“Ética de las profesiones del siglo XXI” Cortina, Adela, Cuadernos de la cátedra de ética, 1 U. Iberoamericana-León, México, 2009, pp. 68. Cuando se escribe una reseña, se suele establecer que la misma ha de referirse a trabajos de reciente aparición y de especial actualidad. Ambos requerimientos los conjunta cabalmente el escrito de la profesora y catedrática de la Universidad de Valencia, Adela Cortina. El primero de estos es porque el referido escrito apareció apenas en 2009, es decir, se mantiene dentro de los cánones exigidos para la publicación de las reseñas; el segundo, — quizá más importante — es por una sencilla razón, ¿qué puede haber más importantes en el ámbito de la reflexión sobre las profesiones liberales que su fundamento ético?, especialmente en los tiempos que corren. Lo anterior, adquiere una doble relevancia si lo trasladamos al ámbito nacional, donde por desgracia la ética profesional no ha sido objeto de especial reflexión, al menos no en los tiempos recientes. El ejemplo paradigmático de esa falta de reflexión y preocupación sobre la ética profesional es el caso de los juristas en general, y específicamente de los abogados, los que desde tiempos platónicos gozan de una mala fama, tal y como lo expresara con mucha claridad Platón en su clásico diálogo sobre Las Leyes. Hoy es un hecho incontrovertible que los abogados tenemos la obligación de cuestionarnos sobre cuál es el papel que juega la ética en nuestro desempeño profesional. Pero a tal reflexión le precede otra de igual envergadura, esta es: ¿qué papel juega la universidad en la formación técnica y personal de los futuros juristas? Es obvio que en un escrito tan rico como el de la profesora Cortina, son muchos los argumentos que podrían destacarse, así, por ejemplo, una reflexión sobre la ética en general; la importancia de ésta en el ámbito empresarial; la relación que existe entre liberalismo y economía, etcétera. Nosotros, fijaremos nuestra atención exclusivamente en la vinculación existente entre ética-profesión y universidad. Para ello, se desarrollarán los cinco argumentos de la autora que consideramos rectores: i) ¿qué es una universidad?; ii) la historia de los bienes internos de la actividad universitaria; iii) el buen profesional y la vocación; iv) el carácter universitario; v) proactividad universitaria. Como se puede observar, temas todos engarzados por el argumento ético. 263 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 263 20/03/14 11:39 a.m. Revista del Instituto de 264 la Judicatura Federal En el primero ¿qué es una universidad?, la profesora Cortina define esta institución como un sitio en el que se produce y transmite conocimiento, conformada por personas que han cursado con anterioridad una instrucción primaria o secundaria, expidiendo a posteriori certificados que acreditan a sus egresados para el ejercicio profesional. Sin embargo, antes de aceptar de manera simplista esta idea sobre tal institución, la autora se pregunta si de verdad a eso le podemos llamar realmente universidad, o si ésta es algo más. En este sentido, afirma que la universidad es una institución y que como tal cobra razón de ser al sustentar sus actividades en algo más que una simple transmisión de conocimientos técnicos. Para profundizar en esta noción, nos remite a Alasdair MacIntyre, quien siguiendo la estela de Aristóteles, distingue entre praxis y poiesis. La primera, se refiere a una actividad social en la que cooperan distintas personas, distinguiéndose esencialmente por la realización de un bien interno que la identifica como tal. La segunda, no tiene por objeto un bien interno, sino lo que MacIntyre denomina «bien externo», es decir, colateral al bien interno (p. 9). En relación a lo anterior, la profesora Cortina se refiere a la actividad universitaria como praxis, donde maestros, alumnos y personal cooperan para la consecución de virtudes — entendiéndose la palabra virtud como la búsqueda de la excelencia—, persiguiendo los bienes internos de la actividad universitaria. Pero también puede verse como poiesis, es decir, como una actividad que tiene por resultado un bien externo y señala —remitiéndose nuevamente a MacIntyre — que el dinero, el poder y el prestigio, es decir, los bienes externos por excelencia de la actividad universitaria, no son malos si se ponen al servicio de la sociedad. Al final, la autora realiza una crítica a los profesionales que sustituyen los bienes internos por los externos, lo que redunda en una corrupción que desvirtúa los primeros hasta que pierden su naturaleza y se pudren. En el segundo tema abordado por la profesora Cortina, —la Historia de los bienes internos de la actividad universitaria—, se menciona que la universidad es una institución de nueve siglos de existencia, la cual ha pasado por diferentes etapas que a continuación se señalan: 1. Medieval. Comienza en el siglo XII y en ella se entendió la universidad como una universalidad de maestros y discípulos que constituían un gremio regido por normas, leyes y privilegios, cuyo objeto era formar profesionales para las necesidades de la época: teólogos, juristas y médicos. Su característica principal consistió en la facultad de otorgar licencias para el ejercicio profesional, lo que implicaba el poder de decisión respecto a quién podía ejercer y quién podía enseñar, por lo que en la universidad recaía la enorme responsabilidad de formar profesionales y de buscar la verdad. 2. Liberal o Humboldtiana. Toma como prototipo los estatutos de la Universidad 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 264 20/03/14 11:39 a.m. Eugenia Paola Carmona Díaz de León 265 de Berlín redactados por Alexander Von Humboldt a principios del siglo XIX, y es el referente de todas las universidades actuales. En este modelo se plantean tres metas: a) el desarrollo de la investigación, potencializando esencialmente la búsqueda desprevenida de la verdad sobre cualquier cosa; b) el ejercicio de la docencia para transmitir los conocimientos encontrados a través de la investigación; y, c) la formación de un carácter universitario en el seno de la comunidad, el cual se forja en la toma de decisiones. 3. Proactiva. En este modelo la universidad debe formar profesionales preocupados por ofrecer el bien interno de su profesión para servir a las demás personas, y precisa como marco de referencia una universalidad de la humanidad. El tercer gran apartado contiene el nudo central de la exposición: esto es, lo que debe entenderse bajo la expresión «un buen profesional», y cuál es su «vocación». La profesora Cortina parte de que un buen profesional conoce su actividad e identifica cuáles son los bienes internos y las virtudes de la misma, es decir, las excelencias de su profesión. Pero sobre todo, debe estar dispuesto a arriesgarse en su cometido, porque está consciente de la importancia de la labor que realiza y tiene la vocación para hacerla, es decir, se siente llamado a ello. En el mismo tenor de ideas, la autora hace una recapitulación sobre cuándo y cómo nacieron las profesiones. Así, afirma que surgieron en Grecia, en la época de Hipócrates, de quien trae a colación el juramento que instauró este médico y del cual recoge tres elementos fundamentales: a) la promesa de perseguir los bienes internos de una profesión; b) el compromiso de cumplir con las normas para alcanzar las metas de la misma, sin privilegiar motivos personales para incumplirlas; y, c) la importancia de incorporarse a una comunidad de profesionales involucrados en perseguir el bien interno de la profesión. Ubicados en la sentencia hipocrática, la misma tuvo un sentido religioso que implicaba trascender el interés egoísta. Con la secularización de las profesiones en la modernidad, el concepto de vocación se transforma, toda vez que ya no es Dios quien retira y separa, sino que este llamado proviene de la propia persona, al considerar que tiene aptitudes razonables para alcanzar los bienes internos de la profesión elegida. Por otra parte, el sujeto debe tener el entusiasmo y las capacidades suficientes para ofrecer bienes que valgan la pena para la sociedad, de tal manera que considere que sin ellos la sociedad sería peor de lo que es. Esta es la razón por la que todo profesionista debe esforzarse en ser excelente y no limitarse a cumplir con lo mínimo de su actividad, o incluso obrar de manera negligente. De ahí que el reto para los profesionales sea encontrar los bienes internos de su carrera, los principios que la impulsan, así como sus características y las excelencias a desarrollar en ella. Concluye la autora que el buen profesional no es el que conoce 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 265 20/03/14 11:39 a.m. 266 Revista del Instituto de la Judicatura Federal muchas técnicas, sino el que sabe que éstas se ponen al servicio de la sociedad para alcanzar el bien interno de la profesión. En el cuarto apartado, la profesora Adela Cortina retoma algunas características provenientes del modelo liberal para explicar en qué consiste el carácter universitario, el cual, a través de un proceso de investigación, busca la verdad de manera incauta y se interesa en la transmisión de los conocimientos adquiridos. Sobre este punto, la autora hace hincapié en uno de los elementos más importantes de la actividad universitaria, esto es, que la búsqueda y obtención del conocimiento se realizan de manera conjunta en una comunidad de investigadores, los cuales, deliberan, argumentan y replican entre ellos, sometiendo sus aportaciones a la crítica ajena. De tal manera que la universidad se convierte en la universalidad del saber donde todos los conocimientos se relacionan y parten de la filosofía como unidad, para diseminarse en ciencias, artes y humanidades. Es aquí donde citando a Ortega y Gasset, específicamente su trabajo La rebelión de las masas, la autora critica a aquellos sujetos que se hacen del poder pero que carecen del saber humanista para enfocar el mundo de manera amplia y por lo mismo, se encuentran impedidos para resolver problemas. Esta sección es complementada por los elementos que para la profesora Cortina forman parte de la crisis por la que atraviesa la universidad contemporánea, a saber: a) la fragmentación del conocimiento que en un afán de especializar a los profesionales sesga el saber adquirido, oponiéndose con esto a una realidad que es multidisciplinaria; b) la burocratización, con un exceso de trámites que complica los procedimientos; c) la masificación que presenta dos caras: una positiva que radica en la movilidad social, y otra negativa, que entorpece el manejo de la institución y provoca su desorganización; finalmente, d) la liga que se presenta entre el mercado laboral y las universidades, de donde se concluye que éstas deben dar a la sociedad los profesionistas que requiere y no los que pide el mercado. La última parte de este trabajo se circunscribe a describir el modelo de la «Universidad proactiva», en el que se forman profesionistas preocupados por ofrecer a la sociedad los bienes internos de su actividad. Este tipo de universidad retoma el concepto de universalidad, reflejándolo ahora a toda la humanidad, es decir, forman profesionales capaces de proyectar y planear el futuro, haciéndole frente con esto a una realidad que si por algo se distingue es precisamente por sus enormes injusticias y diferencias. Una universidad en la que se fomenta al interior de la comunidad el debate, discusión y deliberación pública. En definitiva, una institución que recupera la unidad del saber a través de una «ética aplicada», la cual propone un compromiso con la formación del carácter, con sus principios, valores, y en consecuencia con la excelencia profesional para resolver los problemas que diariamente enfrentan. El resumen final del modelo propuesto por la profesora Cortina apuesta por 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 266 20/03/14 11:39 a.m. Eugenia Paola Carmona Díaz de León 267 una universidad cuyo objetivo central ha de ser la formación de profesionales al servicio del ser humano, con la sensibilidad suficiente para entender que cada persona posee una intrínseca dignidad y que siguiendo la propuesta kantiana, ha de ser siempre considerado como un fin en sí mismo, nunca como un medio al servicio de otros intereses. De este modo, la autora concluye su exposición afirmando que el poder más importante que entrañan las profesiones consiste en empoderar a otras personas. En un momento donde imperan los criterios del proceso de Bolonia que exige a las universidades muchos egresados en poco tiempo (dado que el mercado demanda mano de obra barata), una reflexión como la de Adela Cortina constituye una llamada de atención sobre cuál es el papel de los profesionistas en México, por ejemplo, los abogados, ya que nos vuelve la mirada sobre ese bien interno que da sentido a nuestra profesión: la búsqueda de la justicia. Como profesionales no debemos claudicar en el perfeccionamiento al que nos invitan las virtudes, porque sólo así podremos construir una sociedad mejor, más justa, más igualitaria, y en definitiva, más humana, como siempre ha propuesto la profesora Adela Cortina. Eugenia Paola Carmona Díaz de León* * Doctora en Derecho. Catedrática de la División de la Facultad de Derecho de la U.N.A.M. y de la Escuela de Derecho del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México. 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 267 20/03/14 11:39 a.m. 11 Eugenia Paola Carmona Diaz de Leon.indd 268 20/03/14 11:39 a.m.