Subido por Ignacio González Sarrió.

bullying

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REFLEXIONES SOBRE EL ACOSO ESCOLAR. BULLYING
Cuando pensamos en el acoso escolar inmediatamente nos posicionamos en
el lado de la víctima, sintiendo la necesidad de comprender su sufrimiento,
así como de prestarle la ayuda necesaria mediante los recursos tanto
educativos como sociales y psicológicos disponibles.
Esta, sin duda, es una reacción enteramente humana, comprensible y sin
duda indispensable. No obstante, el acoso escolar, es un problema complejo
y dinámico lo que supone que, para su aparición, desarrollo y
mantenimiento, son necesarios diferentes factores y agentes. Factores de
vulnerabilidad presentes tanto en el agresor como en la víctima, factores
predisponentes (sociales, psicológicos, educativos), factores precipitantes
(historial familiar, presiones en el entorno familiar y de iguales, factores
económicos, patrones educativos y de crianza, estrés psicosocial en el
menor agresor, etc).
En este sentido, resulta interesante volver la vista hacia el menor agresor,
explorar sus rasgos de personalidad, su historial de vida, experiencias
tempranas, estructura familiar, apego y estilos de crianza. Todo ello nos
permitirá elaborar un perfil del menor que actúa de forma persecutoria
hacia sus compañeros, esbozando así las motivaciones de su conducta.
Así, es frecuente observar que, los menores agresores sufren de un
profundo sentimiento de exclusión y rechazo por parte de sus compañeros,
sintiéndose señalados y etiquetados como “malos”, “rebeldes”, o como
“casos perdidos”. Es igualmente usual encontrar entre ellos la creencia de
“no ser queridos”, de ser repudiados, y, esta creencia, les mantiene alerta
ante posibles desprecios, maltratos y ofensas, mostrándose altamente
sensibles ante cualquier indicio de las mismas.
Desarrollan una forma de pensar defensiva del tipo “si me haces daño yo te
haré más”, o, “si vas a por mí, yo iré a por ti antes”, manteniendo un
estado de alerta constante ante posibles desagravios y preparados a
devolver “golpe por golpe”, “ojo por ojo”.
Generalmente, son menores que, desarrollan un odio hacia aquellos otros
menores que consideran privilegiados por tenerlo todo, ser aceptados y
queridos y a los que culpan de su situación. Así, están acostumbrados a
que se les trate de forma coercitiva, mediante amenazas, castigos y
reproches, lo que provoca en ellos un aumento de su hostilidad tanto hacia
la autoridad como hacia los menores privilegiados, esto es, queridos y
admirados por los demás y por los adultos.
Sin embargo, cuando se les transmite confianza en su capacidad para el
cambio, y se les conceden y asignan responsabilidades de grupo, cuidado,
vigilancia, etc, responden de forma altamente favorable. Llegando incluso a
pasar de agresores a cuidadores de otros menores inhibiendo, controlando
y arbitrando en disputas de patio, si ese es el cometido que se les ha
conferido. Esto se produce por la necesidad de sentirse aceptados,
integrados y, en el fondo, queridos por sus iguales y profesores.
Ignacio González Sarrió.
Doctor en Psicología Jurídica.
Perito judicial y forense.
Miembro del Turno de Peritos Forenses del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos.
Coordinador Grupos de Trabajo en Psicología Jurídica.
http://psicolegalyforense.blogspot.com
NºCol.cv06179.
696102043
Valencia.
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