Adrian Aranda Ponencia: Claves de lectura para “Ser y Tiempo” de Martin Heidegger La obra Ser y Tiempo resulta de compleja lectura y comprensión básicamente por su originalidad y por el lenguaje empleado por el autor. El intento de esta ponencia será brindar unas bases mínimas para aquellos que quieran sumergirse en un estudio más profundo y detallado. Por la relevante influencia que esta obra de Martin Heidegger ha tenido en el pensamiento y la filosofía tanto continental como analítica del siglo XX es que merece una especial atención. Por ello, para realizar la lectura de Ser y Tiempo,es necesario, establecer ciertas “claves” que nos sirvan de referencia para una mejor comprensión de la misma. Este será mi intento en la siguiente ponencia: La originariedad del Ser con respecto al Cogito Lo primero -para colocar una base-, a mi consideración, sería dar cuenta del concepto de Diferencia ontológica y de cómo este subyace a toda la obra Ser y Tiempo, provocando que la investigación oscile entre lo óntico y lo ontológico. Heidegger entiende que la constitución de la Metafísica ha sido posible debido al olvido de la diferencia entre ser y ente. La posibilidad de vislumbrar la Diferencia ontológica solamente es posible si se da “un paso atrás” con respecto al Cogito y se piensa desde un lugar más originario. Es necesario aclarar que el paso atrás heideggeriano no significa aislarse de la filosofía tradicional ni negar el sujeto o Cogito cartesiano, sino negar la prioridad del Cogito,en tanto fundamento último ante el cual los entes comparecen como representación. Dice Heidegger con respecto a esto en su texto de 1957 La constitución ontoteológica de la metafísica: “[...] el paso atrás...conduce en cierto modo al pensar fuera de lo que hasta ahora ha sido pensado en la filosofía. El pensar retrocede a su asunto, el ser…” Intentemos explicar: Heidegger no parte del “Yo pienso” cartesiano sino del “yo soy”, es decir, da “un paso atrás” entendiendo que en la vivencia de la existencia “primero soy y luego pienso”, esto es, no puedo afirmar mi Ser a partir del hecho de que pienso, pues lo que me posibilita a pensar, es Ser, por ende, de la clásica frase “cogito ergo sum” Heidegger analizará el “sum”, o sea, el Ser. Allí mismo subyace la Diferencia ontológica, pues todo ente, sea el pensamiento, la vida, el lenguaje, antes de cualquier determinación es necesario que “sea”, por ende, Ser y ente no son lo mismo, aunque el Ser siempre es, el Ser de un ente, pero difieren en que la condición de posibilidad de que haya ente, es el Ser.(Aqui se confunde la posibilidad ontológica o real con la epistémica o de conocimiento de lo real) Por ende, el Ser es más originario que cualquier ente, entre ellos el Cogito(el pensamiento).(Si ente se considera equivalente a objeto, ser lo seria de cosa o mejor la existencia de la cosa,como cosa en si o el ser de esta como existencia). La pregunta esencial de la Obra es la cuestión del sentido del Ser. Heidegger se pregunta cuál es el sentido del Ser. El autor entiende que esta pregunta ha quedado en el olvido, es decir, la tradición Metafísica occidental [Aclarar que esto es sinónimo de Filosofía] por no conocer la Diferencia ontológica entre Ser y ente, cada vez se ha preguntado por el sentido del Ser, ha respondido con un ente, sea este la Idea, la Sustancia, Dios, El Sujeto o el Espíritu. El problema radica en que estos entes no pueden ser fundamentos últimos dado que cada uno de ellos necesita inevitablemente algo más originario para Ser, es decir, al Ser mismo. El Ser es la posibilidad para que haya ente, en otras palabras, el Ser es más originario que el ente porque sin Ser es imposible cualquier ente. (para el pensamiento) Debido a esta originariedad del Ser, Heidegger entiende que debe ser planteada de nuevo la pregunta por su sentido, es decir, por el sentido de ese Ser originario que posibilita (para el pensamiento) que haya ente. La correcta elaboración de la pregunta En los primeros parágrafos de la Obra el filósofo entiende que es necesario para hacerse esta pregunta elaborar bien la pregunta, y realiza una teoría de la pregunta (por decirlo de alguna manera), la cual tiene varios aspectos entre los cuales nos interesan dos: El primero tiene que ver con aquel que pregunta. Heidegger dice que el que hace la pregunta debe tener una cierta idea previa, noción, en cierto grado, de aquello que está preguntando. Es decir, si yo pregunto cuál es el sentido de hablar, debo tener previamente una noción en cierto grado de lo que es hablar; aunque esta noción no sea necesariamente ni definible ni posible de ser conceptualizada. La segunda cuestión que nos interesa acerca de la correcta elaboración de la pregunta tiene que ver con aquel que es interrogado, es decir, a quién se le debe hacer la pregunta. Aquí entra la cuestión de la Primacía ontológica del existente-humano. Heidegger entiende de que el único ente que puede responder, es decir ser interrogado, por la pregunta del sentido del Ser es el ente humano, que somos en cada caso nosotros mismos. Para el autor el ente-humano es el único “que a su ser le va su ser”, es decir, que es el único ente que no es indiferente a su ser. Pues Heidegger entenderá que el existente humano vive en una cierta comprensión del ser,(errónea o verdadera) puede comprender lo que es el ser en cierto grado, pero no posible de ser definible ni conceptualizable. Es decir, cuando alguien dice “yo soy estudiante de filosofía” inmediatamente entendemos lo que significa pero no por eso entendemos el “soy”, el “soy” es oscuro e imposible de ser definible o conceptualizable, pero no obstante comprendemos el sentido de la frase. A esta cierta comprensión del ser Heidegger la va a llamar de tres maneras: comprensión de término medio, precomprensión y comprensión preontológica, los cuales son el modo en que el ente-humano comprende el ser en la cotidianidad. Resumiendo esto, si aquel que pregunta por el Ser somos nosotros, y aquel que es preguntado por el Ser es el existente-humano (que también somos nosotros), la interrogación se basará en analizar y preguntarnos a nosotros mismos por nuestro Ser, no obstante hay que aclarar que la cuestión central de la obra no es la pregunta por el Ser del existente-humano, sino la pregunta por el Ser en general. Pero Heidegger entiende que el Ser en general no es un qué o un quién, y que siempre se debe acceder a él por medio de un ente, es decir, el Ser es siempre el Ser de un ente. Por lo tanto el ente privilegiado para hacerle esta pregunta será el humano, a este ente el autor le llamará Dasein, que es el único ente que puede preguntarse por su propio Ser. El Dasein antecede al Sujeto En Alemán Dasein significa ser o estar ahí, y tiene que ver con la existencia del ente humano, pues la esencia del Dasein es su existencia, es decir, el Dasein es existencia. Sartre dirá años después su muy conocida frase “la existencia precede a la esencia”, es decir, el Dasein no tiene una esencia previa que lo condicione o determine, sino que va realizando algo así como una esencia a medida que va tomando sus libres decisiones en su existencia, en otras palabras, se realiza en su existencia. Por supuesto que esto se contrapone al esquema de la filosofía moderna de sujeto y objeto, donde hay un sujeto por un lado enfrentado a un objeto al cual debo acceder, conocer, etc. Para Heidegger el Dasein, es un “ser ahí”, donde El “Ahí” es la apertura al mundo donde está arrojado a existir, el Dasein no es sinónimo de sujeto porque en su vivencia cotidiana se encuentra en un estado pre-teorético. Es decir, el Dasein y el mundo son algo inseparable, la conciencia (diría Sartre) está arrojada. Dasein Ser ahí Sujeto Conciencia del mundo Esta relación indisociable entre conciencia y mundo que recibe el nombre de Dasein tiene sus raíces en el concepto de intencionalidad en Husserl. Este (basándose en las enseñanzas de Brentano) argumentaba que ser consciente es siempre ser consciente de algo, es decir, que la conciencia siempre “está dirigida a”, o dicho de otra forma, tiene un carácter de direccionalidad. En el caso de Heidegger podríamos entender que para él, el Dasein si es consciente, siempre lo es de su mundo, no existe Dasein sin mundo, y no existe mundo sin Dasein. Pero esto también se debe a lo que Heidegger entiende que es la constitución fundamental del ser Dasein: El “estar-en-el-mundo”, de lo que se despliegan tres conceptos: “El estar”; “El estar-en”; y El “En-el-mundo.” El que nos interesa aquí es el “estar-en”, pues este no implica que el Dasein “está-en” en el sentido de que está en el mundo de manera espacio-temporal, sino que está siempre absorbido“en” y “por” el mundo. Esta absorción en la que se encuentra el Dasein es su manera habitual de ser, que Heidegger llama “general y regularmente” o también “cotidianidad”. De la fenomenología trascendental a la fenomenología hermenéutica Hemos dicho anteriormente que el Dasein mismo deberá hacerse la pregunta por el sentido de su Ser. Para Heidegger la esencia del ser del Dasein es la existencia(y H considera que esta es su sentido) por ende, a priori, la investigación se desarrollará en base a la existencia humana, lo que en la obra se le da el nombre de “Analítica existenciaria”. Heidegger elabora lo que comúnmente en el lenguaje filosófico entendemos por categorías, pero les llamará “existenciarios”, que serán modos en que la existencia humana se despliega en la cotidianidad. Heidegger entiende que esto es lo constitutivo de la conciencia y lo que determina nuestro comportamiento frente al mundo, tomando distancia así de la conciencia husserliana que se enfoca solo en objetos que se donan a la misma. Heidegger profundizó en lo que Husserl llamó “intencionalidades anónimas”, esto es, aquellas cuestiones de la vivencia de la conciencia sobre las cuales no reflexionamos y ante las cuales nos encontramos de manera pre-teorética o pre-reflexiva, que tienen que ver con la vida fáctica, tales como comer, hablar, y prácticas por el estilo. Por ello mismo, Heidegger entiende que es necesario hacer una hermenéutica de la vida fáctica tal cual es en su cotidianidad, en otras palabras, una hermenéutica de la existencia y sus estructuras, o en palabras de Paul Ricoeur “una hermenéutica del yo soy”. Este análisis es llamado “Analítica existenciaria”, por supuesto teniendo como base la fenomenología de Husserl, más explícitamente expresada en su máxima de “ir a las cosas mismas”. Heidegger entiende este “ir a las cosas mismas” como analizar al Ser del Dasein tal como se da en su cotidianidad, en su generalidad, pero en tanto este análisis pretende llegar a una comprensión general del sentido del Ser, tendrá que ser hermenéutico, esto es, Heidegger realizará una investigación interpretativa del sentido del Ser del Dasein como se da en la cotidianidad, a fin de alcanzar el sentido del Ser en general. Intentará “salvar” esta distancia, es decir, hará fenomenología hermenéutica, dicho de otra forma, Heidegger parte de una interpretación vulgar del Dasein con el fin de que se haga manifiesto el Ser en general. No obstante (como ya hemos dicho), Heidegger va un poco más allá de la fenomenología husserliana y entiende el fenómeno como no solamente como un objeto que se dona a la conciencia, sino como una mostración de una manifestación oculta, es decir, un ente que se muestra pero que encubre al Ser. El proyecto heideggeriano de Ser y Tiempo consistirá en investigar al ente-humano (hermenéutica de la existencia) a fin de que se desoculte el Ser, y es en esta dirección que puede definirse el método heideggeriano como una fenomenología hermenéutica, en tanto que interpretando al Ser del Dasein fenomenológicamente dado, Heidegger analiza su sentido, el cual será la temporalidad. Analógicamente, el Tiempo es el sentido del Ser en general y como resultado la temporalidad es el sentido del Ser del Dasein. Que el Tiempo sea el sentido del Ser significa simple y sencillamente que solo puedo aprehender de manera inteligible “lo que hay”, es decir, el Ser, teniendo como horizonte o trasfondo al Tiempo. El Ser solamente es comprensible en el Tiempo. De allí que la letra “y” del título de la Obra sea inclusiva, no se trata del “Ser y el Tiempo” como dos conceptos aislados, sino que la Obra trata de la relación indisociable entre “el Ser y el Tiempo”. La Destrucción de la historia de la ontología El plan que Heidegger se traza para realizar esta investigación sobre el sentido del Ser, lo llama la Destrucción de la historia de la ontología.El término destrucción en español suena demasiado fuerte para la connotación que tiene en el alemán. Sería más preciso llamarle “desmontaje” o “deconstrucción” como lo hizo Derrida al traducir este concepto al francés. En las lecciones De La esencia de la verdad impartidas en la Universidad de Friburgo en el semestre de invierno 1931/1932, Heidegger analizando la palabra griega aletheia habla de los dos sentidos del término “verdad” que se encuentran en la Parábola de la Caverna de Platón. Uno de ellos (el que predominó en el pensamiento occidental) se trata de la verdad por correspondencia o adecuación, el otro, de la verdad como desocultamiento. La Destrucción de la historia de la ontología se trata de des-ocultar al Ser de los múltiples entes que lo han ocultado a lo largo del tiempo a medida que la tradición Metafísica respondía a la pregunta por el Ser con un ente. En palabras de Heidegger: “Si se quiere que la pregunta misma por el ser se haga transparente en su propia historia, será necesario alcanzar una fluidez de la tradición endurecida, y deshacerse de los encubrimientos producidos por ella. Esta tarea es lo que comprendemos como la destrucción…” El estado de caída y el Uno Tanto en el plano óntico como ontológico, Heidegger ubicará un modo en cuanto a la comprensión del ser y en cuanto al comportarse con respecto a él que se deriva de cómo el Dasein asume su temporalidad.De aquí surge la conocida distinción entre Dasein propio e impropio, o más conocida como auténtico e inauténtico. [Aclarar porque voy a usar impropio y propio] Vale aclarar que a diferencia de Sartre, Heidegger no hace de la cuestión de la propiedad y la impropiedad una cuestión normativa o moral. Para Sartre (en el Ser y La Nada) el Para-Sí inauténtico está imputado de mala fe por no asumir su condición más propia que es la libertad. No obstante para Heidegger los modos de ser propio e impropio no tienen ningún carácter moral ni normativo. El ser humano oscila entre uno y otro en su diario vivir y esto es parte constitutiva de la existencia finita del Dasein. Para intentar esquematizar el desarrollo del Dasein propio e impropio, hagamos como Heidegger, y partamos describiendo cómo es el ser del Dasein impropio y como este se despliega hasta devenir en un Dasein propio. El Dasein impropio siempre se encuentra en lo que Heidegger llama “estado de caída”, que no refiere a un defecto moral o espiritual, sino al modo habitual en el que el Dasein está en el mundo de medio de otros entes y a su vez es absorbido por ellos. “Absorbido” debe entenderse aquí como “privado de su propiedad”, “privado de ser sí mismo”. ¿Y quien le priva de esto? Heidegger lo llama “das Man”, traducido como “El Uno”, y también definido como “el sujeto de la cotidianidad”, es decir, una especie de Sujeto Impersonal que prescribe al Dasein cómo debe realizar su existencia. Acerca del Uno dice Heidegger: el uno despliega una auténtica dictadura. Gozamos y nos divertimos como se goza; leemos, vemos y juzgamos sobre literatura y arte como se ve y se juzga; pero también nos apartamos del «montón» como se debe hacer; encontramos «irritante» lo que se debe encontrar irritante. El uno, que no es nadie determinado y que son todos (pero no como la suma de ellos), prescribe el modo de ser de la cotidianidad. El Uno, para entenderlo mejor, también es llamado “interpretación pública”, por lo que no está lejos (aunque no inequívoco) entender al Uno como algo similar a lo que hoy llamamos opinión pública. En el estado de caída regido por el Uno, el Dasein se caracteriza por participar de tres fenómenos constitutivos del Uno: la habladuría, la avidez de novedades y la ambigüedad. “La habladuría” es definida por Heidegger como el hablar de manera superficial, sin fundamento, repetir lo que “se escucha por ahí”. Aquí reina la desinformación y al mismo tiempo el autoritarismo, pues cada quien pretende tener la razón sin dar razones de sus palabras. Se habla del habla dice Heidegger, pero no del objeto de habla, pues hablar del objeto de habla sería profundizar, cosa que en el fenómeno de la habladuría no es posible . El fenómeno de “la avidez de novedades” también traducido por “curiosidad”, Heidegger lo asocia a lo que los griegos entendían por el “placer de ver”, y argumenta que el Dasein en su estado de caída busca lo nuevo por lo nuevo, y no porque el contenido sea nuevo sino solamente por la apariencia de lo nuevo. En la curiosidad se es incapaz de quedarse quieto y por ende se busca la constante distracción para evadir la angustia que trae asumir la condición de arrojado del Dasein. Estos dos fenómenos (habladuría y curiosidad) dan lugar a la ambigüedad, que es el estado errático en que se encuentra el Dasein absorbido por el Uno, imposibilitado de profundizar y detenerse a contemplar los entes. La angustia, la cura y el estado de resuelto Hemos dicho anteriormente que la constitución fundamental del ser del Dasein es el estar-en-el-mundo y que de esta de se derivan diferentes existenciarios. Ahora es momento de responder a dos cuestiones: Qué es lo que une a todos los existenciarios como estructura fundamental del ser del Dasein y cómo el Dasein se hace autoconsciente de esto. La respuesta es: La unidad ontológica de los existenciarios Heidegger la llama la “cura o el cuidado” y el Dasein se hace autoconsciente de la misma por medio de la angustia. Expliquemos: Heidegger entiende que la angustia es la disposición afectiva fundamental del ser del Dasein dado que ontológicamente el Dasein se angustia ante la Nada. Para explicar esto se vale del contraste entre miedo y angustia. El miedo surge cuando El Dasein tiene ante sí un objeto del cual teme una presunta amenaza, no obstante la angustia no tiene objeto que la haga surgir en el Dasein, el Dasein se angustia por su condición de arrojado, por su estar-en-el-mundo abierto a la contingencia. La angustia revela al Dasein tres existenciarios que conforman a la cura: la existenciariedad, la facticidad, y el estar-caído, esto es: que el ser del Dasein es indeterminado y libre de cualquier esencia, por lo que es responsable de sus decisiones (existenciariedad) ; que siempre está en un mundo, que lo delimita y condiciona en tanto es un ser finito (facticidad); y que en su estado habitual siempre está absorbido por ese mundo regido por el das Man (estar-caído). Ahora, ¿Es posible para el Dasein salirse de su estado de caída y apropiarse de su ser más propio, o sea, libertad, finitud y autenticidad? La respuesta de Heidegger será sí y a esto lo llama “el estado de resuelto” que desarrolla en la segunda parte de la obra Ser y Tiempo. Para concluir, sería bueno aclarar que hay una gran diferencia entre el proyecto de Ser y Tiempo establecido en la Introducción de la obra y la obra Ser y Tiempo escrita. Según Heidegger, en principio, Ser y Tiempo iba a estar compuesta de dos Partes conformadas por tres secciones cada una, pero solamente fueron escritas y publicadas las dos primeras secciones de la primera parte: “Análisis preparatorio del Dasein” y “Dasein y temporalidad”. Quedaron sin escribir 4 secciones. En este sentido, Ser y Tiempo es un proyecto inacabado, aunque no se debe obviar que Heidegger falleció 50 años después de publicado Ser y Tiempo,y durante esos años tanto en libros como en cursos trabajó las temáticas que correspondían a esas 4 secciones sin escribir en Ser y Tiempode 1927. Muchas gracias! Ver Mario Bunge_ El ser no tiene sentido y el sentido no tiene ser.