Implicaciones de la psicología en la epistemología actual Lorena García Noguez Universidad de Guanajuato [email protected] Estudios psicológicos, fundamentalmente de la cognición, están presentes actualmente en los debates epistemológicos sobre la adquisición y justificación del conocimiento. 50 años atrás esta relación era impensable ya que con la distinción de Reichenbach entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, y con el giro lingüístico en la filosofía de la ciencia, la psicología fue excluida de cualquier explicación epistémica. Este trabajo trata de los principales argumentos que excluyeron a la psicología de este proyecto así como de su reintroducción a partir de la obra de W.O. Quine. Palabras clave: Psicología de la ciencia, epistemología, W.O.Quine. Psicología y epistemología La psicología tiene una larga historia que transita a la par de la filosofía, desde Aristóteles con sus tratados sobre el Alma, pasando por el empirismo clásico y las agudas observaciones de Hume respecto al problema mente-cuerpo, hasta una larga lista de filósofos modernos como Immanuel Kant, Friedrich Hegel, Franz Brentano o Edmund Hussell, quienes argumentaron las intersecciones entre filosofía y psicología. Sin embargo, en el campo de la filosofía de la ciencia la historia ha sido distinta, particularmente durante la primera mitad del siglo XX influida por dos condiciones complementarias, a saber, el giro lingüístico de influencia fregeana1, en el que se 1 La utilización de la lógica entendida como un acercamiento adecuado al conocimiento está presente desde Aristóteles, pero cabe señalar que la propuesta de Frege fue revolucionaria porque prácticamente la lógica Aristotélica no había sufrido modificaciones hasta la aparición de Conceptografía de Frege. Con Kant se introduce la distinción entre la lógica transcendental y la formal, de modo que a como señala de Luis Arce (1999, p. 24-25) la lógica formal ha sido no solo condición necesaria para la expresión sino como el requisito último que posibilita el conocimiento. postula el análisis lógico del lenguaje, y la distinción de Reichenbach entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación. Para la psicología la distinción de Reichenbach resultó especialmente perjudicial por un lado, porque influyó en las posturas dominantes, (el positivismo lógico y el racionalismo crítico) y por otro, porque era radical en contraponer la tarea de la psicología a la de la epistemología, en ese sentido Reichenbach aseguraba que: Hay una diferencia entre el sistema de interconexiones lógicas del pensamiento y de la forma real en que los procesos de pensamiento son llevados a cabo. Las operaciones psicológicas del pensamiento son más bien procesos vagos y fluctuantes y casi nunca mantienen las formas prescritas por la lógica… sería, por tanto, un intento vano construir una teoría del conocimiento que sea al mismo tiempo lógicamente completa y en estricta correspondencia con los procesos psicológicos del pensamiento (Reichenbach 1938, p. 5, en Siegel 1980, p. 299) Lo que Reichenbach está manifestando es que la epistemología tiene una tarea específicamente normativa, cuyo objetivo es señalar los programas de acción que debe seguir la ciencia. Por otro lado, la psicología en tanto que se encarga de describir los procesos de adquisición del pensamiento y del comportamiento, no tendría cabida en un proyecto epistemológico cuya meta es “ser normativo”. No obstante, aunque no es objeto de este trabajo desarrollar un análisis de la normatividad en la psicología, es preciso hacer notar que la psicología históricamente ha sido una ciencia normativa ya que muchos de sus estudios se basan en distinguir lo normal de lo anormal o en señalar lo socialmente deseable. Sin embargo, Un desarrollo del tema requiere un análisis detallado desde sí mismo. Regresando a Reichenbach, en su proyecto está presente la agenda epistémica de Descartes en la que se asumen dos tareas principales: 1) identificar los criterios de aceptación o rechazo de las creencias y 2) determinar qué conocimientos tenemos en base a dichos criterios (Kim, 1988 p. 266). En ambos casos el concepto de justificación en central así como los medios para llegar a él. La justificación tal como la entendió Reichenbach y el positivismo lógico se da de manera a priori, es decir, independiente de la experiencia y en su lugar se utiliza el análisis lógico del lenguaje. En otras palabras, estaría comprometida con una visión internalista en la que la justificación proviene de estados mentales, los cuales, según esta visión, gozan de una posición epistemológicamente privilegiada que debe ser reconocible en la reflexión lógica de la creencia. Este es el argumento más importante por el que el positivismo lógico rechazó toda explicación psicológica en la teoría del conocimiento. Expresado brevemente, se estaría sugiriendo que los recursos con que cuenta la psicología pertenecen a un nivel de análisis previo al de la epistemología, ese nivel es el de la descripción no el de la justificación. La segunda objeción sobre el uso de los métodos psicológicos para estudiar la ciencia, es que se caería al problema de la circularidad. Dicho problema refiere a que si epistémicamente se intenta explicar la formación y desarrollo del conocimiento apelando a los resultados de las ciencias empíricas, necesariamente se da por sentado que los recursos teórico/metodológicos de la psicología están justificados, lo que conduce a la pregunta de qué o quién justifica las creencias psicológicas y por ende se produce un circulo vicioso, dicho de otro modo, se es juez y parte simultáneamente. Si bien tanto el problema de la justificación como el de la circularidad continúan siendo un debate, en lo que sigue intentaremos señalar cuáles son los argumentos que validan el proyecto de una psicología de la ciencia como viable. Para ello retomaremos la naturalización de la epistemología de Quine. Re-introducción de la psicología en la epistemología Uno de los primeros filósofos que cuestionó la separación que hacía el Positivismo lógico entre la epistemología y la psicología fue Quine. En su texto Dos Dogmas del empirismo es particularmente puntual en esas críticas ya que señala: El empirismo moderno ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas. Uno de ellos es la creencia en cierta distinción fundamental entre verdades que son analíticas basadas en significaciones, con independencia de consideraciones fácticas, y verdades que son sintéticas, basadas en los hechos. El otro dogma es el reductivismo, la creencia de que todo enunciado que tenga sentido es equivalente a una construcción lógica basada en términos que refieren a la experiencia inmediata (Quine 2002, p. 61). Quine, en el primer dogma argumenta en contra de la distinción analítico/sintético. Impugna la idea de que exista una diferencia radical e irreducible entre dos tipos de enunciados, los del sentido común y los científicos: los analíticos o verdaderos en virtud de su forma, y los sintéticos o verdaderos en función de su testeabilidad empírica. Dicho de otro modo, Quine rechaza la convicción de que para cada oración de la ciencia empírica sea posible especificar qué experiencias la conformarían o la refutarían y rechaza también, la confianza en la posibilidad de trazar una distinción clara y epistemológicamente relevante entre enunciados analíticos y sintéticos. Si bien, aceptaba que la verdad depende a la vez del lenguaje y de hechos extralingüísticos, es decir, que la verdad se forma a partir de una combinación de componentes lingüísticos y de los hechos, con ello no rechaza que en ciertos enunciados el componente relativo a los hechos es nulo. Estos serían los enunciados analíticos. Sin embargo, Quine va a argumentar que la idea de que se puede trazar una línea de demarcación precisa entre estos dos tipos de enunciados es simplemente un dogma de los empiristas. En el segundo dogma, Quine examina el intento realizado por Carnap en La construcción lógica del mundo (1928) de especificar un lenguaje de datos sensoriales y los procedimientos para traducir los enunciados de la ciencia en ese lenguaje, empresa conocida como "reduccionismo" y destinada a reducir todas las proposiciones científicas a proposiciones verificables inmediatamente mediante el análisis lógico (y desechar como sinsentidos, las no traducibles).Para Quine, lo formulación de Carnap es una simplificación de lo que hace la ciencia, pero su objetivo de traducir las experiencias en lenguaje formal no se logra ni mínimamente. Los cánones propuestos por Carnap son adecuados para saber cómo se usa el lenguaje en la ciencia, pero, no dejan ver cómo se lleva a cabo la reducción. En última instancia, lo que Quine pretende mostrar es que existe una dependencia entre el lenguaje y la empiria, y si se les separa dejan de tener sentido (Quine 2002. p. 86). Una vez realizadas estas primeras críticas al Positivismo lógico, Quine continua en su empresa de construir una alternativa filosófica libre de estos problemas. Y es así que en 1969 publica Naturalización de la epistemología. En este trabajo define finalmente su proyecto epistemológico. Comienza señalando la reducción que se pretendía hacer de las matemáticas a la lógica y que después se trasladó a la epistemología, dicha reducción de la matemática estaba planteada en un modelo simétrico de doctrina y conceptos. El lado doctrinal era la búsqueda de la verdad y el conceptual, conocer el significado correcto de las palabras. Tanto la parte doctrinal como la conceptual se basaban en la técnica de la derivación, los conceptos podrían ser clarificados solamente recurriendo a otros conceptos, del mismo modo que las leyes (lado doctrinal) eran establecidas mediante la consecución con otras leyes. Fundamentalmente lo que Quine trató de mostrar era que se fracasó en el intento de reducir la matemática a la lógica, ya que la teoría de conjuntos seguía siendo necesaria para explicar la matemática y la lógica solo podía explicarla parcialmente. Tras este fracaso del proyecto positivista sugirió que era necesario un cambio profundo en las bases de la epistemología. Ese cambio tenía como centro la incorporación de la psicología: “La vieja epistemología aspiraba a contener, en un sentido, a la ciencia natural; la construiría, de alguna manera, a partir de datos sensibles. La epistemología en este nuevo planteamiento está, por el contrario, contenida en la ciencia natural, como un capítulo de la psicología” (Quine, 2002 p.83). Con esta tesis Quine postula que la formación de conocimiento es un asunto psicológico y sugiere que la epistemología debe seguir un continuo con la ciencia. Para él, tanto la epistemología como la ciencia, se ocupan de estudiar fenómenos naturales— el hombre y el contexto del que es parte—, así como de establecer la relación de evidencia con la teoría. Una vez que ha fracasado el proyecto de fundamentar la ciencia en la lógica, asegura, es necesario volver la mirada hacia los principios cardinales que permitan conocer cómo es que se produce en la cognición humana el conocimiento (Ibíd. p. 84). De ese manera, Quine es uno de los filósofos responsables de reintroducir a la psicología en los debates epistemológicos2. Retoma en particular a la psicología conductista Skinneriana, ya que, según él, proveía la metodología pertinente para argumentar a favor de su tesis de la indeterminación y sostener su teoría del significado lingüístico (Quine, 2001).3La teoría conductista, aportaba a la semántica de Quine un modelo de explicación científico que mostraba que el aprendizaje de la lengua se da por observación y por inducción, siendo estos datos los que proveían a la teoría de la significación sus componentes constitutivos, es decir, los estímulos verbales y las reacciones a ellos. Con esto Quine apunta a que la teoría de significado está unida a la teoría de la referencia, lo que le permite rechazar la analiticidad y señalar: "Cada uno de nosotros aprende su lengua mediante la observación de la conducta verbal de otras personas y adquiere su propio comportamiento verbal por lo observado, reforzado o corregido por otros" (Quine, 1987 p. 5). El conductismo de Quine en la medida en que es pertinente para el argumento a favor de la tesis de la indeterminación, se restringe al lenguaje, más concretamente, al significado lingüístico. Sin embargo, no legitimó la validez del conductismo en general, señalando: “creo que el conductismo no es en última instancia explicativo, a pesar de que es indispensable metodológicamente. Lo que es importante es considerar los mecanismos neurológicos para identificar algunos estados mentales, o procesos mentales” (Quine, 1994. p 35). De este modo rechazó el conductismo como teoría no así como metodología. 2 Otro filósofo igualmente importante es Thomas Kuhn. Kuhn utilizó la psicología de la Gestalt para establecer una analogía entre los cambios de percepción que ésta teoría describe y aquellos que los científicos experimentan al cambiar de creencias, o de paradigma utilizando el lenguaje de Kuhn. Con ello apoyó su tesis de las revoluciones científicas como cambio del concepto del mundo (Kuhn, 2005). 3 Resulta curioso que cuando se pretende hacer ver que la psicología tiene un lugar en la epistemología se recurre a Kuhn como legitimador de ese espacio (veáse: Shadish, et al., 1989 y Shadish & Fuller 1994) no obstante, fue Quine quien lo expreso de manera más extensa y decidida. Consideraciones finales Si bien el proyecto de Quine de naturalizar la epistemología fue ampliamente exitoso, al grado de ser una de las posturas dominantes en la filosofía de la ciencia e incluso ser considerado como un “eslogan” de la filosofía analítica contemporánea (De Caro & MacArthur, 2004 p. 2). Varias de las críticas que le han hecho a su proyecto provienen del lugar primordial que otorgo a la psicología. Entre otros, Kim (1988) sostiene que la epistemología debe mantener un compromiso con la investigación normativa, debido a que la justificación es uno de sus conceptos centrales, e involucra niveles valorativos donde sea posible señalar cuándo una creencia debe ser considerada como verdadera y cuándo no. Argumenta que el proyecto naturalista de Quine eliminó toda posibilidad normativa al radicalizar la posición de la epistemología y situarla al nivel de las ciencias empíricas, haciendo que su tarea sea la relación de la entrada sensorial y la salida cognitiva, produciendo una descripción entre la adquisición y el producto del conocimiento. De modo que la tarea naturalista se aleja drásticamente de la función original de la epistemología, a saber, la justificación. Además objeta el hecho de que el fundacionismo, pese a los problemas que señala Quine, no pueda seguir siendo funcional para la epistemología. Sugiere que si bien se reconoce su fracaso, aún existen otras posibilidades para ser exploradas en el marco general de la investigación epistemológica analítica, por ejemplo: si se adoptara algún tipo de " estrategia coherentista", o de exigir de nuestras creencias básicas, solamente una especie de "credibilidad inicial", en lugar de certeza cartesiana, o permitir algún tipo de deducción probabilística, además de la derivación deductiva no básica del conocimiento, o considerar el uso de reglas especiales de prueba (ibíd. p. 271). El fundacionismo requeriría tan solo algunas consideraciones y no un rechazo total. Estos señalamientos de Kim hacen difícil reconocer lo que epistemologías tradicionales y naturalizadas podrían tener en común, ya sea a nivel de las preguntas formuladas, de los temas estudiados, o de los métodos empleados. La conclusión de Kim es que el tipo de investigación propuesto por Quine, aunque bien puede ser una empresa científica perfectamente legítima, no es una verdadera epistemología. Dada su falta de intereses comunes, para Kim resulta pertinente preguntarse si se podría simplemente pasar a otra área del conocimiento que no es la epistemología sino la psicología conductista (ibíd, p. 276). Basados en estas críticas, uno puede preguntarse si realmente Quine nos invita a renunciar a cualquier tipo de normatividad epistémica, es decir, si su proyecto naturalista debe ser visto como estrictamente eliminacionista de la normatividad. Chienkuo Mi (2007, p. 113-117) señala que Kim ha hecho una interpretación sesgada del naturalismo de Quine. Menciona que parte de la distinción entre preguntas normativas y descriptivas, de lo que resulta una tesis de remplazo, en la que Quine pretendería sustituir la epistemología por la psicología y, en consecuencia las preguntas normativas por descriptivas. En epistemología naturalizada, argumenta Chienkuo, uno puede encontrar desde las primeras páginas, que Quine afirma que la epistemología se ocupa del fundamento de la ciencia, en consonancia la pregunta que estaría buscando responder Quine sería ¿Cómo podemos producir nuestro conocimiento científico y nuestras teorías sobre el mundo, basados en nuestras capacidades empíricas y sensoriales? (ibíd, p. 114). En este contexto la justificación sería una preocupación relacionada pero no la tesis central del problema. Pese a que es fácil reconocer que aún quedan muchos debates que permitan situar los límites y posibilidades de la psicología en las reflexiones epistemológicas, hoy casi nadie duda que los aspectos cognitivos, de la personalidad, afectivos, etc., son relevantes en cómo se justifica el conocimiento. La tarea de la psicología, es entonces, señalar con claridad las fronteras e imbricaciones psicológicas con las epistémicas. Referencias De Caro, M. & Macarthur D. (2004). Naturalism in Question. Harvard University Press. Kuhn, Thomas S. (2005). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica de España Quine. W.O. (2002). La relatividad ontológica y otros ensayos. Tecnos ________ (2001). Palabra y objeto. Herder ________ (1987). Quiddities. Cambridge, MA: Harvard University Press Kim, J. (1988). What is naturalized epistemology? In Martín Alcoff, editor, Epistemology: The Big Questions, pages 265-281. Blackwell Edition L., Shadish, W.R., Houts, A.C., Gholson, B., &Neimeyer, R.A. (1989). The Psychology of Science: Contributions to Metascience, Cambridge University Press Shadish, W.R.; Fuller, S. & Gorman, M.E. (1994). Social Psychology of Science. Guilford Press Siegel, H. (1980). “Justification, Discovery and the Naturalizing of Epistemology”. En Philosophy of Science, Vol. 47, No. 2. pp. 297-32. The University of Chicago Press