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jondoweb.com-El villancico flamenco

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El villancico flamenco
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Investigación
Manuel Ríos Ruiz
Como ha escrito Antonio Gala, cuanto no sea popular, cuanto no nazca
del pueblo, o sea recibido por él y asimilado, ni es perdurable, ni quizá
merezca perdurar, de ahí que escuchando los gozos y cantares de una
fiesta común, pura y luminosa de la Navidad, no se puede olvidar el ansia
de los hombres que, en cualquier tiempo y cualquier religión, tratan de
incrustar una cuña de su frágil madera en la divinidad. Y continúa: "Por
eso, con motivo de la Navidad -si es que el canto andaluz necesita
motivo, y no basta el amor-, desata la alegría sus rehalas , libera sus
palomas destellantes que, ya sueltas, vuelan donde quieren, se detengan
o no en el tema celebrado".
Mas vayamos a la glosa de los cantares navideños, de los villancicos, que la tierra
andaluza han derivado al aflamencamiento, desde el primer tercio del pasado siglo. Sí,
el villancico flamenco es una modalidad moderna del muy rico coplerío, religioso y
profano, que caracteriza a la celebración de la Navidad en Andalucía. Y tiene su origen
en la asimilación de tan entrañable festividad por parte de los gitanos, especialmente de
los gitanos de Jerez, y del uso que de ese acervo lírico y literario antiquísimo hicieron
musicalmente los profesionales del cante flamenco, en un momento dado de entre
siglos.
Pero antes de entrar en detalles concretos sobre lo que hoy se entiende y conoce como
villancico flamenco, sobre todo el villancico por bulerías, es conveniente echar la vista
hacia atrás y contemplar el devenir del villancico en los lares andaluces, hasta
desembocar en las tradicionales reuniones familiares o zambombas, que caracterizaron
a la vivencia de los días navideños en las casas de vecinos. Autores como Juan Vernet
(este en su obra La cultura hispanoárabe en Oriente y Occidente (Fundación Juan
March/ Editorial Airel, Barcelona, 1978), donde a su vez estudia los ensayos El villancico,
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de A. Sánchez Romeralo, y El género de los poemas de Navidad en el reino de Granada
y Marruecos del siglo XIII al XVI, de Admed Salmi), consideran que el histórico villancico
castellano, principalmente de asunto religioso y muy propio de la Navidad, como indica
el Diccionario de la Real Academia, con sus orígenes en la Edad Media, y otras
composiciones similares de la España cristiana, tiene su paralelo en el mundo
arábigoespañol como mínimo desde el siglo XI. Veamos, pues, la teoría de J. Vernet,
que es la siguiente:
“Un género aparte derivado del zéjel es el villancico. Entre éstos tienen
especial interés los de Nochebuena, que aparecen en la literatura castellana
como el compuesto de Gómez Manrique, Canción para callar al niño, de
alrededor de 1470: Calladlos, Señor/ nuestro Redentor,/ que vuestro dolor/
durará poquito./ Callad, fijo mío chiquitito./ Angeles del cielo,/ venid dar
consuelo/ a este moçuelo/Jesús, tan bonito./ Callad, fijo mío tan chiquito. (Este
texto figura en distintas antologías de lírica popular, apuntamos por nuestra
parte). “Ahora bien --prosigue J.V.--, este tipo de composiciones tiene su
paralelo en el mundo arábigo español como mínimo desde el siglo XIII”. Y
más adelante explica: “Pero distintas observaciones técnicas de Salmi,
permiten sospechar que estos villancicos son continuación o imitación (y no al
revés) de otros más sobrios escritos en árabe dialectal y por la tanto en
métrica silábica”. También afirma: “Frente a la corriente popular que
representa la aparición del villancico en los siglos XIII y XIV se encuentra la
erudita que, pletórica de preceptiva y con una rica tradición culterana, pone de
moda varios artificios literarios que se presentarán en las literaturas
occidentales a partir del Renacimiento”.
Y recientemente, en su ensayo La otra historia del flamenco. La tradición semítico
musical andaluza (Centro Andaluz de Flamenco, 1997), José Romero Jiménez -admirado musicólogo y compositor sevillano--, al socaire de las teorías de J. Vernet,
concluye: “Para mí resulta muy significativo que se indique la existencia de uno y otro
villancico, es decir, castellano y arábigo español.” Después añade: “Sin embargo, el
villancico como canción popular de villano, que se abría a toda variedad argumental, si
tomará en el Renacimiento dos proyecciones por las cuales será conocido: la polifónica,
de textura vocal contrapuntística y de temáticas varias --incluida la navideña--, ajena
totalmente al espíritu musical de nuestra tradición popular; y la modónica, su antípoda
popular y exclusivamente de Navidad”. Este autor, ha estudiado cómo el villancico
evoluciona hasta el siglo XVIII, en que aparece como cantanta y oratorio, hasta formarse
la actual simbiosis de lo popular y lo religioso, para ampliar así su opinión: “En
Andalucía, el villancico, como tantas otras formas folklóricas, engrosó la lista de una
determinada estética flamenca.”
¿Pero, realmente, cómo se llega a tamaña elevación estética del villancico de índole
popular? Quizás sea conveniente recordar cómo, a partir de 1700, los poetas cultos
decidieron escribir los villancicos en un lenguaje asequible al pueblo. Como bien ha
explicado el académico Manuel Alvar, en su trabajo Villancicos dieciochescos, estos
villancicos son una “poesía en buena parte para ser cantada, condicionada por la música
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y cumpliendo unos fines no sólo literarios”, añadiendo que se cantaban en las iglesias
teatralmente. Y en opinión de otros investigadores, hay dos fuentes importantes de
villancicos, la que procede de la recitación palaciega y la que patrocinaba la Iglesia,
hasta que, con respecto a la región andaluza, se acentúa la entonación popular al
consolidarse, ya en el siglo XIX, la reunión festiva de la zambomba, instrumento rústico u
ordinario utilizado desde muy antiguo en las algazaras navideñas, junto a panderetas,
sonajas de latillas y diversos utensilios domésticos, creando un ambiente bullicioso y
alegre, en el que participan desde los más viejos a los más niños, en los patios y corrales
de vecindad.
Es muy ilustrativo de la entidad popular que en Andalucía llegó a alcanzar el villancico
mediante su presencia en las zambombas, un trabajo del escritor costumbrista Benito
Mas y Prat, aparecido en un número de la revista La Ilustración Española y Americana,
de 1886. El escritor sevillano en un momento de su descripción de la fiesta, nos cuenta:
“La mayor parte de los villancicos y cantares repetidos en la noche que nace el Niño son
dialogados, y parecen proceder de los antiguos juegos pastoriles o de los autos
sacramentales que se componían para representarse en los conventos e iglesias durante
las Pascuas” Y transcribe como uno de los más usuales, el que empieza diciendo:
Madre, en la puerta hay una niño/ más hermoso que el sol bello... Para seguidamente
apuntar: “Estas coplas se suelen interrumpir para dar lugar a otras menos apropiadas.
No es fácil detener los deseos ni poner linderos a las propensiones. El tema religioso es
el principal, pero también entran en el coro las tonadillas profanas antiguas y modernas”.
Estas costumbres todavía perduran al cabo de más de un siglo, con esas mismas
características en las ciudades y pueblos andaluces. Con mayor arraigo que en ninguna
otra parte en los pueblos blancos de la serranía gaditana, sobre todo en Arcos de la
Frontera y muy especialmente en Jerez de la Frontera, donde más arraigo ha tenido la
tradicional celebración de la zambomba, de esa vibrante y musical reunión de mujeres y
hombres, de amigos y familiares de todas las edades, que ha vuelto por sus fueros tras
unos años de decadencia, primordialmente en las peñas flamencas y recreativas,
promovido tamaño resurgir por la edición paulatina de las grabaciones discográficas. Y
es en Jerez de la Frontera donde se origina el villancico abiertamente flamenco,
mediante la interpretación de los gitanos, integrados a la ciudadanía posiblemente desde
el siglo XVI, que asimilan el sentir religioso y las costumbres sociales y festivas de los
jerezanos, injertándole sus matices raciales. Así, cuando el estilo flamenco de la bulería
se configura y se define, en los finales del siglo XIX y principios del XX, las familias
gitanas del barrio de Santiago de Jerez, entonan los villancicos tradicionales sobre una
rítmica flamenca festera, que les proporciona algo fundamental para su concepción de
vivir y redondear las fiestas: la posibilidad de bailar a compás del cante y las palmas. No
obstante, en las zambombas de los gachés, se mantuvieron siempre los aires y
entonaciones andaluces tradicionales, tanto para los villancicos en sí, como para las
tonadas profanas festivas.
En cuanto a la propagación artística del villancico flamenco, hay que atestiguar que el
cantaor gitano Rafael Ramos Antúnez (1893-1954), tomando la costumbre establecida
por las personas de su raza y familia en el barrio de Santiago, aplicó la bulería a los
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villancicos y romances navideños, entre ellos el que tiene el siguiente estribillo: Gloria al
recién nacío,/ ¡Gloria!/ Y a su bendita Madre Victoria./ Gloria al recién nacío./ ¡Gloria! Su
éxito ante los públicos de los tablaos de Sevilla fue tan grande con la interpretación por
bulerías de tan popular villancico, que le valió el nombre artístico, pues los aficionados
sevillanos dieron en llamarle “El Niño Gloria”, que así fue apareciendo en programas y
carteles y, también en su discografía --que data de los años diez en adelante--, a través
de la cual sus villancicos flamencos se propagaron por toda la geografía española.
Desde “El Gloria”, pues, el villancico flamenco adquiere entidad de estilo dentro del
género, como una variante de la bulería, en primer lugar, aunque andando el tiempo
otros cantaores han cantado coplas de tema navideño por distintos estilos y con
acompañamiento de guitarra. La guitarra flamenca no está hasta entonces presente en
las interpretaciones de villancico alguno, pues los instrumentos de cuerda populares que
en algunas zonas se unían a ellos solían ser solamente guitarrillos o bandurrias.
Pero, realmente, el villancico por bulerías se despega de la tradición coral que los
villancicos con entonación andaluza prosiguen manteniendo, porque es un cante
flamenco, cante, por lo tanto, a una sola voz, aunque modernamente se coreen algunas
estrofas o estribillos, como consecuencia de los tratamientos a que lo someten músicos
profesionales. El ejemplo más patente de estos tratamientos son las grabaciones
reunidas en por la Caja de Ahorros de Jerez y producidas por Juan Pedro Aladro, en
realizaciones magistrales del guitarrista Parrilla de Jerez, conocedor de la tradición del
villancico popular y con capacidad para acentuar su aflamencamiento, adaptando en
este quehacer musical las distintas formas de las bulerías, siguiendo las pautas de voces
maestras del estilo, desde las de “El Gloria” y otras genuinas jerezanas, hasta las
propias de determinados artífices, como la de La Niña de los Peines o de La Perla de
Cádiz, y, además, tanto sobre coplas populares como sobre otras escritas ex-profeso,
pero siguiendo las entonaciones de variantes buleaeras comarcales o personales.
Estas muestras del villancico flamenco, estas fiestas navideñas por bulerías, son
interpretadas por cantaores y cantaoras idóneos, entre los que encontramos a primeras
figuras del cante flamenco de nuestra época: Antonio Mairena, Fosforito, La Paquera,
Manolo Vargas, El Sordera, Pericón de Cádiz, Bernardo de los Lobitos, Pepe Pinto, José
Mercé, Chano Lobato, Rocío Jurado, María Vargas, La Macanita, Fernando de la
Morena, El Mono, El Nano, Remedios Amaya..., y otros festeros jerezanos de gran
enjundia y personalidad: Torrito, El Almendro, Fernando Torre, Curro de la Morena,
Angel Vargas... Son en total doce fiestas flamencas de Nochebuena, que pueden
considerarse lo más variado y mejor que se ha grabado de villancicos flamencos desde
que los difundió “El Gloria” en las primeras décadas de este siglo. Lo que se dice un
alarde en torno al tema. Ahora bien, debemos hacer constar una vez más, que se trata
de una manifestación que se alza sobre el villancico con entonación andaluza, villancico
que ha mantenido su vigencia y su sencillez interpretativa en las zambombas de las
casas de vecinos y los corros familiares, aunque, hoy en día, en las peñas flamencas se
le añada la guitarra flamenca por influencia de la citada antología discográfica, que sin
lugar a dudas ha aflamencado todo un acervo popular. Pero debería ser conservado al
margen de esa fuerte influencia, lo mismo que las tonadas andaluzas y romances
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populares tan singulares de las zambombas. Entendamos, pues, y esto es lo sumamente
significativo del tema, que la fiesta navideña por bulerías, es algo de una entidad
superior, porque lógicamente el villancico flamenco necesita para su interpretación la voz
cantaora, que es un don de muy pocos, la voz privilegiada que lo creó en el seno de las
familias gitanas de Jerez, si atendemos a todos los indicios, pero que tiene otras
entonaciones populares en distintos puntos de la región andaluza, como no podía ser de
otra manera.
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