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Estado, Políticas Públicas y Economía Social - Estudios de Economía Política y Sistema Mundial - Edición N° 12 - Revista del CCC Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

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Publicado en Mayo / Agosto 2011 / Edición N° 12 / Año 4
ISSN 1851­3263
Publicación Semestral
Estado, Políticas Públicas y Economía Social
Edición N° 12 ­ Estudios de Economía Política y Sistema Mundial
Cómo citar este artículo
Dep. Economía Política y Sistema Mundial, Área de Economía Social. "Estado, Políticas Públicas y
Economía Social". La revista del CCC [en línea]. Mayo / Agosto 2011, n° 12. [citado 2017­05­02].
Disponible en Internet: http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/246/. ISSN 1851­3263.
Resúmenes
Español: El presente artículo sintetiza los principales debates y reflexiones que se desarrollaron en el
Seminario Estado, Políticas Públicas y Economía Social” que desarrolló el Área de Economía Social del
Departamento de Economía Política y Sistema Mundial del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
en el mes de septiembre de 2010. El seminario tuvo como finalidad abrir un espacio de reflexión en relación
a la vinculación entre el Estado, las políticas públicas y las prácticas de la economía social, aspectos que
están presentes en la cotidianeidad. Se trabajó en torno a tres ejes: el primero refiere a la institucionalización
y regulación de las prácticas de la economía social, donde se enmarcan los procesos de diseño de leyes,
normas y legislación en general, tendientes a regular, los programas y las políticas públicas direccionadas a
este sector, así como también, aquellos procesos que instituyen estás prácticas que exceden lo netamente
“legal” o “intervenciones públicas”; el segundo relacionado con las modalidades de implementación de las
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políticas públicas, por parte de los gobiernos y por parte de la población implicada; y el tercero, se propuso el
análisis de los procesos que llevan adelante los actores sociales, donde son interpelados por el Estado y las
políticas públicas.
Palabras claves
Español: Economía Social, Política Pública, Estado, Sector Popular
I. Introducción
El debate actual en torno a la economía social en la Argentina adquirió fuerza en diversos espacios políticos,
académicos y en organizaciones sociales. Sin embargo, no se quiere dejar de mencionar que esta categoría y
las prácticas que le dan sentido tienen una larga trayectoria y poseen múltiples significados.
Para simplificar los debates en torno a la categoría economía social, podemos mencionar cuatro
posicionamientos sujetos a revisión. En primer lugar, el tratamiento de la economía social por parte del
Estado, entendiendo que estas prácticas se enmarcan en políticas sociales cuyo objetivo es la generación de
empleo y el mejoramiento de la calidad de vida de la población en situación de pobreza. Un segundo
abordaje refiere a la economía social como “economía de pobres para pobres”; cuyas estrategias son de
alivio a la pobreza, asociadas a las políticas sociales neoliberales, focalizadas y asistenciales. Una tercera
posición que postula a la economía social como crítica al sistema capitalista actual y como acción
transformadora, que discute las estructuras capitalistas vigentes, procurando ensayar diversas experiencias a
partir de la reflexión desde los propios actores, promoviendo mecanismos de participación y construcción
colectiva. Una última posición está relacionada con los debates en torno al cooperativismo y su relación con
la economía social. En esta última, hay visiones diversas que no son excluyentes y algunas de ellas se
relacionan con las posiciones anteriores. Por un lado, se asocia a la economía social con gran parte del
cooperativismo tradicional ­con fuerte tradición europea­, posicionando a la cooperativa como entidad
central, en donde se deja fuera experiencias asociativas y autogestionarias diversas que escapan de los
modelos tradicionales de cooperativas. Por otra parte, podemos mencionar la conformación de cooperativas
como parte de las políticas públicas, cuya tipología es enmarcada en la categoría economía social que
propone el Estado. Por último, los debates se posicionan en torno al cooperativismo como herramienta de
acción transformadora.
En esta complejidad, desde el Área de Economía Social del Departamento de Economía Política y Sistema
Mundial, sentimos la necesidad de poner énfasis y problematizar la relación entre la economía social, el
Estado y las políticas públicas, teniendo en cuenta que el Estado construye sentidos y significados en
relación con esta categoría, que se ven plasmados en las políticas públicas que tienen incidencia en la vida de
las personas. Otro aspecto importante es desentrañar las relaciones entre el Estado y las organizaciones
sociales y los debates que permean esta relación. Por último, resulta importante analizar el lugar que ocupa la
economía social en la estructura burocrática actual, por ejemplo, qué ministerios llevan estrategias que
inciden en el sector de la economía social.
Teniendo en cuenta una mirada procesual, la economía social en la Argentina va adquiriendo visibilización
como categoría a partir de los efectos causados por la crisis del año 2001, donde gran parte de la población
comienza a desarrollar prácticas económicas y sociales que les permiten reproducir su vida.
Con la asunción de Néstor Kirchner como Presidente en el año 2003, la economía social es puesta en la
escena de las políticas públicas del Estado, a partir de la implementación de diversos programas sociales de
atención a la población en situación de pobreza. En este marco cobra sentido reflexionar sobre la vinculación
teórica entre las políticas públicas y la economía social.
Cabe mencionar que la puesta en escena de la economía social viene acompañada de un discurso crítico del
gobierno hacia las políticas públicas focalizadas, asistencialistas y de los programas sociales enlatados, que
caracterizaron el modelo neoliberal a partir de la década del 90. En contraposición, el gobierno plantea una
“Bisagra”1 en las políticas públicas sociales, haciendo referencia a la construcción una nueva manera de
hacer políticas que apunten al desarrollo de estrategias superadoras de la exclusión y la generación de
empleo.
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Por otra parte, en la actualidad tiene lugar la redefinición del paradigma desde cual se abordaban y estudian
los procesos sociales y económicos con formas específicas de organización del trabajo, acompañado por un
cambio de paradigma en el estudio sobre las políticas públicas, aunque todavía es poco lo que circula en los
ámbitos académicos en concreto.
Una de las formas en que se evidencia este fenómeno social es a través de los programas sociales, tales como
el Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la Obra” cuyo objetivo era fomentar la
creación de emprendimientos productivos. Para acceder al plan, sus “beneficiari@s” debían asociarse para
organizar su trabajo; generalmente a través de cooperativas. Este aspecto, constituyó un hito en el campo de
estudio de las políticas, fundado en el traspaso de l@s beneficiari@s del Plan Jefes y Jefas de Hogar
Desocupados (JyJHD) implementado en el año 2002 hacia otro orientado al desarrollo productivo. Es en este
momento que la economía social cobra relevancia como categoría para designar un conjunto de prácticas
económicas vinculadas a estrategias de sobreviviencia de los sectores más desfavorecidos.
Otro hito que merece destacarse es la conformación de la Comisión Nacional de Microcréditos (CO. NA.
MI) en el año 2006, encargada de la implementación de la Ley Nº 26.117 de “Promoción del Microcrédito
para el desarrollo de la Economía Social”.
Más recientemente, encontramos el Plan de Ingreso Social con Trabajo del Ministerio de Desarrollo Social,
conocido como “Argentina Trabaja” que se anuncia en agosto de 2009 y contempla la creación de 100.000
puestos de trabajo. Para ello l@s “beneficiar@s” deben conformar módulos de trabajo de 60 integrantes bajo
la figura cooperativa de trabajo, para realizar tareas vinculadas al espacio comunitario como la actividad de
construcción de viviendas, trabajo de reparación de escuelas, centros comunitarios, etc.
Si bien la categoría economía social tiene una fuerte presencia en el Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación, se hace extensiva a otros organismos gubernamentales por medio de la implementación de distintos
programas, planes y políticas públicas2.
Algunos de ellos son el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, donde se
desarrolla el Programa Federal de Emergencia Habitacional por medio de cooperativas de trabajo con el
objetivo de atender el déficit habitacional de vivienda y servicios públicos y generar trabajo; el Instituto
Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que asiste a cooperativas y empresas recuperadas a través de la
transferencia de tecnologías y herramientas que aporten al proceso productivo de estas organizaciones; el
Instituto Nacional de Tecnología Agroprecuaria (INTA) que desarrolla capacitación y formación en
economía social para el sector de agricultura familiar; el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social
(MTEySS) que desde el año 2003 desarrolla programas para el fomento de proyectos productivos de carácter
asociativo, entre ellos se encuentra el Programa Trabajo Autogestionado que brinda apoyo técnico,
económico y financiero para empresas recuperadas por los trabajadores en funcionamiento o en proceso de
reactivación, complementando con asistencia a cooperativas de trabajo, de producción o microempresas
asociadas, gestionadas por sus trabajadores en condiciones de alta precariedad laboral. Cabe mencionar que
no se han encontrado aún líneas de trabajo con las experiencias de economía social enmarcadas en el
Ministerio de Economía, dejando de lado la contribución que este sector puede tener en una estrategia
nacional de desarrollo económico.
Otro aspecto que merece mencionarse es la carencia de información existente sobre las repercusiones
económicas de las prácticas de la economía social; aunque han aumentado su participación en el campo de lo
político, no se cuenta con datos estadísticos certeros sobre la actividad económica que generan y qué impacto
se tiene en relación a la generación de fuentes de trabajo, entre otros aspectos.
Es en este marco, y con el ánimo de aportar al debate, que desde el Área de Economía Social del Dto. de
Economía Política y Sistema Mundial, se llevó adelante un seminario de discusión con la necesidad de
problematizar el lugar que ocupan las prácticas de la economía social en el marco de las políticas públicas a
nivel nacional debido a que suelen catalogarse como actividades económicas marginales o precarias.
El seminario tuvo como finalidad abrir un espacio para reflexionar, debatir e intercambiar opiniones y
argumentos en un tema que hoy nos toca muy de cerca: la relación entre el Estado, las políticas públicas y las
prácticas de la economía social. Esta relación está presente en cada uno de los trabajos de investigación del
Área, en cada actividad pública y en cada debate, pero nos encontramos con una contradicción: el Estado
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está presente pero es un tema tabú en la mayoría de las discusiones. Esto se debe a la complejidad de
problematizar el Estado y su contribución (o no) en el sector de la economía social, donde encontramos
posicionamientos muy distintos: 1. Hay quienes sostienen que debe darse la disputa y conquista de espacios
dentro del Estado; 2. Otros proponen la disolución del Estado porque no se necesita de esta institución, dado
que el sector de economía social puede ser autónomo y autogestionado (si no se corre el riesgo de
cooptación). Estos posicionamientos derivaron en la falta de problematización del rol actual del Estado.
Por otro lado, luego de la profundización del modelo neoliberal, donde el Estado deja de atender aspectos
sociales, muchas organizaciones sociales asumieron roles que históricamente desarrollaba el Estado. Gran
cantidad de estas organizaciones sociales que llevan adelante prácticas enmarcadas en la economía social se
vieron ajenas, sin representación y totalmente independientes respecto al Estado.
Este imaginario se revierte a partir del año 2003, dado que se viene gestando un proceso diferente con
respecto a la relación entre las organizaciones sociales y el actual gobierno, en donde se dan dinámicas
diferentes de hibridación. Por ello, entendimos que es necesario comenzar a plantear y a pensar la economía
social desde esta relación que no se plantea uniforme, sino dinámica y heterogénea: hay tensiones,
demandas, disputas, consensos, acuerdos y participación. Otros aspectos relevantes que nos invitan a
problematizar la relación Estado y economía social es el acceso a los planes y programas, cómo se otorgan,
los usos que le dan desde ambos lugares. En este sentido, hay aspectos positivos que se pueden resaltar dado
que hay una participación activa de la población en la toma de decisiones sobre la organización y uso de los
recursos en el territorio; pero también nos encontramos con prácticas clientelares que dificultan el desarrollo
de los espacios mencionados. Asimismo es importante analizar aquellas organizaciones sociales que se han
conformado desde las bases, donde en muchos casos participan de algún programa del gobierno pero con
previa organización y conocimiento de las problemáticas del territorio, y con saberes en lo que respecta a la
gestión de los recursos; y también nos encontramos con procesos de conformación de cooperativas que no
surgen desde las bases sino que son forzadas para la obtención de recursos estatales, aspecto que de alguna
manera anula el principio de libertad de asociación. En este último sentido, es importante evaluar la
trayectoria de estas experiencias, si han logrado sostenerse en el tiempo o si se conformaron para obtener el
recurso y nada más.
Todo lo mencionado nos invita a reflexionar sobre cómo analizar y entender a la economía social, sabiendo
la complejidad que ello implica. En este sentido, la economía social oscila entre aquellas prácticas que
pueden resolver problemas sociales o pueden pensarse como prácticas que proponen formas de organización
del trabajo, la producción, la distribución y el consumo cuya lógica no es la acumulación de la ganancia en
detrimento de los trabajadores y la expoliación de la naturaleza, y que se fortalecen en el tiempo.
A continuación queremos compartir con los lectores, los nudos problemáticos que fueron producto de
debates y reflexiones para el grupo mencionado, dejando una puerta abierta a la discusión de la relación
existente entre el Estado, las políticas públicas y la economía social.
II. Ejes de discusión
De acuerdo a lo que hemos mencionado en el apartado anterior, nos proponemos trabajar sobre tres ejes de
discusión que entendemos atraviesan la relación Estado, políticas públicas y economía social.
El primer eje refiere a la institucionalización y regulación de las prácticas de la economía social, donde se
enmarcan los procesos de diseño de leyes, normas y legislación en general, tendientes a regular, los
programas y las políticas públicas direccionadas a este sector, así como también, aquellos procesos que
instituyen estás prácticas que exceden lo netamente “legal” o “intervenciones públicas”, por ejemplo,
acuerdos recíprocos para la instauración de una moneda social en una comunidad.
Un segundo eje está relacionado con las modalidades de implementación de las políticas públicas, por parte
de los gobiernos y por parte de la población implicada. En este sentido es importante mencionar los alcances
de las políticas, su incidencia en el territorio, si existen espacios de participación de la población implicada
en el diseño, la ejecución y control de estas políticas.
Por último, un tercer eje que se propone el análisis de los procesos que llevan adelante los actores sociales,
donde son interpelados por el Estado y las políticas públicas. En este eje interesa problematizar disputas y
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demandas, y las modalidades de ejecución de estas políticas así como la gestión de los recursos por parte de
las organizaciones sociales.
Eje 1: Institucionalización y regulación de las prácticas de la economía social
Para plantear el debate con relación a la institucionalización y regulación de las prácticas se trabajó sobre la
experiencia del proyecto de Ley de Mercados productivos de la Estepa3.
El análisis de esta experiencia dejó planteado que actualmente es complejo institucionalizar las prácticas de
la economía social, aunque están presentes y son experiencias que producen, y generan lazos y relaciones
sociales, pero por sobre todo que hay una gran parte de la población que resuelve sus necesidades cotidianas
a través de estas prácticas de economía social. Por ello, se hace necesario por un lado, pensar y trabajar en
políticas públicas que se adapten a esta realidad, y por otro, institucionalizar esta “otra economía” que
acontece.
En la provincia de Río Negro se buscó institucionalizar y desarrollar un marco legal para la economía social,
proponiendo la figura de los Mercados Productivos Asociativos como espacios colectivos de
comercialización que nuclea prácticas de la economía social y solidaria. Este proceso de institucionalización
llevó años de trabajo donde hubo un importante acompañamiento de la población rionegrina de la estepa, en
su mayoría productores y artesanos, nucleados en unidades de producción familiar con alta representación de
mujeres, casi de autoconsumo, que viven en distintos asentamientos y que se juntan a vender a la vera del
camino. Cabe mencionar que algunos de los problemas que azota a esta población son los altos costos del
transporte, la dificultad de la comunicación, los altos costos de la materia prima, los escasos excedentes de
producción para la comercialización, complejidad para diversificar la producción, casi nula acumulación de
capital y altas tasas de migración de los jóvenes de las familias hacia la ciudad debido a las pocas
posibilidades de generación de mayores ingresos.
A partir del año 1999, comienzan a juntarse los productores para coordinar la comercialización de los
productos. Es así que entre el año 2000 y 2001, empieza a funcionar dentro de un edificio cerrado, un
espacio de ventas que continúa en la actualidad. Esta situación trajo varias ventajas: la eliminación de la
figura del intermediario; hay un contacto directo productor – consumidor que hace que los productores
puedan tener un mayor conocimiento de los gustos y las necesidades de los consumidores. Los aspectos
mencionados produjeron una revalorización por parte de los productores de su trabajo. Durante este proceso
fueron acompañados por el Programa Social Agropecuario (PSA) y por el INTA, que los capacitaron en
nuevas técnicas y normas bromatológicas; también realizaron talleres de fijación de precios y costos, para
que incluyan su propia mano de obra. Los aspectos productivos fueron acompañados por la resolución de
necesidades reproductivas como organizarse para refaccionar las viviendas de la población.
Esta experiencia previa derivó en la iniciativa popular que impulsó un proceso participativo de constitución
de la ley marco para dar un sustento legal al sector de la economía social en Río Negro. La iniciativa puso en
evidencia que en Río Negro existía un vacío normativo que contemplara a estos productores y artesanos, y si
eran trabajadores o no, aspecto que repercutía en la situación impositiva, los permisos de venta, las
habilitaciones, etc.
La razón de que el proyecto de ley haya tenido un sustento gubernamental se debió a que en la constitución
de la provincia, se contempla la iniciativa popular que posibilita que la población se organice para proponer
una ley. Para poder presentar una iniciativa popular se requerían más de 10 mil firmas, así organizaciones
sociales junto a los productores deciden, y se organiza la junta de firmas en distintos lugares de alta
circulación de personas. Este proceso implicó capacitación, campañas de sensibilización y una alta
representatividad de los mismos productores de la provincia con relación al apoyo a esta ley. Una vez que se
juntaron las firmas, las mujeres del mercado presentaron las planillas y comenzó la sensibilización con los
legisladores. Luego de tres años, se logró firmar el proyecto que se convirtió en ley en diciembre de 2009,
luego de un arduo trabajo entre la población, los legisladores y técnicos especializados en la temática, que
logra la aprobación por unanimidad.
Un punto importante es que se peleó para que la ley estuviera dentro del Ministerio de Producción, tema que
resultó muy complejo por el desconocimiento de este organismo sobre la temática.
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La experiencia del proceso de institucionalización de la economía social que se logra en Río Negro, a través
del reclamo y la construcción colectiva de ciudadanía, intenta sentar precedente no solo a nivel provincial,
sino también a nivel nacional. En principio por ser una propuesta que sale desde una organización, que a
través del trabajo con la población rionegrina y poniendo en discusión concreta qué se necesitaba legislar y
reglamentar, logró el involucramiento real de la gente y poder llevar ese pedido a la instancia de la
legislatura, utilizando la herramienta de la iniciativa popular para poder crear legislación pertinente que
institucionalice las prácticas que se venían llevando a cabo en la provincia, y a nivel nacional.
una de las reflexiones que se plantean al respecto es que la institucionalización es necesaria para disputar
espacios. En el caso de esta ley, se reconoce la existencia de un “actor colectivo” de la feria dado que son
todos asociados; se reconoce el trabajo que realizan y con ello, la necesidad de seguridad social; se deja
precedente para la promoción de mercados asociativos. Esta experiencia resulta interesante porque da de
cuenta que la economía social no constituye un conjunto de prácticas de producción o comercialización
desarticuladas, sino que permite tener una mirada más compleja de las prácticas de la población, donde se
piensan formas de organización del trabajo, de la producción, de distribución y del consumo, donde el
trabajador cumple un rol central. Otro punto a resaltar es la complejidad de traducir en una ley la lógica de
los actores enmarcados en la economía social, y la necesidad de trabajar las definiciones con los actores
implicados; en este caso los productores de la estepa y con los funcionarios públicos, generando instancias de
diálogo con el Estado.
Eje 2: Modalidades de implementación de las políticas públicas
Los debates en torno a las modalidades de implementación de las políticas públicas tomaron como casos de
análisis el Programa Ingreso Social con Trabajo conocido como “Argentina Trabaja”, la Ley de
Microcréditos para la economía social y el Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a
la Obra”.
Respecto al Programa Ingreso Social con Trabajo conocido como “Argentina Trabaja”, este fue anunciado
por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en agosto de 2009, cuyo objetivo inicial fue la creación de
100.000 puestos de trabajo por medio de la conformación de cooperativas de trabajo. En una primera etapa
serían asignados 1.500 millones de pesos argentinos y la población destinataria sería aquella residente en
aglomerados urbanos de alta vulnerabilidad social, ubicados en el Conurbano Bonaerense. Las actividades
que contempla este financiamiento son: trabajo comunitario, trabajo de construcción de viviendas e
infraestructura y trabajo de reparación de escuelas, centros comunitarios y viviendas. Además, se intenta
complementar acciones entre los Ministerios de Desarrollo Social, Educación, Trabajo (capacitación laboral)
y Salud (atención de cuestiones sanitarias).
El debate en torno a esta política social, se desarrolló en dos planos: 1. revisión teórica del diseño y la
implementación, y la vinculación con la economía social4; 2. la incidencia territorial del programa a través
de implementación por parte de las organizaciones sociales5.
Con relación al primer abordaje, se llevó adelante la caracterización del programa, las causas y objetivos de
su implementación y el análisis del diseño del mismo, a través de un estudio de los elementos
socioeconómicos que lo caracterizan, en los cuales se identificaron los rubros de las actividades que
desarrollan las cooperativas, los actores intervinientes, las regiones beneficiarias y la modalidad organizativa,
intentando visualizar la lógica gubernamental que sustentaron estos aspectos. De esta manera, se contrastaron
los objetivos iniciales que desde el Estado impulsaron la implementación de dicho programa con los
principales aspectos que caracterizan las relaciones del trabajo desde la perspectiva de la economía social, a
fin de identificar críticamente tanto los vínculos como las distancias que existen entre ambas posiciones. Un
punto a resaltar fue el interés por el desarrollo y la sostenibilidad de las cooperativas de trabajo generadas a
partir del programa, haciendo hincapié en los logros, alcances y desafíos obtenidos a partir de los objetivos
planteados por el Estado, así como también, desde la perspectiva de la economía social. Por último, se
reflexionó sobre la contribución del programa en el sector de la economía social desde una perspectiva
crítica.
Algunas características del programa que merecen mencionarse: 1. formulación: se implementa desde el
Ministerio de Desarrollo Social; 2. los ingresos rondan los $1.300 por trabajador por 40 hs semanales (existe
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diferenciales de acuerdo a las responsabilidades de los trabajadores, por ejemplo, un capataz); 3. uno de los
objetivos es recuperar la dignidad del trabajo; 4. se desarrollan obras de mediana envergadura que son obras
de menor complejidad (ejemplo, mantenimiento del espacio público, recolección de residuos, construcción
de escuelas); 5. se intervino inicialmente en el conurbano bonaerense, en villas y lugares críticos que se
determinan en función a distintas fuentes de relevamiento teniendo en cuenta localidades de mayor
vulnerabilidad social y la existencia de necesidades básicas insatisfechas de la población hasta la capacidad
del ente ejecutor (la municipalidad) para llevar adelante el programa; 6. es una política que se focaliza en un
grupo específico de la población; 7. se utiliza una tarjeta para el cobro de ingresos (bancarización),
justificando su uso para evitar el clientelismo.
El análisis realizado dejó algunas reflexiones y abrió muchos debates. Entre los aspectos más importantes se
planteó la tensión entre entender al programa como un sistema de control biopolítico del territorio y el
desarrollo de tensiones entre algunos movimientos sociales, y el Estado donde se exigió que el programa se
ejecute en sus territorios. Este aspecto deja abierta la discusión y la disyuntiva entre el disciplinamiento del
sector popular y la posibilidad de debatir en qué medida pueden las organizaciones resignificar y
reapropiarse del programa, así como también, cómo las políticas públicas que se ejecutan en el territorio
redefinen sus prácticas. Otro punto importante que se debatió es que la constitución de cooperativas por parte
del Estado no constituye per se lazos de solidaridad y para desarrollar esto último es fundamental la
formación de quienes participan del programa. Un punto interesante a profundizar en el debate que se llevó a
cabo es que los programas sociales suelen ser dispositivo para clasificar a las personas, en donde se
estereotipa al “merecedor de la política”.
En relación con el segundo aspecto relacionado con la incidencia que tiene el programa en el territorio, se
propuso una visión compleja de la relación que se da entre los actores intervinientes, las tensiones entre los
grupos y la organización social para llevar adelante la implementación del programa, y cómo los procesos
burocráticos se condicen o no con las necesidades y posibilidades de las organizaciones sociales implicadas.
Cabe mencionar que particularmente el “Argentina Trabaja” es un programa complejo de analizar por la
breve trayectoria de su ejecución. A grandes rasgos el programa se organiza en dos etapas que los
informantes claves diferencian con las elecciones de junio de 2009. Antes de las elecciones se hizo una
prueba piloto, de cooperativas pequeñas donde el municipio las organizaba y el gobierno nacional otorgaba
los recursos; a partir de los resultados de las elecciones del 28 de junio de 2009, el gobierno nacional anuncia
el “Argentina Trabaja” a gran escala. Esta situación genera conflictos con los intendentes debido a la
magnitud, dado que se da un salto cualitativo y se pasa a gestionar a miles de personas. Dada esta situación,
el gobierno nacional incorpora una segunda etapa que se oficia desde el gobierno provincial y las
organizaciones sociales de base territorial. Actualmente, hay organizaciones sociales territoriales que
gestionan cooperativas de trabajo que tienen más de 300 trabajadores, nucleados en grupos de trabajo de 60
personas. Esta participación deriva en que además de gestionar el programa en el territorio, también existen
instancias de negociación entre las organizaciones sociales y los gobiernos municipales.
En este entramado complejo, se propuso una primera aproximación al análisis de la etapa de implementación
del programa y la indagación de la vinculación entre la transferencia y gestión de recursos, y el
posicionamiento político de los actores intervinientes, con especial énfasis en los movimientos sociales. Para
ello, entendemos que estos actores despliegan diversas acciones como respuesta a oportunidades políticas
que son producto de transformaciones en el seno del Estado. Estas oportunidades serían aprovechadas para
fomentar la acción colectiva entre la gente, movilizándola para la obtención de recursos exteriores al grupo.
Por otro lado, el análisis de la conformación del campo de poder político, donde a priori puede observarse un
mayor acceso al poder por parte de las organizaciones sociales y la vinculación con aliados influyentes, son
variables que resultaran útiles para comprender como se difunde la información oficial entre los
movimientos sociales y cómo se delinean las formas de distribución y gestión de los recursos.
Las preguntas que guiaron el debate se centraron en: ¿Cómo se gestiona? ¿Para qué acceder a recursos del
Estado? ¿Qué tipo de trabajo se fomentaba, dado que se publicita como un plan que no habla de subsidios
sino de implementar trabajo?
Nos planteamos mirar al Estado como espacio de disputa. En este sentido entendemos que hablar de
disciplinamiento del sector popular es resumir o minimizar las tensiones, formas de negociación y acuerdos
que se dan para acceder al programa.
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El análisis territorial del programa permite entrever que la distribución de cupos para ser parte de la
cooperativas no se otorgan solamente a organizaciones alineadas al gobierno oficial, sino que en muchas
localidades donde no son oficialistas, por ejemplo, Barrios de Pie y la Corriente Clasista Combativa en La
Matanza, son las que más cupos en cooperativas poseen, aspecto que muestra que el territorio es un ámbito
de disputa de poder político y recursos. A diferencia de la etapa ejecutada por los municipios, en la etapa
ejecutada por los movimientos sociales las actividades son distribuidas por la provincia, donde las
organizaciones sociales gestionan el otorgamiento de cupos y el cumplimiento de las actividades. La gestión
en manos de las organizaciones sociales dejó entrever dos aspectos. Por un lado, la iniciativa gubernamental
de abrir espacios de participación política en la ejecución de políticas, por otro, la contradicción entre esta
última decisión política y la estructura burocrática que aún no logra quebrarse. No se quiere dejar de
mencionar, que frente a la demanda de las organizaciones sociales en materia de participación de distribución
y utilización de recursos del Estado, nos enfrentamos con cierta incapacidad de llevar adelante una gestión
ordenada por diversos motivos: carencia de conocimientos específicos relativos a la gestión, complejos
mecanismos burocráticos que no se condicen con las necesidades y realidades de las organizaciones sociales.
En este marco complejo de ejecución de esta política pública, estuvo presente la necesidad, no sólo de formar
cuadro político, sino la importancia de cómo gestionar y administrar las cooperativas. La formación requiere
de varias voluntades: la política que tenga como objetivo involucrar más activamente a las organizaciones
sociales en la ejecución de las políticas, y la voluntad de las organizaciones sociales de asumir el
compromiso de gestionar los recursos gubernamentales que reciben.
Otro punto importante que se debate es el tipo de trabajo que realizan las cooperativas enmarcas en el
“Argentina Trabaja”, donde hay una disputa de las organizaciones sociales con relación a la distribución de
las tareas, que en general son servicios, y donde se plantea la necesidad de reconvertir estas actividades hacia
tareas productivas asociadas a las necesidades del barrio. En relación a las actividades, también se disputa la
modalidad de distribución, dado que muchas veces las tareas no están ancladas en el territorio de pertenencia
de las organizaciones sociales.
En materia de sentidos asociados al programa, hay una tensión en el interior de las organizaciones sociales,
centralmente, entre aquellos participantes que lo toman como un “plan social” y aquellos que lo interpretan
como “trabajo”. Según conversaciones con algunas organizaciones sociales, el objetivo es reivindicar y
desnaturalizar que el programa es un “plan social”.
La necesidad de profundizar los debates en torno al programa “Argentina Trabaja” nos invitan a reflexionar
sobre las similitudes y diferencias en relación con las políticas públicas existentes, como también, la
envergadura en materia de generación de puestos de trabajo y recursos destinados y las posibilidades
concretas de sostener el programa en el tiempo.
Para profundizar el debate en torno a este eje, se presentó un análisis del Plan Nacional de Desarrollo Local y
Economía Social “Manos a la Obra”6 implementado a partir de 2003 con el fin de generar una instancia
superadora de la política meramente asistencial. En este marco es pensada como una política social
implementada a escala nacional cuya capacidad de generar equidad contribuye a establecer un clima de
gobernabilidad. Esta política plantea discursivamente la construcción de una sociedad civil diferente, más
participativa y comprometida con las diferentes problemáticas y su consiguiente solución.
El análisis se desarrolló en tres planos: 1. diseño del Plan, objetivos y metas; 2. dificultades, desafíos y
falencias de dicha política social; 3. reflexión sobre si dicho plan es una inversión social o gasto social, para
generar aspectos que reviertan la exclusión social y generen igualdad de oportunidades. El análisis se
propuso en el marco de la articulación entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil.
El plan discursivamente plantea que no es para pobres, sino que está dirigido a proyectos socio ­ productivos
que ya estén en funcionamiento, aunque en la práctica sucedió que 7 de cada 10 fueron constituidos después
de la puesta en marcha del plan. Esto tiene que ver con la incertidumbre de bajada de los recursos. Por otro
lado, el plan tiene como objetivo la generación de empleo a través de desarrollo de emprendimientos
productivos y comerciales, donde se otorgan recursos para maquinarias e insumos y capacitaciones y
asistenta a pequeños productores. Orienta la política a dinámica territorial. Provee insumo, maquinaria, etc.
no a inmuebles. No hay interacción entre municipios. Se pretende el fortalecimiento de la economía social
mediante el fortalecimiento de las capacidades. Primero busca cohesión social, después busca formalizar
trabajo (monotributo social) y una tercera etapa de capacitación donde genera un método de evaluación a
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nivel provincial. También ahí buscan descentralizar el plan. Son proyectos implementados por el municipio u
ONGs, entonces no nacen de la necesidad de las organizaciones.
Entre las dificultades mencionadas se debatió en torno a los diversos intereses presentes en el territorio que
complejizaban el desarrollo endógeno; el plan se caracteriza por ser muy estricto en su operatoria, lo que
comúnmente asociamos con “programas enlatados”, esto hace que no tenga en cuenta diferentes personas,
diferentes necesidades y diferentes procesos productivos que lleva adelante la población; se hace muy difícil
articular o no hay vinculación entre lo emprendimientos; muchos emprendimientos crearon una fuerte
dependencia del Estado; los municipios se ven limitados para llevar adelante las gestiones burocráticas; a
diferencia de lo que planteaba inicialmente el plan, los destinatarios son personas vulnerables; se carece de
una formación acorde para las personas que participan, aspecto que limita el desarrollo de proyectos de
inversión, llenado de formularios, etc. Otro punto importante y que inciden en el diseño y ejecución del plan
es la recepción de recursos de organismos internacionales para ejecutarlo, cuyos resultados son: no es un
diseño propio del Ministerio de Desarrollo la imposición de formas de llevar adelante la política pública; se
impone un montón de cuestiones neo­institucionalistas como ser complejos procesos de gestión y
presentación de documentación con la finalidad de garantizar el uso racional de los recursos; dado el alcance
nacional del plan y los aspectos estipulados según su diseño, no se toman en cuenta las propias prácticas de
los participantes y comunidades.
Para culminar con este eje, se presentaron dos trabajos vinculados a la Ley 26.117 de “Promoción del
Microcrédito para el desarrollo de la economía social” y la Comisión Nacional de Microcrédito
(CO.NA.MI), creada a partir de esta ley. Esta ley le da un encuadre legal a las actividades asociadas al
microcrédito que ya estaba funcionando en Argentina.
Uno de ellos7 tuvo como objetivo el análisis de la ley a través de la revisión de las prácticas que
institucionaliza y el tipo de racionalidad implícita en este instrumento legal. Con esta ley el Estado irrumpe
en el debate sobre las modalidades de financiamiento de la economía social, donde define al microcrédito
como una herramienta de promoción de la economía social, sector fundamental para profundizar el proceso
de distribución de la riqueza.
Para lograr el objetivo que se propone dicha ley, la comisión cuenta con un presupuesto anual de 100
millones de pesos argentinos, que tiene como fin proveer de fondos a las organizaciones de la sociedad civil
que trabajan con esta herramienta a una tasa del 6% anual y cubren los gastos administrativos, que generan
altos costos para estas organizaciones. Se estipula un monto máximo de obtención de microcrédito
equivalente a 50 canastas básicas. Así, la intención del Estado es la redistribución del ingreso a favor de
quienes no acceden al crédito para llevar adelante proyectos productivos.
Los recursos se otorgan a aquellas organizaciones de la sociedad civil que estén trabajando en temas
vinculados a las finanzas solidarias. Esta política pública innova en la forma de institucionalizar la política
pública a través de una modalidad de gestión asociada, como forma de cooperación entre lo público y las
organizaciones de la sociedad civil, generando un trabajo articulado entre ambos sectores. La CO.NA.MI. no
se relaciona directamente con las organizaciones de la sociedad civil, sino que existen distintas modalidades.
Las mismas se traducen en Consorcios de Gestión Local, las Redes de Gestión Asociada y los Bancos
Populares de la Buena Fe. Estas modalidades asociativas que contempla la ley, que conviven con
modalidades individuales, han generado espacios de trabajo conjuntos entre distintas instancias
gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil, donde los conflictos que surgen se debaten en la
misma mesa de trabajo. Este aspecto deriva por un lado, en la atención de problemas en forma integral; por
el otro, en fortalecer las organizaciones de la sociedad civil, dado que hay cierto acompañamiento en la
ejecución y gestión de los recursos. No se quiere dejar de mencionar en relación a este último aspecto, que la
formación que brinda la CO.NA.MI. se centra en la transferencia metodológica: modalidades de operatoria,
cómo se devuelven los recursos, cómo se rinden, montos a otorgar, tasa de interés, etc. Otro punto interesante
es que de alguna manera, los propósitos de la ley se fueron ampliando en función a los pedidos de las
organizaciones que participan, por ello se propuso trabajar una línea de financiamiento para la producción
social del hábitat y otra línea asociada a la agricultura familiar con el objetivo de trabajar sobre temas
vinculados a la soberanía alimentaria y producción de alimentos.
Esta política pública da indicios de fractura en relación a otras, por un lado, porque las organizaciones
sociales son partícipes de un espacio en donde se discute la forma de llevar adelante la ejecución y plantean
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acciones concretas; por el otro, se manifiesta la intención de un trabajo integral, con la complejidad que ello
implica, entre las distintas áreas de gobierno que supera ampliamente el microcrédito; un tercer punto
relacionado con el anterior es que se plantea al microcrédito como una de las herramientas de la economía
social, haciendo hincapié en que no es la única, tampoco es suficiente, sino que debe complementarse con
otras políticas públicas.
A su vez, el análisis de esta ley permite indagar cómo se piensa a la persona que participa de estos procesos,
aspecto que atravesó a varias de las ponencias: se piensa a un beneficiario, individuo, grupo asociativo, etc.
En el caso de las modalidades individuales, donde se piensa al individuo “solidario”, la lógica que se observa
es la de unión con otros para conseguir el financiamiento, lo que podríamos decir que descansa en una lógica
de racionalidad instrumental. Sin embargo, las modalidades asociativas donde se conforman grupos para
gestionar los recursos, entendemos que quiebra con la racionalidad instrumental individual, dado que genera
espacios de discusión sobre cómo llevar adelante la gestión y bajo qué modalidad, inclusive, estos grupos
tienen un fuerte anclaje con el territorio. Por otro lado, la ley no se ha quedado sólo en pensar al sujeto de
crédito, sino que fue más allá y articuló acciones que discute modalidades de consumo y comercialización,
asociadas directamente con los emprendimientos productivos que se fomentan.
En primer lugar, uno de los desafíos que presenta la ley es la ambigüedad donde actualmente muchas
operatorias de alguna u otra manera pueden encuadrarse dentro de ella. Esto invita a funcionarios y
organizaciones a revisarla y adecuarla a la realidad de los emprendimientos. En segundo lugar, la gestión
asociada no fue sencilla por la cantidad de actores que intervienen, pero se han conformado espacios muy
interesante de resolución de problemas sociales que alcanzan a las poblaciones implicadas. Otro desafío es
profundizar en la formación a las organizaciones sociales, con el objetivo de generar capacidades de
autogestión, esto debe ir acompañado de voluntad por parte de las organizaciones sociales de asumir
responsabilidades en la gestión de los recursos. Un comentario que merece atención es que aún no se puede
revertir la atención puesta en la subsistencia cotidiana de las personas y de pensar a los emprendimientos
productivos como “microemprendimientos”, aunque hay intenciones y voluntades que intentan abrir el juego
a otras experiencias que traspasen estos umbrales.
Queda pendiente profundizar en la articulación entre la ley 26117 y la propuesta de Ley de Entidades
Financieras, que estipula que un 2% de la cartera debe ir a microcrédito a través de los bancos o a través de
organizaciones. En este sentido están en discusión aspectos como la tasa de interés, la capacidad para tomar
depósitos, las reglamentaciones y controles del Banco Central para con organizaciones que otorguen
microcréditos, etc. No es tema menor problematizar estos temas, dado que de alguna u otra manera se está
cuestionando y tensionando con el sector financiero especulativo actual, que permea de distintas maneras las
prácticas de la economía social.
El segundo trabajo vincula la ley 26.117 y la CO. NA. MI. con el trabajo concreto de la Fundación Migrantes
y Refugiados en Argentina (Myrar), que trabaja con emprendedores migrantes refugiados8. Esta experiencia
se dedica a la implementación de programas de promoción orientados a emprendedores de diferentes países
que en general trabajan de manera autónoma en pequeños negocios y emprendimientos de economía social.
La organización se vincula con ámbitos del Estado, especialmente con la CO. NA. MI.
Fundación Myrar lleva adelante distintas actividades con personas migrantes y refugiadas, a través del
desarrollo de emprendimientos localizados especialmente en el ámbito de la Ciudad Autónoma Buenos Aires
y del Conurbano Bonaerense. La mayoría de estos emprendedores desarrollan sus actividades de manera
individual, pero con el paso del tiempo fueron organizándose en ferias en diferentes puntos de la Ciudad que
se instalaron entre los años 2002 y 2004. Con el tiempo fueron buscando espacios colectivos para
comercializar sus productos, experiencia que se afianza entre 2006 y 2008. Actualmente gestionan un local
de venta colectiva en un popular mercado (desde 2008 a la fecha) donde se nuclean alrededor de 20 a 25
emprendedores con diferentes productos artesanales o artículos de reventa.
Myrar fue una de las organizaciones que participó en las reuniones previas para la redacción de la ley 26.117,
participó activamente para la sanción de la misma, en la constitución de la CO. NA. MI. y en el diseño de la
tipología establecida para la implementación de los créditos: “organizaciones pioneras”, “redes de
organizaciones de micro créditos” y “consorcios asociados”. Con ello se quiere resaltar, como se mencionó
con otras políticas públicas, la participación de las organizaciones sociales en la redacción de propuestas de
ley que inciden directamente en la calidad de vida de las personas. Por otro lado, se quiere destacar que en el
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caso de la ley 26.117, se trabaja con una amplia población que en caso de Myrar son migrantes refugiados
que comienzan o quieren fortalecer los emprendimientos a partir del microcrédito. Un punto a tener en
cuenta en relación a este último aspecto es que en el caso de Myrar no se da préstamos con garantía solidaria,
porque es difícil que las personas se puedan hacer cargo de las deudas de otros, así como también, no se
trabaja en proyectos asociativos. Nuevamente se puede arribar a que la ley 26.117, más allá de tener aspectos
estipulados que hacen a su aplicación, existen experiencias que trabajan con poblaciones que permiten
amoldar la operatoria según características de estas últimas.
Eje 3: Actores sociales
Para abordar el tercer y último eje, se trabajó sobre procesos de urbanización de las villas9. Se planteó desde
una perspectiva histórica que las políticas urbanas orientadas a las villas del Área Metropolitana de la Ciudad
de Buenos Aires (AMBA) han tenido tratamientos diversos según el modelo político y económico vigente en
cada etapa. Diversos gobiernos tuvieron como objetivo principal la erradicación de las villas; sin embargo,
quien llevó a cabo la ejecución de este proyecto fue el último gobierno militar (1976­1983), consolidando
una política de expulsión de la ciudad de los sectores más rezagados. Con el retorno de la democracia (1983
en adelante), parte de la población vuelve a las villas y aparecen los “asentamientos”. A partir de esta etapa,
la política urbana en torno a estas estrategias de resolución del hábitat por parte del sector popular tomó un
rol inverso: la radicación y la regularización. Durante los años 90, estos procesos se desarrollaron con
limitaciones en su implementación por diversas razones: el diseño de los proyectos, participación de la
población implicada, marco regulatorio, acceso a recursos, etc. Por lo expuesto, la posibilidad de integrar a
los sectores populares excluidos a la trama urbana se vio dificultada. En la actualidad, este escenario ha
cambiado dado que comenzaron a efectuarse procesos de radicación en diferentes villas del AMBA,
particularmente por medio de la presentación y ejecución de proyectos de urbanización.
El trabajo presentado tuvo como objetivo analizar y comparar los procesos de urbanización en Villa Palito y
Villa 31­31bis, desde una mirada compleja de la realidad, centrando la atención en la lógica de acción del
Estado y la relación con el sector popular en este proceso de transformación del hábitat popular, poniendo
especial énfasis en el rol que tienen las organizaciones sociales y vecinales en los procesos de radicación.
El caso de Villa Palito permite analizar el proceso de transformación del hábitat popular de manera
cooperativizada donde los habitantes conjuntamente con el Estado y el sector privado lograron impulsar el
proyecto de urbanización. Por otro lado, en la villa 31 – 31 bis se está evaluando la posibilidad de llevar
adelante el proceso de urbanización presentado por un equipo técnico; el proyecto incitó a la población de la
villa a reorganizarse para poder llevar adelante la urbanización, aunque no ha sido tarea sencilla lograr el
consenso hacia el interior de la experiencia.
Ambos casos permiten observar los intereses, los conflictos y la envergadura de los problemas habitacionales
en el territorio. En este marco de análisis nos preguntamos cómo interviene el Estado, qué rol juegan las
empresas capitalistas, cuáles son las prácticas que desarrolla el sector popular en la producción social del
hábitat y cómo se piensa en este esquema la construcción de la ciudad.
Las políticas públicas vinculadas a problemas habitacionales y la gestión urbana que se llevan adelante en el
territorio son procesos complejos que permiten observar las disputas que tienen los distintos sectores por el
espacio, según con la lógica y los intereses con los que cada uno acciona: actualmente se puede decir que hay
una disputa entre la lógica económica dominante y el derecho a una vivienda y hábitat digno.
En los años 90 surge la idea de urbanizar Villa Palito de la mano de los propios vecinos a través de la
conformación de una cooperativa. Si bien inicialmente fue un proceso muy tenso entre los habitantes del
barrio, luego de años llegan a conformar un grupo que impulsa fuertemente este proceso en diálogo con el
municipio. Luego de varias gestiones con distintas instancias gubernamentales logran acceder a distintos
programas, donde se da una estrategia de hibridación de recursos, para comenzar con la urbanización del
barrio. En el caso de Villa Palito es interesante ver cómo los actores interactúan con el Estado. Es importante
resaltar que la existencia de lazos de vecindad y la organización comunitaria hacen posible que pese a las
dificultades de la urbanización, se puedan organizar para llevar adelante el proceso en donde participan una
importante cantidad de trabajadores que viven en el barrio. El proceso de urbanización que se lleva adelante
en Villa Palito, no se piensa como compartimentos estancos o acciones desarticuladas; sino que en el barrio
confluyen el acceso a la vivienda y los servicios públicos urbanos, como así también, los equipamientos
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colectivos y lugares comunes. Un punto interesante que dado el proceso complejo que han llevado adelante
los vecinos de Villa Palito y la adquisición de saberes tanto de gestión y administración de recursos, como de
las modalidades de construcción del barrio, llevó a un grupo de vecinos a participar activamente y hacerse
cargo de programas de urbanización de villas y asentamientos con sede en el municipio.
En el caso de la Villa 31 – 31 bis, emplazada en la Ciudad de Buenos Aires, el proceso de urbanización se
plantea en forma muy distinta al caso mencionado anteriormente. Esta Villa surge en la década del 30 y
luego de décadas de existencia, hacia el año 2000, se plantea un proyecto de urbanización de la villa cuya
propuesta está en manos de arquitectos de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Si bien los vecinos de la
Villa 31 – 31bis han participado de espacios de discusión de la urbanización del barrio, a diferencia de Villa
Palito, el proyecto es diseñado y presentado por profesionales.
Si bien el proyecto se presentó durante años a distintos organismos gubernamentales, recién en el año 2009
logra tratarse en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Esto último tuvo que ver con el
pronunciamiento del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien plantea la
erradicación de la Villa 31 – 31 bis, anuncio que trajo distintos posicionamientos y acciones desde distintos
sectores. Frente a la imposibilidad política de erradicar, el Jefe de Gobierno pone sobre el tapete el debate en
torno a la urbanización.
Entre las medidas que se adoptan para tratar la urbanización de la villa pueden mencionarse la promulgación
de la ley 3343 de Urbanización del Polígono Villa 31 y 31 bis, y la designación de un grupo de intervención
judicial para organizar la elección de los representantes de la villa, que en cierta forma, velarán por el
cumplimiento de la Ley de Urbanización. Algunos aspectos que se pueden resaltar de este caso, por un lado,
el proyecto de urbanización queda asociado a la intervención judicial sin tener en cuenta cuál fue el proceso
hasta llegar al proyecto, así como también, las disputas, tensiones, etc. que se dieron en este proceso. Otro
punto, es la existencia de cierta sensibilidad respecto a que el rol del interventor obstaculice la organización
de los propios vecinos. En lo que respecta al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el proceso de
urbanización de la villa es atendido por el Ministerio de Espacio Público, porque interpretan que se está
invadiendo el espacio público, dejando fuera aspectos sociales, económicos y políticos, que hacen al proceso
de urbanización.
De los dos casos se deriva cómo las distintas instancias gubernamentales actúan en el territorio para atender
necesidades habitacionales, de acuerdo a sus intereses; así como también, se dan modalidades distintas de
organización popular para la resolución de necesidades habitacionales que tienen que ver con disputas del
espacio, trayectorias organizacionales e intereses individuales y colectivos de los mismos vecinos
implicados.
III. Reflexiones finales
El seminario desarrollado ha dejado más inquietudes que certezas y debates abiertos en torno al tema que nos
convoca.
En primer lugar se destaca que la relación entre las prácticas de la economía social y el Estado es una línea
de trabajo que desde el Área de Economía Social del Departamento de Economía Política y Sistema
Mundial, se propone seguir profundizando. Esta motivación se debe a que el nivel de análisis de la política
pública conjuga teoría y prácticas concretas, atravesadas por trayectorias individuales y colectivas y procesos
políticos, culturales, económicos y sociales.
Si bien para organizar y dinamizar el desarrollo de las discusiones se plantearon tres ejes analíticos,
entendemos que hay una relación estrecha entre ellos. Asimismo, entendemos que esta complejidad de
relaciones debe estar presente en los trabajos de investigación del Departamento. Con ello queremos decir
que es relevante trabajar y profundizar sobre los siguientes nudos problemáticos:
El papel activo del Estado y su apoyo a los distintos emprendimientos productivos de la economía
social, como aspecto fundamental para la promoción y sostenibilidad en el tiempo de formas
asociativas de producción, organización del trabajo, conformación de cadenas de valorización y
comercialización.
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Otro aspecto fundamental es la identificación de actores colectivos que adquieran habilidades para
negociar políticamente la concreción de proyectos comunitarios en general (pueden ser productivos,
como el caso del mercado de la Estepa con un fuerte contenido cultural; también puede ser un Centro
Cultural Barrial o la actividad que se decida barrialmente, etc.). Es importante problematizar en este
sentido, cómo las organizaciones sociales deben prepararse técnica y políticamente para tratar estas
exigencias e incidir en las decisiones políticas que los colocan como población objetivo.
En varios casos se ha detectado la necesidad de desarrollar una línea de capacitación en los
emprendimientos sobre formación técnica política a los fines de facilitar el diálogo con los estados
locales, ya que resulta indispensable tener en claro, por ejemplo, desde qué concepción de Estado se
trabaja.
Es interesante prestar especial atención a los sentidos otorgados al trabajo desde el Estado y desde las
organizaciones sociales.
Si bien la participación de las organizaciones sociales en el diseño y la ejecución de las políticas
públicas fue un tema que atravesó el seminario, se hace necesario problematizar la política clientelar
que se torna un obstáculo para el trabajo territorial de muchas organizaciones sociales y se posiciona
contraria al progreso de una participación ciudadana genuina.
Para culminar, una reflexión que hacemos con relación a la diversidad de producción académica existente en
el campo de la economía social, es que desde el Área de Economía Social como espacio dedicado al estudio
de la economía social, entendemos que es fundamental el diálogo directo con las organizaciones sociales,
funcionarios públicos y distintos representantes académicos, que nos desafíen a pensar “lo político” desde el
territorio, como proceso de implementación de estrategias que impactan en la vida de las personas y donde se
disputan lógicas de acción e intereses distintos, idea que deja de lado el pensar “la política” en forma
abstracta y el Estado como instrumento monolítico.
Participantes del Seminario
Bertini, Sergio – Fundación Myrar
Burgos, Martín – Investigador del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini.
Díaz, Mariela – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini.
Gallo, Mahuén – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini.
García, Alfredo – Coordinador del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial
Grillo, Elio – Investigador del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini.
Mattos, Ernesto – Investigador del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini.
Mora, Agostina – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini.
Muñoz, Sandra Milena – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro
Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Mutuberría Lazarini, Valeria – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Paez, Daiana – Maestría en Economía Social/UNGS
Putero, Lorena – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/ Centro Cultural de
la Cooperación Floreal Gorini.
Rodríguez, María Florencia – Investigadora del Dto. de Economía Política y Sistema Mundial/
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Notas
1Kirchner, Alicia, La Bisagra. Políticas Sociales en Acción, Ministerio de Desarrollo Social, 2007,
Disponible en:
http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/246/estado_politicas_publicas_y_economia_social.html
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http://www.desarrollosocial.gob.ar/Uploads/i1/Institucional/La_Bisagra_Politicas_Sociales_en_accion.pdf
[Consultado en agosto de 2010]
2 Mutuberría Lazarini, Valeria y Serrano Mancilla, Alfredo (2010), “La Economía Social y los procesos de
cambio en América Latina”, Mimeo.
3 Gallo, Mahuén y Grillo, Elio, “El proceso de constitución de la ley de Mercados Productivos Asociativos
por iniciativa popular en Río Negro”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas y
economía social”, Área de Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural
de la Cooperación “Floreal Gorini”. Septiembre 2010.
4 Muñoz, Sandra Milena y Paez, Daiana, “Análisis del “Plan Argentina Trabaja” desde el marco de la
Economía Social y Solidaria”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas y economía
social”, Área de Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural de la
Cooperación “Floreal Gorini”. Septiembre 2010.
5 Díaz, Mariela y Mutuberría Lazarini, Valeria, “¿Argentina Trabaja? Análisis de una política social para el
fomento y desarrollo del trabajo asociativo”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas
y economía social”, Área de Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural
de la Cooperación “Floreal Gorini”. Septiembre 2010.
6 Mora, Agostina, “Plan de Desarrollo Local y Economía Social "Manos a la obra"”, Ponencia presentada en
el Seminario “Estado, políticas públicas y economía social”, Área de Economía Social – Dto. Economía
Política y Sistema Mundial – Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”. Septiembre 2010.
7 Putero, Lorena, “Microcrédito y Gestión Asociada. Análisis de la nueva propuesta de institucionalización,
desde la economía social, a través del Consorcio de la Provincia de Buenos Aires, en el marco de la
CONAMI”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas y economía social”, Área de
Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural de la Cooperación “Floreal
Gorini”. Septiembre 2010.
8 Bertini, Sergio, Brizuela, Gabriela y Chab, Gloria, “Emprendedores de la economía social y acceso a
políticas del Estado”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas y economía social”,
Área de Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural de la Cooperación
“Floreal Gorini”. Septiembre 2010.
9 Mattos, Ernesto, Mutuberría Lazarini, Valeria y Rodríguez, María Florencia, “De la villa al barrio. Un
análisis de los procesos de urbanización en la Villa 31­31bis de Retiro y Villa Palito del Municipio de La
Matanza”, Ponencia presentada en el Seminario “Estado, políticas públicas y economía social”, Área de
Economía Social – Dto. Economía Política y Sistema Mundial – Centro Cultural de la Cooperación “Floreal
Gorini”. Septiembre 2010.
28848 Lecturas
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