Son muchos los que prefieren anestesiar su conciencia para callarla mediante la degradación de los sentidos y vivir en el sin sentido de la vida. No obstante, son los eventos que no podemos controlar los que pueden punzar nuestra conciencia y despertarnos del letargo de nuestra rutina diaria. En la búsqueda de una solución al sentido de la vida solo hay dos opciones: la indiferencia o la búsqueda de algo trascendental.