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Carlos Vega - Panorama de la música popular argentina

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VEGA
CARLOS
(
U:FE DE LA SECCrON DE MUSlCOLOOiA DEL MUSEO ARG.ENTINO DE C1ENCIAS NATURALES
TECNICO DE FOLKLORE DEL INSTITUTO DE LITERATURA
ARGENTINA DE LA FACULTAD DE FILOSOFfA Y LETRAS DE BUENOS AIRES
PANORAMA
DE LA
MUSICA POPULAR
ARGENTINA
CON UN ENSA YO SOBRE LA CIENCIA
DEL FOLKLORE
150 MELODlAS, 8 LAMINAS Y 6 MAPAS
I1ustraciones de
AURORA DE PIETRO
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ED ITO R I ALL 0 SAD A, S. A.
BUENOS AIRES
.
MUltI!
Library
Qucda hecho el deposito que
pc.viene la ley num. 11.723
Copyright by Editorial Losada. S. A.
Buenos Aires, I 944
AL PROFESOR
MARTIN DOELLO JURADO
AL DOCTOR
RICARDO ROJAS
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lJ,
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Impreso en fa Argentina
Printed iTt Argentinll
Acabado de imprimir eI dia 4 de febrcro
Imprenta
Lopez
Peru
de 1944
666-Buenos
Aires
.
". :,<
" ~
PREFACIO
E5te libra apnslOna un panorama cuya extension parecia
iereductible. Anticipo de una obm mayor (1), tiene todos los
inconvenientes Ij las ventajas de la brevedad. Insuficieme para
quienes desean agotar el tema, sobreabunda para los que piden
informacion sumaria. Claro para los expertos, exigini atencion
a los estudiantes; y acaso mis expresiones no resulten siempre
adewadas por haber querido pensar a un tiempo en' ambos.
Confieso dificultades. Mas que la tarea de economizar pagi­
nas Ij ejemplos sin perjudicar la claridad, en procura del volu­
tr.'en previsto, ha absorbido mi cUldado el deseo de aUanar los
nuevas conceptos en que apoyo el enfoque historico y el meto­
do de analisis Ij clasificacion musicales que he propuesto y em­
pleo. Pude haber abordado esta obra con el viejo criterio deta­
llista y descriptivo (cada melodia seguida de emocionado
ornamento litecario); pude haber echado negligente mana a las
cuatra afirmaciones tradicionales de los origenes africano, in­
dio, religioso y popular hispanico, con la generacion espontanea
f} la influencia geografica por anadidura y, con esta explicacion
-que nunca explico nada a nadie pera que a muchos di6 satis­
(1) LA MUSICA POPULAR ARGENTINA: tomo [, INTRODUCCI6N (en
preparaci6n); tomo II, FRASEOLOGfA, (1941). Esta obra, que edita el
Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofia y Letras, con­
tendra el estudio de nuestras formas coreogrrificas, musicales y poeticas, y la
historia y el origen de las especies sudamericanas, can unas dos mil melo­
dias populares recogidas par el autor. El presente panorama resume el tomo
que tratara de los cancioneros americanos.
9
CARLOS
VEGA
PREFACIO
faxion obesa- haberme arrellanooo en espera de los elogios
que siempre han obtenido quienes hacen propio el pensamiento
publico; pero el lector se habrfa quedado una vez may, a traves
de nuevo libro -p'a'Stor de disper'sionel<;--, sin la menor
idea de la trabazon intema de los hechos, de su articulacion en
sistemas lj en complejos de
de la variedad de unida'des
independientes, de la adherencia de esas unidades a diversas fun~
ciones y a distintos grupos, de la secreta dinamica que regula
el nacimiento, la vida y la muerte del canto popular.
Sf. Pude habet hecho W'1 (ibro amable, alioio y pasatiempo
de caminantes; un libra que no pidiese contraccion a los jove­
nes ni me acumulara el rencor de los ancianos; pero otra cosa
me exigian brio y Fe: dar todo To posible, y aun ariemeter sin
esperanzas cantra los enigmas antiguos. Asi me excuso de auda­
cias; y asf se comprende que esta' obm no sea tranquila excur~
sian par amene panorama, sino dura andanza por entre pd­
meros surcos en campos virgene!>.
Pongo al servicio de esta obra lentas experiencias en el
terreno lj ordenadas meditaciones de gabinete. Record todas
las provin'Cias argentinas con el proposito exclusivo de estu­
diar la musica y los musicas -indios 0 criollos-- en su
propio ambiente, lj cuando adverti que nuestras esp'f!cies tras­
ponian fronteras, pase tambien a las naciones vecinas por entre
de paralelos lj meridiana!>, con mis maquinas lj
preocupaciones. Asi pude reunir, unas veces par nota'Ci6n
directa, otras con equipos de grabacion, las melodfas de que
me siruo y las apuntaciones que las complementa'n.
M usica de rusticos sosegados; musica perseverante que es­
peril en silencio la exhumacion anual; musica activa' en retra­
sados sal ones provincianos, en tradicionales ramadas campesi­
nas, andariega y cambiante; musica de adustos aborigenes;
mucha y varia musica, de diferente's grupos humanas, de dis­
tintas clases sociales, vino a mis manos y desentrano en el
gabinete di1.J'ersidad de sistema'S, profusion de estructuras,
invisible relaci6n con las peripecias de
hombres. Can­
tares viejos, indemnes, algunos, entre lal> montanas; otros,
junto a los camin'os, sensibles a la influencia urbana; vivos
en la practica actual a adormidos en memorias enervadas, se
10
a/wellron con docilidad ante e.l espiritu que dio en distinguir
If ~ 'It/enar, y en descdbir y anatizar, siempre grave en la
1111,',1. nunca insensible al encanto de su penetrante sentido.
A los die'z y siete arios de aquellas publicaciones en' que
1lIIIln/(; los problemas del canto popular, creo poder ctbordar
""/11 .~intesis del panorama argentino can serenidad' y con fa
.. . posible. TO'das las melodias que obtuve, las formas
,/,' nlcrnation y de acompanamiento, las fotogmf[as, los da­
/.. '. sobre el cantor, sabre fa fiesta, sabre las danzas !I las
I',./"'I/CS Uricas; todos los instrumentos musicales que recogi y
/'" ducumentos que exhume, han deja do en esta'S paginas re­
'/11'1 do de su paso par mi espiritu. Parte mInima; de ese material
',,' I"produce a'qui para la ejemplificacion a la prueba indispen­
"o/""'.~, pero mucho de lo afirmado supone el testimdnio que
/Ii' dOl!, lj es claro, por 10' demas, que en un libro d~ dIpidos
/I,//OS, falte toda referenda a las cosas que representan minucia
,'I
los hechos musicales folkloricos, netamente
al autor par una observacion atenta en el sitio, por
1111,1 l1otacion meticulosa, se presentaran en forma objetiva,
II" "h.'ilante la fuerte ordrm'acion que los agrupa'. La inter­
1""ii/cWn de esos hechos -como y par que son eso If estdn
"1,,
producto de largo esfuerzo person~al y de criterios !I
'1II'11it/os propios, se esboza aqui sin demora en mayores requi­
~i1":; dialecticos. En esta faena llego hasta donde puedo, unas
,',', ,'s IJor terreno consistente, otras sabre e[ andador de mode­
, ",{us hipotesis, y nunca en canf£ada afirmacion de 10 inseguro,
l'I"s"nlo a veces un simple estado de los problemas sin diferit
/il "m(('sion de mi ignorancia.
). () debia a los estudiosos un trabajo de esta maole, en que
11"1,(,, como tecnico y para teenicos. En tantas puhlicaciones,
,/ I"
de tantos arias, nunca discurr[ sabre fa musica popu­
1,1t IIn/entina extensa y cenidamenle; sin embargo, han sido
'Ilf'i' las investigaciones propiamente musicologicas el objeto
.t,. III/S mayores esfuerzos, y su resultado, mi mas anginal
"I" I Ie. Es que descubri un escollo serio: la insuficien'cia de la
n, ,1./, /tIn usual. Tarde una decada en superar esa penoru difi~
.111111,1. Mi Fraseologia despe/6 el campo.
of" .I,
11
'I.
PREFACIO
CARLOS VEGA
Fraseologia, tomo de mi obra anteciwaa, resuelve los,
blemas de la n'otacian y el amilisis. Ahara me expido libre
impedimema. Cualquier musico puede lee'r
las melod'ias que publico, pero los fundamemos de
escritura solo se compren'den con la [ectura de aquel tomo.
seologia es un parentesis -un ancho paremesis---.
lOgico en la mctrcha de mi obra. No pU'de evitarlo.
desde hace muchas anos [a convicci6n de que el abordaje
los problemas mU'sicol6gicos sobre la base de la notaciorl
dicional jamas podra conducir a nada solido. No puede
til' [a musicologia sin un sistema cientifico de notacion.
W1 divorcio milenctrio entre la musica, como un arte de
Bar musicalmente, y su escritura, simple yuxtapos£cion de,
nos. Casi podriamos repetir hoy palabras que escribio
de Arevalo hacia 1455, siglos despues de inventada la
cian: ", , . Cel sy las melodias e cantos mUSIcales despues
oydas non quedasen en nuesrra memoria. perescerian,
11071 se pueden escrevir", , . ,Era preciso hallar relaciones
entre las ideas musicales y su notacian, como base de POl>lu't:~1
analisis y estudios comparatives; y todo esto habia de hacer ,,...'
coordinando los mismos signos tradicionales de modo que
musico no encontrara dificultad en la lectura. N uestco esf
se apfica especialmente a[ aspecto mas defectuoso de la 71
cian tradicional, el /a articulacian' de las duraciones, y as{ 10gre;1
imroducir en [os dominios de la teoria el otro gran orden
musical, el ritmico. La lectura de los ejemplos que reprodtrcl'.,
mas direi at lector tanto mas cuamo mejor conozca
Fraseologia; para un repaso menos exiqeme, en cambia, bastard
al [ector cOn recordar que escribimos cada idea musical, esto
es, mda Frase (unidad' de pensamiemo), en un corto Wm(J~
qrama, como la linea del Vln'SO, y que los pentagramas se leen
de arriba para abajo, tambiel1 como [os versos. No sera nece­
sario encarecer aqui la' exactitud y la fidelidad de mis nota.­
eiones; nuestro metodo se crea, precisamente, para evitar tras­
trueque de acentos y confusion de ideas. Los estudios rea[iztf;,.
dOB hasta ahora POl' diversos investigadores se detenian, a 10
sumo, en el orden tonal, de antano conocido; todo intento
examinar el orden rilmico naufraga en vaguedades, sin excep­
l
12
Era como andar en un solo pie. Can nuestras aport a­
Iiones teoricas, la red interna de los sistemas, integ'ra,· preside
,-f amilisis, la clasificacian y e[ examel1 comparatiVo; de todo.
fo cual resulta este primer estudio sistematico de [as c(1,ncio­
l1('ros argentinas.
Las melodias que ilustran el texto, pequena parte de mi
{"Ieecion, no han sido seleccionadas con criterio artistico, es
,Iaro, sino par las caracterfsticas que interesa documentar.
I 'omadas par mi -excepto una- en lfls Fuentes mismas, a
Indios puros, a aioUos autenticO's, tienen segura valor docu­
IlIrntlTl. Hay, sin emibargo, trf.'S a cuatro de' [as indigenas que
/lIe fueron ejecutadas pOl' caballeros de [as ciudades, pero,
(omo buenos conocedores del esrilo aborigen, capaces de repro­
dacir fidelisimas versiones; y dos 0 tres de ('as criollas, que
lIle cantaron, no rusticos, sino senO'res, en lugares donde esas
metodias son todavia expresion de las clases cultas 0- herencia
de antepasados inmediatos. Aunque variantes de a[gunas han
sido recogidas antes, pueden e'srimarse nuestros materiales, en
Ireneral, como ineditos y de primera mG'no.
En esta obra se trata de nuestra musica popular, solamente
de Ia musica, y desde un punta de vista cerradamente musico­
fogico. Las me/odlas se presentan dentro del grupo superior
II que pertenecen por sus caracteres ritmicos y tonales; es decir,
que miramos grandes conjuntos --como desde un avian la
masa de la'S poblaciones- sin descender a las formas y a la
historia particulares de cada baile 0 cancian. Un examen de
todas las especies coreograficas, su musica inclusive, es asunto
de mi proximo Panorama de las danzas populares argentinas.
y habrt! de dar otro sabre las canciones (1).
Aqui no. Aqui capas de musica, estratos musicales. des­
cripcian e interpretacion histarica de los grupos, que llamamos
cancioneros. A veces, pO'rque 10 exige [a explicacion, men­
ciono las especies, pero no me detengo en elias. Sin embargo,
las me[odias que publico sO'n cantO's y bailes, y como a nuestro
ob jeto no importan nombre y funcion, y en el texto se omhen
generalmente esos datos, he resuelto dar, al final, una lista de
flon.
(1) En mi obra Danzas y canciones argentinas anticipe la historia 11
fa forma de varios cantos 11 bailes.
13
CARLOS
VEGA
PREFACIO
las melO'dias con indicaci6n de fa especie a que pertenecen del
cantor que la eje'CUt6, del lugar en que la recogi, de la dfra
metron6mica, etc., por si al leclor Ie imeresan las particulari­
dades de wda una.
Dije que hablo en este libm de nuestm musica popular, de
10 que comunmente llamamos la musica popular argentina. En
rigor, no abarcamas toda la musica "popularizada", sino la
folhl6rica, solo la folhl6rica, uigmte 0' extinta; ademds, elimi­
nando fronteras, nos extendem os a buena parte de la musica
sudamerican'a. .El canto mral del Peru, Balivia, Chile, Uru­
guay y Paraguay, en cuanto se vincula con el nuestrO', queda
igualmente estudiadG aqui, par 10 menos en lineas generales.
Aparte 10's estratas camunes, segummente se hallardn par ah£,
en dreas reducidas, nuevas y distintas expresiones folklol'icas
--como la potifonia rural venezalana de que nO's habla Jose
Antonia Calcano- y diversos tipos de mezcla. Los colega'S
amencanos afinardn y completaran sus respectivos p'anoramas;
aqui he concebido tan vasto planteo pO'r elementales exigen­
cias de correlaci6n.
TO'das estas paginas, todas las de mis publicaciones, se
ort'entan de acuerdo con ideas generales que ha incorpomdo
a nuestra materia mi empeno en comprender 100s hechos musi­
cales donde se encuentren y como dependan de afrOs fenomenos
que encauzan y regulan su ascuro destinG. Aqul y alla, pirginas
adelante, esas ideas conductO'ras y ordenadoras descubren rasgos
de su trama, y aunque el lectGr atenta pueda reconstruirlas a
base del reflejo que prayectan en la exposicion, me ha parecido
necesario enunciarlas con la exactitud que consiente la brevedad.,
Importa que nadie em'prenda la marcha al azar. Un capr­
tufo de nocianes generales sGbre la musica falkl6rica dara al
estudioso prevision de rumbos; otro, mas extenso, con nue­
vas aportaciones a la doctrina mi&ma de la Ciencia del folklore,
precede al de la musica folklorica y lo explica. Las sugestiones
que he aprovechado en este ensayo, verda'deros antecedentes
de nuestra orientaci6n, proceden de la Sociologia y de la Et­
nolog£a. Las ideas que Gabriel Tarde enunci6 hace media siglo,
y la teoria de los drculos y capas culturales que pmpusieron
F. Graebner y B. Anckermann en 1905, contienen los ger­
fI,,'I1CS que hemos cultivado y desarrollado en el campo fotk­
I, 'II co. Aunque nuestro pensamiento haya sldo rozado super­
I i.. i{/lmente en las eternas afirmaciones espontaneas; aunque
,III/ores responsables, desde sus particulares ramas de especiali­
hayan a'dmitido la posibilidad de tales procesos, nada
en esta ciencia, aplica esfuerzos sistemdticos de pensa­
1/!I('/1lo y apoyo documental en' nuestra direcci6n. Brev'es refe­
I,'ncws y comprobaciones parciales se encuentran desde die'z
<lIIOS aWlS en mis articulos de La Prcnsa; la, tesis principal de
I IIi libro Danzas y canciones argentinas es, precisamente, la
'lite ahara desarrollo en el orden musical y extiendo a la doc­
Irina del Folklore; diversos aspectos de la misma trate en las
wincipales tribunas del pais desde 1935; fue tema de diser­
ItI,;ones mias en La Paz (Bolivia) y en Lima (Peru) a
Iwincipios de 1937, en Montevideo (Uruguay) en 1938 y
,'f} Santiago de Chile corriente el ano 1941; la conferencia de
l"'cario de la Comisi6n Nacional de Cultura que di en el
l'catro Cervantes el 1? de setiembre de 1941 retoma el mismo
!'lInto y se publica en los cuademos de dicha Comision, y en
lui:.; articulos Ha'cia el origen de los hailes criolIos, Ascenso y
dl'scenso de las danzas y Vida y costumhrcs de las danzas,
I'llblicados en el dia'rio La Prcnsa en mayo 15, juniO' 26 y
" 24 de 1938, expongo estas
y les doy base docu­
mr'ntal en trec!!: art[culos que aparecieron en el mismo diario en
1'J3S-1939,
Aurora de Pietro, artista argentina, ha compuesto sus ilas­
I (({ciones de tipos regionales de acuerdo con nuestros docu­
flHmtos; los mapas, como todos los mapas simples., dan areas
IIptoximadas, que cubren. ademds, con la misma indiferencia,
desiertos y ciudades,
Fuede ser que las presentes paginas den al lector la impre­
si6n de un esfuerzo. En tal caso, corresponde que no extreme su
II(!nerosidad conmigo,
libra, los que he publicado y la'S
r!Ue preparo, se deben a mi pais, a instituciones de mi pais, a
!lOmbres de mi pais. El distinguido naturalista profesor Martin
Doello Jurado, Director del Museo Argentino de Ciencias Na­
turales y estudioso de vasta cultum general, estimul6 mis co­
mienzos creando en el Departamento de las Ciencias del Hombre
14
15
""
CARLOS
VEGA
de dicho Museo una Seccion de Musicotog£a que puso a mt'
cargo; el doctor Ricardo Rojas, Maestro de maestros, Director
del Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filoso­
fia y Letras. me {{amo a colaborar como Tecnica de la Seccion
de Folklore. Ambos auspiciaron mis viajes y apoyaron estos
estudios con noble empeno. La Comision Nacional de Cultura
contribuyo a facilitar mi labor otorgandome una beca por un
ano en 1937. Me dieron "campania y libertad". Les debo
intima gratitud. y no quiero diferir la ocasion de expresarla.
Buenos Aires, Julio de 1943.
16
INTRODUCCION
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
flos folhlOricos. - Superior e inferior. -
Las supervivencias.
Lo
del faJhlore. -~ Condiciones de los
Folklore y Sociologia.
Folklore
los hcchos y sus caracterrs. Proyec­
ciones del folklore: polilica, moral, arte,
1'''I"i/tic y 10 folklorico.
Dindmica
I"'"
Folklore y Etnologia.
'I 1""''''0. Definicion del Folklore;
I] conocimiento y la interpretacion de cualquier especie
.1.. hechos folkl6ricos -en mi caso de los musicales- pre~
''''pone en quien los estudia ideas generales acerca de las
• of Ias especies, nociones sobre la naturaleza y objeto de la
('I"lIcia del folklore, y hasta un concepto cualquiera de la
.1< I ividad
cientffica como tal. Todos, incluso los improvi~
",," I 0<; aficionados al folklorismo periodfstico, imaginan yen.
1... lIden a su modo alguna finalidad.
I,a casi totalidad de los teoricos, practicamente especia­
h""los en una o. en pocas especies afines, han concebido
I" d()~:trina general de Ia Ciencia principalmente por extension
01" las sugestiones que recogieron en sus campos particulares.
l.lollZiI haya producido esto dificultad en la vision del con­
1'11110. pero es la verdad que parece imposible otro camino.
investigador ha po dido estudiar a fondo todas las
"'p.'cies que abarca la Ciencia del folklore; ninguno puede
, IIlIcebir la doctrina de su especie particular sin ideas, pl·ovi.
"'''"'IIes, al menos, sobre la disciplina general. Por reciproca
," , i/>n entre el todo y la parte, va nuestra doctrina afinando
,11'1 ,'onceptos.
I'~s esta, creo, la segunda vez -nos precede don Adolfo
".1 lazar con brevisimo ensayo- que un especialista en musi~
19
CARLOS
VEGA
ca aborda la teoria de la Ciencia del folklore. Con toda cer­
teza. no -contienen estas paginas ociosa digresion. En primer
lugar. tengo ideas claras sobre la indole del hecho musical
folkl6rico y sobre la finalidad cientifica que se persigue al
estudiarlo; y estas ideas. aunque en detalle no puedan reba­
sar sin tropiezos el circulo que las engendra. se producen
en estrecha relacion con el pensamiento general de la ma­
teria. en cuanto son. los musicales, hcchos folkloricos como
los demas. La comprension. la interpretacion y la definicion
del hecho musical resultan, en su esfera, las mismas de la
Ciencia a que el hecho pertenece, pues seria inconcebible
la unidad de una disciplina cuyas partes hubieran de reco­
nocerse por distintos conceptos.
En segundo lugar. me parece que estamos en un mo­
menta de incertidumbre con respecto a la indole y finalidad
de la Ciencia del folklore. Nada menos. Nunca fue el objeto
de nuestra disciplina. formal y expresamente caracterizado.
Su mismo repertorio de especies es ampliado 0 reducido al
azar de impremed~tadas ocurrencias personales. Empezo
can la literatura oral, las creendas. las costumbres, y poco
mas; se extendio luego a todos los bienes espirituales y a
los materiales; alguien propone ahora limitar su interes a
las creencias y a las practicas; en America latina la mayoria
piensa que el Folklore se ocupa de la musica y los bailes
-con fines artfsticos. Antiguos folkloristas pretendieron inva­
dir el campo de vecinas materias; o. a la inversa. intentaron
incluir nuestra disciplina en los dominios de ciencias afines.
como la EtnograHa. Modernos tratadistas quieren ahora di­
luir el Folklore en la Sociologia.
No es posible comprobar sin alanna que, mientras la
actividad folklorica se multiplica y afirma. 8U doctrina va­
cila por cercenamiento, por extralimitacion, por desvio, por
simple "derrotismo". Nada alentadoras resultan las escep­
ticas expresiones de un folklorista belga contemporaneo que
cita Varagnac: "No hay que inquietarse por saber dande
comienza, donde termina el folklore. Eso seria perder el
tiempo, pues no se sabe que 10 caracteriza".
Si el Folklore no puede limitar su campo ni caracterizar
20
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
"lIll hechos. podra ser un pasatiempo, pero no sera una cien­
.. ia. Me propongo, tal vez con excesiva confianza en mis al­
I <lnces, decir aqui donde empieza y donde termina el terreno
folklorico, y que es 10 caracteristico de sus hechos. Si he
I'l'fdido el tiempo, la bondad del proposito me excuse.
Por otra parte. nuestras ideas sobre la musica se conso­
lidan una vez engarzadas en el conjunto del folklore, y el
Iwehc musical se define en armonfa con el objeto que atri­
h1l1mos a la Ciencia. Es dedr. que una concepcion de la dis­
es indispensable para explicar nuestra posicion frente
1\ la musica folklorica.
He decidido. pues, ofrecer aqui un resumen de apuntes
"lIe desde hace anos tengo reunidos para un nuevo tratado
del Folklore. El lector vera en seguida como y hasta donde
!\ostengo algunos conceptos antiguos y cuanto aporto perso­
nalmente al pensamiento folklorico.
Los HECHOS FOLKL6RICOS. El Folklore es una cienci"l
historica. Desde el principio entreve su verdadero rumbo.
I'or entre la marana de sus definiciones. a 10 largo de den
auos, entre contradiccio.nes y dud as. viene deslizandose
inmune coincidencia: el folklorista quiere estudiar hechos
antiguos. [tadicionales, arcaicos, extranos; vestigios. supervi­
uencias; los bienes del hombre primitioo, 10 que concierne al
pasado, las cosas de la edad remota.. Son expresiones de
viejos y nuevos tratadistas. EI mismo termino folk-lore fue
lanzado para sustituir la voz antigiiedad'es;, que la precedio
(~n semejantes menesteres; y hasta se ha pretendido que la
palabra lore significa no solo "saber". sino saber que ha
adquirido el moho de los tiempos.
Esos hechos antiguos se encuentran principalmente en el
dominio de los grupos llamados "inferiores". Son actuales.
pero estan gravid os de pasado; hablan de anteriores peri­
pecias culturales del hombre. De ellos se desprenden suges­
tiones Miles para satisfacer circunscripta apetencia de cono­
cimiento, y los especialistas, en cuanto aspiran a escrutar
el pasado de la cultura humana. pertenecen a la gran fami­
lia de los historiadores.
21
CARLOS
VEGA
La voz cultura abarca, modernamente, todo el patrimonio
del hombre 1). En consecuencia, son, 0 pueden ser, en deter­
minadas circunstancias, hechos folkloricos, todos los bienes,
tanto los espirituales como los materiales: leyendas, cuen­
tos, fabulas. poesias; refranes. dichos, adivinanzas; juegos,
arte, tradiciones; ritos, ceremonias, costumbres, usos; mitos,
ereencias, supersticiones; particularidades del idioma; uti­
les y enseres, medios de transporte, habitacion, etc. Y ha
de tenerse en euenta que entra en la categoria de hecho
folkl6rico cualquier detalle, por insignificante que parezca:
un modo u ocasi6n de empleo, una manera de hacer, una
tecnica, un recurso, un complemento 0 aiiadidura; una forma
de emisi6n. de pronunciacion, de realizacion; un estilo, etc.,
aplicados a un hecho, aunque el hecho mismo no sea folk­
lorieo. Es necesario eliminar la idea de que el Folklore
solo debe considerar tal 0 cual familia de hechos, por ejem­
plo, las creencias y las practicas. Porque no es una clase
determinada de bienes 10 que interesa a nuestra disciplina.
sino cualesquiera de los que se encuentren en la situacion
folkl6rica.
La Ciencia del folklore intenta, desde hace muchas de­
cad ad, caracterizar los hechos que importan a su objeto. E9
verdad que no 10 ha conseguido; es verdad que los teoricos
no saben donde empieza y donde termina su campo. Los
caracteres que se han atribuido a los hechos folkloricos
carecen de precision; eI empeiio en definirlos como bienes
del pueblo invierte el significado de Ia relaci6n, porque es
el pueblo quien se define por la posesion de 10 folklorico.
EI caracter folklorico de los hechos no esta en la indole 0
sustancia de los hechos mismos. No reconocemos diferencia
esenctal entre bienes aristocraticos, bienes populares y bie­
nes primitivos. Es una condicion 0 accidente 0 situacion 10
que permite distinguir los hechos "aristocraticos" de los
hechos folkloric os, los hechos folkloricos de los hechos pri­
mitivos, como veremos.
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
Los tratadistas han pretendido identificar sus bienes pOI
circunstancias de adopcion, de modo, de trasmision, etc.
Sedan folkloricos los hechos colectiws., regionales, transfe­
rillies. empiricos, tradicionales. orales, anonimos, populares (!),
hdlos, etc. Sin detenernos en menuda ·critica, t cuantas de
('stas circunstancias no acompaiian tambien a los bechos et­
Ilograficos/; ecuales no se dan igualmente en numerosos
hienes de las clases superiores? Resulta claro que tal lista de
condiciones no puede caracterizar el hecho folklorico. Sera
preciso reconsiderar este punto con atenci6n mas detenida.
Y acaso convenga empezar por definir los terminos "supe­
rior" e "inferior", pues de tal esclarecimiento depende, en
~:ran parte, la distincion de las cosas que importan a la
('iencia del folklore.
1) Vease, sobre esto, el uti! Epitome d(' Culrurc\/ogia del Dr. Jose
Imbelloni (Buenos Aires, cd. Anes;, 1936), que reSUme el movimiento
etno16gico curopeo modcrno.
SUPERIOR E INFERIOR. Estos dos conceptos tienen larga
foja de servicios en varias materias, especialmente en 50­
"iologia, y se emplean para distinguir contrapuestos grupos
Ilociales. De acuerdo con la tradicion bibliogrMica, les doy
>iU estricto sentido cientifico. El termino "superior", refe­
rido a la aristocracia, no implica admiracion; la voz "in­
ferior", aplicada al pueblo, no apareja menosprecio. Estas
dos voces caracterizan grupos simplemente distintos. Para
indicar la posicion de ambos grupos, se acude a las meta­
foras espaciales "arriba" y "abajo", 0 "alto" y "bajo", y
('I movimiento de las cosas entre uno y el otro se llama.
en Su caso, "descenso" y "ascenso". Los soci610gos no tu­
vieron en c'Uenta que los conjuntos de grupos son tres y
no dos. Aplicado el termino "superior" a las <:lases ilustra­
rlas, queda el de "inferior" para los grupos populares y
para los etnogrMicos. Corresponderia llamar estratos "me­
dios" a los populares, como hemoshecho algunas veces; pero
si conviene respetar la nomenclatura consagrada, debe ana­
dirse la voz "primitivos" para los conjuntos que estudia la
Etnografia. lnteresa aclarar que el sentido de tales terminos.
en 50ciologia, no abarca. exactamente, 10 que en Folklore.
Muchos creen que, f'Uera del orden economico, en el
orden cultural, la determinacion de la S'Uperioridad y de la
22
23
CARLOS
VEGA
inferioridad es subjetiva. Que siempre nos parece superior
10 nuestro -aducen-. Creo que no, si atendemos a otras
circunstancias mas interesantes para nuestro objeto. Nos
importa la antigiiedad, no fa inferioridad. La atribucion de
antigiiedad a un hecho actual, deriva, es verdad, principal­
mente, de la impresion de inferioridad que el hecho produce
al observador; pero hay otros criterios para confirmar esa
atribucion y la inferioridad misma.
Los grupos superiores se definen por la posesion y el
usufructo de los bienes mas modernos -la circunstancia de
tiempo en primer plano-, consecuencia de los ultimos in­
ventos, de las ultimas concepciones, de las ultimas orienta­
ciones; por el consumo de vida espiritual mas rica en exi­
gencias; por la acumulacion de bienes materiales y recursos
tecnicos en mayor numero y mas eficaces; todo estimado
con relacion al patrimonio de otros grupos que por contra­
rios conceptos lIamamos "inferiores".
En el ambiente "superior" tenemos, entre algunos anti­
guos insuperados, numer050S bienes de mas 0 menos recien­
te incorporacion: unos, para nuevas necesidades. creacion
sin precedentes; otros, para necesidades invariables, perfec­
cionamiento de los viej os 0 producto de modernas concep­
ciones. En el ambiente "inferior" subsisten numerosos hechos
que cl estudioso. desde su plano "superior", descubre con
extraneza. porque intuye en elIos inferioridad explayada,
antigiiedad sin extincion. Reconoce la inferioridad por com­
paraci6n. Para la funcion que cada hecho desempena en el
ambiente extrano, tiene el observador, en su grupo, otro
hecho mas eficaz. 5i se trata de bienes materiales, no hay
dudas, generalmente. Recuerdense las parejas carreta-camion,
cabafia-rascacielos, canoa-motonave, tambor de senales-tele­
grafo, etc. 5i se trata de bienes espirituales, la operacion es
mas compleja. Por 10 pronto, frente a los hechos mismos,
deducciones aparte, el mas escrupuloso no vacilaria al indi­
car cmil es el termino inferior en, por ejemplo, las parejas
cancion-sinfonia, copla-poema, supersticiones-ciencia, tradi­
ciones-historia, curanderismo-medicina, etc. Quiere decir esto
que dertos bienes espirituales pueden impresionar como in­
24
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
,I
feriores, de manera general, sin excesivo riesgo; pero hay
mas, pues no basta. La primera intuicion del observador
supone una adherencia reciproca de los bienes antiguos mas
o menos coetaneos. La imposibilidad de que armonicen en
un mismo ambiente invenciones extemporales, no es una
imposibilidud teorica, es una imposibilidad practica; y en tal
medida constante, que hiere la sola representacion de con­
cretos 'casos eontrarios. Consilderamos invero.Eiimil que el
babitante de un rascacielos haga fuego frotando maderas;
que el pasajero de un avion use arco y £lecha; que la duena
y conductora de un automovil tenga en su hogar morteros
de piedra para la molienda ycrea que su pueblo desciende
del cocodrilo totemico. Por extension de tal experiencia,
sin detenerse en sopesar, el observador considera inferiores
todos los bienes espirituales que integran un patrimonio de­
terminado con y entre hechos materiales objetiva e inequi­
vocamente inferiores.
Otras circunstancias, todavia, colaboran en la determi­
nacion. La primitiva curiosidad por las antigiiedades eon­
cluia en un archivo de !o pintoresco; a 10 sumo significaba
interes humano por el eonocimiento pasivo de otras form as
de vida dispersas por el mundo. Pero, entre las primeras
inquietudes cientificas (1846), y los comienzos de la orga­
nizacion del Folklore (1878), irrumpe y se extiende la con­
cepcion evolucionista, y la inanime coleccion de antigiie­
clades, hasta entonces insensible a otros tempranos atisbos
de evolucionismo cultural, adquiere nuevo sentido. Los he­
chos folklorieos pueden ser antecesore8 de los superiores en
las respectivas funciones; mas claro, los actuales vigentes
pueden proceder en linea recta de los folkloricos por obra de
continuado perfeccionamiento. EI area musical con resonador
de calabaza tiene todos los elementos esenciales del vio­
lin (acudimos a un hecho etnognifico para mayor eficaeia);
Iu pareja eanoa-motonave responde a identico principio,
pero en el segundo termino hay yuxtaposicion de inveneio­
lies. Para estos casos vale el criterio metodologico de que
la yuxtaposicion es posterior a los elementos yuxtapuestos,
segun Perogrullo. Naturalmente, hay muchos bienes del su­
25
CARLOS
VEGA
perio! que no "descienden" de los que en el ambiente fol­
kl6rko desempelian su misma funci6n, como la pareja yesca­
f6sforo; pero aqui obran los otros criterios.
Ya se ve c6mo es posible determinar la inferioridad. Sin
embargo, la inferioridad misma no nos interesa sino en cuan­
to implica antigiiedad; y si todavia encontramos hechos que
no parecen inferiores una vez. analizados, su antigiiedad
resulta directamente, en ultima instancia, de que han sido eli­
minados del ambiente superior, como veremos mas adelante.
Los hechos inferiores debieron haber desaparecido, y
-algo sorprendente- no ha ocurrido tal cosa. Por aM
est{m, en parad6jica "vida p6stuma". Son supervivencias.
A 10' carrera de S(lS diez caballos
larga nube de poluo deja att'as:
a 10' carrera de S(l' diez caballos
como un heraldo de progreso va.
LA GALI'RA. Segundo I. Villafane (1896).
LAS SUPERVIVENCIAS. Las l:'upervivencias solo son
supervivencias vistas desde el plano de los grupos supe­
riores; consideradas desde el propio ambiente popular, son
simples vivencias. EI folklore no existe para el pueblo mismo.
La rica voz supervivencias. insustituible en nuestra ma­
teria, es un feliz hallazgo, y esclarecedor el solo examen de
su contenido. Si los grupos superiores Haman supervivencias
a determinados bienes populares, es porque entienden que
alguna vez fueron vivencias en los propios 0 en otros grupos
superiores.
Si la necesidad que cada hecho satisface no es moderna
u ocasional, es daro que los grupos superiores, antes de
inventado el automovil, debicron utilizar el coche, y antes
el caballo. precisamente como los campesinos actuales. Esto.
en general; pues no queremos decir que cada elemento infe­
rior engendra, por evolucion, al que 10 sustituye en el plano
superior.
Es fundamental entender' que las supervivencias de hoy
26
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
(Heron ayer las vivencias de los grupos superiores; fueroD.
a su tiempo, 10 moderno. 10 mas eficaz, el patrimonio de los
mas instruldos. La veloz galera, carruaje olvidado, cruzaba
los campos "como un heraldo de progreso" hace apenas cin­
cuenta alios. Los que usufructuaban tales invenciones cons­
tituian los nucleos superiores, y otros grupos, poseedores de
bienes mas antiguos 0 sin muchos de elIos, formaban el am­
hiente inferior.
Los estratos inferiores fueron antes los superiores; nada
mas que la aparicion y presencia de un estrato superior de­
termina la inferioridad del otro. La aristocracia de antaiio
se asemejaba al pueblo de hoy: el rey era analfabeto, crda
en brujas, oia cuentos, cornIa con las manos, viajaba a
caballo y aplaudia canciones como los arrulIos actuales, a
cuyo tipo pertenecieron las mas altas expresiones de la liricd
antigua. El a:rr:orro argentino pudo haber sido obra de un rey­
Irovador. Se por que 10 digo.
El Folklore 1) es la ciencia de las supervivencias. El
cspecialista estudia en ellas las etapas preteritas de la cul­
tura material y espiritual de los hombres. Y el folklore
masa de hechos- es un estra'to vcncido, o. mejor. un con­
junto de bienes pertenecientes a varios estratos vencidos. Lo
que determina el caracter folk16rico de los hechos, no es
que sean colectiv08, tradicionales, regionales, orales. trans­
feribles, anonimos, etc., sino una circunstancia 0 aocidente
de tiempo que se aiiade al hecho intacto.; una situaci6n 0
posicion del hecho en el cuadro cronologico general de las
vivencias. Es folkl6rico el hecho inferior, antiguo; 10 es,
ddinitivamente, el hecho eliminad'o del grupo social supe­
rio.r; eliminado directamente par otro hecho mas reciente
o de mas reciente adopci6n para el mismo objeto; eliminado
indirectamente por desaparici6n de la necesidad que Ie con­
ferIa vigencia; eliminado, en particular, por otro hecho 0,
dentro del patrimonio que integra, por otro patrimonio su­
j) Se acostumhra a escrihir la vo;!: Folklore, con mayuBcula, cuan­
do nomhra a la ciencia. y con minu5cula, cuando se refiere al con­
junto de 105 hechos que estudia la ciencia.
27
CARLOS
VEGA
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
y propia exdusiva, en el orden cultural, porque la historia
campesina es sombra y ceo, resonancia y consecuencia de
la iniciativa urbana. Pero, en cuanto los bienes culturales
prolongan su existencia en la campana. eI Folklore incor­
pora a la historia todo un gran sector humano desconocido,
olvidado. menospreciado, parte de la nacion, brazo de su
prosperidad economica y, en las epocas de desvlo, deposi­
tario de valiosas reservas morales y hasta de formas y estilos
artisticos.
perior. Inexistente, pues. como disponibilidad institucioniza­
da. en los domini os de las altas dases.
Eliminados del plano superior -ya hablaremos con mas
detencion de estos procesos- pero sobrevivientes. son los
hechos folkloricos. En la condicion de eliminado va impIi­
cita la atribucion de inferioridad y. con ambas. la circuns­
tancia temporal. pues, en la dinamica de las .culturas, la
eliminacion supone vigencia anterior. estabilidad la difu­
!'lion, permanencia el relegamiento por superacion, y to do esto,
antigiiedad. El hecho eliminado, la supervivencia, es decir,
el hecho folkI6rico. es hecho antiguo. Antiguo y actual ­
cargado de sentido- habla de tiempos pasados yes. por
eso, capaz de alimentar una ciencia historica.
El accidente de tiempo. es decisivo en la distincion de
los terrenos folkloricos con respecto a los superiores. Hay
ademas, vinculado a su i'ndole, un accidente de lugar. me­
nos riguroso, que merece cuenta en segundo termino. En
efecto; siendo las ciudades asiento del poder y la adminis­
tracion estatales, de las autoridades edesiasticas. de la aris­
tocracia y de la burguesla, de las dases intelectuales. etc.;
siendo las ciudades, creadoras, productoras 0 adoptadoras
de los hechos mas modernos. es daro que predominen en
elias, vigentes en mayor numero, los bienes mas efica.ces.
que son 10 unico que da al superior conciencia y caracter de
tal. Y siendo la campana -el pueblo. la aldea. la habita­
cion aislada- adoptadora y adaptadora tardi'a de los bie­
nes superiores, 0 asiento de patrimonios relegados en masa,
es daro que en la campana predominen los bienes elimirta.
dos. las supervivencias. Por su lado y en sus cosas, Spengler
insiste en que. . . todQ's las grandes culturas son culturas urba­
nas. Dice: La historia universal es fa historia del hombre' ur­
bano. Y anade: El aldeano carece de historia. Parecera, a
primera vista, que la Ciencia del folklore viene a rellenar
ese hueco, pero no es asl. EI Folklore, como parte de una
Historia general de la Cultura, es tambien, principalmente.
una historia de las culturas urbanas. Sus huellas busca en
la campana 0 donde se encuentren; las supervivencias son
sus "documentos". EI aldeano carece de historia particular
La POPULAR Y La FOLKL6Rlca. T odos empleamos las
voces folk16rico y popular como sinonimas. Pero si solo es
folkl6rico 10 reemplazado, 10 antiguo ex superior -material
sugestivo y gravido para una ciencia historica- es daro
que el h~rmino popular es mas comprensivo. Porque no todo
10 popular es folh/6rico. En el ambiente popular se encuentran
hechos de muy diversa filiacion. Por 10 pronto, todo 10
popular esta apuntalado, enmarcado, atravesado, por gran­
des bienes del grupo superior, como el regimen legal, la
religion, el idioma, la organizaci6n familiar. el orden eco­
nomico, el sistema administrativo, etc., que Ie han sido im­
puestos al inferior desde arriba. Es folklorico fo trascendente
subrepticio, 10 intrascendente notorio, 10 menudo, 10 indi­
ferente, 10 accesorio, 10 complementario; 10 que no merece
una guerca, por ejemplo, la poesia, la carreta. Es decir, aque­
Hos bienes que pueden existir sin conflictos entre los engra­
najes de la organizacion estatal del superior, y los que ­
como la magia- por implicar conceptos inadmisibles, sobre­
Bevan entre ocultamientos la reprobaci6n oficial. Las grandes
28
29
institu.ciones del superior son tambi{m populares 8in sec folk­
16ricas. EI del pueblo es un patrimonio mixto.
En frase muy celebrada y repetida, Marcel Mauss asen­
t6 que ..es popular todo 10 que no es oficial". Si hubiera
dicho que es folk16rico !o no oficial, podri'amos haber ana­
dido que 10 oficial se excluye, no por oficiaI, sino por vigente
en los pIanos superiores, esto es, porque no nos habla de
etapas preteritas. Asi', como 10 dijo, no define 10 folklorico
ni siquiera negativamente, porque todo to oficial es popular
CARLOS VEGA
LA ClENCIA DEL FOLKLORE
del mismo> modo y manera que lo especificamente folkl6rico,
parejas con ella desde el comienzo, Ie quitaron eficacia.
Para los folkloristas, el patrimonio popular era una masa eter­
na; estaba quieta en los dominios del pueblo desde muchi­
simos siglos atras. Cada uno, a partir de Thoms, observo,
sin embargo, que las cosas populares empezaban a desapa­
recer. T odos die ron en la misma idea a 10 largo de cien
anos; siempre 10 popular estaba empezando a desapa'tecer. Y
todos atribuyeron a su propio tiempo un especial poder des­
tructor desconocido antes. Segun eso, poco 0 nada debi6
quedar en el terreno folklorico; y no ocurre tal cosa.
En realidad, el caudal folkl6rico ha ido mermando en
lodas las epocas, en las anteriores y en las posteriores al
nacimiento de nuestra ciencia, pero como siempre tenemos
lIIaterial de estudio, resulta indispensable reconocer que el
ambiente popular -como la pileta de natacion- recibe por
1m lado 10 que pierde por otro. Y as! es. La campana, asient~
principal de los hechos folkloricos, esta acogiendo perma­
Ilcntemente nuevas cosas que Ie Began de las ciudades; cada
cosa sustituye a la que antes satisfacia la misma necesidad,
si 1a necesidad no fue creada por la cosa, y de este modo,
;~ana 10 que pierde. por 10 menos. Sin embargo, si el ritmo
del descenso sigue aumentando como en las ultimas decadas.
1'5 probable que disminuya la antigiiedad de 10 folklorico
('x urbano; pero se incorporara 10 primitivo al ambiente
popular.
Hay un momento en que los bienes que han descendido
conservan su vigencia en las ciudades. Hemos hablado de
csta categoria de bienes comunes, ya populares, todavia ur­
hanos. no folkloricos atm. Cuando en las ciudades mismas
hayan sido reemplazados, eliminados. seran supervivencias,
cs decir. hechos folkloric os tipicos. si triunfan en el proceso
de seleccion. Lo folkl6rico esta renovandose siempre; por eso
los hechos desaparecen y el folklore subsiste. "Las aguas
pasan pero el rio queda".
La creencia en una marcha paralela de 10 "popular" y
10 .. culto", merece abandono. Hay y ha habido siempre
cstrecha relacion entre ambos ambientes. y esta relacion im­
plica una idea general acerca del origen de los hechos folk­
loricos, en nada semejante, por cierto. a la tradicionaL Ya
sabcmos que en el ambiente popular hay supervivencias entre
muchas otras cosas. T odas fueron alguna vez superiores,
desde que existe la contraposicion aristocracia-pueblo, pa­
tricios-plebeyos, nobles-villanos. etc., 0, aproximadamente,
desde otro angulo, la contraposicion ciudad-campana; y,
en epocas mas remotas, desde que se produce la simple
contraposicion de patrimonios (uno superior 0 mas presti­
giosoque el otro), determinada por convivencia 0 sojuz­
gamiento. El escollo de una generalizacion es que la natu­
30
31
como disponibilidad en usufructo. Debemos insistir, pues, en
que no todo 10 popular es folklorico.
En el ambiente popular hay, ademas, bienes menores
que en el mismo momenta pertenecen tambien a los grupos
superiores; esto es, bienes comunes, como ciertas modas,
instrumentos -tijeras, horquillas, cuchillos-, aparatos, bai­
les, etc. Y hallamos tambien en el ambiente inferior bienes
propios de estratos profundos que nunca estuvieron en rela­
cion de dependenciacultural con el superior que los estudia.
como las boleadoras, el poncho, etc., (10 etnogrilfico).
Por fin. entre todos esos hechos encontramos los verdade­
ramente folkloric os, las supervivencias, bienes que antes per­
tenecieron a los grupos superiores y que subsisten en el am­
biente popular; y con ellas las neouivencias, productos de
mezcla, evolucion, involucion y recreacion de los grupos
inieriores. La Ciencia del folklore observa tados los bienes
populares, pero aprovecha principal y especial mente las su­
pervivencias, que hablan de 10 pasado al folklorista.
Fur! ayer no mas ia que hOt} estd marchito.
No importfl que un caudal fl (ltro 8uceda
Pues como t!l tiempo frente a 10 infinito
Las aguas pasan pew el rio queda.
HORACIa REGA MOLINA.
DINAMfCA DEL FOLKLORE. Vieja es la idea de antigiie­
dad en la ciencia del Folklore; pero otras que corrieron
CARLOS
VEGA
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
raleza y Ia relaci6n de los ambientes no han sido siempre ,
identicas.
Por dos procesos principales 11egan los hechos a la si­
tuaci6n folkl6rica.
Uno, de inmediata observaci6n actual, es el tninsito di­
recto de pequenos bienes urbanos al ambiente rural, por
entre las grandes instituciones comunes, dentro de un paci­
fico orden -digamos- "nacional". El pueblo espera las
novedades del superior para imitarlas; y esta adopci6n me­
nuda diaria, casi jubilosa para los j6venes, exenta de ru­
mor. se percibe luego en UIia melancoHa de ancianos extra­
fiados. Superior e inferior, cada uno en su puesto y fun­
ci6n; el hormigueo del comercio sube con los productos
de la tierra, baja con los poductos de los hombres. Mien­
tras, los bienes que descienden y arraigan, van alcanzando
la situaci6n folkl6rica por el simple abandono que de elIos
hace el mismo grupo superior que antes les di6 prestigio y
fuerza de expansi6n.
Personal y directamente, por una serie de compro,ba­
ciones que se me dieron sin buscarlas cuando hice la histo­
ria de cada baile, llegue a la conclusion de que las cfases
populares imiwn' a {as clu.<;es superiores, No me corresponde.
sin embargo, como es sabido, la paternidad de esta impor­
tante idea, sino su verificaci6n y explotaci6n intensiva en el
cuadro de mi especialidad.
Los procesos de la imitaci6n son viejos conocidos de
la Psicologia y de la Sociologia. En cuanto hechos socio­
16gicos, fueron considerados por Mario Pagan ya a fines
del slglo XVIII. y en el XIX por Gioia, Jolly, Despine, Ea­
gehot y otros. Walter Bagehot, antes que Gabriel Tarde.
destac6 la importancia de la tendencia a imitar: "La ver­
dad es -escribia- que la propensi6n del hombre a imi-:
tar 10 que tiene delante es una de las mas fuertes tendencias
de su naturaleza". Pero corresponde a Tarde la mas ex­
tremada, original y culta sistematizaci6n del imitar; y a
una antigua y olvidada lectura de sus obras debo yo la
orientaci6n de mi cuidado en tal sentido. Los soci610gos·
posteriores reducen los alcances que Tarde habria atribuido
" la imitaci6n, en cuanto fuerza capaz de explicar los hechos
""ciales. Durkheim niega su preponderancia en el genesis
.I,. los fen6menos colectivos, pero no la rechaza como causa
d(~ su difusi6n: "Sin duda -dice- todo hecho social es
1I11itado; tiene, como acabamos de demostrarlo, una ten­
d(~ncia a generalizarse, pero porque es social, es decir, obli­
1:<1 lorio".
:
Conviene notar que aqui no pretendemos dilucidar el
problema del origen de las instituciones, ni siquiera el de
las instituciones d'anza y musica. Nos conformamos con reco­
llocer la influencia de la imitaci6n -indiscutida y subsis­
t .. nte en Sociologia-, de nuevo observada por nosotros en
vida de la musica y las danzas, y aspiramos a establecer
qlle cada especie no nace una vez en cada lugar del mundo,
:;ino que se coord ina una vez en un lugar y se difunde luego
por imitaci6n; mas precisamente, por imitaci6n del pueblo a
101 aristocracia, como veremos en seguida.
Porque 10 importante de la imitaci6n, para nosotros, no
.·s su potencia ciega, sino la direcci6n principal en que se
Illanifiesta. Es decisivo aqui reconocer y admitir como un
fenomeno de hecho, que el inferior imila aT superior:.
Dentro, en parte, del proceso
de la imitaci6n,
Tarde mismo reconoce una ley secundaria segun la cua!, en
lag {:ircunstancia5 que nos interesan, ... "Siempre se vera a
la nobleza, en cuanto de ella dependa, imitar a sus jefes,
!(~yes 0 senores, y a la plebe, en cuanto pueda, a la nobleza".
Simmel hara suyo despues el mismo pensamiento: ... "Las
('lases inferiores miran y aspiran a 10 alto"; y otra vez Tarde,
rccordando etapas hist6ricas, explica que el superior "se hace
illlitar por el inferior, el patricio por el plebeyo, el noble
por el campesino, el c1erigo por el laico, y despues el pari­
sien por el provinciano, el hombre de las ciudades por el
aldeano, etc."
V erdad es que el ilustre soci610go frances no pierde de
vista que la imitaci6n puede ejercerse. en sentido inverso,
.'sto es, que "el inferior es copiado 0 tiende a ser copiado
por el superior", pero es significativo que, desdeiiando esta
,:egunda posibilidad, afirme en seguida que, "en sociologfa,
32
33
CARLOS
VEGA
el reflejo de los ejemplos de alto a bajo es el unico hecho
que importa tener en cuenta", porque nivela a los hombres.
No nos preocupe 10 de la nivelacion. Simmel, al confir­
mar la imitacion en un solo sentido, anade el concepto de
permanente desnivel cuando dice que. tan pronto como los
inferiores se apropian de una nueva moda, "los drculos se­
lectos la abandonan y buscan otra nueva que nuevamente
los diferencie de la turbamulta··. Aunque esa no sea la razon
del abandono, bueno es notar que, por la renovacion cons­
tante de los bienes del superior. nunca enteramente alcan­
zado por el inferior, existe la diferencia de jerarquias en el
orden cultural.
Bueno parece abarcar ambas direcciones de la imitacion;
pero deducir de ahi que el proceso bajo-alto y el proceso
alto-bajo se realizan de la misma manera y con la misma
intensidad, es no haber arrojado jamas un punado de mira­
das sobre la vida.
Previas meditaciones, me atrevo a negar resueltamente la
categoria de hecho social a la imitacion del inferior por el
superior, por 10 menos en mi especialidad, porque quien
imita al pueblo, quien toma elementos populares, es siempre
un individuo aislado, un individuo que actua entre las altas
dases, y aSI, el hecho colectivo de la imitacion ya no se
realiza por general ablucion en la ruente popular. Llevado el
elemento del inferior al estrato superior en un lugar solo
por obra de un individuo, y aceptado por el grupo iniciador
el producto elaborado sobre la base de tal elemento, la difu­
sian se realiza otra vez de arriba abajo. Agudamente, Ga­
briel Tarde observo tambien este hecho en un orden mas
general: "La invenci6n --escribe- puede proceder de las
mas bajas filas de pueblo; pero para extenderla, es preciso
una cumbre social en alto relieve". Anadamos que el ele­
mento popular no es precisamente una nueva invencion, ni
siquiera en el am plio sentido de Tarde; recordemos que se
encontraba en el ambiente rural a causa de un descenso an­
terior, y podremos representarnos las reducidas proporciones
del ascenso, esto es, de la imitacion del inferior por el su­
perior.
34
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
En realidad, siempre ha existido, parcial y ocasional­
IIwnte, el ascenso de elementos populares a los dominios de
IdS altas clases; pero de tal modo ha sido exaltado, que
algunos auto res han tornado por ley la excepcion. Anos atras
"'" ocupe de este problema. en el caso particular de los
I."iles 1). Me empene en distinguir los caracteres de esos
.los movimientos: uno, el de descenso, general, multiple.
Illlperativo, incontrarrestable, permanente; otro, el de ascen­
'" >, particular, voluntario> deliberado, ocasional. EI inferior
,n:ibe las cosas del superior como una lluvia; el superior
lorna conscientemente una gota del inferior. ~ste es un mo,­
vimiento individual.
Ahora, 10 que 5i es colectivo es un estado, siempre tran­
"it orio, de simpatia 0 admiracion por 10 popular; ese estado
!~('Ileral mueve al alto agente imitador y abona la aceptacion
",·1 grupo superior. Pero en ningun caso debe entenderse
qne el agente superior vive saqueando al pueblo porque ...
"I] papel principal de una nobleza. su marca distintiva, es
'11 caracter iTliciador, sino inventivo" (Tarde). Es decir, que
,'S mucho mas 10 que secoordina en el ambiente aristocra­
I ieo a base de elementos preexistentes en el mismo medio,
'tile 10 que el agente extrae del pueblo.
Deben considerarse, en fin, excepcionales los casos en
qne el de arriba imita al de abajo, y asi se afirma la regIa
de que el inferior imita al superior. En terminos generales,
plies, podemos decir que los bienes hoy folkl6ricos, son, en
l:ran parte, los mismos que ayer abandonaron las clases
i1ustradas.
En esto, en el transito directo de los pequeflos bienes ur·
hanos al ambiente rural, consiste uno de los procesos par los
males se aproximan las cosas a la situacion folklOrica.
El otro, el otro proceso -excepcional, mas vasto, mas
intenso- se inicia can la irrupcion de un estrato alogeno,
I:eneralmente guerrero, can sus portadores, en el campo y
sobre la armonia de un proceso como el anterior. T ados los
vencidos -superior e inferior- pasan al segundo plano con
1) Ascenso y descenso de las danzas, en el diario "La Prensa", Bue­
nos Aires, junio 26 de 1938.
35
CARLOS
VEGA
sus hombres; es decir, que la aristocracia de la vispera, mas
o menos confundida con su propio pueblo de ayer, despues
de vacilar en la situaci6n etnogrMica. puede quedar en la
situaci6n folkl6rica si el superior triunfante Ie impone sus
grandes instituciones. En este momenta se inicia. de acuerdo
con las nuevas ·condiciones. el proceso de la irrigaci6n me­
nuda. 5i los f1amantes grupos sojuzgados aceptan el reem­
plazo de sus pequenos bienes, acaban por confundirse con
el pueblo del vencedor, pues los grupos superiores urbanos
10 Bevan siempre consigo -son sus soldados 0 sus co)onos
como un recipiente de supervivencias, y aun 10 forma­
ri'an en un continente desierto por simple desplazamiento de
sus bienes a ia campana seguido de eliminaci6n en la ciudad.
Y si los sojuzgados conservan la posesi6n de sus pequefios
bienes, se conforma un grupo folkl6rico original, indepen­
diente del que las dudades producen por irrigaci6n. Asi se
comprende, tambien, la presencia de patrimonios folkl6ricos
hibl-idos, es decir, de patrimonios que acumulan bienes de
ambas procedencias.
.t:stos son los dos procesos que determinan la situacion
folkl6rica de los bienes. Reducido 10 explicado a la formula
mas simple, se trata de reconoceT que en el terreno folkl6­
rico pueden coexistir elementos que fueron del superior adve­
nedizo triunfante, con elementos que perteneciero.n al superior
aborigen vencido. En ambos casos tenemos supervioencia'S::
supervivencia de bienes propios de los grupos superiores
que se apartaron del nuestro en epocas lejanas y que elu­
dieron despues la situacion etnografica; supervivencia de
bienes nuestros inmediatos pasados.
51 los historiadores se hubieran ocupado de los menudos
hechos culturales como de las batal1as y los principes. ten­
driamos repertorios de bienes historicos identificables con
los que sobreviven en el ambiente popular. As! ocurre, al
menos, con los pocos datos del superior que autores curiosos
acertaron a documentar.
Sabia poetica que fue primor de Palacio hacia 1500­
1 600, era cosa del vulgo en Espana cien anos mas tarde. y
es joya de folklore argentino en nuestros dias. El Padre
36
LA CIENCrA DEL FOLKLORE
\':ximeno escribe en 1772 que. .. "estan todavia en estima­
cion para con e! vulgo de nuestra naci6n los poetas del
liempo de Felipe IV; y para muestra de su sutilisimo ingenio
Muele alegarse por los nacionales la quarteta de uno que des­
"sperado llama asi la muerte:
Ven m uerte tan escondida
Que no te sienta venir,
Porque el placer de marir
Na me vuelva a dar la vida",
Esta redondilla, con admirables glosas, tue tomada por
Juan Alfonso Carrizo, en el noroeste argentino, de modes­
los cantores rurales, y relacionada con sus precedentes his­
panicos.
Mariquita muchacha
eanta hacia 1800 el tonadi11ero en el teatro porteno a que
asiste el Viney. "Mariquita muchacha", repite hasta hoy,
para la danza folk16rica, el guitarrero campesino.
En materia de creencias y supersticiones ocurre 10 mismo.
Ideas que son ahora casi exclusivamente folkl6ricas fueron
ayer las propias de ilustrados personajes. En 1777 escribi'a
,·1 Padre F eij60, a proposito de hechiceros, que a 'lin escla­
recido benedictino .,. "Ie pusieron en la reputaci6n de Ma­
I-:ico, no los vulgares, sino hombres verdaderamente docti­
simos". Y refiriendose a las transformaciones magicas de las
hrujas en gatos, sapos, lobos, etc., dice que .. ' "no pocos
hombres doctos sienten 10 mismo que el vulgo". Parece que
d sabio Pedro Crespeto, vivo en la segunda mitad del siXVII, creia que los espiritus familiares se podian comprar
en Francia y en ltalia. Los magos andaban por las cortes, y
pertenecian a la nobleza sus clientes. Pedro Sarmiento de
Gamboa. el navegante y cronista de lndias, hidalgo erudito.
f'lle encarcelado por la inquisici6n de Lima acusado de prac­
I icas astrologicas. 5uministraba una tinta cuya virtud trocaba
I'n amor el desden de quien recibia la carta. Por arte de
astrologia forjaba sortijas para buen suceso en las batallas
y para obtener la gracia de los principes y el favor de lali
37
CARLOS
VEGA
mujeres. No gentes del pueblo; nobles cortesanos usaban las
sortijas.
Con respecto a la medicina, la esencia de erudita tera­
peutica antigua sobrevive hoy en los campos. Galeno, el
griego ilustre, al recetar cenizas de salamandra para <:ural' la
lepra, procedfa como el mas modesto de nuestros curanderos.
Asi las otras especies. Pero no siempre es inmediata y
facil la identificaci6n de 10 culto antiguo con 10 folkl6ri<:0
actual. Las cosas no descienden y perviven sin mudanza.
El ambiente folkl6rico las modifica al absorberlas.. Es nece­
sario, a veces, un cuidadoso exam en para reconocer en los
hechos rurales, viejos elementos urbanos. En menor grado,
10 mismo OCUrre en las ciudades menores con las cosas que
llegan de las grandes capitales del mundo; 10 mismo, en
escala minima, sucede en la simple trasmision de un indi­
viduo a otro. Aun sin mezelas, bastan las maneras de exter­
naci6n para encubrir las formas trasplantadas.
Por 10 demas, si los hechos folkl6ricos, como supervi­
vencias que son, nos resultan extraiios, es porque descono­
cemos su antigua existencia en los dominios de las dases
superiores. Y es tan poderosa la idea de una independencia
de 10 popular con respecto a 10 cuIto, que ni aun con la evi­
dencia del nexo se han atrevido los tratadistas a sospechar
la relacion; y cuando no ha sido posible cerrar los ojos, han
preferido explicar la identidad por el proceso inverso, esto
es, por un ascenso del plano inferior al superior.
Por regIa general, los investigadores urbanos salen a la
campana. no a estudiar 10 folklorico, sino a elegir 10 que les
parece. En la tarea de estudiar -por ejemplo- los bailes
y los cantos sociales de adultos, muchos compiladores esco­
gieron solamente algunas formas; de manera que el funda­
mental problema de 10 folklorico estaba, para ellos. resuelto,
antes de iniciar el previo trabajo de la coleccion.
Parece que era guia del colector la idea de que es folklo­
rico 10 desconocido. No es del todo malo, el principio, por­
que las supervivencias, son, en general, extraiias al ciudadano;
pero implica indirecta renuncia al conocimiento del origen.
Los aficionados de las <:apitales, y los que, radicados en las
38
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
,-iudades del interior, estaban poseidos del pensamiento ur­
llano, no prestaron la menor atencion a todo aquello que en
iiI campana tenia sabor a ciudad. Una Polca 0 una Mazurca,
I.ailadas en la Argentina por parejas rurales, no decia nada
al observador aficionado; un Tango 0 un Fox trot, ejecu­
rados en la fiesta campesina, Ie indignaban. Concluia el com­
pilador en la certeza de que ula civilizacion avanza" y la­
mentaba la perdida de 10 folklorico.
Naturalmente, esa es una manera como cualquier otra
de no ver como lIegan al pueblo las cosas que el pueblo
adopta y conserva. Mientras los folkloristas se pierden en
tlivagaciones sobre remotisimos origenes populares hispani­
I'OS, indios, africanos, eclesiasticos 0 espontaneos, de nues­
!ros cantos y bailes, la realidad les esta mostrando con pre­
cision impre~ionante la principal fuente en que se nutre .el
pueblo: la ciudad capital. La aventura urbana de los bienes
sociales prosigue en el ambiente campesino.
La idea de que es folklorico 10 desconocido, resulto mas
adecuada, en cambio, para la identificacion de los bienes
folkl6ricos que no proceden de la actual capital, sino de las
antiguas ciudades aborigenes 0 europeas de etapas S'Ilperadas.
Pero muy pocas veces pudo el folklorista distinguir los bie­
nes de uno u otro origen porque ambas Fuentes Ie eran
igualmente desconocidas. La atribucion de origenes se hizo,
entre nosotros, a base de conjeturas. La suposici6n de mez­
das diversas fue preferida y mereci6 aceptacion; la inven­
ci6n en el sitio tuvo sus partidarios, y la influencia del medio
geografico recibi6 excelente acogida. Asi, las cosas folkl6­
ricas "adquirieron" numerosos origenes, a elecci6n del lector.
CONDICIONES DE LOS PROCESOS. Lo dicho en los cap!­
tulos precedentes puede conducir a simplificaciones huerfa­
nas de realidad 0 a generalizaciones temerarias. Enunciados
los plocesos a grandes rasgos, hace falta un complemento
de advertencias. Aiios enteros he considerado casi imposible
un esquema de la dinamica folkl6rica. Lo que es cierto en
determinada zona 0 pais. no 10 es del todo en otros; 10
exacto para un grup~, es apenas aproximado para los de­
39
CARLOS
VEGA
mas; 10 que se aplica con pro,piedad a ciertas especies de,
hechos no conviene a las otras; 10 que corresponde bien a"
los ultimos tiempos, Falla si se refiere a lejanas epocas. Va­
rian las condiciones con el transcurso de los siglos: la indus­
tria urbana sustituye la manufactura rural; la escritura limitaJ
las practicas de la trasmisi6n oral; las comunicaciones elimi­
nan el aislamiento de los grupos; los procesos se precipitan;,
10 etnografico se folkloriza. T odo esta en movimiento y es
dispar el ritmo en cada epoca y en cada lugar; estratos'
superiores ~dormidos entran en periodos de efervescencia;
remansos folkl6ricos exanimes despiertan e influyen; gran-"
des ,centros de irradiaci6n ceden a otros la hegemonfa; la
tumba de T ut-anj-am6n adorna a todas las mujeres elegan­
tes del mundo, y una decada despues son sus colores curio­
sidad de museo. Bajo 10 aristocratico, entre 10 popular, sobre
10 etnografico, con 10 hist6rico, van deslizandose las corrien­
tes de 10 folkl6rico. Hecho, se deshace. (Quien aprehende
su imagen cambiante?
Hemos depurada el tradicional concepto de superviven­
rias, y nos aferramos a el, medula misma de 10 folkl6rico,
porque parcce con stante entre 10 inestable. Vimos los pro­
cesos que dan a los hechos la calidad de supervivencias,
esto es, de hechos folkl6ric0s; ahora tenemos que desbrozar
el campo alrededor.
No todo el paquete del superior es eliminado al mismo
tiempo; en el terreno folkl6rico sincronizan discronfas. T odo
10 folkl6rico fue superior, pero la suma no es necesariamente
igual a la de un antiguo ambiente superior.
Lo folkl6rico de una campana determinada no, procede
siempre del inmediato nueleo urbano superior. En esta re­
gi6n pueden sobrevivir bienes que fueron superiores en leja­
nas y antiguas ciudades.
El campo folkl6rico no es universal. El Folklore es una
ciencia europea fundada en hechos europeos; su doctrina, ela­
borada en Europa, es incomprensiva. No todos los continen­
tes presentan identica serie de fen6menos. En America faltan
casi todos los grandes estratos inmersos que -precisamente
inspiraron esta ciencia en Europa. Aqui, campos abajo,
40
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
tropezamos en seguida con los ciclos que estudia la Etno­
grafi'a; en Europa se tocan de inmediato los estratos folkl6­
ricos y faltan, casi, los ,ciclos etnograficos. El Folklore no se
habria concebido en America; la Etnografi'a no habria na­
cido en Europa a base de hechos europeos propios.
En todos los casos debemos recordar que las superviven­
cias denotan mayor 0 menor lentitud en el descenso y dis­
tinta capacidad de perduraci6n, segun la especie, segun la
funci6n de la especie, segtm la capacidad de renovaci6n del
grupo rural en que se instalen.
Un elemento musical, si no el cancionero folkl6rico in­
l.e gro, puede haber pertenecido al ambiente superior, cin­
cuenta, cien, quinientos 0 mas anos antes; una superstici6n,
doscientos, trescientos 0 mas; un baile treinta, cincuenta, no
mucho mas de cien anos, etc. Estas cifras aproximadas en­
treve mi experiencia americana: 10 cual significa que podrian
ser diferente!> en otras partes. Y no hay que confundir su
alcance: me refiero a los anos que han transcurrido desde
que la especie hoy folkl6rica perteneci6 a las clases supe­
riores; quiere decir que pudo haber estado en los dominios
del superior otros tantos anos, en su etapa aristocT<l.tica.
Con esto recibe fuerte golpe, tambien, la idea de la ge­
neraci6n en el ambiente rural. Sin duda, el folklorista en­
cuentra en cl terreno casas recien producidas: una cop la,
una canci6n, un refran, una adivinanza, un hacha, un arado,
un instrumento musical. De acuerdo; 10 he comprobado.
Por otra parte, de las 6udades descienden miles de cop las,
de adivinanzas 0 de instrumentos que el pueblo reproduce
o adopta sin modificaci6n. T ambien es verdad. Pero es el
caso que el pueblo recibe, con el repertorio de hechos parti­
culares, algo mas que los hechos en Sl. La ciudad Ie da,
fnsitos en los hechos, estructuras estr6ficas, ciclos de temas,
orden de rim as, sistemas tonales, ritmicos y arm6nicos, es­
tilos, moldes, nociones, modelos, ideas mad res, en fin, que
condicionan y encarrilan la escasa recreaci6n folkl6rica. Pue­
do hocer un soneto, pero no soy el creador del soneto; hago
un arado, pero no 10 invente; hice estos cacharros, pero me
ensenaron alfareria. La ciudad envia la.s coplas m:ismas
41
CARLOS
VEGA
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
FOLKLORE Y ETNOLOGfA. Pero la condicion de eliminado,
apta para reconocer el hecho folkl6rico entre los superiores
vigentes y los populares que 10 rodean. es insuficiente para
distinguirlo de los hechos etnograficos. Todos los hechos que
estudia la Etnografla son tambien eliminados, actuales, so~
brevivientes, por 10 men os en el momento de la observacion
y excepto los habidos mediante documentos. En realidad.
nunca hubo diferencia esencial entre Etnografia y Folklore.
Sin embargo, en la conciencia de los estudiosos y en la prac~
tica de la disciplina, es clara la subdivision del campo comun.
"No hay folklore de los Cafres" ... ; de acuerdo. Tampoco
hay folklore de los principes contemporaneos. La duda no
existe con respecto a los casos extremos. Las fronteras con
el superior han sido satisfactoriamente trazadas aqui me­
diante la depuracion del concepto supervivencias; el limite
COn el campo etnografico recIama atencion menos acentua­
da, porque la explotacion extensiva de nuestras precedentes
discriminaciones puede conducir a una solucion general apro­
ximada.
La noci6n superoioencias no nos sirve ahora; pero Sl un
matiz del mismo accidente temporal, porque la EtnograHa
es tambien una ciencia hist6rica. En relaci6n con el cicIo
superior, 10 folk16rico constituye el pasado inmediato; 10
etnografico, el pasado remoto -circunstancia de tiempo-.
Esos conceptos se identifican con los de pasado conexo y
pasado inconexo -pensamiento geneaI6gico-; y ambos
con ias nociones proximo y alejado -circunstancia de
lugar.
Uno de los grupos superiores se eleva sobre si mismo,
por enriquecimiento y perfeccionamiento de su patrimonio,
en zona determinada y en favorables condiciones. Al exten­
derse sobre nuevos territorios, se impone a los otros grupos
superiores herman os del grupo que esta en la base de su
exaltaci6n y es su propia etapa anterior. Esta. entonces, el
superior que se extiende, en indirecta relacion genetica con
los superiores que ha vencido, pero no con todos, sino con
los que generalmente estan mas cerca. Estos superiores ven­
cidoscontribuiran a formar la capa folklorica. Quedaron,
pues, en el mundo otros grupos que representan el pasado
remoto; que no estan en inmediata relacion de o,rigen con el
superior triunfante; que sobreviven en territorios alejados.
Son los etnograficos.
Este criterio puede resultar insuficiente en muchos casos;
y, por cuanto presupone anticipado conocimiento de concIu­
slones, conviene postergarlo hasta la hora de las contraprue­
bas. Hay algo mas, de facil observacion inmediata.
Dijimos que 10 folklorico esta enmarcado, atravesado,
por grandes bienes del s'Uperior (el regimen legal, la religion,
el orden economico, etc.) ; pues bien, 10 primitivo no se en­
cuentra en tales condiciones. Los grupos etnograficos tienen
su propio regimen "legal", su religion, su economfa, su or­
ganizacion familiar, etc. El patrimonio popular es un patri­
monio mix to, mitad folklorico, mitad superior; el etnogra~
fico es un patrimonio independiente completo. Son folkl6­
ricos los pequenos bienes; son etnograficos los pequenos y
los grandes, en la reciproca adherencia del ,complejo patri­
monial.
Tal situaci6n permite caracterizar. creoque por vez pri­
mera, los hechos etnogriificos. Al mismo tiempo. quedan se­
parados de los etnogriificos los hechos folkl6ricos; y aten­
diendo a la condici6n de eliminados 0 sobrevivientes, los
hechos folkloricos se distinguen. en el otro extremo, de los
superiores.
42
43
expresiones discretas- y con ellas la especie copla, el
nero poetico. el orden artistico. En musica, por ejemplo, en
musica de la que sirve al can tar lirico y a la danza. es muy
probable que no hallemos muchas melodias que tengan mas
de un siglo en la corriente oral; pero podemos encontrar un
sistema tonal antiquisimo en los cantos que el pueblo com~
puso ayer mismo. Las supervivencias, entonces, pueden ser,
no los productos particulares, sino los sistemas, los model os,
las nociones. etc. Fueron supenores en otros tiempos; que~
daron en el terreno popular, al cabo de aventuras no siem~
pre iguales, despues de haber sid o eliminadas de los altos
grupos sociales.
CARLOS
VEGA
Ahora; no todo 10 que se encuentra en el campo primi­
tivo es etnografico; hay en el amhiente primitivo, ademas,
bienes folkloricos y bienes superiores. Muchisimos de los que
tomaron contacto con los aborigenes, desde Cristobal Colon
hasta el autor de estas lineas, dieron cuentas de vidrio a
cambio de oro 0 de canciones.
En fin, sin desconocer que pueden darse todavia algunos
casos fronterizos, consideramos delimitados los tres campos
cientificos. Hechos de identica naturaleza, en los tres, hadan
diffcil la caracterizaci6n. Las proyecciones del sentido hist6­
rico, que engendran y vitalizan la Ciencia del folklore y la
Etnografia, nos han llevado a la expuesta conclusion. Sobre
esta base general, cada especie folklorica puede acudir a un
criterio particular complementario, tal vez convencio.nal, pa­
ra mayor precision de sus li'mites.
LA ClENCIA DEL FOLKLORE
FOLKLORE Y socroLoGfA. A los setenta y cinco alios de
iniciada la organizaci6n cientffica del Folklore (1 878). ten­
driamos derecho a contar con una firme caracterizaci6n de
los hechos, con una precisa delimitaci6n del terreno, con una
clara vision de la finalidad folklorica. Asi' debi6 haber ocu­
rrido; pero desde hace cosa de tres decadas, viene acen­
tmindose en Francia una tendencia que, mediante un simple
golpe de tim6n. reduce los hechos, dilata el campo y arre­
mete, por fin, contra el objeto mismo que el pensamiento
folklorico tradicional atribuyo a nuestra disciplina. Ega ten­
dencia considera al Folklore como parte de la Sociologi'a.
Ninguna ciencia debe dar por terminado suciclo de ad­
quisiciones doctrinarias 0 metodo16gicas; pero si se trata de
una renuncia a los caracteres esenciales en que repetidas in­
tuiciones aprehendieron la posibilidad misma de la ciencia,
la critica debe llevar al limite maximo sus exigencias. Pues
la proposicion de un cambio esencial indica, no el desvio de
una ciencia, sino la ·confusion de una ciencia con otra.
Desde su fundacion, el Folklore pertenece al grupo de
las Ciencias antropologicas 0 Ciencias del Hombre -con la
Arqueologia y con la Etnologia-, yes, inequivocamente,
historico su sentido. Legitima resulta su inclusion en el gran
<onjunto de las ciencias que tratan del pasado humano, y
particularmente, entre las que colaboran en una Historia
(;('neral de la Cultura. Acaso haya que afinar todavia el con­
"('pto que 10 abarca y su posicion en los cuadros generales,
p<'TO en ningun caso podra alterarse su bien perfilada direc­
.ion inicial, condicion de su existencia.
Sin embargo, ya a principios del siglo, algunos soci610­
I~osconsideraban propio del Folklore el mismo ..elemento
l'Clllstante en la historia" que interesa a la Sociologia y, co­
I riente el primer tercio, los folkloristas mismos -folkloristas
de Europa central- insisten en que el Folklore es una rama
de la Sociologia.
Uno de los mas decididos propulsores de la nueva ten­
dencia es, sin duda. Arnold Van Gennep. Muchos parrafos
d,~ su conocido Manual presuponen la conviccion. Asi, ... "el
esencial, en el folklore, como en las oJras ramas
de la sociologia, es determinar con la mayor exactitud po­
en cada caso particular, la relacion del individuo y de
la masa" (pag. 25). O. .. Hel folklore viene aquJ a unirse
('on 10 que se llama la psicologia colectiva" (pag. 28). "Si
1·1 folklore se ocupa de hechos antiguos, historicos 0 arqueo­
logicCls, no es nunca sino accesoriamente" (pag. 27). "Pero
10 que in teresa al folklore, es el hecho viviente, directo; es,
Hi se quiere, la biologia sociologica, como hace la etnografia"
(ibfd.),
Saintyves no tiene la menor duda de que el Folklore es
parte de la Sociologia. "Folklore y EtnograHa, aunque neta­
mente diferenciados. no constituyen, el uno y la otra, sino
ramas de la sociologia" -escribe en el Manual (postumo),
pag. 45-. Aliade que ese punto esta fuera de discusi6n; y
no es ninguna novedad: "L'Anne!? Socioloqique, que alcanza
hoy a trece gruesos volumenes, da desde l898, una copiosa
bibliografi'a del folklore considerado como parte de la so­
ciologia". Se sorprende de que a ultima hora y desdefiando
Lales antecedentes, cualquiera pretenda "haber fundado una
nueva escuela por haber repetido en una docena de articulos
que el folklore debe ser sociologico". Para 61. para Saintyves.
es cosa vieja, e imposible otra idea: ... "yo no veo como
44
45
CARLOS
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
VEGA
se puede estudiar la vida popular", ... "sin hacer socio­
logia". Siempre en primer lugar, la Ciencia del folklore
suena -escribe- con aportar a ]a sociologia, de la cua]
es parte considerable, una contribucion de primerisima im­
portancia" . .• Y da Saintyves a continuacion, un cuadro en
que se aclara el lugar del Folklore entre las ciencias antro­
PQlogicas. Es este, desprovistQ de las definiciQnes que anade
dichQ autQr:
III actitud historica para adoptar la actitud de lQS ZQ610gQS
Y de lQS bQtanicos" (pag. 33).
He cedido la palabra a los ilustres colegas, respetuosa­
mente, sin permitirme las interrupciones que mis replicas exi­
gian despues de cada afirmacion. No he transcripto todo 10
que dicen sobre el punto, pero nada afiade 10 que falta. En
ningun caso tocan fondo, simplemente porque 10, cQnsideran
innecesariQ; estan de acuerdo en que el FQlklore es Socio­
logia y huelga cuantQ no. sea la llana afirmacion. A 10 sumo.
distraen palabras en desdefiar la idea de que el FolklQre sea
Historia. "PocO, a poco -dice Van Gennep- comenzamos
a curarnos de la enfermedad del siglo XIX, que se puede
llamar la mania historica, segun la cual todo 10 actual no
cuenta sino con relacion al pasado" ... (pag. 32). 0 esta
inverosimil afirmaci6n del mismo autor: "Quien quiera inte­
resarse por el folklore debe, pues, abandonar primeramente
A pesar de tan exquisitas afirmac.iQnes, vamos a persis­
ir en la "mania historica", No ensartaremos Qbjeciones al
I'"rmenor;dejaremos, PQr ahora. que el Folklore tenga por
.. I,jeto. como quiere Van Gennep. determinar "la relaci6n
.1,,( individuo y de la masa". y nQS limitaremQs a formular
I,reves consideraciQnes de caracter general.
La SociQlogia nace de frente a un repertorio de hechos
que alzan en torno al estudiQsQ caracteristicas exigencias de
,·"plicaci6n. Pocas ciencias han tenido mayor dificultad en
IIprehender el quid ptopriwn, la esencia de su actividad;
pocas, mas sutil rozamiento e interferencias terrenales; po­
ras, la capacidad de rapida atracci6n que dio a la disciplina
lantQS y tan eminentes intelectuales. I-lQY es una verdadera
,jencia; no. una rama de la filQsQHa. La identificaci6n de sus
h"chos y la punteria de au brujula se encuentran, al parecer.
"11 la etapa final; ha superado, al menos, el periodo en que
I"do. era Sociologia. y esta cerrando el diafragma en torno
1\ ciertas especies de fen6menos sociales. en cuanto alimento
d(~ sus originales preocupaciones.
La SQciolQgia Qbserva la realidad y descubre en ella
individuos en reciproca relacion. E8to, que los 80ci610gos
lIaman interacci6r1, e8 el primer objeto del enfoque sociolo­
!:iCQ. La interaccion produce coincidencias en el hacer, el
p .. nsar y el sentir de los hombres; y esas coincidencias orga­
Ilizadas, establecidas, desde que se imponen a los hQmbres
mismos, SQn las instituciQnes. La Sociologia estudia las insti­
Inciolles, los procesos que las engendran y las actividades
que las renuevan; es decir, las cQnductas colectivas. Y algo
lIlas: las ideas motrices de tales conductas y, PQr fin, la con1It'/Kia colectioa misma. Me limitQ a preguntar: <. es todo eso
I'reocupacion de la Ciencia del folklQre?
Los soci610gos admiten que la interacci6n recibe su pri­
Iller estimulo de instintos naturales 0 instintos profundos,
.. omo el familiar, el sexual, el gregario. el de conservaci6n,
,., de poderi'o, el de imitacion, el de sumisi6n. etc. (Las listas
vari'an en el detalle y en el numero). ConsiderandQ tales
46
47
ANTROPOLOGfA
ANIMAL
ANTROPOLOGiA
PSICOLocfA
ANTROPOLociA
CULTURAL
SOCIOLOcfA
ETNOGRA!2fA
T'OLKLORE
Si la cuesti6n no. admite dudas en Francia, es claro que
en sus conferencias de la Ecole du Louvre, Andre Varagnac
se limite a sentenciar: "Le fQ]klore est bien une branche de
la sociologie descriptive" . .. (pag. 18). Otra vez, una rama
de la Sociologia descriptiva, es decir, sin derecho a formular
leyes, en el caso de que pudiera. Los hechos del folklQre ­
afiade- "son colectivos, y es esto 10 que ubica nuestros
estudios en el cuadro de las ciencias sociales" (pag. 28).
CARLOS
VEGA
manifestaciones en si, hablan los sociologos de diversas for­
mas de accion reciproca: la cooperacion, la lucha, la imita­
cion, la sumision, etc. (Es algo de esto objeto del Folklore?
La Sociologia, empenada en comprender las retaciones,
habla de sociabilidad por fusion parcial, de sociabilidad por
interdependencia. La masa, la comunidad y la comunion,
serian grados de fusion e interpenetracion. Nada psiquico,
en cuanto acontecer, es asunto del Folklore.
Producto de la relacion entre los hombres -dijimos­
son las instituciones. Se ha intentado una distincion entre
organizaciones e instituciones,' estas serian unicamente las que
sanciona el poder estatal. "Una partida de ladrones puede
ser una organizacion, pero no es una institucion" (Giddings).
Sea 0 no exacta la distincion, vease en que andan los socia­
logos. En general, se consideran instituciones: los habitos, las
costumbres, las creencias, las maneras, las tendencias, las'
practicas, etc. Las instituciones fueron creadas alguna vez
por el individuo, y extendidas por imitacion (G. Tarde);
una vez establecidas, institucionizadas, adquirieron "un po­
der de coercion en virtud del cual se impone a el", al indi­
viduo (E. Durkheim). Lo cual no implica una oposicion
individuo-sociedad, ya se entienda que creaci6n e institucio­
nizacion son dos faces de un proceso (R. A. Orgaz), ya se
admita que la conciencia individual y la conciencia colectiva
estan ligadas en una "reciprocidad de perspectivas" (T.
Litt). "La conciencia colectiva esta en cada uno de nosotros'
y cada uno de nosotros esta en Ia conciencia colectiva" (G.
Gurvitch). (Estas son lascuestiones del Folklore? Nuestra
ciencia maneja, es verdad, entre muchos otros, espirituales
y materiales, hechos que llama creencias, costumbres, etc.;
pero no en cuanto productos de la relacion entre los hom­
bres, sino como formas particulares de un Filum cultural espe­
cHico, sobrevivientes, y para una inteleccion del pasado;
justamente, por "mania histarica".
A la Sociologia no Ie basta con reconocer, precisar y'
describir los hechos sociales; quiere explicarlos, busca las
causas, halla leyes. Raul A. Orgaz enumera diversos tipos
de leyes descubiertas por varios sociologos: el inferior imita
48
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
.. I sllperior; en la muchedumbre el pensamiento se resta y
,I ""lItimiento se suma; el suicidio varia en razon inversa al
I:,.,do de integracion del grupo a que el suicida pertenece;
I.. Iradicion es autoritaria y ·coercitiva en proporcion a su
,'" I il~tiedad; en la ausencia de interferencia, la imitacion crece
, " progresion geometrica; el volumen de la poblacion tiende
.. v;lTiar directamente con la riqueza total, e inversamente
, • III la elevacion de los niveles de vida.
(Son leyes de tal
'" dol e, en cuanto finalidad de sus actividades, preocupacion
,I., la Ciencia del folklore?
Considero innecesario decir que no pretendo explicar la
,'"wiologia. El mas modesto manual colma decenas de pagi­
"01'., He querido, apenas, resenar sus hechos, recordar la
II" Iole de sus problemas y presentar algunas de sus conclu­
"" 'ill'S, tan solo para que el folklorista reconozca que sus
I',o(lias actividades y objetivos no tienen nada que ver con
I,,·; del sociologo. El folklorista mismo, supongo, habra con­
I,',dado negativamente a la repetida pregunta que he formu­
L,do entre los precedentes paragrafos. Puede ser que no
1"11::« el folklorista -que no tengamos- clara nocion de la
I""pia ciencia; pero, frente al problemario sociologico, de1""lIos admitir, sin mas que nuestras solas experiencias y lec­
I,";\S, que nada de eso importo nunca a la Ciencia del
1"lklore.
!\un podriamos acentuar esto.: si son asuntos del Folk­
I",,· la accion intermental, sus productos y las leyes a que
"I ... decen, (que hacemos con nuestras colecciones de refra­
"'''1, supershclOnes,
adivinanzas 0 melodias; con nuestras
.I,'scripciones de maneras 0 de costumbres; con nuestro mu­
""0 de cacharros, tejidos 0 instrumentos? (Que ha hecho
\ '''II Gennep al recoger cuentos y leyendas saboyanas, sino
I',·rder veintitantos anos de trabajo? (Que ha conseguido
" '01 i II tyves con sus detalles sobre practicas magicas, medicina
i'"pular y religion campesina, sino desperdiciar tiempo y
... .Il1crzos? Para descubrir la ley de la oferta y la demanda
"" (Jarece indispensable recoger fabulas 0 coplas; para ave­
''I'.lIar por que varia el volumen de la poblacion no es nece­
':01' io anotar diez variantes de una leyenda.
49
CARLOS
VEGA
Esto, dicho asi, con alguna fruici6n en vivacidad de
traposiciones, no significa que ambas ciencias carezcan
hechos comunes. La Sociologia no tiene Iimitaci6n espacia
ni temporal. Persigue los hechos que Ie interesan en la
lidad social dondeq'lliera la encuentre viva. Es muy suyo
ambiente de los grupos superiores modernos, pero no
extrafios a su apetencia general ni los grupos folkloricos
los grupos etnograficos. Como la Lingiiistica, como la
tropologia fisica, como la Psicologia, como la Musicologia ..•
Puede explorar incluso el pasado historico, en la medid a
se 10 permita la indirecta reconstrucci6n documental. Es
ro, entonces, que la Sociologia considere propio el dominioll
popular; es claro que la Ciencia del folklore p'lleda suminis'"
trar datos a la Sociologia: pero de ninglin modo la
dencia en los hechos significa identidad de propositos.
Sociologia no puede ocultar su matiz psicol6gico; el F oIklOrl!
esta impregnado de sentido hist6rico. En la observaci6n
los hechos, el soci610go puede comportarse como un f
rista, el folklorista como un soci610go. Muchos hechos
dos por el uno, sin embargo, carecen de interes para el
Porque el soci610go busca las consecuencias de la
entre los hombres y el folklorista observa expresiones
ticulares de pasadas etapas cult'llrales, incluso las institucio­
nes mismas.
Es mas. Leyes sociol6gicas pueden ser leyes
Esto pareceri'a indicar parcial coincidencia en la finalidad,
y no es asL La ley de Tarde, Hel inferior imita al superior",
que yo he prohijado e introducido en el ideario folkl6rico,
tiene <1istinto sentido en nuestro campo. Tarde pretendi6
explicar por su ley el origen mismo de los hechos sociales;'
en todo caso, se considera hoy como una "ley" de las llama­
das unifor:midades empiricas. Para nosotros es tambien
ley de conducta regular, pero mientras el soci610go reconoce
en ella la fuerza que difunde los hechos sociales, nosotros
vemos en la principal direcci6n de esa fuerza (inferior­
superior), una como flecha indicadora de la fuente origina­
ria de los bienes folkl6ricos, esto es, indicador~ de los grup
sociales en que antes fueron vivencias las extrafiadas super­
50
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
vivencias actuales. Para el Folklore, entonces, seria una ley
./.· procedencia. En el estudio de la dimimica de los hechos
f"lkloricos, el folklorista puede obrar como un sociologo;
!>no siempre y de todos mO,dos, cada uno de frente a sus
particulares inquietudes, como un botanico y un pintor ante
"" rosal.
La afirmacion de que el rumbo inicial del Folklore se
d.·he a la "mania historica", puede explicarse muy bien co­
"10 una forma de autoacusacion inconsciente en quien estaba
I'.,deciendo la manIa sociologica. No era para menos, ante
,·1 estupendo enc'llmbramiento de la Sociologia y, en Fran­
ia, junto a la deslumbrante figura de Emilio Durkheim. No
M"
orienta una ciencia por mania, sino por determinadas
Ilt'cesidades de explicacion. Los folkloristas de la etapa ini­
.ial coincidieron en destacar la t:l'ntigiiedad implicita en los
Il<'ehos folkloricos, exactamente como los etn610gos. Fritz
(;raebner, uno de los fundadores de la Etnologia moderna
v su primer teo rico, dijo: ... "En ello I en la tarea de re­
mover los problemasl algo vino en mi ayuda: la estricta
I daci6n metodol6gica existente entre la etnologia y la his­
I"ria en sentido estricto. basada en la semejanza del mate­
rial y de los problemas. y que hace ,que nuestra disciplina
!,tleda y deba ser considerada. tanto objetiva como formal­
mente, como una rama de la ciencia historica" (Metodologia
d llol6gica, pag. 4). Y ya sabemos que el Folklore y la Etno­
logia son ciencias de identica naturaleza aplicadas a distintos
cmnpos.
Si el Folklore se dil'llyera en la Sociologia con el fin de
{·,.<tudiar "la relaci6n del individuo y de la masa" (I), ha­
I'ria que crear otra vez una ciencia para nueva atenci6n del
Irccidente de tiempo caracteristico de las supervivencias.
FOLKLORE Y PUEBLO. He aqui que padecemos va­
. ,das nociones de pueblo. La nuestra, cualquiera de ellas,
"merge tan pronto cO,mo se an'llncia un estudio de las cosas
populares y, asumiendo silenciosa presidencia, obstruye la
lIIarcha del pensamientocon reiterado pedido de referencias
H su imagen,
Todos saben que es el pueblo, como todos sa­
51
CARLOS
VEGA
ben que es e1 arte: ... "aquello que todos saben 10 que es ,
segun Croce. Nadie tiene dudas, por 10 men os, y en tal segu­
ridad se reconforta una antigua modorra.
Sin embargo la nocion pueblo es sumamente vaga y con­
fusa. Si se quiere alguna claridad en torno, es necesario
remover su contenido., examinar sus vericuetos, expurgar sus
acepciones.
Las explicaciones de los capitulo!! anteriores facilitan nues­
tra aproximacion al concepto pueblo, desde el punto de vis­
ta del Folklore. Cada ciencia ve al pueblo y 10 entiende des­
de el angulo que Ie importa. Nosotros debemos hacer 10 mis­
mo, aunque nuestro "pueblo" resulte otra cosa. Andamos con
un "pueblo" prestado, con el indistinto "pueblo" de los otros.
En nuestra materia nos hemos desembarazado pronto de
la nocion pueblo que abarca la totalidad de los habitantes de
la nacion --concepto politico-; pero es e1 caso que, ya
depurada, sigue siendo imprecisa y confusa.
La division teorica de la sociedad en clases obedece a un
criterio principalmente economico. Sea el pueblo, para los
economistas, la gente pobre; no para nosotros, aunque entre
los grupos que nos interesan predominen los desposefdos.
Con e1 criterio urbano, sera e1 pueblo la gente no educa­
da; de acuerdo. por 10 menos, en que la educaci6n populal
es diferente. Para nosotros no reza el distingo, aunque la
educacion del pueblo sea menos artificiosa y complicada,
en general. Desde el punto de vista intelectual, sera el pue­
blo la gente menos instruida; no es esto. decisivo para nos­
otros, pues muchos individuos instruidos pueden formar par­
te de nuestro pueblo folklorico en todo cuanto no atane a la
instrucci6n. Para los que clasifican con criterio artfstico, se­
ran gentes del pueblo quienes cultiven arte mas sencillo; pero
ocurreque el pueblo de nuestra ciencia suele expedirse me­
diante f6rmulas mas complejas que las del superior, por
ejemplo, en algunas especies menores de ciertas artes (poe­
tica, mel6dica, etc.). Con el secundario criterio de lugar,
el pueblo vive en la campana; pero muchos suj etos parcial­
mente folkl6ricos viven en las ciudades, no por cambio de
ambiente, sino por tradicionalidad familiar.
52
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
T odos los precedentes criterios, que rechazamos POl' in­
Hllficientes, pueden caracterizar, juntos, un grupo social teo­
jeo que se aproxime mucho al "pueblo folkl6rico" que bus­
camos; pero esta aproximacion es como la de dos caminos
,(ue, partiendo de distintos puntos en busca de distintas me­
r as, se acercan en un tramo por razones de topografia.
Con cualquiera de las tradicionales ideas de pueblo la
vision de los fenomenos folklorico,s resulta perturbada. Ni
..J criterio economico, ni el urbano, ni el intelectual, etc.,
"on validos en el trance que nos ocupa. Si el Folklore es
IlIla ciencia hist6rica; si es su objeto colaborar en una His­
loria General de la Cultura. como creo, justo es que pida
IIIl criterio espedfico a su propio orden de conocimientos.
El criterio culturologico me parece el mas adecuado y
"". pienso, el mas fecundo. Ya sabemos que 10 que interesa
principalmente a la ciencia del Folklore son las superviven­
.ias. Ahora no sera diHcil una caracterizacion del "pueblo"
que busca nuestra materia. Para la Ciencia del folklore, el
hlo es el conjunto de individuos que usufrucluan las super­
'fucncias; y es tanto mas interesante para nosotros cuanto
flU!
I
mayor sea el numero de elementos culturales sobrevivientes
que forman parte de sus bienes. Ningun grupo folhl6rico
unicamente supervivencias; los que las poseen casi con ex­
(Illsividad s:on etnognificos. Los hechos no son folkloricos
f,w;ce
porque lo,s hallemos en poder de los grupos que llamamos
populares; al contrario, el pueblo que interesa al Folklore
"" define por la posesion de los hechos folkloricos, esto es,
•Ie las supervivencias. Es la posesion de las cosas folklori­
('"s 10 que convierte en pue.blo a las gentes, y no a la inversa.
/\~i, eI pueblo, en materia de Folklore, no es, necesariamen­
pobre, ineducado, sin instruccion, simple, campesino. etc.,
.l\Inque el individuo en quien concurren tales circunstancias
'If'a generalmente el poseedor de gran numero de superviven­
.ias, no. En Folklore, eI pueblo esta integrado por indivi­
duos extrai'dos de todas las clases sociales, de entre los ins­
I ruidos, de entre los educados, de entre los que habitan en
I.tS ciudades. . . Es decir, que la materia nuestra, en la nece­
"idad de caracterizar sus grupos humanos, formaria sus nu­
I."
53
C~,,"RLOS
VEGA
cleos populares ad hoc, sobre la base de un apego indivi­
dual a las supervivencias, y nada mas. Pero, <tiene tal ne­
cesidad? <Es esta nueva idea de pueblo suficientemente
precisa para intervenir en la doctrina y en la definicion de
la materia? No, por cierto.
La Ciencia del folklore trabaja con supervivencias (y
pocas cosas mas); sopesandolas, llega a las conclusiones
que Ie interesan. Reconoce estra,f(>s de supervivencias; les
atribuye una situacion en elcuadro cronologico; mediante
el metodo comparativo establece su procedencia, sus mi­
graciones. Ahora; la supervivencia supone el vitalizador.
esto es, eI hombre que la posee. No hay supervivencias sin
individuos. Los hechos folkloricos son hechos vivos; y los
ex folkloricos, el folklore historico, fueron tambien, a su
tiempo. cosas de hombres. Siendo aSl; supuesto el pueblo
en las supervivencias. <que nos importa el pueblo por sf
mismo. en cuanto implica un grupo de individuos fisicos?
Nada somatico tenemos que estudiar; si, en cambio, pro­
ductos que, aun considerados independientemente, supo­
nen las gentes que los poseen y vitalizan. Ciencia de pro­
ductQS es el Folklore.
La tarea de configurar una nueva nocion de pueblo espe­
cffica para la Gencia folklorica, no parece demasiado justi­
ficada si el paso subsiguiente conduce a su abandono. Asi
sera, en tanto 10 requieran nuevos esclarecimientos. Pero
nadie piense que tal abandono puede ser completo. Si una
nocion de pueblo respalda siempre el pensar folklorico, co­
mo la escenografia al bailarin. bueno es que esa nocion sea
la nuestra espedfica.
Si el pueblo folklorico es, al fin,. .. parte de un patri­
monio en usufructo, conviene que nos quedemos a solas
con esa parte, con las supervivencias, y que nos desentenda­
mos del hombre ffsico a quien se las tomamos para formar
nuestro repertorio de hechos. Tiempo habra de volver so­
bre las gentes mismas y sobre los demas hechos circundantes.
si distinto tipo de correlaciones secundarias nos 10 exige.
Puede ser ,que el estudioso se resista a enfrentar los bie­
nes prescindiendo de los hombres.
Para su tranquilidad.
54
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
"''''J..:uro que todos -incluso el lector, si es especialista­
I .. dos, en esta y afines materias. nunca hemos estudiado otra
,.'1<1 que hechos. bienes patrimoniales. y no hombres. Solo
1"lla que cada cual reconozca en teo ria 10 que hace en la
I" .ictica.
DEFINICI6N DEL FOLKLORE. Los nombres de las cien­
, (,IS son, en cierto modo. definiciones; pero la vaguedad a
'I'I<' obliga la concision, reclama el complemento de una for­
(tlula mas explicita -la definicion propiamente dicha-, y
'''101 formula pide, a su vez, capitulos enteros que han de
,,,,,,Iarecer el alcance de sus terminos. la naturaleza de los
I..... hos objeto del estudio, la extension del campo y la fina­
h. lad de las actividades. Y todavia. despues de decir que es
I" ciencia en cuestion, hay que agregar que no es.
Las ciencias estudian hechos. EI orden a que esos he­
• hos pertenecen 0 los hechos mismos, se declaran en el
lIombre; pero en muchos casos es necesario anadir -si no
~f' sobreentiende- a que sector corresponden los hechos
.If' que se trata.
La voz folklore es una definicion deliberadamente con­
".bida como tal; una definicion de los hechos y una defi­
Bieian de la ciencia. Ningunaciencia especial abarca al Hom­
I'n~ -en todos sus aspectos- 0 a la Cultura -en todos los
M,.ctores-. La palabra anglosajona responde a estas dos
'Iwstiones principales: I) que hechos interesan a la nueva
.. iencia; 2) a quienes pertenecen esos hechos. A la primera
t'ontesta lore, "los del saber"; a la segunda. folk, "al pue­
Llo". La precision y alcance de tales tt~rminos corresponde
" los capitulos de aclaracion.
La teoria del Folklore no pudo superar sus dos cuestio­
""S. Para aclarar la primera -lore, cuales son los hechos que
",Ieresan- los tratadistas hicieron listas, a veces gigantescas
(las creencias, las costumbres, la musica, los refranes, etc.);
1'('[0 comO casi todos los grupos humanos tienen esas mismas
I'Osas, debieron acudir a otra lista. muy larga tambien, de
I'aracteri'sticas (colectivos, anonimos, etc.) para distinguir
los hechos folkloric os de los demas. T area inutil. La lista
55
CARLOS
VEGA
de los hechos es innecesaria. T odos pueden interesar al F olk-'
lore. La lista de caracteristicas no sirve para nada, por­
que son colectivos, anonimos. etc., muchisimos hechos de
las clases superiores y de los grupos etnograficos.
Para aclarar la segunda cuestion -folk, de quienes .
son los hechos-- los autores propusieron numerosas for­
mulas, a saber: del vu!go,. " de las bajas clases ... del
hombre primitivo,. .. del hombre inculto,. .. de la huma­
nidad indiferertciada 0 anonima, .. de las naciones (!), ...
de las dases menos avanzadas de la comunidad,. .. de los
pueblos civilizados. de los no civilizados. de los salvajes, ...
de los grupos
y, en los paises civilizados, de los
medios rusticos y mas 0 menos iletrados, . .. del
de los paisanos y de la vida rural y de 10 que subsiste en los
medios industriales y urbanos,. .. de Ia cultura popular, ...
Palabras textuales de los tratadistas, desde el comienzo
hasta nuestros dias, por orden cronologico, excluidas las de
la5 definiciones que solo dicen "del pueblo". Muy pocOll
autores eluden la referencia a determinada clase 0 grupo.
Tarea inutil. En poder del pueblo, del vulgo, etc., se
encu~~ntran hechos folkl6ricos y hechos no folkloricos. Ade­
mas, el de pueblo es un concepto demasiado vago para con­
fiarle la definicion de los hechos por pertenencia 0 posesi6n.
Al contrario. el pueblo folklorico se define por la posesion
de los bienes folkloricos. El esclarecimiento de la segunda
cuesti6n
pues, una via muerta.
Los hechos "del saber". aquellos de que se tiene cono­
cimiento. son todos; todos los de la Cultum, para el caso del.
Folklore. Parece que la idea inicial exclufa los productos
(habitacion, vestido, enseres, etc.); hoy es evi-··
denteque el Folklore no puede hacer abstraccion de ellos
sin lesionar la integridad de su vision.
Todos significa que, en principio, no debe desecharse
alguna. T odos pueden sec folkloricos; de la posibi­
lid ad no se excluye ningun hecho, espiritual 0 material.
Quiere decir que, en Ia practica, ocurre que muchos he­
chos "del pueblo" no se encuentran en la situacion folkIo­
rica. Una misma especie de hechos puede ser folklorica en
56
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
"" pueblo y no en otro. Ademas, la mayor parte de las
, ""'as son suma de im)l.mciones independientes. En una pren­
./ .• de vestir. por ejemplo, los botones pueden ser importa­
",,~; y en el tejido mismo -es comun- las anilinas son
""""danas. Guitarras de fabricacion urbana suelen afinarse
" h manera local. En general, no es folklorica tal 0 cual
, I.,~" de hechos, ni su indole 0 naturaleza, sino la situaci6n
,r,. eualquiera.
Los hechos se encuentran en la situacion folklorica cuan­
01" conservan su vigencia en los estratos inmediatos inferio­
1<"\
despues de haber sido eliminados de los superiores;
,,,ando hablan de pasadas elapas culturaies en conjunto o.
, 1\ particular, de formas pasadas de una misma idea cultural.
Nuestra depuracion de los conceptos superoioencias y pue­
/,101, <~llana las dificultades de la definicion. Si decimos que
I Folklore es la ciencia de las supervivencias, separamos
propios hechos sociales de los de las clases superiores,
I'I!' son
. Y no necesitamos referirlos a los grupos
porque las supervivencias pueden hallarse, ocasio­
no institucionizadas, en el ambiente superior. En
tenemos necesidad de aclarar otra cosa: que no se
11.lla de las supervivencias mediatas, lejanas en el tiempo
\' t'll el
objeto de la Etnografia. que es tambien una
I"ncia de las supervivencias. La voz inmediatas, con su do­
1.1,· sentido espacial y temporal nos sera uti!. Acudimos a
f lIa
para significar que el Folklore se ocupa de las super­
v Ivcncias proximas, productosculturales menores que se
"IIl:uentran en el territorio de los estados moderno,s entre las
1:landes instituciones de los grupos superiores. Y al definir,
"or vez primera. la Etnologia como la ciencia de las su­
pl'fvivencias mediatas, alejadas en el tiempo y en el espacio
.If' los centros superiores. productos culturales menores y
IIlayores, coherentes en la unidad del patrimonio, podemos
d('cir, en fin, que EL FOLKLORE ES LA CTENCTA DE LAS SU­
I~VIVENCTAS
INMEDIATAS.
La ciencia del folklore aspira a establecer, en particular,
I.. progresion de cada idea cultural, esto es. de cada inven­
itm; y, en general, la sucesion de los patrimonios, es decir,
57
CARLOS
VEGA
de las etapas culturales. siempre dentro de su limitado cam­
po y como aporte a una Historia general de la Cultura. In­
daga la vida de los bienes en cuanto proyeccion del espi­
ritu del hombre. Una historia de la Cultura es. en ultima
instancia. una historia del espiritu.
El Folklore recupera al "pueblo". protagonista y vivi­
ficador de la Cultura, cuando procura establecer. mediante
la comparacion de hechos analogos alejados en el espacio.
el desplazamiento de los hombres mismos. En este aspecto.
por la proximidad de su campo cronologico. solo puede ge­
neralmente confirmar 0 puntualizar los esclarecimientos a
que llega la historia -en sentido restricto- por medio de
los documentos; y es men os eficaz que la historia. porque la
migracion de los hechos folkloricos no coincide. comunmen­
te, con la migracion de los pueblos. Por 10 demas. la vida
de Ia Cultura y la marcha de los hombres. son problemas que
debe enfocar el grupo entero de las ciencias culturales. pues
ninguna de las ciencias especiales puede esclarecer por si
misma. sino en casos excepcionales. el hacer y el andar de
los hombres que vivieron a espaldas de la historia polftica.
PROYECCIONES DEL FOLKLORE. El Folklore recoge ma­
teriales para estudiar problemas hist6rico-culturales; pero
he aqui que el conocimiento de esos materiales puede ser­
vir a otros fines. He llamado extensi6n, aplicaci6n 0 pro­
yecciones del folklore a todas esas distintas actividades que
aprovechan el conocimiento de los hechos folkloricos. No
hay que confundir el Folklore - l a ciencia- con las pro­
yecciones- utilizacion de SUll materiales para diverso ob­
jeto-.
Tiene el Folklore una proyecci6n politica, es decir. una
proyeccion que interesa a la ciencia de gobernar.
Dentro de los lfmites nacionales. principalmente en la
campana. viven grupos que. en medio de las grandes insti­
tuciones oficiales. tienen costumbres. creencias. ideas. arte.
utiles y enseres propios. Las modernas ciudades desconocen
esas formas del pensar. el sentir y el hacer de tales grupos
rurales; y esto significa que la Nacion alimenta en su pro­
58
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
pio seno grandes masas de poblacion que para el tratadista
Illf 'ano. para ias clases intelectuales urbanas. para el hombre
III hanoI
son tan extranas como las de cualquier remoto
polis. Se insiste en que el acercamiento y la comprension in­
II'rnacionales se intensifican mediante el conocimiento reef­
"roco. eNo importa mucho mas que la Nacion se conozca a
'" mi,;ma? No solo creemos que importa. sino que es indis­
I... nsable. Los lfmites efvicos terminan donde acaba la con­
'''',)Cia de unidad. Es inadmisible la convivencia de extranos
I'll el propio territorio. La ensenanza de la historia nacional
I'll todo el pais esta unificando la conciencia del pasado
I flmun; pero es necesario robustecer ese vinculo mediante
I·f acercamiento de los espiritus en su realidad presente.
I,os habitantes de nuestra campana tienen siempre fija la
III I'ncion en el hacer y el pensar ciudadanos; conocen las
Ilovedades urbanas y las imitan hasta donde pueden. La
,illdad. en cambio. ignora el vivir de nuestros campesinos.
1.. , actividad que procura difundir en las ciudades extran­
Inizadas el conqcimiento de la vida rural. es una de las pro­
YI'cciones del folklore. precisamente la proyecci6n politica.
Nfl se trata de que los habitantes de nuestras ciudades mo­
d,-mas bailen el Gato. usen chiripa 0 canten Vidalitas; vista
I·f ciudadano 10 que sea. cante y baile en sus fiestas 10 que
IJlliera. Se trata de que conozca y comprenda y sienta esos
f,i"nes de la poblacion campesina como propios del pais.
, "1110 reservas vivas del pasado nacional. como punto de re­
Incncia y orientacion para las horas de incertidumbre y
d,·svio.
Tiene el folklore una proyecci6n' erica; es decir. una pro­
Y"ccion que interesa a la moral.
Las ciudades. sobre todo las ciudades del litoral. de
f·;;paldas al interior. de cara al puerto. viven pendientes de
I"das las innovaciones que producen las grandes capitales
.If·l mundo y adoptan sin discriminacion todo 10 bueno y
f" malo que viene de afuera. sea 0 no indispensable. sea o.
III'
superior a 10 propio. convenga 0 no a la idiosincrasia
f"cal. El folklore es un estrato de bienes antiguos; y entre
IIft~unos justamente eliminados por inferiores 0 por menos
59
CARLOS
VEGA
eficaces, sobreviven otros que representan mas elevados y
sanos conceptos morales. No siempre "progresa el progreso".
Las actividades que contraponen esas reservas antiguas a
la expansion de reprobables 0 inconvenientes ideas, usos y
costumbres modernas, constituyen, precisamente, la proyec­
ci6n hica del folklore.
Tenemos, por fin, una proyecci6n estetica, que atane al
arte nacional.
Hay entre las especies folkloricas, varias que pertenecen
al orden artfstico (alfareria. tejido, poesia, danza, muska,
etc.). Germenes, pueden ser objeto de am plio desarrollo
en el ambiente urbano, si se consigue atraer sobre elIos la
atencion de los artistas mejor dotados. T odas las regiones
han producido y producen preclaros ingenios. pero la exal­
tacion de su poderio congenito es obra del ambiente urba­
no. En los circulos intelectuales y artisticos de las ciudades
o en estrecho contacto con elIos, se desarrollan las voca­
ciones provinciales. La accion que difunde el conocimiento
de esas especies con fines artisticos, realiza la proyecci6n
estetica dd folklore 1).
La proyeccion estetica del folklore hacia las diversas ex­
presiones del arte y las letras, es la que ha dado origen a
mas difundidas confusiones. En realidad, el aprovechamien­
to de los materiales folkloricos en la creacion intelectual
se confunde, en la practica, con los productos de varias
corrientes 0 escuelas literarias y artisticas anteriores.
T odos saben que el Romanticismo, gran movimiento eu­
ropeo que conmovio los espiritus a principios del siglo pasa­
do, pedia a las artes y a las letras, entre muchas otras cosas,
la incorporacion de motivos vernaculos. Habia reconocido
en esos tesoros de belleza desconocidos y olvidados, opti­
mas temas de inspiracion. Parte de la producci6n roman­
tica, pues, acoge elementos de origen popular y los des­
1) No hay que olvidar que estas cuestiones fueron ampliamente
tratadas par el doctor Ricardo Rojas en La restauraci6n nacionalista,
vigente de.de J 909; y que mas tarde, en Eurindia, extendi6 su penea­
miento a la doctrina del arte, y en obras diversas. a la realizaci6n
artistica misma, como prosista, como poeta, como dramaturgo.
60
LA CIENCIA DEL FOLKLORE
arrolla en nuevas formas y estilo; sin embargo, nada tienen
que ver con la Ciencia del folklore las actividades del mo­
vimiento romantico.
Poco despues, siempre en la primera mitad del siglo
p'lsado. los creadores cultos redescubren las costumbres de
LIs clases populares suburbanas y rurales, y su reproduccion
"1\ todas las formas poeticas y literarias, incluso el teatro.
,'ngendra un movimiento que se llama el "costumbrismo".
I':sta escueia, como la romantica, prospero tambien en la
I{epublica Argentina. Recogia, igualmente. las expresiones
populares y los "tipos", esto es, los personajes que repre­
, .. ntaban especiales maneras de ser. El "costumbrismo" pro­
tlnjo en Buenos Aires infinidad de creaciones de todas cIa­
s"f,: articulos de costumbres. -cuadros de costumbres, poemas
de costumbres, novelas, comedias, apuntaciones sobre tipos
V paisajes y hasta descripciones que no tenian por objeto
"ino la presentacion de las cosas populares.
No muy especialmente atento al hacer del pueblo, pero
il:llalmente rico en referencias al pasado, es el movimiento
de los "tradicionistas" -narradores de tradiciones-, fe­
nlndo en el siglo XIX; y el de los "memorialistas", que a
Illerza de recordar anejos episodios personales, dieron con
1recuencia en la veta rural.
Un desprendimiento de la escuela romantica, sensible
01
posteriores influencias, produce en Europa, a fines del
,;ido pasado, el movimiento de los lIamados "nacionalismos"
arlisticos. Hay, segun el sector que tomen, un nacionalismo
un nacionalismo pictorico, un nacionalismo escul­
''-)rico, arquitectonico, literario, coreogr<ifico, poetico, etc.
1,'.1 mas afortunado. el mas importante, es el nacionalismo
lIIusicaL Esta escuela artistica utiliza el tema popular 0 crea
lIuevos a su imagen, y los desarrolla en pequenas 0 grandes
.)rmas cultas, Curiosamente, en un momento dado se apro­
.ia de la palabra folklore, y desde entonces la actividad
.it'ntifica y el movimiento artistico son objeto de total con­
It1sion. Al fin, sin que pueda averiguarse como, el publico
."'abo por creer que el Folklore era la musica y las danzas
61
CARLOS
VEGA
populares, y que la actividad folklorica consistfa en cantar
y en bailar. Ahora sabemos que no.
Por 10 demas, hubo siempre, en todos los tiempos, un
enfoque realista espontaneo que tom6 elementos populares
y los llev6 al libro 0 a la escena sin mas preocupaci6n que
la de dar al asunto elegido elcontorno en que se desarrolla;
y hubo siempre, tambien, una curiosidad despierta que quiso
ofrecer a los demas en obras de Indole varia, 10 bello, 10
pintoresco, 10 maravilloso 0 10 exotico que descubrio en el
ambiente popular; seriamente, a veces, y hasta COn aparato
erudito que preanunciaba la actividad cientffica.
Nada de eso es Folklore propiamente dicho, ni como
actitud del espIritu ni como empresa.
La Ciencia del folklore, que sienta en Europa las bases
de su organizaci6n hacia 1880, da sus primeros frutos en
la Argentina despues de 1890, y son hombres de ciencia,
arque6logos de nuestros museos, quienes la inician. T odo 10
que se difundi6 entre nosotros antes de esa fecha, sobre 0
con elementos populares, es romanticismo, costumbrismo,
nacionalismo artfstico, tradicionismo, memorialismo, litera­
tura de viajes, curiosidad por 10 pintoresco. avidez de
"color local"; no Folklore. EI verdadero movimiento folk­
l6rico se debilita luego, y, medio desvanecido. se sostiene
sin publico entre el fragor de las diversas actividades que
aprovechan lascosas del pueblo. En los ultimos lustros con­
cita el esfuerzo de muchos intelectuales y recobra su prls­
tino sentido y objeto.
62
LA
MUSICA
FOLKL6RICA
/.()s hechos musicales. - La mtlsica y sus asociaciones. - EI complejo musical.
- Dioersidad de la rousica folhl6rica. - Los procesos de folhlorizaci6n. - La
influencia de los salones. - La creacion popular.
Si, abandonando la perspectiva general, deseamos cir­
cunscribirnos a los hechos musicales espedficos que ahora
nos preocupan, podemos avanzar por i1uminados eaminos
sin mas que reproducir en el campo particular de la musica
las discriminaciones que hicimos al considerar en conjunto
las disponibilidades de los grupos folkl6ricos.
Los HECHOS IvlUSICALFS. Admitido que el Folklore es
una ciencia hist6rica, una ciencia de hechos actuales que nos
hablan del pasado, la musica folkl6rica. como parte del pa­
trimonio inferior, solo puede ser musica antigua, no extinta;
musica extrana al ambiente superior -en que alienta quien
la estudia- actual en la campana 0 en ·cualquier parte,
representante de una etapa mas 0 menos remota. Musica
climinada; musica sobrevioienle. Estas solas circunstancias
la d15tinguen inequivocamente de la circundante popular
y de la superior. La musica oficial -patri6tica, escolar,
eclesiastica, militar y foranea- es musica del superior y,
por 10 tanto, actual y viviente, ingravida de pasado, muda
para nuestra ciencia. Los hechos antiguos, institucionizados
en el propio seno de los grupos superiores, son objeto de
1a Historia misma. No hay una ciencia que se oeupe exclu­
sivamente con ellos.
La condici6n de sobre vivie nte implica caracter. Si una
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CARLOS
VEGA
muslCa popular es igual que la musIca urbana actual, no es
sobreviviente, pues esta en vigencia. Muerta en la campana
y habida de ancianos 0 de document os, pertenece al folh~
lore hist6rico. Hay Ull gran capitulo de historia en el estu­
dio de 10 folk16rico; Ie dedique especial atenci6n en mi
libro Danzas y
EI folklore hist6rico interesa a los
fines de nuestra ciencia tanto como el folklore vivo.
Ahora; la condicion de sobreviviente no distingue la
musica folk16rica de la que pertenece a los sustratos primi­
tivos, objeto de la EtnomusicograHa. Toda la musica etno­
gnHica es musica eliminada y sobreviviente. Otras circuns­
tancias establecen la distinci6n.
Ante todo, la musica folkl6rica forma parte de un con­
junto patrimonial mixto; vive entre las
institucior.es
del superior (sistema estatal, economico, religion, etc.) y,
en su caso especifico, alterna con la musica olicial (patri6­
tica, escolar, liturgica, etc.). La musica etnografica, en cam­
bio, es parte de un patrimonio integro, Iibre del superior
nuestro, y aun se halla en servicial relaci6n con algunas de
las instituciones mayores del propio grupo primitivo.
Basta con 10 dicho para evitar confusiones. Pero pode­
mos anadir todavia caracteres especificos que refirman la
distinci6n. Es musica folkl6rica la musica "medida" esto eS,
la que pertenece al cicIo mensurable. Esta musica acoge la
sensacion de pies rftmicos y hace cabalgar en ell os ideas
musicales tipicas, breves. generalmente mitad movimiento y
mitad reposo. Tales ideas, como los versos (lfneas) en la
poesia, se suceden simetricamente y forman. en numero de
cuatr~ u ocho, por 10 comun, unidades superiores que lla­
mamos perfodos. Estas unidades, dos. tres, cuatro, integran
algun tipo de las lIamadas pequeiJas formas. Numerosas
muestras de period os folkl6ricos tendra a la vista el lector
en esta obra. Escritos de acuerdo con nuestro sistema ana­
Utico. por fra6es, presentan un aspecto grafico muy carac­
terfstico. Las pequenas formas. que aparecen siempre aso­
dada!:! con los sistemas tonales de origen especulativo, y
casi siempre con incipiente armonia. son precursoras de las
grandes formas superiores.
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LA MUSTCA FOLKLOR rCA
Senl. etnografica, por OposlclOn. !a musIca no medida".
Se observa en ella. es derto. hanca tendencia a la periodi­
cidad. a la repetici6n de sus breves esquemas rftmicos 0
mel6dicos; pero tal retorno es, apenas. preanuncio de ha­
seo. Los cortos disenos del ambiente etnograFico no procu­
ran la formaci6n de periodos regulares conclusivos; se trata
de motivos ensartados sin cuenta, por tiempo indeterminado
y no buscan jamas la articulacion de una "obra". Es carac­
teristica de la musica etnograFica la ausencia de pequenas
armas, Ia falta de armonia y -no siempre- una ordena­
ci6n tonal incipiente. No es raro hallar en esa musica ver­
daderas frases mensurables, pero no en funci6n de articular
perfodos. Entre esta y la culta superior, esta colocada la
musica folkl6rica, verdadera edad intermedia de la musica
humana. A todas estas cuestiones se dedican integramente
los dos volumenes de mi Fraseologia (Cf. II. pp. 533 y sigs).
EI accidente de tiempo va implicito en aquellas circuns­
tancias y en estas caracteristicas. La musica folklorica es an­
tigua, Ia etnografica es antiqulsima. Pero tenemos, ademas.
un accidente de lugar. La musica foIklorica se encuentra,
generalmente, en areas invadidas por la influencia de las ciu­
dades modernas, y mas 0 menos cerca de elIas; la musica
etnografica sobrevive principalmente en regiones apartadas,
lejos de las rutas interurbanas, en lugares que no importan
a la economfa 0 a la polftica de los grupos superiores.
La musica foIkl6rica, como cuaIquier especie de hechos
propios del inferior, se halla principalmente en la campana,
sf, pero puede encontrarse tambien, a veces, en poder de
individuos de los grupos superiores. EI lector querra saber,
es cbro, en que se diferencia de la superior. La distinci6n
toca la entrana misma de nuestra tesis: la musica folklorica
en boca del culto urbano, no es Ia musica social, institu­
cionizada, del grupo superior, y resuIta extrana al medio,
aunque viva; la misma musica en boca del sujeto rural, es
la propia musica social, institucionizada, del ambiente rural.
la musica colectiva de los tratadistas. Ese hombre culto es,
en tal aspecto. un sujeto folkl6rico. Anadamos que, si el
ritmo del descenso es muy vivo, la musica que baj6 a la cam­
r
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CARLOS
VEGA
LA MUSICA FOLKLORICA
pana y se folklorizo puede conservarse en la memoria de los
ancianos cultos de Ia ciudad.
No toda la musica popular es folklorica. Otra musica.
de varia naturaleza y obj eto -indiferente, transitoria, oca~
sional- se oye en el ambiente del pueblo. Desprendimien­
tos urbanos atraviesan los campos. La musica oficial del
estado -himnos, marchas patrioticas- es popular sin ser
folklorica; de la ciudad procede, generalmente. el reper~
torio infantil que difunden las escuelas rurales, y la musica
oficial de la Iglesia resuena en el ambito campesino sin
consecuencias en los drculos "mundanos··. Charangas (mi­
litares) y bandas aldeanas derrochan toques y marchas
innocuos e impenetrantes. en tanto algunas melodias sueltas.
desprendidas de foraneos cancioneros. aparecen por obra
de particulares peripecias en el repertorio de algun cantor
inconsecuente. Pueden hallarse, tambien. en los dominios
del pueblo, restos de musica perteneciente a remotos estratos
etnogr<ificos; y en la superficie, dominante y aceptada, se
encuentra la musica viva de los salones urbanos para el canto
y la danza, arraigando 0 pasando, no folklorica aun. toda­
vIa ciudadana. Entre toda esa musica vive su vida aiieja
Ia verdadera musica folklorica.
La lista de ios caracteres 0 circunstancias que los tra~
tadistas atribuyen a los hechos folkloricos en general, df'~e,
para ser valida, admitir una traslacion rigurosa a cada espe­
de particular. Que no es aSI 10 demuestra la sola idea de
una carreta oral, an6nima, transferente, etc. Es claro que la
lista fue concebida teniendo en cuenta solo algunos hechos
folkloricos espirituales (literarios. artfsticos, etc.); pero es
el casQ que, aun referida a hechos espirituales, como la mu~
sica, resulta inadecuada 0 insuficiente para la caracterizacion
que pretende.
Sin embargo, no resultani inutil la revision de cada una
de las circunstancias enumeradas en la lista. Si "10 que abu~­
da no dana", reconocemos la conveniencia de atribuir a cada
especie folklorica, ademas de los generales. nuevos rasgos
capaces de perfeccionar su caracterizacion. A titulo de en­
sayo, podriamos ver si es posible trasladar cO,n exito a las
"species musicales las condiciones que fracasan en la iden­
lificacion de los hechos folkloricos en general.
Parece diffcil hallar una musica que no sea colectiva;
y si se encontrara alguna vez en extraiia pieza ocasional,
habria que tener en cuenta que pueden no ser colectivos los
rt'stos; y resulta que los restos son tanto mas interesantes
.-uanto menos compartidos. Por 10 demas, el requisito de
(()lrctivo se da tambien en la musica superior, en la etno­
en la que acaba de llegar al pueblo desde los salo­
nes y en toda otra clase de musica popular.
No toda la musica folk16rica es anonima; en el campo
suele uno tropezar con musicos que son al mismo tiempo
autores de 10 que ejecutan. Si el "anonimato" se refiere,
no a la obra en particular. sino al conjunto de sistemas ­
tonal, ritmico, armonico- en que se articula, an6nimas son
todas las creaciones eruditas de los grupos superiores, las
de salon y las etnogrMicas, Casi toda la musica no folklo­
rica que se encuentra en los dominios del pueblo, es anonima
tam bien, en cualquier sentido. Si se pretende que una obra
es anonima porque ha sufrido modificaciones durante la tras­
mision oral, sostengo que el mismo fenomeno, con diferencia
de grado, se reproduce en la musica etnogrMica y en Ia mu­
sica de los salones. Nuestra ignorancia del autor, convertida
en caracterlstica de la cancion, no es cosa tan absurda como
parece. El desconocimiento, la extraneza 0 cualquier impre­
sian. podrfan colaborar en una definicion con su aporte de
negaciones. pero exigirian exclusividad referidos a un orden
de hechos. No es este el caso. La inconsistencia del "ano­
nimato" como requisito de 10 folklorico se ve mejo,r si pen­
samos en las e.species coreograficas: salvo raras excepciones,
nadie, en ningun ambiente, sabe quien es el autor de los pro­
pios bailes. Y no hablemos de las
materiales.
La circunstancia de tradicional no falta casi nunca en la
musica folklorica; pero tambien se da en la musica de los
salones, en la popular no folkl6rica y, sobre to do, en Ia
etnografica. Tradicional no implica oral. Cualquier clase de
escritura puede obrar como agente de Ia trasmisi6n; la comu­
nicacion oral puede colaborar en Ia trasmision de un hecho
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J
CARLOS
VEGA
escrito 1), dentro 0 fuera del ambiente hogarefio. Por 10
demas, los hechos son 10 que son, escritos 0 no. Con todo
esto se resquebraja la muralla con que se pretende separar
el ambiente superior del folkl6rico. En cuanto a la musica,
la notaci6n, por imperfecta, deja casi siempre algo librado
a la trasmisi6n oral. Evidentemente, en el terreno folk16rico
no hay notaci6n, pero, a veces, puede hallal'se el sistema
Hamado por c{fra, que es una suerte de escritura. EI requisito
de tradicional fracasa especialmente cuando se aplica a las
tecnicas, a los usos, a las costumb res , etc., porque casi todos
los del ambiente superior siguen siendo tradici~nales. Como
los de los primitivos.
La condicion de regional no excluye ni el hecho superior
ni el etnografico. Muchfsimo menos si ha de ser el hecho
esencialmente internacional. Ademas, esos dos caracteres son
conclusioncs de gabinete. EI folklorista que se inicia recono­
ceria los hechos que debe estudiar despues de haber termi­
nado los estudios.
LA MuSICA FOLKLoRICA
muy antigua- eliminada de los grupos superiores nuestros
actuales 0 ex superior en otros altos grupos extintos, sobre­
viviente y actual; y se encuentra principalmente en la cam­
pana entre las grandes instituciones del grupo que tiene en
sus manos la direccion del Estado.
1) Cf. mi articulo Ell tomo a las traJiciones orales. en e\ diario
"La Prensa", Bs, As., junio 13 de 1937.
LA MUSICA Y SUS ASOCIACIONES. Hemos dicho antes que
aqui vamos a estudiar la musica, solamentc la musica. Esta
limitacion reclama explicaciones.
La musica sola, como tal, es ya un complejo de elemen­
tos, una asociacion de sistemas -el sistema tonal. el rftmico,
etc.-. Sobre esto volveremos en el capitulo proximo. Pero
ocurre que, en la pnictica, el complejo musical se nos da
comunmente en intima relacion con un texto, es decir, con
la poesfa, que es un segundo complejo de diferente indole;
y ambos, el musical y el poetico. suden presentarse, ade­
mas, con el baile, esto es, con las evoluciones coreograficas,
un tercer complejo, tambien de distinta naturaleza. EI espec­
taculo en que generalmente percibimos la musica es un "com­
plejo de complejos"; y otros elementos que no importan
ahora contribuyen a integrar el espectaculo.
Esta asociaci6n. supervivencia de la terna remota, se ha
dado siempre con tal persistencia que parece temeridad des­
componerla. Los idiomas mismos carecen de voces especiales
para cada complejo. Se dice danza (tambien baile) con refe­
rencia a la composicion musical; la misma voz se 'aplica a la
coreografia. EI rotulo de cada especie es todavfa mas pro­
digo: Cueca. por ejemplo, es la pieza musical, el esquema co­
reogriifico y la composicion poetica. Cucca es, en fin, el nom­
bre de dos 0 de las tres cosas juntas.
He comprobado numerosas confusiones debidas a esta
insuficiencia. Porque publico y especialistas, sin distincion.
manejan una voz y tres conceptos. Cuando alguien habla de
una Cueca -sigo con el ejemplo- un oyente refiere 10
dicho a la musica, otro al baile y un tercero a la poesia,
segun el campo de imagenes que cada uno moviliza.
La forma de la composicion musical que sirve a la dan­
za, las evoluciones estereotipadas que constituyen la especie
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EI caractel de transferihle, esto es, que el hecho haya po­
dido servir ayer a distinta funci6n, se aplica igualmente tanto
al hacha-insignia del jefe primitivo, como al baston de nues­
tros padres 0 a las mascaras de CarnavaL No es exclusivo
de nada folklorico.
Vemos, en fin, que, tanto cn general, como en la espe::ie
particular que nos ocupa, los adjetivos de la difundida lista,
aplicados independientemente 0 todos juntos, no pueden
caracterizar e! hecho folkl6rico. Ni siquiera sera necesario
insistir en que solo se rdieren a ciertos bienes de la masa
patrimonial.
Adcmas, y esto es 10 grave, los caracteres colectiuo, tradi­
ciona!. an()nimo. etc., comunes al superior y al primitivo,
podrian ser muy litHes al folklorista solo despues de haber
localizado y reconocido el campo folklorico, es decir, cuando
no Ie hacen ninguna falta.
La music a folklorica es musica antigua -puede no ser
CARLOS
VEGA
LA MUSICA FOLKLORICA
coreogrMica, la estructura metrica y estrofica de la poesia
que fluye con la musica, son, insistimos, hechos de muy
distinta indole. Esos tres complejos no tienen, esencialmente,
nada decomun. excepto el tiempo en que se aprietan. Inte­
resan a distintos campos emocionales, se proyectan en pIanos
independientes y -musica y baile, por 10 men05- se diri­
gen Ii diferentes sentidos. Como fenomenos generales, vienen
marchando desde 10 mas profundo de los siglos en rigurosa
asociacion; pero "una musica" de caracter determinado. un
genero particular de evoluciones y una forma poetica en cierto
idioma, unidos hoy en la realizaci6n del espectaculo. son
apenas socios sin contrato que azarosas peripecias han vincu­
lado pasajeramente. Es necesario ver en la musica, en la co­
reografla, en el texto, tres corrientes que Began de diferentes
lugares. 0 del mismo lugar en diferente epoca, y que estan
evolucionando independientemente. 0 que, llegados al mismo
tiempo del mismo lugar, encuentran en el nuevo ambiente
otros tanto,s complejos, y aceptan esto, rechazan aquello. se
mezclan, pierden 0 sobreanaden algo. . . Mil cosas.
La renovaci6n musical puede no coincidir con la reno­
vaci6n coreogrMica 0 con la renovacion de las formas y el
estilo poetico. Un baile que hoy adopta diferente estructura
puede seguir con su musica y su texto de ayer; una especie
musical que se modifica, puede continuar con su vieja poesia
al servicio de una coreograHa invariable; baile y musica
pueden recibir texto de otro idioma 0 esti)o. Distintos grupos
sociales adoptaran el conjunto; diferentes instrumentos in­
tervendran en la ejecuci6n; nuevas 0 viejas maneras de hacer
ornaran las formas escuetas.
Un trabajo cenidamente descriptivo elude complicacio­
nes en cuanto enfoca el todo en un momento dado; pero si
hemos de estudiar la asociaci6n a traves de los tiempos y los
campos, con criterio geneal6gico, las consideraciones prece­
dentes tienen la mayor importancia, y una vasta red de
precauciones debe asistir nuestras meditaciones para guar­
darnos del error.
Los tratadistas han entregado a nuestra materia sus mas
grandes equivocaciones por no haber tenido en cuenta la
inconsistencia de tales asociaciones. La misma causa ha en­
gendrado numerosas afirmaciones, coincidentes 0 contradic­
torias. Asi: la copla de tal danza es popular espanola; luego,
la musica y la coreograHa son populares espanolas. El texto
es indio; luego, la musica es india. La coreograHa es espa­
nola; luego. es espanola tambien la musica. 0, atendiendo
al r6tulo general de la especie: el nombre es africano; luego,
son africanos la musica y la coreograHa ...
Con todo, seria grave error exagerar la inconsistencia de
tales asociaciones al extremo de privar a la investigaci6n de
un recurso legitimo. La asociaci6n no es eterna, pero existe.
No puedo extenderme mas en estos detaBes de pura meto­
dologia. Baste anadir que la semejanza de dos hechos muy
alejados en el espacio, puede reforzarse si coinciden tambien
otros hechos del complejo, y el nombre, y la funci6n ...
Lo malo no es razonar; 10 malo es razonar mal.
La asociaci6n musica-poesia-baile, pues, resulta de una
confluencia de corrientes aut6nomas y es pasajera 0 temporal,
a veces larga. Por otra parte, queremos conocer la trayectoria
pasada de todo eso que se nos presenta juntamente en "la
danza", es decir, en el espectaculo. <. Como enfocar la aso­
ciaci6n entera, si cada parte tiene su propia historia, viene
por propia via? Noes posihle t ratar a un tiempo mismo [a
musica, la coreografia y el texto, pues cualquier afirmaci6n
que se hagar cierta para el orden musical. puede no serlo
para el coreografico, etc. Asi, cada parte reclama del trata­
dista un plan exclusivo, ycomo hemos entendido tal nece­
sidad, en este libro nos ocuparemos de la musica solamente,
y en otros de 10 demas.
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71
EL CO'APLEcJO MUSICAL. Afirmamos en el capitulo an~
terior que la musica sola, sin el texto, sin la coreografia, es
un complejo de sistemas. T ambien esto es importante desde
varios puntos de vista.
En una melo,dia tenemos dos ordenes de elementos: el
de las altitudes, Hamado generalmente orden tonal, Y el de
las duraciones, denominado orden rl'tmico. En la expresion
musical, ambos ordenes son inseparables. Altitudes sin rit~
CARLOS
VEGA
LA MUSICA FOLKLORICA
mo -como la escala- y ritmo sin altitudes - a base de
ruidos- no son verdadera musica. La coordinaci6n de am­
bos produce la melodia.
Es extrano; pero el sistema perteneciente al orden tonal
y el sistema perteneciente al orden ritmico, tan fntimamente
unidos en la expresi6n mel6dica, pueden abandonar a su
companero para asociarse con otro distinto, si determinadas
influencias obran en tal sentido.
Ahora; la melodia, sintesis de dos sistemas, admite gene­
ralmente un tercero. el sistema de acompanamiento. La me­
Iodia. como expresi6n instrumental pura. puede darse sin
acompanamiento; pero es comun que, tanto. en la funcion
Hrica como cuando sirve a Ia danza. se produzca acompana­
da. En tiempo y lugar dados, la melodia aparece asociada
con diversos recursos fijos de acompanamiento.. Interesa tener
en cuenta que tambien el sistema de acompanamiento es se­
parable. esto es, que puede ser sustituldo por otro, si las
circunstancias determinan el cambio.
La melodia acompanada.
es un complejo de sistemas
asociados temporalmente. Es verdad que no andan tales sis­
tema3 sepanlndose a cada paso. pero importa saber que pue­
den haber llegado cad a uno por su lado. a formar el com­
plejo actual, y que pueden disociarse manana. 5i nuestro
estudio no es puramente descriptivo; si tenemos que consi­
derar esta musica en el tiempo. debemos recordar que los
complejos no son definitivamente estables.
Muchos errores hancometido los tratadistas por desco­
nocimiento de tal inconsecuencia. Algunos hablan del influjo
africano sobre tales 0 cuaIes especies criollas. Nunca dieron
verdaderas pruebas; pero leidos sus trabajos con buena vo­
luntad, resulta que 10 africano serfu "e! ritmo", es decir. Un
elemento del compIej 0 musicaL Razonan asi: el ritmo es
africano; luego, es africano to do 10 demas. EI hecho de que
una escaIa popular determinada coincida, por ejemplo, con
una de las series eclesiasticas, no autoriza la afirmacion de
que la musica popular es gregoriana; y si el sistema de acorn­
panamiento se asemeia, por ejemplo, al espanol, nO pode­
mos asegurar, sin mas, que tam bien la melodia es espanola.
DrVERSIDAD DE LA MUsrCA r:OLKL6RICA. Vimos que no
toda la llamada "musica popular" es musica folkl6riea. Folk­
lorica es una parte de ella: la eliminada sobreviviente; la
que subsiste entre las instituciones del superior.
Ahora; la pura musiea folkl6rica no es una y uniea. de
identico caraeter; diversas corrientes y remansos de musica
vieja sobreviven en el ambiente folkl6rieo. Conviene a nues­
tro aran de conocerla desechar la idea tradicional de una
:masa homogenea.
Ya sabemos que hubo y hay en nuestro continente anti­
quisima "musica india", es decir. variada musica que en vano
pretende unificar el rotulo. No nos ocuparemos de ella. 5i
dedicamos exclusiva atencion a la musica propiamente folk­
lorica, el analisis nos mostrarii. los elementos de esas diversas
corrientes y remansos de que hablamos. Veremos como tales
cstratos conviven, como se superponen, c6mo se entremez­
clan. Veremos, tambien, Una dilatada capa de musiea que
alienta COn, bajo. sobre los estratos, firme en su indepen­
diente senectud, en tanto arcaicos restos aborigenes se apro­
ximan a la situaci6n folkl6rica, y nuevas olas de musica
descienden al ambiente popular.
EI ambiente popular mismo se descompone en subam­
bientes. Hay varios ambientes, algo aSI como vetas internas,
mas 0 menos aut6nomas, aisladas 0 influyentes, dentro de 10
popular: movimientos subaltern os, como el de los payadores
suburbanos, en la Argentina; como el de los lupanares, con
focos sincronizados en todo el pals; etc.
Y aparte la diversidad de musica y la variedad de am­
72
73
Menciono razonamientos muy repetidos en nuestra materia,
sin siquiera detenerme en considerar que las afirmaciones
principales ("el ritmo es africano", "la gama es eclesias­
tica") no estan respaldadas en pruebas suficientes.
En este libro dedicare particular atencio n a cada uno de
los elementos que integran cada complejo, esto es. cada can­
cionero; pero nO puedo perder de vista el complejo mismo,
que es fa ml:1.~ica, 10 que olmos, 10 que nos da, en sintesis, la
realidad.
CARLOS
VEGA
bientes, hay diversos planas funcionales, es decir, distintas
funciones que consumen determinada muska. POT ejemplo,
el rito, la milicia, el trabajo, el esparcimiento infantil, el
esparcimiento de adultos. No es comun que derta clase de
musica sirva ados funciones -el caso de las canciones de
cuna, que son al mismo tiempo villancicos de navidad-;
es comun que una funci6n consuma dos a mas dases de mu­
sica -el caso del esparcimiento de adultos, que admite
dos 0 mas generaciones a promociones de musica en el mis­
mo salon y al mismo tiempo-.
La musica folkl6rica no es folklorica porque la ejecuten
los cantores populares, campesinos, analfabetos, practicos,
pobres, etc., sino p'or su condici6n de musica sobreviviente.
No todos los cantores populares, pues, son cantores folklo­
ric as. El cantor folkloric a se define par la musica que can la,
y no la musica par el cantor. No es diHcil hallar musicos
que ejecutan musica folk16rica y musica urbana moderna;
han vivid a dos etapas en terrenos accesibles a la influencia
de las ciudades. En esos terrenos encontramos, ademas. los
cantores j6venes que solo conocen el repertorio ciudadano,
del cual son introductores y propagadores, y los canto res
viejos, ya "jubilados", que s610 conocen la musica de sus
tiempos mozos, ya folkl6rica, si no extinta. En regiones apar­
tadas, donde viven grupos relativamente aislados del influjo
moderno, todos los cantores, j6venes a viejos, son music as
folkloricos.
No Yeo par que razon, cuando se trata de musica popu­
lar, ha de considerarse al pueblo, a la masa, en primer
plano. Decir que el pueblo canta es tan inexacta como decir
que cantan las clases superiores. En el ambiente culto tene­
mas, primero, un grupo de compositores en cada genera­
ci6n, y en torno a ellos gira el destino de la musica; en se­
gundo lugar, un grupo de interpretes, y en tercer h'irmino
la masa de oyentes. Sumamente reducido el grupo primero,
la serie se reproduce en el ambiente popular.
Nosotros, en campana, nunca encontramos el pueblo que
canta. Pensaramos 10 que pensasemos, al principia, la expe­
riencia nos enseno pronto que deblamos buscar la musica
74
LA MUSICA FOLKL6RICA
entre los mUSlCOS, como en Paris a en Berlin. En cada po­
blaci6n hay tres 0 cuatro a seis musicos, generalmente inter­
pretes, a veces algun compositor entre ellos. Uno los encuen­
tra preguntandQ a los vecinos. Son canacid as. Alimentan los
saraos; amenizan las reuniones; dan serenatas por propia
y por ajena cuenta. Los hay profesionales -sin tarifa y sin
exigencias-; los hay aficionados; y en torno a los mejores,
sigilosamente, los aprendices.
Es claro que cualquier vecino, mas a menos dotado,
puede retener y entonar una cancion, como en Paris a en
Berlin. par fruicion personal; pero es mas claro todavla que
estos cantores caseros son dispersa resonancia de los que con
mayor vocaClOn, responsabilidad y experiencia, han sido
consagrados pOT el grupo como sus musicos representativos.
Como en nuestras ciudades, otra vez, en escala diferente.
Quien persista en la idea de que las casas de la musica
son. en el media popular, esencialmente distintas que en los
centros cultos, no tendra acceso al panorama que presento
y a las soluciones que propongo. El terreno popular es un
bisabuelo; de aspecto desconocido, puede ser, pero de nues­
tra propia sangre. Un bisabuelo que se intern6 en la cam­
pana, y vive todavia.
Apenas he vista, en torno a la practica musical folkl6­
rica, circunstancias a condiciones que no se reproduzcan en
el ambiente superior, sin mas diferencia que las de grado 0
intenl'idad. Hayen el terreno popular c1asificadores inge­
nuos, amanecer de la critica, naciente sentimiento de la pro­
piedad artlstica, todavia complaciente. Y al calor de esa
complacencia, el despojo de los creadores entre 51, esto eSt
la recreaci6n a base de melodias ajenas, muchas veces a
plena luz de la conciencia. Quien recuerde 10 que se canace
del ambiente musical cortesano de la alta Edad Media, no
dejara de entrever su analogia can este, can el popular vi­
gente. Aquel es antigua etapa historica del movimiento culto
que desemboca en nuestros dias; el popular es la misma
etapa sO,breviviente, sambra de cuerpo extinto.
75
CARLOS
VEGA
Los PROCESOS DE POLKLORIZACION. Toda la mUSlca
folkl6rica, con el tiempo, pierde e incorpora elementos. No
es una capa de musica permanente, siempre igual. Colocada
entre la musica del superior, que
de las ciudades y, a
vecea, la etnognifica que yace en eI subsuelo, no es indife­
rente a ellas, la musica folkl6rica. Con ambas esta en rela­
cion; ambas pueden Uegar a la situacion folkl6rica; son la
Fuente originaria misma de la musica folkl6rica.
Hemos hablado de dos procesos: por uno, los anteriores
duencs del territorio, dominailtes y superiores, conquistados
por un invasor mas poderoso y encumbrado, dejan su mu­
sica entre las instituciones del vencedor; por otro, la musica
de los salones desciende, arraiga y se folkloriza en la cam­
pana El primer proceso se ha dado principalmente en Eu­
ropa; al segundo !;e debe la easi totalidad de los hechos
musicales folkl6ricos americanos. Sin exagerar demasiado
podri'amos sentenciar, con respecto a America: nada se en­
cuentra en la campana que no haya Uegado de las ciudades.
Es decir, del superior al inferior. Y anteriormente de las
ciudades europeas a las ciudades americanas.
Tratandose de musica, tenemos poco que decir del pri­
mer proceso. En un solo cancionero folkl6rico argentino, en
el Tritont'co. haUo elementos aborigenes. Otro, el de los
Incas. es totalmente indio; pero apenas 10 ten em os en pe­
quena zona de nuestro territorio.
segundo proceso, ciudad-campana, nos interesa espe­
cialmente. Pero hay que decir algo antes.
No todos los generos de musica folkl6rica, aun dentro
de este proceso general, se mueven con identico ritmo. ni
en el mismo cauce. Depende de la funci6n que desempefian.
La musica adscripta al cuIto y los cantos domesticos 0 de
trabaJo, se acercan al antiguo ideal rcmantico de la inmo­
vilidad; pero ambos son parte minima de la musica' folkI6­
rica. En cambio, la musica que en las diversas comunidades
est al servicio de especies Iiricas y coreograficas, se renueva
constantemente de acuerdo con el ritmo de las ciudades. Es
esta la corriente principal del ambiente folkl6rico, y casi la
a
76
LA MUSrCA FOLKLORrCA
umca que ha merecido atenci6n de los tratadistas. T enemos
que demorarnos en explicarla.
Pensemos en toda la musica de que disponen Europa
occidental y sus zonas de influencia, incluso America. Re­
presentemono[., ahora, Ia musica culta 0 "erudita", tecnica­
mente superior, para minorias, que padece peripecias este­
ticas en su impopular ambito estratosferico; recordemoll en
segundo termino, esa musica menos complicada, a base de
pequenas formas, para todos, corriente en diversas especies
de canciones y bailes; y por fin, en ultimo termino, consi­
d~remos la musica primitiva, siempre en las regiones que
domina la cultura europea. Graficamente:
MUSICA SUPERIOR
l\!tlSlCA DE SAL6N
MUSICA PIUMlTIVA
Observese que la musica folklorica no aparece como
estrato independiente en nuestro cuadro. No aparece. Pues
bien; yo incluyo la masa principal de musica folkl6rica en la
gran corriente "universal" de Ia musica de salon. Una y otra
nos producen sensacion distinta, pero no son distintas, esen­
cialmente, genealogicamente hablando. Gran parte de la mu­
sica folklorica es antigua musica de los salones urbanos ya
instalada y acomodada en el ambiente rural.
En el espiritu del lector se incuba, sin duda, cierta resis­
tencia a admitir la unidad esencial de "musica de salon­
musica folkI6rica". Cuestion de etiquetas. Hablamos de
"musica de salon" porque as! podemos ·concentrar la aten­
cion del lector sobre un nucleo que Ie es conocido; pero a
su deseo de comprension y a nuestro empeno de claridad
estorba esa limitacion de lugar -el salon-.
El salon aristocratico, encuanto escenario, equivale a la
sala burguesa, a la habitaci6n modesta, al patio suburbano,
al rancho campesino, a la pista de las ramada:;;, al descam­
77
CARLOS
VEGA
pado cubierto de delo. Una misma mUSlca al serVlCIO de las
mismas danzas, de las mismas canciones, pasa de uno a otro
escenario, por imperceptibles gradas, camino de la muerte.
Una misma musica en todos los lugares, pero en diferente
tiempo: fa musica fofkt6rica de hoy es, originariameme, fa
musica superior de ayer; la musica de la campana fue antes
la musica de las ciudades. Eso si, no ha descendido intacta.
pues cada ambiente social Ie exigi6 reacomodamiento, tran­
saccion. La instalacion en el campo folklorico impone a la
musica que llega el proceso que Ilamamos de folkforizaci6n.
Pero 10 que, en el nuevo territorio, exige acomodacion a la
musica que Ilega. no es nada climatico 0 de naturaleza fisica
(montana, selva, etc.) sino musical; esto es, la musica que
estaba. Y no toda. sino la musica que desempenaba en el
ambiente folklorico la misma funci6n de la que Ilega. Dicho
con un ejempio: las danzas que bajan de las ciudades entre­
chocan con las danzas de la campana, y no con las canciones
de cuna; las danzas de salon, con las danzas de salon, no
con las danzas africanas 0 indias.
Hay que prestar atencion al hecho de que Ja musica ex
superior raras veces sob revive intucta en el ambiente folk­
lorico. No es exacto, en todos los casos. por otra parte, que
la musica de un grupo rural determinado haya descendido
de la gran ciudad que hoy influye sobre eL Los focos radia­
les no son permanentes. Hay musica que sobrevive a la de­
cadencia y sustitucion de las ciudades alimenticias.
La puja entre la musica que llega y la musica que estaba
se produce entre inmediatas generaciones de cantores. Los
j6venes. abierto el espiritu a todas las innovaciones. desde­
nan la pureza de su patrimonio y lesionan las formulas tra­
dicionales no sin protestas de sus mayores. Cuando esos
jovenes llegan a viejos. consideran puro 10 que "adultera­
ron" ayer y protestan a su vez de las innovaciones que in­
troducen sus descendientes. Pero no todas las generaciones
son igualmente dimimicas. Los tiempos en que los vastagos
se educan en rigurQso respeto de las costumbres paternas,
son tiempos propicios a fa conservacion. Por supuesto, los
acontecimientos politicos, sociales y economicos no son ex­
78
LA MUSICA FOLKL6RICA
tranos al ritmo de tales procesos. La franca apertura de los
puertos sudamericanos, consecuencia de las revoluciones de
la independencia, por ejemp!o, es un hecho de trascendencia
para la vida y las costumbres de las nuevas republicas.
En el caso particular del estudioso que observa los hechos
argentinos, la admision de nuestras comprobaciones encuen­
tra obstaculos que Ie oponen los especiales antecedentes his­
toricos de nuestro pais. Decimos que los cantos folkl6ricos
pertenecieron antes a la ciudad capital, y el estudioso ve que
en el centro y oeste argentinos hay muchas especies rurales
que nunca se cultivaron en Buenos Aires. Y as! es. Pero hay
que tener presente que la capital cultural de la Argentina
centro-occidental. hasta muy entrado el siglo XIX, no fue
Buenos Aires sino Lima.
Los procesos folklorigenos y los movimientos de irriga­
cion y migraci6n, en Sudamerica. se explican por la acci6n
de Lima, gran capital colonial, de Rio de Janeiro y Santafe
de Bogota mas tarde -en segundo plano y sobre menor
radio.- y de dos focos republicanos, Santiago de Chile y
Buenos Aires. Esta acci6n fue secundada por La Paz, Mon­
tevideo y Asunci6n del Paraguay. EI proceso argentino se
explica principalmente por el descenso de Lima y el corre­
lativo ascenso de Buenos Aires al primer plano.
Conviene recordar que, en los primeros tiempos de la
CoTonia nuestra capital era, apenas, la campana de Lima y,
en mucho menor escala, la de Rio de Janeiro. Casi 10 que
pedia el humorista temeroso del apenuscamiento urbano: la
edificacion de Ia ciudad en el campo. .. A partir de 1810,
Buenos Aires acentua su influencia sobre la campana cir­
cundante y avanza hasta hoy disputando el territorio al in­
flujo limeno. Suyas son ahora la mitad oriental de las pro­
vincias argentinas y todas las ciudades capitales. Por eso
subsisten en el campo folkl6rico occidental especies coreo­
gnHicas que nunca se ejecutaron en Buenos Aires, sino en
Lima y en sus fortines avanzados de Santiago de Chile y
Mendoza, de La Paz, T ucuman y Cordoba.
79
CARLOS
VEGA
LA MUSICA FOLKL6RICA
LA INFLUENCTA DE LOS SALONES. Despues de Colon, el
continente americano fue abordado por una serie de grandes
migraci~nes. En diversa escala. ]0 mismo ha ocurrido en to­
das partes, incluso en Europa. Los que Ilegaron se encon­
traron con los que estaban. Los bienes de los residentes, 0
se rep]egaron con sus poseedores, 0 se confundieron con los
que trafan los advenedizos.
En musica, e] problema de los origenes se so]uciona fa­
cilmente en general. Dentro de la musica popular, que est a
principalmente en la campafia, hay una parte de musica folk­
Ulrica. e]iminada del ambiente superior, sobreviviente. De
esta musica. la que no pertenecio al antiguo habitante del
lugar, es musica que descendio de los sal ones urbanos en
que Ee instalo el invasor. El origen particular de cada uno
de los elementos musicales folkloricos. es cosa mas delicada.
y en muchos casos inexplicable.
Para nosotros, el aporte indfgena apenas cuenta en zonas
muy reducidas; el aporte europeo importa a la masa prin­
cipal de nuestra musica folklorica. La diferencia entre mis
conclusiones y las de los tratadistas que me han precedido
no puede ser mayor. Es esencial; de comprension, de inter­
pretacion. Coincidimos en algo porque los tratadistas formu­
laron todas las hip6tesis imaginables; todas, como para no
errar; todas, menos la mas importante. la que considera el
aporte urbano.
Atribuyeron a la generaci6n espontanea, a la raza. a la
psicologia del campesino y a la topografia lugarefia. influen­
cia que rechazo; concedieron a la musica gregoriana y a la
de los negros africanos intervencion que desconozco; vieron
la influencia india en musica no indigena, mientras ignoraban
10 poco real mente indio que sob revive en nuestro campo
folklorico; en fin. concordaron en la presencia de una gran
capa dominante de musica popular espanola.
No dejo de asombrarme cada vez que pienso como la
idea de nuestro espafiolismo musical pudo haber sido acep­
tada sin discusion y reafirmada sin dudas durante un siglo
entero. Yo mismo la adopte, como todos. antes de empren­
der estos estudios. y hasta varios anos despues. No imagine.
al principio. que la abrumadora coincidencia de varias ge­
neraciones pudiera haberse establecido de espaldas a los
hechos. Hayen America un pequeno cancionero europeo.
fuera de los sal ones, que es folkl6rico tambien en Espana;
pero los tratadistas no se referian a eJ; consideraban popu­
lares espanoles precisamente nuestros cantares Uricos y co­
reogrcificos. Populares, en el sentido restricto de regionales.
de folk16ricos.
Esta afirmaci6n no se fundo nunca en hechos especificos.
Fue una simple inferencia: si vinieron a America. en los pri­
meros siglos, varias decenas de miles de soldados y colonos
espanoles -pueblo peninsular- es 16gico que trajeran su
musica. y que la cultivaran en America. y que la trasmitieran
a sus descendientes. T odo eso parece muy claro y, sin em­
bargo, las cosas no ocurrieron asi. Algo trajo consigo cada
grupo regional, pero nada folkl6rico espafiol arraigo en el
nuevo territorio. Si se recuerda 10 que hemos dicho antes
sobre las corrientes urbanas. Ia explicacion no es diHcil: las
ciudades capitales europeas nutren a las ciudades america­
nas, y estas, a la campana. La corte, los salones aristocra­
tic os, enviaron a los centros virreinales la musica, las danzas,
las modas, las costumbres que adopto el pueblo espanol en
America. La trasmision se produce por los canales del supe­
rior, de salon a salon. no de pueblo a pueblo. Deda Tarde:
"se hace imitar ... el noble por el campesino. .. el hombre
de las ciudades por eI aldeano" ... Y confirmaba Simmel:
"las c1ases inferiores miran y aspiran a 10 alto". Las cortes
metropolitanas enviaron las cosas que coordin6 el propio
ambiente hispanico. primero, e iniciada la ola borb6nica, 10
que recibieron de las cortes francesas.
As! se explica que el pueblo de America espanola ape­
nas se asemeje al de la peninsula progenitora. EI idioma. sf;
pero eI idio,ma de las cortes castellanas. no los dialectos re­
gionales. Lo que era folkl6rico en Iberia no prospero en
America. EI bajo pueblo de la conquista y la colonizaci6n
perdi6 la casi totalidad de sus pequenos bienes espirituales
y renovo gran parte de sus enseres. Las cortes virreinales.
so
81
CARLOS
VEGA
LA MUSICA FOLKLORICA
por menuda y' persistente HngaclOn entregaron nuevos ele­
mentos a la apetencia de las generaciones americanas.
Las analogias 0 paralelos entre hechos folkl6ricos ibe­
ricos y american os, no se explican por un trasplante directo
de pueblo a pueblo, sino por igual proceso de transferencia
de arriba a abajo realizado simultanea e independientemente
en Iberia y en America. Y no se extravie quien observe,
porque muchos de los hechos hoy folkl6ricos, pertenecieron
a las clases superiores hace apenas den anos. EI pueblo sud­
americano, asi, no reproduce el hacer y el sentir del pueblo
iberico, sino, principalmente, los de la aristocracia colonial,
tal como esta reprodujo los de las cortes europeas. "Nuestras
ciudades eran episodios extraeuropeos de Ia cultura euro­
pea" ...• dice Ricardo Rojas en Eurindia.
Parece increible que tantos miles de espanoles coloniza­
dores, gentes del pueblo, no hayan dejado nada folkl6rico
espanol en America. Y asi fue. Ofrezco concretos datos de
una gran experiencia moderna que hace evidente 10 increible.
En el ano 1850 la Argentina tenia menos de un mill6n
y medio de nativos; desde 1850 hasta 1900 entraron en el
pais cerca de dos millones de extranjeros. En 1900 teniamos
unos tres mill ones de argentinos; desde 1900 hasta 1910
llegaron y quedaron en el pais un miJJ6n ciento veinte mil
extranjeros. jEn s610 diez anos! Dos terceras partes eran
italianos y espanoles, campesinos. verdaderos sujetos folk­
16ricos; y nadie impidi6 que trajeran sus vestidos, sus dia­
lectos, sus costumbres, sus cantos y sus bailes.
No se trata ahora de pocos miles de colonos que a 10
largo de dos siglos se agrupan entre mill ones de indios, sino
de millones de extranjeros que asientan entre otros tantos
nativos, en pocos anos y protegidos por leyes que les per­
miten cantar y bailar 10 que quieran. Bueno; t donde esta
su musica; d6nde sus bailes folkloricos natales? La Argen­
tina los desconoce. Si esto parece demasiado misterioso,
cualquiera puede ir a preguntarselo a ellos mismos. Sola­
mente en la Capital Federal tenemos cerca de un millon,
mas de la mitad espanoles e italianos. Sus cantos y sus bailes
vinieron con elIos; y esa enorme masa de campesinos emi­
grantes los habra ejecutado en el ambiente familiar, pero
no consiguio incorporarlos a la corriente social dominante.
Al mismo tiempo ocurre algo que merece atenci6n. Ha­
cia 1850 arraigan en Buenos Aires dos danzas 'que Paris
toma de Bqhemia y de Polonia: la Polca y la Mazurca. No
viene con ellas ni un millon de franceses, ni un miIlon de
bohemios. ni un mill6n de polacos. Liegan solas. AI cabo
de cincuenta anos. en tanto mueren con sus portadores las
danzas folkloricas italianas y espanolas. la Polca y la Ma­
zurca han pasado a las ciudades menores, han penetrado
hasta en la ultima aldea. y ahora son danzas folkl6ricas
argentinas.
Si un cancionero musical no goza de aceptacion en Paris,
es inutil que viaje con el un mill6n de hombres; si Paris Ie
da prestigio. la acci6n de un hombre solo basta para deter­
minar su arraigo en cualquier parte. Las cosas no pasan de
pueblo a pueblo, sino de sal6n a salon.
En' publicaciones anteriores he dicho todo esto varias
veces. Acaso por insuficiente explicacion, algunos lectores
me han interpretado a su gusto. Hace alg{m tiempo escribi
que la Contradanza inglesa que nos envi6 Paris a traves de
Madrid hacia 1730, engendr6 en la eampana argentina tres
bailes rurales a su imagen. Un periodista local, en singular
articulo, me encontr6 razon, y encarandose con los incre­
dulos, dio en recordarles que desde 1576 hasta 1600 pasa­
ron por el Rio de la Plata muchos navegantes ingleses ...
Crda que fue entonces cuando volaron de las naves a la
playa. bailes, musica y hasta costumbres e indumentos bri­
tanicos.
Me apresuro a confesar que los hechos musicales son,
por naturaleza. tan sensibles, tan cambiantes; carecen de
documentaci6n hist6rica en tal medida, que los elementos
de prueba acumulados en esta obra acaso no basten para
comunicar, en todos los casos, definitiva certidumbre al lec­
tor prevenido y esceptico. Este mismo plan, en cambio, apli­
cado a las danzas. torna evidentes nuestras conclusiones.
Las ideas que enunciamos no han nacido en el campo
musical, el menos comunicativo, sino en varios a un tiempo,
82
83
CARLOS
VEGA
pues la musica obedece en comun a los resortes que mueven
todas las creaciones del hombre. En realidad, este es mi
punto de partida. La musica observa una conducta muy suya,
en detalle; pero, prieta en el conjunto, modesta parte, vive
las peripecias de su patrimonio, corre la suerte general de la
Cultura.
LA MUSICA FOLKLORICA
LA CREACrON POPULAR. Quien observe que manejamos
asf, objetivamente, como
quien echa cartas. podrfa inclinarse a creer que la musica
pasa por los hombres sin tener en cuenta al hombre. Hemos
dicho que los productos artisticos del ingenio obedecen a
normas 0 leyes. Segun esto, parece que el musico se sumerge,
durante su educaci6n auditiva, en un mundo de formas y
normas que encarrilan 10 que aprehende. vigilan 10 que re­
tiene, regulan 10 que externa, condicionan 10 que produce.
Si es as!, (a musica hace al musico. Pero solo el olvido de que
el espfritu significa algo. puede excluir la intervencion del
individuo en la muska.
Si nos colocamos en la posicion inversa y decimos que
la musica se sumerge en el espiritu, concluiremos que el mu­
sico hace fa musica; y esto significaria olvidar que la expe­
riencia de las generaciones se capitaliza en los individuos
mediante formas y normas.
Pero si, admitida la fuerte presion de los sistemas tradi­
cionales sobre el individuo, queremos estimar la acci6n del
individuo sobre los sistemas, tendremos que demorarnos en
el viejo problema de la creacion popular y, en todo caso,
examinar el mecanismo que produce modificaciones 0 reno­
vaciones en el ambiente pnictico, aun cuando el espiritu in­
tervenga en forma pasiva.
El acto de crear requiere, como fondo y condicion. cierto
grado de autonomfa social del grupo a que pertenece el
individuo. Se necesita que los hombres de las clases :infe­
riores no esten pendientes de 10 que hacen las clases supe­
riores; se necesita que los espiritus no esten en actitud de
imitar. Las clases populares, en general, viven aspirando,
esperando, imitando. Y el espfritu en sumisi6n, no crea. Las
clases superiores de los pafses "nuevos", viven, por su parte,
imitando 10 que producen los centr~s de prestigio universal.
y asi, sobre las cenizas de los regimenes politicos coloniales,
perviven nuestras grandes colonias espirituales.
Los movimientos colectivos de rebeldia -retorno de los
ojos al propio cuerpo social- aparejan la motorizacion del
ingenio; el simple renunciamiento a la imitacion, por deses­
peranza. torna ·creadores incluso a los mas humildes estratos
vencidos.
Quiere decir todo esto que la intervenci6n del espiritu
en la corriente tradicional es imperceptible en tanto el gru­
po acaricia su dependencia social; y que el espfritu -siem­
pre creador, en potencia- solo produce cuando rechaza el
influjo de quienes tenian a su cargo la tarea de crear por
todos los otros.
Las clases inferiores de la Argentina, las clases rurales,
no han creado su musica tradicional ni crean en la medida
necesaria para modificarla; las clases superiores de la Argen­
tina y de America han creado en varios momentos de su
historia. Notese que ahora hablamos de crear. de producir
algo nuevo, tal como se entiende en el ambiente de la com­
posicion culta.
EI pueblo no crea y, sin embargo, la musica tradicionaI,
andando el tiempo, deriva y se transforma. Hay que averi­
guar, entonces, como la masa rural, es decir, sus musicos,
llegan a resultados semejantes a los del compositor culto,
verdadero creador.
La modificaci6n de 10 circundante puede no requerir ni
siquiera el proposito de modificar; basta la intervencion del
espfritu para que haya modificacion aun sin voluntad de
creaci6n. Hay que tener presente que entend'er es: mod'ificar.
Nada musical de 10 que llega al espfritu se instala en el tal
como fue expresado por otro espiritu. EI solo acto de per­
cibir importa el rozamiento de 10 que llega con 10 que estaba
y ambos, avecindados. se conmueven. En segundo lugar,
conseruar es modificar. Nada de 10 que permanece en el espi­
ritu se mantiene como llego. Y en tercer lugar, nada de 10
que sale del espiritu retorna como llego ni como estaba en
84
85
elementos, sistemas, cancioneros.
CARLOS
!
VEGA
el. Extemar y, mucho mas, expresar, es modificar. Todo esto,
ausente la voluntad de crear.
Aprehender, retener y externar, pues, son actos que im­
portan modificaciones, pero modificaciones minimas, insufi­
cientes para trastornar las anchas formas y normas de que
hablamos, incapaces de alterar la notacion, pues La escritura
de fa musica es una escritura de sistemas -10 unico que se
puede escribir en musica-. Desde este punto de vista, las
modificaciones minimas equivalen a la conservacion 1). No
es paradoja.
Se dice que el interprete es un creador. Lo es, en cierto
modo. lnterpretar, que sup one los tres aetos de que habla­
mos, es la creaci6n minima. En la gama del crear, el inter­
prete esta en un extremo y el compositor en el otro. Inter­
pretacion y creacion conducen a resultados de identica na­
turaleza, por sobre contra ria actitud mental: el inh'!rprete
quiere ser fie! al autor; el compositor quiere ser infiel al
pasado. Ambo.s crean, y aun suelen acercarse el uno al otro.
H:ay interpretes que casicrean y compositores que casi inter­
pretan. Malos los dos: uno por infiel al autor; el otro por
fie! al pasado.
Variaci6n y recreaci6n 1) son dos grad os superiores a
la interpretacion (modificacion involuntaria minima) e infe­
rlore.. a la creaci6n (modificacion voluntaria maxima). Am­
bos procesos engendran modificaciones que no alteran las
formas y las normas tradicionales. Son movimientos dentro
de la casa. T odo esto ausente 0 vigente la voluntad de crear;
todo esto, intervencion del espiritu sin alteracion del sistema.
Cuando digo movimientos dentro de la casa, me refiero
tambien a esa creacion menuda de canciones y danzas que,
respetuosa de todas las formas tradicionales, multiplica el
repertorio sin mover el cancionero. Muchas veces he hallado
en !a campana, entre numerosos repetidores, a ese tipo de
creador que corresponde exactamente al que en los salones
cultos produce valses 0 fox trots. La proporcion en que se
1) Cf. Fraseologia, pags. 483 y sig.
2) Cf. Fraseologia, pags. 490 y sig.
86
LA MUSICA FOLKLoRICA
encucntra, en el conjunto de ·cantores, es insignificante; va­
riable, por otra parte, segun los grupos. Pero conviene evitar
confusiones. Esos autores famosos, que ejecutaban cincuenta
o mas Cuecas originales, fueron musicos de los sa!ones pro­
vincianos, y actuaroncuando los bailes hoy folkloricos for­
maban parte del repertorio de las clases cultas. No negamos,
con esto" la existencia de compositores populares actuales,
aunque nos consta su rareza, pero toda su labor deja intactas
las li'neas fundamentales del patrimonio musical en que St"
formaron, en cuanto dependa de su voluntad de creacion.
Estos resortes de la modificacion, intrascendentes, pue­
den llegar, sumados por la intervencion de muchos indivi­
duos en
a producir hechos que afecten eI sistema, pero
solo como casos de excepcion. Unicamente la simultimea
orientacion del mecanismo entero en una sola y unica direc­
cion puede originar la derivacion de los cancioneros patri­
moniales. Pero, (.
fuerza, que centro de atraccion, deter­
mina esa orientacion colectiva hacia un nuevo rumbo? La
llegada de otro cancionero distinto; la presencia de nuevos
elementos que, como los anteriores, descienden a los domi­
nios del pueblo desde los salones de las dases ilustradas.
0, en
de los estratos superiores a los inferiores.
Hemos dado un nombre a este nuevo genero de accion
modificadora: hibridaclcSn. "La hibridacion es, en el fondo,
una recreacion; pero a diferencia de la recreacion propia­
mente dicha, que toma elementos del propio cancionero, la
hibridacion acoge elementos de otro cancionero distinto y
vecino" 1).
La intervencion del individuo, pues, en la corriente tra­
dicional, altera y modifica, aun sin que eI musico asuma la
actitud del creador. No hay creacion pura en los dominios
de las clases populares. Loscancioneros derivan principal­
mente por recreacion y por hibridacion. El pueblo, a 10 largo
del tiempo y a traves de varias generaciones, produce <como
el espiritu de un creador culto. Es un creador culto <con
1) Cf.
pags. 494 y sig.
87
CARLOS
VEGA
Por eso, los cancioneros, conjuntos de elementos orgam­
camente consolidados, se mueven. derivan, con tanto menor
lentitud, cuanto mas intensamente se cultiven sus especies,
cuanto mas desamparados se encuentren en las zonas de con­
mixtion. Porque para que el individuo obre sobre su cancio.­
nero es preciso que el espiritu mismo se este renovando.
CLASIFICACION DE LA MUSICA
"La realidad ~8 compleja por natu­
rale7ia; 10 simple no sale de 10 ideal,
no Uega a 10 concreto". _ PROUDHON.
llaria una clasifiwci6n universal;
""«'V" - 1 res grandes ..tapas; elec­
cion del criterio; el orden tonal.
Los
121 weacter:; los siste­
mas tonal, ritmico Ij plurisomintico; las maneras de sonorizaci6n.
"ieidad de los wnci'oneros; los resto,.
Las (>.~pe(ies. _ Primera
cion de nueslros cancioneros.
Las clasificaciones no merecen ni grandes elogios ni espe­
cial desden. Una clasificacion puede ser buena 0 mala; las
clasificaciones, en general, son simplemente necesarias. Las
criticas no han conseguido hacer al clasificador digno de la
carce!' Hombre en libertad. su renovado embate cOntra el
inocente desorden colma densos capitulos en la historia de
todas lasciencias.
Ii
J
88
En musica. el espiritu humano ha producido sin cuenta
ni freno durante largos milenios. Abarcar sus creaciones y
ordenarlas sistematicamente, es avanzar, por la comprension,
hacia el conocimiento de una de las realizaciones mas extra­
ordinarias del hombre.
Es necesario pensar seriamente en una clasificacion uni­
versal de la musica. La falta de datos sobre el canto de los
primitivos agiganta las dificultades de tan vasta empresa,
pero acaso se pueda ya iniciar el desbrozamiento del campo,
aunque solo sea para estimulo del proposito.
89
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