Subido por Jess Rubio

NARCOTRAFICO EN MÉXICO

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SUBTITULO: LA FALLA
DE POLITICAS PÚBLICAS
PARA COMBATIR AL
NARCOTRAFICO EN
MÉXICO
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 2
PROBLEMÁTICA .................................................................................................... 4
LA CRISIS DE SEGURIDAD EN MÉXICO .............................................................. 4
NARCOTRAFICO EN MÉXICO, UN NEGOCIO CAPITALISTA .............................. 4
EL NARCOTRAFICO Y LA POLITICA MEXICANA ................................................. 7
LA VIOLENCIA CONJUNTA CON EL NARCOTRAFICO ....................................... 9
ANEXOS DE CONOCIMIENTOS .......................................................................... 10
CARTELES DE MÉXICO ...................................................................................... 10
LOS CÁRTELES MÁS VIOLENTOS ..................................................................... 12
ERRORES DE POLITICAS PÚBLICAS EN LA GUERRA CONTRA EL
NARCOTRAFICO EN MÉXICO............................................................................. 13
CONCLUSIÓN ...................................................................................................... 16
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INTRODUCCIÓN
Es una gran realidad el hecho de que, la historia del narcotráfico en México hoy en
día es convulsa y va acompañada de un nivel de violencia extremo. Desde que
comenzaron las primeras ofensivas reales contra el narco en los años 80 hasta
nuestros días, los éxitos de los sucesivos Gobiernos han sido prácticamente
inexistentes. Por el contrario, los cárteles se han multiplicado, sofisticado y
expandido por gran parte de la geografía mexicana. ¿Cuáles han sido los errores y
por qué nadie ha sido capaz de frenar el todopoderoso crimen organizado?
En general todo el origen del narcotráfico en México es incierto y está rodeado de
sombras, algunos individuos o viejas historias señalan a los inmigrantes chinos,
llegados a México a principios del siglo XX con el equipaje cargado de sus
conocimientos sobre el cultivo de opio y su dependencia a esta droga, otros creen
que realmente el problema empezó décadas más tarde, cuando Estados Unidos,
bajo la Administración de Franklin Delano Roosevelt, supuestamente impulsó el
cultivo de la amapola en suelo mexicano. El supuesto plan consistía en producir la
gran cantidad de morfina necesaria para calmar los dolores de los militares
estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, cual sea la historia verdadera sobre los orígenes, es una realidad que
el narcotráfico se ha convertido en un gigante ingobernable que no para de
aumentar su poder, que penetra en los cuerpos y las instituciones del Estado y es
responsable de unos niveles de violencia salvajes. Según el Observatorio Nacional
Ciudadano, México podría haber alcanzado los 19.000 homicidios a finales de 2016,
una cifra que supone un aumento del 3,2% respecto al año anterior. También ha
crecido el número de secuestros y extorsiones, de manera que, a pesar de algún
éxito puntual que se anotó el Gobierno en la reducción de los niveles de violencia
entre 2013 y 2014, todo indica que las cifras a finales de 2019 volverán a ser igual
de desastrosas que al inicio de las legislaturas anteriores.
Y no solo aumentan las víctimas, también lo hace la expansión de los delitos por la
geografía mexicana, algo que demuestra que el gobierno y sus políticas públicas
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para combatir el narcotráfico fracasan en el control de territorio a pesar de la gran
inversión económica que se realiza para intentar frenar la violencia en el país.
Sin embargo, el fracaso del actual presidente en la lucha contra el narcotráfico no
es algo novedoso y exclusivo de su mandato. La expansión y el éxito del crimen
organizado en México es la historia de un fracaso político desde el Gobierno de
Miguel de la Madrid, que en 1985, presionado por Estados Unidos, lanzó la primera
ofensiva real contra el narco en respuesta al asesinato del agente Enrique
Camarena, de la agencia antinarcóticos estadounidense (conocida en inglés como
DEA), a manos del Cártel de Guadalajara, antes conocido como la Organización de
Sinaloa.
Las autoridades lograron entonces detener a los líderes Rafael Caro Quintero y
Ernesto Fonseca, Don Neto. Habría que esperar hasta 1989, ya bajo el mandato del
presidente Carlos Salinas de Gortari, para ver cómo caía el fundador del cártel,
Miguel Ángel Félix Gallardo. Con un golpe de esa magnitud, se esperaba que se
debilitaran profundamente los pilares del narcotráfico y se desplomara toda la
estructura, pero nada más alejado de la realidad. Por aquel entonces, el pastel se
lo repartían el Cártel de Guadalajara y el del Golfo, pero el descabezamiento del
primero dio lugar al surgimiento de otros tres cárteles: el de Sinaloa, el de Juárez y
el de Tijuana.
Es entonces que, se ha vuelto toda una odisea el poder implementar estrategias
que realmente resulten eficaces al momento de combatir el crimen organizado y sus
vertientes, mas sin embargo no es una tarea imposible, pues en otros países
espejos, quienes presentaban el mismo problema de narcomenudeo, sus números
se han visto disminuidos, ¿Por qué México no puede hacer lo mismo?
El presente trabajo tiene el principal objetivo de dar a conocer un poco acerca de la
realidad que nuestro país padece con una enfermedad que afecta a todos los
ciudadanos, y que los hace sentir cada vez más inseguros inclusive estando en sus
propios hogares, y estoy hablando nada más y nada menos que del narcotráfico.
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PROBLEMÁTICA
LA CRISIS DE SEGURIDAD EN MÉXICO
La inseguridad constituye uno de los grandes problemas de México. Se manifiesta
en dos formas: la inseguridad que vive la población, afectada por el aumento de los
delitos, y el auge del narcotráfico, que se explica por la incorporación de México a
la ruta de la cocaína proveniente de Colombia con destino a Estados Unidos. Esto
se manifiesta diariamente en una creciente violencia, concentrada en los
enfrentamientos entre organizaciones criminales y entre estas y las fuerzas de
seguridad. Aunque no puede hablarse de México como un Estado fallido, las
estructuras de seguridad, inteligencia y justicia se encuentran sobrepasadas y
corrompidas, y es necesario encarar prontamente su reforma si se quiere enfrentar
el problema.
La gobernabilidad democrática en México es débil y el crimen organizado tiene una
alta capacidad de penetración en las estructuras gubernamentales a través de la
corrupción. Este fenómeno se produce en el poder político –federal, estatal y local–
y, en menor medida, en las Fuerzas Armadas y en los servicios de inteligencia. La
pregunta clave en esta etapa de transición es: ¿cómo construir instituciones para
garantizar el Estado de derecho, fortalecer y profesionalizar a los organismos de
seguridad y lograr una gobernabilidad sustentable?
NARCOTRAFICO EN MÉXICO, UN NEGOCIO CAPITALISTA
Para dar inicio a este ensayo, tomaremos el tema de las las drogas, su producción,
distribución y consumo, ya que, cuentan con algunas peculiaridades distintas a
muchas otras mercancías, es muy importante asumir que en lo general, la droga es
una mercancía cualquiera, y que las leyes que rigen la acumulación de capital como
resultado de su producción son, en lo general, las mismas que rigen al resto de la
economía capitalista.
La mercancía droga, tiene un valor de utilidad peculiar ya que millones de personas
que consideran que les sirve para algo, que va desde cubrir algo que consideran
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una necesidad, que más bien está identificado como un vicio, y tiene un valor de
cambio porque para su producción se requiere trabajo humano; cuando hablamos
del negocio del narcotráfico por tanto, nos referimos a la producción, distribución y
consumo de las drogas ilegales, misma que se realiza bajo las formas capitalistas,
por lo que queda excluido de este análisis cualquier tipo de producción casera o
destinada al consumo de su propio productor; es decir, lo que nos ocupa es la droga
como mercancía.
Así mismo habremos de identificar que los elementos necesarios para la aparición
de este fenómeno son por un lado, los propietarios de medios de producción
necesarios para ésta mercancía, y por el otro lado, proletarios que trabajan para
dichos propietarios a cambio de un salario.
Como sabemos, prácticamente todas las drogas que hoy son un negocio tan
rentable, solo son obtenibles a partir de un proceso de trabajo, no se encuentran en
forma pura en la naturaleza y es necesario reunir una cierta cantidad de materias
primas, instrumentos de trabajo y maquinaria, para su producción. Son trabajadores
asalariados quienes a través de diversos procedimientos combinan algunas
sustancias y las empaquetan agregando nuevo valor a las mismas. Naturalmente
dichos trabajadores no reciben el pago correspondiente al valor de su trabajo sino
únicamente un salario por la venta de su fuerza de trabajo, de otra manera no habría
plusvalía y este negocio no podría arrojar la cantidad de ganancias que arroja.
Además de los obreros de la droga, cada empresario capitalista de la droga debe
reunir y emplear a otra cantidad de personas que realizarán algún trabajo destinado
a lograr la realización de sus mercancías, empleados de limpieza, distribuidores,
empleados de transporte, y los más notorios, empleados armados cuya finalidad es
proteger la mercancía, el dinero y hacer lo que el patrón les mande bajo el
considerando de que ejecutar, amedrentar o defenderse de alguien es necesario
para la realización de su mercancía. Además son necesarios empleados de
confianza cuya principal labor sea intelectual, destinados a la administración,
contabilidad, ingeniería, etc.
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Partamos entonces del supuesto lógico de que un capitalista de la droga es en
principio propietario de una cantidad de dinero D, que con el comprará medios de
producción Mp y Fuerza de Trabajo ft, para obtener plusvalía pv, una mercancía con
valor incrementado M’ y finalmente dinero incrementado D’. Ni más ni menos que la
formula general de la acumulación capitalista.
Ahora bien, ¿Qué lleva a un hombre a invertir su dinero en medios de producción y
fuerza de trabajo destinados a la producción de droga? Lo mismo que lleva a un
capitalista cualquiera a invertir en cualquier cosa, la sed de acumulación y de
riqueza, y la posibilidad concreta de obtenerla en este negocio, de otra forma no lo
haría. Por otra parte podemos preguntar ¿Qué lleva a una persona a vender su
capacidad o fuerza de trabajo a un capitalista de la droga? Lo mismo que lo orilla a
venderla a un capitalista cualquiera, la necesidad de obtener los medios de vida
indispensables.
Esta coincidencia fluye por todo nuestro país dado el alto índice de desempleo y del
llamado trabajo informal, ocurre que una gran cantidad de gente no encuentra en
dónde vender su fuerza de trabajo o solo puede venderla por pequeños períodos de
tiempo, o bien, las condiciones en que la vende son insuficientes para satisfacer sus
necesidades
Lo anterior de ninguna forma significa que las condiciones de trabajo en las narco
empresas sean buenas, por el contrario, implica muchos riesgos, obviamente no
existe la posibilidad de contratarse colectivamente y por tanto dichos trabajadores
no gozan de ningún derecho laboral ni sindical, tal vez en algunos casos el salario
sea mayor, pero este es inevitablemente inestable. Dicha situación más bien nos
habla de la lamentable situación en la que se encuentra el proletariado mexicano,
desde donde puede pensarse que ser trabajador de una narco empresa es
comparativamente mejor al del resto de la economía.
Desde la óptica del capitalista de la droga el asunto es más o menos igual, si se
invierte en dicho negocio es porque resulta rentable para dichos capitalistas, ya sea
que la droga sea su principal inversión o sea alguna secundaria, el hecho es que
halla en el tráfico de droga una oportunidad para la acumulación de capital a la cual
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no está dispuesto a renunciar por algún criterio moral relacionado con las
consecuencias del consumo de su mercancía; a final de cuentas los capitalistas de
las empresas legales tampoco se detienen por criterios morales, ya sea que su
negocio son las armas, las drogas legales, contaminantes o cualquier otro producto
con algún efecto nocivo sobre las personas, el medio ambiente o la sociedad.
A menudo los medios de comunicación recurren a descripciones fabulescas de los
narcotraficantes, caracterizándolos siempre como algo muy distinto a los
empresarios legales, el hecho de que existan personajes pintorescos y peculiares
en dicho negocio no significa en lo más mínimo que esa sea la generalidad. También
los medios hablan de la infiltración del narco en las empresas legales, pero jamás
hablan de la infiltración de las empresas legales en el narco. En general los grandes
capitalistas suelen tener una inversión principal en algún ramo industrial o comercial,
pero al mismo tiempo mantienen inversiones simultáneas en otros ramos, o bien
forman asociaciones de capitalistas entre capitales de distintos ramos.
EL NARCOTRAFICO Y LA POLITICA MEXICANA
Dentro de nuestro país, el poder político no es un sujeto que se sostenga por sí solo,
sino que es operado y determinado principalmente por la clase dominante, la
burguesía. Como puede observarse, el poder de la burguesía no se explica por
definición legal, no es que la constitución política del país lo diga sino que es
inevitable que siendo la burguesía quien cuenta con el control de la economía, se
ella misma quien esté en condiciones de controlar la política. La forma en que la
burguesía hace política es a menudo velada y solo en algunos casos abierta, es
decir, se vale de la burocracia política para hacerse representar en los órganos de
gobierno y en las distintas instancias del Estado; podríamos hacer una lista
interminable de mecanismos de cómo se hace esto, que van desde la formación
ideológica hasta el chantaje y el soborno.
El principal caso y el más típico de la participación de el narcotráfico ligado a la
política es en los procesos electorales en donde los partidos y candidatos
contendientes necesitan de financiamiento para realizar sus campañas, y
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lógicamente obtiene mayor financiamiento quien logra hacerse patrocinar por el más
rico, a su vez los empresarios no regalan su dinero sino que lo invierten, por lo que
detrás de cada financiamiento privado existen necesariamente acuerdos de
protección y de facilidades que van de la política hacia la economía y viceversa.
¿Por qué habría de extrañarnos entonces que los empresarios de la droga se
comporten como el resto de su clase?
Por tanto la subordinación de los políticos a los narcos no es en esencia un
fenómeno diferente de la subordinación de los políticos a la burguesía, es más bien
el mismo fenómeno; es una condicionante de la política burguesa y de cómo se
hace política dentro de un Estado burgués.
La practicidad se impone por encima de cualquier principio político o ético, y un
político exitoso es el que sabe servir a sus amos, los capitalistas; no se trata de una
elección ni de una inclinación moral sino de algo práctico, si quieres ganar una
elección y gobernar con respaldo, simplemente debes mantenerte aliado a quienes
son dueños de las condiciones materiales para hacerlo, si en una región son
banqueros, en otra los empresarios del calzado, en otra los empresarios de la
minería y en otra los narco empresarios no existe mayor diferencia. Visto de otra
manera, ¿Cómo podría un presidente municipal de un país capitalista como México,
enemistarse con el dueño de la principal fábrica, tienda y hoteles del municipio sólo
porque además de ser dueño de eso es dueño del otro negocio que explica que
estos otros estén ahí? Naturalmente estaría metido en un callejón sin salida. En lo
general el narco empresario ni siquiera necesitaría llegar a la violencia explícita para
tener al jefe del municipio en sus manos, más bien su posición económica explica
el porqué de su capacidad para ejercer la violencia.
Con esto no trato de disculpar a algún funcionario por sus actos de corrupción, sino
de establecer que la corrupción es inherente a la política burguesa porque disfraza
permanentemente a los intereses privados haciéndolos pasar por públicos, dicho de
otra manera, no hay diferencia sustancial entre quien gobierna a nombre de un país
para favorecer los intereses de los banqueros norteamericanos o las grandes
transnacionales, a quien gobierna en nombre de un pueblo para favorecer a los
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narco empresarios. En realidad todos estos políticos están cortados con la misma
tijera y quien está dispuesto a venderse a los intereses del capital extranjero, o de
los banqueros, lógicamente estará dispuesto a venderse a los intereses del narco
capital, y viceversa. Pero alguien preguntará ¿Y si alguien no está dispuesto?
Simple y sencillamente no está inserto en la política burguesa, ya sea por
escepticismo, por conciencia de clase, o porque fue apartado violentamente de ella.
LA VIOLENCIA CONJUNTA CON EL NARCOTRAFICO
Poder económico y violencia son dos factores que a lo largo de la historia han ido
de la mano, no es privativo del narcotráfico, es más, tampoco es privativo de la
sociedad burguesa, aunque ciertamente adquiere características particulares que
habremos de mencionar.
Lo peculiar de la violencia ejercida por las narco empresas es que ésta se realiza
por fuera de lo establecido formalmente por la normatividad burguesa, al no ser
reconocida su existencia jurídica, las narco empresas no pueden regular la relación
entre ellas ni para con otros a través de tribunales y otras instancias de “impartición
de justicia” por lo que practican la violencia por cuenta propia, a través de los
mecanismos que tienen a su alcance. Así pues, la ejecución, aunque no es el único
mecanismo por ellos utilizado, es por excelencia el modo en que los
narcoempresarios dirimen sus diferencias entre ellos y dentro de su propia empresa.
Es un elemento que ha estado presente desde los inicios del negocio como de por
sí lo es el contrabando en general, aún antes de que se moviera la cantidad de
dinero y capital alrededor del mismo, desde que el narcotráfico se presentaba como
pequeñas bandas de contrabandistas que por ejemplo pasaran marihuana a
Estados Unidos dentro de las llantas de un coche como narraba el famoso corrido.
Pero esta violencia a la que nos referimos es también una violencia de clase, es
violencia burguesa, puesto que el uso de ella está reservada para las personas
autorizadas explícitamente por los narco empresarios para utilizarla; no
corresponde al juicio individual de sus empleados decidir cuándo debe ser utilizada,
sino que son los propios dueños los que la instrumentan y dirigen, teniendo la
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mayoría de las veces por víctimas a los propios empleados, y su móvil es facilitar el
proceso de acumulación de capital. Seguro que podríamos encontrar casos en que
influyen factores personales y de otras índoles, pero la generalidad es que la
violencia practicada por los cárteles de la droga tiene la finalidad de apoyar objetivos
capitalistas; es decir, deshacerse de quienes estén obstaculizando dicho proceso
de acumulación.
De igual forma hemos de decir que el aumento de la capacidad de ejercicio de la
violencia de los narco empresarios se debe principalmente al crecimiento de su
poder económico y a la extensión de su influencia económica. Es difícil saber si
ahora son más violentos que antes, lo cierto es que al aumentar su capacidad
económica ha aumentado su capacidad de ejercer la violencia, dicho de otra
manera, su capacidad y ejercicio de la violencia se multiplican al mismo tiempo y al
mismo ritmo que su capital.
Para nosotros que nunca hemos sido burgueses nos cuesta trabajo entender por
qué si los narco empresarios tienen ya tanto dinero y poder se aferran de esa
manera a arrebatar a los otros narco empesarios su negocio, ¿No podrían mejor
conformarse con lo que tienen y firmar la paz con los otros? Pero la paz y la guerra
son también parte de lo mismo, y mientras queden menos espacios libres del
narcotráfico por conquistar, más habrá de crecer la rivalidad y la violencia entre los
bloques o grupos rivales porque la conciencia capitalista se caracteriza
precisamente por buscar siempre más. Además la tendencia general del capital es
hacia su concentración y centralización y el narco negocio no está exento de ello.
De igual forma la tendencia monopolista del capital conduce al enfrentamiento
violento entre bloques de capitalistas; si esto ha ocurrido a escala mundial, no tiene
nada de extraño que ocurra en este caso.
ANEXOS DE CONOCIMIENTOS
CARTELES DE MÉXICO
Todo México es territorio del narco. Por evidente incapacidad o por oculta
complicidad, pero es una realidad que no puede negarse y que la misma
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Procuraduría General de la República confirma. No hay un solo estado donde no se
encuentre asentada una organización criminal, y en cerca de una tercera parte del
total se libran luchas encarnizadas por el control de dichas plazas entre dos o más
cárteles de la droga. Su dominio es tal que corrompen las instituciones que
supuestamente las combaten.
Mediante un cruce de datos con el Índice de Paz México 2015 podemos confirmar
conjeturas tales como la que señala que aquellas entidades federativas con mayor
número de cárteles en disputa muestran menor estabilidad social y paz que aquellas
donde predomina uno solo. Más interesantes es apreciar que de igual manera nos
referiría, al menos como un indicativo, cuáles son los cárteles más y menos
violentos del país observando precisamente los indicadores de paz que ostentan en
los territorios que ocupan bajo las circunstancias en las que lo hacen.
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Luego de cruzar los datos de la infografía anterior, podemos apreciar un panorama
distinto del que se nos plantea.
Porque si bien los cárteles muestran su poderío mediante mensajes dantescos,
probablemente los más crueles en todo el orbe, parece que éstos son más usuales
en territorios que se encuentran en disputa, pues se acoplarían mejor en
regiones suyas.
LOS CÁRTELES MÁS VIOLENTOS
Dado que es difícil establecer para los territorios que se encuentran en disputa cuál
de estas organizaciones es la que provocaría que se genere mayor violencia,
basaremos los siguientes supuestos en función de los promedios de los índices de
paz que observan en aquellas regiones donde su presencia es mayoritaria, es decir,
donde aparentemente no tendrían una lucha por el dominio de dicha plaza con otro
cártel.
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Según lo anterior, el cártel más violento del país sería el del Golfo, en función de
que aquella región donde se encuentra instalado de manera solitaria –según la
PGR– es Quintana Roo y su índice de paz es de 2.9 puntos.
En segundo lugar quedaría el Cártel de Jalisco Nueva Generación, pues en Morelos,
Colima, Distrito Federal y Veracruz los índices de paz promedian 2.79 unidades.
El Cártel del Pacífico tendría una presencia mayoritaria en Sinaloa, Durango,
Sonora, Aguascalientes y Baja California Sur, donde el índice de paz de las mismas
promedia un indicador de 2.71 puntos.
Por su parte, el Cártel de los Beltrán Leyva tiene presencia mayoritaria en 9
entidades del país de manera solitaria, según la PGR. Zacatecas, Oaxaca, Puebla,
San Luis Potosí, Chiapas, Tlaxcala, Campeche, Yucatán e Hidalgo son las regiones
bajo su dominio y promedian un indicador de paz de 2.02 unidades, la cual es
menor, incluso, que el indicador nacional.
Querétaro, que según la información dada a conocer sería la entidad donde
solamente existiría la presencia de los Caballeros Templarios, dejaría a este cártel
como el que se conduce con menos violencia en los territorios a su cargo.
ERRORES DE POLITICAS PÚBLICAS EN LA GUERRA CONTRA EL
NARCOTRAFICO EN MÉXICO
La falta de una política integradora es achacable a dos principales causas: la toma
de decisiones políticas a corto plazo, con la mira puesta en las próximas elecciones,
y la falta de cuadros formados en las instituciones, o, lo que es lo mismo, la
“improvisación” de funcionarios sin conocimientos o experiencia para afrontar el
problema.
Otro de los errores principales es que se insiste en perseguir los efectos, pero no
las causas; las políticas siempre son de contención, no de prevención. Ninguno de
los mandatarios ha logrado llegar al origen del problema, cuyos dos ejes
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fundamentales son: la corrupción e impunidad y la tolerancia de la sociedad
mexicana a las prácticas de ilegalidad.
El enfoque desde el que se ha planteado afrontar el crimen organizado nunca ha
sido sanitario, aunque el tráfico y el consumo de sustancias ilícitas sea un problema
de salud pública. Por el contrario, se ha continuado con el enfoque combativo, con
una terminología militar. Desde 1970, las Fuerzas Armadas han sido el pilar básico
para la lucha contra el narcotráfico, pero esta institución, tan bien valorada por los
mexicanos, sufre un continuo desgaste, una sobreexposición y una sobrecarga de
tareas.
Tampoco ha habido una respuesta eficaz a patrones que se han venido repitiendo
en las últimas décadas y sobre los que el Gobierno debería tener una respuesta
efectiva. Como hemos visto, la captura de los principales cabecillas del narcotráfico
a menudo ha desembocado en la reestructuración y surgimiento de nuevas
organizaciones. A día de hoy, tras el más reciente enfrentamiento por la detención
de Ovidio Guzmán y el descontrol que se vivió durante horas en Culiacán, el
Ejecutivo sigue sin tener las herramientas que le permitan paralizar la fragmentación
de cárteles, una vez que han sido descabezados, en otros grupos escindidos.
Por último, el papel de Estados Unidos es clave, y no precisamente para bien. Más
allá de las colaboraciones puntuales de las autoridades estadounidenses con
México, anunciadas a bombo y platillo, la desconfianza de ambas instituciones es
mutua. Hablando en cifras, el Congreso estadounidense calcula que entre 19.000 y
29.000 millones de dólares de ganancias ilícitas fluyen desde Estados Unidos hacia
cárteles del narcotráfico y otras organizaciones criminales en México. El tráfico no
es solo de dinero negro, sino que también se calcula que entran diariamente a
México unas 2.000 armas provenientes de Estados Unidos. El panorama no parece
muy esperanzador: el presidente Donald Trump ha hablado claramente a favor de
la enmienda para mantener la posibilidad de que el ciudadano estadounidense
posea armas, algo que seguramente le hará un flaco favor al tránsito de armas
ilegales a México. Mientras tanto, en Estados Unidos aumenta el consumo de droga;
14 | P á g i n a
en concreto, el consumo de heroína es especialmente preocupante, porque
prácticamente se triplicó entre 2007 y 2019 y llega a causar 10.000 muertes al año.
En México, los cárteles trafican con drogas, contrabando, armas y personas y lavan
su dinero con bancos y proyectos económicos. En la actualidad, los grupos están
más fragmentados, tienen un peso más local y diversifican sus actividades ilícitas
para obtener más ingresos. El país sigue albergando las organizaciones criminales
más peligrosas, violentas y sofisticadas del hemisferio norte, que consiguen
extender sus redes hasta Canadá, Argentina e incluso a países de Europa, y la
carencia de políticas públicas y estrategias con una planeación deficiente, es
evidente en los fracasos que presenta la Seguridad Nacional de México.
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CONCLUSIÓN
Para concluir con el presente ensayo, desde mi perspectiva analítica considero, que
aún falta un largo camino o trayecto para una planeación adecuada que contenga
todos los elementos necesarios para poder combatir de manera eficiente contra el
problema de narcotráfico y crimen organizado al que estamos constantemente
expuestos, pues es una realidad que hoy en día, nadie está seguro en el lugar que
se encuentre, ya que estamos en una crisis y guerra contra los diferentes carteles
de México, quienes debaten sus plazas, es decir su posicionamiento en el territorio,
cobrando un sinfín de victimas en números altos.
En conclusión considero que todos los gobiernos hasta el día de hoy, en cuanto a
legislaciones, políticas públicas y demás reformas, han sido deficientes en su
funcionamiento pues dan a demostrar, que carecen del carácter adecuado para
combatir dicho fenómeno social, que aunque parezca imposible no lo es, México es
un país fuerte, con un sistema de seguridad nacional con la misma característica,
pero, desgraciadamente mal organizado y guiado, que deja mucho que desear y
fomenta la misma inseguridad que el narcotráfico nos refleja.
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