viernes 30 de noviembre de 2018 19:51 El cielo, la tierra y yo Está amaneciendo. Escucho el canto de los cenzontles y de los gallos. Me pongo mis huaraches, y mi sombrero. Busco mi huaje para echar mi agua. Meto mi huaje, mi pluma y mi libreta en mi ayate. Salgo de mi hogar con mi perro. Voy caminando por una barranca. Me detengo en un manantial y saco agua para echar en mi huaje. Miro lo alta que está la montaña y me digo que está muy alta, pero tengo que subirla. En mi camino me cruzo con un conejo y una ardilla. Ya estoy muy cansado, pero tengo que llegar hasta la cima de la montaña porque quiero ver la grandeza de la tierra, quiero percibir su olor, quiero sentir el viento acariciando mi cuerpo, quiero ver el sagrado sol saliendo detrás de las montañas. El viento y el sol se aproximan a mi rostro. Presiento que quieren decirme algo. Veo que ha crecido mucho la ciudad y se han multiplicado las personas. Veo mucho humo subiendo al cielo y peleándose con las nubes. Veo muchos vehículos que van y vienen. Llegan muchas preguntas a mi mente y me pregunto: ¿Por qué he vivido? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy triste? ¿Por qué todas las plantas, los insectos, los animales y las personas, nacen, crecen se enferman y luego se mueren? ¿Por qué ya nadie le habla a la tierra, nadie la cuida, nadie la recuerda, nadie la alimenta? ¿Por qué se están extinguiendo algunos animales, algunos insectos y algunas plantas que viven en el agua y en la tierra? ¿Por qué algunas personas no se llevan bien, se odian, se discuten, se pelean, se matan? ¿Por qué algunas personas son muy contradictorias, mentirosas, criticonas groseras, presumidas, tacañas? ¿Por qué en esta tierra hay mucha pobreza, hambre, sed odio y maldad? En la actualidad ya se está perdiendo el respeto, el saludo, la ayuda, el préstamo. Al amor ya nadie lo cuida, nadie lo recuerda, nadie lo ve. Y me respondo a mi mismo ¡así es!, ¡así es la tierra!, todo nace, todo crece, todo se descompone, todo se enferma, todo se muere, ¡Así es! Porque la vida es blanca y negra, es caliente y fría, es dulce y amarga, es suave y dura, es clara y oscura. Porque para que haya vida tiene que existir dos; como el día y la noche, como el macho y la hembra, como la mujer y el hombre, como la vida y la muerte. Estoy pensando y preguntándome cuándo terminaré sabiendo las respuestas. Luego me siento bajo la sombra de un mezquite porque tengo mucho calor, inclino mi rostro hacía el cielo, veo las nubes moviéndose, escucho el canto de los pájaros y me doy cuenta de que está cayendo mi sudor. Me pongo de pie, destapo mi huaje y bebo agua. Me arrodillo, alzo mis manos, levanto mi rostro hacia el cielo para agradecer que me encuentro vivo en esta tierra. Inspirado y escrito por Evaristo García Martín
