Subido por Ivan Hockley

Lectura 19 Ampliacion armonica

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Ampliación del tema Nociones básicas de armonía
Cadencias. Dominantes secundarias. Modulación
Objetivos
• Comprender la importancia de los procesos cadenciales
en el discurso musical.
• Reconocer dominantes secundarias y su funcionamiento
dentro de una progresión.
• Distinguir entre tonicalización e introducción de región.
Análisis armónico de pequeños fragmentos musicales.
Introducción
La música, para que tenga sentido, debe ser articulada,
es decir, del mismo modo que el lenguaje se sirve de las
comas y puntos para que las frases tengan sentido, el
discurso musical necesita tener puntos de partida y de
llegada, respiraciones, pausas. Esto se consigue, la mayor
parte de las veces, por medio de las cadencias, que no son
otra cosa que progresiones de 2 ó 3 acordes (en su mayoría
estandarizadas) que establecen puntos de llegada, total o
parcialmente conclusivos.
1
Hemos visto la importancia de la progresión armónica V I, es decir, Dominante - Tónica. Esta relación se amplía a
menudo al resto de grados de una tonalidad, es decir,
cuando se pretende realzar la importancia de un grado, se
incluye delante su dominante. A estas dominantes se les
llama dominantes secundarias.
La tonalidad consiste en organizar una serie de sonidos
alrededor de un centro tonal. Si una obra con una duración
considerable (por ejemplo una sinfonía) tuviera siempre el
mismo centro tonal, es decir, la misma tonalidad, resultaría
monótona, ya que escucharíamos constantemente los
mismos sonidos (la misma escala). Para evitar esto se
utiliza la modulación, un proceso que consiste en cambiar el
centro tonal, por ejemplo, pasar de Do Mayor a La Mayor.
El acorde de cuarta y sexta cadencial
Cuando la quinta de un acorde es la nota más grave de
todas, decimos que el acorde está en segunda inversión,
inversión que también se conoce como acorde de cuarta y
sexta: los intervalos de las notas superiores con respecto a
la nota del bajo son una cuarta y una sexta.
Ejemplo 1
2
El acorde de cuarta y sexta requiere un tratamiento
especial, dado que la cuarta formada a partir del bajo es un
intervalo disonante cuando su nota más grave está en el
bajo. La inestabilidad propia de este acorde provoca que se
utilice con precaución y mucho menos frecuentemente que
el estado fundamental y que la primera inversión, salvo en
las fórmulas cadenciales. El acorde de cuarta y sexta
cadencial se comporta como un acorde de dominante en el
cual la cuarta y la sexta son apoyaturas de la quinta y de la
tercera respectivamente y sobre las cuales deben resolver,
formando el acorde de dominante propiamente dicho, que a
su vez debe resolver en la tónica:
Ejemplo 2
Esta es una de las progresiones armónicas más
recurrentes en la música como fórmula conclusiva.
Cadencias
3
Una de las funciones más importantes de la armonía es
dar unidad a una obra. Una pieza musical no puede consistir
en una mera sucesión de acordes. Del mismo modo que un
texto está compuesto de frases, y estas frases a su vez
están articuladas por puntos, comas, etc., para que éste
tenga sentido y cohesión, la música tiene que estructurarse
de tal forma que puedan apreciarse puntos de partida y de
llegada, puntos de tensión y de relajación. La práctica de la
armonía ha establecido una serie de fórmulas establecidas
por convención para marcar estos puntos de respiración de
la música: las cadencias. Vamos a ver las características de
las más importantes.
• La cadencia auténtica:
La fórmula V-I es una de las progresiones con mayor
fuerza tonal. Es la llamada cadencia auténtica. Esta
cadencia suele ser ampliada incluyendo antes del V el II o el
IV. Ahora disponemos también del cuarta y sexta cadencial,
que como ya sabemos se coloca antes de la dominante. Así
pues tenemos la siguiente fórmula cadencial: II6-I64-V-I.
Existen dos tipos de cadencia auténtica: la cadencia
perfecta y la imperfecta. En la cadencia perfecta los dos
acordes (el V y el I) están en estado fundamental. Algunos
tratadistas añaden que para ser cadencia perfecta, además
de la condición anterior, la voz superior debe concluir en la
tónica. En la cadencia imperfecta uno de los dos acordes, o
ambos, están invertidos. Esta diferencia produce una mayor
o menor sensación de conclusión. La cadencia perfecta es
4
la que resulta más enérgica y resolutiva, mientras que la
imperfecta tiene un carácter menos conclusivo. A menudo
se han comparado con el punto y la coma para describir su
efecto.
Ejemplo 3
• La semicadencia:
Es una cadencia que acaba sobre el V grado, lo que le
proporciona un carácter suspensivo. Suele utilizarse a mitad
de una frase o al final de la primera de un par de frases
paralelas (en el apartado de formas musicales trataremos el
asunto de las frases):
Ejemplo 4
• La cadencia plagal:
5
Es la cadencia que utiliza la progresión IV-I. Puede
colocarse después de la cadencia auténtica para
contrarrestar la fuerza de ésta, como un final añadido con un
efecto más relajado. Sin embargo, existen numerosos
ejemplos de cadencia plagal como final sin estar precedida
de una auténtica:
Ejemplo 5
También es habitual sustituir el IV por el IV menor en el
modo mayor, o incluso por un II65.
Ejemplo 6
a
6
b
• La cadencia rota o interrumpida:
Es una cadencia auténtica pero con la tónica sustituida
por otro grado. La más utilizada es la cadencia rota sobre el
VI. También existen cadencias rotas sobre el resto de los
grados, de las cuales las más habituales son sobre el IV y
sobre el III.
Ejemplo 7
a
b
7
c
Dominantes secundarias
En apartados anteriores, hemos visto que la progresión
V-I es de una importancia fundamental en la música tonal.
Tanto es así, que esta progresión es adoptada por el resto
de los grados de la escala, es decir, que cada uno de los
grados puede convertirse en una tónica momentánea
colocando antes de ella su dominante, produciendo así una
tonicalización.
Ejemplo 8
Estas dominantes son llamadas secundarias, ya que sólo
hay una dominante principal, del mismo modo que sólo hay
8
una tónica principal. La utilización de las dominantes
secundarias no sólo enriquece la armonía al añadir nuevos
acordes, sino que también ayuda a proporcionar dinamismo,
al mismo tiempo que coherencia, a una frase musical, ya
que un acorde es consecuencia directa del anterior. La
tonicalización de los grados de la escala no debilita a la
tónica principal, sino que incluso la puede reforzar. Esto es
fácilmente comprensible si entendemos que una dominante
fortalece a su tónica: si fortalecemos los pilares que
soportan a la tónica (subdominante y dominante) con sus
respectivas dominantes, la tónica resultará a su vez
reforzada.
Ejemplo 9
Schumann, Album de la juventud nº 41.
El anterior ejemplo de Schumann es un interesante caso
de la utilización de dominantes secundarias, y de cómo
éstas no debilitan en absoluto la tonalidad principal. En
9
primer lugar, debemos observar que la tónica (fa mayor) no
aparece hasta el tercer compás, después de siete acordes,
y no vuelve a aparecer hasta el compás 7. No deja de ser
curioso que el acorde más importante de la tonalidad, la
tónica, sólo aparezca en dos ocasiones a lo largo de siete
compases. Además, en estas dos ocasiones está en
primera inversión después de la dominante en tercera
inversión (cadencia imperfecta), lo que aparentemente la
hace más débil todavía. Solamente se presenta en estado
fundamental en la cadencia perfecta del último compás. A
pesar de todo esto, existe una clara dirección hacia la
tónica. Al escuchar el fragmento tenemos la sensación de
esperar algo, de necesitar que algo suene, es decir, se ha
creado tensión. Una tensión que no es resuelta hasta el
compás 8, cuando, por fin, se escucha la cadencia perfecta
sobre la tónica.
Las dominantes secundarias pueden ser usadas como la
dominante real, es decir puede cadenciar de la misma
manera que ésta. De esta forma, Mi mayor, que es la
dominante secundaria de la menor (en Do mayor), podría
resolver en Fa mayor (cadencia rota sobre en VI
secundario), sobre re menor (cadencia rota sobre el IV
secundario), etc.
Ejemplo 10
10
a
b
Otra de las utilidades de las dominantes secundarias es
la de introducir una región. Algunas veces, como en el
ejemplo de Schumann, las dominantes secundarias
introducen una tónica y seguidamente continúan en la
tonalidad principal. Sin embargo, otras veces las tónicas
secundarias se imponen durante cierto tiempo, es decir,
después de ser introducidas se mantienen los acordes que
pertenecen a su tonalidad: ese pasaje se encuentra en la
región de la tónica secundaria. En el ejemplo 29, aparece en
el compás 3 la dominante secundaria de sol (Re mayor7),
pero los siguientes acordes permanecen en la tonalidad
principal. Más adelante se presenta la dominante secundaria
de mi menor (Si mayor7), pero esta vez los acordes que
siguen pertenecen a la tonalidad de mi menor, hasta el
compás 7 donde vuelve a aparecer la subdominante de Do
mayor.
11
Ejemplo 11
Una forma rápida de determinar dónde se introduce una
dominante secundaria o una región y cuándo se abandona,
es fijarnos en las alteraciones. En este caso: Do mayor no
tiene alteraciones, por lo tanto, cuando veamos una
alteración accidental puede tratarse (aunque no siempre) de
dos casos: que sea una nota de adorno (o nota extraña a la
armonía, de las que hablaremos más adelante) o que sea
una dominante secundaria. Para determinar donde se
abandona una región actuaremos del mismo modo: mi
menor tiene un sostenido, fa# (más el VI y el VII alterados
de la escala melódica), así que cuando estas notas
características desaparezcan significará que se ha
abandonado su región.
No siempre una dominante secundaria introduce región.
Introduce región cuando la sensible de la nueva tónica
secundaria es tomada de forma diatónica o 'cuasidiatónica'.
No introduce región cuando la sensible es tomada
cromáticamente.
Ejemplo 12
12
Modulación
La modulación consiste en cambiar el centro tonal a lo
largo de una obra, es decir, pasar de una tonalidad a otra.
Este procedimiento es utilizado para evitar la monotonía
producida por permanecer demasiado tiempo en una misma
tonalidad. Esta monotonía estaría provocada por el
estatismo armónico al basar toda la obra (o gran parte de
ella) en unos mismos acordes, los acordes diatónicos.
Incluso si alteramos estos acordes, incluimos notas extrañas
cromáticas en esta estructura diatónica, no conseguimos
modificar el carácter centrípeto de la tonalidad principal. Por
ello, tenemos que establecer una forma de alejarnos de una
tonalidad para introducir una nueva y producir así un efecto
dinámico en la obra.
13
No hay que confundir la modulación con la introducción
de región. Para que exista modulación la tonalidad principal
debe ser abandonada completamente y durante un tiempo
considerable, y la tonalidad de llegada debe ser establecida
armónica y temáticamente. Este es el punto de vista de
algunos de los más importantes tratadistas, como Arnold
Schönberg o Walter Piston. Sin embargo, otros consideran
que se ha modulado cuando se introduce una región. En
esta breve iniciación a la armonía nos centraremos en la
primera de las aceptaciones.
Existen tres etapas en el proceso modulante. En primer
lugar, la tonalidad principal debe estar claramente
establecida. En segundo lugar se cambia el centro tonal en
una etapa de inestabilidad armónica, y finalmente se
confirma la nueva tonalidad. Ya sabemos la manera más
efectiva de establecer una tonalidad (IV(II)-V-I) con lo cual la
primera y la última etapa deberían estar claras. Vamos a
centrarnos en la segunda etapa.
El procedimiento habitual para enlazar dos tonalidades
es buscar un punto común entre ambas, es decir, un acorde
que pertenezca tanto a la tonalidad de partida como a la de
llegada. Es el llamado acorde puente o pivote. Por ejemplo,
si queremos conectar la tonalidad de Do mayor con Sol
mayor, debemos encontrar un acorde que se encuentre en
las dos tonalidades. En este caso tenemos varias
posibilidades: Do M, mi m, Sol M y la m. Es posible utilizar
cualquiera de ellos, pero unos resultan más efectivos que
otros. Quizá los más empleados sean los que cumplen la
14
función de subdominante en la segunda tonalidad, en este
caso Do M, mi m y la m. De estos tres, tal vez el menos
conveniente sea el de mi menor (VI de Sol Mayor), ya que,
como sabemos, el VI grado cumple también función de
tónica, por lo que no es muy apropiado siempre que existan
otras posibilidades.
Ejemplo 13
15
J.S.Bach El clave bien temperado Preludio nº 1
En este ejemplo de El clave bien temperado de Bach
vemos perfectamente las tres etapas de la modulación.
Primero establece la tonalidad principal mediante la
progresión I-II2-V65-I, que ya hemos señalado en apartados
anteriores como una de las que mejor presenta una
tonalidad. En el compás 5 introduce el acorde puente: la
menor que es VI de Do mayor (tonalidad de partida) y a su
vez II de Sol mayor (tonalidad de llegada). A continuación
aparece la dominante de Sol mayor (re mayor 2) seguida de
la tónica (sol mayor 6). Llegado este punto podría darse por
16
finalizada la modulación, puesto que la tonalidad de llegada
ya ha sido confirmada con la progresión II-V7-I (la menor6 Re mayor2 - Sol mayor6).
Sin embargo, esta cadencia sobre Sol mayor es
imperfecta, que como hemos visto no es del todo
conclusiva, por lo que, en los compases del 7 al 11, vuelve
utilizar una progresión similar a la que había usado para
presentar la tonalidad principal, esta vez en Sol mayor,
ampliada con un acorde más (Sol mayor - Do mayor2 - la
menor7 - Re mayor7 - Sol mayor), y ésta vez, sirviéndose
del carácter conclusivo de la cadencia perfecta. Si
escuchamos el ejemplo, podemos apreciar que en el
compás 6 es introducido un elemento nuevo ajeno a la
tonalidad principal (la dominante de Sol mayor), pero el oído
no aprecia en ese momento un cambio de centro tonal, sino
más bien una tonicalización del V grado por medio de su
dominante secundaria. Nuestro oído no reconoce el Sol
como centro tonal hasta el compás 11, donde el proceso
modulante puede darse por concluido.
No en todos los casos hay tantos acordes para elegir
como acorde puente. Las tonalidades entre las que hay más
acordes comunes son aquellas cuyas armaduras se
diferencian por pocas alteraciones. En el caso anterior la
modulación se producía entre Do mayor y Sol mayor. Do
mayor no tiene ninguna alteración y Sol mayor tiene un
sostenido, es decir, la diferencia es de una alteración: el fa#.
Podremos entonces elegir todos los acordes que no
contengan el fa. Si la modulación se produjera entre Do
17
mayor y Fa mayor la diferencia seguiría siendo de una
alteración, pero en este caso la nota diferente sería el sib
(Fa mayor tiene un bemol), así que podrían ser utilizados
todos los acordes excepto los que contuvieran el si.
Ejemplo 14
Las posibilidades de elección disminuyen cuando la
diferencia de alteraciones aumenta. Por ejemplo, entre Do
mayor y Re mayor. Do mayor no tiene alteraciones mientras
que Re mayor tiene dos sostenidos (fa# y do#), es decir, dos
alteraciones de diferencia. Así que no podremos usar como
acorde puente los que contengan el do o el fa: las
posibilidades se reducen a mi menor y a Sol mayor, los dos
únicos acordes comunes.
Ejemplo 15
18
A medida que las diferencias se hacen mayores, las
posibilidades se reducen hasta desaparecer. Entonces, al
carecer de acordes comunes, se tienen que buscar otros
métodos para modular. Uno de los más utilizados es dividir
la modulación. Esto supone modular primero a una tonalidad
intermedia, a medio camino entre la de partida y la de
llegada. Por ejemplo, entre Do mayor y La mayor no hay
ningún acorde puente. Según este método, se modularía
primero a Re mayor, con la que Do mayor tiene dos
alteraciones de diferencia, y desde Re mayor se modularía
hasta La mayor, entre las que hay una sola alteración de
diferencia.
Ejemplo 16
19
Sin embargo, existen otros métodos más sencillos, y
sobre todo más cortos, para realizar este tipo de
modulaciones a tonalidades lejanas, pero para ello
necesitamos conocer otros tipos de acordes y de procesos
modulantes.
• Relación entre tonalidades:
Todas las tonalidades mantienen entre ellas algún tipo de
relación. Estas relaciones se clasifican según el grado de
proximidad entre las tonalidades. Llamamos tonalidades
vecinas a aquellas cuya relación es directa, es decir, a las
tonalidades de las tríadas de los grados de la escala. En el
caso de Do mayor, las tonalidades vecinas son las
tonalidades del II grado (re menor), del III (mi menor), del IV
(Fa mayor), del V (Sol mayor) y del VI (la menor). El VII
grado no es incluido porque su tríada es disminuida, por lo
que no puede ser en ningún caso una tónica. Si nos fijamos
en estas tonalidades, vemos que sus armaduras sólo se
diferencian de la de Do mayor en una alteración, excepto en
el caso de la menor, que tiene el mismo número de
alteraciones que Do mayor (son tonos relativos). Por lo
tanto, las tonalidades vecinas son las de la tónica, la
subdominante y la dominante y sus relativos menores.
También reciben el nombre de relaciones directas y
cerradas.
Sabemos que una dominante puede introducir una tónica
mayor o una menor, es decir, que las tonalidades con la
misma tónica (por ejemplo, Do mayor y do menor) tienen en
20
común su dominante. Si escuchamos un acorde de
dominante sabemos cual es su tónica pero no el modo de
ésta. Este es el principio de intercambiabilidad del modo
mayor y menor. Basándonos en esta relación directa que
existe entre una tonalidad mayor y su homónima menor,
podemos afirmar que también existe relación entre una
tonalidad y las tonalidades homónimas de las vecinas. En el
caso de Do mayor, estas tonalidades son do menor, fa
menor, sol menor, Re mayor, Mi mayor y La mayor. Estas
relaciones se denominan indirectas pero cerradas.
Existen otros tipos de relaciones más remotas y, por
tanto, utilizadas con menor frecuencia, que están basadas
en la intercambiabilidad del modo mayor y menor, así como
en la relación de una tonalidad con su relativo.
En el apartado referente a la modulación, hemos visto
que entre determinadas tonalidades existían tantas
diferencias (en cuanto a alteraciones se refiere) que no se
podían enlazar directamente y, por tanto, teníamos que
dividir la modulación. Sin embargo, ahora que conocemos
mejor las relaciones entre tonalidades, tenemos la
posibilidad de modular más rápidamente.
Por ejemplo, con el método del acorde puente nos era
imposible ir de Do mayor a Mi mayor, ya que no tienen
acordes comunes. Ahora sabemos que mi menor es una de
las tonalidades vecinas de Do mayor, y también sabemos
que una dominante puede introducir tanto una tónica mayor
como una menor, es decir, el modo mayor y el menor son
21
intercambiables. De esta forma, es fácil entender que si
podemos modular directamente de Do mayor a mi menor, y
mi menor y Mi mayor son intercambiables, podremos
enlazar Do mayor con Mi mayor sin problemas.
Ejemplo 17
a
b
c
En los ejemplos anteriores tenemos varias versiones de
la misma modulación. En el ejemplo 17a se modula primero
a mi menor por el método del acorde puente y una vez
establecida la nueva tonalidad se intercambian los modos
22
(el mayor por el menor). En el ejemplo 17b se procede de la
misma forma pero se introduce directamente la tónica de Mi
mayor en lugar de pasar primero por mi menor. La tercera
versión (ej. 17c) nos muestra un procedimiento intermedio:
modular al modo menor y cuando éste va a ser confirmado
aparece una nota pedal de dominante en el bajo, sobre la
cual se produce el cambio de menor a mayor incluyendo
acordes del modo mayor. Este último sistema es un sistema
estandarizado de modulación.
RESUMEN
La armonía debe cumplir la función de dar unidad a una
obra. Una pieza musical no puede consistir en una mera
sucesión de acordes. Del mismo modo que un texto está
compuesto de frases, y estas frases a su vez están
articuladas por puntos, comas, etc., para que éste tenga
sentido y cohesión, la música tiene que estructurarse de tal
forma que puedan apreciarse puntos de partida y de
llegada, puntos de tensión y de relajación. La práctica de la
armonía ha establecido una serie de fórmulas establecidas
por convención para marcar estos puntos de respiración de
la música: las cadencias. Además, las cadencias también se
encargan de afirmar una tonalidad. El caso más claro es el
de la cadencia perfecta (V-I), que como hemos visto suele
ser precedida de un acorde con función de subdominante (el
II o el IV).
23
La cadencia perfecta (progresión V-I) tiene tal
importancia en la música tonal, que esta progresión es
adoptada por el resto de grados de la escala, es decir, que
cada uno de los grados puede convertirse en una tónica
momentánea colocando antes de ella su dominante,
produciendo así una tonicalización.
La modulación consiste en cambiar el centro tonal a lo
largo de una obra, es decir, pasar de una tonalidad a otra.
Existen varios procedimientos para realizar una modulación.
Utilizar uno u otro dependerá de la relación entre las
tonalidades de partida y de llegada, es decir, si son
tonalidades cercanas o lejanas. En este módulo se han
explicado algunos de los métodos más usuales de
modulación. Esto no quiere decir que sean los únicos: hay
otras formas de realizar las modulaciones, como la
modulación por cromatismo, por enarmonía, etc.
Notas extrañas en la armonía
Objetivos
24
• Análisis de las notas extrañas a la armonía de una obra.
• Análisis de fragmentos musicales indicando los acordes
de séptima disminuida y su función tonal concreta, y
reconocimiento de acordes de sexta aumentada y de sexta
napolitana.
Introducción
La Armonía se ocupa principalmente del estudio de las
distintas funciones de los acordes dentro de la tonalidad, de
sus relaciones y de sus comportamientos. Sin embargo,
además de las notas que componen los acordes, existen
muchas otras que ornamentar o enriquecer las melodías y
los enlaces entre los acordes. Estas son las notas extrañas
a la armonía. Este es un término un tanto engañoso, ya que,
si entendemos por armonía una serie de sonidos
simultáneos, estas notas no son extrañas a la armonía:
suenan con ella, forman parte activa de ella. Un término más
acertado quizá sería el de notas extrañas al acorde. A pesar
de todo, y dado que es la denominación habitual para estas
notas en la gran mayoría de tratados, nosotros también la
utilizaremos.
En este módulo también veremos unos acordes que por
el gran número de posibles funciones tonales, son
calificados de ‘errantes’. Esto quiere decir que son acordes
que pueden tener una enorme cantidad de interpretaciones,
pueden pertenecer a muchas tonalidades o, simplemente
25
pueden enlazar tonalidades muy lejanas. En la mayoría de
los casos estos son acordes interválicamente inestables,
como por ejemplo, los acordes de séptima disminuida o la
tríada aumentada.
Notas extrañas a la armonía
No todas las notas que escuchamos en una obra
pertenecen al acorde que está sonando en ese momento. A
menudo entre notas reales (notas del acorde) se introducen
otras notas que están utilizadas con fines melódicos: enlazar
notas, bordearlas, anticiparlas, retardarlas, etc. La función
de estas notas es, generalmente, la de crear tensión, ya
que, en la mayoría de los casos, son disonancias. El término
'extrañas' puede resultar confuso, ya que, las notas que
suenan junto con un acorde no pueden ser 'extrañas':
suenan, y por tanto, forman parte de la armonía (con
relación a este aspecto, puedes leer Schönberg, Arnold
(1974): «Sonidos extraños a la armonía», en Armonía, Real
Musical, Madrid, 1990). No obstante, es un término utilizado
por convención y será empleado también en esta
asignatura. Existen muchos tipos de notas extrañas:
• La nota de paso:
Cuando tenemos un salto melódico podemos completar
el hueco entre las dos notas, añadiendo otras de forma
cromática o diatónica. Estas notas pueden colocarse entre
notas del mismo acorde o entre dos acordes distintos:
26
Ejemplo 1
Las notas de paso son rítmicamente débiles, es decir,
están en parte o fracción débil del compás. También
podemos encontrarnos con notas de paso en tiempo o
fracción fuerte, pero estas notas es preferible considerarlas
como apoyaturas, que más adelante veremos.
• La bordadura:
La bordadura es una nota rítmicamente débil que adorna
una nota inmóvil bordeándola por arriba o por abajo a
distancia de segunda mayor o menor:
Ejemplo 2
27
A menudo, estas notas aparecen alteradas
cromáticamente para acercarse un semitono a la nota real.
Cuando es la bordadura inferior la que está alterada
cromáticamente, ésta tiene el carácter de una sensible
secundaria de la nota real:
Ejemplo 3
Puede combinarse los dos tipos de bordadura formando así
un grupo de cinco notas llamado también grupeto. En
ocasiones la tercera de estas notas es omitida creando una
apoyatura doble:
28
Ejemplo 4
• La anticipación:
Como su nombre indica es una nota que anticipa a la
nota real, por lo general con un valor rítmico más breve que
la nota principal
Ejemplo 5
• La apoyatura:
Es la única nota de adorno rítmicamente fuerte, es decir,
aparece siempre en parte o fracción fuerte de compás. Está
a distancia de segunda mayor o menor (ascendente o
descendente) de la nota real:
29
Ejemplo 6
La apoyatura puede ser tomada por salto o estar
preparada. Está preparada cuando es una de las notas del
acorde anterior o nota extraña en el compás anterior:
Ejemplo 7
Del mismo modo que la bordadura, la apoyatura puede
estar alterada cromáticamente:
30
Ejemplo 8
• El retardo:
El retardo es una nota cuya resolución ha sido
desplazada rítmicamente. Se puede considerar como una
apoyatura preparada que no es atacada en tiempo fuerte, es
decir, está ligada a su preparación:
Ejemplo 9
Hay ocasiones en las que resulta imposible diferenciar
entre una apoyatura preparada y un retardo, por ejemplo,
cuando la nota retardada está repetida varias veces, como
en el caso de un trémolo:
31
Ejemplo 10
El retardo suele resolver en la nota inmediata inferior,
aunque no es difícil encontrarse con retardos que
ascienden. Cuando la nota retardada en una sensible o una
nota cromática ascendente su resolución natural será
ascender como lo haría si no estuviera retardada:
Ejemplo 11
• La escapada y la nota cercana:
Son notas que se incluyen entre dos notas que realizan
un movimiento melódico de segunda. La escapada es una
nota que está a distancia de segunda de la nota de partida y
que se dirige en dirección contraria al movimiento melódico,
resolviendo en la nota de llegada por salto. La nota cercana
es el caso contrario: una nota que se acerca a la nota de
32
llegada a distancia de segunda y que se ha alejado de la
nota de partida por salto:
Ejemplo 12
• La nota pedal:
La nota pedal es una nota que se mantiene mientras el
resto de las voces realizan cambios de acorde. Esta nota
suele ser la tónica o la dominante y es un recurso muy útil
para establecer una tonalidad, como hemos visto en el
capítulo sobre la modulación. El efecto que produce es de
estatismo, aunque los acordes que la acompañen
produzcan fuertes disonancias. Es utilizada con mayor
frecuencia en el bajo que en las demás voces. Su uso sólo
requiere una condición: que forme parte del acorde en el
que se introduce y del acorde en el que desaparece:
33
Ejemplo 13
El acorde de séptima disminuida
El acorde de séptima disminuida es un acorde de
dominante con novena menor y con la fundamental omitida:
Ejemplo 14
Ya que es una extensión de la dominante, el acorde de
séptima disminuida siempre cumple la función del V grado.
Este acorde, a pesar de lo concluyente que resulta como
dominante para afirmar una tonalidad, es a su vez uno de
los acordes más ambiguos. Esta ambigüedad es su mayor
atractivo. Está formado por terceras menores, y la inversión
de la séptima disminuida, la segunda aumentada, es el
34
equivalente enarmónico de la tercera menor. De esta forma,
es un acorde auditivamente simétrico, es decir, el oído no
aprecia en que inversión está hasta que no resuelve:
Ejemplo 15
La fundamental 'aparente' de este acorde es una
sensible, puesto que la fundamental real (una tercera mayor
por debajo) es la dominante. Si tenemos en cuenta que el
oído no distingue su inversión, ya que tiene la misma
sonoridad en todas ellas, podemos tomar cada una de sus
notas como una sensible si aplicamos el principio
enarmónico:
Ejemplo 16
De esta forma, el mismo acorde puede introducir cuatro
tónicas diferentes, dependiendo de cuál sea la nota que se
ha escogido como sensible. Podemos descubrir cuál es la
sensible ordenando el acorde por terceras, de tal forma que
la más grave será la fundamental:
35
Ejemplo 17
Este acorde resuelve de manera natural sobre el acorde
de tónica. La resolución habitual es ascender la fundamental
(como sensible que es) y la tercera y descender la quinta y
la séptima, ya que son disonancias. A pesar de que es un
acorde propio del modo menor, resuelve con igual
efectividad sobre una tónica mayor.
Ejemplo 18
El acorde de séptima disminuida se puede emplear en
cualquier sitio donde se podría incluir la dominante de la que
provienen, incluyendo aquí las dominantes secundarias, y
comportarse de igual modo que estas, es decir, pueden
resolver en cadencia rota:
36
Ejemplo 19
A menudo el acorde de séptima disminuida resuelve
sobre acordes que no corresponden a su escritura (no están
enarmonizados), de tal forma que su escritura está en
relación con el acorde que le precede pero no con el que le
sigue.
Ejemplo 20
La ambigüedad tonal de la séptima disminuida lo
convierte en un acorde muy utilizado para la modulación.
Las múltiples interpretaciones que se pueden hacer de un
acorde de este tipo hacen que pueda enlazar dos
tonalidades muy alejadas, como por ejemplo, Do mayor y Fa
sostenido mayor.
37
Ejemplo 21
En el ejemplo anterior tenemos una modulación entre
dos tonalidades muy lejanas: Do mayor (sin alteraciones) y
Fa sostenido mayor (6 sostenidos). Entre ellas no hay
ningún acorde diatónico en común. Sin embargo, la séptima
disminuida formada sobre la dominante de Do mayor (sol si - re - fa - lab, omitiendo la fundamental sol), es
exactamente igual que la séptima disminuida sobre la
dominante de Fa sostenido mayor (do# - mi# - sol# - si - re,
sin la fundamental do#). Si eliminamos las fundamentales
(sol y do#, respectivamente) vemos que tenemos el mismo
acorde con diferente escritura, es decir, enarmonizado: el fa
del primer acorde corresponde al mi# del segundo, y el lab
del primero al sol# del segundo. De esta forma ya hemos
encontrado un acorde común entre las dos tonalidades, que
puede utilizarse como acorde puente para modular de una a
otra sin necesidad de modulaciones intermedias.
Las séptimas disminuidas resuelven en ocasiones de
forma irregular. Todas estas resoluciones se logran
mediante notas en común entre los acordes (enarmonizadas
38
o no) o por movimiento cromático de una o varias voces. En
la lista siguiente se muestran algunas de las resoluciones
irregulares más comunes:
1) la# dis:
fa#7....................mib7...................do7....................la7
2) la# dis:
sib7...................reb7...................mi7....................sol7
A pesar de su gran utilidad, este acorde ha de ser usado
con prudencia para modular: el camino más rápido no es
siempre el más seguro. Al escuchar el ejemplo 9-8 podemos
observar esto: no hay nada que objetar en el aspecto teórico
a esta modulación, sin embargo, ésta resulta demasiado
brusca. El oyente todavía no ha advertido que la música
abandona Do mayor y ya se encuentra, de repente, con Fa
sostenido mayor, una tonalidad que se podría considerar
contraria a Do mayor (sólo tienen una nota en común). Los
compositores, generalmente, han huido de esta brusquedad,
quizá no para introducir regiones, pero sí para las
modulaciones. Esto no quiere decir que no se use este
acorde para modular, sino que se usa como acorde auxiliar
dentro de un proceso modulante más amplio. El tiempo es
un factor fundamental en la música: el oyente se
acostumbra a una tonalidad que ha sido establecida
armónica y temáticamente y se necesita tiempo para que
otra tonalidad la sustituya en importancia. Así, si queremos
introducir una tonalidad nueva que anule la anterior y se
imponga como única, primero debemos hacer que el oyente
olvide la anterior poco a poco, anulando sus notas
características, para después, en un ambiente
39
armónicamente inestable, hacer que aparezca la nueva
tonalidad que restablezca el equilibrio.
Tan importante es la primera tonalidad de una obra, que
Schönberg, en Funciones estructurales de la armonía,
sostiene el principio de monotonalidad: una obra solamente
tiene una tonalidad alrededor de la que se organizan una
serie de regiones, siempre dependientes, por muy remotas
que éstas sean, de la tonalidad principal.
Los acordes de 6ª aumentada y el acorde de 6ª napolitana
El acorde de sexta aumentada se caracteriza por la sexta
aumentada que se forma entre el VI grado menor (en Do
mayor: lab) y el IV grado elevado cromáticamente (fa#). Este
intervalo tiene su origen en una dominante secundaria: la
dominante de la dominante (Re mayor7) con la 5ª rebajada.
El fa# es la sensible de la dominante (sol) y el lab surge del
movimiento melódico la - lab - sol.
Ejemplo 22
40
Dado su origen en el II grado, este acorde tiene función
de subdominante (recordemos que el II grado forma parte
del grupo de la subdominante), aunque esté transformado.
Una breve aclaración sobre esto: el II grado en este caso (y,
por extensión, el resto de grados) siempre cumplirá con su
función con respecto a su tónica (Do mayor), a pesar de
que, por estar transformado, cumpla otra función distinta con
respecto a una tónica secundaria (Sol mayor). Es decir, si
estamos en Do mayor, el acorde de re siempre será una
subdominante de Do mayor, aunque momentáneamente
esté transformado en dominante de Sol mayor, del mismo
modo que Sol mayor siempre será la dominante de Do
mayor aunque esté ‘tonicalizada’.
Existen cuatro tipos de acordes de sexta aumentada.
Normalmente estos acordes tienen el sexto grado menor en
el bajo y el cuarto grado elevado en una voz superior. La
diferencia entre ellos está en las otras notas. En el siguiente
ejemplo vemos los cuatro tipos con sus resoluciones
habituales:
Ejemplo 23
41
La resolución regular de los acordes de sexta aumentada
es ascendiendo el cuarto grado elevado (fa#) al quinto grado
(sol) y descender el sexto grado menor (lab) al quinto grado
(sol). Armónicamente, pueden resolver en el acorde de
dominante o en el de tónica en cuarta y sexta cadencial.
Ejemplo 24
Ludwig van Beethoven, 5ª Sinfonía, 2º movimiento.
Estos acordes tienen la sonoridad de dominantes, lo que
los hace muy útiles para modular o introducir regiones,
utilizándolos como acordes puente. En el ejemplo anterior
se muestra un caso de modulación por medio de la sexta
aumentada. El I grado se convierte cromáticamente en una
séptima disminuida (la 7dis) que resuelve irregularmente
42
sobre el I como sexta aumentada de Do mayor, y ésta a su
vez sobre la tónica en cuarta y sexta cadencial. El efecto de
este tipo de modulación es sorprendente, ya que el oyente
escucha en realidad una dominante con séptima y no una
sexta aumentada (aunque es lo mismo), ya que la sexta
aumentada no existe de forma natural en ninguna tonalidad.
Además, estamos acostumbrados a relacionar
auditivamente la sonoridad de la dominante con su cuarta
superior (es decir, con su tónica), así que cuando
escuchamos una resolución como ésta nos resulta
auditivamente sorprendente.
El acorde de sexta napolitana es la tríada que se forma
sobre el II grado rebajado cromáticamente. Es llamado
"sexta" porque habitualmente se ha usado (sobre todo
durante el siglo XVIII) en primera inversión.
Ejemplo 25
Igual que la sexta aumentada, la sexta napolitana
proviene del II grado, lo que le proporciona un marcado
carácter de subdominante. Las resoluciones más frecuentes
son efectuadas sobre el V grado o sobre el I en cuarta y
sexta cadencial. A menudo se incluyen otros acordes entre
la sexta napolitana y la dominante, normalmente acordes
43
sustitutos del II grado como, por ejemplo, la dominante de la
dominante:
Ejemplo 26
RESUMEN
La principal función de las notas extrañas a la armonía es
la de enriquecer tanto las melodías como los enlaces entre
acordes. Hemos visto que estas notas pueden anticipar una
nota ‘real’, bordearla, retardarla, etc. Con esto se consigue
dar variedad y a la vez crear tensión, ya que estas notas
son, en su mayoría, disonantes.
El acorde de séptima disminuida se caracteriza por las
numerosas tonalidades a las que puede pertenecer, lo que
nos permite pasar de una tonalidad a otra con suma
facilidad. Sin embargo, ha de ser utilizado con prudencia
para la modulación: ésta puede ser muy rápida, pero
también muy poco efectiva. Schönberg escribió al respecto:
"Desde luego se llega antes a la calle saltando desde un
cuarto piso que bajando por las escaleras, ¡pero cómo se
llega! No se trata del camino más corto en sí, sino del más
44
adecuado" (Schönberg: Armonía. Real Musical,1990, pág.
187 ss.). Precisamente en la modulación el tiempo cuenta
con una importancia fundamental: el oyente necesita tiempo
para poder olvidar la antigua tonalidad. El poder de una
tónica es demasiado fuerte como para ser olvidado por un
acorde de séptima disminuida o uno de sexta aumentada.
Por tanto, este tipo de acordes suele ser acompañado de un
proceso modulante de varios acordes, con el objeto de que
el oyente, poco a poco, olvide la tónica anterior.
Introducción a la armonía del siglo XX
Objetivo
• Conocer las principales innovaciones armónicas
introducidas en el siglo XX.
Introducción
La música del siglo XX se caracteriza por la gran variedad de
materiales que utiliza, desde la reutilización de los modos
eclesiásticos (en estructura, no en comportamiento), ampliaciones
de la armonía tonal, atonalismo, hasta nuevas formas de
organización de los sonidos como el dodecafonismo o los modos
utilizados por Messiaen.
45
El abandono por parte de algunos compositores de esta armonía
tradicional es consecuencia no sólo de la necesidad de encontrar
nuevos caminos de evolución, sino también de que la tonalidad
sufrió durante el siglo XIX tantas ampliaciones (tonalidad
cromática) que continuar por ese camino significaría su
destrucción, ya que abandonaba los principios estructurales
tonales más básicos: la resolución en la tónica se alargaba cada
vez más, las disonancias resolvían habitualmente de forma
excepcional, los acordes podían cumplir cada vez más funciones
simultaneamente, etc.
A lo largo de este módulo vamos a ver algunas de las prácticas
más importantes de esta época de grandes y rápidos movimientos
que tienen en común la búsqueda de materiales alternativos a la
armonía tonal.
Modos
Las diversas maneras que tienen los sonidos de organizarse
alrededor de un sonido central dan lugar a la modalidad. En los
módulos anteriores hemos visto las peculiaridades de los dos
modos utilizados en la tonalidad: el modo mayor y el modo menor.
Durante el siglo XX los compositores tomaron como material
escalístico los antiguos modos eclesiásticos. Sin embargo, sólo se
utilizó su estructura organizativa (relación de tonos y semitonos
entre los grados) y no su comportamiento. Estos modos son:
46
Ejemplo 1:
Cada uno de estos modos tiene una estructura distinta, lo que le
aporta un color y un carácter especial que lo diferencia del resto.
El jónico corresponde estructuralmente con el modo mayor y el
eolio con el modo menor. Esto hizo que se utilizaran con poca
frecuencia, ya que se buscaba un distanciamiento de las
relaciones tonales. El locrio tiene como acorde fundamental una
tríada disminuida, que lo convierte en un modo muy inestable y,
por tanto, poco recomendable.
De los cuatro modos restantes, dos tienen una estructura de tonos
y semitonos parecida a la del modo menor y dos a la del modo
mayor. Son precisamente esas diferencias las que aportan a cada
modo un rasgo distintivo (notas características):
• El modo dórico (comparado con el modo menor, ya que su
acorde fundamental es una tríada menor) se diferencia del
modo menor en que tiene el VI grado ascendido. Por ejemplo,
Re dórico tiene el Si natural, mientras que Re menor tiene el Si
bemol.
47
Ejemplo 2:
• El modo frigio (comparado con el modo menor ya que su
acorde fundamental es una tríada menor) se diferencia del
modo menor en que tiene el II grado rebajado. Por ejemplo, Mi
frigio tiene el Fa natural, mientras que Mi menor lo tiene sostenido.
• El modo lidio (comparado con el modo mayor ya que su
acorde fundamental es una tríada mayor) se diferencia del
modo mayor en que tiene el IV grado ascendido. Por ejemplo,
Fa lidio tiene el Si natural, mientras que Fa mayor lo tiene bemol.
48
Ejemplo 4:
• El modo mixolidio (comparado con el modo mayor ya que su
acorde fundamental es una tríada mayor) se diferencia del
modo mayor en que tiene el VII grado rebajado. Por ejemplo,
Sol mixolidio tiene el Fa natural, mientras que Sol mayor lo tiene
sostenido.
Ejemplo 5:
De la misma forma que los modos mayor y menor utilizan una
organización jerárquica de sus acordes, tomando como tríadas
básicas de la tonalidad el I, el V y el IV y como tríadas secundarias
el resto de los grados, el comportamiento modal utiliza como
tríadas fundamentales la tríada sobre el I y las tríadas de los
49
grados que incluyan su nota característica. El resto de grados se
utilizan como tríadas secundarias.
Ejemplo 6:
Todos los modos incluyen una tríada disminuida que suele ser
evitada: recuerda inevitablemente a una dominante, lo que nos
alejaría de nuestra fundamental. Por ejemplo, Do Lidio tiene la
misma armadura que Sol Mayor (Fa#). Si en la escritura lidia se
utilizara el IV grado (Fa#-La-Do), éste cumpliría la función de
dominante (sin la fundamental Re) de Sol Mayor y provocaría que
nuestro oído esperara una resolución. Por tanto, se eluden todas
las tríadas disminuidas y por extensión todas las relaciones de
tritono por sus fuertes connotaciones tonales.
En todos los modos pueden utilizarse acordes de séptima y
novena, excepto aquellos que contengan una relación de tritono.
Todos los modos guardan una estrecha relación con una tonalidad
mayor, ya que comparten armadura y, por tanto, el material
escalístico. Para evitar la atracción que ejerce esta tonalidad
mayor en el discurso armónico y melódico, suelen utilizarse
50
progresiones y motivos melódicos recurrentes que garanticen la
permanencia dentro del centro tonal propio del modo. Sin
embargo, este recurso conlleva a menudo monotonía que puede
ser contrarrestada con la modulación modal. Este tipo de
modulación supone un cambio de centro tonal dentro del mismo
modo. Por ejemplo, un Do mixolidio puede cambiar de centro tonal
hacia un Sol mixolidio. Tomando un ejemplo ya conocido, el
proceso es igual que una modulación de Do Mayor a Sol Mayor.
Otro recurso que aporta variedad es el intercambio modal: se
cambia el modo pero no el centro tonal. Un ejemplo de este tipo
es un Mi frigio que pasa a ser un Mi lidio y después un Mi dórico.
La combinación de ambos recursos (pasar de Mi frigio a Sol lidio)
supone un cambio de modo y de centro tonal.
La escritura modal utiliza las melodías y las armonías en el mismo
modo y centro tonal. Sin embargo, los modos y centros tonales
pueden combinarse dando lugar a escrituras polimodales y
politonales:
• La polimodalidad aparece cuando se combinan varios modos
con el mismo o distintos centros tonales: por ejemplo, Fa lidio en
la melodía y Fa frigio en la armonía.
• La politonalidad supone la utilización de diferentes centros
tonales con el mismo o distintos modos: por ejemplo, Do mixolidio
en la melodía y Sol mixolidio en la armonía.
Un pasaje en el que se superpongan Re lidio y Sol lidio es
politonal (tienen distintos centros tonales) pero no polimodal
(ambos utilizan el modo lidio), mientras que un pasaje que utilice
51
Sol lidio y Sol mixolidio es polimodal (los modos son distintos)
pero no politonal (el centro tonal es el mismo). Para combinar los
dos tipos de escritura es preciso que se den simultaneamente
varios modos distintos con centros tonales distintos: por ejemplo,
Re lidio y Si frigio.
Ejemplo 7:
52
Acordes por terceras
La armonía tonal tradicional ha utilizado los acordes por terceras
como base de su organización. Estos acordes, como ya hemos
visto, se relacionan fundamentalmente por quintas (V-I ó IV-I),
relación que dio lugar al ciclo de quintas de las tonalidades. En el
siglo XX se buscan otro tipo de relaciones, formando ciclos de
terceras o de segundas.
Si en el ciclo de quintas los acordes primarios están a distancia de
quinta en relación a la tónica (grados V y IV), en el ciclo de
terceras estos acordes estarán a distancia de tercera (grados III y
VI) y en ciclo de segundas a distancia de segunda (grados II y
VII). Por tanto las relaciones fuertes dejarán de ser V-I y IV-I, y
pasarán a ser III-I y VI-I en el ciclo de terceras y II-I y VII-I en el
ciclo de segundas.
Ejemplo 8:
Este cambio de relaciones no significa el abandono de los criterios
de organización de los progresiones de la armonía tonal, sino una
sustitución de los grados primarios y secundarios. Por tanto, las
progresiones utilizadas anteriormente pueden ser rearmonizadas
con las nuevas relaciones. Así, una progresión típica de la
armonía tradicional como VI-II-V-I, pasaría a ser VII-V-III-I en el
ciclo de terceras y IV-III-II-I en el ciclo de segundas.
53
Estos nuevos ciclos pueden utilizarse además de en las escalas
mayor y menor, dentro de cualquier otra escala o modo.
En la armonía tradicional, los acordes de séptima y novena eran
considerados acordes disonantes y, por tanto, tenían que
ajustarse a unas normas de comportamiento: preparación y
resolución. Sin embargo, en la armonía del siglo XX desaparecen
estas restricciones y se convierten en acordes estables con
entidad propia, pudiendo aparecer incluso en el acorde de tónica.
Todas las relaciones armónicas posibles con las tríadas pueden
ser también utilizadas con los acordes de séptima y novena.
Los acordes de oncena y trecena tienen el mismo comportamiento
que los de séptima y novena, pero deben ser utilizados con mayor
precaución, ya que son acordes muy densos y menos flexibles.
También hay que prestar especial atención a la disposición en la
que se colocan los acordes de 11ª y 13ª. Si se utiliza una
disposición cerrada por terceras, el acorde puede sonar
demasiado pesado. Al cambiar la disposición se pueden crear
varias unidades triadicas superpuestas dando lugar a poliacordes,
con lo que se pierde el color propio de este tipo de acorde.
También pueden disponerse por cuartas, de forma que cambie
totalmente su sonoridad.
54
Ejemplo 10:
Un recurso muy utilizado es la sucesión de acordes paralelos
(tríadas, séptimas, novenas, etc.)
Ejemplo 11: DEBUSSY, Preludio nº10 Libro II.
Las octavas y quintas paralelas que se producen no pueden ser
consideradas como una infracción de las reglas de la armonía
tradicional. Esta infracción se produce cuando voces
independientes coinciden en octavas o quintas paralelas,
abandonando así su independencia. Por el contrario, en el caso
de los acordes paralelos no existe la idea de varias voces sino de
una sola voz triplicada o cuadruplicada a diferentes distancias con
el objetivo de enriquecer el color armónico de la melodía.
La escritura paralela puede ser tonal o real. En la armonía paralela
tonal, las relaciones interválicas vienen determinadas por la escala
utilizada, de forma que los intervalos varían en cada acorde. Por
55
Ejemplo 13: BARTOK, Cuarteto nº1. Audición 4
ejemplo, si
realizamos el
movimiento
paralelo de
las tríadas de
los grados III-III dentro de
Do Mayor, la
primera tríada
será mayor y
las otras dos
serán
menores: DoMi-Sol; ReFa-La; Mi-
Sol-Si. Es decir, se mantienen las alteraciones propias de la
escala.
La escritura paralela real supone mantener intactas las relaciones
interválicas en cada transposición, independientemente de la
tonalidad o el modo en el que nos encontremos. Si tomamos el
ejemplo anterior (los grados I-II-III en Do Mayor), y realizamos el
movimiento paralelo real, tendremos como resultado tres tríadas
mayores: Do-Mi-Sol; Re-Fa#-La; Mi-Sol#-Si. De esta forma, las
relaciones interválicas se mantienen.
56
Ejemplo 12: DEBUSSY, La Soirée dans Grenade.
Un claro ejemplo de escritura paralela real es El juego de las
copias del Concierto para orquesta de Bartok. Cada melodía es
expuesta por una pareja de instrumentos (dos fagots, dos oboes,
etc.) con movimientos paralelos reales. La primera melodía es
presentada por los fagots en sextas menores paralelas. Después
continuan los oboes en terceras menores y los clarinetes en
séptimas menores. Más adelante aparecen las flautas en quintas
justas y por último las trompetas en segundas menores.
El particular color de cada una de estas melodías viene dado no
sólo por el timbre de los instrumentos, sino por el intervalo elegido
para la duplicación. Las sextas y las terceras menores tienen un
color más cálido que las quintas justas, y las séptimas menores y
las segundas mayores resultan más inestables y disonantes. De
esta forma, se produce un crescendo en la tensión interválica,
pasando de intervalos consonantes (la sexta y la tercera menor) a
otros cada vez más disonantes como la séptima menor y la
segunda mayor.
57
Nuevos acordes: por terceras, por cuartas, por segundas
Acordes por cuartas
De la misma forma que en la armonía tradicional se utilizaban los
acordes surgidos por la superposición de terceras, en el siglo XX
empiezan a incluirse otro tipo de formaciones, como los acordes
construidos por la superposición de cuartas. Este tipo de acordes
debe disponerse preferiblemente por cuartas (o al menos, la
mayor parte de sus miembros), ya que de lo contrario pueden
perder su sonoridad característica y recordar a acordes por
terceras.
En los acordes de tres sonidos por cuartas son posibles tres tipos
de combinaciones interválicas:
Ejemplo 15:
La peculiaridad de los acordes formados por dos cuartas justas es
que cualquiera de sus notas puede ser, potencialmente, la
fundamental del acorde, siendo así un acorde tonalmente
ambiguo. Esto mismo sucede con otros acordes simétricos como
la tríada aumentada, la tríada disminuida o el acorde de séptima
disminuida.
58
Igual que las tríadas, los acordes por cuartas pueden disponerse
en estado fundamental y en sus dos inversiones.
Los acordes por cuartas suelen ser utilizados en combinación con
otro tipo de acordes (por terceras o segundas) para evitar la
monotonía que puede producir en pasajes largos su sonoridad tan
peculiar.
Acordes por segundas
Además de terceras y cuartas, los acordes también pueden estar
construidos por segundas. En los acordes de tres sonidos por
segundas, pueden utilizarse todas las combinaciones de
segundas mayores y menores, dando lugar a cuatro tipos de
acorde:
Ejemplo 17:
Al invertirse, los acordes pasan a disposiciones más abiertas y
también más ricas interválicamente al incluir una segunda, una
sexta y una séptima.
Ejemplo 18:
59
Como hemos visto en anteriores módulos, las segundas y su
inversión, las séptimas, son intervalos disonantes que tienden a
resolver en intervalos consonantes. Así, los acordes por segundas
(en cualquiera de sus inversiones) pueden tener la tendencia a
resolver en estructuras triádicas consonantes. Por esta razón, al
utilizar acordes por segundas es conveniente no combinarlos con
formaciones triádicas y evitar así esta atracción, al menos hasta
que los intervalos de segunda o séptima se hayan admitido
(auditivamente) como entidades estables por sí mismas.
Los acordes formados por un número considerable de notas a
distancia de segunda, son llamadas clústers, que pueden estar
organizados diacrónica o cromáticamente. Generalmente, son las
notas extremas las que tienen más importancia en los clústers. En
este sentido, el timbre juega un papel fundamental:
En el piano, los clústers tienden a sonar como una unidad
haciendo difícil la distinción entre los sonidos, pero cuando son
interpretados con diferentes instrumentos, el timbre y la dinámica
ayudan a destacar alguno de los elementos del clúster.
60
Ejemplo 19:
Tonalidad y atonalidad
A lo largo de los módulos anteriores, hemos visto las
características más importantes de la armonía tonal tradicional y
cómo las relaciones tonales fueron ampliándose con el tiempo y
las disonancias se convirtieron cada vez más en un elemento
fundamental de la evolución. Esta ampliación de la tonalidad fue
acelerándose a partir del Tristán de Wagner a mediados del siglo
XIX hasta que, a principios del siglo XX, el camino se dividió en
dos tendencias que, partiendo de la tonalidad, acabaron
abandonándola en distintas direcciones.
La 'tonalidad melódica'
La música de Debussy y otros compositores de la época parte de
la idea fundamental de la tonalidad: las notas se organizan
61
alrededor de un centro tonal. Sin embargo, la novedad radica en el
abandono de las relaciones armónicas tradicionales como
elementos estructuradores, es decir, huye de los procesos
cadenciales clásicos (II-V-I) para conducir sus melodías. Estas
melodías se mueven libremente sin llevar implícita una armonía
que obligue o condicione su continuación, como suele suceder
con las melodías clásicas.
Esto no significa que carezcan de centro tonal, de continuidad y
de puntos de tensión y reposo, sino que estos no son los mismos
que habitualmente se utilizaban en la música anterior.
Así, tenemos dos formas distintas de tonalidad, que Rudolph Reti
denomina "tonalidad armónica" y "tonalidad melódica":
[...] "De esta forma podemos comprobar que existen por lo menos
dos tipos de tonalidad (tonicalidad) en la música. Uno de ellos está
basado en la estructura armónica y rítmica del grupo en cuestión.
Su nombre es el de tonalidad armónica. Es la conocida tonalidad
de la música clásica.
Pero hay también otro tipo que acabamos de describir, que se
manifiesta solamente a través de la melodía. De ahora en
adelante nos referiremos al mismo con el nombre de tonalidad
melódica."
Rudolph Reti: Tonalidad, atonalidad, pantonalidad. Madrid: Rialp,
1965.
Veamos los ejemplos que el propio autor utiliza para explicarnos
las diferencias:
62
Ejemplo 20a:
Ejemplo 20b:
Ejemplo 20c:
En el ejemplo 20a podemos comprobar que la melodía podría
interrumpirse en cualquier punto y regresar al Mi como centro
tonal sin eliminar el sentido melódico del grupo (Ejemplo 20b).
Esto quiere decir que no existe una armonía implícita que obligue
a la melodía a continuar de una determinada forma. Sin embargo,
63
esto mismo no puede hacerse con la melodía del ejemplo 20c, ya
que desaparece el sentido lineal de la frase. Es decir, la melodía
del ejemplo 20c está íntimamente relacionada con un esquema
armónico, mientras que la del ejemplo 1a se organiza mediante la
relación de sus notas con su centro tonal (Mi).
En esta nueva tendencia tonal, compositores como Satie y
Debussy utilizaron la modalidad como nuevo material para
organizar tonalmente sus composiciones, pero abandonando las
relaciones armónicas basadas en la cadencia (II-V-I), como se ha
visto en el apartado dedicado a los modos.
Tonalidad y atonalidad
Atonalidad
Por otro lado, Arnold Schönberg evolucionaba en otra dirección.
En su primera época, Schönberg siguió el camino de Wagner,
Mahler y Strauss intentando continuar con la tonalidad cromática.
Sus primeras obras son claramente tonales como La noche
transfigurada o Pelleas y Melisande. Sin embargo, más adelante,
su música, cada vez más cromática y con las relaciones tonales
cada vez más encubiertas, evolucionó hacia lo que él consideraba
que era el único camino lógico y posible: el abandono total de la
tonalidad. Así, en 1909, publicó sus primeras obras atonales: las
Piezas para Piano, op. 11.
En este estilo, las doce notas de la escala cromática quedan
liberadas de cualquier jerarquía: ninguna nota es más importante
que el resto. Armónicamente, se evitan todo tipo de relaciones
64
interválicas que recuerden a la tonalidad: tríadas, progresiones por
cuartas y quintas, etc.
De esta forma, las funciones tonales que anteriormente servían
para estructurar una obra tanto a pequeña escala (frases o
períodos) como a gran escala (por ejemplo, para la forma sonata,
exposición: I-V; desarrollo: modulación entre grados;
recapitulación: I-I) ya no tienen validez en el estilo atonal. Por esta
razón, el motivo melódico y rítmico se convierte en el elemento
estructurador más importante, de tal forma que el desarrollo
contrapuntístico recobra importancia en este estilo compositivo.
RESUMEN
La disolución de la tonalidad a principios del siglo XX provocó la
necesidad de buscar nuevos materiales tanto melódicos como
armónicos. Se empezaron a utilizar los modos eclesiásticos desde
un nuevo punto de vista funcional. Además, se amplió el material
acórdico con estructuras por cuartas o segundas. También hemos
visto brevemente las nuevas direcciones seguidas por
compositores como Debussy o Schönberg.
Sin embargo, todo esto no es sino una muestra de las múltiples
tendencias surgidas a lo largo del siglo XX: dodecafonismo,
politonalidad, serialismo, música electroacústica, minimalismo,
nuevas tendencias instrumentales o nuevas posibilidades rítmicas.
65
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