaciones criminales trasladan sus operaciones a otras
regiones o países para evadir la acción de estos operativos. Es un fenómeno muy
recurrente en la historia reciente de la lucha en contra del narcotráfico, como por
ejemplo La Operación Cóndor2 en la década del 70.
2. En el año 1977 se inició la Operación Cóndor, un programa de cooperación bilateral para el combate a
la producción y tráfico de drogas en Sinaloa, Chihuahua y Durango, entre los gobiernos de México y los
Estados Unidos. Para más sobre este programa ver: Luis Astorga, 2005.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
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El gobierno de México no puede cantar victoria con la captura de criminales
y capos de las drogas, ya que éstas son sólo “victorias parciales” (Bagley,
2012a). Los cárteles mexicanos han forjado alianzas con grupos criminales
de países centroamericanos. Estos países tienen múltiples problemas; por una
parte, pobreza, exclusión, desigualdad y violencia relacionada con actividades
criminales. Por otra parte, los gobiernos de estos países tienen altos niveles de
corrupción. Es decir, los gobiernos de estos países carecen de un sistema político
e institucional adecuado para combatir la corrupción y combatir de manera más
eficaz a los cárteles del narcotráfico. Los cárteles de las drogas han sobornado a
las autoridades políticas de todos los niveles, especialmente en los gobiernos con
poca o escasa rendición de cuentas y escasos esquemas de transparencia.
Tomando en cuenta lo antes mencionado, la iniciativa Mérida no puede ser
considerada como una victoria para México. La realidad es que después de seis años
de la implementación de la Iniciativa Mérida, México sigue enfrentando problemas
con cárteles del narcotráfico, con el crimen organizado y la narco-violencia sigue
en aumento. Finalmente la pregunta es, ¿cuántas personas tienen que morir antes
de que Washington y el gobierno de México cambien la estrategia?
En el año 2009, el gobierno de Calderón identificó en una lista a los 37
criminales más peligrosos y buscados en el país, en su gran mayoría los altos
mandos de los cárteles del narcotráfico, ofreciendo una recompensa por su
captura. Al final del sexenio, en noviembre de 2012, el gobierno de Calderón
había capturado o aniquilado a 25 de los 37 criminales más buscados. De los 25
criminales capturados o aniquilados, la mayoría pertenecían al cártel de los Zetas
(11) y al cártel de Los Beltrán Leyva (8); seguidos por los cárteles de Sinaloa (2),
La Familia Michoacana (2), cártel de Juárez (1) y cártel de Tijuana (1).
Recientemente, el presidente Enrique Peña Nieto afirmó que en lo que va de
su administración se han capturado a 69 de los 122 criminales más peligrosos
pertenecientes a los cárteles del narcotráfico. La mayoría de los criminales
capturados en este periodo pertenece al cártel de Los Zetas, que ha sido el más
golpeado en el combate al narcotráfico, con 23 detenciones y cuatro muertos
(Associated Press [AP], 2013), debido a que es uno de los cárteles más violentos.
Una de las capturas más significativas del gobierno de Peña Nieto fue cuando
la Marina mexicana detuvo en julio de 2013 a Miguel Ángel Treviño Morales,
alias "Z-40”, considerado el líder máximo del cártel de Los Zetas (AP, 2013).
En febrero de 2014, la administración de Peña Nieto capturó a Joaquín “El
Chapo” Guzmán, líder del cártel de Sinaloa y el narcotraficante más buscado
del mundo. Posteriormente, en marzo de ese mismo año se aniquiló a Nazario
Moreno, alias “El Chayo”, máximo líder de Los Caballeros Templarios, a quien
el gobierno de Felipe Calderón había dado por muerto en diciembre de 2010.
A finales de marzo de 2014, fue ejecutado en un enfrentamiento con fuerzas de
seguridad del gobierno Enrique “Kike” Plancarte, uno de los mandos principales
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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del cártel de los Caballeros Templarios, un cártel que controla el tráfico de
estupefacientes y otras actividades criminales en el estado de Michoacán. Es
decir, en menos de un año, la administración de Peña Nieto capturó a los líderes
de los cárteles más poderosos del país: el cártel de Sinaloa y el cártel de Los
Zetas, y aniquiló a los dos líderes del cártel de Los Caballeros Templarios.
No obstante, a pesar de todas estas detenciones y ejecuciones de los principales
capos de las drogas en México, no se ha resuelto el problema del tráfico de drogas
ni tampoco ha disminuido la violencia, mientras que otras actividades delictivas
como el secuestro y la extorsión van en aumento. Los cárteles del narcotráfico
han renovado sus élites criminales mediante luchas internas violentas, y han
tratado de ganar plazas y rutas de tráfico de drogas, salpicando de violencia las
calles del país y poniendo en riesgo la viabilidad de un Estado democrático que
garantice los derechos humanos y de seguridad a la población.
Uno de los efectos de la guerra contra el narcotráfico emprendida por el
gobierno del presidente Felipe Calderón ha sido el aumento de los niveles de
violencia ante la disputa de los cárteles por el control de las rutas de trasiego de
drogas, así como por el liderazgo derivado de la captura de los principales capos de
las drogas (Cook, 2007). De hecho, entre diciembre de 2006 y noviembre de 2012,
se dieron alrededor de 70,000 narco-ejecuciones en México como consecuencia
de la guerra entre los cárteles de la droga (Martínez, 2013). Aproximadamente,
el 10% de las víctimas no eran miembros del crimen organizado, sino que se
trataba de funcionarios, periodistas, y otras personas inocentes. La intención de
los cárteles, al recurrir a la violencia, consiste en intimidar a los cárteles rivales;
a las fuerzas oficiales de seguridad y funcionarios de gobierno; y a la población
en general, para que no interfieran en sus actividades delictivas.
El Plan Colombia nunca fue un modelo
Tomando en cuenta lo anterior, podemos aseverar que El Plan Colombia nunca
fue un modelo adecuado para México. La elaboración de un modelo uniforme
o estándar, para el combate al narcotráfico en países diversos, es una medida
errónea. No obstante, el gobierno de los EE.UU. continúa implementando
las mismas estrategias fracasadas en varios países. Los EE.UU simplemente
no pueden promover y aplicar las mismas estrategias en Colombia y México.
En Primer lugar, cada país tiene una historia particular y enfrenta problemas
diferentes. Colombia, por ejemplo, tiene un conflicto interno con grupos
armados que quieren derrocar al gobierno. En cambio, México no tiene un
conflicto interno, pero tiene cárteles que trafican drogas y se están disputando el
control de las rutas de tráfico de enervantes. Una gran diferencia entre México y
Colombia es la naturaleza del sistema político. México tuvo 71 años de gobierno
de un sólo partido: el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esta época se
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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caracterizó por una corrupción endogámica en todos los niveles del gobierno.
Aunque se dio una transición a la democracia con la elección de Vicente Fox
en el año 2000, aún persisten legados del autoritarismo del PRI, como los altos
niveles de corrupción y la falta de transparencia en las instituciones.
La otrora Secretaria de Estado, Hilary Clinton, visitó México en 2011 y dijo que
este país tenía que usar las estrategias de contra-insurgencia que se impulsaron
en Colombia (Corcoran, 2011). Este es un gran error ya que los narcotraficantes
en México no son terroristas, aunque usan tácticas del terrorismo para intimidar
a los cárteles rivales dentro del país. Las estrategias de contra-insurgencia en
Colombia no tuvieron éxito y ese país sigue enfrentando un conflicto interno, así
como problemas derivados del narcotráfico.
Los problemas subyacentes
El Plan Colombia demostró que la militarización de la guerra contra
las drogas no resuelve problemas subyacentes como los socioeconómicos.
Colombia y México tienen problemas socioeconómicos que el gobierno necesita
resolver. Ambos países tienen problemas con respecto al desarrollo económico
y social, y la desigualdad en la distribución de los ingresos. En este contexto,
el narcotráfico se ha convertido en una opción racional para los jóvenes pues
no tienen oportunidades de estudio ni de trabajo. Los jóvenes de comunidades
rurales y zonas urbanas rezagadas carecen de educación y no tienen alternativas
de trabajo; los narcotraficantes aprovechan tal situación para reclutar a estos
jóvenes. Este problema es enorme ya que se estima que México tiene 10 millones
de “Ninis”, es decir, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan (Seijas, 2011).
El Plan Colombia también ha demostrado que una iniciativa donde el 80%
de los fondos se destinan al ejército, no resuelve los problemas estructurales
de la sociedad que a su vez incuban otros problemas sociales y de seguridad. El
Plan Colombia no hizo nada para consolidar las instituciones gubernamentales
en Colombia, ya que, al igual que México, Colombia tiene una larga historia de
corrupción e instituciones débiles (Bagley y Aguayo, 1993).
Después de la democratización del país en el 2000, México continuó teniendo
instituciones débiles, ya que la consolidación democrática es un proceso largo y
complejo. México siguió enfrentando problemas de corrupción en instituciones
de seguridad como los cuerpos policiacos, aun en un entorno democrático. Por
ello, Calderón basó su campaña contra los cárteles del narcotráfico en el ejército.
Los narcotraficantes obtienen enormes cantidades de dinero y pueden sobornar
fácilmente a la policía. Los bajos salarios de los cuerpos policiacos facilitan
los sobornos de parte de los cárteles. En 2012, las encuestas mostraban que
la sociedad no le tenía confianza a la policía, por lo que el gobierno mexicano
necesita reformar esta institución crucial en la seguridad pública (Bagley, 2012a).
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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Otra de las instituciones públicas que no funcionan adecuadamente en México,
y que necesitan ser reformadas, es el sistema penitenciario (Bagley, 2012a). El
objetivo del sistema penitenciario es la rehabilitación de los prisioneros y su
reinserción en la sociedad; sin embargo, las cárceles en México –al igual que las de
los EE.UU– no logran este objetivo. Además, las cárceles no pueden contener el
crimen organizado. Los líderes de los cárteles del narcotráfico que se encuentran
en prisión controlan las cárceles desde donde continúan con sus actividades
delictivas como tráfico de drogas, secuestro y extorsión. Es decir, el gobierno no
puede combatir el crimen organizado a pesar de tener en la cárcel a los criminales
más peligrosos. El gobierno de México tiene que reformar el sistema penitenciario
que sólo está fabricando criminales y está destruyendo las posibilidades de
rehabilitación de los internos (Bagley, 2010; Reuters, 2012).
El flujo de armas proveniente de los EE.UU. también impacta negativamente
en México. Los grupos de crimen organizado en México compran armas en los
EE.UU. que las utilizan para realizar sus actividades delictivas. En los EE.UU. se
venden armas a cualquier persona y los vendedores no verifican los antecedentes
de los compradores, por lo que los criminales pueden comprar armas sin mayores
problemas. The Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives, implementó
una operación muy controvertida denominada Fast and Furious en la que agentes
del gobierno estadounidense demostraron que los grupos criminales en México
compran gran parte de sus armas en los EE.UU. (Grimaldi y Horwitz, 2011; Seelke
y Finklea, 2013). La administración del Presidente Barack Obama está tratando de
reformar las leyes después de los eventos en Sandy Hook, Connecticut y Colorado.
El problema en los EE.UU. es que sectores muy influyentes están a favor de la
venta de armas porque la constitución de este país protege el derecho a tenerlas.
En suma, el gobierno estadounidense es corresponsable de mucha de la violencia
en México por el flujo de armas que cruza la frontera sin mayores problemas.
Por otra parte, la corrupción está presente en todos los niveles del gobierno
mexicano, particularmente en el sistema judicial. Los cárteles y otros grupos del
crimen organizado han sobornado jueces y otros funcionarios del área de justicia.
El sistema judicial ha sido proclive a la corrupción y, como resultado, existen
niveles muy altos de impunidad en México. Las estadísticas revelan que la tasa de
impunidad es de 82% para los homicidios que ocurren en México, indicando que la
gran mayoría de este tipo de delitos no se castigan (Seelke y Finklea, 2013). Una
explicación de las altas tasas de impunidad es la corrupción del sistema judicial.
También, muchas víctimas de delitos no denuncian ante las autoridades por miedo
a las represalias de los grupos del crimen organizado. Si no se reforma el sistema
judicial o los mecanismos de supervisión, transparencia y rendición de cuentas de
los funcionarios y jueces, entonces es factible que los altos niveles de corrupción e
impunidad continúen.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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Conclusiones
Se puede concluir que las estrategias implementadas en la guerra contra las
drogas no han sido efectivas; así lo demuestran los resultados respecto a los
niveles de producción, cultivo y tráfico de drogas en la región. A pesar de que el
Plan Colombia y la Iniciativa Mérida difieren en algunos de sus componentes, en
ambos programas predominó la militarización de la lucha contra el narcotráfico,
ya que más de la mitad de los recursos destinados se concentraron en el aparato
militar y policiaco. No obstante, tal estrategia ha sido inefectiva porque no ha
coadyuvado al exterminio de las organizaciones criminales, la violencia sigue en
aumento y en la lucha contra los grupos del crimen organizado se han violado
los derechos humanos de personas inocentes.
Las estrategias anti-drogas implementadas en Colombia y México en
las últimas décadas, con el apoyo financiero de los Estados Unidos, sólo han
propiciado victorias limitadas, pero en general, han fracasado en sus objetivos
primordiales, ya que no sólo la producción y tráfico de drogas persiste en estos
países, sino que los grupos criminales y los cárteles de las drogas se mantienen
vigentes y operando actividades criminales. Asimismo, los problemas relacionados
continúan: violencia, inseguridad y altos índices de delitos en las calles. El Plan
Colombia fue un modelo fracasado y puede ser considerado como un ejemplo de
estrategias fallidas y limitadas en el combate al narcotráfico. En este sentido, la
exportación de las estrategias del Plan Colombia a México, concretado mediante
la Iniciativa Mérida, fue una medida errónea, ya que el narcotráfico y la violencia
siguen vigentes en este país.
Finalmente, este artículo sugiere que la militarización de la guerra contra las
drogas no resuelve problemas fundamentales como la demanda de las drogas
por una creciente población adicta y consumidora. Por otra parte, el consumo de
drogas ilícitas se está expandiendo a otros países y no es exclusivo de los EE.UU.
El mundo experimenta una globalización de la demanda y los países han visto un
crecimiento en el consumo de drogas en su población. De esta manera, los datos
muestran que el consumo de drogas va en aumento, y cualquier solución tendría
que prevenir el consumo o alentar la legalización o despenalización del consumo.
Rosen, Jonathan Daniel y Zepeda Martínez Roberto (2014). La Guerra contra las Drogas en Colombia y
México: estrategias fracasadas. Ánfora, 21(37), 179-200. Universidad Autónoma de Manizales.
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