Cuenta tu historia «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» Hechos 4:20 (NVI) Deuteronomio 6:7 ESCUCHEMOS y EXPERIMENTEMOS la historia de Jesús Piensa en tu fe. Permanece en el más grande mandamiento de amar a Dios con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu fuerza. Siente ese amor en tu corazón, el oleaje de amor en tu espíritu, el amor que impulsa tus manos y tus pies para servir en el mundo. La historia de Jesús nos recuerda las palabras que el pueblo de Dios debía llevar grabadas en su corazón, la parte necesaria para que la comunidad de fe continúe: «Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes». Nuestra disposición y el deseo de sentir que nuestra fe estalle en llamas de pasión por Cristo no son suficientes. Las llamas se encenderán para morir rápidamente si no encontramos las maneras de comunicar la ley de Dios a nuestros hijos y a nuestros compañeros. A medida que crecemos en el discipulado y el amor, nuestras jornadas de fe intencionales dejan de ser privadas. Debemos evitar los errores de nuestra cultura que nos atrae con promesas de individualismo y la maximización del propio yo. Demasiado enfoque en la «relación personal con Cristo» hace que la fe se privatice. En último término, ¿es eso verdadera fe? Descubramos cómo Jesús nos llama a entretejer nuestras hebras simples para formar un mosaico de fe, uno que comenzó antes que nosotros y permanecerá aquí para los que nos siguen. ESCUCHEMOS a otras personas que cuentan la historia de Jesús en sus vidas En grupos pequeños hablen de sus historias bíblicas favoritas. ¿Cuáles son los versículos que transmiten el mensaje de amor de Dios a sus hermanas en Cristo? Si estos no son directamente de los Evangelios, ¿pueden señalar en qué lugar Jesús reafirma este mensaje fundamental, tal vez reinterpretándolo para aquellos que no entienden que se basa en el amor? Hace poco leí una colección de monólogos para recitarlos durante la Semana Santa. Los monólogos se basaban en la perspectiva de varias mujeres que se acercaron a Jesús. La interacción con él las llevó hasta la cruz para estar con él durante sus últimos momentos. La historia del amor de Jesús fue algo tan portentoso en sus vidas, que sintieron el apremiante deseo de regresar a la comunidad para contarles la experiencia terrible de la humillación y muerte de Jesús. Si la fe que tenían las llevó a pararse en un lugar lleno de extraños, ¿qué debieron haber hecho en sus propios hogares? Seguramente comieron, durmieron y respiraron el amor de Dios a través de Jesucristo. Debieron haber hablado sin parar del verdadero amor en todas partes, en la casa, en el mercado; con sus hijos, sus amigos. ¿Qué impacto marca en ustedes esta clase de historia? Estudio bíblico 2013 Deuteronomio 6:7 DESCUBRAMOS nuestra historia y APRENDAMOS a contarla ¿Cómo le muestras al resto del mundo tu amor a Dios? ¿Cómo amas a Dios con todas tus fuerzas, por ejemplo? Tus maneras de servir cuentan la historia a los que son testigos de tus acciones. A menudo, amar a Dios por medio de tus acciones no solo les muestra a los que son testigos de ellas tu «SÍ» a Dios, sino también cuando eres tú la que dice «NO». Tal vez otras personas no sirven porque tienen una larga lista de tareas por realizar. A todas esas tareas en tu lista dijiste «No». Tal vez no lo hacen porque dudan de su capacidad. A estas dudas, dijiste «No». Quizá no lo hacen porque creen que nadie apreciará lo que están haciendo. A ese deseo de reconocimiento, tú dijiste «No». Estamos contando una historia, ya sea la historia que queramos contar o no. ¿Qué historia estás contando tú? REFLEXIONEMOS y CONTÉMOSLE al mundo la historia de Jesús Cuando les contamos a nuestros hijos la historia de la relación de Dios con el pueblo de Dios, tal como la entendemos a través de Jesucristo, debemos ser cuidadosos de encarnarla. Tendremos caídas, seguro, pero deben ver que tratamos con todas nuestras fuerzas. Deben ver también que nos arrepentimos cuando fallamos, y deben ser testigo de la seguridad de que el conocimiento de la misericordia de Dios es desde la eternidad hasta la eternidad. Debemos pintar nuestras historias con grandes pinceladas para que nuestros hijos aprendan lo que significa ser parte de la comunidad de creyentes. El amor nos impulsa a enseñarles, a nutrirlos; el amor nos advierte que no debemos saturarlos demasiado con los detalles para que así tengan la libertad de experimentar el amor ágape que es radical y transformador de vida. A medida que realizamos las actividades de nuestra vida, ya sea en nuestro hogar o en público, contamos la historia de Jesús. Debemos luchar para hacerla una historia de comunidad para que incluso cuando la gente nos vea, aun estando solas, de alguna manera puedan decir que estamos conectadas a una historia mayor. No somos laderillos aislados; somos parte de un mosaico grande y hermoso que cuenta la historia del amor de Dios por el mundo. Esta historia está siendo contada aún antes de que estuviéramos aquí, y nuestras voces la seguirán contando aun después de nuestra partida. Oración Dios de amor, gracias por darnos el mandamiento de amarte. Gracias por el recordatorio que tenemos en Jesucristo. Gracias por la historia de Jesús que encontramos en los Evangelios, y por los textos antiguos que nos hablan del pacto que escribes en nuestros corazones. Danos las palabras para difundir tus historias de amor, y entretéjenos aún más en el tejido de la fe. Amén. Estudio bíblico 2013 Deuteronomio 6:7